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El cuento “A la deriva”, el escritor uruguayo Horacio Quiroga nos presenta una narración en el cual el argumento de la diégesis es uno sencillo. Un hombre es mordido por una víbora. Luego de matarla empieza a sentir los efectos del veneno del animal, va a su casa y empeora. Ante esta situación decide buscar ayuda. Se monta en su canoa y marcha por el río en busca de la misma. Aumenta el efecto del veneno hasta que muere a la deriva en la travesía. El hombre será el personaje principal al igual que el medio ambiente, su mujer será el personaje secundario de breve intervención. Esta narración es de tipo “extraña”, usando la tipología clasificatoria de las narraciones de Todorov. Esta es una en la que la verosimilitud de lo acontecido es probable. Tomaremos lo probable como aquello dentro de la cotidianidad y dentro de los límites de la razón, que puede sucederle a los seres humanos y puede probarse en el mundo de lo cotidianeo o lo real. En otras palabras no hay lugar para la duda de que lo acontecido es probable. A través de un análisis de los elementos de la diégesis podemos demostrar aquellos que nos corroboran que estamos 1

Quiroga a La Deriva Primera Reflexion Critica

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Page 1: Quiroga a La Deriva Primera Reflexion Critica

El cuento “A la deriva”, el escritor uruguayo Horacio Quiroga nos presenta una

narración en el cual el argumento de la diégesis es uno sencillo. Un hombre es mordido

por una víbora. Luego de matarla empieza a sentir los efectos del veneno del animal, va a

su casa y empeora. Ante esta situación decide buscar ayuda. Se monta en su canoa y

marcha por el río en busca de la misma. Aumenta el efecto del veneno hasta que muere a

la deriva en la travesía. El hombre será el personaje principal al igual que el medio

ambiente, su mujer será el personaje secundario de breve intervención.

Esta narración es de tipo “extraña”, usando la tipología clasificatoria de las

narraciones de Todorov. Esta es una en la que la verosimilitud de lo acontecido es

probable. Tomaremos lo probable como aquello dentro de la cotidianidad y dentro de los

límites de la razón, que puede sucederle a los seres humanos y puede probarse en el

mundo de lo cotidianeo o lo real. En otras palabras no hay lugar para la duda de que lo

acontecido es probable.

A través de un análisis de los elementos de la diégesis podemos demostrar

aquellos que nos corroboran que estamos ante una narración “extraña”. El episodio de la

mordida de la víbora que nos presenta la narración es el peldaño fundacional del cuento.

A partir de ése, el autor nos va construyendo la narración. Nos va dando de forma

aumentativa, los síntomas que va sufriendo el personaje del hombre por el efecto del

veneno que lleva en su cuerpo. Esta verosimilitud del detalle de la sintomatología del

veneno, será el gancho que nos engarfiará como punto de interés en la narración. El dolor

que se nos describe, junto con la hinchazón de la pierna y la sed que van desarrollándose

en el personaje del hombre, son la enunciación de un trastorno patológico creible y muy

real dentro de la probabilidad de los hechos constatables de la diégesis. A estos les sigue

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la descripción del comienzo de la gangrena en la pierna que es uno de los principios de la

necrosis que sufren las células del cuerpo humano ante una situación acelerada de

enfermedad que puede causar la muerte. Con esto el autor nos va preparando con la

espectativa de un desenlace trágico y poco feliz, nos aclimata la mente para esperar la

inevitable muerte del personaje del hombre.

Entre los acontecimientos de la narración cabe destacar que luego de estar

brevemente en su casa, y ante la gravedad de la picada, el personaje decide irse solo

montado en su canoa por el río como parte de su búsqueda por sobrevivir. Se a

embarcado en un viaje. De entrada pierde el remo y se encuentra a la deriva, a merced de

la corriente de las aguas del río, su destino depende de fuerzas extrañas a él. Este hecho

es lo que le da título al cuento. Su destino está en manos de la naturaleza y al destino, él

se ha vuelto una pieza dentro de la trama del porvenir. En un breve instante hubo un alto

de aparente esperanza, cuando el río lo llevó a una orilla. Se bajó y llamó por ayuda a su

compadre Alves, sin saber si era ahí donde estaba su compadre, fue infructuso el llamado.

Fue un momento de esperanza, momento que sólo sirvió para recapitular lo irreversible

de su travesía por el río, su destino no tenía marcha atrás. Volvió al río, a la deriva, a

dejarse llevar.

En su travesía el río está encajonado “fúnebremente”, está rodeado de “negros

bloques de basalto”, hay una “lúgubre” muralla alrededor de la canoa; el agua nos es

clara es “fangosa”, reina un “silencio de muerte”. Hay un significado subyacente dentro

de este viaje, de este viaje de la muerte. Se infiere una alución al viaje de la muerte de la

mitología griega por el río Estigia, donde el alma es llevada sobre una barca y no hay

vuelta atrás.

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Lo que sucede después es un rememorar de personas de su pasado, su ex patrón,

Dougald, su compadre Gaona; se describe ese momento del día color de “oro”, de otra

parte el río estaba “coloreado”, había “frescura crepuscular”, era el fin del día, el fin de la

vida del hombre, era la ironía del contraste de un momento sublime con uno triste de

carácter terminal: la muerte. Los contrastes se suceden, el hombre se siente mejor, se

siente helado (el frío de la muerte), la voz narrativa se iba a cuestionar la respiración,

pero “cesó de respirar” y con ese cesar el cuento irónicamente terminó.

El cuento nos atarpa de principio a fin. El destino se hace sentir a través de toda la

narración. Su desenlace es previsible, se va entretejiendo la trama en episodios alusivos a

un final inescapable, pero lleno de espectativa, como Láquesis entreteje la vida de los

mortales; hasta llegar al futuro de todo ser humano, la muerte, como Atropos la impone

cuando corta el hilo del tejido de la vida.

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