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R Historias de Tucídides · Aproximación al contexto histórico cultural ... El cardenal Ximénez y la Biblia Políglota ... Los Jesuitas y la Inquisición

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Recepción históRica y política de las

Historias de Tucídidesalgunos casos en lengua hispana

Paulo Donoso Johnson

INSTITUTO DE HISTORIAPONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO

SERIE MONOGRAFÍAS HISTÓRICAS Nº 24

© Paulo Donoso Johnson, 2018Registro de Propiedad Intelectual Nº 288.280

ISBN: 978-956-17-0769-6

Derechos ReservadosTirada: 250 ejemplares

Ediciones Universitarias de ValparaísoPontificia Universidad Católica de Valparaíso

Calle 12 de Febrero 21, ValparaísoFono (32) 227 3087 - Fax (32) 227 3902

Email: [email protected]

Jefe de Diseño: Guido Olivares S.Diseño: Mauricio Guerra P. / Alejandra Larraín R.Corrección de Pruebas: Juan Paulo Roldán Gómez

Impresión Salesianos S.A.

HECHO EN CHILE

SERIE MONOGRAFÍAS HISTÓRICAS Nº 24

"Este libro ha sido aprobado por el Comité Editorial delInstituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso,

después de haber sido sometido a referato externo".

En portada se ha reproducido el frontispicio del libro Historia de Thucydides, Salamanca, 1564.

Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional de España.

Dedicado a mis padres y a mi esposa Paula, con quien comparto la pasión

por la Historia.

Agradecimientos

Este libro contiene una parte importante de mi tesis doctoral realizada entre los años 2012 y 2015 en la Universidad de Pisa, Italia. Los temas aquí presentados obeceden a mi temprano interés por el estudio de la

obra histórica de Tucídides. Sin embargo, esta edición no habría sido posible sin el importantísimo aporte académico de los profesores Giovanni Salmeri, Juan Carlos Iglesias-Zoido, Umberto Laffi, Antonio Arbea y Miguel Castillo Didier.

Debo agradecer también los sabios consejos de los académicos y helenistas italianos Mauro Corsaro (Q.E.P.D.), Andrea Taddei, Francesca Zaccaro y Aldo Spano.

Agradezco igualmente a las instituciones y personas que promovieron y apo-yaron mi estadía doctoral y mis estudios. A mi Alma Mater, la Pontificia Uni-versidad Católica de Valparaíso que edita este libro a través de la Vicerrectoría Académica. Al Instituto de Historia que depositó su confianza en mí, a su Director, Ricardo Iglesias y a mi maestro, colega y amigo, el profesor emérito Raúl Buono-Core.

Finalmente agradezco a CONICYT y el programa Becas Chile. A la Familia Lariccia – Rossi que me recibió durante mi vida en Pisa y a la Biblioteca del Club de la Unión de Santiago, en especial a su bibliotecario Efraín Arcaya.

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Índice

PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

CAPÍTULO IRECEPCIÓN DE TUCÍDIDES EN ESPAÑA: EL SIGLO XIV 27

Aproximación al contexto histórico cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

Bizancio, eje político y cultural del Mediterráneo . . . . . . . . . . . . . . . . 32

La Orden de San Juan de Jerusalén: Rodas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

Juan Fernández de Heredia, Gran Maestre de la Orden de San Juan de Rodas . . 37

Juan Fernández de Heredia y los clásicos griegos . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

Filohelenismo de Juan Fernández de Heredia y su impacto en Europa: Aviñón . . 44

El caso italiano: Coluccio Salutati . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46

La traducción de Tucídides . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

Los discursos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

Sicilia en la versión aragonesa de Tucídides . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58

10 P a u l o D o n o s o J o h n s o n

CAPÍTULO IIRECEPCIÓN DE LOS CLÁSICOS GRIEGOS EN ESPAÑA:EL SIGLO XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

Una mirada sintética del siglo XV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

El Renacimiento y el auge de la imprenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

El Renacimiento en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73

El helenismo en la Universidad de Salamanca . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75

La Universidad de Alcalá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76

La imprenta y los clásicos en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77

El cardenal Ximénez y la Biblia Políglota . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

Juan Luis Vives . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

Los Jesuitas y la Inquisición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

La primera traducción de Tucídides en lengua castellana:Diego Gracián de Alderete . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90

Vida y obra de Diego Gracián de Alderete . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90

Aspectos literarios del texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96

La traducción del texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

Anexos a la traducción de Tucídides realizada por Diego Gracián . . . . . . . 113

Crítica a la traducción de Diego Gracián . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116

CAPÍTULO IIILA RECEPCIÓN DE TUCÍDIDES EN CHILE . . . . . . . . . . . . . . . 125

Preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125

Los estudios griegos durante la Colonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

El siglo XIX: La conformación de la República y los estudios griegos . . . . . 133

11H i s t o r i a s d e t u c í d i d e s

Los comienzos de la enseñanza de la lengua griega en Chile . . . . . . . . . . 139

Tucídides: lecturas filológicas y académicas durante el siglo XX . . . . . . . . 147

La primera traducción de Tucídides en Chile: Fotios Malleros Kasimatis . . . . 152

Tucídides durante la segunda mitad del siglo XX: El ambiente cultural. . . . . 159

Traducciones chilenas de Tucídides: Antonio Arbea y Alfonso Gómez-Lobo . . 163

Tucídides en la política chilena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168

Tucídides y la estrategia militar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174

Tucídides y la Academia universitaria chilena actual . . . . . . . . . . . . . . 176

CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179

BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185

INDEX NOMINUM . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203

13

Prólogo

¿Qué es lo original, lo seductor, lo atractivo en la cultura griega? Veamos un par de ejemplos: La primera tradición comenzó con la cultura Egeo-Minoica, que dará origen a la cultura micénica. El mundo minoico ya establece distinciones. La ciudad se construye para los hombres. La Ilíada y la Odisea fueron para los mismos griegos, obras de un inmenso valor. La Ilíada no presenta la guerra de Troya, el propósito es presentarnos la vida del héroe. Para Homero el héroe no es solamente Aquiles, ni siquiera para los griegos, también lo son los troyanos. La categoría heroica es algo propio de un tipo de hombre. Se describe físicamente al héroe. La plástica griega en su apogeo retoma estos temas. Se dice que el héroe es un hombre hermoso (kalos), esta preocupación por la belleza física tendría una enorme trascendencia que va mucho más allá de la gimnástica. Se va desarrollando la idea de que solamente un cuerpo bello es el “recipiente” de un espíritu heroico, comprendido como llegar al límite de todos los atributos humanos. El espíritu así entendido no es ajeno al cuer-po (materia), es una sola unidad. Por eso decimos que la gran filosofía griega no se inicia a partir de la cosmogonía, sino desde una teología y de una antropología. A partir de esta reflexión de lo que el hombre es en esta imagen heroica, el desarrollo filosófico ha estado presente en la unidad entre materia y espíritu. Esta excelencia que se le exige al héroe, (de alguna manera los héroes tienen descendencia divina), esa bondad que debe demostrar en su acción permanente está designada en griego por Agathos. Para un griego “el más allá” es un tanto oscuro, un misterio para ellos.

14 P a u l o D o n o s o J o h n s o n

La posibilidad de “conquistar la eternidad” está en la fama. Si el recuerdo lo conser-va, hay una garantía de eternidad llevada por la voz de los hombres y divulgada en el mundo. La fama como garantía de eternidad.

Tucídides en el Epitafio de Pericles dice: “La tumba de los hombres famosos es toda la tierra. No se les conmemora tan solo en piedras escritas en su propia tierra; también vive su memoria en el recuerdo de países extraños, conservada no en pétrea escritura, sino en el corazón de los humanos, no tanto por la obra que realizaron como por la actitud que mantuvieron”, (II, 43, 3).

Es en la guerra donde se mide al héroe y es otro héroe el que necesita para acrecentar su fama. Aumenta el patrimonio de honra recibido por de sus antepasados. Los poe-mas homéricos están llenos de encuentros de héroes. Estos duelos a veces comienzan con insultos para enardecerse, ofenderse, y esto es también parte de la vida heroica. Las armas y la palabra se encarnan en Néstor con sus discursos persuasivos, o Héctor y Aquiles desafiándose. En el combate se ve la destreza con las armas que requiere de una gran formación. Los griegos la describen como la areté, en latín virtus-vir, varón. La virtud hay que entenderla en su origen como un valor masculino.

La palabra describe la acción bien realizada, y el héroe no tiene otra alternativa que la areté o el fracaso. El héroe es trágico, su destino es casi siempre la muerte, los hé-roes luchan con los mismos principios pero uno tiene que perecer. El héroe es edu-cado para alcanzar lo mejor en la batalla, pero sería injusto reducir la vida del héroe solamente a la guerra. La amistad arranca al héroe de si mismo. Si consideramos el “egoísmo” de estos héroes, sin la amistad son incapaces de entrar en una comuni-cación, por lo tanto condenados a una extinción, esta “apertura” al otro es lo que salva al héroe de esta extinción. Todo lo que se consiga en sociabilidad, en política, en cultura, va a provenir de esta apertura al amigo. Los tiranicidas son generalmente amigos y por este compromiso entre ellos, asesinan al tirano. Todos están juntos por el botín, por lazos familiares, para acrecentar su fama, pero no hay ningún sen-timiento patriótico; lo que liga un hombre a otro es la relación personal, y esta es más extensa cuando existe la amistad. Ese afán de superarse a si mismo da origen a una casta, la de los aristoi, guerreros nobles, saturados de honor, representantes de la aristocracia griega, la que por sus raíces heroicas será exclusivista. Al irse debilitando esta aristocracia de la areté bélica, el concepto irá cambiando hasta terminar en una areté filosófica.

La historia griega se polarizó entre la aristocracia y la democracia, pero esta última

15H i s t o r i a s d e t u c í d i d e s

degenera en demagogia. La aristocracia quería que los que representaran al demos fueran los mejores, o que todos fueran los mejores, pero la aristocracia cambió de meta y se formó además, una aristocracia abierta de espíritu, de la filosofía de la educación.

Nuestro segundo ejemplo nos lleva a la polis, en particular a Atenas, la que se cons-tituye en torno al Acrópolis. Esta es la gestación de un primer asentamiento defi-nitivo. La zona alta representa lo sublime, lo perfecto, la divinidad, el santuario, lo fortificado y la excelencia. La zona baja, la posibilidad del sustento, del trabajo, del habitar, la tierra que se vende y los caminos para acceder. En otras palabras, la polis es el espacio donde se gesta el habitar, y el asty, el espacio donde el habitar se realiza. El Acrópolis es el lugar que determina el habitar. Con el tiempo, estos términos empiezan a confundirse, asty y polis, para terminar en la polis; el asty se empieza a introducir dentro del contexto general de la polis, donde el asty va a definir también, de que forma se habita. Siguiendo a Aristóteles, el hombre es un animal político, en cuanto vive en la ciudad tal cual era la polis griega. Los griegos estuvieron conven-cidos de que la forma de organización que se dieron era óptima. A tal punto lo fue, que no creían posible que un hombre se desarrollara plenamente si no participaba de esa comunidad. A partir de esta convicción de estar viviendo en el lugar óptimo, se puede entender como los griegos pudieron resistir todo aquel cambio que signifi-caba alterar el equilibrio logrado en la polis. Es el caso de Demóstenes, la aceptación de los macedonios significaba mantener el orden óptimo de vida o bien, alterar la polis. A ellos no les podía resultar fácil que fuera a desvirtuarse su polis. La ciudad es para los griegos, solo con Alejandro comienza a ser posible para todos. La creación de la ciudad es el hombre.

Tucídides, el historiador que estudia Paulo Donoso en este libro, es un ateniense del siglo V a.C., el llamado siglo de oro de Atenas, período en el cual, después de las Guerras Médicas, se convierte en una polis que liderará a aquellas que luchan por la libertad. Las democracias griegas fructifican a partir del enfrentamiento contra los persas. El mundo griego queda dividido entre espartanos y atenienses; los primeros representan sistemas de gobierno de carácter aristocrático y autoritario. Como resul-tado de esta división, el 431 a.C. estalla la Guerra del Peloponeso, una conflagración en la que se enfrentan estos dos bandos. Son momentos en que el canto homérico comienza a ser olvidado; es como un recorrido desde la preparación de la grandeza hasta lo que es el amable recuerdo de esta grandeza. En Tucídides vemos un ejemplo de esto. En el relato de la guerra, aparece el historiador lógico, racionalista, en el que

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los dioses tienen una participación mínima en el acontecer histórico. La historia no solo debe llegar al hombre, sino al interior de este, porque es ahí donde está el motor de la historia. El historiador ateniense logra una penetración poco común, para explorar en el espíritu de los hombres. Para lograr estos fines recurre al discurso. Tucídides recuerda el pasado de Grecia e interpreta ese pasado.

Paulo Donoso se hace cargo de la obra de Tucídides, en cuanto al significado e importancia que ha tenido en los pueblos de habla hispana. Estudia y reflexiona sobre el impacto y los métodos de análisis de las distintas escuelas historiográficas europeas, destacando el rol en la transferencia del pensamiento clásico a la cultura moderna. Recorre en un minucioso análisis los diversos problemas surgidos en la recepción de Tucídides en España desde el siglo XIV; el conocimiento de los clá-sicos griegos desde el siglo XVI y las virtudes y defectos de la primera traducción en lengua castellana de la obra de este historiador por Diego Gracián de Alderete, señalando que “la crítica textual de la traducción castellana de Tucídides se mueve entre la comprobación de la ausencia total del texto original griego durante el pro-ceso de traslación hasta la paráfrasis o interpretación de lo que estaba traduciendo”, lo que habla de la precariedad del conocimiento de los clásicos en España respecto de otros países del centro de Europa. De mucho interés para nosotros es el capítulo que analiza sobre la recepción de Tucídides en Chile. Sobre el particular afirma que “El pensamiento de Portales, pesimista y realista al igual que Tucídides, coloca al es-tadista chileno dentro de un modelo poco habitual de la política nacional, en donde se privilegiaban méritos, elocuencia y linaje antes que un pragmatismo puro como el que manifiesta Portales en sus escritos”. Repasa con precisión la influencia de Tucídides en la política, la filología, lo militar y la academia chilena, distinguiendo quienes han hecho las mejores contribuciones en una relectura de las fuentes, desta-cando el carácter permanente de la obra de Tucídides más allá de las posiciones y las trincheras, en momentos como el actual, en que nos encontramos en una indigencia absoluta de creatividad política. Parece no estar la posibilidad de inventar una forma adecuada a la propia realidad.

Al releer una fuente histórica como Tucídides, entusiasma y sorprende la absoluta vigencia de su trabajo y su proyección en nuestros días, lo que queda sintetizado en estas palabras de Pericles: “Atenas es la única que entre los estados existentes, a la hora de la prueba, se levanta por encima de su fama; es la única que al vencer a sus enemigos no produce en ellos un sentimiento de inferioridad y que no da motivo a sus súbditos para reprocharse el ser gobernados por amos incapaces. La evidencia de

17H i s t o r i a s d e t u c í d i d e s

nuestro poder es luminosa: no necesitamos mayores testimonios para verla. No sólo seremos la maravilla de nuestro tiempo, sino también de los siglos que vendrán” (II, 41, 3-4.).

En otras palabras, un excelente libro que invita a conocer el extraordinario aporte que nos ha legado la cultura griega y a reflexionar sobre los tiempos que vivimos.

Raúl Buono-Core V.Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Viña del Mar, enero de 2018.

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Introducción

En el marco de la historia de la recepción de la Historia de la guerra del Pelo-poneso de Tucídides en lengua castellana presentamos tres etapas del proceso de traducción y recepción de la obra griega en español, a saber: la traducción

aragonesa de fines del siglo XIV, la traducción renacentista al castellano de 1564 y finalmente las lecturas y traducciones de Tucídides en Chile.

Bajo una mirada histórica y literaria intentamos concatenar aquellas etapas que pa-recieran ser muy disímiles entre sí. La pregunta que puede unir estos tres episodios es por qué y para quién se traduce un historiador como Tucídides. ¿Tiene una utili-dad más allá de la docta lectura de un avezado especialista en historia antigua?1

El libro que tiene en sus manos no es un tratado de filología ni de paleografía sino una lectura histórica y cultural de las traducciones de Tucídides que contienen algu-nas reflexiones históricas y análisis literarios del texto griego original que han sido confrontados con las versiones aragonesas y castellanas.

Para tal propósito hemos utilizado como texto matriz la edición crítica oxoniense

1 La utilidad de la obra de Tucídides en estudios sobre imitación, recepción clásica, relecturas contem-poráneas y memoria, ha sido trabajada detalladamente en V. FROMENTIN, S. GOTTELAND y P. PAYEN, Ombres de Thucydide. La réception de l’historien depuis l’antiquité jusqu’au debut du XXe siècle, Bordeaux, 2010; A. RENGAKOS, A. TSAKMAKIS (ed.), Brill’s Companion to Thucydides, Leiden - Boston, 2012 y C. LEE, N. MORLEY. A Handbook to the Reception of Thucydides, Wiley Blackwell, 2015.

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de H. Stuart Jones, con aparato crítico de J. Enoch Powell (Oxford, 1955), y las traducciones contemporáneas en lengua italiana y española2.

* * *

Con respecto a la transmisión de los textos clásicos, Highet dice que las influencias clásicas fluyen en la literatura de las naciones modernas a través de tres vías princi-pales; éstas son: traducción, imitación y emulación3. Esta misma cadena se repitió anteriormente durante la Edad Media y el Renacimiento. Desde luego que en esta tríada la más compleja es la traducción, puesto que requiere un conocimiento pre-ciso de la lengua original. Nos dice Highet que el arte olvidado de la traducción es mucho más importante de lo que se cree porque a pesar de no crear grandes obras ayuda a menudo a crear a otros. Durante el Renacimiento, época de obras maestras, fue la más importante4. En este sentido la línea de transmisión no acaba con la traducción de un manuscrito sino que es el primer paso para iniciar la transferencia del pensamiento clásico a la cultura moderna. De ello se desprende la necesidad de contar con los mejores traductores y sin lugar a dudas el mecenazgo renacentista posibilitó este oficio.

* * *

Hoy los reception studies, ámbito en el que se inserta este libro, se están desarrollan-do con mucha frecuencia y han generado una tendencia entre los especialistas. La importante contribución de Hans Robert Jauß en esta materia, en la Escuela de Constanza (Alemania), elaborando bases teóricas tales como la Rezeptionsästhetik5, han resultado extremadamente útiles para el estudio de los clásicos griegos en nues-

2 TUCIDIDE, La Guerra del Peloponneso, a cura di Mauro Moggi, Milano, 1984; TUCIDIDE, La Guerra del Peloponneso, a cura di Franco Ferrari, Milano, 2011; y TUCÍDIDES, Historia de la Guerra del Peloponeso, traducción de Francisco Rodríguez Adrados, Madrid, 2002.

3 G. HIGHET. The Classical Tradition. Greek and Roman influences on Western Literature, Oxford, 1949, p. 104.

4 Ídem, p. 104.5 R. GNUTZMANN, “La Teoría de la Recepción”, Revista de Occidente, 3, 1980; R. WARNING.

Rezeptionsästhetik. Theorie und Praxis, München, 1988; H.B. MATHIESEN, “The Reception of Classics Antiquity: some general remarks”, Acta Hyperborea 2, 1990; J. GODO COSTA - J.L. GIL ARISTU (trad.) La Literatura como provocación, Barcelona, 2000; C. MARTINDALE, R.F. THOMAS, Classics and the Uses of Reception, Blackwell, 2006; YU-FEN TAI, “La teoría de la re-cepción aplicada a la traducción” Sendebar. Revista de Traducción e Interpretación nº 22, 2011; C. SANESTEBAN, “La Estética de la recepción: el horizonte de expectativas de Jauss”, Narrativas: Revista de narrativa contemporánea en castellano nº 19, 2016.

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tros tiempos. Jauß subraya la integración de autor, obra y lector en la historicidad, dando más importancia al último factor. Esta escuela alemana entiende la historia de la literatura como una provocación al estudio de la recepción. En ella se aprecian distintas líneas de interpretación tales como el diálogo entre pasado y presente, la alusión como recepción, la identificación y la apropiación, y finalmente el uso y abuso de la antigüedad (este último muy recurrente en los regímenes totalitarios europeos del siglo XX).

Otra corriente de estudio es la escuela francesa que aborda el problema de la recep-ción entendida como un fenómeno cultural6. Desde esta perspectiva es posible adver-tir que en la recepción de los clásicos de la antigüedad existe una estrecha relación entre transmisión e ideología. Esta corriente sugiere que la historia de los textos y la historia de la mentalidad se llaman mutuamente.

Ambas corrientes de estudio se ven sometidas al riesgo advertido por Mathiesen: la tentación de la idealización del pasado7. Para ello se han formulado dos preguntas en torno a la teoría de la recepción: la antigüedad como norma y la antigüedad como forma.

De este modo, el aspecto teórico contempla distintas vertientes de las cuales hemos tomado las bases de interpretación para la elaboración de este libro.

* * *

Para abordar el problema de la transmisión de un texto clásico evitando su corrup-ción nos hemos servido del estudio de Giorgio Pasquali. El autor en un listado de doce puntos explica los alcances de la tradición y propagación de un texto clásico. Entre ellos destaca la noción de que los textos griegos y latinos no siempre se remon-tan a un arquetipo medieval o a la antigüedad misma. En el Oriente Bizantino y el Occidente Carolingio hubo muchos más textos de los que hoy se conservan y luego en el Cinquecento y Seicento francés y flamenco se robaron, perdieron, destruyeron códices preciosísimos. De esta manera, la autoridad de un testimonio es indepen-diente de su antigüedad; la tradición de los autores no es mecánica, nunca un ama-nuense deja el texto tal como lo recibió sino que lo adapta a su propio gusto o bien

6 L. CICCOLINI (et al.) Réceptions Antiques: lecture, transmission, appropiation intellectuelle, París, 2006.

7 H.B. MATHIESEN, “The Reception”… pp. 19 - 24.

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para hacer más claro el texto (emendatio)8. Estos aspectos son imprescindibles como base teórica para entender la línea de transmisión de textos clásicos y sus fases de cambios según el binomio pureza-corrupción que obliga a los especialistas a deter-minar cuán contaminado está un texto en relación a lo que se sabe del texto original.

El caso particular de la tradición manuscrita de historiadores griegos está caracteriza-da por una cadena narrativa: Heródoto – Tucídides – Jenofonte9. De alguna manera este orden ayudó a los traductores y editores a encontrar los autores mencionados puesto que en la mayoría de los casos se encontraban en los mismos manuscritos.

Otra vía de transmisión que ciertamente no está dada a través de textos escritos o fuentes objetivas es la tradición indirecta de los clásicos griegos, tema sobre el cual R. Tosi se ha referido claramente10 y que ha permitido a partir de la confrontación de otros textos antiguos y medievales, encontrar referencias del origen de un texto, una obra o un manuscrito.

Hacia el siglo II d.C. el progresivo reemplazo del rollo papiráceo por el códice faci-litó la transmisión puesto que este último era más práctico, de mejor calidad y capa-cidad, fácil de consultar, las referencias eran más simples y portaban numeración de páginas, entre otras facilidades11. Esta primera revolución tecnológica en cuanto al trabajo de transmisión durante el Imperio Romano permitió la conservación de los textos que se producían, copiaban o editaban en la escuela de Alejandría.

Se sabe que hacia el siglo XII revive el interés por conocer las obras de autores clá-sicos de la antigüedad existentes en las bibliotecas de los principales monasterios europeos. J. S. Beddie desarrolló un catálogo de las más importantes bibliotecas monásticas ordenadas por nación y tipo de fuentes que contienen12. El motivo prin-

8 G. PASQUALI, Storia della Tradizione e Critica del Testo, Firenze, 1962, pp. XV - XIX.9 L. CANFORA, Conservazione e perdita dei classici, Padova, 1974, p. 30.10 Por la expresión tradición indirecta se entiende el uso de las citas. Por citación el autor entiende una

referencia intencional de una frase, el cual conserva también en el nuevo contexto su individualidad. Conforman esta tradición las citas en la escoliografía, en la onomástica, en la lexicografía, las citas gra-maticales (de carácter morfológico) y las citas paremiográficas (aquellas que se encuentran en los proverbios o máximas tradicionales) R. TOSI, Studi sulla Tradizione Indiretta dei Classici Greci, Bologna, 1988.

11 L. D. REYNOLDS, N.G. WILSON, Copisti e Filologi. La tradizione dei Classici dall’Antichità al Rinascimento, Padova, 1969, pp. 30 - 31.

12 Destacan en territorio ibérico las bibliotecas de Barcelona, Compostela, Lugo, Oña, Poblet, Ripolli, Silos. J.S. BEDDIE, “The Ancient Classics in the Mediaeval Libraries”, Speculum V, 1, 1930, p. 3 - 20; T. GONZÁLEZ ROLÁN, P. SAGUERO y A. LÓPEZ FONSECA, La Tradición Clásica en España (s. XIII - XV) Bases conceptuales y bibliográficas, Madrid, 2002.

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cipal de la conservación de estos textos era el hecho que los clásicos latinos se utiliza-ban como fuente de información insólita y de enseñanza moral, o como repertorio de frases bellas para insertar en los escritos, pero no eran en absoluto considera-dos expresiones de una gran civilización13. La valoración del mundo griego a fines de la Edad Media y comienzos del Renacimiento estuvo sostenida principalmente por los viajes de interés arqueológico de peregrinos y bibliófilos que iban a Atenas, Constantinopla o Rodas y que cesaron drásticamente por la conquista otomana del Imperio Bizantino14. El sacerdote alemán Ludolf Von Südheim, hacia 1350, hizo algunas descripciones de las ruinas encontradas en Atenas durante los viajes que realizó a Tierra Santa. Pero fue el sacerdote fiorentino Cristóforo Buondelmonti quien en 1414 inició un viaje de dieciséis años por las islas griegas en la búsqueda de manuscritos15. Sin duda estos viajes fueron el primer gran paso para activar la cadena de transmisión de textos o manuscritos que colaborarían a crear el canon de los otros textos existentes. Sabbadini en su estudio acerca de los códices griegos y latinos descubiertos entre el siglo XIV y XV da cuenta de la escasísima cantidad de códices griegos debido al poco interés por las fuentes griegas que no pertenecieran a la doctrina escolástica que había sostenido la Iglesia durante la Edad Media dando una prioridad a los textos latinos16. Se comprueba entonces que existió un interés menor por la lengua griega y su activa difusión y transmisión en relación a los textos latinos, muy bien documentados y estudiados durante la era medieval.

El Index Siglorum de Tucídides

En el comentario inicial a la edición y traducción de Tucídides realizada por Jac-queline de Romilly17, la traductora presenta un estado del arte sobre los manus-critos existentes de la obra del historiador ateniense. Otros autores han realizado importantes contribuciones para definir el origen de aquellos textos y el valor que poseen18.

13 R. WEISS, La Scoperta dell’Antichità Classica nel Rinascimento, Padova, 1989, p. 2.14 Ibidem, p. 151.15 Ibidem, pp. 156 - 157.16 R. SABBADINI, Le Scoperte dei codici latini e greci ne’secoli XIV e XV, Firenze, 1914.17 THUCYDIDE, La Guerra du Péloponnèse, texte établi e traduit per Jacqueline de Romilly, París,

1958, livre I, p. xxix.18 A. DAIN, “Liste des manuscrits de Thucydide”, Revue des Études Grecques, XLVI, 1933; L. CAN-

FORA, Tucidide Continuato, Padova, 1970; V. BARTOLETTI, Per la storia del testo di Tucidide,

24 P a u l o D o n o s o J o h n s o n

El index siglorum contiene un total de 13 manuscritos, 7 papiros con libros perti-nentes y 9 aliae notae.

La tradición manuscrita de Tucídides, como muchos otros autores, está contamina-da, situación que la ciencia define como una enfermedad incurable. Sin embargo, frente a esta contaminación puede demostrar su existencia19.

Hemmerdinger a partir de la indagación del primer libro de Heródoto y los libros II al IV de Tucídides ha logrado concluir que la separación en rollos de papiros corres-ponderían a un mismo editor: Aristófanes de Bizancio, uno de los más importantes gramáticos de la escuela alejandrina (c. 257– c.180 a.C.) quien habría realizado la labor de un editor – corrector, como sucede en nuestros días, en vez de copista. Posteriormente los manuscritos medievales de Tucídides habrían sido copias de las variantes del texto del editor alejandrino20.

De aquí en adelante se inicia una cadena de transmisión que culminará su primera fase con la traducción del griego al latín por Lorenzo Valla en 1452, para luego ser traducido a las lenguas modernas.

Este libro sigue dos modelos de lectura de Tucídides. El primero integra las tres etapas de transmisión propuestas por la escuela francesa21, es decir, repenser, réécrire, citer et construire. Este proceso incluye las lecturas deformadas que algunos autores clásicos impusieron a sus fuentes, la creación literaria y la reescritura a partir de los modelos antiguos y finalmente la construcción del texto sobre el texto.

El segundo modelo busca incorporar las tres realidades histórico-culturales plan-teadas según las interrogantes metódicas que han sido utilizadas para estudiar la actividad traductora en España22. Estas son:

¿Qué traducen?

¿De qué lenguas a qué lenguas traducen?

¿Quiénes lo hacen?

Firenze, 1973; L.CANFORA, “Thucydides in Rome and Late Antiquity”, en A. RENGAKOS - A. TSAKMAKIS (ed). Brill’s Companion… p. 721 y ss.

19 B. HEMMERDINGER, Essai sur l’histoire du texte de Thucydide, París, 1955, p. 10.20 Ibidem, p. 20.21 L. CICCOLINI (et al.) Réceptions Antiques… p. 8.22 N. CARTAGENA, La contribución de España a la teoría de la traducción. Introducción al estudio y

antología de textos de los siglos XIV y XV. Madrid, 2009.

25H i s t o r i a s d e t u c í d i d e s

¿Dónde lo hacen, por encargo de quién, para quién, con qué finalidad?

¿Cómo lo hacen?

Ambas metodologías de análisis permiten ubicar la obra de Tucídides en períodos tan distantes como la España Medieval, la Renacentista y la realidad latinoamerica-na contemporánea en Chile, conectando de manera coherente estas etapas.

27

Capítulo IRECEPCIÓN DE TUCÍDIDES EN ESPAÑA:

EL SIGLO XIV

Aproximación al contexto histórico-cultural

Durante el siglo XIV, cuando el papado se había trasladado con su corte a la ciudad francesa de Aviñón, los reinos de Aragón y Cataluña detentaban un poder e influencia sobre el mediterráneo que les permitieron ser un

importante aliado de los asuntos pontificios y además los administradores de las ciudades más influyentes de la Grecia continental. Previo a los grandes descubri-mientos transcontinentales y viajes de ultramar que marcaron la historia española y su destino, los reinos ibéricos iniciaron su apertura hacia el Mediterráneo y el Levante con el objeto de potenciar la débil presencia hispana en el contexto europeo tardo medieval.

Debido a lo anterior es que, durante este siglo, los catalanes, aragoneses y navarros tuvieron un decisivo rol político que pasaba desde el control directo de estados y la defensa de la Cristiandad, apelando al permanente estado de cruzada que persistió en el inconsciente español hasta el siglo XVI23. Los reinos peninsulares hispánicos desde hacía un siglo habían comenzado el proceso denominado Reconquista para recuperar los reinos ocupados por los árabes que hasta ese momento dominaban el

23 Entre 1314 y 1315 hay vientos de cruzada, pero Jaime II no se resuelve a emprenderla. También Alfonso V emplea la idea para acometer a Mahomet, pero diversas circunstancias políticas externas e internas le impiden también concretarla en acción. En J. LALINDE, La corona de Aragón en el mediterráneo medieval (1229 - 1479), Zaragoza, 1979, p. 275; El comportamiento de la Compañía en tierra grie-ga, según describe la Crónica de Muntaner, presenta la expedición catalana como una cruzada contra los infieles, distinta de las otras cruzadas pues no contenía el entusiasmo religioso de las precedentes. En S. TRAMONTANA, “Per la storia della Compagnia Catalana in Oriente”, Nuova Rivista Storica XLVI, 1962, pp. 78 - 79.

28 P a u l o D o n o s o J o h n s o n

centro sur de la Península. Influye directamente en esta recuperación espiritual y territorial la creación de una institución que generaría una identidad de lucha contra la idolatría, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición (1229), que potenciará una idea de dominio internacional de carácter confesional24. En este contexto, los catalano-aragoneses tuvieron un importante rol de dominio en la parte septentrio-nal de la península Ibérica, y por otro lado una influencia política y geográfica en diversos territorios tales como Aviñón, Atenas, Morea, Tebas, Rodas, Cerdeña, Ma-llorca y Sicilia.

No obstante lo anterior, nos referiremos a la dominación catalana-aragonesa en Gre-cia25 desde donde se generó el primer vínculo con la cultura clásica griega que en este momento era desconocida en casi toda Europa. El interés que manifestaron catala-nes y aragoneses no consignaba una concentración solamente en el ámbito religioso puesto que el afán de mayores ganancias llevó a mercaderes nobles y monarcas cata-lano-aragoneses a las costas adriáticas, a la península Helénica, al Bósforo y a Ana-tolia, ámbito al que entonces se llamaba “Romania”26. Desde finales del siglo XIII el entonces emperador bizantino Miguel VIII Paleólogo mantenía estrechas relaciones diplomáticas con Pedro III el Grande debido a la presencia en el Mediterráneo de un enemigo común, el rey francés Carlos de Anjou. En 1302, el emperador Andrónico II Paleólogo envió embajadores a Berenguer de Entenza y a Roger de Flor para que proporcionasen ayuda en la lucha contra los turcos a cambio de tierras y cargos27.

Roger de Flor, ex servidor de los Hohestaufen y ex templario organiza junto a Fe-rran Ximenis d’Arenós, Ferran d’Aunés, Corberan d’Alet y Ramon Muntaner la Compañía o Compañía de los Catalanes. De Flor puso la Compañía al servicio del emperador Andrónico II Paleólogo, quien esperaba usar sus sólidas fuerzas contra

24 La Corona de Aragón reflejó su confesionalismo en el Mediterráneo a través de diversas manifestaciones: 1) utilización de la cruzada como factor ideológico, 2) la protección de peregrinaciones, 3) la exaltación de reliquias, 4) el desarrollo del culto, 5) el proselitismo religioso, 6) los intentos de control del elemento eclesiástico, y la aparición de movimientos espiritualistas. J. LALINDE op. cit. p. 275.

25 Un estudio pormenorizado es el que ofrece K.M. SETTON, The Catalans in Greece 1311 - 1380 en Athens in the Middle Ages, London, 1975; K.M. SETTON, Catalan Domination of Athens 1311 - 1388, London, 1975; L. NICOLAU D’OLWER, L’expansió de Catalunya en la Mediterrània Oriental, Barcelona, 1974; CH-E. DUFOURCQ, L’expansió catalana a la mediterrània occidental. Segles XIII i XIV, Barcelona, 1969; Para el caso de la compañías navarras en Grecia A. LUTTRELL, Appunti sulle compagnie navarresi in Grecia: 1376 - 1404 en The Hospitallers of Rhodes and their Me-diterranean World, London, 1992.

26 J. VALDEÓN, J.M SALRACH, J. ZABALO, Historia de España. Barcelona, 1982, p. 286.27 J. LALINDE, La corona de Aragón... p. 36.

29H i s t o r i a s d e t u c í d i d e s

el naciente poder de los turcos otomanos en Asia Menor. La estrategia da resultados positivos cuando la Compañía antes de llegar a Constantinopla en 1303 asaltó y saqueó la isla de Ceos, que obligará a los turcos a retroceder. Sin embargo, a fines de abril de 1303, Roger de Flor fue asesinado durante una cena ofrecida por la familia real bizantina, según se ha dicho, por el enorme poder e influencia que llegó a tener el comandante franco en los asuntos orientales.

Desde el punto de vista cultural, sabemos que la enseñanza medieval, a saber el trivium y el quadrivium, no incorporaba ni la lengua griega ni las historias y lite-ratura clásica griega en sus planes de estudio. Encontramos en cambio un sistema educativo administrado por las principales órdenes religiosas quienes impulsaban la lectura de los Padres de la Iglesia, el aprendizaje del latín como lengua de estudio eclesiástico y jurídico y los textos canónicos de la Escolástica28. Su aproximación al mundo clásico estaba ceñida por las lecturas de los textos de Cicerón y Séneca. Se advierte que durante esta época los clásicos latinos eran guardados como fuente de información insólita y de enseñanza moral, o como repertorio de frases bellas para insertar en los escritos, pero no eran en absoluto considerados expresiones de una gran civilización precedente29. Hacia el siglo XIV muchas universidades euro-peas deslumbraban por su calidad de la enseñanza y su tradición católica: Bolonia, Oxford, París y Salamanca eran los principales centros de instrucción del hombre medieval y sus bibliotecas conservaban valiosísimos volúmenes y manuscritos. Sin embargo, los Colegios Universitarios, fuertemente imbricados con las órdenes reli-giosas, nutrían de manera sustancial el conocimiento teológico, jurídico y literario, descartando los intereses historiográficos que no merecían un espacio dentro de las tres grandes artes del mundo occidental. Esto no fue impedimento para que exis-tieran importantes influencias del mundo clásico, particularmente desde la filosofía platónica y aristotélica en las aulas medievales pero de todas formas esta tradición no logró penetrar en la cultura misma sino hasta comienzos del siglo XV.

Es por esto que la presencia catalana durante ochenta años en Grecia (1310 – 1390) provocó un interés por los asuntos helénicos en bibliófilos, profesores, traductores e incluso sobre los posteriores monarcas. Aunque existen opiniones divergentes que tienden a revelar la verdadera intención del dominio catalán como un régimen de

28 “The desire for a better text of the Vulgate was also instrumental in stimulating an interest in Greek” R. WEISS, Greek in Western Europe at the end of the Middle Ages”, in “Medieval and Humanist Greek”, Padova, 1977, p. 4.

29 R. WEISS, La Scoperta dell’Antichità... p. 2.

30 P a u l o D o n o s o J o h n s o n

mercenarios, se llega a decir que de no existir las noticias de las fuentes griegas y las con-servadas en los archivos de Barcelona, Palermo, etc., no se podría inferir que los catalanes y navarros dominaran durante casi setenta años en territorio griego30.

La empresa catalana estuvo íntimamente ligada a los intereses del rey Federico III de Sicilia por lo que esta expansión mediterránea obedece también a la interacción de diversos actores políticos. Así entendemos la afirmación del cronista Muntaner quien dice que la Compañía tuvo al reino de Sicilia como su cabeza, jefe y señor y al reino de Aragón como un superior y menos directo jefe natural31. De esta forma, el episodio catalán representa un momento circunscrito y efímero en la historia de la Grecia medieval32.

Es importante señalar que existió además un débil sincretismo cultural propiciado por los estatuts de la Companyia Catalana que prohibia en absoluts els matrimonis entre els dominadors i els indígenas grecs33 limitando un contacto familiar y sanguíneo con el pueblo griego, aun cuando las instituciones catalanas y la estructura administrativa funcionasen ordenadamente, las cuales imitaron el modelo ducal existente en Sicilia.

Los cronistas bizantinos y la tradición oral del pueblo griego hablan de los catalanes como sinónimo de violencia, de destrucción y venganza cruel. Los catalanes perma-necen en Grecia como una élite que sustituye a la dominación anterior (francesa), cerrada, por su propio orgullo, en una especie de espíritu de casta y con desconfianza hacia los indígenas. Se imponen por la vía del terror34.

Como toda dominación exterior en territorio conquistado, los duques que arribaron desde Barcelona y Sicilia a hacerse cargo de Cetines35 (Atenas), Neopatria y Tebas tuvieron distintas modalidades de gobierno que los hicieron más o menos populares entre sus contemporáneos. El caso más emblemático es el de Don Alfonso Fadrique, enviado por el rey siciliano Federico III quien logró negociar la paz y resolver los

30 L. GIL, Panorama Social del Humanismo Español (1500 - 1800), Madrid, 1981, p. 192. 31 I. BURNS s.j. “The Catalan Company and the European Powers, 1305 - 1311” en Speculum XXIX,

1954, p. 769.32 F. GIUNTA, Aragonesi e Catalani nel Mediterraneo, Palermo, 1959, pp. 167 y 192.33 A. RUBIÒ I LLUCH, La població de la Grecia catalana en el XIVen segle, Barcelona, 1933, p. 25.34 F. GIUNTA, Aragonesi e Catalani… p. 165.35 La denominación Cetines fue utilizada tanto por francos, catalanes y florentinos quienes pronun-

ciaban el nombre de Atenas en griego demótico que en lengua romaica sonaba ee-Satheenăs. La variedad de pronunciaciones crearon las versiones Setines, Satines, Sitines, Setine, Satine, Sithines, Sethynes, Çatines, Cetines y finalmente Senes. K.M. SETTON, Catalan Domination… p. 244.