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RAICES SANGRIENTAS Por David Saiz Bois Caiman. Haití. 15 de agoste de 1791. El hombre blanco nos sacó de nuestras tierras. El hombre blanco nos quitó nuestros dioses. El hombre blanco nos arrebató la libertad. Pero hay algo que el hombre blanco, a pesar de su fuerza, a pesar de su látigo, a pesar de su poder y con toda su crueldad, nunca podrá robarnos. Nuestro orgullo. Podremos ser esclavos por condición, pero jamás en nuestra alma. Y hoy aquí, en el bosque Bois Caiman, he acudido junto a mis hermanos, nos hemos reunido las principales cabezas visibles. Hoy es el día en que se cambiarán las tornas y empezaremos, con la bendición de los espíritus Loa, a devolver las afrentas y humillaciones del blanco una por una. Comienza el Rito. Nuestros cuerpos se embriagan con el ritmo de los tambores, con los bailes, los cánticos, el sabor del ron, el humo de los grandes cigarros. Al poco de iniciarse la ceremonia, el viento aumenta su fuerza. Se desata un vendaval. Del cielo cae el resplandor de los rayos y el rugido de unos truenos que tienen la intensidad de las carcajadas del Barón Samedi. Una tormenta que pareciera anunciar el fin del mundo.

Raices Sangrientas

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Breve relato inspirado en la ceremonia del Bois Caimán, donde empezó la independencia de Haití.

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Page 1: Raices Sangrientas

RAICES SANGRIENTAS

Por David Saiz

Bois Caiman. Haití. 15 de agoste de 1791.

El hombre blanco nos sacó de nuestras tierras. El hombre blanco nos quitó nuestros dioses. El hombre blanco nos

arrebató la libertad. Pero hay algo que el hombre blanco, a pesar de su fuerza, a pesar de su látigo, a pesar de su poder

y con toda su crueldad, nunca podrá robarnos.

Nuestro orgullo.

Podremos ser esclavos por condición, pero jamás en nuestra alma. Y hoy aquí, en el bosque Bois Caiman, he acudido

junto a mis hermanos, nos hemos reunido las principales cabezas visibles. Hoy es el día en que se cambiarán las

tornas y empezaremos, con la bendición de los espíritus Loa, a devolver las afrentas y humillaciones del blanco una

por una.

Comienza el Rito. Nuestros cuerpos se embriagan con el ritmo de los tambores, con los bailes, los cánticos, el sabor

del ron, el humo de los grandes cigarros.

Al poco de iniciarse la ceremonia, el viento aumenta su fuerza. Se desata un vendaval. Del cielo cae el resplandor de

los rayos y el rugido de unos truenos que tienen la intensidad de las carcajadas del Barón Samedi. Una tormenta que

pareciera anunciar el fin del mundo.

Aparece entonces una figura gacha en el horizonte, avanzando con dificultad en medio de la tempestad. Parece llevar

algo consigo. Al acercarse, distinguimos que se trata de un cerdo maduro, y reconocemos a su portadora, la “mambó”

Cecile Fátima, devota de Ezili La Rouge, uno de los terribles espíritus Petro.

Nos entrega el cerdo. Es una ofrenda para los Petro. Ellos nos darán la libertad. Nos concederán la venganza. Algunos

discuten. Tienen miedo. Los dioses Petro son malvados. Pactar con ellos sería un alto precio para nuestra libertad.

Pero sus gimientes quejas pronto son acalladas; por la venganza, bajaríamos al pozo mas profundo del Infierno de ser

menester.

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La sangre del cerdo corre y nos embadurna. Los chillidos del cochino me hacen sonreir. Se que oiré gritar así a los

blancos cuando el filo del acero toque su piel. Con una bayoneta como pluma, y la piel de un general francés como

papel, escribiremos con sangre nuestra declaración de independencia. El pacto de sangre con los Loa Petro está

sellado. Ellos nos darán nuestro propio país. Nosotros, en su honor, masacraremos a todos los blancos. Violaremos a

sus mujeres, y les obligaremos a ver como degollamos a sus hijos.Nos bañaremos en su sangre y beberemos vino con

sus craneos como vasos.

Empieza la venganza.

Nota: Esta historia es REAL.