Rassinier, Paul - La Verdad Sobre El Proceso Eichmann

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  • Paul Rassinier

    LA VERDAD SOBRE EL PROCESO ElCHMANN

    1962

  • INTRODUCCION

    1867. Los estadistas europeos buscan a Europa a travs de las nacionalidades bien definidas porlas fronteras naturales y, en el extremo opuesto, el movimiento socialista a travs de laInternacional. Para los intelectuales, Europa es uno de los problemas fundamentales delhumanismo. Y para los comerciantes son los contactos comerciales por encima de las fronteras, seannaturales o no.Los comerciantes son los ms prcticos: al comparar sus realizaciones industriales, y aunartsticas, los pueblos no pueden dejar de aprender a entenderse y a estimarse. Los estadistas lesaniman por afn de extender su influencia, y los intelectuales por principios. Desde 1850, la formade los contactos es a travs de la Exposicin universal 1 :en 1851 en Londres, en 1855 en Pars, en1862 nuevamente en Londres... El eje Londres-Pars.En 1867 le corresponde el turno a Pars. Y los organizadores de la Exposicin, con el fin de que losvisitantes extranjeros puedan ver en ella algo ms de lo que se haba reunido en el recintoinstalado en el Champ de Mars con un anexo en la isla de Billancourt, editan un catlogo de todolo que se puede ver all, o al menos, de todo lo que ellos desean que se vea. Es la Paris-Guide. Deeste modo les sera posible a los visitantes tomar un contacto mucho ms amplio con Francia pormediacin de Paris. El cuidado de redactar el prefacio de esta especie de

    [6] inventario de riquezas de todo gnero en Pars, le fue confiado a Vctor Hugo. Recogemos acontinuacin el pasaje de este prefacio que resume el tema sobre el cual lo escribi:En el siglo xx, habr una nacin extraordinaria. Esta nacin ser grande, lo cual no le impedirser libre. Ser ilustre, rica, pensadora, pacfica y cordial para el resto de la humanidad. Tendrla dulce gravedad de una hermana mayor ( ... ) Una batalla entre italianos y alemanes, entreingleses y rusos, entre prusianos y franceses les parecer lo que a nosotros una batalla entrepicardos y borgoones. Considerar el derramamiento de la sangre humana como intil. Sloexperimentar una admiracn mediocre ante una gran cifra de hombres muertos. Si nosotros nosencogemos de hombros ante la Inquisicin, ella lo har ante la guerra. Contemplar el campo debatalla de Sadowa de la misma manera que nosotros miramos el Quemadero de Sevilla.Encontrar estpida esta oscilacin de la victoria que desemboca invariablemente en fnebresrestablecimientos del equilibrio, saldndose siempre un Austerlitz con un Waterloo. Tendr haciala autoridad poco ms o menos el respeto que nosotros tenemos por la ortodoxia, un proceso deprensa le parecer lo que a nosotros nos parecera un proceso por hereja, y no comprender ms a unBranger en la celda que a un Galileo en prisin..."Unidad de idioma, unidad de moneda, unidad de metro, unidad de meridiano, unidad de cdigo;la circulacin financiera en grado superlativo, y una incalculable plusvala resultante de laabolicin de los parasitismos; mayor ocio terminada la ociosidad de los militares; suprimido elgigantesco gasto de garitas; los cuatro mil millones que cuestan actualmente los ejrcitospermanentes, quedarn en el bolsillo de los ciudadanos; los cuatro millones de trabajadores queanula honrosamente el uniforme, sern restituidos al comercio, a la agricu!tura y a la industria; entodas partes el hierro habr desaparecido bajo forma de espada y cadena y ser forjado de nuevobajo la forma del arado; la paz, diosa fecunda, asentada majestuosamente en media de loshombres...

    1 En realidad, la idea ya vena de ms lejos: la primera manifestacin de este gnero, aunque ms modesta, tuvolugar en Praga en 1791. Pero las guerras napoelnicas y sus consecuencias motivaron que no pudiera ser continuada hasta1851.

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  • "Por guerra, habr la emulacin. El bullicio de las inteligencias hacia la aurora. La impacienciadel bien amonestando los errores y las timideces. Cualquier otro tipo de clera habrdesaparecido. Un pueblo trabajando en las laderas de la noche y sacando de ella, en beneficio delgnero humano, una inmensa claridad. Eso ser esta nacin."Y esta nacin se llamar Europa."Ya entrado en su segunda mitad, el siglo xx en cuestin se

    [7] siente mucho ms amenazado de terminar en medio de una Europa eslava -- y sovietizada poraadidura -- que sostenido por la esperanza de aquella Europa, lo cual dice bastante sobre laamplitud de la desventura pstuma que alcanz a Vctor Hugo, como para que sea preciso insistirsobre ello.De esta gran esperanza, formulada de ese modo, lo nico que hay que conservar pues en la memoriaes la intencin y la forma de expresin. Sobre todo su elevado punto de vista: las nacionadades, lasfronteras naturales, la unidad alemana, la unidad italiana, etc.; si se le hubiera hecho observarpor qu mencionaba esto, imagino que Hugo hubiera respondido encogindose de hombros delmismo modo que si se le hubiera propuesto dar una solucin definitiva al problema de los gelfos yde los gibelinos, al de los armaacs y de los borgoones -- por otra parte, l dice picardos yborgoones -- al de Richelieu y la Casa de Austria, al de la guerra de los Cien Aos o, qu se yo, alde la consagracin de Clodoveo, por ejemplo.Y sin embargo, nacionalidades, fronteras naturales, etc. todo esto era respecto a Europa, al fin y alcabo, buscarla a un nivel intelectual que, comparado con el nivel con que se la busca hoy en da,puede parecer relativamente elevado. No quiero hablar aqu, ni de los estadistas que slo laconciben cortada por lo menos en dos, ni de los comerciantes cuyo nico afn parece ser slo el de lamultiplicidad de las fronteras, ya que las licencias de importacin o de exportacin, favorecen unmercado negro de oro y de divisas tanto ms provechoso cuanto ms numerosas sean. En lasnaciones modernas, los estadistas y los comerciantes no son -- o ya no son -- la l i t e . Pero, qupensar de los intelectuales?Si al terminar la guera de 1939-45 los intelectuales han vuelto a platicar sobre Europa, ellos slolo han hecho, en una aplastante mayora, para destacar las razones de no hacerla, y que slo eranlas siguientes: los crmenes alemanes, los campos de concentracin alemanes, una infinidad deOradours, el militarismo pruriano, etc. Muy recientemente, han tratado de movilizar la opininmundial sobre el comportamiento durante la guerra de un simple teniente coronel alemn: laeterna Alemania, esta pelada, esta sarnosa de la que viene todo el mal y con la cual slo es posiblerelacionarse mantenindola de rodillas, si no tendida y con el cuchillo al cuello.No hay duda alguna de que, rebajadas y mantenidas a este nivel, las discusiones pblicas sobretemas tan arcaicos y en flagrante contradiccin con las realidades, slo pueden prolongar lasviejas rencillas, no apaciguarlas, y que Europa no tiene de

    [8] esta manera ninguna posibilidad de tomar conciencia de s misma. Estos intelectuales vinen aconcebir Europa no solamente sin, sino contra Alemania.Lo ms grave de todo, es que los intellectuales de 1962 no ven:-- por una parte, que los alemanes les podran replicar fcilmente con Dresde, Leipzig, Hamburgo(tragedias como la de Oradour), el militarismo francs (o ruso), los campos de concentracinargelinos (de los que la Cruz Roja Internacional seal un da que no tenan nada que envidiar a lossuyos) o rusos (de los cuales, despus de Margareth Buber-Neuman, el comunista italianoNavareno Scarioli, refugiado en Mosc en 1925, y que los conoci de 1937 a 1954, nos ha hecho aunen la revista romana Vita del 23 de noviembre de 1961, una descripcin que sobrepasa en horror atodo lo que se ha podido escribir por los supervivientes de los campos alemanes e incluso por losque ms han exagerado);

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  • -- por otra parte, que no hay ni puede haber guerra sin campos de concentracin, sin Oradours porambos lados y sin tenientes coroneles - por ambas partes tambin- obedientes y activos comoEichmann;-- y finalmente, respecto a la fijacin de responsabilidades, que la guerra de 1935-45 slo fue laconsecuencia del abominable TRATADO DE VERSALLES y que, por consiguiente, los que lohicieron llevan la parte principal y ms pesada.Nada ms terminar la primera guerra mundial, estas cosas todava eran verdades indiscutidaspara la mayora de los intelectuales. Entre ellos, los que se situaban en la izquierda, y que fueranlas relaciones literarias o personales de mi juventud ardiente y entusiasta, no eran los menoscategricos: Hermann Hesse, heredero espiritual de Bertha von Sttner, Romain Rolland, Alain,Mathias Morhardt, Victor-Margueritte, Anatole France, Flicien Challaye, Jean Giono, GeorgesDemartial, Ren Grin, Barthlmy de Ligt, Lucien Roth, la pareja Alexandre, etc.... A stosnadie logr contarles horrores y responsabilidades de la guerra con carcter unilateral: elloscribaron todo y acarrearon una vida muy dura a los hombres de Versalles sostenidos nicamentepor algunos intelectuales decrpitos, fatigados o fosilizados, de una derecha que ya no les segua.Terminadas las hostilidades en 1945, si de momento slo hubo poca gente que consideraranecesario cribar los horrores y las responsabilidades de la segunda guerra mundial, es notable queestas gentes hayan sido sobre todo de la derecha, y que adems hayan fundado su actitud en losprincipios en nombre de los cuales

    [9] les los intelectuales de izquierdas rechazaron Versalles veinticinco aos antes. En lo referentea los intelectuales de la izquierda, y el fenmeno no es menos curioso, en su aplastante mayorahan aprobado y exaltado a Nuremberg en nombre de los principios de los cuales, en la poca deVersalles, reprochaban el carcter reaccionario a los de la derecha que los hacan suyos. Hay enesto, en todo caso, una evolucin bastante curiosa en el terreno de los principios, y en ella,precisamente, se inscribe mi drama personal.Aunque comprometido polticamente, yo segua sometido a las costumbres de la historia. Laizquierda era mi familia espiritual. Yo haba encontrado el confort espiritual en un socialismoque era ante todo un humanismo y se alimentaba de una esperanza fundada en una interpretacinde los hechos histricos que se esforzaba por alcanzar la objetividad mediante la probidad. Desdeel momento en que los intelectuales de izquierda, primero ante la guerra y luego en la resistencia,empujados por cualquiera sabe qu diablo, se replegaron a las posiciones polticas de estenacionalismo a la manera de Droulde, que incluso los de la derecha ms extrema habanrepudiado haca tiempo, yo sufr tanto como si se tratase de una felona cualquiera de la cual sehubiera hecho colectivamente culpable ni verdadera familia. Reaccin de enloquecimiento delos intelectuales de izquierda ante el peligro, o ms bien renegaron deliberadamente? Forzado aesperar, opt por la primera posibilidad. Pero alejado el peligro -- con el precio que nos hizopagar su actitud, es decir con la guerra -- y habiendo llegado la hora de la liquidacin de lascuentas, descubr entonces que, lejos de volver a sus tradiciones y a sus principios, slo pensaban enjustificar mediante tesis insostenibles las indefendibles posiciones polticas que haban adoptado,y no vacilaban en desfigurar los hechos histricos con la demanda y la falsificacin dedocumentos, incluso sutilizndolos o inventndolos. Entonces supe que haba esperado contra todaesperanza y que se trataba de un acto de renegacin deliberada. Al mismo tiempo, aprendtambin que ni mis convicciones polticas y filosficas, ni mi afn por la verdad histrica y miprobidad me permitiran jams asociarme a esta renegacin o dejarme aparecer sospechoso deella.La ruina total. Tanto en el aspecto moral e intelectual, como en el econmico y social. Haba quecomenzar todo de nuevo a partir de cero: tomar los hechos uno a uno, estudiarlos en su realidad yfinalmente volverlos a colocar correctamente en su contexto histrico. Esta es tarea para unageneracin, pensaba yo,

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  • [10] forzado de nuevo a esperar. Ocupndose de ella sin tardar --ada yo -- quizs...Comenc, pues, por el hecho histrico respecto al cual, por aberlo vivido, me consideraba mejorinformado: el fenmeno de los campos de concentracin. Como estaba en un primer plano de laactualidad y todas las discusiones pblicas se referan a l, se me perdonar si llegu a pensar quenunca se presentara una occasin ms favorable. La mentira de Ulises fue pues mi primer actode fidelidad a los principios de la izquierda de 1919. Con diez aos de intervalo, Ulysse trahipar les siens, que es su complemento, fue el segundo.Ese es el tercero. Despus del anlisis, la sntesis que tende a volver a colocar el fenmeno de loscampos de concentracin en su contexto histrico que es la guerra de 1939-45. Si he estimado queeste contexto no podra ser mejor definido que con una comparacin entre lo que fue la materia delos trece proces de Nuremberg -- sin olvidar el catorceavo que se ha celebrado en Jerusaln -- y elTratado de Versalles, es porque los juicios fragmentados son para m los ms seguros.Remontaremos el curso de la historia, para mayor comodidad el lector.

    P. R. Pars, febrero de 1962.

    * Ambas obras han sido recogidas en un solo volumen en la edicin espaola, bajo el ttulo comn deLa mentira de Ulises.

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  • [13]

    PRIMERA PARTE

    NUREMBERG

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  • CAPITULO PRIMERO

    DE STALINGRADO A NUREMBERG

    Primavera de 1942. Est a punto la reanudacin de la ofensiva general detenida ante Mosc desdediciembre. Todo ha sido previsto minuciosamente -- al menos Hitler y su Estado Mayor apenaspiensan, ni podan pensar, en la idea de que pudiera ser de otro modo: esta vez...De hecho, el dispositivo de reanudacin y el plan de conjunto de las operaciones han sido bienconcebidos. Si no temerarios, al menos algo audaces, y hasta ambiciosos: a la manera de Hitler.Pero, no ha dado esta ltima sus buenos resultados?Ciertamente, hay este revs ante Mosc. Sin embargo, lejos de ser inflexibles respecto a l, losmedios bien informados hacen cargar la responsabilidad a la intervencin anrquica e inesperadade Mussolini en Grecia, cuya derrota ha dejado al descubierto imprudentemente en el ltimomomento el flanco derecho del dispositivo inicial, teniendo que permanecer durante un mes elejrcito alemn ocupado en la reparacin de los daos y retrasndose otro tanto eldesencadenamiento de las operaciones en el ao precedente, lo cual permiti al invierno ruso ganaren velocidad a los panzer del general Guderian. En cuanto a los medios no informados, es decir,los populares, ni siquiera piensan que se trate de un revs: todo lo ms, ven en ello un banalincidente, apenas molesto, y en todo caso sin importancia. Respecto a la opinin pblica alemana,estima que hace falta mucho ms para empear la popularidad de Hitler y la confianza queinspira; aunque el putsch de Munich en 1923 no le dio buen resultado, los veinte aos que hantranscurrido desde entonces los ha jalonado con una serie ininterrumpida de victorias brillantes,[14] y a menudo espectaculares. Siempre victorioso, es invencible en cualquier cosa que emprenda...En una primera fase, pues, los ejrcitos alemanes se situarn en la lnea Murmansk-Mosc-Stalingrado-Astracn. Las tropas rusas, privadas del abastecimiento de material, vveres ymedicamentos que les vienen de los Aliados por Murmansk y sobre todo por el Volga a travs delIrn y del Caspio 2 y carentes al mismo tiempo de sus fuentes de energa del Cucaso, con su frenteroto y su sistema defensivo desorganizado, no tendrn otro recurso que el desmoronamiento generalni otra esperanza que la de lograr rehacerse en los Urales que son su ltima -- y ms prxima lnea-- de repliegue estratgico al mismo tiempo que el ltimo centro vital de Rusia. Pero estedesmoronamiento, el Estado Mayor general de las fuerzas armadas alemanas (OKW =Oberkommando der Wehrmacht), se encargar de transformarlo desde el comienzo en desastre; enlos Urales los blindados de Guderian estarn ante los rusos, siendo estos ltimos empujados haciaSiberia. Al encontrarse con su ejrcito prisionero con todo el material, la Rusia conquistada,capitule o no, quedar fuera de combate.

    2 Los ingleses y los rusos haban ocupado el Irn para asegurar a Rusia una va de abastecimiento por el GolfoPrsico, y lo ocuparon violando los mismos principios jurdicos de los que acusaban a Alemania haber violado a menudo.

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  • La ruptura est prevista en Stalingrado, cerrojo del Caspio y bisagra del dispositivo ruso. Si laspropuestas de paz que entonces les sern renovadas a los occidentales son rechazadas del mismomodo que las de julio de 1940 en Inglaterra, Stalingrado se convertir en el punto de apoyo de lasoperaciones que, en una segunda etapa, tendrn por objetivo el enlace en Basora, en el GolfoPrsico, de los ejrcitos situados en Rusia con los que operan en el Africa del Norte bajo el mandodel mariscal Rommel.Hitler, sin embargo, confa en que no se ver obligado a llegar hasta Basora para obtener unaresolucin: aniquilada Rusia, Inglaterra ceder para evitar la prdida del Oriente Medio y deEgipto, lo cual significara el hundimiento de la Commonwealth y le reducira al papel menor decabeza de puente de Amrica, y con mayor seguridad, porque en este caso no es imaginable queAmrica est decidida a continuar la guerra.Alcanzando las tropas alemanas los Urales y Basora, esto significa efectivamente apartar lasltimas vacilaciones de Espaa, de Francia, y, por consiguiente, del Africa del Norte.Econmicamente[15] supone: una enorme masa de cerca de 700 millones de seres disponiendo, bajo control alemn, dems de la mitad de las riquezas del mundo, encontrando sus excesos de produccin un cauce naturalen Africa y sobre todo en Asia, conquistada -- y protegida de los norteamericanos -- por el Japn. Ymilitarmente: 700 millones de seres acorazados con frreas defensas, slidamente atrincheradostras numerosas murallas del Atlntico y lneas Sigfrido, de todo gnero, una fortalezaacondicionada para la poca atmica y contra la cual las ms poderosas oleadas de asaltoanglosajonas slo podrn venir a deshacerse o a morir de agotamiento. Dicho en una palabra: elleadership del mundo. Pues no hay ms: si Inglaterra se obstinase contra todo,Amrica, deseguro, no le seguira en esta locura.Tal es el clculo de Hitler. Audaz, temerario o ambicioso, no lo es pues ms que en lo condicional:el aniquilamiento de Rusia pondr fin a la guerra y, aparentemente, posee los medios necesarios.Aparentemente.

    * * *

    La tctica alemana no tiene nada de clsica: el mrito de HitIer con eso y todo estratega deocasin, es el de haber comprendido que la longitud desmesurada de los frentes, que es lacaracterstica de la guerra moderna y la pesadilla de los Estados Mayores, ya no permitaconcebir una ofensiva con una combinacin de movimientos armoniosamente articulados sobre uncentro y sus dos alas, como era tradicional en la estrategia clsica. En un frente de 2.000kilmetros, como el que sirvi de punto de partida para la invasin de Rusia en junio de 1941,alejados los unos de los otros por distancias de 1.000 kilmetros, los tres puntos de la estrategiaclsica estaban evidentemente demasiado alejados como para que pudieran servirse mutua yalternativamente de puntos de apoyo. Cortar este frente en tres o cuatro sectores autnomos con lamisin de proceder por saltos sucesivos y alineaciones por etapas, en las ms puras tradiciones delarte, era incompatible con los imperativos de la Blitzkrieg impuesta por el factor tiempo, del cualsaba Hitler que, hablando econmicamente, jugaba contra l. Hizo por consiguiente una lineaininterrumpida de puntos de apoyo slidamente fijados al suelo, de los que podan salir en flechalas columnas blindadas que se internaban en cua en el dispositivo del adversario, luego iban areunirse incluso a profundidades de 200 kilmetros y ms de su retaguar[16] dia, mientras que, al mismo tiempo, el adversario era atacado de frente por la infantera deasalto y batido en picado por los bombarderos de la Luftwaffe.Los resultados fueron extraordinarios, no solamente en Polonia y en Francia, donde los frentesfueron siempre relativamente cortos, sino tambin en Rusia. Al llegar ante Mosc al cabo de unaprogresin media de cerca de 1.000 km. en seis meses, en toda la extensin de este inmenso frente,los ejrcitos alemanes tenan en su activo dos millones de prisioneros rusos, nueve mil carros de

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  • combate y diecisiete mil caones. En cuanto a la aviacin rusa, gracias al factor sorpresa, losbombardeos en masa de la Luftwaffe destruyeron en la primera jornada varios millares deaparatos en el suelo.Eran conocidos los extraordinarios recursos de Rusia en hombres y material; sin embargo, el quedespus de semejante desastre pudiera recuperarse extra a los especialistas del arte militar enel mundo entero.Lo cierto es que se recuper y haba que comenzar de nuevo.Desde Astracn a Murmansk hay 2.700 km. en lnea recta, y cerca de 3.500 en lnea desplegada.Hitler no ignoraba que fijarse este objetivo supona alargar tambin en cerca de 1.500 km un frenteque ya tenla 2.000, y que esto planteaba en primer lugar un problema de efectivos. Tambinresolvi l este problema con antelacin decidiendo, antes que nada, el empleo en la industriablica de los prisioneros y de las poblaciones civiles de los pases ocupados con el fin de recuperar,en provecho de este frente, el mayor nmero posible de paisanos alemanes. Para la aplicacin deesta decisin, en febrero fue nombrado Speer ministro de Armamento y Municiones, y, a propuestasuya, el 21 de marzo se nombr a Sauckel delegado general de la mano de obra.Hubo que superar aqu una pequea dificultad en el plano del Derecho Internacional: losConvenios de Ginebra y de La Haya, pues ambos prohiban el empleo de tal mano de obra en lasindustrias de guerra y en el Ejrcito. 3

    [17] Esto fue bastante sencillo: Rusia, que haba rehusado admitir ambas Convenciones y porconsiguiente no las haba respetado en Polonia ni en los Pases Blticos, no poda reivindicarhonradamente el beneficiarse de ellas; y, en cuanto a los pases que las haban firmado, desdeoctubre de 1941 la cuestin haba sido resuelta jurdicamente a escala gubernamental medianteacuerdos que haban dado lugar a la formacin del voluntariado y posteriormente a leyes queinstituyeron el servicio del trabajo obligatorio. 4

    [18]

    3 Las Convenciones de Ginebra y de La Haya a las cuales se referirn tan a menudo los fiscales y los jueces deNuremberg, son bastante poco conocidas, al menos en lo que se refiere a las de La Haya. Quiz sea conveniente dar allector una idea de lo que, adems de esta disposicin y de las que hacen alusin a la guerra de partisanos, contienen estasconvenciones y que me parece poderse resumir as:

    A. -- Por iniciativa de Rusia y de Estados Unidos, que queran dar una solucin a la cuestin de la limitacin de losarmamentos terrestres y navales y a la del arreglo pacfico de las controversias internacionales en La Haya en 1899 (18 demayo al 25 de julio) y en 1907 (del 15 de junio al 18 de octubre).

    B. -- En la primera conferencia (debida a la iniciativa de Nicols II) se reunieron la totalidad de los Estadoseuropeos, y algunos de Amrica y Asia, en total 27 pases. En ella fueron adoptadas unas convenciones:

    a) sobre las leyes y las costumbres de la guerra en tierra: b) sobre la adaptacin a la guerra martima de los principiosde Ginebra con fecha del 22 de agosto de 1864: sobre el arreglo pacfico de las controversias internacionales. Unasdeclaraciones, que tambin fueron adoptadas, vinieron a completar estos convenios: prohibicin de lanzamiento deproyectiles desde globos: prohibicin de los gases asfixiantes o deletreos; prohibicin de los proyectiles que hagan explosinen el cuerpo humano. Finalmente, fueron creados un Tribunal permanente de arbitraje, as como un Tribunal permanente deJusticia internacional.

    C. -- En la segunda conferencia (debida a la iniciativa de Th. Roosevelt y que agrup a 44 pases) fueron adoptadasotras 13 convenciones que tienen especialmente relacin con el arbitraje obligatorio de las controversias internacionales, laguerra terrestre, la guerra martima, la iniciacin de las hostilidades, las presas martimas, la ocupacin de los territoriosenemigos, etc. Una aclaracin relativa al lanzamiento de proyectiles desde globos confirmaba la de 1899.

    D. -- An tuvieron lugar otras conferencias en 1929 y en 1939 para la liquidacin de las deudas financieras de laguerra de 1914-1918: en ellas se adopt el plan Young y fue decidida la evacuacin de la Renania.

    E. -- En 1945, el Tribunal permanente de Justicia Internacional fue suprimido y reemplazado por el Tribunal de JusticiaInternacional instituido por la Carta de las Naciones Unidas. En cuanto al Tribunal permanente de arbitraje, que subsiste, enrealidad es una lista de rbitros entre los cuales las partes litigantes escogen un tribunal, pero tiene adems una OficinaInternacional y un Consejo administrativo, ambos permanentes. Queda an el Tribunal de presas (martimas) creado en 1907; esun tribunal de apelacin contra las decisiones de los tribunales nacionales encargados de juzgar sobre las presas martimasen tiempos de guerra y de decidir si las decisiones de estos tribunales son conformes a la convencin de presas.

    Era necesario que todo esto fuese explicado para la mejor comprensin del texto, por eso lo hemos hecho.4 En Francia, las leyes sobre el trabajo obligatorio no fueron promulgadas hasta octubre de 1942.

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  • Quedaban los pases como Blgica y Holanda en los que el poder legal haba dimitidoconstitucionalmente o haba desaparecido: en ellos slo se deba apelar al voluntariado.A la mano de obra as obtenida, se poda aadir de antemano y a proporcin de la Europaocupada, un importante contingente de miembros de la oposicin, resistentes y francotradores que,al infringir ellos mismos las Convenciones de Ginebra y La Haya, ya no quedaran protegidos porningn estatuto internacional y podran ser deportados y puestos a trabajar en los campos deconcentracin: de hecho, las deportaciones en masa comenzaron en marzo de 1942, y Eugen Kogonda la cifra, como habiendo sido recogida oficialmente, de 2.791.000 deportados de todas lasnacionalidades. 5

    Tambin se aadieron a ello de oficio los entre cuatro y cuatro millones y medio de judos quevivan en el interior del permetro europeo ocupado por los ejrcitos alemanes, y de los cuales cercade la mitad estaban en edad apta para el trabajo. La situacin de los judos era jurdica ymaterialmente trgica. Desde 1933, una larga serie de medidas adoptadas por decreto enaplicacin del programa del Partido proclamado en Munich el 24 de febrero de 1920, luego lasleyes raciales adoptadas en conformidad con las decisiones proclamadas en el Congreso deNuremberg en septiembre de 1935, les haban quitado progresivamente la nacionalidad alemanaen el III Reich. Como no haba Estado judo con el cual celebrar acuerdos bilaterales o, en el planode Ginebra y La Haya acuerdos internacionales, como, por otra parte, y a pesar de los reiteradosofrecimientos del gobierno nacionalsocialista, ningn pas haba aceptado autorizarles parainmigrar, ni siquiera de tormarlos bajo su tutela, vivieron en Alemania hasta la declaracin de laguerra con el estatuto de extranjeros aptridas, que no les garantizaba contra nada; y con lo que, entodos los pases del mundo, los aptridas estaban- y lo estn todava -- entregados a los caprichosdel poder. En noviembre de 1938, el asesinato de Von Rath, consejero de embajada en Pars, por eljudo Grynspan, que provoc una oleada de indignacin en toda Alemania, por lo demsorquestada, los arroj como pasto a la vindicta pblica, mientras que, a modo de represalias, seadoptaban contra ellos medidas de expoliacin hasta[19] entonces desacostumbradas y se hostigaban todos los mecanismos de una inmigracin nooficial, semiclandestina y en todo caso forzada. En septiembre de 1939, desde el comienzo de lashostilidades, las autoridades representativas del Congreso mundial judo habiendo recordado --como para echar en cara a Inglaterra y Francia el haber tardado tanto -- que los judos del mundoentero hablan declarado la guerra econmica y financiera a Alemania desde 1933 y que ellosestaban resueltos a llevar esta guerra de destruccin hasta el final venan a autorizar con estomismo a Hitler para encerrar en campos de concentracin a todos los que tena en sus manos: esto sesuele hacer en caso de guerra en todos los pases con todos los extranjeros enemigos. A medida quelos acontecimientos militares lo iban permitiendo, los judos europeos se hallaron en igual caso quelos judos alemanes, y, cuando ya no hubo ninguna esperanza de hacerles emigrar fuera de Europa-- la ltima, como ya veremos, se desvaneci con el fracaso del plan Madagascar a finales de 1940-- se decidi reagruparlos a todos y ponerles a trabajar en un mismo e inmenso ghetto que, despusdel xito de la invasin de Rusia,result encontrarse situado, a fines de 1941, en los llamadosterritorios del Este, en las proximidades de la antigua frontera rusopolaca: Auschwitz, Chelmno,BeIzec, Maidaneck, Treblinka, etc. All deban esperar hasta el fin de la guerra la reanudacindelas negociaciones internacionales que fijaran su suerte. Esta decisin fue adoptada en el perodoen que se iba a aplicar lo resuelto en la clebre conferencia interministerial de Berln-Wannsee, el20 de enero de 1942, y el traslado comenz en marzo.Si se tiene en cuenta que en la primavera de 1942 haba en Alemania un mnimo de 4 millones deprisioneros franceses, rusos, polacos o yugoslavos, y los recursos humanos de la Rusia ya

    5 Sin incluir en ella la deportacin racial, ni tampoco los cerca de 640.000 deportados de los cinco primeros meses de1945 (Kogon Enfer organis, pgs. 34 y 147).

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  • conquistada, HitIer poda esperar muy razonablemente una mano de obra extranjera de una buenaveintena de millones de personas.De donde se poda poner a la economa de guerra y al ejrcito alemn a cubierto de toda crisis deefectivos.

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    Para mayor seguridad, a las 178 divisiones situadas inicialmente en el frente del Este en junio de1941, se sumaron 14 divisiones de infantera y dos acorazadas llamadas del frente del Oeste, en elque la inactividad angloamericana no pareca hacerlas[20] indispensables. Los finlandeses contribuyeron al dispositivo con otras 14 divisiones, lesrumanos con 22, los hngaros con 13, los italianos con 10 y los eslovacos y espaoles con una por cadapas.En total, 255 divisiones.La ejecucin fue planeada as: al norte de Mosc, una fuerte columna de dos ejrcitos penetrar en eldispositivo enemigo hasta Gorki (Nijni-Novgorod) en el Volga; por el Sur, la otra parte de latenaza, cuyo objetivo es Stalingrado, tendr adems la misin de limpiar el Cucaso, mientras queyendo al encuentro la una de la otra siguiendo el curso del Volga, se cerrarn ambas columnas sobrelos ejrcitos rusos que, ganados en velocidad, seguramente no habrn podido salvarse a tiempo. Losefectivos de la segunda columna fueron calculados consecuentemente: 115 divisiones, cerca de dosmillones de hombres, y 7.000 carros de combate. Posteriormente se ha dicho que la misin confiadaa la parte Sur del dispositivo oblig a Hitler y al OKW a darle un nivel potencial que debilitabaotro tanto su parte norte y su parte central.Pero de hecho las dificultades comenzaron antes de la hora H: Contrariamente a toda revisin,los rusos trataron de prevenir la ofensiva desarticulndola. En el Sur, una accin que lanzaronviolentamente contra Charkov se sald para ellos con un sangriento fracaso -- 240.000 prisioneros,ms de 2.000 caones y cerca de 1.500 carros de combate- pero lograron retrasar el comienzo hastael 3 de julio, lo cual dio cerca de dos meses a Stalingrado para la organizacin de su defensa. En elNorte, los xitos que alcanzaron en el verano y en el otoo fueron decisivos para la continuacin delas operaciones. Tras conseguir socorrer a Leningrado, cercado per la toma de Schlusselburg,pudieron llegar hasta Veliki-Luki, tras los montes del Valdai, y aferrarse a ella slidamente,con lo cual los ejrcitos alemanes que deban dirigirse en columna hasta Gorki ya no pudieronemprender ms el avance. As apareci el primer error de clculo de Hitler: la subestimacin delpotencial ruso, al considerar menor, por una parte, la ayuda angloamericana, y por otra, lacapacidad de produccin de guerra de las fbricas replegadas por Stalin a los Urales y Siberia, yque, como dice el comandante Bauer en La Guerre des Blinds, se hallaban en estado de producir,desde el verano de 1924, 1.500 tanqes mensuales, de los cuales dos tipos eran nuevos: el T-35 de 40toneladas (3 caones, 3 ametralladoras, y una tripulacin de 10 hombres) y el KV (KlinVorochilov) de 43 toneladas, armado con una pieza de 152 y 4 ametralladoras pesadas.[21] Entretanto, la ofensiva de los ejrcitos del Sur logr, no obstante, un avance inicial fulminante:por una brecha de 100 kilmetros de anchura abierta desde el primer da (3 de julio) en eldispositivo enemigo, la columna prevista se haba internado cerca de 500 kilmetros desde el da12. Separada de su ala derecha, una columna se volvi entonces hacia el Cucaso en direccin deGrosny, donde tena que enlazar con otra procedente en lnea recta de la pennsula de Kerch de laque haban sido arrojados al mar los rusos a comienzos de junio. Desde all, las dos columnasdeban continuar adelantando el frente hasta Bak, limpiar la regin petrolfera, luego remontarlas riberas del Caspio hasta la desembocadura del Volga, y despus las del Volga hastaStalingrado.Rostov cae el 24. El 11 de agosto, la bandera con la cruz gamada ondea en el Elbruz. El 20, los carrosblindados de Von Paulus hacen saltar las defensas exteriores de Stalingrado y se apoderan de los

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  • aerdromos de los arrabales. El 27, estn a la vista los pozos de petrleo de Grosny. Un comunicadode la D.N.B. se glora anunciando 590.000 prisioneros y la destruccin de 5.271 carros de combate yde 6.142 caones desde el comienzo de la ofensiva.De repente, este gigantesco mecanismo que hasta entonces haba funcionado con una precisin dereloj se encontr bloqueado por un grano de arena colocado en un buen sitio, y se desarrollaron encadena nuevas dificultades imprevistas. De hecho, haba varios granos de arena. En primerlugar, se vio que si se quera entrar en Stalingrado, prcticamente habra que hacerlo a pie: alestar compuesta la ciudad por inmensos edificios de cemento armado, las batidas de la aviacinhaban amontonado en las calles enormes bloques de hormign que impedan el paso a losblindados o slo permitan su empleo en nmero muy reducido. Stalin haba mandado, en unadesesperada orden del da, La lucha a muerte siguiendo el ejemplo de los soldados de Alejandroy de Kutusov. La guarnicin, fuertemente abastecida de armas y municiones individuales, nohaba sido evacuada y haba que contar, por otra parte, con una conquista ruina por ruina, con elcuchillo y la granada, lo cual implicara necesariamente efectivos suplementarios apropiados yllevara mucho tiempo. Efectivamente, el mes de septiembre se emple en la preparacin delasalto y el de octubre en la conquista.Al mismo tiempo, las columnas del Cucaso, se detuvieron ante un obstculo ms inesperadotodava: la inmensidad rusa. A 150 kilmetros de Grosny, unos das antes de plantar la bandera[22] sobre el Elbruz, el general Von Kleist, que mandaba la operacin, telegrafiaba al OKW: Nohay enemigos delante ni abastecimientos detrs. Crisis del material mvil o crisis de laproduccin, y probablemente ambas: los vveres, las municiones y sobre todo la gasolina necesariapara los tanques no llegaban. Aqu, los rusos se haban desaferrado con gran velocidad del camino:ms tarde se supo que era para atrincherarse en un frente de acero de ms de 100 kilmetros deprofundidad apoyado en el Caspio y cuyas extremidades eran la lnea Grosny-Bak por el Sur y,por el Norte, la del Volga desde Stalingrado hasta su desembocadura.La situacin as creada, planteaba dos problemas: como la ofensiva norte no se haba podidocontinuar en direccin a Gorki, los rusos no se vieron obligados a retirarse del sector de Mosc y,habindose hecho a la vez demasiado larga y demasiado frgil, la flecha se encontraba en unasituacin sumamente delicada entre los dos brazos de una tenaza que slo un considerable aumentode los efectivos, de la artillera de proteccin y de la aviacin de apoyo podra impedir que secerrase en torno a las 19 divisiones de cabeza -- 330.000 hombres! -- de Von Paulus.A la primera peticin de refuerzos de Von Beck, comandante en jefe del frente Sur, hubo queaceptar los hechos evidentes: los efectivos, el material, las armas y las municiones disponibles noestaban a la altura de las necesidades. Para no citar ms que un ejemplo, la aviacin, cuyo papelera capital, haba perdido el dominio del cielo... Se impona el repliegue: en el teatro de lasoperaciones, los responsables de la ejecucin de los planes no velan nnguna otra solucin, ydespus, todos los estrategas del mundo han estado de acuerdo en que no haba ninguna otra; a susojos, equivocadamente o no, incluso una retirada ya no era susceptible de modificar sensiblementeel curso de los acontecimientos posteriores, salvo en lo relativo a la duracin del hundimientoalemn que solamente poda retrasarlo. Hitler decret que no se trataba ms que de un ajuste entreel conjunto de la produccin y las necesidades militares, que el problema era sencillo, y que, desdeeste momento hasta que fuese resuelto, haba que resistir con los medios disponibles.Efectivamente, era un problema bastante sencillo. Pero era un problema poltico, y parece ser quesi Hitler, aunque de suyo poco propenso a los medios polticos, comprendi no obstante las ideasfundamentales, aquellos a los que encarg de interpretarlas sobre el terreno no las tuvieron encuenta. Si creemos en lo sefialado en el diario del genereal Halder, el 30 de marzo de 1941[23] hablando HitIer ante una asamblea de generales, defini de este modo sus intencionespolticas respecto a Rusia: La Rusia del Norte ser unida a Finlandia. Protectorados: los Estadosblticos, Ucrana y la Rusia blanca. Y el siguiente 17 de julio, habiendo estallado ya la guerragermanosovitica, Rosenberg, al ocupar su puesto de ministro de los Territorios ocupados del Este,

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  • sealaba que el fin perseguido era el desmembramiento de Rusia en sus componentes, que seconvertiran en Estados independientes o bien formaran las federaciones de Ucrania, Rutenia,Rusia y el Cucaso. Finalmente, la instruccin No 21 (plan Barbarossa de invasin de Rusia)estipulaba en su prrafo sobre Casos particulares: Los territorios rusos que sean ocupados en elcurso de las operaciones, deben ser constituidos, en cuanto lo permita el alejamiento de loscombates, en Estados con un gobierno propio conforme a las instrucciones especiales.Estas declaraciones e instrucciones, divulgadas por los servicios de Rosenberg y los agentes secretosde Canaris, sostuvieron entre los blticos, los rutenos, ucranianos y caucasianos, tradicionalmentehostiles a Mosc y ms an al bolchevismo, la esperanza de constituirse o de reconstituirse enEstados independientes desde la llegada de los alemanes, a los que recibieron en principio comoliberadores. Puestas en prctica, no solamente hubieran procurado a la economa alemana la manode obra con la que contaba Hitler, sino que tambin hubieran dado al ejrcito legiones autnomasque hubieran combatido a su lado: en ellas haba una fuente casi inagotable de voluntarios. Hubode stos al comienzo: se les envi a Alemania con contratos de nueve meses o un ao. Despus hubocada vez menos. Luego los que regresaron ya no volvieron a partir: las declaraciones de Rosenbergy las instrucciones de HitIer se haban convertido en letra muerta. Las condiciones de vida dadasa las poblaciones del Este por los servicios policacos de Himmler, por los Gauleiter o losProtectores haban provocado un cambio en la opinin y transformado la simpata en hostilidad,aumentada por otra parte por el hecho de que, a peticin del Ministerio de Asuntos Econmicos ydel Comisariado del Plan, se haba mantenido la estructura bolchevique de la propiedad rural(koljoses y sovjoses) abominada por estas poblaciones.Por todas estas razones y otras ms, como el rechazamiento de las legiones militares autnomas(por ejemplo, para que el general trnsfuga VIasov fuera autorizado a reclutar dos ejrcitos enUcrania fueron necesarios dos aos largos de negociaciones), los servicios de Sauckel encargados dereclutar la mano[24] de obra sobre el terreno, tuvieron que entregarse a una verdadera caza del hombre. Y, aunquepor motivos totalmente distintos, lo mismo sucedi en el Oeste. Interrogado en Nuremberg el 31 demayo de 1946 por el fiscal sovitico Alexandrov, el delegado general de la mano de obra, Sauckel,declar que de los 30 millones de personas ocupadas permanentemente por la Economa deAlemania durante la guerra, nunca hubo ms de 5 millones de trabajadores extranjeros, sin incluirlos prisioneros de guerra e internados en campos de concentracin. La vspera, el fiscal habaquerido liacerle confesar la cifra de 10 millones, y slo haba aceptado esta tesis a condicin deque estuvieran comprendidos en ella los prisioneros de guerra. Ante la carencia de datos ciertos, noarriesgaramos nada al pretender que si el acusador exageraba de propsito, el inters del acusadoera reducir las cifras. Si haciendo por nuestra parte una transaccin amistosa, y teniendo ademsen cuenta a los internados en campos de concentracin, dijramos que en un momento dado huboentre 12 y 13 millones de trabajadores extranjeros en Alemania, o sea un poco ms de los 2/5 y unpoco menos de la mitad de la mano de obra total, muy probablemente no estaramos lejos de laverdad. Esta cifra ya era enorme, pero a la vez estaba muy lejos de las esperanzas de Hitler y delas posibilidades.Otro inconveniente: a la insuficiencia del nmero, hay que aadir la de la calidad, pues esta manode obra recogida sin seleccin alguna, no era cualificada y no permita la recuperacin de paisanospara movilizarlos en la proporcin en que las necesidades del frente exigan efectivos humanos.Finalmente, en el .caso de la produccin, si el rendimiento de los prisioneros de guerra se situaba aun nivel que en su conjunto era bastante cercano al normal, aunque claramente por debajo, el de lostrabajadores reclutados a la fuerza, y expuestos por otra parte a las medidas policacas de losservicios de Himmler, era muy dbil; en cuanto al de los internados en campos, sometidos a unrgimen atroz, era poco ms o menos nulo. Y el sabotaje ayudaba...Est claro que junto al escaso xito de la misin Sauckel, el que una proporcin tan importante de lamano de obra rindiese tan poco en su conjunto -bien porque no fuese cualificada, porque la colocase

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  • el rgimen en unas condiciones tales en las que no poda rendir ms, o porque se dedicara de suyo alsabotaje- impeda toda esperanza de llevar los efectivos humanos y la produccin de guerra alnivel de las necesidades militares en una operacin de tal envergadura. Y ella lo impeda tantoms cuanto que este estado de hecho se perfilaba sobre el teln de[25] fondo de este desorden singular de las fuerzas productivas, y del cual, al menos en la fase de laejecucin de las rdenes, se hizo culpable el rgimen en forma deliberada. As, respecto a losinternados no-raciales en campos de concentracin que moran a un ritmo catastrfico, no por eltrabajo que tenan asignado sino por los malos tratos recibidos, y los cerca de cuatro a cuatromillones y medio de judos que nunca fueron integrados a un sistema productivo y que, por otro lado,paralizaban considerablemente las medidas adoptadas en torno suyo.

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    Por el lado ruso, al contrario, desde octubre de 1942 la recuperacin fue espectacular: a las 225divisiones del Eje, podan oponer cerca de 300 de refresco, y armadas tan bien o mejor que las otras.Su aviacin conservaba la ventaja en el cielo y, en el dominio de la artillera, haban adoptadouna tctica de concentracin del tiro, preconizada por el general Voronov, que fue para el OKWuna verdadera y dolorosa sorpresa.Desde haca tiempo, el general Voronov pensaba y explicaba que la artillera, relegada como seencontraba a la tarea de preparacin y apoyo al nivel de la divisin o del Cuerpo de ejrcito, yano se hallaba en estado de cumplir el papel que se poda esperar de ella y que si, por ejemplo, seformaban con ella divisiones autnomas bajo el mando directo del Estado Mayor general de lasfuerzas armadas, ms mvil, se la podra emplear fcilmente al nivel de todo el frente, y enespecial, concentrarla segn las necesidades para formar con ella una barrera artillera cuyamisin sera levantar ante las columnas enemigas lo que l denominaba los muros de artillerainfranqueables.La teora de Voronov, tomada en consideracin por el alto mando ruso, vino a parar en esto. Afinales de octubre, l se encontraba al frente de una decena de divisiones de artillera --exactamente 34 regimientos -- cuya misin era la de comenzar inmediatamente a cortar la columnaenemiga de Stalingrado en la orilla derecha del Don. Como ensayo fue una cosa perfecta: al abrigodel muro que levant y que cort radicalmente a Von Paulus de sus bases de avituallamiento, 150divisiones rusas dotadas con 5.000 tanques, una mitad procedente del Norte y la otra del Sur, sereunieron en el Don, a la altura de Stalingrado, bajo el mando de Vorochilov. El 22 de noviembre,la operacin haba terminado, y las 19 divisiones de Von Paulus, 8 de ellas blindadas,[26] se encontraban cercadas entre el Don y el Volga, abocadas al exterminio si no se lograbasocorrerlas.El OKW intent rescatarlas el 12 de diciembre, pero slo con ocho divisiones reunidas a duraspenas y a las que bati Voronov. Al mismo tiempo, los rusos atravesaban el helado Don al nortedel sector de Stalingrado, hacan retroceder a los germano-italianos cien kilmetros y de estemodo hacan desvanecerse para siempre toda esperanza de levantar el bloqueo de Von Paulus aquien, desde entonces, ya slo le quedaba la capitulacin.Pero capitular supena liberar a las enormes masas rusas y permitirlas obtener sus ventajas en unfrente muy alterado, por ejemplo de caer sobre Rostov, apoderarse de ella y cortar de este modo desus bases a les ejrcitos del Cucaso. Por tanto Hitler dio la orden a Von Paulus de resistir hastael ltimo hombre.Sin embargo, el 2 de febrero de 1943, tras cinco meses de furiosos combates, el ejrcito de VonPaulus, reducido a 90.000 hombres y dejando 240.000 bajas sobre el terreno, capitulaba.A partir de entonces, los acontecimientos se precipitaron. Fue necesario evacuar el Cucaso amarchas forzadas y quemando etapas para evitar que las tropas de Von Kleist fueran cortadas asu vez de sus bases por la toma de Rostov, que se converta en inevitable y que lleg el da 13; el 16

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  • los rusos entraron en Charkov. El 31 de marzo, el Ejrcito rojo haba rechazado a la Wehrmacht entodo el frente del Este.Entretanto, las tropas norteamericanas que haban desembarcado en el Africa del Norte el 8 denoviembre de 1942 haban llegado a Tnez. En el Pacfico los Estados Unidos haban vuelto arecobrar su supremada naval. En el frente europeo del Oeste, Alemania ya no se hallaba ensituacin de impedir que Inglaterra se convirtiera en cabeza de puente de donde partan los vuelosde bombarderos pesados, de los Liberators que hicieron clebre la tctica denominada bombardeoen tapiz.En Mosc, del 19 al 30 de octubre de 1943, tuvo lugar un encuentro entre los ministros de AsuntosExteriores de la URSS (Molotov), Inglaterra (Eden) y Estados Unidos (Cordell Hull). Fue seguidode otros: del 22 al 26 de noviembre en El Cairo (Roosevelt-Churchill-Chang-Kai-Chek) y del 28de noviembre al 1 de diciembre en Tehern (Roosevelt-Churchill-Stalin) que fue el primerencuentro de los Tres grandes. Luego vendra Yalta y, finalmente, Potsdam...El 30 de octubre de 1943, la misin de Mosc termin con la siguiente declaracin:[27]Considerando que las Naciones Unidas han proclamado en diversas ocasiones su intencin dejuzgar a los criminales de guerra, los Ministros firmantes de Gran Bretaa, Estados Unidos y laURSS declaran que los oficiales y soldados alemanes y los miembros del partido nazi que sonresponsables de atrocidades y de crmenes, o que han participado voluntariamente en surealizacin en la Europa ocupada, sern devueltos a los pases en que hayan sido perpetrados susabominables fechoras con el fin de que puedan ser juzgados y castigados conforme a las leyes deestos pases liberados y de los gobiernos libres que se han establecido en ellos.Aunque fuera imposible la unanimidad en todos los dems problemas de la posguerra, s la habaal menos en el afn de vengarse: de vengarse ante todo. Desde entonces no se ha cesado en lavenganza, y as se explica que el carcter dominante de esta posguerra sea el de un ajuste decuentas de la misma naturaleza que el tradicional entre gentes del hampa. Adems, por otraparte, qu se poda hacer? El maridaje entre el bolchevismo y las democracias occidentales fuede conveniencia, era tan contra natura como el de nazismo y bolchevismo, si no ms, y sobre ningnpunto ofreca posibilidades de acuerdo. Se ha visto, pero slo hoy, que creyendo haber ajustadodefinitivamente las cuentas con Alemania, el Este y el Oeste han comenzado ya a arreglar las quefinalmente se han descubierto entre ellos.En sus Memorias de la segunda guerra mundial, Churchill cuenta que un mes ms tarde,habiendo sonado en la Conferencia de Tehern la hora de los brindis que sellan los acuerdos, entrelos vapores del champn y del vodka fue evocada nuevamente la Declaracin de Mosc.Acercndose al odo de Roosevelt, Stalin le susurr que bastara con fusilar pura y simplemente50.000 oficiales y personalidades.-- 49.500, le replic el otro.Y esto, que define la seriedad de estos hombres de los que dependa la suerte del mundo, dice almismo tiempo todo lo que se poda esperar de ellos.

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  • [28]CAPTULO SECUNDO

    NUREMBERG

    A. -DEFINICIN DEL CRIMEN Y DEL CRIMINAL

    Virtualmente ganada por los aliados, esta guerra hasta el fin prosigui sin embargo durantedos aos ms: justamente porque despus de la Declaracin de Mosc slo poda terminar de esemodo.Por consiguiente, el 8 de agosto de 1945, cargados de todos los resentimientos nacidos de estecombate desproporcionado, sin ley y despiadado, los Estados Unidos, Inglaterra y Rusia, loscuales tambin admitieron que Francia se incorporase a ellos, se reunan en Londres comovencedores para preparar la persecucin y el castigo de los grandes criminales de guerra de laspotencias europeas del Eje, dicho de otro modo, para sacar las conclusiones prcticas de laDeclaracin de Mosc.Es de advertir la insinuacin de la frmula: ya no se trataba solamente de los alemanes, sino de lossbditos de las potencias del Eje, ni tampoco de los oficiales, soldados y miembros del partidonazi que son responsables de crmenes o que han participado voluntariamente en su ejecucin, sinode los grandes criminales de guerra sin otra precisin, lo cual permita extender el campo de laspersecuciones del individuo a la colectividad y la introduccin en el acuerdo que se preparaba dela nocin del castigo colectivo.Este acuerdo, que lleva la firma de los juristas Robert Falco (representando al gobiernoprovisional de la Repblica francesa), Robert H. Jackson (Estados Unidos de Amrica), Jowitt(Reino Unido de Gran Bretaa e Irlanda), Nikitchenko y A. Trainin (URSS) se expone en sietepuntos y prev:a) La creacin de un tribunal militar internacional para juzgar a los criminales de guerra cuyoscrmenes carezcan de localizacin geogrfica; siendo necesario que sean acusados[29] individualmente, o en razn de ser miembros de organizaciones o de grupos, o bien por estedob!e carcter (Art. 3.)b) La devolucin de los restantes criminales de guerra a los pases en que hayan cometido suscrmenes. (Art. 3.)c) Para estos ltimos, sern competentes los tribunales nacionales ya establecidos o que se creen.(Art. 6).d) Este acuerdo entrar en vigor en el da de su firma y permanecer durante un perodo de un ao,surtiendo efecto inmediatamente, con la salvedad del derecho de todo signatario a indicar por lava diplomtica, con aviso anticipado de un mes, su intencin de poner fin al acuerdo. (Art. 7.)En el art. 2 se seala que la constitucin, la jurisdiccin y las funciones del Tribunal MilitarInternacional estn previstas en el Estatuto anexo al preseme Acuerdo y que forman parteintegrante de l. El art. 3 instituye la caza del hombre en el mundo entero, estipulando que lessignatarios debern emplear todos sus esfuerzos para asegurar la presencia en las investigacionesy en los procesos de todos los de los grandes criminales que no se encuentren en el territorio de uno de

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  • ellos. Y el art. 5 cla a todos los gobiernos de las Naciones Unidas, la posibilidad de adherirseal acuerdo mediante aviso dado por va diplomtica al gobierno del Reino Unido, el cualnotificar cada adhesin a los restantes gobiernos signatarios. Solamente diecinueve pases hanhecho uso de esta posibilidad: Grecia, Dinamarca, Yugoslavia, Pases Bajos, Checoslovaquia,Polonia, Blgica, Etiopa, Australia, Honduras, Noruega, Panam, Luxemburgo, Hait, NuevaZeIanda, India, Venezuela, Uruguay y Paraguay. En total, 23 signatarios de las 50 nacionesaproximadamente con que entonces contaba el mundo: en Washington, el 1 de enero de 1942 estabanrepresentadas 25 naciones... En agosto de 1945, los protagonistas de este asunto no se dieron cuentade que estas comparaciones entre cifras resonaban ya como una reprobacin ante los ojos de muchaspersonas honradas.Pero las aplicaciones prcticas previstas por el artculo 2 de este acuerdo y contenidas en elEstatuto anexo no eran menos raras: lo extrao slo puede engendrar lo extrao, y no lo engendrams que multiplicndolo. El que esta idea de crear al mismo tiempo un tribunal, una jurisdiccin yun procedimiento sin referencias histricas, ni jurdicas ni jurisprudenciales n haya espantado alas naciones que se llaman civilizadas por su amplitud y su sensibilidad, slo se explica, por lodems, por el desarrollo de los tiempos que las habla rebajado al nivel de los pueblos sinexperiencia ni cultura. Es este un fenmeno que[30] depende de la sicologa de las masas, en la que se sabe que la edad mental baja en proporcin asus dimensiones, y quedar todo dicho cuando se haya observado que la masa que se expresabaaqu por algunos de los suyos comprenda varias centenas de millones de seres.Qu contena este Estatuto anexo para que merezca un juicio tan severo? Veamos en primer lugarla definicin del crimen prevista en el titulo 11, artculo 6:a) LOS CRMENES CONTRA LA PAZ: es decir, la direccin, la preparacin, eldesencadenamiento o la continuacin de una guerra de agresin o de una guerra en violacin de lostratados, promesas o acuerdos internacionales, o la participacin en un plan concertado o en uncomplot para la realizacin de uno cualquiera de los actos precedentes;b) LOS CRMENES DE GUERRA: es decir, la violacin de las leyes y de las costumbres de laguerra. Estas violaciones comprenden, aun sin limitarse a ello, el asesinato, los malostratamientos o la deportacin para trabajos forzados o con cualquier otra finalidad, de laspoblaciones civiles en los territorios ocupados, el asesinato o malos tratamientos de prisioneros deguerra o de personas en el mar, la ejecucin de rehenes, el saqueo de los bienes pblicos o privados,la destruccin sin motivos de pueblos y ciudades o las devastaciones que no justifiquen lasexigencias militares;e) LOS CRMENES CONTRA LA HUMANIDAD: es decir, el asesinato, el exterminio, lareduccin a la esclavitud, la deportacin y cualquier otro acto inhumano cometido contrapoblaciones civiles antes o durante la guerra, o bien las persecuciones por motivos polticos,raciales o religiosos cuando estos actos o persecuciones hayan constituido o no una violacin delderecho interno de los pases en que se hayan perpetrado, se hayan cometido despus de cualquiercrimen que entre en la competencia del Tribunal o en relacin con este crimen.Estos tres motivos de acusacin en realidad eran cuatro: en las conclusiones del fiscal,efectivamente, la primera se desdobl en crmenes contra la paz y en complot con la intencin decometerlos- algo as como lo que la ley francesa reprime bajo la rbrica de asociacin demalhechores. Los redactores de este estatuto, sin duda queran permitir a los fiscales elestablecimiento de la premeditacin y hacerla intervenir con el carcter de circunstanciaagravante: la circunstancia agravante se convirti ella misma en un crimen en s.Los otros dos motivos de acusacin eran ya objeto de una[31] especie de legislacin que, aunque bastante sumaria, ya exista bajo la forma de lasConvenciones de La Haya y de Ginebra: en caso de guerra, los beligerantes se comprometan a noemplear el uno contra el otro procedimientos considerados como desleales que le haran perder sucarcter caballeresco o que constituiran una violacin, considerada como criminal, de las leyes de

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  • la humanidad. Ejemplos: las poblaciones civiles quedaban protegidas contra los bombardeos, laviolacin de las mujeres, el saqueo, los prisioneros de guerra no podan ser utilizados por eladversario ni como soldados ni como obreros en las industrias de armamento; no se tena el derechoa rematar un herido o a torturarle, pero los francotiradores y los espas no quedaban protegidospor ningn texto... Todo esto figuraba bajo el ttulo de crimen de guerra; el Estatuto deNuremberg separ de l el crimen contra la humanidad pero esto slo era una innovacin depura forma, pues las dos cosas que quedaban de este modo distinguidas por las palabras no sedistinguan en los hechos.En el plano de la interpretacin de los textos y de su observancia, cada uno de los beligerantesestaba obligado, bajo pena de ser acusado por crimen, a hacer reinar el orden en sus filas y areprimir las infracciones En la prctica, esta teora heredada de las singulares luchas de laCaballera y de las batallas campales del tipo de la de Fontenoy -- de la que nadie se dio cuentade que no era susceptible para adaptarla a los enfrentamientos en tierra, mar y aire de masasdotadas con modernos armamentos asesinos -- se concret en un escenario unificado vlido paratodas las guerras y ofreciendo infinitas posibilidades a la propaganda destinada al sostenimientode la moral de los combatientes de ambos lados de la lnea de fuego. La guerra, justificada pormutuas acusaciones de violacin de los tratados en su espritu o en su letra, continuaba,justificndose asimismo por mutuas acusaciones de crmenes: el nio belga con las manos cortadas,los campos de exterminio, los bombardeos en tapiz contra las poblaciones civiles, Dresde, Leipzig,Hiroshima, Nagasaki, etctera. Terminada la guerra, la conciencia universal slo retena en lamemoria los excesos de los vencidos; algo as como la repeticin del juicio de Dios en una formamoderna de lid heredada de las ordalias.Generadora de estos crmenes, en resumidas cuentas menores, la guerra que los implicabainevitablemente no era considerada, sin embargo, como un crimen que admitiese consecuenciasjudiciales: la suerte de los vencidos era considerada como competencia del poder poltico de losvencedores. Y en el terreno de[32] la opinin pblica, los vencidos eran objeto de sarcasmos injuriosos por parte de los vencedores,incluso estos ltimos llegaban a pedir sanciones de carcter tribal respecto a los jefes, pero estasmanifestaciones mostraban ms burla o necesidad de desahogo que afn de vengarse. El poderpoltico tena a gala no retroceder a las costumbres condenadas universalmente de un Julio Csarhaciendo estrangular a Vercingtorix en su prisin o a las de estos caballeros feudales que iban apudrirse a las mazmorras al albur de la suerte en las armas. Desde haca tiempo, ya no se llegabams all del exilio cuando, por casualidad, los jefes vencidos no se exiliaban ellos mismos.Previendo que el Kaiser Guillermo II fuera entregado a los aliados para ser juzgado comoresponsable de una guerra a la cual su duracin, la amplitud y el carcter sangriento de suscombates, nunca alcanzado hasta entonces, haban asociado la nocin de crimen, el Convenio dearmisticio y el Tratado de Versalles que pusieron fin a la primera guerra mundial haban dado unpaso, tendiendo a la creacin de un procedimiento judicial de excepcin, que no haban osado dar nilos Tratados de Viena de 1815 contra Napolen I, ni el de Francfort en 1871 contra Napolen III.Pero, en 1919, el nivel intelectual de los dirigentes de los pueblos no haba cado todava tan bajo,en modo alguno, como para que esta disposicin pudiera ser aplicada, y as se renunci a ello. Hayque advertir, por otra parte, que en 1919 una fuerte corriente de la opinin mundial tenda a incluiren la misma reprobacin a los dirigentes vencedores o vencidos de todos los pueblos beligerantes, yque poco le falt para triunfar.Si por consiguiente el Estatuto de Nuremberg ha hecho innovaciones en materia de definicin, hasido solamente en lo relativo al crimen contra la paz ajustado al crimen de complot con miras a supreparacin y ejecucin (prrafo a del articulo 6.). Pero el carcter escandaloso de estainnovacin, tanto desde el punto de vista moral como desde el punto de vista jurdico, no est, sinembargo, en que ella se presente bajo la forma de una ley por primera vez escrita, sino en que estaley era concebida para entrar en vigor comenzando por reprimir infracciones no cualificadas por

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  • diversos motivos entre los cuales el ms ostensible, si no el principal, era el de que haban sidocometidas anteriormente a su promulgacin. La no retroactividad de las leyes es efectivamenteuno de los principios sagrados de nuestra cultura. Y si nuestra moral pretende que a nadie se leconsidera como ignorante de la ley al menos tambin postula que all donde no exista ley nopuede haber ni delito ni crimen, y, por[33] consiguiente, ni sanciones: nulla pena sine lege, la conciencia universal an se felicita porhaber encontrado en la herencia que nos han dejado los romanos, esta frmula de la que elloshicieron el fundamento del Derecho y que, a ms de dos mil aos de distancia, sigue siendo lanica -- y bien insignificante! -- garanta del individuo contra la arbitrariedad de los poderes.A los que oponan estas reservas se les respondi entonces que eso era puro formulismo, puesto quede todas maneras estos individuos eran criminales y no podan aspirar a tantos miramientos. Peroquince aos despus, el proceso Eichinann, que fue una reedicin -- en peor! -- de Nuremberg, y quese ha desarrollado en una atmsfera de la cual sera vano negar que implicaba la reprobacinuniversal, ha mostrado mejor an que el problema del criminal estaba lejos de haberse reguladocon la definicin dada por el Estatuto a continuacin de la del crimen: todo se encadena. Saltaba ala vista que la objecin careca de valor; efectivamente, poda responderse que, de todas maneras,la violacin de un principio de uso corriente en perjuicio de quien sea, creaba, una vez admiti(~o,un precedente que legitimara asimismo la violacin de todos los otros y que, al ser la ley slo tala condicin de ser la misma para todos, tambin el criminal tena derecho a la justicia, aunpuramente formal. Aqu, adems, la forma era uno de los imperativos de la moral reconocidos porel Derecho y constitua el fondo del problema jurdico.Ciertamente, puede sostenerse que cinco aos de matanzas a dimensiones apocalpticas habandejado un desarrollo bastante profundo en todos los espritus como para que las mejores estructurasescapasen a la regla comn y que los imperativos de la moral ya no les fuesen tan sensibles en elterreno de los principios. Sin duda alguna, se sostendr esto, y no sin razn. Pero sera preciso queeste desarrollo fuera profundo, para que estos imperativos se olviden por casi todo el mundo,comprendiendo en ello a las lites tambin en el terreno de la prctica! Porque, a pesar de todo, almenos en este punto, la historia est llena a ms no poder de criminales que la posteridad harechazado reconocer como tales y de jurisdicciones circunstanciales desautorizadas de un da aotro.

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    En un libro que tuvo cierta resonancia y que vali a su autor la celebridad en su poca, un grancatedrtico de Universidad francs, el filsofo Jean Marie Guyau, desaparecido demasiado[34] pronto (1854-1884), trazaba las bases de una moral sin obligaciones ni sanciones, que,trasplantada al terreno del Derecho, haca totalmente intiles e incluso perjudiciales los jueces,las torturas, los patbulos y los verdugos de Molire.Si J. M. Guyau est hoy poco ms o menos olvidado, a fines del pasado siglo y a comienzos de ste,se ha dicho y escrito mucho -- a veces tonteras -- acerca de su moral. Los anarquistas, cuyaestrella ascenda al cielo de la fama, la adoptaron al momento, y no solamente los anarquistassino tambin una importante fraccin de la opinin liberal aunque solamente en principio.La idea principal que, segn mi parecer, se desprende de la obra de este autor es la siguiente: nodirigindose a la conciencia individual que es el nico valor permanente en tanto que slo ella sepuede pronunciar en trminos de justicia, sino a la conciencia colectiva de la cual ella es expresiny de la cual se puede decir que es asunto de circunstancias y solo se manifiesta en relaciones deintereses, la ley no es ms que un precepto sin referencias fundamentales y su respeto, puramentemecnico slo puede ser objetivo bajo la amenaza de la coaccin. Pues bien, quien dice coaccin dicerevuelta, y quien dice revuelta dice relacin de fuerzas entre la sociedad y los individuos. Se ve loque resulta grave: en esta relacin de fuerzas que no deja de definirse y de volverse a definir, a

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  • merced de las circunstancias que son, a fin de cuentas, su nica referencia y su nica justificacin, laley aleja poco a poco todos los imperativos de la conciencia y deja a las circunstancias el cuidadode definir el vicio y la virtud, al delincuente y al hombre honrado entre los cuales la separacinresulta entonces moralmente inexistente. Y volvamos ahora al proceso de Nuremberg. El papel del individuo era desempeado porAlemania en la persona de sus representantes de facto -- siendo siempre la regla, y cada vez ms,la de que Bruto asesina a Csar o le elimina, se puede concebir que un pueblo tenga representantesde jure? -- y el de la sociedad por el grupo de naciones asociadas que la acusaban despus dehaberla reducido a su arbitrio. Todo era en ello, por tanto, asunto de circunstancias y de relacinde fuerzas. Quin negar, por ejemplo, que si la suerte de las armas se hubiera decidido de otromodo, tambin hubiera podido concebirse el proceso y desarrollarse en los mismos trminos, salvoque los aliados se hubieran encontrado en el banco de los acusados y Alemania en el de los jueces?Si creemos a Hans Frank (Sous le signe de la potence, editado por su viuda en Neuhaus, cerca de[35] Chiemsee en 1955) Hitler parece ser que haba decidido llevar a los tribunales a Roosevelt,Churchill, etc. por crmenes de guerra una vez ganada esta ltima. Sin duda alguna sudefinicin del crimen un hubiera respetado ms las formas ni hipotecado menos a la que hubieradado del criminal.Veamos cmo presenta al criminal el artculo 6 del Estatuto de Nuremberg: los dirigentes,organizaciones, provocadores o cmplices, que han participado en la elaboracin o en la ejecucinde un plan concertado o de un complot para cometer uno cualquiera de los crmenes definidosanteriormente ...Y la primera observacin que se impone ahora por s misma es la de que si en el espritu de susautores, este texto no se dirige ms que a los alemanes, lo que representa para un pueblo unaproporcin tan elevada de criminales que la razn se niega a admitirlo, en su letra no hace alusina los alemanes, lo cual extiende esta proporcin a escala mundial y la razn lo admite menos an...Cuando el 18 de octubre de 1945, redactada el acta de acusacin, el Tribunal se reuni en Berln ensu primera sesin pblica, para dar la ltima mano a los preparativos del proceso, y fue necesarioponer nombres sobre estos criminales cuyos crmenes estaban sin localizacin geogrfica, seconsider lo siguiente:Hermann Wilhelm Goering, Rudolf Hess, Joachim von Ribbentrop, Robert Ley, Wilhelm Keitel,Ernst Kaltenbrunner, Alfred Rosenberg, Hans Frank, Wilhelm Frick, Julius Streicher, WalterFunk, Hjalmar Schacht, Gustav Krupp von Bohlen und Halbach, Karl Doenitz, Erich Raeder,Baldur von Schirach, Fritz Sauckel, Alfred Jodl, Martin Bormann, Franz von Papen, ArthurSeyss-Inquart, Albert Speer, Constantin von Neurath y Hans Fritzsche, individualmente y comomiembros de las siguientes agrupaciones y organizaciones a las cuales pertenecanrespectivamente, a saber:El Reichsregierung (Gabinete del Reich), el Korps der Politischen Leiter derNationalsozialistischen deutschen Arbeiterpartei (cuerpo de jefes polticos del Partido nazi), lasSchutzstaffeln der nationalsozialistischen deutschen Arbeiterpartei (comnmente denominadasSS), el Sicherheitsdienst, (comnmente denominado SD), la Geheime Staatspolizei (Policasecreta del Estado, Comnmente conocida como Gestapo), las Sturmabteilungen der NSDAP(conocidas como las SA) as como el Estado Mayor general y el Alto mando de las fuerzas armadasalemanas, tal como ya son definidos en el apndice B del acta de acusacn.[36]Si se tiene en cuenta que el texto tambin hace alusin a los cmplices, y que para ser consideradocomo cmplice bastaba con haber pertenecido a la S.S., que cont hasta con 3.000.000 de personas(cmplices de Himmler) o a las Juventudes Hitlerianas que llegaron a tener hasta 13.000.000 deafiliados (cmplices de Baldur von Schirach) o a la organizacin Fuerza por la Alegra que contcon 30.000.000 de inscritos (cmplices de Ley), etc. es tanto como decir que esto signiflicaba todaAlemania o falt bien poco para ello. Y as es cmo, hacindose el crimen colectivo en las

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  • apariencias, el castigo colectivo ante el cual todas las morales del mundo a excepcin de lastribales retroceden horrorizadas, se introdujo en la jurisprudencia internacional, de la queRaymond de Geouffre de la Pradelle, jurista francs de reputacin mundial, slo logr hacerladesaparecer en 1953 a costa de ocho aos de incesantes esfuerzos.Toda Alemania o falt poco para ello, he indicado. De hecho, despus de quince aos, habindoserenovado notablemente por la base la pirmide de las edades, Alemania no sigue contando msque con una nfima minora de alemanes cuyo padre o abuelo, madre o abuela, to o ta, primo oprima, hermano o hermana, es decir al menos un pariente muy prximo si no se trata de ellosmismos, no haya sido condenado por los tribunales de desnazificacin, y lo ms corrientemente apenas muy elevadas. Y, por otra parte, basta con leer los extractos de los trece procesos deNuremberg para darse cuenta de que a travs de los acusados se haca alusin a toda Alemaniatanto en el Acta de acusacin como en las conclusiones de los fiscales, y que es ella quien fuecondenada en las sentencias dadas. Fiscales o jueces, a nadie se le ocurri pensar que un pueblo de70 millones de habitantes, de los cuales se quera hacer 70 millones de culpables, era forzosamenteun pueblo de 70 millones de inocentes; que al decidir de otro modo, si se poda obtener la adhesinde la opinin mundial slo era por sorpresa y que siendo las cosas as, ni la moral ni la historiapodran ratificar pura y simplemente esa decisin.Siempre habr tiempo para discutir, y no hay duda alguna de que llegar un da en el que no sedejar de hacerlo, por qu grietas en el muro de la inconsciencia han logrado ya la moral y lahistoria abrirse un camino triunfal. De dos de entre ellas no se negar sin embargo nunca ms ni lamaterialidad ni el hecho de que se han producido bajo la presin de necesidades polticas: Rusia eIsrael.Efectivamente, fue Rusia quien dio el primer golpe de piqueta en el edificio jurdico construidolaboriosamente en Nuremberg.[37] El da en que para justificar mejor su poltica de aislamiento de la Alemania occidentaldecidi hacer de ella una guarida de nostlgicos del nazismo, de militaristas empedernidos portradicin, de revanchistas a gusto de los americanos, y, para aprovecharse de un efecto decontraste, levantaba la hipoteca de culpabilidad que pesaba sobre los entre 18 y 20 millones dealemanes del Este, vino a indicar de este modo que esos 18 20 millones de personas haban obradosin discernimiento, es decir, que eran inocentes. Se ve fcilmente que basta con hacer el mismorazonamiento a propsito de los alemanes del Oeste, para que se conviertan a su vez en 50 52millones de inocentes. Y de admitir que la capacidad para la conciencia moral no estsensiblemente ms desarrollada entre los dirigentes de los pueblos que entre los pueblos mismos --lo cual, entre parntesis, apenas parece discutible -- incluso los ahorcados de Nuremberg ya noseran una excepcin a esta regla general de inocencia.No nos hagamos otro tipo de ilusiones: nuestra posteridad decidir en este sentido. Ya nadie creeen que si se volviera a empezar el proceso de Nuremberg los acusados seran ahorcados. En suCarnet de Nuremberg, el Dr. Gilbert, que fue el psiclego del proceso, que pas un aoestudiando a los acusados en su prisin y que, por este motivo, testimoni en el proceso deEichmann en Jerusaln, les presenta como no difiriendo en nada de la masa de gente honrada que seencuentra en todas las calles del mundo, en todos los grados de la jerarqua social, y afirma que loque ha pasado en Alemania puede suceder en cualquier otro lugar, pudiendo suministrar lanaturaleza humana, en determinadas circunstancias, otros ejemplos similares a los que a ellos seles ech en cara. Esto no podra expresarse mejor: un crimen que puede ser cometido por cualquiera yen el lugar que sea, que slo depende de la naturaleza humana y de las circunstancias no es uncrimen. O entonces todos somos asesinos y nuestro juez no est entre nosotros.El caso de Israel apenas es diferente al de Rusia. Concentrados al pie de una especie de Muro delas Lanientaciones ampliado a escala mundial, da y noche desde hace quince aos, los sionistas

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  • del mundo entero -todos los israeles no son, afortunadamente, sionistas 6 no dejan de proferir, de unmodo cada[38] da ms macabro, gritos de un dolor cada vez ms desgarrador, con el fin de llevarpblicamente a sus justas proporciones -- que ellos consideran por lo menos apocalpticas -- elhorror de los malos tratos de que el mundo judo ha sido vctima por parte del nazismo, y aumentaren igual proporcin el importe de las indemnizaciones que el Estado de Israel recibe de Alemania.Se trata aqu de un asunto de dinero, bastante srdido. En 1956, cuando se vo que la concienciauniversal se negaba a unirse al movimiento sionista internacional en esta empresa, y a hacer deAlemania, en cierto modo ad vitam aeternam, la nodriza del Estado de Israel, un tal AlexWeissberg public bajo el titulo de L'Histoire de Jol Brand y el subtitulo de Un cambiomonstruoso: un milln de judos por diez mil camiones, un libro que respecto al prrafo c) de ladefinicin del crimen por el Estatuto de Nuremberg, era una verdadera acta de acusacin contraInglaterra y los Estados Unidos, considerados con razn por el movimiento sionista comoresponsables de su desgracia. El chantaje era evidente, aunque no dejara de tener slidosfundamentos. Inglaterra y Estados Unidos no se inmutaron por ello.En conjunto, la tesis se presentaba de este modo: Inglaterra deba ser declarada co-responsable desu matanza, por haberse opuesto, incluso despus de 1933, a la emigracin de los judos europeoshacia Israel al aplicar la Declaracin Balfour, y especialmente porque en diciembre de 1938haba despedido al doctor Schacht enviado por Hitler a Londres para proponer la negociacin desu traslado en masa a Palestina. Y deba de serlo tanto ms porque en 1944 an hizo fracasar unainiciativa de Himmler que abra el camino de la salvacin a un milln de judos. Los EstadosUnidos eran responsables porque haban defendido esta poltica de Inglaterra en todo momento.Tambin se hizo alusin a Francia aunque ms discretamente: en 1940-41 haba hecho fracasar unproyecto de envo de todo los judos europeos a Madagascar.La operacin, habiendo fracasado en 1956, fue lanzada de nuevo en mayo de 1961 durante elproceso Eichmann y en tales trminos que muchos hombres inteligentes han llegado a preguntarsesi esta segunda edicin no era uno de los fines principales de este proceso. Lo cierto es que fueronanunciados simultneamente para finales de mayo de 1961, la comparecencia en el[39] banquillo de los testigos de Joel Brand, el principal actor superviviente del intercambio de10.000 camiones por un milln de judos, la exhibicin de los documentos hasta entonces inditos delas conversaciones celebradas en este sentido, que eran de hecho una violenta acusacin contraInglaterra y los Estados Unidos, y... un viaje que con carcter privado deba realizar Ben Gurion aFrancia y al Canad, del que tena la intencin de aprovecharlo para efectuar una visita oficial aLondres desde Pars y a Washington desde Ottawa (de la prensa del 24 de mayo).En su momento no se dej de recoger la coincidencia dicindose que era calculada; ms bien quePars y Ottawa, no eran Londres y Washington las verdaderas metas del viaje de Ben Gurion alas que deseaba dirigirse para negociar un posible silencio?Inglaterra y Estados Unidos no se impresionaron ms que en 1956. Ben Gurion no fue invitado ni aLondres ni a Washington y tampoco dej de observarse la afrenta.Ante el Tribunal de Jerusaln, Joel Brand mostr su paquete el 29 y el 30 de mayo. El fiscal amplian ms la idea y, para no causar celos, acus tambin a Rusia a propsito de un bombardeo de lascmaras de gas de Auschwitz pedido por los dirigentes judos de Palestina en 1944 y que,situndose en el mismo punto de vista que Inglaterra y los Estados Unidos, tambin lo habadeclarado imposible por razones tcnicas. Efectivamente, cmo destruir las cmaras de gasmediante un bombardeo areo sin exterminar al mismo tiempo una gran parte, si no la mayor, de

    6 Se estima que la poblacin mundial juda se sita actualmente alrededor de los 17 millones de individuos. De estacifra Arthur Koestler (L'Ombre du Dinosaures sostiene que solamente 11 millones y medio, es decir los 2/3, estn inscritosen las sinagogas, en las que siguen cantando El ao prximo, en Jerusaln pero sin conviccin y sin el menor deseo de ir ainstalarse all para vivir.

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  • los 500.000 internados del campo, en su mayor parte judos? 7 Este tipo de argumento se articula porotra parte con uno de los hechos que no dejan ninguna escapatoria posible: si los aliados hubierancondescendido ante la peticin de los dirigentes judos de Palestina, hoy seran acusados de haberayudado a Alemania a exterminar el pueblo judo con el falaz pretexto de destruir las cmaras degas, y que por aadidura habrian fallado en esto ltimo -- intencionadamente, diran susacusadores -- como han fallado en tantos otros objetivos durante la guerra.La situacin en que nos encontramos es por tanto la siguiente: mientras que Alemaniaindirectamente es absuelta por una falsa maniobra rusa, una falsa maniobra del movimientosionista[40] internacional y del Estado de Israel, enva a los aliados que la han juzgado a unirse aAlemania en el banquillo de los acusados. No insistiremos en la primera de estas falsasmaniobras. De la segunda, se podr deplorar que haya sido articulada a un chantaje y quecontenga argumentos sin valor, pero en lneas generales y respecto al Estatuto de Nuremberg, llegaa unas conclusiones ampliamente justificadas. De ambas, finalmente, slo diremos que soncomplementaras en cuanto que, concertadamente y sin pretenderlo, han vuelto a abrir el camino ala tesis de la responsabilidad colectiva de todos los beligerantes en todas las guerras, que tuvo elfavor de la opinin nada ms terminar el conflicto de 1914-18.Por reconfortante que sea este resultado, sin embargo no debe hacernos olvidar que esta tesis de laresponsabilidad de los aliados slo es puesta en circulacin por Israel y el movimiento sionista enlo relativo a los crmenes contra la Humanidad (prrafo c del art. 6 del Estatuto) quedandoAlemania como nica responsable respecto a los prrafos b (crmenes de guerra) y a (crmenescontra la paz).Si es posible o no aplicar tambin estos dos prrafos al comportamiento de los aliados antes ydurante la guerra, la respuesta a esta pregunta depender ahora de la gestin del historiador.

    LOS CRMENES DE GUERRA

    La nocin de crimen de guerra ha evolucionado, considerablemente desde 1945 en cuanto a lasaplicaciones que se pueden hacer de ella con referencia a las Convenciones de Ginebra y de LaHaya. En verdad, apenas se haban enfriado los cuerpos de los once ahorcados de Nuremberg,cuando la conciencia universal ya se planteaba las cuestiones ms graves acerca del derecho de losaliados a erigirse en jueces y a condenar. Y como haba tomado para expresarse la voz de laspersonas ms estimables, ya desde el comienzo fue totalmente imposible eludirlas. Entre ellasfiguraban, efectivamente, personas tan reputadas universalmente como el profesor GilbertMurray, el ms conocido de los helenistas britnicos, el decano de Rhodes House, los dos de laUniversidad de Oxford, el critico militar Lidell Hart, el editor israel con influenciasanarquistas Vctor Gollanz, el diputado en la Cmara de los Comunes R. R. Stokes, Lord Hankey,secretario del clebre Comit de defensa del Imperio de 1912 a 1938, y del Gabinete ingls de 1920a 1921, el juez norteamericano Wennerstrum, del[41] Tribunal Supremo del Estado de Iowa, quien, nombrado miembro del Tribunal de Nuremberg,abandon su puesto dando un portazo al cabo de algunos meses; el senador Taft, el Lord-obispoChichester que intervino en trminos severos en la Cmara de los Lores el 23 de junio de 1948; elobispo de Berln, Dibelius, etc. Por otra parte, la mayora de ellos ya haban protestado muchoantes de que se ahorcase a los acusados; antes incluso de que se diera el veredicto y, los mejorinformados, desde el comienzo del ao 1944, fecha en la cual se hizo pblica la intencin de los

    7 Esta cifra dada por la propaganda juda nunca ha sido comprobada por las estadsticas y no puede ser consideradacomo cierta. En todo caso, resulta muy exagerada: no parece, en efecto, que nunca hubiera 500.000 personassimultneamente en Auschwitz-Birkenau.

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  • aliados de hacer un proceso guardando las formas jurdicas, pero habiendo actuado contra ellos laconspiracin del silencio no se supo hasta mucho tiempo despus.Pocos alemanes participaron en estas protestas. La abominable campaa de prensa desencadenadacontra Alemania haba logrado hacer de cada uno de ellos un acusado, por eso los alemanes dieronla impresin de que doblaban el espinazo bajo los golpes. Para toda persona honrada que sepermita a la prensa y a la lteratura de la poca, no habr duda posible: los abogados quedefendieron a los acusados del Proceso de los grandes criminales de guerra realizaron unverdadero acto de herosmo. Sus intervenciones y defensas, limitadas en su objeto por el Estatuto ylas reglas del procedimiento, desnaturalizadas odiosamente por la prensa, parecieron a menudotmidas y a veces inconscientes; pero no por eso dejarn de ser juzgadas algn da muchas de ellascomo dignas de la antologa. Piense particularmente en la apelacin colectiva que prueba laincompetencia del tribunal, presentada en nombre de ellos por el Dr. Stahmer, defensor deGoering, ya en la apertura del proceso el 19 de noviembre de 1945 y rechazada el da 21 teniendoen cuenta que, en la medida en que ella planteaba la cuestin de la competencia del Tribunal, seencontraba en contradiccin con el art. 3 del Estatuto. El artculo 3, en efecto, declarabataxativamente que ni el Tribunal, ni sus miembros ni sus suplentes no (podran) ser recusados porel ministerio fiscal, por los acusados o por sus defensores.Tambin pienso en las intervenciones del Dr. Sauter, defensor de Ribbentrop, sobre el Tratado deVersalles, de los profesores Exner y Jahreiss, defensores de Jodl, sobre las violaciones del Derechointernacional, del Flottenrichter Kranzbhler, defensor del Gran Almirante Doenitz, sobre elDerecho martimo, del Dr. Robert Servatius, defensor de Sauckel, respecto el procedimiento y altrabajo forzado, y de algunos otros an que, habindose acreditado como ms modestos, no por ellodejaron de manifestar una altura de miras muy por encima de la de los jueces y los fiscales.[42]En Francia, que fuesen dignos de ser citados, no hubo apenas ms que los dos admirables libros deMaurice Bardche: Nuremberg ou la Terre Promise y Nuremberg II ou les Faux-Monnayeurs. Delcontenido de estos dos libros, la izquierda francesa en el poder no retuvo en la memoria ms que lasopiniones polticas de su autor que se declara abiertamente -- y con mucha valenta -- fascista. Esaizquierda erigi contra ambos libros una barrera infranqueable, y el primero incluso fue prohibidobastante escandalosamente. Partiendo de una rara objetividad, las tesis que se mantienen en ellosvienen a ser las mismas que durante mi juventud sostuvieron unnimemente los partidos socialistaseuropeos y la izquierda mundial, y que casi hicieron triunfar al acabar la guerra de 1914-18 yhasta 1933, tomando como jefes a hombres como Bertrand Russell, Mathias Morhardt, RomainRolland, Anatole France, Jeanne y Michel Alexandre. Seria fcil demostrar que, con tradicinbastante antigua, estas tesis son efectivamente de izquierda. Se podra hablar mucho sobre estaevolucin que ante el fenmeno de la guerra se tradujo en una retirada de la izquierda hacia lasposiciones tradicionales de la derecha, mientras que la derecha se diriga hacia las de laizquierda, pero el historiador debe ceder aqu la pluma al socilogo. Nos limitaremos pues a citartodava un hecho que, en este orden de ideas, permitir unas comparaciones tiles: tambin en1914 la izquierda se haba adherido a las concepciones de la derecha en materia de guerra, peroen 1918 haba vuelto a ser la izquierda y, en cuanto a la derecha, arrogante e impermeable, habapermanecido antes como despus apegada irracionalmente a dogmas de otro tiempo. A talesdogmas se ha adherido hoy la izquierda. Y este vaivn histrico resulta por lo menos curioso.En una palabra. Procedan de donde procedan, y se trate de cualquier crimen que sea de losreprochados a Alemania y a los alemanes, estas protestas concordaban unnimemente en el hechode que tambin se les podan echar en cara a los aliados y que, por consiguiente, todas las parteslitigantes deban ser enviadas indistintamente al banquillo de los acusados; si se quera hacer unproceso con toda la fuerza, los fiscales y los jueces slo podan ser escogidos entre los neutrales delos que no caba duda ante sus ojos de que hubieran tratado a todos de la misma manera.

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  • En materia de crmenes de guerra y de crmenes contra la humanidad, esta tesis alegaba slidosargumentos. Los rusos fueron los primeros acusados: y esto a propsito de la deportacin y de loscampos de concentracin alemanes a los cuales el gigantesco aparato aliado de propaganda habahecho objetivo por[43] excelencia de sensibilizacin de la opinin pblica en el mundo entero.Interrogado en Nureniberg el 21 de marzo de 1946 por el general Rudenko, fiscal ruso, el mariscalGoering respondi que 1.500.000 polacos y ucranianos fueron deportados de los territoriosocupados por la Unin Sovitica y conducidos al Oriente y Extremo Oriente. (C. R. de lassesiones. T. IX, pg. 673) y no se le permiti ni citar sus referencias ni seguir hablando de esto. Elprimer gobierno polaco de Londres sin embargo haba publicado un documento segn el cual lasdeportaciones de polacos se situaban entre un milln y 1.600.0000 personas, de las cuales 400.000perecieron durante su traslado al interior de Rusia, de ellas 77.834 nios de un total de 144.000 Estosucedi, al parecer, en febrero, abril y junio de 1940, y en junio de 1941. Y Montgomery Belgion,refirindose al primer gobierno polaco de Londres, aade que, segn informes suministrados a missKeren por la Cruz Roja norteamericana y el libro polaco The Dark Side of the Moon, los rusosextendieron el mtodo a los Blticos: 60.000 estonanos, 60.000 letones y 70.000 lituanos.Yo aadira que, en un pequeo libro, Le problme de la Silsie et le Droit, publicado en 1958, elgran jurista francs Raymond de Geouffre de la Pradelle. remitindose al Anuario estadstico de1947 de la Oficina central de Estadsticas de Varsovia, publicado por el gobierno polaco bajocontrol ruso, habla de 7.300.000 alemanes deportados de Silesia hacia Alemania por los rusosentre el 1 de julio de 1945 y el 1 de enero de 1947 en aplicacin de un Convenio anglo-americano-sovitico de traslado de poblaciones. Y que, segn Jean de Pange, que ha estudiado este problemaen la Revue des Deux Mondes, del 15 de mayo de 1952, el nmero de desdichados que murieron enesta operacin, hecha en condiciones materiales de inhumanidad comparables en todo a aquellasen la que nosotros fuimos deportados a los campos por los alemanes durante la guerra, sobrepasalos cuatro millones.Pero, evidentemente, el Estatuto prohiba que el Tribunal de Nuremberg se apoyase en esto.En contra de los rusos, se sealaba an: los montones de cadveres descubiertos en Katyn, de loscuales una gran parte de la prensa mundial contina cargndolos a cuenta de la concienciaalemana aunque lo negase el Tribunal de Nuremberg y hoy se haya establecido que hay queponerlos a cuenta de los rusos; las represalias ejercidas en 1944 contra las poblaciones civilesucranianas en 1941; el tratamiento infligido a los prisioneros alemanes; la entrada de las tropasrusas en todas las[44] ciudades alemanas, las violaciones, los saqueos y las matanzas 8 a las que se entregaron contralas poblaciones civiles, etc. En el frente del Este, la guerra entre alemanes y rusos fue salvaje,atroz, y con igual desprecio de los convenios internacionales, totalmente deshumanizada pora