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Razones Para La Anarquia - Noam Chomsky

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Chomsky rescata el venerable legado anarquista de las brumas utópicas o las añoranzas derrotadas para colocarlo en el centro del debate.

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  • Razones para la anarqua

    Noam Chomsky

    Introduccin de Nathan Schneider

    Traduccin de lex Gibert

    BARCELONA MXICO BUENOS AIRES

  • IntroduccinAnarcocuriosidad o la Norteamrica anarquistaEn la primera noche de un viaje solidario que hice en autobs por Cisjordania, fuitestigo mudo de una charla entre universitarios llegados de todos los rincones deEstados Unidos. La conclusin a la que llegaron fue sorprendente: a su manera,eran todos anarquistas. Repantigados en los sillones del vestbulo de un hoteldesolado junto al campo de refugiados de Yenn, devastada por la guerra, losestudiantes comenzaban a sondear sus respectivas liaciones polticas,insinuadas ya en su forma de vestir y en sus tatuajes. Durante los diez das quedurara el viaje tendran tiempo de sobra para que todo aquello saliera a la luz,junto con las inevitables confesiones de sus traumas de infancia.

    En el fondo, lo que a m me va es el anarquismo reconoci uno de ellos.

    Ah la has clavado dijo otro, aprovechando la coyuntura.

    No tardaron mucho en alcanzar un consenso general sobre ideologas ymodismos de nuevo cuo (ablesmo, identidades transgnero, zapatismo, blackblocs, teoras de la frontera, etc.) y aquella unanimidad casi absoluta les pareciuna casualidad csmica, aunque no lo era tanto.

    Era el otoo de 2012, poco despus del primer aniversario de Ocupa Wall Street(OWS). Una nueva generacin de activistas acababa de consumir su racin deprotagonismo y el mundo les pareca rebosar de posibilidades, aunque nosaban exactamente por dnde tirar. Haban tomado parte en una rebelin queaspiraba a crear una sociedad horizontal, pero se negaban a transmitir suspeticiones a la autoridad competente y, como otros movimientos germinados almismo tiempo en todo el mundo, se preciaban de no tener lderes concretos.

    OWS no podra denirse como un fenmeno puramente anarquista; aunquealgunos de sus iniciadores eran anarquistas confesos y muy convincentes, lamayora de los participantes no hubiera denido sus motivos en los mismostrminos. Con todo, el singular magnetismo de Ocupa Wall Street, que a tanta

  • gente consigui reunir en tantas plazas pblicas, despert en todos losmanifestantes cierta anarcocuriosidad, como se ha dicho en ms de unaocasin.

    Para la generacin que OWS consigui movilizar, la Guerra Fra lo es todo y nosignica nada. Nuestra conciencia despert cuando el comunismo era un idealdesahuciado, derrotado por nuestros abuelos reaganescos y, para colmo,probadamente genocida. El capitalismo haba vencido en buena ley: las fuerzasdel mercado funcionan. Segua atrayndonos cierta especie difusa de socialismo,como la que nos leg el eciente sistema ferroviario con el que pudimos cruzarEuropa mochila al hombro. Aunque la palabra socialismo haba sido tanvilipendiada por la charlatanera hegemnica de Fox News que, desde un puntode vista poltico, resultaba inservible. Socialismo es tambin la palabra que laFox suele asociar a Barack Obama, que lleg a la Casa Blanca con la ayuda de estamisma generacin de activistas y cuya administracin no ha hecho ms querespaldar a la oligarqua corporativa, librar batallas de clones y poner entre rejas amiles de trabajadores inmigrantes y a cualquier hroe que haya osado denunciarla corruptela del sistema. Tanto hablar de socialismo para esto.

    As las cosas, ms que una eleccin consciente el anarquismo es el rincn de laescena poltica en la que nos han ido connando: un recurso apoftico de ltimainstancia que ha resultado muy fructfero, pues nos permite hacer poltica msall de las lneas rojas o azules que suelen delimitar lo que en Estados Unidos sedenomina poltica y hacerlo sin resignarnos a la traicin inevitable de los dosgrandes partidos. Por si esto fuera poco, nos permite asumir los valores quehemos mamado en Internet: transparencia, colaboracin, libertad positiva ylibertad negativa. Nos permite, en fin, ser lo que somos.

    El anarquismo es la tbula rasa de la poltica de principios del siglo XXI, unnuevo modo de referirse al eterno ahora y a la posibilidad de reiniciar los relojes.En ninguna parte es ms palmario que en Anonymous, la anrquica comunidadvirtual cuyo nico requisito de aliacin pasa por borrar nuestra identidad,historia, procedencia y responsabilidad.

  • Esta amnesia anarquista que se ha adueado del activismo radicalestadounidense es un reejo el de la amnesia poltica que padece el pas. Con laexcepcin de un par de mitos compartidos sobre nuestros esclavistas padresfundadores y nuestras ms mortferas contiendas blicas, nos complace pensarque lo que hacemos es siempre algo nuevo, algo que sucede por vez primera. Estaclase de amnesia tiene su utilidad, conere a nuestros proyectos una vitalidadprecursora que parece ser la envidia del resto del mundo, tan cargado de historia.Pero tambin nos condena a inventar la rueda una y otra vez, a perpetuidad. Yeso nos priva de lo que hace del anarquismo una corriente que hay que tomarmuy en serio: la perspectiva de aprender de las generaciones pasadas y concebirel modo de fundar una sociedad libre y organizada desde cero.

    Nuestra capacidad de olvido es asombrosa. En 1999 un consejo deportavoces organiz las protestas que obligaron a suspender la cumbre de laOrganizacin Mundial de Comercio en Seattle. Diez aos despus, una masacrtica de manifestantes de OWS decida que esa misma estructura de poder erauna innovacin ilegtima, de un reformismo intolerable.

    Hasta cierto punto, la culpa de esta amnesia que padecemos es nuestra, pero estambin consecuencia de la represin de la amenaza que, en otro tiempo, elanarquismo pareca representar. No hay que olvidar que un presidente deEstados Unidos fue asesinado por un anarquista y fue otro magnicida anarquistaquien dio el pistoletazo a la Primera Guerra Mundial. Algunos edicios de WallStreet lucen an en sus fachadas las muescas annimas de otras bombasanarquistas. Ms til y peligroso era el propsito de aquellos anarquistas queviajaban de punta a punta del pas, enseando a los obreros de la industria aorganizarse para exigir un salario justo a los potentados sin escrpulos que losexplotaban. Por eso el cuestionario ocial de Ellis Island trataba de identicar alos anarquistas recin llegados de Europa; por eso murieron como mrtires losanarquistas Sacco y Vanzetti en 1927; por eso hay jurados de acusacinitinerantes que pueden encarcelar hoy a cualquier anarquista sin ms cargos ensu contra. Por eso, en n, asistimos a prestidigitaciones liberales como la descritaen el tercer captulo, que suprimi de la historia la revolucin popular anarquista

  • que tuvo lugar en Espaa al inicio de la Guerra Civil.

    En realidad, la tbula de la anarqua es cualquier cosa menos rasa. En este libro,Noam Chomsky ejerce de embajador de esa clase de anarquismo que suponemosolvidada, esa que tiene historia y es consciente de ella, y que ya ha demostradoque existe otro mundo posible. Chomsky tom contacto con el anarquismo demuy joven, en Nueva York, antes de que la Segunda Guerra Mundial convirtierala guerra maniquea entre el capitalismo y el comunismo en la religin laica eincuestionable de Estados Unidos. En las libreras de viejo que frecuentaba noslo encontr la obra de Marx, sino tambin la de Bakunin. Asimismo, fue testigode las concesiones de la clase capitalista durante la Gran Depresin, que parasalvarse de la ruina legaliz los sindicatos a modo de red de seguridad. Y elsionismo en el que milit era un llamamiento al colectivismo agrario ms que a laocupacin militar.

    El principio en el que Chomsky se basa al defender sus ideas anarquistas tieneun denominador comn con el de tericos libertarios como Goldwin oProudhon, el de los asesinos ejecutados a principios del siglo XX y el delmovimiento Anonymous: el gobierno que no encuentre su razn de ser en lavoluntad de sus sbditos debe ser abolido. Para ser ms precisos, debe serreestructurado desde la base. Sin lites codiciosas que se sirvan de la propagandao de la fuerza para conservar sus privilegios, los trabajadores podran poseer yadministrar su propio trabajo y la comunidad podra satisfacer las necesidadesbsicas de todos los ciudadanos. Hay programas anarquistas ms o menos ticos oeficaces, pero todos beben de esta misma esperanza.

    A su edad, Chomsky destila un anarquismo rebosante de humanidad, sinnecesidad de exhibicionismos que enmascaren una caricatura de s mismo. Unalarga vida de idealismo radical y activismo diligente le avala. Y no ve que hayacontradiccin en defender ideales anarquistas radicales mientras se lucha porreformas ms discretas, siempre que stas posibiliten una sociedad ms libre yms justa a corto plazo: su humildad es el antdoto que precisa el purismoderrotista de tantos anarquistas actuales. Chomsky es la personicacin de unapoca en que los anarquistas infundan verdadero miedo, no porque quisieran

  • romper a ladrillazos el escaparate de un Starbucks sino porque haban hallado elmodo de organizarse para crear una sociedad funcional, equitativa y capaz deproducir lo suficiente para todos.

    Fue esta clase de anarquismo la que sorprendi gratamente a George Orwellcuando lleg a Barcelona para luchar contra las tropas franquistas, como relata enHomenaje a Catalua, una obra que aparecer citada ms de una vez. Por aquelentonces existan en Espaa granjas, fbricas, empresas de servicios pblicos ymilicias administradas por los trabajadores, conforme a directricesanarcosindicalistas. As lo describe el propio Orwell:

    Haba ido a caer, ms o menos por azar, en la nica comunidad de ciertaenvergadura en Europa occidental donde la conciencia poltica y el rechazo delcapitalismo eran ms normales que lo contrario. All, en Aragn, me hallabaentre decenas de miles de personas la mayora de ellas de origen proletario,aunque no todas que vivan y se trataban en trminos de igualdad. En teoraera una igualdad perfecta y ni siquiera en la prctica distaba mucho de serlo. Encierto sentido, se podra decir que era un anticipo del socialismo, pues lamentalidad predominante era socialista. Muchas de las pautas corrientes delmundo civilizado (la ostentacin, la avaricia, el miedo a los patrones, etctera)haban dejado de existir. La divisin de clases haba desaparecido hasta talpunto que ahora, respirando estos aires mercantiles de Inglaterra, me resultacasi inconcebible; all no haba ms que campesinos y milicianos, y nadie era elamo de nadie. Desde luego, semejante estado de cosas no poda durar. Era slouna fase transitoria y localizada del formidable juego poltico que sedesarrollaba a lo largo y ancho del planeta. Sin embargo, dur lo bastante comopara dejar huella en todos los que la vivimos. Por mucho que nos quejramosentonces, ms tarde comprendimos que habamos asistido a un acontecimientonico, precioso: habamos formado parte de una comunidad en la que laesperanza era ms habitual que la apata o el cinismo, donde la palabracamarada aluda en efecto a la camaradera y no a la hipocresa, como en elresto del mundo. Habamos respirado los aires de la igualdad.

    Cambiando un par de sustantivos, este relato podra rmarlo cualquiera quetomara parte en el movimiento Ocupa Wall Street, aunque la admiracin noestara tan justicada. Orwell vio a los anarquistas tomar una ciudad y extensas

  • zonas rurales, no la manzana escasa que suele delimitar la tpica sentada urbanade OWS. Si estas nuevas utopas, tanto ms reducidas, consiguieron despertar elmismo sentimiento de novedad rompedora y apasionada trascendencia,probablemente sea a causa de esa misma amnesia histrica: la inmensa mayorade la gente no aprendi en la escuela absolutamente nada acerca de las grandesutopas. Si los manifestantes de OWS se quedaron atnitos ante la violenciasistemtica empleada para dispersar sus sentadas, fue porque jams haban odohablar de los anarquistas espaoles o de los de la Comuna parisina, que fueronaplastados por la fuerza militar. La amnesia limita la ambicin y atiza laimpaciencia.

    Aun as, las campaas que se estn llevando a cabo contribuirn a ampliar ellegado del anarquismo. Los anarquistas norteamericanos insisten hoy en plantearproblemas que la opinin establecida no osa reconocer, problemas como laidentidad sexual o la arraigada opresin de ciertos estratos sociales. Son lavanguardia de los movimientos de defensa de los derechos de los animales y delmedio ambiente, algo por lo que las generaciones venideras les estarn muyagradecidas. Mientras la ambicin econmica de algunos corrompe la agriculturaindustrial, los anarquistas cultivan sus propios alimentos. Los hackers anarquistasson mucho ms conscientes que la mayor parte de la gente acerca del poder de lainformacin y de los extremos a los que estn dispuestos a llegar para controlarlaquienes detentan el poder poltico, como atestiguan las penas de aos de crcelque se estn imponiendo por delitos de desobediencia civil electrnica.

    Todas estas fructferas reexiones y muchas otras corren el peligro de caer en elolvido por culpa de esa misma amnesia, a menos que se transmitan y se tratencomo parte de un legado y no como la reaccin pasajera al ltimo modelo decrisis. En sus muchas colectividades y agrupaciones anes, los anarquistascomprometidos de hoy suelen ser gente cultivada que conoce su propia historia,aunque otros la hayan olvidado.

    Esta pizca de conciencia histrica es tambin la prueba de que puede haberentre nosotros ms anarcocuriosidad de la que habamos imaginado. Entre losactores de reparto del estudio de Peter Marshall Demanding the Impossible: A

  • History of Anarchism, que cuenta con el padrinazgo de Chomsky, podemosencontrar a John Stuart Mill, Wilhelm von Humboldt, Herbert Spencer y otrosantepasados de quienes hoy reciben en Estados Unidos el nombre delibertarios: es decir, de los capitalistas ms extremos, partidarios de ungobierno reducido a su mnima expresin.

    Chomsky dene el libertarismo de derechas como una aberracin ms omenos exclusiva de nuestro pas, que propone un mundo cimentado en elodio que se autodestruira en cuestin de segundos. Sin embargo, lavitalidad de este primo lejano del anarquismo sale a relucir en cada nueva rondade elecciones, cada vez que el candidato libertario Ron Paul se cuela en losdebates republicanos gracias al ejrcito de jvenes que luchan con asombrosodenuedo por su rEVOLucin (hay que leer las maysculas de derecha aizquierda para entender el juego). Nos estamos reriendo a un anarquismonanciado por grandes corporaciones, que hace gala de una nostalgia fuera delugar y es tan poco solidario como los obstinados protagonistas de las novelas deAyn Rand. Aun as, soy ms optimista de lo que tal vez debera (segn me dicen)sobre las perspectivas y promesas de este bloque poltico y las posibilidades defusionarlo con otra clase de libertarismo que de verdad merezca la pena.

    Durante los primeros das de Ocupa Wall Street, la infantera del libertarismosali en masa a la calle. Tambin los libertarios tenan cuentas que ajustar con ungobierno o imperio que se conduce como una lial de los grandes bancos, ytrataron de convencer al resto de manifestantes a participar en su asedio deledificio de la Reserva Federal, en una calle contigua a la sentada de Zuccotti Park.Pero poco a poco se fueron apeando de las manifestaciones, hartos como debande estar del alboroto y las polticas identitarias de la izquierda. Se replegaronprimero en mesas de discusin a una o dos calles de all y luego desaparecieroncasi por completo.

    La historia podra haber sido muy distinta. Si se hubieran quedado, mepregunto qu habran podido aprender el uno del otro estos dos libertarismos dela izquierda y la derecha, igualmente amnsicos acerca de sus orgenes comunes.

  • La izquierda anarcocuriosa, por ejemplo, podra descubrir que los movimientosde resistencia funcionales son algo ms que una rebelin juvenil. Entre muchasotras cosas, podra estudiar ejemplos prcticos de esos servicios de asistenciamutua a los que aspira (educacin, apoyo material, asistencia diurna gratuita) enlas iglesias y los grandes centros eclesisticos de todo el pas, donde se asienta lavida social y la base poltica de la derecha. Estas ciudadelas religiosas han puestoen prctica en todos los estados de la Unin algo que los anarquistas handefendido desde sus comienzos: que ninguna forma poltica vale la pena a menosque ayude a la gente necesitada a conseguir eso que necesita, de un modo fiable ysostenible. Y si se puede lograr sin patriarcados ni fundamentalismos, tantomejor.

    Por su parte, la derecha libertaria podra encontrar el modo de desprenderse deesa visin excesivamente optimista de la Constitucin, de sus formas ms omenos sutiles de racismo dirigidas contra los inmigrantes y la poblacin de color,as como de sus elitistas patrocinadores. Tambin podra preguntarse si la librecompetencia que predica de veras da respuesta a las injusticias seculares de laraza, las circunstancias o la orientacin sexual. Qu pensaran todos esos jvenesy entusiastas libertarios si les presentramos un anarquismo igualitario ydemocrtico, dotado de prcticas y principios polticos slidos? Demasiada gentecree que Ayn Rand es quien ms se acerc a este ideal, cuando no podra estarms lejos.

    El anarquismo merece ser algo ms que una curiosidad, algo ms que una tbularasa y que el consenso fortuito de un puado de activistas bisoos que noalcanzan a ponerse de acuerdo en ninguna otra cuestin. Porque es algo mejorque todo eso. Tanto la anarcocuriosidad que suscit el movimiento OWS como elreciente auge del libertarismo de derechas revelan que ha llegado la hora dereconocer el anarquismo como una tradicin intelectual seria y una posibilidadreal. As lo ha considerado Noam Chomsky durante toda su vida y deberamos serms quienes siguiramos su ejemplo.

    NATHAN SCHNEIDER

  • 1Apuntes sobre el anarquismoEn la dcada de 1890 un escritor francs simpatizante del anarquismo escribique el anarquismo tiene anchas y robustas espaldas y, como el pao, es capazde soportar cualquier carga, incluida la de ciertos militantes que hacen msdao a la causa que su peor enemigo.1 Ideas y prcticas calicadas deanarquistas las ha habido de muchas clases, sera intil tratar de encuadrartodas estas tendencias divergentes en el marco de una ideologa o teora general.Y aunque procediramos a extraer de la historia del pensamiento libertario unatradicin viva, en permanente evolucin, como hace Daniel Gurin enLAnarchisme, sera arduo formular sus doctrinas como una teora especca ydeterminada de la sociedad y el cambio social. El historiador anarquista RudolfRocker, cuya obra ofrece un anlisis sistemtico de la deriva del pensamientoanarquista hacia un anarcosindicalismo similar al de Gurin, pone el dedo en lallaga cuando escribe lo siguiente:

    [El anarquismo no es] un sistema social jo, hermtico, sino una tendenciamaniesta en la evolucin histrica de la humanidad, que, a diferencia de latutela intelectual que ejercen las instituciones eclesisticas o gubernamentales,aspira al desarrollo libre y expedito de todas las fuerzas individuales y socialesdel hombre. Ni siquiera la libertad es un concepto absoluto, es slo relativo,pues tiende a expandirse sin cesar y a alcanzar mbitos cada vez ms amplios delas formas ms diversas. Para el anarquista, la libertad no es un conceptolosco abstracto, sino la posibilidad concreta y fundamental que tiene cadaser humano de desarrollar plenamente las facultades, capacidades y talentosque le concede la naturaleza y ponerlos al servicio de la sociedad. Cuanto menosinterera en este desarrollo natural del hombre el control eclesistico opoltico, tanto ms ecaz y armoniosa llegar a ser la personalidad humana ymejor muestra dar de la cultura intelectual de la sociedad que la haengendrado.2

    Cabra preguntarse qu inters puede tener el estudio de una tendenciamaniesta en la evolucin histrica de la humanidad en el que no encuentra

  • expresin ninguna teora social concreta y pormenorizada. En efecto, muchoscomentaristas desdean el anarquismo, calicndolo de ideal utpico, informe,primitivo y, en todo caso, incompatible con las realidades de una sociedadcompleja. Sin embargo, nada impide adoptar una perspectiva muy distinta yarmar que, en cada estadio de la historia, nuestro propsito debera ser erradicaraquellas formas de autoridad y opresin originarias que si bien en su momentopudieron tener una justicacin por motivos de seguridad, supervivencia odesarrollo econmico, en la actualidad agudizan la miseria material y cultural enlugar de contribuir a paliarla. Desde este punto de vista, no hay ninguna doctrinadel cambio social ja, vlida para el presente y el futuro, como tampoco existenecesariamente una idea concreta e inalterable de las metas hacia las que deberatender el cambio social. Nuestra comprensin de la naturaleza humana y de lavariedad de formas viables de sociedad es sin duda tan rudimentaria quecualquier doctrina con pretensiones universales debe contemplarse con el mayorescepticismo, del mismo modo que deberamos desconar cada vez que oigamosque la naturaleza humana o los imperativos de la eciencia o lacomplejidad de la vida moderna requieren tal o cual forma de opresin oautocracia.

    Sin embargo, en cada poca concreta tenemos sobrados motivos paradesarrollar, hasta donde nuestro entendimiento lo permita, una realizacinespecca de esta tendencia maniesta en la evolucin histrica de lahumanidad que sea acorde con los desafos del presente. Para Rocker, eldesafo que nos plantea nuestra poca es el de liberar al hombre de la lacra de laexplotacin econmica y la esclavitud poltica y social; y la solucin no resideen la conquista y el ejercicio del poder estatal, ni en un parlamentarismoembrutecedor, sino en la reconstruccin de la vida econmica de los pueblosdesde la base y en el espritu del socialismo.

    Mas slo los productores estn capacitados para ello, pues son el nicoestamento social creador de valor a partir del que puede surgir un nuevoporvenir. A ellos corresponde despojar al trabajo de los grilletes que le haimpuesto la explotacin econmica, liberar a la sociedad de todos losmecanismos e instituciones del poder poltico y abrir camino hacia una alianza

  • de agrupaciones libres de hombres y mujeres basadas en el trabajo cooperativo yen una administracin en inters de la comunidad. Preparar a las masastrabajadoras de la ciudad y el campo para este gran objetivo y unirlas en unafuerza militante, tal es el verdadero propsito del anarcosindicalismo moderno,sa es cabalmente su misin. [p. 108]

    En cuanto socialista, Rocker da por sentado que la autntica, denitiva ycompleta liberacin de los trabajadores slo es posible bajo una condicin: laapropiacin del capital, esto es, de las materias primas y los medios deproduccin, incluida la tierra, por parte del conjunto de los trabajadores.3 Encuanto anarcosindicalista, insiste adems en que en el periodo prerrevolucionariolas organizaciones obreras engendran no slo las ideas, sino tambin la realidaddel porvenir, encarnando la estructura de la sociedad futura; y aguardaesperanzado la llegada de la revolucin que abolir el aparato estatal y expropiara los expropiadores. En lugar del gobierno, proclamamos la administracinindustrial.

    Los anarcosindicalistas estn convencidos de que el orden econmico socialistano puede alcanzarse mediante decretos o estatutos gubernamentales, sino envirtud de la colaboracin solidaria entre las mentes y los brazos de lostrabajadores en cada ramo de la produccin; es decir, encumbrando a ladireccin de todas las fbricas a los propios trabajadores, de modo que lasdistintas agrupaciones, fbricas y ramos de la industria pasen a ser los miembrosindependientes del organismo econmico general que se encarguensistemticamente de la produccin y la distribucin de los bienes en inters dela comunidad, mediante acuerdos adoptados libremente. [p. 94]

    Esto lo escriba Rocker poco despus de que estas ideas se hubieran llevado a laprctica de forma espectacular en la Revolucin Espaola. Justo antes de queestallara esa revolucin, el economista anarcosindicalista Diego Abad de Santillnhaba escrito:

    [] al afrontar el problema de la transformacin social, la revolucin no puedevalerse del Estado como medio, sino que ha de conar en la organizacin de losproductores.

  • En este principio nos hemos basado y no vemos que haya necesidad de unpoder superior al de los sindicatos para establecer un nuevo orden de cosas. Quealguien nos explique qu funcin, si es que la hay, puede tener el Estado en unaorganizacin econmica en la que la propiedad privada ha sido abolida y no haylugar para el parasitismo y los privilegios arbitrarios. La supresin del Estadoexige fuerza y vigor; es tarea de la revolucin acabar con el Estado. Una de dos: ola revolucin entrega la riqueza social a los trabajadores, en cuyo caso stos seorganizarn con vistas a la distribucin colectiva y el Estado dejar de tenersentido; o la revolucin no entrega la riqueza social a los productores, en cuyocaso la revolucin habr sido un fraude y el Estado seguir existiendo.

    Nuestro consejo federal de economa no es un poder poltico sino un poderregulador econmico y administrativo. Recibe sus directrices desde abajo yopera con arreglo a las resoluciones de las asambleas regionales y nacionales. Esun organismo de coordinacin, nada ms.4

    En una carta de 1883, Engels se mostraba en franco desacuerdo:

    Los anarquistas ponen las cosas patas arriba. Arman que la revolucinproletaria debe empezar por echar abajo la organizacin poltica del Estado. []Pero hacerlo en un momento como ste equivaldra a destruir el nicoorganismo que el proletariado victorioso tiene a mano para imponer laautoridad recin conquistada, mantener a raya a sus adversarios capitalistas yllevar a cabo esa revolucin econmica de la sociedad sin la cual su victoriaterminar inevitablemente en una nueva derrota y una masacre de obrerossimilar a la que puso fin a la Comuna de Pars.5

    Por su parte, los anarquistas y, con singular elocuencia, Bakunin advertan delos peligros que entraaba una burocracia roja, llamada a convertirse en lamentira ms vil y deleznable que ha urdido nuestro siglo.6 El anarcosindicalistaFernand Pelloutier se preguntaba: Ese estado transitorio al que hemos desometernos ha de ser por fuerza una crcel colectivista? Por qu no puedeconsistir en una organizacin libre, limitada slo por las necesidades de laproduccin y el consumo, despojada ya de toda institucin poltica?.7

    No pretendo poder dar respuesta a estas preguntas, pero parece evidente que,a menos que exista algn tipo de respuesta armativa, las posibilidades de una

  • revolucin de veras democrtica que lleve a la prctica los ideales humanistas dela izquierda son escasas. Martin Buber resuma el problema mediante la siguienteimagen: Nadie puede esperar razonablemente que un arbolillo transformado enun garrote comience a echar hojas.8 En la cuestin de la conquista odestruccin del poder estatal resida el principal desacuerdo entre Bakunin yMarx.9 De un modo u otro, el problema se ha planteado repetidamente a lo largodel siglo que ha transcurrido desde entonces, enfrentando a socialistaslibertarios y autoritarios.

    Pese a las advertencias de Bakunin sobre la burocracia roja, que encontraron suconrmacin en la dictadura de Stalin, al interpretar las pugnas polticas de hacecien aos sera un burdo error hacer depender las reivindicaciones de losmovimientos sociales contemporneos de sus orgenes histricos. En particular,es engaoso ver en el bolchevismo un marxismo llevado a la prctica. Muchoms atinada sera una crtica del bolchevismo por parte de la izquierda a la luz delas circunstancias histricas de la Revolucin Rusa.10

    El movimiento obrero de la izquierda antibolchevique se opuso a los leninistasporque no sacaron suciente provecho de los levantamientos rusos para nesestrictamente proletarios. Los bolcheviques, prisioneros de su entorno, usaronel movimiento radical internacional para satisfacer necesidadesespeccamente rusas, que no tardaron en identicarse con las del partidoestatal bolchevique. El componente burgus de la revolucin rusa comenz amanifestarse en el propio bolchevismo: el leninismo pas a formar parte de lasocialdemocracia internacional, distinguindose de esta ltima slo encuestiones estratgicas.11

    A mi entender, si de la tradicin anarquista hubiera que entresacar una sola idearectora, debiera ser la que enunci Bakunin cuando, al hablar de la Comuna dePars, se describi a s mismo en estos trminos:

    Soy un amante apasionado de la libertad y creo que es la nica condicin para eldesarrollo y crecimiento de la inteligencia, la dignidad y la dicha del hombre;no me reero a esa libertad puramente formal otorgada, delimitada yreglamentada por el Estado, mentira sempiterna que, en la prctica, se traduce

  • siempre en los privilegios de unos pocos merced a la esclavitud del resto; ytampoco a esa libertad individualista, egosta, mezquina y cticia, pregonadapor la escuela de J. J. Rousseau y otras escuelas del liberalismo burgus queconsideran que el Estado, al delimitar los derechos de cada cual, es la condicinde posibilidad de los derechos de todos, idea que conduce de modo inexorable ala reduccin de los derechos de cada cual a cero. No, me reero a la nica clasede libertad digna de veras de tal nombre, la libertad que supone el desarrollopleno de las facultades materiales, intelectuales y morales latentes en cadaindividuo; la libertad que no reconoce ms restricciones que las determinadaspor las leyes de nuestra naturaleza; restricciones que no pueden considerarsepropiamente tales, puesto que las leyes de las que derivan no nos han sidoimpuestas por ningn legislador externo, ya se encuentre a nuestra altura o porencima de nosotros, sino que nos son inmanentes e inherentes, y constituyen labase misma de nuestro ser material, intelectual y moral: estas restricciones nolimitan nuestra libertad; antes bien, son sus condiciones reales e inmediatas.12

    Estas ideas surgen de la Ilustracin; hunden sus races en el Discurso sobre elorigen de la desigualdad entre los hombres de Rousseau; en Los lmites de la accindel Estado, de Humboldt; en la insistencia de Kant, al defender la RevolucinFrancesa, donde la libertad es la condicin previa que permite adquirir lamadurez necesaria para ser libre y no el premio que se otorga tras alcanzar dichamadurez. Tras el auge del capitalismo industrial, nuevo e imprevisto sistema deinjusticia, el socialismo libertario es el que ha preservado y difundido el mensajehumanista radical de la Ilustracin y los ideales liberales clsicos, pervertidos mstarde para servir de sustento a una ideologa que respalda el orden socialemergente. De hecho, los mismos postulados que condujeron al liberalismoclsico a oponerse a la intervencin estatal en la vida social son los que hacen quelas relaciones sociales capitalistas les resulten igualmente intolerables. Esevidente, por ejemplo, en Los lmites de la accin del Estado de Humboldt, que seanticip y tal vez inspir a Mill, y sobre la que volveremos ms adelante. Esta obraclsica del pensamiento liberal, concluida en 1792, es en su misma esencia, sibien de forma prematura, profundamente anticapitalista. Las ideas que exponehan de ser podadas hasta hacerlas irreconocibles para transmutarlas en unaideologa del capitalismo industrial.

  • La visin de Humboldt de una sociedad en la que las ataduras sociales seansustituidas por vnculos sociales y el trabajo se haga por propia voluntad,recuerda al primer Marx y sus reexiones sobre la alienacin del trabajo cuandoes algo ajeno al trabajador [] y no forma parte de su naturaleza, [] [cuando] noconduce a su realizacin personal sino a la negacin de s mismo, [] a suagotamiento fsico y su degradacin mental, el trabajo alienante que relega aalgunos trabajadores a labores propias de los brbaros y convierte a otros enmquinas, despojando as al hombre de una caracterstica connatural a suespecie: la actividad consciente y libre y la vida productiva. Del mismomodo, Marx concibe una nueva clase de ser humano que necesita a suscongneres. [] [La asociacin obrera viene a ser as] el verdadero impulsoconstructivo para crear el tejido social de las futuras relaciones humanas.13 Escierto que el pensamiento libertario clsico, partiendo de premisas de gran caladosobre la necesidad humana de libertad, diversidad y libre asociacin, se opone ala intervencin estatal en la vida social. Pero conforme a las mismas premisas lasrelaciones de produccin, trabajo asalariado y competitividad del capitalismo, ascomo su ideologa del individualismo posesivo, deben juzgarseprofundamente contrarias al ser humano. El socialismo libertario puedeconsiderarse, con toda propiedad, el autntico heredero de los ideales liberalesde la Ilustracin.

    Rudolf Rocker describe el anarquismo moderno como la conuencia de lasdos grandes corrientes que desde la Revolucin Francesa fueron adquiriendo suexpresin caracterstica en la vida intelectual de Europa: el socialismo y elliberalismo, y sostiene que los ideales liberales clsicos embarrancaron en larealidad de las formas econmicas capitalistas. El anarquismo es por fuerzaanticapitalista, pues se opone a la explotacin del hombre por el hombre. Perotambin rechaza el dominio del hombre sobre el hombre. Rocker insiste enque el socialismo ser libre o no ser de ninguna manera . En el reconocimiento deeste hecho radica la profunda y genuina justicacin de la existencia delanarquismo.14 Desde este punto de vista, el anarquismo podra verse como elala libertaria del socialismo. ste es el enfoque que adopta Daniel Gurin alestudiar el anarquismo en LAnarchisme y otras obras.15

  • Gurin cita a Adolph Fischer, quien armaba que todo anarquista essocialista, pero no todo socialista es necesariamente anarquista. Del mismomodo, Bakunin, en su maniesto anarquista de 1865, donde sent las bases desu proyectada fraternidad revolucionaria internacional, estableci el principio deque sus miembros deban ser, antes de nada, socialistas.

    Un socialista consecuente debe oponerse a la propiedad privada de los mediosde produccin y a la esclavitud asalariada que conlleva, por ser incompatiblescon el principio de que el trabajo debe asumirse libremente y permanecer bajo elcontrol del trabajador. Como dijo Marx, los socialistas aspiran a crear unasociedad en la que el trabajo no sea slo un medio de vida, sino la primeranecesidad vital,16 meta irrealizable cuando el trabajador se somete a la autoridadde otro o precisa algo ms que su propio impulso: Aunque alguna forma detrabajo asalariado pueda resultar menos odiosa que otra, ninguna puede eliminarla miseria del trabajo asalariado mismo.17 Un anarquista consecuente no slodebe oponerse al trabajo alienante sino tambin a la embrutecedoraespecializacin del trabajo que se produce cuando los medios de produccin

    mutilan al obrero convirtindolo en un hombre fragmentario, lo rebajan a lacategora de mero apndice de la mquina, hacen de su trabajo una tortura quelo despoja de sentido, le escamotean las potencias espirituales del trabajo en lamedida en que a ste se incorpora la ciencia como potencia independiente18

    Marx no vea en ello un fenmeno inevitable de la industrializacin, sino un rasgodistintivo de las relaciones capitalistas de produccin. La sociedad del futurodebe ocuparse de sustituir al trabajador especializado actual, [] reducido ameros fragmentos de ser humano, por el individuo desarrollado cabalmente, aptopara las labores ms diversas, [] para quien las diversas funciones sociales []no son sino otras tantas formas de dar rienda suelta a sus facultades naturales.19

    Para ello, es requisito previo la abolicin del capital y el trabajo asalariado comocategoras sociales (por no hablar de los ejrcitos industriales de los estadosobreros o las mltiples formas modernas del totalitarismo o el capitalismoestatal). En principio, esta degradacin del hombre a mero apndice de lamquina, a herramienta de produccin especializada, podra superarse en lugar

  • de agravarse mediante el desarrollo y uso adecuado de la tecnologa, pero esoes algo irrealizable bajo las condiciones de control autocrtico de la produccinpor parte de quienes hacen del hombre un instrumento al servicio de sus nesparticulares, desdeando sus metas como individuo, por emplear la expresin deHumboldt.

    Incluso en el seno del capitalismo, los anarcosindicalistas aspiraban a crearasociaciones libres de trabajadores libres que se implicaran en la luchamilitante y se prepararan para asumir la organizacin de la produccin de formademocrtica. Estas asociaciones deban actuar como escuelas prcticas deanarquismo.20 Si la propiedad privada de los medios de produccin es, en laclebre formulacin de Proudhon, slo otra forma de robo y de explotacindel dbil por el fuerte,21 el control de la produccin por parte de una burocraciaestatal, por benvolas que puedan ser sus intenciones, tampoco contribuye acrear las condiciones bajo las que el trabajo manual o intelectual puedeconvertirse en la primera necesidad vital. Por consiguiente, ambos sistemasdeben ser superados.

    Al arremeter contra la propiedad o el control burocrtico de los medios deproduccin, el anarquista se alinea con los que luchan por instaurar la tercera yltima fase emancipatoria de la historia; si la primera convirti a los esclavos ensiervos y la segunda hizo de ellos trabajadores asalariados, la tercera abolir elproletariado en un acto denitivo de liberacin que pondr el control de laeconoma en manos de asociaciones libres y voluntarias de productores (Fourier,1848).22 Tambin Alexis de Tocqueville adverta en 1848 del peligro inminentepara la civilizacin:

    Mientras el derecho de propiedad fue el origen y el fundamento de tantos otrosderechos, fue fcil de defender, o ms bien no hubo necesidad de defenderlo;por entonces constitua la ciudadela de la sociedad, siendo el resto de derechosla forticacin que la rodeaba; no tuvo que repeler ningn ataque y, en laprctica, no se produjo ningn intento serio de tomarla al asalto. Pero hoy,cuando el derecho de propiedad es el ltimo vestigio intacto del mundoaristocrtico, lo nico que queda en pie de su ciudadela, el nico privilegio de

  • una sociedad que tiende a la igualdad, la cosa es muy distinta. Basta con pensaren lo que sienten las clases trabajadoras, aunque sigan guardando silencio. Escierto que no estn tan inamadas como antao por la pasin polticapropiamente dicha, pero no veis que sus pasiones, alejndose de la poltica, sonahora pasiones sociales? No veis que, poco a poco, se difunden entre ellasopiniones e ideas que no persiguen abolir tal ley, ministerio o gobierno, sinodisolver los cimientos mismos de la sociedad?23

    En 1871, los obreros de Pars rompieron su silencio y procedieron a

    abolir la propiedad, la base de toda civilizacin! S, caballeros, la Comunapretenda abolir esa propiedad de clase que convierte el trabajo de muchos en lariqueza de unos pocos. Aspiraba a la expropiacin de los expropiadores. Queraconvertir la propiedad individual en una realidad transformando los medios deproduccin, la tierra y el capital (que hoy son ante todo medios de sometimientoy explotacin del trabajo) en simples instrumentos de trabajo libre y asociado.24

    La Comuna acab en un bao de sangre, por supuesto. La verdadera naturalezade la civilizacin que los obreros de Pars haban tratado de abolir con suataque a los cimientos mismos de la sociedad sali de nuevo a relucir cuandolas tropas del gobierno de Versalles reconquistaron la ciudad de Pars. Comoescribe Marx, con tanta amargura como acierto:

    La civilizacin y la justicia del orden burgus se exhiben en todo su siniestroesplendor dondequiera que sus esclavos y sus parias osan rebelarse contra losseores. En tales momentos, esa civilizacin y esa justicia se muestran como loque realmente son: salvajismo descarado y venganza sin ley. [] las virulentashazaas de la soldadesca reejan el espritu innato de esa civilizacin, de la quees el brazo vengador y mercenario. [] La burguesa del mundo entero, queasisti complacida a la masacre que puso el broche a la batalla, se estremece dehorror ante la profanacin del ladrillo y la argamasa. [Ibd., pp. 74, 77.]

    Pese a la violenta destruccin de la Comuna, Bakunin escribi que los sucesos dePars inauguraban una nueva era, la de la emancipacin definitiva y completa delas masas populares y su verdadera solidaridad futura, por encima y a pesar de lasataduras del Estado. [] La prxima revolucin internacional y solidaria de los

  • pueblos ser la resurreccin de Pars, una revolucin que el mundo todavaespera.

    As pues, el anarquista consecuente ha de ser socialista, pero de un modoparticular. No slo se opondr al trabajo alienante y especializado y aspirar a laapropiacin del capital por parte de los trabajadores, sino que insistir adems enque esta apropiacin se realice de forma directa, sin la mediacin de ninguna liteque acte en nombre del proletariado. Se opondr, en suma, a

    la organizacin de la produccin por parte del gobierno, que equivale alsocialismo de Estado, a la autoridad de los funcionarios del Estado sobre laproduccin y a la autoridad de los gerentes, cientcos y encargados en lafbrica. [] La meta de la clase obrera es liberarse de la explotacin. Es una metaque no se alcanza ni podr alcanzarse nunca remplazando a la burguesa por unanueva clase dirigente; slo pueden alcanzarla los propios trabajadores,aduendose de la produccin.

    La cita procede de Cinco tesis sobre la lucha de clases , de Anton Pannekoek, guradestacada de la izquierda marxista y uno de los principales tericos delmovimiento consejista. Y es que, en la prctica, el marxismo radical convergecon las corrientes anarquistas, como ilustra la siguiente caracterizacin delsocialismo revolucionario:

    El socialista revolucionario descarta que la propiedad estatal pueda conducir aotra cosa que al despotismo burocrtico. Ya hemos visto por qu el Estado nopuede ejercer el control democrtico de la industria. La propiedad y el controldemocrtico de la industria corresponden slo al proletariado, que elegircomits administrativos industriales de entre sus las. El socialismo ser, enesencia, un sistema industrial; su estructura electoral ser de carcter industrial.De este modo, quienes lleven a cabo las actividades comunitarias e industrialesde la sociedad estarn representados de forma directa en los consejos locales ycentrales de la administracin, y el poder de los delegados emanar de quienesllevan a cabo el trabajo y conocen las necesidades de la comunidad. Cuando elcomit industrial administrativo central se rena, representar a cada sector dela actividad social. As, el estado capitalista, poltico o geogrco, serremplazado por el comit administrativo industrial del socialismo. La transicin

  • de uno a otro sistema constituir la revolucin social . A lo largo de la historia, elestado poltico ha ido asociado al gobierno de los hombres ejercido por las clasesdirigentes; la repblica socialista ser el gobierno de la industria, administradaen nombre de la comunidad. El primero entraaba el sometimiento econmicoy poltico de la mayora; la segunda traer la libertad econmica de todos y ser,por tanto, una verdadera democracia.

    Esta declaracin programtica procede de e State: Its Origins and Function , obrade William Paul publicada en 1917, poco antes de que apareciera El estado y larevolucin de Lenin, tal vez su obra ms libertaria (vase la nota 9). Paul milit enel Partido Laborista Socialista Marxista-DeLeonista, y ms adelante fue uno de losfundadores del Partido Comunista Britnico.25 Su crtica del socialismo de Estadoguarda cierta similitud con la doctrina libertaria de los anarquistas: ambas partende la base de que la propiedad y la gestin estatal degeneran en un despotismoburocrtico que la revolucin social debe sustituir por la organizacin industrialde la sociedad bajo el control directo de los trabajadores. Podran citarse multitudde afirmaciones similares.

    Lo esencial es que estas ideas ya han sido puestas en prctica en accionesrevolucionarias espontneas en Alemania e Italia tras la Primera Guerra Mundial oen Espaa en 1936 (y no slo en las zonas rurales, tambin en la Barcelonaindustrial). Podra decirse que la forma natural de socialismo revolucionario enuna sociedad industrial es alguna clase de comunismo consejista. Conrma laintuicin de que la democracia se encuentra muy limitada cuando el sistemaindustrial est controlado por una lite autocrtica, ya sea de propietarios,administradores y tecncratas, ya sea por un partido de vanguardia o por unaburocracia estatal. En tales condiciones de dominio autoritario sern irrealizableslos ideales libertarios clsicos que desarrollaron por extenso Marx, Bakunin ytodos los verdaderos revolucionarios; el hombre no ser libre de desarrollar supotencial plenamente y el obrero seguir siendo un hombre fragmentario,degradado, mera herramienta de un proceso productivo dirigido desde arriba.

    La expresin accin revolucionaria espontnea puede inducir a error. Losanarcosindicalistas, cuando menos, se tomaron muy en serio la observacin de

  • Bakunin acerca de las organizaciones obreras, que en el periodo previo a larevolucin deben crear no slo las ideas, sino tambin la realidad del porvenir.Los logros de la revolucin popular espaola, en particular, se edicaron sobre eltrabajo paciente de muchos aos de organizacin y educacin, sobre una largatradicin de compromiso y militancia. Las resoluciones del Congreso de Madrid,en junio de 1931, y del Congreso de Zaragoza, en mayo de 1936, preguraban enms de un sentido los actos de la revolucin, al igual que otras ideas un pocodistintas esbozadas por Abad de Santilln (vase la nota 4) en su puntualdescripcin de la organizacin socioeconmica que habra de instituir larevolucin: La Revolucin Espaola estaba relativamente madura, tanto en lasmentes de los pensadores libertarios como en la conciencia popular. Tras elgolpe de Franco, cuando la agitacin de principios de 1936 dio pie a la revolucinsocial, el pas dispona de organizaciones obreras con la estructura, la experienciay los conocimientos necesarios para emprender la reconstruccin social. En suintroduccin a la antologa de textos sobre la colectivizacin en Espaa, elanarquista Augustin Souchy escribe:

    Durante muchos aos, los anarquistas y sindicalistas espaoles convirtieron latransformacin social en su prioridad. En sus asambleas sindicales y en susperidicos, folletos y libros se discuta continua y sistemticamente el problemade la revolucin social.26

    sta es la labor que se esconde tras los logros espontneos y la obra constructivade la Revolucin Espaola.

    Las ideas del socialismo libertario, en el sentido descrito, han permanecidosoterradas en las sociedades industriales de los ltimos cincuenta aos. Las dosideologas dominantes han sido el socialismo estatal y el capitalismo estatal (esteltimo, en Estados Unidos, cada vez ms militarizado por razones obvias).27 Perode un tiempo a esta parte se ha reavivado el inters por las ideas anarquistas. Lastesis de Anton Pannekoek que he citado proceden de un paneto reciente de ungrupo radical obrero francs (Informations Correspondance Ouvrire). Laspalabras de William Paul sobre el socialismo revolucionario se citan en un artculode Walter Kendall presentado en el Congreso Nacional de Control Obrero de

  • Sheeld en marzo de 1969. En los ltimos aos, el movimiento de control obrerose ha convertido en una fuerza poltica pujante en Inglaterra, organizandonumerosos congresos, editando gran cantidad de panetos y captando el apoyode los principales sindicatos del pas. El Sindicato Unido de Obras de Ingeniera yFundicin, por ejemplo, ha adoptado como poltica ocial el programa denacionalizacin de industrias bsicas bajo el control de los trabajadores a todoslos niveles.28 En la Europa continental los progresos son equiparables. Porsupuesto, los sucesos de mayo del 68 avivaron el inters por el comunismoconsejista y otras ideas afines en Francia y Alemania, al igual que en Inglaterra.

    Dado el conservadurismo general de una sociedad tan ideologizada como lanuestra, a nadie sorprende que en Estados Unidos estas iniciativas brillen por suausencia. Pero tambin eso puede cambiar. La erosin de la mitologa de laGuerra Fra permite al menos plantear estas cuestiones en crculos bastanteamplios. Si logramos contener la actual ola de represin y la izquierda consiguesuperar sus impulsos suicidas para construir sobre los cimientos que se hanpuesto durante el ltimo decenio, la organizacin de una sociedad industrialconforme a principios verdaderamente democrticos, que someta el trabajo y lacomunidad a un control tambin democrtico, pasar a ser el principal tema dereexin para todo aquel que sea sensible a los problemas de la sociedadcontempornea. Y a medida que se genere un movimiento de masas favorable alsocialismo libertario, la reflexin dar paso a la accin.

    En su maniesto de 1865, Bakunin predijo que un elemento importante de larevolucin social sera esa fraccin inteligente y verdaderamente noble de lajuventud que, pese a pertenecer por nacimiento a las clases privilegiadas, harsuya la causa del pueblo gracias a sus generosas convicciones y ardorosasaspiraciones. Acaso pueda considerarse el movimiento estudiantil de los aossesen-ta un primer paso hacia el cumplimiento de su profeca.

    Daniel Gurin ha emprendido lo que l describe como un proceso derehabilitacin del anarquismo. Sostiene y, en mi opinin, de forma muyconvincente que las fructferas ideas del anarquismo han conservado suvitalidad y, una vez revisadas y cribadas, podran ayudar al pensamiento

  • socialista contemporneo a tomar un nuevo rumbo [] [y] contribuir aenriquecer el marxismo.29 De esas anchas y robustas espaldas delanarquismo, ha escogido para examinar con detenimiento aquellas ideas yacciones que cabra adscribir al socialismo libertario. Es algo natural y oportuno.Dentro de este marco da cabida tanto a los grandes portavoces del anarquismocomo a los movimientos populares inspirados por sentimientos e idealesanarquistas. Gurin no se ocupa nicamente del pensamiento anarquista, sinotambin de las acciones populares espontneas que en el transcurso de la lucharevolucionaria son las que, en la prctica, crean las nuevas formas sociales. Seocupa por igual de la creatividad social y de la intelectual. De los logros delpasado Gurin trata asimismo de extraer lecciones que puedan enriquecer lateora de la liberacin social. Para aquellos que adems de entender el mundoaspiren a cambiarlo, no hay mejor modo de abordar el estudio de la historia delanarquismo.

    E n Lanarchisme, Gurin sostiene que el anarquismo del siglo XIX fue unmovimiento sobre todo doctrinal, mientras que el siglo XX ha sido para losanarquistas un periodo de prctica revolucionaria.30 La suya es unainterpretacin del anarquismo que apunta de forma consciente hacia el futuro.Arthur Rosenberg seal en cierta ocasin que las revoluciones populares secaracterizan por su aspiracin a remplazar un gobierno feudal o centralizadobasado en la fuerza por alguna suerte de sistema comunal que conlleve ladestruccin y disolucin de la vieja forma de Estado. Este sistema ser o biensocialista o bien una forma extrema de democracia, [] premisa del socialismo,pues ste slo puede hacerse realidad en un mundo en que el individuo goce delmayor grado posible de libertad. Se trata, aade, de un ideal comn a Marx y losanarquistas.31 Esta lucha natural por la liberacin es contraria a la tendencia actualhacia la centralizacin de la vida econmica y poltica.

    Hace un siglo Marx escribi que la burguesa de Pars comprendi que nohaba ms alternativa que la Comuna o el Imperio, fuera cual fuera el nombre bajoel que ste resurgiese.

    En el aspecto econmico, el Imperio los haba arruinado dilapidando la riqueza

  • pblica, dando pie a enormes estafas nancieras, prestando apoyo a laconcentracin articialmente acelerada del capital, que supuso la expropiacinde muchos de sus miembros. Los haba suprimido polticamente y los habaexasperado moralmente con sus orgas; haba herido su volterianismo al conarla educacin de sus hijos a los frres ignorantins a y haba soliviantado sunacionalismo francs abocndolos a una guerra que slo poda ofrecer unacompensacin para la ruina que haba causado: la cada del Imperio.32

    El msero Segundo Imperio era la nica forma de gobierno posible en una pocaen que la burguesa haba perdido ya la facultad de gobernar la nacin y la claseobrera an no la haba adquirido.

    No sera muy difcil reformular la frase para amoldarla a los sistemas imperialesde 1970. Liberar al hombre de la lacra de la explotacin econmica y laesclavitud poltica y social sigue siendo la tarea fundamental de nuestrotiempo. Y mientras sea as, las doctrinas y prcticas revolucionarias del socialismolibertario podrn servirnos de inspiracin y de gua.

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    Notas del captulo

    La cita es de Octave Mirbeau y aparece en James Joll, e Anarchists ,Little, Brown & Co., Boston, 1964, pp. 145-146. [Edicin en castellano: Losanarquistas, traduccin de Rafael Andreu Aznar, Grijalbo, Barcelona, 1968.(Los textos entre corchetes de esta seccin son notas del traductor.)]

    Rudolf Rocker, Anarchosyndicalism, Secker & Warburg, Londres, 1938, p.31. [Edicin en castellano: Anarcosindicalismo (teora y prctica) , traduccin deEnrique Melich Gutirrez, Fundacin de Estudios Libertarios AnselmoLorenzo, Madrid, 2009.]

    Ibd., p. 77. Esta cita y la de la frase siguiente proceden de El programade la Alianza, de Mijal Bakunin, reproducido en Bakunin on Anarchy, ediciny traduccin de Sam Dolgo, Alfred A. Knopf, Nueva York, 1972. [Edicin encastellano: La anarqua segn Bakunin, traduccin de Marcelo Covin Fasce,Tusquets Editores, Barcelona, 1984.]

    Diego Abad de Santilln, After the Revolution, Greenberg, Nueva York,1937, p. 86. [Traduccin al ingls de El organismo econmico de la revolucin,publicado en 1936 y reeditado en Zero, Madrid, 1978.] En el ltimo captulo dela obra, escrito varios meses despus del comienzo de la revolucin, el autor semuestra descontento con los progresos realizados hasta entonces. Un estudioms detallado de los logros de la revolucin social en Espaa puedeencontrarse en el primer captulo de mi libro American Power and the NewMandarins (Pantheon Books, Nueva York, 1969) y en las referencias que all secitan [parte de este captulo se corresponde con el captulo 3 de la presenteedicin]; el gran estudio de Brou y Tmime ya ha sido traducido al ingls [encastellano se public tambin hace tiempo: La Revolucin Espaola (1931-1939) ,traduccin de Pilar Bouzas, Edicions 62, Barcelona, 1977]. Desde entonces sehan publicado otros estudios bien documentados sobre el tema, entre los que

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    destacan: Frank Mintz, Lautogestion dans lEspagne rvolutionnaire , ditionsBlibaste, Pars, 1971 [edicin en castellano: Autogestin y anarcosindicalismo enla Espaa revolucionaria: anlisis y crticas, 1931-2005 , Tracantes de Sueos,Madrid, 2006]; Csar M. Lorenzo, Les anarchistes espagnols et la pouvoir, 18681969, ditions du Seuil, Pars, 1969 [edicin en castellano: Los anarquistasespaoles y el poder (18681969), Ruedo Ibrico, Pars, 1973]; Gaston Leval,Espagne libertaire, 19361939: Luvre constructive de la Rvolution espagnole ,ditions du Cercle, Pars, 1971. Vase tambin Vernon Richards, Lessons of theSpanish Revolution, 19361939 , edicin ampliada, Freedom Press, Londres, 1972[edicin en castellano: Enseanzas de la Revolucin Espaola , traduccin deLan Dez, Campo Abierto Ediciones, Madrid, 1977].

    La cita aparece en Robert C. Tucker, e Marxian Revolutionary Idea , W.W. Norton & Co., Nueva York, 1969.

    Mijal Bakunin, carta a Herzen y Ogare, 1866. La cita aparece en DanielGurin, Jeunesse du socialisme libertaire , Librairie Marcel Rivire, Pars, 1959.[Edicin en castellano: Marxismo y socialismo libertario, traduccin de ElbiaLeite, Editorial Proyeccin, Buenos Aires, 1964.]

    Cita de Fernand Pelloutier extrada de Joll, e Anarchists . La fuente delautor es el artculo Lanarchisme et les syndicats ouvriers, Les TempsNouveaux, 1895, reproducido en Daniel Gurin (ed.), Ni Dieu, ni Matre, La Citditeur, Lausanne, s.f. [Edicin en castellano: Ni Dios ni Amo, traduccin deCarlos Daz, Campo Abierto Ediciones, Madrid, 1977.]

    Martin Buber, Paths in Utopia, Beacon Press, Boston, 1958. [Edicin encastellano: Caminos de utopa, traduccin de J. Rovira Armengol, Fondo deCultura Econmica, Mxico, 1978.]

    Ningn Estado, por democrticas que sean sus formas, escribeBakunin, ni siquiera la repblica ms roja, podr dar jams al pueblo lo que

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    realmente quiere, a saber, la libre organizacin y administracin de suspropios intereses, sin ninguna injerencia o violencia ejercidas desdeinstancias superiores. Pues todo Estado, incluso el Estado pseudopopularconcebido por el seor Marx, es en esencia una maquinaria para someter a lamasa a una minora privilegiada superior de intelectuales engredos, quecreen comprender los verdaderos intereses del pueblo mejor que el pueblomismo []. Pero el pueblo no va a sentirse mejor slo porque la vara con laque se le azote lleve la etiqueta de vara del pueblo (Statism and Anarchy,1873, citado en Dolgo, Bakunin on Anarchy, p. 338). Con la expresin varadel pueblo Bakunin alude a la Repblica Democrtica.

    Marx discrepaba de este punto de vista, por supuesto.

    Un anlisis ms detallado de la inuencia de la Comuna de Pars en estedebate puede encontrarse en Ni Dieu, Ni Matre, de Daniel Gurin, que apareceampliado en su libro Pour un marxisme libertaire, Robert Laont, Pars, 1969.[Edicin en castellano: Por un marxismo libertario, traduccin de FranciscoMonge, Ediciones Jcar, Gijn, 1979.] Vase tambin la nota 24.

    Acerca de la desviacin intelectual de Lenin hacia la izquierda en1917, vase Robert Vincent Daniels, e State and Revolution: a Case Studyin the Genesis and Transformation of Communist Ideology, American Slavicand East European Review 12, n.o 1, 1953.

    Paul Mattick, Marx and Keynes: e Limits of the Mixed Economy , PorterSargent, Boston, 1975, p. 295. [Edicin en castellano: Marx y Keynes: los lmitesde la economa mixta, traduccin de Ana Mara Palos, Ediciones Era, Mxico,1975.]

    Mijal Bakunin, La Commune de Paris et la notion de ltat, reeditadoen Gurin, Ni Dieu, ni Matre. La observacin nal de Bakunin acerca de lasleyes de la naturaleza humana como condicin de la libertad es comparable a

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    la nocin del pensamiento creativo desarrollada por la escuela racionalista yromntica, que comento en el captulo 9 de For Reasons of State, PantheonBooks, Nueva York, 1973. [Edicin en castellano: Por razones de Estado ,traduccin de Joaqun Sempere Carreras, Editorial Ariel, Barcelona, 1975.]Tambin he tratado este tema en Cartesian Linguistics, Harper & Row, NuevaYork, 1966, y en Language and Mind, Harcourt, Brace & World, Nueva York,1968. [Ediciones respectivas en castellano: Lingstica cartesiana: un captulo dela historia del pensamiento racionalista , traduccin de Enrique Wul Alonso,Gredos, Madrid, 1991; El lenguaje y el entendimiento, traduccin de Juan Ferraty Salvador Oliva, Seix Barral, Barcelona, 1986.]

    Shlomo Avineri, e Social and Political ought of Karl Marx , CambridgeUniversity Press, Londres, 1968, p. 142. [Edicin en castellano: El pensamientosocial y poltico de Carlos Marx , traduccin de Esteban Pinilla de las Heras,Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, Madrid, 1983.] En sucomentario a La sagrada familia, Avineri arma que en el mbito socialista loskibutz israeles son los nicos que se han percatado de que los modos y lasformas de la actual organizacin social determinarn la estructura de lasociedad futura. sta era, sin embargo, una tesis caracterstica delanarcosindicalismo, como hemos sealado anteriormente.

    Rocker, Anarchosyndicalism, p. 28.

    Vanse las obras de Gurin ya citadas.

    Karl Marx, Critique of the Gotha Programme. [Edicin en castellano: Crticaal Programa de Gotha , traduccin de Gustavo Muoz Veiga, Materiales,Barcelona, 1977.]

    Karl Marx, Grundrisse der Kritik der Politischen konomie . La cita procedede Mattick, Marx and Keynes, p. 306. Sobre el mismo tema, vase Mattick,Workers Control, Priscilla Long (ed.), e New Left , P. Sargent, Boston,

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    1969; y Avineri, Social and Political Thought of Karl Marx.

    Karl Marx, El capital. La cita aparece en e Marxian Revolutionary Idea , deRobert Tucker, que subraya, y con razn, que Marx considera alrevolucionario un productor frustrado ms que un consumidorinsatisfecho. Esta crtica radical de las relaciones de produccin capitalistases un rebrote del pensamiento libertario de la Ilustracin.

    Karl Marx, El Capital. La cita est tomada de Avineri, e Social andPolitical Thought of Karl Marx, p. 233.

    Pelloutier, Lanarchisme et les syndicats ouvriers.

    Quest-ce que la propriet? La frase la propiedad es un robodesagradaba a Marx, que la consideraba una apora, puesto que el robopresupone la existencia legtima de la propiedad. Vase Avineri, e Social andPolitical Thought of Karl Marx.

    Citado en Buber, Paths in Utopia, p. 19.

    Citado en J. Hampden Jackson, Marx, Proudhon and European Socialism ,Collier Books, Nueva York, 1962.

    Karl Marx, e Civil War in France , International Publishers, Nueva York,1941, p. 24. [Edicin en castellano: La Guerra Civil en Francia, Fundacin deEstudios Socialistas Federico Engels, Madrid, 2003.] Avineri observa que estey otros comentarios de Marx acerca de la Comuna aludan de formasignicativa a sus propios planes e intenciones. Como Marx dej claro en otrosescritos, su opinin ponderada era mucho ms crtica que en este discurso.

    Ms informacin contextual en Walter Kendall, e RevolutionaryMovement in Britain, 1900-1921, Weidenfeld & Nicholson, Londres, 1969.

    Souchy, Collectivisations: Luvre constructive de la Rvolution espagnole ,

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    p. 8.

    Un anlisis ms minucioso de este tema puede encontrarse en Mattick,Marx and Keynes: e Limits of the Mixed Economy , y Michael Kidron, WesternCapitalism Since the War , Weidenfeld & Nicholson, Londres, 1968 [edicin encastellano: El capitalismo occidental de la posguerra , ediciones Guadarrama,Barcelona, 1971]. Vanse tambin mis comentarios y referencias en At Warwith Asia, Pantheon Books, Nueva York, 1970, cap. 1, pp. 23-26. [Edicin encastellano: La guerra de Asia, Ariel, Barcelona, 1972.]

    Vase Hugh Scanlon, e Way Forward for Workers Control , Institute forWorkers Control Pamphlet Series n. 1, Nottingham, 1968.

    Gurin, Ni Dieu, ni Matre, introduccin.

    Ibd.

    Arthur Rosenberg, A History of Bolshevism from Marx to the First Five YearsPlan, Russell & Russell, Nueva York, 1965. [Edicin en castellano: Historia delbolchevismo, traduccin de Jos Aric, Cuadernos de Pasado y Presente n. 70(Mxico), 1981.]

    Marx, The Civil War in France, pp. 62-63.

  • 2El futuro de la anarquaMs all del capitalismo

    HOMBRE: Volviendo a sus reexiones sobre la desercin o abolicin del capitalismo, qusistema pondra usted en su lugar?

    Yo?

    HOMBRE: Es decir, si alguien se encontrara en situacin de concebir un nuevo sistema yponerlo en marcha, qu le recomendara?

    Bueno, para empezar, creo que es intolerable eso que en siglos pasados dio enllamarse esclavitud salarial. No creo que haya que forzar a la gente a alquilarsepara sobrevivir. A mi entender, las instituciones econmicas deberanadministrarse democrticamente, y las riendas deberan llevarlas susparticipantes y las comunidades en las que viven. No creo que sea imposibleconcebir una sociedad que funcionara de este modo, empleando diversas formasde federalismo y libre asociacin. No digo que alguien en concreto pueda idearun sistema parecido al detalle, nadie tiene inteligencia suciente para disear unasociedad entera: hay que experimentar. Pero los principios razonables sobre losque construir una sociedad me parecen bastante claros.

    HOMBRE: La mayora de los sistemas de economa planicada son contrarios a losideales democrticos y terminan por irse a pique.

    Bueno, eso depende de la economa planicada a la que se reera, porque las hayde muchas clases: la estadounidense, sin ir ms lejos, es una economaplanicada. Siempre nos referimos a nosotros mismos como un libre mercado,pero eso son pamplinas. Los nicos sectores de la economa estadounidense queson competitivos en el plano internacional son los planicados, lossubvencionados por el Estado: la agricultura intensiva (que tiene un mercadoestatal garantizado, en caso de excedente), la industria de la alta tecnologa (que

  • depende del Pentgono) o la farmacutica (que recibe enormes subvenciones defondos pblicos para la investigacin). stas son las partes de la economaestadounidense que de verdad funcionan.

    Y si visita usted los pases asiticos que hoy pasan por ser los grandesfenmenos de la economa mundial ya sabe, esos que todo el mundo celebracomo un nuevo triunfo de la democracia libremercadista, ver que no guardanel ms remoto parecido con una democracia de libre mercado: formalmente sonestados fascistas, economas de organizacin estatal administradas encooperacin con inmensos conglomerados de empresas. Eso es fascismo, ni msni menos, no tiene absolutamente nada que ver con el libre mercado.

    Ahora bien, es verdad que hasta cierto punto esa clase de economa planicadafunciona. Cuando menos, es productiva. Otras clases de economas dirigidasno han funcionado o lo han hecho de otro modo: durante la era sovitica, porejemplo, las economas planicadas de Europa del Este estaban tan centralizadase hiperburocratizadas que no eran en ningn caso ecientes, peroproporcionaban al pueblo una especie de red de seguridad mnima. En cualquiercaso, todos estos sistemas han sido muy antidemocrticos. En la Unin Sovitica,por ejemplo, no intervena ni un solo campesino u obrero en la toma dedecisiones.

    HOMBRE: Parece difcil encontrar un prototipo poltico que encarne ese ideal.

    Es cierto, pero en el siglo XVIII habra sido igual de difcil encontrar un prototipode democracia, y no por eso dejaba de haberlo. De hecho, un siglo despus yaestaba en marcha. A menos que uno crea que hemos llegado al n de la historiahumana, no hay argumentos para decir eso no existe. Hace doscientos aoscostaba lo suyo imaginar un mundo en que la esclavitud fuera abolida.

    El experimento del kibutz

    OTRO HOMBRE: Se pueden tomar decisiones democrticas sin burocracia de por medio?No veo de qu modo la masa de la poblacin podra tomar parte activa en las decisionesque precisa una sociedad tan compleja como la nuestra.

  • No, yo tampoco. Creo que parte de la responsabilidad hay que delegarla. Loesencial es saber dnde reside en ltima instancia la autoridad. Est claro que elpueblo debe ser representado, eso lo sabemos desde las primeras revolucionesdemocrticas modernas de los siglos XVII y XVIII Ahora bien, quines nosrepresentan? Son nuestros iguales, como se suele decir, o nuestrossuperiores?

    Supongamos que vivimos en una comunidad y queremos llegar a alguna clasede acuerdo con la comunidad vecina. Si ambas comunidades son de ciertamagnitud, no vamos a poder ir todos juntos a negociar y esperar que ellos hagan lomismo: tendremos que delegar la negociacin en representantes. La cuestin es:quin tendr el poder de autorizar estas decisiones, en ltima instancia? Bien, sien efecto se trata de una democracia, ese poder residir en el pueblo, no sloformalmente sino en la prctica. Es decir, los representantes podrn serdestituidos, debern rendir cuentas a la comunidad y podrn sustituirse cuandoconvenga. De hecho, lo ideal sera que las sustituciones fueran frecuentes, demodo que la representacin poltica formara parte de la vida de todos.

    Pero le doy la razn en que no es posible que todo lo decida la masa: es algoinviable, no conducira a nada. Hay que elegir comits para que estudien cadaasunto e informen a la comunidad, y as con todo. Lo que debemos preguntarnoses quin tiene el poder.

    HOMBRE: El modelo que describe suena parecido al de los kibutz [comunas agrcolas deIsrael].

    S. El kibutz es, en efecto, lo ms prximo a una democracia plena que existe enla actualidad, creo yo. Pas una temporada en uno y a punto estuve dequedarme, precisamente por eso. Pero la vida est repleta de ironas y, como heido adivinando con los aos, el caso es que de puertas adentro los kibutz sondemocracias muy autnticas, pero tienen otras facetas que no me gustan lo msmnimo.

    En primer lugar, son extremadamente racistas: no creo que haya un solo rabe

  • en ningn kibutz de Israel. Es ms, por lo visto les han negado la entrada amuchos de ellos. Cuando se forma una pareja entre un miembro judo del kibutzy un rabe, suelen acabar por mudarse a un pueblo rabe. Otra cosa que no megusta es la relacin que mantienen con el Estado, algo de lo ms desagradable yde lo que me he enterado hace poco, aunque es as desde hace mucho tiempo.

    En parte, los kibutz funcionan econmicamente porque reciben considerablessubvenciones estatales; a cambio de esas subvenciones, proporcionan a Israel elcuerpo de ociales de sus unidades militares de lite. Quin va a las escuelas deformacin de pilotos, tropas de asalto y dems? Los chicos del kibutz. se es eltrato: el gobierno los subvenciona y ellos le proporcionan su guardia pretoriana.Por otro lado, creo que si los chicos del kibutz acaban sirviendo en la lite delejrcito es en parte debido a la educacin que han recibido. Y es un hechopreocupante para cualquiera que comparta mis ideas libertarias.

    Porque ver, en la estructura libertaria de los kibutz hay algo muy autoritario.De hecho, pude comprobarlo cuando viv en uno de ellos. Existe una tremendapresin del grupo sobre el individuo para que se comporte como los dems. No esque haya una fuerza concreta que le obligue, pero la presin del grupo es muypoderosa. Nunca acab de comprender la dinmica de este fenmeno, pero eraalgo constatable en la prctica: el miedo a la exclusin era enorme. Y no le hablode la exclusin fsica, de no dejar a alguien entrar al comedor; no, me reero auna exclusin ms abstracta, que aparta al individuo de la empresa comn. Escomo la exclusin familiar: si a un nio su familia lo excluye es decir, lepermiten sentarse a la mesa, pero no le dirigen la palabra, el efecto esdevastador, es algo que difcilmente podr soportar. Algo as sucede en estascomunidades.

    No s de nadie que haya estudiado el fenmeno, pero cuando uno ve crecer alos nios del kibutz entiende perfectamente por qu se unen a las tropas de asaltoy a los programas de formacin de pilotos y comandos. Estn sometidos desde elprincipio a una presin machista tremenda: si no superas las prcticas del cuerpode marines y te conviertes en un tipo duro de verdad, no vales nada. Es algo quese les inculca a los muchachos desde muy pequeos y creo que sufren

  • verdaderos traumas si no se ven capaces: psicolgicamente para ellos es muyduro.

    Las consecuencias son palmarias. El Yesh Gvul, un movimiento de resistenciaisrael cuyos miembros se niegan a servir en el ejrcito en los TerritoriosOcupados, no cuenta entre sus miembros con un solo chico del kibutz. All elmovimiento es como si no existiera. Los chicos del kibutz tienen reputacin deser lo que llaman buenos soldados. Es decir, no buena gente sino gente quehace lo que tiene que hacer. Todo eso es parte del mismo fenmeno, que se dasin que medie la fuerza o la autoridad, por la dinmica del conformismo, que esmuy poderosa.

    La gente del kibutz donde viv era muy culta casi todos eran refugiadosalemanes y muchos de ellos tenan ttulos universitarios, pero todos lean elmismo peridico. La mera idea de leer otro peridico era absurda. No es quehubiera una ley que lo prohibiera, es que no se haca, eso es todo: si eresmiembro de esta rama del movimiento, ste es el peridico que lees. Y punto.

    HOMBRE: Entonces, cmo crear un contrato social de carcter cooperativo que respetela individualidad de cada cual? Me da la impresin de que ah siempre habr tensionesmuy polarizadas.

    A qu tensiones se refiere? Entre qu polos?

    HOMBRE: Entre el valor de la colectividad y el del individuo.

    No veo por qu tendra que haber contradiccin. Creo que un aspecto crucial dela humanidad es el hecho de que formamos parte de una comunidad. Si logramoscrear vnculos sociales que satisfagan al individuo lo habremos conseguido, nohabr contradiccin alguna.

    En el fondo, nadie puede predecir los problemas que surgirn en una situacinde grupo a menos que experimente un poco. Es como la fsica: no basta consentarse a pensar cmo sera el mundo bajo tales o cuales condiciones, hay queexperimentar y aprender cmo funcionan las cosas en la realidad. Y una de las

  • lecciones que creo que podemos extraer del experimento del kibutz es que esposible crear estructuras democrticas viables y ecaces Ahora bien, problemaslos habr siempre, eso seguro. En el kibutz, uno de los problemas que hay queresolver es el efecto mimtico de la presin grupal.

    Creo que es algo que todo el mundo ha experimentado en su familia. Vivir enfamilia es una parte esencial de la vida, no hay que renunciar a ella. Por otro lado,la familia es problemtica, eso todos lo sabemos. Y uno de los problemas msgraves, que se hace casi patolgico cuando se da en un grupo muy unido, es laexclusin. Para evitar la exclusin, a menudo hay que hacer cosas que uno nohara si pudiera decidir libremente. Pero eso forma parte de la vida, que nosobliga a enfrentarnos a problemas de este tipo.

    No soy ningn incondicional de Marx, pero hay una frase suya que me pareceapropiada al caso. Cito de memoria, as que disclpeme el lenguaje sexista. Marxdijo en alguna parte que el socialismo es el esfuerzo por resolver los problemasanimales del hombre; cuando hayamos resuelto los problemas animales, yapodremos lidiar con los problemas humanos. Los problemas humanos nocompeten al socialismo, el socialismo es la empresa que establecer lascondiciones para poder enfrentarnos a esos problemas. Si le he entendido bien, loque a usted le preocupa es un problema humano, y de esa clase los tendremossiempre. Los humanos somos criaturas muy complicadas y tenemos mil manerasde torturarnos en nuestras relaciones interpersonales. Eso lo sabe todo el mundosin necesidad de ver ningn culebrn.

    Anarquismo y pensamiento libertario

    MUJER: Apartndonos un poco del tema, profesor Chomsky: la palabra anarqua tieneotra acepcin a la que usted no suele referirse. Me refiero a la de caos.

    S, aunque es una acusacin sin fundamento. Es como llamar socialismo a laburocracia sovitica o dar un nuevo sentido a cualquier trmino poltico pormotivos ideolgicos. Caos es una de las acepciones del trmino, s, pero esuna acepcin absolutamente irrelevante en lo que respecta al pensamiento social.

  • Como losofa social, la anarqua nunca ha signicado caos: de hecho, losanarquistas se distinguen por creer en una sociedad sumamente organizada. Esslo que est organizada de modo democrtico, desde abajo.

    MUJER: Como sistema social, el anarquismo es tan sensato que tal vez haba quedesprestigiar la palabra y extirparla del vocabulario y el pensamiento de la gente, paraque al orla el primer reflejo fuera el miedo.

    S, la gente en el poder siempre ha tenido al anarquismo por el peor de los males.Ya se vio aqu durante el primer temor rojo de Woodrow Wilson [campaapoltica de 1919 contra los elementos subversivos de Estados Unidos]. Con lossocialistas emplearon mano dura, pero a los anarquistas los mataban sin mscontemplaciones.

    La idea de que el hombre puede ser libre es aterradora para los amos del poder.Por eso los aos sesenta tienen tan mala prensa. Se han vertido ros de tinta sobrelos aos sesenta y casi todo lo han escrito intelectuales, gente que escribe libros,con lo que es lgico que esa dcada tenga tan mala reputacin: los intelectuales laodiaban. Saltaba a la vista en los faculty clubs de la poca: el profesorado se quedde piedra al ver que los estudiantes se lanzaban de pronto a hacer preguntas, enlugar de copiar lo que se les dictaba. De hecho, cuando Allan Bloom [autor de TheClosing of the American Mind]b se sentaba a escribir en aquellos aos como si loscimientos de la civilizacin se estuvieran viniendo abajo, tena toda la razn: sevenan abajo. Porque los cimientos de su civilizacin eran stos: Yo, que soy ungran profesor, te voy a ensear qu decir y qu pensar, y luego t lo escribes entu bloc de notas y lo repites. Si un alumno alzaba la mano y deca: No entiendopor qu he de leer a Platn, lo encuentro un disparate, lo que haca era echarabajo los cimientos de su civilizacin, ni ms ni menos. Ahora bien, tal vez lapregunta sea absolutamente pertinente: si se la han hecho tantos lsofos, porqu no habra de serlo?

    Como cualquier movimiento popular de masas, el de los sesenta fueacompaado de muchas locuras. Pero eso es lo nico que ha pasado a la historia:las locuras perifricas. Lo esencial ha sido soterrado, porque tena un no s qu

  • libertario, y no hay nada que d ms miedo a quienes detentan el poder que ellibertarismo.

    HOMBRE: Qu diferencia existe entre el libertarismo y el anarquismo?

    Ninguna, en realidad. Yo creo que son lo mismo. Lo que sucede es que en EstadosUnidos usamos el trmino libertario con un signicado particular. En esto nosapartamos de la tradicin: lo que aqu se llama libertarismo es un capitalismodesbocado. Pero en la tradicin libertaria de Europa no poda estar ms lejos, alltodo anarquista era necesariamente socialista. Porque en un capitalismodesenfrenado existen toda clase de autoridades: es un sistema extremadamenteautoritario.

    Si el capital se controla de forma privada, la gente tiene que alquilarse parasobrevivir. Dirn luego que la gente se alquila libremente, que es un contratovoluntario, pero eso parece un chiste. Si las alternativas que hay son: Haz loque te digo o murete de hambre, no es que haya mucha alternativa. Entiempos ms civilizados, all por el siglo XVIII y XIX, a eso lo llamaban laesclavitud del salario.

    La versin estadounidense del libertarismo es una aberracin, es lgico quenadie se la tome muy en serio. Todo el mundo sabe que una sociedad basada enlos principios del libertarismo americano se autodestruira en cuestin desegundos. La nica razn para tomrselo en serio es su utilidad como armapoltica. As, cuando alguien se pronuncia a favor de cierto impuesto, siempre sepuede objetar: No, oiga, yo soy libertario y estoy en contra de los impuestos.Pero, por supuesto, s est a favor de que el gobierno construya carreteras, pongaa su disposicin escuelas, mate a libios y todo ese tipo de cosas.

    Tambin hay libertarios coherentes, claro est, gente como Murray Rothbard[terico estadounidense]. Sus libros, si se atreve a leerlos, le describirn unmundo tan lleno de odio que nadie querra habitarlo. Es un mundo sin carreteras,porque nadie entiende por qu habra de cooperar en la construccin de unacarretera que no va a usar. Si quieres una carretera, te juntas con otra gente que

  • vaya a usarla y la construyes, y luego le cobras un peaje a quien la quiera usar. Sino te gusta la polucin que suelta el coche de tu vecino, le pones una demanda yque decidan los tribunales. Quin querra vivir en un mundo as? Es un mundoconstruido sobre el odio.

    En n, ni siquiera creo que valga la pena hablar de ello. Para empezar, se ira apique al instante y si funcionara, lo nico que querramos sera huir osuicidarnos o algo parecido. Se trata de una aberracin exclusivamenteamericana, no es cosa seria.

    Visiones de futuro

    HOMBRE: En ms de una ocasin se ha mostrado reacio a concretar verbalmente suvisin de una sociedad anarquista y sobre la forma de instaurarla. No cree que es algoimportante para un activista? No convendra intentar comunicar a la gente un plan defuturo factible que proporcionara la esperanza y la energa para seguir luchando? Meextraa que no lo intente, al menos.

    Francamente, para trabajar por el cambio social no veo que uno deba ser capaz deexplicar su visin de futuro con pelos y seales. A mi entender, lo que deberaimpulsar a una persona a luchar por el cambio son ciertos principios que esperaponer en prctica. Ahora bien, es posible que uno no sepa con exactitud contotal exactitud no creo que lo sepa nadie el mejor modo de llevar a la prcticaesos principios en un momento dado y en un sistema tan complejo como nuestrasociedad. Pero eso es lo de menos: lo que importa es tratar de avanzar en ladireccin que nos dictan nuestros principios. A eso mucha gente lo llamareformismo, con cierto desdn, pero las reformas pueden ser revolucionariassi se orientan en la buena direccin. Y para avanzar en esa direccin no creo quehaga falta saber con precisin cmo funcionar la sociedad futura: lo nico quehace falta saber es el conjunto de principios que uno desea hacer efectivos en esasociedad. Seguramente hay mil maneras de hacerlos realidad en esa mismasociedad. Bien, pues basta con ayudar a la gente a probarlas.

    Pongamos por caso que unos trabajadores aspiran a hacerse con el control de su

  • propio trabajo. Hay muchas vas para abordar el asunto y como nadie puedepredecir todas las consecuencias de un cambio social de tales dimensiones, loque habra que hacer es probar cada va posible, sistemticamente. De hecho, enlo que respecta al cambio social soy ms bien conservador: tratndose desistemas complejos que nadie entiende en su totalidad, creo que lo ms sensatoes experimentar y ver qu pasa. Y si los cambios funcionan, hacer ms. De hecho,es un sistema aplicable en todos los mbitos.

    En cualquier caso, no creo que yo sea la persona indicada y aunque locreyera, me lo callara para predecir con precisin los resultados a largo plazode cualquier cambio, que a mi entender deben irse descubriendo sobre lamarcha. Eso s, el principio fundamental que me gustara comunicar a la gente esque es necesario demostrar la legitimidad de toda forma de autoridad, dominio ojerarqua, de toda estructura autoritaria: ninguna est justicada de antemano. Siuno agarra a su hijo de cinco aos para que no cruce la calle, por ejemplo, estsiendo autoritario y tiene que justicarse. Bien, creo que en ese caso el padrepodr dar a su hijo una justicacin. Pero la justicacin de cualquier autoridadcorresponde siempre a quien la ejerce, eso es inapelable. Y si uno se para apensar, la mayora de las instituciones autoritarias carecen de justicacin:moralmente no estn justicadas, no responden al inters de las personas de losestratos inferiores de la jerarqua o del resto, ni a la proteccin del medioambiente, del futuro, de la sociedad, de nada. Estn ah slo para preservarciertas estructuras de poder y dominacin, en inters de los que se hallan en lacspide.

    Creo que estas preguntas hay que hacrselas cada vez que uno se halla ante unpoder autoritario. Y la justicacin atae siempre a quien deende sulegitimidad. Si no se puede justicar, se trata de una autoridad ilegtima que espreciso abolir. Para serle franco, no creo que el anarquismo sea mucho ms queeso. Como yo lo entiendo, no es ms que la defensa del derecho del ser humano aser libre y a exigir una justicacin para las restricciones de su libertad. Porque aveces esa justicacin existe. Ahora bien, ni el anarquismo ni ninguna otraideologa nos va a decir el cundo y el cmo. Eso debe analizarse caso por caso.

  • HOMBRE: En una sociedad sin autoridad ni incentivos salariales, como la que deende,dnde hallaramos los estmulos necesarios para crecer y progresar?

    Bueno, eso de progresar habra que definirlo mejor. Si se refiere a producir ms,la verdad, no s a quin podra interesarle. Quin dice que sea nuestro deber? Yono estoy tan seguro. De hecho, en muchos mbitos es probablemente lo quemenos nos conviene. A lo mejor sera una buena cosa que no hubiera tantosestmulos para producir. Nuestro sistema estimula a la gente a sentir nuevasnecesidades. Por qu? Por qu no dejamos a la gente tranquila para que sededique a otras cosas y sea feliz?

    Si algn estmulo ha de haber, tiene que salir de uno mismo. Slo hay quever a los nios: son creativos, exploran, quieren probar cosas nuevas. No s, porqu comienza a caminar un cro? Al ao ya gatea bien, puede llegar en unsantiamn a cualquier rincn, sus padres han de correr tras l para que no lo tiretodo a su paso, pero un da se yergue y comienza a caminar. Lo hace fatal: da unpaso y se cae de morros, si de verdad quiere llegar a alguna parte tiene quehacerlo a gatas. Por qu se lanza a caminar, pues? Porque quiere probar cosasnuevas, es algo que est en nuestra naturaleza. El ser humano quiere probar cosasnuevas, aunque no sean ecientes, aunque sean perjudiciales y acaben porlastimarle. No creo que ese impulso llegue a extinguirse nunca.

    La gente quiere explorar, llevar sus capacidades al lmite, saber hasta dndepuede llegar. Pero en nuestra sociedad el gozo de la creacin es un lujo reservadoa unos pocos afortunados: los artistas, los artesanos, los cientcos. Quien lo haexperimentado sabe que no es una cosa cualquiera. No hace falta descubrir laTeora de la Relatividad ni nada parecido: todo el mundo puede disfrutar de esaexperiencia. A veces basta con ver lo que hace el prjimo. Enfrentarse a unademostracin matemtica sencilla como el Teorema de Pitgoras, que se estudia alos quince aos, y entender de qu va el asunto, es algo apasionante: Vaya, esono se me haba ocurrido nunca. Pues bien, eso tambin es un proceso creativo,aunque el teorema tenga ms de dos mil aos.

    Uno no deja de sorprenderse de las maravillas que va descubriendo, porque

  • uno las descubre aunque alguien ya lo haya hecho antes. Y si adems unoconsigue aportar su granito de arena, eso es an ms apasionante. Eso tambinvale para quien construye un barco, en principio no creo que sea tan distinto. Am, al menos, me encantara; pero no puedo, claro, no sabra ni por dndeempezar.

    En denitiva, creo que deberamos vivir en una sociedad en la que la gentepudiera experimentar esta clase de estmulos internos y desarrollar suscapacidades libremente, en lugar de pasar por el aro y tener que elegir entre lasescassimas opciones de las que hoy dispone la mayor parte de la poblacin. Y nome reero slo a sus opciones objetivas, sino tambin a las subjetivas: es decir, a laforma en que se nos permite pensar y a nuestras propias capacidades. No hay queolvidar que en nuestra sociedad hay muchsimas formas de pensar que nos estnvedadas, no tanto porque seamos incapaces de concebirlas como por lasmltiples barreras desarrolladas e impuestas para impedir que la gente piense detal o cual manera. En eso consiste el adoctrinamiento. No en arengas ni enlecciones, sino en series televisivas y programas deportivos. Cada faceta de lacultura lleva implcita una expresin de las formas de vivir que se consideranaceptables y de los valores adecuados que debemos tener. Y todo eso esadoctrinamiento.

    Lo ideal sera que la sociedad brindara a la gente muchas ms oportunidades:posibilidades subjetivas y concretas que puedan llevarse a la prctica sin grandespadecimientos. se es uno de los principales objetivos del socialismo, tal comoyo lo entiendo: crear una sociedad en la que la gente pueda decidir con libertad eindependencia lo que ms le convenga, en vez de tragar con lasoportunidades que les brinda el poder arbitrario de turno.

    Adam Smith: verdades y falsedades

    HOMBRE: Ha dicho usted que el liberalismo clsico era anticapitalista. A qu serefiere exactamente?

    Los principios fundamentales de Adam Smith y otros liberales clsicos giran

  • siempre en torno a la libertad del individuo: los seres humanos no deben vivirbajo el control permanente de organismos autoritarios ni someterse a la divisindel trabajo y otros mecanismos que los destruyen. Siendo as, por qu iba a estarSmith a favor del mercado? Es cierto que nos leg una compleja argumentacinen su defensa, pero su idea central es que cuando el individuo goza de absolutalibertad, las leyes del mercado conducen a la igualdad absoluta. Por eso estaba afavor. Adam Smith defenda el mercado porque crea que debamos ser todosiguales: absolutamente iguales . Y, como liberal clsico que era, sostena que elcarcter del hombre da cabida a la compasin, la solidaridad, la facultad dedisponer del propio trabajo, etctera. El polo opuesto del capitalismo, vamos.

    De hecho, el liberalismo clsico y el capitalismo no podran ser msantagnicos. Cuando la Universidad de Chicago celebr el bicentenario de Smithcon una nueva edicin de sus obras completas, tuvieron que amputar ytergiversar sus palabras. Porque, como buen representante del liberalismoclsico, Smith se opona a todas las sandeces que ahora andan soltando en sunombre.

    Si lee usted la introduccin de George Stigler a la edicin del bicentenario de Lariqueza de las naciones, la versin anotada y erudita de la Universidad de Chicago,comprobar cmo una y otra vez retuerce sus ideas. Son clebres las ideas deSmith acerca de la divisin del trabajo: al parecer, pensaba que la divisin deltrabajo era el no va ms. Pues no, de eso nada, en realidad pensaba que era algohorrible. Segn l, en una sociedad civilizada el gobierno debe intervenir paraevitar que la divisin del trabajo destruya al pueblo. Pues busque usted divisindel trabajo en el ndice de materias de la edicin de la Universidad de Chi