Re-disertando una Convención Bautista para el siglo XXI

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Teología Eclesiástica

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  • DE AQU AL FUTURO.Re-diseando una Convencin Bautista para el Siglo XXI.

    Empecemos con algo de humor. Esta ocurrencia me la envi hace poco unamigo cubano. Despus supe que haba sido publicada en una revista cristiana:Pregunta: Cuntas carismticos se necesitan para cambiar un bombillo? Respuesta: Diez. Uno para cambiarla y nueve para expulsar el espritu de oscuridad.Pregunta: Cuntos calvinistas se necesitan para cambiar un bombillo? Respuesta:Ninguno. Dios ha predestinado el momento cuando la luz se encender.Pregunta: Cuntos evangelistas de la televisin son necesarios para cambiar unbombillo?Respuesta: Uno. Pero para que el mensaje d luz y pueda continuar se debeenviar una ofrenda de amor hoy mismo.Pregunta: Cuntos fundamentalistas son necesarios para cambiar un bombillo?Respuesta: Uno solo, porque s lo ayuda cualquier otro eso ya sera ecumenismo.Pregunta: Cuntos telogos liberales son necesarios para cambiar un bombillo?Respuesta: Por lo menos diez, para debatir si realmente el bombillo existe o no.Pregunta: Cuantos catlicos son necesarios para cambiar un bombillo?Respuesta: Ninguno. Ellos siempre usan velas.Pregunta: Cuntos bautistas son necesarios para cambiar un bombillo?Respuesta: CAMBIAR? Aunque el conocido estereotipo nos presenta como una denominacinconservadora, defensora a ultranza de sus ms caras tradiciones y que se resiste a loscambios, aqu estamos para hablar y reflexionar precisamente acerca de los cambios.En esta ocasin se nos ha convocado para que pensemos juntos en los cambios quenecesitamos hacer en nuestras organizaciones nacionales -convenciones o uniones-para que podamos responder adecuadamente a los sorprendentes, desafiantes yemocionantes cambios que se avecinan en el nuevo siglo. Pensar en los cambios es,sobre todo, asunto de fidelidad a Dios y a la bendita misin que l nos encomendcomo parte del Cuerpo de Cristo. El principio enunciado por el reformador alemn, elDoctor Martn Lutero tiene plena vigencia hoy: la iglesia reformada debe estar siemprereformndose. Y de manera especial, ese principio luterano tiene aplicacin para lasdenominaciones histricas como la nuestra, que por su brillante pasado se encuentranms expuestas a la tentacin de evocar esas glorias pretritas y descuidar los desafosdel presente y los grandes retos del futuro. La pregunta temtica que nos ocupa, fue planteada con exactitud por el DoctorDenton Lotz en un corto pero sustancioso artculo escrito hace pocos meses. l sepregunta "si el concepto britnico de Unin o el concepto estadounidense deConvencin es eclesiolgicamente pertinente para el siglo que se avecina". En otraspalabras, agrega el Secretario General de la Alianza Bautista Mundial, "ser que laconstelacin de iglesias reunidas juntas en asociaciones, que formaron convencionesnacionales o uniones, ha llegado a su fin y que una nueva constelacin tiene que serformada?... Qu forma tomar la vida eclesistica bautista en el Siglo XXI?". Estas

  • preguntas las elabora el Doctor Lotz con una gran sensibilidad pastoral como servidordel Pueblo Bautista en el mundo. Su respuesta a esas inquietantes preguntas es honestay estimulante: "No lo s". Pero bien sabemos que, "comenzar a pensar es comenzar acambiar", como lo propona una vieja revista colombiana orientada entonces por elPremio Nbel de Literatura Gabriel Garca Mrquez. Y para nuestro caso, comenzar apreguntar es haber iniciado el camino del cambio. Los bautistas latinoamericanos nos preguntamos desde hace ya varias dcadassi ese sistema de organizacin nacional que recibimos como legado histrico denuestros hermanos ingleses y norteamericanos es el ms adecuado para estas tierras alsur del Ro Bravo. Entre los lderes nacionales, los pastores locales y muchos de losmiembros de nuestras congregaciones, surgen inquietudes vlidas que a las puertas delSiglo XXI es oportuno comenzar a responder. Las respuestas son parte de un proceso que debemos madurar y que debe surgirde nuestra comunin con el Seor, del dilogo y la reflexin responsable de losbautistas latinoamericanos en cada pas en particular. En este proceso, la definicinconcreta de los problemas ser uno de los primeros pasos. En aros de contribuir a esepaso inicial, me permito compartir a continuacin los resultados de una muestra que, amanera de diagnstico preliminar, realic entre destacados lderes de la obra bautistaen Amrica Latina2. Las preguntas que present a los entrevistados fueron dos:Cules son las principales debilidades que usted encuentra en el sistema deorganizacin bautista a nivel nacional y regional?, y Cules son algunos cambiosimportantes que en su opinin deben implementarse hacia el futuro inmediato?. Lasrespuestas a la pregunta por las principales debilidades o falencias, arrojaron, enresumen, los siguientes factores: En primer lugar, la burocracia ineficiente. En algunos pases se observa conpreocupacin el incremento de la nmina de personal con remuneracin directa. Lainquietud no tiene que ver con la remuneracin econmica en s, sino con elcrecimiento innecesario de esa nmina sin que ello repercuta de manera positiva en elavance de los planes nacionales y en la concrecin de los logros propuestos. Laburocracia es necesaria en su justa medida, ya lo enseaba el eminente socilogo yeconomista alemn Max Weber, pero se debe revisar y actualizar permanentementepara que no se convierta en un obstculo a lo agilidad y flexibilidad de la organizacin.Lo que preocupa es, entonces, la manera como en algunos casos crece la burocracia sinque crezca la efectividad de las convenciones o uniones. De esta manera se cae en loque Arthur Bloch, el creador de las Leyes de Murphy, llama con humor "La ley deLoftus sobre la administracin": "Algunas personas administran segn el manual,aunque no sepan quien escribi el manual, o ni siquiera qu manual". Es la burocraciaineficiente que tanto dao nos hace. En segundo lugar, la centralizacin del poder. Uno de los principios distintivosde los bautistas es el de la autonoma de la iglesia local, que invoca la soberana de laiglesia y el debido respeto a su estructuro, as como a sus decisiones internas. Lahistoria de las convenciones y de las uniones nos indica que ese principio ocup lugardestacado en las nacientes convenciones y asociaciones de los siglos XVII y XVIII.Las organizaciones denominacionales fueron entonces entendidas como una expresinde cooperacin voluntaria de iglesias autnomas. Hoy, la prevencin que existe, entrminos usados por algunos lderes, es el de la "episcopalizacin de los bautistas", esdecir, cuando los ms altos directivos nacionales asumen papeles desmedidos en la

  • defensa de la "sana doctrina", se convierten en cruzados del orden y la disciplinainstitucional, y en asesores indispensables de las decisiones de cada iglesia; todo esto,como es obvio, en desmedro de la autonoma local. Esta episcopalizacin nocorresponde a la mejor eclesiologa bautista, como lo ensea la historia. Una de lasprimeras asociaciones inglesas fue la organizada por la agencia de las iglesias deLondres; sta, en su reunin en 1692 declar que "renunciaba a toda especie desuperioridad o superintendencia sobre las iglesias" y que "tenan voluntad de darconsejo... pero ninguna idea tenan de llegar a ser una corte de apelacin... ni) parajuzgar a los herejes". En tercer lugar, la imprecisin en las metas y objetivos. Es tal la imprecisinque no son pocos los que se preguntan, para qu sirven las convenciones o uniones?,o cul es su razn de ser y cules sus objetivos especficos? Este desconcierto crececuando se observa la ausencia de planes definidos, con metas precisas que sealen losderroteros hacia los cuales se desea avanzar. En algunos casos, duele decirlo, lasconvenciones parecieran permanecer como parte de una vieja e intocable herencia delpasado, pero sin encontrar an su razn de ser para el presente. Lo que se reclama es lare-elaboracin de una misin concreta que responda con altura evanglica y con claraconsciencia proftica a las apremiantes necesidades del aqu y el ahora. Si la basesobre la cual se fundamentan nuestras estructuras nacionales es la de la cooperacinvoluntaria, entonces es urgente definir en qu se va a colaborar, por qu se va ocolaborar y cmo es que nos vamos a organizar para lograrlo. El apstol Pablo enseaque debemos correr, pero no como o la ventura; pelear, pero no como quien golpea elaire. En cuarto lugar, la falta de una comunicacin gil e integradota. Cuando setrata, como es nuestro caso, de organizaciones que representan la unin de voluntadesindependientes para realizar unas tareas comunes, la comunicacin ocupa un lugarfundamental; ella se convierte en el eje unificador de esas voluntades y en el factormovilizador por excelencia de los recursos disponibles. En este contexto, lacomunicacin es mucho ms que transmisin de datos informativos o de noticiasrecientes. Infortunadamente la era de las comunicaciones rpida y oportunas parece nohaber llegado a algunas de nuestras convenciones bautistas, El resultado de estaincomunicacin es, entre otros, el estancamiento de los procesos administrativos, larigidez en las relaciones interpersonales y, de manera especial, la ausencia decompromiso y la escasa participacin en la programacin convencional. De estamanera, se llega a propagar la idea equivocada de que las convenciones son solamentelas reuniones de su Asamblea General cada uno o dos aos, cuando se rene para susdeliberaciones. En quinto lugar, la carga financiera representada por los donativos econmicos.En algunos pases las iglesias aportan al sistema cooperativo hasta el 13% del total desus ingresos anuales, o un poco ms; en otros, ese aporte no alcanza el 10%. No hayduda de que "una de las claves del crecimiento de las iglesias bautistas es su programade cooperacin entre s para alcanzar el mismo blanco en una escala general". Esto hasido realidad, de manera especial en los pases del llamado Primer Mundo. Pero lasituacin en nuestro medio parece no ser la misma. Muchas iglesias envan pequeosaportes fraternales en lugar de los donativos acordados y esto lo hacen para no perdersu vinculacin oficial o para tener fcil acceso a los beneficios econmicos que brindala organizacin (prstamos, compra de edificios, donaciones, subsidios, beneficios

  • mdicos, etc.). La difcil situacin econmica de nuestros pases debe ser tenida encuenta en este anlisis. En sexto lugar, la dbil proyeccin misionera y evangelizadora. Tambin lahistoria nos recuerda que en el origen de las uniones Bautistas en Inglaterra y de lasconvenciones en los Estados Unidos, estuvo siempre presente como generadora deunidad la obra misionera fornea. El historiador Justo Anderson no duda en afirmar"que este mismo motivo que uni a aquellos bautistas es el nico que puedemantenerlos unidos en el da de hoy", y agrega: "Cuando otros asuntos usurpan el lugarde la evangelizacin mundial como el centro de la unidad bautista, sin duda, lascontroversias traern la desunin". En Amrica Latina se observa un creciente inters por el ministerio misionero yevangelizador. Muchos bautistas le reclaman o su convencin nacional un papel demayor protagonismo en este aspecto. Para algunos, este debera ser el eje moderadorde las actividades convencionales. En sptimo lugar, la democracia inoperante. Al principio de la autonoma de laiglesia local, al cual hicimos antes uno rpida referencia, le acompaaindefectiblemente el del gobierno congregacional, democrtico y soberano. Estesistema, cuando se traslada a los niveles nacionales presenta algunas variaciones, peromantiene intacto su fundamento democrtico; esto significa que los mensajeros odelegados de las iglesias asociadas participan en la gran Asamblea General y tomandecisiones sobre asuntos para los cuales, muchas veces, no tienen suficienteinformacin ni conocimiento de causa. Los bautistas seguiremos siendo defensores del principio democrtico, eso noes lo que est en duda; pero para que sta democracia nos funcione con seriedad yresponsabilidad debemos actualizarla, dinamizarla y hacerla ms funcional. Mientrasno hagamos esto, la nuestra ser una "democracia romntica" fcil presa de lamanipulacin y esquiva compaera de la sabia mayordoma. En octavo lugar, la desconexin con las necesidades locales. El Doctor Lotz, enel artculo al cual hicimos referencia al comienzo de esta ponencia, dice que "... elsistema presente se ha vuelto anticuado y a veces hasta desconectado de la vida de lasiglesias locales. Las decisiones que se toman en los "cuarteles generales" muchas vecescarecen de pertinencia y demuestran la falta de conexin con la realidad en la que seencuentran los creyentes al nivel local". Esta inquietud tambin la compartimos en sutotalidad. Los programas y propuestas que ofrecen las organizacionesdenominacionales pueden resultar, en muchos casos, atractivos, pero no logran tocarlas necesidades reales de las iglesias. Quiz aqu se encuentre gran parte de larespuesta al problema de la desmotivacin y del bajo sentido de pertenencia por partede las congregaciones locales respecto a sus organizaciones regionales y nacionales. En noveno lugar, la improvisacin administrativa. En Amrica Latina estamosexperimentando desde hace algunos aos un interesante proceso de nacionalizacin delas propiedades y ministerios iniciados hace varias dcadas por las Juntas MisionerasExtranjeras. Es comn observar que all donde antes se encontraba la fotografa de unclebre misionero extranjero como director o presidente de una institucin (seminario,librera, clnica, centro de comunicaciones o colegio), aparece ahora la de un familiarpersonaje de la vida bautista de nuestro pas. Lo mismo sucede con las firmas de losttulos de propiedad, antes en cabeza de un misionero extranjero y ahora en la de unnacional. Hace ms de cincuenta aos esos ministerios vieron la luz bajo la proteccineconmica y la direccin general de las Juntas Extranjeras; para el caso suramericano,

  • principalmente de la Junta de Misiones de los Bautistas del Sur de tos Estados Unidos.En algunos pases ms que en otros, esas herencias han significado una inflacinasombrosa de sus capitales y un desafo a la sabia administracin. El verdadero problema radica en que los ingresos financieros de lasconvenciones nacionales no son suficientes para sostener con dignidad muchos de esosministerios; por otra parte, en algunos pases ya se han presentado serias dificultades alno ejercer una adecuada y prudente administracin sobre esos bienes. En ltimo lugar, la ineficacia en la mediacin de conflictos internos. Nosiempre las convenciones han actuado con prudencia y equilibrio ante los conflictosque se presentan entre las iglesias asociadas o entre sus lderes. El papel de facilitadory mediador oportuno, ha sido reemplazado, en algunos casos, por el de agresor odefensor de una de las posiciones en conflicto. Tomemos un ejemplo, quiz el msactual, el de la "pentecostalizacin" o renovacin carismtica de muchas de nuestrasiglesias. Este fenmeno ha causado mayor conflicto cuando las organizacionesregionales o nacionales se han inclinado hacia una de las partes y han olvidado supapel mediador. La riqueza de la vida convencional radica en la gracia de ladiversidad. Este principio debe ser defendido, promovido y aplicado por quienes estnal frente de nuestras organizaciones convencionales. Hasta aqu el diagnstico preliminar. Como es obvio, este mapa general delproblema tiene sus particulares adaptaciones a cada pas. La intensidad de los factoresy el orden de prioridades corresponden a esas realidades especficas. A las puertas del siglo XXI, necesitamos recuperar lo mejor de nuestra herenciahistrica y reconocer que, a lo largo de estos siglos de historia denominacionaltenemos una "... gran nube de testigos" que estimula nuestro peregrinaje y alientanuestro deseo de cambio. "Los bautistas son batalladores porque nacieron batallando"nos lo recuerda uno de nuestros historiadores. El Doctor Anderson, en esa misma lneade pensamiento dice que "... los bautistas jams han podido establecerse teolgica oeclesisticamente hablando. No pueden ser pasivos o estticos, sino activos ydinmicos, listos para responder a la direccin del Espritu Santo en cada generacin.Por eso, su radicalismo, o naturaleza batalladora, no es del todo negativo; si no, puedeser una seal de vitalidad espiritual". Y hoy, ante los retos que nos presenta laposmodernidad, la globalizacin, el neoliberalismo salvaje y las otras mega-tendenciasdel nuevo siglo, no podemos menos que estar a la altura del Evangelio de Jess, que essiempre actual, para continuar la bendita misin de predicar aquella "... palabra de/Dios nuestro (que) permanece para siempre". En esta perspectiva de cambio, y despus de exponer la lista en la que sedeterminaron algunos de los principales problemas de nuestras organizacionesdenominacionales, me permito presentar a continuacin -y tambin para el anlisis, eldebate y la reflexin- una proposicin general en cuanto a los cambios fundamentalesque debemos considerar en el mediano plazo. La proposicin es la siguiente:

    En Amrica Latina necesitamos organizaciones denominacionalesestructuradas a partir de las necesidades reales, de los recursosdisponibles y del contexto social, poltico y eclesial de cada pas, y no deuna estructura tradicional heredada que, aunque nos ha permitido serviral Seor y vivir nuestra fe juntos, presenta sntomas de desgaste interno yde inoperancia administrativa y ministerial.

  • Recordemos algo de historia. Las organizaciones bautistas se iniciaron enInglaterra en la segunda mitad del siglo XVII. Entre ellas la de Somerts, en 1653; la deMidland, formada en 1655; y la Asamblea General en 1689. Esta ltima fueorganizada por la Asamblea de Iglesias de Londres, la cual lleg a tener para 1692, 107iglesias asociadas. Aos ms tarde, al comienzo del siglo XVIII (1708), se organiz laAsociacin de Iglesias de Londres, la cual contaba con 13 iglesias. Estas primerasorganizaciones fueron promovidas, en especial, por los Bautistas Particulares. Por sulado, los llamados Bautista Generales, haban organizado una Asamblea Nacional en1654 con el nimo de combatir algunas herejas y fomentar el espritu de unidad.

    Entre los Bautistas Particulares y los Bautistas Generales se presentaronanimadas controversias acerca de la orientacin que deban tener estas organizaciones.Mientras los primeros defendan la autonoma de la iglesia local y eran esquivos con lacentralizacin de la autoridad por parte de estas organizaciones, los Generales eranms amigos de la centralizacin de lo autoridad como medio para contrarrestar laapostasa. Por cierto, anotan los historiadores, este factor de centralizacin excesivafue uno de los factores que produjo aos despus su decadencia. Pero, a pesar de las diferencias que existan entre los dos sectores de losprimeros bautistas de Inglaterra, su historia concordaba con el hecho de que seorganizaron en Asociaciones, Uniones y Asambleas, como resultado de unasnecesidades especficas que estaban viviendo en su contexto y en su momentoparticular. Las organizaciones no fueron para ellos cuestin de herencia histrica, sinode necesidad prctica. Sobre todo, la motivacin misionera jug un papel importanteen la conformacin de esos grupos. De manera similar se conformaron las Convenciones Bautistas en los EstadosUnidos. Tambin all las organizaciones surgieron siguiendo un orden secuencial:primero se detectaron las necesidades para luego definir las estructuras. En el casoamericano, la primera asociacin regional se fund en 1707 en Filadelfia, compuestapor cinco iglesias. "Se asociaron para mantener la sana doctrina, para tenercompaerismo y para hacer obra misionera". Con esta primera asociacin, se rompi el"... aislamiento bautista y apacigu el temor a la centralizacin". Ms adelante, en1814, se organiz la "Convencin General de la Denominacin Bautista de EstadosUnidos de Norteamrica para Misiones Extranjeras", llamada tambin "ConvencinTrienal" por reunirse una vez cada tres aos. En mayo de 1845 se form la"Convencin Bautista del Sur" con 310 delegados de las iglesias del Sur reunidos enAugusta, Georgia. Su declaracin de propsito era "para poner por obra, combinar ydirigir las energas de toda la denominacin en un sagrado esfuerzo para lapropagacin del evangelio". Tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos la historia demuestra uncamino lgico, muy diferente al observado entre los bautistas en Amrica Latina: allprimero fueron las necesidades, despus las estructuras y luego las tradiciones. Ac seempez por las tradiciones, se adoptaron las estructuras y, apenas hoy, despus devarias dcadas, nos estarnos preguntando por las necesidades reales.

    Los bautistas latinoamericanos, adems de heredar la fe bautista, reprodujimosla manera de ser de los bautistas; con sus estructuras, tradiciones y estrategias. Serbautista lleg a significar entonces, ser como siempre haban sido los bautistas. PedroEnrique Carrasco, socilogo chileno, afirma: "... las Iglesias Bautistas en AmricaLatina se deben a y derivan de un pasado histrico que estructura su conciencia grupaly da cuerpo a su prctica contextual... si tal pasado histrico se transforma en una

  • tradicin normativa, las Iglesias Evanglicas Bautistas corren el riesgo de privilegiar eltexto a la accin, lo que se muestra como una contradiccin a superar". La propuesta de estructurar la vida denominacional a partir de las necesidadesreales, de los recursos disponibles y de las particularidades del contexto, tieneprincipalmente una argumentacin tcnica con base en los principios elementales de laciencia administrativa. Ella ensea que el diseo estructural de una organizacinresponde a unos objetivos especficos, los cuales son el resultado de un estudio de lasnecesidades ms importantes que existen en el medio. En otras palabras; primero elfondo, despus la forma; primeros los propsitos, despus las estructuras. La pregunta a la cual nos aboca la proposicin inicial es tan sencilla comoimportante: De acuerdo a las necesidades reales, a los recursos disponibles y alcontexto singular de cada pas, requerimos de la estructura convencional que hemossostenido por todos estos aos? Y de esta pregunta surgen entonces otras ms: Qu eslo que quiere el Seor hacer con nosotros en este tiempo?, Qu es lo que msnecesitamos?, Cules son los objetivos que nos deben orientar?, Con qu recursosdisponemos?, y otras ms. As como la estructura de Asociaciones, Convenciones, Asambleas y Uniones,no les "cay del cielo" ni a nuestros hermanos de Inglaterra ni a los de los EstadosUnidos, as mismo, con igual esfuerzo, compromiso y responsabilidad nos correspondeahora a nosotros el privilegio de disear, bajo la gua soberana del Espritu Santo, laarquitectura bautista paro cada uno de los pases de nuestra Amrica Latina. Y hay quecorrer este riesgo, sino estamos dispuestos a correr otro an peor: el de ver cmonuestras estructuras son presa del anquilosamiento, y cmo pierden con el paso deltiempo la fuerza vital necesaria para responder a los enormes desafos de esto nuevageneracin. El diseo debe ser personalizado, porque como acaba de afirmar Peter F.Drucker, -llamado por algunos el Padre de la Administracin Moderna- en libro dereciente aparicin, "... no existe ninguna nica organizacin correcto. Lo que existenson organizaciones, cada una con sus ventajas claras, sus limitaciones claras y susaplicaciones especficas. Se ha hecho evidente que lo organizacin no es un absolutosino una herramienta...", y agrega: "Siendo as, una determinada estructuraorganizacional se acomoda a ciertos cometidos en ciertas condiciones y en ciertosmomentos", En resumen, el principio de la flexibilidad de las estructuras y suadaptabilidad a cada medio, esta avalada tambin por los expertos de la cienciaadministrativa moderna. Por su parte, los especialistas en teologa bblica tienen algo que decirnos alrespecto. Por ejemplo, el reconocido espaol Jos Ignacio Gonzlez Faus, propone lasiguiente tesis: "... el Nuevo Testamento no ofrece modelo nico obligatorio del modode estructurar la Iglesia [y mucho menos un modelo entregado por el propio Jess opor los Apstoles), sino que ofrece ms bien diversos ejemplos de cmo fueron estructurndose distintas iglesias, respondiendo o las demandas de diferentesmomentos histricos". Gonzlez Faus acepta la existencia de unos "lineamientos"generales, pero sin que stos constituyan un modelo acabado y nico de la estructurode las iglesias. Teniendo en cuanta, tanto la ciencia administrativa como la ciencia bblico, sepuede afirmar que tambin en asuntos de la estructura eclesial se cumple el verso deMachado: "Caminante no hay camino; se hace comino al andar". Y es la hora debuscar nuestros propios caminos paro ser fieles al Seor y consecuentes con el

  • momento histrico en el cual l nos ha permitido servirle. Lo propuesta es que cadapas inicie sus propias bsquedas; que se asuma el emocionante riesgo de lacreatividad tomados de la mono de Aquel que es Seor de la Historio y Cabeza de laIglesia. Si creemos que "en el futuro se encuentran nuestras mayores posibilidades",debemos entonces disponernos a personalizar nuestras estructuras, actualizar laspropuestas ministeriales, ajustar las viejas estrategias y disponernos a ser instrumentosdel Seor en este mundo nuevo, caracterizado por el cambio y por el continuo y rpidodesplazamiento de viejos paradigmas. En el futuro, seala un experto en direccin yliderazgo "... las organizaciones debern aprender a apreciar el cambio y aaprovecharlo con la misma determinacin con que han resistido el cambio en elpasado". A la proposicin ya presentada, y en parte justificada y argumentada, se leaaden a continuacin algunos criterios de accin, que pueden servir comoorientadores -tambin generales- para el proceso de planeacin participativa queadelante cada pas o regin en particular. En total son cuatro criterios que procuranresponder a la pregunta: Qu caractersticas deberan tener las nuevos estructurasdenominacionales en nuestro Continente hacia el siglo XXI?

    En primer lugar, las nuevas estructuras bautistas en nuestro Continentedeberan replantear su razn de ser, sus objetivos organizacionales y sus metas encomn. Algunos especialistas en los temas de planeacin corporativa hablan de"retornar al punto cero", lo cual, para nuestro caso, no significa de ninguna maneradesconocer la riqueza del pasado y la vigencia que mantienen muchas de nuestrastradiciones. "Retornar al punto cero" significa tener la libertad de pensar concreatividad en cul es la verdadera razn de ser, en cules son los objetivos que sedesean alcanzar y en cules aspectos de! ministerio se quiere aunar voluntades paratrabajar de manera cooperativa. Estudios recientes (Willard, 1996 y otros), han mostrado algunos de losprincipales sntomas de disfuncionalidad de las organizaciones, entre ellos: algunosmiembros de la organizacin no pueden describir la misin de la organizacin; unapequea minora tiene una participacin mayoritaria; las decisiones son tomadas porunos pocos; las reuniones son improductivas; existe confusin en cuanto a lasfunciones y tareas; existen visiones del futuro incompatibles entre s; los desacuerdosse discuten en privado; y existe un exceso de personas con los mismos recursos ocarencias. Estos sntomas, sin duda, describen algunas de nuestras organizaciones ypor eso se hace necesario el proceso de cambio planeado. Entonces, el proceso de replantear nuestras organizaciones incluye lamodificacin sustancial de algunas de las principales "palancas de inmersin", comoson las grandes prioridades ministeriales, los objetivos a largo plazo, los planesestratgicos de accin, las funciones y responsabilidades de los lderes nacionales, losvalores institucionales, y el marco organizacional. Especial atencin merece lare-estructuracin del sistema econmico de autosostenimiento o plan cooperativo. En este proceso de cambio, ser fundamental que las convenciones sigan unametodologa de planeacin participativa, que involucre activamente el mayor nmerode iglesias locales, pastores y lderes en general. En este proceso no hay que olvidar laimportancia del "principio de la subsidiaridad" que radico en "no delegar a nivelsuperior lo que se puede hacer o nivel inferior. De esta manera, el control y el poderson ejercidos de abajo hacia arriba". El modo como se planea determina la calidad del

  • plan, es cierto, y por eso se debe proseguir como ha sido nuestra mejor tradicindemocrtica y participativa. En segundo lugar, las nuevas estructuras bautistas en nuestro Continentedeberan adoptar un modelo ms tcnico, responsable y gil para la toma de decisionesa nivel nacional. En la mayora de nuestras convenciones nacionales se acostumbrareunir durante varios das a decenas de delegados o mensajeros que proceden de lasiglesias locales y se les somete, sin clemencia, a extensos e indescifrables informesfinancieros, bajo la presin de que al final son ellos los que tomarn las decisionessobre todos los asuntos deliberados. Ya lo dijimos antes, esta "democracia romntica"necesita una revisin a fondo. En muchos casos se incurre en actos de franca irresponsabilidad cuando se dejaen manos de una Asamblea mal informada -aunque nadie duda que bien intencionada-decisiones fundamentales que afectan el presente y futuro de una institucin (clnica,seminario, librera, etc.) o de toda la obra nacional (propiedades, contratacioneslaborales, traslados de personal, etc.). Una pregunta: Por qu no adoptar unsistema descentralizado de discusiones usando el canal de las iglesias locales y de lasasociaciones regionales, para que deliberen durante el ao diferentes asuntos y elijanfinalmente sus delegados ante la Asamblea General?. Si as sucediera, se reducira elnmero de asistentes a las Asambleas Generales y se podra mejorar la calidad de lasdiscusiones durante todo el ao. Con esta propuesta lo que se busca es darle el debidotrmite a las deliberaciones y permitir que stas se hagan con la responsabilidadadministrativa que merecen. En cuanto a las tradicionales reuniones masivas de cada ao o cada dos aos, lapropuesta es que se aprovechen mejor paro ofrecer espacios de compaerismo, deadoracin, de enriquecimiento espiritual, de debate teolgico, de formacin bblica yministerial, en fin, de celebracin entusiasta que fortalezca nuestros lazos de unidad yafiance nuestra identidad cristiana y denominacional. Un modelo ejemplar es el quepresentan las reuniones de la Alianza Bautista Mundial y la Unin BautistaLatinoamericana (UBLA). En tercer lugar, las nuevas estructuras bautistas en nuestro Continente deberanincluir en sus agendas programticas la movilizacin de esfuerzos eclesiales hacia lostemas sociales de mayor urgencia en cada pas. No ha sido nuestra tradicin enAmrica Latina interactuar desde nuestros estrados denominacionales con el contextosocial y poltico. Hay ejemplares excepciones, es cierto, entre ellas las cartas pastoralesredactadas por lo Convencin Bautista de Nicaragua, desde 1982 hasta 1985; y lasdeclaraciones de los bautistas cubanos, algunas a favor y otras en contra, del rgimenpoltico. El dilogo crtico con el contexto social ser un rasgo indispensable ante lalamentable avalancha de miseria, conflictos e injusticia que observaremos en lasprximas dcadas. El Parlamento de las Religiones del Mundo reunido en Chicago en1993, declar: "El mundo agoniza. Agona tan penetrante y opresiva que nos sentimosmovidos a sealar las formas en que se muestra para poner de manifiesto lo hondo denuestra zozobra. La paz nos da la espalda. El planeta est siendo destruido. Losvecinos viven en el temor mutuo. Hombres y mujeres se distancian entre s. Los niosmueren. Todo ello es terrible".

    Ante esta cruda realidad, los bautistas latinoamericanos necesitamos encontrarcanales de expresin que nos permitan actuar con coherencia y hacer efectiva nuestrafe. Las convenciones son un espacio vlido y oportuno para que expresemos con voz

  • proftica nuestros compromisos o favor de una cultura de la no violencia y el respeto ala vida, de la solidaridad y un orden econmico justo, del respeto y un estilo de vidacoherente; a favor de una cultura de la paz con justicia social. Nuestras convenciones, en su gran mayora, han sido absorbidas por losintereses internos, olvidando su importante papel como interlocutoras con el mundoexterior; las rencillas internas, los dficits presupuestales, las ambiciones de poder, lasreglas parlamentarias, los informes kilomtricos y las discusiones bizantinas, nos handesviado de la enorme responsabilidad social que nos atae como seguidores de Jessen estos pases de muerte y de miseria. Este otro cambio cualitativo tambin debemosdarlo, de cara al siglo XXI. En cuarto y ltimo lugar, las nuevas estructuras bautistas en nuestro Continentedeberan considerar la importancia de su papel como facilitadoras y mediadoras en losconflictos ocasionados por la creciente diversidad. Hacia los aos venideros, si secumplen los pronsticos de la mayora de "futurlogos" de la Iglesia, la diversidad seruna de las grandes caractersticas de los grupos cristianos. En las prximas dcadasobservaremos nuevos paradigmas eclesisticos que pondrn a prueba nuestracapacidad de respetar y valorar las diferencias. Si en el pasado las estructuras se caracterizaron por su rigidez e inflexibilidad,en el futuro requerirn de una gran dosis de adaptabilidad y equilibrio. Vivir la unidaden medio de la diversidad ser uno de los grandes retos, sobre todo aqu en AmricaLatina donde la intolerancia religiosa forma parte de la historia. Sostener unaeclesiologa bblica sin apagar la Pneumatologa, ser un gran desafo. As lo diceGonzlez Faus: "Una eclesiologa que no haya cometido el pecado de apagar laPneumatologa (1 Tes. 4: 19) ser siempre una eclesiologa de la comunin de lapluralidad, que pertenece a la esencia misma de la Iglesia".

    En resumen, los criterios de accin que se han propuesto giran en torno acuatro ejes fundamentales: Misin, Estructura, Sociedad y Diversidad.

    Misin: la necesidad de replantear nuestra razn de ser a partir de lasrealidades y necesidades particulares.

    Estructura: la urgencia de disear una nueva arquitectura organizacional paraprocurar que sea ms gil, operativa y democrtica, y

    Sociedad: lo importancia de incluir en nuestras agendas nacionales los temascruciales que aquejan a nuestra sociedad.

    Diversidad: el valor de contar con estructuras que sea facilitadoras ymediadoras en los conflictos ocasionados por la pluralidad entre susasociados.

    Estos cuatro criterios de accin deben ubicarse dentro de un marco pastoral ydoctrinal que haga justicia a nuestros ms caros principios de autonoma de la iglesialocal, democracia participativa, seoro de Cristo, centralidad de las Escrituras, libertad de conciencia, separacin iglesia-estado y urgencia misionera. Porque:"El arte del progreso consiste en mantener el orden dentro del cambio y el cambiodentro del orden"... dentro del orden bblico al cual nos insta el apstol Pablo en 1 Cor.11: 40. En uno de sus libros, el Doctor Federico Huegel cuenta que un da el almiranteByrd, quien estaba haciendo investigaciones cientficas en el polo sur sali de su casa

  • de hielo paro tomar el aire fresco. Estaba solo. De repente se detuvo, un tantoespantado. Haba ido demasiado lejos. No vea ms que nieve. Comprendi que si seechaba a buscar su casa y no tropezaba con ella en el primer intento, todo sentido dedireccin estara perdido y no habra manera de orientarse. Tena consigo un palo. Loclav en el hielo. "Aqu est mi centro -se dijo- no lo dejar hasta encontrar mi casa".Despus camin en varias direcciones, sin perderlo de vista. Por fin, despus de variosintentos, encontr su choza y se salvo. La experiencia del almirante puede hacernos pensar en el valor de nuestrosprincipios como las guas que deben servirnos en este arriesgado, pero tambinemocionante, proceso de cambio. Que el Seor nos acompae y nos dirija... l que ssabe de riesgos; l que espera renovarnos cada da.