griega en Mito o logos. Hacia La Repblica de Platn. Gaviria se
propone unejercicio nada fcil: seguir las huellas de los
predecesores de Platn, los vectoresdel pensamiento griego que
apuntan a la gran obra: La Repblica, quizs la msestudiada del
filsofo y sin duda una de las ms influyentes del
pensamientofilosfico y poltico de Occidente.
Pero Mito o logos es ms que una pesquisa puramente intelectual.
Con vitalsabidura, nos abre la fascinante caja de Pandora de la
filosofa griega: la msticamatemtico-mitolgica del rfico Pitgoras;
la necesidad de conocimientoabsoluto de Parmnides; la vocacin
racional de Tales y Anaxmenes; o laprofunda intuicin de Herclito de
un Cosmos inteligente y del hombre, dentrode s, preado de sentido
tico. Tambin nos muestra la importancia capital delos mal afamados
sofistas y su preocupacin por lo humano y por la polis. Y,desde
luego, el lugar central de Scrates, el raro bicho que aseguraba que
la vozdel genio le hablaba al odo y que osaba poner en cuestin las
ms acrrimascreencias de la gente bajo la luz de la razn.
Ni rido, ni erudito, ni arrogante, ni pretencioso lo que
verdaderamente seagradece de un libro de filosofa, Mito o logos
deja sentir el gusto y el gozo delpensamiento. Nos propone a la
filosofa como una ldica de las ideas y, en elfondo, como una ayuda
para vivir. El juego que plantea es uno harto conocido:la tensin,
casi dramtica, entre el mito y el logos, la poesa y la ciencia,
lafantasa y la razn.
Como buen ilustrado, Gaviria no esconde su parcialidad hacia el
logos, aunquese cuida de caer en una actitud intransigente: No
siempre la razn y lafantasa constituyen polos opuestos. A menudo se
hallan equitativamentefusionadas y las ms de las veces muy prximas
con prevalencia indistinta launa de la otra. Justamente, reconoce
Gaviria, una de las mayores virtudes dePlatn consiste en trasponer
sutilmente la aparente lnea que las separa.
Y es que suele olvidarse, en una poca aquejada de
hiperracionalismo, que ni elmito est carente de logos, ni el logos
ha superado al mito. Si algo nos mostr elsiglo XX es que la razn
puede caer tan fcilmente presa de la locura y delholocausto
irracional como cualquier creencia supersticiosa, y que ha hechoms
dao al hombre y a su medio que una relacin mtica con la Tierra.
Espreciso recordar que la predileccin por el logos es dramticamente
reciente enla historia humana y que muy a pesar de nuestras
pretensiones ilustradascargamos con mucho ms mito que logos en
nuestra psych. El supuestoanimal dotado de logos, como deca
Aristteles, no est libre de las estructurasmticas que por milenios
han motivado la vida de los individuos y los pueblos. Larazn pura
no deja de ser arrogante y contradictoria, aparte de peligrosa. Y
elmito, irnico como el destino, no deja de colarse por la puerta de
atrs.
Quiz por eso resulte ms sabio, fructfero y humilde intentar una
conjuncinentre el mito y el logos, que anteponerlos en un
enfrentamiento comoalternativas irreconciliables. Quiz no sea tan
preciso decir mito o logos, sinoms bien mito y logos, como parece
ser el caso de Platn y, aunque a veces nolo queramos, tambin el
nuestro.
