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Portada :: Brasil 12-07-2013 Indignación a la brasileña: una mirada comparativa y global Breno Bringel redseca.cl Las masivas movilizaciones que empezaron a sacudir Brasil en Junio de 2013 pillaron por sorpresa a casi todo el mundo, dentro y fuera del gigante sudamericano. Más allá de la complejidad en hacer ejercicios prospectivos y de tendencias en el análisis de coyunturas políticas, dos son los motivos principales de la estupefacción. El primero de ellos es que en los últimos años Brasil se ha ido forjando como un “país emergente” que viene jugando un liderazgo fáctico en el contexto regional y también simbólico en el contexto internacional, avalado por su crecimiento económico unido a políticas sociales. De forma paralela, hay un segundo motivo importante para la sorpresa por la emergencia de las protestas y movilizaciones recientes: aunque Brasil tenga movimientos sociales ampliamente organizados y territorializados, como el Movimiento de los Sin Tierra, no hay en el país, sobre todo si se compara con los vecinos latinoamericanos, una tradición de acción colectiva conflictiva y de movilización popular masiva. Pero no todo lo que brilla es oro y hay que buscar elementos de análisis que permitan reconsiderar las dos dimensiones mencionadas. En lo que se refiere a la primera cuestión, es cierto que el cambio de siglo marcó un reposicionamiento de Brasil en la geopolítica mundial. Con la llegada de Lula al gobierno hubo una apuesta por la profundización de la integración sudamericana, una aproximación con socios estratégicos y tácticos, un refuerzo de las negociaciones multilaterales y una participación mucho más proactiva en diversos temas y agendas en el escenario internacional. Es así como Brasil se convierte, para muchos, en modelo a seguir al lograr compaginar crecimiento económico, incluso en el escenario post-crisis financiera de 2008, con éxitos sociales, frutos de sendas políticas públicas. Sin embargo, no se puede olvidar que la política del Partido de los Trabajadores en el gobierno (en lo que algunos autores, como André Singer, vienen denominando como “lulismo”) sólo existe bajo el signo de la contradicción. Se ha avanzado en muchos aspectos y sectores (los índices de popularidad de Dilma siguen altos incluso con la manipulación mediática tras la emergencia de las protestas), pero siempre de forma ambigua. Esto se debe a una política esquizofrénica de “conciliación nacional” donde el gobierno, a través de amplias coaliciones, busca agradar a fuerzas y actores antagónicos en una sociedad marcadamente desigual. Esto tiene sus limites, tal como veremos más adelante. Por otro lado, la emergencia de las protestas en Brasil sorprende porque en las últimas dos décadas en la mayor parte de la sociedad brasileña (con excepción de algunos movimientos sociales y sectores de izquierda) primó la cooperación y no el conflicto. La participación social existía pero era canalizada fundamentalmente a través de mecanismos y espacios institucionales, llevando a que los actores sociales se preocuparan mucho más en incidir en la “Política” (con mayúsculas, efectivamente) que en la “sociedad”. Esto generó grandes ausencias y déficits de la izquierda brasileña en las disputas por el tejido social y en el trabajo de formación de base. Y explica, parcialmente, que el sentimiento de indignación emergente en el país no se articule políticamente de manera más estructurada. La emergencia de la “indignación a la brasileña” La indignación no es un movimiento social. Es un estado de ánimo. Y, como tal, se puede Rebelion. Indignación a la brasileña: una mirada comparativa y global http://www.rebelion.org/noticia.php?id=171002 1 de 4 23/05/2016 22:52

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Portada :: Brasil

12-07-2013

Indignación a la brasileña: una mirada comparativa y global

Breno Bringelredseca.cl

Las masivas movilizaciones que empezaron a sacudir Brasil en Junio de 2013 pillaron porsorpresa a casi todo e l mundo, dentro y fuera del gigante sudamericano. Más allá de lacomplejidad en hacer ejercicios prospectivos y de tendencias en e l análisis de coyunturaspolíticas, dos son los motivos principales de la estupefacción. El primero de e llos es que enlos últimos años Brasil se ha ido forjando como un “país emergente” que viene jugando unliderazgo fáctico en e l contexto regional y también simbólico en e l contexto internacional,avalado por su crecim iento económico unido a políticas socia les. De forma parale la, hay unsegundo motivo importante para la sorpresa por la emergencia de las protestas ymovilizaciones recientes: aunque Brasil tenga movim ientos socia les ampliamenteorganizados y territoria lizados, como el Movim iento de los Sin Tierra, no hay en e l país, sobretodo si se compara con los vecinos latinoamericanos, una tradición de acción colectivaconflictiva y de movilización popular masiva.

Pero no todo lo que brilla es oro y hay que buscar e lementos de análisis que perm itanreconsiderar las dos dimensiones mencionadas. En lo que se refiere a la primera cuestión, escierto que e l cambio de siglo marcó un reposicionamiento de Brasil en la geopolítica mundial.Con la llegada de Lula al gobierno hubo una apuesta por la profundización de la integraciónsudamericana, una aproximación con socios estratégicos y tácticos, un refuerzo de lasnegociaciones multilaterales y una participación mucho más proactiva en diversos temas yagendas en e l escenario internacional. Es así como Brasil se convierte, para muchos, enmodelo a seguir a l lograr compaginar crecim iento económico, incluso en e l escenariopost-crisis financiera de 2008, con éx itos socia les, frutos de sendas políticas públicas. Sinembargo, no se puede olvidar que la política del Partido de los Trabajadores en e l gobierno(en lo que algunos autores, como André Singer, vienen denominando como “lulismo”) sóloexiste bajo e l signo de la contradicción. Se ha avanzado en muchos aspectos y sectores (losíndices de popularidad de Dilma siguen altos incluso con la manipulación mediática tras laemergencia de las protestas), pero siempre de forma ambigua. Esto se debe a una políticaesquizofrénica de “conciliación nacional” donde e l gobierno, a través de amplias coaliciones,busca agradar a fuerzas y actores antagónicos en una sociedad marcadamente desigual. Estotiene sus lim ites, ta l como veremos más adelante.

Por otro lado, la emergencia de las protestas en Brasil sorprende porque en las últimas dosdécadas en la mayor parte de la sociedad brasileña (con excepción de algunos movim ientossocia les y sectores de izquierda) primó la cooperación y no e l conflicto. La participación socia lex istía pero era canalizada fundamentalmente a través de mecanismos y espaciosinstitucionales, llevando a que los actores socia les se preocuparan mucho más en incidir en la“Política” (con mayúsculas, efectivamente) que en la “sociedad”. Esto generó grandesausencias y déficits de la izquierda brasileña en las disputas por e l tejido socia l y e n e ltrabajo de formación de base. Y explica, parcia lmente, que e l sentim iento de indignaciónemergente en e l país no se articule políticamente de manera más estructurada.

La emergencia de la “indignación a la brasileña”

La indignación no es un movim iento socia l. Es un estado de ánimo. Y, como tal, se puede

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expresar de maneras muy diversas. En e l Sur de Europa, por ejemplo, e l sentim iento deindignación socia l en los últimos dos años tuvo fuentes múltiples, pero uno de los principaleshilos conductores fue e l rechazo a pagar las consecuencias directas de la crisis, que deberíanser asumidas por quienes la causaron. Banqueros y especuladores se convirtieron, de estemodo, en los blancos centrales de las movilizaciones socia les. En Estados Unidos, “occupiers”dirigieron en general sus re ivindicaciones a estos m ismos actores, bajo e l argumentoindignado de que e l 1%, totalmente alejado de los anhelos de la población, no puede decidire l futuro del 99%.

En el Brasil de hoy (y la coyuntura cambia con una rapidez asombrosa durante los últimosdías) la indignación todavía es extremamente difusa y crecientemente polarizada. Coexistenen las calles, actos y manifestaciones sentim ientos, argumentos y sentidos dive rsos ycontradictorios. Algunos expresan su descontentam iento con e l funcionamiento del transportepúblico (lo que, de hecho, fue e l punto de partida para las protestas, a l tratar de frenar, conéxito, la subida de las tarifas de los autobuses); en la línea de la re ivindicación de derechos,otros ex igen más y mejor servicios públicos de forma más general (principalmente educacióny sanidad); también hay aquellos que apelan a los altísimos costes (no solo económicos,sino también socia les, ambientales, culturales y políticos) de la realización del Mundial deFútbol de 2014 y de otros mega-eventos en e l país; jóvenes de clase media-baja, que vieroncomo las políticas socia les del gobierno no les sacaron de su “ciudadanía de segundacategoría”, se indignaron por la persistencia profunda de las desigualdades; finalmente,también hay aquellos que se movilizaron contra cuestiones más especificas y/o sectoria les,aunque no menos importantes, como, por ejemplo, la Propuesta de Enmienda Constitucional37/2011 que, si es aprobada dotaría a la policía de poder exclusivo para las investigacionescrim inales, quitándole esta atribución a otros órganos públicos.

El mayor contingente de la población, en su mayoría jóvenes, que ha participado de estasmovilizaciones socia les todavía tiene un sentido de la indignación poco articuladopolíticamente, dado que para la gran mayoría este es su “bautismo político”. En otraspalabras: la indignación, la ira, la rabia y e l odio no se han crista lizado todavía en una acciónpolítica estructurada. Estos jóvenes, así como buena parte de la ola de indignación global queha “viajado” por diversos países del mundo en los últimos años, asocian su insatisfacción aun rechazo a los sistemas políticos, los partidos tradicionales y las formas convencionales deorganización política. Quieren participar de la vida política, pero no encuentran cana lesapropiados. Antes de criticar a los jóvenes por eso, a lgo que se ha hecho tanto en Brasilcomo en otros países, habría que preguntarse qué es lo que (y por qué) no funciona.

Las movilizaciones socia les son termómetros de la sociedad y no siempre revelan los rumbosque uno desea. Suelen difundirse de los sectores más movilizados y organizados (en e l casobrasileño, un movim iento socia l autónomo, e l Movim iento Pase Libre, actuó como propulsor)a sectores menos movilizados y organizados. En Brasil, este grupo iniciador se vio totalmentedesbordado por movilizaciones de masa que escaparon al control de las organizacione ssocia les y políticas, difundiéndose viralmente por toda la sociedad.

Indignación en perspectiva comparada

Si tenemos en cuenta la ola de indignación global contemporánea, e l caso brasileño asumeespecificidades que deben ser llevadas en consideración. Sugiero que, para e llo, es crucia lentender las espacialidades de la contestación socia l en, a l menos, tres dimensiones. Enprimer lugar, a l contrario de algunos de los procesos vividos en Europa, en África o enEstados Unidos recientemente (y a pesar de las solidaridades despertadas en algunosrincones del planeta y del uso de herram ientas comunes), no hay una difusión directa,permanente y sistemática de las protestas, marcos, repertorios y formas de acción con otroslugares fuera de Brasil. Esto es importante, ya que refleja un escaso aprendizaje compartidode experiencias de luchas socia les recientes que mucho podrían contribuir para e l actualmomento en Brasil.

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En segundo lugar, a diferencia de las demás contestaciones de la indignación contemporáneaque articularon dinámicas escalares complejas, vinculado lo local a lo global (con centralidadde lo regional en e l caso de Europa), en las movilizaciones ocurridas en Brasil, la escalanacional sirvió como un dispositivo de bloqueo político que perm itió, en algunos casos, avivarposiciones nacionalistas de derecha. En tercer lugar, los lugares importan. Cadamanifestación, en cualquier capita l o pequeña ciudad del país, se revistió de demandasparticulares y de críticas específicas a la políticas local y regional, unidas y a vecescondicionadas por las diversas culturas políticas. Esto es común a la ola global de indignacióny a las protestas en general. Sin embargo, estas especificidades locales también revelancambios en e l perfil de las re ivindicaciones, bien como en la composición socia l de losmanifestantes. Esto lleva a que, por ejemplo, ciertos grupos que no estaban presentes enSão Paulo o en Ribeirão Preto actuaran en Río de Janeiro o en São Gonçalo; pero también aque las corre laciones de fuerzas sean distintas en estos lugares.

Cabe subrayar, asim ismo, que los actos de vandalismo y violencia vividos en muchasciudades brasileña no siempre expresan un uso político de la violencia, ta l como se habíajustificado en e l movim iento altermundista por grupos como el Black Block. Revelan, eso sí,las fracturas, las desigualdades profundas, las segmentaciones y e l clasismo de la sociedadbrasileña. Oportunistas e infiltrados no fa ltaron (secuestradores, policías, racistas, xenófobosy ultraderechistas), pero también es necesario entender que hay en las moviliza cionesrecientes una indignación de clase y de opresión que converge con esta indignación difusa ycrítica.

La cuestión clave enfrentada en Brasil no es novedad para muchos de los países que hanvivido en los últimos meses y años los gritos de la indignación: ¿cómo canalizar laindignación en movim iento socia l? La respuesta no es sencilla, dada la profunda disputa designificados por las movilizaciones recientes. El primer bloqueo viene de los medios decomunicación hegemónicos que, con la ausencia de un pluralismo informativo, ha pautado lainterpretación de los sucesos. Las redes socia les son una herram ienta importante, peroinsuficientes ya que, en general, no generan contra-información sistemática, ni tampocointerpretación de amplio a lcance. De este modo, la creación de plataformas más abarcadorasde información alternativa que puedan llegar a un espectro más amplio dela población sepresenta como uno de los grandes desafíos para los movim ientos socia les brasileños.

Otro desafío tiene que ver con la inversión en actividades pedagógicas de formación políticadentro del proceso de movilización. Dotar de significado transformador la indignación ex igeformación y concienciación política. Este e lemento es central para frenar la capita lización delas protestas por la derecha, que viene utilizando ideas simples y conservadoras, muchas deellas enraizadas de forma casi naturalizada (reproducidas, claro, por la educación y por losmedios de comunicación convencionales) en la sociedad brasileña.

Como consecuencia de lo anterior, vale la pena echar la m irada una vez más a la ola deindignación global. En todas estas contestaciones se crearon espacios de convergencias,macro-asambleas y foros de discusión donde las personas empezaron a hacer política desdeotras bases; discutieron, compartieron y maduraron sus ideas. También podríamos (ydeberíamos) tener nuestra propia Puerta del Sol y nuestrasokupaciones permanentes enBrasil, a lgo que perm itiría profundizar e l proceso abierto en las calles. Debemos no sólodisputar las plazas, sino también ampliar los espacios colectivos de construcción. Brasil hasido en los últimos años un importante “laboratorio democrático” en todo e l mundo,expresando una amplia diversidad de mecanismos de participación y deliberación de lasociedad, en su mayoría institucionales. Reinventemos y profundicemos esto también en losespacios públicos. Convertir nuestras ciudades en una gran ágora puede ser e l primer pasopara canalizar la indignación dispersa y fragmentada en potencial transformador. También esuna buena oportunidad para renovar nuestras formas y fuerzas de izquierda y lassensibilidades comprometidas con la justicia socia l y la emancipación.

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Breno Bringel es profesor de Sociología del Instituto de Estudios Sociales y Políticos de laUniversidad Estatal de Río de Janeiro (IESP-UERJ) y editor de DADOS – Revista de CienciasSociales (http://www.scielo.br/dados).

Este texto es una versión ampliada de un artículo publicado originalmente en portugués e ldía 27/06/2013 en e l Periódico Brasil de Fato (http://www.brasildefato.com.br)

Link original: http://www.redseca.cl/?p=4219

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de CreativeCommons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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