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CUARENTA AÑOS DE CRISIS: ENTROPÍA, NEGUENTROPÍA Y RECOMPOSICIÓN CAPITALISTA Marcos Cueva Perus* Marcos Cueva Perus* Marcos Cueva Perus* Marcos Cueva Perus* Marcos Cueva Perus* Fecha de recepción: 8 de agosto de 2006. Fecha de aceptación: 10 de octubre de 2006. Introducción Este trabajo se propone problematizar y periodizar la noción de globalización de modo que, a muy grandes rasgos, puedan identificarse las principales tendencias que han estado en juego durante las últimas décadas de crisis y las que alcanzan a vislumbrarse hacia el futuro. Si bien ha tendido a convertirse en un fetiche al que se recurre con demasiada frecuencia, el concepto globalización es muy complejo, así como la polémica sobre sus orígenes y características. Posterior a ese debate, este comentario sugiere que el fenómeno se ha caracteri- zado por algunas modificaciones cuantitativas en las últimas décadas y, en cambio, cómo las cualitativas han sido más difíciles de precisar. Para delinear el argumento sobre las transformaciones cualitativas que podrían vislumbrarse en el futuro —hasta donde la analogía puede ser de utilidad y no un mero artificio retórico— hemos recurrido a dos términos que se originan en la termodinámica, entropía y neguentropía. La ley de la entropía sostiene que toda la energía de un sistema aislado o cerrado se mueve de un estado ordenado a otro desordenado; la neguentropía, en cambio, considera la energía como un medio que tiende a regular el comportamiento de la materia —hacia una mayor complejidad— para provocar en ésta una tendencia al orden. Así pues, consideramos que, como el capitalismo tiende a convertirse en un sistema cerrado, ha desembocado en el caos y la autofagia; que para superarla ha * Profesor-investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Correo electrónico: [email protected] OMENTARIOS Y DEBATES

RECOMP CAPITALISTA

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EL CAPITALISMO

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    CUARENTA AOS DE CRISIS:

    ENTROPA, NEGUENTROPA Y RECOMPOSICIN CAPITALISTA

    Marcos Cueva Perus*Marcos Cueva Perus*Marcos Cueva Perus*Marcos Cueva Perus*Marcos Cueva Perus*

    Fecha de recepcin: 8 de agosto de 2006. Fecha de aceptacin: 10 de octubre de 2006.

    Introduccin

    Este trabajo se propone problematizar y periodizar la nocin de globalizacin demodo que, a muy grandes rasgos, puedan identificarse las principales tendenciasque han estado en juego durante las ltimas dcadas de crisis y las que alcanzan avislumbrarse hacia el futuro. Si bien ha tendido a convertirse en un fetiche al que serecurre con demasiada frecuencia, el concepto globalizacin es muy complejo, ascomo la polmica sobre sus orgenes y caractersticas.

    Posterior a ese debate, este comentario sugiere que el fenmeno se ha caracteri-zado por algunas modificaciones cuantitativas en las ltimas dcadas y, en cambio,cmo las cualitativas han sido ms difciles de precisar. Para delinear el argumentosobre las transformaciones cualitativas que podran vislumbrarse en el futurohasta donde la analoga puede ser de utilidad y no un mero artificio retricohemos recurrido a dos trminos que se originan en la termodinmica, entropa yneguentropa. La ley de la entropa sostiene que toda la energa de un sistemaaislado o cerrado se mueve de un estado ordenado a otro desordenado; laneguentropa, en cambio, considera la energa como un medio que tiende a regularel comportamiento de la materia hacia una mayor complejidad para provocaren sta una tendencia al orden.

    As pues, consideramos que, como el capitalismo tiende a convertirse en unsistema cerrado, ha desembocado en el caos y la autofagia; que para superarla ha

    * Profesor-investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad NacionalAutnoma de Mxico (UNAM). Correo electrnico: [email protected]

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    necesitado histricamente incorporar espacios no capitalistas a su dinmica. Entrefinales del siglo XIX y principios del XX, con el fin del reparto colonial y el arribo denuevos pases imperialistas, esa posibilidad se agot. Las pugnas entre potenciascondujeron a la Primera Guerra Mundial y a un periodo que algunos han conside-rado de desglobalizacin hasta la segunda posguerra. Ahora bien, quiz no seacasual que, como lo han hecho notar Hopkins (2002:1) y Reynolds (2002:245), lanocin de globalizacin haya proliferado a partir de la ltima dcada del siglopasado. En este trabajo deduciremos que el fin de la guerra fra le abri nuevosmercados al capitalismo en espacios hasta hace algn tiempo no capitalistas y, eneste sentido, permiti que algunos pensaran en un supuesto nuevo orden. Sin em-bargo, esa misma apertura ha vuelto a convertir al mundo, por lo menos en tenden-cia, en un mundo cerrado y, por ende, proclive al caos y al desorden. Si as fuera,el peligro de la autofagia podra resurgir. Con todo, uno de los puntos de debateconsiste en saber cul ser el papel que conservar el Estado nacional en el futuro,en la medida en que, al decir de Hopkins quien no necesariamente comparte estapostura, algunos autores consideran que se encuentra, incluso, en el origen de laglobalizacin (Hopkins, 2002:19). Si dicho Estado sigue jugando un papel impor-tante, la recomposicin capitalista puede entonces pensarse de otro modo, por lomenos temporalmente. Al abrirse, los antiguos sistemas cerrados autrquicos po-dran revertir el desorden, encabezado por el imperio del caos (Amin, 2003) paravolverse factores de orden y de recomposicin econmica. Como se sugerir, esslo una posibilidad entre muchas otras.

    La globalizacin: problemas de definicin

    Gerbier (1997:27) ha argumentado que pueden leerse numerosos textos sobre eltema de la globalizacin sin toparse jams con una definicin precisa de lo que es.Algunos autores, como Estefana (2002:39), con base en Braudel, sostienen que seremonta muy lejos en la historia. Ferrer (2002) y algunos autores marxistas haninsistido en que los comienzos del proceso que los franceses todava prefierenllamar mundializacin se remontan a la llegada de Coln a Amrica. Diversasobservaciones de Marx y Engels en el Manifiesto comunista (1970:27) se ubican enuna perspectiva similar. Por otra parte, autores como De la Dehesa (2004:14) yGuillochon (2003:25) han sugerido, de manera ms acotada, que en la historiaeconmica del capitalismo se han producido bsicamente dos grandes oleadas deglobalizacin: una entre finales del siglo XIX y principios del XX; otra, desde la

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    segunda posguerra hasta la actualidad. A su vez, tomando en cuenta los intercam-bios que en un pasado remoto tenan frica, el mundo asitico China en particu-lar o el islmico, Hopkins (2002:25-41) distingue cuatro formas de globalizacin:la arcaica, la protoglobalizacin, la moderna (a partir de 1850) y la poscolonial (apartir de 1950). Hopkins, para quien el fenmeno no debiera reducirse a Occidente,quiz no consider que la ausencia del continente americano, probablemente aisla-do hasta el siglo XVI, poda dejar en tela de juicio cierta perspectiva del trmino.Desde 1820, la globalizacin moderna no deja de coincidir con la aceleracin delcrecimiento, que comprueba Maddison (1997:21), para quien de 1500 a 1820 slopueda hablarse de protocapitalismo lo cual parece bastante acertado. Hopkins(2002:41-42) hace notar que otros autores curiosamente ubican el arranque de laglobalizacin hacia 1973 y algunos que subrayan, entre otros factores, la transicinhacia la economa posindustrial, con el auge de los servicios; el aumento del tama-o y la velocidad de los mercados de capital y de los instrumentos financierossupranacionales. Hasta aqu probablemente lo ms prudente sea quedarse con lasdefiniciones de Lemus (2005:154 y 161), sobre que la globalizacin no puededisociarse del surgimiento de la burguesa comercial, en un principio, en lossiglos XV y XVI y, en ese sentido, tampoco del Estado-nacin, ahora cuestionado.Lejos de pensar en un ascenso rectilneo, Lemus ha sugerido que la globalizacindebiera entenderse como un proceso no totalizante, abierto, sujeto a mltiplesbifurcaciones y, por lo tanto, complejo y no rectilneo (Lemus, 2005:166).

    Con todo, la pregunta sigue abierta: por qu la nocin no surgi, sino hasta ladcada de los noventa en el siglo pasado? Reynolds (2002:246) quiz tenga su partede razn al hablar de la existencia de un globalismo estadounidense, de origenAtlntico en los siglos XVII y XVIII, que considera la protoglobalizacin que desembocaen el siglo estadounidense, el siglo XX. Aunque dicho autor sugiera que laglobalizacin no se agota en el siglo pasado, no puede negarse que fue el del liderazgode ese pas. Desde ese punto de vista, la clasificacin de Hopkins es sugestiva, en lamedida en que la globalizacin, a partir de 1950, tuvo un carcter poscolonial. Porlo pronto, si algo cabe reprochar a todas esas polmicas es que, salvo en el caso deHopkins (2002:22), quien reconoce que la autarqua y la planificacin han dejado depresentarse en la actualidad como opciones, no tomen en cuenta que lo que Reynolds(2002:245) ha llamado el culto a la globalizacin haya coincidido con el desplomede la Unin Sovitica y la acelerada apertura china al capitalismo; no obstante dehaber mantenido cierta planificacin estatal, contra lo sugerido por Hopkins.

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    La globalizacin: el problema de algunos datos duros

    Gerbier considera que muchos de los elementos que llegan a darse por novedadesde la globalizacin actual ya estaban presentes hacia el final del siglo XIX. Hobsbawmha sugerido que las corrientes migratorias actuales no son significativamente mayo-res a las que se produjeron entre finales del siglo XIX y principios del XX (Saborido,2001:28); Giussani (2000:302), por su parte, ha demostrado que algunos de lospases de la OCDE algo menos que 80% del producto mundial bruto para lasdcadas de los ochenta y noventa del siglo XX estaban menos internacionalizadosque en vsperas de la Primera Guerra Mundial. A partir de un conjunto de eviden-cias empricas que sera demasiado largo reproducir aqu, Giussani considera queen realidad se ha confundido una cada a largo plazo del crecimiento (desde ladcada de los setenta, hasta la de los noventa) con una fase supuestamente nueva enla historia del capitalismo y que la globalizacin no sera ms que una nocinideolgica (2000: 321).

    El desarrollo de los medios de comunicacin y de las infraestructuras estaracreando hoy una aldea planetaria, pero la expresin atribuida a McLuhan data delsiglo XIX. La reorganizacin de las relaciones entre naciones dista mucho de ser unanovedad, ya que desde el final decimonnico Estados Unidos y Alemania comenza-ron a poner en jaque la dominacin britnica. El cuestionamiento de la soberana ennumerosos territorios tampoco es nuevo, si se piensa en el fenmeno colonial, o en laEuropa de entreguerras; finalmente, los new comers tambin buscaron en el pasadocomo Japn en la dcada de los ochenta aprovechar la mundializacin de lasleyes de funcionamiento de las industrias, la baja en los costos del transporte y laampliacin de los espacios de competencia (Gerbier, 1997:27-28). A esos cuatroelementos, Gerbier aade uno ms: el aumento de los flujos internacionales debienes, servicios y capitales, pero al mismo tiempo recuerda que, hacia el final delsiglo XX, la tasa de apertura de las economas, medida por el comercio o por lainversin, no haba alcanzado el nivel que tena para las grandes economas occi-dentales en la primera dcada del mismo siglo (Ibid:28). En realidad, desde algu-nos autores mencionados por Hopkins hasta otros, como Estefana, muchos son losque consideran que la etapa actual se caracteriza sobre todo por una globalizacinfinanciera, que aparece adems como un intento por preservar la dominacin esta-dounidense y por la transferencia sistemtica de valor (riqueza social) desde lospases dominados hacia el dominante (Arriola, 200:142).

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    Capitalismo y espacios no capitalistas

    Marx y Engels destacaban la capacidad del capitalismo para terminar con la barba-rie entindase precapitalismo pero, sobre todo, con las regiones y naciones quese bastaban a s mismas. No fue bastarse a s mismos lo que intentaron hacerdurante parte del siglo XX los pases a los que Desai (2002) se refiere como socia-lismos de Estado? Con base en este autor, para quien el capitalismo ha demostradogran dinmica y capacidad para superar las crisis, pensemos en que sera como siMarx se hubiera tomado la revancha con los pases ya mencionados, al incorporar-los dentro del capitalismo al que se haban opuesto por dcadas. Hasta aqu, bastacon observar que tanto la Unin Sovitica como China buscaron una autosuficien-cia de sistemas cerrados que poda entenderse como autarqua. Amin (2003:23-24) ha sugerido que el sovietismo y el maosmo construyeron un capitalismo sincapitalistas que, en vez de superar al propio capitalismo, se propuso darle alcance.La Unin Sovitica y China buscaban ante todo con una importante herenciaprecapitalista edificar estados nacionales potentes y soberanos. Por cierto que laenseanza y la asimilacin de Marx no siempre fue el fuerte del sovietismodedicado en buena medida a la dogmatizacin del leninismo y, mucho menosdel maosmo con el culto al pequeo libro rojo y la personalidad de Mao Zedong.

    Desde los primeros aos del siglo XX, Luxemburgo observaba que, para repro-ducirse y expandirse, desde sus orgenes, el capital haba necesitado del ambientede espacios no capitalistas, en particular, de lo que ella llamaba la economa natu-ral precapitalista. El capitalismo no se habra desarrollado como un sistema cerrado,por lo menos hasta principios del siglo XX, sino que habra tenido la necesidad deapropiarse de los recursos naturales y humanos de otras formaciones sociales.

    La tesis de Luxemburgo es interesante en la medida en que el capitalismo entren una crisis estructural particularmente en Estados Unidos y la antigua Comuni-dad Econmica Europea (CEE) hacia los ltimos aos de los sesenta, al cabo de dosdcadas de aos locos; por ende, antes de que se hicieran visibles los lmites de lasformaciones sociales cerradas sovitica y china. Al mismo tiempo, a principios dela dcada de los setenta, en medio de una competencia creciente entre EstadosUnidos, la CEE y Japn, los mercados del Tercer Mundo comenzaron a mostrar suspropios lmites. El periodo colonial se acab con la independencia de un grannmero de pases de Asia y frica. Una parte del Tercer Mundo se volvi superfluay otra intent aliarse con los socialismos de Estado a los que se refiere Desai;mientras que el Sur adquiri cierta capacidad de negociacin al formarse agrupa-

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    ciones como la OPEP (Organizacin de Pases Exportadores de Petrleo). En eseentonces, la situacin de Estados Unidos no poda ser peor; deba enfrentar unacreciente competencia industrial japonesa y la CEE haba perdido la guerra en Viet-nam (1975). Ello atrajo el temor de un efecto domin en el patio trasero del Suramericano por la influencia de la revolucin cubana. Por otra parte, Estados Uni-dos se encontraba en un virtual empate en la carrera armamentista con la UninSovitica, por lo que intent el acercamiento con China, en 1972. Nadie habrapensado, entonces, que el planeta se encaminaba hacia la unificacin del mercadomundial. En cambio, Estados Unidos pareca estarse convirtiendo en un sistemacerrado, incapaz de ampliar sus mercados y de superar sus contradicciones internas,que estallaron en 1971, con el fin del patrn oro-dlar.

    En 1912 Luxemburgo sealaba (1967):

    el capitalismo es la primera forma econmica con capacidad de desarrollo mundial.Una forma que tiende a extenderse por todo el mbito de la Tierra y a eliminar atodas las dems formas econmicas, que no toleran la existencia de ninguna otra.Pero es tambin la primera que no puede existir sola, sin otras formas econmicas dequ alimentarse y que, al mismo tiempo que tiende a convertirse en forma nica,fracasa por la capacidad interna de su desarrollo (1967:363).

    Para sobrevivir y superar sus contradicciones endgenas, desde el final de ladcada de los sesenta, el capitalismo en crisis habra tenido la necesidad de incluiren su rbita a los sistemas cerrados no capitalistas y autrquicos del socialismo deEstado. La apertura china (1978) y la cada sovitica (1989-1991) desembocaronen la creencia de que, por fin, al abrirse los antiguos sistemas autrquicos, se habraconsolidado la tendencia a la unificacin del mercado mundial. Segn Reynolds, elculto a la globalizacin surgi por las mismas fechas en que Estados Unidosproclam el advenimiento de un nuevo orden mundial (1991, con la guerra delGolfo Prsico).

    Qu salida para la crisis?

    A pesar de que existen suficientes elementos para pensar que la crisis capitalista estpor alcanzar los 40 aos de duracin, en ocasiones pareciera como si para los par-tidarios de la globalizacin el fenmeno hubiese dejado de existir. Hasta ciertopunto, es entendible. Los beneficiarios de la crisis que los hay no tienen porqu pensar que las cosas debieran o pudieran cambiar; por otra parte, el desplomede la Unin Sovitica reconfort a los mismos beneficiarios, que de cierto modo

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    han dejado de sentirse potencialmente desafiados. A grandes rasgos, es como si lospartidarios de la globalizacin, a la manera de los antiguos lderes soviticos, sehubieran instalado cmodamente a disfrutar de sus privilegios y a esperar que laHistoria siga su curso natural.

    Para periodizar la crisis, nos parece til el concepto sistema productivo quefuera trabajado en Grenoble, Francia, por el Groupe de Recherche sur la Regulationen Economie Capitaliste (GRREC, por sus siglas en francs). La ventaja de dichoconcepto es que, a diferencia de la nocin globalizacin, da por sentado que todarealidad econmica se desenvuelve en un espacio concreto y en un tiempo histrico.No puede haber anlisis econmico que no tenga una dimensin espacial y tempo-ral (De Bernis, 1988:29). En general, un sistema productivo capaz de generar supropia dinmica de autorregularse puede definirse como un conjunto coherentede trabajo y del proceso de produccin que se corresponde con la manera deproducir un excedente apto para ser acumulado (De Bernis, 1988:29). Hasta elfinal de la dcada de los sesenta no exista, desde luego, ningn sistema productivomundial (con su moneda), sino dentro del espacio capitalista un conjunto desistemas productivos nacionales y una economa internacionalmente dominante, lade Estados Unidos. Durante los periodos de estabilidad estructural, cada sistemaproductivo organiza su propia divisin internacional del trabajo (DIT); las fronterasdel sistema productivo no coinciden con las de la nacin, y dicho sistema se orga-niza como un conjunto de relaciones entre un centro y una periferia (Borrelly,1990:73). Durante los periodos de crisis, la coherencia de los sistemas productivosnacionales tiende a resquebrajarse por razones internas a cada uno, tanto en elcentro como en las periferias. El trabajo de crisis se convierte entonces en unproceso de descomposicin y recomposicin espacial y temporal del capitalismo yde los sistemas productivos, al grado que resulta difcil hablar de sistemas produc-tivos durante la misma crisis.

    a) Inmediatamente despus del fin de la guerra fra, distintos analistas creyeronencontrar una fuerte contradiccin entre las tendencias que apuntaban hacia launificacin del mercado mundial y otras que lo hacan en direccin de unacreciente regionalizacin.

    En la segunda posguerra (1950-1973, de acuerdo con la clasificacin de Maddison,1997:120), con la excepcin de Bangladesh, Asia destac por sus espectacularesritmos de crecimiento, y ello seguramente explica que para la dcada de los

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    ochenta se haya admirado al Japn que poda decir no y a los pases de recien-te industrializacin (New Industrialized Countries, NIC, por sus siglas en ingls)como Corea del Sur, Taiwn, Hong-Kong y Singapur. Sin embargo, Japn en-tr en una fuerte crisis entre 1990 y 2001, y no alcanz a crear realmente unbloque yen; ni siquiera fue al rescate de las naciones del sureste asitico quepodan esperarlo en la crisis de 1997. La economa del archipilago comenz arecuperarse en los primeros aos del siglo XXI, sin renunciar a una fuerte inter-vencin estatal, pero, en buena medida, esa recuperacin se ha vuelto depen-diente de los intercambios con China. Hacia el inicio del siglo XXI existan mayoresposibilidades de asociacin entre ese pas y los de la Asociacin de Naciones delSudeste Asitico (ANSEA) que, de concretar un acuerdo, los convertiran en lazona de libre comercio ms grande del mundo. La crisis de 1997 dio al traste(sobre todo en Corea del Sur, con numerosos escndalos de corrupcin, perotambin en Indonesia o Tailandia) con la moda de los cuatro dragones y otrostigres asiticos.

    La Europa alemana, que se antojaba plausible al principio de la dcada de losnoventa, no se realiz. Hasta los primeros aos del siglo XXI Alemania no habagenerado un milagro econmico para salir de su estancamiento y resolver losproblemas planteados por la reunificacin con el territorio oriental. En ese mis-mo orden de ideas, y a diferencia del antiguo colonialismo y del modelo depanregiones que elaborara Alemania en la dcada de los treinta, la Unin Euro-pea pareciera haber dejado al frica subsahariana a su suerte y a la de unacreciente influencia estadounidense, interesada en los recursos petroleros delgolfo de Guinea y, a la fecha, no ha concretado acuerdos transmediterrneosduraderos con los pases del Magreb. Adems, la Unin Europea ha dado prefe-rencia a los antiguos satlites soviticos por encima de las aspiraciones de adhe-sin de Turqua. Por otra parte, la negativa francesa con base en el referndumsobre la Constitucin europea seguido del rechazo holands puso un alto ala tentativa por crear una Europa de las transnacionales. No obstante de laaparicin del euro, la Unin Europea no se ha consolidado como un bloquedominante en el mercado internacional, adems carece de cohesiones poltica ymilitar propias.

    Maddison (2003:113) ha puesto de relieve hasta qu punto el impacto de laConquista represent un cataclismo para lo que hoy es Amrica Latina y elCaribe, al grado de que la experiencia econmica de la regin entre 1500 y 1820

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    fue muy diferente del resto del mundo. El subcontinente americano comenz arecuperarse en el siglo XIX, y tuvo un desempeo mejor que otras regiones delorbe, entre 1913 y 1950 (Ibid.:120). El autor no parece tomar en cuenta losefectos nocivos de la crisis de la dcada de los treinta; pues la edad de oro de lasegunda posguerra no fue tal para Amrica Latina, y luego el subcontinenteentr en un desempeo deficiente, desde 1973 hasta por lo menos 1994(Idem.:122). Amrica Latina, hasta cierto punto, se ha desintegrado: una partese sum a los acuerdos de libre comercio con Estados Unidos (Mxico, RD-CAFTA,1 Colombia, Per, Chile); otra parte hizo suya la iniciativa venezolana delALBA (Cuba, Venezuela, Bolivia), 2 y un grupo ms (Argentina, Brasil) sigueprefiriendo el MERCOSUR al ALCA,3 este ltimo de factura estadounidense, comoqued demostrado en la Cumbre de Mar del Plata en 2005.

    b) A lo sumo, al principio del siglo XXI, el mundo se encontr encajonado entre losanhelos de Estados Unidos por mantenerse como la economa internacionalmentedominante con mtodos informales y no siempre militaristas, poscoloniales,como los ha llamado Hopkins y una mutipolaridad floja. El surgimiento delgrupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), germen de la multipolaridad, parecelimitado. Brasil, en particular, no ha conseguido un autntico liderazgo latino-americano. Y en la Trada,4 tanto Japn como la Unin Europea no han logradosacudirse el paraguas estadounidense heredado de la guerra fra.

    c) Entonces, nuestro argumento fundamental es que al principio del siglo XXI lastentativas de recomposicin capitalista pasaron a depender de la conversin dela antigua esfera sovitica y de China en sistemas abiertos.

    Como lo ha demostrado Andreff, la apertura de los pases de Europa del Estevena preparndose desde mucho antes de 1989. Las inversiones extranjerasdirectas (IED) de las multinacionales y el crecimiento de los intercambios con elmercado capitalista europeo comenzaron en 1967, en Yugoslavia; en 1971, enRumania; en 1972, en Hungra; en 1976, en Polonia y en 1980, en Bulgaria, de talforma que estos pases tuvieron que adoptar polticas de austeridad desde elcomienzo de la dcada de los ochenta. Las aperturas de la Unin Sovitica y

    1 Acuerdo de Libre Comercio para Centroamrica y Repblica Dominicana.2 Alternativa Bolivariana para la Amrica.3 Acuerdo de Libre Comercio de las Amricas.4 Integrada por Estados Unidos, Europa Occidental y Japn.

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    Checoslovaquia fueron posteriores a la IED (1987), y la de la Repblica Demo-crtica Alemana (RDA), ms tarda an (1990) (Andreff, 1997:42).

    La apertura sovitica comenz en 1991; el inicio del siglo XX habra de desem-bocar en lo que Isbell (2006) ha llamado el desplazamiento del centro de gra-vedad geopoltico del mundo hacia el eje central de Eurasia. El gran crecienteeuroasitico (Oriente Medio y la ex Unin Sovitica), con 72% de las reservasmundiales de petrleo y gas, se ha convertido en la franja de tierra con msrecursos de hidrocarburos del planeta, y en un envite crucial para la UninEuropea, Estados Unidos, Japn y China. Rusia, que en los tiempos soviticosse limitaba a autoabastecerse, as como a Europa Oriental en un sistema cerra-do, se ha convertido en el principal exportador mundial de gas natural y elsegundo de crudo. Para Isbell, ha surgido la cuestin clave de saber hasta qupunto competirn los pases de Asia y Europa (incluso Estados Unidos) por lossuministros rusos, y hasta qu punto el nuevo sector energtico de Rusia estardispuesto a manipular estos suministros de forma estratgica (2006:109).

    Por otra parte, la apertura china comenz en 1978, hasta desembocar en unaverdadera euforia para el comienzo del siglo XXI. En perspectiva histrica, elascenso de China no es una novedad, sino un regreso: para 1820, cuando apenasempezaba el siglo britnico, el pas asitico era como lo ha demostradoMaddison el ms rico y grande del planeta, posicin que haba conseguidodesde 1600 con la dinasta Ming (Saborido, 2001:74). Puede sealarse que lasms grandes migraciones del mundo actual no son las internacionales, sino lasque han estado producindose con los xodos de campesinos a las ciudades chi-nas. El xito de ese pas ha sido en buena medida cuantitativo, por la masademogrfica que atrae a todos los negocios internacionales imaginables. Pero dela misma manera en que la antigua Unin Sovitica se moderniz echando manode una superestructura feudal con la brutalidad del estalinismo China se haabierto al mercado sin renunciar a un monopolio del partido comunista que, enalgunos aspectos, recuerda a los mandarinatos letrados y las burocracias pre-capitalistas, que ahora aseguran la docilidad de la mano de obra. A diferencia deRusia, prcticamente sin intercambios con Estados Unidos y resuelta a sostenerel desafo militar de Washington, China incapaz de enfrentar militarmente aEstados Unidos, segn Hobsbawm (Saborido, 2001:94) se encuentra apunta-lando a la economa estadounidense, por el mercado ofrecido a las multinaciona-les, la vinculacin del yuan al dlar, la acumulacin de reservas en moneda esta-

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    dounidense, por las inversiones financieras en los Estados Unidos y por lo queFishman llama el financiamiento al despilfarro de la superpotencia (2006:365).

    El capitalismo no ha conseguido recomponerse ni a distintos sistemasproductivos sobre la base de los bloques comerciales, con la pequea salvedad dela Unin Europea, aunque su ampliacin hacia el Este con la que la Unin Euro-pea pas de un sistema cerrado a uno relativamente abierto no haya bastado paraintegrar un sistema productivo europeo. De acuerdo con nuestro planteamiento,para intentar resolver sus contradicciones internas y sobrevivir a ellas, el capitalis-mo de la Trada habra tenido la imperiosa necesidad de abrir los mercados de losantiguos socialismos de Estado. Su ambicin consistira en asegurarse de que nin-guno de los antiguos socialismos de Estado pueda revertir o reorientar la aperturaen beneficio propio. En esa misma medida, por lo menos hasta la dcada de losnoventa, el hecho de que la antigua Unin Sovitica y China hayan acelerado suintegracin al capitalismo, las expuso a la descomposicin del sistema cerrado glo-bal (saqueo mafioso en la Rusia de Yeltsin, desigualdades sociales y regionalesflagrantes en China).

    Dos tendencias de la descomposicin

    Georges Canguilhem, quien inspirara la elaboracin de la teora de la regulacindel GRREC, escribi: a fuerza de observar a las sociedades de la edad industrial, unopuede preguntarse si su estado de hecho permanente no es la crisis, y si ello no seraun sntoma franco de la ausencia de un poder de autorregulacin (Le Blanc,1998:93). Bien cabe interrogarse por el momento en que empez la descomposi-cin del capitalismo: la prosperidad periodos de estabilidad estructural seredujo en el siglo XX a unos pocos aos previos y posteriores a la Primera Guerramundial y a dos dcadas posteriores a la segunda conflagracin internacional. Paravolver sobre el problema de la salida a la crisis, caben sealar las opciones si-guientes con base en De Bernis:

    El peligro de guerra o del surgimiento de un nuevo fascismo o una solucinpoltica comparable (De Bernis, 1988:203-204).

    Una salida no capitalista acaso habra podido estructurarse con la alianza entrelas clases trabajadoras de los pases centrales, los pases de socialismo de Esta-do y las fuerzas progresistas del Tercer Mundo (De Bernis, 1988:202). Sin

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    embargo, esa posibilidad se agot en las dos primeras dcadas de la crisis, por elresquebrajamiento de la unidad de los trabajadores de los pases centralesque en realidad nunca fue tal, segn las caractersticas de los obreros japonesesy estadounidenses, menos combativos que los europeos, la desintegracin delTercer Mundo y la desaparicin del sovietismo y el maosmo.

    La imposibilidad de los protagonistas para imponer una salida al combate,hasta que se llegue al empantanamiento generalizado y una larga transicin elautor recuerda que la guerra de cien aos fue necesaria en Europa para dar luz almundo moderno.

    Tambin es posible destacar de manera sucinta algunas tendencias a la descom-posicin que podran haberse hecho presentes con la crisis, al haberse llegado alsistema cerrado: el capital es una relacin social y para producir beneficio se nece-sita tericamente de una sociedad, como lo hiciera el mercado en el siglo XIX. El definales del siglo XX y principios del XXI parece haber comenzado a erosionar lacohesin social un poco por doquier:

    Con la crisis se ha agudizado la tendencia a la descomposicin internacional delos procesos productivos, lo cual resquebraj la antigua coherencia de los siste-mas productivos. Las deslocalizaciones industriales, lejos de haber conducido ala formacin de un proletariado mundial ascendente y compacto, han debilitadolas conquistas obreras, entre otras cosas, al poner a los propios trabajadores acompetir entre s a escala internacional. Mandelbaum y Haber (2005:10) locaptan a la perfeccin cuando sealan que los occidentales atrados por eloportunismo chino han cado en la trampa de la globalizacin: Occidente,motivado por la lgica del beneficio a corto plazo y en detrimento de la perdu-rabilidad, ha ido desmantelando con sus industrias una de las fuentes esencialesde creacin de riqueza, para beneficio de China. Con ello se ha precarizado elempleo en los pases centrales, puestos a competir con trabajadores sin mayoresprestaciones y con bajos salarios; tambin con los inmigrantes provenientes delSur. Las empresas-sede en los pases centrales, a su vez, se han concentrado enla administracin rapaz de los super CEO (Chiefs Executive Officers, por sussiglas en ingls) (Roszak, 2004:57) y en la especulacin financiera. Ha comen-zado a asomar la posibilidad de que los pases centrales Estados Unidos enparticular se conviertan en Estados rentistas (rentnerstaat), tendencia a la que

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    ya se haba referido Lenin en 1917, en El imperialismo, fase superior del capi-talismo (1965:129). Una diferencia fundamental entre finales del siglo XIX y delXX se encuentra en el hecho de que se invirti la pirmide de empleo de lapoblacin econmicamente activa; es decir, del predominio agrcola, seguidopor el industrial y una pequea franja de servicios, ahora es lo contrario. Porejemplo, el sector servicios emplea 80% de la fuerza laboral en Estados Unidos,contra 10% en Etiopa (Sutcliffe, 2005:37).

    Los Estados nacionales han empezado a perder su principal atribucin de lasegunda posguerra del siglo XX, la de mediar entre el capital y el trabajo a escalanacional. Al incitar a competir a los trabajadores entre s, en el mbito interna-cional, el Estado ha ido adaptndose cada vez ms a las necesidades de losempresarios; pero de manera contradictoria. Para sostener a las firmas naciona-les en los pases centrales, el Estado ha empezado a promover el desarrollo delempleo en el extranjero, con lo cual est agravando la fractura social interna. Almismo tiempo, para atraer inversiones extranjeras y capitales de las ms diver-sas partes del globo, el Estado recurre cada vez ms a la flexibilizacin delempleo nacional. La nacin ha dejado de ser as una comunidad de destinocompartida entre el capital y el trabajo.

    Lenin comprob la tendencia del imperialismo al expresar los intereses del ca-pital financiero. Una de las grandes novedades cuantitativas de la globalizacines la amplitud que han cobrado los movimientos especulativos a escala interna-cional y su capacidad para chantajear a las polticas econmicas nacionales. Auncuando en ese terreno los partidarios de la globalizacin tambin hablen de latendencia a la unificacin del mercado mundial, Chesnais (2001:20) ha hechonotar que la liberalizacin y la desregulacin financieras sin mayor supervi-sin ni control no han suprimido los sistemas financieros nacionales. Dichoautor aporta otro dato de importancia, ya que el fetiche financiero no es nuevo,pese a las diferencias entre la mundializacin financiera del periodo que culmi-n en 1914 y la de la fase presente. En trminos reales, las inversiones directaspermanecen en un nivel inferior al que haban alcanzado a principios del sigloXX (Ibid., 2001:21). La novedad estribara en que dichas inversiones estn mu-cho ms concentradas que entonces y tambin mucho ms inclinadas a deshacer-se rpidamente de los compromisos. Otro rasgo que demuestra la incapacidaddel capitalismo para regular los movimientos financieros se encuentra, como lohace notar Plihon (2004:19), en la sucesin de escndalos burstiles de fraudes.

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    De acuerdo con Roszak (2004:59), a principios del siglo XXI en Estados Unidosse produjo la mayor cantidad de fraudes comerciales y malversaciones en todala historia de ese pas. Para Plihon se trata de disfunciones del capitalismo. stascuestionan la concepcin de la empresa, ajena a considerarse como un estableci-miento industrial para convertirse en un activo financiero que debe acrecentarsu valor burstil por cualquier medio, como recompras de acciones, fusiones-adquisiciones y montajes financieros dudosos (Plihon, 2004:20).

    Luego de reconocer que la financiarizacin y la generalizacin de los movi-mientos especulativos constituyen una de las caractersticas bsicas del capitalismoactual pues la transnacionalizacin productiva tendra, en cambio, ms de cienaos de existir, Carcanholo y Nakatani (2000:152) sostienen que ahora se haimpuesto el capital especulativo parasitario el cual no debe confundirse con elcapital ficticio y ha contaminado a las empresas y corporaciones dedicadas afunciones productivas. El predominio de dicho capital especulativo parasitario sehabra esbozado con la quiebra del patrn monetario internacional, a partir de 1970,y habra desembocado en la subordinacin del capital productivo de las prcticasespeculativas, como tambin lo sugiere Plihon. Las ganancias en la especulacinejercen una descomunal presin sobre el excedente-valor producido, al mismo tiempoque aumenta la explotacin de los asalariados y el consumo desmedido de produc-tos dispensables.

    Conclusiones

    Desde el inicio de la crisis actual, autores como Dangueville (1973) haban sugeri-do, como lo haran despus Amin (2003) y Beinstein (2000), que el capitalismopodra haber entrado en una fase senil. La hiptesis suena atractiva, sobre todoporque la descomposicin capitalista podra haber empezado desde el siglo XX. Sinembargo, esa hiptesis dice poco acerca de las posibilidades de periodizacin y,principalmente, de las formas que pudiera adoptar una eventual transicin, quesera de larga duracin y prcticamente imposible de anticipar. En apariencia, eltriunfo de la globalizacin convertira al capitalismo en un sistema cerrado; desdeese punto de vista, acelerara su descomposicin. Sin embargo, ya hemos sugeridoque no existe tal cosa como un mercado mundial unificado; por lo tanto, el reordena-miento de las relaciones econmicas entre naciones sigue teniendo una importanciadecisiva. No puede confundirse cierta tendencia a la unificacin del mercado mun-

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