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recuerdos de verano

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Ideas para conservar y exponer los objetos que los niños guardan durante las vacaciones Vamos a jugar 74

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Vamos a jugar

Ideas para conservar y exponer los objetos que los niños guardan durante las vacaciones

Recuerdos del verano

Postales, conchas, piedrecitas, monedas, chapas, entradas de cine... Todas esas cosas que nuestros hijos han ido reco-lectado en viajes y excursiones se acu-mulan ahora en su habitación. Para evi-tar que terminen olvidadas en cualquier rincón, podemos ayudarles a encon-trar un contenedor bonito donde poder guardarlas. O fabricar juntos una ma-nualidad que les permita disfrutar de esos recuerdos durante todo el año.

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Vamos a jugar

El bote de tesorosUn frasco transparente y con tapa es útil para tener la pertenencias a mano y a la vista, a la vez que recogidas y libres de polvo. El niño podrá sacarlas siempre que quiera para mirarlas, jugar, enseñárselas a sus amigos... Y añadir recuerdos de próxi-mos viajes.

Se necesita: Un tarro de tamaño medio o grande, a ser posible de plástico irrompi-ble, con tapadera de rosca o a presión. Es imprescindible que sea transparente. Valen los que se usan en la cocina para guardar pasta, legumbres, etc.

En su interior se puede meter de todo: piedras y caracolas, una postal, un llave-ro, entradas de museos, fotos, pines, etc.

El bote queda más vistoso si se rellena el fondo con arena de playa, piedrecitas de río, palitos y hojas secas... Encima se colocan los demás objetos.

En la tapadera se puede pegar alguno de los recuerdos: por ejemplo, unas conchi-tas de mar o un posavasos.

Si el niño ya sabe escribir, podrá anotar en un papelito el nombre del lugar de vacaciones y/o la fecha, y pegarlo en un lado del bote: “Vacaciones en Asturias” o “Verano 2009”.

En vez de un frasco, se puede usar una caja de zapatos. Para poder ver el interior, hay que recortar en la tapa un orificio a modo de ventana (cuanto más grande, mejor) y cubrirlo con una lámina de plás-tico transparente (sirven las fundas que se usan para archivar documentos). El plás-tico se sujeta fijando los bordes al interior de la tapa con cinta adhesiva.

Muestrario de “souvenirs”Con esta manualidad el niño podrá tener en orden y ex-hibir sus colecciones de verano. Es perfecta para clasificar objetos de la naturaleza como piedras, conchas, hojas, cor-tezas de árboles... Pero también sirve para guardar chis-mes variopintos, desde chapas y pines hasta muñequitos y abalorios comprados en un mercadillo playero.

Se necesita: Cajas de cerillas vacías (sólo la parte interior), lápices de colores y pegamento de barra. Las cajas tienen que ser grandes (de 7 x 5 cm aproximadamente) y hacen falta tantas como extensa sea la colección.

Se pintan la cajas de colores (todas del mismo o cada una de uno diferente, como el niño prefiera).

Se colocan las cajas juntas y alineadas, formando un rec-tángulo (el tamaño y la forma dependerán del cajón o es-tante donde ya se vaya a colocar el muestrario). Una vez que hayamos decidido cómo ponerlas, se pegan entre sí aplicando pegamento en los laterales.

En cada compartimento, el niño puede colocar uno o va-rios tesoros. Además, en el fondo de cada caja puede escri-bir dónde lo encontró, cuándo, etc.

La ventaja de este muestrario es que se puede ir ampliando a medida que vaya creciendo la colección. Basta con aña-dir más cajas.

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Un original tapetePostales, fotografías, folletos publicitarios y otros recuerdos en papel se pueden aprovechar para fabricar un protector para la mesa de estudio. Todo vale: tiques de consumicio-nes, bonos y facturas de hoteles, servilletas y posavasos de papel, entradas de espectáculos, planos y mapas…

Se necesita: Un cartón rígido grande (según el tamaño del escritorio), tijeras, pegamento de barra, lápices o rotulado-res de colores y plástico adhesivo transparente. Lo primero es disponer sobre el cartón todos los recuerdos (si hay muchos, es mejor hacer una selección y recortar los que sean muy grandes, como mapas y planos). La idea es hacer un colaje, mezclando y superponiendo fotos, pa-peles y recortes.

Con los lápices o rotuladores, el niño puede escribir no-tas o pintar algo. También puede completar el colaje con imágenes de revistas que tengan que ver con las vacacio-nes (una palmera, un avión, una maleta…).

Se pueden incluir hojas de árbol y pétalos de flores, siem-pre que se hayan secado y alisado previamente (entre ho-jas de papel de periódico).

Cuando todos los elementos estén en su sitio, los iremos pegando uno a uno. Una vez seco, es necesario forrar el tapete con plástico adhesivo transparente.

En cada lado del cartón se puede hacer una composición diferente. Por ejemplo, dedicar una cara al viaje a la pla-ya, y la otra, a la estancia en el pueblo. Tendremos un divertido y práctico tapete reversible.

Esta puede ser una estupenda manualidad para hacer en familia. Cada miembro puede aportar sus recuerdos en forma de dibujos, anotaciones, recortes, etc.

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Cuaderno de vacacionesA los niños mayores, que ya escriben con soltura, se les puede animar a elaborar una especie de diario del verano. Se trataría de escribir en una libreta un resumen de lo vi-vido, o contar sólo los momentos más di-vertidos o emocionantes. Y acompañar el relato con dibujos y fotos graciosas, y todo lo que se pueda pegar en las páginas: bille-tes de autobús, tiques, recortes, pegatinas…

Guirnalda marinaCon un cordoncillo y un buen puñado de conchas de diferentes formas y tamaños, el niño puede confeccionar un adorno para su habitación. Las conchas deben tener agu-jero, para poder anudarlas al cordón, una detrás de otra (cuanto más juntas, mejor).

La guirnalda se puede colgar del techo o junto a una pared. Se puede hacer tan larga como se quiera; incluso añadir más con-chas cada año, atando un nuevo trozo de cordoncillo al extremo anterior.

Piedras preciosasSi son grandes, las piedras pueden utilizarse como pisapapeles o incluso de sujetalibros. Quedan más bonitas si se barnizan. En la base, el niño puede escribir, con rotulador indeleble, el nombre de la playa o campo donde las cogió. ¡Será un bonito souvenir casero!

Expositor colganteHace falta un trozo de cuerda de color na-tural y unas cuantas pinzas de madera. Con un gancho, sujetaremos a la pared un ex-tremo de la cuerda, de forma que ésta cuel-gue hacia abajo. En ella, con ayuda de las pinzas, se irán sujetando los recuerdos. El resultado es un expositor simple y un tanto rústico, perfecto para exponer recuerdos de las vacaciones en el pueblo o en una casa rural.

Para darle un toque más colorido, el niño puede decorar las pinzas con rotuladores.

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Trucos e ideas A falta de barniz... Para que las conchas y las piedras brillen como cuando están en la orilla del mar, se les puede aplicar laca de uñas transparente. Si se guardan en un bote, hay que rellenar éste con agua para que recuperen el brillo.

Bien limpias. Las conchas y las piedras hay que lavarlas antes de usarlas. Lo mejor es sumer-girlas en agua jabonosa y frotar-las con un cepillo. Por último, hay que secarlas muy bien.

Recuerdos imborrables. La tinta de muchos tiques, facturas y va-les desaparece con el tiempo. Para conservar estos recuerdos, antes de exponerlos o hacer con ellos una manualidad, es mejor hacer fotocopias en color (y desechar los originales).

Cómo perforar conchas. Con una lima para metales podemos con-seguir que todas las caracolas y conchitas tengan ori!cio, y así poder aprovecharlas para hacer guirnaldas, collares, pulseras, y hasta adornos para colgar del móvil, la mochila o la cremallera del estuche. El agujero ha de ha-cerlo un adulto.

Regalos improvisados. Si nues-tro hijo es de los que lo guar-da todo, una idea para que se desprenda de algunos de sus recuerdos sin protestas es ani-marle a repartir los objetos ate-sorados entre amigos y familia-res. Conchas y piedras pueden ser un bonito obsequio para re-galar a los abuelos o a sus com-pañeros de clase al volver de las vacaciones.