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Isonomía. Revista de Teoría y Filosofía del Derecho ISSN: 1405-0218 [email protected] Instituto Tecnológico Autónomo de México México Ortiz Millán, Gustavo SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE ÉTICA Y MORAL Isonomía. Revista de Teoría y Filosofía del Derecho, núm. 45, octubre, 2016, pp. 113-139 Instituto Tecnológico Autónomo de México Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=363648284005 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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    Ortiz Milln, Gustavo

    SOBRE LA DISTINCIN ENTRE TICA Y MORAL

    Isonoma. Revista de Teora y Filosofa del Derecho, nm. 45, octubre, 2016, pp. 113-139

    Instituto Tecnolgico Autnomo de Mxico

    Distrito Federal, Mxico

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=363648284005

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  • ISONOMA No. 45, octubre 2016, pp. 113-139

    SOBRE LA DISTINCINENTRE TICA Y MORAL

    On the Distinction between Ethics and Morality

    Gustavo Ortiz Milln*

    ResumenEn este artculo argumento que la distincin entre los trminos tica y moral es estipulativa y que nada nos impone un cierto significado de los trminos: ni su etimologa ni la tradicin filosfica. Argumento especficamente en contra de una estipulacin segn la cual tica se refiere a la afirmacin de la conciencia indi-vidual autnoma o autntica, mientras que moral, a la esfera de la observancia de reglas impuestas por la sociedad. Si el propsito de la estipulacin es mostrar la mayor importancia relativa de la primera sobre la segunda, por s sola, esta dis-tincin no nos da ninguna justificacin de por qu la conducta tica es superior a la moral. Nada realmente significativo, fuera del mbito de la teora que hace la distincin, depende de la estipulacin terminolgica entre tica y moral.

    Palabras clavetica, moral, etimologa, autonoma, autenticidad

    AbstractThis paper argues that the distinction between the terms ethics and morality is stipulative and nothing imposes on us a certain meaning of the words, neither their etymology nor the philosophical tradition. Specifically, I argue against a sti-pulation according to which ethics refers to the affirmation of the autonomous

    Gustavo Ortiz Milln, Instituto de Investigaciones Filosficas, Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Correspondencia: Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Ciudad de Mxico 04510. [email protected].

    * Present versiones anteriores de este texto en un coloquio de la Universidad Autnoma Metropolitana y en un seminario de metatica en la Universidad Nacional Autnoma de Mxi-co, donde me benefici de los comentarios de los participantes. Quiero agradecer especialmen-te a Leticia Flores Farfn, Elizabeth Mares, Jos Molina y Paulina Rivero Weber por su lectura del ensayo, as como por sus sugerencias y comentarios. Agradezco a la Direccin General de Asuntos del Personal Acadmico de la unam por el financiamiento que me dio para la realiza-cin de este proyecto.

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    or authentic individual conscience, while morality refers to the sphere of enfor-cement of socially imposed rules. If the purpose of the stipulation is to show the greater relative importance of the former over the latter, by itself, this distinction gives no justification of why ethical behavior is superior to morality. Nothing rea-lly significant, outside the scope of the theory that makes the distinction, depends on the terminological stipulation between ethics and morality.

    Keywordsethics, morality, etymology, autonomy, authenticity

    I. Definiciones estipulativas

    Suele haber cierta controversia acerca de las definiciones y la dis-tincin de los trminos tica y moral. Algunos filsofos ven la distincin como una cuestin de crucial importancia para la filosofa moral, porque piensan que cada uno de estos trminos tiene una exten-sin definida y precisa y no se deben mezclar sus usos; sostienen que hay usos correctos e incorrectos de los trminos. En esta distincin, nos dicen, hay en juego distintas concepciones de lo que es bueno y lo que es correcto. La distincin suele hacer referencia a dos esferas de la conducta humana bien delimitadas. Al distinguir estos dos trminos se abre la posibilidad de que las dos esferas a las que se refieren se opon-gan o entren en conflicto, de modo que pueda haber acciones que sean ticas, pero no morales, o viceversa, morales, pero no ticas; a muchos les parece que es importante la distincin, porque en casos de conflicto entre la moral y la tica tendramos que saber cul debera prevalecer sobre la otra, o en ltima instancia si sera mejor deshacernos de una en nombre de la otra.

    En la vida diaria muy frecuentemente tambin escuchamos que la gente habla de que hay aspectos ticos y morales en torno a algn asunto, con lo cual implican que hay una diferencia entre los dos. Por ejemplo, se suele decir que alguien no puede ocupar un cargo pbli-co por razones ticas y morales, o que alguien se opone a hacer tal o cual cosa porque se contrapone a sus principios ticos y morales. Sin embargo, es muy probable que la gente que hace esta distincin no pueda decirnos en qu consiste la diferencia.

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    Aqu quiero argumentar que no hay nada en la etimologa de las pa-labras tica y moral, ni en el empleo que diversos filsofos han hecho de estos trminos a lo largo de la historia, que nos imponga un determinado significado para el uso de cada una de ellas. Se trata de una distincin estipulativa, es decir, depende de cmo se estipule que se van a usar los trminos; por ello, no puede haber un nico significa-do vlido universalmente.1 En segundo lugar, las estipulaciones deben tener un propsito para que tengan sentido; las estipulaciones comunes sobre el uso de estos dos trminos suelen tener el propsito de mostrar las diferencias de dos esferas bien definidas de la conducta humana, pero adems suelen tener la intencin de mostrar la mayor importan-cia relativa de una esfera sobre la otra. Por ejemplo, entre otros modos de estipular el significado de los trminos, con frecuencia se afirma que el comportamiento tico, concebido como la afirmacin de la concien-cia autnoma y la autenticidad individual, debe tener un mayor peso que el mbito de lo moral, entendido como la esfera de la observan-cia de reglas que nos son impuestas por la sociedad. Sin embargo, esta distincin slo cobra sentido en contextos donde hay una clara dife-renciacin entre lo social y lo individual. Pero, ms importante an: concebida del modo que he mencionado, esta distincin, por s sola, no nos da ninguna justificacin de por qu, digamos, la conducta tica va a ser superior que la moral, simplemente por ser producto de la auto-noma o de la autenticidad de la conciencia individual. Estos rasgos no hacen, por s solos, que una determinada accin sea superior a una ac-cin guiada por los principios socialmente impuestos. Aqu me voy a centrar precisamente en las distinciones entre tica y moral que hacen un paralelismo, para ponerlo en trminos amplios, con la distincin en-tre individuo y sociedad.2 Creo, a fin de cuentas, que la distincin ti-

    1 Un significado nico es lo que busca Rivero Weber (2006). Ella piensa que la intercambia-bilidad de estos dos trminos es vlida en el lenguaje cotidiano, pero que la filosofa debe pre-cisar el significado correcto de cada uno. No me queda clara cul sera la utilidad de contar con una definicin universalmente aceptada de estos trminos, salvo para facilitar el dilogo entre distintas teoras, pero creo que incluso esto no es posible, dada la diferente extensin de los tr-minos para las diversas teoras ticas.

    2 Son numerosos los filsofos que distinguen estos dos trminos de modos ms o menos si-milares. Paul Ricoeur, por ejemplo, afirma: De modo convencional, reservar el trmino de ti-ca para la aspiracin de una vida cumplida bajo el signo de las acciones estimadas buenas, y el de moral para el campo de lo obligatorio, marcado por las normas, las obligaciones, las prohibi-

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    ca/moral es una distincin que deberamos cuestionar y sobre la que no deberamos poner tanto peso como algunos quisieran: nada realmen-te significativo en la prctica (es decir, fuera de un mbito intrateri-co) depende de la estipulacin terminolgica entre tica y moral en todo caso, nada para lo que no tengamos ya trminos menos ambi-guos.

    Quiero advertir que en este ensayo no intento proponer una nueva distincin entre tica y moral ni tampoco proponer una definicin de lo que es la moralidad o la tica lo que es notablemente difcil. No creo que tenga sentido emprender esta tarea, ni son claros los benefi-cios de tener una definicin que sera dependiente de las distintas teo-ras ticas y que, por lo mismo, estara sujeta a constantes objeciones por parte de otras teoras y que, probablemente, no capturara el sen-tido que le damos a los trminos tica y moral en la vida diaria. Creo que cotidianamente estos trminos suelen ser ms o menos inter-cambiables y que no tendramos por qu regular su uso, ms que para propsitos especficos de teoras ticas particulares. Por otro lado, los filsofos morales han tratado de dar una definicin del trmino mora-lidad sin que hayan llegado nunca a ponerse de acuerdo. Habra que tener conciencia de este desacuerdo y simplemente tratar de especificar cmo se usan los trminos.

    ciones, caracterizadas a la vez por una exigencia de universalidad y por un efecto de coercin (2002, p. 241). Se entiende que las acciones estimadas buenas lo son desde el punto de vista in-dividual y no del de las obligaciones exigidas socialmente y que tendran ese efecto de coercin del que habla Ricoeur. Ronald Dworkin, por su parte, hace una distincin similar cuando afirma: Aqu uso los trminos tica y moralidad en lo que podra parecer una manera especial. Los estndares morales prescriben cmo debemos tratar a los otros; los estndares ticos, cmo de-bemos vivir nosotros mismos (2011; este artculo resume la distincin que aparece en Dwor-kin (2010, pp. 13, 25 y passim)). Para Juliana Gonzlez, tica es equivalente a moral interior (autenticidad de la conciencia), que se distingue de la moral exterior (la norma impuesta), dan-do lugar, en ocasiones, a la franca oposicin entre la tica y la moral. Por si no fuera sufi-ciente con esta distincin, Gonzlez estipula significados distintos para otros trminos relaciona-dos, as, no slo entre tica y moral, sino tambin entre stas y la tica (con maysculas), como disciplina filosfica; morales, que comprenden el orden deontolgico que rige a los in-dividuos en una sociedad; moralidad en general, que comprende el conjunto de fenmenos morales, y la moralidad esencial o eticidad, que es la caracterstica privativa del hombre, por la cual ste es moral en su ser mismo y existe siempre moralmente (1986, p. 39, n. 1).

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    II. Nos impone significados la etimologa?

    La palabra tica proviene del griego, y puede tener dos distintas etimologas, que son complementarias. Una primera etimologa nos dice que proviene de (, , )3 que significa hbito, cos-tumbre, estar acostumbrado, como cuando Aristteles afirma en la tica nicomaquea: Algunos creen que los hombres llegan a ser bue-nos por naturaleza, otros por el hbito ( ) (1179b21), en donde hbito se opone a naturaleza (). En el libro II de esa misma tica afir-ma: la tica [] procede de la costumbre, como lo indica el nom-bre que vara ligeramente del de costumbre ( [] , ) (1103a17; vase tambin 1154a33). Segn esta etimologa, el trmino tica compartira sus races con el trmino etologa, del griego , costumbre, y , razonamiento, estudio o ciencia. La etologa estudia el comportamiento de los animales, sus hbitos y sus costumbres, en el medio ambiente o en el lugar que se encuentren. Cu-riosamente, la palabra griega , que es la otra posible raz del tr-mino, tambin significaba lugar acostumbrado, morada, refugio, guarida, como por ejemplo, en Homero: (Il. 6.511), en que se refiere al hbitat de los caballos, o en Herdoto, quien se refie-re a la morada de los leones (Hdt.7.125). ste es el significado arcaico del trmino , que luego tambin se usara para referirse a la mora-da o a la habitacin de los seres humanos, como en Herdoto, que lo usa como lejos de su lugar acostumbrado ( ) (Hdt. 2.142).

    Una segunda etimologa del trmino tica lo hara provenir de (thos) que significa carcter, y que Aristteles, como dije, vin-cula con , hbito o costumbre. La vinculacin de estos dos trmi-nos es clara dentro de la tica aristotlica: el carcter se forma a travs del hbito o la costumbre. Por ejemplo, es a travs de la repeticin de acciones virtuosas que stas se vuelven un hbito y se forma el carcter

    3 Tomo la etimologa de estas palabras del Thesaurus Linguae Graecae (http://www.tlg.uci.edu), de donde tambin tomo algunos ejemplos. Estoy en deuda con Jos Molina por su ayuda para la traduccin de muchos de los pasajes usados.

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    virtuoso (). Platn, en Las leyes, tambin afirma que Toda dis-posicin de carcter procede de la costumbre ( ) (VII 792e). Esto muestra la vinculacin que tenan los dos trminos. -, entonces, significara mostrar carcter y se usaba para describir las disposiciones, valores, creencias o ideales peculiares a una persona o a un grupo de personas. Sin embargo, tambin se usa en el sen-tido de costumbre, como cuando Herdoto habla de que los egipcios les ensearon a los etopes sus costumbres (, Hdt. 2.30.5). Se re-fiere, entonces, a los usos, maneras y costumbres.

    Ahora, muy probablemente la palabra tica hubiera pasado con si-milares significados al latn de no ser por Cicern. Tal vez el proble-ma de distinguir entre estos dos trminos se lo debamos a l, porque se propuso enriquecer el idioma latino aadiendo la palabra moral. Cicern comienza su tratado Del destino afirmando ya que atae a las costumbres, lo que los griegos llaman , mientras que nosotros so-lemos llamar a esa parte de la filosofa el estudio de las costumbres, pero conviene llamarla moral para que se enriquezca la lengua lati-na (quia pertinet ad mores, quos Graeci vocant, nos eam partem philosophiae de moribus appellare solemus. Sed decet augentem lin-guam Latinam nominare moralem) (Cic. Fat. 1, 1). Cicern, entonces, propone un neologismo, el trmino moral, para llamar as a la disci-plina filosfica que estudia las costumbres y que los griegos llamaban tica. No se trataba de un mero capricho: la filosofa romana deriva-ba casi exclusivamente de la griega, y los filsofos romanos no tenan a su disposicin un vocabulario filosfico comparable con el que haba evolucionado en Grecia a lo largo de muchos siglos. Haba que traducir los trminos griegos o acuar nuevos. Cicern opt por esta segunda opcin y fue seguido por Sneca, quien afirma en sus epstolas: Muy numerosos y grandes autores han dicho que hay tres partes de la filoso-fa, la moral, la natural, y la racional (Philosophiae tres partes esse di-xerunt et maximi et plurimi auctores: moralem, naturalem, rationalem) (Sen. Ep. 89, 9); Quintiliano tambin lo sigue cuando afirma: Esa par-te de la filosofa moral es la (pars illa philosophiae mo-ralis est dicta) (Quint. Inst. 12, 2, 10; cfr. 6, 2, 8). Aunque, a partir de lo que afirma Quintiliano uno inferira que la tica es slo una parte de la filosofa moral y que stas no tendran la misma extensin. En todo

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    caso, Cicern, Sneca y Quintiliano, entre otros, optan por llamar mo-ral aquello que los griegos llamaban tica, pero en el sentido de la disciplina filosfica que estudia las costumbres, que es un sentido que ya se haba establecido entre los griegos, como lo prueba el que Aris-tteles hablara de una teora tica (An. Post. 89b9), y en otros pasa-jes se refiere a sus escritos como los tratados ticos, que son los que se refieren al estudio filosfico de las costumbres y del carcter (los t-tulos de las ticas, por cierto, no se los dio Aristteles, sino Andrnico de Rodas en el siglo I d.C.). En un primer sentido, entonces, tica y moral vendran a ser sinnimos, dado que ambas se refieren al estu-dio de las costumbres.

    Muy probablemente moral, en el sentido de ciencia de las cos-tumbres, determin lo que posteriormente se llamaran ciencias mo-rales en oposicin a las ciencias naturales, que no estudiaban exclusivamente lo que hoy entendemos por moralidad, sino las cos-tumbres y la sociedad en un sentido ms amplio (incluiran mucho de lo que hoy entendemos por ciencias sociales y que incluyen la pol-tica, la psicologa, la historia y la economa, pero tambin mucho de lo que hoy da llamamos humanidades). Este fue el uso que prevaleci durante muchos siglos y que llega incluso a Adam Smith, para quien el estudio de la economa formaba parte de las ciencias morales.4 Sin embargo, prevaleci el nombre de tica para el estudio de lo que hoy entendemos por moralidad, a pesar de que se suele tomar como sin-nimo de filosofa moral, que es un uso que, como vimos, ya encon-tramos en Cicern y en Sneca.

    Ahora, la palabra moral proviene del latn mos, mris, que es de etimologa dudosa, pero quiz provenga de la raz ma-, medida, y que sera propiamente una regla de vida que mide o gua; de ah proviene manera, en el sentido de costumbre, modo, uso o prctica. De esa raz proviene el trmino mrlis, que se refiere a los modales. Pero tambin de ah proviene el adverbio mrlter, que quiere decir

    4 Amartya Sen nos recuerda que [n]o slo fue el denominado padre de la economa moder-na, Adam Smith, catedrtico de Filosofa Moral de la Universidad de Glasgow [] sino que, durante mucho tiempo, se consider a la economa una rama de la tica. Sen tambin nos re-cuerda que, hasta hace poco, la economa se enseaba en Cambridge como una parte de la Di-plomatura en Ciencias Morales. Sen, 1989, p. 20.

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    caractersticamente o de modo caracterstico. Cicern usa el tr-mino en el sentido de uso, como cuando afirma que algo va con-tra los usos civiles (contra morem consuetudinemque civilem) (Cic. Off. 1, 41, 148); tambin lo usa como costumbre: es la costumbre de muchas de las mismas cosas que ellos no quieren sobresalir (mos est hominum, ut nolint eundem pluribus rebus excellere) (Brut. 21, 84). Sin embargo, hay un uso en el mismo Cicern que podra interpretarse como carcter: es de tan temperadas y moderadas costumbres que la suma severidad se conjuga con la suma humanidad(est ita tempe-ratis moderatisque moribus, ut summa severitas summ cum humani-tate jungatur) (Cic. Fam. 12, 27, 1). Encontramos un uso similar en Juvenal, quien afirma es como su padre en carcter (morum quoque filius) (Juv. 14, 52). De modo que se podra entender que, al igual que suceda con el griego, las disposiciones de carcter estaban determina-das por la costumbre.

    En resumen, etimolgicamente, tica querra decir, conjuntan-do sus dos posibles etimologas, carcter, morada o costumbre. Por otro lado, moral significara costumbre, pero habra tambin un sentido en el que significara carcter. En otras palabras, etimo-lgicamente los dos trminos no difieren mucho uno del otro, tienen significados muy semejantes. No parece haber habido un sentido di-ferenciado de los trminos tica y moral en el mundo clsico (de hecho, los griegos posean slo el trmino tica), ni es claro que cuando Cicern introduce el trmino moral para que se enriquez-ca la lengua latina, haya pensado en usarlo con un significado radical-mente diferente que el que tena tica, entendida como el estudio de las costumbres. Finalmente, y ms importante tal vez, el origen etimo-lgico de una palabra no tiene por qu fijar su significado: muchas pa-labras tienen actualmente significados diferentes o incluso opuestos a los que tenan las palabras de las que provienen etimolgicamente, y eso no quiere decir que tendramos que modificar el significado actual para hacerlo coincidir con su origen.

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    III. tica como filosofa

    Hay algo relevante en el uso que da Cicern a los trminos tica y moral: l propone el segundo para aplicarlo a esa parte de la fi-losofa [que se refiere a] el estudio de las costumbres, a la que los griegos se referan como tica. Es decir, entiende moral como si-nnimo de tica, o sea, de la disciplina filosfica encargada del es-tudio de las costumbres (en un sentido amplio). Sin embargo, contra la intencin de Cicern, prevaleci el trmino griego tica para referir-se a la disciplina filosfica, mientras que el trmino moral tiene que aadirse a la palabra filosofa, es decir, filosofa moral, para que tenga el mismo sentido que hoy en da entendemos como sinnimo de tica, la disciplina filosfica. Tal vez de esta prevalencia deriv una distincin entre nuestros dos trminos: mientras que tica suele refe-rirse a la disciplina filosfica que estudia las costumbres, moral pas a referirse al objeto de estudio de la tica, ms que al estudio mismo, es decir, pas a usarse ms con respecto a las costumbres y a las reglas y valores que las rigen.5 Sin embargo, cuando los filsofos u otros, de manera cotidiana, trazan la distincin entre tica y moral, no siempre estn pensando en la primera como en una disciplina filosfica. Cuan-

    5 Esta distincin es demasiado amplia, porque concibe como morales al conjunto de costum-bres, sin diferenciar entre distintos tipos de costumbres que hoy en da no concebiramos como morales, como pueden ser las que tienen que ver con las convenciones, la etiqueta, la legislacin o con distintos tipos de tradiciones, entre otras. Los conceptos de tica y de moral que tenan los antiguos eran mucho ms amplios que los que tenemos actualmente. Esto nos muestra, en-tre otras cosas, que lo que entendemos por el mbito de la moralidad, y el objeto de estudio de la tica, han cambiado histricamente de hecho, podramos decir, son algo que vara de teora en teora, dado que lo que entiende, digamos, el aristotelismo es mucho ms amplio que lo que entiende el kantismo. Los trminos tica o filosofa moral, entendidos como disciplina fi-losfica, son mucho ms restringidos hoy en da de como los griegos la entendan, como debe ser claro para cualquiera que haya ledo la tica Nicomaquea de Aristteles, que tiene un enten-dimiento mucho ms amplio del objeto de estudio de la tica del que hoy tenemos (de hecho, l conceba a la tica como una parte de la poltica, mientras que hoy solemos pensar que son reas contrapuestas). En la lista aristotlica de virtudes ticas encontramos mucho ms de lo que actualmente entenderamos por ese tipo de virtudes (como la magnanimidad, la moderacin o aun la amistad). Incluso hoy, la extensin del trmino tica es mucho ms restringida que en el siglo XVIII, como se puede inferir del ejemplo de Adam Smith o del de Hume, para quien las ciencias morales incluan la historia, la economa y las otras ciencias sociales, pero tambin la psicologa. Vase, por ejemplo, su introduccin al Tratado de la naturaleza humana para ver qu amplio es su entendimiento del trmino.

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    do se dice, por ejemplo, que A actu de X manera por razones ticas y morales, o que si la tica y la moral entran en conflicto, la primera debe prevalecer sobre la segunda, no tiene mucho sentido afirmar que A tena, independientemente de sus razones morales, razones filosfi-cas adicionales, y mucho menos decir que una disciplina filosfica, o consideraciones basadas en ella, deben tener prioridad sobre nuestras prcticas morales, a menos que se est pensando en que nuestras ac-ciones basadas en la reflexin filosfica de algn modo nos llevarn a comportarnos del mejor modo posible y stas siempre sern superiores a nuestras prcticas morales pretericas. Pero esto es cuestionable por varias razones.

    En primer lugar, porque, si le hacemos caso a Bernard Williams, las teoras filosficas tienen un mal entendimiento de nuestras vidas ticas. Por eso, afirma, estaramos mejor sin ellas:

    Muchos errores filosficos se tejen en la moral. Entiende mal las obli-gaciones, al no ver que forman slo un tipo de consideracin tica. En-tiende mal la necesidad prctica, al pensar que es peculiar de la tica. Entiende mal la necesidad prctica tica, al pensar que es peculiar de las obligaciones. Ms all de todo esto, la moral hace que la gente piense que, sin su muy especial obligacin, slo hay inclinacin; sin su abso-luta voluntariedad, slo existe la fuerza; sin su justicia en ltima instan-cia pura, no hay justicia. Sus errores filosficos son slo las expresiones ms abstractas de una mala concepcin de la vida profundamente arrai-gada y todava poderosa (Williams, 1985, p. 196).

    Las teoras filosficas de la moralidad, para Williams, sobredimen-sionan el lugar que tienen las obligaciones dentro de nuestras vidas morales: estn centradas en ese concepto y piensan que otros concep-tos morales son secundarios o simplemente no los consideran; piensan que no hay ms necesidad prctica que la que deriva de las obligacio-nes; piensan adems que las obligaciones morales no pueden entrar en conflicto unas con otras, de modo que estas teoras terminan negando que existan genuinos dilemas morales, es decir, que haya conflictos de valores reales. Teoras que llegan a este tipo de conclusiones no pueden realmente dar cuenta de nuestras vidas morales, dira Williams, por eso es que no podramos decir que la conducta que se basa en estas teoras

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    va a tener mayor valor que, o debera imponerse a, nuestra conducta preterica que no se basa en teoras filosficas. De hecho, afirma, debe-ramos rechazar esas teoras.6

    Curiosamente, Williams llama a la imagen que nos proponen las teoras filosficas el sistema de la moralidad o en ocasiones, sim-plemente la moralidad, y nos invita a rechazarla en nombre de la tica. Sin embargo, para Williams, moralidad es equivalente a teo-ra tica (entindase teora tica normativa, centrada en los conceptos de obligacin, deber, lo correcto, lo bueno, etc.). Su rechazo de la mo-ralidad debe entenderse, entonces, como un rechazo de las teoras fi-losficas y una afirmacin de una postura antiterica. Dicho rechazo se basa en los errores que conllevan las teoras filosficas. La tica, en cambio, no es la creacin de los filsofos, sino producto de la decisin del individuo de adoptar ciertos principios o modos de vida.7

    Tal vez como parte de la misma razn, supuestamente las teoras fi-losficas tratan de garantizar formas de comportamiento superiores a las de nuestra moral preterica (tambin podramos llamarla nuestra moral de sentido comn o cotidiana); pero en ocasiones chocan con nuestra moral de sentido comn de un modo que resulta inaceptable para sta ltima, y no es claro que las teoras filosficas deban prevale-cer siempre sobre la moralidad cotidiana e incluso puede haber razones para cuestionarlas o rechazarlas en esos aspectos (las teoras filosfi-cas, por ejemplo, con frecuencia adoptan un principio de imparcialidad que suele ignorar el peso de las relaciones personales, como la amistad o el parentesco, cosa que nos resulta chocante desde el punto de vista de la moral cotidiana, en la que no estamos dispuestos a darle el mis-

    6 Alasdair MacIntyre (1981) tambin rechazara la moralidad por ser un conjunto de frag-mentos mal avenidos, un pastiche incoherente de pedazos que han sobrevivido adventiciamente de sistemas morales anteriores.

    7 Aqu no abordar los detalles de la distincin de Williams, aunque es probablemente una de las formas ms interesantes y originales de distinguir los trminos. Sin embargo, aunque creo que tiene muchos aspectos similares a las distinciones de algunos autores aqu tratados (por ejemplo, coincide con Hegel en una concepcin de la tica ms centrada en la comuni-dad, en contra de una concepcin de la moralidad abstracta y universal como la de Kant, va-se ms adelante v), el inters de Williams en la distincin est ms encaminado a rechazar las teoras filosficas de la moralidad. Un anlisis cuidadoso de las ideas de Williams se encuentra en Griffin (2008) y en Louden (2007).

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    mo peso moral a un hijo que a un completo desconocido con tal de ser imparciales).8

    En segundo lugar, es cierto que la filosofa moral puede darnos he-rramientas que nos ayuden a guiar nuestras acciones, pero esto tam-poco garantiza que el filsofo, en tanto filsofo, siempre nos ofrezca soluciones mejores y definitivas a los problemas morales prcticos. Como nos advierte Mark Platts, para que tal idea sea mnimamente ve-rosmil, habra que suponer: (i) que la moralidad es una manifestacin slo de la racionalidad, es decir, que la racionalidad es una condicin necesaria y suficiente para la moralidad correcta; y (ii) que, para cual-quiera que desee aumentar su racionalidad, la mejor forma de hacerlo es mediante el estudio filosfico (Platts, 1999, p. 147). Habra muchas razones para cuestionar ambas ideas, porque, por un lado, la morali-dad es una manifestacin de muchas otras cosas adems de la raciona-lidad (emociones, costumbres, prejuicios, etc.), que tambin nos llevan a tomar decisiones morales y, en ocasiones, a tomar mejores decisiones que las que tomaramos si decidiramos de un modo completamente racional. En otras palabras, la moralidad no se reduce a la racionalidad. Por otro lado, cualquiera que estudie filosofa debera saber que sta no es garanta de aumento de racionalidad. A fin de cuentas, como bien dice Platts, la idea de que el filsofo, en tanto filsofo, nos va a dar so-luciones definitivas a nuestros problemas morales prcticos es una idea que debemos descartar. En todo caso, si el filsofo nos puede ayudar en la resolucin de problemas morales prcticos es ms probable que lo haga a travs de la utilizacin del entrenamiento que tiene en el de-sarrollo de capacidades de anlisis (por ejemplo, de anlisis conceptual y argumental) y de crtica. Es decir, la filosofa nos puede ayudar, pero no es garanta de moralidad correcta. En esto, segn creo, coincidira Aristteles, porque si bien para l hay un estudio sobre los asuntos hu-manos, piensa que ese estudio es distinto de la capacidad de deliberar sobre los asuntos prcticos, que es en lo que consiste la phrnesis.

    En tercer lugar, hay razones empricas para cuestionar que la filo-sofa moral garantizara de algn modo un comportamiento superior a

    8 Sobre el conflicto entre relaciones personales y las demandas de la moralidad, vase LaFo-llette, 1995.

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    nuestra conducta moral preterica. En una serie de artculos recientes, Eric Schwitzgebel ha argumentado que los filsofos morales profesio-nales no son gente moralmente mejor que los no filsofos, cometen ac-tos moralmente reprobables tanto o ms que el resto de la gente.9

    As, aunque la gente haga la distincin entre razones ticas y mora-les, no es claro que est pensando en que las primeras sean las razones que nos da una disciplina filosfica, mientras que las segundas proven-gan, digamos, de las costumbres establecidas pretericas. Creo que se refieren a otra cosa como espero que quede claro a continuacin, y que no estn pensando que las razones ticas son las que nos da la fi-losofa moral. Dejemos de lado, entonces, la acepcin de tica como disciplina filosfica.

    IV. El uso basado en la tradicin filosfica: Strawson y Hegel

    He mencionado antes que se suele tomar la distincin entre tica y moral como equivalente a una distincin entre un orden moral in-terior (el de los ideales individuales de vida) y un orden moral exterior (una norma impuesta socialmente), respectivamente. Muchos filsofos han procedido de este modo, pero en realidad no hay una tradicin fi-losfica que nos imponga una definicin particular sobre otras. Quiero analizar aqu un par de ejemplos: el primero de ellos suscribe una dis-tincin como la que he mencionado, el otro, una radicalmente opuesta.

    P. F. Strawson, en su clsico artculo Moralidad social e ideal in-dividual, distingue entre moral, que es la esfera de observancia de reglas que posibilitan la existencia de una sociedad, y tica, que se refiere a la esfera de los ideales individuales de vida. La regin de lo tico

    es la regin en donde hay verdades sin que haya verdad; o, en otras pa-labras, que la exigencia de ver la vida como algo estable y como un todo es absurda pues ninguna de ambas cosas puede hacerse. [] La re-gin de lo tico, entonces, es una regin de diversas imgenes o cuadros

    9 Vase, por ejemplo, Schwitzgebel y Cushman (2012) y Schwitzgebel y Rust (en prensa).

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    ideales de una vida humana, o de la vida humana, imgenes ciertamen-te incompatibles entre s y puede que recprocamente contrapuestas en la prctica.

    La esfera de la moral, en cambio,

    es la esfera de la observancia de las reglas de modo tal que la existencia de algn conjunto semejante de reglas es una condicin de la existencia de una sociedad. Esta es una interpretacin mnima de la moralidad. Re-presenta lo que podra denominarse literalmente un tipo de convenien-cia pblica: de primera importancia en tanto que condicin de todo lo que importa, pero slo como condicin de ello, no como algo que im-porte por s mismo (Strawson, 1995, pp. 72-74).

    Para Strawson, la regin de lo tico es la regin donde conviven di-versos ideales individuales de vida que suelen ser incompatibles entre s; es la regin donde conviven las distintas perspectivas que los indivi-duos tienen de la vida, sus distintas verdades, sin que haya una sola verdad nica y vlida para todos. La regin de lo moral, por el contra-rio, es el marco bsico, constituido por reglas, que posibilita una vida social cooperativa y mutuamente benfica, y que posibilita a su vez los ideales individuales de vida. La moral es la condicin de posibilidad de cualquier sociedad. La moral nos da las reglas sobre las que basamos nuestras acciones y que sustentan las demandas socialmente sanciona-das que una persona puede dirigir con autoridad a otra; es un sistema de exigencias recprocas reconocidas que nos hacemos unos a otros como miembros de comunidades humanas, o como trminos de rela-ciones humanas, muchas de las cuales apenas si podran existir o te-ner el carcter que tienen a no ser por la existencia de tales sistemas de exigencia recproca (Strawson,1995, p. 90). Strawson acepta que, dentro de una sola sociedad, puede haber una variedad indefinida de sociedades con reglas morales especficas a ellas (como pueden ser las asociaciones profesionales o algunos clubes, entre otros), todas con el carcter de moralidades sociales.

    En su muy rico ensayo, Strawson aborda otras cuestiones, como las variadas relaciones que puede haber entre estos dos mbitos o el inte-

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    rs que puede tener el individuo en la moralidad, entre otras. Sin em-bargo, simplemente quiero rescatar la contraposicin que hace entre dos esferas de la vida humana, la tica y la moral, para subrayar el vn-culo que hace, por un lado, entre la primera y los ideales individuales de vida (aunque no necesariamente aqu con algn ideal de conciencia autnoma y autntica), y entre la moralidad y las reglas que posibilitan la vida social, por el otro.

    Me interesa aqu contrastar el modo en que Strawson usa los trmi-nos con uno opuesto. Es perfectamente posible que se estipule el uso de los trminos en un sentido contrario: que lo tico refiera a lo co-lectivo, mientras que lo moral remita al plano individual. As procede Hegel, quien hace la distincin utilizando los trminos alemanes Sitt-lichkeit y Moralitt. Sittlichkeit se ha traducido de diversos modos, como eticidad, vida tica, mundo tico, tica objetiva o tica concreta y proviene de Sitten, costumbre. Sitte no es nunca una cos-tumbre individual y deliberadamente escogida, como cuando decimos que una determinada prctica es mi costumbre. Hegel lo utiliza para referirse al aspecto propiamente comunitario en el que descansan las costumbres, y que est regido por normas y prcticas sociales, pero que al mismo tiempo posibilita la moralidad individual coincidiendo en esto con Strawson. Por otro lado, moralidad se refiere al mbito de la conciencia y la accin individual (moralidad individual, morali-dad de la conciencia).10 Como sucede en ocasiones con Hegel, los pa-sajes relevantes son relativamente oscuros y por eso tal vez sea mejor recurrir al resumen que hace Charles Taylor de la concepcin hegeliana de estos dos trminos:

    10 Sin embargo, el uso de Hegel difiere del uso que tradicionalmente le haban dado los fil-sofos anteriores a l, quienes no distinguan entre Sittlichkeit y Moralitt. Para Kant o Fichte, eran casi sinnimos. Sobre esto, nos dice Michael Inwood: As, la Metaphysik der Sitten [La metafsica de las costumbres] aborda la tica en general, no las costumbres, y para Fichte Sitten-lehre (literalmente la doctrina de las costumbres) es equivalente a filosofa moral. Otras pa-labras derivadas de Sitte se mueven en la misma direccin: una Sittengesetz es una ley o norma tica, especialmente, para Kant, una certificada por la razn, no por la costumbre, y, a pesar de que es vlida para todos los seres racionales, por el individuo, no por la comunidad. El adjetivo sittlich se equipara con moral o tico, y el sustantivo abstracto Sittlichkeit con moralidad (Inwood, 1992, p. 92).

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    La Sittlichkeit se refiere a las obligaciones morales que yo tengo hacia una comunidad viva de la que formo parte. Estas obligaciones se basan en normas y usos establecidos, y por ello la raz etimolgica de Sitten es importante para el empleo que le da Hegel. La caracterstica decisiva de la Sittlichkeit es que nos ordena producir lo que ya es. Esta es una ma-nera paradjica de plantearlo, pero en realidad la vida comn que es la base de mi obligacin sittlich ya est en existencia. Y en virtud de que es un asunto vivo tengo estas obligaciones; y mi cumplimiento de es-tas obligaciones es lo que la sostiene y la mantiene viva. Por tanto, en la Sittlichkeit no hay brecha entre lo que debe ser y lo que es, entre Sollen y Sein. De Moralitt puede decirse lo contrario. Tenemos aqu una obliga-cin de realizar algo que no existe. Lo que debe ser contrasta con lo que es. Y conectada con esto, la obligacin me es impuesta, no en virtud de ser parte de una ms grande vida comunitaria, sino como voluntad ra-cional individual.11

    La Moralitt, para Hegel, se identifica con la obligacin moral como la entenda Kant, es decir, como aquella que se impone el individuo a s mismo (como parte de una comunidad de individuos racionales). Para Hegel, la moralidad kantiana es una tica del individuo desprovista de todo contenido; ese contenido slo se encuentra en una Sittlichkeit, es decir, en las costumbres vivas de la comunidad de la que el individuo forma parte.

    Si en otras estipulaciones es la tica (entendida en un sentido de au-todeterminacin individual), la que debe prevalecer sobre la morali-dad (entendida como el conjunto de obligaciones que nos impone la sociedad), en Hegel, los sentidos se invierten: es la eticidad (entendida como el mundo comunitario con obligaciones que se basan en costum-bres establecidas) la que prevalece sobre la moralidad (entendida como moral interior e individual). La moralidad individual slo alcanza su plena realizacin en el mundo comunitario de la Sittlichkeit; la vida co-lectiva de la polis es donde se encuentra el significado y la esencia de la vida individual. Curiosamente, tanto Hegel como otros contempor-

    11 Taylor, 1983, pp. 162-163. Los pasajes relevantes de Hegel se encuentran en su Principios de la filosofa del derecho (1988, partes II y III, esp. 135), as como en El sistema de la eticidad (1982, pp. 152 y passim).

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    neos suyos (como Schiller y Herder) vean en la polis griega la mani-festacin ms clara de una unidad armnica que le daba sentido a las vidas individuales, y sin la cual stas carecan de sentido.12

    Al contraponer las concepciones de Strawson y de Hegel, he queri-do simplemente poner de manifiesto cmo se pueden estipular usos di-ferentes de los trminos tica y moral. Ahora, no me parece que Strawson, al hacer la distincin, tenga en mente que una de las dos es-feras tenga, o deba tener, prioridad sobre la otra en caso de conflicto. Esto no es as en el caso de Hegel. Aunque moralidad y eticidad son dos momentos de expresin del espritu, Hegel pensaba que la socie-dad, vista como la encarnacin de categoras del espritu que evolu-cionan, debera tener primaca en la evaluacin del significado de los asuntos humanos. Esto le vali a Hegel la crtica de Kierkegaard, quien pensaba que en la filosofa hegeliana el papel del individuo quedaba disminuido y era reducido al de simplemente darle una expresin par-ticular a la eticidad de su poca o de su sociedad. Frente a esta postura, Kierkegaard (as como la filosofa existencialista posterior) va a reafir-mar el valor del individuo para la moral y va a contraponerlo a los dic-tados morales de la sociedad. Por eso es que Kierkegaard condena a Hegel en estos trminos:

    La tica ha sido desplazada del Sistema [hegeliano], y como sustituto de ella, se ha incluido algo que confunde lo histrico con lo individual, las demandas desconcertantes y ruidosas de la poca con la eterna deman-da que la conciencia hace sobre el individuo. La tica se concentra en el individuo, y eternamente es la tarea de cada individuo convertirse en un hombre entero.13

    Creo que es en esta postura individualista del existencialismo don-de hallamos la fuente de una de las distinciones entre tica y moral que encontramos actualmente, y que es muy comnmente aceptada, se-

    12 Sin embargo, Hegel tiene un interesante comentario sobre el caso de Scrates, quien rom-pi el orden comunitario griego al traer a la conciencia el principio de libertad del pensamiento puro el principio de la interioridad haba abierto a su pueblo un mundo interior, es decir, haba introducido la conciencia individual al orden comunitario (Hegel, 1980, p. 486, citado por Flores Farfn, 2001, p. 210).

    13 Kierkegaard, 1941, p. 309, citado en Gardiner, 2002, p. 92.

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    gn la cual tica sera equivalente a un ideal individual de vida au-togobernada, donde el individuo acta segn los dictados de su propia conciencia y su meta es convertirse en un ser autntico, es la auto-rrealizacin personal, mientras que moral hara referencia al sistema de normas impuestas por la sociedad, pero que podra conducir a una postura, digmoslo as, de avasallamiento hegeliano del individuo.

    V. La vida tica como autonoma y autenticidad

    Quiero centrarme ahora justamente en la distincin entre tica y moral en trminos que identifican al primero con el ideal indivi-dual de vida autogobernada, mientras que al segundo, con la obser-vancia de un sistema de normas socialmente impuestas.14 Como he observado antes, sta es una distincin que no encontramos en el mun-do antiguo y que puede resultar en una lectura anacrnica de ciertas actitudes de personajes de ese periodo. Con estos significados, se tra-ta de una distincin propiamente moderna, en la que la figura del in-dividuo tiene cada vez mayor peso sobre la figura de la comunidad ms precisamente, fuera de Hegel, no creo que encontremos en la historia de la filosofa moderna o contempornea filsofos que hagan la distincin entre tica y moral, sino hasta bien entrado el siglo XX. Los filsofos que quiero examinar a continuacin no hacen la distincin, pero son quienes de algn modo dan pie a una manera de distinguir entre nuestros dos trminos.

    Habra por lo menos dos modos de entender la idea segn la cual el comportamiento tico, a diferencia del moral, es producto de la con-ciencia individual independiente de los mandatos impuestos por la so-ciedad: la primera lectura pondra nfasis en el concepto de autonoma, la segunda, en el de autenticidad. Ambos son conceptos con connota-ciones claramente individualistas. Aunque estos dos conceptos pueden, de algn modo, estar relacionados, son conceptos diferentes y tienen cargas tericas muy distintas.

    14 Vase la nota 2 para ver algunos ejemplos de filsofos que hacen la distincin en trminos similares.

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    La idea de autonoma personal est basada en el supuesto de que el individuo tiene la capacidad de vivir su propia vida segn las razones y los motivos que toma como propios y que no son producto de fuer-zas externas fuera de su control. En particularafirma Steven Lukes, un individuo es autnomo (en el plano social) en la medida en que, enfrentado a determinadas presiones y normas, las someta a una eva-luacin consciente y crtica, formndose intenciones y alcanzando decisiones prcticas, como resultado de su reflexin independiente y racional (Lukes, 1975, p. 69). La autonoma individual as entendida comprende la autonoma moral, es decir, la capacidad que tenemos de darnos a nosotros mismos los valores y principios con los que decidi-mos guiar nuestras vidas morales. Se es autnomo cuando, enfrentado a determinadas presiones y normas morales, el individuo las somete a evaluacin crtica y forma sus propias decisiones prcticas, como re-sultado de un ejercicio deliberativo. Por el contrario, un agente deja de ser autnomo cuando ya no es l mismo quien decide cmo dirigir su vida, sino que son agentes o causas fuera de su control las que la guan, cuando son, por ejemplo, simplemente los mandatos de la sociedad o la moral imperante. Segn la distincin que he analizado antes, la con-ducta tica sera sinnimo de conducta autnoma.15

    El concepto de tica como autonoma ha sido utilizado por muchos para manifestar una creciente preocupacin de que los seres humanos se conviertan en borregos laboriosos o en siervos de una moral do-minante a la que deben obedecer sumisa y acrticamente, y por eso, segn John Stuart Mill, en estos tiempos, una simple actitud incon-formista, o una mera negativa a doblegarse ante la costumbre es, en s

    15 Con la invocacin del concepto de autonoma, viene a la mente Kant. Sin embargo, por un lado, Kant no identifica autonoma con tica, sino en todo caso, segn sus propios trmi-nos, con moralidad (no hay una distincin entre estos trminos en Kant, segn se mencion antes, sino que los usa de modo indistinto). Por otro lado, el concepto de autonoma kantiano no tiene las connotaciones individualistas que me parece que tiene el concepto de tica, cuando se distingue de moral bajo la estipulacin que estoy analizando. Para Kant, la autonoma es cierta-mente la obediencia a la ley que uno se ha dado a s mismo, pero no se trata de una ley subjetiva que tenga validez para el individuo solamente en contraposicin a la ley comunitaria, sino que es una legislacin que tiene un carcter universal, es decir, que es vlida para todo individuo ra-cional y para toda comunidad.

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    misma, til.16 Esta actitud de autonoma frente a la esfera de lo social y que muchos querrn llamar tica, ha sido enarbolada por libe-rales, anarquistas, neomarxistas o incluso nietzscheanos para rechazar diversas formas de uniformizacin, enajenamiento, represin, deshu-manizacin, unidimensionalizacin o manipulacin prevalecientes en las modernas sociedades industriales o postindustriales contempor-neas y que muchas veces se identifican con las reglas que nos impo-ne la moralidad social. Sin embargo, segn argumentar un poco ms adelante, si lo que se busca es contraponer estas dos esferas (la tica y la moral) para luego dar prioridad a una sobre la otra (en este caso, la tica sobre la moral, la individual sobre la colectiva), entonces el mero concepto de autonoma no nos da las bases suficientes para justificar esa prioridad.

    Ms que con el concepto de autonoma, es posible que el concepto de accin tica, bajo la estipulacin que estamos analizando, tenga una mayor vinculacin con el concepto de autenticidad, tal como lo encon-tramos en las filosofas existencialistas (de Kierkegaard, Heidegger y Sartre, principalmente, aunque cabe recalcar que ninguno de ellos dis-tingue explcitamente entre tica y moral).17 Si bien el concepto de au-tenticidad est relacionado con las ideas de autonoma, sinceridad y autorrealizacin, es distinto de ellas.18 La autenticidad puede explicar-se de algn modo como ser fiel a uno mismo, as como aquello que es ms particular y nico de cada ser humano. Heidegger usa el trmi-no eigentlich, en el que eigen significa propio o peculiar (por eso tal vez podra traducirse mejor como propiedad y uneigenlich como impropiedad, pero le debemos a Sartre la popularizacin del trmino

    16 Mill, 1946, p. 59, citado por Lukes, 1975, p. 73. Mill, por cierto, tampoco hace ninguna distincin entre tica y moral.

    17 De algn modo la distincin tambin est implcita en Nietzsche, aunque l en ningn mo-mento diferencia entre tica y moral; emplea indistintamente Moralitt, Sittlichkeit y Ethik. Vase la entrada Morality en Burnham, 2015, pp. 220-227.

    18 Habra un vnculo entre estos filsofos de la autenticidad y las teoras de los yoes reales (real selves) como la de Harry Frankfurt, de quien se derivara la idea de que se es autnomo cuando actuamos sobre la base de deseos de segundo orden, deseos con los que nos identifica-mos de todo corazn porque revelan un compromiso de ser de cierta manera o revelan nuestro verdadero yo. Podramos entender esto ltimo como una forma de autenticidad heideggeriana o sartreana. Vase Freedom of the will and the concept of a person e Identification and whole-heartedness, en Frankfurt, 1988.

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    autenticidad para describir el mismo fenmeno). Lo que es autntico es lo que es ms propio o peculiar a m, lo que tiene que ver con la es-tructura a partir de la primera persona que tiene la existencia; tiene que ver con lo que distingue la relacin del yo consigo mismo de la rela-cin con los otros. Nos dice Taylor Carman sobre el concepto de auten-ticidad en Heidegger:

    Heidegger insiste en que toda la conducta humana participa de normas y prcticas sociales annimas, que l designa con el pronombre imper-sonal nominalizado, el Uno (das Man), como en uno no hace tales cosas. Incluso la existencia ms autntica por lo tanto presupone algn trasfondo social normativo, mientras que lo que caracteriza los modos indiferenciados e inautnticos es su rutina y su conformidad desensibili-zada al entendimiento promedio que prevalece en la sociedad.19

    Heidegger hace una distincin entre modos autnticos e inautnticos (o propios e impropios) de ser. Grosso modo, el modo inautntico tie-ne que ver con aceptar el rol que uno tiene en la sociedad, estar com-pletamente integrado y conforme con las prcticas sociales annimas. Apelar a las normas morales institucionalizadas o socialmente acepta-das conlleva el riesgo de ser vctimas de la inautenticidad o de eso que Sartre llamara mala fe. Cuando se vive en la inautenticidad o en la impropiedad, la responsabilidad le es enajenada al individuo y el das Man lo dota de las garantas existenciales para que no pueda apro-piarse de s mismo. Estar contento con esto es vivir de modo inautnti-co o impropio. La existencia autntica o propia, por otro lado, consiste en buscar la realizacin de las propias posibilidades como un individuo solo y como si uno estuviera aislado y en independencia. Tambin es tomar plena responsabilidad para cualquier cosa que se hace. Consis-te en tomar mis compromisos personales como irreductiblemente pro-pios, a pesar de que puedan entrar en conflicto, o ser irreconciliables,

    19 Carman, 2006, p. 234. He seguido en sus lneas generales la exposicin de Carman so-bre el concepto de autenticidad en el existencialismo, pero tambin me he remitido a los pasajes centrales de Ser y tiempo, de Heidegger, que abordan el tema de la propiedad (o autenticidad) (vanse 28, 40, 50-55). Le agradezco a Alberto Constante haberme guiado en el significado del trmino.

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    con las normas morales socialmente aceptadas que se aplican a todos, yo incluido.

    Heidegger sostiene que usa el trmino eigenlich en un sentido des-criptivo como una descripcin fenomenolgica, sin embargo, hay un sentido claramente evaluativo en que lo usa, que se revela desde la misma eleccin de los trminos y ese carcter evaluativo de la distin-cin es algo que Sartre vio muy claramente. Ser eigenlich es mani-fiestamente algo bueno y deseable. Bajo este sentido podramos decir que las decisiones libres y resueltas de individuos autnticos consti-tuyen la autoridad moral ms alta, no las normas morales impuestas por la colectividad. As, Heidegger es fiel al espritu individualista del existencialismo.20 El sentido evaluativo del concepto de autenticidad (authenticit) es todava ms claro en Sartre, para quien uno de los ob-jetivos de la filosofa existencialista es precisamente ayudar al ser hu-mano a alcanzar la autenticidad: el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesin de lo que es, y asentar sobre l la responsabilidad total de su existencia (Sartre, 1982, p. 17), es de-cir, es ayudarlo (aunque suene redundante) a apropiarse de lo que le es propio, ayudarlo a ser autntico. En El ser y la nada, al exponer el concepto heideggeriano de autenticidad, afirma: la autenticidad y la individualidad han de ganarse,21 e implica que el existencialismo es el medio para ayudar al ser humano a ganarlas y a evitar la mala fe. El proyecto existencialista es que uno llegue a convertirse en un indivi-duo.

    Aunque ni Kierkegaard ni Heidegger ni Sartre hacen una distincin entre los trminos tica y moral los usan, me parece, de manera indistinta, lo que est en el trasfondo de la distincin que comnmen-

    20 Sin embargo, esta postura de prioridad del individuo cambiar hacia 1933, cuando Heide-gger reemplaza este individualismo con una postura autoritaria en la que un solo individuo de-cisivo, con autoridad moral suprema, el Fhrer, decide por toda la colectividad, y est de acuer-do con Hitler en que lo que cuenta es el pueblo (das Volk) y el individuo, donde quiera que se encuentre, no cuenta (carta del 20 de diciembre de 1933 a los profesores de la Universidad de Freiburg, citada en Philipse, 1999, p. 439).

    21 Sartre, 1984, p. 275. Es interesante que Sartre mismo vincule posteriormente los concep-tos de autenticidad y autonoma; en los Cuadernos por una moral, escritos en 1947, afirma que la conciencia autntica est comprometida a una decisin radical de autonoma (Sartre 1992, citado por Carman, 2006, p. 239).

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    te se acepta entre tica y moral son conceptos como autenticidad o autonoma, con sus connotaciones individualistas, en que se contrapo-ne la postura individual frente a un sistema de normas socialmente es-tablecidas.

    Sin embargo, el problema principal con los conceptos de autono-ma individual (de nuevo, no en su sentido kantiano) y de autentici-dad o propiedad es que, si lo que se busca es contraponer la esfera de la autonoma/autenticidad individual con la de conformidad con las nor-mas morales que la sociedad nos impone, para luego darle prioridad a la primera sobre la segunda, no hay nada en los meros conceptos de autonoma o de autenticidad que justifique esa prioridad. Ambos con-ceptos pueden tener gran valor, pero no hay nada en ellos, por s so-los, que justifique su prioridad sobre la conformidad con las normas socialmente establecidas. Por ms valiosa que sea una actitud incon-formista y crtica (o incluso rebelde), la actitud de alguien que decide por s mismo cmo vivir su propia vida y a qu normas atenerse, no ga-rantiza que estas normas, por ms autnticas o propias que sean, sean moral o ticamente correctas o superiores a la obediencia a las normas socialmente aceptadas. Alguien podra, por ejemplo, tomar una dis-tancia crtica frente a la moral del rebao y luego adoptar, a travs de un proceso reflexivo y de autonoma individual, valores, digamos, como el egosmo, la indiferencia ante el sufrimiento ajeno, el trato in-equitativo y parcial, etc. Asimismo, alguien podra abrazar los ideales, por ejemplo, del neonazismo y del antisemitismo como una manifesta-cin de una existencia autntica y propia. Tendran estos mayor valor simplemente por haber arribado a ellos de un modo autnomo o au-tntico? El problema radica en que, despojadas de una teora norma-tiva (como la que muchas de estas teoras nos invitan a rechazar), o de un cierto sistema de valores previamente aceptados, que provea la justificacin de por qu ciertos valores son superiores a otros, la au-tonoma o la autenticidad, por s mismas, no tienen mayor valor mo-ral que la conformidad a un sistema establecido de normas morales. Del mismo modo, la distincin entre la tica y la moral, por s misma es decir, si no cuenta con sustento normativo independiente, no tiene modo de justificar el mayor peso relativo de una esfera sobre la otra. Si esto es as, se pierde buena parte del sentido de la estipulacin de estos

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    trminos, que es mostrar la mayor importancia de una esfera sobre la otra. Entonces no es claro por qu deberamos distinguir entre tica y moral en el sentido que hemos venido discutiendo, y luego afirmar que hay que ser ticos aunque seamos inmorales.

    Sin embargo, Simone de Beauvoir enfrent una objecin como la que ahora hago sobre el neonazi autntico diciendo que la exigen-cia de la libertad individual es que sta trate de prolongarse a travs de la libertad de los otros, en lo que ella llamaba un porvenir abier-to. Segn esto, mi libertad aumenta cuando trato de expandir la liber-tad de los otros.22 El neonazi no cumplira con esta condicin, de modo que no podra existir la figura de un neonazi autntico esto elabora el punto de vista de Sartre de que, al escoger, uno escoja la libertad de los otros y trate de maximizar su libertad, porque con ello se aumenta la propia libertad. Sera inautntico dejar que los otros vivan en opre-sin o que vivan existencias inautnticas. Esta sera una respuesta a la cuestin de que uno podra adoptar cualquier actitud individual simple-mente cuando fuera adoptada de modo autntico. Tambin nos explica-ra por qu la actitud individual de autenticidad tendra primaca sobre el plano de la moralidad social con sus normas y obligaciones. No obs-tante, esto dota a la teora existencialista de un contenido normativo del que parece carecer a primera vista tal vez mucho ms contenido del que los propios existencialistas estaran dispuestos a aceptar, con su re-chazo a la idea de que la filosofa moral provea recetas. Sin embargo, ese contenido normativo viene en la forma de universalizacin: todo agente racional debe buscar su propia libertad y autenticidad, pero el criterio de correccin moral que gue sus acciones es que, al buscar su propia autenticidad, escoja aquel curso de accin que maximice la li-bertad y la autenticidad de los otros. Pero esto, como mucho se ha se-alado, suena sospechosamente kantiano porque, por un lado, parece proveer a la moral de un principio universal de accin y, por otro, en-tra en conflicto con la idea segn la cual el individuo, de un modo com-pletamente libre, determina su curso de accin de modo independiente a las normas morales de la comunidad as sea una comunidad ideal de individuos autnomos o autnticos.

    22 De Beauvoir, 1972, p. 65. Cfr. Flynn, 2006.

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    Creo entonces que la distincin individuo/sociedad (tica/morali-dad), si no viene acompaada de una justificacin normativa ms am-plia no tiene modo de explicarnos por qu una de las esferas debe tener un mayor peso relativo a la otra, con lo cual se pierde el sentido que muchos quieren darle a la distincin. Por otro lado, si se le dota de ma-yor contenido normativo, entonces la esfera de la accin tica parece colapsar en la de las normas morales sociales o en la de una tica nor-mativa. Esto es lo que he tratado de argumentar a partir de los concep-tos de autenticidad y autonoma, en particular a partir del ejemplo del existencialismo, que tradicionalmente tendi a privilegiar el punto de vista del individuo frente al de la moralidad socialmente establecida, cuyos mandatos podan conducirnos a la mala fe.

    En conclusin, he tratado de argumentar que ni la etimologa ni al-guna tradicin filosfica nos imponen una determinada manera de entender los trminos tica y moral. Se trata de una distincin es-tipulativa que ha cambiado segn la han usado los filsofos (mayor-mente los filsofos contemporneos). Asimismo, he argumentado que usualmente se ha visto la distincin entre estos trminos de modo pa-ralelo a la distincin entre individuo y sociedad. No obstante, por un lado, si contamos con estos ltimos trminos, as como con trminos como autonoma, autenticidad, etc., por qu utilizar entonces los trminos tica y moral que tienen otras connotaciones y que re-sultan ambiguos cuando queremos referirnos a la distincin entre in-dividuo y sociedad? Hacerlo simplemente duplica una distincin ya existente e introduce ambigedad. Por otro lado, a menos que estos tr-minos vayan acompaados de una teora normativa o de una justifica-cin ms amplia, por s mismos no pueden justificar que la conducta tica sea superior a la moral o viceversa, y que debamos comportarnos o vivir nuestra vida de un modo llamado tico y no de otro llamado moral. Si esto es as, entonces no es claro por qu se insiste en esti-pular un determinado uso para cada uno de estos trminos, pretendien-do que algo importante depende de la estipulacin. Fuera del mbito de la teora que haga la distincin, nada importante depende de una esti-pulacin terminolgica como sta ni tica ni moralmente hablando.

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    Recepcin: 7/07/2016Revisin: 27/09/2016Aceptacin: 29/09/2016