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Reel Unreel Francis Alÿs

Reel Unreel · deja el documento fílmico. A uno de los chavales se le desenrolla la cinta y va dejando un rastro serpenteante negro. El segundo chiquillo, detrás, va rebobinando

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Page 1: Reel Unreel · deja el documento fílmico. A uno de los chavales se le desenrolla la cinta y va dejando un rastro serpenteante negro. El segundo chiquillo, detrás, va rebobinando

Reel UnreelFrancis Alÿs

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Reel-Unreel es una película de Francis Alÿs realizada en colaboración con el director afgano Amal Maiwandi y el arquitecto francés Julien Devaux filmada en Kabul en noviembre de 2011. Se trata de un video de veinte minutos de duración que retrata y documenta la realidad de una ciudad castigada por los años de guerra. Esencialmente, es un documento que denuncia la situación de pobreza de la ciudad y la barbarie de la destrucción del patrimonio por parte del integrismo ideológico y religioso de los talibanes.

El tema principal del film parte de un hecho acontecido en septiembre de 2001: los talibanes se apoderan de miles de bobinas de películas del Archivo Fílmico Nacional de Kabul y los queman, aunque al parecer las cintas originales se salvaron y lo que alimentó a la hoguera que duró dos semanas fueron meras copias.

La película hace un recorrido visual por la parte antigua de Kabul, retratando las entrañas de la ciudad a través de unos niños que corren haciendo rodar unas bobinas de películas de 35 mm. Dicha acción es una metáfora del juego “hacer y deshacer”. La descripción del paisaje urbano es una postal en movimiento continuo donde el sonido de fondo es tan sugerente como las imágenes nítidas de las calles. Los timbres de las bicicletas, el rodar de las hélices de los helicópteros militares que sobrevuelan la ciudad, el claxon de los coches, el griterío de la gente, el balido de un rebaño, las músicas de la calle y el repiqueteo de llaves, llenan de significado la huella que nos deja el documento fílmico. A uno de los chavales se le desenrolla la cinta y va dejando un rastro serpenteante negro. El segundo chiquillo, detrás, va rebobinando la cinta. El desenlace es que parte del material cinematográfico con el que los niños juegan se estropea, una parte de una cinta va a parar a un fuego que hay en medio de la calle y otra de las bobinas se despeña por un precipicio.

El título de esta pieza explica que la acción cinematográfica se superpone a la imagen de la ciudad real, pero también hace referencia a la distorsionada imagen que los medios de comunicación occidentales nos ofrecen de Afganistán. Por otro lado, el correteo de los niños empujando la película en un itinerario azaroso por la sucia y pobre ciudad es una alegoría de ciudad desolada y de la improvisación con la que las nuevas generaciones van escribiendo su historia en este lugar.

El juego de “hacer y deshacer”

Page 3: Reel Unreel · deja el documento fílmico. A uno de los chavales se le desenrolla la cinta y va dejando un rastro serpenteante negro. El segundo chiquillo, detrás, va rebobinando

Reel-Unreel es una película de Francis Alÿs realizada en colaboración con el director afgano Amal Maiwandi y el arquitecto francés Julien Devaux filmada en Kabul en noviembre de 2011. Se trata de un video de veinte minutos de duración que retrata y documenta la realidad de una ciudad castigada por los años de guerra. Esencialmente, es un documento que denuncia la situación de pobreza de la ciudad y la barbarie de la destrucción del patrimonio por parte del integrismo ideológico y religioso de los talibanes.

El tema principal del film parte de un hecho acontecido en septiembre de 2001: los talibanes se apoderan de miles de bobinas de películas del Archivo Fílmico Nacional de Kabul y los queman, aunque al parecer las cintas originales se salvaron y lo que alimentó a la hoguera que duró dos semanas fueron meras copias.

La película hace un recorrido visual por la parte antigua de Kabul, retratando las entrañas de la ciudad a través de unos niños que corren haciendo rodar unas bobinas de películas de 35 mm. Dicha acción es una metáfora del juego “hacer y deshacer”. La descripción del paisaje urbano es una postal en movimiento continuo donde el sonido de fondo es tan sugerente como las imágenes nítidas de las calles. Los timbres de las bicicletas, el rodar de las hélices de los helicópteros militares que sobrevuelan la ciudad, el claxon de los coches, el griterío de la gente, el balido de un rebaño, las músicas de la calle y el repiqueteo de llaves, llenan de significado la huella que nos deja el documento fílmico. A uno de los chavales se le desenrolla la cinta y va dejando un rastro serpenteante negro. El segundo chiquillo, detrás, va rebobinando la cinta. El desenlace es que parte del material cinematográfico con el que los niños juegan se estropea, una parte de una cinta va a parar a un fuego que hay en medio de la calle y otra de las bobinas se despeña por un precipicio.

El título de esta pieza explica que la acción cinematográfica se superpone a la imagen de la ciudad real, pero también hace referencia a la distorsionada imagen que los medios de comunicación occidentales nos ofrecen de Afganistán. Por otro lado, el correteo de los niños empujando la película en un itinerario azaroso por la sucia y pobre ciudad es una alegoría de ciudad desolada y de la improvisación con la que las nuevas generaciones van escribiendo su historia en este lugar.

El juego de “hacer y deshacer”

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Muchas de las obras de Alÿs implican una intensa observación de las condiciones sociales, culturales y económicas de las ciudades. En muchos de los trabajos que tienen como base un paseo a pie suele aparecer el artista caminando solo. Reel-Unreel es la culminación de diversos videos en los que el artista también utiliza el paseo y el juego como pretexto para explorar y conocer las ciudades, lo que sucede en ellas y a las personas que las habitan. A través de los recorridos y de su mirada, aparentemente errática, los itinerarios despliegan las reflexiones del autor y muestran lo que él quiere que veamos. “El paseo no es un medio, es una actitud. Un espacio propicio para inspirarse y desarrollar propuestas”, dice el artista. En The Leak (obra reproducida en diversas ciudades como Gante, París o Sao Paulo, entre 1995 y 2002), y The green line (Jerusalén, 2004) el artista da un paseo por la ciudad con una lata perforada que va dejando un chorro de pintura tras su paso. En el video Praxis 1 (Ciudad de Méjico, 1997), Alÿs empuja un bloque de hielo por las calles hasta que se derrite por completo y leemos en un texto que “a veces hacer algo no lleva a nada”. Tampoco es aparentemente innocua la obra Railings (Londres, 2004) en la que el artista deambula decidido por los arcenes de la ciudad golpeando con un palo las rejas de los jardines. Estas piezas, como la mayoría de obras del autor, se pueden identificar con el lema que encontramos en el video The collector (Ciudad de Méjico, 1991-2006), una obra en la que el artista arrastra un perrito de juguete magnético sobre ruedas para atraer los residuos de la calle, en el que podemos leer: “Lo poético puede transformarse en político y lo político puede transformarse en poético”. Esta es la clave de sus trabajos.

Atraído por el cine de Roberto Rossellini, Abbas Kiarostami y, sobre todo, François Truffaut, con Reel-Unreel hace, además de todo lo dicho, un pequeño homenaje al cine analógico a través de la imagen poética de la cinta cinema-tográfica que se despliega a través del paisaje.

El 19 de junio de 2012 la película Reel-Unreel fue proyectada en las ruinas del cine Behzad de Kabul, una sala precintada por las fuerzas armadas que en esta ocasión acogía nuevamente el cine participando como subsede de la Documenta 13 de Kassel.

Con esta exposición os damos a conocer este trabajo cinematográfico de uno de los artistas contemporáneos más interesantes del panorama internacional, y aprovechamos la ocasión para reivindicar, nuevamente, el valor del patri-monio y del arte como bien universal, y para insistir en la importancia de la defensa de los derechos culturales de la humanidad. Continúa siendo necesario.

Carme Sais Directora. Bòlit, Centro de Arte Contemporáneo. Girona

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Muchas de las obras de Alÿs implican una intensa observación de las condiciones sociales, culturales y económicas de las ciudades. En muchos de los trabajos que tienen como base un paseo a pie suele aparecer el artista caminando solo. Reel-Unreel es la culminación de diversos videos en los que el artista también utiliza el paseo y el juego como pretexto para explorar y conocer las ciudades, lo que sucede en ellas y a las personas que las habitan. A través de los recorridos y de su mirada, aparentemente errática, los itinerarios despliegan las reflexiones del autor y muestran lo que él quiere que veamos. “El paseo no es un medio, es una actitud. Un espacio propicio para inspirarse y desarrollar propuestas”, dice el artista. En The Leak (obra reproducida en diversas ciudades como Gante, París o Sao Paulo, entre 1995 y 2002), y The green line (Jerusalén, 2004) el artista da un paseo por la ciudad con una lata perforada que va dejando un chorro de pintura tras su paso. En el video Praxis 1 (Ciudad de Méjico, 1997), Alÿs empuja un bloque de hielo por las calles hasta que se derrite por completo y leemos en un texto que “a veces hacer algo no lleva a nada”. Tampoco es aparentemente innocua la obra Railings (Londres, 2004) en la que el artista deambula decidido por los arcenes de la ciudad golpeando con un palo las rejas de los jardines. Estas piezas, como la mayoría de obras del autor, se pueden identificar con el lema que encontramos en el video The collector (Ciudad de Méjico, 1991-2006), una obra en la que el artista arrastra un perrito de juguete magnético sobre ruedas para atraer los residuos de la calle, en el que podemos leer: “Lo poético puede transformarse en político y lo político puede transformarse en poético”. Esta es la clave de sus trabajos.

Atraído por el cine de Roberto Rossellini, Abbas Kiarostami y, sobre todo, François Truffaut, con Reel-Unreel hace, además de todo lo dicho, un pequeño homenaje al cine analógico a través de la imagen poética de la cinta cinema-tográfica que se despliega a través del paisaje.

El 19 de junio de 2012 la película Reel-Unreel fue proyectada en las ruinas del cine Behzad de Kabul, una sala precintada por las fuerzas armadas que en esta ocasión acogía nuevamente el cine participando como subsede de la Documenta 13 de Kassel.

Con esta exposición os damos a conocer este trabajo cinematográfico de uno de los artistas contemporáneos más interesantes del panorama internacional, y aprovechamos la ocasión para reivindicar, nuevamente, el valor del patri-monio y del arte como bien universal, y para insistir en la importancia de la defensa de los derechos culturales de la humanidad. Continúa siendo necesario.

Carme Sais Directora. Bòlit, Centro de Arte Contemporáneo. Girona

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El resto es imaginario

Comenzando en 1999 con un niño que intenta empujar con los pies una botella de plástico hasta arriba de una calle de mucha pendiente en Méjico DF i continuando hasta que, de momento y en la misma ciudad, ha filmado a unos niños que, proyectando sus manos en una pared convirtiéndose en sombras, juegan a “Piedra, papel o tijera”, el artista belga Francys Alÿs ha realizado en los últimos catorce años una bellísima serie videográfica que, con el título genérico de Children's games, muestra a niños que todavía juegan, y al aire libre, ya sea en medio de la naturaleza o aprovechando espacios urbanos todavía no sometidos al control: niños que hacen rebotar piedras en el mar de Tánger; niñas que saltan a las gomas en un patio interior de París; niños que, con un revolver de madera, simulan un tiroteo en un lugar de la Baja California; niñas que hacen castillos de arena en la playa belga de Knokke-le-Zoute, una de Les plages d'Agnès (Varda); niños que juegan a los bolos en la jordana Amán y otros que hacen saltar saltamontes en Salto Acha (Venezuela); niños y niñas de Oaxaca que intentan golpear a un muñeco con los ojos vendados y otros que en el mismo estado mejicano, en Teotitlán del Valle, giran alrededor de unas sillas sin que haya nunca una para cada uno, de manera que en cada ronda uno queda eliminado; un niño que vuela una cometa en Balk (Afganistán); y niños en Yamgun que juegan risueños al lobo y el cordero, que representa un pequeño que siempre se escapa. Es precioso. La vida late con firmeza en estos juegos localizados, pero con formas universales.

También es en Afganistán donde, en el valle de Bamiyán y, por lo tanto, cerca de los Budas esculpidos en la roca que fueron destruidos por los talibanes, Francys Alÿs filmó en 2010 a unos niños que hacían rodar neumáticos de ruedas de bicicleta y de coche (antes puede que fueran de carro) ayudándose de un palo. Un juego que un año después varió haciendo una intervención con la colaboración de otros niños que, en lugar de neumáticos, hacían rodar dos bobinas de película (de pequeño formato y enlazadas como en el mecanismo de un proyector) en la ciudad de Kabul durante un recorrido registrado en Reel-Unreeel; Una pieza que, puede que por la conciencia de su singularidad y potencia significativa, Alÿs no ha incluido en Children's games, aunque está íntimamente relacionada. Es un recorrido de casi veinte minutos que invita a pensar varias cosas y, al ritmo de los hábiles conductores de las bobinas, se ven otras muchas de pasada.

Yo he pensado (y Alÿs es evidente que también lo hizo) en los trabajadores del Archivo Fílmico Nacional de Kabul, quienes con ingenio y arriesgando su vida salvaron parte del patrimonio cinematográfico afgano escondiendo multitud de copias que estaban amenazadas por el fuego de los talibanes. Una de las bobinas que circulan en Reel-Unreel desenrolla la cinta, y la otra la enrolla. Algunos fotogramas se queman justo antes de que una de las bobinas se pierda al caer por una cuesta, pero la otra se conserva. También he pensado que como la industria audiovisual, apostando por la imagen digital, ha decidido dejar de fabricar celuloide, no se podrá reproducir todo un legado de películas en su formato original, y muchos cineastas (y artistas plásticos, aunque no es el caso de Alÿs) no podrán continuar utilizando el soporte fotoquímico perdiéndose su materialidad, su cromatismo y su textura. Viendo a estos niños jugar he pensado en el celuloide como un material de dese-cho. También que no sabemos qué imágenes contienen estas bobinas que ruedan: ¿son un documento de la realidad?, ¿tienen impreso un mundo imaginario?, ¿qué piensan estas imágenes? Su invisibilidad invita a imaginarlas. También pro-yectamos la imaginación en las películas que vemos. Ni lo vemos todo, ni todo se hace visible. Siempre hay un contracampo ausente, imágenes que faltan. Siempre hay una parte negra, como en los fotogramas que miran con curiosidad unos niños al final de esta pieza inagotable de Francys Alÿs.

Un niño dice que en los fotogramas hay gente que parece estar atrapada. ¿Qué atrapa el cine?, ¿las películas son un espejo de la realidad que se pasea por el camino?, ¿o sus imágenes, por el mero hecho de serlo, transfiguran la realidad? El cine, en la tensión entre lo real y lo imaginario, activa el inconsciente y hace que el pensamiento trabaje; invita al espectador a creer en las imágenes y a dudar de ellas a la vez. Como en un juego, se difumina la frontera entre la verdad y la mentira, la realidad y la ficción. En cambio, hay imágenes producidas en el mundo audiovisual, la mayoría destinadas a medios televisivos, que se imponen como la “verdad” y pretenden que creas que muestran el mundo como es. Sin embargo, a menudo son un simulacro, ilustran un supuesto y construyen un discurso reductor e incluso manipulador.

También proyectamos la imaginación en las películas que vemos.

Ni lo vemos todo, ni todo se hace visible”

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El resto es imaginario

Comenzando en 1999 con un niño que intenta empujar con los pies una botella de plástico hasta arriba de una calle de mucha pendiente en Méjico DF i continuando hasta que, de momento y en la misma ciudad, ha filmado a unos niños que, proyectando sus manos en una pared convirtiéndose en sombras, juegan a “Piedra, papel o tijera”, el artista belga Francys Alÿs ha realizado en los últimos catorce años una bellísima serie videográfica que, con el título genérico de Children's games, muestra a niños que todavía juegan, y al aire libre, ya sea en medio de la naturaleza o aprovechando espacios urbanos todavía no sometidos al control: niños que hacen rebotar piedras en el mar de Tánger; niñas que saltan a las gomas en un patio interior de París; niños que, con un revolver de madera, simulan un tiroteo en un lugar de la Baja California; niñas que hacen castillos de arena en la playa belga de Knokke-le-Zoute, una de Les plages d'Agnès (Varda); niños que juegan a los bolos en la jordana Amán y otros que hacen saltar saltamontes en Salto Acha (Venezuela); niños y niñas de Oaxaca que intentan golpear a un muñeco con los ojos vendados y otros que en el mismo estado mejicano, en Teotitlán del Valle, giran alrededor de unas sillas sin que haya nunca una para cada uno, de manera que en cada ronda uno queda eliminado; un niño que vuela una cometa en Balk (Afganistán); y niños en Yamgun que juegan risueños al lobo y el cordero, que representa un pequeño que siempre se escapa. Es precioso. La vida late con firmeza en estos juegos localizados, pero con formas universales.

También es en Afganistán donde, en el valle de Bamiyán y, por lo tanto, cerca de los Budas esculpidos en la roca que fueron destruidos por los talibanes, Francys Alÿs filmó en 2010 a unos niños que hacían rodar neumáticos de ruedas de bicicleta y de coche (antes puede que fueran de carro) ayudándose de un palo. Un juego que un año después varió haciendo una intervención con la colaboración de otros niños que, en lugar de neumáticos, hacían rodar dos bobinas de película (de pequeño formato y enlazadas como en el mecanismo de un proyector) en la ciudad de Kabul durante un recorrido registrado en Reel-Unreeel; Una pieza que, puede que por la conciencia de su singularidad y potencia significativa, Alÿs no ha incluido en Children's games, aunque está íntimamente relacionada. Es un recorrido de casi veinte minutos que invita a pensar varias cosas y, al ritmo de los hábiles conductores de las bobinas, se ven otras muchas de pasada.

Yo he pensado (y Alÿs es evidente que también lo hizo) en los trabajadores del Archivo Fílmico Nacional de Kabul, quienes con ingenio y arriesgando su vida salvaron parte del patrimonio cinematográfico afgano escondiendo multitud de copias que estaban amenazadas por el fuego de los talibanes. Una de las bobinas que circulan en Reel-Unreel desenrolla la cinta, y la otra la enrolla. Algunos fotogramas se queman justo antes de que una de las bobinas se pierda al caer por una cuesta, pero la otra se conserva. También he pensado que como la industria audiovisual, apostando por la imagen digital, ha decidido dejar de fabricar celuloide, no se podrá reproducir todo un legado de películas en su formato original, y muchos cineastas (y artistas plásticos, aunque no es el caso de Alÿs) no podrán continuar utilizando el soporte fotoquímico perdiéndose su materialidad, su cromatismo y su textura. Viendo a estos niños jugar he pensado en el celuloide como un material de dese-cho. También que no sabemos qué imágenes contienen estas bobinas que ruedan: ¿son un documento de la realidad?, ¿tienen impreso un mundo imaginario?, ¿qué piensan estas imágenes? Su invisibilidad invita a imaginarlas. También pro-yectamos la imaginación en las películas que vemos. Ni lo vemos todo, ni todo se hace visible. Siempre hay un contracampo ausente, imágenes que faltan. Siempre hay una parte negra, como en los fotogramas que miran con curiosidad unos niños al final de esta pieza inagotable de Francys Alÿs.

Un niño dice que en los fotogramas hay gente que parece estar atrapada. ¿Qué atrapa el cine?, ¿las películas son un espejo de la realidad que se pasea por el camino?, ¿o sus imágenes, por el mero hecho de serlo, transfiguran la realidad? El cine, en la tensión entre lo real y lo imaginario, activa el inconsciente y hace que el pensamiento trabaje; invita al espectador a creer en las imágenes y a dudar de ellas a la vez. Como en un juego, se difumina la frontera entre la verdad y la mentira, la realidad y la ficción. En cambio, hay imágenes producidas en el mundo audiovisual, la mayoría destinadas a medios televisivos, que se imponen como la “verdad” y pretenden que creas que muestran el mundo como es. Sin embargo, a menudo son un simulacro, ilustran un supuesto y construyen un discurso reductor e incluso manipulador.

También proyectamos la imaginación en las películas que vemos.

Ni lo vemos todo, ni todo se hace visible”

Page 8: Reel Unreel · deja el documento fílmico. A uno de los chavales se le desenrolla la cinta y va dejando un rastro serpenteante negro. El segundo chiquillo, detrás, va rebobinando

¿Las imágenes de Afganistán que transmiten los medios de comunicación nos han permitido conocer la realidad del país, la vida de sus habitantes, más allá de la idea configurada con las noticias relacionadas con los talibanes, la guerra y la invasión? Siguiendo a los niños que empujan las bobinas por Kabul, desde sus cerros hasta el bullicio urbano de la llanura, Alÿs nos muestra imágenes de la ciudad que puede que hayamos visto, a la vez que nos invita a pensar sobre qué es una imagen entre lo real y lo irreal.

En Reel-Unreel vemos a estos niños haciendo circular las bobinas acom-pañados de otros que juegan, corren y ríen, pero que también observan a los helicópteros que sobrevuelan vigilando la ciudad mientras uno de ellos hace el gesto de encuadrarlos; casas terrosas en la falda de los cerros, por cuyos caminos polvorientos y pedregosos pasa un rebaño de corderos mientras la gente camina, circula en bicicleta o va montada en burro; un hombre que vende globos, como en un film de Panahi o Kiarostami, y una niña que sonríe mientras sujeta un par de ellos; basura esparcida por el suelo y una sensación incierta entre la ruina y la construcción; y coches que transitan por el asfalto cerca de un mercado en el que la vida ciudadana se agita. También se ve a unos niños que juegan a futbol, y una piensa que en el recorrido se ven pocas mujeres. En estas imágenes que trazan un camino, recogiendo la vida que pasa, cada persona puede ver cosas distintas e imaginar otras, como sobre las personas “atrapadas” en las imágenes. Como recuerda Francys Alÿs, con una frase impresa al final, en el cine “el resto es imaginario”.

O puede que una cosa sea el cine, y el resto sea imaginario.

Imma MerinoCrítica de cine

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¿Las imágenes de Afganistán que transmiten los medios de comunicación nos han permitido conocer la realidad del país, la vida de sus habitantes, más allá de la idea configurada con las noticias relacionadas con los talibanes, la guerra y la invasión? Siguiendo a los niños que empujan las bobinas por Kabul, desde sus cerros hasta el bullicio urbano de la llanura, Alÿs nos muestra imágenes de la ciudad que puede que hayamos visto, a la vez que nos invita a pensar sobre qué es una imagen entre lo real y lo irreal.

En Reel-Unreel vemos a estos niños haciendo circular las bobinas acom-pañados de otros que juegan, corren y ríen, pero que también observan a los helicópteros que sobrevuelan vigilando la ciudad mientras uno de ellos hace el gesto de encuadrarlos; casas terrosas en la falda de los cerros, por cuyos caminos polvorientos y pedregosos pasa un rebaño de corderos mientras la gente camina, circula en bicicleta o va montada en burro; un hombre que vende globos, como en un film de Panahi o Kiarostami, y una niña que sonríe mientras sujeta un par de ellos; basura esparcida por el suelo y una sensación incierta entre la ruina y la construcción; y coches que transitan por el asfalto cerca de un mercado en el que la vida ciudadana se agita. También se ve a unos niños que juegan a futbol, y una piensa que en el recorrido se ven pocas mujeres. En estas imágenes que trazan un camino, recogiendo la vida que pasa, cada persona puede ver cosas distintas e imaginar otras, como sobre las personas “atrapadas” en las imágenes. Como recuerda Francys Alÿs, con una frase impresa al final, en el cine “el resto es imaginario”.

O puede que una cosa sea el cine, y el resto sea imaginario.

Imma MerinoCrítica de cine

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Los talibán y la guerra contra el arte

En las últimas décadas, Afganistán ha pasado al primer plano de la escena internacional. Desde la invasión soviética que desató la guerra ruso-afgana entre 1978-1992, hasta la guerra civil que enfrentó entre sí a los muyahidines por el control del país tras la retirada de los soviéticos. Tras sus sangrientos enfrentamientos, un grupo se vislumbraba en el horizonte bélico afgano: los talibán. Desde 1994, comenzaron a capturar territorio hasta su entrada en Kabul en 1996. La obsesión talibán por la corrección islámica, según su propio entendimiento de esta religión, les llevó a sumir Afganistán en la más desoladora oscuridad. Una distorsión perversa, a la que siguieron todo tipo de restricciones.

Cualquier manifestación artística fue declarada haram, prohibida. En su obsesión por la corrección islámica, por la “destrucción del vicio y el fomento de la virtud”, la cultura fue castigada de una forma contundente. No solo volaron los milenarios budas de la provincia de Bamiyan, muestra de su prohibición de las imágenes y figuras. Los museos fueron atacados, se prohibió la música, ver películas, televisión, la celebración de fiestas tradicionales, los hombres afeitados. Se cerraron museos, escuelas, cines, se quemaron películas, libros, discos de música. A las mujeres se les prohibió trabajar, salir de casa sin compañía masculina, estudiar, llevar maquillaje, los tacones, asomarse a sus ventanas o balcones o ¡¡reír en voz alta!!

Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y el Pentágono, llegó otra guerra, ésta contra el terror, el terror terrorista y el terror talibán. En octubre de 2001, se comenzó a bombardear las posiciones enemigas. Si bien se creyó que se había acabado con los talibán, tras ocultarse, rearmarse y reorganizarse, han regresado con fuerza, dispuestos a retomar el control del país. Por su parte, la comunidad internacional ha intentado construir un estado a partir de la nada. Se han organizado elecciones, se ha formado un Parlamento, gobiernos provinciales y un ejército nuevo.

Pero los problemas abundan. La población sigue con sus dificultades, como la falta de perspectivas laborales y la incertidumbre de qué pasará una vez se retiren las tropas extranjeras en 2014. Prevalecen la pobreza y una corrupción rampante. El poderoso sigue gobernando con mano dura y con la impunidad que ha creado el nuevo sistema seudodemocrático. Las estructuras socioculturales anquilosadas, la medievalidad de la vida rural, con el vasallaje al Señor de la Guerra o el criminal local, impide la movilidad social y la impartición de justicia. La falta de medios económicos, monopolizados por los de siempre, condena al ciudadano a la más mínima subsistencia.

Ana Ballesteros PeiróDoctora en Estudios Árabes e Islámicos

Tampoco se han conseguido demasiados avances en la integración nacional. La afgana sigue siendo una sociedad controlada por los grupos religiosos, líderes tribales, grupos étnicos, caciques locales, ex muyahidín y talibán. La propia estructura política del país sigue promoviendo esta polarización en líneas étnicas, pastunes, tayikas, uzbecas, hazaras o baluchíes. Aunque hay registrados varios partidos políticos, su desprestigio tras las sangrientas contiendas antes de la toma de Kabul por los talibán, llevó a la convocatoria de elecciones en base a candidaturas individuales, en lugar de en base a partidos. Apenas hay ideologías o proyectos comunes, y se perpetúan las afiliaciones tribales y locales. Tal vez lo único que une a los afganos de a pie, sea la voluntad de evitar la guerra y el deseo de paz.

La mujer ha hecho débiles progresos desde 2001, pero su situación es aún lamentable. Con el yugo de la tradición a sus espaldas, una gran mayoría de las afganas sufre violencia doméstica y abusos de todo tipo. Los datos sociales son apabullantes. Con una tasa de alfabetización femenina del 12,6% (la masculina es de 43%), las afganas están condenadas a la invisibilidad. Con una tasa de natalidad elevada (2,25%/anual), cada afgana tiene de media 5,5 hijos. La juventud de la población afgana es también un dato sorprendente: la edad media es de 18 años. Teniendo en cuenta que es el decimocuarto país más pobre del mundo, no sorprende que el trabajo infantil afecte a casi dos de cada cuatro niños. El paro, la alta natalidad, la juventud de la población, la falta de recursos económicos, unido a las rígidas normas sociales, dan fe de un cóctel peligroso.

Lo que depara el futuro a Afganistán tras el repliegue de las tropas extranjeras es una incógnita. Se augura un panorama de guerra civil para los más pesimistas. Los optimistas, quieren creer que los afganos sabrán salir adelante sin otra guerra. En todo caso, el pueblo afgano seguirá longánimo en su resistencia de la dura realidad que le ha tocado vivir.

Tal vez lo único que une a los afganos de a pie,

sea la voluntad de evitar la guerra y el deseo de paz”

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Los talibán y la guerra contra el arte

En las últimas décadas, Afganistán ha pasado al primer plano de la escena internacional. Desde la invasión soviética que desató la guerra ruso-afgana entre 1978-1992, hasta la guerra civil que enfrentó entre sí a los muyahidines por el control del país tras la retirada de los soviéticos. Tras sus sangrientos enfrentamientos, un grupo se vislumbraba en el horizonte bélico afgano: los talibán. Desde 1994, comenzaron a capturar territorio hasta su entrada en Kabul en 1996. La obsesión talibán por la corrección islámica, según su propio entendimiento de esta religión, les llevó a sumir Afganistán en la más desoladora oscuridad. Una distorsión perversa, a la que siguieron todo tipo de restricciones.

Cualquier manifestación artística fue declarada haram, prohibida. En su obsesión por la corrección islámica, por la “destrucción del vicio y el fomento de la virtud”, la cultura fue castigada de una forma contundente. No solo volaron los milenarios budas de la provincia de Bamiyan, muestra de su prohibición de las imágenes y figuras. Los museos fueron atacados, se prohibió la música, ver películas, televisión, la celebración de fiestas tradicionales, los hombres afeitados. Se cerraron museos, escuelas, cines, se quemaron películas, libros, discos de música. A las mujeres se les prohibió trabajar, salir de casa sin compañía masculina, estudiar, llevar maquillaje, los tacones, asomarse a sus ventanas o balcones o ¡¡reír en voz alta!!

Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y el Pentágono, llegó otra guerra, ésta contra el terror, el terror terrorista y el terror talibán. En octubre de 2001, se comenzó a bombardear las posiciones enemigas. Si bien se creyó que se había acabado con los talibán, tras ocultarse, rearmarse y reorganizarse, han regresado con fuerza, dispuestos a retomar el control del país. Por su parte, la comunidad internacional ha intentado construir un estado a partir de la nada. Se han organizado elecciones, se ha formado un Parlamento, gobiernos provinciales y un ejército nuevo.

Pero los problemas abundan. La población sigue con sus dificultades, como la falta de perspectivas laborales y la incertidumbre de qué pasará una vez se retiren las tropas extranjeras en 2014. Prevalecen la pobreza y una corrupción rampante. El poderoso sigue gobernando con mano dura y con la impunidad que ha creado el nuevo sistema seudodemocrático. Las estructuras socioculturales anquilosadas, la medievalidad de la vida rural, con el vasallaje al Señor de la Guerra o el criminal local, impide la movilidad social y la impartición de justicia. La falta de medios económicos, monopolizados por los de siempre, condena al ciudadano a la más mínima subsistencia.

Ana Ballesteros PeiróDoctora en Estudios Árabes e Islámicos

Tampoco se han conseguido demasiados avances en la integración nacional. La afgana sigue siendo una sociedad controlada por los grupos religiosos, líderes tribales, grupos étnicos, caciques locales, ex muyahidín y talibán. La propia estructura política del país sigue promoviendo esta polarización en líneas étnicas, pastunes, tayikas, uzbecas, hazaras o baluchíes. Aunque hay registrados varios partidos políticos, su desprestigio tras las sangrientas contiendas antes de la toma de Kabul por los talibán, llevó a la convocatoria de elecciones en base a candidaturas individuales, en lugar de en base a partidos. Apenas hay ideologías o proyectos comunes, y se perpetúan las afiliaciones tribales y locales. Tal vez lo único que une a los afganos de a pie, sea la voluntad de evitar la guerra y el deseo de paz.

La mujer ha hecho débiles progresos desde 2001, pero su situación es aún lamentable. Con el yugo de la tradición a sus espaldas, una gran mayoría de las afganas sufre violencia doméstica y abusos de todo tipo. Los datos sociales son apabullantes. Con una tasa de alfabetización femenina del 12,6% (la masculina es de 43%), las afganas están condenadas a la invisibilidad. Con una tasa de natalidad elevada (2,25%/anual), cada afgana tiene de media 5,5 hijos. La juventud de la población afgana es también un dato sorprendente: la edad media es de 18 años. Teniendo en cuenta que es el decimocuarto país más pobre del mundo, no sorprende que el trabajo infantil afecte a casi dos de cada cuatro niños. El paro, la alta natalidad, la juventud de la población, la falta de recursos económicos, unido a las rígidas normas sociales, dan fe de un cóctel peligroso.

Lo que depara el futuro a Afganistán tras el repliegue de las tropas extranjeras es una incógnita. Se augura un panorama de guerra civil para los más pesimistas. Los optimistas, quieren creer que los afganos sabrán salir adelante sin otra guerra. En todo caso, el pueblo afgano seguirá longánimo en su resistencia de la dura realidad que le ha tocado vivir.

Tal vez lo único que une a los afganos de a pie,

sea la voluntad de evitar la guerra y el deseo de paz”

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Amberes, Bélgica, 1959. Vive y trabaja en la Ciudad de Méjico.

Francis Alÿs estudió ingeniería y arquitectura en Amberes e historia de la arquitectura en Venecia. En 1985 se traslada a Méjico para colaborar en las tareas de reconstrucción de la ciudad destrozada por un terremoto. En esa ciudad descubre su faceta artística y se establece abducido por su fuerte personalidad. El artista había crecido en el campo y concibió la megalópolis como un enorme territorio que podía explorar pasando desapercibido, una realidad que le incitaba a reaccio-nar a través de una respuesta.

Alÿs aporta al arte contemporáneo una sensibilidad poética e imaginativa. Su mirada, pausada y crítica, elabora un discurso narrativo a partir de sus preocupaciones sobre cuestiones sociales, económicas, antropológicas y políticas.

Su trabajo artístico es el resultado del descubrimiento de las ciudades desde una actitu flâneur. El artista utiliza el paseo para captar la naturaleza de cada lugar y situación, captando cómo la ciudad respira con todo lo que sucede, y cómo reacciona y se mueve la sociedad que habita en ella. Toma distancia para actuar como un observador que interroga su entorno y resalta lo que es irregular a pesar de su cotidianidad.

Francis Alÿs trabaja con diferentes soportes y materiales, la fotografía, el vídeo, la acción, la escultura, la instalación, la pintura, los dibujos y animaciones, las proyecciones de diapositivas, etc.; muchos de ellos cuentan a menudo con el artista en la interpretación de la acción. Elabora su discurso a partir de temas y recursos metafóricos, como la propia ciudad, el juego, los animales de la calle, la frontera, la inmigración, la pobreza, la violencia o la barbarie. El artista describe su propia obra como “Una especie de argumentación discursiva compuesta de episodios, metáforas o parábolas."

Sus piezas están presentes en colecciones y museos de arte de todo el mundo. Ha realizado importantes exposiciones, como la del MACBA, el Museo Nacional Reina Sofía, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Méjico, la Kunsthaus de Zúrich, el MOMA de Nueva York, la Tate Modern, etc. Participa en los grandes acontecimientos artísticos internacionales, como la Bienal de La Habana (2000 y 1994), Venecia (2007, 2001 y 1999), Sao Paulo (2010, 2004 y 1998), Shanghái (2002) y Estambul (2001 y 1999). En la DOCUMENTA 13 (2012) expuso una selección de pinturas en Kassel, y en Kabul (en una sede satélite de la Bienal) presentó el vídeo REEL-UNREEL. Está representado por la Galería Peter Kilchmann de Zúrich y la Galería David Zwirner de Nueva York.

Francis Alÿs

http://www.francisalys.com

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Amberes, Bélgica, 1959. Vive y trabaja en la Ciudad de Méjico.

Francis Alÿs estudió ingeniería y arquitectura en Amberes e historia de la arquitectura en Venecia. En 1985 se traslada a Méjico para colaborar en las tareas de reconstrucción de la ciudad destrozada por un terremoto. En esa ciudad descubre su faceta artística y se establece abducido por su fuerte personalidad. El artista había crecido en el campo y concibió la megalópolis como un enorme territorio que podía explorar pasando desapercibido, una realidad que le incitaba a reaccio-nar a través de una respuesta.

Alÿs aporta al arte contemporáneo una sensibilidad poética e imaginativa. Su mirada, pausada y crítica, elabora un discurso narrativo a partir de sus preocupaciones sobre cuestiones sociales, económicas, antropológicas y políticas.

Su trabajo artístico es el resultado del descubrimiento de las ciudades desde una actitu flâneur. El artista utiliza el paseo para captar la naturaleza de cada lugar y situación, captando cómo la ciudad respira con todo lo que sucede, y cómo reacciona y se mueve la sociedad que habita en ella. Toma distancia para actuar como un observador que interroga su entorno y resalta lo que es irregular a pesar de su cotidianidad.

Francis Alÿs trabaja con diferentes soportes y materiales, la fotografía, el vídeo, la acción, la escultura, la instalación, la pintura, los dibujos y animaciones, las proyecciones de diapositivas, etc.; muchos de ellos cuentan a menudo con el artista en la interpretación de la acción. Elabora su discurso a partir de temas y recursos metafóricos, como la propia ciudad, el juego, los animales de la calle, la frontera, la inmigración, la pobreza, la violencia o la barbarie. El artista describe su propia obra como “Una especie de argumentación discursiva compuesta de episodios, metáforas o parábolas."

Sus piezas están presentes en colecciones y museos de arte de todo el mundo. Ha realizado importantes exposiciones, como la del MACBA, el Museo Nacional Reina Sofía, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Méjico, la Kunsthaus de Zúrich, el MOMA de Nueva York, la Tate Modern, etc. Participa en los grandes acontecimientos artísticos internacionales, como la Bienal de La Habana (2000 y 1994), Venecia (2007, 2001 y 1999), Sao Paulo (2010, 2004 y 1998), Shanghái (2002) y Estambul (2001 y 1999). En la DOCUMENTA 13 (2012) expuso una selección de pinturas en Kassel, y en Kabul (en una sede satélite de la Bienal) presentó el vídeo REEL-UNREEL. Está representado por la Galería Peter Kilchmann de Zúrich y la Galería David Zwirner de Nueva York.

Francis Alÿs

http://www.francisalys.com

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Reel Unreel

Dirección y comisariado: Carme Sais

Producción: Farners Cabra

Comunicación: Rita Andreu y Diana Sans

Administración: Airusa Aguilera

Diseño gráfico: Babooh! Disseny i publicitat

Documentación en imagen: Íngrid Riera y Àlex Casas

Textos: Ana Ballesteros y Imma Merino

Otros textos: Carme Sais

Montaje expositivo: Xavier Torrent y Anna Ribas

Organización y producción:

Patrocinios:

En colaboración con:

Con la colaboración de:

Dip. legal: GI.1358-2013

Cortesía del artista y Galerie Peter Kilchmann, Zurich

Reel/Unreel, 2011En colaboración con Julien Devaux y Ajmal Maiwandi

Kabul, AfganistanVideo-documentación de una acción, color, sonido, 20 minutos

Cortesía del artista y de la galería Peter Kilchmann, Zurich

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Reel Unreel

Dirección y comisariado: Carme Sais

Producción: Farners Cabra

Comunicación: Rita Andreu y Diana Sans

Administración: Airusa Aguilera

Diseño gráfico: Babooh! Disseny i publicitat

Documentación en imagen: Íngrid Riera y Àlex Casas

Textos: Ana Ballesteros y Imma Merino

Otros textos: Carme Sais

Montaje expositivo: Xavier Torrent y Anna Ribas

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Dip. legal: GI.1358-2013

Cortesía del artista y Galerie Peter Kilchmann, Zurich

Reel/Unreel, 2011En colaboración con Julien Devaux y Ajmal Maiwandi

Kabul, AfganistanVideo-documentación de una acción, color, sonido, 20 minutos

Cortesía del artista y de la galería Peter Kilchmann, Zurich

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Plaça de Santa Llúcia, 1 – 17007 GironaDe miércoles a domingo y festivos de 11 a 14 h y de 16 a 18 h, 29 de octubre, 1 y 3 de noviembre de 11 a 14 h y de 16 a 21 h Cerrado: Lunes y martes y 24, 25, 26 y 31 de diciembre de 2013 y 1 de enero de 2014

Bòlit_OficinesPujada de la Mercè, 12 2º – 17004 Girona972 427 [email protected]

www.bolit.cat @arts_giArts Girona

Del 23 de octubre de 2013 al 4 de enero de 2014

Bòlit_StNicolau

Reel UnreelFrancis Alÿs