Upload
trinhnhan
View
218
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
1
REESTRUCTURACIÓN URBANA EN LA CIUDAD DE MÉXICO: RENTA Y
VIOLENCIA
Patricia Gómez Rey Fabián González Luna Manuel Ortega Herrera
Para toda la serie de interpretaciones culturalistas y optimistas que le acompañan, la nueva frontera urbana
constituye también una creación decididamente económica Neil Smith
Introducción
Neil Smith contribuyó con su obra, entre otras cuestiones, a plantear y desarrollar
importantes debates teóricos sobre lo urbano, dentro de lo cual se destaca la
revisión de ciertas categorías como la renta, violencia y <destrucción creativa> del
capital, mismas que tomamos como eje de reflexión para el presente texto.
Se considera que la renta es un concepto fundamental del análisis crítico de la
producción espacial, cuya relevancia en los estudios urbanos se debe a su
capacidad explicativa de la crisis capitalista, donde puede dar cuenta de los
procesos constantes de valorización – desvalorización que inciden en el desarrollo
de las ciudades. Dichos procesos estructuran una lógica de reproducción espacial
caracterizada por la violencia estructural, en consecuencia se establece que renta
y violencia constituyen un armazón teórico fundamental para mirar algunas de las
transformaciones recientes de la ciudad en general y de la de México en particular.
En consecuencia se puede señalar que la violencia está en el centro de interés
social, cultural, político y económico, ya que en nuestros estilos de vida ésta tiene
un papel cada vez más preponderante y relevante en la definición de las formas
de regulación y reproducción social. No solamente se trata de que la violencia está
2
inscrita en los espacios, más bien el planteamiento es que ésta necesita de
espacializarse para realizarse, para constituirse como una mediación estratégica
en la reproducción contradictoria y conflictiva del orden social bajo la hegemonía
de la lógica del capital
Harvey señala que la ciudad tradicional ha muerto a manos de un “desarrollo
capitalista desenfrenado, víctima de su necesidad insaciable de disponer de
capital sobre acumulado ávido de inversión en un crecimiento urbano raudo e
ilimitado sin importarle cuáles sean las posibles consecuencias sociales,
medioambientales o políticas” (2013: 14).
Bajo este panorama el siguiente trabajo tiene como objetivo principal construir una
reflexión que permita dar cuenta sobre la manera en que el capital requiere de la
re-territorialización constante para mantener sus procesos de valorización
diferenciada, proceso que constituye la concreción de la violencia estructural, para
lo cual se toma como referente específico la transformación histórica de algunos
barrios (o colonias) del poniente de la ciudad de México.
Pensar la ciudad: violencia y neoliberalismo como puntos de partida
Neil Smith (2005, 2009) se refiera a la ciudad neoliberal como a una ciudad
revanchista1, como un espacio de reacción y venganza para revertir los logros
alcanzados por la fuerza de trabajo en las luchas sociales del siglo XX. Lo anterior
se evidencia por el impulso de un conjunto de políticas de contención y control
social que se han implementado para que los capitales privados tomen mayor
participación sobre las condiciones generales de producción, a partir del despojo y
la privatización de los bienes y servicios públicos.
1Esta idea de ciudad revanchista Neil Smith la desarrolla a partir del estudio de la crisis económica
de Nueva York en los años setenta, que dio como resultado una configuración en el poder de clase, reposicionando a la ciudad como un centro urbano financiero y cultural mundial controlado por el sector financiero, con graves consecuencias en la calidad de vida de la clase trabajadora, reflejadas principalmente en recortes y políticas de austeridad en el gasto social. El modelo de intervención de Nueva York se convirtió en la receta de los organismos internacionales para intervenir las economías nacionales y facilitar la aplicación de los ajustes neoliberales.
3
Para Harvey (2013) la estrategia del proyecto neoliberal para restaurar el poder de
clase descansa en recuperar y ampliar los privilegios de las clases altas vía la
fragmentación (y la segregación que ésta implica) del espacio urbano, lo cual
permite una economía de acumulación por despojo caracterizada entre otras
cosas por una dispersión en la oferta de bienes y servicios públicos, una
degradación de los bienes comunes, una disminución del gasto social y por la
socialización de los costos de la nueva conformación urbana. En este sentido
agrega que “la urbanización desempeña un papel particularmente activo (junto con
otros fenómenos como los gastos militares) en la absorción del producto
excedente que los capitalistas producen continuamente en su búsqueda de
plusvalor.” (2013: 24).
Se puede indicar que el proyecto neoliberal ha profundizado y exacerbado la
violencia (estructural y directa), intensificando los mecanismos de despojo y
desvalorización de la fuerza de trabajo, ampliando la privatización y enajenación
de bienes públicos y comunales. Lo anterior ha repercutido en un aumento de las
tensiones sociales y de las expresiones de violencia directa, a la par que se
refuerzan y difunden discursos políticos hegemónicos que promulgan que el actual
sistema político económico no sólo es el más adecuado para ir superando las
limitaciones y desigualdades sociales, sino el único posible Gilly (2009: 16 – 17)
señala que:
Un entero mundo se ha destruido. Hoy, como a finales de siglo XIX, otra vez
hemos entrado a una época de violencia y despojo. Esta época fue inaugurada
por una despiadada violencia estatal dirigida a abrir la vía, material y humana, al
“mercado global desregulado”… Mucho más que un “modelo económico”, el
neoliberalismo es una forma de dominación, despojo y apropiación privada tanto
del producto social excedente como del patrimonio social, sustentada en una
subordinación de la ciencia al capital que va más allá de los límites antes
imaginados.
En otras palabras, el neoliberalismo ha implicado una intensificación de la
violencia estructural, es decir de los mecanismos de acumulación por despojo, de
explotación y privatización que han servido de base para la proliferación de
4
distintas formas de violencia directa. En esta dirección es importante retomar lo
que Shachter (2014: 84) refiere respecto a la violencia en el sentido de que:
No toda la violencia es reconocida como tal. La fragmentación, la segregación, la
gentrificación, la apropiación especulativa del territorio, la degradación del medio
ambiente, la localización forzada en hábitat precarios, la disparidad en el acceso a
los servicios de salud y educación, el deterioro del transporte público, son formas,
visibles o veladas, que confluyen en una sinergia de eventos y acciones que nos
son identificados como causales directos o motivadores de violencia.
De manera general se puede señalar que la violencia mediante la cual se realiza
la reproducción espacial de las ciudades es un proceso que fragmenta, divide y
hace excluyente la participación social, acomodando bienes y personas según la
lógica de acumulación y produce una forma fracturada y mercantilizada de
experimentar la vida urbana. “Las cualidades humanas de la ciudad surgen de
nuestras prácticas en sus diversos espacios, aunque estos estén sometidos a los
cercamientos, al control social y a la apropiación por intereses privados y público /
estatales” (Harvey, 2013: 115).
La violencia estructural se realiza por medio de tres procesos complementarios: 1)
la valorización del espacio como medio de despojo; 2) la producción de espacios
como dispositivos de control y disciplinamiento social; y 3) en la generación de
discursos políticos espaciales; mismos que se expresan, entre otras formas –
funciones espaciales, en la fragmentación urbana, la segregación socioespacial, el
urbanismo insular (con generación de privatopías) y la suburbanización.
En las ciudades fracturadas por el proyecto neoliberal la segregación residencial
representa una de las formas – funciones más características. Al respecto
Janoschka (2002) indica que dicha segregación se incrementó en una escala muy
reducida a partir de la generalización de dicho modelo de acumulación, lo que
aumentó la polarización intraurbana y generó paisajes fragmentados, donde el
urbanismo cerrado, la pérdida de espacios públicos y la pérdida de comunidad se
convirtieron en aspectos cada vez más dominantes.
5
Jaramillo (2009) explica como los sectores de élite se van apropiando de las
mejores zonas de la ciudad (a la vez que excluyen y expulsan a las clases
inferiores) con base en la renta, reflejado en los precios de los inmuebles, ya que
la posibilidad de acceso a los mejores suelos urbanos radica en la capacidad de
pago. Este es un proceso que se va replicando en las clases de menores ingresos
aunque va disminuyendo su capacidad de exclusividad, de esta forma las zonas
residenciales de las clases más altas y las más bajas son las más homogéneas,
mientras que en las partes medias del espectro socioeconómico hay una mayor
diversidad, esto hablando en una escala de nivel ciudad, pues veremos que para
nuestro caso, la misma gentrificación suele atacar a las clases más acomodadas.
Dentro de este panorama se puede establecer que desde la década de los 80 la
ciudad de México tendió a un orden urbano dominado por el proyecto neoliberal,
mismo que se fundamenta en la realización de la violencia estructural por medio
de la fractura del tejido socioespacial como medio de acumulación y de control
social, tanto en la esfera productiva como en la reproductiva.
Para la ciudad de México señalan Duhau y Giglia (2008: 88) indican que:
Las nuevas formas de producir y organizar espacialmente la ciudad (sea por
extensión del área urbanizada, sea por la renovación del espacio urbanizado
preexistente), suponen una ruptura con las modalidades dominantes en la etapa
de la metrópoli desarrollista, aunque no necesariamente con la lógica general a
la que responde la división social del espacio. Esta ruptura está dirigida por
capitales que encuentran en la ciudad, en cuanto conjunto de edificaciones y
artefactos, un ámbito de acumulación y que operan bajo un paradigma
globalizado o si se quiere internacionalmente definido.
Una de las finalidades de los procesos de reestructuración de la ciudad es la
generación de rentas diferenciales y absolutas (esto se da vía la elevación de los
precios del suelo y su condición de propiedad y bien no reproducible, como
veremos más adelante), ya que permite que los capitalistas y especuladores
concentren y centralicen mayores cantidades de bienes urbanos, incluida la
vivienda y los espacios públicos, desplazando así a las clases bajas, generando
una segregación residencial y de modos de vida que es re-aprovechada por la
6
captación de dicha parte de la plusvalía social en forma de ganancias específicas
por su actividad: rentas.
En síntesis se puede indicar que la ciudad revanchista neoliberal es una
concreción de la violencia estructural que se realiza y expresa, entre otros
procesos, por medio de la renta y el proceso de gentrificación, pero antes de
abordar dichos procesos es necesario contextualizar los cambios recientes en la
ciudad de México para poder relacionar cómo es que los procesos específicos de
reorganización espacial urbana responden, en intensidades distintas, a la lógica
histórica de acumulación capitalista. La forma de articulación teórica y crítica, se
da en las formas de reparto de la plusvalía social, en donde la renta juega un
papel imprescindible en la producción espacial del capitalismo, que, sobra decirlo,
es violenta per se.
La ciudad de México del desarrollismo al neoliberalismo
Históricamente la ciudad de México ha sido el centro político y económico del país,
tomando en cuenta su área metropolitana tiene una superficie de 7,866.1 km² y
con una población de 20,116,8422, es una de las urbes más poblada del mundo.
A principios del siglo XX la población de la ciudad estimada era de 344,000
habitantes y se iniciaba un lento proceso de urbanización con la incorporación de
nuevas áreas a los poco más de 20 km² que abarcaba la trama urbana partiendo
del zócalo o plaza principal. La incipiente industria asentada en las márgenes de la
ciudad y el desarrollo de los servicios fue un polo de atracción para la población
del interior de la República y en menos de diez años el área urbana se duplicó.
Después de la Revolución Mexicana se inició un acelerado proceso de
urbanización y para mediados de siglo “la concentración urbana transitó hacia una
zona metropolitana policéntrica, desigual y jerarquizada” (Pradilla, 2004: 73).
2 Véase los datos oficiales en Delimitación de las Zonas Metropolitanas de México 2010, México,
SEDESOSL, CONAPO, SEGOB, INEGI, consulta electrónica http://www.inegi. org.mx/Sistemas/ multiarchivos/doc/702825003884/DZM20101.pdf
7
Dadas las condiciones geográficas favorables de tierra firme y la abundancia de
vegetación y agua funcional a esa etapa histórica, el primer gran ensanche de la
ciudad se dio hacia el poniente y la expansión tomó como eje la primera gran
avenida que se construyó, el Paseo de la Emperatriz hoy Paseo de la Reforma,
cuya primera edificación fue entre 1864 y 1865 por el emperador Maximiliano de
Habsburgo, para conectar la residencial imperial del Castillo de Chapultepec con
el centro de la ciudad.
Cabe destacar que, la construcción de nuevas avenidas3 y la introducción de los
tranvías eléctricos4, facilitaron la expansión urbana y pronto se consolidaron los
fraccionamientos y colonias residenciales en el poniente de la ciudad, que fueron
diseñadas para la naciente clase media y la burguesía que buscaba nuevas
aéreas residenciales fuera del casco antiguo, el cual concentraba la mayor parte
de las actividades (talleres artesanales, comercio, servicios, oficinas de gobierno,
escuelas, teatros, etc.). Los nuevos espacios urbanos se destacaban por ofertar
un atractivo diseño urbanístico con dotación de todos los servicios públicos,
ejemplo de ello fueron las colonias Condesa, Roma, Escandón y San Pedro de los
Pinos. Sin embargo, como señala Delgadillo (2013: 13):
No hubo una planificación urbana. La expansión de la ciudad se realizó a través de
nuevas “colonias” [o barrios] y fraccionamientos parciales de diversas
dimensiones, sin integrar una idea de ciudad en conjunto[…] Desde entonces, la
ciudad integrada por “partes dispersas” y modernizada selectivamente constituye
un modelo de urbanización (ahora en escala metropolitana), que se propagó en
todo el país.
La expansión de la ciudad sobre las áreas rurales resultó un gran negocio
comercial y especulativo en términos económicos y la compra de propiedad
urbana independientemente de su tamaño fue una gran inversión. Lo anterior
reafirma lo establecido por Neil Smith (2009, 2005) sobre el posicionamiento de la
3 Como la avenida de los Insurgentes y calzada de Tlalpan que conectaron el poniente y centro con
el sur de la ciudad. 4 En sólo 2 años de 1900 a1902 se inauguraron once líneas de tranvías eléctricos de pasajeros y
mercancías, y casi todos ellos partían del Zócalo antes Plaza de Armas y llegaban a lugares distantes del norte, sur, oriente y poniente fuera de la ciudad, se trataba de tranvías suburbanos.
8
ciudad en el siglo XX como el lugar privilegiado de la reproducción del capital en
su sentido más amplio.
Si bien varios estudios apuntan sobre la aparición del fenómeno de especulación
de tierras en la ciudad de México durante el porfiriato, ligado a la figura del
fraccionador, este fenómeno se intensificó hasta la segunda y tercera década del
siglo XX. Con viejas y nuevas prácticas urbanas la ciudad se expandió, pasó de 40
km² de superficie en 1910 a 86 km² en 1930 y de 471,006 a 1,029,068 habitantes,
agregando a esta última cifra 200,508 habitantes distribuidos en las áreas rurales
del Distrito Federal (D.F.) Surgieron en esos años numerosas firmas inmobiliarias
nacionales y extranjeras como de La Lama y Basurto S.A. que de 1922 a 1956
lotificó grandes áreas en el poniente de la ciudad (Insurgentes y Polanco); las
primeras compañías inmobiliarias5 en su mayoría se dedicaron a la adquisición,
lotificación y urbanización de terrenos, la industria de la construcción encontraría
un fundamento para su posterior desarrollo y auge.
Sobre el avance de la urbanización a expensas de las áreas rurales en las
primeras décadas del siglo XX, María Soledad Cruz señala que después de la
Revolución Mexicana la política agraria en el DF estuvo orientada a desmantelar
las grandes haciendas que lo rodeaban y cuyos propietarios “estaban
directamente ligados a los grupos sociales heredados del porfirismo” (Cruz, 1994:
170); de ahí que el proceso de la Reforma Agraria de dotación de tierras ejidales y
comunales en el DF fuera más rápido que en el resto de la República. Como
estrategia política de los nuevos gobiernos revolucionarios el mayor reparto
agrario se dio en la década de los 20, mientras que a nivel nacional se situó en los
30as., sin embargo, fue en este último decenio cuando culminó el reparto de
tierras en el D.F.6 (Ibidem).
5 Desde finales del siglo XIX las compañías inmobiliarias se dedicaron a la subdivisión de extensas
propiedades rurales para la posterior venta de lotes y sólo en los casos de los fraccionamientos
residenciales para la emergente burguesía los lotificadores se encargaron de la pavimentación de
calles y de la introducción de los servicios básicos de agua potable, drenaje y energía.
6 El mayor número de tierras de propiedad social (ejidal y comunal) se otorgó al sur de la ciudad,
por orden de importancia en las actuales delegaciones de Tlalpan, Magdalena Contreras, Tláhuac,
9
El debilitamiento del poder de los terratenientes en el DF a través de la
expropiación territorial y el reparto de ejidos, transformó fuertemente la estructura
territorial de la entidad política donde se sitúa la ciudad de México. Tan pronto
inició el reparto de tierras en la década de los 20, los propietarios de haciendas
tanto productivas como improductivas se vieron presionados a fraccionar sus
tierras ante la amenaza de expropiación, con ello aparecieron “numerosos
pequeños propietarios de ranchos o fincas y de fraccionamientos de haciendas
[…]. Estos agentes sociales comenzaron a integrarse al proceso de urbanización,
así como a las nuevas actividades urbanas: industriales, vivienda, infraestructura,
etc., las cuales comenzaban a despuntar en la década de los veinte.” (Ibidem:
180).
El fraccionamiento de las haciendas facilitó la urbanización de extensas áreas
pero en contraste, la dotación de ejidos que en su mayoría se llevó a cabo en el
sur de la ciudad, reforzó el carácter rural de áreas distantes al casco urbano
antiguo7. De 1920 a 1930 se crearon más de treinta colonias y fraccionamientos,
como expresión material de un proceso histórico y necesario de acumulación
capitalista y de la hegemonía política de una parte de la burguesía articulada a la
actividad inmobiliaria.
La producción de la ciudad en esta década tuvo como componente fundamental la
segregación espacial de los diferentes sectores y clases sociales, se fundan
colonias para obreros, campesinos y burócratas; otras colonias para las clases
media baja y alta, así como fraccionamientos residenciales para la clase alta;
estos espacios urbanos tenían varias formas de diferenciación: la localización (el
Cuajimalpa de Morelos, Xochimilco, Milpa Alta y Coyoacán y en la Gustavo A. Madero al norte de la ciudad. Para 1960 el reparto de ejidos alcanzó la cifra de 29 041.82 has. (Cruz, 1994: 167) 7 Paradójicamente, el acelerado proceso de expansión urbana que experimentó la ciudad y con el
cambio al Artículo 27 Constitucional (1992) el cual permite la venta libre de las tierras ejidales y comunales, estas tierras han permanecido como espacios de reserva del capital. A la fecha las compañías inmobiliarias no han podido actuar libremente sobre estas aéreas ya que alrededor del 75% de la propiedad social (ejidos y comunidades) se encuentran en el territorio de conservación (Véase Sánchez y Díaz-Polanco, 2001). La delimitación del suelo de conservación fue reforzada por una serie de disposiciones jurídicas decretadas de la Asamblea Legislativa del D.F. en materia de preservación y conservación de las aéreas ecológicas, no obstante existe una presión por parte de las empresas privadas para la explotación de estas áreas.
10
status de las colonias), el tamaño de los lotes y el precio de los mismos, la
funcionalidad de la traza y la disponibilidad de equipamientos y servicio (costos de
producción).
Con los ensanches del casco antiguo y las primeras aéreas urbanas externas la
ciudad se expandió, pero la falta de disposiciones gubernamentales en materia de
urbanización, la permisividad de las autoridades y la especulación de las
compañías fraccionadoras, la imagen de la estructura urbana de los años 30 se
asemejaba a un mosaico heterogéneo y diferenciado de fraccionamientos y
colonias entremezclados con ranchos, haciendas, jacales y tierras yermas
propiedad de los Ayuntamientos. Antiguas calzadas, caminos rurales y canales
desecados fueron rehabilitados y se extendieron, estas nuevas avenidas junto con
los tranvías articularían los diferentes espacios urbanos y rurales, para la
conformación de la nueva ciudad.8
En esos años, el prolongado efecto en la economía mexicana de la gran depresión
de 1927-1933 favoreció la formación de compañías inmobiliarias como señala
María del Carmen Collado las inversiones de dichas compañías “resultaban
relativamente más seguras y rentables; el valor de la tierra tendía a mantenerse
estable en el peor de los escenarios económicos y se elevaba si el uso del suelo
era transformado de agrícola a urbano, mediante inversiones destinadas a
satisfacer un mercado con fuerte demanda” (Collado, 2003: 44); hacia finales de la
tercera década sólo la producción de manufacturas, del hierro, acero y cemento
reportaban un crecimiento significativo.
Datan de estas décadas, entre otras, las colonias para las clases trabajadoras
como la Obrera, Moctezuma, Verónica, Granada, La Postal, Federal, Del Valle,
Alfonso XIII, y con las colonias residenciales como Ampliación Condesa y Roma,
Reforma, Chapultepec Heights, Polanco, Anzures y Lebrija, se intentó consolidar
el poniente de la ciudad como zona residencial para la burguesía y la clase
política. No obstante, los proyectos de las aéreas residenciales exclusivas fueron
8 Un primer intento para planificar el crecimiento de la ciudad se encuentra en el Plano Regulador
del Distrito Federal de 1933.
11
modificados de acuerdo con el contexto local y la realidad del mercado inmobiliario
y en muchos casos fueron subdivididos los lotes originales como apunta Connolly
(1989) en su estudio sobre la colonia Anzures. En el caso de la colonia Polanco
fue poblada por grupos de judíos, libaneses, españoles y alemanes, por
profesionistas, políticos y gente del medio artístico y cultural, que residían en el
centro histórico o en las primeras colonias residenciales.
A partir de los años 40 la migración del campo a la ciudad, la revolución agrícola,
el desarrollo de la industria y el crecimiento de la población, articulado a un
pujante desarrollo industrial, favorecieron la expansión de la ciudad sin
precedentes. Particularmente, con la adopción del modelo de sustitución de
importaciones para abastecer el mercado interno ante las dificultades del comercio
internacional por la Segunda Guerra Mundial se impulsa:
…la construcción de nuevas fábricas sobre amplias extensiones de tierra sin
urbanizar, y en virtud de que las normas de planeación entonces recién aprobadas
señalaban las zonas convenientes para la localización de la industria, se formó un
arco en torno al [norte del] casco antiguo de la ciudad que coincidía con el trazo
del sistema ferroviario (www.conapo.gob.mx citado por Bustamante, 130).
El Estado como el mayor promotor del desarrollo industrial en esos años otorgó
grandes facilidades para la instalación de las industrias. En el norponiente de la
ciudad -al norte y oriente de la colonia Polanco-, se instalaron agroindustrias
(jabones, cerveza, chocolate, harinas, aceites, etc.) e industrias ligeras
(automóviles, aparatos electrónicos, etc.). Con el paso del tiempo el uso del suelo
se diversificó, entremezclándose los espacios industriales con los habitacionales y
de oficinas, ejemplo de ello fueron la colonia Anáhuac (1ª. sección), Ampliación
Granada, Dos Lagos, Verónica Anzures e Irrigación. Esta zona de la ciudad con
grandes ventajas se consolida como la principal zona industrial de la ciudad, entre
otras cosas, por la disponibilidad de suelo, agua (superficial y subterránea) y la
línea de ferrocarril México – Cuernavaca, además de ser la zona donde se había
instalado la primera fábrica en los años 20, la Cervecería Modelo,.
12
De la avenida de Ejercito Nacional a los límites de Polanco es donde se asentaron
las oficinas de los grandes consorcios industriales de capital nacional y extranjero,
esta zona industrial se desarrolló hacia el norte para conectarse con todo un
complejo de actividades industriales y de servicios (la Refinería 13 de marzo, zona
industrial Vallejo, estación de ferrocarril de carga de Pantaco, el Rastro de
Ferrería, etc.) y en el transcurso de la siguiente década se extendería sobre los
municipios de Naucalpan, Tlalnepantla y Ecatepec rebasando a los límites del
Distrito Federal; concentrando la zona industrial de la ciudad poco más el 50% de
la producción industrial del país.
En los años de la posguerra la política nacional de industrialización continuó
orientada a impulsar el sector manufacturero y de la construcción, estrategia que
estaría acompañada con la creación de empresas paraestatales del sector
energético, comercial y de comunicaciones y obras públicas, entre otras. Bajo esta
lógica económica, de participación estatal o keynesiana, la conformación de la
ciudad y las nuevas áreas urbanas (incluidas las industriales) se adaptan a las
exigencias del desarrollo de la actividad industrial y a la expansión del comercio
interno. Se modifica la legislación y se integra la red vial con la ampliación de
avenidas como Reforma e Insurgentes, así como con la construcción de las
primeras vías de alta velocidad como el Periférico, al poniente de la ciudad y los
viaductos Miguel Alemán, Rio de la Piedad y Tlalpan; se renueva y amplía la red
de drenaje de aguas negras y pluviales, de distribución de agua potable y de
energía; se rehabilitan canales y se entuban ríos; se establecen mercados en
diversos puntos de la ciudad y se construye el primer gran centro abasto y
distribución de carne (Rastro de Ferrería); se construyen, tanto conjuntos
habitacionales de alta densidad o multifamiliares para la creciente clase
trabajadora del estado, como escuelas, hospitales, parques y jardines.
La magnitud y diversidad de obras que se realizan beneficia el desarrolla del
sector financiero y de la industria de la construcción tanto pública como privada, y
las viejas compañías inmobiliarias entran de lleno a competir en el ramo de la
construcción de viviendas y obras públicas. La reestructura urbana en marcha
13
refuerza la centralidad del poniente de la ciudad y con la rehabilitación del Bosque
de Chapultepec, el establecimiento de embajadas, la construcción del Museo de
Arte Moderno, el Museo Nacional de Antropología e Historia, hoteles y
restaurantes de lujo y fraccionamientos exclusivos que se extienden hacia los
lomeríos, el Paseo de la Reforma se convierte en un importante corredor turístico,
beneficiándose en un primer momento las aéreas residenciales aledañas como
Polanco.
Este desarrollo de la ciudad de México coincide con lo señalado por Smith (2005:
64) respecto a que:
La ciudad keynesiana del capitalismo avanzado occidental de la posguerra
representaba el cenit de esta relación última entre la ciudad y la reproducción
social… La ciudad keynesiana constituía, en muchos aspectos, una combinación
entre oficina de contratación y oficina de bienestar social para cada uno de los
capitales nacionales, y en ella se combinaban las funciones de apoyo y
reproducción social de un mercado de trabajo nacional.
Entre 1960 y 1970 la población pasa de 4,870,876 a 6,874,165, la presión
demográfica y los altos costos de la vivienda en la ciudad originan un acelerado
proceso de suburbanización, de diferenciación espacial, al grado que en el
lenguaje cotidiano se hablaba no de nuevas colonias sino de “ciudades pérdidas”,
en alusión a aquellos espacios dentro y fuera de la ciudad habitados por la
población de bajos ingresos y el ejército industrial de reserva y que carecían de los
servicios y equipamientos básicos y con esas mismas características la expansión
urbana del oriente de la ciudad avanza hacia los municipios de Nezahualcóyotl, La
Paz y Chalco.
Este acelerado proceso de urbanización se intenta frenar en la década de los 70,
cuando se sentaron las bases jurídicas de la planeación urbana9, sin embargo, “la
9 Estas bases se dieron con las reformas a los artículos 27, 73 y 115 de la Constitución federal, la
expedición de la Ley General de Asentamientos Humanos y leyes locales de desarrollo urbano. En 1987 como parte de las reformas estructurales necesarias para la inserción de los nuevos patrones de acumulación neoliberal, se decretaron diversos ordenamientos en materia urbana para el Distrito Federal y su área metropolitana.
14
expansión urbana estaba operando sigilosamente en los espacios de suelo de
conservación ecológico” (Sánchez y Díaz-Polanco, 2001: 194) principalmente al
sur de la ciudad, era un proceso inevitable de la consolidación y del proceso de
acumulación de capital en México. Gran parte de este fenómeno se atribuye a las
invasiones dirigidas a cambio de votos por el propio partido en poder el Partido
Revolucionario Institucional (PRI), una vía informal de ocupación y/o adquisición
ilegal y autoconstrucción de vivienda clasificada por la legislación como
asentamientos irregulares; años más tarde este mismo modelo sería utilizado por
el Partido de la Revolución Democrática (PRD) a partir de su llegada al gobierno
del Distrito Federal.
En las dos últimas décadas del siglo XX se profundizan las contradicciones de la
producción de la ciudad capitalista, con una desigualdad que se evidenciaba en la
periferia y que no logra detener su carácter de polo de atracción salvo por unos
años, tras el terremoto de 1985 en que se estima emigraron medio millón de
habitantes.
Las reformas estructurales impuestas por el neoliberalismo obligan a la
reconversión y/o relocalización industrial y a la diversificación de los servicios y el
comercio que demanda la construcción de complejos de oficinas y centros
comerciales, agudizándose con ello la escasez de vivienda de tipo social en la
ciudad. Bajo esta coyuntura se modifican los usos del suelo de la zona residencial
de Polanco, y
A partir de la activa presencia y movilización de colonos de clases altas, en 1992 el
gobierno del Distrito Federal creó la Zona Especial de Desarrollo Controlado
Polanco (posteriormente llamada Programa Parcial de Desarrollo Urbano de
Polanco) con la finalidad de ordenar y regular los usos e intensidades y evitar el
deterioro de las edificaciones (Olivera, 2013).
El desarrollo de la ciudad en más de 7,800 km² a lo largo de 100 años revela que,
la producción de la ciudad ha sido uno de los negocios más rentables y lucrativos,
proceso que sido clave para la expansión y acumulación de capital en nuestro país
15
y en el que han incidido otros factores como el carácter dependientes de nuestra
economía y el papel preponderante que ha tenido el Estado en la vida económica
y social, es decir un carácter estructural e histórico. En el presente como afirma
Coulomb:
… asistimos a un importante auge del sector inmobiliario, fuertemente articulado
con empresas transnacionales, desarrolladoras y administradoras de bienes
raíces, y vinculado a la producción y la comercialización de nuevas urbanizaciones
elitistas para las minorías sociales integradas a los mercados mundiales. Estas
nuevas urbanizaciones soportan la creación de “plazas” y “centros” comerciales
marcados por la autosegregación y la privatización de los espacios públicos.
(Coulomb, 2012: 12).
La producción y comercialización de estas nuevas áreas urbanas en su mayoría
parten de la reutilización o reciclamiento de antiguas urbanizaciones, tal como se
observa con las obras realizadas en el “rescate” del centro histórico y el proceso
de gentrificación de las colonias Condesa, Roma y más reciente de la Santa María
la Ribera, asimismo es notorio que “las transformaciones espaciales desde
principios de la década de 1990 se distribuyen en la ciudad central y se extienden
selectivamente por el poniente a lo largo de corredores urbanos que articulan el
ámbito metropolitano” (Delgadillo-Polanco, 2008: 825), un ejemplo de ello en el
extremo poniente es el gran proyecto residencial, comercial y de oficinas de Santa
Fe.
Al respecto Smith (2005: 76-77) indica que:
El nuevo globalismo, por tanto, no solo representa una reestructuración de la
producción en los ámbitos global y local, con la consiguiente reestructuración de
las economías locales. Conlleva también la reestructuración y la desestructuración
de los sistemas y medios de reproducción social establecidos, y de la articulación
social con la producción.
En los últimos años, se consolida una estructura específica de la ciudad de
México. La construcción del segundo piso y las autopistas urbanas de cobro
16
proyectadas como la solución al congestionamiento vial, responden directamentea
la integración y articulación de los mencionados desarrollos comerciales e
inmobiliarios, polos económicos que conjuntan diversas actividades, que se hacen
cada vez más exclusivos, por ende de menor acceso o de acceso restringido y
que promueve una reestructuración urbana, curiosamente orientada hacia el
poniente, donde, históricamente, se han recargado los distintos momentos de la
acumulación capitalista en nuestra ciudad. Nuevo Polanco se anuncia como una
nueva cara de la ciudad, este será el ejemplo a tratar después de pasar por una
revisión teórica del concepto de Renta.
Renta y gentrificación, dos conceptos clave
Desde un punto de vista histórico, la Renta, nos remite a una categoría de
propiedad, de posesión o tenencia, pues implica el uso exclusivo de cierta porción
de tierra – que data desde una etapa histórica caracterizada por la repartición de
tierras, situado posterior a la comunidad primitiva en la denominada etapa de la
barbarie (Childe, 1981), derivado de la agricultura y del control de ganado – de la
cual se obtiene algún producto o usufructo. Dicha característica de propiedad ha
sobrevivido al modo de producción feudal, donde tuvo su auge, en manos de los
terratenientes, y subsiste hasta nuestros días, por ser un medio de producción
imprescindible para la producción en distintas actividades económicas; al
respecto, Henri Lefebvre, al referirse a la renta y a la propiedad comenta lo
siguiente: “Al monopolio de origen feudal, se agrega el monopolio capitalista; estos
dos monopolios, según se trate de unos países o regiones o de otros, o se
cambaten, o se combinan, o se alían.” (1983:15). El desarrollo de otras
actividades que se desarticulan del medio de producción tierra, hace parecer como
si la propiedad dejara de tener importancia, sin embargo existen suficientes
argumentos para señalar que la propiedad del suelo es aún relevante en términos
económicos y sobre todo de relevancia para entender el funcionamiento del
capitalismo actual. Como se puede ver, la característica fundamental es la
posesión de la tierra, en este caso, independientemente del producto obtenido, el
17
cual tendrá un precio que hay que agregar el pago al dueño de la tierra, por
arrendamiento y uso de la tierra (sin la cual el producto no se produciría) al dueño
o propietario de la tierra: el terrateniente.
Otro factor fundamental e imprescindible que no se puede separar de la propiedad
es el de la exclusividad o el de la condición extraordinaria de la tierra, que le da
precisamente sentido a la propiedad –por poseer alguna característica inusual que
le da una ventaja productiva o “valoración” distinta a otras tierras – en un carácter
de diferenciación y que incide directamente en la mercancía producida.10 Nótese
que no estamos hablando de propiedad privada o individual, puede existir una
propiedad social o propiedad compartida y esto no modifica en lo absoluto la
exigencia de una remuneración por el acceso restringido que se tiene a la tierra
(propiedad).
El concepto de Renta Urbana debe asociarse primeramente a una actividad
económica de suma importancia como lo es la industria de la construcción que, en
general, es de gran relevancia en las economías nacionales, y cuya producción
está basada en un medio de producción restringido como lo son los suelos
urbanos. Cabe aclarar que en relación con la teoría marxista, dicha actividad se
considera productiva, es decir crea valor, y de aquí se sobreentiende que existen
relaciones de producción capitalistas que, además de crear valores de uso
propiamente – inmuebles- para el mercado, provoca el desarrollo de algunas otras
actividades (improductivas) como las comerciales, es decir ventas, y por ende las
de especulación inmobiliaria, la cual ha tenido un rol protagónico en la economía
mundial en los últimos años.
La Renta es una categoría económica que, aparentemente, sólo condiciona la
formación de los precios de las mercancías producidas (bienes inmuebles) de
manera superficial, es decir, como un elemento más a considerarse en los costos
de producción de cualquier bien, visión articulada a la teoría económica
neoclásica, a la cual Neil Smith hace una dura crítica, en la primera sección del
10
Usualmente, en términos urbanos se asocia esta diferenciación a la denominada Renta de Localización. Aunque es una discusión aún no resuelta (Palacio, 2000)
18
capítulo 3 del libro La frontera Urbana. En esta obra, Smith señala que la Teoría
económica neoclásica, ni siquiera toma en consideración a la Renta, pues
considera a la decisión o preferencia del consumidor como el factor principal que
determina la oferta de los bienes inmuebles: “La gentrificación es explicada, de
este modo, como el resultado de una alteración en las preferencias y/o de un
cambio en las restricciones que determinan las decisiones que se toman o se
pueden tener” (Smith, 2012: 103).
Sin embargo, creemos que el fenómeno rentista tiene más implicaciones; una de
ellas es que el desarrollo de la construcción inmobiliaria, trae como consecuencia
la creación de “valor” más allá de los niveles que ya de por sí se crea en la
construcción.11 Esto significa que se supera, por decirlo así, el valor (o tiempo de
trabajo) destinado para la producción de los bienes inmuebles, creando más
“valor”-reflejado en dinero – aumento del precio- que es la forma concreta en la
que se manifiesta dicho valor y en la que se ofertan dichos bienes. En términos
más claros, la mercancía se vende por mucho más de lo que cuesta producirla,
por la ganancia comercial que a su vez, puede derivar en especulación, y la forma
de visualizarlo es en el concepto de Renta.
Esto se puede evidenciar con las diversas problemáticas que tiene el mercado
inmobiliario en cualquier ciudad, en el cual existirán problemas como el alza de
precios (ventas), especulación ligada sobre todo a los créditos para adquirir bienes
inmuebles, etc. Estas formas económicas articuladas, se deben a la búsqueda
“inconsciente” de Rentas Urbanas. La forma en que se relacionan dichas formas
económicas Marx las articula en la denominada Renta Capitalizada, donde
participan directamente: a) el precio del suelo, que no es más que la promoción de
ventas de los inmuebles (capital comercial), pues es el que define
preponderantemente el precio total, y b) el dinero adelantado o crédito (capital
financiero), que se representa aquí como la tasa de interés: “por consiguiente, la
renta del suelo es la forma en que aquí se realiza económicamente, se valoriza la
propiedad territorial” (Marx, 1974:577).
11
El valor creado estaría dado por el elemento variable del capital, trabajo pagado o salarios, y por el trabajo no pagado o retribuido, masa de ganancia del capitalista o plusvalor.
19
Renta (capitalización del terreno) = Precio del suelo * Tasa de interés
No obstante, esta relación oculta la verdadera relación entre plusvalía y renta, y la
confusión de la Renta con el interés. Por lo tanto, Marx señala que: “esta
capitalización de la renta presupone la renta misma, mientras que la renta no
puede, a su vez, explicarse ni derivarse partiendo de su propia capitalización. Por
tanto, es la existencia de la renta, independiente de la venta de la tierra, la premisa
de la que debemos partir” (Marx, 1974:581). Esto da como resultado que la Renta
se separe tanto de la venta del suelo (precio) y también de la parte que la
capitalizaba, es decir el interés. Así, la Renta, aunque depende de los factores
antes mencionados, se explica también por sí misma, por características
históricas, jurídicas que le van a dar otro nivel de explicación como tal, agregando
que esta parte de la Renta es una parte del plusvalor general producido en una
economía, o en este caso por la actividad de la construcción, ligada a la venta y
crédito del mercado inmobiliario (Renta Absoluta), cuya finalidad principal, siempre
será la lógica de la ganancia.
Renta= Precio del Suelo * Tasa de interés.
De esta forma se pueden separar dos procesos de especulación: uno de manera
económica ligado a la tasa de interés, o sea al dinero, que tendría un efecto
directamente proporcional a la Renta, y esto se entiende si el terrateniente y el
prestamista luchan por un mercado inmobiliario cada quien a su forma, lo
importante es que la renta se eleve. vía el aumento del precio del suelo. 12 Ambos
tienen efecto sobre la renta , aunque en efecto, este último estaría sometido a otro
tipo de especulaciones de tipo social, que también hacen que las rentas totales se
eleven, provocando que tanto los rentistas como los prestamistas de dinero
puedan favorecerse de este movimiento. Estas formas de especulación sobre el
precio del suelo, están más ligadas a crear ideas de escasez, exclusividad en
términos de localización o a una distinción al disfrute de estos bienes, que están
determinados por la ubicación en ciertos lugares con características específicias,
12
El que en la actualidad haya un solo dueño tanto de los terrenos como de las inmobiliarias o constructoras, no quita que se separen las dos formas de ganancia.
20
y que para Neil Smith estarían ligadas a promover lugares exclusivos para una
clase en particular, la burguesía. Creación de características físicas (servicios),
pero también ideológicas (zonas de exclusividad dirigidas a las clases sociales
que desean accedera a dichas zonas por creer que pueden obtener mayor status
social) ).
Cabe señalar que los prestamistas de dinero – representados por la tasa de
interés, uno de los factores en la fórmula anterior -, están más controlados pues la
tasa de interés no se puede modificar de manera repentina como resultado de un
mercado con mayor posibilidad de acceso, lo que no da la posibilidad de aumentar
repentinamente el nivel de sus ganancias. Por lo tanto, la forma preponderante de
incrementar los niveles de Renta están asociados directamente al precio del suelo,
que además no se rige por las leyes de oferta y demanda por ser un bien escaso y
no reproducible, dando posibilidad otra vez de especular de manera creciente
sobre su precio. Esta idea la ejemplifica muy bien Topalov en su libro Ganancias y
Rentas Urbanas (1998).
El precio del suelo es el elemento concreto de la relación de propiedad, articulado
a las condiciones de exclusividad y escasez; su relación con el interés es la forma
en cómo los rentistas pelean ventajosamente por obtener parte del valor sobre-
producido (precio), y por ende, la renta es esa forma de apropiación de la plusvalía
generada socialmente, o en relación con otras ramas, y que por motivos de
propiedad y escasez, participan como medio de producción no reproducible, pero
imprescindible y necesario para la producción de bienes inmuebles y por lo tanto
poseer la capacidad de generar ganancias, provenientes de las rentas.
De esta manera, siguiendo la línea de explicación de Neil Smith, los procesos de
valorización urbana en ciertos sectores, específicamente la gentrificación, estaría
asociado a las fluctuaciones de la economía capitalista en distintas escalas: país,
región y mundo y dependiendo de las necesidades espaciales específicas, donde,
esta actividad económica, como parte de un conjunto de ramas de producción,
puede tener, según procesos particulares, un nivel de relevancia y peso
económico. Lo que hay que resaltar, es que las modificaciones espaciales, y su
21
valorización, están asociadas a la lógica de acumulación capitalista, no de forma
abstracta, todo lo contrario, de manera concreta y personificado en los agentes
que el mismo Smith señala como los responsables de dichas transformaciones, en
este caso urbanas.
Aunque las causas y los efectos profundos de la gentrificación tienen su raíz en un
complejo entramado de transformación sociales, políticas, económicas y
culturales, aquí se sostiene que la complejidad de la movilidad del capital hacia
adentro y hacia fuera del entorno construido está en el centro del proceso”
(Smith,2012: 101)
Prueba de ello son los múltiples ejemplos a los que hace alusión N. Smith,
mencionamos uno: Society Hill en Filadelfia en el siglo XVII como creación de
valoración social de clase, que decayó durante dos siglos y que para 1950 se
revaloró de manera exorbitante recuperando la posibilidad de albergar a las clases
medias y altas de la ciudad. Dichos procesos vienen acompañados de una
rehabilitación física (construcción) e ideal-social (publicidad) que deriva en un
incremento de las ganancias para los distintos agentes que la buscan en el plano
urbano, cuya forma oculta de apropiación es la Renta: “constructores, promotores
inmobiliarios, dueños de propiedades, prestamistas, agencias gubernamentales,
inmobiliarias – los gentrificadores en tanto productores.” (Smith, 2012:110).
Existen casos como el de Estados Unidos, en donde la especulación financiera se
asoció al mercado inmobiliario. Aquí se puede deducir, según Brenner (2009), que
los precios del suelo más bien se abarataron, dando lugar a una compra
indiscriminada de bienes inmuebles, dando lugar a que la especulación de los
prestamistas se articulara con instrumentos de intermediación financiera creando
la burbuja especulativa que derivó en la crisis de 2008, por todos conocida. El
boom de la compra inmobiliaria se dio cuando se otorgaron facilidades excesivas
para otorgar préstamos, lo que supone una tasa de interés muy baja.
De esta forma, la Renta, aunque no se busca de manera consciente, es el
concepto que nos puede ayudar a entender los procesos de gentrificación. En el
caso de la Renta Urbana, se posee un terreno con algunas condiciones que la
22
hacen escasa o exclusiva (llámese localización, cercanía, o un entorno
socialmente valorado, etc.) y que le da la posibilidad de usufructuar algo que se
produce en este terreno. En este sentido, lo que se produce en el fragmento de
tierra, no circula en un sentido físico, está anclado a la localización (exclusividad) y
esto le da la posibilidad de obtener una Renta, además de evitar costos de
rotación de capital comercial que pueden ser sumados al costo de venta
(especulación), pero eso es otro tema. Esto quiere decir que entre más sea la
exclusividad del terreno, aún sin considerar las condiciones del inmueble
construido13, se crean condiciones para incrementar los niveles de Renta, que
sumados al precio del inmueble le dan, ahora sí, un valor económico mayor (lo
que se denomina en la actualidad “plusvalía”).
También, y en el mismo sentido en que lo enuncia Harvey (2013), la Renta, es una
categoría que da las condiciones para poder escalonar distintas condiciones que
en general significarían escasez: propiedad, localización, exclusividad, etc. Dicho
elementos, en particular o en conjunto, derivan en una valoración del espacio que
lejos de valorizarlo (en sentido estricto del trabajo productivo), especulan con él de
manera social aunque en términos materiales se refleja en un precio, dentro del
cual están algún tipo de renta.
La gentrificación como concepto espacial, pasa por un proceso económico de
búsqueda de Rentas, a través de la elevación de los precios del suelo, y su
especulación. Como lo explica Neil Smith, está directamente relacionado a un
comportamiento estructural que deja de determinarse de manera autónoma y a
una escala local, pasando a ser una consecuencia y no una causa del movimiento
general del capital. Esta unión escalar se da a través de la apropiación de los
sectores rentistas (en este caso las rentas urbanas), de una parte de la plusvalía
social, dando como una posible consecuencia la reducción de la Tasa Media de
Ganancia, por no participar en la nivelación de ésta, creando una posibilidad
13
No es que los costos de construcción y las características físicas del inmueble no tengan un rol importante. Sin embargo, queremos dejar claro que lo que más influye en el precio final del inmueble es la especulación que se hace en torno al precio del suelo, aunque no se diga.
23
latente de crisis económica14; es así que el mismo proceso que busca el capital
para valorizarse, provoca a largo plazo las condiciones que le harán daño, al
menos a algunos de los capitales individuales, pues es sabido que en las crisis
unos ganan, los menos, y otros pierden, la mayoría.
De este modo, la valoración social (inmaterial, abstracta e ideológica) y por ende
los efectos (concretos y materiales) en los incrementos de los precios del suelo –
reflejado en aumento de Renta - para los propietarios de terrenos y de inmuebles,
estará asociada a la urgencia del capital por valorar, revalorar o desvalorar
determinadas zonas de la ciudad. Esto será una consecuencia del
comportamiento general de la economía y de la necesidad de buscar en
actividades no productivas (la especulación inmobiliaria, no la construcción), la
recuperación de las ganancias, producto de pérdidas de otros mercados o
actividades económicas que resultan insuficientes a la valorización general de la
ganancia capitalista.
Smith (2012), señala que el llamado “renacimiento urbano” es estimulado por
fuerzas económicas principalmente, en donde la necesidad de realizar importantes
inversiones financieras en vivienda (véase otra vez la relación interés y precio del
suelo) condiciona el incremento y la valoración de dicho mercado, que dicho sea
de paso puede derivar en especulación y ser, posiblemente, una causal de crisis,
como en el caso de Estados Unidos en 2008. De esta manera, el concepto de
Renta queda completamente articulado con el concepto de gentrificación que Neil
Smith nos ha proporcionado para poder realizar análisis social, específicamente
urbano, y articulado a la lógica de acumulación capitalista, de manera general,
explicándonos quiénes son esos agentes que buscan valorizar el suelo, y que al
hacerlo promueven una proyecto ideológico acorde al capitalismo y por ende, un
proyecto de clase.
Existen periodos en que la valoración social de algunas zonas urbanas es muy
elevado, dando como resultado que la remuneración económica (precio del suelo)
14
La teoría marxista de la Renta tiene el objetivo de explicar dichos procesos de articulación entre procesos particulares y la lógica general de acumulación de capital.
24
sea mayor, y por ende las rentas se incrementen. Este es el caso de nuestro
ensayo, Nuevo Polanco, que a continuación comentamos.
A manera de conclusión: Nuevo Polanco, renta y violencia
Lo señalado en el apartado anterior evidencia como la generación de desarrollos
urbanos, ya sea nuevos o rehabilitaciones, además de absorber excedentes de
capital, logran captar una parte de la plusvalía social por medio de la
mercantilización y la especulación de los aspectos simbólicos – culturales, es
decir, la ciudad se reelabora en una combinación de pauperización y elitización
para desarrollar enclaves de renta (reflejados en el precio del suelo) que Harvey
denomina: renta monopólica (Harvey, 2013).
Los procesos culturales potenciados por medio gentrificación, ya que los atributos
patrimoniales (materiales e inmateriales) de cierta zonas de la ciudad son
reducidos a su valor de cambio (precio), mismo que se realiza, entre otros
mecanismo, por medio de la renta. De esta forma, las diferencias en la
espacialización de la cultura y la historia son utilizadas para generar zonas de
exclusividad que por un lado permiten generar y captar ganancias (incrementar los
precios del suelo), y por el otro limitar su acceso y aprovechamiento por condición
de clase.
Para ejemplificar esto, hemos tomado el caso de Nuevo Polanco. Donde, en los
últimos años, los precios del suelo se han elevado, en promedio, casi cuatro
veces, en promedio de las colonias que lo conforman. Es evidente que los precios
de las viviendas en esta zona es altísimo y esto, según la explicación dada, es
producto de la construcción física e ideológica (material e inmaterial) de un
espacio que conjunta características físicas (servicios, centros comerciales,
vivienda, etc.) de completa exclusividad – dada principalmente por los altos
precios manejados en las distintas actividades-, y por otro lado una construcción
ideal que define quién puede y quién no puede (o no tiene para) vivir en dicha
25
zona, que se reafirma con un alto precio económico, siendo esto un factor de
división de clase, al menos como aspiración.
-
5,000
10,000
15,000
20,000
25,000
30,000
35,000
Precio del suelo Colonias Nvo. Polanco ($/m2)
PROMEDIO
DOS LAGOS
GRANADA
IRRIGACIÓN
AMP. GRANADA
ANAHUAC 1A SECC
Fuente: Elaboración propia con datos de la Sociedad Hipotecaria Federal
Fuente: Elaboración propia con datos de la Sociedad Hipotecaria Federal
26
.De manera concreta, Nuevo Polanco se revaloriza al ofrecer modernos museos,
lujosos complejos residenciales, restaurantes, corporativos, edificios de oficinas y
exclusivos centros comerciales. El proyecto inicia en 2005 con plaza la comercial
Antara en la colonia Granada, seguido de obras como La Quadra y Polárea, en
Ampliación Granada, Parques Polanco en la colonia Granada y Grand Polanco en
la colonia Irrigación, Fundación Jumex de Arte Contemporáneo, Teatro Cervantes
de Ensamble Studio, entre otros desarrollos de gran envergadura; además de las
inversiones del magnate mexicano Carlos Slim (Plaza Carso, el Museo Soumaya y
el Acuario Inbursa) en Ampliación Granada. Bajo el impulso de estas obras es
demolida la fábrica Chrysler para dar paso a Parques Polanco, Colgate Palmolive
para construir la Embajada de Estados Unidos y la industria Vitro para Plazo
Carso del mismo magnate.
A esto hay que agregar el papel fundamental del Estado mexicano, personificado
por el gobierno de la Ciudad de México, quien ha gestionado y facilitado muchas
de las políticas públicas a favor de la nueva revalorización de esta zona, pasando
por alto regulaciones importantísimas como derechos laborales, derechos de
transeúntes, caos vial, hacinamiento, contaminación, entre otras.
El proyecto de regeneración urbana englobado como Nuevo Polanco representa
un claro ejemplo de cómo se centralizan las inversiones públicas y privadas en
favor de la acumulación capitalista y en detrimento del sentido de comunidad, ya
que los procesos históricos y culturales materializados en estas zonas son
absorbidos por los capitales no para la reproducción social sino para la generación
de zonas exclusivas de alto consumo y que arrojan altos niveles de ganancias, a
través de la elevación indiscriminada de los precios del suelo, y que coinciden con
etapas particulares del proceso general de acumulación de capital a distintas
escalas.
Bajo esta lógica se realiza una proliferación de espacios urbanos privatizados, con
patrones de autosegregación; estos son espacios de simulación con comunidades
cerradas donde lo privado se superpone a lo público, son las llamadas privatopías
27
(Bellet, 2007). Allí se construye una identidad social a partir de marcar al otro,
generalmente al pobre, al excluido, como el diferente y el enemigo.
Caldeira (2007) menciona que las privatopías son expresiones acabadas del
pensamiento neoconservador característico del proyecto neoliberal, en el que se
constituyen enclaves cerrados que apuntan a lo urbano sin ciudad, es decir a la
fragmentación. Son materializaciones de las comunidades cerradas que, por
medio de dispositivos de aislamiento y seguridad, simbolizan un estilo de vida
basado en la segregación y la diferenciación.
Se constituye una ciudad en la que, dada una mayor proximidad física, las
distancias sociales se incrementan y se impulsa la creación y proliferación, por un
lado, de barreras físicas como murallas, rejas, garitas y toda una serie de
dispositivos de encierro (en este caso, de autoencierro), que fraccionan la ciudad
en guetos de ricos y de pobres, y por otro, restringiendo el acceso a ciertas zonas
por los altos precios ofrecidos en las mercancías allí ofertadas (servicios y
vivienda), reduciendo la interacción social y enfatizando las diferencias de clase
Cabe aclarar que incluso entre las mismas clases altas se evidencian estas formas
de violencia, dando como resultado que incluso haya manifestaciones de
inconformidad por la violencia con que se extiende el capital en las ciudades,
violentando, incluso, aquellas zonas que históricamente había sido ocupada por
personas de altos ingresos.
Dentro de esta lógica el rescate de los barrios, tanto populares como de clase
medieros y de clases altas, es un mecanismo de transferencia de recursos
públicos (vía inversiones estatales) a manos privadas a través de la renta de
suelo, lo cual, a veces de manera paulatina y en otras de forma radical, genera
procesos de gentrificación, donde se expulsa a los “indeseables”, incluso de
clases alta, de zonas seleccionadas (por sus atractivos culturales, arquitectónicos
y/o turísticos) para incrementar su valor, aumentando de esta forma la fractura del
tejido urbano.
28
La violencia se encarna en una diferenciación en las formas de residir, que no sólo
incluyen el tipo de vivienda, sino también la infraestructura, los servicios, la
conectividad y disposición a equipamientos y el modo en que lo anterior resignifica
la propia experiencia cotidiana se convierte en un elemento central para la
generación de plusvalías con base en la propia diferencia.
Nuevo Polanco quiere construirse como una privatopía donde el discurso de lo
público está muy presente, pero sólo como mecanismo simbólico puesto en favor
de la especulación y los gentrificadores, que son privados pero que reciben ayuda
pública vía el Estado. La historia queda educida a una representación de
intercambio que sólo adquiere valor y relevancia para y por medio del mercado.
De esta manera se van constituyendo nuevas centralidades que refuerzan la
violencia estructural, ya que enfatizan una vida urbana dividida socialmente, en la
que el capitalismo actual construye, irracionalmente (material y discursivamente),
una comunidad imaginada que pretende normalizar las relaciones de dominio,
marcando quién tiene acceso a estas nuevas centralidades y cómo deben
comportarse las personas en estos espacios de acuerdo con su clase socio-
económica.
Lo que explica Villarejo (2008: 115) para la ciudad de México representa un
ejemplo de la concreción de la violencia estructural, donde Nuevo Polanco juega
como un fragmento gentrificado y excluyente:
La fragmentación de la ciudad en pedazos, la exclusión de determinados sectores
o la desigualdad en los niveles de prestación de servicios en distintas partes de
una misma ciudad en función de los niveles de renta provoca una segregación
socioespacial y amenaza la cohesión social, al tiempo que alienta los procesos de
“gentrificación”: el aburguesamiento de una determinada zona, su ocupación por
las clases de renta media o alta, conlleva, como es sabido, el incremento del valor
de las propiedades y el desplazamiento de las clases populares. De la misma
manera, también el incremento del valor de los locales comerciales acarrea la
expulsión de los pequeños comerciantes, de los negocios independientes, que
29
rápidamente son sustituidos por elegantes boutiques, sofisticados restaurantes o
conocidas franquicias de comida rápida.
La violencia estructural produce un ordenamiento espacial en las ciudades que
pone a cada quien en su lugar según su condición y aspiración de clase,
materializando la diferenciación espacial, social, como una condición necesaria de
la acumulación y el dominio manifestado por los gentrificadores cuyo alimento son
las rentas urbanas. Esta lógica, inconsciente e irracional, tanto de productores
como de consumidores, sólo puede entenderse bajo el fundamento histórico que
le da vida al capitalismo: la ganancia.
Bibliografía
BELLET, Carmen (2007). “Los espacios residenciales de tipo privativo y la construcción de la
nueva ciudad: visiones de privatopía”, en Scripta Nova, Geo Crítica Vol XI, núm. 254.
BUSTAMANTE Harfush, María (2004). “La reciente demolición de la fábrica Chrysler de México”.
Annales del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, vol.26, n.85, pp. 127-137. Consulta en
línea http://www.scielo.org.mx/pdf/aiie/v26n85/v26n85a9.pdf
BRENNER, Robert, (2009). La economía de la turbulencia global, España, Akal.
CALDEIRA, Teresa (2007).Ciudad de muros, Barcelona, Gedisa.
COLLADO Herrera, María del Carmen (2003). Chapultepec Heights: un negocio urbano en la
Ciudad de México posrevolucionaria. Antropología. Boletín Oficial del INAH, (72), 42-51.
CONOLLY, Priscilla (1989) “Promoción inmobiliaria en la ciudad de México (1920-1940) el caso de
la colonia Anzures, Sociología, Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana
Azcapotzalco, volumen:año 4, número 9, enero-abril.
COULOMB, Bosc René; Esquivel Hernández, María Teresa; y Ponce Sernicharo, Gabriela
(coordinadores). (2012). Hábitat y centralidad en México: un desafío sustentable, México, Centro
de Estudios Sociales y de Opinión Pública Cámara de Diputados / LXI Legislatura.
CRUZ Rodríguez, María Soledad (1994). Crecimiento Urbano y Procesos Sociales en el Distrito
Federal (1920-1928), México, Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana-
Unidad Azcapotzalco.
30
DUHAU, Emilio y Ángela Giglia (2008).Las reglas del desorden. Habitar la metrópoli, México, Siglo
XXI – UAM Azcapotzalco.
GARCÍA Parra, Araceli (2006) “Valoración de los proyectos de geometría, valoración de los
proyectos de geometría, en la generación, permanencia y adaptabilidad en la generación,
permanencia y adaptabilidad de algunas tramas urbanas en forma de ensanche: de algunas
tramas urbanas en forma de ensanche: el caso de la colonia San Miguel Chapultepec en la ciudad
de México”, Universidad Politécnica de Cataluña, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de
Barcelona, Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio, Tesis Doctoral.
GARZA Usabiaga, Daniel (2009). “Las Torres de Satélite: ruina de un proyecto que nunca
concluyó” Revista Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, vol. XXXI, núm. 94. Consulta en línea
http://www.analesiie.unam.mx/pdf/94_127-152.pdf
GILLY, Adolfo(2009).Historias clandestinas, México, La Jornada Ediciones.
HARVEY, David (2013).Ciudades Rebeldes. Del derecho a la ciudad a la revolución urbana,
España, Akal.
JANOSCHKA, Michael (2002). “El nuevo modelo de la ciudad latinoamericana: fragmentación y
privatización” en Eure vol. XXVII, núm. 85, páginas 11 – 29.
JARAMILLO, Samuel (2009).Hacia una Teoría de la Renta del Suelo Urbano, Bogotá, Ediciones
Uniandes.
MARX, Karl (1974). El capital (Tomo III), México, Fondo de Cultura Económica.
MOLINA Palestina, Oscar (coordinador) (2012). Breve historia y relación del patrimonio tangible de
la Delegación Miguel Hidalgo, México, Delegación Miguel Hidalgo.
OLIVERA Martínez, Patricia y Víctor Delgadillo (2013). “Políticas empresarialistas en los procesos
de gentrificación en la Ciudad de México”, Revista de Geografía Norte Grande, Pontificia
Universidad Católica de Chile,núm. 58, pp. 111-133.
RUEDA, G. S. (2009). Origen y desarrollo de la supermanzana y del multifamiliar en la Ciudad de
México. Ciudades: Revista del Instituto Universitario de Urbanística de la Universidad de Valladolid,
(12), 143-170.
SÁNCHEZ Consuelo y Díaz-Polanco, Héctor (2011). “Pueblos, comunidades y ejidos en la
dinámica ambiental de la Ciudad de México, México, Revista Cuicuilco, Escuela Nacional de
Antropología e Historia, septiembre-diciembre, número 52.
31
SCHACHTER, Silvio (2014). “Violencia urbana y urbanización de la violencia” en Wacquant, Loïcet
al., Tiempos Violentos. Barbarie y decadencia civilizatoria, Argentina, Herramienta, pp. 83-103.
SMITH, Neil (2012).La nueva frontera urbana. Ciudad revanchista y gentrificación, España,
Traficantes de Sueños.
SMITH, Neil (2009), “Ciudades después del neoliberalismo”, en Smith, Neil et al., Después del
neoliberalismo: ciudades y caos sistémico, Barcelona, UAB - Museo de Arte Contemporáneo de
Barcelona, páginas. 9 – 30.
SMITH, Neil (2005). “El redimensionamiento de las ciudades: la globalización y el urbanismo
neoliberal”, en Harvey, David Neil Smith, Capital financiero, propiedad inmobiliaria y cultura,
Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, páginas 59 – 78.
TOPALOV, Christian (1998).Ganancias y Rentas Urbanas, España, Siglo XXI.
VILLAREJO, Helena (2008). “Espacios públicos gobernados privadamente” en Papeles Núm. 101,
páginas 101 – 116.
Fuentes electrónicas
http://www.latrinchera.org/foros/showthread.php?21462-Como-en-la-Franja-de-Gaza
https://sites.google.com/site/salvolomasorg/home/un-poco-de-historia-de-lomas-de-chapultepec
http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2014/09/la-casa-ambrosi-carraro-en-reforma-lomas.html
http://www.analesiie.unam.mx/index.php/analesiie/article/view/2276/2634 alejandrina
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-34022014000200007&script=sci_arttext&tlng=e