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1 REF- Nos encontramos con el Lcdo. Herbert Massari Sánchez en la urbanización Jardines Metropolitano Calle Marconi 971 en Río Piedras. El tema que vamos a trabajar es el tema de Medicina y Medicina alternativa para la década de 1930 al 1970. REF- Lcdo. Massari, ¿cuál es su nombre completo? HMS- Herbert Massari Sánchez REF- ¿Dónde nació? HMS- Nací, aparezco naciendo en Yauco, pero la verdad del caso, es que nací en Maricao, en Indiera Fría. Yo estudié los primeros años en la escuela de Maricao, y luego me crié en Las Marías. REF-¿Quiénes fueron sus padres? HMS- Juan Andrés Massari Santiago, farmacéutico 1893 y Josefina Sánchez una jibarita de allí de Las Marías. REF.-¿Dónde nacieron sus padres? HMS- Mi padre nació en Lajas y mi madre nació en Las Marías. REF-¿Cuál es el origen del apellido Massari? HMS- Es de origen corzo, el abuelo mío por parte de mi padre era corzo, vino a Puerto Rico y se dedico a sembrar café en los montes de Indieras . REF- ¿Cuál era la composición familiar? HMS- Papá casó 2 veces. En el primer matrimonio tuvo 9 hijos. Parece que la esposa se le puso un poquito viejita y entonces la cambió por una muchachita joven. Una muchachita joven y con esa pues tuvo 6 muchachos más del cual yo soy el número once. REF- ¿A qué se dedicó su padre? HMS- Farmacéutico. REF-. Me cuenta en la historia de la farmacia que ustedes se mudaron a San Juan. HMS- Un vez yo salí del ejército y para esa época en Puerto Rico había una hambruna muy fuerte, los americanos se habían olvidado de nosotros. No nos compraban nada, eh, nos vendían caro y no había trabajo. Eh, y entonces, eh, pueblos pequeños como Las Marías, no tenían solamente Tema: Medicina y medicina alternativa para la década del 1930 al 1970 Entrevistado: Lcdo. Herbert Massari Sánchez Apodos: El Lcdo. boticario de Las Marías Entrevistadora: Profa. Rosa Elena Fuentes de Báez Lugar: Urb. Jardines Metropolitano Calle- Marconi 971 Río Piedras, Puerto Rico Fecha: 27 de octubre de 2007 Auxiliar en la entrevista: Dr. Carlos R. Báez- Ginecólogo-Obstetra

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REF- Nos encontramos con el Lcdo. Herbert Massari Sánchez en la urbanización Jardines Metropolitano Calle Marconi 971 en Río Piedras. El tema que vamos a trabajar es el tema de Medicina y Medicina alternativa para la década de 1930 al 1970.

REF- Lcdo. Massari, ¿cuál es su

nombre completo? HMS- Herbert Massari Sánchez REF- ¿Dónde nació? HMS- Nací, aparezco naciendo en

Yauco, pero la verdad del caso, es que nací en Maricao, en Indiera Fría. Yo estudié los primeros años en la escuela de Maricao, y luego me crié en Las Marías.

REF-¿Quiénes fueron sus padres? HMS- Juan Andrés Massari Santiago,

farmacéutico 1893 y Josefina Sánchez una jibarita de allí de Las Marías.

REF.-¿Dónde nacieron sus

padres? HMS- Mi padre nació en Lajas y mi

madre nació en Las Marías. REF-¿Cuál es el origen del apellido

Massari? HMS- Es de origen corzo, el abuelo

mío por parte de mi padre era corzo,

vino a Puerto Rico y se dedico a sembrar café en los montes de Indieras

. REF- ¿Cuál era la composición

familiar? HMS- Papá casó 2 veces. En el

primer matrimonio tuvo 9 hijos. Parece que la esposa se le puso un poquito viejita y entonces la cambió por una muchachita joven. Una muchachita joven y con esa pues tuvo 6 muchachos más del cual yo soy el número once.

REF- ¿A qué se dedicó su padre? HMS- Farmacéutico. REF-. Me cuenta en la historia de la

farmacia que ustedes se mudaron a San Juan.

HMS- Un vez yo salí del ejército y para esa época en Puerto Rico había una hambruna muy fuerte, los americanos se habían olvidado de nosotros. No nos compraban nada, eh, nos vendían caro y no había trabajo. Eh, y entonces, eh, pueblos pequeños como Las Marías, no tenían solamente

Tema: Medicina y medicina alternativa para la década del 1930 al 1970

Entrevistado: Lcdo. Herbert Massari Sánchez Apodos: El Lcdo. boticario de Las Marías

Entrevistadora: Profa. Rosa Elena Fuentes de Báez Lugar: Urb. Jardines Metropolitano

Calle- Marconi 971 Río Piedras, Puerto Rico

Fecha: 27 de octubre de 2007 Auxiliar en la entrevista: Dr. Carlos R. Báez- Ginecólogo-Obstetra

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escuelas hasta octavo grado, no había escuela superior. Nosotros para estudiar tuvimos que ir hasta Aguadilla porque papá por ser farmacéutico, era de los poquitos que podía reunir unos chavitos para incurrir con esos gastos. Mi hermana Aida vino a estudiar aquí en San Juan. Luego que salí del ejército yo estuve estudiando un año de universidad, pues yo me di cuenta que para poder salir con los muchachos no me podía quedar en Las Marías. Había que salir de allí. Y a eso fue que apareció, como dice el relato, un anuncio de una farmacia. Y con unos chavitos que yo había ahorrado en el ejército, pues ya había comprado un solar ya acá en San Juan pensando ya en eso hice el trueque del solar con la farmacia con el dueño de la farmacia. Eso fue para el 1947. Porque en mayo del 47 fue que finalmente yo me hice cargo de la farmacia.

REF- ¿A qué se dedicó su padre en

el área de San Juan? HMS- ¡Ah! El hacía de todo, recetaba,

preparaba las medicinas, atendía las recetas que podían venir de los médicos. En el caso de Maricao y Las Marías no recetaban, no preparaba medicinas recetadas porque no había un médico por todo aquello y creían que un médico era como un santo, nunca lo habían visto y él estaba a cargo de la salud de todo aquel pueblo. Luego aquí, en San Juan, ya viejo, eh, si se pasaba receta de toda clase y toda la preparaba en la farmacia para aquella época y la gente se fue dando cuenta de que él sabía

bastante y entonces iban donde él para que lo recetaran.

REF- ¿Cómo fue que adquirieron la

farmacia? HMS- Fue a través de un anuncio del

periódico El Mundo. “Se vende una farmacia de poco inventario y poco dinero”. Y entonces yo vine a verme y me puse a negociar con el señor. Porque realmente lo que yo estaba comprando era el local que no era de él, estaba alquilada pero era el punto, el lugar, lo que llaman el punto. Porque yo miré que la farmacia un potecito de jarabe aquí puesto pero que hundía el dedo y se iba hasta allá porque era lo único que tenía, botellas de alcoholados así puestas y nada más. Lo que tenía bueno era una sección de juguetes, de muñecas, no se por qué. Pero a mi me interesaba el punto, el sitio, la farmacia ya tenía permisos, se podía vender. Por lo tanto, lo que tenía que hacer era el cambio, el trueque.

REF- ¿Dónde estaba localizada? HMS- Localizada en Hato Rey,

Quisquella 52. REF- ¿Usted me puede describir

cómo eran los alrededores en aquel entonces?

HMS- En aquel entonces del año 47 acababan de desmantelar la estación del tren en la misma parada 28, donde está ahora el Banco Popular Center al frente de la farmacia era un local vació, había una laguna de agua y luego pusieron una escuela, eh. Estaba construyendo un edificio cerca de la farmacia donde luego se convirtió en una fábrica de

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refrescos Sunny Ice, una fábrica de refrescos de piña riquísimo. Lo demás eran casitas, unas mejores que otras, y en la parte de atrás no había nada, solo había pasto, hoy día todo está urbanizado, condominios, unos cuantos y demás y si seguías hacia delante te vas a encontrar con toda la barriada Las Monjas y la barriada Buena Vista que era de gente pobre que del 40 en adelante invadieron esos mangles, hacían sus casitas allí y allí ellos vivían prácticamente dentro del agua.

REF- ¿Cómo era el Caño Martín

Peña para aquella época? HMS- El Caño Martín Peña estaba

hacia los alrededores, hacia Hato Rey y hacia Barrio Obrero, luego lo que tenía era casas enclavadas en el mismo mangle, un arrabal sumamente pobre, casas hechas de cartón, de zinc viejo, tablas viejas, y allí tu veías las familias, y los niños y demás, el baño, el inodoro y demás todo caía al agua, eh. Y alrededor de eso lo que había era árboles de mangle y los caminos que hacían ellos eran, según caminaban. Habían yolitas que habían por allí o salían afuera a pescar y habían muchos árboles de mangle a medida que caminaba hacia una parte de Buena Vista, eh, y eso era allí frondoso al extremo. De allí se destilaba alcohol y a la policía se le hacia difícil porque ellos llevaban en las yolas la mezcla de miel y tenían allí puestos su alambique. Llevaban la misma agua de mangle para enfriar la tubería y allí destilaban ellos, y luego lo traían por las yolas en galones de alcohol a las personas

que ya estaban acordadas para venderla. La policía tenía que hacer, no había eso de lanchas, se le era difícil, fue desapareciendo en la medida que fueron tumbando los árboles de mangle para hacer más casitas, más invasión, más invasión, y más invasión, hasta que finalmente desaparecieron todos los arbustos y quedaron casuchas a orillas del Caño Martín Peña; y eso se extendía así hacia la parte norte también porque eso llegaba hasta el arrabal del Fanguito. Este y después de eso lo que había era el rió que llegaba hasta San Juan.

CRB- La calidad del agua en esa

época… HMS- Era superior a la de ahora, a

pesar de que la gente echaba el excremento allí. Lo usaban de inodoro. Por ahí pescaban todavía y usaban el pescao. Y todavía porque luego, lo triste del caso, porque cuando empieza el auge económico con Muñoz Marín, empieza el crecimiento, la gente cogía los terrenos y la basura y la iban ha depositar al lado del mangle, entonces fueron contaminando el mangle. La gente fueron echando colchones, inodoros, neveras. El caño esta cubierto. El caño hay que dragarlo de nuevo.

REF- Retomando el tema de la

farmacia, además de medicamentos, ¿qué otros productos se vendían en la farmacia?

HMS- Allí se vendía, allí nosotros pusimos un pichón de cafetería, este, empezamos con refresco, helados, que fuimos vendiendo

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después sándwich, emparedados, dulces, eh, y terminamos haciendo comiditas allí para la gente que trabajaba por los alrededores que querían comer caliente.

REF- ¿Dónde esta localizada

actualmente la farmacia? HMS- Está localizada en la calle

Uruguay 207. REF- Además de medicamentos,

¿qué otros productos vende en la actualidad?

HMS- Para aquella época también se vendía, déjame decirte, se me había quedado esa parte, se vendía medicamentos no humanos, si no veterinarios. Tenía un buen sector de muy buenas ventas, porque cerca, muy contiguo, teníamos el hipódromo Las Monjas y eso permitía que la gente me pidiera productos que muchas veces yo desconocía, me decían donde se conseguían y me dijeron que en Arecibo había una droguería de productos veterinarios. Ya se me está olvidando el nombre de los productos y entonces esos yo los ordenaba según ellos me pedían y llegué a desarrollar un sector muy bueno además de las preparaciones que ellos mismos me mandaban a hacer a mí para darle a los caballos que llamaban “la bomba”. Por ejemplo, mandaban a ponerle cola, este, eh, y estimulante para que los caballos corrieran más. Hay una anécdota, que es que como casi nadie tenia automóviles para esa época y desgraciadamente los más que juegan son los pobres y la clase media pobre, porque el

rico no tiene que jugar, no tenían carro y todos venían en la guagua. La guagua costaba 5 centavos y de San Juan y de Rió Piedras los dejaba allí, donde era el tren, donde hoy en día es el Banco Popular, entonces ellos caminaban por Quisquella que era cerca del hipódromo. Allí los veía los sábados y los días de carreras, creo que eran los martes o lunes, los miércoles pasando la gente. Un día había un señor que nosotros desde acá le decíamos Muñoz Marin porque de la forma en que él andaba, el gesto que tenía y tenía como un parecido y entonces nosotros acá le pusimos Muñoz Marín. Un día ese señor sale del grupo que iba y llega hasta la farmacia y me pidió si le permitía pesar una sustancia que traía él en una balanza analítica y nosotros teníamos una gran balanza analítica, yo sabía que él no podía bregar con ella. Era técnica, no era corriente de dos platillos, él la quería pequeña de gramos y era lo que él quería medir. Le di la balanza, le di las pesas y unos papelitos, unas espátulas para que él sacara lo que fuera y me fui pal frente para no interrumpirle, pero tardaba mucho y yo sabía que las carreras empezaban como a las 2, algo así. Yo fui adentro y le pregunte y él me dijo “Ay, ayúdeme que realmente no entiendo esto”. “¿Y que usted quiere pesar?” “Pues mire, desto páseme tanta cantidad”. Y le pese una, le pese dos, le pese cuatro, la doblo, le hice una papeleta de cada una y guardó el resto. Y cuando fue a salir me dijo: “Esto es para el caballo Botafogo, si le quiere jugar

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algo”. “Yo no juego, soy del campo, yo no entiendo mucho deso”. Pero el dueño del local donde yo tenía la farmacia era un jugador empedernido y tan pronto el hombre se fue, yo llamé a Don Jorge, le dije tengo esta experiencia y esto es para el caballo Botafogo, este, ese caballo yo no lo conozco bien, pero si se le va ha dar eso y entonces le di 5 pesos para que se lo jugara, y bendito, el jugo 25 pesos al caballo en la banca. Yo puse un radio que tenía para oír las carreras cuando la tercera carrera Botafogo y eso cuando los caballos estaban antes en las carreras lo que ponían era unos cajones grandes y entre cajón y cajón un caballo, ves, y entonces tenía que cuadrarse ahí, esos cajones hasta que diera la salida, los caballos que estaban endrogaos le daban problemas, este, ponerlos ahí porque estaban muy desesperao pero no los que tomaban tanto si no lo que le pasaban una pomada que se llamaba Capsolina por el cuerpo que tiene el ingrediente del ají picante que tenía los linimentos antes y entonces eso no tiene olor y entonces el caballo cuando ellos lo sacaban a pasearlos y enseñárselos a la gente para que jueguen ellos le van pasando la mano, le van pasando mientras el caballo va sudando le va picando, entonces el caballo se va corriendo. Entonces puse el radio a oír las carreras y Botafogo, sale la carrera entonces pa robarme esos chavitos ahí cuando fue a empezar la cuarta carrera fue que llego Botafogo.

CRB- Entonces no llegó último, ni llego.

HMS- Era tan y tan malo, entonces Jorge, “No Jorge ya yo se cara…. Jorge dice lo más probable es que el tipo te engañó. Eso era para otro caballo. Pero como a ellos les conviene jugarle a ellos solo. Una lección que aprendí, la única vez que jugué, ni me interesó.

REF- ¿Qué servicios ofrecía la

farmacia a parte de despachar recetas?

HMS- Además de despachar recetas poníamos inyecciones, eh, para la época que estábamos hablando, los médicos recetaban generalmente yo diría que un 50 ó 60% de las receta traían una inyección que se llamaba extracto de hígado de bacalao, eso era porque había mucha hambre y mucha anemia en este país y poca higiene. Para fortalecer la gente se lo recetaban a casi todo el mundo, independientemente de los ingredientes que trajera para la causa que fue allí. Y entonces para yo traerme la receta de esa gente puse un letrero que decía “Se ponen inyecciones gratis, me trae la receta. Entonces preparé un autoclave grande. Eche allí como treinta jeringuillas y como cien agujas de distintos tamaños. La enchuflaba y los pacientes vinieron poco a poco trayéndomela las inyecciones y yo se las ponía allí todo el mundo en la cadera, en los brazos, subcutánea. Yo aprendí en el ejército, y me enlisté en el ejército y aprendí a sacar sangre en la vena. Se sacaba sangre en la vena para ver si tenía sífilis y cuando entran también y entonces

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yo estaba en ese equipo y me enseñaron allí a bregar con la vena como hacía en el ejército, aprieta aquí y allí y más na. Eso era todo a lo “horse” a lo caballo y entonces yo las ponía en vena, la ponía en todo sitio. Y de eso tengo una serie de experiencias también poniendo inyecciones. Allí una porque cuando la mujer era joven y yo era un muchacho pues imagínate, estaba yo ya poniéndole la inyección y yo dándole masajito y eso a veces se hacía sus conquistas y en otras ocasiones cuando era en la cadera, me tardaba un poquito más dándole un masaje.

CRB- El masaje era más largo.

¿Cuando usted decía autoclave, quiere decir que las inyecciones HMS- ¡Ah! La misma. Se volvía ha usar las mismas, esas plásticas no existían, eran de cristal todas.

CRB- Y por eso el autoclave

entonces. HMS- Y entonces, eh, quiere que te

de otra anécdota del susto que pasé. Hay un cliente que yo conozco bien enfermo, mayor de edad, ya en las últimas, ciego, grandísimo. Le recetaron unas medicinas, y entre ellas, una inyección que venía antes de calcio. Y esa inyección de calcio se ponía en la vena. Nosotros le poníamos una inyección de calcio a la gente en la vena cuando eran de estas personas que padecían de mucho catarro, para fortalecerlo. Esa era una inyección que tenía ingredientes caseros como alcanfor, este mentol, era una inyección que venía para el catarro que tú te la ponías y al

rato tú sentías el sabor de alcanfor y mentol. En esa ampolleta de 10cc yo despacho la receta, papá ya lo que hacia era acto de presencia, porque ya papa estaba muy viejito. Hacía acto de presencia allí, yo estaba estudiando farmacia, conocía todas estas cosas ya. Yo te dije a ti que yo suturaba gente en la cara, yo cogía puntos en la cara, en cualquier parte del cuerpo, allá en Las Marías, acá pues estaba más pulido, estaba poniéndole la inyección poco a poco, lentamente y preguntándole si iba sintiendo un calorcito en distintas partes del cuerpo, este, yo le iba preguntando cómo va y él me iba diciendo pero de momento, ¡epp! y se me fue, estaba el hijo y yo digo “ven y ayúdame que el viejo aquí se me ha mareado por la inyección, se la quité y no si ese viejo se podía morir por si ese corazón aguanta esto y lo llevamos. El tenía carro, un carro viejito, era cerca de la farmacia, entonces, al otro día, fui a los dos días, fui a verlo, como 10 minutos antes había muerto. Y entonces yo pregunte que si por que, porque ya lo de la inyección había pasao, ya no había razón, entonces allí me enteré era que era tuberculoso, que murió de una hemóptisis, un baño vómito de sangre que le vino, una hemorragia, se asfixió y ahí se murió y yo bregando con él y llevando a mi casa y esas cosas sin saber que era un tuberculoso. Eso es una experiencia que fue poco pero se dio un servicio extraordinario allí.

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CRB- Que no fue la inyección que lo mató a él, si no era una hemóptisis.

HMS- ¡Ah, si! Una hemóptisis que estaba tuberculoso pasao ya, ya estaba tuberculoso ya último grado. Y no había medicina pa tuberculosis, eso vino después. El tuberculoso se curaba con alimento o con buen aire porque no había nada más, era como el SIDA, al que le da eso todavía no hay quien lo cure.

CRB- Esperar a morir. HMS- Y así era allí, además, allí

dábamos un pequeño servicio de primera ayuda. Este, la gente se estropeaba, se caía, se laceraba la piel, cogía una pedrada, lo que fuera, iba allí y nosotros le dábamos la primera ayuda y dependiendo como lo veíamos, lo mandábamos pal hospital, que en Rió Piedras había hospital y era cerca. Era un vellón la guagua para ir al hospital, eso lo dábamos gratis. Eso era gratis para la comunidad. Íbamos a poner las inyecciones a las casas, cuando la persona no podía venir, llevábamos medicina a la casa, si la persona estaba muy enferma, muy viejita o no podía, no digo mucha mensajería porque no había teléfono en Las Monjas, no había teléfono, nosotros para conseguir un teléfono, conseguimos un semipúblico, que había entonces que y lo conseguimos saber y llamar a tiempo al hospital y a la policía y por allí no había forma y ese convencimiento me permitieron poner un teléfono en la farmacia, semipúblico, o sea, para llamar, yo pago, pero tenía la ventaja de

que recibía. Entonces en mi envoltura ponía el teléfono de la farmacia, que la gente llamaba y entonces yo podía llevarle la medicina. A los pobres le ofrecía el servicio cuando venían a la farmacia, cuando doña Petra no podía levantarse, entonces se le ofrecía el servicio, yo voy, yo voy, me ponía de acuerdo y yo voy. Y algunas personas que tenían úlceras que no sabía como bregar con ellas, íbamos a la casa a hacer la asepsia a la ulcera y eso era gratis, ese servicio era por satisfacción, no por cobrar nada.

REF- Licenciado, ¿Qué medicinas

con recetas eran las más solicitadas?

HMS- ¿Para aquella época? REF- Sí. HMS- Para aquella época, eh, eran

preparaciones lo que se hacían, no, no habían muchas, eran la época de las papeletas, este, donde el médico ordenaba una serie de ingredientes, se mezclara en el mortero, se llevara a la mesa de mármol y se dividiera en partes iguales y cada parte se echaba en una parte de papel y se hacía una papeletita que ya había forma de hacerla y esas doce papeletitas, quince papeletitas eso era común. Este, entonces las otras eran preparaciones líquidas, la mayor parte eran líquidas, era casual mandar a hacer un supositorio, porque tampoco venían, este, pastillas eran muy pocas las que venían, mas las pastillas que más venían era pastillas “over the counter”, que no eran pastillas para recetar. La revolución, eh, del pastillaje vino después de la penicilina. Lo que se hacía eran

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preparaciones por si a una persona le daba una diarrea, se cogían los ingredientes llevados al mortero y allí embasados con agítese para si algo externo o una enfermedad de la piel, también se mandaba a preparar el líquido, linimentos líquidos, que venían las sustancias ya se mezclaban entonces, se le preparaba para que la persona se la pasara o se friccionara con ella y entonces pomadas que había que preparar en la farmacia. Pomadas para hongos, para úlceras, para hemorroides, para la vista, distintas clases de pomadas, todas se hacían en la farmacia, casi nada de eso venía hecho. Se trabajaba duro y se cobraba poco. Bueno, te voy a contar para que veas como era. Quiero un purgante de citrato de magnesia. Te ibas a preparar el purgante. Te llevaba a pesar la magnesia en polvo. Pesabas el ácido cítrico, calentar el ácido cítrico hasta que se disuelva. Que hierva disolviendo los cristales gruesos, mezclarlo y tener un sirup de frambuesa pa echarle y anís, etcétera. Entonces lo echabas en una botella y cuando le ibas a poner tapa, ninguna era de rosca. Todas las tapas de la época de la farmacia del 47 o del 45 pa atrás, y aun después de esos años era con corcho. Nosotros teníamos corchos de todos tamaños, desde corchitos así, hasta corchos grandes, gruesos pa un galón, pa lo que fuera. Todo era con corcho, entonces tu cogías el purgante lo envasabas en una botella, que muchas de esas botellas tampoco venían, había que estar comprándosela al público a chavo

y a dos chavos, venías limpias, pero entonces tu tenías que echarlas en un balde con un empleado para lavarlas bien, y echarle algún desinfectante y a ponerlas a secar. Echabas esa botella ahí y le poníamos la etiqueta y antes de ponerle el corcho, le echábamos una pequeña dosis de bicarbonato de soda. Eso era para que el CO2 de la Coca Cola. ¿Vez? Porque se hacía un purgante pero ese purgante que le preparamos principalmente era un refresco, iba a ser un refresco, porque tenía el gas y entonces le poníamos el corcho bien y encima de eso poníamos un papel satinado de colores, se lo poníamos encima, lo amarrábamos con un cordoncito y se lo poníamos. ¿Cuánto cobrábamos por el purgante? Una peseta, veinticinco centavos, podía cogerme a mi tres cuartos de hora o media hora, todo eso se industrializó y ya después los purgantes venían hechos como las pomadas, todas se hacían en la farmacia, pomadas de azufre, belladona. Todas se hacían en la farmacia. Luego de eso, un laboratorio empezó a hacerlas y nos las vendía. Pero las que recetaban los médicos todavía había que hacerla en la farmacia y poner las etiquetas correctas y los usos correctos y hacerle las advertencias. Para aquella época se hablaba más con el paciente, no era como ahora, te despacho una receta y se te entrega por allá, aquí tienes esto, este es el plan médico, bla, bla, bla. No, no. Hablábamos con el y no me comes guineos maduros, ni me comas chinas, eso tiene potasio y

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tu no puedes comer potasio. Pregunte cuándo puedas comerlas y venía y preguntaba cuándo podía comer. Recuerdo una persona que vino donde mi, porque tenía unas diarreas que no se le curaban. Pensé que podía ser un microbio, pensé la dieta que él comía, él trabajaba fuera, era un joven, entonces le digo “mira tómate esta medicina que es un tipo Pepto-Bismol de sulfato de aluminio y otras sustancias, tómate una cucharada grande cada tanto tiempo, no me comas carnes, no me comas grasas, no me comas chuletas, no me comas esto, ni esto otro, bueno, a la semana llega la persona “Licenciado”. “Sí”. “Oiga, aquello que usted me dio, fue un tiro, ya al otro día ya no tenía, vengo a donde usted para que me diga cuándo yo puedo comer chuletas”. (Risas). “! Ay muchacha!

REF- Llevaba una semana a dieta. HMS- También vino una, eso fue, eso

fue esa experiencia. Esa misma experiencia en una dama que moderna, ya en los tiempos modernos. Moderno me refiero a que ya estaba la farmacia evolucionando a la farmacia americana dejando de ser farmacia puertorriqueña. En esa evolución estaba cuando llega una joven y me dice “Licenciado, yo he estado estudiando para la revalida de leyes, estudié tanto y tanto que me ayudaron tantos abogados y demás que cuando se acercaba la fecha me empezó un nerviosismo y unas diarreas, que tuve que hablar con el profesor. Mire, yo estoy cogiendo la

revalida, pero si usted ve que me levanto pal baño, síganme, mandenme un guardia”. Salió del examen. Por cierto, la aprobaron y se fue al trabajo, pero las diarreas le siguieron y me dice “Licenciado, ¿y que me voy a hacer? Yo fui donde el médico y esto me sigue”. Y yo le digo “Ay mira Gladys”. Se llamaba Gladys. “Olvídate de medicinas y de médicos. ¿A ti te gustan los viernes sociales? Pues mira a ver si te vas de viernes social y por allá te mandas un bistec, el más grande que tu encuentres con papas y cebolla y tú veras”. El lunes vino a decirme que estaba bien. Es porque estaba lavá, la ansiedad. Y tú na más ya olvídate deso. Eso son experiencias que uno tiene con estos servicios y uno goza cuando le dicen a uno que le vino bien, o le vienen a consultar lo que uno le dijo para asegurarse que la paciente no va a seguir en cama. ¿Ves?

REF-Licenciado, ¿cuáles eran los

problemas de salud más comunes existentes entre los clientes atendidos por usted?

HMS-Este, el catarro nunca fallaba,

niños y viejos, todo el mundo tenía los pechos llenos de flema y unas toses continuas. Había que estar preparando cosas para esa condición. La influenza eso era un tiro, todos los años venía como vino el dengue. Todo los años venía que eso cogía desde septiembre pa’lante era tremendo. Este, había mucha, eh, infección en la piel por los mosquitos y por la poca asepsia en las casas, había los niños de cabeza y

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piernas llagosas, muchísimos. El paludismo estaba controlao. Tuberculosis había bastante controlado, este, ¡ah bueno!, problemas con las mujeres. Las mujeres tenían sus problemas de enfermedades del sistema reproductivo y venían recetas y venían a consultarse de bastantes maneras. Las enfermedades venéreas, la más común para aquella época era la gonorrea, había el famoso chancro, era lo que más abundaba, y con eso bregábamos, con receta y sin receta. Este, los insectos, los piojos eso no faltaban en abundancia. La gente usaba, me acuerdo como ahora, nosotros preparábamos una pomadita poníamos allí 10 ó doce se llamaba pomada de Precipitado Rojo. Esa pomada de mercurio pa matar piojos y matar pulgas para los gatos y los perros. Este, eso abundaba muchísimo y abundaba también como la gente andaba a pie, no había carro y nada, se daban golpes y se caían, se daban mucho el machucón y tumores a base de golpes que no se atendían a tiempo, este, eso era los más comunes que había, yo creo.

REF- ¿Cuántos hospitales había

cerca del área de Las Monjas? HMS- En el área no había ninguno.

En Rió Piedras estaba El Municipal.

REF- ¿Qué hacían las personas si

no podían llegar al hospital? HMS- Se morían. REF- ¿Algunos acudían a usted?

HMS- Todos ellos iban primero a la farmacia y después y después es que iban al hospital. A nosotros, por ejemplo, los asmáticos, eh, tenemos experiencia vasta en que de noche, a los 2 ó 3 de la mañana tocaban y gritaban para que abrieran la farmacia para que se le pusiera una inyección de efredina a uno que se estaba asfixiando casi esta muerto. No llegaba al hospital, no había carro ni había taxi, y si hubiera, no tenía chavos pa comprarla, no había chavos pa comprarla, el pobre no tenía, el rico no necesitaba de eso, pero aquella gente le poníamos la inyección, nos levantábamos, se la poníamos, cuando se iba a ir me decía, ¿Cuánto es Licenciado? Una peseta. Después se la traigo. A veces la traía, a veces no la traía, y eso era bastante frecuente por el asma, por la contaminación y fumaban mucho, mascaban tabaco.

REF- Ya que usted me menciona

que algunas personas le pagaban y otras no le pagaban, ¿algunas personas llegaron a tener crédito en la farmacia?

HMS- ¡Ah, si, siempre!. Ahora mismo hay crédito. Siempre hemos fiao. Unos pagan, otros no pagan, pero siempre hemos fiao. Siempre, siempre, siempre, eso ya no se usa. Pero tú vas allí y hay una carpeta con tarjetitas con lo que deben. Casi todos cumplen.

REF- ¿Llegaron algunas personas

a ofrecer servicios en vez de dinero como, servicio de albañilería?

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HMS- Bueno, acá en San Juan no ofrecieron mucho eso, pero allá en Las Marías, que el hambre era más fuerte todavía la gente pobre, que allá no había clase media, eh, venían donde papá, papá lo recetaba, le daba la medicina y le decían, “Don Andrés el sábado vengo a pagarle, y el sábado venían con un pollo así de grande porque la medicina valía 2 ó 3 pesos, era barata pero uno no cobraba, cobraba con lo que llevaban pagaban con gallinas y así le pagaban a él. Conejos, guineas, entonces nos traían viandas, de manera que esa era la forma de pagar porque no tenían forma de bregar, ni forma de ir a otros sitios ni forma de hacerlo. Fuera de los remedios caseros y otras cosas que se hacían, esa era la forma de pago en los tiempos de hambruna. En Las Monjas no ocurrió tanto eso.

REF- No. HMS- En Las Monjas lo que tuvimos

eran gratificaciones. Llegaba la época de Navidad y según Cecilia, había otras personas preparaban lechón asao, partían un pedazo bueno, enviaban un muchacho “aquí le mandó fulana”, había arroz con gandules, había una que me traía algo que me fascina, una fritura de apio con panapén, riquísimo, yo la estimulé para que pusiera un negocito pero el problema de que era una mujer joven y bonita, el problema de los hombres desvirtuó la cosa.

REF- ¿Licenciado, llegaron a usar

plantas naturales para elaborar las medicinas?

HMS- Si, eso era bastante común, este, para la época de nosotros, venían las preparaciones y la materia prima la de las plantas, ya venían, se compraban en potecitos pequeños, para preparar las medicinas. Me explico, este, aunque traíamos canela en cáscara, venía la tintura de canela, se compraba en la droguería, ves, y tú preparabas cualquier medicina con tintura de canela. Entonces la hacíamos con anís, anís, y anís estrellado, nosotros usábamos la esencia de anís, eucalipto. Vendíamos hojas de eucalipto. También vendíamos aceite de eucalipto, deja ver cual, la memoria me esta ya fallando, malagueta, eso esta en el patio, eso se consigue por aquí, este, debe ser la materia prima de hacer alcoholado.

REF- Malagueta. HMS- Malagueta, con la raíz, huele a

alcoholado, a Superior 70, pues traía malagueta pa vender y el alcoholado o hacíamos alcoholado de malagueta en la farmacia. Otra cosa que se vendía en la farmacia que se me olvidó contarte que a veces en el diario y en lo que nos dejaba y no lo otro eran los productos espiritistas. A menos que tú no quieras eso más abajo.

REF- Si, pero lo podemos tocar

ahora. Las llamadas plantas para baño.

HMS- Para baños, para baños y pa tomar.

REF- Para tomar. HMS- Por ejemplo, para baños había

una hilera de esencias “Sígueme”, esencia “Tú sí yo no”, esencia

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“Buena suerte”, y eso había un sinnúmero de esencias.

REF- ¡Y eso se vendía en la

farmacia! HMS- Y eso se vendía en la farmacia.

“Vente conmigo”,” Salte de aquí”, era un espíritu que estaba metido en un cuarto pa que saliera y se fuera. La que tu te puedas imaginar venían.

REF- ¿Eso usted lo preparaba? HMS- Bueno, lo preparaba, y eso era

un “racket”, por eso yo fui uno de los que ayudé en el Colegio de Farmacéuticos para que se eliminara de la farmacia. Entonces surgieron, a mi se me olvida el nombre.

REF- La botánica. HMS- La botánica que no existía. REF- No existían las botánicas. HMS- Pero nosotros hicimos una

campaña fuerte, yo llegué a ser presidente del Colegio y la sacamos de la farmacia. A la verdad de que como yo la preparaba, pues cogíamos una botella de alcoholado grande, Superior 70, y le sacábamos un poquito y tirabamos una tirilla de papel crepe amarillo, el alcoholado cambiaba a amarillo, o cambiaba rosa, violeta o cambiaba a esto, y así hacíamos mezcla de colores y las esencias, pues buena suerte era verde, tal era roja, tal… entonces eso venía en potecitos así de 7 gramos y medio por 10 centavos. Los potecitos eran baratos, lo que al pote le quepa que gastáramos 2 a 3 chavos, nos estábamos ganando 7 vez, eso dejaba más

que la medicina y el alcoholado era barato, un peso por una botella grande. Y entonces eso mismo pero en polvo, polvo de amor, polvo de esto, de esto, para bañarse, tirarse en los zapatos, la ropa, en el closet, tirarlo en las maletas, tirar aquí. Si estabas enamorá de un hombre y ese hombre necesitaba amor pues pedías una peseta de polvos de amor y ese cae porque cae. Entonces pues se preparaban con bicarbonato de calcio le dábamos en el mortero y le dábamos color y hacíamos también paletas de eso, eso, eran papeletas, papeletitas para vender y así preparábamos y entonces venían purgantes. Un buen espiritista en Las Marías, y acá en Las Monjas, ahí recetaba, lo primero que te recetaba era un baño, 7 baños caliente o 9, eh, de plantas aromáticas, la que llevaba el capitán, la mata que predominaba era el saúco, la flor de saúco es una planta que crece y echa unos ramilletes de flores blancusinas así chiquititas pero mucha, tu cortas el ramo, eso es oloroso.

REF- Ya yo se lo que es, en la casa

de mi mamá hay un palo de eso. HMS- Eso es oloroso y es medicina.

Entonces con eso se preparaba un baño y con otras plantas más le echaban anamú y hasta eucalipto lo echaban en un baño y ahí echaban al enfermo, y le quitaban la fiebre con eso, lo bañaban los jíbaros allá, que tenían letrina, no tenían agua pa bañarse, tenia el rió cuando podían, salían del trabajo lejísimos a comer porque tenían hambre y ahí mismo antes que no había na,

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antes de las 8 de la noche estaba trepaos en la hamaca durmiendo. Pasaban los días y no se bañaban y ese enfermo así tu le mandabas 7 baños to los días, no había que darle más na.

REF- Era más bien por no bañarse. HMS- El vapor y la limpieza, luego le

mandaban un purgante que casi siempre era emulsionado, se preparaba en la farmacia. Era un purgante de aceite de castol pero se hacia una emulsión con jarabe que lo pudiera pasar suave, ves, pa que pase bien. Y eso se le limpiaba por dentro los bichillos y to lo que tuviera, si creían que tenía bichillos, le mandaban quenopodio. Habían plantas de quenopodio que ellas usaban y se lo hervían y se lo tomaba, pero venían las cápsulas de quenopodio, que se las tomaban en purgante, y está limpio por fuera y por dentro.¿Cuál es el otro problema? Se marea, es el hambre, lo más que había era hambre, gusanera, por los pies, le diste el purgante pa eso, le diste el baño y ahora se le da el vino ferrominoso, es hierro teptona, que son proteína, se le daba un cacharro de eso. Venían recetas hasta con penicilina, no, en recetas de espiritistas nosotros éramos unos titanes ahí en Las Monjas. Tan titanes que cojímos fama, por eso fue que yo formé esa lucha que me di cuenta de la fama que nosotros cojimos. No, el nombre mío no estaba en vuelto. No se decía quien era yo, no se decía quien era Massari, sino Farmacia Las Monjas, eh, venían mucho a buscar los preparativos del “guarda cuerpo”, que se le

echa si te están atacando, te están mandando malos pensamientos, espíritus encima, alguien quiere acabar contigo, fulana que le quitaste el marido, fulana que quiere quitarle el marido y aquella que te envidia por que tienes carro te va a liquidar. Déjame ver a donde doña Bárbara para que me recete un guarda cuerpo” Entonces doña Bárbara mandaba a la farmacia cardamomo, eh, aves del paraíso, asoque que era mercurio pesado, esencia de contra fluido, esecencia tal y yo le preparaba un potecito así, cogía un potecito mas pequeño le ponía un cordoncito para que lo tuviera siempre puesto, ¡que no entra nada al cuerpo! Doña Barbará le cobraba allí veinticinco pesos ($25.00), pa aquella época que son como cien ahora, y yo le cobraba aquí 7 u 8.

REF- ¿Y había que andar con un

potecito? HMS- Con el potecito, no en cartera

ni na, era que lo amarrara aquí como un collalito.

REF- Como si fuera un amuleto, ¿verdad?

HMS- Así cerraíto, que no te entra nada, no te entra nada, esa era una de las cosas que vendía y yo preparaba allí. Con receta espiritista y a base deso pues la gente iba y decía cómprate esto en la farmacia pero que lo tenga todo si te falta algo, no lo compres en esa farmacia, y tu veías a los pobres dando y una de las razones era en el taburero ese era que no habían tantas farmacias. En Camuy, en Jayuya, y en donde fuera pues tu lo que

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haces planes para ir a Arecibo a ver si lo consigues en el ínterin se te puede morir el hijo, la mujer o quien sea, pero no es culpa del espiritista el te dio una receta buena pero tu no la conseguiste, no lo hiciste porque era un producto que tu no lo encontrabas. Yo recuerdo una vez en mi pueblo, Don Prudencio Medina, que tenía cáncer en la próstata que el espiritista fue y le receto entre otras cosas, le mandó leche de oveja. Por poco y no me crié por Las Marías y Maricao nunca vi una oveja, no sabíamos como era una oveja mas que en los libritos en la escuela Entonces, me encuentro con el hijo que era medio torpe y torpe como el solo, y me dijo:”yo voy a buscar esa leche, me dijeron que en Lares en el barrio tal”…, y dije: “Bendito, ay papá, no botes dinero, no hagas eso, eso no va a hacer nada. La leche de la oveja es la misma que la cabra y un poquito parecida a la de la vaca, olvídate de eso chico”. Pues, pero que pasa que armando así el viaje a Lares en Las Marías consigue gente, se muere el viejo. El espiritista ah, le hizo el remedio, pues cojimos tanta fama que yo tengo grabado en un programa grabado con Don Cholito, la siguiente anécdota, Eh, en Arecibo, había en aquella época un espiritista famoso y fue una persona a ver, recuerda que los hospitales eran hospitales municipales y aquí no había hospitales como ahora y esas cosas. Las clínicas eran caras, ni quien pasara por allí. Tenía un hijo y el espiritista le recetó, le mandó un chorro de baño y un chorro de montón de cosas y entre ellas

para probar le mandó aceite de cangrejo viudo.

REF- ¿Qué es eso? HMS- El sabe que no lo iba a

conseguir, y si no se le cura el asma o la tos, el decía que era ahogo, si no se le cura el ahogo, no era culpa de él. El recetó lo adecuado, e espiritista se lo dijo. ¡El guía se lo dijo! Que esto es lo que manda pa curar eso, era el que, no soy yo el espiritista. No lo consiguió, entonces el hombre caminó de Camuy a Arecibo y fue donde él y dijo, mire yo no consigo eso, en ningún lao, si me das otra cosa...Vete a la Farmacia Las Monjas en San Juan, que allá la va a conseguir. Fíjate por donde fue la fama y yo dije voy a salirme desto, voy a salirme desto (sic)

REF- ¡Ay Dios mío! HMS- Voy a salirme desto, y el

hombre llego allí con una hoja de esas de escuela de 10 chavos, con aquello entró y entonces yo leí aquello completo y el hombre en un carro fletao, El hombre estaba esperando allí al frente, esperando pa llevárselo con un hijo, estaba maltrecho, y entonces, este, y cuando yo veo lo empaquetó. Yo lo veo con un carro allí, privado, un carro público. ¿De dónde vendrá este?, y que será esto y entré y salí, ¿dígame una cosa esto es pa un niño verdad? Sí, esto es pa un niño, ¿hijo suyo? Sí, ¿Qué tiene ese niño? Ahogo. Ah, ya está resuelto el problema, entonces este, este, fui allá, y le preparé las cositas que traía la receta pal nene y eso para aquella época lo que se daba era la efedrina, ahora

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esta prohibida, porque estimula, este, pues se puso la efedrina, la envasé en un potecito de efedrina para que se lo diera por boca, el niño lo que tenía era, bien pequeño, y entonces, este, fui con todo hacia el frente. Me dice, “esa es la medicina”, y yo fui por el lado derecho y del “counter” estaba aquí, y ahí esta el público, él me pidió que si yo iba por el lado izquierdo, ya yo era farmacéutico, yo lo complazco, le di la medicina, ¿y un aceite que viene ahí? Si, mire esto es, que es bueno pal ahogo. ¿Y cuánto vale ese potecito? Medio peso, yo me estaba ganando cuarenta y cinco (45).Medio peso, ay, pues déme otro. Fui y le di otro, por la parte izquierda, con la mano izquierda. (risas).Entonces el hombre cojió su paquetito y se fue, lo más probable es que se mejorara en algo y se aliviara, porque llevaba la medicina adecuada, Este, pero lo que yo pensé fue, Dios mío, por donde vamos nosotros con esto. Yo me di cuenta que estaba que el diario si se ganaba cincuenta pesos ($50.00) treinta ($30.00) son de espiritismo, ¿Qué es esto? ¿Qué farmacia es esta? Le digo es Don Andrés, papá estaba vivo todavía, papa murió de 98 años, se hubiese casado 3 ó 4 veces más, este, y esa experiencia fue, ¡ah no! La parte del cuento fue que el hombre me pregunta que en donde yo consigo el cangrejo viudo. Ahí es que yo me invento el cuento. Parte del cuento es verdad. Yo tengo en Guayama dos amigos farmacéuticos, los dos tienen farmacia en el pueblo, son los hermanos Andrade. Eran miembros del Colegio de

Farmacéuticos, muy buenos. Había uno que era medio bocón, fue representante de la cámara por Guayama y resulta que era espiritista, era espiritista, era farmacéutico, y era espiritista. Este, entonces no de recetar sino de hablar en sesiones, caminar con la Cuija esa y esas cosas. Entonces es de Guayama y como Guayama es el pueblo de los brujos, reacuérdese, los hermanos Andrade son amigos míos personales. Ellos consiguen en las islitas de Santa Cruz, Vieques, por ahí, en esas islitas, los negritos de ahí se la pasan cazando porque el cangrejo nace como las palomas, en pares, macho y hembra. Cuando se muere la hembra, el palomo se queda aquí. Por donde quiera que se asoma lo vas ha ver, y el cangrejo es lo mismo, es igual, y el cangrejo que se ha quedado solo, que no tiene, le decimos viudo, porque decimos que alguien se comió la cangreja o esta por allá. Pero entonces, esos se ponen viejos y cuando se ponen viejos le salen unas betas en el casco media coloras con turquesa, como de ciertos colores y ellos saben que son cangrejos y esos son así de grandes. Los agarran,! pal saco! y andan buscando y ellos allá le sacan el aceite y se lo venden los traen de contrabando a Puerto Rico y se lo venden a los hermanos Andrade y ese aceite es muy bueno, muy bueno. El hombre iba satisfecho, fíjate que fue lo que yo hice cuando lo complací con la mano izquierda, darle esperanza, seguridad, darle fe, que vaya con fe a su casa ha darle esto al niño, a la familia que levante, que

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levante a la familia, estaba alicaído, no consigue medicina pal niño, que vaya allá ha decirle aquí esta eso, el cangrejo viudo y qué se yo qué. Yo tengo una entrevista con Agrelot, muy buena, grabada, la conservo y hay un película, un documental de la historia de la farmacia, en la historia de la farmacia, yo hago ese cuento y la gente se rie. Cuando yo terminé con el cuento, una de las partes últimas del documental y salimos entonces en una convención de farmacéuticos, cuando salimos de la sala pa hacer el documental, para pasar entonces al banquete, yo por poco no llego al banquete. Todo el mundo quería que le firmara algo (Risas). El famoso cangrejo viudo ese. Yo tengo una vitrinita con cositas de farmacia y me conseguí un cangrejo allí lo tengo puesto para (Risas).

REF- ¿Licenciado, y en si para qué

servia ese aceite? HMS- El que yo le di fue jarabe de

efedrina, que precisamente era para el asma.

REF- Asmático. HMS- Le decían ahogo, pero era

asmático. REF- Siguiendo el tema de brujería

y espiritismo. HMS- Bueno, y además le dije a este

señor que preparara, este, se lo apunté en un papel, miel de abeja y búsquese sábila, la monda, la machaca, le saca la baba, se la mezcla un poquito de miel, este, hiérbase un poquito de anís estrellado, hace una mezclita de esa y también se la da al niño con

azúcar para que tenga buen sabor. Se le da media cucharadita, que eso no le va hacer daño, no le va hacer nada y eso le limpia el pecho. Ahora hay uno por ahí que se llama “limpia pecho”, “rompe pecho”, y es esa misma formula, yo no me ocupe de hacerla y publicarla y ahí y por ahí ya hay dos o tres.

REF- No la patentizó. ¿A quién se

le consideraba una bruja o un brujo? En cuestión de que trabajara así, con plantas medicinales.

HMS- ¿A quién se consideraba? REF- Sí. HMS- Bueno, casi siempre, a los que

hacían la llamada profesión de espiritista, era por lo general esa gente. Si, porque estas personas, algunas de ellas, pues, iban donde la señora para que le hiciera una preparación para que le cayera encima a este y este se muriera, se tuberculizara, se fuera del barrio, o dejara el marido. Unos trabajos ya más bien no de medicina ni nada (risas) y entonces pues vamos pa’ donde la bruja para que la bruja me ayude de este mal.

REF- ¿Qué conocimientos tenía

esa persona de plantas medicinales?

HMS- La tradición de boca en boca, la tradición de boca en boca.

Según yo te digo que la sábila sirve para eso, eh, pa aflojar la flema y demás, licuarla para que se filtre por el mismo pulmón o la espute en esa misma forma eso ha venido, ha venido del pueblo. De

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boca en boca, de hija a madre, de padre a hijo.

REF- ¿No había nada académico?

HMS- No. REF- ¿Qué tipo de enfermedades

se puede decir ellas podían curar? Cuando ellas recetaban haciendo ese tipo de lista para que se prepararan ciertas pociones.

HMS- Ellas recetaban para todo. Todo el que iba allí no salía sin una receta, no importa de lo que la persona se quejara. Si iba una mujer con un dolor aquí y problemas de menstruación y problemas de supuración le iban ha recetar rápidamente vino Matisura, Matisura, que eso es estrictamente, para fortalecer y fortificar la matriz.

REF- ¿Ese vino, existe hoy día? HMS- No, ya eso no existe. Ellas

sabían con lo que había en la farmacia también, qué cosas había y qué podían darle, de hecho, había personas que eran dueños de farmacia, eran farmacéuticos y tenían arreglos con espiritistas, por cada receta que ellos despachen, yo te voy ha dar el 10 porciento que yo cobre. Había a veces que el farmacéutico daba una lista de las medicinas que no vendía y que estaban allí, medicinas muertas como al lado le decía pa que servía, cuando venía uno, pues, le aflojaba una de ellas, una de ellas (risas) curentismo, no.

REF- ¿Qué plantas medicinales

utilizaban las espiritistas?

HMS- La más que usaban era la ruda, ¿verdad que la conoce?

REF- Sí, mi mamá la usa mucho. HMS- Si, eso espanta los espíritus,

eso y que baja la presión. En casa siempre había ruda también, en el patio mamá tenía también. Una mata de ruda eso no fallaba, la mata de saúco no fallaban también, la sábila era también una línea.

REF- A mi me dijeron de una

hierba, Yerba bruja, era una hoja…

HMS- Yerba bruja y una que llamaban, este, insulina.

REF- ¿Insulina? HMS- (risas) Y se la toman pa’ la

diabetes, sabe, una vez ésta tomó insulina por un tubo y siete llaves.

REF- Le pregunto licenciado. ¿Los

espiritistas y boticarios llegaron ha compartir sus conocimientos y procedimientos en el área de sanación o curación?

HMS- No, yo creo que no. Los espiritistas estaban allá y los boticarios estaban acá. Había un caso, por ejemplo, en Las Marías, yo no se por acá hubo alguno en que una espiritista también era comadrona y casi siempre todas las espiritistas eran comadronas para aquella época.

REF-¿Casi todas? HMS- Casi todas las espiritistas eran

comadronas. Pero, había comadronas aparte que no eran espiritistas. Entonces una comadrona está asistiendo a una parturienta y yo recuerdo, siendo muchacho, que tenía problemas.

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No se si venía atravesao o no salía o no había dilatao. ¿Cuál era el problema? Mandaba rápidamente al marido con una carta hacia papá. “Prepárame la poción, este, déjame ver cómo es que se llamaba. No era para alumbramiento ni para parir. Para una, la que está pariendo es una, partera es la que atiende, parturienta. Para una parturienta. “Prepáreme, la poción Don Andrés para una parturienta, tengo dificultades”. Y papá, le preparaba una poción que no recuerdo, sé que le echaba una cosa que se llamaba uigurno, este le echaba, este un poquito de quinino, porque el quinino estimula el útero.

REF- ¿Qué es el quinino? HMS- Una droga, una droga de la

chinchona, la cáscara de un árbol. Fue famoso en Puerto Rico, histórica, se importó para Europa por banes y cuando allá un científico lo descubrió, ya aquí un farmacéutico la descubrió. Este, pero no recuerdo que fuera una pastilla, algún dueño de farmacia que entrara con algún tipo de “racket”.

REF- Tomando el tema de las

comadronas. ¿Qué labor realizaba una comadrona?

HMS- Pues, la labor de atender una parturienta, este, mas ná. Ya le avisaban con tiempo, “fulana esta preñá”, de manera que este esperando a más o menos y ella está en espera que la vayan ha buscar de noche. Casi siempre el diablo estaba con ella, porque siempre estaba lloviendo. En caminos vecinales de tierra, camino de tierra para ir allá, a la

casita y llegaba a la casa de aquella gente muerta de hambre, de necesidad, de problemas y un parto. Esta persona, prácticamente analfabeta, lo que aprendió, lo aprendió de su madre, que era partera, y ella, por estar haciéndolo, de buena fe, no necesariamente había que pagarle, tampoco había mucho con qué pagarle, estaba 3 ó 4 días en la casa. Comía de lo que había, y bebía de lo que había en la casa. Dormía en la casa y el día del parto, pues, lo único que hacía era calentar agua.

REF- ¿No había nada más? HMS- Calentar agua y llevaban unas

puncheras de agua caliente para asear la señora, bañar la criatura. La ropa la lavaban después en el rió.

CRB- O sea, que en esa época, no

había cuido prenatal como tal a la mujer embarazada.

HMS- ¡Ea, muchacho! ¡Eso es de orita pa’ca, de orita pa’ca! (sic)

REF- ¿Con qué esa comadrona

cortaba ese cordón umbilical? HMS- Tenían tijeras. REF - ¿Qué usaba para

desinfectar? HMS-Agua caliente, pudiera ser que

hubiese alcohol. Esa era una de las cosas que se usaba muchísimo, alcohol etílico, agua caliente. ¿Qué otra cosa pudiere haber por allí que no, no creo que había mas ná?

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REF- ¿Qué utensilios utilizaba la partera para hacer el parto, si tenía alguno?

HMS- ¡ Ah! Esos guantes no existían, este, fórceps, no se conocían. Eso se conocía después, con los médicos, de manera que eran las manos, empujándola.! Puja!.

CRB- Si había una laceración. HMS-Tú sabes que ahora las cortan

así. CRB- Parían solas así. HMS- Bueno, para esa época, este,

de cien morían treinta, ¡acuérdate! De derrame, y el muchacho que no salió a tiempo y se le murió adentro o lo que llamaban ¡eso era famoso!, las llamadas fiebres, que llamaban purpural. Fiebre purpural, eso era una infección que cogí ella en el proceso del parto por el camastro, camastro de las sábanas sucias, las uñas, si las manos de la señora no se las había lavado ná. Ahí cogía una infección y eso daba una fiebre de cuarenta que en lo que iban ha buscar algo en el boticario o en algún la’o, cuando regresaba estaba muerta.

REF- ¿Se moría la persona? HMS- Sí, morían más de treinta. CRB- Y normalmente, cuando el

recién nacido nace, ¿Cuáles son los primeros auxilios? ¿Era solamente lavado con agua caliente?

HMS- Lavado con agua tibia, este, envuelto en lo que tuviesen para envolverlo, darle la nalgaita para que llore, para que coja oxigeno y eso era lo que se hacia al muchacho. Ejemplo, en casa,

siendo papá farmacéutico, le tocó parir a mamá, parió con una comadrona, todos parimos con comadrona en casa, y papá no estaba en casa, estaba en una finca que tenía allá en Indieras, y la comadrona, cuando nació Elaine, la comadrona le dio el muchachito a Aida y Aida era una nena. Era Elaine, eso era por la madrugada y había una ventana y fue y se asomo por la ventana y ahí mismo la nena cogio catarro y por poco se le muere. Ella no sabía. Era la asepsia, no había asepsia debido a la pobreza, a la poca educación de higiene que tenia la gente, muy poca educación de higiene, de hecho, cuando yo empecé en la escuela, estudie en la escuela elemental, una de las cosas que aparecía en las tarjetas de las notas era higiene por la necesidad que había de enseñarles a los muchachos de lavarse las manos, ha limpiarse bien cuando iban a los baños, ha limpiarse los oídos, ha bañarse todos los días. Para que él lo hiciera y la familia entendiera la cosa, vez, y le daban una nota por higiene. Si venía bastante lavaito, y bastante arreglaíto, pues, tenía B, tenía A. Si venía to esmurusao, porque no había peinilla, ni ná, había una chaquetita que tenía 70% de raza negra y entonces el pelo era acurrucao, un manganzón, alto, manilo, era bien pobre. El profesor le dice “este no se baña ná, este es un puerco, dale una D ahí.

REF- ¿Qué medicamento podía

obtener de la farmacia para utilizarse durante un parto? Una aspirina que llegaran ha tener.

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HMS- En aquella época. REF- En esa época. HMS-Había aspirina. Era la panacea

del momento, era la panacea, eso de Panadol, eso nada existía, la aspirina era para el dolor, toda clase de dolor, dolor de parto, dolor de hijá, dolor de esto, dolor de cabeza, dolor de un tumor, dolor de una herida, y además, era la medicina predilecta para bajar la fiebre.

REF-¿La aspirina, venía hecha o se

hacía en la farmacia? HMS- Venía hecha. Bayer la

experimentó allá en Alemania, pero venía una droga que se llamaba antipirina que, aparentemente, era subsidiaria, y esa venía primero que la aspirina. Esa salió primero que la aspirina.

CRB- En el equipo de la

comadrona, lo que llevaba para el parto, no era nada.

HMS- No había ná. CRB- No había medicamentos

como tal. HMS- No había ná, era una pobre

infeliz que vivía por allá por un monte.

REF- Ella y su presencia. HMS- Sí, sí, podía tener un

maletincito para... CRB- Al sacar la placenta, era

sobar la matriz. HMS- Sobar la matriz, era limpiar con

lo que podía. REF- Agua tibia. HMS- Una parturienta joven de su

primer hijo, este, no salía ligero, la casa era de madera y tenía zinc y

tú sabes que le ponía un pedazo de aquí, un pedazo de madera allí, y allá clavaron el zinc y entonces pusieron una soga por entremedio del zinc y la madera y la trajeron acá a la cama y entonces “puja”. Era amarrarte de la soga y tratar de levantarte y entonces tú hacías fuerzas (risas).

REF- Parías porque parías. CRB- Hoy día, hay ciertas salas de

parto que las tienen. HMS- Mejor eran las indias. Las

indias se enñangotaban y era mejor.

CRB- En África, muchas paren en

el agua, muchas de ellas enñagotá.

HMS- Enñangotá es mejor. CRB- Esa es la posición mejor para

parir. HMS- Es mejor, en la hamaca no se

acuestan (risas). La mortalidad de los niños era mucha.

REF- ¿De qué moría la mayoría de

los niños? HMS- Morían de esas mismas cosas,

cogian diarreas enseguida, se deshidrataban, no había alimento mucho para ellos, no había mucha leche de vaca. Si la mama no daba o daba poco, pasaba hambre. Le daba raquitismo, largo, flaco, huesú. Lo llevaban a la farmacia, un muchachito con raquitismo, para que papá le diera unos jarabes que venían, venía un placebo de algusarb, ya no se consiguen ni se ven pero, se preparaban unos jarabes con calcio y se daban otras cositas para que el muchacho, y se le

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daba mucho guarapo a los niños, si el niño lloraba de hambre, se le hervían dos o tres hojitas de chino, o china, o naranjo. Las colaban y se le echaba, este, un poquito de azúcar, si había azúcar y se le daba al niño. Había ese tecesito era lo que podía producir la mamá y si cualquier mosquito lo picaba, cualquier descuido, se iban ajuste los nenes. Así era la situación. vivíamos peor que los indios.

REF- ¿Qué se entiende por un santiguo? HMS- ¿Por qué?

REF- Santiguo. HMS- A ésta la santiguaron en

Cataño cuando era chiquita. Santiguo es cuando un muchacho lo llamaban empachao, mala digestión, lleno de gases, eh, y lo demás. Lo llevas donde la santiguadera, la doña esa y le daba un masaje en el vientre y le daba con aceite de alcanfor, de manzanilla, de almendras, de lo que fuera, y le estaban dando un masaje ahí, masaje ahí, masaje ahí, hasta que moviera los intestinos, movían la masa intestinal, sacaban gases, “váyase que se va ha curar”. Se santiguaban lo mismo que a los niños, que a los viejos, se santiguaba a to el mundo.

REF- ¿Quiénes era mayormente las

que santiguaban? HMS- Mujeres. REF- ¿Y a qué se dedicaban esas

personas? HMS- Bueno, era la santiguadera, era

la que santiguaba, era la curandera, la que santiguaba,

había hombres que también santiguaban, ¿ves?

REF- ¿Qué plantas medicinales

usaban más para un santiguo, si es que usaban plantas medicinales?

HMS- Bueno, usaban eso que te dio, esos aceites para pasarlos en la fricción, usaban aceite de manzanilla, aceite de almendras, este, podían usar aceite alcanforado, este, eh, cogían la hoja de higuereta, la pasaban por calor, la ponían por la barriga un rato. Un calorcito, este, déjame ver si me acuerdo. A veces esas personas mandaban a que le dieran un poquito de leche magnesia, usted sabe que si la leche magnesia usted la toma, le sirve de purgante, laxativo, y a lo mejor le mandaban leche magnesia para que le sirviera de purgante.

REF- ¿Cuáles eran las razones

mayormente cuando los niños necesitaban santiguo? Los bebes, si usted sabe.

HMS- ¡Ah, muchacho! Que lloraban que se acabó. Lloraban de dolor y cuando la mamá le pasaba la mano se aliviaban un poquito, lo sueltan y empezaban a llorar y a llorar y le daban cositas en las casa y no se mejoraba. “Mira, llévaselo a Don Pancho o a Doña Juana, a ver si le dan un santiguo ahí, a ver si se le quita eso a ese muchacho. Había mucho muchacho, eso es bueno aclarar que tenía su barriga así, el ombliguito brotao, eso era lombrices, lombrices.

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REF- ¿Qué se usaba para controlar esa enfermedad en el campo?

HMS- Hojas de quenopodio. REF- Hojas de quenopodio. HMS- Se hervían, sabían a centella y

las preparaban con leche, se le daba a los niños y los adultos también, lo tomaban para las lombrices y otros bichillos, yo tome mucho de eso. El problema era que yo me iba descalzo pa’ la finca, una finquita que tenía mamá cerca del pueblo donde tenía la vaca, la gallina y tenía cerca de los animales, chinas y frutas para la casa, entonces, la indiera quedaba muy lejos, entonces, me mandaban pa’l campo y yo me levantaba, me bañaba y me mandaban pa’l campo ha buscar leche a las cinco y media de la mañana, como hoy lloviera temprano o no y por el camino habían palos de mango cargaitos, ¡ay mangó! Como yo sabía ya, me llevaba una bolsita y empezaba ha comer y de allá pa’ca comiendo mangó y qué pasa. Primero que antes de que terminara siempre tenía diarreas, porque el mangó tiene mucha fibras y produce diarrea, segundo, que el mangó es cogido del piso y eso, con huevo de sanaríais y de lombrices y de cuanta cosa hay, y yo siempre tenía. Mamita mira en la excreta están así, los sábados, papá, un sábado si y otro no, dale un purgante. Hasta un día, ya yo era grande y un día, este, me di dos purgantes quenopodio con salsosa, me empezó a dar un calor en las manos y yo en la cama, la cama era como de hierro y yo ponía los pies en el frió y hasta se lo dije a mamá. “Mira

mamá, me pasó esto y fue donde papá, ¡ah!, es que es alérgico a eso, no le des más eso”. Se lo daban así a la gente, si muchos se morían por una alergia, fue las lombrices que lo mataron. Yo vi. un muchacho morir de un ataque de lombrices. Las lombrices salen y se van por el tracto y se vomitan. Murió asfixiao, porque se le metieron por tos lao. Estaba cundió y el papá tuberculoso, joven, joven y así en día.

REF- ¡Qué cuadro más malo!

¿Verdad? HMS- Una vez murió ese muchachito,

se desaparecieron, se mudaron pa Nueva York.

REF- ¿Licenciado, qué medicinas

se usaban antes, que hoy día han dejado de usarse? Usted me menciono en un momento la efedrina.

HMS- No, la efedrina todavía se usa. REF- Pero antes era sin receta. HMS- No, los médicos la recetaban.

La recetaban los médicos y farmacéuticos, este, bueno, mira, los otros días, mira, hay una droga como ya te dije horita que se descubre, sulfato de quinino, que es bueno pa’l calambre, eso lo aprendí yo después de viejo y a mi me estaban dando calambres muy a menudo y este, esta se esta acercando a mister heimer, ¿me entiendes lo que quiero decirte? Entonces le recetan Aricept con un “second reaction” le da calambre, y me le da calambre con frecuencia, entonces yo estaba buscando sulfato de quinino como loco. No en polvo ni nada, sino en tabletas que ya venía y las farmacias se

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las pedía y en cuanta droguería no hay. Entonces me tiré para allá, fui a esta farmacia que esta aquí al lao y me dijo, “si, vieja”. “¿Cuántas tiene? Noventa y cuatro. dámelas, ¿Cuántas tienes? Tantas. Y fui a la de Gelpi, por donde quiera, allá me acorde de Vargas y fuimos por allá por Puerto Nuevo. Sí, tengo ahí, y tu no me digas que eso es pa’l calambre, que yo tengo también. ¡Ah, pues!, dame la mitad y coge la mitad pa’ ti. Pues eso es una cosa que ya no se consigue, sulfato de quinino, que con eso era que se combatía el paludismo.

REF- Paludismo. HMS- Paludismo. ¿Tú sabes lo que

es el paludismo? REF- No. HMS- El paludismo lo produce el

mosquito y entonces te da a ti una fiebre y se te quita y si no te atiendes con tiempo, eso lo curaba, lo curaba, pero eso no se usa ya. Ahora viene una que usan los naturalista que llaman “leg cramp”, que tiene un poquito de quinino y por eso lo compre. Eso le estoy dando a esta. No es tan efectivo, pues otras hierbas de los países de por allá, este…una de las medicinas que todavía perdura es la emulsión de Scott, la del bacalaito en el pote.

REF- La del pescaito. HMS- Eso es legendario. Los

herederos de aquel señor, yo no se que generación será, siguen millonarios. ¿Cuál era la otra? Emulsión de Scott venía acompañada de otra cosa.

REF- Había unas pastillitas que se llamaban las McCoy.

HMS- ¿Las qué? McCoy. Esas están desapareciendo, yo no las he visto más. Esas eran de hígado de bacalao, se vendían muchísimos. Todos los medicamentos que se vendían naturales en la farmacia se han desaparecido con el pastilleo, ahora es la época del pastilleo. Paso al líquido, a la papeleta, a las inyecciones, ya no se recetan inyecciones, antes yo tenía treinta y cuarenta personas poniéndole inyecciones diarias ahí en Las Monjas. Hoy no se le pone una inyección a nadie. La ultima inyección en esta casa fue a mi hija, esta que le dio unas diarreas y yo le puse una Tigan y al otro, ese que salió grande de ahí, fuimos a una boda y comió papas en ensalada y parece que la mayonesa y eso le dio a ellos, entonces cuando le fui ha ponerle la inyección a éste, me dijo “ya estoy bien papi, estoy comiendo queso”, por miedo a la inyección. Pues ya eso no se usa, ahora es la época del pastilleo, el pastilleo, las fabricas, la industria farmacéutica del mundo, todo el mundo fabríca pastillas.

REF- ¿Cuáles eran los utensilios

que se utilizaban en la preparación de los medicamentos?

HMS- ¿Utensilios? REF-Si HMS- Pues se usaba el mortero, se usaban la…. CRB- ¿Tenían centrífugas? HMS- Centrífugas era en aquellas

farmacias ricas, grandes que ya

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hacían productos para venderle a otras farmacias para patentizarlas, tenían patente ya, este, las medidas farmacéuticas que vienen en 1, 2 onzas, 1 onza, 8 onzas y dieciséis onzas, hasta treinta y dos onzas, este, eh, se usaba la espátula, eh, ¿estamos hablando de ahora?

REF- De aquella época. HMS- ¡Ah! De aquella época. Se

usaba el pildorero, era una cosa que no sé si tengo allí o lo tengo en otro sitio guardao, que se hacía una mezcla, se traía al escaparate, aquí está la base de madera, aquí la base de metal, con unos boquetitos, con unas columnas de un metal, con una maceta aquí arriba que también traían esas columnas entonces tú venías hacías la mezcla, la ponías aquí y le hacía fuá y caían aquí pedacitos chiquititos así, entonces tu te lo echabas a la mano aquí, le ponías un poquito de miel o de glicerina y le ibas dando vuelta hasta que hacías una pildorita. Cuando tenía ya cuerpo la echabas en una cajita de madera y hacías diez, veinte ó treinta, las que dijera el médico y entonces le echaba un polvo que venía, nicopodio, fíjate como me acuerdo de esas cosas que hace tantos años atrás, nicopodio, que eso nadie lo conoce tampoco, que son medicinas que no se conocen, nicopodio. Entonces se le echaba un poquito pa’ que se mantuvieran secas. Se usaba el pildorero, se usaba lo que se llama el cachetero, el cachet. El cachet es una oblea hecha de la misma sustancia que se hace la ostia, de trigo, entonces tenía dos tapitas,

en una echabas el polvo ya mezclado y preparado, le ponía la tapita, de eso venía un aparato donde echabas el polvo y venía una cosita así como ese dedo con una puyita así y la acomodabas el polvo, entonces venía la tapita de eso, venían en otro sitio, entonces, con otro aparato, pero redondo, sin nada, tú cogías y chupabas la oblea y se la pegabas ahí. Si querías que se la pegara ahí rápido, le mojabas un chispito con saliva, no con agua (risas), con jarabe le dabas vuelta así y quedaba pegadita. Le hundías el deso (sic) y pegaba y después la sacabas. Se llamaban obleas, cacheteros, era una medicina, porque la medicina cruda son malísimas pa’ tomar, son amargas, bien malas, mal sabor y había que de alguna forma encubrirlas por las píldoras, por los cachetes. El cachete era más fuerte pa’ tragal, era mas grande, ¿te fijas?, era mas grande, tenías que tragártelo ligero porque se te disuelve la oblea de trigo, se te va ha quedar el polvo ahí, este se usaba mucho, el sirup, el jarabe, por eso, para encubrir los malos sabores de la medicina. El cachetero, las espátulas, el pildorero, el mortero, este, se usaba la balanza.

CRB- Los frascos de vidrio que

ustedes usaban en forma de “funnel”.

HMS- ¿Los bonitos esos? CRB- Sí. HMS-Eso eran más bien para

envasar, nada más, eso…

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CRB- ¿Ustedes utilizaban eso como medida para hacer los jarabes?

HMS-Si es lo que tú me dices, había dos tipos. Había uno que era como así de alto de cristal, con un tapón de cristal, una cosita aquí cuadrá que traía el nombre de la medicina, de ahí se podía sacal de una medida mas chiquita para echarle a la poción que estaba haciendo con un gotero, diez gotas, veinte gotas, treinta gotas, según la cantidad que había que echarle a aquello, este, los otros eran frascos que cada uno tiene su nombre de la droga que tenía, eran raíces, flores, corteza, hojas y tú preparabas tu medicamento, tráelo para preparar tu medicamento. Eran de porcelana muy delicaditos. Se usaba el mucho el embudo en farmacia. Varios embudos, de cristal, por tamaños. Se usaba mucho agitador, no político, sino un palito largo para tú menear las pociones, este, haber si puedo recordarme. Son ochenta y tres años ya. Eh, balanza, no recuerdo.

REF- Licenciado, de los sirup que

se le echaban a las medicinas, ¿de donde se sacaban esos sirups? Venían ya…

HMS- No, no, se preparaban en la farmacia con azúcar, lo que se llama una solución saturada de agua de azúcar, ya se sabia a ojo, pero antes era medido para asegurarse que tenia el espeso suficiente que estuviera bien espesito.

CRB- ¿Y el colorante para los

medicamentos, de qué lo usaban?

HMS- ¡Ah! Si se calentaba, a veces, para que la azúcar se disolviera mas ligero, luego se dejaba enfriar y el mismo cogia su, su….

REF- La consistencia. HMS- La consistencia, sí. Eso venía

en líquidos o venían en polvo rojo vegetal, se usaba ahora para las comidas, ahora es lo mismo. Se le echaba una gota, se movía con el agitador y quedaba lo mas lindo, bonito.

CRB- ¿En aquel tiempo, se usaba

mucho el anaranjadito para que se viera bonito porque…?

HMS- Sí, porque venía la pintura de china, naranja que le decían. Se usaba mucho esa, se usaba vainilla, se usaba la frambuesa, eso le daba sabor y le daba color.

CRB- Las farmacias se llegó a

convertir en un centro social de grupo de la comunidad.

HMS- Hasta que llego la farmacia americana desgraciadamente. La farmacia abría a las 7:30 de la mañana hasta las 10:00 de la noche. Ahí en Las Monjas, estuvimos abriendo a las 9:00 y a las 10:00 por muchos años ahí en Las Monjas.

CRB- ¿Todos los días estaba

abierta? HMS- Todos los días incluyendo el

domingo. Y entonces ahí nosotros teníamos tertulia porque había un doctor veterinario que murió recientemente, vivía al lado de la farmacia, cerca de la farmacia, era muy parlanchín, independentista, muy parlanchín y entonces el venia y se empataba con nosotros y con el viejo, entonces, y

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entonces venían otras personas de los alrededores a oírnos allá ha hablar y demás y a participar. Pero en los pueblos pequeños casi ese era el problema no había ningún tipo de diversión, entonces la gente sabia que el boticario cerraba a las 10:00, que el boticario estaba allí, a veces, por estar por si llega alguien con un dolor, alguien del campo con un problema, con una situación, entiende, este, entonces allí estas personas iban, hicieron la costumbre de ir todas las noches y aunque tú no podías ir el lunes ni el martes, pues, ibas el miércoles o el sábado y entonces el farmacéutico se entretenía, pasaban la noche lo mas bien allí, hacían chistes, buenos, malos, coloraos, hablaban chismes del pueblo, de las mejores hembras, las mejores caderas, eran hombres, las mujeres no trabajaban afuera, casi siempre, en las casas, cocinando, atendiendo muchachos, el que trabajaba en la calle era el hombre, ¿ves? Era profesional o no, entonces pues se hablaba de todo en lo malo, entonces se ponían a discutir y según la gente que estaba presente, “pues pero mira el Rey Carlos V, hizo esto, esto y esto, entonces aquel le contestaba, el de Austria mando tal cosa, entonces aprendías historia, aprendías religión del Papa y de este y aprendías. No era meramente farmacia del paciente a médico, era de todo, política de todo, del gobernador, de lo que fuera y entonces había gente que se educo oyendo allí nada mas que no faltaban un día, no se sentaban en la farmacia,

estaba aquí, la puerta aquí, y ellos se sentaban en la acera, oyendo, entonces dentro de la farmacia era igual. Nosotros en Las Monjas, como estábamos tarde teníamos tertulias allí, el farmacéutico cuando tenía farmacia grande comúnmente en Lares, este, este, este, había Moscoso en Ponce, muchas farmacias en Puerto Rico. Así era la farmacia que yo hasta trabajé hasta en ella la farmacia del licenciado famoso, se me olvido el nombre. Había una escuela en nombre de el, Rió Piedras, escuela pública, pues allí por la noche, antes de irse uno de los muchachos, traías 6 ó 7 sillas, habían dos puertas al lado de esta puerta era que las ponía y si seguían llegando, unos se sentaban, otros se paraban, otros se fumaban sus tabacos y ahí quien dirigía mayormente era el boticario que venía, prendía la llama o pegaba un vellón o hacia un comentario y se encendía ahí la llama y esas mismas tertulias eran las que se formaron en las farmacias en San Juan donde estaba el municipio, farmacia Puerto Rico, este, eh. A principio de estar los americanos y en tiempo de España era igual, mucha gente fueron presas por estar en la farmacia dando sus testimonios en contra del Rey, en contra del Gobernador o del dictador que había, porque cuando estuvo España eran dictadores los que habían aquí, dictadores malos, crueles y se manifestaban si había un chota ellos los mandaban ha buscar. Pues en la farmacia Puerto Rico famosa, porque allí hubo debates

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serios, allí discutió Muñoz Rivera, discutió De Diego, discutió otras personas. Hubo una discusión fuerte sobre el idioma español, este, cuando vinieron ha verse así, la plaza que estaba al lado, la plaza estaba llena por la discusión del idioma y recitando poesía y que se yo que mas y entonces alguien propuso que la discusión se llevara en el teatro Tapia y ya a las 9:00 de la noche en aquella, no había casi luz. Un foquito y alguien se movió y consiguió la llave del teatro Tapia y se fueron al debate y De Diego le ganó De Diego era poeta, una oratoria fina y de allí pa’ca volvieron a la farmacia pero traían a De Diego a los hombros. Las tertulias que habían de España y después de España, las farmacias americanas, desgraciadamente nos quitó eso.

CRB- ¿Las farmacias Moscoso son

Puertorriqueños? HMS- Sí, Puertorriqueños. Ahora son

EL Amal. CRB- El Amal son extranjeros

ahora mismo. HMS- El Amal son del Libano pero

hace tiempo están aquí. El dueño en si, Hussein, algo así, tiene un doctorado en economía. El daba clase en la escuela de farmacia. Entonces tenía otro pariente o hermano que pusieron una farmacia ahí y trajeron ideas nuevas y ahí fue que empezaron ha desarrollarse hasta lo que es hoy, por eso fue que….

CRB- El problema que tuvo ahí con

el problema de la farmacia.

HMS- Un millón de peso le pusieron y este fue a fiarlo.

CRB- Salió en un periódico ahí. ¿Usted tiene aquí morteros o algo que pueda tomar fotografías?

HMS- ¡ah, sí!, pero no se si valga la pena.

REF- Le iba ha preguntar, así

rapidito… HMS- No, no, yo tengo tiempo, yo no

voy pa’ ningún lao (risas). REF.- ¿Cómo fue que usted llegó al

Colegio de Farmacia? HMS- Pues déjame decirte, cuando

yo estaba ya en quinto año en farmacia, estaba la marihuana, y la otra hierba, ¿Cómo se llama, coca? ¿Cómo es la otra la de Sur América? Porque no quiero enredarme, pues el le echaba tintura de coca, le puso cola, entonces preparo un refresco normal y corriente, le echo coca y le puso el gas y un poquito de ácido cítrico y lo embotello y lo tapo bien y cuando la gente se la tomaba pa’l calor, ¡ay!, pasaba bien porque es que eh, la gente que le gustaba mucho la coca cola y eso cuando por aquí, la efervescencia produce placer y quitaba las nauseas. Había, había una poción Rivieri, poción Rivieri, ahora viene la inyección de Tigan. Tenia la posion Rivieri un farmacéutico de origen italiano, se invento esta receta sencilla donde el mezclaba ácido cítrico en liquido y le ponía un color y bicarbonato de magnesia en otra, le ponía color, como uno es ácido y el otro es base, al mezclarlo, ¡chip!, hacia efervescencia, entonces, eso se preparaba, se le

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echaba jarabe, sirup, un color bonito y sabor y acá otro entonces se le daban dos botellitas al paciente. Se le decía “en una tacita usted mezcla una cucharadita del 1 y una cucharadita del 2. si la persona se quejaba de dolor, se le echaba entonces anís. Sirve para los gases, mezcla y cuando esta haciendo efervescencia, la Alka-Seltzer te la tomas enseguida y eso al pasar por aquí y al llegar al estomago neutralizaba los deseos de vomitar. Neutralizaba los nervios que provocan el vomito. Esa era la poción que había para los vómitos, para niños, viejos y todo, poción Rivieri e igual que era la medicina antigua. El jíbaro preparaba la sábila, tu la mueles y se queda una baba ahí, entonces le mezcla ya eso viene hecho. Un pote de sábila ahora viene en la farmacia. Un pote de sábila, mire esa carita, tomó aloe, tiene ochenta y tres, ochenta y tres tiene. A esa mezcla yo le añado sábila, anís estrellado, este, canela, clavos, todo eso lo hiervo y saco un extracto, a eso le echo la sábila, miel de abeja y una cuarta de wiskey. Lo meto en el batidor y le doy a esta gente su vaso y queda esos pulmones limpios, limpios. Yo llegue al Colegio porque estando yo en quinto año estaba, se comentaba por algunos profesores que eran miembros, eran farmacéuticos, muchos no son colegiados y comentaban sobre las cosas negativas y positiva de las actividades del Colegio y uno se va empapando de eso y una cosa que nos movió tan pronto nos graduamos fue movernos

enseguida, de hecho, había que hacerse miembro, una colegiación, colegiada, hay que hacerse miembro automático, pero unos nos movimos y hacernos miembros y participar inmediatamente porque tenía un presidente que Dios lo tenga en la gloria que llevaba 14 años de presidente y quedó con esa rutina, tenía el Colegio aniquilao, amontonaito, no crecía, no se hacia nada, no se conocía. Mira, en la placa que esta puesta allí, yo fui uno de tener el privilegio de los que despedí el duelo, yo y Hernández Colón, Hernández Colón porque el tipo trabajó en el servicio público y fue representante a la cámara por el partido popular. Yo porque el colegio me mandó a representar al colegio y tuve que estar allí y decir un chorro de verdades de él, porque yo fui a su casa y una vez fuimos al Caribe Hilton, pues esta persona consiguió el solar, consiguió hacer el edificio con hipoteca, de dos pisos, el mismo que se esta usando siempre. Consiguió legislación para hacer la primera ley de farmacia que se hizo en este país en el 1945, que acaba ahora de hacerse la segunda ley de farmacia, estaba con parchitos y se necesitaba una revisión completa, dio una aportación extraordinaria, a base de esos laureles tenía una organización administración, este,

{(Esto es para hacer supositorios, esto se hacia con manteca de cacao, se derretía la manteca de cacao y se le echaba los ingredientes que mandaba el medico, entonces tibiecita lo echabas aquí, no necesariamente

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en la nevera, el se enfriaba por si solo, se contrae, se endurece, y entonces aflojabas aquí y salía, sacaba el supositorio, este, hacías un conito con la mano y le cerrabas arriba, ese era el sistema)} Pues esta persona extraordinaria, Anselmo, pero era un sistema reorganizativo, obsoleto que era un representante por cada distrito amigos de el. Esos tipos no hacían nada en el año por allá, el los llamaba “mira ahí viene ahora la asamblea para la nueva directiva.

REF-¿Cómo se llamaba esa

persona? HMS- Anselmo, Francisco Anselmo,

creo que era. Y entonces los amigos venían de la Isla más los delegados de acá que eran conocidos y lo elegían al presidente por delegados. Los de Guayama salían los mismos de siempre, los que siempre venias, entonces, como ya sabíamos eso, las cosas estaban estanca, no se mueve, hasta la situación y entonces vino la nueva directiva de cambiar todo eso, cambiar a un nuevo presidente y conseguimos uno de los tiempos de el que contaba con las ideas nuevas de revolución, de revolución y la compró y la tiramos de candidato, hicimos propaganda que era lo que nunca se hacía de toda la matrícula y cuando vino la próxima asamblea lo sacamos presidente aprovechamos, ahí salí yo miembro de tesorero, te estoy hablando del 60 y que bueno y me gradué en el 53. Ustedes no habían nacidos, ninguno de ustedes dos. Entonces

cambiamos las reglas del juego y ahí fue que entre yo y luego fui cooperando, cooperando hasta que me sacaron presidente, dos años estuve de presidente. Dos años. El trofeo mío esta allí puesto, este, lo ve ha poner en su casa, llego tu cachetero.

REF- Licenciado Massari, le

agradezco por su tiempo, por su generosidad, por su amabilidad en la casa y por todo el tiempo que ha sacado.

HMS- Yo estoy aquí, yo me divierto mucho con eso. A mi me dicen “El Boticario de Las Marías”. A mi me dicen “El Licenciado de Las Marías”, me lo apuntas ahí en el deso, del olvido. A mi me acaba de dar trombosis.

------ Aquí van las pesas, no se si has cogido química analítica, estas pesas son para cuadrar los pesos.

HMS- Esa es corriente, esa es corriente, la analítica la tiene que bajarla. Parecida a la que yo tengo allí, parecida a la que tengo yo en el cuarto, enséñale aquel del cuarto. Luego me operaron del corazón abierto, luego a los 5-6 años volvió a darme angina y fui pa’ lla, me trastearon y me destaparon dos venas con el sistema este de rinoplastia, a pesar de eso me dio una trombosis a fines de abril de este año. Entonces por qué te estoy contando eso, ¡ah!, porque yo te digo que lo cuentes pa’ la historia porque yo me voy ya, de un susto bueno que yo pase o de una ira buena o un coraje violento o cualquier cosa, me voy. Yo se lo dije a esta, pero sabe lo que hice, me compre el ataúd y el de ella. El

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de ella y el mío y en el cementerio esta el boquete hecho. Yo puse una lapida allí