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Algunas reflexiones sobre el pánico Suele suceder en la práctica cotidiana que concurran personas en busca de ayuda psicológica luego de haber consultado numerosos especialistas médicos. La situación suele ser típica, la persona comenzó a sentir palpitaciones, o mareos, o alguna sensación extraña en el cuerpo, opresión en el pecho o disnea. Asustados concurrieron a una guardia médica pensando que podrían estar sufriendo una enfermedad grave, algo que ponía en riesgo sus vida, un infarto tal vez. Luego de ser entrevistados y revisados por el médico, después de que se les practicara por ejemplo un laboratorio y un electrocardiograma, los hallazgos fueron nulos. La conclusión del médico de guardia: “A usted no le pasa nada físico, está bien, quédese tranquilo, consulte en el servicio de salud mental”, acto seguido, indica un ansiolítico y a casa. El paciente, sin embargo en general no queda conforme con el resultado de la entrevista, no comprende que algo que siente de manera tan patente en el cuerpo pueda tener una “causa psicológica” tampoco está demasiado predispuesto a comenzar una psicoterapia y menos consultar a un psiquiatras. Confiado en que el malestar no va a volver a repetirse intenta olvidar el asunto. Sin embargo con el paso de los día vuelven a repetirse los síntomas. La persona comienza a tener la vivencia de que hasta ese momento todo estaba bajo control en su vida, predominaba una vivencia de capacidad, de fortaleza, de control sobre las situaciones. Comienza a imponerse a veces paulatinamente, a veces de manera brusca, una vivencia de temor, de no reconocerse, “yo no soy así, yo soy fuerte y tengo todo bajo control”, pero los síntomas vuelven a aparecer y se imponen haciendo tambalear la imagen que hasta ese momento la persona tenía de sí misma. Al poco tiempo volvemos a encontrar a nuestro hipotético paciente consultando a un cardiólogo, un neurólogo, un médico clínico o gastroenterólogo, muchas veces debe realizar estudios para descartar posibles patologías, los resultados son nulos y la indicación conduce nuevamente al consultorio del psicólogo o el psiquiatra. Finalmente, cuando los síntomas se tornan molestos, frecuentes, comienzan a impedir el habitual desempeño de los quehaceres cotidianos, la persona, luego de vencer una intensísima resistencia interior, consulta con una vivencia oscura de vergüenza, de fracaso, de haber claudicado, de no haber podido a través de la voluntad ordenar las cosas, mantener las cosas bajo 1

Reflexiones Sobre El Pánico

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Ensayo psiconalítico donde se investigan los conflictos inconcientes que podrían subyacer a algunos casos de trastorno de pánico. autor: Javier Corniglio

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Algunas reflexiones sobre el pnico

Suele suceder en la prctica cotidiana que concurran personas en busca de ayuda psicolgica luego de haber consultado numerosos especialistas mdicos. La situacin suele ser tpica, la persona comenz a sentir palpitaciones, o mareos, o alguna sensacin extraa en el cuerpo, opresin en el pecho o disnea. Asustados concurrieron a una guardia mdica pensando que podran estar sufriendo una enfermedad grave, algo que pona en riesgo sus vida, un infarto tal vez. Luego de ser entrevistados y revisados por el mdico, despus de que se les practicara por ejemplo un laboratorio y un electrocardiograma, los hallazgos fueron nulos. La conclusin del mdico de guardia: A usted no le pasa nada fsico, est bien, qudese tranquilo, consulte en el servicio de salud mental, acto seguido, indica un ansioltico y a casa.

El paciente, sin embargo en general no queda conforme con el resultado de la entrevista, no comprende que algo que siente de manera tan patente en el cuerpo pueda tener una causa psicolgica tampoco est demasiado predispuesto a comenzar una psicoterapia y menos consultar a un psiquiatras. Confiado en que el malestar no va a volver a repetirse intenta olvidar el asunto. Sin embargo con el paso de los da vuelven a repetirse los sntomas. La persona comienza a tener la vivencia de que hasta ese momento todo estaba bajo control en su vida, predominaba una vivencia de capacidad, de fortaleza, de control sobre las situaciones. Comienza a imponerse a veces paulatinamente, a veces de manera brusca, una vivencia de temor, de no reconocerse, yo no soy as, yo soy fuerte y tengo todo bajo control, pero los sntomas vuelven a aparecer y se imponen haciendo tambalear la imagen que hasta ese momento la persona tena de s misma.

Al poco tiempo volvemos a encontrar a nuestro hipottico paciente consultando a un cardilogo, un neurlogo, un mdico clnico o gastroenterlogo, muchas veces debe realizar estudios para descartar posibles patologas, los resultados son nulos y la indicacin conduce nuevamente al consultorio del psiclogo o el psiquiatra.

Finalmente, cuando los sntomas se tornan molestos, frecuentes, comienzan a impedir el habitual desempeo de los quehaceres cotidianos, la persona, luego de vencer una intenssima resistencia interior, consulta con una vivencia oscura de vergenza, de fracaso, de haber claudicado, de no haber podido a travs de la voluntad ordenar las cosas, mantener las cosas bajo control, en resumen, con esa particular vivencia que nos invade cuando la imagen de fortaleza que tenamos de nosotros mismos se desmorona, dando lugar a la vergonzosa resignacin de aquel que debe aceptar que es dbil.

Entonces llega a nuestros consultorios.

Qu nos dice la psiquiatra

La psiquiatra ha encontrado un nombre para definir estos episodios que hemos descripto, los llama crisis de pnico o crisis de angustia. Segn el manual de diagnstico psiquitrico Dsm-IV estas crisis estaran definidas por la aparicin temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompaados de cuatro o ms de los siguientes sntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su mxima expresin en los primeros 10 min de comenzada la crisis:

1. palpitaciones, sacudidas del corazn o elevacin de la frecuencia

cardiaca

2. sudoracin

3. temblores o sacudidas

4. sensacin de ahogo o falta de aire

5. sensacin de atragantarse

6. opresin o malestar torcico

7. nuseas o molestias abdominales

8. inestabilidad, mareo o desmayo

9. desrealizacin (sensacin de irrealidad) o despersonalizacin

(estar separado de uno mismo)

10. miedo a perder el control o volverse loco

11. miedo a morir

12. parestesias (sensacin de entumecimiento u hormigueo)

13. escalofros o sofocaciones

Si la persona sufre de estas crisis de manera inesperada y recidivante y si al menos una de las crisis se ha seguido durante 1 mes (o ms) de uno (o ms) de los siguientes sntomas: (a) inquietud persistente ante la posibilidad de tener ms crisis; (b) preocupacin por las implicaciones de la crisis o sus consecuencias (por ej., perder el control, sufrir un infarto de miocardio, "volverse loco"); (c) cambio significativo del comportamiento relacionado con las crisis; entonces la psiquiatra habla de que esto configurara un trastorno de angustia o trastorno de pnico que puede ir acompaado o no por agorafobia.

Es importante tener en cuenta que estos diagnsticos no nos dicen nada acerca de la esencia del padecer, simplemente describen un fenmeno sin profundizar en sus posibles motivaciones o causas. En el siguiente apartado intentaremos acercarnos a las vivencias y significados que estn en juego en estos padecimientos

En busca de los significados: el gigante con pies de barro y el segundo nacimiento

Despus de entrevistar a varias personas que han vivido vicisitudes tan similares es tentador hacer el ensayo de buscar rasgos comunes, que se repetiran no solo en la manera de llegar sino principalmente en la caracterologa o los rasgos de personalidad de las personas que sufren de este particular padecimiento.

Aunque aventurndonos en esta direccin corremos el riesgo de caer en un esquematismo empobrecedor o corremos el peligro de meter a todos los gatos en la misma bolsa, las similitudes en el devenir de estas historias es tan similar que nos atreveremos a buscar aquellos rasgos que podramos denominar tpicos, haciendo la salvedad de que es posible que existan muchas excepciones a la regla.

Tal vez una de la particularidades principales de quienes han sufrido situaciones como las descriptas es que suelen ser personas con una exigencia particular que puede manifestarse muchas veces como una postura excesivamente crtica hacia otras personas o hacia s mismos. Muchas veces aparece en el anlisis encarnndose en exigencias que se le plantean al tratamiento o al analista. A veces no es tan aparente, pero se hace evidente con el tiempo. Buscando los matices que la caracterizan nos encontraremos con que es una exigencia cargada de una particular rigidez en el contexto de una personalidad con una fuerte tendencia a ejercer el control de todos los contenidos que se presenten en la conciencia. Esto le insume al individuo un desgaste permanente. Muchas personas incluso dan la impresin de vivir desdobladas con una a parte que es la que vive y otra que es la que controla. El ejercicio de este control le da a la persona una vivencia de superioridad, de estar ms all de lo mediocre, de fortaleza, de intachabilidad. Esta vivencia de fortaleza constituye el eje sobre el cual el sujeto desea que gire toda su vida.

Con respecto a la vida afectiva, nos encontramos habitualmente con personas que oscuramente perciben los sentimientos como peligrosos, ya que constituye una amenaza permanente de perdida del tan preciado control. Toleran habitualmente estar enojados, porque el enojo muchas veces se acompaa de una vivencia de mayor fortaleza, de una subjetividad que conserva un rol activo frente a las circunstancias. En cambio, la tristeza, la angustia o el miedo aparecen como sentimientos peligrosos que el individuo prefiere pasar por alto, desplazar, reprimir, los vive como signos de una debilidad imperdonable, seran la manifestacin flagrante de la perdida del control, de la debilidad. La esfera de los sentimientos es vivida muchas veces como algo ajeno, algo que no pertenece al individuo, y que cuando aparece despierta la vivencia ominosa de presentificar partes de la personalidad, ajenas, desconocidas, peligrosas.

En resumidas cuentas nos encontramos hasta aqu con personas con una exigencia de particular intensidad, una tendencia a controlar cualquier contenido que aparezca en la conciencia y un marcado temor hacia los sentimientos que, incluso, son vividos como pertenecientes a una dimensin ajena al si mismo del sujeto.

Sin embargo estas tres particularidades no alcanzaran para provocar crisis repetidas de pnico. La experiencia demuestra que a ellas debe agregarse un factor actual que intentaremos caracterizar.

Las crisis de pnico suelen comenzar en un momento particular de la vida del sujeto, un momento que podramos describir como la vspera de un cambio vital drstico que pone al descubierto una debilidad del sujeto que hasta ese momento permaneca latente, pero con la particularidad de ser un cambio que el sujeto no vivencia con la verdadera intensidad que implicara. Es ms, puede suceder que la persona ni siquiera tenga registro de que est sucediendo un cambio, o que algo importante sucede o est por suceder en su vida. Ms lejos an esta la conciencia de la debilidad. Este tipo de cambio es de caractersticas lo suficientemente drsticas como para quedar bien simbolizado como un segundo nacimiento, un cambio que implica la mutacin violenta de la identidad del sujeto y un cambio de contexto que pone al descubierto debilidades hasta ese momento ocultas.

Es frecuente que ese cambio tan intenso y significativo ni siquiera aparezca subrayado por el paciente en la primera consulta y emerja posteriormente ante la sorpresa del terapeuta. Destacamos como un matiz central que este cambio radical pone en peligro la imagen de fortaleza que el sujeto tiene de si mismo y transcurre sin que el sujeto tenga conciencia de su importancia.

Es interesante comprobar que el inicio del trastorno de pnico se da con ms frecuencia entre el fin de la adolescencia y los 35 aos. Consideramos que este dato no sera azaroso ya que justamente, suele ser en ese periodo donde puede darse situaciones dramticas significativas que conlleven un cambio drstico en la identidad del sujeto.

Situaciones tpicas que pueden ser factores actuales desencadenantes de vivencias de pnico son, entre otras: la finalizacin de una carrera universitaria, el embarazo o el nacimiento de un hijo, un casamiento, algn cambio en la organizacin familiar que conlleve una reestructuracin profunda y significativa, la muerte de un familiar, etc. Volvemos a subrayar el hecho de que el sujeto suele no reconocer el dramatismo que conllevaran estas situaciones, y en muchos casos ni siquiera piensa en ellas como algo que sea fuente de vivencias angustiosas. El tratamiento psicoteraputico muchas veces se centrar en traer a la luz los nexos reprimidos entre las vivencias de pnico y dichos cambio drsticos. Es importante tener en cuenta que muchas veces el terapeuta puede detectar rpidamente cual es la situacin dramtica en juego, pero la comunicacin inmediata de dicho descubrimiento es ineficaz, una comunicacin fuera de timing no mejorar los sntomas, ni resolver la situacin. El arte teraputico justamente consiste en buscar la manera de integrar los estratos profundos afectivos del sujeto con los intelectuales, tarea ardua, cargada de sutilezas cuya descripcin excede los alcances de este pequeo escrito.

El paciente entonces queda caracterizado de la siguiente manera: sera una persona exigente con un elevado concepto de s mismo, que siente tener todas las cosas bajo control, aunque en lo profundo teme el descontrol que suponen ciertas emociones. Ante determinadas circunstancias, la supuesta fortaleza de la que hace gala es puesta drsticamente en peligro por un cambio lo suficientemente radical como para simbolizar un segundo nacimiento. Toda la tormenta afectiva que este cambio despierta es reprimida por el sujeto. El ataque de pnico, que el sujeto vivencia como algo carente de significado subjetivo, incluso como un padecimiento fsico es, en realidad, el retorno de lo reprimido. La angustia y el pnico son reales, pero aparecen desconectadas de las circunstancias que les dieron origen, incluso vivenciados como meramente fsicos. La tarea del terapeuta ser entonces reconducir esas emociones a las circunstancias que les dieron origen y ayudar al sujeto a flexibilizar esos aspectos drsticos que no le permiten tomar conciencia de sus debilidades.

Caracterizara la vivencia puesta en juego en este proceso como la de el gigante con pies de barro. Una concepcin de si mismo de pseudofortaleza entra en crisis y deja al descubierto debilidades hasta ahora ocultas. El paciente deber atravesar la vergenza, la humillacin, la resignacin.

Una vez logrado esto, que puede implicar das, habitualmente meses, o incluso aos, reaparecer nuevamente la vivencia de fortaleza, esta vez ms genuina, junto con un crecimiento en una personalidad ms integrada. Un nuevo ser ha nacido y tal vez la persona pueda recordar con una sonrisa aquella inocente posicin frente al mundo que lo haca creer omnipotente, pero lo alejaba de la verdadera posibilidad de crecer.

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