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CRITICÓN, 97-98,2006, pp. 7-29. Reflexiones sobre la representación de Madrid en El sembrar en buena tierra de Lope de Vega Manuel Cornejo A Marc Vitse De las casi cuarenta comedias de capa y espada 1 de Lope de Vega cuya acción transcurre parcial o totalmente en Madrid, la muy lograda El sembrar en buena tierra no ha recibido toda la atención crítica que se merece desde la valiosa edición realizada por Fichter en 1944 2 . Esta obra de madurez del Fénix es una de las escasas de las que queda por fortuna un manuscrito autógrafo, fechado en Madrid a 6 de enero de 1616 3 ; se publicó apenas dos años después del estreno madrileño en la Parte X, que conoció varias ediciones entre 1618 y 1621 4 . Entre los centros de interés de esta comedia, cabe destacar la ambientación urbana en el Madrid de los Austrias, «Villa y Corte», que sirve de telón de fondo a toda la comedia. 1 No entraremos aquí en la cuestión terminológica planteada por este género de comedias del bic et nunc, a la vez comedias urbanas y contemporáneas. Nos atenemos a la definición genérica establecida por Arellano (1999, pp. 76-77), quien considera como casi sinónimas las fórmulas "comedia de capa y espada" y "comedia urbana". En cambio, descartamos el empleo de otras etiquetas genéricas como "comedia de enredo", por los argumentos aducidos por Vitse en el debate a una ponencia de Serralta (1988, pp. 135-136); o como "comedia de costumbres", por remitir a una lectura decimonónica del hecho teatral como ficción realista; y, finalmente, como "comedia cortesano-burguesa" (Weber de Kurlat, 1975, p. 427), por tener connotaciones socio-políticas quizá algo anacrónicas. 2 Ésta será nuestra edición de referencia; con todo modernizamos la ortografía del texto que Fichter reprodujo de manera paleográfica con respecto al autógrafo. Los trabajos recientes más destacables sobre la obra son los de Weber de Kurlat (1975), Wardropper (1978), Merrill (1979) y Vitse (1990, pp. 469-476). 3Presotto, 2000, pp. 356-362. 4 Profeti, 1988, pp. 187-188.

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CRITICÓN, 9 7 - 9 8 , 2 0 0 6 , pp. 7-29.

Reflexiones sobre la representación de Madrid en El sembrar en buena tierra de Lope de Vega

M a n u e l C o r n e j o

A Marc Vitse

De las casi cuarenta comedias de capa y e spada 1 de Lope de Vega cuya acción transcurre parcial o totalmente en Madrid, la muy lograda El sembrar en buena tierra no ha recibido toda la atención crítica que se merece desde la valiosa edición realizada por Fichter en 1 9 4 4 2 . Esta obra de madurez del Fénix es una de las escasas de las que queda por fortuna un manuscrito autógrafo, fechado en Madrid a 6 de enero de 1 6 1 6 3 ; se publicó apenas dos años después del estreno madrileño en la Parte X, que conoció varias ediciones entre 1 6 1 8 y 1 6 2 1 4 . Entre los centros de interés de esta comedia, cabe destacar la ambientación urbana en el Madrid de los Austrias, «Villa y Corte» , que sirve de telón de fondo a toda la comedia.

1 No entraremos aquí en la cuestión terminológica planteada por este género de comedias del bic et nunc, a la vez comedias urbanas y contemporáneas. Nos atenemos a la definición genérica establecida por Arellano (1999, pp. 76-77), quien considera como casi sinónimas las fórmulas "comedia de capa y espada" y "comedia urbana". En cambio, descartamos el empleo de otras etiquetas genéricas como "comedia de enredo", por los argumentos aducidos por Vitse en el debate a una ponencia de Serralta (1988, pp. 135-136); o como "comedia de costumbres", por remitir a una lectura decimonónica del hecho teatral como ficción realista; y, finalmente, como "comedia cortesano-burguesa" (Weber de Kurlat, 1975, p. 427), por tener connotaciones socio-políticas quizá algo anacrónicas.

2 Ésta será nuestra edición de referencia; con todo modernizamos la ortografía del texto que Fichter reprodujo de manera paleográfica con respecto al autógrafo. Los trabajos recientes más destacables sobre la obra son los de Weber de Kurlat (1975), Wardropper (1978), Merrill (1979) y Vitse (1990, pp. 469-476).

3Presotto, 2000, pp. 356-362. 4Profeti, 1988, pp. 187-188.

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8 M A N U E L C O R N E J O Criticón, 97-98, 2006

L O S P E L I G R O S D E L A C O R T E : L A M U J E R P E D I G Ü E Ñ A

Desde el incipit de la comedia, Madrid se presenta implícitamente c o m o un espacio

amenazador y temible para los forasteros —los no madrileños—, quienes se asemejan a

intrusos, perdidos en la inmensidad de la gran ciudad desconocida. El protagonista

masculino de la obra, don Félix, un «indiano de buen talle» (III, v. 2 7 0 9 ) recién llegado

de Lima, reconoce, en una fórmula con visos de refrán, que necesita un(a) guía —un

libro u hombre— capaz de aconsejarle sobre los usos de la Corte 5 :

F É L I X N o p u e d e u n h o m b r e s in g u í a

p o r t a r s e e n l a C o r t e b i e n . (I, w . 3-4)

El galán madrileño Florencio se ofrece enseguida como amigo, consejero y «luz» del indiano r ico , para que éste se oriente en el mapa erótico de la Cor te , que aparece metafóricamente como un coto de caza:

FLORENCIO E s l u z e n c o s a s d e a m o r

el p r o p i o a l q u e es f o r a s t e r o ,

c o m o s u e l e a l c a b a l l e r o

p r e v e n i r el c a z a d o r . (I, v v . 5-8)

Con todo, ya es demasiado tarde para aconsejar al forastero sobre los usos amorosos de la Corte: Félix, que mezcla los tipos —no siempre favorables— del indiano y del pretendiente, se ha enamorado, conociendo una inflexión en sus pretensiones, desde aspiraciones materiales y honoríficas a deseos amorosos . Sin embargo , la dama madrileña, Prudencia, de la que se ha enamorado el ingenuo galán es una verdadera caricatura del tipo urbano de la pedigüeña. La consecuencia inmediata es que la llegada a la Corte de Félix marca el inicio de una lenta bajada al infierno: el indiano pasa de inmediato de «la pretensión / de un hábito» al hallazgo de «la cruz de [s]u pretensión» en una "cortesana", como advierte acertada e irónicamente Florencio jugando sobre el vocablo «cruz» (I, vv. 9 3 - 9 4 ) 6 . En lugar del ascenso social anhelado, el "infeliz don Félix" cae pues "imprudentemente" en las redes de Prudencia, dama cuyo nombre actúa como antífrasis.

Al rechazar el consejo de Florencio de no «parar en una parte» (I, v. 1 3 ) 7 , es decir de no limitarse a querer a una sola mujer en Madrid, Félix desea evitar la suerte de «un venado en la brama» (I, v. 7 6 ) . Sin embargo, se convierte paradójicamente en dicha presa acorralada al haberse enamorado de una de aquellas «seis o siete maneras / de mujeres pescadoras» satirizadas en la comedia de tema campesino El villano en su

5 Tenemos que lamentar la pérdida de una comedia del Fénix titulada La guía de la Corte, sin duda una comedia de capa y espada madrileña, citada en la segunda lista de comedias incluida en El peregrino en su patria (1618) y mencionada en una novela de Juan de Pina (1628): «La buena Jerónima por quien se pudiera haber hecho la comedia de La guía de la Corte,...» (Casos prodigiosos, p. 117).

6 La cruz designa tanto la insignia de una de las órdenes militares como, metafóricamente, un «peso o carga intolerable, pensión, pena, y trabajo» (Aut.). El gracioso Galindo desarrollará el retruécano (I, vv. 243-264).

7 Ver otro ejemplo parecido de traducción de los sentimentos en términos espaciales: «quien quiere en otra parte», para decir 'quien quiere a otra mujer' (II, v. 1672).

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R E F L E X I O N E S S O B R E L A R E P R E S E N T A C I Ó N D E M A D R I D 9

rincón (I, vv. 1 2 9 - 2 0 0 ) . Por una parte , Prudencia nos retrotrae a la meretrix de la comedia latina y se asemeja a la Dorotea de La prueba de los amigos ( 1 6 0 4 ) , compendio de «cuanto en una cortesana / de Plauto o Terencio cabe» (III, vv. 2 2 5 3 - 2 2 5 4 ) ; por otra parte, la tipificación de la pedigüeña teatral se hace eco de un sinfín de poesías burlescas sobre las damas de Madrid , en especial bajo la pluma de Góngora , Quevedo o del propio Lope.

Ahora bien, para proseguir un a m o r tan poco acertado, Félix se apoya en la libre interpretación de una carta enviada por su padre desde el Perú para avisarle contra los peligros reunidos de la Corte y las mujeres. E n dicha car ta , marcada por la anáfora «huye de.. .», el padre, que corresponde al tipo del viejo tacaño, invita a su hijo a alejarse de Madrid cuanto antes y le ordena que gaste el dinero que le manda «con prudencia», es decir prudentemente:

F É L I X (Lea.) «Date prisa a acabar tus pretensiones; huye de los peligros cortesanos, que ponen a los pies las ocasiones para empeñar el alma con las manos.

Huye mujeres viles, huye excesos, pues que con la virtud podrás templados.

y te mando, so pena de obediencia, que gastes tu dinero con prudencia.» (I, vv. 735-750)

Obviamente, Félix afirma que no hay hijo «tan obediente» c o m o él y que cumplirá fielmente la orden p a t e r n a , siguiendo gastando generosamente su fortuna « c o n Prudencia» (I, vv. 7 5 7 , 7 6 6 , 7 7 4 ) , y de nada servirán las objeciones de Florencio sobre la mala interpretación de dicha orden (I, vv. 7 7 7 - 7 8 2 ) 8 . T o d o pasa c o m o si la suerte de Félix en la Corte estuviera de algún modo predestinada por su estatuto de indiano de regreso del Perú: todas las referencias al topónimo «Lima» esparcidas a lo largo de la comedia dan lugar a repetidos retruécanos basados en la polisemia de la voz «lima» y el verbo «l imar». Así Madrid, por una parte, se compara implícitamente con una escuela de la d iscrec ión 9 , donde el n o v a t o indiano l imeño podrá « l imarse» , es decir perfeccionarse aprendiendo el «estilo para la Corte» (I, v. 9 3 1 ) y «las parolas de la Corte» (II, v. 1 5 2 0 ) :

F É L I X Y O he venido a este lugar desde Lima, ya lo sabes.

8 Cabe subrayar la repetición a lo largo de toda la comedia del fácil juego entre nombre propio y nombre común, «Prudencia»-«prudencia», y el empleo recurrente del adjetivo «prudente» a modo de antífrasis, algo que Weber de Kurlat interpreta como revelador del «sentido moral» de esta obra (1975, p. 439).

9 Dicha metáfora es explícita en El desconfiado (1614-1616): «la escuela de la Corte» (I, v. 84, p. 479), «escuelas en Madrid / que enseñan a ser discretos» (I, vv. 560-1, p. 484). En esta obra, el tema de la educación cortesana de un provinciano andaluz y su criado es un tema estructural, plasmado especialmente en la repetición de la fórmula «ducho en la Corte» (I, w. 716, 748, p. 486; II, v. 988, p. 489; III, v. 2433, p. 506).

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1 0 M A N U E L C O R N E J O Criticón, 97-98, 2006

FLORENCIO Plega a Dios que en él te acabes de limar y enseñar. (I, w . 85-88)

Mientras que, por otra parte, el gracioso prosigue el retruécano de Florencio y evoca otra acepción posible del verbo « l imar» 1 0 , para referirse burlesca e implícitamente al arte con el cual las cortesanas , verdaderas «limas s o r d a s » 1 1 , saben despojar a los indianos de sus riquezas:

GALINDO De limar di solamente, que limas sordas de coro le sabrán limar el oro de las Indias de Occidente. (I, vv. 89-92)

Según se infiere del texto lopesco, se establece una estrecha relación entre los peligros

de Madr id y la pedigüeñería de Prudencia 1 2 . Por muy fácil que resulte el juego de

palabras, es sumamente eficaz para sugerir la aparente ambigüedad del espacio urbano,

su doble realidad de lugar atractivo y encantador tanto como repulsivo y amenazador.

L A S F E R I A S D E M A D R I D o L A D I A L É C T I C A D E L D A R Y E L P E S C A R

A los encuentros entre dos figuras tan anti tét icas c o m o Fél ix y Prudencia corresponde una dialéctica espacial que constituye una variación original con respecto al modelo tan agudamente esbozado por Stefano Arata para el análisis del espacio en comedias de capa y espada como El acero de Madrid o La discreta enamorada13. En El sembrar en buena tierra, la dialéctica de los espacios interiores y los exteriores, que radica en el vaivén entre el espacio callejero del galán y el espacio casero de la dama, no pasa por un enfrentamiento generacional contra la rigidez de un representante del orden paterno (sea padre, tío o primo), encargado de vigilar el honor de Prudencia y el acceso de los hombres a su c a s a 1 4 . La posesión de riquezas y su gasto son los factores que permiten el libre acceso del galán a la casa de una especie de "dama ox ímoron" , una mujer tan hermosa y joven como codiciosa y reacia al amor. A Prudencia no le agradan los piropos de sesgo neopetrarquista ni las comparaciones de la mujer con un paisaje de ensueño, como si fuera un monumento más en el panorama de Madrid:

F É L I X ¿Adonde vais? PRUDENCIA Ir quería

al Prado. F É L I X A serlo de flores,

1 0 «Por alusión vale consumir, deshacer, romper y desbaratar poco a poco alguna cosa no material» (Aut.).

1 1 «Metafóricamente se llama el tiempo y todo aquello que imperceptiblemente, y sin sentir, va gastando y consumiendo alguna cosa» (Aut.).

1 2 Véanse también: II, vv. 1691-1694; II, w. 1725-1726; III, w. 2772-2774. 13 Arata, 2002, pp. 102-106. 1 4 La ausencia de figura paterna afecta a menudo a las pedigüeñas de las comedias urbanas de Lope,

como la Octavia de Quien todo lo quiere (1620). Con todo, la ausencia de padre no es un rasgo que predetermina la pedigüeñería de una dama, como lo evidencia la Laura de El Arenal de Sevilla (1603).

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R E F L E X I O N E S S O B R E L A R E P R E S E N T A C I Ó N D E M A D R I D

Prudencia, cuanto mejores en vos el cielo las cría.

PRUDENCIA Ya volvéis a ser poeta. ¡Qué cosa tan enfadosa clavel, jazmín, oro y rosa para una mujer discreta! (I, w . 157-164)

La relación que se entabla entre el indiano generoso y la pedigüeña madrileña se

plasma más bien en una divertida dialéctica del dar y del t omar , del c o m p r a r y del

pedir 1 5 . El origen indiano de Félix y de sus riquezas y la pedigüeñería de Prudencia van

haciendo p o c o a p o c o de Madr id el equivalente de un emporio , en un proceso

metafórico de "indianización" de la Corte , c o m o si las calles de Madrid fueran una

prolongación de los muelles del Arenal, el puerto sevillano donde se desembarcaban las

riquezas traídas por las flotas de Indias.

Las incesantes peticiones de regalos de Prudencia convierten el tema de las ferias en

una verdadera obsesión. En vez de escribir cartas de amor , la pedigüeña entrega listas de

pedidos (I, vv. 2 6 5 - 2 9 0 ) , solicitando «galas» y «trajes» que, según una nota misógina y

satírica de Florencio, se han convertido en «destrucción del mundo» y causa de la

desaparición del amor de las mujeres para con sus maridos e hijos (I, vv. 1 9 3 - 2 0 6 ) . En la

caracterización de Prudencia tampoco falta el típico deseo mujeril de poseer un coche,

como símbolo de lujo imprescindible para lucir en el paseo del Prado:

F É L I X Esta tarde, ¿dónde iréis? PRUDENCIA N O he de salir esta tarde. F É L I X ¿Por qué? PRUDENCIA Por no tener coche;

y siento tanto el faltarme que, aunque venda cuanto tengo, no he de estar sin él el martes. (I, vv. 537-542)

Esta petición apenas indirecta acarrea una larga sátira de los coches y caballos de

Madrid en boca del gracioso Galindo, quien compara la Corte con un mar y culmina sus

«necios discursos» (v. 5 7 1 ) por el juego p a r o n o m á s t i c o «coche» / « h a m b r e » /

«cochambre» 1 6 , retruécano que remite indirectamente al cliché de la suciedad y mal olor

de las calles madrileñas:

GALINDO Conforme fuere el comprarle, que está la Corte de coches como el mar con varias naves. Hay coches, urcas flamencas, coches, galeras reales,

1 5 Cabe destacarse la valoración positiva del indiano generoso en algunas comedias de Lope, frente a la imagen más difundida del indiano, que es la imagen desfavorable de un viejo, bobo y tacaño. Como sucede con otros personajes-tipos, el dramaturgo adapta la caracterización del indiano a los requisitos de cada intriga (Brioso, 1998, p. 428; Campbell, 2001, p. 79; Cornejo, 2001, p. 114). No nos convence la tentativa de Martínez Tolentino de explicar la valoración del indiano a partir de la biografía de Lope (2001, pp. 88-89).

1 6 «El mal olor de alguna cosa sucia» (Aut.).

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1 2 M A N U E L C O R N E J O Criticón, 97-98, 2006

coches, naves de alto borde, coches, pequeños patajes, coches, ingleses baúles, coches, cofres alemanes, perdidos ya los estribos de correr por tantas partes.

Porque tener hambre y coche, no es coche, sino cochambre. (I, w . 544-570)

El discurso de Galindo cumple varias funciones de captatio benevolentiae y

entretenimiento, y el catálogo de los coches según su tamaño y su nacionalidad permite

esbozar la imagen de un Madrid c o m o cifra del mundo, c o m o capital bulliciosa y

multitudinaria que reúne a representantes de todas las capas sociales y todas las

naciones. Sin embargo, ni la alusión a aquellos «caballos pretendientes, / que sola

esperanza pacen» (vv. 5 6 5 - 5 6 6 ) 1 7 , burlesca referencia meta fór i ca al t óp i co del

pretendiente que no consigue medrar en la Cor te , convence a Fél ix de negarle a

Prudencia la adquisición del apetecido coche . El pródigo galán, quien no cesa de

emplear una «poética cortesía» neopetrarquista (I, v. 1 3 9 ) , siente incluso no poder

ofrecer el carro de Faetonte (I, vv. 1 2 9 - 1 3 4 , 7 8 9 - 7 9 0 ) .

L A S S I R E N A S D E L A C A L L E M A Y O R

Una primera mención del gracioso a la Calle M a y o r c o m o espacio en el que se venden coches (I, vv. 5 7 5 - 5 8 6 ) preludia el desplazamiento del lugar de la acción a dicha calle en medio de la jornada II a (vv. 1 3 3 7 - 1 5 6 2 ) . La elección de este espacio exterior como marco de la acción de una larga secuencia en el centro de la comedia no es baladí. L a Calle M a y o r era la vía comercial madrileña por antonomasia , con sus sastrerías, joyerías y otras tiendas de lujo. Se trata por consiguiente de un lugar idóneo para que los galanes de la ficción teatral acudan a comprar ferias para sus damas. L o que resulta llamativo, es el carácter casual del encuentro entre Prudencia y el amigo madrileño de Félix, al cual la pedigüeña intenta pescar, para despojarlo de sus riquezas, tal como hizo hasta aquí con el indiano. Esta situación burlesca muestra el contraste entre la ceguera del indiano para discernir la verdadera naturaleza de Prudencia y la capacidad de autodefensa de Florencio, quien «ha tanto tiempo que viv[e] / entre estas tiendas» (vv. 1 4 9 4 - 1 4 9 5 ) , contra los engaños de una pescadora de Madrid. Florencio, figura de "galán-gracioso" algo similar al Riselo de El acero de Madrid, compite en retruécanos con el gracioso y proporciona variaciones metafóricas sobre la peligrosidad asociada de Madrid y la mujer. En primer lugar, la Calle M a y o r , verdadera sinécdoque de la Corte , aparece como un «paso honroso», a modo de antífrasis 1 8:

1 7 Véanse también I, w. 791-797. 1 8 Otras comedias urbanas lopescas completan el abanico de metáforas de signo negativo para designar la

Calle Mayor: «banco de Flandes», en De cosario a cosario (II, v. 2094, p. 182); «calle de amargura» en La prueba de los amigos (III, v. 2573).

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R E F L E X I O N E S S O B R E L A R E P R E S E N T A C I Ó N D E M A D R I D 1 3

FLORENCIO

PRUDENCIA

FLORENCIO

Fue acaso y hallarte al paso. Es paso muy peligroso. Este pedazo de calle solía un hombre llamalle, por su encuentro, «el paso honroso». Es mar la Calle Mayor y sus tiendas las sirenas, que llaman, de engaños llenas, al galán que tiene amor. (II, vv. 1340-1348)

En esta réplica vuelve a surgir la metáfora marít ima, que desemboca aquí en la

comparación de las tiendas con sirenas engañosas para con los galanes enamoradizos,

impelidos a c o m p r a r un sinfín de regalos, que Florencio enumera a cont inuación

(vv. 1 3 4 9 - 1 3 5 6 ) . M á s adelante, Florencio afirmará que resistirá a la sirena Prudencia

c o m o una r o c a , uno de aquellos pedernales sobre los que se supone que Madrid está

fundado:

En su defensa, Florencio juega primero sobre acepciones no materiales del verbo « d a r » , a semejanza del indiano d o n j u á n de De cosario a cosario ( 1 6 1 7 - 1 6 1 9 ) que usa una burlesca «Memoria de lo que tengo I de dar en Madrid» a fin de eludir cualquier gasto financiero (I, vv. 6 2 9 - 6 5 8 , pp. 1 2 8 - 1 2 9 ) : Florencio ni siquiera está dispuesto a dar el aire de uno de los abanicos contemplados por Prudencia en un escaparate (II, vv. 1 3 6 5 - 1 3 6 6 , 1 4 8 6 - 1 4 8 9 ) 1 9 . Pero, es sobre todo en un trozo de antología donde Lope ofrece una reescritura parcial de la Premática del tiempo de Quevedo ( 1 6 1 3 ) , cuando Florencio se vale de paronomasias y juegos sobre la polisemia de varios términos para mostrar que no está dispuesto a ofrecer a la dama ninguno de los once posibles regalos que va enumerando burlonamente: raso , terciopelo, una guarnición, pasamanos , un apretador, guantes, ligas, un espejo, tocas, una banda (II, vv. 1 3 6 5 - 1 3 9 5 , 1 4 2 1 - 1 4 2 8 , 1 5 2 3 - 1 5 3 4 ) . En cuanto al último regalo aludido, un rosario de cocos , el ingenioso Florencio piensa sustituirlo por coches de damas feas, equiparables con micos:

sólo un rosario de cocos. FLORENCIO Aguárdame, te suplico;

ensartaré en una cuerda, por servirte, cuatro o cinco coches de damas muy feas

19 Véanse otros chistes sobre el verbo «dar» en boca de Galindo: «dar al diablo» (II, v. 1561), «dar pesadumbres» (III, v. 2554).

FLORENCIO Pero pensar con tu ardid sacarme nada, Prudencia, es como hacer quinta esencia de un pedernal de Madrid. (II, w . 1396-1400)

PRUDENCIA Dame siquiera

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1 4 M A N U E L C O R N E J O Criticón, 97-98, 2006

que vi en el Prado el domingo. Serán rosario de cocos. (II , w . 1 5 2 3 - 1 5 3 1 ) 2 0

En su empeño de resistir a Prudencia, el «socarrón comparat ivo» (v. 1 5 2 0 ) prosigue

sus juegos metafóricos presentando las tiendas de la Calle M a y o r como trampas para los

enamorados. Establece una distinción burlesca entre los galanes viejos y los novatos en

la Corte , comparándolos con tordos, encaramados en los campanarios de las iglesias:

FLORENCIO ¿ N O has visto en los frontispicios o torres de las iglesias los tordos como racimos, y en tocando las campanas espantarse del ruido los nuevos, y que los viejos se están quedos? Pues lo mismo pasa en la Calle Mayor. (II, w . 1498-1505)

Mientras los pájaros nuevos —los forasteros— se espantan, los viejos —los nativos

de M a d r i d — quedan indiferentes cuando repican las campanas, es decir cuando llaman

las damas para que se les compren ferias (II, vv. 1 5 0 6 - 1 5 1 8 ) .

C A Í D A D E L I N D I A N O E N E L M A R D E M A D R I D

El empleo de las metá foras que p r o p o r c i o n a n una imagen aparentemente amenazadora de la urbe, en especial las imágenes de la Calle M a y o r como mar o c o m o añagaza para con los pájaros nuevos que llegan a la Corte , corre parejas con la reiteración a lo largo de toda la comedia del léxico de la caza y sobre todo el de la pesca («pescar» , «picar[se]» , «cebo» , «anzuelo», «dar» o «caer en la r e d » , e tc . ) . Dichas recurrencias léxicas expresan el arte con el cual Prudencia consigue desplumar al indiano de sus riquezas, haciéndole creer que corresponde a su amor. La pedigüeña se asemeja a un ave de presa, «un águila» (I, v. 4 8 8 ) , que afila sus garras —así lo sugiere el juego paronomástico «Corte«-«cortarse las uñas» (vv. 1 5 2 1 - 1 5 2 3 ) — ; se la compara asimismo con una «red barredera» (I, v. 8 9 6 ) 2 1 que no deja escapar ni una moneda de Félix, como lamenta Inés, la criada de Celia, dama ésta sincera y apasionadamente enamorada de Félix:

INÉS Ya le va poniendo el cebo. Que en la red

20 Coco: «unas cuentecillas que vienen de las Indias, de color oscuro, y con unos agujerillos, de que se hacen rosarios»; «figura espantosa y fea, o gesto semejante al de la mona, que se hace para espantar, y contener a los niños» (Aut.). Véanse Quevedo, Prosa festiva completa, pp. 217-219; Vega, «A un coche de damas feas que iban al Soto», en Rimas humanas y divinas, pp. 307-308.

2 1 «Red para pescar, cuyas mallas son más estrechas y cerradas que las comunes, a fin de que no se escape la pesca pequeña» (Aut.). Dicha metáfora aplicada a la mujer pedigüeña, también la emplea Lope en De cosario a cosario (II, v. 1345, p. 154) y El villano en su rincón (I, 189). En un intento de demostrar la consistencia cristiana de la obra, Merrill (1979, p. 75) señaló el parentesco de las metáforas de la mujer como red y del hombre como pájaro con la Biblia (Ec, 7.26; Pr., 7.23).

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R E F L E X I O N E S S O B R E L A R E P R E S E N T A C I Ó N D E M A D R I D 1 5

caerá este pájaro nuevo.

Sólo sé que, si a picarse de aqueste monstruo del suelo llega una vez al anzuelo, es imposible escaparse. (I, w . 687-718)

El indiano no se percata de inmediato de su error de elección y, de entrada, se

establece un contraste entre la ilusión de Félix de estar en una dulce cárcel de a m o r ,

simbolizada por las rejas de la casa de Prudencia,

F É L I X ¿Son éstas sus rejas? FLORENCIO Son.

F É L I X ¡O, cárcel que el alma adora! (I, w . 107-108)

y la realidad de su estado de preso de la pedigüeña y del poder de don Dinero, c o m o

apunta socarronamente el criado Galindo al satirizar el léxico del amor cortés empleado

por su amo:

GALINDO Bien dijo cárcel, que aquí está el amor por alcaide, el desdén por sotaalcaide, que siempre al entrar le vi;

procurador el dinero, que sin él no hay prisionero que salga con la victoria. (I, vv. 109-124)

Una cárcel metafórica que por p o c o estará a punto de hacerse realidad en la

jornada II a , en cuanto Félix se halle «hecho / un túmulo de bayeta» (II, vv. 1 8 8 0 - 1 8 8 1 ) ,

arruinado por la descomunal prodigalidad para con su dama, para la que ha gastado

más de 1 2 . 0 0 0 ducados en ferias. En efecto, tras la denuncia de un acreedor, un cobarde

usurero que se esconde detrás de una esquina, un alguacil viene a detener a Félix para

llevarlo a la cárcel, en caso de que éste no pueda saldar una deuda de 3 . 0 0 0 reales. El

posible cumplimiento de la amenaza deja indiferente al galán que se refiere nuevamente

al tópico de la cárcel de amor:

F É L I X Vamos; que en otra cárcel más oscura tengo el alma con grillos de diamante. (II, w . 1643-1644)

Para el indiano, conforme va empobreciendo y perdiendo el favor de Prudencia,

Madrid se configura c o m o un lugar cada vez más hostil y oscuro: la Corte se convierte

metafóricamente en un «un laberinto / donde los hilos se quiebran», es decir, sin salida

posible, un «hospital de incurables de a m o r » (II, v. 1 6 0 7 - 1 6 1 6 P , o unas «oscuras

2 2 En la jornada I a Inés, ya sugería las predisposiciones de Prudencia para reunir a cuantos galanes la cortejan en «un hospital» de locos (I, w. 413-417).

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montañas / noche de invierno» (III, vv. 2 3 6 6 - 2 3 6 7 ) . Para traducir la evolución del

estado de su amo , Galindo ofrece otra «comparación ex tremada» , al equipararlo con

«una clara fuente» a la que acudían todos para aprovechar de su frescura y que ahora se

ha secado y convertido en «lodo, cieno y basura» , dejando de atraer a la gente (II,

vv. 1 0 3 3 - 1 0 4 2 ) . La imagen traduce el cierre paulatino del acceso del galán a la casa de

la pedigüeña, proponiendo entonces el gracioso otra metáfora burlesca para expresar la

necesidad de dinero a fin de sobornar a los criados de una dama y entrar en su casa:

F É L I X En fin, ya no hay para mí

la puerta que haber solía. GALINDO

Son lámparas de escalera los criados del deleite, que en faltándoles aceite no alumbran a los de afuera. (II, vv. 1113-1120)

La comedia pone de realce el carácter caricaturesco de la actitud de Prudencia,

solamente atraída por «el dulce chillido / de la plata» (II, vv. 1 5 1 2 - 1 5 1 3 ) : fingir querer y

recibir en su casa a quien tiene dinero y la colma de regalos; rechazar y echar a la calle a

quien no tiene dinero o no le queda nada de la hacienda gastada para ella. Dicho

comportamiento genera una dialéctica del amor y el interés, que se plasma a su vez en

una divertida dialéctica espacial de la intrusión y la exclusión, de la admisión y la

expulsión, que el gracioso resume con suma ironía, gracias a una utilización maliciosa

de dos pasajes famosos del romancero viejo que aluden al Cid:

GALINDO LO que es tomarle una mano el más lindo, el más amigo, «Afuera, afuera, Rodrigo, el soberbio castellano»12. Lo que es dinero contado y «estas telas recibid», «Norabuena vengáis Cid, Rodrigo, bien seáis llegado»14. (II, vv. 1279-1286)

Será al inicio de la jornada III a cuando Prudencia rechace definitivamente al indiano

arruinado, provocando el desengaño de éste, hasta aquí incapaz de escapar de amor tan

loco. La tardanza de Félix en llegar al desengaño y en corresponder al amor verdadero

de Celia debe relacionarse con la recurrencia del léxico del encantamiento. La pasividad

del galán se debe a que ha sido hechizado por una mujer aprendiz de bruja, calificada

sucesivamente de «ninfa encantada» (I, v. 7 0 5 ) , «Scila» (I, v. 8 9 7 ) , «astuta Circe» (II,

v. 1 3 2 5 ) , y «demonio» (III, v. 2 0 5 9 ) , un diablo del que Félix se libra ofreciéndole una

sortija del olvido a modo de exorcismo. El paralelismo entre la caracterización negativa

23 Ver otro ejemplo de utilización burlesca de estos versos que encabezan el romance de las quejas de la Infanta contra el Cid Ruy Díaz, en El mesón de la Corte (1588-1595), II, vv. 1616-1618.

2 4 Variante de la fórmula del rey moro, «Bien vengas, el Cid; buena sea tu venida», en el romance «Por el val de las Estacas, pasó el Cid a mediodía».

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^Cornejo, 2001, p. 116. 2 6 Vega, El sembrar en buena tierra, ed. 1944, p. 31; Weber de Kurlat, 1975, p. 430. 2 7 Wardropper, 1978, pp. 215-221. ^Merrill, 1979, pp. 70, 76. ^Castillejo, 1984, p. 188. 3 0 Vitse, 1990, pp. 445-542 ; Arellano, 1999, pp. 58, 61.

de la dama pedigüeña y la visión amenazadora de la ciudad es tal que podríamos

preguntarnos si es la venalidad de Prudencia la que influye en el retrato ambiguo de la

urbe, o si es al contrario Madrid, al mismo tiempo ciudad y Corte , la que favorece el

surgir de tipos humanos viles.

E L M A D R I D D E L A G E N E R O S Í T A S Y E L A M O R C O M P A R T I D O

Y es que el divertido choque entre la liberalidad extrema del indiano y la inagotable

sed de ferias de la pedigüeña no llega a convertirse del todo en un maníqueo conflicto

entre las Indias y Madrid, entre «el reino del dar» y «la ciudad de t o m a r » , para recoger

dos metáforas empleadas irónicamente en la comedia sevillano-madrileña El testigo

contra sí ( 1 6 0 3 - 1 6 0 4 ) , para caracterizar a un galán indiano y una dama sevillana 2 5 .

Lope de Vega no limita la visión de la mujer al tipo de Prudencia, ni reduce la

representación de la gran ciudad a un Madrid supuestamente corrupto , al contrario de

lo que dejan entender ciertas interpretaciones del texto c o m o una obra "moral". Fichter

fue el primero en subrayar la recurrencia del tema moralizador en El sembrar en buena

tierra, razón por la cual la juzga menos atractiva que Peribáñez y Fuente Ovejuna, «in

wich not the moralist but the poet speaks»; Weber de Kurlat mat izó este juicio,

subrayando que «ese aspecto moral es un elemento positivo que conviene destacar frente

a las quejas de superficialidad de otros cr í t i cos» 2 6 . Wardropper fue mucho más allá al

considerar la obra c o m o una «versión secularizada y modernizada de la parábola del

sembrador» (Mt. , 1 3 , 3 - 9 , 1 8 - 2 3 ; M e , 4 , 3 - 8 , 1 3 - 2 0 ; Le. 8, 5 - 8 , 1 1 - 1 5 ) , una comedia

inquietante y «sin pizca de sátira», en la cual «el Interés y el Amor se dan las manos»: el

Madrid lopesco sería una «ciudad material ista», «una sociedad venal y mercenar ia» ,

«una sociedad enajenada por el dinero, que subordina a éste el a m o r » , un mundo a

cuyos protagonis tas les preocupa solamente «el empleo frivolo del dinero y la

persecución egoísta del deseo» 2 7 . Merrill puso a su vez en tela de juicio que el final feliz

de la obra sea un verdadero triunfo, en un intento de demostrar la «consistencia

cristiana» de las comedias de capa y espada y su vinculación con las obras "serias" de

L o p e 2 8 .

Con todo, resulta difícil percibir ninguna «amargura de f o n d o » 2 9 en una obra cuya

dimensión lúdica nos parece preeminente. Vitse demostró acertadamente el error de

perspectiva consistente en una lectura "tragedizante" de las comedias de capa y espada,

unas obras cuya «calidad eminentemente lúdica» y cuya «ausencia de riesgo» trágico

enfatizaría luego Arellano, hablando de «la tendencia a la generalización de los agentes

cómicos» 3 0 . N o está justificado suponer una "degradación" de la p a r á b o l a del

sembrador, "secularizada" por Lope e n £ / sembrar en buena tierra, puesto que en esta

comedia se produce un ennoblecimiento y una "purificación" del dinero y de sus

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poseedores en función de su uso amoroso , c o m o subrayó Vitse 3 1 . Tampoco cabe reducir

la visión de la ciudad a un espacio antiarcádico, a una urbe babilónica cuya tipificación

sería fiel al manido topos moralizador del menosprecio de corte difundido por Antonio

de Guevara 3 2 . N o creemos que el Madrid de la ficción teatral refleje una percepción

a m a r g a y pesimista de su modelo real por el d r a m a t u r g o . L a carac ter i zac ión

amenazadora de la ciudad forma parte de la construcción poética de una acción que por

definición evoluciona desde su planteamiento hasta su desenlace o, para decirlo con los

términos clasicistas recogidos por Lope en su Arte nuevo (vv. 2 3 1 - 2 3 5 ) , desde su

"conexión" hasta su "solución", pasando p o r inevitables momentos de tensión

dramática:

En el acto primero ponga el caso, en el segundo enlace los sucesos, de suerte que hasta el medio del tercero apenas juzgue nadie en lo que para. (Arte nuevo, vv. 298-301)

C o m o lo puntualiza acertadamente Couderc, la trayectoria del galán principal, o «galán héroe», «aun en comedias ligeras, se asemeja a una carrera de obstáculos» hasta el feliz desenlace y la victoria de un amor correspondido 3 3 . En El sembrar en buena tierra, dos nobles madrileños, Florencio y Celia, se van a empeñar en ayudar al desafortunado indiano a librarse de las garras de la pedigüeña, contribuyendo de este m o d o a invertir paulatinamente la caracterización de Madrid c o m o ciudad venal y peligrosa donde el amor sería imposible sin dinero 3 4 .

En primer lugar, recalquemos el papel desempeñado por Florencio, el amigo hasta la muerte de Félix. Además de intentar en vano apartar al indiano de Prudencia, mediante advertencias jocosas, le presta dinero a su amigo a medida que éste va empobreciendo, llegando a arruinarse a sí mismo hasta el último doblón. Pero su m a y o r a c t o de generosidad será cuando, tras conocerse la muerte del padre del indiano, decida viajar en lugar de Félix al Perú a recuperar la hacienda paterna. La negativa de Félix a viajar a las Indias no debe considerarse como falta de amor filial o insensibilidad ante la muerte del padre 3 5 ; en la peculiar dialéctica que se establece entre a m o r e interés en esta comedia, el abandono de Madrid significaría abandonar el "mar de amor" y el galán prefiere hundirse en este mar antes que acudir al espacio del afán de lucro, atravesando el mar de la ambición:

3 1 Vitse, 1990, p. 476. Arellano (1999, pp. 98-99) no cree que esta «dignificación aristocrática del dinero» sea valedera en comedias urbanas del primer Lope como Las ferias de Madrid.

3 2 Vitse, 1990, pp. 476-501. 3 3 Couderc, 2002b, p. 158. -^Véanse Vega, Las bizarrías de Belisa(1634): «¿Amores en la Corte, sin dinero? / ¿Y más ahora, que tan

caro es todo?» (I, vv. 372-373); Santiago el Verde (1615): «en Madrid, donde amor se compra y se vende» (II, w. 2032-2033). El propio Lope intenta divertir al duque de Sessa durante una de sus ausencias, refiriéndose a las ferias de San Mateo en la Calle Mayor y comenta con ironía: «sobran damas y faltan dineros» (Epistolario, III, p. 62).

^Wardropper, 1978, p. 217; Martínez Tolentino, 2001, p. 88.

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F É L I X ¿Yo mar? ¿Yo Lima? ¿Pues qué mar y Lima mayor que el que me anega y lastima? (II, w . 1725-1728)

Cuando hayan transcurrido o c h o meses entre la I I a y la III a jornada , periodo

necesario a un viaje de ida y vuelta a Lima con la flota de Indias, Florencio regresará «a

la amada tierra» (III, v. 2 3 6 3 ) con 1 0 0 . 0 0 0 ducados y con Ana, la hermana del indiano,

de la que se ha enamorado. La amistad sin falla del madrileño es pues decisiva para que

el indiano llegue al «puerto deseado» (III, vv. 2 6 5 0 , 2 8 4 0 ) .

En segundo lugar, subrayemos la actuación esencial de doña Celia, que se define por

su «ánimo generoso» (II, v. 1 4 4 9 ) , un talante radicalmente opuesto al de Prudencia.

Tras enamorarse al instante de Félix, su vecino de enfrente, va a dar constantes muestras

de generosidad para un galán del cual espera ser correspondida en su momento: acepta

deshacerse de un coche para que el indiano lo regale a Prudencia; en cuanto se le acabe

el dinero metálico al galán, ella le comprará su último diamante; pero sobre todo es ella

quien interviene para impedir el encarcelamiento del indiano, evitándole así que padezca

la suerte del Feliciano de La prueba de los amigos, encarcelado provisionalmente en la

jornada III a; al final de la jornada II a Celia prestará nuevamente dinero para que

Florencio pueda viajar a las Indias. Finalmente, al anteponer siempre «el gusto» a «la

hacienda» (I, v. 9 6 0 ) 3 6 , la dama renunciará a la importante herencia de su fallecido

padre, prefiriendo dejársela íntegramente a su pr imo Alonso, un soldado fanfarrón

procedente de Flandes, con el cual debía casarse según el testamento paterno. Al evocar

la codicia de su primo, quien vacila entre el a m o r a Prudencia y la hacienda 3 7 , Celia

sintetiza en un solo verso la dimensión espacial de la batalla de a m o r que se está

librando en el Madrid de la ficción teatral:

Hay , por una parte, los espacios de la cupiditas donde el a m o r es imposible y se cobra dinero, y, por otra , los espacios de la generositas donde el amor es posible y se gasta el dinero, una oposición dialéctica que se plasma en la rivalidad entre ambas damas, la pedigüeña y la generosa 3 8 . Desde la jornada I a , la aparición de Celia favorece el empleo de una retórica del piropo en la cual se establece una analogía entre la imagen de la dama y la de su casa:

CELIA Allá pierdes y aquí cobras. (III, v. 2281 )

F É L I X

FLORENCIO

¡Bella casa! ¡Y cómo bella!

Pero mucho más el dueño.

F É L I X Admirábame la casa; ya me parece pequeña. (I, w . 850-858)

^Véanse también III, w. 2209-2212, 2217-2225, 2307-2308. ^Alonso expresa repetidamente su temor a «perder la hacienda» (III, vv. 2269, 2290, 2718). 3 8 Couderc destaca la relevancia de una pareja de damas rivales en la dinámica de cualquier intriga

(2002a, p. 104; 2002b, p. 157).

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L a belleza de una casa, especie de sinécdoque de la ciudad, revierte en la hermosura

de su ocupante, y viceversa 3 9 . La propia Celia elogia la hechura de las construcciones

madrileñas edificadas por los albañiles, comparándolas con joyas labradas por plateros,

una equiparación que desemboca implícitamente en la visión de la mujer como una joya:

CELIA Edificios de Madrid tras sí los ojos se llevan, porque son como unas joyas, con tal labor y belleza que llama a los albañiles una mi amiga discreta, plateros de yeso.

F É L I X ¡Bien,

que labran por excelencia! (I, vv. 859-866)

La metáfora de la mujer c o m o joya se hará más explícita en la jornada III a con la

llegada desde Lima de la hermana del indiano. El mayor tesoro hallado por Florencio en

las Indias no es o r o o plata del Potosí sino la dama amada , según una retórica del

galanteo recurrente en las comedias urbanas sevillanas 4 0:

PRUDENCIA ¿En fin, Florencio ha traído toda esa indiana riqueza?

RISELO Y una dama que en belleza la mayor riqueza ha sido. (III, w . 2587-2590)

N o así con los representantes de la codicia, que invierten enseguida esta visión idealizada de la mujer como una riqueza, anteponiendo los valores mercantiles (III, vv. 2 7 2 4 - 2 7 2 8 ) . De modo que no dejará de ser risible la inverosímil reapropiación por parte de Prudencia de la metáfora de la mujer c o m o tesoro , en un último intento de apoderarse de Félix y su hacienda recobrada:

PRUDENCIA Sin mar, sin Indias yo he sido para don Félix tesoro. (III, vv. 2643-2644)

F U N C I Ó N L Ú D I C A D E U N C U A D R O E N M I N I A T U R A D E M A D R I D

Debemos recalcar la importancia estructural de la secuencia que precede a las bodas

múltiples, en la que se inserta una larga evocación sintética de Madrid. Mediante una

concentración de topónimos y la recreación de varias escenas urbanas, se ofrece una

especie de visión panorámica y arquetípica de la capital. A modo de preámbulo a este

cuadro, se introduce una nota humorística sobre el carácter siempre algo artificioso de

los elogios urbanos:

3 9 A la inversa, la fealdad de una mujer se asimilará a ciudades en ruinas, como Cartago y Sagunto, según se desprende de una visión burlesca del carpe diem (II, vv. 1214-1223).

«Cornejo, 2001, pp. 113-114.

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F É L I X Como no has visto a Madrid, doña Ana, alabas tu tierra.

ANA Como fué gigante en fama, parece enano en presencia. (III, w . 2747-2750)

Queda patente el valor metateatral de la observación de la dama sobre el posible

desfase entre el mito y la realidad urbana, ya que enseguida va a c o m e n z a r la

enumeración festiva de las grandezas de Madrid por el "galán-gracioso" Florencio, con

divertidas referencias al galanteo callejero: el P r a d o y su Cuesta de los Ol ivos 4 1

transitada por «legiones de coches / mirándose unos a otros» aldededor de la Tela 4 2 ; las

«bellas damas» y su arte para «desenvainar de sus ojos / espadas de tantas tretas»; los

guantes de ámbar; las galas (vv. 2 7 5 1 - 2 7 7 1 ) . Una última ocurrencia del chiste «Lima»-

«lima» vuelve a asomar:

F É L I X Madrid de vidas y haciendas es lima y lima tan sorda que acaban sin que la sientan. (III, w . 2572-2574)

El retruécano surge ahora , casi a modo de antífrasis, c o m o una lejana reminiscencia

de los peligros de Madrid, ya que ha llegado la hora de celebrar el reencuentro de Félix

con su hermana y con su mejor amigo 4 3 . Ante la impaciencia de Ana por acudir al

Prado, el indiano anuncia a su hermana un inminente desplazamiento al paseo preferido

de los madrileños con motivo de alguna fiesta cortesana:

ANA ¿Cuándo iremos a ese Prado? F É L I X Paréceme que una fiesta,

donde verás qué salidas le dan adorno y belleza... (III, vv. 2575-2578)

En la lista de monumentos y lugares de Madrid referidos por Félix, destacan el

Palacio Real y su fachada, ya libre de andamios tras las obras comenzadas después del

regreso definitivo de la Corte a Madrid en 1 6 0 6 4 4 , y el Manzanares , con la típica nota

4 1 Este topónimo, que no hay que confundir con la Calle del Olivar, no ha sido recogido por ningún topógrafo del Madrid áureo. Debía lindar con el olivar del monasterio de San Jerónimo o del de Atocha, hacia la actual Cuesta de Moyano.

4 2 También conocida como Tela de los Caballos, era una especie de picadero al aire libre, de forma probablemente rectangular, y que se utilizaba para carreras de caballos, lides públicas, juegos de cañas y otros espectáculos. Esta Tela del Prado, que no se debe confundir con la Tela cercana al Alcázar y al río, debió desaparecer con la construcción del Palacio del Buen Retiro en la década 1620.

4 3 Idéntico valor de antífrasis tiene una comparación de Madrid con las aguas del olvido del Leteo, cuando Félix no reconoce de inmediato a los antiguos criados de su padre que acaban de llegar de las Indias (III, w. 2389-2392).

4 4 Lope remite sin duda al estado inacabado y la excesiva lentitud de las obras de ampliación y embellecimiento del Alcázar Real, que se demoraron casi dos décadas entre 1608 y 1630, suscitando las quejas del propio rey en 1615; la nueva fachada se descubrió en 1623 con motivo de la entrada del príncipe de Gales. En una réplica jocosa del gracioso, encontramos otra referencia a un monumento recién construido, el «Arco del Duque» (III, w. 2559-2562), que remite al Arco de Lerma o Arco de los Capuchinos, a la entrada de la

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irónica acerca de su escaso caudal y una referencia indirecta y burlesca al inframundo de las lavanderas:

F É L I X Otra iremos a Palacio, que ya tiene descubierta la cortina de la cara, aunque la tiene imperfecta; otra a la Casa del Campo, bosques, jardines y huertas, no olvidando a Manzanares las jabonadas riberas, que por la falta del río

descubren islas de arena. ( I I I , w . 2779-2788)

Ahora bien, este cuadro en miniatura de Madrid no está destinado solamente a

despertar la curiosidad de la "forastera" doña Ana, quien descubre la capital tras un

largo viaje. Esta pintura desenfadada de la urbe desempeña también evidentes funciones

lúdicas y encomiást icas , con cierto carác ter de captatio benevolentiae para con el

público de los corrales de la Corte . Este elogio también participa indirectamente en la

progresión de la fábula de amores, ya que su jocosidad anticipa simbólicamente el feliz

desenlace y las consabidas bodas múltiples de las parejas de la generositas (Félix-Celia,

Florencio-Ana, sin faltar los criados Galindo-Elena) y la pareja de la cupiditas (Alonso-

Prudencia), sellando claramente la victoria del amor sobre el interés.

I N T E R R E L A C I Ó N E N T R E E L T Í T U L O Y E L E S P A C I O D R A M Á T I C O

Cabe finalmente poner de realce otro aspecto de la obra que indica a las claras la

trascendencia simbólica del espacio dramático: queremos hablar de la interrelación entre

la «buena tierra» y Madrid, entre el espacio metafórico del título de la comedia y el

espacio referencial sobre el que se proyecta la acción. En el caso de las comedias

lopescas cuyos títulos derivan de refranes, Canavaggio ya demostró que se da una

«proyección inicial del proverbio sobre la fábula», una especie de «pre-teatralización» y,

«a la hora del desenlace, una reversión de la ficción sobre el refrán»: por una parte, se

produce una identificación de «los agentes del enunciado proverbial ... con los

protagonistas de la fábula»; y, por o tra , se da una proyección del «lugar simbólico

denotado por el refrán ... sobre el lugar referencial donde se desarrolla la acc ión» 4 5 . En

el caso que nos ocupa, el título, cuyo enunciado remite a la parábola del sembrador,

tiene c laramente visos de refrán: «el sembrar en buena t i erra» . Es tamos ante un

proverbio de expres ión metafór ica y cuya segunda par te del enunciado está

sobreentendida. Será el gracioso Galindo quien explicitará por vez primera el refrán en

las réplicas finales de la jornada I I a : «jamás / perdió el fruto, ... / el que siembra en buena

Calle del Prado; el valido de Felipe III ordenó su construcción en 1615 para enlazar los conventos de los Capuchinos y Santa Catalina, y extender de este modo el área de influencia de la casa-huerta ducal.

4 5 Canavaggio, 1999, pp. 173, 174, 171.

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tierra» (II, w . 1 9 1 3 - 1 9 1 5 ) 4 6 . En el momento del desenlace y la lección de la obra , será

de nuevo el gracioso quien se encargará de reformular el refrán: «quien siembra en

buena tierra / no menos cosecha alcanza» (III, vv. 2 5 6 5 - 2 5 6 6 ) . Ambas veces y en casi

todas las demás glosas del título, se asocia al labrador con Celia y a la «buena tierra» (o

tierra «no ingrata») con Félix, para dar a entender que el amor de la generosa dama por

su galán terminará por ser recompensado y correspondido 4 7 . H a s t a la pr imera

aclaración de Galindo, el espectador se habrá preguntado a qué puede remitir el título y

es posible que vacile entre varias interpretaciones: quizá crea equivocadamente que la

buscona es quien siembra en buena tierra, al mostrarse experta en «sacar dinero» (I,

v. 1 7 8 ) a los hombres; quizá intuya que de momento Lope de Vega está burlando el

enunciado del refrán, al mostrar a un protagonista que quiere en vano a una mujer

ingrata, como si sembrara "en mala tierra". De este modo las sucesivas glosas del título

desde el final de la jornada II a pueden interpretarse c o m o un mensaje metafórico

destinado al público para anunciarle la reversibilidad final de la acción dramática, como

una señal de la inversión de las caracterizaciones negativas de Madrid como capital del

engaño y la pedigüeñería. A partir del momento en que el indiano se desengaña de su

error pasado, reconoce su deuda para con su salvadora Celia, verdadero «ángel de

guarda» (III, v. 2 4 4 6 ) :

F É L I X Que tantas obligaciones y tan piadosos oficios, tan notables beneficios y en tan grandes ocasiones como vas sembrando en mí —que no seré tierra ingrata— amor con el alma trata que se te paguen ansí. (III, vv. 2 1 8 9 - 2 1 9 6 )

C o m o los dos últimos versos de esta réplica lo evidencian, en una especie de reescritura de la máx ima petrarquista «amor con a m o r se p a g a » , la mayor deuda de Félix para Celia no es de dinero sino de amor , no es comercial sino sentimental 4 8 . Tras la vuelta de Florencio a Madrid desde las Indias, con cajas llenas de doblones y tejos de oro desembarcados en la playa de Sevilla (III, vv. 2 3 5 3 - 2 3 5 4 , 2 5 0 4 - 2 5 0 6 , 2 5 2 4 - 2 5 2 5 ) , otra glosa del título convierte al mejor amigo de Félix en «labrador» de Celia, de modo que la "labradora" de Félix se convierte implícitamente a su vez en «buena tierra»:

4 6 Los refranes áureos cuya formulación y significado se aproximan a los del título que examinamos prescinden de la referencia al espacio simbólico de la «buena tierra»: Correas recopila por ejemplo el refrán «Siembra obras buenas, cogerás fruto de ellas» (Vocabulario de refranes, núm. 745, p. 749), mientras que Mateo Alemán inserta el refrán «Quien bien siembra, bien coge» en el Guzmán de Alfarache (II-2-7, p. 682). Ello no significa que el refrán manejado y glosado por Lope no existiera: Fichter indica que uno de los refraneros castellanos de primera mitad del siglo xx, el de J. Cejador (1929), recoge el proverbio «Siembra en buena tierra, cogerás buen pan» (El sembrar en buena tierra, ed. 1944, p. 155).

4 7 La metáfora del "sembrador de amor" también surge en la comedia El Arenal de Sevilla, en la que se juega sobre el topónimo hispalense y la expresión «sembrar en arenal» para aludir a las esperanzas amorosas.

4 8 Véase también III, vv. 2459-2461. El texto demuestra a las claras que en ningún caso puede considerarse a Félix como un «derrochador impenitente» o «un egoísta manirroto», ni tampoco a Celia como «no tan desinteresada como parecía» (Wardropper, 1978, pp. 217-218).

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M A N U E L C O R N E J O Criticón, 97-98, 2006

FLORENCIO Y para que Celia crea si en buena tierra sembraba, hoy seré su labrador. (III, w . 2509-2511)

Al mandar a Elena que le traiga a Celia regalos y joyas procedentes de las Indias, «en

vez de trigo» (III, v. 2 5 1 3 ) , Florencio se encarga tan solo de saldar con creces la deuda

financiera de Félix, siendo la mayor deuda la de amor , porque «tanta / obligación ... /

sólo con almas se paga» (III, vv. 2 5 2 1 - 2 5 2 2 ) . Weber de Kurlat señaló con razón que la

actitud desinteresada de Florencio, quien efectuó el viaje a Indias en lugar de Félix,

constituye otro caso de «sembrar productivo» recompensado por el amor de la hermana

del indiano y la mitad de la hacienda 4 9 . Al considerar las recompensas materiales que

Celia va a recibir, Galindo declara ante Elena: « N o ha sembrado mal tu a m a » (III,

v. 2 5 3 0 ) . Sin embargo, ni la observación irónica del gracioso, ni tampoco la última glosa

del título, que alude con humor a la esperanza de que la obra obtenga éxito y sea

rentable para su autor (III, vv. 2 8 8 7 - 2 8 9 0 ) , invalidan, ni mucho menos, la lección que se

desprende de la fábula y de su reversión sobre el título, es decir una clara victoria del

amor verdadero sobre el a m o r falso, de la generosidad sobre el interés, una lección

rigurosamente opuesta a una fórmula del Lujan de Peribáñez acerca de la venalidad de

las mujeres: «en trigo de amor no hay fruto, / si no se siembra dinero» (I, vv. 6 6 0 - 6 6 1 ) .

En El sembrar en buena tierra, la pintura del espacio dramát ico madrileño dista

m u c h o de tener un papel meramente ornamenta l 5 0 . Part iendo de una selección

arquetípica de topónimos, Lope de Vega crea un sinfín de variaciones metafóricas que

elaboran imágenes antitéticas de un Madrid en interracción permanente con las dramatis

personae. L a remodelación del espacio urbano se inserta de manera plenamente

coherente en una acción destinada a enfatizar mediante todos los recursos poéticos la

tensión existente entre amor e interés, entre generosidad y codicia. Conforme progresa la

acción se van difuminando las imágenes más amenazadoras de Madrid c o m o ciudad

venal, gracias a una risa de inversión, y se va afirmando un Madrid festivo propicio al

a m o r verdadero. En esta Corte en plena expansión urbanística, cabe la posibilidad de

que un indiano se emparenté con una dama noble, a condición de gastar generosamente

sus riquezas con fines amorosos . La trayectoria del galán héroe y su dama se asemeja a

un recorrido iniciático, a una navegación en el mar de Madrid, sin tener que pasar por

las tormentas del Canal de Bahama ni la bonanza de las Canarias , c o m o apunta

socarronamente el gracioso (III, vv. 2 5 4 8 - 2 5 5 0 ) , demostrando así la preeminencia de la

función simbólica del espacio dramático. Al favorecer la victoria de «la virtud liberal»

sobre «el vicio de la codicia avarienta» (I, vv. 1 4 4 6 - 1 4 4 8 ) , y la consagración de amores

correspondidos libremente consentidos, Lope de Vega consigue invertir mediante la risa

las potencialidades de la Corte c o m o espacio de perdición, convirtiéndola en sede

cómica del «arte nuevo de a m a r » 5 1 . De este modo , la lección última de esta obra muy

valiosa del Fénix podría ser la siguiente: "Quien siembra en Madrid, cosecha amor".

4 9 Weber de Kurlat, 1975, p. 429. 5 0 González Palencia (Vega, El sembrar en buena tierra, ed. 1930, pp. XLIV-XLV) y Amezúa (Vega,

Epistolario, I, p. 445) insisten en el costumbrismo y realismo del marco madrileño. 5 1 Santiago el Verde (1615), I, v. 1027.

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R E F L E X I O N E S S O B R E L A R E P R E S E N T A C I Ó N D E M A D R I D 2 5

Apéndice. La estructura de El sembrar en buena tierra

Acto Espacio Métrica Escena

vacía

Acción

I 1. Una calle 1. Redondillas lss: el indiano Félix, pretendiente de un

de Madrid, 1-488 hábito, recibe consejos de su amigo Florencio,

delante de la galán madrileño

casa de 125ss: Félix requiebra a la dama Prudencia

Prudencia quien no para de pedirle regalos

1-347 29lss: Félix ve a Celia en la calle, ésta se

enamora de él enseguida

2. Calle, 347ss: tras diez años de ausencia, vuelta a

delante de la Madrid de Alonso, soldado de Flandes, primo

casa de Celia y futuro esposo de Celia, quien lo acoge con 34740852 408 frialdad

3. Casa de 409ss: Prudencia se burla de las cartas de

Prudencia, amor que le mandan los galanes de Madrid

frente a la 449ss: ve a Alonso apearse frente a su casa y

posada de decide seducirlo para vengarse de Celia

Alonso 5 3 2. Romance 489ss: Félix trae a Prudencia regalos; la dama

409-718 a-e 489-598

le pide ahora un coche; sátira de los coches de Madrid por el gracioso (544-586)

3. Redondillas 599ss: la criada Inés consigue traer a Alonso a

599-718 718 casa de Prudencia

4. Posada de 4. Octavas 719ss: Félix recibe 3.000 escudos de su padre

Félix, frente 719-758 y una carta que le aconseja huir de los peligros

a la casa de 5. Redondillas de la Corte y gastar el dinero «con prudencia» Celia 5 4 759-838 (lo que el galán interpreta: «con Prudencia»)

719-840

5a. Calle, 6. Romance 841ss: Félix va a casa de Celia para comprarle

delante de la e-a un coche, para regalárselo después a Prudencia

casa de Celia 839-964

8 4 1 - 8 5 1 5 5

5 b. Casa de

Celia 912ss: Alonso, de vuelta de casa de Prudencia,

852-964*5 964 expresa sus celos a Celia

5 2 Al ser vecinas las casas de Prudencia y Celia («en el barrio», v. 893) —¿en la misma calle?—, no puede concretarse el momento exacto del cambio de lugar, quizá ya en el v. 291.

5 3 Prudencia: «¿Qué gente es ésa que enfrente / se apea de nuestra casa?» (w. 449-450). 5 4Elena: «enfrente de casa vive» (v. 330); Félix: «poso cerca / de vuestra casa» (w. 877-879). 5 5 El paso del exterior al interior podría ocurrir varias réplicas después. 5 6 Quizá el galán y la dama estén en el mismo «patín» al que salen Celia y su criada (v. 849).

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2 6 M A N U E L C O R N E J O Criticón, 97-98, 2006

Acto Espacio Métrica Escena vacía

Acción

II 1. Posada de Félix 965-1158

1. Redondillas 965-1144

1336

965ss: Félix arruinado por culpa de Prudencia; entrega por Florencio de su último doblón a Félix, al cual sólo le queda un diamante que Galindo va a vender a Celia

II 1. Posada de Félix 965-1158

2. Soneto 1145-1158

1336

1145ss: monólogo de Félix en el que lamenta sus desventuras

II

2. Calle, delante de la casa de Celia 1159-1223

3. Redondillas 1159-1322

1336

1159ss: Alonso vacila entre el amor a Prudencia y la dote de 30.000 ducados de su prima Celia

II

2b. Casa de Celia 1224-1336

3. Redondillas 1159-1322

1336

1224ss: Galindo finge ser vendedor de libros ante Alonso; Celia entrega dinero al gracioso y acepta el diamante de Félix como prenda

II

2b. Casa de Celia 1224-1336

4. Soneto 1323-1336 1336

1323ss: monólogo de Celia sobre sus inciertas esperanzas amorosas

II

3. Calle Mayor

1337-1562

5. Redondillas 1337-1428

1758

1337ss: encuentro casual de Florencio con Prudencia, quien le pide ferias

II

3. Calle Mayor

1337-1562 6. Romance

i-o 1429-1630

1758

1429ss: Félix llega a su vez a la Calle Mayor

II

4. "Espacio itinerante" desde la Calle Mayor hasta la calle de la posada de Félix, frente a la casa de Celia 1563-175857

6. Romance

i-o 1429-1630

1758

donde Galindo le entrega los 50 doblones prestados por Celia; el galán da enseguida una bolsa de 100 escudos a Prudencia

II

4. "Espacio itinerante" desde la Calle Mayor hasta la calle de la posada de Félix, frente a la casa de Celia 1563-175857

7. Octavas 1631-1758

1758

1626ss: un alguacil llega para detener a Félix por una deuda de 3.000 reales con un usurero

II

4. "Espacio itinerante" desde la Calle Mayor hasta la calle de la posada de Félix, frente a la casa de Celia 1563-175857

7. Octavas 1631-1758

1758

1645ss: Celia sale a la reja para impedir la detención, pagando la deuda al alguacil

II

4. "Espacio itinerante" desde la Calle Mayor hasta la calle de la posada de Félix, frente a la casa de Celia 1563-175857

7. Octavas 1631-1758

1758

1687ss: llega una carta de la hermana de Félix para anunciar la muerte del padre y pedir al galán que vaya a Lima; Florencio viajará a las Indias en lugar de Félix para ir a recoger la hacienda de éste

II

5. Casa de Celia 1759-1916

8. Redondillas 1759-1850

1916

1759ss: riña de Celia y Alonso: éste reprocha a su prima el préstamo de 3.000 reales a Félix, ella acusa a su primo de querer a Prudencia, finalmente acuerdan no casarse y compartir la hacienda

II

9. Romance e-o 1851-1916

1916

1851ss: Galindo, hasta aquí escondido tras los tapices o antepuerta, pide dinero; Celia le da un vestido y comida y 6.000 reales para pagar el viaje de Florencio a las Indias

5 7 A partir del v. 1655, o quizá del v. 1674, cuando la vuelta de Galindo desde la Calle Mayor, posible traslado al interior de la posada, pero texto no explícito y vacilación del propio Lope, al corregir «esta casa» por «esta calle» en el manuscrito autógrafo (v. 1688).

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R E F L E X I O N E S S O B R E L A R E P R E S E N T A C I Ó N D E M A D R I D 2 7

Acto Espacio Métrica Escena

vacía

Acción

III 1 . Ocho

meses

después, casa

de Prudencia

1917-2184

1. Redondillas

1917-2352

2184

1917ss: Prudencia rechaza a Félix por pobre y

prefiere a Alonso y a sus 15.000 ducados; tras

dos años de vanas esperanzas, desengaño de

Félix quien renuncia a Prudencia

III 1 . Ocho

meses

después, casa

de Prudencia

1917-2184

1. Redondillas

1917-2352

2184

2076ss: renuncia de Alonso a casarse con

Prudencia por razones jurídicas que podrían

hacerle perder la fortuna de Celia

III

2. Casa de

Celia

2185-2324

1. Redondillas

1917-2352

2324

2185ss: Félix y Celia dan rienda suelta a la

libre expresión de su amor

III

2. Casa de

Celia

2185-2324

1. Redondillas

1917-2352

2324

2267ss: Alonso llega para anunciar a su prima

que debe aceptar casarse con él, ella se

enfurece y renuncia a toda su hacienda para

evitar tal matrimonio

III

3a. Calle,

delante de la

posada de

Félix

2325 -2446«

1. Redondillas

1917-2352

2566

2325ss: Félix admite ante Galindo que quiere

a Celia

III

3a. Calle,

delante de la

posada de

Félix

2325 -2446«

2. Romance

a-a

2352-2566

2566

2352ss: Florencio y Ana, hermana de Félix,

llegan a Madrid desde las Indias con más de

100.000 ducados de hacienda

III

3b. Posada

de Félix

2447-2566

2. Romance

a-a

2352-2566

2566

III

3b. Posada

de Félix

2447-2566

2. Romance

a-a

2352-2566

2566

2469ss: Elena anuncia que Alonso se está

haciendo con la hacienda de Celia por la

negativa de ésta a casarse con él

III

4. Casa de Prudencia

2567-2746

3. Décimas 2567-2746

2746

2567ss: Prudencia se entera de la fortuna

recobrada de Félix

III

4. Casa de Prudencia

2567-2746

3. Décimas 2567-2746

2746

2657ss: Prudencia rechaza a Alonso y los

30.000 ducados quitados a Celia

III

5. Posada de Félix

2747-2890

4. Romance

e-a

2141-289Ü

2890

2747ss: Félix y Florencio enumeran los lugares

de Madrid que Ana tiene que ver

III

5. Posada de Félix

2747-2890

4. Romance

e-a

2141-289Ü

2890

2801ss: Prudencia (2801) y luego Celia (2813)

y Alonso (2835) acuden; Félix da su mano a

Celia; Alonso consiente casarse con Prudencia,

a la que Félix acaba de rechazar; el gracioso

Galindo se casa con la criada Elena

5 8 Otro caso de paso del exterior al interior sin ningún corte aparente ni cambio métrico.

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2 8 M A N U E L C O R N E J O Criticón, 97-98, 2006

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Resumen. El propósito de este estudio es analizar el espacio dramático madrileño en El sembrar en buena tierra. La Corte desempeña un papel indirecto en la progresión de la acción y contribuye al surgir de una poética del corazón, mediante una inversión de las imágenes de la urbe como mar de perdición o sede de la venalidad.

Résumé. Cette étude se propose d'analyser l'espace dramatique madrilène dans El sembrar en buena tierra. La Cour joue un rôle indirect dans le déroulement de l'action et contribue à l'émergence d'une poétique du cœur, par une inversion des images de la ville comme mer de perdition ou siège de la vénalité.

Summary. The purpose of this study is to examine the part played by the depiction of Madrid in El sembrar en buena tierra. The Court plays an indirect role in the unfolding of the plot and contributes to the creation of an ethic based upon the poetics of the heart by the inversion of the image of the city, which becomes a place of corruption and greed.

Palabras clave. Ciudad. Comedia. Corte. Espacio dramático. Madrid. El sembrar en buena tierra. VEGA, Lope de.

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GALANES Y DAMAS E N LA COMEDIA NUEVA

UNA LECTURA FUNCIONALISTA

DEL TEATRO ESPAÑOL

DEL SIGLO DE ORO

CHRISTOPHE C O U D E R C

Madrid • Iberoamericana «Vervuert • 2 0 0 6

Biblioteca Áurea Hispánica, 2 3