Reforma del Estado peruano. Seminario en el 90 aniversario de la PUCP

Embed Size (px)

Citation preview

Reforma del Estado peruano

REFORMA DEL ESTADO PERUANOSeminario en los 90 aos de la Pontificia Universidad Catlica del Per noviembre del 2006 / noviembre del 2007

Henry Pease Garca y Giofianni Peirano Torriani(editores)

La publicacin de este libro ha sido posible gracias al apoyo y participacin de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) a travs de la Secretara de Gestin Pblica y el Programa de Modernizacin y Descentralizacin del Estado de la PCM. Agradecemos especialmente el respaldo brindado por Jorge del Castillo Glvez, Presidente del Consejo de Ministros; Nilda Rojas Bolvar, Secretaria de Gestin Pblica de la PCM; y Grover Pango Vildoso, Secretario de Descentralizacin de la PCM.REP

ICA DEL P BL ER

Reforma del Estado peruano Primera edicin, octubre de 2008 Henry Pease Garca y Giofianni Peirano Torriani, 2008 Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Catlica del Per, 2008 Av. Universitaria 1801, Lima 32 - Per Telfono: (511) 626-2650 Fax: (511) 626-2913 [email protected] www.pucp.edu.pe/publicaciones Prohibida la reproduccin de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. ISBN: 978-9972-42-867-8 Hecho el Depsito Legal en la Biblioteca Nacional del Per N 2008-13225 Impreso en el Per Printed in Peru

Ponencias: Ciro Alegra Rolando Ames Flavio Ausejo Gorki Gonzles Javier Iguiz Juan Jimnez Mayor Daniel Levine y Jos Molina Enrique Obando Henry Pease Garca Guilles Pellissier Francisco Tvara Allan Wagner Debates: Alberto Adrianzn Walter Albn Roxana Barrantes Mariana Balln Javier de Belaunde Cecilia Blume

Ren Cornejo Julio Cotler Nelson Chui Jorge del Castillo Francisco Eguiguren Max Hernndez Sinesio Lpez Francisco Mir Quesada Rada Carlos Monge Ivn Montoya Aldo Panfichi Grover Pango Patricia Ruiz-Bravo Aurelio Pastor Alfredo Prado Jos Robles Catalina Romero Marcial Rubio Fernando Tuesta Mayen Ugarte

ndice

Introduccin Henry Pease Garca Captulo 1. Un Estado para todos Reforma y construccin democrtica del Estado Rolando Ames Papel del Estado en una economa contra la pobreza Javier Iguiz Panel: Rolando Ames, Javier Iguiz, Cecilia Blume, Julio Cotler, Ren Cornejo y Max Hernndez Captulo 2. Reforma administrativa Flavio Ausejo La reforma administrativa del Estado: hacia una eficiente gestin pblica Polticas pblicas en descentralizacin Vocacin de servicio al ciudadano Estado regulador en un contexto de expansin La descentralizacion en Francia Guilles Pellissier Captulo 3. Reforma poltica Reforma poltica para consolidar el rgimen democrtico Henry Pease Garca Panel: Jorge del Castillo, Francisco Mir Quesada Rada, Aurelio Pastor, Nelson Chui, Alberto Adrianzn, Francisco Eguiguren

11 19 19 36 62 81 83 101 109 127 169 185 185 256

Reforma del Estado peruano

Calidad de la democracia en Amrica Latina: ndice especfico y evaluacin comparada de los pases Daniel Levine (Universidad de Michigan) Jos Molina (Universidad del Zulia) Panel: Catalina Romero, Sinesio Lpez, Fernando Tuesta, Daniel Levine Captulo 4. Defensa nacional Exposicin del Ministro de Defensa Allan Wagner Tizn Las misiones de las FFAA en el Per: un asunto crucial Ciro Alegra V. La reforma del Estado en el sector Defensa: un balance de la gestin del Ministro Allan Wagner Enrique Obando Panel: Ciro Alegra, Enrique Obando, Alfredo Prado, Jos Robles Captulo 5. Reforma judicial Exposicin del Presidente de la Corte Suprema de Justicia y Presidente del Poder Judicial Francisco Tvara La enseanza del Derecho, cultura legal y reforma Judicial Gorki Gonzles Mantilla Reforma en la organizacin y gestin judicial: un reto pendiente Juan Jimnez Mayor Panel: Juan Jimnez Mayor, Javier de Belande, Yvn Montoya, Walter Albn Captulo 6. Sesin de clausura

284 308 321 321 333

353 368 381

381 400 425 459 479

10

Introduccin

La reforma del Estado es un tema largamente presente en la sociedad peruana, con significados contradictorios segn cada etapa de nuestra historia republicana. En los aos sesenta del siglo XX se reclamaba ms Estado, adems de reclamar que la vieja oligarqua retirara sus manos de este. Recin en 1963, en los famosos cien primeros das de su primer gobierno, el presidente Belaunde cre el Banco de la Nacin. Con ello reemplaz la vieja Caja de Depsitos y Consignaciones, que cobraba los impuestos y era manejada por el ncleo de los banqueros de la vieja oligarqua. Recuerdo una investigacin que mostr que en los seis aos del gobierno del presidente Prado (1956-62), con un Fondo de Educacin Nacional de 80 millones de soles por ao, apenas se construyeron 400 aulas en el Per; no se encontr robo, pero s se prob cmo lucraba, en ese tiempo, con el dinero pblico el viejo Banco Popular de los Prado: en la prctica se depositaba, pero este no se gastaba.1 Hasta el Banco Central de Reserva era manejado directamente por los banqueros de la vieja oligarqua, en evidente confusin de lo pblico y lo privado, pues tenan mayora en el directorio. El gobierno designaba al Presidente del BCR, pero este quedaba en minora. No era absurda, pues, como tantos pensaron, la actitud del Presidente Belaunde cuando la vspera de la devaluacin de 1967 declar que devaluar sera una traicin a la Patria. Lo que ocurra es que ni l ni la gente de su gobierno lo decidan y antes de la devaluacin los estaba presionando. Ese era el Estado de los sesenta,1

Testimonio de mi padre, Ministro de Educacin Pblica en 1962-1963, a quien ayud sin ser empleado pblico durante mi primer ao de Universidad. De esa investigacin, que pretendi un catastro de construcciones escolares, habl ya en el gobierno de Belaunde el ministro que lo sucedi, el doctor Francisco Mir Quesada Cantuarias, cuando lo interpelaron en el Congreso. Dio las cifras e hizo la crtica que corresponda. Con los 80 millones de soles del ao en que fue ministro mi padre se hicieron 1.500 aulas, ms del triple que en seis aos de Prado. Ver Pease Olivera, Franklin. Informe de Educacin Nacional. Lima, 1963.

Reforma del Estado peruano

que tantos empresarios y tecncratas planteaban reformar para impulsar la industrializacin de moda. Los militares del 68 hicieron efectivas las reformas que reclamaban el partido aprista desde los aos 20, Accin Popular, la Democracia Cristiana y el social progresismo, desde fines de los 50. Pero, obviamente, lo hicieron a su manera, sin dudas ni murmuraciones en un Estado vertical y burocrtico. Los militares dejaron de ser, a decir de Velasco, los perros guardianes de la oligarqua y establecieron lo que denomin el Estado Intervencionista.2 Con mucha sangre en el ojo por esta y otras reformas, aplicadas en un rgimen autoritario muy largo, se prepar el terreno de los cambios de la dcada de los 90. Los gobiernos de la dcada de los 80, la dcada perdida, no desmontaron el Estado intervencionista: lo usaron hasta llegar a extremos de ingobernabilidad en medio de una sociedad en profunda crisis. La reforma del Estado se plante en los 90 como un apndice de las reformas econmicas impulsadas por el Consenso de Washington. En el Per se aplica el modelo neoliberal extremo que analiz Efran Gonzales de Olarte.3 Probablemente por los antecedentes mencionados y por el rgimen autoritario que la hizo posible, las medidas se tomaron sin debate alguno, rpidamente, como quien apura el paso, para que la gente no se d cuenta. Recuerdo todava a algunos economistas que parecan competir en dogmatismo con Sendero Luminoso: no mataban, pero el que pensaba distinto era, en el acto, excluido y cubierto de calificativos. Fujimori se neg a aprobar una reforma integral que le propusieron, pero haba impulsado reformas puntuales que crearon algunas Islas de eficiencia. Ambos procesos los estudia Juan Carlos Cortzar;4 era un tiempo en que no solo se privatiz y liberaliz todo lo posible, sino que se lleg a la actual incapacidad operativa y se produjo la ms grande corrupcin vista en la historia del Per, que minimiza lo ocurrido en la era del guano y los tiempos de Legua. Hablar de reforma del Estado implica, pues, tener en cuenta un proceso largo y contradictorio que hay que estudiar.52

Pease Garca, Henry. El Ocaso del Poder Oligrquico. Lucha poltica en la escena oficial 1968-1975. Lima: desco, 1977. Hay tres ediciones ms en desco y una en el cid editores de Buenos Aires. 3 Gonzales De Olarte, Efran. Neoliberalismo a la peruana. Economa poltica del ajuste estructural 1990-1997. Lima: iep, Consorcio de investigacin econmica, 1998. 4 Cortzar Velarde, Juan Carlos. La reforma de la administracin pblica peruana 1990-1997. Conflicto y estrategias desiguales en la elaboracin de polticas. Instituto de Polticas Sociales, 2002. 5 En la Maestra en Ciencia Poltica, de la Escuela de Graduados de la pucp, hicimos recientemente una publicacin al respecto. Ver Pease Garca, Henry y Carlos Adrianzn Garca-Bedoya, Reforma del

12

Introduccin

Con estos antecedentes, el 2006 empezamos a abordar el tema. No le veamos sentido a seguir en la lgica del Estado mnimo, tan repetida en los 90 acrticamente, no nos preocupaba toparnos con los dogmticos de ayer, pero necesitbamos abrir otro nivel de debate, ms integral y reflexivo, capaz de ver todas las aristas del tema. Tras la transicin hacia un rgimen democrtico, el cambio ms importante fue la reforma constitucional del captulo xiv del Ttulo iv de la Constitucin, que impuls la descentralizacin con la reinstalacin de gobiernos regionales previas elecciones ad hoc. La legislacin derivada de esta reforma, Ley de bases de la descentralizacin, Ley orgnica de gobiernos regionales, Ley orgnica de Municipalidades y Ley de elecciones regionales, constituye en s misma un paso consistente de reforma del Estado, en uno de sus aspectos, y la transferencia de funciones y recursos que desde el 2001 ha ido incrementndose tambin lo es.6 27 al 30 De noviembre Del 2006: un seminario Para actualizar la agenDa El debate sobre la reforma del Estado se ha estancado hace por lo menos una dcada; reabrirlo requiere de un anlisis ms de fondo, obviado en los noventa, donde ms bien el acento fue marcadamente ideolgico. El tema en el Per requiere adems un permanente trabajo de investigacin multidisciplinaria, el cual debe ser incentivado. No es poco lo que est en juego: desde la fundacin del orden social hasta la estabilidad poltica del rgimen democrtico. El tema del Estado en el Per abarca mucho ms que el de su tamao.

Estado en el Per. Un proceso hecho a bandazos. En: Cuadernos de investigacin poltica, Maestra en Ciencia Poltica, pucp, 2007. 6 Muchos critican esta reforma, lo ms consistente del Parlamento 2001-2006 tras las leyes que restablecieron las reglas del juego democrtico en la mayor parte de las instituciones deformadas por el fujimorato. Vale la pena discutirlo, pero no tengo duda de que la descentralizacin no poda esperar y que lo hecho recoge muchos aos de estudio, de avances y retrocesos en el tema. Cuando se dice que la descentralizacin es un proceso, se olvida por ejemplo que no es un proceso lineal, hay avances y retrocesos que complican una visin de conjunto. Hoy vivimos, por ejemplo, un retroceso en el debate sobre el tercio superior en la seleccin de maestros que impone un Decreto Supremo del Poder Ejecutivo. Se pretende que un decreto imponga polticas a los gobiernos regionales que, de acuerdo a la Constitucin reformada, tienen autonoma poltica. Solo la ley es vinculante y nadie es autnomo frente a ella y ciertamente este decreto no reglamenta ley alguna, porque la desnaturalizara al agregar un requisito no previsto en la ley. Este debate se da porque la Ley ha retrocedido frente a lo que fue la reforma constitucional y la legislacin inicial.

13

Reforma del Estado peruano

El Per, pas de mltiples desarraigos, requiere un orden poltico capaz de garantizar a todos la inclusin social sin la cual toda democracia es inestable y perece. O bien el Estado se define como el garante de la inclusin social o bien difcilmente el orden ser legtimo para una legin de excluidos. La democracia y la ciudadana son parte consustancial de ese orden, como lo son la libertad, la competencia y las garantas para una igualdad de oportunidades (por lo menos en el punto de partida). Construir compatibilidades entre estas distintas demandas es responsabilidad de todos los actores pblicos y demanda nuevos enfoques y consensos en torno a la reforma del Estado en el Per.7 Nuestra convocatoria trazaba as el derrotero a seguir y la respuesta que obtuvimos fue contundente. Con generosidad, casi todos los invitados a exponer en paneles y mesas de debate vinieron y participaron. Pero muchos ms 1.300 inscritos va Internet nos dejaron boquiabiertos pues varios interlocutores nos decan que el tema era rido y no atraa a muchos ciudadanos. Tanto fue as que comet el error de aceptar lo que me dijo un funcionario: que la gente se inscriba pero no vena. Por ello, el primer da tuvimos un desorden majestuoso que desbord la capacidad del auditorio de Derecho en los paneles y de las aulas habamos escogido las medianas para las mesas de debate. El seminario cumpli sus objetivos. Los seis paneles fueron perfilando las dimensiones bsicas de la reforma del Estado en el Per, y mostraron su dinmica y complejidad en cada una. El primer panel presidido por Rolando Ames fue redefiniendo el enfoque. Quedaron como trazos iniciales algunas ideas como: Un Estado al servicio del ciudadano, Un Estado garante de la inclusin social, Un Estado que construye socialmente la igualdad la afianza y generaliza comenzando por buscar la igualdad de oportunidades en el punto de partida, (referencias a Educacin, salud y seguridad social). Tambin se plantearon preguntas como para qu Economa?; con ello se constat la polarizacin extrema en niveles de productividad, por ejemplo, y se propuso un estado negociador, capaz de atraer grandes inversiones que proporcionen divisas para importar conocimientos, un Estado regulador y un Estado promotor de la pequea y mediana empresa. El segundo panel sobre la reforma poltica que presid traz el rumbo en los cambios necesarios respecto al sistema electoral, al sistema de partidos y al sistema de gobierno. Hubo consensos iniciales sobre atenuar el presidencialismo sin salir de este sistema, crear el Senado y afianzar la descentralizacin, as7

Documento de convocatoria al seminario del 2006.

14

Introduccin

como reforzar la representacin y su representatividad en este rgimen. Fueron particularmente importantes las mesas de debate sobre partidos polticos, con Sinesio Lpez y Juan Paredes Castro, sobre el sistema electoral, con Fernando Tuesta y la presencia de la Jefa de la onpe, Magdalena Chu; sobre la evaluacin de la Ley de transparencia y acceso a la informacin del Estado, presidida por el Vicerrector Acadmico, Marcial Rubio, y con la presencia del director del Diario La Repblica, Gustavo Mohme S. y otros miembros del Consejo de la prensa peruana; sobre organismos reguladores, que presidi Jorge Avendao y sobre descentralizacin, presidida por el Vicerrector Gonzales de Olarte y con una asistencia muy grande de ciudadanos. El tercer panel sobre la defensa nacional, presidido por Farid Kahhat, debati sobre Defensa con el ministro Allan Wagner y sobre Orden interno con la ministra Pilar Mazzetti. Las reformas para asegurar una conduccin civil en las polticas de defensa y los temas de educacin en las FFAA y en la Polica Nacional tambin fueron puestos en la agenda como algo esencial al rumbo democrtico. Hay aos de historia que muestran aqu y en todas partes que la subordinacin militar al rgimen democrtico no es solo una declaracin constitucional, se construye en las reglas de juego que se cumplen en estos mbitos y es un proceso esencial para consolidar la democracia. El cuarto panel, sobre reforma de la administracin pblica, presidido por Flavio Ausejo, con la presencia de la ministra de Transportes y Comunicaciones, Vernica Zavala, debati sobre la reasignacin de recursos en el territorio respetando la descentralizacin, sobre la Ley del Empleo Pblico y la Ley Orgnica del Poder Ejecutivo (lope) N 29158. Publicada el 20 de diciembre de 2007 y sobre la reforma de las polticas pblicas de carcter universal. En este tema, dos mesas de debate fueron muy importantes para armar la agenda: la que trat sobre indecopi y la que trat sobre organismos reguladores El quinto panel, presidido por Carlos Montoya Anguerri, debati sobre la reforma judicial. Retom la agenda propuesta por la Comisin de Reforma Integral de la Administracin de Justicia (ceriajus) y ampli los temas all presentados e incluy la enseanza del derecho en relacin con las necesidades de la reforma. El sexto panel, presidido por Catalina Romero, decana de la Facultad de Ciencias Sociales, profundiz sobre la transparencia de la fiscalizacin y la participacin ciudadana y cont con el apoyo de dos mesas de debate: una sobre la evaluacin de la Ley de transparencia y acceso a la informacin del Estado y otra sobre los programas sociales y la mesa de concertacin de lucha contra la pobreza.15

Reforma del Estado peruano

Queremos recordar el aporte de esta primera parte del seminario en la que fue armndose la agenda. Obviamente, la segunda, del 2007, dependi no solo de este primer trazo, sino de los recursos que se obtuvieron para investigaciones especficas, en nuestro caso y en otras instituciones. Queremos agradecer el aporte de todos los participantes, pero los nombres de aquellos que estuvieron el 2006 en los paneles por no estarlo el 2007 no aparecen en este libro. Entre ellos, se encuentran Enrique Bernales, Lourdes Flores Nano a quien una fuerte gripe impidi llegar al panel del 2007 en el que haba confirmado su presencia con el entusiasmo de siempre, Pilar Mazzetti, Fabian Novak, Vernica Zavala, Ricardo Martn Tirado, Carlos Montoya Anguerri, Ernesto de la Jara, Ral Castro, Greta Minaya, Beatriz Boza y Carlos Ferrero quienes hicieron aportes sustantivos en los paneles que integraron. A Carlos tenemos que pedir disculpas, pues por un error involuntario, de nuestra responsabilidad, no pudo participar en el panel sobre reforma poltica. Es imposible mencionar aqu a todos los que participaron en las mesas de debate, pero su aporte se da en el conjunto del seminario. 12 al 16 De noviembre Del 2007: seminario reforma Del estaDo en el Per Al replantear la agenda, la especialidad de Ciencia Poltica y Gobierno enfatiz el carcter integral de su enfoque sobre la reforma del Estado y, por tanto, se convoc y participaron especialistas desde la Economa, el Derecho, la Filosofa, adems de la Sociologa y la Ciencia Poltica. Desde la gestin pblica, privada y no gubernamental vinieron aportes insustituibles. Se configuraron as los cuatro mbitos que, luego del primer panel sobre el enfoque, Un estado para todos, forman parte de este libro: La reforma administrativa, La reforma poltica, La reforma en el sector defensa y La reforma judicial. Para noviembre del 2007 la inscripcin arroj una cifra de ciudadanos an mayor: 1.547. Pero con la experiencia anterior advertimos a tiempo las actividades que llenaban su espacio mximo y habilitamos salones contiguos al auditorio en algunos momentos punta. La comunicacin por Internet seguir con las personas interesadas, para mejor difusin de los avances. Este libro reproduce las ponencias, corregidas por sus autores, y los debates de cada panel, en los que esta correccin no ha sido posible siempre y, por ello, la hemos asumido bajo responsabilidad los editores. Se han incluido los textos de dos clases magistrales: una sobre la experiencia de descentralizacin en16

Introduccin

Francia y otra sobre la calidad de la democracia en Amrica Latina. No hemos podido incluir las dos Mesas Redondas. La primera sobre democracia en la regin andina fue muy importante para ubicarnos con relacin a nuestras sociedades vecinas con las que tenemos mucho en comn. Ser publicada por idea Internacional que organiz dicha Mesa. Queremos agradecer la estimulante presencia de Rafael Roncagliolo (Per), Antonio Aranbar (Bolivia), Armando Novoa (Colombia), Augusto Becerra (Ecuador), Rolando Ames (Per) y Margarita Lpez (Venezuela). La segunda Mesa Redonda, para evaluar la accin del Estado ante el terremoto, no la pudimos publicar porque no solicitamos ponencia escrita, aunque estn grabados los debates. Queremos agradecer el aporte de Julio Vargas (Representante de Escuela de Graduados), Revendo Padre Gastn Garatea (SS.CC.), Martn Soto (CarePer), Lucy Harman (Care-Per) y al Gral. Luis Palomino (Jefe Indeci). Nuestro Vicerrector Acadmico, el doctor Marcial Rubio, no quiso declarar clausurado este seminario y lo declar en hibernacin hasta el 2008. Supongo que lo hizo as por la actualidad del tema y la necesidad de seguir avanzando. Pero es evidente que la Universidad podr hacerlo si logra avanzar ms en investigaciones y concertar con entidades que lo estn haciendo y/o puedan apoyarnos. Eso permitir novedades, adems del intercambio de especialistas. En mis 37 aos como profesor de esta Universidad siempre he admirado algo de su organizacin, algo que me hace recordar una famosa regla Scout: quien lo propone, lo hace. A veces renegamos de ella, en las horas difciles para construir, pero es una combinacin de libertad y respeto a la iniciativa de cada uno lo que esta frase encierra. Al regresar a tiempo completo el 2006, vena con la idea de armar un Instituto que investigara sobre Estado, reforma del Estado, Polticas pblicas. Pareci que no era el momento adecuado porque acababan de formarse otros dos Institutos. Propuse este Seminario y se hizo realidad porque todos aportaron, los profesores de mi especialidad y los de otros campos, las autoridades del Departamento acadmico y la Facultad de Ciencias Sociales y hasta el propio rectorado, con sus tres integrantes. En la pucp, las iniciativas se concretan desde abajo y eso es muy importante; es parte de su ambiente, como las flores y los jardines que nos acogen. Pero debo agradecer un esfuerzo particular, intenso y continuo, de Rolando Ames, ex decano de nuestra Facultad que hoy Coordina la especialidad de Ciencia Poltica y Gobierno. Constatada la necesidad, recurri a todas las17

Reforma del Estado peruano

instancias y a todas las puertas para financiar el Seminario y los trabajos de investigacin que reunimos en este libro. Por eso, podemos agradecer al pnud y al bid, a idea Internacional y a los gobiernos de Francia y Estados Unidos de Norteamrica. Quiero dar un agradecimiento especial a la Fundacin Ford. Les propuse, antes de regresar a tiempo completo, el proyecto de investigacin que se concret a fines del 2006 y ha hecho posible todo lo avanzado en el tema de reforma poltica. Es una columna vertebral para la reforma del Estado. En el 2006 tuve el apoyo de Carlos Alberto Adrianzn, que en estos das se inaugura como profesor en el curso de Realidad Social Peruana de EEGGLetras, y en el 2007 me apoy Giofianni Peirano, alumno de Ciencia Poltica quien, adems, comparti conmigo el trabajo de edicin. A ambos mi gratitud junto con Milagros Barletti, secretaria, y Lucrecia Lpez, asistente administrativa durante los meses previos al evento. Henry Pease Garca

18

Un Estado para todos

Captulo 1

reforma y construccin Democrtica Del estaDo Peruano Rolando Ames La primera parte de esta ponencia se aboca a mostrar cmo las ciencias sociales y la ciencia poltica recomiendan entender siempre al Estado moderno, como un fenmeno social complejo, dependiente de itinerarios histricos propios a cada pas, no reductible a su administracin burocrtica y hoy da sometido a cambios intensos por el carcter global de la economa y de las comunicaciones. Por tanto, la reforma del Estado involucra cambios en el comportamiento de muchos ms actores y aparatos que los de su burocracia. La reforma administrativa es solo parte, en todo caso, de una verdadera reforma del Estado, que implica siempre cambios en las relaciones entre el Estado y la sociedad. Por otra parte, el concepto de lo pblico rescata a veces mejor que lo que se vive actualmente como poltica, los retos centrales que esa poltica debiera afrontar. Se seala, finalmente, que hoy da es inters vital de la seguridad mundial que los Estados sean eficientes y legtimos y que esa legitimidad est asociada a elecciones y consensos democrticos. Sin embargo, en pases como el Per, el Estado no solo tiene que ser reformado, sino que est pendiente de culminacin su construccin democrtica bsica, ya que ella supone asegurar a todos sus miembros los mnimos bsicos de libertad personal y de calidad de vida social. En la segunda parte se discute cmo el Estado peruano evoluciona en esta dcada hacia formas de esa condicin ms democrtica, por iniciativas diversas, pero de modo desordenado y parcial, sin alcanzar an niveles consistentes ni de eficiencia ni de legitimidad, sin ser por tanto todava un Estado para

Reforma del Estado peruano

todos. Como primera ponencia del Seminario, el texto abre un conjunto vasto de cuestiones a fin de dejarlas planteadas para el dilogo y las reflexiones posteriores. El Estado modErno: un fEnmEno social complEjo Lo ms visible cotidianamente del Estado es su administracin, sus centenares de miles de funcionarios pblicos, sobre todo dependientes del Poder Ejecutivo, sus oficinas, sus procedimientos, el cmulo de funciones distintas que cumplen en medio de la sociedad. El Poder Legislativo y el Judicial son ms pequeos, pero las mayoras creen que tambin realizan mal sus funciones. Reformar el Estado fue un trmino que adquiri su actual contenido en el contexto particular de la dcada de los noventas y se centr en la reforma de la administracin, comprendida entonces como disminuir o achicar el peso del Estado. Es claro que reformar la burocracia estatal en general para hacerla ms eficiente es un tema crucial. Esa burocracia es, desde Max Weber, tambin analticamente, el rasgo propio del Estado moderno. Reformar el Estado es, sin embargo, ms que una tarea administrativa y tcnica; por eso, cuando se aborda solo desde esa ptica, los resultados son contradictorios e insuficientes. Trataremos de fundamentar esta perspectiva. Luego sostendremos que si se nos pide hablar del Estado peruano, de sus caractersticas generales, deberemos decir que estamos ante un todo contradictorio, que suma la marca de autoritarismos recientes y antiguos, que tiene zonas importantes de democracia y de eficiencia, pero tambin de rutinas sin sentido y clientelismos teidos de corrupcin. Se trata de un Estado ausente en buena parte del territorio; de un aparato administrativo cuyas bases culturales y legales permanecen todava ajenas y poco comprendidas por parte de la poblacin. No es posible entonces, a nuestro juicio, hablar de reforma del Estado sin tener en cuenta estos grandes contextos. Y sin decir, finalmente, que el Gobierno actual, que se acerca ya a sus dos aos de existencia, no parece decidido todava a abordar el conjunto del problema que nos ocupa en este Seminario. El Estado no es un aparato administrativo sobre el cual puede actuarse como si fuera separable de la sociedad. El Estado tiene otras actividades y significaciones. l es la materializacin de un orden legal que se impone en todo el territorio y este orden expresa adems, relaciones de poder, algunas muy importantes y definitorias, entre la pluralidad de actores sociales,20

Un Estado para todos

especialmente diversos en nuestro caso. Adems, el Estado es la expresin de una realidad simblica colectiva, que es lo que llamamos nacin, un Per del cual nos sentimos, subjetivamente, ms o menos parte. Como se sabe, el anlisis histrico muestra que en muchos casos es el mismo Estado moderno el que ha sido el promotor en buena parte de aquellos sentimientos nacionales colectivos (ver el ya clsico Comunidades imaginadas de Benedict Anderson). Finalmente, la administracin misma es una realidad social cuyos miembros, hombres y mujeres de carne y hueso, actan combinando las normas legales formales con las costumbres o pautas culturales reales de la localidad, la regin, la sociedad de la que forman parte. La administracin es tambin ese conjunto social vivo de sus funcionarios, cuyas reales formas de comportamiento y mltiples intereses no conocemos bien y sin cuya participacin nada podr mejorarse. Por eso en este Seminario, al analizar la reforma del Estado desde las Ciencias Sociales, consideramos a la reforma estrictamente administrativa como una parte fundamental, pero parcial del todo que es el Estado peruano hoy. El Estado rene administracin, instituciones polticas y sentimientos desiguales de pertenencia (ODonnell 2004). Y el Estado es la cspide y el conjunto del armazn que nos hace, para bien o para mal, una sociedad poltica nica que se llama Per. La Administracin y el Gobierno representativo forman ambos parte del Estado. Las normas constitucionales y legales tratan de diferenciar internamente sus campos, precisamente porque tienen que trabajar en comn, desde el mismo gran aparato. Por eso, en este Seminario, la reforma poltica es parte central de la agenda de trabajo. En este sentido, el Estado no es una empresa, aunque muchas de sus funciones y servicios aisladamente puedan ser comparados tilmente con esa organizacin que es intrnsecamente diferente. a. enfoques sobre el estado desde la ciencia Poltica 1. El enfoque de Ciencia Poltica pone pues el nfasis en la realidad social del Estado como institucin marcada por la trama de relaciones sociales en medio de las cuales existe, y en la organizacin poltica y de poder que el mismo constituye con su existencia, con todas sus consecuencias objetivas y subjetivas. 2. Es particularmente importante detenerse un instante en los conceptos de instituciones y de actor estratgico para hablar de reforma del Estado. Las instituciones en Ciencia Poltica no estn definidas solo21

Reforma del Estado peruano

por las leyes, sino por las pautas que se observan de hecho en la prctica social dentro y alrededor de ellas. Eso concuerda con el conocido anlisis de Douglas North que distingue instituciones como reglas de juego y organizaciones como jugadores. Dentro de ese enfoque emprico ha cobrado as mismo relevancia distinguir que en poltica no todos los actores sociales tienen igual poder pblico y distinguir que entre los que influyen debe diferenciarse a los que lo hacen dentro o aun en contra de las reglas de juego, de los que tienen capacidad para establecer esas reglas y sostenerlas. A estos ltimos se les llama por eso actores estratgicos (Prats 2000). Como la reforma del Estado implica necesariamente cambios sociales en un sentido u otro, la disposicin y el comportamiento de los actores estratgicos resultarn decisivos para impulsar, bloquear o debatir sobre qu clase de reforma se quiere impulsar. Sin embargo, en las discusiones sobre reforma del Estado, olvidamos con frecuencia esta comprensin ms amplia de instituciones y esta nocin especfica de actores estratgicos. Entonces, trazar orientaciones de cambio del Estado implica conocer bien cules son las pautas reales y no solo las legales con que se opera en los distintos mbitos de la administracin por jefes y subordinados. Y, por otro lado, exige tomar en cuenta qu quieren del Estado, actores estratgicos diversos como los organismos internacionales de crdito, las grandes empresas, las fuerzas armadas, adems de los partidos o las corrientes sociales ms vigorosas, si las hay. b. De lo poltico a lo pblico Otra cuestin analtica necesaria como cuestin previa para entender qu clase de Estado tenemos y por qu y cmo reformarlo es la distincin reciente que se opera entre la nocin de lo poltico y lo pblico. Hasta la dcada de los setenta estbamos acostumbrados a asociar lo poltico con lo estatal y con lo pblico. Los actores pblicos eran los actores polticos, principalmente los partidos y el gran definidor de qu se haca en lo pblico era el Estado. Hoy se percibe mejor que lo que afecta a todos no es solo lo que hacen los actores polticos y especialmente los partidos. En los noventas nos acostumbramos en muchas partes del mundo y particularmente en el Per a que los partidos y la poltica se debilitaron, se hicieron objeto de crtica y hasta de burla. El antiestatismo creci entonces y la idea de muchos fue que, cuando menos Estado, pues mejor. Y, sin embargo, los problemas pblicos seguan siendo22

Un Estado para todos

crticos. Ellos requieren de instituciones pblicas para el manejo racional de los conflictos, es decir, de buen gobierno, de buena poltica, de buen Estado. Ya a mediados de los noventas, existan anlisis finos de los nuevos rasgos de la globalizacin y sus consecuencias para los Estados. La triloga de Manuel Castells de 1997 es, sin duda, el estudio ms abarcante y ambicioso. Mucho de lo ms relevante viene hoy definido en buena parte por fuera del Estado y de las instituciones de la poltica representativa. Es en el campo de las grandes empresas, en los centros avanzados de innovacin tecnolgica, en los equipos de asesores de los actores estratgicos, en los medios de comunicacin de mayor alcance, donde se define mucho de lo que antes dependa de la poltica. Y, sin embargo, como se redescubre tambin la importancia que mantienen el buen gobierno, el Estado eficiente y la poltica democrtica, se tiene que convenir que vivimos una sociedad mucho ms compleja donde los actores e instituciones polticas clsicas tienen que convivir e interactuar con instituciones privadas de gran relevancia pblica. Por eso, simplificando, puede decirse que hemos pasado de lo poltico estatal a lo pblico poltico. Por razones de este tipo es que uno de los sanos nfasis de la reforma del Estado es atender ahora la calidad de las polticas pblicas. Y, adems, darles seguimiento en el conjunto de sus procesos de decisin e implementacin en que interactan actores del Estado, de la empresa y de las llamadas sociedades civiles. El concepto de lo pblico puede referirse tanto al escenario mundial, al nacional, como a los espacios regionales y locales. Parte de las polticas pblicas que se definen segn estudios y recursos que vienen de los mbitos de mayor poder mundial se aplican a poblaciones que viven apiadas en las periferias pobres de las ciudades o en escenarios distantes, algunos semirurales, donde sus culturas y hbitos no occidentales mantienen mucha vigencia. Y es segn los criterios de esas poblaciones que las polticas pblicas sern aprobadas o no, tanto como eficientes, como si son sentidas como democrticas o no. Los trminos de la democracia han variado, pues, profundamente y han cambiado sus actores y protagonistas. En consecuencia, el proceder del gobierno y de sus conductores debiera cambiar tambin. Escuch a Fernando Henrique Cardoso, cientfico social y Presidente dos veces del Brasil, decir en una reunin del bid en Lima hace dos aos que gobernar estas sociedades complejas, en esta poca de lo pblico, no es pretender guiarlo todo desde un solo centro, o con las ideas personales de los presidentes o de sus equipos de asesores. Segn Cardoso, el buen gobernante ms que viga y conductor debe ser hoy el director de orquesta que hace23

Reforma del Estado peruano

surgir la armona desde instrumentos y sonidos muy diferentes, que manejan centenas de actores inteligentes y distintos. Los objetivos de una vasta y genuina reforma del Estado tienen que alcanzar as, en esta perspectiva, la mejora de la vida pblica, y tienen que comprometer, de un lado, a los actores con ms poder y, de otro, a los distintos grupos sociales en la base de la sociedad. Todos ellos estn involucrados en un proceso real de reforma del Estado. c. De la reforma a la construccin del estado En esta dcada del 2000, los anlisis ms serios han avanzado an un paso ms. Vimos el rpido distanciamiento de la idea de que el buen Estado es el ms pequeo y que el crecimiento econmico y la gestin tcnica eficiente se bastaban para asegurar el buen gobierno. Por eso, ya hace 10 aos el Banco Mundial titul un informe anual como el regreso del Estado. Ms recientemente, en el 2004, Francis Fukuyama, el autor de aquel texto tan emblemtico como forzado sobre el fin de la historia (1991), que tena que ver con el supuesto fin de un tipo de poltica, lanz el trmino de construccin del Estado como consigna prctica. Se trata segn l de un proceso que debe emprenderse en aquellos pases donde la precariedad del Estado-Nacin crea serios problemas de gobernabilidad y seguridad no solo a ellos mismos, sino a todo el orden mundial. Nos guste o no el autor, lo que destaco es que se ha pasado a un nivel mayor de conciencia de la vastedad de los problemas que se derivan de estados ineficientes y poco legtimos. Y que ese es hoy el horizonte en que se plantea la cuestin de la reforma democrtica del Estado, muy lejos de la comprensin restrictiva y parcial que el gobierno autoritario y tecnocrtico de Fujimori contribuy a introducir en la mentalidad de los peruanos a lo largo de los noventas. Sobre este ltimo aspecto quiero solo recomendar a los expertos en estos temas tomar nota de la til distincin analtica que hace Fukuyama, entre lo que llama las dos dimensiones de la estatalidad. La que tiene que ver con el alcance o tamao del Estado y la que se refiere a la fuerza o consistencia con que cumple sus funciones, sean pocas o muchas. Sobre esa base, el autor pone el acento en que lo ms importante es que el Estado haga bien lo que decida hacer. Y eso recalca la importancia de que sus polticas pblicas, que apuntan a atender necesidades bsicas, alcancen efectivamente a todos. Parece como si en un mundo ms interdependiente estuviera resultando ms fcil la percepcin de que muchos pases no produjeron por ellos mismos este artefacto moderno cultural, administrativo y militar que es el Estado24

Un Estado para todos

democrtico moderno. Y ha crecido la preocupacin porque tales Estados muchas veces importados en sus orgenes de las metrpolis (ver, por ejemplo, Badie 1992), en tanto sean ineficientes y antidemocrticos, se conviertan en un problema para la seguridad mundial, vista al menos desde Washington. Los Estados Unidos lo reconocen as explcitamente. Por eso ha tomado fuerza la nocin de Estados fallidos y Fukuyama, por ejemplo, en una posicin que por cierto no comparto, razona sobre si sera necesario que, antes de que un Estado fallido se vuelva enemigo, no habra que invadirlo para ayudarlo desde afuera a construir el Estado democrtico. La mencin a Irak es explcita, por supuesto. Lo que tiene que ver con nuestro argumento es que, desde horizontes ideolgicos e intelectuales muy distintos, se asume ahora como responsabilidad pblica y de los Estados en particular, lograr que toda su poblacin acceda a la cobertura de sus necesidades bsicas y al progreso en educacin y capacidad tcnica, indispensables para el crecimiento econmico. El objetivo es que se alcance la legitimidad democrtica y la estabilidad poltica, idealmente en cuantos ms pases mejor. El Estado que existe divorciado de su sociedad es precario y no da seguridades, ni al inversionista externo, ni a su propia poblacin. Para concluir esta parte, acercando ya este anlisis ms conceptual al caso del Per, quiero aludir al Informe Final de la Comisin de la Verdad, de la cual form parte. Nuestra misin nos oblig a mirar el Estado desde los territorios donde viven los peruanos y peruanas ms discriminados, ms pobres y menos incluidos. Dos grandes fenmenos que constatamos me parecen pertinentes a evocar. La literal ausencia de las organizaciones ms elementales del Estado en esas zonas rurales andinas y las brechas que nos separan a los peruanos entre nosotros y, particularmente, con los que viven en esos lugares. Se trata no solo de dos mundos, sino de un amplio arco social donde varios segmentos de poblacin vivimos sin vernos ni reconocernos entre nosotros, sea fsica o, peor, culturalmente. Es sobre el piso de esta sociedad peruana que sin duda se comunica y se integra hoy mucho ms que antes desde donde nos toca construir un Estado democrtico multicultural a partir de un conjunto ojal concertado de reformas urgentes. Las posibilidades a favor son hoy, quizs, mejores que nunca, pero la magnitud de la tarea no la recordamos para provocar desaliento, sino precisamente para aprovechar mejor este tiempo. Lo hacemos para no olvidar las graves deudas pendientes que tenemos con aquellas mayoras.25

Reforma del Estado peruano

Otro hecho nacional, ms vasto an que el Informe de la cvr, ha venido a confirmar el peso del desencuentro entre grandes sectores sociales del pas. Me refiero al resultado de las elecciones. Como acaba de mostrarlo muy bien en un libro reciente Ricardo Vergara, hay una correspondencia entre las opciones por los tres principales candidatos con tres grandes regiones del pas, la sierra centro sur, la costa norte y Lima que distan mucho entre s, en grado de modernizacin econmica, de integracin socio-cultural y precisamente de necesidad de Estado. No puede haber otro objetivo mayor para la reforma del Estado democrtico que promover el dilogo y la complementariedad entre sectores tan distanciados. dEsdE dndE construimos El Estado dEmocrtico En El pEr? a. antecedentes remotos y recientes para la debilidad de nuestro estado democrtico Empezar esta segunda parte apuntando a otra clase de desencuentro, quizs muy circunscrito, pero a mi juicio muy significativo, esta vez en el estudio y la accin sobre el Estado. Me refiero al escaso dilogo entre los expertos que vienen de la Historia o los estudios culturales por una parte y a los que, por otra, se aplican al diseo y aplicacin de las polticas pblicas. Quiero decir que los que estn interesados en objetivar cmo se form el Estado en el Per, las relaciones en la sociedad colonial, el olvidado siglo xix y los distintos imaginarios que existen sobre el Estado actual, conversan poco con los que estn trabajando en formular e implementar polticas pblicas en el presente. Sin embargo, como lo vimos antes, las polticas pblicas comprometen a sectores diversos cuyas sensibilidades son poco tomadas en cuenta. Este hecho me parece un ejemplo de la debilidad de los procesos que debieran ayudarnos a reconocer y repensar mejor el Per actual y su Estado, incluso entre expertos distintos. Y ello tiene que ver en la prctica con las debilidades de nuestra imaginacin colectiva para innovar en las maneras de gestionarlo y refomarlo. La marca de un tecnocratismo excesivo en el enfoque administrativo de la reforma del Estado, generalmente asociado a un legalismo formal que olvida las desigualdades y diversidades de nuestra realidad social, es una herencia que vino asociada al autoritarismo del rgimen de Fujimori. Quizs hemos reaccionado ms al autoritarismo que a este supuesto ingenuo de que los tcnicos calificados pueden, desde Lima, dirigir la enorme y maltratada burocracia que opera en zonas tan distintas y distantes de nuestro territorio. De all nuestra26

Un Estado para todos

insistencia de la primera parte en incluir la reforma administrativa con la reforma poltica y ahora con la construccin social, plural, multicultural del Estado, como parte de la misma agenda de una reforma de conjunto. Para objetivar mejor dnde estamos realmente en la construccin democrtica del Estado peruano hace falta partir por asumir la gravedad de la pobreza y de las desigualdades socioeconmicas, asociada a las distancias entre los distintos mundos culturales de nuestra sociedad que acabamos de evocar. En esta parte debemos referirnos, sin embargo, a los factores ms recientes que han dado lugar a las actuales caractersticas del Estado. Empezaremos con la gravedad de lo ocurrido a fines de los ochentas. La debacle socio-econmica, la crisis fiscal y el derrumbe de todos los partidos importantes que erosion profundamente al Estado. Luego no podemos negarnos a la memoria de ms de dcada y media de violencia en la poltica, de guerra interna generada por una ideologa sectaria hasta el mximo, que surgi desde nuestra misma sociedad y que fue combatida con frecuencia con crmenes y complicidad desde el propio Estado. Ese pasado ha generado felizmente un extendido hartazgo con la violencia en la poltica la protesta social es un terreno distinto y es menester afirmarnos en esta voluntad de negociacin en medio de los conflictos. Hay, desgraciadamente, quienes parecen desear que el terrorismo reviva, quizs para as restringir una democracia en la que no quieren confiar. Otra exigencia en la valoracin de la historia reciente del Estado tiene que ver con la continuacin del debate sobre el fujimorismo y el conjunto de la dcada de los noventas. Algunos sealan que se logr la observancia indispensable de la racionalidad en el manejo de las finanzas pblicas, pero se privilegi en cambio una apertura econmica total, con amplia desregulacin estatal. Se alcanz un crecimiento macro-econmico importante, pero se neg el valor del dilogo democrtico y la legitimidad de las oposiciones. El irrespeto a las instituciones fue la norma del Gobierno. Las violaciones a los Derechos Humanos y la corrupcin estn felizmente sometidas a un juicio ejemplar hoy ante los tribunales del propio Estado. Diferenciar logros de errores graves y precisar los consensos y disensos actuales frente a ese pasado que est demasiado cerca es parte de un proceso de maduracin como pas que ojal seamos capaces de abordar desde la defensa firme de nuestras respectivas convicciones. Si pasamos al periodo de transicin, luego del corto gobierno del presidente Paniagua no se mantuvo vivo el conjunto de los virajes que era necesario para pasar de los hbitos del autoritarismo a los de la democracia. Dir, personalmente, que hemos heredado un Estado autoritario, marcado por una opcin econmica27

Reforma del Estado peruano

extrema pro-mercado. Si recordamos que la calidad de la democracia, como es reconocido hoy, tiene que ver con el arte de articular crecimiento y equidad social, podramos convenir que el Estado peruano lleg a esta dcada marcado por el unilateralismo. No se trata de negar la importancia crucial del crecimiento econmico, sino de recordar que la poltica democrtica existe en buena medida, como lo prob dolorosamente la historia europea del siglo xx, para lograr que ese crecimiento adquiera un carcter socialmente inclusivo. A la cada del fujimorismo se produjo un importante momento de repolitizacin, que vino no solo de los partidos, sino an ms desde diferentes sectores sociales y regiones. Hasta hoy vivimos de ese impulso. Sin embargo, este no cobr consistencia en organismos y actores a la escala de los retos que haba que afrontar y que he tratado de recordar en este acpite. Los polticos aprovecharon ese impulso parcialmente. El corto y ejemplar Gobierno del presidente Paniagua no poda bastar para afirmar esa transicin y darle la continuidad requerida. Por eso no se ha producido hasta ahora una reconexin consistente entre sociedad y poltica, por eso hay capas sociales empobrecidas que en su imaginario interno mantienen simpata por el clientelismo autoritario e incluso con el violentismo. Y es parte del mismo proceso que la construccin democrtica del Estado afronte retos extra estatales si queremos, como son, adems de la miseria, la pobreza y la desigualdad, el descreimiento en la poltica. El Estado peruano de hoy no es el mismo que el de los noventas. Y, sin embargo, el Estado peruano del 2000 avanza sin norte claro, pero, de hecho, en un proceso de democratizacin quizs ms social que poltico. Aqu estamos ya en el terreno del presente, en el cual nada reemplazar a los estudios especficos y rigurosos ni a los debates plurales que el presente Seminario busca impulsar. Me permito solo un punteo incompleto de asuntos importantes a tener muy en cuenta. Empiezo con dos observaciones de conjunto: en primer lugar, tenemos el valor del pluralismo poltico en que vivimos. Este es ms amplio en tiempos electorales que fuera de ellos. No es socialmente representativo ni organizado y estable, pero marca el clima real del pas en trminos ya difciles de eliminar por la fuerza. Este sano signo de salud social es ms bien poco valorado, probablemente por la poca consistencia de la mayora de los partidos. Limitando este pluralismo poltico, quiero sealar como segunda observacin que an no se tiene el cuidado debido con la institucionalidad del Estado como tal. Vale ms la reivindicacin de que nosotros somos los que hemos sido elegidos que el sentido de acumular los aportes de cada gobierno a la continuidad que28

Un Estado para todos

debieran tener las polticas de Estado. Las instituciones pueden modificarse an de manera imprevista desde el poder central, se puede gobernar el pas sin observar reglas de juego claras para la distribucin de funciones entre el nivel nacional, regional y local, se cae con frecuencia en la fiebre de las revocatorias de gobiernos regionales y locales, etctera. Es claro que todo ocurre, sin embargo, dentro de las reglas bsicas de la democracia poltica. Lo que pasa es que, dados los problemas del Per, no podemos satisfacernos con estos mnimos por valiosos que sean. Quiero destacar ahora algunos procesos ms recientes en la construccin democrtica del Estado peruano hoy que deben destacarse y apoyarse. En cuanto a la descentralizacin, se ha dado un avance decisivo en la dacin de leyes que han permitido poner en marcha el proceso de descentralizacin en una perspectiva democrtica y con referencias explcitas a un desarrollo integral, que debemos valorar, me parece, an en su carcter declarativo. En el mbito legal, tenemos en este rubro la Ley de Bases, la Ley Orgnica de Gobiernos Regionales y la de Municipalidades. A ellas pueden ser sumadas la Ley General de transparencia, Acceso a Informacin Pblica y Rendicin de Cuentas, la Ley Marco del Presupuesto Participativo, la de Promocin de la inversin descentralizada y, finalmente, hace poco y por fin, la Ley Orgnica del Poder Ejecutivo que estaba pendiente. Lo ms importante es, sin embargo, a mi juicio el carcter de redistribucin del poder poltico que tiene la descentralizacin, el reconocimiento de la igualdad de territorios dentro del pas que ella implica y la apertura que otorga a la creacin indispensable de grandes regiones econmico-sociales viables, fuera de la capital, que es el sentido a largo plazo ms trascendente del proceso. Sin duda, fue y seguir siendo polmico haber empezado con dar carcter de regiones con relativa autonoma a los viejos departamentos y la satanizacin del proceso regresa, por eso, con frecuencia en los medios. La apuesta hecha tiene que sostenerse, en consecuencia, en la prctica que exige calidad y responsabilidad a las autoridades regionales, pero que implica an ms: que el Gobierno Nacional entienda que ya no es la nica autoridad poltica en el Per. En uno de los pases ms centralistas de Sudamrica estas resistencias son comprensibles, pero no deben hacernos dudar. En cuanto a la concertacin democrtica, la apertura de espacios de dilogo y concertacin entre el Estado y la sociedad es un importante logro de los ltimos aos. El Acuerdo Nacional como foro que rene al gobierno, partidos polticos, empresarios y sociedad civil es uno de ellos, aunque vemos con29

Reforma del Estado peruano

preocupacin que no se le est dando ahora la importancia que merece. Desde su creacin en el 2002 han llegado a acuerdos importantes expresados en 31 polticas de Estado y en diversos pactos que abarcan desde la construccin del Estado de Derecho, la promocin de la justicia y la equidad social, la generacin de las condiciones para la competitividad del pas, hasta una gestin estatal eficiente, transparente y descentralizada. All hay una agenda ya consensuada para construir un Estado democrtico. En la perspectiva que estoy tratando de dibujar en este texto breve, debo sealar aqu que avanzar en el Per hacia un Estado y una sociedad democrticos e inclusivos requerira, precisamente, no debilitar, sino al contrario, ser ms ambiciosos y creativos en cuanto a las funciones del Acuerdo Nacional, o al menos de sus instituciones miembros. Hoy, el Acuerdo solo se aboca a establecer polticas de largo aliento y, sin duda, no puede reemplazar a las instituciones de gobierno de la democracia representativa, pero lo que sera muy til explorar es si las organizaciones que concurren al Acuerdo, ya como tales, e independientemente de l, no podran lograr acuerdos puntuales para impulsar y colaborar con el Estado para que no queden en el papel las 31 polticas que ya se formularon. En el tiempo en que los poderes en la vida pblica no son ya solo los polticos, como vimos al comienzo, la novedad es ir ms adelante, concordando entre actores pblicos y privados con poder y no encerrarnos solo en instituciones estatales que se hallan ms bien urgidas de renovacin. Por otra parte debe valorarse que instancias de concertacin hayan sido sanamente reconocidas o introducidas como aparatos de consulta de distintos ministerios. Han sido aprobados, despus de procesos importantes de consulta, el Consejo Nacional de Educacin, que produce y promueve desde el gobierno anterior el debate participativo del Proyecto Educativo Nacional, ahora adoptado tambin por el presente gobierno. El Consejo Nacional del Trabajo es otra instancia de encuentro estatal-empresarial-sindical, que en colaboracin en este caso con el Ministerio de Trabajo ha conseguido tambin buenos resultados. En cuanto al planeamiento estatal an pendiente y la lucha contra la pobreza y la exclusin, en este contexto resulta ms bien un ejemplo negativo la renuencia que hasta ahora observa el gobierno a implementar la ley del Centro de Planificacin Estratgico (ceplan) como eje de un sistema nacional de planeamiento del Estado, que ofrecera adems una referencia importante a la accin pblica de los poderes no polticos. Si pases como el Per requieren de polticas estables de largo aliento, si especialmente la superacin de la pobreza y30

Un Estado para todos

el proceso de inclusin social solo podrn tener xito como empresas colectivas constantes en varias dcadas, resulta preocupante que no se ponga en marcha esta institucin. El futuro del pas no puede hacerse solo como hasta ahora por la suma de iniciativas dispares y superpuestas, ni siguiendo las dinmicas que vienen de la economa mundial y de progresos tecnolgicos, en cuya gestacin an no participamos. El ceplan podra contribuir a desarrollar las polticas del Acuerdo Nacional e impulsar una visin prospectiva de pas que solo se esboza va valiosas iniciativas acadmicas o de gremios de empresarios y profesionales. Una instancia particular de concertacin estatal-empresarial y de la sociedad civil, adems de lucha contra la pobreza, es la Mesa de Concertacin para la Lucha contra ella, que, creada por el Gobierno de Transicin de Valentn Paniagua, funciona desde el 2001. Su importancia radica en que es una instancia de coordinacin que tiene un nivel nacional, pero que se reproduce tambin en el plano regional y hasta en el municipal, donde existen ms de 600 mesas locales. En ellas ocurre un indito proceso de dilogo entre funcionarios, empresarios y lderes sociales. Es una escuela de democracia. Adems, la Mesa de Lucha contra la Pobreza recogi una experiencia social de concertacin que se haba ya ensayado desde Municipios democrticos, incluso bajo el gobierno de Fujimori. El Plan Nacional de Superacin de la Pobreza dio lugar durante el gobierno del presidente Alejandro Toledo al programa Juntos, para el apoyo financiero directo a familias pobres, y ahora a la estrategia crecer, iniciada por el gobierno del presidente Garca, en coordinacin adems con la Mesa de Lucha antes mencionada. Finalmente, en este rubro vale hacer mencin a la inclusin positiva de objetivos sociales para la poltica econmica a travs de los llamados marcos macro-econmicos multianuales con los que desde el Ministerio de Economa se busca orientar los presupuestos anuales. A travs de ellos se han establecido acciones prioritarias en favor de la infancia y se est promoviendo una gestin por resultados de determinados gastos del presupuesto, con participacin local en la definicin de los objetivos de las polticas concernidas. El proceso es an incipiente, pero el sentido de esta preocupacin verifica la posibilidad de enlazar, a la larga, incluso polticas macro-econmicas, con participacin de base. Los entrampes se presentan por el lado de una ineficiencia que se perpeta, una burocracia lenta y una mentalidad que cree que las personan que viven en pobreza son ciudadanos solo potenciales, con percepciones propias y valiosas y con derechos que se deben respetar.31

Reforma del Estado peruano

Se debe buscar impulsar un Estado inclusivo, como rplica a la situacin de preguerra interna. Se seal ya antes que Informe Final de la Comisin de la Verdad y Reconciliacin puso sobre la mesa las graves fisuras o brechas, objetivas y subjetivas, que favorecieron la aparicin de Sendero Luminoso y el mrta y el conflicto armado interno. Solo quiero agregar a lo ya dicho, lo sintomtico del grado de indiferencia de una gran parte del pas moderno respecto del sufrimiento y muerte que vivi otro sector de nuestra poblacin. El informe ha permitido que se desarrollen propuestas de polticas pblicas en una perspectiva de derechos y de desarrollo humano, corrigiendo una mirada exclusivamente compensatoria. Y hay que reconocer que, con avances y detenciones, la poltica de reparaciones empieza a llegar por lo menos colectivamente a muchos de los lugares afectados. Al concluir este panorama, de rubros principalmente positivos, reiteramos que, a nuestro juicio, el desafo principal para un Estado peruano que se reclame democrtico es el de establecer vnculos materiales de equidad y culturales de reconocimiento con ese enorme sector de peruanos que gruesamente identificaramos con ese ms del 40% que hoy sigue viviendo en la pobreza y la precariedad. Hemos mostrado los avances logrados a partir de la transicin democrtica, pero hemos sealado cmo ellos no logran an revertir la dinmica de un tipo de crecimiento econmico que lleva ya dcada y media de mostrar su insuficiencia en el Per y en Latinoamrica. El reto no es regresar a la dinmica de la poca anterior y oponer inversin privada a equidad social, mercado a Estado, tcnicos a polticos. Nuestro desafo es inventar respuestas nuevas y plurales, para conquistar mnimos de equidad, en medio de brechas sociales que nunca tuvieron los pases desarrollados. Por eso es que lo principal de las polticas pblicas que requerimos no puede venir importado de pases donde las condiciones sociales son muy diferentes. Esta gruesa realidad es reveladoramente muy poco expresada en el debate pblico nacional. b. reforma del estado, gestin pblica, poltica y tica Sostuvimos en la primer parte que el anlisis riguroso del Estado nos obliga a ver a este siempre complejamente como administracin, como orden legal y de poder, y como referencia de una supuesta comunidad nacional. Avanzamos adems a mostrar cmo el Estado democrtico se presenta an ms indispensable en un mundo global y cmo esta legitimidad supone una relacin consensual efectiva entre Estado y poltica con relacin a la sociedad que sostiene a ambas. Y concluamos recordando las pruebas recientes que32

Un Estado para todos

tenemos de que el Estado peruano tiene un viejo dficit que se manifiesta en las brechas profundas que nos separan internamente. Apuntamos a que no se trata solo, y quizs no centralmente, de una diferencia econmica entre ricos y pobres, sino tambin a mundos regionales y culturales hoy ms comunicados, pero an desencontrados. En la segunda parte, nos hemos detenido en el itinerario reciente de este Estado para describir los avances importantes ocurridos en l en la presente dcada y la necesidad de impulsar esa democratizacin para corregir, no solo el autoritarismo, sino el unilateralismo pro-mercado del Estado de los noventas. El equilibrio democrtico tiene que estar sustentado en el ncleo mismo de las decisiones centrales. Es decir, en el cruce entre objetivos y legtimos intereses econmicos privados de inversin con polticas pblicas de redistribucin y de inclusin o reconocimiento ciudadano. De una manera gruesa, pero ojal clara, hemos querido mostrar que en un pas como el Per, hace mucho tiempo que este reto debi de ser mejor enfrentado. Las actuales condiciones de crecimiento de la economa y de democracia poltica abren, sin duda, un tiempo de oportunidad que los peruanos debemos aprovechar. Si la intervencin de la poltica y del Estado es indispensable para procurar este resultado pues el equilibrio democrtico no puede derivar espontneamente del mercado queda planteada la trascendencia de la poltica y de la gestin pblica, en el presente peruano. Toca a la poltica alcanzar mejor calidad representativa. Contra lo que algunos piensan, nuestro problema no estriba en que surjan agitadores para azuzar el descontento de los que no se benefician con el crecimiento social. Lo grave est en que no tengamos polticos que, al representar constructivamente a esos sectores, logren poder democrtico y hagan posible la redistribucin de recursos que las polticas sociales requieren. Y es obvia la necesidad de polticas pblicas y funcionarios eficientes trabajando para atender las necesidades bsicas insatisfechas. Esos peruanos y peruanas son recursos humanos de enorme valor potencial si los atendemos bien y no la carga pesada que algunos prefieren abandonar a su suerte. El mundo se organiza hoy a partir de sistemas funcionales muy racionalizados y tecnificados y al otro extremo a travs de vidas personales fuertemente individualizadas. Nuestros propios sectores pobres, y sobre todo los jvenes, estn influidos ya por estos trminos de organizacin de la sociedad. La poltica no volver a ser la de antes. No toca aqu trabajar esa dimensin. Corresponde, s, decir para terminar que, en una sociedad como la actual, la trascendencia de las polticas pblicas es mucho ms importante que antes.33

Reforma del Estado peruano

El voto de los sectores pobres, como el de todos, tiene que ver ahora, sobre todo, con sus experiencias directas de la vida pblica y, en su caso, son an muy dependientes de los servicios que el Estado brinda. Por eso es que hay que contribuir a devolver la dignidad al servicio y al funcionario pblico y darles los recursos para que puedan cumplir bien su labor. Es muy probable que la propia paz social se viera fortalecida rpidamente si polticas pblicas de esta naturaleza se multiplicaran en el Per. En todo lo anterior hay una opcin tica bsica presente. La de tratar a nuestros compatriotas como nuestros asociados en el pacto ciudadano de personas libres, que debera sustentar algn da el Estado democrtico. Lo que ocurre es que debemos recordar que esto no ha ocurrido como regla, sino solo como excepcin en el Per. De all la desconfianza, el retraimiento, la agresividad latente. Los que podemos entenderlo podemos adherir a ese acuerdo ciudadano, como ya ocurre hoy, desde identidades profesionales muy distintas y desde casi todas las opciones ideolgico-polticas existentes en el pas. Lo que hace falta es intentarlo de manera deliberada y constante con los que tienen razones materiales muy concretas, para creer que los derechos ciudadanos en el Per no son para ellos y, por tanto, tampoco sus obligaciones. En la mirada que ha estructurado estos apuntes, la reforma del Estado nos parece factible como resultado de un proceso colectivo con los actores mltiples que tenemos y podemos tener en la vida pblica. Esa alternativa nos parece ms consistente, en todo caso, que la confianza en la victoria de un solo movimiento poltico o de una sola corriente o ideologa. Por eso, hemos insistido en la importancia de gestar el planeamiento consensual de polticas de Estado de largo aliento y fortalecer las instituciones, y no los actores individuales. As, apuntamos al fortalecimiento de partidos polticos que puedan representar a todos los sectores sociales. Concluyo reiterando que el nosotros, para ser democrtico, en el Per y en los pases andinos, tiene que ser multicultural, tiene que estar abierto a escuchar a quienes los hbitos no conscientes nos hacen ver y tratar como inferiores e insignificantes. Por eso, no hemos coincidido tampoco con la satanizacin genrica del funcionario pblico. Miles de ellos estn justamente en el lugar debido, proporcionando servicios pblicos a quienes ms los requieren. Si lo hacen mal o en medio de corruptelas, hay que medir con mucha finura si es posible corregir y mejorar su comportamiento con alicientes adecuados o reemplazarlos por los procedimientos legtimos, sin caer en las condenas simplificadoras.34

Un Estado para todos

rEfErEncias bibliogrficas2002 Acuerdo Nacional 31 Polticas de Estado. Cf. www.acuerdonacionalgob.pe Anderson, B. 1993 Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y difusin del nacionalismo. Mxico D.F.: Fondo de Cultura Econmica. Badie, B. 1992 Ltat import: loccidentalisation de lordre politique. Paris: Fayard. Castells, M. 2003 La era de la informacin: economa sociedad y cultura. Madrid: Alianza Editorial. Informe Final Comisin de la Verdad y Reconciliacin 2003 Lima. Tomo viii: Tercera parte Las secuelas de la violencia Cuarta Parte: Los factores que hicieron posible la violencia y T. xix: Cuarta parte: Recomendaciones de la cvr hacia la reconciliacin. Se puede consultar la versin electrnica en www.cverdad.org Drinot, P. 2006 Construccin de la nacin, racismo y desigualdad: una perspectiva histrica del desarrollo institucional en el Per. En Crabtree, John (editor). Construir instituciones: democracia, desarrollo y desigualdad en el Per desde 1980, pucp, Universidad del Pacfico, iep, pp. 11-31. Fukuyama, F. 1992 El fin de la historia y el ltimo hombre. Buenos Aires: Planeta. 2004 La construccin del Estado: hacia un nuevo orden mundial en el siglo xxi. Barcelona: Ediciones B. North, D. 1993 Instituciones, cambio institucional y desempeo econmico. Mxico D.F.: Fondo de Cultura Econmica. ODonnell, G. 2004 Acerca del estado en Amrica latina contempornea: diez tesis para discusin. En pnud: La Democracia en Amrica latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos. Buenos Aires: Ediciones Aguilar, Altea, Alfaguara, pp. 149-191. Prats, J. 2004 Gobernabilidad para el desarrollo. En Democracia con desigualdad? Una mirada de Europa hacia Amrica Latina. Carlo Binetti y Fernando Castillo (compiladores). Bogot: Bid-Igg Institut. Vergara, A. 2007 Ni amnsicos ni irracionales. Las elecciones peruanas de 2006 en perspectiva histrica. Lima: Solar.

35

Reforma del Estado peruano

PaPel Del estaDo Para una economa contra la Pobreza Javier M. Iguiz Echevarra Este trabajo se sita en el terreno de las orientaciones generales para el desarrollo econmico del pas y del correspondiente papel del Estado.8 No es, pues, un trabajo de diseo institucional, como lo son los que en este volumen tratan temas ms especficos de reforma del Estado. Para resumir lo que sigue adelantaremos que, explcita o implcitamente, nos concentramos en los objetivos de la reduccin de la pobreza y la desigualdad econmicas, as como en la descentralizacin geogrfica de la actividad empresarial. Con la mira en dichos objetivos destacamos lo que consideramos que son dos de los principales, aunque no asumidos a cabalidad, papeles del Estado: regulacin de la competencia y promocin de la pequea empresa. Damos por supuestos otros roles muy destacados, como los relativos a la estabilizacin macroeconmica, a la estabilidad jurdica, etctera, donde no est en duda su importancia, aunque s las maneras concretas de ejercerlos. De ese modo, nos aproximamos al problema del Estado a partir de algunas preguntas, entre ellas los para qu y los cmo. introduccin y prEsEntacin Para establecer el papel del Estado con relacin a los problemas que concitan nuestra atencin, debemos tener un diagnstico sobre las causas de la pobreza y la vulnerabilidad, as como del centralismo que lleva a la concentracin de los beneficios del crecimiento en la capital de la Repblica. Para ello, vamos a desagregar las causas de la pobreza econmica para hacerla ms comprensible, pero, sobre todo, para especificar algunos de los diversos frentes de ataque a dichos problemas y algunos componentes de la accin estatal. En la primera parte trataremos sobre la regulacin de la competencia en el mundo de las micro, pequeas y medianas empresas en los mercados internos de productos. Ah se reproduce cotidianamente la pobreza, la desigualdad y, en consecuencia, el centralismo econmico. Para entender el destino econmico de la inmensa mayora de los asalariados y empresarios, el de8

Lo que sigue extiende en no poca medida lo presentado verbalmente en el Seminario de reforma del Estado y aade algunos temas.

36

Un Estado para todos

los dependientes e independientes de todo tipo en el pas, resulta necesario analizar el comportamiento de los mercados. Los mercados interno y externo se entrecruzan, pero consideramos que vale la pena distinguirlos todava para poner el acento en el papel del Estado con relacin al mercado interno. En ese mercado o, en realidad, conjunto de mercados, las altas y bajas productividades se reproducen cotidianamente y no son mero resultado de diferencias en la dotacin inicial de recursos (naturales, conocimiento, salud, climas, derechos, etctera). Ponemos el nfasis, pues, en procesos ms que en activos.9 Recordando lo anterior, vienen al caso algunas distinciones para ubicar el orden y contenido de lo que sigue y establecer lo que queda fuera, en parte porque es ms comn encontrarlo en el debate nacional. En primer lugar, en el grueso de este trabajo, nos concentramos en las antpodas estructurales tanto de quienes han puesto sus expectativas en la inversin nacional o extranjera que explota en gran escala los recursos naturales,10 pero tambin nos distinguimos de algunos de los opositores que ponen su esperanza en la nacionalizacin para la reparticin de los enormes beneficios que surgen de la explotacin de esos recursos minerales, gasferos, petroleros u otros. En parte por lo anterior, pretendemos escapar no solo a la propuesta que se centraba en una planificacin centralizada de ms o menos toda la economa, cosa en la nunca cremos, sino tambin en la que aplica el mismo sistema, pero solo a un aspecto de la economa: la redistribucin de las rentas provenientes de la explotacin de recursos en gran escala dejando al ms o menos libre mercado el resto de la economa. Algunos matices del nacionalismo actual apuntan, nos parece, en esa direccin. Al otro extremo encontramos la idea de un libremercadismo que, en realidad, oculta poderes fcticos y alienta monopolios sin crear suficientes contrapesos de poder en la economa. Ante esas perspectivas, en este trabajo nos situamos en el corazn de la economa ms poblada de agentes y proponemos una ampliacin y renovacin de la regulacin de los mercados.9

No nos contraponemos a acentuar procesos, pero nos distinguimos de quienes proponen una visin y un curso del pas muy determinado por su origen histrico, por las condiciones iniciales en cuanto a la distribucin de recursos y derechos, y a la dotacin que cada individuo logr en ese momento original. En la medida en que reconocemos que alguna condicionalidad de tal tipo existe, junto a otras de distinto tipo, pretendemos un diagnstico y una serie de propuestas que explote lo ms posible los mrgenes de maniobra existentes para cambiar la economa. 10 Nos referimos, por ejemplo, al artculo publicado por el presidente Garca, El sndrome del perro del hortelano en El Comercio, Lima, 28 de octubre de 2007. Hemos comentado sobre el estilo del debate propuesto en ese artculo en El presidente Garca y sus comentaristas. Pginas, N 208, diciembre de 2007.

37

Reforma del Estado peruano

Finalmente, nos distinguimos tambin de quienes insisten en el tema de la competitividad sin entrar en serio al proceso competitivo, no solo a las reglas de la competencia sino al hecho de competir. Para usar un smil deportivo, no es lo mismo ser un buen equipo de ftbol (ser competitivo) que tener las reglas adecuadas para jugar (tener reglamentos), y ninguno de los dos equivale a jugar bien (competir). Aunque hay una relacin entre los tres del acento, casi exclusivo en lo primero esto es, en los activos, debe pasarse a una visin que incorpore ms el segundo y el tercero. A ese intento, siempre de manera incompleta, y a las consecuencias para establecer el papel del Estado, nos incorporamos en las pginas que siguen. En la siguiente parte nos concentramos en la competencia entre las empresas porque, como hemos indicado arriba, queremos poner de relieve los mecanismos de reproduccin de una pobreza y una desigualdad que se resisten a disminuir. Incluimos en ella una orientacin general sobre el papel de la regulacin de los servicios pblicos, porque afectan a los consumidores y pequeas empresas. En la tercera, retomamos nuestras propuestas sobre la manera de hacer ms viable que en el pasado la emergencia y expansin de empresas en las regiones menos cercanas a los grandes mercados. En la cuarta parte aadimos como causa econmica de la pobreza la desigual distribucin del Valor Agregado de las empresas ms productivas, generalmente medianas o grandes (salarios, seguros de desempleo, etctera). Estamos, as, ante un aspecto importante del problema laboral y, para ello, nos basamos en lo aprobado en el Foro del Acuerdo Nacional. En la quinta parte, y recin una vez establecido el tipo de objetivos que proponemos, resumiremos una serie de orientaciones sobre la utilizacin de los recursos resultantes de la explotacin en gran escala de los recursos naturales. La idea es, justamente, mostrar el carcter instrumental de esa parte de las polticas del Estado. Esa instrumentalidad a veces se escapa porque la aspiracin nacionalista que acompaa estas polticas convierte a la mera nacionalizacin en un fin en s mismo. Insistimos en que lo primero es el debate sobre el para qu y luego viene el cmo, aunque, por supuesto, no pueden desconectarse del todo. En la sexta parte, tratamos sobre la subsidiariedad del Estado y el problema de la reducida magnitud de las transferencias de los beneficios de la actividad econmica general del pas a los pobres a travs del Estado (educacin, salud, seguridad social) y de la exclusin social de las mayoras en esos campos. En la stima y ultima, hacemos un apunte sobre el poder y la participacin ciudadana, condiciones para la viabilidad poltica de las propuestas de reorientacin anteriores.38

Un Estado para todos

la rEgulacin dE los mErcados y El mundo dE la pEquEa EmprEsa En esta parte del trabajo vamos a analizar algunos de los mecanismos de esa reproduccin con el fin de proponer al Estado un papel y una reforma institucional que le permita cumplir con la funcin de elevar y emparejar las productividades en todo lo posible sabiendo que no se trata, ni de lejos, de ponerlas en la punta mundial o igualarlas del todo. Trataremos de caracterizar las causas de la pobreza y de la desigualdad que corresponden a una economa de mercado, esto es, en la que sus empresas compiten, sobre todo, entre s, aunque tambin con las del exterior. Sostenemos, pues, que la reproduccin de la pobreza y las desigualdades, incluida la interregional, dependen de la manera como opera la competencia en los mercados. En resumen, el papel del Estado ser regular esa competencia para colaborar en el objetivo de la reduccin de la pobreza, la desigualdad y el centralismo. A pesar de no concentrarse en los activos, el objetivo es ambicioso porque se sita en el corazn del funcionamiento cotidiano de las empresas y en sus ms inmediatos crculos concntricos, sus mercados particulares, y no, como es costumbre en propuestas propias del radicalismo actual, en el proceso de distribucin de ingreso nacional a travs de la retencin de rentas (mineras, petroleras, etctera), o de la redistribucin a travs de la recaudacin tributaria y del gasto pblico. Sobre esto ltimo, tambin muy importante, avanzaremos ms adelante. a. la competencia en cada mercado La realidad de la vida experimentada por las personas ocurre en mercados especficos, principalmente de mercancas y laboral. Por eso, hay que recordar que la heterogeneidad entre empresas ocurre en una economa de mercado, de competencia en diversos mercados.11 En una economa con presencia de mercados de bienes y laboral en todo el territorio nacional y, adems, con gran apertura a las importaciones, la heterogeneidad en las caractersticas tecnolgicas de las empresas, incluyendo entre ellas a la calidad de la educacin11

En la medida en que la produccin para el propio consumo es una pequea parte de la produccin del pas, entenderemos por empresas a todas las que producen algn bien o servicio para ofrecerlo en el mercado. Ello incluye a las labores comerciales o productivas de los independientes, as como al trabajo familiar. An as, es bueno recordar que la produccin para el directo consumo familiar cumple un papel muy importante en la lucha por la supervivencia familiar de los ms pobres del campo. Si incluimos el trabajo en la casa, sobre todo de mujeres, en este rubro la importancia se extiende al mundo de los pobres urbanos. Un artculo que recuerda algunos de esos puntos y otros ms es el de Eguren, Fernando, El minifundio segn el presidente Garca. La Repblica, 22 de abril de 2007.

39

Reforma del Estado peruano

de sus operadores, hace que las condiciones de las empresas para competir en las actividades en las que estn ms involucrados los pobres sean muy desiguales. Debido a la competencia, acentuada por la apertura de mercados al exterior, los precios tienden a la baja y eso afecta ms seriamente a las empresas menos productivas y con menor capacidad de reaccin tecnolgica, generalmente las microempresas. La consecuencia es que para mantenerse en el mercado es necesario que las familias que mantienen un negocio, o los independientes, opten por rebajar sus costos laborales para sobrevivir como unidades econmicas y acepten muchas veces situaciones extremas de pobreza, de vulnerabilidad y de evasin de toda ley que implique costos adicionales y prdida de competitividad.12 As como en el Per tener trabajo asalariado no es garanta de supervivencia familiar, tener un negocio tampoco lo es. Se puede ser empresario y pobre. Dada la extensin de la microempresa, en trminos numricos, la principal explicacin de la reproduccin de la pobreza econmica es un efecto de la persistencia de esta desigualdad de productividades entre competidores en un proceso de competencia en cada rama de actividad (confecciones, calzado, comercio, servicios personales, etctera). Un primer papel del Estado es crear formas innovadoras de regulacin de la competencia en tales mercados. Sea por medio de polticas de compras estatales que estabilizan la demanda, sea de apoyo tecnolgico y crediticio, sea de legislacin laboral y proteccin social aplicada a los trabajadores familiares, o por otros medios, es necesario que el mundo de las pequeas y microempresas no sea un cajn de sastre al que finalmente no se mira desde el Estado. Normalmente, la regulacin de los mercados se restringe a ramas de actividad que ofrecen servicios pblicos de consumo masivo desde empresas monoplicas u oligoplicas de gran tamao y poder poltico y de mercado. La razn es que en esas condiciones tales empresas pueden imponer, y dado su objetivo de maximizar las ganancias, precios a los consumidores que son superiores a los que podran poner en condiciones de competencia ms abierta entre empresas. Obviamente, esa regulacin es fundamental y debe perfeccionarse tcnicamente, as como independizarse cada vez ms de las empresas reguladas. Sin embargo, tal regulacin, diramos clsica, no nos parece suficiente. A ella deseamos aadir una regulacin poco comn y que requiere de gran creatividad cual es la regulacin de los mercados en los que el problema es otro:12

Se puede entender as por qu la apertura de mercados en los rubros en los que hay mayor presencia de pobres empresarios y asalariados o trabajadores familiares, confecciones, por ejemplo, empuja a la informalidad.

40

Un Estado para todos

la existencia de gran desigualdad entre los competidores, de amplios contingentes de empresas muy pequeas y de baja productividad y, como consecuencia de ambos rasgos, de gran y generalizada pobreza. Tambin debe regularse la competencia en actividades y lugares del pas en los que dominan los intermediarios a tal punto que exprimen de manera inmisericorde al campesino o al proveedor de piezas para confecciones. Los monopolios que dominan en esos mercados de intermediacin, sobre todo en los lugares ms alejados del mundo rural, deben dar lugar a una demanda mas diversificada por los productos de los pobres. Bajo ciertas condiciones, las compras del Estado son una manera de regular esos mercados. En los mercados existentes, agrcolas, pecuarios, artesanales, comerciales, tursticos, u otros, nuestro supuesto implcito al privilegiar en esta oportunidad la regulacin de los mercados en el sentido de intervenir en la estructura del mercado y en la actividad comercial es que hay muchsimos micro y pequeos productores de bienes y servicios. No importa tanto qu proporcin, para quienes el primer problema no es de recursos, sino de incentivos para ahorrar y utilizar racionalmente sus activos y que la regulacin en esos mercados apunte a mejorar los incentivos para aventurarse de manera ms decidida en proyectos de inversin. Mejorar los activos sin cambios en los incentivos es muy poco eficiente en el uso de los recursos destinados a ayudar a los pobres. Un ejemplo interesante de regulacin original es la que, de hecho, empareja en algo la capacidad competitiva de las microempresas y la de las de mayor tamao y productividad por medio de una doble legislacin. Es el caso de la legislacin ad hoc en el campo tributario y laboral para las microempresas.13 A pesar de no referirse a ninguna rama en especial, las propuestas del Ministerio de Trabajo y Promocin del Empleo, as como la del Ministerio de Economa y Finanzas, inciden directamente en aquellas ramas en que predominan las micro y pequeas empresas, y por eso las usamos como ilustracin de regulaciones de mercados especficos. Nuestra razn de fondo para interesarnos en la legislacin actual y en las propuestas de reforma no es que las microempresas se formalicen, sino que sigan constituyndose en experiencias de descubrimiento vocacional y aprendizaje empresarial, tcnico y administrativo, para muchos peruanos empobrecidos. El llamado mundo de la informalidad es, de lejos, el proceso de educacin no escolarizada ms13

Al momento de escribir la ltima versin de este texto, el debate dentro del Ejecutivo respecto de esta problemtica, aunque no desde este enfoque, es intenso.

41

Reforma del Estado peruano

extensivo y dinmico existente en pases como el nuestro. Otros ejemplos de regulacin pblica tienen que ver con el sistema de instituciones de crdito y su puesta al servicio de la micro y pequea empresa, o con las tareas de ampliacin de cobertura que las empresas proveedoras de servicios pblicos como electricidad y otros deben acometer como parte del papel que la sociedad y el Estado les asignan. A lo ya sealado sobre la desigualdad entre competidores en una rama determinada, hay que aadir una caracterstica adicional: el reducido capital necesario para entrar a competir en ella. Aadimos, as, a la competencia dentro de una rama; la competencia entre capitales que pueden irse a distintas ramas, segn las oportunidades de ganancia que prevean. El que esos capitales sean muchas veces minsculos no les quita ni un pice de su carcter de competidores. La consecuencia de ello para la pobreza es paradjica pues, por un lado, son ramas que son accesibles a quienes tienen poco capital pero, por otro, son ramas congestionadas de competidores y, por ello, donde la lucha por la supervivencia como empresa se realiza muchas veces a costa de condiciones mnimas de trabajo y de vida familiar. Paradjicamente, el mayor acceso al crdito en pequea escala contribuye a la sobrepoblacin en los mercados en los que los pobres se encuentran ms presentes. El papel del Estado debe ser apoyar, especialmente, quiz directamente, con crdito a nuevas actividades y nuevos mercados en pequea escala para no sobrepoblar los mercados existentes. La sobrepoblacin de micro y pequeas empresas urbanas y rurales compiten entre s bajando precios. Es esta situacin la que lleva a algunos empresarios formales o semiformales a acusar a los ms informales de competencia desleal. La deslealtad proviene tanto del reducido costo de produccin, debido al bajo nivel de vida que soportan los operarios de las mypes y los independientes, como de la evasin de la carga tributaria y de diversos gastos no directamente salariales. Aunque parezca paradjico, dado el bajo nivel tecnolgico en esas actividades y en el pas, la pobreza econmica, la carencia de muchos bienes, es condicin de inclusin en los mercados de productos y laborales.14 Un papel importante del Estado es contribuir a la creacin de otras fuentes de empleo de mayor calidad en cuanto a condiciones de trabajo y remuneracin. En ese sentido, un crecimiento de ancha base y no concentrado en pocos sectores que, adems, utilizan poca mano de obra, es fundamental para14

Hemos tratado sumariamente al respecto en: Pobreza como solucin. La Repblica. Lima, 30 de septiembre de 2007.

42

Un Estado para todos

contrarrestar la excesiva proliferacin de microempresas que ha resultado en que el Per se site en los primeros lugares del mundo en emprendedurismo, junto a niveles de pobreza superiores a los que corresponden con el nivel promedio de riqueza en el pas. La revitalizada discusin sobre el modelo de desarrollo en el pas gira en torno a la capacidad de absorber mano de obra y el crecimiento que tienen los distintos sectores de la economa nacional. Otra poltica que contribuye a descongestionar los mercados de las mypes es la que eleva los salarios y sueldos en las empresas formales. b. los servicios pblicos La problemtica de la regulacin de los servicios pblicos ha devenido en una especialidad profesional en s misma. Ello revela lo acotado del campo y la importancia que ha adquirido en la administracin de la economa. No podemos recoger en este trabajo la complejidad de temas que supone la propuesta de una reforma institucional en este campo a pesar de que los servicios pblicos, agua, desage, electricidad, etctera, son muy importantes para el bienestar de la poblacin, para el progreso de la economa en general y para la produccin en pequea escala. La inquietud por esta ltima nos lleva de todos modos a recordar ciertas orientaciones que nos parecen bsicas. Lo primero que hay que sealar es que la misin de la actividad reguladora debe quedar claramente establecida, como la proteccin al consumidor. Esta orientacin bsica y fundacional de la regulacin en el mundo moderno puede chocar con la reciente insistencia en que la tarea prioritaria de la regulacin es defender a las empresas respecto del propio Estado. El papel de este sera, entonces, promover la inversin a cualquier precio, lo que equivale a desproteger al consumidor. La razn del acento pro-grandes empresas est en la renuencia a invertir en pases en los que los gobiernos pueden recurrir a la estatizacin de instalaciones en las que ya se ha invertido o, ms comnmente, a cambiar las reglas en contra de las empresas una vez que estas ya han invertido en instalaciones que no pueden tener un uso alternativo. Es el caso, por ejemplo, de tuberas, postes, cableados elctricos. Ciertamente ese es un peligro, pero el intento de evitarlo puede llevar a que las empresas exijan condiciones para realizar la inversin que atentan contra la calidad del servicio, su precio o la cobertura. El equilibrio es pues delicado, pero su solucin debe tener en cuenta que la ltima fuente de legitimidad de las empresas proveedoras del servicio y de los Estados que establecen las reglas es que sirvan al mismo pblico al que el Estado se debe. A nuestro juicio, la orientacin gubernamental dominante43

Reforma del Estado peruano

en el momento actual se sesga hacia el criterio en favor de la defensa de las empresas respecto del propio Estado. Tenemos un Estado y no solo un gobierno atemorizado de s mismo. Por ejemplo, al momento de escribir este trabajo, una alianza entre el Estado y las empresas mineras ha llevado a que la sociedad civil ponga en cuestin la institucionalidad reguladora del medio ambiente exigindose mayor autonoma respecto de las empresas y del mismo Estado. La sociedad exige as un lugar distinguible de ambos para defender intereses de la ciudadana ms afectada por la destruccin del medio ambiente. De ese modo, y en parte por presin internacional, un nuevo servicio pblico, el cuidado del medio ambiente, correspondiente a los derechos de nueva generacin, puja por adquirir el mismo status que tienen los de educacin o salud. Un segundo criterio para la actividad reguladora se deriva del primero cuando se aplica a un pas subdesarrollado y con amplias poblaciones carentes de servicios pblicos elementales. Nos referimos a la cobertura de los servicios.15 Por eso hemos incluido este tema en el anlisis de los procesos de las pequeas y microempresas. Si el papel del Estado en el que estamos insistiendo es el de promover y apoyar todas las iniciativas que apuntan a ensanchar la base sectorial, regional y social de la actividad econmica, la importancia de la cobertura de los servicios es evidente. Al respecto, resulta necesario destacar que dicha importancia le da un status elevado frente a otros objetivos, como pueden ser la eficiencia del servicio o el aporte al equilibrio fiscal u otros que pudieran surgir.