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Los Cuadernos de Asturias REGIONALISMO ASTURIANO: TEXTOS PARA SU HISTORIA (*) Introducción y selección, Bernardo Fernández Pérez «Quizá no huelgue recordar que los libros más personales son de hecho, centones.» (Jorge Luis Borges) 1 N o sería uno el primero que comenzara un trabajo sobre el regionismo en Astu- rias poniendo el título entre interr gaciones. Lo hizo en 1921, en la revis- ta paña, Leopoldo Alas Argüelles; también, aunque esta vez e para terminar su contribución a la Guía Asturias, 1923-1924, José Ramón Pérez Bances. Preguntarse por el sentimiento region asturiano, por su ejercicio colectivo, y por su po- sible institucionalización política es, histórica- mente, un proceso recurrente. Con cierta periodi- cidad, y casi siempre invocando idénticas o pare- cidas razones, movilizando un mismo arsenal re- tórico, y sobre un fondo cierto de nostgia, - guien se interroga, con ecuencia para lamentarse de su ausencia, por la conciencia region, por el regionalismo asturiano. En el análisis de estos espisodios regiones. -como en otros muchos nómenos- no debe con- nrse el «ser» con el «deber ser». Esta ver- tencia pretende indicar al lector que los textos que siguen -esa proliferación de opiniones, de peticio- nes de autonomía, de proyectos de Estatutos, y hasta de Juntas regionistas del Principado, Ligas Pro-Asturias, Centros Instructivos Regionistas, Juntas de Fomento y Defensa de los intereses de Asturias...- no prueban que haya habido regiona- lismo asturiano, al menos entendido, como suele, en forma de «colectividad que exige la restitución de su identidad»' o mediante hipótesis sustcia- listas sirniles. Es, en fin, una invitación a opt una perspectiva anítica en la que lo importante sea determinar las condiciones de posibilidad, el contexto en el que surgen los movimientos regio- nalistas asturianos, y no el concebios como la revelación de más «señas de identidad»; en este caso, las tímidas rebeldías ante un Poder Centr que niega la «derencia». Los factores que permi- ten construir ese conjunto en el que los movimien- tos regionistas de Asturias se integran mediante una explicación diversa a la de la recuperación de la identidad, sólo están ocasionmente insinuados en el propio materi que se oece. A explicitarlos he dedicado algún tiempo y otro lugar, aunque ignoro si acierto. 124 11 Si bien aludiendo al nómeno nacionista, Juan Linz dedicó unas páginas a estudiar lo que él denomina en el caso español la «periferia dormida o etargada». Como tal designa al País Valen- ciano, a las Islas Baleares y hasta la misma Gi- cia, pero no a Asturias (1). Y, sin embargo, no hubo, creo, metáfora de mejor rtuna entre los políticos asturianos para explicarse a sí mismos, y a sus coterráneos, la peculiaridad del caso astu- riano que ésta de la región dormida y aun muerta. Pese a que las licencias poéticas puedan, en cier- tos supuestos, contradecir el rigor, a menudo se irmó que existe en Asturias conciencia region, pero que está dormida. Sacarla de su sueño es tarea que emprendieron al iniciarse la crisis de la Restauración varios grupos políticos, y en la que coincidieron casi todos a partir de 1920 y hasta la Dictadura de Primo de Rivera. Por qué la dejaron reposar dulcemente durante la Segunda República o sólo la invocaron gunos con urgencia en las vísperas de julio de 1936, como último reducto posible de conciliación, de concordia, son hechos que acaso se expliquen por la presencia en el cacter asturiano de una «virtus dormitiva», pero también puede intentarse conjugando elementos tales como el nacionalismo económico, la defensa del proteccionismo, o las vicisitudes de la indus- tria hullera. En un magnico Prólogo a un espléndido libro, Juan Velarde Fuertes (2) calificó el regionalismo en Asturias de «larvado», y aunque parecía opo- nerlo «explícito» del País Vasco, uno piensa que no sólo quiso decir que era el asturiano regio- nismo «clado» o «tácito», sino también «más- cara», regionismo enmascarado, regionalismo que oculta su verdadera natureza, fantasmago- ría. 111 En la selección de los textos he seguido el crite- rio de ilustrar en lo posible todos los hitos del regionismo en Asturias. De su exigüidad, o de la pobreza de nuestro «cous» teórico regionalista, uno no es culpable. Hay, no obstante, dos docu- mentos que pese a su relevancia no se recogen, pues el lector puede encontrarlos cilmente: ni la Doctrina Asturianista, de 1918 -obra del Vizconde de Campo Grande, Alvaro Fernández de Miranda, y de Cerino Alonso «El Cenobita» y José Gon- zález- (3), redactada en rma de Catecismo, a la manera del de Prat de la Riba, en el que declara inspirarse, o del Ami Vasco, del capuchino Evan- gelista de Ibero; ni las Bases para el Estatuto Region de Asturias, redactadas por Sabino Alva- rez Gendín durante la Segunda República (4). Y del anteproyecto que la Comisión creada en 1932, e integrada por Ramón Menéndez Pid, Ramón Pérez de Ayala, Teodomiro Menéndez y Manuel Rico Avello, debía elaborar, nada sé. También me habría gustado encontrar rastro, y

REGIONALISMO ASTURIANO: TEXTOS PARA SU HISTORIA (*) · riano que ésta de la región dormida y aun muerta. Pese a que las licencias poéticas puedan, en cier tos supuestos, contradecir

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Los Cuadernos de Asturias

REGIONALISMO ASTURIANO: TEXTOS PARA SU HISTORIA (*) Introducción y selección,

Bernardo Fernández Pérez

«Quizá no huelgue recordar que los libros más personales son de hecho, centones.»

(Jorge Luis Borges)

1

N o sería uno el primero que comenzara untrabajo sobre el regionalismo en Astu­rias poniendo el título entre interro­gaciones. Lo hizo en 1921, en la revis­

ta España, Leopoldo Alas Argüelles; también, aunque esta vez fue para terminar su contribución a la Guía Asturias, 1923-1924, José Ramón Pérez Bances. Preguntarse por el sentimiento regional asturiano, por su ejercicio colectivo, y por su po­sible institucionalización política es, histórica­mente, un proceso recurrente. Con cierta periodi­cidad, y casi siempre invocando idénticas o pare­cidas razones, movilizando un mismo arsenal re­tórico, y sobre un fondo cierto de nostalgia, al­guien se interroga, con frecuencia para lamentarse de su ausencia, por la conciencia regional, por el regionalismo asturiano.

En el análisis de estos espisodios regionales. -como en otros muchos fenómenos- no debe con­fundirse el «ser» con el «deber ser». Esta adver­tencia pretende indicar al lector que los textos quesiguen -esa proliferación de opiniones, de peticio­nes de autonomía, de proyectos de Estatutos, yhasta de Juntas regionalistas del Principado, LigasPro-Asturias, Centros Instructivos Regionalistas,Juntas de Fomento y Defensa de los intereses deAsturias ... - no prueban que haya habido regiona­lismo asturiano, al menos entendido, como suele,en forma de «colectividad que exige la restituciónde su identidad»' o mediante hipótesis sustancia­listas sirnilares. Es, en fin, una invitación a adoptaruna perspectiva analítica en la que lo importantesea determinar las condiciones de posibilidad, elcontexto en el que surgen los movimientos regio­nalistas asturianos, y no el concebirlos como larevelación de más «señas de identidad»; en estecaso, las tímidas rebeldías ante un Poder Centralque niega la «diferencia». Los factores que permi­ten construir ese conjunto en el que los movimien­tos regionalistas de Asturias se integran medianteuna explicación diversa a la de la recuperación dela identidad, sólo están ocasionalmente insinuadosen el propio material que se ofrece. A explicitarloshe dedicado algún tiempo y otro lugar, aunqueignoro si acierto.

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Si bien aludiendo al fenómeno nacionalista, Juan Linz dedicó unas páginas a estudiar lo que él denomina en el caso español la «periferia dormida o aletargada». Como tal designa al País Valen­ciano, a las Islas Baleares y hasta la misma Gali­cia, pero no a Asturias (1). Y, sin embargo, nohubo, creo, metáfora de mejor fortuna entre lospolíticos asturianos para explicarse a sí mismos, ya sus coterráneos, la peculiaridad del caso astu­riano que ésta de la región dormida y aun muerta.Pese a que las licencias poéticas puedan, en cier­tos supuestos, contradecir el rigor, a menudo seafirmó que existe en Asturias conciencia regional,pero que está dormida. Sacarla de su sueño estarea que emprendieron al iniciarse la crisis de laRestauración varios grupos políticos, y en la quecoincidieron casi todos a partir de 1920 y hasta laDictadura de Primo de Rivera. Por qué la dejaronreposar dulcemente durante la Segunda Repúblicao sólo la invocaron algunos con urgencia en lasvísperas de julio de 1936, como último reducto posible de conciliación, de concordia, son hechos que acaso se expliquen por la presencia en el carácter asturiano de una «virtus dormitiva», pero también puede intentarse conjugando elementos tales como el nacionalismo económico, la defensa del proteccionismo, o las vicisitudes de la indus­tria hullera.

En un magnífico Prólogo a un espléndido libro, Juan V elarde Fuertes (2) calificó el regionalismo en Asturias de «larvado», y aunque parecía opo­nerlo al «explícito» del País Vasco, uno piensa que no sólo quiso decir que era el asturiano regio­nalismo «callado» o «tácito», sino también «más­cara», regionalismo enmascarado, regionalismo que oculta su verdadera naturaleza, fantasmago­ría.

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En la selección de los textos he seguido el crite­rio de ilustrar en lo posible todos los hitos del regionalismo en Asturias. De su exigüidad, o de la pobreza de nuestro «corpus» teórico regionalista, uno no es culpable. Hay, no obstante, dos docu­mentos que pese a su relevancia no se recogen, pues el lector puede encontrarlos fácilmente: ni la Doctrina Asturianista, de 1918 -obra del Vizconde de Campo Grande, Alvaro Fernández de Miranda, y de Ceferino Alonso «El Cenobita» y José Gon­zález- (3), redactada en forma de Catecismo, a la manera del de Prat de la Riba, en el que declara inspirarse, o del Ami Vasco, del capuchino Evan­gelista de Ibero; ni las Bases para el Estatuto Regional de Asturias, redactadas por Sabino Alva­rez Gendín durante la Segunda República (4). Y del anteproyecto que la Comisión creada en 1932, e integrada por Ramón Menéndez Pidal, Ramón Pérez de Ayala, Teodomiro Menéndez y Manuel Rico A vello, debía elaborar, nada sé.

También me habría gustado encontrar rastro, y

Los Cuadernos de Asturias

ofrecérselo al lector, de la afirmación de Horace B. Davis en su obra Nacionalismo y socialismo

(5), pero no lo he hallado.

NOTAS

(*) Los textos aquí convocados son parte del material reu­nido para la redacción de una tesis de doctorado iniciada hace ya años, trabajada por la pereza, el escepticismo y la incons­tancia, amparada por la paciencia de una Universidad inhós­pita, pero imprescindible, y que último en la actualidad. A ellos llegué gracias al tiempo, y a personas como José Luis Pérez de Castro, Patricio Adúriz, P. Patac S. J., Ignacio de la Concha, J. I. Ruiz de la Peña, Manuel Fernández Avello Manuel B. García Alvarez, Miguel Angel González Muñiz

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Teodomiro Menéndez o Lilia María Morin. Alguno ya ni m� recordará -otro, aunque lo deseara, ya no puede hacerlo-­pero yo no los olvido.

()) «Early State-building and late peripheral nationalisms aga�st the State: The case of Spain», en S. M. EISENSTADT y S�em ROKKAN, Building States and Nations. Analyses by re­gz?n, London-Beverly Hills, Sage Publications, 1973, vol. II, pags. 84 y ss. El propio Linz escribió en «Politics in a multi­ling�al society with a dominant world language: The case of Spam», en Jean-Guy SAVARD y Richard VIGNEAULT Les États Multilingues, problemes et solutions. Multilingual p�litical sys­tems_. Problems and solutions, Québec, Les Presses de L'Uni­vers1té Lava!, 1975, pág. 433: « ... a small population in Asturias speaks bable, which however has not produced a cultural and even less a political sense of identity. »

(2) Santiago ROLDAN y José Luis GARC!A DELGADO (con lacolaboración de Juan MUÑOZ), La formación de la sociedad capitalista en España, 1914-1920, Madrid, Confederación es­pañola de Cajas de Ahorro, 1973, Tomo I, pág. XXV. Este prólogo puede completarse con la lectura, siempre provechosa, de «Problemas de la realidad económica española en la época de Alfonso XIII», del mismo Juan VELARDE, en Varios. Histo­ria social de España, siglo XX, Madrid, Guadiana· de Publica­ciones, 1976, págs. 19-33.

(3) Reeditada por la Biblioteca Popular Asturiana de Gi­jón, en 1977, con un prólogo de Francisco Tuero Bertrand.

(4) Apéndice a su libro Regionalismo. Estudio General. Elproblema en Asturias, Oviedo, 1932, págs. 99-111, y recogido en Juan Alfonso SANTAMARIA PASTOR, Enrique 0RDUÑA REBO­LLO Y Rafael MART!N ARTAJO, Documentos para la historia del regionalismo en España, Madrid, Instituto de Estudios de Administración local, 1977, págs. 75-86.

(5) Editada por Península, Barcelona, 1972, pág. 159: «Enaquellas zonas de España en donde las ideas de Bak.unin tenían igualmente un gran ascendente, como Cataluña y Asturias el movimiento anarcosindicalista estaba vinculado no sólo co� el anticolonialismo, sentimiento que en España era muy fuerte, en parte porque las aventuras coloniales de España habían ido tan mal, sino también con los movimientos regionalistas».

[REGlONALISMO ASTURIANO, REGIONALISMO ESPAÑOL)

( ... ) Un asturiano, es decir, ese ser privilegiado y armónico no sólo por derecho propio de naturaleza, sino hasta por ley eterna de la historia que le permite abrazar en un solo amor en un solo latido de su corazón y en un solo beso de su alm¡ la patr(a chica en que se vinculan su familia y su hogar, y la patna grande, en que se extiende y se dilata todo su ser( ... ) . Porque ese es el timbre caracteristico del Principado astu­

nano. No son causas accidentales, como las de otras regiones tal vez, las que la traban de modo estrecho y providencial con los demás núcleos de la Patria; es la causa substancial del desarrollo lógico de los efectos contenidos en la causa supe­rio_r; De las profundidades augustas de la gruta de Covadonga sal10 aquella España en cuyos dominios no se ponía nunca el sol, _como salen los efectos lógicos de la causa, como sale de la sem�la_ el bosque, como de la caldera de vapor la fuerza, el movimiento y la vida de toda la fábrica industrial.

Por eso el regionalismo asturiano es un regionalismo espa­ñol, Y tendria que convertirse en Saturno si regatease el amor a

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todos y cada uno de sus propios hijos, lo que espero que no podrá suceder jamás.

ALEJANDRO PIDAL [1900)

(Prólogo a Salvador CANALS, Asturias. Información sobre su presente estado moral y material, Madrid, M. Rolll,í!ro, impre­sor, 1900, págs. V-VI).

( ... ) Una fuerza moral hay sana y acaso vigorosa en toda España, y A�tuJ""ias sobJ""e todo: el amor regional. ( ... ) , Y ese sentim1e?to, digo, es muy vigoroso en Asturias, y en el pongo yo la umca base de mi fe en el porvenir. No ha tomado e_l regionalismo asturiano rumbos políticos ni siquiera ha revestido caracteres de propaganda literaria. En Asturias no hay ni una sola asociación regional, ni aun con miras folklóri­�as .. Se _ trabaja no poco en la investigación y en la crítica de!nst1tuc10nes y costumbres regionales, como ya he dicho; peromd1v1_dualmente, por escritores prestigiosos, no en común ni con fmes de política momentánea. Ni siquiera se ha conside­rado necesaria la conservación del dialecto para la conserva­ción de la personalidad regional, y el bable va de día en día desapareciendo.

SALVADOR CANALS [1900)

(De su Asturias. Información sobre su presente estado mo­ral y material, Madrid, M. Romero, impresor, 1900 págs. 184-5).

VAGA OPINION SOBRE ASTURIAS

Durante este verano he vivido mes y medio en Asturias. Ese tiempo y otro tanto más son insuficientes para conocer el cuerpo y el alma de una comarca, aun dedicándolos por entero a su estudio. Si se trata de Asturias donde los paisajes y los corazones están tejidos con raros matices y transiciones, la insuficiencia resulta mucho mayor. Ahora bien, yo no he dedi­cado ese mes y medio a estudiar la vida asturiana sino más bien lo contrario, a descansar de mi vida castellana. ( . .. )

Pero ¿qué sé yo de Asturias? En verdad que no sé nada. No he buscado el hablar con las gentes representativas de aquél país; no he visitado sus industrias; no he averiguado nada; no he inquirido nada. Y, no obstante, yo me encuentro con una como opinión sobre Asturias. Queramos o no, el contorno en que, por algún tiempo, vivimos inmersos, se va destilando al través de nuestros sentidos en forma de átomos intelectuales. Al alejamos, esos átomos de conceptos, de juicios, se reúnen, se articulan, movidos por un misterioso impulso de organiza­ción que hay espontáneo en ellos; y queramos o no, en nuestro interior se levanta una opinión. Seria insensato que nos hicié­semos solidarios de estas opiniones nacidas fortuitamente so­bre el área de nuestra personalidad. No son opiniones nues­tras, no las hemos hecho nosotros, se han hecho ellas solas sin que nuestra deliberación asista a su génesis y les imponga sus normas, sin que nuestra voluntad las empuje. Para estas opinio­nes viene muy ajustada la definición que de las ideas en gene­ral daba el cochero de Reine: Ideas -¿sabe usted?- son las cosas que se le meten a uno en la cabeza.

Pues bien: he aquí lo que de Asturias se me ha metido en la cabeza.

LAS TRES SOSPECHAS

Tras de este prólogo no podrá esperarse que tenga yo mucho que decir de Asturias. En resumidas cuentas, podria todo ello encerrarse dentro de estas tres sospechas: l. a, que muy proba­blemente no existe en toda España un país donde con mayor pureza e intensidad se den los caracteres de una unidad regio­nal; 2.ª, que falta por completo en Asturias la clara conciencia de eso. Los asturianos se sienten región, pero no se saben región; 3.3, que España recibirá incalculables beneficios, el día en que los asturianos adquieran esa clara conciencia regional y actúen sobre España no como asturianos sino como Asturias.

No es mucho, pues, lo que tenía que decir de Asturias; pero

Los Cuadernos de Asturias

si esas sospechas pudieran certificarse, creo yo que no serían poco.

JOSE ORTEGA Y GASSET [1915]

(España, número 42, 11 de noviembre de 1915, págs. 3-4: «Unas notas de andar y ver: Vaga opinión sobre Asturias». El artículo continúa en los números de 18 de noviembre de 1915 y 6 y 13 de enero de 1916. La versión definitiva se recogió en ElEspectador con distinta introducción y varias modificaciones; la supresión casi íntegra de este fragmento fue, precisamente, una de ellas.)

( ... ) Yo soy regionalista, yo defiendo los fueros y franqui­cias de todas las regiones y quiero esas libertades regionales que se levantan ante el poder del centralismo del Estado, como un dique que contiene su empuje avasallador, como una mura­lla que circunda a las regiones e impiden al poder central absolutista y absorbente, extralimitaciones tiránicas del Estado moderno, lleve éste el nombre de monarquía, oligarquía o poliarquía, porque no es el más temible el absolutismo perso­nal, ejercido por un soberano, llámese éste sultán, zar o rey, pues la denominación, después de todo, es accidental: el más temible de los absolutismos es el anónimo, el impersonal del Estado. ( ... )

¿Las regiones españolas, y singularmente Asturias, no tie­nen personalidad, además de su historia jurídica? ¿Es que Asturias es una mera expresión geográfica? ¿Es que en Astu­rias no ha existido una monarquía que fue base de la monar­quía leonesa y centro de todas las monarquías históricas, con doce gloriosos reyes?

¿Es que Asturias no tuvo un día una Junta General del Principado, que fue como unas pequeñas Cortes en que se reunían democráticamente sus Concejos? ¿Es que Asturias no resistió un día al poder omnipotente de Roma y al no menos omnipotente y avasallador de la morisma y al grandioso y terrible centralismo moderno de Napoleón? ¿Es que Asturias no tiene personalidad alguna, y que su literatura, su bable, sus costumbres, sus cantos populares y la fisonomía literaria y moral de sus hijos, es algo borroso e incoloro que se confunde con las demás regiones de España?

Vosotros sois un testimonio vivo, que llevais en la frente el sello fisonómico de la región que la hace inconfundible con las demás. En todas las vicisitudes históricas, en esta cordillera cantábrica que os protege como un gigantesco brazo, ·apareceis como el centro y el núcleo fundamental de nuestra nacionali­dad. ( ... )

Y o no soy una nacional regionalista, sino regionalista nacio­nal. Yo no creo, como hace poco decían algunos regionalistas, que España sea un conjunto de nacionalidades unificadas por un Estado político, no: España no es más que una nación, aunque tenga regiones diversas y diferentes, que mantienen su respectiva personalidad histórica y jurídica. Y o he definido algunas veces la región diciendo que era una nación incompleta que sorprendida en un momento de su desarrollo y no pu­diendo satisfacer todas sus necesidades por sí misma, había pedido el concurso de otras regiones, como ella incompletas, confundiendo así parte de su vida y conservando íntegra su personalidad. ( ... )

( ... ) En el régimen antiguo había dos fortunas, fa individual y la colectiva: nadie dejaba de ser propietario, porque los Muni­cipios tenían bienes comunales, porque formaban parte de una fundación benéfica o de una fundación docente o de U niversi­dad, porque la Iglesia tenía un patrimonio formado por la libre donación de una serie de generaciones. Todos tenían su patri­monio: el labrador con sus pastos, el empleado con sus Mon­tepíos que habían creado y crecido varias generaciones, pero vino el Estado y se apoderó de todo, porque al ver que la propiedad colectiva era mayor que la individual quiso trans­formarla,( ... ) pero la reacción era consiguiente y vino el colec­tivismo a traer la transformación inversa, también perjudicial. Por eso nosotros para defender la verdadera democracia aspi­ramos a restablecer la vida corporativa, a que los Municipios vuelvan a tener aquella hacienda municipal de que le privó el Estado ( ... ); que las clases se organicen jerárquicamente y vuelvan a tener aquella vida intensa que nace en el seno de la familia y no depende de la voluntad del poder público.

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Queremos que esa organizac10n social y municipal crezca, que de aquí nazca el regionalismo que defienda y afirme la independencia del concejo y de la región, porque precisamente habrá pocas regiones en España que por su historia, el modo de ser de sus hijos pueda aspirar a que se marque y se reco­nozca dentro siempre de la integridad de la Patria esa indepen­dencia regional. ( ... ) Haremos un programa mínimo regiona­lista, social y católico.

( ... ) ¿Qué es el regionalismo? ¡,Cuál es en síntesis su pro­grama? ( ... ) Regionalismo es el ejercicio de la soberanía social del pueblo, en todos sus organismos y que no quiere ser mermado por la soberanía del Estado que está obligado a servirlo, no a anularlo.

JUAN VAZQUEZ DE MELLA [1916]

(Fragmentos de discursos en Oviedo y Covadonga, El Pue­blo Astur, 5 y 7 de abril y 3 de octubre de 1916. Las versiones definitivas y rectificadas, en Juan VAZQUEZ DE MELLA Y FAN­JUL, Obras completas, vols. XXVI y XXVII: «Regionalismo», Madrid, 1935, aunque con errores en las fechas de su celebra­ción. El de Covadonga, con idéntico errqr, en Idem, Regiona­lismo y monarquía (Selección y estudio preliminar de Santiago Galindo Herrero), Madrid, Rialp, 1957, págs. 226 y ss.).

MANIFIESTO DEL CENTRO INSTRUCTIVO

REGIONALISTA DE LAVIANA

Asturianos:

Secundando los vecinos de Laviana y su comarca la inicia­tiva de Ujo, del Regionalismo en Asturias, cábenos la satisfac­ción de ser los segundos que seguimos el ejemplo para bien de nuestra querida provincia.

El espíritu de Asturias, que por angustiosos años de inacción y caciquismo, parecía muerto y quebrantado, resucita y se robustece hoy al influjo de la cálida y patriótica palabra de nuestro gran paisano don Juan Vázquez de Mella y haciendo coro a las demás Regiones, se une al santo y grande movi­miento Regionalista que ha de salvar a nuestra España.

Porque las Regiones españolas, creaciones de la Naturaleza y de la Historia, anteriores al Estado y con vida legítima, independiente de él, progresan y trabajan, se unen a la marcha ascendente de los pueblos europeos y sintiéndose atadas y constreñidas por el absurdo y antinatural centralismo, que tanto contribuye al decaimiento de España, levántanse poten­tes ante el estado y exígenle que les devuelva aquella amplia libertad que les fue· usurpada y necesitan hoy más que nunca para su mayor desenvolvimiento y su progreso.

Y si Cataluña, las Vascongadas, Galicia y las demás regiones que forman nuestra Patria necesitan libertad para administrarse y organizarse del modo mejor que corresponde a su peculiar carácter, ninguna otra como Asturias, que reúne las variedades de una pequeña nación por sus montañas y sus costas, sus bosques y su agricultura, sus riquezas industriales y mineras y el intenso fomento de su ganadería; Región privilegiada, que hoy se encuentra por favor de la Providencia y por el esfuerzo de sus hijos entre las más florecientes, prósperas y adelantadas de España.

Las libertades de Asturias no son tan antiguas que nuestra generación no conserve más que remotas tradiciones de su existencia, no; Asturias todavía conservaba su régimen propio en todo el primer tercio del siglo XIX.

Si entonces lo tenía y la generación que lo disfrutó se enlazó con la nuestra y demostró que era Región apta para adminis­trarse y regirse a sí misma, si lo tenía en 1808 cuando declaró la guerra a Napoleón y produjo aquella raza de varones insig­nes, que parecen legendarios, si entonces, época estacionaria, en la cual no se había desarrollado el espíritu progresivo e industrialista moderno, ¿Cómo no ha de reclamar su régimen propio hoy que su progreso es tan grande, sus problemas sociales tan privativos suyos, su régimen municipal consuetu­dinario, que se conserva aún en muchos de sus concejos, requieren una amplitud de movimientos y de esfuerzo, que no debe depender de las trabas y lentitudes de una administración central torpe y mal orientada en la que intervienen gentes que desconocen el carácter y necesidades de los pueblos que admi­nistran?

Los Cuadernos de Asturias

Santa Cristina de Lena.

Hoy el ilustre y elocuente diputado por Oviedo, levanta la bandera de nuestras reivindicaciones regionales, que han de satisfacer a los hombres de ideas políticas más opuestas, siem­pre que les una el profundo amor a nuestra tierra natal.

Mella pide el concurso de los verdaderos patriotas, de los buenos hijos amantes de la dulce Asturias y de sus glorias.

¿Quién no acudirá a este llamamiento que nos hace en nom­bre de principios religiosos, patrióticos y sociales que, reco­giendo lo más hermoso y tradicional de nuestro pueblo han de contribuir a hacerle próspero y feliz, alejándole de las luchas de la política mezquina y apasionada que no sirvió más que para nuestro decaimiento y sirvilismo?

El Regionalismo acaba, tiene que acabar con las luchas políticas de los pueblos, que no son más que luchas persona­les, para convertirlas en cosas más altas, en luchas patrióticas por la grandeza de Asturias.

Todos acudiréis de buena voluntad a esta nueva orientación de la política asturiana, que va contra todos los caciquismos y contribuiréis con vuestro esfuerzo a levantar y propagar el Regionalismo, que tan felices resultados está produciendo en otras regiones de nuestra Patria.

Al llamamos regionalistas, nos afirmamos como parte de un todo superior que es la grande, la amada, la indivisible y eterna España.

ASTURIANOS: Los vecinos de Laviana os damos el ejem­plo en la organización.

Esperamos que veréis con simpatía nuestro acto de hoy, pero también abrigamos la confianza de que entrando en santa emulación, sabréis imitarnos y contribuiréis en todas partes a laborar unidos, bajo la dirección de los representantes de las diversas entidades que se congregarán en el próximo septiem­bre en el acto trascendental que al pie de la Virgen, en la cueva de Covadonga, raíz de la cual salió nuestra existencia y carác­ter histórico por la prosperidad, libertad y porvenir de nuestra Región, que contribuirá, con el esfuerzo de las otras a la grandeza y esplendor de España.

Asturianos: ¡¡VIVA ASTURIAS!! Laviana, julio de 1916.

EL COMITE LOCAL REGIONALISTA

(Hoja volandera)

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( ... ) Sobre la base de la unidad nacional y de la soberanía del Estado, nosotros llegamos, en materia de concesiones auto­nómicas, a los mayores extremos. Evitamos así la hipertrofia del Poder Central que es consecuencia de la política dominante y que ahoga muchas iniciativas que pueden ser fecundas y redentoras. Evitamos, además, esa tiranía difusa de los Go­biernos que llega a todas partes y que produce verdaderos e insoportables despotismos.

Siempre he creído, señores ministros, que el ejercicio de las libertades públicas no depende de combinaciones artificiosas establecidas en la ley y basadas en el mecanismo de los dere­chos individuales; siempre he estimado que el medio más efi­caz para combatir ese despotismo es desparramar el Poder público por toda la superficie de la vida nacional, distribuyén­dolo equitativamente entre las personalidades locales y el Po­der central. Sólo así tendrán un sólido cimiento las libertades en nuestro país. ( ... )

Hay entre el Estado y la nación dos tendencias antagónicas; la nación es descentralizadora de suyo, porque es un producto de la Historia, casi siempre acéfalo, de estructura ganglional, que se va formando por las diferentes personalidades locales que han tenido vida sustantiva a través de los tiempos, y el Estado es, por el contrario, de inclinaciones absorbentes y de instintos centralizadores; y al Estado, como órgano de la Na­ción, le corresponde siempre determinar la órbita de acción en que se mueven las personalidades locales, fijando sus límites, regulando sus atribuciones; claro que no a capricho, porque entonces sería la centralización absurda del Poder, sino en armonía con las necesidades de la vida local dándole medios y condiciones para que estas necesidades se puedan desenvolver más ampliamente.

No es más que ese el problema y siendo así ( ... ) no conce­bimos la vida regional sin la autonomía municipal, como no concebimos la autonomía municipal sin las libertades individua­les. Sólo sobre la base de las autonomías municipales podemos ir formando el órgano por donde se manifiesten con verdadero vigor las regiones, a fin de que éstas surjan como una persona­lidad viva, no como un artificio creado por el legislador y que, en el momento de ser artificio, daría la sensación de su inutili­dad y de su impotencia.

No; y en esto discrepo del señor Mella. Yo no quiero que se

Los Cuadernos de Asturias

reconozca personalidad regional donde la personalidad haya muerto, donde no surja, donde esté amortiguada, y el amorti­guamiento sea precursor de su desaparición. En España pasa esto. Hay personalidades vivas, con gran fuerza, con gran pujanza, con gran vigor como Cataluña, y hay personalidades regionales muertas, como mi región, que tiene el encanto y la añoranza de su pasado y el amor a aquella tierra llena de sugestiones poéticas, pero cuyos problemas son los problemas de España, y cuyas leyes son las leyes de España, y cuyos partidos políticos no se desenvuelven ni se conciben sino en la órbita de los grandes partidos nacionales, con el pensamiento puesto en España. Por eso, resucitar en Asturias un regiona­lismo político, es pretender resucitar un cadáver. ( ... )

MELQUIADES ALV AREZ [1916]

(Discurso en el Congreso de los Diputados, el 1 de julio de 1916, con ocasión del debate sobre el mensaje de la Corona. Diario de Sesiones, legislatura 1916-1918, número 41, págs. 1016-7).

( ... ) Aquí y en otras regiones españolas asoma como panacea pública el regionalismo ahora principalmente alimentada en las filas de la derecha de la actual política nacional.

¿Esta_rá en el regionalismo el remedio de nuestros males presentes? Dios lo quiera, y más que se realizase bien y pensa­damente y no tan solo por esperanza y hasta por seguridades en �távicos procedimientos. Como el que más, quien esto escnbe con meras y modestas consideraciones a la Represen­tación provincial, ama a la región asturiana y se deleitó siem­pre en el estudio de su pasado; pero entiende humildemente que mucho de la organización secular del Principado ya no puede resucitarse porque no en balde se mueve y se renueva la historia en sucesivas mudanzas, reformas y vida social varia y diferente. No es esto desechar la fuerza venerada de la tradi­ción, ni siquiera prescindir de gratos antecedentes de Folklore o saber popular, ni menos desdeñar el fecundo estudio arqueo­lógico de la región propia y dentro de esta, nunca, jamás,olvidar nuestra «antigua organización, gobierno, administra­ción e instituciones asturianas» a que tantas vigilias dedicamosen nuestra ya cansada y avanzada vida.

Tiene el regionalismo histórico muchos materiales aprove­chables para futuras reformas, mas organizarlas únicamente cqn aquellos no será acertado, corriéndose peligro de antago­nismos sobre un principio que entendemos debe estar sobre y a toda costa, el de unidad nacional, aún no del todo firme por egoísmo -que lo hay colectivo como individual- después de cuatro siglos para conseguirla y comenzar a ser algo porque hasta entonces todo fue fragmentario y delatado. Y tanto volve­ría a suceder deteniendo y dificultando la vida nacional con un atávico regionalismo asturiano a la par de los otros regionalis­mos, alguno de los que resurgirían, porque sí, con deslinde inseguro. Existe ¿quién puede negarlo? la region como deter­minado organismo por ley de biología social; pero crece y decrece, transforma y desfigura su carácter a la fuerza natural de su acción, y a través del tiempo se aproxima y relaciona con organismos vecinos; más o menos similares; la facilidad en comunicaciones y relaciones y para aspiraciones impulsa y facilita la emigración y la inmigración con sus aportaciones e importaciones orales y materiales, así peninsulares como his­pano-americanas y extranjeras; y, de esta suerte, lo que antes era característico y diferencial se atenúa y borra, y fusiona las distinciones en usos, costumbres, leyes, dialecto, trabajo, eco­nomía y hasta sentimientos, no siempre del todo, pero sí cada día más, porque también son factores potentísimos los sucesos históricos y movimientos políticos. ( ... )

Ya veremos lo que se intenta ahora, según de público se dice y en nuestra prensa se publica; ¿pero va ser otra nuestra querida tierrina por llamarse región en vez de honorífico Princi­pado de Asturias o J>rovincia de Oviedo, porque se reemplace la moderf!a excelentísima Diputación provincial por la antigua y veneranda Junta general? ( ... )

FERMIN CANELLA SECADES [1916]

(Fermín CANELLA SECADES, Representación Asturiana ad­ministrativa y política desde 1808 a 1915 en la Diputación

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Provincial de Oviedo, Congreso de los Diputados, Senado y

otras instituciones, Oviedo, 1915, págs. CXXXI-CXXXIV, passim.)

PROGRAMA DEL GRUPO «REGION»

A lo que venimos y a lo que aspiramos

«No aspiramos únicamente; como en otros intentos, seme­jantes sólo en el título, a registrar toda iniciativa, comentar todo acontecimiento, subrayar toda queja, en fin, a procurar al lector sencillas noticias de la vida regional; pretendemos ade­más de eso, aumentar, acosar, fomentar esta misma vida re­gional. No queremos sea nuestra revista una simple yuxtaposi­ción de los artículos casualmente llegados a la redacción en el espacio de la quincena, sino una verdadera y fuerte colabora­ción que por varios caminos se dirija al fin arriba enunciado, con una sola idea que llamaríamos regionalismo si no tuviéra­mos que modificar algo la usual acepción de la palabra y acentuar nuestra independencia con relación a todo compro­miso político. Nuestro regionalismo es amplio, independiente. sin precedentes determinados, sin jefes ni comités, sin ninguna influencia colectiva o personal que le cohiba y limite. Tampoco podría tener ya un programa construido previamente. Ahora sólo es un ansia; luego será una idea lúcida y un plan concreto; será, en fin, lo que deba. ser, lo que los asturianos, lo que las fuerzas vitales de la región, y no nosotros, quieran que sea. Nuestro programa es el programa de la concordia previa a cualquier actividad regional.

Nosotros creemos que por encima de los ideales políticos con que cada cual interviene en la vida ciudadana, existen otros poderes atractivos, tan fuertes que a ellos nadie se sus­trae. Son éstos la analogía del modo de producción y de la forma de propiedad, la comunidad de labores, la semejanza de la geografía, de las maneras de vivir y de todo aquello que el ambiente fue moldeando en nosotros con sus usos y sus cos­tumbres; en suma, lo económico y lo sentimental, en cuyos territorios pueden coincidir los espíritus más dispares. La ape­lación a la unión la hacemos no con frases huecas sino con realidades profundas e indestructibles.

REGION, mediante la colaboración de los hombres de crite­rio más preeminente, de mayor capacidad y especialización, acometerá el estudio claro y riguroso, la estadística verídica, el proyecto de reforma y mejora, en las cuestiones comerciales, agrícolas, industriales, sociales, de emigración, de Asturias, así como la defensa de su actual economía y la promoción de su futura riqueza.

Nuestras canciones, nuestras danzas, nuestras costumbres; en suma, lo que forma el maternal regazo de lo popular, donde gustan reposar y soñar aún las más fuertes individualidades, para sentir disuelta su personalidad en la masa anónima de la raza -de sus antepasados y de sus sucesores- tendrá su ar­chivo y su hogar en esta revista. ( ... )

Parecerá desmedido el propósito y grande nuestra vanidad; acaso haya quien piense que tratamos de convertir a Asturias por la sola acción de nuestras plumas -humildes plumas- y con el solo poder del entusiasmo -inmenso entusiasmo- en un país poblado de fábricas, cruzado de frecuentes ferrocarriles y ar­diendo en arte y pensamiento ¿quién podrá decir, por muy irónico que quiera aparecer que en ese deseo no coincide con nosotros?

Pero nos contentaríamos con algo menos, a saber, traer a fuerte y clara conciencia el escondido sentimiento regional que advertimos en todos los asturianos.

No vamos, pues, a inventar nada; sólo pretendemos hacer patente y luminoso lo que, en forma de germinación confusa y oscura, vive en lo más hondo de todo espíritu asturiano: la idea y el amor regional. ( ... )

JOAQUÍN A. BONET, JOSÉ A. CEPEDA, ANTONIO ÜAMONEDA, FERNANDO ÜARCfA VELA, VfCTOR HEVIA, MANUEL MEDINA, NJCANOR PIÑOLE, MARCELO PRESNO, EDUARDO M. TORNER, EVARISTO VALLE y MANUEL VEGA [1917]

(Región. Revista de Asturias, número 1, 18 de julio de 1917. También publicado con variantes en El Comercio, 14 de mayo de 1917 y El Noroeste, 1 de junio de 1917).

Los Cuadernos de Asturias

BASES DE LA LIGA PRO-ASTURIAS

La Liga tendrá su domicilio legal en la capital de Asturias, y su domicilio natural será todo el solar asturiano.

La Liga se propone levantar el espíritu regional, defender los intereses permanentes de Asturias, asegurar su progreso y situar su personalidad en el puesto preeminente que legítima­mente Je corresponde en la vida nacional.

La Liga actuará libremente, con absoluta independencia de los partidos políticos; pero declara que todos vienen obligados a asegurar que las representaciones populares recaigan en per­sona que, por razón de su capacidad y de sus sentimientos de amor a la región, sean aptas para ostentar la confianza del pueblo asturiano, cuyos intereses cada día demandan defensas más activas y más inteligentes.

La Liga declara que el caciquismo negro, blanco o rojo es su enemigo natural, en cuanto significa opresión de la libertad ciudadana, en cuanto tiende a contener energías y actividades y en cuanto es rémora para el progreso de Asturias.

La organización de la Liga será eminentemente democrática, y su funcionamiento se desenvolverá en procedimientos senci­llos y prácticos para la consecución de sus fines. La Asamblea en pleno designará los individuos que han de constituir las secciones, las cuales, reunidas, serán el Directorio general de la Liga.

Las secciones de la Liga, y en su caso el Directorio o la Asamblea en pleno, entenderán en los siguientes asuntos y cuantos más consideren convenientes:

SECCION PRIMERA

Actuación ciudadana.-Medios eficaces para promover y asegurar el libre ejercicio de los derechos de ciudadanía. El Municipio.-Una misma ley para todos es impropia. Autonomía municipal.-Cada municipio asturiano se dará su propio régi­men. Sus recursos propios: serán para las Haciendas locales todos los recursos de naturaleza exclusivamente municipal que hoy se atribuye el Estado. Mancomunidad de Municipios para fines económicos y para la defensa de sus derechos contra las intrusiones abusivas del Poder Central y contra la opresión del caciquismo. siendo Asturias una sola provincia, con caracteres propios, que no se han de unir fácilmente con los de otra, si ha de ser por sí sola una región pudiera resultar demasiada com­plicación la constitución de un nuevo organismo regional, además de la Diputación y los Municipios, y acaso fuese más práctico estudiar cómo se podría transformar la constitución y funcionamiento de la Diputación con carácter señaladamente regional, previo el reconocimiento necesario de autonomía.

SECCION SEGUNDA

Obras públicas.-Puertos; necesidad de que sean pronta­mente terminados los puertos asturianos en construcción y se les dote abundantemente de todos los medios modernos, tanto principales como auxiliares, para la mayor rapidez en las ope­raciones de tráfico marítimo y para obtener de cada uno el debido efecto útil. Ferrocarriles secundarios y estratégicos, carreteras y caminos vecinales; estudios que debe hacer la liga y campañas que ha de realizar para conseguir la inmediata construcción de los más necesarios; lo que ha de hacer la representación en Cortes. De no ser posible la subasta inme­diata, se estudiará un plan financiero para realizar un emprés­tito patriótico, popular, con emisión de obligaciones, cuyo interés y amortización habría de garantizar el Estado. Manco­munidad para estos fines con otras provincias interesadas en la Construcción de alguno de aquellos ferrocarriles.

SECCION TERCERA

Industria minera y fabril de Asturias: estudio completo de las mismas; iniciativas para su mayor desenvolvimiento. Solu­ción para el problema nacional hullero. Transportes terrestres. Electrificación pronta de la línea Norte en la sección de Paja­res. Nacionalización de todos los elementos de la industria militar, necesarios para la defensa del territorio. Industria mili­tar en Asturias: no se debe pedir al extranjero Jo que pueden producir nuestras fábricas. Conveniencia nacional de ampliar los elementos de la Fábrica de Trubia, para construir en ella cañones de mayor calibre, así como se debe establecer en la de fusiles de Oviedo, la fabricación del cartucho para el maüser. Otras industrias militares que cabe establecer en Asturias.

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SECCION CUARTA

Medios para el mayor desenvolvimiento de nuestra agricul­tura y facilidades para la exportación de los productos sobran­tes y sus derivados. Crédito agrícola. La ganadería en Astu­rias. Conveniencia y mejores medios para conservar la raza vacuna del país. Pastos comunales: necesidad absoluta de con­servar esta forma de propiedad colectiva y medidas adecuadas para su más fácil aprovechamiento. Cooperación social en favor de la familia labradora: la casa-habitación del colono; defensa de su personalidad en el ejercicio de sus derechos de ciudadanía y medidas que le aseguren en la posesión de sus bienes contra todo intento de lanzamiento arbitrario.

SECCION QUINTA

Patronos y obreros: la Liga no tiene la representación parti­cular de los unos ni de los otros, sino la del interés permanente de la región que procurará defender contra el apasionamiento de una y otra parte, que rompan el equilibrio necesario al progreso de Asturias. La vida del obrero. Medios de acción social en favor de la familia trabajadora. La casa-habitación del obrero.

SECCION SEXTA

Enseñanza primaria: medios para conseguir que en caso de vacante no se interrumpa mucho tiempo la enseñanza en las escuelas. Locales escuelas. ¿Reúnen todas las necesarias con­diciones higiénicas? Campaña perseverante de la Liga en esta materia. ¿Están todas las escuelas rurales situadas en los pun­tos que más facilitan el acceso a ellas de los niños que deben concurrir a las mismas? Cooperación que los inspectores de primera enseñanza, y en general los maestros deben prestar voluntariamente a la Liga. Enseñanzas profesionales.-En As­turias debe haber una escuela de ingenieros industriales.-Los alumnos de la academia de Artillería y los de la Escuela de Ingenieros de Minas deben estudiar por lo menos un año de prácticas en Asturias.-Universidad popular: Bibliotecas popu­lares.

SECCION SEPTIMA: SANCTA SANTORUM

Dialecto asturiano: desmedrado y pobre ningún idioma Je iguala en palabras íntimas, sonoras y dulces, para arrullar al pequeño asturiano en su cuna: ni en fuerza de expresión para exaltar el cariño de la familia y las costumbres lugareñas, ni en voces de entusiasmo y de alegría para ponderar las excelencias y la riqueza de esta tierra. Por eso influye aún en el alma regional, y por ello debemos conservarlo, y también como monumento histórico y útil para conocer el origen y la etimo­logía de no pocos vocablos castellanos. Bases para un Diccio­nario de nuestro dialecto. Palabras del mismo que se han de proponer a la Academia las incluya en el Diccionario de la lengua castellana; las cuales palabras, por su esclarecido ori­gen y por su abolengo castizo, su armonía y su dulzura, su estructura, en fin, tienen título más legítimo para ser usadas en el idioma español, que tantas otras voces extrañas que disue­nan y lo afean. Romances. Música asturiana y la poesía popu­lar de Asturias. Certámenes: Premios. La Liga abordará con entusiasmo la empresa de recoger, de compilar, de publicar y propagar estas manifestaciones de la musa popular al través de los siglos que ejercen una influencia positiva en el alma astur y la ejercerán siempre mientras haya asturianos en el mundo, pues aquellas armonías, sus acentos y sus notas, sus voces que manan de las entrañas de estas tierras y nos atraen, son besos de amor de madre. Arte y artistas asturianos.-Las bellezas del campo de Asturias .-Parques nacionales .-Propagandas .-Tu­rismo.

LA REPRESENTACION EN CORTES

Para una acción eficaz en favor de Asturias es menester que sus representantes en Cortes se constituyan en unidad inque­brantable, defensores de cuanto sea interés regional, que en buena parte queda indicado. Así lo deben anunciar ante las Cámaras, proclamando que la disciplina de partido no puede ser tal que les obligue a fabricar los intereses de Asturias, siendo, como son, no solamente compatibles, sino necesarios a la prosperidad nacional y hasta indispensables para su inde­pendencia. En defensa de los intereses fundamentales de la

Los Cuadernos de Asturias

región utilizarán sus representantes, llegado el caso, todos los recursos reglamentados en ambas Cámaras.

Si así lo hacen habrán cumplido como buenos, y Dios y la Patria se lo premiarán.

NICANOR DE LAS ALAS PUMARIÑO [1918]

(El Noroeste, 17 de enero de 1918. También re.cogidas enNicanor de las Alas Pumariño y la Liga Pro-Asturias, Verda­dero regionalismo asturiano. Iniciativa y primer pe

_ríodo de

propaganda para constituir la Liga Pro-Asturias, Ov1edo, Im­prenta El Correo de Asturias, 1918, págs. 124-130.)

SINTOMAS

Cada vez son más intensas las señales de que en Asturias despierta la conciencia regional, aprestándos� ª. h�cerse claravoluntad y decisión. En los fenómenos más ms1gnificantes de la vida actual de Asturias, puede observarse, aunque sea en tamaño microscópico, gérmenes de una nueva manera de l_u­char y de defenderse, y allí también -tal como en los orgams­mos- la batalla entre lo sano y lo nocivo, entre las nuevas ideas y los viejos prejuicios. . Hoy estamos en una época de peligro; vemos q�e � una vida artificiosa va a seguirse -pronto según nuestro optnmsmo-.una vida real y vemos que es preciso que las ideas propia_s Y queridas, los sentimientos y los inter�ses verdaderos se �1bu­jen con todo su relieve entre el torbellmo de cosas que estan en lucha para que no sean olvidados ni preteridos. Quien ahora se descuide y no vaya a la batalla con su máximo poder y fuerza, será aniquilado o disminuido, porque en las luchas de realida­des el poder, la fuerza, es también una realidad.

Pues bien en estos días en que es preciso desplegar toda la fuerza, se diultiplican los actos, las ideas que no tiene� ot�o objeto que dar a los intereses de Asturias y a la co_nc1enciaregional la mayor eficacia. Tal es, por ejemplo: la «Liga» queel senador don Nicanor de las Alas Pumanno, propone se forme.( ... ) · ·.

Los hombres de negocios, de la industria y del comercio y la clase obrera de Asturias forman una realidad que debe interve­nir en la política, imponiendo las ideas y los proyectos que aseguren el estado presente y abran grandes honzontes para el porvenir.

( ... ) La actual manera de procurar beneficios para Astl!r(as no satisface al señor Pumariño; se trata, en efecto, de peticio­nes al Estado y de ínfimas ventajas conseguidas aisladas, que no tienen conexión con otras peticiones y otros intereses, que acaso los perjudiquen. La cuestión es llevar y pedir a la polí­tica la fuerza íntegra y el beneficio total de la región que toda petición, proyecto o proposición al. Estado, así como t_odalucha o campaña, sea un acuerdo regwnal, que nuestros dipu­tados tengan detrás la opinión entera de Asturias y la fuerza que dan las realidades económicas, comercio, industria, prole­tariado, etcétera.

La labor es pesada, el conseguir el acuerdo largo y difícil, el dar demasiada importancia a lo puramente económico quizá peligroso, pero queda ya, como semilla, la idea en el aire. ( ... )

FERNANDO GARCIA VELA [1917]

(Región. Revista de Asturias, número 7, ¿�iciembre _de 1917? Recogido en Nicanor de las Alas Pumarmo y la Liga Pro-Asturias, ob. cit., págs. 103-5).

A la Excelentísima Diputación Provincial. El Principado de Asturias, por sus límites geográficos bien

definidos, por sus peculiares elementos de riqueza, por su historia y por el carácter de sus hijos, necesita vivir para_ engrandecerse, engrandeciendo al mis_mo tiempo a la Patria Española, en un amplio régimen de autonomía administrativa, como organización natural de la Región, con facultades para gobernarse y regirse libremente en todos los órdenes que afec­ten al pleno desenvolvimiento de su vida íntima, sin perjuicio de conceder plena autonomía a sus Municipios.

Y siendo éste el común sentir, los diputados que suscriben tienen el honor de proponer a V. E. se sirva _d_eclararlo así y

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transmitir tal declaración al Gobierno de S. M. para que se tenga en cuenta cuando se plantee ante las Cortes el problema Regional.

Palacio de la Diputación, 18 de enero de 1918. Proposición presentada por los diputados provincia­les del Partido reformista Cesáreo del Valle y Car­los de la Torre en la sesión de la Diputación Provin­cial de Oviedo de 18 de enero de 1918, y aprobada por unanimidad.

(Libro de Actas de la Diputación Provincial de Oviedo. (1917-1920), folios 102 y ss. También en El Noroeste, 21 de enero de 1918).

BASES PARA LA AUTONOMIA ASTURIANA APROBADAS POR UNANIMIDAD POR LA DIPUTACION PROVINCIAL

DE OVIEDO EL 18 DE DICIEMBRE DE 1918

Asturias, por su geografía, por sus Trad_i_cion�s y por _ susCostumbres, por el amor ferviente de sus h1Jos tiene _concien­cia de su personalidad Regional indisolublemente umda a las demás regiones con quienes convive en la intangible unidad de la Patria Española y se considera con tanto derecho como cualquier otra Región a los beneficios de la Autonomía, pero no reclama ni quiere ninguno que atente en lo más mínimo a la soberanía del Estado, ni pueda aflojar los lazos de aquell_a unidad nacional. Sólo aspira, por entender que con ello contn­buiría a su prosperidad y al ansiado engrandecimiento de Es­paña y descargaría al Poder Central de cuida�os que le a�o?ian y le evitarían rozamientos y quejas que aqueJan su prest1g10, a una autonomía administrativa sobre las siguientes bases:

Primera. Ampliación de las facultades que la Ley Orgánica de provincias concede a las Diputaciones provinciales en cuanto interese de modo privativo a la Región Asturiana, sin que el Poder Público intervenga directa ni in�irecta�ente �n la adopción y ejecución de los acuerdos de la D1putac10n regwnal mientras se mantenga dentro de los límites de la esfera admi­nistrativa y sean compatibles con la soberanía del Estado.

Segunda. Que para llenar sus fines y atender conveniente­mente a los servicios actuales y a los que deba crear la Diputa­ción Asturiana tenga plena capacidad jurídica para contratar y disponga de Hacienda propia, mediante arbitrios o impuestos que ella misma establezca. . . . , . Tercera. Que para evitar cualqmer opos1c1on ei:itre l�s im­puestos que crease la Diputación y el sistema tnbutano del Estado, se le autorice para concertar con éste el pago de los impuestos generales.

Cuarta. Que el Estado costee con cargo a sus presupuestos todos los servicios que el Poder Público central orgamza o tiene bajo su dependencia.

Quinta. Que para hacer efectiva la Autonomí'.1 Regional ,Y vigorizar la vida local se otorgue la más amplia autonomia administrativa a los municipios emancipándolos de la tutela del Estado y de toda dependencia de los órganos del Poder Público reconociendo a los Ayuntamientos el libre ejercicio de sus funciones en cuanto afecta a los intereses peculiares de los pueblos y autorizándoles con amplias bases para la creación de sus Haciendas.

[1918]

(Libro de Actas de la Diputación Provincial de Oviedo. 1917-1920, folios 157 y ss. También en El Comercio y El Noroeste, 19 de diciembre de 1918).

BASES ACORDADAS POR EL AYUNTAMIENTO DE A VILES EN SES ION DE 24 DE ENERO DE 1919, SOBRE

IMPLANTACION DE LA.AUTONOMIA REGIONAL Y MUNICIPAL

l.ª La autonomía de los Municipios debe estar reconocidaen las leyes del Estado, sin exceptuar la fund_am�ntal, de­biendo provocarse a este fin una reforma const1tuc10nal que permita adaptar en legal forma las legítimas aspiraciones de los pueblos. . . , 2.ª El reconocimiento de la personalidad regional, afü donde exista de un modo histórico y consciente, debe acep­tarse por el Estado central y por la simple petición de los Municipios autónomos, los cuales deben ser los que redacten

Los Cuadernos de Asturias

Puente de Can¡;(as de Onís sobre el río Sel{a.

su proyecto de estatuto, siempre que en él 'no se ataque la soberanía española, más teniendo en cuenta también, que esta palabra soberanía debe entenderse únicamente en sentido je· rárquico y la región ha de ser soberana en aquellaifesferas que pertenecen a su vida interna. ·

3.ª La única limitación que podrá imponerse a la soberaníapropia de la región, será la de una organización democrática, por lo menos en la medida que lo sea el Estado central, evitando así que el movimiento regionalista pueda ser un pre· texto de reacción; y

4.ª Para determinar las materias de exclusiva competenciadel Estado central, deben convocarse Cortes constituyentes, a fin de que todas las regiones españolas puedan organizarse bajo un pie de. igualdad, teniendo, en potencia, los mismos -derechos al reconocimiento de su existencia.

Avilés, '].7 de enero de 1919.

(Mancomunidad de Ayuntamient9s Mineros de Asturias, As· turias Autónoma. Propaganda Regionalista Asturiana. Año de 1919, Oviedo, Imp. Gutenberg, 1919, pág. 13).

BASES DE AUTONOMIA MUNICIPAL Y REGIONAL QUE PRESENTA LA COMISION QUE PARA DICHO OBJETO

FUE DESIGNADA POR EL AYUNTAMIENTO DE LAVIANA

Los que suscriben, antes de someter al juicio de esa IfüsTfe C9rporación Municipal las, bases de un Estatuto Autonómico Municipal y Regional; creen un deber hacer las c;onsideracio. nes siguientes:

A) Que siendo el derecho una forma total de la vida,· unprincipio' de biología jurídica confirmado por la experiencia dé todos los siglos, impone como cuestión previa al estudio. en· comendado la oli&ervación detenida de la varia fisonomía del Municipio Asturiano, el genio peculiar de su constitución in· terna, distinto según las necesidades de su vida, diverso cbn· forme a las características manifestaciones de su economía. Por esto, entienden qµe, antes ele confeccionar normas jurídi­cas acertadas de Autarquía Municipal y Regional, se hacía preciso ver ¡¡on claridad el modo de ,ser de cada Concejo, su

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personalidad y especiales necesidades, sus medios reales y personale.s para el cumplimiento de los fines, a fin ·de que .no existiera incongruencia alguna entre aquellos ordenamientos y el fondo entero de la realidad que por ellos se había de regular; porque, ¿habrá quien niegue la diferencia de idiosincrasia entre la Municipalidad gijonesa, de carácter marcadamente industrial y urbano, y la de Caso eminentemente ganadera y rural? ¿Hay alguna semejanza o se parecen en algo Langrpo y Mieres, · mineros exclusivamente, a Grado y Pravia, agricultores? Esta natural oposición de los Municipios de nuestro Principado, no obsta al tipo mixto que en general ofrece el Concejo Asturiano, si bien predominando la cualidad de minero, agrícola, gana­dero, fabril, urbano, rural, serrano, llanero, de pol>lación agru­pada o diseminada, marítimo o pesquero e interior. .

B) Consecuencia de lo expuesto, es la indispensable nece­sidad de que tos principios sobre los que se ha de asentar la r�gla autonómica municipal, sean lo suficientemente amplios y flexibles, sin lo que difícilmente se podría hace!"' un acopla-

, miento a \as originales manifestadones de cada vida local de esa nueva savia de descentralización económica y administra­tiva, y política y social, a ser posible, que acelerará la pronta regeneración de los organismos locales y regionales.

C) La Comisión, que desconfía de llenar su cometido taµcumplidamente como deseara, para la mejor inteligencia de los fundamentos capitales de la Ley de gobierno y administración local y regional que propone, acompaña uo.a sucinta exposición de las razones que la impulsaron ·a establecerlos. ( ... )

ESTATUTO REGIONAL

Partiendo del supuesto, aprobado por el Gobierno y redac­tado por la Comisión extraparlamentaria de que cuatro quintas partes del número de Municipios de esta provincia coincidan en la aspiración de solicitar una ley ordenadora de amplia autonomía provincial, previa la mayoría de tres cuartas partes del número de concejales en cada Corporación a fin de acor­darla en principio; y tenienfio presente que nuestra provincia es una agrupación bien delimitada, geográfi.ca e histórica­mente, la Comisión tiene el honor de proponer a ese Ayunta­miento la adopción de las bases siguientes:

Los'Cuadernos de Asturias

l.ª

El gobierno y dirección de los intereses peculiares de la región de Asturias corresponderá primero a la Diputación re­gional, segundo a la Junta del Principado.

MOTIVO

Es una restauración histórica de nuestros organismos regio­nales sin otra alteración que denominar Junta del Principado a lo que antes se llamaba «Diputación», y viceversa, siguiendo la terminología de la Comisión extraparlamentaria.

2.ª

La Diputación regional se compondrá de los diputados elegi­dos por elección popular en número de uno por cada Partido judicial, formando Gijón un solo Distrito, doce con la represen­tación de Ayuntamientos y tres designados por las Asociacio­nes residentes en la provincia, agrupadas en la forma siguiente:

l.º Patronal, propietaria, comerciante o industrial.2.0 Profesionales, artífices y obreros; y 3.0 Sociedades agrícolas y pesqueras.

MOTIVO

Aun siendo mayor la Región participa de la naturaleza políti­co-social del Municipio, y por ende la representación será la misma en calidad, aunque varíe en proporción.

3.ª

La Junta del Principado, compuésta de ocho diputados, se elegirá por la Diputación regional.

MOTIVO

Impuesta la existencia de un organismo regional ordenado por la Diputación, sólo con ese número cabrá formar la Junta, si ésta ha de renovarse cada año.

4.ª

Habrá en la provincia o Región un Gobernador que sin intervenir en el régimen y administración de las Regiones ni Municipios, sea representante del Gobierno y corrija las extra­limitaciones de los organismos regionales y Municipales.

MOTIVO

Como dentro de la Región y del Municipio tiene el Estado sacratísimos intereses, servicios y funciones, lógico es que haya algún encargado de hacerlos cumplir al mismo tiempo que logrará el respeto a las leyes generales de la Nación.

5.ª

Si el Gobernador por sí o como delegado del Gobierno, mediante alguna disposición menoscabase la autonomía regio­nal o municipal, podrá entablarse recurso ante las Cortes y si no se hallaren abiertas, ante el Tribunal Supremo.

MOTIVO

Mantenimiento íntegro de las Autonomías regional y munici­pal y garantías contra posibles abusos del Gobierno.

6.ª

Toda persona natural o jurídica agraviada en sus derechos por la Diputación regional, podrá, dentro de los dos meses siguientes, recurrir a la Audiencia Territorial en pleno, que fallará sin ulterior recurso.

MOTIVO

Admitido el pe1Jmc10 a los particulares o Sociedades en virtud de acuerdos de la Corporación, lícito es que se conceda a los damnificados medios para resarcirse.

7.ª

Se constituirá la Hacienda regional con los siguientes recur­sos, en defecto de concierto económico:

l.º Rentas y productos de toda clase de bienes, derechos ocapitales que por cualquier concepto le pertenezcan.

2.° Contribuciones o impuestos cedidos a la región por la Hacienda pública.

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3.0 Subvenciones del Estado para compensar gastos de los que él se libera.

4.0 Explotación de servicios y obras públicas construidos a sus expensas.

5.0 Repartimiento entre los pueblos.

MOTIVO

Separación y deslinde entre las haciendas del Estado, la Región y el Municipio.

8.ª

Amplias facultades en la Región para fundar y sostener esta­blecimientos benéficos de instrucción y educación en todas clases y grados.

MOTIVO

El que cada Región oriente e impulse los estudios más ade­cuados al desarrollo de su riqueza natural, dejando a salvo lo dispuesto por el artículo 12 de la Constitución.

9.ª

La Diputación regional podrá construir, auxiliar o promover cuantas obras públicas estime convenientes; vías de comunica­ción y transportes terrestres, marítimos o aéreos; líneas tele­gráficas, telefónicas y estaciones radiotelegráficas; hacer con­cesiones de las líneas, derechos y aprovechamientos de todas clases, declarándolas de utilidad pública y atender a la conser­vación y repoblación forestal.

MOTIVO

Si la Región ha de ser progresiva, forzoso es concederle la iniciativa para que eche los cimientos de su florecimiento.

10.ª

Se procurará que en la reforma del Código civil se incoporen determinadas costumbres jurídicas de derecho privado, cui­dando asimismo de organizar certámenes que se dediquen a fomentar la agricultura, ganadería, industria, comercio y banca, y también el dialecto, para canto, baile y música del país.

MOTIVO

El gozar Asturias de un derecho consuetudinario, informe porque faltó quien lo recogiera, pudiendo decirse lo mismo del bable.

11.ª

La Junta del Principado será un Cuerpo de carácter consul­tivo, ejecutivo, informante y sustitutivo de la Diputación re-, gional en casos urgentes, dando siempre cuenta de las resolu­ciones y acuerdos.

MOTIVO

La imposibilidad de que organismo tan numeroso como la Diputación regional se reúna con la rapidez que algunos asun­tos requieren.

12.ª

La responsabilidad de los individuos de la Diputación regio­nal y Junta del Principado será administrativa, criminal y civil, exigible por cualquier habitante ante el Tribunal provincial de lo Contencioso y Audiencia Territorial.

MOTIVO

Garantías concedidas al ciudadano contra los excesos o abu­sos de dichos cuerpos.

13.ª

Se establecerá en la capital de la Región un Tribunal com­puesto de tres Vocales patronos, tres obreros y tres catedráti­cos de la Universidad que conocerá de las apelaciones impues­tas contra los fallos de los jurados mixtos de los Partidos en las cuestiones que a éstos les incumban.

Los Cuadernos de Asturias

MOTIVO

Dar una mayor ilustración a este Tribunal superior que co­nocerá en segunda instancia de hechos que por su índole tienen extremada gravedad.

El Alcalde y Secretario que suscriben certifican: Que las anteriores bases fueron aprobadas por esta Excma. Corpora­ción en sesión del 21 de Enero.

[1919]

(Mancomunidad de Ayuntamientos Mineros de Asturias, As­tur.ias Autónoma. Propaganda Regionalista Asturiana. Año de 1919. Oviedo, Imp. Gutenberg, 1919, págs. 15-16 y 23-27).

BASES ACORDADAS POR EL AYUNTAMIENTO.DE SAMA

DE LANGREO PARA LA AUTONOMIA MUNICIPAL Y

REGIONAL

Por acuerdo de la Mancomunidad de los Ayuntamientos Hulleros, el señor Alcalde de Oviedo ha convocado a una reunión a todos los Ayuntamientos de Asturias, encareciendo a los mismos presentaran algún estudio relacionado con la Auto­nomía Municipal y Regional de nuestra provincia.

Los ponentes del Ilustre Ayuntamiento de Langreo, poco o nada pueden proponer acerca de tan intrincado como difícil problema, el que, a juicio de los firmantes, hallarla total solu­ción con la aplicación de las doctrinas federalistas del inmortal patricio Pi y Margal!; mas no obstante, y en nuestro buen des.eo de cooperar a la consecución de tan necesaria reforma política, nos permitimos hacer algunas consideraciones, sin que tengamos la pretensión de que éstas sean la orientación a seguir en el estudio que nos ocupa.

La Mancomunidad catalana ha puesto sobre el tapete el magno problema de la autonomía. Con esta petición se ha sacado a la superficie una realidad y un constante anhelo hace tiempo sentido por los Municipios, por entender que la regene­ración del país radica en la reforma de las municipalidades, concediendo a éstas una completa autonomía, pero dentro de la unidad de la patria y afirmando al mismo tiempo el recono­cimiento de la personalidad del Municipio como base principal del Estado; por lo que la autonomía provincial o regional debe ser obra de los Municipios autónomos.

Nadie duda que la libertad y autonomía germinaron en Es­paña durante la Edad Media con los Fueros Municipales. Es­paña, en el siglo XVI, no fue más que una confederación de repúblicas, más bien municipales que feudales, de las que los reyes no eran más que presidentes.

En aquellos tiempos, los habitantes de cada ciudad o pueblo constituían una Corporación con sus Fueros y Privilegios y se hallaban exentas de todo vasallaje y servidumbre. Toda esta multitud de franquicias y privilegios locales formaban una suma de libertad, de honor y probidad que ninguna otra nación gozó tanto tiempo ni tan completamente, pudiendo asegurarse que nuestra decadencia empezó cuando la unidad de España.

Nuestra provincia, que tiene bien definida su personalidad económica, histórica y geográfica, no debe quedar en indife­rente pasividad ante el importante problema de la autonomía, que tan intensamente preocupa a España.

La actual organización y funcionamiento de los Municipios, su régimen y gobierno, se hallan sometidos a una desastrosa y descabellada centralización que impide y retrasa, las más de las veces, la labor administrativa encomendada a las Corpora­ciones Municipales para el desarrollo e intensificación de sus fuentes de riqueza. A evitar estos funestos males debe encami­narse la petición de la Autonomía Municipal y Regional.

El proyecto de Autonomía redactado por la Comisión extra­parlamentaria que actualmente se discute en el Parlamento, no puede ser una completa satisfacción para los Municipios, por­que éstos, con dicha reforma, aún quedan atados al absorbente centralismo, por no conceder a la entidad municipal la com­pleta libertad para su régimen y gobierno.

Estiman los firmantes que el Gobierno central debiera con­cretarse a redactar una Ley Municipal, general para toda Es­paña, señalando la norma para la constitución de los Munici­pios, pero dejando a éstos en completa libertad para establecer arbitrios e impuestos en la cantidad suficiente a cubrir las necesidades del concejo, quedando sometidos a la jurisdicción de justicia civil la observancia de los preceptos de la Ley y sus

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Ordenanzas, así como la corrección de sus contravenciones en beneficio de la deseada moralidad, justicia y honrada adminis­tración, arrancando esta labor fiscalizadora a las Diputaciones provinciales, organismos completamente inútiles en virtud de su anticuada constitución y negativa actuación.

Creemos, pues, que sobre el interés del Municipio sólo debe estar el de la Nación como Estado, y entre la entidad nacional y municipal sólo debe existir una Junta provincial nombrada en Asamblea de representantes de Municipios, incorporando a la administración de estos organismos todas las atenciones que no sean propias del Estado ni del Municipio.

Nuestro criterio se concreta a pedir y solicitar que la Auto­nomía Municipal se oriente con arreglo a las siguientes bases que tenemos la honra de proponer:

l.ª Las provincias o regiones tendrán a su cargo todocuanto se refiera a la vida regional, creando para ello un organismo provincial, integrado por una Junta, que será nom­brada por representantes de los Municipios reunidos en Asam­blea. ( ... )

[1919]

(Mancomunidad de Ayuntamientos Mineros de Asturias, As­turias Autónoma. Propaganda Regionalista Asturiana. Año de 1919, Oviedo, Imp. Gutenberg, 1919, págs. 29-31).

PROYECTO DE AUTONOMIA REGIONAL PRESENTADO

POR EL AYUNTAMIENTO DE MIERES

Tiene por objeto la reunión de Ayuntamientos en Oviedo, acordar las bases de una autonomía de Asturias, en el caso de que, puesta a discusión su conveniencia, sea aprobada por la mayoría de los delegados. No se trata, pues, de que los Ayun­tamientos lleven a esa primera reunión un Estatuto autonómico redactado y aprobado de antemano por ellos.

Deberá encargarse la redacción, en su caso, de dicho Esta­tuto a una Comisión nombrada al efecto por la representación de los Ayuntamientos y una vez estudiados por cada uno de éstos, proponer, en otra reunión, las enmiendas y reformas que se crean oportunas.

Sólo se trata hoy de discutir unas bases muy generales que sean como un esquema de aquel Estatuto de la autonomía de Asturias y de razonar y fundamentar la opinión del Ayunta­miento de Mieres dentro de la Asamblea Municipal que ha de reunirse en la capital.

Esta labor, sólo en líneas muy vagas, puede y debe hacerse para que quepa toda la flexibilidad compatible con las convic­ciones de cada tendencia de las varias que han de manifestarse en la Asamblea. Los detalles, que han de ser discutidos en su día, pudieran, de otro modo, impedir por completo el logro de la obra.

Es necesario tener en cuenta que se trata, primero, de una organización formal en que pueden coincidir diversas opinio­nes políticas y sociales. Al discutir el contenido, el fondo, es cuando deberán manifestarse y sostenerse las opuestas conclu­siones de los diversos partidos y escuelas.

LA AUTONOMIA DE ASTURIAS

En la Junta de delegados de Ayuntamientos de Asturias, que han de reunirse en Oviedo el día ... , se va a tratar de la auto­nomía. Es el tema obligado de todas las reuniones; el objeto de todas las asambleas; el motivo de todas las convocatorias. Con menos intensidad y con menor extensión que Cataluña, por falta de preparación y de propaganda, pero con igual esperanza en un futuro mejor de resurgimiento y de grandeza, Asturias siente también la necesidad de romper las ligaduras que la atan al centralismo de Madrid.

A pesar de haber dado tantos hombres a la política española -o quizá por ello-, convencida de la inutilidad de las recomen­daciones caciquiles y de las reclamaciones parlamentarias paralograr su mejoramiento en todos los órdenes, Asturias quieretener también la dirección y la responsabilidad de su propiavida interior, conduciendo sus energías por sí misma a la resolución de los problemas que en complejidad asombrosa laplantean su enorme pujanza industrial, el aumento de su ri­queza y su creciente capacitación ciudadana.

Dentro de ese movimiento libertador que corre por toda

Los Cuadernos de Asturias

España como reclamación apremiante de su vitalidad, amena­zada siempre por el peso muerto del poder central, inútil y absorbente, que pone trabas a todos los anhelos regenerado­res, no puede haber uniformidad más que en el fin. Los medios han de ser tan varios como varia es España; y Asturias ni quiere ni puede copiar de Cataluña el Estatuto de su autono­mía.

Si Cataluña puede ser una nación, con su idioma y con su derecho, Asturias fue la cuna de la fabla castellana, y dio a León y a Castilla los primeros elementos para elaborar en la Historia una nacionalidad con la reconquista de su territorio, con la extensión.de su soberanía y de su organización interior, y con el ejemplo de su lucha por la independencia.

Al desplazarse hacia el interior, con la capitalidad del nuevo Estado, la vida política nacida en Asturias, no perdió ésta sin embargo, el gobierno de sus propios intereses, ni pasó a ser una colonia ni una provincia de la Corona de Castilla. Sus fronteras naturales, su peculiar geografía, su especial género de vida, su mismo dialecto, retardando en la evolución del idioma castellano, no permitieron tampoco la fusión completa de esta tierra con los territorios de la meseta.

No llegó a ser una nación -aunque fue iniciadora de otras­pero no fue tampoco una simple división administrativa; no pudo concretar su actividad en un Estado, pero no fue nunca una creación artificial de la Ley, hasta que el exótico concepto de la administración política, que se introdujo en España, hizo tabla rasa de todas las realidades históricas que la habían enriquecido a través de los siglos.

Fueron los Concejos asturianos quienes mantuvieron la per­sonalidad política de la región, y por la constante inteligencia entre ellos, por la delegación de sus representantes, por el mandato imperativo a sus procuradores, por sus luchas contra la extensión de las jurisdicciones señoriales y ec�iásticas, por su esfuerzo en arrancar al poder real prerrogativas y exencio­nes, pudo Asturias conseguir un centro y una dirección inter­municipal en su Junta General del Principado, que, aún a fines del siglo XVIII, en pleno centralismo borbónico, se dio a sí misma unas Ordenanzas generales, y por la delegación de los Concejos en su seno, reformó sus propios Estatutos en la sesión del 26 de agosto de 1781.

¡Y aquella Junta General del Principado de Asturias, obrando como soberana en la hora más crítica de la nacionali­dad española, pudo salvarla y declarar la guerra a Francia, negociar una alianza con Inglaterra, levantar un ejército astu­riano, y premiar los servicios de los defensores de la patria colocando sobre el pecho de los que luchaban por la indepen­dencia el lema de: «Asturias, nunca vencida»!

Si, fundamentándola en la tradición, tiene realidad y posibi­lidad en alguna región española la pura doctrina federalista, para dar a España, con una nueva organización, la fuerza regeneradora que necesita, es en Asturias donde debe inspirar el Estatuto de la autonomía que se disponen a reclamar los Ayuntamientos reunidos en Oviedo. No debe ser esta reclama­ción obra de parcialidades ni de grupos políticos, y en la forma de la organización federativa pueden y deben coincidir lo mismo quienes vean en el pasado la culminación de la gran­deza de la patria, que quienes ponen en el porvenir sus espe­ranzas. Tradicionalistas y revolucionarios pueden luchar uni­dos en esta obra común de emancipación, trabajando juntos para acabar con las oligarquías caciquiles que hicieron de As­turias, durante tantos años, botín de guerra.

Si en el criterio de la democracia catalana ocupa la autono­mía de los Municipios el primer lugar, en el concepto de los Ayuntamientos asturianos donde las izquierdas tengan mayo­ría, es lógico que esté la intención de dar su voto en el sentido de que sean las libertades municipales quienes engendran la libertad de la región. No puede ser libre una comarca donde los Municipios sean esclavos del cacique que les impone el centralismo; la libertad municipal es consecuencia obligada de la individual. Ambas tienen que servir de base a la libertad de las naciones.

La tradición y la razón van de acuerdo en este punto; y si en Cataluña la Nación concede la autonomía a los Municipios como pleno reconocimiento de su personalidad, en Asturias han de ser los Municipios, realidad política y social, quienes por delegación de su soberanía, creen una representación re­gional, reconociendo a Asturias la vida que recibió de la Natu-

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raleza y de la Historia, haciendo al pueblo asturiano un todo único, y dando a España, con el fuego encendido de sus amores, la posibilidad de un nuevo ideal de engrandecimiento por la federación y por la libertad.

Dar a los Municipios soberanía integral en cuanto se refiere a su propia vida, para que ellos extiendan a 1a región el cui­dado, el fomento y la defensa de sus comunes intereses mora­les y materiales; hacer de las regiones un todo orgánico por medio de un Estado central que dirija sus mutuas relaciones, dirima sus diferencias y unifique sus esfuerzos; procurar al pueblo español, con la unidad en la variedad, una nueva orga­nización que le permita el desenvolvimiento progresivo en todos los órdenes de la vida, continuando una historia gloriosa; este es el ideal que Asturias se propone al iniciarse una nueva época. Y aunque en ningún momento necesita esta tierra hacer protestas de españolismo, afirma, con su fe en el porvenir, un vehemente deseo de contribuir al resurgimiento de España.

BASES QUE PUDIERAN SERVIR PARA LA AUTONOMIA DE ASTURIAS

l.ª

La Autonomía Municipal como base de la región. Distinción entre Municipios urbanos y rurales, para la dife­

rente constitución de su Ayuntamiento. Régimen de concejo abierto en los Municipios menores de

500 vecinos, sufragio universal para la elección del Ayunta­miento en los demás.

La Autonomía se entenderá integral en unos y otros para cuanto se refiera a su vida interior, fomento de sus propios intereses morales y materiales, régimen de su gobierno, redac­ción o adaptación de ordenanza y constitución de la Hacienda municipal.

Permitida y fomentada la creación de Mancomunidades mu­nicipales en sus varias formas, con propia personalidad jurí­dica.

2.ª

Desaparición de la actual Diputación provincial. Constitución de una Junta general de Asturias, compuesta

por delegados de los Ayuntamientos, y por representantes del pueblo asturiano elegidos por sufragio universal. Convenien­cia, acaso, de dar dentro de ella representación corporativa a distintos organismos sociales, y libre acuerdo de la misma para formar una o dos Cámaras.

A su cargo, las relaciones entre los Municipios y Mancomu­nidades' municipales; representación política de Asturias; rela­ciones con el Estado Nacional; fomento de intereses comunes a todos los territorios municipales asturianos; y reglamentación y acuerdo de conciertos económicos con los Municipios para el sostenimiento de los gastos de la región, y fijación del conti­gente con que Asturias ha de contribuir a las atenciones gene­rales de la nación.

Iniciativa y fomento de intereses asturianos, y redacción y aprobación de Ordenanzas, Leyes o Estatutos de carácter ge­neral de la Región.

3.ª

Instrucción primaria integral gratuita y obligatoria a cargo del Estado Nacional. La superior, en sus diversos grados y especialidades, a cargo de los Municipios y de la Región.

Constitución de la Universidad Asturiana autónoma, soste­nida por la Región mientras no tenga bienes propios y ayudada en todo caso por ella y por los Municipios con especial interés. Extendidas sus enseñanzas en el dominio de todas las ciencias y con carácter, además de literario y científico, práctico y técnico, con especializaciones de Ingeniería, Agricultura, Mi­nería, etc., etc.

Fomentada por los Municipios y por la Región la creación de bibliotecas populares, cursos especiales, cultura obrera, etc., etc.

4.ª

La sanidad, a cargo del Estado Nacional, y la beneficencia atendida por los Municipios y la Región, y fomentada por el Estado central.

Los Cuadernos de Asturias

Palacio de los Condes de Revillagigedo en la villa de Gijón.

Procurada por Municipios y Región la resolución de los conflictos sociales mediante el arbitraje.

Propias de la Región, todas las atribuciones que no se consi­deren peculiares de los Municipios y todas aquellas que, por extensión, deleguen éstos en ella. Atribuidos al Estado Nacio­nal cuantos fines y medios estime la Región que le son propios, además de los que por naturaleza le correspondan en una organización federativa moderna.

[1919]

(Mancomunidad de Ayuntamientos Mineros de Asturias, As­turias Autónoma. Propaganda Regionalista Asturiana. Año de Í919, Oviedo, Imp. Gutemberg, 1919, págs. 33-38).

PROGRAMA DE. AUTONOMIA REGIONAL DE •EL REGIONALISTA ASTUR.

Si Cataluña ha sido Condado independiente, Asturias fue Reino con reyes privativos. Si los catalanes son industriosos y amantes de su región, los asturianos no les van en zaga, y si aquellos presumen de superioridad y de poseer idioma propio, nosotros, que no nos consideramos inferiores, poseemos dia­lecto, que fue lengua nacional (latín visigótico), madre del castellano al que respetamos como idioma oficial.

Y con estas manifestaciones a gufsa de prefacio, pasamos a exponer nuestro programa.

Venimos al estadio de la prensa a defender: l.º El reconocimiento absoluto de la personalidad jurídica

de los Ayuntamientos con la libertad e independencia al efecto necesarias.

2.° Funcionamiento separado y propio de las corporacio­nes sin mancomunidades, ni otros organismos intermedios, causa de rémoras y complicaciones.

3.0 Organización de las Corporaciones por sufragio abso­luto universal, sin intervención de la Administración Central en nada que afecta a las elecciones y constitución de los Ayuntamientos.

4.0 Funcionamiento de las corporaciones en comisiones

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permanentes y asambleas generales, reuniéndose éstas ordina­riamente dos veces al año.

5.0 Elección de propietarios y suplentes para acabar con el sistema de concejales interinos.

6.0 Hacienda municipal, dándoles a los Ayuntamientos medios propios de vida e independencia económica, deslin­dando bien la Hacienda del Estado y la de los Ayuntamientos, suprimiendo la hoy llamada Hacienda provincial, supuesto que las Diputaciones han de sustituirse por Consejos provinciales que funcionen sólo como cuerpos consultivos, y que en nues­tra Región será la Liga o Junta del Principado.

7.0 Imposición a los Ayuntamientos de todas aquellas re­formas necesarias para la salubridad e higiene, con manifiesta y determinada responsabilidad personal, de no llevarse a cabo, cuando se trate reconocidamente de la defens·a de la salud del vecindario.

8.0 Municipalización absoluta de los servicios como mono­polio para los Ayuntamientos, como dueños del suelo y del subsuelo.

9.0 Autonomía municipal, en fin, sin más limitación que la establecida en el artículo 34 de la Constitución del Estado.

10. 0 Abogar en todas las esferas por el fomento de las Obras Públicas de interés para la Región, desenvolvimiento de su Agricultura y Ganadería, industria minera y fabril, primera enseñanza y enseñanzas técnicas industriales, Universidad y bibliotecas populares, y Academia de Bellas Artes y Folklore asturianos. »

[1919]

(El Regionalista Astur. Semanario autonomista regional, n.0

1, 11 de febrero de 1919).

LA DIPUTACION y EL REGIO�ALISMO

( ... ) Parece que no tenemos sensibilidad para algo qt1e existe entre la célula del Municipio y el gran cuerpo nacional y que yo, siguiendo la metáfora biológica, compararía con el órgano funcional; me refiero a la región. ( ... )

Como la división provincial es producto tan sólo de una

Los Cuadernos de Asturias

teoría racional del Estado, según la cual éste ha de ir descen­diendo por sucesivos círculos concéntricos, cada vez más pe­queños, desde el Poder central hasta el individuo, se ha llegado a creer que la Diputación provincial no responde en ningún caso a nada concreto y existente, sino a la mera necesidad administrativa de hacer más manejable el territorio nacional. ( ... )

Ese es en efecto el espíritu de la legislación: que la Diputa­ción sea sólo un aparato que el abstracto Poder central avanza y estira hacia la jugosa vida concreta. Pero las leyes dicen una cosa y la vida canta una música distinta. Allí donde hay vida y conciencia de ella, las fuerzas regionales germinan e irrumpen luego victoriosamente sobre estas artificiosidades legales y ha­cen de la Diputación precisamente el órgano de resistencia de la región contra el Estado. Lo que el Estado quería pulverizar es lo que brota y se encarna vigoroso en la misma Diputación. Esto sucede -repito- donde hay fuerza y conciencia regiona­les: esto pasa en Vascongadas y Cataluña. En una y otra parte las Diputaciones forman un verdadero y pequeño Estado re­gional.

Hubo un tiempo en que sentía en Asturias un vago temblor regionalista. Bosquejábanse cada mañana Comités, Juntas y Ligas para muy diversos fines, bajo los cuales una mirada atenta descubría el fenómeno' único del regionalismo. Ensayá­bamos entonces unos cuantos sacar a plena luz la oculta in­quietud, absorber esa su informe vaguedad en un programa claro y constructivo y convertir lo que sólo era sentimiento confuso en conciencia y voluntad. ¡Días aquellos en que algu­nos jóvenes, impregnados de la poesía de nuestra tierra, le pedíamos nos diera además una lección de energía y un princi­pio para la acción!

Todos los partidos que a la sazón constituían la Diputación formularon su petición de autonomía, pero ninguno hizo nada para dar al antiguo organismo un rumbo regionalista y mo­derno. La libertad autonómica no se pide, se conquista día por día, iniciando, organizando, logrando. El movimiento autonó­mico se demuestra andando. Así en Cataluña y Vascongadas fue primero el hacer región y luego vino la Mancomunidad y el régimen especial.

Mas la inquietud se apagó a poco. Y hoy barruntamos que quien entonces hizo tanto regionalista, tanta Liga y tanta Man­comunidad, no fue una idea, sino el cribado, la granza. ( ... )

FERNANDO GARCIA VELA [1921]

(La Prensa,, 28 de junio de 1921).

¿REGIONALISMO ASTURIANO?

Así como hay temporadas en que arrecian los suicidios, hay temporadas también en que a la gente le acomete el furor regionalista. Por afán de imitar a la odiada Cataluña, surgen regionalismos por todas partes: acaso en una próxima racha tengamos el honor de conocer un regionalismo madrileño.

Como es natural, la mayor parte de estos regionalismos improvisados sólo son puro artificio. La vanidad de algunos señores, el espíritu reaccionario que reside inevitablemente en el fondo de todo movimie6.to regionalista, el provinciano odio a Madrid, éstas y otras muchas causas se reúnen para crear en un momento un ficticio movimiento regionalista en Villabruta de Arriba o en Villatonta de Abajo, movimiento que dura lo que las rosas, aunque huela peor que ellas.

Pero al lado de las causas despreciables de ciertos regiona­lismos, hay también algunas causas más serias que explican la reiterada aparición de movimiento regionalistas en las más distintas provincias españolas. De una parte, la debilidad y falta de autoridad del poder central presta algún prestigio a la protesta y a la interesada invocación del espíritu y la iniciativa regionales; y de otra parte, es indudable que en España hay de región a región suficientes diferencias en la tierra y en el hombre para justificar un movimiento en contra del centra­lismo uniformador que hoy domina entre nosotros. Como re­sultado de todos estos factores tenemos el fenómeno que se­ñalé al principio; la reiterada aparición de regionalismos más o menos ridículos de temporada en temporada.

Es un hecho indiscutible que no todas las regiones españolas sienten con_ la misma intensidad el, regionalismo, como lo es

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también que no todas las regiones tienen una personalidad igual y distinta de la de otras. Por eso en algunas partes el regionalismo tiene acaso una cierta razón de ser que en otros sitios no tiene. Esto, dejando aparte ciertos regionalismos có­micos, inventados por algunos ingeniosos caciques, de gran influencia centralista para seguir dominando.

Siendo Asturias una región con personalidad bien definida y con elementos suficientes para improvisar un regionalismo como cualquiera de los muchos que por ahí se exhiben de vez en cuando, es lo cierto que jamás ha figurado en el coro de regiones más o menos irredentas. A pesar de nuestro dialecto bable, de nuestro suelo tan distinto del tipo del territorio na­cional, de nuestro clima aparte, etc., etc., ni pretendemos hablar y escribir de un modo propio, ni nos las damos de oprimidos, ni despreciamos a los demás españoles como a seres de raza inferior, ni pasa nuestra reivindicación asturia­nista de algunas inofensivas observaciones relativas al carácter regional y limpias en absoluto de toda segunda intención en el terreno político.

No soy el primero que ha observado esto. En este mismo semanario ha dicho Ortega y Gaset que los asturianos se sien­ten región, pero no se saben región. Algunos enemigos del regionalismo catalán, por su parte, han intentado explotar el patriotismo asturiano, de esta región tan típica y tan española, al mismo tiempo, según ellos, como contraste del separatismo de la ingrata y descastada Cataluña.

Prescindiendo del tópico patriotero que no merece ser tenido en cuenta, y atendiendo únicamente al punto de vista represen­tado por las palabras de Ortega y Gaset, me atrevo a afirmar que acaso no sea del todo exacto lo que el gran escritor dice. Aparte de que es un poco difícil separar eso de sentirse y de saberse región, puede también ocurrir que el no sabernos re­gión, no sea tal no sabernos, sino más bien saber que no podemos ni debemos meternos en regionalismos de once va­ras. Hay aquí un problema interesante de psicología colectiva, que brindo a los competentes; por qué los asturianos no sabe­mos o no queremos sentirnos regionalistas.

En rigor, antes de afirmar si hay o no un regionalismo asturiano, y, caso de que no lo haya, si puede llegar a haberlo, es necesario ponerse de acuerdo acerca de lo que sea el regio, nalismo. Y resulta que regionalismo pueden serlo muchas co­sas. Desde el regionalismo, que casi se confunde con las rei­vindicaciones nacionalistas que aspiran a la completa indepen­dencia, hasta el regionalismo postizo y artificial de algunos adormedizos lugarones de la meseta central, que solo es litera­tura, hay una porción de matices. Ninguno de estos dos regio­nalismos puede sentirlos Asturias. No tenemos reivindicacio­nes propias y peculiares de la región en el terreno político, pues nuestros males son los de toda España, ni somos capaces de incurrir en el ridículo de algunos pueblos de por esos mun­dos que hablan de regionalismo cuando eso está de moda. Tampoco somos tan tontos que mordamos en el anzuelo regio­nalista que nos tienden unos cuantos reaccionarios que, por descrédito de su partido, no se atreven a llamarse conservado­res. Se da aquí el caso curioso, en esta región donde, buenos o malos, los diputados son siempre asturianos, de que el primer diputado regionalista que arribó al fin a las Cortes era un marqués andaluz.

Algunas veces, en épocas en que arreciaba la fiebre regiona­lista, ciertos amigos hablaban de Asturias extrañándose de que nosotros no fuéramos regionalistas, no protestáramos contra todo lo que oliera a centralismo, y tomando como un signo patente de inferioridad, por nuestra parte, la falta de tales manifestaciones. Hasta algunos asturianos de buena voluntad creen que, efectivamente, necesitamos un poco de regiona­lismo a la catalana para adquirir la envidiada categoría de región viva, que algunos caballeros particulares reparten por España a su antojo.

No me parece serio, ni mucho menos, semejante modo de ver los problemas regionales. Seria, por mi parte, incurrir en un defecto que implícitamente censuro entrar ahora a discutir, si nuestra falta de regionalismo, que en mi opinión revela buen sentido, significa inferioridad o superioridad, respecto de otras regiones. Lo que sí quiero hacer ver es que no hace falta sentir el regionalismo para que una región tenga personalidad propia y sea una de tantas entre las que contribuyen al progreso nacional. Para algunos amigos míos este artículo está en con­tradicción con la opinión que acaso creen que tengo respecto

Los Cuadernos de Asturias

de mi patria chica en materia de regionalismo. Me creen mu­chos un asturianista por mi cariño a Asturias, que es una cosa distinta, y seguramente me tendrán por regionalista, porque en conversaciones particulares he hablado del carácter asturiano y de las diferencias entre mi región y otras regiones de España. No hay tal contradicción. Si bien es verdad que siento por Asturias un cariño que no necesita para existir de razones y argumentos, también es verdad que no soy capaz de mezclar cosas tan distintas como el cariño a una región y el deseo de verla metida en aventuras regionalistas.

Quiero a Asturias, y por lo mismo que la quiero, no deseo

Teodomiro Menéndez.

verla en ridículo y deseo en cambio que se dé cuenta de su papel en España. Ocurre hoy, y acaso ocurrió siempre, que no hay más problemas interesantes que los problemas urriversales.

En estos momentos de inquietud general en que nace un nuevo mundo las reivindicaciones regionalistas que no coinci­den con algún problema de justicia, son de una infinita ridicu­lez. Si bien se mira, no hay en ninguna región española ningún problema regional que no sea un problema español, un pro­blema de justicia española, de organización española, y estos problemas españoles son a su vez problemas universales. Fuera de esto, todo lo demás son cosas reaccionarias. Hay derecho a hablar en catalán, en bable y hasta en batueco, pero preocuparse a estas alturas de crear lenguas pequeñas para pequeñas regiones, pequeñas en la grandeza del mundo, es una soberana insensatez, quinta esencia de lo reaccionario.

Por verdadero amor hacia mi Asturias, me alegro de verla libre de este espíritu de imitación que a algunos ha puesto ya en ridículo. Pero no nos basta esto. No basta un mérito nega­tivo, hace falta algo más. Y como este artículo es muy largo, porque lo escribo con prisa, condensaré, para terminar, mi pensamiento en estas palabras: la mayor prueba de cariño que un asturiano puede dar a su patria chica es aprovechar sus cualidades para resolver en ella sus próblemas particulares, aspecto parcial de los que llenan el mundo, con verdaderas y justas soluciones de valor universal.

LEOPOLDO ALAS ARGUELLES [1921] (Revista España, número 275, 1921, págs. 9-10).

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ASTURIAS,REGION

Parece que el movimiento de opinión regional fomentado alrededor de la cuestión hullera, va adquiriendo la necesaria importancia. Es axiomático aquello de que por algo se em­pieza, y todos debemos congratularnos de que esto haya em­pezado y disponernos a que vaya lejos, siguiendo un camino adecuado, tal vez desconocido hasta ahora. Porque es evidente que la amenaza que en estos días se cierne sobre una de las principales fuentes de riqueza de Asturias, con ser un hecho contra el cual hay que movilizar toda clase de energías, no es más que una de las tantas consecuencias a que viven sujetos los pueblos cuando no han cuidado de darse una personalidad colectiva.

Decía muy bien el último domingo don Adolfo Posada, ilus­tre senador asturiano, en un acto celebrado en Gijón: «Astu­rias no tiene nada que envidiar a Cataluña en cuanto a repre­sentación parlamentaria: pero está en una situación de inferio­ridad respecto de Cataluña -vino a decir- porque aquella re­gión vive sus problemas y las clases económicas han consti­tuido organismos que son los auxiliares más eficaces, no sólo del progreso y admirable desarrollo de la riqueza industrial catalana, sino que también de sus parlamentarios.»

Falla a Asturias lo que Cataluña ha logrado darse en el mayor grado: conciencia de ser colectivo; es decir de región. Poco ha de representar para la seguridad y florecimiento de la economía regional que este esfuerzo supremo y desesperado en defensa de la industria hullera consiga alejar el peligro parcialmente, si después no se continúa en un plan de organi­zación inteligente y activa que coordine todos los intereses vitales de la región en una sección de conjunto permanente que afronte el estudio de cuantos problemas afecten a aquellos en sus aspectos de relación exterior e interior, intercambio y trabajo. Asturias es, como Cataluña y Vizcaya, una región importantemente industrial; debe luchar en los mercados na­cionales y pudiera aspirar a luchar en el internacional -con los productos similares de otras procedencias,- desarrollando una competencia victoriosa en calidad, precio y crédito. Para ello no basta poner -ni es honesto- todas las esperanzas en un proteccionismo arancelario no siempre obtenible: sino que es indispensable acudir a otros recursos de mejor sentido práctico y de noble y positivo estímulo, como la renovación de la técnica industrial, la especialización del personal obrero, la introducción de nuevos métodos en el régimen del trabajo, etc.

Al solicitar de los Poderes Públicos medidas protectoras para el desenvolvimiento de una riqueza industrial, hay que revestirse de la autoridad moral que presta la satisfacción de merecerlas, y se merecen cuando se presta al país una obra representativa de una suma de realidades inteligentes que no puede ser abandonada, porque constituye una expresión cierta de vitalidad nacional que el Estado tiene el deber sagrado de amparar y proteger.

En Cataluña los movimientos regionales de opinión, no se han circunscrito a demandar de los Gobiernos una protección constante y preferente para su industria, sino que al mismo tiempo han defluido, y muy eficazmente, en la organización de la inaustria y en sus representaciones políticas, sociales y culturales, en tal intensidad que han dado a la región catalana una definición de personalidad vigorosamente propia. Todo en Cataluña abona esa magnífica y ejemplar manifestación viva de su carácter y de su esfuerzo: los grandes adelantos industria­les; los soberbios Centros de cultura: escuelas técnicas, Ate­neos, talleres de especialización; el Fomento del Trabajo Na­cional; la Mancomunidad, en fin, que es como el resumen o la culminación de todos los anhelos progresivos de aquella región y en la que el espíritu regional se concreta admirablemente en un sentimiento único.

Asturias, región; eso es lo que hace falta sustentar como ideal y que el ideal sea norma y guía a seguir en lo adelante, hasta alcanzar una plenitud de personalidad y de capacidad, en la que tengan una traducción de realidades todas las vibracio­nes del alma asturiana y virtualidad y relieve y defensa sus iniciativas fecundas y sus elementos de riqueza.

Las reuniones y asambleas de estos días, sería lamentable que no tuviesen una mayor transcendencia que la de responder al toque bélico del momento; los organizadores y directores del actual movimiento de opinión estarán en ocasión de orientarlo

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Los Cuadernos de Asturias

hacia realidades regionales fructíferas y espléndidas para el presente y el porvenir de Asturias.

No creemos que la finalidad fundamental se malogre; el Gobierno no tiene objeciones de peso que oponer a la preten­sión expresada por la industria hullera asturiana de que sea limitada y condicionada la importación de carbones ingleses. Pero así que la acción resuelta y enérgjca y entusiasta de todos haya resuelto ese. trance difícil para nuestra industria hullera, es la industria hullera en su propio desenvolvimiento normal y son otros importantes caudales de riqueza social y otros valo­res espirituales regionales los que imponen la continuación de la labor de conjunto colectiva que está en marcha con aquel motivo.

(El Noroeste, 31 de agosto de 1922).

. BASES DE LA JUNTA ASTURIANA DE FOMENTO Y DEFENSA

DE INTERESES REGIONALES

(1922]

Primera.-La Junta Asturiana, integrada por las actividades de la vida regional, responde a la necesidad de mantener uni­das todas las fuerzas de Asturias al servicio permanente de sus intereses generales.

SegUnda.-La J1,mta Asturiana, suma de todas las fuer.Zas políticas, sociales y económicas de Asturias, es una organiza­ción apolítica.

Tercera.-.Son funciones y finalidades de la Junta Asturiana: a) el estudio, ordenación y acoplamiento de las necesida­

des, aspiraciones y problemas de· 1os pueblos, industrias y colectividades.

b) La defensa de los intereses generales de Asturias.c) El fomento del trabajo y de la producción, estimulando la

creación y difusión de enseñanzas y conocimientos prácticos amoldados a las peculiaridades de la región.

Cuarta.-La Junta Asturfana desarrollará su actua�ión en orden a las cuestiones de interés general, prescindiendo de aquellos asuntos que supongan evidentemente intereses con, trapuestos entre pueblos, industrias o colectividades.

No obstante, la Junta procurará armonizar esos intereses, incorporando a su programa ejecutivo, después de lograda la unidad, los asuntos correspondientes.

Quinta.-La Junta Asturiana, sin perjuicio de acudir en de­fensa de intereses regionales. olvidados o desatendidos o ame­n¡¡zados o comprometidos, iniciará su labor con el estudio y la ordenación de los problemas generales de Asturias. ( ... )

1 •

Novena.-La Junta fijará el índice provisional de materias que han de abarcar los estudios parciales o monográficos {que guían la actuación de la Asociación], atendiendo a todos los aspectos de la vida regional y muy especialmente los siguien­tes: ( ... )

Descentralización. a) Estudio de las peculiaridades regionales para recabar la

adaptación a las mismas de las disposiciones generales; y b) . M¡:dios de vigorizar la Vida económica de los municipios

astunanos. Estos extremos constituirán los primeros pasos en orden a la

autonomía administrativa de la región y de los municipios.( ... ) Décima.-La Junta Asturiana estará representada permanen­

temente: a) Por el Presidente de la Diputación y por cinco diputados

provinciales. b) Por ocho representantes de los Ayuntamientos de Astu­

rias, uno por cada distrito provincial. c) Por un delegado de la Universidad como centro superior

de Enseñanza y de cultura. d) Por un representante designado por cada una de las

Cámaras de Comercio de Oviedo, de Gijón y de Avilés. e) Por un representante designado por las Cámaras de la

Propiedad Urbana. f) ·Por un representante elegido por las entidades bancarias

de Asturias. g) Por un representante de las Asociaciones de Navieros.h) Por un delegado de la industria y de los armadores

pesqu_eros.

138

Í) Por un representante designado por las Compañías ferro­viarias regionales.

j) Por un representante designado por la Patronal de Mine­ros y otro ppr la Cámara Minera.

k) Por un delegado elegido por la prensa provincial.1) Por tres representantes agrarios, elegidos uno por la c;á­

mara Agrícola, otro por la Federación Diocesana y otro porlos Sindicatos de Labradores no federados.

11) Por un representante elegido por los obreros mineros; yotros dos designados por los demás obreros de Asturias.

Los Diputados y Senadores por Asturias son miembros ho­norarios de la Junta.

Undécima.-La Junta permanente elegirá de su seno el Presi­dente de la Junta Asturiana de Fomento y Defensa de los Intereses Regionales. ( ... )

[ 1922/ 1923] (El Noroeste, 3 de diciembre de 1922; Revista Industrial

Minera Asturiana, 1923; págs. 53-4; La Prensa y El Noroeste,6 de febrero de 1923. Existen otros estatutos de los años 1926 y 1927).

RESUMEN DE LA EXPOSICION PRESENTADA AL DIRECTORIO MILITAR POR LA DIPUTACION

PROVINCIAL DE OVIEDO EN 1923

Asturias da nombre a un pedazo del territorio nacional, unido a éste no sólo geográficamente, sino por el afecto y la solidaridad más estrechos en el seno de la gran Patria espa­ñola, formando una región con caracteres propios, perfecta­mente definidos y con una personalidad jurídica que debe ser respetada y estimulada por el Poder Público para aprovechar sus energías en la vigorización del organismo del Estado.

Cuando se intenta dictar nuevas normas para la administra­ción de las provincias e de las regiones, en mal hora disueltas éstas por una uniformidad de muerte al servicio'de un centra­lismo absorbente y atrofiador, aspira Asturias al reconoci­miento de su personalidad autónoma, y la Diputación Provin­cial que actualmente la representa, acude con esta demanda al Directorio.

Hace historia de ·cóm'o nació Asturias y forma en que se desenvolvió, y dice que al desaparecer la Junta Gobernadora de nuestra Región en 1835, desaparecieron con ella casi todos los fueros y preeminencias de Asturias. Al sucederla la Dipu­tación Provincial, sólo pudo recoger, y hasta hoy ha conser­vado, el honor de rendir el histórico "tributo al Príncipe de Asturias, asistiendo en Jugar preferente a su natalicio, y la facul�d de recaudar para las atenciones de la provincia los arbitrios especiales que venía disfrutando la Junta General, de cuyo espíritu, ya que no de sus privilegios, se considera conti­nuadora en los anhelos por el engrandecimiento de la Región y en los impulsos patrióticos, como lo demostró equipando y sosteniendo en la primera guerra de Cuba el batallón de volun­tarios de Covadonga.

Los fueros que ha disfrutado Asturias no son inferiores a los de las provincias vascongadas, aunque ha sido menos tenaz que éstas en defenderlos y su situación geográfica, sus tradi­ciones y sus costumbres y sus condiciones vitales, realzan su personalidad y la especifican entre todas las regiones de Es­paña. Su variada producción agrícola y ganadera en un régi­men peculiar de propiedad territorial, la importancia de sus explotaciones mineras especialmente de carbones y hierros a cuyo beneficio se ha creado una industria metalúrgica prepo­tente y flore·cen otras muchas, entre ellas casi todas las de la guerra; el movimiento de sus puertos de cabotaje y de emigra­ción, y, en fin, el trabajo al servicio del progreso y riqueza regionales dan a Asturias una impresión de vida propia y exhuberante, que exige atención singular y cauces y estímulos que sólo un órgano genuino puede proporcionarle.

No es menos intensa la labor cultural regional, cuya Univer- · sidad ha alcanzado los más elevados ptestigios dentro y fuera de España, y donde viven creadas, sostenidas o subvenciona­das voluntariamente por la Diputación, Escuelas de Comercio, de Industria y de Bellas Artes, y se multiplican las Bibliotecas populares, las Exposiciones y los concursos, y hay disemina­das, se ha di-fundido como ninguna, por América especialmente, la geñerosidad y amor de sus hijos.

Hablando de la importancia de la provincia, ·dice la mencio-

-.

Los Cuadernos de Asturias

Fachada lateral del norte de la iglesia de Santa María del Naranco.

nada exposición que Asturias ocupa el cuarto lugar entre to­das, se ha difundido como ninguna, por América especialmente, conservando sus hijos en todas partes el sentimiento regional, la solidaridad de la raza y el amor a Asturias. Las colonias asturianas mantienen en todos los países, y dentro de la misma Península Ibérica, donde quiera que se encuentran y comuni­can asturianos, los lazos del común origen, estrechándolos con instituciones de cultura, de beneficencia y de recreo, que son orgullo de la Región y de España.

Este territorio bien definido geográficamente, estas tradicio­nes que han creado su personalidad histórica, esta intensa vida local, pletórica de elementos para sostenerse, estos afanes por la cultura popular adaptada a las miras de los hijos del país, esta fisonomía peculiar que tanto nos diferencia de otras pro­vincias, este espíritu regionalista sano y fecundo que se ex­pande y nos enlaza principalmente y de un modo directo con América, requieren un organismo adecuado y privativo que recoja estos alientos vitales y los sitva. Confundir a Asturias, con otras provincias equivaldría a apagarlo y a perderlos para la vida nacional, a la cual afluyen definitivamente.

La Diputación provincial, dentro del régimen estrecho en que le es permitido moverse, ha procurado fomentar los intere­ses de Asturias, en donde ha encontrado sin quebranto a su economía, los recursos necesarios para cuantos servicios le han sido confiados y para atender al progreso y engrandeci­miento de la Región. Los ingresos de su presupuesto anual exceden de cuatro millones de pesetas, obtenidos casi todos de los arbitrios que de muy antiguo disfruta el Principado y que dan al régimen económico de esta provincia un carácter espe­cial, muy apartado del que impera en las demás, invirtiéndose un millón ochocientas mil pesetas en Beneficencia, ciento cin­cuenta mil en el sostenimiento y subvención de centros de enseñanza y pensiones a estudiantes, ganadas mediante oposi­ción, setecientas cincuenta mil en la construcción, reparación y conservación de carreteras, de las que tiene 217 kilómetros, y el resto en gastos de administración, en el fomento de la Agricultura y la Ganadería, y en cargas diversas obligatorias, entre ellas las que impone el Estado para los servicios genera­les. [1923].

(Revista Industrial Minera Asturiana, 1923, págs. 3'28-9).

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MEMORIA QUE LA DIPUTACION PROVINCIAL DE OVIEDO ELEVA AL DIRECTORIO MILITAR. APROBADA

EN LA SESION DEL 18 DE FEBRERO DE 1924 ( ... ) Ante el deseo de que las necesidades regionales sean

debidamente atendidas, se hace constar en primer término que no basta el cambio de personas, sino que se hace preciso una radical transformación del organismo provincial o regional.

Esta reorganización debe consistir en considerar a la región como organismo natural, con completa libertad e independen­cia para organizarse y gobernarse, a la manera que la familia la tiene dentro del Municipio y la Nación.

La fisonomía peculiar de Asturias, su configuración geográ­fica, su historia, su riqueza, sus costumbres, etc., abonan se la considere como tal Región con vida propia e independiente, sin que necesite la cooperación de otras provincias o regiones como se hacía constar en la memoria elevada al Directorio Militar por los representantes de la anterior Corporación, dán­dose por reproducidas las consideraciones que. en ella se ha­cían respecto a los fueros y autonomía 'a que tiene derecho el antiguo Principado de Asturias, de manera que sin deber aso­ciarse esta provincia a las limítrofes pueda disfrutar, cuando menos, de todos los beneficios y privilegios de las Mancomu­

,nidades provinciales, confiriéndose como a éstas las delega-ciones que se estatuyan. Por lo que afecta a la Hacienda Regional, debe existir una completa separación entre la que corresponde a la Región y la del Estado y municipios, de­biendo determinarse por un concierto las contribuciones o impuestos que cada una de estas entidades deba percibir.

Los fines que corresponden a la Región deben ser los si­guientes:

En los servicios de telégrafos y teléfonos, la Diputación tendrá amplias facultades para establecer los que crea necesa­rios.

Por lo que hace relación a la Beneficencia, corresponderá a la Región cuanto afecta a la de carácter público y la inspección· de la particular.

Y por último será objetivo peculiar de la Región cuanto tienda a la creación, ordenación y refundición de los organis­mos que se requieran al fomento de la agricultura, industria y comercio.

Los Cuadernos de Asturias

Limítase la aspiración de esta Diputación a las finalidades referidas como esenciales y primordiales, sin perjuicio de que una vez constituidas en forma adecuada para el desarrollo de aquéllas, pueda, de acuerdo con el Estado, extender su actua­ción a otros fines.

[1924] (Libro de Actas de la Diputación Provincial de Oviedo, de

3/III/1921 a 23/Ill/1925, Folios 18 y ss.).

EL ESPIRITO ASTURIANO

Estos días un senador catalán preguntaba en el Senado, con gran esc,indalo de los graves varones que allí tienen su asiento: ¿Qué es España? Con mayor motivo cabría preguntar -no sé si con escándalo de alguien: ¿Qué es Asturias? O dicho más desembarazadamente: ¿Existe Asturias?

La respuesta afirmativa sería muy fácil. Bastaría que sonase a lo lejos en la fronda una gaita y con que se alzase un hórreo rodeado de sus colgajos amarillos. Pero un pueblo no existe porque suene una gaita, ni por guardar en hórreos el maíz. Para que haya un pueblo no basta ni siquiera una diputación provincial ni unas canciones populares; ni giraldillas ni danzas.

Un pueblo es un espíritu. ¿Hay un espíritu asturiano? Es cierto: Campomanes, Jovellanos, Campoamor, Cl.arín, Pérez de Ayala. Pero, ¿Existe un espíritu asturiano? ¿Existe Astu­rias?

JOSE RAMON PÉREZ BANCES [ 1923]

(ENRIQUE ALVAREZ SUÁREZ y FRANCISCO M. GÁMEZ, Astu· rias, 1923-1924. Guía monumental, histórica, artística, indus­trial, comercial y de profesiones, s. d., pág. 55).

Nuestro lírico amor a la tierrina, amor sin sacrificio; mejor dijéramos admiración contemplativa -que se manifiesta en tan­tos lamentos por la desaparición paulatina de lo arcaico y lo tradicional-, adquirió de algunos años a esta parte un ardor menos retórico y más activo" Asturias comenzó durante la g6erra europea, a descubrir la enorme potencia de su valer, y se adviritió la falta de medios para desenvolverla, y cuando en 1919 un gobierno convirtió en proyectos de ley los dictámenes de la Comisión extraparlamentaria, estatuyendo la autonomía municipal y trazando el cauce dentro del cual las pr.ovincias que se sientan región podían obtener la consagración .real de sus aspiraciones, la briosa inquietud asturiana se desbordó para adormecerse luego -que es nuestra voluntad la cosa más intermitente que existe bajo el cielo-. Ahora los anuncios va­gos que en las declaraciones del Presidente del Directorio Militar aparecen repetidas veces, respecto de a su propósito de trazar una organización regional, enciende de nuevo la espe­ranza y el afán. ( ... )

El regionalismo vendría a ser como un campo de c;oncilia­ción donde podrán fundirse en una común y genérica aspira­ción de principio, esfuerzos divergentes, pero enlazados hoy, en lo que a Asturias toca, por todo cuanto se refiere a esa extensión territorial de peculiar fisonomía geográfica, histórica y económica «cuyos municipios forman territorio continuo y tienen actualmente tradiciones conservadas e intereses comu-

, nes que dan a su agrupación fundamento histórico y natural para restaurar o construir una región». ·.

Campo conciliatorio para todos cuantos sienten el deseo de ver a Asturias ennoblecida por un progreso constante; ( ... ) Pero la misma amplitud del regionalismo y las muchas veces equívoca habilidad con que ha sido practicado en otras regio­nes, obliga a los asturianos a trazar una linde previa, un aco­tamiento, no por supuesto menos indispensable. Nada, absolu­tamente nada podemos desear que signifique el más ligero entibiamiento del fundente espíritu que nos hace españoles. ( ... ) Libremos a nuestro regionalismo de estados patológicos de agresividad; limpio y puro lo queremos como el amor a España. ( ... ).

Por ef momento nuestro regionalismo se mueve dentro de un primer plano descentralizador, en cuyo espacio puede caber muy bien la reconstrucción regional con vida propia y au_!l1· noma. Carecemos-de un idioma peculiar, fáltanos una tradición jurídica característica, un derecho privado propio y bien dife­renciado, que es donde anida tal vez la más profunda raíz de la personalidad regional. Claro, manifiesto, patente, no tenemos

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más que la sensación de indefensión, de abandono que Astu­rias ha sentido. ( ... )

ARMANDO DE LAS ALAS PUMARIÑO [1924]

(ARMANDO DE LAS ALAS PUMARIÑO, Perspectivas asturianas, s. l., 1924, págs. 73-92, passim. También en Idem, Las mani­

festaciones del regionalismo en Asturias, Madrid, Imprentagráfica Excelsior, 1919, págs. 52 y ss., passim.)

MANIFIESTO REGIONALISTA DEL GRUPO «EL ALDEANO» DE CASTROPOL

Hacia la Organización de Asturias

Llamamiento a los Concejos

El triunfo de la República española significa la reorganiza­ción nacional y el resurgir democrático de las antiguas comar­cas. Habiéndose ya preparado Cataluña, Vasconia y Galicia a la formación de sus Estatutos, creemos necesario activar los trabajos de preparación del nuestro, demostrando que Astu­rias, que en dos ocasiones solemnes (718 y 1808) se colocó en la vanguardia nacional, no quedará rezagada en estos momen­tos históricos.

Castropol, que fue capital de Asturias en días de peligro (1810) y que siempre luchó en primera fila por la .defensa de nuestras libertades, hace hoy, por boca de su juventud, un llamamiento a los Concejos hermanos.

Las futuras Cortes constituyentes darán fuerza legal a la voluntad unánime de cada región, cualquiera que ésta sea. La de Asturias debe restaurar sus organismos tradicionales, que por haber nacido directamente del pueblo en la gran revolución campesina del siglo XII, conservan toda su actualidad popular y democrática, respondiendo a las más modernas y avanzadas teorías políticas.

Nuestros organismos tradicionales

I. El Concejo.HISTORIA. A partir del siglo XII, los labradores, menestra­

les y marineros de cada comarca asturiana, sacudiéndose la dominación de las dos clases privilegiadas (Nobleza militar y Clero) se organizaron en Concejos, con autoridades propias, una Constitución (el Fuero) y unas Leyes (las Ordenanzas). Completamente autónomo dentro de su esfera de acción, el Concejo fue el gran autor de la prosperidad de sus vecinos, a pesar de los golpes que recibió desde el siglo XVI. Y es que por debajo del Concejo oficial, despojado de sus atribuciones por los reyes absolutos, vive aún el Concejo extraoficial, asombrando a España con sus creaciones culturales y benéfi­cas.

REORGANIZACION. El Concejo, base de toda democra­cia, equivale al Estado arquetipo que soñaron Platón y Aristó­teles en sus sistemas: sólo en el marco municipal se aprecian los valores verdaderos y se conocen las necesidades culturales, sanitarias y sociales, encontrando las soluciones precisas de acuerdo con la realidad.

El órgano ejecutivo del Concejo será el Ayuntamiento, donde estarán representadas proporcionalmente todas las pa­rroquias por medio de sus concejales. Cada parroquia propon­drá, en antevotación obligatoria, sus candidatos, siendo ésta la única forma legal de serlo; días después, la votación dirá cua­les de ellos serán concejales.

El Concejo tendrá poder legislativo sobre todas las cuesio­nes, sin más limitación que el veto de la Junta General o del Estado Español: a su vez, serán atendidas las excepciones que alegue sobre la improcedencia de las leyes comunes en su territorio.

El Concejo debe ser dueño absoluto de su hacienda, sin más obligación que el pago de la cuota que le corresponda en los gastos regionales (en los que está incluida la cuota que la región pagará al Estado español).

II. La Junta General.

HISTORIA. Los Concejos, que nacieron libres e indepen­dientes, debido a que cada u_no hizo su revolución por sepa­rado, instintivamente y desde su nacimiento buscaron la fuerza en la unión, formando frecuentes hermandades. De ellas la que tuvo más fortuna fue la que formaron en 1309 los Concejos de Oviedo y Grado contra un famoso bandolero feudal; en 1316 se

Los Cuadernos de Asturias

les agregaron Avilés, Pravia y Salas; y ya en las famosas Juntas de 1378 y 1444 se reunían 26 Concejos, representados por sus Procuradores. En 1494 se redactaron las Ordenanzas de la Junta General en la que tenían asiento 58 Concejos, 34 con voto entero y 24 con tercio de voto. La Junta General era un parlamento en el que (a diferencia de la Generalitat cata­lana, las Cortes castellanas y otros parlamentarios regionales) sólo tenían asiento el estado llano, estando excluidos el Clero y la Nobleza. Sus reuniones se celebraban siempre que los acon­tecimientos lo exigían, durante todo el tiempo necesario. Desde 1594 tenía reunión fija cada tres años, para reconocer al

Angel el f'vlaragatú.

Gobernador cuyo. cargo era trienal. La Junta intervenía en todas las cuestiones de interés regional, cualquiera que fuese su carácter (el 25 de Mayo de 1808 envió dos embajadores a Inglaterra para solicitar su ayuda contra Napoleón, a quien declararon la guerra. el 28 del mismo mes). En 1810 se abolie­ron las diferencias· entre los Concejos concediendo a todos voto entero. Sin embargo, el carácter aristocrático que fue tomando la Junta General como reflejo que era de los Conce­jos, aristocratizados por el absolutismo hizo que en 1835 se suprimiese, sustituyéndola por otras instituciones imitadas de Francia.

REORGANIZACION. La Junta General será el órgano de la región asturiana, entendiendo por tal la agrupación voluntaria de Concejos, Es decir. así como la parroquia que no esté satisfecha en un Concejo puede separarse de él, los Concejos que no se sientan a gusto dentro de la región asturiana podrán disgregarse de ella, con el beneplácito de las regiones interesa­das y del Estado español, del mismo modo se debe permitir el ingreso de otros que se sientan afines.

La Junta General formada por un Procurador de cada Con­cejo, cualquier;1 que sea su población, dado que en ella sólo se representan los intereses colectivos de los Concejos, en cierto modo soberanos, dejando la representación de las ideologías particulares para el parlamento nacional.

El cargo de Procurador será incompatible con los demás cargos municipales, no pudiendo los Concejos carecer de él por ninguna razón (muerte, renuncia, etc.). La elección de Procurador se hará por antevotación y votación, estando prohibida la propuesta de candidatos oficiales.

La Junta General tendrá una reunión fija anual para la fisca­lización de sus Diputados; y podrá tener además reuniones extraordinarias siempre que las soliciten cierto número de pro-

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curadores. La Junta General sólo podrá reformarse por inicia­tiva de sus miembros, y de ninguna manera por el Poder Central o elementos extraños a ella.

III. La Diputación.

HISTORIA. Las asturianos necesitaron un organismo per­manente que actuase en los intervalos ya que la Junta General no podía estar reunida todo el año por el gran número de procuradores. Este organismo fue la Diputación que, desde 1564, constaba de siete miembros, cada uno de los cuales era elegido por un grupo de concejos. Uno de ellos se llamaba Procurador General, siendo el encargado de representar a la región en sus relaciones con el Poder Central (reclamaciones, gestiones, etc.). La importancia de este cargo se hizo patente en el citado año de 1594 al obtener de un déspota tan absoluto como Felipe II la aprobación de las Ordenanzas de la Junta por la fuerza moral de su representación.

REORGANIZACION. La Diputación será elegida por vota­ción de la Junta General entre sus miembros. Constará de ocho o nueve diputados que se repartirán los distintos aspectos de lavida regional, ya que la especialización es norma de eficacia.Por lo tanto habrá: un Procurador General, con el carácter yaexpresado; un Diputado Tesorero administrador de los fondosregionales; tres Diputados de Cultura, de Sanidad y de ObrasPúblicas, ocupados en los intereses generales que expresa sutítulo; y otros tres de Agricultura, de Industria y de Mar,defensores de los intereses particulares de las tres profesionesmás características de la región. Será necesario otro Diputadoque tenga en su mano fuerzas exclusivamente regionales paraevitar atropellos como el efectuado por el Marqués de la Ro­mana contra la Junta General en 1808, que podían repetirse siésta careciese de fuerza; y para salvaguardar en todo momentonuestras costumbres, perseguidas con frecuencia por quien nolas conoce ni comprende.

El Presidente será designado por los Diputados entre ellos mismos.

En las reuniones anuales de la Junta General se fiscalizará la gestión de los Diputados y se les elegirá con ciertas limitacio­nes. Por su parte, la Diputación está obligada a convocar la Junta General cuando la importancia del caso lo requiera.

IV. Asturias en el conjunto nacional.

HISTORIA. Antes del absolutismo, Asturias gozaba dentrode la Corona de Castilla de una independencia casi absoluta, asistiendo de tarde en tarde sus Procuradores a las Cortes castellanas, y siendo el Jefe de nuestra región el heredero de dicha Corona. El absolutismo acabó con esto, convirtiendo el Principado de Asturias en título honorífico y suprimiendo las Cortes. Por eso en este punto no tenemos más tradición que la que se formó desde las Cortes de Cádiz.

REORGANIZACION. Ahora puede continuar el Congreso representando a la población total de la Nación (como ocurre en los Estados Unidos), teniendo derecho el Procurador Gene­ral a voz y voto en el Congreso siempre que se traten cuestio­nes de interés para Asturias.

Alguno de los puntos de este programa mm1mo, como la incompatibilidad del Procurador con los cargos del Ayunta­miento, las antevotaciones obligatorias para el nombramiento de candidatos, y el voto secreto, los creemos necesarios para que toda la organización brote del pueblo evitando así cone­xiones que sean posibles raíces de caciquismo.

(Para mayor concisión, hemos expuesto de una manera ter­minante nuestra visión personal del problema, que no pretende ser definitiva).

Formación del Estatuto.

Así como los gallegos convocaron una reunión en La Coruña para discutir la organización que debía darse Galicia, nosotros proponemos que (como en otros casos urgentes hizo Asturias) se reúna con la mayor brevedad posible una Junta General adonde asistan a proponer y discutir el Estatuto, un Procura­dor por cada uno de los 79 concejos asturianos, elegido por votación popular con todas las garantías, para la misión espe­cial y exclusiva de confeccionar dicho Estatuto, según los deseos de la mayoría del Concejo.

[1931]

Los Cuadernos de Asturias

(Recogido de El Aldeano, 15 de mayo de 1931.Fue también repartido como hoja volandera. Lo redactaron Manuel Mari­nero y Claudio Penzol).

La posición de Asturias ante los problemas fundamentales que van a discutir y a resolver las Constituyentes viene deter­minada de una parte por las corrientes ideológicas que se han manifestado en la región acerca de algunos de ellos, y de otra por las exigencias de la conservación y estímulo de sus fuentes de riqueza.

Con mayor o menor consciencia según los individuos y cla­ses sociales, Asturias se ha sentido siempre vinculada a la organización unitaria del poder y de las funciones esenciales de gobierno. Aqu_í i_io han podido apenas nacer ni desde luego prosperar sentirmentos favorables a una formación no ya fede­ral, pero ni siquiera ampliamente regionalista. El amor de los asturianos de su País, intensísimo como el de todos los pueblos de montaña, adquiere manifestaciones sentimentales de índole romántica y poética algunas de las cuales hubieran incluso desaparecido abandonadas al solo cultivo popular. Recuérdese que el renacimiento de la canción asturiana es obra directa de la acción cultural de algunos individuos especializados que han logrado reafirmarla en el sentir del pueblo antes de que hubie­ran perecido sus raíces.

Pero no ha existido nunca una organización de tipo político ni social que pretendiera dar una derivación de esta naturaleza a aquel conjunto de sentimientos propios de nuestra región: ni en el 98, que es el momento de agresividad política del regiona­lismo en España, ni de�pués, ha podido formarse en Asturias una conciencia social que aspirara a la desintegración política ni siquiera administrativa del país. Y la ausencia de este hecho vale, como silenciosa, elocuente y hasta despectiva indiferen­cia ante los nuevos federalismos, en plural nada menos, que sin duda la inmovilidad política de estos últimos años ha hecho aparecer en nuestra región.

. La economía asturiana exige el mercado interior de Españalibre de toda clase de trabas presentes y futuras, directas e indirectas: carbones y ganados hoy, maderas el día de mañana, no podrían competir si cualquiera región pudiera aceptar li­bremente iguales productos de Inglaterra, Argentina o centro de Europa. La economía es la gran fuerza unificadora, y ante ella ceden los antiguos países federales y hoy mismo las nacio­nes independientes; el proceso de unificación que la Sociedad de Naciones representa está condicionado en su vitalidad por el internacionalismo de la economía moderna, y el desconoci­miento de sus leyes se paga en miseria, en descenso del nivel de la vida y en desórdenes de toda clase.

Motivos financieros aconsejan también esta solución funda­mentalmente unitaria: Asturias pagó en 1930 al Estado, por contribuciones e impuestos de todas clases 24.498.215 pesetas. Este gastó aquí, en igual período de tiempo 42.567 .832 pesetas. Aunque se añada a aquella cifra lo recaudado por Aduanas, que importa 19.861.269 pesetas, hay un saldo a nuestro favor, ya que la suma recaudada por este concepto no implica siem­pre gravamen de la economía asturiana.

Para ser fiel a sí misma, Asturias tiene, pues, que mantener la necesidad de un poder central con todos los atributos inalie­nables de la soberanía. Lo que se delegue, atribuya o reco­nozca a las regiones, no puede alcanzar en legislación ni en ejecución -la distancia tiene un valor práctico enorme-, ni a los fines del Estado, ni a la eficiencia del servicio, ni a las garantías para el progreso y libertad del ciudadano: nadie tiene derecho a suicidarse ni a envilecerse.( ... )

FRANCISCO BECEÑA [ 1931] (El Noroeste, 15 de agosto de 1931).

[REGIONALISMO ASTURIANO, REGIONALISMO PLASTICO, ACTITUD EDIFICANTE]

( ... ) No hay palabra más sabrosa, o cuando menos que tan bien suene en los labios y tanto gusto me provoque en el' paladar del alma, como esa de coterráneo. Yo, igual que voso­tros: amasados de la misma tierra, inconsistente y deleznable quizás en cada cual, pero fiel a sí misma e inmortal en el temperamento y virtudes familiares de la raza, a través del tiempo y donde quiera que haya traspasado e implantado sus vástagos, ya en el opuesto hemisferio, ya en las latitudes de clima más antagónico con el nativo; amasados de esa materia

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húmeda, dócil y plástica, pero tenaz y voluntariosa, que hace apto al asturiano para remodelarse en toda forma nueva y cada vez de canon más amplio, sin merma ninguna de su tradición y sustancia. En esa plasticidad, casi helénica, de nuestro barro originario, reside quizá el secreto del regionalismo, del nacio­nalismo y del universalismo de la coterraneidad astúrica. Un asturiano llega a ser hombre universal sin dejar de ser español íntegro; y es español de toda España, sin dejar de ser asturiano de una pieza. Presumo que ni en el infierno ni en el cielo el asturiano puede dejar de ser asturiano. Si en el infierno, ¡qué nostalgia no sentiríamos de nuestros valles, montañas y bos­ques, penumbrosos, mojados y frescos. Si en el cielo, aun escuchando las rapsodias más melífluas de las chirimías angéli­cas, echaríamos de menos la emoción matinal de romería y día santo que nos causaba la quejumbre halagüeña de la gaita!( ... )

En este trance histórico, Asturias es la región que ha obser­vado un comportamiento más edificante. Me atrae y sobrecoge el misterio que hace germinar en una palabra acepciones tan contrapuestas y, sin embargo, tan entrañablemente consanguí­neas. Parad la atención en esas dos palabras: edificante y edificación. Por un lado poseen una acepción humilde, de ejemplaridad ética. Por el otro, una acepción suntuaria, arqui­tectónica, constructiva. Pues bien, Asturias ha observado un comportamiento edificante porque puede servir de ejemplo a las demas regiones y porque se ha puesto al servicio de la edificación, de la reconstrucción nacional. ¿Es que los asturia­nos somos los únicos que no tenemos fisonomía regional? ¿Cómo no? Hasta en el infierno, como antes dije. Si la fisono­mía no se puede perder, a pes¡µ- de todo ... Ni tampoco inven­tar, por medio de la aplicación artificiosa. Cuando esto último ocurre, no es que resulte una fisonomía, sino una caracteriza­ción contrahecha, como la de los cómicos para salir a escena. De donde se deduce que es vano empeño en afanarse por conservar la fisonomía. Cabalmente, la fisonomía se conserva cambiándola con la edad, y conservarla en statu quo equivale a perderla. ( ... )

( ... ) comportamiento edificante de esta región, que pose­yendo una delimitación geográfica tan notoria como la que más, una fisonomía tan inconfundible como el que más, una ejecutoria histórica tan hidalga y luenga como la que más, una riqueza natural latente y potencial, una riqueza adquirida por la asiduidad inteligente y una economía organizada tan pode­rosa como la que más, y una cultura milenaria, ininterrumpida, ya en obra, ya en individualidades superlativas, tan regionales como nacionales y universales, en todos los órdenes, como la que más, sin embargo, dueña gravemente, pero también gra­vemente sierva de su derecho a la diferenciación (lo que otros denominan hecho diferencial), sólo le ha preocupado su deber creciente de una mayor integración en la unidad española: que no otra cosa viene a ser no haber pedido con amenaza nada para sí, en el sesgo apurado y turbio del botín fácil. Sepa España -y este es el homenaje que os debe- que en vuestra mano estaba suscitar conflictos no menos apremiantes y enfa­dosos que los de otras regiones. ¿Por qué no los habéis ati­zado? ¿Por falta de fuerza o de conciencia? No, sino por señorío de vuestra fuerza y de vuestra conciencia. No hago ningún reproche a los demás. Pero a vosotros os acato en homenaje justo. No es que Asturias no sepa sino que nunca ha querido aprovecharse. Asturias no tiene prisa: se apresura lentamente. Asturias inició la Reconquista de España y siglos después la guerra de la Independencia de España, no para sí sino para España toda. Y he aquí nuestro admirable e incom­parable hecho diferencial: Asturias, con su comportamiento edificante, ahora vuelve a hacer lo mismo. Cuando se haya conseguido -confio que pronto- la reconquista e independencia de España, en su integración diferenciada y en su diferencia­ción más fuertemente centralizada que nunca, a lo cual habrá contribuido Asturias más que ninguna otra región, sin haber estorbado un punto, entonces Asturias se alzará a presentar sus problemas. Y estos problemas no serán regionales, sino humanos, universales. Y los asturianos no habrán perdido por eso su fisonomía peculiar e imprescriptible sino que por el contrario los problemas humanos universales habrán adquirido en su fisonomía genérica un rasgo facial hispánico-astur, in­corporado ya a la historia. Así sea.

RAMON PEREZ DE AYALA [1931] (Fragmentos del Discurso pronunciado en Oviedo, El No­

roeste, 5 y 6 de Octubre de 1931).

Los Cuadernos de Asturias

Arco llamado de D. Pe/ayo en Gijón.

[REGIONALISMO ASTURIANO, REGIONALISMO EJEMPLAR)

( ... ) Asturias piensa bien, pero padece desde hace muchos años un grave defecto. ¿Cómo lo diría yo? ¿Cómo lo enuncia­ría? Tal vez diciendo que Asturias es inteligente, pero no es transitiva. Quiero decir que no sale de sí misma al resto de España. ( ... )

Durante los últimos sesenta años la política de Asturias no fue una política de Asturias, sino simplemente una pululación de mínimos y tristes caciquismos. Y los llamo tristes a estos caciquismos porque lo que en ellos encuentro de lamentable no es lo que suele imputárseles: el reparto arbitrario de favores, los pequeños chanchullos. Todo eso es bastante asque�o�o, pero no es más que sarpullido, mal cutáneo, morbo superf1c1al, y lo lamentable del caciquismo no es eso, sino que (omenta la inercia, la intrascendencia aldeana, que atomiza y desarticula todo problema regional, y como regional, español. Contra eso es contra lo que hay que ir. Asturias no actúa como tal, como unidad y fuerza conjunta fuera de Asturias. Y es menester que esto cambie, es menester que su unidad dinámica deje de ser paralítica, o por lo menos encanijada y empequeñecida en este ruralismo pequeño, sin transcendencia más allá de lo �omés­tico o de lo municipal. La mente y la voluntad colectiva de Asturias es preciso que, aunadas en un vigoroso espíritu co­mún, bien arraigado en los problemas concretos de vu<:s�ra tierra, se formen un ardiente y luminoso cuadro de pohtica nacional para que entonces, sacudiendo los restos de ese vues­tro ruralismo, exigiéndoos todo aquello que sois capaces de hacer, en vez de vegetar a medias velas déis una gran embes­tida sobre el horizonte de las posibilidades españolas para ayudar a abrir en él la gran brecha de un magnífico futuro español.

Por eso necesitamos de vosotros. Necesitamos de vuestro regionalismo, como vosotros también lo necesitáis. Por ejem­plo, vuestro carbón es -un problema a la vez y des�.e luegoasturiano y español. Pero oídme y os ruego retenga1s es�s palabras: ese problema no está aún claro, porque no ha sido aún metódicamente formulado desde el doble e insuperable y firme punto de vista asturiano y español. Y en la nueva organi­zación económica más rigurosa que, inexorablemente, va a darse ahora a España, puede traeros graves conflictos. Es

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menester que repenséis valientemente y en grande, hasta el fondo, vuestro problema de esta entraña negra y fecunda d.eAsturias, que es su carbón, para asegurar vuestro porvemr dentro de la gran articulación de intereses españoles. Pero viceversa España necesita también de vuestro regionalismo, necesita de esa fuerza aunada a que antes me refería, porque tengo enorme fe en ese regionalismo asturiano, porque estoy seguro de que por anticipado habrá de poder asegurarse que será un regionalismo regulador, quiero decir, el regionalismo ejemplar, pauta exacta para todos los demás, el regionalismo que hay que oponer a aquellos otros sin claridad, lastrados de arcaísmos nacionalistas. Será vuestro regionalismo no del pa­sado, sino futurista; no de un pueblo que fue, sino de una región que hay que hacer en una nación que hay que hacer. Por lo tanto nada de trajes tradicionales, nada de folklore, nada de babie, nada de gaitas, sino una Asturias posible y mejor: una Asturias como programa del porvenir, como una incitante palpitación al fondo de la vida.

JOSE ORTEGA Y GASSET [1932] (Fragmento del discurso en el teatro Campoamor de Oviedo,

el 10 de abril de 1932. Recogido en José Ortega y Gasset, Discursos políticos, Madrid, Alianza Editorial, págs.' 212-226; los párrafos citados, en págs. 215-7).

MANIFlESTO DEL BLOQUE POPULAR REGIONALISTA Y APOLITICO

( ... ) Nuestro regionalismo es de concordia con todos: con los obreros, porque son el brazo ejecutor del desarrollo din�mi�o de unas industrias o cooperador de consumo; con los cap1tal1s­qts porque hemos de colaborar en sus iniciativas con la propia gar�tía, y en la confianza U;\mbién de que l�s situacione.s de privilegio se vayan cediendo a los de abaJo con un ntmo prudencial y armónico, principio básico de lá concordia en!fe el capital y el trabajo, llegando incluso a la participación de los obreros en los beneficios de las industrias; con los elementos oficiales el máximo respeto, pero la máxima \:nergía cuando pretendan atropellar nuestras aspiraciones.»

e[ 1936] .(ABC, Madrid, 29 de mayo de 1936, pág. 22).