Reina María Rodriguez

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  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    Reina Mara Rodriguez

    a veces

    a veces l y ella jugaban al escondite en torno

    los parvos de heno y los setos de ciruela podados

    porque l entenda mucho de caballos y simientes

    y ola a fruta desde el belfo a los cascos,

    cuando sentado frente a ella con su abundante pelo amarillo

    que estaba siempre tan revuelto como la melaza

    y el agua de canela del tronco de aquel rbol de sus ojos

    -de la supervivencia- eran los ojos que invada la muerte

    la sazn de la muerte con su espuma rojiza

    (no hay palabra alguna para sacrificar la muerte

    la muerte nunca est del lado de quien muere,

    no seala su secreto en el acto de matar).

    y ella entonces aportaba sus ojos que invadan la muerte

    por encima de la sombra que entraba en el cieno.

    yo tena diecisis aos y lo vea venir

    -lo abrac, como pude.

    (debes olvidar toda argumentacin, toda filosofa del desamparo)

    me doblaba y morda la punta de los dedos

    tiznada de sagradas cenizas

    bajo el calor de un sol meridiano

    mi letra, su slaba, simboliza el silencio despus de la obsesin

    -ella piensa en la divinidad.

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    no hacemos trampas.

    el tiempo asesino le arrebata mi cuerpo y tambin

    la abundancia del campo de la imaginacin

    donde todo fue amenazado

    mientras la cosecha termin de grabarse sobre el fango.

    al menos as lo vea a contraluz

    Para Fernando Garca

    he prendido sobre la foto una tachuela roja.

    -sobre la foto famosa y legendaria-

    el ectoplasma de lo que ha sido,

    lo que se ve en el papel es tan seguro

    como lo que se toca. la fotografa

    tiene algo que ver con la resurreccin.

    -quizs ya estaba all

    en lo real en el pasado

    con aquel que veo ahora en el retrato.

    los bizantinos decan que la imagen de Cristo

    en el sudario de Turn no estaba hecha

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    por la mano del hombre.

    he deportado ese real hacia el pasado;

    he prendido sobre la foto una tachuela roja.

    a travs de esa imagen (en la pared, en la foto)

    somos otra vez contemporneos.

    la reserva del cuerpo en el aire de un rostro,

    esa anmula, tal como l mismo,

    aquel a quien veo ahora en el retrato

    algo moral, algo fro.

    era finales de siglo y no haba escapatoria.

    la cpula haba cado, la utopa

    de una bveda inmensa sujeta mi cabeza,

    haba cado.

    el cristo negro de la Iglesia del Cristo

    -al menos, as lo vea a contra luz-

    reflejando su alma en pleno medioda.

    poda an fotografiar al Cristo aquel;

    tener esa resignacin casual

    para recuperar la fe.

    tambin volver los ojos para mirar las hojas amarillas,

    el fantasma de rbol del Parque Central,

    su fuente seca.

    (y t que me exiges todava alguna fe).

    mi amigo era el hijo supuesto o real.

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    traa los poemas en el bolsillo

    del pantaln escolar.

    siempre fue un muchacho poco comn

    al que no pude amar

    porque tal vez, lo am. la madre (su madre),

    fue su amante (mental?)

    y es a lo que ms le temen.

    qu importa si alguna vez se conocieron

    en un plano ms real.

    en la casa frente al malecn, tena aquel

    viejo libro de Neruda dedicado por l.

    no conozco su letra, ni tampoco la certeza.

    no s si algo pueda volver a ser real.

    su hijo era mi amigo,

    entre la curva azul y amarilla del mar.

    lo que se ve en el papel es tan seguro

    como lo que se toca. (aprieto la tachuela roja,

    el clic del disparador... lo que se ve no es

    la llama de la plvora, sino el minsculo relmpago

    de una foto).

    el hijo, (su hijo) vive en una casa amarilla

    frente al malecn -nadie lo sabe, l tampoco lo sabe-

    es poeta y carpintero.

    desde nio le ponan una boina

    para que nadie le robara la ilusin de ser,

    algn da, como l.

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    algo en la cuenca del ojo, cierta irritacin;

    algo en el silencio y en la voluntad

    se le parece, entre la curva azul

    y amarilla del mar.

    -dicen que aparecieron en la llanura

    y que no estaba hecha por la mano del hombre-

    quizs ya estaba all, esperndonos.

    la verosimilitud de la existencia es lo que importa,

    pura arqueologa de la foto, de la razn.

    y t que me exiges todava alguna fe).

    el Cristo negro de la Isla del Cristo sigue intocable,

    a pesar de la falsificacin que han hecho

    de su carne en la restauracin;

    la amante sigue intocable

    y asiste a los homenajes en los aniversarios;

    (su hijo), mi amigo, el poeta, el carpintero de Malecn,

    pisa con sus sandalias cuarteadas

    las calles de La Habana;

    los bares donde venden un ron barato a granel

    y vive en una casa amarilla

    entre la curva azul y oscurecida del mar.

    que importancia tiene haber vivido

    por ms de quince aos tan cerca del espritu de aquel,

    de su rasgo ms puro, de su ilusin gentica,

    debajo de la sombra corrompida

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    del rbol nico del verano treinta aos despus?

    si l ha muerto, si l tambin va a morir?

    no me atrevo a poner la foto legendaria sobre la pared.

    un simple clic del disparador, una tachuela roja

    y los granos de plata que germinan

    (su inmortalidad)

    anuncian que la foto tambin ha sido atacada

    por la luz; que la foto tambin morir

    por la humedad del mar, la duracin;

    el contacto, la devocin, la obsesin

    fatal de repetir tantas veces que seramos como l.

    en fin, por el miedo a la resurreccin,

    porque a la resurreccin toca tambin la muerte.

    slo me queda saber que se fue, que se es

    la amante imaginaria de un hombre imaginario

    (laberntico)

    la amiga real del poeta de Malecn,

    con el deseo insuficiente del ojo que capt

    su muerte literal, fotografiando cosas

    para ahuyentarlas del espritu despus;

    al encontrarse all, en lo real en el pasado

    en lo que ha sido

    por haber sido hecha para ser como l;

    en la muerte real de un pasado imaginario

    -en la muerte imaginaria de un pasado real-

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    donde no existe esta fbula, ni la importancia

    o la impotencia de esta fbula,

    sin el derecho a develarla

    (un poema nos da el derecho a ser ilegtimos en algo ms

    que su trascendencia y su corruptibilidad).

    un simple clic del disparador

    y la historia regresa como una protesta de amor

    (Michelet)

    pero vaca y seca. como la fuente del Parque Central

    o el fantasma de hojas cadas que fuera su rbol protector.

    ha sido atrapada por la luz (la historia, la verdad)

    la que fue o quiso ser como l,

    la amistad del que ser o no ser jams su hijo,

    la mujer que lo am desde su casa abierta,

    annima, en la pgina cerrada de Malecn;

    debajo de la sombra del clic del disparador

    abierto muchas veces

    en los ojos insistentes del muchacho

    cuya almendra oscurecida

    aprendi a mirar

    y a callar

    como elegido.

    (y t me exiges todava alguna fe?)

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    anochece

    anochece sobre las tejas de Madrid

    pero en las manos traigo la humedad

    de las aguas del Bltico.

    todava hmedas,

    fras,

    me han quemado con esos verdes que no maduran.

    es la travesa desde los ojos de los cisnes

    tras una fruta opaca. anochece

    y estoy tan cerca de tu cuerpo en una casa extraa

    contra los pies que en la madera quieren frotar

    una textura adormecida sobre un paisaje irreal

    (me han devuelto a la conciencia las palabras

    que no estn donde sueo o donde miro

    busco un sueo donde estn las sensaciones

    porque ya no hay nada que mirar)

    y busco algo que querer antes que la noche

    irrite mis prpados que sobre las aguas del Bltico

    han bebido toda su humedad. porque tambin anochece

    sin prisa sobre las tejas de Madrid y yo miro

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    por la abertura oblicua de mi piel

    la tuya.

    cmara secreta

    dentro de un cofrecito de bano

    junto a la cama mortuoria de Tutankamen yacen

    los fabulosos tesoros del joven rey en el Nilo.

    all encontr una pieza dorada

    como una mueca, o una antigua miniatura india.

    alguien me permiti abrir y quizs ver

    aquel secreto que soaba

    (en cada sueo perdemos evidentemente

    una inocencia) soy otra vez Pigmalin

    siempre a la espera de cualquier milagro.

    si uno va todo el camino junto a las cosas,

    uno puede cubrir todo el camino de ficciones

    y ciertamente uno recibe su recompensa

    siempre completamente diferente

    a la esperada. si alguien,

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    al menos durmiera sin estar muerto

    junto al cofre de un rey

    y recibiera un sueo como el mo,

    -la miniatura de cristal de Atlntida-

    entraramos de una vez en la inocencia.

    12 de agosto 1995

    dos veces son el mnimo

    aqu media luz; afuera, la maana.

    miro por la abertura de la media negra

    que hace un ngulo exacto con mi pie que est

    arriba. un mundo que me interesa

    aparece por la cicatriz: un deseo que me interesa

    rehusando la prudencia.

    los ruidos bajo el sol entrada la maana.

    por la abertura en tringulo del muslo hasta el pie en tu boca

    hay un canal.

    la total ausencia de intencin de este da,

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    un da en que uno se expone y luego enferma.

    un da formando un gran arco entre el dedo que roza

    el labio y la media.

    dos veces son el mnimo de confianza

    para lograr la ilusin. yo, al amanecer,

    estaba junto a la ventana (era la nica imagen

    en la que podra refugiarme) me acercaba para no llegar

    y estar convencida -nunca reafirmada-

    como si, para m, t, la otra, te abrieras, o te rompieras,

    del modo ms suave contra el alfizar.

    (las palabras siempre son de algn otro, se prestan

    para consolar a la sensacin que tambin

    viene de all afuera, incontrolable) otra cosa

    es lo que yo hago con ellas aqu adentro:

    las caliento escuchando bien un sonido que me revela la tonalidad

    de lo que expongo (una ilusin) de ser aquella

    que algo vio en el tringulo cuya cspide es tu boca

    absorbiendo tambin de la sustancia.

    yo slo me aproximaba a la ventana

    -escritora nmada- que mira con devocin

    en vez de coger a ciegas (la primera vez) sabe que

    dos veces son el mnimo de vida de ser.

    jrame que no saldremos del territorio del poema esta vez

    que si estrujo y pierdo en el cesto de los papeles

    este cuerpo

    no voy a renacer al espectculo. estamos juntos

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    en el diseo con tinta de un da que no es verdadero

    Porque osa comprimirse en la lnea del encanto.

    -de la cintura hacia arriba est la carne, el da.

    de la mitad inferior del tronco (abajo) media negra hasta la noche, el fin.

    jrame que no saldremos de aqu

    una casa prestada con ventanas que miran hacia el mar de papel

    donde nos desnudamos, rodamos, prestamos, palabras para lavar

    y volver a teir en el crepsculo. era mi cuerpo ese

    promontorio que t colocabas al derecho, al revs,

    sobre el piso de mrmol?

    fue esa tumba siempre, los ojillos de los poros

    como gusanos olfateando mis pensamientos

    para nada?

    yo siempre quise ver lo que t mirabas

    por la abertura del tringulo

    (ser los dos a la vez) algo doble en el mismo sitio

    de los cuerpos y en los pies, longitudes distintas

    para aquel contacto de una suavidad maravillosa.

    dos veces son el mnimo de la vida de ser.

    yo, una vez ms, ensayo la posibilidad de renacer

    (de la posteridad ya no me inquieta nada).

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    edgar, las muchachas y la lluvia

    ha vuelto a ser noviembre

    y alrededor del ojo profunda otra rayita.

    empieza ya el invierno y a veces

    no s dnde guardarme.

    tu madre ha sido loca

    y de remate amante de cosas imposibles.

    no aprendi a cocinar las hormigas

    les roban los objetos del cuarto

    an le teme a las tataguas

    y al amor.

    faltan 20 aos o 20 segundos

    para que termine el siglo mientras

    hacemos amuletos con formas de palomas

    que cuelgo en las ventanas contra los bombardeos

    20 aos o 20 segundos

    para que termine este siglo y

    slo te deseo que puedas siempre

    admirar las estrellas porque a veces

    temo que no podamos contemplar ms las estrellas.

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    t vivirs en el 2000

    y vers rboles cosmdromos mariposas

    esa fauna y flora diferente que estamos creando

    y vivirs como todos los nios

    dentro de un hombre.

    pero acustate siempre como ahora

    entre destornilladores y latas vacas

    aunque te asalten las muchachas

    y la lluvia.

    el retrato de un hombre joven (Dresde) 1521

    sentado sobre un bloque de madera

    ante un fondo caliente, rojo

    est ebrio o est dormido

    mientras yo trazo un crculo en el punto

    de interseccin con el eje central que constituye su ombligo

    -igual que para el pecho o la cadera estrecha-

    que traza tambin un eje con su pelvis y mi mano.

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    tengo un modelo seor

    el tono claro de sus manos y la carta a punto de caer atrae mirada

    la luminosa claridad de la camisa, el rostro

    como una cpula sobre la pirmide del tronco

    que, dentro de una estructura formada por diagonales

    me hace sentir su frialdad, las raras lneas

    que le conceden una presencia inmediata

    pero no es verdad. la cabeza que est modelada de adentro

    hacia afuera donde resalta el retrato de un joven en madera

    sigui en la galera de los Viejos Maestros.

    su composicin es sencillamente clsica

    slo el blanco luminoso hasta el negro de las botas

    llena este cuadro de vida. tenemos ante nosotros a un joven

    -que no es Durero- l ya se ha ido. y que consciente de s mismo, yace

    (pluma y pincel sobre fondo verde blanqueado y lavado)

    6 de junio del 95

    ella volva

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    ella volva de su estril landa,

    bajaba las piedras antes de que aquella intensidad

    se convirtiera en sangre;

    y todo aquel amor se converta en sangre

    bajaba por sus muslos (el camino que lleva al centro

    es un camino difcil) es el reto del paso

    de lo profundo a lo sagrado

    de lo efmero a lo eterno,

    porque esa intensidad se converta en sangre

    por su necesidad de ser libada en febrero

    justo antes de la primavera

    -de color apergaminado tambin sus muslos,

    lo que llamaba a olvidar cualquier cosa

    para ser un cuerpo tambin, un camino.

    que uno atraviesa con las flores del vestido

    convertidas en piedras

    porque nada puede durar -ella lo saba-

    si no est dotado por un sacrificio.

    la tierra est recientemente sembrada

    (era la tierra de sus ancestros)

    es el rito que se ejecuta cuando se construye un da

    el deseo primordial de representarlo,

    como si ese fuego y esas piedras

    repitieran ademanes antiguos

    y ella pagara con su flujo sobre la tierra estril

    para ser fecundada.

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    en pleno medioda

    en pleno medioda, las palomas

    reacias al sol han bajado por sombra

    y las parejas se abrazan tiradas en la hierba

    hmeda y reseca del verano.

    yo espero por ti que no eres nadie,

    que no eres alguno,

    bajo este medioda clido junto a la fuente

    y comprendo la necesidad del querer

    como los escalares

    uno encima debajo del otro

    en esta pecera sin fondo de la realidad.

    (el loco de ayer ha vuelto -son recurrentes

    los locos, los poetas-)

    yo, con la misma ansiedad

    tambin he vuelto a buscar mi sombra diurna

    todava puedo quedarme aqu

    y no volver a otro sitio donde

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    una vez arriba, otra abajo,

    intente derrumbarte contra la hierba

    hmeda y reseca del verano.

    he venido

    he venido a la Plaza de Espaa slo para ver

    a la anciana de negro que se agacha

    junto a la fuente

    y acurrucando su cuerpo

    contra el viento de abril en un gesto de actor que reduce

    toda la compasin en su rigidez.

    doblando

    levemente las rodillas antes de actuar

    antes de caer

    ha trado ese alpiste blanco de los pjaros

    que vuelven sucios

    morbosamente a m. he venido a la

    Plaza de Espaa slo para recoger

    lo que sobra de un gesto.

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    la diferencia

    yo que he visto la diferencia,

    en la sombra que an proyectan los objetos en mis ojos

    -esa pasin de reconstruir la prdida;

    el despilfarro de la sensacin-

    del nico pas que no es lejano

    a donde vas. donde te quedas.

    s que en la tablilla de terracota

    que data del reinado de algn rey,

    con caligrafa japonesa en forma de surcos

    estn marcados tus das.

    los das son el lugar donde vivimos

    no hay otro espacio que la franja que traspasan

    tus ojos al crepsculo.

    no podrs escoger otro lugar que

    el sirio de los das,

    su diferencia.

    Yen esa rajadura entre dos mundos

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    renacer a una especie (ms esttica)

    donde podamos vivir otra conciencia de los das

    sin los despilfarros de cada conquista.

    la elegida

    en esta tierra de polvo verde el Taj Mahal

    es el guardin de la muerte

    el sepulcro de la bienamada fallecida de parto

    una maana de invierno en el Agr.

    la luminosidad de mrmol atrae

    a los peregrinos que acuden en la estacin de las lluvias

    cuando el resto de la tierra est seca

    y slo queda no reflejo

    sobre las aguas (no sabemos hacia dnde movemos

    si la superficie de la realidad es lquida,

    o est sumergida; si la descifraremos de atrs hacia

    adelante, para que todava podamos significar

    y en que sentido significaremos o esperar,

    sobre esta tierra de polvo verde que es la vida

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    a que el clima haga el primer movimiento

    en aquel lugar, donde fallecida de parto

    una maana de invierno en el Agr

    hay una estatua, no la lucidez de un da;

    hay una sombra, una falsificacin,

    que se parece a la verdad.

    la foto del invernadero

    fue la que siempre quisimos y falt.

    el invernadero estaba junto al parque

    con sus cristales hmedos bajo el sol que entraba

    en la tarde, o en la maana, a colorear sus plantas.

    yo me paseaba contigo de la mano -eras

    de estatura un poco ms bajo que yo-

    y as alcanzaba a ver, desde esa altura,

    los tallos quebrados por mi madre

    que compona y podaba las macetas de bunganvillas.

    nunca entramos, ramos demasiado pequeos

    para invadir la zona de confianza de esos seres extraos

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    que permanecan dentro. estbamos afuera.

    saltando con nuestra energa sin razn

    excluidos de la paciencia de las manos de mi madre

    pero es all donde quisiera vivir...

    en el lugar inexacto de una foto que falta

    para que no imites otra vez, o intente imitar el ser que soy.

    el paisaje prohibido donde pondramos el amor

    con exclusividad.

    el paisaje del deseo, que no se supona o se reproduca a cada instante

    y que permaneci oculto para nosotros

    -la algaraba de ser nios no nos dejaba ver

    "todos andbamos a la caza de una flora insectvora".

    ramos suspicaces. ahora, acomodo en mi mente

    la mente del invernadero. su llama tibia

    en el centro de las imgenes hacindonos creer que algo temblaba

    o que podra no ser alcanzable.

    esa incertidumbre del temblor donde cruje la madera

    y la realidad se distorsiona y parte en dos lenguajes.

    fue la que siempre quisimos y falt.

    9 de marzo del 95

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    la isla de wight

    yo era como aquella chica de la isla de Wight

    -el poema no estaba terminado

    era el centro del poema lo que nunca estaba terminado-

    ella haba buscado

    desesperadamente

    ese indicio de la arboladura.

    haba buscado...

    hasta no tener respuestas ni preguntas

    y ser lo mismo que cualquiera

    bajo esa indiferencia de la materia

    a su necesidad, el yo se agrieta.

    (un yo criminal y ldico que la abraza

    a travs de los pastos ocres y resecos del verano).

    ella haba buscado "la infinitud azul del universo en el ser".

    -lo que dicen gira en torno a sus primeros aos

    cuando el padre muri sin haber tenido demasiado

    conocimiento del poema-.

    s que esa mentira que ha buscado

    obtiene algn sentido al derretirse

    en sus ojos oscuros, ha buscado el abrupto sentido del sentir

    que la rodea.

    (un poema es lo justo, lo exacto, lo irrepetible,

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    dentro del caos que uno intenta ordenar y ser)

    y lo ha ordenado para que el poema no sea necesario.

    despojada del poema y de m

    va buscando con su pasin de perseguir

    la dualidad. ha perdido, ha buscado.

    ha contrapuesto animales antagnicos que han venido a morir

    bajo mi aparente neutralidad de especie,

    un gato, un pez, un pjaro... slo provocaciones.

    -te digo que los mires-

    para hallar otra cosa entre esa lnea demoledora de las formas

    que chocan al sentir su resonancia.

    -tambin aqu se trata del paso del tiempo,

    de la travesa del mar por el poema-

    a donde ellos iban, los poemas no haban llegado todava.

    yo era como aquella chica de la isla de Wight

    haba buscado en lo advenedizo

    la fuga y la permanencia de lo fijo y me hallo

    dispuesta a compartir con ella a travs de las tachaduras

    si el poema haba existido alguna vez materialmente

    si haba sido escrito ese papel

    para conservar el lugar de una espera.

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    le couple (1931)

    un escultor francs de origen ruso,

    esculpi tu rostro en el yeso

    (escogi este instante y no otro; escogi este cuadro,

    o ninguno) el tringulo del mentn, el gesto

    que se inclina para ofrecer la boca

    el alcohol almacenado en las venas del cuello

    azules blancas cidas

    el deseo, el ngulo de la clavcula alojo

    una fortificacin (un puente) al beso.

    delante, hacia la izquierda de la sombra de mi rostro, vaga

    -el fondo siempre es negro-

    el relieve de tu belleza, la oquedad de mis ojos

    (yo observaba las sombras, luego descubr que esas sombras

    posean luz, o cierto resplandor que hera si no inclinaba

    los prpados para verte)

    quedamos eternamente all, en la pareja de Ossip Zadkin

    un escultor francs de origen ruso

    que no nos conoci.

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    los das

    los das afuera, con esa luz que

    baja hasta perder su definicin

    y no saber si la luz sale de m (adentro)

    me bebe hacia sus claros horizontes, o est pintada

    al borde del muro para continuar

    el enceguecimiento de su propia claridad.

    yo extrao, la cancin que de mi boca recorra

    el tiempo inmenso En cada slaba de su penetracin.

    eso era ser joven. cuando an, verde y tibia

    masticaba las ramitas de toronjil con indiferencia.

    lvida, hoy cruzo este discurso de los das

    que ya no pueden sorprenderme

    -con su arete pequeo de plata en el lbulo izquierdo-

    bestia y muchacho, para recorrer el resultado feroz de los das

    su alucinacin de oscurecer sin morir en la carrera

    hacia la perdicin.

    un azoro en la nuca

    y ser el rostro efmero de cualquiera

    (de la mujer del disco, por ejemplo) que se raya

    al volver desde tus manos grandes.

    un rostro, que sobreimpuesto al mo,

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    es un rostro encarnizado en morir bajo la misma luz

    donde ella y yo hemos permanecido

    en lo curvado

    en lo que se ha hecho grieta al roer de los das

    en lo que ya no te pertenece

    en lo que ya no es mi juventud

    y todo queda amenazado por la curva

    que la trajo y me regresa.

    posesin

    no confirmo haber regresado, o haber estado all.

    mi viaje mental puede ser

    J la posesin de un recuerdo que ha insistido

    sobre m. (siempre estuve en los ojos del gato

    y s que l me miraba. reflejada,

    no he podido moverme de los ojos del gato).

    engaos son esos misterios del tiempo

    degradndome a una memoria comprendida.

    ahora s que estoy aqu, frente a las luces

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    del rbol. he comprobado la diferencia en los objetos

    y ellos pretenden tambin engaarme.

    en una reproduccin de mi necesidad de estar anclada.

    en ti, en ellos.

    me encojo esta noche de lluvia,

    y no confirmo nada.

    me importa la fijeza, el bordado de esa pequea rama

    en la hoja ms verde.

    porque el mundo cabe en los ojos del gato,

    de un gato, de ese gato,

    que al olerme determina mi lugar.

    qu confusin

    qu confusin me invade cuando despierto

    y s que estas cerca

    qu confusin me invade cuando despierto

    y no te puedo abrazar

    hasta fundirme sudorosa al caos de las cosas.

    el sonido de mi corazn (como patas de caballo)

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    golpea mi sangre acelerada por el vino.

    qu confusin me invade

    y no te puedo abrazar

    -animal magnfico que invent contra mi soledad

    y que desprecio por ser tan vulnerable-.

    reseca est la arena donde ni un escombro

    ha quedado,

    slo patas de caballo que levantan su dolor

    con esfuerzo.

    un vidrio, en la ventana

    l haca ventanas con fragmentos de vidrio

    recogidos del mar. (el color mbar

    detrs del vidrio desdibuja mi rostro,

    su falsedad) sostener mi figura

    rehacerla y romper

    la miniatura de ser con la que conviv.

    no regresar a ella para huir lentamente

    en el lmite de cada fragmento dispuesto

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    entre tus manos

    como otro vidrio fundido en la ventana.

    zona de confianza

    te quiero cuando voy a desprenderme

    y la soledad me aplasta ms que la gravedad

    contra el sonido constante del avin

    que a veces se hace irregular

    para que tiemble el abismo

    no el abismo del aire sino

    en su vertiginosa y profunda cada en el tiempo.

    porque las noches son lagunas

    en las que me asomo bocabajo

    en un espejo cncavo

    en estos pases donde los hombres

    son malos y buenoscomo dicen los nios-

    y uno no sabe quin es

    porque en ninguno puede reconocerse.

    es un terror el mundo sin lmite de mi cabeza

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    sin un lugar exacto para descansar

    con los ojos cerrados

    la tranquilidad de su paisaje.

    te quiero para no pensar en la muerte

    y slo sea sta una sucesin en el espacio

    las pequeas fugas de la luz.

    para no creer en la soledad de la tierra

    como una nave oscura vagando por lugares desiertos

    porque si uno piensa en la muerte

    es porque cree en el olvido

    y nunca voy a saber quin soy

    si dejo la eternidad de los espejos

    te quiero para romper las ruinas circulares

    de los das extraos y sentir

    que tus ojos estn en todas partes

    esperndome esperndome

    porque uno se inventa unos ojos y apareces:

    yo he visto tus ojos en las hormigas

    en una gota de lluvia y en el silencio

    tus ojos y mis ojos son una coordenada

    del tringulo de la muerte

    delatan la oscuridad

    el pozo negro donde caigo

    en una trampa de musgo

    y no puede ser casual esta corrupcin de la mirada.

    te quiero porque fuera de aqu

  • 7/29/2019 Reina Mara Rodriguez

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    la existencia no tiene misterios

    y lo inesperado est slo en lo posedo.