Relato y Palabras

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    CONCURSO LITERARIO:RELATO Y PALABRAS

    Este librito recopila una seleccin de 12 textos participantes del concurso Relato yPalabras organizado por el Centro de Estudiantes de Ingeniera Comercial el ao 2015.

    La convocatoria se inici el da 23 de Agosto y culmin el 12 de Septiembre. El juradoestuvo compuesto por Juan Belair y Javier Gonzlez, quienes se presentan acontinuacin:

    Juan Belair. Docente en pregrado y posgrado en la U. de Chile (FEN y FCQyF), en laFac. de Ciencia poltica de la U. Central y en la PUC para ctedras de tic,sustentabilidad y temas afines. Master of science en Global Governance and Ethics

    (UCL, University of London, Reino Unido); Mster en Gestin de Calidad (UDP y EOI,Espaa); Magster en Gobierno y Gerencia Pblica (U. de Chile) y Diplomado enResponsabilidad Social (U. de Chile). Editor del libro Responsabilidad social: unimperativo tico de una sociedad global. Adems, soy Magster en Literaturalatinoamericana de la Universidad Alberto Hurtado, contribuyo en algunas revistasliterarias: letrasenlinea.cl; Vuelan las plumas; Ojo en tinta; y SITIOCERO. Autor delpoemario "La resaca de la tristeza" Magoeditores, 2008.

    Javier Gonzlez Villagrn. Ex-Estudiante FEN reformado, y actual estudiante deLiteratura Creativa en la UDP. Coordinador de Lenguaje en el PreuPortaleanos.Pergaminos acadmicos: an inexistentes. Dentro de mi experiencia literaria, he sidopremiado en distintos concursos a nivel local en Valdivia, ciudad donde crec, y a nivelregional y nacional, que han significado la publicacin de varios de mis cuentos endiversas compilaciones. Fui, adems, uno de los jurados del concurso literario deCtedras Libres el ao 2014.

    Este librito fue publicado el da 29 de Octubre en la Facultad de Economa y Negocios

    de la Universidad de Chile

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    Mensaje Mesa CEIC 2015

    El objetivo principal de esta convocatoria es el de generar un espacio en el cualnuestros compaeros y compaeras que practican de la escritura puedan exponer

    sus creaciones y dotarlas de un nuevo significado al presentarlas frente a lacomunidad. El texto que se hace pblico adquiere una nueva significancia; la

    interaccin entre escritor y lector le entrega una nueva dimensin al ejercicio deescribir.

    Al publicar su texto, el escritor debe preocuparse de hacer de ste un mensaje claroy atractivo al mismo tiempo que debe preocuparse de que en este proceso no sepierda la identidad particular de la idea que quiere dar a conocer. Un concurso

    pblico es una oportunidad importante para que los escritores ocasionalesdesempolven sus borradores y creen a partir de ellos una obra adecuada para lalectura pblica.

    Tambin para el lector es una experiencia distinta. Al estar insertos en el mismocontexto (en este caso, nuestra facultad), el lector puede reconocer muchas figurasque de otro modo estaran fuera de su alcance por la falta de familiaridad. Esto

    lleva la compresin del texto a un nivel ms all, opuesto al caso en el que se lee aun autor distante, por muy reconocido y galardonado que sea.

    Finalmente, este es un ejercicio de comunidad, nos acercamos a la comprensin de

    unos a otros. El esfuerzo de este librito es el de tangibilizar una arista de esacomunidad. Los estudiosos del futuro podrn decir que este compilado contiene unpice de sustancia que permite estimar a grandes rasgos qu se deca y se viva en

    la Facultad de Economa y Negocios.

    De este modo y con este objetivo abrimos el concurso hace un par de meses.

    Agradecemos a todos quienes participaron de la convocatoria, nos complace elhecho de que esta fue bastante ms numerosa de lo esperado. Agradecemos a los

    jurados Juan Belair y Javier Gonzlez Villagrn; y agradecemos tambin a todos los

    que se hayan dado el tiempo de leer esta recopilacin.

    Esperamos disfruten de la lectura.

    Mesa CEIC 2015

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    LOS AMIGOSPrimer Premio Narrativa.

    "HAY GOLPES EN la vida, tan fuertes... Yo no s.Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,la resaca de todo lo sufridose empozara en el alma... Yo no s.Son pocos; pero son... Abren zanjas oscurasen el rostro ms fiero y en el lomo ms fuerte.Sern tal vez los potros de brbaros Atilas;o los heraldos negros que nos manda la Muerte."

    Csar Vallejo, Los Heraldos Negros (1918)

    * * *

    El da del atraco salimos disparados por la calle en direccin oriente. La risa difana delMario se funda con el viento que pasaba rasante entre nuestros cabellos largos. La ma,ms tmida, aguda como la de una mujer, se esconda inaudible bajo el rugido del motorde un Corola veloz. Reamos de alegra, pero tambin por nerviosismo y por la sorpresade lo simple y limpio que haba resultado el trajn.

    Control de divisas! Control de divisas!, repeta el Mario con la mano derecha enalto imitando al Fhrer y a s mismo un par de minutos atrs. Exageraba el gesto enforma teatral hasta que la risa nos haca doler la guata. Mario tena una risa ronca, lacabeza gorda y rechoncha con mucha barba por todos lados, lo cul le daba un aspectomedio de vikingo bonachn. Yo, que manejaba el Corola, apenas poda sujetar elmanubrio con las dos manos y mirar pa adelante. Pero sobre todo reamos de contentosQuin ms osara penetrar de ese modo, tan brutal y directo, en un banco del barrioalto?

    Golpear el seno mismo de la burguesa, deca el Mario.

    Sabamos que la plata era para la clula; nada para nosotros. Pero qu importaba.Nunca habamos tenido lucas y no las bamos a empezar a desear ahora tampoco.Menos cuando en nosotros recaa aqulla responsabilidad irrepetible. Pese a todo, porun momento, toda la plata, como el futuro de Chile, estaba depositado en las manosnuestras.

    Reamos y corramos por las calles del barrio high, y la gente que nos vea pasar, eracasi como si no nos vieran. Ac nadie se mira, la gente avanza con la cabeza gacha,siempre mirando el suelo, y nosotros contbamos con esa invisibilidad. Slo los rostros

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    de una que otra seora de la calle nos interpelaba de vez en cuando. Y a m me daba leimpresin de entrever, sobre la suciedad y la entrega de la ms absoluta pobreza, lalnea torcida de una sonrisa por venir.

    Doblamos por ltima vez en un callejn, y cuando divisamos por fin la casa, una mujerestaba esperando con la reja del portn abierta, muy nerviosa. Entramos tan rpido queel piso del Corola choc con la cuneta, haciendo un ruido horrible. ramos muy pocoprofesionales, pero nos hacamos los lesos. Una vez adentro, en el porche, y cuandorevisamos varias veces que no hubiera nadie ms que nosotros tres, abrimos lamaletera. La Martina abri los enormes ojos verdes como los billetes apilados, tratandode captarlo todo, como si nunca hubiera visto tanta plata junta. Mentira.

    Ya. Entren el botn pa la casa, yo voy a preparar la pieza, dijo ella. Acordamos hablarde botn, por puro romanticismo. As que lo tomamos como pudimos y lo guardamostodo en el interior de una maleta vieja de doble fondo. Quedamos de turnarnos parahacer la guardia entre los dos, y el que dorma, se quedaba en la pieza junto al botn y laMartina, que tena cara de estar medio enferma. Ella dorma en la nica pieza diminutade la casa, en una catre antiguo, donde apenas caba con sus piernas largas, blancasdobladas. Entramos primero yo, luego la Martina y por ltimo el Mario a la pieza.

    Mira lo que te conseguimos, compaero. El Mario tir un colchn rooso al lado delcatre, levantando nubes de polvo que nos hicieron toser como tuberculosos.

    Se lo sacamos a un marroqu en el persa, a precio de huevo. Ojal te tuviramos algomejor, pero t sabes cmo estn las cosas., trat de excusarse. El partido esttratando de mantener los gastos al mnimo., aadi la Martina, que me miraba con elbochorno de hermana mayor que ha perdido al pequeo que estaba a su cargo.

    Gracias, contest sonriendo, y le extend la al Mario mano sobre el colchn, a lo quel se mont sobre l y se acerc para abrazarme fraternalmente. Despus, l sali alpatio a hacer la guardia, y yo me qued solo con la joven compaera.

    Los dos se haban conocido hace algunos meses, trabajando en la clula. Yo mismo lepresent al Mario, que por ese tiempo era un tiro al aire, a la Mart. As le decamosantes, y de cario, a esta niita bien en la jota. La que a los diecisiete se habaescapado de la casa de sus viejos, que eran locatarios en una tienda de Alameda, paradedicarse al movimiento y la accin popular. Me acuerdo del maln que organizamoscuando sali Allende (sin challa, cornetas ni msica, obvio, pero tampoco con pocotrago). Los dos se pusieron a discutir acaloradamente sobre la importancia de lasrecuperaciones y las acciones populares.

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    Por eso me sorprend mucho cuando los vi despus atracando en la cocina y cuandoentr, los dos se hicieron los locos, arreglndose el vestido ella y la chaqueta elcompaero. Yo les devolv una sonrisa cmplice. La mejor que pude.

    Al cabo de unos meses, empezaron a vivir juntos en la vieja casa de uoa. No tenams que una pieza y un estar minsculo, al lado una cocina y un bao. Se la habadejado el viejo a la Mart cuando se muri, y haba servido para varias reuniones de la

    jota cuando ramos militantes. Aunque allendista todava, la Mart se desvincul de lossocialistas en el invierno del setenta y uno. Y yo un poco despus. No nos habamosvuelto a ver desde entonces y el reencuentro en estas circunstancias tan pococonvencionales, tan sacadas de una pelcula, le daban un toque extremadamentesurrealista a todo.

    En la pieza conversamos largamente, hasta altas horas de la noche, luchandointernamente contra el cansancio. Conversamos de su vida, de la ma, de lo que elfuturo nuestro y el de Chile nos iba preparando. Yo desde el colchn tirado en el piso yella en su cama diminuta. Me contaba que ahora que viva con el Mario haba empezadoa trabajar en un caf que estaba cerca, que su jefe era un explotador de mierda, peroque las propinas eran buenas y alcanzaba para traer algo pa comer todas las noches.Estaba muy delgada y algo plida, con la marca exhaustiva del trabajo exagerado sobrela sien, pero segua tan jovial como siempre, y sus ojos verdes brillaban ms que antes,aunque fuera solo por el contraste del tono nevado de su piel.

    Hasta que Allende ponga las cosas en orden. Ah s que vamos a tener de todo., dijo,y tras una mirada dramtica y espontnea nos echamos a rer. Tenamos esa conexinfraternal y elctrica que nos separaba del resto, incluso del Mario.

    Te acuerdas cuando tuvimos que alojar al Moro y a otros dos militantes aqu en tucasa? , le pregunt a lo que ella asinti con una sonrisa disimulada en su cara flaca.

    Dormamos los cinco aqu. Dos en el sof

    El Moro en la tina., aad y le caus una risa que le sobrecogi entera. Era como sise quisiera hacerlo solo con los labios, pero la falta de fuerzas la hiciera acudir a laenerga de todo su dbil cuerpo para poder rer.

    Y nosotros aqu, dijo, apuntando a su propia cama con los ojos.

    Temo que ust no me entendera. Pero las cosas eran tan distintas en ese entonces.ramos jvenes y sos sentamos responsables de todo, pero tambin indestructibles.Crecimos escuchando a Guevara, a Fidel y leyendo a Maritegui. La mayora estaba

    caliente por morir en la batalla. Contra los opresores del espritu; contra el imperio de lainfinita soledad, la camaradera en armas Temo que ust no me entendera.

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    Finalmente nos casamos, la Martina y yo. Cuando volvimos del exilio, por supuestoImagnese! Nosotros, casados. Nunca se nos hubiera ocurrido una cosa as en eseentonces. Pero como le dije, las cosas eran muy distintas en ese tiempo. Ahora ella meacompaa siempre que voy a ver al Mario. Cuando llegamos al patio donde suponemos

    que est, ella siempre llora. Pero hace como que la alergia la atacara por el polen deseptiembre. No aguanto esta irritacin! No la aguanto!, empieza a murmurar cuandovamos en el auto. Yo siempre le llevo montones de flores para adornar su reposo en elCementerio General, custodiado por las esculturas fras como la muerte al final de la Av.la Paz. Y entonces el patio cobra vida, al menos hasta que las lluvias traicioneras deseptiembre o el cuidador lavan los colores del arreglo floral

    Recuerdo el da que, escondidos en Pars, el Carlos y yo acordamos por medio de unintermediario (cuyo nombre no viene al caso), reunirnos en un caf cerca del Grand

    Palais. El Carlos era el hermano chico del Mario, que escap al exilio poco despus quenosotros. Debe haber sido por ah por el ochenta y algo, no me acuerdo bien. Cuandome dijeron que estaba en Europa me puse a buscarlo como loco, llam a todos loscontactos que haba hecho aqu, hasta que, por fin al cabo de varios meses, pudimosconcretar una cita.

    Llegu al lugar acordado con algo de retraso y lo pill de inmediato. Haba cambiadomucho su aspecto, sin embargo no fue difcil reconocerlo. Algo en su cara eraeternamente familiar, no s qu. Avanc al fondo del local, hasta la mesa donde se

    encontraba l. No se par a recibirme. Nos sentamos en lados opuestos de una mesacon poca luz, disimulando torpemente. Fue el Carlos quien rompi el hielo.

    No es este mismo caf, compaero, donde el viejo Marx vena a jugar ajedrez consus camaradas? .

    No me acuerdo. Podra ser. , contest levemente avergonzado. Pero tambin podraser otro. Esta ciudad est llena de cafecitos., agregu como para arreglarla. El Carloscontest con una risa honda, bonachona. La misma risa que vociferaba su hermano,

    aos atrs, en el Corola.

    Si mal no recuerdo, afuera debera haber una placa de conmemoracin o algo por elestilo., dijo. Cuando salgamos, deberamos fijarnos si an sigue all.

    Al Mario le encantaban esas cosas. Recuerdo que alguna vez me dijo, que cuandomuriera, le gustara que su nombre quedara para siempre en una placa, junto al de suscompaeros. Porque lo que ms tema era la soledad del olvido. Slo la memoria esms frgil que la vida de un hombre, deca. En ese entonces no entenda la profundidad

    de su temor.

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    Cuando salimos del caf estbamos tan puestos que olvidamos revisar si era o no era elcaf donde haba reposado Marx. El vino nos una de cierto modo eternamente connuestra vieja patria comn, y lo bebimos con solemnidad y hasta que el local tuvo quecerrar. Desde ah caminamos juntos, apoyados en el hombre del otro, bordeando el

    Sena ro abajo, hasta Puente de los Invlidos, donde el Carlos tena su contacto, que lohospedaba hasta la maana siguiente, cuando partira en el primer tren de la maana.No quiso decirme a dnde se iba. Y yo no le insist.

    Nos sentamos un rato en una banca frente al edificio antiguo, reposando el vino,pensando en el pasado. Cuando ya estaba por despedirme, y yo me estaba levantando,el Carlos habl, arrastrando las palabras en su lengua traposa por el vino.

    Por favor, mndale mis saludos a la Mart., me dijo.

    Le dir a la Martina que ests bien., contest yo. Pero antes de que pudieraterminar, me interrumpi de golpe, como si de pronto saliera en un chorro algo que leapretaba desde que nos sentamos en la mesa lgubre al fondo del caf.

    Sabes, compaero? El da del golpe, cuando los milicos allanaron la casa deuoa

    Cuando se llevaron al Mario ?, pregunt.

    S. Cuando se lo llevaron Me lleg el rumor despus que cuando allanaron la casa,los milicos no encontraron la plata. Hicimos un silencio. Yo no poda creer lo que estabaescuchando. Antes que pudiera decir algo, agreg, medio en serio y medio en broma.T tambin lo sabas, verdad?.

    Entonces me invadi una furia incontrolable. Sin decirle nada, le di un golpe en la narizque lo tumb. Y ah estbamos, los dos chilenos annimos. Yo de pi y temblando defro a causa del vino; y el hermano del Mario, acostado de lado sobre la vereda.Seguramente nos haban estado mirando desde la ventana del edificio, porque al poco

    rato llegaron dos mujeres que, sin saludarme, lo recogieron y lo entraron al edificio.Cuando intent auxiliaras a cargar el bulto, mi ayuda fue rechazada con gestos hostiles.

    En fin que nunca volv a ver al Carlos, como nunca volv a ver al Mario. Los dos sefueron as, sin despedirse. De golpe. De esos golpes que a uno le cambian la vida sinimportar de qu lado de ste se encuentre. Cada once voy al Cementerio General,marchando lentamente hasta al patio donde se supone enterraron al Mario, y la Martme acompaa. No hay placa alguna a la vista. Prueba alguna de su existencia. Slo unacorona de flores enorme y hermosa que se puede ver desde lejos. A NUESTROS

    COMPAEROS CADOS EN LA LUCHA, recita. La corona la dejo yo, religiosamente,

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    todos los onces. Despus de todo, ramos amigos. Y para ser sincero, ya no s quhacer con la plata.

    R. Altamirano.

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    BANDADAPrimer Premio Poesa

    Los pajaritos vienencon su melodiosaparsimonia de siempreVienen y se posanen las ventanasen las de otrospor supuestola mano alcanza para eso

    la maslo los oyea lo lejos con unnudo en la gargantay mirada infantil

    Menos mal quede vez en cuandoalguno se pierde

    se exilia sin quererde la bandaday con un poquitode querer se posaen mi ventanaa cantar con mi memoria

    Mosah Daz Ugalde.

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    YAS OCURRE EN LAS PEORES PESADILLAS

    Noche plcida en el barandal mirando cerro abajo, pensando, de repente, que bajo unaluz distinta -la luz de carnicero que a veces rescata la luna- el paisaje podra serperfectamente el episodio final de un hombre aferrndose como un animal a la realidad.

    Aferrndose a una mujer, a un vicio, a lo que fuere. Aferrndose con las uas de unamano clavadas en la roca mientras con la otra marca nmeros al azar en su telfono,esperando alguna voz al otro lado de la lnea, alguien para escuchar sus ltimaspalabras.

    Las personas desaparecen; y no es glamoroso. No hay chispas, ni humo, ni aplausos alfinal de la funcin. Se los traga la oscuridad, se desvanecen en filas, esperandopacientemente su turno. No se despiden; en parte porque nunca saludaron al llegar y enparte porque nunca estuvieron all realmente.

    Y si es que hay humo y aplausos, es un humo espeso y aceitoso, salido como unembutido de oscuras alcantarillas; y es un aplauso estridente y sincopado, acompaadopor las carcajadas burlescas de los testigos amontonados.

    Annimo.

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    SORDERA

    Haba llegado el da tan esperado. Anhelado, no, porque la verdad no saba si la llegadade aquel da le produca alegra. Lo que poda asegurar es que estaba terriblemente

    ansiosa. Se despert, tom desayuno y orden la casa fijndose en cada detalle, comola gente hace cuando sabe que ese da va a ser el fin de una etapa. Aunque en realidad,lo haca porque no tena nada mejor en que desperdiciar su tiempo esa maana. Sesorprendi con una piedra que dio violentamente contra la ventana. Juan haba estadotocando el timbre de haca media hora segn le dijo ms tarde en el auto, qu sorpresa,no lo haba escuchado. Baj las escaleras con suma calma disfrutando comoaumentaba la irritacin de su nieto. En fin, l se haba ofrecido en llevar a la viejacascarrabias, nadie lo oblig.

    Juan la dej en la puerta de la consulta. Habra sido bastante iluso pensar que quizsiba a acompaarla, no, ella no lo mereca. El mdico la recibi amablemente, saba ellenguaje de seas, pero por desgracia, ella no. Ella le explic que con modular bien laspalabras bastaba, haba aprendido a leer los labios. Luego de formularios y fichas, leentregaron la preciada caja. No tena nada especial. Adems de las letras que no tenanpor qu ir juntas si se hablaba en espaol, nada fuera de lo comn. Supuso, eraninstrucciones en ingls y lo confirm con las traducciones del mdico. Deban sercalibrados de acuerdo a la audiometra individual. De esto prefiri encargarse l mismo,lo hizo y le explic que los haba adaptado para ambientes tranquilos, as que los

    apagara al salir a la calle, pero que en su casa los poda volver a encender. Ella queraque se callase y se los pusiera de una vez por lo que se apur en fingir que aprenda aadaptarlos y todo ese cuento tecnolgico.

    Se los puso.

    Nada se comparaba con ese dolor agudo que penetr sus odos y perfor su conciencia,y que, privndola de toda racionalidad arranc el cable de inmediato. El doctor insistaen que esa sensacin se acabara con el acostumbramiento, pero ella los meti a la

    traducida caja, ya apagados e inofensivos. Volvi a la paz de no escuchar nada. Le diolas gracias al doctor y se march.

    Esperando en el paradero pensaba que probablemente era, como deca el doctor, unacuestin de acostumbramiento. Se subi a la micro y estaba llena. Una joven se levante hizo un gesto para cederle el asiento. La joven se sent de inmediato luego de recibiruna cida mirada en reaccin a su oferta. Un hombre sentado a su lado mir a laanciana con desaprobacin, ella le contest algo as como: Se agradece que muestre suhumildad y fraternidad cedindole el asiento a esta pobre minusvlida, sumado a un

    elegante, introdzcase su reprobacin por donde mejor le entre. Vio como todos en el

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    bus levantaban la vista y se dio cuenta que, una vez ms, haba hablado demasiadofuerte.

    Bueno, en realidad, qu tan doloroso podra ser. Probablemente donde el doctor haba

    exagerado y no eran tan malos. No, ella no haba hecho todo esto para guardarlos en lacartera, deba intentarlo de nuevo. Se puso cmoda y prendi el audfono. Sinti unamolestia indescriptible pero al mismo tiempo el deber de soportarla por un bien mayor.

    Dos adolescentes chillaban de manera grotesca. Una guagua lloraba. Su madre emitauna cancin lastimera a un volumen sobrehumano. Unos hombres con terno discutande quizs qu banalidad como si fuera de importancia para todos. Se baj en la primeraparada que pudo, desesperada con el ruido.

    En la calle era an peor. Las bocinas, los gritos de los nios, una pareja peleando en laesquina. Pero no slo eran los ruidos que los dems ocasionaban lo que le producaeste infinito malestar. Haba algo ms, un algo recin descubierto del mundo que leproduca dolor de cabeza. Estaba segura que no tena nada que ver con su situacin desordera, sino con estos hombres y mujeres. No se daban cuenta de que nadie queraescucharlos de la misma manera en la cual ellos no queran escuchan a nadie. Y s, erauna cuestin de acostumbramiento, pero no al aparato, sino a la monstruosa forma deser que nos condena. Al nacer los nios lloran, el alarido constante de la vida lesmolesta. Pero luego entienden que es mejor formar parte de este desorden que

    mantenerse al margen, y comienzan a manifestarse con llantos cada vez que algo lesmolesta. Pero ella no quera ser parte de esa multitud adormecida. Ella era la sordaaislada, pero ellos eran los verdaderos discapacitados. Ciegos; que no vean lo quepasaba a su alrededor. Entonces recuerda haber estado aturdida como los otros, antesde perder la audicin, evoca en su mente sonidos que incluso eran agradables,entonces se da cuenta. Debe quitarse los audfonos antes de acomodarse a la condicinde los dems, si no, ya no habr vuelta atrs y se convertir en uno ms de esosmonstruos egocntricos. Los apaga y en su aislamiento se descubre de repente en unapaz absoluta, todo lo que la rodea es bello y tranquilo.

    Vuelve la vista a la gente en la vereda que le grita enardecida, sin saber que ella ya nolos escucha. Que dulce era verse fuera de esto. Le hacen gestos alarmantes, pero ellasabe que todo est y estar bien. Que ellos estn cegados, no comprenden lo que pasa.Sonaron bocinas, el chirrido metlico de los vehculos al chocar y luego una ambulancia.Quienes por all pasaban, vean y no crean, no entendan. Jams habran imaginadoque la seora se haba descubierto en la mitad de la calle, haba entendido lo que legritaban, haba visto venir el camin, y haba elegido terminar all su vida.

    Beatrice.

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    ALA POESA (NO)HAY QUE SALVARLA

    Convoco una asamblea solemnede hombres, mujeres, enamorados,desenamorados y desesperados

    Los convoco porque la poesa,ese pequeo desierto en mediode tanto y tanto oasis,ya no parece tan desierto

    Los chicos ya no dedicansus poemitas en papelitosy servilletas a las chicas,y claro, las chicasya no los reciben

    Ahora se dedican canciones,

    DisneyWorld, Miami, un abrigo,el beneficio de la duda, pobres dudas,un insulto, qu s yo, cualquier cosa

    Qu ser de la poesasi ya no se le abraza,no se le acariciay no se toma, tmida,de la mano y victoriosa,luego de los brazos?

    Qu ser de la poesaen diez, veinte, treinta aos,o en un par de semanas?

    Despus de todo,qu ms potico para

    la poesa que desparacery dejar una pequea

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    nostalgia plantada en el jardn?

    Quizs, y slo quizs,escribir un poco,

    cancelar esta asamblea,y plantar unas cuantas semillastambin.

    A la poesa hay que salvarlade la poesa.

    Mosah Daz Ugalde.

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    (SIN TTULO)

    El suspiro que yo escucho, que yo hago,T no lo podras escuchar jams.Este no viajar por las gentes que separanPara hacer chocar en tu tmpano un te amo.

    El suspiro se queda y se volver humo,O semen o llanto o condicional plegaria.O no ser nada, un olvido que marca la jornadaE inspira sin saberlo la bsqueda de un desnudo.

    Aquel suspiro que tiene un por qu,Ya sea un por qu de fuego errticoO penoso sacrificio de una blasfemia potica,Es lo que soy, lo que recuerdo y creo saber.

    Ese suspiro tan vil y ciertamente hurfanoHace por m ms de lo que t haras.Y aunque en el fondo me gustara que viajaraMejor lo guardo en el cajn. Ojala hallarlo maana.

    Matas Tapia.

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    ZUGZWANG

    Me encontraba en una encrucijada. No saba qu pensar o qu hacer.

    Mi madre lloraba y me peda a gritos que me fuera con ella. Mi padre, con los ojosdestrozados y la mirada perdida, se resignaba a mirarme mientras me tenda su manopara cogerla y quedarme.

    Dios, cunto amaba a mi madre! Deseaba tanto ir con ella, sin embargo no podaignorar as como as todo el sacrificio que haba hecho mi padre por nosotros y nuestrobienestar.

    Con ella tendra el amor incondicional, mientras que con l nunca me faltara nada decomer o vestir.

    Me senta como un rey solitario siendo arrinconado por mis oponentes en un tablero deajedrez, dejndome sin movimientos posibles.

    Comprend entonces, como en el juego, que solo tena una opcin. A eso se le llamaZugzwang, en donde la mejor decisin que poda tomar, era simplemente, no decidir.

    S.J.

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    PARQUE BUSTAMANTE

    - Quiero un da estar caminando. No!, corriendo por Providencia. Llegar a ese puentealto, largo y delgado. Ese que slo pasas caminando y que est por la Santa Mara y porese Caf Literario que hay por ah. O no?. No!. No Creo que el Caf Literario no.La verdad?, no me acuerdo; en fin, a las 5 bien temprano, sentarme y mirar. Mirar losedificios, las luces y pensar. Pensar en el brillo del agua, en las historias de la gente.Una vez lo hice, pero fue con un amigo que no valora ese tipo de cosas y podrasacompaarme un da. Sera entretenido.

    -Lo es. Ya lo he hecho antes.

    - S, yo igual, pero no s... Contigo sera mejor.

    Marco Cornejo.

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    OTROS MUNDOS

    Me consuela pensar que hay un universo paralelo en donde me dijo que s.Felipe.

  • 7/24/2019 Relato y Palabras

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    ESTAR SOLO

    Es una tranquilidad profunda. Abandonarse a la deriva, caer frenticamente en sueossin la necesidad de sacar una pierna por entre las sbanas para apoyar la planta del pieen el piso de madera.

    Es un derecho que se gana con aos de adiestramiento, con aos de hacer odossordos.

    Es la tranquilidad profunda de los bosques ocultos bajo la nieve y el hielo de la tundra.Es la tranquilidad profunda de quien ve pasar frente a sus ojos escuadrones depersonas en uniformes coloridos que saludan al pasar pero no se detienen; personas

    que en algn momento se perdern de vista.

    Es la tranquilidad indolente de los seres inmortales. La tranquilidad indolente de quiensabe que lo peor an est por venir; de quin sabe que lo mejor an est por venir.

    Es el silencio que cae fcil en la desesperacin, que cae fcil en la desesperacin, quecae fcil en la desesperacin...

    Es el respirar consciente de quien olvid como respirar, de el de los pulmones

    claustrofbicos, de quien pronto morir ahogado, rgido y azul.

    De quien no puede pedir ayuda a gritos, porque el sonido de su propia voz le perfora losodos y le produce una sordera insoportable.

    Es la nerviossima calma de quien se da cuenta que la tranquilidad y la angustia estnseparadas por una pared falsa; una pared hueca hecha de trupn y cubierta en papelmural barato.

    Annimo.

  • 7/24/2019 Relato y Palabras

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    ARDE SANTIAGO

    Santiago soy tu hijoantiguo nido de ratasEn mi infanciaMe dejaste beberDe tu desteido pezn

    Tu brazo es largoSube hasta el cerro tu brazoEntre alamedas y corazones

    CansadosY colgadosTodos aglutinadosSon Santiago tus calzones

    Barrios de concretootros todos de metalSuben serpenteando

    son dedossobre avenidas que arden al comps de la marchaSantiago tus Bastardos de Corbata

    La adolescencia llegacomo la primaveraSolo para recordarla

    Arde Santiago partida en dos!

    Soy el nombre que grita tu nocheSoy tu pinge tenue existenciaSoy el eco del eco de tu ronca vozSoy el fuego fatuo de todas tus lucesSoy el malgenio de tu lmpara nocturnaEse que hoy como tantas otras nochesComparte contigo su cama

    Noble Santiago

    De fina alcantarilla cimentadaEstas tus gentes Santiago

  • 7/24/2019 Relato y Palabras

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    A veces no somos nada

    O quiz somos la sangre que fluyeque corre tus arterias subterrneas

    perforadas por la aguja de metal que te taladra

    Arde Santiago en Macul y arde Grecia!Arde la llama que quema mi labio y mi cabezaarde adrede esta vieja ciudadArde su llama recia

    Cada once quisiera Santiagosentir en mi cuerpo tus misiles

    Son tus calles la geografa de mi asedioLastimadas de historia y hormignSiento Santiago latir tu corazn

    Pero como a todo ingenuo amorHay que decirle adis adisBesando tus labios al partirTu largo delgado labio sin agua

    Fiel comisura del cielo celesteTanto ro de no volver a verteViejo Mapocho indecenteFluyendo Oriente a poniente

    Vicente Olavarra.

  • 7/24/2019 Relato y Palabras

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    NOCHE CON LA BALAUSTRADA

    Qu son sino mundos posibles? La campana, la pirmide y la isla a cuestas de larueda (...) de agua.Trozo de piedras de suelo ocano y bveda de cauces,Energa Cintica Oriental. Energa Potencial.Y es posible adems, que me asombre de tanto y lo asuma como propio.tarde o temprano sern la razn de por qu no envejec tan pronto,las dems se extraarn de lo ajeno, de lo mo,en una nueva excusa por ser el prjimo equivocado (con todo el derecho de ser odiado).no existirn, el "ellas" como sustantivo o entidad .

    desbordando lo que siempre perseguimos,y ser mi Lilith y la amar con deseo y en cada dedicacin (que le dedico)disminuir sus aos y sentir que me habrn quitado algo importante, y yo, meextraar.

    Sigo con mi monlogo de hace aos. La mente y sus tretas me deja como la solavctima del cuarto,

    unnimes repasan los surcos de mis sesos,

    el ayer se queda como un holograma de nefastas consecuencias.

    Hoy la poesa llora, porque los poetas estn de moda.

    Lo intransferible sobrepasa al que habla en off como siempre, nada explica que siga depie,

    ni que a lo lejos me yerga como el nico espectador de la escena vaga, asincopada, deltiempo en tiempo.

    La imaginacin es importante /La clave est, en ganar cansancio./Lo muy sola que me estoy degradando, matizando, y descalza sobre un techo

    donde por ms que grite, tu no me escuchars.

    Me respondes como si mi voz en eco, se reflejara cual agua de pozo sptico.

    Me determinas provisoria, yuxtapuesta, maleable y modulada.No importa cuantas veces tenga miedo de ser marginada,

  • 7/24/2019 Relato y Palabras

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    porque me gusta ser la marginada,imaginar que no existo y ver que los dems se lo estn creyendo.

    Y es que la gente no sabe quedarse muda, quedarse transparente.

    le tememos a lo desconocido, somos (...) lombrices aferradas a este suelo,a esta tierra,nos arrastramos carnosamente satisfaciendo la misma (...) en cada meneo.Descubriendo que todo tiene un nombre

    Decisiones a domicilio, dicotomas, preguntas tocan nuestra puerta, deslizan sus manosarrebatadas, borde y borde se lanzan.

    De varios cuartos, espacios inamovibles de resonancia magntica,el veintitanto llegar y me pisar las suelas ms tristes,las que ms urgen las que no quiero.El gesto natural del que murmulla y su voluntad a rastras,hoy es enterrado con sus fantasmas ms ambiciosos,quienes arman en su paseo peatonal la Segunda Obertura,hiperventilada y con los brazos abiertos de tanto negar la ida, la vuelta.

    No es artificial por mucho que te lo imagines con esa cmara,despertar nos fue vetado desde el principioy como un mensaje subliminal de texturas lacerantes se presentar el sketch,parecer una grabacin nuestra, son slo intenciones nada ms, intenciones.REC.Vegetar parece ser la opcin ms prxima, solfear, tamizar,y en cada obrero tejerun Futuro Condicional e hipottico deductivo.Sabremos de esas historias. La impresin de estar armando de a poco la malla,

    los alambres de un cyberchile1 a punto de resbalarce, por el lado, por el canal derepente,lloviendo de abajo pa arriba donde la mordedura perfecta improvisa el trackque define nuestro espacio fsico, el circunvalado con el primer oxgeno.

    No el rumor no la data, no el permetro oficial

    donde se parten las manos, ajadas por un cielo blanco azul y rojo y una estrella cosida

    en el monedero.

    Francya Castro.