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1 RELATOS REALES Y OTRAS DIMENSIONES

Relatos Reales y Otras Dimensiones (Nahuel v. Rivero)

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RELATOS REALES Y OTRAS DIMENSIONES

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NAHUEL VALENTIN RIVERO

NAHUEL VALENTÍN RIVERO

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Advertencia

Los hechos y personajes que aparecen en estos relatos son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. Sin embargo aquellos seres humanos que se llamen como dichos personajes tienen plena libertad de adoptar las personalidades y actitudes descriptas en estos relatos.

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Introducción

No soy escritor. Soy músico y los que me conocen darán cuenta del “amante de la música” que emerge de mí (por no decir adicto a ella). Sin embargo, desde niño, mi imaginación me encomienda que invente personajes, lugares y juegos. En algún momento de mi adolescencia, entre las estanterías de una biblioteca pública, me encontré con Isaac Asimov (en sentido figurado) y tendré que confesarles que mi vida cambió para siempre. Aquellos cuentos y novelas captaron toda mi atención y expandieron mi mente haciéndome entender un poco más a las sociedades y al ser humano en general. Por entonces tenía 17 años y se me ocurrió escribir una novela satirizando la sociedad actual y al capitalismo (cosa que no pude hacer y creo que aun hoy, no podría). Tras abandonar tal ambiciosa empresa, el texto quedó guardado junto con todo lo que vuelco sobre algún papel. A medida que pasaron los años fui escribiendo ocasionalmente, modificando dicho texto y sumando relatos que pretendían parecerse a lo que es, fue y será mi pasión literaria: La ciencia ficción. Como ya dije no soy escritor y no me atrevo

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a decir que escribo dicho género, sin embargo les presento este libro de, llamémosles, “relatos fantásticos” que terminé a principios del año 2014 y que tardé diez años en escribir. No quiero terminar sin agradecer infinitamente a mi madre María Teresa Pellegrino por ayudarme en la corrección y a Franz Jacques por el diseño de esto que tienen ante sus ojos. Ahora sí, los dejo con una frase que algún día se cayó de mis pensamientos y que, creo, ilustra muy bien la esencia de este libro. Espero que lo disfruten.

“Levantar los ojos al cielo no sirve si solo se ve lo azul, se debe estar consciente del negro inmenso del universo.”

(N. V. R.)

LA FUERZAGRAVITATOR I A

DEL HOMBRE

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I

Julián Grall era un hombre que no pasaba desapercibido, y no por poseer una figura voluminosa o gran belleza. Para ser sinceros era una persona bastante sencilla e insípida, pero por alguna razón que nadie en la Galáxica alcanzaba a entender, todos sentían su presencia (aunque estuvieran de espaldas a él) y se sentían obligados a seguirlo con la vista. La Galáxica era un crucero turístico que viajaba rumbo a Saturno, planeta que era visitado frecuentemente ya que el espectáculo visual que daba atraía constantemente a los terrestres. En realidad era el que se había puesto de moda para visitar; pronto seria otro. En fin, el crucero estaba a medio camino entre las órbitas de Marte y Júpiter cuando uno de los motores del propulsor izquierdo comenzó a fallar. Aunque la nave no corría peligro, el capitán decidió una inspección completa de todos los sistemas, para lo que deberían reducir la velocidad a cero. ─ ¡Pero eso tardaría días!─ dijo el jefe de programación. El capitán frunció el seño y algo impaciente replicó: ─ Creo que un pequeño retraso no afectará

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a nadie, además solo serian dos días, según mis cálculos. Quiero estar seguro de que no haya ningún inconveniente.

II

─ Si solo es el motor del propulsor F, no sé por qué el capitán quiere una revisión completa ─ dijo Matías Schien. En su rostro había una clara expresión de disgusto.Julián impasible, contesto: ─ El capitán es así, no quiere ni un solo margen de error. Es muy meticuloso y terco. ─ O muy cobarde…─ Julián no prestó atención a lo que murmuro su colega. Estaba cada vez más sumido en sus pensamientos. Ambos eran mecánicos externos del crucero, y a los dos les molestaba el retraso.Matías, como de costumbre, empezó a sentir esa melancolía que Julián expresaba en su rostro, así que sacudió la cabeza y rompió el silencio. ─ Esto debería ser un viaje de placer pero todos esos turistas están tan “apagados”, como… como… como tu rostro, es como si contagiaras a todo al que te ve a los ojos. Julián lo miro con su expresión casi de piedra

y sus ojos se llenaron de tristeza. ─ Creés que no me di cuenta, ya es bastante molesto que la gente esté tan pendiente de todo lo que hago. De vez en cuando tengo una sensación de tristeza inmensa y lo único que quiero es estar solo, que nadie me moleste. Sin embargo todos los que me ven se me quedan mirando con los ojos llenos de compasión y melancolía… ¡Es Odioso! Por eso siempre me la paso en las bóvedas de las cámaras H, es el único lugar de la nave en el que puedo estar tranquilo. Raras veces baja alguien─. Y con “alguien” se refería a Matías.

III

Se deberá cambiar el Magnetizador Polarizado del tercer Motor del propulsor F. El capitán Gabriel Senton miro al jefe de programación y asintió con la cabeza. ─ Entonces informen a los mecánicos que se alisten y salgan de inmediato─. Y dicho esto se retiro a su camarote. La inspección de los sistemas lo había dejado mucho más exhausto que cualquier otra inspección anterior. En realidad este era el viaje más agotador y perturbador que había tenido. Sentía un vacío inmenso dentro del pecho y un

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cansancio mental insoportable por lo que se dispuso a dormir sabiendo que la reparación duraría una hora aproximadamente y no lo molestarían hasta que terminaran.

IV

─ ¡Necesito el taladro de presión, Julián!─ Matías observaba a su compañero flotando a su lado y con la mirada perdida en el espacio. ─ Perdón, estaba… ─ No importa, dame una mano con esto. Matías sentía como lentamente su corazón se contraía y con cada minuto que pasaba crecían sus ansias de estar en el planeta tierra, lejos de Julián. Cambiaron el magnetizador defectuoso, aceitaron algunas piezas y luego se dirigieron lentamente hacia la escotilla Nº 5, pero justo antes de entrar, Matías miro a Julián a los ojos y experimento una sensación horripilante: simplemente ansiaba con toda su alma dejar a Julián flotando en el vacío. Solamente bastaría con extender la mano y con su cuchilla para metales cortar ese condenado cable que ataba a todos en la Galáxica a la tristeza más horriblemente compasiva que existió en la mente humana.

V

En un bosque pantanoso se hallaba un inmenso árbol con ramas secas y oscuras, las cuales parecían garras monstruosas. Senton corría hacia él con un hacha en sus manos y con un terrible deseo de destrozar el maléfico árbol. ─ Capitán, capitán… la reparación ha concluido─ la voz era latosa pero tenue. El capitán se despertó intranquilo, con diversos dolores en sus huesos y músculos (especialmente en su espalda), y no se alegró al notar que las reparaciones solo habían durado treinta y cinco minutos. Se colocó la camisa del uniforme y luego de lavarse la cara salió hacia la cabina de mando. ─ Informe de la reactivación del propulsor F listo─ dijo el jefe de programación. ─ Lo leo más tarde ahora alisten todos los sistemas de arranque y retomemos curso a destino─. Y diciendo esto el capitán se sumergió en la aburrida tarea de verificar coordenadas.

VI

Julián Grall estaba agitado. Tras quitarse

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el traje se dirigió rápidamente hacia los solitarios pasillos de las bóvedas de la cámara H. Había visto muchas veces el espacio, pero nunca había deseado ser parte de él. En su corta salida había experimentado el deseo de fundirse con la galaxia transmutándose a una existencia no orgánica pero si viva. En ese momento dicha sensación había sido intensamente gloriosa pero al entrar nuevamente en la nave, solo quedaron residuos de pavor en su corazón. Fue por esto que decidió no salir de las bóvedas hasta que su mente se calmara. Matías estaba sorprendido de lo sucedido. Difícilmente podría mirar a Julián nuevamente a los ojos si sentir una “agradable” culpa. Tenía la certeza de que Julián era el responsable de sus desdichas y la de los viajantes. Sin embargo no le agradaba nada que por alguna razón tuvieran que volver a salir juntos al espacio.

VII

La explosión del condensador milimétrico desvió a la nave de su curso y genero una sacudida equivalente a un pequeño temblor en la Tierra. El Capitán alzo la voz severamente: ─ ¡No era en el propulsor F la falla!, ¿verdad?

El jefe de programación se adelanto a las probables acusaciones: ─ ¡El propulsor estaba dañado y fue reparado, lo que exploto fue… el condensador milimétrico Zar! ─ ¿Qué? Eso es… necesito las graficas de la retina óptica de medición y avisen a todos los mecánicos externos e internos que se alisten. Quiero que se trabaje con cobertura total del sistema. Esto no me gusta nada.

VIII

Matías se encontraba, anonadado, junto al condensador milimétrico Zar con su llave hidráulica en la mano. Acababa de sabotear los sistemas de la Galáxica. Él, con veinte años de desempeño impecable, había aflojado la tuerca y silenciado el sistema de detección, solo para concretar la idea más horrenda que su mente había tenido. Todo para tener que salir una vez más al exterior… con Julián.

─ ¿Cómo pudo haber explotado?─ Julián Grall no podía comprender lo sucedido aunque cierta chispa de alegría se encendía dentro de sí, sabiendo que lo primero que el capitán les haría revisar serian los

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módulos externos ultrasónicos y sin darse cuenta se encontró colocándose su traje espacial.

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─ ¡Capitán! Las escotillas superiores están selladas desde afuera─. El jefe de programación estaba pálido y no entendía lo que sucedía. Julián y Matías flotaban en la negrura eterna del espacio y en los monitores sus imágenes grisáceas tenían a toda la tripulación expectante. En el salón comedor todos se amontonaban sobre el mirador principal para observar la escena.Cuando el capitán observo a Matías acercándose a Julián con su cuchilla para metales desenfundada no pudo más que contener el aliento, como todos en la nave. En ese silencio mortuorio se pudo ver a través de los monitores como Matías lentamente cortaba el cable que ataba su tristeza, odios y temores a la nave.

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Julián se sorprendió cuando volteo y observo su cable cortado, flotando junto a él. Ya no tenía miedo, ansiedad, dolor o remordimiento, ni tristeza

o melancolía. Sabía perfectamente lo que debía hacer. Se dejo flotar hacia lo que ansiaba tanto y solo le dedico una mirada de agradecimiento a Matías. Cuando tuvo el suficiente espacio comenzo a contraerse. Llevando sus piernas hacia su pecho y sus átomos hacia su centro creando su luz y expandiéndose para volver a contraerse aun más, cerró sus ojos y comenzo a nacer. Matías no lo soporto y corto su cable. Necesitaba llegar a Julián para ser compactado y otra vez expandido. Los tripulantes y pasajeros no podían hacer más que mirar ese destello azulado que emergía de lo que alguna vez fue Julián, sin darse cuenta que la Galáxica era atraída por esa fuerza rotunda que se expandía y se contraía aún más a cada momento. La nave no fue más nave. Primero fue una mezcla de metal, carne y circuitos, pensamientos, sentimientos y vida, para luego seguir atrayendo material cósmico y de a poco ir transformándose en un gigantesco mineral vivo que seguía expandiéndose y contrayéndose lentamente. Al absorber completamente la nave, el enorme mineral, desaceleró su crecimiento haciéndolo cada vez más imperceptible. Aunque seguía con su expansión, lo hacía de manera imperceptible

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para los humanos. Ahora no había nave, no había capitán, no había propulsor dañado. Solo energía y materia flotando en el espacio, absorbiendo y viviendo. Así Julián pudo gravitar en paz.

ANECDOTARIO II: dimensiones reales

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“Recuerdo haber medido (a ojo) la distancia que me separaba del suelo y al dejarme caer desde las gruesas ramas me di cuenta lo mal que había calculado. Eso suele suceder cuando uno se cree un mono. Sin embargo solo mi tobillo fue afectado por la caída, una torcedura que dejó de molestarme después de un rato. Estando en el suelo luego de mi caída, escuché que me llamaban desde la casa. Probé si podía pisar normalmente y me encaminé para responder al llamado. Cuando llegué la petición fue clara: ─ Andá a abrir la ventana del costado. Se trataba de una ventana corrediza de dos metros de alto por dos de ancho, tenía sus rieles oxidados por dar al exterior haciéndose difícil moverla. Al dirigirme al pasillo que costeaba mi casa noté que no hubo un “por favor” pero no me pareció importante. El pasillo medía ocho metros de largo y culminaba en una puerta de chapa que daba a la calle, de ancho solo tenía tres metros de los cuales dos eran plantas y césped. El ventanal estaba del lado del pequeño jardín así que me acerqué hasta quedar frente a él en el estrecho camino de ladrillos.

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detuvo en seco. Mi garganta se contrajo del asco y me percate que lentamente la figura oscura se hinchaba. Recordé en ese momento la creencia popular sobre hacer fumar un cigarrillo a uno de estos animalejos y la explosión que se generaba, pero grande fue mi asombro a notar que todo su repugnante cuerpo incrementaba sus dimensiones. Luego de unos minutos había crecidos hasta llega al tamaño de una sandía… y seguía haciéndolo. Con pavor me di cuenta que a medida que pasaba el tiempo crecía con más rapidez. Quedé inmóvil al entender que este ser tomaba dimensiones irreales, ocupando cada vez más espacio del estrecho pasillo, desplomando toda mi noción del tiempo y el espacio. Llegue a creer que el mundo se empequeñecía ante tal impresionante criatura. Sintiendo que casi llegaba a tocarme, reaccioné y en ese momento mis músculos se movieron por voluntad propia, de un salto me dispuse a escapar de esa realidad entrando de nuevo en la casa. Corrí hasta el final del pasillo sin atreverme a mirar hacia atrás pero noté que aquel ser monstruoso ya superaba mi altura y ocupaba casi todo el ancho de pasillo. Esquive, ya casi sin aire, la gran tapa hecha

Estuve unos minutos mirando los vidrios (no recuerdo por qué) y luego me adentre en la pequeña espesura verde. Aunque ya eran más de las siete y media de la tarde el calor del verano afloraba en mi transpiración y los arbustos se pegaban a mis piernas. Molesto e incómodo, llegué con mis manos al ventanal y lentamente comencé a abrirlo con bastante dificultad. Llevaba un cuarto de ventana abierta cuando de reojo observe una pequeña figura oscura salir del arbusto que se encontraba junto a mi pie derecho. Debo detenerme aquí para una necesaria aclaración que dará sentido a este relato: No hay nada, en este mundo, que me repugne más que un sapo. Esos asquerosos batracios de piel seca y rugosa, robustos, poco ágiles y de mirada despreocupada, son los culpables de mi preferencia por los espacios cerrados en verano. No es miedo lo que despiertan en mí sino una aversión insoportable. Siempre creí que mi jardín estaba exento a tales criaturas… hasta ese día. Al aparecer esa pequeña figura mi estómago se retorció y no me atreví a voltear para saber si lo que yo creía que había visto era real, sin embargo pude notar de reojo que, al llegar al camino, se

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PLANETOIDEEL GRAN

GRIS

de cemento que cubría la cisterna para luego poder acceder al patio de la casa. Entré a toda velocidad y encontré a la que por aquel entonces yo llamaba “mamá”. ─ ¡¡¡Hay un sapo enorme en el pasillo!!!─ exclame enérgicamente. La respuesta serena y sin agitación fue desilusionante: ─Debe ser tu imaginación, acá no hay sapos. ¿Abriste la ventana? Yo no supe que responder ya que mi exclamación había pasado inadvertida. Pasados unos minutos asentí con la cabeza para responder a su pregunta y confundido me dirigí a mi habitación. Después de un tiempo el pasillo quedo sepultado por una reforma de la casa pero hasta ese momento hice lo imposible para evitar pasar por allí y si lo hacía me aseguraba de estar acompañado. Aún hoy me pregunto cómo hizo aquel gigantesco batracio para salir de allí.”

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─ ¡Jpráa!─ dijo Rimm, señalando el gran planetoide gris. Jacroón hizo una mueca de aprobación y comenzó a manipular los controles para hacer descender la nave. Luego miró a Rimm y optó por quedarse callado. El hecho de haberse encontrado con ese planetoide significaba que debía ser explorado. Rimm habló: ─ Kurris tum aj fag emm. A Jacroón le molestaba que Rimm tuviera ese nódulo ocular que lo hacía capitán de la nave, pero más le molestaba que fuese tan sarcástico sabiendo que él prefería quedarse en la nave, resolviendo carminografías, en vez de salir a explorar. Después de hacer descender la nave largo rato decidió que estaba cansado de su existencia. No soportaba más las cosas que él creía estúpidas de su acompañante. En aquel momento odió profundamente a Rimm y entendió que solo tenía una alternativa: debía derretirse internamente. Rimm llamó desde la sala contigua: ─ ¡Jacróon! Ecstur corpa jenn.Al notar que su compañero no respondía se apresuró hacia la sala de control. Ya era tarde. El cuerpo completamente vacío por dentro yacía sobre los controles como una coraza gris que alguna vez contuvo vida.

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LAMUJERESPEJADA

E

La nave se aproximaba al planetoide sin ninguna posibilidad de evitar el impacto ya que Rimm no tenía idea de cómo maniobrar aquellos extraños controles. ─ ¡¡¡TCLO OMRRA!!!─ maldijo encolerizado y luego poco a poco fue calmándose, solo le quedaba esperar a que la nave colisionara o también podría auto derretirse internamente. Esto le pareció una cobardía que lo rebajaría al nivel de su compañero extinto así que decidió esperar y resolver esas carminografías que tanto odiaba. Por otro lado la misión principal que le habían encargado estaba completa y sin ningún esfuerzo. Jacroón había muerto.

La pequeña nave de forma cúbica, fue a dar al fondo de un cráter situado en el lado oscuro de la Luna, haciéndose pedazos con el impacto.

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A Laura Krum siempre le molestó ir al médico, especialmente al ginecólogo. Pero todo fue peor desde la última visita al cardiólogo. Ya había ido antes a este especialista y siempre por chequeos de rutina sin ninguna particularidad, sin embargo esta vez fue distinto. Para empezar el joven médico no encontraba el punto justo en donde posicionar el estetoscopio para oír claramente el corazón. Sorpresivamente comenzó a escucharlo nítido cuando se posó del lado derecho del pecho. La expresión de sorpresa y el prolongado silencio incomodó bastante a Laura que, luego de unos minutos, preguntó ansiosa qué estaba sucediendo. El médico volvió a escuchar varias veces y luego, pidiéndole que espere, salió del consultorio rápidamente. En ese momento Laura sintió terror y escapó de allí por una segunda puerta que no daba a la sala de espera y mientras caminaba entre la gente (ya fuera de la clínica) se preguntaba que era lo que la había asustado tanto. Tal vez la idea de tener una grave enfermedad la espantó y prefirió no enterarse alivianándose en su negación. Volvió a su casa. Puso la pava en el fuego con el fin de tomar un té de tilo y calmarse un poco. Mientras esperaba que el agua hirviera

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que había empezado a sentirse extraña. El día que se había quedado dormida frente al espejo. No se atrevió a entrar en la habitación, tomó el abrigo y salió a la calle. Afuera todo estaba al revés. “¿Cómo no me di cuenta?”, otra pregunta surgió en sus pensamientos y mientras caminaba sin rumbo fijo se imaginó lo que sucedería si su estado se hacía conocido. Seguro la analizarían y la someterían a estudios de toda índole. “¡Odio ir a medico!”, se dijo y se detuvo en seco. De repente entendió lo que tenía que hacer y volvió a su casa para esperar el anochecer. No entró en la habitación sino hasta las once de la noche, asegurándose de tener bastante sueño. Se acomodó frente al espejo y esperó. Ya no estaba tan perturbada, por alguna razón sabía que lo que hacía le daría resultado. Sin darse cuenta se durmió.

Laura caminaba por el lado derecho de la vereda con su corazón latiendo del lado izquierdo y al observar a las personas que pasaban junto a ella, odió un poco ser como los demás.

notó que, a causa de su agitación, podía sentir el pulso de su corazón y puso su mano izquierda en la parte derecha de su pecho. Los latidos claros y constantes la sorprendieron de tal manera que solo pudo salir de su asombro al escuchar el agua de la pava desbordándose. Apagó la hornalla. Pensó largo rato. Luego con su mano derecha tocó la parte izquierda de su pecho y sintió su pulso como un sordo eco alejado. Recordó ese lunar que siempre su madre le señalaba diciéndole: “¡Te lo tenés que hacer ver!”. Se sacó la camisa y buscó cerca de la axila izquierda dicho lunar, no estaba. Busco bajo la axila derecha, lo encontró. Laura no se hizo el té y el agua se enfrió esperándola, el teléfono empezó a sonar aunque ella no reaccionó, el aire alrededor se movía pero el silencio reinaba. Hace días que se sentía extraña, como si las cosas no estuvieran bien en su lugar. Sentía que todo lo que conocía existía de una manera distinta o quizás ella estaba distinta. Recordó de repente una canción que hablaba de un derecho y un izquierdo aunque se enojó consigo misma al divagar lejos de la idea central. “¿Cómo me di vuelta?”, resonaba la pregunta en su cabeza y súbitamente recordó aquel día en el

eL HOMBReQUE QUERIA TRABAJAR

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Luego de ordenar sus 5 herramientas de trabajo, el hombre (llamémosle [A]), se quedo largo rato observando el resultado de lo que acababa de hacer. Al no haber otra actividad que realizar en su día laboral, desarmó el mecanismo que se encontraba en la pequeña mesa de metal y volvió a ensamblarlo dejándose a sí mismo un poco menos ansioso.

─ ¿Cumpliendo su turno dos horas más tarde, no?─ le dijo un compañero de sección (llamémosle [B]) con cierto aire picaresco. Caminaban por la galería de salida entre otros cientos de hombres y mujeres. ─ Si ─ contesto [A] sin siquiera mirar al individuo. Ya era la segunda vez en una semana que se repetía esta secuencia. En realidad no había entrado mas tarde a ocupar su puesto, sino que se había quedado trabajando en ciertos circuitos complejos dos horas más de lo que se le exigía.

El coordinador de sección observo la mirada perdida de [A] y continúo revisando el informe del día anterior. ─ ¿Por qué se ha quedado horas extra?─ preguntó.

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luego, confundido, pregunto: ─ ¿Y porque está apagado? ─ Recién acabo de llegar y no lo he prendido─ respondió [A], algo molesto. ─ ¡Pero ha estado apagado todo el día!─ dijo el técnico con una temerosa sensación de no entender lo que sucedía. ─ ¡No he tenido ganas de encenderlo, ahora déjeme en paz, Adiós!─ con estas palabras desconectó el portero eléctrico y se abocó a seguir su tarea de ensamblado de micro mecanismos.

Los dos agentes de Seguridad Social examinaron los documentos del sospechoso y se miraron preocupados. ─ Prendió su receptor muy pocas veces y lo dejó en silencio. Últimamente no lo ha prendido. Hace horas extra… es extraño. ─ Lo sé. Es desconcertante. Debemos intervenir. Enviaremos un móvil de detención. ─ Voy a preparar la sala de exámenes neuronales. El coordinador pasaba hoja por hoja el informe que tenía en sus manos pero sin leer ni una palabra del mismo. Observo al individuo que tenía

─ Tuve problemas con mi mecanismo correspondiente al día de ayer. Al coordinador le molestaba bastante esa forma de hablar que tenía [A], tan distinta a la de sus congéneres. Sin embargo continuó sin mostrar disgusto. ─ Sabe perfectamente que está prohibido pasarse del horario de trabajo. Si sus actividades resultan incompletas en su día laboral debe dejarlas y continuar al día siguiente. ─ Lo sé. Pido perdón por mi comportamiento. ─ Recuerde que es necesario que vuelva a su casa y disfrute de su cuota diaria de Entretenimiento Virtual para así poder desarrollarse mejor en su labor diario. [A] asintió, con la mirada baja, a esta y a otras afirmaciones emitidas con un falso tono amable por parte del coordinador. Cuando se le permitió retirarse lo hizo en silencio.

El técnico del Entretenedor Virtual hablo rápidamente por el portero eléctrico: ─ Vengo a revisar su Receptor. ─ Yo no pedí ninguna reparación, además mi receptor no está roto. El técnico guardo silencio unos segundos y

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─ Si… Gracias señor coordinador─. Y con ese saludo reglamentario hacia un superior, [B] salió de las oficinas sorprendido de lo que estaba sucediendo.

[A] terminó de ensamblar algunos circuitos y mientras ordenaba su mesa escucho un estruendo en su puerta. Esperó en silencio y pasados unos segundos volvió a sonar fuertemente el golpe. Rápidamente apagó la corriente de la casa y tomando un abrigo al paso salió por la ventana que daba al “Pasillo de los residuos”. Momentos más tarde se encontró caminando por la calle y maldiciendo por no haber podido terminar con sus tareas. Tendría que pasar varias horas fuera de su casa esperando que los intrusos se fueran. Sabía que en algún momento lo volverían a buscar pero esa noche no se quedarían más de cuatro horas y se marcharían a realizar los informes correspondientes al allanamiento.

─ Estaba trabajando─ informó el agente que encabezaba el equipo del Móvil de Detención para Protección de la Salud. ─ Registren todo y vuelvan a la central para analizar los artefactos encontrados─ se le ordenó.

enfrente y volviendo a mirar el informe preguntó:─ ¿Así que es la quinta vez que se encuentra con él en su horario de salida?[B] sorprendido por la pregunta, quedó en silencio. Había llegado a la oficina de su superior con una depresión enorme creyendo que lo habían llamado para trasladarlo a una sección diferente (y con menor paga).─ Eeeeh… Sí, la semana pasada lo crucé dos veces y esta semana tres…─ Lo noto desconcertado así que lo ilustraré: Su compañero ha infringido nuestro reglamento permaneciendo en su puesto más tiempo que el requerido. Y no solo eso… En esas horas extras ha estado trabajando.─ ¿Cómo? ¿Trabajando?─ Exactamente. Estamos estudiando el caso y creemos que es una desviación psicológica por insuficiencia de entretenimiento.─ Que extraño…─ No se preocupe, todo nuestro equipo de seguimiento y recursos humanos está trabajando para que su compañero vuelva a la normalidad. Seguramente a usted se lo volverá a llamar con el propósito de recolección de datos. Ahora puede volver a su puesto.

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buscar la dirección correspondiente. ─…trabajando…─ susurró. Parado frente a la puerta de entrada, [A] vio las cintas de seguridad y decidió entrar por donde había salido. Su decepción fue grande cuando descubrió que la patrulla se había llevado casi todos sus trabajos y herramientas, solo habían quedado los artefactos terminados que estaban ocultos en el fondo de su sótano (esos ya no les servían, ya estaban terminados). Meditó largo rato sobre qué hacer, ya que si a la mañana siguiente se presentaba a trabajar seguramente lo detendrían. Sin embargo no pudo decidir nada y preso de la frustración se echó a dormir, “mañana sería otro día”.

Los dos agentes de Seguridad Social examinaban lo confiscado en la vivienda del sospechoso. ─ La mayoría de los artefactos son circuitos simples y de uso cotidiano, no veo nada peligroso… solo es confuso el accionar del sujeto, trabaja en su casa y nada de lo que hace es relativo a su puesto laboral. ─ Si es como si tuviera un “hobby”.

Todos los artefactos electrónicos y herramientas que se encontraron en la casa fueron incautados y en la entrada se colocó una cinta de seguridad que marcaba “Sitio en Inspección”, lo que significaba que nadie podía acceder a la vivienda. Luego todos los agentes se retiraron del lugar.

[B], pensativo, entró en su vivienda y encendió el Entretenedor Virtual, se sacó los zapatos y se acomodó en el sillón. Todo este ritual que día tras día realizaba fue hecho de manera automática, ya que en su mente resonaba una pregunta. ─ ¿Trabajando?─ dijo por fin. Y aunque el entretenedor estaba a buen volumen, nada de lo que emitía fue captado por [B]. Luego de largo rato de no prestar atención a la pantalla, se calzó nuevamente y tomando su abrigo, se dirigió hacia la calle. Afuera, la soledad hacía parecer que el frío era mayor. Caminó hasta encontrar un comercio que estuviese abierto a esa hora de la noche. Compro algunos alimentos y revistas para disimular lo que buscaba, una GUP (Guía para la Ubicación de Personas). Pagó a la maquina cobradora y volvió a la calle a buscar un espacio donde sentarse para

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lo llevara, seguía en sus pensamientos flotando la palabra…─ Trabajando…─ dijo antes de dormirse. Esa noche soñó con engranajes que encajaban perfectamente en el espacio y tiempo.

[A] se despertó a la hora habitual para llegar a tiempo a su trabajo. Se aseó, desayunó y partió rumbo a su puesto. Afuera nevaba pero ninguna de las otras personas que viajaban, parecían prestarle atención a esto ya que todos estaban absortos por lo último en tecnología, el Entretenedor Virtual Portátil. Luego de un viaje colmado por el desprecio hacia los demás, [A] descendió del transporte y quedo frente al gran edificio en el que trabajaba. Esperó los diez minutos que le sobraban e ingresó junto a muchos otros compañeros laborales.

En la gran pantalla se podía ver al ganado humano. ─ Lo ve agente, le dije que vendría. ─ Enviaré a la patrulla ahora mismo. ─ ¡No! Déjelo que llegue a su puesto de trabajo, con algo de suerte veremos cuando se disponga a trabajar. Ubique a la patrulla repartiéndola en los cuartos contiguos y espere.

─ ¿Un qué? ¿Es un parásito o algún tipo de enfermedad? ─ No es una enfermedad, es algo que leí de la historia antigua… No importa, necesitamos al sujeto para hacer lo exámenes psicológicos. ─ Dictaré una orden de arresto para él. ─ Tengo una idea mejor que nos ahorrará tiempo, si no funciona elevaremos la orden de arresto. Estoy seguro que mañana se presentará a su puesto de trabajo. ─ No lo creo, pero no podemos elevar la orden hasta mañana a las 08:00 horas, así que podemos enviar una patrulla a interceptar al sujeto y a su “hobby”, sea lo que sea. ─ No me agrada su sentido del humor, agente. ─ Voy a redactar la orden en caso de que no se presente en su puesto de trabajo.

Tiritando de frío y cansado de deambular por las calles buscando la dirección de su compañero, [B] volvió a su vivienda maldiciéndose por no saber cómo usar correctamente la GUP. Luego de tomar una ducha caliente, decidió acostarse a dormir y visitar el puesto de trabajo de [A] a la mañana siguiente. Mientras esperaba que el sueño

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Al oír esto revisó los estantes más altos de los muebles y encontró varios mecanismos y circuitos que habían olvidado confiscarle. Pensó que si lo apresaban lo someterían a largas y tortuosas sesiones con el Entretenedor Virtual para “curarlo”. Al imaginarse como uno más de sus compañeros que odiaban su trabajo y adoraban la distracción y el ocio, decidió escapar a tal repugnante destino. Peló los cables de un circuito conductor y lo conectó al los puertos de energía. En ese momento se escucho un estruendo del metal contra la puerta del pequeño taller. Se aseguro que la corriente no estuviese conectada, peló los cables opuesto del artefacto y se los encintó en su mano derecha para asegurarse que, con la descarga, no se soltaran. Un segundo estruendo resonó en la habitación. Miró su mesa vacía por última vez con su mano puesta en el interruptor, luego miró el pequeño artefacto al que estaba conectado. Este amplificaría treinta veces la electricidad tomada de los puertos de energía y se lo enviaría directamente a su cuerpo. Tras el tercer estruendo la puerta cedió. [A] activó el interruptor.

[B] entro en el edificio junto a muchos otros compañeros y se dirigió a su pequeño taller. Espero largo rato a que todos hicieran lo mismo y luego se

─ Está bien, pero no creo que haya necesidad de verlo trabajar. En cuanto esté dentro del cuarto de trabajo enviaré a la patrulla. Por cierto, ¿qué es eso llamado “hobby” que nombró ayer, agente? ─ Nada, olvídelo… concentrémonos en arrestar al sujeto.

[B] se despertó agitado y al ver la hora se desesperó. Se había quedado dormido y ahora debía cumplir su turno dos horas más tarde que lo habitual. Aunque aún tenía tiempo de llegar, no se preocupo por detalles como asearse o desayunar y partió rápidamente hacia su trabajo, en donde esperaba encontrar a su compañero.

─ ¡Ya está adentro y se ha encerrado, envíe a la patrulla! ─ Grupo Uno, proceda.[A] buscaba en su puesto de trabajo sus herramientas pero no estaban por ningún lado. Las habían retirado como así también los circuitos y mecanismos en los que estaba trabajando. Maldijo en un susurro y en ese momento escucho desde el exterior una voz metálica: ─ ¡Abra la puerta y entréguese! Si así lo hace no recurriremos a la fuerza.

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rato observando el resultado de lo que acababa de hacer. Al no haber otra actividad que realizar en su día laboral, desarmó el mecanismo que yacía en la pequeña mesa de metal, el cual había encontrado en el taller de su compañero, y volvió a ensamblarlo dejándose a sí mismo un poco menos ansioso…

encaminó sigilosamente en busca del lugar en el que trabajaba [A]. Cuando llegó allí vio unas cintas de seguridad y al observar dentro del pequeño cuarto se encontró con que estaba vacío. Notando la falta guardias y/o centinelas, pasó entre las cintas y se adentró para investigar. Un olor repúgnate flotaba en el ambiente y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no marearse. No pudo soportar mucho tiempo dentro así que decidió dar la vuelta y volver al pasillo pero antes observó el pequeño mecanismo que yacía en la mesa de trabajo y lo tomó. Luego salió de allí trastabillando.

─ Falta de entretenimiento. Eso produjo un desequilibrio mental que el paciente no pudo soportar ─ dijo el psicólogo. El agente transcribió el diagnóstico al informe final del caso. Una vez que estuvo solo se dijo para sí mismo en voz baja: ─ No, No era un hobby. A este hombre le gustaba trabajar ─ y se quedó largo rato reflexionando. Aún le faltaba redactar mucho para completar el informe.

Luego de ordenar sus 5 herramientas de trabajo, el hombre (llamado [B]), se quedo largo

Recordarel sueño

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Desperté bajo un árbol frutal pero no pude reconocer cuál era. Contemplé el paisaje y noté un tenue color anaranjado en todas las cosas que había alrededor, parecía que el aire estaba teñido de ese color. Los campos que divisé delante de mí, estaban sembrados y solo eran interrumpidos por el sendero arbolado en el que me encontraba. Comencé a andar en dirección a donde el día nacía (supuse que era la mañana). Anduve largo rato por el camino sin que el paisaje cambiara. Solo los árboles me marcaban que me movía ya que los campos parecían infinitos. Luego de andar largo rato divisé, a lo lejos y fuera del camino, la figura de alguien que trabajaba en las cosechas arduamente, pero solo distinguí la silueta de un hombre delgado agachado. Decidí acercarme con mi andar lento hacia allí y durante mi marcha, me topé con una enorme arboleda. Me dispuse a flaquearla y mientras me adentraba en aquel campo noté que el aire era muy denso. La arboleda era más grande de lo que yo creía así que tardé más de lo que esperaba y cuando por fin llegue a mi destino quedé frente al ser que agachado, trabajaba. A unos cuantos metros de distancia, lo vi y quedé tan asombrado que no me pude mover. Lo que encontré era humanoide pero no humano.

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y con un salto se dirigió (medio galopando, medio gateando) hacia el camino. Su andar era impresionante: un trípode humanoide que se desplazaba a una velocidad increíble. Quedé quieto largo rato observando hasta que su silueta desapareció en el horizonte. Tal vez mi cuerpo gelatinoso, translucido y azulado lo espantó, o quizás la ausencia de ojos cara y todo lo demás. Tal vez los sonidos guturales que hice lo aterraron. Después de largas cavilaciones me dispuse a reptar por el camino en dirección hacia donde ese extraño ser había huido, tratando de recordar lo que había soñado antes de despertar bajo ese árbol frutal que no había podido reconocer.

Trabajaba con sus largos y flacos brazos cortando la maleza. Sus manos contaban con tres dedos y un pulgar que terminaban en punta, parecían tener filo. Su torso flacuchento albergaba una cabeza calva (en realidad todo su cuerpo carecía completamente de pelos). Sus orejas puntiagudas no sobresalían y sus nueve ojos dispuestos en el centro de su cara, se agrupaban muy juntos. También carecía de nariz, en su lugar tenía dos orificios pequeños y su boca parecía una gran sonrisa que iba de oreja a oreja, aunque no me pareció que estuviese sonriendo. Sin embargo lo que más me impresionó fue que su torso se iba haciendo cada vez más estrecho hasta transformarse en un miembro que concluía en una pata de caballo. Comencé a sacar conclusiones sobre qué era ese ser y dónde me encontraba. Tal vez sería una mutación, tal vez estaba en otro planeta, quizás otra dimensión. Aún no lo sé, pero mientras elaboraba mis hipótesis el monstruo levantó su cabeza y me vio. Por unos momentos ninguno de los dos reaccionamos, luego (no recuerdo cuanto tiempo pasó pero me pareció largo rato) intenté comunicarme con él y al oírme el ser se espantó. Su cara adoptó una expresión de terror indescriptible

INFORME N 1

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“Mi nombre es Juan. Mi apellido no importa, ya que dadas las circunstancias que más adelante daré a conocer, no vale la pena interiorizarnos en el tema. En fin, el nombre es lo único que no cambiaron, o mejor dicho, que no manipularon en mi vida. Si se preguntan cómo soy… bueno, es difícil de explicar, pero debería empezar por el principio como toda narración “bien” escrita. Nací a las 13:40 hs. En el hospital, el cordón umbilical se enredó en mi cuello y fueron 16 horas de trabajo de parto. Al fin el médico descubrió el problema, mediante una pequeña incisión me desenroscó y nací. Es irónico, como si el destino no hubiera querido que nazca (Tal vez esta pequeña referencia no tenga mucho que ver con mi relato, pero me pareció un dato interesante para el enriquecimiento del mismo). Pasé mis primeros meses de vida en un departamento en el centro de la ciudad, pero no duró mucho puesto que al cabo de un tiempo nos mudamos con mis padres al sur de la provincia. Vivíamos atrás de la casa de mis abuelos maternos, allí pasé toda mi infancia. Toda mi vida era normal, sin embargo, durante la adolescencia, comencé a sentir un

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del terremoto del año 3.073 en Andoria. El mismo estaba enterrado dentro de una de las cápsulas de Cedonio X34 y a causa de la desaparición de este individuo tras el terremoto, nos ha sido imposible determinar el origen del manuscrito. El texto en cuestión no está completo pero pudimos traducir gran parte gracias a un ciudadano del sector externo: Muran Z90. Este reconoce los símbolos del manuscrito a la perfección. El individuo ha sido expuesto a un sondeo nervolineal para comprobar que no miente. El ciudadano Muran Z90 ha quedado en observación en Lampor.

“…Además de la percepción de las variaciones temporales que ocurrían, comencé a sentir ciertos hechos cotidianos de una manera distinta al resto de los humanos, como si viera lo que otros no veían. Las luces me parecían terriblemente cautivadoras y en ciertas ocasiones podía visualizar, de reojo, partículas que flotaban en el aire pero al focalizar mi visión donde ellas se encontraban, desaparecían. También sentía las energías de los cuerpos humanos de manera clara en mi percepción. Nunca comente nada de esto con nadie y a medida que pasaba el tiempo estas percepciones se

cambio interno bastante particular e inesperado. Sentía que, como individuo dentro de una sociedad, me apartaba y/o alejaba de la misma, que vivía dentro de un mundo que no era mío el cual me parecía extraño e inentendible en la mayoría de sus aspectos y cualidades. Desde mi condición de ser humano no entendía a mis congéneres. No comprendía cómo estos seres podían diferir tanto en cuanto a los aspectos que creía erróneos del mundo en el que habitábamos. Por supuesto que no estaba aislado dentro de mi casa, incomunicado. Tenía una vida normal, pero estos y otros pensamientos ante la masa social de mi tiempo dieron pié a grandes cambios en mi vida y a revelaciones únicas, inimaginables e inexplicables. Ahora bien, para la comprensión del lector en cuanto a este relato es necesaria una descripción detallada de las situaciones en las cuales me vi atrapado y los motivos de mis grandes revelaciones. Empecemos por ubicarnos en lugar y tiempo: el lugar, como ya dije anteriormente, fue Argentina, más precisamente en la provincia de Buenos Aires. Y el tiempo, según el “calendario cristiano” era el año 2000 después del nacimiento de Jesucristo...”

Este pedazo de texto fue encontrado después

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fueron agudizando. Recuerdo cierta vez que caminaba por la ciudad, detuve mi marcha abruptamente y pude percibir los sonidos urbanos fusionándose en una armonía terrible y enorme. Bocinas, sonidos titilantes, voces humanas y el taconear de los pasos se mezclaban haciéndose uno. Era como si el sonido usara a la ciudad para hacerse presente…”

Hemos conseguido que Muran Z90 traduzca otro trozo del manuscrito. Sin embargo a causa de su desintegración molecular (por haber vivido tanto tiempo en el sector externo), esta tarea se vuelve cada vez más difícil. Por el momento el individuo ha entrado en una parálisis indefinida y no sabemos si volverá a reaccionar.

“...Era extraño pero sus ojos no se apartaban del techo. Su delicada nariz buscaba algo, señalaba algo. Su boca no emitía ningún sonido. Tras los lentes, sus ojos no se movían. El vagón del tren se tornaba caluroso y yo seguía inquieto. Su presencia despertaba en mi algo extraño, Trataba de no mirar a ese ser tan particular. A simple vista, a cualquiera le hubiera parecido un pasajero común, pero yo no veía a

alguien común. Empecé a sentirme incomodo y trate de despejarme mirando por la ventana pero la necesidad de observar su figura, me mortificaba y hacía que, allí sentado, me retorciera por dentro. La luz del día empezó a molestarme así que cerré la persiana, al no tener otra opción giré la cabeza lentamente y descubrí que todo su cuerpo estaba en la misma posición... excepto sus ojos. Ya no estaban abiertos y fijos. Sus párpados se habían cerrado tras sus lentes redondos. Creí que se había dormido y de alguna forma eso me tranquilizaba pero la duda de por qué sucedía todo esto, giraba delirante en mi cabeza junto a ciertos recuerdos y algunos sentimientos un tanto particulares. Entreabrí la persiana. El día se había tornado gris y húmedo. A los costados de las vías solo campo y algunos árboles, decoraban. Me había empezado a olvidar de esta presencia tan extraña cuando escuché que emitía un sonido. Una reacción humana que yo, al ser alérgico, conocía muy bien. Primero estornudó dos veces y cesó. Allí quedé anonadado y paralizado. Luego repitió esta acción mientras buscaba un pañuelo. Una cuarta vez estornudó ya con el

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pañuelo en mano, y en ese momento una palabra sencilla salió de mi boca: - ¡Salud!- dije. - ¡Gracias!- respondió. Luego el silencio fue rotundo y yo quedé perplejo. Sacó un libro y comenzó a leer con mucha concentración. Parecía que esta figura había cobrado vida, pues su comportamiento anterior se había asemejado a una estatua de piedra inerte que posada sobre el asiento, observaba el techo. Pero ahora leía silenciosa a mi lado, y esto no era para ignorar pues el cambio tan abrupto había creado confusión en mí. No se movía mucho pero estaba allí leyendo. Comencé a formular hipótesis sobre quién era o qué era, pero la única suposición que podía ser la más acertada era la más delirante...” “...Aterrado por esto me precipité abruptamente hacia la ventana e intenté discernir ese pensamiento de mi cabeza mientras observaba el paisaje. Ahora el viaje parecía interminable y la vista no ayudaba mucho a tranquilizarme. Ya no soportaba más que esa idea fuera real y decidí hablar. Tomé valor, giré mi cabeza nuevamente y pasmado de pavor me di cuenta que ya no estaba. El asiento vacío me hizo sentir gran

ansiedad y una agitación tal que, por un instante, mi pecho se contrajo violentamente. Me levanté y busqué desesperadamente con la mirada. Luego me senté rendido y muy triste puesto que la suposición creada por mi razón no podría ser comprobada o refutada. La duda me carcomería la cabeza durante mucho tiempo.”

El Ciudadano Muran Z90 ha salido de su estado de parálisis. Teniendo en cuenta su desintegración molecular, se determinó que el resto de su existencia la dedique a instruir a uno de nuestros programadores para que este pueda traducir el manuscrito. Se ha descubierto que la desintegración del ciudadano no es por haber vivido en el sector externo, sino por su antigüedad. No pudimos determinar el tiempo exacto de su existencia pero podemos asegurar que ha vivido más de 1.000 años. Esto puede sonar no creíble puesto que la existencia de los individuos es de solo 500 años, pero gracias a un exhaustivo examen de su corteza corpórea se lo ha comprobado.

“¡Era ella! La recordaba perfectamente. Su rostro había estado dando vueltas en mi cabeza desde aquel viaje. Aquel viaje en el que se me

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cruzó por la cabeza la idea más increíble e insólita, devastando toda mi racionalidad. Ahora estaba de pie ante mí con su rostro plateado e inánime. Me acerque y solo atiné a decir: - Sabía que eras un...- pero no pude terminar la frase. No podía creerlo. Su cuerpo desnudo, puramente constituido por algún metal que yo desconocía, era extrañamente atrayente. -Mi nombre es Liro y te busco hace tiempo - me dijo y sus ojos se clavaron en los míos. Sentí como si leyera mis pensamientos. - ¿Por qué?- fue lo único que atiné a contestar. - Tu percepción es la más amplia de este planeta, tu mente es única. No existe otra persona que sea apta para el proceso de desatrofiamiento cerebral. - ¡Mi cerebro no está atrofiado! - Todos los seres humanos tienen su potencial mental limitado por su propia racionalidad y no evolucionaran si no se les ayuda. A través de los siglos, la humanidad fue creando herramientas que le permitieron avanzar a lo largo de su historia. Pero ahora esas herramientas han sido perfeccionadas a tal punto que realizan todas las funciones de creación y evolución del hombre. En otras palabras las máquinas evolucionan al hombre, ese es mi fin

y la causa de mi existencia. Mi creador me hizo para lograr el desarrollo humano al punto máximo. Mientras la observaba mis músculos se habían paralizado pero poco a poco fui relajándome y mi mente, extrañamente, fue aceptando sus palabras. - ¿Cómo vas a desatrofiar mi cerebro? - He creado un dispositivo que permite concientizar el uso de la racionalidad y deja que la mente decida hasta donde llegar. Lamentablemente no sé hasta dónde puede llegar la mente, sin embargo el dispositivo también se ocupa de protegerla. Un escalofrío me recorrió la espalda. - ¿Y dónde va ese dispositivo exactamente? - Debajo del hipotálamo. - ¡Eso quiere decir que hay que abrirme la cabeza! - Mi deber es que el ser humano evolucione y tu cerebro es el único predispuesto para este fin. Quieras o no tengo que hacerlo. En ese momento un terror punzante broto en mi pecho mientras veía su figura metálica que se me acercaba. Di media vuelta e intente correr pero sentí que me sujetaba con un brazo y con el otro ejercía presión sobre mi cuello. Lentamente fui perdiendo el conocimiento y lo último que recuerdo es la sensación de mi mejilla sobre el suelo frío.”

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El texto se torna cada vez más inentendible e incoherente y los trozos faltantes del mismo hacen cada vez más complicada su traducción. Sin embargo el programador Xol S23 ha logrado asimilar a la perfección el idioma del manuscrito. En cuanto al ciudadano Muran Z90, tras el fin de su existencia, será estudiado y analizado minuciosamente en Lampor para determinar la causa de su longevidad.

“- ¿Qué es esto?- pregunté después de ponerme de pié y salir de mi refugio. - Esto es Kinnahos- respondió una vocecita -. Espero que haya descansado. - ¿Kinnahos?- pregunté sin apartar la vista del hermoso paisaje. - ¿Tiene hambre? Al escuchar esto giré mi cabeza y vi a una pequeña niña de largos cabellos rubios. Tenía ojos azules y una tez delicada que parecía bronceada levemente. Había estado tan impresionado con la vista que no advertí que alguien me hablaba. Incluso cuando preguntaba no era consciente de que me respondían. - ¿Podría comer algo?- dije.

- ¡Excelente!- respondió la niña y se alejó.Yo quedé inmovilizado y sorprendido. El paisaje que veía era un bosque hermoso, había árboles enormes y un pequeño lago. Podía divisar también unas flores a lo lejos y aún más allá se extendían campos cultivados. El sol, detrás de mí alumbraba todo alrededor. - ¡Sígame, por favor!- dijo la niña que se había acercado silenciosamente. - No recuerdo nada, ¿podrías decirme que pasa?- pregunté. - Claro que si - la niña sonrió.-Vamos a donde pueda comer. La seguí. En el trascurso de nuestro andar divisé a dos hombres adultos de aspecto similar al de la niña. Caminaban en sentido contrario al nuestro pero al cruzarnos ni siquiera nos miraron. A lo lejos unas figuras humanas que no alcanzaba a ver con claridad parecían dialogar. De pronto me encontré frente a una mesa redonda y pequeña que solo tenía lugar para un plato que estaba repleto de todo tipo de frutas. Sobre la mesa un parral, abundante en uvas, formaba un “techo”. La niña me indico donde sentarme y comencé a comer...” “...Me sorprendió la pregunta. Al no

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contestarle me interrogó nuevamente con un tono de picardía en su vocecita: - ¿Aún no sabe cuáles son los límites de su mente, verdad? En ese momento un recuerdo difuso broto. Era el recuerdo de un rostro metálico acercándose. - Yo también soy como ella- dijo la niña. - ¿Como quien? - Como Liro, es algo así como mi madre. Ella me... creó, para decirlo de alguna forma. Acepte su respuesta sin entender de qué hablaba. - Me siento raro- dije. - Su mente es libre, es simplemente eso. Solo tiene que acostumbrarse... ¿Le duele algo?-. No conteste a su pregunta. Estaba comenzando a recorrer caminos del pensamiento que nunca había transitado...”

Hemos encontrado el cuerpo del ciudadano Cedonio X34 y tras examinarlo descubrimos que su estructura corpórea estaba constituida en su interior, por elementos no orgánicos. Parece ser algún tipo de metal que nos ha sido imposible identificar. Tal vez se deba a algún mineral existente en la antigüedad. Este sujeto al parecer era un ente

auto existente, capaz de desarrollar pensamientos y razonar ideas infinitas.Sabemos que Cedonio X34 ha tenido una existencia de más de 1.000 años, como Muran Z90 y creemos que por lo tanto sean de la misma naturaleza. Por el momento seguimos esperando el informe de Lampor. Refiriéndonos al texto, ha surgido la idea de que fue escrito por Cedonio X34.

“...Desperté. Me encontraba boca arriba en mi cama. Todo se estaba en su lugar: mis ropas, los muebles de mi habitación, el reloj. Me puse de pié y caminé hacia el baño para mojarme la cara. Sentía la inmensidad dentro de mi mente. Me vestí y me dirigí a la puerta de salida. Estando en la calle peatonal observe por encima del ganado humano y palpé sus existencias burdas y agónicas a través del tiempo. Observé sus rostros viendo la fragilidad de sus carnes y lo limitadas que eran sus mentes. Nadie me observaba ni sentía mi presencia, tal vez estaban tan ocupados con su propio ego que ni se molestaron en observarme. Pero yo podía entrar en sus pensamientos... En todos sus pensamientos a la vez. El sueño no había sido sueño, estuve en Kinnahos y mi mente ya no sería la de antes...”

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El manuscrito ha sido traducido en su totalidad, exceptuando las partes faltantes. Los individuos Cedonio X34 y Muran Z90 han sido estudiados a fondo. No tenemos indicios de quién escribió el texto y tampoco sabemos la naturaleza de los individuos en cuestión. Por una ordenanza directa de Lampor, esta investigación deberá ser suspendida para dar paso a otros asuntos de mayor importancia para nuestra existencia.

[Archivo N 77/436-001]

ANECDOTARIO II:mal entendido

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“Recuerdo muy bien mi barrio y también a mi vecina, pero no recuerdo su nombre. Recuerdo los veranos bajo los enormes tilos imaginando grandes canchas y planeando jugadas. Recuerdo el cordón de la vereda como un gran aliado a la hora de un auto-pase. Recuerdo gloriosos goles eternamente discutidos ya que los “postes” del arco eran remeras o bolsas de basura y la pelota solía pasar por encima. También la desesperación por alejar la pelota del arco, pateábamos sin medir las consecuencias y siempre terminaba en algún techo. Cierta vez me toco a mí detener la jugada que hacía peligrar a mi equipo y por supuesto la pelota fue a parar al jardín de mi vecina. -¡Uy!, cayó en lo de la vieja. -¿Por qué le pegaste así? Esa loca no nos va a dar la pelota. Como era reglamentario “pincha, cuelga: paga” y en este caso preferí adentrarme sigilosamente a recuperar el balón ya que mi presupuesto de “niño” no alcanzaba para reponer la pérdida. Le temíamos bastante a mi vecina y por eso no nos animábamos a pedirle la pelota. No recuerdo cuando comenzaron las habladurías sobre ella, no sé si fueron los chicos o los grandes, pero

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noté que estaba entreabierta. No sé porque, ni cómo pasó pero sentí una curiosidad terrible por ver el interior de la casa y lentamente me dirigí a la puerta de entrada. Tras de mi oía las voces de mis amigos susurrando desesperadamente para que no entrara, sin embargo yo seguí con paso firme. Empujé suavemente la puerta y entre. Dentro de la casa reinaba la oscuridad y mi respiración parecía un intruso en aquel silencio rotundo. No podía distinguir ventanas pero yo sabía que estaban allí ya que desde el exterior se veían. Tal vez estarían cubiertas con pesadas y viejas cortinas. Avancé unos metros casi a ciegas, hasta que una pequeña claridad empezó a mostrarme el camino. Llegué a lo que creí era un comedor solo iluminado por un candelabro que se encontraba sobre la mesa y junto a ella divisé la imagen de mi vecina que me daba la espalda. En ese momento me di cuenta que jamás había conocido la cara de mi vecina, siempre fue una silueta entre las plantas del jardín o el sonido que hacen las ollas cuando se las acomoda. Eso era lo que me marcaba su existencia pero nunca lo relacione con un rostro, entonces no pude más de la curiosidad y quise acercarme a ella

esa casa antigua y medio destartalada, albergaba para todos una sensación de rechazo. Tal vez por eso las historias de los chicos y las habladurías de los grandes. Muy a mi pesar me encaminé hacia la casa recordando cada uno de los mitos sobre “La vieja loca”. Al acercarme a la reja comencé a sentir olor a bosta de caballo. Esto llamó mi atención, jamás en esa casa se vio un equino. Lentamente comencé a trepar por la reja y a medida que iba ascendiendo, el ruido de los fierros oxidados amenazaba mi rescate. Me detuve varias veces durante el descenso al otro lado de la reja. Era claro que el olor venía del fondo de la casa ya que solo se sentía cuando el viento soplaba por el pasillo del costado en dirección a la calle. Realicé una rápida inspección de los lugares en donde podría estar la pelota pero desde donde yo estaba (todavía aferrado a las rejas) no se divisaba el balón. Me adelanté sigilosamente y profundicé mi búsqueda sin dejar de poner mi atención en la puerta de entrada de la casa. A medida que avanzaba mis nervios crecían ya que no había rastros de la pelota. Pequeños ruidos entre los arbustos crecidos me hacían contener la respiración. Seguí avanzando hasta acercarme a unos dos metros de la puerta y

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varios arbustos y esquivé ramas que atentaban contra mí. En ese momento, la huída me pareció que iba a durar una eternidad. Llegué a la reja y la trepé en dos saltos. Un pedazo de alambre roto me rasgó el hombro, pero eso no lo noté hasta mucho tiempo después. Al llegar a la cima salte sin medir las consecuencias de mi caída (un pie torcido y un raspón profundo en mi rodilla). Sentí los ojos de mi vecina en mi nuca y al avanzar unos pasos me detuve y miré hacia atrás. Ella me observaba tras la reja, con su cabeza animal y su cuerpo de anciana. En sus manos descansaba la pelota. Bajó sus brazos para darle impulso y la tiro suavemente haciéndola pasar por encima de la reja oxidada. Luego dio media vuelta y se encaminó hacia la puerta con ese andar de alguien que ya no tiene por que apurarse. Pasó algún tiempo hasta que reaccioné, luego que mi vecina entrara y cerrara la puerta. La pelota estaba junto a mí. Me agaché, la puse bajo mi brazo derecho y, dando media vuelta, me dirigí rumbo a mi casa. Ya era la hora de la merienda.”

tratando de rodearla para poder observar su perfil. A medida que avanzaba mi estomago se contraía y me costaba respirar. Jamás voy a olvidar el momento en que la vi. Su imagen puso en riesgo mi razón. Estaba sentada con sus manos sobre el regazo, con un vestido azul y su cabeza proyectaba una larga sombra en la pared. En la mesa había un tazón enorme lleno de pasto y ella masticaba circularmente, sus crines caían sobre su larga cara marrón la cual era dividida verticalmente por una mancha blanca, sus orejas puntiagudas y altivas se movían de vez en cuando, y su ojo completamente negro me miraba indiferente (el otro permanecía en las sombras). Sus grandes fosas nasales, casi del tamaño de un puño, inspiraban silenciosamente mientras el sonido de su mascar llegaba sutil a mis oídos. No pude moverme y no recuerdo cuanto tiempo estuve así, pero todo culmino en el momento que, espantado, escuche un sonido terrorífico y no soporte más. Salí corriendo. Ella había relinchado. Corrí desesperadamente y no me preocupe en buscar el balón. Mis amigos, que me esperaban tras las rejas, al verme salir de ese modo entraron en un pánico instintivo y se echaron a correr sin saber de qué escapaban. En mi marcha veloz salte

UNA VIEJAHISTORIA

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No recuerdo quién me contó esta historia pero por alguna razón puedo recitarla de principio a fin. Sucedió en un planeta lejano, uno de esos mundos que fueron colonizados y luego se aislaron del resto de la humanidad diseminada por el cosmos (ahora somos pocos los humanos que quedamos, pero vivimos tranquilos). En ese planeta la tecnología era religión. Cualquier adelanto tecnológico era celebrado y esto daba pie a nuevos experimentos. Tal era la devoción por los avances de esta índole que los humanos que allí vivían decidieron que solo sus cerebros eran útiles y el resto del cuerpo solo molestias. Por esto construyeron estructuras humanoides metálicas para albergar su más preciado bien: la mente. El planeta en cuestión era de notables similitudes con la Tierra por lo que fue posible el asentamiento de la humanidad. Mares, glaciares, cordones montañosos, climas tropicales y grandes desiertos daban la impresión que la tierra había sido clonada y el clon había sido puesto a millones años luz de distancia. A pesar de las cualidades de este planeta los conquistadores se habían refugiado dentro de sus grandes construcciones tecnológicas. Habían

creado una enorme ciudad que solo ocupaba una pequeñísima porción del la superficie del planeta. Dentro de sus colosales murallas todo era circuito y cables, plástico y metal. Estos cerebros con cuerpos artificiales, aislados en su ciudad, solo tomaban de la naturaleza las materias primas para el desarrollo de su civilización. Existían en esta sociedad dos tipos de individuos: los que ordenaban y los que obedecían. Los primeros eran una cantidad reducida de la población mientras que los segundos eran la mayoría. Cierta vez uno de estos “obedientes” tuvo una revelación inesperada. Ocurrió mientras caminaba rumbo a su puesto asignado en donde la rutina y la repetición eran sus labores. Marchaba junto a doscientos colegas con su sincronización habitual. Por un error de sistema se les indico mal un cruce de senda y todo el bloque colisionó con otros cien que se dirigían a cumplir su labor, pero en dirección perpendicular a la del primer grupo. Al principio hubo confusión y caos pero lentamente todos hicieron honor a su mecanización y fueron retomando la marcha alternándose los espacios unos con otros. En poco tiempo todos habían vuelto a su camino.

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Nuestro personaje, a causa del gran choque de bloques, fue expulsado fuera de la senda por un hombro que lo golpeó de lleno en el pecho y fue a parar a uno de esos callejones olvidados de la ciudad en donde solo los desechos reinan. El golpe le produjo confusión así que por largo rato estuvo tirado en el piso metálico. Notó que el pecho se le había marcado a causa del impacto y se preocupó ya que su estructura no estaba en buenas condiciones. Se levantó lentamente y observó a su alrededor, jamás había estado en esos pasillos. Contempló el lugar con detenimiento hasta que algo se destacó del metal gris que lo rodeaba. Entre la juntas de dos planchas del suelo emergía algo que despertó parte de su humanidad sepultada en lo profundo de su mente. Lo que encontró fue algo equivalente a una flor en la tierra. Entonces volvió a él la idea de coloración recordando una palabra que describía lo que veía: amarillo. Luego recordó la sensación que producía el encuentro de aquel objeto con la… ¿Piel? ¡Sí! Ese órgano que lo había cubierto en vez de su armadura actual. Sus pensamientos empezaron a agitarse como hacer tiempo no lo hacían, viniendo a él imágenes de su antiguo cuerpo y sus partes… ¿nariz? ¡Sí! Eso

se acercaba al objeto y se absorbían sensaciones muy agradables. Sin darse cuenta se encontró anhelando todas esas cosas que dormían en lo profundo de sus recuerdos y decidió investigar de donde provenía esa… flor. A medida que caminaba siguiendo el rastro vegetal, recordaba palabras que lo sumergían más y más en su antigua humanidad. Avanzó varios kilómetros hasta que encontró una abertura en la gris estructura que servía para expulsar algún tipo de desecho, aunque no había rastros de suciedad. Al atravesar el estrecho túnel se encontró con la inmensidad: un enorme valle se imponía, teñido de verde gracias a la extensa vegetación. Comenzó a descender por entre los arbustos y a medida que avanzaba se sorprendía con cada cosa que encontraba en su camino. Su humanidad luchaba por emerger desde las profundidades de su mente matemática, analítica y disciplinada. Al llegar a un claro, notó la presencia de un… ¿pájaro? ¡Sí! Así solían llamarse y captó las frecuencias que este emitía. Recordó vagamente el canto de las aves, quedando largo rato contemplando y decodificando dichas frecuencias. De pronto el pájaro comenzó a volar

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moviéndose de rama en rama y al seguirlo se encontró con algo que lo inmovilizó. El suelo se convertía en un inmenso espejo, allí se reflejaba todo el valle y el cielo. Una nueva palabra surgió: agua. En ese preciso instante su mente no pudo contener más sus sensaciones, no quiso contenerse. Lo que había ante él lo hacía ansiar su antiguo cuerpo, tenía sed de humanidad y casi instintivamente se echó a andar en dirección al único lugar que lo calmaría. Lentamente fue entrando en el lago y a medida que se sumergía sus circuitos iban fallando. Cada sección de su estructura entraba en cortocircuito al contacto con el agua. ¡Éxtasis! Fue la última palabra que surgió en su mente antes de hundirse completamente. La triste imagen de un robot oxidado a orillas de un lago es lo que se recuerda de esta sociedad extinta, ya que cuando los nuevos colonos abordaron el planeta, fue el único individuo encontrado en los alrededores de la inmensa ciudad desierta.

Aún no recuerdo quien me conto esta historia, pero por alguna razón puedo recitarla de principio a fin.

la atracción de los cuerpos es relativa al tiempo y al espacio

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“El minuto duraba 24 hs en aquel planeta y nuestra conversación, cara a cara, duró años. Ella era hermosa a su manera y yo creía estar enamorado. Decidí declararle mis sentimientos luego de aterrizar y mientras hablaba, lentamente, algunas canas se adueñaron de nosotros. Tardamos muchos años en darnos cuenta de lo que sucedía y cuando lo hicimos el miedo a no tener tiempo para estar juntos nos impulsó a despegar y escapar rápidamente de ese mundo, lo que tardo unos años más. Por suerte, ella también sentía lo mismo por mí. Ya gravitando en el espacio y con el tiempo de nuestro lado decidimos pasar el resto de nuestras vidas contemplando el planeta que nos había quitado varios años, aunque también nos había unido por el resto de nuestros minutos.”

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INDICE

Introducción .......................................................................

La fuerza gravitatoria del hombre ...................................

Anecdotario II: Dimensiones Reales ..................................

El gran planetoide gris .........................................................

La mujer espejada .............................................................

El hombre que queria trabajar .........................................

Recordar el sueño ...............................................................

Informe Nº1 .........................................................................

Anecdotario I: Mal entendido ............................................

Una vieja historia ...............................................................

La atracción de los cuerpos es ..........................................relativa al tiempo y el espacio

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