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Situado Web italiano por ella Filosofía-el Correo del Tarde-10 NOVIEMBRE de 1999 RESEÑA DE PRENSA EL 10 DE NOVIEMBRE DE 1999 FRANCESCO TRANIELLO ¿La democracia? Busca ciudadanos Continúa el debate entre sociólogos e historiadores sobre el "religión civil" Para Rusconi el desarrollo de nuestra identidad habría sido negado por el fallido sostén religioso a una ética cívica Los modelos de Rousseau y Tocqueville. Pero la dialéctica entre Estado e Iglesia es finalizada en el compromiso institucional.

Religión Civil

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Situado Web italiano por ella Filosofía-el Correo del Tarde-10 NOVIEMBRE de 1999 RESEÑA DE PRENSA EL 10 DE NOVIEMBRE DE 1999 FRANCESCO TRANIELLO ¿La democracia? Busca ciudadanos Continúa el debate entre sociólogos e historiadores sobre el "religión civil" Para Rusconi el desarrollo de nuestra identidad habría sido negado por el fallido sostén religioso a una ética cívica Los modelos de Rousseau y Tocqueville. Pero la dialéctica entre Estado e Iglesia es finalizada en el compromiso institucional. En un tiempo, al solo evocar una posible "religión civil" o una "idea nacional", se habría venido a la mente a los más la "religión de la libertad" crociana. Pero hoy, mientras se habla de época post-cristiana y la crisis de los valores impone de hallar una ética común, hablar de una "religión civil" puede significar un inédito encuentro de pensamiento laico y cristiano, tema que también será afrontado en Nápoles la próxima Semana social de los católicos italianos. A este argumento es dedicado el último número de la revista "Reseña italiana de sociología" publicación del Molino, con un debate que profundiza las relaciones entre "identidad nacional y religión civil en Italia", con intervenciones de Franco Garelli, Enzo Pace, Alessandro Ferrara, Gabriella Turnaturi, Gian Enrico Rusconi, Loredana Sciolla, Ilvo Diamanti y Francesco Traniello. Del ensayo de Traniello, que repite de manera articulada a Gian Enrico

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Rusconi, autor de un reciente volumen sobre esta cuestión, publica amplias deducciones dedicadas a las uniones entre "nación, democracia y religión civil." El paradigma de la religión civil es utilizado por Gian Enrico Rusconi como un canon interpretativo de la historia de Italia. A este propósito él retoma una tesis clásica - que sería fácil reconstruir, remontando hasta a Sismondi, si no a Maquiavelo - por la que fue el catolicismo como religión-de-iglesia "con su potente estructura institucional y dogmática, rigurosamente contra-reformista, y con la presencia del papado" a "hacer imposible el surgimento de cualquier variante de religión civil." Si a eso se suma que "aquel poco que en el ochocientos italiano pudo aludirle o anunciar una religión civil radical-republicana se pierde en el misticismo (a veces un algo alucinado) del mazzinianesimo", se comprende porque "el paradigma civil-religioso" haya resultado en nuestro país "falto de sustancia religiosa" observación que presenta una rara asonancia con la acusación dirigida por Maquiavelo a la Iglesia y a los curas de haber vuelto a los italianos "sin religión" (de entenderse exactamente en el sentido del "bien ser" de la república). Por esta razón, la religión civil en Italia no habría tenido espacio y modo de surgir, en cuánto el vínculo cívico y patriótico habría quedado privado de una auténtica validación religiosa, mal subrogada por la retórica de la religión de la patria. Siguiendo el hilo de su razonamiento se ha inducido, por lo tanto, a pensar que Rusconi imputa (principalmente) al catolicismo la responsabilidad de haber impedido el surgir de aquella memoria común y compartida en la que se expresaría la sustancia de la religión civil. Pero la cuestión elevada, y un poco rápidamente liquidada, de Rusconi incluye, me parece, cuestiones diferentes. De un lado ella concierne a la disponibilidad general, por así decir, del catolicismo a concurrir o menos a la alimentación de una religión civil: de una rápida alución al caso americano se puede deducir que Rusconi juzga en todo caso limitado esta disponibilidad (separándose de Tocqueville). Bajo otro perfil ella atañe al impedimento puesto por el catolicismo como se ha configurado en Italia, a la formación y a la divulgación de una memoria histórica nacional unitaria y compartida. Un tercer aspecto atañe por fin la relación entre el catolicismo italiano y la calidad de aquella memoria, es decir su idoneidad a un orden que, además de ser nacional, lo sea según la modalidad demócrata-republicana. Excluyendo la cuestión de principio, por el que el análisis histórico ofrece escasos pretextos, y utilizando en sentido débil - querría decir como metáfora de una metáfora - la definición de religión civil, es decir entendiendola como sentido de la ciudadanía también alimentados por la conciencia de una vivencia histórica común en el cuadro del Estado nacional - del que, en donde concierne al Estado democrático, nos tiene que poder sentir partícipes también a la luz de memorias y "tradiciones" antagonista -, enunciaré en forma esquemática algunos elementos que propondría considerar al acto de aplicar el paradigma de la religión civil al caso italiano. Ante todo, del punto de vista histórico no se puede descuidar el hecho que, en el continente europeo, a diferencia de los Estados Unidos, ha pesado largamente una tradición confesional (no solamente católica) de "religiones del Estado" (propias de los sistemas absolutistas pero no excluidas formalmente por los órdenes constitucionales, como enseña el caso del Reino de Italia), con base en la cual el Estado reconoció como "propia" una religión histórica y allí sacó el aparato simbólico y ritual de su representación pública. Hay que preguntarse si las muchas formas de "religión de la patria" no han estado, en Europa, como continuación, en forma cambiada, de aquellas religiones políticas antes que en el lugar de formación de una religión civil. En según lugar, el concepto de religión civil se conecta, me parece, a aquel de sociedad civil, y presupone de ello un grado elevado de autonomía respecto del Estado. Eso resulta

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evidente en la diferencia entre el modelo roussoiano y el modelo tocquevilliano. El primero deja claramente presagiar a una "religión política", en cuánto pertinente a la idea de soberanía; el segundo concibe el papel de la religión como completamente separado del poder y de la ley. En el caso particular de Italia, la búsqueda de las razones del por qué una religión civil no ha tenido modo de manifestarse, o se ha manifestado de modo discontinuo, debería ser entonces puesta no tanto en relación con un débil sentido de la nación, pero si en relación con una debilidad, estructural y cultural, de la sociedad civil, o, si queremos, con una configuración política de la nación como carente por largo tiempo de una sociedad civil a dimensión nacional. Usted podría decir que en Italia el Estado nacional ha nacido antes que la sociedad civil (y fors'anche de la nación...) y esta por largo rasgo condicionado o hasta obstaculizado el autónomo desarrollo, en una relación de competición, pero también de convergencia, con la Iglesia. En este sentido una llave de lectura de la historia de Italia podría ser ofrecida por el análisis de las relaciones establecidas del Estado y de la Iglesia con la esfera de la sociedad civil, y de las estrategias de ellos puestas en acto, en competición o en acuerdo, para controlarla. La dialéctica entre Estado e Iglesia se ha solucionado por tanto en Italia en un largo hecho de comparación-conflicto-compromiso de naturaleza predominantemente institucional. A pesar de las apariencias, el conflicto-compromiso ha resguardado el perfil religioso del Estado, en cuanto vehículo y portador de un ethos nacional, mucho más que el perfil religioso de la nación. Superfluo es decir que el arribo de Italia a la democracia republicana ha llevado consigo el peso de esta herencia, en el que se han enfrentado varias especies de religiones políticas (incluido, bajo cierto perfil, el asi llamado catolicismo político) cuyo horizonte fue constituido por la conquista del Estado así la competición política, cuando y en cuanto ha habido, se ha cargado de preeminentes sentidos ideológicos y se ha desarrollado a detrimento de una efectiva fundación de una sociedad civil. Ciertamente, es lícito sustentar que la contraposición de partidos portadores de subculturas de carácter ideológico, ha tenido una función disuasiva y deprimente respecto a una común religión civil; pero es igualmente legítimo preguntarse de dónde pudiera venir el impulso a la construcción de una religión civil adecuada a un sistema democrático si no de la convivencia regulada de aquellas "partes", y del crecimiento consiguiente de una costumbre y una práctica civil alimentada por aquella regulada convivencia. Si, en la situación italiana, existe de veras un déficit de sentido de la ciudadanía, aparece la duda que haya que ponerla no solamente en relación con la naturaleza ideológica y penetrante de los partidos italianos, sino también, al menos en igual medida, con su crisis.