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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN ANTONIO ABAD DEL CUSCO RELIGIÓN, CRISIS Y PROSPERIDAD EN EL HORIZONTE MEDIO EN LA COSTA NORTE. CARRERA PROFESIONAL DE ARQUEOLOGIA DESCRIPCIÓN BREVE El horizonte medio es considerado un periodo embrionario en la prehistoria sudamericana, los arqueólogos han argumentado que los orígenes de una forma distintivamente andina de civilización, se manifestaron en las instituciones estatales completamente desarrolladas y los sistemas expansionistas imperiales DOCENTE: ARQ. WILBER BOLIVAR YAPURA ALUMNOS: PERCY ALFREDO CAMA TTITO 131393

Religión, Crisis y Prosperidad en El Horizonte Medio

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compilación de artículos sobre el horizonte medio peruano.

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN ANTONIO ABAD DEL CUSCO

RELIGIÓN, CRISIS Y PROSPERIDAD EN EL HORIZONTE MEDIO EN LA

COSTA NORTE.

CARRERA PROFESIONAL DE ARQUEOLOGIA

DESCRIPCIÓN BREVEEl horizonte medio es considerado un periodo embrionario en la prehistoria sudamericana, los arqueólogos han argumentado que los orígenes de una forma distintivamente andina de civilización, se manifestaron en las instituciones estatales completamente desarrolladas y los sistemas expansionistas imperiales

DOCENTE: ARQ. WILBER BOLIVAR YAPURA

ALUMNOS: PERCY ALFREDO CAMA TTITO 131393

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CONTEXTO Los trabajos arqueológicos en San José de Moro han permitido ampliar la frontera de nuestro conocimiento sobre las sociedades de la costa norte de manera notable, particularmente porque muchos de los hallazgos y los procesos culturales de los que se derivan son originales. Por ejemplo, nos han llevado a plantear la naturaleza fragmentaria de la sociedad Mochica, en la que cada región vivió su propio desarrollo, con una coordinación muy limitada con las otras. Esto ha devenido en que tengamos que reconocer, primero, las particularidades de cada región, sus propios patrones arquitectónicos y funerarios, su propia cronología y secuencia cerámica, su propio y peculiar desarrollo en irrigación y metalurgia. Ahora bien, si todo es tan «propio» y singular, ¿dónde reside entonces lo Mochica, lo común, lo que mantuvo interconectadas a las distintas sociedades de la cota norte, lo que en última instancia evitó su «deriva cultural?Christopher Donnan ha venido arguyendo desde hace varios años, la «goma» que mantuvo unidos a todos los Mochicas fue una religión de élite, controlada y propiciada por los estados, un conjunto de prácticas ceremoniales comunes, donde las élites tenían el protagonismo en la representación y teatralización de los mitos que aseguraban la continuidad de la sociedad. Puesto que es presumible que las fuentes de poder económico y político fueran débiles o poco desarrolladas, parecería que los Mochicas fundaron su poder en una peculiar combinación de coerción e ideología. Pero esta afirmación general tiene que ser adaptada a las condiciones y formas que adquirió en cada región.San José de Moro (SJM), ciertamente, es un sitio arqueológico singular tanto por la riqueza de los artefactos y contextos que encontramos allí, como por su disposición estratigráfica. En él abunda evidencia de su importancia como centro ceremonial regional al que acudían personas de todo el valle de Jequetepeque para celebrar rituales muy elaborados, particularmente entierros de miembros de la élite y rituales de culto a los ancestros (Castillo 2000a, 2004). Relacionados con la evidencia funeraria, hemos encontrado artefactos y contextos que indican que existió una producción masiva de chicha y de alimentos que habrían servido para darle sustento a las poblaciones que asistían y participaban en los rituales. Coincidiendo con el colapso Mochica en Jequetepeque (aproximadamente en el año 850 d.C.).Las investigaciones arqueológicas en el valle de Jequetepeque se iniciaron en la década de los años treinta, con los trabajos de Heinrich UbbelohdeDoering (1983) y sus discípulos Hans Disselhoff (1958) y

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Wolfgang y Gisella Hecker (1990). En 1965 Paul Kosok incluyó vistas aéreas de los sitios arqueológicos más importantes del valle de Jequetepeque en su estudio sobre la vida, la tierra y el agua en el Perú. La investigación arqueológica del valle de Jequetepeque ha abordado todos los periodos de ocupación y problemas tan diversos como las prácticas funerarias de individuos de diferente rango social (Castillo y Donnan 1994a; Donley 2004), los patrones de asentamiento (Dillehay 2001), la arquitectura monumental (Donnan 2001), el desarrollo de la tecnología cerámica (Rohfritsch 2006) o la identidad de los metalurgistas (Fraresso 2007, en prensa). A diferencia de lo que ha ocurrido en otros valles de la costa norte del Perú, en Jequetepeque las investigaciones arqueológicas han sido realizadas por varios grupos de investigación y, por lo tanto, desde diversas aproximaciones, metodologías y perspectivas.

El Proyecto Arqueológico San José de Moro empezó en 1991 con un objetivo muy limitado concreto: precisar cuál era el contexto de la cerámica de línea fina de la fase Mochica Tardío Puesto que presumíamos que una cerámica tan ornamentada y generalmente tan bien conservada debía provenir de contextos funerarios, creíamos imprescindible documentar y explicar: el tipo y las complejidad de las tumbas que las habían contenido, las características de los individuos enterrados en ellas y su relativa escasez, puesto que la cerámica de línea fina es rara aun en las más grandes colecciones de la costa norte.

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En el estilo de línea fina Mochica Tardío predominan formas como las botellas de cuerpo carenado y esférico con decoración pictórica muy recargada. Muchos de los temas iconográficos del estilo de línea fina se derivaron y, por lo tanto, son semejantes a sus contrapartes sureños; ejemplos de esto son las representaciones del Tema de la Mujer sobre la Balsa de Totora o el Tema del Entierro (Donnan y McClelland 1979), pero en el estilo de línea fina se adaptaron a los cánones norteños y se reinterpretaron sus elementos. Otros motivos, como el Tema de las Olas Antropomorfas (McClelland 1990), se desarrollaron independientemente en SJM, por lo que presumimos que corresponden a narraciones mitológicas o actividades rituales propias de Jequetepeque.

Durante años, fuentes dispersas pero no comprobadas indicaban que la gran mayoría de los ceramios de línea fina provenía de San José de Moro (Shimada 1990: 21). Inicialmente, en 1991, nos propusimos estudiar de manera restringida lo poco que parecía quedar del sitio, luego de decenios de intenso huaqueo, a fin de determinar los contextos arqueológicos en los que se depositó originalmente la cerámica de línea fina. Adicionalmente, a partir de la densa estratigrafía visible en los perfiles de los pozos de huaqueros era

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evidente que el sitio tenía una larga historia ocupacional, así que nuestro segundo objetivo fue caracterizar su secuencia a partir de excavaciones de perfiles estratigráficos (Castillo y Donnan 1994a).Luego de dos temporadas de excavaciones en la falda este de la Huaca La Capilla pudimos resolver las dos interrogantes que nos habíamos planteado al inicio de la investigación. Descubrimos, por un lado, que el contexto de la cerámica de línea fina era grandes tumbas de cámara de la élite. Las botellas de línea fina aparecen junto a una gran cantidad de ofrendas funerarias. Asimismo, un número no menor de botellas de línea fina se halló en tumbas de bota del periodo Mochica Tardío, aunque de menor complejidad que las anteriores, y, generalmente, junto a una gran cantidad de cántaros, ollas y vasijas de cerámica y otras ofrendas como metales, cuentas y conchas.

Las Sacerdotisas de Moro, fueran o no líderes políticos de sus sociedades, fueron asociadas en el momento de su muerte con el personaje de la Mujer Mítica que figura conspicuamente en las representaciones Iconográficas propias del estilo de SJM. Como se dijo, las representaciones de la Sacerdotisa sobre le balsa de totora es la imagen más frecuente en la icnografía del estilo Mochica Tardío de Línea Fina. Es en relación a estas representaciones que podemos asumir que estas mujeres tuvieron una posición de enorme importancia y seguramente muy privilegiada. Estas mujeres, entonces, no habrían dependido de la mediación de un hombre para asumir su estatus social. Hasta donde podemos ver a través de las asociaciones funerarias, no fueron la hija, hermana, madre o esposa de alguien, sino que presumiblemente tuvieron una estrecha relación con el sistema ritual a través de su rol ritual como la Sacerdotisa. Es decir que no dependían de un varón para asumir el estatus que tenían, sino de su función en el sistema ritual. Adicionalmente, no hay que

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perder de vista que la ceremonia de Sacrificio se convirtió en la liturgia más importante en la religión Mochica. Por lo tanto, el encumbramiento de esta ceremonia habría significada que todo los personajes involucrados en ella, habrían ascendido a la cúspide de la sociedad Mochica. Pero, nos preguntamos si el proceso que llevó a la Ceremonia del Sacrificio a la más alta posición en el sistema ritual fue producto de un accidente histórico que al encumbrarse ganó prestigio o si fue proceso estructurado. ¿Pudo haber sido otro ritual de naturaleza completamente diferente el que alcanzara esta posición? Y si ese hubiera sido el caso, ¿tendríamos de todas maneras Sacerdotisas con la posición que encontramos en las sociedades Mochicas?La Ceremonia del Sacrificio (Donnan 1975) creó una suerte de mapa social, es decir que fue un «modelo para», en el que se definieron las principales identidades ceremoniales en la sociedad Mochica, y consecuentemente las relaciones de poder y jerarquía ente los miembros de la elite. Estos tenían a su cargo la interpretación de los mitos a través de la personificación de identidades rituales. Complementariamente, podemos asumir que la Ceremonia del Sacrificio, fue un reflejo del mapa social, es decir un «modelo de», que se basó en los criterios organizativos y las relaciones jerárquicas en su configuración de las relaciones e identidades que están retratadas allí. En cualquier caso, como modelo de o modelo para la sociedad, esta ceremonia, y otras que se configuraron en el sistema ritual, aseguraban la reproducción y el equilibrio de la sociedad. Como se ha señalado (Makowski 2003), no hubo una sola Ceremonia del Sacrificio sino que los personajes y las relaciones (por ejemplo, quién recibe la copa y quién la entrega) parecen haberse permutado, quizá como parte de la secuencia de eventos rituales, o regidos por las circunstancias y estructuras de las versiones regionales del ritual. Quizá en Jequetepeque la versión local de la Ceremonia del Sacrificio le dio el papel protagónico a la Sacerdotisa mientras que en otras regiones ella no tuvo esta misma relevancia. En cualquier caso, el ascenso de la Sacerdotisa no fue un hecho aislado, todos los personajes, roles y relaciones prefiguradas en el ritual asumieron posiciones privilegiadas en la sociedad Mochica Tardía del Jequetepeque. Pero con los beneficios vinieron los riesgos, y así el colapso de la sociedad Mochica significo el inicio del declive de la Sacerdotisa, y con ella de una tradición milenaria en la Costa Norte del Perú.Según Jaime Castillo, para entender el impacto de Wari y sus derivados sobre la sociedad Mochica es útil analizar lo que sucedía al interior de ambas

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sociedades. Desde la perspectiva Mochica, al parecer, al inicio del Horizonte Medio se empieza a importar cerámica de estilo Wari o de los estilos de algunas de las sociedades derivadas o asociadas a esta, como Nievería, Pachacamac y Atarco. Para esta época Wari era concebida como una exitosa sociedad en proceso de expansión, portadora de una refinada iconografía que, a su vez, simbolizaba su ideología y religión (Menzel 1964,1977; Schreiber 1992). La élite Mochica habría considerado ventajoso para su manejo político contar con elementos de esta nueva ideología e iconografía, y quizá mostrar algún grado de comunicación con la élite Wari. Al importarse los primeros ejemplares de esta cerámica, se produce un fenómeno que nunca antes habíamos visto: se abren las barreras que impedían el acceso a los elementos de una cultura foránea. Los Mochicas, hasta esta época, habían sido impermeables a toda influencia foránea, por lo que es muy raro encontrar artefactos importados antes de esta época. La apertura, sin embargo, se da en un marco de acceso diferencial en el que sólo la parte más alta de la élite tiene acceso a los nuevos objetos importados.Es por esta razón que ellos sólo se encuentran en las tumbas más complejas. Una presencia Wari tan diversificada y compleja en la costa norte sólo se ha reportado en San José de Moro (Castillo y Donnan 1994 y 1994b). Hasta la fecha las evidencias disponibles permiten afirmar que ésta se da dentro de una matriz Mochica. Es decir, que son ellos quienes importan e incluyen en sus tumbas la cerámica foránea. No hay ninguna evidencia que permita afirmar que la aceptación de la cerámica importada se hizo bajo cualquier forma de coacción. Ahora bien, la presencia de artefactos Wari juzgada sin tener conocimiento de los contextos originales y sin saber que son muy escasos, ha llevado a pensar que la costa norte estuvo bajo el dominio imperial de esta sociedad (Menzel 1977, Schreiber 1992). Artefactos de estilo Mochica Tardío han sido reportados en sitios desde Piura (Larco 1966a) hasta Lima (Stumer 1958), sin que por ello nadie haya planteado que la sociedad Mochica haya conquistado el territorio comprendido entre estos dos extremos.

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