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Religiosidad popular A las 4:11 PM, por Guillermo Juan Morado Categorías : General Cuando hablamos de “religiosidad popular” unimos dos palabras. La “religiosidad” equivale a la práctica y esmero en cumplir las obligaciones religiosas. Y la religión, como virtud, mueve a dar a Dios el culto debido. “Popular” es lo relativo al pueblo; lo que es peculiar de él o procede de él; es decir, lo que viene de la gente común. Las personas más formadas en la fe pueden experimentar una cierta repulsa hacia esta forma de religión. Parecería, en principio, una realidad a superar, un modo insuficiente de vivir la entrega a Dios; la escucha y la obediencia, que son características de la fe. Las grandes disyuntivas no siempre son aconsejables. Muchas veces no se trata de “o esto o lo otro”, sino de “esto y lo otro”. En la historia de la espiritualidad cristiana se constata que grandes movimientos de renovación han ido unidos a la promoción de la piedad del pueblo. Los benedictinos, por ejemplo, fomentaron la devoción a los santos, a los nombres de Jesús y de María, o las misas por los difuntos. Los franciscanos divulgaron la devoción a la pasión de Jesús, al “Via Crucis” o al Belén. El Cardenal Pironio vinculaba religiosidad popular e inculturación. La religiosidad popular es “la manera en que el cristianismo se encarna en las diversas culturas y estados étnicos, y es vivido y se manifiesta en el pueblo”. La gran tentación de la religiosidad popular es la superstición. Pero la superstición es una deriva indeseada de lo religioso. Una deriva menos anti-religiosa que el ateísmo o el indiferentismo. Aunque, naturalmente, una deriva que debe ser corregida. Pero no necesariamente la religiosidad popular ha de caer en la superstición. El pueblo necesita expresar su fe, de forma intuitiva y simbólica, imaginativa y mística, festiva y comunitaria. Sin olvidar la necesidad de la penitencia y de la conversión. Dios está lejos y a la vez está cerca. Algo de esto se percibe en la religiosidad popular. La Iglesia debe velar para purificar, fortalecer y elevar todas estas manifestaciones de fe (cf “Lumen gentium”, 13), atendiendo a la capacidad que este tipo de vivencia posee para mantener abierto el puente, o el paso, a la trascendencia.

Religiosidad Popular

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Religiosidad popularA las 4:11 PM, porGuillermo Juan MoradoCategoras :GeneralCuando hablamos de religiosidad popular unimos dos palabras. La religiosidad equivale a la prctica y esmero en cumplir las obligaciones religiosas. Y la religin, como virtud, mueve a dar a Dios el culto debido. Popular es lo relativo al pueblo; lo que es peculiar de l o procede de l; es decir, lo que viene de la gente comn.Las personas ms formadas en la fe pueden experimentar una cierta repulsa hacia esta forma de religin. Parecera, en principio, una realidad a superar, un modo insuficiente de vivir la entrega a Dios; la escucha y la obediencia, que son caractersticas de la fe.Las grandes disyuntivas no siempre son aconsejables. Muchas veces no se trata de o esto o lo otro, sino de esto y lo otro. En la historia de la espiritualidad cristiana se constata que grandes movimientos de renovacin han ido unidos a la promocin de la piedad del pueblo. Los benedictinos, por ejemplo, fomentaron la devocin a los santos, a los nombres de Jess y de Mara, o las misas por los difuntos. Los franciscanos divulgaron la devocin a la pasin de Jess, al Via Crucis o al Beln.El Cardenal Pironio vinculaba religiosidad popular e inculturacin. La religiosidad popular es la manera en que el cristianismo se encarna en las diversas culturas y estados tnicos, y es vivido y se manifiesta en el pueblo.La gran tentacin de la religiosidad popular es la supersticin. Pero la supersticin es una deriva indeseada de lo religioso. Una deriva menos anti-religiosa que el atesmo o el indiferentismo. Aunque, naturalmente, una deriva que debe ser corregida. Pero no necesariamente la religiosidad popular ha de caer en la supersticin.El pueblo necesita expresar su fe, de forma intuitiva y simblica, imaginativa y mstica, festiva y comunitaria. Sin olvidar la necesidad de la penitencia y de la conversin.Dios est lejos y a la vez est cerca. Algo de esto se percibe en la religiosidad popular. La Iglesia debe velar para purificar, fortalecer y elevar todas estas manifestaciones de fe (cf Lumen gentium, 13), atendiendo a la capacidad que este tipo de vivencia posee para mantener abierto el puente, o el paso, a la trascendencia.No es bueno que decaiga la vida devocional. Mxime si las devociones no son sustituidas por nada. El itinerario habitual no es dejar los primeros viernes por la recitacin diaria de la Liturgia de las Horas. No, el paso habitual ha sido abandonar los primeros viernes por la nada.Pablo VI deca que la religiosidad popular puede producir mucho bien. Y la Congregacin para el culto divino y la disciplina de los sacramentos public, en su da, un Directorio sobre la piedad popular y la liturgia (2002) cuya consulta nos sigue pareciendo de gran inters.Guillermo Juan Morado.Religiosidad PopularSegn el Catecismo de la Iglesia Catlica#1674 Adems de la liturgia sacramental y de los sacramentales, la catequesis debe tener en cuenta las formas de piedad de los fieles y de religiosidad popular. El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiempo, su expresin en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia: tales como laveneracin de las reliquias, las visitas a santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el va crucis, las danzas religiosas, el rosario, las medallas, etc.(cf. Cc. de Nicea II)#1675 Estas expresiones prolongan la vida litrgica de la Iglesia, pero no la sustituyen: "Pero conviene que estos ejercicios se organicen teniendo en cuenta los tiempos litrgicos para que estn de acuerdo con la sagrada liturgia, deriven en cierto modo de ella y conduzcan al pueblo a ella, ya que la liturgia, por su naturaleza, est muy por encima de ellos" (SC 13).#1676 Se necesita un discernimiento pastoral para sostener y apoyar la religiosidad popular y, llegado el caso, para purificar y rectificar el sentido religioso que subyace en estas devociones y para hacerlas progresar en el conocimiento del Misterio de Cristo. Su ejercicio est sometido al cuidado y al juicio de los obispos 426 y a las normas generales de la Iglesia.(cf. CT 54).La religiosidad del pueblo, en su ncleo, es un acervo de valores que responde con sabidura cristiana a los grandes interrogantes de la existencia. La sapiencia popular catlica tiene una capacidad de sntesis vital; as conlleva creadoramente lo divino y lo humano; Cristo y Mara, espritu y cuerpo; comunin e institucin; persona y comunidad; fe y patria; inteligencia y afecto. Esa sabidura es un humanismo cristiano que afirma radicalmente la dignidad de toda persona como hijo de Dios, establece una fraternidad fundamental, ensea a encontrar la naturaleza y a comprender el trabajo y proporciona las razones para la alegra y el humor, aun en medio de una vida muy dura. Esa sabidura es tambin para el pueblo un principio de discernimiento, un instinto evanglico por el que capta espontneamente cundo se sirve en la Iglesia al Evangelio y cundo se lo vaca y asfixia con otros intereses. (Documento de Puebla, 1979, n 448, cf. En 48)A treinta y tantos aos de haberse iniciado esta reflexin punzantemente insinuada en Medelln ("o se asume vitalmente la religiosidad popular o la Iglesia universal corre el riesgo de convertirse en secta":Medelln, Pastoral popular, 3), y a veinticinco de Puebla, donde alcanz su madurez, lareligiosidad popularsigue siendo, para muchos agentes pastorales, un mbito inexplorado. Para otros, que han incursionado en su reflexin, representa un tema que genera tantas dudas como certezas. Y para muy pocos, signific un motivo de estudio en orden a producir un avance significativo que permita releer ese itinerario teolgico a la luz de las novedades del nuevo milenio.Para todos, entonces, resultar valioso volver sobre algunos de los pasos dados: hurgando en la historia, es posible encontrar pistas teolgico-pastorales para el presente y para el futuro. Ese es el objeto de las siguientes lneas.ValoracionesEl fenmeno socio-religioso es tan patente que inhibe toda indiferencia: millones de personas que viven y expresan su vnculo con lo trascendente casi comopor fueradel esquema dogmtico-litrgico-preceptual. Se trata de las multitudes que acuden a los santuarios, de las miles de mujeres y de varones que agitan sus ramos al inicio de cada Semana Santa aunque prescinden del templo a lo largo del ao, de quienes procesionan anualmente tras la imagen de su devocin y de tantsimos otros que, desde mayor o menor distancia de las estructuras eclesiales, se asumen a s mismos como partcipes de la fe catlica. Se trata de untodo humanoque, sin ser plenamente homogneo, ofrece profundos elementos identificatorios y manifiesta significativos rasgos comunes. Hablamos, claro est, del universo al que, de modo genrico, se conoce con el nombre dereligiosidad popular. Frente a ella, se entreteje un abanico de valoraciones teolgicas que se disparan desde una pregunta comn: "toda esa gente tendr verdadera fe?". Las respuestas emergen mltiples y variadas pero pueden sintetizarse en tres grupos fundamentales a considerar, segn elcriterio valorativoque se utilice:a) Rechazo desde la ilustracin:Desde su necesidad de validar slo aquello que se produce y manifiesta en el marco de la racionalidad conceptual, la ilustracin cristiana esgrime su rechazo desde dos ngulos opuestos:Supersticin / sincretismo: se niega la existencia de verdadera fe porque sta no se expresa con la lgica conceptual-ilustrada y porque no se encuadra dentro de los cnones litrgicos y preceptuales establecidos. Esta crtica esta muy cerca del pensamiento liberal.Opio (religin alienante): no se niega necesariamente que exista la fe, pero se la interpreta como alienante, como una "distraccin" de su cometido liberador. Por tanto, entre algunos cristianos que asumieron un decidido compromiso en el orden de lo social, se considera a la religiosidad popular como funcional al sistema opresor.b) Aceptacin (tolerancia): se la asume como "la fe de los brutos", y en ese sentido hay un cierto respeto, porque se reconoce que ayuda a sostener elstatus catlico del pueblo. No obstante, se trata de un pueblo al que hay que educar, formar y catequizar. Es este criterio el que propone la divisin entre "cristianos comprometidos" (ms con la sacrista que con el mundo), y el resto de los bautizados que en esta lgica son como "fronterizos" pues no terminan de incorporarse a la Iglesia. Esta es la crtica que se suele hacer desde el cristianismo ms ligado al pensamiento conservador y/o integrista.c) Valoracin:se considera a la religiosidad popular como un modo autntico de vivir y de expresar la fe cristiana. Esta crtica se produce en un mbito de reflexin que cuenta con tres importantsimos elementos surgidos a finales de los 60 como "novedades" en el pensar teolgico.Un elemento de tipo gnoseolgico por el que se abandona a la razn intelectual como nico modo de abordaje de la realidad y se propone leerla desde la razn simblica intentando interpretar qu hay detrs de cada gesto, de cada actitud, de cada palabra y de cada silencio; a la vez que destacasin menospreciar la importancia y el aporte de las ciencias sociales el conocimiento de la realidad que se adquiere por la cercana al pueblo, por el compartir, por elestar, por el amor (conocimiento por connaturalidad).Un elemento de tipo sociopoltico que consisti en un reposicionamiento de los pueblos como los verdaderos protagonistas de la historia. Sale a la luz, en ese marco, la afirmacin de queno son algunos "iluminados" los que marcan el pulso de la historia, sino los pueblos y sus culturas.Y por ltimo, un elemento propiamente teolgico que surge de la eclesiologa del Pueblo de Dios del Concilio Vaticano II.Es este el marco en el que se desarrolla no slo la justificacin terica del valor de la Religiosidad Popular, sino, naturalmente, una teologa y una pastoral propias.Aproximacin conceptualComo emergente de esa valoracin, la frmula de Puebla es un clsico al que siempre conviene volver:"Por religin del pueblo, religiosidad popular o piedad popular, entendemos el conjunto de hondas creencias selladas por Dios, de las actitudes bsicas que de esas convicciones derivan y las expresiones que las manifiestan. Se trata de la forma o existencia cultural que la religin adopta en un pueblo determinado..." (Puebla, 444).Hasta aqu, esta aproximacin conceptual se refiere a la religiosidad popular tomada en s misma; se prescinde de la forma concreta que asuma, y de all que podra hablarse de religiosidad popular musulmana, juda, hind... Pero, inmediatamente, se seala: "La religin del pueblo latinoamericano, en su forma cultural ms caracterstica, es expresin de fe catlica. Es un catolicismo popular" (Puebla, 444). Y con esta afirmacin, que es mucho ms que una simple constatacin estadstica, se formula implcitamente un agudo cuestionamiento: es posible pensar en un catolicismo que no sea popular? Un catolicismo de elites, es verdadero catolicismo? Sobre esto habr que volver, en especial, cuando el ro suena reivindicando formas celebrativas que ignoran o desprecian elserpopular.Ahora bien, resulta interesante destacar por lo menos tres elementos contenidos en aquel prrafo del Puebla:a)"...conjunto de hondas creencias selladas por Dios...".Segn esta apreciacin, lareligiosidad popularse sostiene en una verdaderafesellada por Dios mismo en el corazn de los hombres y, podramos decir, en "el corazn de los pueblos".b)"...actitudes bsicas que de esas convicciones derivan...". No se trata slo de un conjunto de creencias (de fe) que pone a los hombres en un movimiento ascendente hacia Dios, sino que este conjunto de creencias se convierte en promotor de determinados valores en el movimiento horizontal de los hombres entre s. Lareligiosidad popular, entonces, incluye al mbito de lotico.c)"...las expresiones que las manifiestan". Aparece aqu el aspectoritual. Estas manifestaciones de la fe son las que constituyen el conjunto de lo que habitualmente llamamos "piedad popular": peregrinaciones, procesiones, promesas, tomar graciaEsta aproximacin conceptual es de una amplitud que no conviene descuidar si no se quiere caer en reduccionismos.La religiosidad popularimplica mucho ms que una cierta actitud o disposicin frente a lo sagrado o lo trascendente. Aparece como una postura ante la vida, como una realidad totalizante que abarca todos los aspectos de la persona humana: su interioridad, sus valores, sus actitudes, ytambinsus manifestaciones religiosas. En este sentido, aunque a veces se prefiera hablar depiedad popularantes que dereligiosidad popular catlica(verEvangelii Nuntiandi, 48) conviene destacar que el lmite del trminopiedadaparece cuando se lo vincula exclusivamente al aspecto ritual.Caractersticas fundamentalesNo importa, ahora, ensayar una descripcin fenomenolgica de la religiosidad popular recorriendo sus estilos, costumbres, devociones Conviene, en cambio, hacer un intento porbucear en su interioren busca de sus cualidades fundamentales. Es en atencin a ellas que se podr, posteriormente, trazar un imaginario pastoral.a) Verdadera FeEsta es la primera de las caractersticas, y la fundante de todas las dems. Dos razones de enorme peso validan esta afirmacin: por un lado, creer en el bautismo implica creer en el don de la fe que el Espritu Santo sostiene y alimenta en todo bautizado. Pero adems, contamos con el conocimiento que nos otorga el compartir, el estar-con-el-pueblo; tenemos sus palabras, sus testimonios, sus emocionesSospechar de fetichista a la fe simple del pueblo porque no se expresa en la lgica conceptual, es leer la realidad desde la razn ilustrada, es desconocer, como deca Pascal, que "el corazn tiene razones que la razn desconoce".No se niega, sin embargo, la existencia de "impurezas" ni se descarta la posibilidad de sincretismos en los que puedan aparecer rasgos de magia o de fatalismos. No obstante, la experiencia nos muestra al menos dos cosas: que estas mezclas o con-fusiones son de tipo marginal, que de ningn modo son representativas de la religiosidad popular en su conjunto; y que estas "impurezas" no son exclusividad de lareligiosidad popular, por el contrario, son propias del ser humano y perfectamente verificables, incluso, entre los cristianos ms cercanos a las sacristas.b) Sntesis Fe-Vida"La sapiencia popular catlica tiene una capacidad de sntesis vital; as conlleva creadoramente lo divino y lo humano, Cristo y Mara, espritu y cuerpo; comunin e institucin; persona y comunidad; fe y patria, inteligencia y afecto" (Puebla, 448).En lareligiosidad popularno se concibe la fe como algo ajeno a la vida; pero este "no concebir", no es el fruto de una reflexin, no se trata de una conciencia refleja, sino de una conciencia directa, experiencial. Separar ambas esferas (cosa que no ocurre con la religiosidad popular) es propio de la razn iluminada. En todas las devociones populares, tanto en su origen como en su acontecer histrico, la realidad divina se con-funde con las necesidades humanas. Siempre hay una relacin que se establece a partir de necesidades humanas insatisfechas o de agradecimientos porque esas necesidades fueron satisfechas (el trabajo, la salud, la familia, el amor, la cosecha...). No se trata, sin embargo, de una relacin mercantilista de la fe (le doy a Dios para que Dios me d), sino de una presencia muy particular de Dios en el existir ordinario y cotidiano de las personas y de los pueblos. Presencia que, lejos de degradar la trascendencia divina (pues no es pantesmo), la posiciona en la lgica de la encarnacin; Dios hecho hombre, goza y padece las cosas de los hombres junto a los hombres. Esta ltima consideracin surge de una lectura que intenta interpretar el lenguaje simblico de lareligiosidad popular.c) Clamor de liberacinSe trata de una caracterstica ntimamente vinculada a la anterior, podramos decir que es su consecuencia. Este "clamor de liberacin" (verPuebla, 452) que surge del puebloque es creyente y que padece en carne propia los dolores de la opresin, tiene su raz en la experiencia vital de que las necesidades humanas encuentran su respuesta definitiva en el mbito de lo divino. Por eso es que no se reduce a una bsqueda de orden temporal; pero tampoco se reduce a una expectativa exclusivamente espiritual, disociada de las necesidades humanas. En este sentido, lareligiosidad popularno representa ni un modelo religioso alienante, como afirman algunos, ni un modelo espiritualista, como quieren aquellos que privilegian el aspecto "piadoso" y "consolador" de la pastoral popular. Es cierto que este "clamor de liberacin" no suele manifestarse a modo de "proyecto", y en general, ni siquiera como una denuncia explcita contra aquello que genera las situaciones de opresin. Se expresa, en cambio, con el mismo lenguaje simblico que le es propio; de all que sea preciso interpretar estos smbolos con la mayor objetividad posible para no caer en uno de los peores "pecados" pastorales:la infidelidad al pueblo.Tal vez en otra ocasin podamos analizar de qu modos concretos se manifiesta este clamor, el cual, desde cada mbito de la trada devocional (los santos, Mara y Jess) parece alcanzar los diversos constitutivos de la realidad personal-social: lo econmico, lo poltico y lo religioso.Por ltimo, conviene destacar que este clamor de liberacin se expresa tambin como un "clamor de acompaamiento a ese clamor". El dato nada menor de que la mayora de las mujeres y varones que viven y expresan su fe en el marco de lareligiosidad popularno participen sistemticamente de una instancia organizativa-institucional desde la cual gestar o proponer acciones de modo explcito, exige una actitud muy perceptiva de parte de los agentes pastorales que les permita imaginar un verdadero acompaamiento al Pueblo de Dios en sus bsquedas y reclamos.El desafo pastoralJunto a la necesidad de profundizar en las consideraciones realizadas queda, sobre todo, avanzar en el desarrollo de una teologa pastoral que ilumine acciones concretas no orientadas solamentehaciael pueblo, sino tambin, y principalmente,desdeel pueblo mismo(ver Documento VI de laDeclaracin de San Miguelde 1969). No es poco lo que se ha hecho y lo que se est haciendo. La pastoral de los santuarios, por ejemplo, an en el marco de la heterogeneidad tan propio de nuestra Iglesia y de las limitaciones tericas tan propias de nuestro tiempo, ha producido un gran avance en los ltimos aos. No obstante, se hace imprescindible volver sistemticamente sobre estas cuestiones; no por mero entretenimiento intelectual, sino como respuesta eficaz al reclamo silencioso de millones de personas. Caso contrario, segn afirmaba Medelln, la catolicidad de la Iglesia podr devenir en secta.