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Reseña Histórica Del Teatro en México - Tomo I

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Durante muchos años, la "Reseña Histórica del Teatro en México" de don Enrique de Olavarría y Ferrari; con Sus cuatro gruesos tomos, constituyó el lujo de las contadas bibliotecas particulares que la poseían. Era la única fuente -próvida, caudalosa- de información puntual, testimonial y amplísima, acerca de un fenómeno tan generalmente menospreciado por los historiadores; tan efímero y fugaz en sus intermitentes, espasmódicas manifestaciones, como el teatro. A su redacción había consagrado la parte más devota de su dinámica vida un hombre que, nacido en Madrid -el 13 de julio de 1844, llegó a México- bachiller en Artes desde los 17 años -a los 21 de su edad, en 1865; esto es: en pleno Imperio de Maximiliano- o en plena agonía de su brevedad: en diciembre. Para el joven Enrique de Olavarría y Ferrari: "recién salido de la Universidad, en la cual se inscribió en la Facultad de Derecho para el curso de 1863 a 64 habiendo ganado por oposición un empleo en el Banco de España el 11 de marzo de 1865; acostumbrado a trabajos intelectuales y con un rico caudal de inspiración y sabiduría -cuenta su amigo el poeta Juan de Dios Peza-, su único destino en un país hermano del suyo por la tradición, por la fe y por la lengua, era consagrarse a su vocación primera: a las letras". Don Anselmo de la Portilla -"aquel inolvidable caballero todo corazón y bondad, verdadero periodista que estrechó con sapientísimos artículos los vínculos de afecto entre España y México"- introdujo al joven Olavarría en los círculos literarios con publicar en "La Iberia" muchas poesías suyas. Al caer el Imperio y adueñarse de la Plaza de México el General Porfirio Díaz; el día mismo de su entrada en ella, "El Boletín Republicano", primer periódico liberal, se adornaba con los fogosos artículos del joven redactor, ganado al entusiasmo y al interés en la política de su nueva, adoptiva patria. Del "Boletín Republicano" -donde había conquistado el afecto más general por el artículo, reproducido en toda la prensa, en que pedía a los vencedores clemencia para los vencidos: y que fue el primer periódico en proclamar la candidatura presidencial del General Díaz-, Olavarría pasó a redactar "La Idea Progresista" con unas "revistas semanarias" "llenas de gracia, de novedad y de talento". Interesado desde un principio en el teatro, desempeñó en ocho días el encargo de dar al Principal un arreglo dramático de "El Jorobado" que alcanzó más de cien representaciones. Tan inusitado triunfo, le decidió a escribir un nuevo drama -Los Misioneros de Amor- cuya lectura a un grupo de literatos fue el principio de las "Veladas Literarias" de que da pormenores en el capítulo III (años de 1867-68) del presente libro, y que asumieron grande importancia. No daba -como lo habrían descrito sus contemporáneos- tregua a la pluma. "El Siglo XIX", "El Constitucional", "La lberia", "El Globo", "El Correo de México", se ufanaban de su colaboración; dirigió "La Revista Universal" y "El Federalista", y fundó "La Niñez Ilustrada" -mientras la novela le convocaba a emitir "El Tálamo y la Horca", "Venganza y Remordimiento" y "Lágrimas y Sonrisas"- elogiadas por el Maestro Altamirano. Su matrimonio en 1872 con una dama mexicana, doña Matilde Landázuri -hija del prologuista de sus poesías, D. Pedro-, acabó por arraigarlo en la vida mexicana. El Gobierno aprovechó sus merecimientos y su sabiduría encargándole de cátedras tan surtidas como la Literatura en el Conservatorio de Música y Declamación, Geografía e Historia Universal y Particular de México en la Escuela de Artes y Oficios para señoritas, y Aritmética y Algebra en la Escuela Normal Municipal. En febrero de 1874 partió a Europa, y después de una breve residencia en Alemania, se erigió, en Madrid, en el expositor y el propagandista más decidido de un México allá desconocido. Publicó "El Arte Literario en México", "libro de unas doscientas y tantas páginas", del cual don José María Vigil dice qu

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  • E X L I B R I S

    mm

    HEMETHERII VALVERDE TELLEZ

    Episcopi Leonensis

    y M

  • CASA EDITORIAL, IMPRENTA Y LITOGRAFIA "LA EUROPEA1

    RESEA HISTRICA

    POR

    E n r i q u e d e Q l a V a r r a y F e r r a r i

    TOMO I

    M E X I C O

    IMPRENTA, ENCAnKIXACION" Y PAPELEEN " L A E U R O P E A "

    Propietario, Temando Oamaoho. I Director, Juan Agailar Vera.

    Calle de San ta Isabel Nm. 9

    1895

    a M IMfM Vii; Z f i W t

  • E S T A O B R A E S P R O P I E D A D D E I , A U T O R .

    FONDO E M E T E R t O VALVERDE Y TELLEZ

    . . . . P r e f i e r o yo c u a l q u i e r e s c e s o de b e n e v o l e n - c i a con los vivos, al olvido de los m u e r t o s ; p u e s va le m s e n a l t e c e r con apo t eos i s los no juz- g a d o s p o r la pos t e r idad , que a g u a r d a r t r e sc i en to s < a o s p a r a c o n s a g r a r con m e z q u i n a s i n c o r r e c t a s e s t a t u a s l a g r a t i t u d . E M I L I O C A S T E L A R .

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    HOMENAJE DE RESPETO

    A L SEOR G E N E R A L

    . PORFIRIO DIAZ Y LA SEORA

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    DA CARMEN ROMERO RUBIO DE DIAZ

  • ' V C

    PRIMERA PARTE De 1338 a 1821

    P R E S E N T E D E C A R I O

    A L S E . D. M A N U E L E O M E E O E U B I O

    CAPITULO PRIMERO

    1538. 1560.

    Curioso sera el libro en que se procurase hacer la historia de los espectculos pblicos en Mxico.

    Para ello habra de remontarse su autor los das mismos de la Conquista y escudriar la obra maravillosa de la propagacin de la Fe, realizada por los venerables religiosos que estas regiones envi la pa Providencia. Esos no bien admirados varones, cuya sabidura hace creer que sobre sus cabezas se repiti el prodigio realizado con los apstoles al cumplirse los das de Pentecosts, nada desperdicia-ron de cuanto pudiese herir de un modo tangible la imaginacin de las multitudes idlatras, y por consiguiente fueron aqu los primeros en usar de las representaciones teatrales. As procedi el clero cris-tiano al hacer representar, en el interior de sus catedrales, pasos de la Sagrada Escritura y del Evangelio, para contrarrestar la popularidad y los escndalos de los histriones italianos en los siglos X I y si-guientes, poca en que tambin pasaron Espaa, puesto que Alon-so X, el Sabio, hubo de prohibir esas representaciones los clrigos, como ya lo haba hecho, conminndolos con severas penas, el Papa Inocencio I I I .

  • Naturalmente, los pasos representables no fueron ni podan ser otra cosa que rudimentarias farsas: en el siglo X V y en Espaa, este gnero literario no pas de las Eglogas en accin de Juan de la Enci-na, y de la tragicomedia de Rodrigo de Cota y Fernando de Rojas; en el siguiente, que fu el de la Conquista, al verificarse sta slo ha-banse sealado como autores Gil Vicente y Torres Naharro, prime-ro de nuestros preceptistas,*}' aun no apareca Lope de Rueda, quien cabe la gloria de haber sentado los cimientos del Teatro Espaol.

    Eos citados venerables religiosos, propagadores de la fe cristiana en Mxico, no pueden pretender puesto entre los dramticos castellanos; pero hicieron ms, mucho ms de lo que deba esperarse de humanas fuerzas, y ennobleciendo, pudiramos decir, las farsas pasos, sac-ronlos al aire libre y dndoles por escenario el suelo feraz y el es-plndido cielo americanos, hicironlos servir para de un modo prctico explicar las multitudes la doctrina y misterios de nuestra Religin.

    Diez y siete aos despus de la Conquista, hirironse en Tlaxca-la "solemnes fiestas el 20 de Junio de 1538, da de Corpus Christi, " y en ellas se sac por primera vez en pblico el escudo de armas

    '' "que el Emperador Carlos V concedi los Tlaxcaltecas cuando su "pueblo hizo ciudad." Si en ese da no hubo representacin, aca-so por falta de tiempodice D. Joaqun Garca Icazbalceta,bien reparada qued luego la omisin, porque el lunes siguiente (24 de Junio), da de San Juan Bautista, hubo cuatro, segn lo refiere el Pa-dre Motolina. Esos cuatro autos estuvieron escritos en prosa, y los indios que los representaron aprendironlos de memoria en slo los dos das sbado y domingo. El asunto del primero " fu la Anun-''dacin de la Natividad de San Juan Bautista, hecha su padre Zaca-r a s , que se tard en ella una hora, acabando con un gentil motete "en canto de rgano. Y luego adelante, en otro tablado, representa-r o n la Anunciacin de Nuestra Seora, que fu mucho de ver, y se ' 'tard tanto como en el primero. Despus, en el patio de la Iglesia de "San Juan, do fu la procesin, luego en allegando, antes de misa, "en otro cadalso, que 110 eran poco de ver los cadalsos cuan gracio-s a m e n t e estaban ataviados y enrosados, representaron la Visitacin "de Nuestra Seora Santa Isabel. Despus de misa, se represent " la Natividad de San Juan, y en lugar de la circuncisin, fu bautis-"mo de un nio de ocho das de nacido, que se llam Juan; y antes ' 'que dieran al mudo Zacaras las escribanas que peda por seas, " fue bien de rer lo que le daban, haciendo que no le entendan. Aca-"bse este auto con Benedictus Dominus Deus Israel, y los parientes " y vecinos de Zacaras, que se regocijaron con el nacimiento del hi-"jo, llevaron presentes y comidas de muchas maneras, y puesta la me-"sa asentronse comer, que ya era hora ."

    Tales fueron las primeras representaciones de autos hechas en M-

    xico, de que se tiene noticia, segn lo refiere el Sr. Icazbalceta en la Introduccin que puso su Edicin de los Coloquios de Gonzlez Eslava.

    ' 'No fu menos solemne la fiesta que celebraron el da de la Encar-nacin, contiria diciendo el Sr. Icazbalceta: cerca de la puerta del Hospital de los Cofrades de la Encarnacin, aparejaron la escena para representar un auto que fu la Cada de nuestros primeros padres.'' Estaba tan adornada la morada de Adn y Eva (aqu copia Mo-tolina), que bien pareca paraso de la tierra, con diversos rboles con frutas y flores, de ellas naturales, y de ellas contrahechas de pluma y oro: en los rboles mucha diversidad de aves, desde buho y otras aves de rapia, hasta pajaritos pequeos, y sobre todo tenan muy muchos papagayos, y era tanto el parlar y el gritar que tenan, que veces estorbaban la representacin: yo cont en un solo rbol catorce papa-gayos, entre pequeos y grandes. Haba tambin aves contrahechas de oro y pluma, que era cosa muy de mirar. Los conejos y liebres eran tantos, que todo estaba lleno de ellos, y otros muchos animalejos, que yo nunca hasta all los haba visto. Estaban dos ocelotles atados, que eran bravsimos, que ni son bien gato ni bien onza; y una vez descuidse Eva y fu dar en el uno de ellos, y l, de buen criado, desvise: esto era antes del pecado, que si fuera despus, tan en ho-ra buena no se hubiese llegado. Haba otros animales bien contrahe-chos, metidos dentro unos muchachos; stos andaban domsticos y jugaban y burlaban con ellosTAdn y Eva. Haba cuatro ros- fuen-tes que salan del paraso, con sus rtulos que decan Phison, Gheon, Tigris, Euphrates; y el rbol de la vida en medio del paraso, y cerca de l el rbol de la ciencia del bien y del mal, con muchas y muy her-mosas frutas contrahechas de oro y pluma.

    ' 'Estaban en el redondo del paraso tres peoles grandes y una sierra grande; todo esto lle^ro de cuanto se puede hallar en una sierra muy fuerte y fresca montaa, y todas las particularidades que en Abril y Mayo se pueden hallar, porque en contrahacer una cosa al natural, estos indios tienen gracia singular. Pues aves no faltaban, chicas ni grandes, en especial de los papagayos grandes, que son tan grandes como gallos de Espaa; de stos haba muchos, y dos gallos y una gallina de los monteses, que cierto son las ms hermosas aves, que yo he visto en parte ninguna: tendra un gallo de aquellos tanta car-ne como dos pavos de Castilla.

    ' 'Haba en estos peoles animales naturales y contrahechos. En uno de los contrahechos estaba un muchacho vestido como len, y esta-ba desgarrando y comiendo un venado que tena muerto; el venado era verdadero, y estaba en un risco que se haca entre una peas, y fu cosa muy notada.

    "Llegada la procesin, comenzse luego el auto: tardse en l gran

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    . . . . .

    o . rato porque antes que Eva comiese ni Adn consintiese, fu y vino Eva, de la serpiente su marido, y de su marido la serpiente, tres cuatro veces, siempre Adn resistiendo, y como indignado, lanzaba de s Eva: ella rogndole y molestndole, deca que bien pareca el poco amor que le tena, y que ms le amaba ella l que no l ella; y echndole en su regazo, tanto le importun que fu con ella al r-bol vedado, y Eva en presencia de Adn comi y dile l tambin que comiese. Y en comiendo, luego conocieron el mal que haban he-cho, y aunque ellos se escondan cuanto podan no pudieron hacer tan-to que Dios no los viese, pues vino con gran majestad, acompaado de muchos ngeles; y despus que hubo llamado Adn, l se excus con su mujer y ella ech la culpa la serpiente, maldicindolos Dios y dando cada cual su penitencia, trajeron los ngeles dos vestiduras bien contrahechas, como de pieles de animales, y vistieron Adn y E v ^ j / t o que ms fu de notar fu el verlos salir desterrados y llo-rando: llevaban Adn tres ngeles y Eva otros tres, iban can-tando, en canto de rgano, Circumdederunt me. Esto fu tan bien representado, que nadie lo vi que no llorase muy recio: qued un querubn guardando la puerta del paraso, con espada en la mano.

    "Luego all estaba el mundo, otra tierra cierto bien diferente de la que dejaban, porque estaba llena de cardos y de espinas, y muchas cu-lebras; y tambin haba conejos y liebres. Llegados all los recin mo-radores del mundo, los ngeles mostraron Adn cmo haba de labrar y cultivar la tierra, y Eva dironle husos para hilar y hacer ropa para su marido hijos: y consolando los que quedaban muy desconsola-dos, se fueron cantando, en canto de rgano, un villancico que deca:

    "Para qu comi la primer casada, para qu comi la fruta vedada. La primer casada ella y su marido, Dios han trado en pobre posada, por haber comido la fruta vedada."

    "Este auto fu representado por los indios en su propia lengua, y as muchos de ellos tuvieron lgrimas y mucho sentimiento, en es-pecial cuando Adn fu desterrado y puesto en el mundo."

    Es digno de notar, aade el Sr. Icazbalceta, que se cantaran esos versos castellanos por remate de un auto en lengua mexicana, y ms cuando sta se prestaba bien la forma potica. De todas maneras,

    ese villancico de 1538 es la ms antigua muestra que conozco de la poesa colonial.

    Los mismos indios de Tlaxcala representaron en 1539, en el da del Corpus., ven celebridad de las paces de 1538 entre Espaa y Francia, la Conquista de Jerusaln. Con igual ocasin los espaoles de la Capi-tal haban representado la Conquista de Rodas, habiendo referencia ello en las Actas del Ayuntamiento, que dicen que en 27 de Marzo de 1539 se mandaron librar Alonso de Avila ciento cuatro pesos y medio de oro'que demostr haber gastado en nueve varas de damasco y nueve de tafetn y pao, y una gorra de terciopelo y naguas y ca-misas y otras cosas que se le mandaron comprar para el palio y las fiestas, y en la madera y clavazn que se emplearon en los tablados.

    "La primera parte de la fiesta de los indios de Tlaxcala, que se ce-lebr el 5 de Junio, consisti en un simulacro de la Conquista de Je-rusaln. Al efecto, aprovecharon unos edificios comenzados levan-tar en una llanura inmediata Tlaxcala, destinados para nueva casa de Cabildo. Hincheron de tierra la parte ya labrada, que tena de al-tura un estado, y sobre ese terrapln levantaron cinco torres, la ms alta en el centro y las otras en los ngulos. Enlazaba las torres una cerca almenada, y toda la fbrica estaba muy adornada de flores. Aquella especie de castillo representaba la ciudad de Jerusaln. En-frente, la parte oriental, se hallaba aposentado el Emperador Carlos V ; la derecha de Jerusaln quedaba el ejrcito espaol; al otro la-do el de las tropas de Nueva Espaa. En medio de la plaza estaba San-ta Fe, memoria de la conquista de Granada, y all haba de situarse el Emperador con su ejrcito. Todos estos lugares estaban cercados imitacin de fortalezas.

    "Llegada la hora de comenzar el espectculo y sentados en el tabla-do del Santsimo Sacramento los que componan la procesin, comen-z entrar en la plaza el ejrcito de Espaa con sus trompetas, ataba-les, tambores y pfanos, y sus banderas de las diferentes provincias, marchando de cinco en cinco: en la retaguardia iban los alemanes italianos: un seor, indio principal, representando D. Antonio Pi-mentel, Conde de Bnavente,""era el general de este ejrcito. Entr en seguida el de Nueva Espaa, repartido en diez capitanas, y los que las formaban iban vestidos con ricos trajes, la vanguardia Tlaxcala y Mxico, y despus los huastecos, zempoaltecos, mixteos, colhua-ques y los del Per, Santo Domingo y Cuba, tarascos y cuautemal-tecos, mandado todo por otro indio principal representando D. An-tonio de Mendoza, virrey la sazn de la Nueva Espaa.

    "Los ejrcitos infieles estaban mandados por otros indios que repre-sentaban Don Hernando Corts que haca oficio de Soldn y Pe-dro de Alvarado, capitn general. No se alcanza la razn, dice el Sr. Icazbalceta, cuyas son estas noticias, que los religiosos, autores or-

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  • denadores de la fiesta, tuvieron para agraviar los conquistadores ponindolos por jefes en el bando de los moros. "

    En el principio del simulacro, los moros, despus de pelear un ra-to, se retrajeron la ciudad, pero habiendo recibido un gran refuer-zo, hicieron una nueva salida y vencieron uno tras otro al ejrcito es-paol y al de Nueva Espaa. Eos capitanes Benavente y Mendoza lo participaron al Emperador, por medio de cartas que el cronista Motolina copia textualmente, as como las respuestas del Soberano. Este, con los reyes de Francia y de Hungra, todos con sus coronas en la cabeza, acudi en socorro de los suyos entrando en Santa Fe, y saliendo de ella acometer los moros, que una vez ms quedaron vencedores. En tal aprieto, el Emperador escribi al Papa, quien despus de consultarlo con los cardenales, contest que ya mandaba hacer plegarias en toda la cristiandad. Dos veces ms fueron los es-paoles rechazados, y entonces el Emperador y los dems reyes y je-fes, con el Papa y los cardenales, fueron arrodillarse ante el Sant-simo Sacramento, aparecindoseles un ngel que les recomend no desmayasen, pues en su auxilio vena el Apstol Santiago, que en efecto entr montando un caballo "blanco como la nieve, " y se pu-so su frente; pero esa vez tambin los moros quedaron vencedores,.

    Como la ayuda del Apstol Santiago no haba sido de provecho, fu preciso ocurrir de nuevo la oracin. De nuevo se present el ngel dicindoles que Dios haba permitido que fueran humillados pa-ra probar su constancia, pero que en su auxilio enviaba San Hi-plito, patrn de Nueva Espaa. Eleg ste montando un caballo morcillo y juntndose cot Santiago emprendieron un furioso ataque, arrojndose los combatientes " u n a s pelotas grandes hechas de es-padaas, y alcancas de barro secas al sol y llenas de almagre moja-do, que al que acertaban pareca que quedaba mal herido y lleno de sangre, y lo mismo hacan con unas tunas coloradas: las flechas te-nan unas bolsitas llenas de almagre, " para producir igual aparien-cia : espaldas de Jerusaln, entre dos torres, estaba hecha una casa de paja la cual se puso fuego "para imitar el incendio. " En el ma-yor hervor de la batalla, apareci en la torre del homenaje del cen-tro de la fortaleza el arcngel San Miguel, que entre el espanto de to-dos dijo los moros: " S i Dios mirase vuestras maldades y pecados ' | y no su gran misericordia, ya os habra puesto en el profundo del

    infierno, y la tierra se hubiera abierto y tragdoos vivos; pero por-' j ( l u e h a b i s t e n i d o reverencia los Lugares Santos, quiere usar con | 'vosotros su misericordia y esperaros penitencia, si de todo cora-z n El os converts; por lo tanto, conoced al Seor de la Majes-t a d , Criador de todas las cosas, y creed en su preciossimo Hijo Je-s u c r i s t o , y aplacadle con lgrimas y verdadera penitencia. " Y esto dicho, desapareci,

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    Los moros conocieron su error, hicieron seal de paz, enviaron su parlamentario, acudi el Emperador que tom al Soldn de la mano, lo llev delante del Papa y los cardenales, y postrndose todos ante el Santsimo Sacramento, dieron gracias Dios por tanta merced.

    Lo ms singular de este simulacro fu su remate. Traa consigo el Soldn muchos al parecer moros; pero que no eran sino indios adul-tos, prevenidos al intento, los cuales pidieron el bautismo al Papa, y fueron luego all mismo real y verdaderamente bautizados.

    Sigui despus su curso la procesin, y en tres lugares distintos se representaron tres autos : fu uno la Tentacin del Seor: primero, con-gregronse los demonios para dar la comisin Lucifer, quien se dis-fraz de ermitao ; pero no pudo encubrir los cuernos y las uas y s-tas le salan de cada dedo de los pies y de las manos, tan largas, como medio palmo : hechas la primera, segunda y tercera tentacin, en que le ofreci al Seor las riquezas de Nueva Espaa, Castilla, Jerusaln, Roma, Africa, Europa y Asia, Jess le respondi: Vade, Stkana, y el demonio se hundi en el pen, que era hueco, entre espantoso rui-do que hicieron los demonios: vinieron luego los ngeles con comi-da para el Seor y le pusieron la mesa entre cnticos de alabanza. El segundo auto representado ese da, fu el dla Predicacin de San Francisco, quien comenz hablando las aves y encargndoles que en las maanas y en las tardes loasen y cantasen Dios: y en esto se present una espantable fiera que destrua los ganados, y el Santo la hizo prometer que nunca hara ms dao en aquella tierra. Despus comenz su sermn diciendo que mirasen cmo aquel bravo animal obedeca la palabra de Dios, y que ellos que estaban dotados de razn, estaban obligados guardar los Santos Mandamientos. Le interrum-pi un personaje representando un indio borracho, quien reprendi y mand callar, sin conseguir que le obedeciese, por lo cual llam unos demonios que cargaron con el beodo. Luego interrumpieron el sermn unas hechiceras ' ' muy bien contrahechas, ' ' y como tampoco hicieron caso al Santo, otros demonios cargaron su turno con ellas ; y as fueron representados y reprendidos varios vicios, terminando todo con prender fuego al infierno, ' ' que tena una puerta falsa por donde salieron los que estaban dentro, y ardi tan espantosamente, que pareci que nadie se haba escapado, lo cual pona mucha grima y espanto en los circunstantes, aun los que saban que nadie se que-maba. " El tercer auto fu el del Sacrificio de Abraham, para incul-car los presentes la obediencia los mandatos de Dios. " Y con esto, concluye el cronista, volvi la procesin la iglesia. "

    " E s muy probable, dice el Sr. Icazbalceta, que todas estas fiestas de Tlaxcala fueran dispuestas por el P. Fray Toribio de Motolina, guardin de aquel convento, y sealadamente parece haber sido su-ya la del simulacro de la Conquista de Jerusaln. Si los dems escri-

  • totes hubieran puesto igual cuidado en transmitirnos la relacin cir-cunstanciada de las fiestas de otras partes, tendramos hoy gran co-pia de datos para escribir la historia de las representaciones sacras en Mxico. Mas no fu as, pues por lo comn se contentaron con la mencin general de ellas.

    "Tambin en la capital de Mxico hacan los indios sus represen-taciones de autos sagrados. Fu muy clebre la del Auto delJuicio Fi-nal, compuesto en lengua mexicana por el gran misionero Frav An-drs de Olmos, y representado en la capilla de San Jos de Naturales, presencia del Virrey D. Antonio de Mendoza, del Obispo D. Fray Juan de Zumarraga, y de un gran concurso de gente, as de la ciudad co-mo de la comarca.'1 Caus gran edificacin todos, indios y espao-les, "pa ra darse la virtud y dejar el mal vivir, y muchas mu-jeres erradas, para, movidas de temor y compungidas, convertirse Dios " Ese auto debi representarse entre 1535 y i 5 4 8 . De esto ha-blo Mendieta en su Historia Fclesistica Indiana.

    En la escrita por Dvila Padilla se refiere que en el Corpus de 1575 en Etla, de Oaxaca, Fray Alonso de la Anunciacin dispuso se le representase un auto los indios para instruirlos en la fe, y levant o mas bien improvis, un estrado cubierto para abrigo del Santsimo y de las personas principales que deban presenciar la representacin Con la gente que en l carg, vencise el estrado, envolviendo en su ruma al Santsimo, los concurrentes y al mismo Fray Alonso, que all perdi la vida, con otros muchos vecinos.

    De la antigedad de las representaciones sacramentales en Mxico puede presumirse, por el hecho de que D. Fray Juan de Zumarraga,' primer Obispo, prohibi las representaciones poco honestas que se ha-can en la procesin del Corpus; volvieron consentirse despus de su muerte, acaecida en 1548, aunque segn un antiguo cronista, poco tardo en revocarse el permiso, porque estando en la fiesta del Corpus todo dispuesto para dar la funcin y aparejados los representantes, 11o-vio tanto que no fu posible sacar la procesin, y esto lo tom el Ca-bildo en Sede vacante, como un aviso del cielo, de que deba mante-nerse la prohibicin del venerable Obispo. Este no quiso sin duda condenar sino solo lo profano y deshonesto, pues segn otro escri-

    n c n f r f ' q U e d e d C a l S r" Z u m r r a ^ imprimi en 1546. Consta tambin que el Presbtero D. Juan Prez Ramrez cada ano reciba a;- ,/ pesos de minas por hacer la lista de las S presentaciones sagradas, v e n : 5 4 7 compuso un auto que llam posono espiritual entre el Pastor Pedro y & Iglesia El te -cer concilio mexicano, celebrado en 1585, renov la prohibicin de

    r r ^ r L o f r v r I a s l g l e s i a s ; p e r ^ ca del Obispo, las de historias sagradas y cosas santas y tiles al al-

    a

    ' a ma, segn se haba hecho hasta all, puesto que en 1578 y en el Co-legio de los Jesutas, se represent por los alumnos una Tragedia en cinco actos, que existe impresa, intitulada Triunfo de los Santos, en que se representa la persecucin de Diocleciano y la prosperidad que se sigui con el imperio de Constantino. Figuran en esa obra San Silves-tre Papa, Constantino, Daciano, Cromacio, San Pedro, San Doroteo, San Juan, San Gorgonio, Albino, Olimpio, un Nuncio y un Secreta-rio, la Iglesia, la Fe, la Esperanza, la Caridad, la Gentilidad, la Ido-latra y la Crueldad.

    E11 las meritsimas obras del Sr. Icazbalceta, ilustre sabio, puede verse mucho, que aqu 110 cabe, sobre estos asuntos: all se examina el cmo y por quin se representaban los autos sacramentales, presu-mindose que su primer asilo fueron los templos y sus actores perso-nas eclesisticas. As lo indica Gonzlez Eslava, haciendo, en uno de sus coloquios, decir la Presuncin " q u e iba la iglesia ver los monacillos que recitaban el Esgrima, ttulo de ese coloquio. Despus salieron las representaciones las calles, segn se ve en varios pasa-jes del Diario de Guijo, en que se lee: " e n 1658, 8 de Junio, pu-sieron la custodia en el lugar acostumbrado para la comedia, y oy-la el Virrey, Audiencia y Tribunales, y algunos Prebendados. " " E n 1653, octava del Corpus, estuvo el tablado donde se represent la co-media, al lado izquierdo de las andas donde estaba el Santsimo Sa-cramento." " E n 3 de Agosto del mismo ao prosigui la procesin hasta la puerta de la Catedral, y en ella explic la fbula un repre-sentante llamado Medina. " " E n 1660 no se puso el tablado en el cementerio de la Catedral, sino en los Portales de la Audiencia de abajo. "

    CAPITULO II

    1560 1700.

    Ignrase tambin cules fueron las piezas que entonces solan re-presentarse y los nombres de sus autores. Sin duda se echaba mano de las escritas en Espaa ; pero 110 faltaron en Mxico quienes pudie-ran forjarlas apropiadas al carcter y costumbres del nuevo pueblo: los autores debieron abundar, pues en uno de los coloquios de Eslava dice Doria Murmuracin Remoquete ' ' poco ganars poeta, que hay ms que estircol: busca otro oficio. ' '

    E l ms antiguo y famoso autor de quien se han conservado obras de esta especie escritas en Mxico, fu el Presbtero Fernn Gonzlez de Eslava, de quien el Sr. Icazbalceta supone que puede haber sido

  • totes hubieran puesto igual cuidado en transmitirnos la relacin cir-cunstanciada de las fiestas de otras partes, tendramos hoy gran co-pia de datos para escribir la historia de las representaciones sacras en Mxico. Mas no fu as, pues por lo comn se contentaron con la mencin general de ellas.

    "Tambin en la capital de Mxico hacan los indios sus represen-taciones de autos sagrados. Fu muy clebre la del Auto delJuicio Fi-nal, compuesto en lengua mexicana por el gran misionero Frav An-drs de Olmos, y representado en la capilla de San Jos de Naturales, presencia del Virrey D. Antonio de Mendoza, del Obispo D. Fray Juan de Zumarraga, y de un gran concurso de gente, as de la ciudad co-mo de la comarca.'1 Caus gran edificacin todos, indios y espao-les, "pa ra darse la virtud y dejar el mal vivir, y muchas mu-jeres erradas, para, movidas de temor y compungidas, convertirse Dios " Ese auto debi representarse entre 1535 y i 5 4 8 . De esto ha-blo Mendieta en su Historia Eclesistica Indiana.

    En la escrita por Dvila Padilla se refiere que en el Corpus de 1575 en Etla, de Oaxaca, Fray Alonso de la Anunciacin dispuso se le representase un auto los indios para instruirlos en la fe, y levant o mas bien improvis, un estrado cubierto para abrigo del Santsimo y de las personas principales que deban presenciar la representacin Con la gente que en l carg, vencise el estrado, envolviendo en su ruma al Santsimo, los concurrentes y al mismo Fray Alonso, que all perdi la vida, con otros muchos vecinos.

    De la antigedad de las representaciones sacramentales en Mxico puede presumirse, por el hecho de que D. Fray Juan de Zumarraga,' primer Obispo, prohibi las representaciones poco honestas que se ha-can en la procesin del Corpus; volvieron consentirse despus de su muerte, acaecida en 1548, aunque segn un antiguo cronista, poco tardo en revocarse el permiso, porque estando en la fiesta del Corpus todo dispuesto para dar la funcin y aparejados los representantes, 11o-vio tanto que no fu posible sacar la procesin, y esto lo tom el Ca-bildo en Sede vacante, como un aviso del cielo, de que deba mante-nerse la prohibicin del venerable Obispo. Este no quiso sin duda condenar sino solo lo profano y deshonesto, pues segn otro escri-

    n c n f r f ' q U e d e d C a l S r" Z u m r r a ^ imprimi en 1546. Consta tambin que el Presbtero D. Juan Prez Ramrez cada ano reciba a;- ,/ pesos de minas por hacer la lista de las S presentaciones sagradas, v e n I 5 4 7 compuso un auto que Hamo Posono espirual entre el Pastor Pedro y & Iglesia El te -cer concilio mexicano, celebrado en 1585, renov la prohibicin de

    r r ^ r L o f r v r I a s l g l e s i a s ; p e r ^ ca del Obispo, las de historias sagradas y cosas santas y tiles al al-

    a

    ' a ma, segn se haba hecho hasta all, puesto que en 1578 y en el Co-legio de los Jesutas, se represent por los alumnos una Tragedia en cinco actos, que existe impresa, intitulada Triunfo de los Santos, en que se representa la persecucin de Diocleciano y la prosperidad que se sigui con el imperio de Constantino. Figuran en esa obra San Silves-tre Papa, Constantino, Daciano, Cromacio, San Pedro, San Doroteo, San Juan, San Gorgonio, Albino, Olimpio, un Nuncio y un Secreta-rio, la Iglesia, la Fe, la Esperanza, la Caridad, la Gentilidad, la Ido-latra y la Crueldad.

    E11 las meritsimas obras del Sr. Icazbalceta, ilustre sabio, puede verse mucho, que aqu 110 cabe, sobre estos asuntos: all se examina el cmo y por quin se representaban los autos sacramentales, presu-mindose que su primer asilo fueron los templos y sus actores perso-nas eclesisticas. As lo indica Gonzlez Eslava, haciendo, en uno de sus coloquios, decir la Presuncin " q u e iba la iglesia ver los monacillos que recitaban el Esgrima, ttulo de ese coloquio. Despus salieron las representaciones las calles, segn se ve en varios pasa-jes del Diario de Guijo, en que se lee: " e n 1658, 8 de Junio, pu-sieron la custodia en el lugar acostumbrado para la comedia, y oy-la el Virrey, Audiencia y Tribunales, y algunos Prebendados. " " E n 1653, octava del Corpus, estuvo el tablado donde se represent la co-media, al lado izquierdo de las andas donde estaba el Santsimo Sa-cramento." " E n 3 de Agosto del mismo ao prosigui la procesin hasta la puerta de la Catedral, y en ella explic la fbula un repre-sentante llamado Medina. " " E n 1660 no se puso el tablado en el cementerio de la Catedral, sino en los Portales de la Audiencia de abajo. "

    CAPITULO II

    1560 1700.

    Ignrase tambin cules fueron las piezas que entonces solan re-presentarse y los nombres de sus autores. Sin duda se echaba mano de las escritas en Espaa ; pero 110 faltaron en Mxico quienes pudie-ran forjarlas apropiadas al carcter y costumbres del nuevo pueblo: los autores debieron abundar, pues en uno de los coloquios de Eslava dice Doa Murmuracin Remoquete ' ' poco ganars poeta, que hay ms que estircol: busca otro oficio. ' '

    E l ms antiguo y famoso autor de quien se han conservado obras de esta especie escritas en Mxico, fu el Presbtero Fernn Gonzlez de Eslava, de quien el Sr. Icazbalceta supone que puede haber sido

  • andaluz y haber escrito entre 1567 y 1600. Sus Coloquios Espiritua-les y Sacramentales y poesas sagradas, se imprimieron por primera vez en Mxico en 1610, y el Sr. Icazbalceta los public en segunda edicin en 1877. De ellos dice ese insigne sabio : "Tenemos, en pri-mer lugar, que no todos son precisamente en loor del Misterio de la Eucarista, y que algunos no constan de un solo acto, pues hay uno de siete jornadas y otro de dos. Conformndose con el uso general-mente admitido en su tiempo, no economiz el autor las figuras ale-gricas y casi siempre introdujo el personaje de Bobo Simple, con el principal objeto de provocar la risa. Aunque se podrn notar defec-tos en los Coloquios, y ms si se cae en el error de juzgarlos conforme las reglas del gusto dominante en nuestra poca, tampoco ser di-fcil sealar en ellos bellezas que compensen con usura los defectos; y de todas maneras constituyen un monumento muy importante en la historia de la literatura mexicana, dla espaola, que es lo mis-mo Reimprimiendo este libro de suma rareza, he querido librar del olvido un poeta notable, versificador fcil y telogo entendido. Me conduca ello, adems, el deseo, antiguo y arraigado, de hacer ver, hasta donde pueda, que Mxico, en el primer siglo de la civili-zacin cristiana, en esa poca mal llamada de oscurantismo, puede figurar, y de un modo no despreciable respecto la poca, en todos los ramos del saber humano. "

    Los coloquios son diez y seis, y tienen estos ttulos indicacin de sus asuntos: Del Obraje Divino: De la jornada que hizo la China el Ge-neral Miguel Lpez de Legazpi: De la consagracin del Dr. D. Pe-dro Moya de Contreras, Arzobispo de Mxico: De los cuatro Doctores de la Iglesia: De los siete fuertes que el virrey D. Martn Enrquez mari-d hacer en el camino de Mxico Zacatecas: De la fiesta del Santsimo Sacramento en la entrada del Conde de la Corua: De la predicacin de fons Nnive: Del Testamento Nuevo de Cristo: De la Albndiga Di-vina: De la Escrima Espiritual: Del Arrendatniento de la Via: De la Batalla Naval de Don Juan de Austria: De la Pobreza y la Riqueza: De la pestilencia que dio sobre los Naturales: Del recibimiento de Don Luis de Velasco: Del Bosque Divino, donde Dios Nuestro Seor tiene sus aves y animales.

    De la loa que precede al titulado El Obraje Divino, son las siguien-tes quintillas que dice la Nueva Espaa, dirigindose al Virrey:

    "Espejo donde se muestra la verdad que lo acompaa, Seor, yo soy Nueva Espaa, que mi alma en verse vuestra en mar de gloria se baa.

    T

    1 1 "Con alas de amor se extiende

    mi querer firme y extrao, puro, sin mezcla de engao; muestra por donde se entiende la fineza de mi pao.

    "Vuestra virtud reverbera en mi corazn constante, y l ser de aqu adelante vuestro querer, de cera y los vicios, de diamante:

    "Compselo aquel comps que vuestro querer cumpliere, que lo que en l se imprimiere imprimir en los dems, que quieren lo que ste quiere. ' ' v.

    Al fin del Coloquio, la Iglesia Militante dice:

    "De percha sirvi la Cruz do el pao de Dios colgaron, y all tanto lo estiraron que el pao de suma luz en dos partes lo rasgaron.

    "Viendo el Divino Saber que estaba el pao rompido de su Hijo tan querido, orden con su poder de zurcir lo dividido.

    ' 'Con cuatro dotes de gloria este pao se zurci, y as, lo que se rompi, porque cantemos victoria de este pao nos visti."

    D. Francisco Pimentel, en su Historia Crtica, encuentra que los Co-loquios de Eslava son apreciables bajo el punto de vista literario, his-trico y lingstico, y estima al autor como uno de los principales adornos de nuestra literatura, por ms que no pueda colocrsele al lado de Lope y de Caldern.

    En lo relativo representaciones sagradas debemos decir an, que 110 slo no fu el clero enemigo de las honestas, sino que procur pro-tegerlas, segn se desprende del hecho de que, en 18 de Mayo de 1565, el Cabildo eclesistico acord dar cada ao "una joya de oro plata, de valor de hasta treinta escudos, la mejor representacin letra

  • que se hiciere para representarse el da del Corpus." El premio se llamaba joya, cualquiera que fuere su naturaleza, dinero, ropa, alha-ja, etc. Tres libros de comediasen mexicano escribi Fray Juan Bau-tista, quien en 1599 dej dicho: "Tengo larga experiencia que con las comedias que he hecho representar en las Cuaresmas, ha sacado Nuestro Seor gran fruto, limpiando y renovando conciencias enve-jecidas en muchos aos de ofensa suya ."

    Al terminar el siglo XVI , el franciscano Fray Francisco de Gam-boa, instituy en Mxico una cofrada de Nuestra Seora de la Sole-dad, en la Capilla de San Jos, y dispuso para todos los viernes unas prcticas religiosas, de que formaba parte un sermn, durante el cual se representara algn paso de la Pasin de Nuestro Seor: las repre-sentaciones, aade el Sr. Icazbalceta, indudablemente seran mudas, pues de otra suerte hubieran sido incompatibles con el sermn.

    "Por aquel mismo tiempo introdujo el historiador Fray Juan de Torquemada, unos autos, que dieron el nombre de neixcuititli, que en lengua mexicana significa ejemplo. Hacanse los domingos por la tarde, despus del sermn, y se acostumbraban todava un siglo des-pus. El historiador mismo compuso, en lengua de los indios, mu-chas de las piezas que se ejecutaron, y algunas escribi su maestro, el gran naturalista y fecundo escritor Fray Juan Bautista," citado no ha mucho en este mismo captulo.

    Las representaciones de pasos de la Pasin, continuaron hasta lle-gar nuestros das, suprimida la parte hablada, como en las dispues-tas por el Padre Gamboa, y conservando slo la figurativa panto-mmica, acompaada de sermones, como en los llamados Prendi-miento, Tres cadas y Descendimiento.

    El Ayuntamiento, por su parte, protega tambin los autores: en un apunte que se sirvi facilitarme el distinguido escritor D. Luis Gonzlez Obregn, se lee:

    " E n 29 de Agosto de 1594, el bachiller Villalobos meti escripto diciendo que era muy digno que esta Ciudad tuviese autor, con sala-rio, para las fiestas del Corpus y San Hiplito, pues se usan letras vie-jas que en otras partes se han representado; que se le asignen dos mil pesos y l har tres fiestas, el da de Corpus, su octava y la de San Hiplito.

    " E n 4 de Septiembre los Regidores trataron con Villalobos, que har la letra para las tres fiestas y las dems que se ofrezcan la Ciu-dad, corriendo de su cuenta las pinturas y artificios, vestuario de los personajes, de seda, satisfaccin de la Ciudad; para lo cual har presentar tres piezas antes de la representacin, y no saliendo gusto, har otras de nuevo; y que la Ciudad ha de correr con los tablados, hacindolos del tamao que se pudiere, y se le han de dar dos mil pesos. Se mand dar noticia al Virrey y se traiga al Cabildo."

    17

    Sin duda 110 abundaban entonces los poetas mejores que ste, pues-to que los Regidores se sometan tratar con el Bachiller Villalobos, hombre de poca formalidad, pues segn las mismas notas: " E n 9 de Junio de 1589, se mand que el Procurador Mayor junte los papeles y represente contra el Bachiller Villalobos, por no haber cumplido con el concierto convenio de la funcin de Corpus."

    Alguna vez salan tambin en esa fiesta los famosos carros tan usa-dos en Espaa. As lo hace suponer una acotacin de un coloquio de Eslava, que dice:

    "Rendidos los vicios, les atan las manos las Virtudes, y as presos y quitada la presa, los llevan ante un carro triunfal, hecho en la mis-ma forma y traza que est el cercado divino. Eos cuatro Evangelis-tas sobre los animales;que los vido Ezequiel, los Doctores de la Igle-sia y todos los que guardaron la casa de Cristo, han de salir cada uno con una bandera . . . . Ha de ir en el carro el cordero que vido San Juan en su Apocalipsis, y Cristo crucificado en l ."

    De noticias de aquellos primeros comediantes, hallo en los mismos apuntes: " E n 17 de Junio de 1588, se dieron cincuenta pesos de gala un muchacho que lo hizo bien en la representacin de la comedia.

    " E n Julio de 1595, Navijo, el comediante, pidi ayuda de costa por la comedia de la conquista. En 5 de Mayo de 1597, los comisarios de la fiesta del Corpus dieron razn de haber ajustado la comedia en seiscientos pesos, con tres entremeses."

    Los tablados de que en esas citas se hace mrito, levantbanse en los portales de las Casas del Cabildo de Ciudad en el atrio de la Catedral, juzgar por una nota de las que forman el Diario de suce-sos notables, de Guijo, que, segn la cita que en anteriores prrafos se hizo, refirindose 1651, dice: "llegaron lastres la Catedral, y pusieron la Custodia en el lugar acostumbrado para la comedia, y oyla el Virrey, Audiencia y Tribunales, y algunos prebendados, y acabse cerca de las cinco de la tarde y entrse la Catedral."

    Mis modestas pretensiones no pueden pasar de esta sencilla indi-cacin acerca de esas farsas, las ms de las veces irreverentes y sa-crilegas, anatematizadas en Europa por Concilios, Papas y Reyes, y de escasa ninguna influencia en el desarrollo del Teatro, del cual, lejos de haberle servido en su origen, recibieron majestad y nobleza cuando la Musa dramtica anduvo en manos de poetas de la gran-diosa talla de D. Pedro Caldern de la Barca.

    Por entonces demencia hubiese sido exigir ms. En el mismo si-glo XVI que venimos refirindonos, el Teatro espaol apenas en su cuna estaba; mediados de l, entre los aos de 1544 y 1567, apa-reci y sent sus buenos cimientos el insigne Lope de Rueda, poe-ta y actor la vez, con recursos tan pobrsimos, que como dice Cer-vantes, ' 'todos sus aparatos se encerraban en un msero costal, y cons-

  • tituan su teatro cuatro bancos e;i cuadro, y cuatro seis tablas en-cima, con que se levantaba del suelo cuatro palmos; el adorno era una manta vieja tirada con dos cordeles de una parte otra, que haca lo que llaman vestuario, detrs de la cual estaban los msicos cantando, sin guitarra, algn romance viejo. Las comedias eran unos coloquios como glogas, aderezados con dos tres entremeses, cuyas figuras haca el tal Lope con la mayor excelencia y propiedad que pudiera imaginarse."

    Sus imitadores sucesores, cuyo catlogo honran Argensola, Cer-vantes y Guilln de Castro, ya pudieron disponer de mayor local y de ms abundantes aparatos, al establecerse en la Villa y Corte de Madrid, y en 1568, el local para comedias que se llam de La Pacha-ca, reformado en 1579, un ao antes de haber sido fabricado el no menos clebre de La Cruz.

    Pero, qu locales aquellos! Baste decir que su primitiva denomina-cin fu la de corrales. "Difcil esdice un autor,dar idea de la po-breza de su escena : las decoraciones las componan retazos de telas de algodn y seda; el sol era figurado por una docena de faroles de pa-pel con su correspondiente luz de sebo ; los truenos, por un costal de piedras que se remova de un extremo otro, debajo de las tablas, y cuando en la escena se invocaba los demonios, suban stos muy tran-quilamente por las escaleras de los agujeros abiertos en el tablado; faltando las decoraciones, los mismos cachivaches servan para todo ; el recitante se ocultaba un segundo tras de uno de los colgajos que ser-van de telones, y volva presentarse diciendo: " y a estamos en el Palacio, en el Castillo, en la Iglesia, en la gruta; " y el es-pectador aceptaba la ilusin del cambio, como si e;i efecto se verifi-case. Las paredes del teatro las constituan las fachadas de las casas que daban al corral, y sus ventanas y balcones eran los palcos apo-sentos. El techo lo formaba un toldo de lona que defenda del sol, pero no del agua, los concurrentes de patio, verdadero patio, tosca-mente empedrado, con unas cuantas filas de bancos de madera, prxi-mas al escenario, y sin asiento alguno en el resto, denominado mos-quete.

    En semejantes coliseos fu donde representronse las admirables co-medias del Monstruo de la Naturaleza, segn llama Cervantes al gran Frey Flix Lope de Vega, nacido en 1562 y muerto en 1635. A las de Lope, verdadero creador del Teatro espaol, sucedieron las de Tir-so de Molina, de 1585 1648 ; las del insigne I). Juan Ruiz de Alar-cn, muerto en 1639; las del grandioso, inconmensurable, I). Pedro Caldern de la Barca, de ioo i 6 8 i | y slo, despus de muchos aos del fallecimiento de tantas eminencias, los miserables corrales de la Cruz y de la Pacheca del Prncipe, se convirtieron en teatros regu-lares y cmodos, el primero en 1743 y el segundo en 1745.

    A 19

    En este punto Mxico fu mi s afortunado que su metrpoli. Hu-biese sta querido nuestro primer coliseo, anterior 1673, sito en el claustro del Hospital Real de Naturales, cuya cdula de creacin se remonta 1553 ; ese coliseo, administrado como el hospital por los re-ligiosos Hiplitos, constitua una de sus rentas ms pinges, del mis-mo modo que los de la Cruz y la Pacheca, construidos por cuenta de las cofradas de la Pasin y de la Soledad, sirvieron para el manteni-miento y asistencia de enfermos del Hospital General de Madrid y de otras casas de caridad. Esa era la poca: todo lo que renda algn pro-vecho, tributaba era propiedad del poder eclesistico, erigido en tu-tor de la sociedad civil y en promotor y director de la educacin y de la beneficencia.

    El primer coliseo de Mxico, posterior ms de un siglo al corral de la Pacheca, tuvo sobre ste y los de la corte las ventajas de haber sido expresamente construido para teatro y de haber estado techado de fir-me, casi setenta aos antes que aquel. Contra el pobrsimo aspecto de los corrales del Prncipe y de la Cruz, el coliseo de Mxico ofreca una agradable vista: sus dos andanadas, pisos de aposentos palcos, con entrada por los claustros del hospital, estaban formados por danzas series de arcos con antepechos de balaustres torneados, y provistos de celosas con sus correspondientes postigos, para ver ser vistos, vo-luntad, los concurrentes ellos: era muy cmoda su cazuela galera, formada de madera de cuartones maderos gruesos. El tablado para la comedia era de vara y media de alto, quince de largo y ocho de an-cho, y estaba separado de la sala por pilastras de madera muy bien ade-rezadas, teniendo en medio del frontis el escudo de las armas reales. Pedro de Arrieta, maestro mayor arquitecto del Reino y de la San-ta Iglesia Catedral, en una relacin informe acerca del dicho coliseo y del hospital que se le mand reconocer, elogi su construccin y adorno, que parece no fueron superados por los coliseos que le suce-dieron, hasta el del Teatro Principal, que aun existe.

    En unas Memorias de nuestro teatro, publicadas en los nms. 844 y 845 del tomo VI I I del Diario de Mxico, dnse algunas noticias del coliseo, sus representaciones y sus compaas. De tiempo atrs, y qui-z en los tablados que, segiin hemos visto, contrataba construa el Ayuntamiento, hacanse comedias en los barrios, sin duda por el sis-tema de Lope de Rueda, y representbanse las llamadas conquistas farsas de guerras, segn nos lo da entender la cita que ha poco es-tamp, referente Julio de 1595, en cuya fecha pidi ayuda de cos-ta por una comedia de conquista, el nombrado Navijo, primer comedian-te de que tenemos noticia.

    En 1673, Mateo Jaramillo era el autor Director de la Compaa del Coliseo, en la cual figuraban Isabel Gertrudis, Josefa y Micaela Ortiz, Antonia de Toledo, Francisco de Castro, Jos Martnez, Antonio,

  • Ventura y Bartolom Gmez, Diego Jaramillo, Felipe de Viaja, Lo-renzo Vargas y Juan de Saldafa. No es poco saber esta noticia, debi-da al articulista del Diario de Mxico: en Espaa, donde la adquisi-cin de estos pormenores es menos difcil, la primera lista de Compa-a del Teatro del Prncipe que se tiene completa, es de 1633, tan slo cuarenta aos anterior la de nuestro coliseo.

    En 1683, por haberse exonerado del cargo de autor Ignacio Mar-qus, se junt la compaa, dicen las " Memorias, " en casa del Pres-btero D. Antonio Acosta, administrador del Hospital Real, para pro-seguir la representacin sin autor, obligndose solicitar las come-dias ms en boga y recibir sin repugnancia el papel que se les re-partiera, y as se verific por convenio de los cmicos, que lo eran Ber-narda Prez de Rivera, Mara y Ana de Villegas, Mara Ortiz Jara-millo, Ignacia de Crdenas, Juan de Dios, Antonio Pinto, Diego de Sevilla, Juan Ferrete, Juan Ortiz de Torres y Antonio Ventura de Cer-dn.

    Las representaciones debieron ser muy salteadas. En Madrid mis-mo, en un principio, slo eran permitidas los domingos, las fiestas y las Pascuas, y posteriormente los martes y los jueves, y los quince das anteriores Carnestolendas, en cuyo da cesaban las representaciones para volver ejecutarse en la Pascua de Resurreccin, siempre por la tarde y nunca por la noche, ya porque las condiciones de los corrales no permitan iluminarlos con otra luz que la del da, ya por poner coto los escndalos indecencias que se prestaba la oscuridad.

    En Mxico, fines del siglo X V I I y principios del XVI I I , las re-presentaciones se hacan tambin por las tardes, mas como nuestro co-liseo era local cerrado y cubierto, cuando se prolongaban despus de la oracin, se mal iluminaba el teatro.

    Los lunes y los jueves dbanse en l funciones gratis en obsequio de la clase pobre, funciones denominadas guanajas, del mismo modo que las que se daban en los arrabales de la ciudad, con motivo casi siempre de festividades religiosas.

    El jueves 11 de Noviembre de 1700, en un tablado erigido en la pla-zuela de San Juan de Dios, comenzaron las comedias con que Mxico celebr la canonizacin de ese santo ; esa tarde se represent El Prnci-pe prodigioso, y la del viernes 12, la titulada No puede ser. Un escn-dalo ria que ocurri esa tarde, hizo que no se diera comedia el 13 y se quitase el tablado.

    Nada puedo decir del mrito de las comedias que en esos das se re-presentaban; pero sin duda debi ser muy escaso negativo.

    CAPTULO III

    1700.1753.

    *

    Tales fueron los humildes principios de las representaciones dram-ticas en Mxico, en aquello que verdaderamente puede llamarse tea-tro. Mas como en mi modesto libro, y ttulo de curiosidad, hemos de tocar cuanto de notable encontremos relativo espectculos pbli-cos, quiz 110 est de ms referirnos las pantomimas propias de los indgenas, en uso antes de la conquista, y alguna vez repetidas en fies-tas de los primeros aos del perodo virreinal.

    Copiando de quienes nos han precedido en labores de historia, pues ms 110 puede hacer quien no ha presenciado los sucesos que relata, dir, que en sentir de historigrafos y cronistas, no solamente apre-ciaban los antiguos mexicanos la poesa lrica, sino tambin la dra-mtica. El teatro en que representaban sus dramas era un terrapln cuadrado, descubierto, situado en la plaza del mercado, en el atrio inferior de algn templo, y bastante alto para poder ser visto porto-dos los espectadores. El que haba en la plaza de Tlaltelolco era de piedra y cal, segn afirma Corts, y tena trece pies de alto, y de largo, por cada lado, treinta pasos.

    Digna sin duda de crdito, por ir conforme con el carcter de aque-llos pueblos, es la descripcin de su teatro y de sus representaciones, dada por el Padre Acosta, en la que hace mencin de las que se da-ban en Cholula, con motivo de las fiestas del dios Quetzalcoatl. " Ha-ba, dice, en el atrio del templo de aquel dios, un pequeo teatro de treinta pies en cuadro, curiosamente blanqueado, que adornaban con ramas y aseaban con el mayor esmero, guarnecindolo con arcos de plumas y flores, y suspendiendo en ellos pjaros, conejos y objetos cu-riosos. All se reuna el pueblo despus de comer, y presentndose los actores hacan sus representaciones burlescas, fingindose sordos, res-friados, cojos, ciegos y tullidos, los cuales figuraban ir pedir la sa-lud al dolo. Los sordos respondan despropsitos, los resfriados to-siendo, los cojos cojeando, y todos referan sus males y miserias, con lo que excitaban la risa del auditorio. Seguan otros actores que hacan el papel de diferentes animales, unos vestidos guisa de escarabajos, otros de sapos, otros de lagartijas y se explicaban unos otros sus res-pectivas funciones, cada uno ponderando las suyas. Eran muy aplau-

  • Ventura y Bartolom Gmez, Diego Jaramillo, Felipe de Viaja, Lo-renzo Vargas y Juan de Saldafa. No es poco saber esta noticia, debi-da al articulista del Diario de Mxico: en Espaa, donde la adquisi-cin de estos pormenores es menos difcil, la primera lista de Compa-a del Teatro del Prncipe que se tiene completa, es de 1633, tan slo cuarenta aos anterior la de nuestro coliseo.

    En 1683, por haberse exonerado del cargo de autor Ignacio Mar-qus, se junt la compaa, dicen las " Memorias, " en casa del Pres-btero D. Antonio Acosta, administrador del Hospital Real, para pro-seguir la representacin sin autor, obligndose solicitar las come-dias ms en boga y recibir sin repugnancia el papel que se les re-partiera, y as se verific por convenio de los cmicos, que lo eran Ber-narda Prez de Rivera, Mara y Ana de Villegas, Mara Ortiz Jara-millo, Ignacia de Crdenas, Juan de Dios, Antonio Pinto, Diego de Sevilla, Juan Ferrete, Juan Ortiz de Torres y Antonio Ventura de Cer-dn.

    Las representaciones debieron ser muy salteadas. En Madrid mis-mo, en un principio, slo eran permitidas los domingos, las fiestas y las Pascuas, y posteriormente los martes y los jueves, y los quince das anteriores Carnestolendas, en cuyo da cesaban las representaciones para volver ejecutarse en la Pascua de Resurreccin, siempre por la tarde y nunca por la noche, ya porque las condiciones de los corrales no permitan iluminarlos con otra luz que la del da, ya por poner coto los escndalos indecencias que se prestaba la oscuridad.

    En Mxico, fines del siglo X V I I y principios del XVI I I , las re-presentaciones se hacan tambin por las tardes, mas como nuestro co-liseo era local cerrado y cubierto, cuando se prolongaban despus de la oracin, se mal iluminaba el teatro.

    Los lunes y los jueves dbanse en l funciones gratis en obsequio de la clase pobre, funciones denominadas guanajas, del mismo modo que las que se daban en los arrabales de la ciudad, con motivo casi siempre de festividades religiosas.

    El jueves 11 de Noviembre de 1700, en un tablado erigido en la pla-zuela de San Juan de Dios, comenzaron las comedias con que Mxico celebr la canonizacin de ese santo ; esa tarde se represent El Prnci-pe prodigioso, y la del viernes 12, la titulada No puede ser. Un escn-dalo ria que ocurri esa tarde, hizo que no se diera comedia el 13 y se quitase el tablado.

    Nada puedo decir del mrito de las comedias que en esos das se re-presentaban; pero sin duda debi ser muy escaso negativo.

    CAPTULO III

    1700.1753.

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    Tales fueron los humildes principios de las representaciones dram-ticas en Mxico, en aquello que verdaderamente puede llamarse tea-tro. Mas como en mi modesto libro, y ttulo de curiosidad, hemos de tocar cuanto de notable encontremos relativo espectculos pbli-cos, quiz 110 est de ms referirnos las pantomimas propias de los indgenas, en uso antes de la conquista, y alguna vez repetidas en fies-tas de los primeros aos del perodo virreinal.

    Copiando de quienes nos han precedido en labores de historia, pues ms 110 puede hacer quien no ha presenciado los sucesos que relata, dir, que en sentir de historigrafos y cronistas, no solamente apre-ciaban los antiguos mexicanos la poesa lrica, sino tambin la dra-mtica. El teatro en que representaban sus dramas era un terrapln cuadrado, descubierto, situado en la plaza del mercado, en el atrio inferior de algn templo, y bastante alto para poder ser visto porto-dos los espectadores. El que haba en la plaza de Tlaltelolco era de piedra y cal, segn afirma Corts, y tena trece pies de alto, y de largo, por cada lado, treinta pasos.

    Digna sin duda de crdito, por ir conforme con el carcter de aque-llos pueblos, es la descripcin de su teatro y de sus representaciones, dada por el Padre Acosta, en la que hace mencin de las que se da-ban en Cholula, con motivo de las fiestas del dios Quetzalcoatl. " Ha-ba, dice, en el atrio del templo de aquel dios, un pequeo teatro de treinta pies en cuadro, curiosamente blanqueado, que adornaban con ramas y aseaban con el mayor esmero, guarnecindolo con arcos de plumas y flores, y suspendiendo en ellos pjaros, conejos y objetos cu-riosos. All se reuna el pueblo despus de comer, y presentndose los actores hacan sus representaciones burlescas, fingindose sordos, res-friados, cojos, ciegos y tullidos, los cuales figuraban ir pedir la sa-lud al dolo. Los sordos respondan despropsitos, los resfriados to-siendo, los cojos cojeando, y todos referan sus males y miserias, con lo que excitaban la risa del auditorio. Seguan otros actores que hacan el papel de diferentes animales, unos vestidos guisa de escarabajos, otros de sapos, otros de lagartijas y se explicaban unos otros sus res-pectivas funciones, cada uno ponderando las suyas. Eran muy aplau-

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    didos, porque saban desempear sus papeles con sumo ingenio. Ve-nan despus unos muchachos del templo, con alas de mariposa y de pjaros de diferentes colores, y subiendo los rboles dispuestos al efecto, les tiraban los sacerdotes bolas de tierra con las cerbatanas, aa-diendo expresiones ridiculas en favor de unos y contra otros. Por fin se haca un gran baile de todos los actores, y as terminaba la funcin. Esto se haca en las fiestas ms solemnes. "

    Eos primeros religiosos que anunciaron el Evangelio, aprovecharon aquellas inclinaciones de los indgenas, y vindolos tan aficionados al canto y la poesa, compusieron cnticos en lengua mexicana, en loor del Dios cristiano, para que aquellos los recitasen en sus panto-mimas. Dcese que el laborioso franciscano Bernardino de Sahagn compuso, en puro y elegante mexicano, imprimi en Mxico, tres-cientos sesenta y cinco cnticos, uno para cada da del ao, llenos de los ms devotos y tiernos sentimientos religiosos, y aun hubo indios que escribieron muchos sobre los mismos asuntos.

    Boturini cita las composiciones de D. Francisco Plcido, Goberna-dor indgena de Atzcapotzalco, en loor de la Madre de Dios, canta-das por l en los bailes sacros que con otros nobles mexicanos haca delante de la famosa Imagen de la Virgen de Guadalupe, y ya hemos visto que los celosos franciscanos, compusieron loas y aun una espe-cie de comedias en mexicano, sobre asuntos sagrados, para ser repre-sentadas por los indios.

    Ea cita que hemos tomado del Padre Acosta, hace suponer que las danzas sagradas de los antiguos mexicanos, se convertan alguna vez en farsas pantommicas, entremezcladas de dilogos y canciones, que las asemejaban las primitivas loas; pero en la mayora de las veces, esos terraplenes, denominados teatros, servan de escenario unas suertes de caceras, en las que con gran bullicio de gritos y voces, fle-chaban tomaban mano venados, liebres, conejos, comadrejas, ar-dillas y culebras, con anterioridad all dispuestos para la diversin, en honor de alguna de sus divinidades.

    Segn he indicado, esas caceras se repitieron en los primeros aos del perodo virreinal en alguna solemne fiesta, cuya descripcin no puede caber en mi libro, por ser extrao ellas. Las he citado para demostrar que procuro no olvidar cosa alguna que con nuestro teatro tenga relacin, por lejana que ella sea, y volvamos mi relato

    La suposicin del mrito, escaso negativo, de las primitivas co-medias que dejo asentada al final del captulo anterior, se funda en lo mal visto que los espectculos teatrales venan siendo, de tiempo atrs, por toda clase de autoridades, no ya en Mxico, sino en la mis-ma Espaa. A virtud del informe de un Consejo ad hoc, formado por Felipe II, fueron all prohibidas las comedias, declarndose que ' 'eran ilcitas y pecado mortal representarlas." En 1615, se permitieron con

    muy numerosas cortapisas; y, en el reglamento respectivo, entre las penas con que eran conminadas las faltas l, figuraban fuertes mul-tas para la primera, destierro para la segunda, y dos aos de galeras para la tercera. En 1644 y 46, el Consejo llev sus escrpulos al extremo de disponer, en el segundo artculo de su dictamen, lo siguiente: "Que las comedias sean de buen ejemplo, sin mezcla de amores, y para con-seguirlo se prohiban todas las que hasta entonces se han representa-do, especialmente las de Lope de Vega, que tanto dao han hecho las costumbres." El Consejo di un ltimo golpe al arte dramtico, dis-poniendo en su art. 10: "Que no se puedan representar, de aqu ade-lante, comedias de inventiva propia de los que las hacen, sino de his-torias y vidas de Santos." Si as era tratado en Espaa el teatro, claro es que en su colonia 110 pudo serlo mejor.

    Xo hay, pues, que hacerse ilusiones acerca de la marcha del teatro entre nosotros, y esta conviccin justifica la rapidez con que hemos de tratar de esta primitiva poca de nuestros espectculos. Estos no podan ser mejores que los de Madrid, acerca de los cuales un escri-tor holands, citado por D. Ricardo Seplveda, dice: "Los come-diantes 110 representan con luces, sino con la del da, y as privan las escenas de cierta ilusin. Los vestidos de los actores 110 son sun-tuosos ni adaptados los papeles. Una comedia de argumento roma-no griego, se representa con traje espaol. Todas lasque yo he vis-to se componen de slo tres actos, que los espaoles llaman jornadas. Dnlas principio por un prlogo loa en msica, y cantan tan mal, que su armona se parece chillidos de nios. Entre las jornadas in-tercalan algn entrems, algn baile, algn sanete, que muchas veces es lo ms entretenido de la comedia." Ni debe extraar que as sucediese, cuando hemos visto que se prohiban, por inmorales, las obras del insigne Lope de Vega, dato que sublima la ignorancia y estupidez de las primeras autoridades. En el reinado de Felipe IV gozaron las representaciones teatrales de un brillante perodo; pero su muerte en 1665, la Reina Gobernadora orden que cesasen ente-ramente en toda la Monarqua, "hasta que el Rey mi hijo, tenga edad para gustar de ellas," y advirtase que ese su hijo, que fu Carlos II, contaba en esa poca apenas cuatro aos de nacido.

    Tiempo y trabajo cost que se revocase esa orden, y durante el rei-nado de aquel prncipe, quien la historia llama El Hechizado, en vez de El Imbcil, los sucesores de Lope, Caldern, Tirso, Alarcn, Mo-reto y Sols se vieron desdeados, y perseguidos los comediantes.

    "Es un dolorescribe Jovellanos, refirindose la poca de Car-los I I ,que la Tala espaola que haba pasado los Pirineos para ins-pirar al gran Molire, se vea aqu en Castilla, tan afrentada y perse-guida por el fanatismo que domina en la corte."

    Acaso esas prohibiciones dieron algn resultado prctico para la

  • moralidad y las buenas costumbres? Seplveda dice: " N o hubo exce-so ni escndalo que no se cometiera, ni truhanera inmunda que no arrancase aplausos. En un auto sacramental en que el ngel anuncia-ba la Virgen la Encarnacin del Verbo, al responder, traducidas en buenos versos castellanos, las palabras del Evangelio: Quomodo

    fiet isiud quoniam virum non cognosco, los apostrofes hediondos del patio dirigidos la cmica, interrumpan el espectculo con irreligio-sa y sacrilega algazara, y hacan conocer muchas madres cun mal haban hecho en llevar consigo sus hijas honestas." Para esto se ha-ban prohibido las comedias de amores, las muy hermosas (cualesquiera que sus defectos sean), comedias de capa y espada, y ordenado que s-lo se representasen autos sacramentales y comedias de Santos. Con ra-zn el ms ilustrado de los monarcas espaoles, el gran Carlos I I I , al pasar de Npoles Madrid, prohibi la representacin teatral de los autos sacramentales, por real cdula de n de Junio de 1765.

    Perdneseme estas largas y frecuentes referencias al Teatro de la Metrpoli; pero me han parecido indispensables para dar suponer cul pudo ser el mrito de los espectculos teatrales en la colonia, en sus primitivos tiempos. Sin esas referencias, el relato habra pareci-do incoloro y casi sin inters.

    Poco tiene, en efecto, decir secas, que por las escasas noticias pu-blicadas en los citados "Diarios de Mxico," se viene en conocimien-to de haber sido en 1707 asetitisla contratista de nuestro primer tea-tro, Juan Gmez Medina, y en 1712, Felipe Fernndez de Santillana, y as por el estilo. Mas ya que este asunto tocamos, no dejaremos de decir que lo que parece, ese Santillana fu el primero en quien los religiosos Hiplitos descansaron de la carga de entenderse con la ad-ministracin del Coliseo y de contratar y luchar con la levantisca com-paa de comediantes. Eos religiosos haban tenido sendos disgustos con ellos y vstose en compromisos con el pblico por faltas de forma-lidad. Una primera dama, Antonia Rivera, no cumpli con la contra-ta que haba celebrado, y para suplirla se ajust en su lugar Gertru-dis Cervantes, quien su vez rompi su compromiso para entrar en un convento.

    En 1718, y por la renta de tres mil pesos anuales, arrendaron el Co-liseo del Hospital, Jos y Eusebio Vela; de ste, dice Beristin, y pru-dente ser orlo con ciertas reservas, "que fu poeta dramtico, si no igual Eope y Caldern, s seguramente superior los Montalvanes (cosa posible), y los Moretos (cosa que no creo), en la decencia de las jocosidades." El ameritadsimo D. Luis Gonzlez Obregn, pien-sa tambin que "este Eusebio Vela fu, no dudarlo, el autor dra-mtico ms importante del siglo X V I I I , " elogio quizs en extremo exagerado, y que desgraciadamente hasta ahora no ha podido ser ni confirmado ni rectificado, pues slo quedan los siguientes ttulos de

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    sus comedias: El menor Mximo, San Francisco, El Asturiano en las Indias, Por engaar engaarse, Amar S7 semejante, Las constantes espaolas, Con agravios loco y con celos cuerdo, Por los peligros de amor conseguir la mayor dicha, El amor excede al arte, Si el amor excede al arte, ni arte ni amor prudencia, La Conquista de Mxico, El Apos-tolado en Indias, La prdida de Espaa por una mujer y El amor ms bien premiado entre traicin y cautela.

    El autor de las Memorias del Teatro de Mxico, cree probable que Jos y Eusebio Vela fueran los asentistas del Coliseo en 1722, ao en el cual un incendio di al traste con la fbrica tan elogiada por el Maestro Mayor D. Pedro de Arrieta. La tarde del 19 de Enero se repre-sent en dicho teatro la comedia "Ruina incendio de Jerusaln Desagravio de Cristo." A las cinco de la maana del 20, el Padre Capelln, cuya habitacin caa precisamente sbrela pieza en que se guardaban los palos, trastos y tramoyas del Coliseo, crey sentir que la iiltima estuviese ardiendo. Dada la voz de alarma, se trat de for-zar la puerta de la pieza que se quemaba, y lo mismo fu derribar esa puerta que levantarse las llamas, con tal voracidad, que prendan como plvora, segn la frase de uno de los testigos, sin ser posible evi-tar la ruina de todo el Coliseo y de gran parte del Hospital Real. Fu preciso transladar prontamente el Santsimo Sacramento San Fran-cisco, desguarnecer los altares, quitar lienzos y envigados, arrancar puertas y ventanas y llevar los mseros enfermos las casas de los vecinos, nterin se transladaban los hospitales de San Hiplito y del Espritu Santo. Todo esfuerzo para sofocar las llamas slo bast para impedir la ruina del Hospital, pero 110 del Coliseo, del cual slo quedaron algunas de las ms gruesas vigas. De las conjeturas que se hicieron en vista de las diligencias judiciales, se dedujo que el incen-dio provino de no haberse apagado bien los pabilos de las velas usa-das en la noche del 19, y guarddose as con los candiles en sus res-pectivos cajones. Para el da 20, en que ocurri el incendio, estaba anunciada la comedia ' 'Aqu fu Troj 'a . ' '

    Poco despus, y segn se dice en el "Prlogo las Constituciones y Ordenanzas del Hospital Real, impresas en 1778," no siendo justo que el pblico se privara de la comn diversin, ni el Hospital care-ciese del producto de su renta, se determin restablecer el Coliseo, y al efecto se construy otro, tambin de madera, en el mismo sitio del destruido por el fuego, hasta que enseando la experiencia el grave perjuicio que sufran los enfermos con el ruido de los concurrentes, ' 'se resolvi levantar un tercer teatro en un terreno sito entre el ca-llejn del Espritu Santo y la calle que en nuestros das conocemos por la del Coliseo Viejo, y entonces estaba invadida por la acequia que, pasando por el costado de Palacio, llegaba hasta el llamado ca-llejn de los Dolores y al presente calle de la Independencia."

    E . H . T .T. I . 1

  • Todava puede verse eu los portales del Coliseo el arco que daba acceso la entrada del tercer teatro, y se distingue por su mayor luz y por la cruz y dos almenas que rematan la pobrsima fachada de la casa que sobre l asienta; como los precedentes, fu de madera, y se construy en 1725.

    En cambio de su mala fbrica lucieron en l, dice el Diario de M-xico, excelentes habilidades, pues desde 1731 le tom su cargo Este-ban Vela, que agradaba mucho en las tablas y fu muy protegido por el Cannigo D. Luis Antonio de Torres, Administrador del Hospital y admirador de su notoria habilidad. Debido su influjo prorrogsele Vela el arrendamiento en 1736 por nueve aos ms, dentro de los cuales falleci: los principales cmicos de su Compaa eran enton-ces Felipa Snchez, Nicols Campos, Alejandro Monzn, Clemente Figueredo y Diego Francisco de Ass.

    Antes de proseguir, hagamos aqu lugar unas citas que tomo de las Gacetas de 1728 y 29, y nos hablan de algunas representaciones en esa primera mitad del siglo, y del teatro que en el Palacio Virreinal existi. Del 12 al 28 de Noviembre del primero de los dos aos ci-tados, la Compaa de Jess celebr solemnes fiestas con motivo de la canonizacin de S. Luis Gonzaga y S. Estanislao deKostka, y en ellas, el da 13, se recitaron cuatro coloquios, cuyos ttulos fueron Los triunfos del cielo, La virtud coronada, La concordia de las ciencias y Las competencias del Paraso. En 19 de Diciembre del mismo ao se celebr, dice la Gaceta, "el cumpleaos de nuestro monarca, con las fiestas de costumbre y la Real Audiencia, Tribunales y Ayuntamien-to, concurrieron las tres noches inmediatas la comedia Celos, aun del aire jnatan, que se tuvo que representar en el suntuoso teatro del Real Palacio del excelentsimo Seor Virrey." En las fiestas con que su turno celebraron los Carmelitas la canonizacin de S. Juan de la Cruz, del 15 al 24 de Enero de 1729, se corrieron toros y se repre-sentaron comedias. Por ltimo, el 19 de Diciembre del mismo 1729, en celebridad del cumpleaos del Rey, ' 'las autoridades concurrieron por sus turnos la comedia ' ' El amor excede al arte y Mquinas de Arqumedes," que hizo representaren el Teatro de Palacio el Exce-lentsimo Seor Virrey."

    Volvamos al tercer Coliseo. Muerto Esteban Vela, qued con el arrendamiento, despus de un reido pleito con la viuda de aqul, la muy reputada actriz Ana Mara de Castro, quien el pblico aplauda y admiraba con entusiasmo. Vesta con gusto, dice el autor de las "Memorias" varias veces citadas; tena gran caudal de exquisita ro-pa, y de su habilidad se dice en un informe de D. Francisco Chva-rri al Duque de la Conquista: "es aclamada de todo el pblico su vi-veza en representar, lo bien sentido del verso, consonancia de sus pa-labras, la retrica y viveza de sus acciones, y la dulzura y armona

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    de su voz en lo que canta ." Fu el galn de su Compaa el ya nom-brado Diego Francisco de Ass, muy diestro en su arte, y cuya muer-te, ocurrida la edad de cuarenta y cinco aos en 1753, fu muy lamentada por la falta que la comedia haba de hacer. Diego de Ass fu natural de San Angel, y muy virtuoso debi ser cuando, se-gn se dice, el clero consinti que su cadver fuese sepultado en la iglesia del Convento de San Bernardo. Mejor fin an tuvo la citada primera actriz Ana Mara de Castro, de la misma Compaa, la cual, habla Beristin, dej el ejercicio de las tablas, convertida por los ser-mones del Padre D. Matas Conchn, que este propsito compuso una poesa intitulada "La Despedida."

    Esta conversin se oper, sin duda, en 1742, fecha en que, segn las "Memorias del Teatro ," la Castro form su Compaa, y en que las aficiones artsticas de D. Jos Crdenas, Administrador del Hos-pital y Contador honorario del Real Tribunal de Cuentas, elevaron las representaciones un grado sobresaliente. Con licencia de Su Ma-jestad, Crdenas hizo ajustar en Cdiz varias notabilidades, entre ellas Jos Ordez, su mujer Isabel Gamarra y sus dos hijas, Vi-centa y Josefa. La ltima cas con Juan Gregorio Panseco, milans, msico de los batallones de Marina y profesor de violn y flauta, y lleg ser muy reputada primera dama. Tambin entonces vinieron Jos Pisoni, Juan Bautista Arestn, Gaspar y Andrs Espinosa, Be-nito Andrs Preibus y Francisco Rueda, tocadores de violn, flauta, trompa y oboe, y Petronila Ordez, mujer del ltimo y habilsima cantarna.

    Como compositor y maestro, Crdenas hizo venir D. Ignacio Je-rusaln, italiano, que lleg ser Maestro de Capilla de la Catedral.

    En 1749, ao en que por decreto de 29 de Noviembre se suprimie-ron las celosas en el Coliseo y se separaron las cazuelas de hombres y de mujeres, estaba el tercer teatro tan inservible por lo podrido de muchas de sus vigas y lo mal acomodado de otras medio quemadas, por haber pertenecido al primitivo del Hospital, que la autoridad mand suspender las representaciones. A influjo de la ya primera dama, Josefa Ordez, se revoc la orden de suspensin, cuando des-pus de tres semanas y con un costo de mil quinientos pesos, hubo reparado la fbrica el maestro de arquitectura D. Lorenzo Rodrguez, y ddole su aprobacin el Ingeniero D. Felipe Ferign Corts.

    Pero la compostura no poda pasar de muy provisional y ni el mis-mo maestro Rodrguez la garantiz ms all de diez doce aos.

    Por otra parte, tenase noticia de que desde 1743 y 45, los antiguos corrales de la Cruz y del Prncipe, en Madrid, haban sido convertidos en cmodos teatros dignos del arte y de la Corte, y la capital del vi-rreinato de Nueva Espaa 110 quiso ser menos que la metrpoli. En ella y en la colonia disfrutbase de muy pasable bienestar bajo la

  • monarqua de Fernando VI y virreinato del primer Conde de Revilla Gigedo; el Hospital no tena sino motivos de felicitarse por la renta que el Coliseo le proporcionaba, y el buen D. Jos Crdenas, apro-vechando todas estas circunstancias favorables, quiso y pudo empren-der la construccin de un cuarto y definitivo Coliseo, el mismo que, con el nombre de El Principal, existe al presente.

    El que por su pobreza inseguridad estaba llamado desaparecer en un corto plazo, era de forma rectangular como sus dos predeceso-res y como habanlo sido los de Madrid, construidos en patios co-rrales.

    Su tablado escenario y las dependencias de utilera y cuartos pa-ra los cmicos, tuvieron entrada especial y distinta de la del pblico por una casa de vecindad del callejn del Espritu Santo. Y esto es todo cuanto sabemos.

    Sin suspender las representaciones en el tercer coliseo, que quedaba al fondo y la derecha del nuevamente proyectado, previa superior licencia de 6 de Febrero de 1752, el susodicho Administrador D. Jo-s Crdenas, procedi al derribo de casas que, habiendo pertenecido D. Juan Villavicencio, compr al mayorazgo D. Jos Gorraiz y Lu-yando, Secretario de la Gobernacin del virreinato, en trece mil pe-sos, con ms el reconocimiento de varios censos. Dichas casas esta-ban ubicadas frente la de Irolo, en la calle que hasta entonces se llam del Colegio de las Nias, y del Coliseo Nuevo, posteriormente la construccin de ste, tomando el de Coliseo Viejo, que conserva hasta hoy, aquella en que estuvo la entrada del tercer teatro.

    El trazo y direccin de la obra que se di principio en los prime-ros das de Diciembre, corrieron cargo de los maestros D. Jos Eduardo de Herrera y D. Manuel Alvarez, quienes ofrecieron con-cluirla en seis meses y la presupuestaron en diez y ocho veinte mil pesos. El autor del brevsimo artculo de Memorias del teatro, nos cuenta, y lo transcribo ntegro porque no lo entiendo, "que los maes-tros ofrecieron hacer el Coliseo de figura aovada, lo cual no se pudo verificar, porque el teatro corta esa figura aovada en su menor di-metro y forma ms bien la de una herradura." Cualquiera podra suponer que ms que un teatro habase proyectado un circo coliseo romano. Tambin se equivocaron los maestros en el clculo del tiem-po necesario para la construccin, que fu de un ao y 110 de seis me-ses, y aun as no nos parece mucho si consideramos el extraordinario impropio espesor de los muros de la tal fbrica. Formaron el saln cuatro altos pisos, el superior destinado cazuela galera y los dems con un total de cuarenta y un cuartos palcos, con balcones de hierro, de media vara de altura y volados. Ostentaba las armas rea-les en el frente de la embocadura del escenario, diversas pinturas mitolgicas adornaban los huecos del dicho frontis y el techo de la

    sala, y los muros se cubrieron con los colores azul y blanco. Como no habra sido fcil tender azotea de tan grande extensin como el tamao de la sala, el techo fu lo que se llamaba d

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    tas sesenta y nueve personas que permanecan en pie durante toda la funcin: alguna vez que en el mosquete se pusieron bancas, pudieron tomar asiento doscientas ochenta y ocho personas.

    Los palcos primeros 6 cuartos de primara andanada, eran diez y ocho, ocupando los virreyes los nms. 1, 2 y 3: segunda y tercera an-danada contaban igualmente diez y ocho cuartos palcos, pero en los terceros los nmeros del 8 al 13, que se llamaban del comn, se vendan por asientos, debiendo tomarse por entero los dems.

    El paraso, galera cazuela, estaba dividido en dos partes entera-mente separadas y sin comunicacin alguna: la cazuela de hombres con ciento cincuenta y nueve asientos, y la cazuela de mujeres con dos-cientos treinta y seis.

    En los cuartos primeros caban ciento sesenta y cuatro personas, ciento noventa y nueve en los segundos y ciento cuarenta y tres en los terceros.

    Las temporadas cmicas se abran el Domingo de Pascua de Re-surreccin y se cerraban el Mircoles de Ceniza, dndose sin inte-rrupcin funciones todos los das de la semana, excepto los sba-dos.

    Un cuarto de primera segunda andanada, costaba de abono por toda la temporada $300, y $ 200 por slo los das de fiesta; se pagaba, adems, por entrada diaria por persona, dos reales los das en que se doblaban los precios, un real en das de fiesta trabajo y nada en los que se llamaban de coca, que eran funciones bajo precio en ob-sequio al pblico, como ahora se dice. El abono banca luneta cos-taba $6 al mes; la entrada eventual, alquiler de una luneta, vala seis reales en los das dobles, cuatro en los de fiesta, tres en los de tra-bajo y uno en los de coca. La entrada al mosquete, un real en los dobles y medio en los dems; las cazuelas, dos reales en das dobles, un real en los de fiesta y trabajo y medio en los de coca. La entrada eventual, alquiler de un palco, costaba $5 en das dobles, $3.50 en los de fiesta y trabajo y doce reales en los das de coca.

    Por lo regular estaban abonados todos los palcos primeros y segun-dos, con excepcin de cinco seis que se ponan la venta, y todas las lunetas, excepto cincuenta.

    Descontada la parte correspondiente al abono, el teatro haca, de lo que podemos llamar entrada eventual, $600 en los das dobles.

    Estaban exceptuados de todo pago de entrada, el Virrey y su fami-lia, y sus pajes y damas, el Juez de teatro y su familia, el Secretario y los alabarderos del Virrey, el Mayordomo del Hospital, los Oidores y sus mujeres, los Regidores, la oficialidad del Cuerpo de Granaderos, que daba la guardia, el escribano del Coliseo y los cmicos y los bai-larines francos.

    Los primeros aos del Coliseo Nuevo abundaron en calamidades de

    \ > toda especie, que dificultaron su marcha material, pues en cuanto la artstica, nada poda esperarse digno de mencin, no siendo extrao que nadie se preocupase en conservar noticias de unos espectculos que, en la misma Espaa, haban llegado entonces y continuaron mu-cho tiempo an en supina decadencia.

    En las representaciones de ese tercio del siglo, dice un historiador madrileo, "no haba ni decencia ni sentido comn: tuvo grande bo-ga ante aquel pblico ignorante, una comedia mitolgica en que Dia-na bajaba la escena en una nube de tul, cantando seguidillas y prin-cesas, as llamadas en lenguaje de bastidores las coplas acompaadas la guitarra. Otras veces era Semramis la que sala peinada la pa-pillota, con arracadas semejantes las usadas por las charras, con ca-saqun de glac, bucles angelicales, paletina de nudos, excusal, ton-tillo y zapatos de tacn alto. A Julio Csar se le presentaba con su corona de laurel, peinado la rinoceronte, sombrero de plumaje, colo-cado con gracia debajo del brazo izquierdo, chupa de tis, casaca de terciopelo, medias la virul, espadn de concha, y corbata guarne-cida de encajes. Todo esto era acompaado por una orquesta forma-da por cinco violines desafinados y un contrabajo ronco " S i tal situacin guardaba el Teatro en Madrid muchos aos despus de inaugurado el Coliseo de Mxico, es creble que fuera ni mejor ni ms digna la del nuestro?

    Para mayor desgracia, las calamidades y los lutos interrumpie-ron con frecuencia las representaciones. Ya era la muerte del Rey Fernando VI; ya la del Marqus de las Amarillas, sucesor de Revilla Gigedo en el virreinato; ya los temores de que el pas fuese invadido por los ingleses en guerra con Espaa; ya las alarmas por la expul-sin de los Jesutas. No faltan, sin embargo, referencias incompletas y escasas representaciones y autores cmicos en Mxico.

    Buscando aqu y acull, puede tropezarse con D. Juan Ortiz de Torres quien, en 1645, hizo una dama recitar un monlogo en ho-nor memoria de las Isabeles de Espaa, en una fiesta del Santsimo Sacramento: Jernimo Bezerra, en 1651, autor de una loa la Poe-sa; Antonio Medina Soler, de quien en 2 de Febrero de 1667, se re-present una loa en el Cerro del Tepeyac con motivo de la colocacin de la Imagen de Nuestra Seora de Guadalupe; Agustn Salazar y Torres, autor de varios Autos Sacramentales y de las comedias Ele-gir al enemigo, f uegos Olmpicos, El encanto eri la hermosura y el he-chizo sin hechizo, de un drama para la Universidad de Mxico, y de una loa para la comedia Tetis y Peleo; Alonso Ramrez Vargas, au-tor de El mayor trninfo de Diana, pieza representada en la Universi-dad, con un lujo y un gran aparato de transformaciones y tramoyas de que se hace lenguas Sigenza, y que deben ponerse en duda, pues no es creble que la colonia fuese en estos asuntos superior la Metro-

  • C A P T U L O IV

    1755. 1786.

    Apenas dos afios despus de inaugurado el tercer Coliseo por el pri-mer Conde de Re villa Gigedo, entreg ste el mando su sucesor D. Agustn de Ahumada y Villaln, Marqus de las Amarillas, 10 de Noviembre de 1755. Durante el gobierno de este activo y laborioso virrey, quien toc celebrar las fiestas del patronato nacional de la Virgen de Guadalupe en 17561 se arrend por primera vez y en ese mismo ao el Coliseo, en cuatro mil pesos anuales, D. Jos de Cal-vo Rendn, cuyo contrato tuvo bien aprobar, en Real Cdula de 25 de Octubre de 1759, Carlos I I I , que acababa de suceder en el trono de

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    poli. La obra de Ramrez Vargas gust tanto, que liubo necesidad de repetirla en las tardes de tres das seguidos.

    De la misma poca, entre 1651 y 1695, es la sobre toda ponderacin insigne Sor Juana Ins de la Cruz, que su turno escribi varias loas, los tres autos El cetro de San Jos, San Hermenegildo y El Divino Narciso, y las dos comedias Amor es ms laberinto y Los empeos de una casa.

    Inquiriendo ms an, podran citarse el Presbtero D. Manuel Zu-maya, traductor de varias peras italianas y autor de otra intitulada Fartenope, que se represent en el Palacio Virreinal para celebrar el natalicio de Felipe V, y se imprimi en 1711; escribi tambin el dra-ma El Rodrigo, representado en el Palacio tambin, en celebridad del nacimiento del Prncipe Luis Fernando : D. Jos Antonio Prez Fuen-te con su comedia El portento mexicano y veinte loas en verso mexi-cano : Manuel Santos Salazar, con su coloquio La Invencin dla Cruz, escrito en 1714, y una pequea pieza dramtica : el Padre Juan Arrio-la con su comedia, No hay mayor mal que los celos; el clebre D. Ca-yetano Cabrera, con sus comedias La esperanza malograda y El Iris de Sala?nanca; D. Francisco Soria, con sus Guillermo, Duque de Aqui-tania; La mgica mexicana; La Genoveva y De los celos y el amor cual es afecto mayor; el Padre Agustn Castro, con su tragedia traducida La Troyana y sus sanetes de costumbres nacionales, Los remendones y Los Charros. Difcil sera mejorar completar listas de esa especie, que creo sean tan curiosas como poco nada importantes para la glo-ria de las letras mexicanas.

    Espaa su hermano Fernando VI, muerto el 10 de Agosto del mismo ao. Al siguiente, y en 5 de Febrero, falleci en Cuernavaca el Mar-qus de las Amarillas, quien sustituyeron primero la Audiencia y despus D. Francisco Cagigal de la Vega, el cual, tras breve interi-nato, hizo entrega del mando D. Joaqun de Monserrat, Marqus de Cruillas, el 5 de Octubre de 1760.

    A Cruillas toc celebrar la jura de Carlos I I I , mostrarse benfico con sus gobernados en la inundacin que sufri la Capital, distinguirse por sus hbiles disposiciones militares para defender Veracruz de posibles ataques de los ingleses, en guerra con Espaa, y recibir al seversimo Visitador D. Jos de Glvez, en 1764. De ese ao y de 14 de Julio, es la Real Cdula que aprob el arrendamiento del Coliseo por D. George Anastasio de Ziga en 1763, en la renta anual de cua-tro mil quinientos pesos.

    A Cruillas sucedi D. Carlos Francisco de Croix, Marqus de Croix, creador de la fortaleza de Perote y enrgico ejecutor de la orden de expulsin de los Jesuitas, verificada en Mxico el 25 de Junio de 1767. En su tiempo, el asentista del Coliseo lo fu D. Diego Ballesteros.

    El ntegro y recto Virrey, tuvo por sucesor D. Antonio Bucareli y Ursa, fundador de los presidios acantonamientos de tropas del Norte, del Castillo de San Diego ele Acapulco, reparador de la Acor-dada, y gran protector del comercio y de la minera. En su poca se fundaron el Montepo, el Hospicio de Pobres, el Hospital de San Hi-plito y la Casa de la Cuna; se procur el adelanto de las ciencias, el establecimiento de la fabricacin de tejidos, el cultivo del lino y del camo y la implantacin de toda especie de mejoras. Todo ello hizo que su fallecimiento, ocurrido el 9 de Abril de 1779, causase un duelo general en la colonia, que cont Bucareli en el nmero dess ms ilustrados gobernantes.

    Un hombre como l, no poda haber visto con despego los asuntos teatrales, y, con efecto, hizo cuanto le fu dable para levantarlos del decaimiento en que se encontraban. En 13 de Febrero de 1777, D. Juan de San Vicente ' ' remat el Real Asiento y Direccin de Comedias del Coliseo, por cinco aos y pensin de cuatro mil quinientos pesos que haban de pagarse al Hospital Real de Naturales." D. Juan de San Vicente tuvo en este asunto la representacin del Lic. D. Flix de Sandoval, abogado que era de la Real Audiencia: por razn de su elevado cargo, Sandoval no quiso aparecer como asentista, pero s se comprometi facilitar los caudales necesarios para la empresa, ce-diendo San Vicente la tercera parte de las utilidades, de la cual habra de descontarse la suma de veinticinco pesos mensuales que su representante pidi para su manutencin. El acuerdo entre Sandoval y D. Juan de San Vicente, apenas dur un ao, pues el apoderado no se port bien con su poderdante, quien no present cuentas de gas-

    B. H. T .T. I . 5

  • C A P T U L O IV

    1755. 1786.

    Apenas dos afios despus de inaugurado el tercer Coliseo por el pri-mer Conde de Re villa Gigedo, entreg ste el mando su sucesor D. Agustn de Ahumada y Villaln, Marqus de las Amarillas, 10 de Noviembre de 1755. Durante el gobierno de este activo y laborioso virrey, quien toc celebrar las fiestas del patronato nacional de la Virgen de Guadalupe en 17561 se arrend por primera vez y en ese mismo ao el Coliseo, en cuatro mil pesos anuales, D. Jos de Cal-vo Rendn, cuyo contrato tuvo bien aprobar, en Real Cdula de 25 de Octubre de 1759, Carlos I I I , que acababa de suceder en el trono de

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    poli. La obra de Ramrez Vargas gust tanto, que liubo necesidad de repetirla en las tardes de tres das seguidos.

    De la misma poca, entre 1651 y 1695, es la sobre toda ponderacin insigne Sor Juana Ins de la Cruz, que su turno escribi varias loas, los tres autos El cetro de San Jos, San Hermenegildo y El Divino Narciso, y las dos comedias Amor es ms laberinto y Los empeos de una casa.

    Inquiriendo ms an, podran citarse el Presbtero D. Manuel Zu-maya, traductor de varias peras italianas y autor de otra intitulada Fartenope, que se represent en el Palacio Virreinal para celebrar el natalicio de Felipe V, y se imprimi en 1711; escribi tambin el dra-ma El Rodrigo, representado en el Palacio tambin, en celebridad del nacimiento del Prncipe Luis Fernando : D. Jos Antonio Prez Fuen-te con su comedia El portento mexicano y veinte loas en verso mexi-cano : Manuel Santos Salazar, con su coloquio La Invencin dla Cruz, escrito en 1714, y una pequea pieza dramtica : el Padre Juan Arrio-la con su comedia, No hay mayor mal que los celos; el clebre D. Ca-yetano Cabrera, con sus comedias La esperanza malograda y El Iris de Sala?nanca; D. Francisco Soria, con sus Guillermo, Duque de Aqui-tania; La mgica mexicana; La Genoveva y De los celos y el amor cual es afecto mayor; el Padre Agustn Castro, con su tragedia traducida La Troyana y sus sanetes de costumbres nacionales, Los remetidonesy Los Charros. Difcil sera mejorar completar listas de esa especie, que creo sean tan curiosas como poco nada importantes para la glo-ria de las letras mexicanas.

    Espaa su hermano Fernando VI, muerto el 10 de Agosto del mismo ao. Al siguiente, y en 5 de Febrero, falleci en Cuernavaca el Mar-qus de las Amarillas, quien sustituyeron primero la Audiencia y despus D. Francisco Cagigal de la Vega, el cual, tras breve interi-nato, hizo entrega del mando D. Joaqun de Monserrat, Marqus de Cruillas, el 5 de Octubre de 1760.

    A Cruillas toc celebrar la jura de Carlos I I I , mostrarse benfico con sus gobernados en la inundacin que sufri la Capital, distinguirse por sus hbiles disposiciones militares para defender Veracruz de posibles ataques de los ingleses, en guerra con Espaa, y recibir al seversimo Visitador D. Jos de Glvez, en 1764. De ese ao y de 14 de Julio, es la Real Cdula que aprob el arrendamiento del Coliseo por D. George Anastasio de Ziga en 1763, en la renta anual de cua-tro mil quinientos pesos.

    A Cruillas sucedi D. Carlos Francisco de Croix, Marqus de Croix, creador de la fortaleza de Perote y enrgico ejecutor de la orden de expulsin de los Jesuitas, verificada en Mxico el 25 de Junio de 1767. En su tiempo, el asentista del Coliseo lo fu D. Diego Ballesteros.

    El ntegro y recto Virrey, tuvo por sucesor D. Antonio Bucareli y Ursa, fundador de los presidios acantonamientos de tropas del Norte, del Castillo de San Diego ele Acapulco, reparador de la Acor-dada, y gran protector del comercio y de la minera. En su poca se fundaron el Montepo, el Hospicio de Pobres, el Hospital de San Hi-plito y la Casa de la Cuna; se procur el adelanto de las ciencias, el establecimiento de la fabricacin de tejidos, el cultivo del lino y del camo y la implantacin de toda especie de mejoras. Todo ello hizo que su fallecimiento, ocurrido el 9 de Abril de 1779, causase un duelo general en la colonia, que cont Bucareli en e