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RESEÑAS - Eventos Culturales

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Page 1: RESEÑAS - Eventos Culturales

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGÓN

COMUNICACIÓN Y PERIODISMO

RESEÑAS:

Eventos culturales

ALUMNO: Castellanos Coronado Jorge Arturo

ASIGNATURA: Actualización Periodística

PROFESOR: José Antonio Zavaleta Landa

SEMESTRE: 2011-2

FES Aragón

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The Suburbs de Arcade Fire, ganador del Grammy 2011

¡Salud por el apocalipsis! Por Jorge Arturo Castellanos Coronado

i los cuatro jinetes del apocalipsis tocaran a tu puerta para concederte un último brindis por el inminente fin del mundo (ellos ponen los pomos, por supuesto), debes

prevenirte y tener siempre en casa hielos, vasos, los rigurosos chicharrones para botanear y la buena música. Propongo abrir el apetito con un whiskey en las rocas e ir haciendo desfilar por el playlist de tu reproductor favorito las siguientes melod-ías: “Apocalipse Please” de Muse, “The Man Comes Around” de Johnny Cash y, para el plato fuerte, previo a agasajar a los singulares charros con la del estribo al son de “Desolation Row” de Bob Dylan, recomiendo dejar correr de principio a fin la más reciente placa de Arcade Fire, The Suburbs.

Desde los primeros acordes, los distinguidos comensales quedarán deleitados con la belleza y fuerza de los arreglos, la crudeza de las letras y la atrayente temática de este álbum, tercero en la discografía de este grupo canadiense, con un relato digno del Armagedón: la épica batalla entre la ciudad y los suburbios (“Now the music divides us into tribes / You choose your side, I’ll choose my side”).

En mis sueños, nuestros gritos aún resuenan

La idea de una placa conceptual ya se había manifestado en los trabajos previos de esta banda originaria de Montreal, como en la apología a la muerte de Funeral o la crítica a la religión y la fe en Neon Bible, aunque esta vez la llevan hasta el límite con la narración de una hipotética rebelión desde la periferia de las ciudades en busca de revertir el caos provocado por las ambiciones desmedidas de los voraces citadinos. Así, el corte de arranque y que da nombre al disco habla sobre los sueños premonitorios de un hombre que teme el inicio de la guerra, pero que se resiste a creerlo: “Sometimes I can't believe it, I'm moving past the feeling”, repite el coro como un mantra lleno de miedo y consuelo a la vez.

Sin embargo, como un tropezar con la misma piedra, el re-crudecimiento de los odios ideológicos desata el conflicto y las canciones dan cuenta de ello: “Ready to Start” es la llamada de atención (con la batería y la guitarra al unísono) y una invita-ción a tomar partido; “Modern Man” y “Rococo” testifican de la irracionalidad citadina, la primera en un ritmo de 7/8 que ironiza sobre el progreso, y la segunda con un pegajoso coro que parodia a las modas; “Empty Room” y “City With No Child-ren In”, por su parte, son la arenga (con su explosivo inicio de violines) y la exposición de los motivos suburbanos para el ataque (montada en un riff circular que bien pasaría por jingle publicitario).

“Half Light” I y II describen el enfrentamiento y la parcial victoria del ejército de los suburbios, y el repliegue de los cita-dinos hacia las sombras. Con sutiles armonías vocales (men-ción aparte a la ensoñadora voz de Régine Chassagne, que vuelve a enamorarnos) nos habla de escenarios de destrucción pero a la vez de esperanza. Enseguida, la oscura tonada de “Suburban War” devela que todo era un complot para desatar la violencia y justificar la reacción aniquiladora de todo aquel

movimiento de descontento en contra de lo establecido: una vez más se imponen los fundamentalismos del dinero, la tec-nología y las armas.

¿Ya te cansaste de fingir?

“Month of May”, “Wasted Hours” y “Deep Blue” son, respecti-vamente, odas a la ira (con riff a la Ramones), la decepción (en la fantástica voz de Win Buttler) y la desesperanza sobre el futuro de la humanidad (alegoría representada de manera soberbia con la alusión a la derrota del hombre por la máquina en la estrofa: “You, could never predict it / That he could see through you / Kasparov, Deep Blue, 1996”, el inicio del fin). La humanidad retoma su ruta hacia el desastre vía la corrupción, la conformidad y la negligencia. Sólo queda esperar por el final y tomar confort en el recuerdo de un pasado ya lejano, parece expresar la melancolía rabiosa de “We Used to Wait”.

En “Sprawl I (Flatland)”, un testigo del conflicto hace una última excursión hacia los confines de la historia en busca de respuestas, insinuando que la conciencia, como el universo, se halla en constante expansión y que será hasta que el hombre caiga en la cuenta de ello que logrará su redención. “Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)”, con reminiscencias al Blon-die de “Rapture”, anuncia la salvación de las almas que puedan advertir que estamos hechos tanto del polvo de las estrellas como del vacío del espacio. El sonido de la alarma antibombas (con reminiscencias a “Rebellion (Lies)”, uno de los grandes éxitos de la banda), mueve a reflexionar si queremos seguir privilegiando el juego de la depredación por encima de la vida. La coda orquestal “The Suburbs *Continued+” deja la disyuntiva en el aire... el tiempo se acaba.

A continuación, los invitados a este convite sui generis podrían retomar su tarea con la seguridad de estar haciendo lo correcto... ¡pero no olvides tus modales y ofréceles seguir con la velada! Quizá, al escuchar más obras de arte como The Su-burbs se decidan a darnos otra oportunidad.

Como sea, todo hogar que se respete debe aprovisionarse este disco para disfrutarlo en la comodidad de su refugio sub-terráneo favorito.

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Cosa voglio di più de Silvio Soldini

Una más de desencuentros Por Jorge Arturo Castellanos Coronado

ada nuevo comienzo viene del fin de otro principio”, memorable línea del tema Closing Time, del grupo Semisonic, que ni mandada a hacer para empezar a

discutir la temática de esta pelicula: la infidelidad, fantasma tan inasible como el amor de la persona amada, que sólo re-quiere que alguno de los involucrados deje de creer en lo que da por sentado para que se manifieste con fuerza y zozobra. Entonces, dicha aparición puede marcar el fin del amor y la pasión por la pareja de costumbre y el inicio de un tornado de sensaciones y reproches, placeres y culpas, que agita las vidas de los amorosos furtivos y de quienes les rodean.

Silvio Soldini dirige y co-escribe en Cosa voglio di più (que las distribuidoras mexicanas exhibieron este 2011 con la traducción literal “¿Qué más quiero?”), una historia tan uni-versal y antigua como la civilización misma. Este filme, coproducción italo-suiza del 2010 y estelarizado por Alba Rohrwacher y Pierfrancesco Favino, se basa en el sencillo rela-to del encuentro casual entre Anna y Domenico, cada uno sumido por su lado en la monotonía y la rutina de la vida con-yugal, familiar y productiva y quienes, avasallados por una inesperada atracción mutua, se ven obligados a robar del mundo el tiempo y los espacios adecuados para dar rienda suelta a su pasión.

Hasta ahí pareciera un esquema copiado de cualquier dra-ma hollywoodense, mexicano, francés, chino o hindú, si no fuera porque el director y los guionistas conocen muy bien a sus paisanos e imprimen en los diálogos ese sabor, expresivi-dad, cadencia, matices e inflexiones tan caras a la mentalidad de los italianos, dejando de lado los rodeos y llamando a las cosas por su nombre. Para muestra tenemos el álgido reclamo a grito pelado y en plena calle de Anna, cuando ya no puede soportar más la hipocresía y recriminaciones por su accionar: “¡Sólo fueron unas buenas cogidas y ya!”.

Tan sólo un instante

Si bien el fin justifica los medios, las capacidades narrativas y cinematográficas de Soldini son suficientes para acreditar la búsqueda de sentido que Cosa voglio di più despliega en pan-talla. Generoso, maneja la cámara a su antojo y pone al espec-tador al lado de los protagonistas, no para que los entenda-mos, sino para que apreciemos mejor la intimidad de un affai-re que se desarrolla de manera tan natural como intensa. Asi-mismo, la fotografía, intercalando el gran angular con el close up, hace de los contrastes un aliado de los personajes al mos-trarlos en toda su indefensión o poderío, como cuando toma a un desolado Domenico en su lugar del estacionamiento, sien-do observado desde las alturas por la recelosa y abnegada Miriam, madre de sus dos hijos (sobria interpretación de Tere-sa Saponangelo), o cuando va tras los pasos de una decidida Anna, a quien no le asusta mentir a Alessio (Giuseppe Battis-ton, que va de tipazo a papanatas en un segundo... ¡grosso!) con tal de acercarse a su propia verdad.

“El matiz viene después”, dice una letra de Mecano así que,

para no echar a perder el show, bastan algunas piececillas para que cada quien arme su propio rompecabezas y decida si vale la pena ver esta película: sexo explícito, tomas dinámicas, musicalización precisa, cuerpos desnudos, locaciones exóticas, algunos chistecillos y sobre todo esa sutil manera de hilar momentos uno con otro, para luego dejar caer en la concien-cia todo el peso de la tragedia humana, haciéndonos ver que no somos nada y que "a veces basta un instante para olvidar una vida, pero a veces no basta una vida para olvidar un ins-tante." (Jim Morrison dixit).

Esa frase, que en voz de Alessio suena a condena, describe ese sentimiento inherente a nuestra época, donde la urgencia de navegar por el mundo con identidad propia no necesaria-mente implica tener que sacrificar la vida por un ideal: adiós a los grandes relatos, bienvenidas las grandes historias.

Es el lado B de la tragicomedia del hombre en la sociedad de la información, donde una infidelidad está a tan solo un mensaje de texto de distancia y los sentimientos se pueden cambiar tan fácilmente como tu estatus de Facebook.

Reloj, no marques las horas

Es así que se van volando las dos horas y cachito que dura Cosa voglio di più, una película más de desencuentros que intenta hacernos reflexionar sobre nuestra concepción del amor y la pareja, y de paso, como sólo el buen cine sabe hacer-lo, sacudir nuestros esquemas ante el asombro de lo frágil que puede ser la existencia, donde los valores familiares y sociales pierden toda referencia y, a pesar del enorme vacío que se cierne sobre el futuro, se puede continuar si se tiene el talante suficiente para seguir viviendo. Como Anna. Como Domenico. Sin drama.

El principio de una cosa siempre implica el fin de otra. En el caso del amor, la duda primera basta para terminar con toda una vida de felicidad ilusoria. También para derribar mitos y supersticiones de épocas pasadas.

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Conferencia de Raúl Trejo Delarbre en la FES Aragón

Facebook y las nuevas formas de cultura en línea Por Jorge Arturo Castellanos Coronado

a tarde del jueves 17 de febrero de 2011 al mediodía, dentro del marco de las celebraciones por su XXXV ani-versario, la Facultad de Estudios Superiores de Aragón se

vistió de gala para recibir a uno de los teóricos de mayor pres-tigio y respeto en el ámbito de la comunicación y además, catedrático de origen orgullosamente universitario, el doctor Raúl Trejo Delarbre, quien puntual y gustoso presentó la po-nencia: Cultura, intercambio y pensamiento en la era de Face-book. El platillo de que aguardaba a los asistentes de un reple-to auditorio A-9 lucía tan apetitoso, que las reservaciones no alcanzaron y hubo gente de pie y encaramada a orillas de la mesa central. Pero pudo más el entusiasmo de los comensales, quizá debido a que todo buen facebookero que se respete (incluido el autor de esta humilde reseña) busca estar al día en todas las cuestiones que atañen a la red social más emocio-nante y de mayor crecimiento de los últimos años.

¿A quién vas a llamar?

Combinando datos estadísticos con anécdotas de usuario y su enorme conocimiento acerca de la internet, esa “columna vertebral de la sociedad de la información”, Trejo Delarbre condujo una fantástica velada donde no faltaron los chistes, por ejemplo, al mencionar el dispositivo USB en que transpor-taba sus diapositivas con intención de hacer patente la imbri-cación analógica-digital en que vivimos, dijo sin más: “espero que me lo devuelvan, porque así pierdo muchos con mucha frecuencia”. Es como Bill Murray en Ghostsbusters presentan-do su teoría del ectoplasma en tono serio y científico. Desen-fadado, se atreve también a soltar ‘herejías’ capaces de horro-rizar a las academias más dogmáticas y puritanas: “hoy en día el espacio de creación colectiva del conocimiento más impor-tante que existe se encuentra en Wikipedia”. ¡Cruz-cruz!

Ya con el ambiente distendido y una audiencia cautiva, Raúl Trejo, también presidente de la Asociación Mexicana del Derecho a la Información y autor de más de una veintena de títulos, habló sobre las nuevas formas de creación cultural, posibles gracias a que millones de usuarios “están enlazados a una gran colección de recursos informáticos y digitales”. Este fenómeno altera nuestras costumbres, lenguaje y conducta pero sobre todo nuestra percepción, de modo que se ha ob-servado un aumento la demanda de productos culturales más inmediatos y en formatos más compactos, como en el caso de las novelas para celular, las películas para Youtube en capítulos cortos o la aforística de Twitter.

Sean estas las posibles razones del auge de gadgets como las tabletas y los llamados smatphones (teléfonos celulares cuya variedad de funciones multimedia deja un poco de lado el propósito original de este aparato, que es la comunicación hablada a distancia), de modo que la creación y comercializa-ción de productos culturales en la actualidad se ve condiciona-da por este hecho.

Ante la baja en calidad que ello supondría, Raúl Trejo con-trapone los beneficios que la digitalización trae consigo al hablar del libro virtual, que como obra discursiva mantiene su esencia, mientras que su conversión a archivo PDF permite,

además de portabilidad, “conocer más rápido, intercambiar más rápido y propagar la cultura de formas más baratas y versátiles”.

Aun así, Trejo no peca de optimista cuando señala “con los pelos de la burra en la mano” la enorme brecha tecnológica que persiste en nuestro país donde en ocasiones, y con tal de no ser excluidos del intercambio social, nos vemos en la nece-sidad de contratar servicios de conexión a la red tan deficien-tes como la banda ancha de Telmex: “escasa, lenta y costosa”. (¡Ahí le hablan Sr. Slim!).

In your face, Mark Zuckerberg!

Pasando de lleno a la estrella del banquete, la plataforma informática que está moviendo al mundo de las relaciones interpersonales desde su aparición en 2004, obra del genio geek más famoso de Harvard (véase: Social Network, de David Fincher), Raúl Trejo define a las redes sociales como “el con-junto de conexiones que podemos entablar de manera digital y que nos permiten encontrar, mantener e incrementar rela-ciones de carácter personal y/o grupales”. Y agrega: “más que un escaparate, son una réplica de los espacios de encuentro presenciales que existen fuera de línea, complementándolos”. Ni el propio creador de Facebook pudo haberlo dicho mejor.

Así, dentro de las características que han hecho de éste el segundo sitio de internet más visitado y con alrededor de 600 millones de cuentas creadas, Raúl Trejo describe 11 rasgos fundamentales: 1) Divagación y hallazgos: Facebook como una gran ciudad; 2) Reciprocidad y almacenamiento: un álbum de recuerdos virtual; 3) Mensajes y avisos: enterarse de lo que hacen los demás; 4) Réplicas del lenguaje corporal y coloquial: likes y emoticons que enfatizan gustos y emociones; 5) Ayuda de memoria: para no olvidar fechas importantes; 6) Civismo y activismo: nuevas formas expresión política; 7) Afición y crea-ción: amplía los canales de difusión de artistas, obras y proyec-tos culturales; 8 ) Construcción de identidades: posibilidad de confeccionar una imagen públicamente aceptada; 9) Exhibición y ostentación: privacía expuesta; 10) Libertad y difusión del pensamiento: facilita democratizar la expresión; y 11) Partici-pación: ¿estas in? ¿El veredicto de los gourmets? Los aplausos son unánimes. ¡Para chuparse los dedos! :D

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En la XXXII edición de la Feria de Minería

Miles de asistentes movieron prodigiosos miligramos Por Jorge Arturo Castellanos Coronado

Ay, ahora resulta que todos leen!” Y así parece. O al menos durante dos semanas. Y es que en la actual edición de la Feria Internacional

del Libro del Palacio de Minería se reavivaron las sospechas de que algo anda mal con lo que las estadísticas oficiales reflejan sobre los hábitos de lectura de los mexicanos: ¿en verdad no leemos ni un libro completo al año? ¿Cómo es que un evento que no ofrece espectáculos multimedia ni famosos cantantes puede convocar a más de 152 mil visitantes? Un vistazo a lo que pasa por sus corredores, peldaños, techos y esquinas ayudará a resolver la duda existencial que aqueja, tanto a autoridades culturales como a entusiastas e iniciados: ¿De qué va la Feria de Minería?

Si una imagen vale más que mil palabras, a continuación se presentan, cual guión de televisión, las secuencias donde es-cenarios, personajes y narrativa dan cuenta de lo ocurrido el 5 de marzo de 2011 en torno a este recinto del Centro Histórico de la capital, ubicado justamente en el número 5 de Tacuba.

Sábado, Distrito Federal. Salida del metro, atestadote, len-totote e insegurote, estación Bellas Artes. A la derecha, el tráfico usual en dirección nororiente del Eje Central; a la iz-quierda, la deslucida fachada terracota de una de las tiendas del búho. Hombres y mujeres de todas las razas, estratos so-ciales y edades navegan en un ir y venir sin rumbo aparente, no obstante, a la vuelta de la esquina, espera la engañosa inmovilidad.

De frente, una larga fila, que pareciera concurrir en el Pala-cio Postal, avanza (por decir algo) en dirección opuesta hacia un pálido gallinero de triplay, vinyl y aluminio, con un letrero de TAQUILLA en fondo azul y letras amarillas. Un ligero paneo a la izquierda devela a su doppelgänger: otro gallinero y su respectiva cola de imperceptible ondular, doblando por Filo-meno Mata hasta languidecer frente al Club de Periodistas. Y en el medio, los libros. Pase a verlos. 15 pesos entrada general, 10 con credencial escolar o de INAPAM.

Su casa y resguardo desde mediados de febrero ha sido el Palacio de Minería, antigua sede de la Escuela Nacional de Ingenieros, que se muestra incólume al bullicio en derredor. De sus balcones cuelgan coloridos anuncios que lo visten de fiesta, robándole atención al vecino de enfrente, que con tan sólo dos discretos pendones anuncia su exposición temporal Imagen, ritmo y movimiento, tal vez no tan concurrida pero tampoco yéndole como en feria.

Mientras tanto, en Plaza Tolsá, El Caballito parece debatir-se entre seguir estoico o cruzar la calle, como queriendo huir de su llanura de granito que hoy se halla invadida por dos carpas que fungen de guardarropa, extrañamente una más atiborrada que la otra y por las cuales hay que pasar, boleto en mano, si se quiere evitar que la vigilancia en el acceso arreme-ta con el contundente: “joven, su mochila no puede pasar”.

Tres entradas tres; por la de la izquierda, acceso directo al luminoso espacio del Fondo de Cultura Económica, enmarcado con las fotografías tamaño ventanal de grandes autores, don-de resalta un Miguel León-Portilla de mirada traviesa, flan-

queado por las sonrientes Margo Glantz y Elena Poniatowska, seguramente gustosas de celebrar con él, así como la Feria en esta edición, su octogésimo quinto aniversario.

Por la de la derecha se atisba un auténtico oasis: la librería de la UNAM y su galerón ampliado, donde además de video, revistas, esculturas y un mar de colecciones se materializó, en conjunto con Siglo XXI Editores, su más reciente manantial del saber: la Enciclopedia de conocimientos fundamentales, un esfuerzo sin precedentes que insufla aires de renovación para el sueño vasconceliano. “¿700 pesos, sólo hasta mañana? ¿Puedo pagar con tarjeta? ¡Ah, jijos! La cultura pesa”.

Y al centro, el atrio: ese vórtice del laberinto en que los senderos de las letras se bifurcan y la luz, cayendo a raudales sobre los estantes, anuncia la revelación y guía a los miles de bibliófilos en busca de esos prodigiosos miligramos (que a veces pueden sumar de a kilo) cuya contemplación les permita asomarse, aunque sea por una rendija, dentro del Aleph de Borges, El sueño del Celta y la Visión de los vencidos.

La cúpula abierta en flor permite seguir el flujo de almas hacia la capilla, los salones, las galerías y los auditorios en donde conferencistas, autores, fotografías, ponentes, talleres, lectura en voz alta y dramatizaciones hacen que la palabra salte de las páginas, altere el tiempo, se torne conversación, poesía, opinión, música, debate y haga eco de las inquietudes que se despiertan en todos aquellos que se sumergen en sus símbolos. Y me refiero a todos. El ejército vigilante y Rius y su NO+SANGRE, la espiritista expectante y el intelectual recalci-trante, altermundistas y neoliberales, las amorosas parejas de reggaetoneros y darks intercambiando fluidos, los niños ador-mecidos por el calor y los viejos enfebrecidos de entusiasmo, Monocordio y las mujeres del 68 comiendo crepas, Guillermo Fadanelli repartiendo besos y firmas y los fotógrafos de prensa intercambiando anécdotas, Dr. House, Stephen Hawking y Monsiváis en una misma esquina, el árbol mexiquense de las letras, una gran enciclopedia y el libro más pequeño...

Esas son tan sólo algunas escenas registradas en estos doce días de rodaje en los que el libro retomó su papel principal desde que llegó a México la primera imprenta de Latinoaméri-ca, allá por el siglo XVI.

Ahora resulta, que ya me está pegando la nostalgia.

“¡