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RESISTENCIA CIVIL NO ARMADA AL CONFLICTO ARMADO Y LA EXCLUSIÓN SOCIAL. CASOS COMUNAS 8, 9 Y 13 DE MEDELLÍN. 2002-2006. Informe final de Investigación. Presentado por: Jaime Rafael Nieto López- Investigador principal Mary Luz Alzate Zuluaga- Coinvestigadora Katherine Higuita Alzate- Coinvestigadora Elizabeth Velez Velez-Auxiliar y pasante de Investigación Nathalia García Guzmán-Auxiliar de Investigación Comité de Investigaciones-CODI Centro de Investigaciones Sociales-CISH UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Medellín, agosto de 2008

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RESISTENCIA CIVIL NO ARMADA AL CONFLICTO ARMADO Y LA EXCLUSIÓN SOCIAL.

CASOS COMUNAS 8, 9 Y 13 DE MEDELLÍN. 2002-2006.

Informe final de Investigación.

Presentado por:

Jaime Rafael Nieto López- Investigador principal

Mary Luz Alzate Zuluaga- Coinvestigadora

Katherine Higuita Alzate- Coinvestigadora

Elizabeth Velez Velez-Auxiliar y pasante de Investigación

Nathalia García Guzmán-Auxiliar de Investigación

Comité de Investigaciones-CODI

Centro de Investigaciones Sociales-CISH

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

Medellín, agosto de 2008

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A la memoria del Maestro Orlando Fals Borda, toda una vida y una obra de conocimiento y acción a favor de la resistencia y emancipación de los oprimidos de Colombia y América Latina.

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AGRADECIMIENTOS

Esta investigación fue posible gracias al concurso de varias personas e instituciones. Por eso queremos agradecer al Comité de Investigaciones-CODI de la Universidad de Antioquia, al Centro de Investigaciones Sociales y Humanas y su Comité Técnico de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas y al Departamento de Sociología de la Universidad, quienes brindaron el apoyo financiero y logístico necesario para llevar a feliz término la investigación, a sus directivos y personal muchas gracias. Igualmente queremos agradecer al Grupo de Investigación Cultura, Política y Desarrollo Social de la Universidad de Antioquia, del cual algunos de nosotros hacemos parte, por el respaldo y apoyo institucional para el trámite y desarrollo del Proyecto inicial de investigación. También agradecemos el apoyo técnico y el compromiso académico constantes aportados por Elizabeth Velez y de Nathalia García, auxiliares del equipo de investigación. Muy especialmente, queremos agradecer a los líderes y lideresas de las Comunas 8, 9 y 13, quienes de manera generosa y entusiasta se dispusieron a colaborar con los desarrollos de la investigación, especialmente en la fase del trabajo de campo; gracias a ellos y a ellas por permitirnos entablar un diálogo sobre sus experiencias y las comunidades a las que pertenecen y del cual aprendimos muchísimo. La presencia de su palabra y narración testimonían la coautoría de este informe de investigación.

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TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN. ....................................................................................................................................... 7

1. MARCO TEORICO. .............................................................................................................................. 16

1.1 Resistencia, poder y dominación. ..................................................................................................... 16

1.1.1 Los precedentes del pensamiento teológico. .............................................................................. 16 1.1.2 El Derecho a la Resistencia. ...................................................................................................... 19

1.1.3 La Desobediencia Civil. ............................................................................................................ 22

1.1.4 La Resistencia Civil. .................................................................................................................. 27

1.1.5 La Resistencia, más allá del Estado. .......................................................................................... 34

1.1.6 Marx: resistencia y revolución................................................................................................... 35

1.1.7 Michel Foucault: Resistencia y Poder. ...................................................................................... 44 1.1.8 La resistencia: los sujetos en acto. ............................................................................................. 52

1.1.9 Tonny Negri y la resistencia de la multitud. .............................................................................. 52 1.1.10 James Scott: el arte de la Resistencia....................................................................................... 60

1.2 Los estudios acerca de la resistencia civil no armada en Colombia. ................................................ 73 1.3 Elementos para una conceptualización de la resistencia civil no armada en Colombia. ................... 82 1.4 Resistencia y acción colectiva ......................................................................................................... 94

2. NEOLIBERALISMO Y GUERRA: LOS EJES DE LA RESISTENCIA CIVIL NO ARMADA EN LAS COMUNAS 8, 9 Y 13 DE MEDELLÍN ................................................................................................... 104

2.1 Neoliberalismo en Colombia .......................................................................................................... 104

2.2 Guerra en Colombia a comienzos del siglo XXI ............................................................................ 108 2.3. El contexto de medellín. Territorio, cultura, exclusión social y conflicto armado, en las comunas 8, 9 y 13. ...................................................................................................................................................... 115

2.3.1. Territorio y cultura en las Comunas 8, 9 y 13 ........................................................................ 116 2.3.2. Contexto socioeconómico de las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín: un panorama de pobreza y exclusión .......................................................................................................................... 132

2.3.3. Contexto socio-político de las comunas 8, 9 y 13. ................................................................ 152 3. RESISTENCIA CIVIL NO ARMADA EN MEDELLÍN. COMUNAS 8, 9 Y 13. ............................. 172

3.1. Experiencias de Resistencia Civil frente al conflicto armado y la exclusión socioeconómica en la Comuna 8 ............................................................................................................................................. 173

3.1.1 Algunas características sobre la Comuna 8 ............................................................................ 174 3.1.2 Proceso de configuración de las experiencias de resistencia civil no armadas ........................ 176 3.1.3 ¿De qué manera inciden los contextos de violencia y exclusión social en la configuración de procesos de resistencia?. ................................................................................................................... 179

3.1.4 Acciones de resistencia civil frente al conflicto armado en la Comuna 8................................ 182 3. 1.5 Acciones de resistencia civil frente a la exclusión socioeconómica en la Comuna 8 ............. 192 3.1.6 Dificultades, potencialidades y retos de las experiencias de resistencia civil no armada en la Comuna 8. ........................................................................................................................................ 204

3.1.7 Algunas conclusiones y reflexiones sobre las acciones de resistencia civil no armadas en la Comuna 8 ......................................................................................................................................... 207

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3.2. Resistencia Civil no armada en la Comuna 9 de Medellín. ........................................................... 213 3.2.1 Conclusiones respecto de las experiencias de resistencia civil no armadas de la Comuna 9. .. 253

3.3. Las acciones colectivas de resistencia civil no armadas en la Comuna 13 de Medellín ................ 257

3.3.1 Crímenes en tiempos de paz: El contexto de conflictividad política y social de la Comuna 13259

3.3.2 Poblamiento reciente (desde 1970): Los nuevos conflictos urbanos ....................................... 259 3.3.3 La entrada de los grupos paramilitares a los barrios populares de la Comuna 13: Las disputas entre viejos y nuevos micro poderes alternos ............................................................................................ 262

3.3.4 Los líderes, lideresas y actores sociales: Un grito de paz desde las trincheras ........................ 265 3.3.5 Las acciones colectivas de resistencia civil no armadas en la Comuna 13: Un resquicio donde guarecerse. ........................................................................................................................................ 271

3.3.6 La apertura ............................................................................................................................... 273

3.3.7 La creación. Comuna 13: Un lugar donde la imaginación cultural rompe los límites impuestos por los belicosos ..................................................................................................................................... 275

3.3.8 La persistencia. Venciendo obstáculos y multiplicando los horizontes de posibilidades para la acción de resistencia civil no armada. .............................................................................................. 289

3.3.9 Persistir: El mejor modo de resistir. Los logros silenciosos de las componendas colectivas .. 294

3.4 ANALISIS COMPARATIVO DE LAS EXPERIENCIAS DE RESISTENCIA CIVIL NO ARMADAS EN LAS COMUNAS 8, 9 Y 13. .......................................................................................................... 297

4. RECONOCIMIENTO DE LAS INSTANCIAS DEL GOBIERNO LOCAL E INCIDENCIA EN LA FORMULACIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS DE LAS ACCIONES COLECTIVAS DE RESISTENCIA CIVIL NO ARMADAS ............................................................................................................................ 306

5. LOS DISCURSOS HEGEMÓNICOS Y DOMINANTES FRENTE A LAS ACCIONES DE RESISTENCIA CIVIL NO ARMADAS EN MEDELLÍN. ..................................................................... 329 CONCLUSIONES GENERALES ........................................................................................................... 346

BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................................................... 351

ANEXOS 1 ............................................................................................................................................... 362

ANEXOS 2 ............................................................................................................................................... 370

ANEXOS 3 ............................................................................................................................................... 380

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INTRODUCCIÓN

Esta investigación pretende mostrar que en Medellín, durante el período comprendido entre los años 2002 a 2006, han existido y existen muy variadas y persistentes formas de resistencia civil no armadas desarrolladas por las comunidades barriales urbanas para oponerse, tanto a la situación de confrontación armada y de dominio violento de los actores armados, estatales e irregulares, como a la situación de pobreza y exclusión social. Medellín es y ha sido una de las grandes ciudades de Colombia más duramente golpeadas por la guerra y la aplicación del modelo de desarrollo económico basado en el libre mercado y la privatización del Estado. Por un lado, en los últimos años ha sido ostensible el proceso de urbanización de la confrontación armada, el cual adquiere nuevas dimensiones y desarrollos tras el desalojo de las guerrillas de varios sectores periféricos de la ciudad por parte de las AUC1 y su posterior proceso de desmovilización, permitiéndoles ejercer un control territorial hegemónico sobre la población civil. Los nuevos desarrollos de la confrontación y la violencia en la ciudad se expresan en los cambios recientes de los indicadores de criminalidad. Así, mientras en el año 2002 en Medellín se presentaron un total de 3721 muertes violentas por homicidios, de los cuales 431 se produjeron en las comunas 8, 9 y 13 (Villa Hermosa, Buenos Aires y San Javier, respectivamente), en el año 2003 se presentaron en Medelín 2012 casos, en el año 2004 fueron 1187 de los cuales 148 se presentaron en las tres comunas mencionadas y en el año 2005 se presentaron en Medellín 781, 131 de estos casos se produjeron en las mismas comunas 8, 9 y 13.2 El bajón en cifras es significativo aunque esto no quiere decir que dejen de preocupar esas 781 muertes violentas que siguen presentándose en la ciudad, mucho más cuando la vulneración de otros derechos sigue siendo alarmante. Por ejemplo, Medellín ha sido una de las ciudades de Colombia con mayor recepción de población desplazada y a esta situación es necesario sumarle el desplazamiento intra-urbano que se presenta en la ciudad, entre los años 2000 y 2005 el primer barrio en generar mayor desplazamiento de población fue San Javier con 419 personas desplazadas por distintos motivos entre los que aparece el conflicto armado como uno de los más importantes, a esta posición le sigue el Barrio Popular con el desplazamiento en ese mismo periodo de 330 personas, y el Barrio Veinte de Julio con 196 personas.3 El control territorial y poblacional del paramilitarismo en la ciudad esta basado hoy, más que en el ejercicio abierto de la violencia y la coerción, como el homicidio, la masacre, la desaparición forzada y el desplazamiento intraurbano, en la intimidación autoritaria y otras formas de violencia menos visibles, que vulneran los derechos humanos de la ciudadanía, producto de su continuada presencia

1 La política de Seguridad Democrática liderada por el gobierno del presidente Alvaro Uribe Vélez es inaugurada en la ciudad con el nombre de las operaciones Orión y Mariscal. 2 Según cifras de la Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Medellín presentadas en ReLecturas: Que los Arboles dejen ver el bosque. Derechos Humanos en Antioquia, 2005, Equipo Observatorio de Derechos y Conflicto Urbano del IPC, junio 2006, pp. 296. 3 Ibid., pp. 35.

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en el territorio, el dominio y la imposición de nuevos liderazgos en las organizaciones comunitarias y sociales. Por otro lado, es evidente el incremento de los niveles de pobreza y exclusión social en la ciudad. La intervención estatal en lo relativo a educación, salud, bienestar, recreación, deporte y cultura es deficiente en las periferias de Medellín. Además, la situación laboral de la mayoría de la población de estratos socioeconómicos bajos, está marcada por la inestabilidad y condiciones muchas veces infrahumanas. La tasa de desempleo en la ciudad de Medellín, para el año 2002, fue del 15,2%, y la del subempleo fue de 29,3%. Específicamente en las comunas 8, 9 y 13 la tasa de desempleo durante este mismo año fue en promedio del 11%, reflejando con esto la falta de ingresos para suplir las necesidades básicas de gran parte de la población. En el aspecto demográfico se debe tener en cuenta que el total de la población en las tres comunas, para el año 2002 fue de 357.610 personas, y en promedio el número de habitantes por hectárea es de 217; comparada con la cifra de 60 ab/ha del barrio El Poblado, estas cifras reflejan el hacinamiento y el escaso equipamiento colectivo que tienen estos sectores.* Aunque no pueda establecerse una relación de causalidad directa entre violencia y pobreza, la conjugación de ambos afecta de manera especial a los sectores más pobres asentados en las zonas de menores ingresos y marginales de la ciudad. Al lado del homicidio, la amenaza o el destierro, sus habitantes han padecido los rigores de la exclusión y el hambre. Este contexto de exclusión socioeconómica, sumado a los procesos de violencia y enfrentamiento armado entre los diversos actores de la guerra -especialmente en el 2002-2003 donde estuvo en su punto más álgido-, ha amenazado la existencia de dinámicas comunitarias, en tanto tratan de destruirlas, intimidarlas, manipularlas o adherirlas a procesos de dominio y control que no benefician realmente a la comunidad y frecuentemente estigmatizan a líderes barriales que trabajan en pro de la misma. Esta imagen estigmatizante y de señalamiento, ha invisibilizado a sectores sociales y comunitarios con roles y posiciones alternativas respecto al fenómeno de la violencia, al tiempo que no se evidencia la generación de políticas públicas, como sería de esperarse para sectores vulnerables de la ciudad, orientadas al fortalecimiento de las organizaciones comunitarias y prácticas no armadas y de resistencia a la guerra. No obstante, a pesar de éste panorama, se observan iniciativas de organización comunitaria, donde grupos de ciudadanos de diferentes sectores de la ciudad, específicamente de las comunas 8, 9 y 13 de Medellín, tratan de construir nuevos escenarios de convivencia y participación comunitaria, al margen o en contraposición a la dinámica de la guerra y la violencia, muchas veces acompañados de procesos socio-económicos alternativos o de resistencia al impacto negativo del modelo económico neoliberal que ahonda las desigualdades sociales. De este modo, han emergido diversos espacios sociales, aunque con desarrollos desiguales, desde los cuales se ha intentado construir tejido social comunitario. Son procesos alternativos que expresan la inconformidad de sectores importantes de la sociedad civil con las condiciones adversas de su entorno: por un lado, frente a la violencia y el conflicto armado, por otro lado, frente a las injusticias sociales y exclusión económica

* Alcaldía de Medellín. Anuario Estadístico Metropolitano. 2002. Alcaldía de Medellín. Departamento Administrativo de Planeación. Parte 3. pp. 71 –131.

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generado por el modelo económico que afecta directamente a sectores sociales de las periferias de la ciudad. En este sentido, el propósito central de esta investigación consiste en mostrar que desde las comunidades barriales de Medellín, comunas 8, 9 y 13 particularmente, se han construido alternativas colectivas de resistencia civil no armadas frente a la guerra, la violencia y la exclusión social, las cuales han sido invisibilizadas tanto por el fragor mismo de la guerra como por los intereses estratégicos de los diferentes actores de la confrontación. Nos proponemos, por consiguiente, hacer visibles estas acciones colectivas de resistencia civil no armadas, mostrar que el escenario y la dinámica social, poítica, económica y cultural de los territorios urbanos de la ciudad, no sólo ha estado protagonizado por los actores armados, sino también, por las comunidades barriales, con sus liderazgos y sus múltiples formas de acción colectiva de resistencia cicvil no armada, desarrolladas muchas veces de manera heróica, clandestina, soterrada o simulada. En este sentido, visibilizar las diversas expresiones de resistencia civil no armadas permite comprender las dinámicas de guerra y violencia respecto de la población civil, no sólo desde la tradicional condición de víctimas o población sujeta a dominio, sino también desde el reconocimiento de procesos sociales, de organización, participación, reconstrucción del tejido social y construcción de proyectos de autogestión social desarrollados por sectores de base de la ciudadanía como alternativa a la confrontación armada, la violencia y la exclusión social. Las experiencias colectivas de resistencia civil no armadas contra la guerra y la exclusión social, no son exclusivas de Medellín, y quizás ni siquiera de Colombia. Experiencias de resistencia civil no armadas se han conocido en muchos otros países y regiones del mundo. Sin embargo, si bien tienen en tales experiencias más generales, antecedentes y puntos de referencia fundamentales, las experiencias de Medellín aquí estudiadas, presentan respecto de ellas tópicos y rasgos diferenciados, algunos muy marcados, tal y como lo intentamos mostrar en esta investigación. Frente a la guerra, por ejemplo, en los últimos diez años en Colombia se estructuran algunos movimientos de resistencia civil no armada de carácter nacional, con epicentro en las grandes ciudades, que traduce el deseo de importantes sectores de opinión por encontrar salidas negociadas a la confrontación armada. Entre estos movimientos de la sociedad civil por la paz destacan, por ejemplo, Redepaz, Comisión de Conciliación Nacional, Asamblea Permanente de la Sociedad Civil, Colombia Va, Mandato Ciudadano Por la Paz, la Vida y la Libertad, Paz Colombia, Movimiento por la Vida, Ruta Pacífica de Mujeres, Red de Universidades por la Paz y No Más, entre otros. Se trata de expresiones organizadas y pluralistas de la sociedad civil, con una orientación y un sentido preciso, el de crear un movimiento nacional contra la guerra, por la paz, la solución negociada al conflicto, el respeto a la población civil no combatiente y la vigencia de los DDHH y del DIH. El sentido estratégico de muchos de estos movimientos era, y sigue siendo, el de convertirse en interlocutores válidos en los procesos de diálogo y negociación entre las guerrillas y el Estado, respaldados no sólo en su capacidad de movilización ciudadana, sino también en la calidad y alcances de sus propuestas para poner término al conflicto y refundar la nación hacia un proyecto aternativo de país. Despues del relativo reflujo sufrido durante el gobierno del Presidente Andrés Pastrana, más tarde, en los marcos de la polarización extrema suscitada por la política de “seguridad democrática” del

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Presidente Uribe, la movilización ciudadana de carácter nacional ha tomado nueva fuerza y reaparece con las multitudinarias movilizaciones de julio de 2007 y febrero y julio de 2008 contra el secuestro, y marzo de 2008, contra los crímenes de Estado y el paramilitarismo y por el derecho de las víctimas a verdad, justicia y reparación. Por su magnitud, tales movilizaciones adquieren un carácter histórico, pues nunca antes en Colombia las calles de las ciudades del país habían conocido una presencia tan masiva como las realizadas en estas fechas, las cuales, también como nunca antes, tuvieron una proyección considerable en muchas ciudades del mundo. Mientras tanto, en la medida en que el conflicto armado adquirió una dimensión territorializada y local, sobre todo en los últimos cinco años, las acciones colectivas de resistencia civil no armadas adquirieron igualmente un mayor protagonismo en las localidades, en pueblos, veredas y comunidades barriales urbanas. Muchos de estos movimientos de base local o comunitaria se han constituido en expresiones orgánicas de sus comunidades (“comunidades de paz”), que surgieron en un comienzo como movimientos de resistencia civil no armada para oponerse a la agresión de la que han sido víctimas por parte de los diferentes actores armados o contra la pretensión de éstos de involucrarlos en acciones bélicas contra otros5. Estos movimientos de resistencia civil no armada son, por lo general, de base popular, claman contra la polarización, trabajan por la reconciliación, la convivencia pacífica y la reconstrucción social e identitaria de sus comunidades locales. Pese al poco impacto nacional de tales movimientos y la adversidad que enfrentan en medio de la guerra, muchos de ellos han logrado consolidarse como el único referente cierto de las comunidades en medio de la incertidumbre, lográndose constituir en actor socio-político y en el referente más tangible de ejercicio de la ciudadanía y de construcción de identidad. Entre muchas de estas experiencias de resistencia civil no armadas localizadas y comunitarias de los últimos años en el país, cabe destacar, por ejemplo, el “Proyecto Nasa”, en Toribío Cauca; la experiencia de comunidades afrodescendientes, conocida como la “Asociación Campesina Integral del Atrato –ACIA-“, en el Medio Atrato chocoano (hoy establecida bajo el nombre de COCOMACIA); la experiencia campesina de la “Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare -ATCC”, en el corregimiento de La India (Santander); la experiencia indígena de “Neutralidad Activa de la Organización Indígena de Antioquia –OIA-” ; la experiencia campesina de la “Comunidad de Paz de San José de Apartadó”, en Urabá antioqueño; la experiencia de comunidades negras de la “Comunidad de Paz de San Francisco de Asís” y las “Comunidades en Autodeterminación, Vida y Dignidad –CAVIDA-“ en Urabá chocoano; la experiencia indígena de “La María” en el Cauca; la experiencia indígena de “Resistencia Comunitaria de Caldono”, también en el Cauca6; el proceso de soberanía popular de Mogotes, en Santander; la experiencia de la Comunidad de Paz del barrio Vallejuelos, en Medellín; la experiencia en los municipios del Alto Ariari, en el pie de monte de los Llanos Orientales; la experiencia del Valle del río Cimitarra; la de los municipios del Oriente antioqueño; las experiencias en los municipios de Urabá antioqueño; la de Coconuco al oriente del departamento del Cauca7; y la experiencia de la comunidad indígena embera chamí, en el municipio de Riosucio (Caldas), entre otras. 5 Cfr. SAMPER, Mady. Una Colombia Posible. Norma. Bogotá. 2002. 6 HERNÁNDEZ DELGADO, Esperanza. Resistencia civil en Colombia: dilemas, límites y posibilidades. Ponencia presentada en el Encuentro Internacional La resistencia Civil. Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Agosto 13 a 16. Bogota. 2003. 7 SAMPER, Mady. Op. cit.

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Cabe destacar, por otra parte, que algunas de estas experiencias de resistencia civil no armadas frente a la guerra se han transformado o se conjugan con expresiones de resistencia socio-económica contra los impactos negativos del modelo neoliberal de desarrollo o contra la inveterada exclusión de los beneficios del desarrollo social, económico y regional de sus territorios. Empresas productivas, cooperativas de trabajo artesanal o explotaciones agropecuarias comunitarias, son algunas de las muy variadas formas de integración social y comunitaria y de resistencia social frente a la exclusión y los desmanes de la guerra. La pervivencia y continuidad de dichos movimientos, están mostrando que en el país las balas no son el único lenguaje de la guerra y que los actores armados no son los únicos protagonistas de la misma; por el contrario, indican que como alternativa civilista son un potencial cívico y un acumulado socio-político, el cual se expresa en múltiples formas organizadas, algunas de ellas precarias pero persistentes, de resistencia civil no armada, de participación ciudadana y de ejercicio de la ciudadanía, que le ha permitido a muchas comunidades locales, no sólo sustraerse a la polarización guerrerista de los actores armados, sino, además, reconstruir tejido social y convertirse en actor social y político proveedor de identidad colectiva. Por otra parte, frente a las tendencias excluyentes de la economía de mercado y la privatización del Estado, además de las manifestaciones puntuales de protesta convocadas nacionalmente por los movimientos sociales, como el sindicalismo, sectores campesinos, los indigenas, pequeños comerciantes, los universitarios, las mujeres y los jubilados, entre otros; emergen formas inéditas de “emprendimiento” económico, de base comunitaria, vecinal o familiar, inspiradas en criterios de solidaridad, ayuda mutua y cooperación; así mismo, se fortalecen formas arraigadas de economía solidaria, como el mutualismo y el cooperativismo. La mayoría de estas formas de “economía popular” se desenvuelven en el sector servicios, los alimentos, la producción agropecuaria, el sector artesanal y las confecciones. Muchas de estas experiencias, sin embargo, trascienden el campo de lo económico e incorporan una fuerte dimensión social, en términos de contribuir a la reconstrucción del tejido social gravemente deteriorado por los efectos de la exclusión o de la guerra, generan así mismo fuertes lazos de solidaridad, sentido de identidad y de pertenencia a un nosotros. Se trata de formas de resistencia civil no armadas articuladas alrededor de la problemática social y contra la exclusión. En resumen, esta investigación busca visibilizar y estudiar las diferentes expresiones de resistencia civil no armadas desarrolladas por las comunidades barriales de las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín, frente al conflicto armado, la dominación y el poder de los actores armados y la exclusión social, llevadas a cabo entre los años de 2002 y 2006, mostrando de igual modo sus especificidades respecto de las múltiples experiencias reseñadas anteriormente. Pretende igualmente discernir sus potencialidades como alternativas a la guerra y la exclusión social, identificar sus diferentes modalidades, sus prácticas y sus articulaciones internas y externas con otros actores de la ciudad o del país, sus orígenes, sus procesos de configuración y los micro-contextos en los que surgen, caracterizar las diferentes formas de organización de las cuales se dotan, sus niveles de liderazgo, su composición social, el impacto y el grado de respresentatividad e inserción social que tuvieron o tienen en sus comunidades, los discursos construidos a través de

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sus prácticas, los obstáculos y posibilidades tenidas en su proceso, el grado de reconocimiento que tienen por parte de las instancias de gobierno local y cómo inciden en la formulación de políticas públicas y, por último, pretende identificar el modo en que los discursos hegemónicos y dominantes interpelan o pretenden ocultar las prácticas de resistencia civil no armadas aquí estudiadas. La intención, por otra parte, es que la realización de este tipo de estudios, se convierta en un referente inicial para la realización posterior de estudios comparativos de experiencias similares en otros escenarios o teritorialidades de Medellín, de Colombia y de América Latina. En la metodología de esta investigación se intenta articular la noción de resistencia civil no armada con las dos variables centrales respecto de las cuales se configura en las experiencias concretas de las comunas 8, 9 y 13 de Medellín: el conflicto armado y la exclusión social. Las acciones colectivas de resistencia civil no armadas que estudiamos se han dado o se vienen dando como respuestas de las comunidades barriales de esas comunas frente a esas dos realidades. De acuerdo con lo anterior, partimos de la construcción de un marco teórico en el que pretendemos delimitar los significados y alcances de la noción de resistencia civil no armada pertinente para nuestro objeto de estudio, a ella corresponde la primera parte de este informe. Este marco teórico lo elaboramos a partir de una reconstrucción teórica e histórica, no exhaustiva, de la trayectoria del pensamiento político moderno y contemporaneo de occidente sobre la noción de resistencia, en la que nos detenemos especialmente en los pensadores contemporáneos, haciendo énfasis en aquellos aspectos teóricos más relevantes, que arrojan luces sobre la naturaleza y alcances de nuestro objeto de estudio; así mismo, dedicamos un acapite a efectuar un balance crítico de los estudios acerca de la resistencia civil no armada en Colombia, intentando subrayar sus enfoques, sus aportes y sus vacíos en relación con los requerimientos de nuestro objeto de estudio, todo lo cual nos permite delimitar nuestra propia perspectiva teórica de acuerdo con nuestro objeto de estudio. Finalmente, como quiera que el tipo de experiencias de resistencia civil no armada que estudiamos en esta investigación, se expresa y toma forma como acciones colectivas, un último acapite de este marco teórico está integrado por una aproximación teórica en la que intentamos conjugar la noción de resistencia civil no armada con la de acción colectiva, lo cual nos permite puntualizar mejor los alcances y modalidades de las experiencias investigadas, sus orígenes y las razones de su permanencia en el tiempo. Las dos variables que se conjugan con el eje resistencia civil no armada: conflicto armado y exclusión social, no las abordamos en abstracto, es decir, en el plano puramente teórico, sino que las planteamos como ejes centrales de contexto e interrelación tanto nacional, como local y microterritorial. Es decir, dichas variables son presentadas y desarrolladas como los dos ejes centrales constitutivos de los respectivos contextos. Aquí intentamos tomar distancia de cualquier tipo de determinismo, en el sentido de pretender derivar mecánicamente de los contextos de confrontación armada, violencia, pobreza y exclusión social, acciones colectivas de resistencia. Por el contrario, la elaboración y la pertinencia de tales contextos parte de considerarlos siempre como condiciones de posibilidad para la emergencia o configuración de acciones colectivas de resistencia civil no armada, y no como el productor de tales acciones.

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Por otro lado, y siguiendo esta misma orientación metodológica, partimos de considerar dichos contextos, no como campos de acción externos a los actores colectivos que realizan experiencias de resistencia civil no armada, y que se imponen sobre ellos, sino como productos de las experiencias de resistencia llevadas a cabo por tales actores. Así, de acuerdo con esta perspectiva, los contextos considerados en esta investigación son constituyentes y constituidos por las propias acciones colectivas de resistencia civil no armada. La consideración metodológica anterior pretende distanciarnos, como dijimos antes, de cualquier perspectiva determinista o teleológica acerca de la resistencia civil no armada como práctica y como discurso. Por el contrario, la perspectiva teórica y epistemológica que en este campo guía a este trabajo, se inspira en algunos elementos de la epistemología crítica desarrollada recientemente por Hugo Zemelman, pero que hunde sus raíces en Marx y Ernst Bloch. De acuerdo con ello, consideramos que las acciones colectivas en general y las de resistencia civi no armada en particular corresponden siempre a contextos cambiantes de posibilidades y ese contexto, como lo hemos dicho antes, es tanto producto como producente de la acción misma de los sujetos colectivos. Las prácticas de los sujetos, tanto como sus discursos, no vienen determinados mecánicamente por un contexto de acción, por unas estructuras que se les imponen exteriormente, sino que dichas prácticas son, en la medida en que están haciéndose. En otras palabras, son y no son, como producto de la interacción entre lo dado y lo posible, entre presente y expectativa de futuro, entre las condiciones actuales y sus potencialidades. Aquí no hay lugar para cesuras entre contextos y prácticas, pues los primeros lo son como cristalización o condensación de prácticas y estas últimas en cuanto formas estructurantes de nuevos contextos de acción. Esto nos sugirió efectuar un acercamiento a las experiencias estudiadas en actitud de renuncia y apertura; renuncia a prejuicios o modelos preestablecidos y apertura al encuentro con lo inédito, con lo inesperado. Fue esta la opotunidad para que muchos de nosotros pudiéramos confirmar que la investigación es también aventura, la cual empieza en nuestro propio espíritu. Estos diferentes contextos, en los que se conjugan las variables confrontación armada y exclusión social, corresponden a la segunda parte de este informe de investigación, en los que se abordan el contexto nacional y el contexto de Medellín. Para efectos de la presentación y el análisis de las diferentes experiencias de resistencia civil no armada en las comunas 8, 9 y 13, que corresponde a la tercera parte de este informe, presentaremos microcontextos comunales o barriales, teniendo en cuenta que dichos niveles de contexto se constituyen en los referentes de realidad más inmediatos y directos de los actores colectivos de resistencia. Cabe anotar, que la lectura y el análisis de estos microcontextos fueron enriquecidos en el desarrollo del trabajo de campo. Para la exploración de las diferentes experiencias de resistencia civil no armada en cada una de las comunas de estudio, diseñamos un plan para el trabajo de campo, el cual tuvo como punto de partida la selección aleatoria de algunas organizaciones sociales o comunitarias petenecientes a las respectivas comunas. Como se sabe, esta referencia en términos de organización social es muy importante a la hora de entrar en contacto con experiencias concretas de resistencia civil no armada, ya que por lo general, tales experiencias son desarrolladas, apoyadas o testificadas por tales organizaciones o por sus líderes. Aquí enfrentamos una primera dificultad, ya que pudimos constatar

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en mucho casos la no correspondencia entre los registros oficiales de las organizaciones barriales (muchas de ellas petenecientes a organizaciones sociales recién creadas por desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia-AUC) con las organizaciones sociales comunitarias comprometidas con experiencias de resistencia civil no armadas en el territorio, lo cual requirió ser más selectivos a la hora de determinar nuestros interlocutores comunitarios. Superado este escollo, procedimos a entablar los contactos, establecer recorridos etnográficos y realizar entrevistas semiestructuradas, siguiendo una guía de entrevista previamente elaborada de acuerdo con los objetivos de la investigacion (ver anexo). Posteriormente, realizamos un taller por comuna con grupos focales y de discusión en los que participaron líderes comunitarios, muchos de ellos entrevistados previamente; para este ejercicio utilizamos varios instrumentos, como la “T”, la “línea del tiempo”, la lluvia de ideas y mapas conceptuales, acerca de algunos conceptos claves de la investigación, como resistencia, guerra, neoliberalismo, pobreza y exclusión social. Este ejercicio nos pemitió “triangular” la información producida a traves de las entrevistas y conocer de manera directa la percepción de los líderes sobre los conceptos involucrados en el estudio, buscando que la visibilidad y el conocimiento de las expresiones y acciones colectivas de resistencia civil no armada, tanto al conflicto armado como a las situaciones de exclusión socioeconómica de la población, sea algo producido desde la interacción, diálogo e interpelación del investigador al actor social en su experiencia y narración cotidiana, y no de la información meramente extraída de las personas entrevistadas e indagadas abruptamente en su espacio social cotidiano.

La presentación descriptiva y analítica de esas experiencias, como se dijo, es lo que corresponde a la tercera parte de la investigación, constituyéndose en la parte nuclear de la misma. El estudio acerca de la forma cómo interpelan y son interpeladas las experiencias de resistencia civil no armadas en las tres comunas, tanto por las políticas públicas municipales como por los discursos hegemónicos y dominantes en la ciudad, se efectuó con base en información de prensa local y, en parte, nacional, como también a partir de documentos oficiales del Municipio de Medellín. Aquí se hizo un ejercicio analítico en el que se intentó poner en juego los discursos hegemóminos y dominantes y las políticas públicas respecto de dichas experiencias, con la percepción que los actores colectivos comunitarios tienen o tuvieron de ellos. Este acapite también está incluido en la tercera parte de este informe de investigación. Finalmente, presentamos las conclusiones de la investigación, en las cuales contrastamos los hallazgos encontrados en las diferentes experiencias de resistencia civil no armadas de las respectivas comunas con los objetivos de la investigación y el marco teórico, intentando valorar la importancia de esos hallazgos y posibles derroteros para futuras investigaciones en este campo. La hipótesis que orientó el desarrollo de este trabajo de investigación consiste en considerar, que en Medellín, como en general en Colombia, por una parte, las balas no son el único lenguaje de la guerra ni los actores armados los únicos protagonistas de la misma, y, por otra parte, que la pasiva resignación o la integración a redes clientelares de poder no son las únicas opciones frente a la exclusión social. Por el contrario, se parte de reconocer y valorar que existe un potencial cívico y comunitario en movimiento, aunque invisibilizado, diverso, que no sucumbe ni al fragor de la

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confrontación armada ni al desesperanzador impacto de las políticas neoliberales, el cual se expresa en múltiples formas organizadas, precarias, pero persistentes, de acciones colectivas de resistencia civil no armadas, muchas de las cuales se desarrollan bajo modalidades diferentes a las desplegadas a nivel nacional o local (teatralizadas y de confrontación abierta a los poderes), generalmente a través de la cultura, el deporte, la lúdica, la vida cotidiana, los micro-emprendimiento solidarios, desplegado muchas veces de manera discreta, simulada u oculta; todo lo cual le ha permitido a muchos grupos de ciudadanos y actores sociales barriales como sujetos de la resistencia civil no armada en estas tres comunas, no sólo sustraerse a la polarización guerrerista de los actores armados, sino, también, resistir a la exclusión, la pobreza y la desigualdad social generadas por el modelo neoliberal, además, construir alternativas políticas y socio-económicas, proyectos de vida en común, tejido social, convirtiéndose en muchos casos en actores sociales y políticos creadores de sentido e identidad colectiva en una perspectiva emancipatoria y contra-hegemónica.

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1. MARCO TEORICO El marco teórico de esta investigación gravita al rededor de la noción de resistencia civil no armada. Por consiguiente, con el propósito de delimitar su significado, sus alcances y su pertinencia para efectos de esta investigación, presentaremos inicialmente una visión panorámica y breve, histórico-teórico, de la idea de resistencia en la tradición del pensamiento político moderno y contemporáneo de occidente, intentando delimitar las dos diferentes tradiciones teóricas que se han configurado en torno de ella y tratando de retomar críticamente aquellos aportes que, a nuestro juicio, mejor contribuyan a la delimitación conceptual propia para el estudio de fenómenos de resistencia civil no armada en contexto como el colombiano y particularmente de la ciudad de Medellín. Luego presentaremos un balance breve, no exhaustivo, de los estudios que en Colombia se han producido acerca de la resistencia civil no armada en los últimos 20 años, arribando más tarde a una aproximación teórica propia de cara a los debates contemporaneos y a los requerimientos de nuestro objeto de investigación. Finalmente, intentaremos articular la noción de resistencia civil no armada con la noción de acción colectiva, conforme a los perfiles fenómenicos, la naturaleza y el carácter de las prácticas de resistencia civil no armadas objeto de nuestro estudio.

1.1 Resistencia, poder y dominación4 En esta parte, como se dijo antes, presentaremos la trayectoria que en el terreno de la historia de las ideas políticas y sociales en occidente ha tenido la idea de resistencia. Teniendo en cuenta los alcances y objetivos de esta investigación, nos limitaremos a presentar dicha trayectoria a través de algunos pensadores considerados representativos del pensamiento social y político de occidente, agrupándolos en dos grandes campos: por un lado, la tradición del pensamiento liberal, precedida de una referencia sintética al pensamiento tomista y calvinista de los siglos XIII y XVI europeos; y por otro lado, la tradición que aquí llamamos del pensamiento crítico-revolucionario, que no siendo homogénea, agrupa a un conjunto de pensadores que comparte identidades teóricas fundamentales en contraste con la tradición liberal. En el transcurso de esta presentación, iremos indicando aquellos aspectos que consideremos de importancia para efectos de nuestra propia perspectiva teórica. 1.1.1 Los precedentes del pensamiento teológico. En términos generales, la teoría y las ideas hegemónicas acerca de la resistencia en la tradición del pensamiento político occidental han tenido un marcado énfasis político, particularmente centrado en la relación soberano-súbditos o Estado- ciudadanos. Esta visión estado-centrica está presente incluso desde sus primeros esbozos en el pensamiento teológico de la edad media. Por ejemplo, en una primera fase, que comprende el siglo XIIl, con Salisbury y Tomás de Aquino, pasando luego por una segunda fase, marcada por las guerras religiosas y la reconfiguración política del absolutismo durante los siglos XVI y XVII en Europa, el discurso de la resistencia al poder político aparece como

4 Esta parte del marco teórico está basada en una versión resumida del texto de Jaime Rafael Nieto L. Resistencia. Capturas y fugas del poder. Ediciones Desde Abajo. Bogotá. 2008.

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una fundamentación del deber de resistencia, asociado a corrientes luteranas y calvinistas emanadas del dogma religioso. Posteriormente, en una tercera fase, reaparece como derecho de resistencia, especialmente por parte del calvinismo holandés y francés, hasta llegar a las doctrinas políticas liberales del siglo XVII y XVIII, como la de John Locke, que dan origen al constitucionalismo moderno. Esta perspectiva centrada en lo político se prolonga hasta el siglo XX con el discurso de la desobediencia civil de los años 60 y 70s y más recientemente en la perspectiva de algunos autores, como M. Randle, acerca de la resistencia civil. Veamos brevemente los desarrollos de esta trayectoria y su importancia para una teoría contemporánea de la resistencia. Los primeros esbozos teórico-políticos de la resistencia en occidente los encontramos en el siglo XIII, asociados a la tradición del pensamiento judeo-cristiano medieval. Tomás de Aquino fue uno de los primeros teólogos que se ocupó de fundamentar una concepción filosófico-política de la resistencia, desarrollada más tarde por las corrientes luteranas y calvinistas en el siglo XV y XVI5. La idea de resistencia en el pensamiento tomista deriva de su concepción más amplia acerca de la sociedad y la política, la cual conjuga la tradición aristotélica recién asimilada por la iglesia medieval con la agustiniana.6 Dentro de la tradición cristiana, anota M. Randle, la obligación impuesta al individuo de desobedecer las leyes u órdenes consideradas pecaminosas iba unida a otra que suavizaba su cariz provocador: la obligación de obedecer a la autoridad civil, expuesta por San Pablo en el nuevo testamento. El efecto de ese principio doble se traducía en prohibir una rebelión incluso contra un Estado injusto aunque imponía la desobediencia en el momento en que el Estado exigiera del individuo cosas incompatibles con la moral cristiana. Santo Tomás de Aquino estableció en el siglo XIII los fundamentos precisos para un alejamiento de la doctrina paulina.7 La resistencia en el pensamiento tomista es resistencia a la tiranía, que en la versión precedente corresponde justamente a la forma injusta y perversa del gobierno de uno sólo.8 Sin embargo, según el pensamiento tomista, la resistencia como respuesta de la sociedad al poder tiránico no procede ni se justifica de manera directa e inmediata. La resistencia es un recurso de última instancia al cual recurre la sociedad si previamente han fracasado otros recursos, o incluso debe ser desechada si se trata de una tiranía moderada, que no incurre en excesos, y en caso de que incurra en excesos intolerables de ninguna manera está permitido el tiranicidio como forma de resistencia. La resistencia

5 Según María José Falcón y Tella, pese a que en la antigüedad se dieron algunos ejemplos de tiranicidio de hecho, como el de Clearco tirano de Eraclea Pontica en 353 a. de c., considerado el primero por motivos políticos, ni en Grecia ni en Roma antiguos hay un derecho o elaboración teórica de la resistencia al tirano. El derecho de resistencia al tirano como tal no surge hasta la edad media, con Manegold von Lautenbach en el siglo XI, y ya como teoría del tiranicidio propiamente hablando en el siglo XII, en el Policratus de Juan de Salisbury, para quien es lícito matar al tirano siempre que el tiranicida no esté ligado a la víctima por juramento alguno de fidelidad ni pierda la justicia o la honradez. María José Falcón y Tella. La Desobediencia Civil. Marcial Pons. Ediciones Jurídicas y Sociales. Madrid-Barcelona, 2000. pp. 107 y 108. 6 DE AQUINO, Santo Tomás. La Monarquía. Altaya. Barcelona. 1994. 7 RANDLE, Michael. Resistencia Civil. La ciudadanía ante las arbitariedades de los gobiernos. Paidos. Barcelona. 1998, pp. 38. 8 Robles y Chueca advierten que el concepto de tiranía en el pensamiento tomista no está referido sólo a la corrupción de la monarquía, tal como aparece en De Regno, sino a toda forma corrupta de gobierno. Cfr. ROBLES, Laureano y CHUECA, Angel. Estudio Preliminar a La Monarquía de Santo Tomás de Aquino.

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al tirano no puede ser, según el pensamiento tomista, un acto particular, individual o privado, sino político, ejercido legítimamente por la sociedad, de ahí su discrepancia con el tiranicidio. La resistencia, pues, debe ser justificada, y sólo se justifica si expresa un acto público de todo un pueblo. En términos generales y a manera de síntesis, podemos decir que la resistencia en el pensamiento tomista es un acto político autónomo ejercido por la sociedad frente al poder en defensa del bien común, que se justifica, por un lado, por razones políticas referidas a la crisis de legitimidad de quienes dominan y la subsiguiente ruptura de los lazos de la obediencia por parte de los dominados, y, por otro lado, por razones teológicas referidas al carácter no natural ni divino del poder corrupto. Dos siglos después, la idea de resistencia reaparece en Europa en un contexto signado por las guerras religiosas, revueltas campesinas y populares, alianzas entre poderes eclesiales y monárquicos y configuración de los primeros Estados naciones. En este contexto, se forma el pensamiento político de la reforma protestante y particularmente su teoría de la resistencia contra los reyes “herejes”, que se convirtió en el punto más controvertido de la filosofía política de entonces.9 Es así como, todo el pensamiento político de la reforma protestante gravita alrededor del deber de resistencia. Los reformadores religiosos, Lutero y Calvino y sus seguidores en un comienzo permanecieron firmemente comprometidos con la teoría de la obediencia pasiva.10 Su actitud política estuvo anclada en la doctrina paulista de la absoluta no resistencia, que según la Epístola a los Romanos de San Pablo, establece que todo poder “es una orden de Dios, y que no hay poderes salvo los ordenados por Dios”, ya que todos los príncipes son “ministros de Dios” y son “representantes de Dios”. Lutero proclama, que “prefiero soportar a un príncipe que obra mal antes que a un pueblo que obra bien”. Con el tiempo y las controversias internas, tanto unos como otros evolucionaron hacia posiciones más radicales, que los llevó a acoger el deber de resistencia, como postura política y teológica frente al poder tiránico. A mediados del siglo XVI es muy clara la influencia de la teoría luterana de la resistencia sobre los calvinistas, especialmente en la versión planteada por los pastores de Magdeburgo en la Confesión escrita en 1550 por Nicolás Amsdorf, íntimo amigo de Lutero. La Confesión reafirmaba los fundamentos teologales del deber de resistencia: “si un gobernante no cumple ‘con su obligación para con Dios de actuar de acuerdo con su oficio’ y procede a infligir daños ‘atroces y notorios’ a sus súbditos, entonces la razón de que ya no pueda considerársele como un magistrado genuino es que automáticamente deja de contar como poder ordenado por Dios. A la luz de este análisis queda reivindicada entonces la legitimidad de la resistencia forzosa. Como todo magistrado deja de contar como ‘poder’, de allí se sigue que ‘todo el que resiste a tales acciones no está resistiendo una orden de Dios’, sino tan sólo al detentador de una fuerza injusta, al que es lícito rechazar”.

9 George Sabine, advierte que ya en los siglos XIV y XV los reformistas habían sostenido el derecho de resistir a un papa herético. Cfr. SABINE, George H. Historia de la Teoría Política. Fondo de Cultura Económica. Colombia. 1992, pp. 267. 10 George Sabine sostiene que esta posición junto con la condena a la resistencia como un mal no la abandonaron nunca. Op. Cit., pp. 267.

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Así, la resistencia se fundamenta como deber, pero no como un deber cívico o político o moral, sino como un deber teológico (sagrado) del cristiano en la defensa de Dios contra tiranos idólatras y herejes. El deber de resistencia se convierte de esta manera en la prédica básica que motiva los llamados a la revolución popular de calvinistas como Goodman y Knox, y que inspirará la revolución de los hugonotes en Francia en 1572. Sobre la base de esta versión de las promesas, dice Skinner, Goodman y Knox finalmente llegan a su defensa de la revolución popular. Su argumento toma la forma de la afirmación ya familiar de que prometer algo es ya incurrir en la obligación de hacerlo. Se dice que cada ciudadano individual prometió a Dios sostener sus leyes. Por consiguiente todo el mundo tiene el deber sagrado de resistir y deponer a todos los magistrados idólatras o tiranos.11 Como hemos indicado arriba, la resistencia como teoría surge envuelta e impregnada de teología, primero en la versión escolástica de Tomás de Aquino y luego en la versión del protestantismo teológico de luteranos y calvinista en el siglo XVI, en un contexto signado por los conflictos religiosos y de alianza entre las iglesias y el poder monárquico. Con los reformadores protestantes religiosos, la resistencia no sólo tiene una fundamentación teológico, pese a que estuvo dirigida contra el poder político, sino que el sentido y propósito de la misma es claramente religioso. El carácter político de la misma está en relación de medios-fines respecto de la preservación de la pureza del credo teológico. La resistencia al monarca es política en la medida en que hace posible la hegemonía de una determinada religión. La resistencia surgió, así, envuelta en teología y como expresión de disputas teológicas.12 1.1.2 El Derecho a la Resistencia John Locke es considerado quizás como el teórico precursor del liberalismo político y de la idea moderna de resistencia. Esto tiene una connotación importante, pues su teoría de la resistencia sólo puede ser comprendida en los marcos de su teoría de la obligación política; una connotación que, para autores como Foucault, crítico del modelo del poder como soberanía, resultaría una contradicción en los términos. Podemos decir, que con Locke, en el siglo XVII, la idea de resistencia se seculariza completamente.13 Esta concepción secularizada de la idea de resistencia deriva de su concepción más amplia acerca del poder político. 11 SKINNER, Quentin. Los Fundamentos de Pensamiento Político Moderno. Tomo II. La Reforma. Fondo de Cultura Económica. México. 1993, pp. 244. 12M. Randle puntualiza, sin embargo, que además de estas dos ramas fundamentales del protestantismo, otros movimientos religiosos-políticos del siglo XVI, como los anabaptistas y los mennonitas, fueron mucho más allá en su desafío a las autoridades seculares y eclesiásticas establecidas. Estos dos peculiares movimientos defendieron además un retorno a los principios comunistas y pacifistas de los cristianos primitivos. El siglo XVII contempló toda una proliferación de sectas y movimientos radicales de este tipo, especialmente durante el período de la guerra civil inglesa, que vio surgir a los levellers (niveladores), diggers (destripaterrones), cuaqueros, ranters (predicadores) y otros, con sus idearios de igualdad y colectivismo. Op. Cit., pp. 40. 13 Aunque no cabe decir lo mismo del pensamiento político más amplio de Locke, que sigue atado a preceptos teológicos, tal como lo muestra Iain Hampsher-Monk en: Historia del Pensamiento Político Moderno. Los Principales Pensadores Políticos de Hobbes a Marx. Ariel Ciencia Política. Barcelona. 1996.

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De hecho, la pregunta que intenta responder Locke en el Segundo Ensayo del Gobierno Civil es si ¿existe el derecho de oponerse a un soberano, y si lo hay en qué circunstancias? Su preocupación era construir un argumento que justificara, en circunstancias excepcionales, expulsar a un gobernante que haya dejado de actuar constitucionalmente.14 Pregunta y preocupación que cobraban gran actualidad en el contexto de la revolución inglesa del siglo XVII. John Locke es considerado uno de los precursores del liberalismo político clásico, en la medida en que postula la teoría de un Estado liberal, neutro en materia religiosa y al mismo tiempo limitado tanto en sus funciones como en su poder. El presupuesto filosófico del Estado liberal es la doctrina de los derechos del hombre elaborada por la escuela del derecho natural o iusnaturalismo; doctrina según la cual existen leyes naturales, que no han sido puestas por la voluntad humana y en cuanto tales son anteriores a la formación de cualquier grupo social, reconocibles mediante la búsqueda racional, de las que derivan derechos y deberes que son, por el hecho de derivar de una ley natural, derechos y deberes naturales, como el derecho a la vida, a la propiedad, a la libertad y a la seguridad. Estos derechos naturales se constituyen a la vez en límites para el ejercicio del poder y fundamento de su legitimidad.15 El pacto consentido y el derecho, son a la vez los orígenes y los fundamentos de legitimidad del poder político definido por Locke. En esto radica el fundamento de la obligación política. Pues no se trata de cualquier pacto, sino de un pacto producto del consenso entre todos los miembros de la comunidad política; como, por otra parte, tampoco se trata de un mero poder, sino del poder más el derecho. El poder absoluto niega precisamente esta sujeción a la ley y se sustrae al pacto que lo autoriza como juez común. Locke subraya, que allí donde una sociedad es gobernada por un soberano absoluto que no se encuentra sometido a la ley de esa sociedad se encuentra en estado de naturaleza, justamente por la ausencia de un juez común a quien someter sus disputas. El poder del soberano absoluto no sólo es ilegítimo por ser arbitrario, esto es, no sujeto a derecho, sino también por no ser autorizado por los súbditos. El fundamento de legitimidad del poder legislativo soberano y las razones de la obediencia al mismo por parte de los súbditos residen por lo tanto en la observancia de estas limitaciones, cuyo fundamento es el derecho. Cuando el soberano se extralimita en sus funciones o deja de cumplirlas o las transmite a otras manos, la legitimidad y la obediencia se derrumban, teniendo el pueblo el derecho a desobedecerle y a disolver este poder, restableciendo otro con iguales funciones y obligaciones. Siempre reposa en manos de la comunidad juzgar cuándo ése poder está o no cumpliendo con los fines para los cuales fue instituido. A la luz de esta síntesis acerca de los fundamentos de legitimidad del poder político y las razones de la obediencia del pueblo en la teoría política de Locke, la respuesta a la pregunta central que inmediatamente se formula: ¿cuándo y bajo qué circunstancias cabe hablar de un derecho a la resistencia por parte del pueblo?, salta a la vista. La resistencia como derecho en la perspectiva de

14 HAMPSHER-MONK, Iain. Historia del Pensamiento Político Moderno. Los principales pensadores políticos de Hobbes a Marx. Ariel Ciencia Política. Barcelona. 1996. pp. 93 y 94. 15 BOBBIO, Norberto. Liberalismo y Democracia. FCE. Santa Fé de Bogotá. 1993.

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Locke está directamente relacionada con el problema de la ilegitimidad política. Dejando de lado su negativa rotunda a considerar la conquista o la usurpación como fuente del poder civil, su teoría acerca del derecho de resistencia está construida por referencia al problema de la ilegitimidad política del gobierno. En otros términos, para Locke, la resistencia como derecho aparece asociada al gobierno tiránico, como en Santo Tomás. Aquí cabe precisar, que para Locke, un gobierno es tiránico cuando el poder se ejerce por fuera del derecho, independientemente de la forma que adopte este gobierno. Igualmente, es tiránico aquel gobierno que se ejerce no para beneficio de los subordinados sino del interés particular. A este poder tiránico, dice Locke, se le debe oponer resistencia, igual que a cualquier persona que atropella el derecho de otra por la fuerza. Sin embargo, tal derecho a la resistencia sólo es posibe ejercerlo bajo determinadas circunstancias extremas. No procede, por ejemplo, cuando la parte perjudicada puede lograr evitar la injusticia o que le ofrezcan indemnizaciones recurriendo a la ley; tampoco procede cuando por asuntos nimios se ponga en riesgo la organización del gobierno, ni siquiera autoriza Locke la resistencia cuando frente a casos particulares el gobierno actúa tiránicamente. ¿Cuándo pues procede el derecho de resistencia? Dice Locke, solamente debe oponerse la violencia a la fuerza injusta e ilegal. Todo aquel que utiliza la fuerza sin derecho (y esto lo realiza en sociedad quien la utiliza de una forma ilegal) se sitúa en estado de guerra frente a aquellos contra quienes la utilizan. En el estado de guerra quedan derogados todos los vínculos, se cancelan todos los derechos y cada uno posee derecho a defenderse y a oponer resistencia al agresor. En otros términos, el derecho a la resistencia sólo procede bajo circunstancias en las cuales se han roto los lazos de la obligación política y el gobierno se ha hecho ilegítimo. Aquel que opone resistencia en cualquier otra situación, dice Locke, arrastra sobre sí mismo la justa condena de Dios y de los hombres. Más aun. El derecho a la resistencia, no sólo cabe cuando en un acto de ilegalidad y de uso ilícito de la fuerza se ponen en riesgo los derechos naturales de todos o de la mayoría; también es lícito oponer resistencia cuando el gobierno incurre de manera reiterada en actos de ilegalidad, es decir, “cuando una larga cadena de hechos pone al descubierto propósitos idénticos” de un gobierno tiránico. El derecho a la resistencia sólo está justificado, pues, frente a un gobierno tiránico. Y sólo procede bajo las siguientes circunstancias: cuando el gobierno no actúa en derecho (actúa ilegalmente); cuando viola o pone en riesgo los derechos de los miembros de la comunidad (el interés general), que dieron origen al pacto de asociación; y, finalmente, cuando no goza del consenso de la mayoría. Cuando estos tres principios, que son la base del gobierno legítimo, son violados, el pueblo tiene todo el derecho para oponer resistencia, y haciendo uso del mismo puede disolver el gobierno para reestablecer las legitimidades quebrantadas y establecer un nuevo gobierno, empezando por la institución del poder legislativo. Por otra parte, es evidente que para Locke el ejercicio de la resistencia no es un hecho particular, sino un derecho político cuyo sujeto activo es el pueblo. En primer lugar, sólo en el pueblo reposa la condición de magistrado para enjuiciar si el rey o el poder legislativo actúan contrariamente a la misión que se les ha encomendado; es este mismo quien puede valorar si el dirigente o el

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representante obra bien y conforme a la función que se le ha designado, ya que ha sido el pueblo la persona que le ha dado el mandato o el poder y por tanto posee la facultad de quitárselos cuando no la cumple. En segundo lugar, cuando el poder legislativo cesa en sus funciones, bien porque se le encomendó por el pueblo transitoriamente o por períodos determinados o bien porque aquellos que lo ejercen lo pierden por las infracciones que ejecutan, este poder legislativo revierte a la comunidad y el pueblo posee el derecho de obrar como soberano, de mantener el poder legislativo para sí mismo, modelarlo de otra forma o deponerlo manteniendo la forma antigua en otras manos, según lo considere más apropiado. La disolución del gobierno por parte del pueblo en ejercicio de su soberanía no significa la disolución de la sociedad. Para Locke, la resistencia al poder y la disolución del mismo no significa la recaída en el estado de naturaleza, sino el retorno a la comunidad política del derecho a obrar como soberana. El discurso de John Locke acerca de la resistencia es, pues, fuente constitutiva del discurso liberal del derecho. Como discurso filosófico-político, el derecho de resistencia contribuyó a dotar de legitimidad las revoluciones modernas contra los poderes absolutistas y tiránicos, como la inglesa de 1688, la de EEUU contra la dominación inglesa en 1776, la revolución francesa de 1789 y las revoluciones de independencia de la mayoría de las naciones latinoamericanas en el siglo XIX. En consecuencia, el derecho de resistencia es incorporado a las declaraciones de derechos que dieron origen a los nacientes ordenamientos jurídico-políticos de los Estados naciones en Europa y América. Sus desarrollos últimos están integrados al discurso jurídico internacional de los Derechos Humanos y del Derecho de los Pueblos. Sin embargo, pese a la fuerza revolucionaria que contribuyó a legitimar, la teoría del derecho de la resistencia de Locke no es revolucionaria, sino esencialmente conservadora. Como bien lo observa Hampsher-Monk, su cometido no es una transformación innovadora y progresiva del orden político y social, a la manera como era concebida la idea de revolución instaurada tras la revolución francesa, sino un retroceso en el proceso de la historia según la concepción cíclica de Platón y Polibio aún dominante en el siglo XVII. Era un retorno a un principio o norma a partir del cual se había producido una corrupción o una desviación. Por tanto, aunque Locke proporcione una última justificación para la resistencia al gobierno, la resistencia conduce al restablecimiento de un orden político que había sido perturbado o perdido, más que (como en las revoluciones más modernas), a la creación de un orden social innovador.16 1.1.3 La Desobediencia Civil En los marcos de esta deimitación teórica de la resistencia, y como heredera de la tradición liberal-democrática, la perspectiva teórica desarrollada por algunos pensadores acerca de la desobediencia civil, se ha convertido en un valioso aporte. Sobre el tema de la desobediencia civil existe un amplio debate y un acopio relativamente vasto de estudios proveniente de las disciplinas del derecho, la política y la ética, que da cuenta de su naturaleza, sus alcances, sus características y su papel en los marcos del Estado de derecho y la democracia. No es la intención en este trabajo dar cuenta de

16 HAMPSHER-MONK, Iain. Op. Cit., pp. 143.

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tales estudios ni de las disquisiciones teóricas a que han dado lugar17, sino más bien, a partir de sus aportes más relevantes, articularlos a los propios desarrollos teóricos de la resistencia. Cabe advertir de una vez, que la mayoría de los estudiosos de la desobediencia civil, pese a sus muy variadas perspectivas teóricas y enfoques, de una u otra manera, concluyen en diferenciarla de la resistencia, de manera que una teoría de la primera tiende a ser distinta de una teoría de la segunda. Sin querer forzar las delimitaciones conceptuales necesarias entre una y otra, aquí pretendemos mostrar que no es suficiente moverse en el campo de las distinciones, sino que, desde el punto de vista de la teoría, puede ser más productivo pensar en términos de las articulaciones, ya que, para el caso, partimos de considerar la desobediencia civil, no como un fenómeno de naturaleza diferente a la resistencia, sino como una forma de la misma. Por consiguiente, incluso, puede decirse, que sin una teoría de la resistencia, la teoría de la desobediencia civil podría resultar incompleta; y viceversa, que sin una teoría de la desobediencia civil, una teoría de la resistencia podría correr el riesgo de verse reducida. Los estudios propiamente teóricos acerca de la desobediencia civil surgen en los años 60s del siglo XX en los EEUU de Norteamérica, en un contexto socio-político marcado por la guerra fría, la guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles de la población afro-americana liderada por Martín Luther King y las revueltas juveniles influenciadas por el mayo francés.18 Este marcado interés por el tema de la desobediencia civil no era fortuito ni puramente académico, sino que respondía a la importancia que el problema había cobrado en la dinámica social y política de los Estados Unidos de Norteamérica y el mundo durante los años 60s.19 La expresión “desobediencia civil” fue popularizada inicialmente a partir de la obra de Henry David Thoreau, publicada en 1849 y en la que plasmaba su conferencia de febrero de 1848 dictada en el Liceo de Concord su pueblo natal, bajo el título: “Los derechos y deberes del individuo en su relación con el Estado”, conferencia producto de las impresiones de su estancia por una noche en la cárcel, por negarse a pagar impuestos al gobierno de los EEUU porque mantenía la esclavitud y su guerra expansionista contra México.20

17 Una buena sistematización teórica acerca del tema, desde la perspectiva jurídica, ética y política, aunque quizás con mayor énfasis en el derecho, nos la presenta María José Falcón y Tella, en: La Desobediencia Civil. Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales. Madrid. 2000. En términos generales, seguiremos el derrotero planteado por esta autora. También tomaremos en consideración el ensayo de Hanna Arendt, “Desobediencia Civil”, precursor en plantear una perspectiva teórica más allá de la meramente jurídica y liberal. En: Hanna Arendt. Crisis de la República. Taurus. Madrid. 1998. Para una mirada más contemporánea del problema, desde una perspectiva centrada en la sociedad civil, nos remitimos a la obra de COHEN, Jean L. y ARATO, Andrew. Sociedad Civil y Teoría Política. Fondo de Cultura Económica. México, D. F. 2001. 18 Descolla en este contexto el ya mencionado ensayo de Hanna Arendt, “Desobediencia Civil”, publicado inicialmente en 1970. Hanna Arendt. Crisis de la República. Taurus. Madrid. 1998. 19 Hanna Arendt, percibe esta importancia del fenómeno en los siguientes términos: “La desobediencia a la ley, civil y penal, se ha convertido en un fenómeno de masas durante los últimos años, no sólo en América sino en muchas otras partes del mundo. El desafío a la autoridad establecida, religiosa y secular, social y política, como fenómeno mundial, puede muy bien ser algún día considerado como el acontecimiento primordial de la última década”. Op. Cit., pp. 77. 20 FALCÓN Y TELLA, María José, op. Cit. pp. 19 y 20.

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Para muchos teóricos, la mayoría de ellos desde una perspectiva política liberal, la desobediencia civil como fenómeno de la realidad social y política aparece asociada a situaciones de crisis de legitimidad del Estado y del sistema democrático o a fallas relacionadas con la hechura de la ley.21 Para los teóricos liberales, la defensa de los derechos individuales se convierte en el fundamento filosófico-político que justifica la desobediencia civil, con lo cual proporcionan una concepción relativamente estrecha de su rango y legitimidad.22 La legitimidad práctica del Estado democrático, independientemente de los factores o razones cruzadas que la fundamentan, consiste en la expectativa de realización regular del deber de obediencia a sus mandatos por parte del ciudadano. Una crisis de legitimidad significa el quebrantamiento total o parcial de este principio, proceso que da lugar a una situación o a situaciones de desobediencia civil, más o menos generalizada según la profundidad de la crisis o la capacidad del sistema político para afrontarla.23 Sin embargo, desde una perspectiva republicana democrática diferente a la de H. Arendt, la crisis de legitimidad no sería condición necesaria para la ocurrencia de situaciones de desobediencia civil. En un Estado democrático legítimo, la desobediencia civil es un instrumento adecuado para confirmar las bondades y virtudes del Estado democrático y no sus debilidades, como también para potenciar y vigorizar las virtudes ciudadanas y el potencial político de la sociedad civil.24 Bajo determinadas 21. Cfr. COHEN Y ARATO. Op. Cit,. pp. 643 y ss. 22 La muy certera crítica de Cohen y Arato a esta concepción restringida de la desobediencia civil aparece formulada en los siguientes términos: “Esta restricción no sólo limita el rango de la desobediencia civil respecto a las decisiones políticas de la legislatura, sino que también excluye todo un rango de actividad, esto es la acción ciudadana respecto de la economía. Rawls tiene en mente cuestiones de justicia distributiva, pero su concepción no incluye el tema de la estructura de la autoridad y de la toma de decisiones dentro del propio lugar de trabajo. No hay cabida en su teoría para un derecho a la negociación colectiva o a cualquier otra cosa que caiga bajo el calificativo de democratización o constitucionalización del lugar de trabajo. Esta es una grave omisión, porque ciertamente pueden presentarse argumentos en favor de legitimidad de la desobediencia civil en este dominio”. Op. Cit. pp. 676. La crítica que Cohen y Arato hacen a la perspectiva de la desobediencia civil centrada en los derechos individuales propia de la teoría liberal, resulta del mayor interés puesto que rompe con toda la tradición teórica anterior, tanto liberal como democrática, que la circunscribía a un asunto puramente jurídico o, a la postre, de relación de los ciudadanos con el Estado, esto es, como una acción de carácter exclusivamente política. La perspectiva planteada, aunque no desarrollada, por Cohen y Arato sugiere ampliar el espectro de acción y de posibilidades de la desobediencia civil hacia campos hasta ahora vedados, como el del mundo del trabajo y los derechos económico-sociales, la cual entronca completamente con la perspectiva teórica más amplia, que pretendemos sustentar en este trabajo, acerca de la resistencia ---en la cual se inscribe la desobediencia civil-, como resistencia no sólo según una lógica política, sino también, económica, social, cultural o donde quiera que ocurran situaciones de poder. 23 “La desobediencia civil, dice Hanna Arendt, surge cuando un significativo número de ciudadanos ha llegado a convencerse o bien de que ya no funcionan los canales normales de cambio y de que sus quejas no serán oídas o darán lugar a acciones ulteriores, o bien, por el contrario, de que el Gobierno está a punto de cambiar y se ha embarcado y persiste en modos de acción cuya legalidad y constitucionalidad quedan abiertas a graves dudas”. Hanna Arendt, Op. Cit., pp. 82. 24 Desde la perspectiva de la legitimidad democrática de Habermas, el Estado constitucional democrático no puede reducirse a su orden legal. Hay principios democráticos contrafácticos en los cuales se basan nuestras instituciones políticas, a los cuales se puede recurrir cuando se pone en duda el carácter democrático de una toma de decisiones que superficialmente parece respetar los principios procesales del gobierno de la mayoría y que pueden justificar los actos de desobediencia civil que tienen como propósito una mayor democratización del proceso de toma de decisiones. El foco del análisis de Habermas sobre la desobediencia civil como política de influencia, es su relación con los principios democráticos que subyacen al constitucionalismo y al proceso por medio del cual se realizan esos principios y no los

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condiciones, situaciones de desobediencia civil no son producto de crisis de legitimidad del sistema político, sino factores desencadenantes de la misma o el momento de prueba de la fortaleza o debilidad del propio sistema político democrático. La desobediencia civil suele conceptualizarse como un tipo de acción colectiva25 no violenta, voluntaria y conciente, pública, ilegal, con pretensión de legitimidad, dirigida a oponerse a una ley o a un programa gubernamental con el fin de mejorarlo, frustrarlo o cambiarlo, en los marcos del Estado de derecho y el sistema democrático. No se trata, por tanto, de un acto de infracción o de transgresión a la norma, que pueda producirse de manera inconciente e individual o bajo la forma de “trampas” a la norma, situaciones en las cuales la acción no está dirigida a oponérsele sino a eludirla. El carácter voluntario de la desobediencia civil subraya, por el contrario, que se trata de un acto conciente y deliberado orientado a oponérsele y abolirla. Por otro lado, el carácter político de la misma, subraya no sólo su pretensión de legitimidad respecto de los ciudadanos, sino la naturaleza de los objetivos o intereses que la motivan, orientados a la defensa del interés colectivo, general y no particular o privado; este carácter político le viene dado, además, porque la desobediencia civil está dirigida al Estado y a los ciudadanos. Por otro lado, el carácter público de la desobediencia civil, deriva directamente de su propia naturaleza política, de sus motivaciones, de su carácter colectivo y no individual, así como de la pretensión de legitimidad que persigue. Esto hace que sus acciones sean externas y públicas y no internas o secretas. El requisito de la publicidad de la desobediencia civil trata de alejar toda sospecha sobre la moralidad del acto, además de otorgarle valor simbólico y la mayor audiencia posible.26 Hanna Arendt subraya especialmente el carácter de grupo o colectivo de la desobediencia civil, así como el carácter público de la misma, para diferenciarla tanto de la desobediencia criminal como de la objeción de conciencia. Para Hanna Arendt, la desobediencia civil no es ni siquiera un fenómeno coyuntural, sino la expresión de un proceso más profundo de la sociedad civil, que en el caso de la sociedad de los EEUU de Norteamérica entronca con su tradición asociativa

derechos individuales. Mientras los liberales conceden la legitimidad de la acción colectiva ilegal sólo para la defensa o creación de los derechos individuales; los demócratas se concentran en la defensa o expansión de la democracia. Cfr. Cohen y Arato. Op. Cit., pp. 669 y 670. 25 Es este carácter de acción colectiva de la desobediencia civil lo que suele oponérsele como uno de los criterios fundamentales de distinción de la objeción de conciencia, un acto más que todo individual, y no tanto las razones o motivos mismos de la acción. Dice Hanna Arendt al respecto: “En contraste con el objetor de conciencia, el desobediente civil es miembro de un grupo y este grupo, tanto si nos gusta como si no nos gusta, está formado de acuerdo con el mismo espíritu que ha informado las asociaciones voluntarias. La mayor falacia del debate actual me parece que es la presuposición de que estamos tratando de individuos que se lanzan subjetivamente y conscientemente contra las leyes y costumbres de la comunidad. (…)Resulta al respecto quizá infortunado que nuestros recientes debates se hayan visto en buena parte dominados por juristas –abogados, jueces y otros hombres el Derecho- por que ellos encuentran una especial dificultad en reconocer al desobediente civil como miembro de un grupo y prefieren verle como un transgresor individual y, por eso, un acusado potencial ante un tribunal”. Op. Cit., pp. 105. “La desobediencia civil es una forma ilegal de participación política por parte de actores colectivos. Es una acción política con un objetivo político que por definición activa las esferas públicas de la sociedad civil y supone la actividad ciudadana extrainstitucional”. Cohen y Arato. Op. Cit., pp. 658. 26 FALCÓN Y TELLA M. J., op. Cit., pp. 25 y ss.

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detenidamente estudiada por Alexis de Tocqueville en el siglo XIX, que, a su vez, corresponde más estrechamente con la versión horizontal del contrato social formulada por John Locke.27 Por otra parte, la mayoría de los teóricos coinciden en destacar el carácter pacífico, no violento, de la desobediencia civil, teniendo en cuenta la invocación que suelen hacer sus dirigentes de los movimientos emblemáticos de Ghandi en la India y Luther King en los EEUU de Norteamérica e igualmente porque tienden a respetar el precepto constitucional del monopolio de la violencia por parte del Estado. Por lo general, los teóricos de la desobediencia civil coinciden, con diferentes argumentos, en subrayar la diferencia entre desobediencia civil y otras formas de oposiciones al poder político, como la resistencia o la revolución. Para efectos de este trabajo nos detendremos un poco en dilucidar los términos en que es planteada y concebible esta diferenciación, así como lo inadecuado de la misma desde una perspectiva general de la resistencia. Dos son, en realidad, los argumentos fundamentales de los teóricos de la desobediencia civil para sustraerla del ámbito de la resistencia o para desestimarla como una forma de resistencia: por un lado, el criterio de la no violencia; por el otro, la aceptación del marco del Estado de derecho y democrático. Aunque son dos argumentos de naturaleza diferente, por lo general aparecen mezclados e interdependientes. Aquí nos ocuparemos del segundo argumento. Desde la perspectiva teórica en la que se inspira este trabajo, por el contrario, la desobediencia civil podría conceptualizarse como un tipo de acción colectiva, que se mueve en el umbral de la lógica del poder y de la lógica misma de la resistencia.28 Un discernimiento teórico más riguroso y más amplio ha de mostrar las contradicciones que encierra la desobediencia civil como forma de resistencia en la lógica poder-derecho. En ella están contenidas, perviven y se conjugan tanto la lógica del poder como la lógica de la resistencia. En los marcos del Estado de derecho y según su propia lógica, puede decirse que la resistencia se desarrolla bajo la forma de desobediencia civil, es decir, deviene en desobediencia civil en cuanto supone la lealtad al poder soberano; pero, por otro lado, la desobediencia civil, según la lógica de la resistencia, puede conducir a un desafío abierto al poder o a una transformación de las relaciones de poder.29 Desde el punto de vista de la experiencia histórica y de la teoría política, la desobediencia civil no es más diferente de la resistencia, que como seres humanos lo es Juan de María. Es una forma específica de resistencia, que se desarrolla por lo general en los marcos del Estado de derecho, 27 “Estimo que los desobedientes civiles no son más que la última forma de asociación voluntaria y que se hallan completamente sintonizados con las más antiguas tradiciones del país”. Hanna Arendt. Op. Cit, pp. 94 y ss. 28 Cohen y Arato lo plantean quizá en términos muy similares a lo aquí dicho: “La peculiaridad de la acción colectiva que supone la desobediencia civil es que se mueve entre los límites de la insurrección y de la actividad política institucionalizada, entre la guerra civil y la sociedad civil”. Jean L. Cohen y Andrew Arato. Sociedad Civil y Teoría Política. Fondo de Cultura Económica. México, D. F. 2001, pp. 638. 29 Paolo Virno ha dicho a nuestro modo de ver correctamente: “La ‘desobediencia civil’ representa hoy, la forma fundamental e insoslayable de la acción política, con la condición, sin embargo, de desembarazarla de la tradición liberal de la que surgió”. VIRNO, P. “Virtuosismo y revolución: notas sobre el concepto de acción política”. Biblioweb. Nota del Editor: este texto apareció en el número 4/1993 de la revista Luogo Comune. También se ha publicado en el número 19-20/1994 de Futur Antérieur, texto en francés a partir del que traducimos. pp. 6.

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pero que de ninguna manera está circunscrita a él. Como forma de resistencia, la desobediencia civil puede desarrollarse incluso en regímenes autoritarios y desencadenar procesos revolucionarios. En los marcos del Estado de derecho y democrático, la desobediencia civil involucra muchos de sus referentes jurídicos e institucionales, pero igualmente se nutre y conjuga tradiciones y experiencias acumuladas de oposición, de lucha y de participación de actores colectivos contra el poder, de una amplia esfera pública y social no estatal en la que los ciudadanos debaten, se reúnen y se asocian alrededor de problemas de interés público y colectivo. La desobediencia civil, como cualquier otra forma de resistencia, hunde sus raíces en la tradición cívico-popular pre-existente a nivel social, económico, político y cultural. La pregunta acerca de si la desobediencia civil puede o no transformarse en acción revolucionaria, no es una pregunta que se pueda responder en el plano teórico general sino práctico concreto.30 Innumerables son las acciones de desobediencia civil restringidas al marco del Estado de derecho o democrático, así como muchas otras que intentan ir más allá, hacia formas más radicalizadas de resistencia e incluso hacia formas de acción propiamente revolucionarias. Que la desobediencia civil tome este u otro curso, se limite aquí o allá o vaya más allá, depende de la conjugación de una serie de factores, como por ejemplo, la correlación de fuerzas establecidas entre los actores en conflicto; la capacidad o no del sistema político y las clases y grupos dominantes de dar respuestas adecuadas, generalmente de inclusión o de reforma, a las expectativas y demandas de quienes protagonizan tales acciones; los contenidos y profundidad de los objetivos de quienes la protagonizan; la capacidad de liderazgo de las mismas y de su propia fortaleza como tales. No es que la desobediencia civil no pueda originarse y desarrollarse según las prescripciones que la mayoría de los teóricos le han establecido, sino que el resultado de la misma es siempre un campo abierto de posibilidades. 1.1.4 La Resistencia Civil En el siglo XX, el marcado énfasis en lo político de la resistencia, aunque impregnado de ciertos preceptos religiosos y filosóficos, se enriquece con las experiencias y el pensamiento de Ghandi en la India en los años 30s contra la dominación británica y por Marthin Luther King en los años 60s en los EEUU de Norte América contra el racismo y por los derechos civiles de la población afro-americana, igualmente con los movimientos radicales y libertarios del mayo francés de 1968, la llamada primavera de Praga contra la invasión soviética a la República de Checoeslovaquia, los movimientos y redes por la defensa de los DDHH y el movimiento ecuménico de la No Violencia31. En este contexto, en los años 60s Herbert Marcuse en los EEUU recrea teóricamente la resistencia 30Aunque su campo teórico no es el de la desobediencia civil sino el de la participación, Rafael Rodríguez Prieto ha mostrado cómo se pueden desarrollar experiencias de resistencia bajo la forma de participación a nivel local desarrolladas desde el marco estatal o desde el ejercicio del gobierno, según una lógica que va más allá de la gramática del poder, que sitúan a la resistencia en posibilidades de generar situaciones de contrapoder y de radicalización de la democracia. La experiencia del último gobierno del Consejo del Gran Londres y la del Presupuesto Participativo en Porto Alegre, que son sus referentes de estudio, “constituyen prácticas de construcción de procedimientos para el autogobierno, diferenciados de otras experiencias de participación a escala local a causa de su autonomía y su contenido sociopolítico rupturista con el sistema político y económico dominante” (p. 19). A estas prácticas y las posibilidades que abren, Rodríguez Prieto las llama demoarquías. RODRÍGUEZ PRIETO, Rafael. Ciudadanos Soberanos. Participación y democracia Directa. Almuzara. España. 2005. 31 ARIAS, Gonzalo. La no- violencia ¿tentación o reto?. Sígueme. Salamanca. 1977.

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como derecho cosmopolita, por oposición al derecho positivo; también, desde una perspectiva republicana y en los marcos del constitucionalismo democrático, el derecho a la resistencia se transfigura en desobediencia civil en Hanna Arendt y en Habermas más tarde. El énfasis en lo político-estatal en los estudios de la resistencia se actualiza con las recientes movilizaciones ciudadanas contra los regímenes autoritarios en Europa del Este y América latina a finales del siglo XX. Michael Randle es el autor contemporáneo que más amplia y sistemáticamente reconstruye esta dimensión histórico-política de la resistencia centrada en el poder político. Su libro, Resistencia Civil32, editada en castellano en 1998, sigue de cerca el proceso evolutivo de la resistencia civil, como idea y como fenómeno social, desde sus comienzos a principios del siglo XIX hasta nuestros días. El subtítulo de la obra: La ciudadanía ante las arbitrariedades de los gobiernos, indica de una vez tanto el énfasis centrado en lo político estatal como el enfoque teórico desde el cual el autor concibe la resistencia como resistencia civil.33 No es el propósito de este trabajo hacer una presentación exhaustiva de su valiosa obra, sino subrayar críticamente los aspectos más relevantes de su teoría y sus aportes a una perspectiva de la resistencia para el caso de Colombia y Medellín. La teoría de la resistencia civil de Randle se basa en una concepción más general acerca del poder político y, sobre todo, acerca de la no continuidad del mismo.34 Esta concepción parte, en primer lugar, de cuestionar la idea según la cual el poder político está basado en la sola violencia, y subraya, por consiguiente, la necesidad de concederle tanta o mayor eficacia a los mecanismos no violentos del poder, tales como la persuasión y la colaboración por parte de los ciudadanos.35 Para Randle, la cruda ecuación del poder y la violencia no sólo es incapaz de explicar el derrocamiento, relativamente no violento, de los regímenes dictatoriales de izquierda o derecha en la última década más o menos, sino que ni siquiera explica el éxito de otras revoluciones y luchas anticoloniales en las que la fuerza armada desempeñó sin duda un papel fundamental. En apoyo de su concepción del poder y como marco explicativo de la resistencia civil, Randle acude a la característica distinción entre dominio y autoridad como formas alternativas de poder. En términos generales, puede decirse que el planteamiento de Randle acerca del poder político se mueve en los marcos de la tradición política liberal, especialmente en lo que se refiere a la obediencia política y a la legitimidad.

32 RANDLE, Michael. Resistencia Civil. La ciudadanía ante las arbitrariedades de los gobiernos. Paidós. Barcelona. 1998. 33 Pese a la advertencia de Randle, en el sentido de no pasar por alto su contribución a la política de la vida cotidiana, se enfoca principalmente hacia la resistencia civil en tanto se relaciona con la macropolítica y la estrategia. Op. Cit., pp. 16. 34 Es importante subrayar el aspecto de la no perdurabilidad del poder o lo que es lo mismo su inestabilidad, puesto que en buena parte la teoría de Randle acerca del poder y la resistencia civil tiene por referencia esta situación en la que el gobierno se encuentra en situación de inestabilidad. 35 Esta crítica de Randle se inspira en buena medida en los planteamientos formulados por Hanna Arendt en su ensayo Sobre la Violencia, en el que la autora sustenta la antinomia violencia-poder: “Es insuficiente decir que poder y violencia no son la misma cosa. El poder y la violencia son opuestos; donde uno domina absolutamente falta el otro”. Hanna Arendt, Crisis de la República. Taurus. Madrid. 1998. pp. 157 y 158. Pese a esta clara inspiración en Arendt, es pertinente aclarar que Randle toma distancia de la misma y advierte correctamente que su perspectiva antitética entre poder y violencia no sólo es extrema sino que, además, implica exagerar este enfoque. M. Randle, Op. Cit., pp. 18.

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En los marcos de este planteamiento general ¿dónde encaja la resistencia civil, por qué y cómo se produce? ¿En qué consiste y cuáles son sus perspectivas a futuro? Para empezar, podemos decir que el territorio teórico en el cual ubica Randle la noción de resistencia civil, es el que corresponde al problema de la obediencia política o de la legitimidad política. En términos generales, correspondería a la negación o el cuestionamiento del deber de obediencia por parte de los ciudadanos y del derecho de mandar por parte del soberano, que es lo propio de toda situación de ilegitimidad política. Conforme a la teoría política, como se ha indicado arriba, el Estado moderno funda su legitimidad en la vigencia de un conjunto de normas impersonales, universales y racionales (derecho positivo), cuya aplicación estaría garantizada por el poder de una burocracia igualmente impersonal, aséptica y profesional, que se ejerce en un territorio determinado. Este conjunto de normas traduce un sistema de derechos y al mismo tiempo de deberes en que se basa la lealtad de las instituciones estatales y su burocracia con el gobierno y del ciudadano con el poder. Cuando este principio normativo y político se resquebraja o pretende ser socavado por el gobierno, la resistencia civil se convierte en una de las posibles vías para restituir el vínculo roto o instituir otro nuevo.36 En ese sentido, para Randle, la resistencia civil es una acción colectiva ciudadana de reacción o de defensa frente a la vulneración o la amenaza de vulneración de los derechos ciudadanos por parte del soberano. Cuando el soberano enfrenta una situación de resistencia civil por parte de los ciudadanos, puede decirse que enfrenta una crisis de legitimidad política, tanto más profunda y generalizada cuanto más profunda y amplia sea aquella. Esa crisis es la expresión concreta de que el soberano ya no cuenta con el ciudadano; y, sin ciudadanos, un soberano no es tal. En este sentido, la resistencia civil es propia del quebrantamiento del principio de legitimidad por parte de regímenes arbitrarios o dictatoriales. De ahí el carácter eminentemente político de la resistencia civil. En consecuencia, la definición de resistencia civil que nos presenta Randle va inextricablemente unida a la situación política de crisis de legitimidad del régimen en los términos indicados arriba. Dice: “La resistencia civil es un método de lucha política basada en la idea básica de que los gobiernos dependen en último término de la colaboración, o por lo menos de la obediencia de la mayoría de la población, y de la lealtad de los militares, la policía y de los servicios de seguridad civil. O sea que está basada en las circunstancias reales del poder político. Funciona a base de movilizar a la población civil para que retire ese consenso, de procurar socavar las fuentes de poder del oponente, y de hacerse con el apoyo de terceras partes”.37 De este modo, la resistencia civil es correlativa con el ejercicio del gobierno basado principalmente, o en un grado considerable, en la violencia o en la violación sistemática de los principios normativos del Estado por parte de los

36 Decimos posibles vías, puesto que Randle, siguiendo los preceptos de la teoría constitucional, contempla también la rebelión armada, que no acoge por la desigualdad de los medios de violencia entre el Estado y los rebeldes. Y agrega: “Sólo cuando un gobierno se halla seriamente debilitado y no puede fiarse ya de su ejército ni de sus servicios de seguridad tienen los insurgentes unas probabilidades de éxito realistas”. En este sentido, registra la acogida que tuvo en los años sesenta la propuesta de la guerra de guerrillas como táctica de la lucha armada capaz de superar el desequilibrio de la fuerza militar entre los dos lados, como lo ejemplifica su éxito en algunos países del tercer mundo como China, Cuba, Argelia, Vietnam, Zimbabwe. Sin embargo, advierte de las consecuencias terribles para la sociedad de una guerra de guerrillas prolongadas, sobre todo en una sociedad urbanizada. M. Randle, Op. Cit. pp. 24. 37 RANDLE, M. Op. Cit., pp25.

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gobiernos. Significa, en otros términos, que la resistencia civil surge porque los lazos de la obediencia se han roto por la arbitrariedad del gobierno.38 Por otra parte, los métodos propios de la resistencia civil subrayados por Randle, comprenden desde la protesta y la persuasión hasta la no cooperación social, económica y política, y por ultimo hasta la intervención no violenta. Entre los métodos característicos de la protesta y la persuasión, se encuentran las manifestaciones, huelgas de hambre y organización de peticiones; entre los métodos de no colaboración, se encuentran las huelgas, las jornadas de trabajo lento, los boicots y la desobediencia civil; y, entre los métodos de intervención no violenta figuran las sentadas, las ocupaciones y la creación de instituciones de gobierno paralelas.39 Vale la pena subrayar la inclusión que hace de la desobediencia civil entre los métodos de no colaboración, ya que rompe con la dicotomía entre resistencia y desobediencia civil planteada por la mayoría de los teóricos de ésta, conservando, no obstante, el carácter no violento con que estos mismos teóricos la caracterizan. Por último, es importante destacar la exclusión que hace Randle de cualquier método basado en la violencia del campo de la resistencia civil, lo cual es propio de una de las características centrales que le asigna a la misma, como lo veremos enseguida. En efecto, la resistencia civil, según Randle, comporta dos características centrales. Por un lado, que se trata de una acción colectiva; y, por otro lado, que evita cualquier recurso sistemático a la violencia. De este modo se diferencia de la disidencia individual por un lado y de las formas de resistencia colectiva que incluyen una acción militar por el otro. La no violencia de la resistencia civil no implica, según su perspectiva, la exigencia de una ética pacifista o no violenta, pero la diferencia sin más como fenómeno social de la insurrección armada, la guerra de guerrillas o la guerra convencional. Randle indica que hay que ubicar la resistencia civil dentro del concepto más amplio de acción no violenta, la cual incluye actos de resistencia individual, como la objeción de conciencia, iniciativas transnacionales y la imposición de sanciones económicas y diplomáticas por parte de Estados individuales u organizaciones interestatales.40

38Cabe advertir, sin embargo, que muchas veces el escenario político propio de la resistencia civil, tal como nos lo presenta Randle en su obra, parece ser mucho más concreto y directo que la mera crisis de legitimidad del gobierno, correspondiendo mejor a una situación política de no continuidad del mismo o de colapsamiento inminente de éste o de desafío abierto al mismo. Esta idea parece clara cuando dice que su estudio se centra en la resistencia civil dentro de contextos específicamente políticos y, dentro de ellos, presta especial atención a las confrontaciones empeñadas en acabar con un gobierno dictatorial, arbitrario o impuesto por extranjeros (pp. 27). En consecuencia, pone de presente esta idea, en la mayoría de los casos con los que ejemplifica la resistencia civil, como por ejemplo, la caída de Marcos en Filipinas, la del Sha en Irán, la de los regímenes totalitarios en Europa del Este, etc. Situaciones en la cuales la acción colectiva precipitó la caída definitiva de los gobernantes en contextos de crisis generalizada no sólo de legitimidad sino, más grave aún, de gobernabilidad. La resistencia civil y sus posibilidades parecen surgir entonces a partir del reconocimiento de la insuficiencia del poder de un gobierno como sólo violencia y, a la vez, de la incapacidad de éste de valerse también de medios políticos que garanticen su continuidad o perdurabilidad. De suerte, que el momento de la resistencia civil es aquel que corresponde en sentido específico a una crisis conjugada de legitimidad y de gobernabilidad. Momento en el cual el gobierno se ve enfrentado a un impasse, una “sin salida”, cuya única alternativa sólo puede estar en manos de los ciudadanos por medio de la resistencia civil. No hay previamente una disputa por la hegemonía en el sentido de Gramsci, de hecho se da por descontado que el gobierno ya la ha perdido. 39 Ibid., pp. 25. 40 Ibid., pp. 25.

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Resaltado
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La idea de acción colectiva como característica de la resistencia civil en el planteamiento de Randle, es bien importante destacarla, puesto que, no sólo articula la continuidad de su teoría con la tradición del pensamiento político occidental acerca de la resistencia al poder político, sino, además, porque fundamenta la dimensión política de ésta como proceso que involucra la participación activa de la sociedad civil y su configuración como sujeto político, y, así mismo, posibilita establecer la correspondiente correlación de fuerzas con el poder en función de los objetivos que la moviliza.41 Uno de los aspectos más sugestivos de la perspectiva teórica de la resistencia civil formulada por Randle se refiere a los objetivos de la misma y, sobre todo, a la manera cómo concibe los alcances de cada uno de ellos, cómo se articulan y potencian, en una perspectiva siempre abierta y dinámica. De modo que los objetivos pueden ser reformistas, tales como la supresión de una injusticia concreta, o la reforma de una ley determinada42; pero, por otra parte, considera que unas exigencias aparentemente reformistas pueden tener unas implicaciones políticas de mucha mayor envergadura, propiciando, por ejemplo, la dimisión de un gobierno empeñado en hacerles resistencia. Incluso, dice Randle, los objetivos pueden ser más ambiciosos o incluso revolucionarios desde el comienzo. Pueden estar encaminados al acoso y derribo de un gobierno determinado o de una autoridad de facto, o al derrocamiento de todo un sistema político y social. Los objetivos de las insurrecciones no violentas de Europa Oriental en 1989 eran revolucionarios en cuanto que buscaban un cambio político y social. Pero, en ocasiones, incluso en los mismos, las demandas iniciales estaban relacionadas con los derechos civiles, o con la protección del medio ambiente, y experimentaron una escalada hasta convertirse en una confrontación total con el régimen.43 Esta perspectiva amplia, le permite a Randle plantear de manera dialéctica, la forma cómo la resistencia civil, no sólo puede conjugar diferentes métodos de acción, sino también diferentes lógicas de acción según su propia dinámica y los objetivos planteados. Hay, por último, un aspecto del planteamiento teórico de Randle que bien vale la pena destacar y discernir. Randle se formula las preguntas quizás más actuales y más complejas de su obra y del debate teórico contemporáneo sobre el tema. Dice: “Pero, si bien la resistencia civil ha desempeñado un papel innegable en el establecimiento de un gobierno independiente y democrático, ¿sigue teniendo algún papel tras la implantación de un sistema representativo? ¿Es un modo de actuar susceptible de profundizar y mejorar la participación de la gente de abajo en el gobierno, o podría, por el contrario, constituir una amenaza para la democracia?”.44 Sus respuestas son menos categóricas que las ofrecidas en relación con los gobiernos de facto, dictatoriales o 41 Dice Randle: “La resistencia civil, en cualquier parte del mundo, proporciona al pueblo la manera de intervenir directamente en temas que afectan a su vida cotidiana. Es claramente capacitadora cuando la lucha consigue su objetivo. Pero incluso cuando no lo logra, o lo hace sólo parcialmente, la cohesión generada dentro de la agrupación que emprende la acción colectiva es capaz de potenciar la confianza y respeto del individuo y el grupo hacia sí mismos, y de abrir posibilidades nuevas de participación democrática a nivel de las bases”. M. Randle, op. Cit., pp. 225. 42 Incluso en regímenes dictatoriales, dice Randle, la resistencia civil puede apuntar a menudo contra algún aspecto particular de la política del gobierno y no contra el régimen como tal. Sin embargo, como quiera que los gobiernos autoritarios reclaman una autoridad absoluta, un desafío afortunado de la población a cualquier aspecto fundamental de su política puede provocar su derrumbe, o en cualquier caso iniciar su proceso de desintegración. M. Randle, Op. Cit., pp. 115. 43 Ibid., pp. 26. 44 Ibid., pp. 194.

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coloniales, que, por lo demás, ocupan el centro de atención de su estudio como referente principal de su teoría de la resistencia civil.45 Randle da por descontado que se considere una amenaza las formas persuasivas de resistencia civil, como las marchas, manifestaciones, huelgas de hambre, etc., pues el derecho de reunión y de manifestación pacífica es una de las piedras de toque de un sistema democrático. La cuestión surge cuando entran en juego la desobediencia civil u otras formas de resistencia más o menos coercitivas. Aquí, el autor se mueve con mucha cautela, misma que lo acompaña en el desarrollo de todo el capítulo dedicado al problema. A juicio de Randle, la desobediencia civil es la única forma de resistencia civil que cabe dentro de los marcos del sistema democrático -aun si en algunas circunstancias tiene la capacidad de minar un gobierno democrático-, dependiendo, a su vez, de qué tipo de desobediencia civil se trate y bajo qué circunstancias se hace uso de ellas. Por ejemplo, la desobediencia civil cuando va unida a la amenaza o al empleo de la fuerza militar, puede plantear una amenaza a un gobierno elegido democráticamente y en ese sentido es inaceptable, pues traiciona el principio mismo de la no violencia propia de la resistencia civil. Por consiguiente, en los marcos del sistema democrático, sólo cabe la dedesobediencia civil defensiva, la cual corresponde a aquella situación en que el Estado en vez de hacerle al individuo exigencias inaceptables, impone unas restricciones desmedidas a la libertad de acción individual o colectiva. De acuerdo con cierto ascendiente habermasiano, para Randle “la justificación de la resistencia civil defensiva de este tipo en una democracia se autoevidencia cuando las mismas leyes o disposiciones suponen una negación de derechos humanos básicos”.46 El respeto a esos derechos es incluso más 45 Cabe subrayar, además, la persistente referencia de Randle al gobierno, porque en su perspectiva teórica la responsabilidad por el ejercicio de la violencia, el abuso de poder o la arbitrariedad, recae ante todo en él y no en el poder de Estado como un todo. Lo cual sugiere, que la resistencia, más que dirigirse al sistema político como un todo, y menos aún al sistema social, se dirige a la dimensión ejecutiva del poder político, lo cual establece a priori límites en los alcances y posibilidades de la resistencia civil, reservando sólo objetivos revolucionarios para los gobiernos dictatoriales o autoritarios. Dice Randle: “Cuando existe una constitución escrita se pueden llevar las leyes y decisiones a los tribunales y en ellos pueden ser declaradas nulas si se establecen que quebrantan la constitución. Se tratan de unas medidas de garantía importantes, pero no suficientes. No excluyen la necesidad de que resida en manos de la población un remedio ulterior para el caso de un abuso del poder por parte del ejecutivo –o por supuesto, la derogación violenta de la constitución-. (…) incluso en democracias parlamentarias bien consolidadas, el poder del ejecutivo puede verse ampliado en detrimento de un control democrático genuino. De hecho, con el advenimiento del sistema de partidos moderno, la noción de una legislatura independiente capaz de mantener el control del ejecutivo es una cosa bastante ficticia en muchos países occidentales. La independencia del poder judicial puede verse también erosionada en la práctica por el sistema de nombramiento de los jueces y a través de las diferentes presiones del establishment. Vemos, por ejemplo, cómo ha sido alterado de manera radical el carácter del Tribunal Supremo de los Estados Unidos a través de los nombramientos hechos durante las administraciones de Reagan y Bush (…). Un gobierno puede también burlar la ley mediante el abuso de los servicios de inteligencia (…). Por último, incluso un gobierno y un parlamento elegidos democráticamente pueden introducir leyes o aprobar decretos discriminatorios o susceptibles de negar los derechos fundamentales de individuos o de sectores enteros de la comunidad”45. M. Randle, op. Cit., pp. 22 y 23. Cursivas mías. 46 Ibid., pp. 196. Para Habermas el Estado constitucional moderno requiere una justificación moral, la cual se encuentra en el principio de legitimidad democrática en tanto expresa un interés generalizable y por tanto puede depender de un acuerdo meditado de todos los interesados…hay principios democráticos contrafácticos a los que se puede recurrir cuando se pone en duda el carácter democrático de una toma de decisiones que superficialmente parece respetar los principios procesales del gobierno de la mayoría. Cfr. COHEN Y ARATO, op. Cit., pp. 669.

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fundamental respecto de la noción misma de la democracia que el gobierno de la mayoría. Si esas violaciones son suficientemente serias y extendidas (Locke), el gobierno en cuestión pierde totalmente su derecho a ser considerado democrático. Por consiguiente, resistirse a la violación de los derechos básicos por parte de un gobierno debidamente elegido no es negar la democracia, sino defenderla.47 El respeto a los derechos humanos básicos como uno de los principios de la democracia se convierte, así, en una justificación de la desobediencia civil y no en una amenaza a aquella. En esta segunda versión, no se trata de que la desobediencia civil de tipo defensivo adquiera un carácter revolucionario, a la manera de la resistencia civil aplicada a regímenes dictatoriales o arbitrarios, posibilidad que Randle considera bastante improbable en los sistemas democráticos sobre todo occidentales.48 Aquí, el cambio de perspectiva teórica y política de Randle parece muy claro. Confrontada con los gobiernos dictatoriales o arbitrarios, la resistencia civil se valora plenamente según su propia lógica, siempre abierta y dinámica, pudiendo adquirir una dimensión revolucionaria, que conduzca al derrocamiento del gobierno e incluso a una revolución social. Confrontada con la democracia, por el contrario, la resistencia civil es valorada según la lógica acotada por el poder, como desobediencia civil, limitada a fortalecer la democracia, a cambiar algún aspecto de la política o a mejorar la existente, pero en la que no cabe la posibilidad de una transformación revolucionaria misma de la democracia como sistema político con sus fundamentos sociales y económicos capitalistas. Por consiguiente, la resistencia, como resistencia civil, declina su propia gramática a favor de la gramática del poder, esto es, como fundamento de legitimidad de la obediencia política. Por último, creemos pertinente volver sobre el carácter no violento de la resistencia civil, como una de sus características principales según la teoría de Randle. Así, según él, en términos generales, la no violencia es lo que distingue a la resistencia civil de la resistencia armada. Conviene pues dilucidar un poco más este tópico del planteamiento de Randle. ¿Es civil la resistencia por no ser armada? ¿Cuál podría ser el sentido preciso de la expresión “civil” en el contexto del planteamiento de Randle? Como lo hemos indicado arriba, para el autor el carácter civil de la resistencia denota una acción colectiva no violenta, que la distingue sin más de otras formas de acción colectiva armadas, como la rebelión o la guerra de guerrillas. El problema con este significado de “lo civil”, que lo hace ambiguo y equívoco, no consiste sólo en su excesiva simplificación, sino también en su inconsistencia con la experiencia histórica. Empecemos por lo último. Por lo general, este equívoco hace que muchas interpretaciones –hoy dominantes en los medios académicos- sólo incluyan bajo el concepto de resistencia civil a manifestaciones civilistas, pacíficas y no violentas de la ciudadanía, y dejen de lado experiencias históricas, pasadas y presentes, en las que los civiles (la ciudadanía) 47 RANDLE, M., op. Cit., pp. 196 y 197. 48 “No es probable que los gobiernos de países donde existe una tradición democrática ya muy veterana sean derrocados o tengan que abandonar un principio fundamental de su política exterior o interior como resultado de la resistencia civil, de no ser que ésta disfrute de un apoyo avasallador. En cambio, (…)una campaña podría llegar a imponer un cambio sin tener que convencer necesariamente a la mayoría”. Y más adelante: “Aunque es posible imaginar cómo las huelgas y manifestaciones derriban un gobierno débil en una democracia recién instaurada, ello es mucho menos probable en las democracias industrializadas más estables de Occidente (…) Podría ocurrir esto (derrocar una democracia) en algunas de las democracias, creadas recientemente y bastante frágiles, de Africa, Asia y Latinoamérica, y de parte de Europa del Este, así como en los países que han surgido de lo que fue la Unión Soviética”. M. Randle, op. Cit., pp. 204 y ss.

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se ven conminados a utilizar el recurso de las armas para defender sus derechos y autonomía y oponerse a las diferentes estructuras y actores de dominación, aun si no creen, como sí lo creía Mao Tse- Tung, “que el poder nazca del fusil”.49 La experiencia histórica es, en realidad, bastante prolija en expresiones de resistencia civil armada, aun si parezca una contradicción en los términos. De modo que, de acuerdo con tales experiencias, el carácter civil de la resistencia no proviene del carácter no violento de los métodos de la acción colectiva –y aquí entramos al primer aspecto del problema-, sino, ante todo, del carácter de sus protagonistas y del alcance de sus objetivos o de la lógica de la acción. Sus protagonistas son ciudadanos y no combatientes, ni soldados miembros de ejércitos, ni gente que vive en función de o para el oficio de la guerra. Son ciudadanos, que conminados a defender sus derechos (civiles, políticos, sociales, culturales o nacionales) y su autonomía contra cualquier régimen o actor político de dominación, pueden o no recurrir a las armas como método de acción colectiva, según las circunstancias sociales o políticas en las que se ven colocados, y muchas veces según las respuestas provenientes de quienes detentan el poder, como bien lo ha observado Charles Tilly. Es ello lo que nos puede autorizar a calificar como resistencia civil, por ejemplo, la que se desarrolló en Alemania y Francia contra la Ocupación Nazi, la de la España de Franco, la del pueblo palestino contra la invasión israelí, la reciente del pueblo de Irak contra la ocupación estadounidense, todas ellas resistencias civiles armadas; pero igualmente, la que lideró Ghandi contra la ocupación británica, las que lideró Martin Luther King o Malcom X contra la segregación racial en EEUU en los años 50s y 60s, o las más recientes que derrocaron los regímenes autoritarios del socialismo real en la antigua Unión Soviética, todas ellas resistencias civiles pacíficas o no violentas; o las experiencias colombianas de mediados del siglo XX (armadas) y finales del mismo (no armadas). De manera que, lo que hace civiles a todas estas formas de resistencia, armadas o no armadas, es el involucramiento masivo y el papel protagónico de la ciudadanía en las mismas, así como el carácter político (de civis romana) de la lógica de la acción colectiva y no los métodos de la misma. Así entonces, con la intención de ser precisos, podemos concluir diciendo, que la resistencia civil de Randle, no es la resistencia civil, sino la resistencia civil no violenta. 1.1.5 La Resistencia, más allá del Estado Hasta aquí hemos subrayado el marcado énfasis político que en la tradición del pensamiento político liberal ha tenido la resistencia. Sin embargo, es importante mostrar, que al lado de esta tradición y muchas veces en controversia con ella, se puede reconocer igualmente una segunda perspectiva teórica de la resistencia centrada en lo social o en la articulación entre lo social y lo político. Se trata de una segunda tradición del pensamiento político occidental, para la cual la resistencia no es un fenómeno relacionado exclusivamente con el poder político, sino, también, con las relaciones de dominación y explotación o con situaciones de injusticia presentes en la propia sociedad, más allá del campo de las relaciones entre el Estado y los ciudadanos o entre el soberano y los súbditos. 49 Llama la atención, por consiguiente, que entre los acontecimientos históricos frecuentados por Randle no se mencionen para nada las experiencias de resistencia civil armada protagonizadas por los sectores subalternos en América Latina, bien bajo la forma de revoluciones triunfantes o frustradas o bajo la forma de levantamientos populares; o en Europa, como la guerra civil española o la resistencia civil armada contra la ocupación nazi, por ejemplo.

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Sin desconocer los valiosos aportes que la tradición liberal ha hecho a una teoría de la resistencia, nuestra propia perspectiva está mucho más cerca de esta segunda tradición. Aunque se trata de una perspectiva teórica menos homogénea que la primera, por ejemplo, en la forma como diferentes autores enfatizan más determinados aspectos y dimensiones de lo social que otros o las diferentes formas en que conciben la articulación con lo político, presentan, por lo menos, dos rasgos en común, como lo veremos enseguida: por un lado, la centralidad que le conceden a lo social como escenario primero o fundamental en el cual se configura y enraíza la resistencia, y, por otro lado, la centralidad del conflicto o de la contradicción como escenario desde el cual y en el cual se inscribe la resistencia. Entre los pensadores correspondientes a esta segunda perspectiva, destaca Karl Marx y, en general, todos aquellos que se inspiran en el marxismo. Sin embargo, pensadores anteriores a Marx y posteriores a él, pueden incluirse dentro de esta misma tradición, como, por ejemplo, entre los predecesores, a Tomás Moro, Tomás Campanella, Gerard Winstanley, Gracchus Babeuf, William Godwin, Étienne Cabet, Louis Blanqui, Flora Tristán, Robert Owen, Charles Fourier y Saint Simon50, entre otros, frente a los cuales, el mismo Marx y Engels reconocen su deuda intelectual51; y entre los contemporáneos y posteriores a Marx destacan, por ejemplo, Joseph Proudhon, Mijail Bakunin, Kropotkin, Sydney Webb, Jean Jaurés, Georges Sorel, Herbert Marcuse, Michael Foucault, Felix Guatari, James Scott, Barrington Moore, Wright Mills, Tony Negri y John Holloway, entre otros. Por supuesto, no pretendemos dar cuenta de la riqueza, complejidad y pluralidad del pensamiento de todos estos autores. Para el propósito de esta investigación, nos limitaremos centralmente en los aportes de Marx y algunos autores contemporáneos a la teoría de la resistencia. 1.1.6 Marx: resistencia y revolución En esta parte del trabajo tomaremos por referencia nuclear el pensamiento de Marx y particularmente su perspectiva teórica acerca de la resistencia, y más tarde los aportes teóricos formulados por autores contemporáneos no marxistas. 50 G. D. H. COLE, los llama precursores del socialismo. Cfr. COLE, G. D. H. Los precursores 1789-1850. Historia del Pensamiento Socialita. Tomo I. FCE. México. 1975. 51 Cfr. ENGELS, F. Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico. En esta obra, Engels dice: “al lado de todo gran movimiento burgués que se desataba estallaban movimientos independientes de aquella clase que era el precedente más o menos desarrollado del proletariado moderno. Tal fue en la época de la Reforma y de las guerras campesinas en Alemania la tendencia de los anabaptistas, y de Tomás Münzer; en la Gran Revolución inglesa, los ´levellers´, y en la Gran Revolución francesa, Babeuf. Y estas sublevaciones revolucionarias de una clase incipiente son acompañadas, a la vez, por las correspondientes manifestaciones teóricas: en los siglos XVI y XVII aparecen las descripciones utópicas de un régimen ideal de sociedad (Moro y Campanella); en el siglo XVIII, teorías directamente comunistas ya, como las de Morelly y Mably. La reivindicación de la igualdad no se limitaba a los derechos políticos, sino que se extendía a las condiciones sociales de vida de cada individuo; ya no se trataba de abolir tan sólo los privilegios de clase, sino de destruir las propias diferencias de clase. (…) Más tarde, vinieron los tres grandes utopistas, Saint-Simon, en quien la tendencia burguesa sigue afirmándose todavía, hasta cierto punto, junto a la tendencia proletaria; Fourier y Owen , quien expuso en forma sistemática una serie de medidas encaminadas a abolir las diferencias de clase, en relación directa con el materialismo francés”. ENGELS, F. Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico. En, Obras Escogidas de Marx y Engels, Tomo III.Progreso. Moscú. Pp, 123. Cursivas mías.

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Sin duda, como veremos enseguida, la perspectiva teórica de Marx representa un punto de síntesis, de llegada y de partida al mismo tiempo, en la trayectoria de esta segunda tradición teórica acerca de la resistencia. Si bien a Marx no puede considerársele como el precursor de una teoría de la resistencia más allá del referente político, puede decirse de una vez, sin embargo, que fue el primero en situarla en los marcos de una lectura histórico-estructural de la moderna sociedad capitalista; así mismo, fue el primero en teorizar acerca del sujeto colectivo protagonizante de la misma, rearticulando la resistencia a una teoría de la revolución social o de transformación revolucionaria de la sociedad capitalista. En ese sentido, puede decirse que el pensamiento de Marx pretendió sistematizar y superar las concepciones teóricas anteriores y al mismo tiempo indicar derroteros para elaboraciones teóricas posteriores. En efecto, su perspectiva teórica de la resistencia está impregnada de su pensamiento general, que se vertebra y entreteje en controversia, tanto con el pensamiento liberal de la economía política clásica y hegeliano como con las muy variadas expresiones del pensamiento crítico y socialista del siglo XIX. La perspectiva teórica de Marx acerca de la resistencia hace parte de su más global concepción materialista de la historia y de la sociedad capitalista moderna, estructurada a partir de la contradicción fundamental entre capital y trabajo o entre burguesía y proletariado. De la concepción materialista de la historia y de la sociedad planteada por Marx, se pueden inferir dos planteamientos teóricos fundamentales, que contrastan claramente con la tradición del pensamiento político liberal. Con el propósito de acotar el campo teórico de la perspectiva de Marx acerca de la resistencia, veamos de manera muy breve en qué consisten estos dos planteamientos. En efecto, para Marx, por un lado, ni la sociedad ni el Estado son el producto racional de un pacto o contrato a través del cual los hombres considerados individualmente salen de un hipotético y supuesto estado original de naturaleza, sino que la sociedad es el producto histórico-concreto del propio desarrollo de la contradicción que opone a las fuerzas productivas materiales con las relaciones sociales de producción. Bajo determinado grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas, son las relaciones sociales de producción la fuerza coagulante y estructurante de la sociedad. Mientras que, por otro lado, como lo dice el mismo Marx, ni el Estado ni las formas jurídicas pueden comprenderse por sí mismos, sino a partir de las relaciones sociales de producción, las cuales corresponden a un determinado grado de desarrollo de las fuerzas productivas materiales de la sociedad. Para Marx, la fuente estructural del poder de la clase dominante, en otros términos, su núcleo estructural, se encuentra en las relaciones sociales de producción. Es a partir de las relaciones sociales de producción y en ellas mismas, donde se configura la centralidad del poder, como medio de dominación y explotación de una clase sobre otra, del capital sobre el trabajo en la sociedad capitalista moderna. Para Marx, el poder es una relación social entre clases antagónicas, consistente en el dominio de una clase sobre otra clase, la cual se estructura centralmente a partir de las relaciones sociales de producción. Subrayar lo anterior, nos permite situar la perspectiva teórica de

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Marx sobre la resistencia en los marcos de su concepción más general acerca de la sociedad y del Estado.52 En efecto, para Marx, a diferencia del pensamiento liberal, la resistencia no es, en primer lugar, política, sino económica y social. De este modo, la resistencia irrumpe y se configura en el corazón de la propia estructura de la sociedad capitalista moderna, esto es, en las relaciones sociales de producción en cuanto relaciones estructurales y estructurantes de poder y de explotación. No se ubica en referencia al Estado sino en referencia a las relaciones sociales de producción. No irrumpe ni se desarrolla por una eventual ruptura del contrato político entre el soberano y los súbditos o entre el Estado y los ciudadanos, sino por la propia naturaleza antagónica de las relaciones sociales de producción. Desde la perspectiva de Marx, antes de la resistencia al Estado o en el Estado, la resistencia preexiste en las relaciones sociales de producción, de las cuales la primera es una continuación o expresión de la última; antes que en la política, la resistencia subyace en la propia sociedad. En el plano político, para Marx, la resistencia deja de ser tal y se transforma en revolución o en lucha política de clases, pues toda lucha política es lucha de clases. De hecho, para Marx, el antagonismo entre el capitalista y el trabajador asalariado no se limita ni se resuelve en el plano de las relaciones sociales de producción, sino que se proyecta y se resuelve en el plano político, a través de la revolución social. En otros términos, la resistencia corresponde a un primer nivel o momento de este antagonismo, pero su resolución definitiva consiste en profundizarlo como lucha política, como revolución social. Por consiguiente, para discernir más directamente el planteamiento teórico de Marx acerca de la resistencia, conviene que hagamos una aproximación más detenida a las relaciones sociales de producción en la sociedad capitalista. Las relaciones sociales de producción, como relaciones históricamente determinadas y de conflicto, son, para Marx, el corazón o la estructura fundamental de la sociedad; son su eje estructurante. En otros términos, son la base estructural de configuración de las clases y de la lucha entre ellas. No son sólo relaciones de desigualdad entre las clases, sino relaciones de poder y de explotación, independientemente de que sean reconocidas como tales por los sujetos de las mismas. Como fuente de explotación y de poder, las relaciones capitalistas de producción contienen la raíz del antagonismo que opone a la burguesía y el proletariado. Establecidas estas premisas, seguidamente procede Marx a exponer el proceso de producción capitalista, como proceso simultáneo de transformación del dinero en capital o de valorización del capital, por un lado, y de explotación de la fuerza de trabajo del trabajador asalariado y de ejercicio de poder por el capitalista, por el otro; proceso que constituye la verdadera esencia de las relaciones sociales de producción capitalista. Esta relación de explotación y de poder, como veremos enseguida, no se da en la circulación sino en la producción misma. No se da en el contrato, sino en el proceso de producción capitalista. No se da en el mercado, sino en el taller. El escenario de la producción, como lo diría Marx, es el de la explotación y el despotismo del capital sobre el obrero.

52 Es de aclarar, que si bien los planteamientos teóricos anteriores corresponden en términos a generales a la concepción general de la sociedad en Marx, su perspectiva teórica acerca de la resistencia estuvo centrada en la sociedad capitalista moderna.

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Como lo subraya en muchos pasajes de su obra, es en el proceso de producción capitalista, como consumo de la fuerza de trabajo, donde se efectúa la explotación del trabajo asalariado y la producción de plusvalía por el capitalista. Esta explotación consiste en el consumo de la fuerza de trabajo más allá del tiempo necesario para su reproducción como tal. Es, justamente, aquí, según la perspectiva de Marx, en el proceso de producción capitalista como proceso de explotación de la fuerza de trabajo por el capital, donde irrumpe y se configura la resistencia, como un proceso continuo, inherente y constitutivo de las propias relaciones sociales capitalistas de producción. Esta resistencia expresa el conflicto entre los obreros asalariados y los capitalistas por establecer la línea de demarcación entre el trabajo necesario y el trabajo excedente como partes constitutivas de la jornada de trabajo; por reducir o por incrementar la tasa de plusvalía. En este campo, la lucha de resistencia de los obreros asalariados es por establecer los límites de la jornada de trabajo. De ahí entonces, que la lucha por la jornada de trabajo normal se convierta en uno de los tantos momentos de la expresión estructural del antagonismo que opone a los obreros asalariados como clase contra la clase de los capitalista. Veamos entonces brevemente los términos en qué plantea Marx este conflicto y la forma cómo los obreros asalariados oponen resistencia al capital. Planteadas estas premisas, lo que enseguida muestra Marx es el conflicto que se abre entre capitalistas y obreros asalariados, cada clase pugnando por imponer sobre la otra los límites de la jornada de trabajo, según sus propios intereses. Veamos cómo plantea Marx los términos de este conflicto. Sus protagonistas colectivos invocan, ambos según su propia lógica e intereses, las leyes que rigen el intercambio de mercancías y el derecho como expresión jurídica del mismo. “Pugnando por alargar todo lo posible la jornada de trabajo, llegando incluso, si puede, a convertir una jornada de trabajo en dos, el capitalista afirma sus derechos de comprador. De otra parte, el carácter específico de la mercancía vendida entraña un límite opuesto a su consumo por el comprador, y, al luchar por reducir a una determinada magnitud normal la jornada de trabajo, el obrero reivindica sus derechos de vendedor. Nos encontramos, pues, ante una antinomia, ante dos derechos encontrados, sancionados y acuñados ambos por la ley que rige el cambio de mercancías. Entre derechos iguales y contrarios, decide la fuerza. Por eso, en la historia de la producción capitalista, la reglamentación de la jornada de trabajo se nos revela como una lucha que se libra en torno a los límites de la jornada; lucha ventilada entre el capitalista universal, o sea, la clase capitalista, de un lado, y de otro el obrero universal, o sea, la clase obrera”.53 La respuesta de los obreros asalariados contra esta voracidad salvaje del capital por prolongar lo más posible la jornada de trabajo, tardó pero no dejó de presentarse. Su escenario primero y principal fue Inglaterra, considerado entonces la cuna del sistema capitalista de producción. “Tan pronto como la clase obrera, aturdida por el estrépito de la producción, volvió un poco en sí, comenzó el movimiento de la resistencia, partiendo de Inglaterra, país natal de la gran industria. Sin embargo, durante 30 años, las concesiones arrancadas por los trabajadores fueron puramente nominales. Desde 1802 hasta 1833, el parlamento dio cinco leyes reglamentando el trabajo, pero fue

53 MARX, Karl. El Capital. Fondo de Cultura Económica. México. 2006, pp. 180. Cursivas del Autor.

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lo suficientemente astuto para no votar ni un solo céntimo destinado a su ejecución, a dotaciones del personal burocrático necesario, etc. Y las leyes se quedaron en letra muerta”.54 Por lo tanto, observa Marx, lo sorprendente, en esta legislación inglesa de 1867, es, de una parte, la necesidad en que se ve el parlamento de las clases gobernantes de aceptar en principio una serie de medidas tan extraordinarias y tan extensas contra los excesos de la explotación capitalista; de otra parte, la mediocridad, la repugnancia y la mala fe con que las lleva a la práctica. Cuantas veces interviene la legislación fabril para reglamentar el trabajo de las fábricas, las manufacturas, etc., esto se considera como una intromisión en los derechos de explotación del capital.55 Estrechamente unidas o mezcladas con las luchas de resistencia por la jornada normal de trabajo o como un aspecto de la misma, el salario se convierte igualmente en otro campo de resistencia y de batalla del trabajo contra el capital. Esta resistencia obrera se opone a la tendencia siempre permanente del capital a reducir, por diferentes medios, el nivel medio de los salarios de los obreros hasta llevarlos a su nivel mínimo de sobre-vivencia. Se trata de luchas distintas pero gobernadas por una misma lógica: resistir la explotación del trabajo por el capital. Esta unidad inextricable entre una y otra responde, por otra parte, al carácter del salario como expresión en dinero de la parte correspondiente en la jornada de trabajo al trabajo necesario, como trabajo retribuido, que lo diferencia del trabajo excedente o trabajo no retribuido, que, a su vez, se expresa en dinero como ganancia. En este sentido, de acuerdo con Marx, la lógica de la resistencia alrededor del salario no está por fuera del marco de las relaciones sociales de producción como relaciones de explotación, sino que hace parte de ellas; de ahí que, para una fundamentación teórica de la resistencia alrededor del salario, Marx parta de las mismas premisas -correspondientes a la teoría del valor- establecidas para el estudio de la resistencia alrededor de la jornada de trabajo, El salario, dice Marx, corresponde, en términos de jornada de trabajo, al trabajo necesario o a la expresión en dinero del valor de la fuerza de trabajo, que es su precio. Si en la lucha por la limitación de la jornada de trabajo la resistencia de los obreros se centra en la reducción del trabajo excedente, en la lucha por el salario la resistencia de los obreros se centra en la preservación o en el incremento del valor de cambio o precio del trabajo necesario. De esta manera, como se dijo, las dos luchas responden a la misma lógica y al mismo proceso: resistir la explotación del capital. Establecidas la anteriores premisas, procede Marx a plantear los términos del conflicto que enfrenta a los obreros asalariados y al capitalista; este último, intentando imponer la reducción de los salarios a sus niveles mínimos, y los primeros luchando por preservar el nivel de los salarios o pugnando por su mejora. El conflicto que se abre, pues, es por establecer quién puede obtener para sí una parte mayor del producto de valor de la jornada de trabajo. Como el capitalista y el obrero sólo pueden repartirse este valor, que es limitado, es decir, el valor medido por el trabajo total del obrero, cuanto más perciba el uno menos obtendrá el otro, y viceversa. Por consiguiente, como se puede inferir del planteamiento de Marx y lo veremos enseguida, este es un campo de las relaciones sociales de

54 Ibid., pp. 219. 55 Ibid., pp. 409 y ss.

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producción capitalistas que no se haya predeterminado o preestablecido, sino que es un campo abierto, indeterminado, donde lo que lo define es la resistencia, la fuerza, la capacidad de lucha de los trabajadores por imponerse sobre la voracidad de ganancias del capitalista o viceversa. Sin embargo, Marx quiere ir más allá. Mostrar el carácter limitado de la resistencia de los obreros al capital alrededor del salario y cómo ésta es inseparable del sistema de trabajo asalariado; y, por otro lado, intentar saber hasta qué punto, en la lucha incesante entre el capital y el trabajo, tiene éste perspectivas de éxito.56 Limitación y pregunta, que igualmente se formula Marx en relación con las otras múltiples formas de resistencia del trabajo al capital; sobre lo cual volveremos más adelante. Un tercer campo de la resistencia comprendido en la perspectiva teórica de Marx es el del poder. Como se ha dicho arriba, las relaciones sociales de producción capitalista, son, además de relaciones de explotación, también relaciones de dominación o de poder del capitalista sobre los obreros asalariados. Esta relación de dominación, si bien se origina desde la órbita de la circulación con la compra venta de fuerza de trabajo, en la que el obrero asalariado se ve obligado a su venta, se expresa y desarrolla a plenitud en el proceso de producción capitalista. Marx muestra, que como proceso de valorización del capital, la explotación de la fuerza de trabajo requiere, para efectuarse, del poder del capitalista, como un poder que se ejerce, no sólo sobre el proceso de producción en general, sino específicamente sobre el proceso de explotación de la fuerza de trabajo; como un poder que le es inherente y, por consiguiente, es co-constituyente de las relaciones de explotación capitalista. Explotación y dominación son, pues, según Marx, dos caras de la misma moneda de las relaciones sociales capitalistas de producción. Para Marx, la empresa capitalista como realidad social o como organización social moderna tiene no sólo una función principal que la caracteriza (la explotación), sino también una dimensión política que la posibilita: el poder.57 Cabe advertir, por otro lado, que esta dominación es política, no sólo porque está respaldada en el Estado, sino porque instituye un poder y un orden –el del capitalista- en la fábrica como espacio de realización del proceso de producción capitalista.58 Quien gobierna en la fábrica es el capitalista, es él quien establece la organización del trabajo, los ritmos de producción, los códigos, los sistemas de sanciones, las jerarquías, las estructuras de mando, entre otros, tal como nos lo describe Marx en El Capital. Pero, así mismo, no lo hace en el vacío, sino sobre un campo de fuerzas antagónicas. La resistencia de los obreros asalariados, unas veces abierta, como,

56 En otros términos, contrastando y superando a Holloway: que no es suficiente el grito, así esté cargado de esperanza, que es necesario que el rechazo y la esperanza que este grito encierra se traduzcan en una vía o conjugación de estrategias de transformación revolucionaria del presente. Cfr. J. HOLLOWAY, John. Cambiar el Mundo sin tomar el Poder. El significado de la revolución hoy. El Viejo Topo. España. 2002. 57 Cfr. MARX, K. El Capital. Fondo de Cultura Económica. México. 2006, pp. 268. 58 Aunque Marx no lo formuló de manera explícita, aquí puede hallarse en germen una concepción de la política y del poder, que va más allá de una concepción estatista de la misma y sugiere la idea, más tarde desarrollada por algunos autores contemporáneos tanto marxistas como no marxistas, según la cual, por un lado, el poder no está centrado en el Estado sino en la propia sociedad, particularmente en las relaciones sociales de producción siguiendo la perspectiva subrayada por Marx, y, por otro lado, que todo poder en cuanto comporta una pretensión no sólo de dominio sino de orden, es poder político. Uno de los autores más sugerentes en este sentido es M. Foucault, quien, como Marx, descentra el poder del Estado, pero, a diferencia de Marx, que reconoce su centralidad en las propias relaciones sociales de producción como poder político no estatal, lo resitúa como poder difuminado capilarmente por el cuerpo social, como microfísica del poder, como poder a secas, sin el atributo político.

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por ejemplo, a través de huelgas, motines y otras múltiples formas de acción colectiva, y otras veces soterrada, silenciosa y sutil, no es sino la manera como impugnan o desafían ese poder. Luego, procede Marx a caracterizar el régimen fabril instituido por el capital como un régimen verdaderamente despótico y disciplinar, en el que reina el control, la vigilancia y el castigo, comparable con la vida cuartelaria, pero sustraído, a su vez, completamente de todo control y regulación públicos.59 Es característico de Marx la agudeza y la ironía con las que contrasta las formas liberales de la república burguesa, su lucha contra la monarquía y el despotismo en la esfera pública o política, con el despotismo y la autocracia desplegados por los capitalistas en la esfera económica, esto es, en las fábricas. “El código fabril en que el capital formula, privadamente y por su propio fuero, el poder autocrático sobre sus obreros, sin tener en cuenta ese régimen de división de los poderes de que tanto gusta la burguesía, ni el sistema representativo, de que gusta todavía más, es simplemente la caricatura capitalista de la reglamentación social del proceso de trabajo, reglamentación que se hace necesaria al implantarse la cooperación a gran escala y la aplicación de instrumentos de trabajo colectivos, principalmente la maquinaria. El látigo del capataz de esclavos deja el puesto al reglamento penal del vigilante. Como es lógico, todas las penas formuladas en este código se traducen en multas y deducciones de salario, el ingenio legislativo del Licurgo fabril se las arregla de modo que la infracción de sus leyes sea más rentable para el capitalista, si cabe, que su observancia”.60 Contra este régimen cuartelario e insalubre del capital, también los obreros asalariados ofrecen resistencia, a través de huelgas y motines. Algunas de estas luchas de resistencia se expresan también en el parlamento y los tribunales; unas, por la promulgación de una legislación fabril que someta a control y regulación el poder despótico y privado del capital sobre los obreros en las fábricas, y otras, por hacer valer los derechos de los obreros ante los inspectores y jueces fabriles. Esta resistencia de los obreros asalariados enfrenta, como en el caso de la lucha por la jornada de trabajo normal y el salario, no sólo la mediocridad y la mala fe de los funcionarios estatales por hacer cumplir las leyes arrancadas al parlamento a su favor, sino, sobre todo, la reacción de los capitalistas y sus intentos descarados por desconocer lo estipulado por la ley fabril. Por consiguiente, la resistencia de los obreros asalariados contra los excesos de la explotación de la fuerza de trabajo por el capital o por reducir al mínimo el precio de la fuerza de trabajo o pagarla por debajo de su valor real, está articulada a la lucha de resistencia contra el poder despótico del capital en el proceso de producción capitalista. Si bien se trata de campos analíticamente diferenciados de resistencia de los obreros asalariados contra el capital, en la práctica se desarrollan de manera conjugada. Para Marx, por lo general, la lucha de resistencia por la reducción de la jornada de trabajo o por la subida de los salarios involucra también la lucha de resistencia contra el despotismo del capital en la fábrica. Es pues, resistencia a la explotación y resistencia al poder al mismo tiempo. Esta articulación no viene dada sólo porque las sanciones contempladas por el régimen fabril tienen un costo económico en detrimento del salario del obrero, sino porque al oponer resistencia a la

59 MARX, K. op. Cit, pp. 267 y 268. 60 Ibid., pp. 351. Cursivas el Autor.

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explotación, también cuestiona el dominio absoluto del capital en la fábrica e interroga cada vez que se produce quién gobierna en ella. Las huelgas, los motines, las tomas de fábricas y todas otras múltiples formas de resistencia obrera, plantean una lucha de poderes, como “guerra civil” entre obreros y patronos, tal como Marx las llama. Por último, si bien la perspectiva teórica de Marx acerca de la resistencia está focalizada en las relaciones sociales de producción y no en el Estado, también valoró como formas importantes de resistencia aquellas que surgen en otros ámbitos de la sociedad capitalista por la propia iniciativa autogestionaria de los trabajadores, como, por ejemplo, el cooperativismo. Es cierto, como lo corrobora la casi inexistencia de estudios suyos al respecto, que no le concedió a estas formas de resistencia la centralidad concedida a la resistencia co-presente en las relaciones sociales de producción, pero igualmente es claro que no las desestimó en absoluto, tal como se puede inferir de las escasas referencias a las mismas .61 Sin embargo, Marx no dejó de advertir las limitaciones y riesgos que encerraba el trabajo cooperativo desarrollado en los marcos de la propia sociedad capitalista, tal como ya lo había indicado respecto de las luchas de resistencia desarrolladas por los trabajadores en los marcos de las relaciones sociales de producción capitalista.62 No es que Marx desestimara la importancia de la resistencia expresada en el trabajo cooperativo de los trabajadores y otras formas autogestionarias; por el contrario, las estimaba en igual medida que las formas de resistencia por los límites de la jornada de trabajo o por el salario, sino que no vacilaba en señalar sus límites y seguro fracaso sino estaban articuladas a la lucha política más amplia por la transformación revolucionaria de la sociedad. En síntesis, para Marx, la resistencia es co-constituyente de las relaciones sociales de producción capitalista, y también constituida por las mismas. La resistencia corresponde al sujeto que se resiste a dejarse cosificar por el poder y por el capital, pero que aún tampoco termina constituyéndose como sujeto.63 De ahí, para Marx, el carácter limitado de la resistencia, pero también el potencial transformador que encierra. Es esta dialéctica y tensión no resuelta en los marcos de la sociedad capitalista del sujeto-objeto, que resiste y que lucha, pero que no termina por constituirse aún plenamente como sujeto, autónomo y emancipado, lo que permite a Marx plantear el carácter limitado, pero también el potencial emancipatorio encerrado en él. Esta dialéctica la resume Marx en la relación resistencia-política, en la que la política constituye la salida emancipatoria del régimen de esclavitud asalariada. De esta manera, la trayectoria de la resistencia que nos dibuja Marx, va de la negación de la política a la afirmación de la política. Desde la perspectiva teórica de Marx, la política se convierte para el proletariado en una suerte de bisagra que articula el presente de la resistencia con la utopía del comunismo, a través de la revolución.

61 Probablemente el propio debate teórico y político con el anarquismo dentro de la Internacional, especialmente con Prohudon y Bakunin, en el que estuvo involucrada directamente la valoración de las formas cooperativas y de ayuda mutua de los trabajadores, contribuyó a la parquedad de Marx para no desarrollar de una manera más amplia su acercamiento al cooperativismo como otro campo importante de la resistencia contra el capital. 62 MARX, Karl. “Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores” e “Instrucción Sobre Diversos Problemas a los Delegados del Consejo Central Provisional”. En: Marx-Engels. Obras Escogidas. Progreso. Moscú. Tomo II, pp. 11, 12 y 82. 63 El que es y todavía no, de E. Bloch y H. Zemelman, que retoma Holloway.

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Dicho en otros términos, si las relaciones sociales de producción son el núcleo estructurante y el potencial de la resistencia contra el poder y la explotación del capital, la superación de las mismas sólo es posible transformando la resistencia en acción política de los trabajadores. Es ahora la política y no la economía la que decide.64 Para Marx, la resistencia como resistencia no produce la salida, reproduce el régimen de la dominación y la explotación. Actúa sobre los efectos pero no sobre las causas. La salida requiere su transformación en revolución, y esto sólo es posible a través de la política. Así, a través de este salto dialéctico, la resistencia termina negándose como tal, para reaparecer bajo nuevas formas y según nuevas lógicas. Como puede verse, de acuerdo con Marx, no se pasa de la resistencia a la revolución ipso-facto, de golpe. Entre la resistencia y la revolución media un proceso de preparación revolucionaria, de educación política de la clase obrera, de la cual las organizaciones de resistencia son la base; por consiguiente, no hay una muralla china que separe la resistencia de la revolución, por el contrario, hay una conjugación dialéctica entre una y otra, a través de la acción política. Por consiguiente, no hay separación entre lucha de resistencia (económica) y lucha política (revolucionaria). Incluso, la propia lucha de resistencia requiere de la acción política. Una lucha reducida a la sola resistencia económica es funcional al propio sistema capitalista. En consecuencia, tampoco se trata de una lucha política abstracta contra el sistema capitalista, sino una que se fundamente en la experiencia concreta de la lucha económica y la conciencia de los límites de esta lucha. Es a esto a lo que se refiere Marx cuando dice que hacia el fin de la revolución social es necesario, que la organización previa de la clase obrera, nacida de su propia lucha económica, haya alcanzado cierto grado de desarrollo. Desde la perspectiva de Marx, las conquistas obreras arrancadas al capital a través de la ley trascienden el objetivo inmediato del Estado por institucionalizarlas a través del derecho. No las subestima. Por el contrario, como queda dicho arriba, considera que el sentido de estas conquistas es el de contribuir al desarrollo más general de la lucha de clases del proletariado por la revolución social. Esta concepción teórico-política de Marx corresponde a una gramática de la resistencia, que no transige en general con ninguna forma de dominación ni de explotación, y le impide sucumbir, por otro lado, a la gramática del poder aun si la resistencia no tiene ante sí, de manera inmediata, la transformación revolucionaria de la sociedad. La política se convierte pues en la clave que le permite a Marx trascender la gramática del poder y articular, por otro lado, la gramática de la resistencia con la utopía de una sociedad comunista, a través de la acción revolucionaria. Si el primer aporte de Marx a la teoría de la resistencia consistió en una ruptura con la concepción Estado-céntrica propia del discurso liberal, su segundo aporte, radica juatamente aquí, en concebir este horizonte de futuro de la resistencia a partir de la revolución.

64 Esto lo observó con mucha claridad Lenin en su polémica con los economistas rusos de comienzos del siglo XX. “De la premisa cierta del marxismo sobre las profundas raíces económicas de la lucha de clases en general y de la lucha política en particular, los ‘economistas’ sacaban la conclusión singular de que había que volver la espalda a la lucha política y contener su desarrollo, reducir su alcance, rebajar sus tareas”. V. I. Lenin. Dos Tácticas de la Socialdemocracia en la Revolución Democrática. Obras Escogidas. Progreso. Moscú. pp. 65.

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1.1.7 Michel Foucault: Resistencia y Poder Michel Foucault puede ser considerado como unos de los pensadores contemporáneos que más ha contribuido a redefinir y problematizar las categorías fundamentales de la teoría política convencional.65 Pese a sus diferencias teóricas, puede decirse que Michel Foucault se inscribe en la misma estela de pensamiento de Marx, como críticos radicales de la modernidad. El pensamiento de Foucault acerca de la resistencia, como dijimos antes, pertenece a esa segunda tradición del pensamiento político occidental, para la cual la resistencia no es un fenómeno relacionado exclusivamente con el poder político, sino, también –y en su caso, quizás más que en ningún otro de los pensadores contemporáneos y de los que le precedieron-, con las relaciones de poder y explotación o con situaciones de injusticia presentes en la propia sociedad, más allá del campo de las relaciones entre el Estado y los ciudadanos o entre el soberano y los súbditos. Igual que los pensadores de esta misma tradición, su pensamiento acerca de la resistencia establece en lo social su centralidad, como escenario primero o fundamental de configuración y enraizamiento de la misma; igualmente, comparte también con aquellos, la centralidad del conflicto o de la contradicción como campo desde el cual y en el cual se estructura la resistencia. La resistencia en el pensamiento de M. Foucault está directamente asociada con el poder y, particularmente, con la concepción que él tiene de éste. Por consiguiente, con el propósito de dilucidar teóricamente sus planteamientos y sus aportes a este marco teórico, empezaremos por una presentación breve de su teoría del poder -aunque, según el mismo Foucault más que de una “teoría”, la suya es una “analítica” del poder66-, intentando subrayar los elementos más directamente relacionados con el mismo. La analítica del poder de Foucault abre fuego contra el discurso liberal de la soberanía del poder y contra la teoría economicista del poder “propia del marxismo”. Por un lado, propone una ruptura con los postulados fundamentales de la teoría liberal del poder; particularmente, con la idea del poder como soberanía; o del poder que está centrado en un foco o en un punto determinado; o del poder como sólo represión; o del poder como sólo obediencia; tal como lo veremos enseguida. Por otro lado, rompe con lo que él llama la concepción economicista del poder, propia del marxismo, según la cual el poder tiene una derivación de la economía. En crítica contra estas dos concepciones del poder construye Foucault su analítica del poder.67 Su analítica del poder, como dijimos, está focalizada en una crítica radical a la representación liberal del poder en términos de soberanía o de derecho y su correlato en términos de obediencia Sin embargo, esta crítica de Foucault no se refiere sólo a la representación jurídica del poder de Estado

65 Cabe aclarar, por supuesto, que se trata de sólo un aspecto de su rica producción intelectual. 66 “Analítica” en el sentido de “una definición del dominio específico que forman las relaciones de poder y la determinación de los instrumentos que permiten analizarlo”. FOUCAULT, Michael. Historia de la Sexualidad. Volumen 1: La voluntad del saber. Siglo XXI. Buenos Aires. 2005. pp. 100. 67Debe advertirse, sin embargo, que su foco fundamental de crítica es, en realidad, la concepción del poder soberanía del discurso liberal, mientras que la crítica a la concepción del poder del marxismo, aunque recurrente en sus seminarios y entrevistas, no ocuparon su atención especial.

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y al contrato como base jurídica del mismo, tal como suele referírsele, sino, en general, a todas las otras formas jurídicas de poder. Cabe dentro de esta analítica, la crítica a la idea de un poder sólo represivo, propio también de esta representación jurídica del poder: “no poder nada, salvo lograr que su sometido nada pueda tampoco, excepto lo que le deja hacer”. De esta manera, según esta representación del poder, dice Foucault, “Todos los modos de dominación, de sumisión, de sujeción se reducirían en suma al efecto de obediencia”.68 Contra esta idea del poder como sólo represión, Foucault, opone la idea de un poder productivo, que crea, que ya no está en función de la muerte sino de la vida. Esta analítica del poder propuesta por Foucault, supone, por lo menos cuatro rupturas fundamentales respecto de la concepción convencional del poder, y representa, sin duda, una de los aportes más valioso del pensador francés a la teoría política y, en particular, a la teoría del poder. A. El poder no puede reducirse al Estado; B. El poder no puede plantearse en términos de ley o de contrato; C. El poder no tiene como contrapartida la obediencia; D. El poder no es sólo represión. Todas estas rupturas, tienen como referencia directa, repetimos, la representación del poder como soberanía. De ahí su insistencia en delimitar cuál es su campo de análisis del poder. Campo que no está en el Estado fundamentalmente, sino en el cuerpo social, en las relaciones sociales, en lo fragmentario, en lo local; en otros términos, en la microfísica social. Por otro lado, su preocupación no es la obediencia política, que es lo que subyace en todas las teorías de la legitimidad y del contrato, sino la sujeción, el disciplinamiento de los cuerpos.69 Al definir la anterior como la línea general del análisis, Foucault va a formular algunas de sus precauciones de método, como por ejemplo: captar el poder en sus extremidades, en sus terminaciones, ahí donde se hace capilar; captar el poder en sus formas más regionales, más locales, sobre todo allí donde, saliéndose de las reglas del derecho que lo organizan y lo delimitan, se prolonga más allá de ellas invistiéndose en instituciones, toma cuerpo en técnicas y se da instrumentos de acción material que pueden ser también violentos; no considerar el poder como un fenómeno de dominación –compacto y homogéneo- de un individuo sobre otros, de un grupo sobre otros y de una clase sobre otras, al contrario, tener bien presente que el poder, si se lo mira de cerca, no es algo que se divide entre los que lo detentan como propiedad exclusiva y los que no lo tienen y lo sufren; el poder es, y debe ser, analizado como algo que circula y funciona –por así decirlo- en cadena, nunca está localizado aquí o allí, nunca está en las manos de alguien, nunca es apropiado como una riqueza o un bien; el poder funciona y se ejerce a través de una organización reticular y en sus mallas los individuos no sólo circulan, sino que están puestos en la condición de sufrirlo y ejercerlo; nunca son el blanco inerte o cómplice del poder, son siempre sus elementos de recomposición, en otras palabras: el poder no se aplica a los individuos, sino que transita a través de los individuos.

68 Las razones históricas para esta representación jurídica del poder, Foucault las remite a la Edad Media europea, en la que por razones de regulación y estabilidad, las instituciones del Estado se impusieron sobre los poderes fragmentados y parciales. “A partir de la Edad media, en las sociedades occidentales el ejercicio del poder se formula siempre en el derecho”. M. Foucault. Ibid. pp. 106. 69 “El problema para mí, dice Foucault, es evitar la cuestión, central para el derecho, de la soberanía y la obediencia de los individuos sometidos a ella, y hacer aparecer, en lugar de la soberanía y la obediencia, el problema de lo dominación y de la sujeción”. FOUCAULT, M. Genealogía del racismo. La Piqueta. Madrid, sf., pp. 37.

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Por otra parte, cuando Foucault dice que el poder se ejerce, circula, forma redes, advierte, que esto es verdad sólo hasta cierto punto, pero no cree que se deba concluir de ello que el poder está universalmente bien repartido entre los individuos y que nos encontramos frente a una distribución democrática o anárquica del poder a través de los cuerpos; le parece que no se debe hacer una especie de análisis (“deductivo”) que parta del centro del poder y lo siga en su movimiento reproductivo hacia abajo, llegando hasta los elementos moleculares de la sociedad. En cambio, dice que se debe hacer un análisis ascendente del poder: partir de los mecanismos infinitesimales (que tienen su historia, su trayecto, su técnica y su táctica) y después ver cómo estos mecanismos de poder (que tienen su solidez y su tecnología específica) han sido y son aún investidos, colonizados, utilizados, doblegados, transformados, traslados, extendidos por mecanismos cada vez más generales y por formas de dominación global. No es que debamos estudiar la dominación global como algo que se pluraliza y repercute hasta abajo. Debemos analizar la manera en la cual los fenómenos, las técnicas, los procedimientos de poder funcionan en los niveles más bajos; mostrar cómo estos procedimientos se trasladan, se extienden, se modifican, pero sobre todo mostrar cómo fenómenos más globales los invisten y se los anexionan y cómo poderes más generales o intereses económicos pueden insertarse en el juego de estas tecnologías de poder relativamente autónomas e infinitesimales. Se trata, en suma, dice Foucault, de orientarse hacia una concepción del poder que remplaza el privilegio de la ley por el punto de vista del objetivo, el privilegio de lo prohibido, por el punto de vista de la eficacia táctica, el privilegio de la soberanía por el análisis de un campo múltiple y móvil de relaciones de fuerza70 donde se producen efectos globales, pero nunca totalmente estables, de dominación. El modelo estratégico y no el modelo del derecho.71 Con base en estas observaciones de orden metodológico acerca de la analítica del poder, pueden comprenderse mejor algunos de los desarrollos teóricos acerca del poder y la resistencia planteados por Foucault. Así, por ejemplo, contra la representación del poder como soberanía y como contrato, Foucault opone una concepción del poder como multiplicidad de relaciones de fuerzas, descentrado, sin foco fijo determinado en un punto, diseminado por todo el cuerpo social, que no va de arriba

70 La idea del poder como un campo de relaciones de fuerza la explicita Foucault en los siguientes términos: “si el poder es realmente el despliegue de una relación de fuerza, más que analizarlo en términos de cesión, contrato, alienación, o, en términos funcionales del mantenimiento de las relaciones de producción, ¿no debería ser analizado en términos de lucha, de enfrentamientos, de guerra? Se estaría así en oposición con la primera hipótesis, según la cual la mecánica del poder es esencialmente represión. Y podría formularse una segunda hipótesis. El poder es la guerra, la guerra continuada con otros medios; se invertiría así la afirmación de Clausewits, diciendo que la política es la guerra continuada con otros medios. Esto quiere decir tres cosas: en primer lugar, que las relaciones de poder tal como funcionan en una sociedad como la nuestra se ha instaurado, en esencia, bajo una determinada relación de fuerza establecida en un momento determinado, históricamente localizable de la guerra. Y si es cierto que el político hace cesar la guerra, hace reinar o intenta hacer reinar una paz en la sociedad civil, no es para suspender los efectos de la guerra o para neutralizar el desequilibrio puesto de manifiesto en la batalla final; el poder político, según esta hipótesis, tendría el papel de reinscribir, perpetuamente, esta relación de fuerza mediante una especie de guerra silencios, de inscribirla en las instituciones, en las desigualdades económicas, en el lenguaje, en fin, en los cuerpos de unos y otros”. FOUCAULT, Muchael. Microfísica del poder. La Piqueta. Madrid. 1994. pp. 135 y 136. 71FOUCAULT, Michael. Historia de la sexualidad. Volumen 1. pp. 124.

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abajo, sino al revés, de abajo arriba, que no domina globalmente, pero sí es omnipresente, es oblicuo. Por otra parte, cabe subrayar que el análisis del poder que Foucault efectúa y contrasta, corresponde a la sociedad contemporánea de occidente, que según él se ha transformado en este campo desde el siglo XVII. Su analítica nos presenta la naturaleza, el sentido y los mecanismos propios de esta transformación del poder. A partir del análisis de esta transformación profunda, Foucault fundamenta la naturaleza bio-política del bio-poder y los mecanismos que lo distinguen del viejo poder fundado en la soberanía y en el derecho de muerte. Lo característico de esta transformación, fue el surgimiento de un nuevo tipo de poder, fundado en el derecho de vida por oposición al derecho de muerte propio del viejo poder. Con la transformación del poder de muerte por el poder para la vida, Foucault observa que se produce así mismo una profunda transformación en los mecanismos de poder. Se pasa de los mecanismos de poder basados en el derecho, a mecanismos de poder que funcionan por la técnica. Del poder jurídico, se pasa a las tecnologías del poder. Este bio-poder fue, a no dudarlo, un elemento indispensable en el desarrollo del capitalismo, éste no pudo afirmarse sino al precio de la inserción controlada de los cuerpos en el aparato de producción y mediante un ajuste de los fenómenos de población a los procesos económicos.72 De esta manera dibuja Foucault la naturaleza del nuevo poder, como bio-poder o como poder para la vida; el dominio específico que comprende, como poder sobre los cuerpos y poder sobre la especie; y sus nuevos mecanismos, en función de las tecnologías de la disciplina y las tecnologías de regulación.73 Como hemos visto, la analítica del poder de Foucault constituye una de las críticas más radicales a la teoría política liberal y uno de los aportes más valiosos a la teoría del poder. Como Marx, descentra el poder del ámbito dominante del Estado; rompe con la concepción del poder como contrato y con la idea de la obediencia como contrapartida del poder; rompe, así mismo, con la idea del poder como represión y rescata la idea positiva del poder; postula la inmanencia del poder en las relaciones sociales (para Foucault, en el cuerpo social en sentido amplio, para Marx, en las relaciones sociales de producción, en sentido esencial); por último, postula el poder como un campo de fuerzas y de antagonismos. Sin embargo, la teoría del poder de Foucault, en algunos aspectos, parece mucho más radical que la de Marx. Por un lado, extrema la idea del descentramiento del poder, no sólo respecto del Estado, sino en general respecto de cualquier centro o foco pretendidamente articulador, en consecuencia, amplía el dominio del poder, más allá de lo económico y de lo político, bajo la idea de un poder difuminado por el cuerpo social; por otro lado, 72 FOUCAULT, Michael. Historia de la sexualidad. Volumen 1. pp. 170. 73 FOUCAULT, Michael. Historia de la sexualidad, pp. 169. En un pasaje de otra de sus obras, Genealogía del racismo, Foucault puntualiza mejor estas diferentes tecnologías del bio-poder. Dice: “La norma es lo que puede aplicarse tanto al cuerpo que se quiere disciplinar, como a la población que se quiere regularizar. La sociedad de normalización no es pues, dadas estas condiciones, una especie de sociedad disciplinaria generalizada, cuyas instituciones disciplinarias se habrían difundido hasta recubrir todo el espacio disponible. Esta es sólo una primera interpretación, e insuficiente, de la idea de sociedad de normalización. Esta es, en cambio, una sociedad donde se entrecruzan, según una articulación ortogonal, la norma de la disciplina y la norma de la regulación. Decir que el poder se apoderó de las vidas, o por lo menos, que durante el siglo XIX tomó a su cargo la vida, equivale a decir que llegó a ocupar toda la superficie que se extiende de lo orgánico a lo biológico, del cuerpo a la población, a través del doble juego de las tecnologías de la disciplina y las tecnologías de regulación”. FOUCAULT, Michael. Genealogía del racismo. pp. 262.

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resignifica el poder al ponerlo en relación directa con la vida del hombre como entidad biológica y como especie, como el dominio y el rasgo más importante del poder en la época moderna. Como ya hemos dicho, la teoría del poder de Foucault es una de las más sugerentes y vigorosas, lo cual, sin embargo, no la salva de algunas aporías o inconsistencias. Entre algunas de las críticas que se pueden formular a Foucault, destaca la relevante des-subjetivación del poder propuesta en su analítica (un poder sin sujeto, pero que sujeta), así como también la relevante subestimación de las instituciones estatales y en general de la corporeidad de las instituciones. Pero no es el caso detenernos ahora en esta crítica, sino establecer de qué manera esta analítica del poder se articula con una teoría de la resistencia. Hemos dicho arriba, que la teoría de la resistencia de Foucault es inescindible de su teoría del poder; y lo es puesto que el fenómeno del poder, por su carácter estrictamente relacional y como campo estratégico de fuerzas, no puede existir ni producirse sino en relación con puntos de resistencia. De ahí su muy citado aforismo: donde hay poder hay resistencia. No existe el uno sin la otra. Por consiguiente, una vez hemos presentado, aunque de manera breve, su analítica del poder, veremos enseguida, según esta misma analítica del pensador francés, en qué consiste la resistencia, cuál es su mecánica, como se inserta y se confronta con el poder. Como se dijo antes, entre los requisitos metodológicos para el análisis del poder, Foucault presenta también algunas consideraciones medulares respecto de la resistencia. Estas son: “Que donde hay poder hay resistencia, y no obstante (o mejor: por lo mismo), ésta nunca está en posición de exterioridad respecto del poder. ¿Hay que decir que se está necesariamente “en” el poder, que no es posible “escapar” de él, que no hay, en relación con él, exterior absoluto, puesto que se estaría infaltablemente sometido a la ley? ¿O que, siendo la historia la astucia de la razón, el poder sería la astucia de la historia –el que siempre gana? Eso sería desconocer el carácter estrictamente relacional de las relaciones de poder. No pueden más que existir en función de una multiplicidad de puntos de resistencia: éstos desempeñan, en las relaciones de poder, el papel de adversario, de blanco, de apoyo, de saliente para una aprehensión. Los puntos de resistencia están presentes en todas partes dentro de la red de poder. Respecto del poder no existe, pues, un lugar del gran Rechazo –alma de la revuelta, foco de todas las rebeliones, ley pura del revolucionario. Pero hay varias resistencias que constituyen excepciones, casos especiales: posibles, necesarias, improbables, espontáneas, salvajes, solitarias, concertadas, rastreras, violentas, irreconciliables, rápidas para la transacción, interesadas o sacrificiales; por definición no pueden existir sino en el campo estratégico de las relaciones de poder. Pero ello no significa que sólo sean su contrapartida, la marca en hueco de un vaciado del poder, formando respecto de la esencial dominación un revés finalmente siempre pasivo, destinado a la indefinida derrota. Las resistencias no dependen de algunos principios heterogéneos; más no por eso son engaño o promesa necesariamente frustrada. Constituyen el otro término de las relaciones de poder; en ellas se inscriben como el irreductible elemento enfrentador. Las resistencias también, pues, están distribuidas de manera irregular: los puntos, los nudos, los focos de resistencia se hallan diseminados con más o menos densidad en el tiempo y en el espacio, llevando a lo alto a veces grupos o individuos de manera definitiva, encendiendo algunos puntos del cuerpo, ciertos momentos

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de la vida, determinados tipos de comportamiento. ¿Grandes rupturas radicales, particiones binarias y masivas? A veces. Pero más frecuentemente nos enfrentamos a puntos de resistencia móviles y transitorios, que introducen en una sociedad líneas divisorias que se desplazan rompiendo unidades y suscitando reagrupamientos, abriendo surcos en el interior de los propios individuos, cortándolos en trozos y remodelándolos, trazando en ellos, en su cuerpo y su alma, regiones irreductibles. Así como la red de las relaciones de poder concluye por construir un espeso tejido que atraviesa los aparatos y las instituciones sin localizarse exactamente en ellos, así también la formación del enjambre de los puntos de resistencia surca las estratificaciones sociales y las unidades individuales. Y es sin duda la codificación estratégica de esos puntos de resistencia lo que torna posible una revolución, un poco como el Estado reposa en la integración institucional de las relaciones de poder”.74 Y con respecto al bio-poder, cuyo nuevo dominio es la vida, Foucault plantea que la resistencia igualmente se desplaza hacia esos nuevos campos. “Y contra este poder aún nuevo en el siglo XIX, las fuerzas que resisten se apoyaron en lo mismo que aquél invadía –es decir, en la vida del hombre en tanto que ser viviente. Desde el siglo pasado, las grandes luchas que ponen en tela de juicio el sistema general de poder ya no se hacen en nombre de un retorno a los antiguos derechos ni en función del sueño milenario de un ciclo de los tiempos y una edad de oro. Ya no se espera más al emperador de los pobres, ni el reino de los últimos días, ni siquiera el restablecimiento de justicias imaginadas como ancestrales; lo que se reivindica y sirve de objetivo, es la vida, entendida como necesidades fundamentales, esencia concreta del hombre, cumplimiento de sus virtualidades, plenitud de lo posible. Poco importa si se trata o no de utopía, tenemos ahí un proceso de lucha muy real, la vida como objeto político fue en cierto modo tomada al pie de la letra y vuelta contra el sistema que pretendía controlarla. La vida, pues, mucho más que el derecho, se volvió entonces la apuesta de las luchas políticas, incluso si éstas se formularon a través de afirmaciones de derecho”.75 Estos pasajes de Historia de la sexualidad, nos parecen unos de los más brillantes y agudos de la obra de Foucault. No sólo por la sutileza del lenguaje, sino por lo sugerente de lo que enuncia, especialmente centrales para el estudio del tipo de resistencias y las condiciones de posibilidad de las mismas en contexos sociopolíticos como el de Colombia y Medellín. Sin duda, aquí Foucault, en estos pasajes breves, especialmente en el primero citado, se revela como uno de los teóricos más sobresalientes y más agudos de la resistencia. Al lado de la teoría y como parte de la misma, o acompañándola en todo caso, la descripción fenomenológica, desde los pequeños acontecimientos y espacios hasta los grandes acontecimientos. La resistencia es correlativa al poder, sugiere Foucault. Subraya, que allí donde hay poder hay resistencia; las relaciones de poder no pueden más que existir en función de la multiplicidad de los puntos de resistencia y, así mismo, los puntos de resistencia están presentes en todas partes dentro de la red de poder. En otras palabras, las resistencias constituyen el otro término de las relaciones de poder; en ellas se inscriben como el irreductible elemento enfrentador. Las resistencias, como el poder, también habitan el cuerpo social; sus focos, sus nudos y sus puntos se hallan diseminados

74 FOUCAULT, Michael. Historia de la sexualidad. Volumen 1. pp. 116 y 117. Cursivas nuestras. 75 Ibid., pp. 175.

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por él de manera irregular. Los enjambres de la resistencia surcan las estratificaciones sociales y las unidades individuales.76 La tesis según la cual, la resistencia nunca está en posición de exterioridad respecto del poder, es una de las más sugestivas y sugerentes. En realidad, constituye la clave de la gramática foucaultiana de la resistencia. En Poderes y Estrategias la retoma en los siguientes términos: “la resistencia al poder no debe venir de afuera para ser real, no está atrapada porque sea la compatriota del poder. Existe tanto más en la medida en que está allí donde está el poder”.77 No debe venir de fuera para ser real, ni está atrapada por ser la compatriota del poder. Lo que aquí subraya Foucault es el carácter inmanente de la resistencia respecto de las relaciones de poder. “Para resistir tiene que ser como el poder. Tan inventiva, tan móvil, tan productiva como él. Es preciso que, como él, se organice, se coagule y se cimente. Que vaya de abajo arriba, como él, y se distribuya estratégicamente. No contrapongo una sustancia de la resistencia a una sustancia del poder. Me limito a decir que desde el momento mismo en que se da una relación de poder, existe una posibilidad de resistencia. Nunca nos vemos pillados por el poder: siempre es posible modificar su dominio en condiciones determinadas y según una estrategia precisa”.78 En este sentido, podemos decir, siguiendo a Foucault, que el poder no es un absoluto, que no actúa a su antojo y según su propia gramática, sino que actúa y se despliega según los puntos de resistencia y la gramática de ésta. Hay una dimensión de esta inmanencia de la resistencia respecto del poder, que, sin embargo, Foucault no planteó, precavido quizás de escapar al discurso y la técnica del derecho. Se trata de la compenetración entre poder y resistencia. Lo cual creemos radicaliza y complejiza aún más la tesis de la no exterioridad planteada por Foucault. La dimensión de la compenetración entre poder y resistencia, significa, en otros términos, que la resistencia no sólo es correlativa con el poder en cuanto una va al lado del otro o contra el otro, sino en cuanto que una y otro se compenetran mutuamente, son inmanentes entre sí y se co-constituyen. Como juego de relaciones, ni el poder actúa en el vacío, ni la resistencia surge de la nada. De esta manera, la gramática del poder se constituye siempre en referencia directa con la resistencia- incluyéndola a su manera y según su propia lógica-, tanto como la gramática de la resistencia, a su vez, se constituye en referencia directa con el poder. Así, según esta segunda dimensión de la no exterioridad, tanto el poder como la resistencia condensan su opuesto. Y se re-significan. No sólo una resistencia, pues, “externa” al poder como su correlato, sino también inscrita en el poder mismo, en sus propios predios, en su propia gramática. Una resistencia, que sólo puede ser tal si “obedece”, si “reconoce” al poder, si “pastorea” en sus propios patios interiores y si, al mismo tiempo (y por ello mismo), es “consentida” por el poder. Una resistencia, en fin, que no por estar sujeta al discurso y la técnica del derecho pierde su carácter como tal ni deviene necesariamente en obligación legal de la obediencia. Por el contrario, es en esta otra dimensión donde la gramática de la resistencia logra desplegarse y complementarse y es ella la que, a su vez, nos permite discernir el doble sentido del derecho en el Estado moderno y que se le

76 Esta metáfora del enjambre es retomada posteriormente por Tony Negri en Multitud y por John Holloway. 77 FOUCAULT, Michael. Un diálogo sobre el poder. Altaya. Barcelona. 1994, pp. 82. 78 Ibid., pp. 162.

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ponga siempre en tensión: como armadura del poder y como campo de resistencia. Como se recordará, esto fue algo que Marx observó y supo valorar cuando subrayó la importancia de que el proletariado desarrollará luchas políticas más amplias por arrancar leyes que favorecieran sus intereses contra el capital.79 Una tesis, que en referencia a otros contextos de dominación y resistencia, desarrolla J. Scott. Pero, si la resistencia no es una sustancia que el poder moldea a su antojo, que, por consiguiente, despliega su propia gramática, según como brillantemente nos lo ha mostrado Foucault, por otra parte, también la resistencia está penetrada y constituida por relaciones de poder, algo que tampoco observó Foucault. La resistencia, en efecto, estructura y se estructura según relaciones de poder y se despliega, por fin, según sus propias relaciones de poder. Es la resistencia que se despliega como anti-poder o como contra-poder, que se condensa en movimientos y en organizaciones y puede devenir en poder propiamente dicho. Sólo así podría comprenderse la disputa entre la naturalización del presente, propio del poder, y la expectativa de futuro, propia de la resistencia. También en esto, parece que Marx llevaba ventaja respecto de Foucault, pues la resistencia del proletariado sólo tiene posibilidades de triunfar definitivamente sobre el capital si toma el poder en sus propias manos y acomete un proceso de transformación revolucionaria de la sociedad. Sin embargo, parece que en este punto Foucault no estaba completamente ausente. Pese a que se resiste a la idea del gran rechazo respecto del poder, creemos no forzar sus palabras si decimos, que recrea de manera muy breve lo que en otros términos podríamos llamar la idea de revolución como posibilidad y, así mismo, la dialéctica posible entre resistencia y revolución. “Hay varias resistencias, dice, que constituyen excepciones, casos especiales: posibles, necesarias, espontáneas, improbables, etc. ¿Grandes rupturas radicales, particiones binarias y masivas? A veces”. Y reafirma lo ordinario: “pero más frecuentemente nos enfrentamos a puntos de resistencia móviles y transitorios”. Pero Foucault va más allá y dice: “y es sin duda la codificación estratégica de esos puntos de resistencia lo que torna posible una revolución, un poco como el Estado reposa en la integración institucional de las relaciones de poder”. Vemos así, cómo en el pensamiento de Foucault, resurgen de nuevo, como en Marx, las dos categorías fundamentales del imaginario político de la modernidad: Estado y revolución. Los aportes de Foucault a la teoría de la resistencia son indudables y valiosos. Quizás no sea reiterativo decir, sin embargo, que muchos aspectos de su teoría de la resistencia son susceptibles de una crítica similar a la de su analítica del poder. En primer lugar, la ostensible de-subjetivación de la resistencia. Como el poder, que se ejerce pero no se sabe quién lo ejerce, la resistencia, resiste pero no se sabe quién resiste; como el poder, la resistencia está en todas partes, pero no cristaliza 79 Nicos Poulantzas ha observado correctamente: “La ley no se limita a engañar o enmascarar, ni a reprimir, obligando a hacer algo o prohibiéndolo: organiza y consagra también derechos reales de las clases dominadas (investidos, verdad es, en la ideología dominante, y lejos de corresponder, en la aplicación, a su forma jurídica), comporta, inscritos en ella, los compromisos materiales impuestos por las luchas populares a las clases dominantes”. Cfr. POULANTZAS, N. Estado, poder y socialismo. Siglo XXI. 1986, pp. 97. Cursivas del Autor. Desde el marxismo, quien más ampliamente teorizó al respecto fue Antonio Gramsci, al concebir “la guerra de posiciones” como una estrategia a realizar en Occidente donde el poder esta recubierto de casamatas y hegemonías. Perry Anderson y Ernest Mandell advirtieron de los riesgos de integración o de cooptación de la resistencia por la propia gramática del poder actuando en su propio campo, tal como lo ejemplifican con la experiencia de la socialdemocracia europea.

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en sujetos o en actores colectivos o en movimientos sociales o en instituciones o, finalmente, en contrapoderes. Pese a que es dinámica y móvil como el poder, no hay en Foucault, sin embargo, movimientos de resistencia, no hay sujeto; si el poder articula estrategias y relaciones de fuerza, las estrategias y correlaciones de fuerza creadas por la resistencia no son evocadas o ilustradas por ninguna parte; si, por fin, el poder produce saberes, no se ve cómo ni en qué consisten los contra-saberes de la resistencia. Pese a estas aporías en su discurso, los aportes de Foucault siguen siendo originales y valiosos, como se ha dicho ya, para una teoría de la resistencia. Por un lado, porque intenta fundamentar ontologicamente y desde una perspectiva crítica contra el discurso de la obligación política de la obediencia, la idea de resistencia, es decir, no por la ilegitimidad o la ilegalidad o la arbitrariedad o la represión del poder, sino por el poder mismo. Por otro lado, porque radicaliza el descentramiento de la resistencia de cualquier foco central o privilegiado, particularmente de lo político-estatal, para sugerir un campo de creación y de despliegue de la misma sobre un horizonte amplio, posible, que surca enteramente el tejido social. En ese sentido es inspiradora para un tipo de aproximación como la que en esta investigación requerimos. 1.1.8 La resistencia: los sujetos en acto En este acápite del trabajo, pretendemos presentar el enfoque teórico y los aportes de dos autores contemporáneos representativos del problema de la resistencia desde una perspectiva similar a la de Marx y Foucault, en cuanto que descentran la resistencia del dominio exclusivo del poder político y la colocan, como ellos, en un campo de fuerzas, de antagonismo y de conflicto. Estos dos autores son, James Scott y Tony Negri. Aunque entre los dos autores existen diferencias y énfasis distintos en la manera de considerar aspectos fundamentales del problema y la manera de enfocar la articulación de la resistencia con otros ámbitos de las relaciones de poder, es también muy notable sus convergencias, que hace que los incluyamos en una misma perspectiva teórica general. La convergencia entre estos dos autores, que motiva que los pongamos bajo este mismo acapite, radica en que ellos conceden a la resistencia, no sólo un dominio mucho más amplio que el de, por ejemplo, Marx, sino, sobre todo, un campo de posibilidades y de potencialidades social y política mucho más radical, que el dado, por ejemplo, por Foucault. Aquí resurge el sujeto de la resistencia, su perspectiva traduce esa condición dinámica de la voluntad de acción en la que la resistencia como sujeto, sin desconocer las redes del poder, se desplaza y fluye por el cuerpo social y político escribiendo su propia gramática. 1.1.9 Tonny Negri y la resistencia de la multitud El planteamiento actual de Tonny Negri acerca de la resistencia sintetiza una trayectoria intelectual que arranca desde sus primeras obras filosófico-políticas como El Poder Constituyente hasta la más reciente, Multitud. Guerra y Democracia en la Era del Imperio, escrita con Michael Hardt, en la cual nos basamos para la presentación de su perspectiva teórica más contemporánea acerca de la resistencia.

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La perspectiva de Negri y Hard acerca de la resistencia nos resulta especialmente relevante porque actualiza y conjuga algunos de los postulados centrales de la obra de autores como Marx y Foucault, al tiempo que intenta una teorización contemporánea de la resistencia en los marcos del nuevo contexto mundial signado por la globalización postfordista del capital y la guerra global del imperio. También es relevante, como veremos luego, porque intenta fundamentar una nueva logíca politica y una recomposición social del sujeto de la resistencia, centrado en el concepto de multitud, que les permite ir más allá de la política por referencia al Estado y más allá del proletariado como sujeto de la resistencia. Aunque Negri y Hardt dedican al tema de la resistencia un capítulo especial de su obra -el III de la primera parte, titulado: Resistencia-, podemos considerar toda la obra Multitud como un tratado filosófico-político general acerca de la resistencia en la era contemporánea. De manera que para efectos de nuestra presentación no sólo tomaremos en cuenta este capítulo sino el cuerpo general de la obra. En este sentido, desde ya podemos decir que la multitud que nos dibujan Hardt y Negri representa el sujeto y predicado de la resistencia en el contexto de la guerra global del imperio; multitud, que se orienta según un ideal, que es el ideal de la democracia. La guerra y la producción postfordista conjugados, constituyen, como dijimos, el marco contextual para una reactualización de la teoría de la resistencia desde la perpectiva de Negri y Hard. La guerra se ha convertido en un régimen de biopoder, es decir, en una forma de dominio con el objetivo no sólo de controlar a la población, sino de producir y reproducir todos los aspectos de la vida social. Esa guerra acarrea la muerte pero también, paradójicamente, debe producir la vida.80 Dos consecuencias arrojan este nuevo tipo de guerra. Por un lado, además de ser una guerra indeterminable temporalmente, lo es tambien espacialmente. Una segunda consecuencia es que las relaciones internacionales y la política interior se asemejan y confunden cada vez más. Se difumina la distinción entre el “enemigo”, tradicionalmente concebido como exterior, y las “clases peligrosas”, tradicionalmente interiores, en tanto que objetivos del esfuerzo bélico. Todo lo cual tiende a criminalizar las diversas formas de contestación y resistencia social.81 Este es pues, en apretada síntesis, el contexto actual del imperio y la resistencia, caracterizado por una guerra global que se despliega en forma de red para enfrentar a enemigos en red por todos los lados.82 En este marco, Hardt y Negri nos presentan una perspectiva actualizada del biopoder de Foucault. Un poder que acarrea la muerte, pero que al mismo tiempo se esfuerza por producir la vida y regularla. Pero, por otra parte, este poder no es total, no es completo, no es absoluto, por el contrario, está plagado de contradicciones y suscita resistencias. Y es precisamene en esta idea de la incompletitud del poder, donde radica una de las premisas fundamentales de la perspectiva filosófico-política de la resistencia de Hardt y Negri, la cual se opone radicalmente a muchas de las teorías en boga durante los años 60s acerca de “la poducción del súbdito por el poder”, de “la 80 HARDT, Michael y NEGRI, Antonio. Multitud. Guerra y Democracia en la Era del Imperio. Debolsillo. Barcelona. 2006, pp. 33 y 34. 81 Ibid., pp. 35 y 36. Es sorprendente la coincidencia tan estrecha entre estos pasajes del análisis de Hardt y Negri, con la situación colombiana, que vive crecientemente una guerra cada vez más prolongada y más antipopular. 82 Ibid., pp. 89.

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completa alienación del ciudadano y el trabajador y de colonización total del mundo viviente”. Por el contrario, dicen Hardt y Negri en uno de los pasajes más brillantes de su obra, la dominación nunca puede ser completa, por muchas dimensiones que abarque, y siempre encuentra su contradicción en la resistencia. Desde el punto de vista de la soberanía, el poder soberano se halla siempre limitado y ese límite siempre encierra la posibilidad de ser convertido en una resistencia, en un punto de vulnerabilidad, en una amenaza. El trabajo, aunque esté subyugado por el capital, mantiene siempre, necesariamente, su propia autonomía, lo cual es todavía más evidente hoy, en relación con las nuevas formas de trabajo inmateriales, de cooperación y colaboración. En cualquier caso, advierten, hay que tener presente que ni siquiera en los conflictos asimétricos es posible la victoria concebida como dominación completa.83 Esta idea-fuerza de la incompletitud inmanente de la dominación en Hardt y Negri está directamente vinculada con su concepción ontológica de la resistencia, que le da primacía a ésta sobre el poder, tal como lo veremos enseguida. Siguiendo la distinción que, según ellos, estableció Marx entre método de investigación y método de exposición, dicen: “Aunque el uso habitual de la palabra tal vez sugiera lo contrario –la resistencia como respuesta o reacción-, la resistencia es primaria con respecto al poder”.84 Una idea que, además, está en la base de la comprensión de la sociedad capitalista moderna, según la cual, esquemáticamente dicho, primero es el trabajo y luego el capital, el capital es un producto y no un creador del trabajo, el creador es el trabajo, sujeto-objeto de la dominación por el capital.85 Así, entonces, situar ontológicamente la resistencia primero que el poder “nos brinda una perspectiva diferente del desarrollo de los conflictos modernos y de la emergencia de nuestra actual guerra global permanente. Reconocer la primacía de la resistencia nos permite contemplar esta historia desde abajo e iluminar las alternativas posibles hoy día”.86 Nos parece importante insistir en este planteamiento de Hardt y Negri, porque tal vez no se llegue a comprender del todo la potente fuerza que encierra esta idea primigenia acerca de la resistencia, el sujeto constituyente y el ideal de democracia que persigue. Por un lado, nos parece que supera el planteamiento novedoso de Foucault, según como vimos, “donde hay poder hay resistencia”, pues, ahora poder y resistencia no son ontológicamente simétricos sino asimétricos (primero una y luego el otro); y por otro lado, superando nuevamente a Foucault, resitúa la mirada -de la historia, de la sociedad y de la política-, del poder a la resistencia (“nos permite contemplar esta historia desde abajo e iluminar las alternativas pósibles”). Por último, zambuyéndose en las fuentes filosóficas del hegelianismo de izquierda alemán del que toman a Marx como referencia emblemática, restituyen la fuerza y la potencia de las subjetividades como las verdaderas protagonistas de la realidad y de la historia. “Del mismo modo, dicen Hardt y Negri, también nosotros debemos empezar a comprender nuestro estado actual de guerra global y su desarrollo, investigando la genealogía de los movimientos de resistencia políticos y sociales. Esto nos acabará llevando a una nueva visión de nuestro mundo, y también a comprender las subjetividades capaces de crear un mundo nuevo”.87 83 Ibid., pp. 79 y 80. 84 Ibid., pp. 91. Cursivas de los Autores. 85 Esta perspectiva aparece desarrollada, entre otros, en: GUATTARI, F. y NEGRI, A. Las verdades nómadas & General Intellect, poder constituyene, comunismo. Akal. Madrid. 1999. 86 Hardt y Negri. Multitud. pp. 91. 87 Ibid., pp. 92.

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La multitud aparece de esta manera en el discurso filosófico-pólítico de Hardt y Negri como la síntesis conceptual y real de las resistencias desencadenadas y siempre creativas en el mundo moderno y actual. “Reconocer las características de la multitud nos permitirá invertir nuestras perspectivas del mundo. Tras la Darstellung, o exposición, de nuestro estado actual de guerra, nuestra Forschung, o investigación, sobre la naturaleza y las condiciones de la multitud nos permitirá situarnos en un nuevo punto de vista, desde el que podemos identificar las fuerzas reales y creativas que están emergiendo con el potencial para crear un mundo nuevo. La gran producción de subjetividad de la multitud, su capacidad biopolítica, su lucha contra la pobreza, su constante anhelo de democracia, todo ello coincide aquí con la genealogía de esas resistencias que abarcan desde los comienzos de la era moderna hasta nuestra era”.88 La multitud representa pues el sujeto de la resistencia y el potencial creador de este mundo nuevo. No nos detendremos aquí en seguir en detalle los desarrollos de esta genealogía presentada por Hardt y Negri, nos limitaremos a destacar críticamente algunas indicaciones respecto de ella que consideramos útiles desde el punto de vista de la construcción teórica de la resistencia. Anotemos, en primer lugar, que la genealogía de la resistencia que Hardt y Negri nos presentan, pretende dar cuenta de sus formas cambiantes según tres principios básicos: el primero, se refiere a la oportunidad histórica, es decir, a la forma de resistencia más eficaz para combatir una forma específica de poder. El segundo principio establece una correspondencia entre las formas cambiantes de resistencia y las transformaciones de la producción económica y social. En otras palabras, en cada época el modelo de resistencia que se revela más eficaz adopta la misma forma que los modelos dominantes de producción económica y social. El tercer principio que aperecerá se refiere simplemente a la democracia y la libertad: cada nueva forma de resistencia apunta a corregir las cualidades no democráticas de las formas anteriores, creando una secuencia de movimientos cada vez más democráticos.89 Cabe observar, de paso, que estos tres principios de la genealogía de la resistencia, en realidad, se fundan en un mismo principio de historicidad, según el cual, la resistencia es siempre histórico-concreta y su desarrollo se corresponde con una finalidad histórica. El thelos de esa genealogía en el planteamiento de los autores, es la democracia, una suerte de “espíritu absoluto” hegeliano hasta culminar su realización plena en el poder constituyente de la multitud.90 Por otra parte, cabe anotar, que esta genealogía hace bastante hincapié en las formas armadas de la resistencia, bajo la forma de ejércitos populares y guerra de guerrillas desarrolladas en los más diversos rincones del planeta durante la época moderna, algunas triunfantes y otras fracasadas, pero subestima, o no le da la misma importancia a las experiencias reales de resistencias no armadas protagonizadas por los movimientos sociales igualmente en todos los rincones del planeta durante la época moderna.

88 Ibid., pp. 95. 89 Ibid., pp. 95 y 96. 90 Esta observación crítica ya la había formulado Daniel Bensaid en los siguientes términos: “El ‘concepto absoluto de democracia’ reemplaza al espíritu absoluto hegeliano en una restaurada teleología historicista, que reinstala en el trono la tentación de los fines anunciados de la historia”. Daniel Bensaid. “Multitudes ventrílocuas. (A propósito de Multitud, de Hardt y Negri)”. Revista Herramientas. Internet.

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En todo caso, el balance que arroja esta genealogía es, para Hardt y Negri, más bien amargo. En la actualidad, dicen, algunos de los modelos tradicionales básicos del activismo político, la lucha de clases y la organización revolucionaria han pasado a ser obsoletos e inútiles. El momento de quiebre entre la era de los modelos tradicionales de resistencia y la era de la multitud es 1968, año en que culminó un ciclo de luchas en las zonas dominantes y subordinas del mundo. A partir de este año cambian las formas de los movimientos de resistencia en correspondencia con los cambios producidos en la fuerza de trabajo y las formas de producción social. En realidad, se trata de una secuencia de cambios, que van desde el desplazamiento de los movimientos guerrilleros a las ciudades y la adopción de los modelos de información y de acción en red, hasta las transformaciones del modelo de producción postfordista, seguidos de las nuevas readecuaciones de las resistencias en forma de red, pero ya no como guerra de guerrillas sino como multitud. Por otro lado, subrayan Hard y Negri, al tiempo que se operó esta transición en el modelo tradicional de las guerrillas, también irrumpen a finales del siglo XX numerosos movimientos sociales asociados a las luchas del feminismo, de los gays y lesbianas y las minorías raciales, especialmente en los EEUU, en los que su afán de autonomía y su rechazo a las jerarquías centralizadas, a los líderes o portavoces oficiales, son sus rasgos orgánicos más característicos. En esta misma dirección destacan el resurgir de los movimientos anárquistas en Europa y EEUU., que subrayan la necesidad de libertad y de organización democrática. Por último, dentro de este mismo ciclo de transformaciones de la resistencia, destacan Hardt y Negri, los movimientos organizados frente a la globalización, que se han extendido desde Seattle hasta Génova y los foros sociales mundiales de Porto Alegre, que animaron los movimientos contra la guerra. Efectuar una lectura actualizada de los procesos de producción económica y social resulta clave en el planteamiento de Hardt y Negri para comprender su tesis, arriba indicada, acerca de la multitud como la síntesis creativa de las nuevas subjetividades que se proponen un mundo nuevo o como el sujeto contemporáneo de la resistencia que se orienta según el ideal de libertad y democracia, pues un rasgo distintivo tanto de la lucha en red de la multitud como de la producción económica postfordista es que se desarrollan en el terreno biopolítico; en otras palabras, producen directamente nuevas subjetividades y nuevas formas de vida. La biopolítica se consituye entonces en un campo de disputa por las nuevas subjetividades entre el biopoder y la multitud. De ahí entonces que el abordaje de la multitud este precedido del estudio de la producción póstfordista, no sólo desde el punto de vista económico, sino también social, político y cultural, ya que comprende todos los aspectos de la vida social. En la etapa postfordista, el trabajo y la producción están siendo transformados bajo la hegemonía del trabajo inmaterial, es decir, del trabajo que produce bienes inmateriales tales como la información, conocimiento, ideas, imágenes, relaciones y afectos. Lo que esto significa es que las cualidades y las características de la producción inmaterial tienden a transformar las demás formas de trabajo y, de hecho, la sociedad en su conjunto. Por otra parte, las condiciones contractuales y materiales del trabajo inmaterial tienden a propagarse en todo el mercado de trabajo, y la posición del trabajador en general se hace más precaria. Varias formas del trabajo inmaterial, por ejemplo, tienden a borrar la distinción entre horario laboral y tiempo libre, de manera que el tiempo de trabajo se extiende a todas las horas del día. El trabajo inmaterial suele funcionar sin contratos estables a largo plazo, en precario, como resultado de las condiciones de flexibilidad (realizar cometidos

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diferentes) y movilidad (cambiar contínuamente de localización). Adicionalmente, el trabajo que interviene en toda producción inmaterial sigue siendo material. Lo que es inmaterial es su producto.91 En seguida Hardt y Negri presentan una de las claves centrales de su planteamiento acerca de la multitud y la producción biopolítica. “Sin embargo –dicen-, algunas características del trabajo inmaterial encierran un potencial enorme de transformación social positiva. En primer lugar, el trabajo inmaterial tiende a salirse de los limitados recintos de lo estrictamente económico, para irrumpir en la producción y reproducción general de la sociedad en su conjunto. La producción de ideas, conocimientos y afectos, por ejemplo, no sólo crea los medios para formar y mantener la sociedad, sino que ese trabajo inmaterial produce relaciones sociales directamente. El trabajo inmaterial es biopolítico en tanto que está orientado a la creación de formas de vida social. Así, pues, ese trabajo no queda confinado a lo económico, sino que de inmediato se convierte en una fuerza social, cultural y política. Finalmente, en términos filosóficos, la producción a que nos referimos aquí es la producción de subjetividad, la creación y la reproducción de nuevas subjetividades en la sociedad. En segundo lugar, el trabajo inmaterial tiende a adoptar la forma social de redes basadas en la comunicación, en la colaboración, en las relaciones afectivas. El trabajo inmaterial se realiza necesariamente en común y, cada vez más, engendra relaciones de cooperación nuevas e independientes, a través de las cuales produce. Su capacidad para captar y transformar todos los aspectos de la sociedad y su forma de red de colaboración son dos características enormemente poderosas que el trabajo inmaterial está extendiendo a otras formas de trabajo”.92 Estas nuevas características propias de la producción postfordista se constituyen a su vez en las bases para la constitución social y biopolítica de la multitud. Para su comprensión, como concepto general y abstracto, Hardt y Negri, proponen primero que todo contrastarlo con el concepto de pueblo.93 Este contraste permite una primera conceptualización desde una perspectiva política o socio-política. El pueblo es uno, dicen, siguiendo a Virno. El pueblo reduce o sintetiza las diferencias sociales en una identidad. La multitud, por el contrario, no está unificada, sigue siendo plural y múltiple. La tradición de la filosofía política dominante postula que el pueblo puede erigirse en poder soberano y la multitud no. La multitud se compone de un conjunto de singularidades irreductibles. De este modo, las singularidades plurales de la multitud contrastan con la unidad indiferenciada del pueblo. Pero la multitud, aunque no deje de ser múltiple, no es algo fragmentado, anárquico ni incoherente.94 La multitud es, por consiguiente, un sujeto social activo, que actúa partiendo de lo comun, de lo compartido por esas singularidades. Aquí se revelaría la biopolítica de la multitud. La multitud es un sujeto social internamente diferente y múltiple, cuya constitución y cuya acción no se funda en la

91 HARDT Y NEGRI, op. cit, pp. 92, 93 y 137. 92 Ibid, pp. 94. Cursivas de los Autores. 93 Paolo Virno, en quien se inspiran los autores, dice al respecto: “Pienso que el concepto de ‘multitud’ a diferencia del más familiar ‘pueblo’, es una herramienta decisiva para toda reflexión sobre la esfera pública contemporánea. Es preciso tener presente que la alternqativa entre el ‘pueblo’ y ‘multitud’ ha estado en el centro de las controversias prácticas (fundación del Estado centralizado moderno, guerras religiosas, etc.) y teórico-filosóficas del siglo XVII”. VIRNO, P. Gramática de la Multitud. Departamento de Sociología y Ciencia Política de la Universidad de Calabria, pp., 1. 94 HARDT Y NEGRI, op. Cit, pp. 127.

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identidad ni en la unidad (ni mucho menos en la indiferenciación), sino en lo que hay en común. El concepto de multitud desafía la verdad aceptada de la soberanía como cuerpo político, donde hay una cabeza que manda, unos miembros que obedecen y unos órganos cuyo funcionamiento conjunto sustenta al soberano. En vez de un cuerpo político, en donde uno manda y otros obedecen, la multitud es carne viva que se gobierna a sí misma. Por eso, el desafío de la multitud, es el desafío de la democracia, el único sujeto social capaz de realizarla como el gobierno de todos por todos.95. Pero Hardt y Negri, también establecen una conceptualización de multitud desde una perspectiva socio-económica, según la cual “la multitud es el sujeto común del trabajo, es decir, la carne verdadera de la producción postmoderna, y al mismo tiempo el objeto al que el capital colectivo trata de convertir en cuerpo de su desarrollo global. El capital quiere que la multitud se convierta en unidad orgánica, exactamente como el Estado desea convertirla en pueblo. En este punto es donde empieza a emerger, a través de las luchas del trabajo, la figura biopolíticamente productiva y real de la multitud. Cuando la carne de la multitud queda aprisionada y convertida en el cuerpo del capital global, se encuentra al mismo tiempo dentro y en contra del proceso de globalización capitalista. Pero la producción biopolítica de la multitud tiende a movilizar lo que comparte en común y lo que produce en común, contra el poder imperial del capital global. A su debido tiempo y contando con el desarrollo de su figura productiva basada en lo común, la multitud pasará a través del Imperio y emergerá para expresarse autónomamente y gobernarse a sí misma”.96 Por otra parte, si la lógica del capital y del biopoder impregna todos los espacios del planeta, en un “no lugar”; por el contrario, los lugares de explotación siempre son determinados y concretos, y por consiguiente se plantea la necesidad de entender la explotación sobre la base de los lugares concretos donde se localiza y las formas específicas en que está organizada. Este análisis tiene su utilidad, porque el lugar de la explotación es la principal localización donde surgen actos de rechazo y de éxodo, de resistencia y de lucha.97 Esta perspectiva realmente novedosa acerca del trabajo común y la importancia de los lugares de explotación como localizaciones concretas de los actos de resistencia, le permite a Hardt y Negri redefinir la noción convencional de clase basada en referentes puramente cuantitativos y empíricos. La multitud, dicen, es una clase, la clase del trabajo compuesta por las múltiples singularidades de quienes participan del trabajo en común. De esta manera Hardt y Negri recuperan la noción de clase de Marx como un proceso constituyente y no como un dato dado o preconstituido. “La clase está determinada por la lucha de clases. La clase es un concepto político, por cuanto una clase no es ni puede ser otra cosa sino una colectividad que lucha en común. La misión de una teoría de la clase, en este sentido, estriba en identificar las condiciones existentes para posibles luchas colectivas y expresarlas en forma de proposiciones políticas. En efecto, la clase es un despliegue constituyente, un proyecto”.98 95 Ibid., pp. 128. 96 Ibid., pp. 129. 97 Ibid., pp. 130. 98 Ibid., pp. 132. Cursivas de los Autores. Este pasaje es completamente coherente con los pasajes de Miseria de la filosofía de Marx, en el que éste formula la tensión entre la “clase en sí” y la “clase para sí” en referencia al proletariado, como una clase que todavía no es, pero que está haciéndose, o que es haciéndose.

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Esta perspectiva acerca de la clase les permite, por otro lado, romper con la clásica distinción entre luchas económicas y luchas políticas. “De hecho, clase es un concepto biopolítico, y al mismo tiempo económico y político. Y cuando decimos biopolítico queremos manifestar que nuestra interpretación del trabajo no puede reducirse al trabajo asalariado, sino que ha de referirse a las capacidades creadoras humanas en toda su generalidad”. Los pobres se convierten así en sujeto constituyente de la multitud como clase, y no como simples marginales o “ejército de reserva”.99 Por otro lado, la multitud como sujeto social colectivo no sustituye al proletariado como la clase de los obreros industriales, sino que los incluye como una singularidad integrada a las otras múltiples singularidades que le dan cuerpo a la multitud. De esta manera, el concepto de multitud rompe con el dilema entre unidad y pluralidad. La multitud es una multiplicidad irreductible; las diferencias sociales singulares que constituyen la multitud han de hallar siempre su expresión, y nunca nivelarse en la uniformidad, la unidad, la identidad o la indiferencia. La clave de esta definición es el hecho que no existe contradicción conceptual ni real entre singularidad y comunalidad.100 Como bien lo subrayan Hardt y Negri en uno de los pasajes más lúcidos de su obra, “lo común no es sinónimo de una noción tradicional de comunidad o de público: se basa en la comunicación entre singularidades, y emerge gracias a los procesos sociales colaborativos de la producción. El individuo se disuelve en el marco unitario de la comunidad. En cambio, en lo común, las singularidades no sufren merma alguna sino que se expresan libremente a sí mismas. Lo que se impone es reemplazar el concepto de ‘interés general’ o ‘interés público’ por un marco de referencia que haga posible una participación común en la administración de esos bienes y servicios. El interés común, a diferencia del interes general que fundamentó el dogma del Estado-nación es una producción de la multitud. El interés común, en otras palabras, es un interés general no reducido a la abstracción por el control del Estado, sino recuperado por las singularidades que cooperan en la producción social, biopolítica. Se trata, pues, de un interés común que no queda en manos de una burocracia, sino que es administrado democráticamente por la multitud. Ello implica que se opera un tránsito de la res pública a la res communis”.101 Aquí resurge, sin duda, Marx con su fórmula del autogobierno de los productores directos. Ahora bien, advierten Hardt y Negri, la multitud no surge de manera espontánea como figura política y, por otro lado, la “carne de la multitud” se compone de una serie de condiciones que son ambivalentes: pueden conducir a la liberación, o quedar atrapadas en un nuevo régimen de explotación y control.102 En otras palabras, no hay nada aseguradao, no hay nada predetermnado.

99 Dicen Hardt y Negri: “Cuando decimos que la transformación del trabajo en algo común es una condición central necesaria para la construcción de la multitud, tal vez se pueda interpretar que los excluidos del trabajo asalariado –los pobres, los desempleados, los no asalariados, los sin techo, etc.-quedan por definición excluidos también de la multitud. Sin embargo, no es así, porque tales clases están de heco incluidas en la producción social. Pese a la infinidad de mecanismos de jerarquía y subordinación, los pobres expresan continuamente una capacidad vital y de producción enorme”. Op. Cit., pp. 160. 100 Ibid., pp. 133. 101 Ibid., pp. 241 y ss. Cursivas de los Autores. 102 Ibid., pp. 249.

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Para concluir, podemos decir, que la perspectiva teórica de Hardt y Negri es realmente valiosa, pese a las contestaciones críticas que suscita. En realidad, una de las cosas que lo hace valiosa es esta capacidad para incitar dichas críticas. No sólo retoman categorías centrales de Marx (clase) y de Foucault (biopolítica, biopoder), en los cuales se inspiran, sino que además las recrean y actualizan, trascendiéndolas más allá de los significados y alcances establecidos por los anteriores. Su perspectiva ontológica acerca de la resistencia es realmente novedosa, y como ellos mismos lo afirman, reformulan de manera completamente diferente la mirada tradicional de la historia y de la política, para efectuarla ahora desde abajo. Por otro lado, radicalizan la ruptura con la idea de soberanía y obediencia política propia del pensamiento liberal. Así mismo, la multitud, como concepto y como realidad, a diferencia de Foucault, se constituye en el sujeto activo contemporáneo de la resistencia con gran potencial transformador de la situación actual de guerra global que caracteriza el régimen del imperio; mientras por otro lado, redefine el sujeto de la transformación revolucionaria de la época de Marx, el proletariado, que sin ser sustituido por la multitud se constituye en una singularidad integrada a la unidad de lo múltiple, que es propia de aquella. 1.1.10 James Scott: el arte de la Resistencia La perspectiva teórica de Scott representa quizás una de las más fructíferas para la aproximación teórica y análisis de las acciones colectivas de resistencia civil no armada en Medellín, dado que se ocupa de experiencias de resistencia centradas en lo societario en contextos marcados por poderes y dominaciones autoritarios, que niegan la posibilidad de que se expresen de manera abierta y desafiante, teniendo que recurrir muchas veces al arte de la simulación y el disfraz. Para la presentación de la perspectiva teórica de James Scott nos basaremos en su obra, Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos103, que hace parte de su producción bibliográfica más amplia, casi toda editada en inglés. Esta obra y las perspectivas teóricas que la inspiran, fue escrita a partir de la investigación del autor acerca de las relaciones de clase existente entre los malayos y la forma cómo las relaciones de poder afectan el discurso entre ellos. Desarrollar esto último, y sobre todo la manera cómo se producen e interactúan los discursos públicos y ocultos de quienes ejercen el poder y los grupos subordinados, constituye el propósito general de la obra; la cual incorpora otras referencias históricas, sociales y políticas similares a la sociedad malaya, provenientes de otras sociedades y otras épocas.104 En un nivel formal, los grupos subordinados en esos tipos de dominación carecen de derechos políticos y civiles, y su posición social queda definida al nacer. Esto último marca de una vez el espectro y los alcances de los desarrollos teóricos logrados por el autor en su obra. Pese a cierto grado de institucionalización, las relaciones de poder propias de este tipo de dominación corresponden a formas de gobierno personal que propician la conducta caprichosa y arbitraria de los superiores. Todas estas relaciones están contaminadas por un elemento de terror personal, que puede adoptar la forma de golpizas arbitrarias, brutalidad sexual, insultos y humillaciones públicas. Por último, y esto es muy importante para los desarrollos teóricos propuestos por el autor, los subordinados pertenecientes a este tipo de dominación en gran escala tienen, no obstante, una vida

103 SCOTT, James C. Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos. Era. México. 2000. 104 Ibid., pp. 17 y ss.

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social bastante variada fuera de los límites inmediatos establecidos por el amo. En principio, dice Scott, es aquí, en este tipo de aislamiento, donde se puede desarrollar una crítica común de la dominación. Al demostrar que las estructuras de dominación operan de manera similar en los grupos de esclavos, siervos, intocables, colonizados y las razas sometidas, igualmente se puede demostrar, según el autor, cómo estas mismas estructuras hacen surgir reacciones y estrategias de resistencia asimismo comparables a grandes rasgos. Para el análisis de la resistencia en estos contextos indicados, el autor privilegia y subraya las cuestiones relacionadas con la dignidad y la autonomía como ejes de referencia de la dominación, o sea, como los aspectos centrales vulnerados por el poder.105 Yendo más directamente a su obra, el problema que se propone dilucidar Scott consiste en estudiar las relaciones de poder bajo situaciones en las que quienes carecen de él se ven obligados con frecuencia a adoptar una actitud estratégica en presencia de los poderosos, y éstos últimos entienden que les conviene sobreactuar su reputación y su poder.106 Se trata de un problema del mayor interés para una teoría de la resistencia, porque, a diferencia de las situaciones ordinarias en las que poder y resistencia se enfrentan mutuamente de manera abierta y según situaciones estratégicas de fuerzas, aquí se trata de estudiarlos en situaciones encubiertas, cargadas de simbolismo, de sutilezas y de umbrales, según cada situación particular y estratégica en el marco general de la dominación. En esto radica quizás el aporte más importante de Scott a una teoría de la resistencia. Va más allá de Foucault y de Marx, pues, por un lado, su cometido consiste en presentarnos cómo la resistencia se produce según lógicas que, sin desconocerlas, trascienden las lógicas inherentes a las relaciones sociales de producción, y por otro lado, fundamenta empíricamente cómo se despliega y se recrea la resistencia más allá del enunciado foucaultiano de “donde hay poder hay resistencia”. Esto plantea de suyo, los tres referentes centrales del análisis de Scott: el discurso oculto de los subordinados que representa una crítica del poder a espaldas del dominador; el discurso oculto del dominador en el que se articulan las prácticas y exigencias de su poder que no se pueden expresar abiertamente; y, por último, el discurso público del poder. Es en el entrecruzamiento de estos tres planos de las prácticas y los discursos de los poderosos y los subordinados como se devela el sentido y los alcances de la resistencia. “Comparando el discurso oculto de los débiles con el de los poderosos, y ambos con el discurso público de las relaciones de poder, dice Scott, accedemos a una manera fundamentalmente distinta de entender la resistencia ante el poder”.107 La tesis de fondo de Scott, consiste en lo siguiente: a los grupos que carecen de poder les interesa, mientras no recurren a una verdadera rebelión, conspirar para reforzar las apariencias hegemónicas. En esta capacidad de conspiración radica el arte de la resistencia de los dominados. El sentido de estas apariencias sólo se podrá conocer si las comparamos con el discurso subordinado en situaciones ajenas a las relaciones de poder. Puesto que oculta a la vigilancia directa es como mejor se desarrolla la resistencia ideológica, es sólo en contraste con las prácticas y los referentes simbólicos de este discurso oculto como pueden develarse las apariencias de reforzamiento de la

105 Ibid., pp. 19. 106 Ibid., pp. 20 107 Ibid., pp. 21

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hegemonía del discurso público de los subordinados. De ahí la importancia de dilucidar estos puntos sociales como espacios de prácticas y de discursos propios de los subordinados, puesto que es de allí de donde puede surgir esa resistencia.108 Por discurso público entiende Scott, en este contexto de dominación, una descripción abreviada de las relaciones explícitas entre los subordinados y los detentadores del poder. Su tesis es que el discurso público no refleja directamente y de manera transparente estas relaciones; de ahí que sea engañoso. El discurso público, cuando no es claramente engañoso, difícilmente da cuenta de todo lo que sucede en las relaciones de poder.109 El discurso público del subordinado es una puesta en escena, que no traduce cabalmente su realidad subjetiva. Revela tanto como esconde. De ahí la advertencia de Scott, en el sentido de no tomar al pie de la letra, como verdad, la verdad puesta en escena, la verdad del discurso público, y, por consiguiente, la conveniencia de no tomar al discurso público como el único elemento para el análisis de las relaciones de poder. Lo cual no significa, por supuesto, desechar la realidad del discurso público y su importancia en la trama de las relaciones de poder, sino ir más allá, y contrastar siempre que sea posible el discurso publico de las partes con su discurso oculto, para así discernir como se entretejen y se despliegan las relaciones de poder, pero también para discernir el grado y la forma de articulación entre el discurso público de los subordinados y su discurso oculto en cuanto expresión de resistencia al poder y las dimensiones del proceso de constitución como sujetos.. Si el discurso público del subordinado está constituido por la conducta de éste en presencia del dominador, el discurso oculto se refiere a la conducta del subordinado “fuera de escena”, más allá de la observación directa de los detentadores del poder. El discurso oculto se convierte en depósito de lo que no se puede enunciar abiertamente sin peligro, es el lugar privilegiado para la manifestación de un lenguaje no hegemónico, disidente, subversivo y de oposición. El discurso oculto es, pues, secundario, dice Scout, en el sentido de que está constituido por las manifestaciones linguísticas, gestuales y prácticas que confirman, contradicen o tergiversan lo que aparece en el discurso público. Las relaciones de poder no son tan claras como para permitirnos llamar falso lo que se dice en los contextos de poder y verdadero lo que se dice fuera de ellos. Y tampoco podemos, simplistamente, describir lo primero como el ámbito de la necesidad y lo último como el ámbito de la libertad. Lo que sí es cierto es que los discursos ocultos se producen en función de un público diferente y en circunstancias de poder muy diferentes a los del discurso público. Al evaluar las discrepancias entre el discurso oculto y el público estaremos quizá comenzando a juzgar el impacto de la dominación en el comportamiento público.110 Cuando el discurso oculto se expresa abiertamente, en público, dice Scott, esto equivale prácticamente a una declaración de guerra. Pero mientras no se está en una situación de rebelión, el discurso oculto conservará este carácter secundario. Por otro lado, dice Scott, el discurso oculto es una construcción social de los subordinados, se vuelve relevante gracias a su posición de clase, común a todos, y a sus lazos sociales. Un individuo que es ofendido puede elaborar una fantasía personal de venganza y enfrentamiento, pero cuando el insulto no es sino una variante de las ofensas que sufre sistemáticamente toda una raza, una

108 Ibid., pp. 21. 109 Ibid., pp. 21 110 Ibid., pp. 28.

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clase o una capa social, entonces la fantasía se puede convertir en un producto cultural colectivo. No importa qué forma toma (una parodia fuera del escenario, sueños de venganza violenta, visiones milenaristas de un mundo invertido): este discurso oculto colectivo es esencial en cualquier imagen dinámica de las relaciones de poder.111 Hechas las anteriores precisiones y pasando a otro plano, dice Scott, que casi todas las relaciones que normalmente se reconocen entre los grupos de poder y los subordinados constituyen el encuentro del discurso público de los primeros con el discurso público de los segundos. Lo cual es importante subrayar, puesto que como se indicó arriba, para Scott, uno de los graves errores del análisis consiste en concentrase decididamente en este encuentro, que equivale a las relaciones oficiales o formales entre los poderosos y los débiles, dejando de lado esa otra dimensión no pública, secreta o clandestina, propia del discurso oculto y la forma como éste se relaciona con el discurso público. “De ninguna manera quiero decir que el estudio del espacio de las relaciones de poder sea forzosamente falso o trivial, sólo que difícilmente agota lo que nos gustaría saber del poder”.112 Se trata entonces, bajo la perspectiva de Scott, de conocer cómo se forman los discursos ocultos, bajo qué condiciones se hacen o no públicos y qué relación mantienen con el discurso público. Antes de hacerlo, conviene tener presente tres características fundamentales del discurso oculto, según Scout: la primera, que el discurso oculto es específico de un espacio social determinado y de un conjunto particular de actores. La segunda, el discurso oculto no contiene sólo actos del lenguaje sino también una extensa gama de prácticas, en cada caso, estas prácticas contradicen el discurso público de los respectivos grupos y, en la medida de lo posible, se las mantiene fuera de vista y en secreto. Y, por último, la frontera entre el discurso público y el secreto es una zona de incesante conflicto entre los poderosos y los dominados, y de ninguna manera un muro sólido. La incesante lucha por la definición de esa frontera es quizá el ámbito indispensable de los conflictos ordinarios, de las formas cotidianas de la lucha de clases.113 Scott nos dibuja enseguida la dialéctica posible y la dinámica entre los discursos ocultos y el discurso público. Dice que entre más coercitiva sea la dominación, la distancia entre el discurso público y el discurso oculto de los dominados es cada vez mayor, y viceversa, entre menos lo sea la dominación, la distancia entre los dos es menor.114 Bajo esta lógica, por lo general, los discursos ocultos de los poderosos y los subordinados nunca se tocan. Cada participante se familiariza con el discurso público y con el oculto de su respectivo círculo, pero no con el discurso oculto del otro. Por otro lado, muchos discursos ocultos, quizá la mayoría de ellos, no pasan de ser discursos ocultos de

111 Ibid., pp. 32. 112 Ibid., pp. 38. 113 Ibid. pp. 38. 114 Más adelante, Scott puntualiza al respecto: “El discurso oculto, por definición, representa un lenguaje –gestos, habla, actos- que normalmente el ejercicio del poder excluye del discurso público de los subordinados. La práctica de la dominación, entonces, crea el discurso oculto. Si la dominación es particularmente severa, lo más probable es que produzca un discurso oculto de una riqueza equivalente. El discurso oculto de los grupos subordinados, a su vez, reacciona frente al discurso público creando una subcultura y oponiendo su propia versión de la dominación social a la de la élite dominante. Ambos son espacios de poder y de intereses”. J. Scott, op. Cit., pp. 53.

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la mirada pública y nunca “actuados”. Y no es fácil decir en qué circunstancias el discurso oculto tomará por asalto la escena.115 En referencia a los dominadores, dice Scott, el discurso público es el autorretrato de las élites dominantes donde éstas aparecen como quieren verse así mismas. Su construcción discursiva está hecha para impresionar, para afirmar y naturalizar el poder de las élites dominantes, y para esconder o eufemizar la ropa sucia del ejercicio de su poder. No obstante, dice Scott, para que este halagador autorretrato tenga fuerza retórica entre los subordinados, es imprescindible hacer concesiones a los supuestos intereses de éstos. Es decir, los gobernantes que buscan alcanzar hegemonía, en el sentido gramsciano del término, deben convencer ideológicamente a sus subordinados de que, hasta cierto punto, están gobernando en su nombre. Por otra parte, en referencia con el discurso público de los subordinados, Scott subraya el sentido de aparente reforzamino de la dominación a que están conducidos. De este modo analiza, por ejemplo, la deferencia, y al respecto dice: “Es casi obvio que los actos de deferencia –por ejemplo, una inclinación de saludo o el uso de un título honorífico para dirigirse a un superior- se usan para dar la impresión de conformidad con las normas de los superiores”116, y concluye: “todas y cada una de las conclusiones sobre la actitud que está detrás de los actos de deferencia deben fundarse en elementos externos al acto mismo”.117 La clave de interpretación está en el discurso oculto. Algo similar efectúa en el análisis de la relación poder y actuación por parte del subordinado. El poder no necesita actuar, o lo necesita lo menos posible. En cambio, el subordinado debe mostrar ante el poder el arte de la actuación. En el análisis de esta relación tensa, cargada de simbolismos, sutilezas y simulación entre poder y actuación, radica quiza uno de los aportes más agudos de Scott a la idea de resistencia en contextos de dominación extrema. Los subordinados hacen reverencias y venias, dan la apariencia de ser respetuosos, de ser amables, de saber cuál es su lugar y de aceptarlo, indicando con ello que también saben y aceptan el lugar de sus superiores. Siempre que sea táctica, la conformidad será sin duda manipuladora. Se trata de un arte en el cual todos pueden enorgullecerse de haber logrado dar una falsa imagen de sí mismos. Esto mismo vale para las prácticas de ocultamiento y de control de las fantasías de los subordinados. De todo lo anterior, dice Scott, resulta claro que el subordinado prudente tratará normalmente de conformar su lenguaje y sus gestos a lo que sabe que se espera de él, incluso si con ello oculta opiniones que, fuera de la escena, serían muy diferentes.118 A partir de esta distinción entre el discurso público y el oculto y la pretensión de hegemonía del primero, Scott reconoce cuatro variedades de discurso político entre los subordinados, según su grado de conformidad con el lenguaje oficial y según la naturaleza de su público. Primera: la que adopta como punto de partida el halagador autorretrato de las élites, que es la forma más segura y pública del discurso político. Segunda: la del discurso oculto, que es una forma de discurso político completamente diferente del anterior. En éste, fuera del escenario, donde los subordinados se reúnen lejos de la mirada intimidante del poder, es posible el surgimiento de una cultura política 115 Ibid., pp. 40. 116 Ibid., pp. 49. 117 Ibid., pp. 49. 118 Ibid., pp. 62.

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claramente disidente. “Los esclavos en la relativa seguridad de sus barracas pueden expresar su cólera, sus deseos de venganza, de autoafirmación, todo lo cual normalmente deben tragarse cuando están en presencia de sus amos y amas”.119 Tercero: la del discurso que se encuentra estratégicamente entre los dos primeros. Se trata de una política del disfraz y del anonimato que se ejerce públicamente, pero que está hecha para contener un doble significado o para proteger la identidad de los actores. Este es quizás el discurso que más arte y cuidado requiere. Aquí caben los rumores, los chismes, los cuentos populares, los chistes, las canciones, los ritos, los códigos y los eufemismos: en fin, buena parte de la cultura popular de los grupos subordinados. Debido a las muy difíciles circunstancias en que se producen –advertencia metodologíca de Scott-, el rescate de las voces y prácticas no hegemónicas de los pueblos oprimidos exige una forma de análisis completamente diferente al análisis de las élites. Y cuarta: la del acontecimiento político más explosivo, que es la ruptura del cordon sanitaire entre el discurso oculto y el público. En este tipo de momentos, se expresa un desafío y una oposición abierta que generalmente provocan una pronta respuesta represiva o, si no hay respuesta, una escalada de palabras y actos cada vez más atrevidos. Son, definitivamente, los momentos de ruptura en la distinción entre el discurso oculto y el discurso público.120 En estas cuatro variedades del discurso político de los subordinados se teje y entreteje el arte de la resistencia al poder. Y aunque Scott, para efectos de exposición nos lo ha presentado de manera secuencial, su despliegue no tiene nada que ver con una visión lineal. Su desarrollo, como parte del arte, especialmente respecto de las tres primeras, implica la combinación de estrategias pertenecientes a una u otra variedad del discurso político, dependiendo de las circunstancias concretas y el público a que vaya dirigido. En relación directa con lo anterior, Scott acuña luego el concepto de infrapolítica, un concepto central en su planteamiento, que se refiere a una gran variedad de formas de resistencia muy discretas que recurren a formas indirectas de expresión. Con base en este concepto de infrapolítica y la variedad de los discurso políticos, Scott busca esclarecer los problemas relacionados con la hegemonía y la falsa conciencia, muy comunes en el análisis político. Por consiguiente, se trata de mostrar, que ni las formas cotidianas de resistencia, ni la insurrección ocasional se pueden entender sin tener en cuenta los espacios sociales cerrados en los cuales esa resistencia se alimenta y adquiere sentido. Si se hiciera con la minucia que no podemos hacer aquí, dice Scott, dicho análisis esbozaría una tecnología y una práctica de la resistencia, similares al análisis que hizo Foucault de la tecnología de la dominación.121 A partir del análisis del discurso público y las múltiples formas de manifestarse, tanto de los subordinados como de los dominadores, plantea Scott uno de los debates más lúcidos y profundos al concepto de hegemonía prevaleciente en la literatura política contemporánea. Por razones referidas al propósito de esta aproximación teórica, sólo destacamos uno de los focos centrales de su crítica, consistente en cuestionar correctamente que la hegemonía haya prevalecido siempre. Este es quizás una de las críticas más profundas y radicales a la teoría de la hegemonía. El

119 Ibid., pp. 43. 120 Ibid., pp. 42 y ss. 121 Ibid., pp. 45.

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problema con la tesis de la hegemonía, por lo menos en sus versiones fuertes, subraya Scott, es que resulta difícil explicar cómo se pueden producir cambios sociales desde abajo. Si las élites controlan los fundamentos materiales de la producción, que les permiten extraer conformismo en la praxis, y si también controlan los medios de producción simbólica, que les aseguran la legitimación de su poder y de su control, entonces se ha conseguido un equilibrio que se perpetúa así mismo y que sólo se puede perturbar mediante ataques del exterior. Observa críticamente Scott, cómo según las formulaciones más enfáticas de las teorías de la hegemonía simplemente éstas no dejan ningún espacio para los conflictos sociales y la protesta, ni siquiera en las democracias industriales relativamente estables a las cuales pretenden aplicarse y donde de hecho ocurren esos conflictos.122 Sin duda, este que acabamos de presentar es uno de los pasajes más brillantes de la crítica de Scott y constituye uno de los fundamentos centrales de su teoría de la resistencia. La teoría de la resistencia debe mostrar, por el contrario, que la dominación nunca es total o completa, ni por la vía de la sola represión ni por la vía de la hegemonía, como para que no surjan conflictos y resistencias; que la dominación siempre deja grietas abiertas y hendijas, por donde siempre surge o se cuela (“como el agua de la represa”), la resistencia; y cuando no es ella la que deja grietas abiertas, son los propios subordinados los que se encargan de abrirlas. De modo, que las grietas del poder son los espacios de la resistencia. El contraste de estas teorías con los tipos de dominación estudiados por Scott, salta a la vista. Si el conflicto social, dice Scott, es un inconveniente para las teorías de la hegemonía al aplicarlas a las sociedades contemporáneas, en el caso de la historia de las sociedades campesinas, de esclavos y de siervos, es una contradicción patente e insoluble. Pues, es claro que aquí la dominación, de todo es, menos hegemónica. De ahí el giro teórico y de campo de estudio que sugiere Scott: del poder a la resistencia.123 “El fenómeno social, cuya explicación se hace necesaria a partir de todo esto, no es aquel que las teorías de la hegemonía y de la falsa conciencia pretenden justificar, sino su contrario. ¿Por qué con tanta frecuencia han creído y actuado grupos subordinados de este tipo como si sus situaciones no fueran inevitables cuando una interpretación histórica más juiciosa hubiera concluido que sí lo eran? Lo que necesita explicación no es el miasma de poder y esclavitud. Sí necesitamos en cambio entender la mala lectura de los grupos subordinados que parecen haber exagerado su propio poder y sus posibilidades de emancipación, y parecen también haber menospreciado el poder desplegado contra ellos. Si el discurso público controlado por la élite tiende a naturalizar la dominación, parece también que una tendencia equilibradora se encarga muchas veces de desnaturalizar la dominación”.124

122 Ibid., pp. 105. Pese a que aquí acogemos la crítica de Scott, nos parece que esta crítica no puede llevarnos a negar en absoluto la hegemonía como un hecho real de la dominación. La crítica no consiste en que tal o cual hegemonía se de o no se dé, sino en pretender creer que la hegemonía blinda completamente al poder de toda forma de conflicto y de resistencia, tal como ocurre en las versiones correctamente criticadas por Scott. 123 Giro en que se quedó a mitad de camino Foucault. 124 J. Scott, op. Cit., pp., 106. cursivas del Autor y nuestras.

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Teniendo presente esta perspectiva crítica, se trata según Scott de cuestionar la lógica de la hegemonía y de la naturalización de la dominación.125 “No se puede atribuir los numerosos obstáculos que se le presentan a la resistencia a una incapacidad de los grupos subordinados para imaginar un orden social contrafáctico. Estos grupos sí conciben tanto la inversión como la negación de la dominación que sufren, y, lo que es muy importante, han llegado a actuar con base en esos valores por desesperación y en las escasas ocasiones en que las circunstancias lo han permitido”.126 Si buena parte de esta crítica a las teorías de la hegemonía es válida, dice Scott, estamos entonces obligados a encontrar una explicación del consentimiento y la sumisión de los grupos subordinados, que no sea la de la incorporación de la ideología de las clases dominantes. Aquí entramos a otro momento crucial en la perspectiva teórica de Scott sobre la resistencia, cuyo discernimiento es especialmente pertinente para nuestra investigación. Dice que puede haber muchas razones para explicar por qué una forma de dominación persiste pese al fracaso de incorporar la ideología dominante en los subordinados; entre estas razones considera la división entre los subordinados, la temeridad de resistir abiertamente, la lucha cotidiana de subsistencia o el desengaño de anteriores fracasos. Por consiguiente, las razones por las cuales los conceptos de incorporación ideológica y de hegemonía tienen tanta resonancia se explica porque la dominación produce un discurso oficial que ofrece pruebas convincentes de complicidad voluntaria, incluso entusiasta. “En circunstancias normales, los subordinados tienen interés en evitar cualquier manifestación explícita de insubordinación. Ellos también, por supuesto, tienen siempre un interés práctico de la resistencia: en minimizar las exacciones, el trabajo y las humillaciones que reciben. La reconciliación de estos dos objetivos, que parecen ir en sentido contrario, se logra en general insistiendo justamente en aquellas formas de resistencia que evitan una confrontación abierta con las estructuras de autoridad. De esa manera, el campesino, en beneficio de la seguridad y el éxito, ha preferido históricamente ocultar la resistencia”. Por esta razón, prosigue Scott, el discurso oficial entre el dominante y el subordinado está lleno de fórmulas de servilismo, de eufemismos y de indiscutidas pretensiones de estatus y de legitimidad. En la escena parecerá que los siervos o los esclavos son cómplices en la representación del consentimiento y la unanimidad. El espectáculo de afirmaciones discursivas de los de abajo dará la impresión de que la hegemonía ideológica está firmemente asentada. El discurso oficial de las relaciones de poder es una esfera en la cual el poder parece neutralizado, porque las élites ejercen su influencia para conseguir precisamente eso y porque normalmente es útil a los intereses inmediatos de los subordinados evitar el desenmascaramiento de esas apariencias. Por consiguiente: “Así como los subordinados no se dejan engañar por su propia actuación, de esa misma manera los investigadores e historiadores sociales no tienen, por supuesto, por qué considerarla como una actuación realizada necesariamente de buena fe”.127 125 Scott admite, sin embargo, determinadas condiciones, limitadas y estrictas, en que los grupos subordinados llegan a aceptar, incluso legitimar, los mecanismos que justifican la subordinación. Estos son: casos de subordinación involuntaria, asociada a la probabilidad de que grupos subordinados accedan a posiciones de poder, situación descartada para los casos de dominación de los que el se ocupa en su obra. J. Scott, op. Cit, pp. 109. 126 Ibid., pp. 108. Cursivas del Autor. 127 Ibid., pp. 117.

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El sentido de la argumentación de Scott apunta a mostrar, en otros términos, que el discurso público no revela la verdadera correlación entre el poder y los dominados, sino que, por el contrario, la oculta, tornándola como una relación de hegemonía del primero sobre los segundos. El hecho de que no estemos en una situación de resistencia abierta al poder, no significa que el poder sea hegemónico, pues la resistencia se despliega bajo formas ocultas y disimuladas al poder mismo, así su discurso público parezca consentir el poder. Parodiando a E. Lebotie, la situación de los subordinados presentada por Scott, corresponde, no a la de una “servidumbre voluntaria”, sino a la de una servidumbre involuntaria, es decir, la que corresponde a una dominación impuesta sin el consentimiento de los subordinados pero de la cual ellos son incapaces aún de deshacerse o incluso de resistirle abiertamente, pero ante la cual, públicamente, deben mostrarse respetuosos y conformes. El problema con la réplica de Scott, que en términos generales compartimos, es el de la generalización. Entre los subordinados ¿quiénes actúan un discurso público? ¿Todos? ¿Quiénes, al saber que actúan, saben así mismo que ocultan otro discurso? La réplica de Scott pierde fuerza justamente aquí, en que, al generalizar, supone que los subordinados en general ya están poseídos de una subjetividad de resistencia que los predispone a actuar en público. De su rica y valiosa investigación histórica se podría inferir, así mismo, que muchos discursos públicos de los subordinados no necesariamente son actuación, sino expresión genuina de sometimiento. Y esta expresión genuina de sometimiento no tiene que responder necesariamente a la convicción del consentimiento por los subordinados o a los efectos de la ideología hegemónica sobre ellos, para ser tal. No tendríamos que demostrar, por otra parte, que no es hegemónica la ideología de las clases dominantes para asegurar, así mismo, que es de resistencia oculta. Los discursos públicos de los dominados también pueden ser producto de una situación de miedo o de resignación pasiva frente al estado de cosas existentes, y en este caso no serían ni producto de una hegemonía ni resultado de una actuación. En este sentido, desde nuestra propia perspectiva, puede decirse, que frente al sometimiento de los súbditos, caben teóricamente tres posibilidades no excluyentes de lectura: o bien que sea producto de una acción hegemónica del poder (situación bastante improbable para los tipos de dominación estudiados por Scott), o bien que se trata de una puesta en escena del discurso público de los subordinados, o bien que se trata simplemente de una situación de temor o resignación pasiva. Quizás, las tres lógicas que hipotéticamente podrían determinar la actitud pública de servilismo del subordinado sea un repertorio de acción mucho más complejo del que sospechamos, realizado, no por grupos diferentes o sujetos diferentes subordinados, adscrito cada uno exclusivamente a una lógica de acción diferente, sino por un mismo grupo o un mismo sujeto, según situaciones de dominación específicas.128 Así, el discurso público de los subordinados no sólo debe ser contrastado

128 No debe olvidarse que para Gramsci la dominación es coerción revestida de hegemonía. Por consiguiente, es razonable esperar que la respuesta frente a la dominación por parte de los subordinados no sea la misma ni homogénea.

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con el discurso oculto, sino establecer también si tal discurso oculto existe y, si existe, en qué medida incide sobre el discurso público de grupos o sectores de subordinados.129 Sin pretender subestimar la riqueza y potencialidad del discurso oculto de los subordinados, según como nos lo muestra Scott, pareciera, sin embargo, como si en su perspectiva teórica los subordinados estuvieran en una condición generalizada de “insubordinación contenida” frente al poder. La pregunta que surge inevitablemente es ¿si ya lo están, por qué el discurso oculto no rompe definitivamente el “cordon sanitare” y sale de una vez a la palestra, transformado en discurso público contra el poder, como una verdadera declaración de rebelión? La resistencia esta ahí sin duda donde está el poder, pero no se desarrolla de golpe, tiene su recorrido, su propia gramática y, por supuesto, su arte, tal como nos lo recrea magistralmente Scott. Es en este arte de la resistencia efectivamente en el que el discurso de Scott cobra toda su vitalidad y sus potencialidades. “Nosotros hemos explorado algo de la capacidad imaginativa con que los grupos subordinados invierten o niegan las ideologías dominantes”.130 De ahí la validez y la fuerza de su advertencia: “Considerar a los esclavos, los siervos, los campesinos, los intocables y otros grupos subordinados como éticamente sumisos sólo porque sus protestas y sus argumentos respetan las formas de decoro de la clase dominante a la que están desafiando sería un error analítico muy serio”.131 “La mayoría de los actos de los de abajo, incluso cuando son protestas, respetarán en buena medida –implícita o explícitamente- las ‘reglas’, incluso si su objetivo es socavarla”.132 Para Scott, este arte de la resistencia supone la creación de un espacio social para una subcultura disidente. El ámbito en el cual un esclavo puede, por lo menos temporalmente, afirmar su dignidad y su valor como ser humano es aquél donde se reúne con sus semejantes, entre los cuales, por lo tanto, tiene más que perder en caso de un ataque público a esa dignidad. Tienen, además, un interés común en reservar un espacio social, alejado de la dominación, en relativa seguridad, para un discurso oculto. La resistencia contra la dominación ideológica requiere, a su vez, una contraideología –una negación- que ofrecerá realmente una forma normativa general al conjunto de prácticas de resistencia inventadas por los grupos subordinados en defensa propia. Por otro lado, dice Scott, ninguna de las prácticas ni de los discursos de la resistencia pueden existir sin una coordinación y comunicación tácita o explícita dentro del grupo subordinado. Para que eso suceda, el grupo subordinado debe crearse espacios sociales que el control y la vigilancia de sus superiores no puedan penetrar. Además, esos espacios como ámbitos de poder sirven para disciplinar y formar

129 La versión de hegemonía en Gramsci que tiene Scott, parece un tanto recortada, pues la reduce a pura ideología, y, realmente no es sólo eso, o no implica sólo eso. Veamos lo que al respecto dice el marxista italiano: “El hecho de la hegemonía presupone que se tienen en cuenta los intereses y tendencias de los grupos sobre los cuales se va a ejercer la hegemonía, y que debe darse un cierto equilibrio de compromiso –en otras palabras, que el grupo dirigente debe hacer sacrificios de tipo económico-corporativo. Pero no hay duda de que aunque la hegemonía es ético-política, también debe ser económica, debe basarse necesariamente en la función decisiva ejercida por el grupo dirigente en el núcleo decisivo de la actividad económica”. A. Gramsci. Cuadernos de la Cárcel, citado por Perry Anderson, Las Antinomias de Gramsci. Fontamara. Barcelona. 1978, pp., 37. 130 J. Scott, op. Cit., pp. 117. 131 Ibid., pp. 119. 132 Ibid., pp. 120.

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patrones de resistencia. Una subcultura de la resistencia o una contracostumbre es forzosamente un producto de la solidaridad entre subordinados.133 Existe pues una relación muy estrecha entre espacios sociales y discurso oculto. Este último, es un producto social y, por lo tanto, resultado de las relaciones de poder entre los subordinados y existe sólo en la medida en que es practicado, articulado, manifestado y diseminado dentro de los espacios sociales marginales. Por otro lado, los espacios sociales en que crece el discurso oculto son por sí mismos una conquista de la resistencia, que se gana y se defiende en las fauces del poder.134 Estos espacios sociales del discurso oculto, prosigue Scott, son aquellos en que ya no es necesario callarse las réplicas, reprimir la cólera, morderse la lengua y donde, fuera de las relaciones de dominación, se puede hablar con vehemencia, con todas las palabras.135 Establecidas las cualidades del espacio social de la resistencia y su relación con el discurso oculto, Scott nos presenta una gran variedad de prácticas y estrategias que usan los grupos subordinados para introducir su resistencia, disfrazada, en el discurso público, a las cuales él llama apropiadamente, “las artes del disfraz político”. Estas artes del disfraz político se despliegan en ese vasto territorio que Scott delimita entre los extremos de la oposición abierta y colectiva contra los detentadores del poder y la total obediencia hegemónica. En primer lugar, están las técnicas básicas o elementales de disfraz, entre las cuales figuran el anonimato, los eufemismos y el refunfuño; luego se encuentran las técnicas más complejas y culturalmente elaboradas, que se encuentran en la cultura oral, los cuentos populares, la inversión simbólica y, finalmente, los ritos de inversión, como el carnaval.136 Después de todo, todo ese arte de la resistencia y las formas visibles en que se expresa no serían posibles sin lo que Scott llama la infrapolítica, un concepto realmente valioso para comprender cómo la resistencia no es la ocurrencia simplemente de episodios fulgurantes y efímeros en el frío firmamento de la dominación, sino que, por el contrario, comprende procesos orgánicos, moleculares y persistentes, sin los cuales ni las artes ni las formas visibles de la misma serían posibles. El término infrapolítica, dice Scott, parece una forma económica de expresar la idea de que nos hallamos en un ámbito discreto de conflicto político, que comprende la lucha sorda que los grupos subordinados libran cotidianamente y que se encuentra más halla del espectro visible. Esta invisibilidad, propia de la infrapolítica, es en buena medida, resultado de una acción deliberada, de una decisión táctica que está consciente del equilibrio del poder. En otro sentido, la infrapolítica también se refiere a los cimientos culturales y estructurales de la acción política visible que hasta ahora ha atraído nuestra atención. Aquí nos encontramos nuevamente en los territorios del discurso oculto y sus espacios sociales de creación. Una forma de singularizar el ámbito y sentido propio de la infrapolítica consiste en contrastarla con las formas abiertas y declaradas de resistencia. La infrapolítica comprende, por consiguiente, las formas disfrazadas, discretas e implícitas de la resistencia.

133 Ibid., pp. 114 y ss. 134 Ibid., pp. 149. 135 Ibid., pp. 150. 136 Ibid., pp. 167 y 169.

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Esta importante valoración de la infrapolítica en la trama de la relación poder-resistencia, es lo que lleva a Scott a advertir, que siempre que limitemos nuestra concepción de lo político a una actividad explícitamente declarada, estaremos forzados a concluir que los grupos subordinados carecen intrínsecamente de una vida política o que ésta se reduce a los momentos excepcionales de explosión popular. En este caso omitiremos el inmenso territorio político que existe entre la sumisión y la rebelión y que, para bien o para mal, constituye el entorno político de las clases sometidas.137 Esta tesis de Scott, que rompe definitivamente con una concepción estado-céntrica de la política, plantea cómo y por qué la infrapolítica debe ser considerada como una dimensión inmanente y fundamental de la política, especialmente de la política de los dominados. Por otro lado, no se trata de reducir la política a la infrapolítica, sino de encontrar sus articulaciones e interdependencias. “Cada una de las formas de resistencia disfrazada, de infrapolítica, es la silenciosa compañera de una forma vociferante de resistencia pública. En ese sentido, la invasión discreta de terrenos, uno por uno, es el equivalente infrapolítico de la invasión abierta de tierras: ambas tienen como fin oponerse a la acumulación. El rumor y los cuentos populares de venganza son el equivalente infrapolítico de los gestos explícitos de desprecio y profanación. Finalmente, la imaginería milenarista y la inversiones simbólicas de la religión popular son los equivalentes infrapolíticos de las contraideologías públicas, radicales”.138 En el caso de estudio, la infrapolítica es, para Scott, fundamentalmente la forma estratégica que debe tomar la resistencia de los oprimidos en situaciones de peligro extremo. Los imperativos estratégicos de la infrapolítica no sólo la hacen diferente de la política abierta en las democracias, sino que imponen una lógica intrínsecamente diferente a la acción política. No se hacen demandas públicas, no se definen ámbitos simbólicos explícitos. Todas las acciones políticas adoptan formas elaboradas para oscurecer sus intenciones o para ocultarse detrás de un significado aparente. Normalmente casi nadie actúa en nombre propio porque sería contraproducente.139 Puesto que la actividad política explícita en los regímenes de dominación de estudio está casi prohibida, la resistencia se reduce a las redes informales de la familia, los vecinos, los amigos y la comunidad, en vez de adquirir una organización formal. Se podría decir que en función de estos espacios sociales se despliegan las formas elementales de la vida política, sobre las cuales se pueden construir formas más complejas, abiertas, institucionales que también dependerán de ellas para subsistir. Estas formas elementales de la política también ayudan a comprender por qué la infrapolítica resulta tantas veces imperceptible. Sin duda alguna, la infrapolítica es política real. En muchos sentidos, comparada con la vida política en las democracias liberales, la infrapolítica se ejerce con mayor entusiasmo, frente a mayores dificultades y con objetivos más importantes. Dice Scott: “Desde esta perspectiva singular, se puede concebir la infrapolítica como la forma elemental –en el sentido de fundamental- de la política. Es el cimiento de una acción política más compleja e institucionalizada que no podría existir sin ella. En las condiciones de tiranía y persecución en las que vive la mayoría de los sujetos históricos, la infrapolítica es vida política”.140 Nos parece brillante este pasaje del discurso de Scott y bastante valioso puesto que intenta fundamentar la política, como 137 Ibid., pp. 233 y 234. 138 Ibid., pp. 235. 139 Ibid., pp. 235. 140 Ibid., pp. 236 y 237. Cursiva del Autor.

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en su momento lo hiciera Marx contra el discurso liberal y hegeliano, desde otras bases y desde otra lógica, diferente a la puramente estatal o teatralizada. La política no procede de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba, como el poder y la resistencia foucaultiano. Por último, Scott analiza la manera cómo se rompen definitivamente las fronteras entre el discurso oculto y el discurso público de los dominados y el impacto político de esta primera declaración pública del discurso oculto en el desarrollo de las relaciones entre poder y resistencia -luego de esa “guerra de guerrillas” desplegada entre ambos antes de la gran ruptura. Su “unidad de análisis”, como dirían los metodólogos, se centra en ese momento especial de ruptura, como un momento culminante y desencadenante al mismo tiempo. Este momento podría considerarse también como la forma en que la infrapolítica se transforma plenamente en política a través de esta ruptura. El momento en que la disensión del discurso oculto cruza el umbral hacia la resistencia explícita siempre constituye una ocasión de enorme carga política. Este momento aparece como aquél en el que finalmente se expresa la verdad. Cuando alguien finalmente se atreve a realizar un acto de desafío público, el sentimiento de satisfacción tiene, por lo tanto, también una doble cara. Está la sensación de liberación que produce resistir a la dominación y, al mismo tiempo, la liberación de manifestar finalmente la reacción que antes se había sofocado. Dice Scott: “Sólo cuando ese discurso oculto se declara abiertamente, los subordinados pueden reconocer en qué medida sus reclamos, sus sueños, su cólera son compartidos por otros subordinados con los que no han estado en contacto directo”.141 El discurso de Scott concluye justamente en la valoración del impacto de ese momento culminante, de éxtasis colectivo -en el que la resistencia como lo oculto ha devenido en lo público sublimado-, sobre la trama y redefinición de las relaciones de poder. De esta manera, podemos decir, que el arte de la resistencia de Scott representa un valioso aporte a la teoría de la resistencia, especialmente útil en contextos surcados por la violencia de poderes, contrapoderes y parapoderes como el de Colombia y Medellín, y enriquece la perspectiva teórica de pensadores precedentes, como por ejemplo las de Marx y Foucault, en aquellos aspectos en que ellos la dejaron simplemente enunciada o por desarrollar. Amplía, por ejemplo, el campo de referencia de la resistencia más allá de las relaciones de poder y explotación propio de las relaciones sociales de producción; desmitifica, así mismo, la idea de un omni-poder, que todo lo regula, controla y produce o de una ideología hegemónica que lo blinda herméticamente contra toda fuerza opositora, mostrando, por el contrario, cómo todo poder es vulnerable y presenta grietas, que, a su vez, representan siempre posibilidades abiertas de surgimiento y de despliegue de la resistencia. Por otra parte, la perspectiva teórica de Scott, muestra cómo el arte de la resistencia no se reduce solamente a la teatralización de la política, ni la política se restringe a los espacios públicos estatales, mostrando que existe una dimensión y un campo de posibilidades de acción de la resistencia por debajo de la macro-política, que siempre encuentra la forma de incursionar y trastocar las esferas amplias de la macro-política.

141 Ibid., pp. 262. Cursivas del Autor.

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Del estudio minucioso de Scott, queda por explorar, sin embargo, de qué manera la resistencia afronta la gramática del poder actuando en su propio campo. Si poder y resistencia, como relación dinámica y estratégica, no están en una relación de exterioridad el uno de la otra, sino que se compenetran, en el sentido que indicamos en referencia a Foucault, la pregunta parece pertinente. El arte de la resistencia presentado por Scott podría conceptualizarce como una fenomenología de la lógica de la resistencia actuando en los propios terrenos del poder.

1.2 Los estudios acerca de la resistencia civil no armada en Colombia Hasta hace pocos años era muy común encontrar en Colombia, que los estudios sobre la población civil en relación con la guerra la tomaran como víctima de los actores armados; referencia que, sin duda, expresaba el drama humanitario que realmente padecen sectores importantes de la población a raíz de la propia degradación del conflicto armado a manos de sus protagonistas. Sin embargo, en la medida en que la población civil en la década de los años 90s empieza a protagonizar y desarrollar acciones colectivas organizadas, tanto de carácter nacional como local, contra la guerra y por la paz, la resistencia civil no armada empieza igualmente a cobrar un marcado interés entre los académicos e investigadores sociales, tal como lo revela lo relativamente reciente de sus producciones sobre la materia. Los estudios colombianos recientes sobre la resistencia civil no armada podemos dividirlos en dos tipos, que corresponden en términos generales a las etapas de la resistencia civil no armada en el país en los últimos quince años: unos, que se ocupan de los movimientos civiles de carácter nacional, generalmente englobados bajo la denominación de movimientos nacionales por la paz y contra la guerra; y otros, los más recientes, que se ocupan de los movimientos de base territorial, denominados propiamente movimientos de resistencia civil no violentos contra la guerra. En este acápite no pretendemos dar cuenta de todos los estudios publicados, sino de aquellos, muy pocos, que a nuestro juicio son los más representativos respecto del problema de investigación. Por otro lado, no pretendemos dar cuenta de ellos en su totalidad, sino en lo que cada uno de ellos consideremos valioso para efectos de una aproximación teórica al problema de estudio a la luz de la experiencia colombiana. Entre los primeros, bastante más escasos que los segundos, destacamos particularmente los siguientes: en primer lugar, el trabajo de Mauricio Romero: “Movilización por la paz, cooperación y sociedad civil en Colombia”.142 En este trabajo el autor nos ofrece una buena síntesis de los movimientos por la paz surgidos en Colombia desde los años 80s, da cuenta de los procesos socio-políticos asociados a la irrupción de estos movimientos, los factores que los hacen posibles, sus etapas, sus protagonistas, sus formas de acción y sus crisis, destacando de entrada el progresivo protagonismo que han alcanzado en un ciclo que se extiende desde los años setenta en que representaban apenas el 1.6% de las luchas cívicas, hasta alcanzar el 22% en el área urbana y el 28% en el área rural a comienzos de los años 90s.

142 ROMERO, Mauricio. “Movilizaciones por la Paz, cooperación y sociedad civil en Colombia”. En: Mauricio Archila y Mauricio Pardo (editores), Movimientos sociales, Estado y democracia. Bogotá, CES-Icahn, 2001.

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Entre las razones para explicar el incremento de la acción colectiva por la paz, Romero destaca varios elementos concomitantes, como, por ejemplo, la mayor visiblidad del conflicto armado a nivel internacional vinculado al cambio en la agenda de las instituciones internacionales a favor de un mayor protagonismo de la sociedad civil y la creciente movilización ciudadana por una salida negociada al conflicto armado. Su hipóteis central es que estos movimientos fueron posibles por la convergencia progresiva entre grupos afines al bipartidismo y sectores cercanos a la oposición a los dos partidos históricos, lo que él llama una interacción de suma-positiva. La coyuntura desencadenante del movimiento nacional por la paz, la ubica Romero en la llamada “guerra integral” declarada por el gobierno del Presidente Gaviria contra las guerrillas de las FARC y el ELN tras los fracasos del proceso de paz en Tlaxcala-México a comienzos de los 90s. Romero destaca, que uno de los aspectos más significativos de las primeras movilizaciones fue la innovación en el lenguaje y la intención de no polarizar y más bien crear mediaciones simbólicas entre las partes enfrentadas. Uno de los momentos álgidos del movimiento por la paz fue la organización y realización del Mandato Ciudadano por la Paz y la Libertad, realizado en octubre de 1997, momento que expresaba el mayor nivel de convergencia entre los sectores afines al bipartidismo y los sectores de oposición al mismo; y más tarde, las movilizaciones por el No Más efectuadas en 1999, en las que empezaron a aflorar las contradicciones y las disputas por la hegemonia entre actores del bipartidismo y la izquierda. Romero destaca, que las distintas movilizaciones por la paz de la última década en Colombia han sido un avance en la cooperación de los sectores afectados por la violencia para impulsar el respeto, la promoción y el lenguaje de los derechos. Su estudio, se convirtó en uno de los primeros esfuerzos académicos por dar cuenta de este nuevo tipo de movilización social en Colombia y ofrecer un balance sobre sus desarrollos, alcances y limitaciones. En el 2000 la revista Foro de la Fundación Foro Nacional por Colombia, publicó un número, el 40, dedicado especialmente a hacer un balance de los movimientos por la paz en Colombia. Allí aparecen, bajo la autoría de los directores o coordinadores de estos movimientos, balances muy significativos del movimiento por la paz y el papel que cada uno de estos movimientos (muchos de ellos convertidos en ONGS) han jugado en él.143 La mayoría de ellos discurren en las mismas líneas de lo planteado por Romero; se trata de pequeñas historias y balances en las que se destaca el papel importante que ha cobrado la sociedad civil en la búsqueda de una salida negociada al conflicto armado y los desafíos que enfrenta debido a las contradicciones y disputas internas por la hegemonía, entre la gran variedad de organizaciones y liderazgos que lo integran. En 2004, la revista Controversia del Cinep, publicó igualmente un número extraordinario dedicado a realizar un balance de las movilizaciones por la paz en Colombia, en la que se publican artículos referidos al movimiento nacional por la paz como también a los más recientes movimientos de resistencia civil de base territorial o comunitaria. Entre los primeros, destaca el ensayo de Carlos Fernández, Mauricio García Durán y Fernando Sarmiento, “Movilización por la paz en Colombia,

143 Revista Foro No. 40. Bogotá, D. C., diciembre 2000-enero de 2001.

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1978.2002”144, el cual establece la periodización del movimiento, sus antecedentes y sus etapas de desarrollo posterior, coincidendo en muchos aspectos con el artículo escrito años antes por Mauricio Romero ya referenciado anteriormente. Este artículo, tiene de novedoso que indica el momento en que se produce la crisis de los movimientos nacionales de paz (asociada a las negociaciones entre el gobierno de Pastrana y las FARC) y toman fuerza las experiencias locales por la paz y contra la guerra. Estas últimas las clasifica según su referente territorial en dos tipos de iniciativas de paz: las locales, adelantadas por grupos sociales en veredas, corregimientos y barrios, incluyendo las expresiones de alcance municipal (ATCC, Comunidades de Paz, Mogotes, Tarso, Aguachica, Resistencia Civil, 100 municipios de paz); y las iniciativas regionales, que corresponden a experiencias que buscan articular y desarrollar programas de paz que cubren a varios municipios y buscan un impacto regional (el proyecto NASA y las resistencias comunitarias indígenas del Cauca, la Asociación campesina del Atrato, las Comunidades de Paz y las Comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad del Chocó). Uno de los aportes de este artículo, radica en que muestra este giro que empieza a tomar la movilización ciudadana por la paz hacia las nuevas dimensiones y denominaciones de las acciones de resistencia civil no armada en Colombia, escenificadas en el ámbito territorial. Más recientemente, Mauricio García Durán, realiza un estudio de más largo aliento, titulado: Movimiento por la Paz en Colombia. 1978-2003145, en el que hace un balance pormenorizado de los orígenes, ascensos, descensos, alcances, limitaciones y desarrollos del movimiento por la paz en Colombia en el contexto del conflicto armado, utilizando un amplio marco teórico proveniente de la teoría de los movimientos sociales, así como una rigurosa metodoogía y aprovechamiento de las fuentes del CINEP. Es muy común encontrar en estos estudios sobre los movimientos nacionales por la paz la apelación que se hace a la categoría de sociedad civil para nombrarlos o para caracterizarlos, incluso se trata de una apelación de la cual hacen uso los propios movimientos de paz en sus discursos, simbologías y acciones de educación política ciudadana. Por otro lado, están los estudios dedicados más directamente al problema de la resistencia civil no armada a la guerra, de base territorial y comunitaria, que son, como dijimos, los más recientes. Por lo general, a estas nuevas formas de movilización ciudadana, de base territorial, localizada, contra la guerra, tales estudios las caracterizan como de resistencia civil. Un esfuerzo por presentar las primeras reflexiones teóricas y experiencias concretas de resistencia civil no armada fue el presentado con ocasión del Encuentro Internacional sobre Resistencia Civil, realizado en Bogotá en 2003, convocado por la Universidad Nacional de Colombia-Bogotá y la Alcaldía Mayor de Bogotá. Una gran variedad de ponencias presentadas por académicos de casi todo el país entrelazadas con la presentación de las muchas experiencias comunitarias por parte de 144 FERNÁNDEZ, Carlos. et. Al. “Movilización por la paz en Colombia. 1978-2002”. Controversia, número extraordinario, febrero de 2004. 145 GARCÍA DURÁN, Mauricio. Movimiento por la paz en Colombia. UNDP-Colombia-Cinep-Colciencias. Bogotá. Septiembre de 2006.

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sus propios líderes, marcaron las pautas y deliberaciones de este encuentro. La mayor parte de sus ponencias tuvo como telón de fondo y contexto de análisis las experiencias comunitarias y territoriales de resistencia civil ocurridas, que ya para entonces habían cobrado mucha fuerza y reconocimiento público a nivel nacional e interncional. Entre estas ponencias, cabe destacar la presentada por Esperanza Hernández Delgado, “Resistencia Civil en Colombia: dilemas, límites y posibilidades”.146 La autora empieza por destacar cómo los escenarios de paz desde las bases, lo local y la resistencia civil, muestran otras realidades de Colombia, por contraste con las violencias que la ha caracterizado. Seguidamente procede a establecer una aproximación al concepto de resistencia civil en los siguientes términos: “La resistencia civil, ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad, expresándose en sus orígenes remotos, como opción individual motivada por la conciencia o las creencias religiosas; en sus orígenes mediatos, como acción colectiva para la defensa de los derechos ciudadanos, los derechos laborales, y como lucha contra el despotismo, y en su historia reciente, como sistema de defensa…La resistencia civil, ha representado una valiosa alternativa frente a la violencia de Estado, las ocupaciones extranjeras, el armamentismo y la guerra. A su vez, hace parte del concepto más amplio de Acción No violenta”.147 Su perspectiva teórica acerca de la resistencia civil no armada se basa ampliamente en los aportes de M. Randle, a quien cita ampliamente. Además del esfuerzo de conceptualización, la aproximación de Hernández Delgado, está basada en un amplio conocimiento de las múltiples experiencias territoriales de resistencia civil no armada desarrolladas en el país en los últimos años. En la historia reciente destaca las experiencias del Consejo Regional Indígena del Cauca –CRIC, surgida en 1971; la del Proyecto Nasa de Toribío, surgida en 1980 en el Cauca; la experiencia de la Asociación Campesina Integral del Atrato –ACIA, surgida en 1982 en el Medo Atrato Chocoano; la expeiencia de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare –ATCC, surgida en 1987, en el corregimiento de la India en Santander; la experiencia de Neutralidad Activa de la Organización Indígena de Antioquia –OIA, en 1994; la experiencia de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, surgida en 1997; entre otras. Entre las características de la resistencia civil en Colombia Esperanza Hernández se detiene en señalar, entre otras, las siguientes: encuentran su origen en comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, o en forma conjunta entre éstas y las iglesias; la población que genera y jalona dichas experiencias ha sido tradicionalmente excluida y soporta el impacto directo de diversas violencias; estas experiencias se soportan en procesos organizativos perfectibles; encuentran su origen en comunidades asentadas en su territorio común; constituyen respuestas organizadas, sin recurso a las armas, contra diversas violencias; se evidencian experiencias de resistencia civil con énfasis en la defensa frente a la violencia del conflicto armado y experiencias de resistencia civil que en forma integral, se ejercen contra la violencia estructural, el conflcito armado y el modelo econonómico neoliberal; ha sido ejercida en su dimensión política como mecanismo de lucha contra autoridades estatales e instituciones, que han negado sus culturas y los derechos que le son inherentes; ha sido ejercida en su dimensión de defensa, en protección de plurales valores 146 HERNÁNDEZ DELGADO, Esperanza. “Resistencia civil en Colombia: dilemas, límites y posibilidades”. Memorias del Encuentro Internacional sobre Resistencia Civil. Universidad Nacional de Colombia-Bogotá y la Alcaldía Mayor de Bogotá. Bogotá. 2003. 147 Ibid., pp. 2.

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frente a la violencia del conflicto armado, dentro de estos valores se encuentran: la vida, la cultura, los territorios ancestrales, la integridad de las comunidades, la autonomía, el principio de distinción entre combatientes y no combatientes, el derecho a no ser desplazado y a la paz, entre otros; la resistencia civil ha sido ejercida en forma integral, contra la violencia estructural, el conflicto armado y el modelo neoliberal; la resistencia civil contra el conflicto armado en ningún caso implica el rechazo de una solución negociada al conflicto armado por parte de las comunidades que la ejercen; las experiencias de resistencia civil, han adoptado diversos mecanismos de defensa, como la denuncia, los protectorados y hermanamientos y la solicitud de medidas cautelartes ante la Comisión interamericana de DDHH, han agregado los diálogos con todos los actores armados y estrategias de resistencia como las guardias indígenas. En sus publicaciones posteriores, como “Obligados a actuar. Iniciativas de paz desde la base en Colombia”148, publicado en el número extraordinario de Controversia indicado antes, avanza hacia una construcción tipológica de modadlidades de experiencias de resistencia civil. Dice, por ejemplo, “Se pueden sugerir tres categorías de iniciativas de paz desde la base, para indicar las dinámicas importantes dentro del espectro de éstas: 1. aquellas con énfasis en la profundización de la democracia; 2, las que tienen énfasis en la resistencia civil al conflicto armado y 3. aquellas con énfasis en resistencia civil a la violencia estructural, el conflicto armado y el modelo neoliberal”.149 En su reciente libro, Resistencia Civil. Artesana de la Paz150, Esperanza Hernández Delgado, presenta los resultados de una amplia y minuciosa investigación sobre diez experiencias de iniciativas de paz desde la base, nueve de ellas de resistencia civil. En este libro se encuentran recogidas las aproximaciones teóricas precedentes que sobre el tema de la resistencia civil ha realizado desde hace varios años. Por eso, consideramos que lo novedoso de esta investigación no está tanto en el marco teórico que la soporta, que más bien poco aporta a sus aproximaciones anteriores, sino en el amplio espectro de experiencias que cubre y el método utilizado para la misma, basada en criterios y estrategias de la investigación participativa. Como se ha dicho antes, en este libro Esperanza Hernández ratifica su enfoque acerca de la resistencia civil basándolo en la perspectiva teórica y política construida por Michael Randle. Llevada de la mano de esta perspectiva, puede oponer claramente los conceptos de resistencia civil y de resistencia armada. Ahí dice, por ejemplo: “La resistencia civil, no puede confundirse con la resistencia armada. Estos conceptos, aunque comparten elementos comunes, registran profundas diferencias. La resistencia armada, reconocida incluso como derecho en algunos textos jurídicos, es una acción colectiva, que ejecuta el pueblo, mediante la violencia y las armas para oponerse al despotismo y la opresión. La resistencia civil, aunque tambièn es una acciòn colectiva y de la base social, evita cualquier recurso a la violencia, factor esencial de este concepto y que lo diferencia de

148 HERNÁNDEZ DELGADO, Esperanza. “Obligados a actuar. Iniciativas de paz desde la base en Colombia”. Revista Controversia, Número Extraordinario, febrero de 2004. 149 Ibid., pp. 24. 150 HERNÀNDEZ DELGADO, Esperanza. Resistencia Civil artesana de la paz. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá 2004.

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la resistencia armada”.151 Como Randle, la resistencia civil de Hernández es la resistencia civil no violenta. Dentro de este mismo campo de estudios, encontramos la ponencia presentada por Jorge Hernández, “Formas de acción colectiva contra la guerra en el movimiento indígena del suroccidente colombiano”.152 Esta ponencia breve, en la que el autor describe las etapas y repertorios de acción de las comunidades indígenas del suroccidente del país a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, tiene la virtud de sugerir, pese a su brevedad, una gran variedad de lecturas teóricas del problema de la resistencia civil no armada, no sólo respecto de los indígenas como problema de interes particular sino en general de las multiples formas de acción colectiva contra la guerra. Al respecto anota: “Asumir las modalidades de resistencia civil como formas de acción colectiva facilita la tarea, pues permite echar mano del corpus de teoría que se ha generado en torno al análisis de la movilización social en distintas partes del mundo, para iluminar nuestra propia situación, distinguiendo internamente las modalidades que adopta y contrastándola con la situación que se presenta en otros lugares”.153 En este sentido declara que su análisis está inspirado en la perspectiva teórica de la estructura de oportunidades politicas, sustentado por Charles Tilly y S. Tarrow, entre otros. Esto implica, por consiguiente, considerar la resistencia civil como un tipo de movimiento social o un tipo de acción colectiva. Basándose, pues, en este modelo de análisis, Hernández se ocupa de su trabajo. Concluye observando que, “ni el movimiento ni el ciclo del mismo aquí analizado ha culminado. La trayectoria dominante hasta ahora ha sido la de una expansión lenta de oportunidades para el grupo y grupos afines, aunque también se han creado oportunidades para autoridades y élites. Lo que no ha surgido hasta el momento es la dialéctica entre movimientos y contramovimientos”.154 En un artículo anterior, “La resistencia civil en caliente: una contribución a la pacificación del conflicto en Colombia”155, Jorge Hernández hace aportes muy valiosos a la reflexión teórica del problema de la resistencia civil en Colombia, explorando otros aspectos diferentes a la ponencia arriba comentada. En esta oportunidad, su referente de análisis era “la oleada de eventos de resistencia civil en medio de acciones armadas que se presentó en Colombia entre el 12 de noviembre de 2001 y el 2 de marzo de 2002, la mayor parte de los cuales ocurrió en poblaciones del departamento del Cauca”. Para Hernández, la característica principal de estos eventos consiste en que puso “en contacto directo a actores armados frente a civiles desarmados que buscaban impedir la acción de

151 Ibid., pp. 32. Cursivas de la Autora. Sobre las aporías e inconsistencias de esta contraposición nos hemos ocupado màs arriba. 152 HERNÁNDEZ LARA, Jorge. “Formas de acción colectiva contra la guerra en el movimiento indígena del suroccidente colombiano”. Revista. Sociedad y Economía. Facultad de ciencias sociales y económicas No.5, octubre de 2005. Universidad del Valle, Santiago de Cali. 153 Ibid., pp. 110. 154 Ibid., pp. 122. 155 HERNÁNDEZ LARA, Jorge. “La resistencia civil en caliente: una contribución a la pacificación del conflicto en Colombia”. Revista Sociedad y Economía. Facultad de ciencias sociales y económicas, No.2, abril de 2002. Universidad del Valle, Santiago de Cali.

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los primeros en el mismo momento en que se llevaba a cabo, en una especie de ‘lucha cuerpo a cuerpo’”. La hipótesis de Hernández en esta reflexión paticular consiste en considerar que estos hechos constituyen una modalidad específica de resistencia civil que surge como producto de un largo proceso de afirmación de autonomía de las comunidades involucradas y constituye un aporte genuino a la pacificación del conflicto armado en Colombia, cuyos mejores ejemplos se encuentran en aquellos casos que involucran población indígena organizada. Esta hipótesis, como se ha visto, valida las formuladas por otros investigadores, en el sentido de considerar la resistencia civil, no como producto espontáneo o reactivo de la población civil ajena a la guerra, sino como producto de procesos precedentes de organización comunitaria y cívica. Sin embargo, lo novedoso del planteamiento de Jorge Hernández en este artículo, consiste en el esfuerzo por plantear una conceptualización de la resistencia civil y aportar elementos nuevos para el debate. Dice: “En el caso que analizamos no estamos frente a una experiencia de resistencia a secas, pues se trata de reistencia civil. Lo que quiere decir no armada y no ligada a la noción de autodefensa. De lo que habla esta resistencia civil es de Autonomía”.156 Asi, para Hernández, la autonomía sería el elemento nuevo que aportaría la experiencia de las comunidades indígenas del Cauca, que incluso sería nuevo también respecto de su tradicional programa de lucha, articulado alrededor de los ejes Unidad, Tierra y Cultura. El criterio de la autonomía como rasgo típico de la resistencia civil de las comunidades indígenas, parece, sin embargo, más un asunto de énfasis que de elemento realmento nuevo, pues prácticamente todos los estudios sobre el problema en Colombia coinciden en subrayarlo como rasgo central de la misma. Por otro lado, parece evidente la connotación inmediata que Hernández, como sucede a menudo con la mayoría de los autores que se ocupan del asunto, establece entre el carácter civil y no armado de la resistencia civil. Sin embargo, en lo que parece una diferencia sutil de perspectiva teórica, este carácter no armado de la resistencia civil planteado por Hernández no correspondería a una postura prescitptiva propia de la mayoría de los estudios de la resistencia civil, sino a una postura utilitaria propia de una de las dimensiones del pacifismo como la que considera a la violencia como algo a la larga ineficaz, por contraste con un pacifismo moral que considera siempre a la violencia como éticamente ilegitima. “El pacifismo implícito en las acciones de resistencia civil que llevan a cabo las comunidades indígenas de Cauca es también más utilitario que moral, como diría Bobbio, al menos hasta ahora, pues no está inspirado tanto en la idea de que toda vilolencia es ilegítima, como en reflexiones acerca del costo que la confrontación armada tiene para las comunidades que habitan territorios apetecidos por las guerrillas o los paramilitares”.157 En esto consideramos que el aporte de Hernández es realmento valioso para la conceptualización del problema de la resistencia civil no armada en Colombia.

156 Ibid., pp. 31. 157 Ibid., pp. 38.

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En la ponencia presentada al 8º Coloquio Nacional de Sociología, “Repertorios, marcos y entramados de resistencia civil en Colombia: los premios nacionales de paz, 1999-2002”158, Jorge Hernández retoma el debate teórico acerca de la resistencia civil con nuevos aportes. En esta nueva ponencia, Hernández subraya algunos elementos explicativos de la resistencia civil en Colombia a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, muchos de ellos formulados anteriormente por otros estudiosos. A partir de algunas indicaciones históricas generales, por ejemplo, dice Hernández: “La violencia política y la no violencia han coexistido pues en nuestra sociedad, concebida la no violencia como un conjunto de acciones colectivas en búsqueda de la paz por caminos distintos, aunque complementarios, de las negociaciones directas entre los principales contrincantes. La acción colectiva no violenta se expresa a su vez de muy distintas formas, una de las cuales es la que conocemos ahora en Colombia como resistencia civil”. Luego procede a indicar algunas de las formas más significas de estas muy variadas expresiones de resistencia civil, que le permiten esbozar una tipología inicial de las mismas en los sigiuientes términos: “-Las comunidades de paz para neutralizar el desplazamiento forzado, en zonas rurales; -el rechazo activo a las tomas de pueblos, en pequeños asentamientos urbanos; -las marchas multitudinarias para condenar actos terroristas, en las ciudades más grandes”.159 Con todo lo importante de esta tipología de J. Hernández, parece más completa, sin embargo, la presentada por Esperanza Hernández, puesto que, como vimos, por un lado, específica de una manera mejor elaborada las lógicas disimiles de las variadas formas de acción colectiva de resistencia civil; y por otro lado, porque comprende un espectro mucho más amplio de lógicas de acción colectiva de resistencia civil, incluyendo las que se oponen al modelo neoliberal y la violencia estructural. Por último, en esta misma ponencia, Jorge Hernández retoma la conceptualización de la resistencia civil presentada en ensayos anteriores sin avanzar demasiado al respecto, antes bien, ampliando sus reflexiones. Dice: “La resistencia civil es resistencia y es civil, las dos cosas. Es lo primero –resistencia-, porque se opone a los efectos nocivos que produce la guerra y a quienes la protagonizan, aunque no por eso, al menos no en todos los casos, es una actitud puramente reactiva, pues en muchas oportunidades busca también afirmar proyectos propios de sociedad, diferentes de los que agencian guerrilleros y paramilitares. Es lo segundo –civil-, en doble sentido: porque es desarmada y porque es protagonizada por sectores de la sociedad, al margen de lo que opinen los agentes estatales, aunque en casos relevantes los alcaldes municipales son promotores de dicha resistencia. Simultáneamente es no militar y no estatal, normalmente antimilitarista pero no necesariamente anti estatista”.160 Esto útimo es realmente valioso, puesto que intenta delimitar los alcances de lo civil de la resistencia, sobre lo cual volveremos luego. Lo que destaca en casi todas estas aproximaciones teóricas a la resistencia civil, es su marcado énfasis político, así como también la relación directa que establecen entre el fenómeno de la 158 HERNÁNDEZ LARA, Jorge. “Repertorios, marcos y entramados de resistencia civil en Colombia: los premios nacionales de paz, 1999-2002”. En: Luis Carlos Castillo Gómez (editor). Colombia a comienzos del milenio. 8º. Coloquio nacional de Sociología. Facultad de ciencias sociales y económicas, Departamento de ciencias económicas. Universidad del Valle, Santiago de Cali. 2004. 159 Ibid., pp. 212. 160 Ibid., pp. 211.

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resistencia civil con el conflcto armado colombiano, especialmente en su etapa de agudización y degradación. Igualmente, es notable cómo estas aproximaciones tienden a destacar y a considerar las acciones colectivas de confrontación y desafío abierto, públicas, teatralizadas, contra los actores armados, como las únicas expresiones concretas de resistencia civil no armada. Lo cual explica, que expresiones de resistencia civil no armadas, menos dramáticas, sutiles, discretas, simuladas, microterritoriales, como las que aquí estudiamos, no hayan ocupado hasta ahora su interés. Pese a todo, en algunas aproximaciones es muy notable el esfuerzo por dotar de un marco analítico su aproximación al problema, avanzando no sólo en la inscripción del mismo en teorías generales sobre la resistencia civil o los movimientos sociales, sino también en la construcción de tipologías apropiadas para el estudio de las muy variadas expresiones regionales y locales del fenómeno. Por otro lado, en la mayoría de estos estudios, en unos quizás más que en otros, destaca su derivación conceptual acerca de la resistencia civil de la concepción acerca de la misma de M. Randle, y en consecuencia, el dominio que en su marco de referencia tienen conceptos como ilegalidad e ilegitimidad propios del modelo liberal de la “obligación política”. Recientemente, la noción de resistencia civil se ha ampliado más allá de la referencia inicial al contexto político dominado por regímenes dictatoriales o de legitimidades en crisis, para incluir también un espectro mucho más amplio de experiencias relacionadas con la defensa de derechos económicos y sociales, culturales, étnicos y nacionales. Al lado de las múltiples formas planetarias de resistencia civil no armadas a la globalización neoliberal, escenificadas en los diferentes Foros Sociales Mundiales y Regionales y en las variadas manifestaciones de protesta ciudadana en las ciudades en las que los líderes de las grandes potencias económicas mundiales se han dado cita, como Seettle, Praga, Cancún; emergen, así mismo, en el ámbito local o regional, múltiples formas de resistencia civil no armadas relacionadas con el modelo de desarrollo, la pobreza y la exclusión.. Sin embargo, hasta ahora los estudios sobre la dimensión social de la resistencia civil no armada se han ocupado primordialmente de su alcance y expresiones globales, siendo muy poco abordadas en sus expresiones locales o sectoriales. La mayoría de los estudiosos ven en estas formas de resistencia simples manifestaciones de sobrevivencia económica y social, cuando no las invisibilizan en el amplio y ambiguo concepto del “tercer sector”. En Colombia, pese a que las movilizaciones sociales contra el neoliberalismo y la exclusión, lideradas por los sindicatos, los indígenas y campesinos, esgrimen a menudo el lenguaje de la resistencia, los estudiosos de estas movilizaciones aún no la incorporan a sus repertorios de estudio como categoría de análisis. Por otra parte, la mayoría de los estudios críticos que toman por referencia lo social, tienden a subrayar los efectos perversos que sobre amplios sectores de la ciudadanía producen las nuevas políticas económicas y de reforma del Estado, en términos cuantitativos y cualitativos. Estos estudios tienden a subrayar la magnitud y la degradación de los niveles de pobreza, la precarización del empleo y del ingreso familiar, el proceso creciente de empobrecimiento de la clase media, la criminalidad urbana y el drama de la exclusión y el cierre de toda expectativa de futuro para amplios sectores de la población colombiana.

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Sin embargo, las respuestas y alternativas frente a la pobreza y la exclusión que desde la base social vienen realizando grupos de ciudadanos por todo el país, especialmente en las grandes ciudades, no logran todavía captar el interés de los investigadores desde una perspectiva de resistencia civil no armada. A lo sumo, como dijimos arriba, entre los más críticos estas experiencias colectivas de resistencia son desestimadas como meras acciones de sobrevivencia, de corto vuelo y reducido impacto socio-económico; o, también, aunque desde una perspectiva diferente, son valoradas por los nuevos estrategas sociales de organismos internacionales como el BM o el BID, como la oportunidad para compensar los impactos de las reformas económicas y de paso “fortalecer la sociedad civil” y el “capital social”. En Colombia estamos, pues, huérfanos de una elaboración teórica que recupere lo valioso de estas experiencias en términos de resistencia civil no armada, construcción de sujetos colectivos y proyectos emancipatorios.161 Por eso destaca, en esta soledad de trabajos sobre la materia, el esfuerzo que viene haciendo el equipo de trabajo del CINEP sobre economía popular, pese al balance igualmente desolador que hace de tales experiencias y la calidad de los proyectos que viene diseñando en términos de una adecuada inserción de la economía popular en el mercado y no como una nueva estrategia orientada al proceso de construcción de un nuevo modelo de poder-hacer (Holloway) o de formas de economía social alternativas a la economía capitalista.162

1.3 Elementos para una conceptualización de la resistencia civil no armada en Colombia El recorrido teórico presentado críticamente hasta ahora nos permite proponer algunos referentes teóricos para una conceptualización de la resistencia civil no armada en las comunas 8, 9 y 13 de Medellín. Entre estos referentes teóricos, por supuesto, incorporamos todos los elementos críticos que hemos formulado en el transcurso de la revisión hecha a las teorías e ideas acerca de la resistencia en occidente, así como los desarrollos y avances logrados por los estudios en Colombia, subrayando, además, el carácter colectivo de dichas experiencias de resistencia civil no armadas. De manera, que no partimos de cero, aunque sabemos que algunas rupturas habrá que plantear. Veamos entonces algunos ejes fundamentales de estos referentes teóricos para una conceptualización acerca de la resistencia civil no armada, pertinentes para efectos de la aproximación a nuestro objeto de estudio. En primer lugar, consideramos que una teoría de la resistencia civil no armada apropiada para el estudio de experiencias como las aquí consideradas, empieza por una ruptura con la concepción del poder propio de la teoría liberal, tal como lo sugieren las lecturas de Marx, Foucault, Negri y Scott. Esto implica, redefinir el estatuto teórico del poder, particularmente la díada: poder-obediencia, que

161 Una notable excepción, respecto de quienes se ocupan del asunto de la resistencia civil a la guerra, son los trabajos de Esperanza Hernández Delgado, quien muestra cómo en muchas de estas experiencias la resistencia civil adquiere también una dimensión social contra el modelo neoliberal y la violencia estructural. 162 MORENO, Sergio y COLORADO, Pedro Pablo. “Economía popular y circuitos económicos”. Controversia, No. 171. Cinep, Bogotá, diciembre de 1997. BARRAGÁN R, Jacqueline. “Economía popular y desarrollo local”. Controversia No. 168. Cinep, Bogotá, mayo de 1996.

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es una de las columnas fundamentales sobre la que se edifica el discurso del contrato, que instituye el “deber de la obediencia”; y, en función de ella, el poder como soberanía. Esta ruptura conlleva entonces sustituir la díada anterior por una relación más compleja y dinámica, que se resume en la díada: poder-resistencia. Inscribir la resistencia en el marco de esta díada implica romper con la teoría del deber de obediencia. De acuerdo con esto, la resistencia al poder lo es no porque ha fracasado el deber de obediencia o el derecho como fundamento del poder, opción que contempla el poder, sino por el poder mismo. De esta manera, en un sentido teórico general, puede decirse, que la resistencia no está en relación derivada o de dependencia respecto de la obediciencia, sino que su status teórico es propio, autónomo de aquella. La resistencia no está después o antes de la obediencia, sino en relación simétrica con el poder. Aquí partimos de la tesis según la cual, la resistencia es inherente al poder, sea legítimo o no. Por consiguiente, subrayar la relación resistencia-poder, implica situarla en un campo estratégico de fuerzas, como una relación social mediada por el conflicto, en un proceso siempre inacabado, que termina para iniciar de nuevo, incesante, fluido. Según la perspectiva teórica de la resistencia que aquí acogemos, la ilegitimidad del poder (que supone el desvanecimiento del poder-obediencia) no es condición necesaria para que se produzca la resistencia (un poder puede ser legítimo y sin embargo ser resistido), ni tampoco para que no se produzca (un poder puede ser extremadamente ilegítimo y sin embargo igualmente ser resistido). En otros términos, la ilegitimidad o la obediencia no es criterio para definir la resistencia o no resistencia. Se puede obedecer y estar en posición de resistir, tal como lo mostró Scott, y se puede desobedecer y no estar en actitud de resistencia. Esto no significa, que la legitimidad o ilegitimidad del poder no sea importante para la resistencia en términos de posibilidades de acción. Ya lo subrayaba Scott al mostrar cómo una de las formas del discurso político de los dominados se expresa a partir de las promesas del discurso público de los dominadores. Sin embargo, en territorios en disputa o bajo dominacion y control totalitario por actores armados, en los que imperan poderes de facto, por lo general dictatoriales, como los que corresponden ampliamente a muchas comunas de la ciudad de Medellín, tales poderes no se han deslegitimado sino que han sido ilegitimos desde el momento mismo en que se imponen sobre el territorio y la población. Frente a estos poderes de facto, o el puramente represivo del Estado, la resistencia de la ciudadanía a tales poderes no se produce porque se han deslegitimado, sino porque vulneran gravemente sus derechos fundamentales, entre ellos el derecho a la vida, a la libertad, a la seguidad y a la autonomía personal y colectiva. Por consiguiente, una cosa es la legitimidad como campo de posibilidades de la resistencia y otra muy distinta es el hecho de su surgimiento. Esta díada poder-resistencia, debe entenderse a su vez como dos dimensiones de un campo conflictivo, antagónico, de fuerzas sociales, que interactúan y se compenetran, en que la una no está necesariamente en una relación de exterioridad respecto de la otra y viceversa; ¿acaso no mostró James Scott, por ejemplo, que se puede resistir obedeciendo?; ¿o que, incluso, tanto el poder como la resistencia, se contienen el uno en el otro y viceversa? El aspecto que nos interesa subrayar de esta ruptura con la concepción liberal del poder, es que una teoría de la resistencia como la que aquí

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intentamos esbozar implica que la contracara del poder no es la obediencia sino la resistencia y que ésta es inmanente a las relaciones de poder. Por otra parte, desde la perspectiva poder-resistencia puede haber una obligación de obedecer, más no un deber de obediencia. Mientras en la perspectiva del deber de obediencia, esta última se concibe como una disposición natural, consentida, del sujeto a la obediencia, en la perspectiva que acogemos, por el contrario, la obediencia se impone sobre el sujeto, como extraña y opuesta al mismo. Parece evidente, pues, que una cosa es querer obedecer y otra muy distinta es tener que obedecer. Si el poder en general es capacidad de mandar y ser obedecido, la resistencia es capacidad para oponerse al poder, para desafiarlo, para no obedecerle, o incluso para obedecerle en contra de la voluntad subjetiva de quien obedece. Si la teoría liberal del poder fundamenta la “servidumbre voluntaria”, la teoría de la resistencia, en el extremo, fundamenta la servidumbre involuntaria. Cuando decimos que poder y resistencia se interpenetran debemos entenderlo no sólo en el sentido indicado por Foucault, el poder acompañado por la resistencia como su sombra, sino en un sentido más profundo, como una relación de contención o de interioridad del uno en la otra y viceversa. Poder y resistencia no son dos instancias separadas que se confrontan una contra la otra solamente, sino también síntesis de relaciones que se interpenetran y se interconstituyen. La resistencia, como el poder, es constituyente y constituida. La resistencia constituye el poder tanto como el poder a la resistencia. Las configuraciones histórico-políticas que Marx llama modos de producción, no son sino condensaciones de fuerzas entre poder y resistencia en momentos históricos dados. La resistencia que pastorea en los patios interiores del poder no por ello deja de ser tal, ni el poder deja de ser poder porque penetra y reticula la resistencia según su propia gramática bajo la apariencia de playas cedidas generosamente a la resistencia. Por el contrario, en estas compenetraciones sútiles, anónimas, capilares, se teje y entreteje el campo estratégico de fuerzas en el largo plazo, antes de –y muchas veces como condición previa a- que irrumpa una confrontación abierta entre los dos, antes de que el corto plazo de una medición condensada de fuerzas se imponga. En realidad, una dimensión de esta relación entre poder-resistencia, supone que el poder incluye la resistencia, la coloniza, la integra como fuerza reproductora del poder, así como la resistencia penetra el poder, lo subvierte, lo desestructura. Pero aquí, inclusión, colonización, integración del poder sobre la resistencia, así como penetración, subversión y desestructuración de la resistencia sobre el poder, no deben tomarse como hechos concluidos, datos dados, forzosos, fatales, sino como posiblidades, tensiones por dirimir, siempre abiertas al juego de las correlaciones estratégicas de fuerza entre uno y otra. Esta visión más compleja y amplia de la relación poder-resistencia, nos puede ser útil igualmente para dilucidar el problema de la hegemonía, como aparente subsunción de la resistencia por el poder.163 La perspectiva de la hegemonía es la del orden que se resuelve y se renueva continuamente sobre una base consensuada, la de la resistencia es la de las grietas y

163 Para un análisis detenido del problema de la hegemonía en Gramsci, véase el texto ya citado de Perry Anderson, tambien los comentarios que arriba hemos hecho a propósito del debate planteado por Scott.

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erosionamiento (real o posible) de ese orden, que es susceptible de resquebrajamiento; la hegemonía es el campo del rehacer continuo de la lealtad y la obediencia consentida (el consenso), la resistencia es el campo contra-hegemónico, emancipatorio, del desafío, de la lucha, del desgarre de velos, de desnudar el poder y la dominación y desafiarlos. La pregunta por la hegemonía, es la pregunta por qué y cómo el poder es consentido; la pregunta por la resistencia, es la pregunta por qué y cómo el poder es desafiado, es contestado. El manifiesto de Le Botie La Servidumbre Voluntaria, puede ser considerado el primer escrito moderno sobre hegemonía, pero también, quizás, el primero sobre resistencia como posibilidad. A primera vista parece plausible considerar que la resistencia sólo surge cuando se resquebraja el consenso o la hegemonía. Esta tesis, sin embargo, merece ser hilvanada con detenimiento, pues puede dar lugar a pensar equivocadamente que la hegemonía supone la no resistencia, o que la resistencia sólo es posible allí donde aparece irreductiblemente una crisis de hegemonía, desestimando la resistencia como proceso que es causa y efecto de la crisis de hegemonía, que está ahí, incluso cuando la hegemonía se encuentra mejor consolidada. Desde nuestra propia perspectiva, sin pretender por esto subestimar la enorme importancia de la hegemonía en las relaciones de poder, la resistencia es inherente al poder y la dominación, sea que éstos se ejerzan hegemónicamente o coercitivamente. Más todavía, la hegemonía no es un atributo exclusivo del poder, también la resistencia como posibilidad emancipatoria real debe constituirse en hegemónica, a través de procesos contrahegemónicos. Por consiguiente, la función de hegemonía del poder debe ser relativizada, como también debe ser considerada siempre como un proceso inacabado, dinámico, cambiante, sujeto a los términos de la relación antagónica entre poder y resistencia. En este sentido, debe considerarse la hegemonía del poder como nunca plena ni nunca concluida, pues lo contrario supondría una sociedad unidimensional a lo Marcuse o la sociedad normalizada de Foucault, que sin embargo, conoció las revueltas de mayo del 68 y las manifestaciones contra la guerra de Vietnam y por los derechos civiles de los negros en EEUU de Norteamérica. Por consiguiente, como lo subrayó Scott, la teoría de la hegemonía cuando se le absolutiza significa la negación y la clausura de esta disputa entre poder-resistencia propia del hecho socio-político. La resistencia como posibilidad real supone, pues, que un poder nunca es completamente hegemónico o legítimo y la violencia nunca es recurso suficiente de poder. En este sentido, la pregunta por la hegemonía desde la resistencia no es por la absolutez del poder, sino por sus fisuras. En contextos como el de Colombia y Medellín, en los que el poder de las élites dominantes ha pervivido sobre una recurrente crisis hegemónica y precaria legitimidad, estas observaciones cobran mayor actualidad. Lo antes dicho, nos lleva a romper, en segundo lugar, con cierta concepción estructuralista de la resistencia, del tipo “donde hay poder hay resistencia” de raigambre foucaultiana; y, por consiguiente, a recobrar la pertinencia de una visión constituyente y estructurante del sujeto. Despojada del halo metafísico y teleológico del que la revisten Hardt y Negri, la resistencia, por un lado, siempre está ahí como posibilidad, como potencia, como subjetividad “excedente”, que el poder no termina nunca por objetivarla completamente; todo ello en cuanto que el poder no se despliega en un campo unidimensional de fuerzas, que sólo él ejerce y controla -que, además, serían las suyas propias-, pretendiendo siempre llevarlas más allá de los límites, sino que el poder se despliega

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siempre en un campo de fuerzas conflictivo, antagónico, constituyente y constituido. Y, por otro lado, la resistencia está en acto, en cada expresión colectiva de enfrentamiento, contención o desafío del poder. En otros términos, la resistencia en acto, como práctica real de sujetos colectivos o de fuerzas sociales en acción, sólo existe porque está presente como posibilidad en la realidad del poder. Lo anterior podría explicarnos por qué poder y resistencia van juntos, pero también por qué, bajo determinadas circunstancias histórico-políticas, la resistencia es sólo potencia y no acto, por qué ciertas situaciones de poder y dominación no desencadenan, necesariamente, acto y prácticas de resistencia, sino, muchas veces, obediencia voluntaria o involuntaria. En otras palabras, la resistencia que siempre está ahí pero todavía no está, sólo se hace presente y toma cuerpo cuando los sujetos colectivos sienten y perciben la necesidad y la oportunidad de enfrentar al poder y la autoridad o enfrentar situaciones de opresión, de injusticia, o de discriminación, y se implican. Por consiguiente, no es suficiente que haya un contexto de poder o de injusticia social, política o económica, para que aflore la resistencia y se exprese; es necesario que tal contexto sea percibido por los sujetos y éstos articulen bajo formas abiertas o sutiles expresiones colectivas de rechazo e inconformidad. Pero igualmente, tal percepción y articulación no existirían si no fuera por su existencia potencial, presente como posibilidad en la realidad del poder, es decir, en las propias condiciones de posibilidad creadas por el poder. Esta realidad del poder es siempre la posibilidad de la resistencia, una posibilidad siempre abierta y latente, que sólo puede ser activada y desencadenada por sujetos colectivos en posición de resistir. La resistencia en acto significa, que no hay resistencia en abstracto, sin sujeto, ni tampoco sujeto preconstituido, por fuera de los campos potenciales de resistencia. La resistencia constituye al sujeto, de la misma manera que el sujeto la realiza realizándose. En realidad, la resistencia es el sujeto que resiste; así como el sujeto es la condensación activada de formas múltiples y variadas de resistencia, es la resistencia en acción. Esta conjugación entre resistencia y sujeto, por supuesto no se realiza por fuera de los contextos específicos en que se produce. Sin embargo, no se trata de contextos que se imponen mecánica e irremediablemente, sino de contextos mediados subjetivamente. De ahí entonces, que esta constitución abierta, siempre incompleta, del sujeto que resiste, pase necesariamente por la percepción subjetiva del contexto y de sus posibiidades de acción, de suerte que el contexto, que prima facie parecía algo externo y estático, ahora es sujeto de acción y producción del sujeto, cambiante y dinámico, según las posibilidades siempre potenciales, y por consiguiente, siempre abiertas de la resistencia. Por otro lado, las experiencias recientes en el mundo y particularmente en A. Latina, muestran que no hay un sujeto preconcebido o prefigurado de la resistencia, sino que éste se configura y se anuda a partir de experiencias multiples, variadas y plurales, de insubordinación y de resistencia abierta contra el poder, la opresión, la injusticia y la exclusión, que algunos autores como Negri y Hardt llaman Multitud y otros como Holloway el Grito y otros más simplemente el Pueblo o lo Popular o lo Subalterno. En todo caso, un sujeto singular y múltiple al mismo tiempo (Negri). Los estudios recientes de estas formas de resistencia, muestran, por el contrario, que la multiplicidad, variedad y pluralidad de los sujetos que agencian las experiencias recientes de resistencias en América Latina por lo menos, se configuran en los marcos del antagonismo que

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opone a quienes ejercen el poder económico, político, social e ideologico, contra los grupos, clases y sujetos colectivos subordinados, todos ellos, por lo general, ubicados en la base de la sociedad y englobados bajo el genérico de pueblo o de lo popular. Es en este marco de referencia como debe entenderse el proceso de subjetivación de la resistencia, como un campo siempre abierto e indeterminado de posibilidades o de potencialidades por activar. Las experiencias de resistencia civil no armada en Medellín, que aquí estudiamos, muestran precisamente esta gran riqueza y variedad como posibilidades por activar. Un tercer aspecto de esta aproximación teórica de la resistencia que aquí queremos esbozar, se refiere a sus dominios. Contra la versión restringida a lo exclusivamente político de la resistencia en el discurso liberal e incluso liberal democrático, la resistencia comprende todos aquellos dominios en que se configuran relaciones de poder, tal como lo subrayó Marx, pero mucho más ampliamente Foucault y Negri.164 En este sentido, la resistencia no sólo tiene una dimensión política, ni se estructura solamente por referencia a la política, sino tambien en referencia a un amplio repertorio de prácticas y acciones colectivas en lo social en sentido amplio, lo económico, lo cultural, lo ideológico. Esta pluralidad de dimensiones y lógicas que comprende la resistencia o las resistencias, nos lleva a considerar, como lo anotamos anteriormente, uno de los aspectos más generales en la demarcación teórica de la misma, en el sentido de que ésta no es sólo la contrapartida al poder político estatal, sino la contracara de todo tipo de poder y dominación, estatal o no. En efecto, más allá del poder político estatal, el poder y la dominación se ejercen y toman forma en los múltiples ámbitos no estatales de la sociedad, como por ejemplo, la economía, las instituciones sociales, la cultura y la ideología. La fábrica, la escuela, la familia, el hospital, la cárcel, la sexualidad, los medios de comunicación, todos ellos son escenarios de poder y también de resistencia. De ahí entonces que el ámbito de la resistencia se amplia y se complejiza en la medida en que la realidad y dimensión del poder trasciende la dimensión polìtica-estatal. Si el poder es un entramado reticular de relaciones sociales, la resistencia es un correlato inescindible de este entramado. Ahora bien, no puede considerarse esta variedad de campos de la resistencia como necesaria y preestablecidamente separados en compartimentos estancos, sino como campos con posibilidades de entrecruzamientos, de articulación o de repotencialización mutuas, según la propia lógica del poder, pero, sobre todo, según la propia dinámica constituyente de la resistencia. En un horizonte emancipatorio, la resistencia supone la articulación y la conjugación de estos múltiples escenarios, tal como, por ejemplo, la concibió Marx y los teóricos marxistas y más recientemente Negri y Scott. Las experiencias recientes de América Latina muestran la falsa dicotomía entra resistencia social y resistencia política. Las experiencias recientes en Colombia de los indígenas, de los negros, de las mujeres, de los homosexuales y muchas otras categorías sociales, ejemplifican en muchos casos cómo es posible transitar de formas de resistencias culturales y sociales a la acción politica.

164 Incluso, si la resistencia se redujera a lo político en la versión poder soberanía como los postula el liberalismo, su campo y su lógica de acción para el caso de Colombia y Medellín, seguiría siendo demasiado restringido, pues aquí el referente político del poder político no aparece concentrado o monopolizado en el Estado, sino muchas veces escindido, fragmentado o en disputa con contrapoderes y parapoderes. Sobre esto voveremos más adelante.

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De acuerdo con lo anterior, una tipología general de la resistencia se puede construir según los espacios de poder (no necesariamente estatales) y según los alcances de la misma. En cuanto a los espacios de poder, en términos de relaciones sociales, las resistencias pueden ser de carácter económico, político, social, cultural e ideológico o según una combinación diferente de las mismas. Y en cuanto a los alcances de sus objetivos, la resistencia puede ser reformista o revolucionaria. Las resistencias no surgen con este o cual carácter, reformista o revolucionaria, sino que pueden adquirir una dinámica u otra según sus alcances o lógicas de acción; en realidad, las resistencias no son lo uno o lo otro per se, pueden transitar u oscilar entre lo uno y lo otro. Esta oscilación se resuelve, por un lado, en referencia a la lógica o sentido que la orienta (que la dirige o hegemoniza), y por otro lado, según las posibiidades abiertas por el contexto (estructura de oportunidades) y la correlación de fuerzas existentes. Por otra parte, la resistencia no es revolucionaria, ni siquiera inmediatamente política, por tener como marco de referencia al Estado. Existen y se desarrollan múltiples formas de resistencia, que si bien tienen por referencia al Estado, no se proponen una estrategia revolucionaria global frente al Estado y la sociedad, aunque lo interpelan, pero desde campos de acción estrictamente sectoriales y puramente reivindicativos, como es el caso de múltiples formas de acción colectiva realizadas por los movimientos sociales, de tipo corporativista o reformista en el campo de los servicios públicos, la salud, la vivienda, el medio ambiente, derechos económico-sociales, etc. La ausencia de un planteamiento estratégico global, alternativo, frente al país o frente a la ciudad, es una de las características dominantes de las experiencias de resistencia civil no armadas, y puede ser también una de las dimensiones más importantes de sus debilidades. De acuerdo con lo anterior, parece conveniente subrayar que la resistencia y el poder hay que inscribirlos en un marco de configuraciones histórico-políticos determinados. Estas configuraciones deben entenderse no sólo como formas específicas de lo social, lo económico y lo político, sino sobre todo como articulaciones de poderes y contrapoderes, de correlaciones de fuerzas, esto es, como un campo de fuerzas en conflicto. No puede entenderse en un sentido lineal o evolutivo o de suma cero, en el que según etapas o formas precedentes se determinan etapas subsiguientes, sino como un campo abierto de posibilidades y potencialidades, en que elementos y desarrollos de una etapa se pueden combinar con elementos y desarrollos de otros, donde la resistencia a un aspecto de la dominación o en un campo específico del poder, puede dar paso a una nueva etapa en la configuración histórico-política, esto es, a una nueva correlación de fuerzas entre poder y resistencia. Un aspecto que aquí nos interesa subrayar para efectos de esta aproximación teórica, es que preferimos hablar de lógica de acción colectiva y no de tipos o formas de acción colectiva propiamente dicha, sin que con ello pretendamos desestimar la importancia de la relación de éstas últimas con la resistencia, tal como lo intentaremos mostrar más adelante. Como veremos enseguida, no se trata de que la resistencia no pueda ser conceptualizada como forma de acción colectiva, de hecho muchas formas y expresiones de resistencia son susceptibles de aplicación a un análisis basado en la teoría de la acción colectiva o de los movimientos sociales. El asunto es que una conceptualización de la resistencia requiere un marco analítico mucho más amplio que el de las formas de acción colectiva, puesto que no se trata sólo de sus formas sino ante todo de su contenido o de su racionalidad en un sentido más convencional. Bajo el enfoque de la acción colectiva se han

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construido las más variadas teorías, especialmente para dar cuenta de los movimientos sociales, según la experiencia europea y norteamericana. En la medida en que la resistencia no puede restringirse a una modalidad de movimientos sociales o a un tipo específico, cualquiera que él sea, de acción colectiva, la idea de lógica de la acción colectiva propia de la resistencia nos permite develar su orientación según configuraciones histórico-políticas determinadas. Como lo hemos dicho arriba, desde nuestra perspectiva, la resistencia es ante todo una lógica de acción colectiva que se orienta contra toda forma de poder, explotación u opresión. Esta lógica es agenciada por actores colectivos y se expresa no bajo una, sino bajo las más variadas formas de acción colectiva: desde estallidos y sublevaciones espontáneas contra el poder, insurrecciones, guerras civiles, huelgas, plantones, tomas de fábricas, desobediencia civil, asambleas, reuniones, movimientos sociales, formas societarias de economía social o popular (cooperativas y solidarias), formas orgánicas según ciclos de protestas y estructuras de oportunidad política, movilizaciones callejeras, protestas puntuales, educación popular, radios y medios comunitarios alternativos, hasta las formas más sutiles, calladas, ocultas, subprecticias, propias de la resistencia bajo regímenes totalitarios y autoritarios165. No hay un movimiento social que sea de resistencia en abstracto, lo que en el terreno práctico existen son formas plurales de resistencias, bajo la forma, entre otras, de movimientos sociales o de estructuras orgánicas societarias, opuestas a formas plurales de poder, en lo social, lo cultural, lo político y lo económico. Invirtiendo los términos, puede decirse que la resistencia es toda acción colectiva cuya lógica se orienta contra toda forma de poder o dominación. Subrayar la idea de lógica de la acción colectiva en la resistencia, permite subrayar el sentido de la acción por sobre las formas y no inferir la lógica de la acción de las formas que adopte la acción. Es la desventaja que encontramos cuando caracterizamos la resistencia como un tipo o modalidad de acción colectiva, pues no toda acción colectiva per se es resistencia; mientras que, por el contrario, toda resistencia es forzosamente acción colectiva, pues esta lógica de contrapoder no se articula en el vacío sino en contextos histórico-políticos configurados por actores colectivos en conflicto, en lucha. En este sentido, la resistencia es constituyente y constituida por la acción colectiva. No es sólo el sujeto colectivo en acción, sino también con sentido de la acción. Por otro lado, hablamos de la resistencia como lógica de la acción colectiva en singular por razones de orden conceptual, pero en realidad, a un nivel menos general y más bien práctico, se trata de lógicas de acción colectiva, en plural. No hay una sola lógica de la resistencia, sino múltiples, en el sentido que ésta depende de los contextos socio-politicos y de las relaciones de poder en que sus protagonistas están inmersos. Ya hemos indicado arriba, cómo estas múltiples expresiones de resistencia se manifiestan en los más diversos dominios del poder, lo económico, lo político, lo cultural, lo social, entre otros. Pero incluso, estas lógicas diversas de acción colectiva pueden variar y ser contradictorias pese a ser protagonizadas por una misma categoría social de sujetos en un mismo dominio del poder. Así, por ejemplo, para el caso de Colombia, en un mismo dominio, el de lo político-militar, una misma categoría social, los campesinos, desarrollan lógicas de acción colectiva encontradas: los del sur de Bolivar bajo el gobierno de Andrés Pastrana se opusieron a la Zona de 165 Subrayar la importancia de estas últimas expresiones de resistencia, resulta importante puesto que, por lo general, los estudios colombianos sobre resistencia civil no armada sólo incluyen aquellas formas de resistencia caracterizadas por el desafío abierto al poder, la recurrencia a manifestaciones teatralizadas de confrontación y en las que los momentos heróicos cobran un sentido de marca.

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Encuentro para dar inicio a negociaciones de paz entre el Gobierno Nacional y el ELN; los campesinos cocaleros del Putumayo, en otro contexto regional y bajo otro gobierno, se opusieron a las políticas del Gobierno Nacional de erradicar los cultivos ilícitos. En el primer contexto dominan los paramilitares, y en el otro, dominan las guerrillas de las FARC. En uno, la lógica de la acción va dirgida contra la guerrilla (en este caso del ELN), en el otro, contra el gobierno. La dimensión regional en el caso colombiano es pues tan importante para el estudio de la guerra como para el análisis de la resistencia. Por otro lado, así como se nos revela falsa la dicotomía entre resistencia económica y resistencia política, de la misma manera puede decirse que, en términos de estrategias de futuro, es falsa la dicotomía que opone resistencias contrahegemónicas a resistencias emancipatorias. Es probable, que el desarrollo actual de las experiencis de resistencia civil no armadas en Colombia y Medellín, no estén planteando la urgencia de este debate, sin embargo, nos parece importante su dilucidación en treminos teóricos, porque nos permite presentar una visión más amplia de la resistencia más allá de los requerimientos de análisis de nuestro objeto de estudio. Es claro que desde una perspectiva emancipatoria las resistencias pasan por una confrontación con el Estado y contra el proyecto hegemónico del capital en la medida en que acumulan fuerzas y se despliegan. Contrahegemonía y emancipación van de la mano. No hay emancipación plena sin desarrollar un proyecto contra-hegemónico; no hay proyecto contra-hegemónico si no se sustenta en procesos autoemancipatorios.166 Esto no significa que las resistencias, per se, se desarrollan linealmente según lógicas emancipatorias; las perspectivas emancipatorias son siempre potencialidades por activar, posibilidades siempre abiertas.167 Lo que sí parece claro a la luz de la experiencia histórica, es que no es posible activar lógicas emancipatorias en abstracto sin desarrollar al mismo tiempo procesos contrahegemónicos. Desde un horizonte emancipatorio, la resistencia como lógica de acción colectiva, más que como modo de acción colectiva, no transige con ninguna forma de dominación, de explotación o de opresión. Su lógica es, por definición, emancipatoria, libertaria. Se orienta tanto a socavar las bases de la explotación (de unos hombres sobre otros), de la opresión racial (de un grupo etno-cultural sobre otro), de la dominación de género (del hombre sobre la mujer) y de la expoliación de la naturaleza (del ser humano sobre la naturaleza), como a transformarlas integralmente. El sentido estratégico es el de construir una mejor sociedad que la existente, una sociedad emancipada de toda forma de dominación, opresión y explotación, y, al mismo tiempo, una sociedad emancipatoria, es decir, construida sobre bases, valores y principios que hagan real el ejercicio de la libertad y la 166 El debate contemporáneo acerca de esta dicotomía se reabre con el texto de J. Holloway. Cambiar el Mundo sin tomar el poder. El Viejo Topo. España. 2002; y Hardt y Negri. Multitud. A este debate se articula también el problema del poder y contrapoder. 167 Conviene tener presente, que el tiempo y el sentido ordinario de la resistencia no es necesariamente emnancipatorio o de ruptura revolucionaria. Muchas acciones colectivas de reistencia se agotan en el tiempo, tienen ciclos de duración breve, mientras que otras no trascienden el ámbito puramente local o sectorial y muchas más terminan cooptadas por el sistema político. Igualmente, conviene recodar la dialéctica entre estas formas ordinarias de resistencia y procesos emancipatorios. Las revoluciones, como momentos emblemáticos de procesos emancipatorios, se nutren de estos procesos moleculares, cotidianos y acumulativos de inconformidad y de resistencias; procesos, que por lo general, las preceden y configuran los territorios instersticiales, fragmentarios, pero fluídos, en los que se articula la contrahegemonía al poder.

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autonomía. Y, por último, una sociedad que reconcilie al hombre con la naturaleza, sobre la base de un intercambio creador y enriquecedor de las múltiples formas de vida y de preservación de los bienes naturales. Como estos objetivos son incompatibles con la sociedad capitalista y como hacia esta sociedad no se avanza según las lógicas económicas, sociales y políticas inherentes a la sociedad capitalista, sino transformándola, entonces la resistencia adopta un carácter anticapitalista y revolucionario. Esta perspectiva, requiere como estrategia articular y conjugar todas las formas de resistencia y de lucha civil posibles en todos los espacios de poder, una estrategia contra-hegemónica, en el parlamento, en el ejecutivo, en el judicial, en la fábrica, en el campo, en la escuela, en la calle, en la prensa, como todo un enjambre de abejas. Este nuevo horizonte de la política, que conlleva la anterior estrategia, puede y debe desarrollarse a partir de la dinamización de formas locales y comunitarias de resistencia, económica, social y cultural e irse transformando y articulando a procesos nacionales y mundiales, conjugados con las formas teatralizadas de la política como el parlamento y las participaciones electorales locales y regionales. Por otro lado, la autogestión de la sociedad, que conlleva este horizonte de la política, no se dirige a procesos marginales, ni tampoco exclusivamente al campo económico de la sobrevivencia, ni al “empresarismo popular”, muchas veces funcionalizados según la lógica del capital. Sino que debe convertirse en el principio ordenador de la vida social, económica, política y cultural, y en ese sentido no es nada marginal, sino estructural y estructurante (constituyente, como diría Negri), tanto por los campos involucrados como por la racionalidad dominante que pretende constituir. De este modo, el proyecto contra-hegemónico basado en la resistencia pasa por construir espacios públicos no estatales en lo económico, lo social, lo cultural y lo político en la perspectiva de fundar un nuevo orden colectivo basado en el referente societario o autogestionario, o comunes (de comunalidad, según Negri) como eje de articulación de una nueva configuración histórico-política post-capitalista Por otra parte, según la lógica de la resistencia que aquí esbozamos, ésta no responde sólo ni principalmente –aunque la incluye o se puede expresar en un primer momento como- a una acción meramente recuperadora, defensiva, de derechos, sino a la necesidad de potenciar un campo estratégico de fuerzas con el poder, que transforma las resistencias, parciales, fragmentadas, en una estrategia de contrapoder. Es una disputa contra el capital y todo lo que representa en términos de poder y explotación. Como diría el Colectivo Situaciones de Argentina: resistir es crear.168 La politización de la sociedad, como una de las dimensiones de la lógica emancipatoria de la resistencia y como eje constituyente de su estrategia de acción, supone que el orden colectivo se construye, no sólo en oposición a los poderes establecidos, sino a partir de la deliberación pública y la argumentación senti-pensante (Fals Borda) por parte de los ciudadanos en las más variadas esferas de la vida social, lo cual implica forzosamente la configuración de una esfera pública vigorosa, pluralista, democrática, autofundante. Igualmente, supone una sociedad activa, dinámica,

168 Colectivo Situaciones. “Por una política más allá de la política”, en: AAVV. Contrapoder. Una introducción.De Mano en Mano. Argentina. 2003.

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deliberativa, democrática; y también, un sujeto, el ciudadano. La resistencia es, de este modo, una manera práctica de ejercicio de la ciudadanía. Por último, en sociedades como la colombiana, la referencia al poder estatal y la resistencia civil no armada se hace bastante compleja, especialmente por la presencia escindida de la soberanía en amplios territorios de la nación a raíz de la situación de guerra prolongada que enfrenta desde hace muchos decenios. Por un lado, en muchas de estas territorialidades, la soberanía no es ejercida por el Estado, sino por actores irregulares que ejercen el monopolio de la violencia sobre población y territorio, y en otras la soberanía está en vilo, como escenario continuo de disputa entre actores estatales, para-estatales y contra-estatales. Si en la formulación de Tilly, la contrapartida de la resistencia como revolución es el Estado, en el caso de Colombia la contrapartida de la resistencia civil no armada es una pluralidad de soberanías, incluida la del Estado. Esto hace que el sentido político de la resistencia civil no armada no sea unívoco sino multívoco. La resistencia civil no armada no tiene un único interlocutor preestablecido (el Estado) ni una sola lógica (la política), sino que éste puede variar según los desplazamientos cambiantes de soberanías territoriales y según las relaciones de poder y dominación en ciernes. En escenarios de rupturas de soberanías o de soberanías en disputa, que es el que corresponde a amplias territorialidades colombianas, de las cuales Medellín no es la excepción, el principio de legitimidad según la teoría liberal queda igualmente suspendido por referencia a algún soberano. ¿A quién se tiene el deber de obediencia? ¿Quién tiene el derecho de mandar? Son interrogantes que en dichas territorialidades, de soberanías imprecisas y antagonizadas, ningún poder legal o de facto está en condiciones de definir. La resistencia irrumpe entonces, ya no sólo como defensa o reacción frente a las pretensiones de soberanía de un actor estatal, paraestatal o contraestatal, sino también como vía para el ejercicio de la autonomía, la autoorganización y la construcción de la identidad por parte de los ciudadanos. Tal como se puede colegir de la experiencia reciente colombiana, la resistencia civil no armada en el contexto de la guerra en Colombia muestra, que éstas se desarrollan no sólo en relación con el Estado, ni necesariamente frente a regímenes dictatoriales, sino también frente a otros actores armados (guerrillas y autodefensas) con pretensión de soberanía sobre territorios y poblaciones, y frente a acciones estatales que violan abiertamente sus principios normativos constitucionales y los de sus ciudadanos.

Restringir el concepto de resistencia civil no armada en referencia exclusiva al Estado, en contextos como el colombiano, significa, por un lado, seguir atado al fetiche de la vigencia del Estado de Derecho soberano en la configuración del (des)orden político de Colombia, que, como Estado moderno, teóricamente ejerce para sí una soberanía interna indisputada; y por otro lado, significa cerrar los ojos frente a la naturaleza e implicaciones de la guerra sobre el Estado, el territorio y la población en Colombia, en términos de soberanía. La disputa por la soberanía sobre territorios y poblaciones compromete una dinámica de violencia y agresión contra la ciudadanía, no sólo por parte del Estado, sino también por parte de las guerrillas y el paramilitarismo. De modo que las múltiples experiencias de resistencia civil no armadas de los últimos años en el país van dirigidas no sólo contra el Estado, sino también contra los actores armados irregulares. Estas experiencias -en algunos casos, en otros no-, tienen un alcance “reformista” o reactivo, en el sentido de la ausencia

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de un planteamiento estratégico global sobre el orden político-social necesario para refundar la sociedad, pero contienen, así mismo, un potencial de transformación revolucionaria, tanto de la sociedad como del poder político. Por último, casi imperceptiblemente, hemos situado al lado de la categoría resistencia la de civil no armada. Para el caso colombiano, consideramos conveniente subrayar los apelativos de civil y no armada para la resistencia, aunque por razones diferentes a las de la mayoría de los estudios del tema en el país. Esto nos obliga a efectuar, aunque brevemente, algunas precisiones en el contexto del conflicto armado en Colombia. La perspectiva teórica que aquí intentamos delinear acerca de la resistencia civil no armada subraya la advertencia acerca del equívoco a que induce la expresión “civil” al momento de establecer las lógicas y alcances de la acción colectiva en el concepto de resistencia, tal como lo intentamos hacer más arriba al referirnos al planteamiento de M. Randle. Por lo general, este equívoco hace que muchas interpretaciones –hoy dominantes en los medios académicos- sólo incluyan bajo el concepto de resistencia civil a manifestaciones civilistas, pacíficas y no violentas de la ciudadanía, y dejen de lado experiencias históricas, pasadas y presentes, en las que los civiles (la ciudadanía) se ven conminados o forzados a echar mano del recurso de las armas para defender sus derechos y autonomía y oponerse a las diferentes estructuras y actores de dominación. Desde nuestra propia perspectiva, el hecho de las armas como recurso o estrategia de acción no le quita para nada el carácter civil a las formas de resistencia realizadas por ciudadanos en contextos en que éstas se imponen como estrategias de acción inevitables. Por otra parte, la experiencia histórica es, en realidad, bastante prolija en expresiones de resistencia civil armada.169 De modo que el carácter civil que aquí le conferimos al concepto de resistencia no proviene del sentido no violento de la acción colectiva, sino ante todo del carácter de sus protagonistas y del alcance de sus objetivos. Sus protagonistas son ciudadanos y no combatientes, no son soldados miembros de ejércitos ni gente que vive en función de o para el oficio de la guerra. Son ciudadanos, que forzados a defender sus derechos (civiles, políticos, sociales, culturales o nacionales) y su autonomía contra cualquier régimen o actor político de dominación, pueden o no recurrir a las armas en sus acciones colectivas, según las circunstancias sociales o políticas en las que se ven situados. Por consiguiente, vale la pena diferenciar, entre el hecho real de experiencia recientes de resistencicia civil en Colombia no armada, y la prescripción -basada por lo general en estos mismos hechos reales- según la cual la resistencia civil para ser civil tenga que ser siempre y necesariamente no violenta. Lo antes dicho nos ha de permitir aclarar, por otra parte, el carácter no armado de la resistencia civil. De acuerdo con nuestra perspectiva, cuando hablamos de resistencia civil no armada lo hacemos para designar exclusivamente unas estrategias de acción y un modo de actuar que no se basan ni en la violencia ni en las armas como recursos de acción, sino en los medios propios que caracterizan a las acciones colectivas de resistencia civil no armadas, como por ejemplo, las manifestaciones públicas, las tomas civiles de edificios públicos, la huelga, el boicot, el éxodo voluntario, la desobediencia civil, la no colaboración, entre otros. Lo cual nos permite diferenciarlas, no sólo de las formas de resistencia civil armadas, sino también del movimiento o la doctrina filosófica política de la no violencia. Cabe advertir, sin embargo, que el sentido que aquí le damos al carácter no armado de

169 Hardt y Negri lo han ilustrado profusamente en su genealogía de la resistencia. Cfr. Multitud.

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la resistencia civil como estrategia de acción, no excluye que de ella hagan parte, como posibilidad o como realidad, grupos o actores colectivos inspirados en el movimiento de la no violencia, así como otros inspirados en cualquier otra doctrina o pensamiento filosófico político como el marxismo, el anarquismo y el pacifismo entre otros.170

1.4 Resistencia y acción colectiva La resistencia civil no armada de interés en esta investigación es aquella surgida bajo múltiples formas de acción colectiva, por tanto la desobediencia civil, la no-colaboración, las marchas, las expresiones culturales, lúdicas y deportivas, la fiesta, el carnaval, las tomas de oficinas públicas, la obediencia pasiva, la objeción por conciencia y otras prácticas de resistencia civil no armada que serán presentadas más adelante, tienen importancia en tanto se han efectuado por actores colectivos heterogéneos, de acuerdo a distintas identidades sociales, políticas y culturales, pero con una lógica común de acción de no-sometimiento al poder, tanto a aquel poder derivado del uso de la fuerza en la confrontación armada como frente al poder derivado del modelo social y económico neoliberal, en los contextos de análisis de las tres comunas, 8, 9 y 13 de Medellín. En este sentido, se presenta en este apartado la concepción de acción colectiva y los distintos elementos o componentes relevantes de la acción movilizadora, destacando aquellas de mayor aporte en relación con la resistencia civil no armada. Las acciones colectivas son “eventos” políticos y sociales que pueden ser interpretados a partir de sus rasgos y características de existencia, en dichos eventos los distintos colectivos se proponen cambiar algunas condiciones de sus vidas y entornos, buscando con ello enfrentar una situación social injusta, solitaria y el logro de demandas materiales comunes. Sin embargo, su sentido es más profundo que la simple visión instrumental de la acción, por ello las acciones colectivas, siguiendo a Alberto Melucci171, construyen sistemas emergentes de cultura política que se entretejen con la vida diaria, proveen nuevas expresiones de identidad y van en oposición directa al orden dominante; estas acciones son el recurso “escénico” por excelencia de los subalternos en la apertura de las luchas de poder por fuera de los mecanismos de participación y representación institucional/estatal; tales eventos y puestas en escena, sin embargo, no deben entenderse en el sentido convencional como grandes acontecimeintos o rupturas dramatizadas del proceso histórico, sino como momentos especialmente significativos en el devenir de la vida cotidiana de las comunidades. Sin embargo, en el universo de las relaciones sociales las lógicas que han orientado la acción colectiva han sido diversas de acuerdo a las trasformaciones histórico-sociales que se estén viviendo.172 Así, las acciones colectivas son expresiones visibles o no de una orientación política, ya

170 Cfr. PONTARA, Giuliano. No violencia. En: Norberto Bobbio, et. Al. Diccionario de Política (suplemento). Siglo XXI. México. 1988. 171 MELUCCI, Alberto (1996): “The process of collective identity”, en: Challenging Codes. Collective Action in Information Age, Cambridge. Cambridge University Press. pp. 68-77. 172 La lógica y motivación que orientó la acción colectiva del movimiento nacional-socialista alemán que detonó en el siglo XX durante la segunda guerra mundial fue muy diferente a la que orientó al movimiento obrero en Rusia para la misma época. Así mismo, fue otra la lógica que orientó las acciones colectivas de los plebeyos en Inglaterra en el siglo XVIII en defensa de las costumbres conservadoras frente a inserción del proceso económico capitalista, véase al respecto LANDER, Edgardo. “Ciencias Sociales: Saberes coloniales y eurocéntricos”, La colonialidad del saber:

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sea en defensa del establecimiento político y económico imperante, o en protesta, resistencia, oposición a ese orden social establecido, o en construcción de alternativas identitarias de civilidad y ciudadanía. Además, no están determinadas, necesariamente, por un amplio nivel de representatividad, se refiere a eventos en el sentido indicado anteriormente, que pueden ser protagonizados por un solo actor social y en coyunturas específicas, sin por esto considerarlos necesariamente espontáneos o involuntarios. Desde la perspectiva de la acción colectiva, cualquier acto práctico de resistencia civil se produce y articula en la consonancia de una serie de componentes y aspectos de la vida colectiva organizativa sin los cuales se hace más compleja su realización y comprensión. Así, la producción de las expresiones de resistencia civil no armada, por más insignificante y espontánea que aparezca ante la opinión pública en determinado momento, se construye y se nombra debido a la precisa coincidencia de distintos componentes y elementos de articulación. Hay distintas cuestiones relativas a la producción y el conocimiento de las expresiones de resistencia civil no armada para las cuales resultan pertinentes algunos elementos del marco teórico desarrollado hasta hoy sobre la acción colectiva, algunas de estas cuestiones tienen que ver con el origen de la acción colectiva de resistencia civil no armada y las distintas lógicas de acción que pueden mezclarse en dicha orientación, así como, la forma organizativa adquirida y el impacto obtenido con la acción movilizadora de la resistencia civil no armada, la definición de los actores colectivos y el modo cómo han logrado actuar conjuntamente y mantenerse ya sea frente a sus adversarios o en un proyecto de movilización social sostenido frente a las situaciones de conflicto armado y exclusión socioeconómica. Aspectos de la acción colectiva que contribuyen a la caracterización que nos proponemos en los análisis de casos y a responder, entre otras preguntas, ¿Cómo se movilizan los actores en resistencia civil no armada? ¿Cuáles son esos mecanismos de resistencia civil no armada que se llevan a cabo como expresión de su descontento e insubordinación frente al conflicto armado y la exclusión socioeconómica? Otros aspectos a ampliar en este marco de análisis de la acción colectiva son: el análisis crítico del discurso noticioso que los medios masivos de comunicación construyen y emiten en el abordaje de los diferentes repertorios sobre las acciones colectivas de resistencia civil no armada, la mayoría de las veces reforzando el poder y legitimidad de las élites políticas y empresariales en detrimento del poder desplegado por los actores sociales, políticos y culturales movilizados. Así mismo, se busca profundizar en cuestiones tales como los distintos factores condicionantes internos y externos a los actores sociales para la producción de la movilización de resistencia civil no armada durante el periodo de interés, los procesos de construcción de identidad colectiva, la formación y la movilización de la acción, las perspectivas existentes que han significado y direccionado dicha acción de resistencia. El despliegue y poder de las acciones colectivas se evidencia no sólo en las calles con la realización de marchas y plantones o con la existencia de ciclos de protesta, su mensaje movilizador se transmite a través de nuevos medios como el Internet, en acciones más discretas y soterradas del poder, en la conversación cotidiana y el encuentro con el otro, o en las conmemoraciones de

eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.) CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina. Julio de 2000. pp. 22.

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eventos significativos política y socialmente -con la realización, por ejemplo, de carnavales por la vida en fechas que recuerdan un evento trágico y violento, o incluso, en actividades económicas de auto-sostenimiento, casi en contravía del orden productivo imperante. De este modo, la acción colectiva va inaugurando nuevos canales de comunicación y participación, nuevas relaciones entre medios y fines, conforme se van articulando y reconfigurando las relaciones de poder en el contexto territorial, cultural, económico y político en el que se desenvuelven. Tal como lo ha planteado el estudioso de estos temas, Charles Tilly, cada cambio cultural viene acompañado de sus propios repertorios para la acción colectiva. Se enuncian a continuación algunos de sus elementos estructurantes a partir de los cuales académicamente se ha dado cuenta de preguntas estratégicas sobre cómo surgen y se sostienen en el tiempo, y también de preguntas ontológicas, sobre por qué se presentan dichas expresiones colectivas. Se busca así, una caracterización de la acción colectiva desde una perspectiva multidimensional al mismo tiempo que singular, basada en el análisis del origen, los condicionantes internos y externos, además de otros elementos que en un determinado momento son estructurantes de la experiencia política colectiva, de acuerdo a la historia política, social y a las practicas culturales que contextualizan cada experiencia movilizadora, sin con esto pretender que cada acción colectiva esté estructurada por todos los elementos que mencionaremos pero asumiendo, a su vez, una postura distante frente a los enfoques caracterizados por la exclusividad en uno cualquiera de los componentes al considerarlo como el central y determinante para la existencia de la acción.

• La injusticia El componente de la injusticia se origina a partir de las situaciones experimentadas de desigualdad material y simbólica, la primera, la desigualdad material, ha sido explicada en diversos estudios con la existencia de contradicciones estructurales y las tensiones derivadas de esas contradicciones sociales, relacionadas con el modelo económico de producción y acumulación de riqueza, visiblemente excluyente de grandes masas de población en las ciudades metropolitanas en el contexto de globalización económica neoliberal. Frente a la segunda, la desigualdad simbólica, íntimamente articulada con la anterior, la injusticia se origina en las situaciones experimentadas de desigualdad social, política, cultural y de género, con la utilización de medios violentos para la dominación y la negación del derecho a la diferencia de las llamadas “minorías” sociales. La duración y continuidad de una relación desigual depende de lo convencional y aceptada que sea esa situación en un entorno social y cultural particular, en el momento en el que una situación de desigualdad persistente, parafraseando a Tilly,173 es cuestionada o es puesta en entre dicho como no-natural y es discutida por un grupo de personas que se sienten afectados se convierte en una situación susceptible de transformación, es en este punto donde se introduce la percepción de una injusticia como componente para la acción. Es decir, la experiencia de la desigualdad per se es insuficiente en la explicación del surgimiento de la acción colectiva, hace falta algo más, por ejemplo que esa situación experimentada sea percibida como injusta y dicha apreciación sea compartida por un grupo social o colectivo dispuesto a declararse en resistencia a tal situación. La idea de la formación de las movilizaciones y acciones colectivas a partir de agravios percibidos por un grupo, no desconoce el peso del argumento planteada por Tilly acerca de que los agravios derivan en

173 TILLY, Charles (2000): La desigualdad persistente, Manantial, Buenos Aires, pp. 302.

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conflictos de intereses de orden estructural articulados en las instituciones sociales.174 Sin embargo, la injusticia como categoría es útil al entendimiento de la producción de la acción colectiva en tanto es percibida, nombrada, recreada por los actores sociales.

• La eficacia de la acción

Este componente de la acción colectiva se refiere a la creencia en la posibilidad de alterar aquella situación o condición social percibida como desigual o injusta, esto implica creer en la eficacia colectiva y negar la inmutabilidad de la situación indeseable. Este proceso constructivo sobre la eficacia de la acción requiere de la existencia de un marco de pronóstico dentro de la acción colectiva. Retomando a Snow y Benford, este marco de pronóstico implica la definición de criterios o mecanismos de acción para la solución de un problema o estado de relaciones injustas (lo que se necesita hacer: la identificación de estrategias, tácticas y objetivos), aunque cabe anotar, que no siempre el desarrollo de las acciones colectivas está precedido de la elaboración o percepción de este marco de pronostico por parte de los actores colectivos, pues muchas de ellas, como las que corresponden en muchos casos a las experiencias de esta investigación, se desarrollan con cierto nivel de inconciencia, intuición y espontaneidad, más que a partir de decisiones racionalmente concebidas. Este marco de significado, o código alternativo, como lo afirma Enrique Laraña, es un recurso cognitivo del movimiento que le permite mantenerse unido y enfrentarse a las estructuras de poder, es decir, adquirir visibilidad pública.175 En el caso de la acción colectiva de resistencia civil no armada, se requiere de la construcción de códigos colectivos, en los que las estrategias para resistir a la guerra, a la explotación y a la exclusión económica y social, sean fácilmente comunicados, compartidos y representados tanto práctica como discursivamente por las personas activistas y lideres de la acción movilizadora y también por cualquier otro participante que se solidarice con el evento (debería ir a las conclusiones, como uno de los vacíos o debilidades por superar). En la construcción de la eficacia de la acción colectiva, en particular en aquella acción orientada por la lógica de la resistencia civil no armada, los mensajes y los canales o redes de apoyo tienen un papel relevante, Alberto Melucci ha planteado en diversos trabajos176 que la existencia misma de la acción colectiva es un mensaje para la sociedad en la que emerge, como ya mencionamos connota un conflicto simbólico con el estado de relaciones sociales y situaciones de agravio que el actor colectivo manifiesta. Sin embargo, en la construcción discursiva de los agravios, las motivaciones y las estrategias de acción interactúan y son interpeladas permanentemente con las desigualdades materiales y las tensiones derivadas de las múltiples situaciones en desigualdad persistente. Así como las relaciones sociales en desequilibrio y las desigualdades materiales son persistentes, en parte por estar sostenidas en discursos legitimadores y naturalizadores de esa realidad, el argumento desde una perspectiva crítica, es que el carácter ideológico del discurso puede ser persuasivo también, contribuyendo a una nueva posición de la gente como sujetos sociales. En el caso de las acciones colectivas de resistencia civil no armada, una vez alterada la mirada 174 TILLY, Charles. (1978): From Mobilization to revolution, Reading, Addison- Wesley. 175 LARAÑA, Enrique. (1999): La Construcción de los movimientos sociales, Madrid, Alianza Editorial, pp. 200. 176 MELUCCI, Alberto. (1994) op. Cit.; Melucci, Alberto (1995): “El conflicto y la regla: movimientos sociales y sistemas políticos”, en: Revista Sociológica Vol. 10, No. 28: Actores, clases y movimientos sociales II, mayo-agosto, pp. 225-233. MELUCCI, Alberto. (1996): “The process of collective identity”, en: Challenging Codes. Collective Action in Information Age. Cambridge, Cambridge University Press. pp. 68-77.

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convencional de las relaciones existentes por parte de un grupo en particular, se va haciendo necesario comenzar a indagar en el horizonte de posibilidades para la no colaboración, para la confrontación, la alteración del sometimiento y la transformación de esa experiencia indeseable. Con respecto al papel fundamental de las redes sociales, las relaciones que el actor protagonista de la movilización de resistencia civil establezca con organizaciones sociales, políticas e instituciones nacionales y del extranjero, puede facilitar la formación, acumulación y despliegue del poder movilizador, por el contrario el aislamiento del actor colectivo en resistencia civil puede dificultar la acción, limitar los resultados e incluso poner en situación de vulnerabilidad a los lideres y activistas frente a sus adversarios, situación que algunas de las experiencias investigadas no han podido superar. Precisando la definición sobre las redes y su aporte a la acción colectiva: las redes son formas de interacción social en “las que se produce el intercambio continuo de ideas, servicios, objetos, modos de hacer. La red es sobre todo una estructura social que permite difundir y detener, actuar y paralizar, en la cual las personas y la sociedad encuentran apoyo y refugio, además de recursos”.177 Las redes se sustentan en el recurso humano y además involucra la posibilidad de movilizar otro tipo de recursos –logísticos, económicos, técnicos-, que modifica el posicionamiento político del actor social. A partir del entorno social de donde surge el actor colectivo, se enlaza con redes sociales (de líderes, técnicos, activistas), políticas (partidos y organizaciones políticas legales y clandestinas) e institucionales (centros educativos, iglesias, oficinas del poder público y de gestión de las políticas públicas) en una relación que articula recursos y poder para la sostenibilidad e impacto del proceso organizativo.

• El contexto político y social visto como oportunidad o amenaza para la acción Los autores más reconocidos de la perspectiva contextual y estratégica sobre la acción colectiva son Charles Tilly y Sidney Tarrow, entre las preguntas que han orientado sus trabajos, destacamos cuestiones como ¿Cuáles son las condiciones que rodean la acción colectiva? ¿Cómo se mantiene la acción? En el desarrollo argumentativo de estos cuestionamientos se sirven de dos categorías claves; la primera, es el papel que tiene la estructura de las oportunidades o contenciones (amenazas); ya sea porque facilita o porque inhibe la acción colectiva respectivamente. Y la segunda categoría es la de los repertorios de movilización; como aquellas modalidades de acción utilizadas por la gente para generar apoyo y lograr los objetivos de la movilización. Un aporte central de esta teoría plantea que la eficacia de la acción colectiva depende, y está condicionada por la capacidad contenciosa o abierta del sistema político, jurídico, económico y social, que en nuestro caso involucra también a los actores armados irregulares y sus dinámicas de violencia y control territorial. Lo relevante de la estructura de oportunidades como componente para la acción colectiva, es que además de los agravios y tensiones derivadas de los conflictos de intereses de orden estructural, y de los factores estratégicos para la movilización mencionados anteriormente, los procesos políticos son también determinantes del éxito o fracaso de la acción colectiva. Los procesos políticos son los

177 GONCALVES DE FREITAS, Maribel y MONTERO, Maritza (2003): “Las redes comunitarias” en: MONTERO, Maritza. Teoría y práctica de la sicología comunitaria, Paidós. pp. 173-201.

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referidos a aquellos cambios en las relaciones de poder, dichos cambios pueden ser los que se vivan al interior de las instituciones políticas o por fuera de ellas. “El razonamiento básico es que los cambios en la estructura de las oportunidades y las restricciones políticas crean los principales incentivos para iniciar nuevas etapas de acciones colectivas.”178 Para Tarrow,

Los descontentos encuentran oportunidades favorables para reclamar sus demandas cuando se abre el acceso institucional, cuando emergen conflictos entre las elites, cuando pueden conseguir alianzas y disminuye la capacidad represora del Estado. Cuando todo esto se combina con una percepción elevada de los costes que supondría la inacción, las oportunidades dan lugar a episodios de acción política colectiva.179

Hay un marcado énfasis en el análisis de Tarrow a presentar las oportunidades desde un marco proactivo e institucional para la acción colectiva, al respecto el autor plantea unas dimensiones básicas de las oportunidades: “1. apertura del acceso a la participación de nuevos actores; 2. las pruebas de nuevas alianzas políticas en el seno del gobierno; 3. la aparición de aliados influyentes; 4. la aparición de divisiones entre los dirigentes; y 5. una disminución en la capacidad o la voluntad del Estado de reprimir la disidencia”.180 Sin embargo, las oportunidades para la acción colectiva también pueden ser interpretadas desde la existencia de un exceso de restricciones y por consiguiente la negación y resistencia que experimenta un actor colectivo al estado de relaciones de dominación y condiciones políticas, económicas y sociales existentes. Lo que nos remite a la definición de potencias de Negri “La potencia se forma en el dolor”, dice Negri, “más aún, afirma que ‘todos los grandes sujetos colectivos se forman a partir del dolor, al menos aquellos que luchan contra la expropiación del tiempo de la vida que decreta el poder’; pero el dolor no es posible contarlo, trasmitirlo, sólo compartirlo; por eso, porque ‘desborda la lógica, lo racional, el lenguaje’, es entonces ‘una llave que abre la puerta de la comunidad’”181 Así que, aunque es cierto el planteamiento de Scheper-Hughes que “No debemos menospreciar el papel que juega el hambre, la escasez o la brutalidad del terror policial en la aminoración de las posibilidades de acción colectiva”182, desde la lógica de la resistencia civil, las oportunidades para la acción colectiva son las potencias formadas a partir del oprobio, del dolor, de la negación, de la violencia desatada en los estados de guerra y de la exclusión social y económica del modelo económico imperante. Lo más relevante en el desarrollo de las potencias para la movilización de resistencia civil es la fuerza intrínseca para contrarrestar la situación de injusticia percibida. Frente al anterior argumento, es necesario considerar que las interpretaciones y construcciones colectivas, tanto de las oportunidades como de las amenazas para la acción, dependen de la percepción que de ellas hace el grupo o actor colectivo en resistencia civil no armada. Así como también dependen, de la capacidad y estructura organizativa que tenga el grupo movilizador de la

178 TARROW, Sydney. Op. cit., pp. 29 179 Ibíd., pp. 110. 180 Ibid, pp. 116. 181 NEGRI, Antonio. (2003): Job: la fuerza del esclavo. Buenos Aires: Paidós, p. 147. Citado por Raúl Zibechi, (2007): Dispersar el poder. Los movimientos sociales como poderes antiestatales, Bogotá, Ediciones Desde Abajo. pp. 36. 182 SCHEPER-HUGHES, Nancy (1997): La muerte sin llanto. Violencia y vida cotidiana en Brasil, ed. Ariel: Barcelona. pp. 487

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acción; por ejemplo, la represión sobre una manifestación política y social puede ser un factor desestabilizador y desarticulador de la movilización, pero también puede llegar a ser un factor fuerte de dinamización de la acción al movilizar grupos de simpatizantes, activistas hasta ahora alejados y apoyos externos, que antes del episodio represivo no se habían movilizado. Así mismo, la acción colectiva tiene mayores posibilidades de surgir cuando los actores sociales tradicionalmente más relegados de las esferas del poder dominante tienen oportunidades de acceder a la escena pública, pero igualmente, puede tener las mismas posibilidades de surgir cuando las amenazas sobre el grupo o los objetivos del grupo movilizado son más vulnerables en la inactividad que en la acción. Esto es porque, desde la perspectiva defendida aquí, el contexto político está relacionado con las distintas prácticas sociales y culturales que se desarrollan en un territorio, lo que es considerado oportunidad o lo que es considerado amenaza por los actores sociales depende de sus propias practicas socioculturales, de sus experiencias cotidianas frente a las condiciones educativas, sociales, culturales y las relaciones de poder inscritas en un entorno particular. Desde esta perspectiva, son relevantes en el análisis todos los elementos externos, facilitadores, o por el contrario obstaculizadores de la movilización; la apertura o cierre del sistema político y jurídico, la renuencia o no de los ciudadanos a manifestarse, la existencia de alianzas o, por el contrario, relaciones de desconfianza y aislamiento entre organizaciones gubernamentales, no gubernamentales y comunitarias. A su vez, son estos elementos, los que además de ser otros condicionantes de la acción colectiva son enmarcadores de los repertorios y cambios de repertorios de acción. Para Charles Tilly el cambio de repertorios es analizado a partir de un conjunto de transformaciones de las acciones colectivas externas (expansión del Estado, expansión industrial, proletarización de la población etc.) e internas (atinentes al proceso acumulativo de innovaciones de las acciones y convenios con los distintos contendores de las luchas, como las autoridades, aliados y adversarios) todo ello basado en la historia política británica. Así, es el tipo de estructura política la que va posibilitando o dando paso a distintos repertorios de movilización, como una transformación que se va produciendo gradualmente a través de la historia. Sin embargo, la perspectiva teórico-metodológica que aquí defendemos busca superar el análisis exclusivista sobre la acción colectiva, eligiendo una mirada multifactorial y multidimensional de la acción. De este modo, es necesario incorporar al análisis de los anteriores componentes mencionados y al mismo análisis sobre los condiciones contextuales para la acción, el elemento identitario, que de cuenta de la cohesión de grupo que logra superar las condiciones políticas adversas a pesar de las amenazas existentes, o aprovechar las oportunidades para el fortalecimiento y sostenibilidad de la acción. A continuación se presentará lo que caracteriza a este otro componente fundamental de la acción colectiva, la identidad.

• La identidad

El último componente que analizamos de la acción colectiva para efectos de ésta investigación, esta referido a la relevancia de la existencia de una identidad colectiva para la realización de la acción, debido a que no bastan los aspectos estratégicos organizacionales ya mencionados sino están sustentados en los valores, las creencias, los acumulados sociales y otros elementos vinculantes, que hagan coincidir a las personas de manera decidida para la acción. Tal es el caso del

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planteamiento del proceso constructivo de la identidad colectiva de Alberto Melucci y de las creencias compartidas y la solidaridad puesta a prueba de William Gamson.183 Sin embargo, las negociaciones e interacciones mantenidas por el grupo movilizador en su estructura organizativa también hacen parte de esa construcción de la identidad colectiva, alrededor de la definición de los objetivos e intereses compartidos por el grupo, los repertorios de acción elegidos, entre otros. La construcción de una identidad en el marco de la acción colectiva se basa en la creación de incentivos colectivos como la solidaridad, los valores compartidos, la definición de grupo; que la mayoría de las veces se trata de definir un Nosotros en oposición a un Ellos, marcando la diferencia entre intereses y valores de un grupo con las otras personas ajenas a ese grupo o colectivo. En la teoría de los “Nuevos Movimientos Sociales” el concepto de identidad colectiva implica la oposición directa al orden dominante. Sin embargo, Alberto Melucci argumenta que la creación de una identidad colectiva que mantiene la fidelidad y el compromiso de los participantes es un logro cultural en sí mismo, indiferente de su contribución al logro de las metas políticas organizativas. En esta perspectiva, se parte del reconocimiento de la capacidad del actor social para definirse a sí mismo y a su entorno. Que un actor social elabore expectativas y evalúe las posibilidades y límites de su acción implica una capacidad para definirse a sí mismo y a su ambiente, a este proceso de construcción de un sistema de acción lo llama Melucci Identidad colectiva. La Identidad colectiva: “no es sino una definición compartida del campo de oportunidades y constricciones ofrecidas a la acción colectiva”. “compartida” quiere decir construida, negociada mediante procesos continuos de “activación” de relaciones sociales que conectan a los actores,184 pero que de ninguna manera omite el referente del conflicto o la contradicción a un otro u otros. Estamos así, ante un componente vinculante, y a la vez contenido en los otros elementos mencionados para el éxito o no de las acciones colectivas de resistencia civil no armada. La identidad colectiva se construye en la interacción con los intereses y motivaciones percibidas como agravios; produciendo significados sobre la estructura social, las practicas culturales y el orden económico y de poder establecido, que son puestos en común entre un grupo poblacional -sectorial o amplio de la sociedad-. La identidad también se construye en el trabajo organizativo movilizador y formador del consenso social al crear nexos ideológicos, filiales y solidarios frente las experiencias cotidianas de la gente. Así como también se construye identidad en la activación de la movilización con la creación de marcos interpretativos de la realidad. Finalmente, el contexto político tiene importancia en la facilitación o no de la movilización en tanto se construyen unas identificaciones del grupo del modo como deben ser leídas las oportunidades o las amenazas externas para la acción. Un aspecto al que no se le ha dado mayor relevancia en las distintas perspectivas contemporáneas sobre la acción colectiva, es la relación que ésta establece con las relaciones hegemónicas de dominación en la sociedad, el significado que tienen los distintos condicionamientos provenientes de un poder hegemónico frente a esas acciones colectivas emergentes, singulares y alternativas. La hegemonía remite a la idea de una visión del mundo predominante en la sociedad, dicha visión está

183 GAMSON, William (1995): “Constructing Social Protest”, en Hank Johnston y Bert Klandermans (eds.), Social Movements and Culture, Minneapolis, University of Minnesota Press. pp. 85-106. 184 MELUCCI, Alberto (1999): Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. El colegio de México, México D.F., pp. 79. Documento consultado en Internet.

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materializada en las relaciones sociales y de producción económica, aunque también se materializa, en el conocimiento común, en el lenguaje cotidiano y en la opinión pública general.

La hegemonía, en estos términos, no puede ser circunscrita al poder económico o militar, aunque éstos formen parte de los argumentos de construcción de los discursos de verdad. El poderío militar y la organización económica, para ser eficaces, deben convencer de su infalibilidad y de su inmanencia, pero deben estar también integrados a una visión de mundo capaz de brindar una explicación coherente en todos los campos, incluso en el de la vida cotidiana. (…)La dominación se reproduce en lo cotidiano y en la creación de sentidos comunes que perciben y reproducen las relaciones sociales como relaciones de poder.185

Las acciones colectivas de resistencia civil no armada se entienden aquí como procesos colectivos de identidad alternativa y contra-hegemónica frente a las condiciones de exclusión socioeconómica y de guerra. Reconociendo así, su papel protagónico de confrontación política, social y simbólica frente al orden hegemónico establecido. Por tanto, la precisión sobre la postura de la lógica de la acción colectiva de resistencia, es aquella según la cual, las relaciones sociales tienen horizontes de posibilidad diferentes a los regidos por el orden social hegemónico basado en la centralidad del poder del mercado, manifestado en las relaciones de dominación y el modo de vida neoliberal. A su vez, es la identificación con una lógica de acción emergente de la ciudadanía frente al modelo de solución de los conflictos por la vía armada, a modo de otro sentido de ciudadanía que involucra un modo alternativo de sociedad, basado en la diversidad política, económica, social y cultural. Afirmando así, de acuerdo con Ana Ester Ceceña que,

La insubordinación de los excluidos, de la multitud, de los pueblos en resistencia es hoy una amenaza real, no a la hegemonía estadounidense sino, a través de ella, a la hegemonía capitalista en el sentido más amplio. Cuando la disputa es por los elementos esenciales para la conservación de la vida, la insurrección se convierte en mecanismo de supervivencia. No hay correspondencia entre la capacidad tecnológica y la escala de incorporación al sistema. (…)(Estos mecanismos de supervivencia) son en su mayoría zonas de resistencia y alternativa, con cosmovisiones propias capaces de ofrecer otras visiones de mundo. 186

Con la centralidad de un orden de poder basado en la concepción moderna de racionalización económica y de significación del ser humano; que involucra sistemas de producción no sólo económicos, sino también sociales, políticos y culturales, también logran surgir órdenes sociales alternativos, es ese el sentido y lugar de la acción colectiva de resistencia civil no armada, la eficacia de la acción depende de su capacidad para disputar y ampliar las visiones y proyectos alternativos de sociedad que la resistencia civil engloba. Se valida aquí una concepción de la política que opta por la diversidad en la acción más que por el reconocimiento de un bloque aglutinante que estandariza unas practicas políticas y discursivas dominantes de la sociedad. La multiplicidad de mecanismos de los actores colectivos locales que se resisten a ser incorporados en las propuestas objetivables y abarcadoras de la organización social, tendrán que ser analizados, no como lo 185 CECEÑA, Ana Esther. “Estrategias de construcción de una hegemonía sin límites” en Ceceña, Ana Esther coord. Hegemonías y emancipaciones en el siglo XXI. Buenos Aires. CLACSO. 2004. Documento Consultado el 11 de enero de 2008 en: http://www.geopolitica.ws/media_files/download/geopolitica10.pdf, pp. 2 186 Ceceña, Op. Cit. pp. 6 y 10.

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accesorio en las relaciones de poder, sino como fuerzas vivas y específicas afirmadas desde sus propias experiencias de lucha.

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2. NEOLIBERALISMO Y GUERRA: LOS EJES DE LA RESISTENCIA CIVIL NO ARMADA EN LAS COMUNAS 8, 9 Y 13 DE MEDELLÍN

Como hemos dicho en otro lugar, Colombia es quizás el único país de América Latina en el que la dinámica y características del poder hegemónico del capitalismo mundial se conjugan de manera integral. Los dos grandes ejes de este poder hegemónico son: por un lado, la guerra internacional contra el terrorismo, declarada por el presidente de los EEUU de Norteamérica George Bush tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, configurando un estado mundial de guerra o de guerra general y global, como lo caracterizan Hard y Negri; y, por otro lado, la continuidad, consolidación e intensificación hegemónica de la globalización neoliberal de la economía, impuesta por los países del capitalismo metropolitano sobre los países periféricos, a través de instituciones financieras transnacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en asocio con las clases dominantes nativas. En la conjugación de estas dos tendencias mundiales, radica la excepcionalidad de Colombia en el escenario latinoamericano y la especificidad del contexto de acción de las experiencias de resistencia civil no armada de los últimos años. Mientras la mayoría de los países de la región encaran el desafío de la globalización neoliberal y sus efectos perversos en términos de desigualdad, exclusión social e inestabilidad institucional, Colombia debe enfrentar adicionalmente los términos de una guerra endémica de más de cincuenta años que la somete aún más a los vaivenes de la política internacional. Con el propósito de contextualizar histórica y teóricamente el problema de la resistencia civil no armada en las comunas 8, 9 y 13 de Medellín entre 2002 y 2006, efectuaremos una aproximación a los ejes constitutivos de este contexto, como son el neoliberalismo y la guerra, empezando por una aproximación inicial y breve al escenario de Colombia, y luego más ampliamente a Medellín.

2.1 Neoliberalismo en Colombia Aunque un poco tardíamente si lo comparamos con los países del cono sur de sur América, Colombia aplica y consolida la modernización neoliberal de la economía y de privatización del Estado en los marcos del Consenso de Washington, tal como desde comienzos de los años ochenta lo viene haciendo el resto de países latinoamericanos. Como los demás países de la región, aunque con ritmos y desarrollos diferentes, los gobiernos de Colombia de los últimos veinte años profundizan las políticas de libre mercado, a través de un fuerte intervencionismo orientado a flexibilizar el mercado laboral, el flujo de capitales y del comercio, la privatización de sectores claves de la economía nacional como las telecomunicaciones, la banca, el petróleo, servicios públicos, seguridad social, educación y salud, entre otros. La reciente firma del Tratado de Libre Comercio –TLC- con el gobierno de los EEUU confirma el interés del gobierno del presidente Alvaro Uribe Vélez en profundizar y consolidar el modelo neoliberal instaurado en Colombia desde finales de los años ochenta. Sin embargo, el cambio del anterior modelo de desarrollo que estuvo vigente en Colombia durante la segunda postguerra mundial, basado en el mercado interno y la industrialización sustitutiva con

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regulación social por parte del Estado, por el actual, comúnmente conocido como modelo neoliberal, basado en el libre mercado, la privatización del Estado y la desregulación social, no se produjo con el gobierno del Presidente Uribe. La transición de Colombia hacia el modelo neoliberal de desarrollo inició con el gobierno del Presidente Virgilio Barco (1986-1990), estableciéndose firmemente bajo el gobierno del presidente Gaviria (1990-1994), a través de su política de apertura e internacionalización de la economía, con considerable retraso respecto de las transformaciones acaecidas en la mayoría de las economías latinoamericanas. Este cambio, no sobra advertirlo, respondió tanto a los procesos crecientes de globalización neoliberal de la economía mundo, como a la percepción de pérdida de dinamismo y baja productividad de la economía nacional de cara a los imperativos de inserción a la economía mundial. Con la adopción del nuevo modelo de apertura e internacionalización de la economía, se procedió a efectuar la correspondiente reforma del Estado, tanto en el área del capital, como en el área del trabajo y la política pública social. El “revolcón” inicial empezó con la promulgación de los famosos 62 decretos promulgados por el Presidente Gaviria en diciembre de 1992 al amparo del Artículo 20 Transitorio de la Constitución de 1991, que reformó más de 80 entidades del Estado, bajo las modalidades de reestructuración, fusiones, supresión y cese de participación estatal.187 El sentido de las reformas era muy preciso: reducir el tamaño institucional del Estado y su campo de acción sobre la economía y las políticas públicas sociales, favoreciendo correlativamente un mayor campo de acción al mercado, a quien se confía la suerte del desarrollo económico y social. Complementariamente, se buscaba vender activos del Estado, a través de las privatizaciones (ley 1 de 1990 y decretos 2156 a 2171 de 1992), tanto para afrontar parte del endémico déficit fiscal como para consolidar la lógica del mercado. La desestatización entronizada por el modelo neoliberal implicó, así mismo, decidida remercantilización de lo social, que junto con los masivos despidos de trabajadores oficiales, llevó a mayor exclusión y pobreza. En el cometido de la reforma del Estado, según la lógica neoliberal ya dominante, el Presidente Gaviria hizo aprobar por el Congreso de la República, además, otro paquete legislativo, como la ley 50 de 1990, presentada entonces por el actual Presidente Uribe siendo congresista, que flexibilizaba el mercado de trabajo, con graves consecuencias para las y los trabajadores, pues redujo las garantías y beneficios laborales, liberó el efecto retroactivo y acumulativo de las cesantías, instituyó los contratos laborales a término fijo, y privatizó parcialmente la seguridad social a través de la ley 100 de 1994, presentada también por el hoy Presidente Uribe; por medio de la ley 49 de 1990, estableció la reducción de impuestos y barreras arancelarias a las importaciones (apertura de una sola vía), afectando brutalmente la producción agrícola nacional (trigo, sorgo, algodón, maíz, arroz, café), y llevando al colapsamiento a un número considerable de pequeñas, medianas e incluso grandes empresas, así mismo estableció una tributación regresiva, en la que el impuesto al consumo (IVA) reemplazó progresivamente el impuesto a la renta como principal fuente de recursos fiscales, el cual se ha ido ampliando a través de consecutivas reformas tributarias hasta alcanzar a más del 90% de los artículos de consumo no suntuoso; adicionalmente, a través de la ley 60 de 1993, de descentralización política, administrativa y fiscal, redefinió nuevas funciones y obligaciones entre el

187 NIETO, Emmanuel. “La reforma del Estado Colombiano”. En: revista de la ENS. Marzo-abril de 1993. # 28. Medellín. 1993.

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gobierno central y las entidades territoriales, incrementándose la carga fiscal sobre los municipios y departamentos. Desde la época del “revolcón” del gobierno del presidente César Gaviria188, los sucesivos gobierno de turno se han ocupado de definir la política económica y social en los marcos de este nuevo modelo de desarrollo que le confiere lugar central al mercado a expensas de la intervención y regulación estatal, con ingerencia directa del BM y el FMI; de suerte que la reforma del Estado iniciada desde entonces y que aún no concluye se orienta según el propósito de profundizar las reformas neoliberales, las cuales, para quienes ofician de tutores de las mismas, nunca alcanzan a ser suficientes.189 El gobierno del Presidente Uribe no ha sido precisamente la excepción en conservar el sentido y alcance de la política económica y social de los gobiernos anteriores acorde con el nuevo modelo de desarrollo. Por el contrario, parece más decidido a profundizar las reformas de mercado, de cara al nuevo contexto de negociación y firma del TLC. Además de profundizar la política de privatizaciones y reestructuración de entidades estatales estratégicas, como Telecom, Ecopetrol y el ISS; acomete una nueva reforma laboral a expensas de los trabajadores, la cual flexibiliza aún más la contratación laboral, reduce las horas extras y recorta los pagos extraordinarios de dominicales y festivos; impone una política de ajuste de los salarios del sector público por debajo de la inflación; hace aprobar en el Congreso de la República una nueva reforma tributaria, que incrementa el porcentaje del cobro de IVA y amplía aún más su base gravable, incluyendo el cobro del mismo a las pensiones superiores a los 6 salarios mínimos; igualmente reforma el régimen de pensiones, suprimiendo los regímenes especiales, impone un límite a las mismas no superior a los 20 salarios mínimos y establece pensiones inferiores a un salario mínimo, incrementa el número de semanas de cotización y la edad de jubilación para hombres y mujeres a partir del 2006; igualmente, insiste en efectuar una reforma a la Acción de Tutela, sobre todo para sustraer de su campo de acción aquellos asuntos concernientes a la defensa de los derechos económicos, sociales y culturales de los ciudadanos. El sentido y alcances de estas políticas, además de profundizar, como se dijo, las reformas de mercado, se orientan al desmonte definitivo del Estado Social de Derecho consagrado en la Constitución de 1991, y, consiguientemente, a la reformulación de las políticas públicas en función del mercado. En resumen, la reforma económica y social del Estado bajo el Gobierno del Presidente

188 Con el gobierno del Presdiente Gaviria (1990-1994) se implanta en firme el modelo neoliberal en Colombia, a través de un conjunto de reformas dirigidas a desmontar el modelo de intervencionusmo de Estado y aplicar la apertura económica. Estas reformas comprendían desde la liberalización del comercio exterior y el sector financiero, la privatización de sectores claves de la economía nacional en la banca, el comercio, la producción industrial y los servicios, la reducción del déficit fiscal y restructuración de las finanzas públicas, hasta la privatización de los servicios sociales bajo responsabilidad del sector público. Todo lo cual estuvo acompañado de un proceso de supresión o fusiones de instituciones del Estado, especialmente del orden nacional. Para un análisis de este conjunto de reformas desde el punto de vista jurídico-económico, confróntese el estudio de Jairo Estrada Alvarez, “Las reformas estructurales y la construcción del orden neoliberal en Colombia”, en: Ana Esther Ceceña (coordinadora): Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado. CLACSO. Buenos Aires. 2006. 189 Es muy común escuchar decir por este tiempo a los exministros del Gobierno del Presidente Gaviria que los problemas del crecimiento económico y la pobreza se deben a que las reformas de mercado implantadas por ellos no tuvieron continuidad o simplemente no se han realizado a profundidad, por lo que sugieren una aplicación más ortodoxa y rigurosa de las mismas.

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Uribe Vélez, conlleva una transformación neoliberal del régimen político, cuyos contenidos y alcances se concertan directamente –en muchos casos se acogen obedientemente- con las instituciones financieras internacionales como el FMI y el BM y los gremios económicos empresariales nacionales, pasando por encima del Congreso de la República y los gremios de las y los trabajadores. Los costos sociales de la profundización de las reformas de mercado y privatización del Estado se han hecho sentir con rigor en el estancamiento o deterioro de los indicadores sociales del país en los últimos años. Aparte de las sucesivas reformas tributarias que castigan más el consumo popular y reduce la tributación del capital, o la reforma laboral que lejos de su propósito explicito de combatir el desempleo ha generado mayor informalidad, profundiza la flexibilización laboral y recorta derechos adquiridos como el pago triple de los dominicales y las horas extras, o los recortes a las transferencias fiscales a departamentos y municipios que se habían convertido desde mediados de los años ochenta en la base de las políticas sociales en educación y salud. Al amparo del neoliberalismo imperante, las políticas sociales de bienestar colectivo de la población se privatizan y las que quedan bajo la custodia del Estado no pasan de ser programas asistencialistas de corto vuelo y escaso impacto social. Como lo anota Libardo Sarmiento, uno de los estudiosos más autorizados de la cuestión social en Colombia, la política social no ha afectado la espantosa concentración de la riqueza y las desigualdades sociales, al contrario, el modelo de desarrollo ha profundizado y ampliado las brechas. Según el informe de desarrollo humano de Naciones Unidas (2005), Colombia se encuentra con relación a la distribución del ingreso entre los 10 países más desiguales en el mundo (similar a los países africanos) y entre los tres más inequitativos de América Latina (junto a Guatemala y Brasil). Desde mediados de los 70s, la distribución del ingreso por persona ha pasado de 0.47 en el coeficiente de Gini a 0.58 en la actualidad, once puntos por encima del observado hace 30 años.190 El impacto de esta modernización liberal de la economía se hace sentir especialmente en el bienestar social y la calidad de vida de la mayoría de los colombianos, agravado, además, por la inercial tasa de desempleo que ha llegado a niveles por encima del 11% en las principales ciudades del país, la informalización y precarización crecientes del empleo, la baja cobertura de los programas de educación y salud, la corrupción y el desvío de recursos del Estado para favorecer las redes privadas y clientelistas incrustadas en los organismos oficiales. El reciente informe del Programa de Desarrollo Humano de Naciones Unidas y el balance social del Contralor General de la República, ilustran suficientemente los efectos perversos de estas reformas en términos de desarrollo social: pobreza, indigencia, desempleo, desigualdad y exclusión social crecientes. Según el primero, Colombia descendió en la escala mundial del desarrollo humano, del puesto 63 al 71. Por su parte, en su “Evaluación de la Política Social 2003”, el Contralor general de la República no vacila en calificar dichos resultados como una grave crisis humanitaria: la indigencia se elevó del 30,4% en 1991 a 34% en 2003, y los niveles de pobreza pasaron de 53.8 en 1991 a 64.3% en 2003.

190 SARMIENTO ANZOLA, Libardo. “El proyecto social del uribismo”. Caja de Herramientas. Año 15, No. 115. Bogotá, junio de 2006.

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Lo paradójico de la situación colombiana en este campo, es que mientras la economía crece a ritmos por encima del 4% en los últimos años, la situación de pobreza y exclusión de los colombianos se deteriora crecientemente. Todo lo cual contradice la versión neoliberal del desarrollismo, según la cual con el crecimiento económico llega también el desarrollo social. Por el contrario, en Colombia, además de una guerra política, los colombianos encaran una guerra social, y en ambas, es la ciudadanía la que lleva la peor parte. Sin embargo, se mueve. Aquí mostraremos cómo en contextos adversos como éste, se producen expresiones colectivas de las comunidades urbanas, algunas de resistencia otras de sobreviviencia, para enfrentarlas y construir espacios alternativos de economía social.

2.2 Guerra en Colombia a comienzos del siglo XXI Con el propósito de una delimitación contextual de las experienias de resistencia civil no armadas en Medellín, conviene que realicemos ahora una mirada panorámica a los desarrollos recientes del conflicto armado colombiano, teniendo en cuenta que buena parte de las lógicas y desarrollo del contexto de confrontación y violencia de Medellín, se han realizado en los marcos de las tendencias nacionales, y muchas veces como proyección de las mismas a la ciudad. En este acapite de contexto, presentamos una descripción y análisis breve acerca de los desarrollos y tendencias recientes de la guerra en Colombia, centrándonos en la coyuntura del primero y segundo mandato del Presidente Alvaro Uribe Velez. En Colombia, el siglo XX, culminó en guerra, como el siglo XIX; y el siglo XXI, inició en guerra, como el siglo XX. La guerra ha sido y es constitutiva de nuestra personalidad histórica. Pese a ello, no enfrentamos las mismas guerras de ayer, y las de hoy adquieren dinámicas y cambios súbitos que es difícil poderlas comprender según una misma lógica y modelo. Estos cambios en la naturaleza y alcances de la guerra, tienen que ver, entre otros aspectos, con el contexto cambiante de la política y la manera como se conjuga con ella, que es también constitutiva de nuestra personalidad histórica. Una de las tendencias más marcadas de la confrontación armada en Colombia a comienzos del siglo XXI, es su expansión territorial y urbanización crecientes, que ha llevado a los actores armados a una disputa cerrada por el territorio y la población. El “giro poblacional y territorial” reciente de la guerra es central para comprender, no sólo las dinámicas desplegadas por los protagonistas de la confrontación armada en el territorio nacional, incluidos los centros urbanos donde tienen presencia, sino también para dilucidar las diferentes lógicas y comportamientos que teje y entreteje la población civil y sus organizaciones sociales para sobrevivir a sus efectos y oponer resistencia. Parafraseando a Kalyvas191, una vez la confrontación se intensifica, la supervivencia individual se convierte en la prioridad esencial para la mayoría de la población. En zonas de disputa, la violencia de los actores armados contra la población civil es masiva y selectiva, cada vez más selectiva en proporción al mayor grado de control geodemográfico sobre la zona. En estas condiciones, desde la población civil, la demanda de seguridad brota como el bien

191 KALIVAS, S. “La violencia en mediode la guerra civil”. Análisis Político No. 42. UNAL. Bogotá. Enero/abril, 2001.

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más codiciado, el cual es satisfecho por el actor armado mientras perdura su dominio; y la demanda de lealtad, a cargo de la población civil, se dispensa con labores de información y vigilancia al servicio del actor de turno garante de seguridad. Esta lealtad con el actor armado dispensada por la población civil no debe confundirse con legitimidad, como lo observa Carlos Miguel Ortiz, sino más bien, en muchos casos, como estrategia de supervivencia. El costo de intercambiar seguridad por lealtad, es bastante alto para la población civil: por un lado, porque degüella buena parte de su autonomía, y por el otro, porque la fragmenta. Sin embargo, nos interesa subrayar, que la autonomía y la capacidad de acción de la población civil, no siempre colapsa frente a los protagonistas de la guerra; cada vez es más notoria la capacidad de las comunidades y la ciudadanía para oponerse a la guerra y a sus actores bajo las más variadas formas de resistencia civil no armada, tal como lo veremos más adelante. Tras el fracaso definitivo del proceso de paz de Andrés Pastrana en febrero de 2002, termina imponiéndose la lógica de la militarización.192 De hecho, la política de paz de Pastrana estuvo siempre presa de la lógica de la militarización de la política, y no logró alterarla significativamente, fracasando la posibilidad de instaurar un nuevo ciclo de politización de la guerra. Es claro que el fracaso de la política de paz del Presidente Pastrana no se refiere solamente a la incapacidad del gobierno y las guerrillas de las Farc a establecer unos procedimientos comunes de negociación, sino, sobre todo, a la extrema deslegitimación del mismo ante la ciudadanía, la cual, cansada de la falta de resultados concretos del mismo mientras más duramente la golpeaba la guerra, clama por una salida de fuerza frente al conflicto armado. Este clamor por la guerra se expresa meses después en el triunfo electoral de Alvaro Uribe Velez a la presidencia de la república, que oferta un discurso de mano dura y derrota militar de la subversión, capitalizando a su favor el descontento ciudadano frente al proceso de paz, y es ratificado, posteriormente, en 2006 con su reelección para un nuevo período presidencial. La apuesta por una medición de fuerzas en el terreno de la guerra, goza del consenso de las élites y una amplia legitimidad ciudadana. Si el actual Presidente de la república puede exhibir un amplio capital político a su favor, que se ratifica más tarde con la reelección presidencial, se debe en gran medida a la firmeza mantenida en su disposición a la guerra contra las guerrillas. Los ejes centrales de la nueva estrategia de guerra se encuentran establecidos en la llamada Política de Seguridad Democrática (2003), que conjuga un conjunto de esfuerzos y políticas institucionales con el esfuerzo financiero y logístico del gobierno de los EEUU de Norteamérica contemplados en el Plan Colombia y, más tarde, en el Plan Patriota. Se trata de una convergencia estratégica entre la política internacional del gobierno de los EEUU de Norteamérica contra el terrorismo y el narcotráfico y una estrategia nacional contrainsurgente. Una convergencia estratégica, que por supuesto tiene alcances regionales y no sólo nacionales, tal como se puede inferir tras los procesos políticos recientes en América Latina que han llevado a la instauración de gobiernos de izquierda con relativa independencia de la política de seguridad continental del gobierno de los EEUU de Norteamérica.

192 Para una aproximación de la distinción entre miitarización de la política y politización de la guerra, cfr. NIETO, Jaime Rafael. “Guerra y política o la otra cara del almendrón colombiano”. En: Jaime Rafael Nieto (compilador): Colombia en la coyuntura de 2003. Departamento de Sociología. Universidad de Antioquia. Medellín. 2004.

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Como se dijo antes, Colombia, a diferencia de los otros países de la región, es el único país de América Latina que además de profundizar las reformas neoliberales vive un estado de guerra permanente por más de medio siglo. Este estado de guerra permanente se agrava en sus diferentes dimensiones con el nuevo contexto mundial de “guerra contra el terrorismo”. Por un lado, porque aleja la posibilidad de construir salidas políticas negociadas al conflicto armado interno conducente a una paz duradera; por otro lado, porque favorece en la política doméstica colombiana que se impongan gobiernos autoritarios como el de Alvaro Uribe Vélez elegido presidente por dos períodos consecutivos por amplias mayorías electorales. Por otra parte, la versión maniquea, demoníaca y fundamentalista de terrorismo construida y difundida por el gobierno de los EEUU y las potencias capitalistas de occidente y el alineamiento activo e incondicional del gobierno del Presidente Uribe Vélez con la política antiterrorista del gobierno norteamericano, implica que se redefinan los términos del conflicto armado colombiano en perspectiva internacional y no nacional. La política de seguridad democrática desarrollada por el presidente Uribe durante su primer mandato y continuada sin interrupciones en su segundo gobierno, sintetiza la política gubernamental de guerra contra el terrorismo y su compromiso estratégico internacional con la política de “guerra global contra el terrorismo” del gobierno de los EEUU. Este alineamiento incondicional, no sólo ha contribuido a una mayor subordinación de la política nacional a la esfera de influencia de la política norteamericana para América Latina, sino que incluso amenaza con una progresiva regionalización del conflicto armado más allá de las fronteras nacionales, impactando más directamente a países vecinos como Venezuela y Ecuador, tal como lo revelan los graves acontecimientos relacionados con la captura de un comandante de las Farc en territorio venezolano sin autorización de su gobierno, los conflictos producidos por la participación del Presdiente Hugo Chavez en la liberación de secuestrados en manos de las FARC, la violación del territorio ecuatoriano con la fumigación de sembrados de cocaina y el bombardeo del campamento de Raúl Reyes por parte del Ejército colombiano, que suscitó el rechazo de la OEA y una crisis diplomática de gran envergadura con el Gobierno de Ecuador. Aceptando la lógica y los términos de la guerra global que impone la subordinación a los poderes hegemónicos mundiales, el gobierno del Presidente Uribe Vélez revisa la lectura de la guerra colombiana en términos de conflicto armado interno, que desde el gobierno conservador del Presidente Betancurt (1982-1986) las élites políticas dominantes y los gobiernos sucesivos habían aceptado, aunque con reparos y por razones diferentes.193 Con Uribe Vélez, en vez de un conflicto armado interno, estamos en presencia de una “amenaza terrorista”, tan peligrosa como la que representa la red Al-kaeda en el medio Oriente.194 Suprimida del lenguaje gubernamental la noción misma de conflicto político armado interno, sus protagonistas nacionales, especialmente los actores irregulares, son considerados igualmente como agentes en el plano nacional del enemigo 193 Es clara, por ejemplo, la renuencia en un comienzo del presidente Barco (1986-1990) a reconocer a las guerrillas como interlocutores válidos para la superación de la crisis de violencia, tras el fracaso del proceso de paz adelantado por el gobierno de Belisario Betancurt. 194 En su momento, cuando el gobierno de los EEUU y sus aliados europeos decidieron invadir Irak, el presidente colombiano no sólo fue el único gobernante de América latina que apoyó esta violación flagrante del derecho internacional, sino que instó a las potencias mundiales al envío de tropas a Colombia para someter la amenaza terrorista.

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internacional, es decir, como agentes terroristas195, tal como en la época de la “guerra fría” bajo el manto ideológico de la doctrina de la “seguridad nacional”, cualquiera manifestación de resistencia civil o de descontento ciudadano fuera considerada como la presencia en las fronteras nacionales del comunismo, catalogado entonces como el enemigo internacional de occidente. La situación de guerra en la que se encuentra Colombia desde hace cerca de cincuenta años ha pasado por etapas diferentes. Sin embargo, es a partir de la década de los noventa que ésta alcanza un nivel sostenido de escalonamiento y expansión territorial mayor, haciéndose mucho mas compleja con la vinculación del narcotráfico y sus ingentes recursos al desarrollo de la misma y las nuevas dinámicas de acumulación capitalista sobre la base de una redefinición del territorio según las señales de la globalización neoliberal. El narcotráfico, no sólo ha contribuido a fortalecer logística y financieramente a los actores irregulares armados –especialmente a los grupos paramilitares196-, socavar los referentes éticos en la conducción de la guerra y desdibujar las fronteras entre el carácter político y no político en el accionar y objetivos de sus actores, sino que ha llevado a una cerrada disputa armada por el control de territorios y poblaciones potencialmente ricos en recursos económicos o estratégicos para la construcción de grandes obras de infraestructura o megaproyectos económicos, de acuerdo con las señales y expectativas de la globalización económica. Bajo el gobierno del Presidente Uribe esta tendencia se ha profundizado, a pesar de la decidida y sostenida ofensiva contra las guerrillas y el proceso de desmovilización con las AUC.197 Probablemente la guerra en Colombia no difiera de otras guerras locales en diferentes partes del mundo en cuanto a sus implicaciones dramáticas sobre la población civil. Sin embargo, ninguna otra fase de la guerra colombiana había adquirido las proporciones que ha adquirido en la actualidad en términos de costos humanitarios. El desplazamiento forzado, el confinamiento, las masacres, los homicidios, los secuestros, las desapariciones forzadas, la destrucción de bienes civiles y el reclutamiento forzado, que se incrementan día tras día ostensiblemente, son las manifestaciones concretas de esta dura realidad. Es notorio, por ejemplo, cómo la geografía urbana de muchas ciudades grandes y medianas, entre ellas Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga, ha cambiado a

195 Al inicio de su mandato, el presidente Uribe Vélez declara que en Colombia no hay un conflicto armado interno si no una amenaza terrorista representada por las guerrillas, a las cuales cataloga desde entonces como grupos o bandas terroristas, desarrollando una activa diplomacia internacional logrando que el gobierno de los EEUU y los gobiernos de la Unión Europea los incluya en la lista de terroristas internacionales. 196 Según declaraciones de los propios jefes paramilitares un altísimo porcentajes de sus recursos proviene directamente del narcotráfico, esto es, de actividades de narcotráfico realizadas por los propios grupos paramilitares y no sólo del cobro de “vacunas” o vigilancia de territorios y redes de distribución, como suele ocurrir con las FARC. Esta simbiosis entre paramilitarismo y narcotráfico se puso de presente en el proceso de negociación en Santa Fe del Ralito en 2004, en el que muchos reconocidos narcotraficantes locales para beneficiarse de las garantías del proceso de negociación y lavar sus fortunas provenientes del negocio de las drogas aparecieron repentinamente como jefes paramilitares y el que no tenía mercenarios propios para acreditarse como tal los compró a otros. 197 Esta política de desmovilización se concreta en la ley de justicia y paz, presentada por el gobierno y aprobada por el Congreso, la cual fue modificada por la Corte Constitucional para hacerla menos impune frente a los crímenes de los paramilitares. Tras la extradición de los jefes de las AUC a los EEUU de Norteamérica por narcotráfico y el resurgimiento o rearme de nuevas expresiones del paramilitarismo, muchos analistas coinciden en señalar el fracaso de esta política gubernamental y de uno de los ejes de la política de seguridad democrática.

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raíz de la situación de desplazamiento forzado a que han sido sometidos cerca de cuatro millones de colombianos. La estrategia de guerra del Presidente Uribe busca derrotar en el corto plazo a las guerrillas, recuperar el territorio y la población y someterlo (aunque no siempre) a la soberanía estatal. Tal estrategia no es neutral respecto de las tendencias hacia la redefinición de los territorios rurales y urbanos desencadenada por los propios actores irregulares, especialmente narcotraficantes y paramilitares (“los señores de la guerra”). En este contexto, se produce, por ejemplo, la “recuperación” militar de la Comuna 13, tras el desarrollo de los operativos militares durante las operaciones Mariscal y Orión a comienzos de su mandato, que terminó consolidando el dominio territorial de las AUC en este sector de la ciudad. Tal estrategia pasa por el fortalecimiento de las FFAA y de los organismos de seguridad del Estado con asesoría militar estaounidense e incluso participación directa en acciones militares de mercenarios provenientes de este país, la cual se venía realizando desde el gobierno anterior, con el fin de hacer más eficaz la acción de los mismos. El Plan Patriota, una versión restringida al componente militar del Plan Colombia, es diseñado y aplicado a partir de 2004, como el más alto y concentrado esfuerzo militar del gobierno por llevar la guerra hasta el sur del país, considerada la zona de retaguardia más importante de las FARC.198 . Por otro lado, además del esfuerzo militar, la estrategia de guerra contemplada en la Política de Seguridad Democrática busca ganar el respaldo ciudadano no sólo en términos de legitimidad, sino, sobre todo, en términos de participación activa en la guerra. Por medio de decretos presidenciales autorizados constitucionalmente en los marcos de la declaratoria del estado de conmoción interior (una versión actualizada del viejo estado de sitio de la vieja constitución de 1886), esta participación activa de la ciudadanía en la guerra se busca hacer efectiva a través de la creación de redes logísticas contrainsurgentes en el campo y la ciudad, por medio del pago de recompensas a delaciones, la creación de redes de informantes y de ejércitos paramilitares institucionalizados bajo la figura del “soldado campesino”, similar a la experiencia de las Convivir que realizó el Presidente en el Departamento de Antioquia siendo su Gobernador años atrás. En este mismo marco y según la misma estrategia, se crean las zonas de rehabilitación y consolidación en territorios de alta conflictividad, como Arauca, Sucre, Córdoba y el Sur de Bolívar, que son territorios declarados de exclusivo control militar, en los que los derechos civiles y políticos de los ciudadanos quedan prácticamente suspendidos. La política de seguridad democrática supone, pues, que el mayor esfuerzo público, político y financiero, está orientado al combate al terrorismo, esto es, a la profundización de la guerra, tal como lo revelan los Planes Nacionales de Desarrollos de los dos gobiernos de Uribe Vélez, el incremento desmesurado de la participación porcentual de los recursos fiscales a favor de las FFAA en los presupuesto nacionales y las primeras medidas de carácter fiscal adoptadas en los primeros meses de gobierno, muchas de las cuales aún se mantienen, como el impuesto al patrimonio y la reforma

198 La ofensiva contra las guerrillas no había arrojado ningún resultado contundente -más allá del repliegue de éstas hacia sus retaguardias al sur del país y zonas montañosas de otras rtegiones del territorio nacional-, hasta el año de 2008 en que son muertos Raúl Reyes, segundo hombre de importancia en las FARC, e Iván Ríos, miembro del Secretariado de la misma, igualmente son muertos o capturados comandantes de frentes en algunas regiones del país y son rescatados sanos y salvos un grupo importante de secuestados de las guerrillas.

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tributaria que incrementaron el recaudo de impuesto a través del gravamen a los productos de la canasta familiar. En la estrategia y el discurso oficial, el terrorismo aparece como la “mayor amenaza a la democracia en Colombia y el Mundo” -la referencia a “el Mundo”, no es gratuita, connota la influencia directa de la política internacional del gobierno de los EEUU de Norteamérica-; y, como la fuente principal de financiación de los grupos terroristas es el tráfico de drogas, entonces la fórmula que conjunta terrorismo y narcotráfico, es decir, el “narcoterrorismo”, simboliza mejor esta imagen del enemigo internacional en el escenario nacional. En adelante, las guerrillas, e incluso las propias AUC, que se han convertido e interlocutor exclusivo del Presidente Uribe para adelantar una política de paz, serán consideradas como “bandas de narcoterroristas”, y de ninguna manera interlocutores o contendientes de la confrontación armada. Siguiendo el discurso oficial y unidimensional del gobierno de los EEUU de Norteamérica, para el gobierno colombiano no estamos en presencia de una guerra propiamente dicha, esto es, de un conflicto armado, sino ante una “amenaza terrorista” contra la cual sólo cabe el sometimiento por la fuerza y el imperio de la ley. O sea, más guerra y ausencia de política de paz.199 La profundización de la guerra requiere y exige, por otro lado, readecuar la institucionalidad del Estado, redefinir la estructura y los campos de poderes dentro del mismo y de los ciudadanos con las instituciones públicas. Desde los primeros meses de su primer período, el Presidente Uribe toma la iniciativa en esa dirección y presenta un paquete de proyectos, la mayoría de ellos aprobados por el Congreso de la República, aunque objetados parcialmente por la Corte Constitucional, como el llamado Estatuto Antiterrorista, de clara inspiración turbayista200, que le concede a la fuerza pública funciones de policía judicial, autoriza allanamientos y capturas de civiles sin orden judicial e instituye la detención bajo la simple sospecha de cometer delitos y la interceptación telefónica sin mayores requerimientos judiciales; igualmente promueve las reformas a la justicia, incluida la reforma al campo de acción de la Corte Suprema de Justicia y una mayor ingerencia en la composición de las cortes, la reforma a los regímenes de excepción, a la fiscalía, a los códigos penal y de procedimiento penal, a la acción de tutela. Todo lo cual según el propósito de producir una transformación autoritaria del régimen político, acorde con la estrategia de guerra. Las más recientes iniciativas legislativas, los decretos gubernamentales y la decidida y permanente confrontación del Presidente Uribe contra la Corte Suprema de Justicia que juzga a los políticos vinculados con el paramilitarismo, su defensa de los jefes paramilitares como delincuentes comunes y no políticos y la reciente denuncia del delito de cohecho en su reelección anterior, confirman cada vez más claramente el propósito gubernamental de efectuar el desmantelamiento sustantivo del sistema de libertades y de derechos consagrados en la constitución política de Colombia y la limitación del campo de acción de los organismos de control establecidos para la garantía de su ejercicio.

199 Como bien lo observa Zuluaga Nieto: “De esta posición se derivan varias consecuencias. La primera de ellas es que no se puede hablar de partes en el conflicto, de actores en conflicto. Se trata de la lucha del estado contra organizaciones de delincuentes. La segunda es que no puede haber ‘neutralidad’ de ningún sector. Se está del lado del estado, o del lado de los delincuentes y terroristas. Finalmente, no cabe la distinción entre combatientes y la población no combatiente”. Cfr. Jaime Zuluaga Nieto, op., cit., pp., 153. 200 En septiembre de 1978, a un mes de asumir la Presidencia de la República, el Presiente Julio C. Turbay Ayala promulga el Estatuto de Seguridad, decreto de estado de sitio, que pretextando el combate contra las guerrillas vulnera los derechos humanos de los ciudadanos y recorta sus libertades.

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Al tenor de la guerra contra el “narcoterrorismo”, el presidente Uribe parece cada vez más decidido a instituir una gobernabilidad autoritaria, por contraste con la gobernabilidad democrática enunciada por la Constitución de 1991, achicando cada vez más el espacio de la política. Es decidida su estrategia de generar en el país una polarización maniquea al rededor de su figura y “el resto”, que de no apoyarlo se convierten también en “narcoterroristas” o en cómplices en el mejor de los casos. De acuerdo con esta lógica, la oposición legal ha sido llevada al terreno de la criminalización y el estigma, como “terroristas disfrazados de civil”. Sin embargo, no le ha resultado fácil al Presidente Uribe y muchas veces el país queda con la sensación de que poco o nada se ha avanzado en la guerra, pese al abrumador apoyo ciudadano confirmado con la reciente reelección presidencial y las posibilidades que le brinda la prolongación de su mandato para cambiar a su favor el personal de las cortes y las altas instituciones de control del Estado. Si bien la ofensiva militar sostenida de la fuerza pública desplegada en los marcos del Plan Colombia y del Plan Patriota han obligado a las guerrillas a un repliegue estratégico de sus fuerzas y a una reducción significativa de su capacidad de combate, que la ha llevado a retomar su tradicional táctica de la “guerra de guerrillas”, combinada con acciones terroristas en las ciudades, los resultados globales de la poítica de seguridad democrática en el terreno militar parecen relativamente precarios, sobre todo si se les contrasta con las expectativas iniciales de derrotar a las guerrillas en el corto plazo. La ofensiva militar del Ejército ha logrado desalojar a las guerrillas de territorios estratégicos anteriormente bajo su control, desmantelar o neutralizar algunos frentes de las FARC, dos miembros importantes del Secretariado fueron muertos y otros cuadros medios han corrido igual suerte o han sido capturados, sin embargo, hasta ahora las guerrillas no han recibido ningún golpe estratégico a sus fuerzas y a su capacidad de combate, que las ponga en situación de derrota estratégica frente a las fuerzas estatales, mientras que, incluso, en algunos escenarios parece retomar la iniciativa militar.201 Más que en lo militar ha sido en lo político donde más duramente se ha sentido la ofensiva gubernamental contra las guerrillas, pues la ofensiva diplomatica y política del Presidente Uribe ha logrado que los gobiernos europeos y de EEUU de Norteamérica cierren filas en cu contra al considerarlas como terroristas, y en el pano nacional su aislamiento y deslegitimación ante la opinión píblica ha llegado a su nivel más bajo. Si bien el “giro poblacional y territorial” de la confrontación armada ha variado en los últimos años a favor del gobierno y ha propiciado la emergencia de nuevos actores para-estatales o la reconfiguración de viejas estructuras paramilitares bajo nuevas formas, la población civil no ha estado resignada al control y al dominio dictatorial que suelen imponer tales actores en sus territorios, sino que, muchas veces corriendo todos los riesgos contra su vida y su dignidad, ensayan múltiples

201 Para algunos analistas, la ofensiva militar desarrollada por el Gobierno Nacional ha producido un cambio sustancial en el desarrollo de la guerra, que se manifiesta en la mayor iniciativa desplegada por las fuerzas militares, colocando a las guerrillas en una situación de inferioridad militar y debilitamiento económico; todo lo cual ha obligado a estas últimas a cambiar la estrategia del posicionamiento territorial desplegada desde mediados de los años 90s hacia una estrategia de control de posiciones estratégicas o de repliegue estratégico, que le garanticen la supervivencia y la continuidad de la guerra. Cfr. Camilo Echandía Castilla y Eduardo Bechara Gómez, “Conducta de la guerrilla durante el gobierno Uribe Vélez: de las lógicas de control territorial a las lógicas de control estratégico”. Revista Análisis Político: IEPRI-UNAL Colombia, Bogotá. No. 57, mayo/agosto, 2006. pp. 31 y ss.

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formas de resistencia e inconformidad contra el dominio y el poder de dichos actores, tal como lo mostraremos en esta investigación para el caso de Medellín.

2.3. El contexto de medellín. Territorio, cultura, exclusión social y conflicto armado, en las comunas 8, 9 y 13

El presente contexto espacial y situacional de las expresiones sociopolíticas que se pretenden investigar –a saber, las acciones colectivas de resistencia civil no armada frente al conflicto armado y la exclusión socioeconómica existentes en las comunas 8, 9 y 13- abarca aspectos sociodemográficos, económicos, ambientales, culturales y sociopolíticos a través de los cuales pretendemos un mayor acercamiento a las condiciones de posibilidad que han tenido las distintas acciones colectivas de resistencia civil no armadas en las tres comunas. Es decir, el contexto puede ser leído en clave de la “estructura de oportunidad” existente para la acción, a la manera que Charles Tilly lo interpreta. Sin embargo, nuestra pretensión del análisis contextual supone un carácter dinámico y correlacional, en el cual las circunstancias sociales, políticas y culturales, que sintetizan una posición social, puedan ser relacionadas con las marcas que las propias personas reconocen de ese mundo social; esto es, con los modos de percepción e interpretación de la gente sobre las determinantes materiales y sociales de sus vidas, sus condiciones específicas locales, barriales, comunales y metropolitanas, en la medida en que la investigación empírica de las acciones de resistencia civil no armada lo arrojen. Dichas circunstancias sociales, políticas y culturales, además de ser útiles a la interpretación y análisis de las experiencias mismas de resistencia civil no armada, constituyen marcos interpretativos y de diagnóstico para las personas que deciden actuar colectivamente. Así, al tiempo que las acciones colectivas de resistencia se van constituyendo en elementos determinantes del contexto y configuración territorial, las circunstancias sociales en cada contexto van determinando las formas y estructuras organizativas donde surgen tales acciones de resistencia. Es decir, entre el contexto y las distintas manifestaciones sociales se establecen correlaciones dinámicas, relaciones hacedoras y de constitución mutua, relaciones que involucran interpelaciones, negociaciones, construcciones, resignificaciones, que van creando y recreando nuevas realidades contextuales al mismo tiempo que nuevas realidades subjetivas de los actores colectivos. La aproximación al contexto de Medellín, y particularmente a las comunas 8, 9 y 13, la presentaremos siguiendo tres ejes fundamentales. El primero, titulado “Territorio y Cultura” pretende indicar, grosso modo, la configuración territorial y el proceso de poblamiento de las tres comunas de estudio en los marcos del proceso histórico de construcción de la ciudad, indicando sus delimitaciones geográficas y la composición barrial de cada una de ellas; y, por otro lado, reconocer los micro ecosistemas ambientales y los conflictos tejidos alrededor de ellos, recrear las marcas y referentes culturales, simbólicas e identitarios, que históricamente han marcado el hacer y quehacer de los pobladores en su vida cotidiana y en su relación con el conjunto de la ciudad. En el segundo eje, titulado “Contexto socioe-conómico de las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín: un panorama de pobreza y exclusión”, se busca presentar las dimensiones de la grave situación social que caracteriza a las tres comunas en términos de condiciones sociales para una vida digna, efectuando un balance de los indicadores en materia de educación, salud, educación y empleo,

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intentando mostrar un panorama social caracterizado por la exclusión social y la pobreza, especialmente en los sectores más periféricos de las tres comunas. Por último, presentaremos el eje del “Contexto socio-político de las comunas 8, 9 y 13”, en el que intentaremos presentar una lectura de la dimensión política de la ciudad, siguiendo el eje del conflicto y la violencia en los últimos 20 años, indicando las líneas de continuidad y ruptura en el desarrollo de la misma, sus actores y su presencia en cada uno de los territorios pertenecientes a las respectivas comunas, su impacto sobre la vida comunitaria barrial, sobre sus organizaciones sociales y sus liderazgos, intentando presentar una lectura actualizada de las dinámicas de la guerra y la reconfiguración de micropoderes territoriales en las tres comunas. Pese a que las experiencias de resistencia civil no armadas en las comunas 8, 9 y 13 aquí estudiadas, gravitan alrededor de los ejes socioeconómico y sociopolítico, hemos considerado importante incluir aquí el referido al territorio y la cutura porque contribuye a dotarnos de una mirada más amplia y enriquecedora del contexto. 2.3.1. Territorio y cultura en las Comunas 8, 9 y 13 La importancia que tiene la descripción del contexto ambiental y cultural, en particular, es el reconocimiento de aquellas posibilidades, o por el contrario aquellas contenciones, para la acción colectiva de resistencia civil no armada frente a la guerra y/o exclusión socioeconómica, que se fraguan alrededor de las identidades urbanas, las manifestaciones artísticas patrimoniales y las condiciones socio-ambientales existentes. De acuerdo a esto, el contexto es entendido como el lugar donde se van configurando y transformando los conjuntos de acción colectiva de resistencia civil no armada existentes en las comunas 8, 9 y 13 a través de las distintas formas de relacionamiento, determinantes y significativos en la vida de las personas, delimitados para efectos prácticos aquí en los aspectos culturales y ambientales.

Se busca con ello poder vincular al análisis de las acciones colectivas de resistencia civil, las distintas prácticas culturales, dentro de las cuales se cuentan las manifestaciones artísticas de las tres comunas. Buscando responder a las siguientes preguntas, entre otras: ¿las prácticas culturales de las comunas 8, 9 y 13 han alimentado los distintos repertorios de movilización desplegados en las acciones de resistencia civil no armadas frente al conflicto armado y la exclusión socioeconómica? ¿Las prácticas culturales de las tres comunas representan, o han representado en algún momento mojones de resistencia civil no armada frente a la guerra y la exclusión? ¿La situación medio-ambiental relacionada con problemáticas asociadas a situaciones de alto riesgo y precariedad de servicios públicos, tiene alguna incidencia en la conformación de acciones colectivas de resistencia civil no armada en las comunas 8, 9 y 13? De este modo, el contexto referido a un territorio en particular le otorga sentido a determinadas intencionalidades para la acción colectiva de resistencia civil no armada, intencionalidades localizadas en el “lugar”, donde se crean y recrean las prácticas de las acciones de resistencia civil no armada. De este modo, el lugar es entendido como el componente dinámico que permite y posibilita la estructuración, construcción y transformación de las distintas acciones colectivas de resistencia emprendidas. El lugar “representa el encuentro de la gente con otra gente y con las

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cosas en el espacio. Se refiere a la forma en que la vida cotidiana se inscribe en el espacio y adquiere significado por grupos particulares de gente y organizaciones. Si el espacio se mantiene unido gracias a imágenes cartográficas o determinadas narrativas (a menudo oficiales), el lugar es reafirmado cotidianamente.”202 La lectura del contexto ambiental y cultural de las comunas 8, 9 y 13 se hará, en primer lugar, con una breve ubicación físico-espacial de la ciudad de Medellín y la descripción de la conformación barrial de las tres comunas. En segundo lugar, el acercamiento al origen y proceso histórico del poblamiento de los barrios de las comunas 8, 9 y 13. En tercer lugar, se presentarán algunas de las características ambientales, enunciando los ecosistemas estratégicos presentes en las tres comunas, los problemas ambientales asociados a los usos y riesgos en sus laderas, así como los proyectos de desarrollo ejecutados o planeados para este entorno en particular. El cuarto aspecto que se presentará, se refiere a elementos culturales relacionados con la construcción de la identidad y el patrimonio como dos recursos valiosos a tener en cuenta en el análisis de la configuración de las acciones colectivas de resistencia civil no armada frente a la guerra y la exclusión socioeconómica en las comunas 8, 9 y 13 de Medellín. Descripción físico-espacial de la ciudad de Medellín

En Medellín el área urbana está subdividida en 16 Comunas integradas por 249 barrios y la zona rural por 5 Corregimientos. Los barrios y veredas son unidades sociales y culturales de comunidades que se reconocen como vecinos de un mismo territorio. Un conjunto de barrios conforman una comuna y un conjunto de veredas conforman un corregimiento. Según lo establecido en el Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín203, los propósitos de esta División Político Administrativa son: prestación de servicios del Estado, representación social y política, organización comunitaria e identidad y pertenencia. La conformación y ubicación territorial de las comunas 8, 9 y 13, son las siguientes: La Comuna 8, también llamada Villa Hermosa, está ubicada en la zona Centro-oriental de la ciudad y la conforman 20 barrios, a saber: Villa Hermosa, La Mansión, San Miguel, La Ladera, Batallón Girardot, Llanaditas, Los Alamos, Enciso, Sucre, El Pinal, 13 de Noviembre, La Libertad, Villatina, San Antonio, Las Estancias, Villa Turbay, La Sierra, Santa Lucia Las Estancias y Villa Liliam. Los límites de ésta comuna son, por el Oriente con el corregimiento de Santa Elena, por el occidente con la parte oriental de la comuna 10, por el norte con el límite sur de la comuna 3 y por el sur con la Comuna 9. La Comuna 9 también llamada Buenos Aires, está conformada en su totalidad por 18 barrios: Juan Pablo II, barrios de Jesús, Bomboná No. 2, Los Cerros –El Vergel-, Alejandro Echavarría, Caicedo, Buenos Aires, Miraflores, Cataluña, La Milagrosa, La Asomadera No. 1, La Asomadera No. 2, La Asomadera No. 3, Gerona, El Salado, Ocho de Marzo, El Salvador y Loreto. Los límites de ésta

202 AGNEW, John (2005): Geopolítica. Una re-visión de la política mundial. Trama Editorial .1era edición Madrid. 1998. pp. XIV. 203 www.potmedellin.gov.co

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comuna son, por el oriente con el corregimiento de Santa Elena, por el occidente con el límite oriental de la comuna 10 (La Candelaria), por el norte con la Comuna 8, y por el sur con el límite oriental de la comuna La Candelaria. La Comuna 13, también llamada San Javier, está ubicada en la parte centro-occidental de la ciudad de Medellín, y la conforman 23 barrios: El pesebre, Blanquizal, Santa Rosa de Lima, Los Alcázares, Metropolitano, La Pradera, Juan XXIII, La Quiebra, Antonio Nariño, San Javier 1 y 2, 20 de Julio, El Salado, Nuevos Conquistadores, La independencia I, II y III, Belencito, El Corazón, Betania, Eduardo Santos, El Socorro, La Gabriela. Origen y proceso histórico del poblamiento de los barrios de las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín Medellín comenzó a evidenciar desde mediados del siglo XX dos procesos de configuración marcadamente opuestos y desiguales. De un lado, una ciudad próspera y pujante con grandes avances tecnológicos e industriales, y de otro lado, una ciudad que se construía desde las laderas, desde los márgenes y la periferia, por nuevos pobladores sumidos en altos niveles de desigualdad y exclusión espacial, social y económica. Este es el contexto en el que surgen las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín.

“Entre 1958 y 1972, llegaron a 600.000 los habitantes residentes en núcleos piratas de la ciudad (el 50% de la población). La magnitud de este fenómeno dio lugar a la formación de una ciudad ilegal, construida por fuera del perímetro urbano, al margen de las escasas normas de construcción existentes y con mecanismos informales de articulación a la vida económica de la urbe: las laderas que antes rodeaban la ciudad empezaron a ser ocupadas, creando así cambios profundos en la espacialidad y en la dinámica social de la ciudad.”204

Comunas 8 y 9. La ciudad se construye desde las laderas: La densificación del sector centro-oriental comienza a apreciarse durante los años 20-30, periodo que corresponde al proceso de aceleramiento de las migraciones a la ciudad, estimuladas de un lado, por las expectativas de crecimiento económico e industrial que se venia insinuando, y de otro, por la crisis del sector agrario que empezaba a evidenciarse en el campo. Con pobladores de extracción campesina, provenientes especialmente del oriente Antioqueño, Urabá, Chocó, Urrao y municipios del Suroeste antioqueño, se da la creación de asentamientos no formales ni legales hacia el sector de la ladera oriental, en donde primó una connotación más rural que urbana, ya que los nuevos pobladores seguían conservando sus costumbres y tradiciones, recreándolas ahora en la urbe, en un espacio que los excluía de sus dinámicas y los ponía ante condiciones de vulnerabilidad, rechazo y abandono. Las urbanizaciones piratas, originadas por vía del loteo de grandes fincas, la venta informal o la invasión ilegal de terrenos, se constituyen entonces para estos primeros pobladores de escasos recursos, en la única alternativa para acceder a un espacio en la ciudad para vivir. Dado que su poca o nula capacidad adquisitiva no les permitía conseguir un lugar legalmente urbanizado y 204 PRIMED. Una Experiencia Exitosa en la Intervención Urbana. Multigráficas Ltda., Medellín, 1996: 29-30.

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planificado para ubicarse con sus familias. “Gran parte de estas masas migrantes logran asentarse en sectores de la ladera centro oriental en lo que corresponde hoy al barrio de Enciso y aledaños, Buenos Aires, La Toma y El Salvador”.205 La ocupación de zonas de alto riesgo y zonas de retiro de quebradas, son características que acompañan este proceso de poblamiento de las laderas de la ciudad. Aunque con una historia en común, es posible percibir contrastes entre las dos comunas que se refieren principalmente a que:

“la comuna de Villa Hermosa se ha caracterizado desde décadas anteriores por ser receptora de las masas campesinas que en distintas olas migratorias han llegado a la ciudad de Medellín, mientras que la comuna de Buenos Aires tuvo un origen más relacionado con el emplazamiento industrial y el surgimiento de la clase obrera; de este modo se distingue la Comuna 8 por su carácter más cercano a la ruralidad y la Comuna 9 por su relación más dinámica con el centro de Medellín y las actividades netamente urbanas.”206

Sin embargo ambas comunas comparten unos ciclos de formación y poblamiento que pueden dividirse así: � Una primera fase de poblamiento hacia los años 1920- 1930: “Primo la dinámica de autoconstrucción de vivienda de subsistencia y no se contó con la presencia del estado local sino hasta décadas posteriores (años 70´s) cuando intervino de manera reglamentaria para la legalización de predios y con algunas acciones de dotación y ordenamiento espacial.” 207 Fueron sectores que mostraban mayor densificación hacia los años 40 y 50, años durante los cuales hubo una ola migratoria desde el campo hacia las ciudades en todo el territorio colombiano como consecuencia de la violencia bipartidista que se vivió de forma cruenta durante el periodo 1947-1953; la violencia política en las áreas rurales colombianas se convertía así en un importante factor de poblamiento urbano y la huida de las familias de campesinos en un mecanismo de resistencia social frente a la guerra y la muerte. � Una fase reciente de poblamiento desde la década de 1980: Esta fase se asocia con fenómenos de violencia y de narcotráfico como elementos detonadores. Se continuó hasta los años 90 reforzándose con fenómenos igualmente dramáticos como el conflicto armado de origen subversivo y paramilitar.

“La constitución de este tipo de pobladores consiste en familias y grupos de campesinos desplazados por efectos del conflicto en zonas rurales, a los que se suma un importante número de desplazados intraurbanos, por efectos de la urbanización del conflicto y su expresión en confrontaciones interbarriales” 208

205 VÉLEZ RIVERA, Ramiro Alberto. LÓPEZ BALLESTEROS, Gladis Stella. CABRERA SOSA, Rommel. RODRÍGUEZ VEGA, Alirio Enrique. MONTERO RODRÍGUEZ, Luis Gabriel. Gobernabilidad local en Medellín: configuración de territorialidades, conflictos y ciudad. Medellín. Escuela Superior de Administración Pública. Medellín. 2004. pp. 63-64. 206 Ibid., pp. 127. 207 Ibidem., pp. 67-68. 208 NARANJO GIRALDO, Gloria (1992): Medellín en zonas. Monografías. Corporación Región, Medellín. pp. 336.

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Los barrios creados por invasión de predios, ya fueran de propiedad privada o de propiedad estatal, se han caracterizado por una organización social más activa, participativa y reclamante de servicios públicos frente al gobierno municipal que aquellos barrios que se conformaron en el marco de un proceso legalizado a través de la compra-venta de predios. La organización de la comunidad siempre ha estado motivada por la necesidad de resolver problemas de subsistencia y acceso a servicios públicos, asuntos de movilidad, acceso vial a los barrios y defensa ante la fuerza pública en aquellos casos en los que se han visto amenazados por desalojo. Aquí la organización comunitaria y la aparición de liderazgos se dieron para resolver necesidades de supervivencia de las propias comunidades, que aunque heterogéneas comparten historias de pobreza, exclusión y marginación. Comuna 13. La historia se repite: Los primeros sectores o veredas que surgieron en la Comuna 13 fueron El saladito, La Puerta y El Salado. Este último es uno de los más antiguos de la zona, dándose su fundación a comienzos del siglo XX. “Cuentan que este barrio se conformó desde la ilegalidad con unos esclavos que huyeron de sus amos en Santa Fe de Antioquia. Desde aquellos inicios aprovecharon las fuentes de agua salada y las fuentes de barro que le otorgaron una impronta de tierra de alfareros a esta zona.”209 Y se conservó durante unas décadas más como actividad productiva por parte de sus pobladores. La transformación del sector rural, que en épocas iniciales constituía lo que hoy denominamos Comuna 13, estuvo asociada a la proliferación de asentamientos ilegales y loteos piratas o informales que marcaron la primera mitad del siglo XX. Las características topográficas y el deterioro del suelo en laderas debido, entre otras al uso inadecuado de los recursos naturales y la planificación inadecuada del uso del suelo de algunas zonas como se mencionará en el apartado sobre problemáticas ambientales, permite definirlas como de “alto riesgo” y no urbanizables; esto da cuenta del carácter no planificado de los nuevos barrios y del grado de vulnerabilidad al que se encuentran expuestos sus habitantes. Entre los primeros asentamientos se resaltan algunos barrios que estuvieron durante mucho tiempo bajo la categoría de ilegales; es el caso de El Salado, El Socorro y Betania. Al igual que en la Comuna 8 y 9 la confluencia de dos procesos de migración: la intraurbana y la rural, han proporcionado una particularidad en el proceso de poblamiento; su conformación inicial se dio mediante la migración de familias de origen campesino provenientes en su mayoría del occidente, suroeste y oriente del departamento de Antioquia.

“Una característica común de los migrantes rurales ha sido la huida de la violencia de las décadas del 50 y del 60 del siglo XX. El reencuentro con otras violencias en el contexto de la ciudad, los ha obligado a migrar a otros barrios, reproduciendo una amarga dinámica, con modificaciones en los rótulos: de migrantes rurales a desplazados intraurbanos.”210

La aparición reciente del fenómeno de desplazamiento intraurbano en la ciudad de Medellín tuvo repercusiones fuertes en la configuración de nuevos barrios piratas en las laderas o pendientes 209 Memoria Cultural en la Comuna 13. Memoria, imagen y lo que sigue. Claro oscuro producciones. 2007 CD Multimedia: Caracterización, Los primeros: pp. 3. 210 NARANJO GIRALDO, Gloria (1992): Medellín en zonas. Monografías, Medellín, Corporación Región, pp. 16-17.

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pertenecientes a la zona centro occidental, obedeciendo a la agudización del conflicto armado en la zona nororiental y centro oriental de la ciudad a finales de los ochenta y comienzos de los noventa. Es así como pobladores provenientes de Manrique, Aranjuez, Popular, Castilla, Enciso, entre otros, buscaron terrenos para ubicar sus viviendas, generando nuevos barrios en la Comuna 13 como Las independencias I, II y III y Nuevos Conquistadores.

“El poblamiento por medio de la ocupación o invasión no fue historia exclusiva de la década de los 80 o las décadas anteriores, pues este proceso continúo, aleatoriamente y al ritmo de la intensificación de la guerra, en diferentes regiones del país, dando origen a diversas historias del poblamiento (…) es así como en la comuna se siguieron presentando nuevos procesos de invasión como es el caso de La Divisa, en los primeros años de la década del 90 y otros casos (…) hasta llegar al asentamiento mas reciente de la Comuna 13, reconocido por muchos como “la invasión” pero actualmente denominado como Loma Verde que surge en el año 2002”211

En el caso de los barrios piratas y de invasión, el sector estatal y el privado han sido actores ausentes en el proceso de poblamiento, siendo las mismas comunidades las encargadas de darle solución a los problemas y necesidades más imperantes, con la excepción de proyectos infraestructurales facilitados y dirigidos hacia finales de los años ochenta, entre otras instituciones, por el Ejercito Nacional en su búsqueda por legitimar su presencia en los territorios periféricos. La organización comunitaria y la intervención de líderes ha sido clave en todo el proceso de poblamiento y configuración barrial. A partir de los años noventa comienzan a hacerse intervenciones de inversión social, focalizadas en algunos sectores de las comunas, uno de estos ejemplos y el de mayor reconocimiento por parte de los pobladores fue el Programa de Mejoramiento de los Barrios Subnormales PRIMED que concluyó en el año 2003. Una dimensión común a las tres comunas es que desde que se inició la conformación de los barrios, hasta nuestros días, los habitantes de las comunas 8, 9 y 13 han vivido en medio de conflictos de diverso orden. Difíciles condiciones socio económicas, mínimas oportunidades laborales y educativas, procesos de exclusión social y política, recepción y expulsión de población en condición de desplazamiento forzado, con más crudeza para la Comuna 13 en los primeros años del siglo XXI. A este panorama se le añade la estigmatización por provenir y estar en la periferia de la ciudad. Tanto las condiciones socioeconómicas como las sociopolíticas serán profundizadas en otros apartados más adelante. A continuación detallaremos algunos aspectos ambientales que han caracterizado a las comunas 8, 9 y 13 y que pueden ser elementos constituyentes de las distintas experiencias de acción colectiva de resistencia civil no armada frente a la guerra y la exclusión socioeconómica para el periodo 2002-2006.

Características ambientales de las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín El ambiente es entendido para los efectos de la presente investigación como un sistema multidimensional, cada dimensión es un conjunto de aspectos físicos, bióticos, culturales,

211 Memoria Cultural en la Comuna 13. Memoria, imagen y lo que sigue. Claro Oscuro Producciones. 2007 CD Multimedia: Caracterización, Poblamiento informal. pp. 10.

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económicos y políticos del ambiente.212 Desde esta perspectiva, el sistema ambiental es el centro de una relación dinámica e interactiva, en la que el ambiente está permanentemente siendo constituido de forma multidimensional, y al mismo tiempo, es el elemento constituyente de cada una de las dimensiones mencionadas. De acuerdo a lo anterior, la indagación por el grado de interacción naturaleza-sociedad será presentada a partir de tres acápites, a saber: en el primero, se identifica los ecosistemas existentes en el territorio de las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín. El segundo acápite muestra los principales problemas y conflictos ambientales que se derivan de esa relación de interacción de los habitantes con los ecosistemas, y en general con el subsistema natural. Y el tercer acápite de la caracterización ambiental menciona los proyectos estratégicos para Medellín, de acuerdo a la información consignada en la Revisión y Ajuste al POT 2005, localizados en las comunas de nuestro interés o para los cuales, algunos o todos los barrios de las comunas pueden ser considerados áreas de influencia. Presencia de ecosistemas estratégicos en las comunas 8, 9 y 13 Los Ecosistemas Estratégicos son definidos en el Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín como “áreas del territorio que por su valor ecológico son fundamentales para el equilibrio ambiental de la ciudad”.213 Su valor ecológico se mide en tanto proveen bienes y servicios ambientales para el bienestar de los habitantes, y posibilitan no sólo el suministro de recursos naturales –agua, aire, suelo y biodiversidad-, sino también el goce, recreación, y belleza escénica a los habitantes. Estos ecosistemas son sitios de interés público y adicional a esto, se constituyen para los pobladores del entorno más cercano en los principales, o los únicos, espacios para su uso recreativo y paisajístico. Algunos ecosistemas estratégicos en la ciudad son: Parque Ecológico de Piedras Blancas y área de Amortiguamiento. Parque ecológico San Javier.

Vertiente izquierda de la quebrada Santa Elena y Miradores Las Asomaderas. Parque La Ladera y Lote de la Universidad de Antioquia. Jardín Botánico. Finca Montecarlo. Lote al Fondo de la Universidad de Medellín.

En el caso de las comunas 8 y 9 en la zona centroriental de Medellín, los dos ecosistemas considerados los principales ejes estructurantes del ordenamiento del territorio son el Cerro Tutelar El Pan de Azúcar y la quebrada Santa Elena. Fue alrededor de las aguas de la Santa Elena, donde fueron surgiendo los barrios que luego en distintos periodos del poblamiento han ido albergando a campesinos y demás viajeros llegados de otras tierras a habitar la ciudad de Medellín en el siglo XX. La presencia de esta quebrada en el paisaje cotidiano de barrios como Caicedo, La Toma, Barrios de Jesús, Ocho de Marzo, entre otros, permite afirmar que ha sido determinante en la vida e historias de varias generaciones de pobladores.

212 Ángel S., Enrique et al (1997). Gestión ambiental en Proyectos de Desarrollo. Una Propuesta desde los Proyectos Energéticos. Fondo FEN, Santafé de Bogotá. pp. 290. 213 El POT. Un Pacto Social por el Ordenamiento de Medellín. Alcaldía de Medellín, 2005. pp. 22.

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La importancia ambiental de la quebrada Santa Elena sigue siendo actual, a pesar de la modificación de su composición natural a medida que va alejándose de su nacimiento ubicado en el corregimiento de Santa Elena -en límites con el municipio de Rionegro del oriente antioqueño- y su cauce va haciendo el recorrido cerca a cultivos, criaderos de animales domésticos, hasta llegar a los barrios de la ciudad donde por su cauce arrastra todo tipo de desechos domésticos, este ecosistema constituye un hito importante para la historia olvidada, el desarrollo y la configuración social de la ciudad de Medellín. Otras quebradas que atraviesan los barrios de las comunas 8 y 9, además de la Santa Elena son, La Parra, La Cangrena, La Pastora, La Loca, La Castro. Sin embargo, es la quebrada Santa Elena la principal cuenca hidrográfica y la que tiene un valor representativo para sus pobladores por considerar a su trazo y cauces como referentes de identidad, pertenencia y límites entre los barrios, además de historias dramáticas causadas por sus desbordamientos. Otras quebradas que atraviesan estos barrios son la Chorro Hondo y La Arenera que rodean principalmente el barrio 13 de Noviembre. El Cerro Pan de azúcar, ubicado en la parte alta de la Comuna 8, es el otro ecosistema de gran importancia ambiental, además de histórico-cultural, no sólo para las comunas 8 y 9, también para toda la ciudad,

“un lugar importante del Pan de azúcar es el paraje denominado “la Nevera”, formado por una pequeña caída de agua en el cauce de la Quebrada La Castro al sur oriente del cerro, (…) es un paraje natural altamente valorado por la comunidad vecina del cerro, pero oculto para el resto de la ciudad, ya que apenas es perceptible desde un breve ramo de la carretera a Santa Elena”214

En el caso de la Comuna 13 en el centro-occidente de la ciudad, los barrios de las zonas altas de la Comuna 13 limitan, en su gran mayoría, con zonas verdes y bordes de protección de la ciudad que corresponden a los corregimientos de San Cristóbal y Alta Vista. La cruzan cuatro cuencas hidrográficas, quebradas Ana Díaz, Pela Hueso, La hueso y la Iguaná. Cuenta además con varios caños y quebradas pequeñas como la Leonarda, La Picacha, La Salada, Los Sauces, La ladrillera, El Saldo, La Bolillala, La Matea, Los Alcázares, La Mina, Las Peñitas, El Paraíso, La Pradera, La Magdalena, Los Sanjones, El Coco y la Santa Mónica. En esta comuna la cercanía y límites con dos corregimientos, Alta Vista y San Cristóbal, el último de los cuales ha sido considerado despensa agrícola de la ciudad durante décadas, representa algunas diferencias socioculturales en las prácticas y usos del suelo de los pobladores con respecto a las comunas 8 y 9, si bien es cierto en las tres últimas décadas la expansión urbana en la Comuna 13 ha significado pérdida de terrenos para los cultivos, siguen existiendo barrios cuyos pobladores continúan cultivando cebolla, fríjol, maíz, entre otros, en los antejardines, solares y terrenos aledaños.

214 Secretaria del medio ambiente de Medellín y universidad de Antioquia. Cerros tutelares de Medellín. Una narración visual a través de sus diferentes escenarios. Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Medellín, 2006. pp. 99.

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Presencia de problemas ambientales Los problemas ambientales que en ocasiones han derivado en desastres en barrios de las tres comunas están asociados a situaciones de subnormalidad en la conformación barrial, esta conformación se hizo frecuente en la ciudad de Medellín desde la década de los años ochenta y de manera intensiva desde el año 1996, fecha en la que se registró el comienzo de la ola de desplazamientos masivos de población en todo el territorio nacional, como consecuencia del conflicto armado entre guerrillas, paramilitares y fuerzas militares. De acuerdo al Programa de Mejoramiento de Barrios Subnormales de Medellín PRIMED215, desarrollado en dos fases en la ciudad de Medellín desde 1992 hasta 1997 la primera fase, y desde 1998 hasta 2003 la segunda fase, los problemas ambientales que se observan en los asentamientos informales son, entre otros, inadecuado saneamiento básico, deterioro del suelo en laderas, planificación inadecuada del uso del suelo. Con respecto al inadecuado saneamiento básico asociado, por ejemplo, a la inexistencia de tratamiento de las aguas servidas en las partes altas de las laderas de más reciente asentamiento, otros problemas observados son:

“La contaminación por basuras, ocasionada por la irregularidad en la prestación del servicio de recolección por parte de EE.VV. en las partes de más difícil acceso y por otro lado porque los habitantes tienen por costumbre arrojar basuras a las quebradas y mangas, aumentando la contaminación y disminuyendo la posibilidad de tener algunas zonas verdes para el disfrute. Las quebradas en los trayectos que no están entamboradas presentan un alto grado de contaminación, ya que a ellas se arrojan las aguas servidas y se convierten en botaderos abiertos de basura. Las quebradas Chorro Hondo y La Arenera que rodea principalmente el barrio Trece de Noviembre, presentan corrientes fuertes en época de lluvia, ocasionando graves problemas. Aunque la mayoría de los barrios que ya hoy están normalizados han sido atendidos en cuanto al problema de control de aguas, los asentamientos recientes de la parte superior de la ladera no, lo que los obliga a distribuir el agua para uso domestico por medio de mangueras, esto genera permanentes fugas que no son observables y adecuadamente canalizadas, y por la deforestación y lo inclinado del terreno, las aguas lluvias bajan por la ladera sin ningún control, aumentando la

215 Este fue un programa de cooperación internacional con el apoyo del banco alemán KFV, la contrapartida nacional del Inurbe y el Sena, la alcaldía municipal de Medellín y la comunidad, con el objetivo principal de mejorar la calidad de los habitantes de 15 barrios de ladera en tres zonas de la ciudad –centroccidental, centroriental y noroccidental, lo que significó una cobertura del 22% de los barrios considerados subnormales en Medellín. Objetivo a lograr a través de: 1. mejoramiento barrial y de vivienda, 2. mitigación del riesgo, 3. promoción y participación comunitaria, 4. legalización, 5. planificación y gestión. Este programa se llevó a cabo en dos fases en la ciudad, la primera fase (1992-1997) en la zona Centro-Occidental –zona COC- el proyecto se focalizó en cinco asentamientos: Independencias I, II y III, Nuevos Conquistadores y El Salado Parte Baja. En la zona Centro-Oriental –zona COR- la primera fase comprendió los asentamientos 13 de Noviembre, El Pinal, Isaac Gaviria, Los Mangos y la Primavera. Y la segunda fase (1998-2003) En la zona COC la intervención se sostiene en los cinco barrios de la fase I y se extiende a tres nuevos asentamientos: El Salado Parte Alta, El corazón y Betania. En la zona COR se sostiene la intervención en los 5 barrios y se comienza una nueva intervención en los barrios Las Estancias, Villa Turbay, La Sierra, Villa Liliam, Ocho de Marzo y Juan Pablo II y Villatina.

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inestabilidad de los terrenos, lo que es grave si se tiene en cuenta la tradición de derrumbes y deslizamientos en estos sectores.”216

En las comunas 8 y 9 en particular, la expansión de estos asentamientos se vivió con intensidad desde 1997, momento asociado en todo el territorio nacional al proceso de intensificación de las acciones de los actores del conflicto armado, fundamentalmente, a la estrategia paramilitar de expulsión masiva de la población rural como se verá en el apartado del contexto sociopolítico más adelante. “El Cerro Pan de Azúcar en sus laderas se convierte en asiento de viviendas y ranchos, y sobre todo en el último tiempo de los meses de febrero a agosto de 1998, han llegado familias desplazadas por la violencia, lo que ha complejizado más la situación en cuanto al paisaje y sobre todo en cuanto a la convivencia entre sus habitantes (…).”217 Como una consecuencia de este proceso de poblamiento y asentamiento informal en barrios de las comunas 8 y 9, la quebrada Santa Elena a lo largo del presente siglo ha sido transformada en su cauce sin tener en cuenta especificidades técnicas e hidráulicas, reduciendo su sección natural e invadiendo las llanuras de inundación, en el afán de ocupar y disponer del mayor espacio posible para la construcción de viviendas, convirtiéndose de paso en una bomba de tiempo por las potenciales inundaciones y desastres. La Comuna 13 en la parte alta y las comunas 8 y 9 presentan altos índices de áreas de retiro invadidas, esta es una, entre otras situaciones, que generan altos riesgos socio-ambientales en la actualidad. Además, en la Comuna 13 muchas de sus quebradas han presentado un manejo inadecuado por parte de sus pobladores.

“(…)como vertimientos de aguas residuales, invasión de sus retiros con construcciones y utilización como botaderos de basuras y escombros, lo cual genera riesgos de inestabilidad. En algunos de estos puntos críticos se han utilizado obras de estabilización, canalizaciones de estructuras, reforestación y paisajismos (…). La Comuna 13 presenta una topografía variada, predominando los montículos, ondulaciones y pendientes donde se asienta la mayoría de la población, (…) las pendientes se encuentran hacia el extremo occidental. Cuenta con sectores caracterizados por alto riesgo –potencial de desastres naturales (sectores de los barrios Blanquizal, Independencia I, II, III, Nuevos conquistadores, Belencito la Colina, Belencito Betania, en las márgenes de quebradas especialmente)”.218

Las problemáticas y amenazas ambientales no son sólo para los barrios de las comunas donde se originan, las quebradas que llegan al río Medellín como La Iguaná, La Pelahueso, La Hueso y Ana Díaz, en la Comuna 13, han producido inundaciones en la parte baja de la comuna y en las comunas 11 y 12 vecinas a la Comuna 13 debido a las obstrucciones generadas por la acumulación de desechos sólidos arrojados en las partes altas de los cauces.

216 MARQUEZ VALDERRAMA, Fulvia (1998): La Comuna 8 de la zona 3 de Medellín. Aspectos de su proceso de poblamiento y actores sociales: Para acercarse a las conflictividades y las dinámicas juveniles. Especialización en Teorías, Métodos y Técnicas de Investigación en Ciencias Sociales. Universidad de Antioquia –INER-, Medellín. pp. 42-44. 217 Marquez Valderrama, Op. Cit. pp. 41-42. 218 Universidad Autónoma Latinoamericana, Empresas Públicas de Medellín. Informe diagnóstico socio-económico de Comuna 13 / Universidad Autónoma Latinoamericana, Empresas Públicas de Medellín. -- Medellín: [S.n.], 2002. 73 h.

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Las problemáticas ambientales descritas son elementos que aumentan la vulnerabilidad económica, social y ambiental de los pobladores de las tres comunas, y significa también un aumento de la vulnerabilidad en aspectos de la vida no tan visibles, como los psico-afectivos, al generar mayores niveles de incertidumbre y riesgo frente a la seguridad individual, familiar y comunitaria. Estas problemáticas también juegan un papel importante para el surgimiento, dinamización, desaparición o consolidación de las acciones colectivas de resistencia civil no armada y su indagación será también uno de nuestros propósitos en esta investigación. Proyectos de desarrollo localizados o cuya área de influencia son las comunas 8, 9 y 13

Dentro de los lineamientos estratégicos del desarrollo del departamento de Antioquia y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá insertados en los dos Planes Estratégicos para Antioquia y para el Área Metropolitana del Valle del Aburrá es fundamental la adecuación de la infraestructura física y vial, esto obedece a unos intereses de reconfiguración territorial del departamento, pero también a los intereses de una élite empresarial que busca la competitividad y rentabilidad en el aprovechamiento de tierras y la explotación de los recursos naturales. Lo que constituye la existencia de unos intereses públicos y privados que están articulados y que de antemano planean y ordenan el territorio en la búsqueda de su posicionamiento económico y político. Los planes estratégicos del ordenamiento territorial de Medellín y el Área Metropolitana que buscan contribuir a la consolidación de la plataforma competitiva Metropolitana son explícitos en este sentido.219 Para la valoración y recuperación ambiental de los cerros tutelares: la reforestación y adecuación del Cerro Pan de Azúcar como parque ecológico y el Parque San Diego (la asomadera). Como proyectos de desarrollo vial y movilización masiva; los principales proyectos viales que han afectado barrios de la Comuna 13 son: Metrocable hasta Pajarito, la Conexión Vial Aburrá-río Cauca o Túnel de Occidente; la mayoría de sus obras ya han sido terminadas pero durante su ejecución hubo

219 Véase en el Esquema de Ordenamiento Territorial y Plan de Desarrollo Municipal de Medellín 2004-2007) el registro de otros proyectos centrales en esta plataforma competitiva: • Puerto de aguas profundas del golfo de Urabá. • Túnel a occidente (conexión de los valles de Aburrá y río cauca), • Túnel a oriente (conexión de los valles de Aburrá y san Nicolás). • Variante a la Pintada, Rehabilitación de la línea férrea. • Metro-tren (tren suburbano o de cercanías) Barbosa/bello/ N.V.A (suspendido) • Puerto seco en el valle de Aburrá. (suspendido) • Terminación corredor multimodal del río Medellín (vía regional norte costado oriental). • Relocalización de disposición final basuras. Localización Planta norte tratamiento aguas residuales. • Modernización de la infraestructura de telecomunicaciones • Museo de la ciencia y de la tecnología (Museo Explora). • Bulevar y ciudadela de la salud. • Centro de negocios en el sector de la Alpujarra, Centro de espectáculos la Macarena. • PROYECTOS ESTRATÉGIAS CORREGIMENTALES • Proyectos de generación de equilibrio urbano • Centros de Equilibrios en el norte y sur • Planes Parciales Tratamientos Estratégicos Parciales para mejorar condiciones de vivienda • El Plan Maestro Área de Reserva Occidente del Valle de Aburrá

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quejas de todo orden por parte de las comunidades afectadas220 por una obra que busca responder a la solución y defensa de intereses particulares regionales, e incluso nacionales, de movilidad y salida de productos para la exportación, pero que ejerce una doble exclusión al pasar por alto los problemas de una amplia franja de población ya excluida social y económicamente. Otras obras proyectadas en un futuro cercano para la Comuna 13 son: Continuidad de la avenida San Juan por la 96 hasta circunvalar occidental, sistema colector de apoyo a la línea B del metro, laterales a la quebrada el Hueso, proyecto de ampliación a la Cra 92, vía al barrio Corazón, Vía al túnel de occidente, Circunvalar metropolitana occidental.221 Uno de los proyectos consignados en el POT en el sector la Pedrera-Olaya Herrera de la Comuna 13 es la creación de centros de acopio para el reciclaje de basuras. En los barrios San Javier, San Antonio y el Socorro, la canalización de quebradas y arborización, además, la concertación con canteras.

El principal interés al enunciar los distintos proyectos de desarrollo para el ámbito local de las comunas 8, 9 y 13 es el de presentar el territorio de localización e interacción de las acciones colectivas de resistencia civil en un marco amplio a partir de las orientaciones y directrices para el desarrollo que desde fuera se gestan, ya que las ideas de expansión, explotación, competitividad, rentabilidad que se gestionan en los proyectos estratégicos, están enmarcados dentro de la Visión Antioquia 2020 que pretende consolidar el Departamento de Antioquia como la “mejor esquina de América” gracias a su posición geográfica, sin embargo, dentro de la lógica centralista y excluyente en la que están planteados, desconocen en los escenarios objeto de transformación, a los pobladores asentados allí, sus formas identitarias de relacionamiento con el territorio y sus formas tradicionales de subsistencia y configuración de relaciones de poder. Con lo cual se está planteando una imposición del modelo de desarrollo económico y social de territorio basado en la estrategia de modernización infraestructural, densificación urbana, incremento de las actividades turísticas y de internacionalización de los recursos con los que se cuenta. La economía de mercado en sus diferentes facetas –compra y venta de servicios, especulación en los precios del suelo-, es un actor territorial que no tiene rostro o lugar, ya que tiene la capacidad de mimetizarse con otras prácticas públicas, pero esa invisibilidad protagónica es contraria a su fuerza y capacidad transformadora de la realidad, del entorno espacial y social. De este modo, la ejecución y proyección de obras de desarrollo infraestructural en las comunas 8, 9 y 13 o cercanas a este entorno, tiene varias consideraciones de acuerdo a lo que ha significado en la vida social de estos barrios. En primer lugar, consolida la imposición de un modelo de desarrollo de la ciudad basado en la trasnacionalización del mercado y para el cual la oferta de servicios sociales, domiciliarios, financieros, de movilidad vial, de seguridad, entre otros, son ofertados a toda la población, siempre y cuando pueda pagarlos. En segundo lugar, la cadena de exclusiones socioeconómicas y sociopolíticas se reproduce y multiplica en el territorio de las comunas, debido entre otras, a la eliminación de toda voz que disienta de ese proceso institucionalizado de configuración territorial y al poco alcance de proyectos cuyo objetivo sea la solución de problemáticas básicas de la comunidad –empleo, salud, educación, vivienda, servicios públicos domiciliarios-.

220 Un seguimiento a las distintas quejas y reclamaciones contra la Gerencia del Proyecto se puede encontrar en la Contraloría General de Medellín. 221 UAL y EPM: 2002 Pág. 36

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Características culturales de las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín Se presentan a continuación algunas de las características culturales relevantes en la vida de las comunas 8, 9 y 13 con la debida consideración por sus procesos disímiles y aspectos históricos y socioculturales tan particulares, que cada comuna ha experimentado en su historia, destacando los elementos culturales y de conformación barrial importantes para los pobladores, a partir de dos temas abarcadores: 1. La identidad, modos de vida y estrategias adaptativas para el manejo del entorno, y donde también se trata de establecer, en la medida de lo posible, la conformación de grupos culturales y su relacionamiento intercultural; 2. El patrimonio, valorado en los elementos tangibles e intangibles que enriquecen la sociabilidad y la memoria colectiva de la población, así como los procesos de poblamiento del territorio y las representaciones e imágenes de la población. La identidad El análisis de la identidad, entendida como un conjunto de definiciones compartidas por un colectivo en particular, busca ubicarnos en los marcos existentes de significación de la realidad en las comunas 8, 9 y 13, ya que en el fragor de esos marcos identitarios es posible que se vivan procesos colectivos de diagnóstico, pronóstico, definición de estrategias de acción, y recreación de las motivaciones para las acciones colectivas de resistencia civil no armadas frente al conflicto armado y la exclusión socioeconómica. De acuerdo a esta premisa, se busca en el presente apartado y en el siguiente –patrimonio-, delimitar aquellos rasgos que sean comunes a los pobladores y sus vivencias en el territorio, tendientes a establecer las dinámicas que pueden llevar a la construcción de una identidad en cada una de las comunas. Un elemento a destacar es la forma particular que tienen los asentamientos de los barrios más altos de las comunas 8 y 13; relacionados con los materiales con los que se han construido la mayoría de las viviendas –adobe crudo, tejas de zinc, pisos de cemento y, en otros casos, paredes de madera-. Son viviendas localizadas en las laderas, similares a estructuras colgantes conectadas por series de escalones con pasamanos de hierro que recuerdan una intervención institucional acertada para evitar accidentes en sus interminables despeñaderos, un sistema de conexión inter-barrial que facilita la contemplación de un panorama en distintas direcciones, desde cualquier punto donde se localice el transeúnte al interior de los barrios de las comunas; hacia abajo las grandes edificaciones del centro de la ciudad y hacia el horizonte las cadenas de montañas que rodean el occidente –en el caso de la Comuna 13- el sur, el norte y el oriente -en el caso de las comunas 8 y 9-, de la ciudad de Medellín. En estas zonas confluyen elementos culturales campesinos, asociados a las pertenencias originarias de los habitantes que hacen parte del relativamente viejo o nuevo poblamiento barrial, dichas pertenencias recreadas en las formas de pensar, en las costumbres y en los hábitos se van mezclando y dinamizando con la nueva pertenencia a la vida urbana. Las antiguas experiencias de los pobladores recién llegados a los barrios periféricos, asociadas a la música, la religiosidad, las festividades tradicionales, la comida típica, de identidades regionales como la costeña, la sabanera, la chocoana, entre otras, han ido recreándose y transformándose a la par que las dinámicas de su entorno se los exige.

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“Una constante es la presencia de la diversidad regional, cultural y religiosa, por que allí se puede decir, está presente el país, se encuentran personas de muchos departamentos, de prácticamente de casi todos los municipios de Antioquia y los barrios populares de Medellín, y esto es una circunstancia favorable para una vivencia de la identidad la cual se construye por el respeto a la diferencia, haciendo posible la unidad en la diversidad. Este asunto atraviesa la vida cotidiana en el barrio y en la escuela.”222

La composición social, como se describe en el contexto sociodemográfico, da cuenta de una ocupación predominante en actividades económicas de carácter informal como las ventas ambulantes, el empleo en obras de construcción y el empleo doméstico por días, entre otros. Las dificultades para la solución de las necesidades básicas del núcleo familiar, sobre todo en los barrios que bordean las laderas, permite la construcción de una identidad alrededor de la solidaridad ante los problemas económicos y sociales, de ahí que sea aún frecuente el trabajo en convites para la defensa de los lotes invadidos, la construcción de nuevas edificaciones en las viviendas y la complicidad para la adquisición de servicios básicos, ya sea con la conexión ilegal de los servicios públicos o de manera legal.223 Quizá ha sido en esa vivencia con la precariedad que los pobladores han logrado diversas dinámicas de organización sociocultural con distintos resultados; en cuanto a la orientación, la efectividad e impacto alcanzado y la sostenibilidad en el tiempo de cada proceso sociocultural experimentado. Las fiestas conmemorativas son espacios significativos en esa construcción de las cohesiones y las identidades barriales. Por ejemplo, la Fiesta de los Niños realizada en el mes de octubre de todos los años, inicialmente por las Juntas de Acción Comunal, ha sido un evento liderado por distintos actores en los últimos años, tales como las parroquias, los clubes de adultos mayores y los grupos juveniles, con el pasar del tiempo ha sido un evento cultural en el que durante una semana se han recreado las tradiciones, las actitudes de solidaridad, unión y las representaciones sociales propias de cada barrio, constituyendo un espacio identitario importante para los pobladores.224 La imagen identitaria en los barrios periféricos de las comunas 8, 9 y 13, entendida como el conjunto de representaciones comunes o los aspectos coincidenciales producto de la interacción barrial, se construye en la forma de habitar el territorio con la estructura y formas de las viviendas, pero también en la realización permanente de campeonatos de fútbol, el encuentro y la oralidad desenfrenada en las tiendas y esquinas de los barrios, la música popular o de despecho que hace de telón de fondo a toda la teatralidad allí vivida. El estilo musical Hip Hop ha sido acogido por los jóvenes de los barrios de estas comunas, no es un ritmo musical más, es un estilo de vida, de vestir, sentirse e identificarse en el barrio. Alrededor de las letras de las canciones se tejen sus propias historias de exclusión, marginalidad y resistencia a las condiciones económicas, sociales y políticas que han tenido que vivir los jóvenes en las comunas de Medellín, y con mayor crudeza en los dos primeres años de la década del 2000 en la Comuna 13. Es por esto que surgen espacios como las barberías Hip Hop,

222 Consejo Comunitario pa´lante: 1999, pp. 17. También se encuentra textualmente en Realizadores de sueños Plan de Desarrollo Integral Local. pp. 59. 223 Consejo Comunitario pa´lante. 1999. pp. 14. 224 Marquez Valderrama, Op Cit.

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sitios no sólo de cortes de pelo muy originales, sino también el espacio de encuentro con los amigos, la música, la complicidad y donde recrean su identidad juvenil.225 Patrimonio El patrimonio comúnmente se ha reducido a bienes físicos de equipamiento colectivo existentes, reconocidos como bienes arquitectónicos asociados con el pasado colonial, republicano o cualquier otro legado. Sin embargo, en el análisis del patrimonio se incluye el paisaje y los ecosistemas estratégicos en él, los bienes muebles, pero también los saberes, las costumbres, los mitos y ritos asociados a las leyendas y narraciones orales que se trasmiten de generación en generación, y los elementos o espacios construidos por los pobladores, como la infraestructura comunitaria o los sitios de uso colectivo que son soporte del arraigo y de las identidades en un territorio.

“El territorio adquiere sentido propio, como espacio significado, socializado, culturizado por las diversas expresiones, apropiaciones y defensas culturales, sociales, políticas, económicas que se hacen de él; y a su vez lo adquiere en las diversas lecturas que se le hacen, al ser registrado en la memoria y valorado e imaginado de múltiples maneras, ritualizado o mitificado, constituyéndose en mapa mental y marcador simbólico”. 226

Los referentes territoriales relevantes para los habitantes de la Comuna 13 que han traspasado límites barriales y sectoriales por su centralidad o su importancia histórica son el Parque de San Javier, sitio de encuentro situado al frente de la estación del metro de San Javier, construido desde hace más de 40 años. El atrio de la Iglesia La Divina Pastora del Salado, allí hay también tiendas, almacenes, sala de velación, peluquerías y quioscos y teléfono público. El Camino del Coco; recordado por su amplio movimiento artístico, religioso y cultural en años donde la vida aún era predominantemente rural en la zona. La Puerta, sitio donde terminaba el tranvía en Medellín, lugar alrededor del cual se poblaron barrios tradicionales como el Antonio Nariño y San Javier, en este lugar actualmente se ubica una urbanización cerrada pero continúa siendo el cruce de las vías que conducen a San Javier, San Cristóbal, Antonio Nariño, el Salado, el 20 de Julio y las Independencias, de ahí la continuidad de su importancia como eje estructurante en la comuna. La Biblioteca Centro Occidental de Comfenalco, es un lugar de referencia mucho más reciente (1995), pero que ha logrado generar una dinámica importante en la zona, como centro cultural con el desarrollo de talleres literarios y otras actividades reconocidas y recordadas a través de diferentes medios, que indica el lugar valorado que ya ocupa en la memoria cultural de los habitantes. Otros referentes territoriales resignificados a raíz del conflicto armado en la memoria de los pobladores son: el sitio La Torre, El Plan del Che, el Sitio de los seis; entre otros lugares que rememoran eventos violentos de la Comuna 13 en los años recientes. Para el caso de las comunas 8 y 9 además de los ecosistemas estratégicos del Pan de Azucar y la quebrada santa Elena, ya mencionados en otro apartado, se identifican como referentes territoriales importantes, en Villatina por ejemplo, los sectores de La Torre, porque allí existe una torre de 225 Un ejemplo de esto se recrea en el articulo “Barberías Hip-Hop” por Adela María Ortega Palacio, en: Signos desde la 13, primera edición, pp. 4-5, febrero-marzo de 2005. 226 ECHEVERRÍA R., María Clara y RINCÓN P. Análida. Ciudad de Territorialidades. Polémicas de Medellín, Colciencias, Cehap -Universidad Nacional. Medellín. 2000. pp. 25.

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electricidad y es un mirador natural, El Tanque, Las Escalas que constituyen ejes de conectividad barrial y vecinal, ya que con la característica inclinada del territorio fue la única forma de construir acceso a las viviendas, otros sitio que es referente reciente para los pobladores de la Comuna 8 es el sector de la base militar, construida hace sólo cinco años, y en la Comuna 9, el Parque la Asomadera, el Seminario, la Unidad Deportiva de Miraflores, Comfama de Buenos Aires, entre otros. Los elementos patrimoniales en la Comuna 13 asociados a saberes, prácticas socioculturales y ejercicios de adaptación y reconstrucción de la identidad barrial son; la Red Cultural Expresarte creada desde el año 2004, alrededor de la cual se han aglutinado organizaciones y colectivos culturales como: Corporación recreando, Corapas, Corpades, Realizadores de Sueños, Sal y Luz, JAC de los barrios el Salado, Los Angeles, Quintas de San Javier, El Socorro, el Pesebre, el Paraíso, el Metropolitano y la Pradera, Siglo XXI, Corporación Festival del Porro, Grupo Folclor Danzando, La Gabriela, Futuro en Acción, Naides Teatro. Grupo Representantes de la JAL, Asocomunal, Danzas Añoranzas, Acuarelas de Antioquia, Folclor de Vida Danzas Las Dalias, Corporación Global de Colombia, Corporación Cultural Recreando, del barrio Metropolitano creada desde 1996. Otras organizaciones culturales y colectivos en la Comuna 13 son: De Mentes Poetas, Proyecto Prisma; iniciativa de maestros y directores de las escuelas Pedro J. Gómez, Amor al Niño, 20 de Julio, Especial San Javier y Liceo La Independencia, buscando que la escuela sea espacio de alegría y conocimiento. Primera jornada cultural por la paz, la memoria y la no violencia, en el año 2004, organizada por la Asociación Cristiana de Jóvenes ACJ-YMCA Medellín, Realizadores de Sueños y Comfenalco, vivida cada año como nueva versión del mismo proyecto cultural. Grupos de comunicación y periodismo que han actuado como dinamizadores y gestores culturales en la zona son: Corporación de Comunicación Siglo XXI, surgió luego de las capacitaciones en el marco del programa PRIMED en 1995 cuando un grupo de líderes recibieron capacitación en comunicación, redacción y ortografía. Y el Grupo de Periodismo Kinésica. Otros grupos musicales en la Comuna 13 son: Grupo juvenil Centrifuga, grupo de Rap Maestría BMC, APÓCRIFO, grupo de heavy metal Heavy Progresivo. Grupos de hip hop son; Zinagoga Crew, Musik Radial, Melancolik Sonrisa, Legal Mece, KDLAEE, Libre Calibre, C-15, Zona Cero, Titanes, Doble Calibre, PP, Monarquía, Con-FLow.227 De acuerdo a la existencia de centros artísticos, tales como; teatros, cines, galerías, salas de ensayo y sedes de agrupaciones o asociaciones culturales por cada 100.000 habitantes, la comuna 8 tiene un nivel medio de criticidad al contar entre 1 y 4 centros, mientras que las comunas 9 y 13 se encuentran en un nivel de criticidad alto al no contar con ningún centro.228 Uno de estos centros localizado en la Comuna 8 es el Museo de Ciencias del Colegio de San José de La Salle, el cual presta un servicio importante ya que a él acuden estudiantes de toda el Área Metropolitana. Así mismo, las tres comunas de interés tienen un grado de criticidad alto al no existir casas de la cultura, pero la situación es igual para más de la mitad de la ciudad de Medellín.

227 Inventario de agrupaciones reseñadas en la investigación Memoria Cultural en la Comuna 13. Memoria, imagen y lo que sigue. Claro Oscuro Producciones. 2007 CD Multimedia. 228 Diagnóstico Integral de Ciudad para la Equidad DICE. 2006. pp. 70.

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Existen manifestaciones artísticas, culturales y referentes territoriales ligadas exclusivamente a sectores y barrios, son lugares cuyo valor patrimonial sólo alcanza a ser experimentado por el grupo de población que lo ha vivido, se lo ha apropiado y reconstruido con las prácticas cotidianas de nombrarlo, recrearlo y recorrerlo, es por esto que aquí deberían incluirse aquellos callejones, esquinas, tiendas, teléfonos públicos, barberías, escalones, barrancos y demás lugares vividos desde el uso diario hasta el territorio intocable de la memoria. 2.3.2. Contexto socioeconómico de las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín: un panorama de pobreza y exclusión

Medellín, al igual que muchas ciudades del país y en general de Latinoamérica, presenta amplios índices de pobreza donde casi el 70% de la población vive en condiciones de pobreza extrema, lo que indica que grandes sectores poblacionales, especialmente de los barrios populares más periféricos, han vivido con necesidades básicas insatisfechas, con falta de oportunidades educativas, laborales, de salud, lo que genera exclusión no solo en ámbitos sociales y económicos, si no políticos y culturales. Generalmente los barrios de la ciudad se fueron conformando a partir del desplazamiento de miles de familias de zonas rurales del departamento que buscaban oportunidades de inclusión en la ciudad, sin embargo, al llegar e instalarse en una zona de invasión generó un nuevo círculo de pobreza y miseria. A partir de los años 80 y 90 se registran con más fuerza los sectores de invasión en la ciudad y se empieza a dar un fenómeno que no era reconocido hasta entonces, el fenómeno de la tugurización el cual se empieza hacer visible en los cerros y barrios marginados de la ciudad, que se aceleró por la grave crisis económica y la agudización de la violencia entre grupos armados en las zonas rurales y la violencia del narcotráfico. Para el año 2000 aproximadamente se empieza a presentar un tipo de desplazamiento que era nuevo para las autoridades municipales, el desplazamiento intraurbano que consiste en desplazarse de un barrio a otro por razones económicas, por amenazas y falta de seguridad para las familias o alguno de sus integrantes. Una de las características de los sectores populares es su ubicación, que inicialmente fue en la periferia de la ciudad, pero por la continuidad del conflicto armado y del desplazamiento que éste genera, se establecen ahora en las partes más altas de las laderas de la ciudad, es decir, en los lugares más difíciles para la vida humana, con terrenos de alto riesgo, sin servicios públicos y sin vías de acceso para el transporte público. Los asentamientos que tuvieron lugar en las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad, no fueron planeados ni física ni socialmente, más bien se fueron formando por la migración poblacional de campesinos de diferentes partes de la zona rural de Antioquia y grupos poblacionales provenientes de otros sectores urbanos o por procesos de desplazamiento y migraciones nacionales y regionales,

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especialmente del noroccidente y suroccidente antioqueño y del Urabá, por lo cual se concentra mucha población afrodescendiente especialmente en las comunas 8 y 13. Los barrios más periféricos que conforman las tres comunas se han caracterizado por una tradición de pobreza, vulneración y exclusión social, por lo que la legalización de la propiedad ha sido un asunto crítico en la vida del sector, aunque también ha contribuido a la movilización y la organización comunitaria.229

Es necesario entonces reconocer el contexto social y económico de las tres comunas porque permite analizar la realidad de dichos sectores y determinar si los ciclos de pobreza y exclusión generan otros procesos de carácter organizativo y comunitario que se pueden traducir en acciones de resistencia a un modelo económico que no posibilita la inclusión de amplios sectores poblacionales, sino que expulsa y margina a sectores que no son productivos para este modelo económico hegemónico.

Este capítulo se divide en dos partes, por un lado se hace una descripción de las condiciones sociales y económicas en las que viven amplios sectores poblacionales de la ciudad, en cuanto a la situación demográfica, laboral, educativa, de salud y de espacio público, por otro, se realiza un análisis comparativo entre las comunas, para determinar los niveles de pobreza y exclusión, los indicadores de calidad de vida y de desarrollo humano, pero además algunas estrategias y procesos organizativos comunitarios y solidarios que se generan como una alternativa para enfrentar la difícil situación socioeconómica de la ciudad.

Contexto socioeconómico de la Comuna 8 De los 20 barrios que componen la Comuna 8, 10 se establecieron como nuevos a partir del decreto 997 de 1993, el cual ajusta un inventario de nuevos barrios por el crecimiento de la ciudad, la homogeneidad de las características poblacionales de algunos asentamientos y los elementos físicos estructurantes de un barrio. Entre los barrios que iniciaron como asentamientos subnormales y ahora son considerados legales están: Batallón Girardot, Los Mangos, 13 de Noviembre, Llanaditas, San Antonio, La Libertad, Las Estancias, La Sierra, Villa Turbay y Villa Liliam.230 Las partes más bajas y cercanas al centro pertenecen al estrato socioeconómico 3, mientras se sube por la ladera, las casas, el espacio público y la calidad de vida desmejoran y su estrato cambia a 2 y la parte superior al estrato 1. De acuerdo a la clasificación de subnormalidad elaborado por el Primed, los barrios de la zona Centroriental se encuentran en el nivel 1, 2 y 3: El nivel 1 agrupa aquellos barrios que han tenido una intervención continua por parte del Estado y en las cuales se ha completado en gran parte el proceso de consolidación barrial; el nivel 2 agrupa aquellos barrios en donde ha habido una intervención estatal, pero esta no ha sido continua y no se ha llegado a una consolidación barrial; y

229 LUNA, María Teresa. GONZALEZ, Diana María. Desarrollo integral local. Evaluación del impacto del modelo DIL en la Comuna 13 de Medellín. Fundación Social. Bogotá. 2004. pp. 17. 230 Anuario Estadístico Metropolitano. Medellín. 1998. pp. 33 - 34

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el nivel 3 corresponde al grupo de barrios que no tienen estudios físicos ni sociales, y en donde no se ha adelantado ningún proceso de intervención estatal y por ende la consolidación barrial es muy incipiente.231 En la Comuna 8 se encuentran en el nivel 3 (es decir donde no ha habido intervención social, en cuanto a nula dotación de equipamientos colectivos, instituciones educativas, centros de salud, conexión de servicios públicos, conexiones viales, entre otros) los barrios: Esfuerzos de Paz I y II, Las Torres, La Mano de Dios; La Esperanza, Chococito, La Cruz de Cristo; Golondrinas parte alta, Brisas de Oriente, La Pastora, Isaac Gaviria y El Pacífico. En la zona más periférica, que limita con el cerro “Pan de Azúcar”, la situación de pobreza es más crítica. Su estrato socioeconómico figura como bajo-bajo, aunque algunas zonas de invasiones ni siquiera están estratificadas por su precaria situación y por encontrarse en zonas de alto riesgo no recuperable, que por lo general son habitadas por personas provenientes de otros lugares como del oriente y el Urabá, tanto antioqueño como chocoano, que generalmente han sido desplazados por la violencia o por la grave situación económica que padecieron en sus tierras. Estas comunidades desplazadas se encuentran en contextos de vida de gran precariedad, ubicados en zonas marginales de alta concentración de población vulnerable (niños, niñas, mujeres cabeza de hogar y personas de la tercera edad) con necesidades básicas insatisfechas y con mínima o nula presencia estatal. Aspecto demográfico. El total de la población en la Comuna 8 para el 2005 es de 124.595 habitantes equivalentes al 5,22% del total de la ciudad. La mayoría de la población (88.033 personas) se ubican en los estratos socioeconómicos 1 y 2, 35.576 en el estrato 3 y 986 en el estrato 4.232 Estas cifras permiten determinar el contexto de pobreza, exclusión y marginación en que vive la mayoría de su población especialmente en sus barrios más periféricos, que comenzaron siendo asentamientos ilegales y ahora están legalizados, a pesar de la precariedad en la que se encuentran, sin equipamiento colectivo y aún en constante situación de riesgo por la inestabilidad de los suelos en donde están asentadas las viviendas. La cantidad de mujeres en la Comuna 8 excede en 7.591 al total de los hombres (66.093 mujeres, 58.502 hombres). El número total de viviendas es de 29.183 que albergan un total de 29.503 hogares, lo que significa un faltante de viviendas de aproximadamente 320, demostrando con esto que el déficit de viviendas y el hacinamiento es tan grave como en la comuna 1 Popular. Según estudios, esta es una de las comunas con mayor población en condición de desplazamiento, que representa entre 1.01 y 2,5% de la población total de la comuna.

231 PRIMED, Programa Integral de Mejoramiento de barrios subnormales de Medellín. Corvide. Medellín, 1993. pp. 55. 232 Alcaldía de Medellín. Medellìn Adelante y sin reversa. Encuesta de Calidad de Vida. Medellín. 2005. pp.9.

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Cuadro No. 1. Datos poblacionales en la Comuna 8 Población total Población que

pertenece a los estratos 1 y 2

Población que pertenece a los estratos 3 y 4

Número de viviendas

Número de hogares

Metro cuadrado por habitante

Comuna 8 124.595 88.033 36.562 29.183 29.503 4,270 Medellín 2’384.721 1’151.866 984.305 602.104 605.521 4,03

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

Ingresos e índice de desempleo En el diagnóstico de la situación laboral en las comunas, se identificó la zona 3 (Centro Oriental) como uno de los territorios más críticos de desempleo, sin comentar que es una zona que sufre alto grado de estigmatización, escasez de ofertas institucionales que desarrollen programas de capacitación laboral y bajo impacto de la políticas orientadas a atender la situación de desempleo.233 En los 29.503 hogares el 49,4% de las personas cabeza de hogar, no recibe ingresos por trabajo y 11.255 jefes de hogar reciben un ingreso inferior a un salario mínimo, teniendo un ingreso promedio de 382.495 pesos mensuales. Se debe tener en cuenta que el 36,7% de las personas cabezas del hogar son mujeres, generalmente con más de dos hijos y con un empleo mal remunerado, inestable y generalmente informal, que dificulta la inclusión de las y los miembros del hogar en otros espacios de participación comunitaria, educativa y de ciudad y que reproducen la exclusión y discriminación. La población en edad de trabajar en la Comuna 8 es el 79,4% de los cuales 20.592 se encuentran sin actividad laboral y 18.103 realizan oficios del hogar, sin obtener ningún ingreso, la tasa de subempleo es del 27,8%. De las personas que se encuentran laborando (aproximadamente 38.942 personas), 22.844 son empleados u obreros particulares, 10.820, son trabajadores por cuenta propia y 1.859 son empleados domésticos. En todos los casos la inestabilidad laboral, la falta de seguridad social y de riesgos profesionales, es la constante.

Cuadro No. 2. Indicadores laborales y de ingresos en la Comuna 8 Población en

edad de trabajar

Población ocupada

Población desempleada

Tasa de desempleo

Tasa de sub-empleo

Ingreso mensual percibido por el jefe de hogar

Comuna 8 98.904 38.942 20.592 27,8% 382.495 Medellín 1’974.992 798.346 361.291 10,9% 28,3% 569.305

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

Las principales actividades económicas de la comuna son las comerciales, con 1.246 establecimientos, le sigue el sector servicios con 341 y sólo 83 para el sector industrial. Sin

233 Plan de Desarrollo Local, Comuna 8, 2008-2018, Villa Hermosa, Enciso, Las Estancias. Municipio de Medellín, Corpades. Medellín. 2007. pp. 55.

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embargo, muchos hogares buscan la forma de obtener algunos ingresos por medio de algún tipo de producción y venta pero en menor escala (fabrica de arepas, de bolis, de confección etc.) que realmente no le genera un ingreso alto, pero les permite la subsistencia. Aspecto educativo La calidad de la educación y la capacidad del sistema educativo para cubrir la gran demanda, especialmente en las zonas más periféricas de la ciudad, ha sido precario, a pesar de los esfuerzos que se han realizado por mejorar las locaciones educativas y ampliar la cobertura. La Comuna 8 no se escapa de esta realidad y por el contrario mantiene un déficit educativo muy amplio en relación con otros sectores de la ciudad. Para ilustrar un poco esta realidad observemos algunos datos: 19.144 personas no han alcanzado ningún nivel educativo y 70.794 solo han llegado a obtener un nivel educativo igual o menor a la secundaria. El índice de analfabetismo en personas mayores de 15 años es del 3%, que a pesar de ser una cifra aparentemente insignificante, demuestra que el acceso a la educación es difícil, cuando las demás necesidades básicas no han sido satisfechas y muchas personas tienen que sacrificar la educación para suplir las necesidades de alimentación, salud y vivienda. El déficit educativo para el nivel de secundaria y media vocacional es cercano al 40%.

Cuadro No. 3. Nivel educativo en la Comuna 8

Población que no ha alcanzado ningún nivel educativo

Población que ha alcanzado la secundaria

Indice de analfabetismo en personas mayores de 15

años

Número de establecimientos educativos del sector oficial

Comuna 8 19.144 23.791 3% 31 Medellín 274.992 2,3% 431

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

En la comuna hay 31 instituciones educativas del sector oficial y 14 del sector privado, la mayoría de las locaciones con espacios muy reducidos para la cantidad de población estudiantil que atienden y con una dotación no apta para recibir una verdadera educación con calidad. En las partes más altas como en el asentamiento Altos de la Torre, La Sierra, El Pinal y Esfuerzos de Paz, se identificó la carencia de infraestructura educativa y se clasificó como una problemática muy crítica puesto que acceder a las instituciones actuales, plantea el problema de barreras territoriales visibles e invisibles como la distancia, y la comunidad ha identificado que cerca de 100 niños y niñas están fuera del sistema escolar234; por esto, en algunos sectores se ha improvisado en casas pequeñas, sin techo, salones para dar algunas clases, esto en unas condiciones infrahumanas, y sin ningún tipo de apoyo del gobierno municipal. Las y los estudiantes (especialmente de primaria) de estos sectores tan retirados de la centralidad, no tienen otra opción de educación, ya que el tiempo, los costos y los riesgos para desplazarse a escuelas con una infraestructura más adecuada, son muy altos.

234 Plan de Desarrollo Local, Comuna 8.

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Sector salud Del total de la población de la comuna Villa Hermosa 9.323 personas no están afiliadas a ningún sistema de seguridad social y 46.220 personas están inscritas al régimen subsidiado de salud, que como se sabe, no ofrece la mejor ni oportuna atención a sus usuarios. Además, solo el 8,7% de las personas se encuentran afiliadas al sistema de pensiones, lo que implica que la mayoría de las personas se encuentran en una grave situación de informalidad e inestabilidad que les impide asegurar parte de su futuro y el de su familia. Las principales causas de muerte en este sector de la ciudad para el año 2005 fueron por homicidios (124 muertes), le sigue las enfermedades del corazón, las enfermedades de las vías respiratorias y las cerebro vasculares. Si bien las causas de muerte por homicidios han venido en descenso, estas siguen ocurriendo en el territorio de la comuna, afectado aun por presencia de actores ilegales armados. Esta situación se ha comentado en reuniones y procesos de socialización del Plan de Desarrollo, en las cuales se compartieron situaciones graves de persecución, asesinatos y presión sobre la organización comunitaria de parte de actores que continúan ejerciendo poder armado en la comuna, a pesar del proceso de reincorporación a la civilidad.235 La tasa de mortalidad general es de 6,21 defunciones por cada mil habitantes y la de mortalidad infantil es de 15,72, lo que refleja una cifra preocupante comparada con la comuna la América que es de 6,17 número de defunciones de menores de un año de edad, por cada mil nacidos vivos. Por otro lado la tasa bruta de natalidad es de 20.32 nacimientos y la tasa de fecundidad general es de 37,80 nacimientos por cada mil mujeres en edad fértil (entre los 15 y 49 años), aunque este rango de edad se ha ampliado mucho, ya que los embarazos más frecuentes en adolescentes, actualmente oscilan en edades inferiores a los 15 años. De acuerdo a la clasificación del Sistema General de Seguridad Social en Salud, el 45,55% de la comuna, se encuentra en el nivel 1 del Sisbén, el 35,93% en el nivel 2, 18,42% en el nivel 3 y el 0,1% en el nivel 4. Esto representa que la mayoría de personas de la comuna (81,48%) se encuentra en los niveles bajo- bajo, haciendo evidente sus condiciones de pobreza.236 Espacio público y equipamiento colectivo El déficit de equipamiento colectivo y la carencia de espacio público, es una constante en estos sectores de invasión que se han formado irregularmente, y a pesar que algunos sectores ya han sido legalizados por la administración municipal, estos siguen teniendo un déficit muy grande en cuanto a servicios públicos, calidad de las viviendas, vías de acceso a los barrios, pocas unidades de salud y establecimientos educativos en precarias condiciones y con un espacio muy reducido para la cantidad de estudiantes que acogen.

235 Plan de Desarrollo, Comuna 8. pp. 34. 236 Ibíd., pp. 34.

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La comuna Villa Hermosa cuenta con solo dos bibliotecas ubicadas en sectores centrales y entre 7 escenarios deportivos y menos de un parque infantil por cada 100.000 habitantes menores de 14 años. Con respecto a la salud, el sistema comunal de servicios de salud lo integran 4 centros de salud: No.11 Enciso, No.40 Llanaditas, No.59 Villatina y No.62 Sol de Oriente. El sector más oriental de la Comuna 8 conformado por los barrios Las Estancias, San Antonio, Villa Lilliam, Villa Turbay y la Sierra, se encuentra desprovisto de equipamientos de salud próximo a sus habitantes, los cuales representan aproximadamente el 19% del total de población de la comuna. A las personas que residen en los barrios más periféricos se les dificulta mucho más el acceso y disfrute a los pocos equipamientos colectivos que tiene el sector, ya que sus barrios y asentamientos carecen de espacio público y vías públicas por donde puedan transitar tranquilamente, y por ende el transporte público generalmente no llega hasta sus barrios. Los asentamientos Altos de la Torre, Pacífico, Esfuerzos de Paz I y II, La Esperanza, Las Torres, La Torre y Unión de Cristo, han desarrollado relaciones organizativas y han gestionado equipamientos básicos en búsqueda de su reconocimiento como barrios. Si bien un porcentaje significativo de los territorios que ocupan se encuentra en zonas anteriormente catalogadas como de alto riesgo, sus líderes reclaman la posibilidad de ser reconocidos como barrios.237 La Comuna 8 tiene un parque de barrio en Villa Hermosa y un parque recreativo en La Ladera, este último fortalecido con la reciente construcción del Parque Biblioteca León de Greiff. El Cerro Pan de Azúcar es incluido dentro de la oferta de espacio público, lo que modifica sustancialmente los indicadores de espacio público por habitante, sin considerar si cuenta con las condiciones para su aprovechamiento como tal.238 En infraestructura de seguridad, la comuna cuenta con una Estación de Policía en Villatina, y dos Centros de Atención Inmediata –CAI- en Altos de la Torre y la Sierra, además está el Batallón Girardot junto al Barrio Villa Hermosa. Contexto socioeconómico Comuna 9

La Comuna 9, llamada Buenos Aires, se ubica en la zona centro oriental de la ciudad y limita por el norte con la Comuna 8 Villa Hermosa, por el oriente con el Corregimiento de Santa Elena, por el sur con la comuna 14 El Poblado y al occidente con la comuna 10 La Candelaria. La comuna está conformada por los barrios Juan Pablo II, Bomboná No. 2, Alejandro Echavarría, Buenos Aires, Cataluña, Gerona, Loreto, Asomadera No. 2, Ocho de Marzo, Barrios de Jesús, Los Cerros-El Vergel, Caycedo, Miraflores, La Milagrosa, El Salvador, Asomadera No. 1, y Asomadera No. 3, los cuales corresponden a 599,6 hectáreas. La densidad poblacional es de 254 viviendas por hectárea.

Tiene una población total de 152.559 habitantes que corresponden al 6,40% del total de la ciudad de Medellín. La distribución por género indica que el 54,6% de la población son mujeres (83.350) y el 45.4% son hombres (69.188). Del total de la población que habita en estos 17 barrios, 56.682 personas pertenecen a los estratos 1 y 2, 87.928 al estrato 3, 7.323 al estrato 4 y 626 personas al 237 Ibíd. Pp. 22. 238 Ibíd., pp. 39.

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los estratos 5 y 6. Se puede deducir que en esta comuna las condiciones de pobreza son menores para la mayoría de la población y por ende la calidad de vida es un poco más elevada, de hecho, de las tres comunas estudiadas, es la única que tiene viviendas en estrato socioeconómico 5 y 6 las cuales se ubican en límites con la comuna el Poblado.

El total de viviendas es de 36.861, que albergan un total de 37.228 hogares, lo que significa un faltante de viviendas de 367 viviendas. Esto se explica porque en 341 viviendas aproximadamente, habitan dos o más hogares.

Cuadro No. 4. Datos poblacionales, Comuna 9 Población total Población que

pertenece a los estratos 1 y 2

Población que pertenece a los estratos 3 y 4

Número de viviendas

Número de hogares

Metro cuadrado por habitante

Comuna 9 152.559 56.682 95.251 36.861 37.228 1,8 Medellín 2’384.721 1’151.866 984.305 602.104 605.521 4,03 Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

Economía y tasa de desempleo

La población en edad de trabajar suma 125.837 personas de las cuales 51.560 se encuentran trabajando y del resto, 14.453 se encuentran sin actividad, 7876 buscan trabajo, 21.626 se encuentran estudiando y 21.637 realizan oficios del hogar, sin ningún tipo de remuneración y la tasa de subempleo es del 28,4%.

Los empleos que ejercen las personas que trabajan son principalmente como empleados u obreros particulares (29.645), trabajador por cuenta propia (14.662) y empleado doméstico (1.833). Estos empleos generalmente los realizan las personas que residen en los barrios de un estrato socioeconómico menor (1 y 2), como son: Juan Pablo II, Ocho de Marzo, Barrios de Jesús, Bomboná No. 2. Si embargo, existe un porcentaje de la población que tiene una posición ocupacional mayor y con mayores ingresos, entre ellos 4.957 son empleados públicos o trabajadores del gobierno y 375 personas son patrones o empleadores que generalmente se ubican en los barrios con los estratos socioeconómicos más altos de la comuna y que limitan con la comuna del Poblado, ellos son: La Asomadera No.1 (estrato 4), La Asomadera No.3 (estrato 5) y La Asomadera No. 2 (estrato 6). No obstante el promedio de ingresos que reciben las y los jefes de hogar es de 474.340 pesos, una cifra mayor al promedio obtenido en las comunas 8 y 13.

Cuadro No. 5. Indicadores laborales y de ingresos en la Comuna 9

Población en

edad de trabajar

Población ocupada

Población desempleada

Tasa de desempleo

Tasa de sub-empleo

Ingreso mensual percibido por el jefe de hogar

Comuna 9 125.837 51.613 22.329 28,4% 474.340 Medellín 1’974.992 798.346 361.291 10,9% 28,3% 569.305 Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

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Situación de salud

La situación de salud en la Comuna 9 es crítica especialmente para las personas que residen en los barrios de estratos 1 y 2, ya que al no tener un trabajo estable y formal, no tienen una afiliación al sistema de salud. El total de las personas que no están afiliadas al sistema de seguridad social suman 14.450 y el total de las personas que están afiliadas al régimen subsidiado de salud suman 45.913 personas.

Del total de la población sólo 20.206 personas están afiliadas al sistema de pensiones, y 13.854 al sistema de riesgos profesionales. Estas cifras indican la grave situación de vulneración e inestabilidad laboral en la que se encuentra la mayoría de la población de los estratos socioeconómicos 1 y 2 de esta comuna.

Las principales causas de muerte para el año 2002 fueron por homicidios (121 defunciones), enfermedades del corazón (103 defunciones) y por enfermedades crónicas de las vías respiratorias (56 defunciones); teniendo una tasa de mortalidad general de 6,19 defunciones por cada mil habitantes. Con respecto a la tasa de mortalidad infantil se puede observar que es mucho menor a la de la comuna Villa Hermosa con un promedio de 10,57 defunciones de menores de un año por cada mil nacidos vivos239.

La tasa bruta de natalidad es de 19,91 que significa casi 20 nacimientos por cada mil habitantes y la tasa de fecundidad general es de 37,04, lo que implica 37 nacimientos por cada mil mujeres en edad fértil (15 a 59 años). Cifras mucho menores a las de la Comuna 8, a pesar del mayor número de población que habita en la comuna Buenos Aires.

Situación educativa

De acuerdo al Diagnóstico de la Comuna 9 realizado para la formulación del Plan de Desarrollo Zonal, se advierte que los colegios ubicados en esta comuna, que son de más fácil acceso por el bajo costo de su mensualidad debido a que pertenecen al sector oficial, son pocos y se encuentran en malas condiciones. Así mismo, presentan problemas en su estructura física, cuentan con poco espacio para los salones de clase, tienen canchas polideportivas en mal estado y la implementación de material pedagógico para el trabajo con niños, niñas y adolescentes, es casi nulo.240

Sin embargo en la comuna Buenos Aires se ubican 24 instituciones educativas del sector oficial y 32 del sector privado que suman un total de 56 establecimientos educativos, 11 más que en la Comuna 8. Las 24 instituciones educativas oficiales, albergan 21.916 estudiantes que indican un promedio de 913 estudiantes por institución. El índice de analfabetismo en personas mayores de 15 años es del 1.6%, lo cual indica que 1.895 personas no saben leer ni escribir más de un párrafo. A pesar de ser una cifra menor comparada con otras comunas de la ciudad, es preocupante porque este sector en promedio, no tiene una calidad de vida tan baja como se presenta en otras comunas, y sin embargo el número de personas analfabetas es alto.

239 Anuario Estadístico Metropolitano. 2002. pp. 127 240 Plan de Desarrollo Zonal, zona centroriental 1998- 2006. Medellín. 1999. pp. 52.

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Cuadro No. 6. Nivel educativo Comuna 9

Población que

no ha alcanzado ningún nivel educativo

Población que ha alcanzado la secundaria

Indice de analfabetismo en personas mayores de 15

años

Número de establecimientos educativos del sector oficial

Comuna 9 16.293 28.015 1,6% 24 Medellín 274.992 2,3% 431

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

Espacio público y equipamiento colectivo

La mayoría de barrios que componen la Comuna 9 (10 en total), están clasificados en un estrato socioeconómico 3 (medio – bajo), que indican que el tipo de vivienda, la conexión a servicios públicos, las vías de acceso, los usos del suelo, los equipamientos colectivos, educativos, de salud y en general la calidad de vida, es mejor que en los estratos más bajos.

Por lo tanto, los espacios públicos del sector son más amplios y existen 56 establecimientos educativos, 24 del sector oficial y 32 del sector privado. El número de unidades de salud es de 5 y el total de parques infantiles se estima entre 1 y 3 por cada 1.000 niños, el número de instalaciones deportivas esta entre 3 y 6 y hay más de 4 bibliotecas públicas.

No obstante, los barrios de estrato 1 (Juan Pablo II, Ocho de marzo) y de estrato 2 (Barrios de Jesús, Bomboná No. 2), se encuentran en una situación de gran precariedad socioeconómica, con pocos equipamientos colectivos y en mal estado, con viviendas construidas con materiales de desecho y ubicadas en terrenos de alto riesgo, con problemas de conexión a servicios públicos y sin espacio público para que sus habitantes puedan socializar y vivir de una forma adecuada y digna. En esta comuna se evidencia más claramente la desigualdad social y económica que es una constante en la ciudad y por supuesto en el país, donde la concentración de la riqueza y de las tierras está en manos de unas cuantas personas, mientras la pobreza y miseria se extienden entre la gran mayoría de la población.

Contexto socioeconómico Comuna 13 Los 23 barrios que conforman la Comuna 13 tienen una población de 134.716 habitantes241, equivalentes al 5.6% de la población total de la ciudad de Medellín; el 66.3% de la población pertenece a los estratos 1 y 2, y el 33.7% a los estratos 3 y 4, lo cual indica que un gran porcentaje de la población se encuentra en graves dificultades socioeconómicas242. El número de viviendas es de 34.023, de las cuales 33.875 se ubican en el estrato 1 y albergan 34.202 hogares, lo que implica un faltante de por lo menos 179 unidades de vivienda. 241 Porcentaje para el 2005. Encuesta de calidad de vida, Medellín. 2005. 242 La estratificación socioeconómica da cuenta de las variables de orden físico, especialmente como tipo de vivienda, servicios públicos, usos del suelo y otras categorías socioeconómicas. Medellín se ha estratificado en 6 categorías así: 1 estrato bajo – bajo, 2 estrato bajo, 3 estrato medio – bajo, 4 estrato medio, 5 estrato medio- alto, 6 estrato alto. Mientras más bajo el estrato, menor calidad de vida.

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La población está compuesta por 72.844 mujeres (54% del total) y 61.872 hombres (45.9% del total) y la densidad poblacional es de 278 viviendas por hectárea, es decir, cada habitante cuenta con 1,8m2/habitante de espacio público mientras que el promedio para Medellín es de 4.03m2/habitante; un espacio muy reducido, para la cantidad de personas que habitan el sector.

Cuadro No. 7. Datos poblacionales y de vivienda Población total Población que

pertenece a los estratos 1 y 2

Población que pertenece a los estratos 3 y 4

Número de viviendas

Número de hogares

Metro cuadrado por habitante

Comuna 13 134.716 89.422 45.373 34.023 34.202 1,8 Medellín 2’384.721 1’151.866 984.305 602.104 605.521 4,03 Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

Los barrios más periféricos de la Comuna 13 (Las Independencias I, II, III, El Salado, Nuevos Conquistadores y El 20 de Julio), evidencian una problemática generalizada de pobreza, bajos niveles de educación, hacinamiento y desempleo. Los hogares están compuestos por familias con un promedio de 5 personas que conviven en un espacio muy reducido y precario. Con respecto a los ingresos por hogares, se estima que 17.302 jefes de hogar no perciben ingresos por la actividad laboral y 11.124 hogares reciben un ingreso inferior a un salario mínimo, teniendo un promedio de ingresos por trabajo del jefe de hogar de 389.109 pesos, que es mucho menor al ingreso promedio en la ciudad, que se estima en 569.305 pesos, que a lo sumo permite sobrevivir y es insuficiente para cubrir los gastos básicos de arriendo, pago de servicios públicos, alimentación, educación y salud de un 66% de la población. Esta situación se vuelve más crítica cuando se estima que en el 39% de los hogares la mujer es cabeza de hogar243, lo cual significa que la madre debe responder por todos los deberes y gastos del hogar, sólo con el ingreso que perciba por su trabajo, que generalmente es inestable e informal. La población en edad de trabajar en la comuna San Javier es de 107.985 personas, de las cuales 22.435 se encuentran desempleadas. La tasa de trabajo informal se estima en un 26.7% de la población, que es el reporte de las personas que trabajan por cuenta propia. De las personas que tienen algún tipo de trabajo, 26.335 son empleados u obreros particulares, 11.878 son trabajadores por cuenta propia y 1.515 son empleados domésticos. Esto implica que la mayoría de las personas que tienen este tipo de oficios, no están afiliadas a ningún sistema de seguridad social, ni afiliadas al régimen de pensiones.

243 Periódico “De la Urbe”. Año 4. N° 15. Medellín, agosto de 2002. pp. 12.

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Cuadro No. 8. Indicadores laborales en la Comuna 13 Población en

edad de trabajar

Población ocupada

Población desempleada

Tasa de desempleo

Tasa de sub-empleo

Ingreso mensual percibido por el jefe de hogar

Comuna 13 107.985 44.549 22.435 _________ 26,7% 389.109 Medellín 1’974.992 798.346 361.291 10,9% 28,3% 569.305 Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

Las principales actividades económicas que se generan en la comuna son de tipo comercial con 716 locales comerciales, le sigue el sector servicios con 216 y por ultimo el sector industrial con 78 establecimientos244.

La situación educativa Del total de la población que reside en la Comuna 13, 19.561 personas no han alcanzado ningún nivel educativo y el 17,9% (24.106) solo han llegado a terminar la secundaria, lo cual indica la precaria formación educativa que tiene el 68% de la población de este sector de la ciudad. Además, el índice de analfabetismo en personas mayores de 15 años es del 2,9% y el déficit por cupos escolares es del 13.5%, generando con esta situación nuevos ciclos de exclusión porque las personas que no tienen la oportunidad de formarse, van a tener menos opciones de alcanzar un empleo estable y bien remunerado. A pesar que el 35,8 % de la población de la Comuna 13 son niños/as y jóvenes menores de 19 años (48.196), solo hay matriculados un aproximado de 28.218 estudiantes, evidenciando con estas cifras la grave problemática de cobertura educativa y la incapacidad de la administración municipal de ampliar su capacidad de atención educativa.

Cuadro No. 9. Nivel educativo de la Comuna 13

Población que

no ha alcanzado ningún nivel educativo

Población que ha alcanzado la secundaria

Indice de analfabetismo en personas mayores de 15

años

Número de establecimientos educativos del sector oficial

Comuna 13 19.561 24.106 2,9% 22 Medellín 274.992 423.479 2,3% 431

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

La situación de salud Según la encuesta de calidad de vida del año 2005, 12.732 personas no están afiliadas a ningún sistema de seguridad social y 50.338 personas están inscritas al régimen subsidiado de salud. Del

244 Anuario Estadístico Metropolitano. 2002, pp. 285.

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total de la población, 118.359 personas no están afiliadas al sistema de riesgos profesionales, evidenciando con esto la vulnerabilidad y desprotección en la cual se encuentran la mayoría de trabajadores informales o trabajadores independientes del sector. Se calcula que las y los niños menores de 5 años que sufren de desnutrición representan el 60% de ese grupo de edad245, y las principales causas de muerte en este sector para el 2002 fueron por homicidios (186 defunciones), enfermedades del corazón, cerebrovasculares y enfermedades crónicas del sistema respiratorio. La tasa bruta de natalidad en la Comuna 13 es de 14.82 por mil, mientras que la mortalidad general es de 4.83 defunciones por cada mil habitantes y la tasa de mortalidad infantil es de 10,31, que implica el número de defunciones de menores de un año por cada mil nacidos vivos, lo que indica una alta mortandad de niños menores de un año generalmente por enfermedades y desnutrición.246 Precario equipamiento colectivo El sistema de equipamientos colectivos está conformado por los espacios y construcciones de uso público, destinado a satisfacer las necesidades colectivas básicas, tanto las que permiten la prestación de servicios públicos a la comunidad, como las que permiten el disfrute y esparcimiento de las personas de un sector determinado. La precaria dotación de equipamientos colectivos y de espacio público insuficiente es notable especialmente en los barrios más periféricos de la comuna: pocos colegios para la gran cantidad de estudiantes (22 instituciones educativas del sector oficial, para un aproximado de 21.210 estudiantes de preescolar a media), un centro de atención en salud por cada 100.000 habitantes, pocos parques infantiles y entre 3 y 6 escenarios deportivos, generalmente en mal estado, dos bibliotecas, una en El Salado y otra en San Javier. El mayor nivel de criticidad en cuanto a las oportunidades de ocio y recreación lo presenta la Comuna 13 al igual que la comuna 2 (Santa Cruz), lo que representa un déficit en la oferta recreativa y deportiva (programas e infraestructura, parques, escenarios deportivos, culturales, recreativos, etc.), lo que dificulta un sano esparcimiento para niños y jóvenes, por no tener espacios de ocio y recreación donde puedan divertirse, limitando su movilidad a las esquinas, escaleras y los pocos espacios colectivos que existen.

Análisis comparativo del contexto socioeconómico de las tres comunas Acercarse a los contextos poblacionales de estos barrios y asentamientos, permite ver en estos espacios las situaciones de pobreza extrema, desigualdad, exclusión y marginalidad social que existen en nuestra ciudad.

245CINEP. Panorama de derechos humanos: noche y niebla y violencia política en Colombia: Comuna 13, la otra versión. Revista Noche y Niebla. CINEP. Bogotá, 2003, pp. 79. 246 Anuario Estadístico Metropolitano. 2002. pp. 127.

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La exclusión sociopolítica y económica a la que han sido sometidos los habitantes de dichos sectores ha acrecentado la marginalidad y la estigmatización por parte de la ciudad y el Estado, favoreciendo con esto el aumento de la desigualdad, la pobreza, el desempleo y el precario nivel de vida en el que se mantienen sus habitantes. No obstante, estas circunstancias tan críticas en las que se encuentran miles de personas, ha generado por parte de algunos grupos poblacionales, ciertas acciones de rechazo, que les ha permitido su subsistencia, pero lo más importante, ha generado procesos organizativos colectivos que propicia alternativas económicas y solidarias, para las personas que no han tenido oportunidades en el mercado laboral de la ciudad. De los tres sectores estudiados la Comuna 8 y la 13 (y la parte alta de la 9) revelan con mayor fuerza la persistencia de factores de insatisfacción y de precaria calidad de vida, puesto que se evidencia un mayor número de asentamientos subnormales y presencia de población desplazadas provenientes de diversas regiones. Estas comunidades son las más afectadas con respecto a las carencias sufridas en materia de salud, educación, empleo, servicios públicos domiciliarios, seguridad, vivienda y equipamientos colectivos.

Cuadro No. 10. Datos poblacionales, comparativos Población total Población que

pertenece a los estratos 1 y 2

Población que pertenece a los estratos 3 y 4

Número de viviendas

Número de hogares

Metro cuadrado por habitante

Comuna 8 124.595 88.033 36.562 29.183 29.503 4,270 Comuna 9 152.559 56.682 95.251 36.861 37.228 1,8 Comuna 13 134.716 89.422 45.373 34.023 34.202 1,82 Medellín 2’384.721 1’151.866 984.305 602.104 605.521 4,03 Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

La comuna con mayor población es Buenos Aires, sin embargo, es el sector que evidencia menos grupos poblacionales en estratos 1 y 2, y por el contrario gran parte de su población se ubica en el estrato 3, lo cual indica mayores oportunidades socioeconómicas, mejor calidad de la vivienda y de los servicios públicos domiciliarios, más y mejores equipamientos colectivos, etc.

En cuanto a la educación, las carencias principales en las tres comunas se refieren al déficit de cobertura educativa que se registra en los niveles de primaria y secundaria, además de las precarias condiciones en las que los estudiantes reciben sus clases, entre las que se encuentran el hacinamiento en las aulas de clase (entre 50 y 60 estudiantes por salón), precario estado de los implementos educativos (tableros en malas condiciones, pocas sillas y en mal estado, salones con goteras y mala iluminación, etc.) Hay que adicionar el grave problema de deserción escolar, causado principalmente por factores como la pobreza, que generalmente dificulta el desplazamiento de estudiantes que residen en los barrios más periféricos a los centros educativos, además, esta situación de pobreza extrema, obliga a los jóvenes a incorporarse tempranamente al mercado laboral (especialmente al sector informal),

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que trae como consecuencia el abandono o descuido de la escuela y la adquisición de responsabilidades económicas y laborales a temprana edad.

Cuadro No. 11. Nivel educativo comparativo

Población que

no ha alcanzado ningún nivel educativo

Población que ha alcanzado la secundaria

Indice de analfabetismo en personas mayores de 15

años

Número de establecimientos educativos del sector oficial

Comuna 8 19.144 23.791 3% 31 Comuna 9 16.293 28.015 1,6% 24 Comuna 13 19.561 24.106 2,9% 22 Medellín 274.992 2,3% 431

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005

El mayor índice de analfabetismo se encuentra en la Comuna 8, a pesar de que tiene nueve establecimientos educativos oficiales más que en la Comuna 13, y la mayor cantidad de población que no ha alcanzado ningún nivel educativo se encuentra en la comuna San Javier. Una de las conclusiones que se puede sacar al visualizar las falencias en el sistema educativo, es que la exclusión social, política y económica se reproduce con mayor facilidad cuando las personas no tienen la posibilidad de formarse y capacitarse, ya que van a tener menos oportunidades de conseguir un trabajo estable, bien remunerado y digno y esta situación genera nuevos círculos de exclusión que por un lado, contribuyen a la explotación de miles de trabajadores no calificados, y por otro, fomenta la flexibilización laboral y el trabajo informal, pero además, puede generar procesos organizativos asociativos y solidarios que motivados por el deseo de la supervivencia, pueden dar alternativas al modelo económico excluyente. Tasa de desempleo La ciudad de Medellín se ha caracterizado por tener una población “pujante”, y trabajadora, con una industria fortalecida y potente (especialmente en telas, confecciones, cemento, alimentos y tabaco). Sin embargo, a partir de los años 80’s, este modelo económico basado en las grandes industrias se empieza a sustituir por un nuevo patrón que contribuye con cerca del 80% del PIB, el cual esta compuesto por el sector servicios, el sector comercial, el financiero, el turístico y las comunicaciones, que empieza a propagarse a escala mundial a través del fenómeno de la globalización económica y política. A partir de la crisis económica de finales de la década del 90, la actividad productiva de la ciudad se ha venido recuperando, pero a la vez se ha transformado, lo cual ha tenido una incidencia directa en el mercado laboral y los ingresos, lo que se ha traducido en una contundente flexibilización laboral, incremento de la informalidad y el subempleo y por ende, el incremento de la pobreza y la exclusión socioeconómica.

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En los últimos 25 años, la tasa de desempleo en la ciudad de Medellín ha estado por encima del 10%. En la década del 90 por primera vez se registró un descenso en el desempleo al nivel de un 8,4%, pero a finales de la misma década, la tasa de desempleo sobrepasa el 20% durante los años 1999 y 2000247. En el primer lustro del siglo XXI, la tasa de desempleo cae sostenidamente de 16,5% en el 2001, hasta 10,9% en el 2005. Para el año 2006 a pesar del rápido crecimiento de la economía, la tasa de desempleo vuelve a aumentar en un 13,6%. Con respecto a las tres comunas, la tasa de desempleo es más baja en Buenos Aires, tal vez porque en promedio las condiciones y el nivel de vida son un poco más altas que en la 8 y la 13, permitiendo con esto un mayor acceso a la educación técnica y superior y por ende mayores oportunidades de empleo. Recordemos que de las tres comunas la 9 es la única que tiene en su territorio sectores de estrato socioeconómico 5 y 6.

Cuadro No. 12. Indicadores laborales y de ingresos comparativos

Población en edad de trabajar

Población ocupada

Población desempleada

Tasa de desempleo

Tasa de sub-empleo

Ingreso mensual percibido por el jefe de hogar

Comuna 8 98.904 38.942 20.592 27,8% 382.495 Comuna 9 125.837 51.613 22.329 28,4% 474.340 Comuna 13 107.985 44.549 22.435 26,7% 389.109 Medellín 1’974.992 798.346 361.291 10,9% 28,3% 569.305 Antioquia 4’453.528 2’212.999 ---------- 12,2% 18,3% ------------ Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005 y el Anuario Estadístico de Antioquia, 2005

Con esta precaria situación socioeconómica que viven diariamente las personas de dichas comunidades, el primer criterio para la destinación de gastos (considerando siete aspectos básicos de la canasta familiar: alimentación, servicios públicos, vivienda, educación, vestido, salud y recreación), está orientado a la alimentación, seguido del pago de los servicios públicos y la vivienda. La salud y la educación en estas familias pasan a un segundo plano de prioridades y se excluyen totalmente de la destinación de gastos el vestido, la recreación y la cultura. La habitabilidad en el espacio público se entiende como el conjunto de condiciones físicas y no físicas de un espacio en el tiempo, para satisfacer las necesidades materiales, sociales y culturales, para que un individuo o grupo puedan estar, ser y crear248. Según lo anterior la habitabilidad en el espacio público y los equipamientos colectivos es precario en estas comunas, especialmente en los barrios periféricos, que en su mayoría no tienen vías de acceso para el transporte público, como es el caso de los barrios Independencias I, II y III, El Salado y Nuevos Conquistadores, en la Comuna 13; Esfuerzos de Paz I y II, Las Torres, La Mano de Dios y La Esperanza, en la Comuna 8 y Juan Pablo II y Ocho de Marzo en la Comuna 9.

247 Alcaldía de Medellín. “Panorama Social de Medellín”, Diagnóstico social de Medellín y evaluación del modelo de intervención de la Secretaría de Bienestar Social –2007. Medellín, diciembre de 2006, pp. 43-44 248 Diagnostico Integral de ciudad para la equidad “DICE” Alcaldía de Medellín, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. 2005. pp. 35.

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Aunque después de la desmovilización de algunos grupos paramilitares, se han realizado diversas obras de infraestructura como bibliotecas, estaciones y CAI de policías, Centros de Desarrollo Zonal (CEDEZO), etc., esto no suple las necesidades reales en cuanto a educación, salud, recreación, servicios públicos y desempleo, además que dichas obras, generalmente son realizadas en las zonas más centrales, dificultando con esto el acceso de las personas que viven en los lugares más apartados. La oferta de espacio público o el número de metros cuadrados por habitante en la ciudad ya es deficitaria, comparado con los parámetros del Sistema de espacios públicos que estableció la ley 388 de 1997, el cual determina 15 m2/habitante, que debe ser alcanzada en el país. No obstante la situación en Medellín es muy precaria, puesto que el promedio establecido para la ciudad es de 4,03 m2/habitante249 y por ende es mucho menor en las comunas 13, 8 y 9 así 1,82 - 4,3 y 1,8m2/habitante, respectivamente. Las tres comunas estudiadas, presentan una situación muy deficitaria en cuanto a equipamiento colectivo. La Comuna 13 no tiene ninguna oferta de parques metropolitanos y unidades deportivas y las comunas 8 y 9 cuentan con por lo menos un parque o unidad deportiva. Paradójicamente la Comuna 8 Villa Hermosa, tiene un nivel inferior de densidad poblacional en comparación con las comunas 13 y 9, ya que mientras dichas comunas tienen un promedio de 278 y 254 viviendas por hectárea respectivamente, la densidad poblacional de la Comuna 8 es solo de 179 viviendas/ha. Esto se debe a que el Cerro Pan de Azúcar en la Comuna 8 es considerado como espacio público, sin tener en cuenta que no se le da este uso por parte de la comunidad.

Lo anterior no quiere decir que los índices de pobreza y exclusión en dicha comuna sean inferiores, por el contrario los menores ingresos mensuales recibidos por el jefe de hogar son percibidos en la Comuna 8, con un promedio de 382.495 pesos, 90.000 pesos menos que en la Comuna 9 y 186.000 pesos menos que el promedio en la ciudad de Medellín.

La cobertura de la red vial en las zonas más periféricas de las tres comunas es muy deficiente, situación que cruzada con la alta densidad de la población y los precarios equipamientos colectivos, da como resultado una baja calidad del hábitat. Con respecto a la habitabilidad en el espacio privado (viviendas), la situación es crítica en los bordes de las tres comunas, determinadas por problemas como el hacinamiento, la densidad poblacional, la ubicación en terrenos de alto riesgo, la inadecuada conexión de servicios públicos, el reducido espacio de las viviendas y el material con el cual son construidas.

Indicador de calidad de vida y de desarrollo humano en las tres comunas Para dar cuenta de la grave situación socioeconómica en la que vive la mayoría de la población de estos sectores de la ciudad, es pertinente conocer el indicador de calidad de vida, el cual se refiere a los bienes y servicios a que tienen acceso los individuos y grupos sociales para satisfacer las necesidades de carácter natural y social, además indica el grado de libertad con el cual se ha elegido el estilo y modo de vida personal, la calidad en las prácticas sociales y espacios de

249 DICE, 2005, pp. 36.

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participación política, la realización personal en la actividad laboral y la vida cotidiana, el derecho a un ambiente sano y el acceso al bienestar social a lo largo del ciclo vital.250 Y el indicador de desarrollo humano (IDH)251, se estima como un proceso en el cual se amplían las oportunidades de todo individuo; entre las oportunidades más esenciales son disfrutar de una vida prolongada y saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida digno. Teniendo presente lo anterior, se ha estimado que el índice de calidad de vida (ICV) que le correspondió a la Comuna 13 en el año 2005 fue de 79,36 que comparado con la comuna del Poblado que fue de 92,20 y del municipio de Medellín que fue de 82,45, refleja unas condiciones de vida inferiores en las que se encuentra la población de este sector de la ciudad, especialmente en sus barrios más periféricos, en lo que corresponde a servicios públicos, bajos niveles de educación, mala calidad en la atención de la salud, problemas de hacinamiento, poco equipamiento colectivo y espacio público insuficiente, entre otros. Más precario aún es el índice de calidad de vida que para el 2005 se presentó en la Comuna 8, ya que fue de 78,58, algo menos de 0,78 puntos que en la Comuna 13 y 3,87 puntos menos en relación con el promedio de la ciudad, lo que equivale a un menor acceso a servicios públicos básicos, precariedad en la calidad de la vivienda y bajos niveles en equipamiento colectivo, baja calidad en la educación, entre otros. Comparativamente la Comuna 9 es la que cuenta con un índice de calidad de vida superior, solo menor 0,36 puntos con relación al promedio de la ciudad, esto quiere de decir que las condiciones de vida en este sector de la ciudad son de más calidad para la mayoría de la población y por ende un gran porcentaje de sus barrios se ubican en el estrato 3 (medio bajo)

Cuadro No. 13. Indicador de Calidad de Vida (ICV)

Comuna Indice de calidad de vida

1997 2002 2004 2005 Villa Hermosa 68,77 74,33 78,49 78,58 Buenos Aires 75,63 79,26 81,78 82,09 San Javier 71,72 75,05 78,69 79,36 Medellín Urbano 73,48 68,09 82,69 82,45 Fuente: Encuesta de Calidad de Vida. Medellín, 2005 Con respecto al Indice de desarrollo humano, el estimado del logro educativo para la Comuna 13 es de 0,86 y del ingreso es de 0,67, comparado con el Poblado que es de 0,96 y 0,93 respectivamente, se evidencia las pocas oportunidades de la población para tener una vida digna y con una calidad de vida alta. 250 Diagnóstico social de Medellín. Secretaría de Bienestar Social. Alcaldía de Medellín. 2000, pág. 30-31 251 El IDH es un indicador de medición y referencia internacional, el cual se soporta en la esperanza de vida al nacer, el nivel de educación y el ingreso per cápita a través de los cuales se abordan los temas representativos del desarrollo humano de la población, relacionados con la longevidad, los conocimientos y un nivel de vida decente. Plan de Desarrollo de Medellín. 2004 –2007. pp. 9.

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Cuadro No. 14. Indicador de Desarrollo Humano (IDH)

Componentes 2005

IDH

Comuna Esperanza de vida

Logro educativo

Ingreso PIB Percapita 2004 2005

Villa Hermosa 0,82 0,85 0,63 4.484 75,35 76,75 Buenos Aires 0,80 0,89 0,67 5.563 78,42 78,67 San Javier 0,92 0,86 0,67 5.463 80,46 81,56 Medellín Urbano

0,83 0,88 0,71 7,033 79,01 80,68

Fuente: Encuesta de Calidad de Vida. Medellín, 2005

Paradójicamente la esperanza de vida más alta se encuentra en la Comuna 13, a pesar que el índice de calidad de vida es muy inferior con relación a la Comuna 9 y al promedio de Medellín. El logro educativo, el ingreso y el PIB, es mucho menor en la Comuna 8 que en las demás comunas, demostrando con esto que dicha comuna, refleja mayores índices de pobreza, exclusión y menores oportunidades laborales estables y de oferta educativa con calidad. La economía informal, la microempresa y la economía solidaria: ¿Una estrategia de subsistencia o de resistencia? Según el Diagnóstico Integral de Ciudad para la Equidad (DICE), la economía social solidaria se define como las iniciativas organizativas de origen privado, encaminadas a desarrollar propuestas económicas para la producción de bienes y servicios de carácter cooperativo y solidario, con un estilo democrático de gerencia y dirección. Dichas iniciativas se constituyen en una alternativa para la incorporación de los sectores marginales y excluidos de los procesos productivos tradicionales. De acuerdo al diagnóstico, el principal potencial es la posibilidad de configurar redes de emprendimientos, así como circuitos de producción y circulación a través de empresas sociales, como los micro emprendimientos, las cooperativas y la Pymes. En la economía social se refleja el asociativismo espontáneo y solidario de los sectores más humildes y marginados de la ciudad, mediante la instalación de cooperativas, mutuales y sociedades laborales.252 Además dicho diagnóstico determina la existencia de un circuito de cooperación económica de carácter solidario y cooperativo en el cual se percibe la capacidad de asociación de las comunidades para la realización de actividades productivas de sostenimiento y sobrevivencia253, es decir, es concebida desde la administración, como una alternativa de subsistencia, pero no como una estrategia para salir de la pobreza. A partir del Plan de Desarrollo de Medellín 1995-1997 se ha apoyado la microempresa y se ha fomentado la economía solidaria por medio de apoyo a los circuitos económicos barriales y la creación de empresas solidarias en salud. En el Plan de Desarrollo 1998 – 2000, se hizo énfasis en la generación de incentivos a la competitividad para estimular el desarrollo económico y la

252 DICE, 2005. pp. 56 253 DICE, 2005. pp. 46

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generación de empleo. En el Plan de Desarrollo 2000 – 2003, se crea un fondo de apoyo a las pequeñas empresas, se crea el banco de los pobres, y en el Plan de Desarrollo 2004 – 2007, se ha hecho énfasis en la recuperación de la capacidad emprendedora de la ciudad, se ha facilitado la inserción de las actividades económicas informales en los encadenamientos productivos de la región, por medio de estímulos de las diferentes formas de asociatividad y economía solidaria254. Específicamente en el Plan de Desarrollo 2004-2007 se contempla desde la línea estratégica 4 “Medellín productiva, competitiva y solidaria”, la construcción de un tejido empresarial vigoroso, a través de la Cultura E (cultura y creación de empresas) y de desarrollo y consolidación. Sin embargo, muchas de dichas iniciativas productivas, especialmente de carácter comunitario, tienden al fracaso debido a las altas exigencias de formalización que tienden a establecerse (expedición de NIT, pago de impuestos, matriculas, certificados de calidad, etc.) y a la competencia entre sectores productivos que tienen infraestructuras adecuadas que producen masivamente y a menores costos. En las tres comunas y en general en toda la ciudad, se ha intentado propagar la cultura del emprendimiento, la creación de microempresas y pequeñas iniciativas productivas, que en lo inmediato puede permitir la subsistencia de las personas y familias, pero en el tiempo no son sostenibles. Teniendo presente esta perspectiva del Plan de Desarrollo, es necesario identificar qué está pasando en las tres comunas con respecto a este tema de tipo económico y productivo. Según el censo de unidades productivas realizado en la Comuna 13 por la Fundación Social255, las unidades productivas de mayor peso en el sector comercio son las tiendas y charcuterías, los graneros y las carnicerías, las salsamentarias, la fabricación y ventas de helados y ventas de variedades y “remates”. Los establecimientos manufactureros de mayor significancia dentro del sector industrial son las ebanisterías, las confecciones, las fábricas de arepas, las cerrajerías y fábricas de colchones; y en cuanto al sector servicios se encuentran peluquerías, reparación de electrodomésticos, video juegos y alquiler de películas, talleres de mecánica y establecimientos de marquetería y fotografía. Otras experiencias e iniciativas relacionadas con la generación de ingresos que permiten la sobrevivencia de algunas familias en las comunas son las natilleras, las cooperativas y la autofinanciación para el trabajo comunitario. Muchas comunidades por las necesidades que vive su sector se unen y sacan adelante proyectos productivos solidarios que les permite conseguir ingresos para su subsistencia, pero que a la vez posibilitan estrategias organizativas que fortalecen el tejido social y el accionar colectivo en su barrio. En el capítulo VI se hará un recuento de las estrategias alternativas de resistencia al modelo económico, utilizadas por las comunidades de las comunas 8, 9

254 DICE, 2005. pp. 46 -47 255 Fundación Social. Censo de unidades productivas. Comuna 13, Medellín, 1998. A pesar de ser un estudio de casi 10 años atrás, las tendencias en las unidades productivas no han variado mucho, de hecho, algunas se han acrecentado.

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y 13, y los procesos organizativos colectivos implementados para salirle adelante a la pobreza y la exclusión, y se retomará la discusión y entre si son estrategias de resistencia o de sobrevivencia. 2.3.3. Contexto socio-político de las comunas 8, 9 y 13 Hemos planteado, que uno de los campos constitutivos de las experiencias de resistencia civil no armadas en las comunas 8, 9 y 13, se configura en torno del eje de la guerra y más concretamente, alrededor de las estrategias y acciones de los actores armados en estos territorios de la ciudad. De acuerdo con esto, a continuación vamos a presentar, desde una perspectiva analítica e histórica, los procesos y dinámicas que configuran el contexto socio-político de Medellín en el primer lustro del 2000, tomando como eje de referencia las dinámicas de confrontación y violencia desarrolladas en la ciudad en los últimos años, como condición de posibilidad de las experiencias de resistencia. Por supuesto, no se trata de efectuar un ejercicio exhaustivo que comprenda todas las variables que un modelo de análisis de contexto pueda implicar ni tampoco ambicionar en la historia. Por un lado, debemos subrayar que se trata de una presentación centrada en el eje del conflicto armado y la violencia, y por otro lado, en el discernimiento de las tendencias y trayectorias de mediano y corto plazo consideradas relevantes, hasta la configuración del escenario temporal comprendido entre los años de 2002 a 2006. La idea es que tal contexto nos permita, más adelante, no sólo dotarnos de un marco comprensivo de la ocurrencia de tales o cuales prácticas de resistencia civil no armadas, sino, así mismo, recrear sus dimensiones y características y la manera cómo ellas han podido incidir y transformar dicho contexto, particularmente en lo que concierne a las comunas 8, 9 y 13. Como es sabido, el territorio urbano es un espacio socialmente construido. No es producto del azar ni sólo una herencia recibida. Aunque cada experiencia histórica de ciudad es única en atención a los particulares procesos históricos, sociales, económicos, culturales, medioambientales y políticos, que la configuran; es un hecho común a todas ellas que su configuración es un producto, una creación humana, mediada por sus variadas y cambiantes relaciones sociales. Medellín como ciudad no ha sido anterior a las formas de vida social y cultural de sus moradores, a la espera de ser ocupada y vaciada por los mismos en períodos de tiempo determinados. Como ha sido presentado en los acapites anteriores, Medellín ha sido una creación de sus ciudadanos y éstos, a su vez, sólo lo son o lo han podido ser en el proceso de construcción de Medellín como ciudad. Esto nos habla de una ciudad que ha estado sujeta a los avatares de la historia de sus moradores, de sus conflictos, de su cultura, etc., pero también de una ciudad que ha estado presente y actuante en la configuración de sus ciudadanos, de sus prácticas e imaginarios. De la misma manera que hoy no podemos hablar de una Medellín en abstracto, tampoco podemos hablar de ciudadanos medellinenses en general, sino de una ciudad que se ha hecho por ciudadanos y que ha hecho ciudadanos. Y en este proceso de mutua configuración, el eje de la confrontación armada y la violencia ha sido fundamental, por lo menos en los últimos 40 años. De esta forma, podemos decir que los espacios de la ciudad y las expresiones ciudadanas se han construido a través de variadas relaciones conflictivas, violentas y no violentas, que han tenido diferentes ejes, ciclos de intensificación, rupturas y continuidades, a través del tiempo. Relaciones y procesos que de ninguna manera han estado por fuera de dinámicas y procesos a nivel regional o

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nacional. En los últimos cuarenta años, los conflictos, específicamente los conflictos urbanos, y la resolución de estos por la vía de la violencia, han sido parte constitutiva de la ciudad, especialmente cuando ésta se ha visto abocada a afrontar transformaciones relacionadas con el patrón de acumulación capitalista (primero, de industrialización por sustitución de importaciones llevado de la mano de la próspera economía cafetera y comercial; y más tarde, de terciarización y desregulación laboral) y nuevos flujos poblacionales, debido por lo general a la crisis de la economía campesina y el impacto de la guerra y la violencia política en las comunidades rurales del departamento. Al lado de la modernización acelerada y ascendente de Medellín desde los años 60s, con sus lógicas de exclusión y efectos de segregación socio-espacial, hay que subrayar los conflictos y las violencias, articuladas a ellas, que también la han constituido. En la historia reciente de Medellín, los conflictos urbanos violentos han gravitado especialmente en las comunas populares de la ciudad, ubicadas en la periferia de la misma y signadas por marcados y proverbiales procesos de exclusión espacial, socio-económica, cultural y política, en los que destaca la ausencia y debilidad del Estado. De estos procesos, las Comuna 8, 9 y 13, no han sido la excepción. Desde su fundación, ocupación, urbanización y constitución socio-histórica y cultural, los conflictos por la tierra urbana, la vivienda, los equipamientos, la seguridad, el territorio, el espacio público y la provisión de derechos económicos y sociales, han estado presentes en esas territorialidades. De manera, que las condiciones de segregación socioeconómicas, el desplazamiento forzado, los procesos de exclusión social y política, el abandono estatal traducido en ausencia de políticas públicas sociales, del sistema de justicia y del monopolio de la fuerza, como correlato de la frágil institucionalidad y regulación de los procesos de poblamiento y urbanización, han contribuido en la producción e intensidad de la violencia en las relaciones conflictivas en estas zonas de la ciudad. Sin embargo, los conflictos no han sido siempre los mismos, sus ejes de conflictividad y violencia han variado según la constelación de condiciones tanto externas como internas de dichas realidades. Tanto la configuración de los actores armados y la forma como se ha desplegado la violencia, así como las mútiples formas de resistencia civil y de construcción de organizaciones sociales, se han visto abocadas a estructurarse y reestructurarse según la dinámica, intensidad y naturaleza de los conflictos. A continuación, entonces, efectuaremos una aproximación al contexto de la confrontación armada y la violencia en las comunas 8, 9 y 13, a partir de una mirada de mediana duración sobre la evolución del conflicto y la violencia en Medellín, en la que identificamos momentos de continuidad y de ruptura o ciclos dentro de esta evolución, indicando las referencias pertinentes para cada una de las comunas aquí consideradas. En este sentido, tal y como lo han documentado múltiples estudios al respecto, se pueden identificar tres grandes ciclos256 en el desarrollo de la violencia y el conflicto en Medellín, los cuales han estado 256 Cfr. LONDOÑO BERRÍO, Hernando León. Legalidad, legitimidad y efectividad de los sistemas punitivos: El caso de la Comuna 13 de la ciudad de Medellín, 2000 – 2005. Tesis para optar al título de Maestría en Ciencia Política U de A. Medellín 2007. Quien periodiza de la siguiente manera: 1. construcción de barrios, conflictos entre vecinos y emergencia de “bandas”: 1978-1986.2. Presencia y hegemonía de milicias: 1986-1996. 3. 2000. Paramilitarismo.

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articulados a dinámicas regionales, nacionales e incluso mundiales, que antes que ocasionar grandes rupturas en los procesos anteriores, se articulan con éstos y se retroalimentan de las condiciones socio-históricas existentes. Cada uno de estos ciclos se articula y despliega según una lógica o eje dominante y convoca, según la naturaleza de la conflictividad en ciernes, el protagonismo de determinados actores, redefiniendo así mismo la continuidad o permanencia de ejes de conflictividad y violencia pervivientes o nuevos257 Enseguida presentaremos una versión resumida de dichos ciclos, en la que se expondrá grosso modo los aspectos principales de éstos y los principales ejes de conflictividad y de violencia, destacando algunos elementos históricos estructurales y estructurantes de dichas realidades; igualmente, estableceremos la especificidad del conflicto político armado en la ciudad y la situación de violencia, su correlación con el conflicto político armado nacional, sobre todo en el último periodo, analizando su incidencia sobre las diferentes conflictividades y las situaciones de violencia en las tres comunas, en los marcos de una dinámica de escalonamiento, expansión y degradación258 alcanzadas por la confrontación armada a escala nacional, intentando ahondar, más detenidamente, en el desenvolvimiento de éstos durante los años comprendidos en el período de la investigación (2002-2006). Primer periodo. Territorios en resistencia y criminalidad El primer periodo que identificamos comprende desde 1950 hasta 1986. Este período corresponde propiamente a la transformación de Medellín de ciudad aldeana, envuelta todavía en cierto halo decimonónico, a ciudad moderna, marcada por un acelerado proceso de urbanización a raíz de la creciente migración de población rural expulsada del campo por la violencia, concomitante con la consolidación de un proceso de industrialización iniciado desde los años 20s. Durante éste largo período, tiene cabida el proceso de estructuración de las comunas de estudio tal como las conocemos hoy, por medio de procesos de urbanización, tanto legales como ilegales, desde los que tuvieron origen en la hacienda en el siglo XIX, como los más recientes, producto del “loteo”, las urbanizaciones “piratas”, hasta los que se originaron en procesos colectivos de invasión. Aunque cabe anotar, que algunos de sus barrios, sobre todo los más perifericos, son de reciente creación, como producto sobre todo del desplazamiento forzado de población, generado a raíz de la disputa terrirorial entre actores armados en las zonas rurales de Antioquia y otros departamentos aledaños, como Chocó. Durante este primer período, las condiciones socioeconómicas de los barrios periféricos contrastaban con el proceso de modernización acelerada que vivía la ciudad legal entre los años setenta y mediados de los años ochenta, a través de la construcción de viviendas y edificios en unidades residenciales de estratos socioeconómicos altos, el ordenamiento del centro de la ciudad, la construcción del centro civil y administrativo (La Alpujarra), la Terminal de buses intermunicipales 257 Sobre esta conjugación entre ejes y logicas de conflicto y violencia, cfr., el excelente artículo de Vilma Liliana Franco. Violencias, conflictos urbanos y guerra civil: el caso de la ciudad de Medellín en la década del noventa. En: Violencia y conflictos urbanos. Un reto para las políticas públicas. IPC. Medellín. p. 71. 258 Cfr, NIETO LOPEZ., Jaime Rafael y Luis Javier Robledo. Conflicto, Violencia y Actores Sociales en Medellín. Unaula. Medellín. 2006. pp. 43.

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(del Norte y luego del Sur) y la construcción y ampliación de importantes vías para la movilidad vial como la Carrera Bolívar, las Calles Colombia y San Juan y la construcción de la Avenida Oriental, la vía del Ferrocarril, la calle Treinta y tres y la Avenida de las Vegas, entre otras; sin contar con obras de mayor envergadura que se pondrían en funcionamiento más tarde (Metro de Medellín en 1996, Sistema Metrocable, 2005). Este tipo de mejoras infraestructurales significó a Medellín el inicio de su modernización y transformación a la ciudad metropolitana de hoy, pensada por las élites y para las elites, por lo cual también significó una planificación urbana exclusiva y excluyente, que se edificaba en función de sí misma, segregando y dejando por fuera la enorme masa social de los barrios que son objeto de este análisis. Durante este periodo, fueron múltiples los conflictos y las situaciones de violencia que se tejieron en este proceso. Conflictos por la tierra urbana, la vivienda, los equipamientos, la seguridad y la provisión de derechos sociales y las condiciones de la vida urbana han estado al orden del día en el proceso de urbanización y consolidación de cada uno de los barrios de las comunas, otorgándole un carácter histórico y cultural propio, que le han posibilitado desde la construcción de lazos de solidaridad en la comunidad, hasta el despliegue de diversas relaciones conflictivas y de violencia. Este ha sido un ciclo marcado por la resistencia de las comunidades barriales por el derecho a la ciudad y contra la exclusión socio-espacial. Territorios en resistencia, como los llamaría Zibechi.259 Los fuertes lazos de solidaridad e integración social propias de las primeras etapas de los procesos de urbanización periférica de la ciudad, toman forma y se hacen posibles con extraordinaria facilidad, por lo general, gracias a una demanda compartida por la inclusión en la ciudad y de resistencia a ser excluidos de la misma, cimentados, además, en previos lazos parentales y de procedencia cultural regional compartida. Ante la ausencia de Estado, muchos de estos procesos y expresiones de resistencia fueron mediatizados y canalizados a través de las redes clientelistas de los partidios tradicionales o la labor pastoral de la iglesia. De esta manera, el loteo pirata y las fundaciones eclesiales, se mezclaban con la acción colectiva urbano-popular para responder a las demandas de inclusión en la ciudad. Cabe subrayar, que los habitantes de las comunas populares de Medellín, paradójicamente, han tenido como factor cohesionador la segregación socioeconómica y la exclusión política, lo cual las he empujado a luchar y resistir para evitar el desalojo represivo del Estado, la carencia de servicios públicos y de equipamiento barrial (vías de acceso, canchas deportivas, etc.), las amenazas del invierno y eventualmente el rechazo de los vecinos ya establecidos260, siendo un terreno propicio para la configuración de múltiples expresiones comunitarias articuladas a los procesos de urbanización, de autoconstrucción de viviendas, de equipamientos colectivos, condiciones de vida urbanas y exigibilidad de los derechos económicos y sociales y del derecho a la ciudad. Este primer período, tuvo como eje central de conflictividad y violencia los procesos de apropiación y uso del suelo urbano, la dotación de equipamientos urbanos y las condiciones de vida urbana, siendo sus protagonistas fundamentales las comunidades barriales y el Estado-local, llamado a garantizar políticas de bienestar social y el ejercicio de los derechos de los ciudadanos, pero que,

259 Cfr. ZIBECHI, Raúl. América Latina: periferias urbanas, territorios en resistencia. Desde Abajo. Bogotá. 2008. 260 LONDOÑO, Hernando, op. Cit. pp. 6.

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por el contrario, de ordinario respondía a los reclamos ciudadanos con acciones represivas y violentas, destruyendo ranchos y viviendas precarias de los pobladores de las comunas, efectuando desalojos y captura de personas, entre otras acciones de igual naturaleza.261 La primera presencia estatal en estos barrios fue policial, con la fuerza pública haciendo intentos infructuosos por frenar la invasión y desocupar dichos terrenos en un acto de defensa de la propiedad privada, que comenzó a verse ocupada por la cantidad de “casuchas” y gente aferrándose a ellas como a la vida misma. Pero como en tantos otros capítulos de la vida nacional éste conflicto se buscó resolver por la vía de la fuerza, en detrimento de las condiciones humanitarias de las familias invasoras que ante todo estaban manifestando una problemática económica y social que tenía que ser resuelta, creando con ello entre los nuevos moradores, la desconfianza y suspicacia de la figura de autoridad representada en la fuerza pública. Las difíciles condiciones de estas comunas, y en general de Medellín, en términos de desempleo262, precariedad del ingreso, pobreza y la escasa cobertura de servicios de educación y salud, en el contexto de una reiterada ausencia estatal, abonaron el terreno para la aparición de diferentes fenómenos conflictivos y de violencia. Es así como desde finales de los años 60s empezó a consolidarse la delincuencia organizada en bandas armadas, donde algunos jóvenes de escasos recursos y excluidos del mercado laboral formal encontraban una alternativa de sobrevivencia. Frente a este fenómeno y las amenazas que representaba para la seguridad y convivencia de las poblaciones de las comunas populares de Medellín, éstas respondieron por medio de la autoorganización en comités de seguridad u organizaciones comunitarias de autodefensa, muchas de las cuales fueron respaldadas y promovidas por el gobierno nacional263, las administraciones locales264 y las Juntas de Acción Comunal. Con el desarrollo de actividades de “limpieza social” por parte de estos grupos de autodefensa comunitaria, esta práctica se transformó en una forma de “justicia popular” rudimentaria que más tarde sería asumida por las milicias populares barriales, comenzando de esta manera una cadena de violencias y disputas por la seguridad y el territorio. La entrada en escena y consolidación definitiva del narcotráfico en la ciudad en los años 80s, marcarían un giro considerable a los desarrollos de la conflictividad y la violencia durante este primer período, proyectándose incluso hasta hoy, y se convierte en determinante en la proliferación y crecimiento de la delincuencia y la criminalidad organizadas, la cual alcanza sus mayores desarrollos organizativos bajo la forma de bandas y grupos de sicarios al servicio de los carteles de la droga,

261 Cabe advertir, que a partir de los años 90s y luego de una relativa calma con la consolidación urbanística de las comunas, este conflicto con sus secuelas de violencia, se reactualiza con la reanudación de los flujos poblaciones provenientes a raíz del desplazamiento forzado producto, a su vez, del escalamiento y la intensificación del conflicto político armado a escala nacional y su impacto en algunas subregiones rurales de Antioquia. 262 En Medellín, el problema del desempleo ha sido crónico, desde la época en que el modelo de industrialización no daba abasto para absorver la totalidad de los recién llegados a la ciudad, hasta su expresión dramática con la criis de este modelo en los 80s y la impantación más tarde de la tercerización y flexibilización laboral, todo lo cual ha generado un componente de informalidad a la población ocupada de las comunas pobres de la ciudad. 263 Cfr. JARAMILLO ARBELAEZ, Ana María, et. At. En la Encrucijada. Conflicto y Cultura Política en el Medellín de los Noventa. Corporación Región. Medellín. 1998. pp. 43 y ss. 264 Como puede verse en “la administración de Bernardo Guerra, quien además expidió un decreto para reglamentar estos grupos, y luego Álvaro Uribe en 1985, quien en calidad de alcalde creó el Fondo Metropolitano de Seguridad (Metroseguridad) que promueve la conformación de comités de seguridad en los barrios”. Ibid.

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especialmente de Pablo Escobar, capo de capos de la ciudad en ese tiempo.265 Esta estructura organizativa adopta la forma de red expandida por todo el territorio de la ciudad, con puntos nodales de articulación de bandas medianas y pequeñas a partir de las bandas de mayor poder. Todo lo cual conllevó la transformación de muchos combos y galladas de los jóvenes de las barriadas populares en bandas al servicio del narcotráfico. Con la articulación de la delincuencia común organizada y la conformación de ejércitos de sicarios a favor de los carteles y redes de narcotraficantes, se acrecientan las confrontaciones y la intensidad de la violencia, protagonizadas especialmente por las disputas entre bandas delincuenciales, de lo cual las comunas 8, 9 y 13 no estuvieron al margen. De esta manera, para los años 80s el narcotráfico adquirió relevancia, no sólo como la máxima expresión del crimen organizado, sino también como dispositivo casi exclusivo de ascenso social, brindado a los jóvenes marginados de las comunas periféricas de la ciudad. Mirado en retrospectiva, la modernización infraestructural que vivía la ciudad central contrastaba con el grado de exclusión e inequidad que vivían los pobladores de aquella ciudad creciente desde sus altas laderas, y que por un instante vivió su propio desagravio al acceder a lujos, lugares y demás excesos que hasta el momento habían sido negados, y que sólo fueron alcanzados con los ingresos derivados del narcotráfico. El famoso boom del narcotráfico, lo que vino a significar, entre otros aspectos, fue el crecimiento descontrolado de establecimientos comerciales y de servicios de todo tipo; oficinas de cambio y compra-ventas, parqueaderos privados, discotecas, funerarias, pesebreras, gasolineras, clubes deportivos, compra de propiedades y tierras sobrevalorando sus precios, inversiones en el exterior, y un sinnúmero de inversiones para el “lavado de dólares”. Un proceso que implicó a la vieja élite política y empresarial, que encontró en el narcotráfico la nueva oportunidad para relanzar sus negocios y diversificar el proceso de acumulación de capitales. Y en los barrios populares, la sobre-dimensión de la figura del joven –pillo y traqueto como se les conoce- que ingresaba con éxito a las redes de narcotraficantes, como una especie de cacique ante quien, los demás interesados en alcanzar esa misma estrella de la fortuna, tenían que demostrar brío y desmesura a la hora del accionar delincuencial. En los barrios, las bandas del narcotráfico impusieron órdenes de facto, pero igualmente generaron procesos de legitimación comunitaria, a través de la oferta de seguridad para los vecinos frente a bandas o actores armados procedentes de otros lugares, la realización de obras sociales, fiestas comunitarias, torneos deportivos, distribución de mercados, todo lo cual complementaba la proyección política que Pablo Escobar pretendía darle al reconocimiento que había logrado en la ciudad. Para la época, era muy común el desplazmientro del capo por muchos barrios populares de Medellín, acompañado por sectores de la élite política tradicional, regalando matas, mercados, ejecutando obras comunitarias, como la construcción de placas polideportivas e incluso la construcción de un barrio con su propio nombre con pobladores tradicionalmente excluidos provenientes de Moravia, antiguo basurero del municipio. Todo esto se desarroló ante la mirada complaciente e impasible de la autoridades municipales, de las que muchos de sus organismos de seguridad y de gestión fueron capturados por la red delincuencial del narcotráfico. Sin embargo, en el marco y según la dinámica desencadenada por la guerra declarada entre los carteles de la droga de Medellín y el Gobierno Nacional, el narcotráfico se convirtió en un actor que

265 Nieto y Robledo, op. Cit. pp. 58 y 59.

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detonó diferentes y múltiples formas de violencias en la ciudad, protagonizadas por los diferentes grupos de sicarios a sueldo y por bandas existentes que se subsumieron dentro de sus propias estructuras, como también por las que emergieron y que serían su pilar de acción, todo lo cual se expresa en los índices récord de atentados contra la vida, secuestros y desapariciones, registrados para el período. Las cifras de homicidios correspondientes a este período ilustran suficientemente las dimensiones y gravedad del drama de violencia y criminalidad que empieza a registrar la ciudad desde entonces, el cual empeorará en el período posterior, con la entrada en escena de nuevos actores de violencia. Un panorama que, por supuesto, no era exclusivo de Medellín, pero que por su magnitud marca una ruptura importante con las lógicas de violencia y la dimensión de la misma prevaleciente hasta entonces. Según uno de los estudios realizados para la época, en el que se establecen registros y análisis comparativos de los indicadores de violencia en las grandes ciudades, se establecía, por ejemplo, el contraste entre las tasas de homicidios de Medellín y de Cali durante los años 80s. Allí se registraba que, si la tasa de homicidios en 1980 para ambas ciudades era en promedio de 46.3, esta llegó en 1986 a 112.8266, habiendo aumentado en 2.43 veces en el lapso de siete años. Cifras más pormenorizados de este mismo estudio muestran que para el período las tasas de homicidios de Medellín casi se duplican respecto de las de Cali (1.95 veces).

Cuadro No. 15. Cali- Medellín homicidios x 100.000 Habitantes267

Cali Medellín Prom. Tasa

año Número Tasa Número Tasa 1980 382 31,9% 814 60,7% 46,3% 1981 474 38,6% 1058 77,4% 58,0% 1982 511 40,5% 1099 78,9% 59,7% 1983 501 38,8% 1032 72,8% 55,8% 1984 578 43,8% 1365 94,6% 69,2% 1985 901 66,6% 1839 125,3% 95,9% 1986 1068 77,4% 2212 148,1% 112,8% Prom 631 48,2% 1346 94,0% 71,1%

Fuente: retomado del texto: Camacho Guizado, Alvaro y Alavaro Guzmán Barney. Colombia. Ciudad y Violencia. Foro Nacional. Bogotá. 1990 Si se observa el cuadro, se puede constatar cómo la tasa de homicidios de Medellín entre 1980 y 1986 inicia una curva ascendente que va de 60.7 homicidios por cien mil habitantes a la cifra histórica de 148.1, representando un incremento de más del doble en tan sólo seis años, siendo esta ultima, la más alta para el período.

266 Cfr. CAMACHO GUIZADO, Alvaro y Alvaro Guzmán Barney. Colombia. Ciudad y Violencia. Foro Nacional. Bogotá. 1990, pp., 57. Cabe aclarar que las cifras aportadas por los autores aparecen registradas en tasas por diez mil habitantes, aquí las hemos convertido a tasas por cien mil habitantes para efectos del contraste con los indicadores recientes que corresponden a la medición estándar nacional e internacional. 267 Ibid., pp. 58.

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En síntesis, el eje de este primer ciclo de conflictividad y violencia centrado inicialmente en las demandas de inclusión y ejercicio de derechos de ciudadanía, por el derecho a la ciudad y contra la exclusión, protagonizado por las comunidades barriales populares de la periferia de Medellín y el Estado local, se ve progresivamente desplazado, sin desaparecer del todo268, por las dinámicas propias del conflicto y la violencia centrados en la criminalidad organizada y las demandas de seguridad, protagonizados por las bandas de sicarios al servicio del narcotráfico, el estado central y los ciudadanos. Segundo periodo. Resistencia social armada y eclosión de violencias Para mediados de los ochenta, la imagen de Medellín como ciudad tranquila y apacible prácticamente había desaparecido del imaginario de propios y extraños. La continuidad de los procesos de violencia y confrontación entre diferentes actores armados de la ciudad se agudiza y se hace mucho más compleja, en un segundo ciclo de diez años, que podríamos delimitar entre 1986 y 1996, sin que los problemas de empleo, vivienda y equipamientos colectivos urbanos para amplios sectores pobres de la ciudad se hubieran resuelto. Este período (1986-1996), está marcado por la irrupción, despliegue y consolidación de múltiples y variadas expresiones de milicias populares urbanas en la ciudad, antagonizadas en forma violenta con las bandas y grupos de sicarios del narcotráfico. En un comienzo, las milicias barriales surgen como formas de resistencia armada o de autodefensas comunitarias, impulsadas por habitantes de los barrios para defender a sus moradores del acoso y hostigamiento constantes de las bandas delincuenciales. Ante la desidia y el vacío de Estado, el surgimiento de estas milicias contó inicialmente con la legitimidad activa o pasiva de los pobladores, quienes logran expulsar a estas bandas de muchos barrios de la periferia de la ciudad o impedir que sigan ejerciendo el control y la criminalización sobre sus habitantes. El surgimiento de las milicias durante este período, se da en el marco de la expansión de la violencia delincuencial existente desde tiempo atrás en las comunas, y a la postre, dinamizada e impulsada por el narcotráfico; igualmente tiene como soporte el acumulado organizativo de las experiencias de autodefensas comunitarias en las mismas. No obstante, la seguridad de las comunas no es la única explicación a su surgimiento, estas experiencias se articulan, por un lado, a la incidencia de la izquierda guerrillera, donde en algunos casos, los nuevos núcleos de izquierda que operaban de manera independiente de la guerrilla tributaron los primeros lideres que conformarían las milicias, específicamente las Milicias del Pueblo y Para el Pueblo (MP/PP); el surgimiento más tarde de las Milicias Populares del Valle de Aburra (MPVA) son la expresión de la voluntad racional de la guerrilla

268 Como bien lo anota Vilma Liliana Franco: “Así, la nueva década (de los ochenta) empezó con: el corto auge de movimientos cívicos y su demanda de condiciones de vida urbana ante el Estado local; la provisión de cierto nivel de equipamiento colectivo urbano como forma de habilitación urbanística; el aumento transitorio de la participación del Estado en la construcción de vivienda social; y el incremento de la represión contra las organizaciones cívicas”. Cfr. FRANCO RESTREPO, Vilma Liliana, op. Cit., pp. 78. Cabe anotar, que por esta época se construyen por los propios pobladores y en confrontación con la Administración Municipal, los barrios Ocho de Marzo, Barrios de Jesús, Juan Pablo II, Caunces 1 y Caunces de Oriente, entre otros de la Comuna 9, y algunos barrios de la parte alta de las comunas 8 y 13.

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por copiar el modelo miliciano; también jugó un papel importante la experiencia previa de los “campamentos de paz” ensayados por el M-19 a mediados de los 80s durante el proceso de negociaciones de paz con el gobierno del Presidente Belisario Betancur; y, por último, la pervivencia o agravamiento de la situación de marginamiento y exclusión vivida en los barrios de estas comunas, que se constituyeron en una fuente de motivación de las agrupaciones milicianas, con una fuerte incidencia social dentro de las comunidades, aunque con el transcurrir del tiempo, lo militar y las actividades de autodefensa coparon sus acciones.269 Desde los años ochentas y durante buena parte de los noventas se expandieron por los barrios populares de Medellín, realizando acciones que iban desde la autodefensa barrial, con el desarrollo de actividades de limpieza social, por parte de unas, como se dijo, hasta la consecución de apoyo logístico y de recursos a la insurgencia, por parte de otras, incluso con pretensiones de constituirse en guerrilla urbana. Podemos decir, que con su surgimiento, las milicias inauguran la disputa armada por el territorio en la ciudad, que diez años más tarde se agudizará de manera extrema en un contexto de resignificación del mismo. Aunque en un comienzo muchas de las milicias barriales surgieron en forma espontánea, articuladas a la defensa de las comunidad barriales, contra la violencia e intimidación de las bandas de sicarios del narcotráfico, al poco tiempo surgen tambien grupos de milicias ligados a las guerrillas del ELN, que asumieron el nombre de “América Libre” y que se unirían con las “6 y 7 de noviembre” de la zona centro-oriental para conformar las “Milicias de Occidente”, posteriormente conocidas como Brigadas Revolucionarias del Pueblo (BRP), con radio de acción hacia las comunas 8 y 9. Más adelante se establecieron las “Milicias Bolivarianas”, ligadas con las guerrillas de las FARC, y finalmente los Comandos Armados del Pueblo (CAP) en la Comuna 13.270 Estos grupos mantuvieron confrontaciones y un conflicto por el territorio, pero en 1994 las FARC, el ELN y varios grupos de milicia independientes se unirían para enfrentar la ofensiva estatal y del paramilitarismo que ya empezaba a despuntar, dando lugar a la creación del Bloque Popular Miliciano. Para comienzos de los años 90s Medellín se convierte prácticamente en un polvorín de violencias cruzadas, delincuencial, social y política, protagonizadas por actores armados de diferente naturaleza, en disputa por el territorio de la ciudad271: bandas delincuenciales, muchas de ellas en proceso de desarticulación de la estructura armada del cartel de Medellín tras la muerte del capo, milicias barriales, algunas de base territorial comunitaria, otras con fuertes lazos con la insurgencia e impuestas desde afuera, grupos paramilitares contrainsurgentes y las Convivir creadas al amparo de la política de seguridad del entonces Gobernador Alvaro Uribe Vélez. En el trasfondo de todo ello se develaban los espacios vacíos que el Estado ha sido incapaz de copar con el imperio de la ley, de la fuerza y la realización de los derechos de ciudadanía social. Este cuadro se hacía más complejo, con el auge de la criminalidad política en la ciudad. Desde finales de los años 80s y comienzos de los 90s, los grupos paramilitares contrainsurgentes en 269 JARAMILLO ARBELAEZ, Ana María. et. Al, op. Cit., pp. 63. 270 Ibíd., pp. 18. 271 En 1991 la cifra de homicidios de Medellín llegó al récord histórico de 6349, con una tasa de 303,3 homicidios por cien mil habitantes, muy por encima del promedio latinoamericano de entonces, convirtiendola en una de las ciudades más violentas del mundo.

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alianza con sectores de las FFAA despliegan su ofensiva criminal contra líderes sociales y militantes de izquierda, sobre todo de la Unión Patriótica (UP), partido político de izquierda que había surgido tras los acuerdos de paz establecidos entre las FARC y el gobierno del Presidente Betancur en La Uribe- Meta en 1984. Esta ofensiva se desarrolló bajo la modalidad de la llamada “guerra sucia” y su propósito directo se dirigió a criminalizar y desaparecer lireralmente de la escena política a la UP y cualquier tipo de liderazgo social y político de oposición al régimen, ofensiva criminal de la cual Medellín no fue la excepción, pues un Senador por Antioquia, un Diputado a la Asamblea Departamental de Antioquia, varios concejales de la ciudad, y prácticamente toda la dirección política departamental y local de la UP establecida en la ciudad, junto con decenas de militantes de base, fueron asesinados impunemente. El panorama es el de una ciudad profundamente fragmentada, a nivel macro, entre la ciudad formal, legal, tranquila, integrada a los circuitos de la economía y a la institucionalidad del Estado, y el resto, la ciudad periférica, ilegal, informal, estigmatizada, lugar de pobres y para pobres, violenta; y a nivel micro, el de una una ciudad periférica, fragmentada por la implantación de micrordenes de facto, controlada, dominada y vigilada por microdictaduras, que ejercen los actores armados “según su cuenta y riesgo”, “abandonada a su propia suerte”, surcada por la violencia y el miedo. Sin embargo, muchos de estos micrordenes o microsoberanías territoriales, basados casi siempre en la intimidación y la violencia, son demasiado frágiles y su continuidad está sujeta, no sólo a la violencia que pueda dispensar el actor armado en su defensa del territorio, sino también a la capacidad de articular alianzas con otros actores, asi estos últimos correspondan a una categoría social o política completamente distinta de la suya.272 Esta dinámica de fractura del territorio y las comunidades barriales populares, como correlato de los micrórdenes impuestos, termina desplazando las demandas ciudadanas y colectivas por empleo, equipamientos colectivos urbanos y demás, por la demanda de seguridad. Sin embargo, con el correr del tiempo las milicias sufrieron un proceso de degradación y deslegitimación comunitaria. Por lo general, realizaban acciones de “limpieza social” contra pequeños delincuentes, drogadictos y miembros de bandas criminales, convirtiéndose en “administradores de justicia”, cobraban cuotas a los habitantes para sostener sus labores de seguridad en el barrio y demás. Muy pronto fueron configurando micrórdenes autoritarios, como todos los otros actores armados, en el que empezaron a regular y controlar amplios campos de la vida comunitaria, a incurrir en excesos sobre la comunidad, a protagonizar enfrentamientos entre ellas, realizar prácticas de corrupción, de bandidaje y lumpenización, y a aliarse con miembros de antiguas bandas de delincuentes, lo que les valió el rechazo de los mismos pobladores. Más tarde, algunas de ellas se convirtieron en puente de llegada de la insurgencia, posibiltando su instalación en algunas comunas populares de Medellín273, como veremos luego, de acuerdo con el propósito ya

272 Dice Ana María Jaramillo, et. Al., que “En el trabajo realizado, hemos sabido de alianzas entre bandas enemigas para enfrentar un grupo de milicias; de ejército con bandas para gopear milicias; también se habla de alianzas de policía con milicia para golpear zonas de pillos; otro tipo de alianzas también son posibles; por ejemplo, alinzas de ejército con milicias; de milicias con bandas y de milicias con paramilitares para golpear otras milicias”. Op. Cit. 273 Las milicias se originan “en la experiencia de las autodefensas comunitarias con “Los Capuchos”, los cuales se transformaron en banda, no tenían ni ideología, ni compromiso social y tampoco desarrollaban un accionar abierto; luego surgen dos experiencias notorias: “las Milicias del Pueblo y para el Pueblo”, que expresan una intencionalidad política y social, pero no están articuladas a ningún proyecto insurgente, y las “Milicias Populares del Valle de Aburrá”, que

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definido de la insurgencia de incursionar en la ciudad y expandir el conflicto armado nacional a los escenarios urbanos. Por otro lado, con la muerte de Pablo Escobar, jefe del cartel de Medellín, se comenzó a desarticular la fuerte red de sicarios y bandas que operaban a su servicio, lo cual no significó, sin embargo, la desaparición de dichas bandas, sino que entraran en procesos de fragmentación y dispersión, como las de las comunas 8 y 9, proceso en el cual terminan consolidándose aquellas bandas armadas más altamente organizadas y ligadas al narcotráfico, como lo fueron las bandas de La Terraza, que actuaba en Manrique y la banda de Frank, que actuaba en el noroccidente, pero con amplia cobertura en otros escenarios de la ciudad. El auge inicial de las milicias comienza a declinar parcialmente a partir de 1994274, con la desactivación o debilitamiento de algunos grupos milicianos, quienes adelantaron procesos de desmovilización y dejación de armas con el gobierno nacional y local. Las negociaciones con el gobierno nacional concluyeron con la desmovilización de las MP/PP, MPVA y las Milicias Metropolitanas e Independientes, más recientemente se desmovilizó otro grupo de milicias independientes MIR-COAR; además, se impulsaron, junto con las organizaciones barriales y sociales y algunas instituciones estatales locales los pactos de convivencia con las bandas275. No obstante, este proceso de desmovilización no logró la neutralización de las milicias, y al igual que lo ocurrido con las bandas ligadas al narcotráfico tras la muerte de Pablo Escobar, algunas de ellas experimentaron un proceso de mutación e hibridación, consistente en su progresiva bandolerización o incorporación a grupos de delincuencia organizada o al fortalecimiento de grupos insurgentes. Inicialmente, estuvo la renuencia a la desmovilización de un sector pequeño de las Milicias del Valle de Aburrá, el cual continuó actuando; asimismo, tras la desmovilización se conformaron cooperativas de vigilancia con miembros exmilicianos, entre ellas Coosercom, como parte del proyecto de incorporación y normalización a la vida ciudadana. Este proyecto no dio los resultados esperados y tuvo que ser suspendido en 1996 tras la muerte de muchos exmilicianos, entre otras razones por denuncias de las comunidades barriales de graves abusos cometidos por éstos contra sectores de las comunidades. A partir de ese momento las milicias experimentan un proceso de subdivisión creciente que involucra tanto a las milicias que se reinsertaron como a las agrupaciones que permanecieron al margen de este proceso. Ello se da como consecuencia de disputas internas que responden a muy diversos motivos: entre ellos, destacan la lucha por el control del territorio, los liderazgos y los tipos de alianzas a establecer con otros actores armados.276

obedecen a una estrategia de escalamiento del conflicto utilizada por el ELN. Más tarde aparecerán otro grupo de milicias disidentes y las “Bolivarianas” de las FARC en la zona nororiental”. Cfr. FRANCO R., Vilma Liliana. Conflicto Urbano. Comunas 1, 3 y 13 de la ciudad de Medellín. EPM-Unaula. 2004. pp. 42. 274 Es claro, que se trata del primero tipo de milicias barriales con fuertes vínculos comunitarios y de carácter autodefensivo, que incluye también a algunas milicias vinculadas a grupos armados nacionales en proceso de desmovilización; mientras que correlativamente se asiste al auge del segundo tipo de milicias vinculadas más estrechamente a la insurgencia armada. 275 FRANCO R., Vilma Liliana. ibíd., pp. 44. 276 JARAMILLO ARBELAEZ., Ana María; CEVALLOS M., Ramiro de J.; VILLA MARTÍNEZ, Matha Inés. En la encrucijada. Corporación región. Medellín. 1998. pp. 84.

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Con la desmovilización de estos grupos de milicias populares y la desarticulación definitiva de las bandas del narcotráfico, podemos decir que se cierra este segundo ciclo de conflictividad y violencia en Medellín, en los que sus ejes centrales estuvieron marcados por las demandas de seguridad por parte de la comunidades barriales y la disputa territorial entre actores armados de diferentes signos, dejando sentadas las condiciones para la consolidación posterior de las microsoberanías o macropoderes territoriales en la ciudad, según las lógicas insurgentes y contrainsurgentes. Tercer Período. Soberanías fragmentadas y micropoderes territoriales Durante este tercer período, que comprende prácticamente los últimos diez años (1996-2006), la lucha entre grupos milicianos cedió lugar a la disputa entre los actores de la confrontación armada nacional, como parte de la fase de urbanización reciente del conflicto político armado en la ciudad y de resignificación del territorio urbano segúna las lógicas de la guerra y los nuevos proceos de acumulación capitalista a escala global. La confrontación armada se desarrolla siguiendo los ejes de copamiento de la ciudad y particularmente de territorios considerados estratégicos para el desarrollo económico regional, la adecuación de infraestructura vial, y el paso de hombres y armas hacia otras subregiones del departamento, como Oriente y Urabá. Bien lo ha observado Vilma Liliana Franco:

“El escalamiento en esta ciudad en particular guarda relación con un proceso de resignificación territorial, en el marco del rediseño económico de los espacios urbano-regionales, para la articulación a la economía-mundo. En la medida en que tanto los actores y fuerzas sociales con intereses en el conflicto como los actores armados que los representan en la guerra, reconocen la ciudad como un eje articulador de otros niveles subregionales de significación geoestratégica, se llegó a considerar como valioso el ejercicio del dominio de este espacio de aglomeración. Ello dio lugar a que aparecieran como objetivos la viabilización de dicho proceso en términos de la creación de condiciones de seguridad y estabilidad para la inversión o la obstrucción y resistencia a sus impactos. Por eso, se dio paso al desarrollo de acciones dirigidas a ejercer control de las áreas de conexión vial interregional, o a cortar el acceso del adversario a otras subregiones en disputa, a prevenir su emplazamiento en áreas de importancia militar y económica dentro de la misma ciudad, a crear redes de control y ejercicio de la coerción y a establecer dominios territoriales, entre otros. La resignificación territorial hizo de la ciudad un objeto de disputa, pero también llevó a que la confrontación se desenvolviera allí como una lucha por dominios territoriales que, si bien se manifiesta como una continuidad, supone una significación distinta de los territorios, a pesar de que se desenvuelva sobre los mismos espacios de violencia”277

Por otro lado, la disputa por las territorialidades y soberanías es también la disputa por la población civil, que se ha convertido junto al territorio en el objetivo principal y central de la guerra. Esta se desarrolla, por consiguiente, como un escenario desde el cual los diferentes actores pretenden imponer ordenes alternos (contraestatatales o pararestatatles) en la ciudad o la prevalencia del 277 FRANCO RESTREPO, Vilma Liliana, “Violencias, conflictos urbanos y guerra civil: el caso de la ciudad de Medellín en la década del noventa”. En: Violencias y Conflictos Urbanos: un reto para las políticas públicas. Instituto Popular de Capacitación-IPC. Medellín. 2004. pp. 101.

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orden legal vigente. De este modo, la imposición de tales órdenes permite delimitar territorios en la ciudad e imponer un control autoritario (y, muchas veces, totalitario) sobre las múltiples expresiones de la vida cotidiana de la población, con sus sistemas de códigos y penalizaciones en los que las libertades personales y colectivas quedan suspendidas y su ejercicio sujeto a la voluntad y los requerimientos de dominio y criminalización del actor armado que ejerce el micropoder territorial.278 Regímenes de arbitrariedad, en los que los sujetos de derecho son sujetos de policía.279 Tal sistema de códigos y penalizaciones, respaldo por lo general en comandos de ocupación, impone patrones de comportamientos individuales y colectivos, horarios de ingreso y salida del territorio, delimita zonas de inclusión y de exclusión, impone destierros y desplazamientos poblacionales intraurbanos, establece tributos, imparte justicia y establece un riguroso sistema de regulaciones sobre múltiples actividaes de la vida comunitaria, como por jemplo, la contratación de las organizaciones comunitarias con la Administración municipal, los conflictos intrafamiliares y entre vecinos, provee seguridad y establece marcas de diferenciación en la ciudad. Se trata de micropoderes, que además de monopolizar la violencia, el tributo y la ley, pretende controlar los cuerpos y los imaginarios de los pobladores. De acuerdo con el eje de la resignificación del territorio y el control poblacional, se configuran en las periferias urbanas de la ciudad, diferentes modalidades de soberanías, según la consolidación o debilidad de los micropoderes allí establecidos. Soberanías fragmentadas, que corresponde a áreas claramente delimitadas, de control consolidado de un actor armado, conjugadas con la presencia de soberanías frágiles, superpuestas o en vilo, que corresponde a dominios deleznables o territorialidades en disputa entre los actores armados. Este último tipo de soberanías son las más complejas y azarosas para la realización de acciones colectivas de las comunidades, especialmente para el desarrollo de aquellas relacionadas con la resistencia civil no armada. En este contexto de confrontación armada y de violencia, estamos en presencia de una mutiplicidad de micropoderes de signos políticos y militares diferentes, pero ejercidos casi siempre de la misma manera autoritaria. Sin embargo, la actitud y el comportamiento de los dominadores frente a las organizaciones sociales y sus líderes no fue la misma en todas las territorialidades bajo dominio, sino que varió, muchas veces dependiendo del tipo de actor, otras dependiendo de los microcontextos de la confrontación y otros del grado de legitimidad de los liderazgos comunitarios. Bajo el dominio de algunos de estos micropoderes, por ejemplo, las organizaciones sociales y los liderazgos reconocidos por las comunidades fueron decididamente desmanteladas, perseguidas o sustituidas; en otros, se respetaron las organizaciones sociales pero se impusieron nuevos líderes, conforme a las lógicas de los dominadores; y en otros, muy pocos, se respetó siempre la autonomía e iniciativa de las organizaciones comunitarias y sus líderes, logrando en algunos casos trabajar mancomunadamente. La desmovilización de algunos grupos milicianos, permitió a las fuerzas de milicia directamente relacionadas con las FARC y el ELN consolidar su presencia inicialmente en los barrios pobres de 278 Cfr. LONDOÑO BERRÍO, Hernando. op. Cit. y HERRERA FLÓREZ, Juan Alexander. Soberanía, criminalización y control punitivo no institucional en los barrios marginales de Medellín: el caso de la Zona Centro-oriental. Monografía para optar el título de Abogado. Facultad de Derecho, Universidad de Antioquia. Medellín. 2003. 279 Parafraseando al Estado de policía del siglo XVII en Occidente, según como nos lo muestra M. Faoucault, en: M. Foucault. Seguridad, territorio, población. FCE. Buenos Aires. 2006.

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Medellín, específicamente en las zonas ubicadas en la periferia urbana, cerca de los asentamientos de desplazados o barrios de extrema pobreza, como los correspondientes a las comunas 8, 9 y 13. Estas milicias, por ejemplo, atacaron a COOSERCOM y empezaron a tomar el control de las zonas previamente controladas por las Milicias MP/PP.280 De esta manera, la insurgencia empieza un proceso de consolidación creciente de su presencia en la ciudad. Como se dijo antes, se posesionan en las comunas 8 y 9, donde protagonizan uno de las confrontaciones de mayor relevancia en la ciudad, a través de las milicias del ELN contra la banda de Los Chamizos articulada a los paramilitares. En esta zona de la ciudad se destacan, además, de las milicias Ocho de Marzo vinculadas al ELN, los comandos urbanos 6 y 7 de Noviembre, la presencia de múltiples bandas y combos barriales que operan al servicio de bandas más poderosas, muchas de ellas vinculadas a grupos paramilitares. La disputa aquí estuvo centrada por la valoración de la zona como un territorio estratégico, ya que es la entrada al corregimiento de Santa Elena y punto de ingreso al aeropuerto José María Córdoba y al Oriente antioqueño. Esta confrontación estuvo acompañada, además, por los enfrentamientos entre las bandas de La Cañada (perteneciente al barrio Villa Liliam) y La Sierra, la cual se agravó más tarde con la llegada de diversos actores antagonistas, tanto paramilitares como milicias de las FARC y del ELN. En la Comuna 13 es notoria la presencia y dominio consolidado de los Comandos Armados Populares-CAP, quienes de esta manera controlan un territorio estratégico, dada la proyección de importantes obras de infraestructura vial, como el túnel de occidente y la ampliación de ese importante corredor vial hacia Urabá, además de conectar con la subregión de Urabá y Santa fe de Antioquia. Esa presencia de las milicias populares, por más de diez años en la Comuna 13 (finales de los años ochenta y década de los años noventa), logró su cometido inicial como un micro poder alterno de controlar gran parte del territorio de la comuna desterrando las bandas delincuenciales y personas “indeseables” a través de las llamadas “limpiezas sociales”. Sin embargo, el repliegue del poder de las bandas en los barrios populares se dio también por cuenta de su misma lógica autodestructiva, además de ser el blanco de persecución de las milicias populares muchas de estas bandas armadas lograron especializarse en alguna de las modalidades criminales, de modo que las bandas que no se insertaron en esa lógica terminaron atomizadas disputándose y eliminándose entre sí, lo que en conjunto fue llevando a la desaparición de muchas de ellas. Se conocen casos de barrios, por ejemplo, Antonio Nariño, donde las bandas delincuenciales mantuvieron el control de su barrio debido al apoyo que tenían de otras bandas de Medellín, lo que “les permitió conservar su territorio durante todo el tiempo que las milicias tuvieron presencia en la Comuna 13, estos grupos luego se aliaron o se integraron a los paramilitares para enfrentar a las milicias.”281 Con la incursión del paramilitarismo a la ciudad a finales de los 90s, podemos decir claramente que el conflicto armado nacional se urbaniza en Medellín. Tras su incursión, así mismo se da inicio a la intensificación del conflicto político armado en la ciudad y se desarrolla un proceso de control y

280 Amnistía Internacional. Colombia Los paramilitares en Medellín: ¿desmovilización o legalización? Septiembre de 2005. Tomado de la página Web: http://web.amnesty.org/library/Index/ESLAMR230192005. pp. 25. 281 Londoño Op. Cit., pp. 17.

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configuración de poderes de facto, por lo general autoritarios, en amplias zonas de Medellín, en los términos que se ha indicado arriba. Por un lado, como una estrategia racional de los grupos armados insurgentes de avanzar en los objetivos de la guerra y lograr un dominio y control territorial de los espacios urbanos aprovechando el potencial estratégico en términos económicos, militares y políticos de los barrios, comunas y zonas en confrontación; y por otro lado, en esta misma lógica de control por la ciudad, sus zonas y comunas estratégicas, los paramilitares y las fuerzas del Estado empezaron una campaña dirigida a la expulsión de las milicias y la insurgencia. Desde finales de los 90s, es clara la tendencia a la expansión del paramilitarismo hacia los centros urbanos del país, siguiendo los lineamientos de su estrategia contrainsurgente de contención y desalojo de las guerrillas de territorialidades bélicas consolidadas. A partir de 1999 los paramilitares comienzan su ofensiva, inicialmente articulando y cooptando diferentes bandas a su estructura organizativa, para posteriormente, arremeter abiertamente contra varios grupos insurgentes y, en algunas ocasiones, desplegando grandes operaciones militares en coordinación con el ejército y la policía, como en la Comuna 13 y los barrios La Sierra y Ocho de Marzo en las comunas 8 y 9 respectivamente. Los grupos paramilitares comenzaron su arremetida en la ciudad de Medellín, ingresando en cuatro zonas de la ciudad: La Nororiental, la Centroriental, la Noroccidental y la Centrooccidental o Comuna 13. Inicialmente a través del Bloque Metro (BM) con una fuerte presencia militar en Medellín, y específicamente en la Comuna 8 y 9, bajo la dirigencia de Carlos Mauricio García Fernández alias “Rodrigo Franco” o “Doble Cero”, ex oficial del ejército, principal hombre táctico militar de las AUC y destacada figura de los PEPES (Perseguidos por Pablo Escobar). Para el año 2000, el Bloque metro había cooptado a muchas de las bandas criminales de Medellín y en el 2001 era el grupo paramilitar dominante de la ciudad. Posteriormente se asistiría a la creación de otra estructura paramilitar en la ciudad, el BCN encabezado por Diego Fernando Murillo Bejarano alias “Don Berna” o “Adolfo Paz”, en abierta confrontación con el Bloque Metro. Tras una sangrienta lucha por el poder y control el Bloque Cacique Nutibara asumiría el mando, con el repliegue del BM y la unión de varios de sus integrantes y bandas al BCN.282 Con la entrada en escena y consolidación de los actores armados del conflicto a nivel nacional, la dinámica de la conflictividad y la violencia en Medellín desde finales de los 90s se rearticula y se acota según la lógica y la estrategia de los mismos en el escenario de la ciudad. A partir de este momento se puede hablar de un proceso de subordinación de los múltiples conflictos violentos y no violentos de las comunas a la lógica del conflicto político armado y particularmente a las lógicas de control poblacional y territorial de los actores armados en Medellín, a través de la transpolación de éste a la dinámica urbana, como estrategia de los grupos insurgentes de ampliar su dominio, garantizar las fuentes de reclutamiento, ampliar su base social, generar nuevas fuentes de ingreso

282 Amnistía Internacional. Op. Cit. pp. 39.

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para sostener la guerra y ejercer control territorial sobre espacios estratégicos en términos de desarrollo económico regional y transito de hombres y de armas, como se ha indicado antes.283 Sin embargo, al lado del eje del conflicto armado y como producto de él resurge de nuevo la lucha por el espacio urbano y la inclusión en la ciudad, con los desplazados como nuevos protagonistas, que llegan a la ciudad buscando refugio al acoso de la guerra vivido en diferentes regiones del departamento y otros aledaños. Por ejemplo, en la zona centro-oriental (comunas 8 y 9): “Las invasiones y conformación de barrios marginales se presentan como una de las problemáticas más importantes de la zona, ocasionadas por la pobreza y el desplazamiento forzado de familias y comunidades que migran desde otros municipios de alta confrontación bélica, especialmente de Antioquia y Chocó, y que se han asentado en sectores como La Mano de Dios, La Cruz de Cristo, Golondrinas parte alta, Esfuerzos de Paz No. 1, Brisas de Oriente, La Pastora, Los Mangos, El Pinal, Villatina, Trece de Noviembre, Villa Turbay y La Esperanza, entre otros. Allí, ante la dificultad de acceso a los servicios públicos y debido a la ilegalidad de sus asentamientos, algunos actores armados monopolizan la prestación de dichos servicios –como es el caso del acueducto- e incluso cobran por su distribución”. Situación similar se presenta en la Comuna 13, especialmente en el sector de Loma Verde. En el 2001 el paramilitarismo ya había consolidado su presencia en varias comunas de Medellín. No obstante, todavía quedaban rescoldos milicianos e insurgentes en sitios importantes de la ciudad, específicamente, en las comunas 7, 8, 9 y 13, y en el nordeste, principalmente en las comunas 1 y 3.

Para los “paramilitares el control de estas zonas era fundamental, no sólo para expulsar a las guerrillas de los baluartes que aún tenían en la ciudad sino también para controlar rutas importantes de acceso a Medellín. El oeste de la ciudad está siendo objeto de un importante desarrollo de la red de carreteras, mientras que el nordeste proporciona acceso a la zona interior industrial de Medellín en el Oriente Antioqueño, una zona en la que está previsto un desarrollo industrial en gran escala”.284

En los barrios La Sierra, Trece de Noviembre, Ocho de Marzo y Juan Pablo II de las comunas 8 y 9, las AUC eliminaron a los comandos urbanos y las milicias del pueblo del 6 y 7 de Noviembre con el proposito de controlar el ingreso al segundo piso de Medellín. Este proceso estuvo precedido, primero por la cooptación de las bandas del sector de la 8 por el Bloque Metro, y luego por la disputa encarnizada entre este último y el Bloque Cacique Nutibara, quien luego de imponerse sobre el Bloque Metro, incursiona en el barrio Ocho de Marzo, que con apoyo del ejército y otros organismos de seguridad del Estado, desaloja a las milicias del ELN. Estas sucesivas incursiones tuvieron un altísimo costo humanitario para la población civil, la cual se vio sometida, inerme, al fuego cruzado de los actores armados, vivieron escenas de zozobra y dolor por la muerte o herida de algún familiar, y algunas familias padecieron el desplazamiento forzoso intraurbano, viéndose obligados a emigrar a otros sectores de la ciudad.

283 “Dicha adecuación (infraestructural de la ciudad) también ha dado lugar a disputas violentas por el teritorio articuladas a la guerra, que se desenvuelven an la polaridad insurgencia y mercenarios corporativos; es por ello que se ha configurado como un objetivo relevante en la guerra el control de las áreas de construcción de megaproyectos viales, por medio de los cuales se pretende conectar la ciudad con otras regiones económicas”. Cfr. Vilma Liliana Franco, Op. Cit., pp.80. 284 Amnistía Internacional. Op. Cit. pp. 42.

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La incursión en la Comuna 13 se produce en el 2000, a través de comandos del Bloque Metro, que sin embargo es contenido por las milicias de los CAP y de la insurgencia, hasta la llegada definitiva del BCN, que desplaza al Bloque Metro y despliega una acción militar conjunta con organismos de seguridad y fuerzas armadas oficiales, que concluye con la Operación Orión desplazando a las milicias de los CAP y las guerrillas en 2003. Los operativos militares a gran escala por parte del ejército y los paramilitares fue la forma más eficaz de hacerse al control militar y sociopolítico de estas zonas. Se desarrolló un amplio despliegue de fuerza y violencia por parte de los paramilitares y de las fuerzas militares estatales, desarrollándose 9 operativos militares en el 2002 en la Comuna 13:

“En febrero 28 del 2002 se lleva a cabo la Operación Contrafuego, una acción conjunta de la fuerza pública y organismos de seguridad del Estado para tender una redada a guerrilleros (...)El 21 de mayo de 2002 se realizó la Operación Mariscal, la cual tuvo como origen la solicitud impetrada al director Seccional de Fiscalías de Medellín por el Mayor Luis Francisco Mariño Flórez (Jefe del Area de Delitos contra la Vida, de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá), para que ordenara el registro y el allanamiento de 34 viviendas localizadas en la Comuna 13 de la ciudad de Medellín (...) En agosto 4 de 2002 se realizó la Operación Antorcha (...)aduciendo para ello la necesidad de prevenir los atentados terroristas que la guerrilla urbana planeaba realizar en el Valle del Aburrá y para garantizar la tranquilidad durante la Feria de Las Flores (...)El 16 de octubre del 2002 se inició la Operación Orión, en la cual participaron más de 1000 hombres de la policía, fuerzas especiales del Ejército, con respaldo de dos helicópteros Arpía de la Fuerza Aérea Colombiana, FAC, y acompañados por organismos de control (...)Tenía como objetivo un asalto final contra milicias del Eln y de las Farc, y contra los Comandos Armados del Pueblo –Cap-“.285

La operación Orión fue la operación más significativa en este proceso de ofensiva contra la insurgencia, afectando con el despliegue de fuerzas armadas la vida, la tranquilidad y la seguridad de la población civil que se encontraba en medio del fuego cruzado, principalmente de los barrios Belencito, El Corazón, Veinte de Julio, El Salado, Las Independencias I, II y III y Nuevos Conquistadores, de donde algunos de sus pobladores resultaron muertos o heridos y la población en general padeció estados de pánico, zozobra y miedo colectivos.

Igualmente, dentro de este proceso de posicionamiento del paramilitarismo, en el 2003 se iniciaron en la zona nororiental de la ciudad una serie de operaciones de las fuerzas de seguridad en coordinación con los paramilitares. “El 12 de enero de 2003, la Brigada IV del ejército, la Policía Metropolitana, el DAS, el CTI y los investigadores judiciales adscritos a unidades de las fuerzas de seguridad lanzaron una operación a gran escala, la Operación Estrella VI, en varias zonas del nordeste de la ciudad, incluidos los barrios de La Honda y La Cruz, en la Comuna III”286.

Con estas operaciones contrainsurgentes combinadas, se cierra el ciclo miliciano insurgente y para el 2003, puede decirse que han concluido las fases de incursión y consolidación del paramilitarismo en la ciudad. A partir de entonces, se inicia un proceso de legitimación, que empata y se fortalece tras la desmovilización del BCN. Esta consolidación y legitimación del proyecto paramilitar se inscribe

285 LONDOÑO BERRÍO, Hernando León, Op. Cit. pp. 61. 286 Amnistía Internacional. Op. Cit. pp. 42.

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en las lógicas de redefinición del territrio en función de procesos de acumulación de capital a escala local y global, y, así mismo, en función del control contrainsurgente sobre la población urbana en un nuevo marco de gobernabilidad de la ciudad.

La fase de legitimación, como bien lo señala Amnistía Internacional,

“entraña la generación de ingresos mediante la compra de empresas legales. Los paramilitares crean fundaciones y cooperativas para promover proyectos de producción, participan en el trabajo comunitario, especialmente en los barrios pobres, y tratan de controlar los procesos electorales y políticos regionales y nacionales. Las violaciones de derechos humanos disminuyen a medida que se neutraliza la oposición a la estrategia paramilitar”.287

El control territorial hegemónico que terminó consolidando el paramilitarismo sobre la ciudad se corresponde con la variación en las cifras de homicidio, que desde 2004 entran en una fase de descenso abrupto, pasando del pico alto de 3721, correspondiente al año de 2002 (año de confrontaciones persistentes), a 1187 durante 2004, hasta llegar a la más baja de esta fase de descenso, que es la que corresponde al año de 2007, con 511 homicidios.

En esta última fase, los paramilitares ya no necesitan mantener una presencia militar abierta y a gran escala en las zonas controladas por ellos y por las fuerzas de seguridad, Por el contrario, mantiene un bajo perfil, aunque alerta a cualquier movimiento de oposición. En este nuevo contexto, de derrota a la insugencia en la ciudad, los micrórdenes auoritarios, aunque se relajan un poco, siguen imperando en los territorios bajo su control.

Esta fase de legitimación se da a partir del 2003 en Medellín e, incluso, dentro de esta tiene cabida el proceso de desmovilización del BCN dentro de un proceso de legalización de las mismas, pues se ve cómo las estructuras paramilitares se incorporan a empresas de seguridad legalizadas y colaboran en materia de inteligencia con las fuerzas de seguridad.

La desmovilización del BCN, se llevó a cabo el 25 de noviembre del 2003, como parte de un proceso de desmovilización de las AUC a nivel nacional. Este empezó el 1 de diciembre con la declaración del “cese de hostilidades”288 por parte de los paramilitares. El primer acuerdo fue el realizado en Santa Fe de Ralito I, firmado el 15 de julio del 2003, en el municipio de Córdoba, entre el gobierno y la mayoría de grupos vinculados a las AUC. Posteriormente se firmó el acuerdo de Santa fe de Ralito II y a partir de ese momento:

“(…) más de 8.000 paramilitares pertenecientes a 13 grupos se han desmovilizado, según los informes (...): el Bloque Bananero (25 de noviembre de 2004), las Autodefensas del Sur del Magdalena (4 de diciembre de 2004), las Autodefensas Unidas de Cundinamarca (9 de diciembre de 2004), el Bloque Catatumbo dirigido por Salvatore Mancuso (10 de diciembre de 2004), el Bloque Calima (18 de diciembre de 2004), el Bloque Córdoba (18 de enero de 2005), el Bloque Sur Oeste Antioqueño (30 de enero de 2005), el Frente Mojana (2 de febrero de 2005), el Bloque Héroes de Tolová, dirigido por el líder paramilitar del BCN Diego Fernando Murillo Bejarano, también conocido como “Don Berna” o “Adolfo Paz” (15 de junio de 2005), el Bloque Héroes de

287 Ibíd. pp. 12. 288 “Sin embargo, lo han incumplido constantemente, y desde aquel mismo mes las organizaciones colombianas de derechos humanos han atribuido a los paramilitares más de 2.300 homicidios y desapariciones”. (Amnistía Internacional; 2005. pp. 15.)

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Montes de María (14 de julio de 2005), el Bloque Libertadores del Sur ( 30 de julio de 2005), el Bloque Héroes de Granada (1 de agosto de 2005), también dirigido por “Adolfo Paz”, y las Autodefensas Unidas de Meta y Vichada (6 de agosto de 2005).”289

La desmovilización del BCN sigue estando, como ya se mencionó, dentro de la estrategia de control de la ciudad, ya no con amplio despliegue de fuerza militar, sino de bajo perfil, disfrazado en estructuras legales y privadas de seguridad o incluso de forma informal, con trabajo comunitario y en una amplia complicidad y coordinación con el ejercito y la policía.

“Tras la desmovilización, las estructuras paramilitares de la ciudad permanecieron esencialmente intactas, y siguieron recibiéndose informes de violaciones de derechos humanos presuntamente cometidas por paramilitares.”290

Lo anterior fue posible, debido principalmente, por un lado, al despliegue de sus tropas hacia el oriente de Antioquia antes de la desmovilización.

“Amnistía Internacional también recibió informes fidedignos de que, antes de la desmovilización, los paramilitares estaban reclutando a jóvenes desempleados para que se hicieran pasar por paramilitares durante la ceremonia de desmovilización. Estos informes incrementaron el temor de que sólo un pequeño porcentaje del BCN se estuviera desmovilizando realmente”.291

Y por el otro lado, debido a la forma estratégica como se manejo el proceso de desmovilización, ya que la mayoría de los paramilitares regresaban a sus casas tras un corto curso de rehabilitación, y algunos, eran reinsertados a estructuras legales y a empresas de seguridad privada.

“Desde la desmovilización, los informes procedentes de funcionarios, ONG y residentes de la zona indican que los paramilitares cada vez ocupan con más frecuencia empleos relacionados con la seguridad en empresas que actúan con licencia, y también en el sector informal no regulado”.292

Para la segunda mitad de 2004, el control paramilitar sobre muchos barrios pobres era cada vez más encubierto. “En referencia a la presencia paramilitar en Medellín, un observador comentó en agosto de 2004: “Hoy, su control es más sutil: no existe patrullaje con pasamontañas ni armas de largo alcance. Es un control invisible, con amenazas, con armas camufladas de corto alcance, con expulsiones de los barrios.”293

Con todo, el resultado de este proceso es el posicionamiento territorial del paramilitarismo, como actor principal, y subsidiariamente del Estado. No es casual por consiguiente, que el principal interlocutor “comunitario” de la principal estrategia de inversión social con participación de la ciudadanía de la Alcaldía de Medellín, como lo es el Presupuesto Participativo, sean las ONGs, Corporaciones y organizaciones comunitarias controladas por los desmovilizados de las AUC.

Es pues en este contexto de conflictividad y violencia, marcado por la confrontación entre actores armados y la imposición de micro-órdenes territoriales autoritarios, en el que deben ser comprendidas las múltiples expresiones de resistencicia civil no armadas a la guerra y a la exclusión

289 Amnistía Internacional. Op. Cit., pp. 16. 290 Ibíd., pp. 52. 291 Ibíd., pp. 51. 292 Ibíd., pp. 55. 293 Ibíd., pp. 53.

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social, protagonizadas por las comunidades barriales y sus líderes en los barrios populares de Medellín y particularmente en las comunas 8, 9 y 13, pese al estrépito de la guerra, al miedo y al dolor de quienes no la protagonizan.

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3. RESISTENCIA CIVIL NO ARMADA EN MEDELLÍN. COMUNAS 8, 9 Y 13 En este acapite del trabajo presentaremos la parte nuclear de esta investigación, correspondiente a las diferentes experiencias de resistencia civil no armadas en las comunas 8, 9 y 13 de Medellín. La presentación la haremos por acapites, comuna por comuna, primero las experiencias de la 8, luego las de la 9 y finalmente las de la 13. Cada presentación por comuna tendrá al final una parte de conclusiones y en la parte final de todo el acapite presentaremos un análisis comparativo, en el que intentaremos indicar algunos puntos de coincidencia y de diferenciación entre las diferentes experiencias de resistencia civil no armadas aquí estudiadas. La presentación de cada experiencia está precedida de referencias concretas al contexto de cada comuna o a microcontextos territoriales correspondientes, así mismo de una cierta reconstrucción histórica de la vida comunitaria, de la trayectoria organizativa y de sus liderazgos, todo ello con el propósito de situar de mejor manera cada experiencia y aportar elementos explicativos y analíticos a las mismas, sigiuiendo las indicaciones metodológicas referidas en la introducción general. La presentación de estas experiencias la haremos conjugando la parte descriptiva y analítica, según los objetivos y el marco teórico definidos por la investigación. Cada experiencia presentada está basada en el contacto directo y la interlocución entre los investigadores y los actores, o testimonos directos de líderes que de una u otra manera vivenciaron dichas experiencias, lo cual se hizo de acuerdo con la aplicación de las estrategias e instrumentos metodológicos diseñados para la realización del trabajo de campo. Tratándose de una investigación de corte cualitativo como ésta, hemos intentando darle el mayor espacio posible a éstas voces, a sus percepciones y valoraciones, sin renunciar por supuesto a nuestra mirada crítica como investigadores respecto de ellas. Antes de entrar directamente a la presentación de estas experiencias, consideramos pertinente señalar, que en el transurso de la investigación nos encontramos con múltiples experiencias de resistencia civil no armada de caráter más general, que s despliegan en el ámbito de la ciudad, las cuales pretenden hacerle frente a la violencia, a las injusticias y las exclusiones socioeconómicas que han vivido grandes sectores poblacionales, muy golpeados por el conflicto armado que vive el país y que se evidencia directamente en las ciudades, a través del recrudecimiento del conflicto urbano. Son procesos que vieron la necesidad de expresarse, de denunciar lo que pasaba en la ciudad y propusieron otras formas alternativas de organización colectiva no armada, que les permitió hacer la diferencia con los procesos armados y guerreristas que se forjaron y establecieron en la ciudad. Si bien aquí por razones relacionadas con los objetivos de esta investigación y de espacio omitiremos presentarlas, podemos decir de manera general que tales experiencias contribuyeron de una u otra manera, directa o indirectamente, a generar un clima favorable y, en algunos casos, a incidir de manera directa en el desarrollo de algunas de las experiencias que en este capítulo narramos. Entre estas experiencias cabe mencionar, La Ruta Pacífica de Mujeres, Madres de la Candelaria, Mujeres de Negro, Asamblea de la Sociedad Civil por la Paz (ASAPAZ), Red Juvenil, la Red de Organizaciones Comunitarias (ROC) y la Red de Mujeres Emprendedoras. De éstas experiencias, tres reivindican los derechos, igualdad y dignidad de las mujeres, población que ha sido directamente afectada por el conflicto armado y utilizada como botín de guerra en los

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enfrentamientos entre los diferentes grupos armados, sin embargo, no reivindican solo su condición de género, si no que paralelamente apoyan los procesos de paz, los acuerdos humanitarios y le apuestan a un país con justicia social. Dos más le apuestan directamente a la paz y promueven una solución negociada del conflicto armado colombiano, pretendiendo que se haga justicia con los crímenes que han cometido guerrilleros, paramilitares y el propio Estado, y que se reconozca y se haga justicia con las víctimas de la violencia en este país. También hay experiencias que reivindican los derechos juveniles y proponen otras alternativas no violentas a través de la formación artística, la capacitación, las artes y las acciones directas, para denunciar las injusticias y violación de derechos que ocurren en la ciudad con la población juvenil y con los sectores más vulnerados de la ciudad y de sectores rurales. Otras experiencias tienen apuestas diferentes, más relacionadas con la generación de alternativas productivas solidarias, donde exigen justicia social, donde fomentan la solidaridad entre las comunidades y reconocen que esta ciudad está compuesta por amplios sectores poblacionales excluidos del modelo socioeconómico que se impuso. La ROC y la Red de Mujeres Emprendedoras, por ejemplo, demuestran que sí se pueden generar prácticas alternativas incluyentes, participativas y con equidad, diferentes a las impuestas por el modelo económico dominante. La mayoría de estas experiencias, se relacionan entre si y se apoyan mutuamente, además influyen directamente en la dinámica sectorial y barrial, porque trabajan directamente con las comunidades de base, de los barrios, con los sectores más vulnerados de la ciudad, y de esta forma inciden en las prácticas y acciones de resistencia barriales que se conforman en los micro contextos. Existen muchas más experiencias como estas en la ciudad, que soterradamente van transformando realidades, subjetividades y microcontextos, en los sectores más marginados e invisibilizados por las autoridades municipales, que con sus prácticas y luchas invisibles abren las puertas de la esperanza donde otra ciudad es posible.

3.1. Experiencias de Resistencia Civil frente al conflicto armado y la exclusión socioeconómica en la Comuna 8

“No podemos vivir comunitariamente cuando todos los vínculos se basan en la competencia. Es indudable que genera, en algunas personas, un mayor rendimiento basado en el deseo de triunfar sobre los demás.

Pero no debemos equivocarnos, la competencia es una guerra no armada y, al igual que aquella, tiene como base el individualismo que nos separa de los demás, contra quienes combatimos. Si tuviéramos un sentido

más comunitario muy otra sería nuestra historia, y también el sentido de la vida del que gozaríamos.”

Ernesto Sábato, La Resistencia (2000)

Al indagar por las experiencias de resistencia civil no armada en la Comuna 8 durante el período 2002-2006, encontramos un banco de datos amplio, que contenía un sinnúmero de organizaciones de base, con diferentes tendencias y prácticas. Grupos de tercera edad, asociaciones cívicas, asociaciones de padres de familia, juntas de acción comunal, comités de emergencia y de vivienda, grupos juveniles, etc. En el momento de contactar algunas de éstas organizaciones sociales, para conocer sus orígenes, sus objetivos, discursos y prácticas, empezamos a descartar algunos

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procesos, la razón, muchas de las experiencias ya habían desaparecido, habían cambiado su número telefónico, sus representantes ya no vivían en el sector, entre otros inconvenientes. Al seguir indagando, hallamos una experiencia que lleva más de 10 años realizando trabajo social y comunitario en la comuna y que tiene un proceso muy directo de resistencia civil no armada. Éste, nos fue conduciendo a otras experiencias del mismo corte, donde las y los líderes, nos fueron nombrando procesos muy valiosos, que no se encontraban en la primera base de datos consultada, pero que habían tenido un impacto muy grande en la comunidad con relación a propuestas civilistas, de rechazo a la violencia, de generación de espacios culturales, lúdicos y deportivos y de creación de alternativas económicas solidarias, que directamente le hicieron frente al proceso de exclusión social vivenciado en la comuna. Así fue que llegamos a conocer este entramado de experiencias de resistencia en la comuna, que, generalmente son invisibilizadas por tener propuestas directas que rechazan la guerra y el modelo económico excluyente. Sabemos que existen muchos otros procesos como éstos, que lentamente han construido espacios de socialización diferentes, alternativos, incluyentes, críticos, que para muchos sectores políticos, armados y económicos son molestos, porque dicen verdades, exigen derechos, denuncian atropellos y visibilizan una realidad que es desconocida (o quieren desconocer) algunos dirigentes y sectores sociales de nuestra ciudad. Por esto, el acercamiento a algunos de éstos procesos comunitarios de resistencia civil no armada dan cuenta que no todo está perdido, que se puede construir ciudad, de una manera diferente, solidaria y de respeto por la vida y la dignidad. En este capítulo se desarrollarán algunas hipótesis sobre la particularidad del contexto social y de conflicto que presenta la Comuna 8, posteriormente se hará un breve recorrido por el proceso de configuración de las experiencias de resistencia civil no armadas por las cuales indagamos y el contexto social y conflictivo en el cual se desarrollaron, luego se describirán las acciones colectivas de resistencia civil no armadas más destacadas, realizadas por los procesos indagados y finalmente se presentaran los obstáculos, potencialidades y retos que han tenido que enfrentar este tipo de procesos alternativos para hacerle frente tanto al conflicto armado, como a la exclusión social que tradicionalmente han enfrentado en su comuna y algunas conclusiones y hallazgos encontrados en la Comuna 8. 3.1.1 Algunas características sobre la Comuna 8 La Comuna 8 tiene unas problemáticas de conflictividad y de exclusión social y económica similar al de muchas comunas populares de Medellín.294 Sin embargo, guarda unas características particulares en relación al conflicto y a la exclusión socioeconómica que se puede presentar por varias razones, entre ellas, el estar ubicada tan cerca de la centralidad de la ciudad y por tener geográficamente el Cerro Pan de Azúcar en su territorio. Lo anterior se plantea porque gran parte de la población desplazada se ubica en esta comuna debido a que tiene más fácil acceso al centro de la ciudad, lo cual puede facilitar la consecución de un empleo o de recursos para la sobrevivencia. Además, el tener un cerro como el Pan de Azúcar en la comuna, es estratégico para algunos grupos

294 Ver capítulo V, Lo social urbano: pobreza y exclusión en Medellín.

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armados porque les permite tener beneficios económicos y bélicos, en el sentido de que pueden apropiarse de estos terrenos para utilizarlos con fines económicos, de control social y territorial. Una particularidad fundamental que tiene esta comuna es que allí está ubicada la Corporación Democracia (en el parque Obrero, del barrio Villa Hermosa), la corporación de los grupos paramilitares reinsertados en el período 2003- 2004, y que han interferido en muchas de las organizaciones sociales y comunitarias del sector, a través del diálogo o de la presión. El Municipio de Medellín les cedió en comodato el cerro Pan de Azúcar, que es un corredor estratégico que conecta a Medellín con el oriente antioqueño, para que los grupos de reinsertados lo destinaran a proyectos productivos, los cuales en la actualidad están funcionando como granjas productivas donde realizan cultivos de hortalizas, legumbres, tienen criadero de gallinas, patos, cerdos, caballerizas, etc., que benefician económicamente a dichos grupos. Esta particularidad de control e intervención de sectores estratégicos del territorio, por parte de grupos de reinsertados, junto con la gran cantidad de asentamientos ilegales que tiene (se calculan 10 en las zonas más periféricas de la comuna), ha influido en las dinámicas sociales y comunitarias de varias formas. Primero, a través de la desarticulación y el paulatino debilitamiento de los procesos comunitarios, lo que se tradujo en una gran desintegración de organizaciones comunitarias y juveniles, que por temor o por amenazas tuvieron que alejarse de los procesos comunitarios, o desplazarse a otros sectores. Segundo, la aceptación e integración de procesos comunitarios con la Corporación Democracia, que a través de presiones, invitaciones o simpatía, permitieron la captación de muchas organizaciones, que empezaron a actuar articuladamente con los desmovilizados en procesos sociales, electorales, de gestión y de participación, y que directamente pretende legitimar el proceso de reinserción. Tercero, los procesos y organizaciones comunitarias que resistieron a esa presión e intimidación paramilitar y se opusieron a la guerra y a las acciones violentas, por medio de estrategias civilistas, culturales, lúdicas y deportivas, que les posibilitaron mantener su autonomía y una posición crítica. Y aquellas organizaciones que posibilitaron otros espacios para resistir a la exclusión socio espacial y económica, especialmente en las zonas de invasión de la comuna. Los procesos juveniles de resistencia civil no armados hallados en la comuna, fueron pocos. Sin embargo, dos de las experiencias que logramos contactar y que trabajan directamente con población juvenil, a través de actividades culturales, artísticas y de comunicaciones fueron la Corporación Diáfora y el grupo juvenil MCJ Movimiento de Comunicadores Juveniles. Algunas hipótesis que se infieren a raíz de la conversación con algunos líderes, es que muchas de las dinámicas juveniles se desintegraron por la agudización del conflicto y por las amenazas e intimidación que ejercieron los grupos armados sobre estos procesos, ya sea con el fin de captarlos, de reclutarlos, o de intimidarlos para que dejaran de participar de los procesos comunitarios. Además, la poca presencia de experiencias juveniles, no sólo en el proceso de investigación, sino en otros espacios de participación, se puede presentar por la falta de interés de algunos sectores juveniles, por la poca información que tienen las y los jóvenes sobre estos procesos o por el temor de enfrentarse en estos mismos escenarios con los grupos de paramilitares reinsertados en el proceso de desmovilización iniciado a finales del año 2003 y que se han tomado los espacios de participación en la comuna.

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Algunas de estas hipótesis fueron corroboradas con líderes y organizaciones de la comuna que sugieren que parte de los procesos juveniles en este territorio están muy desarticulados, y los que existen, tienen diferentes objetivos e intereses que no se dirigen explícita o indirectamente a realizar acciones o prácticas de resistencia frente al conflicto armado o frente a la exclusión social, los cuales son del interés de esta investigación. Las experiencias y acciones de resistencia civil no armadas halladas en la Comuna 8, presentan una variedad de matices y modalidades que van desde acciones directas de denuncia y confrontación con los grupos armados, a través de denuncias públicas ante entes gubernamentales nacionales e internacionales y la convocatoria a toda una comunidad para que no se deje extorsionar y no pague vacunas, hasta estrategias menos frontales, como involucrar a la población juvenil en temas culturales, artísticos, comunicativos y deportivos, con el objetivo de brindarles otros espacios alternativos de socialización diferentes a los de la violencia y la guerra, donde el referente es la sana convivencia, el respeto por la diferencia y la consolidación de procesos organizativos autónomos. Otras experiencias halladas se dirigen más a resistir la pobreza y la exclusión a la que han sido sometidos tradicionalmente. Por esto, realizan acciones de autogestión y autoconstrucción, que les ha permitido mejorar en gran medida su calidad de vida, pero sobre todo, les ha dado la oportunidad de integrarse comunitariamente y realizar acciones colectivas solidarias, que los benefician, especialmente a los sectores más vulnerados. En este sentido, gestionan ante entes gubernamentales y no gubernamentales, entidades públicas y privadas; específicamente han realizado obras de autoconstrucción, donde mejoran las viviendas, construyen escuelas, andenes, escaleras, casetas comunales, al tiempo que fomentan la economía solidaria, con la creación de proyectos productivos auto sostenibles, que dan oportunidades de empleo a las personas más vulnerables del sector, como a las madres cabeza de familia, las personas de la tercera edad y la población juvenil. Muchos de estos proyectos productivos solidarios de trabajo asociado, han obtenido recursos a través de presupuesto participativo, sin embargo, ya tenían un proceso organizativo anterior, con una amplia trayectoria de organización social y comunitaria que les facilitó la obtención de los recursos. El proceso de configuración de las experiencias de resistencia por las cuales se indagó en la investigación, tiene unos referentes comunes que permiten comprender que el contexto socioeconómico y de conflicto influyó en gran parte en la conformación de dichos procesos. Veamos a continuación como se configuraron las experiencias de resistencia civil en la Comuna 8: 3.1.2 Proceso de configuración de las experiencias de resistencia civil no armadas El proceso de conformación de la mayoría de experiencias por las cuales se indagó en la Comuna 8 surgió en la década de los 90, en un contexto de pobreza, exclusión y violencia que se empezaba a configurar con la incursión del narcotráfico en los barrios de la ciudad. La Corporación Diáfora, la Corporación Volver, la Junta de Vivienda Comunitaria Altos de la Torre, las juntas de Acción Comunal del sector de las Perlas y Colinas de Enciso, la Cooperativa COPIEM y una experiencia

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más individual pero que se vinculó con el trabajo comunitario en Villa Hermosa, tuvieron su origen en este período, algunas a principios de la década, y otras a finales. Otra de las experiencias tuvo su origen varios años atrás en 1974, cuando un grupo de aproximadamente 25 personas vieron la necesidad de que la comunidad se desarrollara en materia de vías, servicios públicos y vivienda. Por tal motivo, conformaron la Junta de Acción Comunal de Villatina, uno de los sectores que más ha sufrido las inclemencias de la pobreza, los desastres naturales y la violencia. En esta época los barrios estaban mucho más marginados, no había viviendas dignas, carreteras, ni servicios públicos, la exclusión social estaba mucho más arraigada, pero el tema del conflicto armado en la comuna no se había desarrollado aún; este surge a partir de 1985 cuando se empieza a instalar el narcotráfico.

“En 1979 se conforman con más fuerza las invasiones en el sector, por la gran pobreza, la gente buscaba terrenos baldíos para asentar sus viviendas, pero eran sacados por la fuerza pública, en ese entonces los estudiantes universitarios si eran solidarios con las familias y había confrontación entre la fuerza pública, los universitarios y las familias”.295

Un proceso similar tuvieron la Junta de Vivienda Comunitaria de Altos de la Torre, la Cooperativa COPIEM (que anteriormente estaba conformada como asociación comunitaria del sector de Enciso el Pinal) la JAC de las Perlas y de Colinas de Enciso, donde las comunidades se organizaron con el fin de gestionar recursos para la autoconstrucción de infraestructura necesaria para mejorar la calidad de vida de la comunidad, como la construcción de andenes, calles, escaleras, escuelas, casetas comunitarias, adecuación de acueducto y alcantarillado y el mejoramiento de viviendas. La Junta de Vivienda Altos de la Torre, anteriormente se llamó Comité Comunitario y se conformó cuando se asentaron en el sector cerca de 150 familias desplazadas de zonas rurales del departamento de Antioquia. La acción de resistencia se ha dirigido a lograr que el asentamiento de Altos de la Torre no siga siendo considerado como un sector de alto riesgo, y pueda ser reconocido como un barrio legal de la ciudad, puesto que como está categorizado, les impide acceder a recursos y obras de inversión que la administración municipal destina a barrios legalizados. Otras experiencias de resistencia son un poco más recientes en su conformación legal, pero tenían una trayectoria de trabajo comunitario amplia en la comuna, como la Mesa de Convivencia de los Mangos, la Corporación Construcción Ciudadana, la Cooperativa Multiactiva de Trabajo Asociado “El Divino Niño” y la Cooperativa COMULTRECE, que surgen, las dos primeras en el año 2002 y las dos últimas en los años 2003 y 2004 respectivamente. La experiencia más reciente es la del grupo juvenil MCJ Movimiento de Comunicadores Juveniles, que inicia en el 2006, alrededor de un grupo parroquial, pero que luego se independiza con el fin de adquirir más autonomía y ganar espacios para las y los jóvenes en la comuna. La Mesa de Convivencia antes se llamaba Comité Deportivo los Mangos, trabajaba el tema de la convivencia y mediación de conflictos a través del deporte y la lúdica, a mediados de la década del 90. Estas acciones le permitieron a la Mesa obtener un gran acumulado de experiencias de trabajo

295 Testimonio de líder comunitario, entrevistado en diciembre de 2007.

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comunitario en su sector. No obstante, como Mesa, se creó con la administración de Luis Pérez Gutiérrez, con el fin de concertar procesos de reconciliación entre las bandas. A este proceso se empiezan a incorporar grupos armados que pretendían entorpecer el proceso y por esto las y los integrantes de la Mesa de los Mangos, hicieron resistencia frente al proceso paramilitar, miliciano y de delincuencia que hostigaba el proceso. La Mesa de los Mangos fue la única que a través de propuestas pacifistas, sobrevivió en Medellín, cuando llegó la extinción de ese programa en el año 2005. La Mesa asumió procesos deportivos nocturnos los fines de semana, donde congregaban procesos organizativos y de jóvenes.

“La gente se quedaba en los torneos, a pesar que alrededor estaba la guerra, y cuando llegaban los violentos nosotros denunciábamos… Me amenazaron, me prohibieron seguir haciendo eventos nocturnos, pero seguí haciéndolos, es más me hice acompañar de la comunidad y seguí denunciando”.296

La estrategia de trabajar la convivencia a través de la cultura y el arte en la comuna la lideró la Corporación Diáfora. Algúnos de sus fundadores venían de procesos anteriores como el Club Chiminangos, una organización especialmente deportiva, que empezó en el año 1993 hasta el año 2001. A partir de este año, las y los integrantes quisieron trabajar otros temas en aspectos juveniles, de convivencia y pactos de no agresión y desde ese año se incorporó el tema artístico y cultural. Al analizar la situación de contexto, los integrantes de Diáfora llegaron a la conclusión que el problema de la violencia no era por razones económicas, ni políticas, sino culturales. Según ellos, ya se tenían interiorizadas una serie de condiciones de relacionamiento violento, por lo tanto, quisieron incidir en el tema de convivencia a través del aspecto artístico y cultural, porque es una estrategia que permite llegar a la comunidad sin generar sospechas, no maneja grandes recursos y se pueden socializar otras formas de convivencia, de respeto, pacíficas y no violentas.

“El proceso surge por las ganas de hacer algo, ya no en el aspecto deportivo, sino en lo cultural y artístico, trabajando además la convivencia”297.

La Cooperativa “El Divino Niño” surge por iniciativa de una de sus actuales lideresas, con una experiencia acumulada de trabajo comunitario en otros territorios de Antioquia. Su creación está directamente relacionada con la grave situación de desempleo existente entre jóvenes y adultos del sector y como un intento de respuesta a la misma. En sus comienzos, se constituyó un equipo de trabajo, integrado principalmente por mujeres cabeza de familia, quienes se reunían con cierta regularidad, organizaban rifas, paseos y recibían capacitación voluntaria y gratuita acerca de cooperativismo por parte de un agente externo. Por muchos años continuaron en esta labor de capacitación como cooperativistas y de integración de sectores de la comunidad con la expectativa de gestionar y realizar algún proyecto productivo, que diera respuesta a su propósito más definido, brindar empleo a los y las asociadas. Se dotaron de unos estatutos, nombraron Consejo Directivo y

296 Testimonio de líder comunitario, entrevistado en noviembre de 2007 297 Testimonio de líder comunitario, entrevistado en diciembre de 2007

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dos comités auxiliares, el empresarial y el de vigilancia, con lo cual obtuvieron la personería jurídica, lo que a su vez les facilitaba la gestión de recursos para sus proyectos. La mayoría de líderes, lideresas y procesos comunitarios vivieron de una manera directa los períodos de violencia y pobreza que tradicionalmente han tenido en su comuna. Muchos fueron víctimas directas del conflicto armado, y a pesar de esto, le han apostado a transformar ese referente de pobreza y miseria que los ha acompañado, y han aportado con sus procesos comunitarios a consolidar otros espacios de socialización donde le aportan a la paz y al bienestar social. Pero ¿acaso este contexto particular permitió el surgimiento de estas propuestas alternativas? Esta es una de las hipótesis que se generan y que se ampliará a continuación: 3.1.3 ¿De qué manera inciden los contextos de violencia y exclusión social en la configuración de procesos de resistencia? Muchos de los estudios académicos que han investigado comunidades que viven en contextos de violencia aguda, dan cuenta de cómo las comunidades se organizan para resistir al hostigamiento de los grupos armados y se resisten a ser involucrados como actores del conflicto.298 En el caso de la Comuna 8 ésta hipótesis podría ser considerada como acertada; puesto que en un contexto de conflicto armado tan agudo como el que ha vivido, sumado a un contexto de exclusión y pobreza que ha azotado especialmente a los barrios más periféricos, ha dado como resultado, no solo hambre, muerte y sometimiento por parte de la población, sino también procesos de resistencia que le apuestan a la vida a través de otras alternativas de convivencia y solidaridad. Veamos cómo se desarrolló el contexto de exclusión y de conflicto armado en la Comuna 8 que dio pie a la configuración de los procesos de resistencia antes mencionados, narrados desde la experiencia misma de sus protagonistas299:

“El conflicto armado se da por intereses de control territorial y social, por el control del comercio del narcotráfico… por la acumulación ilegal de la riqueza y perpetuación del poder en manos de los gremios económicos. Por la negación de acceso a necesidades básicas…” 300

A finales de la década del 70 se incrementaron las invasiones en la comuna y especialmente en el sector de Villatina. La situación de pobreza era muy crítica y la gente buscaba terrenos baldíos para asentar sus viviendas. Sin embargo, la fuerza pública los desalojaba de una forma violenta provocando enfrentamientos entre las familias, la policía y jóvenes universitarios, que en ese entonces eran solidarios con los desplazados.

298 Algunas de las investigadoras con esta perspectiva han sido Esperanza Delgado y Mady Samper, con sus textos, Comunidades de Paz: Expresiones de construcción de paz entre la guerra y la esperanza (2000) y Una Colombia posible: Historias de resistencia civil frente a la guerra (2002), respectivamente. 299 Para ampliar mejor este contexto de conflicto armado ver, capítulo V, Guerra y Conflicto en Medellín. 300 Discursos de las y los líderes comunitarios, frente a la pregunta ¿por qué se presenta el conflicto armado? Taller con líderes y lideresas comunitarias, Comuna 8, abril del 2008

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Luego de un decreto que fue emitido por la administración municipal, fueron suspendidos los desalojos. A partir de ese momento, las familias se fueron consolidando y obtuvieron ayudas de dos instituciones, de la Corporación de Vivienda y Desarrollo Social CORVIDE y de Provivienda; ambas comenzaron a dialogar y a buscar el mecanismo de consolidación de las viviendas: a las familias que estaban en el sector les empezaron a lotear terrenos, y a cada familia le dieron una porción. En 1984 el narcotráfico empezó a articularse en la ciudad y la mano de obra más barata eran los jóvenes de las comunas que empezaron a ser entrenados para trabajar como sicarios, donde empezaron a matar por dinero, entonces, aparecen las drogas, las motos y las armas. En la comuna se consolidaron muchas bandas de sicarios y el conflicto se agudizó cada vez más, al punto tal que se empezó a delimitar el control territorial. En la década del 80 y 90 se presentaba una violencia barrial, ocasionada por el enfrentamiento entre bandas que no tenían aún un horizonte político, económico, ni ideológico claro. En el transcurso de la década de los 90 aparecen las milicias populares y se consolidan en los barrios de la comuna. Entre finales de la década del 90 y el año 2002 aparecen los grupos de paramilitares que confrontan con otras organizaciones armadas que estaban asentadas en la comuna (el M-19, Héroes de Granada, el EPL y las pandillas juveniles). Pero gradualmente van desapareciendo por el exterminio o captación que hicieron los grupos paramilitares con estos grupos armados. En este período las muertes y la violencia fueron motivadas por diferentes causas, especialmente por el control de los expendios de droga y el control territorial. Pero luego, a partir del 2002, empiezan a tener propósitos no solo económicos sino también políticos y de control territorial y social, a través de la intervención de las organizaciones sociales y comunitarias, la participación en las juntas de acción comunal y en los presupuestos del barrio. Se sigue con el cobro de vacunas, lo que les genera ingresos a los grupos armados y la posibilidad de seguir intimidando y presionando a la población comunitaria. Es un período de posicionamiento e intervención en los barrios por parte de los grupos paramilitares donde son la máxima autoridad en la comuna. Distribuyen órdenes de expulsión y asesinatos de jóvenes en la comuna, violan a las niñas, a los niños los utilizan como carritos301 y a los jóvenes los incitan a la agrupación con promesas económicas. Se configura la confrontación por el dominio territorial entre el Bloque Metro y el Bloque Cacique Nutibara de las autodefensas. Durante los años 2001 y 2002, el enfrentamiento armado se dio entre estos dos sectores de autodefensas, lo que generó un grave incremento en los homicidios y una fuerte agudización del conflicto armado en la Comuna 8, especialmente en los sectores más periféricos: La Sierra, Villatina, Las Estancias, 13 de Noviembre, Caicedo y en los asentamientos de desplazados. Los grupos paramilitares, se consolidan en la comuna a través de varias estrategias, primero fue una etapa de confrontación y control territorial, luego entran a una segunda etapa de consolidación de su proceso, a través de la coptación de muchas organizaciones de la comuna; empiezan a confrontar

301 Se le llama carritos a los niños que son utilizados por los grupos armados, para llevar y traer información, guardar armas y drogas, etc.

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con los procesos que les oponen resistencia y asesinan e intimidan a las personas de las organizaciones que no estuvieron de acuerdo con esta expansión paramilitar. En el año 2003 los grupos paramilitares comienzan a reclutar jóvenes, se aumenta el expendio y el control de las plazas de droga y se intimida con mayor fuerza a jóvenes y líderes comunitarios. Cuando comienza el proceso de reinserción (a finales del año 2003)302 los coordinadores de los reinsertados quisieron integrarse a la comunidad y pretendieron aliarse con las JAC, con las organizaciones sociales y comunitarias, llamaron a todos los líderes y los convocaron a lo que ellos llamaron “comités barriales de conciliación”, para que se borraran las barreras barriales.

“Durante el proceso de desmovilización a finales del 2003 y principios del 2004 los grupos de paramilitares reclutan a grupos de jóvenes que no tienen nada que ver con la guerra y los presentan como desmovilizados, mientras algunos mandos del paramilitarismo siguen operando el tema militar y económico”.303

A partir del 2004 los grupos de paramilitares intentan tomarse las JAC y las organizaciones comunitarias y comienzan a ejercer su autoridad ilegal, amenazando a quien no comparta su autoridad. Además, como estrategia de legitimación del proceso de desmovilización, comienzan a realizar un trabajo social donde invitan a líderes de los barrios a participar de su proceso, a interactuar en actividades y gestionar recursos y participar directamente del proceso de Presupuesto Participativo. Sin embargo, líderes que no están de acuerdo con esta estrategia de coptación, son asesinados y perseguidos. Entre el año 2004 y 2005 se presenta un alto índice de homicidios y desplazamiento intraurbano en la comuna, y se sigue con la presión para que líderes comunitarios gestionen recursos para ser administrados por los desmovilizados. Persiste el cobro de las vacunas donde los sectores más golpeados son el comercio, el transporte y las viviendas. Esta situación ha deprimido y debilitado mucho más la economía comunitaria y cualquier iniciativa barrial de resistencia económica es intimidada o controlada por la acción ilegal de los actores armados. En sectores como La Sierra, Villa Turbay, Caicedo Las Estancias, Villatina y 13 de Noviembre, el promedio de población en asentamientos ilegales sigue creciendo y cerca del 30% se encuentra en zonas de alto riesgo, que a la vez es la población más afectada por la intimidación y los enfrentamientos entre los grupos armados. A partir del año 2006 los integrantes de los desmovilizados empiezan a participar en la contienda electoral, participando en las elecciones de las Juntas de Acción Comunal, de las Juntas Administradoras Locales y del Concejo Municipal, donde generalmente presionaron a la comunidad para que votaran por los candidatos apoyados por los desmovilizados. En ese mismo año, siguió

302 El documental La Sierra, grabado en el año 2003 dirigido y producido por la periodista Margarita Martínez y el documentalista Scott Dalton, hace referencia al proceso de desmovilización de los grupos paramilitares a finales del año 2003 y principios del 2004, y hace explícita esa cruda realidad de guerra y muerte que se presentó específicamente en el Barrio La Sierra. Dicho documental visibiliza el grave conflicto social y armado que ha vivenciado la comuna y que fue ignorado por gran parte de la ciudad y el país. 303 Afirmaciones realizadas por algunos líderes comunitarios de la Comuna 8 en el taller realizado en abril de 2008.

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proliferando los expendios de droga y se elevan las denuncias sobre desaparición forzada y homicidios en la comuna.304 A partir del año 2007 en adelante han ocurrido ciertos acontecimientos que en gran medida siguen fortaleciendo el proceso de control y captación de la comuna por parte de los grupos de desmovilizados, no solo en espacios comunitarios, sino de ciudad, lo que pretende legitimar este proceso, a pesar de que se hayan incrementado los homicidios selectivos, las desapariciones, amenazas y el cobro de las vacunas en ciertos sectores de la comuna.

“Inicialmente los reinsertados crearon una fuerza social en la comuna y muchas personas por complacencia o por temor participaron de ese proceso. A raíz de los conflictos entre reinsertados se han ido creando de nuevo las barreras barriales y este proceso ha perdido legitimidad y credibilidad entre las personas de la comunidad, que se ve reflejado en el poco apoyo electoral que han recibido a la hora de elegir a sus candidatos”.305

Pero frente a este panorama de violencia, exclusión y temor ¿qué acciones de resistencia han realizado los procesos organizativos por los cuales indagamos? Veamos:

3.1.4 Acciones de resistencia civil frente al conflicto armado en la Comuna 8 En la Comuna 8 han surgido experiencias de resistencia civil no armadas que han realizado acciones directas frente a los actores armados, que les exigen respeto por los derechos humanos, por el respeto de la vida de líderes comunitarios, por el respeto al libre pensamiento, por el respeto a la autonomía de las organizaciones y el no cobro de las vacunas que afecta directamente a la comunidad.

“La resistencia es la oposición a pertenecer a una tendencia política armada, económica o social, de parte de una persona o grupo de personas. Es el derecho que tenemos las comunidades de no aceptar actos violentos y otras formas que violentan nuestra integridad tanto física como sicológica...”306

Muchas de estas experiencias, han confrontado directamente con los grupos armados y de desmovilizados a través de la denuncia pública ante entes gubernamentales y no gubernamentales, así como en la misma comunidad. Otras experiencias han realizado acciones que de una forma menos frontal, genera entre la comunidad otros espacios de socialización que pretenden abrir escenarios alternativos de convivencia donde se promueven valores como el respeto, la participación, el liderazgo y que generan la concientización de parte de la población. Algunas otras propuestas resisten a la exclusión socioeconómica a través de la consolidación de proyectos productivos solidarios, de trabajo asociado, donde les dan la posibilidad a los sectores más vulnerados de la comuna de capacitarse para el empleo. Otros procesos generan alternativas de

304“Medellín en deuda con los derechos humanos”, 12/09/06 (http://www.ipc.org.co/page/index.php?option=com_content&task=view&id=854&Itemid=368), consultado el 22/06/08 305 Entrevista líder comunitario, enero de 2008 306 Concepto de resistencia civil elaborado por las y los líderes comunitarios participantes al taller, abril de 2008

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autogestión que permiten mejorar la calidad de vida a través de la autoconstrucción de obras necesarias para la comunidad, de mejoramiento de vivienda para las poblaciones desplazadas, etc. Unas y otras experiencias de resistencia civil no armadas, se mueven y actúan tanto para mejorar la convivencia como para crear opciones de inclusión socioeconómica. No se desligan unas de otras, porque el contexto en el que se desenvuelven abarca las dos problemáticas. No es diferenciado, por el contrario, esta realidad afecta de una forma permanente a las personas de la comunidad. No obstante, los matices de la resistencia afloran más en algunos casos para hacerle frente a la violencia y en otros para atacar la exclusión social y económica. En este apartado se hará la presentación de las acciones de resistencia civil no armadas que han realizado algunas organizaciones frente al conflicto armado y más adelante se hará la descripción de los procesos que han resistido frente a la exclusión socioeconómica.

Corporación Cultural Diáfora – Barrio Caicedo La Corporación Diáfora tiene un proceso de resistencia a través de la cultura, el arte y la lúdica. Es un tipo de resistencia no contestaría frente a los actores armados, pero pretende evitar que niños, niñas y jóvenes se dejen seducir por la guerra, por esto, les abren espacios alternativos. La estrategia de acción es a través de prácticas culturales y artísticas porque consideran que a través del arte se cautiva a muchas personas especialmente a niños y jóvenes y se genera conciencia social. La Corporación prefiere utilizar estrategias que generen otras opciones no violentas que confrontar directamente a los grupos armados, porque esto les generaría represalias y amenazas, dado que es muy difícil vivir en el mismo barrio con los armados y enfrentarlos porque la seguridad de la vida se pone en riesgo.

“Cuando el Estado no es capaz de garantizar la seguridad, entonces hay que jugársela de otra manera, toca sobrevivir, toca apostarle y hacerle el quite con lo que no se está de acuerdo, hay que buscar opciones diferentes.”307

En total participan en la Corporación 60 personas, los cuales en su mayoría son jóvenes y niños; el territorio de acción es principalmente el barrio Caicedo. Sin embargo han realizado acciones y proyecciones hacía la comunidad en diferentes barrios y sectores de la comuna y en espacios de ciudad como en el desfile de Mitos y Leyendas. Trabajan principalmente con tres componentes de acción, donde cada uno tiene un proyecto piloto. En el componente de arte y cultura realizan formación artística (hay grupo de chirimía de adultos, de jóvenes, hay comparsa, teatro, sancos y grupos de danza). Gestionan recursos para hacer procesos de formación en los diferentes barrios de la comuna. Además tienen una serie de programaciones culturales donde realizan mensualmente una actividad llamada “La Lunada”, el cual es un espacio de encuentro e integración por excelencia, es cultural y de libre expresión. En el componente de

307 Entrevista a líder comunitario, diciembre de 2007

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educación y comunicación el proyecto piloto es promoción de la lectura, porque reconocen que el nivel educativo en la comuna es muy bajo, por lo tanto se trabajan los valores culturales y literarios con jóvenes, niñas y niños. Y en el componente de las prácticas recreativas fomentan el deporte, el ocio y la lúdica, con el propósito de introducir valores de convivencia, respeto y cooperación. Las actividades que más han impactado a la comunidad son la hora del cuento, el libro correo, la caravana con libros y los encuentros de chirimía que se realizan anualmente en septiembre. Además participan en mitos y leyendas donde interactúan con otras organizaciones en el ámbito de ciudad. Las y los integrantes de la Corporación, están en desacuerdo con cualquier proceder armado y violento, por esto posibilitan otros espacios de convivencia y de socialización, sin embargo, no se denominan un proceso de resistencia civil no armada porque no se enfrentan abiertamente a los actores armados y la estrategia es persuasiva, creando espacios alternativos a través de la música, el teatro, la danza. Así, uno de los logros más significativos que han tenido es que las y los jóvenes que han participado en el proceso de la Corporación no se han incorporado a la dinámica de conflicto y violencia que enfrenta la comuna.

“No nos consideramos abiertamente como un grupo de resistencia, pero generamos otras alternativas… porque sí nos declaramos un grupo de resistencia civil ante la comunidad, eso generaría un temor y tal vez represalias, por el contrario si nos consideramos como una alternativa no violenta. (…) en siete años no hemos tenido ni una sola persona que haya desertado del proceso de nosotros para hacer parte de un proceso armado, cuando decimos ni una sola persona, eso es ya un indicador muy grande en una comunidad…”308

Junta de Acción Comunal – Villatina En un principio la Junta de Acción Comunal confrontó por el derecho a la vivienda, luego la resistencia civil no armada se dio de una forma explícita en contra de los actores armados que querían extorsionarlos, a pesar de las consecuencias que se podían generar. La JAC de Villatina está conformada por varios comités, entre ellos el comité de emergencias, el comité de las trabajadoras de empresas varias, el proyecto productivo llamado PANCOR (Panadería y comidas rápidas), el comité de obras públicas, quien gestiona materiales para realizar convites comunitarios en los lugares más deprimidos de la zona, donde la comunidad hace el trabajo de una manera colectiva. En el año 2005, se realizó una acción colectiva de resistencia civil no armada frente a la extorsión que un grupo armado quería realizar a toda la comunidad cobrando vacunas. Se convocó a la comunidad a través de un boletín, donde se invitaba a una asamblea comunitaria, donde se iba a discutir lo que estaba pasando. Ese día participaron 450 personas de la comunidad, pero también infiltrados de los grupos armados.

308 Entrevista líder comunitario, diciembre de 2007.

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“En el año 2005, siendo presidente de la Junta de Acción Comunal otro sector armado iba a vacunar el barrio, entonces los comerciantes me empezaron a contar de lo de las vacunas, yo tenía mucha presión, de la comunidad, de la familia… entonces saque un boletín invitando a una asamblea comunitaria, lo empecé a repartir para hablar de lo que estaba pasando en el barrio… el día de la asamblea llego mucha gente, el total de personas que participaron fue de 450. (…) empecé a indagar y dentro de la asamblea habían personas de los grupos armados… yo pregunté ¿la comunidad se va a dejar vacunar o va a hacer resistencia frente a esto?”.309

En la asamblea se acordó recoger unas firmas y finalmente se redactó un memorial donde se recogieron 3800 firmas de las personas de la comunidad, estas firmas las depositaron en la oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos, en la Personería Municipal, en la Secretaria de Gobierno, en la Secretaría de Desarrollo Social y en el Comando de la policía Metropolitana. Los grupos armados y las instancias gubernamentales no se esperaban una respuesta tan contundente de la comunidad y una acción tan directa frente a la extorsión de los grupos armados. El memorial hizo referencia a que “la comunidad del barrio Villatina, no estaba dispuesta a dejarse vacunar, a pagar una deuda que no tenía, y no le iban a dar importancia a personas que estaban suplantando a la autoridad, la única autoridad a la cual se acogían y respetaban era la que figuraba en la constitución política de Colombia, la que está legalmente reconocida”. Esta reacción fue una acción colectiva de resistencia civil no armada, de confrontación directa, porque gran parte de la comunidad se opuso a este pago, que procuró no generar poder en dichos grupos, sino en las instituciones legalmente constituidas. A partir de ese momento los integrantes de la junta empezaron a ser amenazados e intimidados y tuvieron que acudir a instancias de Derechos Humanos. Sin embargo, esta acción de resistencia fue eficaz porque los grupos armados no siguieron presionando para cobrar vacunas, además que las denuncias ante instancias internacionales regularon las acciones de los grupos armados que estaban en el proceso de reinserción. La redacción del memorial es una de las acciones colectivas de resistencia más directas realizadas por la comunidad de Villatina en rechazo a la intimidación y a la presión que quisieron ejercer los grupos armados en este sector. La valentía y el interés de concientizar a las personas del sector por parte de algunos líderes, permitieron que de una manera colectiva las personas rechazaran y denunciaran la extorsión, y regularan las acciones delictivas de los reinsertados. Aunque la anterior acción de resistencia ha sido una de las más significativas en referencia al conflicto armado, la Junta también acostumbra realizar en el mes de noviembre la fiesta del abuelo, en la que participan en promedio 260 abuelos y abuelas del barrio, donde se integran, realizan actividades culturales, música y actividades lúdicas, entre otras. En Navidad se realiza la Navidad Comunitaria, se integran a todos los niños y niñas del barrio y se les da un pequeño regalo que es gestionado con las mismas organizaciones, parroquias y comerciantes del sector. 309 Entrevista líder comunitario, diciembre de 2007.

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La Junta le ha apostado a desarrollar un proyecto productivo llamado PANCOR (Panadería y Comidas Rápidas), el proceso lleva dos años y medio en el barrio y le apuesta a capacitar y dar oportunidades de empleo a madres cabeza de familia, este proyecto surgió por la necesidad económica y de desempleo que atraviesan la mayoría de madres de la comunidad y pretende generar otras alternativas de ingreso y de capacitación.

(…) “comenzamos a hacer un proyecto para generar otras alternativas de empleo, entonces nos inclinamos por la parte de alimentación, empezamos a ir a reuniones a presupuesto participativo e inscribimos el proyecto allá…”310

Este proyecto se gestionó a través de presupuesto participativo en el año 2004, pero hasta ahora se invirtieron recursos. Por ahora son 5 personas que están liderando el proceso, cuatro mujeres y un hombre y el reto es ampliar la propuesta también a restaurante (RESPANCOR) y hacer contratos como proveedores de alimentos y refrigerios. El proceso llevado a cabo en la JAC de Villatina es una experiencia de resistencia civil no armada contestataria, de confrontación frente a los actores armados, que promovió la denuncia y convocó a la comunidad para que no paguen las vacunas que cobran los grupos armados. Esta experiencia, además de resistir a la confrontación armada y a la presión que ejercieron los grupos armados en la zona, ha abierto espacios de capacitación e inclusión frente a la problemática del desempleo, puesto que a través de presupuesto participativo logró obtener un recurso para la creación de una microempresa de alimentos, llamada PANCOR, que le da empleo a mujeres cabeza de hogar. Los resultados del proceso liderado por la JAC de Villatina han sido muy positivos porque han evitado muchas muertes, han ganado credibilidad y confianza, han ganado respeto de parte de los actores armados, porque han actuado con transparencia. Además, la posición que tiene la junta es de neutralidad y de rechazo, frente a la ideología y los métodos que utilizan los grupos armados y de reinsertados con la comunidad y con las organizaciones que son críticas frente al proceso de reinserción. La única arma que consideran, tiene la población civil frente a los violentos es la palabra y la forma de pensar, pero los violentos tienen las armas y el silencio de la gente.

“Somos un proceso de resistencia civil en primera instancia porque hemos actuado en base a la ley, a lo que está fundamentado en el código de DDHH, en el manual de convivencia, en la constitución política, nunca hemos incentivado a la comunidad para confrontar a los grupos armados con armas… decimos con mucha fuerza resistencia civil porque siempre estamos buscando la autoridad, para que con base a la ley, proteja nuestros derechos, porque no poseemos una visión que nos permita ubicarnos en un carácter violento, en una resistencia con armas, por eso la resistencia civil ha sido uno de los frutos que le ha permitido a Villatina que la violencia no haya tenido una mayor trascendencia en esta nueva etapa política que vive el país, frente a los nuevos actores armados que se desmovilizaron”.311

310 Entrevista líder comunitario, diciembre de 2007. 311 Entrevista a líder comunitario, diciembre de 2007.

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Mesa de Convivencia – Los Mangos Desde la conformación de la Mesa de Convivencia en el año 2001, las y los integrantes del sector de los Mangos, quisieron mantener la autonomía y no permitir que los actores armados instrumentalizaran este espacio para su lucro personal y para fortalecer el control en el territorio, por lo tanto rechazaron la participación de los actores armados en la Mesa y hubo una confrontación directa con ellos, desde la denuncia. Esto les generó muchas amenazas y hostilidades por parte de los grupos armados, inclusive, estuvieron a punto de ser víctimas. Han denunciado todas las acciones irregulares y de presión que han ejercido los violentos en la comunidad y con esto han permitido que las personas reconozcan la importancia de la denuncia como una forma de actuar en la legalidad, y de frenar los actos violentos de los grupos armados. Sus estrategias se enfocan en prevenir y mediar en el conflicto a través del deporte y la música, que es lo que más congrega a la comunidad, especialmente a las y los jóvenes. En este caso, el aspecto deportivo entra en dos momentos como una estrategia de mediación y recuperación de lo público, por un lado ocupando nuevamente los espacios deportivos que estaban vetados y apropiados por los grupos armados, y por otro, en ir buscando la mediación de los conflictos entre jóvenes y bandas a través de los torneos deportivos. Según sus integrantes, el deporte era lo que conectaba a la gente y los escenarios deportivos eran poco utilizados por el temor al conflicto; sin embargo, en los Mangos, la comunidad, especialmente jóvenes y niños, se empezó a apropiar de nuevo de estos espacios realizando eventos y torneos nocturnos que en otros sectores eran escenarios de confrontación y fronteras bélicas.

“Una vez hubo tres grupos armados confrontados en un partido de fútbol y no paso absolutamente nada…, para jugar se hacia un compromiso de paz, se debían autorregular, los mismos actores armados solucionaban los conflictos dialogando…”312

Por lo tanto, el deporte fue una estrategia que utilizaron allí como una forma de convivencia pacífica para que los grupos armados pudieran mediar sus conflictos y para que jóvenes y niños no hicieran parte de la guerra y pudieran tener otras alternativas diferentes a la violencia.

(…) “yo fui uno de los que asumí procesos deportivos en la noche los fines de semana, donde congregábamos todos los procesos organizativos, la gente se quedaba, a pesar que alrededor estaba la guerra, y cuando llegaban los violentos nosotros denunciábamos… (…) me amenazaron, me prohibieron seguir haciendo eventos nocturnos, pero seguí haciéndolos, es más me hice acompañar de la comunidad y seguí denunciando…”313

La Mesa maneja tres ejes, el cultural, el ambiental y el de violencia intrafamiliar, con un eje transversal que es la convivencia y los derechos humanos.

312 Entrevista a líder comunitario, noviembre de 2007. 313 Entrevista a líder comunitario, noviembre de 2007.

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La Mesa ha ejecutado diversos proyectos, entre ellos uno sobre violencia intrafamiliar con el lema “En la Comuna 8 florece el amor para una sola convivencia”, este proyecto se realizó en el año 2005 y pretendía resaltar el valor de la convivencia en la comuna, se trabajó con grupos organizados y personas de la comunidad. En el año 2006 empezaron a participar en presupuesto participativo y formularon un proyecto donde identificaron problemáticas de violencia intrafamiliar y enfocaron el proyecto con estrategias preventivas. En el año 2007 siguieron trabajando el tema de violencia intrafamiliar y la recuperación del espacio público por parte del ciudadano/a en la noche como lugar de encuentro, se realizaron noches de cine y se realizó el primer encuentro de danzas de la Comuna 8. La Mesa trabaja también con las Escuelas Populares del Deporte, desde lo preventivo porque consideran que la niñez “hay que arrebatársela al conflicto”. Además, tienen el proyecto Batuta, que es una experiencia sinfónica musical, para niños y niñas en situación de vulnerabilidad y desplazamiento. Se congregan alrededor de 320 niños y niñas, y el proceso ha sido reconocido en el ámbito de ciudad. Estos procesos han sido gestionados con la administración municipal. En el 2004 y 2005 se destaca una acción llamada “Desfile de la Luz por la Vida”, que se realizó los 7 de diciembre. Le quisieron dar un significado muy especial a la luz y el lema que utilizaron fue “la luz es vida y la vida es luz” y la consigna fue “no al conflicto”. Este desfile se hizo con los niños, niñas y organizaciones comunitarias y consistió en una marcha corta con velas y un agasajo que terminó con un evento cultural muy simbólico, que fue un desafío al temor que siente la comunidad de desplazarse en la noche.

“Otra estrategia que hemos utilizado es hacer bailes de reggueton, porque congrega a muchas personas y a jóvenes de diferentes grupos armados, y no ha pasado nada, porque la música convoca de una manera sana”314

La Mesa de Convivencia en los Mangos también ha denunciado violaciones de los derechos humanos que han ocurrido en el sector, y han realizado procesos de concertación entre los actores armados y la comunidad, sin dejar de recurrir a la denuncia; lo que ha permitido que los grupos armados en cierta medida, regulen sus acciones violentas y de intimidación, y la comunidad se sensibilice y se solidarice con los procesos civilistas, creando así, un mecanismo de protección, que ya han ampliado a otros barrios a través de la conformación de una red de organizaciones amigas. El barrio Los Mangos es considerado un sector de paso por los actores armados, ya que estos no se han asentado en este lugar, tal vez por los procesos deportivos que ganaron gran reconocimiento en el sector o porque los actores armados se dieron cuenta que en el sector no apoyan los procesos violentos y que hay un liderazgo civilista. La Mesa considera que el objetivo de los actores armados es captar todas las organizaciones de la comuna y de la ciudad, para ganar más poder y control. El libre pensamiento es castigado con la muerte.

“Somos un proceso de resistencia civil porque resistimos a ese avance (paramilitar) que es monstruoso y mientras no le jalemos a las medidas concertadas, a las medidas participativas, pacifistas, donde todos nos podamos sentar, hablar, dialogar, seguro que no vamos a poder tener

314 Entrevista a líder comunitario, noviembre de 2007.

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un estado de derecho nunca, ni el ciudadano se va poder expresar, las personas van a seguir siendo castigadas con la muerte por pensar diferente, por eso los que entendemos ese mensaje, tenemos que oponernos a esa ola avasalladora que viene del narcotráfico, de un estado corrupto, de unas tendencias de pensamiento demasiado retrogradas, donde la vida no vale nada…”315

Esta experiencia ha realizado un proceso de resistencia civil no armada contestataria frente al poder hegemónico y armado de la comuna. Desde su inicio dejaron en claro su posición de rechazo frente a las acciones armadas y le apostaron a una convivencia no violenta.

Corporación Construcción Ciudadana – Las Estancias La Corporación Construcción Ciudadana inicialmente se presentó como una experiencia de resistencia económica por los proyectos y alternativas económicas que está impulsando a través del mini mercado Súper, la propuesta de mensajería y el canal comunitario; proyectos que obtuvieron recursos a través de presupuesto participativo. Sin embargo, al profundizar un poco más en el proceso, se deduce que tiene una experiencia mucho más amplia de resistencia civil frente al conflicto armado que viene de unos años atrás. La modalidad es de resistencia contestaría, de confrontación directa con los actores armados a través de la denuncia y sensibilización a la comunidad.

“El barrio en cierta medida ya tenía un grado de consolidación importante en materia de infraestructura, pero no tenía escenarios de formación, ni de productividad y muchas de las organizaciones no están consolidadas y son sólo de papel… (…) la Corporación surge de la necesidad de ver que en el barrio no había organizaciones que se preocuparan por la formación para el desarrollo y la productividad, la formación ciudadana y los derechos humanos…” 316

Este proceso fue de los primeros que explícitamente denunció los atropellos paramilitares y las irregularidades con el proceso de reinserción. Indagó en otros barrios de la comuna y encontró procesos similares, los cuales se identificaron y se unieron para denunciar y rechazar la captación paramilitar en la comuna. Esto le trajo al proceso muchas dificultades porque algunos líderes fueron asesinados, muchos amenazados y otros intimidados por el temor o por sobornos, lo que hizo debilitar el proceso. Sin embargo, el hecho de haber denunciado, no solo ante organismos gubernamentales, sino ONG’s y organizaciones internacionales como la ONU, les permitió que el proceso de reinserción paramilitar estuviera en el centro de atención de dichos organismos, lo que frenó un poco las amenazas y hostigamientos a los líderes y a la comunidad que denunciaba. Se ha convocado a los comerciantes del sector para que no paguen la vacuna y de esta forma hacer resistencia.

“Hay un grupo cada vez mayor en este proceso. La comunidad cada vez más reconoce que los paramilitares se han equivocado y que muchos de ellos siguen delinquiendo; por eso seguimos haciéndole la propuesta de civilidad comunitaria y eso es lo que estamos intentando construir, unas

315 Entrevista a líder comunitario, noviembre de 2007. 316 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008.

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redes sociales para trabajar, para hacer empresa, para buscar desarrollo, para buscar nuevos talentos en lo cultural, estamos comprometidos con el territorio”.317

Aunque es una experiencia contestaría de resistencia, las acciones realizadas no han sido tan masivas, se ha trabajado más desde un liderazgo individual, pero apoyado por otras organizaciones y muchos líderes y lideresas de otros sectores de la comuna, lo que ha permitido posicionar el proceso en el barrio. Es una experiencia muy directa de confrontación a través de la denuncia, pero además, genera otros espacios alternativos, de comunicación y de generación de empleo con el mini mercado. La Corporación trabaja con tres líneas, una de ellas es la de formación para el empleo y generación de unidades productivas. Actualmente está funcionando el mini mercado, este genera tres empleos directos, el objetivo es proveer a las tiendas del barrio. La otra línea es comunicativa, que consiste en crear un canal comunitario con el fin de fomentar el emprendimiento, la convivencia y la cultura a nivel de comuna y de ciudad, y la línea tres es de mensajería, que pretende generar otras alternativas de empleo. Hasta ahora el proyecto está funcionando con el mini mercado, pero el objetivo es consolidar el aspecto organizativo para poder proyectar y dar marcha a las otras propuestas. Estos proyectos productivos fueron gestionados a través de presupuesto participativo. Junto con otros procesos de la comuna, se ha empezado a articular una red de organizaciones tanto comunitarias como sociales con el fin de seguir resistiendo y proponiendo otras alternativas diferentes a la violencia y la exclusión; además, se han hecho acciones de resistencia en la medida en que se ha intentado que los grupos violentos no se tomen las organizaciones. Sin embargo, ciertas organizaciones y espacios de la comuna, como la casa de la cultura y algunas JAC ya han sido intervenidas y esto debilita los procesos sociales y comunitarios autónomos que tienen apuestas diferentes a las violentas. Muchas personas de la comunidad reconocen y apoyan el trabajo de la Corporación, cada vez se acercan más, lo que ha generado confianza e interés por la denuncia porque reconocen que esto limita las acciones violentas de los actores armados.

“Somos un proceso de resistencia civil porque no aceptamos que nos asuman en un proyecto político con el cual no nos identificamos, porque no aceptamos que los reinsertados sigan delinquiendo, asesinando, cooptando los espacios comunitarios y sociales de la comuna y sigan generando terror en estos territorios”.318

El discurso de la Corporación es muy crítico con la situación de control social, institucional y militar ejercida por parte de los paramilitares, además es de confrontación directa, en cuanto se denuncia, no solo ante organismos municipales, sino ante entes internacionales que le ha permitido generar un

317 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008. 318 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008.

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eco y una mirada internacional frente al tema de la reinserción y de la persecución a líderes sociales y comunitarios.

Lideresa comunitaria – Barrio Villa Hermosa No es extraño encontrar en algunos barrios de la ciudad personas que por iniciativa propia empiezan a desarrollar un trabajo social de proyección a la comunidad, y poco a poco van entretejiendo esfuerzos y construyendo tejido social comunitario a través de propuestas y proyectos alternativos, muchas veces por fuera del marco de las organizaciones sociales convencionales del sector. Son líderes y lideresas sociales comprometidas con la realidad de su comunidad, con sus vivencias, sus expectativas y sus ideales. Este es el caso de una de las lideresas del barrio Villa Hermosa, quien desde hace más de 15 años realiza trabajo comunitario en éste sector, lo que le ha reportado un amplio reconocimiento y legitimidad como lideresa en la comuna. Esta lideresa resiste a través de la oferta de actividades alternativas que les genera a jóvenes y niños del sector, procurando que éstos, no se vinculen al conflicto armado, ni a las drogas. Es una experiencia más vinculadora y articulada al trabajo con la comunidad.

El tema central del trabajo con niños, niñas y jóvenes ha sido el tema del reciclaje y la convivencia. El trabajo del reciclaje empezó en 1996, cuando vieron la necesidad de reutilizar los residuos sólidos para realizar artículos, como billeteras, correas, adornos, etc. La lideresa se empezó a capacitar en este tema y luego empezó a compartir sus conocimientos con un grupo de niños y jóvenes que tenían pocos espacios y ofertas para pasar su tiempo libre. Empezaron a fabricar diferentes productos que empezaron a promocionar en el barrio y con la venta de algunos artículos obtuvieron ingresos que les permitió seguir con las capacitaciones. A raíz de ésta propuesta de reciclaje, han sido invitados a participar en algunos eventos y ferias que se realizan en la ciudad, para dar a conocer esta propuesta productiva ecológica.

Aunque el tema del reciclaje tomo mucha fuerza, ha sido realmente una excusa para materializar allí, el asunto de la sana convivencia y el respeto, donde se trabajan los valores y la importancia del respeto por la vida. Con dinámicas lúdicas y recreativas la lideresa ha implementado una estrategia llamada Futvalores, que consiste en jugar con un balón especial que tiene marcados muchos de los valores que se pretenden trabajar. Con esta estrategia, niñas y niños juegan, pero la condición es que el primer gol sea realizado por una niña, para que el juego sea más equitativo, dado que las niñas tradicionalmente han sido excluidas de este deporte.319

“...el futbolín y el futvalores, todos esos juegos se encaminan a la sana convivencia, ellos mismos, (jóvenes y niños) hacen las reglas, con perspectiva de género porque los partidos empezaban con la condición de que el primer gol lo hiciera una mujer, son reglas que evitan la discriminación...”320

319 Esta estrategia también se ha utilizado en el barrio el Ávila de la Comuna 9. 320 Entrevista a lideresa comunitaria, enero de 2008.

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Grupo Juvenil MCJ Movimiento de Comunicadores Juveniles –Barrio Villatina

El grupo juvenil MCJ, nace en el 2006 como una propuesta de organización juvenil, alrededor de la parroquia del Barrio Villatina, sin embargo, al poco tiempo se desligan del proceso parroquial porque prefirieron ser un proceso más autónomo y con una orientación dirigida más al ámbito de la comunicación. A partir de ese momento de independencia, su objetivo es construir algunos medios alternativos de comunicación, donde se expresen los sentires, actividades y prácticas de la población juvenil del sector de Villatina.

El grupo juvenil le apuesta a la construcción de espacios incluyentes y de convivencia, que les permite a las y los jóvenes del sector tener otras alternativas de socialización diferentes a las de la guerra, a través de actividades comunicativas, lúdicas, culturales y de respeto por la diferencia.

El tema del respeto por la diferencia es uno de los principios que tiene el grupo, dado que, entre sus participantes, se encuentran jóvenes con una orientación sexual diferentes, lo que les ha generado rechazos y algunas agresiones por parte de los grupos paramilitares. Por esto, la resistencia que han ejercido, no sólo se dirige contra la exclusión y el conflicto armado que han vivido como jóvenes del sector de Villatina, sino también contra el rechazo y la homofobia que han enfrentado por defender el derecho al respeto por la diferencia y la diversidad sexual.

“Somos un grupo juvenil de resistencia porque le decimos no a la violencia tanto de los grupos ilegales como legales, porque somos concientes de la situación social, política y económica en las que vivimos y brindamos otros espacios para jóvenes, donde queremos visibilizar lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos…” 321

El grupo juvenil ha interactuado y ha recibido capacitaciones de diversas organizaciones y entidades en el ámbito de ciudad como la ACJ, Metrojuventud, la Red Juvenil, la Universidad de Antioquia con el Cine Club, y ha promovido un semillero con niñas y niños donde fortalecen los valores, la convivencia y el respeto por la diferencia. 3. 1.5 Acciones de resistencia civil no armada frente a la exclusión socioeconómica en la Comuna 8 Las experiencias de resistencia civil no armadas frente a la exclusión social y económica no necesariamente deben llevar consigo iniciativas productivas, pueden ser experiencias que han trabajado para mejorar la calidad de vida, a través de la gestión de recursos para el adecuamiento de viviendas, la construcción de andenes, de calles y construcción de escuelas y placas deportivas, lo que se traduce en el mejoramiento de la calidad de vida, de esa población que ha sido excluida por ser desplazada o por no tener los recursos para acceder a una vivienda digna.

“La exclusión se da por medio de la discriminación económica y social, por la falta de la libre expresión, por la limitación al acceso de los derechos económicos, sociales y culturales, se da

321 Entrevista a líder comunitario, junio de 2008.

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también por el subempleo, por la inseguridad, por los bajos niveles educativos, por la inasistencia en salud, por negar todo lo que asegure la sola posibilidad de sobrevivir…322

A continuación se presentan las experiencias de resistencia frente a la exclusión social, por las cuales se indagó en la investigación, sin embargo se sabe que muchas otras comunidades han generado procesos de resistencia, en tanto han luchado por mejorar su calidad de vida a través de la autoconstrucción de viviendas y de los mismos barrios, especialmente de las comunidades que se ubican en los asentamientos subnormales de la comuna.

Corporación Volver – Barrio 13 de Noviembre La Corporación Volver es una experiencia de resistencia civil no armada frente a la exclusión social, a través de estrategias de gestión y capacitación a las personas desplazadas y familias en situación de vulnerabilidad. Tienen una posición muy crítica frente a los grupos armados y frente al Estado, sobre todo con su política de encarecer los servicios públicos. Sus principales acciones se han dirigido a la gestión de recursos y soluciones de vivienda para las personas desplazadas y familias vulnerables de los asentamientos más marginados de la comuna. Este proceso tiene una modalidad de resistencia directa frente a la exclusión socioeconómica, no es contestataria, pero trata de mejorar la calidad de vida de las personas más excluidas. El proceso es de resistencia porque una de las prioridades de la Corporación es luchar por una mejor calidad de vida en la comuna, en el desarrollo humano, en la generación de empleo y en que los costos de los servicios públicos domiciliarios sean acordes a los ingresos económicos de las familias. La Corporación Volver ha guardado su autonomía y ha desafiado a los grupos violentos desplazando actividades y eventos culturales a sectores donde era restringido el paso, y le han apostado a una dinámica diferente, con convivencia ciudadana. Siempre se opusieron a las vacunas y nunca les dieron dinero a los grupos armados a pesar de la presión que ejercían sobre ellos. Fue una acción que empezó desde lo individual pero se fue configurando de una forma colectiva pero silenciosa, porque la presión y la intimidación eran muy fuertes, además se opusieron a generar poder en los actores armados, a empoderarlos, porque eso generaba más control de los grupos violentos hacía la comunidad.

“Cuando haya un problema o inconveniente, debemos ir a la inspección, porque si seguimos acudiendo a ellos (paramilitares), los vamos a empoderar más, pero la realidad es que la gente que acudía a la inspección, transcurrían 15 días y no pasaba nada, mientras que con los “muchachos”, en dos días estaba resuelto el problema…”323

La Corporación ha hecho énfasis en el tema de servicios públicos domiciliarios a través de la asesoría a las familias más vulneradas y el debate de la privatización por vía de las tarjetas prepago. En ocasiones ha mediado con empresas públicas para la re conexión del servicio.

322 El cómo de la exclusión social, discurso elaborado por las y los líderes comunitarios de la Comuna 8 participantes al taller, abril de 2008. 323 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008.

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“Nosotros le hacemos mucho énfasis a los servicios públicos domiciliarios, hemos trabajado mucho con el asentamiento Sol de Oriente, porque ha tenido muchos inconvenientes con los servicios públicos domiciliarios, y hemos mediado en ocasiones con empresas públicas”.324

La Corporación, junto con otras organizaciones creó una comisión accidental en el Concejo con el tema de los desplazados y se citó a Acción Social y a la Secretaria de Salud para cuestionarle la falta de atención oportuna a la población desplazada de los sectores más deprimidos de la ciudad que no están siendo atendidos. En el año 2005 realizaron los corredores artísticos, los cuales consistieron en desplazar grupos culturales a los diferentes barrios de la comuna y de otras comunas. Se impactaron 40 barrios de diferentes sectores y se crearon semilleros infantiles de danza, de chirimía, de flauta de hip hop y de reggaeton. Los corredores artísticos fue un proyecto que se gestionó a través de presupuesto participativo en el 2004 y se ejecutó en el año 2005.

“Logramos concentrar un trabajo muy importante en lo cultural, con la recreación, el deporte y la cultura y combinamos esas actividades con proyectos de la Secretaria de Cultura Ciudadana y con el INDER…”325

La Corporación ha tenido inconvenientes con los operadores y administradores de los recursos de Presupuesto Participativo, por lo tanto dieron un debate con la administración municipal por las irregularidades y problemas que se presentaron en la ejecución de proyectos. El proceso que ha realizado la Corporación en el sector ha tenido un impacto muy importante con los diferentes proyectos ejecutados, puesto que ha tenido una influencia muy importante en la comunidad a través de capacitaciones, eventos culturales, recreación y deporte, y de esta forma ha ganado un buen reconocimiento en la comuna. Además participó en la construcción del Plan de Desarrollo Local de la comuna (2008-2018) y propuso en la comisión de habitabilidad, que la población desplazada y vulnerable sea tenida en cuenta para los procesos de vivienda porque se pretende mejorar la calidad de vida de este sector poblacional y brindarle oportunidades de inclusión. Actualmente se realiza un proceso con la Unión Europea, que está ejecutando un proyecto en temas de fortalecimiento organizativo, en liderazgo, en gestión internacional y en elaboración de proyectos, en prevención de la salud, en capacitaciones de monocultivo y en asesoría técnica de semillas, además, ofrecen microcréditos a pequeñas iniciativas productivas para que surtan y fortalezcan sus propuestas. La Corporación posee un discurso de resistencia claramente diferenciado del accionar social y militar de los grupos armados. Tienen una posición muy crítica con respecto a las acciones represivas y de intimidación que los actores armados han ejercido en la comuna, y en esta medida desarrollan acciones concretas de resistencia como el fortalecimiento organizativo y de liderazgo, el negarse a 324 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008. 325 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008.

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pagar vacunas y el no recurrir a los actores violentos para que medien en la solución de conflictos, con el fin de no aumentar poder y legitimidad a dichos grupos.

“Hubo ciertas confrontaciones con los grupos armados, que me obligaron a tomar una posición defensiva, de no ser muy público, porque se venían con una campaña de exterminio, con cualquier posición de rechazo. Mucha gente dejo de participar después de esa ofensiva de persecución, muchos líderes quedaron sin ganas de participar, porque perdieron familiares, amigos, o ellos mismos quedaron golpeados…”326

Ha tenido una posición política muy crítica frente al Estado, al ver que las políticas estatales son de carestía y privatización de los servicios públicos domiciliarios, de persecución a los venteros ambulantes y de exclusión y olvido de amplios sectores de población desplazada y vulnerada. Sin embargo, a lo que se dirige esta posición crítica es a concienciar a la gente frente a estas problemáticas y proponer alternativas diferentes de auto inclusión, de participación y gestión para motivar a las personas a que reconozcan y exijan sus derechos como ciudadanos.

“…somos muy críticos frente al estado, cuando vemos que las políticas son de carestía de los servicios públicos domiciliarios, de persecución a los venteros ambulantes, pero también hemos sido muy propositivos, por eso participamos mucho en la planeación y en presupuesto participativo porque es una forma de motivar a la gente, de que peliemos por los recursos que son de la comuna”.327

Frente a los grupos armados, han guardado distancia y han mantenido su autonomía, al rechazar las propuestas de articulación e interacción que dichos grupos han ejercido en la comuna; además no comparten las estrategias violentas que realizan y por el contrario le apuestan a una comunidad con una convivencia pacífica y de respeto por la diferencia.

“…hemos guardado la autonomía y hemos hecho actividades en sectores que son manejados por ellos (paramilitares), como en la Sierra y Caicedo, pero mostrándoles que la corporación tiene una dinámica diferente, con convivencia ciudadana y demostrando que si se puede convivir, es un proceso lento, pero se trata de hacer…328

Junta de Vivienda Comunitaria - Altos de la Torre

La Junta de Vivienda Comunitaria Altos de la Torre es una experiencia de resistencia frente a la exclusión social, la pobreza y frente al rechazo por ser una comunidad desplazada por la violencia. Han realizado acciones para salir de la exclusión, a través de la gestión han conseguido recursos y materiales para construir infraestructura inexistente en el sector, como la escuela, la caseta comunitaria y una serie de andenes, vías y escaleras que les ha permitido mejorar su calidad de vida y no estar totalmente en el olvido.

326 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008. 327 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008. 328 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008.

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“La situación del sector es que es una zona de alto riesgo no recuperable, por eso las administraciones no han podido invertir socialmente, lo que hemos hecho nosotros ha sido con ayudas de entidades particulares”.329

Las razones de la administración municipal para no ofrecer ayudas a estas comunidades, es que se encuentran ubicadas en un sector de alto riesgo, sin embargo, no les ofrece otro tipo de solución u oportunidades, dejando a estas comunidades aisladas, sin la oportunidad de gestionar porque aún no pueden conformarse como una JAC. A pesar de esta doble exclusión, la Junta de Vivienda ha tenido la convicción de mejorar la calidad de vida de las familias desplazadas, gestionando recursos a través de otras entidades y realizando convites para la construcción de las obras. En el año 2002 la Junta colocó una tutela ante la administración municipal por el derecho a la educación, ya que el sector carecía de establecimientos educativos para educar a la gran cantidad de población infantil que residía en el asentamiento, y en el año 2003 se logró construir la escuela, llamada “Escuela comunitaria Altos de la Torre y Pacífico”, que beneficia a aproximadamente 620 niños y niñas de primaria. Entre el 2004 y 2005 se realizaron varios convites donde se construyeron cuatro cuadras de escalas. Los convites consisten en congregarse varias personas de la comunidad, especialmente los fines de semana para realizar acciones que benefician a un sector particular y donde todos cooperan y trabajan en equipo. En el año 2006 se realizó el sendero de la escuela, al que aún le faltan aproximadamente 4 convites para ser culminado. Cuando realizan los convites, se hacen sancochos solidarios para las personas que participan de este y permite la integración entre la comunidad. La junta tiene un comité de jóvenes, uno de mujeres, un comité de obras públicas, de salud, de deportes, del adulto mayor, etc. El comité de mujeres trabaja por las madres cabeza de hogar, ellas tratan de conseguir capacitaciones en maquina plana, como una estrategia de generación de empleo, y están tratando de conseguir la personería jurídica. En el período 2003 – 2006, se realizaron aproximadamente seis denuncias, no solo ante entidades nacionales como la fiscalía, sino ante organismos internacionales, denunciando la violación de los derechos que han ejercido los grupos armados contra la comunidad.

“El tema de conflicto nos afecto mucho como junta porque teníamos el problema de las vacunas que pedía la gente armada que patrullaba el sector, empezaron las quejas de la comunidad, y cuando la gente ponía una queja, los grupos armados los aporreaban y amenazaban. La junta denunció y por eso tuvo muchos problemas porque siguieron las amenazas… tuve que ir a la personería, tuve que esconderme un tiempo”.330

El discurso es de oposición frente a las acciones violentas y de intimidación que realizan los grupos armados, y de exigencia a los entes gubernamentales para que los derechos de la población desplazada sean tenidos en cuenta y respetados.

329 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008. 330 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008.

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“Con relación a la violencia la resistencia ha sido desde que empezó el conflicto porque no queríamos que cobraran vacunas ni que aporrearan a la gente, no queríamos que ellos recibieran quejas, que resolvieran problemas, nosotros pensamos que eso le toca es a las autoridades, debido a eso surgieron las amenazas y entonces vino la resistencia….”331

La Junta ha recibido varias capacitaciones de varias entidades (Corporación Región, Personería de Medellín, Unión Europea), que les ha permitido adquirir sensibilidad sobre el asunto de los derechos humanos y violencia intrafamiliar, los derechos que tiene la población desplazada y la importancia de fortalecer la organización comunitaria, como un mecanismo de presión y exigencia a la administración para que se reconozcan los derechos de las comunidades desplazadas. La posición que tienen es de seguir denunciando las irregularidades e injusticias que se cometan en la comunidad, pues es el único mecanismo de defensa que tienen como sociedad civil, a pesar de lo que implica tomar una posición de confrontación frente a las acciones de los violentos.

“La experiencia es de resistencia porque hemos recurrido a las autoridades legales, porque hemos denunciado y exigido nuestros derechos”.332

Cooperativa Integral Enciso Medellín (COPIEM) – Barrio Enciso El Pinal

La Cooperativa Integral Enciso Medellín es una experiencia de resistencia frente a la pobreza que ha enfrentado el sector de Enciso El Pinal. El proceso surge al ver las amplias necesidades de la comunidad, la cual no contaba con viviendas dignas, ni calles para transitar. A través de la gestión y el compromiso de la asociación, lograron conseguir el permiso y material para construir 340 viviendas para las familias que no tenían un lugar digno donde vivir; construyeron andenes, calles y vías que les permitieron a la comunidad poder desplazarse con mayor facilidad hacía otras zonas de la comuna y de la ciudad. En el año 2004 participaron en presupuesto participativo, con el fin de establecer una microempresa de fabricación de cepillos y productos de aseo que fuera administrada por la cooperativa y que posibilitara capacitaciones para el empleo, especialmente para mujeres cabeza de hogar.

“La Cooperativa lleva 7 años de haber sido reconocida por parte de la cámara de comercio (…) se creó con el ánimo de conseguir vivienda para el que no la ha tenido y a través de presupuesto participativo nos dieron unos materiales para conformar la microempresa, y ahora nosotros capacitamos a unas personas para que aprendan el oficio de hacer escobas, cepillos…” 333

Es una experiencia de resistencia civil no armada frente a la exclusión socioeconómica porque pretende mejorar el nivel de vida de la comunidad y promueve alternativas de empleo, además es muy significativa porque ha construido gran parte del barrio a través de la autogestión que han realizado, dando soluciones de vivienda a familias que no tenían un lugar digno donde vivir y la construcción del acueducto y alcantarillado en el barrio.

331 Entrevista a líder comunitario, enero de 2008. 332 Ibíd. 333 Entrevista líder comunitario, enero de 2008.

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“Desde el 2006 la Cooperativa maneja una empresita de escobas y traperas, donde se le da empleo a señoras del barrio, apenas estamos arrancando, todas las personas que quieran venir a aprender y a trabajar son bienvenidas”.334

En sus inicios, realizaron muchos convites que permitieron la adecuación de 340 viviendas de familias desplazadas. Los convites consistieron en la participación de varias personas de la comunidad para realizar los trabajos de mejoramiento de vivienda, de andenes, de calles, etc. La Cooperativa ha realizado actividades para recoger fondos para los socios y socias con el fin de que sea un ahorro para las familias y personas que ven en este proceso una oportunidad de mejorar su calidad de vida.

“La cooperativa no surgió como empresa de una vez, surgió primero al ver la pobreza y el olvido de este barrio, las casas eran de papel y de cartón, entonces empecé a gestionar y logré que se construyeran casas en obra negra”.335

En diciembre la Cooperativa hace natilla, buñuelos y sancocho para la gente, además se gestiona recursos para recoger regalos para los niños y niñas del sector. Don Froilán, líder y fundador de este proceso (junto con su esposa Doña Luz Marina), participó en la Mesa de Paz y Convivencia entre los años 2005 y 2007, medió en los conflictos y estuvo apoyando en el sector de la Sierra, donde facilitó el proceso de desmovilización. En ese periodo, realizó un festival de la cerveza entre los grupos armados, con el compromiso de no agresión y fue miembro de la JAL durante 8 años. El proceso de la cooperativa es de resistencia civil, porque pretende superar cada vez más el bajo nivel de vida que presentan las personas de su comunidad, además, ofrecer alternativas productivas de empleo, especialmente a madres cabeza de familia a través de la participación en la microempresa y las capacitaciones que reciben. Tienen una posición crítica frente al conflicto armado y prefieren no interactuar con los violentos y con algunas juntas de acción comunal intervenidas por estos grupos.

Cooperativa Multiactiva COMULTRECE – Barrio Trece de Noviembre El proyecto productivo de la cooperativa llamado Proyecto integral de residuos sólidos, surgió a raíz de la coyuntura de presupuesto participativo y al ver las necesidades de la comunidad en cuanto a desempleo y el mal manejo de los residuos sólidos; este proyecto también es llamado “Lombrilandia” que trabaja con abonos orgánicos. Se desarrolla en dos sectores, en Campo Santo Villatina y en el 13 de Noviembre parte alta. El proyecto productivo tuvo como prioridad la población de reinsertados, los desplazados y las madres cabeza de familia. Actualmente el proyecto le da empleo directo a 18

334 Entrevista líder comunitario, enero de 2008. 335 Entrevista líder comunitario, enero de 2008.

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personas, aunque aún no arranca completamente y los pocos ingresos que reciben es producto de los residuos sólidos y orgánicos que reciclan.

“En el momento de formulación del proyecto se estaba dando el proceso de reinserción, entonces creímos que aportábamos al proceso, incorporando reinsertados… Cogimos un 40% de reinsertados y los integramos a la cooperativa, un 30% para los desplazados que es la otra parte del conflicto y el resto madres cabeza de familia”.336

El proyecto Lombrilandia tiene una lógica intrínseca de alternativa al modelo económico de producción neoliberal ya que el lombricultivo es un tipo de cultivo orgánico que busca no usar pesticidas, producir de una manera más limpia y reutilizar los residuos orgánicos que antes se desperdiciaban en los hogares. La cooperativa de residuos sólidos y orgánicos, hace parte de la comisión de iniciativas productivas gestionada a través de presupuesto participativo. Específicamente, Lombrilandia ha estado en un proceso de gestión de recursos por otros medios para seguir adelante con el proceso, sin embargo, se han presentado ciertas dificultades, en especial, con la Corporación Democracia porque estos han querido interferir en el proyecto a través de sobornos e intimidaciones que pretenden disminuir la autonomía de Asocomunal (quien es la organización encargada de estar al tanto de todos los proyectos productivos en la comuna). La Cooperativa ha denunciado estas irregularidades ante organismos nacionales e internacionales y ha procurado mantener su autonomía no recibiendo dineros de los reinsertados. No obstante, la cooperativa apoya el proceso de reinserción siempre y cuando los reinsertados cumplan con la ley y no sigan delinquiendo. Es una experiencia que tiene un discurso ambivalente, que se adapta a las circunstancias y al contexto, porque el proyecto productivo está ubicado en dos de los sectores donde aún ejercen mucha presión los grupos de reinsertados. Sin embargo, es coherente en varios sentidos, por un lado apoyan el proceso de reinserción, integrando al proyecto aquellas personas que se han acogido al proceso y que no han vuelto a delinquir, justificando que es una estrategia para darles oportunidad a aquellos jóvenes que no quieren seguir en el conflicto, pero están en desacuerdo con aquellos que no han respetado dicho proceso y que siguen intimidando a la población. Esta ambigüedad puede resultar de la vivencia de la guerra y el tener que compartir espacios y territorios comunes con los grupos armados. El haber estado en medio del conflicto y no querer que se repita, lleva a que se generen estrategias para que estos jóvenes no se vuelvan a armar y tengan oportunidades de socialización diferentes a los de la violencia. Además, la adaptación de los discursos frente a los actores del conflicto, les permite seguir realizando acciones, sin confrontar directamente, lo que genera mayor seguridad para sus vidas, adopción de diferentes estrategias de resistencia y actuación en el territorio de una forma más segura.

336 Entrevista líder comunitario, enero de 2008

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La Cooperativa ha recibido varias amenazas, a raíz de las denuncias que se han colocado ante instancias internacionales como la OEA y ante la Fiscalía, por irregularidades y presión que han ejercido los grupos de reinsertados sobre la comunidad. A pesar de dichas denuncias, consideran que el proceso de reinserción se debe apoyar, siempre y cuando los reinsertados realmente dejen las armas y quieran trabajar de una forma honesta. En el año 2006 se redactó una carta dirigida a la Corporación Democracia que denunciaba las irregularidades que estaban ocurriendo con el proceso de reinserción y especialmente la presión que ejercían para involucrase en los asuntos de Asocomunal y de la Cooperativa; ésta última dejó muy claro en la carta, que la Cooperativa es una organización autónoma, que no va a permitir que sea utilizada y se declararon totalmente imparciales y autónomos. La carta fue de conocimiento público lo cual significó una ofensa muy grave para quien iba dirigida, y desde entonces empezaron los ataques, como ellos lo hacen, tratando de desestabilizar la organización. La Cooperativa ha dejado muy claro a los grupos de reinsertados, que no van a sacrificar su autonomía por permitir que lleguen recursos del proceso de reinserción al proyecto productivo; por esto han rechazado cualquier tipo de ayuda o presión que tienden a realizar los grupos armados con el fin de procurar mayor autonomía en sus acciones y no permitir que tales organizaciones intervengan en la toma de decisiones y en los recursos económicos. Con respecto a Presupuesto Participativo, se han realizado dos comisiones accidentales en el Concejo de Medellín contra la Universidad Autónoma y la Secretaria de Desarrollo Social, porque se han presentado irregularidades con los operadores en cuanto a malos manejos de los recursos y con las capacitaciones, que han generado dificultades para que los proyectos se lleven a cabo. La Cooperativa ha sido muy crítica frente al tema de Presupuesto Participativo, porque consideran que se han producido muchas inconsistencias con este proceso, y no les parece justo que los operadores sean los que más se beneficien de este proceso en detrimento de la organización social y comunitaria, que es la que realmente necesita de estos recursos y capacitaciones. El proyecto ha permitido la sensibilización de la comunidad sobre la problemática de los residuos sólidos y se les ha hecho participes del proyecto a través de la propuesta del reciclaje.

Cooperativa Multiactiva de Trabajo Asociado: Confecciones Divino Niño Barrio Villatina En la cresta alta de las colinas de Villatina, donde parece que el barrio finalmente acabara pero en realidad sólo para da lugar a una caída abrupta del paisaje e iniciar otra micro-trama urbanística del sector, se encuentra ubicada la sede de la Cooperativa Confecciones Divino Niño, una de las organizaciones sociales que callada pero persistentemente desarrolla desde hace varios años un trabajo comunitario de resistencia a la exclusión y a la pobreza.

Las estrategia que realiza la Cooperativa es de autogestión con el fin de conseguir recursos para fortalecer el proceso y adquirir maquinas de confección, capacitaciones, transportes, etc. Pretende dar oportunidades de empleo a las personas más necesitadas de la comunidad, especialmente a madres cabeza de familia y personas de la tercera edad y capacitarlas en un oficio.

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En un principio la labor de capacitación la realizaron en el SENA de Itaguí, donde debían trasladarse por su propios medios, lo que impidió la participación de algunos de sus miembros debido a las restricciones económicas que implicaba el pago de transporte hasta Itaguí, razón por la cual acuerdan con esta institución la presencia de instructores que impartieran diferentes cursos en la propia sede de la Cooperativa. Las capacitaciones fueron sobre marroquinería en lo que concierne a elaboración de sandalias, bolsos, correas; inicialmente participaron de esta experiencia 22 personas entre mujeres y hombres, (especialmente mujeres mayores de edad) adultos y jóvenes, pero se han considerado siempre abiertos a la participación en el proceso de cualquier miembro de la comunidad sin discriminación de ninguna clase.

Para gestionar recursos, tocaron muchas puertas de entidades financieras y del sector cooperativo que respaldaran sus proyectos, pero todas ellas, sin excepción, se las cerraron. Esto generaba mucha frustración entre algunos miembros de la Cooperativa, quienes muchas veces optaron por retirarse.

“La gente se va cansando, se va frustrando, desanimando, pero otros esperanzados siguen, los que no tienen nada se retiran, los que medio tienen algo de que sobrevivir, esposo, empleo, siguen, el que no tiene nada se va. Es la parte más dura, aquí estamos de hecho con los que creyeron y supieron esperar, los que se fueron están llegando, con la esperanza de que se les tenga en cuenta, y acá se les tendrá en cuenta porque no hay lugar para el egoísmo”.337

Mientras, a fuerza de optimismo y de voluntad, muchos y muchas continuaban con sus labores de capacitación, que además incluían cursos en corcet y gestión empresarial, en el 2004 se inscribieron en el proceso de presupuesto participativo. Siguieron gestionando por otros medios y en el 2007 el fondo de empleados de ISA les aprueba una donación de seis millones de pesos, con lo cual compran las primeras máquinas y adecuan un local facilitado por la JAC para el desarrollo del proyecto; casi inmediatamente en presupuesto participativo les aprueban los fondos para el proyecto de confecciones Divino Niño, con lo cual compran otras máquinas y las adecuan en el mismo local.

Sus dos proyectos productivos más destacados han sido el proyecto de marroquinería y el de confecciones, que les ha permitido sustentar la cooperativa y dar un pequeño sustento a las personas que trabajan allí.

En el proyecto de marroquinería producen sandalias para el sector y en el de confecciones elaboran uniformes y sudaderas para los colegios del barrio. En el proyecto productivo de marroquinería trabajan diez personas medio tiempo cada una y en el de confecciones otras diez personas medio tiempo al principio y tiempo completo durante la temporada escolar. Los dos proyectos están respaldados por la Cooperativa. No todos los miembros de la Cooperativa trabajan en sus proyectos debido a que algunos tienen su propio trabajo. Además del apoyo brindado por la JAC cediéndoles un local para el funcionamiento de los proyectos, cuentan con el recurso de la Universidad Autónoma Latinoamericana, que les brinda capacitación en emprendimiento empresarial, con el respaldo de la administración municipal.

337 Entrevista a lideresa comunitaria, febrero de 2008.

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“Mientras se tenga la fe en Dios todo se da, todo es posible. Decir que iniciamos de la nada, nada…, lo único que pusimos fue muchos deseos, que cada cual estuviera dispuesto, porque el que persevera alcanza… muchas personas cuando no resultaba nada decaían y se retiraban, pero hay otras que siguen conservando la esperanza y esas se quedan, …eso enseña que vale la pena continuar luchando, trabajando por el que lo necesita, no ser egoísta, no todo el mundo tiene capacidad de resistir, y de la nada no siempre se vive de la nada, siempre hay que tener algo de qué vivir…”338

Juntas de Acción Comunal del Barrio Las Perlas y de Colinas de Enciso Tradicionalmente el trabajo de las juntas de acción comunal, se ha dirigido a proveer de infraestructura, los sectores más vulnerados que han carecido de espacios colectivos, como parques infantiles y deportivos, calles, andenes, escaleras, entre otros, que mejoran ostensiblemente la calidad de vida de las personas y comunidades que no han tenido la oportunidad de gozar de espacios comunes. Tanto la junta de acción comunal del barrio Las Perlas, como la de Colinas de Enciso, siguen esta lógica de autogestión para financiar especialmente obras de infraestructura que posibilitan un mejor desplazamiento por el barrio, acceso de transporte público, al mejorar las calles y vías, espacios de formación y recreación con la construcción de parques infantiles, escuelas, y casetas comunitarias, y mejoramiento del acceso al agua potable al adecuar acueductos comunitarios. En un principio se constituyeron como procesos de resistencia, en tanto procuraron que la comunidad que representan no se quede en el olvido, al permitir que barrios marginados y excluidos sean tenidos en cuenta por la administración municipal, además porque promovieron la acción colectiva en las comunidades y la sensibilización de amplios sectores de la comunidad para exigir derechos y gestionar recursos para suplir necesidades colectivas. Sin embargo, en el período indagado, 2002-2006, no se evidenciaron, de éstas dos juntas, acciones de resistencia explícitas o implícitas frente al conflicto armado, como en las experiencias de los otros sectores antes señalados. Se encuentran propuestas de educación para el empleo, actividades para niños y niñas y para el adulto mayor, becas para acceder a la educación superior, programas deportivos, etc., que no los diferencia de otras juntas de acción comunal de la ciudad. Sus discursos no son críticos frente al proceder violento de los grupos armados y no plantean estrategias para que niños y jóvenes estén al margen del conflicto. Por el contrario, muchos jóvenes de grupos armados o reinsertados acceden a ciertos beneficios al igual que jóvenes que no han hecho parte de la guerra. Se puede destacar el proyecto productivo de estampados, gestionado por la junta de acción comunal de las Perlas, que permite brindarles oportunidades de formación y de empleo a siete mujeres cabeza de hogar del sector, el cual se puede considerar como una estrategia de resistencia económica.

338 Testimonio de lideresa entrevistada, febrero de 2008.

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Las acciones de la junta de acción comunal del barrio Las Perlas, se han centrado en la autogestión y en asesorar a grupos de jóvenes para que no vuelvan a delinquir, además de ejecutar proyectos que benefician a los sectores más vulnerables del sector, como son niños, jóvenes y mujeres cabeza de hogar. A través de presupuesto participativo lograron gestionar unos recursos para conformar una microempresa de estampados llamada Manos Creativas: Estampados en telas, que beneficia a aproximadamente 7 mujeres de la comunidad. Esta experiencia de la JAC de las Perlas, ha permitido como otros procesos en diferentes sectores de la comuna, mejorar la calidad de vida de parte de la comunidad, ya que ha optado por la autogestión para mejorar andenes, calles, el acueducto y alcantarillado, además de brindar posibilidades de formación y educación a la población juvenil con el fin de posibilitar otros espacios de socialización y encuentro para los sectores juveniles que han estado sumergidos en el conflicto. La posición de la JAC de Las Perlas frente al proceso de reinserción, ha sido de acompañamiento social y laboral a los grupos de jóvenes desmovilizados. Anteriormente se relacionaban mucho, realizaban actividades conjuntas, realizaban fiestas y actividades comunitarias y dichos grupos colocaban recursos para la ejecución de las actividades. Sin embargo, esta relación ha cambiado porque el compromiso social que tenían antes se diluyó y se han presentado ciertos inconvenientes a la hora de gestionar recursos, porque la Corporación Democracia se disputaba ese recurso con la junta, o presionaba para que se lo cedieran a ellos. Estas circunstancias de presión e intromisión por parte de los grupos de desmovilizados hacía las juntas, generaron cierta desconfianza y restricciones para seguir actuando conjuntamente en actividades comunitarias. Por otro lado, las acciones de la Junta de Acción Comunal de Colinas de Enciso, han estado más enfocadas a la realización de obras de infraestructura que han mejorado gran parte de la calidad de vida de las personas del sector, gestionadas a través de la administración municipal. Otras acciones apuntan a trabajar con población infantil, con adultos mayores y con jóvenes donde gestionan diversos proyectos para aportar en formación, deporte y recreación a estos sectores poblacionales. La experiencia de la JAC de Colinas de Enciso no tiene un discurso de resistencia claro, ni una posición crítica frente a ningún actor dominante, sea este institucional o no, pero sus acciones han permitido mitigar las necesidades de la comunidad y mejorar la calidad de vida del sector. A raíz de la indagación por estas dos juntas de acción comunal, se presentan algunos cuestionamientos ¿Son experiencia de resistencia o no? El hecho de que una comunidad se organice y exija sus derechos para suplir las necesidades a través de la gestión, ¿podrán considerarse como estrategias de resistencia para no quedarse en la total exclusión? ¿La resistencia se da una forma pura, clara y explícita o tendrá una variedad de matices y formas que pueden enriquecer el accionar de las comunidades?

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Son interrogantes que surgen al ver que se diluye el discurso y el accionar de estas dos experiencias, que no tienen un planteamiento directo de resistencia, pero que en cierta medida le aportan al accionar colectivo a través de la realización de convites, de celebraciones y eventos comunitarios. Sería entonces, un tipo de resistencia no tan pura, que no obedece a los planteamientos teóricos, pero que promueve las acciones colectivas y la exigencia de derechos comunitarios.

“La resistencia se da para demostrar que no se está de acuerdo con determinada ideología o forma de actuar y para preservar los derechos fundamentales de una persona o comunidad. Para hacer valer los derechos políticos económicos y sociales, que posibiliten nuestra calidad de vida. Para evidenciar el rechazo y pronunciarse ante conflictos de convivencia en la comunidad”.339

3.1.6 Dificultades, potencialidades y retos de las experiencias de resistencia civil no armada en la Comuna 8 Todas las experiencias por las cuales indagamos, han experimentado graves obstáculos que han dificultado el trabajo comunitario. En ocasiones, algunas experiencias de resistencia civil no armada han tenido que bajar el perfil o desarticularse por algún tiempo, sin embargo, esto no ha sido motivo para desaparecer, para dejar de trabajar por la comunidad y los aportes que han realizado los reconocen positivamente las personas de la comuna, evidencian el esfuerzo y el entusiamo con que le apuestan a una sana convivencia, con oportunidades de inclusión y de participación. Generalmente los obstáculos más grandes han sido por la violencia y el conflicto armado que han vivido en su territorio, así como la intimidación y la presión que han ejercido los actores del conflicto para controlar los procesos sociales o desarticular organizaciones que no estuvieron de acuerdo con las estrategias guerreristas de los armados. Una amenaza latente que enfrenta la comuna a partir del proceso de desmovilización, es que en el barrio Villa Hermosa se ubica la sede de la Corporación Democracia, lo que implica un control social, económico y político más directo y una intimidación más constante a las organizaciones sociales de la comuna. A la Corporación Volver, trataron de deslegitimarla a través de rumores, además se ejerció cierta presión para que se integrara a la Corporación Democracia, pero siempre mantuvieron su autonomía y distancia frente a los armados, y dejaron muy en claro esta diferencia ideológica. Al proyecto productivo COMULTRECE, han pretendido infiltrarse para desestabilizar su organización y así sabotear el proceso, pero se ha logrado mantener cierta distancia, a pesar que el proyecto privilegió a jóvenes desmovilizados para hacer parte de éste proyecto productivo.

339 El para qué de la resistencia, discurso elaborado por las y los líderes comunitarios de la Comuna 8 participantes del taller realizado en abril del 2008.

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Para la Corporación Diáfora los obstáculos principales se han presentado por diferencias con algunos líderes, especialmente de grupos reinsertados que estigmatizan la tradición de liderazgo que lleva la Corporación. Además la dificultad de captar recursos, por fuentes diferentes al presupuesto participativo. Así mismo, para el grupo juvenil MCJ, los principales obstáculos han sido la presión que han ejercido los grupos armados para que se articulen con sus procesos productivos y “sociales”, además de las intimidaciones y agresiones que han ejercido sobre algunos jóvenes por tener una orientación sexual diferente y el hecho de no contar con un espacio para desarrollar sus actividades y propuestas, lo que les ha dificultado la realización de algunas de sus actividades. La Mesa de Convivencia, la Corporación Construcción Ciudadana, la JAC de Villatina y la Corporación Volver, tienen como principal obstáculo la intimidación y amenazas que los grupos armados realizan, porque han optado por denunciar e incentivar a la comunidad para que también lo haga, además, porque han mantenido su autonomía y han evitado involucrarse con el proceso de reinserción. Estas amenazas y presión generan entre las y los integrantes de los procesos organizativos mucho temor y miedo, porque se ponga en riesgo sus vidas, lo que ha llevado a que algunas personas del proceso se retiren por falta de garantías en la seguridad. Por su parte, para la Junta de Vivienda Comunitaria Altos de la Torre, el obstáculo más grande que ha frenado su accionar y proyección hacía la comunidad, es estar asentados en una zona de alto riesgo no recuperable, ya que la administración utiliza este argumento como una excusa para no intervenir de una forma directa en el problema de desplazamiento y extrema pobreza en la que viven cientos de familias, a las que no tienen en cuenta para darles soluciones de vivienda, beneficios que debería dar la administración municipal para suplir las necesidades básicas de la población desplazada, lo que los convierte en una población doblemente excluida. Una dificultad en la que coinciden todos los procesos organizativos por los cuales indagamos, se relaciona con la falta de recursos y poco apoyo por parte de la administración municipal, que en los últimos años se redujo a la participación en presupuesto participativo. Hay que resaltar que la mayoría de líderes y lideresas de estos procesos no tienen un empleo estable, lo que les permite tener tiempo para el proceso comunitario, pero que les niega la oportunidad de conseguir ingresos por otros medios. El aspecto de la planeación organizativa y la falta de experiencia en gestión ante los entes gubernamentales e internacionales ha sido una dificultad recurrente que les niega la oportunidad de gestionar recursos por otros medios diferentes a presupuesto participativo, aunque algunos procesos han logrado obtener recursos de organizaciones no gubernamentales y empresas privadas que le aportan a su fortalecimiento organizativo. Otra de las dificultades que han presentado algunos procesos, es no tener un espacio propio para realizar las actividades, es el caso del proceso llevado a cabo en Villa Hermosa, del grupo juvenil MCJ y de los Mangos, que comparten la sede, dificultando con esto la autonomía en las actividades y de la programación de las mismas. Las fortalezas y potencialidades que la mayoría de experiencias han obtenido, es haber mantenido su autonomía y posición crítica de rechazo a cualquier acción armada, pese a la intimidación que los

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grupos armados siempre han ejercido sobre las organizaciones que no se han dejado intervenir, además de la perseverancia y la solidaridad que se creó entre muchas de las organizaciones que tienen objetivos comunes y que pretenden no hacerle el juego a los grupos armados. Este cuadro ha llevado a la creación de una red de organizaciones amigas, que propende por la seguridad, el fortalecimiento de las confianzas y el apoyo en momentos de dificultad. Han ganado confianza y credibilidad entre la comunidad porque trabajan con honestidad, lo que legitima sus procesos comunitarios.

“…le apostaron trabajar desde la prevención y seguir resistiendo a los procesos violentos, seguir con la política de la denuncia pública y empezar a buscar una red de amigos en otros barrios y encontraron otros procesos similares…”340

Uno de los logros más importantes para uno de los líderes de la comuna, ha sido conservar la vida, y además que muchas personas hayan empezado a deliberar, a exigirle a los grupos armados procesos reales de paz.

“…creo que hemos abierto la puerta, para que muchas personas puedan exponer sus casos, no obstante se siguen cometiendo asesinatos, porque aún muchas personas tienen miedo”.341

Para la Corporación Volver la posición crítica que han tomado frente a los grupos armados ha sido una fortaleza porque les ha permitido ganar identidad, diferenciarse y mantener la autonomía en el proceso, además de las ganas de seguir aportándole a la comunidad en el tema de vivienda, empleo e inclusión a través de la cultura, la sensibilización y la autogestión, y seguir adquiriendo experiencia en la participación y credibilidad frente a la comunidad. Para el sector de Altos de la Torre, un logro que obtuvo la comunidad es haber conformado la Junta de Vivienda Comunitaria en este sector de una manera autónoma, y haber sensibilizado a la comunidad de la importancia de la organización comunitaria para poder confrontar, gestionar y exigir al Estado un plan integral de vivienda. La Junta ha adquirido una buena capacidad de gestión a través de inversiones sociales conseguidas con la Unión Europea, las ayudas y apoyos de las ONG’s, como la Corporación Región, Manapaz y la Fundación Golondrinas.

La esperanza y el optimismo que ha dado impulso al proceso de la Cooperativa Divino Niño, y que ha permitido que perdure a pesar de los obstáculos, se inspira, según sus integrantes, en preceptos de la religión católica, asociada a la imagen del Divino Niño.

“La figura del Divino Niño es muy importante, es “meritosa”, pero, no por eso hay distingos ni discriminación religiosa, el proceso es abierto a todo el mundo, simplemente se trabaja con organización y compromiso”. 342

340 Entrevista a líder comunitario, noviembre de 2008. 341 Entrevista a líder comunitario, febrero de 2008. 342 Entrevista a lideresa comunitaria, enero de 2008.

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Para la lideresa del barrio Villa Hermosa uno de los logros más importantes ha sido sacar a los niños y jóvenes del conflicto y ofrecerle una alternativa de trabajo productivo y de recreación lúdico-cultural. Una de las fortalezas más grandes que han adquirido la mayoría de experiencias de resistencia por las cuales indagamos, es haber sensibilizado a la comunidad sobre la importancia de la denuncia, como una forma de controlar las acciones violentas de los actores armados, lo que permite tener una mirada de organismos de control nacionales e internacionales y por ende proteger las vidas de los líderes y lideresas de la comuna y de los procesos comunitarios. El reto principal para todas las experiencia, es unir a más personas porque de esta forma pierden poder los violentos, “sí se consigue más respaldo y apoyo, se estarían ganando más espacios de civilidad, de encuentro ciudadano, de crítica constructiva”343

La Cooperativa Divino Niño, a futuro proyecta superar el asunto de la comercialización de sus productos y trabajar lo relacionado con las cadenas comerciales con centros comerciales de la ciudad. Pese a las limitaciones relacionadas con la escasez de recursos para fortalecer los proyectos y el encadenamiento comercial de sus productos, perciben que el logro más importante de la experiencia ha sido sacar adelante los dos proyectos productivos, dándole trabajo a personas de la comunidad. En la actualidad, quieren desarrollar un proyecto de vivienda para desplazados en el marco del proceso de presupuesto participativo.

Para el grupo juvenil MCJ uno de los retos es seguir ganando espacios para las y los jóvenes del sector y recuperar los que han sido apropiados por los grupos armados, como la única cancha deportiva del sector y algunos andenes que promueven espacios de encuentro y socialización, pero el principal reto, es seguir promoviendo el respeto por la diferencia y la diversidad sexual y la inclusión de la población juvenil en espacios alternativos de socialización y convivencia. Un reto fundamental para todos los procesos comunitarios, más que la gestión de recursos, es el tema del fortalecimiento organizativo, que permita involucrar con la misma intensidad a otras personas de la organización y que no recaigan todas las responsabilidades en sólo unas personas que son las que corren más riesgos y las que movilizan más la organización. 3.1.7 Algunas conclusiones y reflexiones sobre las acciones de resistencia civil no armadas en la Comuna 8 Antes de haber confrontado lo teórico con las realidades concretas de la Comuna 8, suponíamos que encontraríamos unas acciones colectivas de resistencia civil no armadas como habían sido descritas por la teoría convencional, masivas, dramáticas, teatralizadas, donde la población civil confrontará abierta y directamente a los actores dominantes a través de movilizaciones, plantones, marchas, como ha pasado en las grandes ciudades, como han sido representadas por los movimientos indígenas del sur de país, o por las comunidades de paz o como pasó el 6 de marzo de

343 Entrevista a líder comunitario, enero de 2007.

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2008, con la movilización en contra de los crímenes de los paramilitares y crímenes de Estado y a favor de las víctimas y que fueran registradas por los medios masivos de comunicación, por los canales comunitarios y por la prensa. Sin embargo, los hallazgos fueron mucho más sorprendentes y enriquecedores, porque permite observar y analizar con diversidad de matices las diferentes estrategias y acciones que utilizan las comunidades de base, para hacerle frente no sólo a la guerra y al conflicto armado, sino al gran poder económico excluyente, que vincula de una forma interesada a los procesos comunitarios, en las lógicas del mercado mundial, pero que realmente no ofrecen alternativas para que las comunidades salgan de la pobreza, para que sean incluidas y tenidas en cuenta para el desarrollo de su propia comunidad. Las estrategias y acciones colectivas de resistencia civil halladas en la Comuna 8 frente al conflicto armado, van desde lo artístico, cultural y deportivo (es el caso de la Corporación Diáfora, del grupo juvenil MCJ, de la Mesa de Convivencia) hasta acciones de confrontación directa, como la convocatoria a toda una comunidad para rechazar el pago de las vacunas (como fue el caso emblemático del memorial realizado en Villatina), pasando por la concientización de la comunidad sobre la importancia de la denuncia, de no generar en los grupos armados poder, ni legitimidad y de socializar para una sana convivencia de una forma no violenta y de respeto, por medio de la lúdica, la música y los eventos comunitarios. Muchas de estas estrategias han tratado de mantener un bajo perfil, por el hecho de tener que convivir en el mismo territorio con los grupos armados, que hace más difícil una confrontación directa y abierta. En cuanto a las estrategias y acciones de resistencia civil no armadas frente a la pobreza y la exclusión social en la Comuna 8, estas se centran en generar entre las personas de la comunidad iniciativas de alternativas económicas solidarias, a través de la conformación de cooperativas de trabajo asociado, de capacitación para el empleo, de propuestas de reciclaje y aprovechamiento de residuos orgánicos, de confección, de ahorro, de alimentos, donde las personas se solidarizan con las familias o sectores más vulnerados, como son las madres cabeza de familia, personas de la tercera edad, familias desplazadas y jóvenes. Sin embargo, otras estrategias halladas no se limitan solo a la conformación de propuestas productivas, también generan otros espacios de participación e inclusión que permiten mejorar la calidad de vida de los sectores más reprimidos o doblemente excluidos, como es el caso de la población desplazada y de las madres cabeza de familia, que generalmente fueron golpeados por la violencia, amenazados y expulsados de sus tierras, o asesinados sus familiares, refugiados en una zona de invasión, de alto riesgo y las autoridades municipales los persiguen y hostigan para que desalojen, o con una estrategia menos hostil, pero igual de represiva, no generan proyectos ni ayudas para mejorar las condiciones del sector por ser una zona de alto riesgo, lo que obliga a esta población a que autogestione, o se desplace a otros territorios, como fue el caso de la comunidad de Altos de la Torre. Estas estrategias a las que acuden las comunidades, se centran en generar mejores niveles de vida, a través de la autogestión para solución y mejoramiento de viviendas, para la construcción de escuelas, zonas recreativas, calles, andenes, etc., sin los cuales su calidad de vida sería mucho más bajo del que es ahora. Estas experiencias de resistencia frente a la exclusión social y económica, han ganado mucho en autogestión y en solidaridad, convocando a la comunidad para la realización de las obras de adecuación de viviendas, acueductos y alcantarillados, andenes, etc.

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Estos procesos comunitarios en la Comuna 8, no se conforman con esperar a que las autoridades municipales les den solución a sus problemas, que son muy graves y necesitan ser resueltos con urgencia, por el contrario, permiten que con la autogestión y las denuncias que realizan, sean visibilizados, sean incluidos y que se reconozca que en la comuna y en la ciudad existe un grave problema de pobreza y exclusión que obliga a gran parte de la población a vivir en condiciones infrahumanas, denuncian a nivel nacional e internacional la condición en la que se encuentran y permite confirmar que esta ciudad se mueve entre la exclusión para la mayoría y la inclusión para unos pocos. Las experiencias de resistencia civil no armadas halladas en la Comuna 8, en gran medida confrontan directamente con el orden dominante establecido, que abiertamente denuncian y visibilizan las injusticias y violación de los derechos humanos, lo que les ha traído como consecuencia amenazas, deserciones, homicidios y desplazamientos, provocado por los grupos armados; pero paradójicamente, ha permitido regular el accionar violento de los grupos armados, a través de las denuncias ante organismos nacionales e internacionales, estos procesos de denuncia los ha liderado más directamente la Corporación Construcción Ciudadana, la Mesa de Convivencia de los Mangos, La JAC de Villatina, la Corporación Volver y la Junta de Vivienda Comunitaria del asentamiento Altos de la Torre. Algunas acciones son promovidas por líderes y lideresas que vinculan a la comunidad y que representan procesos colectivos, así las acciones concretas no hayan sido masivas y públicas. Todas las estrategias mencionadas en la Comuna 8 son experiencias de resistencia civil no armadas, algunas con una modalidad menos frontal, más implícita que va socavando las esferas del poder dominante, excluyente y represivo, otras con una modalidad más explícita de confrontación directa frente a los actores armados, que tienen un discurso abierto de oposición y rechazo a la guerra, y que proponen otras alternativas a la comunidad para que no se dejen atrapar por las lógicas de los violentos. Todas ellas, sutiles o no, implícitas o abiertas, con discursos y prácticas ocultas o puestas en la esfera pública, generan espacios alternativos de socialización que le apuestan a la sana convivencia, al respeto por la diferencia y al fortalecimiento del tejido social como estrategia de construcción de paz. Pero ¿hasta qué punto todas las prácticas y acciones culturales, artísticas, deportivas, lúdicas y de iniciativas productivas en la Comuna 8 obedecen a una lógica de resistencia? ¿Será que sólo por el hecho de generar espacios no violentos, de convivencia se pueden catalogar como prácticas de resistencia civil? ¿O cuál es el punto de quiebre, el detonante que hace que una experiencia de este tipo se convierta en un proceso de resistencia civil? Muchos teóricos y académicos, han ignorado este tipo de procesos en lo “micro”, dándole más relevancia a los grandes movimientos sociales que pretenden realizar cambios estructurales en la sociedad, que se movilizan masivamente con discursos desafiantes de oposición y rechazo directo al poder hegemónico; sin embargo, los procesos organizativos locales, sectoriales, incluso barriales,

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han generado otras dinámicas de convivencia pacífica y no violenta, entendida esta última como un espacio sustraído de las dinámicas de la guerra y que no generan violencia.344 No obstante, el punto de inflexión, la característica que hace que una experiencia sea de resistencia civil o no, según los hallazgos en la Comuna 8, es la motivación o la orientación con la cual realizan las acciones, es la conciencia que tienen frente a la realidad que viven y frente a las iniciativas propuestas como espacios alternativos a esa realidad de conflicto y exclusión, es la elaboración de discursos -ocultos o públicos-, que socavan los hilos del poder, que los ubican en una posición de desacuerdo, de rechazo a las formas violentas de ejercer el poder, de reprimir la diferencia, es la estrategia sutil o abierta de ofrecer otros espacios a la comunidad, que se van tejiendo con el día a día, que se van construyendo a través de los eventos culturales, deportivos, lúdicos, comunitarios, y que la comunidad va introyectando, no necesariamente de una forma elaborada, ni con el mismo discurso que tienen los que proponen la iniciativa, pero que va siendo acogido por la población de estas comunas que han tenido que vivir todas las inclemencias de la guerra y de la pobreza, de la represión y el hambre, del temor y la exclusión. Por lo tanto, un proceso u organización comunitaria, que tenga claro el objetivo de sus acciones, que sean concientes que a través de sus dinámicas, sean estas lúdicas, deportivas, solidarias, productivas, etc., le apuestan a la paz, a la inclusión y la participación, es un proceso de resistencia civil no armada, porque desafían el orden dominante y abren espacios alternativos de socialización y convivencia. Muchas de las experiencias halladas en la Comuna 8 han tenido como estrategia la recuperación de los espacios vedados por el conflicto y captados por los actores armados, que se apropiaron de estos como una forma de control de los espacios públicos, -caso de la Mesa de Convivencia con la recuperación de los espacios deportivos, la Corporación Diáfora y la Corporación Volver, que desplazan actividades culturales y lúdicas a sectores restringidos por los actores armados-. Por esta razón, las acciones colectivas de resistencia civil no armadas se centraron en desplazarse y apropiarse nuevamente de estos espacios, llenándolos de alegría y realizando actividades lúdicas, deportivas, culturales y artísticas que simbólicamente son un desafío a los poderes hegemónicos del terror. A la vez, se resalta que todas estas acciones colectivas van dirigidas a volcar a la comunidad a la apropiación de estos espacios, que permiten romper fronteras y unir puentes de diálogo y convivencia. Además, este desafío abierto de reapropiación de los espacios comunitarios, sigue una lógica de romper con el poder que se les ha dado a los actores armados y por el contrario pretende hacer conciente a la comunidad que dichos espacios les pertenecen y que deben ser recuperados para quitarle poderío y valor a las lógicas guerreristas y de intimidación. Estas acciones se hacen cada vez más fuertes y contundentes cuando dichos espacios son tomados en la noche, lo que implica un 344 La palabra no violencia, así escrita, se refiere a cualquier acción, que en sus prácticas no contienen acciones violentas, como las que realizan los grupos juveniles, comunitarios, culturales, etc.; a diferencia de la “Noviolencia” que se refiere específicamente al movimiento liderado por Gandhi en la India, y que se considera como un estilo de vida, en lo filosófico y moral, donde no se utiliza la violencia, pero a la vez se realizan acciones concientes y abiertas en contra de hechos violentos e injustos.

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doble desafío, ya que simbólicamente la noche en estos espacios ha tenido una connotación de peligro y de muerte, es el caso de la marcha por la luz realizada en el sector de Los Mangos con el fín de manifestarle a los violentos que se está en desacuerdo con el conflicto armado, adoptando como consigna “la vida es luz”. Por lo tanto, realizar actividades nocturnas con la comunidad ha permitido recuperar confianzas y tejer lazos de solidaridad y valentía entre las personas de la comunidad. La mayoría de iniciativas productivas por las cuales se indagó en la Comuna 8, participaron del proceso de presupuesto participativo, con el cual obtuvieron recursos para llevar a cabo los proyectos formulados (otros procesos que no gestionaron a través de presupuesto participativo, lo hicieron con la Unión Europea o con entidades privadas); no obstante la forma como ha sido manejado este proceso desde la administración ha tenido muchas críticas por parte de algunos sectores de la Comuna 8, porque, al decir de los propios actores, la administración ha sido muy flexible con los operadores, que son las entidades que administran el proyecto, tanto con el aspecto económico, como con las capacitaciones y desarrollos que este tenga, por lo tanto uno de los interrogantes que surge con este proceso es si presupuesto participativo obedece a una lógica de la competitividad o de la solidaridad. Las críticas se centran en que los operadores345 no respetan la originalidad de los proyectos y les modifican partes esenciales de ellos, generando que las organizaciones o comunidades pierdan autonomía con respecto de los proyectos originales. A la vez, los recursos que estaban destinados para esos proyectos se reducen en gran proporción y las razones que dan son injustificadas, por un lado porque los operadores deben ganar un porcentaje de ese recurso, que les disminuye notablemente el dinero recibido, y por otra parte, los planes de negocios y las capacitaciones que ofrecen no apuntan a las necesidades reales que tienen para sacar adelante el proyecto, sea porque son desproporcionadas o excesivas, y estas también tienen un costo económico que reduce en gran cantidad los recursos que estaban destinados a que el proyecto fuera viable. Estas y otras críticas, que fueron la constante entre algunos procesos, sugieren que como está planteado el presupuesto participativo no beneficia realmente a las comunidades ni a la organización comunitaria, ya que con la lógica del emprendimiento y de ser empresarios, que es la que impera, desestabilizan la organización social, fomentando entre las comunidades, no la solidaridad, sino la competitividad, no el cooperativismo, sino el individualismo, lo que ha hecho que muchos procesos se desarticulen o entren en conflictos por los recursos económicos. A pesar de esta grave dificultad que ha tenido este espacio de decisión y participación como es presupuesto participativo, muchas organizaciones sociales y comunitarias en la Comuna 8 se han motivado a participar, a decidir qué hacer con sus recursos, a pesar que en la mayoría de las ocasiones salgan desmotivados por todo lo que implica este proceso y los inconvenientes que les genera participar en él. Pero ¿hasta qué punto las iniciativas productivas solidarias por las cuales indagamos en la Comuna 8 y que consideramos de resistencia socioeconómica, siguen las lógicas del poder económico dominante que se filtra a través de estos procesos aparentemente participativos y democráticos? ¿Hasta qué punto son solo estrategias de sobrevivencia y no de

345 Son las entidades que administran los recursos de los proyectos.

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resistencia? ¿O será que la sobrevivencia de las comunidades será una estrategia de resistencia? ¿Cómo hacer para que las lógicas del poder hegemónico globalizante no sigan permeando con sus estrategias sutiles y casi imperceptibles las lógicas solidarias y auto sostenibles de las comunidades? Estos interrogantes siempre estuvieron rondando la investigación, especialmente con el aspecto de la resistencia frente a la exclusión social y económica. Tal vez muchos de estos cuestionamientos no tengan fácil respuesta, o requiera de una investigación más especializada para dilucidar algunos asuntos, no obstante entre los hallazgos encontrados en este acápite se puede decir lo siguiente: El poder económico dominante está en función de capturar para su beneficio todas la iniciativas productivas y económicas que les sean funcionales al sistema, sin embargo, las propuestas productivas y solidarias que no compartan esta lógica del mercado, pueden instrumentalizar estas opciones y ayudas económicas para fortalecer su proceso comunitario y mantener en gran medida su autonomía; es decir, acceder a recursos y “beneficios” que ofrecen agencias de cooperación internacional, la administración municipal, entidades privadas, etc., pero siguiendo con la lógica del trabajo solidario y asociativo, de las cooperativas y los convites, que generan entre las comunidades lazos de confianza, de apoyo mutuo, de solidaridad, de protección y adhesión. Esto es lo que se evidenció con la gran mayoría de iniciativas productivas halladas en la Comuna 8, como es el caso de la Cooperativa de Trabajo Asociado Divino Niño, la Junta de Vivienda Comunitaria Altos de La Torre, la Cooperativa Integral Enciso entre otras. Por otro lado la disyuntiva entre la sobrevivencia y la resistencia sigue presentándose. Las comunidades al no tener fuentes de ingresos, un trabajo digno ni estable, donde todos sus derechos han sido vulnerados y además, han sido invisibilizados y excluidos por las autoridades municipales y nacionales, tienden a buscar formas de sobrevivencia que les permita no desfallecer, que les genere algún tipo de ingreso para que sus familias no mueran de hambre y tengan la oportunidad de acceder a los derechos que no han sido concedidos por el Estado –educación con calidad, salud, vivienda digna, etc.- La sobrevivencia se convierte en resistencia cuando deja de ser individual y se convierte en una acción colectiva, cuando las acciones no favorecen solo a mi entorno familiar, sino que se dirigen a mejorar la calidad de vida de todo un sector, de toda una comunidad; cuando las estrategias utilizadas fomentan la solidaridad, la cooperación, la ayuda mutua, cuando reconocen que como ciudadanos y ciudadanas tienen derechos que han sido vulnerados y se empeñan en exigirlos y en denunciar los atropellos que se ejercen sobre ellos, cuando son concientes que históricamente han sido sometidos a la exclusión social, económica, política, y no se resignan a seguir en esa posición de indefensos, de débiles, y por el contrario actúan para auto incluirse, para participar en la toma de decisiones que los afectan, para ser visibilizados como comunidades propositivas y activas. Finalmente, se evidenció en la Comuna 8 el paulatino aprendizaje de muchas de las experiencias indagadas frente a la gestión pública, la organización y participación ciudadana y el espacio alternativo de comunicación y encuentro, que les permite deliberar y analizar los problemas vividos por la comunidad y proponer posibles soluciones para su mejoramiento y para actuar de una manera solidaria y colectiva.

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3.2. Resistencia Civil no armada en la Comuna 9 de Medellín

Antes de entrar directamente a la presentación de las experiencias de resistencia civil no armada de la Comuna 9 encontradas por esta investigación, vale la pena anotar algunas palabras preliminares, relacionadas tanto con el ejercicio exploratorio en sí, como con una indicación general pero directa referida al contexto socio-político de la comuna.

El momento previo a la exploración de las experiencias concretas de resistencia civil no armada en la Comuna 9, estuvo colmado de sorpresas. La primera, que describiremos más ampliamente en las conclusiones, tiene que ver con la expectativa inicial de encontrarnos con grandes acontecimientos de resistencia o con situaciones marcadas por enfrentamientos directos y abiertos entre las comunidades barriales y los actores armados irregulares, tal como lo hemos conocido en las experiencias de resistencia civil protagonizadas por las comunidades indígenas del sur del país o negras del pacífico. Desde ya decimos, que tal expectativa nunca se cumplió, pues las experiencias de resistencia civil no armadas con las que nos encontramos tuvieron y tienen, características, alcances y modalidades, que no sólo se alejan bastante de la idea preconcebida en que se basaba esa expectativa., sino que revisten una mayor complejidad.

La segunda gran sorpresa que nos llevamos consistió en constatar la no correspondencia entre los registros oficiales de las organizaciones sociales comunitarias de la Comuna 9 con los sujetos barriales directamente involucrados con las experiencias de resistencia civil no armada en el territorio, presunción alimentada por suponer, de un lado, continuidades y no rupturas entre liderazgos barriales y formas de organización comunitaria entre un periodo y otro, y por otro lado, suponer la relación necesaria entre organización comunitaria y expresiones de resistencia civil no armada. De ahí que una de las principales dificultades que debió sortear el trabajo de campo de esta investigación consistiera en las escasas referencias de organizaciones comunitarias de la Comuna 9, pese a la amplia base de datos oficiales de más 300 registros y una relativa tradición de organización comunitaria existentes en la comuna.

Como se sabe, esta referencia en términos de organización social es muy importante a la hora de entrar en contacto con experiencias concretas de resistencia civil no armada, pues por lo general, tales experiencias son desarrolladas, apoyadas o testificadas por tales organizaciones o por sus líderes. La primera constatación que pudimos establecer es que la mayoría de estas organizaciones registradas son relativamente nuevas, cuyo origen data de 2000 o 2002 y corresponden a organizaciones creadas por grupos en proceso de reinserción como las autodefensas o paramilitares, mientras que otras, de vieja data, presentan un cuadro directivo hegemonizado por tales grupos. En tales condiciones, el encuentro con organizaciones y experiencias de resistencia civil no armada, por esta vía, se presentó desde un comienzo bastante azaroso, pues tales organizaciones o sus liderazgos, contrario a representar experiencias acumuladas de resistencia civil no armada, representan por lo general procesos que corresponden a estrategias de copamiento del tejido social organizativo por parte de los grupos armados que, como las AUC, venían de concluir o estaban en proceso de realización del copamiento militar y territorial de la comuna.

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Ante esta dificultad y la incertidumbre planteada, optamos por retomar las referencias de registros anteriores a la actual, utilizadas para efectos de investigaciones precedentes346, en las que figuran registros menos actualizados pero más confiables. Desde por lo menos los años 80s, la Comuna 9, como en general todas las comunas populares de Medellín, experimentó un tránsito importante en su liderazgo comunitario y en sus diferentes formas organizativas. De formas organizativas comunitarias centradas en la defensa de sus asentamientos, la lucha por la dotación de servicios públicos y la demanda de mayor presencia del Estado, se ha pasado a organizaciones comunitarias representativas de los intereses de los pobladores con reconocimiento jurídico de las entidades del Estado, creándose otras nuevas, muchas de ellas para atender diferentes programas institucionales, como por ejemplo, grupos juveniles, de la tercera edad, madres comunitarias, comités de salud y grupos culturales, entre otros.

Hasta finales de los años 90s y comienzos del nuevo siglo, con un nuevo marco institucional que dotaba de legitimidad la participación ciudadana, el protagonismo comunitario y la planeación local participativa, la realidad y dinámica de la organización colectiva comunitaria y sus liderazgos se transformó, superando en parte las viejas prácticas de clientelismo político tradicional que se ejerció sobre los liderazgos comunitarios a través de las Juntas de Acción Comunal sobre todo y se entró en procesos crecientes de modernización y actualización política, consistente en el desarrollo de una mayor capacidad política y organizativa de gestión frente a las entidades estatales, mayor capacidad para mediar en los conflictos barriales, la dotación de una infraestructura adecuada para el desarrollo de las actividades comunitarias y una cierta profesionalización de sus cuadros directivos. De allí surgen los grupos juveniles, los comités culturales, los grupos y asociaciones de mujeres, grupos defensores de derechos humanos, grupos de baile y música, grupos ecológicos, las cooperativas comunitarias, las mesas barriales, al lado de formas organizativas más tradicionales como las ya mencionadas juntas de acción comunal, comités cívicos o de vecinos.347

Este rico y plural entramado del tejido organizativo social de la Comuna 9 se vio seriamente interferido por el nuevo contexto de violencia e intimidación surgido como producto de la confrontación y la disputa entre distintos actores armados desde mediados de los años 80s. Tal dinámica social y organizativa de las comunidades barriales de la comuna se vio contenida o dislocada en su dinámica, inicialmente por las bandas juveniles articuladas a las redes armadas urbanas del narcotráfico y más tarde por milicias de las guerrillas y las AUC, quienes ejercían control social y económico sobre el territorio y la población al tiempo que realizaban acciones de “limpieza social” y ejercían funciones de policía y de justicia. El miedo que inspiraba su poder basado en las armas y la intimidación, la sensación de “seguridad comunitaria” que producían y la realización de algunas obras de beneficencia familiar o comunitaria, como la construcción de placas polideportivas, la organización de torneos deportivos, fiestas comunitarias, apoyo a procesos de autoconstrucción de vivienda, entre otros, fueron los resortes fundamentales sobre los que se asentaba su dominio y los que le permitieron granjearse cierto reconocimiento y aceptación entre sectores de las comunidades.

346 NIETO L., Jaime; ROBLEDO, Luis J. Conflicto, violencia y actores sociales en Medellín. Unaula. Medellín. 2003. 347 Ibid.

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Muchas de las primeras bandas o combos armados de la Comuna 9 fueron desarticuladas posteriormente tras la muerte de Pablo Escobar y la destrucción de su aparato militar, producto de la guerra entre carteles de la droga y la guerra declarada por el cartel de Medellín contra el Estado. Roto el centro gravitacional al rededor de la red armada del narcotráfico, muchas de ellas se reactivaron en una disputa cada vez más exacerbada por el control territorial y poblacional, que se expresaba en la delimitación de territorios de dominio, la prohibición y/o permisión, según el caso, de ciertas pautas de conducta y movilidad individual o colectiva, el cobro de vacunas o extorsión económica al comercio formal e informal y los transportadores de pasajeros y mercancías. Estos micro-órdenes o micro-poderes barriales fueron muchas veces institucionalizados desde las propias instancias gubernamentales, a través de políticas de paz y convivencia del gobierno municipal consistentes en “pactos de convivencia”, que terminaron más que nada en pactos de delimitación de áreas de dominio entre las propias bandas, fundados en equilibrios frágiles y acuerdos deleznables que al poco tiempo daban lugar al reinicio de otro ciclo de criminalidad y confrontación armada.

Algunas de estas bandas fueron desplazadas posteriormente por el asentamiento en sus territorios de grupos de milicias vinculadas a las guerrillas de las FARC y el ELN, estableciéndose especialmente en los barrios de la parte alta de la comuna, como los barrios Ocho de Marzo y Barrio de Jesús; mientras que en la parte central y baja seguían dominando las bandas delincuenciales cooptadas más tarde por las AUC. Con la incursión del paramilitarismo en la ciudad y su propósito estratégico de copar progresivamente el territorio y rutas estratégicas para el paso de hombres y logística militar hacia otros territorios del departamento, el dominio que en algunos sectores barriales de la comuna ejercían las milicias fue reemplazado por los dominios paramilitares del Bloque Metro primero y el Bloque Cacique Nutibara más tarde, quien termina derrotando al primero y cooptando las viejas y nuevas bandas del sector, para concluir de esta manera su operación de dominio hegemónico en la Comuna desde 2003.348

Cabe anotar, sin embargo, que este dominio y control sobre el territorio de la Comuna 9, así como su dinámica, no se dieron de manera homogénea, sino que varió, dependiendo del tipo de actores armados irregulares presentes en determinados sectores y según la lógica dominante de sus acciones. De esta manera, nos vamos a encontrar con la coexistencia conflictiva en la comuna de varias territorialidades con dinámicas y lógicas diferentes. Nos encontramos, por ejemplo, con territorialidades como las de la parte alta extremo-oriental, que corresponde a los barrios Ocho de Marzo y Barrio de Jesús, en las que esta disputa por el territorio entre los actores armados fue extremadamente exacerbada y directa, debido al carácter más claramente político de la confrontación y de quienes ejercieron y ejercen ahí el dominio; mientras que, por el contrario, en la parte central y baja, que corresponde a los barrios históricos de la comuna, como Buenos Aires, La Milagrosa, El Salvador, Loreto, El Nacional y Las Palmas, en los que confluían al mismo tiempo varias bandas delincuenciales, esta disputa por el territorio no fue tan marcada y tan extrema y sólo se va a presentar en el momento en que dichas bandas ven amenazadas su integridad física, hasta cuando más tarde se produce el proceso de cooptación paramilitar sobre las mismas.349 348 Cfr. NIETO L., Jaime Rafael; Robledo R., Luis Javier, op. Cit. 349 Al momento de estudiar el contexto y las condiciones de posibilidad de la resistencia civil en la Comuna 9, resulta de la mayor importancia tener en cuenta el reconocimiento de estas diferencias entre territorialidades, según el tipo de actores dominantes y en confrontación: predominantemente político y más estricto control territorial en las primeras, mientras que más de corte delincuencial y mayor flexibilidad en el control del territorio en las segundas. Así, por ejemplo,

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Este proceso de dominación armada y coercitiva por parte de los actores irregulares del conflicto, especialmente pertenecientes a bandas, milicias y grupos paramilitares, que en términos generales se desarrolla entre cinco y diez años, confirma la tradicional ausencia estatal y su precario dominio sobre el territorio de la comuna.350 Por otro lado, da cuenta de una secuencia ininterrumpida y fluida de actores irregulares en disputa por la soberanía sobre la comuna, que arroja como resultado una situación global de soberanías fragmentadas, según la cual, sobre segmentos territoriales o barriales de la comuna, domina un actor diferente y antagónico al contiguo en términos territoriales. Es de anotar, sin embargo, que este marco global de soberanías fragmentadas no corresponde a segmentos homogeneizados de dominación y poder, sino que contiene un complejo y dinámico estado de micro-poderes soberanos o de micro-órdenes, en los que se conjugan formas de soberanías transitorias consistentes en el dominio, frágil e inestable, de un actor durante ciclos de tiempo relativamente breves sobre territorios específicos, o sobre uno o varios barrios, o, a veces, sobre una o dos cuadras; con formas de soberanías sobrepuestas, de acuerdo con las cuales, sobre una misma territorialidad (un barrio o varios barrios contiguos) disputan diferentes actores irregulares; todo ello, en un proceso siempre frágil e inestable, de micro-ordenes y micro-poderes impuestos sobre las comunidades.351

Este cuadro de dominación y control ejercido sobre el territorio y la comunidad corresponde a una dominación de tipo coercitivo y autoritario, como dijimos antes, basado esencialmente en el monopolio de la violencia o en la disputa por ese monopolio, en el que por lo general se niegan o restringen las libertades individuales y colectivas de los pobladores, su autonomía y se está siempre en alto riesgo de perder la vida, especialmente si el comportamiento individual o colectivo transgrede “de manera grave” las normas de comportamiento impuestas por los actores irregulares.

Por otra parte, el monopolio de la violencia sobre micro-territorialidades en los barrios de la comuna, es la base para que estos poderes desarrollen una dinámica bélica tendencialmente expansiva hacia la ocupación de otros territorios adyacentes, considerados estratégicos para articularse a espacios centrales de coordinación y aprovisionamiento de sus actividades en la periferia; pero este monopolio de la violencia es, así mismo, la base para profundizar dicha dominación sobre campos y actividades más allá de los propiamente militares y políticos que le sirven de soporte y reproducción, mientras en los barrios 8 de Marzo y Barrio de Jesús, los actores armados se impusieron sobre los líderes comunitarios y coparon sus organizaciones sociales a base de intimidación y miedo; en los barrios de la parte central y de abajo, el control y la intimidación sobre los líderes no fue tan marcado, las bandas delincuenciales ofrecieron un relativo campo de permisividad y de diálogo con los líderes comunitarios, aunque tal situación cambia cuando se imponen definitivamente las AUC. 350 Hay que advertir, que no se trata sólo de ausencia o debilidad del Estado, sino también de estrategias de control territorial y poblacional auspiciadas por el propio Estado, cuando no ha sido éste quien directamente ha criminalizado a los pobres urbanos de las comunas. 351 Esta imagen tipológica sobre los diferentes tipos de soberanías o de territorialidades producidas por la dinámica del conflicto político armado interno en los últimos 15 años, ha sido puesto de presente por varios estudiosos de la guerra en Colombia, en la que destacan las soberanías estatales, las soberanías contra-estatales, las soberanías para-estatales y las soberanías o territorialidades en disputa. La creciente urbanización del conflicto armado desde la década de los 90s, proyecta una imagen de soberanías fragmentadas en algunas ciudades del país, que se ejemplifican en Medellín bajo esta imagen de las soberanías fragmentadas. Para una aproximación más directamente relacionada con la Comuna 9, confróntese la Monografía para optar el título de abogado: HERRERA FLÓREZ, Juan Alexander. Soberanía, Criminalización y Control Punitivo No Institucional en los Barrios Marginales de Medellín: el caso de la zona centro-oriental. Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Universidad de Antioquia. Medellín. 2003.

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controlando y regulando las actividades económicas, muchas de las cuales están sujetas al cobro de “impuestos de seguridad” o vacunas, especialmente sobre los comerciantes del sector y los transportistas, o ejerciendo el monopolio sobre otras como, por ejemplo, el expendio de drogas y licor y las casas de juego, igualmente interviniendo en los conflictos intrafamiliares o entre vecinos, o prohibiendo ciertas pautas de comportamiento individual relacionadas, por ejemplo, con la vestimenta, o ejerciendo control estricto sobre las entradas y salidas de los pobladores o extraños en el territorio o hacia otros territorios, o imponiendo horarios para determinadas actividades, imprimiendo de esta manera un carácter adicionalmente totalitario al dominio.

Este tipo de dominación, coercitiva, autoritaria y totalitaria, pese a que oferta algunos bienes colectivos de legitimación, como la “seguridad”, el control sobre el robo y la delincuencia menor, la regulación de conflictos intrafamiliares y vecinales, la realización de algunas obras de beneficencia comunitaria y en algunos casos actividades comunitarias deportivas y recreativas, con lo cual obtienen algún grado de reconocimiento y respeto entre sectores de la población, en lo fundamental esta dominación pone a los pobladores en situaciones de constreñimiento real.

Es verdad que muchos de estos poderes, como los que se ejercieron en los territorios de la parte central y baja de la comuna, no vienen de “afuera” y tienen arraigo y reconocimiento en las comunidades y territorios donde se ejercen, especialmente aquellos que corresponden a la situación de soberanías transitorias, pues sus detentadores –generalmente muchachos jóvenes que hacían parte de combos y galladas- proceden a menudo del mismo territorio y han estado presentes de alguna manera en la tradicional vida de barrio; sin embargo, por estar inscrito en una dinámica permanente de guerra y de confrontaciones y por su propia fragilidad, estos poderes descansan ante todo en la capacidad intimidatoria que reporta la posesión de las armas y el conjunto de normas coercitivas sobre la población. En situaciones de soberanías superpuestas o de disputas ininterrumpidas entre diferentes actores irregulares al mismo tiempo, como en situaciones críticas vividas en los barrios del Ocho de Marzo y Barrio de Jesús, las normas coercitivas tienen un carácter más decididamente criminalizante, intimidatorio y expoliador, y al mismo tiempo más efímero.

Por lo general, la actitud de las comunidades barriales de la Comuna 9 ante estos poderes ha sido la de la “obediencia” o la de la “adaptación” o el “acatamiento”, con todas las restricciones que ello implica para el ejercicio de las libertades y la autonomía de sus miembros. Sin embargo, más allá de las situaciones de miedo, zozobra y obediencia, producidos por la dominación casi absoluta y totalitaria de los actores armados, las comunidades barriales de la Comuna 9 han desarrollado un vasto espectro de experiencias de resistencia civil no armada frente a los poderes armados irregulares establecidos en sus territorios. Algunas de estas experiencias han permanecido ocultas a los ojos no sólo de los propios dominadores, sino también de muchos estudiosos de la dinámica social comunitaria de las comunas populares de Medellín. Una de las razones adicionales por la que nos interesa sacarlas a la luz en esta investigación.

El carácter discreto, sutil, simulado, y en todo caso nada espectacular ni épico, que ha caracterizado estas experiencias, ha hecho que igualmente se les subestime en su eficacia y en su potencial para mantener, bajo condiciones extremas de dominación, la dinámica colectiva barrial y coadyuvar a la transformación de la situación de dominio y violencia prevaleciente. Su estudio muestra, por el contrario, que en muchas oportunidades estas acciones colectivas de resistencia civil no armadas

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han sido determinantes para el colapsamiento de tales poderes y siempre han sido decisivas para la permanencia de la comunidad como sujeto colectivo y punto de referencia de sus respectivos miembros. Esta es una de las hipótesis que intentamos fundamentar aquí con la presentación de estas experiencias barriales de resistencia civil no armada en la Comuna 9. Pese a que el desarrollo relativo del tejido organizativo barrial de la comuna incide para que las experiencias de resistencia realizadas en este territorio de la ciudad hayan sido menos prolíficas y orgánicas que las desarrolladas, por ejemplo, en las comunas 8 y 13352, tales experiencias han sido significativas y han jugado un papel muy valioso en la autoconstrucción societal y en la resistencia a los micro-poderes armados en la comuna y a la exclusión social.

Muchas de estas experiencias de resistencia civil no armadas aquí exploradas, especialmente las correspondientes a los sectores más periféricos de la comuna y de reciente creación, como los barrios Ocho de marzo, Pablo Escobar, Caunces de Oriente y Caunces 1, tienen su origen en los procesos comunitarios y organizativos que dieron origen a sus barrios a mediados de la década de los 80s, experiencias en sí mismas de resistencia frente a la exclusión socio-espacial y por el derecho a la ciudad. Estas historias compartidas representan un acumulado social e histórico que dotan a sus miembros y a sus líderes de un fuerte sentido de identidad y de pertenencia comunitaria, reactivado y actualizado cada vez que en situaciones extremas, como las vividas más tarde bajo dominación y control de los actores armados, necesitan recuperar para sí la vida comunitaria, las libertades y la autonomía de sus miembros. La cercanía en el tiempo de estos procesos ha posibilitado que los lazos de solidaridad y los liderazgos originarios jugaran un papel central en las experiencias recientes de resistencia civil no armada en estos sectores barriales.

Más rutinaria, la vida barrial comunitaria en los barrios El Avila y Gerona ha jugado un papel menos relevante. Pasado el ciclo de construcción urbana, y ya distante en el tiempo los procesos comunitarios fundacionales del barrio, la comunidad y sus líderes han sido más parsimoniosos y, quizás, menos sensibles frente al apremio de la violencia y la confrontación armada. Esto podría explicar, en parte, la relativa soledad de quienes han tomado la iniciativa para desencadenar procesos de resistencia civil no armada en estos barrios y el escaso acompañamiento comunitario a algunas de las acciones convocadas, no obstante los frutos arrojados por la obstinada persistencia de algunas lideresas del sector, tal como lo mostraremos más adelante.

Vamos a presentar enseguida seis experiencias barriales de resistencia civil no armadas, una de ellas realizadas en la parte extremo-oriental de la comuna (barrio Ocho de Marzo), marcada por un contexto de conflictividad y violencia protagonizadas por guerrillas, bandas y paramilitares, muy distinto al de todas las demás; y las otras cinco realizadas en la parte central y baja de la comuna, en las que la confrontación y la dominación de bandas y paramilitares, marcan el contexto.

El eje y referente central de la exploración es la organización comunitaria barrial, llámese JAC o Comité Cultural o Cívico, pues partimos de considerar que las formas y expresiones más 352 No es el caso entrar ahora a establecer las razones de ello, sin embargo a manera de hipótesis podrían enunciarse algunos elementos de explicación: la menor politización de izquierda de sus organizaciones, la escasa presencia de ongs en su desarrollo organizativo, el peso predominante de las juntas de acción comunal en el tejido organizativo y el salto de la experiencias de dominio de bandas al dominico paramilitar sin conocer por un tiempo prolongado la experiencia de los actores armados de las guerrillas.

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significativas de resistencia civil no armadas en los barrios tuvieron como referente clave la organización comunitaria, asi la organización social popular que en su momento desarrolló tales experiencias de resistencia no haya sido la que tradicionalmente haya representado a las comunidades barriales; recuérdese que en muchos casos (como también lo mostraremos) los liderazgos reconocidos y las tradicionales organizaciones barriales fueron desterrados, criminalizados o cooptados por los actores armados irregulares. En otros casos, tomaremos como referencia el trabajo comunitario realizado por líderes o lideresas, que si bien en algunas circunstancias actuaban casi a título personal nunca rompieron los vínculos y las relaciones con las organizaciones comunitarias y sus viejos liderazgos. Es en consideración a este aspecto metodológico que nos hemos detenido al comienzo sobre las vicisitudes iniciales para identificar organizaciones comunitarias claves en cada una de las territorialidades consideras en la investigación.

Procederemos presentando inicialmente el origen de la organización comunitaria o la trayectoria de su liderazgo, intentando dibujar de manera breve el contexto de luchas y de acciones colectivas que le dieron origen; enseguida, presentaremos para cada experiencia particular, resúmenes de micro-contextos territoriales actuales, una especie de telón de fondo sobre el que se actúa, desde el que se actúa y que así mismo actúa, sobre las experiencias concretas de resistencia civil no armadas. La recreación de cada uno de estos micro-contextos territoriales es importante efectuarla puesto que por lo general sólo a partir de ella las prácticas de resistencia civil no armadas cobran pleno sentido y se llenan de contentido. Posteriormente, presentamos algunas de las acciones colectivas de resistencia más relevante, que hayan marcado de alguna manera la dinámica barrial, que hayan incidido de manera determinante en el cambio del contexto o en el proceso de configuración del actor colectivo, para cada experiencia comunitaria barrial; aquí intentaremos, con sentido crítico, valorar los alcances y limitaciones de cada una de estas experiencias. Al final, presentamos algunas conclusiones en las que destacamos los aspectos teóricos y fenoménicos más relevantes arrojados a la luz de los objetivos de la investigación.

En esta presentación, intentamos, en lo posible, darle todo el espacio a la voz directa de los actores, sin claudicar ante sus percepciones. Es por ello, que buena parte de los relatos, descripciones o valoración de situaciones, tienen casi siempre respaldo en la intervención de los actores, para lo cual nos hemos apoyado en las entrevistas semi-estructuradas y en profundidad, concertadas y efectuadas previamente con cada uno de los líderes y lideresas entrevistados. Hubiéramos deseado ampliar y enriquecer esta aproximación etnográfica a través de un taller de discusión con líderes de la comuna, pero la asistencia al mismo limitó los objetivos previstos. Veamos entonces cada una de estas experiencias.

Junta de Acción Comunal-Barrio Ocho de Marzo Indagar por la resistencia civil no armada en el Barrio Ocho de Marzo, sus dinámicas y modalidades en los años comprendidos por esta investigación, implica evocar algo de su historia, de sus liderazgos y organización social, la forma como sus pobladores han construido el territorio y el proceso por medio del cual este territorio -ubicado en la parte alta y extrema oriental de la Comuna 9, en los límites con el corregimiento de Santa Elena-, se convirtió en lugar de disputa entre diferentes actores armados ilegales en la ciudad desde su misma fundación en 1984. Aquí sólo los

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indicaremos de manera breve como elementos de antecedentes y de contexto actual de las experiencias de resistencia civil no armada de sus pobladores. Como suele ocurrir con el origen de muchos barrios populares de Medellín durante la llamada “segunda colonización urbana”, el Barrio Ocho de Marzo se origina tras una lucha de resistencia de sectores excluidos por apropiarse de un espacio en la ciudad, a través de la invasión de una de las empinadas laderas adyacentes a la carretera que conduce al corregimiento de Santa Elena a finales del año 1984. Y como muchas otras, antes y durante los años ochenta, “esta invasión fue tumbada por la policía”, que era la forma como normalmente las administraciones municipales de turno respondían a los reclamos de las comunidades populares por un lugar en la ciudad. Luego de intensos meses de negociaciones, de “ires y venires”, de consultar aquí y allá, en mayo de 1985 se dio origen oficial al Barrio Ocho de Marzo, producto de la concertación entre el propietario de los terrenos invadidos, la Administración Municipal y el Comité Cívico en representación de la comunidad. Pero el reconocimiento oficial del Barrio sería sólo un primer paso de una serie de ciclos casi ininterrumpidos de resistencias y de lucha desarrolladas por sus pobladores a lo largo de más de veinte años de su fundación. La resistencia apenas comenzaba. Luego vendría el desafío de construir urbanísticamente el territorio por sus propios medios y con sus propios recursos, pues con el reconocimiento oficial por parte del gobierno municipal no vino el apoyo y el acompañamiento para la dotación urbana del barrio, por el contrario, el Estado se afirmaba en su tradicional ausencia de la periferia de la ciudad; es así como, sus propios moradores se dan a la tarea de construir andenes, senderos, viviendas, todo ello realizado a través de convites y muchas otras formas de trabajo comunitario. Con todo este proceso y la necesidad de dotar a la organización social de personería jurídica, el Comité Cívico se transforma al poco tiempo en Junta de Acción Comunal (JAC), que desde entonces congrega a sus líderes. La conversión se hizo no sin reparos de algunos líderes, “debido al desprestigió de las JAC, no creíamos en las JAC, no se creía en la personería jurídica”.353 Sin embargo, “más adelante se inició la acción comunal y se lograron proyectos, desde 1986 la organización comunal ha funcionado hasta el día de hoy”. A sólo dos años de fundado, los pobladores del barrio Ocho de Marzo deben resistir otra amenaza de desalojo.

“A finales del 87 hay una alta lluviosidad en Colombia y eso origina que en la carretera a Santa Elena aparezcan unos puntos críticos como derrumbes en la vía, entonces esto origina que al frente del barrio se hunda la carretera, entonces ya aparece la Administración (Municipal) diciendo que hay que sacarlos de ahí por ser de alto riesgo, entonces toca organizarnos para defendernos de la arremetida del gobierno, entonces nos toca organizar esa primer resistencia contra el Estado por desalojarnos de nuestras tierras después de llevar dos años de estar viviendo ahí”.

Mientras tanto, durante esos dos primeros años tuvieron que encarar, además, la lucha por la dotación de servicios de agua y luz: 353 Mientras no se indique algo diferente, todas las citas entre comillas corresponden a entrevistas con líder de la comunidad realizada en febrero de 2008.

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“El barrio era muy unido, estábamos en la urgencia de conseguir los servicios públicos, porque estaba recién creado. Nos tocó organizar otra forma de resistencia y era la resistencia por obtener esos servicios públicos ya que la Administración decía que ahí no se podía invertir por ser zona de alto riesgo. Lo que siguió de nosotros mismos fue hacer un acueducto empírico, siguió luego el servicio de la energía, no queríamos que la gente se pegara de los postes sino que se recogieron fondos y mandamos a una persona a comprar cables, los conectamos del contador de energía de Santa Elena y los repartimos por todos los frentes de las casas y cada uno se pegaba del cable del frente de su casa, pero la luz era muy deficiente, con decir que una arepa se demoraba una hora; así nos mantuvimos hasta que empresas públicas nos colocó la energía. El agua fue después; como el agua estaba demoradita entonces participamos en los pesebres navideños en un concurso que promocionaba Desarrollo Comunitario, y el barrio se dio a la tarea de construir su casa con lo que fuera, cartón, fieltro, madera o lo que sea, ese fue el pesebre de esa época y nos ganamos el premio de alrededor de 2 millones de pesos para ser destinados a una obra, nos reunimos con la comunidad y decidimos que esos 2 millones de pesos los íbamos a invertir en el acueducto, se presionó la administración y se le dio continuidad al acueducto, se construyó un kilómetro arriba del barrio. El agua la traemos de la quebrada y se distribuye por el barrio con tanques”. Encadenado a lo anterior, “nace la otra resistencia de cómo conseguir la pavimentación del barrio para ir construyendo senderos, se le propone a la Administración que nos dé los materiales, nosotros mismos comenzamos a construir, en la mitad del barrio le construimos un peatonal, allí participaban hasta 100 personas, todo el mundo trabajaba, niños, madres, etc., así rápidamente se pavimentó el barrio”.

En esta pequeña historia de luchas y de resistencias protagonizadas por estos pobladores se encuentra proyectada a la actualidad toda una riqueza de experiencias, de saberes, de reconocimientos, de identidades y de liderazgos, la cual incide de manera fundamental en la configuración del contexto y las condiciones de posibilidad de la resistencia de sus pobladores. Lo más destacado aquí, consiste en que tales procesos de resistencia articulados a la fundación y construcción del barrio, genera entre la comunidad fuertes lazos de solidaridad, mucho sentido de pertenencia, fortalecimiento de la organización social y un reconocido liderazgo comunitario, que perdura hasta hoy, pese a las interferencias producidas por los efectos del conflicto armado escenificado en su territorio a partir de la década de los 90s. En los años 90s, el Barrio Ocho de Marzo no fue la excepción a la situación de violencia y criminalización generalizada que vive la ciudad de Medellín. Desde la invasión fundacional en 1984 se instaló en sus alrededores un “campamento de paz” de las guerrillas del M-19354, que despareció con los primeros embates de la policía contra los pobladores, tal como nos lo relata uno de los líderes comunitarios:

“(…) ya en Villatina tenían un campamento y vinculan unos cuadros a lo que hoy se llama el Ocho de Marzo para que lideraran el proceso, estos comienzan a hacer un proselitismo político revolucionario en la zona y origina que la policía tumbe las casas. Algunos guerrilleros son detenidos y abandonan la lucha”.

Sin embargo, es propiamente en los 90s en los que el eje de la confrontación armada y la violencia empiezan a configurar el contexto de acción de la comunidad y de sus líderes y a determinar el tipo

354 Los “campamentos de paz” surgen en los marcos de la política de diálogo y paz adelantada por las guerrillas del M-19 con el gobierno del Presidente Belisario Betancurt (1982-1986).

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de acciones colectivas de resistencia de manera ininterrumpida hasta el 2006. En esta década se establecen bandas delincuenciales vinculadas al tráfico de drogas, al robo y al atraco, milicias urbanas como las 6 y 7 de Noviembre provenientes de La Sierra y guerrillas del ELN, que durante todos estos años protagonizaron enfrentamientos por el dominio del territorio, en el que “las balaceras son horribles”. A diferencia de otros barrios de la Comuna 9, la violencia que se despliega en el Ocho de Marzo proviene de actores externos al territorio y a la comunidad, prácticamente sin ningún arraigo social, lo cual incide sobre el carácter precario e intimidatorio de su dominio y el poco apoyo brindado por la comunidad.

“Esos fueron años difíciles, es el tiempo de la proliferación de los grupos al margen de la ley, a este barrio desde su fundación lo perseguían grupos de extrema izquierda por ser barrios que quedan en la periferia para ir haciendo un cerco hacia la ciudad, a pesar de que no nos gustaban esos grupos se les dijo que no eran bienvenidos, fue una lucha que con el tiempo perdimos porque hicieron nidos en barrios vecinos, así fueron como llegaron a nuestro barrio haciendo requisas, a matar muchachos viciosos, entonces empiezan a hacer un nido, a algunos de los habitantes les parecía correcto, algunos les daban comida, vivienda y así fue como fueron cogiendo una fuerza que después es devuelta hacia el barrio. Empiezan a apoderarse de la voz del barrio…entonces estos grupos se pelean por el poder, por el control de las zonas y terminan enfrentados entre ellos mismos, las milicias 6 y 7 contra los elenos”.

De esta contienda entre actores armados irregulares, terminan imponiéndose las guerrillas del ELN hasta el 2002, cuando son desalojados por las AUC. Durante ese tiempo las guerrillas del ELN ejercieron su dominio y control sobre la comunidad, apoderándose incluso de la JAC, cuyos líderes son intimidados y removidos de sus cargos, “luego se meten con la JAC, empiezan a decirme cómo actuar, cómo pensar, entonces decidimos parar, me reuní con su comandante y le propuse entregar la junta, nosotros no peleamos con ellos, pensamos que con el tiempo iban a desaparecer si no le hacíamos oposición”. Este dominio fue siempre muy frágil y gozaba de poca legitimidad entre la población, ya que estuvo basado principalmente en el poder de intimidación y la amenaza que reporta la posesión de las armas de los milicianos, aunque tuvo en sus inicios cierto apoyo de miembros de la comunidad por la provisión de seguridad y el control sobre las drogas. Con el tiempo, la precaria legitimidad de la que gozaba se fue erosionando por el abuso en el cobro de vacunas y la zozobra que representaba la amenaza de incursión de otros actores al territorio. En el 2002, las guerrillas del ELN son desalojadas por las AUC, tras una previa incursión violenta efectuada por organismos de seguridad del Estado (Policía, Ejército, Gaula y encapuchados) que causó mucho dolor y violación de los DDHH entre sus moradores,

“ya para finales de los 90 el gobierno decide perseguir estos grupos y entra una fuerza de policía, civiles, encapuchados a buscar a los muchachos, recorrían todo el barrio, los tiraban al piso boca abajo, el ejército hace esto buscando a los muchachos, pero entonces castigan a todo el barrio…llegaron al punto que sacaban a todo el barrio a la carretera y contra el piso, nos decían que éramos guerrilleros, mujeres embarazadas ultrajadas355… y es así como logran debilitar estas

355 Estos actos de violación a los DDHH de los moradores del Ocho de Marzo fue denunciado ante organismos defensores de DDHH, Ongs y la prensa local. “En un caso que hicieron eso, me tocó confrontar la fuerza pública porque estaba violando los DDHH, acción que fue secundada por los muchachos que estaban en el piso. Se llevaron a mucha gente para el Seminario, allá les decían que los que estaban comprometidos en el conflicto salieran al frente o les iba

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milicias…cuando (en 2002) se entran las autodefensas, los sacan a bala, luego entra el ejército, hace una recogida y los debilitan, pero luego las autodefensas son las que dominan el territorio, pero luego son ellas las que se enfrentan entre ellos, las AUC usan otra estrategia distinta, recogen todas estas bandas y las vinculan a las autodefensas, los arman y se toman todos estos barrios, a finales de los años 90 estos barrios son tomados por las autodefensas, el barrio La Sierra es tomada por el Bloque Metro, en el Ocho de marzo pasa algo similar”.

En abril de 2003, finalmente, tras la derrota del Bloque Metro a manos del Bloque Cacique Nutibara, el dominio de este último se consolida en el barrio Ocho de Marzo y en toda la Comuna 9.356 Durante su incursión y consolidación, el dominio de las AUC es ejercido

”(…) a punta de bala, de masacres, de amenazas… A mí me tocó ver la entrada de estas autodefensas al barrio, en donde tocaban una puerta y abrían, los mataban indiscriminadamente”. El dominio de este nuevo actor no cambia para nada las condiciones de seguridad y de zozobra en que vivía la comunidad, “durante esos dos años la gente seguía intimidada porque las AUC no se diferencian en nada a la guerrilla, someten igual que la guerrilla, aunque su fin es otro porque supuestamente la guerrilla es la toma del poder y de las AUC es acabar con eso, pero no se diferencian en nada en cuestión de violencia”.

Particularmente muchos líderes comunitarios sufrieron la persecución y el estigma de “guerrilleros”, y la confianza entre la comunidad, que era uno de los valores mejor consolidados durante los años anteriores, se vio resquebrajada por medio del “chisme” y el “run-run”, que costó la vida a muchos miembros de la comunidad o puso en peligro a otros. Este entrevistado, por ejemplo, relata que:

“cuando llegan las AUC empiezan los chismes sobre una señora que le colaboraba a la comunidad con la entrega de unos refrigerios, y se le empieza a acusar de que robaba, etc., entonces las AUC van a matarla, ella corre hacia mi casa, se esconde y llega un señor con revolver en mano y yo lo que hago es dejarlo entrar, entonces él llegaba con odio, logro entablar comunicación con él explicándole que era una norma lo que ella manejaba, que ella estaba cumpliendo con su deber, pero él la acusaba de guerrillera y como a la hora el tipo se fue con su rabia descargada”.

La JAC no corre mejor suerte que en la época de dominio del ELN, sus miembros fueron muertos o desterrados del barrio, pasando a control de los nuevos dominadores.

peor y ellos ya sabían quiénes eran. Algunos salieron y otros no y con lista en manos les decían: aquí está Usted, y les iba peor. Al otro día de este incidente me llaman estos muchachos y me dicen: venga, tiene que hacer una denuncia de estos hechos; yo con mucho gusto lo hago porque fue una violación pero no le pongo mi nombre, yo lo hacía pero firmaba la comunidad en general…había que protegerse”. Participación de líder comunitario del 8 de Marzo en el Taller con líderes de la Comuna 9 realizado en abril de 2008. 356 “El 1 de abril de 2003 fue la última batalla que tuvo el Cacique (BCN), una bala le sacó un ojo a un nieto mío y ya hacía 4 años había herido a la mamá también otra bala perdida. Secuelas de la guerra. Allí concluye la guerra entre el Cacique y el Bloque Metro; el Cacique se apodera de La Sierra y el 8 de Marzo y empieza a condicionar una cacería de brujas a los ayudantes de la guerrilla”. Testimonio de líder comunitario en el Taller con líderes de la Comuna 9 realizado en abril de 2008.

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“Fue muy difícil ese tiempo porque ellos siempre tratan de ejercer dominio sobre los líderes comunales…Un muchacho, que era el que organizaba les dice a las AUC que él quiere seguir con ellos, pero al otro día lo matan por ser un informante y así siguen cayendo muchachos”.

Desde que se implantó el dominio y control armado por parte de guerrillas y paramilitares en los años 90s y comienzos de la década del presente siglo, puede decirse, que la comunidad del barrio Ocho de Marzo y sus líderes han desarrollado y sostenido frente a los primeros una actitud de resistencia casi ininterrumpidamente y bajo una misma modalidad, aunque con expresiones variadas según las circunstancias, y a veces plagada de ambigüedades y contradicciones, como veremos enseguida. A continuación, mostraremos algunas de estas expresiones o acciones colectivas más relevantes, seguidas luego de un intento de interpretación del sentido de las mismas, que no siempre se hace manifiesto. Ya indicamos arriba cómo una de las características centrales del contexto de la dominación en el barrio Ocho de Marzo, ejercida tanto por el ELN como por las AUC, es que éste se ejercía básicamente a través del poder intimidatorio de las armas y que la comunidad se sentía intimidada y atemorizada frente a su dominio, y, así mismo, cómo sus líderes naturales, surgidos de años de resistencia y de compartir una vida en común, fueron sustituidos por líderes artificiales impuestos por los propios actores armados. Ante este cuadro, que vulneraba el ejercicio de la libertad y la autonomía y ponía en riesgo la propia existencia física de la comunidad, sus líderes, prácticamente desarticulados de la JAC, empezaron a realizar formas de resistencia civil, que conjugaba así mismo varios elementos, muchos de ellos inconcientemente, que sólo con el tiempo y los resultados producidos se hicieron concientes. Entre estas acciones de resistencia cabe destacar la celebración de fiestas comunitarias y el aniversario del barrio cada Ocho de marzo. “Nosotros seguíamos juntos y sabíamos lo que hacíamos, nosotros celebrábamos el 8 de marzo”. En medio de la zozobra y el miedo, estos eventos permitían el reencuentro de la comunidad consigo misma, renovar los lazos de solidaridad y de vecindad construido por años, reestablecer el diálogo y poner en común experiencias de vida individual y colectiva relacionadas con la situación de violencia y control armado, allí la gente afirmaba sus lealtades comunitarias y se fortalecían los referentes de identidad comunitaria. Por otro lado, les permitía a los líderes renovar el contacto directo con su gente, infundirle confianza y recrear su reconocimiento como líderes comunitarios.

“Éstas fiestas eran la única forma de integrar a la comunidad, así manteníamos ahí lo que no poseíamos, porque a pesar de que no teníamos el poder ahí estábamos porque la gente nos seguía creyendo y le decíamos a la gente que ahí estábamos, que seguíamos. Más adelante algunos líderes son catalogados como miembros de la guerrilla”. Estos eventos permitían, además, socializar informaciones sobre el desarrollo de algunas actividades barriales y gestiones ante organismos gubernamentales, “dábamos algún mensaje, algún logro como el bachillerato nocturno, comentábamos lo nuevo que habíamos logrado, hacíamos un recuento de la historia del barrio, eso lo hacíamos y lo seguimos haciendo. Después de las fiestas de aniversario las cosas volvían a la calma, ellos seguían con su dominio”.

Pese a que, en general, los actores armados irregulares no impedían la realización de estas actividades comunitarias, de todas maneras para poderse realizar debían pasar primero por una

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negociación con ellos en la que no siempre terminaban imponiéndose los actores armados. Algunas veces interfirieron estas fiestas y hostilizaron a sus líderes, dependiendo de “la calentura del barrio” y la situación del entorno inmediato, relacionada casi siempre con la amenaza de otros actores de afuera. Sin embargo, estos roces se convertían en la oportunidad que los líderes aprovechaban para reafirmar su legitimidad comunitaria, su autonomía y su distanciamiento del dominio y control de los actores armados y afirmar su convicción en el diálogo como una manera de ejercer resistencia y una vía para resolver los conflictos.

“A veces se metían e interrumpían la fiesta, pero nosotros utilizábamos el diálogo, esa es una resistencia que no es muy pública, es una resistencia que sabía para dónde iba con una orientación política…Cuando el barrio cumplió 10 años pensé en realizar una integración; en una asamblea me aprobaron gastarme 700.000 pesos para contratar mariachis, artistas de la zona, etc.; pero existía el peligro de cómo gastar la plata, se formó un comité para ver cómo pagarles a los artistas. Luego llegó otro comandante al que le dio por hacerme un juicio, le dijimos que la acción comunal era independiente de ellos y que nosotros no nos reuníamos con ellos, esto les dio mucha rabia, nos encerraron en una casa, se les explicó que nosotros no queríamos nada con ellos y entonces nos acusaron de robarnos la plata, entonces ya nosotros entramos a demostrar que eso no era así, que el barrio mismo lo había autorizado, que era mentiras, y eso nos salvó de ese juicio”.

Una situación similar se vivió a los cinco años,

“cuando celebramos los 15 años apareció el comandante de las milicias, empieza a llamarme y a preguntarme qué hacemos y me dice que por qué organizábamos fiestas sin invitarlos, me dijeron que en esas celebraciones los ponían en peligro por no saber quiénes venían. Hablábamos con el Presidente de la Junta (de Acción Comunal) que era un muchacho de ellos, pero que era del barrio. Habían unos que manejaban la parte cívica y otros la militar, así ellos se enojaran nosotros hacíamos nuestras fiestas”.

En circunstancias de miedo extremo e intimidación como las que vivieron los moradores del barrio Ocho de Marzo bajo el dominio del ELN primero y las AUC después, algunos líderes optaron por la adulación y el elogio fingido a los actores armados o por la colaboración aparente por parte de sectores de la comunidad, sin que en uno u otro caso se reconociera autoridad moral alguna a los actores armados, ejerciendo una suerte de “discurso público” de los dominados, según lo ha analizado Scott. Más allá de los efectos paralizantes del miedo generalizado, para estos líderes y sectores de la comunidad, estaban en juego la defensa de la vida y la dignidad humanas, que se expresaba en estas actitudes de resistencia, a través de la simulación de obediencia y de colaboración, sin ceder en los requerimientos de legitimidad de los dominadores. Se trata de actitudes y de comportamientos de resistencia estratégicos, pero muchas veces inconscientes, reactivos, espontáneos y arriesgados, incluso al margen o en contradicción con las propias recomendaciones de los líderes.

En el Taller realizado con los líderes y lideresas de la Comuna 9, uno de ellos del barrio Ocho de Marzo, percibe estos comportamientos como actitudes de resistencia, a pesar de su aparente connivencia con el poder y los dominadores:

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“Cuando los actores (armados) aparecen, a la gente le da miedo, éste es inhibitorio y castra un montón de ideas y proyectos porque tienen miedo de actuar. Entonces eso origina que se den varios tipos de reacciones. Por ejemplo, hay unos que creen que llevándole la corriente a ellos...creen que se van a sentir protegidos no involucrándose con ellos, pero reconociéndoles algunas virtudes, y la gente descubre en el miedo que hay un punto en el que pueden convergir con ellos y en estos se apoyan con los actores armados, que más adelante resultan involucrados cuando aparecen los otros actores; pero la gente se las ingenia, cómo hago para defender mi vida? Nosotros como líderes tratamos de trazar políticas, pero la gente se defendía tratando de buscar los puntos de convergencia con los actores armados, entonces habían unos que hacían tamales para ellos, otros les daban dormida, sin estar inmersos en ese problema, trataban de buscar la protección de la vida de ellos, entonces eso es un tipo de resistencia que se da”.

Este mismo líder, evocando un pasaje de la historia antigua de Roma, en el que Claudio ante la inminencia de la muerte a manos de Calígula, se inventa a través de la adulación un tipo de resistencia,

“que uno la marca aquí (en referencia al barrio Ocho de Marzo), le dice: ‘cómo estás resplandeciendo…pareces un dios’, entonces le perdona la vida para que fuera a atestiguar a Roma que era dios, como mecanismo de resistencia o de defensa en este caso… Entonces la gente utilizaba esto en estas zonas para proteger su vida, porque si no lo hacían los mataban; aunque los actores casi no se metían con la población civil, si uno se equivocaba en el manejo del lenguaje con ellos ponía en riesgo su vida…Entonces vemos cómo esta gente se ingeniaba un montón de cosas para hacerle resistencia al conflicto…entonces hay que mirar ese mecanismo de defensa, de resistencia, de no oponernos a la idea de ellos…qué hacen ellos cuando cogieron el barrio, lo que hicieron era robárselo, lo volvieron nada, entonces la gente vieron esto y tiene la oportunidad de meter en una balanza lo que hacen ellos y lo que nosotros hacemos, porque a nosotros nos tocó una etapa muy bonita, de la época de los convites hasta con 100 personas de los convites, para hacer las calles, los acueductos…entonces eso nos mantenía muy unidos y hay una identidad de barrio muy buena y hasta de liderazgo”357.

Por otra parte, “fuera de escena”, los líderes y sectores de la comunidad construyen “espacios sociales” de resistencia y de reencuentro en los que recrean una suerte de “discurso oculto” frente a los actores armados irregulares, complementarios con las fiestas y encuentros comunitarios.

“Hasta hace poco teníamos un ícono del barrio que era un ‘kioskito’ y allí nos reuníamos los viernes y sábados a jugar parqués, tomar guarito y hablar sobre el barrio, lastimosamente el dueño del local murió, le decíamos ‘parranda’, ese fue el punto de encuentro…Hay otro sitio que es de unos negritos que venden pescado y la gente del barrio se reunía ahí a bailar, le terminamos diciendo ‘la setenta’, ese es otro ícono de encuentro del barrio. Había también un billarcito, la escuelita y otras partes pero no más”.

357 Testimonio de líder comunitario del barrio Ocho de Marzo, en el Taller con líderes de la Comuna 9 realizado en abril de 2008.

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Estos “espacios sociales” no fueron precisamente lugares en los que se pudiera hablar con vehemencia y con toda la palabra358, pero posibilitaban el reencuentro, el vínculo comunitario y el ejercicio del diálogo, de la conversación entre sectores de la comunidad y sus líderes, allí “las conversaciones más comunes eran sobre la violencia del barrio y cosas así, pero así como grupos de choque nunca porque yo estoy convencido que las cosas buenas tienen que salir a flote”. Estos lugares de encuentro comunitario, se convirtieron también en lugares de contacto con agentes externos de la comunidad, especialmente con líderes políticos y sindicales de la ciudad. En estos espacios sociales del barrio Ocho de Marzo los dominadores podían extender sus oídos y su mirada a través de los “niños parlantes”, quienes estaban atentos a las conversaciones de los adultos en tiendas y sitios públicos, para llevar información a los jefes de los grupos armados. Los “niños parlantes”, a contrapelo de su función, dan cuenta de la existencia de una trama narrativa y de una conversación que fluía por el entramado social de la comunidad a espaldas o subrepticiamente, sin dominio ni control de los actores armados, quienes requerían interferirlo de alguna manera.359

“Ellos empiezan a involucrar a los muchachos menores de edad…donde esos grupos mandan a los muchachos a escuchar lo que están hablando las personas, uno estaba hablando tomándose los aguardientes, en la tertulia, cuando de pronto termina con unos muchachos poniendo cuidado, entonces la gente empieza a detectar eso y dice pilas”, obligándolos a utilizar muchas veces un lenguaje cifrado.

Pese a estos oídos y miradas del poder, tales espacios no perdieron su vitalidad ni su función como espacios sociales de encuentro y de resistencia de la comunidad. En estos lugares, como en las fiestas de aniversario, se recreaba la vida, la trama y el vínculo social, que eran los nutrientes y, al mismo tiempo, la expresión vivificante de la resistencia a los dominadores; condensaban el afecto, la alegría, el juego y la dicha del encuentro con el otro, en contraste con el peligro, la zozobra y la muerte representada por la dominación armada ejercida sobre comunidad y territorio. Pero, a diferencia de las fiestas, estos espacios sociales no son “puestas en escenas” frente a los dominadores (ELN o AUC), en los que el simulacro y la ambivalencia se mezclan con la comunicación y la gestualidad sincera entre miembros que se reconocen partícipes del común, sino espacios de encuentro, espontáneos y contingentes, de la comunidad y de los líderes consigo mismos, en los que lenguaje y expresión se conjugan de manera vital y transparente. Todo esto, parafraseando a J. Scott, hace parte de su propio arte de la resistencia y de despliegue de la infrapolítica comunitaria. Y aunque se trata de una estrategia desarrollada por los líderes y

358 Dice J. Scott de los espacios sociales en los que se produce y recrea el discurso oculto de los dominados, que son aquellos en que “ya no es necesario callarse las réplicas, reprimir la cólera, morderse la lengua y, donde fuera de las relaciones de dominación, se puede hablar con vehemencia, con todas las palabras”. J. Scott. Op. Cit. 359 La existencia de estos “niños parlantes” confirma, además, el involucramiento sistemático que los actores armados irregulares hacen de la población infantil en su estrategia de guerra, una cuestión, que por lo demás, no es exclusiva de los actores armados en el barrio Ocho de Marzo ni tampoco de Medellín, sino generalizada para todas la territorialidades del país (o del mundo) en conflicto.

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comunidad del Ocho de Marzo en condiciones de dominación extrema, es muy difícil asegurar que respondiera propiamente a un pensamiento estratégico y a un plan preconcebido de resistencia; lo que nos lleva a pensar, que parece más adecuado considerarlo como un proceso que se fue dando inconcientemente y en su desarrollo fue revelando su sentido y adquiriendo su propia dinámica comunitaria. Sin embargo, conciente o inconcientemente, se trató de una estrategia que parecía apostarle, en principio, a dos valores trascendentales, colocados en las antípodas de los valores de la dominación ejercida contra ellos (por lo menos de las de este tipo: efímeras, frágiles e inciertas): el tiempo y la esperanza. Para los líderes del barrio Ocho de Marzo, las acciones de resistencia desarrolladas parecían inscribirse, por un lado, en el albur del tiempo, en el doble sentido encerrado por este último: como tiempo contingente propio de todos los fenómenos humanos (buenos o malos), y como tiempo finito propio del acontecer humano. A juicio de sus dirigentes, esta dominación se desgastaba o se autodestruía tarde que temprano, pues carecía de asideros en la realidad del barrio y de apoyos sociales por parte de la comunidad. Mientras que, por otro lado, parecía basarse en el valor de la esperanza, la que a su vez se fundamentaba en la propia fugacidad de lo humano sometido al rigor del tiempo en el doble sentido antes indicado. Tiempo y esperanza conjugados, delimitaban, en sentido profundo, el campo de acción de la resistencia: más que confrontar la dominación y el poder de los actores armados (percibido como efímero y temporal) había que mantener y fortalecer el vínculo comunitario (percibido como perdurable y perenne). El líder entrevistado parece evocarlo cuando elucubra y contrasta su actitud con la situación presentada entre Hitler y el dominio sobre Ucrania en sus recuerdos de la segunda guerra mundial,

“es algo así como ocurrió con Ucrania y Hittler, entonces nosotros decidimos ceder por un tiempo para luego recuperarlo… Nosotros hacemos una resistencia silenciosa y nos quedamos ahí, el barrio se convierte en una guarida, se esconden guerrilleros, más adelante se atracan taxistas, llegaban a tomar sin pagar, se apoderan de la comunidad. Era como la esperanza de que todo iba a ser transitorio, lo teníamos como claro, que eso no iba a durar mucho porque eso no tiene salida”.

Nos parece importante subrayar esta dimensión algo filosófica y trascendentalista percibida por los líderes comunitarios respecto del dominio transitorio y efímero de los actores armados, puesto que marcaría, no sólo el tipo de actitudes y de acciones de resistencia desarrollados ininterrumpidamente hasta 2006 frente a los actores armados irregulares, sino también el sentido hermenéutico de las mismas. Por ejemplo, respecto de las AUC, dice:

“En el Ocho de Marzo no se ha dado eso (en referencia a confrontaciones contra las AUC por parte de la comunidad), aquí se ha adoptado la política de hacer lo que hay que hacer, de no enfrentar; parece ser que enfrentarlos es peor…Entre 2002 y 2006 la acción de resistencia más importante consistió en permanecer en el barrio, porque optamos por no pelear, por defender su casita, ver cómo quedarme aquí sin perder mi casita. La gente sigue aferrada a sus criterios y pensamientos, pero se piensa más en el diálogo”.

Esta dimensión de la resistencia normalmente aparece acompañada (y reforzada) por otro componente, de carácter exculpatorio, acerca de a quién corresponde la responsabilidad de afrontar la situación de dominación de los actores armados irregulares sobre el barrio Ocho de Marzo,

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“(…)entonces la resistencia nuestra fue la de quedarnos quietos, pensamos que el problema era del gobierno y de ellos, los dirigentes optamos por dejarlos actuar, gracias a ello algunos de nosotros seguimos vivos…Decidimos seguir juntos, seguíamos, conversábamos, nos reuníamos y callados…Teníamos claro que esto era una aventura de muchachos adolescentes y que el Estado nos tenía abandonados, eso era lo que los muchachos hacen, ocupan ese espacio, se apoderan de él y si el gobierno no hace nada, peor sería que nosotros no hiciéramos nada, pero optamos por quedarnos callados, por dejarlos hacer lo suyo”.

Una interpretación de conjunto podría caracterizar este tipo de resistencia civil como pacífica, de fuga continua, pasiva frente al poder (pues, en ningún momento estuvo dentro de su horizonte deshacerse de él por sus propios medios) pero activa frente a la comunidad, aparentemente inmóvil, sutil, silenciosa y colectiva. Mientras los actores armados se movían según la lógica del control territorial y poblacional, los líderes se orientaban según la lógica comunitaria: permanecer e impedir que la comunidad se involucre en la confrontación armada. La estrategia de resistencia y el sentido de la misma, al parecer, arrojaron sus frutos. Por un lado, los actores armados se autodestruían en una guerra sin cuartel, mientras la comunidad permanecía como referente de identidad y de pertenencia; y, por el otro lado, el liderazgo comunitario, si bien se debilitó, tuvo continuidad. Después de la desmovilización de las AUC en noviembre de 2004, el contexto de la resistencia comunitaria cambia, así como también la naturaleza de la misma. Entre estos cambios, se encuentra, por supuesto, la disminución del clima de zozobra y de temor en la comunidad, sin que la intimidación desapareciera, pues si bien buena parte de los grupos desmovilizados de AUC no portaban armas, su presencia y sus antecedes delincuenciales de dominio y control siguen produciendo temor entre los pobladores. Por otra parte, cabe anotar, que la percepción que existe entre la comunidad es que no todos los miembros de las AUC se han desmovilizado, ya que algunos siguen armados, aunque más soterradamente, y vinculados a actividades delictivas relacionadas con el consumo y tráfico de drogas. Según el testimonio de este líder comunitario,

“(…)aunque ellos siguen en el barrio, y a pesar de que dicen que se han desmovilizado, ellos siguen robando, le dan disque ‘la terapia’360 a la gente y ahí sí es cuando pensamos que el Estado es la que debe tomar la autoridad en el barrio. Muchos muchachos de éstos se reinsertan y de verdad quieren salir adelante…El proceso que se vive ahora es que algunos se reinsertan, hay algunos trabajando y no quieren saber más de guerra ni de nada, pero algunos se alían con algunos delincuentes y les dan algunas ventajas como el de llevar armas para sacar las milicias, los dejan tirar vicio, entonces se crea un conflicto entre reinsertados y antiguas bandas por seguir manipulando las plazas”.

La situación se hace más compleja y enrarecida debido a que con la desmovilización, el Estado no asume el control del territorio, sino que lo deja en manos de sus antiguos dominadores, que son las propias AUC.

360 Formas de castigo físico infringido a la gente del barrio con bates de béisbol.

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Sin embargo, además de que con la desmovilización se respira un ambiente menos tenso e incierto, los jefes desmovilizados buscan un acercamiento con los viejos líderes de la comunidad, con el fin de encontrar asesoría para asegurar el control sobre la JAC y concertar y desarrollar con la Administración municipal programas de intervención social. Esta búsqueda de apoyo en los líderes comunitarios da cuenta del escaso arraigo social obtenido por las AUC mientras dominaron la población y el territorio, así como también la procedencia delincuencial de sus jefes y de sus miembros, sin ninguna trayectoria de trabajo con la comunidad. La actitud de los líderes es la de estar abiertos al diálogo y al acompañamiento, siempre y cuando los desmovilizados se disculpen y pidan perdón a la comunidad del Ocho de Marzo por sus crímenes y desmanes en su contra, renuncien a continuar apostándole a la guerra y se comprometen a trabajar por el bien de la comunidad. Veamos cómo es percibida la experiencia de esta nueva situación por los líderes:

“A principios de la reinserción aparece el jefe de ellos que casualmente se encuentra conmigo porque un amigo me lo presenta y dice que tenía muchas ganas de conocerme porque querían un aparato político pero no tenían quién lo controlara porque toda su gente era de violencia y no tenían ningún personal que liderara lo cívico, me decía que me habían recomendado y que sería bueno que trabajara con ellos, entonces yo le dije que es bueno que la guerra terminó y que yo les colaboraba si todo era en contra de la guerra, les dije que si queríamos trabajar por sacar el barrio adelante yo les colaboraba, yo les daba consejo de cómo manejar las cosas y le dije que si ya se había acabado la guerra había que cambiar el trato con los muchachos, entonces yo considero que sin ser parte de eso, podríamos ir vinculándolos a actividades del barrio, entonces comenzamos a decirles qué era una acción comunal, qué hacíamos, etc; eso comenzó alrededor del 2005, hicimos una asamblea y decíamos que no existiera más violencia, esos muchachos pidieron perdón al barrio y eso es lo que se ha tratado de hacer hasta ahora, un cambio, una transición…La acción ahora no tiene nada que ver con las AUC, aunque seguimos trabajando en algunas cosas con ellos”.

Esta nueva situación ha favorecido procesos de mayor participación de la comunidad y la aparición de nuevos liderazgos,

“primero no había quién, por el temor, ahora hay mucha gente que quiere participar, o sea que la situación sí ha ido mejorando en ese aspecto, y yo creo que esto es de tiempo, no sé qué irá a pasar ahora, creo que la cultura de nosotros es seguir conviviendo con ellos (AUC) toda la vida, siempre va a existir los que piensen distintos, pero ahora este es un barrio que trasnocha, donde la gente sale, se ha recuperado ya en algo… Ya se puede hablar con más libertad, sigue el temor, pero uno sabe cómo hacer“.

Este nuevo contexto barrial, aunque transitorio y algo incierto, se ve favorecido, a su vez, por las expectativas abiertas con las nuevas políticas públicas de la Administración municipal hacia los barrios, especialmente por medio de Presupuesto Participativo, que dispone y estimula la participación de las comunidades en la elaboración de propuestas barriales de desarrollo comunitario con la garantía de ser financiados en caso de ser escogidos.

“Durante todo ese tiempo se lograron unas obras para el barrio, ahora con todos los consejos de Fajardo (el Alcalde) de darle alguna participación directa a los líderes comunales, la gente se ha involucrado más, ha participado, se nota un apoyo comunitario, pero también se ven los lagartos que

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son los que se meten para robar plata y conseguir contactos, pero la gente sigue participando, aparecen unas formas de liderazgo dentro de los barrios. Ahora hay una resistencia invisible de no abandonar la lucha, pero sí del pensar en cuándo retomar el poder. Hay líderes escondidos que con las próximas elecciones (de JAC) están volviendo a salir…este proceso es muy importante, porque hay una tendencia de que estos grupos van a tratar de apoderarse de algunos sectores”.

También surgen nuevas formas de organización social, como los grupos juveniles, que curiosamente estuvieron ausentes durante la etapa anterior de resistencia a los actores armados irregulares.

“Aparecen más grupos juveniles y también personas estudiadas que han levantado el espíritu y ahora el barrio cuenta con alrededor de 15 muchachos universitarios y otros ya graduados, entonces ya se está cambiando esa cultura del temor, de la delincuencia, está creciendo una cultura que quiere estudiar, que quiere salir adelante; 15 personas en la universidad ya son muchos por ser un barrio tan pequeño, entonces esos son logros que se van apoyando. Los jóvenes ya participan, conocen, discuten”.

Es claro, que con este nuevo contexto barrial, la resistencia comunitaria en el barrio 8 de Marzo, gira de lo político a lo social, reencontrándose con los acumulados parcialmente interrumpidos tras la irrupción en su territorio de las guerrillas en los años 90s y las AUC posteriormente. La preocupación ahora no está centrada en el dominio y el poder de los actores armados irregulares, sino en las necesidades urbanísticas del barrio como tal y sociales de la comunidad, para superar situaciones de pobreza y exclusión social. En los años 90s se había acordado con el bienestar social realizar algunas actividades de desarrollo comunitario,

“(…)mandábamos a la gente a aprender arte, pero las personas en esa época eran más perezosas. Ahora hay personas que hacen cursos, montan sus empresas, ya hay es falta de liderazgo, de líderes que promuevan lo que hay nuevo; a nosotros nos han regalado 15 ó 20 becas, falta iniciativa…Pienso que se han comenzado a abrir espacios, ya es fácil que muchachos entren al Sena, que aprendan algo, pero no es enseñanza para empleo sino para construir sus propias empresas. Ya la Universidad de Antioquia cobra sólo 1000 pesos por matrícula, ahora hay más oportunidades, hay que buscarlas, en estos barrios la gente no tenía empleo, pero ahora aquí tenemos el CEDEZO donde se capacitan personas”.

En el 2006 elaboran el Preproyecto de producción y comercialización de biodisel, consistente en el cultivo de algas en las terrazas o en los patios, aprovechando los 5 nacimientos de agua de la comuna, luego son exprimidas y mezcladas con aceite de cocina, produciéndose el biodisel; este es un proyecto que existe desde hace varios años y todo ese biodisel lo está comprando TCC para sus carros; el sindicato de EPM les apoya el Preproyecto y un concejal del municipio lo gestiona. También han intentado, aunque infructuosamente, montar un proyecto de cultivo de truchas con los reinsertados. Igualmente, tienen el proyecto de crear una EPS, que atienda las necesidades de salud de su gente, para lo cual cuentan con el ofrecimiento de apoyo por parte de la Universidad de Antioquia, y EPM les donó 30 millones de pesos para que empiece a ser construida en la sede comunal. La realidad y el futuro de esa nueva etapa de la resistencia contra la pobreza y la exclusión que protagonizan los moradores del Ocho de marzo, es todavía muy incierta, cargada más de sueños

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que de realizaciones. Ellos, sin embargo, siguen ahí, pero esta vez no están quietos, sino en movimiento.

Corporación Activos por Nuestro Barrio

Como decíamos anteriormente, muchas de las experiencias de resistencia civil no armadas realizadas por las comunidades barriales y sus líderes en la Comuna 9, se despliegan en el campo de la cultura, es el caso de las acciones realizadas por líderes y sectores de la comunidad del barrio Gerona, en los marcos o por iniciativa de la Corporación Activos por Nuestro Barrio, cuya actividad se desarrolla entre 1998 y 2002.

El contexto de acción de esta Corporación corresponde al dominio de una banda juvenil en disputa por el territorio con otras bandas del sector; es un contexto marcado por la violencia y la intimidación, en el que cunde el miedo y la zozobra entre sus pobladores.

“La gente estaba atemorizada…hacer una huelga de hambre, una marcha no fue posible, a nadie se le pasaba por la mente por el miedo, no sólo de las madres sino de los jóvenes, entonces ellos se morían de pánico, muertos de miedo, no hubo nada, la vacuna se cobraba por igual a negocios y comunidad…todo por pánico, la bandas acá eran muy fuertes, no respetaban nada, muy violentas…demasiado…En ese entonces, lo que los muchachos decían lo cumplían, sin importar nada”.361 La situación, como lo relata esta lideresa, era de pánico, especialmente entre los jóvenes.

Por otra parte, el liderazgo comunitario representado en la JAC por muchos años fue destruido por la acción criminal de los delincuentes; muchos líderes fueron asesinados y otros desterrados del barrio, muchas veces porque estos líderes tenían relaciones con la Administración municipal o con la iglesia, instituciones hacia las cuales las bandas sentían gran hostilidad y resentimientos.

“Ellos no creían en la Alcaldía de Medellín, por eso no veían con buenos ojos el trabajo comunitario…mataron muchos líderes…otros los desterraron…unos se tuvieron que perder, otros se tuvieron que salir por miedo. A los líderes los hostigaban porque la mayoría de los líderes tenían conexiones con las iglesias o con la Administración (municipal)”.

El diagnostico que se hace por parte de los líderes acerca de las causas que motivaron la presencia de las bandas es muy similar al que hacen otros líderes de otros sectores de la comuna y la ciudad: la falta de oportunidades de empleo y educación para los jóvenes y el abandono del Estado. Llama la atención, que pese a la arremetida violenta de la banda delincuencial contra la comunidad y sus líderes, estos últimos no hubieran desarrollado sentimientos de hostilidad contra los primeros, sino más bien una actitud comprensiva y, hasta cierto punto, maternal. Esto se expresa, por ejemplo, en el diagnóstico explicativo que algunos de estos líderes daban al surgimiento y existencia de las bandas juveniles en el barrio y la comuna.

“Ellos no creían. Fue un proceso largo, porque la pobreza era muy grave, no tenían con qué estudiar, se ponían por ahí…ellos tenían que robar…la deserción escolar, la droga, luego se

361 Mientras no se indique lo contrario, los textros entre comilas correspnden a entrevista a lideresa del sector realizada en diciembre de 2007.

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organizaban a robar, crear una banda, llegaban los funcionarios del gobierno y les prometían y no les cumplían y ellos se quedaban esperando y nada”.

Prácticamente, tras el destierro o criminalización de los líderes comunitarios por parte de esta banda de delincuencia común, los moradores del barrio Gerona quedaron huérfanos de representación social organizada, mientras que la violencia y la incertidumbre impregnaban la vida cotidiana del sector. Uno de las preocupaciones más importantes de la comunidad, aparte de la azarosa vida barrial respecto de la seguridad física, la tranquilidad y el ejercicio de las libertades, tenía que ver con el riesgo de que niños y jóvenes engrosaran las filas de las bandas y quedaran atrapados en la situación de violencia. Es por esto, que los niños y los jóvenes se convierten desde un principio en el referente predilecto de trabajo de la Corporación y en el centro gravitacional de las acciones de resistencia contra el dominio y control delincuencial del barrio.

La iniciativa de crear La Corporación Activos Por Nuestro Barrio surge de los líderes barriales del sector junto con sus familiares y algunos vecinos. Tienen una orientación muy práctica, en el sentido de realizar un trabajo recreativo con niños y adolescentes y con adultos mayores; hacían regularmente convocatorias en un espacio del sector y realizaban con los asistentes diferentes actividades, buscando por esta vía mostrarles otros espacios alternativos a la violencia que le permitiera a los niños y adolescentes dónde proyectarse y participar colectivamente. Así lo describe una de sus lideresas fundadoras:

“Había muchos niños y se vio la necesidad de poner a trabajar en algo a los niños, como el barrio vivía una situación de violencia muy fuerte y había que entretenerlos en algo, eso se fue creciendo y tuvo mucha acogida en la comunidad”.

Es así como el trabajo consistía en realizar actividades culturales los fines de semana, especialmente los sábados, por medio de talleres de pintura, recreación, teatro, presentación de películas, concursos de canto y de baile y organización de torneos deportivos, para lo cual muchas veces contaron con el apoyo de Ongs como la Corporación Región, de Comfenalco, de Comfama, del Sena y de algunas dependencias de la Administración municipal, como la Secretaría de Gobierno, el Inder, la Secretaría de Salud y de Desarrollo Social. Se contó también con el apoyo de REDCOR, especialmente en la realización de talleres de formación en liderazgo. En estas actividades, se ponía mucho énfasis en los valores relacionados con la convivencia, el respeto al otro, la tolerancia y la autonomía: “empezaron con los niños, trabajaron los valores porque era fundamental”.

En la medida en que profundizaban y ampliaban el trabajo con la población infantil y joven, lograban involucrar también a los adultos y padres de familia, proyectando de esta manera otro campo de acción comunitaria como es el trabajo relacionado con la violencia intrafamiliar, que era el otro escenario y tipo de violencia que los azotaba:

“trabajaban con las familias, ese trabajo comunitario les daba una visión sobre una cantidad de problemas, se detectó mucha violencia intrafamiliar…también trabajan con la tercera edad, sobre todo de sensibilización con los jóvenes, con los adultos, era educarlos para el conflicto intrafamiliar”.

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Es así como de toda esta experiencia surge “Toldillos de Mambrú”, que era como denominaban sus actividades. Con el transcurrir de los años, “Toldillos de Mambrú” logra tener mucha acogida en la comunidad del barrio y se fue expandiendo, incluyendo a más jóvenes adolescentes, proyectándose luego hacia el trabajo con los adultos mayores, de lo cual surge la Corporación “Anhelos de Vivir”. “Toldillos de Mambrú” se convirtió de esta manera, poco a poco, en un momento y espacio de encuentro, de congregación comunitaria, no sólo de los niños y jóvenes que concurrían masivamente a las actividades culturales ya indicadas, sino también en general de los vecinos de la comunidad, convirtiéndose prácticamente en el único espacio que les permitía socializar sus temores y expectativas frente al dominio armado de la banda juvenil del sector y los alentaba a continuar con el trabajo que se venía realizando.

A pesar de que la Corporación no institucionalizó un acto público emblemático de su presencia y reconocimiento en el barrio, “durante ocho años, celebraban cada año la navidad comunitaria, el día de la familia, el día del niño, las noches de luna”, todo esto en la cancha Policarpa Salavarieta del sector, convirtiéndose en la oportunidad para profundizar la vida vecinal entre los moradores, generar confianza, dialogar respecto de la situación de violencia y, en general, fortalecer el sentido de pertenencia comunitaria. “La gente participaba mucho, faroles comunitarios, toda la familia participaba, todas las navidades, el día del niño igual. El club vacacional, también, que el canelazo, que esto, que lo otro”.

La experiencia cultural y lúdica realizada por los líderes de la Corporación Activos por mi Barrio, se convirtió prácticamente en la única expresión de resistencia contra la dominación y el control criminal que ejercía la banda juvenil del sector sobre la comunidad. Se trataba de construir un campo de interacción social comunitaria, a partir del juego, la lúdica, el baile y el teatro, que contrarrestara la fuerza de atracción de la vida delincuencial entre los jóvenes y los niños. Esto marcaría desde su creación la lógica y el tipo de acciones de resistencia de la comunidad y de los líderes frente al control y dominio de la banda de delincuentes. Es así cómo el trabajo lúdico estuvo orientado a sustraer a los niños y jóvenes de la vida de las bandas, pero sin meterse para nada con la acción realizada por ellas, no pelean con las bandas ni confrontan ni dialogan con su jefes, sino que intentan realizar un trabajo mas callado, sutil, discreto, no de confrontación con quienes los dominan, sino de invitación alternativa a la comunidad, de sustracción de los niños y adolescentes de la influencia de las bandas y la delincuencia.

Como se dijo arriba, las lideresas del barrio Gerona comprenden que una manera de oponerse a este dominio y socavarlo a mediano plazo consistía en brindarles a los jóvenes y a los niños, que era la población más vulnerable, expuesta a ser reclutada o victimizada por los actores de violencia, alternativas de socialización y de crecimiento personal por fuera de la lógica de la violencia, sustrayéndolos a las tentativas de involucrase en la confrontación o en el fortalecimiento de las estructuras de dominación delincuencial. El relato que tienen sobre la importancia de su trabajo con los niños, es que “hay que trabajar con valores desde muy pequeños y hay que mostrarles a los muchachos otras alternativas diferentes”. No es algo inocente como se pudiera pensar a primera vista, es algo con sentido, intencionado, que intenta dialogar a su manera con la situación de violencia y de confrontación armada.

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El trabajo finalmente arrojó sus frutos. Exageraríamos demasiado, sin embargo, si dijéramos que el cese del dominio de la banda sobre el barrio Gerona se debió exclusivamente a esta trayectoria de acciones de resistencia, prolongada en el tiempo, paciente y discreta, desplegada por la comunidad y la Corporación Activos por Nuestro Barrio. En realidad, desde sus inicios, este trabajo se vio favorecido por el apoyo y la intervención sostenidos de actores externos, tanto comunitarios, como de Ongs y de dependencias gubernamentales del orden municipal especialmente. Para la segunda mitad de la década de los 90s, por ejemplo, la Comuna 9 se convierte en escenario fundamental de trabajo de algunas ongs de Medellín, como la Corporación Región, realizando trabajos de intervención comunitaria y de formación de nuevos liderazgos, de lo cual da cuenta la elaboración más tarde del Plan de Desarrollo Zonal 1998-2006 de la Centro-oriental, por parte del CCDI (Comité Comunitario de Desarrollo Integral); todo lo cual estimuló y favoreció el trabajo desarrollado por la Corporación Activos Por Nuestro Barrio. De otra parte, cabe anotar, que durante este mismo período de mediados de la década de los 90s, se dio inicio a la Oficina de Paz y Convivencia, como un intento de la Administración Municipal de ensayar nuevas estrategias de regulación, control y gobernabilidad sobre el conflicto urbano y la violencia, más allá de la tradicional indiferencia que la ha caracterizado o de intervenciones puramente policivas. Aunque con resultados bastantes controvertibles, hay que resaltar, sin embargo, que desde esta instancia gubernamental se promovieron pactos de no agresión entre las bandas y de reincorporación a la vida civil, se desarrollaron procesos de acercamiento con los actores armados y con las comunidades barriales362. Como resultado de este proceso, se dio fuerte apoyo desde el gobierno a las mesas barriales de convivencia y paz, en las que confluían líderes comunitarios, jefes de bandas y actores armados, instancias gubernamentales, ongs, universidades y la iglesia. Es así como las mesas barriales en la Comuna 9 se convirtieron en uno de los espacios y referentes fundamentales que más coadyuvó al desarrollo y fortalecimiento del trabajo de resistencia realizado por la Corporación Activos Por Nuestro Barrio en el sector de Gerona, hasta convertirse prácticamente en el espacio que viabilizó el desmonte de las bandas y la disputa entre ellas. El apoyo de la Administración Municipal a las mesas barriales de paz y convivencia, una iniciativa que con dificultades venían promoviendo líderes y sectores de la comunidad de la Comuna 9, las convirtió poco a poco en una oportunidad fundamental para que los líderes del barrio Gerona retomaran el trabajo comunitario y articularan nuevas formas de participación y de encuentro comunitario, especialmente de los jóvenes, como se ha dicho, para oponerse a la lógica y a la situación de violencia imperantes. Como punto de encuentro entre la comunidad y el Estado, la mesa barrial conjugaba la lógica del control y la regulación con la de la resistencia y la transformación, pese a la reconocida debilidad de la primera.

“Las mesas surgieron de todas las inquietudes de los líderes, se ensayaron muchas cosas, en esta comuna se trabajó con Región y con la Secretaría de gobierno, con ella empezaron las mesas de trabajo, se empezaron antes del 2000, en el 97, antes del gobierno de Pérez, la gente era muy apática y luego tomaron fuerza…La comunidad participaba de esa dinámica. Nunca hubo intento de

362 NIETO LÓPEZ, Jaime Rafael; ROBLEDO RUIZ, Luís Javier. Conflicto, violencia y actores sociales en Medellín. Medellín: Universidad Autónoma Latinoamericana. 2006. pp. 85.

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autonomizarse del gobierno, además no se buscaba eso, por el peligro de que eso se desmoronara. Los líderes por sí solos no hubieran generado esa dinámica”.

El trabajo de acercamiento con los jefes de bandas del sector y su posterior desactivación no fue fácil ni rápido, tomo su tiempo y requirió la mediación de algunos de los actores de la mesa barrial.

“No fue fácil y ellos creyeron que se iban a conformar para hacer inteligencia, esos líderes empezaron a dialogar y persuadir y se fueron metiendo poco a poco, cuando vieron más seguridad se metieron. Muchos se fueron metiendo y metiendo, surgió que los jóvenes se metieron y pararon, se estaban matando entre ellos, ya después ellos hicieron un alto y con todo lo que estaban trabajando las ongs, las iglesias, entonces ellos hicieron un alto en el camino y miraron cómo se podía …esas mesas generaron confianza…se sensibilizaron más, fueron más sensibles, gente que antes no podía entrar al barrio se les dejó entrar, se levantaron las barreras, se podían hacer cosas que antes no, se retiraron las vacunas, las mesas fueron un instrumento de convivencia…Lo único que ha cambiado el contexto ha sido la mesa. Me parece que las mesas dieron buenos resultados, es un proceso, las cosas han avanzado”.

El cierre de broches, que por lo además incidió de manera directa sobre el proceso de concertación en la mesa, provino del proceso de copamiento militar de las AUC sobre los barrios de la Comuna 9, el cual pasó por la cooptación de las bandas delincuenciales y su integración al proyecto paramilitar, sobre la base del cese de las disputas entre ellas.

Al cabo de la labor realizada por la mesa barrial, paradójicamente, en un nuevo contexto, la Corporación Activos por Nuestro Barrio pierde la iniciativa y su proyección, y sus actividades poco a poco se fueron apagando hasta desactivarse también.

En El Avila: “Una golondrina haciendo verano”

Una experiencia muy similar a la del barrio Gerona, nos la vamos a encontrar en el barrio El Avila, en el que una lideresa vinculada a la Junta de Acción Comunal, toma la iniciativa personal de desarrollar con los niños y adolescentes del sector actividades de tipo cultural, lúdicas, deportivas y recreativas, como estrategia de resistencia para encarar la grave situación de violencia del sector. La motiva el mismo propósito que en la experiencia anterior, crear espacios donde los niños y adolescentes puedan encontrar alternativas a la violencia o a participar en las bandas armadas que imperan en El Avila.

Mientras en el barrio Gerona el contexto esta marcado por una situación cercana a la de soberanía transitoria de un actor armado, en el barrio El Avila se presenta un contexto determinado por una situación más cercana a la de soberanías sobrepuestas, dado que el territorio es escenario de constantes enfrentamientos entre bandas juveniles del sector, sin que ninguna termine por imponerse sobre las otras de manera definitiva; esto hace que la comunidad viva como en una situación de “sandwiche”, entre el fuego cruzado continuo de un grupo armado contra otro. Aquí cunde el miedo e incertidumbre en la comunidad:

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“(…)este conflicto era protagonizado por los jóvenes…que se peleaban por el territorio, un parque, una esquina…antes del 2002 existía una violencia muy horrible, murieron muchos jóvenes…eran bandas de jóvenes, eran unos niños…pedían dinero, le prohibían a la gente a ir arriba o al parque o aquí o allá, para el lado de Loreto. Estudiaban en los mismos colegios…de un momento a otro se iniciaba una balacera, eran tardes enteras en balas, ver caer gente. Entre los jóvenes se mataban…antes de 2002 existió una violencia muy horrible, murieron muchos jóvenes…eran bandas de jóvenes, eran unos niños”363.

El trabajo social y cultural de esta lideresa, ampliamente reconocida por la comunidad, inicia desde finales de los años 90s y se proyecta incluso hasta hoy. Desde el barrio El Avila, trabajó con los niños de un barrio y de otro en actividades de recreación, deporte y educación. Hay una actitud comprensiva y, hasta cierto punto maternal, frente a los jóvenes integrantes de las bandas. Para esta lideresa, “los que estaban en el conflicto no eran mala gente, sino muchachos ignorantes”. Esta percepción acerca de los protagonistas de la situación de violencia y el reconocimiento del grado extremo de vulnerabilidad en que se encontraba la población infantil y joven de ser involucrada en la dinámica de violencia, la lleva a definir en estos últimos su prioridad y eje fundamental de trabajo. Es así como las múltiples actividades recreativas, lúdicas y deportivas, se caracterizan por el marcado énfasis en valores, relacionados con la convivencia, la tolerancia, la autonomía y el respeto al otro, lo cual impregna todo su trabajo con niños y jóvenes.

Con los niños y los jóvenes se organizaron talleres de pintura, actividades de recreación, eventos artísticos y deportivos, con amplia convocatoria del sector. De estas actividades surgieron algunos grupos recreativos como “Huellitas”, dirigido especialmente a los niños, quienes trabajan con arcilla y elementos desechables, dando expresión artística a su imaginación y creatividad. También la experiencia del “Futvalores”, dirigido especialmente a los jóvenes, que era como una suerte de práctica deportiva orientada a la formación en valores, la cual consistía en realizar torneos de futtbol entre los jóvenes, en los que las sanciones o las faltas se trastocaban en valores o antivalores, utilizando un balón especial para ello: “donde el globo no es lo importante, sino el valor que representa cada valor… La recreación la asumimos como una estrategia de reconciliación…el juego lúdico como vía para trabajar valores”.

Como en la situación del barrio Gerona, el propósito y la motivación de esta lideresa en el barrio El Avila, es ofrecer a este sector de la comunidad, altamente vulnerable a la violencia, espacios alternativos que los sustraigan a la dinámica de violencia y a los protagonistas de la misma. Estas actividades se orientaban, así mismo, a encarar el grave problema de violencia intrafamiliar que impera en el sector, lo cual lleva a proyectar su trabajo hacia las madres y padres de familia a través de talleres formativos. El encuentro con los niños y jóvenes, con los adultos y padres y madres de familia, era la oportunidad para palabrear la dramática situación de violencia del barrio y sensibilizar a la comunidad frente al mismo. Aquí, la lógica de la resistencia no se orienta hacia la confrontación con las bandas, sino hacia la fuga, en el sentido de ofertar espacios alternativos de encuentro y de proyección de la comunidad al margen de la lógica de dominación bandoleril; es decir, a través del trabajo con los niños y adolescentes, generar espacios que escaparan al control y dominio de los actores armados pero que al mismo tiempo fortalecieran la vida comunitaria y barrial. 363 Mientras no se indique lo contrario, los textos entre comillas corresponen a entrevista a lideresa del sector realizada en enero de 2008.

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Este último aspecto fue y sigue siendo crucial en términos de construcción de vida comunitaria, de espacio societario alternativo a la violencia de los actores armados. Como es sabido, en situaciones de dominio de un actor armado o de disputa entre éstos, como ocurrió en el barrio El Avila, el territorio representa un referente fundamental de este dominio, convirtiéndose prácticamente en la dimensión inmanente al ejercicio de la relación de dominación sobre la población. Precisamente, el espacio en el que más directamente se expresa este dominio territorial, que, por lo demás, suele ser controlado y regulado por medios coercitivos o prohibitivos, es el que corresponde al espacio público de la comunidad. Los parques, las plazoletas, las calles, los cafés, las placas polideportivas y todos aquellos otros escenarios de encuentro y de producción y reproducción de la vida comunitaria, tienden a ser copados de manera absoluta por el actor armado o son objeto de disputas entre éstos. De ahí que una de las pérdidas centrales para la comunidad sometida a situaciones de confrontación o de dominación violenta sea la sustracción del espacio público comunitario de su trama cotidiana como comunidad.

Por consiguiente, es también en relación con este aspecto en el que destaca la importancia y proyección del trabajo realizado por esta lideresa. Por medio de la lúdica, el deporte y muchas otras actividades culturales promovidas y realizadas por ella, algunas veces con el acompañamiento de otros líderes comunitarios y del Inder, no sólo se despliega una estrategia de resistencia consistente en sustraer a la población infantil y joven de la dinámica de violencia, como ya se ha indicado, sino también una estrategia de mediano plazo hacia la rearticulación de la vida comunitaria. Es así como, a partir de estas experiencias, el espacio público del barrio El Avila empieza a recuperarse y llenarse de contenido. Estas actividades permiten que la comunidad progresivamente, sin confrontar directamente a las bandas delincuenciales, se reapropien del espacio público, lo disfruten y lo revitalicen, aunque luego de realizada cada actividad sea sustraído de nuevo por los actores armados, para recomenzar cada fin de semana o cada noche de programación cultural a favor de la comunidad.

En la promoción y proyección de esta experiencia de resistencia civil no armada, cabe destacar, el papel jugado por las mujeres, el cual se podría explicar, por un lado, por su especial sensibilidad frente al trabajo lúdico, recreativo y artístico con la comunidad; y, por otro lado, por el temor más acentuado entre los líderes varones a emprender acciones de proyección comunitaria, pese a que en el barrio El Avila el hostigamiento al trabajo comunitario y sus líderes no fue tan marcado como en el barrio Gerona. También es de destacar, la constante preocupación de las lideresas por mejorar sus cualidades y capacidades de liderazgo, participando en actividades de formación y capacitación ofrecidas por ongs o algunas secretarías del gobierno municipal, como el Inder y la Secretaría de Gobierno, lo cual les posibilitó así mismo encontrar apoyo y respaldo a sus actividades a través de estas entidades y vincularse a redes de trabajo comunitario como REDCOR (Red comunitaria de la comuna centro-oriental), con sede en el barrio Buenos Aires.

Cuando, con el tiempo, el gobierno municipal promueve en la Comuna 9 las mesas barriales y se compromete con su apoyo, este trabajo de resistencia civil podía mostrar sus frutos y potencializarse. Por un lado, había un largo trecho recorrido previo de sensibilización de la comunidad frente a la violencia y a la necesidad de superar la confrontación armada, confrontación que para la comunidad significaba, como se ha dicho, dominio y violencia de uno u otro actor sobre el territorio, sus vidas, sus bienes, su autonomía y sus libertades. Por otro lado, gracias a este

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trabajo previo, las mesas barriales de convivencia gozaron desde un principio de amplia legitimidad entre la comunidad, y los actores armados pudieron tener interlocutores comunitarios en las mismas, aparte de las instancias gubernamentales.

“Las mesas fue propuesta de la comunidad. Esta la mantenían con miedo, pues estaban como en un sándwiches. Amenazados, intimidados, en medio de balaceras…Una vez por mes se reunían en el Cerca de Buenos Aires y ahí conocieron algunas personas (representando al Inder, Espacio Público, Secretaría de gobierno y otros), y se fue formando un equipo grande de trabajo. De la Alcaldía les mandan un bus y realizan un mapa parlante donde colocaban en cada sector los problemas a través de fotos. Se formaban unos mapas con un dolor trágico, donde no había nada bueno (violencia, desnutrición, desamparo). De ese equipo de trabajo surgieron las mesas y se dijeron: vamos a sacar a esta gente adelante”.

El proceso desencadenado a través de las mesas les permitió a los líderes tener una visión más amplia del conflicto y de la problemática juvenil que subyacía a la situación de violencia en el sector.

“Estuvimos en Loreto en una reunión con los jóvenes de las bandas; en ésta se trató de limar las asperezas entre ellos. La comunidad planteaba la necesidad de terminar la violencia tan fuerte…luego participaron de las mesas de trabajo promovidas por Luis Pérez. Allí los jóvenes expresaron las cosas buenas para el barrio. Con el proceso iniciado con las mesas de trabajo se pudieron conocer la comunidad y las bandas. La comunidad se dio cuenta que los jóvenes no tenían la culpa, era una ignorancia, por eso los líderes reconocieron la importancia de la recreación y del deporte…Al encuentro con los jóvenes se enteraron de que el conflicto era por territorios, antes no lo entendían”.

A la mesa convergieron inicialmente los sectores más representativos de la comunidad con la Administración Municipal; la participación más tarde en ella de los actores armados requirió de la mediación de esta última a través de la Secretaría de Gobierno.

“En la mesa participaban pocas personas pero muy representativas, se fueron conociendo…en la mesa se nombraron todos los representantes de la comunidad: el padre, el tendero, los jóvenes, los líderes, Secretaría de Gobierno”.

Después de varios encuentros, azarosos pero positivos, en los que se creo un ambiente de confianza entre los líderes de la comunidad y los actores armados y de éstos entre sí, superando los recelos mutuos del comienzo, se logró ganar el consenso y el compromiso de superar la violencia en el barrio. La mesa había adquirido dinámica propia.

“Las bandas entendieron a través de las mesas de trabajo la inconveniencia de la violencia. Fue un equipo de trabajo para que éstas entendieran”. Luego vendrían las propuestas y los compromisos mutuos: “que la juventud entrara a estudiar y trabajar, que les ayudaran a las familias. A los muchachos se les dijo que dejaran las armas, con la promesa de estudiar y trabajar, con esa promesa aceptaron dejar las armas”.

Se produce, de esta manera, un nuevo contexto, una nueva situación barrial. Cabe anotar, sin embargo, que esta nueva situación se vio catalizada, como en el caso del barrio Gerona, con la incursión de las AUC al sector y el proceso de cooptación que progresivamente realizó sobre

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algunas de estas bandas, todo lo cual produjo el comienzo de un nuevo ciclo marcado especialmente por el proceso de desmovilización y reinserción del BCN de las AUC a partir de 2003.

A la postre, la mesa barrial se convirtió en el espacio de resistencia más representativo de la comunidad. No fue propiamente el momento de la transfiguración de la infra-política de los dominados de Scott en política, pero sí el momento y el espacio en el que ésta pudo poner en escena, con menos temor, con mayor decisión y con mayor claridad, sus demandas a los actores armados.

Sin embargo, durante el tiempo de actividad de las mesas, ese trabajo cultural, lúdico, deportivo y recreativo, no decayó, sino que por el contrario, continuó y se proyectó más allá del período en que estuvo funcionando la mesa, ya que se convierte en la oportunidad para proyectarse y articularse a las nuevas dinámicas desencadenadas por la actividad de las mismas. “Las mesas de trabajo es la experiencia más representativa, pero la mesa termina y el proceso sigue, la violencia se supera con liderazgo y recreación y deporte, y hoy están más unidos”.

Hoy la iniciativa y el trabajo de esta lideresa, cuenta como una de sus mayores fortalezas, con la participación de la gente y su reconocimiento.

La JAC del Barrio Pablo Escobar: la resistencia que va del deporte al trabajo comunitario.

Una de las experiencias más valiosas de resistencia civil no armada con la que nos encontramos en la Comuna 9, está representada en el liderazgo comunitario del barrio Pablo Escobar, pues en muy pocas se conjugan por parte de los mismos actores colectivos, la dimensión socio-económica con la política.

El actual presidente de la JAC es un reconocido líder juvenil que desde muchos años antes de su cargo actual ha trabajado en el comité de deportes de las JAC. La promoción de las actividades deportivas, lúdicas y recreativas entre los niños y los jóvenes, le permitió tener un contacto directo con este sector del barrio y ganarse el reconocimiento y el respeto de los mismos y de la comunidad. En el barrio han realizado varios torneos de futtbol y han participado en torneos en la comuna, “donde han quedado ubicados en muy buenos puestos”. A través del deporte y las actividades culturales y lúdicas fomentan la integración y la participación de la comunidad, desarrollan identidad y sentido de pertenencia.

La JAC del barrio Pablo Escobar ha sido una de las más activas de la Comuna 9 y ha sido también una de las organizaciones sociales del sector que ha logrado perdurar en el tiempo desde la fundación del barrio, acompañando a sus moradores en sus luchas y dificultades, lo cual les ha valido un amplio reconocimiento por parte de la comunidad. Las experiencias de resistencia civil no armada del barrio Pablo escobar no son recientes, sino que han estado presentes desde la fundación misma del barrio a mediados de los años 80s y le han marcado su impronta y su perfil, tal como ha ocurrido con la mayoría de los barrios de la periferia de la ciudad. Aunque el barrio no fue fruto de la invasión de terrenos periféricos urbanos, sino que tuvo su origen en la donación que el capo del cartel de Medellín, Pablo Escobar, hizo de unos terrenos de la Comuna 9 para que habitantes del basurero municipal del sector de Moravia se establecieran allí; la resistencia ha sido

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la estrategia y el tipo de acciones colectivas que sus moradores han utilizado desde entonces para afrontar, tanto las condiciones de marginalidad social y espacial a las que se les ha pretendido someter, como el estigma que asocia al barrio por su nombre con el capo del cartel de Medellín y, finalmente, la presencia de múltiples actores de violencia.

Para comienzos de los años 80s, Pablo Escobar Gaviria, jefe del cartel de Medellín, empezaba a incursionar en el campo de la política, para lo cual no sólo se hacía acompañar de líderes de la clase política tradicional, sino que valiéndose de los robustos recursos provenientes del negocio ilegal de la droga y aprovechando la negligencia del Estado en la provisión de recursos y bienes colectivos demandados por sectores pobres de la ciudad, se dedicaba a dotar a los barrios populares de placas polideportivos, fundar clubes de fútbol, regalar casas a gente pobre, hacer donaciones a fundaciones filantrópicas y promover obras de caridad, entre otras actividades. Una suerte de Robin Hood paisa, cuya fama ya se hacía internacional, no tanto por la ayuda a los pobres como por su papel en el tráfico ilegal de drogas. La donación de los terrenos a los moradores de Moravia que luego fundan el barrio Pablo Escobar, hace parte de este tipo de acciones de legitimación social y política por parte del capo del narcotráfico en Medellín.

Sin embargo, el barrio y las viviendas fueron recibidos por los moradores sin la dotación suficiente en servicios públicos de agua, luz y alcantarillado, y sin las obras básicas de infraestructura urbanísticas, como andenes, senderos, calles y demás. Adicionalmente, los moradores debieron encarar el problema del no reconocimiento legal de los propietarios de las viviendas y del barrio como tal por parte del Municipio, todo lo cual “justificaba” su negativa a efectuar cualquier intervención social a favor de la comunidad. Es así como, todo el trabajo de dotación de infraestructura urbana y de legalización del barrio lo asume la propia comunidad, acciones en las cuales jugó un papel importante de liderazgo la JAC. El asentamiento de nuevos pobladores que llegaron al barrio, igualmente se realizó con base en la autoconstrucción y el acompañamiento de la JAC. El barrio es pues una creación de sus propios pobladores y un fruto de la resistencia sostenida para afirmarse en el territorio de la ciudad dignamente.

“El barrio no tenía equipamiento urbano. Desde el 86 nos hemos preocupado por conseguirlo, y para conseguirlo hemos realizado un proceso que tiene un orden. Por ejemplo, cuando llegué al barrio, realicé un proyecto para construir una cancha y me lo aprobaron, pero me pidieron los papeles de los terrenos para poder invertir, entonces lo primero que teníamos que hacer era legalizar el barrio, porque el municipio no pude construir en terrenos que son de particulares, esos terrenos fueron de particulares hasta hace poco. Entonces hay que legalizarlas primero, pues las viviendas son ‘ilegales’, pues no tienen el título de ellas. La JAC inició el proceso de legalización. Además allí existía la problemática del conflicto…Logramos construir el alcantarillado a 1200 viviendas y lo construyó la misma comunidad con apoyo de EPM, por el sistema de contratación social, donde EPM contrata con la JAC la construcción de redes de alcantarillado y la Junta es capacitada y se monta como una pequeña empresa y la mano de obra es de la comunidad.”364

Lo simbólico ha sido también otro campo particular de resistencia de la comunidad. Como se dijo, históricamente el barrio ha sido objeto de estigma y sus moradores objeto de discriminación en el

364 Mientras no se indique lo contrario, todos los textos entre comillas corresponden a entrevista realizada con líder del barrio en enero de 2008.

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contexto de la ciudad, tanto por parte de los medios masivos de comunicación, los poderes públicos y el “sentido común” de la ciudadanía, debido a la asociación que se ha hecho de su nombre con el del capo del Cartel de Medellín. Con el trabajo barrial, han intentado cambiarle la imagen negativa al barrio, pero han ido más allá: con el propósito de contrarrestar el estigma y resistir la mala imagen del barrio y posicionarlo con dignidad en la comuna y la ciudad, han desarrollado toda una estrategia de medios, en la que se ha involucrado a algunos medios regionales como, por ejemplo, Tele-Medellín y Tele-Antioquia y el concurso de medios internacionales, a través de algunos periodistas alemanes, quienes editaron un video que recoge toda la historia del barrio.

Por otra parte, los líderes perciben, que hay una construcción muy fuerte de comunidad a partir de ese pasado, y consideran que esa es la vía para sacarle los jóvenes a las bandas y luego a las AUC. Para ellos, esta trayectoria de trabajo barrial, ha tenido el valor de fortalecer lo comunitario, entendido como una alternativa a la dinámica de la guerra y como una posibilidad de construir alternativas económicas de generación de ingresos a las comunidades, es decir, de resistencia a la exclusión y a la pobreza.

La confrontación entre actores armados irregulares y la violencia han estado presentes desde los orígenes del barrio Pablo Escobar, con ciclos de mayor recrudecimiento que otros. Esta situación se ha convertido en un aspecto fundamental del contexto y, en cierta medida, ha operado como trasfondo del accionar comunitario y de las múltiples expresiones de resistencia de la comunidad. Es por ello, que para los líderes barriales siempre ha existido una relación muy estrecha entre el trabajo comunitario relacionado con las condiciones sociales, económicas, urbanas y culturales del barrio con las dinámicas de la violencia y la confrontación armada.

“El barrio no ha sido ajeno a la violencia de la ciudad. Existieron diferentes tipos de milicias, después combos, bandas, hasta que se asentaron las AUC…los primeros grupos de milicia vinieron de Moravia y posteriormente éstos se independizaron y se dio un conflicto armado con los de allá. Para el año 99-2000 se dio una violencia muy fuerte donde se dio mucho desplazamiento porque algunos combos se desintegraron y se dio un enfrentamiento entre ellos. Muere gente que no tenía nada que ver con el conflicto, la gente se iba. Los muchachos que se habían ido del barrio, luego se armaron y sacaron a los que había. Después de 2001-2002, se calmó”.

Los enfrentamientos entre bandas afectaban directamente a la comunidad, había situaciones de zozobra y a muchas personas las “vacunaban”. Los protagonistas de la violencia no venían de fuera del barrio, sino que hacían parte del mismo: “las muertes correspondían a gentes del barrio producidas por gente del mismo barrio”. El miedo reinaba en la comunidad, nadie se atrevía a denunciar a las bandas. Sin embargo, pese a que rechazaban sus acciones, los líderes comunitarios no estigmatizaban a los jóvenes protagonistas de la confrontación armada, sino que veían que eran jóvenes con pocas posibilidades y oportunidades de vida. Por eso “siempre han tratado de vincularlos a los procesos de comunidad”.

La idea fuerte, que orientaba el trabajo de la JAC en este campo, antes de la desmovilización de las AUC, era lograr “robarle” jóvenes a la dinámica del conflicto, sobre todo porque el contexto barrial estuvo determinado por muchos años por la disputa entre bandas juveniles armadas, luego del dominio efímero que intentaron proseguir algunas milicias provenientes del barrio Moravia, lugar de

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procedencia de muchos fundadores del barrio. Por otra parte, a diferencia de otros sectores de la Comuna 9, en el barrio Pablo Escobar el liderazgo comunitario ha gozado de cierto nivel de reconocimiento y respeto por parte de los actores armados, quienes podían ofrecer a los grupos armados irregulares su trabajo con la comunidad como una alternativa a la vinculación y fortalecimiento de las bandas por parte de los jóvenes. De esta manera, el trabajo social comunitario, conjugado con el trabajo deportivo y recreativo, se orientaba, más que a confrontar a los actores armados, más bien a cerrarle espacios en la comunidad, especialmente entre los jóvenes.

En este marco, además de las acciones barriales y el trabajo con jóvenes, las y los líderes comunitarios muchas veces deben hacer de mediadores y tomar la iniciativa de dialogar directamente con los “muchachos”, de pedir e interceder por la comunidad en “vacunas”, ejercicio de la justicia por cuenta propia, entre otras acciones concretas de mediación y de resistencia civil, algunas de las cuales fueron realizadas por una sola persona, pero respaldada por toda una comunidad y la JAC.

“Entonces en las reuniones (de la JAC) se hablaba de los muchachos y ponían a algunos a hablar con ellos y los pusieron a estos donde cobraban vacunas a disculparse, diciéndoles que tenían que vincularse a procesos sociales. Esto fue una iniciativa de la JAC. Los líderes de la comunidad contribuyeron a mediar con las bandas, les preguntaban qué ganaban matando personas y hablaban con ellos, con quienes tenían un diálogo continuo”.

Luego del dominio de las bandas, éstas son sometidas por las AUC, quienes terminan consolidándose en el sector, produciendo en el sector el tránsito de una situación de soberanías sobrepuestas entre milicias y bandas delincuenciales a una de soberanía transitoria definida por el poder de las AUC.

Es en este proceso de tránsito en el tipo de dominación sobre el territorio barrial en el que se inserta la mesa de trabajo barrial, una experiencia común a otros barrios de la Comuna 9. Si bien los líderes comunitarios no vacilan en valorar la importancia del proceso relacionado con la mesa de trabajo como estrategia y escenario de encuentro y reconciliación entre actores armados y la comunidad, la percepción que tienen es que esto último sólo pudo ser posible por la irrupción de las AUC en el sector.

“Las mesas de paz y convivencia en el 98 con Luis Pérez permitió generar procesos de liderazgo. Facilitó el diálogo de la comunidad con los actores armados. Se realizaron reuniones con la comunidades y habría espacio de convivencia con las bandas”. Sin embargo, “la realidad es ésta: en Medellín no se dio la paz por las mesas barriales del préstamo del BID. Desde la comunidad, y la percepción de nosotros es que llegaron las AUC y le dijeron a las bandas existentes en la comunidad, que se organizaban o desaparecían. Estos llamaron a los muchachos de las bandas y a los líderes comunitarios: ‘vean muchachos, si ustedes quieren dar bala, tengan la foto de estos señores y vallan a trabajar y ganesen tanto por matar a cada uno de ellos, si quieren dar bala, pero si no, ustedes no se van a seguir matando por las vacunas”.

Durante ese período de dominio armado de las AUC, el trabajo comunitario no decayó, por el contrario, las actividades de las JAC prosiguieron, como también el trabajo deportivo y cultural con los niños y los jóvenes. El posterior proceso de desmovilización de las AUC y el contacto con estos

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jóvenes desmovilizados les ha permitido a los líderes del barrio recientemente proyectar su trabajo hacia otros escenarios como los gubernamentales, por ejemplo, a través del Presupuesto Participativo (PP) y la vinculación de los jóvenes a algunas universidades sobre todo al ITM, para su formación tecnológica. “Presupuesto participativo ha sido una gran oportunidad, se ha logrado hacer la parte deportiva, convivencia, andenes, cunetas, escalas, becas del ITM y mercado para los viejos”.

Como dijimos al comienzo, esta experiencia del barrio Pablo Escobar aparece como una de las más singulares y valiosas en el sector, puesto que no sólo se desarrolla en referencia con el dominio de los actores armados sobre el territorio y la comunidad, sino que también incorpora y desarrolla la dimensión de resistencia frente a situaciones de exclusión, pobreza y falta de ingresos de sus pobladores. En cuanto a esto último, podríamos subrayar que la resistencia está presente desde la fundación misma del barrio tras la donación de los terrenos para su asentamiento por el capo de la mafia, pues todo el equipamiento urbano, redes de acueducto, alcantarillado, electricidad, líneas telefónicas, servicios de salud, escuela, equipamiento deportivo y zonas comunes, la autoconstrucción de nuevas viviendas, senderos peatonales y la legalización de las propiedades, ha sido el producto de muchos años de lucha y exigencia a las entidades gubernamentales del municipio para que atiendan sus reclamos y demandas; ha sido una trayectoria de resistencia frente a la situación de marginalidad socio-espacial a la que la han condenado el proverbial abandono estatal y el estigma social por el origen de su asentamiento y el hecho de que sus primeros pobladores fueran recicladores pobres.

Pese a que el tejido organizativo en el sector no se ha consolidado plenamente y que, en particular, respecto de los recicladores han fracasado en varios intentos para que se autoorganicen en forma cooperativa, persisten en sus propósitos a través de la JAC de vincularlos a programas cooperativos, para crear una mayor y mejor fuente de beneficios e ingresos.

“La dificultad para iniciativas económicas es que para acceder a un préstamo se necesita tener propiedad raíz y aquí ninguno la tiene. Han intentado con microempresas, pero no ha habido impacto, ni se han consolidado cooperativas o agremiaciones. Una vez trataron de organizar a los recicladores, de vincularlos, pero estos dijeron que no les era rentable”.

En la actualidad, con la desmovilización de las AUC en el sector y la apertura política que ofrece el PP, entran a una fase de trabajo relacionado con la generación de ingresos; esta experiencia, aunque muy reciente, muestra cómo hay un proceso que cuenta con la apertura de nuevas ventanas políticas, como es el proceso de reinserción que permite repotencializarse con la inclusión de estos nuevos actores y la apertura de estos nuevos escenarios. “Nosotros indirectamente hemos trabajado en el proceso de reinserción, con el trabajo con estos muchachos, éstos han participado en recreaciones, en procesos”. Se trata de algo muy cercano a lo que en el lenguaje académico se llama la apertura de una estructura de oportunidad política, que si se sabe aprovechar inteligentemente por los procesos de resistencia, como creen ellos, se pueden ver beneficiados. Se trata, en fin, de un escenario relativamente nuevo, punto de encuentro entre el poder y la resistencia, con posibilidades y amenazas.

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La Corporación Pro-Desarrollo Social y Cultural de Caunces de Oriente

Existen en la Comuna 9 otras experiencias de resistencia civil no armadas más puntuales y quizás también menos orgánicas que las anteriormente descritas. Están, por ejemplo, las realizadas por los líderes de la Corporación Pro-Desarrollo Social y Cultural, la JAC y la Parroquia de la iglesia en el barrio Caunces de Oriente, las cuales se remiten más recientemente a las labores de mediación entre los actores armados y al proyecto de la parabólica para el sector, que cuenta como uno de sus productos más valiosos con la producción de un video con la historia del barrio.

Vale la pena anotar, sin embargo, que esas experiencias recientes de resistencia de las cuales hablaremos enseguida, no han sido las únicas que han protagonizado sus moradores y líderes. Como lo hemos indicado para muchos otros territorios de la ciudad, la experiencia de resistencia de los pobladores de Caunces de Oriente, comienza desde la creación misma del barrio a comienzos de los años 80s. Para esa época, sus primeros pobladores compraron los terrenos a una cooperativa de vivienda y éstas fueron construidas por los mismos pobladores a través del método de la autoconstrucción. Posteriormente, las obras de equipamiento e infraestructura urbana, como la pavimentación de calles, la construcción de andenes, el levantamiento de puentes, entre otros, fueron realizadas por la misma comunidad, a través de los convites. La cancha, el puesto de salud, la escuela y la parroquia, también fueron construidas por medio de los convites.

“Con la acción comunal se realizaron actividades para pavimentar calles, el barrio se realizó por autoconstrucción: había una empresa que se llamaba Cooperativa de Habitaciones y otra Corvisol (Corporación de Vivienda Solidaria), cuando desaparece la Cooperativa de Habitaciones, queda un remanente, una plata, y se la pasan a Corvisol gerenciala por José Jaime Nichols recién salido de la alcaldía, y con la Cooperativa de Trabajadores de Telecom compran un terreno, una finca, llamada La Pastora, y empezaron a convocar al grupo de gente y la gente pagaba en el Banco Central Hipotecario, y ponían gente a construir ellos mismo la casa, con algunos jefes de cuadrilla que los ayudaba. La obra la entregaron y llegaron los primeros habitantes en 1983. No había acueducto, ni un buen alcantarillado, los andenes no estaban bien hechos. Se realizó un mitin y se tomaron EPM para que hiciera un buen acueducto en el 87; se desarrollaron procesos solidarios, si ocurría algo, todos colaboraban, si había que arreglar algo, todos colaboraban; la escuela la hicieron por convite, la parroquia, la cancha”.365

De modo que, desde mucho antes de la grave situación de violencia que vive el barrio entre 2000 y 2003, la comunidad de Caunces de Oriente había desarrollado una experiencia maravillosa de construcción y apropiación del territorio, de construcción de espacios colectivos de encuentro y de equipamiento urbano y de construcción de su hábitat familiar; y, lo más importante, se había construido como comunidad, pues los lazos vecinales, los afectos, la solidaridad y la ayuda mutua y el sentido de pertenencia a un nosotros, afloró y se cimentó en las jornadas diarias de trabajo comunitario y en el encuentro cotidiano con el otro para afrontar las dificultades individuales y colectivas. De todo este proceso surgieron la JAC y, más tarde, la Corporación Pro-Desarrollo Social y Cultural. Toda esta trayectoria de construcción territorial y comunitaria significó resistencia frente a

365 Mientras no se indique lo contrario, todos los textos entre comillas corresponden a entrevista realizada a líder del barrio en diciembre de 2007.

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las lógicas y poderes dominantes en la ciudad, por no ser excluidos o desconocidos, por ser reconocidos dignamente y por el derecho a la ciudad.

La Corporación Pro-Desarrollo Social y Cultural surgió de la mano de la JAC a finales de los 80s, por el interés de la Junta de atender la necesidad de dotar al barrio de antena parabólica, muy de moda para la época en los barrios populares de Medellín para acceder a la televisión por cable a bajos costos.

“Un día (un señor) le dijo al Presidente de la Acción Comunal que montaran la antena parabólica (hace 18 años). Valía 14 millones traer la antena, se reunieron varias personas y la empresa que cabliaba el barrio pignoró las casas de la comunidad mientras se pagaba. En ese entonces afiliarse a la antena valía 100 mil pesos, mucho en ese tiempo. En ese tiempo tampoco había la regulación que existe ahora…cuando sale la Comisión Nacional de Televisión (CNT) y les dice que se tienen que organizar, que tienen que montar una corporación o junta de acción comunal. La Junta que estaba dirigiendo el proceso la conformaron y ahí surgió la Corporación…Posteriormente la CNT les exigió que tenían que estar muy bien estructuradas y fueron a la Cámara de Comercio y se legalizó la Corporación, pero única y exclusivamente para poder llevar a la CNT y ésta sólo manejaba la antena parabólica, la JAC siguió por su lado”. Es así como la Corporación se gana el reconocimiento de la comunidad y trabaja mancomunadamente con la JAC.

Al cabo de una década, los líderes de la Corporación le proponen a la JAC reformar los estatutos y se convierte en un proyecto cultural mucho más amplio que el que tenían, centrado desde entonces en el trabajo audiovisual con proyección a toda la Comuna 9. Además de la transmisión de TV por cable, ahora empiezan a proyectar toda una programación cultural y comunitaria a toda la comunidad. Realizan convenios con el municipio y con Corantioquia, crean un café-internet, y más recientemente han creado un video sobre la comuna y también videos particulares sobre algunos barrios de la misma, que se llaman “mi barrio en video” apoyado por el municipio. También crearon un canal comunitario dirigido al barrio Caunces de Oriente, en el que tienen un espacio “que se llama ‘Coproco en notas’ y en 1 hora hablan de las cosas de la comunidad”. Todo este trabajo lo realizan muy de la mano de la JAC, con quien coordinan las actividades y les brinda su apoyo. Mientras tanto, la JAC desarrolla sus actividades propiamente barriales y comunitarias.

“Esta última, ha venido liderando la organización barrial en infraestructura, puentes, etc. En la comunidad hay un grupo que se llama viejos soñadores que buscan recursos en el municipio, hoy la JAC apoya este liderazgo. El grupo de la tercera edad lleva los proyectos a la JAC y ésta los ayuda a gestionar”.

Hasta que irrumpieron las bandas delincuenciales en el barrio y la confrontación entre ellas se agudizó, este liderazgo compartido y de definición de líneas de acción en el trabajo comunitario funcionó y se consolidó. A partir de entonces, en un contexto marcado por la criminalidad y la violencia, el trabajo comunitario decae y los líderes de la JAC bajan el perfil, aunque sin desaparecer del todo. Es aquí en este nuevo contexto en el que la Corporación entra a jugar un papel fundamental en términos de resistencia frente a los actores armados y la confrontación violenta que protagonizan. Se trata de un contexto marcado por la confrontación persistente entre bandas juveniles delincuenciales, que ejercen soberanías transitorias sobre territorios delimitados del barrio (“arriba” y “abajo”), y que más tarde, con la irrupción durante los primeros años de la

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década del 2000 de las AUC al sector, son cooptadas por los bloques paramilitares, de forma tal que la banda de los “de arriba” adopta la divisa del Bloque Metro (BM) de las Autodefensas y la de los “de abajo” la divisa del Bloque Cacique Nutibara (BCN).

Desde los años 90s, o quizás desde mucho antes, Caunces de Oriente ha sido un territorio de confrontación continua entre actores armados; primero se establecieron las guerrillas del ELN, cuya presencia fue más bien discreta y de propaganda política,

“en el 98 existió una fracción del ELN, se realizó una asamblea de la antena parabólica y llegaron unas personas diciendo que ellos iban a manejar la antena y lograron meter a la JAC a una persona…el sacerdote estaba preocupado, una persona con mucho carisma y empezó a hablar con la comunidad. En el 99 sacaron una asamblea con toda la comunidad y sacaron a todas las personas de la JAC y ese día de la asamblea en el morro pusieron dos banderas del ELN, y fueron 300 personas en la iglesia en esa asamblea, quedé yo como Presidente y se conformó una Junta con personas del barrio. Después ellos vinieron y dijeron que por qué los habían sacado si ellos habían logrado hacer cosas muy buenas en Caicedo, pero yo les respondí que eso fue una acción de la comunidad, después fue el ejército y quitó las banderas y esa fue la única presencia e incluso para muchas personas pasa desapercibida”.

Más tarde, desde comienzos de la década del 2000, irrumpen en el barrio las bandas de delincuencia común, que, como se dijo, más tarde se reclaman pertenecer a las AUC Bloque Metro y Cacique Nutibara en los años 2002-2003, abriéndose así un ciclo de confrontación entre ambas, como expresión de la disputa más amplia por el control de la ciudad entre los dos bloques del paramilitarismo.

“Existía un enfrentamiento entre ‘los de arriba’ y ‘los de abajo’. La pelea era por las vacunas de los buses, pero los de acá arriba eran muy poquitos y los de abajo eran muchos, y se formaban las balaceras…Los de arriba se volvieron BM para poder enfrentar a los de abajo, pero eran más bien una banda. Y los de abajo, eran también una banda, que después se volvió BCN. Eran las bandas del Vergel y la de Caunces. En el 2003 se dio su transformación a las AUC, que fue muy rápido. Cuando el grupo metro, que era el de arriba, era un ala de las AUC que venía desde el barrio Ocho de Marzo y La Sierra, y los de abajo eran del BCN. La disputa era por quién ganaba más plata en las vacunas”.

Con la cooptación de las bandas por los bloques paramilitares, la composición de los bandos enfrentados se transformó, empezando a integrar a miembros provenientes de otros sectores de la ciudad. “La situación era muy difícil, en el sector de arriba se vino a vivir gente de La Sierra, armados”, mientras que, por otro lado, la confrontación se intensificaba cada vez más, en la que la delimitación territorial se hizo más rigurosa especialmente para los jóvenes, que eran objeto de la más directa sospecha por los actores armados y blanco predilecto de sus acciones criminales, “…se estaban muriendo los jóvenes, muchas veces sólo porque eran jóvenes no podían pasar, por el sólo hecho de ser jóvenes los amenazan o mataban”.

La comunidad experimentó por este tiempo situaciones colectivas de miedo, zozobra y desamparo, haciendo que muchos de sus habitantes permanecieran encerrados en sus casas, sin posibilidades de frecuentar los lugares tradicionales de la vida barrial, ni de participar en eventos y actividades de

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encuentro comunitario, pues eran objeto de intimidación y de control riguroso por los actores armados dominantes. “Hace 6-7 años a la gente le daba miedo salir a la calle, por ejemplo, en la parroquia cuando hacían el evento de la semana patronal, una miniteca, viejoteca, iban 3 o 4 personas, los organizadores”. Muchos no pudieron seguir soportando la azarosa situación del barrio y se vieron obligados a abandonar sus viviendas, colocados en situaciones de desplazamiento forzado o de destierro por los bandos armados enfrentados.

“…la gente del barrio se empezó a ir del barrio…fue muy difícil por el miedo, las balaceras, la comunidad llamaba y se quejaban por la violencia, eso fue en el 2002-2003…incluso, yo hice ir a mi familia, pero me quedé enfrentando la situación… La comunidad, la única forma de reaccionar fue irse, los que tenían hijos jóvenes optaron por irse, las casas eran desocupadas y los que dominaban se apropiaban de esas casas”.

En medio de esta grave situación de confrontación y violencia, con la JAC prácticamente desaparecida del escenario y una comunidad intimidada y presa del miedo, la Corporación Pro-Desarrollo Social y Cultural desarrolla algunas iniciativas muy valiosas tendientes a convocar y vitalizar el encuentro comunitario, estimular la superación de la situación de miedo colectivo e impedir que los jóvenes sean reclutados o victimizados por los actores armados. Para ello, persiste en la realización de las actividades culturales vinculadas con la parabólica y el canal comunitario. Sin embargo, lo más destacado de esta experiencia de la Corporación en términos de resistencia directa han sido los diferentes ensayos de mediación entre la comunidad y los actores armados y de éstos entre sí, efectuados por su líder, con el acompañamiento del párroco y de lideres comunales, todo con el propósito de acercar a los jefes de las bandas de los “de abajo” con los “de arriba” y establecer acuerdos entre éstos que pusieran término al conflicto y suspendieran la hostilización a la comunidad.

Algunas de estas iniciativas de mediación y de paz se realizaron por iniciativa de uno de los bandos en conflicto.

“Como los de arriba eran más poquitos comenzaron a verse más diezmados, además porque ponían más muertos, entonces llegó un momento en el que el jefe de arriba dijo que había que hacer la paz, entonces citó al sacerdote de la comunidad, al presidente de la acción comunal y a mi persona, y dijo que buscaran con quienes más la realizaban, pero querían que se acabara (la violencia), entonces éstos empezaron de razoneros…Así fueron donde los de abajo y les dijeron que querían la paz. No se podía pasar para abajo o para arriba, entre sectores. Se empezaron los acercamientos, vino el arzobispo, un sacerdote muy preparado en el tema de la guerra y la paz. Los de abajo decían que el conflicto se solucionaba fácil: matando al jefe de arriba y listo”.

En otra oportunidad, antes de la desmovilización del BCN, realizaron también un proceso de mediación, esta vez motivados por la preocupante situación de violencia y miedo en que se encontraba la comunidad, especialmente los jóvenes, siendo ésta quizás la que más resultados directos y positivos arrojó.

“La acción de mediación se dio cuando el jefe de los de arriba habló de paz con el sacerdote, pero éste dijo que no podía solo y ahí fue cuando se reunió con el presidente de la acción comunal, una religiosa y Pedro Nel Ospina (presidente de la Corporación) y fueron a hablar con los de abajo y les

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dijeron que frenaran la forma de balacera indiscriminada, afectando a gente que no tenía nada que ver, que los jóvenes no todos eran malos y no todos estaban con ellos. En eso consistió, en empezar a frenar esa parte. Los de abajo se comprometieron a que eso no iba a volver a suceder. Estos continuaron con las acciones violentas, pero atacando sólo a las personas del conflicto, iban y buscan a los del conflicto”.

Más que confrontar con los actores armados, se trataba de mediar, por lo menos para sacar a la comunidad de la confrontación entre los bandos armados.

“Fue más bien un esfuerzo para sacar a la población civil del conflicto, para que la gente estuviera más tranquila. Esto fue como en el 2002-2003, antes de la desmovilización; cuando hubo lo de la desmovilización ya el conflicto se había aplacado un poco”.

Sin embargo, la labor de mediación de estos líderes fue un poco más allá, logrando que temporalmente cesara la confrontación entre los actores armados, y la comunidad recuperara por un momento la vivificación de los espacios comunitarios de encuentro y de lúdica.

“En el primer diciembre de la mediación (de 2002), se volvieron a realizar pesebres y cosas, se les dijo a los del conflicto el 6 de diciembre que dejaran a la gente que pasara el diciembre en paz. No se dio un enfrentamiento hasta febrero (de 2003), el barrio lo alumbraron, se hizo natillas, vino gente de las que se había ido a pasar el diciembre, un diciembre excelente. Después de esto y más con la desmovilización las cosas han sido diferentes”.

Por otra parte, cabe anotar que la labor de mediación de este líder y del párroco del barrio se intentó acompañar de un proceso productivo, que ofreciera empleo e ingresos a los jóvenes, como la creación de una empresa de escobas y traperos, creada sobre todo por iniciativa de la parroquia, con dineros de la curia y el acompañamiento del párroco. Sin embargo, el proyecto fracasó.

Aquí, cabe destacar en este proceso, la iniciativa y labor positiva realizada por la parroquia, cuyos sacerdotes gozaban de gran reconocimiento por parte de la comunidad y sus líderes, incluso por parte de los propios actores armados que siempre los tuvieron en cuenta para cualquier acción mediadora.

“Los sacerdotes eran unos líderes muy fuertes, que desde la parroquia invitaban a eventos, realizaban vigilias orando por la paz, por el barrio, pero a la gente le daba miedo e iba poquita. Después vino otro padre y cambió el liderazgo, diciendo que no venía a nada de eso, ‘sólo a celebrar misa, que no iba a realizar semanas culturales’, diciendo todo esto delante de toda la comunidad, que sabía que creció al lado de la parroquia, los líderes se construyeron al lado de la parroquia. Pero a él llego el jefe de las bandas a decirle sobre la necesidad de la paz, por esto no se pudo negar y tuvo que enfrentar la situación… en el plan de paz fueron mediadores, el arzobispo ofreció recursos, 30 millones que ofreció pastoral social de la Curia para una empresa de escobas y traperos, pagando salarios a esos jóvenes”. Aunque, también hay que decirlo, no siempre los sacerdotes eran seguidos por la comunidad. “Con el anterior padre se realizaron cosas, pero se quedaron muy truncas, él quería que estos muchachos de las bandas (AUC) quedaran en la acción comunal, pero la comunidad rechazó esto y votó por otra gente”.

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Es un hecho, que hasta tanto no se impuso el BCN en 2003, los resultados de esta mediación siempre fueron muy frágiles, desmoronándose cada que arreciaba la confrontación entre los actores armados, y su inicio o reinicio fue siempre azaroso teniendo en cuenta el grado de pugnacidad y desconfianza que reinaba entre los bandos en confrontación.

“Esto continuó hasta cuando el BCN absorbió al BM, esta fue la paz entre ellos. Pero todavía continuaba la guerra interna, que no estaba resuelta, porque los de acá (arriba) querían seguir con las vacunas. Fue un proceso muy largo. El jefe decía que le dejaran la manera de trabajar…Al final terminaron imponiéndose los de abajo completamente…todo el sector de la comuna 9 es mandado, vigilado, controlado, por el BCN, así el gobierno, todos, digan que no las hay…ellos son los que mandan”.

Con el posterior proceso de desmovilización se crea un nuevo contexto en el barrio y nuevas posibilidades de acción de la Corporación y los líderes comunitarios. Sin embargo, este nuevo clima comunitario y territorial junto con sus posibilidades, no puede valorarse independientemente de la labor de mediación previamente desarrollada por los líderes, no hay que olvidar, que “cuando hubo lo de la desmovilización, ya el conflicto se había aplacado un poco”.

“Ahora es diferente, a la gente no le da miedo salir. Estos señores se revuelven con nosotros, primero la gente los veía y se iba, ya no, ya se hacen ahí y la gente pasa como si estuviéramos todos juntos, nos dimos al dolor de que tiene que ser así, aunque por debajo la gente esté incómoda. Hace 6 años la gente no ponía ni alumbrados, y yo ponía los alumbrados para animar a la gente, buscaban recursos y hacían pesebres y asistían 3 personas a hacer la novena. Ahora el sacerdote celebra una misa y van 30 personas que antes no ocurría”.

Cerrado ese ciclo de confrontaciones, tras el dominio y consolidación del BCN en el sector y más tarde el desarrollo del proceso de desmovilización, los líderes comunitarios del barrio entran a desarrollar algunos proyectos productivos, sobre todo vinculados a PP. Pese a que las AUC desmovilizadas siguen ejerciendo el dominio sobre el territorio y la población, el conflicto armado ya no es el centro de preocupación de los líderes y sectores de la comunidad, sino lo productivo, orientado a resolver situaciones de desempleo y de formación de los jóvenes. Con PP, por ejemplo, se montó un lavadero de carros. Igualmente, con el apoyo de la Administración Municipal, participan actualmente en red con otras organizaciones de la comuna, con el propósito de montar 11 empresas productivas, dando origen a la Cooperativa de Desarrollo de la Comuna 9 (Coprudesco), proyecto que aún está en ciernes.

Una de las características y debilidades de esta experiencia de resistencia civil no armada es que se desarrolló por iniciativa personal de unos cuantos líderes comunitarios y el párroco de la iglesia. Sin embargo, se trata de unos líderes con amplio reconocimiento y respaldo de la comunidad, que debido al miedo y la zozobra que invade a los moradores de Caunce de Oriente, le brindan un apoyo pasivo a su actuación, a la manera del Uno de Zizek en los campos de concentración nazi, “que ocupa un lugar construido (presupuesto) por los otros”.366

366 SLAVOJ, Zizek. ¿Quién Dijo Totalitarismo? Cinco Intervenciones Sobre el (mal) Uso de una Noción. Pretextos. Valencia. 2002. pp. 92, 93 y 94.

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Sólo ahora, tras la desmovilización de las AUC, ha habido un proceso de acompañamiento comunitario parcial, sobre todo en el desarrollo de los proyectos productivos, “aunque la gente está incómoda”, pues todavía subsisten los temores entre la comunidad debido al control que siguen ejerciendo los desmovilizados sobre el sector.

Barrio Caunces 1, el “Oasis” de la Comuna 9

Una última experiencia, que bien vale la pena mostrar es la que se desarrolló alrededor del Comité Cívico del barrio Caunces 1, ubicado al norte del barrio Buenos Aires. Este Comité Cívico ha sido la única organización comunitaria que ha existido en el sector desde su fundación en los años 80s., y fue creado por sus primeros pobladores a raíz, entre otras razones, de las discrepancias surgidas con los líderes de la JAC del sector. Este Comité ha sido el artífice en la construcción del barrio y la vida comunitaria y, al mismo tiempo, ha sido creado por ella.

“El Comité Cívico que lidera, surgió a raíz de la inquietud de un dirigente, Domingo, por organizar el barrio, que supere la situación del 90, época de bandas y narcotráfico…dice que sea Comité Cívico y no JAC, porque no se entendían muy bien con ellos, sus labores se realizaban arriba y nada abajo, además les decían que pertenecían al (barrio) Alejandro Echevarría; Domingo motivó a la comunidad a partir del 87 y 88 y se formalizó en el 89”.367

Como ha solido ocurrir en la mayoría de los asentamientos barriales populares de la ciudad, los equipamientos urbanos básicos de este sector, como la construcción de andenes, el entamboramiento de la quebrada, la construcción de fachadas, la canalización de aguas, la construcción de redes de alcantarillado y acueducto, fue producto de la acción mancomunada de sus pobladores, a través de convites, que ha sido una forma tradicional de organización y de acción colectiva de las comunidades urbanas y rurales para afrontar sus problemas y demandas comunes por ser incluidos en la ciudad. Aquí, la comunidad se organiza y se reúne cada fin de semana o los días de fiesta o durante las horas nocturnas de los días laborales, para hacer trabajo comunitario. No han tenido propiamente una estructura organizativa, más bien han funcionado autogestionariamente, con base en reuniones asamblearias a las que se convoca a la comunidad, se discute y se toman las decisiones.

Si bien estas acciones de resistencia barrial se han desarrollado autónomamente por las comunidades barriales para afrontar la tradicional política segregacionista urbana de las élites y los gobiernos municipales, los líderes de Caunce 1 las han realizado conjugando el apoyo de algunos concejales y dependencias del municipio.

“Tuvieron el apoyo de la ‘política’, reunieron a la comunidad y decidieron buscar contactos con fulano de tal para su colaboración en el Concejo; ahí, obligado, conoció al Municipio, Isaac Gaviria fue contactado y les colaboró con un auxilio de 300 mil pesos en materiales para el sendero peatonal. Luego siguió el proceso de entamborización de La Pastora (la quebrada), que era un deseo de la comunidad. La comunidad realizó las obras con su propia gente, utilizando el material aportado por el Municipio, con asesoría técnica del Municipio. Mientras tanto, las relaciones con la JAC, ni fu ni fa,

367 Mientras no se indique lo contrario todos los textos entre comillas corresponden a entrevista realizada a líder del barrio en diciembre de 2007.

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regulares; en una ocasión los invitaron a presentar una plancha a la JAC y no, les respondieron, que ‘los que deben meterse al barrio son los de la Junta y no la comunidad en la Junta’”.

En el contexto particular de este sector de la Comuna 9, marcado por confrontaciones armadas de diversa índole, el barrio Caunces 1 ha sido considerado por sus pobladores, por el contrario, como un micro-territorio exento de confrontaciones, a pesar de lo estratégico para los actores armados irregulares. Esta excepcionalidad, sin embargo, no es el resultado de la ocurrencia de circunstancias fortuitas, sino que ha sido construida por la propia comunidad. Puede decirse, que ha sido el producto de la actitud y del tipo de acciones desarrolladas por los moradores del barrio frente a los actores armados y el clima de violencia que lo circunda desde su entorno territorial más inmediato.

“(Caunces 1 es)…”el caminero de muchas bandas, era el lugar de paso no de establecimiento de ellas, no se les hacía el juego a las bandas, por eso es de resistencia, consistía concretamente en saludar solamente, ellos no tenían tampoco pretensión de establecerse, pese a la situación estratégica del sector…Eran bandas de delincuencia común, y entraban los milicianos. En los 90s., eran las milicias. Esto se volvió una ‘calentura’, pero arriba, acá no, esto era como un oasis, quieto, relativamente tranquilo. Estaban en medio del conflicto, entre los de arriba y abajo, pero era un camino obligado para todos. Lo específico del sector para que no se establecieran las bandas, era la ausencia de gente dispuesta para ello, la relación era más de pasada, los valores de los jóvenes también impedían disponerse a participar en ellas…el territorio no estaba en disputa, pero sí se vieron en el fuego cruzado. Venían de Caicedo a enfrentarse a la banda de acá (señala a los al rededores) y éstos se le adelantaban”.

La actitud y el tipo de acciones desarrolladas por los líderes y la comunidad de Caunces 1 frente a los actores armados, muchas veces configura una modalidad de resistencia muy cercana a la que en otros contextos de Colombia y realizada por otro tipo de actores (como los indígenas), se conoce como de neutralidad activa, consistente en negarse a hacer parte de la confrontación armada, a colaborar con ninguno de los actores armados, a que su territorio sea utilizado como escenario de confrontación o de preparativos de guerra y, en definitiva, a declararse como comunidad exenta del conflicto armado, aun si ellos no se asumieron ni se declararon en ningún momento en esta condición o incluso nunca hubieran sabido de esta modalidad de resistencia practicada por otros actores sociales en el país.

“A partir de 2000, el conflicto armado impactaba en miedo. Sin embargo, no hubo grupo de vecinos vinculados a los grupos en disputa, la gente no quería estar en el lugar de esa gente en confrontación ni de los sectores donde estaban asentados…El sector seguía muy aislado de esa dinámica de confrontación”.

En otra ocasión, cuentan sus líderes, una banda de los al rededores vinculada a las AUC intentó cobrar tributos o vacuna bajo el pretexto de “pago de vigilancia” a los habitantes del sector, y la respuesta de la comunidad no se hizo esperar: espontáneamente todos, de manera individual, sin que hubiera discusión colectiva previa ni plan comunitario preconcebido, rechazaron los requerimientos del actor armado negándose a colaborar con ellos, argumentando todos, casi en los mismos términos, que “el sector nunca ha necesitado vigilancia, pues ellos mismos siempre se han vigilado”. Ante la contundencia de esta manifestación a la no colaboración por parte de la comunidad, el actor armado desistió de sus propósitos.

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Aparte de experiencias puntuales y directas de no colaboración con los actores armados, la resistencia que ha desarrollado esta comunidad de Caunces 1 ha sido más en función de la construcción de comunidad y de construcción urbanística de sus barrios para resistir la exclusión socio-espacial históricamente constitutiva de Medellín desde la segunda post-guerra. Por sus características, concuerda con otras experiencias valiosas de otros sectores de la ciudad, en las que el trabajo comunitario y el énfasis en determinados valores centrados en la autonomía, el respeto al otro y la solidaridad, se convierten en espirales contra el dominio de actores armados y la violencia, y explica que allí no se hayan asentado actores armados ilegales, pese a la proverbial ausencia del Estado en el territorio.

Los fuertes valores y lazos de solidaridad entre sus habitantes, practicados por los mayores e inculcados a sus hijos a través de la palabra y la propia experiencia barrial, los ha “blindado” frente a las tentaciones o expectativas de vinculación o creación de grupos armados ilegales. Esto marca una diferencia fundamental respecto de otras experiencias, pues muchos actores armados barriales, tal como lo muestran algunas investigaciones, han surgido del seno mismo de los barrios; en Caunces 1, la arraigada cultura comunitaria barrial ha sido refractaria al surgimiento de estos grupos o al asentamiento de grupos provenientes de fuera.

“El Comité Cívico hacía muchas actividades con los jóvenes para recoger fondos; esto contribuía a impedir la vinculación de los jóvenes a las bandas, era una comunidad muy unida…los jóvenes tenían una cultura muy comunitaria siguiendo el ejemplo de los adultos”.

Aunque la experiencia del Comité Cívico de Caunces 1 no trascendió más allá del 2002, su experiencia sigue siendo un referente primordial para la vida de barrio de sus moradores en la actualidad. Hoy este comité esta prácticamente inactivo, tiene en mente una labor de recuperación de la vida comunitaria y el trabajo cívico, idea que pasa por una reactivación del comité, pero por ahora está solo el discurso y el deseo, nada planificado; enfrentan el obstáculo de la apatía de la comunidad, lo que suele ocurrir en estos barrios de autoconstrucción que están en proceso de integración a la trama urbana, una vez alcanzados logros en el campo de servicios básicos y equipamiento colectivo, cada cual se encierra en su familia y responsabilidades personales y el escenario público comunitario pierde fuerza, piensan que ahí se pierde el radio de acción del comité.

3.2.1 Conclusiones respecto de las experiencias de resistencia civil no armadas de la Comuna 9

La presentación que acabamos de efectuar sobre algunas experiencias colectivas de resistencia civil no armadas en la Comuna 9 de Medellín, nos permite establecer algunas conclusiones generales acerca de la resistencia y específicamente sobre la resistencia civil no armada en contextos urbanos dominados por actores irregulares armados o en confrontación permanente. En estos contextos, en los que los actores armados ejercen un control y un dominio casi absoluto y totalitario sobre el territorio y la población, el observador superficial está tentado a descartar de plano la ocurrencia de cualquier expresión colectiva de resistencia, espontánea o conciente. Por lo general, se presume, que la actitud de las comunidades barriales de la Comuna 9 ante estos poderes ha sido la de la

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“obediencia” o la de la “adaptación” o el “acatamiento”, con todas las restricciones que ello implica para el ejercicio de las libertades y la autonomía de sus miembros.

Sin embargo, la exploración que hemos hecho de estas experiencias en la Comuna 9, nos muestra, que no es así. Por el contrario, nos muestra que la actitud de las comunidades urbanas frente a estos poderes no es siempre la de la obediencia, la adaptación y el acatamiento, sino que el desacato, la desobediencia y, en general, múltiples formas de inconformidad y de resistencia al poder dominante, emergen, se desarrollan y se expresan en estos escenarios y son parte constituyente de primer orden en la formación de la vida colectiva de las comunidades barriales. Estas múltiples formas de resistencia civil no armadas, además, se expresan bajo las más diversas formas de acción colectiva, casi siempre bajo formas muy sutiles, discretas, simuladas, moleculares, algunas de manera espontánea e inconsciente, mientras que otras según estrategias más concientes y planeadas. Estas experiencias muestran, por otro lado, que no siempre obediencia, adaptación o acatamiento han significado legitimación del poder o aceptación voluntaria del mismo, ya que detrás de muchas actitudes aparentes de adaptación, de respeto y obediencia al poder, se gestan y desarrollan muchas formas ocultas o discretas pero persistentes de resistencia y de socavamiento del mismo.

En otros términos, contra la idea muy común, según la cual, allí donde dominan los actores violentos irregulares, sólo cunde el miedo, la zozobra y la sumisión, los resultados de esta exploración de experiencias muestran, que existe un amplio espectro de formas y variedades de resistencia contra la dominación de dichos actores, protagonizadas por las comunidades barriales.

Por consiguiente, el dilema para estas comunidades, para sus organizaciones comunitarias y sus líderes y lideresas, no ha estado planteado en términos absolutos entre obedecer o marcharse. Esta investigación muestra, que la resistencia ha estado en el presente y en el horizonte de posibilidades de acción colectiva de las comunidades urbanas para enfrentar la dominación de los actores irregulares armados.

Por un lado, está el asunto de la obediencia, que requiere ser problematizado a la luz de esta exploración. Es claro que muchos sectores barriales de la Comuna 9, obedecen o acatan las normas coercitivas “por obligación” o por miedo o por simple conveniencia, es decir, por “tener que obedecer”, casi siempre porque en el cuadro general de la dominación y en el contexto comunitario de la misma no existen otras posibilidades más que la obediencia. Sin embargo, conviene subrayar, tal como se indico arriba, que muchas de estas “obediencias” corresponden a estrategias intuitivas, muchas veces inconscientes, de defensa y resistencia, lo que explica que sectores importantes de la población desarrollen comportamientos estratégicos de adaptación o incluso de aparente colaboración, especialmente en aquellos territorios bajo dominación de soberanías sobrepuestas o de extrema vulnerabilidad de la comunidad.

Todo lo cual contribuye a darle un carácter más complejo y específico a las experiencias de resistencia civil no armadas realizadas por las comunidades barriales de la Comuna 9, si las contrastamos, por ejemplo, con formas más convencionales de resistencia realizadas en otros contextos y por otros actores colectivos. Aquí en la Comuna 9, lo que observamos son algunas experiencias colectivas en las que la resistencia no aparece claramente delimitada de la obediencia,

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como un momento de ruptura o claramente separada de la obediencia, sino que obediencia y resistencia se mezclan, se conjugan o se confunden, según estrategias de defensa de lo comunitario y de relacionamiento con los dominadores. Por eso, es difícil desde una mirada convencional poder captar las ambigüedades, las ausencias y las presencias, el sentido y el potencial, de estas prácticas de resistencia civil comunitaria, poco visibles, poco demarcadas.

Por otro lado, tal como nos lo mostró esta misma revisión de experiencias comunitarias, en la Comuna 9 la resistencia civil no armada no desafía abiertamente el poder ni el dominio que sobre la comunidad ejercen los actores irregulares armados, ni tampoco irrumpe ni se desarrolla según el modelo convencional de resistencia a los dominadores: teatralizada, abierta, acontecimental y de confrontación. En esto consistió nuestra primera sorpresa anunciada más arriba en la parte introductoria a este acápite. Es por esto, que en la comuna nunca se encontraron ni se encontrarán (al menos, por ahora) acontecimientos propiamente dichos de resistencias ni situaciones de desafío abierto al poder. La idea de acontecimientos de resistencias ha estado muy estrechamente articulada y es parte consustancial de la idea convencional de resistencia como puesta en escena, como desafío público de la comunidad a los actores de violencia y coerción. Esta versión convencional de resistencia está definitivamente ausente de las prácticas de resistencia de las comunidades urbanas de la Comuna 9. Lo que encontramos, repetimos, son procesos más sutiles y discretos, pero no menos eficaces y persistentes de resistencia civil.

Por consiguiente, que tales puestas en escena no se hayan producido ni se conozca de la existencia de acontecimientos emblemáticos de resistencia en la Comuna 9, no significa que los pobladores urbanos no la hayan practicado y consolidado. Las experiencias de la Comuna 9, muestran que estas múltiples formas de resistencia brotan y emergen por entre los intersticios del ejercicio del poder de los actores armados irregulares, de entre sus umbrales o zonas periféricas; sobre todo, formas de resistencia que corresponden a ese amplio campo que J. Scott llama de la infra-política, para significar esas formas sutiles, simuladas, capilares, invisibilizadas, marginales, discretas, de resistencia, desarrolladas en forma individual o colectiva por los dominados, vivificadas ampliamente en la Comuna 9 durante 2002 y 2006368.

En consecuencia, podemos decir que la revisión de experiencias de la Comuna 9, nos ha mostrado, que la resistencia no tiene que ser pública o de desafío abierto al poder para reconocer su presencia. Una mirada demasiado superficial encontrará un paisaje social en la comuna en el que correlativamente a los mojones coercitivos de micro-poderes corresponden situaciones generalizadas de obediencia, es decir, un cuadro de dominación, que aunque azaroso es obedecido. Por el contrario, una mirada más atenta, como la que aquí hemos intentado mantener, que penetra la vida cotidiana de las comunidades, los procesos socio-políticos o culturales desarrollados por sus organizaciones sociales, sus líderes y personas representativas de las mismas, podrá develar cómo detrás de la obediencia pública se desarrollan proceso moleculares, soterrados y simulados, pero sostenidos, de resistencia, muchos de ellos puramente intuitivos, nada estratégicos, “inconscientes”, 368 Al respecto, vale la pena tener muy en cuenta la advertencia formulada por el propio Scott: “Siempre que limitemos nuestra concepción de lo político a una actividad explícitamente declarada, estaremos forzados a concluir que los grupos subordinados carecen intrínsecamente de una vida política o que ésta se reduce a los momentos excepcionales de explosión popular. En este caso omitiremos el inmenso territorio político que existe entre la sumisión y la rebelión y que, para bien o para mal, constituye el entorno político de las clases sometidas”. J. Scott, Op. Cit., pp. 233-234.

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pero fundados en la convicción de que tal dominación y la situación azarosa en que ella coloca el ejercicio de sus derechos y su vida debe cambiar.

Ningún sector de la comuna conoce o ha realizado acontecimientos de resistencia, sino más bien procesos cotidianos, o a lo sumo pequeños eventos de resistencia, sobre todo de resistencia en aquellos campos aparentemente periféricos al ejercicio de la dominación (una conversación comunitaria en el bar de la esquina, una mediación, un evento deportivo o lúdico, un no pago de vacuna, una fiesta comunitaria). Así como el comandante Marcos acuñó el “mandar obedeciendo” para significar el carácter autogestionario del proceso revolucionario de los indígenas en Chiapas (México), también en la Comuna 9, parafraseándolo, no es poco común encontrar formas de “resistir obedeciendo”. Se trata de situaciones en las que líderes de las comunidades barriales o sectores mismos de la comunidad o personas que representan identidades colectivas barriales, desarrollan manifestaciones alternativas al ejercicio de la coerción y el dominio, pese a que aparentemente (lo que Scott llama el discurso público) consintieran obedecer.

Por otra parte, cabe advertir que la mayoría de estas experiencias de resistencia, pese a que no se despliegan en el escenario propiamente político, sino en el cultural, lúdico, recreativo y deportivo, y pese a que, quizás aún, no tienen aparentemente un sentido político directo, son acciones colectivas cuya lógica y sentido se orientan al socavamiento de las relaciones de dominación ejercidas por los actores irregulares en sus territorios o a sustraer a la población de sus engranajes. Muchas de estas experiencias de resistencia en la Comuna 9, desplegadas como dijimos en el campo de la cultura, la fiesta, el baile, la recreación, el carnaval, la pintura o lo deportivo, son consentidas por los diferentes cuadros de dominación y no son percibidas a primera vista como peligrosas para sus intereses, por lo general debido a que no presentan un carácter abiertamente político aunque se desplieguen públicamente, ni asumen una actitud de desafío abierto o confrontacional a su dominación. Muchas de estas acciones de resistencia civil no armadas más que confrontar al poder se orientan a sustraer a la comunidad de su dominio. Se trata de dos lógicas contrapuestas: mientras el poder se orienta según el deseo de llenura, la resistencia lo hace según el deseo de vaciedad. Por eso la fuga y la escapatoria, sin abandonar el lugar del poder -sólo eludiéndolo-, son en buena parte su arte y su gracia.

Cabe subrayar, adicionalmente, que también encontramos formas de resistencia más directamente políticas aunque no necesariamente de confrontación, como cuando un líder o un grupo de líderes se decide a realizar acciones de mediación entre actores armados, arriesgando su propia integridad física y la de sus familias, o una comunidad barrial se niega a no pagar “vacunas” al actor armado.

Por otro lado, es importante subrayar que pese a que en los sectores más periféricos de la comuna, la situación de pobreza y exclusión social ha estado muy presente, y en algunos barrios ha sido verdaderamente dramática, las experiencias de resistencia civil no armadas frente a tales situaciones no han tenido la misma relevancia que frente a la situación de violencia y de confrontación armada. Luego del proceso de asentamiento y de dotación de los equipamientos urbanos básicos en estos barrios, la acción social comunitaria hacia el mejoramiento de las condiciones sociales y económicas de vida de sus moradores, prácticamente se vio debilitada o muchas veces sustituida por acciones de resistencia centradas en la situación de violencia y de control armado sobre sus territorios por parte de los diferentes actores armados irregulares.

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Sólo con el cambio de contexto y de escenarios, que tras la desmovilización del BCN se tradujo en una reducción considerable del control militar y la confrontación violenta, los actores colectivos de las comunidades empiezan a priorizar en su agenda de trabajo iniciativas, propuestas y proyectos centradas en la generación de empleos y de ingresos para enfrentar la situación de pobreza y de exclusión social de muchos de sus moradores. Todo esto podría explicar, que la mayoría de las experiencias aquí presentadas estén centradas en el eje de la resistencia frente a la violencia y la confrontación armada y algunas de ellas apenas ahora estén iniciando la creación de iniciativas para resistir la situación de pobreza y carencia de ingresos. Situación que se ha visto parcialmente favorecida, con todos los riesgos que ello implica en términos de autonomía comunitaria, por las más recientes políticas públicas de la Administración Municipal, como el llamado Presupuesto Participativo.

3.3. Las acciones colectivas de resistencia civil no armadas en la Comuna 13 de Medellín

“…las campanas, felizmente, no doblaban

Sólo por los que morían. Doblaban también Para señalar las horas del día y de la noche,

para llamar a la fiesta o a la devoción a los creyentes, y hubo un tiempo, en este caso no tan distante, en el que convocaba al pueblo para acudir a las catástrofes, a las

inundaciones y a los incendios, a los desastres, a cualquier peligro que amenazase a la comunidad (…)

Otras y distintas son las campanas que hoy defienden y afirman, Por fin, la posibilidad de implantar en el mundo aquella justicia

Compañera de los hombres (y las mujeres) (…)

Esas campanas nuevas cuya voz se Extiende, cada vez más fuerte,

Por todo el mundo, son los múltiples Movimientos de resistencia Y acción social que pugnan por el

Establecimiento de una nueva justicia Distributiva y conmutativa (…) una justicia protegida

Por la libertad y el derecho, no por ninguna De sus negaciones.”

José Saramago, España369

Los barrios populares de la Comuna 13 se han caracterizado, al igual que otras comunas populares de Medellín, por el proceso permanente del trabajo colectivo de auto-construcción a partir de las formas más diversas e ingeniosas emprendidas por sus moradores, motivados por las necesidades más apremiantes para vivir, como es la consecución de los servicios domiciliarios de energía y agua; ésta última, muchas veces tomada de pilas comunitarias o directamente con mangueras de las fuentes más cercanas. Del mismo modo, ha sido autogestionaria y colectivamente que se han

369 Citado en: Corporación para la Vida Mujeres que Crean, Corporación Vamos Mujer y Ruta Pacífica de las Mujeres. Mujeres Alquimistas que transforman el dolor en esperanza. Memorias de los seminarios “Efectos del Conflicto Armado Urbano en la vida y cuerpo de las Mujeres 2000 y 2002”. Medellín. 2004.

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construido las vías de acceso a las viviendas y a los equipamientos sociales, tales como las escuelas, las canchas deportivas y los parques infantiles, entre otros, muchas veces utilizando para ello hábilmente las “ayudas” y recursos ofrecidos por precandidatos políticos en tiempos de campaña electoral. De este modo, la organización social se ha generado en los barrios periféricos370 buscando la respuesta a una situación estructural de tipo económica e infraestructural, es ahí donde hay que reconocer el grado de tradición y fortaleza de las acciones colectivas de resistencia en Colombia, debido a que en la permanente debilidad de las instituciones estatales frente a la gestión y regulación de la asistencia y desarrollo social, han sido una constante, la planificación y ejecución de obras de equipamiento por parte de la misma comunidad, y en la constitución de este tipo de acción colectiva no sólo se pone en juego la sobrevivencia, también se ejercitan intereses compartidos, confianzas y lealtades comunitarias, se crean distintos tipos de resistencias frente a la exclusión económica, frente a la exclusión social y frente a la exclusión política; dentro de éstas las medidas policivas y relaciones de poder locales. Se comienzan a crear así, definiciones de grupo que hacen parte de una constitución de identidades sociales, culturales o políticas.

“La Comuna 13 es una zona de población negra y campesina llegada, en su mayoría, del Occidente y Urabá antioqueño y chocoano, con gran capacidad organizativa y comunitaria y un sensible sentido de sus reivindicaciones sociales. Los nombres de sus barrios son elocuentes: Las Independencias, Nuevos Conquistadores, Corazón, 20 de Julio. Antes de que existiera allí cualquier expresión armada ilegal, y hasta hoy, la gente ha reclamado ser oída y atendida, por vías pacíficas.

Por años, ese sentido libertario y de lucha, por el bienestar en barrios de invasión, caracterizados por la pobreza y la búsqueda de una conexión al circuito productivo y a la dinámica social de Medellín, fue desconocido por los gobiernos de turno. El alcalde de Medellín decía en las últimas horas que allí la cobertura educativa es del 100%. Pero el sacerdote José Luis Arroyave, líder de esa comuna asesinado hace un mes, observaba que en 18 barrios populares sólo conocía a dos estudiantes de universidad, por supuesto pública”.371

Hay otro agregado notable en esa forma, si se quiere incipiente, de organización comunitaria, constantemente también se ha tenido que superar, además de las dificultades económicas, las formativas para la generación de la solidaridad y el consenso para la acción colectiva, propias de la puesta en marcha de la movilización comunitaria. También en la movilización que se ha dado se ha tenido que superar y muchas veces “negociar” con los poderes armados -para y contra estatales- que se ubican en sus territorios, con los consecuentes episodios de polarización, señalamientos y estigmatizaciones propias del contexto de conflictividad violenta producida por actores paraestatales, subversivos y los mismos organismos de seguridad estatal en el territorio. 370 barrios periféricos se entienden aquí, de acuerdo a su localización por fuera del circuito central de la producción económica, política y social y por tanto de las dinámicas de las relaciones de poder que el circuito central produce. En este sentido, la periferia se define, más que por la ubicación geográfica, por las exclusiones sistemáticas y las relaciones de poder que se establecen con respecto a los circuitos de las relaciones de control ejercidas desde las centralidades políticas y económicas de la ciudad. 371 GIRALDO, Carlos Alberto. Lo que va de las emboscadas a posiciones urbanas. En: periódico local El Colombiano. Sección Paz y Derechos Humanos. Octubre 18 de 2002.

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La siguiente es la caracterización de esas acciones colectivas de resistencia civil no armadas para el periodo 2002-2006 en la Comuna 13 de Medellín. En primer lugar, se narrará el contexto de conflictividad política y social en el que se localizan las acciones colectivas de resistencia civil no armadas analizadas en este estudio, y en segundo lugar, se presentan esas acciones colectivas en tres momentos: La apertura, la creación y la persistencia de cada una de estas experiencias de resistencia, frente al conflicto armado y la exclusión socioeconómica que han vivido sus pobladores. 3.3.1 Crímenes en tiempos de paz: El contexto de conflictividad política y social de la Comuna 13 En este apartado retomaremos aspectos que ya habíamos planteado en el capítulo de contextos: sociopolítico y socioeconómico de las tres comunas de nuestro interés, con el objetivo de ampliar el panorama del escenario en el cual se desenvuelven las acciones colectivas de resistencia analizadas para el caso de la Comuna 13, y de este modo, comprender cuál es el locus en el que dichas experiencias han sido construidas, recreadas, moldeadas y han hilado su propia historia colectiva. De este modo describiremos brevemente primero, los conflictos sociales que llegaron con la conformación barrial espontánea en la Comuna 13, el ingreso y disputa del territorio por los grupos paramilitares; y en segundo lugar, nos referiremos a distintas consecuencias para los y las líderes sociales y actores colectivos debido a los conflictos violentos y disputas por el territorio por parte de los distintos grupos armados en la Comuna 13 de Medellín. 3.3.2 Poblamiento reciente (desde 1970): Los nuevos conflictos urbanos Los barrios periféricos en las comunas populares de Medellín como los que hacen parte de la Comuna 13 se fueron poblando paulatinamente de manera ilegal, o como se ha denominado bajo la “modalidad pirata”, en su mayoría por pobladores desplazados de otros municipios del oriente antioqueño y otros barrios de la ciudad debido al conflicto armado que ha vivido Colombia y se ha expandido a sus urbes durante los últimos treintas años. Precisamente, son esas condiciones de ilegalidad en su forma de poblamiento las que fueron dando la pauta en los años sucesivos para el tipo de intervención estatal que en estos barrios se ha dado, así como para las relaciones que han establecido los pobladores con funcionarios del Estado, incluyendo la fuerza pública. De un lado, el crecimiento urbano no planificado en estos sectores y la declaración de ilegalidad por parte de las administraciones públicas de turno dejó muchos años a la población sin el cubrimiento de servicios públicos domiciliarios, servicios de salud, vivienda digna, educación y demás necesidades básicas; sólo hasta 1996 con el programa de mejoramiento PRIMED372 se inició la intervención social en algunos de los barrios de la Comuna 13 que presentaban mayores dificultades socioeconómicas. Las distintas expresiones de exclusión socioeconómicas están relacionadas con las pocas o nulas oportunidades educativas, sociales y laborales373 y con el ciclo de desplazamiento que han protagonizado esos nuevos moradores. 372 Véase al respecto, el capítulo de contexto sociocultural. 373 Situación muy poco variable desde mediados de los años ochenta ya que según datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2005, la población en edad de trabajar (18 años) se estima en 107.985 personas, de las cuales casi el 50% de la población se encuentra, ya sea, desempleada (20.7%) o subempleada (26.7%) como ya lo habíamos mencionado en otro apartado. Véase capítulo de contexto sociodemográfico.

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La primera presencia estatal en estos barrios fue policial, con la fuerza pública haciendo intentos infructuosos por frenar la invasión y desocupar dichos terrenos en un acto de defensa de la propiedad privada, que comenzó a verse ocupada por la cantidad de “casuchas” y gente aferrándose a ellas como a la vida misma. Pero como en tantos otros capítulos de la vida nacional éste conflicto se buscó resolver por la vía de la fuerza, en detrimento de las condiciones humanitarias de las familias invasoras que ante todo estaban manifestando una problemática económica y social que tenía que ser resuelta, creando con ello entre los nuevos moradores, la desconfianza y suspicacia de la figura de autoridad representada en la fuerza pública. Fueron estas, entre otras, las circunstancias que rodearon a sus pobladores al momento de surgir los diversos conflictos sociales asociados a problemas de seguridad y criminalidad barrial en la Comuna 13. Así, llegó un momento en la vida barrial en el que la primera urgencia para sus habitantes era la seguridad, la salvaguarda de la vida frente al “estado de naturaleza” que se estaba viviendo por cuenta de las bandas, de la expansión del narcotráfico y de la desidia de las instituciones públicas, con un Estado ausente en las periferias empobrecidas, tanto rurales como urbanas. De este modo, se dio el inicio de las experiencias de las milicias populares en la Comuna 13, al igual que en otras comunas populares de la ciudad, algunas de sus principales reivindicaciones fueron por la seguridad ciudadana, el servicio de restaurante escolar, servicio de agua y energía domiciliaria, oferta de empleo, salud y educación, vías para la movilidad, parques, espacios para la recreación, centros de uso colectivo y alimentación adecuada. En el caso de los barrios de la Comuna 13, durante la década del noventa los grupos de milicias estuvieron ligadas a las guerrillas del ELN, fueron estas, las milicias llamadas “América Libre” que se unirían a las milicias procedentes de la Comuna 8 llamadas “6 y 7 de noviembre” conformando así las “Milicias de Occidente” y conocidas después como “BRP”.374 Otro fue el grupo las “Milicias Bolivarianas” ligadas al grupo guerrillero de las FARC. Y finalmente, hizo presencia en la Comuna 13 los llamados Comandos Armados del Pueblo CAP como un caso de milicias independientes.375 Esa presencia de las milicias populares, por más de diez años en la Comuna 13 (finales de los años ochenta y década de los años noventa), logró su cometido inicial como un micro poder alterno de controlar gran parte del territorio desterrando las bandas delincuenciales y personas “indeseables” a través de las llamadas “limpiezas sociales”. Sin embargo, se conocen casos de barrios, por ejemplo, Antonio Nariño, donde las bandas delincuenciales mantuvieron el control de su barrio debido al apoyo que tenían de otras bandas de Medellín, lo que “les permitió conservar su territorio durante todo el tiempo que las milicias tuvieron presencia en la Comuna 13, estos grupos luego se aliaron o se integraron a los paramilitares para enfrentar a las milicias.”376

(…) no hay que desconocer la función que tuvo de seguridad dentro de un barrio, en 20 años solo 2 veces tuvo la visita de las fuerzas armadas del Estado, una cuando estaba de visita la esposa de Gaviria (expresidente Cesar Gaviria) para entregar las casas del INURBE y otra en un operativo

374 Véase: JARAMILLO ARBELAEZ, Ana María. et. At. Op.cit., pp. 20. 375 LONDOÑO BERRÍO, Hernando León. Legalidad, legitimidad y efectividad de los sistemas punitivos: El caso de la Comuna 13 de la ciudad de Medellín, 2000 – 2005. Tesis para optar al título de Maestría en Ciencia Política U de A. Medellín. 2007. pp. 18. 376 Londoño. Op. Cit., pp. 17.

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militar. Los grupos eran los que proporcionaban seguridad al barrio, cuidaba al señor que subía en el carrito con las cosas de la tienda, la señora que vendía empanadas hasta tarde de la noche. Incluso a los que teníamos grupos juveniles nos decían, necesitamos que vayan a ese morro de allá, esos pelaos están empezando a robar, están empezando a tirar vicio, hagan algo con ellos o los vamos a tener que matar. Se llamaba para que desde nuestros grupos juveniles y opciones trabajáramos con ellos y los vinculáramos a procesos. Luego se pierde este tipo de ideologías y hasta al final demuestra lo débil que era.377

Las milicias populares lograron cierta legitimidad y reconocimiento como mediadores en conflictos entre vecinos e incluso en conflictos intrafamiliares, pero sobre todo, como defensores del interés común barrial en momentos en que los vecinos percibían con desconfianza los amagos de intervención de la administración municipal y las instituciones públicas en los barrios, por los programas de cubrimiento de servicios que se estaban anunciando. Este fue el caso de las Empresas Públicas de Medellín (EPM)378 y su plan de instalación de contadores de agua y energía, con el argumento de la empresa de que esta intervención se hacía necesaria para regularizar el servicio en todas las viviendas de los barrios de la comuna.

“En los cambios de contadores de luz y de agua, hubo una manifestación grande en la comuna13, eso fue en 1999, mostrando su inconformidad junto a los grupos armados, la comunidad la cogió contra los empleados de EPM, ese fue el primer motivo para que los muchachos jóvenes se vincularan al conflicto. La subversión planteaba estar en contra del sistema que somete y cuando ocurre esa pelea, boleo de piedra como un hijuemadre, de bala también…, porque hubo presencia de las fuerzas militares para contrarrestar las manifestaciones que se presentaban allá, ese fue uno de los primeros momentos en que los jóvenes decían que el grupo armado defendía al barrio y trataba de que no irrumpieran y nos maltrataran. Aprovechan los grupos para coger a los jóvenes. Al ver ese apoyo del grupo armado al barrio se evidencia una mayor vinculación y luego hay una defensa fuerte del territorio”.379

Las suspicacias que generó entre los pobladores la llegada de los funcionarios de EPM a finales de los años noventa, sobre todo a los barrios periféricos donde se vivía y se sigue viviendo una situación extrema de precariedad económica y social, es coherente con la distancia infranqueable que ha dejado en estos barrios la presencia hostil de los agentes de la fuerza pública a lo largo de su historia barrial y la ausencia de políticas públicas por parte de las administraciones de turno de la ciudad. Así, los pobladores se aferraron a cualquier remedo de protección ofrecida por los grupos de milicias, lo que tuvo luego un alto costo para sus propias vidas por los excesos en los que incurrieron los mismos grupos de milicias al momento de pasar su “cuenta de cobro” a la comunidad, reclamando lealtad ante la inminente llegada de los grupos paramilitares (2000-2002) a los barrios de la comuna. Las milicias urbanas, años antes adalides de la seguridad y bienestar comunitario pasaron a convertirse en tiempos de sospecha en otro grupo más de sus tantos perseguidores.

377 Testimonio de habitante participante en discusión del taller con líderes comunitarios de la Comuna 13 de Medellín, abril de 2008. 378 Empresas Públicas de Medellín, empresa industrial y comercial del Estado, prestadora de servicios públicos domiciliarios. 379 Declaración de un joven participante de los talleres con líderes de la Comuna 13 de Medellín, abril de 2008.

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3.3.3 La entrada de los grupos paramilitares a los barrios populares de la Comuna 13: Las disputas entre viejos y nuevos micro poderes alternos A partir del año 2000 se da el arribo a la Comuna 13 de comandos paramilitares del Bloque Metro por los sectores Travesías y el Morro en límites con los corregimientos de Altavista y San Cristóbal para disputar el territorio a unidades armadas de la guerrilla de las FARC, el ELN y los Comandos Armados del Pueblo (CAP), grupos de milicias que desde finales de los años noventa hacían presencia en los barrios de la comuna y de los cuales se dijo, sin mayor confirmación, que llegaron a actuar como fuerzas conjuntas para defender el dominio militar y social del territorio y contener de este modo, la arremetida militar de la fuerza pública y del llamado Bloque Metro de los grupos paramilitares. A este panorama de confrontación se le añadiría desde finales del año 2001 la presencia de otros grupos paramilitares que también se disputaban entre sí el control militar de los barrios de la Comuna 13, como el Bloque Cacique Nutibara perteneciente a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y el frente José Luis Zuluaga de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio (ACMM). De este modo, los pobladores quedaron en medio de un nuevo fuego cruzado a consecuencia de las disputas generadas por el territorio entre micro poderes alternos, que a diferencia del anterior -a comienzos de los años noventa entre las bandas delincuenciales y las milicias populares-, éste se vivió con mayor despliegue militar acorde con el proceso de urbanización del conflicto interno armado nacional que allí se estaba viviendo. Lo que significó a la vida de los habitantes, sobre todo de los barrios periféricos como es el caso de los barrios Las Independencias I, II y III, 20 de Julio, Corazón, El Salado y Belencito, llegar a convertirse, de un lado, en desplazados intra-urbanos obligados a salir huyendo hacia otros barrios de la ciudad, de otro lado, en rehenes conminados en sus propias viviendas y en enemigos a atacar por los grupos paramilitares, obedeciendo a la lógica bélica que define a la población civil cohabitante de los grupos ilegales (en este caso de las guerrillas antes de su arribo) en “el agua donde nadaba el pez”, ya que la organización paramilitar en Colombia, “por mandato no ataca al Estado ni a sus agentes, sino que dirige sus acciones contra la supuesta base social de la guerrilla, mediante masacres, asesinatos selectivos y el desplazamiento forzado de poblaciones desarmadas”.380

“En este escenario de zozobra para la población civil se presentaron acciones abiertas de enfrentamientos armados a plena luz del día en las calles y en medio de las viviendas; u operaciones encubiertas con hombres encapuchados que sacaban a las personas de las casas a altas horas de la noche, lo que evidenció la vulnerabilidad de la población civil de la Comuna 13, al aparecer posteriormente asesinadas o aumentando el saldo de desapariciones y forzando al desplazamientos a familiares de las víctimas, pese a los reiterados pronunciamientos de organismos internacionales para dar aplicación y cumplimiento a los principios del Derecho Internacional Humanitario. En este año (2002) se realizaron, entre otros, grandes despliegues militares del Estado con el fin de restablecer la presencia de la Fuerza Pública en los barrios de la Comuna 13; despliegues militares que recibieron el nombre de “Operación Mariscal”, el realizado en marzo del 2002, y “Operación Orión” el realizado en octubre del mismo año, en los cuales se contó con la presencia de distintas

380 GARCÍA-PEÑA JARAMILLO, Daniel. La relación del Estado colombiano con el fenómeno paramilitar: Por el esclarecimiento histórico. en: Revista Análisis Político. No. 53. Enero-marzo de 2005. pp. 67.

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fuerzas como el Ejército, la Fuerza Aérea, el DAS381, el CTI382, el CEAT383, la Policía Metropolitana y Departamental, con la participación en los operativos de más de mil miembros de estas fuerzas y en donde se utilizaron helicópteros artillados tanto para el cargue y descargue de tropa como para realizar ametrallamientos.”384

Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) ingresaron a la Comuna 13 por la vereda la Loma del corregimiento de San Cristóbal, en el año 2002 se llegó a unos niveles del conflicto armado urbano en la Comuna 13, con el dato oficial de la Secretaría de Gobierno de Antioquia “que registró 442 muertes violentas entre combatientes y civiles entre el 1º de enero y el 9 de octubre de 2002. Esto representa un aumento superior al 100% en relación con 2001.”385, en el año 2003 las autoridades judiciales reportaron el hallazgo de fosas comunes en el Cerro de los Doce Apóstoles; años después se encontrarían muchas más en el territorio. Entre tanto el posicionamiento militar alcanzado por la fuerza pública en los barrios que fueron el epicentro de las Operaciones Orión y Mariscal, les permitió el anuncio en el mes de mayo del 2003 de la conformación del grupo de los Niños de la Policía Cívica Juvenil y la inauguración de la nueva estación de policía en la Comuna 13 con el objetivo de apoyar el trabajo de la base militar del ejercito, que ya contaba con 10 bases militares y 8 estaciones de policía. En ese mismo año, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) extienden su dominio por los barrios Antonio Nariño, Vallejuelos, Nuevos Conquistadores, Santa Rosa de Lima, Santa Margarita, Olaya Herrera, Blanquizal, el Pesebre, Juan José de la Quiebra y El Salado, y las milicias, por su parte, se repliegan hacia otros barrios y hacia la zona rural. Muchas personas abandonaban sus barrios por miedo al señalamiento que se estaba presentando por parte de los ex milicianos que se habían convertido en los informantes de los grupos paramilitares y la población denunciaba ante los medios de comunicación: “los milicianos han pasado a formar parte de las AUC”, además de denunciar a las AUC y sus atropellos, “ellos están ofreciendo empleo”, “asesinan no solo en el barrio sino que traen gente de otros lados de la ciudad para torturarlos y botarlos luego por la vía al mar en San Cristóbal con las marcas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) pintadas con aerosol en el estómago, cuenta un líder de la zona (…).386 La presencia de fuerzas insurgentes y contrainsurgentes, además de las bandas del narcotráfico y la fuerza pública en el territorio de la Comuna 13, fue la evidencia, por primera vez en esas dimensiones, de que el país estaba viviendo la urbanización del conflicto armado nacional que durante tantas décadas había estado replegado a las zonas rurales. Y como tal, también exhibió el poder militar y económico que en esos años habían alcanzado las Autodefensas Unidas de Colombia como proyecto contrainsurgente en Colombia. Con el logro de la hegemonía militar del

381 Departamento Administrativo de Seguridad. 382 Cuerpo Técnico de Investigaciones Judiciales. 383 Comando Élite Antiterrorista. 384 IPC. 2005. Op. Cit., pp. 9-10. 385 Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos 2003. “Informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia”, citado en: GIRALDO RAMÍREZ, Jorge. Conflicto armado urbano y violencia homicida. El caso de Medellín. Universidad EAFIT- Colombia. pp. 9. Documento consultado en Internet el día 23 de mayo de 2008 en: http://www.banrep.gov.co/documentos/conferencias/medellin/2007/Confl-urb-hom.pdf. 386 La nueva fase de la guerra urbana. En: periódico local El colombiano. 30 de Marzo de 2003.pp. 6B.

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Bloque Cacique Nutibara387 a partir del año 2003 en la Comuna 13 y otras comunas de la ciudad, episodio que siguió a las disputas y operaciones militares del periodo 2000-2002,388 se concretó el dominio del proyecto paramilitar como un proyecto vigente de acumulación económica y de control de recursos; sociales, logísticos y financieros, siguiendo la misma lógica de acumulación de fuerza y riqueza que había adelantado en gran parte del territorio nacional. Así mismo, se puso en evidencia la función desempeñada por el paramilitarismo en el despeje militar, económico y social del territorio para el acceso y ejecución de proyectos de desarrollo de envergadura nacional. De tal modo se plantea el doble papel cumplido por el paramilitarismo en la Comuna 13, al igual que en otras comunas de la ciudad, primero de proyecto contrainsurgente y segundo como un medio para la acumulación y reordenamiento del territorio. En el primer caso de proyecto contrainsurgente requiere valerse de distintas fuentes de financiación, ya sean estás proscritas o institucionales,389para lo cual el control sobre el territorio de la Comuna 13 significa, dentro de las fuentes proscritas, el acceso económico a las ganancias provenientes del cobro extorsivo a tenderos, comerciantes, transportadores, entre otros, a manera de impuestos que se arroga un micro poder alterno dominante, también significa el control del mercado barrial de la venta de drogas ilegales.

“La extensión del predominio paramilitar en la zona centro occidental de la ciudad de Medellín incluye a los corregimientos de San Cristóbal y Altavista y las comunas 7, 12, 15 y 16. Este predominio se expresa por todo el cordón de la zona centro occidental de la ciudad. En el corregimiento de San Cristóbal los grupos armados de las AUC controlan el transporte público y las veredas El Llano, Los Uvitos (El Uvito), (Las) Playas, el acceso oriental de la vía al Túnel de Occidente, y los dueños del transporte público deben pagar extorsión de $60.000 por bus mensual; de igual manera los dueños de negocios y tiendas. Durante el año 2004 estos grupos obligaron mediante amenazas, a los conductores a realizar paros de transporte. Igualmente se mantiene el hurto de gasolina en el corregimiento de San Cristóbal”.390

Y segundo, como proyecto de acumulación económica y de reordenación del territorio para la implantación de grandes proyectos de desarrollo de interés nacional, como es el caso de la construcción y puesta en funcionamiento del Túnel de Occidente y el Proyecto de Conexión Vial Valle de Aburrá-río Cauca que conecta la región de Antioquia con el Urabá y la costa Pacífica de Colombia. De este modo, la presencia y control territorial del paramilitarismo en la Comuna 13 de Medellín sirve a los propósitos del desarrollo vial y económico del país a través del desplazamiento forzado.391

387 Agrupación que estaba próxima a desmovilizarse (Noviembre de 2004) y comenzar un proceso de reinserción, dentro del proceso de paz que el gobierno nacional negoció con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). 388 “Muchos analistas se preguntan por qué, mientras se habla del ‘control’ de la fuerza pública, cinco años después de la Operación Orión se sigue denunciando la existencia de zonas vedadas, vacunas, enfrentamiento entre bandas, disputa territorial, reclutamiento juvenil y desplazamiento intraurbano forzado. “Después de Orión las estructuras paramilitares siguen intactas en Medellín. Ahora no son utilizadas como fuerza contrainsurgente, pero sí ejercen presión sobre las comunidades”, señala el delegado de la Personería para los Derechos Humanos, Jorge Ceballos.” En: periódico El Espectador. Diciembre 13 de 2007. Sección Redacción Judicial. 389 Véase al respecto GALLEGO MEDINA, Op. Cit. 390 IPC, Op. Cit., pp. 21. 391 Véase al respeto, GARCÍA-PEÑA JARAMILLO. Op. Cit.

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“Si para el campo se evalúa desde la perspectiva de la recomposición de la propiedad de la tierra, para las ciudades tiene que ver también con estrategias de control social. Pero igualmente tal presencia coincide con la implementación de importantes megaproyectos que involucran a la ciudad, incluso como socio, como son el Túnel de Oriente, el Puerto Seco de Rionegro, el Túnel de Occidente y la ampliación de ese importante corredor vial hacia Urabá, por citar algunos.392

Así, a los avisos gubernamentales de pacificación y desmonte de las estructuras paramilitares con la desmovilización del Bloque Cacique Nutibara en el año 2004, lo que le ha seguido a los pobladores de los barrios periféricos de la Comuna 13 han sido la intimidación, la amenaza, la desaparición forzada, el desplazamiento forzado y demás violaciones a los derechos humanos. Además de otras situaciones preocupantes por el riesgo que plantea para los niños y niñas, tales como el reclutamiento para pertenecer a bandas del narcotráfico, “Cada vez un número más elevado de niños, e incluso niñas, cuyas edades oscilan entre los 10 y los 18 años, participan en actividades como el transporte de armas, la vigilancia de expendios de droga, la comisión de asesinatos selectivos y el cobro esporádico de vacunas”,393

“Cuando se piensa que las AUC de pronto con ayuda del Estado puedan negociar y desmovilizarse en la Comuna 13 y dejar el control del territorio, había una gran esperanza porque luego de la Operación Orión se seguía desapareciendo mucha mas gente que antes en el mismo conflicto y muchos desplazamientos; la desmovilización era una luz de esperanza para sus habitantes, pero luego de las desmovilización seguía la misma figura, los mismos haciendo lo mismo, no se dio desmovilización, las mismas cifras muestran que habían 800 (combatientes) y solo 120 se desmovilizaron”. 394

En el siguiente apartado se introduce el contexto de violencia y conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín como una situación que además de enmarcar la vida cotidiana barrial, ha significado un estado continuado de amenaza y fragilidad para los procesos organizativos de los lideres y actores colectivos, ante lo cual la respuesta ha sido las distintas experiencias singulares de acciones colectivas de resistencia civil no armadas que se han producido en la Comuna 13 de Medellín, caracterizadas más adelante. 3.3.4 Los líderes, lideresas y actores sociales: Un grito de paz desde las trincheras Desde la perspectiva de los nuevos conflictos en el que se inscribe el conflicto urbano de la Comuna 13 de Medellín, la población civil resulta ser la afectada directa de la violencia derivada de la confrontación armada; el cuerpo de las mujeres se convierte en botín de guerra y los niños pasan a ser instrumentos para controlar la información que circula entre los vecinos, o para engrosar las filas de combatientes.

“La dispersión del uso de la violencia conlleva que los combatientes busquen capturar territorios a través del control político de la población más que de la avanzada militar, de modo que las batallas

392 GRANDA MARÍN, Alberto; RAMÍREZ ADARVE, Iván Darío. Contexto general de la violencia en Medellín. Medellín, Marzo 20 de 2001. Documento en pdf consultado en Internet el 23 de mayo de 2008. pp. 12. 393 IPC. En: periódico El Espectador. Diciembre 13 de 2007. Sección Redacción Judicial. 394 Intervención de líder de la Comuna 13 en Taller con lìderes y lideresas realizado en abril de 2008.

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son evitadas tanto como sea posible. Sembrar el miedo y el odio como estrategia de control político es hoy más importante que capturar corazones y mentes. (…) Por ello. El drama humanitario de las nuevas guerras es intenso: en las convencionales de principios de siglo, la proporción de militares a civiles muertos era de ocho a uno. Ahora esto ha sido casi exactamente invertido: uno a ocho. Todo lo que había sido proscrito como la destrucción de monumentos e infraestructura, los cercos a la población civil, las atrocidades contra los no combatientes, es lo que se usa y se expresa en términos de más refugiados y más desplazados.”395

De este modo, la violencia infringida contra los civiles cada vez es más frecuente y el hecho de que la violencia proveniente de cualquier bando armado se produzca cada vez con mayor frecuencia sobre los pobladores en calidad de indefensión, deja interrogantes relacionados con el papel cumplido por las instituciones públicas que se proclaman democráticas y garantes del efectivo cumplimiento y respeto de los derechos humanos, sobre todo de aquellas personas que están en situación de mayor vulnerabilidad por la presencia de los actores de la confrontación armada. Han sido muchas las personas civiles asesinadas, acalladas, desaparecidas y desplazadas de los barrios populares de la Comuna 13.

“Para el periodo 2000–2005, la implantación de las guerrillas y las autodefensas en los barrios de la ciudad y la consiguiente disputa por la hegemonía armada entre ellos, condujo a que, en el 2002, la región de Medellín aportara el 81% de los homicidios, el 93% de las masacres y el 70% de los secuestros del departamento de Antioquia (Gobernación de Antioquia, 2002). El informe de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, correspondiente a ese año, aseguró que “el aumento de las acciones militares en las zonas urbanas y el fuerte incremento en el número de grupos milicianos, vinculados a las FARC-EP, al ELN y a grupos paramilitares, produjeron un alza en los homicidios y las masacres en las ciudades” (2003: 55).396

Entre tanto, en el año 2003 el comandante de la Policía Metropolitana General Leonardo Gallego Castrillón reconocía la existencia de disputa por el territorio entre las Autodefensas Unidas de Colombia AUC, el Ejercito de Liberación Nacional ELN y las Fuerzas Revolucionarias de Colombia- Ejercito del Pueblo FARC-EP, pero advirtiendo, que “no ha tenido conocimiento sobre las denuncias de la comunidad sobre las muertes en el sector. “397 Las personas más visibles sobre las cuales se suele ejercer la amenaza, violencia y el control social y político por parte de los actores armados resultan ser los y las lideres sociales y activistas de distintos colectivos sociales, políticos y culturales por la labor de denuncia ante la opinión publica local y nacional y la oposición frente a los actores armados que defienden. Las situaciones de violencia de mayor impacto público han sido los asesinatos a dichos líderes y activistas, por el reconocimiento, capacidad de convocatoria y representatividad y la defensa de los intereses comunitarios que asumían dichos líderes. Algunas de estos casos fueron, para el periodo en el que el territorio todavía estaba dominado por las milicias, el asesinato del cura párroco José Luís Arroyave398 y de Arturo Holguín, Presidente de la Acción

395 KALDOR, Mary. New and Old Wars-Organized Violence in a Global Era. Stanford University Press. Stanford. 2001. En: PNUD. El Conflicto, Callejón con Salida. Informe Nacional de Desarrollo Humano. Colombia. 2003. pp. 89. 396 GIRALDO, Op. Cit., pp. 4 397 “la. nueva fase de la guerra urbana”, periódico local El colombiano. 30 de marzo de 2003. pp. 6B. 398 El 20 de septiembre asesinaron al padre José Luís Arroyabe a la salida de la iglesia del barrio Juan XXIII. Llevaba 7 años de trabajo en la comuna. Lideró acciones de mediación entre autodefensas y milicias de la Comuna 13. No se

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Comunal de Las Independencias. En el año 2004, bajo el control militar y de estructuras paraestatales fue asesinada la líder Teresa Yarce, le siguió el asesinato del líder comunal y político, Haider Ramírez, ocurrido el 16 de agosto de 2006; director de la organización social Corapaz y aspirante en representación de la Comuna 13 a las elecciones locales que se realizarían en ese año 2006 para el Concejo Municipal. Luego en el año 2007 fue asesinada la líder presidenta de la Junta de Acción Comunal del barrio el Salado, Judith Vergara. Algunos procesos de acción colectiva de resistencia civil que adelantaban estos líderes fueron desarticulados, las organizaciones sociales que activaban dichas acciones colectivas permanecen, aunque en palabras de sus integrantes, con un “bajo perfil” en la Comuna 13, expresando con esto una disminución en las acciones confrontadoras de las actividades belicistas y de control territorial. Así como algunas acciones colectivas de resistencia sufren el impacto y la desarticulación a causa del asesinato y desaparición de sus líderes, otras dejan de realizarse por sustracción de materia, es decir, por el desplazamiento forzado de los pobladores y activistas que participaban en dichos procesos colectivos, en particular hubo un hecho que alteró la vida de un importante numero de pobladores de la Comuna 13, el desplazamiento forzado de aproximadamente 65 familias, evento provocado en un solo momento por parte de los grupos paramilitares que se dio en los sectores 6 y 7 de la parte alta del barrio El Salado en el mes de Junio de 2002. Sin embargo, se desarticulan los procesos de acción colectiva de resistencia civil que tenían trayectoria pero inmediatamente se activan otras acciones colectivas buscando contrarrestar esa violencia directa, algunas de estas registradas en la prensa local.

“A las 8 de la mañana cuando abrieron la Alpujarra (centro administrativo de la ciudad), 80 desplazados ingresaron al pasillo del piso 4 de la Alcaldía, frente a la Secretaria de Solidaridad de Medellín exigían soluciones a su situación. En junio pasado las AUC incineraron algunas casas de la parte baja del salado y dieron un plazo perentorio de 32 horas para que los habitantes de ese sector abandonaras sus casas; luego de dejar todas sus cosas, ocuparon por un mes el colegio de las Independencias hasta que fueron reconocidos (por la administración municipal) como población desplazada; el pasado 27 de octubre (2002) recibieron una ayuda pero el día de hoy (13 de noviembre de 2002) no tienen con que pagar un arriendo; reclaman soluciones. Desocuparon los pasillos a las 5 de la tarde tras hablar largo rato con funcionarios de esa secretaria.”399

Durante los años en los que se centra éste análisis (2002-2006), ha sido latente y manifiesto el estado de confrontación y guerra interna localizado en la Comuna 13, ésta ha sido una situación habitualmente invisibilizada desde el discurso público de los funcionarios gubernamentales, las cifras sobre el mejoramiento de la calidad de vida y la disminución de las tasas de violencia a partir del año 2004, siguen siendo un recurso amañado de la realidad que infringe un nuevo golpe, esta vez discursivo, sobre el cuerpo de la población que ha sido desplazada, desaparecida, asesinada, violada, amenazada y acallada de la Comuna 13 de Medellín.

adjudica el asesinato a ningún actor armado en particular. Lo asesinaron dos encapuchados. Información registrada en el periódico local El Colombiano, artículo “Mártir de los pobres”, 21 de septiembre de 2002. pp. 12A. 399 Notas aclaratorias entre paréntesis. “desplazados protestaron en un pasillo de la Alpujarra” por: Jairo Pérez, periódico El Colombiano, 13 de noviembre de 2002. pp. 12A.

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“Ahora hay una guerra silenciosa, ya no se escuchan tiros pero hay desapariciones, muertes, familias que tiene que abandonar, pero siguen diciendo que ya no hay violencia. Lo de la prostitución viene de los mismos policías y ejércitos, a las 1 o 2 de la mañana uno sube al 20 y ve a los policías con dos o tres peladas mientras en la parte de arriba están matando (…)400

Lo que lleva a plantear la condición de fragilidad permanente que tienen que asumir los y las líderes sociales cuando deciden actuar, por distintos medios, desde su lógica contraria de resistente civil frente a la guerra. Esta postura genera una condición de fragilidad tanto para los procesos de autonomía y resistencia civil no armada que adelantan los y las lideres y actores colectivos en los barrios, como para su integridad física y la vida misma de sus integrantes, porque no hay ninguna certeza debido a la actitud imprevisible y arbitraria del actor armado que ejerce el control del territorio, de cual es la actividad por la que llegará la amenaza, o cuál el acto funesto que los hará desistir, ni mucho menos el modo en el qué se presentará tal situación, así que la intimidación es permanente.

“En el 2001 nos pasó algo, en esa época teníamos una corporación X* que fue del primer grupo juvenil que dio el paso a corporación, sin desconocer a X*, pero ellos tenían un enfoque de comunicación. En ese tiempo empezaron los enfrentamientos nocturnos y a nosotr@s nos dio mucha rabia porque en la noche teníamos los torneos de fútbol; mas allá de los torneos era el cuento de perder la noche del barrio y entonces montamos una semana nocturna, una velada, y los partidos eran relámpagos toda la noche, era en independencia III, se jugaba a partir de las 10:30 de la noche hasta las 11:30. Hablamos con mucha gente y logramos reunir los equipos con los grupos juveniles de 4 esquinas, los de Juventud XXI, los de Conquistadores, los del 12, sacamos todos grupos de fútbol. Hicimos torneo en la noche toda la semana. La premiación la hicimos el domingo en la noche, tristemente esa noche bajaron las milicias encapuchadas y fueron a darnos el apoyo: Muy bien, eso es la comunidad, nosotros estamos acá por gente como ustedes…muchachos tienen todo nuestro apoyo … ese día terminó la corporación, no nos interesaba que nos vincularan con ellos, no podíamos seguir allí. Días después de la operación Orión nos buscaron directamente las AUC a la casa de cada uno…eso fue un viernes que no estaba en la casa por casualidad…mi mama me dijo: por aquí vino un muchacho preguntando por usted…bueno amá, empáqueme la ropa que me voy de vacaciones donde mi tío a Cali.401

“A nosotros, mas recientemente, nos pasó lo contrario, estábamos fortaleciendo unos grupos juveniles en el barrio Salado, trabajando el asunto de las redes comunitarias y después de conocer el proceso que los jóvenes venían desarrollando, el requerimiento que les hicieron era: desde hoy se desarticulan, no vuelven a ese grupo juvenil, no vuelven al 20 de Julio y no salen del barrio. A unos les dijeron felicitaciones siga, pero a estos jóvenes les dijeron que no los querían ver juntos y trabajando. Es un contraste que se ve de antes y de ahora”.402

Los distintos colectivos conocidos en la Comuna 13 nunca han claudicado en su empeño organizativo frente a la violencia, defendiéndose a través de distintos medios y desde la lógica de

400 Testimonio de líder de la Comuna 13, en el taller con líderes y lideresas comunitarios realizado en abril de 2008. * Nombre omitido. 401 Intervención de un líder juvenil habitante de la Comuna 13, Taller con líderes comunitarios realizado en abril de 2008 402 Intervención de mujer líder habitante de la Comuna 13, Taller comunitario realizado en abril de 2008

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resistencia civil. Así, con una actitud decidida de autonomía y oposición frente a los distintos bandos armados se ha asumido la condición de fragilidad permanente de los procesos de acción colectiva y la vida misma de los y las líderes y activistas sociales y políticos, aunque en diferentes momentos lo hayan tenido que hacer de una forma velada, disimulada, disfrazada (Scott, 2000), o más soterrada dependiendo de la intensidad de la confrontación y del grado de amenaza sobre los pobladores de los barrios, o actuando desde los límites impuestos por los belicosos, desde la dispersión y las potencias internas de los colectivos sociales, políticos y culturales (Zibechi, 2007).

“(…) el momento más difícil para el proceso comunitario fue de 2002-2004. Antes nos teníamos que reunir a escondidas, la preparación de los eventos y actividades eran a escondidas pero la difusión tenia que ser muy visible para que no nos señalaran. A nosotros nos tocaba hacer las reuniones en la cocina de la corporación porque era el rincón más escondido, para poder hablar medio tranquilos. Para salir lo hacíamos uno por uno, nos poníamos cuidado porque la situación era tensa”.403

En otros momentos de la vida comunitaria era mucho más efectivo ser reconocidos como líderes y hacer visible la acción colectiva de resistencia para lograr mayor apoyo de la comunidad frente a la imposición y el accionar armado:

“(…) Había guerrilla, todavía no me queda claro si era de las FARC o eran de los ELN, después dizque se cambiaron por los CAP, pero fue un cambio que se dio ahí dentro de la organización. Pero a nosotros nos tocó la parte dura, a mí incluso me hicieron dos juicios, porque no estábamos de acuerdo en muchos manejos; yo estuve a punto mil veces de que me mataran, a mí no me quitaron la vida, porque sacaba la gente de las casas, “se lo llevaron, se lo llevaron”; entonces la comunidad me rodeaba, cuando me llevaban hacía arriba, yo ya llevaba todo el barrio encima, “¿Qué pasa con ellos?, ¿Qué pasa con ellos?, ellos pedían explicaciones, entonces les tocaba ya darles explicaciones a la comunidad, entonces nos soltaban.”404

En pocas ocasiones se ha dado una movilización de resistencia civil no armada involucrando a toda la población habitante de la ciudad de Medellín frente a la violencia vivida en particular en la Comuna 13. Los habitantes de la Comuna 13 realizaron una marcha en contra de la violencia que aparece registrada el trece de septiembre del año 2002 en el periódico el Colombiano, en el marco de la celebración en la ciudad de Medellín de la Semana por la Paz y los Derechos Humanos, y recorrió las calles de la ciudad desde el centro hasta el barrio el Salado de la Comuna 13.

“Con el acompañamiento de la comunidad internacional, Naciones Unidas y las Brigadas por la paz los civiles se unieron esta semana en una jornada de rechazo al conflicto armado” “Nos armamos de valor por que es lo único que tenemos. Y allá llegamos. Los violentos aunque se taparan los oídos tuvieron que oírnos. No gritamos, mas bien cantamos, bailamos para que entendieran que estamos mamados con todo esto” dice uno de los participantes de la caravana. Se realizo al final una jornada de música y baile promovida por la Pastoral Social de Medellín y otras organizaciones de derechos humanos de Medellín. Esta actividad fue llamada “celebración por la vida”.405

403 Testimonio de líder en el taller comunitario realizado en abril de 2008. 404 Entrevista citada en Londoño, Op. Cit., pp. 128. 405 “¿Mamá cierto que hoy no van a disparar allá arriba?”. En: el periódico local El colombiano. septiembre 13 de 2002. pp. 33A

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Ya sea por la intensidad de la confrontación y amenaza directa sobre la población civil, o por la actitud activa característica de los y las pobladores en la Comuna 13, se han dado casos de acciones colectivas de resistencia civil que no han demandado el trabajo de organización, planeación, divulgación y convocatoria previas, aspectos característicos de las acciones colectivas en general. La utilización de canales de comunicación y convocatoria para activar la acción se va dando sobre la marcha de la misma acción de resistencia. Esto sucedió, por ejemplo con la acción de las Sabanas Blancas en el año 2002 durante la Operación militar Orión, cuando los helicópteros artillados de las fuerza pública sobrevolaban a corta distancia sobre los techos de las casas de los barrios Independencias I, II y III, Belencito, Corazón, entre otros.

“La acción de sacar las sábanas blancas inició en las Independencias II, había un helicóptero que pasaba por encima sobrevolando las casas y el temor era que nos iban a disparar, todos empezaron a sacar camisetas, una sacó una sabana, fue una acción espontánea pero se fue regando, todos empezaron a hacer lo mismo. Fue muy lindo porque algunas organizaciones de carácter nacional e internacional tenían contacto con personas y mediante ellas y otras locales se fue regando la cadena, el círculo de independencias II no hay como ver atrás a las Independencias III o las Independencias I y entonces se regó la bola porque veían los del frente, las llamadas del Instituto Popular de Capacitación y Fundación Social hacían un seguimiento y ellos llamaban a los otros y animaban a participar, ¡saquen las camisas, protéjanse!.”406

“Un acontecimiento me tocó muy chiquito, pero es una imagen que no se borra. Cuando empezó la movilización en las independencias (Las Sabanas Blancas) de una el sector de la periferia empezó también la movilización, El Salado por ejemplo, Belencito, el 20 de Julio, se unieron, se movilizaron. Lo charro de la resistencia pacifica es que tenemos un argumento de la no violencia, movilizarnos pero sin utilizar los medio que utiliza el actor armado; pero cuando la movilización llegó ya casi a la escuela Ana Cristina y al hospital, comenzaron los ataques de la fuerza publica y los actores armados, hasta que punto las fuerzas militares hacían de cuenta que la guerrilla y los grupos de arriba nos obligaban a sacarlos, para ellos era un ataque que nosotros bajáramos con sábanas blancas, porque para ellos nos habían mandado los güerillos. La Resistencia civil la vivimos pero no la podemos definir en dos renglones, lo mismo con el conflicto armado.”407 “Otra cosa a aportar frente a la resistencia; hubo un tiempo que decían que el colegio Independencia que queda en el Salado era con énfasis en revolución armada, eso lo decían las fuerzas militares; un día después de la operación Orión llega un comando casi tumbando la puerta del colegio, estábamos en formación y ellos aprovecharon, decían que obligatoriamente teníamos que cantar el himno de la republica de Colombia porque todos los días cantábamos el de la subversión. Son de esas cosas que nunca se le van a borrar a uno, en el momento en que lo pusieron ninguno de los estudiantes fuimos participes de eso, se dio una objeción por conciencia.” 408

Es en el marco de las situaciones de exclusión socioeconómicas y de las situaciones generadas por el conflicto armado en la Comuna 13 que adquieren mayor importancia las distintas expresiones

406 Testimonio de una líder de la Comuna 13 en taller con líderes y lideresas comunitarios realizado en abril de 2008. 407 Testimonio de Líder juvenil en el taller con líderes y lideresas comunitarios realizado en abril de 2008. 408 Testimonio de joven participante en el taller con líderes y lideresas comunitarios de la Comuna 13 de Medellín realizado en abril de 2008.

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colectivas de resistencia civil, a continuación presentamos las experiencias analizadas en esta investigación durante el periodo 2002-2006 en la Comuna 13 de Medellín: 3.3.5 Las acciones colectivas de resistencia civil no armadas en la Comuna 13: Un resquicio donde guarecerse Partiendo de la premisa fundamental de que la población civil en medio de un territorio en disputa no elige el conflicto violento ni los medios bélicos con los que se desarrolla la guerra, así como tampoco elige su situación extrema de exclusión económica y social, las preguntas que nos surgían en ese marco de confrontación entre actores armados que se comenzó a desarrollar en las comunas populares de Medellín y con todo el despliegue que ha tenido en la Comuna 13, fueron entre otras, ¿De qué forma los pobladores afrontaban la situación de conflicto armado, además de las penurias económicas ya existentes? ¿Cuáles eran las formas de resistir a las condiciones enmarcadas en una guerra interna y sus consecuencias políticas, económicas y sociales? Fueron algunas de las preguntas que nos inquietaban, interesados en conocer cuáles eran las acciones colectivas de resistencia civil y el modo en el que estás se presentaban en la Comuna 13, al momento de acercarnos a los y las líderes sociales protagonistas de sus propios horizontes de posibilidad, al elegir la no-violencia desde una actitud activa, la objeción de conciencia, la no colaboración con los armados, la autonomía de las acciones comunitarias emprendidas, la denuncia frente a los excesos y violaciones de los derechos humanos por parte de los violentos, pese a los riesgos y el precio que ya otros y otras líderes habían pagado con su propia vida. La identificación de aquellas experiencias colectivas de resistencia civil no armadas en la Comuna 13 de Medellín, inició con una revisión a los listados de organizaciones sociales de los bancos de datos de la Secretaria de Desarrollo Social de la Alcaldía de Medellín, ante el numeroso recuento de Organizaciones de Base en esos listados se eligió de forma aleatoria a quince organizaciones sociales con distinta orientación social, a las que se les realizaría una entrevista semi -estructurada, indagando en los aspectos de cada uno de los objetivos específicos de la presente investigación. Nuestro ánimo fue realizar las primeras entrevistas desprovistos de cualquier aprehensión y predisposición hacia un actor social en particular, comenzamos así el acercamiento a las organizaciones de la Comuna 13, haciendo el contactó primero con los presidentes de Juntas de Acción Comunal (JAC).409 En esas primeras entrevistas, los líderes y lideresas entrevistados nos hablaron de distintos proyectos barriales como la canalización de quebradas, la señalización y construcción de senderos peatonales, la conexión a la red telefónica y eléctrica de las Empresas Públicas de Medellín –EPM-,

409 Numerosas organizaciones de base en Colombia, con una trayectoria comunitaria basada en la auto-construcción de la infraestructura social en áreas rurales y barrios populares de las ciudades, tales como, las escuelas, las vías de acceso a las localidades, los parques y canchas deportivas, entre otras, la mayoría de las veces estas obras se han realizado mediante convites, en los cuales la comunidad pone la mano de obra y los materiales y demás insumos para la construcción son gestionados con alcaldías, y entidades privadas ubicadas en el sector de origen de la JAC. Sin embargo, a lo largo de su historia de conformación (más de cuarenta años), estas organizaciones comunitarias también han estado influidas por practicas de clientelismo entre los lideres comunitarios y los candidatos de los distintos partidos políticos en Colombia y prácticas de corrupción en la ejecución de los recursos públicos.

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entre otras, actividades llevadas a cabo a través de la gestión de recursos provenientes de la administración municipal y EPM con la modalidad de convites, en los cuales los habitantes han aportado su mano de obra, activando así, relaciones de autogestión, solidaridad y reciprocidad. Relaciones que probablemente han sido muy significativas para los pobladores de los barrios, beneficiando a madres comunitarias y adultos mayores, pero que no daban cuenta de una motivación de resistir de alguna forma con un mensaje claro de oposición y/o autonomía frente a los actores armados o frente a la situación de exclusión socioeconómica vivida por sus pobladores, por el contrario, hay en esta forma organizativa una actitud emuladora y adaptable410 de su situación:

“(…) primero en el Conflicto no nos dejaban trabajar porque no querían que nosotros hiciéramos proyectos ni nada, porque fuéramos ahí como solos y que no gestionáramos nada, calladitos así, y cuando ya vino la Operación Orión y que se hizo la limpieza y que estuvo estable la comunidad, el barrio ya sin conflictos, ya empezamos a trabajar, a gestionar, a ponerle alumbrado al barrio que con el conflicto nos reventaron los alambres, quemaron los alambres de energía, quemaron los alambres de teléfonos y ya pudimos estabilizar por ejemplo la telefonía, la energía, gestionar recursos con EPM.411

La palabra limpieza mencionada por el líder entrevistado, frecuente en Colombia para describir asesinatos y procesos de exterminio social, así como el planteamiento de un barrio estable después de ese exterminio, sin ningún cuestionamiento hecho por parte del entrevistado al actor armado que ejerce el control militar y político en el territorio, es un indicio de aceptación de la situación vivida y una actitud poco proclive a resistir la presencia de ese actor nuevo, que ahora ejerce como micropoder alterno ordenando el barrio. Este es un ejemplo, de los pocos resultados obtenidos sobre el cometido de la investigación en esas primeras entrevistas, escogidas de forma aleatoria a los y las líderes de Juntas de Acción Comunal y otras organizaciones sociales. De este modo, optamos por una segunda vía en la indagación, a través de lideres y pobladores reconocidos que sirvieran de puente y/o fueran fuentes de información sobre la necesidad de la identificación de actores sociales que hubiesen sido gestores y promotores de algunas acciones de resistencia civil no armadas durante el periodo de nuestro interés (2002-2006), aunque ya no continuaran con sus acciones colectivas en el momento de nuestra búsqueda (años 2007 y 2008), ya que uno de los objetivos, además de conocer las distintas experiencias de resistencia civil no armadas que se hubiesen dado en la Comuna 13, al igual que en las comunas 8 y 9 de Medellín, era conocer que había pasado con las experiencias que ya no continuaban sus actividades organizativas y acciones de resistencia. 410 De acuerdo a Charles Tilly la emulación es “la reproducción de modelos organizacionales que ya actúan en otros lugares. La emulación funciona a lo largo y lo ancho del mundo social e incluye la adopción de modelos igualitarios de interacción social, así como de otros que se aplican en una vasta gama de relaciones sociales, tanto iguales como desiguales”. A su vez, la adaptación, así como la emulación “es un mecanismo social extremadamente general, ampliamente presente fuera del reino de la desigualdad. Tiene dos componentes principales: la invención de procedimientos que facilitan la interacción cotidiana y la elaboración de relaciones sociales valoradas alrededor de las divisiones existentes. A falta de una resistencia concertada por parte de los miembros de las categorías subordinadas y de cambios exógenos en la organización anfitriona, todas las partes construyen múltiples rutinas en torno del límite categorial, lo que hace que se interesen en su mantenimiento; modifiquen los libretos y acumulen un conocimiento local satisfactorio”. TILLY, Charles. La desigualdad Persistente. Manantial. Buenos Aires. 2000. Primera edición 1998. pp. 107; 109. 411 Entrevista a Presidente de una Junta de Acción Comunal de la comuna13, diciembre de 2008.

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Fue así como llegamos al encuentro de experiencias colectivas heterogéneas, con sus matices y contrastes entre ellas, que se nos fueron mostrando de a poco, obligándonos a desprendernos ligeramente de un marco analítico preestablecido sobre la resistencia civil, al revelarnos una variedad de acciones y procesos organizativos tenuemente definidos y estructurados, pero que asombraron y deslumbraron en su sencillez, sutilidad, creatividad y firmeza frente a los actores armados y frente a la privación de oportunidades económicas y sociales vividas por la mayoría de sus protagonistas. La siguiente es su caracterización en tres momentos: La apertura, la creación y la persistencia de cada una de estas experiencias organizativas. 3.3.6 La apertura La historia de las organizaciones comunitarias, analizadas en este estudio por su posición de resistencia civil no armada, comenzó desde el año 1990 y durante los años 2003-2005 todavía emergían nuevas experiencias. Así, dos experiencias colectivas de resistencia se remontan a comienzos de los años noventas, estas son; la Corporación Juvenil Sal y Luz que desde el año 1994 existe como corporación aunque ya había surgido desde el año 1990 como grupo juvenil, y la Asociación de Mujeres de las Independencias (AMI) que surge en el año de 1996. El nacimiento de otro grupo importante de acciones colectivas identificadas en la Comuna 13 se dio en el año 2004, son éstas experiencias las de: La Elite Hip Hop -luego reducido a las agrupaciones reunidas en el Comando Elite de Ataque CEA-, el colectivo Son Bathá, la Red Cultural Expresarte y la Caravana por la Vida. El proceso más reciente de todas las acciones colectivas analizadas lo constituye el Proyecto Jugandhi, gestado en el marco formativo de los cursos preuniversitarios ofrecidos a los jóvenes de la Comuna 13 por la ACJ (Asociación Cristiana de Jóvenes) en el año 2005. Dos organizaciones sociales que han servido de plataforma y facilitadoras de acciones colectivas de resistencia civil no armadas surgieron en el año 1999, es el caso de la organización no gubernamental Corporación para la Paz y el Desarrollo Social –Corpades- y de la Corporación Concejo Comunitario Realizadores de Sueños. Por su parte, La Asociación Cristiana de Jóvenes –ACJ- es una organización no gubernamental con presencia en la ciudad y en la Comuna 13 desde hace más de treinta años. Cada una de las experiencias mencionadas surgió por un conjunto amplio de motivaciones, La Corporación Sal y Luz y la Asociación de Mujeres de las Independencias –AMI- fueron conformadas alrededor de intereses poblacionales; en el primer caso, de jóvenes interesados e interesadas en la formación y difusión de la organización juvenil y, en el segundo caso, de mujeres que desde sus inicios tienen una filosofía de genero y que dando respuesta a su que-hacer incluyen al hombre, con la idea de “trabajar no solo desde la mujer sino también desde su entorno buscando la forma de hacer parte a los hombres de esos proyectos, y luego pensar en la familia en su totalidad. Buscando ser una organización de género muy incluyente.”412 Este colectivo de mujeres se agrupó así en torno a la capacitación en manualidades y el ahorro programado llamado Natillera. Ambas experiencias organizativas son las de mayor duración y desde su ubicación en un contexto de confrontación y precariedad económica y social prolongada en el tiempo, vieron morir en su mismo intento otras

412 De este modo es caracterizada AMI por una de sus líderes fundadoras, entrevista realizada en diciembre de 2007.

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organizaciones comunitarias y clubes juveniles que se fueron replegando y desestructurando ante la situación de amenaza que representaba la presencia y confrontación armada, este fue el caso por ejemplo, del Comité de Integración Juvenil que había surgido en el año 1997 y la Corporación Jóvenes Lideres Unidos (JOVLU), entre otras. Sin embargo, tanto para AMI como para Sal y Luz ese fragor del conflicto armado en el mismo territorio habitado, fue generando una dinámica colectiva que obligaba a sus integrantes a ampliar sus orientaciones y perspectivas de acción. Lo que vivieron estas dos organizaciones alrededor del año 2002 con la amenaza latente y manifiesta a las iniciativas colectivas, y en general, a las distintas organizaciones de la comunidad, las condujo a que ya no sólo se mantuvieran activas por sus motivaciones iniciales, sino que comenzaran nuevas búsquedas y la configuración de espacios alternativos frente al conflicto armado. De difusión cultural y creación artística como un espacio de opción juvenil alejado de la guerra y del estigma que ésta dejó sobre los jóvenes de la Comuna 13 en el caso de la Corporación Sal y Luz, y de defensa de la vida y la integridad humana con la denuncia pública de los atropellos cometidos contra la población civil en el caso de AMI. Así, el panorama que en determinado momento restringió las posibilidades de acción colectiva a muchos otros grupos, fue el lugar desde donde Sal y Luz y AMI construyeron su apertura a otras posibilidades de acción y a nuevos intercambios por fuera de sus barrios, alcanzando reconocimiento a nivel de ciudad y constituyendo resquicios desde donde resistir a la situación de guerra urbana, lo que hace más perceptible la permanencia y madurez de estos dos procesos organizativos, frente a los demás estudiados. El proceso de surgimiento y la importancia frente a la resistencia civil no armada para las organizaciones Corporación Concejo Comunitario Realizadores de Sueños y Corporación para la paz y el desarrollo social Corpades se vivió desde el año 1999. Las apuestas de estas dos organizaciones fueron por los vínculos, la unión y la articulación de esfuerzos entre las organizaciones comunitarias de base de los distintos barrios de la Comuna 13, entre las que se cuentan, en el caso de Realizadores de Sueños, las Juntas de Acción Comunal de los barrios, los Comités cívicos barriales, la Empresa Asociativa de Trabajo, la Red Expresarte, Siglo XXI Comunicaciones, la Asociación de Mujeres de las Independencias (AMI), entre otras. En el caso de Corpades la creación y dinamización de las organizaciones comunitarias: grupos juveniles Semillero de Jóvenes para Vivir y Locos por la Paz, las Madres Comunitarias que trabajan con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y un grupo de Adultos Mayores en el barrio El Pesebre. La labor de Realizadores de Sueños y de Corpades ha sido la de dinamizar y facilitar a cada uno de los procesos de las organizaciones con el aporte de sus propias fortalezas; entre estas, la gestión de recursos, la planeación estratégica del desarrollo de la Comuna 13, las capacitaciones, las dinámicas de comunicación comunitaria a través de canales de televisión comunitaria y periódicos comunales (Siglo XXI, Contá Contá) y las dinámicas de proyección y difusión artísticas y culturales, todo ello con el objetivo de fortalecer las distintas organizaciones comunitarias barriales. Lo que ha significado aprendizajes y apoyos irrestrictos, reconocidos por los y las líderes de cada una de las experiencias de resistencia civil no armadas analizadas aquí. Recientemente, durante los años 2003-2004, surgieron las otras experiencias colectivas de resistencia civil no armadas identificadas, es el caso de la Caravana por la Vida realizada en el año

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2003, la red de agrupaciones de jóvenes hip hoppers La Elite Hip Hop, surgida en el año 2004, y desde el año 2005, el Proyecto de juegos cooperativos desde una propuesta de no-violencia llamado Jugandhi, tres iniciativas surgidas en el marco de la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ) y protagonizada por jóvenes de la Comuna 13, dentro de las cuales se han gestado diversos mecanismos de visibilización y rechazo al conflicto, tales como: denuncias públicas sobre los atropellos y violaciones a los derechos humanos cometidos en ese contexto de conflicto armado mencionado arriba, y la formación en los temas de la objeción de conciencia, la resistencia civil y la no-violencia. Las experiencias colectivas de la Red Cultural Expresarte y Son Bathá surgidas en el año 2004, han buscado agrupar organizaciones culturales, canalizar los recursos y focalizarlos a las necesidades culturales, formar nuevos actores artísticos y culturales y recuperar el tejido social deteriorado bajo el conflicto a través de la reconstrucción de la memoria cultural, en el caso de la Red Cultural Expresarte. Y en el caso de Son Bathá, sus motivaciones han sido por el rescate y la divulgación de los valores culturales afro colombianos, como una propuesta autosostenible para las personas que hacen parte del proceso, ambas experiencias con el ánimo de convertirse en dos espacios alternativos, para jóvenes, niños y niñas que no quieran hacer parte de la guerra.

“Son Bathá no solo es chirimía sino que es la danza, es rap, diferentes expresiones guiadas por lo mismo. No es una red, todos somos Son Bathá: Son Bathá chirimía, Son Bathá danza y así sucesivamente. Es un rescate de la cultura afro descendiente, eso es importante porque es su apuesta. El objetivo con el que inicia es rescatar valores culturales afro colombianos pero como ya veníamos de otros trabajos nos dejamos contaminar por otras ideologías como las de la no-violencia”413.

Cada una de las experiencias mencionada, estuvo estimulada, con mayor fuerza desde el año 2003 con sus diferentes matices y confluencias, de manera directa por la intensificación del conflicto armado en su territorio, ante lo cual se vieron en la necesidad de alejar el estigma, el acorralamiento y el confinamiento en el que habían quedado los y las jóvenes y la población en general de la Comuna 13, luego del estallido y del fuego cruzado de los actores armados durante el periodo 2000-2004. La historia en la que han devenido cada una de estas experiencias se relatará a continuación. 3.3.7 La creación. Comuna 13: Un lugar donde la imaginación cultural rompe los límites impuestos por los belicosos Cada una de los y las lideres sociales entrevistados nos fue proporcionando ideas de cuán sutil y gradual debía ser el empeño de sus acciones de resistencia civil no armada para no terminar aplastados por la lógica de la confrontación y polarización entre los bandos armados. El miedo, la amenaza y el peligro siempre estaban y siguen estando allí, recordándole a todo aquel que no quiera hacer parte del proyecto totalitario de la guerra que su amenaza en cualquier momento puede hacerse efectiva, golpeando donde más duele, en la cabeza de los que han sido más visibles en esa resistencia civil no armada frente a la dominación armada, los y las lideres de cada uno de los procesos comunitarios de los barrios militarmente ocupados. En cualquier escenario de confrontación, la búsqueda de dominación armada se acompaña de la dominación y el control 413 Entrevista a líder de la organización realizada en diciembre de 2007.

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político y social. En este contexto, aquellas formas de protesta colectiva y movilización social donde el jolgorio, acompañado del dramatismo, masificación y despliegue de consignas y arengas, ocupan las calles y plazas públicas con las marchas y plantones públicos, es una escenificación en instantánea poco viable como opción frecuente ya que compromete a los que allí participen y pone en riesgo todo el proceso organizativo, de ahí que las formas de resistir a esa dominación armada tengan que realizarse de forma cautelosa, y ocultarse, transformarse, velarse, hasta hacerse tan difusas, que muchas veces se confunden con la inacción, la indiferencia y la turbación. Pese a todo, durante el periodo de estudio (2002-2006) se han vivido momentos, en los que se combinan las diversas formas colectivas de resistir, de un modo velado y disimulado, pero también confrontador y público. A continuación describimos el proceso vivido de resistencia civil no armada para cada una de las experiencias identificadas para este estudio en la Comuna 13.

Corporación Sal y Luz

La Fiesta por la Vida es una actividad que se conmemora anualmente, desde 1999, motivada por el asesinato de uno de los fundadores de Sal y Luz, tiene como objetivo rescatar el verdadero valor de la vida, “es decirle a los violentos no más muertes”, en palabras de uno de sus líderes.

“(en la fiesta por la vida) sacamos muchas actividades, eso ha sido algo importante que se convierte en un evento de comuna. Este año se hicieron varias cosas, se mostró la vida desde lo ambiental, se capacitaron en temas en una semana, trabajamos el medio ambiente, tema de derechos sexuales y reproductivos, fue una semana, se trabaja la recreación, el teatro, la fotografía, la cultura y el último día se hace un gran evento de cierre”.414

Además de este evento público reconocido en la Comuna 13, se han gestado diversas alternativas civiles con las que hacen presencia en barrios a los cuales normalmente no llegan otras organizaciones e instituciones de la ciudad. Entre estas, propiciar espacios de encuentro, socialización, organización y creación juvenil. Propuesta que se materializa con la creación de la Red de organizaciones juveniles “Uniendo Sueños”, los video-conciertos en las diferentes zonas de la comuna, la propuesta de formación de jóvenes en procesos de organización y participación escolar, como es el caso de la UCE 13 -Unión de Consejos Estudiantiles de la Comuna 13-. Además de las actividades puntuales mencionadas, Sal y Luz tiene una postura integral de todos los barrios de la comuna, lo que le ha permitido insertarse en procesos de planeación de su desarrollo, destacando el nuevo papel de los y las jóvenes en el desarrollo de sus propias propuestas de comuna y ciudad.

“Después del conflicto la comuna dio un cambio muy importante de participación, nace como la necesidad de articulación, de espacios en donde se reúnan fuerzas y empezar a planear, ahí se empieza a pensar en el plan de desarrollo de la 13. Se empezó con reuniones de organizaciones, Corapaz, Realizadores y Sal y Luz lideraron el proceso. En el 2003 se sientan las tres organizaciones y se piensan el proceso de articulación comunitaria y en el 2004 se inicia el proyecto del Plan de Desarrollo.

414 Entrevista realizada a integrantes de la Corporación Sal y Luz en diciembre de 2007.

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El conflicto ha seguido, no se han solucionado los problemas y la guerra sigue pero de todas maneras ese periodo permitió reaccionar y gestar cambios. El mismo trabajo que hacen las organizaciones en la 13 hacen parte de esa resistencia, aunque no es directa al conflicto estamos haciendo una acción para hacerle ver a la ciudad que la Comuna 13 no es como la están pintando”.415

Otras acciones colectivas de resistencia de carácter más directo frente al conflicto armado son: la socialización con jóvenes de distintos proyectos de vida alrededor de la cultura, la objeción de conciencia y las actividades artísticas, los encuentros deportivos semestrales descentralizados (va en la 4ta versión). “La idea es crear espacios de socialización que rompan el sentido de competitividad e integren valores solidarios y de convivencia, por eso las reglas del juego son el respeto, la solidaridad de la barra, la convivencia, no se gana por goles sino por cumplir los anteriores criterios”.416 Otras iniciativas con un carácter más procesal y emergente, pero que pueden llevar a fortalecer el proceso de resistencia son las caminatas nocturnas tratando de vencer el estigma de que en la noche no se puede caminar en la 13, a la vez, se conoce la comuna y sus sectores. Y por último, la iniciativa Sueños de Esquina, en la que se organizan pequeños eventos artísticos, culturales, juveniles, de carácter rotativo, en las esquinas representativas de los barrios en donde se socializan experiencias y se incentiva la participación y creación juvenil, evento significativamente transformador en la memoria barrial por la tradición de dolor y muerte que han representado las esquinas de los barrios populares de la ciudad durante los distintos periodos de violencia desde las bandas del narcotráfico hasta hoy. Las personas que integran la Corporación Sal y Luz plantean que su resistencia civil no armada no es directa, pero “es a través de las actividades que realizamos que le anunciamos a los violentos que no estamos con su proyecto”, el discurso de resistencia frente a la guerra, pero también de participación ciudadana, se difunde mediante las visitas a los colegios, los conciertos y los medios de comunicación de la comuna con los periódicos de difusión local Contá Contá, Siglo XXI, Signos desde la 13 y de la televisión comunitaria.

Asociación de Mujeres de las Independencias AMI Aquellas mujeres que una vez se reunieron en los comités barriales, que el Programa de Mejoramiento de Barrios Subnormales de Medellín –PRIMED-417 convocó con el objetivo de que participaran en la programación de lo qué se iba a hacer para mejorar la infraestructura barrial desde las propuestas que tuvieran los mismos pobladores y pobladoras, no imaginaron el giro que significaría en sus vidas este encuentro. Ese primer espacio propositivo condujo a la conformación de AMI, integrada inicialmente por treinta socias a las que se han unido doce mujeres más, motivadas en ese momento por un ahorro programado como una alternativa a la exclusión económica, reunidas en una casa anteriormente en alquiler que hoy es de su propiedad. De esa primera motivación surgió la idea del Bazar Solidario, realizado con aportes voluntarios de distintas organizaciones de la Comuna 13 que aportan ropa, juguetes, comida, para gestionar recursos

415 Entrevista a integrante de la Corporación Sal y Luz, Diciembre de 2007. 416 Entrevista a integrante de la Corporación Sal y Luz, Diciembre de 2007. 417 Programa de cooperación internacional con el apoyo del banco alemán KFV, la contrapartida nacional del INURBE y el Sena, la alcaldía municipal de Medellín y la comunidad.

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dedicados al auto-sostenimiento de la asociación. Este proceso organizativo ha derivado en la construcción colectiva de procesos auto-sostenibles que han permitido mejorar la calidad de vida de las mujeres cabeza de familia que integran la asociación, a través de las capacitaciones en el manejo de maquinas, computadores y la formación artesana con los talleres de manualidades, actividades que hoy tienen todos los visos de convertirse en una micro empresa altamente creativa y sostenible. Con la intensificación de la guerra en el año 2002 tuvieron una coyuntura de persecución, intimidación y soledad debido al desplazamiento intra-urbano que vivieron la mayoría de sus socias buscando poner a salvo a sus hijas e hijos, frente a lo cual vinieron amenazas para el proceso organizativo, pero que ellas hábilmente leyeron como retos, afrontados con el acompañamiento de distintas organizaciones no gubernamentales locales, nacionales, e incluso, internacionales. Esas fueron las fuerzas sociales que confluyeron en la acción colectiva de resistencia civil no armada más visible ante la opinión pública nacional, la Marcha de Solidaridad por la Vida, en el año 2002, iniciativa de las mujeres de AMI en resistencia a la guerra, acompañadas por Mujeres de Negro y Ruta Pacífica de las Mujeres.

“Desfilamos por todos los morros, habíamos más de 2000 mujeres. La iniciativa fue de las mujeres por que no queríamos tanta violencia, se hicieron murales muy bonitos. La intención era decir que las mujeres estábamos presentes y nos solidarizábamos con lo que había pasado. Las mujeres presentes nos solidarizamos con la 13, con tantos atropellos, violación a los derechos humanos.”418

Lo que se presentó a partir de ese momento fue una labor intensa de denuncia sobre la situación de violaciones a los derechos humanos y el control territorial armado, buscando visibilizar todo lo que estaba pasando en la comuna frente a las violaciones a los derechos humanos de la población civil en medio del conflicto. Buscando fortalecerse en ese intento, comenzaron a formarse en los mecanismos legales de defensa de los derechos fundamentales, participaron en seminarios nacionales e internacionales, asistieron y realizaron talleres de crecimiento personal, superación para víctimas del conflicto armado, a partir de lo cual han actuado como mujeres repetidoras de un conocimiento ante las víctimas de sus comunidades barriales. “Celebramos el 8 de marzo, día de la mujer, reunimos mujeres y pasamos películas, hablamos de lo que sienten y lo que tienen que decir de AMI. Todas dicen que AMI fue su liberación.”419 De allí surgieron proyectos alternativos a la guerra para los niños, las niñas y jóvenes que hacen parte de la red de parentesco de AMI, además de otras acciones de resistencia civil no armada, como es el caso de la “Escucha Comunitaria” y los Semilleros de Jóvenes, niños y niñas con Proyectos Alternativos a la Guerra:

“Con la capacitación que nos dan las psicólogas aprendemos a escuchar a las personas y nosotras las ayudamos desde lo que podemos. Todas cuentan y lloran y se desahogan, se les brinda apoyo y si es necesario buscamos a donde les den orientación y asesoría.”420 “La actividad de la escucha comunitaria todavía la realizamos, mas poquito pero sigue, mas que todo en grupo, porque la gente le gusta que las escuchemos todas en los talleres, comparten con sus

418 Entrevista a líder de AMI, noviembre de 2007. 419 Ibíd. 420 Ibíd.

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compañeras. Nosotras nos formamos para poder hacer esto con Vamos Mujer, con ENDA y Mujeres que Crean. Los talleres en la tarde son un pretexto para el encuentro y para la escucha comunitaria”.421

Formadas en la defensa de los derechos humanos su acción es de confrontación a todos los actores armados visibilizando la situación ante organizaciones no gubernamentales locales, nacionales e internacionales, su casa de encuentro les permitió resistir a la guerra, su apuesta es colectiva y solidaria por la vida, difundiendo y promoviendo su mandato ante la comunidad en general a través de cartas, llamadas, invitaciones, volantes, carteles, entre otros. Es así como se autodefinen,

“Somos civiles, neutrales y estamos contra la guerra. Somos experiencia de resistencia civil porque estamos formando a las mujeres para mejorar su calidad de vida y la de sus familias y a los niños para mostrarles otro futuro diferente a la guerra. La apuesta de resistencia civil se hace permanentemente a través de la formación en derechos humanos y capacitaciones diversas, y con acciones puntuales como la marcha de solidaridad por la vida convocando otras organizaciones amigas como la Ruta Pacífica y visibilizando la situación de la Comuna 13, es por esto que para los actores armados en algunos momentos la presencia de AMI fue molesta.”422

El de AMI ha sido un proceso de organización social que a partir de la situación de violencia en la comuna incorpora nuevos repertorios de acción colectiva de forma contestataria y confrontadora de las actuaciones de control social y militar de los grupos armados, extendiendo su mensaje a la opinión pública local, nacional y en el ámbito internacional con la participación en seminarios y congresos. A partir de allí, es un proceso que ha ampliado su marco de acción al construir alternativas políticas y sociales para su entorno comunitario, en este propósito ha sido valioso el acompañamiento de diversas organizaciones sociales del orden nacional y entidades de cooperación internacional. La visibilidad y alcances de su acción será analizada en el tercer momento.

Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (CORPADES) Provenientes de un proceso de paz que derivó en la desmovilización de grupos de Milicias Populares de Medellín en el año 1998, esta organización no gubernamental se conformó buscando trabajar para el desarrollo de programas y proyecto que promuevan el empoderamiento y la participación ciudadana con el fin de que ellas sean gestoras de su propio desarrollo y del establecimiento de mejores niveles de convivencia. Coherentes con este principio, CORPADES coordinó y dinamizó varias acciones colectivas, fundamentalmente en el barrio el Pesebre de la Comuna 13. El papel de facilitadores, los ha llevado a proponer la construcción y fortalecimiento de diversos procesos de liderazgo y organización comunitaria con la asesoría y activación de clubes juveniles, madres comunitarias y adultos mayores de la Comuna 13. Dentro de estas funciones, Corpades trabajó durante varios años, con una cooperativa artesana de orfebrería, propuesta artesanal en la que elaboraban productos de calidad y con su propia estética,

421 Intervención de líder en el Taller Comunitario realizado en abril de 2008. 422 Ibíd.

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pero ninguna de las madres cabeza de familia que participaban en este proceso se decidió a dedicarse a la venta de los productos, lo que estaba generando un freno en las actividades y esta coyuntura coincide con la solicitud del salón parroquial, lugar donde funcionaba la cooperativa, lo que finalmente truncó el proceso económico de auto-sostenimiento. Pero las acciones colectivas continuaron en la comuna, se optó entonces por la formación artística como un medio para la formación y el fortalecimiento de liderazgos y procesos sociales participativos, a través de las cuales se han realizado actividades lúdico-culturales con los niños y niñas de la Comuna 13, se han realizado corredores artísticos en los barrios Eduardo Santos y el Pesebre y actualmente se coordina la Red Cultural Expresarte.

“(…) el papel principal en la comuna es la generación de articulación entre las organizaciones artísticas y culturales, incluyendo los comités de cultura de las JACS, es por su papel dinamizador en el ámbito cultural que se convierte en la organización coordinadora de la Red Cultural Expresarte de la Comuna 13. Corpades también ha tenido una labor formativa para la participación y la organización comunitaria”423.

Estas acciones colectivas de circuitos lúdicos y culturales no han estado ajenas a la labor de denuncia pública sobre las violaciones a los derechos humanos y las estrategias de control militar y social sobre la población, ante organismos públicos y organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales. De ahí que se llegue a plantear que el trabajo cultural ha estado intencionado a la organización social y política, porque permite construir y visibilizar liderazgos sociales y políticos, convirtiéndose en posibilidades de resistencia civil no armada, con una particularidad, las actividades artísticas pasan desapercibidas para los actores armados, quizás porqué estos las consideran solo desde el plano estético y vaciadas de cualquier contenido político, lo que ha posibilitado la libre circulación entre los distintos barrios, incluso los que en el imaginario colectivo son sitios vedados para el libre transito entre los vecinos. Estas acciones colectivas desde el ámbito cultural apoyadas por CORPADES han sido también reconocidas por otros actores sociales de la zona, quienes las mencionaron como experiencias de resistencia civil no armadas, por su trabajo de confrontación frente a los proyectos de control social y militar de los actores armados en el territorio.

Consejo Comunitario Realizadores de Sueños Esta organización es reconocida por otras organizaciones sociales y líderes comunitarios en la Comuna 13 como una organización facilitadora y gestora de recursos logísticos, financieros, informativos, entre otros, más que una organización de base y/o con un proyecto político y social orientado a la resistencia civi no armadal. Sin embargo, la alianza entre organizaciones de base aglutinadas en una sola experiencia comunitaria, como es el caso de Realizadores de Sueños, ha significado aprendizajes que favorecen el fortalecimiento de propuestas participativas y los posiciona como protagonistas de su propio desarrollo económico y social, acciones que se muestran alternativas frente al conflicto armado y la exclusión socioeconómica de sus pobladores.

“El nombre da cuenta de todo el proceso que hizo para configurarse como organización que inicia hace 11 años con grupos juveniles, JAC, comités cívicos, organizaciones de género, empresas

423 Entrevista a integrante de la Corporación, realizada en diciembre de 2007.

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productivas. El nombre en ese entonces fue muy importante porque todos se tenían que sentir representados”.424

De este modo, Concejo Comunitario Realizadores de Sueños, con las organizaciones de base comunitaria que lo conforman ha liderado los procesos de planeación local y estratégica del desarrollo. (Diseño del plan de desarrollo de la Comuna 13 del año 2004) con la formulación y, en parte, ejecución de los planes y proyectos de desarrollo zonal bajo criterios democráticos y participativos. A su vez, se han dado procesos de promoción y difusión de actividades culturales, el trabajo articulado a la Red Expresarte, la capacitación comunitaria en computadores y la gestión de recursos para las otras organizaciones socias, “un asunto característico no solo de realizadores sino de todas las organizaciones socias es la visión y apuestas de comuna”, en palabras de una persona integrante de la corporación. El discurso de resistencia desde esta experiencia debe ser entendido a partir de la capacidad de activar un trabajo comunitario en red, articulando los distintos aprendizajes y fortalezas Además,

“El solo hecho de promover la organización, la participación social, el hecho de que los talleres en las instituciones educativas, tener a la gente ocupada en otras cosas es robarle la gente a esos espacios de conflicto, es mostrar otras opciones, enseñar el trabajo en equipo, el reconocimiento del otro, reconocimiento de los derechos, esas son formas de resistir. Nos estamos robando jóvenes para otros espacios, las mujeres están identificando otras cosas, espacios, derechos. Nosotros seguimos denunciando que hay conflicto, esa es otra forma de hacer resistencia porque no nos quedamos con el discurso que nos dice la administración, hay un contra discurso al oficial. El asunto en la comuna es que el territorio se presta para que cuando se llegue, de entrada todo parezca muy bien, el (barrio) 20 de Julio y toda la parte baja está bien, las casas bonitas, mucho comercio, presencia de fuerza pública, pero subiendo se ven otras cosas, en la noche es otra cosa, ¿que pasa con lo jóvenes por ejemplo? ”425

Hay un aspecto relevante que esta experiencia aporta a los distintos procesos de acciones colectivas de resistencia en la Comuna 13, la iniciativa del trabajo articulado entre distintas organizaciones sociales con el propósito común de fortalecerse y construir definiciones compartidas sobre los proyectos y programas necesarios de priorizar en el ámbito social, cultural y político, para su implementación en los diferentes barrios de la comuna y aumentar la capacidad de gestión de distintos recursos con las instituciones locales y nacionales. Construyendo así, unas relaciones multi-organizacionales y de este modo aportar al desarrollo local de la comuna, posicionando de paso, política y socialmente a cada una de las organizaciones que la integran y creando las condiciones necesarias, de confianza, solidaridad y reciprocidad para los procesos de acción colectiva de resistencia civil que le han sucedido al trabajo en red entre las organizaciones.

La Caravana por la Vida Esta es una acción colectiva de resistencia civil no armada concreta que se dio en el año 2004 consistió en un recorrido festivo y colorido con malabares, comparsas, música, baile y disfraces, atravesando varios barrios principalmente los conocidos como epicentro del conflicto (Barrio El

424 Intervención de líder en el taller comunitario de la Comuna 13, realizado en abril de 2008. 425 Entrevista a líder social de la Comuna 13, noviembre de 2007.

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Corazón, 20 de Julio, Independencias I, II y III) durante el año 2002 cuando se realizaron los operativos militares de la fuerza publica conjunta policial y militar que desembocó en las Operaciones Mariscal y Orión, entre otros operativos militares en la Comuna 13. Luego del recorrido artístico y musical hubo un Plantón Musical en el atrio de la iglesia 20 de Julio, con lectura de consignas en contra de la guerra. La motivación de los y las jóvenes para esta iniciativa fue la de abrir un espacio en el que pudieran manifestar su deseo de ser protagonistas de sus propias vidas y destinos alejados del conflicto armado y estigmatización que les había quedado por el solo hecho de pertenecer a una comuna que se publicitaba en el ámbito local y nacional como un nicho de la guerrilla urbana, de la delincuencia y el nuevo espacio utilizado para actividades delictivas como el llamado “secuestro express”. Esta acción colectiva se realizó con recursos de la Asociación Cristiana de Jóvenes –ACJ- y en esta participaron aproximadamente 150 jóvenes vinculados a alguno de los procesos de la ACJ. A partir de esta experiencia se pudieron crear espacios de encuentro y construcción donde se ha reconocido y valorara el trabajo juvenil no sólo a nivel social, también cultural y político.

“La caravana se había pensado no como caravana por la vida sino como caravana por los derechos juveniles; no hay que confundirla con la fiesta por la vida que esa si se desarrolla cada año, liderada por Sal y Luz. Las Jornadas por la Memoria, por la Vida y la No-Violencia recogen un poco lo que se pretendía hacer con esta propuesta, es una jornada de conmemoración por las operaciones del 2003. Empezó siendo un acto mas de memoria, no patrocinando los actos ocurridos sino para recordar y que no tengan que volver a pasar, se celebran en las mismas fechas, que no se olviden los muertos, que sea un motivo para entre todos resistir. Se vinculan varias organizaciones, desde la ACJ surge la propuesta a partir de grupos juveniles que estaban vinculadas, no es un evento institucional sino que recibe apoyo de diferentes organizaciones”.426

Esta caravana, así como los recorridos artísticos de otras organizaciones sociales, han tenido el valor de traspasar las fronteras imaginarias, establecidas por los bandos armados como parte del control militar del territorio disputado. Los y las jóvenes se han atrevido a irrumpir en esos territorios vedados usando como coartada para ello, la fiesta, la música, el baile y el colorido de la puesta en escena teatral, por donde cautelosamente se van colando mensajes incisivos confrontadores de las prácticas bélicas en sus territorios.

La Elite Hip Hop Este proceso organizativo de los jóvenes de la Comuna 13 interesados en el movimiento hip hop se inició por la invitación abierta que les hizo la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ) para crear un proyecto musical conjunto. A la primera reunión en el año 2002 llegaron 15 personas, quienes pasaron la voz a otros jóvenes de la comuna, llegando a participar 35 jóvenes de 22 agrupaciones hip hop. Para la constitución de la red se hicieron integraciones, reuniones de intercambio y se fueron asumiendo tareas frente a las fortalezas y necesidades de cada agrupación. Sin embargo, la

426 Intervención de un líder participante en la Caravana por la Vida y posteriormente las Jornadas. En el taller comunitario de la Comuna 13, abril de 2008.

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pretensión de un trabajo musical vinculante de las distintas propuestas grupales existentes en la Comuna 13 se fue nutriendo de las vivencias barriales de cada uno de los jóvenes en ese momento.

“El espacio de La Elite sirvió de plataforma para hablar y denunciar su situación, no se pensaba una propuesta de hip hop que reivindicara la no violencia y la resistencia pero eso se fue gestando debido al contexto (…) En las reuniones hablaban de los enfrentamientos que pasaban en la semana, llegaban muy tensos a un lugar de confianza, era un escenario de memoria. (…) que ellos contaran que había pasado en sus sectores les permitía entender los movimientos de los actores, estratégicamente les permitió entender lo que pasaba, quienes se estaban moviendo y llegando. Identificaban actores armados, asumieron posturas en contra de la estigmatización, primero como una queja, luego como un reclamo; contaban que la fuerza publica tenía un papel protagónico, represivo y mentiroso (…) Narraban como los paramilitares bajaban a las 5 de la mañana y se quitaban el antebrazo y quedaban solo con su camuflado militar, muchos niños no entendían esto, el hablar les permitió entender lo que estaba pasando. Eran jóvenes de muchas edades. ”427

Esa adopción de la propuesta musical de la Elite recogiendo una postura crítica de los jóvenes de oposición frente a lo que estaban viviendo en sus barrios, se debió a que cuando se dio la llamada Operación Mariscal, el 21 de mayo del año 2002, la Elite llevaba sólo cuatro meses de haber iniciado sus actividades, situación que marcó muchas de sus jornadas de trabajo colectivo para la creación musical, trabajo que muchas veces era reemplazado por la necesidad de hablar, compartir vivencias de dolor, angustia y muerte de sus seres queridos, lo que se fue constituyendo en una importante cohesión grupal, sentimientos de hermandad, solidaridad e identidad.

“Para reunirnos era un problema, muchas veces nos tocaba dormir en la ACJ por que empezaba la balacera y no podíamos regresar a las casas, muchas anécdotas. El primer concierto que hicimos fue en medio de la guerra, nos caracteriza a nivel de ciudad, fue en septiembre cuatro meses después de la Mariscal y un mes antes de la Orión, en medio de ese contexto se realizó el primer concierto Operación Elite Hip Hop Centro Occidental, con la consigna en la 13 la violencia no nos vence. Dos años conservó el nombre y luego pasó a llamarse Revolución Sin Muertos y este año va para la cuarta versión.”428 “Después de la Mariscal con un rubro de la ACJ y con gestión se logró realizar el primer festival grande en contra la estigmatización “en la 13 la violencia no nos vence” cogieron el lenguaje militar y como fue el Comando Elite los que hicieron la intervención militar era también una forma de protesta llamarse Elite. Cantaron 26 grupos, se reconocieron entre ellos y en la comuna. Simbólicamente estuvo muy lleno de discursos. Mensajes: resistencia civil activa desde una postura de la no-violencia. Fue un concierto en medio del conflicto, en septiembre, al final del concierto se escuchaban explosiones de granadas en los barrios de arriba.” 429

Con las intervenciones militares se acabó el Comité Juvenil conformado por 15 grupos juveniles que trabajaban desde 1997, en el año 2003 se desarticuló ese proceso y algunas organizaciones de la comuna se plegaron. Pocos colectivos musicales como La Elite daban mensajes directos, a través 427 Entrevista a líder hip hopper de Medellín quien participó del proceso. Diciembre de 2007. 428 Entrevista a integrante de uno de los grupos Hip Hop de la Elite. Noviembre de 2007 429 Entrevista a otro integrante de la Elite. Diciembre de 2007.

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del arte siendo éste un lenguaje que en estos contextos puede seguir hablando. En las canciones manifestaban que no querían hacer parte de ningún grupo y aunque cantaran al amor, al tedio, a la soledad, tenían sus posturas de no participación en la guerra. A su vez, evidenciar estas expresiones de vida y de denuncia en un momento de violencia, permitió mostrar a las organizaciones no gubernamentales y comunitarias que se habían ido de los barrios afectados, que se puede trabajar en medio del conflicto, el trabajo en red con otras organizaciones sociales de la zona permitió gestionar logísticamente el evento del primer concierto sin ayudas externas, la seguridad de los asistentes al evento la proporcionaron los mismos jóvenes integrantes de La Elite, no permitieron presencia de fuerza publica y personas armadas.

“Así como arriba hacían bulla con las balas (en los barrios epicentro del conflicto) y esos eran sus instrumentos, nosotros queríamos hacer sonar lo de nosotros, jóvenes con otros instrumentos que estábamos trabajando por muchas cosas y el hip hop era el medio. Teníamos otras visiones de vida y buscábamos otras opciones, decir que no queríamos más guerra era lo que queríamos”.430

Con las canciones lograron de manera metafórica narrar la situación que vivían y las letras actuaron en contra de la estigmatización, revindicando su posición fuera de la guerra, a la vez que denunciaban lo que habían vivido con las operaciones militares; Mariscal primero y Orión después, y los enfrentamientos entre bandos armados. La memoria es una acción de resistencia civil en tanto narra, recrea, habla, es hacer tejido social a través del arte, mostrar que éste incorpora lenguajes políticos a través de lo estético., el siguiente en un fragmento musical de la canción Amargos Recuerdos de la agrupación de hip hop Comando Elite de Ataque (CEA):

(…)Si vienes del morro eres un guerrillero como el resto, pero protesto por esto estoy seguro que muchos hoy nos guardan el puesto. (…)Hay historias aterradoras de asesinos despreciables De un 21 de mayo y 16 de octubre no se hable Una guerra de muertos civiles por imprudencias notables Mariscal y Orión acertijos indescifrables (…) Como todos saben no han hallado el responsable Miembros de la autoridad con sus verdes trajes a diestra y siniestra disparan desde sus ideales Ideales inestables de una guerra por el mundo portable Lo mismo son de asesinos sólo que estos son legales Nadie sabe que se siente hasta que sucede (…) (coro)

La Elite Hip Hop existió como red de agrupaciones hip hop hasta el año 2006, luego se da una re-configuración quedando integrados en una sola agrupación llamada Comando Elite de Ataque (CEA). Actualmente cuentan con un semillero de niños futuros hip-hoppers con filosofía de no-violencia. El quinto concierto, Revolución Sin Muertos IV, que estaba programado para diciembre del año 2007 no se realizó por falta de recursos. Es así como se autodefinen:

430 Entrevista a Joven integrante de la Elite, noviembre de 2007.

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“La Elite hace resistencia civil frente al conflicto armado, sobre todo en ese año del 2002 que fue muy fuerte, afortunadamente de los integrantes nunca hubo muertes ni amenazas, pero estaba el vecino, la prima, todos tocados de alguna manera. El proceso se sostiene en medio de las balas por las ganas de los jóvenes de diferenciarse de los que están en el conflicto, cambiar esa estigmatización que tiene la ciudad de los jóvenes que vivimos en la 13 que tantas veces nos trajo a todos problemas. Queríamos mostrar las cosas buenas.”431

El colectivo de La Elite adquirió en la ciudad visibilidad pública a través de la participación en eventos de carácter local como el concierto anual de Antimilitarismo Sonoro; organizado por la Red Juvenil de Medellín, la participación en la Conferencia Nacional de la IRG (Internacional de Resistencias a la Guerra), espacio donde La Elite Hip Hop compartió su proceso de acción colectiva en una mesa de discusión sobre experiencias internacionales de resistencia y Comunidades de Paz. A su vez, los conciertos anuales se han convertido en un espacio de denuncia y reivindicación, donde la música y el arte se presentan como proyectos alternativos frente a la guerra y donde las canciones pretenden ser el espejo de la realidad que se vive. El discurso de los líderes hip hoppers es abiertamente de oposición, desde una orientación de objetores de conciencia, las canciones escritas por ellos denuncian las violaciones a los derechos humanos y las lógicas de grupos armados legales e ilegales en el territorio de la Comuna 13.

Jugandhi Motivados por la situación de conflicto armado en los barrios de la comuna y la alta vulnerabilidad de los niños y niñas frente a esa situación y por el rumor del reclutamiento que se estaba haciendo de niños para insertarlos a los grupos armados, en ese momento, jóvenes de la ACJ se plantean un proyecto que busca transformar la situación de vulnerabilidad de los niños y niñas en el contexto de guerra, ampliando su perspectiva de vida y enseñándoles otros valores diferentes a la competencia, donde el juego es también diversión y experiencia de aprendizaje para la convivencia. El nombre de Jugandhi que surge de la unión de dos palabras: la palabra juego y el nombre de Gandhi, indica la perspectiva del juego desde la no-violencia promulgada por Mahatma Gandhi.

“Una cosa importante es que el grupo surge a partir de la necesidad de 15 jóvenes de pasar a la Universidad de Antioquia, no pasamos y como nos quedamos sin hacer nada surge la idea del grupo; la idea era trabajar por la comuna en la que vivimos y estamos creciendo. Retomamos toda la historia de violencia y trabajamos frente a esta. Ahora ya pasamos a la Universidad pero el proyecto continúa, desde el aporte que nosotros podamos hacer para que no se vinculen los niños a los ciclos de violencia. (…) otra acción concreta que yo podría llamar de resistencia es la motivación que se le da a lo pelaos para que ellos piensen en ingresar a la universidad, otra es la vinculación de niños a procesos que tenemos de teatro, juegos cooperativos, la no violencia y los valores como dinamizadores. Pienso que eso es darle otros sentidos y significados a lo que es el barrio, la cuadra, la esquina, igualmente se trabaja el significado de la familia y la escuela”. 432

Es una acción colectiva de desarrollo reciente, en la cual se realizan actividades lúdicas y recreativas en las canchas, placas polideportivas y calles de los barrios de la Comuna 13, a partir de 431 Ibíd. 432 Intervención de un integrante del grupo en el taller comunitario de la Comuna 13, realizado en abril de 2008.

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jornadas recreativas con niños y niñas de los barrios de la Comuna 13, utilizando los juegos cooperativos orientados hacia la formación en la no-violencia. A su vez, éste ha sido un espacio de socialización y difusión de una filosofía de la no-violencia y en contra de la guerra a favor de los derechos humanos y la cooperación, que llega no sólo a los niños y niñas participantes de las actividades, también a los padres de familia y jóvenes de la comuna. Esta ha sido una iniciativa que no confronta directamente a los actores armados, pero que ha emprendido la organización civil entre los y las jóvenes como una alternativa frente al conflicto armado.

Red Cultural Expresarte La Red la conforman 35 organizaciones culturales y artísticas, está estructurada a través de comités de comunicación, de proyectos, con un coordinador y un secretario. Cuando la red empezó, existían las mismas barreras de prohibición para pasar de un barrio a otro, mencionadas en otros procesos,

“decían al 20 de Julio no se pueden meter y nosotros hicimos las Caminatas Culturales cosa que no se había hecho en la comuna. Cogimos tambor, tambora, flauta y 10 o 15 pelaos empezamos a recorrer los caminos, empezamos a romper esas barreras, en ningún momento se presentó algo; eso fue hace dos años, empezamos 10 y terminaron una gallada. Si la cultura no puede penetrar el tejido social ya no hay nada que hacer porque es la única vía ante las armas. Hacíamos presentaciones en todas partes, en Villa Laura, Blanquizal y muchas otras más. Se hicieron muchos recorridos artísticos por cada nodo de la comuna como un proceso de recuperación del tejido social, íbamos a lugares donde nadie iba.”433

Las principales motivaciones para pensar el trabajo en red fueron el fortalecimiento de las organizaciones culturales, la gestión de recursos para el desarrollo cultural de la Comuna 13, el fortalecimiento de los procesos culturales internos y externos y el logro de la planeación de procesos culturales incluyentes, rompiendo a su vez esas barreras y fronteras creadas desde el conflicto armado. Todo ello a través de la articulación del trabajo de organización y participación comunitaria; realizando actividades de memoria cultural, fomentando la historia oral, construyendo procesos de conocimiento y reconocimiento propio con los recorridos culturales, las caminatas artísticas y las comparsas itinerantes, actividades de formación y fomento de actividades artísticas entre jóvenes vulnerables al conflicto armado ofreciendo proyectos alternativos de vida.

“Se recuperó la memoria, se hacían recorridos, se tomaban fotos empezamos a soñar y recoger historias de barrio, potenciarlas y hacerlas vivas, no dejarlas en el recuerdo. El impacto ha sido positivo, la red es un referente social, cultural y artístico en la Comuna 13. (…)Somos acción de resistencia porque desde la cultura empezamos a entrar a unas zonas donde la cultura nunca había entrado, cuando empezábamos a hablar con la gente sobre la memoria cultural nos narraban sobre el periodo de violencia y la gente decía sus cosas y esa es una forma de resistir por que era también decirle a la administración si vas a invertir en la Comuna 13 hay que saber hacerlo y eso lo sabemos nosotros, la administración vio en la red un apoyo para invertir en la 13 y esa es una forma de resistir al conflicto.”434

433 Entrevista a líder de la Red Cultural Expresarte. Diciembre de 2007 434 Ibíd.

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De este modo la invitación de la Red Cultural Expresarte, es a recorrer y reconocer los diferentes sectores de la comuna teniendo la música y las expresiones artísticas como pretextos, a la vez que, motivos de entrada a los barrios, creando espacios para el encuentro cultural y el rompimiento de fronteras imaginarias del conflicto en el territorio, sus actividades las difunden a través de un Boletín llamado Infored. Su discurso de resistencia no es confrontador, es sutil pero eficaz al pasar desapercibido para los violentos y poder continuar el proceso organizativo y cultural iniciado con la gente de los barrios de la Comuna 13.

Son Bathá

La experiencia musical del grupo de rap Skarial integrado por tres jóvenes afro-descendientes en 1996 que luego se unieron a la Elite Hip Hop en el año 2003 es la que nutre y da origen a la iniciativa de Son Bathá, los conciertos en las distintas versiones de Revolución Sin Muertos, les permitió una apertura a nuevas expresiones musicales pero también políticas, “Los conciertos son lo más significativo para nosotros. Antes de tocar hablamos de nuestra filosofía porque cuando esta filosofía no exista ya se acaba todo este proceso”.435 Ahora es una agrupación de chirimía pensando en dos principios fundamentales: rescate y divulgación de los valores culturales afro colombianos y convertirse en un espacio alternativo para jóvenes que no quieran hacer parte de la guerra en el barrio el Salado, así como en el resto de barrios de la Comuna 13.

“Los tres integrantes (de la agrupación Skarial) empezamos a llamar gente y conseguimos unos instrumentos con la alcaldía. La convocatoria no fue tan difícil porque nosotros somos referente para los jóvenes, en Son Bathá empezamos 15 personas. Se capacitaron a las personas durante 6 meses, fuimos luego a Quibdo (Chocó) dos meses para aprender más sobre lo tradicional, aprovechando el carnaval anual llamado San Pacho, experiencia que nutrió y fortaleció mucho. El grupo entonces empezó a hacer presentaciones en la comuna. (…) La guerra era un arma de doble filo pues traía unos problemas pero nos ayudaba con muchas cosas, nos daba la fuerza para seguir trabajando; no todos los de la comuna somos guerrilleros y poder demostrar que se estaba haciendo otras cosas y no todos tenemos un fusil y no somos como dijo el secretario de gobierno que decía que los de la 13 nos merecíamos lo que nos estaba pasando por que éramos colaboradores de los grupos armados. Durante todo el conflicto los jóvenes que han estado en los grupos artísticos y musicales o han hecho parte de la guerra, no han tocado un arma, nos han tocado durísimo pero no hemos caído porque tenemos el arte, eso nos ha permitido mantenernos firme. Nuestro lema es música para el alma, es la expresión que yo tengo para sentir y desde ahí crear. Una de las cosas es que hay un problema y es que en la comuna hay un crecimiento de bandas que están armadas, lo que hemos tratado de hacer es hablar con ellos, aprovechando que los conocemos desde pequeños y tratamos de vincularlo a procesos artísticos. En esas estamos.”436

Son Bathá inició actividades culturales en el año 2004 y esta conformado por 25 mujeres y 7 hombres del grupo de danza, 12 integrantes de la chirimía, el de niños y niñas que son 7 y aparte 4 integrantes del grupo de rap. La presencia del grupo es fundamentalmente en los barrios el Salado y los Conquistadores. Esta no es una chirimía más, es la advertencia de un integrante del grupo, 435 Entrevista líder de la agrupación Son Bathá. Diciembre de 2007. 436 Entrevista líder de la agrupación Son Bathá. Diciembre de 2007.

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está orientada por los principios de objeción de conciencia y resistencia civil no armada frente al conflicto armado. Se declaran así, objetores de conciencia, jóvenes activos en resistencia civil desde propuestas artístico-culturales, la difusión de sus mensajes se da a través de las canciones y los videos-documentales sobre la situación de los jóvenes y el conflicto, en programas de televisión local y en los conciertos públicos de la comuna y de la ciudad de Medellín. Sus integrantes son líderes reconocidos por la creación de videos-documentales de denuncia de la situación de conflicto armado y control por parte de grupos paramilitares, además de hablar del contexto social de la comuna contada desde su percepción como jóvenes. Algunos de sus integrantes aprendieron e incursionaron en otros lenguajes como el audiovisual, a través del cual siguieron con una labor de denuncia del conflicto, es el caso del video Cinco pa las 13.

El apoyo de la ACJ (la organización no gubernamental Asociación Cristiana de Jóvenes) estuvo presente, ahora con la Corporación Afroregee de Brasil que trabaja con las fabelas de Río de Janeiro, su ideología es a través de la música ganarle a la guerra y al narcotráfico, es grande, incorpora 2000 jóvenes que hacen música, teatro, baile. Al ver tantas similitudes entre ellos y nosotros ofrecieron apoyo, 5 profesores durante un año, un dinero mensual para unos coordinadores, y tenemos un importante apoyo con ellos. (…) Cada año estamos haciendo algo que se llama una verbena que es a la amanecida empezar a tocar la chirimía, empezamos hace tres años y en el 1 de diciembre recorremos la comuna tocando, cada año se le une más gente, 200 o 300 personas hacen parte. Las personas que no podían pasar de un lado del barrio a otro o a otros barrios lo pudieron hacer siguiendo la chirimía. (…) También trabajamos en un proceso de recuperación de la memoria con las mujeres cabeza de familia a través del tejido, haciendo manillas, de pronto está la propuesta de montar una microempresa.437

Esta experiencia de Son Bathá es la construcción de un espacio colectivo auto-sostenible de socialización, formación y creación cultural alrededor de la música folclórica, la danza, los productos artesanales, y es una forma de moverse cautelosamente en el territorio del conflicto, como alternativa a la guerra y las drogas. “Nuestra manera de hacer objeción es contar con nuestras letras lo que pasa y mostrar la música como otra alternativa de vida”.438 Además de esto, su verbena anual de la chirimía recorriendo el barrio el Salado y barrios aledaños permite recorrer nuevamente la comuna sin miedos, romper y traspasar las fronteras creadas por los actores armados. Así, la música es el lugar de la fiesta, la solidaridad, la oposición al conflicto armado y al estigma que sufren l@s jóvenes de la Comuna 13. En el siguiente apartado se ahondará en los aprendizajes alcanzados en cada uno de los procesos de construcción de la acción colectiva de resistencia civil no armada en la Comuna 13, evidenciando la forma como, a partir de las mismas situaciones de violencia en el marco de conflictividad ya expuesto, contra la que se actúa activa y dinamiza nuevas modalidades y repertorios colectivos de acción para poder permanecer, sostenerse y persistir, logrando transformar las relaciones locales de poder.

437 Ibid. 438 Ibid.

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3.3.8 La persistencia. Venciendo obstáculos y multiplicando los horizontes de posibilidades para la acción de resistencia civil no armada

Ya lo decía Gadamer

“En efecto, cuando se hace mundo, ha venido al lenguaje algo plenamente esencial, la eclosión en horizontes abiertos, el fundirse con múltiples horizontes abiertos. Quien escucha al otro, escucha

siempre a alguien que tiene su propio horizonte (…) debemos aprender que escuchando al otro se abre el verdadero camino en el que se forma la solidaridad.

(…) El mundo pluralista en el que nos encontramos es como la nueva Babel. Pero este mundo pluralista contiene tareas, que consisten no tanto en la programación y planificación racionalizadoras cuanto en la salvaguardia de los espacios libres de la convivencia humana, incluso por encima de lo

extraño”. 439 En este apartado se analizan los diversos aprendizajes alcanzados por las acciones colectivas de resistencia civil no armada, algunos de ellos mencionados por los mismos líderes en las entrevistas realizadas. Cada una de estas experiencias colectivas se ha construido de acuerdo con las dinámicas propias de su entorno social e individual así como son acordes a los desarrollos internos de las organizaciones sociales, y están condicionadas por el contexto de exclusión socioeconómica y de conflictividad violenta que las enmarcan. Sin embargo, se recogen a continuación en conjunto, pensando más en las sincronías y sinergias que en las singularidades de cada experiencia. En los aprendizajes de los procesos de acción colectiva están integrados los límites contextuales y las dificultades externas e internas, pero también las oportunidades internas y externas y los logros de los procesos colectivos vividos. Dentro de los límites y dificultades internas más frecuentes para la construcción de cada una de las acciones colectivas de resistencia civil no armadas identificadas en la Comuna 13, se encuentran: la consecución de recursos económicos para llevar a cabo distintas iniciativas, sostenerlas en el tiempo y tener mayor poder de convocatoria en todos los barrios de la Comuna 13; sin embargo, algunas de las experiencias colectivas han incursionado en estrategias de autogestión que serán mencionadas más adelante. Además y relacionada con esta primera dificultad, la expectativa casi exclusiva en la consecución de recursos públicos, hace a algunas de estas iniciativas ubicarse en un limbo moral, al poner a los activistas en una situación de dependencia de las mismas políticas institucionales que muchas veces han generado el malestar social y político que ha motivado la acción colectiva de resistencia. Por ejemplo, después de las nombradas operaciones militares y la intervención de la fuerza pública en la “retoma del territorio de la Comuna 13”, las miradas de los medios de comunicación y opinión pública nacional se dirigieron a la situación de precariedad económica y desigualdad vivida por la población mayoritaria de la comuna, frente a lo cual se anunció por parte de la administración municipal recursos para proyectos de bienestar social, iniciando así la implementación de programas sociales tratando de “remediar” problemáticas estructurales que tiene la Comuna 13, al igual que otras comunas populares de la ciudad. Sin embargo, esta focalización de algunos recursos para la comuna ha tenido un costo muy alto en vidas y demás situaciones humanitarias y psico-sociales generadas por las operaciones militares, situaciones frente a las cuales ahora se resiste colectivamente.

439 121 GADAMER, Hans-Georg, 1997. La diversidad de las lenguas y la comprensión del mundo. En: KOSELLECK, Reinhart; GADAMER, H.G. Histórica y Hermenéutica. Paidós. Madrid. pp. 121; 123.

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Otra dificultad interna es la poca formación educativa y social que se ha tenido para fortalecer los propios procesos colectivos y renovar liderazgos, que tiene que ver entre otros aspectos, con dificultades externas como han sido las mínimas oportunidades individuales para el desarrollo humano con las que se ha contado, al igual que los mínimos mecanismos institucionales existentes para potenciar la participación ciudadana en el desarrollo de proyectos educativos, económicos y sociales. Un límite para la acción colectiva es la ausencia de procesos de sistematización de las experiencias colectivas vividas, lo que permitiría evaluar y superar errores para lograr mayor resonancia del mensaje movilizador además de posibilitar mayor proyección política para las organizaciones sociales y efectividad en las acciones colectivas frente a su reclamo de oposición a la violencia, acorde con lo alcanzado hasta el momento frente a sus motivaciones y objetivos colectivos sociales y culturales. Hay una dificultad interna que también fue mencionada en las entrevistas realizadas a líderes integrantes de las experiencias analizadas, se refiere a los problemas de comunicación entre las personas integrantes de cada colectivo, que lleva muchas veces a “roces personales” y fragilidad de la unión en la organización comunitaria. Otra es el factor tiempo por los distintos compromisos personales también adquiridos por los activistas e integrantes de los colectivos, y muchas veces, el desequilibrio en la división de funciones entre las personas militantes en lo relacionado con la campaña movilizadora para la creación y activación de compromisos que conduzca a la realización de la acción colectiva de resistencia civil frente al conflicto armado y la exclusión socioeconómica, factores que en determinado momento pueden llegar a ser relevantes en el desarrollo de la acción movilizadora. Así mismo, puede nombrarse como dificultad interna aunque también sea externa, la convocatoria y activación de la movilización excesivamente localista, entre otros aspectos por el acercamiento y canales de difusión dirigidos casi exclusivamente a un grupo poblacional de la comuna; la mayoría se enfocan a jóvenes (con excepción de algunas experiencias las que se han enfocado en las mujeres, niños y niñas de la comuna), sin mayores propósitos de extender el mensaje movilizador frente a la violencia a otras personas no sólo de la comuna, de la ciudad, el país y al ámbito internacional –sin necesidad de mayores recursos, por ejemplo, a través de un medio como el Internet siguiendo otras campañas movilizadoras exitosas-, buscando así más vinculaciones y participación en el proceso colectivo, lo que podría ser también una propuesta para incluir e invitar a los mismos victimarios, militantes y combatientes de los actores armados a la desmilitarización y respeto de los derechos humanos. Es decir, también desde los colectivos civiles se pueden pensar proyectos alternativos para desarmar a los combatientes, sin que con esto se pretenda suplantar esa labor del Estado, sobre todo cuando se trata de grupos armados paraestatales. En el caso de las dificultades externas, se cuentan, entre otras, el quebranto moral de las organizaciones sociales y sus líderes ante el asesinato, amenaza y desplazamiento forzado de líderes y personas integrantes de las organizaciones sociales. Así también, la intimidación y suplantación para la acción colectiva civilista por parte de los actores armados interesados en controlar política y socialmente a la población civil, y con esto, la aparición de fronteras difusas entre el espacio utilizado por los actores colectivos; ya sea que estén enfrentando la violencia desde la oposición, la resistencia civil no armada, o la construcción ciudadana de alternativas políticas y

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sociales, y los actores armados en su interés de cooptar y sustituir a los lideres políticos y sociales en el territorio controlado violentamente.

“Un asunto particular fue que trabajando talleres de comunicaciones en el Salado parte alta, era para fortalecer el canal comunitario creado a mitad de este año, los paramilitares les dijeron que no podían volver a 20 de julio ni a la Corporación y que se desarticularan. No se dio ninguna explicación. (…) Otra cosa es que los jóvenes armados son los que ahora generan procesos sociales, hacen festivales, fiestas, actividades culturales, paseos. Tiene los recursos para hacer eso y la gente muy olímpica hace parte de eso. No utilizan ningún marco legal ni institucional, lo hacen espontáneamente”. 440

Una dificultad externa e interna es la poca visibilidad pública para la activación del apoyo general de la población local y nacional que posibilite generar mayor eficacia de la acción movilizadora para enfrentar y resolver la situación de violencia en la Comuna 13. Esta situación está alimentada de las anteriores dificultades mencionadas y también de la misma competencia en la que entran las organizaciones sociales con los actores armados por los recursos espaciales -como los sitios típicos de encuentro social y lúdico de la comunidad; canchas, plazas y parques-, económicos y los apoyos sociales e institucionales, obstaculizando así, la participación masiva para enfrentar la situación de conflicto armado y violencia derivada de éste, cuando lo que se vive cotidianamente al interior de la Comuna 13 es la generalización entre la población de prácticas sociales abiertamente en oposición a las que las organizaciones sociales están liderando.

“(…) esto del Estado validar su posición ahora en la comuna, con frecuencia invitan a los lideres a participar de unas reuniones con los policías y los soldados y yo he notado cierta resistencia porque no todos los lideres asisten, no validamos ese tipo de reuniones. Invitan mas que todo a los grupos de la tercera edad, el jefe de ellos dice y todos van, las reuniones son numerosas pero la gente que va se queda allí por otras razones y no por que les nazca participar de ese tipo de espacios, y los otros lideres mas concientes de lo que ese tipo de espacio significan no estamos allí, nos mandan la invitación directa pero la postura es otra, no tenemos porque ir allá así nos den transporte, refrigerio y todo. Esas reuniones se dan después de la operación, antes jamás en la vida la policía, el color verde no lo conocíamos en la ropa solo en los árboles.”441

“Antes había un control de las drogas y la prostitución, ahora el asunto del expendio de droga y la prostitución juvenil e incluso infantil pasa desapercibida en un 100%, incluso las fuerzas armadas legales son culpables de esto. En este momento a los pillos los colocan a estudiar y les pagan pero igual uno los ve haciendo sus pilladas en las esquinas y nada les pasa, incluso delante de las fuerzas armadas, policías y soldados atropellan a jóvenes que nada tiene que ver y a los de la esquina intocables. Desde aquí uno se pregunta como esta operando el asunto de la ley y la justicia en esta comuna. Alguien de la alcaldía me decía que eso era una forma de ubicarlos, de identificarlos, de controlarlos, ya sabemos donde están me dijo, y lo que están haciendo, pero y entonces…? mientras muchos quieren estudiar y no pueden, a los otros los tienen estudiando y ellos haciendo atropellos; además los dejan hacer lo que quieran, identificarlo y no hacer nada de que vale.

440 Testimonio de un líder de la comuna, en entrevista realizada en diciembre de 2007. 441 Intervención de líder en taller comunitario, Comuna 13. Abril de 2008.

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(…) Hay una denuncia de los niños como jíbaros, es impresionante, por ejemplo, en nuevos conquistadores en la urbanización de los edificios usted encuentra en ese espacio 20 niños cargados de droga.” 442

Con respecto a las oportunidades internas, una de estas ha sido la incursión en la producción y utilización de medios que publicitan las acciones colectivas de resistencia civil no armadas frente a la violencia generada, es el caso de los videos y la participación en eventos de la ciudad y del país. “No se quedaron solo en el lenguaje de la canción, lo hicieron con el break dance, el graffiti, y lo mas interesante su vinculación al lenguaje organizativo y audiovisual (video y fotografía) a través de lo cual narraban su situación y realidad”, en palabras de uno de los lideres facilitadores de procesos juveniles musicales en la ciudad describiendo el proceso colectivo musical en la Comuna 13.

“(…)el proceso comunicacional ha sido muy significativo, las organizaciones juveniles optaron en algún momento por tomarse los medios como forma de hacer resistencia y objeción, tomaron TV, radio, fotografía y prensa y hay varias experiencias que son fuertes y grandes: Contá Contá es una de ellas, Signos Desde la 13 es una alternativa juvenil chévere, zona 4 ha hecho perfiles desde lo audiovisual, Passolini y Claro Oscuro con videos juveniles tratado de identificar las problemáticas del joven desde su percepción. Esa es una característica de esta comuna, que tenga 3 medios alternativos públicos es muestra de ello.”443

Otra oportunidad interna ha sido la adopción de actividades artísticas y culturales como medios para la resistencia civil no armada y la organización social, así como para la misma autonomía de las acciones de resistencia civil no armada. Además de esto, a través de dichas actividades se han establecido relaciones de confianza, empatía y solidaridad entre los integrantes de los colectivos, al mismo tiempo que se construyen identidades barriales relacionadas con el papel juvenil, el de las mujeres, y el de la población afro-descendiente. Una oportunidad interna para la acción colectiva ha sido la identificación y reconocimiento de las tácticas bélicas llevados a cabo en el fragor del conflicto armado, debido a que se ha sobrellevado la amenaza bélica permanente aprendiendo de aquellas situaciones que pueden generar mayores riesgos para el colectivo y para la integridad física de cada persona integrante del proceso comunitario de resistencia civil no armada, además de entender la situación de confrontación armada en la que se encontraban en medio a partir de la percepción de cada uno, ya que para resistir también civilmente se necesita conocer al adversario.

“La 13 está configurada por cerros y cada cerro tenia un actor especifico; que ellos contaran (en los encuentros del grupo) que había pasado en sus sectores, les permitía entender los movimientos de los actores armados, estratégicamente les permitió entender lo que pasaba, quienes se estaban moviendo y quienes llegando (al territorio). Identificaban actores, asumieron posturas en contra de la estigmatización, primero como una queja luego como un reclamo; contaban que la fuerza publica tenia un papel protagónico, represivo y mentiroso (…)”444

442 Testimonio dado en entrevista realizada en diciembre de 2007. 443 Ibíd. 444 Entrevista realizada a dinamizador de procesos sociales en la ciudad, diciembre de 2007.

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“Una cosa importante fue la protección entre nosotros, por ejemplo decíamos que si se llevaban a alguien nos íbamos todas y esa era la estrategia de todos, nos comunicábamos y nos cuidábamos entre nosotros mismo, era la forma de resistir a ese periodo de violencia.”445

Una oportunidad interna ha sido el sentimiento de agravio e indignación colectiva frente a la estigmatización y tergiversación sobre la supuesta posición a favor de alguno de los bandos enfrentados por parte de la población civil, estigmatización derivada de la información publicada sobre lo que ha sucedido en la Comuna 13 con respecto a las situaciones generadas en las operaciones militares y la confrontación entre actores armados ilegales. La información emitida por la prensa escrita446 y los noticieros de los canales locales y nacionales sobre lo ocurrido en la Comuna 13, recogió fundamentalmente las versiones de la fuerza pública y las autoridades locales, lo que ha dado el impulso para muchas de las acciones colectivas de resistencia civil gestadas desde el año 2003. Otra oportunidad interna, pero también externa para las acciones colectivas de resistencia civil no armada, ha sido el acompañamiento permanente entre las distintas organizaciones comunitarias, que se traduce en la interacción, solidaridad, participación de las distintas iniciativas y el trabajo en red entre las organizaciones comunitarias de la comuna e incluso de la ciudad. Hay una permanente interlocución y reconocimiento de la labor realizada entre las mismas organizaciones sociales. Además de esto, una oportunidad externa ha sido el acompañamiento de organizaciones no gubernamentales locales, nacionales e internacionales que hacen presencia en la Comuna 13, debido a que los límites y dificultades impuestos por la existencia del conflicto armado, también es una oportunidad para visibilizar la situación de exclusión socioeconómica y dirigir recursos públicos y de agencias de cooperación para la Comuna 13. Es decir, como puede significar una dificultad interna esa dependencia de los recursos públicos, también puede ser una oportunidad externa, como efectivamente lo ha sido. Algunas de las acciones concretas de resistencia civil mencionadas han sido avaladas con recursos, ya sean estos, financieros, logísticos, humanos, técnicos, de instituciones como Manos Unidas, Ruta Pacifica de Mujeres y Mujeres de Negro, Instituto Popular de Capacitación IPC, la Alcaldía de Medellín a través de la Secretaria de Gobierno, Secretaría de Desarrollo Social, Vamos mujer, Mujeres que Crean, Universidad Pontificia Bolivariana, el Fondo FOCUS; integrado por Fundación Corona, Universidad de Antioquia y el Municipio de Medellín, Fundación social, Cooperativa Confiar, Actuar, la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ), La Red Juvenil de Medellín, entre otras. Un espacio importante por mencionar, es el de la Biblioteca Comfenalco sede Centro-occidental, por el significado que tienen sus instalaciones para la población en general de la Comuna 13, sobre todo en los momentos más críticos del conflicto, con la realización de diferentes actividades significativas para el dinamismo social y cultural de la población de los barrios de la comuna en momentos de tensión, desconfianzas y terror colectivo; tales como son las actividades de trueque, los bazares, las tertulias y talleres literarios. “son importantes porque se saca a la gente de la cotidianidad, porque la gente no se podía marginar y por eso la invitábamos para que participaran y actuaran”, en palabras de uno de sus promotores. 445 Entrevista a integrante de organización comunitaria de la Comuna 13, octubre de 2007. 446 Véase la Serie de artículos El Colombiano sobre los Sucesos de la Comuna 13 de Medellín en el año 2002, disponible en el sitio www.elcolombiano.com.co

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“El club de lectura canteras era un club que se resistió a la violencia, por orden de Comfenalco debíamos cerrar el club porque era de 7 a 10 de la noche y a esa hora siempre había balacera, pero sus integrantes no dejaron cerrarlo. Dos meses antes de la operación nos avisaron para que cerráramos las puertas de la biblioteca, pero al contrario, la comunidad no dejo que cerráramos los programas y servicios y eso hicimos, muchas organizaciones se fueron y nosotros nos reunimos y decidimos quedarnos. Lo hicimos en parte porque la comunidad nos apoyaba y los niños a las 6 de la tarde con o sin balacera se quedaban ahí, y muchos padres también se quedaban hasta que el último niño saliera de la biblioteca. “(…) El club de rock de la biblioteca también surgió ahí. Se conforma desde entonces y todavía funciona. Comienzos del 2005 y aun persisten. Se comienzan a recopilar videos, servicio de información local, videos que se muestran, ya vamos en la 4 versión. Muestra de videos en la Comuna 13.”447 “Otra cosa importante es el nacimiento de “pantallas al viento” que lo hacemos desde la biblioteca en convenio con la corporación de comunicación siglo XXI y realizadores de sueños. Íbamos a diferentes espacios sobre todo a placas polideportivas y allí presentábamos una película, un video sobre la comuna, un documental pequeño donde la gente se viera, a la gente le encante verse. Había un dialogo con los actores para poder realizar estos eventos, bajaban a preguntar por lo que hacíamos, quien es el encargado. Otra cosa es que había dialogo externo con organizaciones eso fue rescatable.”448

3.3.9 Persistir: El mejor modo de resistir. Los logros silenciosos de las componendas449 colectivas Las acciones colectivas de resistencia vivenciadas en la Comuna 13 tienen la particularidad de lograr su realización pese al control y vigilancia permanente en los espacios públicos por parte de los actores armados; las canchas, los parques, las plazas y las calles, aquellos escenarios dispuestos para el goce y utilización con cierto grado de libertad por parte del ciudadano para sus manifestaciones políticas no tienen en el contexto de guerra la misma disponibilidad. Es en este sentido que cobra fuerza la existencia colectiva de oposición, disidencia y resistencia al accionar y control de los armados sobre la vida de la población, aquí no sólo se hace presencia como alternativa civil, también se logran hacer componendas que burlan el cerco y vigilancia armada. Las canciones, los recorridos musicales atravesando territorios vedados, las fotografías, los nombres alusivos a la guerra de las agrupaciones musicales y conciertos, pero en este caso recreando la civilidad y la memoria sobre los hechos, los videos documentales ironizando el cubrimiento de

447 Intervención de un profesional en Taller Comunitario de la Comuna 13, realizado en abril de 2008. 448 Intervención de promotor en Taller comunitario de la Comuna 13, abril de 2008. 449 “Una componenda es una trampa o una chapuza que se hace para poder vivir allí donde la vida no es posible, cuando no hay ninguna alternativa. Es algo imperfecto y provisional porque no tiene ningún fundamento (se apoya en el caos), y porque en cualquier momento puede fracasar (y ser engullido de nuevo por el caos). No es el resultado de una opción (…) sino el fruto de una pasión, de una urgencia, de una violencia que empuja, sin dejar posibilidades: es lo único que puede hacerse para vivir (…) Aunque oigamos a Deleuze decir que es una “creación”, aunque Foucault hable de “estética de la existencia”, no hay que olvidar que se crea cuando no se tiene otra opción, se crea para resistir”. Pardo, José Luis, 2000. Maquinas y Componendas. La filosofía política de Deleuze y Foucault. En: LÓPEZ ÁLVAREZ, Pablo; MUÑOZ, Jacobo (eds.). La impaciencia de la libertad. Michel Foucault y lo político. Biblioteca Nueva. Madrid. pp.64-65.

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noticias con un visible amarillismo en búsqueda de “la chiva” violenta en la Comuna 13, son ejemplos de dichas componendas que así lo testifican. Visto en retrospectiva, cada experiencia ha tenido logros relacionados con su capacidad organizativa y de liderazgo social, entre estos la formación política y social, el reconocimiento de potencialidades individuales y colectivas para afrontar los riesgos del trabajo comunitario y a los mismos actores armados, la capacidad de verbalizar y comunicar lo que han vivido y sentido en situaciones extremas de precariedad económica y social pero también de indignación y de dolor físico y moral ante la violencia. Algunos de los colectivos, lograron con las canciones, de manera metafórica, narrar la situación que vivían a partir de las letras en contra de la estigmatización y revindicando su posición civil fuera de la guerra. A otros, la posibilidad de hablar y compartir proyectos comunes, espacios de solidaridad y encuentro que les dio la fuerza para no vincularse a la guerra.

“La política frente a los actores era evadir la confrontación, sólo por necesidad se les hablaba (situaciones de atrocidad) habían cosas que no podían pasar y le tocaba ir a hablarlas. Esta gestión la hacia Jaider a título personal o acompañado dependiendo de las circunstancias y el actor armado. Hablaba frente a situaciones de amenaza o masacres, tratando de mediar o aclarar posiciones.”450

Otro logro para varias de estas experiencias colectivas ha sido las trayectorias del proceso de autogestión iniciado, lo que permite plantear en el momento actual la consolidación de sus organizaciones y cierta estabilidad en sus proyectos de vida. Dicha autogestión, se ha dado a través de los trueques de bienes e intercambios de servicios entre las mismas organizaciones comunitarias, como lo enuncian ellas mismas, “el año pasado hubo un ejercicio, construimos con los muchachos las carpetas de servicios de cada grupo, todos saben hacer algo, sean dulces, recreación, música, como juntos poder vender y sostenerse.” Además de esto, también se ha dado la autogestión con la formulación de proyectos ante organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, y la administración local, pero también fruto de los recursos individuales que han dispuesto los integrantes de cada colectivo. Los aprendizajes de la autogestión han valido no sólo para el interés particular del colectivo, también se han insertado en los procesos de planeación para el desarrollo de políticas públicas que incluyan a la Comuna 13 y sus diversas problemáticas sociales y económicas logrando un posicionamiento del trabajo y el liderazgo juvenil, de las mujeres y de colectivos comunitarios en general, alcanzando visibilidad a nivel de comuna y de ciudad se consiguió así capacidad para negociar y construir el desarrollo de la comuna. En el caso de la preocupación constante por el estigma que han tenido los jóvenes de la Comuna 13 y por la necesidad de generar espacios alternativos al conflicto armado, han sido significativos los logros de espacios lúdicos, creativos y de ocio construidos para las mujeres, los y las jóvenes y los niños y niñas, con las distintas actividades artísticas y culturales, y también las dedicadas a la defensa de los derechos humanos y la eliminación de las fronteras bélicas imaginarias que impedían la circulación entre sectores de los barrios a todos los moradores, lo que significa para todos y todas nuevos horizontes de posibilidad, distintos al conflicto armado.

450 Entrevista a líder de la Comuna 13, realizado en octubre de 2007.

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La constitución de las distintas experiencias colectivas de resistencia civil no armada en torno al Hip-Hop, el juego, las manualidades, el folclor, la memoria, la identidad afrodescendiente, las perspectivas juveniles, de genero y barriales, ha significado diversos espacios de solidaridad y promoción de la música, la danza, la creación y la resistencia civil no armada entre la población de la Comuna 13, con propuestas concretas: como la de vencer el estigma que dejó las operaciones militares en la población de la Comuna 13, alejarse de propuestas de vida alrededor de las armas, construir propuestas artísticas y musicales auto-sostenibles, mostrar y divulgar el trabajo de las organizaciones comunitarias de la comuna y buscar interlocución con otras organizaciones para la gestión del desarrollo zonal, a través del liderazgo y procesos de organización y participación para el desarrollo incluyente. Todo el proceso de estas experiencias presentadas ha sido una creación colectiva, y dialogar con otros actores de la ciudad les ayudó a cualificar su discurso de resistencia, a fortalecerse internamente y a generar nuevos aprendizajes frente a la planeación y la gestión de proyectos. De este modo, las distintas expresiones culturales se han convertido en opción de vida, que articula la resistencia frente al conflicto y posicionó a los jóvenes de la Comuna 13 como interlocutores directos de organizaciones sociales y actores armados, ya no como víctimas o personas reclutadas para engrosar las filas de algún actor armado sino como los artífices de su propio destino. Lo que queda de experiencias de resistencia tan vitales en unas condiciones políticas, económicas y sociales de guerra y exclusión, es que a pesar del aparente hermetismo del poder armado, esas acciones colectivas con sus pisadas silenciosas logran en forma de susurro poner en evidencia lo impenetrable; el poder de los ejércitos, intimidante y proscrito, no puede controlarlo todo, existen rendijas por las que menudos rayos de luz pueden convertirse en potentes bolas de fuego, ese poder circulando la totalidad del cuerpo social del que hablaba Foucault está aquí representando uno de esos devenires. La resistencia de los llamados débiles o subyugados, se convierte en esta perspectiva, en un ejercicio constructivo, imaginativo y creativo. Es decir, es una de las múltiples posibilidades existentes de poner a circular el poder. Frente al poder de facto, frente al poder ejercido por medios violentos, siempre habrá posibilidades de deslizarse y escabullirse, otras tecnologías y otros repertorios de acción serán inaugurados, renovados, reencauchados, como otras más, de las tácticas de ingenio y posibilidad de los llamados “débiles”. De este modo, pese a la guerra y la exclusión de que han sido objeto los pobladores en la Comuna 13 de Medellín, y aún más, pese al despliegue discursivo de una sociedad cohesionada frente a la clase política y económica hegemónica, surgen las distintas manifestaciones colectivas y se evidencian distintas experiencias de resistencia civil no armadas que plantean la existencia de orientaciones y formas de acción colectiva opositoras a la dominación armada e ilustradoras de una pluralidad de alternativas culturales, políticas y sociales, alterando así, las relaciones de subalternidad.

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3.4 ANALISIS COMPARATIVO DE LAS EXPERIENCIAS DE RESISTENCIA CIVIL NO ARMADAS EN LAS COMUNAS 8, 9 Y 13

A partir de las muy variadas, ricas y complejas experiencias de resistencia civil no armadas realizadas por las comunidades, líderes y lideresas comunitarias de las tres comunas, podemos indicar algunas conclusiones a través de un ejercicio comparativo que nos permita establecer aquellos aspectos o elementos que les son más comunes, así como también aquello en lo cual puedan diferir. Por un lado, es importante subrayar la relevancia que en estas experiencias de resistencia civil no armadas tienen las referidas al conflicto armado y al dominio de los actores armados, frente a aquellas relacionadas con la situación de exclusión social y de pobreza. Aunque, por supuesto, esta mayor importancia varía en términos relativos de una comuna a otra, dependiendo tanto de las propias condiciones socio-económicas de las comunidades de referencia como también del grado de profundidad, agudización y expansión de la situación de violencia existente en el territorio. Probablemente este mayor peso de las acciones de resistencia civil no armada frente al conflicto armado y la violencia se explique por el carácter omni-abarcador y determinante de la situación de violencia sobre el desarrollo de todas las demás actividades propias de la vida comunitaria, lo cual demanda que sea encarada con mayor apremio por la propia comunidad. Las estrategias y acciones colectivas de resistencia civil no armadas halladas frente al conflicto armado, tienen un fuerte componente centrado en lo cultural, lo artístico, lo deportivo, lo festivo, el teatro, la lúdica, la música y, en general, en muchos otros eventos comunitarios. Todas estas acciones tienen como propósitos socavar en el mediano plazo el dominio de los actores armados, no contribuir a la generación de poder entre ellos, ni concederles legitimidad; así mismo, busca conservar la autonomía de la comunidad, recrear y afirmar lo comunitario como referente de pertenencia y de identidad a la misma y contribuir, desde lo comunitario, a construir espacios y desarrollar estrategias de superación de la violencia y la confrontación por medios no armados y la afirmación de valores de convivencia como el respeto por el otro y la participación. El sentido de las mismas, por lo general, se orienta hacia la sustracción de las comunidades, especialmente de los jóvenes, de las lógicas de confrontación o de dominio de los actores armados, y no tanto hacia la confrontación. Muchas de estas estrategias se desarrollan en el mediano y largo plazo y han tratado de mantener un bajo perfil, por el hecho de tener que convivir en el mismo territorio con los grupos armados, que hace más difícil una confrontación directa y abierta. Este marcado énfasis en lo cultural de las acciones de resistencia, de ninguna manera desconoce la importancia que han tenido la realización de otro tipo de acciones de resistencia civil no armada, de confrontación directa y abierta a los actores armados, como la convocatoria a toda una comunidad para rechazar el pago de las vacunas, las acciones de mediación, la denuncia pública de la violencia que ejercen contra las comunidades o incluso acciones simbólicas en medio de la confrontación, como la exhibición de las sábanas blancas por las comunidades de la Comuna 13 durante la llamada “Operación Orión”. Aunque, repetimos, se trató de acciones colectivas más puntuales y esporádicas, En general, podemos decir, que todas las estrategias mencionadas son experiencias de resistencia civil no armadas, algunas con una modalidad más explícita de confrontación directa frente a los

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actores armados, que tienen un discurso abierto de oposición y rechazo a la guerra, y que proponen otras alternativas a la comunidad para que no se dejen atrapar por las lógicas de los violentos, y muchas más, con una modalidad menos frontal, soterradas, encubiertas, más implícitas, que van socavando las esferas del poder dominante, excluyente y represivo. Todas ellas, sutiles o no, implícitas o abiertas, con discursos y prácticas ocultas o puestas en la esfera pública, generan espacios alternativos de socialización, que le apuestan a la convivencia comunitaria, al respeto por la diferencia y al fortalecimiento del tejido social como estrategia de construcción de paz. Antes de entrar a campo, suponíamos que encontraríamos unas acciones colectivas de resistencia civil no armada tal como habían sido descritas por la teoría convencional, masivas, dramáticas, teatralizadas, donde la población civil confrontara abierta y directamente a los actores dominantes a través de movilizaciones, plantones, marchas, como ha sucedido en las grandes ciudades colombianas con las múltiples marchas ciudadanas nacionales por la paz, en contra de la violencia, el secuestro, la desaparición forzada, la impunidad y los crímenes de Estado y a favor de las víctimas y que han sido registradas o promovidas en algunos casos por los medios masivos de comunicación y por los canales comunitarios, o como han sido representadas por los movimientos indígenas del sur de país, o por las comunidades de paz. Sin embargo, los hallazgos fueron mucho más sorprendentes y enriquecedores, porque nos permite observar y analizar, por contraste, la diversidad de matices en las diferentes estrategias y acciones que utilizan las comunidades urbanas, para hacerle frente al conflicto armado y a la violencia y a la situación de exclusión, pobreza y marginalidad a la que se han visto sometidas porlos actores dominantes. Sin embargo, nos interesa destacar la importancia central que tuvieron las experiencias de resistencia civil no armadas centradas en el ámbito cultural, no sólo por lo que ya dijimos en términos de su mayor peso relativo frente a las de otro tipo, sino especialmente por las lecturas e interpretaciones que su ocurrencia suscita. Algunos observadores o analistas externos a la realidad de estas comunas, seguramente, como nosotros antes de entrar en contacto directo con ellas, se formularán preguntas tales como: ¿hasta qué punto todas las prácticas y acciones culturales, artísticas, deportivas, lúdicas y de iniciativas productivas, obedecen a una lógica de resistencia? ¿Será que sólo por el hecho de generar espacios no violentos, de convivencia se pueden catalogar como prácticas de resistencia civil no armadas? ¿O cuál es el punto de quiebre, el detonante que hace que una experiencia de este tipo se convierta en un proceso de resistencia? Muchos teóricos y académicos, guiados casi siempre por marcos analìticos euronorcéntricos, centrados más en los grandes movimientos sociales que pretenden realizar cambios estructurales en la sociedad, que se movilizan masivamente con discursos desafiantes de oposición y rechazo directo al poder hegemónico, han desconocido la importancia y el valor de este tipo de procesos de carácter “micro”, cotidianos, moleculares, realizados por las coimunidades barriales. El conocimiento de estas experiencias de resistencia civil no armadas en las comunas 8, 9 y 13, por el contrario, nos muestran cómo los procesos sociales y políticos locales, sectoriales, barriales, de base comunitaria, desarrollados por lo general en las urbes de las grandes ciudades latinoamericanas como Medellín, por ejemplo, han generado otras dinámicas de construcción de sociedad y de ejercicio de la política, de resignificación de prácticas y de referentes simbólicos, cuya comprensión y valoración requiere que los teóricos y analistas abandonen o resignifiquen sus enfoques y perspectivas convencionales acerca de las dinámicas sociales contemporáneas en América Latina.

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Bien lo ha dicho Raúl Zibechi: “Estoy firmemente convencido, como sugiere James Scott, de que los de abajo tienen proyectos estratégicos que no formulan de modo explícito, o por lo menos no lo hacen en los códigos y modos practicados por la sociedad hegemónica. Detectar estos proyectos supone básicamente combinar una mirada de larga duración, con énfasis en los procesos subterráneos, en las formas de resistencia de escasa visibilidad pero que anticipan el mundo nuevo que los de abajo entretejen en la penumbra de su cotidianidad. Esto requiere una mirada capaz de posarse en las pequeñas acciones, con la misma rigurosidad y el interés que exigen las acciones más visibles, aquellas que suelen `hacer historia`”.451 Las acciones colectivas de resistencia civil no armadas frente al conflicto armado y la exclusión social realizadas en la ciudad de Medellín, requieren ser comprendidas y valoradas desde perspectivas renovadoras y creativas, que sin sacrificar las miradas macro o teatralizadas, hagan posible develar la inmensa riqueza y potencial transformador que ellas encierran en su aparente simplicidad, discreción y cotidianidad. De este modo, de acuerdo con los hallazgos encontrados por esta investigación, el punto de inflexión, la característica que hace que una experiencia colectiva sea de resistencia civil no armada o no, es la motivación o la orientación con la cual realizan sus acciones, es la conciencia que tienen frente a la realidad que vivencian y frente a las iniciativas propuestas como espacios alternativos a esa realidad de conflicto y exclusión, es la elaboración de discursos -ocultos o públicos-, que socavan los hilos del poder, que los ubican en una posición de desacuerdo, de rechazo a las formas violentas de ejercicio del poder, de represión a la diferencia, es la estrategia sutil o abierta de ofrecer otros espacios a la comunidad, que se van tejiendo con el día a día, que se van construyendo a través de los eventos culturales, deportivos, lúdicos, comunitarios, y que la comunidad va introyectando, no necesariamente de una forma elaborada, ni con el mismo discurso que tienen los que proponen la iniciativa, pero que va siendo acogido por la población de estas comunas que han tenido que vivir todas las inclemencias de la guerra y de la pobreza, de la represión y el hambre, del temor y la exclusión. En síntesis: es el sentido mismo de la acción. Por lo tanto, un proceso colectivo o de organización comunitaria, que tenga claro el objetivo de sus acciones, que sean concientes que a través de sus dinámicas, sean estas lúdicas, deportivas, solidarias, productivas, etc., le apuestan a socavar el dominio y el poder en sus territorios, a la autonomía comunitaria, a la acción no armada, a la inclusión y la participación, es un proceso de resistencia civil no armada, porque desafían el orden dominante y abren espacios alternativos de socialización y convivencia. Cabe subrayar este sentido de la acción en las experiencias de resistencia civil no armadas, para diferenciarlas conceptualmente de muchas otras formas de acción colectiva realizadas en contextos de violencia. Muchas de estas experiencias estudiadas han tenido como estrategia la recuperación de los espacios vedados por el conflicto y cooptados por los actores armados, que se apropiaron de estos como una forma de control de los espacios públicos. Por esta razón, las acciones colectivas de resistencia civil no armada se centraron en desplazarse y apropiarse nuevamente de estos espacios, llenándolos de alegría y realizando actividades lúdicas, deportivas, culturales y artísticas que simbólicamente son un desafío de la vida a los poderes hegemónicos del terror y la muerte. A la vez,

451 ZIBECHI Raúl. América Latina: Periferias urbanas, territorios en resistencia. Desde Abajo. Bogotá. 2008, pp. 8 y 9.

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se resalta que todas estas acciones colectivas van dirigidas a volcar a la comunidad a la apropiación de dichos espacios, lo que les ha permitido romper fronteras y unir puentes de diálogo y convivencia comunitarios. Además, este desafío abierto de reapropiación de los espacios comunitarios, sigue una lógica de romper con el poder que se han tomado los actores armados y pretende hacer consciente a la comunidad que dichos espacios les pertenecen y que deben ser recuperados para quitarle poderío y valor a las lógicas guerreristas y de intimidación. En las tres comunas se evidencia el intento de recuperación de los espacios vedados por el conflicto, a través de actividades artísticas, deportivas y lúdicas, donde la comunidad se vuelca sobre ellos y simbólicamente desafían el poder dominante del terror y el miedo, rompiendo las fronteras. Estas acciones se hacen cada vez más fuertes y contundentes cuando, por ejemplo, como en algunas experiencias de las tres comunas, dichos espacios son tomados en la noche, lo que implica un doble desafío, ya que simbólicamente la noche en estos espacios ha tenido una connotación de peligro y de muerte. Por lo tanto, realizar actividades nocturnas con la comunidad ha permitido recuperar confianzas y tejer lazos de solidaridad y de valor civil entre las personas de la comunidad. Por otro lado, podemos decir que uno de los hallazgos más importantes de esta investigación, consistió en mostrar la manera cómo las comunidades barriales de estas tres comunas, a partir de sus experiencias de resistencia civil no armada, han logrado resignificar lo cultural en un sentido político y lo político en un sentido cultural. Parece un juego de palabras, pero es muchísimo más que eso. Estas experiencias muestran cómo las convocatorias culturales, artísticas, deportivas, lúdicas y musicales, se convirtieron para las comunidades prácticamente en la única manera de estar juntos, de afirmar un espacio colectivo, común, de encuentro, de reconocimiento mutuo, como miembros y partícipes de un nosotros. No es solo, pues, que a través de la música, el arte o cualquier otra expresión cultural, se expresara inconformidad, rechazo o malestar colectivo a la situación de violencia o al dominio de cualquiera de los actores armados; es el hecho mismo de que la comunidad se congregara como comunidad al rededor de estos espacios y de estas convocatorias, lo que le confiere un carácter y un alcance profundamente político a lo cultural, a la luz de las experiencias de resistencia estudiadas. De igual manera, estas mismas experiencias de resistencia civil no armada, nos muestran cómo la acción política comunitaria se realiza por métodos, vías y estrategias no convencionales, no a través de la confrontación abierta, no a través de los discursos, declamaciones y rituales propios de la acción política, no a través de la acción dramática, abierta y desafiante, no a través de los grandes acontecimientos, esos que “hacen historia”, épicos, sino a través de aquellas acciones que están más directamente relacionadas con la gente, con su vida cotidiana, con el juego, con la lúdica, con el deporte, con la fiesta, que muchas veces se realizan de manera simulada, discreta o tras el “disfraz” cultural.

Al realizar un análisis comparativo con los hallazgos de las tres comunas, se observan algunas diferencias frente a las modalidades de resistencia establecidas en cada una de ellas, aunque algunas experiencias, como dijimos, coincidan en sus estrategias y acciones. Los hallazgos encontrados en las tres comunas muestran una variedad de matices y estrategias que permiten

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moldear las acciones en beneficio de la comunidad y de la seguridad de las organizaciones. Algunos de los discursos y acciones resistieron directamente el conflicto armado y la exclusión social, otros por el contrario, los adaptaron al accionar de los actores armados o al de la Administración municipal, pero mantuvieron un discurso oculto que rechazó los métodos violentos y la exclusión que se ha agudizado por la falta de interés de la institucionalidad. En estos casos, la resistencia viene dada por una lógica de adaptación o de cooptación aparente, que se conjuga con una lógica de resistencia implícita y menos frontal.

En el caso de la Comuna 8, por ejemplo, se presentan unas experiencias de resistencia que en gran medida confrontan directamente con el orden dominante establecido, que abiertamente denuncian y visibilizan las injusticias y violación de los derechos humanos, lo que les ha traído como consecuencia amenazas, deserciones, homicidios y desplazamientos, provocado por los grupos armados; pero paradójicamente, ha permitido regular el accionar violento de los grupos armados, a través de las denuncias ante organismos nacionales e internacionales. En su gran mayoría realizan acciones que confrontan directamente, que denuncian y hacen pública las amenazas y presiones que ejercen los grupos armados sobre la comunidad. Algunas acciones son promovidas por líderes que vinculan a la comunidad y que representan procesos colectivos, así las acciones concretas no hayan sido masivas y públicas. En las comunas 9 y 13, tales experiencias aunque no han estado ausentes del todo, han sido más puntuales. Lo dominante ha sido el trabajo a través de la cultura, lo lúdico, lo artístico y lo deportivo, con un protagonismo juvenil muy marcado, especialmente en la 13. La Comuna 13 tiene un proceso más propositivo de denuncia pero a través de expresiones artísticas, culturales y lúdicas, como es el caso de la Elite Hip Hop, Son Bathá, Jugandhi, que resisten pero con estrategias artísticas y musicales, más mimetizada en las expresiones culturales y artísticas que generan entre sus integrantes mayor seguridad para sus vidas y que les facilita un desplazamiento más seguro por los diferentes barrios del sector. Se destacaron en esta comuna los procesos juveniles, con experiencias que benefician a gran parte de la población juvenil que ha sido la más afectada por el conflicto y la exclusión y que generan otras formas de socialización a través del arte, la música, el juego y la cultura. En la Comuna 9 es donde las experiencias de resistencia civil no armadas se presentan más “adaptadas” a los discursos de los armados, como una estrategia de acomodamiento de sus acciones y discursos para proteger la vida. No confrontan directamente, no realizan denuncias públicas, pero generan otros espacios de socialización, otras dinámicas de convivencia, no tan abiertamente críticas como en la Comuna 8 y 13, pero que posibilitan entramados ocultos de discursos y prácticas de resistencia, a través de la lúdica, lo festivo, lo cultural, especialmente en los barrios Ocho de Marzo y Gerona. Estas estrategias ocultas e implícitas que utilizan, les permite tener una mayor seguridad de sus vidas y moverse con mayor tranquilidad por la comuna, sin que esto implique un acatamiento de los discursos y órdenes de los grupos armados hegemónicos. En la Comuna 8 y 13, los contextos de guerra y confrontación armadas se dieron de una forma más aguda que en la Comuna 9 (exceptuando los barrios Ocho de marzo y Barrio de Jesús, en los que igualmente la confrontación fue permanente y criminal), lo que genera unos escenarios más propicios para que prosperen las lógicas guerreristas de destrucción del tejido social y

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desarticulación de los procesos de resistencia. No obstante, las lógicas o cometidos de los procesos por los cuales indagamos, se orientó a reconstruir este tejido comunitario, fortalecer poco a poco los procesos solidarios, alternativos a la guerra y a la exclusión, que a pesar del temor, le apuestan a una construcción de ciudad diferente, incluyente y más equitativa. En la Comuna 9, sobre todo en las experiencias de la parte central y baja, fue muy común encontrar el respeto del accionar comunitario por parte de los actores armados. En la Comuna 13, la ACJ (Asociación Cristiana de Jóvenes) y otras organizaciones no gubernamentales como la Red Juvenil, el IPC, entre otras, han tenido más influencia e impacto con su trabajo en la población juvenil que en la Comuna 8 y 9. Este acompañamiento ha logrado dar una perspectiva más política y filosófica a los discursos y acciones de los grupos juveniles que tienen tendencias artísticas, culturales, lúdicas y comunicativas, que a través de capacitaciones, talleres, e intercambios, han permeado una conciencia más crítica frente al conflicto armado. La forma como se desplegó el conflicto armado en la Comuna 13 por los medio masivos de comunicación, pudo ampliar las ayudas y recursos con los cuales se beneficiaron muchos de los grupos juveniles, lo que no pasó en las otras dos comunas. En la Comuna 9, más que en la 8 y 13, fue donde más impacto e incidencia sobre las prácticas de resistencia civil no armada tuvieron las políticas públicas de la Administración municipal relacionadas con el conflicto armado, contribuyendo en muchos casos a potenciar procesos comunitarios y de mediación frente a los actores armados. Se evidencia el paulatino aprendizaje de muchas de las experiencias indagadas, frente a la gestión pública, la organización y participación ciudadana y el espacio alternativo de comunicación y encuentro, que les permite deliberar y analizar los problemas vividos por la comunidad y proponer posibles soluciones para su mejoramiento Ha habido unos liderazgos tradicionales que generalmente se han organizado alrededor de las JAC; sin embargo, hay otros liderazgos, también de mucha tradición, que se han enfocado al trabajo comunitario, proponiendo estrategias y espacios alternativos a los del conflicto armado, además la mayoría de estas organizaciones (especialmente en la Comuna 8, como se dijo) se han enfocado más a la denuncia, a evidenciar casos de violación de derechos y a que la comunidad se concientice de la importancia de éstos. Sin embargo, algunos de los procesos comunitarios tradicionales, a pesar de mantenerse en la dinámica barrial, enfrentan una variable estructura organizativa que puede conducir a que los procesos no sean estables y que se desarticulen fácilmente, además, la asociación por objetivos coyunturales, especialmente económicos, hace que algunos procesos no perduren y que los vínculos sean frágiles. Pero, un factor que debilita y que va más allá de lo organizativo y económico, que desmotiva y desestabiliza la participación comunitaria, ha sido el contexto del conflicto armado que han enfrentado las tres comunas, que intimida y amenaza la organización social, que pretende desarticular o cooptar los procesos, lo que se traduce en desplazamientos de líderes a otros barrios, muertes o articulación del proceso comunitario con los actores armados. Se ha realizado en las tres comunas, aunque con desarrollos desiguales, el intento por conformar redes de organizaciones sociales que denuncian y resisten, especialmente en la Comuna 8 para el tema de la protección y el hermanamiento.

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El proceso de los convites y la acciones colectivas comunitarias para realizar procesos de autoconstrucción y autogestión, se evidenció de una forma muy fuerte en las tres comunas, lo cual permite comprender que los procesos comunitarios organizados, han permitido a través de la construcción de obras y la autogestión, mejorar en gran medida la calidad de vida de la población, incluir y tener en cuenta a los sectores más deprimidos y vulnerables de las comunas y por esta vía, resistir a las políticas socioeconómicas excluyentes de una ciudad como la nuestra. Más todavía: si en estas comunas han podido desarrollarse estas experiencias de resistencia civil no armada, ha sido gracias al acumulado social y organizativo conquistado en ciclos anteriores de resistencia contra la exclusión y por el derecho a la ciudad, pese a que por lo general carecen de procesos de sistematización de dichas experiencias. En cuanto a las estrategias y acciones de resistencia civil no armadas frente a la pobreza y la exclusión social, estas se centran en generar entre las personas de la comunidad iniciativas de alternativas económicas solidarias, a través de la conformación de cooperativas de trabajo asociado, de capacitación para el empleo, de propuestas de reciclaje y aprovechamiento de residuos orgánicos, de confección, de ahorro, de alimentos, donde las personas se solidarizan con las familias o sectores más vulnerados, como son las madres cabeza de familia, personas de la tercera edad, familias desplazadas, jóvenes. Sin embargo, otras estrategias halladas no se limitan sólo a la conformación de propuestas productivas, también generan otros espacios de participación e inclusión que permiten mejorar la calidad de vida de los sectores más reprimidos o doblemente excluidos, como es el caso de la población desplazada y de las madres cabeza de familia, que generalmente fueron golpeados por la violencia, amenazados y expulsados de sus tierras, o asesinados sus familiares, refugiados en una zona de invasión, de alto riesgo, perseguidos y hostilizados por la Administración municipal para que desalojen los territorios recién habitados, o con una estrategia menos hostil, pero igual de represiva, que no generan proyectos ni ayudas para mejorar las condiciones del sector por ser una zona de alto riesgo, lo que obliga a esta población a desarrollar procesos comunitarios de resistencia a través de la autogestión. Estas estrategias autogestionarias a las que acuden las comunidades, se centran en generar mejores niveles de vida, afrontar la necesidad de vivienda y su mejoramiento, la construcción de escuelas, zonas recreativas, calles, andenes, etc., sin los cuales su calidad de vida sería mucho más baja de la que es ahora. Estas experiencias de resistencia frente a la exclusión social y económica, han ganado mucho en autogestión y en solidaridad, convocando a la comunidad para la realización de las obras de equipamiento social urbano, como se dijo antes. Estas experiencias comunitarias muestran una una actitud activa de las comunidades frente a la adversidad de su entorno, no se conforman pasivamente con esperar a que las autoridades municipales les den solución a sus problemas, que son muy graves y necesitan ser resueltos con urgencia, por el contrario, permiten que con la autogestión y las denuncias que realizan, sean visibilizados, sean incluidos y que se reconozca que en la comuna y en la ciudad existe un grave problema de pobreza y exclusión que obliga a gran parte de la población a vivir en condiciones infrahumanas, denuncian a nivel nacional e internacional la condición en la que se encuentran y permite confirmar que esta ciudad se mueve entre la exclusión para la mayoría y la inclusión para unos pocos.

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Experiencias más recientes de resistencia frente a la pobreza y la exclusión, centradas en proyectos productivos, solidarias y generadoras de ingresos, tienen un mayor desarrollo en la Comuna 8, pero de ninguna manera están ausentes de las otras dos comunas. La mayoría de iniciativas productivas por las cuales se indagó en la Comuna 8 y 9 participaron del proceso de Presupuesto Participativo, con el cual obtuvieron recursos para llevar a cabo los proyectos formulados, a pesar de las críticas que muchas organizaciones sociales le tienen. Algunas de estas críticas se centran en que los operadores452 no respetan la originalidad de los proyectos y les modifican partes esenciales de ellos, generando que las organizaciones o comunidades pierdan autonomía con respecto de los proyectos originales Estas y otras críticas, que fueron la constante entre algunos procesos, sugieren que como está planteado el Presupuesto Participativo no beneficia realmente a las comunidades ni a la organización comunitaria, ya que con la lógica del emprendimiento y de ser empresarios, que es la que impera, desestabilizan la organización social, fomentando entre las comunidades, no la solidaridad, sino la competitividad, no el cooperativismo, sino el individualismo, lo que ha hecho que muchos procesos se desarticulen o entren en conflictos por los recursos económicos. Esto se ha visto agravado con el concurso de las organizaciones creadas por los desmovilizados de las AUC, los que son vistos por muchos líderes comunitarios como interlocutores privilegiados de la Administración municipal en función del proceso de reinserción que se lleva a cabo con l,os desmovilizados de este actor armado, y en detrimento de los liderazgos largamente recocidos por las comunidades. A pesar de esta grave dificultad observada respecto de Presupuesto Participativo, muchas organizaciones sociales y comunitarias lo siguen viendo como una oportunidad y se han motivado a participar, a decidir qué hacer con sus recursos, a pesar que en la mayoría de las ocasiones salgan desmotivados por todo lo que implica este proceso y los inconvenientes que les genera participar en él. La variedad de experiencias comunitarias de resistencia civil no armada frente a la exclusión y la pobreza encontradas en las tres comunas, no han dejado de suscitarnos, sin embargo, algunos interrogantes de interés para profundizar los alcances conceptuales de este campo de la investigación. Por ejemplo: ¿Hasta qué punto las iniciativas productivas solidarias por las cuales indagamos y que consideramos de resistencia socioeconómica, siguen las lógicas del poder económico dominante que se filtra a través de estos procesos aparentemente participativos y democráticos? ¿Hasta qué punto son sólo estrategias de sobrevivencia y no de resistencia? ¿O será que la sobrevivencia de las comunidades será una estrategia de resistencia? ¿Cómo hacer para que las lógicas del poder hegemónico globalizante no sigan permeando con sus estrategias sutiles y casi imperceptibles las lógicas solidarias, autogestionarias y autosostenibles de las comunidades? Estos interrogantes siempre estuvieron rondando la investigación, especialmente con el aspecto de la resistencia frente a la exclusión social y económica. Tal vez muchos de estos cuestionamientos no

452 Son las entidades que administran los recursos de los proyectos.

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tengan fácil respuesta, o requiera de investigaciones más especializadas para dilucidar algunos asuntos, no obstante entre los hallazgos encontrados se puede decir lo siguiente: El poder económico dominante está en función de capturar para su beneficio todas la iniciativas productivas y económicas que les sean funcionales al sistema, sin embargo, las propuestas productivas y solidarias que no compartan esta lógica del mercado, pueden instrumentalizar estas opciones y ayudas económicas, para fortalecer su proceso comunitario y mantener en gran medida su autonomía; es decir, acceder a recursos y “beneficios” que ofrecen agencias de cooperación internacional, la Administración municipal, entidades privadas, etc., pero siguiendo con la lógica del trabajo solidario y asociativo, de las cooperativas y los convites, que generan entre las comunidades lazos de confianza, de apoyo mutuo, de solidaridad, de protección y adhesión. Esto es lo que se evidenció con la gran mayoría de iniciativas productivas halladas especialmente en la Comuna 8 y 9. Por otro lado, la disyuntiva entre la sobrevivencia y la resistencia sigue presentándose. Las comunidades al no tener fuentes de ingresos, un trabajo digno ni estable, donde todos sus derechos han sido vulnerados y además, han sido invisibilizados y excluidos por las autoridades municipales y nacionales, tienden a buscar formas de sobrevivencia que les permita no desfallecer, que les genere algún tipo de ingreso para que sus familias no mueran de hambre y tengan la oportunidad de acceder a los derechos que no han sido concedidos por el Estado, como educación con calidad, salud, vivienda digna y trabajo, entre otros. Más allá pues, del umbral entre sobrevivencia y resistencia, puede decirse, que la sobrevivencia se convierte en resistencia cuando deja de ser individual y se convierte en una acción colectiva, cuando las acciones no favorecen sólo a “mi entorno familiar”, sino que se dirigen a mejorar la calidad de vida de todo un sector, de toda una comunidad; cuando las estrategias utilizadas fomentan la solidaridad, la cooperación, la ayuda mutua, cuando reconocen que como ciudadanos y ciudadanas tienen derechos que han sido vulnerados y se empeñan en exigirlos y en denunciar los atropellos que se ejercen sobre ellos, cuando son concientes que históricamente han sido sometidos a la exclusión social, económica, política, y no se resignan a seguir en esa posición de indefensos, de débiles, y por el contrario actúan para autoincluirse, para participar en la toma de decisiones que los afectan, para ser visibilizados como comunidades propositivas y activas. Estas experiencias de resistencia civl no armadas aquí estudiadas muestran la profundidad y el potencial de lo pequeño. No son ni han sido escandalosas, pero han estado introyectadas en lo profundo del corazón y las conciencias de sus comunidades. Probalmente no tengan aún un proyecto alternativo de país y ni siqueira de ciudad; pero es seguro que ni el uno ni la otra podrán seguir pensándose sin tener en cuenta y sin valorar en su profundidad y amplitud las potencialidades contenidas en ellas.

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4. RECONOCIMIENTO DE LAS INSTANCIAS DEL GOBIERNO LOCAL E INCIDENCIA EN LA FORMULACIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS DE LAS ACCIONES COLECTIVAS DE

RESISTENCIA CIVIL NO ARMADAS En el marco de este estudio acerca de las experiencias de resistencia civil no armadas en las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín, a continuación presentaremos de manera resumida las diferentes políticas públicas diseñadas y ejecutadas por las administraciones municipales de Medellín durante las últimas décadas, con mayor énfasis en las desarrolladas en el período que va del 2002 al 2006, para enfrentar la situación de conflictividad urbana y de violencia en la ciudad, ya que como se indicará enseguida, menguar los índices de pobreza y la exclusión social de estas comunidades no se encuentra entre las prioridades de los mandatarios. Específicamente se intentará mostrar de qué manera estas políticas públicas incidieron en las diferentes dinámicas de resistencia civil no armada que se han presentado en las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad para oponerse a la confrontación armada y a la exclusión social, bien sea potenciándolas u obstruyéndolas, o la manera en que estas políticas públicas se convierten en estructuras de oportunidad política para su fortalecimiento y desarrollo o en estrategias de cooptación. La crisis histórica, política y social de la ciudad de Medellín, atrapada en ciclos de conflictividad y violencia desde su fundación, ocupación, urbanización y constitución socio-histórica y cultural, como se ha dicho anteriormente, ha llevado a que los espacios y territorios urbanos y las expresiones ciudadanas de las comunas 8, 9 y 13 se hayan construido a través de variadas relaciones conflictivas con expresiones violentas. En contraste con la persistente pasividad e indiferencia frente esta situación, a partir de las dos últimas décadas la Administración municipal empieza a reconocer la gravedad del conflicto urbano y de la violencia, apareciendo de manera recurrente en las discusiones sobre la ciudad y como un asunto de interés tanto para la sociedad como para las autoridades gubernamentales; es así como las administraciones municipales en Medellín empiezan a abordar el conflicto urbano y la situación de violencia como una de las prioridades de la ciudad formulando planes, programas y políticas públicas aparentemente para enfrentar la grave crisis social. No obstante, estas intervenciones estuvieron sustentadas en el argumento según el cual, el fenómeno de la conflictividad urbana reside en que todos los litigios de la ciudad se resolvían a través de la violencia, debido a la existencia de valores culturales inadecuados producto de la una falla de la socialización en la familia tradicional y en la vida cotidiana. En esta medida, se contrapuso al “desorden” de la violencia el “orden” de la convivencia ciudadana, sustentado entonces en la formulación de políticas que se encargaran de la reeducación cívica de los ciudadanos para la adopción de prácticas de concertación y negociación. Dentro de estas intervenciones no es tenido en cuenta que estas comunas padecen duras condiciones de segregación socioeconómicas, de desplazamiento forzado, exclusión social y política y abandono estatal, en el marco de una poca institucionalidad y regulación de los procesos de poblamiento y urbanización, del sistema de justicia y del monopolio de la fuerza, factores que han contribuido en la producción e intensidad de la violencia en las relaciones conflictivas.

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Para mayor claridad expositiva se presentaran estas políticas públicas clasificadas en seis períodos.453 El primero está ubicado entre los años sesentas y setentas del siglo XX. En este se crearon los comités cívicos, encargados de realizar las actividades y funciones concernientes al Estado en lo que fue conocido como la limpieza social, “consistente en la recolección e internamiento por unos días de aquellas personas que –según éstos comités- afectaban la ciudad, los cuales posteriormente eran dejados en libertad, después de haberles dado atención en su presentación personal”.454 Posteriormente, esta práctica, mal llamada “limpieza social”, se transformaría en lo que aun con este nombre denota el asesinato de aquellas personas “indeseables” para la presencia aséptica y ordenada de la ciudad. En fin, lo que sobresale en este periodo fue la ausencia de una política estatal que considerara desde los planes de gobierno el tratamiento e intervención de los conflictos urbanos más relevantes y que incluyera el tema de la convivencia en la ciudad como un asunto prioritario. Un segundo período va desde finales de los ochentas a comienzos de los noventa; en este la ciudad comenzaba a embarcarse en una situación de intensa violencia protagonizada por el narcotráfico, el sicariato, la intensificación del conflicto armado interno, etc. Frente a esta situación, desde el Estado central por medio de la Consejería Presidencial para Medellín y su Área Metropolitana se adelantó el programa de “Alternativas de futuro para Medellín”. Con respecto a esta iniciativa, se resalta, que es la “primera vez que en la historia de la ciudad, se convocaba a trabajar con una visión de conjunto, mediante un esfuerzo mancomunado de organizaciones y lideres de muy disímiles procedencias (empresarios, sindicalistas, comunales, mujeres, jóvenes, ONG´s e iglesia).”455 Con la participación de dicho ente se realizaron varios seminarios donde se reunieron varios sectores en las mesas de diálogo para el conflicto, propuestas desde el Estado, conformándose nueve mesas y eventos de reflexión (los seminarios de alternativas de futuro para Medellín). En estos se abordaron temas como la seguridad ciudadana, la policía, el problema de la violencia y la criminalidad, y la necesidad de buscar mecanismos de concertación social. Estos seminarios se realizarían consecutivamente, y sus memorias y conclusiones fueron editadas años tras año por La Consejería Presidencial Para Medellín y el Área Metropolitana.456 Pese a que los resultados de la gestión de la Consejería Presidencial todavía son objeto de controversia entre los académicos y actores sociales, generó la posibilidad de interlocución de los diferentes actores implicados, además de que significó un notable cambio en el rumbo de las políticas gubernamentales referentes a la problemática de la violencia y el conflicto en la ciudad. Fue así como desde 1992 se empezaron a diseñar diversas estrategias para menguar la conflictividad urbana, específicamente los índices de violencia. En 1993 se creó por parte de la

453 CFR. ANGARITAS CAÑAS, Pablo Emilio. Conflictos urbanos en un país en guerras: miedo, satanización y realismos trágicos. En: Violencias y conflictos urbanos: un reto para las políticas públicas. Instituto de Capacitación Popular –IPC. Medellín-Colombia. 2004. 454 ANGARITAS CAÑAS, Pablo Emilio. Conflictos urbanos en un país en guerras: miedo, satanización y realismos trágicos. En: Violencias y conflictos urbanos: un reto para las políticas públicas. Instituto de Capacitación Popular –IPC. Medellín-Colombia. 2004. pp. 138. 455 Ibíd., pp. 139. 456 CFR. Editado en cuatro volúmenes por la Consejería presidencial para Medellín y su Área Metropolitana.

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Alcaldía de Luis Alfredo Ramos una consejería denominada Asesoría de Paz y Convivencia, que tenía como misión contribuir a las negociaciones con las milicias, entre ellas las pertenecientes a la Corriente de Renovación Socialista, y en algunos pactos con bandas en el barrio Antioquia. Posteriormente, en la Administración de Sergio Naranjo (1995-1997) la Consejería se convirtió en una oficina independiente que contó con recursos propios para cumplir con su labor. En esta Administración, la oficina se dedicó a establecer niveles de acercamiento con los actores del conflicto, a poner en funcionamiento programas de reeducación y ayudas económicas y, por último, a promover procesos de reinserción a la vida civil de grupos urbanos armados. El tercer periodo se dio a mediados de los noventas, entre las alcaldías de Luís Alfredo Ramos y Sergio Naranjo, en el que se conformó el plan Estratégico de Seguridad para la ciudad como parte del plan de Desarrollo municipal, y se dio inicio a la Oficina de Paz y Convivencia, la cual se encargaría de manejar los conflictos violentos de la ciudad. Por su parte, el objeto de la oficina de Paz y Convivencia, institucionaliza en 1995 por Acuerdo del Concejo Municipal, era mantener un organismo que acogiera en su totalidad el tema del conflicto urbano. Desde ésta se promovieron pactos de no agresión y de reincorporación social a distintos grupos armados de la ciudad.457 Las zonas de acción de esta dependencia fueron las zonas Nororiental y Centroriental. Básicamente sus “principales líneas de intervención radicaban en: • Una formación humana, sicosocial y en métodos alternativos de resolución de conflictos. • Alternativas en capitación para el empleo, experiencias piloto en empleo y generación de

ingresos. • Alternativas para la escolarización de la población vinculada al conflicto. • Promoción y apoyo a las prácticas culturales de las personas vinculadas a los pactos de no

agresión, así como de la comunidad del entorno. • Campañas de desarme, iniciadas en diciembre de 1998. • Promoción de las oficinas de convivencia escolar. • Promoción del desmonte de cobros extorsivos (vacunas) a transportadores y comerciantes en

los barrios de la ciudad, mediante procesos de concertación entre éstos, el Estado, los actores del conflicto y la comunidad.

• Desarrollo de los diplomados sobre construcción de cultura ciudadana de paz y convivencia. • Participación en distintos procesos de concertación, negociación y gestión del conflicto político

armado, hasta donde la ley lo permitía”458 “Entre los resultados más destacables que reporta la gestión de la Asesoría de Paz y Convivencia están: • La creación de mesas de trabajo por la paz social en las cárceles y sectores donde la

intervención se logró posicionar.

457 NIETO LÓPEZ, Jaime Rafael; ROBLEDO RUIZ, Luís Javier. Conflicto, violencia y actores sociales en Medellín. Medellín: Universidad Autónoma Latinoamericana. 2006. pp. 114. 458 Ibíd., pp. 114.

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• La escolarización de 250 jóvenes insertos (a la fecha de agosto de 1999) en los pactos de no agresión y convivencia.

• Acompañamiento y asesoría en el proceso de desmovilización de más de 175 personas del grupo MIR-COAR, en 1998.

• Al mes de agosto de 1999, se contabilizaban 55 procesos de mediación y actos de no agresión, en 86 sectores de la ciudad, incluyendo la Plaza Minorista y las cárceles de Bellavista, alta seguridad de Itagüí y centro de reclusión de mujeres de Medellín.459

El desempeño de esta Asesoría fue cuestionado, no tanto por ineficiencia o problemas de gestión, sino más bien por la naturaleza del enfoque que implementó para encarar y desarrollar estrategias de resolución de los conflictos. Los resultados obtenidos con el desarrollo de los pactos y de la reinserción social tributaron a un provisional y sectorial apaciguamiento del conflicto armado, que ulteriormente replicaría y volvería a escalar niveles agudos. Por otra parte “según lo planteaban los críticos más importantes de la Asesoría, ella incurrió en el error de sobrevaloración que le concedió a los actores armados, a través de beneficios especiales a sus miembros, dejando sentado precedentes que magnificaban la acción armada como la mejor vía para lograr interlocución con el Estado, esa interpretación al parecer cobraba vida en la lógica que desataban los propios miembros de los grupos armados: “estar armado paga”. Así también lo podía entender la población civil que veían que esos pactos se hacían sobre la base de la intimidación y el uso de la fuerza como medio de negociación, dejándoles la sensación de desamparo frente a una administración con la que, al parecer, para lograr reconocimiento había que hacer parte de algún grupo armado”.460 Con todo, por la vía de la Consejería se logró un acercamiento a las diversas formas de violencia y sus protagonistas, incluso se lograron adelantar procesos de desmovilización de algunos grupos milicianos y se diseñó una política de tratamiento de los conflictos barriales y armados, como fueron los pactos de no agresión. No obstante, una de las mayores debilidades del programa fue su carácter marginal y el aislamiento del conjunto de las políticas de la Alcaldía. Por otro lado, las ofertas dadas a los grupos desmovilizados de milicias se vieron empañadas con hechos como los que se dieron a partir de la conformación de cooperativas de vigilancia, entre estas Coosercom, como parte del proyecto de normalización a la vida ciudadana, que no dio resultado y tuvo que ser suspendido en 1996 tras la muerte de muchos milicianos y por los graves abusos de estos, denunciados por las comunidades.461 Un cuarto período se puede ubicar a finales de los noventa durante la segunda Alcaldía de Juan Gómez Martínez con el programa de Convivencia Ciudadana, diseñado y ejecutado con empréstitos del Banco Interamericano de Desarrollo –BID. En este programa se desarrolló prioritariamente un “componente llamado ´Promoción de la convivencia en niños y jóvenes`, el cual se estructura a partir de varios subcomponentes, entre los que están:

• Capacitación de jóvenes para el empleo. • Comunicaciones para la paz.

459Ibíd., pp. 115. 460 Ibíd., pp. 116. 461 ANGARITAS CAÑAS, Pablo Emilio. Op. cit., pp. 140.

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• Escuelas populares del deporte y la recreación. • Practica social universitaria. • Red de bandas y escuelas de música. • Prevención temprana de la agresión • Red de jóvenes para la prevención de la violencia. • Desaprendizaje de la violencia • Mesas barriales de convivencia”.462

El caso de las Mesas Barriales de paz y convivencia fue el proyecto en materia de convivencia que hizo más presencia en las comunas 8 y 9. Este se realizó a través de convenios con varias universidades de la ciudad, por ejemplo el contrato con la Universidad Pontificia Bolivariana adelantado por la Secretaria de Gobierno, “comprendió la creación de 40 mesas barriales en todo Medellín, de las cuales nueve están asentadas en las comunas 8 y 9:

• Comuna 8: El Pinal, Villa Turbay, La Sierra, Las Estancias, Los Mangos, 13 de Noviembre, Villa Liliam.

• Comuna 9: El Salvador, Asomadera N0 1”.463 En las Mesas Barriales se convocaron a los distintos actores de las comunidades: líderes comunitarios representativos, representantes de las JAC y las JAL, párrocos y/o líderes religiosos, del sector empresarial, de organizaciones sociales, sector educativo, inspectores de policía urbana, corregidor, policía comunitaria y líderes de los grupos armados en conflicto. El proyecto de Mesas Barriales de paz y convivencia se desarrolló a través de convenios, entre ellos el de la creación de la red de Mesas Barriales a cargo de la Corporación Presencia Colombo Suiza., donde se contemplan los mismos barrios en ambas comunas y la implementación de un proceso de evaluación y seguimiento a través de la Cooperativa de Sociólogos de Colombia, SOCIALCOOP.464 El desarrollo de este programa fue lento y sólo comenzó a funcionar en el 2003. Esta situación, sumada al estancamiento durante un periodo considerable de las distintas Mesas Barriales, deja como resultado un menudo nivel de credibilidad entre las personas que las integraron. También se hace necesario resaltar los procesos de cooptación, control o entorpecimiento de ciertos actores armados a las Mesas. Por último, cabe destacar la paralización de las unidades productivas contempladas en el proyecto, por falta del dinero que el BID y el municipio no hicieron efectivo.465 Sin embargo, se debe decir que este fue el programa de convivencia que mayor despliegue y reconocimiento alcanzó entre las y los líderes sociales y comunitarios y entre las comunidades de estas zonas, siendo el único que logró reunir, no sin dificultad, los distintos sectores sociales, incluso a los actores armados. En las comunas 8 y 9 se constituyó en un espacio de encuentro dinamizador de procesos sociales y comunitarios existentes, que debido al contexto de intimidación y de miedo en que se encontraban los diferentes líderes y organizaciones de la comunidad por la presencia de

462 NIETO LÓPEZ, Jaime Rafael; ROBLEDO RUIZ, Luís Javier. Op. cit., pp.117. 463 Ibíd., pp. 118. 464 Ibíd., pp. 119. 465 Ibíd., pp. 119-120.

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los actores armados, se desarrollaban en silencio y su acción, muchas veces, se encontraba subordinaba a la dinámica de la guerra y de la confrontación armada. Con la presencia de la Administración Municipal, de las Secretarias municipales y de las ONGs que participaron en el proceso, se permitió el despliegue y fortalecimiento de los procesos comunitarios que aprovecharon esta posibilidad abierta desde el Estado local para realizar sus acciones con más fuerza y dinamismo, como lo relata, por ejemplo, una lideresa de la Comuna 8 y 9:

“Las mesas surgieron de todas las inquietudes de los líderes, se ensayaron muchas cosas, en esta comuna se trabajó con Región y con la Secretaría de Gobierno, con ella empezaron las mesas de trabajo, se empezaron antes del 2000, en el 97, antes del gobierno de Pérez, la gente era muy apática y luego tomaron fuerza. Esas mesas generaron confianza…Se sensibilizaron más, fueron más sensibles, gente que antes no podía entrar al barrio se les dejó entrar, se levantaron las barreras, se podían hacer cosas que antes no, se retiraron las vacunas, las mesas fueron un instrumento de convivencia…”466

Con la confluencia de la Administración municipal, de las y los líderes sociales y comunales y de los actores en conflicto en las mesas de paz y convivencia, poco a poco, se empezó a generar un reconocimiento de la contribución de todos los sectores en la resolución de los conflictos de la comuna y se posibilitó la interlocución de las comunidades con el Estado local. Es así como, las Mesas de Paz y Convivencia permitieron la legitimación del trabajo y la participación comunitaria en estas comunas; el espacio social donde antes soterradamente las acciones colectivas de resistencia civil debían camuflar sus acciones y bajar el perfil, posibilitaba ahora la generación de acciones colectivas de resistencia articuladas, para gestionar procesos sociales que permitieran el reconocimiento de la deuda social del Estado en estos barrios.

“… Lo que pasa es que se trabajaba…cada cual en su espacio, conocíamos todos la problemática, pero se respetaban, de pronto sentían la necesidad de coordinarse, no se articulaban por temor…Era mejor que Secretaría de Gobierno tuviera eso allá, que las hicieran con un representante de la alcaldía, porque no era tan fácil, así se sentían más respaldados, la Secretaría de Gobierno llevaba la iniciativa. La comunidad participaba de esa dinámica. Nunca hubo intento de autonomizarse del gobierno, además no se buscaba eso, por el peligro de que eso se desmoronara. Los líderes por sí solos no hubieran generado esa dinámica...”467 “En las Mesas de paz y convivencia con Luís Pérez se permitió generar procesos de liderazgo. Facilitó el diálogo de la comunidad con los actores armados. Se realizaron reuniones con la comunidad, había espacio de conversación con las bandas”468.

Una experiencia similar relata otra lideresa de la Comuna 9 quien frente a la presencia de diferentes bandas en el sector realizaba una labor lúdica, recreativa, deportiva y cultural en la cual la introyección de valores para la convivencia era el eje del proceso llevado a cabo con los niños y adolescentes. Sin embargo, este trabajo que realizaban líderes comunales y no comunales apoyados por la JAC y por el INDER, muchas veces se vio entorpecido por la confrontación entre

466 Lideresa de la Corporación Activos por Nuestro Barrio. Comuna 9, entrevistada en diciembre de 2007. 467 Lideresa de la Corporación Activos por Nuestro Barrio. Comuna 9, entrevistada en diciembre de 2007. 468 Líder del barrio Pablo Escobar de la Comuna 9, entrevistado en febrero de 2008.

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las bandas armadas del sector, las constantes balaceras y la intimidación a la comunidad por parte de los actores armados. Para esta lideresa, con el proceso iniciado con las Mesas de Paz y Convivencia se hizo posible la construcción de un espacio de reconocimiento entre la comunidad y las bandas, que incluso, permitió la dinamización y el impulso de acciones de resistencia civil, que ya tenían historia y memoria dentro de las comunas, y se propiciaron procesos de diálogos, negociación y concertación local.

“Participaron de las mesas de trabajo promovidas por Luís Pérez. Allí los jóvenes expresaron las cosas buenas para el barrio. Eran bandas de jóvenes. Eran unos niños. Trataron de hablar con los jóvenes. Secretaria de Gobierno los apoyo en este proceso. Una experiencia que fe conmovedora, cuando se encontraron un grupo de jóvenes sin armas, con camisetas blancas, se dieron las manos, se abrazaron. Los vecinos lloraban. Una experiencia de reconciliación. Producto de las mesas de trabajo. Asistieron: El padre, los de las tienda, lideres (de deporte, sociales, de niños, ancianos) Secretaria de gobierno visitaba los lideres”469.

De igual forma, el testimonio de otra lideresa de la Comuna 8 ejemplifica lo significativo en términos de aprendizajes y procesos que generaron las Mesas de Paz y Convivencia dentro de esta comuna:

“En la mesa les dieron muchas pautas, como el proceso de reclutamiento, como llegaban a la comunidad [los actores armados], con base en eso se buscaban acuerdos para que las personas más vulnerables se censaran y se capacitaran en prevención de esto mismo, se les diera unas pautas de conseguir su objetivo, en eso se integraron varia Secretarias, como Medio Ambiente, Desarrollo Comunitario y el INDER, en las que se desarrollaron ciertas actividades sobre todo en los focos más vulnerables. Se hacían actividades como el futbolín, buscando un buen vivir, delinquir no paga, muchas de estos programas salieron de las mesas y se llevaron a esos sectores, la mesas fue lo mejor que se ha hecho (…) Esta mesa funciona seis meses durante 2004-2005. Las mesas les ha servido porque lograron acuerdos, nos han ayudaron mucho porque hemos llegado a pactos, la policía comunitaria, el párroco, a quien buscan mucho como mediador, estos aprendizajes se lleva a otras comunidades. Los líderes se encontraban en las actividades de recreamos del INDER, a demás llegaban otras Secretarías con charlas, capacitaciones, ellos encaminaron a la gente, de ahí surgió la idea de la mesa de trabajo. Los mismos líderes nacieron de la necesidad de la misma comunidad; hubo de parte y parte porque dentro de la mesa hacían parte esta gente. Ello se encargaron de buscar a otras y propiciar un espacio donde compartir y salir estas propuestas, futbolín, futvalores, todos esos juegos se encaminan a la sana convivencia”470

Los procesos organizativos que precedieron a las Mesas de Paz y Convivencia y que fueron el combustible con el que fue posible el despliegue de importantes acciones colectivas de resistencia civil no armada frente al conflicto y la exclusión social dentro de las comunidades, no terminó allí donde estaba planeado el fin del programa de las Mesas de Paz y Convivencia. En algunas zonas de estas comunas, como sucedió con las Mesas de Paz y Convivencia de los Mangos de la Comuna 8 se generó un proceso organizativo de resistencia civil, frente a los actores armados que también allí confluyeron, y que aun hoy permanece:

469 Lideresa de la Comuna 9 vinculada a la JAC. del Barrio El Ávila. Entrevistada en enero de 2008. 470 Lideresa del Barrio Villa Hermosa. Comuna 8, entrevistada en enero del 2008.

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“La organización nuestra es la Mesa de Convivencia que viene de un proceso gubernamental, de la Administración de Luis Pérez, con otros compañero. Le dimos un nuevo rumbo a la mesa, porque nosotros veníamos de procesos sociales más participativos (y no estábamos de acuerdo como estaba planteada la mesa), donde hacemos resistencia frente al proceso paramilitar, miliciano y de delincuencia, donde estuvimos a punto de ser víctimas (…) Fue la única mesa, que a través de esas propuestas pacifistas, sobrevivió en Medellín, cuando llega la extinción de ese programa”471

En conclusión, se puede afirmar que las Mesas de Paz y Convivencia impulsaron y abrieron la posibilidad del despliegue de muchos procesos de resistencia civil no armada existentes y permitieron la interlocución de las comunidades con el Estado local y los actores armados, constituyéndose casi que en el único escenario barrial para afrontar y dar solución a la grave crisis social, cultural y de convivencia de la ciudad. No obstante, ante la poca operatividad y la obtención de resultados positivos del gobierno local que se perduraran en el tiempo, se empezaron a gestar procesos comunitarios de “mediación social”. Precisamente la planeación zonal permitió reconocer el problema creciente del conflicto social y diseñar estrategias para su atención con la participación de las comunidades. Esto fue posible, gracias a la legislación establecida en la constitución de 1991 que permitió el establecimiento de instancias municipales para esto, algunas de ellas fueron los Consejos de Planeación, las veedurías ciudadanas, las ligas de usuarios de salud, los comités de participación comunitaria en salud (COPACOS), la Junta Municipal de Educación, los Foros Educativos Municipales, el Consejo Municipal de Cultura, el Consejo Municipal de Juventud, el Consejo Municipal Ambiental, el Consejo Consultivo de Ordenamiento, el Consejo Municipal de paz, el Consejo Municipal de Política social y el Comité Municipal de Atención a los Desplazados. Existen también espacios informales, surgidos en su mayoría de iniciativa social: el Foro Hablemos de Medellín, la Veeduría Ciudadana al Plan de Desarrollo, la Veeduría Ciudadana al Concejo Municipal, las Mesas de Participación para la elaboración del Plan Decenal de Cultura y las Mesas Barriales de Convivencia, entre otros. La misma comunidad ha hecho esfuerzos para constituir programas y estrategias que afronten la situación de exclusión social y seguridad y convivencia. Es importante destacar lo que por medio del CCDI (Comité Comunitario de Desarrollo Integral de la Zona Centroriental), han construido los distintos líderes de la zona Centroriental, en el Plan de desarrollo zonal 1998-2006.472 “En el texto final del Plan de Desarrollo Zonal existe la Línea estratégica en concertación y convivencia ciudadana. Ésta se desarrolla en seis proyectos de intervención: 1. Formación comunitaria en la zona centroriental como una de las estrategias de acercamiento

entre los diferentes actores del conflicto urbano, los principales temas son: educación para la convivencia familiar y social, prevención y atención en fármaco- dependencia, educación sexual, justicia y equidad comunitaria, formación en Derechos Humanos y en Derecho Internacional Humanitario, Negociación y concertación.

471 Líder de la Mesa de Convivencia de los Mangos. Comuna 8, entrevistado en noviembre de 2007. 472 NIETO LÓPEZ, Jaime Rafael; ROBLEDO RUIZ, Luís Javier. Op. cit., pp. 121.

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2. Prevención, socialización y resocialización con niños y jóvenes en la zona. 3. Programas de recreación, cultura y deporte dirigido a la promoción de la solidaridad y la

cooperación entre los habitantes, como forma de implementar procesos de paz. 4. Generación de empleo de emergencia y sostenibilidad de micro y famiempresas existentes. 5. Fortalecimiento del CCDI – y de los Consejos Consultivos Comunales – CCC -.”473 Al hacer un balance de estos proyectos que se proponen para dar salidas a la situación de convivencia en la zona “se encuentra, que por lo menos tres de los cinco proyectos propuestos fueron desarrollados en el marco del programa BID. Es destacable, refiriéndose al quinto proyecto sugerido en el plan zonal, que se propenda mantener una participación activa de la comunidad en la planeación pública y la gestión del Estado, más cuando están comprometidos sus intereses. Sin embargo, lo que se puede colegir frente al esfuerzo que se ha hecho en la ciudad por desarrollar los distintos planes zonales, es un desconocimiento de las propuestas que los mismos comités han hecho. Esto permite insistir, que no basta con propiciar espacios donde la gente participe y elabore propuestas de manera aislada y sectorial, sino que es necesario formular políticas públicas donde se dé una acción coordinada de los distintos ámbitos de la administración estatal”.474 Otras instituciones estatales de orden municipal, como la Personería de Medellín, han hecho presencia por medio de proyectos y acciones de capacitación en el marco del Programa de Convivencia en acuerdo con el BID. La Personería de Medellín ejecutó en el año 2002, como parte del componente: “La comunicación social como promotora de la convivencia ciudadana”, el proyecto de Reconstrucción del tejido social, por medio de un diplomado denominado: Diplomado en Historia Local, Comunicación Interbarrial y Proyectos Comunitarios orientados a la promoción de valores para la convivencia, a través de la comunicación masiva y alternativa, desarrollado en 11 barrios de la ciudad de Medellín. Se incluyeron cinco barrios de la Comuna 8: Villa Tina, Llanaditas, El Pinal, Trece de Noviembre y Los Mangos.475 “El diplomado se dividía en cuatro etapas: una ambientación del proceso y acceso a la comunidad, una capacitación en Historia local, un módulo en comunicación, cultura y comunidad barrial, y una elaboración final de proyectos que la comunidad quisiera liderar. Como resultados en la Comuna 8 la comunidad elaboró cuatro proyectos: • Consecución de la sede para adultos mayores – Corporaciones de Vida, Rosas de Oriente y

Abuelos Alegres, del barrio El Pinal. • Adecuación y dotación de una biblioteca en el barrio Los Mangos. • Fortalecimiento de la convivencia alrededor de un espacio público y recreativo en el sector de la

estación de policía del barrio Villatina.

473 Ibíd., pp. 121. 474 Ibíd., pp. 122. 475 Ibíd., pp. 120.

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• Mejoramiento del desarrollo cultural con énfasis en lo artístico, ambiental y comunicacional en el sector La Torre del barrio Villatina”.476

Para concluir la presentación de este período de la realidad política e institucional de la ciudad, es importante subrayar cómo todos estos procesos se inscriben en las expectativas en materia de participación generadas por la constitución de 1991, que retóricamente propendió por la consolidación de un Estado social de derecho, por la modernización democrática, por un nuevo orden político administrativo que permitiera la superación de la crisis del régimen político, la pérdida de legitimidad de este y que contribuyera a la inclusión de diferentes actores en la construcción del desarrollo local. El impulso a partir de la constitución de una democracia participativa, que se cristalizó en la planeación local y en las propuestas de descentralización administrativa que pretendían actuar como un filtro que recogiera las demandas de la gente y generará más eficacia en la atención a las demandas y necesidades de los ciudadanos, por medio de la modernización de los procesos colectivos para la actuación política, que permitieran una mayor capacidad política y organizativa de gestión frente a las entidades estatales, se enclaustró en la alambica del discurso jurídico, sin trascender a la realización de una ciudadanía social critica frente al modelo de ciudad, participativa y con capacidad de decisión en los rumbos de esta. Las y los líderes y las organizaciones sociales y comunitarias se ubicaron en un escenario político donde la gestión técnica de los proyectos y su articulación a procesos de planeación transformó las formas de organización y de luchas con la que las acciones colectivas interpretaban su realidad sociopolítica y demandaban condiciones de vida urbana, sufriendo una especie de mutación institucional que culmino “en lo que podría llamarse un disciplinamiento organizacional de la sociedad.”477 Ell quinto periodo tuvo lugar en la gestión del Alcalde Luís Pérez Gutiérrez (2001-2003). En este período se pueden identificar dos sub-periodos o momentos. El primero de parálisis en la ejecución y retraso de las acciones del programa de Convivencia ciudadana del BID, donde, “la Administración carece de un plan congruente de acción, da bandazos en sus intentos de responder a las distintas formas de violencia y a la zozobra generalizada”478, y el segundo que inició con la elección del presidente Álvaro Uribe y su aplicación de la política de seguridad democrática.

Primer período: Política Pública de Seguridad y convivencia de Luís Pérez El plan de desarrollo presentado por el Alcalde electo Luís Pérez para el periodo 2001-2003 “Medellín Competitiva. Hacia una revolución de la cultura ciudadana” se estructuró sobre tres líneas estratégicas básicas: La revolución de la cultura ciudadana, Medellín competitiva y Primero el espacio público. Dentro de cada una de estas líneas se presentaron unos grandes ejes, en los que se incluyeron programas y subprograma. 476 Ibíd., pp. 120. 477 CFR. FRANCO R., Vilma Liliana. Violencias, Conflictos urbanos y Guerra civil: el caso de la ciudad de Medellín en la década de los noventa. EN: violencias y conflictos urbanos: un reto para las políticas públicas. Instituto de Capacitación Popular –IPC. Medellín-Colombia. 478 ANGARITAS CAÑAS, Pablo Emilio. Op. cit. pp., 142.

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La primera línea del plan -La revolución de la cultura ciudadana- integró el componente social que apuntaba a dar solución al conflicto urbano, al concebirse como una estrategia pedagógica que buscaba la recuperación de la cultura para la convivencia en la ciudad a partir de la construcción de un ciudadano con unos mínimos éticos y un código moral ajustado a las normas y a los mecanismo de control del Estado de derecho. Los temas que la conformaban eran: Formar el nuevo ciudadano; Convivencia y Seguridad; La participación, vital para la nueva sociedad; La revolución de la educación; La cultura al alcance de todos; Recreación y deporte; y justicia social, un compromiso inaplazable. Cada unos de estos temas estaban integrados por programas específicos que dictaban las propuestas de acción, que posteriormente a través del desarrollo e implementación de proyectos serian llevadas a cabo por las diferentes Secretarias del Municipio. Específicamente el segundo eje de esta línea, el programa de Convivencia y Seguridad ciudadana, es sobre el que se desarrollaran los programas y proyectos dirigidos a mejorar las condiciones de convivencia de los ciudadanos y a disminuir los índices de conflictividad urbana y de violencia. El objetivo que guió su desarrollo dentro de esta administración fue “generar condiciones y mecanismo que permitan la construcción democrática y participativa del desarrollo social integral, en escenarios que posibiliten el ejercicio de la ciudadanía, las libertades públicas y los derechos humanos, dentro del contexto de pluralidad, equidad y tranquilidad colectiva”479. Este programa, como ya se ha mencionado, surgió en la Administración municipal de Juan Gómez Martínez (1998-2000) en concertación con los diferentes actores de desarrollo de Medellín, por medio de la propuesta realizada por las “Fundaciones Empresariales de Antioquia agrupadas en ENTRE TODOS, quien propuso en unión con empresarios del Valle del Cauca y funcionarios del Departamento Nacional de Planeación, explotar la posibilidad para que la banca multilateral le otorgara créditos a los municipios de Medellín y Cali, y al distrito capital de Santafé de Bogotá, para financiar proyectos en materia de convivencia ciudadana”480. Esta propuesta fue apoyada e incluida en el plan de gobierno de Juan Gómez Martínez y en el marco del Plan estratégico de Medellín y del Área Metropolitana, inicialmente, como se dijo, con la contratación parcial de un crédito externo del Banco Interamericano de Desarrollo –BID de US$ 15 millones y con la contrapartida del municipio de Medellín de US$ 10 millones, para que el programa tuviera una vigencia de ejecución por cuatro años (desde el 14 de diciembre de 1998 hasta el 14 de julio de 2003) pero posteriormente, bajo la Administración de Luís Pérez se realizó una prorroga de un año (hasta el 14 de junio de 2004). Es así como el desarrollo de este programa en la Administración de Luís Pérez se articula en el programa de convivencia y seguridad ciudadana, el cual se encuentra dividido dentro de su plan de desarrollo 2001- 2003 en dos componentes, el de Convivencia Ciudadana y el de Seguridad Ciudadana. Los programas planteados en el componente de Convivencia ciudadana fueron diez:

479 Medellín Competitiva. Plan de Desarrollo 2001-2003. Hacia una Revolución de la Cultura Ciudadana. Luís Pérez Gutiérrez. Alcalde. Municipio de Medellín. pp. 21. 480 Veeduría Plan de Desarrollo de Medellín. Balance General Plan de Desarrollo Medellín. 2001- 2003. pp. 49.

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• Formación de un nuevo ciudadano para la convivencia: un programa orientado a los niños y niñas, a los jóvenes y las familias para la promoción de la convivencia y para la reducción de los índices de violencia mediante el “acercamiento de los servicios de justicia a la población, al fortalecimiento y modernización de las instituciones encargadas de la convivencia, a la promoción de la cultura ciudadana mediante la comunicación y a la observación permanente de estos fenómenos.”481

• Red de Mesas Barriales de Convivencia: programa que vinculó a los diferentes sectores de la sociedad que se encontraba directa e indirectamente vinculadas al conflicto de la ciudad, como organizaciones sociales y comunitarias, a las comunidades, a los actores del conflicto, a procesos de diálogo y concertación.

• Servicio social universitario de los estudiantes de los últimos niveles. • Promoción de la convivencia en niños y jóvenes: para la prevención temprana de violencia y el

consumo de sustancias psicoactivas. • Comunicación social como promotora de convivencia: en cual se desarrollan acciones

pedagógicas desde la comunicación. • Justicia cerca del ciudadano: que pretendía el acercamiento de las instituciones de relacionadas

con el tema de la convivencia y la seguridad a las comunidades, fomentando la resolución pacífica de los conflictos.

• Observatorio de la violencia. • Modernización institucional: que a través de la participación de las entidades estatales y no

estatales buscaba la formulación e implementación de la política pública de convivencia y seguridad.

• Monitoreo y evaluación de los programas. • Jueces de Paz y de Reconciliación. El componente de Seguridad ciudadana estaba conformado por dos programas: • Más policías para Medellín: invirtiendo 6000 millones inicialmente, aumentando paulatinamente,

en policías para la ciudad. • Sistema integral para la seguridad, que incluía el sistema de número único 123 para

emergencias, videovigilancia a través con un sistema satelital de para monitorear el espacio público, localización automática de vehículos – AVL, un sistema de ubicación de vehículos, dotando a las comunidades de equipos técnicos de seguridad, alarmas comunitarias, capacitación de personas, tanto uniformadas como representantes de la comunidad y apoyo a los mecanismos de seguridad y justicia, entre otros.

Como se señaló en líneas anteriores, durante este primer período de Luís Pérez la ejecución del programa de Convivencia ciudadana del BID, fue de total parálisis. En el informe presentado por la Contraloría se anota que “el índice de avance efectivo era del 0.14% y es calificado de alto grado de ineficiencia. En el 2001, el Municipio interrumpió el programa y a pesar de una exoneración del BID, ya para junio de 2002, los costos financieros equivalían al 43% de los desembolsos y la Comisión de créditos tenía la parte más alta. Además ya se había ejecutado el 5% de los gastos administrativos

481 Ibíd., pp. 22.

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quedando un 20% para administrar el 86% del programa. A junio de 2003 las cosas no habían mejorado y la ejecución efectiva alcanzaba sólo el 9%”482 Por otra parte, la política de Seguridad y Convivencia ciudadana para Medellín propuesta por la Universidad de Antioquia en el 2001, realizada en concertación con diferentes actores durante la Alcaldía de Juan Gómez Martínez en el marco del convenio con el BID, no fue retomada, ni considerada su implementación por la Administración de Luís Pérez; de manera, que si bien, el tema de la convivencia y seguridad ciudadana se encontraban formulados en su plan de desarrollo, no existían propuestas claras de ejecución e intervención en la ciudad y mucho menos estrategias de mediano o largo plazo en este tema.483 Segundo período: “Compro la Guerra. Política Pública de Seguridad y de Reincorporación a la

Civilidad”

El segundo momento de la política pública de la Alcaldía de Medellín frente al conflicto urbano y la violencia, se diseña y se ejecuta de acuerdo con los lineamientos de la política de seguridad democrática del recién posicionado presidente Álvaro Uribe Vélez, en la cual se apoyó fehacientemente el Alcalde Luís Pérez. A primera vista, la lectura que de esta política hace el mandatario de la ciudad, equipara y superpone lo coercitivo a la convivencia, ya sea ingenuamente o adrede, ignorando la dirección que realmente tenían los lineamientos de la política de la Seguridad Democrática484, como bien puede leerse en su discurso:

“La seguridad democrática no se basa esencialmente en la coacción, intimidación o penalización por parte del Estado, sino esencialmente en el perfeccionamiento de una cultura de la convivencia”485

El verdadero talante de la Administración de Luís Pérez fue apareciendo y robusteciéndose al amparo de la seguridad democrática, pues las propuestas pedagógicas de formar un nuevo ciudadano que viviera y experimentara la cultura de la convivencia, respetando las normas y los principios éticos de la vida en ciudad planteados en el plan de desarrollo, quedaron invisibilizados tras el tema de la seguridad representada en el aumento del pie de fuerza y la dotación de las instituciones militares, un ejemplo de ello, son las operaciones militares llevadas a cabo en la Comuna 13 de Medellín durante el 2002. Estos operativos militares a gran escala, desplegados por el ejército y en colaboración con los paramilitares, fueron la forma más efectiva de hacerse al control militar y sociopolítico de las zonas donde hacia presencia la insurgencia, realizándose un amplio despliegue de fuerza y violencia indiscriminada en los 9 operativos militares realizados en la Comuna 13.

482 Ibíd., pp. 24. 483 Ibíd., pp. 55. 484 La política de seguridad democrática se basó en el fortalecimiento de la presencia de la fuerza pública con soldados campesinos, batallones de alta montaña y carabineros de la policía en diferentes lugares del territorio nacional. 485 PÉREZ GUTIÉRREZ, Luís. Compro la guerra. Política pública de seguridad y de reincorporación a la civilidad. Alcaldía de Medellín, 2002. pp. 39.

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Posterior a estos operaciones realizadas en la Comuna 13 de Medellín, Luís Pérez presentó la propuesta “Compro la guerra. Política pública de seguridad y de reincorporación a la civilidad”486, en la cual mediante cálculos económicos sustentaba la idea de que era más rentable para las personas vinculadas a los grupos armados el retirarse y obtener un salario para realizar un trabajo honesto y reincorporarse a la civilidad que continuar en la guerra. “El programa de reincorporación a la civilidad no obtuvo la respuesta que se esperaba por parte de los grupos armados locales, sin embargo, coincidencialmente, el gobierno nacional adelantaba negociaciones con sectores de las Autodefensas Unidas de Colombia –AUC-, de modo que el 25 de noviembre del 2003 se dio la desmovilización de 855 miembros del grupo paramilitar Bloque Cacique Nutibara, proceso en el cual se comprometió la administración de Pérez G. que ya finalizaba su mandato, así como el alcalde entrante, Sergio Fajardo”.487

La política pública “compro la guerra” de Luís Pérez estaba sustentada en dos componentes, la fuerza pública y la seguridad ciudadana y la reincorporación a la civilidad; sin embargo, no contempló el tema de la convivencia ciudadana y de la construcción de una cultura del ciudadano virtuoso, sensible y formado en la participación y el acatamiento de las normas de convivencia de la ciudad, que insistente y retóricamente le había asignado dentro su plan de desarrollo.

De manera que si bien en el 2003 el homicidio disminuyó casi en un 40% y los secuestros bajaron casi 70%488, es probable que esta disminución no se pueda relacionar directamente con la ejecución de los programas o con la implementación de la política pública de convivencia y seguridad ciudadana desarrollada desde la Administración Municipal de Medellín. La principal razón de esto, es la ausencia de políticas claras y la poca ejecución de los programas señalados en los ejes, más que todo en el de convivencia ciudadana, esbozado en el plan de desarrollo de Medellín 2001- 2003, como puede analizarse a la luz de los datos anotados críticamente por la Veeduría al Plan de Desarrollo 2001-2003, donde se resalta cómo en el gobierno de Luís Pérez se ejecutaron sólo en convivencia $14.101 millones cuando debieron haber sido $44.803 millones, en seguridad, por el contrario, se invirtieron $32.719 millones, cuando debieron haber sido ejecutados apenas $20.935 millones; así, “en junio de 2003 las ejecución presupuestal en el caso del trienio de los programas de convivencia es de sólo un 31,5% mientras el componente de seguridad se ha ejecutado en un 156,3%”.489

De modo que la reducción en los índices de homicidios y la quiebra de estas cifras a partir del 2002 - ya que durante los dos primeros años de la Administración de Luís Pérez (2001 y 2002) el aumento del índice de homicidios fue de un 6,9%-, posiblemente responda a la conjugación de la guerra contra las bandas y los grupos armados desatada en las acciones militares realizadas en las comunas más conflictivas de Medellín por orden del presidente Álvaro Uribe, a la desmovilización paramilitar llevada a cabo como parte de la política nacional en cumplimiento del primer acuerdo realizado en Santa Fe de Ralito I, firmado el 15 de julio del 2003, en el municipio de Córdoba, entre el gobierno y la mayoría de grupos vinculados a las AUC y a la aplicación de la política de la seguridad democráticas.

486 PÉREZ GUTIÉRREZ, Luís. Compro la guerra. Política pública de seguridad y de reincorporación a la civilidad. Alcaldía de Medellín, 2002. 487 ANGARITAS CAÑAS, Pablo Emilio. Op. cit. pp., 142. 488 ¿Meras coincidencias? En: Semana. Nº 1106. julio 14 al 21. pp. 36. de 2003. paginas 489 Veeduría Plan de Desarrollo de Medellín. Op. cit., pp. 29.

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También se puede explicar por la incursión en la ciudad del fenómeno del paramilitarismo y a la consolidación territorial que este logró en algunas de sus comunas más conflictivas, como por ejemplo, a las comunas 8, 9 y 13, mediante la cooptación de diferente bandas y redes delincuenciales existentes. El testimonio de un líder de la Comuna 9 nos evidencia esta situación, muy claramente:

“En Medellín no se dio la paz, no se dio por las Mesas Barriales del préstamo del BID, desde la comunidad y la percepción de nosotros: llegaron las AUC y le dijeron a las bandas existentes en la comunidad que se organizaban o desaparecían. Estas llamaron a los muchachos de las bandas y a los líderes comunitarios: ´vea muchachos si ustedes quieren dar bala, tenga la foto de estos señores y vallan a trabajar y ganesen tanto por matar cada uno de ellos”.490

Finalizando este período el alcalde había prometido, como parte de su propuesta Compro la guerra, la oferta de empleo para los habitantes de la Comuna 13; sin embargo, ello se quedó tan sólo en anuncios y las expectativas no fueron colmadas. “Al finalizar su mandato sólo se registró en esta materia la instalación de unas bases militares en la Comuna 13 por parte del Presidente de la República, así como la progresiva ampliación de unidades de policía para la ciudad”.491 Los programas de convivencia y seguridad continuaron en promesas y sin resultados tangibles, no se dio algún número relevante de personas que hubiesen obtenido empleo y sus anuncios quedaron tan sólo en el papel. En conclusión, durante la Administración de Luís Pérez, la resistencia no encontró un punto de intersección con la dinámica institucional, ya que no existió una política pública que lograra articular y aglutinar las iniciativas ciudadanas con las acciones planteadas desde la municipalidad; su política de garrote, por el contrario, puso en peligro a las acciones comunitarias y cerró los espacios de despliegue de las acciones colectivas de resistencia civil. Esto se evidencia en todo el periodo del Alcalde Luís Pérez, exceptuando lo ocurrido con las Mesas Barriales de Paz y Convivencia iniciadas desde la Alcaldía de Luis Alfredo Ramos con el programa del BID, donde la Administración encuentra respuesta en el trabajo de las acciones comunitarias y de resistencia civil de las comunidades, de ahí los resultados positivos y los procesos tan importantes que se desencadenaron tras el aprovechamiento que de ellas han hecho las comunidades donde se llevaron a cabo.

Administración de Sergio Fajardo “Medellín compromiso con toda la ciudadanía” Finalmente, el sexto período se presenta cuando la administración de Sergio Fajardo asume el gobierno de la ciudad, después del proceso de desmovilización de Bloque Cacique Nutibara y en medio de la problemática generada por el incumplimiento de 800 puestos de trabajo para los jóvenes desmovilizados por parte de la Administración anterior.492 Para hacerle frente a esta situación, la Alcaldía de Sergio Fajardo retoma la figura de la Oficina de Paz y Convivencia y la denomina Paz y Reconciliación, en la que recaen todos los asuntos concernientes al proceso de desmovilización. 490 Líder del Barrio Pablo escobar. Comuna 9 de Medellín, entrevistado en febrero de 2008. 491 ANGARITAS CAÑAS, Pablo Emilio. Op. cit., pp. 143. 492 “Si nacimos pa´semilla”. En: Semana. N° 1134. Enero 26 a febrero 2 del 2004. pp. 25.

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El plan de desarrollo de la Administración de Sergio Fajardo Valderrama (2003-2007) “Medellín compromiso con toda la ciudadanía”, tiene como objetivo “promover el desarrollo humano integral para el conjunto de las personas en Medellín, lo que significa la promoción y potencialización de las capacidades, oportunidades y libertades de esos ciudadanos y ciudadanas.”493 Para este objetivo se plantea la implementación de cinco ejes o líneas de acción: 1) Medellín Gobernable y participativa, 2) Medellín social e incluyente, 3) Medellín productiva, competitiva y solidaria, 4) Medellín un espacio para el encuentro ciudadano y 5) Medellín integrada con la región y con el mundo. Las acciones institucionales relacionadas con respecto al tema del conflicto y la violencia urbana se concreta básicamente en la primera línea del plan de desarrollo Medellín Gobernable y participativa, donde se contemplan los diferentes programas y proyectos relacionados con la paz y la convivencia de la ciudad. En esta medida, el interés de este apartado se centrará inicialmente en describir las políticas públicas de la Administración de Sergio Fajardo con referencia a esta temática y, posteriormente, en analizar las posibilidades de interlocución con las instancias de gobierno local posibilitadas o no tras la ejecución de esta línea para las acciones colectivas de resistencia civil no armada frente al conflicto armado y a la exclusión social desarrolladas en las comunas 8, 9 y 13 de Medellín. Las nociones de gobernabilidad y la participación son nombradas como los dos componentes básicos que estructuran esta línea, considerándolos prioritarios para abarcar los problemas que según ellos tiene la ciudad en el tema de la convivencia ciudadana: la violencia y la deslegitimación del Estado. Las intervenciones en estos dos campos según lo consignado dentro del plan de desarrollo, pretende abarcar las dos problemáticas de la ciudad, por un lado desde la cultura, generando legitimidad en las instituciones públicas, y con esto, cultura ciudadana, organización y participación ciudadana. Y por el otro lado, desde el control, para atacar la violencia urbana y generar seguridad y convivencia. Los programas que se establecen en esta línea son incluidos dentro de cuatro componentes, pero son básicamente dos los que nos interesa analizar en referencia a las acciones de resistencia civil no armadas, y a los obstáculos o posibilidades que encontraron en estos: El de organización y participación ciudadana y el de seguridad y convivencia. - La organización y participación ciudadana, que pretendió el establecimiento de un sistema

municipal de planeación participativa, para la definición de diagnósticos, políticas, planes y proyectos con presupuesto participativo y un sistema de promoción al control social, que fortalezca las iniciativas de control ciudadana como las veedurías. Este componente está integrado por cuatro programas: Formación Ciudadana para el desarrollo local y la construcción de los publico; Promoción y apoyo a la organización ciudadana para la integración social; Planeación y presupuesto participativo; Comunicación pública para la convivencia y la participación ciudadana.

- Seguridad y convivencia, donde se desarrollaron las estrategias para la implementación de la política pública de Seguridad y Convivencia a través de los programas de: Prevención de la violencia; Manejo del espacio público para la convivencia; Modernización y transformación de los organismos de seguridad y justicia; y la atención integral a la población carcelaria e infractora.

493 Plan de Desarrollo 2004-2007. “Medellín compromiso de toda la ciudadanía”. En: Gaceta Oficial. N° 2096. Año XVI. Municipio de Medellín. pp. 5

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Además del fortalecimiento de acuerdos con grupos armados, mediante el programa de Paz y Reconciliación.

Como ya se mencionó, la Alcaldía de Fajardo inició en medio de la crisis generada por el incumplimiento a los desmovilizados en la Administración de Luís Pérez, en esta medida se convirtió en una prioridad la gestión de esta problemática, destacándose en este campo el estímulo y apoyo a los procesos de desmovilización y reincorporación. Sin embargo, esta situación se convirtió en el cuello de botella de la Administración Municipal, siendo una preocupación permanente el papel del Gobierno departamental y la falta de compromiso del Gobierno nacional para hacer más efectiva esta gestión, pues si bien se posibilitó el proceso de desmovilización, no se puede afirmar que se haya logrado la reducción del paramilitarismo. Teniendo en cuenta lo anterior, es evidente que la línea Medellín Gobernable y participativa asumió dentro del gobierno de Fajardo un direccionamiento hacia la gestión de la problemática de la desmovilización. El componente de organización y participación ciudadana fue fundamental dentro de este proceso, específicamente con el programa de Planeación y Presupuesto Participativo, que aspira a convertirse en política pública, y que si bien generó importantes dinámicas participativas, autogestionarias y asociativas en las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad apoyando proyectos productivos y microempresas, no hay que desconocer que las organizaciones de desmovilizados fueron los principales interlocutores y receptores de este programa, y además de que generaron tenciones dentro de las comunidades con las acciones de intimidación, cooptación y captura que en este escenarios realizaron. Con respecto al componente de Seguridad y convivencia ciudadana, debe decirse que fue la estrategia que básicamente se encargó de darle continuidad a los procesos, que en este tema, habían desarrollado las dos Administraciones anteriores, teniendo como marco de referencia la política nacional de la Seguridad Democrática del Presidente Álvaro Uribe. Este programa se ejecutó mediante el establecimiento de cuatro proyectos: En relación con la prevención y los orígenes de la violencia. El programa de manejo del espacio público para la convivencia. Dotación y actualización de las fuerzas del orden. Prevención y control del crimen. Y finalmente, el programa de Paz y reconciliación con el cual se buscaba “estimular y apoyar los procesos de desmovilización y reincorporación tanto individuales como colectivas, de quienes se encuentran alzados en armas, a través de un modelo de intervención que opere dentro del marco legal establecido”.494 El presupuesto participativo ¿Posibilidades y obstáculos para la resistencia civil? Durante la Administración de Sergio Fajardo se destacó el papel que jugaron las organizaciones de la sociedad civil (ONGs y organizaciones sociales y comunitarias) y las acciones colectivas de resistencia civil no armada, expresadas en los crecientes niveles de participación comunitaria y en los procesos de gestión social a través del Presupuesto Participativo, el asociacionismo y la consolidación de la organización comunitaria.

494 Ibíd., pp. 37.

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La Alcaldía de Medellín a través de la Secretaría de Desarrollo Social, empezó a implementar desde el año 2004 el Programa de Planeación y Presupuesto Participativo en las dieciséis (16) comunas y los cinco (5) corregimientos de la ciudad. En este ejercicio se diagnosticaron y se priorizaron obras y proyectos contando con un porcentaje del 7% del Presupuesto Municipal, en calidad de recursos de libre inversión. Al preguntarse por el vínculo o el grado de interlocución entre las y los líderes y organizaciones comunitarias de las comunas 8, 9 y 13 de Medellín y el gobierno local, es necesario mencionar que este programa pomposamente en el papel pretendió, como ya se mencionó, transformar el panorama político tradicional al otorgarle mayor protagonismo a las comunidades en aras de la modernización del Estado, de acuerdo a los preceptos de la Constitución de 1991, al promover los niveles de participación ciudadana, fomentar el proceso de descentralización administrativa e implementar prácticas de buen gobierno.

“La participación en los procesos de planeación se constituyó en el punto de intersección de varios propósitos políticos de diferente alcance y significación y de varias instituciones nuevas o reformadas por la constitución de 1991. En la planeación participativa confluyeron las intenciones de modernizar el aparato público en lo que tiene que ver con la racionalización del gasto y la inversión, la eficacia en la gestión y la transparencia en la administración de los bienes del Estado; pero también desembocaron allí las aspiraciones de la llamada sociedad civil por inclusión en el corpus político, por reconocimiento de sus diferencias y atención a sus demandas sociales y económicas, post puestas e invisibilizadas durante décadas”.495

Sin embargo, si bien las reformas realizadas al Estado a través de la constitución del 91 buscaban afianzar los procesos de gestión pública, la modernización del Estado y inclusión de diferentes actores en la construcción del desarrollo local, estas expectativas fueron truncadas por el proyecto neoliberal, con la expedición de los 62 decretos del Artículo 20 transitorio de diciembre de 1991 que reforman la constitución. “Se trataría no sólo de las dimensiones, sino también de sentido de la reforma, los que parecen contradecir el espíritu de la nueva carta. A su demanda de un Estado vigoroso, capaz de superar la crisis institucional, el ejecutivo superpone el proceso de achicamiento justamente en los órdenes de mayor impacto social (…) El propósito de descargar al Estado de funciones que, tradicionalmente, han sido de su competencia, cediéndoselas a los particulares o a la iniciativa privada”.496 De esta manera, la modernización del Estado quedó a medias, pues esta fue entendida como la reducción de su andamiaje en función de la eficiencia del orden económico, ya que el Estado pasó a ser el obstáculo o el impedimento del regular funcionamiento del mercado. El otro proceso paralelo a este, pero en la esfera societal, fue la reactualización de las practicas clientelistas, en algunos casos por parte de los actores armados, reencauchadas en un neoclientelismo posconstitucional que para hacer frente a la participación comunitaria y ciudadana en muchos espacios institucionales y sociales

495 URIBE DE HINCAPIE, María Teresa. Planeación, gobernabilidad y participación. En: Planeación, Desarrollo y Sostenibilidad. Sueños y Realidades. Departamento Administrativo de Planeación. 2001. pp. 2. 496 NIETO, Emmanuel. La reforma del Estado Colombiano. En: Revista de la ENS N° 28. marzo-abril. 1993. pp. 15.

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se vio forzado a adoptar nuevas estrategias de control electoral muy arriesgadas pero eficaces, lo que les permitió mantener los procesos de cooptación.497 Lo mismo ocurrió con los intereses puestos en la democratización de la política y los procesos de gestión de la ciudad, pues “las fuerzas nuevas o volátiles que hicieron suya la bandera de la democracia participativa, no lograron conformar nuevos partidos con capacidad de disputa electoral, ni enunciar propuestas con nuevos perfiles ideológicos, ni reinventar nuevas formas de hacer política que los diferenciase del viejo bipartidismo o democratizar la vida social; ante esta experiencia poco exitosa en el contexto de los propósitos originales, algunos terminaron cooptados por el neoclientelismo a través de las alianzas heteróclitas; y otros se retrotrajeron del universo partidista, del mundo público y de la óptica política, optando por el reforzamiento de lo puramente societal, circunscribiendo su accionar a la gestión de recursos orientados hacia las necesidades insatisfechas pero en ámbitos micro- sociales, aislados y dispersos, dando paso a lo que podría denominarse el neo participacionismo fragmentado”.498 Es así como la dimensión política que reivindicaba la construcción concertada y colectiva del desarrollo territorial por medio de la democracia participativa se desligó de la dimensión técnica, con preeminencia de esta última, lo que a su vez repercutió gravemente sobre las comunidades, los lideres y las lideresas, las organizaciones sociales y comunitarias, que se concentraron en el diseño de proyectos y de procesos técnicos e instrumentales de planeación, olvidando aquellas razones políticas y las perspectivas emancipadoras que los había caracterizado e impulsado en otra época. En algunos casos se invisibilizó o desapareció del escenario del debate político el conflicto histórico existente entre el Estado como garante del bienestar social y del ejercicio de los derechos de los ciudadanos y las múltiples expresiones comunitarias en condición de pobreza y exclusión social articuladas a los procesos de resistencia civil no armada y de exigibilidad del derecho a la ciudad. De manera que “la pedagogía ciudadana de ascendencia neo-republicana –como la denomina María Teresa Uribe- con la que se pretendió preparar los ciudadanos pobres para la participación en la planeación ´acentuó la despolitización de la democracia, despolitización de los actores, los ciudadanos, y convirtiendo el ser y el hacer de éstos en una suerte de campo neutro, aséptico, geométrico y plano, donde las viejas contradicciones sociales, las diferencias ideológicas y las múltiples facturas de la sociedad […] no se mencionan”.499 Teniendo en cuenta lo anterior, hay que leer las diferentes lógicas presentes en el programa de Presupuesto Participativo, ya que se podría argumentar que es un discurso, como se ha mencionado, de cooptación desde una perspectiva neoliberal, pues el hecho de que las comunidades tengan que asumir el papel de contratistas del Estado o deban organizarse para realizar lo que éste en términos de derechos económicos, sociales y culturales no ha cumplido, es muy funcional al sistema, es decir, se está estatizando a la sociedad. También es necesario leerlo, como ya se ha insistido, de acuerdo con la lógica de pacificación sustentada en la desmovilización de las AUC, teniendo presente que los principales interlocutores de Presupuesto Participativo son las organizaciones de desmovilizados. Sin embargo, hay otra lectura que sin negar las lógicas

497 URIBE DE HINCAPIE, María Teresa. Op. Cit., p. 4. 498 Ibíd., pp. 5. 499 FRANCO R., Vilma Liliana. Op. Cit., pp. 87.

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anteriores, destaca cómo estar en este escenario institucional es necesario y conveniente, puesto que visibiliza la participación de las comunidades barriales que se resisten a ser excluidas y a vivir en condiciones de precariedad, afirmando sus demandas sociales, culturales y económicas. Allí es importante destacar que el campo abierto por la planeación participativa le concede perse una valor a la gestión y la formulación de proyectos; sin embargo, considerar que esta se realiza meramente desde la dimensión instrumental y técnica es muy arriesgado, pues los procesos desencadenados dentro de las comunidades por medio de la planeación participativa, y específicamente del programa Presupuesto Participativo, llevan implícitos nuevas intencionalidades políticas y potencializa otras formas de intervenir en la arena pública en concordancia con los procesos de la ciudad. Es necesario, por consiguiente, visibilizar aquellas acciones colectivas de resistencia civil no armada que aprovecharon este contexto de posibilidades desplegado en lo institucional desde la Administración Municipal para construir e incidir en su propio desarrollo y resistir a la exclusión socioeconómica. Incluso recordando a Charles Tilly, se reconoce cómo hay una suerte de encuentro entre las ofertas de la Administración municipal y las condiciones previamente constituidas de las comunidades que encajan perfectamente bien allí, sin que por el hecho de que jueguen en el espacio de las ofertas de la Administración, dejen de generar procesos de resistencia. La experiencia de una lideresa perteneciente a la Cooperativa Multiactiva de Trabajo Asociado. Confecciones Divino Niño., de la Comuna 8 evidencia lo anterior:

“No fue fácil iniciar, se tocaron muchas puertas, se presentaron proyectos, se fue a los bancos a las cooperativas y no señor. No hubo apoyo (confiar, B. Santander. Microempresas de Antioquia, banco agrario), siguieron insistiendo y se inscriben en el Presupuesto Participativo del Municipio. (…) A partir de 2007 empiezan a salir los recursos, del Municipio les envía capacitación a la UNAULA (Universidad Autónoma Latinoamericana), en emprendimiento empresarial. Los dos proyectos son: marroquinería y confecciones. Inicialmente les aprueban en Presupuesto participativo el proyecto de textiles”.500

Es importante resaltar que son muchas las experiencias de acciones colectivas de resistencia civil no armadas de las comunas 8, 9 y 13 que participaron y participan en el programa de Presupuesto Participativo, un ejemplo más, es la Junta de Acción Comunal de Villa Tina que lleva dos años y medio en el barrio trabajando por la necesidad que consideran más relevante de la Comuna 8 (las madres cabeza de familia), y a través de Presupuesto Participativo sacaron adelante un proyecto productivo llamado PANCOR (Panadería y Comidas Rápidas):

”… Porque otro sector necesitado es la mujer, la madre cabeza de familia…comenzamos a hacer un proyecto para generar otras alternativas de empleo, entonces nos inclinamos por la parte de alimentación, empezamos a ir a reuniones a Presupuesto participativo e inscribimos el proyecto allá, en el año 2007 logramos que le invirtieran recursos al proyecto”.501

500 Lideresa Cooperativa multiactiva de trabajo asociado; confecciones divino niño. Comuna 8, entrevistadas en febrero de 2008 501 Líder comunitario del barrio Villa Tina, Comuna 8, entrevistado en diciembre de 2007.

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Presupuesto participativo también es nombrado como una posibilidad que ha permitió generar otros procesos e impulsar los ya existentes, como lo relata la experiencia de la Comuna 8 Corporación Construcción Ciudadana, quienes se presentan como una experiencia de resistencia económica con el desarrollo de proyectos y alternativas económicas a través del mini mercado Super, la propuesta de mensajería y el canal comunitario, proyectos que obtuvieron recursos a través de Presupuesto participativo.

De la misma manera puede entenderse la experiencia de resistencia frente a la exclusión social que ha venido realizando la Corporación Volver de la Comuna 8 a través de estrategias de gestión y capacitación a las personas desplazadas y familias vulnerables.

“La corporación ha tenido una posición política muy crítica, frente al Estado, cuando vemos que las políticas son de carestía de los servicios públicos domiciliarios, de persecución a los venteros ambulantes, pero también hemos sido muy propositivos, por eso participamos mucho en la planeación y en Presupuesto participativo porque es una forma de motivar a la gente, de que peliemos por los recursos que son de la comuna”.502

Otro ejemplo es la cooperativa COPIEM que se conformó en 1999 para brindar soluciones de vivienda a las familias desplazadas. Sin embargo a raíz de la participación en el Presupuesto Participativo en el año 2004, donde gestionaron un proyecto de microempresa de escobas, traperas, cepillos, etc., se fortaleció el proceso, al poder continuar promoviendo alternativa de empleo en la comuna. En la Comuna 13 la red de organizaciones juveniles llamada “Red Uniendo Sueños”, es una propuesta que sale de la Corporación Sal y Luz y que se presenta a la Administración municipal con la intensión de que los jóvenes se organicen y aporten a la comuna. Esta propuesta se apoyó con Presupuesto participativo en 2004, y según las y los líderes de la corporación, hoy en día se ha fortalecido el proceso. Red Cultural Expresarte perteneciente a la Comuna 13 evidencian también los beneficios que obtuvieron con el programa de Presupuesto participativo:

“Cuando empezó la Administración actual del Presupuesto participativo y llegó un muchacho pidiendo 200 millones para la banda de su barrio, nosotros fuimos con una propuesta no tan focalizada sino colectiva y la Administración direccionó el recurso hacia acá para que cada organización no peleara por su pedacito, el recurso tuvo el impacto que queríamos, llego a cada rincón de la comuna. Para el año entrante tenemos 800 millones que eso no es mucho pero es bastante porque este año tuvimos 68 millones”503

Sin embargo, este escenario, por un lado, está dirigido a generar participación y relaciones más estrechas entre el Estado y la sociedad civil, apuntando a generar condiciones de gobernabilidad en la ciudad, y por el otro, a darle vía al problema de los desmovilizados y reinsertados, permitiendo la

502 Líder de la Corporación Volver, Comuna 8, entrevistado en enero de 2008 503 Lideresa de la Red Cultural Expresarte. Comuna 13, entrevistada en diciembre de 2007

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inclusión de estos nuevos actores, no sin conflictos, en el escenario de la gestión, encontramos el relato de un líder de la Comuna 9:

“Los desmovilizados están trabajando en la cooperativa semilla de paz abajo, cobran por el lavado de los carros. Con el Presupuesto participativo se les colaboró en el mismo plan de negocios para montar y les dieron 14 millones de pesos (…). Están trabajando, muy contentos.”504

En la misma dirección se encuentra el proceso de la Comuna 8 iniciado a partir del Presupuesto Participativo, que también apoyó el proceso de desmovilización:

“El proyecto productivo de la cooperativa llamado Proyecto integral de residuos sólidos, surgió a raíz de la coyuntura de presupuesto participativo y al ver las necesidades de la comunidad en cuanto a desempleo y el mal manejo de los residuos sólidos; este proyecto también es llamado “Lombrilandia” que trabaja con abonos orgánicos (…) En el momento de formulación del proyecto se estaba dando el proceso de reinserción, entonces creímos que aportábamos al proceso, incorporando reinsertados. (Aclarando que nunca hemos hecho parte de ningún proceso armado) Cogimos un 40% de reinsertados y los metimos a la cooperativa, un 30% para los desplazados que es la otra parte del conflicto y el resto madres cabeza de familia”505.

En conclusión se puede afirmar, que las acciones colectivas de resistencia civil no armadas encuentran en la Administración de Sergio Fajardo una estructura de oportunidad política que posibilita la interlocución y la gestión de proyectos y procesos productivos y solidarios a través del programa de Presupuesto Participativo. Sin embargo, en la medida en que las organizaciones comunitarias empiezan a coparlo, este programa se convierte en un escenario de disputa entre la Administración y grupos de desmovilizados, y las comunidades barriales por afirmar sus demandas colectivas largamente contenidas, aunque todavía sin una perspectiva de ciudad, con el agravante de que este programa contribuye a que no se avance en esa dirección. En general, se evidencia una poca acogida, reconocimiento y apoyo a las experiencias comunitarias y de resistencia civil no armada, que desde propuestas alternativas, le apuestan a la construcción de ciudadanías con capacidad de decisión e incidencia en el escenario urbano; se carecen de políticas públicas efectivas que garanticen su fortalecimiento y continuidad en el tiempo, y por el contrario, son reconocidas las propuestas y organizaciones que se han desarrollado con el fin de contribuir a los procesos de los grupos armados o reinsertados. Ciertamente, las políticas públicas, los programas, planes y proyecto que se realizan en contextos de conflicto, violencia y exclusión social se convierte en “pañitos de agua tibia” frente a una problemática urbana de orden estructural que desborda las posibilidades de intervención desde el corto plazo, debe decirse, que estos discursos incluyen una opción política y gubernamental inspirada en el propósito aparente de “pagar la deuda social” y de legitimar y acercar el Estado a la sociedad, al que subyacen apuestas por la gobernabilidad perfiladas desde un modelo de ciudad que viene consolidándose desde la globalización e internalización económica. Estas intervenciones han sido diseñadas desde el terreno de la guerra, lo que les confiere actuaciones solamente sobre

504 Líder de la Corporación Pro Desarrollo Social y Cultural. Barrió Caunces , entrevistado en diciembre de 2007.. 505 Asocomunal Cooperativa Multiactiva Comultrece. Comuna 8. Enero 2008

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las manifestaciones más externas de estas, la violencia, sin apuntar a eliminar las estructuras económicas, sociales y culturales que generan conflictividad y el desenvolvimiento de esta por medio de la violencia, no buscan, de ninguna manera, afectar de manera significativa uno de los ejes pervivientes de la conflictividad y la violencia, como es la situación de pobreza y exclusión en la que han vivo las comunidades barriales de la periferia de la ciudad. Las acciones colectivas de resistencia civil no armadas desarrolladas en las Comuna 8, 9 y 13 de Medellín, no han logrado encontrar entonces, un punto de intersección con la dinámica institucional, ya que no ha existió una estrategia ofrecida desde la Administración que logre articular las múltiples expresiones ciudadanas, que logre su reconocimiento ante las instancias de gobierno local, su participación en los procesos de concertación y de toma de decisiones de planeación y su incidencia en la formulación de políticas públicas, a lo cual se conjuga la propia debilidad de los procesos comunitarios de resistencia. Lo ocurrido con las Mesas Barriales de Paz y Convivencia y con el programa Presupuesto Participativo, ha sido la excepción que confirma la regla, ya que en estos escenarios, las acciones comunitarias y de resistencia civil no armadas han encontrado una estructura de oportunidad política para desplegar con fuerza y dinamismo sus acciones de oposición a los actores armados y a la exclusión socioeconómica; dando paso siempre a nuevas tendencias de accionar colectivo sustentadas sobre visiones alternativas de hacer política y de construir ciudadanía Teniendo en cuenta lo anterior podemos ver por un lado, cómo los procesos de resistencia civil no armada se hibridan entre acumulados tradicionales y escenarios modernos de la política, pero, por otro lado, siguen conservando la intencionalidad y su lógica interna de oponerse a los poderes que tratan de oprimirla, dominarla e invisibilizarla; su acción y sentido se orientan al socavamiento de las relaciones de dominación ejercidas por el conflicto armado y la exclusión social.

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5. LOS DISCURSOS HEGEMÓNICOS Y DOMINANTES FRENTE A LAS ACCIONES DE RESISTENCIA CIVIL NO ARMADAS EN MEDELLÍN

El objetivo del presente apartado es el de identificar el modo en el que los discursos hegemónicos y dominantes interpelan las prácticas de resistencia civil no armadas aquí consideradas, se busca conocer así, qué se dice acerca de ellas, cómo se nombran y se titulan, cómo son descritas e interpretadas dichas prácticas, cuáles son las ausencias y cuáles los aspectos subrayados, quiénes son los actores protagonistas y quiénes los secundarios, qué fuentes son usadas, qué relaciones se legitiman, entre otras. Estos discursos son estudiados fundamentalmente a partir del rastreo de la información registrada en la prensa escrita local y nacional (diarios El Colombiano, El Tiempo y El Mundo, y la Revista Semana), durante los años 2002-2006 sobre las acciones colectivas de resistencia civil no armada y el contexto sociopolítico de las comunas donde éstas se produjeron –comunas 8, 9 y 13 de Medellín-. Desde la perspectiva de la existencia de discursos hegemónicos, así como también de los contra-hegemónicos, en la difusión de la información en los medios masivos de comunicación se realiza un proceso de selección permanente, en este sentido, se da un proceso de producción, reconocimiento y exclusión que lleva a una lucha ideológica por lograr el dominio discursivo de la verdad. Este proceso de selección hace parte de un modelo mental –de representación personal de las experiencias socializado a través del discurso de los medios masivos, pero también a través de la interacción en el espacio cotidiano o el institucional-506, que reproduce y activa criterios de veracidad, como cualquier construcción ideológica de grupo. Lo que proponemos en la indagación de discursos hegemónicos es la perspectiva crítica a lo dicho y los modos de decirlo, a las relaciones y oposiciones que lo pronunciado y difundido establece, lo que se involucra y lo que se deja por fuera de la realidad que se dice describir y representar, ya que lo escrito y dicho es en sí mismo un acontecimiento comunicativo suscrito en un determinado modelo del mundo, que conlleva, de forma implícita o explícita, concepciones más o menos particulares con pretensión de aceptación general. Es decir, cualquier testimonio, informe noticioso, texto académico, opinión, pronunciamiento público o comunicado producido establece una elección y definición de la realidad, entablando inevitablemente un juego y disputa con las demás elecciones existentes. Se reconoce así, el campo del poder que cualquier discurso con pretensiones de autoridad sobre la verdad ocupa. El aporte analítico de Foucault es destacable en este sentido, al haber logrado escudriñar en la existencia misma del discurso como objeto la cuestión del poder como su rasgo característico, su invitación es a auscultar lo dicho y su modo de aparición en tanto formación de verdad, y el modo en que se instaura como un saber y/o dominio de representaciones colectivas. Para M. Foucault “La verdad (…) opera como un conjunto de procedimientos reglados por la producción, la ley, la repartición, la puesta en circulación, y el funcionamiento de los enunciados (…) está ligada circularmente a los sistemas de poder que la producen y la mantienen, y a los efectos de poder que induce y que la acompañan al régimen de verdad.”507 506 Una idea amplia del estudio de modelos mentales y su papel cognitivo en la interpretación de nosotros mismos y nuestro entorno puede verse en el estudio de VAN DIJK, Teun A (1998). Ideología. Una aproximación multidisciplinaria. editorial Gedisa. Barcelona, 1999. p. 473. También, en la obra pionera de: BERGER, Peter L.; LUCKMANN, Thomas. La Construcción Social de la Realidad Amorrortu. Buenos Aires. 1998. 507 FOUCAULT, M. Estrategias de Poder. Vol. II. Paidós. España. 1999. pp. 55

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Siguiendo estos postulados, algunas de las verdades que más circulan y se difunden masivamente nos lleva a preguntarnos ¿hasta qué punto lo que se informa y manifiesta hace parte de la afirmación y legitimación de un orden social y político?, y ¿hasta qué punto disiente, genera preguntas y cuestiona lo dado como algo que excluye otras formas singulares o minoritarias de existencia y organización social, e introduce así en el discurso la posibilidad de una situación que puede ser transformada?. Es decir, ¿cuál es el grado de incorporación o, por el contrario, de oposición que la emisión de información de un evento noticioso en particular, evidencia con el discurso hegemónico o dominante? o también la omisión, que es otra forma de decir lo que se emite y publicita a través de diferentes medios comunicativos, en el plano de la investigación social y de la opinión pública sobre los acontecimientos de conflicto armado, exclusión socioeconómica y sobre las acciones colectivas de resistencia civil no armada se aborda no sólo desde su carácter expresivo, sino fundamentalmente desde su capacidad reproductora de ideas, creencias y actitudes en una situación concreta como es la polarización en el caso de Colombia y la existencia del conflicto armado. El proceso de producción y emisión de la información es paralelo al proceso de interpretación, “los medios de comunicación no solamente delimitan las fronteras sino que también aportan el material de construcción para el consenso público, y de este modo fijan las condiciones de establecimiento y mantenimiento de una hegemonía ideológica”508 y de las relaciones de dominación. Se plantea así, la existencia de una lucha de mensajes y significados por los que compiten tanto los actores colectivos, como las elites económicas y políticas locales a través de los medios de comunicación. Así, el discurso que narra, que describe y habla de realidades y de acontecimientos, se presenta como acción no sólo expresiva sino también constructiva de una realidad. El discurso es acción cuando oculta y cuando visibiliza, cuando con lo emitido logra posicionar políticamente unos protagonistas o una nueva situación, a través de la repetición de términos, imágenes, conceptos, así como con la normalización ante el público de una problemática, de una situación de exclusión o de una decisión institucional que involucra relaciones desiguales de poder en una comunidad. La acción normalizadora de una situación de desigualdad y exclusión social y cultural, se incorpora en el discurso con el uso continuado de convenciones sociales jerarquizantes de las relaciones entre los participantes de un acontecimiento o evento noticioso (por ejemplo, el policía y la autoridad pública es quien tiene la voz y es fuente legítima de la información sobre un evento armado en una comunidad dada). Las convenciones sociales y discursivas pueden encarnar ideologías naturalizadas, las cuales producen en ellas un mecanismo más efectivo para sostener las hegemonías, es decir, son un mecanismo más efectivo para sostener y reproducir dimensiones ideológicas y culturales de la hegemonía. 509 Fairclough al afirmar que un evento discursivo trabaja ideológicamente está planteando, lo que ya con Foucault habíamos afirmado, que éste contribuye a la reproducción de relaciones de poder.

Versión original: “Verdad y Poder”, entrevista con M. Fontana publicada por primera vez en1971, en L’ Arc, 70, número especial. 508 VAN DIJK, Teun A. Racismo y análisis crítico de los medios. Paidós. Barcelona. 1997. pp. 70. 509 FAIRCLOUGH, Norman. Critical discourse análisis: The critical study of language. Longman. Malaysia. 1995. pp. 91.

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La pregunta que prevalece desde esta perspectiva del análisis crítico sobre los discursos difundidos en la prensa acerca de las experiencias de resistencia civil no armadas, es por el modo cómo se implementan discursos hegemónicos y las formas de poder que estos conllevan, bien sea para el posicionamiento y efectividad de las acciones de resistencia civil no armada, o para ocultar, restringir el conocimiento público y minimizar la capacidad y oportunidad de la misma acción; indagando en lo que se dice y cómo se dice sobre las acciones de resistencia civil no armada, en quiénes son los protagonistas de las noticias sobre acciones de resistencia civil, con qué estilo, palabras o términos se ha descrito la acción colectiva de resistencia, cuál es la fuente predominante para legitimar la información producida, análisis que será abordado fundamentalmente a partir de dos temas, el primero, el cubrimiento por la prensa escrita de las acciones colectivas de resistencia civil no armada especialmente de las comunas 8, 9 y 13, y segundo, el cubrimiento de los aspectos sociopolíticos y económicos, sobre las tres comunas de interés en este estudio. El cubrimiento en prensa de las acciones colectivas de resistencia civil no armadas en las comunas 8, 9 y 13 de Medellín: Teniendo en cuenta las distintas iniciativas de resistencia identificadas en las tres comunas, y que ya fueron el objeto de análisis y caracterización en la presente investigación, podemos afirmar que el registro de las acciones de resistencia civil no armada es mínimo frente a otro tipo de información de mayor resonancia en los medios; es el caso del conflicto armado, las operaciones militares, la desmovilización de grupos al margen de la ley, la política de seguridad democrática, etc. Al igual que también se registran desastres naturales o colectivos como el caso del incendio del bario Mano de Dios, los derrumbes y algunos desalojos en sectores de invasiones, son estas, entre otras, las noticias de la actualidad local y nacional en su momento con mayor difusión. Sin embargo, hay acciones colectivas de resistencia civil no armada que también alcanzaron a ser registradas en la prensa local y algunas otras en el ámbito nacional. Dentro de estas, son las mujeres el actor colectivo que se lleva el protagonismo dentro de las acciones colectivas de resistencia civil no armada frente a la guerra y el accionar armado, en especial las Madres de La Candelaria y el plantón que realizan todos los miércoles al medio día en la Iglesia de la Candelaria quienes aparecen repetidamente en la prensa local, seguidas por Ruta Pacifica de Mujeres, Mujeres de Negro y en la Comuna 13 la Asociación de Mujeres de las Independencias (AMI). Estos colectivos de mujeres entraron y acompañaron a las comunidades de los barrios en conflicto, realizaron sus acciones a pesar de las difíciles situaciones de seguridad, enfrentaron miedos y amenazas y se acompañaron mutuamente en su dolor; alcanzando reconocimiento público porque estuvieron en movilización y denuncia constante y permanente. Así, se registran noticias sobre las acciones colectivas y las consignas reivindicativas que en dichas acciones se divulgan, la información en prensa describe situaciones de las desapariciones, de los años de lucha y de las acciones realizadas, con relatos de familiares de las personas desaparecidas. Sin embargo, casi siempre se dice lo mismo, se repite la información y, por ejemplo, nunca se trata el tema de la reparación real de las victimas o la posición de las mujeres frente a temas del acontecer nacional que les afecta directamente. Con el siguiente ejemplo pretendemos ilustrar el modo en el que la acción de resistencia civil no armada es desvirtuada de la práctica política y el conflicto simbólico que representa, reduciéndola solamente a un sentido terapéutico y teatral.

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El tiempo. Pag. 14. 08-09-2002 “Medellín, una terapia contra el dolor. ‘Las mujeres de negro’”

“no queremos parir mas hijos para la guerra” es la proclama de un grupo de mujeres que se reúnen el ultimo martes de cada mes en el Parque de Berrío vestidas de negro y sumidas en el silencio. Cada mes 620 mujeres se encuentran en el parque, hacen una ronda y permanecen calladas durante 20 minutos. “alguna lagrima a veces brota” Rocío Pineda directora de derechos Humanos y DHI de la secretaria Gobierno de Antioquia dice: “el ver a tanta gente de negro impacta. Son nuevos lenguajes que ponen a otros a reflexionar. Aunque cuesta mucho, por que esta sociedad se mueve es a punta de gritos.”

Desde la forma como se titula la noticia se enmarca a la acción de resistencia civil no armada en una especie de tratamiento médico que busca aliviar y paliar el dolor de víctima, disminuyendo así el significado simbólico y político que tiene la acción, ya que la sola presencia de un colectivo de mujeres con fotografías y vestidas de luto es un mensaje a la sociedad y a las instituciones del llamado Estado Social de Derecho para que los crímenes de la naturaleza de la desaparición forzada no se olviden y no queden impunes. Además de esto, se reduce el papel de las Madres a la de “pacientes” en terapia, en lugar de presentar a unas mujeres activas, movilizadas en defensa de sus derechos; ciudadanas ocupando un espacio público ejerciendo su derecho a la libre expresión y que están denunciando una situación grave violatoria de los derechos fundamentales. Además, es frecuente que las acciones colectivas de resistencia civil no armadas difundidas en prensa no estén acompañadas de un contexto explicativo de su motivación, que profundice en las razones de los grupos movilizados y proporcione elementos de reflexión a los lectores. Narrar exclusivamente desde el sufrimiento de las madres y familias es quitarle el sentido público y político a estas prácticas colectivas, es ocultar su mensaje político y de denuncia. Otro actor protagónico de las acciones colectivas registradas en la prensa fueron los párrocos de la iglesia católica. La iglesia jugo así un papel importante al interior de los barrios, acompañó procesos de negociación y acuerdos de no agresión, estuvo al lado de la comunidad en los momentos difíciles apostándole a propuestas de no violencia en especial con niños y jóvenes, algunas de estas acciones tuvieron gran aceptación al interior de los barrios, muestra de ello son las movilizaciones y protestas de las comunidades ante situaciones de asesinatos o amenazas contra los párrocos de sus parroquias, como algunas de las consecuencias porque algunos párrocos se atrevieron a denunciar las violaciones a los derechos humanos y los atropellos de las fuerzas armadas legales e ilegales. Sin embargo, en la emisión de noticias, cuando se habla de las situaciones en los barrios que han motivado las distintas movilizaciones, lo que más se destaca es a la comunidad en general integrada por personas que están temerosas, con miedo, con pocas posibilidades de hacer denuncia por la situación de extrema violencia. A continuación se presenta un ejemplo de este tipo de cubrimiento. El colombiano. Pág. 4C 28-03-2002 “La procesión fue un cacerolazo por la vida”

Con capuchas, juguetes bélicos y cacerolas, decenas de niños recorrieron las empinadas calles de Belencito y otros barrios aledaños, donde es común el sonido de las balas, para rechazar la violencia que desde hace más de un año no los deja vivir con tranquilidad.

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(…) La idea fue del padre Rigoberto Velásquez párroco de Santa Catalina de Siena quien se ideó una especie de vía crucis con los niños para concientizar a todos los habitantes del barrio y a los grupos armados (…) que todavía hay espacios para vivir en tranquilidad. (…) el temor a hablar es la constante y solo algunos miembros de la iglesia se atreven a hacer llamados a la reconciliación y a reprochar el accionar de los violentos.

Por lo general en la información de la noticia se recurre a historias y relatos de personas involucradas, más a modo de pequeñas crónicas o narraciones, preguntan a los organizadores y participantes y citan entre comillas las motivaciones de la acción, el por qué se hace o qué se pretende con la manifestación colectiva, empezando porque ni siquiera se las nombra según la versión que los propios actores tienen de sus propias acciones o según otros dispositivos de verdad, no como resistencia civil no armada. El papel de los líderes de los barrios sobresale más que todo por su condición de victimas de asesinatos, amenazas y desplazamiento, no se menciona por ejemplo, que muchos de ellos, a pesar de las amenazas y de los asesinatos de sus compañeros, persistieron en el trabajo con sus comunidades, enfrentaron a los actores armados mediante la denuncia, trabajaron para mantener unido a su barrio en la lucha contra la violencia e incluso lideraron procesos de no agresión entre bandas para proteger la vida de los habitantes del barrio, lucharon y persistieron, colectivamente algunos o liderando procesos más solitarios otros, pero en cualquier caso, sin mayor acompañamiento y protección de la administración municipal o de otras instituciones publicas y privadas. De este modo, en la descripción noticiosa, el protagonismo y la capacidad decisoria de los civiles sobre su situación queda diluida y reducida al papel de víctimas de los actores armados y de la situación de violencia en general, como también en muchos casos queda diluida la responsabilidad de quienes ejercen esa violencia contra los civiles. En el siguiente ejemplo, desde la forma como se titula la noticia, la responsabilidad de quién ejerce la violencia desaparece, como si los fusiles fueran entes vivientes y tuvieran la facultad de dispararse solos. El colombiano, Pág. 12A 03-09-2002 “Civiles marchan contra los homicidios y los fusiles”

Ante los miles de asesinatos en la Comuna 8, tras la muerte de varios niños y ancianos, cansados del toque de queda que inicia a las 8 de la noche, los habitantes de la comuna dicen “que ya no es suficiente taparse los oídos” ante las balas. “ayer dijeron que estaban “mamados” de ni siquiera poder dormir y marcharon por las calles del centro con una consigna “queremos que no disparen más fusiles ni ametralladoras”. (…) Denunciaron que varios niños y ancianos murieron o están hospitalizados luego de ser impactados por disparos de fusiles y “trufly” (lanzagranadas); solicitaron al gobierno mayores garantías para la comunidad de los barrios que conforman este sector, donde los combates entre milicias, autodefensas y bandas tienen encerrada a la población civil. (…) Vemos con preocupación cómo el Estado ni nadie se preocupa por la peligrosidad que representa para la población civil que estén manejando estas armas, es que un disparo atraviesa hasta tres casas” comento un líder de la Mesa de Trabajo por la Paz del centro oriente y nororiente de Medellín.

Al igual que en el anterior, en el siguiente ejemplo también queda diluida la responsabilidad de quién ejerce la violencia, pero en este caso se reconoce mayor protagonismo de un grupo social para la movilización, estos son, los jóvenes con capacidad para organizarse colectivamente y convocar a la

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comunidad en general a resistirse frente a la guerra. Sin embargo, al final de la nota informativa queda la sensación de ser una movilización motivada para disputar la consecución de recursos públicos mediante el acceso a programas y proyectos, al concluir así la oposición al conflicto armado y al ejercicio de la violencia por parte de las y los jóvenes de las organizaciones comunitarias queda relegada a un plano secundario. El Colombiano Pág. 12A 03-10-2002 “resistencia civil contra la guerra en los barrios” “Jóvenes de las organizaciones comunitarias luchan contra los fusiles.”

(…) Una caravana por la vida saldrá de cada uno de los barrios en conflicto de la ciudad, el próximo domingo, a las 9 de la mañana y se concentrará después en el sector de la clínica León XVIII. El objetivo: “declararse en resistencia civil contra la guerra en los barrios.” (…) “Estar desarmados es nuestra gran arma para decirle a todos los combatientes que vamos a hacer resistencia cultural, de solidaridad, económica, artística y cooperativa en todos los sectores en donde nos es difícil entrar y vivir” comenta Paola Galeano de la Red Juvenil. El movimiento es liderado por más de 200 jóvenes de 16 organizaciones comunitarias de la ciudad quienes denunciaron que por culpa del conflicto armado la población no puede acceder a muchos programas y proyectos.

De otro lado, se hizo evidente el papel de los medios a la hora de legitimar las acciones y propuestas gubernamentales, al hacer extensas y periódicas notas sobre las opiniones y acciones de la administración y la fuerza pública, mientras que la voz de la comunidad era menos evidente y las notas al respecto eran mucho más cortas y precisas. Por un lado están las posturas oficiales que defienden las acciones emprendidas y remiten cifras que demuestran el éxito de las estrategias implementadas. Y por el otro, están los testimonios de las personas directamente afectadas quienes desde la cotidianidad expresan su inconformidad o reclaman mayor atención. El Colombiano. Pág. 12A 13-11-2002 “desplazados protestaron en un pasillo de la Alpujarra.” por Jairo Pérez

A las 8 de la mañana cuando abrieron la Alpujarra, 80 desplazados ingresaron al pasillo del piso 4 de la alcaldía, frente a la secretaria de solidaridad de Medellín exigían soluciones a su situación. En junio pasado las AUC incineraron algunas casas de la parte baja del salado y dieron un plazo perentorio de 32 horas para que los habitantes de ese sector abandonaras sus casas; luego de dejar todas sus cosas, ocuparon por un mes el colegio de las Independencias hasta que fueron reconocidos como desplazados; el pasado 27 de octubre recibieron una ayuda pero el día de hoy no tienen con que pagar un arriendo; reclaman soluciones. (…) Desocuparon los pasillos a las 5 de la tarde tras hablar largo rato con funcionarios de esa secretaria. (…)La titular de ese despacho: Victoria Eugenia Ramírez, indico que: “estas personas han sido atendidas en la oficina de desplazados de la administración, se les ha pagado el arriendo, salud, educación para los niños y algunos mercados (…) se les asesoró para que fueran al Inurbe que les repone el daño a las casas y a la Red de Solidaridad que les da un dinero para la subsistencia pero muchos no han hecho los trámites que deben ser personales.” La funcionaria recordó “que existe una oficina para atender a la Comuna 13 que está ubicada en el barrio corazón, funciona hace 15 días, que es en donde ellos deben ir a buscar ayuda y no aquí en la Alpujarra.”

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Los años de mayor difusión de movilización y acción civil son 2002 y 2005. Las Madres de la Candelaria se mantienen vigentes y constantes a lo largo de todo el periodo; en los años 2005-2006 las acciones colectivas fueron convocadas más que todo por la misma administración (Secretaria de Educación en conjunto con Policía y otras organizaciones) en el marco de la campaña “menos armas, más vidas” dirigida a niños y jóvenes. En estas iniciativas también estuvo acompañando la iglesia católica como mediadora de conflictos y apostó con iniciativas a la construcción de la paz con campañas de prevención de la agresión y la violencia, marchas con niños y jóvenes de los colegios y actos simbólicos de quemas de juguetes bélicos, denuncias por atropellos de la fuerza pública contra la población civil, acompañamiento a las comunidades con altos niveles de violencia. En general, en estos dos años se dio gran despliegue para iniciativas gubernamentales y de legitimación del proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia iniciado a finales del año 2003, y en contraste hubo poca difusión para las acciones colectivas de otros grupos sociales y organizaciones civiles. A continuación se presentan dos ejemplos de este tipo de información en prensa. El Colombiano Pág.10A 14-10-2005 “Una luz para volver a encontrar la vida”

Ayer en la noche, en Tres Bocas, del barrio Caicedo las Estancias, Comuna 8, se congregaron los niños en torno a la luz como un homenaje a las victimas de la violencia, la danza de los zanqueros fue lo que más le llamó la atención. Desde las 4 de la tarde estudiantes de los colegios del sector de Caicedo se congregaron en la carrera 52 con la calle 9 para rendirle un homenaje a las victimas del conflicto armado. Allí dibujaron un corazón gigante de color rojo. Tres bocas era un lugar de gran conflictividad en donde ocurrieron muchas muertes. Después de las 6:30 aparecieron las luces, prendieron luces alrededor del corazón y una pareja de zanqueros bailaron para recordar a los muertos. Esta es una actividad que se enmarca dentro de los esfuerzos que hace la iglesia y la administración para inculcar una pedagogía de la no violencia. El acto terminó a las 7 de la noche cuando los niños regresaron todos a sus casas.

El Colombiano Pág. 10A 14-03-2006 “Niños cambian juguetes bélicos”

La actividad se realizó en Villatina y fue organizada por los desmovilizados con la Corporación Democracia, los apoyó el padre Juan David Torres, párroco de la comunidad, “pensando en acompañar alternativas que tiendan a consolidar la paz en este sector”. (…) Cambiaron juguetes bélicos por carros, cuadernos, lápices, pelotas. (…) Se inició el acto con una eucaristía. La actividad la realizó Joaquín Calle, desmovilizado del Bloque Cacique Nutibara y reunió a más de 600 niños y sus familias. “la idea es concientizar para que no compren juguetes bélicos a los niños” dice el organizador.

Entre las instituciones y personas que fueron citadas frecuentemente como fuente de información y buscando un efecto legitimador de lo presentado están los funcionarios públicos de las distintas secretarias de la administración municipal, autoridades de la fuerza pública y organizaciones sociales de la ciudad; entre estas, el Instituto Popular de capacitación IPC, la Red de Organizaciones sociales ROC, Corpades, Realizadores de Sueños, y las diferentes JAC de los barrios, todas ellas

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también mediante la denuncia y el acompañamiento de las acciones de resistencia civil. Las autoridades locales que aparecen con mayor frecuencia tenemos al General Mario Montoya, el General Leonardo Gallego, el General Rubén Carrillo, el Coronel Hugo Bonilla, Luís Pérez (alcalde) Sergio Fajardo, Alonso Salazar (secretario de Gobierno). Por los reinsertados Giovanni Marín director de la Corporación Democracia y Antonio López vocero de la misma corporación. El Colombiano Pág. 10A 13-10-2004 “Comuna 13, dos años de Orión” por Jaime Pérez

Comandante de la Policía dice que la gente puede vivir tranquila. El general Rubén Carrillo dice “que lo más importante es que la gente puede caminar tranquila por la zona. Uno le pregunta a la gente como se siente y dice que está contenta. (…) eso demuestra el gran cambio” (…)“hoy dos años después los habitantes agradecen este hecho (operación Orión) y otros denuncian la presencia de ilegales en la zona” Respecto a la presencia de ilegales el general carrillo asegura que la policía no ha recibido una sola denuncia de extorsión en esa zona de la ciudad. Pide a la comunidad entonces mayor colaboración.

Otro bloque de artículos, más pequeños en cantidad más no en importancia, son los relacionados con las denuncias y acciones de las comunidades, sus líderes, organizaciones sociales y de derechos humanos; allí encontramos: o Exigencia de las comunidades de presencia de organismos de DH para verificar los atropellos

contra población civil por parte de fuerzas armadas legales e ilegales. o Denuncias por presencia de fuerzas paramilitares en los barrios, incluso después de la

desmovilización. o Exigencia de la comunidad de mayor presencia del estado y respeto por sus derechos. Piden

superar el desempleo, la pobreza y la exclusión, causantes de gran parte del conflicto armado. Menos guerra y más inversión social.

o Movilizaciones contra la violencia y la guerra al interior de los barrios y a nivel de ciudad, en especial de niños, mujeres y jóvenes.

o Publicidad de los eventos realizados o a realizar de la Semana por la paz y los derechos humanos que se celebra cada año.

o Entregas de informes sobre violaciones de DH por diferentes organizaciones. (Ruta Pacífica, IPC, Madres de la Candelaria, ASFADES…)

El Colombiano Pág. 8A-9A 23-05-2004 “Desmovilizados llegaron a las Juntas de Acción Comunal”

Agrupados en la Corporación Democracia excombatientes del Bloque Cacique Nutibara hacen política, el pasado 23 de abril lograron ocupar diferentes puestos dentro de las JAC de los barrios. De 50 candidatos que se lanzaron 30 fueron elegidos. “En la Comuna 8 hay un buen porcentaje de muchachos que accedieron a las JAC, unos desmovilizados, otros de los que nosotros denominamos base social, y ganaron.” Sostuvo Giovanni Marín director de la Corporación Democracia. Explicó que antes de desmovilizarse, el 25 de noviembre de 2003, ya había líderes y presidentes de JAC que hacían parte del Bloque Cacique Nutibara. “esa era un parte de nuestra base social” “Los desmovilizados son personas productivas para la sociedad”

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Los desmovilizados quedaron con participación en el nororiente, centro occidente y noroccidente. Los desmovilizados no descartan convertirse en un partido político.

Los conductores de trasporte urbano también se mencionan como actores de las acciones de resistencia civil no armada, dado que realizaron paros o suspensión de servicio del transporte por amenazas y vacunas en las comunas por parte de actores ilegales e incluso realizaron suspensiones de servicio en acción de protesta por el asesinato de líderes. Sus acciones tienen gran resonancia e incluso respuesta inmediata de las autoridades pues paralizan el barrio y perturban su cotidianidad al no permitir que la gente se desplace a sus lugares de trabajo y estudio. Causaron conmociones al interior de los barrios. Sin embargo sus acciones responden a lógicas de vacunas e intimidación, sus exigencias no superan las cuestiones económicas del gremio y no cuestionan la situación de violencia al interior de los barrios. El Mundo. Pág. A6 02-10-2002 “Sin solución paro de buses”

Buenos aires, Caunces de Oriente, Los Cerros y el Batallón desde el 1 de octubre están sin transporte debido a un paro que adelantan los transportadores de la Flota La V. (…) Además del paro los conductores hicieron bloqueo de vías. Desde las 10:30 a.m. los buses los atravesaron en la carretera que conduce hacia el Batallón y los Cerros. El bloqueo duró hasta las 3:30 p.m. El paro tiene afectados a 30.000 habitantes del sector que no pueden salir a sus trabajos, ni los niños pueden ir a los colegios. 115 buses permanecieron guardados en la Terminal. Los conductores no aguantan los chantajes y vacunas de las milicias. Esta es la razón por el paro de transportadores. El 14 de septiembre pasado ocurrió lo mismo en la comuna nororiental donde los transportadores (Coopetransa) entraron en paro por lo mismo. Se dio solución cuando la policía se comprometió a proporcionarles mayor seguridad. (…)El gerente de la Flota la V dio un ultimátum a los chóferes para que retornen a sus labores, de lo contrario daría aviso al transito para que proceda a retenerles los pases de conducción a los chóferes que no quieran trabajar. Los conductores dicen que mientras no tengan garantías no retornará la normalidad.

En síntesis, el papel de los medios en el tratamiento de los temas relacionados con las acciones colectivas de resistencia civil no armada frente al conflicto armado urbano en las comunas es cuestionable porque en la labor pública de informar no se trata simplemente de hacer una nota periodística con un testimonio de alguien afectado por quienes han ejercido la violencia, como en la mayoría de casos sucede, ni de poner dos o tres testimonios entremezclados con posiciones oficiales. Se trata de crear y recrear otra forma de contar nuestra historia a partir del entendimiento de que sí queremos ser una sociedad distinta, es deseable construir nuestra realidad sobre otros discursos que no sea el de quienes tienen el poder de las armas, o el poder dominante, sino sobre las voz de quienes día a día están construyendo y resistiendo civilmente a partir de otras opciones diferentes a la imposición violenta. Si se da protagonismo a los civiles sólo desde su papel de víctimas quizá nos encontremos con que, en efecto han estado rodeadas de muerte, desolación, drama, pero estos también son sujetos activos en la construcción de realidades, es decir, si se difunden las distintas propuestas colectivas civiles, podemos construir y reconstruir imaginarios

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sobre lo que hemos sido y somos, llegando a posicionar a los tantas veces considerados débiles, desde un nuevo papel, más protagónico de sus propios destinos. Es contribuir a sensibilizar, visibilizar y promover el papel de los que hasta ahora sólo se han considerado como víctimas, en una sociedad que tiene mayoritariamente víctimas más que victimarios, lo que puede significar verlos como sujetos de derechos no como objetos de atención, lo que es totalmente distinto. Y considerar así, las distintas acciones colectivas de resistencia civil no armadas como fuente y expresión alternativa de nuevos proyectos sociales, políticos y culturales, y a la postre, de ejercicio de la ciudadanía.

El cubrimiento en prensa de los aspectos sociopolíticos y económicos de las comunas 8, 9 y 13 de Medellín: En este segundo aspecto del cubrimiento en la prensa escrita local y nacional se puede hablar de dos tipos de notas informativas frecuentes, las que revindican la acción y éxito de la administración en temas de conflicto armado y exclusión social, que se remiten a versiones oficiales y las que denuncian la situación real de las comunidades en base a testimonio de líderes sociales y comunitarios. Las del primer tipo, tienen discursos optimistas sobre el efectivo control militar de las comunas, no se le da tanta importancia al tema de los grupos paramilitares que hicieron presencia permanente en los barrios desde el año 2002, incluso en ocasiones se niega su existencia o se explica que estos grupos están conformadas por pequeños reductos a los que la fuerza publica los está enfrentando y sacando del territorio. Desde que inició el proceso de desmovilización se retira la palabra paramilitar, es como si hubiesen dejado de existir y en cambio utilizan reinsertado o desmovilizado, como si el fenómeno hubiera desaparecido por completo de las realidades de los barrios. Se repiten frases como: “La comunidad se siente más segura por la garantía de la presencia del estado”, y se califica a la Operación Orión en la Comuna 13 como la acción urbana más exitosa para recuperar el control del territorio por parte de la fuerza pública. No hay posturas periodísticas claras y críticas, solo informan los puntos de vista de las autoridades y la comunidad. El Colombiano. Domingo 30 de octubre de 2005. Área Metro, Pág. 11A “Tres años después del despertar en la 13. Con Orión retornó la calma” por Rafael González Toro

“La presencia militar en la zona es constante. Según el general Mario Montoya la etapa de consolidación de los efectivos de la fuerza pública en la zona se mantiene. (…) los habitantes reconocen que en el sector se vive con más tranquilidad.” “los milicianos utilizaron a la población como escudos humanos. Se aprovecharon de la situación y los pusieron a movilizarse” Expresa el investigador del ejercito. “los resultados no fueron lo deseado por la operación Mariscal.” Por eso se cambió de táctica para la posterior operación Orión: “decidimos mantener una operación sostenida (…) la orden presidencial dada el 15 de septiembre era entrar y permanecer allí hasta retomar el control y así se hizo” dice el general Montoya. (…) según cifras oficiales el terrorismo se redujo, entre 2000 y 2005, en el área metropolitana en un 79 por ciento. Los secuestros en un 85 por ciento y los asesinatos en un 74 por ciento. Después del primer año de la operación se crearon 5.074 empleos y el Banco de los pobres otorgó 831 créditos para microempresas (…) a partir de que el estado hizo presencia, garantizando el derecho a la seguridad, se empezó a pensar en propuestas que generen mejores condiciones de vida.

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En el segundo caso, los periodistas se limitan a describir como en el caso de las acciones colectivas de resistencia, se enuncia y se recurre a las historias de vida para dar a entender el sentido e importancia de las acciones colectivas, a entrevistas con funcionarios de organizaciones defensoras de los derechos humanos, pero no se perciben posturas críticas o propias del autor del informe noticioso, solo dan puntos de vista de otros actores y describen procesos. Muy pocas veces y además en pequeñas notas se argumenta críticamente las situaciones de conflicto, las demandas de la comunidad o las acciones violentas de algún actor armado en particular, se entremezclan las noticias sobre los avances de las autoridades respecto al tema de seguridad ciudadana y los testimonios que denuncian desapariciones, asesinatos y presencia de grupos armados ilegales al interior de los barrios. El Colombiano Pág. 14A 06-04-2003 “La gente siente la inversión como un balde de agua tibia”

Las familias dicen que sus condiciones no han mejorado y los líderes afirman que el impacto no se ha sentido en la comuna. (…) Programa de capacitación para el empleo todavía no ha empezado, pero según la administración se han dado 2.281 empleos de choque. Las situaciones de pobreza y exclusión no se arreglan de la noche a la mañana. (…)La administración reconoce la dificultad de cambiar la situación de pobreza y aislamiento prolongado en la zona después de tantos años de ausencia del Estado.

El Colombiano Pág. 12A 26-09-2003 “General Montoya admite problemas”

General Montoya pide que irregularidades en la 13 se denuncien. Como la acción urbana más exitosa calificó a la Operación Orión pero admite que aun hay problemas. Es una prueba que la acción del estado puede derrotar a los violentos y se puede devolver la tranquilidad a los habitantes. Lo mas importante es que se están atacando a todos los grupos armados si preferencia para ninguno. En cuanto a las desapariciones, amenazas y asesinatos, el general dice que aun quedan problemas por resolver, pero ya hay un ambiente de seguridad que es lo importante.

Después de la desmovilización hay una avalancha de artículos diarios que tratan la situación, avances, retrocesos, opiniones y compromisos en el proceso de los reinsertados. Se dan declaraciones por parte de las autoridades, de los lideres desmovilizados, se muestran los proyectos sociales de los reinsertados, se habla de sus compromisos, se publicita o informa sobre las muchas marchas de los reinsertados celebrando los avances en el proceso de desmovilización tanto a nivel de ciudad como barrial. En las marchas no solo participan reinsertados sino también, y muchas veces bajo intimidación y amenaza, la comunidad en general, siendo este uno de los mecanismos que utilizaron los grupos desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia AUC para legitimarse públicamente en el supuesto compromiso social y comunitario. El Colombiano. Pág. 12A 26-01-2004 “Desmovilizados le dicen no a las drogas”

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Desmovilizados marchan en la Comuna 8 no solo para ratificar su compromiso con la paz sino para invitar a los jóvenes a decir no a las drogas. Invitan a no consumir en zonas en donde haya afluencia de menores para no darles mal ejemplo y que los niños puedan estar en lugares tranquilos. “este evento hace parte de una de las campañas cívicas que pretendemos adelantar en el sector como forma de recuperar el ambiente de convivencia y fortalecer el proceso de paz” dice uno de los desmovilizados. (…)“lo mejor de todo es el apoyo que nos ha dado la gente, nos han tratado muy bien, como si fuéramos héroes” dice un excombatiente.

El Tiempo. Miércoles 19 de octubre de 2005. Sección Guerra y Paz. “Ellos no pueden vigilar” por Diana Catalina Oquendo

“Les prohibimos estrictamente ejercer esos comités de vigilancia porque ellos no tienen por que participar de las labores que son de la fuerza publica” dijo Alonso Salazar, además dijo que de continuar serían calificadas como acciones de extorsión pues cobran vacunas a los tenderos y comerciantes”. Según lo desmovilizados el comité era financiado por ellos mismos, pero no tienen aval de la Superintendencia de Vigilancia lo que hace que sean una empresa de vigilancia pirata e ilegal. Los desmovilizados se comprometieron a no volver a ejercer estas actividades de vigilancia. “los habitantes del barrio La Sierra, aseguran que los desmovilizados también desarrollan diversas actividades comunitarias y de apoyo” “lo que ellos hacen es recoger a los rateros y entregárselos a la policía y que no andan armados” narró un habitante de Villatina. “aunque las autoridades reiteraron su posición, anunciaron que los desmovilizados del Bloque Héroes de Granada recibirán 100 nuevos radios de comunicación para que informen asuntos de seguridad que ocurren en sus barrios (…) Salazar aseguró que estos radios se entregan a los coordinadores de cada zona y pretenden preservar la seguridad de los desmovilizados.

El Colombiano Pág. 10A Paz y derechos humanos. Noviembre 26 de 2005. “Marcha blanca por dos años del desarme” por Glemis Mogollón Vergara

20 mil personas se movilizaron por el aniversario de la reinserción del Bloque Cacique Nutibara (…) los del bloque bananero cumplieron un año de reinserción. La marcha fue organizada por la Corporación Democracia. Salió a las 9:30 del parque Bolívar y llegó dos horas después al Palacio de Exposiciones. Algunas consignas en las pancartas: “La paz de la ciudad no tiene precio, unidos en la desmovilización.” “señor Adolfo Paz gracias por la paz. Proyecto pesebre” (…) “queremos que el mundo entero se de cuenta del apoyo que nos da la comunidad” comento Augusto Pineda el político conservador que se desmovilizó del Bloque Héroes de Granada. “es bonito marchar por la paz y muy bueno que nos regalen la camiseta y el refrigerio” dijo una asistente a la marcha que no parecía muy enterada. (…)Pineda dice: “estoy convencido que si todos los vecinos del barrio no fueron a caminar fue por que no podían (…) no vino todo el barrio pero si mucha gente y fue por voluntad propia, porque están de acuerdo con el proceso.” Julio Perdomo paramilitar reinsertado “estaba muy feliz por la delegación que asistió de la Comuna 8. En estos dos años hemos podido acercarnos a la gente, que nos acepten. También mencionó el vivero Sol de Oriente en el que trabajan 40 desmovilizados en la crianza de pollos y cerdos(…)

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Darle la palabra a los victimarios y no a las victimas también habla de la postura de la administración municipal y los medios de comunicación. Exponer los avances de los procesos mientras que la comunidad continua denunciando los atropellos por parte de los actores armados, esto sin hacer análisis críticos, se convierte en un agravante para la construcción de opinión pública nacional frente al conflicto armado y la situación de reinserción. La operación Orión en la 13 es tal vez el hecho más publicitado en materia de orden público y es presentado como la acción urbana más exitosa de las fuerzas armadas públicas para recuperar el control del territorio. Desde su realización hasta el 2006 siguen apareciendo notas al respecto, balances, opiniones, avances, y se convierte en un referente a la hora de hablar de control y orden en las comunas desde la administración. Sin embargo, mientras estas notas aparecen, simultáneamente y en menor medida están las que denuncian la permanente presencia de los paramilitares en las zonas, sus controles, vacunas, asesinatos y atropellos, sin tener mayor eco, además es cuestionada la administración municipal por parte de la población civil, dado el incumplimiento de las promesas de inversión social y la continuidad de las situaciones estructurales de violencia y exclusión como se evidencia en la siguiente nota: El Colombiano Pág. 10A “El ‘choque’ se produjo, qué sigue?” 28 de marzo de 2003

La gente de la Comuna 13 dice que no ha sentido el impacto de la inversión. La administración dice que cumplió compromisos y que mantendrá sostenibilidad. (…) El desempleo, la pobreza y la exclusión, causantes de todo el conflicto, continúa como siempre, la situación no ha cambiado, “se nota una falta de planeación de la vida social” dice un líder de la zona. Las acciones de planeación de la inversión no han tocado los asuntos de fondo, de ahí que el impacto no se sienta.

La versión de la municipalidad es otra, dice que han invertido más de 20.500 millones de pesos. Sustenta que muchas personas se inscribieron para emplearse pero al llamarlas no aceptaban porque tenían otras expectativas, lo mismo con el estudio de los jóvenes, muchas cupos quedaron disponibles. La segunda etapa de inversión está por venir, el plan estratégico de desarrollo construido con la propia comunidad. “Garantizamos educación, salud en el primer nivel, estamos haciendo un estudio para pasar un sistema vial por la zona: la circunvalar y otro alternativo. Hay que entender que el empleo no es problema del alcalde, eso le corresponde al sector privado y a políticas macroeconómicas. Para nosotros el asunto de fondo es que haya educación, salud, seguridad y obras. Como administración municipal estamos atendiendo lo que nos manda la constitución. El impacto social hay que medirlo en términos de compromiso y no en términos de expectativas” argumenta Luís Pérez, alcalde.

Los asesinatos de líderes también son publicitados aunque en notas muy pequeñas; Vale la pena, en el ejercicio de construir memoria, recordar los líderes comunitarios asesinados en este duro periodo de violencia en las tres comunas que fueron registrados por los medios: Jhon Jairo y Gilberto Zapata (presidentes JAC la Divisa), Carlos Mario Cañas (Pinar del Cerro) Jorge Chamizo (Villatina) Manuel (El Salvador) Gustavo (Manzanares) y Jeison (Llanaditas). Padre José Luís Arroyabe de la iglesia del barrio Juan XXIII, C13, William Múnera, presidente de la JAC de Villatina, Kennedy Borja líder de la zona centro oriental, Ana Teresa Yarce de AMI, Jaime Augusto Henao

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presidente de la JAC Las Mirlas. Las amenazas también estuvieron presentes en los informes noticiosos a diferentes docentes de las instituciones educativas y a Jairo Jaramillo párroco de la iglesia de Nuestro Sagrado Corazón de Buenos Aires (Comuna 9). Las notas que denunciaban los hechos por lo general eran cortas, descriptivas, en donde solo se narraba cómo ocurrieron los hechos, algunos apartes de entrevistas a familiares y terminaban por describir el dolor de la comunidad que había perdido a personas tan valiosas en el desarrollo de los barrios. No se emitían juicios de valor por parte de los periodistas, se limitaban a informar el hecho brevemente. Gafas borrosas de neutralidad, objetividad y compromiso periodístico, son con las que se construye la realidad de las comunidades desde los comentarios noticiosos. No hay voces de denuncia por parte de los medios de comunicación, ni posturas claras de rechazo e indignación por los hechos, como si estuvieran ajenos al conflicto, como simples espectadores de una realidad que no los toca y sobre la cual no crean opinión pública. Con respecto al asesinato de una integrante de la organización AMI, los medios solo registran el asesinato y el dolor de la comunidad, sin embargo como está redactado el artículo en la primera parte, deja un manto de duda sobre las posibles relaciones de la líder con los grupos insurgentes, es decir, el artículo de una forma implícita trata de deslegitimar el trabajo comunitario y social de la líder, y no hay comunicados oficiales ni de la administración municipal condenando el hecho, veamos: El Tiempo, página 1-4, 08-10-2004 “Asesinan a líder de la Comuna 13”

Asesinato de la líder Ana Teresa Yarce el miércoles pasado en el barrio las Independencias III. “La mujer de 45 años fue detenida en la operación Orión, sindicada de ser auxiliadora de las milicias y luego dejada en libertad” ella era tesorera de la JAC y había denunciado amenazas de los paramilitares. … A Doña Teresa la amenazaron y la mataron. Si uno calla malo y si habla peor, uno no sabe qué hacer” dice un habitante de la zona… María del Socorro Mosquera, Mery del Socorro Naranjo y Ana Teresa Yarce habían sido señaladas por un capucho en la operación Orión por ser supuestamente colaboradoras de las milicias, al no encontrar pruebas fueron puestas en libertad. “Posteriormente las autoridades comprobaron que se trataba de una equivocación”. Las mujeres de AMI siguen siendo amenazadas continuamente, pese a esto continúan con sus procesos en la comunidad.

Muchos de los líderes y lideresas asesinados denunciaban amenazas contra sus vidas y sus organizaciones, sin embargo, las autoridades policiales y de la administración nunca se pronunciaron, o cuando lo hicieron, solo se centraron en decir que no tenían información de los posibles responsables y que iban a estudiar los casos. Las muertes selectivas de líderes comunitarios al parecer no es una preocupación de las autoridades municipales, pero si hacen mucho énfasis en la reducción de las cifras de homicidios, aunque en los barrios se sigan denunciando desapariciones forzadas, amenazas y desplazamientos. El próximo artículo, publicado el 8 de enero del 2006, se contradice con una serie de artículos publicado tres días antes en el mismo periódico, que se refieren a los grandes avances en materia de seguridad en la ciudad, se denuncia el incremento de personas desaparecidas y otras encontradas en fosas comunes en la ciudad.

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El Colombiano, Pág. 9ª, 08-01-2006 “Las cifras de desaparecidos no cede en el Valle de Aburrá”

Según ASFADES cuatro personas desaparecen diariamente en Colombia. Sin embargo las autoridades se jactan diciendo que el año pasado no hubo ningún secuestro extorsivo…y los desaparecidos parece que no contaran.

Según la organización, las desapariciones desde el último trimestre se han aumentado y los paramilitares tienen mucho que ver en esto. Las denuncias son muy pocas pero es por temor de las familias pues los barrios son manejados por estos grupos, preguntar ya es un riesgo.

La mayoría de los artículos que aparecen sobre las comunas se refieren a las posturas oficiales respecto al conflicto armado y la situación de los barrios y los avances que en el control de las zonas ha tenido la fuerza pública. Allí se dan informes de las diferentes secretarias, balances oficiales, posturas de los funcionarios, programas a implementar o ya implementados, siempre visiones optimistas. En general se hace alusión a la situación de seguridad y orden público, desplazamiento, invasiones y programas sociales destinados a enfrentar la pobreza y exclusión. Frente a esto, en varios artículos se pueden encontrar nuevamente posturas oficiales, medios aliados con administración municipal, en algunos casos contrapuestas con testimonios de los líderes de las comunidades quienes en la mayoría de los casos no son tan optimistas y denuncian, tímidamente, la situación por la que atraviesan sus comunidades y exigen al Estado mayor compromiso.

El Colombiano Pág. 8A 03-04-2002. “En el occidente de Medellín exigen presencia humanitaria”

Habitantes de ocho barrios del occidente de Medellín reclamaron ayer presencia de organismos de DH nacionales e internacionales que verifique los atropellos cometidos por los actores armados durante los últimos nueve meses, a propósito del recrudecimiento de los choques en la zona entre grupos de milicias, de autodefensa y organismos de seguridad (…) la función de brindar seguridad se ve también resquebrajada cuando las fuerzas del estado utilizan nuestras casas y escuelas como trincheras de combate, igual que los milicianos” comenta un documento redactado por lideres de la comunidad”. Por su parte el comandante brigadier general Leonardo Gallego descartó que sus hombres fueran responsables de abusos contra la ciudadanía, pero observó que en caso de algún exceso estaría dispuesto a poner las sanciones necesarias. El general Mario Montoya es enfático en señalar que no existen zonas vedadas en la ciudad para el control y patrullaje de las autoridades.

Desde una perspectiva crítica de los medios de comunicación planteamos que en el ejercicio de la labor informativa no se trata de justificar o no las acciones de los violentos ni presentarlas como noticias “blandas”, o simplemente anunciarlas, se trata de explicarlas, ponerlas en contexto, dar bases para el análisis, y así facilitar la comprensión del problema, y por ende su reflexión. Esto es, propiciar una opinión publica que no sea solamente la opinión del medio y visión parcial del periodista. Periodistas que además de informar opten por problematizar los acontecimientos motivo de información y en lo posible, planteen alternativas, que aunque no pongan la solución, impidan la confusión y la parcialidad. Por esto mismo, la información en medio del conflicto no debe ser a favor de uno u otro bando armado, o del gobierno, sino de la gente, de su dignidad. Como se sabe, el periodismo debe servir al

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bien común, a las personas que integran la sociedad, a la democracia, que les permite influir en las decisiones que los afectan a todos y todas. Y la mejor forma de hacerlo, en el marco del conflicto, es tomar partido por el valor intrínseco de la dignidad de las personas y porque ésta se mantenga en el sitio que le corresponde. Así pues, si en ocasiones se estimulara el reproche social hacia los hechos –no hacia las personas- que atentan contra la dignidad, o se fiscalizara la implementación de una decisión gubernamental que de lugar a abusos de autoridad o a violación de los derechos humanos, se le estaría apuntando a una transformación social. Pero también, y muy importante, se haría eco a propuestas de solución desencadenando procesos constructores de paz y para esto es importante no dejar pasar las oportunidades que se presenten para exaltar ejemplos de valores humanos vividos, acciones colectivas de resistencia, movilizaciones en contra de la injusticia y la guerra, en fin, iniciativas que desde la población civil se tejen pero que pocas veces son tenidas en cuenta dentro de los contenidos de los medios informativos. En otras palabras, la labor del periodista, como ya se dijo, debe servir al ser humano sin distinción religiosa, política, social, racial o cultural. Es desde esta óptica que no se puede hablar de neutralidad. Frente a los discursos de la Administración municipal y las autoridades policiales y militares, éstos se registran en la prensa de una forma privilegiada, es decir, no se hacen reportajes críticos, ni se crean mantos de duda frente a los discursos de dichos personajes, por el contrario son recogidos como verídicos, así en otros artículos más pequeños, se contradiga con cifras y denuncias las afirmaciones de las autoridades, de hecho, el espacio y columnas dadas para este tipo de noticias es superior al que se le da a las noticias y denuncias de las comunidades. Después de analizar los discursos tanto de los medios de comunicación, como de las autoridades y administración municipal, frente a las prácticas y acciones colectivas de resistencia civil no armadas presentadas en la ciudad y en especial en las comunas 8, 9 y 13, se pueden destacar algunas conclusiones: Los discursos hegemónicos tanto de los medios de comunicación como de las autoridades y administración municipal, se refieren generalmente al contexto social y político de las comunas como positivo en el sentido que se han reducido las cifras de homicidios, (también el estigma) sin embargo dicen desconocer las amenazas y casos de desaparición forzada en las comunas. Siempre la administración municipal trata de negar que la situación de violencia haya seguido en la ciudad y que muchos de los grupos desmovilizados hayan seguido delinquiendo, con otras estrategias. Con respecto a la acciones colectivas de resistencia civil no armada, los discursos hegemónicos tratan de deslegitimar las denuncias y percepciones de la comunidad, que es la que realmente tiene el conocimiento de la situación de los barrios, a través de comentarios donde insinúan que no se conocen casos, que no se han puesto las denuncias, que solo son sensaciones, más no hechos concretos y que por el contrario, el control de los territorios por parte del estado sigue siendo fuerte. De hecho se sigue invirtiendo en seguridad a través de CAI, de más fuerza pública de radio teléfonos que son entregados a grupos de desmovilizados, etc. Descuidando el tema esencial de la inversión social.

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Otra forma de deslegitimar e invisibilizar las acciones colectivas de resistencia es ignorando y no pronunciándose ante dichas acciones, por el contrario guardan silencio y no hay una posición de respaldo a las acciones que denuncian y que piden a gritos la paz. Los medios de comunicación que más registran este tipo de acciones colectivas de resistencia son el Colombiano y el Tiempo, aunque no hacen notas muy extensas cuando se trata de este tipo de acciones, por el contrario sí se le da mucho espacio a los discursos de la administración diciendo que todo está muy bien. Obviamente se esconden allí unos intereses políticos y económicos que no permiten de una forma directa contradecir los discursos de las autoridades y la administración, aunque el lector, se da cuenta que sí existen muchas contradicciones, puesto que mientras dicen que los homicidios se han reducido, se denuncian casos de desapariciones en las comunas, de desmembramientos de cadáveres, de amenazas y desplazamientos forzados. Finalmente, los discursos hegemónicos registrados generalmente son excluyentes y represivos, pero en algunos casos pueden tomar ciertos matices que le pueden dar un tono más democrático, participativo e incluyente, sin embargo la mayoría de veces buscan los mismos fines represivos y de control social y garantizar que las personas se tranquilicen para que no exijan sus derechos o denuncien. El Colombiano Pág. 10ª, 28-03-2003 “El “choque” se produjo, ¿qué sigue?”

Cinco meses después (de la operación Orión) la presencia del estado continúa, la presencia militar (ejército y policía) en la zona garantiza la libertad de movilización y seguridad a sus habitantes y hay un sentimiento de familiaridad con la fuerza pública…. “garantizamos educación, salud en el primer nivel, estamos haciendo entender que el empleo no es problema del alcalde, eso le corresponde al sector privado y a políticas macroeconómicas. Para nosotros el asunto de fondo es que haya educación, salud, seguridad y obras. Como administración municipal estamos atendiendo lo que nos manda la constitución. El impacto social hay que medirlo en términos de compromiso y no en términos de expectativas” argumenta Luís Pérez, alcalde.

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CONCLUSIONES GENERALES La exploración realizada por esta investigación y sus resultados nos muestran, que en las comunas 8, 9 y 13 de Medellín, durante el periodo comprendido entre los años 2002 a 2006, se han producido muy variadas y persistentes expresiones de resistencia civil no armadas protagonizadas por las comunidades barriales urbanas para oponerse, tanto a la situación de confrontación armada y de dominio violento de los actores armados, estatales e irregulares, como a la situación de pobreza y exclusión social. También nos muestran, que estas nuevas expresiones de resistencia, pese a desarrollarse en otros contextos y en referencia a problemáticas distintas, guardan por lo general una línea de continuidad con ciertas tradiciones de lucha y con anteriores expresiones de resistencia de estas comunidades urbanas cimentadas durante su trayectoria histórica por el reconocimiento y la inclusión en el proceso de construcción social, política y cultural de la ciudad. Si bien muchas organizaciones y liderazgos han desaparecido o se han renovado, las actuales experiencias de resistencia civil no armadas sólo han surgido, por lo general, en contextos en los que las comunidades barriales han gozado previamente de procesos de organización comunitaria y liderazgos reconocidos, y allí donde tales liderazgos han sido históricamente débiles o no existen o nunca han existido, tales experiencias de resistenia civil no armadas han sido más azarosas que en los contextos anteriores. Los resultados de esta investigación nos revela, que a pesar de la agudización extrema del panorama de confrontación armada, de criminalidad y de exclusión socio-económica, que ha marcado a Medellín desde finales de los años 90s del siglo pasado y el efecto destructivo de sus actores vehiculizantes sobre las condiciones de vida de las comunidades barriales, sobre sus organizaciones sociales y sus liderazgos, se observan iniciativas comunitarias, donde grupos de ciudadanos de diferentes zonas de la ciudad, específicamente de las comunas 8, 9 y 13 de Medellín, construyen nuevos escenarios de convivencia y participación comunitaria, al margen o en contraposición de la dinámica de la guerra y la violencia, muchas veces acompañados de procesos socio-económicos alternativos o de resistencia al impacto negativo del modelo económico neoliberal que ahonda las desigualdades sociales. De esta manera, se puede mostrar, por un lado, cómo los procesos de resistencia civil no armada se hibridan entre acumulados tradicionales y escenarios modernos de la política, pero, por otro lado, siguen conservando la intencionalidad y su lógica interna de oponerse a los poderes que tratan de oprimirla, dominarla e invisibilizarla; su acción y sentido se orientan al socavamiento de las relaciones de dominación ejercidas por el conflicto armado y la exclusión social. Por otra parte, los resultados de esta investigación confirman el predominio de las experiencias de resistencia civil no armadas en referencia al conflicto armado sobre otras realizadas en referencia a la exclusión social y económica, aunque en muchos casos es notable la articulación entre unas y otras. Tal predominio de las experiencias de resistencia civil no armadas ha estado asociado al carácter inminente y apremiante de la situación de guerra y violencia sobre el conjunto de la vida comunitaria, convirtiéndose muchas veces en la condición para desarrollar otro tipo de acciones. Sin embargo, en la medida en que el ejercicio de la dominación violenta abre espacio o se debilita, otras acciones, como las relacionadas con las experiencias de resistencia frente a la exclusión y la

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pobreza, irrumpen y pasan a un primer plano, tal como se pudo registrar tras la desmovilización del Bloque Cacique Nutibara y la oferta gubernamental del programa de Presupuesto Participativo. En estas experiencias se trata de actores colectivos urbano-populares con capacidad para desencadenar procesos sociales, económicos, políticos y cuturales en sus respectivos territorios de acción, que han estado intencionalmente silenciados, pero que al visibilizárseles, como lo hemos querido hacer a través de esta investigación, nos muestran que la dinámica de la ciudad no ha estado completamente dominada por las prácticas hegemonícas de violencia y exclusión de los actores dominantes, sino que ellos, desde la resistencia y la exigencia de derechos, muchas veces realizadas de manera heróica, clandestina, soterrada o simulada, han ganado un lugar y un papel importante en ella. De este modo, se han construido diversos espacios sociales, aunque con desarrollos desiguales, intentando construir tejido social desde las comunidades, así mismo se han desarrollado valiosos procesos de renovación de liderazgos, en los que los jóvenes ganan cada vez más protagonismo. A diferencia de otras experiencias de resistencia civl no armadas en Colombia y, quizás también, de otros lugares del mndo, las realizadas en las comunas 8, 9 y 13, se caracterizan porque por lo general no son acciones colectivas de confrontación o de desafío abierto a los dominadores, ni se expresan bajo el ritual teatralizado de la tradicional acción política o pública, sino que se despliegan en forma discreta, simulada, entretejida en la dinámica de la propia vida cotidiana de las comunidades, algunas de ellas incluso recurriendo a estrategias de adaptación o de obediencia simulada, mientras que otras, aunque más puntuales, se expresan de manera abierta y confrontacional. Es muy común encontrar que el escenario en el cual se expresan estas experiencias de resistencia, toman forma y despliegan toda su creatividad e imaginación, es el de la cultura, lo deportivo, lo artístico, lo lúdico, logrando de esta manera no sólo inventar nuevas formas de lo político, sino también sustraer a la comunidad del campo de la confrontación o de la cooptación por parte de los actores armados y desplegar nuevas estrategias de recuperación de los espacios públicos comunitarios vedados por la acción violenta de los dominadores, llenándolos de nuevos signos, nuevas marcas, en los que la alegría, la fiesta y lo estético como expresión de vida, se contraponen al dolor y al horror, como expresión de muerte de quienes dominan.

En contextos urbanos como los correspondientes a las comunas estudiadas, en los que los actores armados ejercen un control y un dominio casi absoluto y totalitario sobre el territorio y la población, el observador superficial está tentado a descartar de plano la ocurrencia de cualquier expresión colectiva de resistencia, espontánea o conciente. Por lo general, se presume, que la actitud de las comunidades barriales ante estos poderes ha sido la de la “obediencia” o la de la “adaptación” o el “acatamiento”, con todas las restricciones que ello implica para el ejercicio de las libertades y la autonomía de sus miembros.

Sin embargo, la exploración que hemos hecho de estas experiencias nos muestra que no es así. Por el contrario, nos muestra que la actitud de las comunidades urbanas frente a estos poderes no es siempre la de la obediencia, la adaptación y el acatamiento, sino que el desacato, la desobediencia y, en general, múltiples formas de inconformidad y de resistencia al poder dominante, emergen, se desarrollan y se expresan en estos escenarios y son parte constituyente de primer orden en la formación de la vida colectiva de las comunidades barriales. Estas múltiples formas de resistencia

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civil no armadas, además, se expresan bajo las más diversas formas de acción colectiva, casi siempre bajo formas muy sutiles, discretas, simuladas, moleculares, algunas de manera espontánea e inconsciente, mientras que otras según estrategias más concientes y planeadas. Estas experiencias muestran, por otro lado, que no siempre obediencia, adaptación o acatamiento han significado legitimación del poder o aceptación voluntaria del mismo, ya que detrás de muchas actitudes aparentes de adaptación, de respeto y obediencia al poder, se gestan y desarrollan muchas formas ocultas o discretas pero persistentes de resistencia y de socavamiento del mismo.

En otros términos, contra la idea muy común, según la cual, allí donde dominan los actores violentos irregulares o estatales, sólo cunde el miedo, la zozobra y la sumisión, los resultados de esta exploración de experiencias muestran, que existe un amplio espectro de formas y variedades de resistencia contra la dominación de dichos actores, protagonizadas por las comunidades barriales.

Lo anterior revela la urgencia y necesidad de adecuar o de revisar buena parte de los marcos teóricos con los que tradicionalmente venimos estudiando las dinámicas cambiantes de nuestras realidades, especialmente la acción social, política, cultural y económica de los sectores sublternos en Colombia y América Latina, hacia perspectivas teóricas cada vez más afincadas en el carácter y naturaleza de nuestras sociedades. Asunto sobre lo cual, de nuevo, la observación de Raúl Zibchi sigue siendo esclarecedora: “En la ardua tarea de descolonización del pensamiento crítico, el debate sobe las teorías de los moviientos sociales resulta de primera importancia. (García Linera) Considera que lo movimientos tienen, todos ellos, más allá de tiempos y lugares, tres componentes: una estructura de movilización o sistema de toma de decisiones, una identidad colectiva o registros culturales, y repertorios de movilización o métodos de lucha. Con ese marco analítico apenas se pueden abordar algunos pocos movimentos (…). Pero el grueso de los movimientos no funciona de esa manera. En las periferias urbanas, las mujeres pobres no se pueden dotar de las formas que reviste un movimiento social según esta teorización, y sin embargo juegan un papel importante como factor de cambio social. Más aún, los movimientos de mujeres que conocemos en el mundo tienen una forma capilar, no estable ni institucionalizada de acción más allá de un pequeño núcleo de mujeres organizadas de modo estable. Pero no por eso dejan de ser un gran movimiento, que ha cambiado el mundo desde la raíz”.510 Por otra parte, esta investigación muestra que, pese al potencial dinamizador y de transformación social, política, cultural y económica, que tales experiencias encierran, han sido y siguen siendo muy débiles, algunas bastante marginales incluso respecto del ámbito comunal, carecen aún de la suficiente proyección al ambito de Medellín y de capacidad para convertirse en centro gavitacional para pensar y construir la ciudad de otra forma, como alterntiva a la confrontación armada y a la exclusión social endemicas. Esto se expresa claramente en la escasa incidencia que sus liderazgos y organizaciones han tenido sobre el diseño de políticas públicas en materia de seguridad ciudadana, inversión social y participación ciudadana; así como también para modular en sentido diferente la forma tradicionalmente parcializada o invisibilizada como el discurso hegemónico de las élites las ha interpelado.

510 ZIBECHI, Raúl. Ibid., pp. 47, 48.

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Tales políticas públicas han respondido por lo general a un apuesta estratégica contrainsurgente o de generación de procesos de gobernabilidad respecto los actores armados, sin el reconocimiento y la inclusión de las comunidades barriales en resistencia. Se pudo confirmar, por ejemplo, cómo muchas de las acciones colectivas de resistencia civil no armadas encuentran en la Administración de Sergio Fajardo una estructura de oportunidad política que posibilita la interlocución y la gestión de proyectos y procesos productivos y solidarios a través del programa de Presupuesto Participativo, convirtiéndose muchas veces en escenario de disputa entre la Administración y grupos de desmovilizados, por un lado, y las comunidades barriales por afirmar sus demandas colectivas largamente contenidas, por el otro. Sin embargo, se confirmó también la poca acogida, reconocimiento y apoyo a las experiencias comunitarias y de resistencia civil no armada, que desde propuestas alternativas, le apuestan a la construcción de ciudadanías con capacidad de decisión e incidencia en el escenario urbano; se carecen de políticas públicas efectivas que garanticen su fortalecimiento y continuidad en el tiempo, mientrs que, por el contrario, son reconocidas las propuestas y organizaciones que se han desarrollado con el fin de contribuir a los procesos de los grupos armados o reinsertados. De este modo, las políticas públicas, los programas, planes y proyecto que se realizan en contextos de conflicto, violencia y exclusión social se convierten en “pañitos de agua tibia” frente a una problemática urbana de orden estructural que desborda las posibilidades de intervención desde el corto plazo; tales discursos y prácticas gubernamentales incluyen una opción política y gubernamental inspirada en el propósito aparente de “pagar la deuda social” y de legitimar y acercar el Estado a la sociedad, al que subyacen apuestas por la gobernabilidad perfiladas desde un modelo de ciudad que viene consolidándose desde la globalización e internalización económica. Estas intervenciones han sido diseñadas, además, desde el terreno de la guerra, lo que les confiere actuaciones solamente sobre las manifestaciones más extremas de estas, la violencia, sin apuntar a transformar las estructuras económicas, sociales y culturales que generan conflictividad y el desenvolvimiento de esta por medio de la violencia, no buscan, de ninguna manera, afectar de manera significativa uno de los ejes pervivientes de la conflictividad y la violencia, como es la situación de pobreza y exclusión en la que han vivido las comunidades barriales de la periferia de la ciudad. Las acciones colectivas de resistencia civil no armadas desarrolladas en las Comuna 8, 9 y 13 de Medellín, no han logrado encontrar entonces, un punto de intersección con la dinámica institucional, ya que no ha existió una estrategia ofrecida desde la Administración que logre articular las múltiples expresiones ciudadanas, que logre su reconocimiento ante las instancias de gobierno local, su participación en los procesos de concertación y de toma de decisiones de planeación y su incidencia en la formulación de políticas públicas, a lo cual se conjuga la propia debilidad de los procesos comunitarios de resistencia ya señalados. Por otra parte, los discursos hegemónicos tanto de los medios de comunicación como de las autoridades y administración municipal, se refieren generalmente al contexto social y político de las comunas como positivo en el sentido que se han reducido las cifras de homicidios, (también el estigma) sin embargo dicen desconocer las amenazas y casos de desaparición forzada en las comunas. Siempre la administración municipal trata de negar que la situación de violencia haya

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seguido en la ciudad y que muchos de los grupos desmovilizados hayan seguido delinquiendo, con otras estrategias. Con respecto a la acciones colectivas de resistencia civil no armada, los discursos hegemónicos tratan de deslegitimar las denuncias y percepciones de la comunidad, que es la que realmente tiene el conocimiento de la situación de los barrios, a través de comentarios donde insinúan que no se conocen casos, que no se han puesto las denuncias, que solo son sensaciones, más no hechos concretos y que por el contrario, el control de los territorios por parte del estado sigue siendo fuerte. De hecho se sigue invirtiendo en seguridad a través de CAI, de más fuerza pública, de radio teléfonos que son entregados a grupos de desmovilizados, etc. Descuidando el tema esencial de la inversión social. Otra forma de deslegitimar e invisibilizar las acciones colectivas de resistencia ha sido ignorando y no pronunciándose ante dichas acciones, por el contrario, tradiconalmente han guardan silencio y no hay una posición de respaldo a las acciones que denuncian y que piden a gritos la paz. Los medios de comunicación que más registran este tipo de acciones colectivas de resistencia son El Colombiano y El Tiempo, aunque no hacen notas muy extensas cuando se trata de este tipo de acciones, por el contrario sí se le da mucho espacio a los discursos de la Administración diciendo que todo está muy bien. Obviamente se esconden allí unos intereses políticos y económicos que no permiten de una forma directa contradecir los discursos de las autoridades y la administración, aunque el lector, se da cuenta que sí existen muchas contradicciones, puesto que mientras dicen que los homicidios se han reducido, se denuncian casos de desapariciones en las comunas, de desmembramientos de cadáveres, de amenazas y desplazamientos forzados. Finalmente, los discursos hegemónicos registrados generalmente son excluyentes y represivos, pero en algunos casos pueden tomar ciertos matices que le pueden dar un tono más democrático, participativo e incluyente, sin embargo la mayoría de veces buscan los mismos fines represivos y de control social y garantizar que las personas se tranquilicen para que no exijan sus derechos o denuncien. Esta investigación pudo establecer, que pese a sus debilidades, a su escasa proyección en términos de ciudad y de ejercicico de la ciudadnía, a su frágil estructura organizativa, a sus dificultades para estructurar redes zonales de coordinación y de apoyo, a su poca articulación con actores externos, como ONGs e instancias gubernamentales, y a la decidida pretensión de ser invisibilizadas por los discursos hegemónicos de la ciudad, tales experiencias de resistencia se convirtieron prácticamente en el único referente de identidad y de integración de las comunidades barriales en medio de la zozobra, el miedo y el desamparo a que fueron sometidas por los poderes armados. Para muchas comunidades, tales experiencias son valoradas como exitosas por su capacidad para mantener y preservar vivo el sentido de pertenencia a la comunidad y su autonomía, todo lo cual les impidió sucumbir ante el poder de los violentos. En el largo plazo, la persistencia de estas experiencias representa una lección y un acumulado histórico para la construcción de proyectos incluyentes y no armados de ciudad y una experiencia inédita de ejercicio de ciudadanía en contextos dominados por la lógica de la servidumbre y el miedo.

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El Colombiano Pág. 10ª. “Paz y derechos humanos”. Noviembre 26 de 2005. El Colombiano, Pág. 9ª, “Las cifras de desaparecidos no cede en el Valle de Aburrá” 8 de enero de 2006. El Colombiano Pág. 10A “Niños cambian juguetes bélicos” 14 de marzo de 2006. El Colombiano Pág. 10ª, “El “choque” se produjo, ¿qué sigue?” 28 de marzo de 2003 El Mundo. Pág. A6 “Sin solución paro de buses” 02 de octubre de 2002. El Tiempo. Pág. 14. “Medellín, una terapia contra el dolor. ‘Las mujeres de negro’” 08 de septiembre de 2002 El Tiempo, Pág.1-4. “Asesinan a líder de la Comuna 13” 08 de octubre de 2004. El Tiempo. Sección Guerra y Paz. “Ellos no pueden vigilar” 19 de octubre de 2005. De la Urbe. Año 4, N° 15. Medellín, agosto de 2002. El Espectador. Diciembre 13 de 2007. Sección Redacción Judicial. REVISTA SEMANA. “¿Meras coincidencias?” Nº 1106. Julio 14 al 21 de 2003. REVISTA SEMANA. “Si nacimos pa´semilla” N° 1134. Enero 26 a febrero 2 del 2004. REVISTA SEMANA. “Guerra en las comunas. La batalla de Medellín, sino no se gana a tiempo, podría ser al semilla de la guerra en el resto del país”. Nº 1068. Octubre 2002. REVISTA SEMANA. “¿Cambio de manos?” Nº 1086. De febrero 24 al 3 de mayo de 2003. PÁGINAS O SITIOS WEB Amnistía Internacional. Colombia Los paramilitares en Medellín: ¿desmovilización o legalización? Septiembre de 2005. Tomado de la página Web: http://web.amnesty.org/library/Index/ESLAMR230192005. CECEÑA, Ana Esther. “Estrategias de construcción de una hegemonía sin límites” En CECEÑA, Ana Esther, coord. Hegemonías y emancipaciones en el siglo XXI. Buenos Aires. CLACSO. 2004. Documento Consultado el 11 de enero de 2008 en: http://www.geopolitica.ws/media_files/download/geopolitica10.pdf,

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ANEXOS 1

MAPA DE COLOMBIA Y ANTIOQUIA

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MAPA DE ANTIOQUIA Y MEDELLÍN

MAPA DE MEDELLÍN Y LAS COMUNAS 8, 9 Y 13

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MAPA DE LA COMUNA 8 Y SUS BARRIOS

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MAPA DE LA COMUNA 9 Y SUS BARRIOS

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MAPA DE LA COMUNA 13 Y SUS BARRIOS

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ANEXOS 2

PROCESO METODOLÓGICO

A continuación los diferentes formatos y estrategias utilizadas para la recolección de la información a lo largo del proceso investigativo.

FORMATO DE ENTREVISTA REALIZADA A LÍDERES, LIDERESAS DE LAS ORGANIZACIONES

QUE PARTICPARON DE LA PRESENTE INVESTIGACION

1. ¿Cuándo surgió la organización? (en qué año y momento en particular).

2. ¿Por qué surgió este proceso organizativo? ¿Qué los motivó a organizarse?

3. ¿Cuál era la situación que se estaba viviendo en la comuna o el barrio directamente

relacionada con el surgimiento de la organización? (Qué situaciones se vivían en la comuna

con respecto a las condiciones económicas, sociales, de seguridad y violencia, relaciones

entre vecinos, relaciones con las fuerzas de seguridad estatal.)

4. ¿Quiénes tuvieron la iniciativa de este proceso organizativo? ¿Fue iniciativa propia de algunos

vecinos del sector, de la parroquia, de una ong u otros?

5. ¿De qué forma esta estructurada la organización? ¿Cuántos integrantes tiene ¿Es vertical u

horizontal? ¿Ha cambiado su composición social?

6. ¿Hubo alguna ayuda externa –ONG, agencia de cooperación, líder político local,

administración municipal etc.- que los estimuló o contribuyó a organizarse?

7. ¿Qué otras organizaciones sociales y procesos organizativos existían en la época que

ustedes se conformaron?

8. ¿En qué contexto barrial o comunal surgió su experiencia de resistencia civil? (Que

situaciones se vivían en la comuna con respecto a las condiciones económicas, sociales, de

seguridad y violencia, relaciones entre vecinos, relaciones con las fuerzas de seguridad

estatal)

9. ¿Qué acciones y experiencias concretas de resistencia han realizado durante los años de

existencia de su organización? (Enúncielas)

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10. ¿Por qué consideraría la experiencia desarrollada por su organización como de resistencia

civil?

11. ¿Cuáles fueron las acciones colectivas de resistencia civil más significativas para su proceso

organizativo?

• ¿Qué se proponía cada acción colectiva de resistencia civil, cuál era el objetivo,

quiénes participaron en ella, cuál era el interlocutor/adversario?

• ¿Qué formas adoptó esa acción colectiva de resistencia civil?

• ¿Qué grado de representatividad tuvo la acción colectiva de resistencia civil, ¿fue

masiva, o no?

• ¿qué apoyo obtuvo de otras organizaciones o actores colectivos del sector o fuera

de él?

• ¿Qué grado de autonomía tuvo esa acción colectiva de resistencia civil?

• ¿La acción colectiva de resistencia civil tuvo algún eco, fue registrada, presentada o

acogida por algún actor externo –medio de comunicación, agencia de cooperación,

ong local, red comunitaria, etc.?

• ¿Cuál fue la actitud y respuesta de otros actores –armados, institucionales,

empresariales- frente a esa acción colectiva de resistencia civil?

• ¿Existe o existió algún lema, eslóganes, símbolos y demás, que difundieran durante

la acción colectiva de resistencia civil y le diera identidad?

• ¿Cómo se organizaron (coordinación del trabajo) para realizar la acción colectiva de

resistencia civil?

• ¿Crearon algunos canales de comunicación entre los participantes de la acción

colectiva de resistencia civil? ¿Formaron redes, mesas de trabajo, equipos de

promoción y difusión del mensaje o de la acción colectiva de resistencia civil?

• ¿Hubo alguna discusión o controversia previa a la acción colectiva de resistencia

civil?

12. ¿Quiénes integran la organización o líderes del colectivo? (mujeres, jóvenes, amas de

casa, etc.) ¿Responde a los intereses de algún grupo poblacional específico?

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13. ¿Cuáles fueron los principales obstáculos internos para la realización de las acciones

colectivas de resistencia civil y su sostenibilidad en el tiempo?

14. ¿Cuáles fueron los principales obstáculos externos para la realización de las acciones

colectivas de resistencia civil y su sostenibilidad en el tiempo?

15. ¿Cuáles fueron las oportunidades internas del grupo o actor organizado para que las acciones

colectivas de resistencia civil y el proceso organizativo se realizaran y se mantuvieran en el

tiempo?

16. ¿Cuáles fueron las oportunidades externas para que las acciones colectivas de resistencia

civil y el proceso organizativo se realizaran y se mantuvieran en el tiempo?

17. ¿Cuáles fueron los resultados alcanzados con las acciones colectivas de resistencia civil

realizadas? (logros tangibles e intangibles detallados)

18. Las y los integrantes de la organización reciben o han recibido algún tipo de capacitación?

¿En qué tema? ¿Qué entidad la ofreció?

19. ¿Su organización está articulada a otro proceso en el ámbito local, nacional o internacional?

20. ¿A través de qué medios se dan a conocer a la comunidad, órgano o medios de difusión?

21. ¿Qué desafíos debe afrontar la organización para consolidarse y proyectarse a futuro?

22. ¿Qué factores llevaron a la disolución de la experiencia de resistencia civil?

23. ¿Qué otro tipo de acciones colectivas o comunitarias diferentes a las de resistencia civil han

desarrollado, y cómo unas y otras se han articulado?

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MATRIZ: SISTEMATIZACIÓN ENTREVISTAS REALIZADAS A LIDERES DE ORGANIZACIONES SOCIALES COMUNAS 8, 9 y

13 entre DICIEMBRE 2007-FEBRERO 2008 OBJETIVOS ESPECÍFICOS RESPUESTAS DE LOS/LAS LIDERES DE LAS

ORGANIZACIONES SOCIALES QUE DAN CUENTA DEL OBJETIVO

ORGANIZACIÓN-ACTOR SOCIAL

1. Identificar las diferentes modalidades de resistencia civil, en los casos de las comunas 13, 8 y 9, sus orígenes, procesos de configuración y contexto en el que surgen.

2. Caracterizar las diferentes formas de organización de las cuales se dotan las acciones colectivas de resistencia civil no violenta, su estructuración organizativa, sus niveles de liderazgo, y su composición social.

3. Describir las prácticas que realizan las organizaciones y acciones colectivas de resistencia civil en su doble dimensión interna y externa y su articulación con otros actores sociales de la ciudad o el país.

4. Conocer el grado de representatividad e inserción social de los grupos de resistencia civil y su impacto en su entorno comunitario.

5. Analizar los discursos y formas de representación colectiva de las organizaciones frente al conflicto armado y la exclusión socioeconómica, y sus estrategias comunicacionales para visibilizar y legitimar su discurso.

6. Establecer en qué medida las acciones colectivas de resistencia civil no violenta, gozan de reconocimiento de las instancias de gobierno local y cómo inciden en la formulación de políticas públicas.

7. Reconocer los logros, limitaciones y posibilidades de las acciones colectivas de resistencia civil para su desarrollo, consolidación y proyección

Observaciones generales:

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CUADRO SÍNTESIS MODALIDADES DE RESISTENCIA CIVIL EN LAS COMUNA 8, 9 y 13 MEDELLÍN PERIODO 2002-2006

Organización Modalidad

resistencia

surgimiento Estructura

organizativa

Composición

social

Vinculo con

ongs

Representa

tividad e

impacto

Discursos de

resistencia y

modos de

difusión

Reconocimiento

inst públicas

Logros

Limites

posibilidades

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Instrumento recolección información objetivo 6: Identificar el modo en el que los discursos y prácticas hegemónicas y dominantes interpelan

las acciones de resistencia civil estudiadas

Grupos hegemónicos y dominantes: Medios de comunicación, fuerza pública, empresarios, funcionarios públicos (Estado, presidente, alcalde, concejal, diputado), líderes de partidos políticos Actores internacionales Como los interpelan en el discurso: A través de la formulación de políticas públicas, la manera como los nombra en entrevistas y comunicados a la opinión pública, como los reconocen en sus declaraciones públicas escritas u orales, como los articulan a sus discursos, Cómo los interpelan en la práctica de los grupos hegemónicos: Acciones concretas de contención, represión, disolución, manipulación de la información o reconocimiento, búsqueda de espacios para el diálogo y la concertación Instrumentos:

Cuadro sobre el discurso nombrado

Cuadro No. Discursos y prácticas hegemónicas sobre acciones colectivas de resistencia civil Comunas 8, 9 y 13

Fuente y datos de la fuente 1. Acuerdos municipales. Decretos municipales, planes y proyectos de desarrollo, plan de

ordenamiento territorial. 2. Comunicados, editoriales, columnas de prensa, textos,

investigaciones (El colombiano, El tiempo, El

mundo, Semana) 3. Publicidad, convocatoria a

eventos colectivos

Acción colectiva de resistencia

civil registrada Comuna,

fecha y lugar

Discursos hegemónicos y dominantes

Prácticas de contención o concertación

hegemónicas y dominantes

Actor hegemónico

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Propuesta de Taller con Grupos Focales

RESISTENCIA CIVIL NO ARMADA AL CONFLICTO ARMADO Y A LA EXCLUSIÓN SOCIAL. CASOS COMUNAS 8, 9 y 13 DE LA CIUDAD DE MEDELLÍN

2002-2006.

Fechas: Jueves 3 de abril – 2:00 p.m. – Comuna 8 Lunes 7 de abril – 2:00 p.m. – Comuna 9 Jueves 10 de abril – 2:00 p.m. – Comuna 13 Lugar: Paraninfo Universidad de Antioquia Duración: 4 horas OBJETIVOS

• Profundizar en los aspectos de las acciones, discursos y contexto socio político referente a las experiencias de resistencia civil no armadas más significativas de las comunas 8, 9 y 13 de la ciudad de Medellín.

• Generar procesos de interlocución y aprendizajes mutuos PROCEDIMIENTO Realización de tres talleres con grupos focales (uno por comuna) con las experiencias de resistencia civil no armadas seleccionadas por el equipo de investigación, cada uno de cuatro horas. Funciones:

• Dos auxiliares encargadas de la redacción y distribución de las cartas de invitación a los talleres focales, refuerzo de la convocatoria a través de llamadas telefónicas los días antes.

• Una auxiliar encargada de la grabación, registro fotográfico y asistencia. • El investigador principal encargado de la presentación general del proyecto, de la fase en

que vamos y del objetivo y metodología del proyecto de investigación. • Una co-investigadora encargada de explicar el objetivo, metodología y actividades a

desarrollar en el taller de grupo focal informando de la duración y demás. • Una auxiliar encargada de la logística, materiales, refrigerios, control del tiempo y ayuda en

las diversas actividades realizadas.

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METODOLOGÍA La metodología del taller pretende que sea muy interactiva, participativa y dinámica, con el fin de que permita generar una interacción y retroalimentación de la información procesada en la entrevistas ya realizadas a líderes, así como la discusión grupal sobre aspectos centrales que faltan profundizar, como el tipo de acciones que realizaron, los discursos y motivaciones puestos en sus experiencias y el contexto social, económico y de conflictividad que vivenciaron en su sector. Las actividades a desarrollar en cada grupo focal son:

1. Mapas conceptuales: Actividad de identificación y reconocimiento del discurso elaborado por los lideres frente a las variables claves de la investigación: Realización de tres mapas conceptuales sobre las variables clave de la investigación: la resistencia civil, la exclusión socioeconómica, el conflicto armado, (el qué, cómo, cuando, por qué, para que y quienes de la resistencia civil).

Metodología: Se divide el grupo en tres subgrupos y se les da 3 minutos para que respondan en las fichas de cartulina lo que entienden por: RESISTENCIA CIVIL – EXCLUSIÓN SOCIOECONÓMICA – CONFLICTO ARMADO, con respecto al QUÉ- CÓMO- CUÁNDO- POR QUÉ- PARA QUÉ Y QUIÉNES, de las tres variables. 3 minutos por cada una de estas preguntas. Luego se visualiza el mapa y se realiza la socialización.

2. La línea del tiempo: Estrategia de participación que permite indagar por situaciones contextuales en el tiempo, puede ser reflexionando por situaciones del pasado o pensando su experiencia en el futuro.

Metodología: En el piso se coloca una línea horizontal (puede ser con cinta gruesa de mascarar), y se referencia con fechas, (en este caso con el período que estamos indagando), 2002 – 2003- 2004- 2005- 2006, con flechas hacía la izquierda o derecha, se deja libre por si se hace referencia a años anteriores que no están contemplados por la investigación. En fichas de cartulina, los participantes van a tener en cuenta situaciones claves que hayan transcurrido en esas fechas, pero priorizando en estos aspectos: 1. El Conflicto armado y como afecto el proceso comunitario 2. El contexto socio económico 3. Acciones de la comunidad y de los actores para hacerle frente al contexto de conflicto y de exclusión social. En el encabezado de la tarjeta se marca hacía que aspecto se hace referencia y que experiencia lo está haciendo.

En la medida que se va recordando por esos acontecimientos y acciones, se van pegando en el período correspondiente. Se confronta y se discute la percepción de cada actor frente a esta realidad.

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3. Construcción de la T: Actividad para recrear e identificar las características organizativas de las distintas experiencias de resistencia civil.

A través del ejercicio de construcción de la T (simulando la construcción de la experiencia de resistencia civil) , con un relator que observe y describa toda la situación que se vive al interior del grupo en el ejercicio de construcción de la T; el manejo del liderazgo, dificultades o fortalezas para construir la T, lectura frente al problema planteado, el cómo construir una T. finalmente confrontación de lo sucedido en el ejercicio frente a lo sucedido en la organización de la experiencia de resistencia civil. (Aprendizajes, logros, innovaciones, de cada experiencia)

Metodología: Se divide el grupo en tres subgrupos, donde se elige por grupo a un relator/a, se les entrega un rompecabezas que tendrán que armar en 5 minutos, mientras el relator debe tomar nota de todas las expresiones, gestos, discusiones, etc., que se den mientras se arma la T, posteriormente se realiza la socialización, de las discusiones y se hace la reflexión, relacionándolo con sus experiencias de resistencia.

4. Socialización resultados preliminares: Primero, presentación de diapositivas con cuadros por comuna de las acciones que consideramos concretas de resistencia civil en cada experiencia. En segundo lugar, cotejo y retroalimentación con las/los lideres pertenecientes a cada experiencia de resistencia civil mencionada.

5. Evaluación, conclusiones y reflexiones finales.

¿Qué elementos adicionales debe incorporarse a la investigación?

PROGRAMACIÓN

2:00 a 2:15 Saludo de bienvenida y presentación de las y los asistentes y del equipo de investigación. Presentación de los objetivos y metodología propuesta para el taller

2:15 a 2:30 Presentación del proyecto de investigación, objetivos y metodologías utilizadas en la investigación y en qué momento vamos.

2:30 a 2:40 Construcción de la T - Identificar las características organizativas de las distintas experiencias de resistencia civil.

2:40 a 3:40 Socialización resultados preliminares – Acciones concretas de resistencia civil.

3:40 a 3:50 Refrigerio

3:50 a 4:30 Mapas conceptuales. Identificación y reconocimiento de los discursos (el qué, el por qué y el cómo de la resistencia civil).

4:30 a 5:30 La línea del tiempo – Identificación de la situación del contexto socio económico, de conflicto y de las acciones de resistencia entre el 2002 - 2006

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5:30 a 6:00 Evaluación, conclusiones y reflexiones finales.

MATERIALES (Para los tres talleres) Para los mapas conceptuales: 3 Block de papel iris 20 Marcadores delgados 30 pliegos de papel periódico Cámara fotográfica Grabadora digital - Pilas Para la línea del tiempo: Cabuya o cinta de mascarar gruesa 3 paquetes de fichas de cartulina medianas de colores Para la T: 3 Pliegos Cartulina plana de colores Tijeras Para la socialización: Video Beam y computador (cables) Presentación en Power Point de las acciones concretas de resistencia Pantalla para proyectar Refrigerios: 25 refrigerios – Comuna 8 16 refrigerios – Comuna 9 25 refrigerios – Comuna 13

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ANEXOS 3 Fotos correspondientes a los talleres focales con líderes comunitarios de las comunas 8, 9 y 13.