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Revisitando «El Sueño de Una Noche de Verano» de Shakespeare Como Escenario y Despliegue de Valores Rosario Sosa

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Revisitando el Sueño de una noche de verano

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reViSiTaNdo el sueño de una noChe de VeRano de ShaKeSPeare como eSceNario

y deSPliegue de ValoreS

Rosario Sosa

introducción

En este trabajo, enmarcado en un Proyecto sobre valores, nos interesa partir de una situación educativa real. En un colegio privado del medio, recientemente se les dio a leer a los alumnos de noveno año, El sueño de una noche de verano de Shakespeare. Ante esta actividad, formulamos algunas preguntas a alumnos con respecto al «por qué» y al «para qué» de ese texto en particular. Las respuestas estuvieron vinculadas a cuestiones que podríamos agrupar en torno al control de la lectura y a la comprensión de la misma. No obstante, creemos que se podría ir más allá y obtener una experiencia más rica y provechosa de dicha tarea escolar.

No propugnamos una «inoculación» de valores a los niños y jó-venes desde la literatura sino un acercamiento a través de la estética del teatro shakespeareano, arte que, a pesar de su lejanía témporo-espacial, es parte del patrimonio de la humanidad al cual el joven tiene el derecho de acceder y conocer.

Creemos que esa tensión existente dentro del campo de la Filosofía entre valores absolutos y valores relativos, puede conciliarse, en al-guna medida, en el campo de la literatura. Aquí podremos deleitarnos -docentes y alumnos- con la belleza de una obra de teatro maravillosa en muchos y variados aspectos y, además, adquirir conocimiento de la herencia cultural que se transmite y perdura a través de los artis-tas que utilizan como sustancia de su arte lo valioso de la sociedad humana.

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Este trabajo está estructurado en tres partes: la primera, en torno a presupuestos teóricos que explicitaremos en el orden de los campos filosófico, literario y ético. Las otras dos secciones partirán del intento de responder a las siguientes cuestiones: ¿el teatro puede brindar un contexto adecuado para representar valores considerados universales o propios de una cultura? y, la última, ¿qué le puede «decir» El sueño de una noche de verano a un adolescente salteño de la primera década del siglo XXI?.

1. Presupuestos teóricos

El tema de los valores, dentro del campo de la cultura, y centran-do la atención en su forma de transmisión a través de la educación, atraviesa al ser humano en sus creencias, en sus principios, en su accionar y en sus ideales. Por otro lado, también al problematizar los valores, nos obliga a rever y analizar no sólo aquellos que nos sostienen hoy como personas y educadores sino cuáles han sido en el pasado las directrices en la infancia y adolescencia propias. Lo primero que recordamos, son los libros, las historias y las leyendas que hemos leído o escuchado de nuestros mayores. Todo ese acervo cultural valiosísimo para nuestras vidas ha dejado sus huellas y, la búsqueda y el reconocimiento de los valores, que son importantes para las nuevas generaciones, nos enfrentan a una biografía cultural, social, educativa y personal. Rememorar los textos leídos o aprendidos es reconstruir la historia de nuestra transformación como personas y como personas insertas en una comunidad.

Nos permitimos transcribir un fragmento de Lerer (2009) quien expresa:

Las tradiciones educativas de Grecia y Roma se basa-ban en la lectura y la recitación de poemas y obras de teatro. […] Y muchos pensadores, desde Quintiliano hasta John Locke, desde San Agustín hasta el Dr. Seuss, han especulado sobre las distintas maneras con las que, gracias a la literatura, adquirimos conocimientos de nuestra lengua y de la vida (Lerer, 2009: 9).

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Los valores (o disvalores) conllevan la disputa tradicional dentro del campo de la Filosofía de si éstos son objetivos o subjetivos. No-sotros adoptamos la postura intermedia de Sánchez Vázquez (1984), de una dialéctica entre ambas posturas extremas.

¿Qué hace que una obra trascienda a su autor, a su época, a su representación, a su edición e incluso a su fama? Creemos que se conjugan diversos factores pero que, indudablemente entre éstos existen algunos que se vinculan con los valores con los que una co-munidad o sociedad considera valioso, más allá de un tiempo o un espacio determinado. Un texto trasciende por lo que significa, por lo que encarna, resignificándose para otros individuos de otras épocas y de otros lugares. Si no fuera así, nos sería imposible pensar que tenga algún sentido traducir El Quijote al japonés.

Introduzcamos otra pregunta: ¿por qué Shakespeare apela en el texto a la mitología griega? Ferry (2010) en su artículo «Para qué sirven los mitos», sostiene que los mitos griegos tienen un sentido profundo y que el interés por ellos debería acrecentarse. Fundamenta su postura, argumentando que no sólo son una colección de «cuen-tos y leyendas», cuyo objetivo sería distraer sino que constituyen el corazón de la sabiduría antigua. Este autor se pregunta por qué unos mitos inventados hace tres mil años, en una lengua y un contexto muy diferentes a los que nos rodean actualmente, pueden hablarnos con tanto sentido. Entonces esgrime dos razones: la primera se refiere a que desde el punto de vista cultural, somos todos griegos. Esto es evidente a través de la multitud de imágenes, metáforas y expresiones que usamos aunque la mayoría desconozca su significado y origen. Ciertas expresiones, ahora lugares comunes, conllevan un recuerdo de un episodio fabuloso, haciendo especial hincapié en las aventuras de un dios o un héroe. Por ejemplo, partir a la búsqueda del «velloci-no de oro» o introducir en casa del enemigo un «caballo de Troya», seguir el «hilo de Ariadna», o tener un «talón de Aquiles, entre una infinidad de expresiones conocidas. La segunda razón que desarrolla el autor es el enorme éxito lingüístico de la mitología, presente en nuestra cultura. Esto se debe a que

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[...] nos llega por medio de relatos concretos y no, comola filosofía, de manera conceptual y reflexiva. Y por esopuede, aún hoy día, dirigirse a todos, apasionar a losniños y a los padres con el mismo entusiasmo, traspasarincluso, […], no sólo las edades y las clases sociales, sino también las generaciones […] (Ferry, 2010: 84).

Una última aclaración, más allá de los valores artísticos, cultu-rales, sociales, existenciales, etc. que posea un texto clásico, no hay una única forma de leer y de interpretar lo leído, sino que la lectura depende también y, diríamos, sustancialmente, del lector. No obstante, los docentes debemos «facilitar» la lectura, brindando elementos a nuestros estudiantes a fin de que la experiencia sea enriquecedora para todos. Pensamos que los valores insertos en una cultura no tienen por qué ser algo estático, pasivo, se resignifican con el paso del tiempo, se actualizan aunque sigan constituyendo la trama del lienzo de nuestra existencia personal y comunitaria.

2. ¿el teatro puede brindar un contexto adecuado para re-presentar valores considerados universales o propios de una cultura?

Shakespeare hereda del teatro inglés el genio irónico y burlón que no está ausente ni siquiera en las tragedias más patéticas. Paralelo a esto, en sus comedias se encuentra presente la reflexión profunda sobre la condición humana y la existencia.

El lenguaje dramático que Shakespeare pone en boca de sus personajes es de estilos diversos entremezclados: a comparaciones y metáforas de tono clásico, le siguen imágenes de la vida doméstica. La mezcla de estilos la encontramos tanto en las comedias, como en las tragedias o los dramas históricos.

El dramaturgo inglés nos recuerda a Platón, para quien la tragedia y la comedia representan las dos caras consustanciales del hombre. Shakespeare no podía permitirse con los dramas históricos las li-bertades que se permitía con las comedias. Aquí podía desplegar

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su fantasía expositiva, la imaginación creativa que lo alejaba con frecuencia de sus fuentes.

De este modo vemos con respecto al teatro de Shakespeare cues-tiones puntuales que se vinculan con los valores, con el universa-lismo, con la vigencia de su obra y con aspectos y temáticas que se relacionan directamente con la problemática propia del adolescente. Bloom (2001) nos recuerda que: «La idea del carácter occidental, del ser interior como agente moral, tiene muchas fuentes: […] La perso-nalidad, en nuestro sentido, es una invención shakesperiana, y no es sólo la más grande originalidad de Shakespeare, […]. (idem, 26).

Por otro lado, como destaca Trozzo de Servera (1998) el hecho artístico es un acto comunicativo. En la obra de arte, los artistas ma-nifiestan su modo personal y único de tratar un tema. El fenómeno artístico es el resultado de ese diálogo creativo: la interacción entre una producción y una interpretación. Sólo los seres humanos tienen el don de concebir la calidad ética y estética de sus actos y de concretarla y, el adolescente, es el que tiene la edad y la apertura óptima para reconocer valores éticos y estéticos con inteligencia y libertad.

La Literatura, como disciplina escolar, incluye el conocimiento de autores y movimientos teatrales y el reconocimiento de las caracte-rísticas del texto dramático, diferente de otros tipos de textos. En este caso se estudia el género dramático. En el teatro, el texto literario es un elemento más de los tantos que conforman el fenómeno teatral.

El texto teatral tiene una especificidad que lo diferencia de cual-quier otra obra literaria y exige ser leído de una manera distinta, ya sea que se lo analice literariamente o como pretexto de la representación. La obra dramática ha sido escrita para ser representada y sólo así se cumple realmente su función expresiva y comunicativa. Leer una obra de teatro implica leer el texto, imaginando el espectáculo, armando una puesta en escena mental.

3. ¿Qué le puede «decir» el sueño de una noche de verano a un adolescente salteño de la primera década del siglo xxi?

Muchas veces el objetivo del docente es hacer que los alumnos

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lean. Está bien, pero creemos que no es suficiente, podemos esperar que el estudiante logre mucho más, no deberíamos subestimarlo…

Seguimos a Oliva y Torres Monreal (1994) quienes destacan que Shakespeare es un dramaturgo ejemplar en sus comedias: sorprende la variedad de registros que nos descubre el análisis, las combinaciones de tipo estructural que encontramos en los títulos, la agilidad de sus diálogos, entre otras cuestiones.

Para estos autores, esta obra es considerada como de mayor lujo compositivo y mayor riqueza de planos y estructuras. Parafraseando su descripción, hallamos tres planos de acción bien diferenciados. Comienza con el «plano real» de la comedia y que sirve de marco a la misma, pues abre y cierra la acción, contando la próxima boda del duque Teseo con Hipólita. La fiesta nupcial tendrá lugar dentro de cuatro días, tiempo para desarrollar las acciones de la obra. So-bre esta celebración, aparece otra que es también real: Egeo, padre de Hermia, pide al duque Teseo que la convenza para que acepte el amor de Demetrio y olvide a Lisandro, que la ha seducido. A su vez irrumpe en escena Helena, que ama a Demetrio sin ser correspondida por él. A este plano real, se yuxtapone otro puramente teatral, el de los artesanos que preparan una representación dramática para la boda de Teseo, basada en los tristes amores de Píramo y Tisbe. El enredo continúa en la segunda jornada cuando Shakespeare hace aparecer en escena una serie de personajes de los bosques y aquí entramos en el mundo de la irrealidad o «plano onírico». Estos seres inciden sobre los planos anteriormente citados, apoderándose de la obra en las tres jornadas siguientes, tiñéndolo todo en un ambiente de encantamiento y confusión.

Oberón, para vengarse de Titania, pone sobre sus ojos la savia de la flor del amor, a fin de que ésta se enamore del primero que en-cuentre en su camino. A partir de ahí todo se tergiversa. Al despertar, Titania, se enamorará de uno de los artesanos con cabeza de asno y de allí continúan los enredos. Finalmente, se impondrá el uso de la

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flor del desamor y se resolverán los amores cruzados. Se casan las tres parejas y asisten a la función de los artesanos. Concluye la obra con el cortejo de los seres mágicos, quienes encabezados por Titania, invitarán a todos a cantar la felicidad del matrimonio suplicando la bendición y gracia de las hadas.

Así vemos como Shakespeare acude a lo misterioso, jugando con la alucinación y el sueño en un ballet poético y mágico. Cuando en la última jornada, todo parece volver a la realidad, los personajes míticos retoman la acción y vuelven a mandar en ella.

Shakespeare aquí elabora una trama compleja. Bloom piensa que el autor se enorgullecía de haber creado y entremezclado los cuatro diferentes mundos de personajes del Sueño.

Teseo e Hipólita pertenecen al mito y la leyenda antiguos. Los amantes Hermia, Helena, Lisandro y Demetrio no son de ningún tiempo ni lugar definido, pues todos los jóvenes enamorados habitan un mismo elemento. Los seres feéricos –Titania, Oberón, Puck y los cuatro compinches de Bottom- emergen del folklore literario y de su magia. Y, finalmente, los «mecánicos» son artesanos (Bottom y los otros) rústicos ingleses y salen de la campiña donde Shakespeare creció.

Pensamos que hay fragmentos, como los siguientes, que pueden tocar a los adolescentes y hacerlos pensar en la realidad circundante o identificarse ellos mismos con las situaciones o las palabras escri-tas:

Egeo: «-He sido agraviado por mi niña, mi hija Hermia […] Mi amado duque, si ella no acepta dar su consentimiento para casarse con Demetrio, pido el antiguo privilegio de Atenas: como ella es mía, y yo puedo disponer de ella, será de Demetrio o de la muerte, de acuerdo con nuestra ley.»

Hermia: «-Si los verdaderos amantes siempre han tenido las cosas en contra, entonces está marcado en el destino: paciencia porque es una cruz acostumbrada, como un deber de amor, como los pensa-

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mientos y los sueños y los suspiros, los deseos y las lágrimas, pobres seguidoras de la fantasía.»

Helena: «-¿Me llamas bella? Ese «bella» nunca lo digas. Demetrio ama tu belleza. ¡Oh, feliz belleza! […] ¡Oh, enséñame cómo miras y con qué arte balanceas el movimiento del corazón de Demetrio!»

Hermia: «-Le frunzo el ceño y aún me ama.»Helena:»-Si ésos tus ceños enseñaran a mis sonrisas tal habili-

dad!»Hermia: «-Lo maldigo y aún me ama»Helena: «-Oh, si mis plegarias pudieran mover tanto afecto»Hermia: «-Cuanto más lo odio, más me sigue»Helena: «- Cuanto más lo amo, más me odia»Hermia: «-Su locura, Helena, no es culpa mía»Helena: «-De nadie. Sólo de tu belleza que ojalá fuera mía»

4. conclusiones parciales

No podemos saber, con seguridad y de antemano, qué concepto, palabra, personaje, situación o emoción de la obra de teatro puede «enganchar» a un adolescente de catorce años, pero sí podemos intuir que existen ciertas temáticas que plantea el texto y que son interesantes para su edad. Fundamentalmente, el tema del amor y del compromiso, del amor no correspondido, del amor en relación a la belleza, los caprichos del destino, la vivencia de los sueños, el poder del padre sobre la hija, el rol de la mujer en la sociedad, el tema de la identidad, entre otras cuestiones.

Los adolescentes se están inventando a sí mismos, comienzan a distinguirse de sus mayores, a mimetizarse y a diferenciarse de sus pares y comenzar a conocerse como son o como quieren llegar a ser. Se inventan a si mismos y, por lo tanto, inventan una personalidad para mostrar. Shakespeare les ofrece, a través de sus obras, bellamente escritas y concebidas, personajes y temáticas pertinentes para la etapa que están transitando.

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BiBliografÍa

Bloom, H. (2001). Shakespeare. La invención de lo humano. Editorial Norma. Bogotá.

Ferry, L. (2010). «¿Para qué sirven los mitos?». En «Clases Magis-trales» de la Revista Noticias. Junio de 2010.

González de Díaz Araujo, G. et al. (1998). El teatro en la Escuela. AIQUE. Buenos Aires.

Lerer, S. (2009). La magia de los libros infantiles. Ares y Mares. Barcelona.

Oliva, C. y Torres Monreal, F. (1994). Historia básica del arte escénico. CÁTEDRA. Madrid.

Sanchez Vazquez, A. (1984). Etica. Grijalbo. México.Shakespeare, W. (2008). El sueño de una noche de verano. GRA-

DIFCO SRL. Buenos Aires.