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Revista digital de pensamiento político, económico y social. Nº5. Octubre 2013. Edita: Cánovas Fundación.
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nº
5
O
ct 2013
2 digital Cánovas
Edita: Cánovas Fundación
Presidente
Joaquín L. Ramírez Rodríguez
Secretario General
Miguel Ángel Ruiz Ortiz
Digital Cánovas
ISSN: 2255-5900
Nº5. Málaga. Octubre 2013
Dirección
Francisco M. Castillo Medina
Guillermo Díaz Gómez
Diseño y Maquetación
Rosa López Campos
NOTA: Cánovas Fundación no comparte necesariamente las opiniones expresadas por los diferentes autores.
www.canovasfundacion.com
@CanovasFundac
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ÍNDICE
Monarquía y Juancarlismo
Joaquín L. Ramírez 4
Dios, ¡qué tropa!
Salvador Merino 6
La carrera del deshonor
Cristóbal Villalobos 8
El romance de Campmany
Francisco J. Cristófol 10
La dolce vita
Héctor Sierra 12
Un Relaxing Cup para todos,
¡por favor!
Roberto C. Dueñas 14
International criminal law in Syria:
Applicable or not?
Esther Heredia 16
La noche más oscura
Guillermo Díaz 18
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Monarquía y Juancarlismo
por Joaquin L. Ramírez
@JoaquinRamirez
La crisis dura y larga que nos ha
tocado nos ha agriado el carácter, nos ha
vuelto mucho más ligeros, exigentes,
descreídos y revisionistas. Incluso se
puede decir que las circunstancias
adversas vividas han abierto nuestros ojos
y oídos a las peores leyendas urbanas con
una clara tendencia a creer las peores.
Dispuestos siempre a mostrar nuestra
“soberanía personal”, somos capaces de
recetar sobre la marcha las soluciones más
impensadas y traumáticas que, bien nos
pueden resolver una conversación pero
que, de ser tomadas en serio, nos
hundirían en un oscuro pozo. Ortega y
Gasset estudió muy bien la espontaneidad
y el entusiasta empuje que era capaz de
movernos con pasión a una causa, por
escasos que fueran nuestro conocimiento
de ella.
Durante años los españoles
favorables al papel constitucional de la
Corona se han manifestado públicamente
como “juancarlistas”. La excepción ha sido
siempre la de un pequeño círculo cercano
al que fuera Conde de Barcelona, don
Juan de Borbón, padre del Rey, que se
consideraba y se considera claramente
monárquico, no solo partidario del actual
Jefe del Estado. Al abordar el último cuarto
del pasado siglo la tradición monárquica
entre los ciudadanos se había hecho muy
escasa o nula y así lo era allá por el año
´78, independientemente del pasado. Ya
se sabe que de generación en generación
cambian muchas cosas y, si hay un
empeño especial –en España hay muchos-
, cambian muchas más.
Las soluciones de compromiso de
la Transición, a las que no solo no fue
ajeno el Rey sino que tuvo un gran y activo
papel liderándolas en la mayor parte,
dieron todos los pasos pertinentes para
encajar en el nuevo orden la figura de don
Juan Carlos I como Rey de España,
dándole toda la legitimidad constitucional .
A partir de ahí se alzaba en el cargo de la
jefatura de estado alguien curtido en las
dificultades de una España no democrática
incardinada en una Europa cercana en la
que las libertades, los derechos y el voto
eran su esencia política. La irrupción de la
Monarquía Parlamentaria, al estilo de la
británica y del resto de las nórdicas
europeas, descubrió para la mayoría de los
ciudadanos la importancia, la eficacia y la
utilidad que para España y su futuro tenía
que, al frente de las instituciones de la
Nación, estuviese un rey democrático.
Durante años los servicios del Rey
a los intereses de los españoles han sido
muy numerosos y muchos de ellos de vital
importancia. La intervención de don Juan
Carlos en el fallido golpe de estado del 23
de febrero de 1981 nunca será
suficientemente ponderada. A veces hasta
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para ser un buen espectador hay que
saber serlo. En general, nosotros y los
nuestros para mirar y valorar lo que nos
pasa por delante debiéramos ser más
justos y estar más atentos. Durante años,
también, el brillante papel de la Reina ha
engrandecido nuestra imagen de país
dentro y fuera de nuestros límites
territoriales. Los Reyes no sólo nos han
llenado de orgullo a los españoles sino que
han sido y son referencia en la América
hispana o hasta ibérica como la Corona de
la comunidad de habla española y
portuguesa, que les ha sentido como
propios. Igualmente hay que decir que la
actuación del Príncipe de Asturias cuando
le toca es mucho más que correcta. Su
importante preparación y sus grandes
virtudes personales son valoradas hasta
por aquellos personajes o grupos que
discrepan a voces de la existencia de una
monarquía.
Esta nación tan antigua que se mira
a sí misma con desdén, es mucho más que
los que hoy la administran y habitan con
carácter interino. Pasan los hombres y
pasan las cosas pero las montañas y los
valles permanecen, son la garantía del
futuro. Tener un presente ordenado y en
paz no es sólo lo más deseable para el
hoy, también para el mañana del que
tenemos cierta e importante
responsabilidad. Somos un pueblo que se
disculpa mucho por sus comprensibles
debilidades pero que rara vez disculpa la
naturaleza humana de los demás, de los
vecinos o de los que cargan con mayor
responsabilidad.
Es tiempo de que la racionalidad y
la conveniencia den paso a quienes han
comprobado no sólo lo justificado que está
la existencia del “Juancarlismo”, sino
también una inmensa mayoría que celebra
la Monarquía por su esencial papel
moderador, representativo e impulsor del
progreso de España. La luz que
tenuemente nos anuncia el final del túnel
hace que nuestro esfuerzo siempre valga
la pena. Por eso no vamos a abdicar de
nuestras obligaciones, ni vamos a
favorecer que quienes tanto nos sirven lo
hagan.
Joaquin L. Ramírez es Abogado,
Senador y Presidente de Cánovas Fundación.
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Dios, ¡que tropa!
por Salvador Merino Córdoba
@smerinocordoba
Hace algunos años viajaba por Irán
cuando me encontré con una bonita
iglesia. Era la catedral asiria caldea de
Teherán. Me pareció un gran detalle de
integración, aunque las vallas que la
rodeaban no invitaban precisamente a su
visita, pero cuando pregunté por ella a mis
acompañantes me recomendaron no
indagar demasiado. Decir eso a un
científico es un despropósito, pues mayor
fue a partir de ese momento el interés por
conocer a aquellos valientes que
profesaban el cristianismo dentro de una
república islámica. Pude conocer entonces
como muchos armenios y azerbaiyanos,
llegados de la unión soviética, vivían su fe
en aquel simbólico lugar. Pero también
supe que eran apenas 2.000 personas, ya
que más de 150.000 caldeos habían huido
de los países islámicos perseguidos por
sus creencias. La simple prohibición de
que una persona cristiana se case con una
musulmana, sin renunciar a su religión,
hacían inviable la convivencia, como para
otras religiones lo hace la ancestral y
ridícula costumbre de la pureza de sangre.
Y lo peor es que la persecución continúa:
el pasado mes de Mayo, aprovechando la
cercanía a las elecciones presidenciales,
llegó la guardia revolucionaria y la
emblemática iglesia persa fue clausurada.
Llevamos aguantando ya algunos
años, quizás demasiados, la situación
donde, bajo cada conflicto internacional,
subyace el extremismo religioso. Y para
más inri, como los que arman dichos
conflictos dicen pertenecer a una creencia
determinada, el resto de ignorantes
correligionarios se sienten obligados a
defender sus criminales postulados. A
partir de aquí se produce una curiosa
mezcla de violencia e ignorancia que es
difícil de desentrañar. Decía el poeta
escocés William Drumond “El que no
quiere razonar es un fanático; el que no
sabe razonar es un necio; el que no se
atreve a razonar es un esclavo”.
Durante los últimos tiempos he
tenido la oportunidad de estudiar y
compartir interesantes y profundos
conocimientos con personas de diferentes
religiones. Ya lo recomendaba el filólogo
Max Muller “Quién conoce una sola
religión no conoce propiamente ninguna”.
Es curioso ver cómo, al hablar desde el
ámbito de la libertad, las ostentosas
diferencias que enarbolan los fanáticos se
diluyen cual azucarillo en un café, y el
intercambio de pareceres fluye con
naturalidad. De ahí que surja una delicada
cuestión ¿porqué en este mundo cada día
se le entrega más poder a los radicales?
Esta pregunta, contraria a la lógica
evolución humana, tiene su más crudo
seguidismo en algunos de los propios
responsables de difundir las ideologías. Sin
ir más lejos, llegó a mis manos hace poco
un ejemplar del libro “Ira divina” del escritor
portugués José Rodrigues Dos Santos. En
él plasma de una forma dramática y
profética el fenómeno de los “Días de la
Ira”, recientemente vividos en Egipto. El
hecho no tendría mayor trascendencia si
no apareciera en sus preliminares la
sorprendente declaración: “Esta novela ha
sido revisada por uno de los primeros
miembros operativos de Al-Qaeda”,
después de algún incendiario alegato de
Osama Bin Laden. Esta justificación
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literaria debe plantearnos algunas
cuestiones: ¿Ahora los escritores de libros
que hablen del Islam tienen que tener la
complacencia del terrorismo? ¿Hemos
pasado sin avisar de la supervisión de las
academias de la lengua al revisionismo
fanático? ¿Acaso la reflexión y el
conocimiento pueden ser sustituidos por la
violencia y la ignorancia?
Y no pensemos que esta
beligerancia ocurre tan solo en el campo
de las creencias. Sin ir más lejos hay
personas que piensan que si sus
compañeros de asociación, partido político,
sindicato o peña flamenca cometen
aberraciones y desmanes, hay que
defenderlos porque son “de los nuestros”.
Este es la trampa que utilizan los
delincuentes para justificar, bajo la
imposición de la lealtad al grupo, el
seguimiento a sus barbaridades. En la
mayoría de las situaciones, lo que trasluce
es la propia supervivencia en el poder del
individuo en cuestión, sobre todo cuando
tanta egolatría le va alejando del
ilusionante principio de la búsqueda del
bien común. Pero siempre es buen
momento para recuperar la cordura y
entender que ni las ilegalidades, ni las
violaciones de los derechos, ni los delitos
contra la humanidad se pueden ocultar tras
adhesiones inquebrantables.
Desde el horizonte actual se
impone una reflexión, a nivel global, de
cual es el espacio de tolerancia al que el
mundo no debe renunciar. Porque no tiene
sentido que defendamos la libertad de
creencias e ideologías si alguna de éstas
no está dispuesta a respetar a las demás.
Este exceso de confianza está debilitando
nuestra sociedad y hemos llegado al
extremo absurdo de incluso tratar de
comprender al fanatismo. Parece
sorprendente, y de ahí que no podamos
confundir el origen de los conflictos ni
desviar el foco de atención, como bien
decía William Shakespeare: “heretic is not
who burns in the bonfire but who lights it”
(hereje no es quien arde en la hoguera,
sino quien la enciende). Por tanto tenemos
que ser capaces de observar el problema
desde la distancia justa, huir de la
beligerancia y reconocer a aquellos líderes
verdaderos que, ajenos a tales
intolerancias, saben anteponer lo que nos
une sobre lo que nos diferencia. A pesar
de que no es fácil encontrar a estos
líderes, reconociendo su búsqueda de la
sabiduría, observando su capacidad para
integrar las dificultades y valorando su
compromiso hacia los demás, podremos
llegar hasta ellos.
Por último no me gustaría terminar
este artículo sin recordar un fragmento de
uno de los más inolvidables discursos que,
sobre la libertad de creencias, se han
pronunciado en la historia. El discurso de
1963 en Washington por Martin Luther
King, más conocido como “I have a dream”
(tengo un sueño): Cuando repique la
libertad y la dejemos repicar en cada aldea
y en cada caserío, en cada estado y en
cada ciudad, podremos acelerar la llegada
del día cuando todos los hijos de Dios,
negros y blancos, judíos y cristianos,
protestantes y católicos, puedan unir sus
manos y cantar las palabras del viejo
espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al
fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos
libres al fin!”.
Salvador Merino Córdoba es Doctor
en Matemática Aplicada y Profesor Titular de la
Universidad de Málaga.
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La carrera del deshonor
por Cristóbal Villalobos Salas
@cristobalvs
A Juan Belmonte, analfabeto
culturizado en las dehesas y los cafés,
pronosticó, en unas breves y certeras
palabras, lo que sería la evolución de la
política española moderna cuando alguien,
extrañado, le preguntó cómo un
banderillero suyo había podido llegar a
Gobernador civil: “Pues ya ve.
Degenerando, degenerando…”, le contestó
tartamudeando el que, para Antonio
Burgos, era el Demóstenes de la
Generación del 98.
Pura degeneración, como predijo el
torero, es lo que vemos en estos tiempos,
triviales como un baile de disfraces,
parafraseando a Sabina, en el que cada
desastre, cada despropósito de nuestra
clase política resulta casi intrascendente a
la opinión pública, pues la cosa ha
evolucionado a tales niveles que la
ciudadanía ha perdido la capacidad de
sorprenderse e, incluso a veces, de
indignarse.
Igual que en el tango de Discépolo,
los inmorales nos han “igualao”,
dominando una sociedad en la que se
priman valores que, no hace mucho,
resultaban, cuanto menos, vergonzantes,
en una tiranía que ha acabado por enlodar
a una sociedad enferma de incultura y
cainismo que ha puesto la mirada en
ejemplos poco edificantes.
En la antigua Roma se tenía un
sistema para intentar que los ciudadanos
que ocupasen una magistratura pública
estuviesen preparados para tal honor. El
cursus honorum, o “carrera de honores”,
establecía una serie de pasos y requisitos
obligatorios para todos aquellos romanos
que querían participar en el gobierno de su
nación.
Para llegar a la más alta
magistratura, el consulado, el ciudadano
romano debía pasar previamente por una
serie de responsabilidades públicas, de
menor a mayor importancia hasta llegar a
la cúspide del poder. Ese itinerario, que
aseguraba, al menos, experiencia a los
gobernantes, limitaba el tiempo de disfrute
de cada responsabilidad y recogía diversas
condiciones indispensables para alcanzar
los diferentes cargos. De esta forma, la
mayoría de las magistraturas disponían de
una edad mínima para acceder a ellas y,
en diversas etapas de la historia romana,
se exigía haber servido previamente
durante años en el ejército, entre otros
requisitos dependientes de la función a la
cual se accedía.
Casi 2.200 años después de que se
inventara el cursus honorum nuestro
acomplejado sistema democrático, lejos de
perfeccionar la idea latina, se resume en
aquella estremecedora frase que
Rodríguez Zapatero, dicen, le soltó a su
esposa al llegar a la Moncloa: “Sónsoles, si
he llegado yo a Presidente del Gobierno,
puede hacerlo cualquiera”.
Lejos del piropo democrático que
Zapatero quería hacerle a nuestro país,
aquello fue la muestra de una
degeneración política que venía de lejos
pero que, como vemos ahora, aún no ha
alcanzado su cúspide. La “aristofobia”, que
diría Ortega, ese mal endémico de los
españoles, que odian a todo aquel que
destaque en algo, ha configurado un
sistema político en el que los partidos,
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instituciones destinadas a ser el cauce por
el que los ciudadanos participen en el
gobierno de su nación, se han convertido
en entes endogámicos e impenetrables en
los que se puede entrar con 18 años y, tras
mucho aplaudir en mítines, llegar a
ministro de lo que sea, o a Presidente, sin
haber terminado la carrera en ese lapso de
tiempo ni haber cotizado a la Seguridad
Social.
La carrera de Susana Díaz, que
debería avergonzar a toda la ciudadanía,
es el referente de esos jóvenes de las
juventudes de todos los partidos que,
anclados en primero de carrera desde
hace un lustro, en el mejor de los casos,
son concejales de juventud en sus pueblos
sin mérito, talento, ni más oficio que el de
la política ni más arte que el del peloteo.
En cualquier país medianamente serio
sería una vergüenza, además de una
tremenda irresponsabilidad, que un
analfabeto funcional se aupase hasta
alguna alta responsabilidad. Aquí, la tiranía
de lo políticamente correcto nos presenta
los casos, en los que la falta de
preparación y de cultura son evidentes,
como ejemplos de la grandeza de la
democracia, obviando que estas personas
son un auténtico riesgo para el buen
funcionamiento del sistema. Como ya diría
el historiador italiano Carlo M. Cipolla en su
famosa obra, Allegro, ma non troppo, un
estúpido resulta mucho más peligroso para
la sociedad que un malvado, pues el
malvado busca el beneficio personal y el
estúpido, en su ignorancia, es capaz de
hacer el mal aún a costa de su propio
bienestar, siendo las consecuencias de sus
actos inimaginables.
Francia, cuna del progresismo y de
los derechos del hombre, dispone, para
asegurar dentro de lo posible la
preparación de sus dirigentes, de una
institución que aquí, parte de nuestros
políticos tacharían de elitista y
antidemocrática llevándose las manos a la
cabeza, como si se tratase de toda una
afrenta a la igualdad de oportunidades que
promulga la Constitución.
Se trata de la Escuela Nacional de
Administración, un centro de estudios
superiores por el que pasan buena parte
de los altos dirigentes de Francia. A la
escuela se accede mediante unas
oposiciones durísimas. Los que las
superan, un tanto por ciento muy bajo de
los candidatos, se convierten en
funcionarios, reciben un salario y se
comprometen a servir al estado al menos
durante los próximos diez años. La
preparación, que abarca todos los ámbitos
de la administración estatal, incluye
también formación práctica para los
alumnos en prefecturas, consulados y
organismos internacionales en los que el
país vecino tiene representación.
Este modelo, que como todos tiene
sus fallos, ha sido puesto en entredicho
por diferentes sectores de la sociedad
francesa ya que, desde hace décadas, sus
alumnos conforman un auténtico lobby que
copa los ministerios y las grandes
empresas. Sin embargo, lejos de sus
deficiencias y sus posibles mejoras es, al
menos, un sistema, una forma de afrontar
un problema que nosotros aquí ignoramos
y ni siquiera nos planteamos más allá de
los simples dicterios de bar. Así, lejos de
buscar la excelencia, ahí donde más
necesaria se hace, hemos dejado la
responsabilidad en manos de los peores,
que se baten en una carrera que, más que
por el honor del cargo, acaba en el
deshonor de todos nosotros.
Cristóbal Villalobos Salas es
Profesor, Escritor, Historiador y Crítico literario.
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El romance de Campmany
por Francisco Javier Cristófol Rodríguez
@fjcristofol
“¿Que ellos dan el pelotazo
mientras cierran las empresas?
¿Que en este país de ruina
nadie levanta cabeza?
¡Pues a morirse de risa,
que lo ha dicho Alfonso Guerra!”
(Romance de Alfonso Guerra, COPE,
11 de febrero de 2004).
La obra de Jaime Campmany fue,
como ya se apuntó en el anterior número
de esta revista, un de las más extensas en
el columnismo español. El escritor
murciano dejó miles de columnas en
diarios como ABC, Arriba o La hoja del
lunes, pero además publicó también
novela, libros de poesía y fue un maestro
en el arte de conjugar la rima con la
actualidad a través de sus reconocidos
romances.
Su obra fue mucho más allá de la
prensa diaria, ya que a raíz de su extensa
producción literaria en prensa nacieron
libros recopilatorios, novelas e incluso
romanceros, de los que Campmany
gustaba de componer. En éstos realizaba
críticas satíricas sobre la actualidad
nacional. Conocido son El libro de los
romances y Segundo libro de romances,
pero más éxito obtuvieron El rey en bolas y
otros romances, en el año 1997 o el
proyecto que no pudo terminar el genial
escritor murciano: Romancero de la
historia de España, una visión de los
episodios nacionales de la que sólo fue
publicado el primero de los dos tomos que
había pensado Campmany y que trataba la
historia de España desde Atapuerca hasta
los Reyes Católicos. Se quedaron cinco
siglos y dos volúmenes por ver la luz:
“Uno, de los Reyes Católicos a los
Borbones; el otro llegará al siglo XXI, a
Pepiño Blanco”, apuntó el autor en una
entrevista a ABC el 16 de mayo de 2004.
En el prólogo de El libro de los
romances (Espasa-Calpe, 1994), Federico
Jiménez Losantos escribe: “En la literatura
española de las últimas décadas, Jaime
Campmany no ocupa el lugar que merece
su obra, precisamente por el género en la
que la ha desarrollado, que es el del
artículo, la crónica o el romance
periodísticos. […] Campmany, como
Ruano, García Serrano y otros de su
generación o procedencia política, han
padecido y padecen un ostracismo oficial
matizado por el éxito popular”. Hablemos
pues de ese género que apunta Jiménez
Losantos del romance periodístico.
Es de suyo que un columnista viva
apegado a la actualidad, su trabajo es, al
fin y al cabo hablar de esta a través del
prisma opinativo. En el caso de Campmany
la opinión trascendía más allá y se
entremezclaba con un exquisito uso del
lenguaje, ya fuera en sus crónicas, en sus
columnas o, en el caso que nos ocupa, los
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romances. Campmany era capaz de
resolver velozmente un romancero diario
en sus colaboraciones para Cope. Esa
cercanía a la vida política española le llevó
a componer ágiles romances sobre los
temas más actuales en su época:
“Lleva Arzallus una sangre
en la palma de la mano
que es una sangre más buena
que la de reyes gitanos”
(Romance del Rh).
“Le pide el sí don Felipe
en una conversación
y el juez le da las puñetas,
la toga y el corazón…”
(Romance del Garzón).
Dijo Antonio García Barbeito que
Campmany “llevaba el español en la
sangre, tenía un dominio infinito del
lenguaje. Usaba la palabra exacta en cada
momento, fue un maestro de la lengua
castellana”. En ese sentido abunda
también Jiménez Losantos: “A pesar de las
diferencias políticas, se admite la maestría
de Jaime, especialmente en una cosa: el
dominio del vocabulario. Nadie usa hoy
uno más amplio, nadie exhibe hoy más
recursos de almacén y bodega que este
diccionario ambulante, memorión
prodigioso y erudito cuando quiere”. Buena
muestra de ese conocimiento del lenguaje,
tanto culto como popular, son algunos de
los fragmentos de romances que presento
a continuación:
“Y cierra la comitiva
vacilón y trompicando
Antonio Guerra, que trae
Una tajá como un piano…”
(Romance del Homenaje).
“Este señor me parece
más bien un cantamañanas
un maxmordón robaperas,
un tiracantos, un maula,
un adufe, un badulaque,
un bausán, un majagranzas,
mamacallos, mameluco,
marmolillo y media espada”
(Romance de Rodríguez Ibarra).
Francisco Javier Cristófol Rodríguez
es Licenciado en Periodismo y Máster en
Marketing y Gestión Comercial.
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La dolce vita
por Héctor Sierra Díaz
@hectorsierra
En las entrañas del Kit Kat Club,
considerado como el “panteón del cabaret
de Roma”, sentado junto a su padre,
Paparazzo y la bailarina Fanny, Marcelo
contempla como un payaso hace danzar a
un conjunto de globos al son de la triste
melodía de su trompeta. Mientras tanto el
padre abre con maestría una botella de
champagne y llena la copa de la bailarina
que, con gesto agradecido, se apresura a
degustarlo de un sorbo.
Al contemplar esta maravillosa
secuencia de “La Dolce Vita” de Federico
Feillini, probablemente nadie repararía en
el simple gesto de beber un poco de
champagne. Pero si Magali Noël, la actriz
que encarnó a la mujer sentada a la mesa,
viviera con diabetes tipo 1, seguramente
sabría de antemano que una copa del
espumoso francés contiene 1,6 gramos de
carbohidratos. Esta cantidad tendría que
sumarla mentalmente a todo lo que hubiera
ingerido anteriormente para saber cuántas
raciones, a razón de 10 gramos de
carbohidratos por ración, habría consumido
durante esa tarde, a fin de tener controlado
el nivel de glucosa en sangre.
Existen varios tipos de diabetes de
las que cabe destacar la tipo 2 y tipo 1. La
diabetes tipo 2 es la que se da en el 95%
de los casos y suele aparecer en
individuos adultos cuando el páncreas
sigue produciendo insulina pero menos
cantidad o de peor calidad. En el caso de
la diabetes tipo 1 el páncreas no genera
insulina para regular la glucosa en sangre
y es el paciente el que debe realizar esta
función de control exhaustivo sobre el
organismo administrándola de forma
externa. La cantidad de carbohidratos que
pueden tomar depende del género, la
edad, peso, nivel de actividad y la cantidad
de insulina que deben aportar a su
organismo. Una persona adulta se realiza
de 3 a 4 controles de glucosa en sangre
diarios y debe mantener una férrea
disciplina de comidas. La rutina de
personas que viven con diabetes tipo 1 es
contar, contar y contar, todo ello con un
solo objetivo: vivir.
De contar sabe mucho Pilar, que a
los once meses de tener la segunda hija se
dio cuenta que algo no marchaba bien.
Tras varias visitas al pediatra, médico de
confianza de la familia, no encontraba
respuesta a la desmejora física y cambio
de comportamiento de la niña, hasta que
un sexto sentido hizo que se acordara de
las conversaciones con su vecino
Francisco, que padecía la diabetes desde
pequeño. Sin perder un minuto salió de su
casa y pidió a Francisco el medidor de
glucosa para hacer la prueba a su hija.
Media hora después ya estaban en
urgencias porque los niveles de glucosa
eran tan altos que habían bloqueado el
aparato. Tras 15 días ingresada,
diagnosticaron a la niña diabetes tipo 1.
Desde entonces no ha dejado de contar
carbohidratos y realizar los cálculos
necesarios para equilibrar la glucosa en el
organismo de su hija.
No todos los padres con hijos que
viven con diabetes afrontan la situación de
la misma manera. Pilar decidió pedir
ayuda, y tras unos días absolutamente
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bloqueada encontró consuelo en las
palabras de un grupo de mujeres mayores
que, desde hace más de veinte años,
aguardan desinteresadamente en el
Hospital Materno-Infantil de Málaga, con la
única finalidad de aportar su experiencia
con respecto a la enfermedad. Allí le
dijeron que su hija crecería, se haría
mayor, tendría hijos y llevaría una vida
longeva y absolutamente feliz. Tan solo
tendría que educarla correctamente para
hacer que fuera consciente de la
importancia de un tratamiento propio de la
más dura disciplina militar.
Pilar consiguió que su hija con 4
años fuera capaz de contar carbohidratos y
medirse la glucosa, pero a pesar de saber
que madura más rápido que el resto de los
niños, incluso a día de hoy contando con
12 años de edad, reconoce que todo es
igual de difícil que el primer día. Ahora
recuerda los primeros años en los que ella
y su marido tuvieron que cambiar su
trabajo y su rutina para poder controlar las
diez mediciones que tenían que realizar a
la niña, y la importancia de los cuidadores
y profesores en el seguimiento de la
diabetes que padecía. Pero su lucha no se
ha quedado solamente en eso, su
compromiso como madre con respecto a la
enfermedad ha ido más allá, y peleó
mucho para que a través del Centro de
Profesorado de Málaga, dependiente de la
Consejería de Educación de la Junta de
Andalucía, se obtuviera una subvención
para que una enfermera especializada
impartiera formación en los colegios de la
provincia de Málaga, educando a los
profesores para el tratamiento de la
diabetes y concienciándoles de su papel
crucial. Tras muchos cursos impartidos ella
sigue al pié del cañón; sigue asesorando a
título particular a los padres que acuden a
ella y el próximo día 14 de noviembre, día
mundial de la diabetes, viaja a Barcelona
invitada por la Federación de Diabéticos
Españoles a dar una ponencia sobre la
importancia de la educación en el
tratamiento de la enfermedad.
Un diabético cuesta una media de
700 euros al mes al Estado Español y,
aunque el porcentaje de diabéticos tipo 1 y
tipo 2 no es muy elevado, va creciendo
exponencialmente. Pilar está convencida
de que la solución a la enfermedad está
lejos de llegar, la diabetes mueve mucho
dinero y no se atisban progresos en la
sociedad acerca de la conveniencia de los
estudios con células madre. Con espíritu
proactivo centra todos sus esfuerzos en la
educación porque cree rotundamente que
la formación es esencial para la vida del
paciente.
Pilar Gutiérrez Cruz no ha subido
un ochomil, no ha dirigido un equipo de
fútbol ni ha sido responsable de una gran
corporación. Como mucha gente anónima,
afronta todos los días el reto de
enfrentarse a una enfermedad mortal, y
para ello ha decidido utilizar la formación
como arma poderosa. Representa muchos
de los valores de liderazgo que
promovemos desde la Cánovas Fundación,
esforzándose ávidamente todos los días
por darle a su hija una dolce vita.
Héctor Sierra Díaz es miembro del
Patronato de Cánovas Fundación.
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Un Relaxing Cup para todos,
¡por favor!
por Roberto C. Dueñas Gómez
@RobertoDuenas1
Que los ánimos en la sociedad
española actualmente están caldeados no
es nuevo, que la idiosincrasia del pueblo
español es no estar contento nunca con lo
que tenemos, también. Que haya personas
que para conseguir su felicidad dependa
de las miserias de los demás, puede pasar.
Pero que toda una sociedad parezca feliz
por una derrota que incumbe a toda una
nación, es difícil de comprender y de
asumir. Esto viene a colación de la “derrota
inesperada” de la candidatura de Madrid a
la organización de los JJOO del 2020.
Escribo Madrid por no decir España, ya
que esto no era ni la lucha ni la
competición de una única ciudad, sino de
todo un pueblo, de todo un estado.
Las bondades de la victoria no
hubieran sido un balón de oxígeno, sino
todo un trasplante de optimismo a una
sociedad necesitada de ello. Pero no,
prefieren reírse, mofarse y hasta llegar al
insulto hacia las personas que con todo su
valor y esfuerzo intentaron conseguir esa
victoria.
¿Relaxing cup of café con leche?
Pues sí, lo quiero y me uno a ello, in Plaza
Mayor, in Plaza de la Merced o in las
Ramblas, me da exactamente igual donde.
Se ha hablado mucho sobre el
discurso, y no siempre de una manera
positiva. El discurso, desde el punto de
vista de la oratoria y la telegenia resultó
correcto y muy bien planteado, fue sencillo
e interesante, con una expresión verbal
eficaz demostrando sencillez, simpatía y
amabilidad; que además son valores muy
arraigados en el pueblo español, y de lo
que seguro no nos ganan ni japoneses ni
turcos. Quizás en momentos puntuales
pareció poco natural, pero no olvidemos
que se disponía de unos pocos minutos
(45 minutos para todos los discursos de la
delegación española) delante de 200
“autoridades”, que ya tenían la decisión
tomada de antemano… y en un idioma
extranjero. Esta aventura a primera vista
no parece fácil.
El autor material de todos los
discursos, Terrence Burns, ha defendido y
ha elogiado a la alcaldesa de Madrid hasta
la extenuación. Desde luego no se puede
dudar de un profesional que ha conseguido
llevar las olimpiadas de verano a Atlanta y
Pekín, y las olimpiadas de invierno a
Vancouver y Sochi. Otra cuestión es si en
España no hay profesionales capacitados
para realizar el trabajo, ya que nos
ahorraríamos, para empezar, tener que
enseñar y hacer sentir los valores
españoles a un extranjero que
seguramente en el momento de cobrar la
minuta correspondiente se volverá a
“nacionalizar” en su país de origen.
Sinceramente creo que se buscó poco o se
buscaba un perfil de experto con nómina
de becario, ¡eso sí es español! Pero
bueno….
¿Y cómo consigue estas gestas?
Todo comienza con la marca. Marca que
debe responder a un par de cuestiones:
¿Por qué esa ciudad es diferente de las
otras? Y, sobre todo, ¿qué importa
realmente al movimiento olímpico?
Así pues, con la primera cuestión
quiso vender los valores de la sociedad
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madrileña y española en general, y desde
luego lo consiguió y nos lo hizo creer;
¿quién de nosotros no ha usado en algún
momento la frasecita de marras? Así
somos. Finalmente los JJOO no llegarán
en el 2020, porque si hubieran llegado,
estoy seguro de que hasta hubiéramos
intentado cambiar el lema olímpico de
'Citius, altius, fortius' (más rápido, más
alto, más fuerte) por el de “relaxium copae
cafelorum lechorum” y por supuesto
hubiéramos encumbrado a Mr. Burns a
César directamente sin pasar por el
senado.
Con respecto a la segunda
cuestión, sí es importante saber a qué se
dedica realmente el movimiento olímpico.
Desde este humilde punto de vista, el COI
(Comité Olímpico Internacional) se ha
convertido con el paso de los años en un
grupo de poder, grupo de interés o lobby
directamente, que se pasa por el arco del
triunfo la Carta Olímpica. Entre los
principios fundamentales de esta
“Constitución Olímpica”, y por ende,
deportiva en general, unos de sus
principios básicos dice: “El olimpismo es
una filosofía de vida […] que se propone
crear un estilo de vida basado en la alegría
del esfuerzo, el valor del buen ejemplo y el
respeto por los principios éticos
fundamentales universales”. Permítanme
que por lo menos lo ponga en duda. Se
habla de alegría del esfuerzo en general,
cuando podrían decir del esfuerzo
económico en particular (solo como dato
anecdótico, el COI se lleva un porcentaje
de todas las entradas vendidas durante las
olimpiadas de todas las categorías en las
que se compite… eso, creo yo, es mucho
esfuerzo económico). Se habla del valor
del buen ejemplo, y no sé yo si el
oscurantismo que los rodea es el mejor
ejemplo: designaciones a dedo,
contabilidades inexistentes, etc… porque
se habla de los beneficios económicos que
puede tener una ciudad candidata si
finalmente logra organizar los Juegos, pero
¿alguien sabe la rentabilidad económica
que el COI obtiene después de celebrarse
los JJ.OO?... ¿Se autofinancia quizás?
Y por último se habla de principios
éticos, ¿alguien realmente cree que las
designaciones de ciudades olímpicas se
basan en la ética y la moral? Si fuera así,
Madrid debería haber sido elegida Ciudad
Olímpica, pero no como ciudad en sí, sino
como recompensa ética por la bien
llamada “época dorada del deporte
español”. Tenemos deportistas que sí
defienden la moralidad y la ética con su
comportamiento, con su esfuerzo, con sus
valores; comportamientos que son el
espejo donde la juventud se mira,
deseando llegar a donde ellos llegaron con
esas pautas de comportamiento, y
defendiéndolas a ultranza. Eso es
deportividad, eso es olimpismo, eso es
moralidad.
Así que quizás, los miembros de
COI deberían dejar sus acolchados sillones
de cuero para dejarse caer por la vida real,
y quizás, con suerte, se puedan tomar un
relaxing cup of café con leche con Nadal,
Gasol, Iniesta, Pedrosa, Belmonte,
Valdemoro o muchos más in Plaza Mayor.
Roberto C. Dueñas Gómez es Experto
en Protocolo Deportivo y Turismo.
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International criminal law in Syria,
applicable or not?
por Esther Heredia Carrillo
Due to the current controversial
situation that Syria is representing in the
international sphere, it deems necessary to
analyse to what extent the international
community is willing and capable of
bringing before the international justice,
those responsible for the atrocities that
have been committed in Syria since 2011.
This article will try to address the
question of whether or not the current
situation in Syria could be referred to the
International Court of Justice (hereinafter
ICC) based on the recommendation made
by the UN High Commissioner for Human
Rights, Navy Pillay.
In order to determine whether or not
the Court has jurisdiction over the situation
in Syria, other sub-questions should be
answered. For instance, is there any
genuine evidence of violations against
human rights law and humanitarian law
being committed in Syria, which could
amount to international crimes, and
therefore, fall into the jurisdiction of the
Court? In the territory of which State have
these international crimes been
perpetrated? In addition, one could also
wonder what would happen if the territory,
in which the international crimes had been
committed, belonged to a non-State party
to the Rome Statute?
Interestingly, in answering these
questions, one will come across other
aspects of international criminal law which
still remain controversial from an
international human rights perspective such
as, the dependence of the ICC on the
Security Council when it comes to getting
involve in situations that require the
attention of the Court but that,
unfortunately, are outside of the Court’s
jurisdiction because of a matter of territorial
jurisdiction.
Besides, other contested aspects
regarding the role of the Security Council in
contributing to end impunity over
individuals who have been identified as
perpetrators of international crimes will be
pointed out in an attempt of reflecting on
those aspects of international law that
could be treated differently in order for the
application of international criminal law to
be easily implemented.
Has the International Criminal Court the
jurisdiction to prosecute the situation in
Syria?
According to article 5 of the Rome
Statute, the Court has jurisdiction with
respect to the crime of genocide, crimes
against humanity, war crimes or the crime
of aggression.
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Have international crimes, understood
as those crimes within the jurisdiction
of the Court in the Rome Statute, been
committed in Syria since mid-March
2011?
In mid-March 2011, what started as
some peaceful civilian protests based on
the general discontent among the Syrian
population with the Syrian Government, it
soon escalated in a non-international
armed conflict, between the Government
forces and armed groups of the opposition
to Assad’s Government, in which more
than 70.000 people have been killed.
Since the violence started, different
international organizations have been
reporting that crimes against humanity and
war crimes have been committed in Syria,
not just by Governmental authorities but
also by the armed opposition groups.
According to the UN Human Rights
independent commission of inquiry on the
Syrian Arab Republic, ‘there are
reasonable grounds to believe that
Government forces and the Shabbiha had
committed the crimes against humanity of
murder and of torture, war crimes and
gross violations of international human
rights law and international humanitarian
law, including unlawful killing, torture,
arbitrary arrest and detention, sexual
violence, indiscriminate attack, pillaging
and destruction of property”. In addition,
the commission asserted that it had
evidence to prove that “war crimes,
including murder, extrajudicial execution
and torture, had been perpetrated by
organized antigovernment armed groups.
The violations and abuses committed by
anti-Government armed groups did not
reach the gravity, frequency and scale of
those committed by Government forces
and the Shabbiha”.
Taking the information given above
into account, one could state that according
to the Rome Statute, the Court would have
jurisdiction under article 7.1 (a)(e)(f)(g) and
article 8.2 (c) and (d) as they fall under its
jurisdiction (materiae ratione). Quoting Navi
Pillay’s recommendation, it could be said
that considering the above, “one immediate
action that the Council could take is clear:
refer Syria to the International Criminal
Court. This would send a clear message to
both the government and the opposition
that there will be consequences for their
actions, and could have a very significant
preventive effect”.
Nonetheless, there are other
preconditions that should be met for the
Court to be able to get involved in the
situation of Syria.
Is the Syrian Arab Republic a territory
under the jurisdiction of the Court?
(Loci ratione)
Despite the repeated reports of
violations against international human
rights law and humanitarian law
perpetrated by both sides in the Syrian
internal armed conflict, the ICC can only
become involved and exercise its functions
and powers in a situation occurred on the
territory of any State Party to the Rome
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Statute and, by special agreement, on the
territory of any other State.
According to this territorial
jurisdiction, it could be said that, at first
sight, the situation of Syria could not fall
under the Court’s jurisdiction as Syria is not
a State party to the Rome Statute, neither
is there an special agreement between the
ICC and Syria, for the Court to exercise its
jurisdiction over a situation on the territory
of Syria.
Conversely, it could be argued that
Syria, as a signatory of the Rome Statute
‘is still obliged to refrain from acts that
would defeat the objects and purpose of
the treaty according to the Vienna
Convention on the Law of Treaties (art. 18),
to which the State acceded in 1970’.
In any case, in the absence of
preconditions for the Court to the exercise
its jurisdiction as Syria is not a State Party
to the Rome Statute neither has it accepted
the jurisdiction of the Court, the only
possibility left for the ICC to investigate the
situation in Syria would be if the Prosecutor
of the ICC received a referral from the
Security Council, acting under Chapter VII
of the Charter of the United Nations.
At this stage, it should be pointed
out that whereas the SC has previously
referred the situation of Sudan and Libya, it
has so far failed in respect to Syria. The
main reason behind this failure could be
found in the political blockade and lack of
consensus in the Security Council.
In this respect, it could be said that
if these three situations were compared
and contrasted, one could conclude that
the Security Council might act at times with
a policy of double standards depending on
the situation. In other words, if the Sudan
and Libya case share similarities with the
Syrian case in that the ICC did not have
jurisdiction either over any of these three
territories without a Security Council
referral and, in that they have all been
recommended to be referred to the ICC by
the UN independent commission inquiry,
why two of them have been referred but not
the Syrian case?
In conclusion, considering what has
been previously stated, it could be asserted
that, for the time being, the ICC has no
jurisdiction over the situation in Syria,
understood as jurisdiction to prosecute
those individuals accountable for having
committed international crimes, either
crimes against humanity or war crimes.
In the case of Syria, the Court
would have jurisdiction only if Syria was a
State Party to the Rome Statute or if the
Security Council referred the situation of
Syria to the ICC by passing a Security
Council Resolution under Chapter VII of the
UN Charter or, ultimately, if Syria accepted
the jurisdiction of the Court.
So far, Syria is neither a State Party
to the Rome Statute nor has Syria
accepted the jurisdiction of the Court or
gives the impression that it will. Besides,
the blockade of Russia and China in the
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Security Council towards passing a
resolution, which would allow the Court to
tackle impunity for international crimes
committed in Syria, invites to think that
Syria will not be referred to the ICC in the
near future.
Regardless of the attempts of the
international community to end impunity
over international crimes and, taking into
account the great role that the International
Criminal Court has played so far in this
regard, there are still certain situations,
such as the one in Syria, in which the ICC
will need the SC in order to be able to
prosecute.
In this respect, some could argue
that this reality could constitute a risk for
the implementation of Human Rights Law if
the Security Council continues to have the
last word in determining whether or not the
ICC has jurisdiction over crimes committed
in a State non-party to the Rome Statute
which has not accepted the jurisdiction of
the Court.
Considering the objections of
Russia and China in passing a SC referral,
it also seems to be that still the sovereignty
of states plays a very important role in the
advancement of application and
implementation of international human
rights. This idea could be supported by
Jack Donnelly’s piece of work, in which he
emphasized the persistence of State
sovereignty as a barrier to human rights
advance.
This relation between the SC and
the ICC shows that, at times, attempts to
tackle impunity over international crimes,
and therefore, to implement human rights
law still depends upon politics. In this
respect, Michael Freeman’s words should
be highlighted as he pointed out that
“International Human Rights Law is made
by a political process and this is why
political campaigns play an important role
in human rights implementation”.
For the time being and by the look
of things, the SC is not willing to play an
important role in terms of implementation of
human rights in Syria. Alternatively, it
seems to be that the only option that could
remain available for the Court to tackle
impunity in Syria would be if a new Syrian
regime signed and ratified the Rome
Statute accepting automatically the
jurisdiction of the Court.
Esther Heredia Carrillo es Licenciada
en Publicidad y Relaciones Públicas y Máster
en Relaciones Internacionales.
*Click here to read the article with references: https://dl.dropboxusercontent.com/u/32765031/International%20criminal%20law%20in%20Syria%20-%20Esther%20Herdia%20Carrillo.pdf
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La noche más oscura
por Guillermo Díaz Gómez
@GuillermoLugosi
Es la primera ocasión en que en este espacio vamos a citar un producto cinematográfico mediocre, aunque interesante. Se trata del segundo trabajo de gran éxito de la directora Kathryn Bigelow: La noche más oscura (2012). En él se nos narra cómo se localizó y dio muerte a Osama bin Laden. Una película con un ritmo aceptable, aunque ausente de tensión si el espectador busca acción, y con cierto trabajo documental, pero muy imperfecto si lo que queremos es información. El guion de Mark Boal navega entre estos dos géneros sin lograr destacar en ninguno, aunque es sobresaliente el desarrollo visual y táctico del asalto al escondite del terrorista más famoso de la historia. Es una auténtica pena que pretendan hacer creer a un público inteligente que localizaron a Osama por una corazonada femenina y no por una década de interrogatorios, torturas y estudio.
La cuestión es que este título me hizo repasar el 11 de septiembre fatídico y las reacciones que se produjeron. El diario El País tuvo una portada de lo más reveladora “El mundo en vilo a la espera de las represalias de Bush”, rezaba el gran titular, el primero tras el asesinato de 3.000 personas. El inconsciente asaltó al rotativo adalid de la socialdemocracia. Este es un ejemplo perfecto de lo que a continuación quiero exponer.
¿Qué pensamiento hay tras el miedo a la reacción de los masacrados obviando la magnitud de la masacre? ¿Es el odio al yanqui, ancestral en la izquierda mundial? ¿Qué lleva a preferir a Venezuela o enviar apoyos al dictador Castro, mientras se niega la calidad democrática de los Estados Unidos? Es más ¿qué hace que surjan alianzas entre las comunistas Cuba o Bolivia y el integrismo islámico de Irán? ¿Por qué leímos burlas y deseos de muerte por el accidente de Cristina
Cifuentes y en cambio los mismos elevaron cantos al transmutado en pajarico, Comandante Chaves? ¿Cuál es la raíz de estas alianzas contra natura? La respuesta: odio.
Todos los males tienen un origen. En el caso que nos ocupa, la epidemia de idiotez que asola a diversos estratos sociales puede no tener una cepa primaria única, pero desde luego sí hemos localizado una importantísima: mayo de 1968. El lema “haz el amor y no la guerra” como dice el maestro Boadella, “es muy probable que fuera invención de un avispado traficante, pero funcionó como excusa para atiborrarse de marihuana y situar la escasa mente de sus adeptos en la aburrida marginación de un supuesto nirvana”. Cambiar a Aristóteles, Velázquez y Quevedo por Wilhelm Reich, Jean-Jacques Lebel y Ginsberg iba a tener consecuencias desastrosas para la inteligencia en el mundo occidental. Cambiar el ir a clase por asambleas, el esfuerzo en el arte por la creatividad espontánea, la estructura y documentación en la escritura por la poesía beat, no podía traer nada bueno. Como fenómeno contracultural complementario hubiera resultado aceptable, como sustituto total, demoledor. Todo contra el esfuerzo. El tipo con maletín machacado de trabajar y el empollón de la clase serán durante décadas personajes de los que reírse. La chica que, hace poco en Málaga, con unas tijeras se cortaba vello púbico y lo arrojaba sobre un folio en blanco y luego daba de comer plátano a los asistentes a la performance, una transgresora contracultural subvencionada. Y así nos va.
A aquel mes sesentero acudieron muchos de nuestros mandatarios actuales, fue allí donde corrieron delante de los grises y hacían grandes alardes democráticos votando a mano alzada si cantaba primero Raimon o Lluis Llach. Fue allí donde comenzó mucho de lo que nos azota hoy. Luchaban contra el Régimen cantando L´estaca escondidos en un sótano. El Caudillo no intuía el peligro.
Una generación de personas que no se han formado más allá del “la
Film
ote
ca
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imaginación al poder” o “prohibido prohibir”, es normal que hayan llevado hoy a las escuelas el buenrrollismo y el “sé tú mismo”, “no oprimas a los chavales” y “su hijo suspende todo pero es muy inteligente, podría sacar todo sobresaliente”, frase que devuelve a los padres encantados a casa porque ya pueden contar a los vecinos que su retoño es superdotado.
Estos edulcorados aprendices formados en aquel periodo, en su ingenuidad y pereza intelectual han inventado cosas como la Alianza de Civilizaciones y el Estatuto de Cataluña. Porque para el ignorante no hay límites. No hay problemas irresolubles, no intuyen que algo necesite tiempo, estudio y esfuerzo. Al no formarse, no haber leído desde la niñez, tienen en su mente el paradigma fantástico de los últimos relatos, los de la infancia. Creen que la solución se centra en la fantasía y querer. Se puede llegar al cielo plantando habichuelas, no es necesario desarrollar tecnología de motores y aerodinámica. Todo es la intención y voluntad. Y, evidentemente, el que esté contra esto: encarna al mal.
Esta es la raíz del odio que mencionaba al principio. Desde muchos sectores se llamó asesinato imperialista a la muerte de Bin Laden, esos mismos sectores que en su fuero interno pensaban que los EEUU “se lo merecían”, los del “algo habrán hecho” o “va en el sueldo” cuando ETA volaba en pedazos a militares y guardias civiles en los 80 y 90. Los mismos que creen toda solución puede ejecutarse en 140 caracteres.
La ignorancia acerca la política a los sentimientos y la aleja de la razón. Es cuestión de colores no de ideas. Sólo se es del Madrid o del Barcelona. De izquierda o derecha. Un mundo simple y bipolar. Manejable para quienes no dan para más. Asociados en grupos de peores garantizan su pervivencia por mayoría. Haga una prueba y consulte la experiencia y formación de nuestros altos cargos públicos. Y la cosa no va a mejorar, los políticos de mañana hoy están con las que serán sus últimas lecciones de vida y en
consecuencia creerán que la solución a los desafíos del futuro estará en Hogwarts.
Cabría pensar que desde otras opciones diferentes a la izquierda se respondiera con estudio y esfuerzo, con dedicación y formación. Pero lo que comenzó con un hueso en el caldo, se convirtió en epidemia. No hacía falta saber para vivir bien. Si una izquierda analfabeta disfruta regada con Vega Sicilia, cogen el mismo atajo.
En esta idiocracia navegan perfectamente defensores del delirio. Por este odio al adversario se entiende perfectamente que sea precisamente la izquierda la que abogue por el independentismo en Cataluña. Recuerde que antes de Mas, estaban Maragall, Montilla, Rovira y ZP. Representantes de una tendencia basada en la idea de que todos somos iguales ¿por qué apoyan y alimentan todos los separatismos y nacionalismos basados en un hecho diferencial desigualitario? ¿Por qué la socialdemocracia quiere ahora un sistema federal asimétrico, cuyo adjetivo es la esencia de lo que no es igual? No apoyan un sí a los catalanes y a un privilegio, están apoyando un no a los españoles de fuera y de dentro. Si la izquierda es la idea de que todos han de contribuir al Estado con sus ingresos para poder defender a los más desfavorecidos y se pasan la vida pidiendo impuestos y un gran sistema público ¿por qué quieren restar contribuyentes y dejar en la estacada a aquellas regiones españolas más dependientes de las zonas más ricas? Por este odio, consecuencia de aquella ignorancia. Si la derecha rancia y tardofranquista quiere una España unida; España antes rota que roja.
Guillermo Díaz Gómez es Abogado,
escritor y crítico de cine.