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3 Escuela de Sociología Facultad de Ciencias Sociales Universidad Central AUTORIDADES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD CENTRAL DE CHILE DECANA DRA. MARÍA TERESA DEL RÍO DIRECTOR ESCUELA DE SOCIOLOGÍA DR. © LUIS GAJARDO IBÁÑEZ CUERPO DOCENTE PLAN ESPECÍFICO DE SOCIOLOGÍA MG. OMAR AGUILAR NOVOA (SOCIÓLOGO) JUAN MIGUEL CHÁVEZ ALBARRÁN (SOCIÓLOGO) DRA. © JUANA CROUCHET GONZÁLEZ (LICENCIADA EN HISTORIA) MG. ERNESTO ESPÍNDOLA ADVIS (SOCIOLOGO) ARTURO GONZÁLEZ ALVARADO (LICENCIADO EN SOCIOLOGÍA) MG. RODRIGO GREZ TOSO (FILÓSOFO) MG. RODRIGO LARRAÍN CONTADOR (SOCIÓLOGO) MG. Dr. © MARCELO RAMÍREZ VALENZUELA (CIENTISTA POLÍTICO) MG. LEONEL TAPIA CONTADOR (ECONOMISTA) MG. OSVALDO TORRES GUTIÉRREZ (ANTROPÓLOGO) MG. DR. © EMILIO TORRES ROJAS (SOCIÓLOGO) REVISTA CENTRAL DE SOCIOLOGÍA ISSN Nº 0718 - 4379 REVISTA DE LA ESCUELA DE SOCIOLOGÍA. FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES AÑO 5, 2010. Nº 5 EDITORES DE LA REVISTA CENTRAL SOCIOLOGÍA RODRIGO LARRAÍN CONTADOR EMILIO TORRES ROJAS COMITÉ EDITORIAL NÉLIDA CERVONE, Universidad de Buenos Aires ISMAEL CRESPO MARTÍNEZ, Universidad de Murcia, España. MIGUEL CHÁVEZ ALBARRÁN, Universidad de La Frontera, Chile PATRICIO DE LA PUENTE LAFOY, Corporación de Desarrollo de las Ciencias Sociales, Chile LUIS GAJARDO IBÁÑEZ, Universidad Central de Chile RODRIGO LARRAÍN CONTADOR, Universidad Central de Chile LIS PÉREZ, Universidad de la República, Uruguay EMILIO TORRES ROJAS, Universidad Central de Chile CORRESPONDENCIA SAN IGNACIO 414, TORRE A, 2° PISO SANTIAGO – CHILE TELÉFONO (56) 2-582 6513 FAX (56) 2-582 6508 E-MAIL: [email protected] EDITA: FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DISEÑO: entremedios IMPRESIÓN: Salesianos Impresores

REVISTA CENTRAL DE SOCIOLOGÍA · El texto que nos presenta Carlos ... en la abundante bibliografía de la sociología de la educación, de la sociología de 3. Escuela de Sociología

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3Escuela de Sociología Facultad de Ciencias Sociales Universidad Central

AUTORIDADES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD CENTRAL DE CHILE

DECANADRA. MARÍA TERESA DEL RÍO

DIRECTOR ESCUELA DE SOCIOLOGÍADR. © LUIS GAJARDO IBÁÑEZ

CUERPO DOCENTE PLAN ESPECÍFICO DE SOCIOLOGÍAMG. OMAR AGUILAR NOVOA(SOCIÓLOGO)

JUAN MIGUEL CHÁVEZ ALBARRÁN(SOCIÓLOGO)

DRA. © JUANA CROUCHET GONZÁLEZ(LICENCIADA EN HISTORIA)

MG. ERNESTO ESPÍNDOLA ADVIS(SOCIOLOGO)

ARTURO GONZÁLEZ ALVARADO(LICENCIADO EN SOCIOLOGÍA)

MG. RODRIGO GREZ TOSO(FILÓSOFO)

MG. RODRIGO LARRAÍN CONTADOR(SOCIÓLOGO)

MG. Dr. © MARCELO RAMÍREZ VALENZUELA(CIENTISTA POLÍTICO)

MG. LEONEL TAPIA CONTADOR(ECONOMISTA)

MG. OSVALDO TORRES GUTIÉRREZ(ANTROPÓLOGO)

MG. DR. © EMILIO TORRES ROJAS(SOCIÓLOGO)

REVISTA CENTRAL DE SOCIOLOGÍAISSN Nº 0718 - 4379REVISTA DE LA ESCUELA DE SOCIOLOGÍA. FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALESAÑO 5, 2010. Nº 5

EDITORES DE LA REVISTACENTRAL SOCIOLOGÍARODRIGO LARRAÍN CONTADOR

EMILIO TORRES ROJAS

COMITÉ EDITORIALNÉLIDA CERVONE,Universidad de Buenos Aires

ISMAEL CRESPO MARTÍNEZ, Universidad de Murcia, España.

MIGUEL CHÁVEZ ALBARRÁN,Universidad de La Frontera, Chile

PATRICIO DE LA PUENTE LAFOY,Corporación de Desarrollo de las Ciencias Sociales, Chile

LUIS GAJARDO IBÁÑEZ,Universidad Central de Chile

RODRIGO LARRAÍN CONTADOR,Universidad Central de Chile

LIS PÉREZ,Universidad de la República, Uruguay

EMILIO TORRES ROJAS,Universidad Central de Chile

CORRESPONDENCIASAN IGNACIO 414, TORRE A, 2° PISOSANTIAGO – CHILE

TELÉFONO (56) 2-582 6513FAX (56) 2-582 6508

E-MAIL: [email protected]

EDITA: FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

DISEÑO: entremedios

IMPRESIÓN: Salesianos Impresores

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5Escuela de Sociología Facultad de Ciencias Sociales Universidad Central

SUMARIO

Presentación 7

DEBATES CONCEPTUALES EN LA SOCIOLOGÍALa juventud en su perspectiva sociológica. Procesos, transiciones y trayectorias 13

Juan Jesús Morales Martín

Republicanismo, democracia y derecho:¿Más allá del liberalismo? 33Camilo Sémbler R.

DESIGUALDAD, DESARROLLO Y CONSUMORevisitando tendencias en la distribución global del ingreso. ¿Hay alguna relación entre la inequidad entre las naciones y el orden político mundial?

47

José Luis Valenzuela

Una breve historia sobre las teorías del desarrollo 71Ignasi Brunet y Andrés Pazzi

Las organizaciones y su relación con los individuos derivado de la responsabilidad social de la empresa con su entorno 91

Carlos Livacic Rojas

La problemática del consumo: Una historia reciente en las ciencias sociales chilenas 101

Dante Castillo Canales

ARTE, SOCIEDAD Y ECONOMÍADel reconocimiento individual a la colaboración. Posicionando la idea de co-creación 123

Isabel Quintero Pérez

De arte y de empresarios (o de cómo entra la lógica empresarial en la producción cultural): un estudio antropológico sobre la Sexta Bienal de Artes Visuales del Mercosur

137

Fernanda Fontecilla Cepeda

Política editorial y normas de publicación 157

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7Escuela de Sociología Facultad de Ciencias Sociales Universidad Central

PRESENTACIÓN

Con singular satisfacción la Escuela de Sociología de la Universidad Central entrega el núme-ro cinco de la Revista Central de Sociología a la comunidad preocupada de refl exionar críti-camente sobre los temas y problemas que afectan a la compleja sociedad contemporánea.

Nuestra satisfacción es doble. Por un lado, advertimos que los objetivos de divulgación del trabajo académico planteados

hace ya más de cinco años se han cumplido plenamente, pero surgen de inmediato para los próxi-mos años metas más ambiciosas y de mayor alcance. En este sentido, el desafío de mayor impor-tancia es continuar cumpliendo con todos los requisitos que se exigen a una publicación de calidad, de tal modo que en forma natural la revista continúe adquiriendo reconocimiento y en el corto plazo forme parte de los circuitos de prestigio internacional. Por otro lado, el presente número sorprende a la Escuela desarrollando procesos de gran trascendencia para su futuro. En efecto, durante el año 2010 se ha consolidado un cuerpo académico de trayectoria y se dio inicio al proceso de Autoevalua-ción de la Escuela de Sociología con el propósito de obtener su acreditación el año 2011 y de este modo dar fe pública de nuestra preocupación por la calidad, el mejoramiento continuo y la seriedad del proyecto educativo que impulsamos y del cual la revista es parte fundamental.

En la primera sección de la revista denominada Debates Conceptuales en Sociología, Juan Jesús Morales presenta una refl exión amplia sobre la juventud y en particular sobre la española en el marco de los grandes cambios societarios, donde se defi ende la idea que esta categoría social ha perdido la centralidad alcanzada en la primera modernidad en la construcción de itinerarios biográ-fi cos imponiéndose actualmente formas indefi nidas de construcción de la identidad personal. En la misma sección Camilo Semler, desde una crítica al supuesto carácter rupturista del republicanismo contemporáneo plantea, por el contrario, la presencia de un continuismo con el liberalismo a través de la sujeción de la contingencia política democrática a un orden jurídico, lo cual obligaría a repensar las condiciones que fundamentan la democracia republicana.

La sección Desigualdad, Desarrollo y Consumo, se encuentra representada por cuatro va-riados artículos. En el primero de ellos José Luis Valenzuela, propone un riguroso trabajo sobre la base de datos a nivel internacional de las tablas Penn, que permite un análisis comparativo de la distribución del ingreso para el período 1970-2003, contradiciendo la “hipótesis de la convergencia” y pone en evidencia claras tendencias hacia la inequidad entre países que es posible relacionar con acontecimientos relevantes de la política mundial.

El segundo aporte, de Ignasi Brunet y Andrés Pazzi, expone una panorámica sobre las teorías del desarrollo vinculadas con diversas políticas regionales que ponen énfasis ya sea en los “polos de crecimiento” o en la perspectiva territorial y la importancia que durante las últimas décadas ha alcanzado el discurso del desarrollo endógeno, tanto en países centrales como en contextos perifé-ricos como el latinoamericano.

El texto que nos presenta Carlos Livacic trata sobre un tema de gran actualidad, el rol que le cabe a la empresa en el lugar en donde se encuentra implantada. El autor expone las vicisitudes de esta relación en un contexto de mayores derechos, en que la individualización ha reemplazado a los actores colectivos, en una sociedad globalizada y en la que la responsabilidad social empresarial es una variable a considerar.

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Escuela de Sociología Facultad de Ciencias Sociales Universidad Central 8

Por su parte, Dante Castillo traza una historia del consumo y sus efectos en el tratamiento que al tema, y al consumismo, le han dado las ciencias sociales. A propósito de las agudas refl exiones de Tomás Moulián (Chile actual: Anatomía de un mito), examina cómo la realidad del consumo transformó la sociedad e, imperceptiblemente desatanizo el concepto, al punto de que hoy se hace necesario sociologizar este hecho, Castillo muestra algunas pistas para hacerlo.

En la sección Arte, Sociedad y Economía, Isabel Quintero también se hace cargo de un de-safío para nuestra ciencia, la construcción de lo colectivo desde un perspectiva del individualismo metodológico, pone la capacidad individual, dentro de una matriz cultural, con el fi n de superar la escisión que implicó el así llamado cambio de paradigma social –un poco a contrapelo de Habermas o Beck– aprovechando las tecnologías de la información y la comunicación. Quintero es una colega colombiana que aborda el concepto que en nuestro medio denominamos sociocreatividad.

La cientista política Fernanda Fontecilla nos presenta un estudio antropológico referido a la transformación que en Brasil se ha producido luego de la dictación de la Ley de Incentivo a la Cul-tura, muestra cómo el espacio artístico se ha empresarializado y cómo, a su vez, las tecnologías y lógicas de gestión inciden incluso sobre los criterios estéticos y la producción de arte. Puesto que este es un fenómeno común a América Latina, es posible extraer del texto inferencias válidas para nuestro continente.

Estimados lectores, esperamos que este número de la Revista Central de Sociología constitu-ya un aporte a la permanente tarea colectiva de construir y reconstruir las ciencias sociales en Chile y América Latina con una perspectiva crítica y humanista.

Comité Editorial RCS

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Debates Conceptuales en la Sociología

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13Escuela de Sociología Facultad de Ciencias Sociales Universidad Central

Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010pp. 13 – 32

“Lajuventudensuperspectivasociológica.Procesos, transiciones y trayectorias”1

JUAN JESÚS MORALES MARTÍN2

ResumenEl presente artículo está planteado como una refl exión general sobre la juventud. Si bien alude preferentemente a la sociedad española como realidad concreta. La hipóte-sis de partida se sitúa en las difi cultades que encontramos para delimitar y caracterizar al concepto sociológico “juventud”. Algo que nos indica los cambios societarios en los que estamos inmersos. En este sentido, la perspectiva que manejamos es que la ju-ventud ha perdido actualmente la centralidad que tuvo durante la primera modernidad a la hora de construir y diseñar los itinerarios biográfi cos. Este hecho nos emplaza, sin duda, a considerar las condiciones sociales que han de tener los jóvenes para ser adul-tos hoy. De esta manera, el panorama que se dibuja es el de una realidad social en el que tanto la edad juvenil como la edad adulta quedan caracterizadas por la indefi nición y por una constante construcción de la identidad personal.

PALABRAS CLAVE: JUVENTUD, TRANSICIÓN, TRAYECTORIA, IDENTIDAD, ESPAÑA

AbstractThis article is presented as a general refl ection on youth. While preferably refers to the Spanish society as a concrete reality. The hypothesis is in the diffi culties we meet to identify and characterize the sociological concept “youth”. It tells us societal changes in which we are immersed. In this sense, the perspective is that we deal with youth has now lost the centrality it had during the fi rst modernity at the time of building and designing the biographical itineraries. This fact placed, no doubt, to consider the social conditions that the young people have to have to be adults today. In this way, the picture is drawn is that of a social reality in which both youth and adulthood are characterized by uncertainty and constant construction of personal identity.

KEY WORD: YOUTH, TRANSITION, CAREER , IDENTITY, SPAIN

1. Lineamientos de una propuesta. A modo de introducción

El propósito inicial al escribir el presente artículo es poder establecer un acercamiento a la sociedad contemporánea desde la perspectiva epistemológica y teórica que nos concede la refl exión sobre la categoría sociológica “juventud”. Partimos de que esta categoría sociológica,

tan importantísima en la modernidad al constituirse como una etapa biográfi ca dramática por la toma por su carácter transitorio. La hipótesis que sostenemos es que si encontramos difi cultades a la hora de marcar exactamente dónde termina la juventud y dónde se inicia la edad adulta es síntoma, desde luego, del cambio societario en el que estamos inmersos. Por tal motivo, la perspectiva que manejamos es que la juventud ha perdido su centralidad a la hora de construir y diseñar los itinerarios biográfi cos porque, precisamente, la vida adulta también queda caracterizada 1 Quiero dar las gracias a Álvaro Marín Bravo y a Alberto J. Ribes Leiva por sus atinadas observaciones críticas y por sus valiosas sugerencias. 2 Universidad Complutense de Madrid.

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

por su indefi nición y su constante recomenzar. Este hecho, de este modo, nos emplaza a considerar las condiciones sociales que han de tener los jóvenes para ser adultos hoy. En este sentido, este trabajo alude preferentemente a la sociedad española como realidad concreta, puesto que uno de los objetivos del mismo es dar a conocer al lector algunas problemáticas que se están produciendo en la situación social de los jóvenes españoles. Aunque también está planteado, sin embargo, como una refl exión general sobre la juventud. Con ello no quiero caer en una generalización estereotipada, sino más bien la pretensión es ofrecer herramientas e instrumentos teóricos que puedan ser útiles para refl exionar, en su caso, la realidad de la juventud en América Latina, sabiendo incluso de las variaciones signifi cativas que hay entre unos lugares y otros3.

Hasta ahora, en la abundante bibliografía de la sociología de la educación, de la sociología de la juventud e incluso de la sociología en general encontramos una obsesión por saber y demarcar dónde está el límite de la juventud (De Singly, 2005: 111). No hay un consenso sobe cuándo comienza y cuándo termina el tramo de la juventud. Hoy esas coordenadas quedan absolutamente desdibujadas, lo que nos permite hablar de “la disolución de los límites de la juventud” (Gil Calvo, 2005: 14). Así se puede apreciar en numerosos trabajos que operan con diferentes periodizaciones que conducen a la confusión4. Si bien no queremos caer en esa obcecación, ya que nuestra intención es utilizar la categoría sociológica de “juventud” como tipo ideal que nos sirva para abstraer algunos aspectos de una realidad, no en toda su pureza, pero sí con sugerentes lineamientos y tendencias generalizables. En este sentido, este trabajo se sitúa preferentemente en el campo de la teoría sociológica y de la sociología de la cultura, porque aborda la manera que tiene el sujeto actual de estar y vivir en una sociedad troquelada por la segunda crisis de la modernidad (Rodríguez Ibáñez, 1998: 85)5. Para ello, y centrados en este debate entorno a la juventud, tomamos la sugerencia de

3 Cada sociedad viene a manejar y a entender un signifi cado distinto de lo que entiende por jóvenes. Por tal motivo, una de las preguntas que sobrevuela a lo largo de este trabajo es la siguiente: ¿qué entiende la sociedad española como juventud? Pregunta que también me lleva a tratar sobre otros asuntos como: ¿qué entendemos hoy como ser jóvenes en España? Son interrogantes que, sin duda, se pueden trasladar a la realidad social latinoamericana. Ya que considero que lo más interesante para el lector es que pueda identifi car en su sociedad particular problemas similares en el trasfondo –cambio societario que se refl eja en las trayectorias juveniles, pero que quizás aparecen con otras formas u otros matices diferentes a los que yo puedo percibir en la realidad social española. 4 Sin embargo, durante los últimos años se viene manejando en la sociología española una periodización de la juventud que la sitúa entre los 15 y 34 años (Martín Serrano, 2001: 49). Ésta es, desde mi punto de vista, la que mejor se adecua a los intereses de este trabajo. Así, la juventud –como la etapa vital comprendida entre la infancia y la edad adulta-viene a superar a la duración de la edad infantil, lo que nos muestra que nos enfrentamos a unas condiciones sociales particulares que han propiciado esta mayor dilación de la vida juvenil. En este sentido, la idea de que existe una nueva etapa de transi-ción hacia la vida adulta ha sido elaborada, entre otros, por J. J. Arnett con algunos trabajos en los que defi ne este período biográfi co con la categoría de “la adultez emergente” (1997; 2000; 2002). Con esta categoría se quiere señalar cómo la transición entre la juventud y la adultez está marcada por el retraso en los cinco pasos clave para convertirse en adulto: fi nalizar los estudios, abandono del hogar familiar, independencia fi nanciera, matrimonio y tener hijos. 5 Es sintomático si realizamos una revisión bibliográfi ca de diversos textos sobre sociología de la juventud encontrar mismos patrones teóricos que apuntan directamente hacia la fragmentación de la sociedad actual y que tienen como cen-tralidad en sus discursos escenarios si, ya no completamente posmodernos, si teorías sociológicas que piensan desde la modernidad avanzada, la modernidad líquida o la sociedad del riesgo. La postura que aquí adoptamos maneja una línea a la par que algunas de estas teorías, si bien el interés por el enfoque o la perspectiva del sujeto –y de su acción social– nos permite considerar, por ejemplo, cómo en algunos comportamientos de los jóvenes se mezclan elementos de una primera modernidad con rasgos de lo que podemos llamar segunda modernidad o tardomodernidad. Esta última etiqueta encaja con un enfoque de identidades débiles, de des-diferenciación y de crisis de las instituciones sociales. Por supuesto que parte de la literatura posmoderna ve esto como una oportunidad y como una liberación de los individuos, aunque nuestras coincidencias tienen que ver más con la insistencia en el presente, en la desaparición y en la inestabilidad, dado nuestra lectura más bien crítica sobre la realidad social.

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15Escuela de Sociología Facultad de Ciencias Sociales Universidad Central

LA JUVENTUD EN SU PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA. PROCESOS, TRANSICIONES Y TRAYECTORIASpor JUAN JESÚS MORALES MARTÍN

N. García Canclini sobre cómo “los cambios de comportamientos de los jóvenes manifi esta una reorganización radical de lo que veníamos entendiendo por modernidad.

Las nuevas generaciones muestran, exacerbadas, las tendencias de las sociedades actuales: aumento de la información y de las interacciones con baja integración social, aceleración de los cambios con empobrecimiento de las perspectivas históricas respecto del pasado y el futuro, combinación contradictoria de recursos formales e informales para satisfacer necesidades y deseos a escala individual o grupal” (2008: 10).

Más allá de esta afi rmación, lo que encontramos es un interés por la juventud como expresión de la nueva sociedad. Un interés entendido como una apertura teórica y que nos conduce hacia una necesitada revisión y redefi nición de lo que entendemos por modernidad. Si encontramos a la juventud en un tiempo de transición es porque la sociedad actual también está en un constante estado de transición. Uno de los aspectos más interesantes a los que accede este trabajo es, por tanto, a comprobar desde la posibilidad que nos concede la juventud el cambiante peso que están teniendo los valores y los ideales modernos en su confi guración. No se trata de reconstruir la historia del fenómeno, la evolución del objeto, sino de habilitar un espacio, el hiato, en el que tengamos cabida y que permita asomarse a las diversas fuerzas implicadas en el proceso de construcción del sentido de ser joven (Casado, 2001: 167). Ya que una de las tareas fundamentales de la sociología es ocuparse de esas tensiones y relaciones con otros objetos que confl uyen en la juventud, como categoría singularizada, y que nos hablan de la política (participación política), del trabajo (mercado laboral), de la familia (relaciones de parentesco), del ocio y consumo (estilos musicales, hábitos de lectura, afi ciones, etc.), de la identidad (sexualidad, tribus urbanas, inmigración), etc.

2. Sobre la imprecisión de la categoría sociológica “juventud”Los fundamentos del mundo moderno se vienen abajo en la sociedad tardo-moderna. Y ese

declive tiene su culminación en toda una sociología que cuestiona los presupuestos clásicos y los revisa a la luz de las nuevas representaciones sociales. En este sentido, una aparentemente simple categoría sociológica, como “juventud”, da al traste con todo un modo de pensar el mundo contemporáneo. Uno de los aspectos más notables que advertimos es que en la actualidad no se puede realizar una lectura lineal de la misma (López Blasco, 2006: 265). Esto supone que más que hablar de un grupo de edad o de una generación, se comienza a hablar teóricamente de trayectorias y de itinerarios hacia la vida adulta. De esta manera, la juventud no aparece como un proceso de cambio o transformación, sino más bien aparece como una etapa laberíntica en su conjunto. Ello hace que nos interese tener en cuenta las relaciones sociales que ese proceso pone en marcha, siempre sujetas a la revisión (dada la debilidad y fragilidad de los lazos sociales). La categoría sociológica “juventud” está difuminada en la medida en que el pasaje de la edad joven a la adulta sufre un proceso de des-institucionalización -dada la crisis que están sufriendo las instituciones sociales que conformaron la vida social moderna (religión, trabajo, política, familia, etc.)-. Lo que lleva al observador o al investigador social a redefi nir las fronteras de esa visión fragmentada del mundo y a buscar el signifi cado que hoy adquiere la vivencia de lo juvenil (Cavia, 2006: 103)6.Si estamos ante una nueva juventud, también estamos ante una nueva sociedad en donde, por

6 Evidentemente una de las ideas más importantes que ha rodeado la escritura de este texto es la de sensación que tienen los jóvenes de estar viviendo en “permanente crisis” (Hernández, 2007: 177). Se puede poner la crisis económica que nos llega de los medios de comunicación, crisis del mercado de trabajo, crisis de las relaciones de pareja. Poner algo de Medina sobre la crisis.

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

ejemplo, el matrimonio o la inserción laboral ya no son rituales de paso tan importantes como lo fueron en la primera modernidad, simplemente porque en la segunda modernidad pierden su valor “como indicador irrefutable de la entrada en la edad adulta” (De Singly, 2005: 111)7.

Esta ruptura de la linealidad de las biografías se evidencia en que, por ejemplo, la inserción laboral no signifi ca plenamente la llegada a la edad adulta, ya que en muchas ocasiones no trae consigo la deseada emancipación del hogar familiar, al igual que los jóvenes ya no esperan para acceder al matrimonio en busca de recompensas sexuales. En este sentido, cada vez es más frecuente encontrar trabajos sociológicos que nos hablan de la pérdida de centralidad que tienen para los jóvenes el trabajo, el estudio y el matrimonio a la hora de elaborar sus estrategias de vida (García Canclini, 2008; Gil Calvo, 2009). La mayoría de los puntos de referencia constantes y sólidamente establecidos en la primera modernidad exigían un entorno social más duradero, seguro y digno de confi anza que hoy las condiciones estructurales y sociales, en cambio, no ofrecen (Bauman, 2003: 58). De esta manera, adquieren un mayor protagonismo para los jóvenes nuevos referentes en sus vidas como la conectividad o la socialidad –las novedosas redes sociales de Internet–, y el consumo de ocio, de tendencias, de moda, de cultura, etc. Son referencias sociales y simbólicas que les permiten, sin embargo, una mayor fl exibilidad de organización y de construcción en sus itinerarios biográfi cos (García Canclini, 2008: 3). La consecuencia recíproca de estas tendencias es que se está produciendo una situación convergente entre un adelantamiento de la adolescencia y una prolongación de la juventud. A la vez que la etapa adulta, como veremos más adelante, acaso queda también caracterizada por su indeterminación.

Los jóvenes adelantan comportamientos que antes se daban en la edad adulta: relaciones sexuales, consumo de alcohol, drogas y tabaco, la libertad de decisión sobre el uso del tiempo libre, y otro tipo de conductas, consideradas hasta hace poco, patrimonio de los adultos (Serapio, 2006: 13). Este adelantamiento viene potenciado por una sociedad donde las nuevas tecnologías, los medios de comunicación y la publicidad, entre otros factores, favorecen a los miembros de la adolescencia temprana el acceso a terrenos simbólicos propios de la adultez en épocas anteriores. Esto hace que la juventud ya no sea un viaje hacia la edad adulta. Sino que se está en ella de muchas formas (Serapio, 2006: 13). De este modo, encontramos un contexto heterogéneo con multitud de trayectorias y de numerosas situaciones intermedias que destacan por situar a la juventud y a la identidad de las y los jóvenes en un estado en permanente construcción social y cultural, nunca defi nidas entonces por ser estáticas o inamovibles (Revilla, 2001: 119). Incluso la experiencia de la juventud, como decíamos, se prolonga en el tiempo hasta abarcar tiempos propios de la edad adulta (Serapio, 2006: 20). Lo que genera un continuo “aplazamiento de la salida de la juventud” (De Singly, 2005: 117). Hecho que denomina E. Gil Calvo como “el envejecimiento de la juventud” (Gil Calvo, 2005). En fi n, no sólo asistimos a la disolución de sus límites, en cuanto a su inicio y a su tiempo de término, sino que también en cuanto a su sentido y a su disfrute. La juventud ya no es un relato recto, sino más bien es una narración difusa e inconclusa en la que los jóvenes van añadiendo nuevos signifi cados y signifi cante.

7 Que los rituales de paso pierdan su importancia no signifi ca que no haya requisitos –como decíamos arriba-para ser adultos. Podemos señalar entre estos condicionamientos a la solvencia e independencia económica, a la administración de recursos disponibles, a la autonomía personal (capacidad de decisión) y a la construcción de un hogar propio (Agulló, 2003: 8). Apreciamos, por tanto, que los requisitos estructurales, sociales y simbólicos para ser adultos hoy son fundamentalmente materiales. La importancia del ser adultos hoy no es tanto en quién eres, sino en qué tienes. La lectura que podemos hacer de ello es que la satisfacción completa de los requisitos materiales no asegura la plena madurez “personal”. Creo que, más que nada, muchas de las actitudes y comportamientos que tenemos ante la realidad social de hoy son maneras de ajustar-nos y reproducir la estructura social, matizada, como sabemos, por la economía capitalista que la envuelve.

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LA JUVENTUD EN SU PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA. PROCESOS, TRANSICIONES Y TRAYECTORIASpor JUAN JESÚS MORALES MARTÍN

3. Expectativas de transición a la vida adulta. La realidad social española

Un elemento habitual de la sociedad tardomoderna o de la segunda modernidad es la sensación permanente de vivir una vida en transición. Una idea y buen ejemplo de esto lo podemos encontrar en las actitudes, en los comportamientos y en las decisiones de los jóvenes cuando observan, perciben y atribuyen para sí la situación social que les rodea.

Algunas de las respuestas más comunes de la juventud ante esta “incontrolabilidad” social están siendo la desmotivación, la desconfi anza, la desesperanza y, sobre todo, un comportamiento individualizado que queda representado bajo el lema de ir viviendo el día a día; disfrutando y gozando del presente eterno siempre que sea posible8. Esto nos conduce a un contexto social en el que las expectativas de transición para la juventud están en crisis. Los jóvenes sienten que ya no pueden controlar sus destinos biográfi cos. Ya no es nada seguro ni prometedor el origen familiar o de clase en la composición de su carrera profesional, más si tenemos en cuenta que el Estado tampoco puede controlar a la economía de mercado. La familia –a excepción sobre todo de las clases altas-ha perdido su capacidad de “enclasar” a los jóvenes y de insertarlos laboralmente9. Esto se debe, principalmente, a que los propios adultos ni estaban preparados ni esperaban – cognitivamente-los ajustes (exigencia de formación continúa) y la fl exibilidad creciente del mercado laboral bajo un contexto de economía global. Los adultos han sido conformados y educados según los criterios de la moderna sociedad industrial. Por tal motivo, los progenitores no pueden insertar a los jóvenes porque, en primer lugar, ellos también están padeciendo las consecuencias del cambio de patrón del mercado de trabajo y, en segundo lugar, no tienen el capital social sufi ciente. Su posición es débil en cuanto a las redes sociales y también es débil en cuanto a su propia formación.

El resultado es que los padres y madres no pueden facilitar la inserción laboral de sus hijos e hijas porque están ubicados en otro segmento laboral o en otra parcela de trabajo. A lo que se le une el desinterés o desprecio que tienen los jóvenes hacia los trabajos manuales, que justamente son los que en gran medida poseen sus padres10.Esta disonancia entre generaciones, entre formación y mercado de trabajo, explica algunos fenómenos sociales crecientes en la sociedad española, como son, por ejemplo, la pérdida de valor del título académico, el cuál no se puede hacer efectivo tanto por el aumento de los titulados como por las redes sociales desfavorecidas que entrega una familia desclasada;11 el síndrome de retardo, que se explica por la temporalidad y la precarización del 8 “El futuro es tan incierto que es mejor vivir al día” fue la frase preferida por más de la mitad de los entrevistados, en la Encuesta Nacional de Juventud realizada en México en 2005” (García Canclini, 2008: 5). Según un sondeo de junio de 2009 de la empresa Metroscopia para el diario El País, el 54% de los españoles situados entre los 18 y 34 años afi rmaba que no tenía proyecto alguno por el que sentirse especialmente interesado o ilusionado (Barbería, 2009).9 No es un propósito de este trabajo tratar ampliamente las distintas trayectorias en función de las clases sociales. Cabe al menos señalar también que junto a la importancia de la clase social en el diseño de los itinerarios juveniles se unen otros condicionantes esenciales como por ejemplo el género o la etnia. Dichas diferencias no son menores porque afectan sobre el rumbo y el estado de las trayectorias. 10 No es posible entrar al detalle en el fondo de esta transformación, aunque en esencia remite a un viejo problema socio-lógico: el de las clases sociales. Evidentemente no todos los padres desempeñan o han desempeñado trabajos manuales o de servicios, como tampoco la estructura ocupacional es igual en todos los países. Aunque sin embargo, en España se empieza a vislumbrar esa tendencia de la que hablaba Z. Bauman y que tiene que ver con la pérdida de centralidad del valor trabajo dentro de la nueva generación de jóvenes: “el trabajo ha perdido la centralidad que le fue asignada en la ga-laxia de los valores dominantes de la era de la modernidad sólida y el capitalismo pesado. El “trabajo” ya no puede ofrecer un huso seguro en el cual enrollar y fi jar defi niciones del yo, identidades y proyectos de vida. Tampoco puede ser pensado como fundamento ético de la sociedad, ni como eje ético de la vida individual” (Bauman, 2006a: 149). 11 El informe anual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, “Panorama de la Educación”, que

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mercado de trabajo, y que retrasa la salida del hogar familiar hasta que no se encuentra un trabajo estable y bien pagado que lo permita; o, por ejemplo, el caso concreto que se está produciendo en España, donde muchos jóvenes ni estudian ni trabajan. Es lo que se empieza a llamar como “generación ni-ni” (Barbería: 2009). El fenómeno se explica a partir de la auto-percepción individual que realizan los jóvenes de la situación social que les rodea en cuanto a su destino profesional (y personal)12. Se preguntan qué les va a reforzar en su sacrifi cio o lucha por conseguir algo que les va a ser imposible alcanzar, caso de un trabajo realmente bien pagado que les posibilite tanto la independencia económica como la defi nitiva autonomía personal13.

En este punto entramos en un terreno común para toda la juventud: el deterioro y declive de las motivaciones extrínsecas. Aunque, sin embargo, nos vamos a detener en el caso concreto de la realidad social española donde los “estímulos sociales” que les llegan a los jóvenes no pueden ser más desafortunados. A continuación recojo varios ejemplos empíricos relacionados con la “generación ni-ni”, con la insatisfacción laboral de los jóvenes españoles y con sus trayectorias laborales y académicas sacudidas, sin duda, por las condiciones estructurales del mercado de trabajo. Para empezar, la cifra del fracaso escolar en España se sitúa en un 31%. Ese dato nos muestra un abandono escolar temprano, ya que tres de cada diez alumnos no acaba la educación obligatoria –Bachillerato, hasta los 16 años. Además en España la esperanza de vida escolar para un alumno de cinco años que accede a la educación obligatoria es de 17,2 años, cifra casi similar a la media de la OCDE (17,6 años) y de la UE (17,7 años). Esta cifra supera, sin embargo, a países como México (14,5 años) o Reino Unido (16,6 años), pero está lejos de otros como Suecia (19,8)

este año analiza el curso 2008, sitúa en un 40% el porcentaje de jóvenes españoles que poseen un título universitario y que cuentan con un trabajo inferior a su formación (Fuente OCDE). Lo que encontramos en España es un país con una alta sobrecualifi cación. Es una sociedad conformada por por jóvenes que están ocupando unos puestos de trabajo que no son para ellos, sino que están pensados para gente formada en títulos medios. Pero España, por sus problemas de es-tructura ocupacional, no cuenta con este tipo de titulados. Estos fallos estructurales, a los que sumamos otros factores que actúan de forma recíproca, terminan por infl uir en la estrategia emancipatoria que cada joven tiene que escribir de manera biográfi ca. A ello se une, entre esos factores que decíamos, por un lado, la frustración personal de los padres de no poder haber estudiado una carrera y que transfi eren a sus hijos en forma de presión si a la larga no ven consumados los deseos de ascenso o elevación social de sus progenitores. Además encontramos a un Estado de bienestar que ha fomentado durante decenios la educación universal y la proliferación de muchos títulos universitarios, pero que no sabe gestionar –y aprovechar-toda esa demanda de ascenso de las clases sociales. A ello se une también, como anunciábamos más arriba, un mercado de trabajo, precario y fl exible, que embotella y no da salida a los nuevos titulados. Situaciones convergentes que terminan, en defi nitiva, por bloquear la emancipación juvenil (Gil Calvo, 2005: 13). 12 Asumo en este aspecto la “perspectiva del sujeto” para analizar y estudiar los problemas y preocupaciones que rodean a la juventud actual (Hernández, 2007: 179). El enfoque a seguir es cómo los jóvenes se ven a sí mismos, cómo ven a los demás y cómo ven la realidad social. Manejamos entonces las representaciones que los jóvenes crean del mundo en que viven a través de sus motivaciones internas y de cómo incorporan los mensajes de la sociedad que reciben. 13 Las y los jóvenes tienden a elaborar un auténtico cálculo racional sobre su futuro. Algunas de las preguntas que se hacen y que resumen esta postura ante la realidad social bien pueden ser las siguientes: ¿Para qué voy a trabajar por 600 euros en España o por 200.000 pesos en Chile al mes si mis padres me dan 200 euros o 100.000 pesos de paga? ¿Qué necesi-dad tengo de estar todo el día trabajando en algo que no me gusta, que está mal pagado y en el que no veo posibilidades reales de mejora? Incluso algunos fenómenos sociales de gran importancia en América Latina como la delincuencia juvenil se explican, en cierta medida, por este cálculo: ¿Para qué trabajar si gano más delinquiendo o robando? Basta imaginar cómo muchos jóvenes, pese a las oportunidades que tienen de iniciarse en el mercado laboral -como becarios u ocupando puestos de trabajo mal remunerados-, dada esta desmotivación, se permiten el lujo de rechazar estos empleos, ya sea por el apoyo familiar del que pasan a depender o, por el contrario, porque en la delincuencia encuentran un modo de vida con el que satisfacer fácilmente sus necesidades materiales de independencia económica. E incluso con el uso de la violencia consiguen recompensas simbólicas de estatus o reconocimiento social. Lo que encontramos, en fi n, es una tendencia en los jóvenes que nos revela su insatisfacción entre el tiempo dedicado a estudiar y a formarse, con los consiguientes sacrifi cios, y las pocas recompensas laborales y sociales a tales esfuerzos.

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o Finlandia (21,2)14. Si observamos estos datos, aunque la trayectoria académica se ajuste a la media europea queda lejos de los países más desarrollados, lo que nos indica también que muchos jóvenes inician la formación universitaria sin terminarla o, por el contrario, no acuden a la Universidad al realizar estudios de formación técnica o profesional. Aunque esta menor prolongación de la vida académica no quita para que casi un 35% de los jóvenes españoles entre los 18 y los 34 años considere que hay una brecha entre su nivel de preparación y el que se necesita en su actual empleo (Barbería, 2009). Una muestra más de los desajustes y desequilibrios que asolan al mercado laboral español, distinguido por la temporalidad y la precariedad, en el que se vienen reproduciendo desde hace años problemas estructurales de larga duración. Por no decir también que estamos ante un mercado de trabajo envejecido de una población envejecida, en el que no tienen sitio los jóvenes.

Muestra de ello, sin duda, es el brutal paro juvenil que lastra a la sociedad española. Si el paro global en España ya es dramático –con una tasa global superior al 20% y con más de 4 millones de cesantes-, el desempleo juvenil es desesperanzador. Los últimos datos del Eurostat, correspondientes a julio de 2010, sitúa en España la tasa de desempleo juvenil –de los 16 a los 29 años– en un 41,3%, duplicando la media europea y siendo, junto a Estonia, la más alta de toda Europa. Si desmenuzamos esta cifra encontramos algunos datos igualmente desoladores: la tasa de paro juvenil alcanza hasta el 33% en menores de 35 años, elevándose hasta un 40% en menores de 30 años. Estas cifras se traducen en más de 789.000 jóvenes, de ambos sexos, sin trabajo, de los cerca de 2 millones que están en edad de trabajar15. En este aspecto hay que eliminar la brecha que separaba los datos de paro en hombres y mujeres, ya que se han igualado durante los últimos años, no porque las mujeres hayan mejorado sus registros de trabajo, sino porque el aumento de los parados varones en España ha crecido de forma exponencial. A estas cifras hay que añadir otra más sobre la preocupante situación de la juventud española: según indicaba el sindicato UGT en una nota de prensa el pasado 11 de agosto de 2010, y en base a sus datos, las y los jóvenes cobran un 40% menos de media que los adultos en puestos similares16. En fi n, toda esta batería de datos da buena cuenta del alarmante panorama laboral de los jóvenes españoles. No extraña, por tanto, que un gran porcentaje de ellas y ellos estén en una auténtica situación precaria, incluso corriendo el peligro de exclusión social. La conclusión que podemos sacar es que los jóvenes en España se enfrentan hoy a un nivel de vida peor que el de sus padres, dibujándose ante ellos un futuro –si aún creen en él– bastante comprometido.

14 Fuente: OCDE.15 Fuente: Eurostat. La población juvenil española menor de 29 años en el año 2010 se sitúa tan solo en 6. 900.000 per-sonas, representando el 14,7% de la población total (46.951.000). Cifras que nos hablan de un decrecimiento vertiginoso de la población juvenil y del envejecimiento de la población española con las consecuencias adyacentes: mantenimiento del Estado de bienestar, pensiones, problemas en el mercado de trabajo, etc. (Fuente: Instituto Política Familiar). A pesar de los datos que manejamos, las frías estadísticas del Eurostat no nos dicen quiénes son los jóvenes en desempleo: ¿los licenciados, los doctores, los que tienen masteres? Sin embargo, en el informe antes citado de la OCDE hemos encontrado un dato revelador para estos intereses descriptivos: sólo un 6% de los jóvenes que tienen estudios universitarios están en paro (Fuente: OCDE). En este sentido, la correlación que podemos extraer es la siguiente: la tasa de desempleo disminuye según aumenta el nivel educativo.16 Fuente: UGT.

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4. Ante la ausencia de estímulos y recompensas. La desmotivación y la desconfi anza

Si los jóvenes vienen a desconfi ar del futuro, desapareciendo en su perspectiva, se debe, en cierta medida, a que no encuentran recompensas visibles porque “los premios prometidos ya no existen, pues tanto el empleo como el matrimonio se han hecho inseguros y precarios; y los esfuerzos requeridos ya no permiten alcanzar unos premios devaluados que se distribuyen aleatoriamente, sin proporción a los esfuerzos invertidos. Por lo tanto, como la emancipación juvenil está bloqueada y se aplaza indefi nidamente, ahora los responsables familiares ya no pueden reprimir más tiempo el consumo y la sexualidad de sus hijos, que alcanzan temprana gratifi cación sin relación alguna con el desarrollo de su carrera de méritos.” (Gil Calvo, 2005: 16). Los jóvenes no se pueden encontrar con los antiguos estímulos que ofrecía la modernidad para ser adulto -empleo, pareja, vivienda y descendencia-porque no están garantizados y porque ellos mismos no tienen la convicción sufi ciente como para creer que lograran esos “premios” (que obviamente son también responsabilidades sociales). Principalmente porque no hay ninguna institución social que los garantice (ni el Estado, ni la familia, ni el mercado de trabajo pueden hacerlo al estar todos en crisis). Perciben y sienten que por mucho que uno luche y se esfuerce, el fi nal de la carrera no aguarda un premio que asegure una llegada vitalicia. Su cuestionamiento apunta, sobre todo, a un mercado laboral que se convierte en el eje central para dibujar sus trayectorias (Casal, 1988: 101); pero que, paradójicamente, no requiere de la mano de obra juvenil para alcanzar sus objetivos normales en cuanto a su funcionamiento económico. Y, consecuentemente, los jóvenes no creen en un mercado de trabajo distinguido, como avanzábamos, por su fl exibilidad, fragilidad y precariedad (contratos temporales, contratos a pruebas, contratos por obras, como becarios, desempleo juvenil, etc.). Lo cierto es que muy pocos jóvenes entran en él con un contrato de trabajo indefi nido. La elevada precariedad irá reduciéndose con el paso del tiempo, aunque ello no quita para que esa insatisfacción sobre el empleo desempeñado les acompañe a lo largo de sus vidas. Sobre todo si pensamos que su toma de decisiones están hipotecadas por las condiciones laborales que les rodean.

De esta manera, y por todas estas circunstancias que actúan al mismo tiempo, distinguimos en los jóvenes una tendencia hacia actitudes y prácticas de “indefensión aprendida” en el momento en el que tienen que diseñar su itinerario biográfi co. La forma que tienen de apropiarse íntimamente de las motivaciones sociales externas les llevan a defi nir su situación social como incontrolable, entendida como falta de contingencia entre sus respuestas, sus decisiones y sus actos. Es muy compartida entre los jóvenes la creencia de su falta de control ante los acontecimientos. Porque así lo han interiorizado, así les han educado y así lo potencian diariamente los medios de comunicación. Todo está en estado crítico y ellos sienten que no pueden hacer nada para salir de la crisis. Ni es culpa suya ni tienen ganas de hacer algo. Ellos creen que no pueden hacer nada para cambiar la realidad. Por consiguiente, su respuesta es la de aceptar esa realidad de una forma conformista e incluso negativa. Las expectativas de incotrolabilidad dan paso, en numerosas ocasiones, a expectativas de desesperanza, “defi nidas como la expectativa de que algo negativo va a ocurrir unido a un sentimiento de indefensión respecto a la posibilidad de hacer algo por evitarlo.” (Soria, 2004: 477). Ello repercute, sin duda, en una juventud desmotivada y ciertamente desesperanzada por las promesas y recompensas que la sociedad le ha ofrecido y que insatisface e incumple continuamente (García Canclini, 2008: 7). Los jóvenes construyen sus biografías sin tener en cuenta esas recompensas –en ocasiones, como decíamos, porque nos las hay-, pero en cambio sí lo hacen

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caracterizando subjetivamente su futuro desde la generalización de la incontrolabilidad. Ello se debe, en efecto, a lo fuerte que ellas y ellos tienen presente la distinción, como expresa N. Luhmann, entre “las condiciones de posibilidad” y “las condiciones de realización”, de sus aspiraciones, de sus deseos o de sus proyectos (2005: 72). Así, acusan la creciente inseguridad social a la hora de defi nir su itinerario; lo que intensifi ca su falta de confi anza hacia unas condiciones sociales que sitúan como desfavorables.

La trayectoria se toma como una apuesta dado el paisaje heterogéneo y complejo. Se impone, ante la incertidumbre circundante, estrategias de jugadoras o jugadores bursátiles que tratan de apostar todas sus cartas en diferentes opciones, ante la imposibilidad de predecir cómo evolucionará el mercado de trabajo en un futuro inmediato (Gil Calvo, 2009: 20). Puesto que saben que “las reglas de juego cambian a mitad de la partida sin previo aviso o sin una pauta legible” (Bauman, 2003: 59). Esa incapacidad de predicción y de control sobre su trayectoria biográfi ca repercute, como hemos dicho, en la desmotivación de la juventud. El declive de las motivaciones extrínsecas –las propias de la sociedad– trae consigo un deterioro de las motivaciones intrínsecas de los jóvenes –de cómo los sujetos se apropian de los mensajes externos-. No hay una correspondencia lineal entre lo que la sociedad exige –éxito, trabajo, emancipación, pareja, descendencia-y los instrumentos que realmente ofrece a los jóvenes para conseguir esas metas– mercado de trabajo, estructura social, movilidad y ascenso social-. Los jóvenes se ven desmotivados e incapacitados a trazar sus trayectorias porque la sociedad no les estimula en absoluto.

No obstante esa misma sociedad se encarga también de hacerles llegar mensajes positivos acerca de disfrutar la vida de una forma resuelta en el plano del consumo y del ocio, aunque aún no hayan resuelto su situación profesional y personal a la hora de elección de pareja, emancipación, autonomía e independencia, etc. De esta manera, el marketing mediático y publicitario les encomiendan a vivir el presente como si fuera imperecedero. Viven rodeados de señales, signos y símbolos de comunicación cargados de oportunidades seductoras y estimulantes (Bauman, 2006a: 68). Les dicen que aprovechen el tiempo, lo que les acrecienta la sensación de tener experiencias, de viajar, de consumir ocio y cultura, tecnologías… Se convierten en unos hedonistas que no quieren perderse absolutamente nada y que quieren tener todo, aunque no tengan los medios sufi cientes para ello y esa misma sociedad y sus instituciones sociales, como decíamos anteriormente, tampoco se los avalen con facilidad. Porque, como pudimos ver, la sociedad tampoco les asegura las mejores condiciones como para poder ser adulto. En algunos aspectos, parece como si la sociedad no quisiera convertir a los jóvenes en actores sociales –y en sujetos históricos de la futura sociedad del conocimiento-. Y sí existe esta voluntad muchas de las veces se hace a través de herramientas precarias e insufi cientes. Rasgos que representan lo que hoy se denomina frecuentemente como la expresión de “juventud precaria” o “la generación precaria” (García Aller, 2006; Sánchez Moreno, 2004; Vogel, 2007). Porque vivir en precariedad no sólo es vivir en la provisionalidad, sino que también es vivir en una constante minoría de edad. “De ahí que los años de aprendizaje dejen de tener sentido, convertidos en un absurdo juego de niños” (Gil Calvo, 2005: 16). Los jóvenes ni están preparados, ni pueden ser aceptados como actores sociales plenos (Revilla, 2001: 107). A ello se ha referido E. Gil Calvo con la acertada expresión de “doble vínculo”, pues mientras la sociedad les exige responsabilidades a los jóvenes, al mismo tiempo les deniega la posibilidad de que las contraigan (1985: 15). Es otra más de las ambivalencias de la segunda modernidad: la emancipación no viene a ser más que un camino lleno de frenos y obstáculos, en vez de atrevimientos y bríos (Bauman, 2003: 35). Consecuencia de esto, los jóvenes viven en un estado permanente de

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confusión y de clara disonancia cognitiva. Viven inmiscuidos en situaciones caracterizadas por una alta disfuncionalidad de rol que les crea inseguridad e incertidumbre (que, por cierto, es el peor estado psicológico posible)17. Saben que un día tendrán que ser adultos y que tendrán que entrar en el círculo de las obligaciones, pero, por otro lado, no quieren dejar de ser jóvenes, como tampoco conocen con seguridad cuando dejaron de serlo.

Les llegan mensajes absolutamente contradictorios entre aprovechar la vida y ser responsables; entre la ética del goce y la ética de la responsabilidad. Es la consecuencia que desencadenan las contradicciones en las que vive la sociedad de hoy; la cuál ha transitado desde una alienación del trabajo a una alienación del consumo y del ocio que se refl eja en algunos talantes y comportamientos de muchos jóvenes. (Y también de muchos adultos). Y todo porque los jóvenes, bajo ese lema de “vivir al día”, encuentran que la vida lineal trazada por la primera modernidad es aburrida. No les atrae, como decíamos, el construir su identidad alrededor del trabajo como así hicieron sus padres. Entienden que es mucho más atractiva una vida rica en acontecimientos que una realidad demasiado uniforme (De Singly, 2005: 118). La edad adulta, de esta manera, no es la gran puerta que atrae a los jóvenes a su entrada. No encuentran grandes motivos que les aseguren la conducción plena a la edad adulta.

Incluso, como sabemos, apenas les motiva la política. Ello tiene que ver, en gran parte, con el creciente proceso de individualización que tiende a que uno acabe concentrándose en sí mismo18.Suforma particular de participar política y socialmente es justamente no participando. Llegando el caso a que ni estudian ni trabajan, porque las expectativas que ellos interiorizan del futuro son pesimistas. Se “desvinculan” de la sociedad porque están ocupados en escribir y retocar constantemente su propia identidad en ese largo y solitario viaje hacia la adultez. Sobre todo cuando se enfrentan a esos problemas estructurales a los que ellos mismos tienen que solucionar de una forma biográfi ca (Beck, 1998: 137). Y esto es, quizá, lo más llamativo de esta narración sobre la juventud: el largo y tedioso trayecto de aprendizaje hacia la edad adulta que termina por cansar y desesperar a los jóvenes de hoy. La clave de todo el problema juvenil en general reside precisamente en las enormes difi cultades y demoras con que para cada joven transcurre lo que podemos llamar su “proceso de independización económica” (también llamado de inserción o integración social); proceso que hoy, en el caso concreto de España, se ve más retrasado, alargado, entorpecido, obstaculizado y difi cultado que nunca (Gil Calvo, 1986: 202).

Podemos afi rmar entonces que la juventud llega desmotivada a encarar los retos de la vida adulta, porque la vida adulta es en sí misma poco atrayente. Aunque eso no quita para que los jóvenes, como ya anunciamos al inicio de este trabajo, anticipen algunas prácticas propias de la edad adulta como el consumo de alcohol, drogas, tabaco o mantengan relaciones sexuales sin estar casados o emparejados. Lo que sucedía con la “construcción de la identidad juvenil” bajo la primera modernidad era que la autonomía y la independencia iban unidas. Ambas se lograban

17 Los jóvenes no sólo viven situaciones disonantes, sino también problemáticas o confl ictivas con los adultos cuando pretenden adentrarse en su mundo. Comparten, muchos de ellos y ellas, la sensación de que no han sido invitados a ese mundo de los adultos Son como los extraños de los que habla Z. Bauman, que han realizado ese ingreso en el mundo de la vida “sin ser invitados” y pasan a ser tomados como amigos o, como casi siempre, por adversarios (2005: 92). Algo similar les ocurre a los jóvenes cuando comienzan a dar sus primeros pasos en el mercado laboral o se deciden a tomar sus primeras decisiones biográfi cas bajo la atenta mirada de los adultos. 18 El proceso de individualización provoca este tipo de respuestas individuales que luego se manifi estan en tendencias sociales. Pero individualización, por eso, no signifi ca una ruptura con la sociedad ni un escape completo de las presiones sociales. Si no más bien son respuestas individuales ante las motivaciones sociales, lo que nos emplaza a una de las tensiones centrales de la sociología como es la conexión recíproca entre individuo y sociedad.

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cuando se accedía a la vida adulta. Hoy, en cambio, se puede ser autónomo sin ser independiente: “Los jóvenes se hallan en las condiciones sociales y psicológicas que les permiten acceder a una cierta autonomía sin disponer por ello de recursos, especialmente económicos, sufi cientes para ser independientes de sus padres” (De Singly, 2005: 115). Ahora disponen, por tanto, de una pequeña dosis de autonomía en un régimen de dependencia, sirviéndose de ella para anticipar algunos pasajes de la edad adulta. Ocurre esto porque la juventud, por ejemplo, encuentra en el establecimiento de las relaciones sexuales una de las pocas parcelas en las que puede decidir sobre su identidad personal de una forma autónoma y sin depender de sus padres. Otros ámbitos en los que manifi estan su autonomía son el ocio y el tiempo que dedican a las nuevas redes sociales en Internet, como Facebook, Hi5, Messenger, MySpace, Netlog, Twitter, Tuenti, etc... En la primera modernidad, la socialidad sólo conquistaba su sentido si alcanzaba a la economía o a la política. Hoy en cambio, los jóvenes se entregan a la “socialidad por la pura socialidad” (Cavia, 2006: 119). Por el único placer de estar juntos, de poder interaccionar y compartir experiencias, fotos, vídeos, aunque sea de una forma virtual.

Estamos ante nuevas formas de vinculación social que a ojos de la sociología nos emplazan a valorar las dimensiones de estos cambios: los jóvenes trabajan menos, tienen más tiempo de entretenimiento, de dedicarse a sus cuestiones y asuntos (Gil Calvo, 1986: 192). Y también están mejor preparados y relacionados con las nuevas tecnologías que las generaciones anteriores. Algo que revela cómo los jóvenes demuestran tener una gran capacidad de adaptación. A pesar de que el tono de estas líneas pueda parecer taciturno sobre el presente y futuro de la juventud (española), también es justo reconocer la voluntad de los jóvenes a la hora de desarrollar sus propias estrategias de supervivencia en situaciones contradictorias tales como convivir en el domicilio de sus padres, aún incluso cuando están en situación de empleo fi jo; buscarse la vida laboral en régimen precario; estudiar y mejorar las posiciones de preparación para competir en el mercado de trabajo; alargar su carrera académica con los consabidos costes económicos y familiares; comenzar a estudiar años después de haber renunciado al sistema educativo; o, por ejemplo, abandonar la casa paterna tempranamente cuando en ella no se puede esperar apoyo fi nanciero o psicológico (Hernández, 2007: 181).

Son ejemplos, sin duda, que nos dicen mucho de cómo la juventud de hoy ha sabido adaptarse al cambio extraordinario de las nuevas condiciones de vida y que, en cierto modo, son síntomas que implican refuerzos en las estrategias de los jóvenes para encarar de una forma más satisfactoria los retos del futuro a los que se están enfrentando desde ya mismo. Porque, como venimos manteniendo en estas líneas, la juventud intuye y percibe que ese futuro –cuando ya sean adultos-estará caracterizado por un continúo escrutinio de planteamientos. De ahí que vivan este período vital como lo que es: una etapa de transición hacia otra etapa que también es transitoria. La juventud en la segunda modernidad ya no es un período clave, ni dramático o decisivo para trazar las trayectorias biográfi cas de las personas como lo fue durante la primera modernidad. Simplemente porque las decisiones biográfi cas importantes serán revocadas con el tiempo según las circunstancias y los hechos venideros. Son los síntomas de una nueva época en dónde ya nada es vitalicio, ni el empleo, la pareja o las relaciones amistosas19. Todo queda sujeto a la revisión. Este carácter provisional de la sociedad en la segunda modernidad infl uye en la caracterización de la 19 Por ejemplo, en España se produjeron más de 118.000 rupturas en el año 2008, suponiendo un crecimiento del 28% res-pecto a los últimos 10 años. De esas 118.000 rupturas 110.036 se correspondieron a divorcios. El crecimiento de divorcios en España ha pasado de ser 35.834 en 1998 a los 110.036 de 2008, lo que refl eja cómo este hecho social no ha dejado de aumentar sino de manera exponencial (Fuente: Instituto Política Familiar).

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juventud como un período de cambio que emplaza a los sujetos, como anunciábamos, hacia otra etapa, la edad adulta, también distinguida por la precariedad y la fugacidad de las decisiones, los acontecimientos, las experiencias…

5. La importancia de las transiciones por encima de las trayectorias. La vida laberíntica

De un tiempo a esta parte el mayor efecto sobre las biografías de los jóvenes es que éstos, según venimos observando, ya no pueden confi gurar su identidad adulta como una trayectoria lineal y planifi cada. “En una vida regida por el principio de la fl exibilidad, las estrategias y los planes de vida sólo pueden ser de corto plazo” (Bauman, 2006a: 147). En la actualidad pesan más las transiciones que los itinerarios fi jos o premeditados. De esta manera, se viene imponer como norma la elasticidad de los esquemas mentales. Tanto para los jóvenes como para los adultos. No conforme a la adaptación de los cambios, la sociedad también exige a los sujetos estar siempre atentos y en estado de alerta ante cualquier imprevisto, ante cualquier incertidumbre o situación inesperada que tenga que ver con las formas de relacionarse en el medio familiar, laboral y social. Se hace imprescindible asumir, por tanto, una “racionalidad fl exible”20. Por tal motivo, las biografías de hoy deben ser leídas desde la pérdida de certezas y anclajes que provoca el derrumbe de la sociedad moderna.

Ello genera e incrementa, sin duda, la sensación de “desorientación hacia el dónde y el cómo ir, sobre los contenidos, métodos y estructuras” en el momento en el que los jóvenes comienzan a programar su futura integración adulta (Gil Rodríguez, 2007: 106). En ese momento perciben que proyectar racionalmente su destino de los próximos años no tiene gran sentido ante la incertidumbre que rodea a una sociedad que vive en las “ruinas de la modernidad” (Gatti, 2003: 106). De tal modo, que estamos asistiendo a una mutación en las estrategias y en las tácticas de las y los jóvenes. Si hasta hace poco eran, como decíamos, de tipo lineal, fi nalista y progresivo, como una fl echa del tiempo, ahora se convierten en circulares, estacionarias y autorreferentes, como una rueda del tiempo, pudiendo resultar eventualmente disfuncionales (o neutralmente no funcionales) en la medida en que les dejen de servir o no les sean útiles en su intento de acceder a las exigencias y requisitos de la edad adulta (Gil Calvo, 2009: 16). Al fi nal la imagen que tenemos de la juventud es que acaba pareciéndose a un “laberinto sin salida” (Gil Calvo, 2005: 17). El período juvenil se ha convertido en una mudanza sin fi n y en un proceso de transición interminable, al igual que la edad adulta no es nada estable, siendo hoy día tan insegura y precaria como aquella. Ambas etapas de la vida están sometidas a la misma indefi nición y a la misma obligatoria redefi nición de la identidad porque viven sujetas a las mismas condiciones estructurales.

Ahora es común que la inestabilidad y la vulnerabilidad distingan a estas dos etapas vitales. Si ya es problemático trazar lineamientos biográfi cos en la juventud, se vuelve dramático y heroico enfrentarse “al grave problema que supone tener que cambiar de formación, de empleo, de pareja,

20 Otra más de las ambivalencias o contradicciones de la segunda modernidad es justamente esta: mientras que existen exigencias para que los jóvenes y adultos asuman patrones cognitivos que tienen que ver con la fl exibilidad y la per-meabilidad al cambio, ya sea en temas referidos a la movilidad laboral, la formación continúa, el cambio de empleo, etc.; también las normas sociales se mueven alrededor de la racionalidad instrumental. De esta manera, observamos cómo hay un choque o una disputa entre dos racionalidades: por un lado, una “racionalidad fl exible” para adaptarse a los cambios del mundo global y, por otro lado, una racionalidad instrumental que siempre está presente, sobre todo en el mercado de trabajo, para ser competitivos y poder alcanzar metas y fi nes.

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de familia y hasta de identidad personal, haciéndolo además varias veces a lo largo de la vida adulta, en un permanente proceso de metamorfosis continua.” (Gil Calvo, 2005: 18). La precariedad no sólo distingue la existencia de los jóvenes, sino que la tendencia en este momento es que la vida adulta también se vive de igual forma precaria. Es lo que Z. Bauman ha denominado como “la precariedad de la existencia social” (2006a: 174). Con este concepto –o el de “precariedad vital”-se pretende distinguir, frente al concepto, más tradicional, de exclusión social y al concepto, más reciente, de precariedad laboral, las características específi cas de las nuevas situaciones sociales en las que se extiende la precariedad: desde la dimensión económica y laboral, pasando por el ámbito íntimo y familiar, continuando por el ámbito de las relaciones de proximidad y de la red de relaciones sociales hasta caracterizar el ámbito de la convivencia cívica y de la participación sociopolítica21.

El alcance y signifi cado de esta cualidad de la vida contemporánea es sinónimo de la poca estabilidad y de la exigua duración de las decisiones que se toman, de las relaciones que se establecen y de los puestos de trabajo que se ocupan. La temporalidad que distingue al mercado de trabajo se extiende a otras parcelas del mundo de la vida a las que nos hemos referido, como la pareja o la amistad (Bauman, 2006b: 43). En efecto, las decisiones aparentemente dramáticas y transcendentes sobre el destino biográfi co ya no son tan decisivas como podríamos pensar. Este hilo no es otro que el de la revocación como marco y fondo de las elecciones y estrategias vitales que con el paso del tiempo tendrán que ser revisadas y, fi nalmente, sustituidas por otras nuevas. Tal terreno es el que U. Beck transita con sus sugerentes “biografías de bricolaje” (1998: 126). Esta idea de “biografías de bricolaje” indaga en el continuado esfuerzo que tienen las personas a la hora de diseñar sus propios itinerarios biográfi cos sin una hoja de ruta elaborada con anterioridad por la sociedad y sus instituciones sociales (familia, escuela, Estado, mercado de trabajo, partido político).

Ahí, desde mi punto de vista, reside otro de los aspectos problemáticos en la actual confi guración sobre la tradicional tensión sociológica entre individuo y sociedad. Que las instituciones sociales básicas, como la familia, el Estado o el empleo estén en crisis, no signifi ca que haya desaparecido por completo su infl uencia sobre las decisiones de los sujetos. Sino que más bien lo que se está produciendo es una situación confl ictiva entre las herencias que recibimos de estas instituciones sociales, sobre todo de la familia, en forma de patrones de comportamiento y de expectativas –los esquemas mentales-, y las circunstancias sociales actuales. Es cierto que el construir la propia personalidad remite a un escenario nuevo, pero en el que, paradójicamente, todavía hayamos rasgos de la primera modernidad –en los padres, en sus comportamientos y prácticas, en lo que dicen, educan, enseñan y transmiten a sus hijos-, que conviven con las nuevas características societarias que aún están despuntando y que los jóvenes perciben de una manera disonante a través de los medios de comunicación, del mercado de trabajo, del ocio, o a partir de otros jóvenes22.Es “la sinuosidad de la identidad” (Rodríguez Ibáñez, 1996). Esta otra etiqueta sociológica

21 Los cambios en el ámbito de la sociopolítica apuntan, en cierto modo, al declive que está padeciendo la fi gura del sujeto histórico. Durante años fue frecuente que el vector para el progreso fuera la clase obrera, el empresariado, los sindicatos o en el caso concreto de América Latina el Estado desarrollista, con sus reclamaciones políticas capaces de profundizar en la negatividad y en las contradicciones que había en la realidad social. La gente se manifestaba sabiendo que si se unían su acción tendría repercusiones políticas más o menos inmediatas. Hoy, en cambio, por mucho que los individuos se junten a favor de una loable reclamación, difícilmente conseguirán algún desenlace político de forma breve. En lo que respecta a los jóvenes, como vimos, no tienen las sufi cientes motivaciones como para formar parte de un partido político o sindicato. No les interesa. Algo que apunta a la difi cultad que tiene la sociedad actual de provocar lealtades y fi liaciones. 22 Si hay biografías de bricolaje es justamente porque los rasgos estructurales de la sociedad imponen esa porosidad a los cambios, como consecuencia del aumento de las respuestas biográfi cas ante los desajustes de la sociedad de la segunda modernidad y su carácter global y postindustrial. El matiz que pretendemos destacar en esta discusión es señalar que los

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–complementaria a la de “biografías de bricolaje”– delata lo confuso, elástico y ondulante que resulta desarrollarse como persona íntegra en los tiempos actuales. La sinuosidad apunta al crecimiento de la distancia existente entre la juventud y la adultez con numerosas situaciones intermedias y difusas que continúan incluso una vez alcanzada la pretendida edad madura.

Lo que brota como algo común en ambas etapas vitales es la exhaustividad con la que se refl exiona sobre la vida misma. Como hemos tenido ocasión de ver, el creciente proceso de individualización se debe, en cierta medida, a que tanto jóvenes como adultos están absortos en recomponer el mosaico de su identidad. Si para los jóvenes la individualización signifi ca tener competencias personales en tres aspectos como son una cierta desafi liación necesaria frente a los padres, una coherencia entre las dos dimensiones del proceso de individualización –la independencia y la autonomía-y por último, una formación permanente del yo (De Singly, 2005: 111); en cambio, para los adultos representa, fundamentalmente, el ocuparse de una tarea que creían haber superado y dejado atrás. Podría decirse que la individualización para las personas adultas viene a expresar su afanosa entrega a reconstruir nuevamente su yo profesional y personal. Precisamente porque “la individualización es un destino, no una elección” (Bauman, 2006a: 39). Quedan muy presentes, por tanto, algunas características habituales en ambos períodos vitales como son, por ejemplo, la ausencia de estrategias vitales duraderas y la constante re-construcción y redefi nición de la identidad.

Esto da idea de que la juventud sea una etapa limitada, como también lo viene a ser la adultez. Es el lastre que se ha de portar al vivir en una época en la que se está consolidando el valor de la transición como patrón de vida. Ello repercute en que las trayectorias biográfi cas sean contingentes e indeterminadas, sin orientación ninguna y sin apenas esquemas fi jos. (Algo que explica la tendencia hacia la des-diferenciación entre la edad juvenil y la edad adulta, no quedándonos claro cómo se pasa de una etapa a otra ante el constante cambio de rumbos. Merced a esta interpretación, el sentido de acceder a la edad adulta viene a disminuir). Es este carácter de improviso una de las claves para entender la realidad sociológica actual, donde los signos de la conducción metódica de la propia vida (metodische lebensführung), como predestinación o cumplimiento de la vocación personal (beruf: ofi cio o profesión), de los que nos hablaba M. Weber, ya no se cumplen ni tienen razón de ser (1999: 85 y ss.)23. A cuenta de esto, es imposible no mencionar una tendencia que está irrumpiendo con fuerza hasta el punto de convertirse en un paradigma: “la vida laberíntica”. La sospecha vertida en la primavera del año 1968 –el año más vertiginoso de todo el siglo XX– de que se vivía en un mundo sin sentido, hoy se cumple de forma profética. El laberinto ya no es una

jóvenes sí toman decisiones más individualizadas o personalizadas –al igual que hacen los adultos-, pero la red familiar –aunque no esté presente-infl uye signifi cativamente en el proceso de construcción biográfi ca. Porque somos herederos de una historia familiar, de una psicología y de unas relaciones familiares que condicionan nuestro proceso de transición social hacia el mundo adulto. 23 La vocación es la tensión hacia la acción, en el sentido de M. Weber. La vocación es lo que hace a la gente encaminar-se hacía lo que ha pensado y decidido como destino prefi jado. En principio, en la sociedad actual no encontramos una tendencia dominante hacia la vocación, apoque existen auténticas difi cultades de encontrar la gratifi cación. Aunque eso no quita para que haya algunas situaciones y acciones sociales que están mediadas por el horizonte de la gratifi cación. Uno de los ejemplos más claros lo tenemos en los científi cos o académicos, que saben que su trayectoria y su itinerario profesional son largos, en los que necesitan mucho sacrifi cio, apoyos familiares, redes académicas y redes institucionales en forma de becas, subvenciones a la investigación, etc. Su carrera se dilata en el tiempo, con esfuerzos y sacrifi cios difícilmente recompensados de inmediato. A pesar de que tengan determinación en su trayectoria académica, están ro-deados de la indeterminación y de la incertidumbre desde el origen de su decisión, lo que les complica y les hipoteca en sus posteriores decisiones biográfi cas en cuanto a proyectos vitales, como puede ser emparejarse, tener hijos, etc., al no tener tan nítida la línea de llegada.

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construcción artifi ciosa, sino que es una forma real de comprender y percibir la sociedad, pero sobre todo, de estar en el mundo. Es una actitud cada vez más extendida en el que el transeúnte busca con ansia la salida sin poder llegar a encontrarla24.

Sin pretender ser excesivamente crítico respecto al tema, considero que la vida laberíntica no hay que tomarla de una forma absolutamente peyorativa. Acaso lo necesario es caracterizarla desde la distancia que ofrece la refl exión sociológica. Por tal motivo, hay que pensar en las condiciones y posibilidades sociales que la rodean. Desde esta perspectiva, hacemos hincapié en la necesidad de tener en cuenta que los jóvenes y los adultos están rodeados de la ambivalencia a la hora de tomar sus decisiones: por un lado, no siempre disponen de los instrumentos necesarios para “acertar” en las mismas, lo que les condiciona y les atenaza a la hora de asumir cambios y, por otro lado, no transigen en su capacidad de acción. El miedo está presente en muchas de sus decisiones. Al igual que tampoco sienten miedo a probar, a errar, a equivocarse. Esto es más signifi cativo en la juventud actual que en la de antaño, que antes de decidirse a cumplir ritos de paso –como casarse o aspirar a un empleo fi jo-, prefi eren probar nuevas experiencias personales y laborales. La postergación de los rituales de paso hasta más allá de la edad adulta tiene que ver, principalmente, a la calidad de las transiciones y a la diferente valoración simbólica y moral de los mismos25. De esta manera, la categoría sociológica “juventud” nos ha emplazado a pensar esta etapa biográfi ca más allá de los límites estrictamente demográfi cos, considerando, en cambio, que a la adultez no sólo se llega por edad, sino que se accede a ella por aperturas económicas, materiales y simbólicas cada vez más difuminadas y obstruidas.

El problema no es tanto que los hijos se vayan de casa, sino que salgan en idénticas circunstancias en que lo hicieron sus padres. Algo bastante improbable dado el contexto económico, laboral y social de hoy en día. (Sobre todo si pensamos en el caso particular de España). Si los adultos muchas veces se ven obligados a hacer transiciones que no tenían pensado, como el cambio de empleo o seguir formándose, los jóvenes, en cambio, prefi eren no hacer transiciones lineales obligatoriamente porque consideran que esa linealidad es precaria. De esta manera, el laberinto se toma como un aprendizaje permanente, tanto en lo personal como en lo profesional. La condición es tener esa capacidad y voluntad de incorporar nuevos conocimientos y nuevas habilidades que se van adquiriendo, desarrollando o simplemente sucediendo. En el fondo lo que mejor defi ne a esta sociedad de la segunda modernidad es la multitud de situaciones intermedias, múltiples y variadas que viven tanto los jóvenes en su intento de acomodarse y desarrollarse en la edad adulta, como los propios adultos que tienen que reinventar nuevamente su propia vida, donde encuentran siempre el consuelo de que el camino viene a ser, por lo menos, un viaje enriquecedor en experiencias.

24 Toma fuerza en estos días la idea de transeúnte, la cual no está asociada únicamente a la dimensión espacial, sino también a la temporal: “En la actualidad, todos vivimos en movimiento... Pero la mayoría estamos en movimiento aunque físicamente permanezcamos en reposo…pero (uno) jamás permanece en un lugar el tiempo sufi ciente para ser algo más que un transeúnte” (Bauman, 1999: 103). En consecuencia, los individuos transitamos en la identidad y en nuestra propia personalidad. Estamos de paso, en el trabajo, en la amistad, en las relaciones amistosas o amorosas, y no residimos sino transitoriamente en ellas. 25 Por ejemplo, en España los matrimonios se han ido reduciendo progresivamente. A ello se une el hecho de que se producen cada vez en edades más tardías, estando por encima de la media europea. Los hombres se casan a una media de edad de 33 años y las mujeres casi a los 31 años, (30,7). Las circunstancias económicas que rodean a los jóvenes, como la crisis económica o una baja remuneración de salarios, provoca que las personas, si es que deciden casarse, se casen cada vez más tarde. Otra muestra de los cambios simbólicos que se están produciendo en la juventud española lo encontramos en el aumento de los nacimientos extramatrimoniales. Casi 150.000 (148.945) niños (el 30,24%) nacieron en 2009 fuera del matrimonio. Una cifra que no ha dejado de crecer desde 1980 (Fuente: Instituto Política Familiar).

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6. Una modernidad aún por defi nir. A modo de conclusiónAl margen de las decepciones y frustraciones que puede provocar ese constante rediseño de la

identidad, la conclusión más evidente que podemos sacar de estas nuevas situaciones sociales es la desnaturalización tanto de la edad juvenil como de la edad adulta. A lo largo de estas páginas hemos podido ver como las etiquetas de “juventud” y de “adultez” ya no se corresponden a dos categorías monolíticas que se sucedían una a otra como lo fueron en la primera modernidad. En su momento fueron importantes, pero hoy, sin embargo, los problemas que encontramos para categorizar a ambos fenómenos sociales en una aparente pureza –como concepto sociológico e incluso como tipo ideal-nos revelan que su distinción ahora viene motivada justamente por su carácter transitorio. La categoría sociológica “juventud”, como hemos podido apreciar, ya no programa el futuro adulto, sino que únicamente remite al presente inmediato. Es una más de las consecuencias de la pérdida de la dimensión temporal: “Al haber desaparecido el futuro como potencia simbólica, vivimos en una especie de presente perpetuo, separado ya de toda polaridad de pasado/futuro, en un ahora sólo es ahora” (Ruiz de Samaniego, 2004: 18). Cada vez más se exprime y se intensifi ca el concepto de tiempo en función del corto plazo. Del instante eterno. La temporalidad del presente actúa en los sujetos activándoles el deseo de ocupar tiempos y lugares no correspondientes. Incluso, por ejemplo, no sólo importa el hecho de que se prolongue la juventud en la edad adulta, sino que cada vez es más destacable la voluntad de muchos adultos que desean vivir como jóvenes.

Parece como si esos valores tradicionalmente asociados a la juventud, como el espíritu de rebeldía o la valentía, se quisieran apropiar para coger fuerzas y encarar el presente inmediato llenándolo de nuevas intenciones o planes. “En este sentido, los individuos no desean terminar la juventud, sino que quieren tener siempre proyectos, un “por venir”, incluso si las condiciones sociales objetivas en las que viven limitan seriamente sus posibilidades” (De Singly, 2005: 120). Es otra de las paradojas que marcan la época actual: los jóvenes “sueñan” y se preocupan por convertirse en adultos, mientras que los adultos siguen soñando en experimentar como jóvenes26.Observamos entonces cómo no hay una renuncia plena a lo que simboliza la juventud: la posibilidad de volver a renacer. Ello se debe, principalmente, a la inexistencia de una socialización anticipada que realmente resulte útil o funcional, porque todo comienza a estar caracterizado por lo imprevisto. Estamos asistiendo, de esta manera, a nuevas formas de socialización y de vinculación social entre las distintas generaciones en una sociedad cada vez más cambiante y heterogénea.

La juventud, en su conexión a la primera modernidad, era la puerta de entrada a una triunfante y supuesta adultez, pero hoy lo que les queda a los jóvenes de aquella edad esperada es solo la ruina de una ilusión. La edad adulta representaba una etapa de la vida sugestiva, decisiva, una imagen del futuro en el que los jóvenes entendían el potencial del ser humano. Entrar a la adultez era una carga de optimismo, pero aquello acabó, y hoy, en cambio, han ganado la partida expectativas sociales mucho más escépticas o pesimistas. La pérdida de sentido de la edad adulta para los jóvenes viene representada también, como hemos podido comprobar a lo largo de estas páginas, en cómo los adultos apenas están comenzando a tener conciencia del nuevo signifi cado que tiene para ellos el ser adultos, en un contexto inesperado, que no preveían y para el que difícilmente estaban preparados. De ahí la importancia que está adquiriendo en esta época actual la incertidumbre, el riesgo, lo sorprendente o lo accidental. Algo que está asociado, sin duda, a esa capacidad o

26 No sólo asistimos al envejecimiento de la juventud, sino también estamos presenciando un “rejuvenecimiento de los adultos”, no solo en el consumo de estilos de moda u ocio, sino, sobre todo, en una manera de entender la vida de una forma ilimitada y continuada.

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condición –por no decir obligación que se auto-impone– de poder recomenzar constantemente a reescribir la propia trayectoria biográfi ca.

Lo cierto es que si esto sucede así respecto a estas dos etapas vitales, se debe a que igualmente encontramos difi cultades para diferenciar y distinguir a la sociedad contemporánea. El rasgo fundamental de la sociedad en la segunda modernidad sería, por tanto, el de la indefi nición. Lo único seguro es que nadie sabe con certeza lo qué es esta segunda modernidad. “Parece haber una situación nueva, emergente, detrás de lo que la sociología contemporánea trata de desentrañar con un prefi jo que aparece por doquier, post. Al parecer, lo actual es post-de algo, ya sea post-industrial, post-capitalista, post-moderno, post-burgués. Se diría que sabemos de dónde venimos, pero no hacia dónde vamos. Estamos en una tierra nueva, sabemos que es nueva, pero no sabemos en qué consiste y refl ejamos esa experiencia de incertidumbre mediante ese prefi jo” (Lampo de Espinosa, 1999:147). Sólo tenemos claro que vivimos en una sociedad “cuya modernidad aún queda por defi nir y consolidar” (Giner, 2009: 33). No extraña, por tanto, las difi cultades que encontramos para organizar nuestras vidas desde una perspectiva abstracta y comprensiva. La nota común del tiempo presente es la coexistencia en la estructura social de algunas actitudes, comportamientos y elementos modernos con otros que hemos denominado como de segunda modernidad. Una coexistencia que no es contradictoria ni problemática, pero que sí supone a la larga un obstáculo para el desarrollo de la mirada sociológica. En fi n, y volviendo al mundo cotidiano, es lo que tiene el hecho de vivir bajo una “modernidad heterogénea, fl uida y en vías de hacerse y deshacerse” (Brunner, 1987: 18). Que simultáneamente implica asumir una identidad nunca hecha, esencial o inamovible. Y da igual que seas joven o adulto.

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Instituto Política Familiar, Informe Evolución de la Familia en España 2010, mayo 2010:

http://www.ipfe.org/Informe_Evolucion_Familia_Espana_2010.pdf

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Republicanismo, democracia y derecho: ¿Más allá del liberalismo?

CAMILO SÉMLER R.1

ResumenEl republicanismo ha alcanzado, durante los últimos tiempos, un interesante y masivo resurgimiento, evidente tanto en la teoría política como en la discusión sobre los posi-bles estilos de desarrollo que, más allá del neoliberalismo, permitan conjugar armónica-mente crecimiento económico, integración social y democracia política. En este artículo se ensaya una crítica del republicanismo contemporáneo, particularmente de aquella argumentación que, con amplia difusión en los debates actuales (Phillip Pettit), declara una pretendida ruptura, o al menos la existencia de una discontinuidad normativa, entre el republicanismo y la tradición liberal de fundamentación de la democracia. Se sugiere, por el contrario, que el republicanismo de Pettit mantiene uno de los supuestos nor-mativos centrales del liberalismo: intentar sujetar, constantemente, las contingencias de la política democrática mediante el orden jurídico. Esta juridifi cación de la política democrática pretende poner en evidencia la importancia de repensar críticamente las condiciones normativas de fundamentación de la democracia republicana, presunta-mente post-liberal, hoy en boga.

“Se debe escribir en una lengua que no sea la materna”

Vicente Huidobro, Altazor

PALABRAS CLAVE: REPUBLICANISMO, DEMOCRACIA, DERECHO, LIBERALISMO, POLÍTICA

AbstractThe republicanism has reached, lasting recent times, an interesting and massive resurgence, evident in both political theory and in the discussion on the possible development styles that, beyond the neoliberalism, allow combining harmonious economic growth, social integration and political democracy. This article attempts a critique of contemporary republicanism, particularly of that argument, with wide coverage in current debates (Phillip Pettit), declares an alleged breach, or at least the existence of a normative discontinuity between republicanism and the traditional foundation of liberal democracy. It suggests, however, that Pettit Republicanism has one of the core normative assumptions of liberalism: trying to hold constantly contingencies of democratic politics through the legal system. This litigation of democratic politics seeks to highlight the importance of critically rethink the normative conditions of the foundations of republican democracy, presumably post-liberal, now in vogue.

KEY WORDS: REPUBLICANISM, DEMOCRACY, RIGHT, LIBERALISM, POLITICS

La comprensión republicana de la política ha alcanzado, durante las últimas décadas, un nota-ble y masivo resurgimiento, pasando así a ocupar un lugar de suma relevancia no sólo en los debates propios de la teoría política y jurídica, sino también en el terreno ideológico que sirve

1 Sociólogo, Universidad de Chile. Magíster (c) en Filosofía, mención en Axiología y Filosofía Política, Universidad de Chi-le. El presente artículo constituye la base de la ponencia presentada en la mesa Teoría Política en el marco del 21° Con-greso Mundial de Ciencia Política “¿Malestar global: dilemas de cambio” realizado en Julio de 2009 en Santiago de Chile.

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de sustento normativo al diseño institucional y la formulación de políticas públicas en las democra-cias contemporáneas.

En efecto, las perspectivas neo-republicanas han pretendido ir más allá de una interpretación normativa, creativa, de la historia del pensamiento político (tal como se presentó en los inicios de su resurgimiento, hacia mediados del siglo XX, desde el campo historiográfi co), haciendo emanar desde ahí (particularmente, a partir del descubrimiento de un concepto alternativo de libertad – la libertad como ausencia de servidumbre o dominación - vinculado a la tradición de las repúblicas clásicas) una serie de propuestas relativas a las condiciones de articulación de un orden político democrático basado en un nuevo concepto de ciudadanía y sus derechos constitutivos.

La masiva presencia que ha alcanzado este resurgimiento del republicanismo en la actuali-dad queda de manifi esto, entre otros aspectos, en la medida en que sus posturas han recortado transversalmente ciertos clivajes político-ideológicos característicos de la modernidad. Así, hoy en día se identifi can con frecuencia múltiples y variados republicanismos, los cuales van desde las posturas más clásicas de Quentin Skinner o Philip Pettit, hasta simbiosis del tipo de un “liberalis-mo republicano” (John Rawls), un “republicanismo democrático-kantiano” (Jürgen Habermas), o un “republicanismo comunitarista” (Michael Walzer), por sólo mencionar algunas de las posturas más infl uyentes en los debates actuales (Ovejero, Martí & Gargarella, 2004). Todas estas versiones (si bien con variados atributos normativos y énfasis políticos) comparten en su núcleo básico la pretensión normativa de fundamentar una nueva concepción de la democracia, la ciudadanía y los derechos situada (presuntamente) más allá de las dicotomías características de la modernidad: li-bertad negativa versus positiva; autonomía privada versus autonomía pública; derechos individuales versus voluntad democrática.

Sin ir más lejos, en América Latina durante el último tiempo (en especial, tras el estallido de la crisis fi nanciera global). se ha abierto un interesante debate intelectual y político que, partiendo una crítica a los límites de una concepción neoliberal ortodoxa, perspectivan las condiciones norma-tivas e institucionales para la articulación en la región de un estilo de desarrollo que logre conjugar coherentemente crecimiento económico, integración social y democracia política2. Estas posiciones teórico-políticas, en parte importante, asumen supuestos y propuestas emanadas del republicanis-mo contemporáneo, lo cual revela la importancia de intentar clarifi car sus horizontes normativos de justifi cación de la democracia y, particularmente, su pretendida distancia con la interpretación liberal.

En las páginas siguientes se busca proponer algunas consideraciones generales orientadas a avanzar en la formulación de un balance crítico del republicanismo contemporáneo. Particularmen-te, se intenta sugerir algunos nudos problemáticos de las actuales posturas republicanas en relación a su pretendida ruptura, o al menos discontinuidad normativa, con la (hegemónica) tradición liberal de fundamentación normativa de la democracia, la ciudadanía y los derechos. En otras palabras, se trata de ponderar los hilos normativos compartidos que se tejen entre la idea de una democracia re-publicana, basada en una emergente condición de ciudadanía que vendría anclada normativamente en el reconocimiento de nuevos derechos, y la tradicional concepción liberal de lo político.

Ahora bien, vale aquí plantear un par de consideraciones previas relevantes. Primero. Tenien-do en cuenta la ya mencionada transversalidad del republicanismo en los debates actuales, se torna evidente que poco avanzaríamos en la línea argumentativa aquí propuesta centrando el análisis en aquellas posturas (como la teoría democrática de Habermas, o de modo aún más nítido, el libera-lismo político de Rawls) que asumen explícitamente buscar una vinculación del republicanismo con la tradición liberal de justifi cación del Estado democrático3. Proceder así sería, por decirlo de algún 2 Una interesante mirada general de estos debates puede encontrarse en Revista Nueva Sociedad (2007). 3 Se puede considerar, a modo de ejemplo, la siguientes afi rmación de Habermas: “El liberalismo político (al que defi endo en la forma especial de un republicanismo kantiano) se entiende como una justifi cación posmetafísica y no religiosa de los

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modo, una partida ya ganada de antemano en el intento por evidenciar los hilos normativos de con-tinuidad entre neo-republicanismo y liberalismo. Resulta más interesante, por el contrario, centrar el argumento en la posición republicana que, con amplia difusión en el debate reciente, ha propuesto la idea de libertad republicana como alternativa normativa a la concepción liberal: la teoría de Philip Pettit y su idea de la libertad republicana como “ausencia de dominación”4.

Segunda aclaración. El balance aquí propuesto sobre la posible continuidad entre republicanis-mo y liberalismo procede centrado principalmente en una refl exión sobre sus respectivos principios normativos y, sólo derivadamente, hace alusión a las distintas condiciones o arreglos institucionales que podrían hacer efectivos dichos horizontes normativos (por ejemplo, mayor o menor presencia atribuida al Estado, mayor o menor espacio de infl uencia del mercado en el orden social). Se podría decir por tanto, sirviéndonos para ello de un concepto de Dworkin (1983), que se trata de un intento de evaluar la moral constituyente del republicanismo contemporáneo, para desde ahí poder enten-der y evaluar la discusión –ciega cuando se encierra en sí misma– sobre los posibles ordenamientos institucionales de una democracia republicana, presuntamente, post-liberal.

I. El renacimiento del republicanismo: la libertad como “ausen-cia de servidumbre”

El renacimiento contemporáneo del republicanismo hunde sus raíces, como se recordará, en la discusión historiográfi ca de mediados del siglo XX acerca del contenido ideológico implícito en las modernas revoluciones políticas, especialmente, en el proceso de emancipación de las colonias americanas. De acuerdo a la lectura histórica más tradicional, la independencia americana habría representado con nitidez la realización histórica de los principios normativos lockeanos: defensa y afi rmación de los derechos individuales de libertad frente a una autoridad política que, constante-mente, los transgredía con plena impunidad. Frente a esta interpretación, los trabajos publicados hacia la década de los sesenta entre otros Bernard Bailyn (The Ideological Origins of the American Revolution) Gordon S. Wood (The Creation of the American Republic) y, especialmente, el infl uyente Maquiavellian Moment de J.G.A. Pocock, hicieron emerger un paradigma alternativo de interpreta-ción histórica en el cual la emancipación y la elaboración de la primera constitución americana (bajo la impronta de los Founding Fathers –Hamilton, Madison y Jay– mediante los infl uyentes Federalist Papers) podía leerse ahora como la última manifestación de una ya larga tradición republicana de concebir la política y la libertad.

Esta tradición, originada en la civis romana, habría resurgido con fuerza en las ciudades-repú-blicas italianas (recuérdese los Discursos de Maquiavelo), para luego manifestarse en las revolucio-nes inglesa y holandesa y, fi nalmente, encontrar su última expresión en la emancipación americana. En suma, sería el humanismo cívico, con su promoción de la virtud política y los fi nes públicos, y no la libertad negativa lockeana, lo que estaría en la base normativa de la de la constitucionalidad americana (Pocock, 2002).

Pero más allá de este punto de infl exión en la interpretación de la independencia norteamerica-na, el paso defi nitivo hacia la formulación del republicanismo actual se encuentra anclado, como es sabido, en los escritos histórico-políticos de Quentin Skinner. Ha sido Skinner, precisamente, quien ha

principios normativos del Estado constitucional democrático”. (Habermas 2008: 11). 4 Si bien Pettit, como reconoce abiertamente, basa su reformulación del republicanismo en los trabajos históricos de Quen-tin Skinner, existe una diferencia no menor (admitida además por ambos) en el carácter normativo atribuido a la libertad republicana en el marco de las dicotomías modernas. En rigor, mientras para Pettit la libertad republicana se remontaría más allá de la dicotomía entre libertad positiva y negativa, para Skinner se trata de un concepto estrictamente negativo de libertad que históricamente habría antecedido a la noción liberal y que, posteriormente, fue desplazado –y olvidado – por la progresiva infl uencia histórica del liberalismo.

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propuesto con fuerza y desarrollado la idea de que existiría un concepto alternativo de libertad históri-camente anterior a la noción liberal de ésta como ausencia de interferencia explícita en los ámbitos de elección y acción individual. En efecto, previo a este concepto liberal que sería ampliamente difundido ampliamente a partir de la obra de Hobbes, Skinner identifi ca –desde la civis romana tal como aparece descrita en los escritos de Salustio, Tito Livio y Tácito– el surgimiento de una concepción alternativa, republicana, de comprender la libertad más allá de la mera ausencia de interferencia externa en la voluntad individual. Se trataría, sostiene Skinner, de un concepto más exigente que entiende la libertad como ausencia total de sujeción con respecto a la voluntad arbitraria o el poder de otro (esto es, una ausencia de servidumbre), aun cuando esta dependencia respecto a otro no se manifi este en interfe-rencias explícitas o concretas sobre las elecciones individuales. Señala Skinner:

“[l]a mera conciencia de vivir en dependencia de la voluntad de un gobernante arbitrario sirve para restringir, de por sí, nuestras opciones y, por tanto, limita nuestra libertad. El resultado es que nos dispone a realizar determinadas opciones, y esto sitúa constricciones claras sobre nuestra liber-tad de acción, incluso si nuestros gobernantes no interfi eren nunca en nuestras actividades o incluso si no muestran el menor signo de amenazar con intervenir en las mismas” (Skinner, 2005:40).

Por cierto, para Skinner lo central es que la tradición romana no sólo habría ideado esta con-cepción alternativa, sino que también la habría pretendido realizar históricamente –garantizando así una comunidad política libre de la arbitrariedad de la voluntad soberana– en el nombra de un dere-cho (Código Justiniano) orientado a regular tanto las relaciones entre los individuos (transformados ahora en ciudadanos iguales ante la ley) como a dotar de legitimidad los mandatos de la autoridad política. Desde ahí, en suma, habría fl uido históricamente un concepto alternativo –expresado luego en Maquiavelo y en los “caballeros democráticos de la revolución inglesa”– que asocia estrecha-mente la libertad con la condición de pertenencia a una ciudadanía organizada bajo el marco de un orden político republicano (liber es civitas) que, a su vez, viene defi nido esencialmente por el “impe-rio de la ley” que ahora reemplaza a aquel “imperio de los hombres” que tiene lugar en condiciones de existencia de una servidumbre arbitraria respecto a una voluntad ajena.

Precisamente, la formulación más sistemática y programática de una perspectiva neo-republi-cana en la actualidad, pretendidamente alternativa a la tradición liberal y con vasta infl uencia en la política contemporánea, tal como se desarrolla en la obra de Phillip Pettit, arranca de esta idea de libertad republicana como ausencia de servidumbre planteada por Skinner.

II. El republicanismo de Phillip Pettit: democracia y derechoEn efecto, Pettit concuerda con la propuesta de Skinner de entender la libertad republicana

como ausencia de dominación (esto es, somos libres en tanto no estemos sujetos a la voluntad arbitraria de otro) y también con la afi rmación de que ésta sería históricamente anterior al modo modernista, liberal, de entender la libertad como maximización de los ámbitos de elección individual no interferidos. Sin embargo, Pettit considera que este concepto republicano no es una noción ne-gativa de libertad (como sostiene Skinner), a pesar de que tampoco se anclaría en la idea libertad positiva nacida de la tradición democrática-radical rousseauniana que promueve la libertad como autogobierno de la voluntad general (toda vez que desde aquí se abriría paso –piensa Pettit– la constante posibilidad de una tiranía de la mayoría, otra expresión de la sujeción–-en este caso, de las minorías– a una voluntad política arbitraria). En suma, la libertad republicana tal como la entiende Pettit (la libertad como no-dominación), se situaría normativa más allá de la clásica dicoto-mía berliniana entre libertad negativa y positiva tan infl uyente en el pensamiento político moderno5.

5 Para esta distinción, véase Berlin (2001).

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Dicho de otra manera, la libertad republicana entraña, al mismo, un concepto negativo y positivo de la libertad política:

“Esta concepción es negativa, en la medida en que requiere la ausencia de dominación ajena, no necesariamente la presencia de autocontrol, sea lo que fuere que éste último entrañe. La concep-ción es positiva, en la medida en que, al menos en un respecto, necesita algo más que la ausencia de interferencia; requiere seguridad frente a la interferencia, en particular frente a la interferencia arbitrariamente fundada” (Pettit, 1999: 77).

Luego de señalar estas divergencias, Pettit subraya que la libertad republicana ha de intentar desmarcarse, principalmente, de la concepción negativa de la libertad, toda vez que la noción posi-tiva no sólo presentaría radicales insufi ciencias normativas (la amenaza de la tiranía de la mayoría), sino que además considera que la posibilidad de un ejercicio de autodeterminación colectiva como el que propone Rousseau estaría prácticamente negado históricamente por la complejidad y dife-renciación de las sociedades modernas. Esta última consideración de Pettit es de por sí bastante debatible, pues implica una serie de supuestos teóricos e históricos no menores, pero conlleva a una línea de argumentación distinta a la que aquí se ensaya. Asumamos pues, por el momento, que efectivamente la libertad republicana ha de distanciarse esencialmente en su fundamentación de la libertad negativa, pues es esta demarcación la que le permite a Pettit señalar la distancia normativa existente entre republicanismo y liberalismo.

Puestas así las cosas, Pettit procede señalando dos rasgos que considera esenciales de la idea negativa de libertad y que la distinguen fuertemente de la concepción republicana. Por una parte, sostiene, sucede que bien podemos estar libres de interferencia concreta sobre nuestras elecciones individuales, podemos igualmente ser sujetos de dominación por parte de la voluntad de otro en la forma de la posibilidad o amenaza de intervención, lo cual termina condicionando el ejercicio efectivo de nuestra libertad (se trata, nos dirá Pettit, de una situación de ilibertad particularmente grafi cada en el caso del esclavo sometido a la voluntad de un amo bondadoso que no interfi ere en su esfera individual concretamente, pero que no por ello deja de ser su amo). La libertad como no-dominación, como le llama Pettit a la alternativa republicana, supone entonces no sólo la ausencia presente de interferencia ajena, sino más bien la certeza de que dicha interferencia (o al menos, una interferencia posible de califi car como arbitraria) no podrá tener lugar en el futuro; o, en el peor de los casos, que estará efi cazmente limitada y regulada en base a procedimientos y sanciones concretas. Por esto, va a subrayar Pettit, la creación de este estado de certeza o seguridad de la libertad como ausencia de dominación se debe asociar a la presencia de un orden jurídico encargado de regular o atenuar constantemente la posibilidad de una interferencia discrecional, arbitraria, en la libertad individual.

En conclusión, el “imperio de ley” haría posible entonces una seguridad de que nuestras elec-ciones personales no estarán sometidas arbitrariamente a voluntades ajenas o, al menos, que ello no podrá ocurrir impunemente, motivo por el cual –concluye Pettit– no podemos hablar de un hiato radical entre las instituciones cívicas y la libertad de los ciudadanos, toda vez que aquellas consti-tuyen –producen– la libertad como no-dominación de la cual gozan los ciudadanos en un régimen político republicano (Pettit, 1999: 146).

El segundo rasgo en que intenta marcar distancia del liberalismo remite, en concordancia con lo anterior, a la relación que se puede identifi car en ambas tradiciones entre libertad individual y orden jurídico. La libertad republicana, sostiene, no sería pensada como una esfera de inmunidad con respecto a las regulaciones jurídicas, sino que, por el contrario, abordaría una estricta continui-dad normativa entre libertad ciudadana y derecho. El punto fundamental aquí es, como es sabido, la idea básica de Pettit de que no toda interferencia en la acción individual puede considerarse una restricción a la libertad, pues aquellas intervenciones promovidas desde un gobierno justo, con sus

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instituciones amparadas en un orden jurídico no arbitrario, constituyen, garantizan y promueven efectivamente la libertad de los ciudadanos.

Ahora bien, lo central a destacar es que este carácter de seguridad jurídica de la libertad re-publicana sólo está garantizado plenamente si el derecho posee este atributo de la justicia, esto es, si la ley establecida garantiza una no-arbitrariedad de los mandatos soberanos y las regulaciones políticas, ante lo cual emerge de inmediato la pregunta acerca de los criterios evaluativos que per-miten hablar de un derecho eminentemente justo, no arbitrario. La respuesta de Pettit, con respecto al contenido de una ley no-arbitraria, justa, señala a contramano que la arbitrariedad del derecho tiene lugar cuando las leyes expresan y promueven intereses particulares, por ende, puede concluir y subrayar que la no-arbitrariedad jurídica vendría garantizada por la vinculación de la ley con los intereses plurales de la ciudadanía.

“En particular –señala– hay interferencia sin pérdida alguna de la libertad cuando la interfe-rencia no es arbitraria y no representa una forma de dominación: cuando está controlada por los intereses y las opiniones de los afectados y es requerida para servir a esos intereses de manera conforme a esas opiniones” (Pettit, 1999:56).

Esta noción acerca del carácter de una ley justa sitúa a Pettit, claramente, en la línea de la argumentación democrática y en su ideal de sujetos receptores, y la vez autores, de la ley (o, como nos dice Rousseau, la idea de que la ley política es aquella que el cuerpo político se impone a sí mis-mo, aquella “acción del todo sobre el todo”). No obstante, toda vez que -como hemos dicho- Pettit abandona el ideal rousseauniano de autodeterminación colectiva por sus insufi ciencias normativas e históricas, nos queda aún la interrogante sobre el proceso de creación que permite generar y evaluar una ley como no-arbitraria y, por ende, creadora y fundamento de la libertad republicana. O en otras palabras, ¿cómo se constituye una ley efectivamente expresiva de los intereses y opiniones plurales de los mismos afectados?

Es aquí donde quisiera sostener que el republicanismo de Pettit se torna particularmente pro-blemático, pues diluida completamente la idea de voluntad general rousseauniana ya no es posible fundamentar la ley en base a la deliberación democrática que expresa, pero a la vez modifi ca, recrea y reconfi gura, los distintos intereses ciudadanos,6 quedando así, por el contrario, el derecho no-arbitrario defi nido exclusivamente por su concordancia con los procedimientos ya previamente establecidos por la autoridad constitucional. La democracia republicana sería así, como veremos, esencialmente una democracia constitucional antes que deliberativa.

III. ¿Más allá del liberalismo? La juridifi cación de la política de-mocrática

Llegados a este punto el argumento de Pettit, si se aprecia con cierto detenimiento, se ha tornado prácticamente circular, pues termina arrojándonos a una situación normativa como la si-guiente: la libertad republicana es posibilitada por un estado de seguridad jurídica organizado en base a un derecho justo, no arbitrario, el cual a su vez es tal sólo en la medida en que expresa –o al menos es sensible a – los intereses y opiniones (plurales) de la ciudadanía, pero esta vinculación entre ciudadanía y derecho a su vez es mediada, posibilitada, por la misma autoridad constitucional ya existente. En suma, el criterio normativo de evaluación de la política republicana –creadora de

6 Al modo, por ejemplo, como Habermas reinterpreta desde una racionalidad comunicativa la idea de voluntad general soberana: “La soberanía –señala– no necesita ser concentrada de manera directa en el pueblo, ni tampoco ser desterrada al anonimato de las competencias constitucionales […] el sujeto de la comunidad jurídica que se organiza a sí misma se esfuma en las formas comunicativas sin sujetos que regulan el fl ujo de la formación discursiva de la opinión y de la voluntad”. Habermas (1999:245).

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una ley efectivamente justa– se encuentra en la misma ley, vale decir, se trata de normas jurídicas que observan y defi nen la rectitud normativa de las mismas normas jurídicas.

Si bien se podría anotar que esta consideración inscribe a Pettit marcadamente n la tradición republicana (con su promoción del “imperio de la ley”), es también es posible sostener es que, al mismo tiempo, lo acerca bastante a la tendencia de juridifi cación de la política democrática que ca-racteriza a la comprensión liberal, vale decir, a su pretensión normativa por sujetar las contingencias de la política a la fi gura del derecho (Atria, 2003).

Para el liberalismo clásico, como se recordará, el sustrato moral (presuntamente pre-político) de la libertad supone poner límites jurídicos a las posibles decisiones soberanas, lo cual en parte im-portante se asocia a la sujeción de la voluntad democrática a los procedimientos y normas jurídicas que defi nen los espacios de ejercicio e infl uencia (legítimos) de la política democrática. Precisamen-te, en la actualidad, la promoción de un control jurídico de constitucionalidad que sitúa una esfera vigilante de la legitimidad del proceso político, pero a la vez situada externamente a la deliberación y el desacuerdo político (la fi gura de los Tribunales Constitucionales), o la conocida tesis de Dworkin acerca de los derechos como “cartas de triunfo” de los individuos (premisas contramayoritarias) fren-te a las decisiones de la política democrática (Dworkin, 2002), o, fi nalmente, la propuesta rawlsiana de entender la razón jurídica como paradigma de la razón pública (Rawls, 2001), se mueven con claridad en esta tendencia hacia la juridifi cación de la política democrática.

Como insinuamos, por este motivo la democracia republicana para Pettit no será es fundamen-talmente deliberativa, sino más bien se caracterizará por hacer posible, legítima, la disputabilidad las decisiones gubernamentales; vale decir, permitirá –a través del mismo orden institucional-jurídico – la existencia de espacios legítimos donde la ciudadanía pueda expresar sus reparos y cuestionamientos a los mandatos políticos. Es sumamente notable –para ilustrar la juridifi cación de la política democrática que se intenta describir– citar el particular modo en que Pettit describe las características de la situación normativa mediante la cual la autoridad constitucional confi gura una situación de no-dominación republicana:

“La autoridad […] tiene, pues, que eliminar la dominación de unas partes sobre otras, y si ella misma no domina a las partes, entonces habrá puesto fi n a la dominación. La razón de que la autoridad constitucional no domine ella misma a las partes implicadas, si es que no las domina, es que la interferencia que practica atiende a los intereses de las partes de acuerdo con la propia inter-pretación de éstas; es convenientemente sensible al bien común” (Pettit, 1999: 97).

Es particularmente notable esta descripción, pues, mirada en profundidad, viene a señalar la relación política de modo similar a como podríamos describir –y tradicionalmente se hace– una rela-ción jurídica entre agentes privados. Efectivamente, sucede que tenemos partes implicadas (como nos dice Pettit) que intentan conciliar sus intereses plurales y, para ello, tienen una tercera parte (un árbitro) capaz de resolver la disputa en nombre de una argumentación que, si bien atiende los intere-ses de las partes, resuelve fi nalmente en base una suposición de universalidad (sensibilidad al bien común, le llama Pettit). No pareciese existir, en suma, diferencia sustancial entre argumentación jurídica y argumentación política; otro motivo –pareciese ser de peso– para afi rmar la existencia de una tendencia de juridifi cación de la política republicana7.

Sólo para exhibir de pasada un contrapunto normativo posiblemente aclaratorio, complemente distinto sería, por ejemplo, sostener que en la argumentación política no concurren estrictamente partes ya constituidas a resolver sus desacuerdos, al modo de la racionalidad jurídica, sino más bien que lo político remite –recurriendo al concepto de inspiración hegeliana actualizado recientemente

7 Piénsese, además, en la similitud estructural de esta escena republicana creadora de libertad con la posición original rawlsiana.

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Honneth (1997)– a una lucha por el reconocimiento en la cual no asistimos a la expresión pública de identidades constituidas ya en otro lugar, sino a la constitución misma de esas identidades singulares a través de de un reconocimiento intersubjetivo que transcurre siempre mediante inevitables tensio-nes y confl ictos8. Precisamente, con Butler (2006) podemos grafi car aún más este carácter constituti-vo, no meramente conciliador, de la política entendida desde la idea de “lucha por el reconocimiento”:

“Cuando reconocemos a otro o cuando pedimos que se nos reconozca, no estamos en busca de otro que nos vea como somos, como ya somos, como siempre hemos sido, como estábamos constituidos antes del encuentro mismo. En lugar de ello, en el pedido, en la demanda, nos volve-mos ya algo nuevo” (Butler, 2006: 72).

Pero volvamos a Pettit. Para Pettit afi rmar que el republicanismo reviste necesariamente la forma de una democracia constitucional implica, además, que un régimen republicano se ha de sostener normativamente en tres condiciones básicas: (1) el ya mencionado “imperio de la ley”, según el cual el Estado debe proceder siempre de acuerdo con un tipo de ley que cumpla ciertas restricciones elementales (que sean generales, no retroactivas, bien promulgadas, etc.); (2) una res-tricción del poder mediante su división, vale decir, la promoción de un gobierno mixto que facilite el mutuo control de la autoridad política; y (3) una condición contramayoritaria, según la cual tiene que difi cultársele, no facilitar en ningún caso, a la voluntad mayoritaria la modifi cación de ciertas áreas fundamentales del orden político-jurídico, lo cual puede introducirse estableciendo leyes consuetu-dinarias o restricciones constitucionalmente garantizadas. (Pettit, 1999: 228-239).

Como ya se ha señalado en parte la medida el “imperio de ley” puede devenir exacerbada juri-difi cación de la política democrática, siendo aún más evidente el matiz liberal y legalista que implica la tercera condición (la condición contramayoritaria), toda vez que supone que existen ámbitos de de un orden democrático que, simplemente, están situadas más allá de la política, sus avatares y confl ictos, conviene detenerse un momento en la segunda condición (el gobierno mixto) propuesto por Pettit como un rasgo elemental de la democracia republicana.

En efecto, es posible sugerir que si bien se plantea como una limitación recíproca de los poderes del Estado, sobre todo relevante en el caso de que uno de ellos sea monopolizado por un grupo particular, abre también la posibilidad normativa de una juridifi cación excesiva de la política democrática derivada, cabe sostener, de una marcada desconfi anza hacia el posible carácter cons-tituyente del pueblo. Este temor, por cierto, recorre la tradición republicana: va desde un Aristóteles con su régimen mixto que evita la dominación de una de las partes de la ciudad (especialmente, del demos siempre tendiente a la tiranía), pasando por Cicerón que nos advierte sobre los peligros del gobierno del pueblo que no distingue entre grados de dignidad; por Maquiavelo que sugiere una república mixta entre principado, aristocracia y gobierno popular para evitar los excesos del pue-blo (véase Rivero, 2005); hasta Hannah Arendt con su diagnóstico de la decadencia del momento republicano post-revolucionario ante la emergencia de las masas guiadas preferentemente por sus intereses materiales (lo social) y no por la alta dignidad de lo político (Arendt, 1992).

Ahora bien, lo que se pretende sostener con esta desconfi anza republicana hacia el pueblo no es primariamente un temor hacia los grupos menos privilegiados o excluidos socialmente, sino algo mucho más amplio y relevante políticamente posible de derivar del sentido particular (fi gurativo, político) con que Jacques Rancière (1996) ha propuesto entender la categoría de pueblo. En rigor, según Rancière la idea de pueblo supone (ya desde la polis griega) un cuestionamiento radical de toda posibilidad de una distribución geométrica de las partes de la ciudad, toda vez que si bien el

8 “[… ] un sujeto deviene siempre en la medida en que se sabe reconocido por otro en determinadas de sus facultades y cualidades, y por ello reconciliado con éste; al mismo tiempo llega a conocer partes de su irremplazable identidad y, con ello, a contraponerse al otro en tanto que un particular”. Honneth (1997: 28). Para apreciar una lectura de la relación entre política y derecho en clave de “lucha por el reconocimiento”, véase Sembler (2009).

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REPUBLICANISMO, DEMOCRACIA Y DERECHO: ¿MÁS ALLÁ DEL LIBERALISMO?por CAMILO SEMLER R.

demos se consideraba parte integrante de la polis, se defi nía principalmente por una exclusión, por la no-posesión de atributos valorados socialmente, vale decir, se trataba de la parte de los que no tienen parte (Rancière, 1996). Por este particular atributo, sostiene el pueblo –como categoría fi gu-rativa– representaría siempre un cuestionamiento de la presunta racionalidad de las distribuciones y repartos existentes, esto es, la puesta en escena de un sujeto político que pone en tela de juicio (revelando así su carácter histórico, contingente) la aparente posibilidad de distribución racional de los derechos y deberes en la ciudad política.

En suma, visto desde esta sugerencia de Rancière, el exacerbado legalismo o juridifi cación de la política democrática del republicanismo de Pettit evidenciaría la búsqueda incesante de un criterio de fi jación racional de los lugares, roles y derechos de las partes de la ciudad que permita ponerse a salvo (en nombre del derecho) de los procesos contingentes y confl ictivos que determinan históricamente el devenir de la política.

Ya para concluir y sintetizar el argumento aquí desarrollado, es posible sugerir que los hilos de continuidad normativa que se pueden advertir entre neo-republicanismo y liberalismo a raíz de esta tendencia juridifi cante de la política democrática se anclan en parte importante, en el caso de Pettit, en dos nudos críticos o imprecisiones que presenta su refl exión.

Por una parte se aprecia que la oposición que Pettit intenta sostener en relación al concepto de libertad negativa para desde ahí distanciarse del liberalismo no puedo sino resultar bastante imprecisa, toda vez que cuesta encontrar en la tradición liberal una idea tan nítida –o exagerada– de relacionar la libertad con una ausencia plena de interferencia como la que Pettit cree encontrar. Por el contrario, lo que se puede apreciar es que en la tradición liberal libertad individual y derecho no se oponen radicalmente, sino que más bien este último viene a garantizar –legalizar– ciertos libertades naturales preexistentes (esto es, a positivizar los derechos morales). Si bien puede anotarse que en la tradición liberal el derecho no constituye primariamente la libertad (como pensaría la tradición republicana), toda vez que ésta hunde sus raíces en atributos morales constitutivos del individuo, sí la hace posible históricamente, la torna segura y estable, en el marco de un orden jurídico basado en los derechos civiles. Este argumento, por cierto, no sólo se encuentra en el “liberalismo igualitario” o “liberalismo basado en derechos” que hoy posee amplia difusión, sino que también se remonta a los lugares clásicos de la tradición liberal, justamente aquellos donde Pettit cree encontrar grafi cada con nitidez la idea de libertad como ausencia total de interferencia9.

El segundo nudo crítico que se advierte en la teoría de Pettit ya ha sido insinuado en relación a la juridifi cación de la política. En el fondo, el neo-republicanismo permanece encauzado en un modo de entender la relación entre derecho y política que entiende la justicia y la condición de ciudadanía como un problema de distribución racional, vale decir, supone que la política y los derechos en una comunidad política pueden ordenarse haciendo abstracción de los procesos confl ictivos de recono-cimiento (afectivos, morales, políticos) que se depositan y constituyen las relaciones intersubjetivas. Hacer abstracción de la contingencia de lo político (de aquella lucha por el reconocimiento que, como insinuamos, subyacería a la relación entre democracia, derecho y política) es lo que el liberalismo ha pretendido, típicamente realizar desde un resguardo jurídico extra-político. Es éste uno de sus princi-pios normativos fundamentales que, más allá de intenciones declaradas, el republicanismo de Pettit no ha logrado dejar plenamente atrás, haciendo necesario así repensar críticamente las condiciones normativas de fundamentación de la democracia republicana, presuntamente post-liberal, hoy en boga.

9 A modo de ejemplo, cabe recordar la la distinción que traza –entre otros- Locke entre libertad natural (donde existe la apropiación individual) de la libertad civil (donde esa apropiación, legítima moralmente desde antes, se convierte en pro-piedad segura y estable, deviene derecho de propiedad). Véase Locke (2004).

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

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Desigualdad, Desarrollo y Consumo

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Revisitando tendencias en la distribución global del ingreso.

¿Hay alguna relación entre la inequidad entre las naciones y el orden político mundial?1

JOSÉ LUIS VALENZUELA2

ResumenUna Base de Datos construida a partir de las Tablas Mundiales Penn 6.2, per-mite el análisis de la distribución del ingreso entre los países para el período 1970-2003. El análisis de los datos contradice la ‘hipótesis de la convergencia’, y muestra un comportamiento diferente entre los países más ricos y los países más pobres, y entre los países de ‘clase media alta’ y de ‘clase media baja’. La información es relacionada con los asuntos internacionales del período de análisis. La emergencia de China como una potencia mundial que retorna, ayuda a disminuir la inequidad, mientras el predominio absoluto de los Estados Unidos en el período 1990 a 2000 coincide con un aumento de la diferencia entre los países más ricos y los países más pobres.

PALABAS CLAVE: INEQUIDAD, DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, ECONOMÍA, CIENCIAS SOCIALES,RELACIONES INTERNACIONALES, ECONOMÍA INTERNACIONAL, SISTEMA MUNDIAL, CHINA,

ESTADOS UNIDOS

AbstractA database built using Penn World Tables 6.2 allows the analysis of income distribution among countries for the period 1970 – 2003. Data analysis contradicts the ‘convergence hypothesis’ and shows a different behavior between richest and poorest countries compared to upper middle class and lower middle class countries. Data are related with world affairs of the period. The emergence of China as a returning world power helps to combat inequality, while the absolute predominance of the United States during the 1990 to 2000 period increased the difference between poor and rich.

KEY WORDS: INEQUALITY, INCOME DISTRIBUTION, ECONOMY, SOCIAL SCIENCES, INTERNATIO-NAL RELATIONS, INTERNATIONAL ECONOMY, WORLD SYSTEM, CHINA, USA.

1 Presentado al Seminario “El fi n de historia que no fue: A XX años de la caída del muro de Berlín”, Universidad de Santiago de Chile, Instituto de Estudios Avanzados, 24 al 26 de noviembre 2009.2 Ingeniero, Master en Dirección Estratégica, Master en Historia, Economía y Cultura de China, estudiante del Doctorado en Estudios Americanos, Universidad de Santiago, Chile.

Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010pp. 47 – 69

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IntroducciónMilanovic3 resume los conceptos de inequidad en el ingreso como sigue:

Tabla 1: Comparación de tres conceptos de inequidad según Milanovic

Concepto 1InequidadInternacional no ponderada

Concepto 2InequidadInternacionalponderada por población

Concepto 3Inequidad Mundial verdadera del ingreso

Fuente principal de información Cuentas Nacionales Cuentas Nacionales Encuestas a hogares

Unidad de observación Países Países (ponderados según

su población) Individuos / Hogares

Concepto de bienestar GDP o GNP per capita GDP o GNP per capita

Ingreso medio disponible per capita o gasto

Conversión de la moneda nacional Tasa de cambio de Mercado o tasa de cambio PPP

Distribución interna Ignorada Ignorada Incluida

En este trabajo se utiliza el concepto 2. Para un más profundo entendimiento del proceso de construcción de la información, especialmente el signifi cado de las distintas opciones para defi nir la conversión de la moneda local y el PPP, se recomienda el libro del Doctor Milanovic.

En el año 2001, el Doctor Donghyun Park4, usando la información de las Tablas Mundiales Penn 1960-19925, verifi có la ‘hipótesis de la convergencia’ y concluyó que “la distribución global del ingreso no se convirtió en más igualitaria durante el período 1960-1992”. Encontró un período de inequidad creciente (1960-1968), un período de alta volatilidad (1968-1976), y un período de convergencia (1977-1992). La ‘hipótesis de la convergencia dice que, a través del comercio Internacional, del movimiento de los factores de la producción (migraciones de trabajadores desde los países pobres a los países ricos), los fl ujos de capital desde los países ricos hacia los países pobres, y/o la difusión de la tecnología que permite a los pobres alcanzar a los ricos, se supone que los países pobres crecerán más rápidamente que los países ricos.

Bajo la inspiración de este trabajo, se visitó la última versión disponible de las Tablas Mundiales Penn6, y se creó un sistema simple para el tratamiento y la selección de la información, utilizando solo EXCEL, de tal manera de interesar a los científi cos del mundo de las ciencias sociales por la información económica segura y confi able. Con esta información básica se creó una Base de Datos útil para el análisis de la distribución del ingreso entre los países, ponderados según su población, para el período 1970 a 2003.

El primer objetivo de este trabajo es demostrar que, para cualquier investigador interesado en trabajar sobre el concepto de inequidad, la construcción de una Base de Datos confi able es posible,

3 (Milanovic, 2005)4 (Park, 2001),5 (Heston, Summers, 1995)6 (Heston, Summers, Aten, 2006)

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REVISITANDO TENDENCIAS EN LA DISTRIBUCIÓN GLOBAL DEL INGRESOpor JOSÉ LUIS VALENZUELA

y que la disponibilidad de información económica básica adecuada para trabajar en función de los objetivos específi cos de una investigación permite al investigador estudiar las relaciones entre información económica cuantitativa y los fenómenos sociales que ocurren o infl uyen sobre el mismo período.

El segundo objetivo es contrastar las conclusiones del Doctor Park, y el tercero es explorar correlaciones entre el desempeño económico cuantitativo del mundo en un período determinado, y los indicadores cualitativos relevantes de la situación política internacional.

Para los objetivos segundo y tercero se utilizarán tres diferentes indicadores:• El índice GINI.• El índice R/P, esto es, la relación entre el ingreso del 10% más rico y del 10% más pobre

de la Base de Datos seleccionada. Es también llamado índice 90/10 o relación 90/10.• El uso del ingreso incremental disponible entre el primer y el último año de la Base de

Datos seleccionada.

Para el tercer y ultimo objetivo, se escogen dos hechos relevantes de la política Internacional, y se explora una correlación entre los datos cuantitativos y los hechos políticos.

1. - Construcción de una Base de Datos confi able1.1 Fuente de Datos

El primer objetivo es construir una Base de Datos que contenga información numérica confi able acerca de la distribución del ingreso entre los países, para el mayor período posible del cual se disponga sufi ciente información. Se encontraron y estudiaron cuatro potenciales fuentes de información disponibles en Internet, utilizando la guía provista por Almas Heshmati7:

7 (Heshmati, 2004)

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- Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. Las Tablas contienen valiosa información acerca del Índice de Desarrollo Humano y sus componentes (series que comienzan en 1980 con datos cada 5 años), y acerca de indicadores sociales, pero solo hay información referida al GDP para un año (GDP per cápita expresado en PPP, en dólares del año 2006). Así, esta fuente no es útil para el propósito principal de esta investigación, pero puede ser utilizada posteriormente para un análisis profundo de las consecuencias de la inequidad.

- Tablas de GDP del Banco Mundial, expresadas en dólares corrientes, agrupadas en series

de tiempo por cada país, cubriendo desde 1960 hasta el año 2007. Los datos incluyen a 226 países y agregados de países (como los países de ingreso medio alto o los países del África sub-sahariana). Si se eliminan los agregados de países, se obtiene información para 209 países, pero es posible obtener series completas de información solamente para 72 países (con datos para todos los años entre 1960 y 2007)), o una serie completa para 107 países (con datos para todos los años entre 1970 y 2007)), o fi nalmente 115 países (con datos para todos los años entre 1970 y 2003. Un problema relevante para el primer objetivo de este trabajo es que la información está expresada en dólares corrientes, pero no es difícil expresarla en moneda de valor equivalente (Por ejemplo, dólares del año 2000), y también es fácil expresarla el dólares PPP, aproximándose mejor a una comparación válida del ingreso entre los países. Es entonces posible utilizar esta fuente de datos.

- Tablas Mundiales Penn (PWT). Las Tablas contienen datos de muchas variables, incluyendo GDP real per cápita (a precios constantes: series en cadena), donde ‘real’ signifi ca ‘convertido según PPP’. Incluyen información para 188 países, desde 1950 hasta el año 2004. No todos los países tienen datos para todos los años, de tal manera que resulta necesario defi nir criterios para validar un conjunto de datos a utilizar. Una gran ventaja es que la información es comparable a través del tiempo.

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- Tablas UNU-WIDER WIID8. La versión actual, febrero 2009, es 2.0c, contienen índice GINI, la distribución del ingreso por quintiles y deciles, para 159 países y en diferentes años. No es posible utilizar esta información debido a que son necesarios datos distribuidos regularmente en el tiempo. Pero, nuevamente, la Tabla contiene información valiosa para un posterior análisis en profundidad.

En resumen, se escogen como información base a las Tablas PWTEl procesamiento de los datos, la Base de Datos generada, y la representatividad de los datos

se describen en Anexo N° 1: Procesamiento de Datos y Resultados Obtenidos.

1.2 Selección de indicadores para representar la inequidadÍndice GINIEl siguiente gráfi co muestra la curva de Lorenz, calculada para el año 1970:

Gráfi co 1: Construcción de la curva de Lorenz desde la Base de Datos construida

La línea oscura representa la equidad perfecta en la distribución del ingreso (cada decil recibe un 10% del ingreso), mientras la línea roja representa la distribución real, obtenida de la Base de Datos a partir de la distribución del ingreso en el año 1970 (año para el cual los valores de ambos conjuntos de datos son iguales). Mientras mayor sea el área entre las dos curvas, mayor será la inequidad. Esta área es llamada ‘área de concentración’.

El índice de GINI representa la concentración del ingreso, y se defi ne como dos veces la relación entre el ‘área de concentración’ y el área total bajo la línea azul. Así, a la inequidad total (todo el ingreso concentrado en el decil 10, o todo el ingreso para el decil más rico) corresponde el valor 1 o 100%,

8 UNU-WIDER signifi ca “United Nations University – World Institute for Development Economics Research” WIID signifi ca “World Income Inequality Database”

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mientras a la equidad total (el ingreso repartido en partes iguales entre todos los deciles), corresponde el valor 0. Park utiliza la siguiente formula para el cálculo del índice de GINI G:

G = 1 + 1/n – 1/(n2ya)* (yn + 2yn-1 + ny1)ya

Yi = ingreso del decil iy1<=y2<=.......ynSe utilizará esta fórmula para el cálculo del índice GINI

Comparación entre los más ricos y los más pobresUna segunda forma de visualizar la inequidad consiste en comparar el ingreso del 10% más

rico (decil 10) con el ingreso del 10% más pobre (decil 1). El cálculo es sencillo a partir de ambos conjuntos de datos. Este indicador será llamado índice R/P.

Índice R/P = Ingreso total del decil más rico / Ingreso total del decil más pobre

2.- Análisis de la información2.1 Segundo objetivo: comprobar la ‘hipótesis de la convergencia’

Índices GINI y R/PUtilizando la Base de Datos Nº 1 se obtiene el siguiente gráfi co:

Gráfi co N° 2: Índices GINI y R/P desde la Base de Datos Nº 1La línea azul (GINI) evidencia una declinación casi constante a partir de 1980, mientras la línea

roja (R/P) muestra una declinación entre 1970 y 1983, seguida por un período de estancamiento hasta 1988 y luego por un crecimiento casi constante hasta el último año analizado, superando ya el año 2000 el valor correspondiente a 1970. De esta forma, el comportamiento de ambos indicadores es contradictorio. Utilizando la Base de Datos Nº 2, los índices se comportan como se muestra:

Gráfi co N° 3: Índices GINI y R/P desde la Base de Datos Nº 2

Las conclusiones se repiten con esta segunda Base de Datos.El uso del ingreso incrementalDe acuerdo a la Base de Datos N° 1, entre los años 1970 y 2003, el ingreso per cápita promedio

mundial se incrementó desde US$ 4,350.9 a US$ 7,997.6 esto es, un aumento neto de US$ 3,646.7El mundo logró entonces US$ 36,467 a ser distribuido entre los 10 deciles que conforman las

10 categorías de ingreso. Si se agrupan los deciles como se indica:Ricos Decile 10Media superior Decile 6 a 9Media inferior Decile 2 a 5Pobres Decile 1Es posible generar la siguiente Tabla:

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Tabla N° 2: Distribución del ingreso incremental (1970 a 2003)

Incremento Total US$ Incremento Medio por decil US$

Ricos Decil 10 13,860.7 13,860.7

Media Superior Decil 6 a 9 12,495.8 3,124.0

Media Inferior Decil 2 a 5 9,675.7 2,418.9

Pobres Decil 1 434.9 434.9

El gráfi co muestra el valor del ‘incremento medio por decil’:Gráfi co N° 4: Destino del ingreso incremental por decil

Expresado de otra forma, mientras en el año 1970 el 10% más pobre del conjunto de países recibía un 1.13% del ingreso total mundial disponible, en el año 2003 recibe el 1.19% del ingreso adicional generado por el mundo en el período 1970 a 2003, alcanzando así un incremento de su participación en el ingreso mundial a un 1.16%.

Al repetir los mismos cálculos para la Base de Datos N° 2 se obtiene:

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Gráfi co N° 5: Destino del ingreso incremental por decil, calculado desde la Base de Datos N° 2

El análisis de la información de la Base de Datos N° 2 muestra una inequidad algo superior, puesto que el decil más pobre recibe solamente un 1.08% del incremento del ingreso total mundial, disminuyendo su participación entre 1970 y 2003, desde un 1.13% hasta un 1.11%.

Para entender porqué se ha encontrado una reducción del índice GINI que ocurre simultáneamente con un mantenimiento de la situación de los más pobres, es necesario analizar las variaciones en el ingreso promedio de los países ubicados entre los deciles 2 y 9. Expresado en porcentajes, la distribución del ingreso mundial para los años 1970 y 2003 es la siguiente:

Tabla N° 3: Distribución porcentual del ingreso mundial según grupos de deciles

Distribución del Ingreso Mundial

Ricos Media Superior Media Inferior Pobres

1970 38.06% 52.91% 7.89% 1.13%

2003 38.04% 44.41% 16.39% 1.16%

Así, la disminución del índice de GINI se debe al incremento de la participación en la distribución del ingreso de los países que se han agrupado como ‘media inferior (deciles 2 a 5), logrado a costa de los países agrupados como ‘media superior’. Esta notable mejoría se origina al obtener dichos

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países una participación del 26.5% sobre el ingreso incremental, mucho mayor que la participación de 7.9% que tenían en la distribución del ingreso en 1970.

2.2 Tercer objetivo: Correlación entre el desempeño económico del mundo (cuantitativo) durante un período y los indicadores cualitativos relevantes de la situación política internacional.

Hay muchos acontecimientos internacionales relevantes ocurridos en el período 1970 a 2003, y es posible estudiar el efecto de cada suceso importante con respecto a la distribución del ingreso entre los países. Por ejemplo, ocurren crisis petroleras en 1973 y 1981, crisis fi nancieras como la crisis asiática de 1997-1999. Se estudiarán dos sucesos relevantes del período:

- El surgimiento de China- La década del imperio

El explosivo desarrollo de ChinaEntre los años 1970 y 2003, el GDP (PPP) de China aumentó desde 410.000 millones de

dólares hasta 6.395.000 millones de dólares. El siguiente gráfi co, construido a partir de la información de las PWT, muestra la evolución del GDP y del GDP per cápita entre los años 1952 y 2004:

Gráfi co N° 6: Evolución del GDP (PPP) de China

En 1970, China ocupaba el lugar Nº 149 entre 153 países ordenados según su GDP per cápita, de mayor a menor y, utilizando la Base de Datos Nº 2 (países constantes), alcanza el año 2003, el lugar Nº 82, un salto de 67 lugares, superado en magnitud tan solo por Guinea Ecuatorial, país que progresó en 69 lugares, aunque con una economía mucho más pequeña). El siguiente gráfi co muestra el camino seguido por China:

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Gráfi co Nº 7: Evolución de la posición de China entre los 155 países ordenados según su GDP per capita

Es razonable preguntarse cuál ha sido la infl uencia del crecimiento experimentado por China sobre la distribución del ingreso mundial entre los países, en el período 1970 a 2003. El desarrollo de China, ¿ha contribuido a incrementar la inequidad entre los países o, por el contrario, ha impactado positivamente sobre este concepto? Existiendo muchos caminos para buscar la respuesta, se ha decidido privilegiar el más simple de ellos, que consiste en analizar por comparación el conjunto de los países defi nido en la Base de Datos Nº 2, y contrastar con los resultados que se obtienen al excluir a China de dicho conjunto de países. Así se compararán los resultados que se obtienen de dos conjuntos de datos:

- La Base de Datos Nº 2- La Base de Datos Nº 3, igual a la anterior excepto por la exclusión de China.

La representación gráfi ca de los resultados es la siguiente:Índice R/PLos Gráfi cos Nº 8 y Nº 9 muestran la evolución durante el período 1970 a 2003, del índice R/P.

El primer gráfi co corresponde a la Base de Datos N° 2, que reune a todos los países incluidos en la muestra de países constantes, mientras el segundo ha sido generado a partir de la Base de Datos N° 3, idéntica a la anterior con la excepción de la exclusión de China. Por comparación es posible deducir el efecto del desarrollo económico de China sobre este indicador de inequidad:

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Gráfi co Nº 8

Gráfi co Nº 9

La comparación entre ambos gráfi cos señala que, considerado como indicador el índice R/P, un mundo sin China es mucho más inequitativo que el mundo que la incluye. El Grafi co Nº 9 muestra que el incremento del índice R/P es casi constante en el período analizado, mientras el Gráfi co Nº 8 muestra un constante decrecimiento de l índice R/P entre los años 1976 y 1986, seguido de un crecimiento casi constante hasta 1999 y una estabilización entre los años 2000 y 2003. Hacia fi nales del período analizado, el mundo sin China alcanza índices R/P cercanos al valor 40, mientras el mundo con China muestra índices R/P en torno al valor 35. China, debido a la magnitud de su población, la que representa un 25% de la población de la muestra en 1970 y un 22.7% en 2003, se

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distribuye en más de un decil al construir la Base de Datos. Sólo en 1989 dejó de contribuir al decil más pobre, año en que por primera vez hay países que son más pobres que China y que al mismo tiempo representan a más del 10% de la población mundial.

Índice de GINIEl siguiente gráfi co representa la evolución del índice de GINI tanto para la Base de Datos

N° 2 como para la Base de Datos N° 3:

Gráfi co 10: Evolución del Índice de GINI 1970 a 2003

Sin China, el mundo exhibe un índice GINI con una pequeña inclinación al alza, mientras que el mundo con China muestra un índice GINI claramente en continua disminución.

Ambos indicadores, el índice R/P y el índice GINI indican una clara contribución de China hacia la disminución de la inequidad entre los países.

La ‘década del Imperio’Se propone denominar como ‘década del Imperio’ al período que se inicia en 1989 con la caída

del muro de Berlín (símbolo del término de la Guerra Fría, y fi naliza en el año 2001 con el ataque a las Torres Gemelas (símbolo del inicio de la Guerra contra el terrorismo. Durante este período, 1990 a 2000 si se expresa en años completos, Estados Unidos fue la única e indisputada superpotencia mundial. Este breve ‘Imperio Mundial’ coincide con situaciones muy particulares referidas a la evolución de la inequidad entre las naciones, como se evidencia en los gráfi cos siguientes:

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Gráfi co N° 11: Evolución comparada de la participación en la distribución del ingreso mundial del 10% de los países más ricos y del 10% de los países más pobres (1990 a 2000)

El Gráfi co muestra que en el período analizado, el decil más rico conserva su participación en la distribución del ingreso mundial, mientras el decil más pobre se empobrece aún más y en forma constante. La participación del decil más pobre disminuye desde un 1,46% en 1990 a un 1,08% en el año 2000. En la década anterior, 1981 a 1990, había aumentado su participación desde 1,36% a 1,46%, y en la década que va desde 1971 a 1980 también había aumentado su participación, desde 1,18% a 1,30%. El valor alcanzado en el año 2000 es el más bajo en todo el período para el cual se cuenta con información en las Bases de Datos generadas en este trabajo a partir de las Tablas PWT, y permanece casi constante en los 3 años siguientes a la década del Imperio.

El siguiente gráfi co muestra la evolución del índice GINI durante la década del Imperio incluyendo, dada las conclusiones del punto anterior, el mundo representado con la inclusión de China y sin su inclusión:

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Gráfi co 12: Evolución del Índice GINI (1990 a 2000)

Al excluir a China, el índice GINI aumenta en forma leve pero constante (desde 0,54 en el año 1990 hasta 0,547 en el año 2000), mientras que la inclusión de China muestra un decrecimiento constante e importante del índice de GINI (desde 0,565 en el año 1990 hasta 0,524 en el año 2000).

Puede entonces concluirse que durante la década del Imperio, el mundo muestra un aumento de la inequidad en la distribución del ingreso entre los países, con énfasis en el deterioro de la situación de los países más pobres.

3.- Conclusiones fi nalesEn este trabajo se ha demostrado la factibilidad de obtener información económica confi able

y signifi cativa, a partir de la cual es posible desarrollar indicadores económicos útiles acerca de la inequidad en la distribución del ingreso mundial entre los países.

Al trabajar directamente con la Base de Datos, es posible relacionar dicha información con acontecimientos relevantes de la política mundial, pudiendo relacionarse situaciones políticas con consecuencias sociales a nivel de los países. Por cierto, del análisis efectuado no es posible comprobar una relación causa – efecto, pero si ha sido posible determinar causas y efectos que concurren en el mismo período de tiempo, abriendo así interrogantes que necesitan ser resueltas en futuros trabajos. ¿El dominio absoluto de los Estados Unidos como superpotencia mundial signifi có un mayor empobrecimiento de los países más pobres? Lo que se ha establecido es que durante la década del Imperio, el mundo incrementó la desigualdad en la distribución del ingreso y afectó principalmente a los países más pobres. La evolución del índice de GINI en el mismo período muestra un mejoramiento continuo, que desaparece, e incluso se invierte, cuando se saca a China del sistema-mundo en estudio, lo que permite deducir que la mejoría del índice GINI se debe principalmente al desarrollo del gigante asiático.

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Al estudiar el período 1970 a 2003, se ha comprobado que la vuelta de China como potencia mundial ha signifi cado un mejoramiento de la situación de inequidad según la medición del índice GINI, y una atenuación de esta de acuerdo a la medición del índice R/P.

El análisis de la información no permite establecer argumentos a favor de la ‘teoría de la convergencia’. Sin embargo, se ha detectado un movimiento interesante entre lo que se ha llamado la media superior y la media inferior, agrupaciones que representan respectivamente a los países agrupados en los deciles 6 a 9 y los deciles 2 a 5 respectivamente. Una mayor participación en la riqueza adicional generada entre los años 1970 y 2003 ha favorecido la aproximación de los países agrupados en la media inferior hacia la media superior. Esta situación es concurrente con la evolución de la posición de China en el ranking de los países ordenados de acuerdo a su GDP per cápita.

La más genuina expresión de la inequidad global no es la inequidad entre los países, ponderados de acuerdo a su población, concepto con el cual se ha trabajado, sino la inequidad entre los individuos, la que es mayor puesto que rompe con la simplicidad de considerar un solo ingreso medio para todo un país, e incluye la inequidad en la distribución del ingreso dentro de los países, la que actúa como un efecto amplifi cador del concepto utilizado. Firebaugh9 cuantifi có este efecto: “Alrededor del setenta por ciento de la inequidad en la distribución del ingreso mundial se da entre las naciones”, lo que implica que el 30% restante de lo que podemos llamar ‘inequidad verdadera’ se produce entre los individuos de una nación.

Los resultados de la economía mundial no son solamente una consecuencia de las decisiones económicas, sino también un resultado de las situaciones políticas. Cuando la economía de un país o de una región se deteriora, ocurren fenómenos sociales cuyos efectos infl uyen sobre la evolución económica de un área más amplia. De la misma forma, el progreso económico de una región o país puede signifi car el deterioro de económico de otros lugares del mundo. No es una buena elección el tomar decisiones sobre la exclusiva base de los principios económicos, transformando la economía en la ciencia fundamental de las comunidades humanas.

Un buen ejemplo es el análisis del impacto en el sistema-mundo del desarrollo de los bíocombustibles sobre la base de maíz. El encarecimiento mundial del maíz ha tenido consecuencias graves, especialmente en los países más pobres. Una ciencia basada en el dinero no tiene la capacidad de anticipar los problemas humanos que estarán detrás de las decisiones económicas, mientras que una ciencia social, más cercana a lo humano, validada con el manejo de las cifras, puede y debe anticipar dichas situaciones.

Es de la mayor importancia el que la comunidad científi ca social deje de trabajar exclusivamente con las conclusiones y productos de la investigación de los economistas, y comience a construir sus propias Bases de Datos, diseñadas en función de los objetivos de su propia investigación. Existe disponible excelente información económica básica, a partir de la cual en este trabajo se ha demostrado que, mediante el uso de herramientas informáticas comunes y conocidas, es posible generar Bases de Datos apropiadas para los objetivos de la investigación.

Bata y Bergesen10 dijeron en 2002: “La inequidad global ha sido muy poco analizada por los sociólogos, pese a que ellos reclaman ser los científi cos más expertos a cargo del estudio de las inequidades globales y la estratifi cación”. Myles11 agregó: “El juicio de Martina Morris y Mark

9 (Firebaugh, 2000)10 (Bata y Bergesen, 2002)11 (Myles, 2003)

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Western acerca de la contribución hecha por los sociólogos al estudio de la cambiante estructura de la inequidad del ingreso es, al mismo tiempo, seguro y turbador. Su punto no es que los sociólogos han fallado en tomar nota de los cambios en la distribución de la ganancia de los trabajadores o del ingreso familiar. Más bien, el punto es que la contribución de la sociología para dar cuenta de estas tendencias haya sido tan modesta. Con unas pocas y notables excepciones (i.e. Bernhardt et al, 2001), hemos dejado la mayor parte de esta pesada carga – tanto teórica como empírica – como una materia de los economistas”.

En el año 2000, Stewart y Berry12 concluyen que “A pesar de serias lagunas en la información, la evidencia revisada en este artículo ha confi rmado ampliamente la expectativa teórica que la liberalización económica afecta la distribución del ingreso en forma diferente según las condiciones iniciales de los países (factores de desarrollo, instituciones) y sus lineamientos políticos.” Y se añade “En defi nitiva, la disminución de la intervención del Estado y la evolución hacia el mercado han tendido a incrementar la desigualdad dentro de los países”

En el año 2002, Babones13 concluyó “Veo que la creciente integración de las economías de mercado durante las últimas décadas se ha refl ejado de forma dramática en el aumento de la inequidad internacional”. Hoy, Korzeniewicz y Moran14 se preguntan “En 200 años más, ¿cómo los futuros observadores (si aún existen) valorarán nuestra época? En un mundo con una persistente inequidad entre los países, ¿encontrarán que nuestra propia cruzada moral para una mayor equidad global ha sido en nuestro tiempo un fenómeno pintoresco, aunque de corta duración?”

Así, las conclusiones esbozadas encuentran soporte en la comunidad científi ca, tanto en lo que se refi ere a demostraciones cuantitativas de la inequidad como a la ausencia de cientistas sociales en la investigación. Es nuestra esperanza el contribuir a motivar su participación.

12 (Stewart y Berry, 2000)13 (Babones, 2002)14 (Korzeniewicz y Moran)

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Bibliografía(Babones, 2002) “Population and Sample Selection Effects in Measuring International Income

Inequality”, Salvatore J. Babones, Journal of World-Systems Research (JWSR), viii, 1, winter 2002.

(Bata y Bergesen, 2002) “Global Inequality: An Introduction”, Michelle Bata and Albert J. Bergesen, Journal of world-systems research (JWSR), viii, 1, winter 2002.

(Firebaugh, 2000) “The trend in between-nation income inequality”, G. Firebaugh, Annual Review of Sociology Volume: 26 Pages: 323-339 Publicado: 2000.

(Heshmati, 2004) “Data Issues and Databases Used in Analysis of Growth, Poverty and Economic Inequality”, Almas Heshmati, IZA Discussion Paper No. 1263, USA, Agosto 2004

(Heston, Summers, 1995) “Penn World Table Version 5.6”, Alan Heston, Robert Summers, Center for International Comparisons of Production, Income and Prices at the University of Pennsylvania, USA, 1995 (obtenidos del National Bureau of Economic Research, Cambridge MA. http://pwt.econ.upenn.edu/ (en enero 2009 están disponibles solo las versiones 6.1 and 6.2))

(Heston, Summers, Aten, 2006) “Penn World Table Version 6.2”, Alan Heston, Robert Summers and Bettina Aten, Center for International Comparisons of Production, Income and Prices at the University of Pennsylvania, USA, Septiembre 2006.

http://pwt.econ.upenn.edu/php_site/pwt62/pwt62_form.php

(Korzeniewicz and Moran) “Rethinking Inequality: A World-Historical Perspective”, Roberto Patricio Korzeniewicz and Timothy Patrick Moran, Université de Neuchatël, 2008.

http://www2.unine.ch/webdav/site/inequality08/shared/documents/papers/korzeniewich.pdf

(Milanovic, 2005) “Worlds Apart: Measuring International and Global Inequality”, Branko Milanovic, Princeton University Press, USA 2005, reimpreso en 2007

(Myles, 2003) “Where Have All the Sociologists Gone? Explaining Economic Inequality”, John Myles; Canadian Journal of Sociology, Vol. 28, 2003.

(Park, 2001) “Recent Trends in the Global Distribution of Income”, Dr. Donghyun Park, Journal of Policy Modeling, 2001, Volume 23, Issue 5, July 2001, Páginas 497-501

(Stewart and Berry, 2000) “Globalization, Liberalization and Inequality: Real Causes Expectations and Experience”, Frances Stewart, Albert Berry; Challenge, Vol. 43, 2000

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Anexo N° 1: Procesamiento de Datos y Resultados Obtenidos.La información en las Tablas PWT está ordenada según país. Una vez exportada la información

a una planilla EXCEL, debe ser ordenada por año, y deben separarse los bloques correspondientes a cada año, los que se ordenan internamente de acuerdo al GDP per capita en forma ascendente. Los datos importados por EXCEL fueron los siguientes: ‘Nombre del país’, ‘Año’, ‘GDP real per cápita’ (variable codifi cada como rgdpch, y ‘Población’ (código POP). Se agregan las siguientes columnas, construidas a partir de la información anterior:

Acc Population: Población acumulada en millones de personas.Acc GDP: GDP acumulado en millones% of Total Population Población/Población Total, como %% of Acc Total Population Población acumulada/Población Total, como %Tenth Decil correspondiente al % de Población Total Acumulada (p.e. 37,8% signifi ca decil 4)Se crean 10 columnas para la acumulación correspondiente a cada decil (decil 1 a decil 10).

La planilla queda como se indica en la siguiente fi gura:

Figura 1: Posición de las columnas en la planilla EXCEL construida

La fórmula para el cálculo del GDP correspondiente a cada decil fue deducida a partir del siguiente diagrama lógico:

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Figura 2: Diagrama Lógico utilizado para deducir la formula para calcular el GDP correspondiente a cada decil

Donde Px signifi ca el valor de la fi la para la columna del decil, P0 signifi ca el valor numérico (1 a 10) del decil para el cual se acumula, Px-1 signifi ca el valor de la fi la anterior para la columna del decil.

La formula para la acumulación del GDP, para el primer país (corresponde a Etiopía) y el primer año (corresponde a 1950), es la siguiente:

=SI($K7=L$3,SI($K6=L$3,L6+$F7,SI($K6<L$3,SI($I7<10%,$F7*($J7-(L$3-1)*10%)/$I7,(($J7-10%*(L$3-1))*$F7/$I7)),”ERROR”)),SI($K7<L$3,””,

SI($K6=L$3,L6+$F7*(10/100*L$3-$J6)/$I7,SI($K6<L$3,10%/$I7*$F7,””))))La Fila 3, desde la columna L (decil 1), hasta la columna U (decil 10), tiene los valores

numéricos 1 a 10 (para los deciles 1 a 10). El valor del GDP para cada decil será el valor máximo de su respectiva columna (la ecuación va incorporando valor al GDP desde que aparece un país que corresponde al decil, hasta que aparece un país que corresponde a un decil superior, por lo que el último valor de la columna es, al mismo tiempo, el valor máximo y el valor del GDP correspondiente al decil). Cuando se han terminado todos los cálculos, los resultados son exportados a una nueva planilla EXCEL, bastante más liviana, y sobre la cual se podrán efectuar los cálculos para determinar los parámetros que refl ejan la inequidad:

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Tabla 1: Distribución del ingreso mundial por deciles 1950 – 2004Millones de dólares PPP

año 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 TOTAL N° países1950 83.245 93.259 93.259 101.802 179.973 263.034 404.954 728.956 1.149.331 1.369.582 4.467.394 511951 87.581 95.463 95.463 106.940 200.958 299.038 444.055 762.343 1.218.125 1.489.474 4.799.440 571952 60.939 60.939 60.939 132.718 148.212 169.926 387.598 638.385 1.302.823 2.171.363 5.133.842 581953 66.058 66.058 66.058 144.516 157.909 181.659 402.361 659.566 1.375.071 2.282.277 5.401.535 601954 68.018 68.018 68.018 149.278 163.015 187.408 413.756 699.373 1.451.009 2.280.282 5.548.174 631955 72.835 72.835 72.973 156.966 168.873 198.741 446.323 740.262 1.544.314 2.511.287 5.985.409 671956 80.892 80.892 80.924 160.443 170.856 200.943 457.274 786.885 1.615.020 2.575.892 6.210.019 671957 84.192 84.581 84.581 162.752 173.804 207.417 483.706 834.854 1.687.305 2.615.097 6.418.289 671958 94.091 95.595 95.595 172.458 186.448 217.097 498.917 863.379 1.730.068 2.598.219 6.551.865 671959 98.547 99.948 99.948 178.983 191.419 225.624 519.836 895.180 1.808.331 2.769.382 6.887.199 701960 108.120 109.537 122.486 213.471 217.916 264.868 506.055 981.981 1.931.229 3.054.516 7.510.179 991961 92.217 92.217 116.208 222.672 226.338 277.143 548.101 1.059.969 2.046.330 3.119.173 7.800.368 1001962 92.135 92.135 121.098 231.874 235.218 281.998 564.473 1.121.432 2.150.500 3.323.183 8.214.045 1001963 99.125 99.125 125.084 250.560 255.606 287.245 598.314 1.199.037 2.257.285 3.504.494 8.675.874 1001964 110.917 110.917 133.492 267.302 272.716 302.890 621.296 1.293.516 2.403.820 3.757.980 9.274.848 1001965 122.361 123.679 140.066 268.870 269.372 303.230 641.011 1.360.056 2.521.677 4.026.313 9.776.634 1001966 132.242 133.047 148.743 266.232 267.538 313.782 664.770 1.427.033 2.656.278 4.284.687 10.294.351 1001967 128.007 128.057 142.908 278.343 288.523 320.773 685.000 1.486.866 2.825.493 4.408.530 10.692.502 1001968 123.759 123.759 141.384 294.467 306.828 340.821 720.100 1.568.557 3.055.956 4.678.147 11.353.778 1001969 136.262 136.262 151.424 321.437 340.769 361.606 754.153 1.629.022 3.327.596 4.909.129 12.067.661 1001970 161.577 163.727 209.436 372.199 379.768 472.381 965.307 2.051.393 4.053.339 5.424.721 14.253.849 1551971 175.519 178.355 218.549 390.164 397.692 495.903 1.018.478 2.113.036 4.233.461 5.696.894 14.918.050 1551972 180.474 182.460 220.866 392.558 399.461 530.697 1.088.557 2.228.953 4.485.554 6.067.653 15.777.234 1561973 192.991 195.457 225.792 403.457 408.081 562.738 1.150.281 2.365.878 4.833.908 6.487.905 16.826.487 1561974 196.801 199.095 228.754 400.488 412.529 577.028 1.170.738 2.415.674 4.904.264 6.605.141 17.110.511 1561975 209.405 213.222 241.782 425.567 428.555 590.605 1.208.469 2.453.450 4.934.489 6.624.968 17.330.511 1561976 213.846 217.422 249.453 442.722 445.438 629.229 1.306.723 2.597.342 5.190.109 7.047.094 18.339.378 1561977 224.453 230.681 259.926 464.623 472.265 667.659 1.363.620 2.625.348 5.359.989 7.382.303 19.050.867 1561978 244.205 255.555 284.838 490.513 503.361 697.474 1.446.573 2.646.705 5.597.448 7.758.077 19.924.750 1561979 263.407 280.934 304.107 481.117 500.060 718.262 1.503.469 2.730.489 5.857.139 8.119.992 20.758.976 1571980 275.539 296.369 315.077 502.021 533.369 749.940 1.517.197 2.785.447 6.002.324 8.181.884 21.159.168 1581981 293.212 320.765 340.850 521.094 560.992 766.667 1.532.927 2.747.143 6.069.182 8.383.768 21.536.601 1581982 321.771 361.594 370.206 536.273 584.810 773.401 1.579.293 2.696.628 6.157.493 8.292.538 21.674.008 1581983 343.531 391.401 393.055 547.436 606.533 817.324 1.615.486 2.649.757 6.297.713 8.621.685 22.283.922 1581984 358.550 447.519 447.519 578.425 643.304 861.772 1.649.946 2.736.608 6.491.834 9.182.512 23.397.988 1581985 373.465 488.522 488.522 614.365 682.117 878.395 1.664.880 2.863.228 6.684.278 9.578.790 24.316.563 1581986 392.907 566.144 566.144 660.223 716.201 924.318 1.686.079 2.967.200 6.916.425 9.942.199 25.337.841 1581987 394.649 630.087 630.087 709.546 759.634 965.088 1.709.403 3.080.276 7.181.077 10.323.249 26.383.095 1591988 415.006 676.073 676.073 758.030 811.714 1.026.067 1.732.025 3.125.287 7.563.973 10.808.954 27.593.202 1591989 421.674 691.694 691.694 783.203 851.771 1.075.168 1.752.521 3.200.074 7.831.963 11.298.152 28.597.914 1611990 432.926 786.398 787.046 843.520 893.651 1.114.710 1.849.058 3.151.590 8.100.946 11.662.979 29.622.824 1711991 428.832 845.497 856.762 873.514 892.338 1.138.652 1.911.734 3.189.634 8.246.896 11.863.219 30.247.077 1731992 430.125 894.726 923.411 959.805 959.805 1.186.450 1.981.817 3.239.764 8.410.868 12.270.497 31.257.269 1761993 430.636 919.506 954.535 1.050.185 1.050.465 1.231.260 2.042.575 3.322.564 8.485.362 12.575.482 32.062.569 1831994 430.746 945.792 990.682 1.202.201 1.228.914 1.349.136 2.100.075 3.444.066 8.803.189 13.089.453 33.584.253 1841995 418.551 1.001.933 1.071.938 1.310.729 1.375.530 1.453.846 2.166.726 3.457.227 9.078.365 13.493.992 34.828.836 1861996 439.593 1.055.288 1.126.246 1.393.260 1.510.398 1.571.971 2.294.406 3.555.476 9.333.242 14.044.713 36.324.593 1861997 457.237 1.078.022 1.176.062 1.507.336 1.692.465 1.728.528 2.336.369 3.662.590 9.648.826 14.681.241 37.968.675 1861998 463.363 1.152.151 1.258.325 1.590.626 1.846.944 1.850.776 2.313.869 3.691.094 9.840.241 15.205.535 39.212.923 1861999 463.841 1.234.950 1.397.231 1.679.163 1.987.018 1.989.043 2.354.376 3.778.538 10.071.245 15.880.430 40.835.834 1862000 461.742 1.254.026 1.444.126 1.760.928 2.172.008 2.185.878 2.482.535 3.929.611 10.444.430 16.581.515 42.716.800 1882001 468.452 1.274.598 1.505.286 1.792.090 2.316.985 2.365.432 2.563.306 3.962.858 10.560.924 16.779.110 43.589.042 1832002 478.970 1.310.372 1.593.088 1.851.755 2.493.691 2.590.988 2.729.755 3.998.792 10.626.636 17.079.239 44.753.286 1832003 513.599 1.328.500 1.693.891 1.920.363 2.647.514 2.815.329 2.923.028 4.109.794 10.864.881 17.536.435 46.353.334 1832004 392.520 1.240.730 1.728.810 1.880.643 1.880.643 1.880.643 2.734.947 6.734.182 9.185.106 12.356.572 40.014.795 81

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67Escuela de Sociología Facultad de Ciencias Sociales Universidad Central

REVISITANDO TENDENCIAS EN LA DISTRIBUCIÓN GLOBAL DEL INGRESOpor JOSÉ LUIS VALENZUELA

Dado que cada decil tiene la misma población para un año determinado, es ahora fácil calcular el valor del GDP per cápita para cada decil y año:Tabla 2: Distribución del ingreso mundial per cápita por deciles

1950 – 2004año 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 TOTAL N° países1950 83.245 93.259 93.259 101.802 179.973 263.034 404.954 728.956 1.149.331 1.369.582 4.467.394 511951 87.581 95.463 95.463 106.940 200.958 299.038 444.055 762.343 1.218.125 1.489.474 4.799.440 571952 60.939 60.939 60.939 132.718 148.212 169.926 387.598 638.385 1.302.823 2.171.363 5.133.842 581953 66.058 66.058 66.058 144.516 157.909 181.659 402.361 659.566 1.375.071 2.282.277 5.401.535 601954 68.018 68.018 68.018 149.278 163.015 187.408 413.756 699.373 1.451.009 2.280.282 5.548.174 631955 72.835 72.835 72.973 156.966 168.873 198.741 446.323 740.262 1.544.314 2.511.287 5.985.409 671956 80.892 80.892 80.924 160.443 170.856 200.943 457.274 786.885 1.615.020 2.575.892 6.210.019 671957 84.192 84.581 84.581 162.752 173.804 207.417 483.706 834.854 1.687.305 2.615.097 6.418.289 671958 94.091 95.595 95.595 172.458 186.448 217.097 498.917 863.379 1.730.068 2.598.219 6.551.865 671959 98.547 99.948 99.948 178.983 191.419 225.624 519.836 895.180 1.808.331 2.769.382 6.887.199 701960 108.120 109.537 122.486 213.471 217.916 264.868 506.055 981.981 1.931.229 3.054.516 7.510.179 991961 92.217 92.217 116.208 222.672 226.338 277.143 548.101 1.059.969 2.046.330 3.119.173 7.800.368 1001962 92.135 92.135 121.098 231.874 235.218 281.998 564.473 1.121.432 2.150.500 3.323.183 8.214.045 1001963 99.125 99.125 125.084 250.560 255.606 287.245 598.314 1.199.037 2.257.285 3.504.494 8.675.874 1001964 110.917 110.917 133.492 267.302 272.716 302.890 621.296 1.293.516 2.403.820 3.757.980 9.274.848 1001965 122.361 123.679 140.066 268.870 269.372 303.230 641.011 1.360.056 2.521.677 4.026.313 9.776.634 1001966 132.242 133.047 148.743 266.232 267.538 313.782 664.770 1.427.033 2.656.278 4.284.687 10.294.351 1001967 128.007 128.057 142.908 278.343 288.523 320.773 685.000 1.486.866 2.825.493 4.408.530 10.692.502 1001968 123.759 123.759 141.384 294.467 306.828 340.821 720.100 1.568.557 3.055.956 4.678.147 11.353.778 1001969 136.262 136.262 151.424 321.437 340.769 361.606 754.153 1.629.022 3.327.596 4.909.129 12.067.661 1001970 161.577 163.727 209.436 372.199 379.768 472.381 965.307 2.051.393 4.053.339 5.424.721 14.253.849 1551971 175.519 178.355 218.549 390.164 397.692 495.903 1.018.478 2.113.036 4.233.461 5.696.894 14.918.050 1551972 180.474 182.460 220.866 392.558 399.461 530.697 1.088.557 2.228.953 4.485.554 6.067.653 15.777.234 1561973 192.991 195.457 225.792 403.457 408.081 562.738 1.150.281 2.365.878 4.833.908 6.487.905 16.826.487 1561974 196.801 199.095 228.754 400.488 412.529 577.028 1.170.738 2.415.674 4.904.264 6.605.141 17.110.511 1561975 209.405 213.222 241.782 425.567 428.555 590.605 1.208.469 2.453.450 4.934.489 6.624.968 17.330.511 1561976 213.846 217.422 249.453 442.722 445.438 629.229 1.306.723 2.597.342 5.190.109 7.047.094 18.339.378 1561977 224.453 230.681 259.926 464.623 472.265 667.659 1.363.620 2.625.348 5.359.989 7.382.303 19.050.867 1561978 244.205 255.555 284.838 490.513 503.361 697.474 1.446.573 2.646.705 5.597.448 7.758.077 19.924.750 1561979 263.407 280.934 304.107 481.117 500.060 718.262 1.503.469 2.730.489 5.857.139 8.119.992 20.758.976 1571980 275.539 296.369 315.077 502.021 533.369 749.940 1.517.197 2.785.447 6.002.324 8.181.884 21.159.168 1581981 293.212 320.765 340.850 521.094 560.992 766.667 1.532.927 2.747.143 6.069.182 8.383.768 21.536.601 1581982 321.771 361.594 370.206 536.273 584.810 773.401 1.579.293 2.696.628 6.157.493 8.292.538 21.674.008 1581983 343.531 391.401 393.055 547.436 606.533 817.324 1.615.486 2.649.757 6.297.713 8.621.685 22.283.922 1581984 358.550 447.519 447.519 578.425 643.304 861.772 1.649.946 2.736.608 6.491.834 9.182.512 23.397.988 1581985 373.465 488.522 488.522 614.365 682.117 878.395 1.664.880 2.863.228 6.684.278 9.578.790 24.316.563 1581986 392.907 566.144 566.144 660.223 716.201 924.318 1.686.079 2.967.200 6.916.425 9.942.199 25.337.841 1581987 394.649 630.087 630.087 709.546 759.634 965.088 1.709.403 3.080.276 7.181.077 10.323.249 26.383.095 1591988 415.006 676.073 676.073 758.030 811.714 1.026.067 1.732.025 3.125.287 7.563.973 10.808.954 27.593.202 1591989 421.674 691.694 691.694 783.203 851.771 1.075.168 1.752.521 3.200.074 7.831.963 11.298.152 28.597.914 1611990 432.926 786.398 787.046 843.520 893.651 1.114.710 1.849.058 3.151.590 8.100.946 11.662.979 29.622.824 1711991 428.832 845.497 856.762 873.514 892.338 1.138.652 1.911.734 3.189.634 8.246.896 11.863.219 30.247.077 1731992 430.125 894.726 923.411 959.805 959.805 1.186.450 1.981.817 3.239.764 8.410.868 12.270.497 31.257.269 1761993 430.636 919.506 954.535 1.050.185 1.050.465 1.231.260 2.042.575 3.322.564 8.485.362 12.575.482 32.062.569 1831994 430.746 945.792 990.682 1.202.201 1.228.914 1.349.136 2.100.075 3.444.066 8.803.189 13.089.453 33.584.253 1841995 418.551 1.001.933 1.071.938 1.310.729 1.375.530 1.453.846 2.166.726 3.457.227 9.078.365 13.493.992 34.828.836 1861996 439.593 1.055.288 1.126.246 1.393.260 1.510.398 1.571.971 2.294.406 3.555.476 9.333.242 14.044.713 36.324.593 1861997 457.237 1.078.022 1.176.062 1.507.336 1.692.465 1.728.528 2.336.369 3.662.590 9.648.826 14.681.241 37.968.675 1861998 463.363 1.152.151 1.258.325 1.590.626 1.846.944 1.850.776 2.313.869 3.691.094 9.840.241 15.205.535 39.212.923 1861999 463.841 1.234.950 1.397.231 1.679.163 1.987.018 1.989.043 2.354.376 3.778.538 10.071.245 15.880.430 40.835.834 1862000 461.742 1.254.026 1.444.126 1.760.928 2.172.008 2.185.878 2.482.535 3.929.611 10.444.430 16.581.515 42.716.800 1882001 468.452 1.274.598 1.505.286 1.792.090 2.316.985 2.365.432 2.563.306 3.962.858 10.560.924 16.779.110 43.589.042 1832002 478.970 1.310.372 1.593.088 1.851.755 2.493.691 2.590.988 2.729.755 3.998.792 10.626.636 17.079.239 44.753.286 1832003 513.599 1.328.500 1.693.891 1.920.363 2.647.514 2.815.329 2.923.028 4.109.794 10.864.881 17.536.435 46.353.334 1832004 392.520 1.240.730 1.728.810 1.880.643 1.880.643 1.880.643 2.734.947 6.734.182 9.185.106 12.356.572 40.014.795 81

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

Representatividad de los datosLa corrección de los cálculos ha sido verifi cada mediante una revisión doble, y la información

básica utilizada es generada en forma científi ca y ampliamente utilizada por la comunidad científi ca. Por tanto, sólo queda preguntarse acerca de la representatividad de la Base de Datos obtenida.

Dado que el propósito es determinar la inequidad en la distribución del ingreso mundial entre los países, ponderando la información según la población de cada país, es necesario asegurarse de que el conjunto de países incluidos en la Base de Datos construida, represente a la mayor parte de la población mundial. Se extractan dos parámetros desde la Base de Datos:

- El porcentaje de la población mundial representado cada año en la Base de datos.- El número de países incluidos cada año en la Base de DatosEl siguiente gráfi co muestra la representatividad de la Base de Datos:

Gráfi co 1: Representatividad de la Base de Datos

Se concluye que los datos representan válidamente la distribución del ingreso mundial entre las naciones solamente en el período 1970 a 2003. Se considera como ‘representación válida’ cuando los datos incluyen al menos al 89% de la población mundial. De esta forma, los resultados obtenibles para el período 1950 a 2004 son solamente referenciales, y los resultados para el período 1970 a 2003 son válidos. Así, la Base de Datos N° 1 incluirá a todos los países con información para el período 1970 a 2003.

Durante el período 1970-2003, se observa un cambio en la representatividad, desde un 89% de la población en 1970 hasta un 99% entre 1993 y 2003. Ello es consecuencia de la incorporación de nuevos países en la muestra, a partir del año 1970. Es posible que esta situación signifi que que cambios en el valor de los parámetros que serán utilizados para determinar la evolución en la distribución del ingreso mundial entre los países, sea originada total o parcialmente por estos agregados de nuevos datos.

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UNA BREVE HISTORIA SOBRE LAS TEORÍAS DEL DESARROLLOpor IGNASI BRUNET Y ANDRÉS PAZZI

Para aislar este efecto, se trabajará en defi nitiva con dos Bases de Datos. La primera corresponde a la Base de Datos obtenida mediante la eliminación de la información anterior a 1970 y la información posterior al año 2003, mientras la segunda se obtiene a partir de la primera, eliminando todos los países que no están en la muestra de 1970. Para este segundo conjunto de datos se obtiene una representatividad en todo el período 1970 a 2003, similar a la obtenida para el primer año:

Gráfi co 2: Representatividad de la Base de Datos Nº 2

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Una breve historia sobre las teorías del desarrollo

IGNASI BRUNET Y ANDRÉS PAZZI1

ResumenEl propósito de este artículo es analizar las teorías sobre el desarrollo asociadas a dis-tintas políticas de desarrollo económico regional. Por un lado, las políticas nacionales de “polos de crecimiento” y, por otro lado, la perspectiva territorial sobre el desarrollo. Esta última perspectiva determina que los lugares de industria juegan un papel activo en su propia dinámica de desarrollo, mediante la movilización de sus recursos especí-fi cos y de sus propias capacidades de innovación. De este modo, desde la década de 1990, el discurso sobre el desarrollo endógeno ha reposicionado a las regiones como nodos fundamentales de desarrollo.

PALABRAS CLAVE: DESARROLLO, TERRITORIO, POLOS DE CRECIMIENTO, INNOVACIÓN

AbstractThe main purpose of this article is to present the tenets of Endogenous Growth theory, which establishes that the society is crucial in the process of development, especially its capacity to cooperate and to mobilize its own capacity of innovation. Therefore the society emerges like a necessary and crucial element in the process of innovation, contributing to foster the competitiveness of industrial activity developed in a specifi c geographical area or region.

KEY WORDS: DEVELOPMENT, TERRITORY, GROWTH POLES, INNOVATION

Introducción

Con los procesos de industrialización tuvo lugar una concentración espacial cada vez mayor de la industria en ciertas áreas geográfi cas, resultando la causa principal de crecientes desequilibrios territoriales, tanto en el interior de los Estados como entre Estados. La

imposibilidad de resolver los problemas de los desequilibrios territoriales y de las desiguales trayectorias seguidas por la industria en los distintos espacios, ha tenido implicaciones teóricas en el curso de una historia prolongada sobre el desarrollo. Así, desde fi nales de la segunda guerra mundial hasta mediados de la década de los setenta, se destacan teorías sobre el desarrollo asociadas a una percepción del desarrollo en la que se busca describir y explicar la realidad de los países subdesarrollados como algo diferenciado a la de los países desarrollados, al tiempo que se considera que al desarrollo/subdesarrollo es consecuencia de la movilidad interespacial de los factores; movilidad que determinaba jerarquías interespaciales frente a las cuales los espacios, tomados aisladamente, sólo tenían un escaso poder.

Posteriormente, desde fi nales de la década de los setenta hasta la actualidad, y en un contexto, por un lado, de avances científi cos y tecnológicos que impulsaron la aparición constante de nuevas actividades y nuevas formas de producir, distribuir y consumir bienes, servicios y conocimientos, así 1 Profesores de sociología de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona (España).

Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010pp. 71 – 90

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

como las reestructuraciones productivas, a consecuencia de las limitaciones técnicas y organizativas del modelo productivo fordista y, por otro lado, de descentralización y regionalización de la gestión de los bienes colectivos locales, tales como las infraestructuras de transportes, la formación, las ayudas al desarrollo y a la inserción social de los desocupados, se elaboró otra percepción del desarrollo consistente en que éste debía de sostenerse en la movilización de los recursos específi cos de un territorio y en las propias capacidades de innovación de los lugares de industria. Esta nueva visión del desarrollo cuestiona el supuesto de la universalidad del proceso de desarrollo al no ser posible establecer un modelo único de gestión macroeconómica que garantice la estabilidad de la economía, ni existe una sola manera de integrarse a la economía mundial, o de diseñar instituciones políticas, económicas y sociales con la validez universal. Por lo demás, esto es así en la medida en que supone un papel protagónico para la democracia. Asimismo, “el sentido de pertenencia de las políticas de desarrollo adquiere signifi cado y no se limita a la adhesión a un paradigma dominante” (CEPAL, 2006: 34), tal y como fue la política de desarrollo vinculada a la agenda neoliberal. El paradigma de desarrollo vinculado a esta agenda supuso una redefi nición del papel de Estado; concretamente, reducir su grado de intervención en los mercados, para que estos fi jaran sus precios libre y desreguladamente, y disminuir también su importancia como productor de bienes y servicios, a favor de la creciente incidencia del sector privado como elemento dinámico de la economía.

A diferencia del paradigma neoliberal, el paradigma del desarrollo endógeno propicia aplicar políticas de desarrollo que apuntan a complementar la labor de los mercados. Se trata de una concepción del desarrollo que subraya la inscripción espacial de los fenómenos económicos y que la densidad de las relaciones entre los agentes locales ( empresas, municipios, universidades, centros de I + D, sindicatos…) puede jugar un rol determinante en la competitividad de ciertas entidades económicas; concepción que ha provocado la crisis del modelo de localización de las políticas de desarrollo de primera generación, que consideraban el espacio como un simple lugar dónde ocurrían los efectos de los procesos económicos de desarrollo general, y que determinaban la elección empresarial de la localización industrial. En contra de esta concepción del espacio, las políticas de desarrollo endógeno prestan atención al carácter “localizado” del desarrollo, conceptualizado como el resurgimiento de la capacidad humana en función de las condiciones históricas, sociales y culturales. En tal sentido, se argumenta que el orden global proporcionará un marco de referencia para el desarrollo de cada país. Pero la forma de inserción en su contexto externo depende, de factores endógenos, propios de la realidad interna del mismo país. La historia del desarrollo económico de los países puede “relatarse en torno a la calidad de las respuestas a los desafíos y oportunidades de la cambiante globalización a lo largo del tiempo” (Ferrer, 2007: 434).

La estructura del artículo es la siguiente. En el primer epígrafe se caracteriza el enfoque exógeno del desarrollo y/o políticas nacionales de “polos de crecimiento”. Este enfoque fue dominante desde fi nales de la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de la década del 1970. En el segundo epígrafe se analiza la teoría del desarrollo endógeno, que se ha ido convirtiendo en una explicación convincente de los cambios acaecidos como respuestas a las modifi caciones en las formas de producción capitalista y organización económico-social. Finalmente, se efectúa una refl exión a modo de conclusión fi nal.

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UNA BREVE HISTORIA SOBRE LAS TEORÍAS DEL DESARROLLOpor IGNASI BRUNET Y ANDRÉS PAZZI

1. Las políticas nacionales de “polos de crecimiento”En las políticas de desarrollo de primera generación - décadas de 1950 y 1960 - se identifi có la

acumulación de capital (inversión) como el elemento clave del proceso de desarrollo, y se estableció que el Estado debía de gestionar, mediante la planifi cación, el mercado, dado que éste carecía del desarrollo sufi ciente como para funcionar efi cientemente (Vidal y Guillén, 2007; Furtado, 1999). El proceso de desarrollo se contemplaba, así, como un proceso de acumulación que reposaría sobre la planifi cación estatal de la industrialización. La planifi cación estatal determinaba el volumen total de los recursos dedicados a aumentar el capital productivo y mantener niveles altos de demanda y empleo (Azqueta y Sotelsek, 2007; Brunet y Böcker, 2007; Brunet y Cincunegui, 2010). Intervencionismo necesario para aplicar de manera concertada el capital dentro del sector industrial, dado que la distribución de la producción no era uniforme ni era posible simular un espacio económico continuo.

Esta política industrial tenía su apoyo en el keynesianismo, y sus correlatos de empresa pública y regulaciones laborales (Maddison, 2003), y es que después de la crisis del 1929, el keynesianismo introduce un nuevo agente en el análisis económico, de igual o mayor rango que los consumidores, empresarios y trabajadores: el Estado, en su papel compensatorio de los ciclos propios del capitalismo y la economía de mercado. Aparece el Estado, no como gendarme guardián o detractor de recursos, sino como generador de demanda en el mercado. En tal sentido a los keynesianos se debe que la aplicación de los principios del multiplicador y del acelerador y de la demanda efectiva se extendiera a las teorías del crecimiento económico. La función del Estado como agente y promotor del desarrollo en los países que arribaron tarde al capitalismo de mercado se aplicó empíricamente desde los años treinta. La función promotora del Estado nutrió la interpretación cepalina del desarrollo periférico, así como la política de sustitución de importaciones como una vía para industrializarse y participar mejor equipado en el comercio internacional.

Desde el keynesianismo se planteó que para distribuir convenientemente la inversión entre todos los sectores de bienes de consumo (Rosenstein-Rodan, 1963 o Nurkse, 1964) o para concentrarla en un número reducido de sectores industriales, los que tuviesen más efectos de arrastre (Hirschman, 1970 o Perroux, 1961), o simplemente para superar el callejón sin salida del círculo vicioso de la pobreza (Nurske, 1964), no se podía confi ar en el libre funcionamiento de las fuerzas del mercado. Éstas se contemplaban con desconfi anza, habida cuenta de la especifi cidad estructural del subdesarrollo y de la infl uencia en la economía del desarrollo de las experiencias keynesianas de gestión pública de las décadas de 1930 y 1940 en los países anglosajones, de los que eran originarios o en los que trabajaban casi todos los especialistas en desarrollo. Especialistas que asociaban el crecimiento, medido a través de la renta per cápita, a la continua reasignación de los factores de producción de actividades tradicionales, con rendimientos marginales decrecientes, a otras actividades de mayor escala o productividad.

Los enfoques y marcos teóricos del desarrollo de estas décadas avalaron las denominadas políticas nacionales de “polos de desarrollo”, que buscaban garantizar el crecimiento cohesionado de las distintas áreas de la economía nacional y el despegue de los territorios atrasados (Gorestein et al. 2006; Meier, 1970). Establecido, como un hecho empíricamente comprobado, que el crecimiento económico no se daba simultáneamente en todas partes del territorio sino que era desigual y selectivo, las políticas públicas de “polos de desarrollo” se elaboraron, específi camente, bajo la perspectiva de la “Teoría del gran desarrollo y los rendimientos crecientes” de Hirschman (1970), Myrdall (1957), Perroux (1961). Teoría para la que el desarrollo debía hacerse a través de la

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

atracción de grandes empresas y la promoción de actividades industriales en un número reducido de ciudades intermedias dentro de la jerarquía urbana.

Esta concepción del desarrollo se construyó alrededor de la idea de que la dimensión de las empresas constituye uno de los aspectos que defi nen la confi guración de una organización industrial y al que se le dotó de un papel preponderante y determinante en su efi ciencia, y que era consecuencia de la propia lógica competitiva, que favoreció los procesos históricos de concentración del capital, de crecimiento de unas empresas a costa de otras, materializado en la aparición de grandes empresas. Esta tendencia hacia una mayor concentración y centralización del capital se explicó mediante la creencia de que los rendimientos crecientes ocurren a nivel de empresa, lo que hizo necesario modelizar la competencia imperfecta. Esta modelización implicó interpretar la coexistencia de empresas de diferente tamaño o cuotas de mercado dentro de un marco competitivo, sin necesidad de verlas como causa o resultado de la falta de competencia.

En un contexto de competencia imperfecta -monopolística y de oligopolios- es donde hay que situar al fordismo, y que designa un sistema de producción en serie de bajo coste por unidad de producto y destinado al consumo masivo. El fundamento de este sistema estaba en lograr un régimen productivo intensivo en capital bajo regulación monopolista (Lipietz, 1979), lo que generó la aparición de grandes empresas integradas tanto vertical como horizontalmente, con la consiguiente formación de complejos industriales y la creación de grandes organizaciones tipo holding, trust, cartel. Grandes empresas que, siguiendo el modelo de Ford, integraban gran parte, y en algunos casos la totalidad de la cadena de valor, dentro de cada una, generando una estructura interna relativamente compleja y variable según el sector en que operaban, su tamaño y su propia evolución, pero en donde solía producirse una estricta división y jerarquización de tareas según los departamentos y funciones, que presentaban localizaciones específi cas y diferenciadas.

En este régimen productivo, la consolidación de las concentraciones tipo holding, trust y cartel tuvo como correlato la formación de complejos territoriales de producción y la afl oración de una nueva división internacional del trabajo, con los consiguientes desequilibrios intrarregionales, interregionales e internacionales. Desequilibrios en tanto que se tenía la convicción de que los mecanismos de acumulación de capital conducían inevitablemente a una dinámica de desarrollo desigual. Abandonar la competencia perfecta para así poder abordar la existencia de rendimientos crecientes a nivel de empresa, suponía considerar, además, que en un grupo, relativamente, reducido de espacios, se articularían los procesos de crecimiento y cambio estructural de una economía. El elemento central de los procesos de crecimiento estaba, entonces, en la consolidación de la concentración del capital, es decir, en la gran empresa integrada verticalmente que con su capacidad de escala y su liderazgo ejercía un efecto impulsor sobre las demás empresas. Su localización, en un territorio concreto, generaba desigualdades productivas y espaciales, pero promovía el crecimiento; inevitablemente, jerarquizado (Benko y Lipietz, 1994).

En torno al crecimiento desequilibrado y jerárquico de la “Teoría del gran desarrollo”, se identifi can teorías más pesimistas y otras más optimistas. Entre las primeras, se encuentran las teorías de centro-periferia que argüían que existían factores estructurales que podrían reproducir e intensifi car las desigualdades regionales, y que evidencian la estructura jerárquica de los espacios económicos, en el sentido de que el subdesarrollo no es un etapa necesaria para la que han de pasar todos los países para terminar siendo desarrollados, sino que mas bien el subdesarrollo es un proceso histórico autónomo que se constituye en la relación de algunas economías con las economías que organizan las relaciones internacionales y dominan la acumulación del capital.

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Este planteamiento, reconocido como enfoque de la CEPAL (Prebisch, 1964, 1987), encuadrado dentro del enfoque marxista de la dependencia (Amin, 1974, 1985), partía de la idea de que la economía internacional estaba formada por dos polos, el centro y la periferia, y que las estructuras de producción en cada uno eran sustancialmente diferentes (Furtado, 1964, 1976; Cardoso, 1979; Cardoso y Faletto, 1987). Esta diferencia de estructura económica entre los dos tipos de economías es lo que está detrás de sus distintas funciones en la división internacional del trabajo.

Concretamente, esta división del trabajo se apoyaba en los siguientes cuatro pilares (Azqueta y Sotelsek, 2007: 22-23):

1. Una concepción bipolar del mundo económico y social, dividido en un centro en el que reside el poder y se toman las decisiones claves, y una periferia subordinada y dependiente.

2. Una negación de los postulados de la teoría clásica del comercio internacional y de las ventajas comparativas, a partir de la teoría del deterioro secular de los términos de intercambio. Según esta teoría los “países de la periferia se veían sistemáticamente perjudicados en el comercio internacional tanto en su calidad de exportadores de materias primas como por el simple hecho de pertenecer a la periferia” Para la teoría marxista de la dependencia, el intercambio desigual en el comercio internacional es el mecanismo clásico de extracción de plusvalía, junto con la inversión extranjera y la ayuda internacional. Los países subdesarrollados y dependientes “solo podrán plantearse la superación de su situación si son capaces, en primera instancia, de romper estas relaciones de dependencia, para lo que se justifi caría incluso una alianza entre el proletariado de estos países y su burguesía: la formación de un frente nacional. En esta corriente, que a veces replica el modelo centro-periferia también en el interior de las economías subdesarrolladas (…), el punto central es el del bloqueo del desarrollo de fuerzas productivas de la periferia como resultadote su relación de dependencia con el centro”.

3. Una teoría de la infl ación estructural, como explicación de los fenómenos infl acionnistas recurrentes en la periferia. En esta teoría se argumenta que la causa última de la infl ación está en las características estructurarles de las economías periféricas (la concentración en la distribución de la tierra, el atraso del sistema fi scal, la rigidez de la estructura de la balanza de pagos…)

4. La industrialización sustitutiva de importaciones como salida del subdesarrollo y la dependencia económica. Esta sustitución de importaciones “había tenido lugar de forma espontánea en algunos países de América Latina como resultado de la Gran Depresión (en la que la capacidad de importar de la Región se redujo drásticamente como resultado de la contracción del comercio internacional y la caída del precio de las materia primas), y de la Segunda Guerra Mundial (cuando la capacidad de importar era muy alta, dada la demanda de materias primas por parte de los países beligerantes, pero los países proveedores de productos manufacturados no podían seguir proporcionándolos por estar sumidos en el esfuerzo bélico). Ahora, sin embargo, se convertía en una estrategia de desarrollo, apoyada en la política arancelaria y la utilización de tipos de cambio diferenciales”.

Concretamente, la CEPAL proponía un proceso de industrialización en el que el Estado debía llevar la voz cantante, si bien con un marcado énfasis en la producción de bienes de consumo (textiles primero) y, en un contexto más populista, prometiendo una mejora de los

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niveles de vida de la población desde un principio. Ahora bien, observado con cierto detalle, “el proceso de desarrollo que planteaban estos autores, por lo menos en las primeras etapas, era ciertamente desconsolador: el principio básico del éxito de la estrategia era el de que ni los campesinos ni los trabajadores industriales debían mejorar su nivel de vida en el proceso, pues ello conspirará contra los benefi cios y su reinversión. Se detectaba, por tanto, a corto plazo, una contradicción entre el consumo (satisfacción de las necesidades presentes) e inversión (consumo futuro); una contradicción entre el crecimiento, por un lado, y mejoras en la distribución de la renta por otro, a pesar de que el desarrollo se hubiera defi nido, precisamente, como ‘crecimiento más distribución’” (Azqueta y Sotelsek, 2007: 19).

Las políticas de desarrollo, formuladas en la variante más optimista, predecían que las desigualdades podrían declinar con el tiempo, al plantearse que la relación centro-periferia no era resultado fi nal de la evolución del sistema capitalista. Por el contrario, podía suceder que tan sólo fuese una fase de un proceso y que a ésta le siguiese una dispersión de las actividades en ciertas zonas periféricas y el desarrollo de una estructura más integrada e igualitaria. Desarrollo que permitiría, a largo plazo, una convergencia económica entre los distintos países. Esta convergencia se apoyaba en la creencia de que el capital se mueve hacia donde es relativamente menos abundante, y así poder obtener mayores rentabilidades.

La convergencia económica llevaría a los países subdesarrollados a la modernización (Rostow, 1973; Parsons y Contín, 1974), y en la que el agente central necesariamente debía ser el Estado nacional. Así, el Estado mediante la elaboración de planes de desarrollo llevaría a cabo la modernización económica. En consecuencia, después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados se volvieron más involucrados en los problemas económicos, al mismo tiempo que las disparidades regionales aparecían en la agenda política. Además, la narrativa dominante del fordismo proveyó el marco para las políticas de desarrollo industrial. Así, en los lugares en que el capital privado estaba ausente, el Estado pudo aparecer e intervenir para montar complejos industriales y crear un “polo de crecimiento”. Dada la falta de percepción de la necesidad de encontrarse localmente inmerso, la relación de los grandes complejos con el contexto socio-histórico concreto no era una temática relevante (Kloosterman y Boschma, 2005).

La temática relevante en este contexto histórico estaba, entonces, en establecer las políticas industriales capaces de infl uir sobre los patrones estructurales y reducir las desigualdades regionales. Para ello se propusieron “polos de desarrollo” (o también “polos de crecimiento”), y que signifi caban simplemente la concentración geográfi ca de las actividades económicas en general, al considerarse que la concentración espacial de la actividad económica era más efi caz y daba lugar a un mayor crecimiento que la dispersión. Los “polos de crecimiento” o “polos de desarrollo” se apoyaron, por un lado, en la “Teoría de polos de crecimiento” de Perroux (1961). Para Perroux las condiciones para el surgimiento de “polos de desarrollo” dependían de: 1) la existencia de una actividad motriz; 2) la existencia de una estructura de mercado no competitiva y 3) de la concentración territorial.

Estos requisitos aseguraban, para Perroux, una polarización técnica y geográfi ca que estimulaban asimismo la concurrencia de capitales y de fuerza de trabajo provenientes de trabajo regiones. Todo ello aseguraba una tasa de crecimiento para la industria motriz y los sectores relacionados mayor a la del resto de la economía. Quedaba refl ejado, así, argumentan Gorestein et al. (2006: 21), “el impacto sobre el proceso de desarrollo que tendría un conjunto de industrias lideradas por ciertas unidades productivas con características particulares en términos de su dimensión, de valor agregado o de la naturaleza estratégica de su actividad. Por otra parte, el

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requisito de un mercado no concurrencial (es decir, con rasgos monopólicos) manifi esta el rol crítico de las economías de escala internas necesarias en la actividad motriz y, por ende, la necesidad de afi rmar el proceso de desarrollo económico en plantas de grandes dimensiones.” Proceso de desarrollo en el que el espacio económico aparece representado como un input más del proceso de producción, y concretamente, como contenido del plan de agentes económicos. Bajo la teoría de Perroux, las políticas regionales de primera generación establecieron regiones de planifi cación, al considerar que una determinada región o área geográfi ca era susceptible de aplicar decisiones económicas a instrumentos políticos y en la que ambos son fuerzas de crecimiento económico.

Por otro lado, en el concepto de “eslabonamiento” de Hirschman (1970). Este autor, establecía que bajo ciertas condiciones existen incentivos a realizar inversiones en nuevos sectores para abastecer (encadenamiento hacia atrás) o para continuar las fases subsiguientes (encadenamiento hacia delante) de las actividades ya existentes en el territorio. El planteamiento de Hirschman partía de la hipótesis de que las regiones económicamente retrasadas “pueden iniciar su proceso de desarrollo a partir de la explotación de sus recursos naturales (los cuales constituyen su ventaja comparativa). El crecimiento de este sector (mediante exportaciones) estimularía, con el tiempo, la aparición y consolidación de actividades relacionadas (provisión de insumos, procesamiento de materias primas), proceso que fortalecería la especialización del país o región en todo el sector y no sólo en el eslabón primario” (Gorestein et al. 2006: 21).

Ramos (1998: 63) argumenta que los encadenamientos dependían tanto de los factores de la demanda, en el sentido de la demanda derivada de insumos y factores, como de su relación con factores tecnológicos y productivos (el tamaño de la planta). Para lograr un eslabonamiento hacia delante exitoso, tenía que existir una similitud tecnológica entre la actividad extractiva y la de procesamiento. En efecto, “el aprendizaje y dominio de una tecnología tiene externalidades si la tecnología de procesamiento no es desemejante a la extractiva. Mientras mayor sea la similitud, mayor será el aprendizaje y más fuerza tendrá ese encadenamiento hacia delante; mientras mayor sea la distancia tecnológica entre estas actividades, menor será el aprendizaje y el impulso”. De este modo, los encadenamientos o eslabonamientos concentraron la atención en los programas de investigación, reconociendo que su existencia podía alentar inversiones y desencadenar procesos de crecimientos en todo el aparato productivo. Así, el desarrollo de un país o de una región “se originaría en el sector manufacturero y luego a todo el sistema económico mediante enlaces hacia atrás o hacia delante: la actividad inicial daría lugar a una oleada de inversiones que no sólo multiplicarían el efecto inicial sino que generarían actividades cada vez más diversifi cadas y, por ende, menos dependientes del impulso originario” (Gorestein et al. 2006: 20).

El planteamiento de Hirschman fue articulado posteriormente por Watkins (1963) con la tesis de los bienes básico (staple thesis). Inicialmente, la tesis de los bienes básicos estaba referida a Canadá para explicar el desarrollo económico de este país a partir de los impulsos provenientes de la exportación de sus distintos recursos naturales y a las inversiones en las actividades relacionadas que ellas activan. Estas actividades “de segundo” o de “tercer” grado incluían: a) actividades secundarias para proveer insumos y bienes requeridos por el recurso natural y por su fuerza de trabajo; b) inversión en infraestructura (ferrocarriles, energía eléctrica, caminos, puertos, etc.) para favorecer la exportación; c) otras actividades, no necesariamente ligadas al recurso natural pero que pudieran aprovechar la infraestructura fi nanciada por la actividad exportadora, haciéndose solo de los costes variables. De ahí que cada auge exportador da lugar a una ola de inversiones de primer,

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segundo y tercer grado, que no sólo potencia el efecto creado por la iniciativa exportadora inicial, sino que genera actividad económica cada vez menos dependiente de este impulso.

En defi nitiva, las políticas de primera generación o también denominadas de desarrollo exógeno partían de la suposición de que el potencial de desarrollo regional son recursos que tienen un eminente carácter de “capital” y “público”. Por ello, el desarrollo de las regiones fue concebido esencialmente ligado a la presencia de grandes empresas, de ahí que los regímenes políticos mostrasen preferencia por un tipo determinado de desarrollo industrial, liderado por empresas y corporaciones de gran tamaño. Con un tamaño sufi ciente y una infraestructura adecuada se aceptaba que estos complejos productivos aparentemente podían ser exitosos en cualquier localización. Por otra parte, el Estado debía de mantener, a través de la planifi cación económica, una elevada demanda de infraestructuras y servicios públicos, asegurar el control de los sectores estratégicos y regular el funcionamiento de los mercados, incluido el de trabajo (negociación colectiva, salario mínimo…).

Planifi cación económica que se generalizó en un buen número de países. Como consecuencia, los procesos de división espacial observables desde los inicios del proceso de industrialización se intensifi caron, dando lugar a fuertes procesos de urbanización y crecimiento de las economías urbanas. En el interior de los diferentes países este proceso se produjo de forma muy selectiva en el espacio, favoreciendo intensos procesos de concentración o polarización espacial, tanto de las actividades y la riqueza producidas, como de la población y el empleo, a favor de determinadas regiones, siendo las grandes aglomeraciones urbanas el paradigma de las tendencias concentradoras de la actividad económica.

Puede afi rmarse, por tanto, que la gran empresa, la gran fábrica y la gran ciudad se convirtieron en el exponente paradigmático de esa fase de desarrollo capitalista. La polarización espacial generó, a su vez, una nueva división internacional de la producción, con Estados Unidos como vértice económico y geopolítico, sólo contrarrestado por la competencia político-militar de la Unión Soviética tras la consolidación de la bipolaridad posterior a 1945. Junto con la Comunidad Europea surgida tras el Tratado de Roma (1957) y un Japón recuperado del confl icto bélico, ocuparon una posición de privilegio en el escenario económico internacional, al tiempo que otras regiones se incorporaban de lleno al proceso industrializador en posición de semiperiferias (Europa meridional, Australia y Nueva Zelanda, Cono sur latinoamericano y México), manteniendo un fuerte proteccionismo exterior y una clara primacía de los sectores productores de bienes de consumo destinados al mercado interior. El resto de países, integrantes del Tercer Mundo, mantuvieron una economía primario-exportadora, junto a una posición de clara dependencia en el comercio internacional.

Finalmente, hay que destacar que en este período el sector público desempeñó un papel fundamental de prestación de apoyo directo e indirecto al desarrollo de capacidades tecnológicas y la creación de la infraestructura institucional de ciencia y tecnología. Básicamente, las políticas de ciencia y tecnología “obedecían a las prioridades de desarrollo establecidas por los gobiernos y, junto con los instrumentos para su aplicación, se regían por la noción de que el conocimiento codifi cado y las innovaciones se transferían siguiendo una trayectoria lineal y unidireccional desde centros de investigación y universidades estatales (oferta) a las empresas (demanda)” (CEPAL, 2004: 217).

Este modelo nace, para la CEPAL (2004: 217), en los años cincuenta, cuando comienza la creación de instituciones públicas orientadas a la realización y difusión de investigaciones básicas y aplicadas y al desarrollo científi co. En esa época surgen los consejos nacionales de ciencia y

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tecnología con el mandato de fomentar la investigación en institutos ubicados tanto dentro como fuera de universidades públicas. A estos se sumaron instituciones especializadas en el fomento de la formación y capacitación de recursos humanos de alto nivel. Además, se crearon empresas públicas e instituciones dedicadas a la investigación científi ca y tecnológica. El patrón de gestión de las organizaciones que integraban la infraestructura institucional de ciencia y tecnología “respondía a una lógica según la cual sus objetivos y su organización interna eran establecidos por los gobiernos. La organización de la infraestructura institucional era piramidal y jerárquica, mientras que la determinación de las prioridades para seleccionar proyectos de investigación dependía de los intereses de administradores públicos y de representantes del mundo científi co en las instancias decisorias. El presupuesto para la realización de las actividades de ciencia y tecnología provenía exclusivamente de fondos públicos y su monto dependía de la importancia que se les concedía en la estrategia de desarrollo de cada país. Los institutos de investigación no consideraban el autofi nanciamiento como modalidad de captación de fondos ni lo valoraban como una fuente importante de recursos”.

Este modelo facilitó, además, la creación de una base productiva, pero tenía graves limitaciones estructurales que le restaron viabilidad. En primer lugar, se basaba implícitamente en una concepción determinista según la cual el avance científi co daba lugar por sí solo a la innovación tecnológica. En segundo lugar, a las estrategias de desarrollo de infraestructura institucional no se sumó el diseño de políticas que implicaran la coordinación entre organismos, lo que se tradujo en un conjunto fragmentario de instituciones, superposición de iniciativas y desperdicio de recursos. En tercer lugar, los modelos de gestión de las organizaciones eran poco fl exibles y no se adaptaban a las demandas del sector productivo. En la medida en que el sector productivo exigía mayores conocimientos para mejorar los procesos y productos, “el modelo dominante de gestión de las organizaciones de ciencia y tecnología llevó a un creciente aislamiento del sistema, con la consiguiente pérdida de competitividad de las economías de la región” (CEPAL, 2004: 218).

2. La perspectiva territorial sobre el desarrolloLa tendencia hacia una mayor concentración y centralización de capital ha sido matizada y

ponderada por lo que la literatura sobre economía regional denomina procesos de desarrollo de segunda generación, cuyo dinamismo y capacidad innovadora está en la presencia de un elevado conjunto de PYMEs industriales y de servicios a la producción que operan en red, combinando estrategias de competencia por ocupar los mismos mercados con otras de cooperación formal o informal (Bellandi, 2003; Camagni, 2005). Estos procesos de proximidad entre agentes locales, característicos de los distritos industriales, han favorecido la consideración de otros aspectos relacionados con la efi ciencia, que se apoyan en la convicción de que el desarrollo de una comunidad territorial (y/o sociedad civil) depende del conjunto de recursos (económicos, humanos, institucionales y culturales) que constituyen su potencial de desarrollo y de su capacidad de liderarlo. Esta capacidad, unida a la movilización de su potencial de desarrollo, es lo que da a esta forma de desarrollo el califi cativo de teoría sobre el desarrollo endógeno.

Esta teoría señala que el desarrollo económico se produce como consecuencia de la utilización del potencial y del excedente generado localmente y la atracción, eventualmente, de recursos externos, así como de la incorporación de las economías externas ocultas en los procesos productivos. Se plantea ampliar tanto la participación del mercado como de las instituciones, como promotores activos del desarrollo, y argumentando que para evitar que se implante una tendencia del

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estado estacionario, es preciso activar los factores determinantes de los procesos de acumulación de capital, como son la creación y difusión de las innovaciones en el sistema productivo, la organización fl exible de la producción, la generación de economías de aglomeración y de diversidad en las ciudades y regiones, y el desarrollo de las instituciones que deben complementar su tradicional rol de apoyo a las empresas adquiriendo un mayor compromiso y responsabilidad en el desarrollo de la nueva competencia territorial, coordinando sus acciones con las actividades de las empresas, fortaleciendo la interacción entre ellas (Vázquez, 2001).

Se trata, en el ámbito científi co y tecnológico, de sustituir la lógica de la oferta por los incentivos del mercado y la demanda proveniente del sector productivo. De esta manera, la demanda tecnológica pasa a convertirse en uno de los principales criterios para defi nir las prioridades de la política tecnológica e innovación. Se asume, pues, que los procesos de innovación tienen lugar fundamentalmente en las empresas, pero tanto las externalidades a que da lugar el desarrollo tecnológico como la evidente ausencia o grave imperfección de los mercados de tecnología y de fi nanciamiento de la investigación y desarrollo provocan una asignación insufi ciente de recursos privados a la innovación. En este sentido, la política pública tiene un doble objetivo en materia de ciencia y tecnología: por un lado, proporcionar incentivos para que las empresas aumenten signifi cativamente sus esfuerzos de innovación y su gasto en investigación y desarrollo y, por otro, “realizar actividades de apoyo a la innovación, como la capacitación y formación de recursos humanos específi cos, la infraestructura tecnológica y el establecimiento de vínculos entre actores, así como llevar adelante proyectos seleccionados por su impacto en el sistema nacional de innovación” (CEPAL, 2004: 225). Al respecto, Boisier (1999, 2005) ha sintetizado el papel que las Universidades pueden jugar para potenciar esta política pública, y así reforzar los procesos de desarrollo endógeno tanto en materia de formación, como en I+D, así como animando los cambios y defi niendo las estrategias de desarrollo.

En este nuevo contexto, los sistemas territoriales y los agentes que lo integran han de desarrollar una mayor capacidad de diseño y formulación de proyectos, así como la adopción de procesos de toma de decisiones conjuntos y trabajo en red. En este sentido, estos sistemas deben ser capaces de auto-gestionarse y desarrollar un proyecto propio que incluya a todos sus componentes, y a efectos de negociar unos modos de cooperación entre capital y trabajo, entre grandes empresas y subcontratistas, entre administración y sociedad civil, entre banco e industria, etc. (Benko y Pecqueur, 2001). De hecho, las economías abiertas al comercio y la inversión reciben las innovaciones por varios canales, entre los que destacan la importación de equipos e insumos, la concesión de licencias y la inversión extranjera directa. A ello hay que agregar las innovaciones derivadas de la investigación y desarrollo nacional en empresas y en instituciones públicas, de menor magnitud que las primeras. Sin embargo, “para adoptar y utilizar efi cazmente los conocimientos importados y mantenerse al día con las nuevas tecnologías es imprescindible desarrollar capacidades locales en las empresas, para lo cual abrirse al comercio y a la inversión, por sí solo, no es sufi ciente. Se requieren inversiones complementarias en capital humano, base de conocimientos, instituciones e infraestructura, en particular la relacionada con las tecnologías de la información y las comunicaciones. Asimismo, para que el sistema nacional de innovación pueda aprovechar plenamente la presencia de empresas extranjeras con tecnología propia, se impone maximizar los encadenamientos del proceso productivo de las empresas transnacionales con el sistema local” (CEPAL, 2004: 225).

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En todo caso, para el Banco Mundial (2002), la dotación local de capital humano es clave para atraer inversión extranjera en general como, sobre todo, para hacer efectiva sus posibles benefi cios secundarios –en la economía local y, en esos casos, de explorar y motivar formas de interacción de las empresas transnacionales inversoras con determinados segmentos del sistema nacional de innovación. Sin embargo, la dimensión más importante de la estrategia de promoción de la innovación es la creación de capacidades tecnológicas locales que implica, de parte de la política pública, “establecer incentivos y el contexto adecuados para que aumente considerablemente el esfuerzo endógeno del sector privado en actividades de innovación, sobre todo en aquellas destinadas a crear empleos cualifi cados, ganar nuevos mercados de exportación y a desarrollar redes de proveedores locales. En cualquier caso, la estrategia requiere que aumente sustancialmente el número de empresas que hagan esfuerzos endógenos sistemáticos de innovación y que redoblen los esfuerzos aquellas que ya lo están haciendo. Implica también el impulso a la creación de nuevas empresas de base tecnológica” (CEPAL, 2004: 227).

Esta nueva concepción territorial del desarrollo comienza cuando en la década de 1970 entra en quiebra el modo de acumulación fordista para dar paso a un nuevo régimen de acumulación (Lipietz, 1987), y uno de los factores que llevó a diagnosticar la existencia de un nuevo patrón de acumulación fue la consolidación de nuevos sectores (electrónica, manipulación genética, información) y nuevas formas organizacionales que permiten una mayor fl exibilidad en las fases de producción, distribución y gestión de las fi rmas. En conjunto, estos elementos permitieron desplazar el interés desde las grandes plantas (que ahora experimentaban deseconomías de escala y rigideces técnicas) hacia las pymes, que no son meras receptoras de innovaciones de las grandes empresas, sino que son potentes generadoras y amplifi cadoras de innovación cuando están situadas en los entornos adecuados, es decir, entornos de apoyo a las redes de innovación, propiaciadores de generación de economías externas (Acs y Audretsch, 2003; Parra et al. (2008); Baumol (2002)).

En el contexto de este nuevo régimen, y a diferencia de las políticas de desarrollo de primera generación que estimulaban la formación de aglomeraciones de empresas que en muchos casos funcionaban como enclaves, las políticas de segunda generación asumen, en primer lugar, que el desarrollo se constituye “desde abajo”, en el sentido de que las políticas sectoriales y espaciales son implementadas en conjunto y alrededor de regiones o localidades específi cas y no a través de políticas generales. En segundo lugar, detrás de este desarrollo “desde abajo”, está otra convicción: el desarrollo no necesariamente ha de ser una manifestación localizada del proceso mundial de acumulación y redistribución territorial del capital, sino, más bien, del esfuerzo de un territorio, mediante la innovación y, por ende, el desarrollo, por hacerse un sitio en la división internacional del trabajo (Becattini, 2006).

Desde esta perspectiva, lo que importa es la organización variada de cooperación entre los agentes económicos y los recursos intangibles (tecnología, información, formación, investigación) que permite, a través de la interacción, el desarrollo de competencias, cualifi caciones, saber hacer y un proceso de aprendizaje colectivo específi co a cada territorio (Maillat y Perrin, 1992; Furió, 1996; Rastrollo, 2002, Benko, 1998; Pecqueur, 1996; Benko y Lipietz, 1998). Como indican Benko y Pecqueur (2001: 20), dentro de la competencia mundial, las regiones y las localidades están en situación de competitividad, pero esta última puede ser analizada en dos niveles. El primero es aquel del dominio de los costes y de la afectación óptima de los factores de producción. Los costes de mano de obra, los precios de la energía, las tasas de interés y la fi scalización son variables que para un gran número de producciones, tornan las regiones indiferenciadas a los ojos de los

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inversores. Que un juguete sea originario de una maquiladora en la frontera mexicana o de una zona económica especial china apenas importa y solamente los costes se tienen en cuenta. Por el contrario, las especifi cidades territoriales juegan plenamente en otros dominios económicos. En este caso, “las regiones apenas son sustituibles entre ellas. Una diferenciación durable de los territorios, es decir no susceptible de ser cuestionados por la movilidad de los factores, no puede sin embargo derivarse sino de su reconocida especifi cidad. Si bien se producen excelentes vinos espumantes en California, el champagne no es un producto deslocalizable. Su valor, como el de otras producciones está anclado en su territorio, es el resultado de lo que los geógrafos llaman medio. Nuestro mundo global es así un mosaico compuesto por multitud de regiones, de localidades y de países, que no son, lejos de equivocarse, necesariamente equivalentes. Contrariamente a las predicciones más sombrías, los territorios con sus especifi cidades no son borrados bajo los fl ujos económicos de la mundialización”.

En este desarrollo “desde abajo” se asigna un papel estratégico a las instituciones de los lugares de industria, y en el que el espacio adquiere una connotación de espacio “real”, ya que los elementos ambientales, culturales, organizativos, de urbanización o de localización “infl uyen en el comportamiento económico en contraposición con el espacio considerado como distancia que se traduce en costes de transporte” (Lipietz, 1987). Al respecto, se destaca, también, la infl uencia negativa de la desigualdad social sobre el desarrollo y el crecimiento. Esta relación negativa, se observa en los siguientes aspectos (Azqueta y Sotelsek, 2007: 28): 1) la desigualdad genera una demanda caracterizada por una elevada propensión marginal a importar que, por tanto, contribuye poco a estimular la producción nacional; 2) una distribución muy desigual de la renta, “acompañada de elevados índices de pobreza, impide la aparición de dos factores clave para el desarrollo: el capital humano y el talento empresarial. Ambos, en efecto, requieren de un esfuerzo inversor (coste de oportunidad del estudiante, capital para poner en marcha el negocio) que no está al alcance de los más pobres, y que el sistema fi nanciero no va a proporcionar”; 3) el teorema del “votante medio”. Este teorema implica “que una distribución muy sesgada de la renta propiciará sistemas fi scales con un elevado nivel de gasto público y de impuestos, reduciendo el atractivo de las inversiones privadas”.

Además, la desigualdad en la distribución de la renta genera inestabilidad social, existiendo dos familias de variables “que refl ejarían el fenómeno: socioeconómicas (huelgas, manifestaciones, etc.) y estrictamente políticas: frecuencia e intensidad de los cambios de gobiernos (normales, mayores y golpes de estado).” Por otra parte, las elevadas tasas de delincuencia prevalecientes en algunas economías subdesarrolladas, eleva los rendimientos de delinquir. A ello se une, desde una vertiente más dinámica y sociológica, “el hecho de que la desigualdad suele venir acompañada de una escasa movilidad social por lo que las expectativas de rentabilidad de un comportamiento honrado se reducen drásticamente. Si, fi nalmente, la desigualdad está vinculada a algún componente de identidad que permita distinguir fácilmente el “nosotros” del “ellos”, por ejemplo, la raza o el origen geográfi co, la resultante suele ser un incremento de las tasas de criminalidad no sólo económica, sino también de aquellos delitos que no proporcionan, aparentemente tal rendimiento (agresiones, violaciones)” (Azqueta y Sotelsek, 2007: 29).

La infl uencia negativa de la desigualdad social sobre el crecimiento y el desarrollo económico ha permitido relacionar el rol económico de los lugares con su marco institucional, capaz de promover la innovación y el desarrollo, lo que ponía de manifi esto, a su vez, que política y economía están íntimamente relacionadas, y no podían entenderse de forma aislada en la práctica del desarrollo.

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Práctica que dependía de la forma en que se organizaba, política y socialmente, un país (Stigler, 1957; Richardson, 1970). Desde entonces quedó aparentemente establecido que las formas organizativas que garantizan sistemáticamente economías y efi ciencia deben ser coherentes, por una parte, con las características de los recursos y de las actividades especializadas y con su desarrollo y, por otra parte, con los caracteres de las redes de nexos socio-culturales e institucionales en las que actúan los productores (North, 2005; Alburquerque, 1996). Nexos necesarios ya que los países deben ser capaces de “usar bien los recursos y sacar partido a las nuevas oportunidades. Esto es responsabilidad de cada país. Un factor importante a la hora de determinar qué resultados obtendrá un país es la ‘calidad’ de las instituciones públicas y privadas, que a su vez se relaciona con el modo en que se toman las decisiones y en interés de quién” (Stiglitz, 2006: 87).

Se considera, pues, al rol de los factores institucionales, sociales y culturales en el proceso de desarrollo. Desarrollo institucional que tiene una importancia decisiva para el desarrollo territorial, de ahí que para entender el proceso del desarrollo económico haya que concebir al territorio no como un espacio físico “objetivamente existente”, sino como una construcción social, es decir, como un conjunto de relaciones sociales que dan origen y a la vez expresan una identidad y un sentido de propósito compartidos por múltiples agentes públicos y privados (aunque dicha construcción implique muchas veces transitar por procesos de confl icto y negociación). Es dicha identidad la que permite dar sentido y contenido a un proyecto de desarrollo de un espacio determinado, a partir de la convergencia de intereses y voluntades (Schejtman y Berdegué, 2003).

En tal sentido, Benko y Pecqueur (2001: 21), argumentan que la proximidad esta defi nida en tres dimensiones, la proximidad geográfi ca (espacio geoeconómico, pero también proximidad funcional), la proximidad organizacional (la expresión de la separación económica entre los agentes, los individuos, las organizaciones, etc., que puede ser aprehendida en el plano tecnológico, industrial o fi nanciero), y fi nalmente la proximidad territorial, que es la interacción de dos formas de proximidad: “Este enfoque valora las proximidades geográfi cas y organizacionales a través de instituciones y del aprendizaje colectivo. No se trata de postular lo local, como tiende a hacerlo el análisis en término de medio, sino de deducirlo. El territorio es un constructo de las prácticas y de las representaciones de los agentes económicos, y debe ser también el resultado de un procedimiento analítico y no su presupuesto. La proximidad es uno de los medios a teorizar el territorio”. Y es que, globalización no signifi ca solamente homogeneización del espacio mundial, “sino por el contrario, diferenciación y especialización. Se han construido grandes polos, formando una economía en oasis, o en archipiélagos, es decir una red de las regiones más dinámicas, que dejan detrás de ellas al resto del mundo. Las regiones, o aún mejor los territorios, se han vuelto las fuentes de las ventajas competitivas”.

La posibilidad del desarrollo endógeno, entonces, está en la existencia de una estructura institucional favorable al desarrollo y, también, a la existencia de economías externas. El concepto de economías externas lo introdujo Marshall (1963) que lo utilizó para explicar que los rendimientos crecientes en la producción pueden tener su origen tanto en factores internos como en factores externos a la empresa. Economías que permiten a las empresas organizarse de forma alternativa a las producciones de gran escala manteniendo los niveles de efi ciencia. Esta idea fue posteriormente desarrollada por diversos autores, uno de los mas relevantes es Krugman (1998), quien retoma la idea marshalliana de especialización y división del trabajo. Para este autor, la concentración geográfi ca nace, básicamente, de la interacción de los rendimientos crecientes, los costes de transporte y la demanda. Si se parte de economías de escala sufi cientemente grandes, cada fabricante prefi ere

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abastecer el mercado nacional desde una única ubicación geográfi ca, ya que para minimizar los costes de transporte, elige una ubicación que permita contar con una demanda local grande. Pero la demanda local será grande precisamente allí donde la mayoría de los fabricantes elijan ubicarse. De este modo, existe un argumento circular que tiende a mantener la existencia del cinturón industrial una vez éste ha sido creado. Entonces, la aglomeración de la actividad económica refl eja procesos de causación acumulativa: las actividades se agrupan donde los mercados son grandes y los mercados se vuelven grandes donde las actividades se agrupan.

Además, a fi nales de la década de 1960, algunos economistas italianos, vinculados a la corriente neomarshalliana de los distritos industriales, percibieron los siguientes fenómenos (Becattini 2002; Piore y Sabel, 1990; Paniccia, 2002): a) en ciertas zonas de Italia, donde la gran empresa, pública y privada, que opera en sectores de alta intensidad de capital y/o alta tecnología, muestra claros signos de declive, se produce un “extraño” fl orecimiento de pequeñas empresas manufactureras, a cuyo impulso crecen la renta, el empleo y las exportaciones en la zona; b) las pequeñas empresas de estas aglomeraciones se presentan técnicamente preparadas para el trabajo que realizan, en un nivel de efi ciencia parecido al de las grandes empresas de la competencia.

Estos fenómenos ponían en evidencia el éxito de las pequeñas empresas, basado en una organización de la producción que en lugar de organizar todo el proceso productivo dentro de su propia planta, se especializaban en una parte del proceso, de manera que surgía una división progresiva de trabajo entre ellas (Brusco, 1992). En esta concentración de empresas se daba una especialización fl exible (Piore y Sabel, 1990), consistente en suplantar las economías internas de escala, base de la producción a gran escala en una empresa, de las que carecen las empresas de menor tamaño, por economías externas a la empresa individual, pero internas a la red de empresas. Estas economías externas se obtenían por la especialización de cada empresa en una fase particular del proceso, de manera que se dividían el trabajo entre muchas empresas, completándose todo el proceso productivo al interior de las redes empresariales. Se producía, entonces, una especialización de la red en un producto o gama de productos fi nales, y de cada empresa en fases del proceso productivo o productos acabados (Dei Ottati, 2006).

Esta especialización fl exible generaba economías de escala en la red, propiciando, a su vez, la importancia de los contextos locales de producción como factor de competitividad. Aspecto inexplicable sin la existencia de economías externas de aglomeración, defi nidas como aquellos benefi cios que obtienen las empresas por el hecho de localizarse en un espacio densamente ocupado, donde pueden encontrarse una gran cantidad de clientes y proveedores potenciales, además de servicios de apoyo y un mercado de trabajo amplio, con cualifi caciones profesionales diversas, a lo que se suma una mayor dotación de equipamientos e infraestructuras de calidad (Porter, 1990). Todos esos recursos específi cos contribuían a dotar al espacio de una nueva función, pues allí donde la empresa no tiene unos recursos propios (y la dimensión) para gestionar de manera adecuada las actividades de planifi cación estratégica, necesarias para alcanzar el objetivo de reducir los costes de la incertidumbre, “utiliza las condiciones de contexto territorial para conseguir el mismo objetivo. Es ésta la función esencial del espacio de proximidad o de territorio local, el entorno o milieu” (Camagni, 2005: 40).

La especifi cidad del lugar llega a adquirir tal magnitud que permite aludir a “sistemas localizados”, destacando el carácter territorial de los procesos de producción y modernización tecnológica y organizativa de las PYMEs, y ello debido al carácter específi co de los recursos territoriales, y que “no existen mas que en estado virtual y no pueden en ningún caso ser transferibles. Estos recursos nacen de procesos interactivos y son entonces engendrados dentro

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de su confi guración. Ellos constituyen la expresión del proceso cognitivo que está comprometido cuando actores que tienen competencias diferentes producen nuevos conocimientos para la puesta en común de estos últimos. Cuando conocimientos y saberes heterogéneos están combinados, emergen nuevos conocimientos abriendo nuevas combinaciones. La creación de tecnología es así el resultado de un proceso caracterizado por la emergencia de recursos específi cos salidos de una dinámica cognitiva sinónimo de un aprendizaje interactivo. La ventaja de esta defi nición de la creación de tecnología es que no excluye poder confi gurar con términos adecuados situaciones caracterizadas por una simple transferencia de conocimientos de donde no nace una nueva tecnología” (Benko y Pecqueur, 2001: 23).

A modo de conclusiónEl debate sobre desarrollo tiene décadas de trayectoria que posicionaron políticas ofi ciales

de desarrollo regional claramente distintivas ya no sólo en regiones de países centrales, como Europa occidental y Estados Unidos, sino también, y a travéz de la activa implicación de organismos internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, en escenarios periféricos como el latinoamericano. La última perspectiva o paradigma de desarrollo establece que las ventajas compartidas que obtienen las empresas concentradas en una región constituyen un componente clave para explicar el desarrollo. Éste se confi gura como paradigma alternativo al del desarrollo exógeno o desarrollo desde afuera que inspiró las políticas de desarrollo de primera generación, que propiciaban la atracción de inversiones externas al territorio (facilitando la movilidad de recursos, creando incentivos fi nancieros y dotando con infraestructura al territorio). Además, la teoría del desarrollo endógeno se justifi ca en la oposición de Marshall (1963) a la conclusión estándar según la cual el sistema de fábrica, con la concentración de todas las operaciones productivas en un mismo lugar y un elevado grado de integración vertical, sería sistemáticamente superior a los métodos de producción más dispersos en el territorio y menos integrado.

La base de la superioridad de la gran empresa en los enfoques convencionales de la economía industrial se encuentra defi nida por el principio de asimetría, pues todo lo que puede hacer una pequeña empresa, lo puede hacer también una gran empresa, pero no, al contrario, ya que si ciertas economías de costes están disponibles para instalaciones de una cierta dimensión, tan sólo aquellas empresas sufi cientemente grandes para poder permitirse la inversión de capital que exige dicha instalación se podrán apropiar de esas economías. Pero Marshall llegó a una nueva conclusión, al afi rmar que, para ciertos tipos de productos, existen dos modos de producción efi cientes. Un primero, basado en grandes unidades productivas integradas verticalmente en su interior, y un segundo, basado en la concentración de numerosas fábricas de pequeñas dimensiones y especializadas en las diferentes fases de un único proceso productivo en una o varias localidades.

Los dos tipos de producción se asocian, el primero, al modelo de producción fordista, y el segundo, al modelo de especialización fl exible. Ambos modelos se vinculan a dos políticas de desarrollo local, claramente diferenciadas: la política de los polos de crecimiento y la política territorial de desarrollo local/regional y endógeno. Esta última política tiene su apoyo en la economía de la organización de los distritos, y en la que el principio de asimetría se contradice de raíz. La idea, señala Bellandi (2006: 46), es que una organización dinámica y con división del trabajo entre las capacidades especializadas (raíz de la efi ciencia de la industria contemporánea) no coincide necesariamente con la organización interna de una empresa individual (grande). Se produce, así, un vuelco del principio, “en el sentido de que todo lo que puede hacer una gran empresa en términos de

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efi ciencia puede ser realizado, no por una empresa individual, sino por una combinación de empresas especializadas que operan en un contexto adecuado de nexos sociales, culturales e institucionales, y no necesariamente subordinado a un centro estratégico de big fi rm o big government”.

En los casos concretos existen diferencias que explican las ventajas correspondientes a una u otra forma de organización industrial de la división del trabajo, según las particulares condiciones sectoriales, geográfi cas, socio-culturales e institucionales. La nueva formulación de este principio lleva a la famosa diferenciación de Marshall entre economías internas y externas. Las economías externas, a diferencia de las internas, “dependen también de las condiciones organizativas exteriores respecto a la esfera decisoria de las empresas individuales, pero internas respecto a una industria en desarrollo en la que las mismas empresas operan e interactúan”. De ahí que las aglomeraciones industriales no pueden ser estudiadas como la sumatoria de unidades productivas autónomas sino que debe analizarse su interacción que manifi esta los benefi cios de la aglomeración debido a la emergencia de una especie de “efi ciencia colectiva” (Schmitz, 1995), que proviene de las externalidades locales y de la cooperación entre los agentes. La efi ciencia conjunta se consigue en las etapas de formación y de entrenamiento de los recursos humanos, en la compra conjunta de materias primas, la comercialización grupal, la utilización compartida de servicios técnicos, la adquisición colectiva de fi nanciamiento, etc. Efi ciencia conjunta que se destaca en el valor añadido creado por las actividades agregadas de investigación más desarrollo, cuyos resultados llegan a alterar los costes, los benefi cios, la estructura del mercado y las condiciones competitivas.

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Las organizaciones y su relación con los individuos, derivado de la

responsabilidad social de la empresa con su entorno

CARLOS LIVACIC ROJAS1

ResumenLas organizaciones son, sin lugar a dudas, un referente de relaciones y condiciona-miento entre los individuos y su entorno. Se establece entre ambos un vínculo norma-tivo y regulador a partir de una cultura determinada, donde la representación y control deriva de la valoración del rol.

La referencia simbólica que se construye, es parte de la transmisión que se establece entre ambos, al amparo de la determinación de la conducta, entre lo que es bueno y malo. Estos resultados, se pueden medir y comparar, como parte de la responsabilidad individual, social y colectiva de cada uno.

PALABRAS CLAVES: ORGANIZACIONES, RESPONSABILIDAD SOCIAL, ENTORNO,EMPRESA, INDIVIDUO

AbstractThe organizations, are without place to doubts, a referent of relations and conditions, between the individuals and his surroundings. Establish between both a normative and regulatory tie from a culture determined, where the representation and control derives of the assessment of the role.

The symbolic reference that builds, is part of the transmission that establish between both, to the amperes of the determination of the behavior, between what is good and bad. These results can measure and compare, like part of the individual responsibility, social and collective of each one.

KEY WORDS: ORGANIZATIONS, SOCIAL RESPONSIBILITY, SURROUNDINGS,COMPANY, INDIVIDUAL

Desde una mirada sociológica, las relaciones de los individuos se establecen sobre acuerdos y normas sociales, hechas y determinadas para llevarse a cabo en u na cultura determinada. Por eso podemos preguntarnos. ¿Qué se puede hacer como usuario o simple ciudadano,

cuándo algún organismo del Estado no cumple con la responsabilidad que se le asignado como tal?En Chile, como en gran parte de los países de Sudamérica ¿es común apreciar en un servicio

que tiene responsabilidad o dependencia del Estado, que un funcionario le niega la información a la que por ley se tiene derecho? ¿La municipalidad o ayuntamiento autorizo un mamotreto urbanístico o la autoridad ambiental permite un fabrica con sustancias tóxicas cerca de su casa? ¿En el juzgado le perdieron los papeles? En fi n, variadas situaciones que cuando uno tiene oportunidad de revisar 1 Es profesor de la Universidad Central, de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública, Doctor en Sociología, e inicialmente Profesor de Educación General Básica. Dentro de su línea de trabajo, están las organizaciones y el capital humano, como elemento diferenciador, del quehacer directivo.

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la prensa o los noticieros -se dan con bastante periodicidad- y que, al parecer, afectan a grupos que, en la mayoría de los casos, corresponden a personas de bajos recursos, que no tienen acceso u opción que resolver sus problemáticas por ésta vía.

Gran parte de las reacciones frente a este tipo de situaciones, son de indignación y los hace suponer en la mayoría de los casos que, por su condición de pobres, ellos, resultan ser afectados y que por lo mismo, los sistemas no funcionan, los empleados son inefi cientes o corruptos, que las autoridades están pensando en otra cosas, y no en los problemas reales de la gente.

Del mismo modo, uno podría suponer que la responsabilidad social del organismo público es un elemento ausente, que no permite que tanto los trabajadores y los usuarios puedan hacer de él, un servicio efi caz y resolutivo de las acciones que se le demandan. Lo que pocas veces se señala, es el factor educacional o de formación, tanto de uno, como del otro.

Mientras en sociedades como la nuestra no se sancionen de verdad los casos contra los organismos estatales, por las decisiones administrativas que van contra los derechos de las personas, difícilmente, podremos suponer que la modernización del Estado es un tema viable en el corto plazo. Los servicios públicos no sólo han de ser, organismos orientadores, sino que también, deben ser resolutivos y conducentes a lograr el bienestar de los ciudadanos sin importar su origen o condición social.

Hoy, debemos aspirar a un organismo se haga cargo de sus acciones, donde sus autoridades, se hagan responsables de sus procedimientos, y que no sólo sean objeto del juicio político en su quehacer, sino que, tengan que cumplir desde la lógica de lo legal y penal gente frente a eventuales faltas que puedan ocurrir bajo su mandato.

Asimismo, debiéramos desarrollar desde la educación, el rol del ciudadano, y promover una mayor fi scalización de los usuarios hacia los diferentes servicios. Donde el escrutinio social, sea, permanente y la rentabilidad de la repartición, tenga un sentido de logro social, y no puramente económico. Una sociedad desarrollada es una sociedad que tiene instituciones, tanto públicas como privadas, que funcionan de manera efi ciente. De ahí, podemos defi nir la propuesta desde las organizaciones privadas para su relación con el entorno.

Con esta idea, podemos hablar que, la Responsabilidad Social de la Empresa (RSE), es un tema que se ha vuelto crucial en el desarrollo e instalación de empresas a lo largo del país. Es un tema candente ya que involucra muchos factores como ética, respeto al medio ambiente, respeto por las comunidades y las personas y una devolución no fi lantrópica a la comunidad de los elementos que estas supuestamente requieren, como escuelas, capacitación laboral, capacitación en autoconstrucción, centros culturales.

Según CINTERFORT “La RSE no es algo nuevo, sin embargo hoy en día es uno de los temas que concita la máxima atención del sector empresarial y del resto de la sociedad empleadores, formación y empresa”(Cinterfor, OIT, 2003).

Podamos intentar una defi nición de responsabilidad social de la empresa señalando que esta es de un conjunto integral de políticas creadas por las empresas que se traducen en programas centrados en aspectos como la ética, el respeto a las comunidades y las personas, donde lo que debiera importar son las reales necesidades de las comunidades donde las empresas se han instalado (geográfi ca y económicamente). Además hay que considerar el efecto de irradiación que las políticas de la empresa en cuanto a RSE tienen en el medio donde están insertas.

La defi nición de responsabilidad social de la empresa admite varias acepciones, pero todas coinciden en que se trata de un enfoque que se basa en un conjunto integral de políticas, practicas y

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LAS ORGANIZACIONES Y SU RELACIÓN CON LOS INDIVIDUOS, DERIVADO DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL ...por CARLOS LIVACIC ROJAS

programas centrados en el respeto por la ética, las personas, las comunidades y el medio ambiente.(Cinterfor, OIT, 2003).

Antes de profundizar en esto, creemos importante referirnos al tipo de comunicación que se requiere para que la empresa se relacione con la comunidad.

I. Comunicación interna de la empresa y responsablidad socialRespecto a la RSI de la empresa vale la pena detenerse en esta temática. La cultura

organizacional, la ética y los valores que se desprenden de la misión, respecto a la calidad de la comunicación interna, motivación, calidad de vida laboral etc., son todos elementos interrelacionados que infl uyen en la comunicación interna de la empresa haciéndola expedita o no. Esta además, se refl eja en la comunicación externa con los agentes que tienen una relación directa o indirecta con la empresa, en la funcionalidad de la organización, en que la infl uencia de un buen sistema de comunicación en lo personal se determina por su tendencia a ponerse de acuerdo con los otros por sobre los problemas vigentes. No se forman camarillas, sino más bien hay consecuencias positivas por haber compartido las mismas experiencias de formación y adquirido los mismos puntos de vista. Habría que suponer que la comunicación y la información no bastaría con generarla, sino que habría que distribuirla para todos aquellos que la requieran o que tengan que captarla, a modo de garantizar su buen uso y comprensión por parte de todos los involucrados.

La relevancia de la comunicación y el sistema de comunicación viene dada por la importancia de la información y, además, porque constituye el vehículo (la comunicación) y el camino (el sistema de comunicación) para movilizar a las personas, acercándolas más y transmitiéndoles el sentimiento de pertenencia a la empresa y de participación en su desarrollo. Podríamos señalar que, en la medida en que la comunicación no se entienda como un proceso de desarrollo tanto para la organización, como para quienes forman parte de éste como tal (comunicación), no permitirá que la organización logre las metas o fi nes que se planteó en su momento. Tomando en cuenta estos aspectos, podríamos inferir que, debiera contar con un proceso de planeación para entender a la organización de manera estructurada y funcional, una estructura dinámica como forma de relación y de comunicación, un personal adecuado e instruido y por sobre todo, conocimiento de su entorno para entender las necesidades que desde éste se le planteen.

Otro aspecto que puede ayudar a reafi rmar lo señalado hasta aquí, se determina como vía de relación y acción por parte de los operarios, lo que está escrito o determinado con respecto a su función, o a lo que decida un superior directo frente a una determinación o tema específi co. Pensamos, que el solo hecho de plantear así la relación, que se da sobre la idea de la anulación, la desconfi anza, la falta de creatividad, lleva inevitablemente a la falta de compromiso, lo que representa, a la larga, tender a hacer sólo lo que esté escrito o estipulado, dejando de lado el elemento de participación y de desarrollo de los trabajadores de cara al proceso.

La comunicación organizacional interna debe cruzar a la empresa y su público en 360 grados, esto signifi ca que sea vertical, horizontal, atravesada y externa otorgando a las relaciones públicas, la imagen corporativa, la relación con los clientes internos y externos lo que se traducirá en un mejor posicionamiento en el mercado tanto directo como indirecto (algunas comunidades de base). Esta imagen corporativa también es un refl ejo de la comunicación interna ya que cada uno de los integrantes de la empresa es el portavoz de los valores y la ética de ésta, así una buena comunicación interna segura la imagen que la empresa da externamente con un personal que más

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de ser un trabajador o empleado es un portavoz para la comunidad donde se ubica la empresa de los valores contenidos en la RSE. Para ello hay que considerar aspectos como los siguientes:

1. Cómo gestionar los diferentes recursos puestos en juego para conseguir los objetivos o metas organizacionales.

2. Cómo adoptar nuevos puntos de vista o enfoques de acción, acordes con las necesidades o las nuevas realidades impuestas por el entorno a las organizaciones.

El hecho anteriormente mencionado sienta sus bases o postulados en la estrecha relación que debe existir entre la comunicación y los diversos comportamientos individuales y sociales que contribuyen al logro de las metas de la organización. Estos logros deben entenderse como vinculados al grado de motivación del trabajador, de su nivel de implicación con los objetivos de la organización o el clima que podrá imperar dentro de las mismas organizaciones. Desde esta perspectiva, la mejora global de los resultados que se dan en toda organización requerirá del establecimiento de un sistema de comunicación que considere las expectativas y necesidades de todos los que forman parte del proceso, tanto interno como externo, con un claro sentido de elemento representativo, no sólo complementario.

Respecto a la Responsabilidad Social de la Empresa, la ética de los negocios plantea la necesidad de reconocer la interdependencia de los procesos organizativos con los procesos personales, es decir, no se trataría sólo de responder al entorno sino contribuir desde las propias organizaciones al desarrollo de su propia Responsabilidad Social Empresarial, enfatizando en esa construcción la importancia de los procesos cognitivos de todos los individuos que la componen. De lo que trata en última instancia, es avanzar hacia una co-responsabilidad social de la empresa de la organización social de la empresa y de las metas de la comunidad, generando un interesante desafío para investigaciones futuras en tanto reconstruir una ética propia de las organizaciones empresariales (empresas y/o fundaciones) (PNUD, 2000: 9).

No sólo se transmiten los sentimientos de pertenencia, sino los principios éticos con los que deben actuar los individuos al interior y exterior de las organizaciones, es por eso que es importante producir cambios culturales en la organización que puedan ser comunicados a través de vías expeditas a todos los empleados y trabajadores desde la alta gerencia, a pesar de las restricciones que este proceso conlleva, poca motivación frente al cambio, miedo a lo nuevo, etc., la comunicación debe ser implementada de una forma mas persuasiva para lograr el acometido central que es la aceptación de la nueva ética de la RSE.

La comunicación crea un sentido de pertenencia y retiene recursos humanos talentosos crea un sentido de pertenencia consolida la cultura corporativa mejora el clima laboral promueve la imagen y la reputación de la empresa entre otras ventajas (Mauri, 2005: 3).

II. Responsabilidad social y comunidadEl respeto por las personas y sus comunidades de origen, dan un aspecto central a la ética

con la que debe manejarse la empresa en relación al contexto donde se ha instalado, escuchar a la comunidad, compuesta por personas de diferentes etnias y clases sociales lleva a la empresa a captar realmente el discurso que tienen estas respecto a temas como: el resto a las comunidades, barrios comunas y medio ambiente, a pesar de que en Chile cada día se incorporan más empresas al tema de la responsabilidad social externa, aun mantienen formas fi lantrópicas de ayuda más bien paternalistas que no impulsan el desarrollo de comunidades de base en aspectos críticos

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LAS ORGANIZACIONES Y SU RELACIÓN CON LOS INDIVIDUOS, DERIVADO DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL ...por CARLOS LIVACIC ROJAS

relacionados con el quehacer de las empresas, esas voces aun no son escuchadas o su discurso está mediatizado por fundaciones que lo captan a través de metodologías anticuadas y tratan así de solucionar problemas impuestos por las fundaciones sin escuchar la voz de las comunidades en juego, “desde una perspectiva más amplia podemos señalar que el debate en torno a la RSE ha sido el resultado de un salto cualitativo importante, en tanto se pasa del individuo a la empresa como objeto de refl exión ética, en último término este debate respondería no tanto a un cambio espontáneo por parte de la empresa sino también a la toma de conciencia de una nueva realidad en el sistema social, político y económico” (PNUD, 2000: 6).

Existen dos tipos de responsabilidad social de la empresa:1. La interna, que se relaciona con salarios justos, clima organizacional optimo, calidad de

vida laboral, estructuras organizacionales ad hoc al trabajo que realizan las personas, liderazgos democráticos y éticos que permitirán una responsabilidad social interna en la empresa la que luego ayudara a través de aspectos como una cultura organizacional sólida respecto al respeto de la comunidad que realizara la responsabilidad externa, “la empresa moderna debe involucrarse y atender las nuevas exigencias no solo cuando se dirige a sus clientes sino también con sus propios recursos humanos y el resto de la sociedad” (Mauri, 2005: 1).

2. La externa, que se preocupa de desarrollar políticas hacia la comunidad y comunicarlas estratégicamente a través de planes de desarrollo local (barrios, comunas, etnias y sectores geográfi cos).

Aunque esta aun tiene algún sesgo de fi lantropía en Chile. Así cobra cada día más importancia la responsabilidad de la empresa su implicación con la comunidad y su aporte a la solución de los problemas que interesan a la ciudadanía.

Lozano afi rma que “los diez problemas específi cos que debieran plantearse las empresas debieran ser, el crecimiento económico, efi ciencia, educación, ocupación, derechos civiles, e igualdad de oportunidades, desarrollo urbano, contaminación ecológica, artes y cultura, atención medica o acciones de gobierno” (Lozano, n.d.: 82-83).

Hasta ahora se sabe de políticas que se relacionan con algunos de los aspectos antes mencionados, han quedado fuera los derechos civiles, igualdad de oportunidades y acciones del gobierno.

Esto se podría deber a que la comunicación con la comunidad se ha hecho a través de entidades como el municipio y los SEREMIS y con algunas organizaciones de base, pero en la comunicación estratégica de la empresa no se considerado a la comunidad de base como tal, este canal de comunicación está mediatizado por entidades que muchas veces no representan el sentir de las personas que habitan barrios, comunas etc., donde se han localizado físicamente las empresas.

La sociedad civil está obligando a las empresas a replantear su rol en la sociedad, ya no basta la fi lantropía, sino la implementación del desarrollo sustentable para las comunidades y el país y esto signifi ca dar un vuelco en 180° grados en relación a lo que se ha venido haciendo como parte de la RSE.

Las comunidades son consultadas respecto a sus requerimientos pero muchas veces la metodología que se utiliza para consultar (reuniones con representantes de los pobladores, del municipio, etc.) no ha sido efectiva para las personas, en especial en lo que respecta a la ética con que son tratados los temas más importantes para el desarrollo a escala humana y la sustentabilidad

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del desarrollo del área pensando en el largo plazo. Se cae en la fi lantropía y la participación ciudadana y sus derechos civiles son dejados de lado: algunos participantes de la mesa coinciden en señalar que en muchas comunidades locales existe un profundo desarraigo con respecto a las iniciativas que se desarrollan por falta de identifi cación con las decisiones tomadas por las autoridades como el municipio, las empresas u organizaciones no gubernamentales.

La empresa actual con la responsabilidad social debe buscar no sólo los requerimientos del mercado y de su nicho de mercado especifi co sino también dar una imagen corporativa basada en la ética y el respeto por los actores sociales que, indirectamente tienen relación con el mercado pero que directamente son afectados por el accionar de las empresas en el lugar geográfi co donde se localizan.

La herramienta fundamental para la gestión de RSE y la imagen corporativa de esta y su reputación en la comunidad debe basarse en un plan de responsabilidad social corporativo que se compone de tres elementos:

1. Análisis, defi nición de la misión, objetivos y valores de la empresa como un análisis interno y del entorno

2. Formulación e implementación de la estrategia RSE permite identifi car la diferencia existente entre la situación actual de la empresa y la establecida como objetivo en el plan RSE

3. Evaluación y control, medición de resultados mediante indicadores de RSE. (Parafraseando a Mauri, página 3)

La empresa no debe ser solo un agente económico sino también social, en la medida que se deja de lado la fi lantropía y la caridad y se considera a los individuos de la comunidad en el respeto del otro como legitimo otro (Maturana, 1992; 13).

Según Lozano (2005), “la empresa no tiene una actuación social añadida a una actuación económica, a la que complementa. Es toda su actuación la que es susceptible de ser valorada a la vez, en términos económicos y sociales porque las empresas contribuyen de manera decisiva a la confi guración de la sociedad”.

En este sentido, podemos recordar que los barrios y algunas comunidades en Chile, tenían nombres de las empresas cercanas, en los cuales vivían sus trabajadores, incluso había unos recorridos de micros que tenían sus nombres, como “Yarur – Sumar” que cruzaban la ciudad. Por tanto, se podría pensar y decir que este tipo de relaciones han existido, es decir tenemos en nuestro imaginario colectivo aperturas, que al mismo tiempo han signifi cado cierres para los que “no pertenecen” a la empresa en cuestión, un ejemplo concreto de esto, podemos relacionarlo con la empresa papelera de Puente Alto y la distinción entre los “papeleros” y los no papeleros. También, la empresa Hirmas en Renca, que en sus terrenos, según Sabatini citando a una dirigente: ”la idea de los señores Hirmas era construir 500 casas de material sólido y, además, colegio, liceo, estadio, piscina; casi una pequeña ciudad completa para nosotros” (se refi ere a los trabajadores de la empresa). Si bien era el proyecto inicial, este no logró llevarse a cabo. Una acotación interesante de realizar, tiene que ver con el modelo de Estado que existía en ese momento, que era el de bienestar social, en el cual, la participación social tenía otras dimensiones, tanto al interior de las empresas con gran presencia de los sindicatos, como en la comunidad que contaba con diversas organizaciones comunitarias (Sabatini, 1995: 139).

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LAS ORGANIZACIONES Y SU RELACIÓN CON LOS INDIVIDUOS, DERIVADO DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL ...por CARLOS LIVACIC ROJAS

Actualmente, en el modelo neo liberal, la relación entre empresa y comunidad es distinta, así como es distinta la relación de la empresa con sus empleados, lo que lleva a otro tipo de difi cultades. La presencia sindical es menor, por no decir ausente, lo mismo pasa en la comunidad, la organización es puntual.

Entonces, en el diálogo empresa comunidad ¿quiénes serían los dialogantes? Las posibilidades que se abren son las siguientes:

Empresario – AlcaldeEmpresario – Junta de VecinosEmpresario – EscuelaEmpresario – Club DeportivoEmpresario – IglesiaEmpresario – otro

En estos escenarios, las posibilidades de comunicación son diferentes de acuerdo al poder de los actores y a los fi nes de los mismos, por tanto, los niveles de apertura serían heterogéneos y las formas de dialogar también. Estas pueden ser utilitarias, para fi nes inmediatos y para fi nes de mediano plazo.

Las formas peticionarias también son distintas, y se relacionan con las cuotas de poder de los actores dentro del sistema, en las relaciones Estado-empresa, encontramos comunicaciones en base a aspectos jurídicos, o protocolares, para informar de políticas públicas o para hacer saber las molestias que ocasiona la política pública a los empresarios, ya sea se presenten estos como gremios o particulares. Desde ahí parten las llamadas negociaciones. Uno de los aspectos que se está implementando entre las empresas y los usuarios de sus servicios, son los reembolsos económicos por fallas en el servicio (por ejemplo, rebaja de montos ante caídas del TV Cable, o devoluciones de dinero en las cuentas que actúan como rebajas de los gastos fi jos), estas acciones partieron mediadas por el Estado, con la implementación de SERNAC (servicios al consumidor), que monitorea los mismos y acoge los reclamos de los usuarios.

En la relación empresarios-alcaldes o gobiernos locales, generalmente trascienden las comunicaciones basadas en peticiones relacionadas con normativas comunales, por ejemplo, aquellas relacionadas con el uso del suelo, o con prohibiciones producto de negociaciones o concesiones otorgadas por la Municipalidad a otra empresa, por ejemplo, en la comuna de Providencia, los empresarios gastronómicos del sector Orrego Luco, con la Alcaldía por la prohibición de estacionar en la vía pública de sus clientes, al haber desarrollado la comuna estacionamientos subterráneos y tenerlos concesionados con otra empresa, lo que produce una situación dialógica al estilo diálogo de sordos. Lo conseguido benefi ciaba a la empresa concesionaria de los estacionamientos, sólo se consiguió extender el horario de atención de los estacionamientos.

Las relaciones empresas-juntas de vecinos que han trascendido a la opinión pública, son del orden de reclamos medio ambientales de los vecinos hacia las empresas, tanto por atentar contra ecosistemas, como por ruidos molestos o tipos de edifi cación en barrios consolidados (estoy pensando en Las Lilas, Plaza Perú, los cisnes de cuello negro, contaminación de aguas, el gas natural en Pirque, actualmente el confl icto de Pascua Lama, etc.).

Pueden existir otras peticiones puntuales de orden económico entre las empresas y los vecinos. Por ejemplo, las universidades privadas como empresas pueden ofrecer servicios a los vecinos, tales como atención jurídica, psicológica, salud física, etc, tanto gratuitos como por

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montos económicos diferenciados. Otras peticiones son insumos específi cos desde los vecinos a las empresas.

Con relación a la comunicación entre empresario y escuela; aquí puede existir una dualidad, ya que algunas escuelas pertenecen a las empresas y eso desarrolla una relación de compromiso de la empresa con la escuela, y sus egresados, como mano de obra para las mismas empresas, que puede variar en intensidad.

Otra forma comunicacional, se desarrolla en el ámbito de las ofertas de trabajo para los egresados de las escuelas técnicas, los que pueden visitar las empresas que se relacionan con su especialidad al existir vínculos contraídos entre los equipos de gestión y los empresarios.

Otro aspecto lo constituyen las peticiones de aportes específi cos que hacen las escuelas a las empresas y que son deducibles de sus impuestos, por ejemplo, el apoyo a las manifestaciones artísticas que se deducen gracias a la Ley de Donaciones Culturales (o ley Valdés).

La relación empresario club deportivo, puede ser la de facilitar los implementos, de auspiciar las actividades o lo último es ser dueño de una parte del club deportivo (la compra reciente de Colo Colo por Sebastián Piñera o lo que ocurre en Italia con el equipo Milán de Berlusconi), pero eso se pacta entre dirigentes, no entre deportista y empresa, excepto en los top ten, que consiguen auspicios y representaciones de marcas de empresas ligadas al ámbito deportivo.

De las otras relaciones comunicacionales entre empresas e iglesia u otras instituciones, no disponemos de antecedentes.

Por tanto las aperturas relacionales, generalmente provienen desde las empresas, posibilitadas por marcos jurídicos y legales que las permiten, es decir, el Estado ha fi jado determinados tipos de relaciones.

Estas mismas aperturas proveen las fronteras de la relación, es decir, los empresarios apoyaran aquellas cosas que les permita la ley y no lesione sus intereses económicos.

Con relación a la sociedad civil organizada, esta aún no recupera sus niveles participativos en el ámbito social, lo que la hace un actor aún débil para desarrollar y generar espacios que integren a las empresas en cruzadas medios ambientales y de desarrollo económico sustentable. Por ejemplo, tenemos la situación medioambiental de Santiago, con altos niveles de smog, para lo cual se ha fi jado una política pública de descontaminación, pero que choca con los intereses de los transportistas, y sólo se puede desarrollar a medias. Por tanto de la responsabilidad social empresarial podríamos decir que no ha desarrollado su potencial en la comunidad, como la comunidad no ha desarrollado lazos perdurables con la empresa y entre ella, que refl eje las confi anzas necesarias para desarrollar acciones comunes y sentidos compartidos de estas mismas acciones.

Un punto que hay que referir, está relacionado con las metodologías para desarrollar un trabajo conjunto, que tiene que ver con las preguntas posibles acerca de la realidad y del mundo que queremos construir, como con la forma de hacer esas preguntas. Si la empresa sólo va en busca de respuestas y no construye las preguntas en conjunto con la comunidad, las respuestas que obtendrá estarán tensionadas y limitadas. Los focus group tienen limitaciones relacionadas con quién está focalizando la conversación. La investigación acción, requiere compromiso tanto en la detección como en la solución de los problemas y se supone que genera conciencia crítica y refl exiva, a la vez que relaciones horizontales que posibiliten el diálogo. Creemos que si bien es una posibilidad, las relaciones empresa y comunidad son relaciones de poder, que aún la comunidad no lidera y eso imposibilita la utilización de esta metodología, ya que requiere de relaciones horizontales, que legitimen a la comunidad “como un legítimo otro”.

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LAS ORGANIZACIONES Y SU RELACIÓN CON LOS INDIVIDUOS, DERIVADO DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL ...por CARLOS LIVACIC ROJAS

Esto último, la no existencia de validación del otro como un legítimo otro, también se expresa en las políticas públicas, que al ser focalizadas, generan discriminaciones positivas, pero que al traspasarse a la relación cotidiana, se usan peyorativamente y descansan en un aspecto negativo, nos referimos específi camente a la denotación de “riesgo social”, que genera desconfi anzas y difi cultades para relacionarse, ya que si bien empodera a los “no riesgo”, al mismo tiempo se sienten vulnerables ante los connotados como de riesgo social, lo que va imposibilitando generar relaciones de confi anza.

Otra limitación tiene que ver con el modelo neoliberal, que no genera actores, sino individuos que velan por sus propios intereses, lo que no facilita las acciones colectivas, situación que ocurre tanto al interior de la empresa como en el exterior, lo que lesiona la posibilidad de una comunicación efi caz y de desarrollar la responsabilidad social empresarial como se la defi ne y se espera que opere en la realidad.

III. A modo de conclusiónA pesar de que en Chile se han aplicado diversos modelos de cambio organizacional como

la calidad total, la reingeniería, las organización inteligente, servicio al cliente, etc., estos modelos no han cumplido su propósito fi nal que es sentar las bases de un cambio organizacional de fondo, seguimos de alguna manera, ligados a los preceptos de Taylor y esto nos lleva a tener empresas que se cierran al entorno y que solo se preocupan de la productividad.

El cambio organizacional debería ser entendido como un cambio radical de la cultura organizacional, de la misión y de la estructura de estas, pero se trata de cambios profundos que parten desde los mismos orígenes de la organización y no como parches que se van poniendo en la medida en que la empresa crece con el tiempo.

La RSE podría ser considerada como una herramienta efi caz de cambio organizacional toda vez que se provoquen cambios radicales en la misión de la empresa y que en ésta se incluya la relación con el entorno físico y social donde se localiza la empresa, y es más, con la globalización se debiera considerar el entorno de mercado y sus infl uencias sociales en las partes del mundo que se conectan con el país.

Por su naturaleza la responsabilidad social de la empresa requiere de cambios en su misión, en esta deberían estar integrados factores como el medio ambiente, la pobreza, la ciudadanía y el rol que cumple la empresa en los posibles cambios que va a producir tanto interiormente como en forma externa. Para ello la cultura organizacional tendría que contemplar valores como los mencionados anteriormente y lograr que los empleados y trabajadores los asimilen a través de buenos procesos de inducción, fi nalmente la cara de la empresa son sus integrantes especialmente si hablamos de imagen corporativa. Cada miembro de la empresa debiera trasladar hacia fuera los valores de la misión plasmados en la cultura organizacional para así participar como buenos ciudadanos que den el ejemplo en relación con el respeto de la dignidad de los otros, los que son el público que rodea a la empresa, esto signifi ca que debieran ser agentes de cambio fuera y dentro de la organización aplicando estos valores organizacionales tal como lo haría un vocero de la empresa.

Respecto al cambio organizacional hay que considerar no sólo a la misión sino también otras variables como la comunicación organizacional, la motivación, la descripción de cargos y el tipo de estamentos que la organización tiene. Estos cambios infl uirán en la comunicación expedita dentro y fuera de la organización así la comunidad estará integrada a los planes de la organización y se podrá recoger sus inquietudes mas apremiantes en un ambiente valórico adecuado a los tiempos

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(medio ambiente, problemas con la pobreza, educación etc.). La imagen corporativa mejorara en la medida en que haya un cambio organizacional hacia la RSE y será mas respetada dentro de su nicho de mercado por el solo hecho de trabajar en el respeto a los demás tanto internos como externos a la organización

Es por eso que podemos señalar que la RSE es una buena herramienta de cambio organizacional y social ya que los cambios al interior de la organización van de la mano no sólo con las exigencias de productividad sino con las exigencias sociales de un entorno cada día más exigente en cuanto al respeto de la comunidad y sus integrantes. No se trata de hacer fi lantropía sino de integrar como una variable mas del desarrollo organizacional al medio ambiente y la comunidad, incluso las normas ISO 9001 y 14001 están exigiendo estos aspectos para certifi car como empresas que cumplen con normas de calidad en sus productos.

BibliografíaCinterfor, OIT: Empleadores, formación y Empresa, 2003.

Lozano, J.: Ética y Empresa, Editorial Trotta, Madrid.

Lozano, J.: Persona, Empresa y Sociedad, Monografías, 1995.

Maturana, H (1992) El sentido de lo humano, Editorial Hachette Comunicación, Chile.

Mauri, H.: Qué es la responsabilidad social, pagina 1 (articulo internet) 2005.

PNUD: Diálogo acerca de la RSE, PNUD, Prehumana, Informe de mesas de trabajo, marzo, sept, 2000, Santiago Chile.

PUC, Ediciones Sur, Santiago, 1995.

Sabatini, F. (1995) Barrio y Participación. Mujeres pobladoras de Santiago. Instituto de Estudios Urbanos.

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La problemática del consumo: Una historia reciente en

las ciencias sociales chilenasDANTE CASTILLO CANALES1

ResumenEl siguiente ensayo tiene por objetivo mostrar cómo ha ido emergiendo la temática del consumo, en tanto objeto de estudio, en las ciencias sociales chilenas. La idea que se sostiene es que durante las dos últimas décadas se han transformado de manera pro-funda las condiciones sociales, económicas y culturales en Chile, lo cual ha posibilitado el surgimiento de esta problemática como objeto de investigación. Entender el consumo y las dinámicas de apropiación, uso y desecho de mercancías, bienes y servicios, se ha vuelto una cuestión sustantiva para diferentes campos disciplinares como la economía, el marketing y, en particular, para la propia sociología. Se plantea, desde una perspec-tiva descriptiva, que ha habido un proceso de convergencia temática que ha llevado a que el consumo adquiera una relevancia mayor en la discusión actual de las ciencias sociales en Chile. Sin embargo, esto no se ha traducido aún en esfuerzos sistemáticos que busquen incorporar esta problemática en los programas y mallas curriculares de la formación en sociología.

PALABRAS CLAVE: CONSUMO, CIENCIAS SOCIALES, CAMBIO, MARKETING, CHILE

AbstractThis essay aims to show how consumption, as a subject-matter, has been emerging also as an object of study, in the Chilean social sciences. The idea that is supported here is that the last two decades have profoundly transformed the social, economic and cultural conditions in Chile, which has enabled the emergence of this problem as a research subject. Understanding consumption and the dynamics of appropriation, use and disposal of goods, as well as goods and services, has become a substantive issue for various disciplinary fi elds such as economics, marketing, and in particular to sociology itself. Viewed from a descriptive perspective, there has been a topic convergence issue that has led to regard comsumption as acquiring a greater relevance in the current discussion of the social sciences in Chile. However, this has not yet translated into systematic efforts that seek to incorporate this issue in the programs and curricula for training in sociology.

KEY WORDS: CONSUMPTION, SOCIAL SCIENCES, CHANGE, MARKETING, CHILE

1. Defi niendo la pregunta

En el año 1997 fue publicado en Chile el libro “Chile Actual: Anatomía de un mito” de Tomas Moulian, el cual denunciaba que el consumo se había transformado en uno de los fenómenos dominantes de la sociedad Chilena de los 90’. Esto marcó, a mi juicio, un hito signifi cativo

en la historia del debate en torno al consumo en Chile. El director de LOM, editorial que publicó el libro, comentaba: “Un best seller fue para sorpresa de todos, Chile actual: anatomía de un mito, ya que se transformó en el libro más vendido durante todo un año, dio cuenta que había un profundo malestar en la sociedad chilena y que no todos estaban viviendo “La alegría ya viene” (eslogan de

1Sociólogo, Universidad de Chile, se ha desempeñado en desigualdad social, ciudadanía, Políticas Públicas y Juventud.

Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010pp. 101 – 119

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la Concertación para la campaña electoral que terminó con 17 años de dictadura Militar en Chile). Fue muy interesante el debate y se vivió un fortalecimiento de las publicaciones de las ciencias sociales”2.

Junto con la sorpresa que un libro de las ciencias sociales se transformara en un best seller, marcaba un punto de infl exión en términos del debate y refl exión sobre el estado actual de la sociedad chilena. Chile pasaba a convertirse en el paraíso del consumidor, pero en el páramo del ciudadano3.Sin embargo, el libro de Moulian mostraría algo más que una mirada crítica sobre el devenir del Chile post-dictadura, daba cuenta también del surgimiento de una problemática nueva para las ciencias sociales chilenas. Dicho fenómeno se encuentra en la actualidad en proceso de construcción, sin fronteras defi nidas, con intentos más o menos sistemáticos de defi nición e investigación. Me refi ero a la problemática del consumo.

Desde una mirada general, el surgimiento de esta problemática para las ciencias sociales, está vincula al surgimiento de fenómenos de diverso tipo: mayor acceso a bienes que han permitido una mejora en las condiciones sociales y económicas de las personas, tendencia que ha sido defi nida como masifi cación o democratización del consumo; desarrollo de nuevas prácticas de diferenciación-distinción ligadas al consumo de bienes de lujo y de acceso altamente restrictivo; creciente valoración del consumo como instancia de integración-exclusión y generador de fronteras sociales; importancia de las “marcas”, como signos de valor, y de sus “atributos-benefi cios” que logran confi gurar estilos de vida particulares; explosión de múltiples segmentos de “consumidores”, con elevados niveles de diferenciación subjetiva, que han puesto en tela de juicio los modelos tradicionales de jerarquización y estratifi cación social de manera que puedan explicar adecuadamente los fenómenos de la desigualdad y la diferenciación social; entre otros4.

La tesis que intento sostener es que para que el consumo se instalara como problemática, debían haber cambiado tanto las condiciones mismas de la realidad social que hicieran posible su transformación en objeto relevante, así como también los marcos conceptuales elaborados por las ciencias sociales y la sociología en particular que lo explicaran. Estas condiciones, que son las que intentaré desarrollar en este ensayo, remiten a lo que Brunner señalara años atrás respecto de la formación del campo disciplinar de la sociología de la cultura, “los contextos sociopolíticos constituyen, siempre, una sola de las fuentes de renovación de los problemas de las ciencias sociales y de los supuestos subyacentes con que se les aborda. Existe por otro lado la fuente “interna” constituida por las propias tradiciones de la disciplina, la evolución de sus ideales explicativos, de sus modelos conceptuales y de la organización profesional de sus miembros”5.

La transformación durante las dos últimas décadas de estas dimensiones ha corrido de la mano también con la transformación de las prácticas concretas de los científi cos sociales, los que han ido ocupando espacios distintos y más allá de la academia y la investigación básica. El sector privado empresarial, las consultorías y la investigación de mercado han sido lugares de intersección del quehacer sociológico con intereses disciplinarios, espacios laborales y campos temáticos distintos.

2 CASASÚS, Mario. Entrevista a Paulo Slachevsky. [en línea] Cultura en Movimiento. Portal de difusión de eventos cultu-rales. Reproducción de entrevista publicada por El Clarín. 20 de diciembre de 2007. http://www.culturaenmovimiento.cl/ [consulta 23 de octubre 2009] 3 MOULIAN, Tomás. Chile Actual Anatomía de un Mito. LOM ediciones, Tercera edición, 2002. Un año después, Moulian publica el libro “El consumo me consume” donde refl exiona de manera específi ca sobre el consumo. 4 Esta transformación en las valoraciones de las personas correría de la mano con la pérdida de importancia de otros referentes del imaginario social, como son la idea del ciudadano, la lucha de clases o la importancia en la cultura política del eje derecha-izquierda como referente identitario. 5 BRUNNER, José Joaquín. Ciencias Sociales y el tema de la cultura: Notas para una agenda de investigación. Documento de trabajo Programa FLACSO-Santiago de Chile. Nº 332, abril de 1987. 12p.

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LA PROBLEMÁTICA DEL CONSUMO: UNA HISTORIA RECIENTE EN LAS CIENCIAS SOCIALES CHILENAS.por DANTE CASTILLO CANALES

Es precisamente en esta intersección donde comienza a surgir el consumo como problemática de interés para muchos sociólogos6.

“Cómo ha cambiado la vida de los Chilenos…”7

Un hecho de fácil constatación indica que durante los últimas dos décadas ha habido una mejora general en las condiciones de vida de las personas. Ello, en términos de los bienes materiales con los que dispone cada hogar, así como también en cuanto a la ampliación del consumo hacia segmentos de la población que tradicionalmente habían quedado excluidos.

Al fi nalizar la dictadura militar el año 90, Chile poseía niveles altísimos de pobreza. Según cifras ofi ciales casi un 39% de la población se encontraba en esta condición, con un porcentaje signifi cativo 13% de pobres indigentes. A la vuelta de 10 años esta cifra se había reducido a la mitad y llegando al año 2006, Chile contaba con un 14% de la población bajo la línea de la pobreza8.

Lo anterior, así como el mejoramiento en el nivel de vida y bienestar general de la población, se debió en parte importante al fuerte crecimiento económico de los últimos dos decenios 1982-2002, y en particular al repunte en las remuneraciones de toda la fuerza de trabajo. En el decenio 82-92 se produjo un desempleo promedio de 14% versus el 8% del decenio 92-2002. El salario real pasó de niveles de crecimiento promedio de 0,6% anual, en el primer decenio, a niveles de 3,5% en el segundo9.

Este excepcional crecimiento económico de Chile (5,5% medio anual) condujo a que su ingreso per cápita se elevara un 96% entre 1990 y 200710. No obstante lo anterior, distintos analistas han venido señalando el carácter altamente desigual de nuestro modelo de desarrollo, al persistir una inaceptable desigualdad de ingresos y de calidad de vida, al tiempo que aumenta la percepción de exclusión social, situación que persistirá a menos que no se adopte una estrategia de desarrollo renovada de largo plazo conducente a un desarrollo inclusivo con equidad creciente11.

Ha sido en este trasfondo contradictorio donde parte importante de la población ha podido acceder a mejores niveles de calidad de vida, educación, realización de proyectos familiares y personales, al mismo tiempo en que otros segmentos de la población ven que las posibilidades de movilidad social son escasas y lejanas. En palabras del PNUD del año 2002 Chile está viviendo un profundo cambio cultural, proceso movilizado por las dinámicas de globalización de la sociedad e individualización de las personas, la centralidad del mercado y de las nuevas tecnologías. Todo ello con la generación al mismo tiempo de oportunidades y difi cultades para la convivencia cotidiana12.

6 El ensayo no pretende dar cuenta de la discusión conceptual sobre las teorías del consumo o del consumidor, sino más bien ofrecer un recuento descriptivo de un debate que en los últimos 10 años ha venido a ganar cada vez mayor impor-tancia.7 Frase que hace referencia al título del libro “Cómo ha cambiado la vida de los Chilenos: Análisis comparativo de las condiciones de vida en los hogares con menor bienestar socioeconómico (censos 1992-2002). Instituto Nacional de Es-tadísticas. Chile, 2004. 8 MIDEPLAN. Nº1. Casen 2006: La situación de la Pobreza en Chile. Santiago de Chile, junio de 2007.9 RAMOS, Joseph. Los vulnerables. En: Instituto Nacional de Estadísticas. Cómo ha cambiado la vida de los chilenos. Santiago, Chile, 2004. ?p.10 INFANTE, R y SUNKEL, O. Chile: Hacia un desarrollo inclusivo. Revista CEPAL (97): 135-154. Abril, 2009. Ver también, MIDEPLAN, 2006. Trabajo e Ingresos en Chile. 11 INFANTE, R y SUNKEL, O, ibid. 136p. Ver también, TORCHE, Florencia. Desigual pero fl uido. El patrón chileno de mo-vilidad en perspectiva comparada. Documento de trabajo nº 57. En Foco. Expansiva-UDP. 2005. 12 Programa de Las Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD. Informe de Desarrollo Humano en Chile, Nosotros los Chilenos: Un desafío cultural, Santiago, 2002. 18p.

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Es en este contexto que se confi guran nuevos patrones de consumo tanto a nivel de los bienes básicos como de aquellos de mayor sofi sticación y complejidad como son, por ejemplo, la tecnología y aquellos ligados a la entretención y el uso del tiempo libre.

Si observamos los bienes a los cuáles la población chilena ha tenido acceso, destaca por ejemplo el Televisor a Color que en el año 1990 se encontraba en un 43% de los hogares, mientras que en la actualidad sobre un 90% de los hogares lo posee. Así mismo, el acceso a bienes como el Refrigerador o la Lavadora pasaron de niveles de 52% y 42% en 1990 a niveles de 88% y 66% respectivamente. Por su parte, las tecnologías también han penetrado fuertemente durante los últimos años, en especial el celular que al año 2006 llegaba a 12,8 millones de aparatos, lo que equivale a 7,8 equipos por cada 10 habitantes. En la actualidad, y según datos del Centro de Micro Datos de la Universidad de Chile, un 90% de la población mayor de 15 años posee celular13. El computador en tanto, alcanza cifras de 33% al 2006 y los internautas llegan a 48% según el último informe del proyecto WIP14.

Para los grupos más ricos por su parte, la tendencia se orienta hacia la generación de una mayor distancia social en el consumo, con la generación de una creciente industria del lujo. Según un artículo periodístico del año 2009, que recoge la opinión del presidente de la Asociación de Marcas de Lujo, plantea que Chile está comenzando una tendencia creciente en consumo de lujo, “somos un país donde la industria del lujo se encuentra en pañales”, y por lo tanto la misión de la Asociación es principalmente educar al consumidor respecto de lo que es la industria del lujo”15. Se plantea que en Chile este mercado se está expandiendo a una tasa que oscila entre el 15% y el 20% anual, con ventas por unos 80 millones de dólares al año. Esta industria estaría siendo movida por el 1,6% de familias en Chile que poseen patrimonios líquidos de más de US$100 mil16.

Ahora bien, muchos bienes se han masifi cado, lo que signifi ca que los distintos grupos socioeconómicos han podido acceder a ellos. Tanto es así, que un estudio reciente de la consultora Nielsen mostraba cómo los sectores de menores ingresos están desarrollando pautas de consumo en categorías más sofi sticadas dentro del consumo masivo. Observan que dentro de estas categorías se encuentran las aguas, los endulzantes, los desodorantes ambientales, los postres refrigerados y los fi ltros solares. Por el lado de los productos tecnológicos poseen signifi cativos niveles de uso donde predominan los equipos de música (70%), los celulares (69%) y el microonda (40%). Junto con lo anterior, este grupo estaría valorando en mayor grado la marca del producto por sobre el precio (38%), así como también la lealtad hacia marcas conocidas por sobre las promociones17. Lo que tendríamos, por lo tanto, es la expresión de un nuevo set valorativo por parte de la población, en donde la construcción del sí mismo y la identidad se relacionan de manera signifi cativa con las mercancías adquiridas, con el tipo de prácticas de consumo y con las decisiones de compra de bienes y servicios en general.

¿Qué implica en la vida de las personas y las familias estos “mayores” accesos? ¿Qué signifi cados tiene el consumo de bienes y servicios sofi sticados y de última generación a nivel de las expectativas y la organización de la vida cotidiana? Carlos Catalán plantea que, en relación a

13 Universidad de Chile. Departamento de Economía, Centro de Micro Datos (2009). Encuesta de Satisfacción de Usuarios de Servicios de Telecomunicación. Estudio realizado para la SUBTEL, diciembre de 2009. 14 Encuestas CASEN 1990-2006. Informes de la Superintendencia de Transporte y Comunicaciones. World International Project (WIP) Project-Chile. Pontifi cia Universidad Católica y Centro de estudios de Economía Digital de la Cámara de Co-mercio de Santiago, “Los internautas Chilenos y sus símiles en el resto del mundo: resultados del estudio WIP-Chile 2008. 15 El consumo de lujo en hile. Revista Poder y Negocios Nº XX. Entrevista a James Hughes, Presidente de la Asociación de Marcas de Lujo en Chile. Santiago, Octubre de 2009.16 Mini Book Eureka. Revista Poder y Negocios Nº XX. Fuente: Boston Consulting Group, La Tercera, www.bussinesschile.cl). Santiago, Chile, Octubre de 2009. 17 Nielsen Chile, Cambios en el mercado Chileno. Abril, 2007

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los grupos de bajo nivel socioeconómico y los sentidos y valoraciones que asignan al consumo, los bienes materiales son un componente fundamental para lograr realizar los valores del bienestar familiar y permitir construir un futuro para los hijos. Así, padres y madres están dispuestos, por ejemplo, a posponer o renunciar a sus necesidades personales para que los hijos puedan acceder a la educación y así lograr la movilidad social deseada. Estamos ante un proyecto de movilidad no individual sino transgeneracional18.

Lo que se observa entonces, es que el consumo en sectores de menores ingresos estaría asociado a la realización de valores superiores vinculados a los hijos y la familia. La comodidad de la casa y su equipamiento ofrece un espacio de seguridad y resguardo frente a las amenazas externas de la delincuencia o la drogadicción, permitiendo así que los hijos tengan las condiciones adecuadas para estudiar y tener un futuro mejor19.

Junto con los factores señalados anteriormente, existen otros factores importantes que explican estos cambios en el consumo: Uno de ellos es el acceso al crédito. Hacia el año 1991 existían en Chile un total de 890 mil tarjetas de crédito emitidas por el sistema bancario, cifra que al año 2008 alcanzaba a 4.3 millones, lo que representó un crecimiento de más de un 480% en un período de 17 años. En una población que paso de 14 millones en el año 1990 a 16 millones el 2008. Por su parte las tarjetas débito pasaron de 4 mil seiscientas a 1,9 millones en el año 200820. El crecimiento del acceso al crédito y la mayor bancarización de la sociedad chilena han sido claves a la hora de acceder a bienes de consumo durables.

Por su parte, a septiembre del año 2009 existían un total de 16,3 millones de tarjetas emitidas por casas comerciales, tiendas por departamento y otros retailers, los cuales han contribuido signifi cativamente al acceso masivo al consumo21. El panorama en torno al crédito se ha generalizado en la sociedad chilena actual y junto con ello los espacios de compra como malls y centros comerciales que reúnen a la población en torno al consumo de múltiples bienes y servicios22.

Esta tendencia de masifi cación del crédito forma parte medular del modelo económico Chileno en tanto posibilita una circulación más rápida de mercancías y su consecuente efecto en la producción. Sin embargo, el crédito no solo actúa a nivel del sistema, sino que tiene impactos en la forma en que los individuos construyen su horizonte de expectativas en la satisfacción de necesidades. Así, el acceso a los bienes no queda supeditado al ahorro previo y al consumo-compra al fi nal, sino que hay una inversión temporal de los términos en tanto el consumo se realiza en el presente comprometiendo las posibilidades en el futuro. La referencia presente-futuro se transforma, adquiriendo la temporalidad una nueva signifi cación en la cotidianeidad de las personas23.

Todos estos cambios experimentados por la sociedad chilena en términos de los mayores niveles de confort y bienestar, impulsados por nuevas pautas de consumo tienen efectos en cómo la personas establecen sus vínculos y sus relaciones sociales, y con ello, en las formas en que debemos pensar, por ejemplo, la diferenciación social, la estratifi cación y la movilidad social. En términos prácticos, se torna necesario repensar los métodos utilizados para construir los índices de

18 CATALÁN, Carlos. El consumidor emergente. En: XIV Congreso Chileno de marketing, 2005: Los nuevos chilenos. Santiago, Chile. 2005. 19 Ibid.20 Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras-SBIF. Información de tarjetas de crédito bancarias y no banca-rias [en línea] http://www.sbif.cl/sbifweb/servlet/InfoFinanciera?indice=4.1&idCategoria=2129&tipocont=0 [consulta: 1 de octubre de 2009]21 SBIF, Ibid.22 Este es precisamente una de los puntos de mayor crítica en el libro de Moulian que revisaremos más adelante. 23 Zigmunt Baumann ha desarrollado de manera profunda el punto de la trasformación en la forma en que los individuos esperan satisfacer sus necesidades desde la perspectiva de la temporalidad.

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clasifi cación socioeconómica, los que se vuelven inadecuados para dar cuenta de la nueva realidad social en Chile24.

Los cambios que hemos presentado muestran cómo el entorno social y económico se ha modifi cado de manera profunda durante los últimos 20 años. Estos cambios de contexto cuestionan y demandan miradas novedosas para explicar estas nuevas tendencias. En este caso particular, los patrones y dinámicas de consumo, que la convierten en una problemática de relevancia para el quehacer de las ciencias sociales.

Diversidad de marcos conceptuales en torno al consumoUtilizo la noción de marcos conceptuales para identifi car los saberes en uso que permiten

describir y explicar el fenómeno del consumo, esto es, defi nir el objeto, cuantifi carlo o medirlo y explicar su naturaleza. Como señala Raúl Urzúa, los marcos conceptuales están construidos parcialmente en base a conocimientos de sentido común y a información asistemática y no necesariamente correcta, pero también apoyándose en conocimientos originados en las ciencias sociales, aunque no sean explícitamente reconocidos como tales o se haya tenido acceso a ellos a través de los medios de comunicación”25. Consideraré dos fuentes de producción del debate en Chile: Por una parte, el desarrollo generado desde el mundo del marketing y la investigación de mercado, y por la otra, desde el mundo de las ciencias sociales, sea a través de los estudios de consumo cultural, de la crítica al fenómeno del consumismo, así como también en los trabajos de investigación en torno al consumo propiamente tal.

1.1 La perspectiva del marketingUna de las disciplinas de mayor desarrollo en Chile durante los últimos años en el mundo de la

economía y la administración de empresas, ha sido el marketing. Distintos actores conviven en este mundo; empresarios, gerentes de empresas, consultores, empresas de investigación de mercado y estudios de opinión, académicos, entre otros. La producción y difusión de ideas es realizada a través de foros, publicaciones, congresos y seminarios que son organizados sistemáticamente para poner temas en la agenda, difundir su visión de la sociedad y convocar a la comunidad a los ritos del debate y el reconocimiento público.

Dos actores, desde mi perspectiva, han sido centrales en nuestro país en desarrollar el debate en torno al consumo y los consumidores. Estos han estado íntimamente ligados, en el transcurso de estos 25 años, debido a la relación de cliente-proveedor, me refi ero a las agencias de investigación de mercado y el Instituto Chileno de Administración Racional de Empresas - ICARE26. Este último actor ha venido realizando sistemáticamente congresos de marketing desde el año 198427, con una

24 RASSE, Alejandra, SALCEDO, Rodrigo y PARDO, Juan. En: JOIGNANT, Alfredo y GÜEL, Pedro (Coordinadores) El arte de clasifi car a los chilenos. Enfoque sobre los modelos de estratifi cación en Chile. Chile, Ediciones Expansiva-UDP. Pp. 17-36.25 URZÚA, Raúl. Los usos de las ciencias sociales en la formulación de políticas públicas: Una introducción al tema. En: Los usos de las ciencias sociales en la formulación de políticas públicas. Santiago, Chile 1999. 26 ICARE es una Corporación Privada sin fi nes de lucro, fundada en 1953 por empresarios y profesionales vinculados a diversos sectores de la actividad económica nacional con el propósito de promover la excelencia empresarial del país. En la actualidad agrupa a más de 992 empresas de todos los tamaños y representativas de las diversas actividades de la producción, el comercio y los servicios. Una de sus áreas especializadas de trabajo es el círculo de marketing que organiza año a año los Congresos de Marketing que analizamos en este ensayo y que posee, a mi juicio, uno de los mayores niveles de resonancia pública y comunicacional en Chile.27 Durante los 80’ y los 90’ los congresos se realizaban una vez cada dos años, a partir del año 2000, estos se realizan año a año generando gran expectación en el mundo público y privado.

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participación continua de representantes de la Asociación Chilena de Empresas de Investigación de Mercado-AIM.

Desde el año 1985 la AIM viene desarrollando indicadores de clasifi cación y segmentación de la población (consumidores) que han servido como soporte empírico a las refl exiones y debates en torno al consumo desde el mundo empresarial chileno. A modo de ejemplo, el último Índice Censal de Status Socioeconómico, corresponde a una actualización de los datos del CENSO del año 2002 y permite conocer cuáles son los nuevos bienes, en conjunto con el nivel educacional, que mejor determinan el grupo socioeconómico al que pertenecen las personas28.

Lo que prima en torno al consumo en este espacio social, son los intereses de segmentación, en tanto señalan que lo que se busca es “distribuir a la población en segmentos que discriminen respecto de su poder adquisitivo de consumo, de su calidad de vida material, nivel cultural educacional y estilo de vida… la idea es defi nir un “status socioeconómico” que ayude a comprender los patrones de consumo y a estimar la demanda potencial de los diferentes productos y servicios”29.

Esta idea se encuentra presente desde el año 1984 cuando durante el primer congreso de marketing se planteaba la necesidad de tener una variable socioeconómica de clasifi cación: “El supuesto subyacente al concepto de estratifi cación socioeconómica es que los consumidores de diferentes estratos, difi eren en cuanto a ciertas características de estilos de vida, lo cual se manifi esta en patrones de consumo diferente”30.

Para estos actores, el consumo está dado por tres rasgos claves: en primer lugar, es entendido como consecuencia y refl ejo de una situación anterior, esto es, que gracias a esta “posición” las personas realizan y practican estilos diferentes de consumo; luego, que los estilos de vida y la diversidad de grupos son “operacionalizados” en grupos socioeconómicos que derivan de un índice continuo, esto es, de un escalamiento de los individuos mediante puntuaciones obtenidas según su posesión de bienes y años de escolaridad del jefe de hogar; y en tercer lugar, es el hogar el que defi ne la posición o el nivel socioeconómico de las personas.

Los cuestionamientos a este método utilizado, pueden resumirse en los siguientes términos: en primer lugar, en la actualidad el consumo comienza a dejar de ser visto como consecuencia de una posición anterior y pasa ser entendido como función generadora de la diferencia. Esto es, que en función del tipo de consumo realizado un individuo puede ser agrupado en A, B o C categoría social31, es decir, no como expresión de una diferencia previa en la posición que se tiene en la estructura social.

En segundo lugar, el escalamiento de los individuos en un continuo supone que el consumo tendería a ser igual en la medida que dos individuos poseen los mismos niveles de escolaridad y la misma batería de bienes. Lo que demuestra la investigación de mercado, y que da pie a una crítica sustantiva, es que esto no explica la diversidad, la diferencia y la desigualdad al interior de una misma categoría. Por lo tanto, resultaría impreciso estimar patrones de consumo a partir de ese conjunto de variables.

En tercer lugar, la defi nición y clasifi cación corresponde a una etiqueta hogar, lo cual hace igualar las prácticas de consumo bajo una misma racionalidad, tanto a padres, madres e hijos

28 Asociación de empresas de investigación de mercados–AIM. Grupos Socioeconómicos 2008. Santiago, Chile, 2009, 1p.29 AIM Ibid. 30 ICARE, Primer Congreso de Marketing del año 1984: Intervención de Mladen Koljatic quién se desempeñó durante esos años como Vicepresidente del Instituto Chileno de Administración Racional de Empresas-ICARE. Santiago, Chile. 1984.31 Carlos Catalán ofrece ejemplos claros a este respecto en cuanto a las múltiples formas de segmentación de la población. Ver: CATALÁN, Carlos. Consumo y Segmentación: Algunas consideraciones conceptuales y empíricas. En: JOIGNANT, Alfredo y GÜEL, Pedro (Coordinadores) El arte de clasifi car a los chilenos. Enfoque sobre los modelos de estratifi cación en Chile. Chile, Ediciones Expansiva-UDP.

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etc. Este supuesto es cuestionado por algunos estudios, que serán revisados más adelante, los cuales muestran cómo al interior del hogar existen condicionantes del consumo que dependen de los diferentes roles que juegan los miembros en la familia, el tipo de hogar, o por ejemplo, si hay presencia o no de personas menores o mayores en el hogar32.

Ahora bien, lo que tenemos aquí es un actor que tiene por objetivo generar conocimientos que sean de utilidad para la defi nición de estrategias de negocios, establecimiento potencial de la demanda y, por cierto, estimación de rentabilidad de los negocios generados. Sin embargo, la producción de conocimiento realizada desde el mundo de las agencias de investigación de mercado no está determina enteramente por los objetivos e intereses de las empresas y sus departamentos de marketing. Las empresas de investigación participan activamente en la generación de conceptos, metodologías e indicadores que buscan controlar y predecir de mejor manera el comportamiento potencial de los consumidores, sin estar este conocimiento puramente orientado a fundamentar decisiones de negocio y estrategias comerciales.

Desde el mundo de las empresas existe una signifi cativa contribución a la creación del marco conceptual específi co sobre el consumo y los consumidores que venimos comentando. El rasgo principal de su enfoque se resume en la siguiente expresión: “El consumidor es nuestro jefe”33, éste es concebido en un sitial de semi-Dios. Como es de suponer, aquí la pregunta por el consumo, se articula en torno a la necesidad de determinar de mejor manera la demanda potencial de sus productos o la creación de nuevos bienes. No hay mucha novedad en esto, lo novedoso, desde mi perspectiva, radica en la forma y los recursos que invierten cada vez más las empresas en conocer de mejor manera y en mayor profundidad a los consumidores, para lo cual el saber de las ciencias sociales se vuelve fundamental.

El discurso del marketing, y su conceptualización de los consumidores, ha venido evolucionando en el tiempo, adquiriendo cada vez mayor sofi sticación en las preguntas de investigación y con ello en las técnicas utilizadas para producir información de interés. Se asume, desde su lógica, que no se puede intentar vender bienes a todo el mundo y que es necesario segmentar por variables que hasta ahora no habían sido utilizadas. Así, surgen grupos/segmentos en función de las ocasiones y momentos de consumo; en función de su trayectoria de comportamiento y frecuencia de compra; de determinados estilos de vida; o a partir de necesidades ocultas que es preciso conocer para ofrecer productos que cubran esas necesidades34.

La retórica del consumidor es la del jefe, la del rey. Uno de los expositores del VIII congreso decía en su exposición que “hoy es mejor ser consumidor que empresario, de hecho los clientes tienen más poder que el presidente de una empresa. Hoy el cliente decide cuando despedir al presidente de la empresa, que ni siquiera conoce”35. Como recurso ideológico contribuye a sostener la idea que el poder no está en sus manos sino que en las manos de los consumidores. A modo de hipótesis, pienso que la instalación de esta retórica en el lenguaje público ha sido uno de los factores claves en la transformación del ethos cultural de la sociedad chilena.

32 STILLERMAN, Joel. Gender, class and generational contexts for consumption in contemporary Chile. Journal of Con-sumer Culture, (4): 51-77. 2004. Ver también, CATALÁN, Carlos. El consumidor emergente. En: XIV Congreso Chileno de marketing, 2005: Los nuevos chilenos. Santiago, Chile. 2005. 33 Título de la presentación de Juan Cristobal Sepúlveda, Gerente de Procter & Gamble, Chile. ICARE, Congreso de Marketing del año 2007. 34 IBAÑEZ, Andrés. ¿Lo pequeño es hermoso?: Segmentación para empresas pequeñas. VIII congreso Chileno de Marke-ting, 1999: “En tiempo de Vacas Flacas”. Andrés Ibañez es Ingeniero Comercial de la Universidad Católica.35 EBEN, Hans. Creando nuestro futuro: Todo o nada. VIII Congreso Chileno de Marketing, 1999. El autor se desempeñaba como presidente del círculo de marketing de ICARE durante ese año. En versión similar, otro autor ha planteado que “no conocer a los consumidores es el primer pecado capital del marketing”. Philip Kotler. Los 10 pecados capitales del marketing. 2004.

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En este discurso, los consumidores aparecen como seres altamente complejos, enigmas que es preciso conocer si no se quiere ir directo a la bancarrota, pues en el conocimiento profundo de ellos radica el éxito de los negocios. Los consumidores, en las versiones más elaboradas, no se mueven sólo por criterios racionales sino que están condicionados, signifi cativamente por sus emociones. Estamos frente a un consumidor que pasó de valorar los aspectos funcionales de las mercancías, a valorar el servicio, las experiencias memorables y, hoy en día, la interacción permanente con las marcas. Las preferencias de estos, serán entonces el resultado del ajuste entre el cálculo racional, sus deseos y creencias y el conjunto de emociones que los mueven en un momento determinado. Todo ello, porque las marcas, como signos de valor, habitan tanto en la mente como en el corazón de los consumidores.

Elaborar estos discursos en torno al consumidor, ha requerido invertir recursos importantes para conocer al cliente potencial, y esto es lo que quiero destacar, en ese afán han recurrido a otros campos disciplinarios que les permitan defi nir, entender y explicar de mejor manera el enigma que representaría el consumidor. En este proceso las ciencias sociales y sus profesionales han sido invitadas, más bien contratadas, a ofrecer respuestas o perspectivas sobre el mundo del consumo36.

Si se observan los últimos congresos de ICARE, vemos una mayor participación de científi cos sociales. Sociólogos como Carlos Cousiño, Carlos Catalán, Eugenio Guzmán, o Clemencia Sarquis, desde el mundo de la psicología, ofrecen nuevas perspectivas y pistas de interpretación. Se abre así un espacio de refl exión que permite entrelazar miradas, enfoques y marcos conceptuales provenientes de mundos disciplinares distintos. En este cruce, son puestos en la mesa temas como la situación de las mujeres y su rol en el mercado, la situación de los jóvenes y su integración a las redes sociales globales, el surgimiento de nuevos segmentos, yo cuáles son las claves socioculturales que permiten una mejor comprensión de sus prácticas de consumo.

Una rápida revisión de los expositores de los congresos de marketing de la última década, muestra que este es el espacio de producción de conocimiento principalmente de Ingenieros Comerciales, Economistas, Ingenieros civiles, y de manera marginal, de profesionales de otras áreas como son la publicidad, la psicología y la sociología. Esta tendencia ha venido cambiando en los últimos años37.

No obstante lo anterior, si miramos parte de la terminología usada y la forma en que confi guran el objeto de estudio, vemos conceptos tales como clases sociales, que ha sido dejado de lado porque remitiría a una estructura social rígida y autoperpetuante38, estatus, estilos de vida, grupos o estratos socioeconómicos, segmentos, cambio social, entre otros. ¿No son estos los temas clásicos de la sociología y las ciencias sociales? ¿No es sobre el intento de explicar las diferentes formas de diferenciación social que la sociología ha gastado parte importante de su tiempo?

Siendo las respuestas a estas preguntas afi rmativas, los científi cos sociales no han tenido una participación activa y relevante en construir al consumo como un objeto sistemático de estudio. A su vez, los marcos de explicación existentes, que provienen principalmente del debate europeo o americano, han sido escasamente utilizados para generar investigación empírica. Sin embargo, durante estos últimos años vemos una tendencia distinta, por cuestiones de distinto orden, las ciencias sociales han comenzado a contribuir al desarrollo de la problemática del consumo.

36 Congresos entre el año 2000 y 200837 Haciendo un cálculo estadístico simple, se observa que más del 90% de los expositores provienen de la Ingeniería Comercial. Más aún, muchos de ellos, con estudios de postgrado en Estados Unidos. (II Congreso de marketing 1986: marketing para una economía en transición. VIII Congreso de 1999. En tiempo de vacas fl acas; X Congreso de 2001: Una tormenta perfecta; XIII congreso de 2004: En tiempos de vacas gordas; XVII congreso de 2008: La Fábrica del valor) 38 Claramente no hay referencia alguna al largo y extenso debate sobre las clases sociales en la literatura sociológica y de las ciencias sociales.

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Veamos ahora cómo, desde la otra fuente, como ha venido a instalarse incipientemente el consumo como problemática de las ciencias sociales.

1.2 Contribuciones desde las ciencias socialesPara las ciencias sociales chilenas la investigación en torno al consumo ha estado orientada,

principalmente, a los temas de consumo cultural o a la crítica sobre el fenómeno del consumismo. Ha sido desde aquí que se ha comenzado a pensar los temas de consumo en términos generales y no acotados a esferas específi cas.

Consecuencia de lo anterior es que no se observan esfuerzos sistemáticos de investigación desde la academia y/o las políticas públicas por entender la importancia que tiene el consumo en la cotidianeidad de las personas, sea este a nivel de su implicancia en los procesos de integración social, en la constitución de identidades, en la generación de fronteras entre grupos y/o en la diferenciación social como cuestiones generales. A lo sumo, se encuentran las encuestas de presupuestos familiares orientadas a conocer la estructura del gasto de consumo en los hogares y que ayudan a determinar los bienes que ingresan en la canasta familiar permitiendo con ello defi nir las variables para la construcción del Índice de Precios al Consumidor, IPC39.

Podemos ver con esto que los esfuerzos no han estado puestos en conocer las implicancias sociológicas de los procesos de consumo. Sin embargo, no podemos decir lo mismo cuando hablamos de la problemática del consumo cultural que sí comenzó a ganar importancia tanto en Chile como en América Latina desde fi nes de los años 80 y principio de los 90.

El consumo cultural, como campo específi co, a diferencia del consumo como problemática general, ha tenido no sólo una agenda de investigación durante las últimas décadas sino que también esfuerzos públicos materializados en políticas públicas concretas. Hacia el año 1987 Brunner comentaba que uno de los principales temas dentro del campo de la Sociología de la Cultura, debía considerar en su agenda de investigación los estudios de consumo cultural…o de reconocimiento-apropiación de bienes simbólicos en los diversos subcampos de la cultura. Estudios que tienen por fi n entender las dinámicas de la recepción, segmentación, estilos de consumo y mercado de los bienes culturales.40”

En este sentido, señala Sunkel, existen dos intelectuales latinoamericanos de importancia fundamental en el estudio de esta temática, ellos son Nestor García Canclini y Jesús Martín Barbero. La contribución de estos intelectuales, según Sunkel, “ha sido fundamental porque detectaron la importancia de la temática del consumo en un momento en que la preocupación dominante en los estudios sobre cultura y comunicación en América Latina todavía era el análisis de los mensajes en los medios masivos en tanto soportes de la “ideología de la dominación”41. Lo anterior vino a posibilitar repensar desde distintas perspectivas los estudios sobre consumo.

Expresiones posteriores claras en Chile de los esfuerzos que se han hecho por conocer y generar información cuantifi cable sobre las características y formas de acceso a bienes culturales, lo constituyen tanto el Informe del PNUD del año 2002 “Nosotros los Chilenos. Un desafío cultural”

39 Instituto Nacional de Estadísticas. VI Encuesta de Presupuestos Familiares. Vol 1, pág. 5. 40 BRUNNER, José Joaquín. op. cit.41 SUNKEL, Guillermo. Una mira otra. La cultura desde el consumo. En: MATO, Daniel (coord.): Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Caracas: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y CEAP, FACES, Universidad central de Venezuela. Pp. 287-294. El autor hace una revisión de cómo el debate en torno al consumo cultural adquiere un campo específi co de desarrollo. Plantea que en ese contexto, ellos contribuyeron a generar la infl exión teórico-metodológica desde el énfasis en el mensaje como estructura ideológica a los procesos de consumo. Pero también su aporte ha sido fundamental porque defi nieron una cierta aproximación conceptual desde la cual sería posible abordar empíricamente el estudio del consumo.

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como la Encuesta de Consumo Cultural y Uso del Tiempo Libre realizada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Estadísticas durante el año 2004 y 200942.

En ellas se establecen características y rasgos distintivos en relación al acceso, el signifi cado y/o la importancia asociada al consumo de bienes artísticos y simbólicos. Se entiende por ejemplo, la contribución que tiene para defi nir espacios de pertenencia social, o cómo las subjetividades median la apropiación de bienes culturales. Así mismo, se logra dimensionar la diversidad de consumos generados por una misma categoría de individuos y cómo aquello ayuda a confi gurar estilos de vida particulares43.

Estos esfuerzos han respondido a un interés más amplio de generación de información en el campo del consumo cultural. Así, la Encuesta de Consumo Cultural y Uso del Tiempo Libre se constituye en una iniciativa que permite proporcionar una respuesta parcial en la defi nición de “lo que hay que hacer” para facilitar el acceso de la población a bienes y servicios culturales44. Lo que vemos acá es la instalación a nivel de la institucionalidad pública de una temática, que se materializa en la construcción de indicadores orientados a facilitar la toma de decisiones desde las políticas públicas en materias de consumo cultural.

A partir del desarrollo de estos estudios se ha comenzado a abordar la problemática del consumo en términos generales, esto es, como prácticas de apropiación y uso de las mercancías en general, no sólo acotada a la apropiación y uso de bienes simbólicos, de audiencias y contenidos o al mercado de bienes culturales que ha caracterizado a las investigaciones sobre consumo cultural.

Podemos ver en el mismo informe del PNUD un esfuerzo por clasifi car a las personas en segmentos específi cos de consumidores, la que no respondió solamente a sus prácticas de consumo de bienes culturales. En términos gruesos, identifi ca la importancia del mall como espacio de paseo y encuentro, como escenario de sociabilidad, esto es, como el nuevo espacio de la convivencia. “El centro comercial no sólo representa un ordenamiento selectivo y jerarquizado de ciertos bienes simbólicos que ayudan a reproducir y renovar determinadas prácticas y representaciones de la convivencia. Es, también, una especie de ceremonia festiva que permitiría a los participantes sentirse miembros de un colectivo. Tal vez éste sea el objetivo tácito del público: asistir a un ritual que brinda la oportunidad de desplegar la individualidad, al tiempo de conmemorar una identidad colectiva”45.

Esta ampliación temática evidencia un entrelazamiento natural entro ambos campos. Como dirá Catalán “estos cambios en el consumo cultural se asocian de manera sintomática con una transformación más amplia que está operando en la esfera del consumo. El consumo en general aparece como un proceso activo mediante el cual el consumidor se apropia y recrea bienes y acciones resignifi cando la cadena de valor”46. De esta forma, arribamos desde la refl exión sobre el consumo cultural a la problemática del consumo y el nuevo consumidor.

Se da así una relación de retroalimentación en tanto los estudios de consumo cultural en Chile tomaron prestado muchas de las refl exiones, conceptos y marcos conceptuales producidos al

42 Programa de Las Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD. Informe de Desarrollo Humano en Chile, Nosotros los Chilenos: Un desafío cultural, Santiago, 2002. Instituto Nacional de Estadísticas. Encuesta Consumo Cultural, del año 2004 y 2009. Carlos Catalán señala que existe una primera aproximación al consumo cultural en un estudio realizado el año 1988 por CENECA y FLACSO. 43 El informe del PNUD, defi nió una tipología de consumidores en la que estableció 4 tipos de consumidores: “el consumi-dor necesitado”, “el consumidor de bienestar”, “el consumidor existencial” y el “consumidor modelo”. 44 CAMPOS, Luis. Uso de la información políticas públicas culturales y autonomía relativa. Relevancia de la encuesta de Consumo Cultural y Uso del Tiempo Libre en la proyección de políticas públicas en cultura. En: CATALÁN, Carlos y TOR-CHE, Pablo (editores). Consumo Cultural en Chile: Miradas y Perspectivas. 2005. Santiago, Chile. Pp. 167. 45 PNUD, Op. Cit. Pp. 106.46 CATALÁN, Carlos. El escenario actual y la importancia de la métrica. En CATALÁN, Carlos y TORCHE, Pablo (editores). Consumo Cultural en Chile: Miradas y Perspectivas. 2005. Santiago, Chile. Pp. 17.

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amparo del debate en torno al consumo como fenómeno general, pero que, en el caso específi co de Chile, terminaron defi niendo su campo de investigación y acción en la parcela específi ca del consumo cultural. Lo que ahora tenemos es el proceso inverso.

Esto se explicaría, por una parte, porque las condiciones sociales y económicas que sirvieron de contexto durante la década de los 80 y principios de los 90 cambiaron sustantivamente, pero que en ese momento hacían irrelevante y de escaso valor práctico hablar sobre consumo de mercancías, bienes y servicios en un escenario social empobrecido materialmente. Por la otra, porque Chile venía saliendo de 17 años de dictadura militar, período marcado por la represión, el control y la vigilancia de los distintos espacios de la vida social chilena y en donde los temas culturales parecían tener mayor urgencia tanto en el debate de las ciencias sociales como en el debate público y político.

Parece razonable entonces pensar que la emergencia de los estudios de consumo, como problemática general, encuentren en la última década, las condiciones de contexto sociales y económicas que permitan abordar, desde las ciencias sociales y la sociología en particular, la refl exión, explicación o interpretación del consumo como práctica social.

A nivel disciplinar por su parte, el mismo Sunkel plantea una interrogante clave en esta materia ¿No será necesario re-pensar la noción de “consumo cultural” elaborada por García Canclini a la luz de los profundos cambios en el contexto sociocultural que han tenido lugar en la última década? En tanto remite al entrelazamiento cada vez más denso entre economía y cultura, lo que hace que la noción de consumo cultural se encuentre en proceso de des-dibujamiento, lo que haría necesario volver a la noción de consumo como una práctica cultural que se manifi esta en la apropiación y usos de todo tipo de mercancías y no sólo en los llamados “bienes culturales”47.

Tenemos así que tanto desde el plano de las condiciones sociales y económicas de la sociedad Chilena, como desde la evolución interna del propio campo disciplinar, se han generado las circunstancias que permitirían confi gurar un espacio autónomo de refl exión en torno a la práctica social del consumo. Se suman a esos procesos, una segunda fuente de debate que viene dado, por una parte, por los análisis críticos y de denuncia del “consumismo” como fenómeno imperante en sociedad chilena, por la otra, por la realización de investigaciones específi cas en torno a las prácticas y dinámicas concretas del consumo48.

Dentro de esta segunda fuente de problematización del consumo surgen hacia fi nes de los años 90, denuncias concretas contra el fenómeno del consumismo entre los grupos de menores ingresos y, en particular, sobre los niveles de endeudamiento que adquiría la población como consecuencia de las mayores oportunidades de consumo que el modelo económico ofrecía. Ante esta nueva realidad, quedaba planteada la pregunta de si el alto nivel de consumo y endeudamiento sería o no un problema económico que debía debatirse públicamente si se quería tener control sobre los efectos negativos del mayor consumo y uso del crédito49.

El “consumismo” era defi nido en un doble sentido negativo y crítico; en primer lugar, se señalaba que el consumo tiene un potencial diferenciador en cuanto a que algunos pueden consumir y otros simplemente no pueden hacerlo. “Esta condición de segmentación no signifi ca sólo diferenciales

47 SUNKEL, Guillermo. Op. cit.48 No es el objetivo de este ensayo revisar los aportes específi cos y los enfoques que han sido utilizados por los estudios en torno al consumo, sin embargo esto siempre remiten a autores como M. Douglas y B. Isherwood, P. Bourdieu, Z. Bauman, C. Campbell, J. Baudrillard, por citar algunos de los autores contemporáneos más recurridos. 49 VAN BAVEL, Rene, SELL-TRUJILLO, Lucía. Understanding of Consumerism in Chile. En: Journal of Consumer Culture. 2003; 3; 343-362 “The phenomenon of consumerism, especially among lower income groups, is a salient issue of economic debate in Chile. Often consumers have been able to circumvent the restrictions of the fi nancial system and have become heaviely indebted to a number of different institutions at the same time. Often these debtors cannot repair their loan, lead-ing them to lose their credit rating, their possessions and sometimes their freedom. Is this an inevitable consequence of economic growth, critics ask, or is there something inherently wrong with Chilean society”.

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en el bienestar material y calidad de vida de los hogares, sino también hacen que el consumo mantenga un enorme potencial diferenciador, a diferencia de sociedades donde el consumo se ha universalizado. Es este enorme potencial diferenciador de los bienes lo que exacerba las tensiones sociales que la desigualdad produce y da origen a las descarnadas crítica al consumo como práctica intrínsecamente nociva50”.

En segundo lugar, existiría una sanción moral asociado con este tipo de prácticas sustentadas en dos preceptos: “No se puede consumir más de lo que el ingreso lo permita” y “No se puede consumir objetos superfl uos, cuando las necesidades básicas no están satisfechas”. “Consumista será entonces aquella conducta que privilegia la renovación del vestuario a la moda, el último equipo de sonido o automóvil, comprometiendo el ingreso de los meses venideros, y desplazando una alimentación adecuada o el acceso a la salud o educación51.

Probablemente el mejor representante de este análisis crítico de la sociedad Chilena de los ‘90 lo desarrolla Moulian, quien señala que el problema del consumo en nuestra sociedad radica en que se instala como deseo, el cual es promovido por una actitud fundamentalmente hedonista. Según él “la deseabilidad del consumo es alimentada por el círculo motivador del hedonismo… la propaganda seduce, glorifi ca los productos, ensalza las oportunidades. La ideología explica la moralidad del consumir y lo presenta como el acto pleno de la modernidad, el acceso a la felicidad de la época, al confort y la entretención”52.

Más aún, nuestras sociedades latinoamericanas presentarían otra de las irracionalidades más visibles del actual sistema de acumulación, cual es la combinación del consumo más sofi sticado con el hambre… donde cohabita el consumo excesivo como posibilidad para algunos con la imposibilidad del consumo esencial para muchos”53. Todas estas críticas ponían el acento, de forma adecuada, precisamente en la pertinencia o impertinencia de hablar de Chile como una sociedad de consumo, en tanto nuestra realidad social seguiría estando construida sobre la base de la tolerancia a situaciones de carencia y privación de bienes básicos de primera necesidad para muchos, mientras otros grupos gozan del confort y de todos los benefi cios del mundo moderno.

Junto con estas denuncias, comienzan a realizarse investigaciones que han tenido por objeto identifi car y conocer los condicionantes, formas, signifi cados y representaciones de la práctica del consumo. Junto a los esfuerzos del PNUD, se realizan otros estudios entre categorías específi cas de trabajadores o entre distintos grupos socioeconómicos que aportan a generar nuevas claves explicativas para la comprensión de esta problemática.

Estos estudios han puesto el acento en someter al análisis empírico los supuestos tradicionales usados por la sociología. Podemos señalar como ejemplo, un estudio realizado entre trabajadores textiles, el cual mostraba que existen una serie de condicionantes en las elecciones de consumo, que no son los que la sociología clásica ha señalado, a saber, la idea de la búsqueda de status o el deseo de distinción. Detrás de los actos de consumo estarían tejidas una serie de obligaciones, responsabilidades, imágenes, defi niciones de sí mismo y de responsabilidad para con otros, que determinan o “infl uencian signifi cativamente” las decisiones y elecciones de consumo. Saber comprar, ser ahorrativo, tener responsabilidad hacia los hijos o hacia las personas mayores-los

50 TORCHE, Florencia. Consumismo: Un fenómeno en expansión. En: Revista Universitaria de la Universidad Católica. 59, 1998. Pp. 53-57.51 Ibid.52 MOULIAN, Tomás. El consumo me consume. LOM Ediciones. 1997. Pp. 21. En este texto señala Tomas Moulian que su pensamiento en torno al consumo está inspirado por autores como Nestor García Canclini, Eduardo Santa Cruz y por la tradición de la teórica crítica. 53 MOULIAN, Ibid., pp. 28.

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padres, como también la desigualdad de género, la clase social, y de roles con la esposa-esposo juegan un rol decisivo en este proceso54.

A su vez, Stillerman cuestiona lo que plantean autores como Moulian, cuando señalan que en la sociedad chilena tras el retorno de la democracia, se produjo un crecimiento de un individualismo hedonístico que triunfó y que consecuentemente relegó las solidaridades. Empíricamente, dichas afi rmaciones no tendrían la validez que permitan explicar este cambio cultural.

Surgen de estas investigaciones, aprendizajes que indican, por ejemplo, que en la sociedad chilena perduran una serie de comportamientos “tradicionales”, los cuales contradicen “muchas formas de pensamiento neoliberal. De hecho, estas -faltas a la lógica de racionalidad que maximiza-, desafía los argumentos que señalan que la sociedad chilena busca movilidad social vía consumo55.La responsabilidad hacia la familia, los hijos y los mayores, produciría un tipo de acción específi ca, presentada bajo la noción de “thrift” (ahorrativo) para describir las prácticas de consumo “inteligente” entre estos grupos.

De igual modo, otro estudio sobre las representaciones del consumismo entre grupos altos y bajos de la población, mostraba que para los grupos de mayores ingresos de la población, las posesiones materiales no representarían marcas de diferencia social, lo que sí lo hace, es la noción de racionalidad en el uso del crédito y el pago, la que defi niría las fronteras que distinguen a los grupos sociales. Los pobres, por su parte, se comprometen en consumos conspicuos en un esfuerzo por acortar la distancia con los grupos ricos. El principal factor de diferenciación ha llegado a ser el signifi cado del pago y el uso del crédito”56.

Todos estos antecedentes han llevado a plantear a autores como J. J. Brunner, menos críticos del devenir actual de la sociedad Chilena, que las condiciones que posibilitan hablar de una sociedad de consumo ya se han desarrollado durante el siglo XX y en particular durante las últimas dos décadas. Así, los cambios en la sociedad Chilena contemporánea habrían hecho emerger al consumo como una esfera cultural autónoma que impacta y condiciona comportamientos, genera valores y una visión del mundo y proporciona identidades y estilos de vida, transmitiendo sentidos que orientan la acción social. Sin embargo, reconoce el autor, ello se vería condicionado y limitado por los niveles de desigualdad social, pobreza e inequidad en la distribución de las oportunidades57.

Pese a los antecedentes señalados, y al incipiente debate en esta materia, poco sabemos de cuáles son las estrategias, medios y recursos que los individuos ponen en juego en sus dinámicas de consumo. No sabemos si se ajustan de manera coherente las prácticas de uso del crédito y el endeudamiento, como requisitos funcionales de nuestras economías de mercado, con las necesidades y expectativas de las personas y sus proyectos de vida58. No tenemos claridad si estamos frente a un tipo de sociedad que produce, ya no sólo en la esfera de la educación y el trabajo, sino que también en el ámbito del consumo, nuevas formas de exclusión y desigualdad que

54 STILLERMAN, Joel. Gender, class and generational contexts for consumption in contemporary Chile. En: Journal of Consumer Culture. 2004; 4; 51-78. Traducción del autor: “The product of individuals’ effort to improve their social status or to seek personal satisfaction… gender, class and family relationships signifi cantly infl uence individuals’ consumption choices”. Traducción del autor: “Citizen apathy, the decline of past political utopias and the rise of a hedonistic individualism that triumps social solidarities” (Moulian, 1997)55 STILLERMAN, Joel. Ibid. pp. 76. 56 VAN BAVEL, Rene, SELL-TRUJILLO, Lucía. Understanding of Consumerism in Chile. En: Journal of Consumer Culture. 2003; 3; 343-362.57 Brunner, Jose Joaquin. Cátedra del curso. El consumo y los cambios en la sociedad contemporánea. 58 Paula barros Mc Intosh. El endeudamiento de los Chilenos: Elementos para el análisis. 2008. Es la pregunta que formula Paula Barros en torno a las consecuencias que genera a nivel familiar e individual el uso de crédito y el endeudamiento como vía de acceso a mejores niveles de bienestar.

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restringe las posibilidades de desarrollo de los proyectos vitales de las personas. Todas ellas son preguntas que surgen de este debate.

Por ahora, sabemos que la instalación, en el imaginario social, de la idea que piensa a la sociedad chilena como sociedad de consumo no viene dado sólo por los cambios materiales que ha experimentado el país en los últimos años. Este se ha visto fortalecido por la generación de discursos desde distintos ámbitos: desde el mercado y su retórica del consumidor como cliente-rey; desde los medios de comunicación y su discurso en torno al supuesto poder de las audiencias; desde el mundo de la política al asumir la representación de intereses como un mercado de posibilidades ante las cuales los ciudadanos-consumidores pueden comprar y desechar.

En todos ellos la imagen del consumidor inagotable en la satisfacción de necesidades y deseos mediante el consumo es fortalecida y reafi rmada por transformaciones en distintos niveles: en las condiciones materiales de vida de las personas; en la vivencia de la intemporalidad de la existencia, donde todo es experimentado como presente; en la construcción de la identidad fundada bajo los criterios del marketing y sus propuestas de valor, en defi nitiva, donde todo requiere estar dispuesto para la venta, la publicidad y el consumo, sea en los mercados formales y conocidos o en mercados todavía por descubrir. Esto es precisamente lo que requiere de estudios sistemáticos en torno a las dinámicas y prácticas concretas del consumo en Chile, no desde los intereses comerciales y de rentabilidad del mercado, sino desde el interés por entender cómo esas prácticas ayudan a construir proyectos de vida autónomos de actores socialmente competentes.

Comentarios fi nales: El consumo y el actuar de la sociologíaEl conjunto de tendencias descritas anteriormente, se han correspondido además con cambios

en las prácticas laborales y profesionales cotidianas de muchos científi cos sociales, los cuales no han ejercido el ofi cio desde la academia o desde el sector público. Ha habido una ocupación de esferas y posiciones en el sector “privado” y en el mundo de las empresas, y las agencias de investigación de mercado, lo que ha acercado progresivamente a la disciplina con los temas de consumo.

Esta tendencia ha sido descrita como el desarrollo de una práctica “consultorial” que se ha constituido en prioritaria en la labor de los practicantes de las ciencias sociales. El ofi cio profesional parece constituirse en gran medida en la única alternativa laboral acorde con el nuevo formato de trabajo. La imagen del profesional más que del científi co o el académico parece ser la que mejor los representa59.

Según este acertado punto de vista, este proceso habría producido una “desideologización de las ciencias sociales, más cercanas en décadas anteriores a un modelo militarista de generación de conocimiento crítico y su progresiva cercanía al paradigma tecnocrático promovido por la modernización, que ha ido despojando a las ciencias sociales de una perspectiva política y ética en tono a su nuevo rol”60

Este proceso experimentado por muchos científi cos sociales ha terminado por acercar a parte importante de los profesionales de las ciencias sociales al mundo de la consultoría, de los estudios de mercado y con ello, por consecuencia, a los temas de consumo. En este camino muchos de ellos han debido ofrecer recomendaciones y explicaciones en torno a las temáticas del consumo, debiendo interrelacionarse con consultores de imagen y comunicación, encargados de marketing y economistas que, desde más años, han venido desarrollando conocimiento en estos temas.

59 JARA, Patricia. Aportes de las ciencias sociales a los problemas del desarrollo que están en la agenda pública. En Pro-yecto “Ciencias Sociales y Agenda Pública en Chile 1990 – 2000”. Santiago, Noviembre de 1999. 60 JARA, Patricia. ibid. El planteamiento es realizado para explicar el rol de las ciencias sociales y su contribución a los problemas de la agenda pública. Creo que el argumento posee tanta o más validez en el mundo privado.

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Volviendo a la pregunta que orienta este ensayo ¿Por qué se ha vuelto materia de interés el tema del consumo? ¿Qué ha ocurrido en las condiciones para que se vuelva una problemática relevante para las ciencias sociales? Lo que intentamos defender es la idea de que ha habido cambios a nivel de la estructura social, esto es, de las condiciones externas; junto a ello, ha habido también cambios en las preguntas referidas a la diferenciación y la segmentación, así como también cambios en las prácticas concretas de los científi cos sociales.

En términos concretos, esto ha signifi cado re-pensar el consumo y sus mecanismos constitutivos, por ejemplo, el consumo de bienes “sofi sticados” en entornos de pobreza y vulnerabilidad social; o el creciente consumo de servicios que cubren necesidades de orden post-material como plantea Torche61;fenómenos como la importancia del consumo de marcas, o las crecientes tendencias ligadas al consumo del lujo son todos temas a estudiar de forma sistemática desde las ciencias sociales chilenas.

Pienso que dado el estado actual del debate sobre el consumo, éste debiese constituirse en un espacio autónomo en términos temáticos. Pensar, por ejemplo, en una sociología del consumo, no sólo referida a los procesos de consumo cultural o a la caracterización de las dinámicas de consumo en sociedades desarrolladas, sería una buena forma de instalar la discusión sustantiva sobre las implicancias que este tiene en la vida social e individual.

Si miramos hoy día la formación de sociólogos, y se revisan las mallas curriculares de las universidades más importantes que imparten la carrera, vemos que sólo una de ellas ha integrado la temática del consumo de forma específi ca en su plan de formación profesional62. En el caso de las universidades tradicionales, algunas de ellas poseen programas de pregrado en el campo de la sociología de la cultura o la sociología económica que abordan tangencialmente los temas de consumo63.

Comparto con Omar Aguilar cuando comenta que es positivo que en los temas de consumo haya una suerte de “sociologización” del debate. De lo que da cuenta precisamente, es de la carencia de aportes que ha hecho la sociología en Chile a este respecto64. Esto no está dado por una suerte de interés per se, sino porque el consumo se torna cada vez más una variable relevante de diferenciación social, que ayuda a comprender y responder preguntas clásicas de la sociología. Estamos ante un objeto en proceso de confi guración “en un estadio de conversación conceptual y metodológica en pleno desarrollo donde no hay un consenso paradigmático en este campo65”.

Pienso entonces que las condiciones están dadas para que las ciencias sociales en nuestro país comiencen a realizar esfuerzos sistemáticos en esta materia. El primer paso, si pensamos en una agenda de trabajo, sería que los centros académicos integraran la temática dentro de sus líneas de docencia e investigación. El primer paso aún está pendiente.

61 TORCHE, Florencia, ibid.62 La Universidad Diego Portales a nivel de pregrado y la Universidad Adolfo Ibañez a nivel de post grado, con su Magister en Comportamiento del Consumidor.63 Las Universidades Revisadas fueron: Universidad de Chile, Pontifi cia Universidad Católica, Universidad Diego Portales, Universidad Central, Universidad Alberto Hurtado, Universidad de Concepción, Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Universidad Católica Silva Henríquez y Universidad ARCIS. 64 AGUILAR, Omar. Principios de diferenciación material y simbólica en la estratifi cación social. En: El arte de clasifi car a los Chilenos. Enfoques sobre los modelos de estratifi cación en Chile. En: JOIGNANT, Alfredo y GÜEL, Pedro (Coor-dinadores) El arte de clasifi car a los chilenos. Enfoque sobre los modelos de estratifi cación en Chile. Chile, Ediciones Expansiva-UDP. Pp. 37-60.65 CATALÁN, Carlos. Consumo y segmentación: algunas consideraciones conceptuales y empíricas. En: El arte de cla-sifi car a los Chilenos. Enfoques sobre los modelos de estratifi cación en Chile. En: JOIGNANT, Alfredo y GÜEL, Pedro (Coordinadores) El arte de clasifi car a los chilenos. Enfoque sobre los modelos de estratifi cación en Chile. Chile, Ediciones Expansiva-UDP. Pp. 37-60.

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Arte, Sociedad y Economía

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Del reconocimiento individual a la colaboración.

Posicionando la idea de co-creaciónISABEL QUINTERO PÉREZ1

ResumenLa CO-CREACIÓN es un proceso socio-cultural que involucra la capacidad individual para trabajar conjuntamente con otros y construir colectivamente a partir de las dife-rencias; capacidad que sólo puede ser promovida con un cambio cultural disruptivo donde se remuevan ‘espacios de comodidad’ y se ‘obligue’ al cuestionamiento y trans-formación de paradigmas sociales tradicionales que propenden por el reconocimiento individual y por altos niveles de competencia.

¿Cómo lograr mayores niveles de compromiso con la imagen colectiva del mundo so-ñado, renunciando al reconocimiento individual para potenciar la creación colaborativa? ¿Cómo promover la innovación colaborativa en diversas áreas del quehacer humano mediante una metodología de co-creación? Y ¿cómo lograr sinergias entre diversos actores para construir una relación socio-político-económica de gana-gana? Son pre-guntas que intenta responder este texto a partir de una investigación empírica desarro-llada en una empresa colombiana inserta en un mercado altamente competitivo, cuyos resultados han sido contrastados en diversas esferas del quehacer humano.

PALABRAS CLAVE: TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN (TIC’S),CO-CREACIÓN, INNOVACIÓN COLABORATIVA

AbstractCo-creation is a socio-cultural process that involves an individual’s ability to work toge-ther with others and collectively build from different points of view. This capacity can only be promoted with a disruptive cultural change to remove ‘spaces of comfort’ and ‘force’ the questioning and transformation of traditional social paradigms that tend towards individual recognition and high levels of competence.

How to achieve higher levels of commitment to the collective image of the dream world, renouncing individual recognition and enhancing collaborative creation? How to promo-te collaborative innovation in different areas of human endeavor through a methodology of co-creation? These are questions that this text attempts to answer from empirical research conducted in a Colombian company inserted into a highly competitive market, whose results have been contrasted in various fi elds of human endeavor.

KEYWORDS: INFORMATION AND COMMUNICATION TECHNOLOGIES (ICTS), CO-CREATION,COLLABORATIVE INNOVATION

1 Socióloga de la Universidad de Antioquia, Magíster en Estudios Urbano-Regionales de la Universidad Nacional de Colombia.

Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010pp. 123 – 136

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

PreludioSuenan los tambores y yo hago parte del ritual. Miro la fogata y dejo que mis manos caigan

libremente sobre el tambor que tengo entre mis piernas, se produce un extraño sonido que se confunde con otros sonidos que no logro diferenciar, parecen sonidos de otras vidas, de otros seres, miro alrededor y percibo la presencia de extraños que tocan sus tambores, que soplan sus fl autas o que mueven sus cuerpos al compás de una melodía única e irrepetible que surge en el mismo instante en que el sonido de mi tambor se une mágicamente con los sonidos de estos extraños.

No reconozco rostro alguno, no hay palabras en el aire, somos ocho extraños de diferentes partes del mundo, cada uno con su propio ritmo, con sus propias vivencias, sus sueños y sus temores, hablando con el sonido místico de nuestras almas a través de la magia de la música, en un lugar paradisiaco en alguna parte de África.

Alzo la vista buscando refugio en el silencio de la noche y en la claridad de la luna, es una luna llena… llena de misticismo y de magia que acompaña nuestra melodía, danzando pícara en el inmenso cielo recubierto con millones de estrellas. No hay planes, no hay órdenes, no hay jerarquías, no hay miramientos… sólo música, sólo sentimientos, sólo la energía de estar conectados en un nivel más allá de lo físico.

Cada uno construye su propio sonido siguiendo el fl uir de su esencia. Nadie es más importante, ninguno quiere competir, nadie siente pena o vergüenza de equivocarse. Y en la sinergia misteriosa que une a los cuerpos y a las almas, los sonidos se juntan para entonar uno más hermoso, más sublime, uno que es mucho más que las suma de los sonidos particulares pero que necesita de cada uno para existir… y allí comprendo claramente que la vida es como una canción compuesta entre extraños.

Introducción: El arte de la co-creación“En la nueva sociedad de la información, el conocimiento, los productos, los

contenidos, la cultura, todo, tenderá a ser co-construido, confundiéndose los límites entre creador, productor y usuario o consumidor” (Finquelievich, 2007b)

En su acepción más simple y poderosa co-creación es la capacidad humana para construir juntos, para crear con otros, para colaborar en la consecución de un objetivo común. Defi nición que inexorablemente conduce a un proceso de asociación con lo que hemos conocido como Trabajo en equipo. E indiscutiblemente están intrínsecamente relacionados.

Puede decirse que la co-creación es un nuevo concepto para referirse a una versión revisitada del concepto de trabajo en equipo. Al no estar cargado de signifi cados específi cos, este concepto ofrece nuevas posibilidades para describir el marco de acción conjunta entre individuos sociales. No obstante, en su acepción original este concepto pretende ser mucho más que una nueva versión de un viejo concepto.

El concepto de co-creación fue acuñado por primera vez en el año 2000 por los teóricos hindú C.K. Prahalad y Venkat Ramaswamy, en un artículo publicado en The Harvard Business Review2, quienes posteriormente lo desarrollaron en su libro The future of competition (el futuro de la competencia) publicado en 2004. Su estrecha relación con el mundo de los negocios les posibilitó la construcción del concepto a partir de la idea de relacionamiento con los clientes. Bajo esta

2 El artículo fue publicado en febrero de 2000, con el nombre de “Co-opting Customer Competence” en el volumen 78 de la revista de negocios: Harvard Business Review.

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DEL RECONOCIMIENTO INDIVIDUAL A LA COLABORACIÓN. POSICIONANDO LA IDEA DE CO-CREACIÓN por ISABEL QUINTERO PÉREZ

perspectiva defi nieron co-creación como “la creación de valor en forma conjunta entre la empresa y los clientes” (Prahalad y Ramaswamy, 2004: 34).

A partir de este momento la idea de co-creación comenzó a propagarse en el mundo de los negocios como un nuevo modelo para interactuar con los clientes y debido a su éxito en algunas empresas, se irradió también al mundo académico.

“n each of these cases, no one made assumptions about what customers wanted. Customers were brought directly into the process. In shallower levels of co-creation, customers aren’t directly involved in designing products... but companies still seek to understand customers’ mindsets, desires and unmet need”s3. (http://brand.blogs.com/mantra/2006/05/cocreation.html)

La idea principal de la práctica de co-creación es que las empresas, incursionando en la estrategia de los océanos azules4, y teniendo en cuenta que los clientes están cada vez más informados y conectados5, comienzan a pensar propuestas y estrategias para acercar a los clientes en diferentes fases de de su actividad económica, desde la planeación, el proceso de innovación y desarrollo de nuevos productos y mejora de procesos internos hasta la comercialización y soporte de los mismos, construyendo con ellos una relación gana-gana. La empresa se benefi cia más rápidamente que con estudios de mercado, porque conoce lo que sus clientes quieren directamente de ellos, y los clientes se benefi cian porque obtiene los productos y servicios que en realidad están buscando.

Esta nueva tendencia sin embargo, solo ha sido posible gracias a la revolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que ha permitido nuevas formas de relacionamiento, asunto que se verá explicado claramente en el siguiente capítulo. Por el momento, es necesario anotar que la co-creación, como práctica de relacionamiento social que involucra la colaboración entre individuos, es un asunto que ha estado presente a lo largo de las relaciones sociales, que las constituye en su base misma, aunque solo empieza a ser visibilizado como una necesidad de fortalecimiento en el marco de la sociedad del conocimiento6.

3 “En estos casos (referidos a empresas) nadie hace especulaciones respecto a lo que quieren los clientes. Los clientes son traídos directamente al proceso de la compañía. En los niveles más superfi ciales de co-creación, los clientes no se involucran directamente en el proceso de diseño de productos… pero las compañías aun buscan entender la mente de los clientes, sus deseos y necesidades desconocidas” (traducción propia). 4 La estrategia de los océanos azules se refi ere a la capacidad de las empresas para explorar, y en algunos casos crear, otros mercados diferentes a los ya muy competidos mercados existentes, reconociendo sus potencialidades y fortalezas (Chan Kim y Renée Mauborgne, 2005). “Para crear océanos azules, el punto central no es innovar en términos de tecnolo-gía o de ciencia, sino en aumentar el valor que reciben los compradores… Cuál es la mejor manera de tener éxito en una industria declinante, en la que los jugadores líderes compiten con estrategias similares. La clave, dicen, está en ‘dejar de tratar de derrotar a la competencia’ y concentrarse en cambio en desarrollar una propuesta de valor atractiva, capaz de crear un espacio de mercado aún no explorado” (Levy, 2006: 74-76). 5 En su libro el Futuro de la Competencia, sus autores plantean una nueva geografía de los clientes actuales que puede ser considerada como un problema o como una oportunidad. Plantean que gracias a la revolución de las TIC, los nuevos clientes están más conectados con otros clientes y por ende mucho más informados, lo que los caracteriza como clientes más rigurosos y demandantes con los productos y servicios que adquieren (Prahalad: 28).6 Las relaciones sociales, de algún modo, tienen como base constitutiva el intercambio colaborativo entre los sujetos de la relación, no obstante, es solo hasta la virtualización de estas relaciones a través de las TIC, que las características colaborativas de la interacción social comenzaron a ser un asunto central en el debate académico, debido a que en estas interacciones se visibilizan más claramente los patrones colaborativos de una relación social.

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

TIC: una nueva forma de relacionamiento“Vivimos en un mundo interconectado, en el que las sociedades y los espacios

se articulan a través de las nuevas redes de comunicación” (Castells, 1995: 17).

“Es innegable que las sociedades actuales se ven inmersas en una profunda revolución. Ya sea si lo aceptamos o no, nuestras vidas son, de alguna forma, afectadas e infl uencias por las TIC. La diferencia con revoluciones anteriores como la agraria o la industrial es que la revolution de las TIC “has the distinction of being recognized as one even as it was unfolding. The magnitude and the impact of this phenomenon have come to be felt widely and quickly the world over “(s.a. 2009)7.

El acelerado proceso de su inmersión en todas las dimensiones de la vida cotidiana, la ubica como una revolución sin precedentes, y simultáneamente la reviste de un carácter de especial interés para investigadores, empresarios y gobiernos. Basta aducir la famosa frase pronunciada por Bill Gates en 1981: “640K deben ser sufi ciente para cualquiera” o por Ken Olson, presidente y fundador de Digital Equipment, en 1977: “No existe razón alguna para que la gente quiera tener una computadora en su casa”, para entender la imprevisibilidad y rapidez con la que ha evolucionado esta revolución.

Llegados a este punto surge la pregunta, ¿por qué este fenómeno es denominado como una revolución? La respuesta, teniendo en cuenta que revolución es defi nida como “el cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato” (Wikipedia, consultada febrero 3 de 2010) sería porque el uso y acceso a las TIC está cambiando la forma como los seres humanos se relacionan entre sí y con el medio en el que viven.

Para entender este proceso es necesario remitirnos unos 20 años atrás, en realidad serían unos más, pero la historia vivencial de la mayoría de nosotros nos ubica en la década de los 90. Década en la que aparece el uso comercial de los computadores y el uso expansivo del Internet. No es objetivo de este texto narrar la historia del surgimiento de los computadores y la internet, puesto que al respecto hay demasiados estudios (ver: Berumen, Sergio y Karen Arriaza. 2008). Sin embargo se quiere mencionar varias cosas.

Lo primero es señalar la velocidad del fenómeno. Para la década de los 90, un computador estaba solo en la mente de aquellos con un alto poder adquisitivo y la idea de una red global que uniera gentes en tiempo real separados por espacios diversos, se reducía a la idea del teléfono o, en el peor de los casos, el telégrafo. En algún punto de nuestras vidas nos enseñaron que el primer computador, el ENIAC8, ocupaba un cuarto completo y funcionaba con herramientas complejas y sumamente grandes. Nadie se imaginó que en menos de 3 décadas íbamos a estar utilizando portátiles de tamaños ínfi mos que más se parecían a un cuaderno.

En un abrir y cerrar de ojos nuestra vida cotidiana se vio sumergida en un escenario tecnológico donde no estar en línea era estar ‘desconectado’, y donde la Internet9, como una de las

7 La revolución de las TIC “tiene la distinción de ser reconocida como una durante su desarrollo. La magnitud y el impacto de este fenómeno ha llegado a ser sentido amplia y rápidamente en el mundo entero” (traducción propia).8 ENIAC. 1946. (Electronic Numerical Integrator And Computer (Computador e Integrador Numérico Electrónico)). Fue la primera computadora de propósito general. La ENIAC fue construida en la Universidad de Pennsylvania por John Presper Eckert y John William Mauchly, ocupaba una superfi cie de 167 m² y operaba con un total de 17.468 válvulas electrónicas o tubos de vacío (Wikipedia).9 “Es difícil creer que lo que hoy en día es Internet fue creado con propósitos meramente científi cos. Internet empezó hacia fi nes de la década de 1960 como un proyecto de investigación fi nanciado por el gobierno norteamericano bajo la agencia DARPA (Defense Advanced Research Projects Administration). El objetivo de este proyecto era conectar el departamento

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DEL RECONOCIMIENTO INDIVIDUAL A LA COLABORACIÓN. POSICIONANDO LA IDEA DE CO-CREACIÓN por ISABEL QUINTERO PÉREZ

principales tecnologías de la Información y la Comunicación, había empezado a cambiar la lógica de relacionamiento humano. ¿En qué medida y cómo? Lo primero que muchos teóricos empezaron a evidenciar fue el impacto sobre las nociones de tiempo y espacio que esta revolución ha originado. Podemos comunicarnos con una persona que se encuentra a miles de kilómetros o conocer un evento determinado en el preciso momento en que está ocurriendo, como lo señaló el sociólogo Marshall McLuhan al acuñar su concepto de ‘Aldea Global’10.

Lo segundo es el cambio en la concepción de la información como un bien invaluable. Antes de la revolución de las TIC, la información era un asunto relegado a anaqueles de bibliotecas que no constituía en si un bien comercial. Actualmente, la información ha tomado un carácter claramente diferente. El valor que se le ha concedido a la información es comparado con el valor alguna vez concedido al oro, “el futuro de las naciones, depende, en gran parte del almacenamiento, el tratamiento y el uso de la información” (Terceiro, 1996: 17). Las personas entonces empiezan a relacionarse, a través de la red como alacena y vehículo de una cantidad inimaginable de información, en relación con esta característica. Se busca, publica y comparte información.

Un tercer elemento interesante en la forma como las TIC están transformando el relacionamiento social, es la despersonalización de las relaciones. La red ha posibilitado canales y formas de interactuar inimaginables. Hoy día las parejas no necesitan de la presencialidad para enamorarse o construir lazos sociales, pueden hacerlo simplemente a través de las páginas de citas, el msm o el facebook. No obstante, algunos apocalípticos plantean el hecho de que este intercambio social está desplazando la relación cara a cara, lo que podría terminar en una clase de agorafobia o tecnoadictos. Personas con temor a espacios abiertos y adictos a las tecnologías.

Adicionalmente, se visualiza el surgimiento de las redes sociales. MySpace, Facebook, Hi5 son ejemplos de redes sociales virtuales que han merecido un amplio reconocimiento. La idea es sencilla, estos espacios posibilitan el intercambio de información entre amigos que se conocen y perdieron contacto, amigos que quieren conservarlo o nuevos amigos por conocer. Para algunos teóricos estas herramientas potencializan los vínculos sociales y la idea de relacionamiento y construcción permanente de tejido social, para otros, por el contrario, induce a procesos de violación de la intimidad, donde la vida priva comienza a ser un asunto público, que se publica en la red social sin reparo alguno.

Un último aspecto que se observa es la práctica de aquello que algunos teóricos han llamado innovación colaborativa y sociedad del conocimiento. La mayor transformación que ha posibilitado las TIC es el concepto de sociedad del conocimiento, entendido como:

Estadio económico social cuyas acciones de supervivencia y desarrollo están caracterizadas por la capacidad potencial de sus miembros de interconectarse en red haciendo un uso evolutivo de las TICs de modo convergente, ubicuo, instantáneo y multimedial, a fi n de obtener y compartir información, almacenarla, procesarla, analizarla y/o distribuirla a voluntad. Esta disposición creciente de herramientas más y más potentes para el manejo de la información, en este “espacio compartido”, creativo y ampliado, promoverá la innovación y la creación de conocimiento, convirtiendo a éste en el factor de producción, activo e insumo principal de la actividad del hombre, incrementando la productividad y la creación de valor económico y social, recreando de modo más horizontal y ascendente la esfera pública y modifi cando los modos de relacionamiento (Prince, 2006).

de defensa con los centros de investigación que fi nanciaban y que estaban situados en laboratorios gubernamentales y universidades. Esta red inicial se llamó ARPANET” (Casaburi Gabriel y Guillermo Mondino, 2000).10 El término se refi ere a la idea de que, debido a la velocidad de las comunicaciones, toda la sociedad humana comenzaría a transformarse y su estilo de vida se volvería similar al de una aldea. Debido al progreso tecnológico, todos los habitantes del planeta empezarían a conocerse unos a otros y a comunicarse de manera instantánea y directa (Wikipedia).

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

Esta idea ha posibilitado el intercambio de saberes y conocimientos en esa aldea global, a través de procesos colaborativos que fortalecen la innovación y permiten la construcción colectiva de conocimiento, y es precisamente esta característica, la que nos permite hoy hablar de co-creación e innovación colaborativa.

La innovación colaborativa en la Sociedad del conocimiento: experiencias

“Sólo cuando se cambia la manera en que se hacen las cosas sucede la innovación. Sucede cuando cambia la práctica social” (Finquelievich, 138).

La revolución de las TIC ha posibilitado la creación de un verdadero entorno colaborativo, entendiéndolo como el contexto de herramientas e interacciones que permiten a diversos individuos trabajar de manera conjunta en algún proyecto determinado. Aunque desde el cimiento mismo de las relaciones sociales se dan procesos de colaboración, es solo hasta el surgimiento de las TIC que comienza a hablarse de entornos colaborativos, porque se posibilita, mediante la tecnología, la interacción de diversos actores que sólo se relacionan entre si por algún interés común.

Este interés común y sus respectivos conocimientos al respecto, al ser conjugados en un trabajo colaborativo, es lo que se denomina Inteligencia Colectiva, partiendo de la premisa de que dos cabezas piensan mejor que una, y que el resultado de allí originado es superior a la suma de los procesos individuales. La potencia de la inteligencia colectiva es que trasciende el tradicional trabajo en equipo, donde se reparten funciones y tareas para luego ser integradas por un solo individuo, para dar paso a un proceso de intercambio de información, ideas, y propuestas que es retroalimentado, mediante el entorno colaborativo.

Este intercambio colaborativo promueve, indudablemente, procesos de innovación, siendo entendida como “un principio fundamental y universal de supervivencia de cualquier sistema. Siendo el proceso a través del cual los sistemas –ya sean biológicos, productivos, sociales, políticos u otros mantienen la congruencia con su entorno” (Vignolo, 2008: 5). Este proceso que se da en la sociedad del conocimiento, proceso que podemos llamar nueva cadena de construcción de valor (información-colaboración-conocimiento-innovación), ha conducido a algunas empresas a iniciar apuestas para generar procesos de innovación colaborativa o co-creación alrededor de su actividad específi ca.

Ejemplos como el de Sunsilk, donde se pasó de tener bajas ventas de champú en la India a ser uno de los más exitosos, gracias a un proceso de co-creación realizado con las jóvenes indias. “La percepción del mercado estaba clara: Sunsilk era un champú de madres. Sin embargo, tras aplicar el concepto de cocreación, ahora más de 37.000 pandillas y cerca de 615.000 adolescentes entre 13 y 17 años han convertido esta marca en una de sus señas de identidad” (Francis Gouillart, 2007, rueda de prensa).

Como el de Google que periódicamente lanza al mercado versiones Beta de sus nuevos servicios, que son mejoradas en procesos de Co-creación con sus clientes, o como el caso de Lego que ha involucrado niños en sus laboratorios para generar nuevas versiones de sus productos. Son ejemplos que han empezando a posicionarse como casos de vanguardia en el nuevo contexto de la sociedad del conocimiento y han demostrado el gran éxito de la propuesta metodológica.

Gracias a este éxito la propuesta comienza a posicionarse como tema de interés para académicos y estudiosos de la interacción social y de las implicaciones que sobre ella tienen las herramientas tecnológicas. Adicionalmente, se empieza a encontrar la necesidad de fortalecer capacidades

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DEL RECONOCIMIENTO INDIVIDUAL A LA COLABORACIÓN. POSICIONANDO LA IDEA DE CO-CREACIÓN por ISABEL QUINTERO PÉREZ

colaborativas en los individuos que interactúan en la red, para hacer más potente su interacción virtual11.Asunto que ha volcado el trabajo de algunos hacia la co-creación en entornos físicos.

La apuesta de este proceso investigativo que se consolida a partir de este texto, es precisamente, encontrar una metodología de co-creación que pueda fortalecer cualquier tipo de interacción humana para generar procesos colaborativos que potencien la inteligencia colectiva. No obstante, es necesario tener presente que el éxito de un modelo de co-creación implica una construcción de circunstancias favorables como la alfabetización tecnológica, el fortalecimiento de la educación básica y el aprendizaje de la importancia de aprender en cualquier experiencia de la vida.

Estos elementos, indispensables para el éxito de la co-creación serán analizados y puestos en debate en el último capítulo de este texto. Por el momento es pertinente iniciar el esbozo de un modelo de co-creación propuesto desde el marco mismo de las relaciones sociales, aclarando que lo presentado constituye una propuesta esbozada desde la experiencia de la autora en procesos de investigación, que como tal pretende ser puesta a consideración por el mundo académico para que, en un ejercicio co-creativo, logremos articular un modelo efectivo y exitoso que pueda ser aplicado en cualquier contexto y que, fortaleciendo los lazos sociales, posibilite la optimización de la inteligencia colectiva y del trabajo colaborativo.

Una ruta para la co-creaciónBe a sharer, not a hoarder. As we share what we know, others can become co-

contributers. This results in a product that is better than any individual could have accomplished on their own12 (Brett Young. 2009)

Retomando las palabras de Freud, podemos aseverar que somos seres gregarios por naturaleza, sin embargo, guiados por nuestra pulsión de sobrevivencia, construimos mecanismos de defensa que nos conducen a intentar eliminar aquello que se presenta como una amenaza. Comportamiento que hemos reproducido como secuela del proceso evolutivo y que de algún modo conservamos oculto en nuestro comportamiento habitual, especialmente cuando se trata de interactuar con otros (Sanders, 2001).

El trabajo en equipo y la colaboración mucho más que una herramienta, es una aptitud y como tal puede ser fortalecida. No se puede esperar, de la noche a la mañana, que con solo cambiar el concepto y visualizar las ventajas de la co-creación –creación colaborativa- se cambie la forma como tradicionalmente se han hecho las cosas. Es necesario comenzar a cambiarlas.

Surgen de esta cuestión algunas preguntas: ¿cómo lograr sinergias entre diversos actores para construir una relación gana-gana? ¿Cómo fortalecer la colaboración, teniendo en cuenta la importancia dada al reconocimiento individual? Preguntas que no se intentan responder en este texto pero que son clave para construir un modelo de co-creación.

Lo que se pretende hacer a continuación es la presentación de cuatro puntos clave en miras a dar los primeros brochazos para el esbozo de una ruta metodológica de co-creación. Educación integral, fortalecimiento del trabajo colaborativo, alfabetización digital y escenarios de co-creación son las cuatros estrategias propuestas como punto de partida teórico y empírico en la co-creación de la co-creación.11 De allí que se plantee el interés de grandes empresas por invertir en el fortalecimiento de actitudes y estrategias de co-creación en entornos no exclusivamente virtuales.12 Comparte no acapares. Al compartir lo que sabemos, otros pueden convertirse en colaboradores. Esto resulta en un producto que es mejor que el que un individuo podría haber logrado por sí mismo (traducción propia).

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

Educación integral: del reconocimiento individual a la creación colaborativa

Es innegable que a lo largo de nuestras vidas desarrollamos un sinnúmero de actividades con otras personas, no obstante, en la mayoría de los casos somos guiados por procesos egocéntricos donde nuestro deseo de ser reconocidos se superpone a todo los demás.

Mucho se ha hablado de que la única solución radica en la educación; sin embargo, es de anotar que este punto no se refi ere a la educación como la ampliación de cupos educativos para aquellos que no tienen acceso al sistema de educación formal, por el contrario, la autora señala que esta ‘solución’ se convierte solamente en una excusa para atribuir toda la responsabilidad del asunto al Estado.

Cuando este texto se refi ere a educación integral está hablando en términos de una educación que revoluciona el sistema educativo tradicional e integra otras dimensiones de la educación relacionadas con el comportamiento humano. Para entender mejor estas otras dimensiones es recomendable acudir a dos textos bases La conspiración de Acuario de Marilym Ferguson y Comunidades de práctica de Etienne Wenger.

Por ejemplo, en la educación tradicional se obliga a los estudiantes a presentar exámenes de manera individual y se les castiga si utilizan notas o si hablan entre ellos. Este simple hecho enseña a los estudiantes a ser competitivos y a no colaborar con sus compañeros, si por el contrario se construyera una estrategia de evaluación educativa que implicara la colaboración entre pares, se lograrían impactos altamente positivos en la sociedad (Wenger, 2001).

La estrategia educativa que se propone implica un proceso constante de fortalecimiento de la individualidad y del reconocimiento de la diferencia, donde se enseña a los individuos a interactuar de manera colaborativa con otros. El error de la sociedad capitalista es que ha enseñado a ser individualistas y a pensar exclusivamente en el benefi cio personal, ubicando la educación como una herramienta exclusivamente de reconocimiento social y de adquisición de información.

La propuesta de las nuevas corrientes educativas es la necesidad de “Aprender a aprender”, donde el rol fundamental del sistema educativo es enseñar a aprender, asunto más complejo que lo que demuestra el papel. Alguien alguna vez dijo: “la literatura no es algo que tu puedas enseñar, lo que enseñas es la pasión por la literatura”. Este simple precepto puede extenderse a todos los campos del conocimiento y de la vida misma.

La educación ha demostrado que no puede enseñar matemática, inglés o arte, y el tratar de forzar su enseñanza sólo ha generado individuos aburridos, perezosos, resentidos o agresivos con los procesos de aprendizaje y por ende con los procesos sociales. Lo que las nuevas propuestas educativas (educación interactiva, por ejemplo) están demostrando, es que es más productivo enseñar a los estudiantes la pasión y el deseo por aprender cosas nuevas en las esferas del conocimiento.

Este nuevo sistema educativo como plantea Ferguson, que no es responsabilidad exclusiva de las escuelas, debe responder a varios puntos críticos de las actitudes sociales de los individuos, para formar individuos que trabajen en pro del mundo que soñamos colectivamente. Algunos de esos asuntos se describen a continuación.

• Integrar la diferencia. Aceptar la diferencia es quizá uno de los slogan mayor difundidos en el mundo pero en la práctica es un asunto difícil de materializar. No se trata simplemente de decirlo, es necesario actuar con relación a ello. Todos somos diferentes, pensamos,

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DEL RECONOCIMIENTO INDIVIDUAL A LA COLABORACIÓN. POSICIONANDO LA IDEA DE CO-CREACIÓN por ISABEL QUINTERO PÉREZ

sentimos y actuamos diferente, gracias a nuestras vivencias individuales. En la diferencia esta la riqueza del trabajo colaborativo ¿cómo integrarla entonces?

• Revitalizar los espacios de soledad. La cultura ha construido una demonización de los espacios de soledad como algo perverso que hace individuos antisociales, pero el verdadero hecho es que estos espacios son necesarios para refl exionar. Cuando un individuo no le tema a estar solo y es capaz de enfrentarse a si mismo, se convierte en un ser auto-refl exivo, capaz de reconocer su lugar y su rol en las interacciones sociales.

• Cooperar en lugar de competir. Se ha creído erróneamente que el reconocimiento de mis facultades y habilidades es inversamente proporcional al reconocimiento de los otros. Elemento que ha conducido a interacciones altamente competitivas, donde queremos desacreditar a los demás para obtener un crédito personal. La realidad demuestra que el trabajo entre individuos que cooperan merece mucho más reconocimiento que cualquier otro.

• Despersonalizar las discusiones. Las verdaderas discusiones son aquellas donde los argumentos se construyen y deconstruyen a partir de la comunicación. Es necesario despersonalizar las ideas, y discutir solamente a partir de argumentos y no de percepciones, dado que esta actitud genera malestares, cuando una idea, que considero mía, es fuertemente transformada. No se discute en contra o a favor de un individuo se discute en contra o a favor de una idea.

• Aceptar el rol individual: El hecho más claro y quizá más desolador para algunos es que no tenemos el control sobre ninguna circunstancia. De allí la necesidad de reconocer y aceptar nuestro rol en la vida y en el trabajo en equipo como un simple estar y colaborar, donde son las circunstancias y la combinación de hechos los que deciden sobre el rumbo de las cosas.

Fortalecimiento del trabajo colaborativoEste sistema de educación integral indudablemente, fortalece las capacidades de trabajo

colaborativo, mientras que el fortalecimiento de esta capacidad, sin duda, revitalizará al sistema educativo y facilitará procesos de innovación. Característica cíclica de auto-dependencia que facilita la intervención al respecto. Cualquiera sea el objeto de la propuesta de intervención, generará los mismos resultados.

La forma más efectiva de fortalecer la capacidad de trabajo colaborativo es con el ejemplo y la vivencia. Las universidades, escuelas, colegios, administraciones municipales y empresas en general, deberían iniciar un proceso de formación de equipos colaborativos, que formen en la vivencia del trabajo colaborativo y lo fortalezca. Para la conformación de estos equipos colaborativos, debe tenerse en cuenta la propuesta planteada por Graton y Erickson (2007)13, transcrita a continuación:

1. Invertir en prácticas distintivas de relaciones. Los ejecutivos pueden alentar las conductas colaborativas haciendo inversiones altamente visibles —por ejemplo, en instalaciones con diseños abiertos para fomentar la comunicación— que manifi esten su compromiso con la colaboración.

2. Dar el ejemplo con conductas colaborativas. En las empresas donde los ejecutivos senior exhiben conductas altamente colaborativas los equipos colaboran bien.

13 Esta propuesta, magistralmente descrita, surge del estudio de diversos equipos de trabajo en reconocidas empresas, a partir de lo cual se encuentran puntos en común que fortalecen la colaboración de los equipos y son esbozadas en su modelo. Su propuestas es compartida por la autora de este texto.

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3. Crear una “cultura del obsequio”. Las relaciones con los mentores y los coach —sobre todo cuando ocurren de manera informal— ayudan a las personas a construir las redes que necesitan para trabajar a través de las fronteras corporativas.

4. Asegurar las destrezas necesarias. Los departamentos de recursos humanos que enseñan a los empleados a construir relaciones, a comunicarse bien y a resolver los confl ictos creativamente, pueden tener un impacto importante en la colaboración del equipo.

5. Apoyar un sentido fuerte de comunidad. Cuando las personas perciben un sentido de comunidad, se les hace más fácil acudir a otros y es más probable que compartan su conocimiento.

6. Designar a líderes de equipos que sean orientados a las tareas y a las relaciones. Aunque tradicionalmente el debate se ha enfocado en si un liderazgo orientado hacia las relaciones es mejor que uno orientado hacia las tareas, la verdad es que ambos son clave para liderar un equipo exitosamente. Por lo general, lo que mejor funciona es enfatizar la orientación hacia las tareas al comienzo de un proyecto para luego ir desplazándose hacia una orientación basada en las relaciones una vez que el trabajo esté en plena marcha.

7. Desarrollar las relaciones heredadas. Cuando demasiados miembros de un equipo no se conocen, es posible que las personas no quieran compartir sus conocimientos. La mejor práctica es incluir en un equipo al menos un puñado de personas que se conocen entre sí.

8. Comprenderla claridad del rol y la ambigüedad de las tareas. La cooperación aumenta cuando los roles de los miembros individuales de un equipo están claramente defi nidos, y a la vez se le otorga amplia libertad al equipo respecto de cómo lograr la tarea (Graton y Erickson, 2007).

La construcción de estos equipos colaborativos, con el objeto de enseñar capacidades de colaboración que se irrigue a la sociedad en general, debe ser un asunto de interés global, donde los actores sociales (comunidad, empresa, universidad, estado) se comprometan con su apoyo y fortalecimiento, teniendo presente que la mejor forma de aprender es haciendo.

Alfabetización digital: Superando la brecha digitalCon la proliferación de las TIC se ha dado paso a lo que empieza a conocerse como ‘brecha

digital’, referida a las desigualdades en el momento de acceder y usar la tecnología, basadas en factores de ingresos y educación. Esta brecha digital ha sido abordada de una manera facilista por los gobiernos, aunque no por ello poco importante, que la relacionan exclusivamente con la necesidad de ofrecer computadores y redes de conexión a todas las personas.

No obstante, es necesario reconocer que no se trata solo de regalar computadores, de abrir café-internet gratuitos o de enseñar los aspectos técnicos del uso de un computador o de como navegar en internet. “Hasta ahora ha sido más fácil proveer computadores y conectarlos que diseñar programas que enseñen a los alumnos a usarlos de manera que les sirvan tanto en el colegio como para su vida de trabajo futura” (http://www.colombiaaprende.edu.co). Sino, y especialmente, se trata de un proceso de alfabetización digital, entendiéndola como la inclusión de los individuos en el mundo tecnológico, a partir del uso y acceso a dicho mundo.

Aunque el acceso es un asunto de vital importancia, es el uso de estas tecnologías lo que efectivamente genera la diferencia y posibilita procesos de colaboración. De allí que el trasfondo del asunto sea enseñar la funcionalidad de las TIC, enseñar la importancia de su uso y realizar procesos

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DEL RECONOCIMIENTO INDIVIDUAL A LA COLABORACIÓN. POSICIONANDO LA IDEA DE CO-CREACIÓN por ISABEL QUINTERO PÉREZ

educativos donde sean los mismos individuos los que naveguen en internet y se enfrentan a su abrumadora red, claro está, teniendo con ellos una guía permanente.

Este asunto se ve enlazado al tema de fortalecimiento de trabajo colaborativo y educación integral, porque es a través del uso de las TIC que puede fortalecerse la colaboración en niveles no solo locales sino mundiales. La posibilidad de interactuar con personas alrededor del mundo entero, ofrece a los individuos locales posibilidades de colaboración global que ineludiblemente cambian la percepción de mundo que se tiene y que por ende, favorece la pasión por el trabajo colaborativo.

Escenarios de co-creación: de lo real a lo virtual y viceversaCo-creación, como se ha planteado a lo largo de este texto es más una capacidad individual

para trabajar colaborativamente con otros, de allí que toda practica interactiva conlleve metodologías de co-creación. No obstante, existen escenarios adecuados para el fortalecimiento de esta capacidad o para su aprendizaje. Escenarios virtuales y escenario reales14.

En términos de los escenarios virtuales se encuentra la web 2.0 como la posibilidad precisamente, de trabajar colaborativamente con otros. Wikipedia es un claro ejemplo de ello. Una comunidad interesada que escribe conjuntamente artículos sobre diversos conceptos de interés en una amplia gama de disciplinas, su sistema es tan efectivo que entre los participantes se colaboran y corrigen muy ágilmente. Nuevas propuestas como Second Life, “Second Life is a free 3D virtual world where users can socialize, connect and create using free voice and text chat”15 (Sitio offi cial), se presentan en el escenario como espacios de interacción que tienden a ser colaborativos.

Sin embargo, es de anotar que estos espacios virtuales colaborativos requieren del fortalecimiento de la colaboración en espacios físicos, donde las personas puedan entender el concepto de colaboración para luego trasladarlo a la colaboración virtual. De allí que hayan empezado a surgir propuestas de co-creación presencial para fortalecer estas habilidades, donde se utilizan herramientas tecnológicas claro está, pero se le da prioridad al cara a cara y a la vivencia del proceso colaborativo, con miras a fortalecer la comprensión de lo que colaborativo signifi ca.

Surgen en esta medida los ‘laboratorios vivientes’ o ‘living labs’. El concepto fue inicialmente acuñado por el científi co fi nlandés Jarmo Suominen, como una forma de explorar el desarrollo técnico en un contexto social. La principal fortaleza de estos espacios es que estimulan la aparición de nuevas ideas mediante la sinergia alcanzada entre los distintos actores y las tecnologías implicadas.

Los LV combinan infraestructura avanzada, metodologías, herramientas y comunidades con el fi n de facilitar un proceso de innovación interactivo. Mientras en el mundo en red la cocreación sucede de muchas maneras, los LV proporcionan un ambiente propicio para la innovación sistémica en un ambiente real. Incluirán innovación de productos, innovación de modelos de negocios, innovación de políticas e innovación social… sólo existe un laboratorio viviente si se cumple la condición de facilitar el acceso a los usuarios para que se involucren activamente en la búsqueda y hallazgos de nuevas soluciones (Finquelievich, 2007: 145).

Lo esencial de estos escenarios es articularlos con procesos de educación integral, fortalecimiento del trabajo colaborativo y alfabetización digital que permita generar una ruta real de co-creación, en la cual los individuos estén preparados para compartir y colaborar. Elemento clave en la idea de sociedad del conocimiento, donde la importancia asignada al reconocimiento individual 14 Lo real esta referido a una materialidad física.15 “Second life es un mundo virtual en 3D de acceso gratuito donde los usuarios pueden socializar, interactuar y crear usando herramientas gratuitas de comunicación por voz y chat” (traducción propia).

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se ha transformado en una importancia mayor al hecho de colaborar en el proceso de construcción de conocimiento porque “ninguno de nosotros es tan inteligente como todos nosotros” (Proverbio japonés).

Punto de enlace: la co-creación como fractalLa co-creación es un asunto nuevo que empieza a posicionarse como un tema de interés para

académicos y empresarios. Por ende, la construcción de una metodología y una ruta de co-creación es un proyecto que no se salda en un solo texto y que, realizando un símil con la teoría de los fractales, es un tema que debe ser co-creado.

Construir una metodología de co-creación es una empresa que interesa ampliamente a la autora de este texto, y construirla de manera colaborativa es el óptimo resultado que podría pedir alguien interesado en el tema de la colaboración. Por ende, este último capítulo más que un capítulo conclusivo es un capítulo de enlace, enlace con aquellos interesados en temas relacionados con éste, cuyo interés trascienda el reconocimiento individual para fortalecer el espíritu colaborativo.

Dos asuntos básicos se pretenden dejar como punto de enlace. El primero es el hecho de la construcción misma de la metodología. Es necesario pensar en una metodología que articule las capacidades individuales, con la potencia de la inteligencia colectiva y el empoderamiento de las TIC. Esta metodología debe ser encontrada en la práctica de la colaboración misma. Es decir, este es un asunto que no surge de las disertaciones teóricas, sino de la observación sistemática de las prácticas de interacción social, tanto en escenarios virtuales como reales. Teniendo en cuenta que no se le puede pedir a los individuos que colaboren sino han vivenciado la colaboración.

La buena noticia al respecto es que empiezan a surgir alrededor de la colaboración intereses de diferentes actores que la enmarca en un contexto social propicio para ser estudiada y aplicada. Las empresas, buscando clientes más colaborativos, las universidades como tema de interés académico, los gobiernos como tema de democratización de los asuntos públicos, y otros sectores, comienzan a manifestar su interés en el tema, lo que permite proponer iniciativas para la construcción de dicha metodología.

El segundo asunto es que además de la construcción de la metodología, es necesario pensar en la enseñanza de dicha metodología. En este caso, como en la mayoría, no basta simplemente con diseñar un modelo teórico de funcionamiento, sino que hay que crear unas prácticas sociales que la favorezcan, en otras palabras hay que enseñar a co-crear. Dicho hecho, implica reconocer un alto esfuerzo de los actores sociales, políticos y económicos, en la transferencia de este conocimiento, de manera que el cambio cultural indispensable para su germinación se haga posible.

Y como la mayoría sabemos o intuimos, un cambio cultural no es algo que se obtiene de la noche a la mañana. El cambio cultural que se espera implica un proceso que requiere al menos 40 años de trabajo, cuando las generaciones nuevas apropien la metodología como un estilo de vida y empiecen a ser decisoras de la vida pública. Es una ruta larga y de arduo trabajo, sin embargo, sino iniciamos un proceso de transformación social que tienda por hacer individuos más conscientes de su papel en la sociedad y en el mundo, las nuevas generaciones no tendrán ningún futuro. El tema se convierte en un asunto crítico de interés global… ¿Cómo empezar lo más pronto posible?

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DEL RECONOCIMIENTO INDIVIDUAL A LA COLABORACIÓN. POSICIONANDO LA IDEA DE CO-CREACIÓN por ISABEL QUINTERO PÉREZ

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De Arte y de Empresarios (o de cómo entra la lógica empresarial en

la producción cultural): un estudio antropológico sobre la 6ª Bienal de Artes Visuales del Mercosur

FERNANDA PAZ FONTECILLA CEPEDA1

ResumenEste es un artículo basado en la tesis de magíster titulada De Arte y de Empresarios (o de cómo entra la lógica empresarial en la producción cultural) - un estudio antropológico sobre la 6ª Bienal de Artes Visuales del Mercosur. Centrada en la 6ª Bienal de Artes Visuales del Mercosur. Se explora las dinámicas y prácticas de la producción cultural en Brasil, inauguradas a partir de la introducción de las Leyes de Incentivo a la Cultura - LICs. Se argumenta que como resultado del desarrollo de estos mecanismos legales, se ha producido un masivo ingreso de actores del sector empresarial en la producción y gestión de grandes eventos de arte. Esto ha permitido que las experticias y los saberes de los profesionales de las áreas de marketing y de la administración empresarial se estén aplicando en contextos de producción artística, condicionando, inclusive, la esté-tica de este tipo de iniciativas.

PALABRAS CLAVE: ARTE, EMPRESARIOS, PRODUCCIÓN CULTURAL, MERCOSUR

AbstractThis is an article based on the Master’s Degree thesis entitled “Of Art and Entrepreneurs (or how does the entrepreneurial logic enter into cultural production?) - An anthropolo-gical study of the 6 th Biennial of Visual Arts of Mercosur. It explores the dynamics and practices of cultural production in Brazil, inaugurated after the introduction of the Law on Cultural Incentives - LICs. It is argued that as a result of the development of these legal mechanisms, there has been a massive infl ux of business actors in the production and management of major art events. This has allowed that expertise and knowledge of professionals in the fi elds of marketing and business management are being applied in contexts of artistic production, conditioning, even the aesthetics of such initiatives.

KEY WORDS: ART, BUSINESSMEN, CULTURAL PRODUCTION, MERCOSUR

Introducción

Este artículo es el resultado de una investigación antropológica que se sitúa en la interacción de dos universos: mercado y arte. A través de un ejemplo concreto de un evento artístico contemporáneo, evidencio cómo se relacionan estos dos universos, analizando las estrategias

utilizadas por los agentes involucrados para conseguir establecer relaciones, así como los términos en los cuales estas relaciones son negociadas.

Para esto, me centro en la 6ª edición de la Bienal de Artes Visuales del Mercosur, un megaevento de arte contemporáneo, a través de una investigación que tiene como objetivo descubrir en qué

1 Cientista Política, PUC de Chile; Licenciada en Estética, PUC de Chile; Magíster en Antropología Social, Universidade Federal do Rio Grande do Sul (Porto Alegre, Brasil). Docente de Universidad Central, Sede Antofagasta.

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medida y de qué formas este evento refl eja los valores de sus realizadores. Esta iniciativa ha sido concretizada bajo el liderazgo de un grupo de importantes empresarios del estado de Rio Grande do Sul, Brasil2. Creo, por lo tanto, que este evento puede ser visto como un enunciado proveniente de estos empresarios, que refl eja las expectativas de estos agentes como gremio empresarial. Este enunciado se expresa a través de una determinada opción estética, la cual, a su vez, obedece al compromiso de estos agentes con el imaginario corporativo.

Para abordar este objeto de estudio, se utilizará la noción de campo de Pierre Bourdieu, desarrollada en su libro “Razones Prácticas”3. Argumento que tanto el universo empresarial como el artístico, constituyen campos específi cos con reglas, estrategias y valores propios y cuyos agentes involucrados han incorporado en lo que este autor llama habitus. En el contexto de la investigación, este abordaje es aplicado para observar de qué forma agentes pertenecientes a un campo – el empresarial – se comportan cuando se encuentran involucrados en el segundo campo – el artístico. Pretendo comprobar que existe una transferencia de habitus de un campo para el otro, dado que estas personas han llevado metodologías de acción y valores de trabajo válidos dentro del universo corporativo para la gerencia de una bienal de arte, una iniciativa que se supone perteneciente al campo del arte.

Otro abordaje importante para este trabajo es el de Howard Becker y su concepto Art World4.El análisis de este autor se desarrolla en torno a los contextos que rodean los trabajos artísticos. Él considera las diversas actividades del área artística simplemente como “trabajos” y a partir de esta concepción los describe como redes de colaboración entre diferentes individuos y ofi cios. Llama la atención sobre el universo de actividades que envuelve a la producción de las obras de arte, argumentando que el producto fi nal es fruto de la cooperación de varios actores y no únicamente del genio del artista. Esta visión se utilizará para observar las redes cooperativas que se activan en torno a la realización de la Bienal del Mercosur. En este sentido, el evento es observado como un complejo de acciones, en el cual profesionales de diversas áreas, así como organizaciones públicas y privadas, colaboran y hacen converger sus responsabilidades con el objetivo de llevar a cabo este megaevento artístico.

En un primer momento, la Bienal de Artes Visuales del Mercosur es descrita en cuanto proyecto artístico y son identifi cados sus realizadores. Entre estos se presenta, en primer lugar, la Fundación Bienal del Mercosur, institución que produce este evento y que es dirigida principalmente por empresarios de Rio Grande do Sul, Brasil. Como un segundo agente realizador se presentan las Leyes de Incentivo a la Cultura (LICs)5, mecanismos que representan al Estado brasileño y que han incentivado la participación masiva de empresarios en el área cultural durante las últimas dos décadas. Se analizan estas leyes con el objetivo de develar los valores subyacentes, así como revelar el posicionamiento que el poder público tiene en relación a la cultura.

Por otro lado, se analizan los procedimientos de la gestión de la Fundación Bienal del Mercosur, con el objetivo de develar los valores que están por detrás de ellos. En este punto argumento que existe una transferencia de la lógica del campo empresarial hacia el campo artístico. A través del

2 Brasil es una república federal. Esto implica que está dividido en 27 estados, cada uno con su gobierno y presupuesto autónomos, aunque sometidos a las deliberaciones del poder central o federal. Rio Grande do Sul es el estado ubicado más al sur del país y tiene frontera con Argentina y Uruguay, siendo Porto Alegre su capital.3 P. Bourdieu, Razones prácticas. Campinas, Papirus, SP, 1996.4 H. Becker, Art Worlds, University of California Press, Berkeley, Los Angeles, Londres, 1982. 5 Las LICs son el equivalente a la Ley de Donaciones Culturales chilena, aunque mucho más conveniente para el agente que realiza la donación, ya que permiten descontar en impuestos hasta un 100% de lo invertido en un proyecto cultural.

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DE ARTE Y DE EMPRESARIOS: UN ESTUDIO ANTROPOLÓGICO SOBRE LA 6ª BIENAL DE ARTES VISUALES DEL MERCOSURpor FERNANDA PAZ FONTECILLA CEPEDA

enfoque teórico de Bourdieu, planteo que se habrían transferido algunas de las reglas propias de la gestión corporativa hacia la producción de este evento artístico. La forma de gerenciar la Fundación, así como la sexta edición de la Bienal, obedece a la experticia del consejo de la institución, compuesta principalmente por empresarios, así como de sus funcionarios, que cuentan en su mayor parte, con formación universitaria en Administración y Marketing.

Asimismo, analizo las negociaciones entre la Fundación Bienal del Mercosur y los auspiciadores y patrocinadores del evento. En este punto pretendo evidenciar de qué forma la institución vende la iniciativa y cuáles estrategias utiliza para conseguir fi nanciamiento y colaboración para la realización de la Bienal. Observo esto a través de las nociones de capital simbólico y lucro simbólico desarrolladas por Bourdieu, para verifi car cómo la Fundación no busca únicamente fi nanciamiento sino que apuesta también a la obtención de capitales simbólicos, como credibilidad y reconocimiento.

Por último, me focalizo en lo que he identifi cado como el principal producto de la Bienal: sus espacios. En este sentido, se analiza la forma en que este producto es ofrecido según los intereses de los diferentes agentes involucrados. Se observa que los espacios dentro del evento alcanzan una multiplicidad de dimensiones y sentidos que no se relacionan únicamente con la función de exponer la producción artística contemporánea. La Bienal ofrece espacio físico (para la exposición de obras e imágenes corporativas), pero también espacio simbólico (para que las empresas ingresen al mundo del arte).

Relacionado con esto, desarrollo el argumento de que la Bienal del Mercosur se manifi esta a través de una estética específi ca que tiene se relaciona con los valores compartidos por sus realizadores y que se enmarcan dentro del universo corporativo. En este punto, afi rmo que una elección estética es necesariamente una opción ética, dado que una materialización de preferencias de uso de espacio, estilo de montaje y presentación del evento, deriva de compromisos con determinados valores. En este sentido, ética y estética serían dos dimensiones inseparables. En el capítulo se analiza también la composición de los espacios dentro de la Bienal, observando de qué manera se resuelve visualmente dentro del evento la presencia de logos e imágenes corporativas de las empresas auspiciadoras.

1. La Bienal de Artes Visuales del Mercosur y sus realizadoresLa Bienal de Artes Visuales del Mercosur es un evento de arte contemporáneo que comenzó

en 1996 y que el año 2007 tuvo su sexta edición. Es una bienal joven comparada con otras más establecidas, pero que ha ganado gran reconocimiento y credibilidad en el medio artístico mundial. Esta bienal surge como resultado de varias iniciativas desarrolladas principalmente en Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul, destinadas a dar visibilidad al arte latinoamericano.

Esta bienal tiene, como las otras más de veinte existentes en la actualidad6, dos características propias de este tipo de eventos: es un megaevento y se propone como una vitrina de exposición de la producción artística contemporánea. Ser un megaevento implica, entre otras cosas, involucrar gran cantidad de recursos e infraestructura para ser realizada. Esta bienal cuenta con la participación de varias instituciones públicas y privadas que ofrecen sus espacios para albergar las muestras. Además de esto, involucra una serie de asociaciones con el sector público que deriva en la obtención de servicios que facilitan el buen desarrollo del evento: seguridad, recolección de basura, permisos, etc.

6 www.universes-in-universe.de/car/espanol.htm

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Por otro lado, un evento de esas dimensiones demanda mucha mano de obra. Muchos profesionales de diferentes áreas y especializaciones son empleados en la Bienal del Mercosur, llegando en la sexta edición a 1.1117 personas, contabilizándose tanto los empleos directos como los indirectos. Por una parte, están los profesionales que por motivos obvios son llamados a trabajar en la Bienal, tales como artistas y curadores, además de montadores, iluminadores y diseñadores, así como personas que actúan como mediadores y que trabajan directamente con el público en las exposiciones, que son en su mayoría estudiantes universitarios.

Por otra parte, se convocan profesionales que son fundamentales en la realización del evento, aunque en un primer momento no parezcan muy relacionados con el universo artístico: periodistas, personal de marketing, publicistas, contadores, guardias de seguridad, personal de limpieza, entre otros. En este punto utilizo el abordaje de Howard Becker en su trabajo Art Worlds. Este autor propone un uso técnico del concepto Art World para expresar la lógica del arte en cuanto universo de trabajo. Para él, el arte funciona dentro de un espacio de patrones de cooperación de diversos actores, sin los cuales sería imposible llevar a cabo un producto artístico.

Abarcando de esta forma los universos artísticos, Becker retira el velo sagrado que frecuentemente es colocado sobre el arte y lo observa como cualquier ocupación en la cual el ejecutor (el artista, en este caso) necesita de la colaboración y del trabajo de otras personas para poder desarrollar el suyo. Retira también el status de sublime de la fi gura del artista, ya que, al colocar el producto artístico como dependiente de la cooperación de otros agentes, deja de centrar el éxito del resultado exclusivamente en el talento o desempeño del artista. O sea, para crear una obra artística no basta sólo el genio creativo, sino también los recursos materiales y humanos que componen la red que sustenta esta creación.

Llevando este abordaje al contexto de la Bienal, es posible observar que el Art World que se activa está compuesto por diferentes profesionales empleados en las actividades de producción, marketing, administración, prensa y espacios expositivos, entre otros. Esto quiere decir que el desarrollo de la 6ª Bienal del Mercosur depende no sólo de la participación de los artistas expositores y de los curadores que defi nen las muestras y dictan los criterios del montaje, sino también de los estudiantes que desarrollan el trabajo de mediación entre las obras y el público, de los periodistas que realizan la difusión del evento, de los publicistas que desarrollan las imágenes y los slogans relativos a este, de los profesionales de marketing que buscan establecer las relaciones con los auspiciadores y patrocinadores, de los guardias de seguridad que cuidan las obras expuestas y se preocupan de mantener el orden en las visitas del público, de las personas que transportan las obras hasta los lugares de exposición y del personal de limpieza que tiene como función mantener la higiene del recinto. En fi n, toda una red de actividades que se van encadenando para la generación del producto fi nal. Y es de la sumatoria de todos estos desempeños que dependerá el éxito del evento.

Otras características que hacen de la Bienal un megaevento son su elevado presupuesto y su larga duración. La última edición de la Bienal del Mercosur costó R$ 11.880.8408. Además, estuvo en funcionamiento durante 79 días. Es necesario destacar que un evento con una duración prolongada habla de una iniciativa con un alcance importante y un gran potencial de impacto en la población, en comparación con eventos más puntuales y aislados.

7 Fundación Bienal Mercosur. Informe de Responsabilidad Social, 6ª Bienal del Mercosur. www.bienalmercosul.art.br8 Tipo de cambio del día 15/ 01/ 2008, US$ 6.830.071.

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DE ARTE Y DE EMPRESARIOS: UN ESTUDIO ANTROPOLÓGICO SOBRE LA 6ª BIENAL DE ARTES VISUALES DEL MERCOSURpor FERNANDA PAZ FONTECILLA CEPEDA

Por otro lado, la Bienal del Mercosur, tal como el resto de las bienales del mundo, se presenta como una vitrina de arte contemporáneo. Pretende ser una instancia que concentra una muestra de la producción artística visual de actualidad. Aunque el nombre de la Bienal indique un foco determinado - el arte de los países que constituyen el Mercosur - los realizadores del evento vienen manifestando la pretensión de ampliar las fronteras del bloque para incorporar el arte de todo el mundo. Sea de arte regional o de arte mundial, el punto es que una bienal siempre será una muestra, o sea, un recorte de la totalidad de la producción artística contemporánea. No es posible pensar en una iniciativa que consiga congregar todo ese universo, aunque se concentre sólo en los circuitos ofi ciales y de artistas reconocidos. Incluso así sería un proyecto colosal. Por esto se recurre a proyectos curatoriales específi cos, donde el curador selecciona a ciertos representantes del arte actual, establece criterios de montaje y organiza alternativas de lectura para el público. Así lo hizo Gabriel Pérez-Barreiro en la 6ª Bienal del Mercosur, con su propuesta llamada “El tercer margen del río” (A terceira margen do rio).

La Fundación Bienal de Artes Visuales del Mercosur. Tal como es relatado en la página web ofi cial del evento, para dar soporte a la bienal, fue creada en 1996, “la Fundación Bienal de Artes Visuales del Mercosur, con sede en Porto Alegre. Es una institución de derecho privado, sin fi nes lucrativos, dedicada a la preparación y a la realización de las muestras y eventos que constituyen las Bienales del Mercosur.”9

El primer estatuto de la Fundación fue redactado por Justo Werlang, un empresario de Porto Alegre, que también fue nombrado presidente de la 1ª Bienal. Este empresario ha estado muy presente en toda la trayectoria de las bienales y fi gura nuevamente como presidente en la 6ª versión del evento. El proyecto de la Bienal estuvo apoyado desde el inicio por la poderosa empresa Gerdau10,la cual se ha mantenido como principal auspiciadora durante toda su historia. Este involucramiento no es extraño si pensamos que la Bienal del Mercosur nace en una época en la cual el Mercado Común del Sur parecía una instancia de integración promisoria. En este contexto, Porto Alegre, como otras ciudades brasileñas, pretendía colocarse como su capital cultural. La idea de realizar una bienal, por lo tanto, se perfi ló como una alternativa muy atrayente para el empresariado local, que vio en esta iniciativa la posibilidad de contestar de alguna forma a la Bienal de São Paulo y constituir una alternativa al circuito cultural ya consolidado Rio de Janeiro-São Paulo-Buenos Aires.

Este involucramiento de empresarios de la región sur de Brasil en el evento se ha mantenido hasta el presente, tanto en la gerencia como en el rol de auspiciadores y patrocinadores del evento. Ejemplo de esto es la composición del consejo de la Fundación, la que refl eja la presencia predominante de personas provenientes del sector empresarial. Por este motivo no es extraño encontrar, tanto en la producción de la Bienal del Mercosur como en su resultado fi nal, metodologías de trabajo y elementos que corresponden al campo de la administración empresarial, mucho más que al campo artístico.

Las Leyes de Incentivo a la Cultura (LICs). En este punto son abordadas las Leyes de Incentivo a la Cultura (LICs), considerando que estos mecanismos pueden también ser observados como agentes realizadores de la Bienal del Mercosur. Estas leyes son instrumentos que comenzaron a surgir en 1990, durante el mandato presidencial de Fernando Collor de Mello, cuando el Estado comenzó a desentenderse de la gerencia directa de mucha áreas y servicios públicos. Estos mecanismos,

9 www.bienalmercosul.art.br10 Importante empresa productora de acero que tiene numerosas fi liales en el mundo entero. En Chile la fi lial se llama Gerdau Aza. www.gerdauaza.cl

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desarrollados para incentivar – como indica su nombre – la participación de la iniciativa privada en cultura, garantizan el descuento del valor invertido en algún proyecto cultural en impuestos que debería ser pagado por el inversionista. Existen leyes de alcance nacional, como la Ley Rouanet y la Ley Audiovisual, además de las que cada estado11 posee, llamadas genéricamente de LICs.

Este tipo de legislación apunta al involucramiento de la iniciativa privada – principalmente empresas – para que esta asuma el desarrollo de la oferta cultural pública. En un primer momento, podrían parecer mecanismos muy dinámicos y democráticos de distribución de dinero y licencias para la producción cultural entre la ciudadanía, pero en la práctica estos recursos, tal como están estructurados actualmente, tienen una serie de fallas que serán analizadas a continuación.

Por un lado, las LICs brasileñas, al permitir un descuento en impuestos que puede llegar al total de lo invertido en auspicio, no son un verdadero mecanismo de incentivo para el sector privado. No es que ellas propongan un acuerdo, donde dos socios comparten la responsabilidad de fi nanciar un proyecto. Si este fuera el caso, el Estado contribuiría con una parte – renunciando a los impuestos que el otro socio debería pagar – y la empresa aportaría un porcentaje equivalente para completar el presupuesto del proyecto. La realidad es otra. Quien hace el verdadero y a veces único sacrifi cio es el Estado. Al permitir la exención de los impuestos en hasta un 100% en la Ley Rouanet y en hasta un 75% en la LIC del estado, son principalmente dineros públicos los que están en juego.

Lo más grave de esto es que la desinformación que existe en torno a este sistema es tal, que para la opinión pública son las empresas las que fi guran como las fi nanciadoras. En la retina de las personas se fi jan los logos corporativos que auspician los eventos artísticos y, por lo tanto, son dichas empresas las que quedan en la memoria colectiva como las entidades que los hicieron posibles. La mayoría de las personas no asocia al poder público con el fi nanciamiento y la viabilización de estos. En este sentido, al ser tan absurdamente convenientes para el auspiciador, las Leyes de Incentivo son un valioso regalo para las empresas ya que les permiten instancias de visibilidad privilegiada a bajo costo.

Asimismo, a pesar de parecer la panacea para el desarrollo democrático del sector cultural –porque en teoría cualquier ciudadano puede presentar y desarrollar un proyecto– las LICs permiten excesos por parte de algunos agentes más privilegiados. Una crítica recurrente es que los proyectos fi nanciados son casi siempre de personas que tienen vínculos previos con empresas, de forma que la captación está prácticamente garantizada. Este podría ser el caso de la Fundación Bienal del Mercosur, que, teniendo como miembros de su consejo de administración a ejecutivos de importantes empresas del estado y del país, tienen mínimas posibilidades quedarse sin los recursos necesarios para realizar el proyecto.

La Bienal del Mercosur, como fue mencionado anteriormente, no corre riesgos de carecer de fi nanciamiento. En un comunicado de prensa redactado por la Fundación, fueron presentados los recursos manejados y los porcentajes de estos que fueron incentivados: El proyecto de la 6ª edición de la Bienal del Mercosur cuenta con un presupuesto de 12 millones de reales12 y con el auspicio y patrocinio de 22 empresas, además de apoyos institucionales y gubernamentales. Los recursos fueron captados 79,38% a través de la Ley Rouanet, 6,83% a través de la Ley de Incentivo a la

11 Brasil es un país federal, por lo tanto, está dividido administrativamente en 27 estados. Para evitar confusión, en este estudio se hace referencia al gobierno central como “Estado”, con mayúscula, y se hablará de “estado”, con minúscula, cuando se trate de alguna de estas 27 unidades administrativas. 12 Aproximadamente US$ 6.742.000.

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DE ARTE Y DE EMPRESARIOS: UN ESTUDIO ANTROPOLÓGICO SOBRE LA 6ª BIENAL DE ARTES VISUALES DEL MERCOSURpor FERNANDA PAZ FONTECILLA CEPEDA

Cultura. La Bienal también recibió cerca de 7,61% de recursos sin incentivo y 6,18% a través de canjes.”13

Esto signifi ca que el presupuesto de esta edición de la Bienal contó con un 86,21% de recursos incentivados, o sea, descontados en gran parte o en su totalidad, de los impuestos que las empresas auspiciadoras deberían pagar. Apenas un 7,61% corresponde a recursos donados por los auspiciadores, es decir, 913.000 reales.14 Estas cifras confi rman lo que se viene discutiendo aquí. Que los empresarios que participan en la producción cultural en Brasil tienen enormes benefi cios: gastan muy poco y ganan mucho en visibilidad e imagen positiva.

2. Gestando la BienalEn este punto se analizan los procedimientos utilizados en la gestión de la Fundación Bienal

del Mercosur, con el objetivo de evidenciar cuáles son los valores y signifi cados que están detrás de ellos. Mi hipótesis es que existe una transferencia de la lógica del campo empresarial hacia el campo artístico. La forma de gerenciar, tanto la Fundación como la 6ª edición de la Bienal, obedece a la expertise de su Consejo Administrativo, compuesto principalmente por empresarios. La aplicación de estos saberes propios del mundo corporativo en la producción de este evento artístico se encuentra acentuada por la formación de los funcionarios de esta institución, oriundos principalmente de las áreas de la Administración y del Marketing.

Esto implica que la Bienal, una iniciativa que se desarrolló en el dominio del arte, cuya fi nalidad y razón de ser es el arte, haya sido gerenciada como si fuera una empresa. Sintiendo constantemente esta extrañeza, pregunté a todas las personas que entrevisté si no creían en una especifi cidad en la gestión de una institución que trabaja con arte. Todos me respondieron, de una u otra forma, que los procesos de gerencia empresarial eran perfectamente aplicables al trabajo que desarrolla la Fundación. Inclusive, uno de ellos me dijo que esta tenía una de las mejores expertises en gestión privada del mundo y que esto era saludable para la institución.

A continuación analizo algunos valores que se presentan como centrales en la gerencia de la Fundación Bienal del Mercosur. Estos valores han sido considerados claves dentro de la concepción dominante en la institución porque a menudo aparecen como fundamento de las metodologías de trabajo y procedimientos desarrollados en la gestión. Probablemente hay mucho más valores y nociones en juego en los procesos de gestión de la institución, pero con la fi nalidad de presentar un cuadro general, me centré en tres tópicos: sustentabilidad, liderazgo y calidad. El análisis de estos cuatro puntos contribuye de una forma satisfactoria al entendimiento de los signifi cados que guían las decisiones dentro de la organización.

Sustentabilidad: la sustentabilidad es un concepto que aparece de forma muy marcada en los desafíos que la Fundación Bienal del Mercosur se ha colocado como objetivos de gestión. Es una palabra que aparece repetidamente en los textos de autoría de la institución, así como en sus comunicados de prensa. Podría afi rmar que es transversal a varios procesos desarrollados por la organización y que constituye la directriz de diversas acciones emprendidas por esta. A grosso modo, la búsqueda por la sustentabilidad en este ambiente se relaciona con la proyección de largo plazo de la Fundación, es decir, con la búsqueda de una estabilidad que haga al proyecto Bienal del Mercosur cada vez menos vulnerable, con más posibilidades de mantenerse en el tiempo.

13 www.bienalmercosul.art.br14 Aproximadamente US$ 512.950.

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La búsqueda por la sustentabilidad parece ser una prioridad que surge en el Consejo de Administración y que se irradia al resto de la institución en todos sus niveles. Una iniciativa que evidencia esta preocupación por la sustentabilidad es la creación de un nuevo cuadro dentro del organigrama de la institución: las directorías. Las Directorías15 son 16 cargos instituidos para apoyar las diferentes tareas realizadas actualmente por los funcionarios contratados. Los directores son, en su mayoría, jóvenes empresarios que trabajan de forma voluntaria con el objetivo de aprender las metodologías de trabajo ejecutadas en la Fundación. La idea es que estos voluntarios puedan ocupar los cargos respectivos cuando así sea necesario, es decir, renovar el cuadro actual de funcionarios.

El presidente de la 6ª Bienal, quien es identifi cado por todos los entrevistados como el principal promotor de las acciones que tienden a la sustentabilidad, justifi ca las acciones emprendidas en el sentido de comprometer a las personas que actúan en el proyecto, como una forma de dar fuerza y estabilidad a la iniciativa. En sus palabras también se destaca la ampliación del equipo de apoyo para evitar al máximo que la responsabilidad de la Bienal recaiga sobre unas pocas personas:

Nuestro desafío es agregar y formar más valores humanos. Tenemos un Consejo de Administración y un Directorio que son excepcionales y necesitamos trabajar nuevos canales para que ese grupo de colaboradores participe más directamente en los destinos de la institución. También los colaboradores permanentes y temporales necesitan atención especial. Esas personas forman parte de la institución y actúan dentro de la comunidad y del mercado. Queremos contribuir objetivamente a agregar y formar más valores”16.

Liderazgo: otro concepto común a varias entrevistas y que leí en diferentes textos relativos a la Bienal, es el de liderazgo. En este contexto me parece que la fi gura del líder al cual se referían mis entrevistados coincide con la del emprendedor o de la persona proactiva, términos que están de moda en los discursos del llamado nuevo mundo corporativo, así como también en la jerga de las políticas públicas desarrollistas actuales. En este sentido, la Fundación Bienal del Mercosur plantea el modelo de las directorías mencionadas anteriormente, como un proyecto de formación de líderes en gestión del tercer sector. Las directorías pasan a ser una especie de semilleros para que profesionales que ya son líderes en el área corporativa se familiaricen con el ambiente de la gestión cultural.

Como afi rmé antes, este proyecto consiste en reclutar jóvenes profesionales para que, de forma voluntaria, sigan los procesos desarrollados en las diferentes áreas de la Fundación. La idea es que ellos puedan capacitarse y aprender los procedimientos ejecutados en los determinados cargos y que, al mismo tiempo, sean capaces de aplicar sus conocimientos y experiencia en este nuevo contexto. Estos directores son, en su mayoría, empresarios jóvenes y con una importante formación en las áreas de marketing y administración de empresas. Muchos de ellos participaron de la dirección del Instituto de Estudios Empresariales (IEE)17, un centro de estudios con sede en Porto Alegre, de tendencia abiertamente liberal y que trabaja en la formación de jóvenes líderes empresariales.

15 Comprende, además de la categoría de director-presidente, director municipal, jurídico, de educación, dos directores estaduales, de calidad, de turismo, de responsabilidad social, de marketing, de equipos, de auspicios, de comunicación, administrativo-fi nanciero y de relaciones institucionales. 16 S. Bojunga, Justo Werlang y la Bienal del Mercosur, Abriendo ventanas en las paredes, www.viapolitica.com.br/perfi l_view.php?id_perfi l=6, s/f. 17 El IEE produce desde el año 1988 el “Foro de la Libertad”, un gran evento en el que se congregan expositores nacionales e internacionales de diferentes áreas, con el objetivo de desarrollar debates en torno de los últimos enfoques y tendencias de la economía de mercado. Más informaciones en www.iee.com.br

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Llama la atención que el reclutamiento del grupo llamado a renovar el actual cuadro de gestión de la Fundación Bienal del Mercosur, sea tan específi co. Esto parece indicar que la institución se propone mantener una determinada línea tanto en términos ideológicos como académicos. Los directores son escogidos por el Consejo de la Fundación, o sea, la ocupación de tales cargos no se hace a través de un proceso de concurso público, en el que cualquier persona interesada pueda participar. La designación de estos directores obedece a una lógica de relaciones personales, donde la afi nidad profesional y valórica entre estos jóvenes y las personas que forman parte del consejo actual los convierte en sus sucesores naturales.

Otro concepto que es muy cercano al de liderazgo es el de profesionalización. Este es un valor muy presente también en los procesos de gestión de la Fundación Bienal del Mercosur y es llevado a todos los niveles de la jerarquía de la institución. De hecho, el modelo de las directorías se relaciona con la búsqueda del liderazgo a través de la profesionalización, es decir, se apuesta a la formación de líderes por medio de la excelencia en el desempeño profesional. La profesionalización aparece como elemento clave para el éxito de la gestión en el área de la cultura, donde existe un mercado de trabajo en consolidación y muchas de las personas que ahí se desenvuelven tienen prácticas muy amateurs.

Calidad: por otro lado, pude percibir que existe una gran preocupación con la calidad de los procedimientos desarrollados en la gestión. De hecho fue creada para la 6ª edición de la Bienal una Directoría de Calidad. Es claro que este valor está íntimamente relacionado con todos los anteriores, es decir, cuando se apunta a la calidad dentro de la gestión de la Fundación Bienal del Mercosur, se está haciendo referencia a la búsqueda por la transparencia, a la actuación de líderes competentes y a un proyecto sólido que sea capaz de sustentarse en el tiempo. La calidad es, de alguna forma, la sumatoria de todos los puntos anteriores.

Lo que me llamó mucho la atención fue percibir que cuando mis entrevistados aludían a la calidad que existe dentro de la institución, hablaban de la trayectoria de los consejeros de la Fundación como fuente de inspiración para alcanzarla. Como el director de Relaciones Institucionales señaló: “Creo que la Fundación Bienal del Mercosur trae una buena herencia de gestión del área privada que se basa en la experiencia, en la expertise que tuvieron algunos de sus fundadores oriundos del área privada. Ejemplo, la participación Gerdau desde el origen de la Fundación Bienal. El doctor Jorge Gerdau Johannpeter obviamente transportó gran parte de la expertise administrativa de la esfera privada. Entonces, ciertamente, existe esta presencia marcada, ese know how privado en la gestión de la Fundación Bienal del Mercosur. Yo creo que eso es bueno porque la Fundación Bienal del Mercosur es una fundación de carácter privado. Y, por lo tanto, debe tener una gestión privada, buscando los mejores conceptos de la gestión privada”18

3. Las negociaciones tras bambalinasEn este punto analizo la fi gura del profesional del marketing en el contexto de la gestión

cultural. Específi camente, analizo el perfi l de la coordinadora de Marketing y Captación de Recursos de la Fundación Bienal del Mercosur, con el objetivo de evidenciar las estrategias que son utilizadas para conseguir auspicio y colaboración –o, capitales materiales y simbólicos– para la realización de la Bienal. Argumento aquí que esta funcionaria desempeña un papel clave de mediación entre los

18 Entrevista a Vitor Ortiz, Director de Relaciones Institucionales FBAVM.

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intereses de la Fundación y las empresas y organizaciones involucradas, en el sentido de encontrar puntos de consensos en las negociaciones que sean benéfi cos para todos los actores en juego.

Esta profesional cumple su función a partir de un lugar intersticial, que se encuentra entre intereses de mercado e intereses artísticos, sin ser ni empresaria ni artista. Intentando no caer en una visión demasiado purista que otorgue al análisis una apariencia artifi ciosa, quiero plantear aquí el papel de la encargada de marketing como de mediación entre, por un lado, los intereses de la Fundación, y, por otro, los de las empresas auspiciadoras. Intento destacar que esta mediación implica necesariamente un grado de especialización que involucra la creación de ofertas interesantes para los actores, como por ejemplo, el uso de un lenguaje que consiga traducir en términos empresariales la conveniencia y los retornos generados de la participación en un evento artístico.

Contrariamente a lo que pudiera pensarse en un primer momento, ella apuesta a respuestas de largo plazo en su búsqueda por la captación de recursos, procurando retornos que se sustenten en el tiempo. Un valor resaltado en varias ocasiones por ella es el de compromiso. Esto implica, según lo explicado por ella, el involucramiento del auspiciador con la Bienal como proyecto total y no sólo el auspicio para determinadas ediciones del evento. Si tomamos esta idea según el enfoque de Bourdieu, podríamos afi rmar que el trabajo de captación que se propone mi entrevistada, estaría vinculado tanto a una capitalización simbólica como a la búsqueda de capital material. Cuando ella menciona la captación como un trabajo de relaciones, se está refi riendo a capitales simbólicos que refuerzan la contribución económica aportada por el auspiciador. La sustentabilidad de un proyecto como la Bienal del Mercosur, entonces, dependerá en gran medida de la capitalización de las relaciones producidas a través del trabajo del captador, la que debe quedar en la institución como verdadero patrimonio de esta.

La encargada de marketing y captación de la Fundación Bienal del Mercosur defi nió su función como una serie de acciones que se diferencian del marketing tradicional por ser de carácter más sutil. Esta sutileza signifi ca que las estrategias utilizadas son menos directas que las que se emplean en las negociaciones que involucran productos y servicios en contextos de mercado. Ella vinculó su trabajo al ejercicio del marketing cultural, una esfera más específi ca del marketing contemporáneo y que en Brasil es una práctica bastante utilizada y respetada dentro del mundo corporativo. Como fue defi nido en una revista especializada, este se refi ere a: Toda acción de marketing que usa la cultura como vehículo de comunicación para difundir el nombre, producto o fi jar la imagen de una empresa auspiciadora. Para hacer marketing cultural no hay una fórmula fi ja, pues hay variables que, conforme su combin ación, pueden resultar en una excelente acción de marketing. Lo que manda es la creatividad para alcanzar el público objetivo, de forma de atender a los objetivos de comunicación de la empresa con los recursos disponibles.19

Como se desprende de esta cita, el marketing cultural –como toda estrategia de marketing– se ocupa de la comunicación de las empresas. No obstante, parece ser que es el tratamiento de esta comunicación lo que hace la diferencia. Por un lado, las acciones de marketing permiten a la empresa mostrar una faceta que no le permitiría exhibir una estrategia de marketing tradicional. A través del marketing cultural, una fi rma puede mostrarse, por ejemplo, como un agente bienhechor, como el autor de un evento que benefi cia a la comunidad, en vez de vendedor. Como fue señalado por mi informante, “la forma de comunicación que la cultura puede llevar a las comunidades es diferente, es

19 Revista Marketing Cultural On Line http://www.marketingcultural.com.br/oquemktcultural.asp?url=O%20que%20%E9%20Mkt.%20Cultural&sessao=%20oqueemarketingcultural

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DE ARTE Y DE EMPRESARIOS: UN ESTUDIO ANTROPOLÓGICO SOBRE LA 6ª BIENAL DE ARTES VISUALES DEL MERCOSURpor FERNANDA PAZ FONTECILLA CEPEDA

más sutil, no es tan directa”20. Aunque la imagen de la empresa como tal no desaparezca, pareciera que esta se torna invisible al asumir su papel como auspiciador. De cierta manera, podría decirse que el marketing cultural manipula una especie de magia que retira el aura comercial del auspiciador, para dejarlo exhibir sólo su contribución como promotor, en este caso, de la cultura y del arte.

Por otro lado, dentro del trabajo de marketing y captación desarrollado en la Fundación, el espacio de la Bienal es elaborado para poder adecuarse a las expectativas de los auspiciadores lo más efi cientemente posible. El espacio es transformado en un producto –en palabras de la propia entrevistada– que es vendido a los diferentes auspiciadores. Y este producto no es único, sino que puede ser comprado en modalidades y dimensiones diferenciadas. Para la empresa que no puede acceder a las cuotas mayores, existe la posibilidad de auspiciar muestras específi cas. Y para aquellas que las cuotas medianas continúan siendo excesivas, existen alternativas de visibilidad en espacios más reducidos.

Durante las entrevistas me llamó mucho la atención el lenguaje utilizado por mi informante. Este es, sin duda, un lenguaje que viene del marketing y esto no es extraño si pensamos que ella tiene formación y gran parte de su trayectoria profesional en esa área. Sin embargo, lo que parece curioso es la capacidad de aplicar ese lenguaje a un contexto como el de la Bienal. Ella se refi ere a los espacios de un evento artístico como productos que pueden venderse. Aludiendo nuevamente al análisis de Bourdieu, argumento que en esta situación puede observarse una transferencia de las reglas del campo económico para el campo del arte. O, para ser más específi ca, de uno de los códigos válidos para el mundo de los negocios para el mundo de los eventos artísticos.

Lucros y capitales. En este punto discuto las negociaciones entre la Fundación Bienal del Mercosur y las empresas e instituciones involucradas en la realización del evento. Analizo estos procesos con el objetivo de evidenciar cuáles son los intereses, signifi cados y expectativas que están en juego cuando una institución como la Fundación responsable de la Bienal y las empresas participantes del evento entran a negociar. Estos procesos de búsqueda de auspicios y colaboración (por parte de la Fundación) y de visibilidad (por parte de las empresas involucradas) son analizados, como afi rmé anteriormente, a la luz de los conceptos de Bourdieu de capital y lucro simbólico. Con esto pretendo colocar en evidencia la dimensión simbólica de intercambios que, a primera vista, pueden parecer sólo materiales o sujetos únicamente a la racionalidad de las transacciones económicas.

La Fundación Bienal del Mercosur no busca sólo la captación de capitales materiales, sino que también de capitales simbólicos. La institución ha procurado y obtenido la aprobación de personas reconocidas como autoridades de diferentes ámbitos –o campos– tales como el gubernamental y el académico, lo que le da, entre otras cosas, credibilidad, estabilidad y consolidación. Esto garantiza prestigio para el proyecto y su sustentabilidad en el tiempo. Por otro lado, estos capitales permitirán que la Fundación consiga captar capitales materiales para las ediciones futuras del evento. Siendo la Bienal del Mercosur un evento sólido y considerado serio, no faltarán empresas que quieran auspiciarlo.

Para hablar de la otra cara de estas negociaciones, analizo algunos de los signifi cados e intereses que están en juego cuando las empresas aceptan participar como auspiciadoras o patrocinadoras de un evento como la Bienal del Mercosur. En este punto, creo que la palabra clave para el análisis es lucro, tanto en su dimensión material como simbólica. Aquí argumento que las empresas están interesadas en participar de la realización de la Bienal porque obtienen

20 Entrevista a Marta Magnus, Coordinadora General de Marketing y Captación, FBAVM.

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lucros simbólicos, tales como visibilidad y prestigio. Y este lucro simbólico rendirá, sin duda, lucros materiales en algún momento, ya que esto repercutirá positivamente en la percepción que las personas tienen de la empresa, incidiendo en sus utilidades, aun cuando sea un efecto muy difícil de cuantifi car.

Por su parte, la Fundación Bienal del Mercosur devuelve las contribuciones en auspicio y/o colaboración en visibilidad para las empresas. Los espacios que ofrece dentro de la Bienal son el gran capital que posee para negociar. Recurriendo al análisis de Bourdieu, argumento que los espacios que están en juego en este contexto tienen tanto una dimensión material como simbólica. Su manifestación material es evidente: espacios expositivos, espacios en materiales de difusión, espacio mediático. Sin embargo, esta dimensión material es sólo el soporte que conduce a las empresas a la entrada hacia espacios simbólicos. Por medio de ellos, las empresas tienen acceso al mundo del arte, teniendo la posibilidad de ingresar a ambientes antes sólo reservados para creaciones de artistas. En eventos como este, las empresas pueden compartir espacios exponiendo sus logos junto a las obras artísticas y hasta colocarse como promotoras de estas. Al entrar en este mundo, las corporaciones se contaminan de un aura de sofi sticación que les trae incontables ventajas.

4. La especifi cidad de una estéticaEn este punto discuto lo que identifi qué anteriormente como el principal capital de la Fundación

Bienal del Mercosur: sus espacios. Argumento que los espacios presentes en el evento forman el capital que la Bienal tiene para ofrecer a los diferentes agentes interesados y así negociar el auspicio y/o colaboración. Analizo de qué forma se manifi estan visualmente algunos de los diferentes tratos que la Fundación estableció con las empresas e instituciones que participaron en la 6ª Bienal del Mercosur. Teniendo como foco principalmente los espacios de exposición, pretendo evidenciar algunas de las formas a través de las cuales se ha insertado la presencia empresarial en ellos. Mi propuesta es básicamente observar la composición de estos espacios expositivos, que estarían destinados, en primer lugar, a la exposición de arte, en relación a la introducción de logos corporativos e institucionales.

La propuesta estética de la 6ª Bienal del Mercosur: en este segmento, propongo exponer que la 6ª Bienal del Mercosur es fruto de una apuesta estética que está relacionada con el compromiso ético de sus realizadores, o sea, con los valores a los cuales ellos adhieren. En este punto pretendo demostrar cómo estos valores están impresos en la opción estética del evento o, cómo son, por así decirlo, traducidos en términos visuales y espaciales a través del montaje de la Bienal.

Si tuviera que adjetivar la estética de la Bienal diría: aséptica, organizada, disciplinada o, como me respondieron varias personas a las que les pregunté como la defi nirían, una “estética clean”. Desde mi primera visita, tuve la sensación de estar en un espacio bastante ordenado, donde era manifi esta la gran preocupación del equipo de la organización del evento para que todo saliera a la perfección. Esta no fue una percepción sólo mía, sino que de muchas personas que estuvieron ahí presentes, como demuestra, por ejemplo, un comentario hecho por Inés Katzenstein, curadora de la muestra Zona Franca de la 6ª Bienal del Mercosur. En una conversación vía chat que ella tuvo con el público, afi rmó que le había gustado mucho el montaje del evento, entre otras cosas, por su escala –pequeña en relación a otros de este tipo– lo que le permitía a la gente recorrerlo y “por su diseño expositivo súper ordenado (a veces demasiado!!!!)”21.

21 Inés Katzenstein, Chat 11/09/2007. http://www.bienalmercosul.art.br

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DE ARTE Y DE EMPRESARIOS: UN ESTUDIO ANTROPOLÓGICO SOBRE LA 6ª BIENAL DE ARTES VISUALES DEL MERCOSURpor FERNANDA PAZ FONTECILLA CEPEDA

Hall de entrada de la 6ª Bienal del Mercosur. La opción estética del montaje de la Bienal. Apuesta moderna, de tendencia minimalista, donde las líneas rectas, las superfi cies lisas y el color blanco predominan. Una propuesta estética “clean”.

Gran parte de la muestra fue montada en unos galpones que eran antiguamente las bodegas del puerto. Hoy estos recintos son utilizados como sede de grandes eventos. Los galpones son espacios antiguos, aunque muy bien preservados, y conservan varios elementos desde la época en que estaban activos: restos de maquinarias, vestigios propios de la dinámica de trabajo. En este sentido, no son espacios vacíos, silenciosos o neutros, sino que tiene “presencia” – o su propia estética.

La propuesta de montaje de la Bienal, entonces, tuvo que adaptarse a estos espacios tan potentes y sus características, quedando un interesante contraste entre dos “estéticas”: lo nuevo versus lo viejo; líneas rectas versus contornos irregulares; superfi cies lisas versus texturas desgastadas; colores “crudos” del acero, la madera y el cemento versus predominancia del color blanco. Esto puede ser interpretado como una evidencia de la preocupación por respetar las particularidades de los espacios de los galpones, los cuales son considerados parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad. Sin embargo, la opción estilística de la 6ª Bienal del Mercosur se manifi esta claramente, destacándose por sobre las estructuras antiguas, casi disfrazándolas. Y los blancos paneles que estructuran los espacios expositivos obedecen, tal vez, a un deseo por buscar la “neutralidad” y la asepsia que no es posible exigir de los propios galpones.

Galpones del antiguo puerto y que hoy son ocupados para megaeventos, tales como la Bienal del Mercosur.

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Vista interna de los galpones. En esta foto se observa que todavía se conservan los rieles por donde pasaban las máquinas que transportaban la carga de los barcos.

Argumento que el estilo escogido es de una línea moderna, minimalista, efi ciente. O elegante, como lo defi nió una de mis entrevistadas. Hay una marcada preferencia por las líneas rectas y el color blanco. Esto no sólo se observa en las estructuras que delimitan las muestras dentro de los galpones, sino también en el mobiliario escogido para los espacios de descanso dispuestos para los visitantes. Este también presenta un estilo de diseño austero, líneas rectas, superfi cies lisas. Estos elementos son comunes a estilos contemporáneos de decoración –de casas, de restaurantes, de ofi cinas– que apuestan a la sofi sticación a través de la utilización del mínimo de detalles y ornamentos. Es, de cierta forma, la propuesta del minimalismo, cuyo slogan sería “menos es más”. El estilo escogido para el montaje de la Bienal podría relacionarse con la imagen progresista y globalizada que el empresariado autor de la Bienal desea proyectar frente a la población.

Composición de los espacios: entre obras de arte y logos: dentro de lo que he identifi cado como la apuesta estética de la Bienal, incorporo también la observación de la producción visual presente en el evento y que no sólo está compuesta por las obras de arte en exposición. Argumento que los logos de las empresas auspiciadoras están tan presentes y colocados de formas tan diferentes y creativas, que hacen una contribución a la oferta visual del evento. La presencia de las marcas corporativas no pasa desapercibida, no es marginal. Tengo presente que mi mirada pueda tener un grado mayor de extrañeza por ser extranjera en Brasil y no estar acostumbrada a esa incorporación tan radical de empresas en el área artística. En Brasil esto es muy común y, por eso, creo que el ojo brasileño ha naturalizado la presencia empresarial masiva en eventos culturales.

A continuación presento algunas de las alternativas que observé en relación a la aparición de las marcas corporativas de las empresas participantes en el evento. Unas modalidades son más discretas, otras más invasivas; unas relacionando las marcas a la Bienal, otras colocándolas completamente independientes de esta; unas con un fuerte énfasis en la comunicación del marketing tradicional, otras intentando utilizar el lenguaje artístico para comunicarse. En fi n, varias posibilidades en las que las empresas quieren ser vistas dentro de un evento artístico o, en un sentido más amplio, varias posibilidades de acceso del mercado al mundo del arte.

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En esta modalidad, el nombre de la empresa Petrobras cuenta con un soporte del mismo tamaño, formato y estilo que el nombre de la muestra. Estas estructuras fueron dispuestas regularmente a lo largo de todos los galpones que exhibían la muestra “Conversaciones” (“Conversas”).

En este caso, el soporte del logo del auspiciador es más grande que el nombre de la muestra y se encuentra sobre este. El recurso explotado aquí también es el de la repetición, observándose regularmente estas imágenes bajo los aleros de todos los galpones que albergaron las exposiciones.

En esta modalidad, las marcas corporativas de las empresas están “solas”, o sea, sin referir directamente al evento. Además, están colocadas de manera que hay una cierta apropiación del espacio que existe entre los galpones y la orilla del lago, probablemente uno de los espacios más lindos y atrayentes del lugar.

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

ConclusionesEn esta investigación me propuse analizar la 6ª Bienal del Mercosur desde un punto de vista

antropológico. Realicé una lectura de este megaevento artístico contemporáneo con el objetivo de develar los valores y signifi cados que están en juego en su realización. Intenté ver en la apuesta estética de esta iniciativa un compromiso ético del grupo de empresarios que está por detrás de su idealización y que se materializa en diversos aspectos del montaje. El trabajo de campo me llevó a conocer diferentes momentos de este emprendimiento, así como colocarme en contacto con varias personas involucradas en él desde sus respectivas funciones. Sumando todas estas evidencias me empeñé en construir una narrativa que diera cuenta de la construcción de una muestra internacional de arte en el mundo contemporáneo.

Para comenzar esta historia busqué a sus autores. No fue muy difícil averiguar que este evento había sido levantado y apoyado durante toda su existencia por un grupo de importantes empresarios del sur de Brasil. Tampoco fue difícil asociar este ingreso de empresarios en el área de la gestión cultural a la creación de las Leyes de Incentivo a la Cultura, las LICs. Quedó en evidencia que estos mecanismos otorgan expresivas ventajas a las empresas exigiendo muy poco de contraparte. Como fue visto, es el Estado el gran auspiciador de las iniciativas culturales incentivadas, pero el mérito es atribuido a las marcas. Estas leyes son un negocio redondo para las empresas y su entrada en vigor ha producido en Brasil una participación masiva del sector empresarial en el área de la cultura desde mediados de la década de los noventa.

Posteriormente, fueron analizados tres valores que aparecieron durante la investigación como centrales dentro de la gestión de la Fundación Bienal del Mercosur: sustentabilidad, liderazgo y calidad. Argumenté que estos tópicos vienen del mundo corporativo y son altamente signifi cativos dentro de las dinámicas de gerencia empresarial y logísticas del marketing. En este punto considero el abordaje de Bourdieu para afi rmar que se produce una transferencia de las reglas del campo empresarial hacia el campo artístico. La Bienal del Mercosur es gerenciada a través de valores y de metodologías de trabajo utilizados en la administración de empresas y organizaciones comerciales. Y esto no es extraño si pensamos que el Consejo Administrativo de la Fundación responsable del evento está compuesto principalmente por empresarios, que han transferido los saberes adquiridos en sus trayectorias exitosas en el ámbito privado.

Además fueron estudiados los procesos de negociación de auspicio para la realización de la 6ª Bienal del Mercosur. Analicé de qué forma en estas negociaciones están implicadas las dimensiones materiales y simbólicas: la Fundación Bienal del Mercosur va atrás de capital material –auspicio– para poder fi nanciar la realización del evento, pero también apuesta al capital simbólico – reconocimiento, apoyo institucional –para que la iniciativa gane sustentabilidad a largo plazo; las empresas auspiciadoras procuran lucros materiales– visibilidad de marca y captación de consumidores –pero también se involucran en búsqueda de lucros simbólicos– sofi sticación y mejora de imagen.

También fue analizada la importancia del profesional de marketing en estas iniciativas que se circunscriben dentro del llamado marketing cultural. Fue destacada la fi gura de la Coordinadora General de Marketing y Captación de la Fundación Bienal del Mercosur, defi niendo su función como clave por su localización intersticial: está entre el mercado y el arte, sin ser empresaria ni artista. En este sentido, ella debe hacer uso de sus conocimientos en marketing y adaptar estos a los productos simbólicos que ofrece la Bienal: espacios dentro de una exposición de arte. Argumento que estos

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espacios, en principio reservados para exponer arte, han sido formateados para ser transaccionados como mercaderías.

Por último, analicé la 6ª edición de la Bienal del Mercosur en su apuesta estética. Se evidenció de qué forma se presenta una especifi cidad que identifi qué como una opción clean. Esto se relaciona con la búsqueda de un estilo que apunte a la elegancia y a la modernidad y se concretiza en un montaje que privilegia el color blanco y un mobiliario minimalista. Por otro lado, quedó demostrado cómo los espacios de la Bienal no están sólo preparados para albergar obras de arte, sino que han sido adaptados para incluir también los logos de las empresas auspiciadoras del evento. Fueron evidenciados diferentes arreglos espaciales a través de los cuales son presentadas las marcas de las empresas e instituciones involucradas, verifi cándose que la presencia de estas no es marginal, sino que están colocadas de forma bastante notoria.

Tomando diferentes evidencias, esta investigación se propuso profundizar una situación en la cual el arte y el mercado entran en contacto. Aunque la relación entre el campo artístico y el campo económico no sea nueva, este estudio tuvo la intención de sondear un ejemplo contemporáneo en el cual es posible ver como se desarrolla esta relación. Es cierto que el arte a lo largo de su historia no ha estado exenta de relaciones con la economía: desde el Imperio Romano que existen prácticas de mecenazgo, los marchands son casi tan antiguos como la propia formación del campo del arte, obras de artistas reconocidos son cotizadas en las bolsas de valores y, simplemente, los artistas venden sus producciones, algunos haciendo fortunas, y muchos otros apenas sobreviviendo – o no. No obstante, a través de esta investigación llamo la atención para lo que me parece un síntoma de los tiempos actuales: una relación entre la producción artística contemporánea y el estado del capitalismo actual.

En la época presente el neoliberalismo o sistema de mercado tiene una omnipresencia prácticamente universal. Esto implica no sólo que las economías funcionen con las reglas –o no reglas– que el sistema dicta, sino que la sociedad, en todas sus diferentes áreas, pase a regularse con los principios del mercado. Uno de estos principios me parece que es el de las prácticas de gerencia desarrolladas dentro de la lógica capitalista contemporánea. Existe todo un arsenal de conocimientos cada vez más sofi sticados que alimentan las metodologías de gerencia de las empresas y que apuntan, entre otros objetivos, a la optimización de recursos, a la gestión efi ciente. Cada vez existen más instancias de profesionalización donde las personas son instadas a capacitarse para dominar procesos gerenciales que les permitirán alcanzar la calidad gastando el mínimo de recursos, es decir, personas habilitadas para priorizar la economía en sus decisiones.

No estoy queriendo decir que esto sea cuestionable en sí. Lo que pretendo llamar la atención aquí es para el grado de validez que estos saberes han alcanzado dentro de la sociedad. Parece que las estrategias utilizadas para administrar una empresa ganan aceptación sin cuestionamientos en cualquier tipo de emprendimiento, no importa cual sea la naturaleza de este. Creo que existe una especie de naturalización en esta aceptación por parte de las personas en el sentido de reconocer estos conocimientos como una herramienta inequívoca y aplicable en toda iniciativa. En este sentido, es posible percibir la existencia de una licencia irrestricta al uso de esta logística empresarial en ambientes que tienen fi nalidades completamente diferentes a las de una empresa. Las prácticas de gerencia empresarial tienen una especie de pasaporte garantizado incluso en emprendimientos donde el objetivo está muy lejos de ser el lucro material. Y el arte no es un ámbito que haya escapado a esto y el ejemplo estudiado aquí lo demuestra.

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Revista Central de Sociología, año V, Nº 5, 2010

El primer asunto que me llevó a estudiar la Bienal del Mercosur fue el involucramiento de empresas en su realización, las expectativas que ellas tenían al auspiciar un evento de arte y, por fi n, su relación con esto. Sin embargo, a lo largo de la investigación fui percibiendo que este involucramiento sobrepasaba la mera relación de auspicio. Me di cuenta que la idea misma del evento surge dentro de un medio empresarial y que, por lo tanto, desde el comienzo esta Bienal es concretizada a través de los recursos que este grupo de empresarios maneja. Percibí que toda la iniciativa estaba permeada por las preferencias y prácticas de estos industriales y que se manifestaban tanto en el período de producción del evento como en el desarrollo del evento en sí.

Durante la investigación me esforcé por evitar una mirada purista que me llevara a concebir el arte como un campo separado del comercio. No fue una tarea fácil porque muchas de las extrañezas que inspiraron este trabajo surgieron a partir de las diferencias que yo le atribuía a cada campo. Es claro que arte y economía no son dos dominios estáticos, sino que dos campos que, a pesar de tener sus especifi cidades, están en permanente dinamismo e interacción. En este sentido, creo que durante las últimas dos décadas se ha incorporado de manera bastante decisiva la lógica de la gerencia empresarial en los eventos artísticos, más todavía en las iniciativas de gran porte como es el caso de la Bienal de arte trabajada aquí.

Tal vez sea esta misma condición de megaevento lo que ha llevado a las estrategias de producción en escala, utilizadas en ambientes comerciales, a ser aplicadas en estos contextos. Probablemente sea esta tendencia a las grandes dimensiones de los eventos actuales el motivo de esta naturalización en el uso –y aceptación– de estas prácticas en la producción artística contemporánea. Sin embargo, me gustaría destacar en relación a este punto, que aunque los métodos de administración empresarial tengan efi cacia dentro de contextos artísticos y parezcan acertados desde el punto de vista organizacional, no son necesariamente la única forma de gerenciar estas iniciativas. Especialmente cuando se trata de arte, un ámbito donde ni los procesos de producción ni los objetivos a ser alcanzados deberían pasar por el cálculo costo-benefi cio.

En esta investigación trabajé con la visión de un grupo que está implicado en varias relaciones de poder y que asumió el papel de ser “socialmente responsable” con su comunidad. Esto provoca que los idealizadores de la Bienal han pautado varios elementos que el resto de la población termina naturalizando como positivos: educación para el arte, cultura para todos, creación de ciudadanía, etc. En este sentido, pretendí con este trabajo evidenciar algunas de las concepciones que sustentan un proyecto como la Bienal de Artes Visuales del Mercosur. No para juzgar o desacreditar una iniciativa que muestra hasta el momento una serie de virtudes, sino para señalarla como UNA forma de producir eventos que pretende familiarizar a las personas con el arte, UNA forma de mostrar el arte y socializarlo. UNA alternativa y UNA propuesta de materializar esa alternativa, dentro de MUCHAS otras. UNA alternativa que de ninguna manera es la única, ni necesariamente la mejor.

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DE ARTE Y DE EMPRESARIOS: UN ESTUDIO ANTROPOLÓGICO SOBRE LA 6ª BIENAL DE ARTES VISUALES DEL MERCOSURpor FERNANDA PAZ FONTECILLA CEPEDA

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EntrevistasA Gabriel Pérez-Barreiro, Curador General 6a Bienal del Mercosur.A Justo Werlang, Presidente 6a Bienal del Mercosur.A Marta Magnus, Coordinadora General de Marketing y Captación, FBAVM.A Vitor Ortiz, Director de Relaciones Institucionales, FBAVM.A Leandro Gostisa, Director de Auspicios, FBAVM.

Sitios Webwww.bienalmercosul.art.br

22 Los títulos en portugués han sido traducidos al español.

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