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Año X X I I Madrid 9 de Enero de 1890 N ú m . 2 .
U F M M l D R E V I S T A CIENTÍFICA Y PROFESIONAL
m í » ÍCIAL i t com OE fmicimos DI I«IÍ CONSAGRADO 1 L A C L A S E FAEMACEÜTICA ESPAÑOLA
l > l r e c t o r : r » . F r a n c i s c o M a r i i x y S a n d i o .
E L PRECIO DE SU-CEICIÓN en Madrid y provincias, es l O ptas. un año; 5 ptas, semestre.
Ultramar y Extranjero, 3 0 ptas. al año . Anuncios y comunicados á precios convencionales. Toda la correspondencia al director de LA FARMA
CIA ESPAÑOLA, calle de la Luna, n ú m . 32, segundo. Madrid.
Las suscriciones pueden hacerse en la HEDACCIÓN, CALLE DE LA. LUNA, 32, SEGUNDO; Caballero de Gracia. 23, botica del Dr. Font; Sacramento, 2, botica; Santa Isabel, 6. farmacia del Dr. Gómez Pamo; en la del señor Gómez Manso, Santiago, 9; en las principales l ibrerías, y también por medio de los corresponsales de provincias.
S E P U B L I C A T O D O S L O S J U E V E S
MADRID, JUEVES 9 DE ENERO DE 1890.
D E L M E D I C A M E N T O EN EL CONCEPTO F A R M A C É U T I C O .
(Discurso del Dr. Casaña.)
ni . Expuestas á grandes rasgos las causas
que más poderosa y directa influencia ejercen en la composición química de los medicamentos, y los peligros que puede ocasionar el desdén con que suele mirarse tan importante asunto, permitidnos, señores^ poner té rmino á nuestro trabajo, indicando cuál es, en nuestro concepto, la misión que deben cumplir las Corporaciones médicas, tanto por lo que respecta á la admisión de nuevas sustancias naturales destinadas á la preparación de medicamentos, como á la aplicación de compuestos químicos y ga lénicos antes desconocidos ó desusados en medicina. EQ cuanto al primer punto, es evidente que la iniciativa individual ha de considerarse eficacísima, y así lo comprueba por modo concluyente la historia de las más preciosas drogas; pero esa iniciat iva resultaría unas veces infecunda, otras per-uiciosa y siempre lenta y desautorizada, si ^o se sometiese al examen y sanción de
Corporaciones facultativas, las cuales pueden, más fácilmente que los individuos aislados, depurar lo que haya de cierto en las propiedades terapéut icas de las nuevas sustancias, siendo en esta parte tan firme nuestra opinión que, según ella, debería la ley exigir irremisiblemente el informe razonado de una ó varias Sociedades médicas como condición indispensable para autorizar la admisión de todo cuerpo nuevo en el catálogo de la farmacología natural, á cuyo efecto cada una de aquellas Corporaciones de carácter oficial debería tener organizada una Comisión permanente con objeto de examinar, bajo el punto de vista farmacológico, terapéutico y químico, cada nuevo material; y otra, para llevar la estadística especial correspondiente de los resultados clínicos alcanzados, sobre cuyos extremos la Corporación en pleno debería fundar su definitivo dictamen. Tales trabajos serían de inmenso interés para el progreso filosófico de la terapéut ica y, por consiguiente, de la medicina; y fácilmente se comprende que si no están al alcance de las individualidades, por mucha que sea su competencia y autoridad, entran de lleno en el dominio de las colectividades facultativas, en las
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que cada individuo puede prestar útil cooperación segrln sus especiales aptitudes y aficiones; unos investigvando la procedencia natural del nuevo cuerpo propuesto; otros analizándole para descubrir los principios inmediatos que conteng-a; aquellos investí • g-ando cuanto se refiera á su modo de obrar sobre el organismo sano ó enfermo; otros, en fin, dando las regias más oportunas para que adquiera la nueva sustancia la forma más adecuada para sus usos terapéut icos .
Si tantos y tan complicados estudios exige la adopción de un nuevo material farmacéutico, más detenido examen requiere a ú n la adopción de un medicamento nuevo ya preparado, sea cual fuere el g ru po á que corresponda. Fác i lmente se convendrá en esto si se considera que á las investigaciones referentes á las primeras materias antes indicadas, tienen que agregarse las que exige el conocimiento de las alteraciones, más ó menos profundas y complicadas, que impriman en aquellas sustancias los diferentes cuerpos y agentes químicos y físicos que se bagan obrar y por cuyo motivo pueden desenvolverse propiedades útiles ó perniciosas, modificándose ó cambiándose las que antes manifestaran poseer. Sobre estos extremos, cuya dificultad no puede ocultarse á las personas entendidas, se lia de fundar la redacción de las reglas preparatorias de cada nuevo medicamento, y solamente por este camino pueden en r i quecerse las Farmacopeas, y t ambién despojarse de procedimientos poco meditados y acaso inconvenientes; porque no es pre. ciso consignar aquí que semejantes libros han de comprender sólo los medicamentos de propiedades mejor comprobadas por la experiencia, sin que excluyan por sistema los adelantos científicos, n i acepten con l i gereza innovaciones poco justificadas.
En esta materia—sentimiento causa decirlo — ¡cuánto dista lo que se hace de lo que tal vez debería hacerse! Yo, señores (lo digo ingenuamente) me estremezco siempre que considero la facilidad asombrosa con que el vulgo acoge esos numerosos remedios que por m i l ingeniosos modos se anuncian y se ensalzan, y que sin la menor
precaución se facilitan en todas partes á quien los pide, como si la salud y aun la vida fuesen cosas haladles. Muchas son las personas ilustradas, pero desprovistas de conocimientos médicos, que consideran h i jas de la ignorancia de otras épocas, que califican de atrasadas, las investigaciones de los alquimistas, ridiculizando su qu imérico y codiciado remedio universal, y no obstante, esas mismas personas aceptan con fé, verdaderamente infant i l , las cien panaceas con las que podrá ser que no hayan resuelto la inmortalidad los charlatanes contemporáneos, pero han logrado, sin d u da, transformar p rác t i camente en raudales de oro infinitas sustancias no más preciosas que las que usaban para tan ansiada transmutac ión , aquellos extraviados pero laboriosísimos padres d é l a moderna q u í m i c a . Y ¡qué mucho que así piéuse y obre el v u l go, más ó menos ilustrado, si no siempre se pueden librar de tan perniciosa inñuenc ia muchos de los doctos cultivadores de las ciencias médico-farmacéut icas! Lo decíamos antes y no creemos ocioso repetirlo: ¡cuántos medicamentos se preparan y se prescriben á nuestra vista cuya verdadera composición ignoramos los médicos y los farmacéuticos, sin que autoricen su uso otras razones que las que derivan de reducido número de problemát icas observaciones práct icas , poco conformes quizá con las teorías científicas mejor fundadas! ¿No es esto, señores, volver á los tiempos del más reprobable charlatanismo, p resen tándole revestido con los atavíos de una mentida y falsa ciencia? ¿Puede esto satisfacer aspiraciones de los que quis iéramos ver marchar en perfecta a rmonía la experiencia y la razón en las ciencias médicas como en las demás que toman el mundo físico por campo de sus investigaciones? Corregir esta viciosa marcha que retarda y entorpece el verdadero progreso, ra in indo por su base el prestigio de que merecen estar rodeadas las ciencias médicas; acumular observaciones exactas y numerosas; depurar las Farmacopeas y Formularios de los medicamentos de escaso interés, enr iquec iéndolos en cambio con otros de acción bien com-
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probada y debidamente preparados; combatir, con el precepto y con el ejemplo, la funesta fé que indebidamente inspiran remedios siempre peligrosos, puesto que no se conoce suficientemente su naturaleza; procurar que al empirismo rutinario y cie-g-o, sustituya la observación experimental g'uiada por la razón, sin preocupaciones sistemáticas contra lo antiguo, n i irreflexivas preferencias hacia lo moderno (que bueno y malo hay en todas épocas), sino aspirando siempre á lo mejor, sea cual fuere su orig-ent esta es, en nuestro concepto, la misión, grande y fecunda, que tienen que cumplir las Corporaciones médicas por lo que respecta al medicamento en g'eneral.
Para ello cuenta esta docta Academia con la ilustración probada y con el discreto entusiasmo de todos sus indivi'duos. ¡Ojalá que m i modesta personalidad pudiera contr ibuir á tan altos ñnes en la medida de mis deseos! Me reconozco, sin embargo, i n capaz de llegar hasta donde todos vosotros alcanzáis, y ún icamente me es dado ofreceros una voluntad decidida, siquiera no vaya unida á las otras dotes necesarias para hacerla fecunda. Tal cual es dignaos aceptarla, recordando que en las obras de la inteligencia, así como en las materiales, todos pueden prestar alguna utilidad; lo mismo el autor del plano y director de los trabajos que el modesto operario que ejecuta las más sencillas y mecánicas faenas.
Secundando en cuando se me alcance vuestras elevadas miras, procuraré , como oscuro obrero, hacerme digno de la elevada distinción que tan generosamente me otorgasteis hace tiempo l lamándome á vuestro lado y hoy des ignándome el asiento que he de ocupar entre vosotros.
Hasta a qui el discurso del Sr. Casaña, notable ciertamente por la buena doctrina que sienta y defiende y por el elevado concepto que tiene de las profesiones médicas . Y valen muchís imo estas propagandas pará detener esas corrientes de puro mercantilismo que todo lo desnaturalizan y todo lo trastornan, hasta el punto de que no parece que, en plazo breve, l legará remedio eficaz que
ponga término á estos desbordamientos, que tantos lamentan y que muchos, ya que no la mayoría , alientan con su indiferencia y aun con su protección decidida.
¡Que el mal es antiguo y que ha echado, en tanto tiempo, profundas raices! Perfectamente; pero adviértase que en estos años úl t imos ha crecido y se ha desarrollado por tal manera que aparecemos todos como contagiados del industrialismo terapéut ico y como compelidos á enaltecerle con g rav í s i mo daño de la seriedad que corresponde y que va aneja al ejercicio de profesiones verdaderamente científicas. Los progresos de las ciencias naturales; los portentosos descubrimientos de la química; los adelantos, en fin, de la terapéut ica y de la farmacología sirven admirablemente á los que comercian en medicamentos, por cuanto sus inventos y aderezos aparecen con un seductor barniz científico propio para atraer á las gentes y hacerlas caer en el lazo con habilidad suma tendido, y para que, aun los más refractarios, acepten compulsaciones clínicas que distan á las veces grandís imo trecho de la verdad y composiciones inmediatas de los productos farmacéuticos que no son rigorosamente exactas.
No sería prudente dejar á un lado lo antiguo por viejo y malo y lo moderno todo por demasiado nuevo, y sobre todo por la duda que engendra el diario charlataneo de los novísimos inventores de medicamentos. El trabajo de depuración es largo, requiere profundo estudio, manipulaciones repetidas de laboratorio, experimentación clínica concienzuda y sostenida; y así y todo, largo y penoso como es ciertamente ese trabajo, se impone de manera que sólo por tales medios podrá conseguirse que las cosas se encarrilen y que al fin venga el suspirado orden y acabe para siempre este desba-rajuste, desesperación de los médicos, cruel azote de los farmacéuticos y fuente de males, no bien conocidos, de los mismos pueblos, que admiten y aun aplauden ruidosamente la aparición de cientos de remedios que van voaiitando las fábricas y los charlatanes y curanderos de todos linajes y categorías .
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«¡Cuántos medicamentos se preparan y se prescriben á nuestra vista cuya verdadera composición ignoramos, sin que autoricen su uso otras razones que las que derivan de reducido n ú m e r o de problemát icas observaciones p rác t i cas , poco conformes quizá con las teorías científicas mejor fundadas!» Y tiene razón sobrada el doctor Casaña; pero ¿pueden poner el anhelado remedio las Corporaciones médicas? Indudablemente son las llamadas, en primer té rmino, á emprender activa campaña en pro de estas doctrinas; pero si su saludable labor no va acompañada por la propaganda que, arrancando de la cátedra , se difunda por todas partes, los resultados serán escasísimos y el mal crecerá en proporciones tan alarmantes que todo esfuerzo será entonces perdido para conseguir la destrucción del industrialismo mencionado.
En nunca bastante alabada oración inau-gural levantó formidable protesta ante la primera de nuestras Corporaciones médicas ilustrado académico; el Dr. Casaña repite con energía aquella protesta, y en los otros países hombres notables escriben combatiendo esa plaga funestísima que ha ido extendiéndose con rapidez vertiginosa por el campo de las profesiones médicas. ¿Y qué? ¿Se consigue de esta suerte, con manifestaciones de tarde en tarde repetidas, anular los esfuerzos poderosos de las era-presas, de los industriales y de los comerciantes? ¿No adivinan todos lo difícil que es alcanzar la victoria cuando se lucha con armas tan desiguales? ¿No se advierte con toda claridad que en estos negocios van mezclados crecidos capitales y que, por lo mismo, los elementos disponibles son verdaderamente de grande importancia comercial?
Ved por qué se impone la propaganda, pero la propaganda activa y constante que valga para deshacer la obra que han levantado los industriales y comerciantes con daño positivo de la farmacia y con perjuicio indudable de los mismos enfermos. Y los profesores son los primeros interesados en estos esfuerzos, sí quieren levantar el decaído prestigio de las profesiones que ejer
cen y si desean reconquistar el puesto que les corresponde y cumplir con su honrosa mis ión.
¡Que todo esto no tiene remedio! Pues dejad entonces que se densenvuelva aun más el comercio de medicamentos; dejad que impere el charlatanismo y que sea necesario cerrar, por inútiles, , las oficinas de farmacia; y aun así , no hab rá muerto la buena doctrina, sino que al contrario, cuando el novísimo sistema haya producido sus naturales resultados, los hombres de cien -cia, las personas ilustradas, la gente sencilla, los ignorantes, todos, sin excepción, se levantarán para condenar un desbordamiento- que h a b r á ocasionado tantos peligros y tan grandes males, y vendrá la reacción y con ella las trabas, las imposiciones extremas, la vigilancia estrecha, precauciones de todas clases, en fin, para evitar que re toñe el mal gravís imo que lamentamos todos y que combaten con verdadera resolución muy pocos.
¿No es preferible señalar el peligro y descubrir, sin dudas n i vacilaciones, la l laga que interesa curar á toda costa? Por eso precisamente nos complacemos en elogiar aquellos trabajos que, como el del Dr. Casaña, se dirigen á restablecer la doctrina que debe ser la base del ejercicio de las profesiones médicas .
R. P. GARCÍA..
E N P A Ñ O S M E N O R E S .
Prometimos, ha ya tiempo, trasladar á las columnas de nuestra Revista algunos párrafos del discurso que pronunció en la i n a u g u r a c i ó n de las sesiones de la Academia M é d i c o - Q u i r ú r gica el Dr . Espina y Capo, y al hacerlo hoy pa-récenos que no hay para qué aderezarlos con comentario alguno.
Son esos párrafos bien sabrosos para que necesiten de más fuerte condimento. Allá van ta l como se leen en el c í t a lo trabajo académico :
«En te rapéut ica es necesario que fijemos el f o r qué y el cómo de la adminis t rac ión de los medicamentos. No basta encontrarlos anunciados en la cuarta plana de los periódicos; no basta leer después algunas observaciones sueltas, recoger m á s tarde datos en las consultas y aun
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buscar noticias en las conversaciones m é d i c a s para después lanzarse á la adminis t rac ión de remedios desconocidos ó conocidos sólo en el nombre, porque esto no servirá nunca n i para la historia de esto s medicamentos, n i para la curación de los enfermos á que se aplican. La terapéut ica , ó es la ciencia de las indicaciones ó no es nada en medicina. Como ciencia, debe tener fundamentos sólidos y fijos, aspiraciones constantes, puntos de mira elevados. E l terapeuta debe poseer conocimiento exactísimo del medicamento que maneja en su const i tución ín tima, en su aspecto, en su manera de obrar, en sus acciones y , en una palabra, en cuanto constituye la materia médica, la farmacología, la farmacotaxia, la farmacodinámica, y, finalmente, la clínica terapéut ica de este medicamento . Obrar de otra manera es marchar en un barco sin brújula n i t imón , es lanzarse en una locomotora sin freno con las válvulas abiertas y sin maquinista; que tal vez salve distancias, que es fácil llegue á a lgún punto coa velocidad mayor que la guiada por inteligente maquinista, pero que también es fácil, es seguro, que se estrelle y no pueda dirigirse por sí misma, dando al traste, no solamente con los que se expongan á ser conducidos en ella, sino t ambién determinando un horror á este adelanto, á este progreso, que retrasa muchís imos años su aplicación. . .
»La química suministra cada día nuevas armas á la terapéut ica; va descubriendo medicamentos de gran potencia; agentes terapéut icos de una const i tución tan definida, de tal importancia, que á pesar de estos criterios que señalábamos en las líneas anteriores, estos agentes, que tienen verdadera aplicación , no han caido en el mayor descrédito merced á manos científicas que los emplean con tiempo y medida, y á las que se debe que no hayan desaparacido del cuadro de los medicamentos á fuerza de los abusos que con ellos se han hecho. Hay práctico que ios emplea sin conocerloá; q u é m á s , sin saber si son sólidos, l íquidos ó gaseosos; que no sabe si son blancos ó negros, si se administran á cucharadas ó en inyecciones hipodérmicas , si antes ó después de las comidas, si durante el s ín toma ó para precaverle, y , en una palabra, que extienden sus recetas con un desconocimiento tal,que ponen: «de la fórmula del Dr. X , la cantidad que el prospecto ind ica» , y muchas veces, cuando el prospecto no lo indica , van buscando aquí y allí entre sus compañeros , y axin entre sus cliented, noticia de cómo se empleó, de á qué clase de cuerpo pertenece, y después sigue ignorando su historia farmacológica
y sus aplicaciones terapéut icas . Si algo aprenden lo hacen á costa del pobre enfermo á quien se lo han administrado, y éste les cuenta lo que para aquel médico es una novela de Julio Verne, en la que las sorpresas van acompañando á cada uno de los personajes. Y no creáis que en esto soy duro; no creáis,que en esto exagero, pues á oídos de todos vosotros hab rán llegado los ecos lejanos de casos prácticos de este género, y todos sabéis también que habéis sido consultados como por incidencia y sin querer presentar el caso ta l y como él es por algunos médicos para darse cuenta de cómo admin i s t r ába i s algunos medicamentos.
«Ofcros los conocen, han leído algo de ellos; ya saben cómo se administran; hasta recuerdan algunas historias clínicas bien redactadas sobre sus acciones terapéut icas , pero los aplican como palo de ciego, pegue ó'no pegue, en cuanto creen llegado el caso, y sin más criterio que el de saber que combate un s íntoma de una manera i n falible y sin pausar si este s ín toma será algo necesario en la marcha de la enfermadad y algo esencial en la manera de ser del padecímiento, y así, en cuanto ven cuarenta grados, t e rmómet ro en mano y dándoselas de médicos avanzados y amigos del progreso, lánzanse á la admistración d é l o s ant i térmicoos y hasta no conseguir en esta lucha á brazo partido dos ó tres décimas menos de temperatura, dan dosis sobre dosis, medicamentos sobre medicamentos, y claro, a l guna vez rebajan esa temperatura tan temible para elios, pero como la temperatura es hija de la naturaleza misma de la enfermedad, vuelve á aparecer, y á la manera que los rios van serpenteando y para el viajero que sigue una línea recta aparecen y desaparecen, siendo así que solo s i guen su marcha, esta temperatura va apareciendo y desapareciendo en la marcha del padecimiento, y aquel que sigue la linea recta fatal de la adminis t rac ión de estos medicamentos, cree haber hecho desaparecer lo que no ha hecho m i s que perder de vista, y muchas veces perjudicando la manera de ser de la enfermedad.»
¿ E O ü í ü i S OJblÜiAL.
C O L E G I O O E F A R i M C E U T I C O S D E M A O R I D A.cta de la sesión orJinaria celebrada el día 29 de
Noviembre de 18á9. Presidencia del Sr. Gómez Pamo.
Abierta la seaióa á las nuere y diez minutos de la noche y leida el acta de la anterior, fué aprobada sin discusión.
09 LA FARMACIA ESPAÑOLA
E l Sr. Siboni p r e g u n t ó si la Sección económica había emitido dictamen acerca de la petición solicitada por la Sociedad Fa rmacéu t i ca de Barcelona para costear una lápida á la memoria del Sr. Formiguera.
Le contestó el Sr. Martinez Pacheco diciendo que la Sección habia dado dictamen, pero que ignoraba la causa de no haberse puesto á discusión. Rectifican ambos señores y acuerdan sea presentado en la primera ses ión .
•Se dió lectura de un informe de la Sección económica, referente al estero del local del Colegio, que fué aprobado sin discusión.
Asimismo ds otro dictamen referente á con -t r ibu i r á una suscrición para levantar un monumento á la memoria del botánico español señor Lóseos. Puesto á discusión,'¡fué combatido por el Sr. Argenta, que cree debe el Colegio contribuir á la indicada suscr ic ión .
Consume un turno en pro del dictamen el Sr. Martínez Pacheco, haciendo ver al Colegio que este no dispone de fondos, n i cantidad suficiente consignada en ios presupuestos.
E l Sr. Siboni consume el segundo turno en contra; rectifican ios Sres. Argenta, Siboni y Pacheco é intervienen los Sres. Moragas y Ortega, quedando retirado el dictamen por el señor Pacheco con obligación de presentarlo nuevamente redactado en la sesión próx ima.
Se dió cuenta de haberse recibido una carta del farmacéutico D. Francisco Montero, acompañada de una caja con muestras de cápsulas fabricadas por el mismo, solicitando informe del Colegio, acordándose remit i r este asunto á la Sección científica para que emita dictamen.
Se dió lectura de u u oficio del Colegio de farmacéuticos de Sevilla, invitando á este á prestar su apoyo y concuráo en una causa seguida en dicha ciudad contra los drogueros. En vista de haberse recibido con retrajo el mencionado oficio y en atención á que, según el Sr. Siboni, se había ya fallado y por lo tanto resuelto el indicado asunto, el Colegio acordó contestar felicitándose del éxito obtenido.
Y no habiendo m á s asuntos de que tratar, se levantó la sesión á las diez de la noche.
E l Secretario, RICARDO DE LA PUERTA.
SEOCIÓN CIENTÍFICA
E L I C T I O L . Y E L T I O L
La materia que sirve para preparar el prime
ro de estos compuestos es el producto de la desti lación de las rocas bituminosas del T i ro l , en las cuales se encuentran pescados fósiles. Se trata esta materia, que contiene ya azufre, por ácido sulfúrico concentrado y se neutraliza enseguida con el carbonato de sosa. La sal obtenida tiene la apariencia de la brea; posee una acción débi lmente alcalina y la consistencia de la vaselina. Es soluble en el agua, así como en una mezcla de alcohol y éter ; es miscible en todas proporciones con las grasas y con los aceites. Se prepara igualmente una Sal amoniacal.
Según los anál is is de Baumann y Schotten, la sal de sosa desecada sobre el ácido sulfúrico posee la composición centesimal siguiente:
Por loo
Carbono 55,05 Hidrógeno 6,06 A z u f r e . . . . . . . . 15,27 Sodio 7,78 Oxígeno * 15,83
Su fórmula bruta será, pues, C ^ H ^ ^ N a ^ 1 2 . Esta es, como se ve, la sal de un compuesto sulfonado análogo, por ejemplo, á los ácidos benzino-sulfúricos. E l azufre que contiene en fuertes proporciones proviene en parte del producto pr imit ivo y en parte del ácido sulfúrico.
La sulfonización rinde el aceite sulfurado soluble en el agua, lo cual hace del ict iol un compuesto muy diferente de las combinaciones orgánicas sulfuradas utilizadas hasta el presente.
Introducido en la t e rapéut ica por Unna en 1883, el ict iol se ha hecho un medicameuto muy utilizado en Alemania en estos ú l t imos años. Se emplea al exterior en pomadas, mezclado á la vaselina ó á la lanolina en soluciones acuosas ó etereo-alcohólicas. La dosis varía de 0,5 á 1 por 100 (escoriaciones de los niños) hasta 80 por 100. A l interior se le da en pildoras de 10 centigramos (1 á 4 pildoras tres veces por día), en cápsulas, raramente en solución acuosa, en razón de su sabor desagradable.
E l ict iol del cual venimos hablando es suministrado al comercio por una casa de Hamburgo. M . Jacobsenha sacado privilegio de un producto muy análogo al ict iol y destinado á hacerle concurrencia. Le ha dado el nombre de t i o l .
El autor utiliza para preparar el t io l el aceite de gas del comercio que contiene entre los carburos saturados de la serie grasa, los carburos de las series etilénica y aceti lénica. So calienta este producto al baño de aceite á una tempera-
L A F A R M A C I A ESPAÑOLA 23
tura de cerca de 215° y se añade poco á poco la flor de adufre. La sulfuracióu de los carburos se hace con desprendimiento de h idrógeno sulfurado. Según la mayor ó menor cantidad de azufre añadido, se obtienen m á s ó menos carburos sulfurados. Se sulfoniza en seguida la materia á favor del ácido sulfúrico concentrado, el cual dá el ácido t io l sulfónico, y se neutraliza con el amoniaco. Esta sal amoniacal es el t i o l de Ja-cobsen.
Las propiedades químicas del t io l son aná logas á las del ic t io l . Como este ú l t imo , el t io l es soluble en el agua así como en una mezcla de alcohol y éter . Puede emplearse al exterior bajo la forma de pomada (Vao)» 7 al interior del mismo modo que el ic t iol . Posee las mismas propiedades t e rapéu t icas .
V. M .
ACCIÓN DEL OXÍGENO SOBRE L A S S U S T A N C I A S O R G Á N I C A S
por D . J o s é Rodr iguez Car rac ido
Los reactivos químicos pueden considerarse como herramientas susceptibles de modificar las sustancias sobre que ac túan , y como un mismo filo de acero, siendo en todas ocasiones i n s t m -mentó cortante, obra de diferentes modos, según las piezas accesorias y las formas que intervengan en su acción, así el mismo reactivo dentro de un tipo fundamental determinado por su naturaleza qu ímica puede actuar en varios modos é intensidades según los mecanismos accesorios de la forma en que se emplee, correspondientes en cada caso á la combinación de que forma parte ó á la reacción en que se desprenda. Si siempre es impor tan t í s imo para el químico conocer todas las gradaciones de fuerza, desde la mín ima hasta la m á x i m a potencia de las herramientas que manejado es a ú n mucho m á s , t ra tándose de las sustancias orgánicas , que por su extrema alterabilidad requieren exquisita prudencia en el uso de los agentes que han de intervenir en su modificación. Son, en su delicada flexibilidad, como las llamas que oscilan al impulso de ráfagas apenas sensibles.
Como tipo de estas gradaciones, expondremos la acción del oxígeno sobre las sustancias orgánicas.
La forma m á s sencilla de emplear el oxígeno es ponerlo en estado libre, en contacto directo con la substancia; pero si la mezcla está seca y no interviene alguna energía, generalmente no bay acción, ó es tan lent ís ima, que no puede u t i
lizarse como procedimiento químico. Si la mezcla está húmeda , en muchos casos se verifica una oxidación progresiva, que por grados insensibles y con cierta lenti tud conduce á la oxidación máxima de los elementos combustibles que constituyen la sustancia orgánica, y si concurre la luz el fenómeno acrecienta su intensidad y rapidez.
La acción del oxígeno se aviva mediante el calor, y si éste aumenta hasta llegar á las altas temperaturas, la sustancia se quema, convirt iéndose brevemente en agua, y ácido carbónico, productos finales d é l a completa oxidación de las sustancias o rgán icas .
» Entre el oxígeno seco á la temperatura ordinaria, que puede considerarse como el punto inicial de la acción oxidante, y el oxígeno á elevada temperatura, que representa el momento final, tenemos extensa serie de mecanismos i n termedios de los cuales nos ocuparemos en detalle.
Para dar idea de cuán gradual debe ser la acción de este agente qu ímico , nos valdremos de un ejemplo que .arranque de un hidrocarburo y termine en la oxidación m á x i m a :
C2H6.. . H id ru ro de etileno. C H W Alcohol et í l ico. C2H40 Aldehido etílico. C W ) 2 E t i ig l i co i . C2H402 Acido acé t i co . C2H403 Acido glicólico. Q2jj4Q4 2 molec. de ácido fórmico. C2H204 Acido oxál ico. C204-i- H20 Acido carbónico y agua.
En los ocho grados por que pasa el carburo de hidrógeno, ya fijando oxigeno ya perdiendo h i drógeno, se llega al l ími te ds oxidación; pero debe advertirse que en este caso y en todos sus análogos no se puede pasar con precisión de uno á otro grado: tbdos los mecanismos oxidantes son demasiado toscos para esta obra tan delicada, y la herramienta en unos pantos se queda eseasa y se extrama en otros. Ea la ox i dación de toda sustancia orgánica siempre se producen s imul táneamente varios té rminos de la serie.
Si empleamos el oxígeno l i b r e e n estado de ozono, entonces, aun seco y á la temperatura ordinaria, oxida las sustancias o rgán icas , y la rozón es la siguiente:
Procede el ozono de la condensación endoté r mica del oxígeno normal, y, por lo tanto, al recobrar su volumen y caracteres primit ivoá desprende las 29,6 calorías que ea sa m o ' é j u b
24 L A FARMACIA E S P A Ñ O L A
estaban retenidas en estado potencial, y la acción qu ím ica del oxígeno se refuerza considerablemente con el concurso de esta cantidad de energía física, de lo cual se deduce que, para apreciar todas las formas de los oxidantes, son indispensables los datos te rmoquímicos de las reacciones correspondientes. Desde luego se comprende que los mecanismos h a b r á n de ser tanto más suaves y, por consiguiente, más complicados cuanto la oxidación sea más leve y se halle en sus primeras fases, porque entonces el combustible aún es mucho y la combust ión tenderá á las formas violentas.
El momento inicial de las oxidaciones podemos representarlo por la conversión de un h i drocarburo saturado en el alcohol monoatómico correspondiente; verifícase entonces tan sólo la adición de un á tomo de oxígeno, cedido por el óxido argént ico después del siguiente rodeo:
C2H« + 2Cl=CaH5Cl +-C1H 0*11*01-f-C2H3AgOa=G2H3 (02H5) 0 2 + C l A . g C2H3tC2H5) G2 +KH0=:C2H3K02-f-02H6O
En este cielo de reacciones se ha convertido el hidruro de etilo en su primer grado de oxidación—el alcohol et í l ico—mediante el transporte de la plata de una combinación oxidada á otra clorurada, para fijar el á tomo de oxigeno que del metal se separa sobre el grupo etílico. Toda esta complicación con los mullidos de las reac clones accesorias se necesita para que el hidrocarburo no se exceda en su combus t ión .
Oomo el óxido argént ico es un compuesto de formación débilmente exotérmica (desprende tan sólo siete calorías por molécula (A.g20)) con m u cha frecuencia.forma parte de estos mecanismos oxidantes, los cuales son m á s sencillos que el anterior cuando se aplican á sustancias ya oxidadas. Por ejemplo:
04H60'iH-2Br=C4HsBr04+BrH C4H3BrO*-í-AgHO=BrAg+04H6O5
Por el mecanismo del caso anterior, pero simplificado, se transforma el ácido sucínico en el oxisucínico ó málico. Se trata de una sustancia anteriormente oxidada y ya no se necesitan tantos atenuantes.
Como el ioduro argént ico es en su formación m á s exotérmico que el bromuro, despren le 24,8 calorías, mientras que éste se detiene en 23,6; esta diferencia de una 1,2 caloría á favor del p r i mero determina que en algunos casos se prefiera un derivado iodado á un bromado, y esto sucede cuando se trata de oxidar una sustancia, no jpor una sencilla adición de oxígeno como en el
caso anterior, sino por una sus t racción parcia. de carbono, como en este ejemplo:
07H605+41=07H4I20!!4-2IH 0 7 H 4 P 0 3 + 2 A g H O = 2 1 A g + 0 O 2 4 - 0 « H « 0 3 El ácido salicílico pierde un á tomo de carbo
no que se separa al estado de ácido carbónico y se convierte en pirogalol, cuerpo m á s oxidado que su generador por pérdida de un á tomo de los elementos combustibles.
Es^os mecanismos son muy regulares en sus efectos, porque el oxígeno se desprende con tasa y ac túa por rigorosa sus t i tuc ión; pero esta regularidad desaparece por completo cuando el oxígeno obra en estado naciente, desprendiéndose en cantidad indefinida de las varias mezclas productoras de este elemento. Innecesario es adver-tfr que desde luego está proscrito el empleo de aquellos cuerpos que sólo desprenden oxígeno á elevadas temperaturas, porque en este caso las sustancias orgánicas se quemar ían totalmente. Tan sólo si se desea la oxidación de sus elementos destruyendo la sustancia, como sucede en algunos de los procedimientos adoptados para determinar cuantitativamente el azufre contenido en un cuerpo orgánico, podrán emplearse los bióxidos de bario y manganeso, el clorato y n i tratos potásicos y los oxidantes análogos . En los demás casos sólo pueden utilizarse los cuerpos ó las mezclas de cuerpos que desprenden oxígeno á temperaturas suaves.
Es el agua oxigenada un cuerpo usado en ocasiones como oxidante y oxidante enérgico. Por la circunstancia de ser una combinación endotérmica que al descomponerse en esta forma
H202=H20-t-0 desprende con el á tomo de oxigeno 22 ca lor ías , las cuales, como en el caso del ozono, avivan la reacción formando un sistema complejo en que se suma la descomposición exotérmica del reactivo con las acciones también exotérmicas do la oxidación de la sustancia orgánica , pero esta riqueza de energía física, como en el caso de las elevadas temperaturas, violenta y precipita al fenómeno químico , haciendo imposible precisar mediante una ecuación química el grado de la oxidación; ésta se verifica con gran i r regularidad.
La mezcla de bicromato potásico y ácido s u l fúrico despreade oxígeno mediante un calor suave; pero añadiéndole una sustancia orgánica , principalmente un alcohol, el desprendimiento se verifica en parte á la temperatura ordinaria por ser muy exotérmico el sistema formado por los tres cuerpos, el oxígeno se desprende en cantidades indefinidas y la sustancia orgánica se
LA F A R M A C I A ESPAÑOLA 25
oxida s imul táneamente en diferentes grados, como se observa en la obtención del ácido valer iánico mediante el alcohol amílico que desde el cuerpo generador, que en parte subsiste inalterado, se pasa al aldehido, al ácido y á otros ácidos de superior grado de oxidación, persistiendo las muestras de estas acciones de varia intensidad en el producto resultante.
La mezcla del bióxido de ¿manganaso y el ácido sulfúrico t ambién desprende oxígeno á temperatura moderada; pero juntándose los efectos del calor con los de la corriente del gas en proporción idefinida, conducen á resultados aún más irregulares que las del caso anterior. Por este medio se convierte la fécula (C6Hl0Os)n en ácido fórmico (0H2O2]; pero es imposible representar por una n i por varias ecuaciones las fases de esta conversión, y aún más imponible conocer las condiciones que determinan el tanto por ciento de producto, porque siempre hay considerable pérdida que en lo irregular de la oxidación liega al l ími te , convirt iéndose en agua y ácido carbónico, ó se queda retrasada no llegando al ácido fórmico; y las mismas reflexiones podrían extenderse á la t ransformación de la sa carosa (C!l2H22011) en ácido oxálico (02H204) mediante la acción oxidante del ácido n í t r ico .
Pero a ú n no son estos mecanismos los más complicados é irregulares. Como el agua regia al actuar sobre los metales puede ser oxidante ó clorurante ó las dos cosas á la vez en el proceso de la reacción, t amb ién en algunos casos las sustancias orgánicas experimentan s imul táneamente ambas acciones, como sucede en la preparación del dora l , en la que el alcohol, sobre todo si está algo hidratado, se transforma en i n numerables productos oxidados y clorados. Entonces los mecanismos oxidantes tocan el máx imum de su complicación, las ecuaciones químicas son impotentes para representar sus efectos y sólo el empirismo sirve de guía en las práct icas del laboratorio.
{Revista Cientijica.)
A C T I V I D A D COMPARADA
for M . G. Bardet.
Estas investigaciones han sido hechas con la digital ina, sea amorfa, sea cristalizada, denomi-da digitoxim por lo» alemanes, y con la digita-leina, llamada digitalina en Alemania.
Canclusiones. — La digitalina cristalizada y la digitalina amorfa, preparada según la fórmula del Codw francés, son, enteramente solubles en
el cloroformo; tienen una actividad idéntica y son siempre comparables en sus efectos.
La digitoxina alemana es incompletamente soluble ea el cloroformo, y su actividad es, según las muestras, dos á tres veces menos que la de la digitalina del Codea.
La digüaleina francesa y la digitalina alemana, ambas solubles en el agua é insolubles en el cloroformo, no son productos definidos; tienen una acción semejante y una actividad sensiblemente igual, pero su actividad parece ser veinte á treinta y cinco veces menos que la de la d i g i talina del Codex ó digitalina clorofórmica. De otra parte, es posible que la acción sobre el corazón no sea exactamente la misma que la acción de la digi ta l ina del Codex.
C R Ó N I C A S
N e c r o l o g í a . — El día 2 del corriente Enero falleció en Madrid el Dr. D . Pedro Gil y Municio, primer farmacéutico de la real Cámara . E l señor Gi l j Municio era muy apreciado por sa carácter llano y sencillo y por el celo con que se consagró siempre al cumplimiento de sus deberes en el alto cargo que desempeñaba en la real casa. Ingresó en la oficina de farmacia de S. M . por oposición, y en este establecimiento, que ha dado tanta gloria y tanta honra á la farmacia patria, llevó á cabo el Sr. Gi l y Municio muy estimables trabajos científicos, algunos de los cuales mereció el primer premio de la Real Academia de Medicina. Entre sus escritos científicos merece citarse el discurso que redactó para hacer los ejercicios de doctor en la Facultad de Farmacia, discurso que versa sobre los embalsa' mamientos y en el cual aparece una reseña h i s tó rica muy notable y un estudio concienzudo de la conservación de cadáveres .
Después de la revolución de Setiembre, se dedicó el Sr. Gil v Municio á los negocios bursáti les, y al reorganizarse la real botica, ocupó el puesto de segundo farmacéutico de cámara hasta que, á la muerte de D . Joaquin Raquero, ascendió á jefe de aquella oficina. No obstante las ocupaciones anejas á su alto cargo, tomó parte en las manifestaciones de la clase, concurriendo á la Exposición farmacéut ica nacional de 1882, en la que obtuvo honroso premio.
Amigo cariñoso y buen compañero , lamentamos profundamente su muerte, y acompañamos en su dolor á nuestro antiguo amigo y condiscípulo D . Felipe Gil y Municio y á toda su apre-ciable familia.
se L A F A R M A C I A ESPAÑOLA
En el mismo día y casi á la misma hora falleció, también en Madrid, el Dr. D. Alfonso del Busto y Lopez, Este distinguido farmacéutico fué a.vudante de clases práct icas en la Facultad de Farmacia; hizo oposición á uua plaza de catedrático supernumerario, dis t inguiéndose en los correspondientes ejercicios, y por ú l t imo, se dedicó solamente al ejercicio de la profesión, adquiriendo la antigua botica de Androver en k calle de la Montera, que desempeñó algunos años el difunto D. Manuel Rioz. E l Sr. Buato era, pues, un profesor muy distinguido, y que supo conservar su oficina con un crédito notable. Su muerte ña sido muy sentida: hombre de ciencia, práctico concienzudo, buen amigo y compañero excelente, el Sr. Busto deja g ra t í s i mos recuerdos en la clase á que pertenecía.
¡Descanse en paz!
También en el mismo día mur ió en Madrid el subinspector farmacéutico de segunda clase del cuerpo de Sanidad mil i tar D . Míinuel Negro y Fernández .
— E l día 1.° falleció, á l o s 17 años de edad, la señorita doña Dolores Lletget y Asnero, hija de nuestro difunto amigo D. Augusto, y hermana del Dr. D . Emilio Lletget. Tomamos parte en la honda pena que añige á esta familia tan castigada por estas terribles desgracias en estos ú l t i mos años.
—En los úl t imos días de Diciembre pasado falleció el Sr. D . Manuel Fe rnández Jodar, farmacéutico que ha ejercido la profesión muchos años en la calle de Embajadores de la corte. E l Sr. Fernández mereció siempre el afecto de sus compañeros por sus bellas prendas de carácter y por el decidido concurso que prestaba á todo trabajo dir igido á la. defensa de los derechos ó intereses de la clase.
¡Descanse en paz!
Ccn profundo sentimiento participamos también á nuestros lectores el fallecimiento de nuestro co mpañero el Sr. D. Felipe de Zuazagoitia, acaecido en esta corte el 27 de Diciembre ú l t imo.
E l Sr. Zuazagoitia ejerció hace años en Madr id , después en la provincia de Vizcaya, su país , y ú l t imamen te vivía retirado de su profesión en esta corte.
F u é un farmacéutico muy ilustrado y pundonoroso, y como amigo y ciudadano podríamos presentarle como modelo, por lo que contaba con numerosas y buenas amistades, las cuales sentir á n vivamente la pérdida de tan excelente compañero.
Reciba su desconsolada familia la expres ión de nuestro sentido pésame .
Saludo. — Sa ludamosca r iñosamen te al nue vo colega La Farmacia Moderna, revista decenal, profesional y científica que se publica bajo la i n teligente dirección de los Sres. Siboni y Bel lo-gín . E l nuevo periódico viene á compartir las tareas periodísticas con el propósito laudable de defender los intereses y derechos de la clase farmacéut ica ; y al saludar sa aparición, debemos en primer t é rmino mostrarnos agradecidos á las lisonjeras inmerecidas frases que nos dedica y debemos también desearle muy larga y robusta v ida .
Escritores muy distinguidos los Sres. Bello-gín y Siboni, por seguro tenemos que la nueva publicación que dirigen será muy bien acogida por los compañeros , alcanzando sus trabajos aquella merecida recompensa y aquel éx i to que debe en justicia otorgarse á los que, como nuestros amigos, tienen un nombre y una reputación legí t imamente adquiridos por sus mér i tos y por sus aplaudidas obras.
uEl Crisol f a r m a c é u t i c o . » — H e m o s tenido el gusto de recibir dos números del periódico que se publica en Caracas con aquel t í t u lo , órgano defensor de los intereses profesionales.
Agradecemos muy de veras la visita de nuestro colega, á la que desde luego correspondemos.
L o sentimos.—Ha dejado de publicarse la Revista Popular de Conocimieníos úti les, estimable colega que ha visto la luz en Madrid durante las diez años ú l t imos .
Sentimos la desaparición de esta ilustrada Revista, tanto más cuanto que mantuvimos siempre con ella relaciones de excelente compañer i smo.
Protes ta general .—A propósito de lo que ocurre en la farmacia del Hospital m i l i t a r de Badajoz, dice nuestro apreciable colega Semanario Farmacéutico lo siguiente:
«Cuando por hechos conocidos y noticias propaladas por los periódicos noticieros, podría pensarse estaba próxima la hora de que desaparecieran los abusos , ó al menos se evitasen, vemos con profundo sentimiento que el mal se extiende con tal carácter , que se impone la necesidad de que aunadas todas las voluntades y como un solo hombre, la clase farmacéut ica acuda á las Cortes para que, al discutir el presupuesto, se consigne de modo explícito en él y se fije la l imitación que deben tener dichas expendedur ías en su negocio, para no perjudicar sagrados
LA FARMACIA ESPAÑOLA
intereses que se hallan al abrigo de la ley . Y mejor a ú n , puesto que á pesar de las ofertas hechas, los abusos cada día toman mayor vuelo: que se pida funcionen las mismas á tenor de lo dispuesto en la ley de Sanidad y Ordenanzas de farmacia vigentes. Deben nuestros comprofeso res, por partidos y provincias, suscribir exposiciones en dicho sentido, que no fal tarán diputados y senadores que se encarguen de presentarlas y apoyarlas debidamente y según lo exige la justicia y hasta la salud pública. »
L a resorcina y los á c i d o s sa l i c í l i co y fénico.—Cuando se añade á una solución de resorcina en agua ó en alcohol algunas gotas de hipoclorito de sosa, se produce una coloración violeta que pasa muy pronto á amarilla. Si se calienta y añade nuevo hipoclorito, el l íquido se vuelve amarillo rojo oscuro ó pardo oscuro. La coloración violeta que se forma desde luego es aún manifiestamente aparente en una solución que contenga una parte de resorcina por 10.000 de agua. Con el fenol, ácido saiicíiico ó el ben-zóico, no hay coloración violeta; el l íquido permanece incoloro y aparece débi lmente fluorescente. Solo cuando se caliente se vuelve ligeramente amarillo.
Por otra parte, si á una solución de resorcina se añaden algunas gotas de amoniaco, después otras de hipoclorito de sosa, el l iquido adquiere un color rojo violáceo fugaz que pasa á amarillo. Las soluciones de ácido saiicí i ico, benzóico y de antifebrina no se colorean en estas condiciones; la de fenol se vuelve azul verdosa.
E q u i v o c a c i ó n fatal.-—De A ¿Medicina Contemporánea de Lisboa.
«Dice un proverbio—no bebas cosaque no veas—y reñérense numerosos casos fatales por cambio de medicamentos. Ultimamente la mujer de un médico muy conocido en Harlem, que sufría insomnios, levantóse de noche para tomar una solución de bromuro de que habitualmente hacía uso. Desgracisidamente engañóse y tomó la solución de morfina de Magendie que ten ía en otro frasco, absorbiendo ocho decigramos del alcaloide. A. pesar de todos los socorros mur ió á las tres horas.»
CORRESPONDENCIA P A R T I C U L A R DE «LA FARMACIA ESPAÑOLA.»
Sevilleja de la Jara.—M. C—Pagado fin Diciembre 89.
Palma.—-J. B.—Recibida libranza. Hospital de Orbigo.—P. A.—Pagado fin D i
ciembre 89.
Fuente el Sol.—P. G.—Id . fin Diciembre 90. Nalda —O. A . — I d . fin Octubre 90. Alcaraz.—E. N . — I d . fin Diciembre 90. Madrid .—R. M . — I d . fin Diciembre 90. Lerin.—E. M . — I d . fin Diciembre 89. Areifiiega.—O. G-.—Id. fin Diciembre 90. Viniegra de Abajo.—N. G. P .—ld . fin Junio 90. Santiago — M . S.—Id fin Diciembre 90. Grado.—R. S. P . - I d . fin Diciembre 90. Bi lbao ,—M. G.—Id. fin Diciembre 90. Paimogo.—S, R.—Id fia Junio 90. Málaga .—A. B . — I d . fin Diciembre 89. Pamplona. ~ M . M . — I d . fin Diciembre 90. Puebla de A r g a n z ó n . — R . Z . — I d . fin Diciembre
del 90. S a n t o ñ a . — J , L . L . — Contestado part icular
mente. Santander.—E. C.—Servido. La Mata.—F. S. C—Pagado fin Diciembre 90. Cenicero.—P. F . B .—Id . fin Junio 90. Oatur.—P. M . — I d . fin Diciembre 90. Carcastiilo.—V. Se ha cambiado dirección. Albarracín.—M. L—-Pagado fin Junio 89. Carcastiilo . — V . V . — I d . fin Diciembre 90. Tineo.—V. A . — I d . fin Diciembre 90. Pi t i l las .—M. S .—Id. fin Inciembre 90. Parrillas.—A. H . C.—Id. fin Diciembre 90. Valencia de A l c á n t a r a . — F . D . A . — I d . fin D i
ciembre 89. Pollenza.—J. R.— Id . fin Diciembre 89. Bilbao.—F. R . — I d . fin Diciembre 90. Villanueva de los Castillejos.—J. T. R . — I d . fin
Diciembre 89. Alpera .—J. J. N . — I d . fin Diciembre89. Velez-Rubio.—J. P. F .—Id . fin Diciembre 89. Jerez dé lo s Caballeros.—S, C. C — I d . fin D i
ciembre 90. Jerez de la Frontera.—F. C — I d . fin Diciembre
del 90. Villoslada.—S. M . — I d . fin Diciembre 89. Campillo de Ranas.—S. O .—Id . fin Diciembre
del 90. Á l g e t e . — L . O . — I d . fin Diciembre 90. Miedes.—F. G. — I d . fin Diciembre 90 . Villafrauca de Navarra.—J. I .—Servido. Ghafarinas.—R. S. M.—Contestado part icular
mente. Valencia.—L. A.—Suscrito desde I.0 Enero 90. Echalaz.—J. M . T.—Pagado fin Diciembre 90. Cazalla de la Sierra. - J . H . — I d . fin Diciembre
del 90. Viilamayor de Campos.—R. R.—Se han enviado
n ú m e r o s . , Vega de Ruiponce.—Q. C—Pagado fin Diciem
bre 90. .
á 8 L A F A R M A C I A ESPAÑOLA
A N U N C I O S
Por haber adquirido otra su dueño , se vende una farmacia de nueva cons t rucción . Para m á s detalles, dirigirse á D . Manuel A l io , vecino de Falces (Navarra). (2)
— URGENTE: Hace falta un regente para Rascafría (provincia de Madrid). Se le abonarán 10 reales diarios, asistencia y viaje pagado. A l que lo desee, que se dirija á D , Manuel Peña, en el expresado pueblo. (2)
— PRACTICANTE: Necesita uno instruido en el despecho D.Francisco Zunzúnegu i , farmacéutico en Espino de la Orbada (Salamanca). Dirigirse á dicho señor con condiciones j referencias .
— VENTA: Por retirarse su dueño de la profesión, se vende la antigua y acreditada botica de Esparza, establecida en Pamplona, Se halla bien surtida de medicamentos y específicos, contando con buena clientela dentro y fuera de la población.
Para cuantos detalles se deseen, dirigirse en Madrid á D . Ciríaco Menguialday, calle de las Conchas, 1, 2.°, 7 en Pamplona á D . R. Erice, calle de Zapatería , 35, farmacia. (2)
— Se vende la única farmacia establecida en Villafranea de Navarra, pueblo de 800 á 900 vecinos, con estación de ferrocarril; por la asistencia á los pobres dan m i l pesetas, y además se surte otro pueblo por el que dan 200 robos de t r igo .
Para m á s detalles, dirigirse á D . Gavino Fe rnández , residente en dicha v i l l a . (P)
— Por retirarse su dueño de la profesión, se vende la única farmacia establecida en un pueblo de m á s de 500 vecinos de la provincia de A v i l a . Tiene de t i tu la r por 75 pobres, 3.000 r s , pagados por trimestres vencidos.
Para más detalles, dir igi ise á D . Fernando Vi l l a r , en Navaluenga, A v i l a , (3)
—FARMACIA: Por defunción de su dueño se vende una acreditada en Puertollano, provincia de Ciudad-Real, población importante tanto por sus aguas cuanto por sus fábricas de fundición y cuenca caibonífera.
Para informes dirigirse á D o ñ a Juliana H o l gado, viuda de Gascón, en dicha población. (P)
—Un practicante de 30 años de edad y doce de práct ica en droguer ía y farmacia, desea colocarse. Dirigirse á D. Carlos Llamas y Muñoz, farmacéutico en Estepa (Sevilla), calle Castillejos, n ú m , 6. (P)
— FARMACIA EN VENTA EN BADAJOZ: Por defunción de D . Je rón imo G. Orduña se vende la farmacia que fué de su propiedad, de nueva construcción y con grandes existencias, así de drogas como de específicos y ar t ículos or topédicos . Se encuentra situada en el centro de la población y la tasación de la misma se h a r á con grandes rebajas, dando facilidades para el pago por no tener derecho á colocar regente.
Dirigirse á su hermano D. Rafaél G. Orduña , xnédico^Alamo, 7. (P)
— Se necesita un dependiente instruido en el
despacho. Diríjanse con condiciones á D. Manuel López, farmacéut ico de Linares ( Jaén) . (1)
—Se desea un practicante de farmacia, maj o r de 24 años , soltero y bien instruido en la práctica farmacéutica y que haya practicado ¡en capital de provincia, sobre todo en Madrid, con buenos informes. Dirigirse á D . Emi l io Corpas, Santander. (P)
—PRACTICANTE: Se necesita uno joven y soltero. Dirigirse (indicando edad, tiempo que lleva practicando, pretensiones y la farmacia ó farmacias en que hayan adquirido toda su p r ác tica) á D . C, R. Santoyo, en Linares, provincia de Jaén . Hay colegio agregado al I n s t i t u t o . (P)
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