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REVISTADEARAGON SEMANARIO DE CIENCIAS, LITERATURA Y ARTES. NÚM. 4. — DOMINGO 27 DE OCTUBRE DE 1878. SUMARIO. I.- Crónica semanal, por D. B. Mediano y Ruiz. II.- Cervantes y Zaragoza, por D. Jerónimo Borao. III.- El movimiento continuo (conclusion), por D. Pablo Ordás y Sabau. IV.- La Madre , por doña María de la Concepcion Gimeno. V.- Bergidum republica ó la antigua Rivagorza (conclusion), por D. Joaqu VI.- Sistemas penitenciarios y establecimientos penales en España , por D. Joaquin Marton y Gavin. VII.- Cena y sepulcro (traduccion de Soutary), por B. M. VIII.- Espectáculos, por C. IX. - Miscelánea y anuncios (en la cubierta). ZARAGOZA IMPRENTA DEL HOSPICIO. 1878

REVISTA DE ARAGO N - Diputación de Zaragoza€¦ · que la invicta ciuda ha tributadd o al jóven Rey que, despues de llevar á feliz término la pacifica-cion de la Península,

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Page 1: REVISTA DE ARAGO N - Diputación de Zaragoza€¦ · que la invicta ciuda ha tributadd o al jóven Rey que, despues de llevar á feliz término la pacifica-cion de la Península,

REVISTA DE ARAGON

S E M A N A R I O D E C I E N C I A S , L I T E R A T U R A Y A R T E S .

NÚM. 4. — DOMINGO 27 DE OCTUBRE DE 1878.

SUMARIO.

I.- Crónica semanal, por D. B. Mediano y Ruiz. II.- Cervantes y Zaragoza, por D. Jerónimo Borao.

III.- El movimiento continuo (conclusion), por D. Pablo Ordás y Sabau. IV.- La Madre, por doña María de la Concepcion Gimeno.

V.- Bergidum republica ó la antigua Rivagorza (conclusion), por D. Joaquin María de Moner. VI.- Sistemas penitenciarios y establecimientos penales en España, por D. Joaquin Marton

y Gavin. VII.- Cena y sepulcro (traduccion de Soutary), por B. M.

VIII.- Espectáculos, por C. IX. - Miscelánea y anuncios (en la cubierta).

ZARAGOZA IMPRENTA DEL HOSPICIO.

1878

Page 2: REVISTA DE ARAGO N - Diputación de Zaragoza€¦ · que la invicta ciuda ha tributadd o al jóven Rey que, despues de llevar á feliz término la pacifica-cion de la Península,

MISCELÁNEA.

En el número pasado, y en la sexta linea del ar-tículo Sistemas penales del Sr. Marton y Gavin, donde

dice incomparables debe leerse incompatibles.

Accediendo a los deseos manifestados por algunos señores suscritores, y á contar desde el presente nú-mero, la REVISTA llevará siempre cubierta de color:

sus dos últimas páginas las dedicaremos á los anun-cios que nos remitan los señores comerciantes de esta

capital y nuestros corresponsales de Madrid y pro-vincias.— Los precios insercion seran módico y

convencionales.

Muy en breve, segun tenemos entendido, se reanu-darán las conferencias que con general aplauso y con

tanto lucimiento celebraron el curso pasado los estu-diosos alumnos de la Academia jurídico-literaria de

esta capital. Ya que otra cosa no nos sea posible, por el reducido espacio de que disponemos, en los próxi-mos números publicaremos un extracto de tan intere-

santes discusiones, sin perjuicio de insertar tambien los trabajos más notables que en dicha Academia se lean, ó los que en el pendiente Certámen obtengan premio, segun en otro número anunciábamos.

En la ciudad de Huesca acaba de salir a luz un li-bro titulado La Predicacion Cristiana, tratado de ora-

toria sagrada segun el espíritu y la doctrina de san Alfonso de Ligorio, por el presbítero Dr. D. Saturnino

Lopez Novoa, dignidad de Chantre de aquella Cate-dral.—No hemos leído este libro, pero suponemos que

corresponderá á la fama de ilustracion y piedad que disfruta el Sr. Lopez Novoa.

Acaba de ver la luz el número 243 de la importante y acreditada publicacion Revista Europea, y contiene

los siguientes trabajos científicos y literarios: I. La historia de la civilizacion y la ciencia de la

naturaleza.—(Conclusion.)—VIII.—La educacion de los gimnasios prusianos en lucha con los progresos de

la americanizacion.— M. du Bois-Reymond. II. El derecho y la moralidad.—(Continuacion.)

- Leopoldo Alas. III. Leon XIII y la Italia.—(Conclusion.).— Ru-

ggero Bonghi.

IV.—Notas de viaje:—La isla de Capri.—(Conclu-sion.)— F. Moja y Bolivar. V. Los tres primeros años del niño.—Luis Fucher. VI.— Miscelánea.—Teatros.

VII.— Bibliografia. Anuncios.

Se ha publicado el número 32 de la Crónica Uni-versal Ilustrada, cuyo interesante sumario es el si-guiente:

Texto: Revista general, por José Nakens.—Cuatro palabras sobre la Ristori, y el drama «María Anto-

nieta,» por C. T.— Artículo embozado, por Eduardo Palacio.— Sin amor, sin Dios, sin ti, por A. Querei-

zaeta.— Nuestros Grabados: Interior de la ciudad de Kandahar.— La fiebre amarilla en los Estados-Uni-

dos.—La mujer perdida, por Torcuato Tárrago.—Via-jes novelescos.— Los grandes infames, por D. Manuel

Fernandez y Gonzalez.— Miscelánea. Grabados: Exposicion de Paris: Un café-concert en

el campo de Marte.—Crónica de la guerra de Afgha-nistan: Montañeses de Afghanistan.— Interior de la

ciudad de Kandahar.—La fiebre amarilla en Nueva Orleans.—Dos víctimas.— Hospital al aire libre.—Los

entierros de Memphis.— La barricada sanitaria— El último superviviente. Se publica cuatro veces al mes.

Precios de suscricion: Un real cada número en toda España.

Hemos recibido el prospecto de una gran «Biblio-teca enciclopédica» que va á publicar en Madrid el

inteligente y activo impresor D. Gregorio Estrada, dividida en las secciones siguientes:

Seccion 1.ª Manuales de Artes y Oficios.—2.ª Agri-cultura, Cultivo y Ganadería.—3.ª Conocimientos úti-

les.—4.ª Historia.—5.ª Religion.—6.ª Recreativa. Cada seccion constará de unos 150 tomos á 4 rs. uno

para los suscritores y á 6 para los que no lo sean, y se publicará uno por semana, conteniendo cada tomo en

octavo unas 256 páginas si no tiene grabados y sobre 240 si los lleva, encuadernados en rústica con cubier-tas de colores.

Deseamos que esta publicacion alcance el éxito que la hacen acreedora su importancia y los loables pro-

pósitos que al Editor animan, y que han inspirado dos favorables y honoríficos dictámenes á la Sociedad eco-

nómica matritense y á la Sociedad de agricultura.

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REVISTA DE ARAGON SEMANARIO DE CIENCIAS, LITERATURA Y ARTES.

COLABORADORES.

Cávia (D.ª Pilar de). Gimeno (D.ª Concepcion).

Sinués (D.ª María del Pilar).

Alcalde y Prieto (D. Domingo). Arnau (D. Joaquin).

Bas y Cortés (D. Vicente). Blasco (D. Eusebio).

Blasco y Val (D. Cosme). Bernal, Presbítero, (D. Julio). Bielsa (D. Julio).

Borao (Excmo. Sr. D. Jerónimo). Camo (D. Manuel). Cavero (D. Juan Clemente).

Cávia (D. Mariano de). Comin (D. Bienvenido).

Gil y Gil (D. Pablo). Gil y Luengo (D. Constantino).

Gimeno y Vizarra (D. Joaquin). Herranz (D. Clemente).

Hernandez Fajarnés (D. Antonio). Lasala (D. Mário de).

Marton (Excmo Sr. D. Joaquin). Martinez Gomez (D. Gregorio). Matheu y Aybar (D. José M.ª). Miralles (D. Luis Anton). Mondría (D. Mariano). Moner (D. Joaquin M.ª). Monreal (D. Julio). Nougués (D. Pablo).

Ordás y Sabau (D. Pablo). Paraiso (D. Agustin). Peiro (D. Agustin).

Piernas (D. José Manuel). Pou y Ordinas (D. Antonio J.).

Puente y Villanúa (D. José). Salinas (D. German). Sanchez Muñoz (D. Mariano). Sañudo Autran (D. Pedro). Sellent (D. José Eduardo).

Uguet (D. José M ª). Villar (D. Martín). Ximenez de Embun (D. Tomás).

P U N T O S DE S U S C R I C I O N .

ZARAGOZA: En la Administracion, calle de San Félix, núm. 2, bajo; en el almacen de papel de La Bandera Española, Coso, 62, y en las librerías de la señora viuda de Heredia, Bedera, Francés y Menendez. - HUESCA: Librería de D. Jacobo María Perez.- TERUEL: Administracion de El Turolense.— MADRID: Librería de D. Mariano Murillo, Alcalá, 18.

—Se insertan anuncios á precios convencionales.

P R E C I O S DE S U S C R I C I O N . TRIMESTRE. SEMESTRE

AÑO.

En Zaragoza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 rs. 15 rs. 28 rs. En Madrid y provincias.... 10 ». 18 » 32 »

Toda la correspondencia se dirigirá al Director D. Baldomero Mediano y Ruiz, calle de San Félix, núm. 2, bajo.

-No se devuelve ningun manuscri to.

CRÓNICA SEMANAL.

Hay u n a P rov idenc i a para los r e v i s t e r o s y para los d e s o c u p a d o s . Tras u n a s e m a n a de f i e s t as , b u -l l ic io y d e s u s a d o m o v i m i e n t o , t e n í a m o s en p e r s -p e c t i v a o t r a , á r i d a , pe sada , y que d e b i a d e d i c a r s e

á r e p o n e r el á n i m o de las a n t e r i o r e s e m o c i o n e s y el c u e r p o de l a s p a s a d a s f a t i g a s .

No h a s u c e d i d o así . La visi ta de S. M. el Rey ha s e rv ido de d i g n o c o r o n a m i e n t o á l a s f i e s t a s de

es te a ñ o , y de o p o r t u n a t r ans ic ion e n t r e la febri l a g i t a c i o n de ayer y la m o n o t o n i a de mañana.

S e r i a p u n t o menos q u e impos ib l e r e s e ñ a r a q u í l a s s o l e m n i d a d e s of ic ia les , r e cepc iones y v i s i t as con q u e á va r io s e s t a b l e c i m i e n t o s p ú b l i c o s ha h o n r a d o n u e s t r o a u g u s t o m o n a r c a : es ta t a r e a , q u e con m a y o r l uc imien to y no tab le e x a c t i t u d han lle-v a d o á cabo n u e s t r o s ap rec i ab l e s c o l e g a s d i a r i o s de la c a p i t a l , es t a m b i é n i n n e c e s a r i a . . . . ¿á q u é c o n t a r lo que todos han visto?

S é a n o s p e r m i t i d o , s in e m b a r g o , a p r o v e c h a n d o e s t a o c a s i o n , a ñ a d i r el leal y s i nce ro h o m e n a j e q u e n u e s t r o r e spe to y a d h e s i o n nos i n s p i r a n , al q u e la i n v i c t a c iudad h a t r i b u t a d o al j ó v e n Rey q u e , d e s p u e s de l l eva r á feliz t é r m i n o la pacif ica-cion de la P e n í n s u l a , se p r o p o n e el no ménos g lo-r ioso d e s i g n i o de r e m e d i a r los i n e v i t a b l e s d a ñ o s o c a s i o n a d o s po r las p a s a d a s d i s c o r d i a s , f o m e n t a n -d o l a i n d u s t r i a y el comerc io y a b r i e n d o n u e v o s c a u c e s á la p ro spe r idad y r iqueza públ icas .

T a n t o la ven ida de S . M. c o m o las ya p a s a d a s fiestas, han c o n t r i b u i d o á c o n c e n t r a r la a t e n c i o n p ú b l i c a en n u e s t r o país . Los pe r iód icos d ia r ios y los i l u s t r a d o s i n se r t an es tos d ias c a r t a s , r e s e ñ a s , d i b u j o s y boce tos , c u y o s o b l i g a d o s a s u n t o s , son: Z a r a g o z a , Aragon y s u s c o s t u m b r e s .

En t re o t ros n o t a b l e s d i b u j o s , El Globo h a o f r e -c ido u n o deb ido al e x p e r t o l áp iz del a r t i s t a a r a g o -nés Sr. P rad i l l a : en él se r e p r e s e n t a con m a r a v i -l losa f idel idad la y a c lás ica d a n z a de g i g a n t e s y c a b e z u d o s a n t e el v e t u s t o pa l ac io de los c o n d e s de Luna (hoy A u d i e n c i a ) .

A d e m á s se copian y c o m e n t a n los d e t a l l e s y ep isodios de la e s t a n c i a de S. M. y c o m i t i v a en A r a g o n , y los per iód icos de in t e reses m a t e r i a l e s d i s cu t en la viabilidad de la via fé r rea á F r a n c i a por C a n f r a n c .

Esta b o g a , a u n q u e e f í m e r a , es s a t i s f a c t o r i a : no lo son t an to los concep tos y a f i r m a c i o n e s e m i t i d o s por a l g u n o s c o r r e s p o n s a l e s de pe r iód i cos madr i l e -ños, al da r cuen ta de las f ies tas .

Dice, verb i -grat ia , el c o r r e s p o n s a l de La E p o c a , h a b l a n d o del Cas ino :

«. . . . . Es l u j o s í s i m o . e l e g a n t e y s u n t u o s o . . . . ; pero l íbrese V. de ped i r un l ib ro , mi pe r iód ico ó a l g u n a cosa por el es t i lo . Allí la b ib l io t eca só lo t i ene e j e m p l a r e s de n o v e l a s ; La Carcajada, El

Mundo Cómico y o t r o s pe r iód i cos a n á l o g o s ; de los d i a r i o s de Madrid só lo v iene u n e j e m p l a r que se g u a r d a ba jo l lave, allí no hay n a d a p a r a i l u s t r a r -se, no h a y gus to l i t e r a r i o . . . pe ro hay p i a n o , y h a y a r m o n i u m , y mesas de t r e s i l lo , b a r a j a s y d o m i n ó . . .

en Z a r a g o z a , d o n d e se c a r e c e de c e n t r o s de i l u s -t r ac ion , el Cas ino d e b e r i a t e n d e r á a l g o m á s , d e -bia es tab lece r en secc iones s e p a r a d a s la instruccion y el recreo. . .

Como l u j o , ya lo he d i c h o , es acaso es te C a s i n o el p r imero de E s p a ñ a , pe ro t i ene sobre sí la e n o r -me ta l la de no hace r nada en pró del p r o g r e s o y de la c iencia .»

El cas ino que , s e g u n el S r . S e p ú l v e d a (D. En-r ique) f i r m a n t e de los a n t e r i o r e s p á r r a f o s , no t i ene

NÚM. 4.º —DOMINGO 27 DE OCTUBRE DE 1 8 7 8 .

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R E V I S T A DE ARAGON. 26

l i b r o s , c u e n t a con un bibliotecario y éste ha c o n -t e s t a d o prácticamente, r e m i t i e n d o á La Epoca el C a t á l o g o i m p r e s o ( q u e fo rma u n v o l ú m e n en 4.ª de u n a s 150 p á g i n a s ) de los l i b r o s q u e c o m p o n e n d i c h a B ib l io t eca , en la q u e d e s d e el a ñ o 1851 se

han i n v e r t i d o m á s de 200.000 r e a l e s .

A s e g u r a t a m b i e n el c o r r e s p o n s a l de La Epoca q u e no hace nada en pró del p r o g r e s o y d e la cien-c i a un C a s i n o c u y o s sócios han e s t a b l e c i d o un A t e -n e o en c u y a s ses iones y c o n f e r e n c i a s p ú b l i c a s han r e s o n a d o las e l o c u e n t e s voces d e l o s más d i s t i n -g u i d o s c a t e d r á t i c o s y l i teratos de e s t a c a p i t a l y en l a s q u e se h a n le ido t r a b a j o s n o t a b i l í s i m o s , y e n t r e e l los , p o r c i t a r a l g u n o , la c u r i o s a y e r u d i t a m o n o -g r a f í a q u e con el t í t u l o de la T o r r e - N u e v a h e m o s p u b l i c a d o en los n ú m e r o s a n t e r i o r e s .

C u a n d o con t a n t a l i g e r e z a y d e s c o n o c i m i e n t o t r a t a n p e r i o d i s t a s e s p a ñ o l e s c o s a s p e r t e n e c i e n t e s á E s p a ñ a , ¿con q u é d e r e c h o nos q u e j a m o s de las g r o -s e r a s i n v e n c i o n e s de sucesos y c o s t u m b r e s q u e n u n -c a h a n s ido de n u e s t r o pa í s , p e r p e t r a d a s por e s c r i -t o r e s y n o v e l i s t a s u l t r a - p i r e n á i c o s c o m o D u m a s en s u s Impres iones , R o g e r de B e a u v o i r en su Viaje

á España y a u n Mr. T h i e r s en su Historia del Con-su lado y el I m p e r i o , en d o n d e se r e f i e r e g r a v e -

m e n t e c ó m o los g i n e t e s del e j é r c i t o n a p o l e ó n i c o c r u z a r o n á nado y con el sable entre los dientes, las e n c r e s p a d a s o l a s del M a n z a n a r e s ?

Non raggionar di lor y pasemos a d e l a n t e d e s -p u e s de s u p l i c a r al r ev i s t e ro d e La Epoca q u e no v i a j e t an á la f rancesa .

Q u e o f e n d a n á España con s u s a p r e c i a c i o n e s f r í vo los fo l l e t i n i s t a s e x t r a n j e r o s ó que la p r e c i p i -t a c i o n m o t i v e a l g u n e r r ó n e o j u i c i o por p a r t e de e s c r i t o r e s n a c i o n a l e s , se c o n c i b e , y a u n es en cier-to m o d o d i s c u l p a b l e , p e r o no así q u e un p e r i ó d i c o q u e en la p r o v i n c i a de Z a r a g o z a se p u b l i c a d i r i j a

á es ta c a p i t a l el s i g u i e n t e derrote por todo lo alto: « P o r q u e a q u í de dos c o r r i d a s t e n e m o s u n a supe-

r ior y all í de t res t i enen t r e s m u y m a l a s , de s u e r t e q u e c o m o d ice c i e r to amigo mio, e s t e a ñ o ha des-a p a r e c i d o la ú n i c a razon q u e h a b i a p a r a q u e la c a p i t a l de la p rov inc ia fuese Z a r a g o z a . »

¡Tu quoque! como d i j o César al f a m o s o B r u t o . ¡ T a m b i é n el Diario de Calatayud!

C i e r t a m e n t e el que ha e s c r i t o el suelto c o p i a d o se r e f i e r e á la o p i n i o n de un a m i g o s u y o : pe ro es to p r u e b a á la vez la in f luenc ia d e las m a l a s c o m -p a ñ í a s .

E s c r i t a s las a n t e r i o r e s l í n e a s l l e g a á n u e s t r o co-n o c i m i e n t o el a t e n t a d o de que ha e s t a d o á p u n t o d e ser v í c t ima el Rey de España al e n t r a r en M a d r i d .

Hoedel y Nobil ing no han d a d o en v a n o leccio-nes prácticas de regicidio. Pero el discipulo español

de e s tos i n s e n s a t o s alemanes — un soc ia l i s ta f aná t i co c o m o e l l o s — h a errado el golpe. La mano de la Pro-v i d e n c i a ha hecho t e m b l a r la mano del asesino, y

D. Al fonso XII ha sa l ido ileso de la i n i c u a t e n t a t i v a .

La REVISTA DE ARAGON, n o puede ménos d e c o n -

g r a t u l a r s e , al ver f r u s t r a d o s de nuevo los som-brios planes de los perturbadores de la sociedad.

B. MEDIANO Y RUIZ

C E R V A N T E S Y Z A R A G O Z A .

(Continuacion.)

M u c h o s son los t r a b a j o s h a s t a a h o r a e m p r e n d i -dos p a r a d e p u r a r la p e r s o n a l i d a d del f i n j i d o A v e -l l aneda , várias las c o n j e t u r a s a p u n t a d a s con es te mot ivo , y m u y d i s t i n g u i d o s los e s c r i t o r e s q u e h a n t o m a d o p a r t e en esa i n t e r e s a n t í s i m a c u e s t i o n . Ta-c h a d o de i n v e r o s i m i l i d a d , c u a n d o no d e i m p o s i -b i l i d a d , los q u e h a b i a n p a s a d o al p r i n c i p i o p o r a u t o r e s de la s e g u n d a p a r t e d e l Q u i j o t e , e n t r e los c u a l e s se ha l l a u n o de los h e r m a n o s A r g e n s o l a , p a r e c e habe r se r e c o n c e n t r a d o l a s s o s p e c h a s s o b r e

fray Luis de A l i a g a , n a c i d o y m u e r t o en Z a r a g o z a , los años 1565 y 1626 y e l e v a d o al c a r g o de I n q u i -s idor g e n e r a l en 1618, c u y o s u c e s o fes te jó su c iu-dad na ta l con i n u s i t a d o s r e g o c i j o s . S in i n t e r v e n i r y o en ese d e b a t e , p o r q u e no t e n g o m a y o r e s ó m e -nores d a t o s q u e los q u e h a s t a a q u i se h a n a d u c i d o , y de o t ra pa r t e y o p r o c u r o se r m u y s ó b r i o en a v e n -t u r a s l i t e r a r i a s , s o l a m e n t e d i r é q u e , en mi s e n t i r , fa l ta t o d a v i a m u c h a p r u e b a p a r a q u e sea p o s i b l e d a r m e d i a n o a s e r t o á a q u e l l a o p i n i o n ; con l a c u a l veo s i m p a t i z a r á C a s t r o , G u e r r a , Rosell y o t r o s

ántes y d e s p u é s .

Mi i n c r e d u l i d a d se funda en lo t a c h a b l e de l a s p r u e b a s h a s t a h o y p r e s e n t a d a s y en c i e r t o s p r e -s e n t i m i e n t o s que cada cua l t i e n e en cada cosa, y

que se fundan en c o n g r u e n c i a s y r a z o n e s d e s i m -ple gusto.

Dice Pe l l i ce r que en d o s c e r t á m e n e s que h u b o en Z a r a g o z a sobre i n t e r p r e t a c i o n de s e n d o s e n i g -m a s hac i a el a ñ o 1614, se d i e r o n p o r e l F i sca l e s t o s v e j á m e n e s :

«A Sancho P a n z a , es tudiante oficial ó paseante . cosa justa á su t a l en to . le dará el ve rdugo c ien to

cabal lero en Roc inan te .

Al blanco de la ganancia, dicen con poca e leganc ia

que la ignorancia se e n c u b r e Sancho Panza, y él d e s c u b r e la fuerza de su ignoranc ia ;

y, pues afirma de veras sus inventadas quimeras ,

en ga le ras tome pues to ; que, tras azotes, es cier to

se s iguen siempre galeras .»

De es tos p a s a j e s deduce que ese S a n c h o d e b i a de ser A v e l l a n e d a ; p e r o me p a r e c e poco a p r e m i a n t e

el a r g u m e n t o , ú n i c a m e n t e a p o y a d o en las a l u s i o -nes que cree ver , a l u s i o n e s que p o r o t r a p a r t e se c o m p a g i n a mal con la p e r s o n a de Aliaga; d e s u e r t e que si Pell icer acertara, es casi cierto que e r r a r á n los que s u p o n e n que A l i a g a fué A v e l l a -n e d a . Es tos s e f u n d a n : l.º En l a a n a l o g í a que o f r e -cen el Quijote de Avellaneda y la Venganza de la

lengua española de A l i a g a , que t i enen el « m i s m o es t i lo , las m i s m a s l o c u c i o n e s , la m i s m a p l u m a , » c o m o dice R o s e l l , a u n q u e dando él m i s m o muy poco va lo r á esta p r u e b a , como en e f ec to n o le tiene. 2.º En que só lo un d o m i n i c o y u n h o m b r e

que como A l i a g a cons t a que d e s e m p e ñ ó con Ja-v i e r r e una comis ion en cierto conven to de m o n j a s

de aquella ó rden p u d o d e s c r i b i r t an p u n t u a l m e n t e

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sus costumbres como lo están en el episodio de Los felices amantes: pero ésta nunca me pareció razon atendible. 3.º En que Villamediana en los versos

«Sancho Panza, el confesor del ya difunto monarca.

que de la vena del arca fué de Osuna sangrador,»

no pudo ménos de aludir á Aliaga (y en esto si que asentimos), ya por la indicacion de confesor

del rey, ya porque 1o de «sangrador del arca» es un cargo que resulta probado en la causa que se siguió al duque de Uceda.

Supuesto ya el hecho de que Aliaga llevara so-bre sí el apodo de Sancho Panza, resta saber si lo tuvo ántes ó despues de la publicacion del Quijote, esto es, si Cervantes bautizó con él al donoso es-cudero en oprobio de Aliaga, ó si el pueblo bau-tizó ó Aliaga con el nombre de que ya llevaba por el mundo el compañero de D. Quijote. Los críticos se inclinan a lo primero fundándose en que la fi-

gura y talle de Aliaga no eran para compararle con el tipo creado por Cervantes; de lo cual re-sulta que éste hizo agravio á aquella lumbrera de la iglesia identificándole con aquel personaje rudo, basto y egoista. Pero lo que no resulta es que, porque Aliaga estuviera motejado y ofendido de Cervantes, hubiese de tomar venganza escribiendo una continuacion al Quijote: la relacion entre es-

tos dos términos es demasiado gratuita y arbi-traria.

Sobre estas razones de orden dubitativo tengo otras de órden conjetural , cuales son: 1.ª Que,

salvo el agresivo prólogo de Avellaneda de que se deduce que éste queria mal a Cervantes, en lo de más no se vé ningun plan de perjudicarle edito-rialmente, pues lo presumible era que Cervantes

no intentara la continuacion de su obra, ni tam-poco se vé el intento de malograr el éxito de las cuatro primeras partes publicadas nueve años án-tes, pues el temerario continuador se ciñe a ellas todavía mas extrictamente que el mismo Cervan-tes: 2.ª Que si Avellaneda habia de ser, como opi-nan los mismos críticos de quienes discutimos, un autor probable de comedias y un admirador de las de Lope, estas partes no concurren en fray Luis de Aliaga: 3.ª Que, aun cuando era mayor en aquellos tiempos que en los actuales la libertad escandalosa de pluma, todavia es inverosímil que

un supuesto tan grave como Aliaga acometiese con obscenidades tan sueltas como algunas que se leen en el Quijo te de Avellaneda, pues una cosa es la crudeza ó zafiedad, que aqui pudiéramos lla-mar frailuna, y otra la demasiada desnudez del pensamiento y el lenguaje : 1.ª Que, si bien Cer-vantes no dejaba de tener airosos desgarros y atrevimientos de poeta, y si para algo los guardara

habia de ser para emplearlos contra el malandrin de Avellaneda; aun así, me parece que, dado su carácter circunspecto y sufrido, anduviera con otros miramientos, si su rival fuera Aliaga, y se diera por contento despues de vapularlo en el bello prólogo de su segunda parte.

JERÓNIMO BORAO

(Se concluirá.)

EL MOVIMIENTO CONTINUO

ARTICULO SEGUNDO.

I.

Expuestas las ideas preliminares más indispensa-bles, hicimos notar en la primera parte de este trabajo de qué modo en la tierra todo movimiento de cual-quier género que sea, imprimido á un cuerpo ó á las moléculas del mismo, como sucede, por ejemplo, al triturarlo, supone necesariamente una resistencia ven-cida durante un espacio determinado: es decir, un tra-

bajo mecánico, puesto que ya conocemos el sentido de esta frase.

Ofrécenos la naturaleza fuerzas con las que tal efec-to se consigue y que por lo mismo han recibido el nom-

bre de motores, habiéndolos animados, como son el hombre y los irracionales, é inanimados, tales como

el agua, el viento y el calórico. Mas no se emplean siempre, ni siempre obran directamente en las opera-ciones de la industria, sino que se utilizan por el in-termedio de unos aparatos llamados máquinas. Y si esto es obvio y de todos conocido, pudiendo cada cual citar fácilmente numerosísimos ejemplos relativos al

empleo de cada uno de los agentes naturales citados, es tambien, desgraciadamente, cierto que la generali-

dad de los artesanos y prácticos en toda clase de in-dustrias tienen un concepto falso del objeto de las má-quinas y de sus efectos, no obstante estarlas mane-jando ó, por lo ménos, viendo funcionar todos los dias.

Porque n a d a más comun ni más generalizado entre las citadas clases y aun otras de superior ilustracion

en ramos distintos, que dos crasísimos errores, fuente y orígen del tenaz y lamentable empeño con que obce-cadamente se ha trabajado y trabaja en el malhadado

descubrimiento que motiva nuestro escrito, reblande-ciendo la masa encefálica en no pocos caletres im-pregnados de la idea de hacerse fortuna grande é in-

mortal renombre. Creen como verdad incuestionable, que con las máquinas se consigue aumentar el trabajo producido por los motores que la naturaleza nos ofre-ce, ó lo que es lo mismo, que el trabajo que el motor

ejerce en la primera pieza de una máquina á que se aplica es multiplicado por ésta. Y por si este disparate

científico no b a s t a r a á i m p u l s a r l o s hácia un propósito irrealizable, hacen tabla rasa en su imaginacion de todos los obstáculos que contribuyen a amenguar el efecto utilizable de dichas fuerzas motrices.

El objeto de este segundo artículo es desvanecer tan falsas opiniones.

II.

Puede definirse la máquina diciendo que es una c o m b i n a c i o n de piezas interpuestas entre el motor y

la resistencia de tal modo unidas, que todo movimien-to de una cualquiera de ellas produzca el de las res-

tantes, y cuyo objeto es trasmitir el trabajo del pri-mero, ya variando la direccion en que obra, ya la in-tensidad del mismo, ya ambas a la vez. No otro es el fin á que esos aparatos se destinan; y refiriéndonos á

las máquinas más sencillas o elementales, vemos que la polea nos ofrece un ejemplo de cambio de la direc-cion de la fuerza motriz ó potencia, que aplicándose de arriba abajo al tirar de la cuerda ejerce su accion elevando un peso, ó sea en sentido opuesto; y el poli-

pastro ó sistema de poleas verifica, no sólo el cambio de d i r e c c i o n sino el de intensidad de la misma fuer-

za. Una cuerda con que se tire de un objeto cualquiera, arrastrándolo no altera, ni la direccion, ni la intensi-dad del esfuerzo, motivo suficiente para no podérsele llamar máquina, ni aun simple.

Observándose una máquina, vénse en general en ella tres especies de organos: uno sometido directa-

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mente á la accion del motor y que , por la misma ra-zon de recibir en esta forma el impulso de la fuerza motriz, se d e s i g n a con el n o m b r e de receptor; otro que e jecu ta el t r a b a j o á q u e la máqu ina se des t ina y que l l amamos operador, y ú l t i m a m e n t e los que tienen por objeto transmitir el movimien to desde el pr imero al se -g u n d o , ó sea los comunicadores. La m o d a hidrául ica de un mol ino ordinar io es en él el pr imero de los ór-g a n o s e n u m e r a d o s , la mue la el operador y las piezas todas in te rmedias , á rboles , e n g r a n a j e s , etc., los co-mun icadores del movimien to . Y no es aquí fuera de propósito no ta r que al receptor , ó rueda hidrául ica en nues t ro caso, sue le l l amárse le i nexac t amen te motor, cons ide rando q u e esta pieza dá á las res tan tes el mo-vimiento, pero el verdadero motor es el a g u a , ó para hab la r con toda e x a c t i t u d , la fuerza de g r avedad en ella obrando ; y si la rueda se considera como motor por la razon e n u n c i a d a , será en todo caso un motor secundar io , y en es te supues to cada pieza de una má-q u i n a es motor de las s igu ien tes .

Despréndese y a de lo que l levamos dicho, que el objeto de u n a m á q u i n a no es en modo a l g u n o a u m e n -t a r el t r aba jo mecán ico de los motores que obran so-bre e l la , s ino t r a s fo rmar esta potencia en t raba jo in-dus t r ia l , modif icar la s e g u n las varias necesidades de las indus t r ias , hac iéndo la apl icable á operaciones en que no podria ser empleada bajo su es tado primitivo. Por su medio l o g r a m o s que los motores impriman á los ó r g a n o s q u e e f e c t ú a n el t r aba jo velocidades m a -yores ó menores q u e las poseidas por aquel los , s egun

á las d i s t in tas operac iones c o n v e n g a . Del primer caso son un e j emplo los ven t i l adores y las maneci l las de un reloj del s e g u n d o . Cons íguese t ambien con el las e je r -cer esfuerzos m a y o r e s de los e fec tuados por los moto-res como se no ta por el torno y g r u a .

Pero , como v a m o s á ver , n i n g u n o de estos efectos y ven ta j a s t r ae cons igo lo que seria indispensable para hacer posible el movimiento con t ínuo , á saber: el a u m e n t o de t r a b a j o mecánico ó la completa utiliza-cion del t r a b a j o motor por el empleo de las máqu inas .

III.

Cons iderando u n a de es tas en accion, nótase que obran sobre e l la d i fe ren tes fuerzas que pueden divi-dirse en t res c lases : las que producen su movimiento

ó sea las fuerzas motrices: las que , proviniendo de las ma te r i a s sobre q u e la máquina opera, se oponen al movimiento de la misma , l l amándose r e s i s t e n c i a s úti-les; y las q u e se o r ig inan en el j u e g o de los d i fe ren tes ó rganos de la mi sma m á q u i n a oponiéndose tambien a su e fec to , deb idas á acciones moleculares , al roza-miento , á la r igidez de las cue rdas y correas, á los choques q u e t i enen l u g a r en t re los ó r g a n o s , ya por cambios bruscos de direccion y de velocidad, ya por o t ras causas , al medio en que se mueven , como los receptores que f u n c i o n a n sumerg idos en parte, y á otros motivos de prol i ja é innecesar ia enumerac ion . E s t a ú l t ima c lase de fue rzas compréndese con la de -nominac ion de resistencias pasivas. De el las prescin-den cómoda y c a n d i d a m e n t e los a luc inados a sp i ran -tes á la real izacion del absurdo descubr imien to q u e los p reocupa .

El t r aba jo motor t i ene , pues, que distr ibuirse, c u a n -do ménos , en dos pa r t e s : una des t inada á vencer las res is tenc ias út i les , aque l l a s que cons t i tuyen el t r aba jo

á q u e la m a q u i n a se des t ina ; y o t ra pa r te empleada en vencer res i s tenc ias e x t r a ñ a s al objeto que con la m á -q u i n a nos pronemos , inevi tables s iempre y s iempre dañosas .

Pueden las m á q u i n a s t ener un movimiento unifor-me ó tal q u e la velocidad de su marcha sea s iempre la misma , en c u y o caso es evidente que el t rabajo mo-tor será i g u a l a l t r aba jo útil y a l desarrol lado por to -

das las res is tencias pasivas, pues si el p r imero de es tos fuera m a y o r que la suma de los otros dos, p roduc i r i a , sin d u d a a l g u n a , un a u m e n t o en la ve loc idad , y una d i sminuc ion de ella si fuera más p e q u e ñ o : es deci r , que no exis t i r ia la un i formidad que hemos s u p u e s t o .

Pero no en la mayor par te de los casos el m o v i -mien to de las m á q u i n a s indust r ia les es tal , q u e el ó r -g a n o operador recorra espacios iguales en per íodos de t i empo igua les , a u n q u e d u r a n t e las pa r t es en q u e d i -chos períodos ó in tervalos pueden dividirse esa c o n d i -cion de igua ldad no se ver i f ique. Fác i lmen te se c o n -cibe q u e d u r a n t e cada in tervalo , así como d u r a n t e un n ú m e r o c u a l q u i e r a de ellos, sucede como en el ca so an te r io r , que el t r aba jo motor es c o m p l e t a m e n t e a b -sorbido por el útil y las res is tencias pasivas.

IV.

Y hénos a q u í en la úl t ima parte de nues t ro t r aba jo ,

no f a l t ándonos otra cosa que exponer las c o n s e c u e n -cias de lo a n t e r i o r m e n t e enunc iado .

El g r a v e error de que las m á q u i n a s a u m e n t a n el efecto, ó mejor el t r aba jo del motor, p roviene de c o n -fund i r és te con uno solo de los factores ó e l e m e n t o s que lo c o m p o n e n . Sabemos ya que el t r a b a j o m e c á -nico es igual al es fuerzo mul t ip l icado por el c a m i n o recorr ido por su pun to de apl icacion. Es deci r , que es un p roduc to de dos can t idades . Sin que éste p r o d u c t o var íe , pueden var iar los factores que lo c o m p o n e n s i empre q u e d i sminuya uno de ellos en la p roporc ion que el otro a u m e n t e . Puede , pues , a u m e n t a r s e el e s -fuerzo por medio de una m á q u i n a , pero será d i s m i n u -yendo el espacio recorrido ó sea la velocidad. Obsé rvase es to c o n t í n u a m e n t e al a s c e n d e r por medio del to rno ó de los pol ipas t ros pesos de cua lqu ie r géne ro : m a t e r i a -les de cons t rucc ion , por e jemplo . Asidos de la c u e r d a del pol ipas t ro , y haciendo t raccion, e levarán dos o p e -rarios un peso diez veces mayor del que e l eva r podr ian d i r e c t a m e n t e , pero el c amino recorrido por e l obje to e levado será diez veces menor q u e el recorr ido por sus m a n o s q u e e jercen la potencia , lo cual es fácil de comproba r con sólo medir el trozo de c u e r d a d e s a r r o -

l lado y la a l t u r a a que se ha l l a el peso r e s i s t e n t e . Y, a n á l o g a m e n t e , puede una m á q u i n a a u m e n t a r (como y a indicamos) la velocidad del motor, mas será á cos t a de la in tens idad de la fue rza . Es decir que el producto queda siempre el mismo. Luego no hay ni h a b e r puede m á q u i n a a l g u n a q u e a l imen te el t r aba jo p roduc ido por el motor ó fuerza motr iz .

V.

Y no es esto solo, sino q u e t ampoco es posible m a -

q u i n a a l g u n a que uti l ice todo ese t raba jo . A q u e l l a m á q u i n a será más perfecta que m a y o r c a n t i d a d del mismo ap roveche , s iendo m u y comun , á causa de m a -yores ó menores imperfecciones , la pérdida de u n a mi tad y h a s t a dos tercios de la fuerza motr iz .

Si, pues , no es posible la creacion ó a u m e n t o de t r a b a j o por combinacion mecánica de n i n g u n g é n e r o , como c reemos habe r expues to p a l m a r i a m e n t e pa ra todo el q u e no n iegue su cri terio á la luz del rac ioc i -nio; si u n a parte del t r aba jo motor es siempre c o n s u -mida por las res is tencias pasivas de que hemos h a b l a -do y que obran c o n t i n u a m e n t e , es de todo p u n t o i n -cues t ionab le que aque l se irá reduciendo cada vez más hasta l l ega r por fin á anu la r se , cesando el m o v i -mien to . Para refer i rnos al caso más comunmente p ro -pues to por los supues tos descubr idores , una c a n t i d a d de a g u a obrando sobre una rueda de ca jones podr ia e levar o t ra can t idad igual del propio l íqu ido , si no ex is t ie ran las res is tencias pasivas, pud iéndose u t i l i -zar la porcion ascendida para con t inua r el m o v i m i e n -to q u e segui r ia indef in idamente . Aun en es te caso, t a l resu l tado seria inapl icable á t r aba jo indus t r ia l a l g u n o ,

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supuesto que el efecto útil sería todo necesario para impulsar la rueda incesantemente.

Pero como parte del efecto del motor se emplearía en destruir las resistencias que ahora suponíamos no

existentes, de aquí que el agua elevada no pueda ser igual en cantidad á la empleada para conseguirlo, ve-rificándose que iria sucesivamente menguando el caudal que ascendiera, reduciéndose á cero más ó mé-nos pronto, segun la perfeccion del aparato.

Análogas observaciones pueden hacerse sobre toda clase de medios y mecanismos propuestos, ingeniosí-simos algunos de ellos, y que probando las excelentes dotes naturales de sus constructores, hacen, por mis-

mo, más sensible su falta completa de conocimientos teóricos que los guiaran en otros propósitos y los apar-taran del que los absorbe. El natural disgusto que tal observacion nos causa ha puesto la pluma en nuestras manos para extender, sin aparato científico inoportu-no, las ideas y sencillos raciocinios suficientes á pro-bar lo absurdo de sus investigaciones. Conocemos por experiencia la irreflexiva terquedad de quienes en ta-reas semejantes se empeñan, y desconfiamos, por tan-to, de convencer uno solo de ellos; pero creemos, hasta cierto punto, haber cumplido un deber profesional con intentarlo, y consignamos, para concluir, que en el estado actual de la ciencia, toda investigacion sobre tal problema prueba, como ha dicho un célebre mate-mático, una absoluta ignorancia de las leyes mecáni-

cas ó una perniciosa enfermedad del espíritu. PABLO ORDÁS Y SABAU.

L A M A D R E .

¡Madre! Nombre bendito, tierno cual el suspiro del aura, dulce como la felicidad; nombre que llevamos escrito en el alma con caractéres indelebles, nombre que no disipa la distancia, que no se pierde en la ven-tura, que no desaparece en medio de las más fuertes conmociones, hijas del dolor ó del placer.

¡Madre! Palabra mágica, cuyo eco penetra en todos los corazones; palabra que encierra un poema de ter-nura, sacrificios y amor.

Por eso se ha dicho con tanta verdad como elocuen-cia: «Nada hay en el mundo superior á una mujer como no sea una madre.»

La madre es el faro que nos ilumina en las densas nebulosidades de la vida.

La madre es el eslabon primero de esa interminable cadena llamada sociedad: el ángel que vela nuestros sueños infantiles, la que recoge nuestro primer alien-to, la que recoge nuestro primer suspiro y la que im-prime en nuestros labios el primer beso de amor.

La madre es una brillante perla que se alza sobre el inmundo lodazal de la vida; es un néctar delicioso, una esencia que nos endulza y perfuma el cáliz de dolor.

La madre cifra toda su dicha en la ventura de sus hijos: la madre corre un tupido velo sobre su pasado, se olvida de su presente y no tiene otro porvenir que el de sus hijos, con los cuales rie si gozan, y padece dolores acerbos si los sufren ellos.

La madre no tiene otro febril deseo, que el placer y la gloria de sus hijos. Ella ejerce dignamente su au-gusto sacerdocio, ella desde el momento en que enseña

á su hijo a balbucear el nombre de su padre procura introducir en su corazon la semilla del bien y la virtud.

El corazón de la madre es la pira inestinguible del amor, el manantial de los sentimientos elevados, el raudal de la ternura y el foco de las grandes ideas.

¡Sacrificio y abnegacion! ¡Hé aquí sintetizada la historia de la buena madre!

La madre expresa el ideal del amor divino descen-dido al corazon de la mujer.

Toda la poesía del hogar está reconcentrada en la madre.

El alma de la madre es una égloga, su corazon un idilio, su mirada un poema, su palabra una balada de amor.

¡Cuán dulces son los acentos de una madre cuando estos salen de su alma, lira hermosa que parece pul-sada por ángeles y serafines!

Al lado de una madre virtuosa se aspira un am-biente de pureza y santidad, célico y suave cual el perfume de la mas arrobadora ilusion. La madre es nuestro génio tutelar, nuestro mentor y el ángel que cierne sus invisibles alas sobre nuestras frentes: La madre es un oásis en los desiertos de la vida.

El aturdido y el despreocupado, el indiferente y el libertino sienten redoblar el latido de sus corazones al recordar el nombre de la mujer que les dió el sér.

La madre es en la tierra una enviada, una mensa-jera del paraíso para llevarnos a él. La madre es la gran influencia del Universo, porque sobre sus rodi-llas se forma la sociedad. Las épocas en que mas gé-

nios han florecido, han sido las épocas en que han brillado mejores madres. No há muchos dias me decia un hombre muy distinguido y de clara inteligencia: «Mis sentimientos nobles, la pureza de mis ideas, la inmaculada inocencia de mi corazon y mi caballero-sidad, la debo á mi madre, á mi madre que me inoculó las ideas de lo bello que es lo bueno, á mi madre que me perfeccionó con su delicado cincel.

El recuerdo de mi madre embalsama constante-mente mi alma y no soy capaz de cometer una accion mala porque me arrullan siempre sus palabras.»

He referido esto, porque las frases de un hombre honrado debieran grabarse en oro en el templo de la inmortalidad.

Las lágrimas que asomaban á los ojos de mi buen amigo al hablar de su madre con tierno éxtasis, eran perlas desprendidas de la diadema de su alma. ¡Ma-dres: el cetro del mundo os pertenece: Vuestro por-venir aparece radiante y esplendoroso, ilimitado, el panorama de vuestras prerrogativas riente y nacarado.

Ya que las modernas sociedades han sacado á la mujer de su abyeccion, del polvo en que yacía para erigirle

un suntuoso y elevado pedestal, corresponded á la dignidad de los principios proclamados en esta Era culta y civilizadora.

La mujer está destinada á ser la gran figura de la humanidad: ¡madre! Y para educar la mujer el alma de su hijo, para desenvolver en su corazon los senti-mientos elevados, debe conocer la ley de justicia á que todas las cosas deben estar encadenadas.

La importancia de la mujer en la vida moral y en la física, es grande, inmensa, inconmensurable.

Dice Schiller: «Honrad las mujeres, ellas cubren de rosas celestes el camino de nuestra vida; ellas forman los nudos afortunados de amor, y bajo el púdico velo de las gracias alimentan la flor inmortal de los bue-nos sentimientos.»

La gran idea que hoy debe agitar á la humanidad es educar á la mujer para madres, porque la mujer necesita cultivar el alma de su hijo, desenvolviendo

en su corazon los sentimientos puros y generosos, y la madre no podrá inspirar la virtud y el heroismo, si no ha recibido una educacion levantada.

Daniel Stern dice: «Los deberes de la maternidad son compatibles con las grandes ideas, mientras que no podrían amalgamarse con los gustos frívolos. Una mujer en el momento que lacta á su hijo puede soñar con Platon y meditar con Descartes: y por eso bueno será su humor, y no se alterarán las cualidades de su leche; pero la que se adorna, se acicala, vela, baila,

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intriga, se irritará, se marchitará su seno, y el hijo sufrirá. ¿Por qué, pues, los hombres rechazan tan du-

ramente á la mujer filósofa, y sufren con tanta com-placencia a la coqueta?»

«El porvenir de una criatura es casi siempre obra de su madre» decia Napoleon I, y este aserto es muy ve-ridico, porque las ideas que la madre inculca al niño son las que vierte el hombre en la plaza pública.

CONCEPCION GIMENO. (Concluirá.)

BERGIDUM REPÚBLICA, Ó LA ANTIGUA RIVAGORZA.

(CONCLUSION.)

Se concibe que Bergidum tuviese, así como en sus fuertes naturales, en sus crestas y montes escalona-dos, la poblacion necesaria para constituir república aparte, no olvidando que en aquella época estaba tan poblada España, como que tenia sesenta millones de habitantes segun Plinio, muchas minas y fábricas de varias especies, y se distinguia entre todas nuestra provincia de Tarragona, pues se componia segun di-cho autor, de siete círculos ó conventus, además de las islas Baleares; de ciento setenta y nueve ciuda-des, noventa y cuatro pueblos, doce colonias, trece poblaciones romanas, diez y ocho con derecho latino, ciento treinta y cinco tributarios y uno aliado.

Este era sin duda el país Bergidum, colocados sus habitantes como formando raza aparte, como después los tortosinos, y que estos, separados de los demás á quienes no habia alcanzado ni el derecho latino, di-ciendo el mismo Plinio en su obra Historia natural y libro tercero, «Tarracone celeberrimi civium roma-norum, Certusani, Bigargitani, latinorum Ausetani, Cerretani etc.»

Por lo demás, nada más significativo, con respecto a la federacion y vínculos que unían los pueblos con-

federados con Roma, que lo que se lee en un fragmen-to del jurisconsulto Proculo, que es la ley sétima del digesto romano y título de captivis et p o r s l i m i n i o y dice:

«Non dubito, quin foederati et liberi nobis externi sint non in-ter nos atque eos postliminium esse: et enim quid inter nos atque

eos postliminii opus est, cum et illi apud nos et libertatem suam, et dominium rerum suarum aeque, atque apud se retineant: et eadem nobis apud eos contingant? Párrafo 1.º Liber autem populos est is,

qui nullius alterius populi potestati est subjetus, sive is foederatas est: item sive aequo foedere in amicitiam venit, sie soedere com-prehensum est, ut is populus alterius populi majestatem comiter conservaret: hoc enim adjicitur, ut inteligatur, alterum populum

superiorum esse: non ut intelligatur, a1terum non esse l i b e r u m : et quemadmodum clientes intelligimus liberos esse, etiam si neque

autoritate, neque dignitate, neque viri boni nobis praefuata sic eos, qui majestatem nostram comiter conservare debent, liberos

esse intelligendum est. Párrafo 2.º At siunt apud nos rei ex civita-tibus foederatis, et in eos, damnatos animadvertimus.»

«Es indudable que tanto los pueblos confederados como los libres, son extranjeros para nosotros, y por tanto que no hay entre ellos y nosotros mismos dere-cho de postliminio, porque ¿qué derecho de postli-minio igual á nosotros hay, cuando ellos como nos-otros retienen siempre su libertad y sus bienes, al-canzándoles igualmente sus ventajas? Llámase libre aquel pueblo que no está sujeto á poder alguno, sea federal, sea pueblo amigo unido con tratados de amis-tad, ó incluido en ellos, pero coadyuvando amistosa-mente a la conservacion de la soberanía de otro, lo cual se indica para dar a entender que éste es supe-rior, no para que se crea deja de ser libre, así como llamamos libres á los clientes, aunque no los gober-namos, ni con nuestra autoridad, ni con la dignidad, ni probidad: de este modo se entiende que deben coad-yuvar los que son libres. Mas esto no embarga el que puedan faltarnos estos pueblos, y en este caso ser

castigados.» Añade, con respecto a esta materia, otro fragmento del jurisconsulto Paulo que es la ley ter-

cera, título del dijesto de officio presidis que dice: «Praefes (provinciae) in suae provinciae homines tantum imperium

habet: et hoc, dum in provincia est nam si excesserit, privatus est. Habet interdum imperium et adversus extraneos homines, si quid manu commiseriat: nam et in Mandatis Principum est «Ut curet is,

qui provinciae praesit, malis hominibus provinciam purgare;» nec distinguitur, unde sint.»

El Presidente de la provincia sólo ejerce el mando en ella, y estando en ella, fuera es un particular. Sin embargo, tiene imperio sobre personas extrañas en ca-so de haber cometido delitos, pues está mandado por los príncipes, que cuiden los presidentes de purgar su territorio de delincuentes, sin hacer distincion de donde son.» El derecho de postliminio, como se ve por la ley diez y nueve del mismo digesto y título de

captivis est postliminio, era la recuperacion á que te-nian derecho con respecto á sus derechos, los que ha-

bian sido cogidos prisioneros por los enemigos, y por lo mismo era la expresion de la nacionalidad ó extran-jería de los individuos, calidad esta imperdible, y la otra perdible, recuperable.

El pueblo república Bergidana, no tuvo pues auto-

ridades y extranjeras que le gobernasen, y por lo mismo en tiempo de la República romana, no tuvi-

mos, como en Tarazona, á los duumviros Sexto Junio Livon, Bebio Junio Sulpicio, Lúcio Acilio y Lúcio Sunio; no en tiempo de Octaviano, como Zaragoza, á

Lucio Juvencio Lupercio, Cayo Alsano, Tiberio Flavo, Tito Gervio, Lucio Ticio, Mannio Canino, Lucio Ca-sio, Cayo Valerio Ainnio, Quinto Lutacio, Marco Fa-bio, Cayo Sabino, Publio Varo, Quinto Estacio, Marco Fabricio; Marco Porcio, Eneo Fadio, Cayo Aliairio, Tito Verrio, Eneo Dominio Ampiano, Cayo Vettio Lanciano, Cayo Valentino, Quinto Máximo; no en tiempo de Tiberio, como en la misma ciudad, á Ju-niano Lupo, Cayo Pomponio Parra, Lupo Fulviano, Tito Cecilio Tepido, Cayo Autilio Gemelo, Clemente. Lucrecio, Cayo Carrio Siquilino, Lucio Vetus, Marco

Flavio Sexto, Marco Ofilio, Sexto Evute, Lucio Lu-crecio, Neron César y Druso César, hijos de Germa-nico, Marco Caton, Lucio Vettiaco; no en tiempo de

Calígula, en la propia ciudad á Escipion, Montano, Titullo, Germano, Luciano, y como en Huesca á Ca-yo Tarrasina y Publio Prisco; porque teníamos magis-trados exclusivamente nuestros, y legalidad nuestra.

Cuál fuese esta, además de la política indicada, se ignora, pero se conjetura seria la de los celtíberos, de quienes se puede decir la que tendrian, por la descrip-cion que de ellas hace nuestro historiador Mariana en su cap. 6.º, lib. 1.º, «En guardar secreto se señala

» ron maravillosamente - s u s ánimos inquietos y »bulliciosos la lijereza y soltura de los cuerpos ex-»traordinarios -aborrecedores del estudio de las cien-»cias bien que de grandes ingenios... bebian de or-»dinario agua, vino muy poco..... contra los malhe-»chores eran rigurosos, con los extranjeros benignos

»y amorosos. En la guerra fueron más valientes con-»tra los enemigos que astutos y sagaces.» Como quiera, influyendo la raza, el clima, religion

y gobierno en la legalidad misma porque las cos-tumbres influyen en las leyes y viceversa, parece que ésta debió ser amiga de la propiedad, respetuosa para las personas, hospitalaria y eficaz, de cuyos orígenes hay indicio en las costumbres actuales de este país.

Los límites de Bergidum si no se saben con eviden-cia, pueden por lo mismo comprenderse. Bergidum te-nia su extension marcada en la vejetacion que le dis-tingue y separa de la Litera y los montes Pirineos, llegando hasta los confines de Aragon, ad fines Ara-

goniae, de que hablan los dos itinerarios indicados.

JOAQUIN M. DE MONER,

Cronista de Rivagorza.

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REVISTA DE ARAGON. 31

SISTEMAS PENITENCIARIOS Y ESTABLECIMIENTOS PENALES EN ESPAÑA.

(Continuacion.)

IV.

Nos hemos ocupado hasta este momento en exponer nuestra opinion acerca de lo que deben ser adminis-trativamente nuestros establecimientos penitenciarios

tal como lo ofrecimos, ó sea, á grandes rasgos y limi-tándonos á llamar la atención sobre los puntos más culminantes de un tema, que para su completo des-arrollo necesitaria más espacio.

Fáltanos emitir nuestro parecer acerca de lo que deben ser científicamente, habiendo invertido el órden,

porque el aspecto científico del problema reviste una irnportancia que bien merece el honor de tratarlo, des-pues de desentenderse de lo que á su lado parecen detalles menudos.

No nos entretendremos en discutir a quién sea de-bida la inauguracion del régimen penitenciario pro-piamente dicho, tanto porque tales discusiones no son conducentes para nuestro objeto, como por huir de

exageraciones y sutilezas á que las excursiones y ana-lisis históricos se prestan, cuanto porque creemos que

ni los sermones de San Cárlos Borromeo en Milán, ni la plausible separacion nocturna de los presos en la carcel de Gante, ni los ensayos de la prision de Roma

bajo el génio del Pontífice Clemente XI, son más que cristianos arranques, métodos sin plan, o nobles ins-piraciones ó destellos de una luz futura. Aquello po-

dia ser el resultado del instinto, pero no de una cien-cia completa; podia ser una buena idea, un plausible

pensamiento, un ensayo feliz, pero no un sistema. La séria y verdadera reforma penitenciaria, era gloria reservada á otro siglo, en el incesante y misterioso desenvolvimiento del progreso humano.

La necesidad de la reforma carcelaria adquiere ver-dadera importancia con los trabajos, viajes y obser-

vaciones del célebre inglés Juan Howard, y que pro-dujeron el acta de 1778, mandando el Parlamento que se aplicara el aislamiento en las prisiones del país. La

observacion, la filantropía y la experiencia habian hablado por medio de Howard, pero la c ienc ia con-

signó en las obras de Bentham las bases fundamen-tales del sistema.

La jóven y entusiasta América se encargó de desar-rollar la teoría nacida en Europa, y una secta religiosa, adversaria de la pena capital, consigue su abolicion en la legislatura de Pensylvania, y quedan autoriza-dos los tribunales para aplicar, en lugar de aquella, la

prision celular solitaria, sin trabajo durante el dia y la noche, á los reos de crímenes capitales, para cuyo efecto fueron construidas las cárceles de Walnut Street y Pittisburg en Filadelfia y más tarde la de Cherry Hill, que admitió el trabajo en las celdas, y

que fue una transaccion de dos sistemas opuestos. Bien pronto se clamó contra el capital, defecto de

este sistema ó sea contra la corrupcion consiguiente de los detenidos, efecto de su ociosidad y aislamiento absoluto, y al punto hubo de ser modificado y suavi-zado, concediéndose el trabajo en las celdas; pero aun así se creyó que este sistema era ruinoso para el Te-soro público, insano, cruel é incompatible con la or-

ganizacion del trabajo y con las leyes de la natura-leza, que hacen del hombre un sér sociable por ins-tinto y no un enterrado en vida, como en el sistema

celular contínuo y absoluto; y algun eco debieron ha-cer estas censuras, cuando quedaron autorizadas las comunicaciones de los reos con el Director, Capellan,

miembros de su familia y asociaciones caritativas.

No por esto se convencieron los partidarios entu-siastas del sistema, como Víctor Foucher y Ducpe-tiaux, pues siguieron defendiendo que es el que más

se presta á la meditacion y arrepentimiento, el que admite penas más cortas y el que evita la perniciosa influencia y corrupcion inherente al contacto y con-

fusion de procesados por delitos graves y leves, que es su argumento Aquiles, hasta tal punto encomiado,

que no faltó prision en Bélgica que cubria con una máscara la cara de los procesados, para que no se co-

noc ie ran las parejas, en sus escursiones higiénicas ó ejercicios cristianos; exajeracion que nos ha parecido siempre muy poco séria, y que por sí sola acusa la

existencia de un vicio el defecto en el sistema. Del choque de estas

ideas surgió el sistema Auburn,

ensayado en el Estado de New-York, reducido á la prision celular y separacion absoluta durante la no-

che, pero admitiendo el trabajo en comun y reunidos los reos en los talleres bajo el réjimen del silencio; ob-teniendo tan universal a p l a u s o que se ordenó en 1825 la construccion de la cárcel de Sinsing, capaz de mil celdas, y á cuyo frente y direccion se colocó el céle-bre Lynds.

Claro es que los partidarios del sistema de Pensyl-vania ó de Filadelfia, combaten el de Auburn ó de

New-York, porque en su concepto es imposible el si-lencio sin crueles castigos, y fácil por ende la comu-

n i c a c i o n y corrupcion, así como por ser más costoso, puesto que además de celdas reclama talleres. A nos-

otros, en verdad, no nos parece tan difícil un conve-niente silencio; consideramos más fecundo el trabajo en comun y no vemos tantos peligros en este sistema, en donde la celda está abierta para el bien, para el tra-bajo que moraliza, para la vigilada comunicacion que suaviza y prepara á la vida social, para la instruccion

estimulada de las escuelas, para actos de religion co-munes y ejemplares y cerrada para el vicio y lo peli-groso.

Empeñados los sábios en resolver el trascendental problema planteado, y pesadas las ventajas é incon-

venientes de los dos sistemas, han ideado el Inglés, reducido á sufrir la prision celular dos años como má-

ximun, tiempo que se reputa suficiente para la medi-tacion y el arrepentimiento del culpable; pasar des-pues á trabajar á otros establecimientos diferentes, en cuadrillas y con el estímulo del trabajo remunerado, pero durmiendo y comiendo en celdas, y por fin al-canzan la libertad condicional despues de premios y

buena conducta justificada, ó sea colocándose fuera del establecimiento bajo la vigilancia de la autoridad,

que no le molesta si su conducta es irreprensible, pero que le obliga á retroceder á su prision celular primi-tiva, si responde mal á la confianza.

Pero el impulso estaba dado y era preciso llegar al ideal. Por eso apareció en el mundo científico el sis-tema Irlandés, fruto de las investigaciones reunidas por Mr. Crofton, comisionado en 1853 por el gobierno

inglés. El sistema Crofton admite cuatro estados en el reo,

ó cuatro estados en la penalidad. En el primer perío-do se sufre prision celular, siempre de corta duracion, pero durante la que no se permite trabajo ni lectura,

sino que el condenado está entregado al remordimien-to, meditacion y arrepentimiento. Más adelante, si lo

pide y muestra cambio de conducta radical, se le per-mite trabajar y leer para su consuelo.

El segundo período se llama de prision comun por-que se admite el trabajo colectivo. Este período se compone de cuatro grados, clasificados los penados,

diferenciados en traje, aumento de jornal y distincio-nes. Todo el que alcanza el cuarto grado ó prision in-termedia es destinado á la prision de Smithfield, en

la que quedan convertidos en verdaderos obreros, dán-

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REVISTA DE ARAGON.

32

doles encargos que evacuan en la ciudad, como ensa-yos y pruebas de sus inclinaciones y enmienda, y re-cibiendo, finalmente, una instruccion superior á la del primer período.

J. MARTON Y GAVIN.

(Se concluirá.)

C U N A Y S E P U L C R O .

(Traduccion de Soulary.)

En el átrio del templo, cierto dia Se cruzaron dos grupos.—El entrante Llevaba á bautizar un tierno infante: Otro niño al sepulcro el que salía.

Al féretro infantil triste seguia Una mujer de pena delirante, Mientras otra con júbilo radiante Al baptisterio su hijo conducia.

Cuando en el fondo de la nave oscura Se cambió de las madres la mirada, ¡Maravilla de amor y de ternura! ¡Llorar se vió á la más afortunada,

Y la triste que su hijo habia perdido Sonriendo miró al recien nacido!...

B. M y R.

ESPECTÁCULOS.—Una deuda tenemos pendiente con nuestros benévolos lectores, y vamos á cumplirla di-ciendo algo, siquiera sea poco y malo, sobre el drama

de D. José Echegaray En el pilar y en la cruz, repre-sentado algunos dias há en el Teatro Principal.

Un crítico madrileño de grande autoridad y probada competencia lo ha juzgado diciendo lisa y llanamente que es una monstruosidad.— Dura es la frase, pero in-merecida, porque no es justo usar tanta acritud con las manifestaciones del génio, cuando éste —aun en medio de sus delirios y extravíos— se ostenta siempre arrogante y admirable, despertando en nosotros vivas emociones que, si no son las puras é inefables á que mueve la perfecta creacion artística, están muy dis-tantes tambien del hastío ó de la repugnancia que en-gendran en el ánimo vulgares y anodinas composi-ciones ó absurdos dislates de baja categoría.

De estas monstruosidades nos dé Dios, diríamos, si no fuera porque el gusto público no sabe hacer distin-

gos al aceptar un drama, y se deja influir por los de-fectos, sin abstraer de entre ellos las bellezas. Eche-garay, aun cuando delire y deje desbocarse la folle du logis, excita nuestra admiracion. Así sucede en el dra-

ma En el pilar y en la cruz. Junto á los rasgos del maestro, las puerilidades del principiante; al lado de los detalles de una inspiracion calderoniana ó shakes-piriana, los toques chillones de un dramaturgo de bro-cha gorda.

El primer acto de En el pilar y en la cruz es nota-

bilísimo; el segundo ménos que regular, y el tercero una série de lamentables equivocaciones.—Para dar

idea del intrincado argumento de ese drama es menes-ter grande espacio; para apuntar sus defectos más os-tensibles hace falta un buen trecho de este número; para enumerar sus buenas calidades no se necesita más que un párrafo mediano. Pero ni lo uno, ni lo otro, ni lo de más allá debe ocuparnos, porque En el pilar y en la cruz es un drama que muy pronto será sepul-tado en los oscuros archivos del olvido. No en vano se

contraviene á los fundamentales principios de la be-lleza dramática; no en vano se confunde lo horripilante con lo patético; no en vano se atropella la lógica y se trastornan las leyes morales. Grandes son los fueros del génio, pero no tanto que excusen licencias inad-

misibles y descuidos imperdonables. La interpretacion de En el pilar y en la cruz dejó muy poco que desear, y —ya que no de todos los ar-

tistas que en ella intervinieron— cúmplenos hacer es-pecial mencion de los señores Cepillo y Valentin; del

primero, por el calor y espontaneidad con que puso de realce el tipo ideado por el Sr. Echegaray; del se-gundo, por el estudio cuidadosísimo que probó haber hecho del carácter del fanático conde.

Despues de esta obra del autor de La esposa del vengador se han representado por primera vez en el

teatro del Coso La pena negra, Pobre porfiado... y Las penas del purgatorio.

La primera es un juguete cómico en dos actos y en prosa, ideado por D. Cárlos Coello sobre la conocida comedia francesa Un monsieur qui suit les femmes, de Eugenio Labiche. El público, ó cierta parte del público, trató la obra con injusta severidad: es un ju-guete escrito con gracia y sin mas pretensiones que la de hacer reir en grande, presentando uno de estos incansables perseguidores de mujeres que se vé en-vuelto en sus propias redes y abochornado por una de sus víctimas. El público ó cierta parte de él dió en no reir, pero sí en promover un escándalo propio de una plaza de toros ó de un circo de caballos.

Pobre porfiado... se titula la última obra de nuestro paisano D. Eusebio Blasco, y es un proverbio en un acto, de ligerísimo argumento y lánguida accion, pero versificado con tanta facilidad y elegancia, y salpicado de ocurrencias tan donosas y tan oportunos chistes, que el auditorio lo escucha con deleite y no escasea sus aplausos al festivo escritor zaragozano.

La señora Llorente y el Sr. Valentin han interpre-tado muy bien esta obrita de Blasco.

Las penas del purgatorio son las que hacen sufrir dos suegros-cantáridas á un yerno de buena pasta, pero de inesperados arranques. La comedia, escrita con ese título, es de orígen y de estructura france-ses, con lo cual dicho se está que su temperamento cómico es bastante pronunciado. Las penas del pur-

gatorio, cuyos traductores, arregladores ó cosa así, son los señores Fuentes y Campo-Arana, han logrado buen éxito. Gran parte cabe en él á los actores encar-gados de su interpretacion.

—Nada de nuevo nos ha ofrecido la compañía que ocupa el Gran Teatro de Pignatelli. Sigue po-niendo en escena las zarzuelas antiguas y modernas de su extenso repertorio y atrayendo á aquel elegante punto de reunion numerosa concurrencia.

Las zarzuelas que últimamente se han representado allí han sido Campanone: Juana, Juanita y Juanilla;

Sobre áscuas: El Barberillo de Lavapiés, y Juan de Urbina. Algunas de ellas se han cantado con bastante

descuido y poco ensayo.

—El Pabellon ruso, pasó á la historia. De las variadas y notables funciones que en él se dieron se ocupó con su habitual discrecion el cronista de este Semanario. No tenemos, pues, por qué repetir fra-ses ya conocidas, y —lo confesamos— de todo punto justas.—C.

ZARAGOZA.— IMPRENTA DEL HOSPICIO.—1878.

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