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REVISTA DE ARAGON SEMANARIO DE CIENCIAS, LETRAS, ARTES É INTERESES GENERALES. DIRECTORES-FUNDADORES. D. BALDOMERO MEDIANO Y RUIZ Y D. JOSÉ MATHEU Y AYBAR. C O L A B O R A D O R E S . Cávia(D.ªPilarde). Gimeno (D.ª Concepcion). Sinués (D.ª María del Pilar). Alcalde y Prieto (D. Domingo). Alderete (D. Severino). Andrés (D. Ignacio). Arnau (D. Joaquin). Balaguer (D. Victor). Barcelona (D. Juan Pedro). Barrera (D. Pedro Maria). Bas y Cortés (D. Vicente). Berbegal (D. Antonio). Blasco (D. Eusebio). Bielsa (D. Julio). Campillo (D. Toribio del). Camo (D. Manuel). Carnicer (D. Leon). Cavero (D. Juan Clemente). Cávia (D. Mariano de). Clariana (D. Enrique). Comin (D. Bienvenido). Cuchet (D. Luis). Escosura (D. Desiderio de la). Gil Berges (D. Joaquin). Gil y Gil (D. Pablo). Gil y Luengo (D. Constantino). Gimeno Rodrigo (D. Juan). Gimeno y Vizarra (D. Joaquin). Herranz (D. Clemente). Hernandez Fajarnés (D. Antonio). Isabal (D. Marceliano). Jardiel (D. Florencio), Presbítero. Lasala (D. Mário de). Leon (D. Pablo de). Liesa (D. Isidro). Llacer (D. José Maria). Marin y Carbonell (D. Valentin). Marton (D. Joaquin). Martinez Gomez (D. Gregorio). Mondria (D. Mariano). Moner (D. Joaquin Manuel de). Monreal (D. Julio). Morales (D. Salvador). Nougués (D. Pablo). Ordás y Sabau (D. Pablo). Pallarés (D. Joaquin). Paraiso (D. Agustin). Peiro (D. Agustin). Perez Soriano (D. Agustin). Piernas (D. José Manuel). Pina (D. Victorio). Polo y Peyrolon (D. Manuel). Pou y Ordinas (D. Antonio J.). Puente y Villanúa (D. José). Sagasta (D. Primitivo Mateo). Salinas (D. German). Sanchez Muñoz (D. Mariano). Sancho y Gil (D. Faustino). Sanz y Éscartin (D. Eduardo). Sañudo Autran (D. Pedro). Sasera y Sanson (D. Ricardo). Sellent (D. José Eduardo). Solsona (D. Conrado). Uguet (D. José M.ª). Vicens (D. Gerónimo). Vilar y García (D. Casto). Villar (D. Martin). Ximenez de Embun (D. Tomás). Ximenez de Zenarbe (D. Feliciano). Zabala (D. Manuel). Zapata (D. Márcos). Zapater y Gomez (D. Francisco). AÑO II.— DOMINGO 16 DE NOVIEMBRE DE 1879.-NÚMERO 45. ZARAGOZA. IMPRENTA DEL HOSPICIO PROVINCIAL. 1879.

REVISTA DE ARAGON - Diputación de ZaragozaMISCELÁNEA. La Epoca un, deo los periódico más acreditas - dos y leidos entr, loe muchos qus e en Españ se a publican, deci ena uno de

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Page 1: REVISTA DE ARAGON - Diputación de ZaragozaMISCELÁNEA. La Epoca un, deo los periódico más acreditas - dos y leidos entr, loe muchos qus e en Españ se a publican, deci ena uno de

REVISTA DE ARAGON

SEMANARIO DE CIENCIAS, LETRAS, A R T E S É INTERESES GENERALES.

DIRECTORES-FUNDADORES.

D. BALDOMERO MEDIANO Y RUIZ Y D. JOSÉ MATHEU Y AYBAR.

C O L A B O R A D O R E S .

Cávia (D.ª Pilar de). Gimeno (D.ª Concepcion). Sinués (D.ª María del Pilar).

Alcalde y Prieto (D. Domingo). Alderete (D. Severino). Andrés (D. Ignacio). Arnau (D. Joaquin). Balaguer (D. Victor). Barcelona (D. Juan Pedro). Barrera (D. Pedro Maria).

Bas y Cortés (D. Vicente). Berbegal (D. Antonio).

Blasco (D. Eusebio). Bielsa (D. Julio). Campillo (D. Toribio del). Camo (D. Manuel). Carnicer (D. Leon). Cavero (D. Juan Clemente). Cávia (D. Mariano de). Clariana (D. Enrique). Comin (D. Bienvenido). Cuchet (D. Luis). Escosura (D. Desiderio de la).

Gil Berges (D. Joaquin). Gil y Gil (D. Pablo).

Gil y Luengo (D. Constantino). Gimeno Rodrigo (D. Juan). Gimeno y Vizarra (D. Joaquin).

Herranz (D. Clemente). Hernandez Fajarnés (D. Antonio). Isabal (D. Marceliano). Jardiel (D. Florencio), Presbítero. Lasala (D. Mário de). Leon (D. Pablo de). Liesa (D. Isidro). Llacer (D. José Maria). Marin y Carbonell (D. Valentin). Marton (D. Joaquin). Martinez Gomez (D. Gregorio). Mondria (D. Mariano). Moner (D. Joaquin Manuel de). Monreal (D. Julio). Morales (D. Salvador). Nougués (D. Pablo). Ordás y Sabau (D. Pablo). Pallarés (D. Joaquin). Paraiso (D. Agustin). Peiro (D. Agustin).

Perez Soriano (D. Agustin). Piernas (D. José Manuel). Pina (D. Victorio). Polo y Peyrolon (D. Manuel). Pou y Ordinas (D. Antonio J.). Puente y Villanúa (D. José).

Sagasta (D. Primitivo Mateo). Salinas (D. German). Sanchez Muñoz (D. Mariano). Sancho y Gil (D. Faustino). Sanz y Éscartin (D. Eduardo). Sañudo Autran (D. Pedro). Sasera y Sanson (D. Ricardo). Sellent (D. José Eduardo). Solsona (D. Conrado). Uguet (D. José M.ª). Vicens (D. Gerónimo). Vilar y García (D. Casto). Villar (D. Martin). Ximenez de Embun (D. Tomás). Ximenez de Zenarbe (D. Feliciano). Zabala (D. Manuel). Zapata (D. Márcos). Zapater y Gomez (D. Francisco).

AÑO II.— DOMINGO 16 DE NOVIEMBRE DE 1879.-NÚMERO 45.

Z A R A G O Z A .

IMPRENTA DEL HOSPICIO PROVINCIAL.

1 8 7 9 .

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M I S C E L Á N E A .

La Epoca, uno de los periódicos más acredita-

dos y leidos, entre los muchos que en España se

publican, decia en uno de sus últimos números:

«Zaragoza, como toda España y toda Europa, está haciendo extremos esfuerzos en favor de los pueblos

de Levante arruinados. Las señoras, los estudiantes, el comercio, los capi-

talistas, los actores, los artistas, los artesanos y hasta los mendigos, piden, dan, trabajan, inventan para au-mentar los medios de socorro á aquella antes hermosa

y fértil region española, destruida y arrastrada por el aluvion de los rios.

Dios premie tanta caridad, tanta abnegacion cris-tiana.

Entre las noticias que á nosotros llegan hemos re-cibido la REVISTA DE ARAGON, dando cuenta de una parte de aquellos esfuerzos en que todas las clases so-ciales compiten en fervoroso celo por el bien de sus desgraciados hermanos, é insertando una bella poesía titulada Caridad, del jóven ilustrado D. Valentin Ma-rin y Carbonell, que insertaríamos íntegra si la índo-le de nuestro periódico lo permitiese.

Pero no podemos resistir al deseo de que nuestros lectores conozcan siquiera la conclusion de esa obra literaria que merece justo aplauso.»

A continuacion copiaba un fragmento de la

inspirada composicion de nuestro amigo y cola-

borador, Sr. Marin y Carbonell. En nombre de

éste y en el de la REVISTA damos las gracias por

su honrosa deferencia al periódico madrileño, así

como por las galantes y merecidas frases que á la

generosa actitud de Zaragoza, ante los infortunios

de las provincias de Levante, dedica.

La importante publicacion artística Crónica de la Música, que, no contenta con dar á sus abonados la revista semanal de todo cuanto ocurre en el mundo musical y ocho páginas cada ocho dias de su Biblio-teca selecta de música, promueve certámenes para premiar composiciones y coadyuvar al desarrollo del arte, ha recibido ya nueve obras musicales para el primer certámen que ha anunciado, y que se ha de celebrar en el mes próximo.

La importancia de esta publicacion y el acierto con que llena la mision que se ha impuesto se revela en los sumarios de sus números. El del número 60, que acaba de ver la luz es el siguiente:

Texto: I. «Corona contra corona», drama lírico en tres actos, letra de D. Calixto Navarro, música de don Tomás Breton. Las ejecuciones del teatro de la Zar-zuela.—II. Nuestra música. La opinion de la prensa extranjera sobre la música española.—III. Audiciones y conciertos. El festival de Gounod en Amberes. La Sociedad de conciertos de Puerto Rico. Concierto de Esmeralda Cervantes.—IV. Los teatros líricos. La ropa sucia del teatro Real. Fracaso del tenor Gazul en

«La Sonámbula.» «Roberto el diablo» y su ejecucion. Los peligros de las supresiones. Tamberlick y Jime-nez en Málaga. Los teatros líricos extranjeros.— V. Las obras nuevas. «La siesta de la señorita,» melo-día americana de Fumi. Las óperas que se preparan. VI. «Guido et Ginevra,» ópera en cinco actos, de

Halevy. Apertura del teatro de la Opera popular en París.—VII. Los teatros de verso. Tres fracasos y dos éxitos en la semana.—VIII. Murmuraciones. El Con-servatorio de Madrid. El Saturno de los editores. El colmo de la coquetería. El tumor de Gazul. Los pe-chos privilegiados.—IX. Noticias várias. La llegada de Lasalle y la próxima marcha de Faccio. En busca de un Mefistófeles. ¿Quién es Ortisi? Otras noticias. Bríndis en verso.— X. Anuncios. Operas completas para piano, á seis reales.

Música: I. A la memoria de una reina, «Recuerdo triste,» nocturno para piano, por D. Nicolás Alonso Ruiz (seis páginas).— II. «Ausencia,» melodía para canto y piano, por D. Ignacio Ovejero (dos páginas.)

El número 298 de la importante Revista Europea, que acaba de publicarse, contiene los artículos si-guientes:

I. El espíritu caballeresco en el Japon, por A. Ba-rine.

II. Estudios sobre economía política.—Cambio, precio corriente, riqueza, por B. Escudero.

III. Exactitud histórica y geográfica del poema del Cid, por A. Rios y Rios.

IV. Viajes de extranjeros por España y Portugal en los siglos XV, XVI y XVII (continuación), por J . Liske.

V. Miscelánea.—Enfermedades del sistema ner-vioso.—Teatros de Madrid.

VI. Bibliografía.

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REVISTA DE ARAGON SEMANARIO DE CIENCIAS, LETRAS, ARTES É INTERESES GENERALES.

P U N T O S DE SUSCRICION.

ZARAGOZA: En la Redaccion y Administracion, calle de Torres-secas, núm. 5, principal; en La Bandera Española, Coso, núm. 62, y en las librerías de la señora viuda de Heredia, Bedera, Sanz, Francés, Osés y Menendez.—HUESCA: Librería de don Jacobo Ma-ría Perez.—TERUEL: Administracion de El Turolense.— MADRID: Librería de D Mariano Murillo, Alcalá, 18. —BARCELONA: Seño-res Texidó y Parera, Pino, 6.—ATECA: D. Demetrio Ortega.— CALATAYUD: D. Florencio Forcén.

Los anuncios, avisos y reclamaciones se reciben en la Redac-cion y Administracion.—Toda la correspondencia literaria y ad-ministrativa se dirigirá expresamente al Director de la REVISTA DE ARAGON, calle de Torresecas, 5, principal, Zaragoza.

PRECIOS DE SUSCRICION.

TRIMESTRE. SEMESTRE. AÑO.

En Zaragoza .................. 8 rs. 15 rs. 28 rs. En Madrid y provincias. 10 » 18 » 83 » Números sueltos, quince céntimos de peseta.

PRECIOS DE ANUNCIOS.

RELS. RELS.

Una página entera en la Cuarto de página . ........ 16 cubierta ...................... 60 Octavo de id. ................. 8

Media página ................ 30 Dieciseisavo de id. ........ 4 En la última página de la REVISTA, á precios convencionales. Si el anuncio se insería de tres á cinco veces seguidas, obtiene

el precio una rebaja de quince por cíento; si de seis á ocho veces, una de veinticinco por cíento, y de nueve en adelante, una de cua-renta por ciento.

Los señores suscritores obtendrán en sus anuncios la rebaja del diez por ciento.

SUMARIO.

I.—Crónica Aragonesa, por Viator.

II.—Memoria sobre las fuentes de conocimiento en Geografía é His-

toría universal, por D. Baldomero Mediano y Ruiz.

III.—El Mediterráneo (Estudio histórico).—Continuacion.

IV. —Usos, costumbres legales, fueros y privilegios antiguos de Rivagorza, por D. Joaquin M. de Moner.

V.—Recuerdos de un día en Alcalá (conclusion), por D. Juan Pe-dro Barcelona.

VI.—Confesion (poesía), por D. José M.ª Matheu. VII.—Espectáculos, por Valerio.

VIII.—Libros recibidos en esta redaccion. IX.—Miscelánea y anuncios, en la cubierta.

CRÓNICA ARAGONESA.

Despues de haber lamentado las desgracias de pro-vincias hermanas, y contribuido con generoso en-tusiasmo á aliviar daños por aquellas ocasionados, tocó á Aragon la triste suerte de llorar propios y no ménos terribles males. Cuando todos en esta hidal-ga tierra percibian entre los latidos de sus corazo-nes la sublime voz de la caridad, evocada por el doloroso cuadro trazado por la inundacion en las comarcas de Levante, vino tambien el terrible azote

á sembrar el estrago en las provincias aragonesas. Algunos rios de tercero y cuarto órden, de esos

que en la estacion estival muestran su cauce cuasi seco, provocando con su aspecto irónica sonrisa en los lábios de los que leyeron sus nombres en las cartas geográficas, acrecieron su caudal de tal ma-nera, que siendo su álveo insuficiente á contener-lo, lo esparcieron con irresistible empuje por los campos y pueblos vecinos, y convirtieron el líqui-do, otras veces vivificante, en signo de destruccion y mensajero de duelo.

Caspe, Fraga, Ballobar y tantos otros pueblos que miran hoy destruida su riqueza por los estra-gos de las aguas, guardarán amarga memoria de esta calamidad. El Alcanadre, el Matarraña y otros rios de los que nadie se acordaba, fuera de los pue-blos cuyos términos riegan, han adquirido bien triste título para ser recordados.

Tan doloroso suceso hizo volver á todos los ojos hacia el que habia sido su teatro, y los que solíci-tos habian respondido al general movimiento en favor de los de Murcia, Orihuela y Almería juz-garon que á los aragoneses, victimas de la inun-dacion, deben alcanzar tambien los auxilios de es-pañoles y extranjeros. Creencia justísima, toda vez que idéntico era el origen del daño, una misma la necesidad y brevísimo el plazo mediado entre las dos inmensas desgracias.

Dieron, pues, principio las gestiones en tal sen-tido; y en tanto que se esperaba el resultado, cre-yóse oportuno hacer algo que directa y esclusiva-mente se encaminase á remediar los males sufridos por nuestros paisanos. Y como nada hay tan pro-pio de nuestro carácter y que de tal modo nos atraiga que los espectáculos taurinos, se ideó, por una sociedad de jóvenes titulada La Caridad, cele-brar una corrida de toretes.

Lucía el cielo la más hermosa de sus azules ves-tiduras; Febo, cariñoso, como si quisiera rendir merecido tributo de admiracion á las bellas que poblaban las gradas del circo, enviaba consoladores rayos que, si ménos brillantes que los desprendi-dos de tantas magníficas pupi las , daban todos los encantos primaverales á aquella tarde y nos hacian olvidar que pertenecia á la estacion en que las primeras nieblas cubren con ingrato velo, en

Año II.- Núm. 45.— Domingo 16 de Noviembre de 1879 .

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las tempranas horas del dia, las calles de la ciudad siempre heróica.

Fueron estos detalles y el de estar confiada la presidencia á bellísimas y distinguidas damas, los más dignos de señalarse.

Pero no debemos omitir que los bichos dieron todo el juego que de sus pocos años era posible esperar, y los jóvenes aficionados no defraudaron las esperanzas del público que llenaba la Plaza de

Toros.

El espiritu de fraternidad universal de que dan muestra tan evidente todos los extranjeros, y muy señaladamente la vecina Francia, tendrá, á la vez que su encarnacion más patente en el gran festi-val que la prensa de este pais prepara, digna con-memoracion en El Carnaval, periódico en el que

colaborarán las más insignes glorias literarias y artísticas de la inmediata república, hermanán-dose con este motivo en sus columnas todas las opiniones, como se hermanan y desaparecen todas las encontradas aspiraciones de 1os pueblos en el sentimiento simbolizado por esta sublime palabra: humanidad.

A la generosa iniciativa de nuestros hermanos debia responder el testimonio de nuestra grat i tud, que no ha de ser estéril en esta ocasion.

En Zaragoza es considerable el número de los que se han inscrito para adquirir un ejemplar de tan notable publicacion, y la Diputacion Provin-cial ha propuesto suscribirse por cuatrocientos nú-meros para distribuirlos entre los Ayuntamientos de la provincia. Resolucion digna de aplauso es esta, por virtud de la cual llegará á todos los ám-bitos de nuestro país la manifestacion de simpatía que en nuestras desgracias recibimos.

La prensa española, por iniciativa de la de Ma-drid, se propone demostrar dignamente nuestro agradecimiento, y á este fin se organizan en la córte un banquete y un concierto vocal é instru-mental en obsequio del cuerpo diplomático y re-presentantes de la prensa extranjera.

Merecedora de elogio es tambien la conducta se-guida por la Mesa de nuestra Corporacion provin-cial, proponiendo, en la Memoria que ha presentado la creacion, en esta ciudad, de una Escuela de Artes y Oficios, y de cuya necesidad habian tratado ya nuestros distinguidos amigos y colaboradores el Excmo. Sr. D. Joaquin Gil Berges, al inaugurar las Conferencias literarias en el Centro Mercantil, Industrial y Agrícola, y el Sr. D. Faustino Sancho

y Gil, en la notable carta dirigida al docto cate-drático D. José M. Piernas, que vió la luz en an-teriores números de la REVISTA.

El brasero, mueble de invierno que los españo-les íbamos arrinconando como opuesto á los ade-lantos del siglo, va á ser puesto en moda y obtiene

recomendaciones entre nuestros vecinos los f ran-c e s e s .

Es de desear que los no acostumbrados á su uso tengan en cuenta sus inconvenientes y no sufran, por imprevision, la desgracia acontecida á dos in -felices artilleros que, encerrados en un cuarto con

uno de estos antiguos aparatos de calefaccion, fue-ron atacados por la asfixia, falleciendo uno á las pocas horas y salvándose el otro merced á todos los recursos de la ciencia, oportunamente apli-cados.

Púsose en escena durante la última semana la zarzuela titulada Los infiernos de Madrid .

—¿Has visto Los infiernos?— preguntaba el vier-nes un jóven á otro.

—Sí,—contestó;—y he estado en ellos durante varias noches.

VIATOR.

M E M O R I A

SOBRE LAS FUENTES DE CONOCIMIENTO Y MÉTODO DE ENSEÑANZA

EN LAS ASIGNATURAS DE GEOGRAFÍA É HISTORIA UNIVERSAL.

I.

Es carácter distintivo de la ciencia en general y en su acepcion más lata, el ser una en su principio, orí-gen y tendencias, vária en sus fines, resultados y derivaciones. El conocimiento de los fenómenos que en la naturaleza tienen lugar, el descubrimiento de las ocultas leyes que r i g e n el sistema del mundo, la resolucion, en fin, de tantos difíciles problemas y os-curos misterios, debió ser el objeto final que la huma-nidad se propusiera en su infancia, al crear la ciencia, vasto conjunto de preocupaciones y experiencias, in-forme mezcla de sublimes delirios y de grandes pre-sentimientos, en aquella época primitiva en que la aun no ejercitada inteligencia humana pretendía audaz tender su vuelo en pos de la verdad, tanto en el órden físico, como en el moral é intelectual. Mas poco ave-zada á esta laboriosa investigacion y no respondiendo los resultados á su noble anhelo y generoso entusias-mo, debió comprender que la vasta generalizacion de todos los conocimientos por la experiencia adquiridos, no era el medio más á propósito para resolver los difí-ciles problemas que por todas partes se le presenta-ban, y que si al Sumo Hacedor era dado penetrar los más detallados pormenores de la creacion, el hombre,

sér finito, no podía aspirar sino á un conocimiento parcial é imperfecto, conseguido tan sólo á costa de reconcentrar su atencion en la determinada série de fenómenos que pretendiera conocer. De aquí dimanó la division de esa ciencia única, cuyo bello ideal sólo encontramos en la naturaleza divina en multitud de ramas y subdivisiones que dieron orígen á otras tantas ciencias, cuyo número creció á medida que LOS cono-cimientos se fueron aumentando y clasificando. Así, la parte que inquiria el órden y d e s c r i p c i o n del uni-verso, se llamó Cosmografía, y esta á su vez Astrono-mía si se ocupaba de las leyes que rigen á los cuerpos celestes; Física si estudiaba las que á los terrestres son anejas; Historia natural si pretendía examinar la organizacion y cualidades de estos últimos, y del mis-

mo modo en continua y descendente escala. Expuestas estas breves consideraciones y aplicán-

dolas á las asignaturas que motivan nuestro humilde

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R E V I S T A D E A R A G O N . 3 5 5

t r a b a j o , f á c i l e s c o m p r e n d e r q u e en u n p r i n c i p i o la G e o g r a f í a y l a H i s t o r i a f o r m a r o n p a r t e , — q u i z á l a m á s e x t e n s a y p r e d i l e c t a , — d e l c o n j u n t o d e c o n o c i m i e n t o s q u e l a s p r i m i t i v a s s o c i e d a d e s a t e s o r a b a n , y q u e s ó l o d e s p u e s d e q u e u n g e n i o o b s e r v a d o r y p r o f u n d o h i -c i e r a l a c l a s i f i c a c i o n r e f e r i d a , p a s a r i a n á f o r m a r u n c u e r p o d e d o c t r i n a d i s t i n t o , c o n s t i t u y e n d o u n a c i e n -c i a i n d e p e n d i e n t e . A u n e n t o n c e s n o s e s e p a r a r o n u n a d e o t r a , y b u e n a p r u e b a d e e l l o s o n l a s m á s a n t i g u a s o b r a s q u e h a s t a n o s o t r o s s e h a n c o n s e r v a d o . A s í , l a S a g r a d a E s c r i t u r a , a l r e f e r i r n o s l a p e r e g r i n a c i o n d e l p u e b l o h e b r e o , s e p r e s t a t a n t o á l a s i n v e s t i g a c i o n e s d e l h i s t o r i a d o r c o m o á l a s d e l g e ó g r a f o . C u e n t a l o s s u -c e s o s y d e s c r i b e e l l u g a r d o n d e a c a e c i e r o n c o n t a l m i -n u c i ó s i d a d , q u e t a n f á c i l e s f o r m a r e n su v i s t a , u n a d e t a l l a d a r e l a c i o n h i s t ó r i c a , c o m o u n e x a c t o i t i n e r a r i o

y u n i n t e l i g i b l e m a p a . S i u n n u e v o e j e m p l o b u s c a m o s e n o t r a n a c i o n p r i m i t i v a l o h a l l a r e m o s e n G r e c i a , c u y o e s c r i t o r H e r o d o t o e s c o n s i d e r a d o á l a v e z c o m o p a d r e d e l a H i s t o r i a y d e l a G e o g r a f í a .

E s t a a d m i r a b l e s í n t e s i s q u e e n l a s m á s a n t i g u a s

o b r a s s e o b s e r v a , n o s dá l a c l a v e d e u n a i m p o r t a n t e

v e r d a d ; l a G e o g r a f í a y l a H i s t o r i a s o n i n s e p a r a b l e s y

c a s i p o d r i a d e c i r s e q u e c o n s t i t u i a n u n a s o l a c i e n c i a

c u y o o b j e t o e r a e s t u d i a r e l d e s a r r o l l o d e l a h u m a n i d a d

e n e l t i e m p o y e n e l e s p a c i o . Y s i n o , ¿es p o s i b l e a c a s o

f o r m a r i d e a d e u n s u c e s o s i n q u e o c u r r a á l a v e z l a

d e l l u g a r e n q u e a c a e c i ó ? ¿ E x i s t e a l g u n t e r r i t o r i o á q u e

n o s e h a l l e n u n i d o s g r a n d e s r e c u e r d o s d e g l o r i a ó d o -

l o r , d e p r o s p e r i d a d e s ó i n f o r t u n i o s ? S ó l o p o r m e d i o d e

una p o d e r o s a a b s t r a c c i o n p o d e m o s p r e s c i n d i r d e u n a

d e e s t a s d o s c i e n c i a s y c o n s i d e r a r s u e s t u d i o s e p a r a -

d a m e n t e . S i l a H i s t o r i a p i n t a , l a G e o g r a f í a s u m i n i s -

t r a e l c u a d r o ; s i a q u e l l a p r e s e n t a s u s p e r s o n a j e s , e s t a

l e s p r o p o r c i o n a d i g n o t e a t r o ; s i l a u n a n o s h a c e v e r

e l i n f i n i t o h á c i a q u e t i e n d e la h u m a n i d a d , l a o t r a r e -

t r a t a e l finito e n q u e s e h a l l a e n c a d e n a d a . S u e n l a c e

t a n í n t i m o c o m o e l d e l a l m a c o n e l c u e r p o , h a c e q u e

H i s t o r i a y G e o g r a f í a s e c o m p l e t e n m ú t u a m e n t e : n i n -

g u n s u c e s o q u e f o r m e p a r t e d e l a u n a d e j a d e p e r t e -

n e c e r á l a o t r a ; a s í s i e s t u d i a m o s l a s d i v i s i o n e s a r t i f i -

c i a l e s d e l a G e o g r a f í a , v e r e m o s q u e s o n d e b i d a s á l a

H i s t o r i a , y s i l o s s u c e s o s d e e s t a j u z g a m o s , e n c o n t r a -

r e m o s l a i n f l u e n c i a d e l a r e g i o n d o n d e a c a e c i e r o n .

M u l t i t u d d e e j e m p l o s p o d r i a n c i t a r s e p a r a p r o b a r t a n

e v i d e n t e v e r d a d ; J e n o f o n t e a l d e s c r i b i r n o s e l p a í s d o n -

d e r e a l i z ó s u b r i l l a n t e r e t i r a d a ; A l e j a n d r o al p e n e t r a r

e n l a s i g n o t a s r e g i o n e s í n d i c a s d e q u e fué e l p r i -

m e r c o n q u i s t a d o r , C é s a r e n las G a l i a s q u e r e c o n o c e y

s o m e t e , y , c a s i e n n u e s t r o s d í a s , e l g e n o v é s C o l o n

d e s c u b r i e n d o u n n u e v o m u n d o , c o a d y u b a n p o r i g u a l ,

c o n s u s v i a j e s y h a z a ñ a s , a l p r o g r e s o y a d e l a n t o d e

e s t a s d o s c i e n c i a s , o f r e c i e n d o n u e v o s t e s o r o s á l a G e o -

g r a f í a y n u e v a s p á g i n a s á l a H i s t o r i a .

S i e n d o t a l su i m p o r t a n c i a y a b a r c a n d o e n t r e l a s d o s

l o s d e s t i n o s d e l a h u m a n i d a d , e s i n d i s p e n s a b l e m a r -

c a r l a e x t e n s i o n d e c a d a una d e e l l a s p a r a o c u p a r n o s

á c o n t i n u a c i o n d e l o s m o n u m e n t o s y a a r t í s t i c o s ó y a

l i t e r a r i o s d o n d e e n c o n t r e m o s l a s n o c i o n e s s u f i c i e n t e s

p a r a p r o f u n d i z a r s u e s t u d i o .

II.

L a G e o g r a f í a , c o m o su n o m b r e i n d i c a , s e o c u p a d e l a d e s c r i p c i o n d e l a t i e r r a , e s t u d i a s u s v e r d a d e r a s di-

m e n s i o n e s , los c o m p o n e n t e s q u e l a c o n s t i t u y e n , s u s r e l a c i o n e s con los d e m á s p l a n e t a s , l o s a c c i d e n t e s na-

t u r a l e s que en e l l a s e o b s e r v a n , y l a s d i v i s i o n e s in-

troducidas p o r l o s p u e b l o s y n a c i o n e s q u e l a h a b i t a n , así c o m o el c a r á c t e r , c o s t u m b r e s , r e l i g i o n é i d i o m a d e

éstos. T a n b r e v e r e s e ñ a b a s t a p a r a c o m p r e n d e r la v a s t a e x t e n s i o n , l o s d i l a t a d o s h o r i z o n t e s que a b r e a l

que á r e s o l v e r los o s c u r o s m i s t e r i o s de l a n a t u r a l e z a

a s p i r a . L a s c i e n c i a s e n g e n e r a l sólo e s t e fin s e p r o p o -n e n , y s u m i n i s t r a n d o d a t o s á l a G e o g r a f í a los r e c i -b e n d e e l l a á su v e z , e n sUS l o a b l e s y l a b o r i o s a s i n v e s -t i g a c i o n e s .

P o r l a G e o g r a f í a y p a r a l a G e o g r a f í a s u r c a e l n a -v e g a n t e m a r e s t e m p e s t u o s o s y e l v i a j e r o a b r a s a d o s d e s i e r t o s ; s o n d e a e l g e ó l o g o l a i n m e n s i d a d d e los a b i s m o s y e l a s t r ó n o m o l a d e los c i e l o s ; y p o r e l l a y p a r a e l l a d e s c r i b e e l n a t u r a l i s t a las i n f i n i t a s e s p e c i e s q u e p u e b l a n l a s u p e r f i c i e d e l a t i e r r a , las o n d a s d e l

O c é a n o y l a s t é n u e s y l u c i e n t e s r e g i o n e s de l a a t m ó s -f e r a ; m i d e e l g e ó m e t r a d i s t a n c i a s y d i m e n s i o n e s c o n p e r s e v e r a n t e a f a n , e s t u d i a e l p o l í t i c o l a s d i v e r s a s f a -s e s d e l g o b i e r n o y d e l a a d m i n i s t r a c i o n y el f i l ó l o g o l a s f o r m a s d e l l e n g u a j e c o n q u e p u e b l o s y a d e s t r u i d o s e x p r e s a r o n sus p e n s a m i e n t o s .

E n r e s ú m e n , c i e n c i a s f í s i c a s , e x a c t a s y a u n p o l í t i -c a s c o n t r i b u y e n a l a d e l a n t o y p r o g r e s o s d e l a G e o g r a -f í a , c o n v e r g e n e n e l l a y l e t r i b u t a n t o d o s s u s t e s o r o s r e u n i d o s á c o s t a d e p e n o s a s v i g i l i a s d u r a n t e s i g l o s e n t e r o s , p e r o t a m b i e n , p o r u n a e t e r n a l e y d e c o m p e n -s a c i o n , a r m o n í a y r e c i p r o c i d a d , l a G e o g r a f í a e s la m á s firme b a s e , e l a p o y o m á s s e g u r o y e l a u x i l i a r d e m á s v a l í a p a r a q u e las d e m á s c i e n c i a s p r o s i g a n s u m a r c h a t r i u n f a n t e e n p o s d e l o s a u g u s t o s a r c a n o s d e l a n a t u -r a l e z a .

L a o r g a n i z a c i o n d e l a s s o c i e d a d e s s e r i a i m p o s i b l e

s i e s t a c i e n c i a n o s u m i n i s t r a r a l o s d a t o s m á s p r e c i o s o s

y l o s e l e m e n t o s p r i m e r o s ; t i é n e l a e n c u e n t a el l e g i s -

l a d o r p a r a a c o m o d a r s u s v e n e r a n d a s i n s t i t u c i o n e s a l

p a í s d o n d e h a n d e p l a n t e a r s e ; s í r v e l e d e b a s e a l p o l í -

t i c o e n l a s p r o f u n d a s e l u c u b r a c i o n e s c o n q u e t a l v e z

p r e t e n d e c a m b i a r l a f a z d e l m u n d o ; e l c o m e r c i a n t e l a

e s t u d i a c o m o n o r m a p r i n c i p a l e n s u s c á l c u l o s y e m -

p r e s a s ; e l a g r i c u l t o r l a c o n s u l t a p a r a l a m e j o r a y a u -

m e n t o d e s u s u t i l i d a d e s , y e l q u e r i j e l o s d e s t i n o s d e

una n a c i o n p a r a la m e j o r o b s e r v a n c i a d e l a s l e y e s y

p a r a l a m á s f á c i l y e c o n ó m i c a a d m i n i s t r a c i o n .

I m p r o b a y l a r g a t a r e a s e r í a l a n u e s t r a s i p r e t e n d i é -

s e m o s e n u m e r a r t a n s ó l o las i n f i n i t a s a p l i c a c i o n e s que

á t o d o s l o s r a m o s d e l s a b e r h u m a n o t i e n e e l e s t u d i o d e l a G e o g r a f í a , m a s n o e s m é n o s l a d e m a n i f e s t a r l a s

f u e n t e s d e c o n o c i m i e n t o en t a n i m p o r t a n t e c i e n c i a .

D e e l l a s v a m o s á o c u p a r n o s c o n la i m p r e s c i n d i b l e

b r e v e d a d á q u e n o s o b l i g a n los e s t r e c h o s l í m i t e s e n

q u e la p r e s e n t e M e m o r i a d e b e c i r c u n s c r i b i r s e .

A d o s p o d r e m o s r e d u c i r l a s ; l o s v i a j e s y l o s m o n u -

m e n t o s e s c r i t o s , s í b i e n e s t o s n o s o n más que una

c o n s e c u e n c í a d e a q u e l l o s . En l a s p r i m i t i v a s s o c i e d a -

d e s l a G e o g r a f í a d e b i ó e s t a r r e d u c i d a á l a d e s c r i p c i o n

d e l o s l u g a r e s h a b i t a d o s p o r los p r i m e r o s p u e b l o s , y

e s t a d e s c r i p c i o n , e m b e l l e c i d a c o n l a s e s p l é n d i d a s g a -

l a s d e una p o e s í a j u v e n i l y b r i o s a , l a e n c o n t r a m o s e n

l o s m á s a n t í g u o s p o e m a s , así c o m o l a s s u p o s i c i o n e s ,

c a s i s í e m p r e i n f u n d a d a s , q u e g u i á n d o s e p o r l a r a z o n

n a t u r a l , í n d e p e n d í e n t e d e todo a p o y o c i e n t í f i c o , h a -

c i a n s u s h a b i t a d o r e s p a r a a d i v i n a r e l v a s t o s i s t e m a d e

l a n a t u r a l e z a .

P o r e s t a r a z o n p u e d e c o n s i d e r a r s e á H o m e r o c o m o

e l p r i m e r g e ó g r a f o , p o r q u e r e c o p i l ó l a s c o n f u s a s t r a -

d i c i o n e s á é1 a n t e r i o r e s , a u m e n t á n d o l a s c o n las n o c i o -

n e s r e c o g i d a s e n s u s v i a j e s , a l d e s c r i b i r e l p a i s

t e s t i g o d e l a s s u b l i m e s e s c e n a s d e l a I l í a d a y O d i s e a .

J u z g a b a á l a t i e r r a c o m o u n g r a n d i s c o c i r c u l a r y

a p l a n a d o , c u y o c e n t r o l e c o n s t i t u i a el m o n t e O l i m p o ;

y e l l l a m a d o r i o O c é a n o la c e ñ í a c o m p l e t a m e n t e . El

m i s m o s i s t é m a a d o p t ó su c o n t e m p o r á n e o Hesíodo.

P o r l o d e m á s , s i b i e n los e g i p c i o s consideraban á su

Hermes ó M e r c u r i o c o m o el p r i m e r a s t r ó n o m o (1900

a n t e s d e C.), los g r i e g o s á Atlas, r e y d e Mauritania

(1800), y l o s chinos, c o n s e c u e n t e s con sus e x a j e r a d a s

pretensiones de antigüedad, atribuían las primeras

c a r t a s g e o g r á f i c a s á su e m p e r a d o r F o - h i (2200), todo

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esto sobre descansar en leves fundamentos, no nos puede servir como fuentes de la Geografía porque es-tos trabajos, si han existido, no han llegado hasta nosotros.

BALDOMERO MEDIANO Y RUIZ.

(Se continuará.)

E L M E D I T E R R Á N E O .

ESTUDIO HISTÓRICO.

(CONTINUACIÓN.)

Nótase no poca analogía, ó mejor dicho semejanza, entre la aptitud comercial y carácter de los fenicios con los de los judios. Limítrofes ambos pueblos y ori-ginarios de la gran familia semítica, confundiéronse en la época de la dispersion; y si bien el espíritu mer-cantil no podia ni debia ser el elemento constitutivo ni el rasgo característico de la civilizacion hebráica tal cual Moisés la fundó, posteriormente no se hubiera visto obligado el Redentor del mundo á lanzar igno-miniosamente del átrio del templo á los vendedores, á no estar convertida la Judea en una nacion sojuzgada por la más sórdida y repugnante avaricia. En su época de prosperidad no era posible que el génio hebráico, de cuya mística y poética exaltacion tantas pruebas tenemos en los libros sagrados, se doblegara ante las mezquinas exigencias y combinaciones de terrenales intereses, pero al sonar la hora de la decadencia, y ante las apremiantes necesidades impuestas por la miseria, absorvió y anulo el elemento fenicio al hebreo

é hizo de los hijos de Israel, de los desterrados del li-toral siriaco, lo que han sido en la Edad media y en la moderna; una tríbu de hábiles mercaderes, de usu-reros sin conciencia y de innobles prestamistas.

Mientras Fenicia inauguraba así la navegacion y comercio marítimos, la Grecia tendia sobre el Egeo las velas de una marina militar, y enviaba á las costas de la Troade las legendarias flotas cantadas por Ho-mero. Para formar idea de lo que semejantes barcos eran, basta leer en la Iliada y en la Odisea la narra-cion de los viajes que entónces se hacian de isla á isla, de cabo á cabo y de bahia á bahia. Descríbese de mano maestra en los citados poemas el profundo terror que

á los pilotos inspiran los vientos. Cuando éstos se obs-tinan en soplar con fuerza, los bajeles griegos perma-necen encadenados durante más de un año en los puer-tos de Aulída, y para inspirar á las tímidas tripulacio-nes el salvaje valor del fanatismo, es hasta preciso el sacrificio de una inocente doncella. En aquella remota

época todo es misterio y peligro sobre las olas. Cu-biertos por ellas murmuran amenazantes los golfos, rugen los escollos y toman la forma de sirenas que cantan, al acompasado rumor de las olas, para atraer y sumergir en sus rompientes las fragilísimas naves: cada isla tiene su dios, su génio, su cíclope ó su encan-tadora, y el terror es siempre la musa de estos para-jes; musa terrible que vela y oculta, en sus sombríos cuadros, toda la poética belleza de los tiempos primi-tivos. Antes de dominar los elementos el hombre sin-tió miedo, y, para ser eco fiel de su siglo, debia con-signar este sentimiento el inmortal cantor de la destruccion de Troya.

Llegamos á la época en que Alejandría se apoderó del cetro del Mediterráneo. Colonia griega establecida en suelo fenicio, esta ciudad resumió las cualidades de ambos pueblos y alcanzó un período de grandeza y

florecimiento que ha logrado formar época en la his-toria. Ante el astro naciente del comercio y la civili-zacion, la Fenicia se eclipsa y palidece la misma Car-tago. Veinte años ántes de que Dinócrates realizara el proyecto de Alejandro Magno engrandeciendo y en-sanchando la ciudad que se extendia entre el lago Mareotis y el mar que besa blandamente los cimien-tos de la poblacion, era ya ésta la reina del Oriente, y desde entónces, con mayor motivo, todas las riquezas de Asia y Africa, todos los tesoros que del interior de los desiertos traian las caravanas y que los bajeles griegos y cartagineses iban á buscar á las más remo-tas playas, se reconcentraron en aquel opulento mer-cado, depósito del mundo y fastuosa residencia de los reyes Lagidas. Alejandría llegó á tener 900.000 ha-bitantes, cifra que ninguna ciudad del litoral ha al-canzado posteriormente; y el impulso dado por el fun-dador y sus civilizadoras tendencias fueron secunda-das de tal manera que diez siglos más tarde el árabe Amrú, orgulloso de su conquista, escribia al califa

Amar: «He tomado la grandiosa y opulenta ciudad de Occidente, cuyas maravillas me seria imposible enu-merar. Contiene 4.000 casas de baños, 12.000 vende-dores de aceite, 4.000 judios que pagan tributo, 4.000 cómicos, ect. ect.»

Solo indirecto y mediato, digámoslo así, fué el pa-pel que Roma desempeñó en el Mediterráneo. Esta ciudad, al constituirse de un modo harto exclusivo y

egoista, no dió cabida á la preponderancia y desarro-llo de más intereses que los del patriciado, y al hacer-se soberana del mundo no se cuidó de reivindicar este título, ni tampoco lo prostituyó dedicándose al co-mercio, ántes bien se limitó á aprovecharse del de las demás naciones ensanchando paulatinamente y mer-ced á él sus medios y esfera de accion. El Ager roma-nus, lo que constituia el territorio latino propiamente dicho, sólo con puertos insignificantes que hacian escasísimas transacciones, contaba. La actividad in-dustrial y mercantil la concentraban entónces las nu-merosas colonias itálicas, galas, númidas, egipcias, asiáticas y griegas. A ellas mandaba Roma procónsu-les que, como Verres, las esquilmaban y empobrecian mucho por la propia é individual utilidad, algo nada más por la de la metrópoli.

El imperio tuvo tambien provincias á cuyo cargo corria proporcionarle cuanto para sus necesidades ó placeres necesitaba: la Sicilia y Egipto eran tituladas provincias frumentarias por ser obligacion suya pro-veer á Roma de cereales: proporcionaba la Numidia aceite y caballos; sedas y vinos la Siria; frutas secas la Grecia, y la Misia, Lidia, Cilicia, Iberia y otras co-marcas, los productos más variados y excelentes de su suelo.

De este modo y merced á una organizacion sistemá-tica y absorvente llegó á resumir la reina del mundo todo el poder é influencia comercial de la época, to-mando de ellos los elementos necesarios para sostener su preponderancia militar y haciendo que forjaran las colonias los mismos hierros con que la metrópoli ha-bia de encadenarlas.

Sólo Cartago se atrevió á luchar con el pueblo de Rómulo, pero fué vencida á su vez. y pagó harto ca-ros los efímeros triunfos que al principio lograra ob-tener. Habia hecho temblar á Roma y Roma la casti-gó aniquilándola. Entretanto Alejandria conservaba aun un resto de sus pasados esplendores; Italia tenia entre otros puertos de menor importancia, los de Gé-

nova, Ariminium, Parthénope, Salapia y Locri; la Si-cilia, Agrigento y Siracusa; España, Gades, Tarraco, Valentia y Ampurias; las Gálias, Massilia, Nicaea y Narbo. La Grecia tenia, en su parte continental, Co-r i n t o , Nauplia, Yolcos, el Pireo y Naupacta; en su parte insular Sciras, Calcis, Zazinto é Ítaca que la

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Odisea de Homero hizo cé l eb re para siempre; y en el Asia menor se hallaban la Fócida, orígen de no pocas colonias iberas y galas; Mileto, la ciudad de los cuatro puertos; Rodas, notable por su coloso, y Tarso donde abordó Cleópatra en su galera de dorada quilla y de velas de púrpura.

Todas estas poblaciones tenian entónces gran im-portancia mercantil, que hubiera ido aumentando á no oponerse la suspicacia romana que estaba interesada en ahogar toda tentativa de emancipacion, siguiendo el antiguo sistema de Tarquino de abatir las cabezas

que se eleváran sobre las demás. Al iniciarse para Roma los nefastos días de su de-

cadencia se registra tambien un período de calma, ó mejor dicho una trégua perfectamente distinta, en el movimiento comercial del Mediterráneo, ocasionada por los radicales cambios que la propaganda del Cris-tianismo y las invasiones de los bárbaros iban á pro-ducir. El nuevo imperio de Oriente apénas dió señales de vida agotando casi toda su sávia vital en el apasio-namiento de las controversias religiosas y de las in-trigas palaciegas. Nunca fué Bizancio más que una ciudad opulenta y espléndida que jamás pensó en aspirar al rango de potencia ó metrópoli comercial, á pesar de lo excelente y privilegiado de su posicion to-pográfica. Sirviéndole de puerto un mar (el Bósforo), sentando un pié en Europa y el otro en Asia; abarcan-do en su mano siniestra las llaves del Ponto Euxino y en la diestra el cetro del Mediterráneo, cobijada por el ciclo más espléndido de cuantos cubren 1as ciu-dades europeas y fundada sobre un feracísimo territo-rio, ¿á qué grandes destinos, á qué gigantes empre-sas no podia dar venturosa cima la imperial Bizancio? Para ello le faltaron, sin embargo, los dos factores más importantes; pueblos activos é inteligentes y mo-narcas dignos y esforzados. El Bajo Imperio no copió de la antigua Roma, ya decadente, más que las su-persticiones; ni del elemento cristiano, que nacia en-tónces, más que la pueril inexperiencia; precoz en la perversion moral, y caduco y sin fuerzas en todo lo que á la realizacion de cualquier empresa noble y dig-na se referia, el imperio de Oriente no fué nunca sobe-rano del mundo, ni su capital Bizancio árbitro del Me-diterráneo, á pesar de su privilegiada situacion. Y sin embargo (así tenemos derecho á esperarlo sino es una utopia la perfectibilidad de nuestra especie), pasarán griegos y turcos, y cuando sólo quede en la historia su recuerdo, sobre el territorio en que yazgan sus res-tos, quedará uno de los más deliciosos sitios formados por la naturaleza en sus horas de prodigalidad y de abundancia, de donde podrá surgir una nueva capital digna de serlo de todo el globo.

(Se concluirá.)

US OS,

COSTUMBRES LEGALES, FUEROS Y PRIVILEGIOS ANTIGUOS

DE RIVAGORZA.

Las naciones todas se distinguen por sus tempera-mentos ó idiosincrasias, á la manera de los individuos, y así como éstos presentan diferentes hábitos y carac-téres, así aquellas exhiben los suyos; ellos son, los que indica el epígrafe.

En lo que llaman algunos metafísica de las costum-bres, se encuentra el orígen de tanta variedad de usos y costumbres, que son, á nuestro juicio, hijas de la diversidad de pareceres y deseos, de la identidad de conveniencias y necesidades, porque nada se desea que no se conozca, nada que se conozca útil, que no

se desee, y nada que se desee, que no conduzca á buscar los medios asequibles para su logro, por me-

diacion de los más poderosos, la asociacion, base de los indicados usos, y demás.

No son, empero lo mismo, los usos, costumbres, fue-ros y privilegios. Los primeros son elemento de los segundos; los terceros lega1izacion o permanencia dada á éstos, y los últimos su verdadera limitacion. Y todos tienen su explicacion recíproca, porque comple-

tan el conocimiento de los hábitos humanos ó habi-t u a l i d a d del hombre, aquella que es indicio de su fu-tura permanencia y prueba de su inmor ta l idad .

Para estudiar los usos y demás partes l e g a l e s de Rivagorza, es preciso clasificarlos en épocas; en época de absoluta independencia del condado que principia en tiempo de los visigodos; en otra de lucha en tiempo de los árabes; en otra autonómica hasta su union con el reino de Aragon; en otra de egresion par-cial desde que en tiempo de D. Jaime el Conquistador salió de la Corona; en otra hasta que se incorporó de ella Cárlos I de España; en otra hasta que suprimió Felipe II, su hijo, las libertades aragonesas, y en otra hasta que concluyó con ellas Felipe V, su sucesor. Siete épocas que contienen una legalidad perfecta en la primera, y diferentes modificaciones en las demás, y todo reducido á tres épocas: antigua, media y mo-derna, como vamos á ver.

Primera época.—La legalidad de Rivagorza en tiem-po de los godos, presenta caractéres muy marcados. Señala una entidad autonómica en el interior, y una coexistencia con los demás pueblos españoles con el exterior, influida tangiblemente por el cristianismo. En efecto; éste, proclamando la igualdad de orígen, de destino y de fines, trajo la emancipacion de los pue-blos por el propio convencimiento y despues por el sentimiento, estableciendo primero la conciencia po-pular, la coordinacion de las gentes ó familias, y se-gundo la necesidad de conservar esta misma coordi-nacion por la subordinacion á los poderes constituidos por la religion ó por la fuerza. Los godos convertidos al cristianismo fueron los primeros en reconocer esta igualdad, y no fueron los últimos en dar la importan-cia debida á esta religion. Del militarismo godo salió el feudalismo, y de éste las naciones que como Riva-gorza se bastaban á sí mismas; poderes el uno subor-dinante. y el de los pueblos coordinante, ambos tér-mino de la trascendencia nacional verificada por la igualdad y fraternidad cristiana. La emancipacion de

Rivagorza, base de su legalidad, no fué sin embargo más que política territorial, adoptando la que tenian los godos, y consistia en un jefe electivo bajo el pun-to de vista político y encargado de la defensa del te-rritorio y de la guerra; de modo que el feudalismo se estancó en las regiones del poder, modificando la so-beranía sin descender á la masa del pueblo. La legis-lacion gótica es probable que rigió en Rivagorza antes de la venida de los árabes, con sus gananciales, con sus dotes, con todo lo demás que exibe el carácter de los pueblos germanos. Esta legislacion tuvo razon de ser en Rivagorza, porque era muy conforme á sus cos-tumbres, y á la distribucion de las propiedades que tenia establecida siglos antes en su territorio; aquí la legalidad romana no se introdujo nunca, porque ja-más fué dominada completamente.

Segunda época.—A la venida de los árabes, la lega-lidad rivagorzana se modificó. Sobre la base que po-demos llamar gótica, se estableció una legalidad con-suetudinaria, cuya razon de ser eran las luchas, la necesidad de defensa del territorio, la recompensa. De este tiempo data la distribucion de propiedades comu-nales, la creacion de la propiedad comunal al lado y bajo el modelo de la particular. Esta se halla tan en-carnada en el corazon de la sociedad, que es imposible

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exista permanentemente un pueblo sin ella, así como sin la religion y sin 1a familia, porque sin familia no

hay individuos, ni individuos sin propiedad, ni ningu-na de estas cosas sin sociedad, ni sociedad sin reli-gion. La propiedad comunal es consecuencia de la sociedad y de la propiedad particular, porque ésta lle-na directamente las necesidades del individuo y de la familia, é indirectamente las de las familias, las de la

sociedad; aquella satisface las diversas necesidades de la colectividad é indirectamente las de la familia y las del individuo, completándola por decirlo así. En

Rivagorza, por tanto, en tiempo de la reconquista, su legalidad era triple, religiosa. comunal y propietaria;

no habia otros puntos de vista, no habia otras seccio-nes, no se conocian otros ramos legales. Por este tiempo se vió claramente que Rivagorza podia subsis-tir por sí, ó sin alianza ni dependencia de otra nacion. Si en la primera época existió, en la segunda subsis-tió respetada por sus victorias, por su moralidad y por el buen sentido del pueblo; por eso la legalidad fué duradera, legalidad en que se encontraba la propiedad que podemos llamar jurisdiccional de los señores, y del conde de Rivagorza la de los pueblos y la de los particulares. El gran inconveniente de esta legali-dad era á nuestro juicio, la confusion de la jurisdic-cion y propiedad de los señores; esta confusion nacia de que se exageraba la idea de la propiedad, y se em-pequeñecia la idea de jurisdiccion, no m é n o s que la posesion, ampliacion de la una y derivacion é imposi-cion de la otra; dentro de un exclusivismo necesario en la propiedad sola, agrupándole la idea de competen-cia, propia tan solo en la jurisdiccion. A no haber me-diado este inconveniente, nuestra legalidad se hubiera podido llamar patriarcal, como la más acomodada á la naturaleza de la sociedad y la del individuo. Tambien existia la propiedad eclesiástica de los monasterios, cabildo de Roda y beneficios curados y no curados.

Esta propiedad, cuyo orígen no puede ménos de reco-nocerse como legítimo, por estar fundado en los gas-tos y cooperacion prestada por el clero para la recon-quista, y en las donaciones voluntarias verificadas por los fieles, era beneficiosa para el país, ya para aliviar-le de las cargas del proletarismo, ya para dar carrera

á tantos jóvenes para quienes su vocacion á ella era una necesidad verdadera. Esta propiedad turnaba pa-cíficamente con las demás, respetándose mútuamen-te todas.

La subsistencia de Rivagorza no es, pues, en esta época, conjetural, porque tenemos pruebas positivas de ella. Hay un famoso privilegio llamado de la union, dado por el rey D. Alfonso en el año 1287 en que concediéndose públicas libertades para no ser uno preso sino por órden del Justicia mayor, y otras semejantes, se hace memoria especial del condado de

Rivagorza, conminándose el mismo soberano con dejar el reino, ó ser espulsado de él, y privados de la coro-na sus sucesores. Este privilegio no puede conside-rarse sino como explicacion de los antiguos fueros llamados de Sobrarbe, fueros que no rigieron en su principio en Rivagorza, pero que despues fueron ajus-tados á su legalidad, á fuer de conformes al espíritu libre de su legislacion. Otro privilegio hay tan radi-cal y trascendental como aquel, y como él reconoce no sólo la autonomía de Rivagorza, sino su representa-cion en el reino por medio de sus procuradores: en él promete el propio rey que no gobernará sin la inter-vencion de los procuradores rivagorzanos, y que no podrán ser presos ni embargados sus bienes, inmovi-lidad que garantizaba su independencia. Como se de-duce de estos dos privilegios, Rivagorza alternaba con Aragon en el ejercicio de su autonomía.

Bien es verdad que en este tiempo, unida Cataluña con Aragon, parece que su oscureció Rivagorza, pero

no fué, no debió ser así, porque este condado no era como los demás condados y señoríos, que no tenían más personalidad que el conde ó señor respectivo, por cuanto Rivagorza tenía además pueblo que ayudaba voluntariamente á los monarcas en sus guerras con-tra la morisma, de que hay no pocos ejemplos en la historia de los tres países unidos, Aragon, Cataluña y

Rivagorza. La legalidad rivagorzana existía en parte especial, en parte virtualmente, por haber sido reco-nocida por el mismo monarca aragonés, puesto que en el códice antiguo donde se hallan los citados docu-mentos, hay un final al fólio 126 que dice literalmente:

Explicuit liber c o n s t i t u t i o n e m regni Aragonum et regni Valentiae et Ripacurtiae; lo que quiere decir que las constituciones ó decretos ó derechos, eran no sólo derecho aragonés sino valenciano, no sólo valenciano sino rivagorzano, y que de las disposiciones relativas

á todas tres entidades, se componía la coleccion con-tenida en el mismo códice.

Entretanto los privilegios no eran concesiones he-chas á particulares, síno á colectividades, y por ello no eran solo segun su etimología leges privatae ó leyes particulares, sino concesiones particulares verificadas en favor de todos y cada uno de los habitantes en el país privilegiado, que lo era por no haber sido con-quistado sino unido en alianza permanente; no les faltaba nada más que ser comunes á toda la nacion para ser leyes generales verdaderas. Al paso los usos no eran más que aplicaciones de estos privilegios como las costumbres lo eran de los fueros. en Riva-gorza hubo fueros que no eran ni usos, ni privilegios, ni costumbres. Los fueros eran más que los privile-gios, porque eran leyes propias del país ó nativas; eran en cierta manera el precedente histórico de la restante legalidad ó la legalidad originaria, así como la de los privilegios era adventicia, y la de los usos y costumbres tradicional y adoptiva. Todo esto se de-duce de las colecciones generales que por mandato del rey D. Jaime el Conquistador compiló el obispo de Huesca, Vital de Canellas.

Consiguientemente, los soberanos aragoneses cuan-do prestaban su juramento, de guardar y defender los fueros, privilegios, usos y costumbres de Aragon, prestacion que era indispensablemente prévia al eger-

cicio de la soberanía, entendían jurar y juraban guar-dar y defender los de Rivagorza. Consiguientemente, la legalidad rivagorzana tenia un carácter popular federal pronunciado.

Es verdad que en nuestro país con anterioridad á su union con Aragon, no existió vigente el código de Sobrarbe, ó aquellos famosos fueros orígen indubita-ble de toda la 1egalidad aragonesa, pero lo que no se negará que hubo en su principio leyes semejantes ó congéneres, siguiendo el axioma que de iguales cau-

sas deben resultar y resultan siempre igualdad de efectos.

Tercera época.— En ésta cambiaron las c o s a s osten-siblemente, porque no se vé la existencia de Rivagor-za de la primera época, ni la subsistencia de la se-gunda, sino la coexistencia manifiesta de la tercera. Se conciben perfectamente las dos pero la última pre-senta la entidad rivagorzana, y por consiguiente su legalidad turnando con la aragonesa y comun de la nacion española. La gran dificultad de la union de naciones distintas consiste en los peligros de absor-cion de una la menor por la otra la mayor; el obstácu-lo innegable para el funcionamiento de dos sociedades automáticas, es la ambicion de las mayorías y su im-posicion sobre las minorías, peligro y obstáculo que sólo ha podido salvar nuestro divino maestro Jesu-cristo al establecer para su iglesia que el que manda sea menor que el que obedece; que el superior en tanto lo sea, en cuanto esté al servicio del inferior.

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REVISTA DE ARAGON. 359

España tenía una legalidad comun y la base era el monarca; Zaragoza tenía su legalidad general cuyo fundamento eran los cuatro brazos; Rivagorza tenía su conde cuyos fundamentos legales eran sus usos, derechos y privilegios. Mas estos no eran como los de la Edad Media, porque si bien estaban coleccionados con los demás aragoneses, no conservaban el sello de

Rivagorza, lo que menguaba mucho su importancia. En tal concepto, la legalidad moderna rivagorzana no podía ser más que coexistente con las demás legalida-des. El vínculo era Aragon; así que tanto se conserva-ba aquella como éste, y tanto decrecia la una como la otra. Esta legalidad coexistente tendia á la consolida-cion, no por su propia naturaleza, sino á impulso de la tarea de unificacion que se habia impuesto la coro-na. Mientras que ésta tuvo que ampararse de los pue-blos, conservaron su independencia; despues que el soberano se creyó indispensable libre, ó sin trabas, la coexistencia giró dentro de la misma realeza, siguien-do sus vicisitudes y caprichos. Hoy que se discurre sin furor monárquico, se encuentra á Rivagorza bajo el punto de vista de su legalidad, siendo víctima del mo-narquismo español, que creia ilícito todo lo que mer-maba en cierto modo las regalías. Hoy que se forma el concepto debido por parte de los hombres sensatos de lo que es la ley, el derecho y la justicia, se vé que

Rivagorza tuvo la suya tangible en la primera edad, manifiesta todauía en la segunda y oculta en la terce-ra, y hoy que se ven todos los inconvenientes deriva-dos de esta situacion, se exije por los jurisconsultos, el respeto á la legalidad tan venerada. ¿Se obtendrá? Lo ignoramos.

JOAQUIN MANUEL MONER.

RECUERDOS DE UN DIA EN ALCALÁ.

(Conclusion.)

No nos permitía la premura del tiempo ir á la anti-gua Universidad ni recorrer detenidamente el Archi-vo (antes palacio Arzobispal) en donde habia de re-unirse la comitiva invitada; pero los recuerdos que aquel notable edificio despertaba eran tales, y tan grande la importancia de las obras que de algun tiem-po á esta parte se verifican en él, que no podíamos dispensarnos de una visita, siquiera fuese rápida, y de consignarla con nuestras firmas en un álbum que al efecto nos presentó su jefe y nuestro inteligente guia el Sr. Escudero.

De allí salió la procesion cívica que atravesando las principales calles de la ciudad se dirigió á la es-paciosa plaza Mayor.

Todo en ella recordaba algo de la vida del ilustre manco; pajes que llevaban los más principales atribu-tos de su vida representaban sus diversas fases, así en lo que tenian de glorioso como en lo que de triste

y amargo encerraban; escuderos, caballeros y solda-dos evocaban la memoria de aquellos tiempos en que el sol lucía constantemente sobre dominios españoles; recordaba el pendon de la ciudad, que su Síndico tre-

molaba con orgullo, sus insignes glorias; representaba el Ayuntamiento el pueblo en que nació el mejor de nuestros ingénios; la Academia, la Sociedad de escri-tores y artistas, y la Prensa, las letras que hicieron su nombre imperecedero; las comisiones de los cuer-pos de la guarnicion, que habia luchado gloriosa-mente por la pátria; el clero, la religion en que vivió: la justicia... no sé qué, tal vez que le habia perseguido.

Debo confesar que nada hay más indisciplinado que el periodismo. Un señor cuidadoso del buen órden de la procesion cívica se nos habia acercado dos ó tres

veces para rogarnos que, como los sacerdotes, los mi-litares y demás concurrentes nos colocásemos en dos filas.

Empeño inútil: nosotros le mirábamos entre risueños y sérios, y seguíamos en peloton, practicando de una manera admirable la resistencia pasiva. Tenia esto fá-cil explicacion: en los balcones lucian sus encantos infinidad de lindas jóvenes, y nosotros éramos solteros y jóvenes cuasi todos.

Y como yo le decía á Soler, el de El Diario Espa-ñol: —Porque vayamos á festejar á un monumento glo-

rioso no es de necesidad que nos privemos de admirar tantas caritas de gloria.

Llegados al pié de la estátua, todavía cubierta, oyéronse elocuentísimos discursos. Fué, sin duda, el más notable el de inauguracion, pronunciado por el jóven y simpático Alcalde Sr. Azaña, en el que re-cababa para el pueblo alcalaino el glorioso titulo de ser el primero que rendia el merecido homenaje á la memoria del más ilustre de sus hijos. Siguieron á éste el del señor Fernandez y Gonzalez, en nombre

de la Prensa invitada; el del señor Casañ, en el del Ateneo Complutense, y el de un fraile escolapio, cuyo nombre no recuerdo, en el del colegio instalado en el edificio en que aprendieron y enseñaron tantos ilustres sabios españoles. ¿Qué dijeron? Yo no lo re-cuerdo; sólo sé que cuando la estátua fué descubierta resonaron en aquella plaza los ecos de catorce mil aclamaciones que parecian una sóla, y que como el digno é ilustrado D. Esteban Azaña habia hecho cons-tar en su discurso, aquel justo tributo de considera-cion á la memoria de Cervantes, iniciado—¡vergüenza causa confesarlo!—por el rey José I, á quien el pueblo español rechazaba, ha sido realizado en estos últimos años por el exclusivo esfuerzo del pueblo que al cau-tivo de Argel sirvió de cuna.

A la solemnidad pública siguió la que pudiera lla-marse de confianza; despues de la ceremonia verificada en la plaza Mayor, con el concurso de todo el pueblo de Alcalá y gran número de forasteros, tocó su turno

á la comida con que la corporacion municipal obse-quiaba á las personas invitadas.

Sabida es la importancia que en tales ocasiones tie-nen las comidas, y que, siquiera tengan éstas un ca-rácter oficial, viene el Champagne, á darles animacion y confianza. Nos habíamos apoderado los periodistas de uno de los extremos de la mesa, y así como Cañete se colocó entre varios representantes del clero, su compañero de Academia Alarcon vino á refugiarse entre nosotros, ocupando nuestra presidencia.

¿Quién puede recordar los brindis? Todas las cor-poraciones que allí tenian representacion expresaron por autorizadísimos lábios los sentimientos que las animaban. Yo sólo recuerdo que la prensa mereció la predileccion de todos; que Cañete brindó cuatro veces, lamentando en una que no se haya canonizado al car-denal Cisneros; que el celoso alcalde Sr. Azaña modelo en los de su cargo, en un elocuente brindis, prometió contribuir con toda su voluntad, que es mucha, y con todas sus fuerzas, que no son pocas, á que Alcalá rindiera con otra estátua público testimonio de agra-decimiento á los beneficios recibidos de aquel insigne hombre de gobierno; y que Alarcon nos probó con tres brillantes improvisaciones que es orador tan ex-celente como castizo y amenísimo escritor.

Fué asunto de una de ellas el considerar á Cervan-tes como periodista, justificando así las deferencias que la prensa merecía en aquella fiesta. Y razon sobrada tenia el docto académico al afirmar la analogía exis-tente entre la empresa realizada por Cervantes, que reflejó maravillosamente el espíritu de su tiempo y atacó sus costumbres y sus preocupaciones, y la mi-sion que la prensa realiza.

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REVISTA DE ARAGON. 360

Poco despues de terminar la comida nos dirigimos á la estacion para regresar á Madrid, la mayor parte.

Una promesa hecha á varios amigos me obligaba á permanecer en Alcalá todo el siguiente dia; pero ten-go la seguridad de que cuando e1 tren conducía á mis compañeros á la córte todos ellos llevaban como yo grato recuerdo del Municipio, prensa y pueblo de Al-calá, y con vivo deseo de que la inauguracion de la estátua del cardenal Cisneros reuna de nuevo como hermanos cariñosos á los que desde el siguiente dia habian de volver á reñir porfiadas contiendas en pró de los contrarios ideales á que rinden culto.

JUAN PEDRO BARCELONA.

C O N F E S I O N .

I.

Pequé, pequé de Dios abandonado, pues juré no mirarte y te he mirado

con inmenso placer. No digas que yo falto á mi promesa

porque tú me arrancaste por sorpresa ese triunfo. ¡Cruel!

Tuya es la gloria ¿para qué sonrojos? ¡Ay! que la luz hermosa de tus ojos

no me cegó al mirar... ¿Lo sabes bien? Te lo diré muy quedo, despues de esa mirada... tengo miedo

de no olvidarte ya.

II.

Ayer era dichoso, hoy lo sería si no pensára en tí.

¡Breve y fugaz felicidad de un dia, ya has muerto para mí!

Para toda pasion eterno olvido exige la virtud;

Y es e1 olvido lo que al cielo pido, ¡bien lo mereces tú!

III.

¿Eso dije? ¡insensato! jamás abras tu pecho á la piedad... Venga el desden. Miserable puñado de palabras con que se azota el viento, ¿qué valeis? ¿Eso dije? ¡Locura! ¡Ah! Con exceso pago el afan de herir tu vanidad. Amarte es mi desdicha... pues por eso, paraíso imposible, te he de amar.

No lo dudes, mi bien, lo presentía; cuando pases mañana junto á mí, vuelve á mirar lo mismo que aquel dia en que quise olvidarte y ser feliz. ¡Siento una pena!... ¿mirarás lo mismo? Mi corazon es tuyo; ¿por qué no? Divino cielo ó temeroso abismo,

á tu hermosura delirante voy.

JOSÉ M.ª MATHEU.

E S P E C T A C U L O S .

Los infiernos de Madrid, zarzuela bufa, letra de don Luis Mariano de Larra y música del maestro Rogel, es la única novedad que el concurrido Coliseo de la calle del Coso se ha servido ofrecer á sus constantes favorecedores. Quien de esta produccion desee formar cabal idea, sólo conseguirá hacerlo imaginando lo que podria ser un pensamiento ortodoxo y moral desarro-llado en el estilo frívolo y deshonesto de Paul de Kock.

Obtuvo regular interpretacion, pero como en con-junto deja bastante que desear y ya es conocida del público zaragozano, resultan estériles los esfuerzos de los actores que en su desempeño toman parte.

Anúnciase en breve Cuento de hadas y Los Sobrinos del Capitan Grant, zarzuelas de gran espectáculo que desearemos no defrauden las esperanzas que al pú-blico y á la empresa han hecho concebir.

VALERIO.

LIBROS RECIBIDOS EN ESTA REDACCION.

ALMANAQUE DE LOS MARIDOS PARA 1880.—Un volúmen se 200 pá-ginas.— Barcelona, 1879.

La casa editorial de los señores Texido y Parera, (Pino, 6, Barce-1ona), acaba de publicar el tercer almanaque de los que con tanta aceptacion y bajo este título da á luz todos los años. Ilústranle ex-celentes caricaturas, adórnale una bonita cubierta al cromo y el tex-to que es, como pocos, variado y entretenido, recuerda por los asun-tos de que trata, por la forma y aun por algunos galicismos difíciles de evitar cuando apresuradamente se traduce ó extracta alguna obra,

la fisiología del matrimonio del famoso Balzac.

LA BIBLIOTECA ENCICLOPÉDICA POPULAR ILUSTRADA acaba de en-riquecerse con un libro más y es el 20 de los volúmenes que lleva publicados, cuyo titulo es Manual del Conductor de Máquinas Tipo-

gráficas, tomo II, por el distinguido tipógrafo D. Luciano Monet, ex-regente de la imprenta de J. Claye, en París, encargado actualmen-

te de la impresion de la Ilustracion Española y Americana. Si gran interés tenia el tomo primero por ser la primer obra en su

género, y darse el conocimiento de todos los sistemas de máquinas y su montage, asi como el de todos los agentes y aparatos tipográ-ficos, éste le ofrece mucho mayor por referirse á las labores que

en cada una de estas debe de efectuarse, tanto de los trabajos comu-nes, como de los de ilustraciones y colores; siendo por consiguiente un libro verdaderamente úlil y necesario para todos los impresores.

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Arreglo sobre las máquinas en blanco de toda clase de trabajos. — Idem sobre las de retiracion.—Impresion sobre clichés, obras ilus-tradas y colores.— Idem de los grabados. — Perspectiva y Capés de grupo, paisaje, retrato, etc.— Explicaciones complementarias.

La forma es igual á la de todos los libros de la BIBLIOTECA, y consta de un tomo de 196 páginas en 8.º, papel especial, clara im-presion, con una magnífica lámina en pliego, completándolo una caprichosa cubierta al cromo.

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