Revista de Ciencias Sociales Nº 23

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    SUMARIOao 5 / nmero 23 / otoo de 2013 / publicacin semestralRoque Senz Pea 352, Bernal, Buenos Aires / issn0328-2643

    revista de ciencias sociales

    D O S S I E R |AL A BOR DA JE DE LACOMUNICACIN CONTEMPORNEA.

    CULTURA, LENGUAJE Y SOCIEDADEN LOS MUNDOS DE LA MEDIACINDIGITAL

    Seccin PerSPectivaS

    Rosala Winocur

    Etnografas multisituadas de laintimidad onliney offline. Diversidad yperspectiva del actor: compromisosclaves en cualquier etnografa

    de lo "real" y de lo "virtual"/ 7

    Sara I. Prez

    Tecnologas digitales, anlisis del discursoy multimodalidad: de la lingsticacrtica a la semitica social/ 29

    Federico Gobato

    La interaccin social en lacomunicacin contempornea / 49

    Seccin exPlorac ioneS

    Luz Mara Garay Cruz

    Estudiantes, usos de tecnologas digitalesen mbitos de vida cotidiana y escolar.Retos de formacin para los docentes / 71

    Luca Cantamutto

    La recursividad de las interaccionescontemporneas. Lmites terico-metodolgicos del estudio de lossms como conversacin / 83

    Renato de Almeida Arao Galhardi

    Buscando la mexicanidad en unaposmodernidad digital. La mexicanidaden la presentacin de mexicano-americanos en Facebook/ 105

    MISCELNEAS

    Jos Alberto Sbattella, Pablo Ignacio Chena,Pilar Palmieri, Leandro Marcelo Bona

    Excedente econmico y distribucindel ingreso en la Argentina dela posconvertibilidad / 123

    Noem M. Girbal-Blacha

    Acerca de la memoria y lareflexin histrica en la Argentinabicentenaria / 145

    Luis Ernesto Blacha

    Certezas e incertidumbresde lo social. Las perspectivasculturalista y figuracional / 169

    DOCUMENTOS POLTICOSDE COYUNTURA

    Presentacin / 187

    Carlos La Serna

    Imaginarios y materialidades enla transformacin del Estado en laArgentina de la ltima dcada / 189

    EXPRESIONES ARTSTICAS

    Diego Narvez

    Coordenadas antrticas / 205

    RESMENES/ 213

    Revista de Ciencias Sociales, segunda poca

    Presentacin del Director / 3

    seg

    unda

    poca

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    DirectorCarlos H. Fidel

    Secretario de redaccinJuan Pablo Ringelheim

    Consejo editorialAlejandro BlancoJorge FloresMartn BecerraSara Isabel PrezCristina CarballoOsvaldo Graciano

    Consejo acadmicoCarlos Altamirano (Conicet, unq)Daniel Aspiazu (Conicet, flacso-Argentina,1948-2011)Dora Barrancos (uba, unq, Conicet)Elena Chiozza (unlu, 1920-2011)Emilio de pola (uba)Carlos De Mattos (Pontificia Universidad Catlicade Chile)

    Jos Dniz (ucm)Emilio Duhau (uam-a, Conacyt)Noem Girbal (unq, Conicet)

    Anete Ivo (ufba)No Jitrik (ilh, fll, uba)Bernardo Kosacoff(unq)Pedro Krotsch (uba, 1942-2009)

    Jorge Lanzaro (icp, uru)Jorge Lara Castro (Relaciones Exteriores, Paraguay)Ernesto Lpez (unq)

    Armand Mattelart (up 8)Adriana Puiggrs (Diputada Nacional, Conicet)Alfredo Rodrguez (sur-Chile)

    Alejandro Rofman (uba, ceur, Conicet)Hctor Schmucler(profesor emrito de la unc)Miguel Talento (uba)

    Alicia Ziccardi (puec, unam)

    RectorGustavo Eduardo Lugones

    VicerrectorMario E. Lozano

    Arte editorialProduccin: Editorial UNQDiseo: Hernn Morfese

    Revista de Ciencias Sociales

    UNQ / Departamento de Ciencias Sociales

    Roque Senz Pea 352 (B1876BXD) Bernal,

    Provincia de Buenos Aires. Repblica Argentina

    Direccin electrnica: [email protected]

    Publicacin propiedad de

    Universidad Nacional de Quilmes

    Roque Senz Pea 352 (B1876BXD) Bernal,

    Provincia de Buenos Aires. Repblica Argentina

    www.unq.edu.ar

    N de registro papel 5091021

    N de registro internet en trmite

    El contenido y las opiniones vertidas en cada uno de los

    artculos son de exclusiva responsabilidad de sus autores.

    Para su publicacin, los artculos son evaluados por parte del

    Consejo editorial, del Consejo acadmico, y rbitros externos.

    a o 5 / n m e r o 2 3 / o t o o d e 2 0 1 3 / p u b l i c a c i n s e m e s t r a l

    Roque Senz P ea 352, Bernal , Buenos Aires / i ssn 0 3 2 8 - 2 6 4 3

    revista de ciencias sociales

    segundapoca

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    revista de ciencias sociales, segunda pocaN 23, otoo de 2013, pp. 3-43

    Revista de Ciencias Sociales,

    segunda pocaPresentacin del Director

    La publicacin que presentamos expresaun esfuerzo que congrega a un conjuntoamplio y diverso de intelectuales e investi-gadores del mbito de reflexin de las cien-cias sociales; algunos de ellos desarrollansus actividades en la Universidad Nacionalde Quilmes (unq), otros en distintos cen-tros acadmicos del pas y del exterior.

    En el dossierde este nmero se presentael resultado de diversas investigaciones queabordan la comunicacin, el lenguaje, la so-ciedad y la cultura en los mundos concretosde la mediacin digital. Las actuales tecno-logas digitales se han constituido en unobjeto de estudio relevante, analizable des-de diversas perspectivas y, al mismo tiem-

    po, las tecnologas disponen nuevos objetosde estudio o conducen a reformular los yaexistentes. A partir de diferentes enfoquesque provienen de distintas disciplinas laantropologa, la lingstica, la sociologa ylos estudios de la comunicacin el dossierque presentamos busca contribuir al deba-te sobre las estrategias de abordaje de losfenmenos, tensiones y conflictos sociales

    vinculados a las nuevas tecnologas, comotambin abrir espacios para explorar quteoras y metodologas se presentan comopropicias para el anlisis.

    El dossier contiene seis artculos queestablecen entre s una suerte de dilogo.Los primeros tres, reunidos en la seccinPerspectivas, y cuyos autores son RosalaWinocur, Sara I. Prez y Federico Gobato,abordan problemas tericos y metodo-lgicos de la etnografa, la lingstica y lasociologa. Los de la segunda seccin, Ex-ploraciones, cuyos autores son Luz MaraGaray Cruz, Luca Cantamutto y Renato deAlmeida Arao Galhardi, presentan investi-gaciones originales desde la comunicacineducativa, la sociolingstica interaccional

    y la microsociologa.El dossier combina reflexiones teri-

    cas y metodolgicas, como investigaciones

    originales, que proponen perspectivas quebuscan realizar un aporte a los estudios so-bre las nuevas tecnologas llevados a caboen el mbito acadmico argentino.

    El dossierfue organizado por el profesore investigador de la unq Federico Gobato,un especialista en la materia, a quien agra-decemos su amplia y generosa disposicinen la elaboracin de este nmero. En ese

    sentido presentamos los resultados de ungrupo de investigadores radicados en la unq

    y del exterior, que conjuntamente presentanlos resultados de sus investigaciones.

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    revista de ciencias sociales, segunda pocaN 23, otoo de 2013, pp. 3-4

    Carlos Fidel

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    Carlos Fidel

    En un segundo bloque se incluye unadiversidad de temas. Posteriormente sepresenta un eje temtico que aborda la co-

    yuntura poltica nacional. Y, por ltimo,pero no por eso menos importante, hay unaseccin artstica.

    La concrecin de este nmero fue po-sible por el valioso apoyo y estmulo de las

    autoridades del rectorado de la unq, con-juntamente con el profesor Jorge Flores yel equipo de la editorial de la universidad.

    Por eso agradecemos especialmente a losmiembros de los consejos editorial y acad-mico, y a los especialistas que aportaron loscomentarios y la evaluacin de los trabajosque se publican en este nmero.

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    revista deciencias

    socialessegunda poca

    DOSSIER

    AL ABORDAJE DE LA COMUNICACINCONTEMPORNEA. CULTURA, LENGUAJE

    Y S O C I E D A D E N L O S M U N D O SD E L A M E D I A C I N D I G I T A L

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    revista de ciencias sociales, segunda pocaN 23, otoo de 2013, pp. 7-277

    Hace ms de dos dcadas, y cuando internet era todava el privile-gio de unos pocos, la antroploga Rosana Guber (1991) escribiun libro profundamente reflexivo sobre la teora y prctica antro-polgica que no ha perdido actualidad porque los compromisosepistemolgicos all esgrimidos son perfectamente vlidos tam-bin para la antropologa de la red y en la red:

    El antroplogo social como elaborador de conocimiento cientfico

    se ha ocupado fundamentalmente de distancias culturales que

    son tambin sociales; no ha sido un mero coleccionista de rare-

    zas, sino que se ha revelado profundamente preocupado en fami-liarizarse con mundos diversos, y ms recientemente, en exotizar

    los mundos familiares y virtuales, para lograr un conocimiento

    superador de sociocentrismos y etnocentrismos. En resumen, el

    antroplogo social ha buscado ya centenariamente una alteridad

    sea en otras sociedades, sea en la propia que le permita supe-

    rar los lmites tanto del sentido comn como de los siempre per-

    fectibles paradigmas tericos. El antroplogo social se ocupa de

    producir la diversidad, gracias al descentramiento de sus propios

    parmetros. [] cuando hablamos de diversidad no aludimosa meras referencias empricas por ejemplo formas de vestir, de

    elegir un jefe, de sanar a un paciente, de interactuar en las redes

    sociales, aunque estos referentes constituyen la materia prima de

    Rosala Winocur

    Etnografasmultisituadas de laintimidad onliney offline.Diversidad y perspectiva del actor:compromisos claves en cualquieretnografa de lo real y de lo virtual

    SECCINPERSPECTIVAS

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    la investigacin antropolgica. Aludimos, ms bien, a la construc-

    cin terica que asigna a la diversidad algn papel en la explica-

    cin (Guber, 1991, p. 73, las cursivas son nuestras).

    Muchas de las investigaciones sobre las prcticas digitales e inte-racciones virtuales tienden a fragmentar la biografa de los sujetos,

    y crean una condicin epistemolgica particular para su objeto deestudio en el mundo online u offline, ignorando u oponiendo el otromundo como si los sujetos vivieran en realidades paralelas que nose tocan. En estos estudios, la heterogeneidad es regularmente en-tendida como la variacin dentro de las prcticas y los imaginariosque corresponden a cada mundo, asumiendo de forma explcita o

    implcita que dentro de la variacin no existe coherencia (o no esrelevante estudiarla), con otros espacios y referencias de la biogra-fa de los sujetos. En el sentido expuesto, quisiramos plantear trescompromisos epistemolgicos de asumir la diversidad como unconstructo antropolgico para estudiar la complejidad de las prc-ticas y los imaginarios en los universos reales y virtuales que inclu-

    yen, y al mismo tiempo trascienden, la condicin online/offline:

    1. El estudio de la diversidad en las sociedades contemporneas esfundamentalmente el estudio de la complejidad de las nuevas for-mas de alteridad que hicieron estallar los referentes tradicionalesque organizaban en el imaginario lo ntimo y lo pblico, lo propio ylo ajeno, lo nativo y lo extranjero, lo local y lo global, lo familiar y loextrao, lo de adentro y lo de afuera, lo tradicional y lo emergente,lo real y lo virtual, etc. En algunos casos reelaborando el sentido dela alteridad, en otros rechazndolo y en otros mutando sus sentidos.Cuando hablo de mutar no me refiero solo a la operacin simb-lica de invertir los significados (lo que antes era ntimo o privadoahora puede ser pblico), sino a las diversas situaciones de hibrida-

    cin entre lo pblico y lo privado que se despliegan segn las cir-cunstancias, imbricando tres procesos que pueden darse en formasimultnea o superpuesta: a) segn el contexto de actuacin, unaestructura de alteridad puede asumir un sentido u otro; b) ambossignificados pueden convivir en la misma situacin sin que eso re-presente un conflicto de sentido; y c) la reelaboracin de una estruc-tura tradicional de alteridad no necesariamente deriva en adhesino rechazo a sus formas tradicionales, sino en modos paradojales deactuacin y de relacin con los nuestros y con los otros.

    2. Reconocer el valor epistemolgico de la diversidad tampoco pasapor asumir la contradiccin como una condicin natural de la rela-cin de los sujetos con las diferencias, los diferentes, los contrastes

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    invertidos o las dicotomas alteradas, sino por comprender bajo qucondiciones, y de qu forma, esas aparentes contradicciones y pa-radojas se vuelven consistentes dentro de los mundos de vida. Y es

    all donde las trayectorias biogrficas, como bien lo seala RossanaReguillo (2010), adquieren un valor heurstico clave para descifrarla complejidad de las prcticas online y offline. En ese sentido, nose puede comprender plenamente la relevancia epistemolgica dela diversidad como constructo antropolgico, si no se le reconocela misma importancia a la recuperacin de la perspectiva del actorpara comprender los diversos modos de actuacin y de relacin delos sujetos, particularmente aquellos que a la luz de la observacinnos resultan contradictorios o paradojales:

    Esta nocin de diversidad est profundamente imbricada en nuestraconcepcin de la naturaleza del mundo social y en la importancia

    que otorgamos al papel de la perspectiva del actoren la explicacin

    socioantropolgica. [] A ese universo de referencias compartido

    no siempre verbalizable que subyace y articula el conjunto de

    prcticas, nociones y sentido organizados por la interpretacin y

    actividad de los sujetos sociales, lo hemos denominado perspectiva

    del actor (Guber, 1991, pp. 74-75, las cursivas son nuestras).

    Como sealan varios autores (Carmona Jimnez, 2011; Ardvolet al., 2008; Urraco Solanilla, 2008; Domnguez Figaredo, 2007;Arriazu Muoz, 2007; Rybas y Gajjala, 2010), es bastante cuestio-nable considerar la simple observacin de conductas y rutinas enlas redes sociales como un registro etnogrfico sin interrogar a lossujetos por los significados que le otorgan a sus prcticas:

    El campo de una investigacin es su referente emprico, [] lo

    real se compone no solo de fenmenos observables, sino tambin

    de la significacin que los actores le asignan a su entorno y a latrama de acciones que los involucra; se integran en l prcticas y

    nociones, conductas y representaciones (Guber, 1991, p. 84).

    Tambin resulta bastante dudosa la estrategia de reconstruir elsignificado de las interacciones y prcticas virtuales entrevistandoa los sujetos a travs de un cuestionario que se les enva por mailo a travs de las redes sociales. En mi propia experiencia y en lade muchos investigadores que conozco, la situacin de entrevista

    online no solo, y no siempre, ayuda a comprender dichos signifi-cados. A veces se requiere del encuentro cara a cara, donde la co-municacin emptica y espontnea fluye mejor. En estos casos elinformante no se siente obligado a escribir sobre su actuacin para

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    una investigacin annima, la mayora de las veces sin conocer a suinterlocutor, contradiciendo la propia naturaleza de la experienciaque es el goce narcisista de escribir sobre sus estados anmicos en

    las redes sociales para un auditorio que le garantiza trascendenciaaunque no lo lea y que no le pide explicaciones acerca del sentidode lo que escribe.

    Otras veces el estudio de la intimidad puede requerir autoetno-grafas, como lo resolvi el antroplogo Francisco Cruces en sus ta-lleres de autoexploracin colectiva en la ciudad de Madrid. Estostalleres tenan por objeto explorar las intimidades metropolitanas,que por supuesto incluan las prcticas online, como bien lo indicael ttulo de los talleres: Prosumidores. Lgicas de produccin/con-

    sumo en las culturas de la red (Cruces, 2012, pp. 66-67):

    Los talleres se definieron como una exploracin colectiva de ca-

    rcter autoetnogrfico. Se trata de sesiones de dos o tres horas de

    duracin, coordinadas por un miembro del equipo a las que pro-

    ponemos alguna tarea que facilite el intercambio de experiencias

    y miradas []. Las actividades realizadas comprendieron entre

    otras: aportar textos propios y ajenos, realizar y mostrar fotogra-

    fas, bailar, escuchar msica, hacer un recorrido por el espacio,

    contar historias, pintar, cocinar, hacer un plano de equipamientos

    domsticos (Cruces, 2012, pp. 65-66).

    La estrategia metodolgica seguida fue absolutamente coherentecon la mirada del investigador sobre la relacin entre intimidad,cuerpo y autonarracin: Esa relacin estrecha entre esfera ntima,espacio domstico y autorrelato del yo constituye el principal ha-llazgo del estudio sobre la intimidad metropolitana de jvenes-y-no-tan-jvenes en los talleres de autoexploracin colectiva (Cru-ces, 2012, p. 64); y los compromisos tericos que implicaba dicha

    mirada, bsicamente apuntalados por Giddens y sus narrativas delyo: En trminos del socilogo Anthony Giddens, las narrativasdel yo permiten a las personas pensarse como proyecto abiertopermanentemente tensionado hacia una colonizacin del futuro(Cruces, 2012, p. 65).1 Lo cual evidencia, por una parte, que la de-cisin de asumir un tipo u otro de etnografa no preexiste al objetomismo, ni est exenta de sufrir modificaciones en su diseo a par-tir de la relacin de implicacin con los informantes: El investiga-dor se arriesga a participar desde su experiencia como sujeto po-

    sicionado en su propia intimidad, no como un observador neutro(Cruces, 2012, p. 66); y, por otra, muestra el estrecho vnculo entreteora, referente emprico, campo de observacin y reflexividad deletngrafo.

    1 El libro de Giddens citadopor Cruces es Modernity andSelf-Identity: Self and Society

    in the Late Modern Age, Stan-ord, Stanord University Press,

    1991 (en castellano: Moderni-dad e identidad del yo. El yo y la

    sociedad en la poca contem-

    pornea, Barcelona, Pennsula,1995).

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    A continuacin presentaremos algunos ejemplos de nuestraspropias investigaciones. Los objetos de estudio implicaron encada caso disear estrategias de registro etnogrfico diversas que

    se fueron desplegando en la medida que se profundizaba el co-nocimiento de los sujetos de estudio. La primera investigacin,realizada en la ciudad de Mxico en el ao 2007,2 tuvo por objetoreconstruir las prcticas y representaciones de los jvenes univer-sitarios en internet a travs de entrevistas en profundidad cara acara; la segunda, dar cuenta de las nuevas formas de sociabilidade inclusin social entre jvenes de 16 a 35 aos usuarios de lasredes sociales.

    Intimidad y extimidad en las redes sociales

    Podra parecer paradjico, y de hecho lo es, plantear una etnogra-fa de la intimidad en las redes sociales cuando la exhibicin crudade los pesares y pudores de sus usuarios cuestiona todas las condi-ciones para la preservacin de la privacidad segn se las entiendetradicionalmente. Tambin podra resultar contradictorio desdela tradicin antropolgica realizar una etnografa en ausencia delcontacto cara a cara con el otro. Sin embargo, ambas etnografasson posibles si recuperamos el compromiso epistemolgico dela antropologa con la diversidad y la perspectiva del actor(Guber,1991), sin amarrar al sujeto y a sus circunstancias, en ninguna con-dicin fsica, virtual o situacional particular que pudiera otorgarleun carcter esencialista a la descripcin etnogrfica.

    Sorprende con qu facilidad algunas especulaciones sobre laprdida de la intimidad y la invasin de la privacidad en las re-des sociales se da por descontada, sin que eso tenga su correlatoen la indagacin de la perspectiva de los sujetos acerca de lo que

    est pasando con su intimidad, no tanto con el nimo de desmentirla evidencia de esos cambios, sino con el de profundizar en su di-mensin simblica y subjetiva. Existe una sobredeterminacin deinterpretacin sobre el comportamiento visible de los sujetos, msprecisamente de algunos sujetos que aparentemente exhiben todoslos rincones de su intimidad en internet, que por una parte lleva aignorar la manera como construyeron subjetivamente esos actos, ycmo se los representan en trminos de su intimidad; y, por otra, in-duce a pensar que los casos excepcionales son casos paradigmticos

    de la erosin de la privacidad, cuando en realidad la abrumadoramayora de las personas muestra muy poco de sus pensamientosms ntimos en las redes sociales. En ese sentido, coincido con Ros-sana Reguillo en que las tecnologas digitales no anulan o hacen

    2 La investigacin se realizdentro del proyecto Redesvirtuales y comunidades me-diticas: nuevos ncleos desociabilidad y pertenencia

    (rea de Investigacin Bsicae Interdisciplinaria. Departa-mento de Educacin y Comuni-cacin. Universidad AutnomaMetropolitana-Xochimilco).

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    desaparecer la relacin entre privacidad, anonimato y seguridad,sino que la reformulan (2012, p. 94).

    Una mirada rpida y superficial de la pgina de cualquier usua-

    rio medio de una red social induce a pensar que all se encuentranexhibidos, con distinta intensidad y grado de audacia, todo lo quetradicionalmente se consideraba parte del reino de la intimidad:dilogos amorosos, referencias erticas, conversaciones cotidianas,chismes, fotos familiares, estados anmicos y comunicacin delmalestar fsico o psicolgico. No obstante, para entender el sen-tido de esta nueva clase de intimidad pblica (Arfuch, 2005), oextimidad 3 (Sibilia, 2008, p. 16), no basta con registrar lo ob-vio ni tampoco descartarlo por obvio (Mayans i Planells, 2006),

    sino que es necesario preguntarse por el significado que tiene paralos sujetos a partir de su experiencia en internet, especialmentecon los blogs y las redes sociales. Y para responder esta pregun-ta parece pertinente abandonar el presupuesto y lugar terico dereferencia de todo lo que tradicionalmente se considera parte delreino de la privacidad, y estar abiertos a que las respuestas traigannuevas definiciones sobre lo ntimo, lo privado y lo pblico, que nonecesariamente implican una prdida de la intimidad en la pers-pectiva de los sujetos: Para m, el participar en todas las redessociales no es seal de estar visible, uno puede publicar de pe a pasu vida en la red, pero siempre quedar algo en la parte privada,que celosamente guardamos y que desconfiamos de colgar en lared (Mnica, 29 aos).

    En el primer estudio mencionado (Winocur, 2011), le pregun-tamos a nuestros entrevistados de entre 19 a 25 aos cules eranlas cosas ntimas-privadas y cules las pblicas en la vida de laspersonas.4 La pregunta se plante de forma general con toda la in-tencin de comprobar si los espacios virtuales aparecan espont-neamente como referencia para definir lo ntimo y lo pblico, pero

    curiosamente ninguna respuesta mencion la red.

    Lo ntimo es tu habitacin, tus cosas personales. Y lo pblico co-

    mienza en la misma casa, pero como la cocina, lugares comunes a

    toda la gente que vive ah donde estn en relacin (Vctor, 25 aos,

    estudiante de psicologa).

    Yo creo que lo pblico es todo lo que quieres dejar ver, y lo privado

    pues lo contrario, no? Pero eso ya depende de cada persona (Ana

    Cecilia, 20 aos, estudiante de medicina).

    Las cosas pblicas son aquellas que la misma persona quiera di-

    fundir. [] Y las ntimas las que no quiere decir, pues yo creo

    3 Se trata de un juego de pa-labras que propone la autora,que busca dar cuenta de lasparadojas de esta novedad,

    consistente en exponer lapropia intimidad en las vitri-nas globales de la red.4 A pesar de que en el ao2007 la mayora de nuestrosentrevistados no pertenecana las redes sociales, comoFacebook, que hoy son muypopulares, todos tenan unaparticipacin social muy ac-tiva en la red. Hacan un usointenso del mail y del Mes-

    senger, pertenecan a diver-sas comunidades virtuales,posteaban en dierentes orosy muchos de ellos tenan supropio blog.

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    que podra no querer decir su edad, podra omitir su ocupacin,

    podra no querer dar explicaciones (Alma, 20 aos, estudiante de

    letras hispnicas).

    Pues yo creo que las cosas pblicas en la vida de las personas son

    las cosas que la persona est dispuesta a decir y dar a conocer. Las

    cosas ntimas son las que, o no quieres decir, o no quieres que los

    dems sepan. Creo que esa es la distincin, una cuestin de volun-

    tad (Loana, 23 aos, estudiante de diseo).

    La ltima frase del testimonio de Loana es bastante ilustrativa res-pecto de la reflexividad que caracteriza a los nuevos discursos so-

    bre la intimidad: Creo que esa es la distincin, una cuestin devoluntad. La intimidad, en ese sentido, ya no puede darse por he-cho, ya no forma parte de los como si de la vida cotidiana, es algoque voluntariamente hay que construir, lo cual requiere invertir unacantidad considerable de energa. Una slida puerta de madera ce-rrada de una casa o habitacin era un claro smbolo de que aqucomienza la intimidad de mi hogar o de mi persona, pero las ml-tiples puertas y ventanas virtuales que estn a nuestra disposicinvulneran con ms facilidad los candados de nuestra intimidad,

    ya que tenemos menos control sobre la privacidad de lo que allguardamos, lo cual nos obliga a decidir permanentemente cundoestar visibles y cundo no y, en consecuencia, a construir o a utili-zar diversos lenguajes disponibles en la red para marcar nuestrosestados anmicos y la disponibilidad para interactuar (Winocur,2011a).

    Es un hecho que los jvenes no tienen necesidad de separar lavida online de la vida offline, porque en sus prcticas cotidianas yen sus universos significativos ninguno de estos mbitos existe nifunciona sin la presencia del otro (Winocur, 2009). Esto sugiere,

    desde el punto de vista metodolgico, que para entender el signi-ficado de la exhibicin de la intimidad en la red es necesario ubi-car el problema en un marco de observacin e interpretacin msamplio que los escenarios de internet (Winocur, 2012). Este marcocomprende el conjunto de los espacios, tiempos y actividades dela vida cotidiana, y no solo los virtuales; y requiere el diseo deuna combinacin de tcnicas de observacin e indagacin de lasprcticas online y offline para poder recuperar los significados queesas prcticas tienen para los sujetos. La consecuencia que esto ten-

    dra para el diseo de una entrevista es que, independientementede que nuestro objeto de estudio est ubicado en un universo o enotro, necesitamos hacer (y hacernos) preguntas que involucren alos dos mundos.

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    En el caso particular de nuestra investigacin, una indagacinde esta naturaleza evidenci que la intimidad ms que desapare-cer ha sufrido una transformacin de sus sentidos, y uno de esos

    cambios se expresa en el desdoblamiento de su naturaleza en unaintimidad pblica (Arfuch, 2002) y otra privada, donde los mis-mos actos pueden ser objeto y expresin de ambos tipos de inti-midad, en ocasiones mantenerse cuidadosamente separadas y enotras confundirse. Tal vez los jvenes tengan dificultades para de-finir en abstracto lo que significa un espacio u otro, o para hablarde alguno de ellos sin referirse inmediatamente a su contrapar-te (mi cuarto es parte de mi intimidad, pero al mismo tiempo sevuelve pblico cuando chateo, o hablo por Skype en mi compu),

    pero pueden dar mltiples ejemplos en su biografa de lo que am-bos representan situados en distintos escenarios de su vida diariay en diferentes momentos de su historia (Winocur, 2012). Y enese sentido, lo pblico y lo privado-ntimo siguen representandodos mbitos que pueden distinguirse en la experiencia cotidiana ybiogrfica. Lo de situados reviste particular importancia en susrelatos, porque respecto al tema que nos interesaba, la exhibicinde la intimidad en las redes sociales, ellos hicieron mucho hinca-pi en marcar que en ciertas circunstancias que van cambiandocon la edad, las mudanzas o diversos espacios de socializacin,algo que en algn momento fue considerado de carcter ntimopuede hacerse pblico y a la inversa. Lo anterior implica la necesi-dad de admitir que ciertas afirmaciones de nuestros informantespueden ser consideradas adecuadas para un momento especfico,en determinando contexto o a cierta edad, y en otros inadecuadas,contradiciendo todos los dichos y afirmaciones anteriores. En con-secuencia, el protocolo de entrevista, en lugar de eludir o eliminarla contradiccin, tiene que explorar esos diversos escenarios paraver cmo el sujeto sutura diversas experiencias aparentemente

    contradictorias o paradojales para que resulten consistentes den-tro de su mundo de vida.

    Por otra parte, las realidades que desde el sentido comn consi-deramos autoevidentes pueden distorsionar considerablemente lainterpretacin de un fenmeno. Cuando un joven describe en sumuro un acto de masturbacin, no nos cuestionamos acerca delestatus de su actuacin y damos por hecho que est haciendo unaexhibicin descarnada de su intimidad, por lo cual no considera-mos necesario requerir su punto de vista o interpretacin sobre lo

    que acaba de mostrar.

    Estoy como en la peli loco por mary, tengo semen en el pelo

    (Leandro, 27 aos).

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    nahhhh!!! NOOOO!!! no podes tirar stos comentarios!!!

    noooo :O

    P.D.: espero que ests hablando de algn trabajo rural que ests

    haciendo.. (tapndome los oidos y los ojos para no enterarme delo que vas a contestar) (Fabiola, 25 aos).

    Asas Florencia a todo hombre le ha pasado al menos una vez en

    su vida jajaja (Leandro, 27 aos).

    No obstante, en nuestra indagacin pudimos comprobar queLeandro no estaba exhibiendo su intimidad sino haciendo de suintimidad una actuacin, que es algo muy distinto. Se trata de unaintervencin calculada y en ocasiones cuidadosamente preparada,

    cuyo material lo toma del repertorio de escenas ntimas de su vidaprivada y la composicin est inspirada en las mltiples narrativasque consume en internet, y en los medios electrnicos. Una pro-duccin de s mismo donde lo que importa es la verosimilitud delpersonaje (Mayans i Planells, 2002, p. 193). A diferencia de lo quese piensa, mientras ms audaz es el acto de exhibicin, ms elabo-rado y preparado suele ser. Lo que se escribe o lo que se muestra noes producto de un acto espontneo e irreflexivo, sino que requiereen cada momento pensar a quin va dirigido, quines sern testi-gos y qu efectos puede causar:

    Yo comparto muchas intimidades pero de maneras ms sutiles, in-

    tento que tengan ingenio y que no describan exactamente lo que

    pas, sino solo contar una parte. Por ejemplo, si me peleo con Jor-

    ge un da, pondra algo como vaya que es cierto eso de que todos

    los hombre son iguales, igual de pendejos!!. Eso sera si estuvie-

    ra realmente enojada, pero NUNCA pondra algo como me pele

    con Jorge, es un idiota (Valeria, 19 aos).

    Exhibirse y practicar el voyeurismo es parte del juego y, a diferenciade lo que ocurre en el mundo offline, son comportamientos com-pletamente aceptados porque garantizan la condicin de visibili-dad siempre y cuando el voyeurno se extralimite en su intento depasar del otro lado del espejo, es decir, cuando intenta hackearuna cuenta, o deja comentarios ofensivos en el muro de alguien.Es en ese momento que la persona siente vulnerada su intimidad,no cuando la exhibe, sino cuando esta es profanada: Por lo menosen mi caso me he sentido desnudada, he sentido que me han des-

    pojado de la posibilidad que tengo de ser sujeto, para ser objeto.Lo digo de esta manera porque una persona me ha privado de lalibertad de tener mi intimidad metindose a mi Facebook (Ana,24 aos).

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    Los jvenes admiten que tienen necesidad de mostrarse enla red, pero no reconocen que eso signifique exhibir o violentarsu intimidad. En su percepcin, controlan su intimidad mientras

    nadie violente la vulnerabilidad de los lmites, es decir, inten-te romper o traspasar la pared trasparente que lo separa de laintimidad del otro. Con lo cual podemos concluir que el deseode comunicarse es mucho ms fuerte que el de mostrarse, y queal mostrarse no estn necesariamente desnudando su intimidad,sino produciendo una actuacin con el objetivo de estar visible enlos espacios significativos donde transcurre la sociabilidad tantoonline como offline, los cuales constituyen escenarios clave de re-creacin y dramatizacin de las nuevas formas de inclusin social

    (Winocur, 2012).

    Etnografa de una intimidadonline recuperada offline

    En lo que sigue, presentaremos un caso significativo del proceso dereconstruccin biogrfica que los migrantes y exiliados establecena menudo en la red, pero tambin los adultos de ms de cuarentaaos. Dicho caso, que se estudi en el contexto de una investiga-cin sobre diversas formas de expresin del sufrimiento en inter-net, trata de la historia de una pareja que se reencontr a travsdel mail despus de treinta y seis aos de no verse. Obviamente norepresenta todas las historias posibles de reencuentros en la red,sino que la seleccionamos porque es especialmente emblemticadel tipo de dispositivo simblico que instaura internet en la subje-tividad contempornea, marcada por la incertidumbre y la amena-za de fragmentacin biogrfica.

    La estrategia metodolgica para abordar el caso trascendi,

    desde el punto de vista epistemolgico, el dualismo entre etnogra-fa de lo real y etnografa de lo virtual, y se situ en la experienciasubjetiva de la entrevistada a partir de documentar su dolorosoproceso de reconstruccin biogrfica. Para lo cual, ms importanteque observar lo que ella haca en la red, result el significado quele daba a sus bsquedas y juegos virtuales en el transcurso de laentrevista en profundidad, donde no la interrogamos acerca de suscompetencias, preferencias e interacciones, sino de su experienciavirtual en el contexto de su vida como exiliada (Winocur, 2011b).

    La idea era que ella pudiera gobernar en el relato el sentido de laexperiencia y dotarla de significados desde su intimidad y sus ne-cesidades afectivas, y no como resultado de las exigencias prcti-cas que le plante el manejo de la tecnologa. En esta direccin, nos

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    parece importante para los objetivos de este artculo describir lasdiversas operaciones epistemolgicas que se siguieron en el trans-curso de la entrevista.

    Primera operacin epistemolgica: ubicarnos enla experiencia subjetiva de la informante y noen su experiencia pragmtica con las tic

    Alicia, una exiliada argentina que vive en Espaa desde hace trein-ta aos, perdi el eslabn que la una a un pasado de terror, muerte

    y desapariciones en la poca de la dictadura. Pero junto con ello ex-

    travi su niez, sus amigos de la secundaria, sus compaeros de launiversidad y su primer amor de adolescencia. Luego de una tera-pia psicolgica en un centro especializado para vctimas de la tor-tura y la represin, Alicia recuper su historia a travs de internettreinta y cinco aos ms tarde. Alicia declar en los juicios comosobreviviente acusando a sus captores y represores, tambin res-ponsables de la desaparicin, tortura y muerte de su marido. Peroel proceso que referiremos aqu alude al aspecto ms ntimo de re-construccin de su biografa, donde internet, por una parte, actucomo un mediador en su sufrimiento, catarsis y recuperacin delos lazos que la unan al pasado y, por otra, le permiti construir unpuente imaginario entre el presente y el pasado:

    En todo este proceso de empezar el puente que yo necesito es co-

    nectarme conmigo, es decir, conmigo misma. Es que yo haba per-

    dido incluso mi propia conciencia de m misma, yo no saba cmo

    era antes de la militancia []. Incluso yo no tena casi recuerdos,

    yo no recordaba cmo era, como que yo me recordaba dentro del

    partido o me recordaba post en Espaa, pero ni cmo me vesta,

    no tena casi recuerdos, estaba todo borrado.

    La palabra clave que usa Alicia para explicar su ruptura con el pasa-do es desconexin, y lo hace sin mencionar a la computadora: co-nectarse con los antiguos y recientes conocidos tanto reales comovirtuales, conectarse con el pasado y con el futuro, pero sobre todoconectarse consigo misma. Su insistencia en marcar que esta des-conexin es consigo misma nos muestra claramente que lo queperdi no es externo a ella. Y volver a conectarlo requera una ope-

    racin de manipulacin de su biografa, reuniendo los fragmentosdispersos, las huellas y las marcas del pasado para volverlos a dotarde significado, no el que tuvieron en el pasado, sino los que le ha-cen sentido en el presente.

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    Alicia tuvo que desarrollar ciertas habilidades para manejaralgunos programas y aplicaciones, pero no son estas las ventajasque advierte para rehacer su biografa. En su relato jams aparece

    ninguna referencia a las posibilidades operativas de los sistemasy paquetera que utiliza, ni siquiera sabe cules son. El extraa-miento que le produjo el acercamiento a la nueva tecnologa,igual que a la mayora de los adultos de ms de cuarenta aos, fueresuelto; se convirti en una ampliacin de su propia intimidad,pero que no se extiende hacia afuera de s misma, sino hacia elinterior de s misma. La apropiacin que Alicia hizo de internet seprodujo en un espacio de mediacin simblica entre ella y la com-putadora, donde necesariamente esta debi ser humanizada para

    volverse una interlocutora vlida: Yo le digo el Seor Google, voya consultar al Seor Google El Orculo! [risas]. S, aparte param es como una persona que est en mi casa porque le puedo ha-cer preguntas.

    Alicia se refiere a internet como el orculo, expresin muyutilizada por los usuarios habituales de los motores de bsquedacomo Google o Yahoo. Y la metfora no puede ser ms acertadapara reconstruir el sentido de estas bsquedas. Los orculos, cualespejo de nosotros mismos, ms que informacin nos dan clavespara reconstruir el rompecabezas de nuestras vidas, entender losacertijos no resueltos del pasado y adivinar qu nos depara el fu-turo. En ese sentido, internet nunca se comporta para quienes loutilizan como un gran espacio abstracto y neutral de informacin(Winocur, 2009). En el imaginario y en las prcticas de apropia-cin de la red, internet es, en la medida en que puede ser usado ysignificado a partir de necesidades y experiencias individuales ocompartidas colectivamente, y que solo hacen sentido en el uni-verso simblico y en la biografa personal de quienes lo utilizan:Los medios tcnicos son el sustrato material de las formas sim-

    blicas []. Sin embargo, la naturaleza de los soportes tcnicosdifiere enormemente de un tipo de produccin simblica a otro,

    y las propiedades de los diferentes soportes tcnicos facilitan y cir-cunscriben a su vez los tipos de produccin simblica y posiblesintercambios (Thompson, 1998, p. 36). En el caso de internet, laemergencia de dicho proceso se expresa en la recreacin y amplia-cin de la intimidad que permite un viaje hacia las profundidadesde la memoria mediante un ejercicio de autoreflexividad constan-te. No hay manera de estar en internet sin reflexionar sobre el s

    mismo y sobre los otros: La autoidentidad se convierte en esfuerzoreflexivamente organizado. El proyecto reflexivo de s mismo, queconsiste en el mantenimiento de la coherencia en las narracionesbiogrficas, a pesar de su continua revisin, tiene lugar en el con-

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    texto de las mltiples posibilidades filtradas a travs de los siste-mas abstractos (Giddens, 1996, p. 38).

    Desde sus formas ms elementales hasta sus formas ms elabo-

    radas, internet requiere de un proceso de reflexividad explcito paraser utilizado. A pesar de las mltiples opciones que nos presentapara crear y editar cualquier clase de texto o imgenes, ninguna deellas estn dadas. No existe un habitus en el sentido de Bourdieu(1998) que nos habilite a usarlas sin producir un acto de reflexivi-dad explcito. Adems de contar con las habilidades informticasnecesarias, escribir, chatear, participar, postear, responder e inclusohablar a travs de una cmara implican seleccionar una forma deorganizar y comunicar las ideas entre muchas posibilidades que, a

    diferencia de lo que ocurre en la vida cotidiana, no estn dadas.Alicia, alentada por sus descubrimientos en la pgina de Yahoo,decide que es hora de buscar a su primer amor de adolescencia,asignatura pendiente por la irrupcin de la militancia poltica ensu vida:

    En enero del 2006 se me ocurri por primera vez poner el nom-

    bre de l en Google, entonces me meto y aparecen cinco personas

    con ese nombre []. Y veo una carta en el correo de lectores que

    haba aparecido en el peridico [] con una direccin de e-mail.

    Cuando vi el tono y el texto y vi el nombre de viejodinosaurio@,

    digo este es de izquierda, seguro, porque solo la gente de izquier-

    da habla de los dinosaurios []. Entonces yo mand un e-mail

    que deca algo as como estoy buscando a Gustavo, soy una vieja

    amiga (no iba a decir la novia de 17 aos), la persona que yo busco

    cursaba filosofa a finales de los 60 [] y firmo Alicia. [] Y eso

    lo mando a las 8 de la maana de Espaa, como a las 5 de la tarde

    recibo una carta de cuatro pginas que empieza dicindome s,

    soy yo. []. No fue que nos encontramos desde la nostalgia

    [], sino que haba habido una historia de amor muy profundaque haba quedado congelada y que esa historia y el paso de

    los 35 aos haban hecho a cada uno procesar las cosas, pasar por

    distintos lugares.

    Despus de varios meses de intercambios virtuales, Alicia y Gusta-vo se encuentran en Argentina y necesitan confirmarse que todo loque se dijeron a travs de la red no ha sido un espejismo, sino unarealidad que puede ser reeditada luego de 35 aos. Necesidad del

    presente pero anclada imaginariamente en el pasado como asigna-tura pendiente: Por internet lo armamos y detallamos, es decir noshablamos todo y nos contamos todo con fotos (antes del encuentrocara a cara). El primer encuentro fueron siete horas sentados en la

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    mesa con el caf [] hasta que un mes despus de volver a Espaanos declaramos los dos lo que nos estaba pasando.

    A diferencia de los medios electrnicos, las nuevas tecnologas

    de informacin y comunicacin le permiten a los sujetos reorgani-zar las circunstancias espaciales y temporales de su biografa paraque hablen en su nombre en lugar de que ellas solo los representenen los relatos mediticos de su poca. Alicia y Gustavo manipula-ron el tiempo y el espacio en dos sentidos: por una parte, crearonun espacio propio para encontrarse en la red que no reconoca ladistancia que los separaba; y por otra, condensaron el pasado y elpresente en un tiempo inexistente en sus vidas:

    Internet nos ha permitido desarrollar distintos planos de relacin[]. Tenemos juegos de personajes que hemos ido creando que se

    escriben entre s, es paralelo a que nosotros nos escribimos como

    Gustavo y Alicia. [] cuando hablo para los dems digo e-mail,

    pero para m un e-mail es cuando pasas un documento, pero cuan-

    do escribes pginas y pginas y pginas son cartas pero llegan

    rpido, vuelan []. Internet es nuestra va para contarnos todo

    desde lo que me pasa a m hoy, de mis dudas con respecto a todo,

    de mis miedos respecto a todo.

    Todo lo que ocurri entre el momento de su despedida a los 20aos y el reencuentro a los 55 aos perdi su propia historicidadpara convertirse en el tiempo que debi pasar para posibilitar elreencuentro. Los treinta y cinco aos de separacin, en lo que nin-guno supo ni necesit del otro, fueron reinterpretados a la luz delreencuentro. Internet les permiti manipular, en sentido real y ensentido metafrico, la biografa de cada uno para poder realizaruna operacin de sutura entre el pasado y el presente que los una.

    Segundo desplazamiento epistemolgico: superarla dicotoma de las prcticas offline-online paraexplicar la condensacin simblica entre las realidadespresenciales y virtuales con su intimidad

    La bibliografa dominante que se ocupa del tema separa en dos m-bitos, online y offline, la relacin de los sujetos con las tecnologasdigitales. Alicia y Gustavo, en sus relatos y en sus prcticas, nunca

    separan su intimidad amorosa de sus juegos en internet. Aunquereconozcan las diferencias entre ambos mundos y sus formas decomunicacin, la experiencia los integra subjetivamente y les daun sentido que trasciende esas diferencias. En el proceso de bucear

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    en su pasado y darle un sentido desde su presente, Alicia va y vie-ne entre sus realidades offline y online, y las operaciones realizadasen internet se van amalgamando con su propio proceso interno de

    abrir y cerrar puertas entre el pasado y el presente. Estar conecta-da, recuperar la conexin o volver a conectarme son expresio-nes que aluden al mismo tiempo al proceso fsico de relacin conla mquina y al proceso emotivo de su duelo.

    En la perspectiva expuesta, lo real y lo virtual, consideradosen relacin a la experiencia de los sujetos, manifiestan la dificultadde ser analizados como mundos paralelos en los cuales se est ose deja de estar a travs del procedimiento mediado por la tecno-loga de conectarse y desconectarse. Entre ambos mundos existe

    una multiplicidad de referencias afectivas y simblicas que los im-brican ms all de que la computadora est encendida o apagada.El espacio de integracin de la operacin fsica y emocional de co-nectarse no se da en la mquina, sino en el sujeto. Con lo dicho noestamos negando la mediacin del soporte tecnolgico con todassus aplicaciones y posibilidades tcnicas, sino haciendo hincapien que el lugar donde esta mediacin adquiere realidad y sentidopara el sujeto no es en el artefacto de la computadora, sino en elritual cotidiano que recrea internamente su carcter fundacional.De ah que la mayora de las personas no estn muy preocupadasni se pregunten por el origen de las computadoras ni de internet,sino que las hayan aceptado e incorporado como algo que deballegar para expresar el sino de los tiempos que les toc vivir.

    Tercer desplazamiento epistemolgico: en el anlisistrascender la explicacin causa y efecto entre tecnologas yusuarios, para situarse en el marco de las transformacionesculturales ms amplias donde se inscriben estas relaciones

    La experiencia con la computadora, internet y el mvil no solo seexplica como un impacto de las mltiples posibilidades que brin-dan sus programas y aplicaciones, sino tambin como consecuen-cia de una impronta social y cultural que encontr en dichas tecno-logas un soporte simblico ideal para expresarse. Esta improntacultural, que en trminos de Giddens (1996) caracteriza a la mo-dernidad tarda, alter radicalmente la naturaleza de la vida coti-diana y afect las dimensiones ms ntimas de nuestra experiencia:

    Tras su reflexividad institucional, la vida social moderna est ca-

    racterizada por un profundo proceso de reorganizacin del tiem-

    po y del espacio, emparejado con la expansin de mecanismos de

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    desmembracin mecanismos que liberan a las relaciones sociales

    de la influencia de los emplazamientos locales recombinndolas

    a travs de amplias distancias espacio-temporales. La reorganiza-

    cin del tiempo y del espacio aadida a los mecanismos de des-membracin radicalizan y globalizan los rasgos institucionales

    de la modernidad; transforman el contenido y la naturaleza de la

    vida cotidiana (Giddens, 1996, p. 35).

    De ah la importancia de abordar la relacin con internet y el mvilms en su carcter existencial que instrumental: como escenariossimblicos constitutivos de nuevas formas de sociabilidad y en-tretenimiento, como espacios reales e ilusorios para controlar la

    incertidumbre, como territorios imaginarios para fijar el lugarenel sentido antropolgico amenazado por la dispersin y la deslo-calizacin del mbito domstico, y como un recurso para sostener,acercar y reinventar la presencia de los nuestros y de los otros (Wi-nocur, 2009, p. 14).

    Las palabras red y conexin preexisten a la computadora y ainternet en varios sentidos literales y metafricos. La novedad aho-ra es que a partir de internet nunca haban expresado de maneratan explcita diversas realidades de inclusin y exclusin, compren-dida la digital, y nunca haban denotado tanto la naturaleza de losvnculos sociales. Pero en cualquier caso el impulso de conectarse yde entrar en conexin con otros no obedece intrnsecamente a ne-cesidades sistmicas de la red, sino a nuevas formas de ensamblarlo social que desafan nuestra mirada como investigadores de lasciencias sociales:

    Al retomar el proyecto de las ciencias sociales y volverlo a la fuente

    del asombro de la que surgi, es importante recuperar la sensibi-

    lidad con respecto a tipos muy extraos de ensamblados. Cuando

    creamos ser modernos, podamos contentarnos con los ensambla-dos de la sociedad y la naturaleza. Pero hoy tenemos que volver a in-

    vestigar de qu estamos hechos y extender el repertorio de vnculos y

    la cantidad de asociaciones mucho ms all del repertorio propuesto

    por las explicaciones sociales (Latour, 2008, p. 347).

    El tipo, o mejor dicho, los tipos nuevos de ensamblados que nosplantea la red como objetos de estudio representan un desafo so-cioantropolgico de primera magnitud: en cierto sentido consti-

    tuyen formas novedosas de ensamblados y, tambin, reproducenformas tradicionales de poder y de relacin entre los actores so-ciales. De ah que mucho ms complejo que determinar el estatussociotecnolgico de la red sea reconstruir los hilos invisibles que

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    amarran ambos mundos en la subjetividad individual y colectivacontemporneas.

    Ilusoriamente la red representa el mximo de posibilidades

    imaginarias de abarcar nuestras circunstancias, nuestra historia ynuestro pasado manipulando una gran cantidad de aplicacionesdisponibles. No obstante, el amor y los afectos no son un stock dis-ponible de sentimientos en el que las personas se meten a buceardentro de la caja de Pandora digital, aunque la accin explcita yla intencin declarada sea esa. Internet no es algo que ocurre fue-ra de las personas ni tiene una externalidad ajena a la experienciahumana aunque est mediada por un soporte tecnolgico. En elsentido expuesto, no coincido con las opiniones compartidas de

    que las relaciones en internet se caracterizan por su bajo nivel decompromiso y volatilidad. Ms bien constituyen la forma ms ra-dical de lo que Giddens (1996) denomina las relaciones puras,propias del perodo ms avanzado de la modernidad. Internet seamalgama muy bien con lo que este autor denomina el proceso detransformacin de la intimidad:

    Una relacin pura conlleva la disolucin de los criterios externos:

    la relacin pura existe meramente por todo lo gratificante que ella

    pueda proporcionar. En el contexto de la relacin pura, la confian-

    za puede ser movilizada nicamente por un proceso de apertura

    mutua. La confianza, en otras palabras, no puede estar anclada

    en criterios externos a la propia relacin como los criterios de

    parentesco, deber social u obligacin tradicional. Como la autoi-

    dentidad con la que se encuentra profundamente entrelazada, la

    relacin pura tiene que ser reflexivamente controlada a la larga

    frente al soporte de las transiciones y transformaciones externas

    (1996, p. 40).

    Etnografas multisituadas ydiversamente comunicadas

    No existe una manera especfica y unvoca de hacer etnografa.Ni sujetos ni realidades que la amarren en alguna condicin real,virtual o existencial en particular. La etnografa virtual es un ca-mino posible de indagacin entre otros igualmente vlidos quenecesita nutrirse en cada caso de las caractersticas del objeto de

    estudio, de los interrogantes de la investigacin, de la experienciaconcreta del campo, de las perspectivas tericas para pensar la rea-lidad y del proceso de reflexividad del investigador. Si recuperamossu compromiso con la diversidad y laperspectiva del actor, va en con-

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    tra de su condicin epistemolgica etiquetarla a priori como real ovirtual, o cuestionar su capacidad hermenutica en ausencia de lossujetos de carne y hueso. Es el objeto de estudio, y no la etnografa,

    el que requiere ser estudiado en escenarios reales o virtuales, y esodeterminar en gran medida si necesitamos ambos escenarios deobservacin y anlisis, si nos ubicamos en uno u otro, o, como enel caso de Alicia, prescindimos de ambos, porque aislados de la ex-periencia subjetiva de la entrevistada o al margen de su proceso dereconstruccin biogrfica tenan poco que decir.

    En el estudio acerca de la exhibicin de la intimidad en las re-des sociales, pudimos comprobar que el sentido comn se puedecolar muy fcilmente en el modo de concebir el recorte emprico o

    en la manera de observar la realidad en estudio, y descartamos ex-plorar su significado en el mundo offline porque consideramos losdichos del sujeto en el muro de Facebook como verdades autoevi-dentes. Para evitar dicho sesgo, que podra llevar a conclusionesprematuras y prejuiciosas, es necesario disear una estrategia dellegada al campo que combine la observacin sistemtica de losintercambios online en las redes sociales con entrevistas a profun-didad cara a cara, individuales o colectivas. Y de paso no estaramal precisar que la profundidad de una entrevista no est dada porlas respuestas abiertas a nuestras preguntas como errneamentese cree, sino por el proceso articulado de observacin, registro,interrogacin y reflexividad sobre el objeto de estudio, que puederequerir, adems de tiempo, cambiar la forma de hacer (y hacer-nos) las preguntas y la estrategia de exploracin.

    En sntesis, si un investigador declara la imposibilidad de laetnografa virtual por la ausencia de interaccin cara a cara conel sujeto est restringiendo la comprensin de la subjetividad enlas realidades virtuales que tiene su propia densidad simblica yformas particulares de ensamblaje. Del mismo modo que tambin

    limita su comprensin, si prescinde por completo de los signifi-cados que el actor le otorga a su experiencia para interpretar susprcticas e intenciones en la red. En este sentido, coincido con Mar-cus (1998, p. 3) en que la etnografa virtual ms que un proyectoacabado es la bsqueda de la etnografa desde un escenario mul-tisituado (citado por Hine, 2004, p. 191), que no solo incluye lasdiversas representaciones y actuaciones de los sujetos de estudio,sino tambin las del investigador.

    Por ltimo, me gustara agregar una reflexin sobre la manera

    de comunicar los resultados de la investigacin, que no constituyeun detalle meramente formal, sino que es profundamente consti-tutivo del registro etnogrfico. As como no hay una sola forma dehacer etnografa, tampoco existe una nica manera de escribirla.

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    Nuevamente, en cada caso su expresin depende de la naturalezadel objeto, del proceso de negociacin de sentidos con los infor-mantes y del reconocimiento de nuestra implicacin en el texto.

    A pesar de nuestro compromiso con la hermenutica de los signi-ficados, la recuperacin de la subjetividad y la reflexividad del in-vestigador, cuando redactamos, nos cuesta liberarnos de la pesadacarga del positivismo para comunicar las ideas. De ese modo, laescritura signada por la exigencia formal de presentar una intro-duccin, un marco terico, una presentacin de los resultados yunas conclusiones, se divorcia de las condiciones epistemolgicasde la produccin del objeto de conocimiento y de nuestro pro-pio proceso de involucramiento en la interpretacin del texto. En

    la etnografa de Alicia, aunque lgicamente edit gran parte de latranscripcin de su entrevista, y lo hice bajo mis propios criteriosy no los de Alicia, trat de acompaarla por el derrotero de susemociones sin imponerle un cors terico para interpretarla. Asi-mismo, aunque el anlisis estuvo enfocado a responder mis inte-rrogantes de investigacin que tampoco son los suyos, para ha-cerlo me conect emotivamente con ella a travs de la experienciadel exilio que no me es ajena y tiene resonancias dolorosas para m.En sntesis, para poder escribir sobre ella la dej que hablara contodas las voces que acudieron en mi interior en el proceso de la in-terpretacin: la del objeto de estudio, la de la prctica en el campo,la de la teora y la de los sentimientos.

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    (Recibido el 12 de febrero de 2013.)

    (Evaluado el 1 de marzo de 2013.)

    Cmo citar este artculo

    Winocur, Rosala, Etnografas multisituadas de la intimidad online y

    offline, Revista de Ciencias Sociales, segunda poca, ao 4, N 23, Ber-

    nal, Universidad Nacional de Quilmes, otoo de 2013, pp. 7-27, edicin

    digital. En lnea: .

    Autora

    Rosala Winocur. Doctora en Antropologa Social, docente e investigadora en el Departamento de Edu-cacin y Comunicacin de la Universidad Autnoma Metropolitana (Mxico), y miembro del SistemaNacional de Investigadores de Mxico. Especialista en la apropiacin de los medios electrnicos y digita-les en la vida cotidiana de diversos sectores socio-culturales.Publicaciones destacadas: Ciudadanos mediticos: la construccin de lo pblico en la radio, Mxico, Gedisa, 2002. Robinson Crusoe ya tiene celular, Mxico, Siglo XXI editores, 2009..

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    Introduccin

    Las tecnologas digitales y su rpida expansin han actuado comoun factor condicionante de transformaciones en las prcticas y losprocesos comunicacionales en distintos mbitos de la esfera p-blica y la vida social. Esto ha llevado a investigadores de distintoorigen disciplinar y terico a preguntarse por los cambios sociales

    y discursivos, en particular, que implican fenmenos como la red,

    internet, los blogs, los sms, el chat, los videojuegos, entre otros.En el campo de la lingstica los procesos de incorporacin y

    apropiacin de estas nuevas tecnologas han sido variados. Encon-tramos disciplinas que se han configurado en torno a estos avancespara realizar sus aportes, como lo es la lingstica computacional,

    y vemos tambin cmo las distintas ramas los han incorporadocomo instrumentos de programacin y anlisis de la informacin,

    y como herramientas que tornan ms exhaustivas y rigurosas algu-nas tcnicas de investigacin. La lingstica del corpus y los estu-

    dios de adquisicin del lenguaje, entre otros, han visto multiplica-das geomtricamente sus posibilidades de indagacin.

    Una obra ineludible que marca la importancia del impacto deinternet en la lingstica es el libro de David Crystal, El lenguaje e

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    internet(2001). Advierte all el autor que recin entre 1996 y 2000encontramos una produccin relevante, desde el punto de vistaacadmico, de lo que aconteca en el campo de los problemas del

    lenguaje en relacin con internet y con las tecnologas digitales.Menciona como un hito relevante, entre otros, la aparicin del

    Journal of Computer-Mediated-Communication y la creciente pro-duccin acadmica sobre estos temas en las distintas revistas de laespecialidad. En sus diferentes campos y teoras, la preocupacinpor las nuevas prcticas, los nuevos usos y las nuevas formas tex-tuales puede verse de manifiesto en las obras que han aparecidodedicadas al tema.

    Los estudios sobre escritura y alfabetizacin, en particular, es-

    pacio interdisciplinario en el que la lingstica ha tenido un rolprotagnico, han comenzado a problematizar su objeto mismo apartir de los cambios estructurales que en esta coyuntura histrica

    y cultural se ponen de manifiesto (Coiro et al.,2008; Kamil et al.,2000; Reinking et al., 1998).

    En el campo del anlisis del discurso, y en particular en el de losestudios crticos del discurso, que es el que abordaremos en esteartculo, podemos encontrar tambin diversidad de miradas sobreel fenmeno, entre las que se destacan, en el mbito de los estudioscrticos del discurso, por su importancia terica y su difusin, lostrabajos primeros de S. Herring sobre lo que se denomin, en unprincipio, la comunicacin mediada por computadoras (cmc), lateora de la mediacin, en particular el anlisis mediacional desa-rrollado por R. Scollon (2004) y los estudios sobre semitica so-cial multimodal, cuyos principales referentes son G. Kress y T. VanLeeuwen (1996, 2001).

    Ha sido la semitica social, de la mano de estos dos ltimos au-tores, centralmente, junto a otros como B. Hodge (Hodge y Kress,1988), J. Lemke (2002) y K. OHalloran (2004), la que concentra

    un mayor inters, ya que es en el marco de esta teora que podemosobservar cambios epistemolgicos centrales, atribuibles estric-tamente a la naturaleza novedosa del objeto u objetos de estudioque la irrupcin de las tecnologas digitales impone o propone ala semitica.

    La comunicacin contempornea mediada por tecnologas di-gitales configura espacios de prcticas, textos, discursos y agenciasque han llevado a la teora semitica social, en ocasiones denomi-nada semitica multimodal, a construir un nuevo edificio teri-

    co y analtico, cuyas bases se asientan en la lingstica sistmico-funcional de M. A. K. Halliday (1994), pero que, sobre todo, poneen cuestionamiento los principios tericos centrales de lo que de-nomina la semitica tradicional.

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    A lo largo del artculo expondremos primero un panoramaacerca del anlisis crtico del discurso (acd), luego revisaremosbrevemente las aproximaciones y los estudios realizados por Ron

    Scollon y S. Scollon, y luego la propuesta de S. Herring. Finalmente,nos concentraremos en la propuesta ms relevante, tanto desde elpunto de vista terico como por su proyeccin y difusin, que es lasemitica social o semitica multimodal.

    El anlisis crtico del discurso

    El anlisis crtico del discurso, como conjunto de estudios sobre el

    lenguaje desde una perspectiva social y poltica especfica, se con-figura como espacio acadmico a inicios de la dcada de 1990 enEuropa. Autores como Teun Van Dijk, Ruth Wodak, Ronald Scollon,Gunther Kress y Norman Fairclough son algunos de los referentestericos ms reconocidos. Todos ellos coinciden al destacar que elanlisis crtico del discurso no constituye una escuela monolticaterica o metodolgicamente, sino que se caracteriza por reunir aestudiosos de fenmenos discursivos que abordan el lenguaje en sudimensin social. Un hecho relevante es que en esta lnea confluyenestudiosos de la gramtica textual, el anlisis del discurso estruc-tural, el anlisis conversacional, la sintaxis, la sociolingstica, lapragmtica, la semntica y la lingstica sistmico-funcional, lo quellev a enriquecer las discusiones tericas y metodolgicas. Ademsde ellos, la tradicin de estudios iniciada por Gunther Kress, RogerFowler, Bob Hodge y Tony Trew puede articularse claramente comoel antecedente central de este espacio.

    En un artculo publicado en 1997, N. Fairclough y Ruth Wodakdescriben, entre los principios constitutivos del acd los siguientes:(i) el anlisis crtico del discurso estudia problemas sociales; las

    relaciones de poder son discursivas; (ii) el discurso constituye lasociedad y la cultura; (iii) el discurso hace trabajo ideolgico; (iv)el discurso es histrico; (v) la relacin entre texto y sociedad estmediada; (vi) el anlisis del discurso es interpretativo y explicativo;(vii) el discurso es una forma de accin social.

    Aos despus, R. Wodak (2004) reivindica como preocupacionesdel acd, adems, la necesidad de una investigacin interdisciplina-ria y la bsqueda de una teora crtica del lenguaje que contemple laconstruccin social de los significados y la concepcin del discurso

    como accin social. N. Fairclough (1992), por su parte, reconocedistintos tipos de antecedentes, a los que clasifica en antecedentescrticos y antecedentes no crticos, destacndose entre los primerosla lingstica crtica y la escuela francesa de anlisis del discurso.

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    Al igual que la mayora de los autores de esta tradicin, N. Fair-clough propone analizar el uso del lenguaje como un tipo de prc-tica social, ms que como una actividad puramente individual o

    como el mero reflejo de variables sociales. Esto implica que el dis-curso es un modo de accin as como un modo de representacin

    y que hay una relacin dialctica entre discurso y estructura social.Por un lado, el discurso es formado y determinado por la estructu-ra social en el amplio sentido de la palabra, en todos los niveles; porel otro lado, el discurso es socialmente constitutivo.

    Un evento discursivo especfico vara en su determinacin es-tructural de acuerdo con el dominio social particular o el mar-co institucional en el que se genera. Por otro lado, el discurso

    contribuye a la constitucin de todas aquellas dimensiones dela estructura social que la configuran y la determinan, directa oindirectamente.

    Podemos distinguir, segn estos autores, tres aspectos de losefectos constructivos del discurso: (i) el discurso contribuye a laconstruccin de identidades sociales y de posiciones de sujetopara los sujetos sociales; (ii) ayuda a construir las relaciones so-ciales entre la gente; (iii) contribuye a la construccin de sistemasde conocimiento y creencias. Estos tres efectos corresponden res-pectivamente a las tres funciones del lenguaje y dimensiones delsignificado que coexisten e interactan en todo discurso: la identi-dad, la relacional y la ideacional, que coinciden parcialmente conlas tradicionales funciones propuestas por Halliday (1994).

    La prctica discursiva es constitutiva en un modo convencionaly creativo: contribuye a reproducir la sociedad (identidades socia-les, relaciones sociales, sistemas de conocimiento y creencias) talcomo es y tambin contribuye a transformar la sociedad. La prc-tica social, por su parte, tiene diversas orientaciones econmica,poltica, cultural, ideolgica y el discurso puede estar implicado

    en todas ellas sin que ninguna sea reducible al discurso. Es el dis-curso como un modo de prctica ideolgica y poltica lo que cons-tituye el objeto de las preocupaciones de N. Fairclough.

    Otros autores que se han destacado en esta escuela, como T.Van Dijk y R. Wodak, han incorporado, adems, ciertas preocu-paciones de orden cognitivo. T. Van Dijk, en particular, se aleja dela posicin sistmico-funcional que defiende N. Fairclough y pro-mueve una semntica textual y discursiva que ve en los estudios dela cognicin social una interfaz fundamental para el estudio de la

    relacin entre lenguaje, ideologa y sociedad.Sin embargo, debe destacarse aqu que, tal como se advirtiera

    en la reunin fundacional a principios de los noventa y en sucesivosespacios acadmicos, lo que caracteriza a los estudios crticos del

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    discurso es la concepcin bsica de la relacin entre discurso, podery sociedad, y no as la homogeneidad terica y epistemolgica.

    En el siguiente apartado abordaremos dos de las propuestas de

    investigacin que, enmarcadas en esta perspectiva, volcaron su mi-rada a los procesos y prcticas discursivas que emergieron con lastecnologas digitales y el mundo de internet.

    Internet, nuevas prcticas discursivas, nuevosproblemas, nuevos abordajes analticos

    En un artculo publicado en elHandbook of Discourse Analysis, Susan

    Herring (2001) presenta un panorama sobre los inicios y las lneasprincipales de los estudios en el campo conocido como computer-mediated-discourse(cmd),1 del cual es la referente ms importante.La autora fue quien comenz a manifestar la necesidad de conside-rar la mediacin tecnolgica como una variable de anlisis relevan-te y al tipo de discurso que emerga en las nuevas prcticas comouna variedad especfica. S. Herring destaca que las redes de compu-tadoras son consideradas en este campo como un mdium que po-see efectos en la comunicacin. Se entiende aqu que el cmd incluyeno solo la escritura por medio de mquinas, sino la comunicacinpor va electrnica, en redes. De all que se insiste en esta etapa enque este tipo de comunicacin es distinta a la de la oralidad y tam-bin a la de la escritura, y que las diferencias no se restringen a losmodos de tipeo, sino a condiciones de distribucin, velocidad deinteraccin, cantidad de participantes simultneos, entre otras. Almomento de escribir ese artculo, la autora advierte que una de lasdiferencias con la oralidad es que la informacin disponible en laoralidad cara a cara se transmite por diversos canales (visual, audi-tivo, tctil, gestual, etc.), mientras que en ese momento la comu-

    nicacin mediada por computadoras es pobre, en tanto solo trans-mite informacin por canal visual. Si bien, advierte la autora, se hademostrado que puede ser igualmente expresiva que en los otroscasos. Los ritmos y la profundidad de los cambios tecnolgicos handejado algunas afirmaciones sin sustento, no obstante lo cual, esterelevamiento de la situacin de comunicacin y del cmd nos per-mite dar cuenta de los cambios ocurridos y de la estrecha relacinque se pone de manifiesto entre las potencialidades de los mediostecnolgicos y las posibilidades semiticas y comunicacionales

    que de all emergen. La naturaleza semitica y los modos puestosen juego variarn en la medida en que la incorporacin de nuevastecnologas habilita la posibilidad de disponer de nuevos recursossemiticos.

    1 S. Herring (2001, p. 626)

    arma que esta denominacinsurgi como etiqueta en 1995,en la Mesa Redonda sobreLenguajes y Lingstica, de laUniversidad de Georgetown.

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    Es importante destacar, en este sentido, que los inicios de lasinvestigaciones pueden rastrearse hasta mediados de la dcada de1980, antes aun de la gran expansin de internet. Las investigacio-

    nes realizadas entre esa fecha y el inicio del siglo xxi intentaron,como primera estrategia, identificar y clasificar los distintos mo-dos de comunicacin y discursos mediados por computadoras.

    Una clasificacin de los tipos de cmd de acuerdo con los m-diums tomaba como parmetros si estos eran sincrnicos o asincr-nicos, por un lado, y si permitan transmisin de una va o dosvas, es decir, si el mensaje como unidad era reconocido como talpor el receptor una vez que haba sido completado y enviado o silos participantes podan leer/escuchar el mensaje al tiempo que

    este se iba produciendo (en este ltimo caso se inclua, por ejem-plo, el icq, ejemplo de comunicacin sincrnica, de dos vas).Otro tipo de clasificacin atenda a las categoras culturalmente

    reconocidas (emic) como tales, las que adems poseen una historiaparticular. Se reconocen las diferencias culturales de las distintasprcticas y formas de interaccin mediada.

    Respecto de las caractersticas formales, la discusin se centren la capacidad expresiva de este tipo de discurso, en la cercana/distancia con la oralidad y la escritura, y en la identificacin devariables que intervienen en las variedades y estrategias a las querecurren los participantes para comunicarse.

    Otro aspecto relevante y que ha sido objeto de anlisis es el de laestructura interaccional, que es bastante novedosa; el anlisis con-versacional clsico (Sacks et al., 1974) tomado al principio comoreferencia gener ciertas dificultades, pero fue un punto de partidamuy productivo para abordar este tipo de discursos.

    Una de las caractersticas de estos estudios es el foco en la me-diacin como definitorio del objeto y cierta heterogeneidad en elrecurso a categoras pragmticas para los estudios de orden inte-

    raccional. La compleja relacin entre oralidad y escritura ha sidoun tema recurrente que aparece relativamente problematizado,pero no abordado en su total complejidad.

    Encontramos actualmente diversas investigaciones que, toman-do como antecendentes las propuestas de S. Herring, han incur-sionado en el estudio de los nuevos gneros que surgen con la web2.0, los entornos virtuales, el chat, Facebook, Twitter, entre otros.Trabajos como el de Francisco Yus (2010), por ejemplo, han incor-porado y ampliado este tipo de estudios en espaol, en el marco de

    la pragmtica cognitiva, clasificando tambin los nuevos gnerosque emergen con la aparicin de la web 2.0.

    Desde un enfoque de raigambre ms etnogrfica, encontramoslos trabajos de R. Scollon y S. Scollon (2004), quienes analizan las in-

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    teracciones sociales y lingsticas que se dan en los ochenta, a partirde la incorporacin del correo electrnico, primero, y de otras tecno-logas, despus, a las prcticas educativas universitarias de Alaska.

    Si bien su obra ms importante centrada en las prcticas discur-sivas emergentes a partir de la existencia de internet es publicadaen 2004 (Scollon y Scollon, 2004), sus trabajos son pioneros en elcampo y se retrotraen a los noventa y refieren a sus propias prcti-cas en Alaska, a fines de los ochenta. Sus presentaciones llamarona la reflexin sobre distintas dimensiones discursivas, lingsticas

    y sociales que se ponan en juego en estas nuevas prcticas.El anlisis del discurso mediado, como se reconoce a este enfo-

    que, tiene como eje el estudio de la relacin entre discurso y accin

    social y cmo esta se configura en situaciones sociales complejas.El entramado terico en el que se enmarcan los estudios de estalnea articula y pone en dilogo la etnografa de la comunicacin,el anlisis de la conversacin, la sociolingstica interaccional y elacd. Es de destacar que el concepto de mediacin con el que traba-

    ja esta tradicin terica no se restringe a, ni surge de la mediacintecnolgica, tal como ocurriera en el caso de los trabajos sobrecmd. Se trata de aqu de un principio terico que estructura estapropuesta, que hace de la mediacin y el nexo el foco de estudio dela (inter)accin social.

    Del acd toma esta teora la preocupacin por tratar temas vin-culados con el conflicto y el cambio social y el principio terico deentender a las prcticas discursivas como prcticas sociales. Por otrolado, de la sociolingstica interaccional y la lingstica antropol-gica recuperan la preocupacin o el foco en las interacciones entiempo real y las inferencias que los individuos necesitan hacer paraconstruir e interpretar significados. El anlisis de los nexos (nexusanalysis) consiste en abrir la circunferencia de anlisis alrededorde los momentos de la accin para comenzar a ver las lneas de

    los procesos sociales e histricos por los cuales los discursos lleganconjuntamente en el momento particular de la accin humana, ascomo para hacer visibles los modos en que las transformaciones enlos discursos, en los actores sociales y en los recursos mediacionalesemanan de esos momentos de accin (Scollon, 2004). Al centrarseen la accin mediada como unidad de anlisis, destacan la necesi-dad de estudiar el punto, el momento de accin, en el que se articu-lan concretamente el individuo como actor social y los grupos o ins-tituciones a travs de instrumentos de mediacin. En este sentido,

    definen la prctica como una acumulacin histrica en el habitus/cuerpo histrico del actor social de acciones mediadas llevadas acabo en su vida (experiencia) y que son reconocidas por otros acto-res sociales como la misma accin social (Scollon, 2004, p. 240).

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    Los instrumentos de mediacin pueden ser cualquier cosa ac-cesible a los actores sociales, incluyendo los sistemas simblicoscomo el lenguaje; al igual que las acciones y las prcticas, el autor

    propone estudiar los instrumentos de mediacin desde los puntosde vista de los participantes (Scollon, 2004, p. 250).

    Al abocarse al estudio de las prcticas comunicativas, que co-menzaron en los tempranos ochenta, Scollon y Scollon abordanmediante el anlisis de nexos las interacciones mediadas en las queparticiparon en Alaska, mediante el uso de correos electrnicos,ms rudimentarios en los inicios y con caractersticas del orden in-teraccional especficas y las posteriores prcticas, en contextos msadelantados tecnolgicamente y cuyos cambios repercutieron en el

    tipo de actividades realizadas. Es de destacar que si bien se trata deun enfoque que se enmarca en el acd, no se trata de un anlisis quetenga al discurso en el centro, sino a la accin mediada. Las unida-des y categoras de anlisis de los textos no son aqu el objeto depreocupacin o de definicin. Las interacciones, por otro lado, sonestudiadas a la luz de las propias definiciones tericas que surgendel anlisis mediacional inspirado, como se dijo, en la propuestaterica de E. Goffman, entre otras. Concluyen sus investigacionesdemostrando la importancia y potencialidad que tienen estos nue-vos medios y estas nuevas prcticas en la medida en que puedenser apropiadas por los sujetos y permiten nuevas experiencias his-tricas de comunicacin. Sus estudios, siempre atravesados por ladimensin sociocultural, destacan que estas nuevas formas de inte-raccin permitan reconfigurar las posiciones en el orden social dela interaccin y facilitaban el acceso a nuevas prcticas discursivas asujetos sin experiencias comunicacionales en el marco institucionaluniversitario. Advierten adems, a partir del estudio de los ciclosde discurso, que estas prcticas afectan tambin a las estructuras ymodos de interaccin institucionales (gubernamentales y univer-

    sitarias, entre otras) en las que emergen y con las que se articulan.Por ltimo, es fundamental considerar que, como conclusin

    de sus investigaciones Scollon y Scollon prefieren ver en su pro-puesta terica no solo un modo de investigacin, sino un modo deintervencin. En este sentido, se preguntan cules sern los modosms apropiados para investigar los usos de las tecnologas con-temporneas de comunicacin y sus consecuencias. Se planteanun interrogante ms especfico, y es si estos cambios tecnolgicosgenerarn en el corto plazo rupturas o reordenamientos sociales y

    si la reestructuracin de estas prcticas comunicacionales tendrefectos profundos en otras prcticas sociales, en los modos de ad-ministracin y gobierno, en otras prcticas institucionales. Y, eneste sentido, concluyen, es necesario mantener abierta la discusin

  • 7/27/2019 Revista de Ciencias Sociales N 23

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    revista de ciencias sociales, segunda pocaN 23, otoo de 2013, pp. 29-47

    Sara Isabel Prez

    Tecnologas digitales, anlisis del discurso y multimodalidad 37

    y la reflexin de manera crtica y continua (Scollon y Scollon, 2004,p. 151) y el anlisis del discurso debe ubicarse en las zonas signifi-cativas de identificacin para poder interrogarse y participar en los

    cambios sociales en curso.

    De la lingstica crtica a la semiticasocial: removiendo los cimientos

    A fines de 1970, un grupo de lingistas desarroll en East Angliauna serie de estudios, publicados luego bajo el ttulo Lenguaje ycontrol (Fowler et al., 1983). Sentaban en esa obra los principios

    de lo que denominaran de all en ms lingstica crtica. Estegrupo, constituido por Gunther Kress, Roger Fowler, Tony Trew yBob Hodge constituy uno de los antecedentes centrales del an-lisis crtico del discurso, as como de la semitica social. A partirde sus primeras investigaciones comienzan a generarse un