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ENERO — ABRIL/2008 REVISTA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA N°. 49 Contenido 2 Respuesta al anhelo de estudiantes y profesores de disponer de una publicación que sea canal de expresión de las disposiciones y puntos de vista de los universitarios. Alberto Uribe Correa, Rector - Ana Lucía Herrera Gómez, Secretaria General Editor: Alberto González Mascarozf, [email protected] Corrección: Elizabeth Correa Londoño Diseño original: Saúl Álvarez Diagramación: Juan Camilo Vélez Rodríguez Departamento de Información y Prensa – Secretaría General - Ciudad Universitaria, Bloque 16 oficina 336. Medellín. Teléfonos 2195023 y 2195026. Fax 2331627. E-mail: [email protected] Consulte DEBATES en almamater.udea.edu.co/debates El contenido de los artículos que se publican en DEBATES es responsabilidad exclusiva de sus autores y el alcance de sus afirmaciones sólo a ellos compromete. La crisis política del Foro Social Mundial François Houtart: Socialismo del siglo XXI Por Eduardo Tamayo G. y Helga Serrano Narváez ¿Hacia dónde va Nicaragua? Por Eduardo Tamayo G. Los gobiernos anfibios Por Fabio Humberto Giraldo Jiménez Guerra y derecho Por Francisco Cortés Rodas Jesús María Valle Jaramillo Por Rafael Rincón Patiño Jesús María Valle Jaramillo: una vida dedicada a los más débiles Agencia de Prensa IPC de Medellín (Instituto Popular de Capacitación) Jornadas en homenaje a Jesús María Valle Por Carmen Posada González Vigencia de las ideologías políticas Por Eduardo Domínguez Gómez Una patria Por William Ospina Comunicación pública Por Alberto González Mascarozf Algunas consideraciones cuantitativas sobre la evolución reciente del conflicto en Colombia Por José Fernando Isaza Delgado y Diógenes Campos Romero Ciencia y clientelismo: el caso Galileo Por Guillermo Pineda En Colombia no existe, jurídicamente, la Ley del Periodismo y de las Comunicaciones Por Azael Carvajal Martínez El alza en las tasas de interés por parte del Banco de la República: un ajuste necesario que sentimos todos Por Ramón Javier Mesa Callejas Otro enfoque a la mortalidad materna. Más allá de la calidad de la atención Por Alejandro Hernán Quintero Galeano 6 45 13 17 22 26 29 31 32 46 50 57 66 75 80

REVISTA DEBATES N° 49

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REVISTA DEBATES N° 49 Enero—Abril 2008

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ENERO — ABRIL/2008

REVISTA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA N°. 49

Contenido2

Respuesta al anhelo de estudiantes y profesores de disponer de una publicación que sea canal de expresiónde las disposiciones y puntos de vista de los universitarios.

Alberto Uribe Correa, Rector - Ana Lucía Herrera Gómez, Secretaria GeneralEditor: Alberto González Mascarozf, [email protected]ón: Elizabeth Correa LondoñoDiseño original: Saúl ÁlvarezDiagramación: Juan Camilo Vélez Rodríguez

Departamento de Información y Prensa – Secretaría General - Ciudad Universitaria, Bloque 16 oficina 336. Medellín. Teléfonos 2195023 y 2195026. Fax 2331627. E-mail: [email protected] Consulte DEBATES en almamater.udea.edu.co/debates

El contenido de los artículos que se publican en DEBATES es responsabilidad exclusiva de sus autores y el alcance de sus afirmaciones sólo a ellos compromete.

La crisis política del Foro Social Mundial

François Houtart: Socialismo del siglo XXIPor Eduardo Tamayo G. y Helga Serrano Narváez

¿Hacia dónde va Nicaragua?Por Eduardo Tamayo G.

Los gobiernos anfibiosPor Fabio Humberto Giraldo Jiménez

Guerra y derechoPor Francisco Cortés Rodas

Jesús María Valle JaramilloPor Rafael Rincón Patiño

Jesús María Valle Jaramillo: una vida dedicada a los más débilesAgencia de Prensa IPC de Medellín (Instituto Popular de Capacitación)

Jornadas en homenaje a Jesús María VallePor Carmen Posada González

Vigencia de las ideologías políticasPor Eduardo Domínguez Gómez

Una patriaPor William Ospina

Comunicación públicaPor Alberto González Mascarozf

Algunas consideraciones cuantitativas sobre la evolución reciente del conflicto en ColombiaPor José Fernando Isaza Delgado y Diógenes Campos Romero

Ciencia y clientelismo: el caso GalileoPor Guillermo Pineda

En Colombia no existe, jurídicamente, la Ley del Periodismo y de las ComunicacionesPor Azael Carvajal Martínez

El alza en las tasas de interés por parte del Banco de la República: un ajuste necesario que sentimos todosPor Ramón Javier Mesa Callejas

Otro enfoque a la mortalidad materna. Más allá de la calidad de la atenciónPor Alejandro Hernán Quintero Galeano

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—En el Foro Social Mundial de 2006 dijo usted que habría que hacer fracasar el proyecto militar estadounidense. Era necesa-rio, a fin de crear un margen de maniobra sufi-ciente, sin la existencia del cual todo progreso social y democrático resultaría vulnerable. ¿Sigue opinando lo mismo, dos años después?

—En principio, sí. Por otra parte, ahora surgen procesos que ya eran importantes en 2006, y que

El socialismo del siglo XXI es, por lo pronto, una obra en construcción. El propio Hugo Chávez, que lanzó ese concepto, no podría dar una

definición de socialismo del siglo XXI, si se le preguntara. El mismo Fidel Castro dice que el socialismo se halla hoy en una crisis, lo que hace que

haya distintas nociones del mismo. Él es muy consciente de eso, como pude comprobar en mis conversaciones con él.

La crisis política del Foro Social Mundial

Entrevista a Ignacio Ramonet

Ignacio Ramonet es desde 1991 redactor jefe del mensual

Le Monde Diplomatique. En 1997, con su artículo “Quitad el poder a los mercados”, dio pie a la fundación del movimiento

internacional Attac. Fue uno de los iniciadores en 2001 del primer Foro Social Mundial en Porto Alegre, co-firmando en

2005 el Manifiesto de Porto Alegre. El pasado 12 de enero participó en el Simposio Rosa

Luxemburgo en Berlín con una conferencia sobre el fracaso

del “cuarto poder”, exigiendo mayores esfuerzos para la

construcción de medios de comunicación resistentes para

el movimiento anticapitalista. Marie Dominique Vernhes y

Peter Strotmann le entrevistaron para el semanario alemán de izquierda Freitag (27/01/08).

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ahora tienen una más robusta presencia. Ahora vemos, más claramente que entonces, el fin de la era del petróleo. Tenemos petróleo para quizá todavía 40 o 60 años. Esta materia prima llegará en el futuro a alcanzar un precio tal, que sólo unos pocos países podrán permitirse mantener un suministro energético fundado en el petróleo. Eso se convertirá en una cuestión estratégica, como se pudo ver en los pasados años. Finalmente, el do-minio militar del mundo por parte de EEUU está determinado por el control del petróleo. Por eso están los EEUU en Oriente Próximo y en África, por eso están en pugna y hostilidad con Vene-zuela y Rusia. Existe el peligro de nuevas guerras futuras por el petróleo. Un segundo tema del que ya éramos conscientes es el de la crisis ecológica. Las consecuencias del cambio climático son más drásticas de lo previsto. Eso obliga a repensar ra-dicalmente el suministro energético, obviamente en el sentido de las energías renovables, pero en algunos países también en el sentido de la energía nuclear, con todos los peligros resultantes de ello para la humanidad.

—¿Cómo valora usted el espectacular auge de algunos países del Sur?

—India y China no sólo representan una buena tercera parte de la población mundial. Si además añadimos Brasil, Sudáfrica y Rusia, se ve entonces que el peso económico de ese grupo de Estados como motor de la econo-mía mundial ha llegado a ser mayor que el de EEUU. Esos países están en vías de disponer de fondos soberanos estatales que los pondrán en situación de actuar sobre el núcleo mismo de la globalización. En mi opinión, entonces, se planteará más temprano que tarde la cuestión de una vuelta al proteccionismo. Si países como China o la India, pero también Corea del Sur, Malaysia o Indonesia se convierten en la fábrica del mundo, apenas podrá seguir exportándose algo allí, por mucho que esos Estados repre-senten las nuevas potencias económicas que podrían comprar algo.

—¿Qué pasará entonces con las industrias de los países desarrollados de Occidente?

—A fin de cuentas, se trata de un peligro

que conocemos de hace tiempo, pero que nunca valoramos con la urgencia con que ahora se plantea con el crac de los mercados de valores en EEUU. La crisis hipotecaria tiene consecuencias para los grandes bancos norte-americanos, que ahora tienen que ser salvados con fondos soberanos estatales, sobre todo de los países árabes. Puesto que también los bancos en Alemania y en Suiza se ven afecta-dos, se plantea la cuestión de si lo que está en puertas es una recesión económica mundial. ¿Podrían convertirse China, India y otros en el motor de la economía mundial, si el motor de EEUU falla? Si tal no ocurriera, tendríamos una crisis económica de alcance planetario.

—¿Ve usted síntomas de decadencia tam-bién en el potencial militar de EEUU?

—En este aspecto los EEUU son todavía el número uno. Pero Oriente Próximo revela que su poder militar no les consiente ganar guerras asimétricas: los EEUU no han logrado ganar la guerra de Irak. Tal vez consigan mantener en jaque a Irak, pero estas cosas nunca se sabe cómo terminan. Los norteamericanos tampoco pueden ganar la guerra en Afganistán. Israel no puede ganar la guerra contra los palestinos, al menos no militarmente, aunque acaso sí polí-ticamente. Lo que se aprecia en esa región del mundo es que la superioridad militar no lleva forzosamente a la victoria militar.

—¿Lo que significa...?—Significa que EEUU no marchará contra

Irán. Tal vez lo bombardeen, pero no lo invadi-rán, como Irak, con tropas terrestres. Significa también que los norteamericanos quedarán tan agotados con todos esos conflictos, que no po-drán permitirse por un cierto tiempo aventuras militares importantes. Por lo demás, Rusia está otra vez en vías de convertirse en una potencia militar de relevante rango mundial. Vemos, pues, que, desde el punto de vista del balance militar y tras un orden unipolar, está apareciendo de nuevo una relación de fuerzas multipolar.

—En esas circunstancias, ¿cómo pueden se-guir desarrollándose los movimientos sociales,

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y en particular, qué futuro aguarda a los Foros Sociales Mundiales?

—Desgraciadamente, los movimientos socia-les internacionales son por ahora incapaces de encontrar una forma de conexión reticular que les permita actuar más a la una. No se está en condiciones de fijarse objetivos que vayan en la misma línea.

—¿Y eso les impide a los movimientos so-ciales responder adecuadamente a la situa-ción actual?

—En efecto. Porque hemos atravesado dis-tintas fases. La primera consistió en definir la globalización. A mediados de los 90 todavía no existía el movimiento, porque no sabía contra qué luchar. Fue preciso que muchos intelectua-les y muchas fuerzas políticas definieran conjun-tamente al enemigo; el enemigo era la globa-lización. En la segunda fase se juntaron todos quienes, sin acaso saberlo, luchaban contra la globalización, en el Sur y en el Norte. Se consi-guió eso. Se tiene evidentemente la impresión de que esos éxitos –señaladamente, la fundación del Foro Social Mundial— han acabado por paralizar al movimiento. El movimiento es hoy –potencialmente— fuerte, como nunca antes. Es, a escala planetaria, la única fuerza en alguna medida organizada que resiste a la globalización, pero no sabe qué hacer con esa fuerza. Se des-perdician oportunidades, al menos yo lo veo así. Hoy estaríamos en condiciones de llevar a cabo luchas a escala mundial. Recuerde sólo las gran-des manifestaciones contra la guerra de Irak. Ha llegado la hora de que movimientos como el del Foro Social Mundial dejen de ser sólo movimien-tos exitosos de resistencia y entren en una nueva etapa, con otras formas de lucha.

—¿Por qué lo dice con tanto énfasis?—La ofensiva ideológica de la globalización

prosigue. Podemos constatar que el movimien-to ya no amedrenta a los dominadores. Apenas hablan ya de él. Desde que Attac entró en crisis en Francia, la prensa francesa apenas habla ya de Attac. Tampoco se habla ya del Foro Social Mundial. A nosotros nos preocupa ese silencio,

porque demuestra que los otros han ganado la batalla, y desde luego, a causa de la dispersión. Por eso creo yo que las organizaciones principa-les que constituyen el Foro Social Mundial están obligadas a plantearse la pregunta: ¿Qué será de nosotros? ¿Qué debemos hacer? A todo eso, la cuestión de la toma del poder resulta esencial. Todo el movimiento se ha formado en la idea bá-sica de que puede tratarse de tomar el poder. Yo me pregunto, si eso sigue siendo hoy valedero. La experiencia en América Latina muestra que, con el poder en la mano, algo se puede lograr. Desde luego eso es en Europa más difícil, debido a la camisa de fuerza que es la Unión Europea.

—Con la palabra América Latina va hoy, quiérase o no, el concepto del ”Socialismo del siglo XXI“. ¿Es una alternativa?

—Es, por lo pronto, una obra en construcción. El propio Hugo Chávez, que lanzó ese concep-to, no podría dar una definición de socialismo del siglo XXI, si se le preguntara. El mismo Fidel Castro dice que el socialismo se halla hoy en una crisis, lo que hace que haya distintas nociones del mismo. Él es muy consciente de eso, como pudo comprobar en mis conversaciones con él. Chávez está en claro respecto del hecho de que, en un proceso de transformaciones políticas, llega un momento en que hay que pasar de la práctica a la teoría. Es exactamente lo que hizo Marx: el capitalismo existía ya, cuando Marx definió lo que es capitalismo. Ya había movimientos revo-lucionarios, cuando Lenin elaboró teóricamente las observaciones sobre sus luchas, lo mismo que hiciera Marx con la Comuna de París. Chávez procede del mismo modo: en América Latina lo que impera hoy es sobre todo la vitalidad de los movimientos de base, no la de los partidos políti-cos. Chávez no fue elegido por un partido político (la socialdemocracia estaba y sigue estando contra él). Son las organizaciones de base con su protei-ca multiplicidad en los barrios o en las regiones, son mujeres, hombres, los indígenas con sus co-rrespondientes reivindicaciones. Son ellos quienes han ayudado a triunfar a personalidades como Chávez o el nuevo presidente ecuatoriano Rafael Correa. Este tipo de políticos se vinculan con los

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movimientos sociales, dándoles así la posibilidad de tener audiencia y de introducir reformas, por ejemplo, en materia educativa y sanitaria. Pero llega un momento en que eso no puede ya seguir siendo un instrumento estable. Hay que pasar a la teoría y preguntarse: ¿qué conserva-mos de todas esas experiencias? El resultado es el Socialismo del siglo XXI.

—Sobre el cual, empero, todavía no se sabe gran cosa...

—... No necesariamente. Tendríamos que contemplar los diez años hasta ahora transcu-rridos de Revolución Bolivariana, así como la situación mundial antes descrita, con sus aspec-tos ecológicos y energéticos. ¿Cómo podemos elaborar conjuntamente todos esos elementos en un esquema teórico que no sólo tenga validez para Venezuela, sino para la humanidad entera? El resultado es, de nuevo, el Socialismo del siglo XXI. El proceso en el que ahora nos hallamos va más allá de la situación que teníamos con el Subcomandante Marcos y los zapatistas en Méxi-co. Marcos jugó un papel extremadamente im-portante en punto a convencer a muchos resis-tentes del mundo de la necesidad de unirse. Dio un impulso muy importante en esa dirección, lo mismo que Pierre Bourdieu en Francia, o Noam Chomsky, o el movimiento sindical, o Le Monde Diplomatique, o Attac. Pero llega un momento en que hay que pasar a una nueva fase. Cuan-do se fetichiza la idea de que los movimientos sociales son lo único que puede actuar efectiva-mente, entonces el movimiento se paraliza.

—Usted ha conversado mucho con Fidel Castro, y ha escrito un libro resultado de esas conversaciones. En su opinión, ¿que experien-cias cubanas habría que admitir, y cuáles evitar?

—Habría que evitar, por lo pronto, la confron-tación con la primera potencia de la Tierra. Eso es, claro está, dificilísimo, pero cuando uno está expuesto a un bloqueo de los EEUU, las restric-ciones consiguientes hacen la vida muy difícil. También habría que evitar el que sólo estuviera permitido un único partido. Digna de imitación me parece, en cambio, toda la política social. Pero no sólo ella: hay una política de constante

consulta a los trabajadores. En Cuba hay pleno empleo. Las cooperativas surgen con toda liber-tad, especialmente en el campo. Cuba es un país muy pequeño que no está en condiciones de vivir autárquicamente, y ha padecido a lo largo de su historia tres dependencias: de España, primero, luego de EEUU y luego, y aun siendo harto distin-ta, la de la URSS. Yo creo que los cubanos lo que quieren es dejar de ser dependientes. Quienes hablan ahora de una dependencia respecto de Venezuela pasan por alto que se trata ahora de una relación de otra naturaleza. Porque lo que los cubanos pueden ofrecer a cambio es muy impor-tante. Aunque no se puede cuantificar en térmi-nos petrolíferos, es acaso de mayor importancia. Gracias a los maestros cubanos, el analfabetismo ha sido erradicado en Venezuela. Vea usted en cambio lo que ha ocurrido en Nicaragua, en donde hubo, bajo los sandinistas, una importante campaña de alfabetización: el analfabetismo ha reaparecido y ahora el 35% de las personas son analfabetas. ¡Esto es dramático! De modo, pues, que una buena cantidad de experiencias cubanas merecen ser conservadas, y yo creo que los mis-mos cubanos quieren mantener mucho de lo que les hace únicos. Mas en ese país hay una sociedad compleja, no monolítica. Un partido único no está en condiciones de representar la muchedum-bre de aspiraciones de los cubanos.

—Castro dice que esa multiplicidad puede hallar cabida en el partido único.

—Es verdad, pero lo que dice sobre todo es que en un país amenazado por la primera po-tencia mundial, la unidad es lo más importante que hay que conservar. Por eso es tan palmaria-mente elemental que esa amenaza debe cesar. El día que cese, habrá progresos en el reconoci-miento de la múltiple pluralidad de la sociedad cubana. A menudo se habla del modelo chino, pero los cubanos se miran también en el espejo de lo que ocurre en Vietnam.

Fuente

ATTAC • http://granodearena.blogspot.com/

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Que el debate sobre socialismo se haya reinstalado en América Latina, tras los oscuros años de políticas y prácticas neoliberales, es un hecho po-sitivo y alentador. Pero ahora el proyecto socialista, que ha sido puesto en primer plano por los gobiernos progresistas de Venezuela, Ecuador o Bolivia, tiene ne-cesariamente que ajustar cuentas con el denominado socialismo real del siglo XX, sacar lecciones y proponer nuevos paradigmas que enrumben la aspiraciones de cambio hacia la construcción de sociedades más de-mocráticas, equitativas, interculturales y respetuosas del medio ambiente.

El escritor y sociólogo belga François Houtart, se-cretario del Foro Mundial de Alternativas, desde hace varios años viene aportando al campo del pensamien-

François HoutartSocialismo del siglo XXI

François Houtart es sacerdote ca-tólico y catedrático belga. Partici-pó como experto en el Concilio Vaticano II. Teólogo de la Libe-ración. Fundador de la revista Al-ternatives Sud y uno de los inicia-dores del Forum Social Mundial. Como sociólogo, ha publicado más de cuarenta libros. Preside la Liga Internacional para la Libera-ción de los Pueblos.

Por Eduardo Tamayo G. y

Helga Serrano Narváez*

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to crítico y a la construcción de propuestas y alterna-tivas. En este diálogo, responde a interrogantes de actualidad que tienen que ver con las características fundamentales del socialismo del siglo XXI, el rol del Estado, la propiedad, el Estado plurinacional, la posi-ción de Estados Unidos, el papel de los movimientos sociales y de los ciudadanos y ciudadanas.

—En América Latina, en el contexto de lo que al-gunos analistas llaman el posneoliberalismo y otros el poscapitalismo, ¿cómo ubica usted al socialismo del siglo XXI?

—Si se puede dar algunas ideas generales, es que cuando hablamos del socialismo del siglo XXI, significa primero que, evidentemente, no es el socialismo del si-glo XX. Sin olvidar los logros que se obtuvieron, hay que reflexionar también sobre los fracasos y errores. Pero fundamentalmente significa la búsqueda de otra orga-nización de la economía y de la organización política del mundo en relación a la lógica del capitalismo, y eso me parece lo esencial. El capitalismo organiza toda la vida económica sobre un principio fundamental que es la ley del valor, es decir, la ley de la acumulación y todo lo que no contribuye a la acumulación no entra dentro de sus cálculos. Y es por eso que se ha podido explotar la Tierra durante tanto tiempo con resultados dramáticos, porque hasta un cierto momento, todo eso era para el capitalismo una exterioridad, lo que llaman externalidades, es decir, que no entra en el cálculo económico. Asimismo, el bienestar de la gente entra en el cálculo económico y del mercado, solamente como ganancia y posibilidad de acumulación. Esta lógica es lo que ha provocado la destrucción de la naturaleza y la destrucción social de millones de personas. Ahora ve-mos que hay interés, por ejemplo, en el problema del clima. Este empieza a entrar en la lógica del capitalismo cuando afecta a la acumulación, y entra en considera-ción a condición de poder transformar sus propias con-tradicciones en ganancias.

—¿Esto implicaría que el socialismo del siglo XXI tiene que ser fundamentalmente anticapitalista?

—Exacto, porque uno de los defectos del socialis-mo del siglo XX, es, como lo ha dicho el antropólogo francés Maurice Godelier, que ha tenido que empezar a caminar con las piernas del capitalismo. No ha po-dido o no ha sabido cambiar. Por ejemplo, toda esta perspectiva cientista de la explotación de la naturale-za ha provocado tantos daños a la naturaleza como el capitalismo, porque justamente no se ha distanciado de este tipo de lógica. Salir de la lógica del capitalis-mo significa básicamente privilegiar las necesidades humanas y no la ganancia, es decir, no transformar toda la realidad en mercancía porque si no son mer-cancías no contribuyen a la acumulación del capital como se ha hecho con la privatización de los servicios públicos, con la destrucción de la agricultura campe-sina, etc. Así, es una tarea fundamental luchar no so-lamente contra los abusos o excesos del capitalismo o contra, como dice la doctrina social de la Iglesia, el capitalismo salvaje, como si existiera un capitalismo civilizado. Siempre digo que el capitalismo es salvaje cuando puede, y “civilizado” cuando debe, es decir, cuando hubo bastantes fuerzas sociales para obligarlo a transformar un poco sus prácticas, pero no su lógica. Y es por eso que debemos, en una perspectiva de un socialismo del siglo XXI o de un poscapitalismo, mejor dicho que posneoliberalismo –porque el neoliberalis-mo es solamente la fase actual del capitalismo–, tener como principio orientador pensar justamente en su-perar esta lógica. Y eso me parece la obligación moral fundamental, porque el capitalismo está llevando a la humanidad a la muerte.

—En América Latina ¿cuáles gobiernos progresis-tas estarían en esta óptica anticapitalista?

—Aquí en América Latina, vemos a Cuba, y a los países con perspectivas nuevas como Venezuela, Ecuador y Bolivia. Algunos movimientos de izquier-

Salir de la lógica del capitalismo significa básicamente privilegiar las necesidades humanas y no la ganancia, es decir, no transformar toda la realidad en mercancía porque si no son mercancías no contribuyen a la

acumulación del capital como se ha hecho con la privatización de los servicios públicos, con la destrucción de la agricultura campesina, etc.

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da radical critican a los regímenes diciendo que no acaban con el capitalismo, pero eso es una falta de pensamiento dialéctico. No se puede acabar con el capitalismo de forma directa. Todo el problema es saber si las políticas concretas que tienen van en la dirección de contradecir, a largo plazo, la lógica del capitalismo o no, o si son solamente adaptaciones. Y aquí el ejemplo ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas). ALBA me parece un ejemplo muy in-teresante de construir una integración económica, social, cultural, no sobre la base de la competencia, de la competitividad que es algo fundamental del ca-pitalismo, sino sobre la base de complementariedad y solidaridad. Y eso es un paso adelante.

—Si bien este proceso es muy largo, en la actual fase cuáles son las tareas, los rasgos para continuar.

—Podemos ver la recuperación de la soberanía so-bre los recursos naturales. No es el fin del capitalismo, todavía se deben hacer contratos con empresas petro-leras, etc., pero es un paso indispensable. Sí son, como decía Samir Amín, avances revolucionarios, pero no son el fin del sistema. Y, evidentemente, la tarea de los movimientos sociales es de vigilar el proceso para que finalmente no caigan en el reformismo, no solamente en el hecho que se deben hacer pequeños pasos, sino en la mentalidad del reformismo, que es finalmente aceptar la ley del mercado, para tratar de humanizar-lo. Es importante ver también que eso es la utopía, es decir la meta, pero sabemos que eso no va a ocurrir solamente por una revolución ni política, ni social, ni económica. Es un proceso y es un proceso que puede ser largo. Sabemos que eso significa transformar todo un modo de producción con todas las dificultades y complejidad de nuestra sociedad actual. Recordemos que el capitalismo ha tomado cuatro siglos para cons-truir las bases materiales de su reproducción. No po-demos esperar que el socialismo se vaya a realizar con una revolución de un día, ni en una generación. Pero si no empezamos sobre esta base, vamos a hacer al-gunas cosas, obtener algunos logros, pero nunca van a poner en peligro la lógica fundamental del capitalis-mo, porque el capitalismo tiene una habilidad y una facultad extraordinaria de adaptación, de saber hasta donde puede ir, hasta donde eso pone en peligro o no su posibilidad de acumulación.

—Ahora, lo otro que queríamos tocar es cuáles pueden ser las características del socialismo del si-glo XXI, tomando en cuenta que el presidente Rafael Correa plantea la supremacía del trabajo humano sobre el capital, la acción colectiva para el desa-

rrollo, en oposición al capitalismo que prioriza la competencia y al individuo, recuperar un rol del Es-tado que ha sido desmontado por el neoliberalismo y priorizar el valor de uso sobre el valor de cambio. Podría ampliar sobre estos aspectos…

—Para dar claridad al pensamiento, en este en-sayo de dar un contenido a las palabras “socialismo del siglo XXI”, tendríamos que distinguir dos cosas: los ejes fundamentales del contenido y los métodos de la transición. Yo pondría, por ejemplo, todo el problema de la acción colectiva dentro de los mé-todos de cómo llegar, que es fundamental especial-mente para los que están en la política. Y desde el punto de vista del contenido, tratar de desarrollar un poco la idea de estos cuatro ejes. Primero, la uti-lización sustentable de la naturaleza, de los recursos naturales y un control público, especialmente de los no renovables. Esto es una transformación enorme, es decir, cómo transformar el tipo y la orientación de las relaciones entre los seres humanos y la natu-raleza, pasar de la explotación a la simbiosis, lo que es totalmente contrario a la lógica del capitalismo. Pero es un dominio donde el socialismo del siglo XX ha sido muy deficiente y donde filosofías del Oriente, o filosofía tradicionales, por ejemplo de los pueblos indígenas, pueden ser útiles. Expresiones como la Pacha Mama que pueden ser muy míticas, pero que tienen una fuerza muy grande y ponen el acento sobre una cosa fundamental, son críticas del capitalismo. El ser humano es parte de la naturaleza y no puede tratar la naturaleza solamente como un objeto de explotación. Segundo, es, lo que decía precisamente Rafael, privilegiar el valor de uso so-bre el valor de cambio.

—Quisiéramos que eso lo desarrolle un poco más para poder entenderlo.

—El valor de cambio es el valor que productos y servicios tienen cuando se venden y el capitalismo re-conoce únicamente eso, porque sin vender no puede ganar y no puede acumular. El valor de uso es lo que sirve al bienestar de los seres humanos y evidentemen-te antes del capitalismo hubo situaciones donde los dos podían coexistir. No vamos a negar que es inte-resante para la vida humana que uno puede producir maíz y el otro producir naranjas y que se pueden inter-cambiar. Evidentemente no es trata de negar el valor de cambio, sino la negación del hecho que el valor de cambio sea el valor que se impone como lógica global. Si hacemos eso hay un montón de implicaciones. Por ejemplo, se va a alargar la vida de los productos. Ahora

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el capital tiene, en la lógica contemporánea, ventaja a que los productos no tengan una vida demasiado larga, porque así la gente debe comprar y circula el capital de manera acelerada. ¿Por qué no construir ca-rros, aunque no es el mejor ejemplo, que duren 25 años y no solamente 10? Es perfectamente posible, eso podría ahorrar mucha materia prima, mucha energía, etc. Lo mismo para todas las producciones. Otra aplicación es que en el mundo industrial ahora, el neoliberalismo ha acelerado el proceso de lo que llaman just in time, es decir, de no almacenar piezas, sino que los camiones transporten inmediatamente el mismo día cuando son fabricadas, lo que significa en Europa una paralización de todo el tráfico de las autopistas y retrasos, consumo de gasolina, etc. Se re-quiere otra organización de la producción en función del valor de uso y no del valor de cambio.

—¿Implicaría satisfacer necesidades sociales an-tes que las del mercado?

—Exactamente. Significa también parar las

privatizaciones. Significa concebir a los sectores esenciales de la vida humana como patrimonio co-lectivo: la salud, la educación, la cultura, pero tam-bién las semillas. Eso ha cambiado mucho, así es un aspecto muy práctico, muy concreto. Evidente-mente ya el socialismo real ha ido en esta dirección, pero con muchas limitaciones, especialmente por-que consideró demasiado el modelo como una acu-mulación capitalista colectiva del Estado, como sus-tento de toda la acumulación y necesaria también para producir armamento, frente al armamento del mundo capitalista, que obligó al mundo socialista a sobrearmarse, que era la mejor manera de destruir el sistema por el interior. Fue uno de los elementos del fracaso en Oriente, no el único porque había elementos internos también. La tercera orientación me parece que es la democracia. Una democracia generalizada a todas las relaciones humanas, no solamente políticas, sino económicas, de género, democracia en las instituciones. Una democracia generalizada es totalmente contraria a la lógica del capitalismo, porque no hay nada menos democráti-co que la gestión de capital. Este elemento fue muy flojo en el socialismo real, porque se desarrolló una burocracia y finalmente una elite de poder que, destruyó en gran parte la democracia, es decir, la participación real de todos. En cuarto lugar, la mul-ticulturalidad, lo que significa el fin del dominio de la cultura occidental como cultura superior que debe dominar el mundo, con sus mentalidades, sus criterios políticos, económicos, culturales, etc. y la posibilidad de que emerjan todas las culturas del mundo, todos los saberes, los saberes tradicionales de la medicina.

—Se trata de ponerlos en el mismo nivel…—Por lo menos darles la posibilidad de existir.

Ahora en Cuba es interesante saber que tienen va-rios grupos que están estudiando y promoviendo las medicinas tradicionales, tanto orientales como latinoamericanas. Se descubre ahora que hay una riqueza de saber que complementa muy bien los otros saberes, no se trata de negar los logros de la modernidad, sino no absolutizar estos logros que han convocado la lógica del capitalismo. Y de esta mane-ra dar la posibilidad a todos los saberes, a todas las ideologías, a todas las religiones, de contribuir a la construcción de este tipo de sociedad. Contribuir sig-nifica, por ejemplo, que no se aceptan religiones que rechazarían la igualdad entre hombres y mujeres. Y eso significa como principio la laicidad del Estado,

El capitalismo organiza toda la vida económica sobre un principio

fundamental que es la ley del valor, es decir, la ley de la acumulación

y todo lo que no contribuye a la acumulación no entra dentro de sus cálculos. Y es por eso que se ha podido explotar la Tierra

durante tanto tiempo con resultados dramáticos, porque hasta un cierto

momento, todo eso era para el capitalismo una exterioridad, lo

que llaman externalidades, es decir, que no entra en el cálculo

económico. Asimismo, el bienestar de la gente entra en el cálculo

económico y del mercado, solamente como ganancia y posibilidad de

acumulación. Esta lógica es lo que ha provocado la destrucción de la

naturaleza y la destrucción social de millones de personas.

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porque es la única manera de asegurar también la multiculturalidad.

—A propósito de la multiculturalidad o más bien de la interculturalidad, hay un debate muy rico y muy controvertido en Ecuador y en Bolivia sobre el Estado plurinacional. ¿Qué criterios tiene usted? ¿Es posible implementar un Estado plurinacional en estos países?

—Yo pienso que hay dos cosas aquí. Una cosa es la palabra, qué significa plurinacional para el Estado actual, qué significa la construcción de este Estado en países como Ecuador y en muchas otras partes. Tal vez es difícil aceptar la idea de un Estado plurinacio-nal. Bueno, eso es un problema de palabras pero la realidad de cualquier palabra que se pone sobre la realidad, es que para construir una multiculturalidad se les debe dar la posibilidad a todas las culturas de expresarse. Y eso no es solamente un aspecto cultu-ral, un aspecto material ligado, en algunas circunstan-cias, a un territorio. Es posible eso, pero todo depen-diendo de las circunstancias concretas de un país. Y si eso significa que debemos reconocer en América Latina la existencia de una identidad indígena, para que estas poblaciones puedan contribuir a la filosofía de la relación con la naturaleza, a la multiculturalidad en todos sus aspectos. Debemos reconocer esta iden-tidad, pero esta identidad no es una cosa abstrac-ta. ¿Qué significa la identidad en lo concreto?, ¿Qué significa desde un punto de vista institucional, desde un punto de vista eventualmente territorial? Hay un montón de cosas prácticas que deben discutir lo que no pone en cuestión la unidad nacional. Por ejem-plo, cuando estuve en diciembre en Chiapas con los zapatistas, en los Caracoles, me llamó mucho la atención que cada vez que visitaba los municipios autónomos, fui recibido por las autoridades y la primera cosa que había, era la bandera mexicana. Así afirmaban su pertenencia a la nación mexicana, pero, evidentemente reivindican un reconocimien-to, no solamente como personas individuales, sino como grupo. Yo pienso que eso es imparable por-que si no se hace un día va a explotar, lo hemos visto en Nicaragua, lo vemos en México. Yo sé que es un problema difícil, que es un problema que no se puede poner en términos de naciones en el mismo sentido que las naciones que son fruto de la evolu-ción de la modernidad y también del capitalismo, son realidades diferentes, es por eso que, tal vez dar el mismo nombre a dos realidades diferentes puede ayudar a la confusión y a reacciones políticas.

—Para ir superando y rompiendo con el ca-pitalismo, hay que considerar otras formas de propiedad. Aquí en Ecuador, por ejemplo, se está manejando el concepto de un país de productores y propietarios. ¿Qué opina al respecto?

—El problema de la propiedad es fundamental. Como principio para permitir el valor de uso y no desarrollar de manera extrema el valor de cambio y también es un medio, medio de la transición. Yo pienso que eso significa poner el acento sobre el ca-rácter colectivo de los medios de producción, no digo por ejemplo de la casa, de su motocicleta, etc., sino de los medios de producción, pero cuando se dice propiedad colectiva de los medios de producción no significa únicamente del Estado. Hay muchas otras formas de propiedad colectiva, de control colectivo sobre la propiedad. Por ejemplo, me acuerdo bien en Cochabamba cuando se resistió, se protestó con-tra la privatización del agua. Finalmente el gobierno con el nuevo presidente tuvo que aceptar y romper el contrato con las multinacionales. La solución no fue

El Estado va a tener, no de manera exclusiva, pero de

manera importante, la tarea de poner en marcha los mecanismos que pueden llevar a otra relación

con la naturaleza. Por ejemplo, frente a todo el problema de

los agrocombustibles, qué política vamos a tener. Estoy

preparando un libro con el título “Los agrocombustibles, solución

climática o evolución del capital”, porque la manera como se hace

ahora es para reproducir el capital y no es para resolver el

problema del clima. Eso no quiere decir que no haya la posibilidad

también de tener fuentes de energía en la agricultura, pero no como lo pensamos actualmente.

François Houtart Socialismo del siglo XXI

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nacionalizar el agua, sino de confiar la gestión del agua a una empresa pública. Esa es una manera de realizar una propiedad colectiva, no es un medio de producción, pero se puede aplicar.

—En cooperativas…—No es fácil, porque hasta ahora muchas de estas

formas finalmente están fracasando o tienen éxito si se quedan a pequeña escala. Una vez que empiezan a ser más grandes, son destruidas por el sistema o absor-bidas y se transforman en otra empresa capitalista. En Bélgica por ejemplo, las cooperativas agrícolas funda-das a principios del siglo XX, ahora son uno de los pi-lares de la economía capitalista.

—Y en esto de la propiedad, uno de los proble-mas es la propiedad de la tierra. En Venezuela y Bo-livia se ha limitado constitucionalmente el número de hectáreas que una persona puede poseer. En Bo-livia la nueva Constitución fija este límite en 10.000 hectáreas y eso es un asunto que está causando la reacción de la gente de Santa Cruz. ¿Usted cree que en Ecuador también se tiene que limitar el número de hectáreas que una persona puede poseer?

—Absolutamente, porque todo el sistema del lati-fundio promueve la ganadería extensiva o el mono-cultivo, muy negativo para los suelos, no solamente de los propietarios individuales sino también de las multinacionales. Si no se toma medidas, que pueden ser eventualmente progresivas en este dominio, no avanzamos hacia un socialismo del siglo XXI. Es uno de los puntos fundamentales y no podemos aceptar que personas individuales puedan disponer de tantas extensiones, porque eso viene de un modo de pro-ducción antiguo, feudal, pero ya eso desaparece poco a poco para transformarse en una producción de tipo capitalista, y es la base del capitalismo agrario. Es un aspecto que me parece muy fundamental. Ahora, cuá-les medidas adoptar, cómo y cuándo hacer la transi-ción, son problemas críticos. Aún para el desarrollo ca-pitalista en países como Corea del Sur, Japón, Taiwán y antes en Europa, se han hecho reformas agrarias jus-tamente para promover la propiedad individual pro-ductiva. Eso me parece en algunas partes de América Latina un primer paso, que se limite la posibilidad de tener propiedad agrícola a la propiedad que se produ-ce, y que se nacionaliza todo el resto. Pero solamente puede ser un primer paso.

—¿Cuál es el rol del Estado en la perspectiva del socialismo del siglo XXI?

—En una perspectiva marxista, el Estado debe des-

aparecer, pero eso es la utopía, es decir, el Estado como aparato burocrático que domina la gente, no el Estado como servicios colectivos organizados. Pienso que debemos definir, desde un punto de vista teóri-co, cuál es el lugar del Estado Dentro de estos cinco ejes que he tratado de proponer no lo he pensado todavía y es un problema que debemos profundizar. El otro aspecto es el Estado como instrumento para promover estas direcciones y allá debemos ir, por-que eso es una cosa muy concreta e inmediata. El Estado va a tener, no de manera exclusiva, pero de manera importante, la tarea de poner en marcha los mecanismos que pueden llevar a otra relación con la naturaleza. Por ejemplo, frente a todo el problema de los agrocombustibles, qué política vamos a tener. Es-toy preparando un libro con el título “Los agrocom-bustibles, solución climática o evolución del capital”, porque la manera como se hace ahora es para repro-ducir el capital y no es para resolver el problema del clima. Eso no quiere decir que no haya la posibilidad también de tener fuentes de energía en la agricultu-ra, pero no como lo pensamos actualmente. Eso es una decisión del Estado que va a decir si va a subsi-diar la producción de etanol. Lo mismo para el valor

...me parece muy difícil que los Estados Unidos hagan una guerra en América Latina, por

muchas razones internacionales e internas de los Estados

Unidos. No invadieron Cuba hasta ahora tal vez porque

piensan que el costo de una invasión sería demasiado grande y que el público norteamericano

no aceptaría. Así, la relación de fuerzas es un aspecto muy

importante. Relación de fuerza no solamente militar, sino

político, social, cultural, etc. No podemos esperar que no vayan a

reaccionar. Van a reaccionar.

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de uso y el valor de cambio, son nuevas reglas de la economía. Lo mismo para la multiculturalidad, qué tipo de medidas va a tomar para reconocerla, hasta qué punto la multinacionalidad, etc.

—¿Qué importancia tiene la soberanía y la in-tegración latinoamericana en el contexto mundial? ¿Afecta eso al mundo unipolar?

—Dentro de la visión global, la unipolaridad es el instrumento fundamental ahora de la dominación del capital, porque eso da la posibilidad a las multina-cionales de orientar finalmente la economía. Crear multipolaridad es un hecho muy importante y por eso una integración latinoamericana, aún dentro de una orientación interna capitalista, ya es un paso ade-lante, ya el MERCOSUR era un paso adelante, pero que fue muy limitado evidentemente. La integración latinoamericana con otros principios como el ALBA, tal vez el Banco del Sur, etc., eso es todavía un paso más adelante y es muy importante para el resto del mundo. Por eso es que en África se interesan tanto en lo que esta pasando aquí, porque todavía están lejos evidentemente de este proceso. Pero los que piensan y los que tienen otro proyecto se interesan mucho, porque si se hace en América Latina (ellos dicen), por qué no podemos hacer lo mismo.

—En términos fácticos, uno de los principales obstáculos para el proyecto del socialismo del siglo XXI es la potencia del Norte. ¿Usted cree que Esta-dos Unidos va a permitir este proyecto?

—Evidentemente no, porque eso contradice com-pletamente sus intereses. Pueden eventualmente adaptarse de manera pragmática a la situación. Por ejemplo, con la Unión Soviética hubo un momento de coexistencia pacífica donde hubo bastantes inter-cambios económicos, de hecho de los dos lados, pero si se construye una relación de fuerzas más grande entre el sur y el norte, ya el norte no va a poder ha-cer todo lo que quiere. Por ejemplo, me parece muy difícil que los Estados Unidos hagan una guerra en América Latina, por muchas razones internacionales e internas de los Estados Unidos. No invadieron Cuba hasta ahora tal vez porque piensan que el costo de una invasión sería demasiado grande y que el público norteamericano no aceptaría. Así, la relación de fuer-zas es un aspecto muy importante. Relación de fuer-za no solamente militar, sino política, social, cultural, etc. No podemos esperar que no vayan a reaccionar. Van a reaccionar. Van a hacer todo lo posible para que fracase el proyecto absolutamente. Van también

a cooptar gente para que fracase y hay gente que está lista para aceptarlo. Va a ser una lucha interna, ya lo vemos en Bolivia, en Venezuela, y de hecho es una lucha de clases finalmente, definiendo las clases de manera diferente que al principio de la industriali-zación. La realidad sociológica es diferente, pero de hecho es una lucha de clases.

—En el caso de Bolivia, hay mucha relación del gobierno con los movimientos sociales. En Ecua-dor, la situación es un poco diferente y tenemos el planteamiento de la revolución ciudadana. Como lo explicó usted antes, el rol de los actores sociales, de los movimientos sociales, es muy importante en el proceso de democratización, pero en Ecuador se da la lógica de pensar que cada ciudadano se representa. ¿Cómo ve usted esta situación?

—Bueno, pienso que ahí hay una concepción de la sociedad que está en juego. La concepción que ve la sociedad como el conjunto de los ciudadanos, pero eso es una concepción muy ligada a la moder-nidad liberal, es decir, reduce a los seres humanos a una adición de individuos. Puede ser un paso adelante frente a construcciones reactivas, pero puede ser tam-bién muy funcional para la reproducción del sistema capitalista. La otra concepción es ver la sociedad no solamente como un conjunto de individuos, lo que es también, y los derechos individuales que son im-portantes, sino también como un conjunto de grupos sociales. Y en países como América Latina, donde hay pueblos originarios, también identificar los derechos de esos pueblos originarios, aún si son minoría. Bolivia es un caso aparte, en todos los otros países son mino-rías más o menos importantes. Este es un problema de concepción de la sociedad y se debe discutir para ver que el uno no excluye al otro, porque si no se va a dar una pelea dura, inútil. Pero eso también tiene sus con-secuencias concretas para la Constituyente.

* Helga Serrano Narváez y Eduardo Tamayo G. periodis-tas de la Agencia Latinoamericana de Información (Alai)

http://alainet.org/active/22188

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¿Hacia dónde va Nicaragua? En los últi-mos tiempos se tiende a situar en la línea de la izquier-da a los gobiernos de Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Cuba e incluso a los de Brasil y Uruguay, sin mirar las particularidades de cada uno ellos, ejercicio que permitiría determinar –en los hechos, más que en los discursos– si se están enrumbando en la línea de supe-rar la “larga noche neoliberal”. Por eso, es importante revisar lo que pasa en Nicaragua, donde encontramos situaciones desconcertantes. Por un lado, el presidente Daniel Ortega mantiene un discurso radical cuando se refiere a Estados Unidos, pero en los hechos, su go-bierno sigue atado a las imposiciones del FMI, enca-denado al CAFTA, no adhiere a la Corte Penal Interna-

¿Hacia dónde va Nicaragua?

Por Eduardo Tamayo G.

Periodista*

* Agencia Latinoamericana de Información

[email protected] Título original: Un gobierno pragmático

cional y ha dado el visto bueno al nuevo embajador de Estados Unidos, Robert Callahan, un “halcón” de línea dura quien fue agregado de prensa en la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa, en los tiempos en que la potencia imperial apoyaba a los contras que preten-dían derrocar a la revolución sandinista.

En la política interna, el más descarnado pragmatis-mo guía la conducta del gobierno orteguista, lo que le ha llevado a establecer un juego de tira y afloja con el corrupto ex presidente y dirigente del Partido Liberal Constitucionalista, Arnaldo Alemán, quien tiene como cárcel su propia hacienda y continúa dirigiendo a la bancada legislativa de su partido. Y también a pactar con el cardenal Miguel Obando y Bravo, un acuerdo que ha tenido un elevado costo para las mujeres: la penalización del aborto terapéutico, que ha cobrado ya decenas de vidas.

Para que dé luces sobre lo que pasa en la tierra de Augusto César Sandino, Rubén Darío y Carlos Fonseca Amador, entrevistamos a Oscar René Vargas, escritor y profesor universitario, miembro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), quien vino a Quito, Ecuador, para participar en el Encuentro Latinoameri-cano del Foro Mundial de las Alternativas.

—En varios de sus artículos, usted ha analizado los impactos del neoliberalismo en Nicaragua. Con el gobierno de Daniel Ortega ¿se están superando las políticas neoliberales?

—Yo creo que hay un problema que es grande. Uno de los elementos más difíciles es cambiar las cosas y no todos los pasos que vos das te conducen a superar el modelo, entonces hay elementos importantes que el gobierno de Ortega ha implementado como es el acceso a la gratuidad en la salud, a la educación, lo

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que implica, por ejemplo, que un mayor número de personas tienen acceso a estos servicios, cosa que en los 17 años de neoliberalismo no ocurrió. Por ejem-plo, el analfabetismo en Nicaragua ha pasado del 12% en el año 1990 a 35% en el año 2006, entonces revertir ese 35% de analfabetismo es un proceso lar-go, se ha comenzado, pero es el comienzo apenas, no podemos decir que ya hay un modelo diferente, sino que se está cambiando la lógica y se está ponien-do en agenda el tema social.

—Eso es importante, sin embargo, hay hechos preocupantes, como por ejemplo que Daniel Orte-ga firme un convenio con el Fondo Monetario In-ternacional y éste siga teniendo una injerencia muy fuerte en Nicaragua. ¿Qué opina de esto?

—Hay que tener claro que dentro del sandinismo hay diferentes corrientes, no es homogéneo, hay co-rrientes que yo llamo procapitalistas que a partir de los 90 visualizaron que el socialismo estaba fuera de foco, fuera de una realidad y optaron o se acomodaron a la lógica neoliberal, aunque, desde el punto de vis-ta político, hayan mantenido su militancia dentro del Frente Sandinista. Pero el Frente Sandinista también ha perdido identidad, es decir, se ha vuelto más prag-mático, y por lo tanto conviven al interior del Frente diferentes corrientes y diferentes posiciones. Hay una corriente que está por hacer de Nicaragua un capi-talismo nacional, que es lo que quisieran impulsar, a mi criterio, de manera muy ilusa, pero eso es lo que existe, es decir, darle al capitalismo un rostro humano. —Ese grupo que dice, ¿es hegemónico actualmente en el Frente Sandinista o no?

—Yo creo que pesa. Yo no te podría decir si es hegemónico, pero tiene presencia fuerte y es el que está porque no se rompa con el FMI. Hasta la fecha no se ha roto con el FMI. Se negocian las políticas económicas y los objetivos sociales. El FMI, en forma inteligente, ha cedido en algunos aspectos sin que por ello ponga en tela de juicio su política. Entonces, tienen que convivir y considerando que el sandinis-mo no tiene ninguna política diferente que vaya con-trario a ello. Yo te voy a dar un ejemplo, el CAFTA, que es el Tratado de Libre Comercio de Estados Uni-dos con Centro América. Nicaragua lo suscribió en el tiempo de los gobiernos neoliberales.

—Con los votos del Frente Sandinista…—Si, precisamente, ahí se demostró que había dos

corrientes. Los que estábamos en contra de la firma del CAFTA y los que estaban a favor de la firma del CAF-

TA. El gobierno del señor Ortega mantiene el CAFTA porque hay la ilusión, a mi criterio, de que en el CAF-TA se pueden eliminar los aspectos negativos. Digo la ilusión, porque siento que esa posición es producto de una cierta ignorancia del tratado. Yo acabo de publicar un libro de 500 páginas sobre el tratado, un tratado de 3.000 páginas que es difícil de leer porque tiene corchetes, que mandan a una cosa, etc. Entonces hay una ilusión de creer, que se pueden contrarrestar los aspectos negativos cuando el tratado en sí es negativo. Hasta la señora Clinton y Obama dicen que hay que suspender el tratado porque va contrario a los intere-ses norteamericanos, entonces en Nicaragua hay una corriente que cree que eso va a dar resultados, hasta la fecha no ha dado ningún resultado importante.

—Y esta política pragmática también se manifies-ta respecto a la relación con Estados Unidos.

—Si. Por eso digo yo que para analizar a Nicara-gua se debe mirar que el gobierno del señor Ortega se asemeja más al gobierno de Lula que al de Chávez, aunque en el discurso Ortega se parezca a Chávez. Varios ejemplos. Para los norteamericanos hay cuatro elementos centrales para definir su política con Cen-troamérica: uno es el mantenimiento del CAFTA, Or-tega lo mantiene; otro es el aspecto del narcotráfico, que las fuerzas de seguridad interior y el ejército com-batan al narcotráfico, eso se hace; tercero, es el asunto migratorio, que Nicaragua y Centroamérica sirvan de tapón a la migración del sur; y cuarto, el terrorismo

En la política interna, el gobierno mantiene un acuerdo

político con los sectores financieros, que tienen un peso

muy importante. Por eso es que los sectores financieros en Nicaragua también están

muy contentos con el gobierno. No hay, digamos, un conflicto.

Eso lo vemos en Brasil donde también los sectores

financieros tienen un acuerdo con el gobierno

¿Hacia dónde va Nicaragua?

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que significa un control migratorio sobre los elementos que pasan. Entonces, si en estos cuatro elementos los gobiernos centroamericanos están de acuerdo, el resto no importa, el resto es parte de la política del manejo interno en la que es necesario que cada país tenga cierta autonomía. Y el CAFTA significa la consolidación de las políticas neoliberales, es decir, el CAFTA no es meramente un Tratado de Libre Comercio. Esa es la lectura que hacen los norteamericanos. Es consolidar las políticas neoliberales del Consenso de Washing-ton y mientras vos tengas esas políticas, los norteame-ricanos no tienen ningún inconveniente. En la políti-ca interna, el gobierno mantiene un acuerdo político con los sectores financieros, que tienen un peso muy importante. Por eso es que los sectores financieros en Nicaragua también están muy contentos con el gobierno. No hay, digamos, un conflicto. Eso lo ve-mos en Brasil donde también los sectores financieros tienen un acuerdo con el gobierno, están de acuerdo con Lula. No puede haber un acuerdo escrito, a lo que me refiero es que hay un acuerdo tácito. Cuan-do tienes tasas de interés arriba del 15, 18% para el sector agrícola, evidentemente los beneficiados son los sectores financieros y a los que están matando es a los agricultores o a los sectores de la pequeña y mediana empresa.

—Bueno, al mismo tiempo, Daniel Ortega man-tiene una buena relación con el Presidente Chávez y la ayuda de Venezuela es significativa en petróleo y en otras cosas. ¿Cómo entender la relación Nica-ragua-Venezuela?

—Yo creo que Chávez también tiene contradiccio-nes internas, tiene compromisos tácitos con el capital, ahí no ha habido una revolución. Es el discurso nueva-mente. Hay los sectores más atrasados del capitalismo o del capital en Venezuela que son los que estaban acostumbrados a vivir de las rentas petroleras. El pro-blema es que la renta petrolera ahora va en beneficio de sectores sociales, no toda, pero parte de las rentas petroleras. Y eso es lo que no le conviene a la oligar-quía venezolana, que estaba acostumbrada a mamar la teta de las rentas petroleras. En el momento en que te quitan ese flujo evidentemente que saltan. Hay que entender lo que pasó en las elecciones de diciembre de 2007 en Venezuela, la abstención implicó un cierto descontento de la población porque no entendía hacia donde se iba, fue algo que debilitó al gobierno y aho-ra que vienen las nuevas elecciones, la derecha esta apostándole a eso, a la renta petrolera. Ése es el pro-blema fundamental. Entonces, si en principio Chávez

y Ortega tienen un discurso similar, el problema para mí es que internamente no han sabido concatenar ese discurso con la acción cotidiana…

—En el plano interno de Nicaragua, ¿Cómo en-tender y cómo está la relación actualmente entre el Frente Sandinista de Daniel Ortega y el Partido Libe-ral de Arnoldo Alemán?

—Mira, para comenzar, hay que estar claro en que uno de los aspectos que favorece que el Frente Sandi-nista gane las elecciones es la división de la derecha. Sin división de la derecha, el Frente no hubiera ga-nado. Con esto quiero decir que el Frente Sandinista y el gobierno del presidente Ortega es un gobierno débil, socialmente hablando. Por lo tanto Ortega ne-cesita mantener la división de la derecha, si la derecha se une evidentemente que su debilidad va a salir a flote. Esta relación con Alemán corrupto hay que en-tenderla en el sentido de que el pragmatismo político lleva a mantener esta división, división que incluso fue alimentada por el error político de apreciación de los norteamericanos. Entonces su estrategia es mantener esa división, es decir, en ese pragmatismo a ultranza, el fin justifica los medios.

—Se dice que Alemán es un “rehén” de Daniel Ortega.

—No. Alemán tiene su propio juego. Alemán quie-re recuperar el liderazgo de la derecha y entonces le conviene la alianza con Ortega. A Ortega le conviene la alianza con Alemán porque quiere dividirlo.

—Es un juego complejo.—Es un juego. Es un juego de espejos.—Pero que ya dura muchos años.—Si, porque Alemán, al comienzo, le sacó ven-

taja también. ¿Cuál fue la ventaja que sacó Alemán? Fue que el movimiento social no se movía a pesar de las políticas neoliberales que había, y eso lo garan-tizaba Ortega, que su gobierno (el de Alemán) goce de cierta paz social. Entonces sacó ventaja. Alemán necesita a Ortega para desplazar a Montealegre1 y Ortega necesita a Alemán para mantener la división. Entonces este es un juego de ganar, ganar los dos. ¿Cuánto va a durar? Hasta cuando Alemán conside-re que ya es suficiente para eliminar a Montealegre, y para mí esa fecha es noviembre de este año, en las elecciones municipales.

—Va a ser una pulseada de los dos.—Claro, porque ahí va a establecerse la nueva co-

rrelación de fuerzas. Si la correlación de fuerzas, su-

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pongamos, que elimina a Montealegre, Alemán ya no necesita a Ortega, entonces va a pasar a tener un discur-so anti-Ortega para poder recuperar y presentarse como el abanderado de la lucha antisandinista en el 2011.

—¿Esta política pragmática del Frente Sandinista de Daniel Ortega le lleva también a hacer alianzas con el Cardenal Miguel Obando y Bravo?

—Claro, porque volvemos a lo mismo, uno de los factores que influyó para las derrotas anteriores de Da-niel Ortega fue la unidad de la derecha, la posición de los gringos y la Iglesia Católica. En estas elecciones la derecha se dividió, los gringos, creyendo que iban a eliminar a Alemán, apoyaron la división de la derecha, y Ortega actuó para mantener la división de la derecha y se alió e hizo concesiones a Obando, para neutra-lizar a la Iglesia Católica y lo logró. Es decir, pragmá-ticamente, tuvo un éxito, ese éxito pragmático tiene un costo, y ese costo fue la penalización del aborto terapéutico.

—Que es un costo muy cuestionable.—Un costo, para mí, elevadísimo, porque volvimos

al siglo XVI, pero esa es la lógica, no puede ser ni la tuya, ni la mía, pero la lógica de él es esa.

—Bueno, pero en esta lógica también, ¿Cómo en-tender que su esposa, Rosario Murillo, tenga tanta influencia dentro del gobierno, porque es un caso de nepotismo?

—Sí, estamos claros, pero esa es la decisión de él, por-que orgánicamente no tiene ningún cargo en el Estado.

—Entonces es la mujer detrás del trono.—Como Eva Perón con Perón o Hilary Clinton con

Clinton o la señora Kirchner con Kirchner. Que nos guste o no nos guste es otro problema, pero la realidad política es esa, no podemos cambiarla. Yo quisiera que la política fuera otra, yo quisiera que el aborto tera-péutico se hubiera mantenido pero lo quitaron, ahora que yo acepte eso, eso es otra cosa.

—Pasando a otro punto, el gobierno de Daniel Ortega impulsa los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), ¿Qué objetivo tienen, están dando resultados? —El Frente Sandinista entró a un periodo de hiber-nación a partir de 1990 desde el punto de vista polí-tico e ideológico de sus cuadros, desaparecieron las escuelas de cuadros y hubo un desbande de mucha gente. A pesar de todo se mantuvo una estructura política muy importante, es el partido más fuerte de Nicaragua, pero es un partido que no obedece, ne-cesariamente, a la posición de la señora Murillo por

ejemplo. Entonces yo creo que esto es la sustitución del partido por los CPC. Se quiere darle un control sobre la organización, se está sustituyendo al partido. Tienen más una visión de control sobre el partido que otra cosa.

—Finalmente, ¿Qué papel, en este contexto com-plejo, están jugando los movimientos sociales en Nicaragua?

—Mira, los movimientos sociales en Nicaragua vi-ven desde el año 90 una crisis, no han logrado recu-perarse y tampoco ahora. Y eso se ve en la práctica política de todos los días, Nicaragua no es Bolivia… Yo creo que en el Ecuador también hay un bajón del movimiento social, después de la experiencia que tu-vieron con Lucio Gutiérrez, y con el presidente Rafael Correa. Los movimientos sociales intentan recuperar espacios, pero no lo han recuperado como estaban antes de Gutiérrez. Bueno, yo creo que es parecido en Nicaragua, hay una situación de hibernación que no se sale de ese letargo, hay puntos que crecen pero bajan de vuelta y nadie da el impulso necesario para una transformación que implique que el movimien-to social tenga una presencia bien fuerte en la lucha política nacional. Ese movimiento social, si lo com-paramos con Costa Rica, por ejemplo, donde hubo un movimiento que sostuvo la lucha contra el TLC, es casi nada. Las personas que luchábamos contra el TLC máximo hicimos unas manifestaciones de 20.000 personas, es decir, la quinta parte de lo que han hecho los ticos, a pesar de que existía un partido mucho más fuerte que en Costa Rica. Pero el movimiento social tiende más bien a acoplarse al gobierno, porque se sienten representados en ese gobierno y porque tie-nen la esperanza que ese gobierno les cumpla con las promesas electorales. Entonces están esperando. Le dan un cheque en blanco transitorio como también en Ecuador. El movimiento social también tiene la es-peranza de que este gobierno en Ecuador le cumpla con las promesas, entonces no quieren crear problema al gobierno y ahí esperan. Y pasa igual en Nicaragua.

Notas

1 Eduardo Montealegre, en las pasadas elecciones presi-denciales, fue candidato de la Alianza Liberal Nicaragüen-se-Partido Conservador (ALN-PC), abandonando el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán.

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Frente al proyecto de reinstitucionali-zación del país en que está empeñado el actual go-bierno, las preguntas que nos permiten dar cuenta de su éxito político y mediático, son las siguientes: ¿Qué tipo de gobernabilidad y de gobernante se ne-cesita en un contexto de nuevos poderes económicos emergentes, de poderes intermedios autárquicos, de subgobiernos, criptogobiernos y paragobiernos? ¿Qué forma de gobierno tiene la capacidad para minimizar las fuerzas centrífugas, tanto las armadas -subversivas y paramilitares-, como las económicas -las economías ilegales en proceso de blanqueamiento- y las políticas -las pequeñas empresas electorales también emer-gentes-? ¿Cómo ser eficaz en ese propósito sin cam-biar estructuralmente el régimen tradicional? ¿Cómo legitimar esos poderes que pueden conducir al caos sin apelar a métodos revolucionarios o a golpes de Estado, es decir, por medio de métodos inusuales y

Los gobiernos anfibios

PorFabio Humberto Giraldo Jiménez

DirectorInstituto de Estudios Políticos

Universidad de Antioquia

La teoría política de Hobbes, el concepto de

excepcionalidad política de Carl Schmitt y una concepción

muy actual sobre la opinión pública son el punto de apoyo para explicar el éxito político

y mediático del proyecto de reinstitucionaliazación del

actual gobierno.

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extraordinarios que, sin embargo, puedan ser justifi-cables legal y políticamente aún con los costos cola-terales que implican? La teoría política de Hobbes, el concepto de excepcionalidad política de Carl Schmitt y una concepción muy actual sobre la opinión públi-ca, nos pueden brindar algunas respuestas.

Sólo hasta Hobbes se elaboró con rigor episte-mológico un sistema coherente y monista, que sin ayuda de explicaciones sobrenaturales justificara la autonomía de la política con respecto a la moral, y una teoría racional sobre una forma de gobierno que obedeciera tanto a la racionalidad jurídica como a la voluntad política. Semejante cambio convirtió en teoría al realismo político-jurídico, para el cual la efi-ciencia ya no es solamente un asunto técnico sino también moral, es decir, ya no es sólo un objetivo técnico del poder sino una obligación moral del go-bernante. Es esta identificación entre lo técnico y lo bueno trasladada a la política lo que ha propiciado que se identifique, por ejemplo, un gobierno eficien-te con un buen gobierno, porque la bondad de los medios depende de su idoneidad técnica.

También desde Hobbes, la seguridad del Estado -principio de la moderna “Razón de Estado”-, es el primero si no el único criterio de eficiencia política y por ello se convierte en un problema excepcional, extraordinario y urgente, para el cual hay que tomar

medidas igualmente excepcionales, extraordinarias y urgentes, pero dentro de la legalidad. En la actuali-dad, el hobbesianismo político, que es la fuente ideo-lógica del realismo, ha difundido la ideología según la cual son idénticos eficacia y buen gobierno. En esa ideología de la eficacia el valor supremo es la seguri-dad del Estado entendida no sólo como la defensa de las instituciones, sino también del “estado de cosas tal como está para los que mejor les va” y una prome-sa creíble de mejorar las condiciones para aquellos que peor les va. De lo que trata el hobbesianismo actual es de la seguridad propia de un modelo de sociedad protoliberal, en la que los primeros y funda-mentales derechos asegurados como imprescriptibles e inenajenables son los de la vida, pero sobre todo los títulos de propiedad, la estabilidad de las riquezas ya conseguidas independientemente de su origen y unas expectativas optimistas.

El razonamiento hobbesiano básico —constata-ble empíricamente y muy simpático políticamen-te— consiste en que ante un estado de zozobra y de miedo, como es el estado de naturaleza, es mejor la sociedad en la cual se garantiza que se pueda vivir aunque sea en condiciones de pobreza. Este realis-mo hobbesiano se ha matizado tenuemente entre los más altruistas ideólogos del realismo político, para quienes, basados en el anterior razonamien-to empírico, es válido el cálculo racional según el cual no es posible crear una sociedad más justa si no se llega primero al orden, por lo cual consideran que en la restauración del orden se cifran todas las esperanzas de la sociedad justa, aunque los costos sean onerosos. En una sociedad protoliberal, donde la política está supeditada a la economía de libre mercado, con una altísima concentración de la ri-queza y con desaforados niveles de pobreza, el con-cepto de justicia no pasa por el cambio de sistema sino sólo por su sostenibilidad y su gobernabilidad, en términos más o menos soportables moral, social y políticamente, de tal manera que sea soportable tanto el nivel de las riquezas como el de las pobre-zas. Ya en el siglo XIX Rafael Nuñez, en el contexto de su programa político “Regeneración o Catástro-fe”, ensayaba una fórmula para la solución a este dilema, “Caridad en la cúspide, resignación en la base”, que aún no ha perdido vigencia, aun cuando hoy se matiza con nombres más laicos.

Hobbes inaugura un modelo de gobernabilidad moderno que se adecua perfectamente a las condi-ciones de la sociedad capitalista contemporánea, en

Los gobiernos anfibios

...el soberano es un anfibio jurídico. Tiene la facultad

de hacer las leyes directa o indirectamente, pero no la

obligación de obedecerlas, pues si está facultado para hacerlas, las fabrica a discreción. En ese sentido es externo al Derecho. Pero sólo porque posee dicha

facultad puede ser eficaz en la misión que le fue legítimamente

encomendada: legislar con eficacia, es decir, con miras en la

preservación de la seguridad.

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la que el Estado de derecho termina por ser su aval. El sistema completo de Hobbes tiene su mérito funda-mental en que entra en el proceso de modernización de la sociedad, el cual está basado en el monopolio de las fuentes del poder jurídico y político al romper la maraña de autoridades y de legislaciones dispersas que caracterizaron a la sociedad medieval, tan difusa en sus centros de poder y que producían lo mismo que hoy llamamos “choque de trenes” entre poderes instituidos o constituidos. Este modelo permite una racionalización interna de la administración y posibi-lita la planificación y el control de las relaciones so-ciales; porque además, como ya lo ha señalado con gran suficiencia Max Weber, se reduce el nivel de in-certidumbre en los distintos niveles de aplicación y decisión política y jurídica, se incrementa el control sobre el comportamiento social y se contribuye a es-tabilizar expectativas.

Cabe advertir que todo ello es posible porque el soberano de Hobbes es absoluto no por divino, ni por pedigrí histórico, sino por un acuerdo voluntario de los súbditos quienes lo han instituido por medio de un contrato, que hoy toma forma explícita en las elecciones y en la opinión pública mayoritaria. Esa es la gran novedad que lo hace útil en las sociedades políticas como la nuestra. Porque, por muy rotunda-mente absoluto que sea, el soberano de Hobbes no es ilegal y no es un usurpador: es un gobernante au-torizado. Y para que sea absoluto tiene que estar por encima de la ley, pero para que sea legal tienen que estar dentro de ella. Lo cual quiere decir que tiene que ser legislador y ejecutivo. Hoy puede hacer las dos funciones a través de decretos ley, de mayorías parlamentarias o como es ya muy usual, a través de golpes de opinión: su función es crear Derecho me-diante la ley, el decreto o la opinión.

En esas circunstancias, el soberano es un anfibio jurídico. Tiene la facultad de hacer las leyes directa o indirectamente, pero no la obligación de obedecerlas, pues si está facultado para hacerlas, las fabrica a dis-creción. En ese sentido es externo al Derecho. Pero sólo porque posee dicha facultad puede ser eficaz en la misión que le fue legítimamente encomendada: le-gislar con eficacia, es decir, con miras en la preserva-ción de la seguridad. ¿Cómo es ello posible sin violar un ordenamiento jurídico? Es sencillo: apelando a la excepcionalidad crea el derecho adecuado a las de-cisiones políticas que requiere. Así, ya no funciona el viejo ideal aristotélico de la primacía del gobierno de las leyes y de la razón —predecible y objetivo— sobre

el imperio de los hombres y de la voluntad —imprede-cible y subjetivo—, ni el viejo ideal clásico del imperio de la ley como basamento del Estado de derecho. Se gobierna con el derecho pero no bajo el derecho. Per legem pero no sub legem.

En sociedades excepcionales como la nuestra, y en las que la misma excepcionalidad es un comodín, existe un ordenamiento jurídico moderno y comple-to, pero prima el voluntarismo político arropado en el formalismo jurídico. Tal vez no advertimos estos procesos porque, como asociamos los llamados gol-pes de Estado a las revoluciones o a las contrarrevo-luciones, a los pronunciamientos de cuartel o a los ruidos de sables, no nos damos cuenta de que en las últimas décadas los regímenes políticos, llamados democráticos, han echado mano de pequeños y dis-cretos golpes de Estado para hacer reformas consti-tucionales y reformas sustanciales a la razón jurídica. Nuestra sensibilidad jurídica parece adormilada fren-te a la costumbre política de usar discrecionalmente el derecho, estrechándolo o ampliándolo.

Un ejemplo de ello es la ampliación o disminución de los criterios de racionalidad jurídica para legitimar las decisiones políticas como ocurre cuando se estre-cha el Derecho para eliminar del universo jurídico comportamientos y personas que se consideran po-líticamente incorrectos, es decir, para deslegitimarlos

En esa ideología de la eficacia el valor supremo

es la seguridad del Estado entendida no sólo como la

defensa de las instituciones, sino también del “estado

de cosas tal como está para los que mejor les va” y una promesa creíble de mejorar

las condiciones para aquellos que peor les va.

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por vía de la ilegalización, como también cuando se amplía para introducir a la legalidad y a la legitimi-dad ciertos comportamientos y personas. Porque si se destierra legalmente a un actor político se le despo-litiza y se le proscribe toda posibilidad jurídica, con-denándolo a la guerra de aniquilamiento; mientras que si se le hace sujeto de derecho se le politiza y se le legitima como actor sujeto de negociación. Este es, por ejemplo, el meollo, no sólo jurídico sino político, de la sedición bien sea en relación con la subversión o con el paramilitarismo.

Al menos en apariencia, el recurso continuo al de-recho extraordinario en sociedades en transición o en crisis tiene la finalidad de recomponer el Estado de derecho, no crear el caos; si no fuera así, tanto teó-ricamente como realmente estaríamos ante un golpe de fuerza o de poder bruto o de arbitrariedad ilógica. Pero en el afán de la solución no le paramos bolas morales y sociales a los costos porque siempre se an-tepone lo que se deja de ganar en plata contante y sonante y no lo que se pierde en humanidad. Ni qué decir tiene que esta es una especie de admonición moral contra toda forma de violencia hecha a nom-bre de la revolución o de la contrarrevolución, para no citar las que en Colombia son comunes contra las simples reformas al sistema.

Lo dicho hasta aquí permite decir que la teoría

hobbesiana echa las bases del constitucionalismo liberal moderno, pero al reunir todo el poder de de-cisión en un soberano absoluto (sea una asamblea o un príncipe, o como diríamos hoy, un ejecutivo con mayorías adocenadas o con mayorías envileci-das por las circunstancias, o gobernando con la opi-nión) justifica también los autoritarismos modernos que empiezan a tener una especial característica: son legales y legítimos. El abono para el éxito de esta ideología es la crisis contemporánea del prin-cipio de división y control entre poderes, el cual favorece el presidencialismo monárquico que está tan de moda, inclusive en los países con regímenes parlamentarios, y que los caudillos nuevos de Lati-noamérica están reeditando en versiones que tienen talante y contenido tanto de izquierda como de de-recha. Por supuesto que esa crisis es sólo el síntoma de una que es más profunda: la crisis de la demo-cracia representativa, frente a la cual las opciones de formas de democracia directa son un expediente de muchos gobiernos actuales, cuyo poder es me-diatizado únicamente por las corrientes de opinión. Y ese fenómeno, aunque parezca muy patético en Colombia, es muy común en el mundo político con-temporáneo y no sólo en lo que atañe a la interio-ridad de los Estados nacionales, sino también a las relaciones internacionales entre Estados. Porque, en efecto, la crisis de la primacía de la razón jurídica ya no es sólo evidente en las relaciones entre estados donde la capacidad de coerción jurídica supraesta-tal es casi un burladero, sino también dentro de los estados nacionales, en la relación, esa sí más obli-gante, entre gobernantes y gobernados.

Es obvio que la ciencia jurídica ha intentado sal-var al Derecho de esa trampa de los soberanos anfi-bios de Hobbes, pero lo paradójico es que a medida que se consuma el proceso de positivación del de-recho, es decir, a medida que más avanza la ciencia jurídica, queda claro el asunto de la legalidad, pero también queda más expuesto no sólo el carácter convencional del Derecho sino también su papel de instrumento del poder político, y el carácter pura-mente artificial de la legitimidad que se produce en un contexto en el cual la vieja fórmula “vox populi vox dei” se convierte en rating, o dicho en otras pa-labras, se convierte en “vox medium vox dei”, si se tiene en cuenta que es muy común la afirmación según la cual “la opinión pública es el juez natural del Estado de derecho”.

Y entonces surge la pregunta por la opinión pú-

Los gobiernos anfibios

...la teoría hobbesiana echa las bases del constitucionalismo

liberal moderno, pero al reunir todo el poder de decisión en

un soberano absoluto (sea una asamblea o un príncipe, o como

diríamos hoy, un ejecutivo con mayorías adocenadas o con

mayorías envilecidas por las circunstancias, o gobernando

con la opinión) justifica también los autoritarismos modernos

que empiezan a tener una especial característica: son

legales y legítimos.

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blica. Hay dos formas básicas de opinión pública. La que el público construye autónomamente y la que es elaborada para el público. Las condiciones para la primera resultan de la confluencia entre un público autónomo en su formación y su acceso a la comparación de múltiples fuentes y contenidos de la información; esta es una especie de opinión pública natural rarísima. La segunda resulta del mo-nopolio sobre las fuentes y los contenidos; es la que se usa en las dictaduras y en los autoritarismos de uno solo, de unos pocos o de muchos. Y existe una tercera, que pareciendo la primera porque el públi-co se la apropia, es realmente la segunda, porque es opinión pública elaborada en centros de forma-ción de opinión -los grandes medios- que compiten en un mercado económico abierto en relación con la universalización de los clientes, y compiten por los matices o formatos de presentación de la opi-nión, pero ésta es controlada por una misma fuente o desde un pequeñísimo grupo de fuentes. En ese caso, los medios de comunicación no compiten por el contenido esencial de la información sino sólo por los matices, pero compiten desaforadamente por la capacidad de penetración. En consecuencia, para crear opinión pública no es necesaria la coinci-dencia en el doble monopolio sobre las fuentes de información y sobre los medios de comunicación. Esto explica porqué los medios no compiten por la fuente sino por el mercado.

Nuestra opinión pública es del tercer tipo. En efecto, las grandes cadenas de información -como las cadenas de almacenes- nos hacen visible lo que no ocurre a nuestra vista y en ese sentido nos sirven de lazarillo porque socializan la información. Sin sus medios masivos todo lo que sucede más allá de nuestro más cercano entorno sería desconocido. Los hechos de aquí y de allá constituyen su materia pri-ma; pero tampoco los muestran a todos. Y, además, aquellos que muestran son amasados, moldeados, adornados, horneados y repartidos estratégicamen-te. En consecuencia no sólo hacen visibles los he-chos que de otra manera no serían hechos aunque ocurrieran de hecho, sino que también nos fabrican una opinión sobre ellos. De suerte que tanto en la selección de los hechos que se convierten en he-chos públicos como en la forma de presentarlos, los medios inducen a la opinión pública, elaboran la opinión pública aunque no la prefabriquen. Ese es el valor agregado a su carácter informativo: la for-mación de la opinión pública.

Pero fórmese como se forme y provenga de don-de provenga, la opinión pública política, que es la percepción que un grupo tenga, por deducción o por inducción, sobre un hecho político, es él mismo un hecho político. Es decir, la percepción política, la opinión política de la gente, es un hecho político aunque sea errada o cierta, culta o inculta, apasio-nada o racional.

Estamos, pues, aventados a una especie de pa-radoja irresoluble. Sin los medios no nos daríamos cuenta de lo que pasa, aunque no nos dicen todo lo que pasa; estamos obligados a atenderlos si quere-mos saber lo que pasa aunque sepamos que no son imparciales; y aunque sean parciales, todo lo que in-forman se agrega a la realidad y la forma en que lo hacen se convierte en otra realidad.

Sin los medios no nos daríamos cuenta de lo que pasa, aunque no nos dicen todo lo que pasa; estamos obligados a atenderlos si

queremos saber lo que pasa aunque sepamos que no son imparciales; y aunque sean

parciales, todo lo que informan se agrega a la realidad y la

forma en que lo hacen se convierte en otra realidad.

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La muerte de Raúl Reyes, el segundo en el mando de las FARC, por parte de las Fuerzas Arma-das de Colombia generó una de las crisis políticas y diplomáticas más grandes de los últimos tiempos en América Latina. La expulsión del cuerpo diplomático de Colombia por parte de los gobiernos de Venezuela y Ecuador, la militarización de las fronteras de estos dos países, la revelación por parte del gobierno de Co-lombia de supuestos vínculos de altos funcionarios de los gobiernos de Ecuador y Venezuela con las guerrillas de las FARC, el anuncio por parte del gobierno colom-biano de que denunciará formalmente ante la Corte Penal Internacional al presidente de Venezuela, Hugo Chávez por “patrocinio y financiación de terroristas”, son algunos de los acontecimientos más importantes y trascendentes de esta crisis.

Hay dos hechos básicos que explican la grave-dad de esta crisis política y diplomática, que pudo convertirse en una crisis militar: 1) La muerte de un miembro del estado mayor de las FARC. 2) La viola-

Guerra y derecho

PorFrancisco Cortés Rodas

Profesor Instituto de FilosofíaUniversidad de Antioquia

La acción del gobierno del presidente Uribe de violar la

soberanía estatal del Ecuador con el fin de bombardear un

campamento de las guerrillas para evitar una agresión terrorista reproduce de forma sistemática lo que fue hecho claramente contra

el derecho, las convenciones internacionales y el orden

internacional por el presidente Bush, cuando con la invasión de

Irak reemplazó la tradición liberal de una constitucionalización

progresiva de la ley internacional por un derecho imperial.

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ción de la soberanía estatal del Ecuador por parte de las Fuerzas Armadas de Colombia con el fin de bom-bardear un campamento de esta organización guerri-llera y capturar o darle muerte a uno de sus máximos líderes. Estos dos sucesos tienen para las partes in-volucradas explicaciones completamente diferentes y antagónicas que para su entendimiento es necesario emprender un más hondo análisis.

Para el gobierno del presidente Uribe estos dos hechos se inscriben dentro de la estrategia de lucha contra el terrorismo. Las FARC son consideradas una organización terrorista en el marco de la doctrina de seguridad democrática del presidente Uribe. La cali-ficación de terroristas, planteada a partir de la Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Uni-dos, propuesta por el presidente George Bush en sep-tiembre de 2002, le permite a un Estado que lucha contra el terrorismo pasar en determinadas circuns-tancias de una concepción reactiva a una concep-ción proactiva del derecho de legítima defensa. Esto quiere decir que un Estado puede violar la soberanía estatal de otro Estado antes de que se presente una aguda amenaza si se presume la presencia de grupos terroristas en su territorio o el apoyo y financiación del terrorismo. Para el presidente Bush se trataba de justificar la invasión de Irak. En la Estrategia de Segu-ridad Nacional se introdujo, entonces, un nueva defi-nición del derecho de legítima defensa de los Estados por medio del concepto de una “legítima defensa anticipatoria” (Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, p. 1509). El mandatario norte-americano pudo así, al reservarse un derecho discre-cional a un ataque preventivo a una posible amenaza terrorista contra los Estados Unidos, desconocer el derecho internacional y particularmente los procedi-mientos legales que se deben seguir en los conflictos entre los Estados, e iniciar la invasión de Irak. La con-secuencia de esta acción fue la de poner a un lado el derecho internacional y las convenciones interna-cionales e iniciar una guerra civil que ha conducido al desangre del pueblo de Irak. La marginalización de la Organización de las Naciones Unidas, “producida por un superpoder decidido a la guerra representó un reto dramático al derecho internacional existente”, escribió Habermas. [….] “Con una clara conciencia este presidente impone unilateralmente los intereses territoriales y de seguridad de los Estado Unidos en nombre de la moralidad de un nuevo orden global liberal que él ve como el reflejo de los valores ame-ricanos. Cuando la globalización de la propia morali-

dad ha reemplazado el derecho de la comunidad in-ternacional, todo aquello que se denomina derecho internacional es de hecho derecho imperial.” (Haber-mas, 180) El derecho imperial permite mediante el concepto de una “legítima defensa anticipatoria” jus-tificar la violación de la soberanía estatal de un Estado antes de que se dé un ataque armado o antes de que se configure una aguda amenaza.

La acción del gobierno del presidente Uribe de vio-lar la soberanía estatal del Ecuador con el fin de bom-bardear un campamento de las guerrillas para evitar una agresión terrorista reproduce de forma sistemática lo que fue hecho claramente contra el derecho, las convenciones internacionales y el orden internacional por el presidente Bush, cuando con la invasión de Irak reemplazó la tradición liberal de una constitucionali-zación progresiva de la ley internacional por un dere-cho imperial. El gobierno del presidente Uribe actuó primero militarmente en el marco del derecho impe-rial al violar la soberanía estatal del Ecuador para pro-ceder contra una posible amenaza terrorista; segundo, justificó su acción también en términos del derecho imperial al intentar vincular tanto al presidente de Venezuela como al del Ecuador y algunos de sus más importantes ministros con el patrocinio, financiación y asilo de terroristas, difundiendo públicamente unos

...siguiendo los pasos del gobierno del presidente Bush que creó un

nuevo derecho, el derecho imperial, “al considerar que podía imponer

su voluntad a través de medios militares, independientemente de

las resoluciones del Consejo de Seguridad, apoyándose en un derecho de legítima defensa”, (Habermas 181) el presidente Uribe amplió la creación

del nuevo paradigma del derecho imperial para quebrantar nuevamente

el derecho internacional mediante la violación de la soberanía estatal

de otro Estado, la criminalización de los Estados enemigos y el

desconocimiento de los mandatos universales de la ONU y de la OEA.

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supuestos documentos de las FARC sin seguir el proce-dimiento propio de un Estado de derecho de entregar las pruebas al ente investigador y guardar la reserva del sumario; así, buscó criminalizar como terroristas a los gobiernos de Venezuela y Ecuador; y tercero, el go-bierno del presidente Uribe pisoteó el derecho inter-nacional al pasar por encima de la norma fundamental de la Carta de las Naciones Unidas que prohíbe el uso de la violencia contra otros Estados.

De este modo, siguiendo los pasos del gobierno del presidente Bush que creó un nuevo derecho, el derecho imperial, “al considerar que podía imponer su voluntad a través de medios militares, indepen-dientemente de las resoluciones del Consejo de Se-guridad, apoyándose en un derecho de legítima de-fensa”, (Habermas 181) el presidente Uribe amplió la creación del nuevo paradigma del derecho imperial para quebrantar nuevamente el derecho internacio-nal mediante la violación de la soberanía estatal de otro Estado, la criminalización de los Estados enemi-gos y el desconocimiento de los mandatos universales de la ONU y de la OEA. Mediante estos tres pasos el gobierno de Uribe actuó y justificó sus acciones en el marco del derecho imperial. De este modo, el pre-sidente de Colombia actuando en el contexto de la nueva doctrina de seguridad de los EEUU, le muestra a la comunidad internacional como en este período de la historia un Estado comprometido con esta po-lítica está dispuesto a atacar sin antes haber agotado todos los esfuerzos diplomáticos.

La similitud entre las acciones del gobierno de Bush al invadir a Irak y las del gobierno de Uribe al violar la soberanía estatal del Ecuador se pueden apreciar en que el primero creó un nuevo derecho al reemplazar “la fuerza civilizadora de los procedimientos legales por la política” (Habermas, 115) y el segundo amplió la imposición del derecho imperial a pesar de no contar con los presupuestos materiales y la fuerza tecnológica y militar para hacerlo. Sin embargo, la consecuencia de sus acciones ha sido primero, crear las condiciones para que tres naciones de América Latina estuviesen a punto de enfrascarse en una confrontación militar, la cual sólo le sirve a los intereses geoestratégicos del imperio y, segundo, crear las situaciones internas de ingobernabilidad para profundizar el proceso de des-institucionalización, el cual le sirve exclusivamente a al proyecto de Uribe de segunda reelección.

Ahora bien, independientemente de si se considera a las FARC como una organización terrorista o como un actor político, es importante decir que la lucha con-

tra el terrorismo, la guerrilla, o los paramilitares, es una obligación que tienen las sociedades democráticas y que las FARC tendrán que ser juzgadas y condenadas por todos sus crímenes de guerra, de lesa humanidad y por la multitud de acciones bárbaras y genocidas que han cometido contra la sociedad colombiana. En este sentido, lo que debemos reclamar como ciudadanos de un país que lucha por la consolidación de la demo-cracia es una defensa de los principios centrales de las convenciones internacionales sobre los derechos hu-manos. Estos principios tienen como función recordar a las democracias en guerra contra el terrorismo, la guerrilla o los paramilitares que incluso sus enemigos, los supuestos o reales terroristas, tienen también de-rechos. “Que la guerra contra el terrorismo es cierta-mente una guerra, en la cual debemos defendernos con las armas, pero que es una guerra en virtud del derecho y no contra el derecho. Nuestras obligaciones constitucionales nos obligan a respetar el derecho de los enemigos que no nos respetan a nosotros, a usar los métodos prescritos por la ley contra aquellos que no acatan ninguna ley” (Ignatieff, 145). Y que la lucha contra el terrorismo no puede significar una excusa para limitar las libertades fundamentales al interior de un país, la tortura, la desaparición de personas, ni para la violación de la soberanía de otros Estados. Que si hay Estados que brindan refugio a los terroristas y los

Guerra y derecho

...la lucha contra el terrorismo no puede significar una excusa

para limitar las libertades fundamentales al interior de un país, la tortura, la desaparición

de personas, ni para la violación de la soberanía de otros Estados.

Que si hay Estados que brindan refugio a los terroristas y los

apoyan activamente es posible imponerles castigos, de acuerdo

con las normas del derecho internacional consignadas en la

ONU y la OEA.

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apoyan activamente es posible imponerles castigos, de acuerdo con las normas del derecho internacional consignadas en la ONU y la OEA, como fue el caso de Libia mediante un concertado programa de san-ciones internacionales y de aislamiento. Esto quiere decir, que el castigo a Estados que patrocinan y fi-nancian terroristas no tiene que presuponer el des-mantelamiento del derecho de legítima defensa, así como tampoco la suspensión de las determinaciones centrales de la Carta de las Naciones Unidas, los Con-venios de Ginebra y el Derecho de la Haya sobre conducción de hostilidades.

En el caso concreto de la muerte de Raúl Reyes por parte de las fuerzas armadas de Colombia el respeto a la ley imponía no violar la soberanía de otro Estado donde estaban refugiados miembros de la guerrilla, e imponía la obligación al gobierno de Colombia de ac-tuar en consonancia con las autoridades ecuatorianas. Ahora, si la situación hubiese sido que el campamento estaba en Colombia el ataque hubiera sido, y hay que decirlo con todas las letras, de acuerdo con el derecho. El asunto es que no fue así y entonces, el gobierno de Colombia violó la soberanía del Ecuador y desconoció en los días siguientes las normas elementales procedi-mentales que se deben seguir para acusar a otro Esta-do por cualquier controversia.

Sobre la pregunta anterior de si se considera a las FARC como una organización terrorista o como un actor político, me parece importante discutir los pro-blemas que tiene la tesis que las califica como terro-ristas. De un lado, hay un hecho jurídico: la categoría de terroristas impuestas a las FARC por la ONU debe acatarse por todos los países miembros, en tanto no sea levantada. Pero de otro lado, esta calificación es resultado de la adopción en la doctrina de la seguri-dad democrática de los parámetros sobre la guerra y el terrorismo planteados por la Estrategia de Seguri-dad Nacional de los EEUU. Según esta doctrina, las FARC deben ser criminalizadas como terroristas. Cri-minalizarlas como terroristas quiere decir que ellas están fuera del espacio de lo político y de la guerra. Ellas han perdido las características del enemigo po-lítico y están fuera del espacio en que la guerra se debe dar de acuerdo con las reglas de la guerra, que son reglas de la justicia en la guerra. Así, al criminali-zar el enemigo político la única alternativa que queda es exterminarlo. Cuando al enemigo se lo criminaliza se cierra de hecho toda posibilidad para la política. La negativa del gobierno de Uribe de buscar una so-lución política tiene que ver entonces, con esto. Así,

el programa es exterminar hasta el último terrorista. Ahora bien, no solamente la doctrina de seguridad democrática ha impedido las posibilidades de la po-lítica. Las FARC cerraron ellas mismas el espacio de lo político y lo hicieron utilizando métodos terroristas en una infinidad de acciones bárbaras y genocidas que han cometido contra la sociedad colombiana, aliándose con las mafias de la droga, secuestrando y sometiendo a sus secuestrados y prisioneros de gue-rra a graves vejámenes y humillaciones.

Pero de nuevo en el sentido de Ignatieff, nosotros como miembros de una sociedad democrática que está en guerra contra el terrorismo o contra una orga-nización que usa métodos terroristas, tenemos la obli-gación de conducir esta guerra con el derecho y no contra el derecho. Una guerra con el derecho supone que el enemigo es enemigo político, no un criminal al que hay que exterminar. Con el enemigo político hay que hacer la guerra pero con él hay que hablar.

Para finalizar, como escribe Ignatieff, “cuando esta-mos confrontados con la violencia terrorista no pode-mos permitir que las demandas de seguridad nacional triunfen sobre las demandas de libertad, en tanto lo que estamos tratando de defender es nuestra continua existencia como pueblos libres. La libertad debe po-ner un límite a las medidas que empleamos para man-tenerla. Nosotros debemos defendernos y preservar nuestra libertad, pero no podemos hacerlo negando las demandas morales de otros.” (Ignatieff, 145).

Bibliografía

Jürgen Habermas, Der gespaltene Westen. Suhrkamp, Frankfurt, 2004.

Michael Ignatieff, The Lesser Evil, Edinburgh University Press, 2004.

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Jesús María Valle Jaramillo fue un huma-nista nacido en el municipio de Ituango, departamento de Antioquia. Se formó como abogado en la Univer-sidad de Antioquia y se destacó como penalista en el ejercicio de su profesión, como defensor de derechos humanos y como hombre público volcado a la protec-ción de la población vulnerable. Fue un profesional que se hizo para ofrecer su corazón y que encontró el éxito en la humildad.

Jesús María Valle Jaramillo fue asesinado en su ofi-cina de abogado el 27 de febrero de 1998. Su muerte permanece en la impunidad a pesar de los esfuerzos

…es un hijo de la Revolución Francesa (1789), de sus principios y valores (libertad, igualdad, fraternidad), pero es también un hijo de las revoluciones sociales. Un amigo de las libertades y un adversario del ejercicio absoluto del poder. Como penalista dejó ver su amor por la libertad y como político su aprecio por la igualdad.

Por Rafael Rincón Patiño*

*Ex Personero de Medellín. Abo-gado, asesor, consultor y defensor de derechos humanos. Epeciali-zado en derecho y desarrollo. Di-rector de háBeas Corpus, Oficina de Derechos y Gobernabilidad.

http://elyesquero.blogspot.com/

Y si del abstracto campo jurídico pasamos a contem-plar el problema de los delitos políticos (o conexos) des-

de el punto de vista moral y de los castigos, encontra-remos las mismas fluctuaciones, nos veremos sumidos en dudas idénticas. Por una parte, los conspiradores y

los innovadores políticos son declarados infames y se les persigue hasta en sus bienes y en sus hijos; por otra, se esparcen flores sobre sus tumbas y se perpetúa su me-moria, como si fueran mártires, en biografías y en cán-ticos populares; y mientras unos reproducen su efigie

para entregarla al verdugo, otros la colocan en el muro doméstico como un recuerdo digno de veneración y de

llanto. De un lado el estercolero, del otro el altar. Francisco Carrara

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de la Fiscalía General de la Nación por esclarecer el crimen. Razón por la cual su caso fue de conocimien-to de la Comisión Interamericana de Derechos Hu-manos que ya falló, señalando la responsabilidad del Estado colombiano en este crimen.

La Corte Interamericana se pronunciará en segun-da instancia a finales de este año, evaluando la lista de “eliminables” que confeccionó el general Alfon-so Manosalva Flórez y en la cual estaba Jesús María Valle Jaramillo, evaluando la denuncia por injuria y calumnia presentada por oficiales de la IV Brigada y examinando la calificación pública de enemigo de la Fuerza Pública que realizó el entonces Goberna-dor de Antioquia Álvaro Uribe Vélez.

Valle Jaramillo sobresalió como abogado en la de-fensa de campesinos y presos políticos en la década del 70; brilló como líder social en la década del 80 con la creación de la Liga de Usuarios de Servicios Públicos Domiciliarios –al lado del también inmola-do Ramón Emilio Arcila–; descolló como líder cívico en la Junta de Profesionales por la Democracia y la Justicia Social y en el Colegio Antioqueño de Aboga-dos (Colegas); como defensor de derechos humanos presidió el Comité Permanente para los Derechos Humanos de Antioquia después del asesinato de sus tres anteriores presidentes.

Como concejal por el Partido Conservador del mu-nicipio de Ituango, estuvo preocupado por el bienestar de los corregimientos y la situación de los campesinos y desplazados. Como catedrático universitario en sus clases de Ética, Pruebas Penales y Derecho Procesal enseñó el valor de la libertad e inculcó la disciplina por el estudio y las bondades de la verdad.

Heredero de la escuela clásica italiana del derecho penal, seguidor apasionado del Programa de Derecho Penal de Francisco Carrara (Programa del Corso di Di-ritto Criminale, 1859: “La ciencia criminal debe tener la misión de moderar los abusos de la autoridad”), a quien admiraba como penalista, como político, como hombre de foro. Desde el punto de vista filosófico y político Valle Jaramillo era un hombre de fe en el de-recho, un apasionado de las libertades individuales. Desde lo jurídico, el debido proceso y las garantías procesales eran el pilar de sus defensas. Se destacó en el ejercicio del recurso extraordinario de casación ante la Corte Suprema de Justicia.

Como pensador clásico siempre estuvo preocupado por humanizar el sistema penal. Así como César Beca-ria luchó contra la pena de muerte y contra la tortura

como forma de obtener la verdad, Jesús María Valle luchó en el pavoroso cuatrienio “turbayista” (1978-1982), enmarcado por el denominado Estatuto de Se-guridad, contra las capturas y allanamientos ilegales, las torturas y las ejecuciones extrajudiciales.

Valle Jaramillo es un hijo de la Revolución Francesa (1789), de sus principios y valores (libertad, igualdad, fraternidad), pero es también un hijo de las revolucio-nes sociales. Un amigo de las libertades y un adversa-rio del ejercicio absoluto del poder. Como penalista dejó ver su amor por la libertad y como político su aprecio por la igualdad.

Entendió el delito como una creación jurídica es-tatal, no como un hecho o un acontecimiento. To-das las personas son libres e iguales en dignidad y todas están dotadas de libre albedrío, por eso no entendió al delincuente como un sujeto patológico o alguien extraño.

Jesús María Valle Jaramillo estuvo hecho de la ex-presión de un noble pensamiento liberal sostenido en el siglo XIX por los juristas italianos Carmignani y Francisco Carrara y continuado en el siglo XX por el también italiano Luigi Ferrajoli.

Fue un hombre de derechos, siempre mostró su respeto a la ley y a la Constitución, a la que consi-

Fue un hombre de derechos, siempre mostró su respeto a

la ley y a la Constitución, a la que consideraba un código

moral. Su pasión por la libertad lo llevó a ser defensor de

presos políticos en complejos consejos verbales de guerra.

Siempre tuvo un riesgo alto en su ejercicio profesional, rechazó escoltas para no poner en riesgo

sus vidas. Gozó del respeto de militares y policías que

admiraban su valor. El respeto fue su norma de conducta y la

crítica su manera de pensar.

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deraba un código moral. Su pasión por la libertad lo llevó a ser defensor de presos políticos en com-plejos consejos verbales de guerra. Siempre tuvo un riesgo alto en su ejercicio profesional, rechazó escoltas para no poner en riesgo sus vidas. Gozó del respeto de militares y policías que admiraban su valor. El respeto fue su norma de conducta y la crítica su manera de pensar.

Valle Jaramillo fue un ser políticamente incorrec-to, ajeno a los cálculos de conveniencia personal, por eso no puede convertirse en un ícono neutro de los derechos humanos. Jesús María tomó partido por los pobres, por los débiles y lo hizo con convic-ción, palabra y vehemencia. No fue ni un malaba-rista de los beneficios ni un aguas-tibias, su talan-te transparente le granjeo estigmas y dificultades. ¿Por qué lo mataron?

Jesús María Valle puso en conocimiento de las au-toridades administrativas, judiciales y de Naciones Unidas las masacres que el paramilitarismo, con la connivencia del ejército colombiano, venía ejecutan-do en el municipio de Ituango. Las denuncias de ac-ción conjunta de paramilitares y militares en las ma-sacres del corregimiento La Granja (junio de 1996) y El Aro (octubre-noviembre de 1997), ya falladas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, exa-cerbaron los ánimos del entonces gobernador Álvaro Uribe Vélez y del comandante de la IV Brigada gene-ral Carlos Alberto Ospina Ovalle.

Ellos, los Generales, lo denunciaron penalmente por injuria y calumnia.

Valle Jaramillo fue calificado por el entonces Gober-nador como un enemigo de la Fuerza Pública y así lo propaló por los medios de comunicación. Valle Jara-millo insistió en sus denuncias afirmando: “Se percibe esa connivencia entre comandantes de la Policía y el Ejército con aquellos agentes armados que cometen una serie de asesinatos en el perímetro urbano de nuestros municipios”.

Ante la Oficina de Derechos Humanos de la Alta Comisionada de Naciones Unidas, señora Almudena Mazarrasa, Jesús María Valle Jaramillo denunció, ocho días antes de su asesinato, la complicidad del Ejército con los grupos paramilitares del Norte de Antioquia.

Hoy las versiones de los comandantes paramilita-res Salvatore Mancuso y Diego Fernando Murillo (alias Don Berna) confirman las denuncias de Jesús María. Sí había acciones conjuntas en Ituango entre Ejército y paramilitares. Salvatore Mancuso afirma que el gene-

ral Alfonso Manosalva Flórez fue quien les entregó las listas y los mapas de Ituango.

Además, Diego Fernando Murillo ha confesado su participación en la muerte del defensor de derechos humanos. ¿Cumpliendo órdenes de quién?

Lo cierto es que los autores de su muerte gozan de gloria y buena salud. Los victimarios son generales, unos, llevan en su solapa la Cruz de Boyacá, o han sido ascendidos a los más altos cargos del Estado.

Este país cambiará el día que los honores los tengan quienes se los merecen, es decir, el día que el General Rito Alejo del Río sea investigado por un tribunal que no se deje intimidar, el día que el ex fiscal general de la nación Luis Camilo Osorio pierda la Cruz de Boyacá que le impuso el presidente Uribe Vélez, el día que el General Santoyo, el general de las 1449 “chuzadas”, sea procesado penalmente, de la misma manera que lo procesó y lo destituyó la Procuraduría General de la Nación; el día que los desmovilizados de las au-todefensas, los que confiesan masacres y homicidios al menudeo y al por mayor, dejen de ser llamados héroes desmovilizados, el día que Colombia deje de considerar la violencia paramilitar y la que cometen algunos agentes del Estado como el mal menor, el día que el Batallón Alfonso Manosalva Florez, situa-do en el suroeste de Antioquia, pierda su nombre o el día que la IV Brigada lleve el nombre de Jesús María Valle Jaramillo como símbolo del compromi-so con el respeto a los derechos humanos y como señal inequívoca de resarcimiento y no repetición. Mientras tanto seguirá el coro: “aquí estamos y es-taremos en el fragor de la lucha, o en la quietud de la muerte”.

Medellín, 27 de febrero de 2008

Acto conmemorativo del décimo aniversario de la muerte del abogado defensor de derechos humanos Jesús María Valle Jaramillo. Concejo de Medellín.

Jesús María Valle Jaramillo

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“Un apóstol nunca piensa en sí mismo sino en los demás. Por ello, Jesús María Valle repre-senta esa clase de hombres que luchan por la digni-dad del otro, aún a costa de su propia vida”, expresó el sacerdote Joaquín Vargas durante las honras fúne-bres del jurista y defensor de los derechos humanos Jesús María Valle Jaramillo, asesinado en su oficina por sicarios dos días antes.

Corría la tarde del domingo 1 de marzo de 1998 y cada palabra del prelado fue escuchada por fami-liares, amigos, alumnos y activistas de derechos hu-manos que acompañaron el cortejo fúnebre hasta la Iglesia de Santa Gema, en el occidente de Medellín. En silencio, cada cual rememoraba la imagen que te-nía del jurista y al hablar de ello todos coincidieron en exaltar su defensa acérrima de los más débiles. Hace diez años ya de esa homilía, de esas honras fúnebres, de ese asesinato, y aún hoy quienes lo co-nocieron resaltan la profunda vocación de servicio de Jesús María Valle Jaramillo, abogado y defensor de los derechos humanos, asesinado en su oficina el 27 de febrero de 1998 por sicarios de la banda La Terraza pagados por el jefe paramilitar Carlos Cas-taño Gil. Esa reconocida vocación de servicio tuvo su origen en la extrema pobreza vivida durante su niñez en el corregimiento La Granja, del municipio de Ituango, norte de Antioquia. Jesús María nació allí el 29 de febrero de 1943, en el seno de una familia campesina conformada por su padre Jesús, su madre Blanca, y diez hermanos más. Los Valle

Jesús María Valle Jaramillo: una vida dedicada a los más débiles

Agencia de Prensa IPC de Medellín (Instituto Popular de Capacitación)

Jaramillo no tuvieron una vida fácil. El trabajo en el campo era poco recompensado. Para ayudar a sus padres, Jesús María se vio obligado a vender pe-riódicos en el pueblo. Su condición de campesinos pobres los llevó a buscar mejores oportunidades en Medellín. El propósito de don Jesús, el patriarca de la familia, era que sus hijos, ocho mujeres y tres hombres, estudiaran y alcanzaran las oportunidades de trabajo y vivienda que el campo les estaba ne-gando. No fue una decisión fácil. Les tocó vender la pequeña parcela que tenían por 14.000 pesos de la época, finales de los años 50, y con ese capital tratar de sobrevivir en la ciudad. El dinero no les rindió y poco a poco se fueron empobreciendo más, al punto que comenzaron a aguantar hambre. Para superar las dificultades, don Jesús retornó al pueblo para labrar nuevamente la tierra y algunos de sus hijos abandonaron sus estudios de bachillerato para trabajar y sobrellevar la situación. Apoyado econó-micamente por sus hermanos, Jesús María terminó el bachillerato en el Liceo Antioqueño, donde mos-tró sus condiciones de liderazgo en el movimiento estudiantil, pero como no encontró trabajo se regre-só a Ituango y, en compañía de su padre, se dedicó

...se matriculó en el programa de Derecho de la Universidad de Antioquia. Llegó allí con fuertes

convencimientos humanistas que luego pondría al servicio de los más débiles. Su paso por el Liceo Antioqueño le definió su personalidad: noble, honesto,

servicial, ágil en el pensamiento, brillante en la palabra y

liderazgo innato.

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al campo. Fue allí, entre sus paisanos, y en medio de picos y azadones, que acabó de entender la dureza de la vida campesina.

Ambición de servicioUn año después, regresó a Medellín a dedicarse

al estudio; entonces se matriculó en el programa de Derecho de la Universidad de Antioquia. Llegó allí con fuertes convencimientos humanistas que luego pondría al servicio de los más débiles. Su paso por el Liceo Antioqueño le definió su personalidad: noble, honesto, servicial, ágil en el pensamiento, brillante en la palabra y liderazgo innato. Su regreso al campo le definió sus prioridades personales y profesionales. Y corría la década del 60, una época plena de ebullición social y política que le acabó de refrendar sus ideales de justicia social. Entre los recuerdos más emotivos de la familia se encuentra el día de la graduación de Je-sús María como profesional del Derecho. Sus padres y sus hermanos estaban felices. Era la culminación de un esfuerzo personal y familiar que quisieron feste-jarlo, pero el novel abogado prefirió que se ahorrara algo más de dinero para comprar un escritorio y una máquina de escribir, los recursos necesarios para un abogado de la época. Fue así como en otro esfuerzo familiar se le dotó una oficina en el cuarto piso del edi-ficio Colón, situado en la calle Ayacucho, entre las ca-rreras Bolívar y Cundinamarca, pleno centro de Mede-llín. Su gratitud por los esfuerzos familiares se expresó cuando comenzaron a llegar los negocios relacionados con su profesión y su ejercicio jurídico lo llevó a ganar algo de dinero: le empezó a ayudar a su familia, a sus

amigos y a todos aquellos estudiantes que no tenían con qué paliar sus necesidades diarias. No podía ver a alguien con problemas porque siempre intervenía. A los jóvenes que llegaban de su pueblo a estudiar y no tenían para pagar un arriendo, Jesús María se los llevaba para su casa, los alojaba, los alimentaba, les dotaba de libros y les impulsaba sus ilusiones acadé-micas y profesionales. Pero no sólo quería atender las necesidades de sus semejantes más inmediatos. Jesús María Valle quería expresar en escenarios más amplios sus ideas humanistas. Fue así como, de la mano del partido Conservador, comenzó a trajinar en la política regional, llegando en 1972 a ser Diputado de la Asam-blea Departamental. En este recinto quedaron los ecos de su voz que, fogosa, planteaba debates orientados a defender los intereses de los más pobres y la urgente necesidad de eliminar las causas de la exclusión so-cial. Sus ideas también eran expresadas en aquellos recintos universitarios donde comenzó a ejercer como docente, entre ellas la Universidad de Antioquia, la Medellín, la Pontificia Bolivariana y la Autónoma La-tinoamericana. Tuvo a su cargo cátedras como Ética Profesional, Derecho Procesal y Probatorio Penal. Sus clases estaban llenas de humanismo, de un profundo sentido social de su profesión y de una inmensa ener-gía en sus discursos que originaban tanta emoción que los estudiantes terminaban aplaudiéndolo.

A defender los derechos humanosSus reflexiones sobre las condiciones sociales del

departamento y el país, cada vez más inequitativas y violatorias del Estado de Derecho, lo llevaron a tomar la opción de defender la causa de los derechos huma-nos, convencido de que no se podían tolerar aquellas situaciones que atentaran contra la dignidad humana. La concepción integral de los derechos humanos que expresaba Jesús María Valle lo llevó a promover la Liga de Usuarios de las Empresas Públicas de Medellín y a ser su primer presidente. Como dirigente gremial ocu-pó una silla en el consejo directivo y en la presidencia del Colegio Antioqueño de Abogados y a fundar y pre-sidir el Colegio de Abogados Penalistas de Antioquia. Pero donde más impulsó sus ideas humanistas y reforzó su defensa de los más débiles fue en el Comité por la Defensa de Derechos Humanos, seccional Antioquia, a donde ingresó en 1978, año de su fundación, y que presidió desde 1987, en reemplazo de Héctor Abad Gómez, asesinado el 25 de agosto de ese año.

Sus reflexiones sobre las condiciones sociales del

departamento y el país, cada vez más inequitativas y violatorias del

Estado de Derecho, lo llevaron a tomar la opción de defender la

causa de los derechos humanos, convencido de que no se podían tolerar aquellas situaciones que

atentaran contra la dignidad humana.

Jesús María Valle Jaramillo

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En la noche del 19 de febrero (2008), en el auditorio de ADIDA, ante una nutrida asisten-cia, se llevó a cabo el solemne acto de apertura de las Jornadas por la Defensa de los Derechos Hu-manos y contra la Impunidad, que se realizaron en la ciudad de Medellín hasta el viernes 29 de febrero en la conmoración del 10º aniversario del asesina-to del paradigmático, consecuente y valeroso líder y héroe de la lucha por el respeto a los Derechos Hu-manos en Antioquia y en Colombia. El acto se inició con la presentación del “promo” de las Jornadas, ar-tístico aporte a éstas del Departamento de Servi-cios Audiovisuales de la Universidad de Antioquia. En el acto intervinieron el doctor Carlos Gaviria Díaz, ilustre jurista y humanista, ex Magistrado de la Cor-te Constitucional, ex candidato presidencial y uno de los fundadores en 1978 del Comité por la Defensa de los Derechos Humanos, Seccional de Antioquia; y el profesor jubilado de la Universidad de Antio-quia, doctor Darío Arcila Arenas, amigo y compañe-ro de Jesús María Valle en el Comité por la Defensa de los Derechos Humanos Héctor Abad Gómez hasta el día de su asesinato, reconocido dirigente gremial y uno de los promotores y organizadores de las Jor-nadas, en representación de su Comité Coordinador. En su intervención el doctor Gaviria Díaz expresó que Jesús María Valle no era un mártir sino un héroe de la lucha por los Derechos Humanos, con una clara op-ción por la defensa de los más vulnerables, y resal-tó como sus principales cualidades la verticalidad, el

Jornadas en homenaje a Jesús María Valle

valor civil, su carácter y el accionar consecuente con sus principios. Afirmó que el respeto por los Dere-chos Humanos es esencial a la verdadera democracia y que, por ello, la democracia que se afirma impera en Colombia es muy cuestionable, pues el irrespe-to a los derechos humanos es cotidiano en nuestro país y se asesina impunemente a ejemplares ciuda-danos sólo por ser sus más consecuentes defensores. El profesor Arcila Arenas presentó una sentida sem-blanza de la vida y la obra de Jesús María Valle como valeroso luchador por los Derechos Humanos para to-dos, por la justicia y contra la impunidad. Resaltó que la veracidad de las graves y documentadas denuncias que entre 1996 y 1997 hizo el doctor Valle Jaramillo y que le costaron la vida, sobre colaboración, o, al me-nos, complicidad, de miembros del Ejercito Nacional en operaciones y masacres realizadas por paramilitares en el municipio de Ituango, quedó plenamente esta-blecida con las investigaciones que sobre la “para-polí-tica” publicaron en el 2006 las revistas Semana y Cam-bio y en los procesos penales que, con fundamento en ellas, se adelantaron y adelantan y fue reconocida por varios comandantes paramilitares en sus versiones ante los Jueces de Justicia y Paz.

Luego de la intervención del profesor Darío Arci-la, por iniciativa del Grupo de Trabajo Académico de las Jornadas por él coordinado, y como acto especial de la solemne apertura de ellas, se hizo un sencillo pero sentido homenaje a la líder popular doña Elvia Urán, quien durante más de 40 años ha realizado un silencioso trabajo de solidaridad con los presos de las cárceles de Bellavista y San Quintín y en el Comi-té por la Defensa de los Derechos Humanos desde su fundación. Además, la Corporación Héctor Abad Gómez entregó en donación al Colegio Jesús María Valle Jaramillo, del barrio El Picacho, en la perso-na de un representante de su Rectora, un artístico óleo del asesinado héroe de los Derechos Humanos. Finalmente el Grupo Interdisciplinario de Derechos Humanos presentó un documentado y conmovedor video sobre Jesús María Valle. Por razones de fuerza mayor, a última hora se excusó de participar en el acto el jurista Iván Velásquez Gómez, ex Procurador Regional de Antioquia y actual Magistrado Auxiliar de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, quien iba a presentar la ponencia “Independencia de la Justicia y Democracia”.

PorCarmen Posada González

Grupo de Trabajo Académico

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Por Eduardo Domínguez Gómez*

*Historiador de la Universidad de Antio-quia. Magíster en Historia de la Univer-sidad Nacional de Colombia. Profesor titular de la Universidad de Antioquia y director del Grupo de Investigaciones en Comunicación, Periodismo y Sociedad de la Facultad de Comunicaciones de dicha universidad. Miembro de la Aca-demia Antioqueña de Historia.

[email protected]

I. Combates por la contrahistoriaEste primer subtítulo obedece a varios pro-

pósitos. El primero tiene que ver con la circunstancia de escribir como historiador acerca de un tema que muchos colegas, siguiendo a ensayistas de la sociolo-gía, la economía, el periodismo o la publicidad, acep-tan sin mayores dificultades: que se han terminado las ideologías, que ya no hay razones válidas para resolver conflictos de intereses mediante las disputas antagóni-cas que lleven al uso de las armas, y, en consecuencia, todo uso de las armas contra poderes establecidos ya no es más que delincuencia irracional y organizada cu-yas acciones son simple terrorismo. Así las condiciones, escribir sobre la vigencia histórica de las ideologías se constituye en un homenaje a nuestros antecesores y grandes maestros de la rebeldía contra la historia ofi-cial, la tradicional, la que admira siempre a los órdenes establecidos; supresora de la libertad de imaginación y de pensamiento en aras de las verdades fijas, que a fuerza de repetirlas promueve los privilegios del Poder,

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entre ellos las mieles de la burocracia estatal y empre-sarial, o el juego de las temporadas diplomáticas como vicarios de gobiernos a los que ciertos historiadores se vuelven incondicionales.

Por supuesto que a muchos lectores ya el solo título les ha rescatado en la memoria los nombres de Ernst Bloch, y sobre todo el de Lucien Febvre, con su libro Combates por la historia. Sin embargo, he querido mo-dificar la denominación y usar Combates por la con-trahistoria porque la natural tendencia conservacionis-ta de los seres humanos -que siempre nos acompaña y actúa con nuestros impulsos innovadores- en el último cuarto del siglo XX empezó a volverse dominante entre muchos de sus discípulos. Y aquella Nueva historia, y su contribución a la apertura de dimensiones sociales y culturales que prometía más emancipaciones, cedió terreno a la restauración de formas adoratrices y de postración ante verdades enquistadas que hacen te-mer por la salud de una Democracia conversacional que tanto necesitamos en estos tiempos de globaliza-ción. Gracias a semejante involución, leemos a colegas que escriben en nombre de la equidad, la justicia y la verdad, confiados en fuentes oficiales, es decir, las ad-mitidas por sus patrocinadores, que hacen candorosas biografías de empresarios y mandatarios, perfiles de gobiernos y regímenes políticos, partidos, sindicatos u Organismos No Gubernamentales, más semejantes a los ángeles, a los santos en vida o a hermandades divinas que a personas de carne y hueso, cuyos com-portamientos evaluados desde otras fuentes dejan ver grandes distancias con respecto a la pulcritud y la honradez. No es este el momento para abundar en ejemplos, pero baste con pensar en los autores que en nuestro país están empecinados en demostrar que Co-lombia ha sido una sana república de aciertos sucesi-vos, siempre mejorando, haciendo lo único posible en sus condiciones de desarrollo, merecedora del excelso gobierno que tiene, para el cual la historia preparó el camino y no podía ser distinto. ¡El destino que se im-puso de nuevo!

El segundo propósito es rendir un homenaje a tantos intérpretes de nuestra historia que, a la manera de Jor-ge Zalamea en su Sueño de las escalinatas, convocan una gran audiencia para mirar en perspectiva, y con toda sinceridad identificar lo santo, lo perverso, lo ano-dino, admirable, detestable o simplemente curioso de las distintas actuaciones humanas. Siempre dispuestos a ver las múltiples caras de los hechos y problemas en estudio, con su trasfondo escéptico y existencial, pre-tenden narraciones menos idílicas pero más creíbles

por su cercanía a nuestra naturaleza telúrica y huma-na, siempre susceptible de mejorar, de empeorar o de quedarse como surge en el mundo. Algunos nombres bastan: Jacques Le Goff, Paul Ricoeur, Tzvetan Todo-rov, Hannah Arendt, Johan Huizinga, Joseph Fontana, Agnes Heller, Paul Veyne, Reinhart Koselleck y nuestro decano en Colombia, Jaime Jaramillo Uribe.

El tercer propósito consiste en incentivar y felicitar a quienes se obstinan en buscar el lado oscuro de la luna porque desde Demócrito, Diógenes Laercio, Aris-tipo de Cirene o Celso, nos enseñan a correr todos los riesgos, incluidos el ostracismo y la tergiversación, provenientes de los promotores eternos de verda-des canónicas en la política, la sociedad o la cien-cia. Investigaciones como las de Mijail Bajtin, Michel Foucault o Teodor Roszak, nos permiten entender que el tiempo es el mejor aliado para descubrir las verdades no admitidas, aquellas que se ocultan por las conveniencias del Estado o de los particulares, y que los ortodoxos ayudan a ocultar porque sus ambi-ciones personales no les permiten ver las evidencias de lo diferente. Tumbar estos mitos es lo que preten-den autores contemporáneos como Peter Schloterdijk y su Crítica de la razón cínica (2003); Michel Onfray y su Tratado de ateología (2006) que se constituye en preámbulo y trasfondo filosófico de su más reciente publicación: Las sabidurías de la antigüedad (2007) que promete contar la contrahistoria de la filosofía, en seis tomos; o el cyber-hippie R.U. Sirius, más co-nocido en la contienda electoral del año 2000 en los Estados Unidos, como Ken Goffman, con su obra La contracultura a través de los tiempos (2005).

El propósito último es contar que el Proyecto Ágora: Historia de las ideologías políticas está inspirado en la necesidad de entender la historia en sus múltiples ver-siones; como narraciones que combinan los enfoques ortodoxos y los heterodoxos; los positivistas, los nihi-listas o los cínicos (al mejor estilo de los sofistas con-temporáneos); los esperanzados y los escépticos; los creyentes, los apóstatas o los ateos; los románticos, los realistas o los indiferentes. Porque la historia es un concierto de escrituras e interpretaciones que no previene contra nada, no es maestra de nada ni evita repeticiones. Es, en cambio, una polifonía que nos puede servir de inspiración para incentivar nuestra creatividad a la hora de tomar decisiones, ya sea en nuestra cotidianidad, ya en las distintas duraciones del tiempo humano.

Estas expresiones diferentes las encontrarán los usuarios del Proyecto Ágora cuando lean, vean, escu-

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chen y estudien con cuidado las narraciones escritas o declaradas con paciencia, argumentos y fuentes de-mostrativas por todos los autores comprometidos en la obra. Encontrarán historias palpitantes, tan vivas como las acciones de los militantes ideológicos en su con-quista de prestigios y poderes, lo que demuestra con claridad cómo los tiempos del final de la Historia no serán posibles mientras seamos seres sujetos de nues-tras pasiones, de nuestras pulsiones, del lenguaje y, so-bre todo, de las opiniones de los demás.

II. Las ideologías: un ingrediente de la naturaleza humana

“…las ideologías permiten a las personas, como miembros de un grupo, organizar la multitud de creencias sociales acerca de lo que sucede, y ac-tuar en consecuencia. En la mayoría de los ca-sos, sirven a los intereses materiales y simbólicos del grupo. Por otra parte, también pueden influir en lo que se acepta como verdadero o falso, es-pecialmente cuando dichas creencias son con-sideradas importantes para el grupo. En pocas palabras, permiten a sus miembros formarse una percepción del mundo en general, con base en los argumentos específicos y explicaciones so-bre un orden social particular. Así, las ideologías como creencias operan tanto en la dimensión personal como en la dimensión global de la es-tructura social”. (Cubillos, 2006: 11-12)

La mejor garantía para el respeto a los demás, el reconocimiento mutuo y el ejercicio de la libre expre-sión, está constituida por el conocimiento que tenga-mos acerca de los contenidos ideológicos que están en el trasfondo de toda opinión entre los seres humanos.

Las ideologías, como sistemas de ideas que hacen parte de las estructuras mentales de los pueblos, han acompañado a los seres humanos desde que se cono-cen sus capacidades de razonamiento, de ensoñación e intención. Son imprescindibles y tienen la función de ayudar a orientar los pensamientos en la vida diaria y a tomar decisiones para la acción.

Cuando alguien decide apoyar o estar en contra de un proyecto político, moral, religioso o artístico, lo hace movido por unas convicciones que en su con-ciencia le dan respaldo para actuar en consecuencia. Conocer esos móviles, sus componentes básicos, su procedencia histórica, sus principales representantes en el mundo, y las transformaciones en el tiempo, nos permiten reconocernos como seres de pensamientos

cambiantes, siempre en reconstrucción, contradicto-rios y paradójicos, como es la condición humana.

Dos errores admitidos como verdadesDesde 1989, los sucesos vertiginosos en el mundo

comunista iniciaron el final de la guerra fría y alentaron ilusiones con respecto a la posibilidad de la finaliza-ción de las ideologías y sus enfrentamientos en el mun-do contemporáneo. Tal anhelo que parecía más una consigna, fue tratado de explicar por filósofos y ana-listas políticos. Los más célebres entre ellos: Fran-cis Fukuyama (1989), y Samuel Huntington (1997), en Estados Unidos, y Francois Lyotard (1992), en Francia. Desde distintos puntos de vista, el primero quiso revivir la tesis de “el fin de la historia” con su respectivo corolario: el fin de las ideologías; el segundo formuló “un choque de civilizaciones” y el tercero “la muerte de los metarrelatos”. Los tres co-incidieron, con distintos estilos literarios, en que la democracia, concebida a la manera del mundo oc-cidental, promovida, cuidada e impuesta en el orbe por los países capitalistas, con los Estados Unidos al frente, se erigía como la alternativa única y exclu-yente que dejaba sin piso cualquier otra opción.

Desde entonces se fortaleció en el mundo una concepción, heredada del siglo XIX, según la cual una ideología es una falsa representación, una distorsión del mundo real y una estrategia de engaño de los gru-pos dominantes para mantener un orden establecido. Una falsa conciencia que enajena a los individuos, les hace perder su personalidad, su libertad y su autenti-cidad en beneficio de la servidumbre, el gregarismo y el mantenimiento del estado de cosas. Tal concepción ha provocado dos conclusiones que los historiadores de las ideas, de la política y de las mentalidades no aceptamos como válidas:

1. Que se deben rechazar las ideologías porque son inconvenientes para la libertad humana.

2. Que la democracia no es una ideología sino un sistema político objetivo, producto del desarrollo his-tórico que impone a la humanidad la única forma de vida conveniente e inobjetable.

Ambas consecuencias, a su vez, generan concep-ciones y acciones que ponen en riesgo una gran can-tidad de principios políticos y de valores morales con-quistados en distintas partes del planeta durante los últimos tres siglos: pluralidad, diversidad, tolerancia, transacción, pactos. En cambio, aceptar esas dos con-clusiones ha hecho que el acento para defender la De-mocracia se esté poniendo más en las armas porque

Vigencia de las ideologías políticas

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no se encuentra razón válida para que sea objetada: si la historia evolucionó hacia la democracia, la fuerza habrá de mantenerla, parece ser la consigna contradic-toria de un nuevo fundamentalismo representado por el realismo político (http://www.inep.org).

Estamos ante la gran paradoja del milenio que co-mienza: la democracia carcomiéndose a sí misma por imposición del destino histórico; de sus entrañas sale la ponzoña que le clava el veneno de la intolerancia que sólo puede perpetuarse por la fuerza de las armas, no de los argumentos.

Tal paradoja no sólo es un contrasentido en el campo del conocimiento, es inconveniente desde el punto de vista político. Con propaganda que no se corresponde con la verdad histórica se abre paso la promoción del pensamiento unánime. Crea la ilusión de que el ser humano puede carecer de ideologías y que es posible el acuerdo total. Ya unas versiones similares fueron ensayadas entre 1920 y 1945 con el fascismo, el falangismo y el nazismo en Europa, y entre 1917 y 1989 con el comunismo en la Rusia Soviética y la “cortina de hierro”, y las democracias populares lideradas por la China, con los resultados desastrosos que todos conocemos.

Pensar que hoy la única triunfadora legítima es la democracia occidental y el único modo de vivir bien es el libre juego del mercado para productos, servicios y capitales, sumergidos en un proceso de industria cul-tural sin límites que produce símbolos para ser vendi-dos y se les valora sólo por ser consumidos, es una gran trampa que nos impide ampliar los horizontes y nos condena al papel de consumidores resignados y auto-

satisfechos. Urge buscar un antídoto para el mal: una prueba histórica de que el ser humano es un ser de ideologías. Que su vida en comunidades y sociedades no es posible sin sistemas de ideas que les permitan entender el mundo e intervenirlo, diseñar ritos, cere-monias, protocolos y pactos que congreguen, y disfru-tar de la naturaleza y la cultura sin estar aferrados a una sola manera de ver las cosas.

III. El equipaje mental, la noosferaAsí como el globo terráqueo configuró la atmós-

fera que hizo posible el surgimiento de la vida en el planeta, la especie humana creó la suya, en forma de ideologías, mentalidades, representaciones colectivas e imaginarios, que conocemos como atmósfera espiri-tual o noosfera, y que le permite a la especie humana crear mundos más allá de la naturaleza, como la filo-sofía, el deporte, las artes, el derecho, la religión, la política o las ciencias.

Y ésta es la gran diferencia con otras especies. Como ya lo han dicho muchos investigadores des-de la antropología, la epistemología, la historia y las ciencias naturales, no hay cultura sin ideologías (Bunge, 1989: 125).

A pesar de las polémicas entre investigadores sobre los componentes del mundo espiritual, no hay des-acuerdo acerca de que tiene dimensiones distintas y que sus modos de existencia se combinan. Por eso se habla de mentalidades, ideologías, representaciones colectivas e imaginarios.

Podemos decir que las mentalidades tienen que ver con los fundamentos profundos, por lo general provenientes de valores y principios promovidos mi-lenariamente desde los libros sagrados de las grandes civilizaciones. Hinduismo, budismo, confucianismo, judaísmo, islamismo, cristianismo, taoísmo o shin-toismo, todavía tienen presencia como nutrientes de iniciativas religiosas y políticas en todo el orbe1. Desde el siglo VI antes de nuestra era sirven de pun-tos de referencia para decidir acerca de lo bueno, lo malo, lo conveniente, lo presente y lo futuro. Im-pregnan la literatura, la política y las ciencias y hasta el modo de medir el tiempo y las distancia. Moral y fe, verdad, belleza, justicia y bondad, siguen entre los humanos como estrellas polares que guían sus decisiones y búsquedas2.

Las ideologías, en cambio, no son tan universales ni duraderas. Son sistemas de ideas socialmente construi-dos y compartidos en tiempos de mediana duración, al

…las ideologías permiten a las personas, como miembros de un

grupo, organizar la multitud de creencias sociales acerca de lo que

sucede, y actuar en consecuencia. En la mayoría de los casos,

sirven a los intereses materiales y simbólicos del grupo. Por otra parte, también pueden influir en

lo que se acepta como verdadero o falso, especialmente cuando

dichas creencias son consideradas importantes para el grupo.

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calor de los acontecimientos. Y se les llama ideologías políticas cuando se encargan de orientar la acción de los grupos sociales en torno a las decisiones e intereses con respecto a lo público: Estado, gobierno o régimen político; economía, entendimiento mutuo o conviven-cia. Se forman con base en las investigaciones –muchas veces de carácter científico- las opiniones y el debate público, liderado por organizaciones explícitamente creadas para tal fin o por personas que se destacan entre las demás por su capacidad de razonamiento, sindéresis y persuasión. Pero ningún ser humano esca-pa a ellas. Cuando trata de marginarse, ya su decisión es ideológica; escoge la indiferencia, convencido de que el destino se impone por sí mismo. Más adelante volveremos sobre la naturaleza de las ideologías.

Las representaciones colectivas son modos de ver, modos de captar las situaciones concretas de la vida cotidiana, que se forman en el diario vivir, a partir de todo tipo de acciones donde se use la palabra habla-da o escrita, o las imágenes audiovisuales y publicita-rias donde se pongan en circulación las fantasías, las verdades heredadas, los argumentos que anuncien cambios en las situaciones dadas, o donde las eva-luaciones de lo acontecido o por acontecer ameriten conclusiones que se grabarán en forma de dichos, aforismos, frases, refranes o sentencias, principios y valores que estarán presentes a la hora de hablar de moral, derecho, arte, religión o política.

Los imaginarios son creaciones fantásticas de las mentes individuales que pueden contagiarse a través de conversaciones, cuentos o narraciones literarias. Parten de lo circunstancial y cotidiano pero acompa-ñan a todas las personas en sus actividades creativas para explicar lo que les sucede a ellas o a la sociedad que las circunda (Baczko, 1991: 8).

La descripción de los componentes de la mente, del mundo espiritual, sirve para identificar la relación de autonomía y dependencia que las caracteriza, pero no puede asumirse literalmente en lo cotidiano. En nues-tro diario vivir, las mentalidades, las ideologías, las re-presentaciones y los imaginarios no se presentan claros y diferenciados. Se nos revuelven unos con otros y se modifican mutuamente. Y más todavía: nadie posee un solo tipo de cada componente; se combinan gracias al uso cada vez mayor de las tecnologías de la comunica-ción y de la información, a la integración geográfica del planeta, a la agilidad de las traducciones entre distintas lenguas y a la decisión de hacer valer el derecho a la libertad de expresión, creencias y prácticas.

Por eso se hace indispensable, en este mundo cul-tural cada vez enriquecido por la presencia de convic-ciones múltiples, el estudio del modo de existencia de las ideologías, sus procedencias y sus posibilidades de ayudarnos a entender por qué pensamos, valoramos, evaluamos o actuamos del modo en que lo hacemos. Éste es el propósito del Proyecto Ágora: historia de las ideologías políticas.

IV. Sentido contradictorio desde el comienzoTal como nos lo recuerda el profesor Jorge Antonio

Mejía en su ensayo acerca del Naturalismo del conoci-miento, con el término idea se ha perpetuado un equí-voco desde los griegos:

Idea quería decir originalmente algo visible y concreto, como la silueta de un amigo cuando se encuentra a contraluz, o un paisaje familiar que reconocemos, o la imagen de algo. Todo ello se aclara más cuando al consultar el origen de la pa-labra descubrimos que es un sustantivo que de-riva del verbo ver y por lo tanto es posible decir que el término idea equivale en la lengua corrien-te a visión o a vista (como algo que es visto).

[…]Pero el uso de la raíz de la cual proviene idea

generó variantes que son muy significativas. De la misma proviene también la palabra ídolo, que significa justamente lo contrario, no porque direc-tamente designe algo, sino porque se empleó con una connotación negativa, la misma de simulación, simulacro, imagen engañosa3. En la obra de Platón se distingue entre un significado de la palabra idea -el que proviene del término visión o imagen, lo visto, y llega a significar positivamente el modelo

Vigencia de las ideologías políticas

En nuestro diario vivir, las mentalidades, las ideologías,

las representaciones y los imaginarios no se presentan

claros y diferenciados. Se nos revuelven unos con otros y se modifican mutuamente. Y más

todavía: nadie posee un solo tipo de cada componente.

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universal de cada objeto, el arquetipo o modelo, que además está en un lugar especial, arriba en los cielos, o con la palabra griega en el hiperurano -más allá de la luna- y el que nos la presenta como visión que sirve para engañar a la mente, como el simu-lacro o el ídolo. El asunto es significativo porque de ese modo el mismo objeto, de un mismo acto, el ver, tiene dos significados con valores opuestos en-tre sí: la visión como acercamiento o aproximación a lo más real, la esencia de lo real, los arquetipos, en sentido positivo; y la visión como desviación del conocimiento de lo real, suplantación, engaño, si-mulacro, en sentido negativo.

Lo visto y lo simulado, lo real y lo inventado, son oposiciones presentes siempre que se hable de las ideas. Ambigüedad de significados que se proyectará en las palabras ideología e ideólogo:

Por eso, ideólogo significó efectivamente “teó-rico”, en sentido positivo, alguien que anticipa el futuro real con base en el procesamiento de sím-bolos. Y también significó, en sentido negativo, “soñador”, “palabrero”, “locuaz” como alguien que predice situaciones que no se producirán, porque se ha ensimismado con los símbolos y ellos lo alejan del mundo que pisan sus pies.

En el mundo de la filosofía, la palabra ‘ideo-logía’ sirvió para referirse al estudio de las ideas en su sentido de estudio de los pensamientos, y así lo emplearon los clásicos franceses de la ideología, que según algunos historiadores tu-vieron por lo menos tres generaciones entre mediados del siglo XVIII y fines del s. XIX. Sin duda el más importante de ellos fue Destutt de Tracy quien acuñó la palabra y la puso en cir-culación por medio de sus obras4. Pero no obs-tante el sentido positivo con el cual nació la pa-labra ideología, la palabra ideólogo parece que tuvo un sentido peyorativo desde su comienzo y fue utilizada por Napoleón para referirse a un grupo de intelectuales que inicialmente fueron sus partidarios pero luego le retiraron su apoyo. De Tracy utilizaba, para hablar del sentido posi-tivo, el término “ideologista”5.

Cuenta la Enciclopedia universal ilustrada europeo americana, de 1925, que en la historia de la filoso-fía de Francia se conoció como ideólogos a los conti-nuadores del empirismo de Locke y del sensualismo de Condillac; que se constituyó en movimiento con incidencia en la vida pública y el debate intelectual

entre 1789, año de la Revolución Francesa, y 1820, bajo la dirección de Destutt de Tracy, y se les señala-ba de estar equivocados en filosofía pero acertados en política. Cuando se apartaron del apoyo a Napoleón, la consideración cambió: se les calificaba de equivo-cados en filosofía y en política. El término empezó a verse como una burla y se desfiguró hasta ideologistas, algo así como unos sofistas de la modernidad naciente, cuyos argumentos no se tomaban en serio.

En esta corriente de desprestigio para las ideologías se inscribieron diferentes intérpretes a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Estimulados por la propuesta de Carlos Marx y Federico Engels que, inspirados en G. F. Hegel, postularon este término como un nuevo concep-to metodológico para analizar las polémicas acerca de los intereses políticos y sociales, y lo definieron como una falches bewustsein (“falsa conciencia”) que consis-tía en que todo discurrir que no tuviera como base el conocimiento científico no era más que la expresión de pensamientos o ideas que en forma consciente o inconsciente, oculta o explícita, simulada o sincera, mostraban realidades tergiversadas para defender el or-den establecido y perjudicar la toma de conciencia de quienes no tenían acceso a la educación ni al poder, es decir, los sectores populares, el proletariado y el campe-sinado. Otros autores como Nietzsche, Shopenhawer, Sorel, Gramsci, Shils o Georges Lukacs, argumentaron en dirección similar. Así se consagró la ilusión de que es posible un mundo basado en el mejor de los conoci-mientos, la ciencia, que puede subsistir prescindiendo de las ideologías. O lo que es igual: que el triunfo de la ciencia y el materialismo histórico permitirían la abo-lición de toda ideología. Fue la renovación ideológica conocida desde Descartes y F. Bacon: el cientifismo.

Pero los impactos de la primera guerra mundial contribuyeron a reorientar la reflexión acerca de la importancia de estudiar cómo las ideologías nacen, circulan y mueven a la acción. Uno de los autores que aportó nuevos enfoques y métodos fue Karl Manheim, particularmente en su obra Ideología y utopía (2004, la primera versión en español es de 1941), donde pro-pone identificar las convicciones, valores y principios de los seres humanos en relación con su trayecto-ria histórica, su situación social y sus anhelos. Con el subtítulo de Introducción a la sociología del conoci-miento, promovió una ciencia para el análisis de las condiciones sociales e históricas que hacen posible la emergencia de ideas o sistemas de ideas6.

En 1975, auxiliados por las teorías funcionalistas de la sociología, Edward Shills y Harry M. Johnson, en la

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Enciclopedia internacional de las ciencias sociales (Es-paña, Aguilar, tomo 5. p.598-615), develan la genealo-gía de significaciones que adquirió el término ideolo-gía desde el siglo XIX, hasta llegar a convertirse en uno de los tantos “modelos integradores de las creencias morales y cognitivas sobre el hombre, la sociedad y el universo”, junto con las concepciones del mundo o con los sistemas o corrientes de pensamiento (p. 598). Y sostienen los autores que tales modelos obedecen a la simplificación y deformación del conocimiento, provenientes de al menos cinco fuentes nutricias:

1. La tensión social que resulta de la insatisfacción producida por el modo en que funcionan algunos aspectos del sistema social como la distribución de oportunidades, recompensas, recursos o autoridad que inciden en la calidad de vida de las personas, en su estatus y su desempeño social. Y tal modo de operar puede provenir de las decisiones políticas in-ternas en los países o ser el resultado de las relaciones y compromisos internacionales.

2. Los intereses creados y ventajas en perspectiva. En íntima relación con el punto anterior, cualquier cambio que cree una sensación de deterioro en las ventajas que vienen legitimadas y protegidas por el ordenamiento establecido, aumentan la probabilidad de que grupos e individuos busquen defender sus in-tereses mediante argumentos no siempre correspon-dientes con el interés general ni los conocimientos científicos que prueben su validez.

3. Amargura por los cambios sociales producidos. Cuando se ha producido un cambio en el sistema so-cial, lo ha hecho venciendo diferentes grados de opo-sición. Frente a las explicaciones de los triunfadores seguirán expresándose las voces de grupos o personas que identifican estos cambios como pérdidas de rique-zas, autoridad, ingresos o prestigio.

4. Perspectiva social limitada, es decir, las dificul-tades que toda persona, grupo u organización tienen para captar lo que sucede en el conjunto de la so-ciedad, dado que “sólo pueden ocupar un número limitado de posiciones sociales” y eso les impide tener conocimientos de primera mano acerca del impacto real de las distintas medidas que se toman en los dife-rentes niveles.

5. Persistencia de tradiciones de pensamiento anti-cuadas que pueden provenir de los sistemas filosófi-cos, las convicciones religiosas, las fantasías literarias o los conocimientos científicos no actualizados. Tal anacronismo puede conducir a los individuos a con-

vicciones contrapuestas a sus propios intereses, con tal de sentir que entonan, se integran y se solidarizan para emprender actividades que busquen el retorno al pa-sado, la preservación de lo establecido, la promoción de un cambio reformista o de una revolución.

En consecuencia, los autores identifican cuatro tipos de ideologías que se perfilan más por sus comporta-mientos ante el acontecer social que por los principios y valores que predican: las conservadoras, defensoras de la tradición y el estado de cosas; las reformistas, partidarias de los cambios paulatinos y sectoriales; las revolucionarias, promotoras de los cambios rápidos sobre el conjunto de instituciones sociales, y, de ser necesario, aplicando la violencia; las contraideológicas que justifican los comportamientos de quienes no se atienen a las normas sociales, acusando de hipócritas a quienes los señalan de falta de compromiso con la sociedad y respeto a los vínculos sociales.

Así quedó planeado el debate entre los partidarios de seguir entendiendo las ideologías como falsa con-ciencia y los que argumentan con base en la socio-logía del conocimiento y las condiciones culturales. En la primera corriente se unieron, curiosamente, los seguidores de la tradición científica positivista, parti-cularmente fuerte en las llamadas ciencias duras por creerlas exactas y naturales, herederas de Descartes con su “verdad clara y distinta” y F. Bacon y sus Ido-la, y la izquierda revolucionaria, partidaria de seguir los ejemplos de la Revolución Bolchevique en Rusia, la Revolución Popular en China y las vías del foco guerrillero de Vietnam y Cuba. En la segunda, las co-rrientes culturológicas emergentes, seguidoras de las nuevas ciencias sociales y humanas, alimentadas por las nuevas teorías de sistemas, del pensamiento com-plejo y de las ciencias que revisaron sus teoremas a partir de la física cuántica.

Un nuevo hecho conmovedor avivó la esperanza del fin de las ideologías. El reconocimiento del fraca-so de la experiencia comunista, que se expresó en la caída del Muro de Berlín, provocó una explosión de júbilo entre los defensores de la Democracia hasta el punto de proclamar con emoción que, por fin, llegaba el cese de las ideologías.

El escrito que más fama alcanzó en los medios masi-vos y en las academias fue el de Francis Fukuyama: ¿El fin de la historia? (1989) con argumentos retomados de Hegel quien confiaba en que el estado moderno sería la síntesis que resolvería toda contradicción:

Hegel fue el primer filósofo que utilizó el

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lenguaje de la ciencia social moderna, en tanto creía que el hombre era producto de su entorno histórico y social concreto, y no, como anterio-res teóricos del derecho natural habrían soste-nido, un conjunto de atributos “naturales” más o menos fijos. El dominio y la transformación del entorno natural del hombre a través de la aplicación de la ciencia y la tecnología no fue un concepto originalmente marxista, sino hege-liano. A diferencia de historicistas posteriores, cuyo relativismo histórico degeneró en un relati-vismo a secas, Hegel pensaba, sin embargo, que la historia culminaba en un momento absoluto, en el que triunfaba la forma definitiva, racional, de la sociedad y del Estado.

Para sustentar su respaldo a las tesis de Hegel, Fuku-yama se apoyó en las obras de quienes en Francia y Estados Unidos renovaron el estudio acerca del pensa-miento de aquel filósofo:

Entre estos modernos intérpretes franceses de Hegel, ciertamente el principal fue Alexan-dre Kojève, brillante emigrado ruso que diri-gió, en la Ecole Practique des Hautes Eludes de París en la década de los 30, una serie de seminarios que tuvieron gran influencia7.Si bien era prácticamente desconocido en los Estados Unidos, Kojève tuvo un importante

impacto en la vida intelectual del continente. Entre sus estudiantes hubo futuras luminarias como Jean-Paul Sartre, en la izquierda, y Ray-mond Aron, en la derecha; el existencialismo de posguerra tomó muchas de sus categorías básicas de Hegel, a través de Kojève.

En la tercera parte de su artículo, Fukuyama afir-ma que los dos grandes desafíos al pensamiento libe-ral moderno fueron el fascismo (lo usa como genérico para definir las tendencias nacionalistas radicales y violentas de Alemania, Italia, España y Japón, con sus respectivos seguidores por el mundo) y el comunismo de vertientes marxista, leninista o maoísta. Pero que las derrotas propiciadas por las dos guerras mundiales dejaron un solo triunfador:

Como Kojève (entre otros) señalara, el igua-litarismo de la Norteamérica moderna repre-senta el logro esencial de la sociedad sin clases vislumbrada por Marx. Esto no quiere decir que no haya ricos y pobres en los Estados Unidos, o que la brecha entre ellos no haya aumentado en los últimos años. Pero las causas básicas de la desigualdad económica no conciernen tanto a la estructura legal y social subyacente a nuestra sociedad -la cual continúa siendo fundamental-mente igualitaria y moderadamente redistribu-tiva-, como a las características culturales y so-ciales de los grupos que la conforman, que son, a su vez, el legado histórico de las condiciones premodemas. Así, la pobreza de los negros en Estados Unidos no es un producto inherente del liberalismo, sino más bien la “herencia de la esclavitud y el racismo” que perduró por mu-cho tiempo después de la abolición formal de la esclavitud.

Y sostiene que para 1989, año en que publicó su escrito, ya el liberalismo (económico y político) sólo enfrentaba dos grandes desafíos que no alcan-zarían a destruirlo: los movimientos religiosos y los nacionalismos. El triunfo de un mundo homogéneo, aferrado de nuevo al libre mercado y a una forma política de Estado mínimo era una realidad. Sobre todo, con el liderazgo de Inglaterra y Estados Unidos promoviendo la globalización. El fin de la historia se abría paso. Y concluyó el autor:

El fin de la historia será un momento muy tris-te. La lucha por el reconocimiento, la voluntad de arriesgar la propia vida por una meta puramente abstracta, la lucha ideológica a escala mundial

los autores identifican cuatro tipos de ideologías que se perfilan más por sus

comportamientos ante el acontecer social que por los principios y valores

que predican: las conservadoras, defensoras de la tradición y el estado de cosas; las reformistas, partidarias

de los cambios paulatinos y sectoriales; las revolucionarias, promotoras de

los cambios rápidos sobre el conjunto de instituciones sociales, y, de ser

necesario, aplicando la violencia; las contraideológicas que justifican los comportamientos de quienes no se

atienen a las normas sociales, acusando de hipócritas a quienes los señalan de falta de compromiso con la sociedad y

respeto a los vínculos sociales.

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que exigía audacia, coraje, imaginación e idealis-mo, será reemplazada por el cálculo económico, la interminable resolución de problemas técni-cos, la preocupación por el medio ambiente, y la satisfacción de las sofisticadas demandas de los consumidores. En el período poshistórico no ha-brá arte ni filosofía, sólo la perpetua conservación del museo de la historia humana. Lo que siento dentro de mí, y que veo en otros alrededor mío, es una fuerte nostalgia de la época en que existía la historia. Dicha nostalgia, en verdad, va a seguir alentando por algún tiempo la competencia y el conflicto, aun en el mundo poshistórico. Aunque reconozco su inevitabilidad, tengo los sentimien-tos más ambivalentes por la civilización que se ha creado en Europa a partir de 1945, con sus descendientes8 en el Atlántico Norte y en Asia. Tal vez esta misma perspectiva de siglos de abu-rrimiento al final de la historia servirá para que la historia nuevamente se ponga en marcha.

Casi veinte años después, a pesar de las co-rrientes de integración mundial de los mercados y de la aceptación de los argumentos democrá-ticos por quienes defienden los regímenes polí-ticos y quienes buscan conquistarlos en diferen-tes países del mundo, las ideologías no sólo no desaparecieron sino que siguen alimentando sus argumentaciones, actitudes y movilizaciones en todo el planeta. Así lo reconoce el mismo autor en el artículo “La hegemonía autodestructiva de los EstadosUnidos” (2007), donde se pregunta: “¿Por qué el país más poderoso del planeta no logra dar seguridad a una nación pequeña como Irak, luego de tres años de ocupación?”.

V. Los tratamientos recientes A pesar de que por más de veinticinco siglos existen

propuestas de una paz perpetua basada en la reconci-liación humana, en la justicia y la igualdad, los conflic-tos no cesan; y las formas de justificarlos, condenarlos, reprimirlos o ignorarlos siguen llenándose de argu-mentos. Esto ha llevado a una creciente ratificación de la necesidad de entender los motivos y las doctrinas que están en juego. Para tratar de lograr esta compren-sión han aumentado los estudios recientes acerca de las ideologías, entre los cuales mencionaremos cuatro contribuciones: dos desde la filosofía (Eagleton, 1997 & Capdevilla, 2004), otra desde las ciencias políticas (Macridis & Hulliung, 1998) y otra desde la lingüística (T. van Dijk, 2000).

Siguiendo la pista a las definiciones más conocidas acerca del concepto de ideología, Eagleton identifica por lo menos diez y seis versiones:

1. El proceso de producción de significados, signos y valores en la vida cotidiana.

2. Conjunto de ideas característico de un grupo o clase social.

3. Ideas que permiten legitimar un poder político dominante.

4. Ideas falsas que contribuyen a legitimar un poder político dominante.

5. Comunicación sistemáticamente deformada.6. Aquello que facilita una toma de posición ante

un tema.7. Tipos de pensamiento motivados por intereses

sociales.8. Pensamiento de la identidad.9. Ilusión socialmente necesaria.10. Unión de discurso y poder.11. Medio por el que los agentes sociales dan senti-

do a su mundo, de manera consciente.12. Conjunto de creencias orientadas a la acción.13. Confusión de la realidad fenoménica y lin-

güística.14. Cierre semiótico.15. Medio indispensable en el que las personas

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Muchas veces las ideologías encarnan la crítica social. El examen

crítico de las creencias sociales y políticas ha desempeñado un

importante papel en el desarrollo de nuevas ideologías y en el

rechazo de otras. Muchas creencias han sucumbido ante él, siendo

reemplazadas por alguna distinta. Institu ciones como la esclavitud, la

propiedad, la monarquía hereditaria, la cen tralización burocrática, etc.,

se han cuestionado de manera crítica y, en consecuencia,

abandonado o restringido (p. 25).

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expresan en su vida sus relaciones en una estruc-tura social.

16. Proceso por el cual la vida social se convierte en una realidad natural.

Semejante listado prueba la dispersión conceptual y la ausencia de estudios que vayan más allá de las propuestas que en su momento hizo Karl Mannheim, cuya consistencia todavía no ha sido superada. Sin embargo, la iniciativa de Eagleton con sólidas tesis acerca de la equivocación de quienes sostienen que la condición posmoderna consiste en que no hubo ni habrá ideologías, entusiasmó de nuevo a los académi-cos para enfrentar de modo sistemático el estudio de las ideologías y hacer nuevas contribuciones.

Otro autor, Néstor Capdevilla, en su libro El Con-cepto de Ideología (2004)9, hace el análisis de su uso interdisciplinario y en la introducción presenta a gran cantidad de autores con sus obras para facilitar la puesta en ejercicio de esta metodología: filosofía, sociología, historia, psicoanálisis, psicosociología, lingüística, teología, mitología, economía, derecho, política. En sendas notas de pié de página desplie-ga las respectivas referencias bibliográficas. Su estu-dio se centra en la observación del carácter cultural y epistemológico de las ideologías para admitir que uno de los principales problemas para hacer una cla-ra definición es el uso de tantas significaciones que se toman como válidas en diversos lugares. Con postura claramente filosófica, acepta este problema como el reto que valida seguir estudiándolo:

La voluntad reiterada de criticar una idea que no es seguro que se pueda evitar despierta la suspicacia. Hasta ahora, la polisemia era inter-pretada como una debilidad teórica que debe-ría incitarnos a pensar más allá de la ideología. Pero la dificultad para organizar un discurso coherente sobre la ideología, puede interpre-tarse de otro modo. La ideología podría ser la figura moderna del “sofista de las múltiples ca-ras” perseguido por Platón. Según Étienne Ba-libar, las aporías de la ideología no son las de un pseudo-concepto. Son más bien el índice de de la di-ficultad (sic) de los problemas que la ideología le plantea a la filosofía. En lugar de justificar el rechazo del concepto, estas incohe-rencias aparentes deberían incitarnos a pensar más acá de las oposiciones clásicas de la teoría y de la práctica, del dogmatismo cientifista y del relativismo antropológico e historicista.

En su obra busca dar respuesta al desafío, a través de cuatro grandes cuestionamientos centrales: la con-cepción totalizante y la selectiva de la ideología; su re-lación con la modernidad; sus vínculos con el mundo simbólico, particularmente con la religión; y la dimen-sión epistemológica.

Pero dos autores renovaron el concepto desde el análisis político: Roy Macridis y Mark Hulliung, en su obra Las ideologías contemporáneas. Con lenguaje sen-cillo y claro comprometen a los analistas en la tarea de ir hasta el fondo para detectar por qué las ideologías siguen vigentes, permiten a la población organizarse y disponer todos los elementos para una acción exitosa.

En sus propias palabras: Las nociones sobre la naturaleza humana, la

verdad, la autoridad po lítica, la libertad, la pro-piedad e igualdad, y la producción y distribución de bienes y servicios que hemos ido esbozando están presentes en todas las ideologías […]. Son los componentes bási cos principales de todas las ideologías y movimientos contemporáneos. Los hombres y las mujeres se organizan tras sus res-pectivas visiones de un mundo justo y mejor, o se atrincheran para defender sus propias ideas de la justicia. La filosofía política nos ofrece a todos una oportuni dad de contemplar estas nociones de forma imparcial y objetiva; las ideologías y movimientos políticos a menudo las transforman en un grito de guerra (p. 21).

Llaman la atención sobre otra función de las ideo-logías: la promoción de la crítica y la búsqueda de ór-denes nuevos. Desde que las opiniones individuales y colectivas tengan la posibilidad de interactuar, las ideologías serán sus principales referencias para eva-luar el apoyo que merezcan:

Muchas veces las ideologías encarnan la crítica social. El examen crítico de las creencias sociales y políticas ha desempeñado un importante papel en el desarrollo de nuevas ideologías y en el rechazo de otras. Muchas creencias han sucumbido ante él, siendo reemplazadas por alguna distinta. Institu-ciones como la esclavitud, la propiedad, la monar-quía hereditaria, la cen tralización burocrática, etc., se han cuestionado de manera crítica y, en conse-cuencia, abandonado o restringido (p. 25).

Coincidiendo con Edward Shills y Harry M. Johnson, clasifican las ideologías en conservadoras, reformistas y revolucionarias, pero dejan por fuera las contraideo-logías, convencidos de que no representan mucha im-

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portancia en la lucha política contemporánea, a pesar de la abundancia de agrupamientos juveniles (“tribus urbanas”) marginados del debate y que ofrecen sus “movimientos culturales” como alternativa.

Como el título anuncia, esta obra examina las prin-cipales ideologías políticas que tuvieron impacto en el siglo XX, ya por herencia del siglo anterior, ya por el crecimiento de problemas poco desarrollados antes de las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX: los derechos de la mujer plantearon nuevas tesis acerca del feminismo; el resquebrajamiento de la hegemonía católica en América Latina abrió paso a la teología de la liberación; y, finalmente, las presiones de los proble-mas ambientales requirieron nuevas teorías y nuevas actitudes que derivaron en los ambientalismos o lo que genéricamente se conoce como ecologismo.

Finalmente, tenemos la propuesta de Teun van Dijk, quien ofrece un análisis de las relaciones entre ideo-logía y formas discursivas. Punto indispensable para captar la dinámica cotidiana de la construcción ideo-lógica. La obra deja claros los modos de configuración, circulación y jerarquización de las ideologías a partir de los elementos cognitivos, sociales y discursivos que en la vida cotidiana se dan cita:

[…] mi contribución se concentrará en las estructuras y estrategias del discurso, en la cognición social y en sus relaciones mutuas, así como en la inserción social de las mismas y, en menor grado, en la estructura (de clase) social, o en aquellas dimensiones instituciona-les, culturales y políticas de la ideología que han recibido mayor atención en trabajos ante-riores (Dijk, 2000: 20)

La propuesta de Van Dijk nos acerca a un aspec-to poco explorado por los analistas: el modo en que se configuran las ideologías y circulan socialmente. El discurrir de las personas en su vida cotidiana por con-versaciones, argumentos, demostraciones, pruebas, defensas o detracciones que plasman en distintos me-dios de comunicación (ya interpersonales, ya masivos) y se articulan alrededor de puntos de vista que pueden ser identificados al desentrañarlos en los distintos pro-ductos mediáticos como el cine, la televisión, la radio, la prensa o los medios publicitarios. Sin duda, abre un campo hasta hace poco reservado a los especialistas de la lingüística, la semiótica y los estudios literarios. Con un valor agregado: hace el esfuerzo de hacerse entender por cualquier lector que tenga una mediana formación en aspectos de la cultura y del lenguaje.

VI. Esta obraEntre las debilidades notorias en el debate acerca

de la existencia o no de las ideologías, de su impacto y modo de hacer presencia en las sociedades, está la baja producción de investigaciones históricas. Es decir, el estudio de los modos de existencia de las ideolo-gías en los diferentes lugares y en los distintos tiempos; sus expresiones; los fervores y odios que provocan; los emblemas y acciones a que dan lugar, y los ropajes con que se presentan y se autojustifican.

Examinando las fuentes disponibles en Internet, en bibliotecas, fonotecas o videotecas, para que los jóve-nes matriculados en los últimos años de bachillerato, las personas que acceden a la vida universitaria o sim-plemente los ciudadanos interesados pero no especia-lizados en estos temas políticos se ilustren y participen de las opiniones con conocimiento de causa, se nota de inmediato la carencia de obras de divulgación con respaldo erudito que abarquen diferentes períodos de la humanidad. Queriendo ofrecer una pequeña cuota a este enorme vacío, hemos diseñado y desarrollado el Proyecto Ágora: historia de las ideologías políticas. Y esa es la razón de su cronología tan ambiciosa que va desde pensamientos de la antigüedad greco - romana, pasan por los grandes ciclos de la edad media, la mo-derna hasta la contemporánea.

Presentamos treinta y ocho trabajos de re-construc-ción histórica con diferentes niveles de desarrollo y en-foques. El reto central es hacer una multimedia (libro, serie para televisión, serie para radio, y un CD-Room) que una las tres versiones a través de hipervínculos y permita al usuario navegar por el ciberespacio en bus-ca de mayor información.

Advertimos a los especialistas que probablemente no encontrarán aquí la expansión de las fronteras de sus conocimientos históricos, en cambio tendrán a la mano un conjunto de instrumentos pedagógicos cuya meta no es plantear “la verdad histórica definitiva” sino crear condiciones para que las personas que sien-tan la necesidad de iniciarse en estos conocimientos se doten de fuentes y estrategias para el análisis que les permitan estudiar con suficiente confianza.

Porque algo queda claro de este debate mundial so-bre las ideologías: por ser formas discursivas simplifica-doras e inexactas que invitan a tomar decisiones entre distintas visiones con respecto a los destinos del ser humano, la mejor vía para tratarlas no es su descono-cimiento, su negación o persecución, sino administrar su existencia haciendo uso de la imaginación, la crítica

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constante y la investigación científica, también aplica-ble en el campo de las ideas.

Damos nuestro agradecimiento a todas las entidades que se comprometieron sin vacilar en este proyecto. Em-pezamos por nuestros gestores: el consejo académico y la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, con su decano el Dr. Édison Neira Palacio; al centro de investigaciones y extensión y los colegas del Grupo de investigaciones en comunicación, periodismo y sociedad, de la misma facultad; al Canal U, cuyo consejo de dirección respaldó en todo momento a la directora ejecutiva Lucrecia Piedrahita, para convertir en realidad esta iniciativa pedagógica. Seguimos con nuestros colabo-radores inmediatos: los autores que invirtieron su tiempo con esmero para cumplir la invitación a sistematizar y di-vulgar sus conocimientos; a la directora de producción del Proyecto Ágora, la comunicadora Adriana Bernal G. cuya tenacidad y empeño hicieron que el cronograma se cumpliera sin deterioro de la calidad que obliga semejan-te empresa; a los realizadores y demás profesionales que estuvieron al frente de cada producto: el libro, las series de televisión y radio y el CD-Room. Y, en fin de cuentas, a todas las organizaciones académicas y empresariales que desde el principio estuvieron atentas a que esta pro-puesta pedagógica no fracasara.

Este concierto de voluntades comprobó una vez más que tenemos las condiciones necesarias para que los medios de comunicación sigan haciendo cultura, sin dejar llevarse por las veleidades de lo fácil, lo livia-no y lo distractor.

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Zizec, S. (2002). ¿Quién dijo Totalitarismo? España: Pre-Textos.

Notas

1 En su escrito “El nacimiento de las religiones superiores”, primera parte del libro El historiador y las religiones, Arnold Toynbee (1958) lanzó su tesis acerca de la importancia de las religiones para el paso del pensamiento ensimismado, auto-referido, autosuficiente o “yoico” al pensamiento social, colectivo y solidario; igualmente, propuso una polémica cla-sificación entre religiones superiores e inferiores; finalmente, demostró el paso de las religiones y su misión espiritual a quehaceres terrenales, cambio que hoy observamos como la vía directa para su conversión en ideologías políticas.

2 El concepto de mentalidad ha provocado un gran debate, y tal vez a ello se deben los millares de registros electrónicos que se encuentran en la web y los montones de libros que siguen produciéndose al respecto. Para conocer más de la polémica cuyos gestores principales fueron Levy Brüll, G.E.R LLoyd y Paul Ricoeur, ver la Introducción al informe de in-vestigación Software para analizar el tratamiento periodísti-co de la información (SATPI), del Grupo de Investigaciones en Comunicación, Periodismo y Sociedad, en: http://www.comunicaciones.udea.edu.co/grupodeinvestigacion.

3 Esta concepción le permitió a Francis Bacon afirmar -en su obra Novum Organon, publicada a principios del siglo XVII en defensa del nuevo conocimiento científico- la existencia de cuatro grandes idola que lo ponían en peligro: “tenden-cias del intelecto humano que dan lugar a los errores y a los prejuicios, y que ocultan, por tanto, el verdadero saber, de igual manera a como los ídolos entorpecen la visión del verdadero Dios”. El autor los clasifica en cuatro tipos: Idola Tribus, que “tienen su fundamento en la misma naturaleza del hombre, y en la tribu o el género humano. Se afirma erró-neamente que el sentido humano es la medida de todas las cosas; muy al contrario, todas las percepciones, tanto de los sentidos como del espíritu tienen más relación con nosotros que con la naturaleza. El entendimiento humano es con res-pecto a las cosas, como un espejo infiel, que, recibiendo sus rayos, mezcla su propia naturaleza con la de ellos y de esta suerte los desvía y corrompe”. Idola Specus, o de la caverna, que “tienen su fundamento en la naturaleza de cada perso-na; pues todo hombre, independientemente de los errores comunes a todo el género humano, lleva en sí cierta caverna en que la luz de la naturaleza se quiebra y es corrompida, sea a causa de disposiciones naturales de cada uno, sea en virtud de la educación y del trato con los otros hombres, sea a consecuencias de las lecturas y de la autoridad de aquellos a quienes cada uno reverencia y admira, ya sea en razón de la diferencia de las impresiones, según que hieran un espíritu prevenido y agitado, o un espíritu apacible y tranquilo y en otras circunstancias; de suerte que el espíritu humano, tal como está dispuesto en cada uno de los hombres, es cosa en extremo variable, llena de agitaciones y casi gobernada por el azar. De ahí esta frase tan exacta de Heráclito: que los hombres buscan la ciencia en sus particulares y pequeñas esferas, y no en la gran esfera universal”. Idola Forum, “que provienen de la reunión y de la sociedad de los hombres”. Los hombres se comunican entre sí por el lenguaje; pero el sentido de las palabras se regula por el concepto del vulgo. He ahí por qué la inteligencia, a la que deplorablemente se impone una lengua mal constituida, se siente importunada

de extraña manera. Las definiciones y explicaciones de que los sabios acostumbran proveerse y armarse anticipadamente en muchos asuntos, no les liberan por ello de esa tiranía. Pero las palabras hacen violencia al espíritu y lo turban todo, y los hombres se ven lanzados por las palabras a controversias e imaginaciones innumerables y vanas. Idola Theatri, “induci-dos en el espíritu por los diversos sistemas de los filósofos y los malos métodos de demostración; llamámosles ídolos del teatro, porque cuantas filosofías hay inventadas y acredita-das hasta la fecha, son, según nosotros, otras tantas piezas creadas y representadas que contiene cada una un mundo imaginario y teatral. No hablamos sólo de los sistemas actual-mente extendidos, y de las antiguas sectas de filosofía; pues se puede imaginar y componer muchas otras piezas de ese género, y errores completamente diferentes tienen causas casi semejantes. Tampoco queremos hablar aquí sólo de los sistemas de filosofía universal, también de los principios y de los axiomas de las diversas ciencias a los que la tradición, una fe ciega y la irreflexión, han dado toda la autoridad” (Traduc-ción del latín al Francés: Lorquet. Traducción del Francés al Castellano: Cristóbal Litrán. Aforismos 41, 42, 43, 44. Espa-ña: Sarpe, 1984. p. 40- 42).

4 Tracy, Destutt de. Mémoire sur la faculté de pense. París: Instituto de Francia, Vol 1, 1796 - 98

______________ Project d´Eléments d´Idéologie, París, 1801

5 Ver: El naturalismo del conocimiento, en este mismo libro.

6 Un ilustrado examen de las condiciones históricas y socia-les en que Mannheim escribió su obra, nos la proporciona el filósofo Juan Guillermo Gómez, en su conferencia “Ob-servaciones marginales a la sociología de la cultura de Karl Mannheim” (inédita). De Gómez publicamos en esta obra un ensayo sobre el anarquismo.

7 La obra más conocida de Kojève es su Introduction a la Lecture de Hegel (París: Ediciones Gallimard, 1947), que contiene las conferencias dictadas en la Ecole Practique en los años 30. Este libro está disponible en inglés con el título Introduction lo the Reading of Hegel; compilado por Ray-mond Queneau, editado por Alian Bloom, y traducido por James Nichols (New York: Basic Books, 1989).

8 En este escrito, Fukuyama sostiene que no previó en su artículo sobre el fin de la historia cómo los errores de Esta-dos Unidos harían crecer el sentimiento antiestadounidense como una de las líneas divisorias de la política global. Y for-mula cuatro grandes yerros: la expansión de la política de “prevención” resultante de los ataques del 2001; no calcular la reacción del mundo ante el ejercicio de Estados Unidos de su poder hegemónico cuya falta de reciprocidad la volvió re-pelente hasta para sus propios aliados; la interpretación equi-vocada de Israel y Estados Unidos acerca de los desafíos que enfrentan; por último, no sólo la carencia de una estrategia o de una doctrina convincente por parte de la administración Bush, sino también su simple competencia (“La hegemonía autodestructiva de los Estados Unidos”, en: El Tiempo, Bogo-tá, 4 de noviembre de 2007. p. 1-22).

9 Con idéntico título circuló en 1985 la primera edición de un ensayo de Luis Villoro en la editorial Fondo de Cultura Económica que lanzó su segunda edición en el 2007. Entre los aportes sociológicos muy interesantes del autor está su reiteración acerca de que las ideologías no existen sólo para afianzar el poder político, ni se generan solamente desde esas esferas. También las hay para desafiarlo, derrumbarlo o cambiarlo. Todos los órdenes son ideológicos porque todo ordenamiento social obedece a convicciones con respecto a lo oportuno, lo adecuado, lo conveniente y lo plausible.

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Allí donde muere un hombre a manos de otro, allí donde muere un ser humano por la vo-luntad o la negligencia de otros, donde los podero-sos cierran sus ojos ante el destino de los humildes, donde los humildes cierran sus ojos ante el destino de los poderosos, donde maneras distintas de pensar no pueden convivir; allí donde para que unos vivan se necesita que otros mueran, allí no hay una patria. Queremos una patria. Necesitamos una patria. Una patria marcada por el amor a lo propio y no por el odio a lo ajeno. Una patria generosa y humana, don-de el primer mandamiento sea la dignidad de cada uno y de todos. Porque no es la pobreza lo que más

Una patria

Por William Ospina

William Ospina. Escritor y poeta

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Corporación Viva la Ciudadanía.

www.vivalaciudadania.org

humilla sino la falta de un lugar en la memoria, la fal-ta de un lugar en el proyecto histórico, la falta de un lugar en la mitología de la nación. No creemos que se pueda rechazar unos crímenes sin rechazar otros. Rechazamos todas las prácticas que profanen la dig-nidad humana, el asesinato, la masacre, el secues-tro, el robo de tierras, la desaparición forzada, y por encima de todo la anulación de las posibilidades de millones de personas por la codicia de unos cuantos. El hecho de que esta marcha esté orientada a rechazar las masacres, el inmenso despojo de tierras y el des-plazamiento causado por los paramilitares, no significa que no rechacemos con igual indignación el secuestro y el asesinato obrados por las guerrillas, lo mismo que la corrupción y los crímenes de Estado. Que todo el que haya cometido crímenes contra nuestro país pague por ellos, se someta a la ley y proceda a la reparación, incluido, por supuesto, todo aquel que desde el Estado haya violado la ley, ya que el Estado debe ser el prime-ro en sujetarse a la ley y responder ante la sociedad. Necesitamos una patria, queremos una patria en la que quepamos todos, porque, como decía el maestro Estanislao Zuleta: el crimen es falta de patria para la acción, la perversidad es falta de patria para el deseo, la locura es falta de patria para la imaginación.

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Nada más comprensible que la preocu-pación que hoy existe en el país en torno al ejercicio de la comunicación en las entidades públicas y estatales.

En el caso de las universidades públicas, la comuni-cación es un tema recurrente, y lo ha sido siempre. No sólo ahora en la era de la saturación informativa y de la irónicamente llamada sociedad del conocimiento, sino en aquellas lejanas épocas cuyas características hoy parecen asunto del pasado, pero que, mirando las cosas con detenimiento, hay que concluir que de algu-na forma ese pasado sigue siendo presente y amenaza con reinar en el futuro.

Un retrato, extremo por supuesto, pero fiel, de aquel pasado inconcluso, lo encontramos en las me-morias del cronista Alfonso Castro, graduado de mé-dico en 1903, justo en el año en que la Universidad de Antioquia cumplía el primer siglo de labores. Allí se lee: “Malos tiempos corrían para la Universidad de An-tioquia a fines del siglo pasado… Reinaba el concepto de que el estudiante, por razón de sus pocos años, e inexperiencia, era una especie de reo a quien debía mantenerse encadenado de cuerpo y de conciencia… No se permitía la lectura de periódicos, a pesar de ser

Comunicación pública

Por Alberto González Mascarozf*

* Jefe del Departamento de Informa-ción y Prensa de la Universidad de Antioquia. Editor del Periódico ALMA MATER y de las revistas DEBATES y UNIVERSIDAD-EMPRESA-ESTADO.

Texto de la conferencia ofrecida en el Seminario: El ejercicio de la comuni-cación, la planeación y la gerencia de las comunicaciones en las universida-des públicas, realizado en Medellín el 11 y 12 de diciembre de 2007, con el auspicio del Ministerio de Educación Nacional y la Asociación Colombiana de Universidades –ASCUN–.

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escritos por los áulicos del régimen, ni mucho menos la de libros, fuera de los textos aburridos y estúpidos la mayor parte de ellos”.

La descripción del cronista es consecuencia de los es-tragos nefastos que causó en el alma universitaria el “Plan de Estudios de la Universidad de Antioquia” expedido en 1888 por el gobernador Marceliano Vélez, el primer alum-no con título de egresado de la Facultad de Derecho.

En aquel Plan de Estudios, además de prohibírse-le terminantemente a los alumnos “censurar los actos de los funcionarios públicos y las providencias y reso-luciones que se dicten por los superiores de la Uni-versidad”, se implantó la censura para los artículos de opinión, se decretó la expulsión de por vida para “el alumno responsable de intentar o realizar cualquier acto de insubordinación…”, lo mismo que para quie-nes, a juicio del rector, perjudicaran el “buen nombre de la Universidad por mala conducta o por cualquier hecho escandaloso o inmoral que haya sido ejecuta-do dentro o fuera del Establecimiento, o porque se le descubra alguna enfermedad contagiosa o grave y radicalmente incurable”.

También se prohibió a los alumnos “dirigir solici-tudes colectivas, orales o escritas, a los Superiores de la Universidad”.

Aunque aquel Plan de Estudios pidió emplear “cui-dadosamente, y de preferencia, los estímulos de honor y de una noble emulación para conducir a los alum-nos, tratándoseles siempre con civilidad, benevolencia y dulzura”, también fue explícito en describir las “pe-nas correccionales”, en caso de que “estos medios fue-sen ineficaces”. Y entre esas penas enumeró, además de otras, la “detención”, el “arresto”, el “aislamiento” y la “expulsión temporal y definitiva”.

Sobre los sitios para purgar las penas de “arresto” y de “aislamiento”, dice el cronista Alfonso Castro en su relato: “Los calabozos de la Universidad de Antioquia, concepción de perturbados mentales, son algo digno de recuerdo para darse cabal cuenta de la torpeza de la especie humana y del afán de persecución, que tor-tura al hombre en determinadas épocas”.

“La torpeza”, ésta es mi intención personal y profe-sional al traer a la memoria estos pasajes que marca-ron el inicio de la segunda centuria de la Universidad de Antioquia, y cuyo efecto, de alguna forma, no hay duda, marcó el trasegar del conflictivo siglo XX, no sólo de ésta sino de todas las universidades públicas del país, donde al amparo de la Constitución de Núñez (1886) se expidieron normas similares para aconduc-

tar y disciplinar a los alumnos que no encajaran en los moldes del muchacho ejemplar. Y digo muchacho, porque en aquella época el estudio y otros derechos estaban proscritos para la mujer en Colombia.

Que interesante resultaría, entonces, que en el mo-mento de abordar con decisión, claridad y firmeza el tema de la comunicación pública como responsabili-dad ineludible de las instituciones de educación su-perior, en especial de las estatales, se elaborara por lo menos un recuento de aquellas decisiones verticales, autoritarias, extremistas, perjudiciales y gubernamenta-les, que hasta hoy han impedido concebir al estudian-te universitario como un actor con madurez, criterio y responsabilidad, capaz de incidir en las decisiones universitarias, no sólo en aquellos momentos en que en los campus resurge la cultura del grito, del mitin, del jaleo, del ruido, de la agitación en las calles, de la confusión, del desorden, de las dificultades, momen-tos en los que se gestan soluciones apresuradas, tras las cuales comienzan a incubarse futuros conflictos.

Y, lo que es peor, soluciones apresuradas que legiti-man, antes que transformar en razonables, los métodos de presión como camino cierto y seguro para que la voz del estudiante y del profesor sea tenida en cuenta.

Ése, lamentablemente, ha sido el método o el estilo de “comunicación” que ha caracterizado a la univer-sidad pública colombiana, y que le ha dejado como herencia una serie de taras o defectos físicos y psíqui-cos, como por ejemplo el predominio de la violencia en

“Malos tiempos corrían para la Universidad de Antioquia a fines del siglo pasado… Reinaba el concepto

de que el estudiante, por razón de sus pocos años, e inexperiencia, era

una especie de reo a quien debía mantenerse encadenado de cuerpo y de conciencia… No se permitía la

lectura de periódicos, a pesar de ser escritos por los áulicos del régimen,

ni mucho menos la de libros, fuera de los textos aburridos y estúpidos

la mayor parte de ellos”.

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largos trayectos de su historia, fenómeno radicalmente contrario a su misión, a su visión, a su objeto, a sus prin-cipios, a su filosofía y a su probada vocación de servicio a los sectores más vulnerables de la población.

Para abordar con solvencia el tema de la comunica-ción pública –convertido en exigencia por el Modelo Estándar de Control Interno, MECI– las universidades estatales deben realizar un acto sensato de reflexión, y hasta de exorcismo con el pasado, y trazarse un com-promiso que no esté supeditado a las exigencias y pre-ocupaciones que, de manera coyuntural, surgen cuan-do un conflicto aflora y pone en riesgo no sólo el normal transcurrir de las actividades académicas y adminis-trativas, sino la estabilidad emocional de estudiantes, profesores, empleados, trabajadores, directivos y, por supuesto, de cada una de sus familias, al igual que de amplios sectores de la población, sobre todo cuando el conflicto, natural en toda comunidad, involucra accio-nes destructivas contra la vida y los bienes materiales.

El ejercicio de la comunicación en las instituciones de educación superior, conlleva la respuesta a muchos interrogantes. Veamos algunos:

¿Son suficientes, en la actualidad, como instancias superiores de administración y gobierno, el Consejo Superior y el Consejo Académico?

¿Tienen la convicción sus integrantes de estar repre-sentando ideales supremos de la sociedad y, no mera-mente, intereses personales o sectoriales?

¿Se preocupan tales Consejos por crear, desde sus propias dinámicas de funcionamiento, mecanismos de acercamiento y espacios de diálogo con la población universitaria, fragmentada en estamentos, y congre-gada, para luchar por derechos y reivindicaciones, en gremios, sindicatos y otro tipo de colectivos?

Como unidades o células básicas de la comunidad universitaria, ¿los Consejos de Facultad o de Escuela o de Instituto, concitan el interés de estudiantes, de profe-sores, de egresados, o sus reuniones y decisiones son un mero trámite de asuntos laborales, sin nada parecido a sesiones palpitantes del acontecer cotidiano de esa por-ción de universidad que tienen bajo su responsabilidad?

La respuesta a tales inquietudes, desde una óptica reflexiva, contribuiría a clarificar el tema del ejercicio de la comunicación pública en el ámbito de nuestras universidades.

Contribuiría a hacer explícito el enfoque y la ma-nera como sus equipos directivos están orientando un tema tan sensible para la convivencia y el logro de los objetivos misionales.

Permitiría un mayor logro de eficiencia en la cons-trucción de sentidos entre los miembros de la comuni-dad universitaria.

Incidiría de manera efectiva en la tarea de reorien-tar la comunicación instrumental y funcional, hacia procesos que no necesariamente estén centrados en medios de prensa, imagen corporativa y actos proto-colarios, que, en muchos casos, antes que convocar a la cohesión y a la acción colectiva, generan dispersión y apatía porque en el centro de interés no está la di-versidad institucional sino las opiniones y realizaciones de quienes detentan el poder.

Contribuiría a vigorizar un proceso comunicativo con transversalidad, que supere la fragmentación y que permita una comunicación al servicio de generar comunidad, de visibilizar los múltiples actores que se mueven dentro de la universidad, de propiciar espacios de encuentro y conversación, al servicio de mejorar los estilos de dirección, como lo ha reclamado en diferen-tes escenarios nacionales y regionales el Ministerio de Educación, cuya titular, la doctora Cecilia María Vélez White, expresó con claridad y sentido autocrítico en

Para abordar con solvencia el tema de la comunicación pública

–convertido en exigencia por el Modelo Estándar de Control Interno,

MECI– las universidades estatales deben realizar un acto sensato de

reflexión, y hasta de exorcismo con el pasado, y trazarse un compromiso que

no esté supeditado a las exigencias y preocupaciones que, de manera

coyuntural, surgen cuando un conflicto aflora y pone en riesgo no sólo el

normal transcurrir de las actividades académicas y administrativas, sino la estabilidad emocional de estudiantes, profesores, empleados, trabajadores,

directivos y, por supuesto, de cada una de sus familias, al igual que de

amplios sectores de la población, sobre todo cuando el conflicto,

natural en toda comunidad, involucra acciones destructivas contra la vida y

los bienes materiales.

Comunicación pública

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el “Seminario Internacional: Educación, Periodismo y Medios de Prensa”, que “hemos sido muy conscientes de la importancia de la comunicación en la educación y muy poco efectivos en llegarle al público”.

En ello hay una razón que merece tenerse en cuen-ta y es la confusión reinante, no sólo en la universi-dad pública, entre lo que es comunicación y lo que es producción de mensajes informativos en medios institucionales y masivos. De igual forma, es necesario precisar el objetivo de esa producción de mensajes in-formativos, pues ellos no pueden estar orientados, de un lado, a visibilizar y lograr adhesión para las perso-nas del equipo administrativo y para sus realizaciones, y, del otro, a invisibilizar a los críticos y a maquillar o enmascarar las situaciones del conflicto.

La información que produzca la universidad pública –sobre todo ante el preocupante declive de los me-dios masivos– debe ser la puerta de entrada a esa gran mesa de diálogo, discusión, debate y consenso, donde nadie, de adentro o de afuera de la universidad, se sienta invitado sino miembro activo con derecho pro-pio a ejercer la ciudadanía. Ése es uno de los mayores retos de la universidad pública.

Como lo ha señalado la Universidad de Antioquia desde su Sistema de Comunicaciones ALMA MATER, es necesario tener claro los límites de responsabilidad que le competen a la comunicación y avanzar en la comprensión de su función.

Los límites de nuestro Sistema de Comunicaciones están delimitados por el derecho que les asiste a los colombianos a conocer lo que hacemos, y por el deber que nos compromete a divulgarlo. Nuestras políticas y nuestra filosofía en nada quieren parecerse al Plan de Estudios de 1888.

Lo que la Universidad ha pretendido con el Sistema de Comunicaciones ALMA MATER es dinamizar la inte-racción entre los actores que conforman la comunidad universitaria, lo mismo que el diálogo y el debate con las entidades gubernamentales y de control, las corpo-raciones públicas, el sector productivo, las organiza-ciones sociales, la comunidad nacional e internacional y los medios de comunicación, con el objetivo, desde visiones compartidas, de comprender la compleja rea-lidad institucional y avanzar hacia propósitos comunes como la excelencia académica, la productividad del conocimiento, la solidaridad, el bienestar colectivo, la transparencia en los procesos administrativos y acadé-micos, y la rendición oportuna de cuentas.

Nos complace decir que el Sistema de Comunica-

ciones de la Universidad de Antioquia acumula en su experiencia la participación estratégica en procesos que han contribuido no sólo a reorientar la marcha de la institución, sino a devolvérsela a la sociedad a partir de un interesante proceso de reconciliación, luego del aislamiento, la parálisis y la endogamia de las décadas del sesenta, del setenta, del ochenta y parte del noven-ta del siglo anterior.

En ese acumulado de experiencias a que aludo, es-tán, entre otros aspectos:

—La definición de las bases estratégicas para el de-sarrollo de la Universidad, que condujeron a la expe-dición del actual Estatuto General en 1994 y al Plan de Desarrollo Institucional en 1996, luego de cincuenta años de tránsito sin brújula.

—La conversión de la investigación en el eje central de las actividades universitarias, política que hizo posi-ble la construcción y el funcionamiento de la Sede de Investigación Universitaria –SIU–.

—La creación del Comité Universidad, Empresa y Estado, alianza estratégica para el desarrollo de la re-gión y del país, y una oportunidad única de relacio-namiento con la comunidad académica, científica y tecnológica.

—La consecución de la Acreditación Institucional como soporte indispensable para enfrentar las exigen-cias del mundo actual.

—Y, además de otras, la reorientación y consolida-ción de los medios informativos institucionales hacia espacios de controversia racional, regidos por el respe-to a las libertades de conciencia, opinión, información, enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra, como nos lo exige el Estatuto General.

Hoy se hace más claro que en el pasado inmediato, para justificar nuestros vicios y problemas, lo mismo que nuestra incapacidad para resolverlos, decíamos que la universidad era reflejo de la descomposición social. Hoy, luego de una persistencia sin desmayos, queremos que la sociedad aspire a parecerse a la Uni-versidad, porque ve en ella luces de esperanza, porque ve en ella un faro que previene al barco de perderse en la oscuridad de la noche.

Eso es posible, en buena medida, cuando a la co-municación le damos una función social, y al cumpli-miento de nuestras responsabilidades una coherencia con la vitalidad de la universidad pública.

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PrólogoEn el año 2004, realizamos el ensayo

“Modelos dinámicos de guerra: El conflicto colombia-no”. En los últimos tres años una serie de aconteci-mientos han sucedido que ameritan una actualización del trabajo. Los nuevos hechos no cambian las conclu-siones, antes bien las refuerzan. Merecen citarse los siguientes hechos:

I. El gasto militar se ha disparado, llegando hoy a cerca del 6.5% del PIB.

II. Se han desmovilizado más de 25.000 miembros de las AUC, de los 12.000 hombres, que de acuerdo con el gobierno, integraban el grupo armado ilegal. Esta multiplicación de los paramilitares, algunos mate-máticos lo han denominado “La paradoja de Banach Tarski aplicada al paramilitarismo colombiano”, y otros como la demostración de 1=2.

III. Se evidencia el fracaso de la política de fumiga-ción como medio de control a los cultivos ilícitos.

IV. Quedó en evidencia que el movimiento políti-

Algunas consideraciones cuantitativas sobre la evolución reciente del conflicto en Colombia

Por: José Fernando Isaza Delgado* y Diógenes Campos Romero**

*José Fernando Isaza Delgado. Actual rector de la Uni-versidad Jorge Tadeo Lozano. Ingeniero Electricista de la Universidad Nacional de Colombia con Maestría en Física Teórica de la misma Universidad. Maestría en Matemáticas en la Universidad de Strasbourg, Francia. Grado Summa Cum Láudae en Ingeniería, Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Caldas. Ha sido profesor en la Universidad Nacional, Escuela Colombiana de Ingeniería, Universidad de los Andes, Universidad Javeriana y Universidad Jorge Tadeo Lozano. Fue Presidente Ejecutivo de la Compañía Colombiana Automotriz, Ministro de Obras Públicas y Transporte, Presidente de Ecopetrol y Gerente General del Instituto de Fomento Industrial. Consultor de la Universi-dad de las Naciones Unidas y del Banco Mundial.

**Diógenes Campos Romero. Físico y Magister en Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia. La Universidad de Kaiserslautern, Alemania, le otorgó en 1976 el título de Dr. rer.nat., con calificaciones de excelencia de su tesis doctoral en física teórica. Está vinculado desde 1969 a la Universidad Nacional de Colombia, donde alcanzó la categoría de Profe-sor Titular y Maestro Universitario. Es miembro de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Por designación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología se desempeña como Consejero del Programa Nacional de Ciencias Básicas (2006-2008). Desde 2006 es Decano de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universi-dad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano.

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co denominado por algunos analistas Uribismo Rural combinó “todas las formas de lucha” en su alianza con el paramilitarismo.

Si las FARC no existieran habría que inventarlas. Son la principal excusa para el desbordado gasto militar y para justificar la reelección indefinida.

Respetados analistas como Juan Camilo Restrepo, Pedro Medellín, y la Asociación Bancaria1, para citar unos pocos, evalúan el presupuesto del Ministerio de Defensa para el año 2008, en los siguientes términos:

Para el año 2008 está previsto que de los 566.084 cargos públicos que se atienden con cargo al presu-puesto central, 459.687, el 81.2%, estará ocupado por servidores públicos asignados a las labores de defensa, seguridad y policía.

El 58.4% del total de los sueldos y salarios que se pagarán en el 2008 con cargo al presupuesto central, ha sido asignado al Ministerio de Defensa.

El gasto en defensa es igual a la suma de todas las trans-ferencias en salud, educación y saneamiento ambiental.

De los 3.56 billones previstos para inversión total del Gobierno Nacional 2.3 billones, es decir el 65%, se des-tina a inversión en equipo militar. Es conveniente acla-rar que un billón aquí significa un millón de millones.

Se está aumentando en forma exponencial el pasivo pensional de las FFMM. Pedro Medellín calcula que en el año 2002, por cada peso de gasto militar más de 40 centavos tenían que ser transferidos al pago de pensiones, hoy se requieren 47 centavos.

Para el año 2007, se tienen las siguientes cifras:

Gasto en defensa como porcentaje del PIB = 6.32%. El gasto militar en los Estados Unidos, as-ciende a US$535.000 millones anuales, incluyendo US$100.000 millones de gasto anual en la guerra de Irak. Esta cifra representa el 4.04% del PIB. En los paí-ses europeos pertenecientes a la NATO el gasto en de-fensa es alrededor del 2% del PIB.

No obstante la elevada participación del gasto militar en el año 2007, ésta crecerá para el año 2008, superando la proporción del PIB en toda la historia registrada en el siglo

XX. Del estudio de los analistas del Departamento Nacio-nal de Planeación (Tovar y otros) se obtienen las siguientes cifras. En el año 1934, durante el conflicto con el Perú, el gasto militar llegó al 3% del PIB, menos de la mitad de la proporción del año 2007. En el período de la violencia el indicador crece del 1% al 2.2%. Es interesante mencionar que durante la dictadura militar 1954-1957, se reduce el gasto de las fuerzas armadas del 2.2% al 1.5% del PIB.

Se presenta un pico en el año 1970, debido a la compra de los mirages y fusiles G-3, y el gasto llega al 3.2% del PIB. En el período 1974-1991, es inferior al 2%. A partir de 1991, muestra una tendencia creciente al pasar del 2% al 6.32% en el año 2007. En el período 1926-1998, el promedio fue el 1.8% del PIB.

El estudio citado proyectaba en 1999 un ascenso para el 2005, un gasto militar entre el 4% y el 5.2% del PIB, monto que consideraba preocupante para la estabilidad fiscal del país. La realidad las superó.

Los guarismos anteriores son bien difíciles de expli-car en un país, que de acuerdo a la política oficial no tiene conflicto interno ni externo.

El aumento del gasto militar va de la mano de un incremento del pie de fuerza como se ve en el cuadro siguiente. Se observa que los hombres armados legales en el año 2007 superan en cinco veces los efectivos al finalizar la violencia y, si se ajusta la cifra para tener en cuenta el crecimiento de la población, se deduce que por 1.000 habitantes el nivel de militarización hoy es el doble del registrado durante el golpe militar.

Es interesante mencionar que, de acuerdo a (4), en el período 2002-2007 los 160.000 soldados combatían 16.900 guerrilleros de las FARC, 3.700 del ELN, 12.175 de las AUC, para un total de 32.775 armados ilegales. Lo que equivale a 4.9 soldados por cada combatiente irregular.

Para el año 2007, desmovilizadas las AUC, que se

Gasto en defensa año 2007 – billones de pesos

17,87+4,34

Incluye sector descentralizado y empresas de Mindefensa.Estimativo aumento pasivo pensional.

22,21PIB 2007: 351,2 billones

Incremento del Pie de Fuerza (1), (4)

Año Pie de Fuerza Soldados/1.000 habitantes1948 10.000 0,91957 40.359 2,51974 50.675 2,21986 85.911 2,81994 120.650 3,42002 160.000 3,8

2006 196.492 4,9

2007 209.741 5,0

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supone también las enfrentaba el ejército, el gobierno estima en 11.000 y 2.500 los efectivos de las FARC y el ELN respectivamente. Lo cual arrojan 15.5 soldados por cada guerrillero y la cifra tiende a aumentar.

El crecimiento de la cifra del pie de fuerza a medida que disminuye el grupo de combatientes irregulares podría explicarse si se asume que el conflicto no se de-sarrolla así, sino: combatientes irregulares vs Ejército; guerrilla vs Ejército + paramilitares.

Es claro que la evolución de un conflicto armado es mucho más que la contabilización de efectivos, muertos, heridos y capturados, sin embargo estas cifras permiten un asomo a la forma en que se desarrolla el conflicto. En el período del gobierno Uribe la evolu-ción ha sido:

En este período la guerrilla ha tenido un fuerte des-censo en el número de combatientes pero a la vez ha mostrado una alta capacidad de recuperación como se deduce en las siguientes cifras:

La reducción total fue de 8.101 efectivos. Se observa que el número de retirados de la guerrilla es superior al doble de la cifra inicial de combatientes irregulares.

Un simple cálculo muestra que de cada 100 subver-sivos retirados del conflicto, la guerrilla logró en el perío-do 2002 – 2007, reclutar 84 nuevos combatientes. Lo cual hace surgir dudas sobre la eficiencia de la lucha.

La sencilla ecuación: guerrilleros 2007 = guerrille-

ros 2002 – (abatidos + capturados + desmovilizados + reclutados), muestra que la guerrilla pudo reclutar 42.363 nuevos combatientes, más del doble de los efectivos iniciales.

Para complicar el cuadro anterior y poner de relieve que las violaciones al Derecho Internacional Humanita-rio se producen no solo en los combatientes irregulares, la cifra de bajas presentada por las Fuerzas Militares, con alta probabilidad, incluyen ejecuciones extrajudiciales y falsos positivos. El informe de la “Misión internacional de observación sobre ejecuciones extrajudiciales e im-punidad en Colombia”, presentado el 10 de octubre del 2007, el cual contó con el apoyo de la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas en Colombia, señala, entre otros, los siguientes hechos:

1. Según datos del Ministerio de Defensa Nacio-nal, Centro de Información y Estadística, han sido muertos en combate 8.104 “presuntos” guerrille-ros entre agosto de 2002 y septiembre de 2006. El último informe señala que fueron abatidos 2.072 integrantes de grupos armados ilegales en-tre julio de 2006 y junio de 2.007.2. Entre Julio de 2002 y junio de 2007, aparecen registrados en Colombia e imputadas a la Fuerza Pública al menos 955 casos de Ejecuciones Extra-judiciales, además de 235 casos de desaparición forzada de personas, según el informe de las or-ganizaciones de la CCEEU. Por su parte, la Procu-raduría General de la Nación se encuentra inves-tigando disciplinariamente 670 casos, habiéndose emitido a la fecha de hoy 11 fallos disciplinarios.3. Un porcentaje significativo son líderes comu-nitarios que se reportan por la fuerza pública como insurgentes dados de baja en combate. Las víctimas aparecen muchas veces uniformadas y con diferentes tipos de armas y equipos militares, mientras que, según los testimonios, habían des-aparecido con su ropa habitual y desarmados.4. En muchas ocasiones las víctimas son previa-mente señaladas por informantes anónimos, en-capuchados o reinsertados susceptibles de facili-tar información falsa debido a su situación, y en otras ocasiones son seleccionadas al azar.5. Existencia de incentivos económicos, profesio-nales y premios por presentación de “positivos”.6. Existe un porcentaje ínfimo de condenas a res-ponsables de ejecuciones extrajudiciales, lo que su-pone una situación de impunidad generalizada.(Hasta aquí extractos del informe)

Evolución de la guerrillaPeríodo agosto 2002 – julio 2007

Número de combatientes

Año FARC+ELN2002 20.6002003 19.3872004 17.0032005 14.8412006 13.799

2007 12.499

Número de capturas en el período 27.290Número de abatidos 9.841Número de desmovilizados 13.333

Total 50.464Incluye pequeños grupos de irregulares diferentes a las FARC y ELN.

Algunas consideraciones cuantitativas sobre la evolución reciente del conflicto en Colombia

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Estos hechos de gravedad extrema no modifican los resultados numéricos atrás señalados, pues la informa-ción de las FF.MM. no discriminan entre muertos gue-rrilleros, ejecuciones fuera de combate, ejecuciones extrajudiciales y falsos positivos.

Es mejor prevenirLos párrafos siguientes han sido tomados del ensayo

“Modelos dinámicos de Guerra: El conflicto colombiano”:–ReclutamientoLa política de derrotar a la guerrilla priorizando la

actividad militar es costosa y puede conducir a re-sultados no apropiados. Como la guerrilla tiene gran capacidad de recuperación de sus efectivos puestos fuera de combate, se requiere una política más apro-piada que podría estar formada por la combinación del accionar militar con un “encarecimiento” del re-clutamiento de la guerrilla.

Como se verá más adelante, el simple costo eco-nómico de reducir un efectivo a las Autodefensas Unidas de Colombia o a la guerrilla supera los 450 millones de pesos, aún aceptando una hipótesis muy conservadora sobre la magnitud del gasto militar diri-gido a la guerra contra insurgentes.

Por su parte el costo marginal para la guerrilla de

reemplazar un combatiente es bajo, pues en gran par-te se limita al costo del entrenamiento que puede ser 100 veces menor que el costo en que la sociedad incu-rre para retirarlo como combatiente de la insurgencia. Naturalmente esta hipótesis es cierta bajo el supuesto de que la guerrilla y los paramilitares encuentren un terreno favorable para sus reclutamientos.

Desafortunadamente, el terreno favorable al reclu-tamiento parece existir, aunque está limitado funda-mentalmente a 63 municipios. En estos municipios los adolescentes tienen pocas esperanzas de hallar un “destino” que los entusiasme. La guerrilla y los para-militares les ofrecen reconocimiento, pertenencia y un salario. El reclutamiento se realiza aún entre los jóvenes menores de 18 años, pero para ellos, como lo muestran diferentes investigaciones, la razón de to-mar las armas no es ideológica. A lo anterior se agre-ga la propaganda oficial que realza como un valor el uniforme militar y las armas, de tal manera que para muchos adolescentes no es clara la diferencia entre estar en alguno de los grupos armados ilegales o alis-tarse en el ejército regular.

Puede afirmarse que la propaganda oficial de va-lorar el uniforme y el arma sirve igualmente a los gru-pos ilegales para el reclutamiento, ya que realiza el papel de publicidad genérica. Los estudios referidos muestran también que la motivación para enrolarse en el ejército está lejos de ideales patrióticos o defensa del Estado, los anima la posibilidad de encontrar un quehacer. La necesidad de reconocimiento es talvez la más importante motivación para quien ha sufrido humillaciones, desprecio, maltrato, el arma confiere seguridad y poder.

Para complicar la situación, el enrolamiento a aso-ciaciones de delincuencia común es también una for-ma de tener reconocimiento y vislumbrar un horizon-te, aunque esto sea sólo un espejismo.

A la luz de lo expuesto: Qué es más sensato, retirar a un ilegal alzado en armas o evitar que ingrese a los gru-pos insurreccionales?. Los programas de guardabosques, la eliminación manual de las hojas de coca o las plan-tas de amapola, la remodelación de los cascos urbanos, son actividades que apuntan en la dirección correcta en la medida en que se realizan en las áreas susceptibles de proveer los nuevos efectivos a los armados ilegales y crean oportunidades para un trabajo lícito.

En opinión de Javier Fernández, otra forma efectiva de desestimular el reclutamiento ilegal y propiciar el legal es mediante la expansión de los programas de

El aumento del gasto militar va de la mano de un incremento del

pie de fuerza. Se observa que los hombres armados legales en

el año 2007 superan en cinco veces los efectivos al finalizar

la violencia y, si se ajusta la cifra para tener en cuenta el

crecimiento de la población, se deduce que por 1.000 habitantes el nivel de militarización hoy es

el doble del registrado durante el golpe militar de 1954-1957.

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soldados campesinos. En esta forma se les brinda pro-tección o autoprotección contra los armados ilegales, no obstante que éstos podrían atacar militarmente a quienes realicen labores pagadas por el Estado.

Hasta aquí “Modelos Dinámicos de Guerra”.–Estimativos de Costos RecientesSi se analiza exclusivamente el período agosto 2002

julio 2007, los indicadores no mejoran. Manteniendo la hipótesis muy conservadora, que sólo el 30% del gasto militar se dirige a la lucha contrainsurgente, y que la totalidad de las cifras de “efectividad” del com-bate publicadas por el gobierno corresponden a bajas guerrilleras y no a ejecuciones extrajudiciales, se tiene considerando el año 2006:

•Capturados + abatidos + desmovilizados = 9.565•30% del presupuesto de las FF.MM. = 1.9% del PIB = $5.9 billones“Costo unitario” por baja, capturas o desmoviliza-

ción de un guerrillero $616 millones.En el período 1995-2003, la cifra calculada es $629

millones. En los años 2002 – 2003 la cifra se redujo a $293 millones. El aumento del gasto no parece mejo-rar la eficiencia en los años 2004 – 2006.

El resultado es más desconcertante, si se tiene en consideración que de cada 100 guerrilleros retirados, 84 nuevos entran a la subversión, esto implica que para lograr un retiro “efectivo” en un período de 4 años, el costo económico supera los $1.000 – 1.500 millones.

Comparando el año 2006 con el 2005, se observa que de los 9.565 guerrilleros retirados del combate la subversión pudo reclutar 8.523, pues la reduc-ción efectiva fue de 1.042 armados ilegales. Es de-cir, para lograr un retiro “efectivo” y con la hipótesis de solo asignar el 30% a la lucha contrainsurgente, la cifra es un alucinante $5.662 millones por cada retiro efectivo.

¿Es sensata la política de fumigación?El gobierno parte de la premisa cierta, la subversión,

en particular las FARC, y en menor escala el ELN, ob-tienen parte sustancial de sus recursos de actividades relacionadas con el narcotráfico, por lo tanto priván-dolas de esta fuente de ingresos se contribuye a su de-bilitamiento financiero.

Los resultados muestran que si bien el razonamien-to es correcto, la producción de coca no se ha modifi-cado sustancialmente. El informe de Naciones Unidas, de junio del 2007, muestra lo siguiente:

Una primera mirada permite concluir un relativo éxito, el área se reduce a la mitad, sin embargo la re-ducción significativa ocurrió entre el 2001 y 2002, a partir del 2003 la reducción es inferior a 8.000 hectá-reas/año y son precisamente esos años en los cuales la fumigación ha crecido a niveles superiores a 130.000 hectáreas/año.

Entre el año 2001 y 2006, se “erradicaron” por aspersión 804.686 hectáreas y el área se redujo en 67.000 hectáreas, es decir, 1 hectárea erradicada por cada 12 fumigadas.

Si se analiza el período 2002 – 2006, la “eficiencia” se reduce aún más. Se fumigan 710.533 hectáreas y se erradican 24.000 hectáreas, es decir, para erradicar 1 hectárea se requiere fumigar 30 hectáreas.

Los resultados en la disminución de producción de cocaína son aún más decepcionantes:

Para disminuir 7 toneladas, producción entre el 2001 y el 2006, se “erradicaron” por aspersión 804.686 hectáreas.

Los resultados entre el 2002 y el 2006 son aún peo-res, la producción aumenta en 30 toneladas, a pesar de la fumigación “erradicante” de 710.533 hectáreas. Confirmándose en esta forma que el aumento de pro-ductividad compensó con creces la disminución del área sembrada.

No es de extrañar que los precios del clorhidrato de cocaína en Colombia, medidas en $ y US$ constantes

Año Área cultivada de coca (miles de hectáreas)

2001 1452002 1022003 862004 802005 862006 78

Año Producción en Colombia / Toneladas

Producción TotalColombia, Perú, Bolivia

2001 617 8272002 580 8002003 550 8592004 640 10082005 640 9802006 610 984

Algunas consideraciones cuantitativas sobre la evolución reciente del conflicto en Colombia

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no hayan experimentado una gran variación en el pe-ríodo 2002 – 2006.

La Directora de la DEA, anunció el 8 de noviembre del 2007 un aumento reciente del precio del gramo de coca en las calles de los Estados Unidos. En los ocho primeros meses del 2007, pasa de US$95/gramo, a US$136/gramo, cifra inferior a los US$210/gramo, re-gistrado en octubre de 2003. Estas cifras muestran, tal vez, una mejor eficacia en el control de la distribución que en la producción, pero se presenta como un éxito de la fumigación en Colombia y a la incautación de cargamentos (El Tiempo, noviembre 9, 2007).

Asimetría en el resultado de combinar todas las for-mas de lucha:

“Teoría del perfecto equilibrio”“Cuando la derecha ataca, el gobierno es neutral;

cuando la izquierda se defiende, el gobierno intervie-ne” (Les Temps Modernes, Claude Lanzmann, Director en los años 60; revista fundada por Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir en 1945. Enunciado oído de Pedro Bonnett).

En 1984, entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC se firmaron los acuerdos de la Uribe, que incluyeron un cese al fuego y tregua, y se pactó que un año después de haber cesado los enfrentamientos armados se deberían generar las condiciones para que los integrantes del grupo insurgente pudieran “organi-zarse política, económica y socialmente según su libre decisión”. Se creó la U.P., que es necesario reconocer que obedeció a una combinación de todas las formas de lucha, y a diferencia del Polo Democrático Alterna-tivo, no condenó el apoyo de la guerrilla, lo cual si ha reiterado este partido.

Participa la U.P., con éxito en las elecciones de mar-zo y mayo de 1986. La reacción no se hizo esperar en-tre la tregua del 84 y mediados del 85, ya se reportaba más de un centenar de asesinatos.

Luego de las elecciones se consolidaron varios pla-nes de exterminio, el más conocido se denominó el Plan Baile Rojo, dos candidatos presidenciales de la U.P., fueron asesinados, nueve congresistas, setenta concejales, centenares de militantes de base, ningu-na institución del Estado ni impidió, ni actúo para es-clarecer los crímenes y sancionar los responsables. El informe del Defensor del Pueblo de Colombia, anexó un listado de 1.163 asesinados, 123 desaparecidos for-zados, 43 sobrevivientes de atentados y 225 amenaza-dos. Ver Adriana Leaño.

Años más tarde algunos integrantes de partidos tra-dicionales, en convivencia con los paramilitares, deci-den “combinar las formas de lucha” y buscar y acep-tar el apoyo de estos grupos armados para sus fines electorales. Si bien la justicia, en buena hora, ha reac-cionado, las acciones de desmonte de esta alianza se han realizado conforme a la ley, y hoy se encuentran cerca de 40 dirigentes en la cárcel esperando un juicio y buscando apoyo de sus colegas en el Congreso para obtener una pronta anmistía. Situación, por fortuna, bien diferente al genocidio de la U.P.

Un carcelazo no se niega a nadieSi a las cifras de detenciones de guerrilleros, se agre-

gan las de narcotraficantes, los cuales en el período de agosto-2002 a diciembre-2004, ascienden a 128.099 -Mindefensa-, puede concluirse ya que es difícil que existan tantos narcotraficantes o guerrilleros, que bue-na parte de las detenciones recaen sobre ciudadanos inocentes. Uno de los autores (JFI) en el escrito “Liber-tad o seguridad, falso dilema” señalaba:

En buena hora la Corte Constitucional declaró inexequibles las normas dictadas, al principio de la primera administración de Uribe, que permitían detenciones sin orden judicial, lo cual llevó a deten-ciones masivas.

En este aspecto podríamos analizar las DETENCIO-NES MASIVAS, que forman parte de las estrategias que se vienen implementando desde la Política de Seguri-dad Democrática: Entre el 7 de agosto del 2002 y el 6 de agosto del 2004 hubo 77 capturas masiva, cayeron 5.535 personas sindicadas de rebelión y terrorismo (Informe de la ONG Coordinación Colombia –Euro-pa-Estados Unidos. Agosto 2005). Un informe de la procuraduría señala que de los 1.957 aprehendidos durante el 2003, a mediados del año pasado ya habían quedado libres 754.

Esta práctica de la estrategia de la Seguridad Demo-crática ha sido blanco de severas críticas. Procuraduría

Año $103/kg US$/Kg1995 1.232 1.3502000 3.100 1.4852001 3.599 1.5712002 4.389 1.5322003 4.500 1.5652004 4.600 1.7132005 4.315 1.8602006 4.155 1.762

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y Defensoría le pidieron al gobierno revisarla y Nacio-nes Unidas señaló que muchas de esas detenciones se caracterizan por la precariedad de los indicios, las irregularidades y las manipulaciones procesales. (Pe-riódico El Tiempo, Miércoles 3 de Agosto, 2005).

El guión que está a la base de esta estrategia, es la forma de proceder en los operativos –al amanecer, fuerzas combinadas se toman por asalto los pueblos y sacan de sus casas a las personas–. El resultado es pre-visible: los pueblos quedan aterrados, conmocionados y profundamente prevenidos con unas autoridades que perciben como abusivas; siguiendo el guión de estos procesos, todos los detenidos fueron acusados de ser colaboradores de la guerrilla. La base de los car-gos fueron informantes anónimos.

Para completar la lista de aspectos contraproducen-te vale la pena mencionar el plazo que se toma la jus-ticia para declarar inocentes a los inocentes. Es insólito que la Fiscalía haya tardado 22 meses en reconocer que no tenía 117 guerrilleros presos sino, con el Caso de QUINCHIA, todo un pueblo de gente falsamente acusada. Por otra parte está el estigma de un pueblo y lo que esto conlleva en una sociedad atravesada por el conflicto armado: “… ante el señalamiento unos meses después llegaron los paramilitares y en 15 días mataron a 15 personas; hubo desplazados y el campo dejo de ser productivo…”

No deja de ser preocupante que bajo el discurso de la seguridad democrática, estemos llevando a un estado militarista y carcelario.

Conclusión preliminarUn análisis realizado por Dietrich Dörner, en su li-

bro “The Logic of Failure: Recognizing and Avoiding Error in Complex Situations” (Addison Wesley 1997), señala que los gobiernos e instituciones que manejan mal una crisis generalmente proceden con la siguiente secuencia:

•Disminución del control – Resistencia a la crítica y reducción de la auto crítica.

• Incremento de las políticas no eficaces – Más de lo mismo.

• Reducción de los estándares éticos.

Cualquier similitud con la situación colombiana no es simple coincidencia, sino otra voz de alarma.

Bibliografía

1. José Fernando Isaza & Diógenes Campos “Modelos di-námicos de guerra: El conflicto colombiano”, Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Natu-rales 29, 133-148 (2005).

2. Coronel Manuel José Santos Pico “Historia Militar del Ejército de Colombia”, Volumen II Biblioteca Histórica Mili-tar de Colombia, 2007.

3. Comando General de las Fuerzas Militares, Policia Nacio-nal. Agosto 2007.

4. Informe Anual Ministerio de Defensa. Julio 2006 – Julio 2007.

5. Naciones Unidas, Oficina Contra la Droga y el Delito- Colombia monitoreo de cultivos de coca. Junio 2007.

6. Ministerio de Hacienda y Crédito Público, Presupuesto General de la Nacion para el año 2008.

7. Yaneth Gihu Tovar y otros “El Gasto Militar en Colombia: Aspectos macroeconómicos y microeconómicos” Revista CEPAL No. 69. Estudio preparado por la División de las Fuerzas Militares y Policía del Departamento Nacional de Planeación.

8. Adriana Leaño “Tejiendo la memoria de una esperan-za. Proceso de recuperación de la memoria histórica del genocidio contra el movimiento político Unión Patriótica” –Ponencia presentada al seminario “Experiencias locales no oficiales o parciales de búsqueda de la verdad histórica” – Publicado por Fundación Social. Alcaldía de Medellín, In-ternacional Center for Transnational Justice. 2007.

Notas

1 Portafolio 14 de Agosto 2007, El Tiempo 14 de Agosto 2007, Asobancaria Semana Económica. Agosto 10, 2007.

La política de derrotar a la guerrilla priorizando la actividad militar es costosa y puede conducir a

resultados no apropiados. Como la guerrilla tiene gran capacidad de recuperación de sus efectivos

puestos fuera de combate, se requiere una política más apropiada

que podría estar formada por la combinación del accionar militar

con un “encarecimiento” del reclutamiento de la guerrilla.

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Ciencia y clientelismo: el caso Galileo

Por Guillermo Pineda

Profesor Instituto de Física. Universidad de Antioquia

[email protected]

El posicionamiento de la ciencia como una actividad relativamente autónoma, reconocida y valorada socialmente, se

dio a través de un largo proceso que atravesó momentos críticos debido a los conflictos de autoridad que surgían ante la inexistencia de criterios objetivos de

validación del conocimiento y de las disciplinas científicas en las etapas más incipientes del desarrollo de la ciencia,

lo que obligaba a los investigadores y filósofos de la naturaleza a buscar la protección de los poderosos en busca

de reconocimiento y apoyo para su labor. El caso del ascenso y la posterior

caída en desgracia de Galileo Galilei constituye un excelente material para

reflexionar sobre las condiciones que hacen posible el desarrollo de la

actividad científica y la apropiación del conocimiento objetivo como instrumento

de construcción de la sociedad.

Reconocimiento y validación Uno de los rasgos distintivos más ca-

racterísticos de la ciencia moderna son los protocolos de validación de los modelos y teorías que aspiran a describir o a representar fenómenos naturales, en los que la evaluación por pares y la exigencia de resul-tados experimentales reproducibles juegan un papel fundamental. La credibilidad, y, de paso, el reconoci-miento social de la ciencia dependen en alto grado del rigor de sus criterios de validación, de la eficacia de sus métodos de estudio e interacción con los fenómenos naturales, y de la capacidad explicativa y predictiva de las teorías que la conforman.

Actualmente, a nivel global, la ciencia es la activi-dad propia de un segmento altamente estratificado de la población que suele denominarse comunidad cien-tífica, que goza de un alto grado de reconocimiento y valoración social, y de gran autonomía dentro de su campo de acción, restringida solo parcialmente por condicionantes éticos y presupuestales, que dependen

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de instancias sociales en las que la comunidad científi-ca no siempre tiene influencia o participación directa.

Para llegar a este estado de las relaciones entre la comunidad científica y la sociedad fue necesario re-correr un largo, y a veces penoso camino, antes de establecer los límites entre las diferentes disciplinas del conocimiento –así no siempre éstos hayan quedado li-bres de ambigüedades–, y establecer las competencias de cada una de ellas.

En el breve período de tiempo que la humanidad ha estado comprometida en la actividad que llama-mos ciencia no han sido pocas las ocasiones en que se han presentado conflictos de autoridad entre dis-tintos saberes alrededor de temas de interés común. Una medida del progreso relativo de la ciencia y de la madurez de una sociedad es el haber superado estos conflictos gracias al establecimiento de procedimien-tos expeditos para resolverlos cuando se presentan.

La tremenda conmoción que generó la vida y obra de Galileo Galilei, sus asombrosos descubrimientos, sus osadas teorías, y su estruendosa caída del honroso sitial que había alcanzado en los más altos círculos del poder, constituyen un excelente motivo para reflexio-nar sobre las circunstancias mencionadas.

¿Mártir o villano?En la abundante bibliografía que se ocupa de los

acontecimientos que rodearon la vida y la obra de Ga-lileo se puede encontrar todo tipo de versiones con enfoques muy diversos. La historiografía ligera suele retratar a un hombre genial, honesto y dedicado, in-justamente maltratado por el dogmatismo y la intran-sigencia del clero. Algunas versiones más caritativas se refieren a lo que habría sido el desafortunado mal-entendido entre un individuo y una institución igual-mente bienintencionados. Estudios serios y muy bien documentados1 hablan de una conspiración por el po-der en las altas esferas del Vaticano en la que Galileo habría sido un mero chivo expiatorio. Pero de acuerdo con otro enfoque la vida y milagros de Galileo son una muestra harto representativa de la típica carrera de un cortesano que después de haber logrado los favores y los más grandes honores de importantes príncipes cayó en desgracia con el más importante de sus pa-trones, el príncipe de la más sui generis de las cortes de la Europa absolutista del siglo diecisiete. En su obra “Galileo Courtier”2, Mario Biagioli aporta significativos elementos para la comprensión de la serie de even-tos y circunstancias que hicieron parte de la carrera

de Galileo desde el momento en que inició su carrera académica en la modesta plaza de profesor de ma-temáticas en la Universidad de Pisa hasta que llegó a ocupar el cargo de filósofo y matemático de la corte de Florencia, y de lo que todo estos eventos representa-ron en el afianzamiento de la ciencia como una activi-dad relativamente autónoma, socialmente reconocida y valorada. La presente exposición está basada en gran parte en el texto de Biagioli.

Independientemente del interés puramente histó-rico que de por sí tienen los eventos que condujeron al establecimiento de la ciencia moderna en la Europa del siglo diecisiete, el estudio de las circunstancias que hicieron posible este hecho puede arrojar importan-tes luces para la comprensión de la relación ciencia-sociedad en la actualidad en un medio sociocultural como el colombiano para cuyos valores y tradiciones la ciencia más que una recién llegada es todavía una extraña. Es posible que todos los esfuerzos y las di-versas maniobras que debieron realizar los pioneros de la ciencia moderna para obtener reconocimiento y aceptación social para su actividad constituyan una etapa del proceso de apropiación de la ciencia como instrumento de construcción social que entre nosotros todavía está por cumplirse, o que sólo se ha dado de una manera parcial e insuficiente.

El ascensoGalileo nació en Pisa en 1564, en una familia de

ancestros nobles venida a menos social y económica-mente. El padre de Galileo, Vincenzo Galilei, era un músico de algún renombre que participó de manera muy activa como teórico y compositor en la revolu-ción musical que vivió Italia en su época. Aunque ini-cialmente orientado hacia la medicina, el joven Gali-leo muy pronto abandonó su estudio y se dedicó a las matemáticas y la mecánica, campos en los cuales de-mostró grandes habilidades. En 1588 Galileo fue nom-brado profesor de matemáticas en la Universidad de Pisa, a pesar de no poseer un título universitario, gra-cias a la influencia de Guidobaldo del Monte, amigo y protector de su familia. Aunque muy probablemente la cualidades del joven Galileo lo habrían acreditado sobradamente para el ejercicio del modesto cargo en el que fue nombrado, es muy posible que sin la re-comendación de un noble influyente como del Mon-te no lo habría podido obtener, debido al sistema de patronazgo y clientela que hacía parte integral de las costumbre políticas de su tiempo, no sólo en Italia sino en toda Europa. Por lo demás, el cargo de profesor

Ciencia y clientelismo: el caso Galileo

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de matemáticas era posiblemente el de menor rango dentro del escalafón académico, dado el bajo estatus de esta disciplina, considerada una “ciencia mecáni-ca” propia de contadores, agrimensores y constructo-res. Nada parecido a lo que sucedía con la filosofía, que gozaba de gran reconocimiento, o con la teología, proclamada como la reina de las ciencias.

No sólo lo modesto del cargo, sino la tremenda carga económica que había asumido a la muerte de su padre, y que difícilmente podía satisfacer con el magro sueldo de profesor de matemáticas, que ape-nas equivalía a la sexta o la octava parte que el de un profesor de filosofía, hicieron que Galileo buscara nuevos y mejor remunerados horizontes, lo que lo condujo a la ciudad de Padua en la República de Ve-necia, bajo la protección del más importante patrón local Vincenzio Pinelli, y posteriormente, a la muerte de Pinelli, de Giovanfrancesco Sagredo, destacado intelectual y notable de la república veneciana, cuyo nombre habría de quedar inmortalizado en los diálo-gos de Galileo. En Venecia, Galileo encontró un am-biente intelectual mucho más favorable y un mayor reconocimiento a sus conocimientos y capacidades, particularmente como ingeniero de fortificaciones en los astilleros venecianos.

Aunque ya anteriormente había demostrado su ta-lento como matemático y como ingeniero, en Padua

Galileo pudo realizar su primer aporte de importancia a la astronomía gracias a la utilización del telescopio para la observación de los cuerpos celestes, hecho que lo habría de lanzar al estrellato científico y cultural del momento. El uso que Galileo le dio al telescopio como instrumento de observación astronómica es un claro ejemplo de que las ideas nunca son tan importantes como sus realizaciones. Las innovaciones que Galileo introdujo a lo que hasta entonces no era más que un artilugio holandés conocido de oídas, que se utilizaba para la vigilancia de las fronteras y del horizonte mari-no con el fin de anticipar la llegada de los enemigos o de los barcos a puerto, le permitió consolidar el presti-gio que ya tenía, y gracias a la generosa y hábil dona-ción de su versión del instrumento a la Serenísima Re-pública Veneciana, pudo lograr una pensión vitalicia y una significativa mejoría de la situación económica, siempre demandante en razón de su condición de ca-beza de familia, con hermanos, hermanas, e hijos que sostener y que ubicar socialmente.

Pero la estabilidad económica y laboral que le ofre-cía Venecia a Galileo no era suficiente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones y muy pronto, gracias a las mejoras que introdujo en el telescopio y a los descubrimientos que realizó con él, pudo disponer de una valiosa carta de triunfo que hábilmente manejada habría de proporcionarle un significativo ascenso so-cial, económico y de prestigio al ser nombrado filósofo y matemático del gran duque de Toscana, Cosimo II de Medici. El título de filósofo, obtenido gracias al favor principesco, y no propiamente por el reconocimiento de los académicos que desde ese momento deberían reconocerlo como su par, le permitía a Galileo superar la seria limitación que representaba el bajo estatus de las ciencias de la óptica, la mecánica y las matemáti-cas, en las que su maestría ya era reconocida.

Los astros medíceosEl mundo que Galileo fue descubriendo entre

1609 y 1610 a medida que perfeccionaba su te-lescopio y lo enfocaba hacia los cielos, tenía muy poco o nada en común con el lugar de cuerpos per-fectos que predicaba la cosmología escolástica. La visión de los cráteres, los valles y las montañas de la luna desmentía rotundamente el mito de la esfera de plata impoluta que según la tradición griega tendría que haber visto. El indiscutible carácter terrestre de la luna vista a través del telescopio debió haber sido para Galileo una irresistible invitación a considerar la Tierra como uno más de los cuerpos celestes, en

Independientemente del interés puramente histórico que de

por sí tienen los eventos que condujeron al establecimiento

de la ciencia moderna en la Europa del siglo diecisiete, el

estudio de las circunstancias que hicieron posible este hecho puede

arrojar importantes luces para la comprensión de la relación

ciencia-sociedad en la actualidad en un medio sociocultural como

el colombiano para cuyos valores y tradiciones la ciencia más que

una recién llegada es todavía una extraña.

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una época en la que su copernicanismo no era más que una leve inclinación intelectual. La innumera-ble cantidad de estrellas en la que se resuelve la Vía Láctea una vez mirada con el telescopio devela los mitos sobre su constitución. El descubrimiento de las fases de Venus permitía ubicar en el Sol el centro de la trayectoria del planeta, que según el modelo de Ptolomeo vigente en la época, se debía encon-trar en algún punto en la recta que une al Sol y la Tierra, dado el rechazo del astrónomo alejandrino a aceptar la existencia de centros del movimiento astronómico distintos a la Tierra. Pero de todos los descubrimientos que hizo Galileo con su telescopio, el de mayor importancia, en lo que a su carrera pro-fesional se refiere, fue el de los satélites de Júpiter.

En el mejor sentido astrológico del término, se podría decir que el descubrimiento de algo que se semeja a un sistema solar en miniatura fue una afor-tunada conjunción astronómica que significó la for-tuna y el reconocimiento pleno para su descubridor, gracias a la oportuna ocurrencia de darle el nombre de Astros Medíceos a los satélites descubiertos, en honor a la familia de Cosimo II de Medici, que aca-baba de ascender al trono de Florencia como gran duque de Toscana, región de Italia con la que Galileo tenía fuertes lazos familiares.

Galileo y el Gran Duque se conocían desde que Ga-lileo había sido tutor de matemáticas de Cosimo en varios veranos durante la juventud del príncipe, cuan-do Galileo ejercía como profesor en Pisa. El descubri-miento de los satélites de Júpiter se había dado en el momento más oportuno posible para impulsar la ca-rrera de Galileo al brindarle la ocasión de ponerse bajo la protección de uno de los más poderosos patrones de Italia, mediante el diplomático procedimiento de intercambiar regalos y favores, propio de la cultura de patronazgo imperante en la época. Encantado de enal-tecer el nombre de su familia cuyo remoto y oscuro origen se vinculaba míticamente con el propio Júpiter, Cosimo aceptó la ofrenda de Galileo, y, como muestra de reconocimiento de las grandes cualidades del astró-nomo –pero en ningún caso como pago o retribución, lo que habría sido considerado poco apropiado–, lo nombró filósofo y matemático de la corte de Toscana, con la obligación de continuar sus estudios e investiga-ciones, y de seguir ofreciendo a la corona otras “joyas” como la que ya le había brindado, algo que Galileo se esforzaría en satisfacer.

La aceptación del cargo de filósofo en la corte de Florencia para colocarse bajo la tutela de Cosimo, fue

considerada como un insulto en la república venecia-na que le acababa de hacer un gran honor a Galileo, y le mereció más de un reproche por parte de algunos de sus más cercanos amigos y protectores venecianos como Sagredo, quien le recriminó el haber abandona-do la seguridad republicana, relativamente indepen-diente del poder de Roma, y de la intolerancia de la Santa Inquisición. Pero Venecia tenía poco más qué ofrecerle a Galileo, que ya había alcanzado en dicha ciudad el nivel más alto al que podía llegar. No así la corte florentina que al concederle el título de filósofo lo colocaba en uno de los sitiales de más alto recono-cimiento social, académico e intelectual.

CopernicanismoNo hay duda de que los descubrimientos astronó-

micos que realizó Galileo están estrechamente relacio-nados con su posterior declaración de fe copernicana. Lo que no se puede decir con plena certeza es si sus descubrimientos lo llevaron al copernicanismo, o si no fueron más que la confirmación de una decisión pre-via. Si se tiene en cuenta que una de las obligaciones que recaía sobre el filósofo y matemático de la corte era la de proveer, con cierta frecuencia, descubrimien-tos y novedades que sirvieran de tema de discusión y distracción para el realce y la distinción del entorno

Contando con un ambiente totalmente favorable y con el beneplácito papal

condicionado a discutir sobre los polémicos temas de la astronomía en un tono puramente hipotético, Galileo se aventuró en la empresa de recoger en una gran obra sus descubrimientos

y apreciaciones. En 1632, y con la debida aprobación de todas las instancias eclesiásticas apareció

el “Diálogo sobre los dos máximos sistemas del Mundo”, sólo para ser

recogido casi de inmediato y para que su autor fuera perentoriamente

conminado a comparecer ante el Santo Oficio en Roma acusado de

desobediencia y herejía.

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del soberano a través de la exhibición del ingenio y la habilidad retórica de sus sabios, no es difícil pensar que un tema tan provocador como el sistema de Copérni-co hacía de quien lo abordase el centro de atención de los demás cortesanos. Era corriente para la época que en la charlas de sobremesa de las magníficas reuniones cortesanas se abordaran los más diversos temas, y con frecuencia el choque de opiniones sobre algún aspecto de la discusión adquiría las proporciones de un duelo de honor, en el que el patrón no asumía compromiso con ninguna de las partes sino que se limitaba a gozar del espectáculo, aunque, dado el caso, podía llegar a erigirse en árbitro si los contendientes no llegaban a definir claramente un vencedor, tal como sucedió en la disputa sobre la flotación de los cuerpos.

De acuerdo con la etiqueta cortesana, el intercam-bio de favores y regalos entre los clientes y los patro-nes no debería tener el carácter de una transacción comercial sino el de una cortesía completamente desinteresada. Por esta razón, la difusión de la obra de Galileo se realizó a través de los embajadores de la familia Medici diseminados por todo el mundo me-diante el obsequio a los grandes príncipes europeos de sus libros y de telescopios fabricados por él o bajo su dirección. No deja de ser una curiosidad el hecho de que Kepler, supuesto gran aliado de Galileo en la defensa del sistema de Copérnico, haya conocido el telescopio gracias al regalo de Galileo que recibió un príncipe alemán.

Discusiones de sobremesaLa dinámica propia de los encuentros de las dis-

cusiones cortesanas imponía a los personajes como Galileo la obligación de estar atentos y dispuestos a responder de manera clara, rápida e ingeniosa a cual-quier inquietud presentada por el príncipe o por algún otro cortesano de alto rango. Claramente esta situación no propiciaba un ambiente favorable a la investigación sistemática y al estudio dedicado de un tema específi-co. Por otra parte, el responder, o no, a las inquietudes o a las objeciones de un individuo de menor rango quedaba a la discreción del interrogado. En ocasiones se respondía a los ataques o cuestionamientos hechos por personajes de bajo rango a través de terceros que podían ser clientes, amigos o discípulos que no arries-gaban su honor al comprometerse en una discusión con alguien de su propio nivel o incluso inferior. Tam-bién era frecuente que las disputas se dieran a través del género epistolar mediante cartas de amplia circu-lación, en ocasiones firmadas con seudónimo, lo que

dejaba a salvo el honor del autor así todos los interesa-dos estuvieran al tanto de quién se trataba.

Las discusiones entre sabios sobre temas de in-terés variado podían ser, en ocasiones, encuentros concertados con el propósito pedagógico de educar a los jóvenes príncipes. Pero lo más usual era que se dieran como una especie de divertimento una vez recogida la mesa después del banquete. En una ocasión como ésta, en 1613, en la mesa del gran duque, estando presente entre otros su madre, la duquesa Cristina, la conversación recayó sobre el sistema de Copérnico y la interpretación de las Sa-gradas Escrituras, y Benedetto Castelli un discípulo de Galileo que se encontraba entre los invitados fue consultado en su calidad de astrónomo y matemáti-co. Aparentemente la respuesta que dio Castelli no fue muy contundente y dado que podría compro-meter la posición de su maestro éste se sintió obliga-do a intervenir por lo que escribió la célebre “Carta a la gran duquesa Cristina”3, en la que con mucha elegancia y discreción empezaba a pisar las arenas movedizas de la teología, al afirmar que la Biblia se había escrito en un lenguaje tal que fuera compren-sible para el común de las gentes con el fin de evitar confusión, y que de tomar literalmente algunas de sus afirmaciones se podría llegar a concluir que Dios tiene ojos y brazos, o que puede experimentar sen-timientos humanos como la ira o el olvido. Por esta razón, y otras más técnicas que Galileo aduce en el escrito, afirma que no se puede aceptar al pie de la letra la afirmación de que Josué detuvo el Sol en lo alto de los cielos mientras sus guerreros alcanzaban la victoria sobre sus enemigos de turno, de donde supuestamente se infería la certificación bíblica de la inmovilidad de la Tierra.

La discusión sobre la flotación de los cuerpos, que se inició como una discusión de sobremesa en la villa de Filippo Salviati –otro de los personajes inmortali-zados en “El Diálogo sobre los dos máximos sistemas del Mundo”4– constituye un episodio bastante repre-sentativo en el que se puede apreciar cómo las diná-micas del patronazgo y del clientelismo determinaban las disputas intelectuales. La discusión se inició a par-tir de algunas consideraciones sobre la naturaleza del frío, y de la afirmación por parte de Galileo de que el hielo es una forma de agua enrarecida, en abier-ta contradicción con la doctrina aristotélica según la cual el hielo era agua condensada. La afirmación de Galileo se fundamentaba en el principio de flotación de Arquímedes, según el cual un cuerpo sumergido

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en un líquido experimenta una fuerza de empuje ha-cia arriba igual al peso del líquido que desaloja. Si la densidad del cuerpo es menor que la del agua el vo-lumen de agua que corresponde al peso del cuerpo es menor que el volumen del cuerpo, de modo que sin sumergirse completamente el cuerpo experimen-ta un empuje ascendente igual a su peso y flota en el agua, como sucede con el hielo. Por su parte Aris-tóteles afirmaba que la flotación del hielo se debía a su forma plana y delgada. Los ecos de esta discusión traspasaron las paredes de la villa de Salviati y llama-ron la atención de Ludovico delle Colombe, filósofo florentino de no muy alto perfil, que en anteriores ocasiones había pretendido controvertir con Galileo a propósito del descubrimiento de las lunas de Júpiter. Como prueba de veracidad de la doctrina aristotélica delle Colombe realizó un sencillo experimento con-sistente en depositar cuidadosamente sobre la super-ficie del agua una laja de madera, posiblemente de un nudo de ébano, la cual flotaba, lo que, al menos por un tiempo, puso en aprietos a Galileo. Posterior-mente éste replicó argumentando que si el pedazo de madera se humedece completamente se hunde, y que independientemente de su forma no vuelve a salir a flote. Además Galileo se inventó una curiosa explicación para la flotación de cuerpos planos más pesados que el agua, a partir de la observación de que en el caso de la laja de madera ésta se hunde de modo que su cara superior queda ligeramente por debajo del nivel del agua. Según Galileo el volumen total de la madera y la capa de aire que queda so-bre ella hasta alcanzar el nivel del agua corresponde al volumen de agua que es necesario desplazar para que la madera flote, y para explicar por qué el agua no cubría por completo la laja de madera asumió la existencia de una paredes diminutas que evitaban que el agua pasara. Con justa razón delle Colombe acusó a Galileo de estar inventando agentes invisibles con el fin de defender su posición. En vista de que la polémica se prolongaba sin que ninguno de los ban-dos se diera por vencido o fuera declarado vencedor, el Gran Duque le pidió, o más bien le ordenó, a Ga-lileo, para su descanso y tranquilidad, que terminara la discusión y respondiera por escrito. De allí surgió el discurso sobre los cuerpos flotantes.

El episodio de los cometasPosiblemente uno de los episodios que revela más

claramente la influencia del patronazgo en las discu-siones científicas del barroco europeo, sea la discu-

sión sobre la naturaleza de los tres cometas que se avistaron en 1618. De acuerdo con la tradición, los cometas eran señales de malos augurios por lo que su avistamiento volcaba la atención sobre las interpreta-ciones y las explicaciones de los astrólogos-astróno-mos de la época. Cuando se avistaron los cometas de 1618, varios monarcas europeos, entre ellos el rey de Francia y el Emperador de Austria manifestaron su in-terés por una explicación del fenómeno por parte de Galileo, a quien se consideraba la máxima autoridad del mundo en materia de astronomía, pero infortuna-damente –¿acaso por influjo de los cometas?– Galileo se encontraba enfermo en su cama, y cuando por fin pudo levantarse ya no era posible apreciar el fenó-meno celeste. Quienes sí los pudieron apreciar y ade-más hicieron un detallado seguimiento de su curso y posición fueron los astrónomos jesuitas desde varios lugares de Europa donde el Colegio Romano tenía sedes. Las observaciones astronómicas de los jesuitas dieron lugar a la publicación de un escrito firmado por el padre Orazio Grassi, el Disputatio, en el que se afirmaba que los cometas eran planetas que giraban en órbitas circulares mucho más allá de la órbita de la Luna, lo que se había podido determinar a partir de las mediciones de paralaje.

Cuando Galileo conoció la publicación de los je-suitas reaccionó violentamente y escribió un texto, “Discurso sobre los cometas”, en el que atacaba du-ramente a Grassi, acusándolo de ser un ignorante en materia de matemáticas por lo que sus conclusiones sobre los cometas no podían ser tomada en serio, y de haberse apresurado a utilizar métodos como el para-laje sin haber determinado la naturaleza del fenóme-no. Por el contrario, afirmaba Galileo, los cometas son una especie de ilusión óptica causada por la emisión de chorros de gases perpendiculares a la superficie de la Tierra, de modo que resulta improcedente utilizar mediciones de paralaje para tratar de determinar su supuesta ubicación. Llama la atención en la argumen-tación de Galileo, supuesto padre de la ciencia expe-rimental y maestro de la observación, su atrevimiento al pretender refutar con hipótesis tan gratuitas como insustanciales las conclusiones de Grassi, parcialmente erróneas, pero basadas en observación y mediciones. La reacción de Galileo sólo se puede entender como el resultado del temor de ver menguado su prestigio a costa del reconocimiento que otros podían recibir en un campo que él consideraba de su exclusiva pro-piedad. En buena medida su estatus en la corte podía verse amenazado, en el momento preciso en que la

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ambición de ascenso social lo había llevado a buscar el reconocimiento y la protección de la más importante de las cortes de Italia, la de Roma.

En respuesta a la publicación del “Discurso”, el pa-dre Grassi, un notable matemático, arquitecto, pintor e inventor, además de refinado escritor, abandonó el estilo académico y pausado del Disputatio y produjo una dura réplica a los ataques de Galileo en una pieza titulada Libra que apareció en 1619. La pelea estaba casada. Los jesuitas habían demostrado ser dignos riva-les al actuar como una corporación de gran eficiencia no sólo para compartir sus observaciones sino para de-fender sus posiciones. Por su parte Galileo preparaba el contraataque y contaba con el apoyo de sus colegas de la Academia de los Linces, entidad seglar fundada por el príncipe Federico Cesi, posiblemente la primera de su tipo en la historia, cuyo principal objetivo era el estudio de la filosofía natural. En el año de 1623 Galileo terminó de escribir Il Sagiattore, obra bastante polémica, y muy poco científica para algunos, en la que a la vez que establece los fundamentos de su con-cepción de la ciencia, arremete contra Tycho y nueva-mente contra Grassi, a quien acusa de suscribir cada afirmación hecha por el astrónomo danés.

La asociación que establece entre Tycho y Grassi puede ser una clave importante para entender el ma-lestar de Galileo y la virulencia de su infundado ataque contra el jesuita, si se tiene en cuenta que después de que la obra de Copérnico fue puesta en el Índice,

luego de la admonición de 1616, la única alternativa que quedaba a quien rechazara el sistema astronómi-co de Ptolomeo era el modelo geocéntrico de Tycho, un compromiso entre el de Ptolomeo y Copérnico que tomaba lo mejor de cada uno: la comodidad de una Tierra inmóvil situada en el centro del Universo, y la sencillez de un único centro de los epiciclos planeta-rios situado en el Sol. Había sido el astrónomo danés el primero en advertir que la trayectoria de los cometas estaba más allá de la órbita de la Luna y que atravesa-ba la esfera de los planetas vecinos. De esta observa-ción, Tycho concluyó que las supuestas esferas crista-linas que según Aristóteles soportaban el movimiento de los planetas no eran objetos físicos o materiales, lo que resultaba muy conveniente para su propio modelo en el que la esfera del Sol se cruzaba con las de los de-más planetas. Es posible que ante las fallas del sistema de Ptolomeo, puestas en evidencia por la observación telescópica de las fases de Venus, y la interdicción del sistema de Copérnico, la estrategia de Galileo consis-tiera en no suscribir ningún sistema en particular sino dejar la posibilidad de tratar con cualquiera de ellos a título puramente hipotético, sin necesidad de com-prometerse con ninguno. Pero el curso de los aconte-cimientos habría de llevar a los miembros del Colegio Romano a estar cada vez más cerca de Tycho y más lejos de Copérnico, dado la política de La Compañía de utilizar la novedad para defender la tradición.

El enfrentamiento entre Galileo y los astrónomos del Colegio fue un evento muy poco afortunado para la astronomía y para la Iglesia, pero, sobre todo, para el propio Galileo. Y además, si tuviera algún sentido decirlo, fue algo completamente innecesario. Cuando Galileo publicó el Nuncius Sidereus fueron los astró-nomos jesuitas encabezados por el padre Christopher Clavius los primeros que convalidaron sus observa-ciones astronómicas. Hasta entonces existían buenas relaciones e intercambio cordial. Pero luego vino la agria disputa con otro astrónomo de la orden, el ale-mán Christopher Scheiner, respecto a la prioridad y a la interpretación de las manchas solares, que éste atribuía a algún tipo de conjunción planetaria, en tanto que Galileo las interpretaba como fenómenos de la superficie del Sol que lo acompañaban en su rotación, y, de paso, la hacían evidente. El episodio de los cometas y su conclusión favorable a Galileo, al menos por un corto tiempo, no haría nada por mejo-rar la ya deteriorada relación.

Cuando Il Saggiatore estaba a punto de salir de la imprenta se dio un suceso extraordinariamente favora-

Galileo se presentó ante el tribunal de la Inquisición

posiblemente con la esperanza de ser escuchado y de poder aclarar lo que él

consideraba que era tan sólo un malentendido, pero muy pronto

se dio cuenta de que había sido juzgado y condenado de

antemano, y acogiéndose a la única opción que le brindaban

firmó lo que querían que firmara. La hoguera de Bruno no

se había enfriado totalmente.

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ble para algunos notables miembros de La Academia de los Linces, cuando el cardenal florentino Maffeo Barberini fue elegido papa y coronado con el nombre de Urbano VIII. Viejo conocido y admirador de Ga-lileo, Barberini, estudioso e intelectual de algún vue-lo, había participado activamente en una de tantas discusiones de sobremesa en Florencia en el debate sobre la flotación de los cuerpos tomando partido al lado de Galileo. Cuando en 1616 Galileo fue llama-do a responder por las acusaciones de herejía que se habían hecho en su contra ante la Inquisición por su cada vez más evidente copernicanismo, fue gra-cias a la oportuna intervención de Barberini ante el cardenal Belarmino que Galileo logró salir discreta-mente con tan sólo la cordial y verbal advertencia de abstenerse de tratar con temas tan espinosos, y su nombre no apareció en la admonición que se pro-mulgó prohibiendo la lectura, enseñanza o cualquier tipo de defensa de la obra de Copérnico, que fue puesta en el Índice hasta ser corregida. Luego de este primer encuentro con la Santa Inquisición, Galileo mantuvo un bajo perfil en lo referente al sistema de Copérnico. Es de anotar que dado que ni Ptolomeo ni Copérnico habían hecho mención significativa de los cometas en sus respectivas obras, la discusión so-bre este tema, motivada en gran parte por la curiosi-dad de los patrones, estaba relativamente exenta de compromisos teológicos. No sorprende entonces que Galileo, de mutuo acuerdo con los Linces, haya dedi-cado su última obra al nuevo Pontífice, posiblemente con la pretensión de su patronazgo y protección, tal como había sucedido al dedicar el descubrimiento de los satélites de Júpiter al Gran Duque de Toscana. En el mediano término parecía haber logrado su ob-jetivo, pues fue invitado repetidamente a Roma y en varias audiencias con el Papa tuvo la oportunidad de discutir con bastante libertad sobre su trabajo. La de-dicatoria del Saggiatore rendía sus frutos. Galileo tuvo noticia de que Giovanni Ciampoli, académico de los Linces, íntimo de Galileo y secretario personal de Ur-bano VIII, le leía con frecuencia pasajes del libro. El Papa disfrutaba particularmente con uno llamado la fábula del sonido, que hacía alusión a la omnipoten-cia divina y a cómo gracias a ella la naturaleza podría lograr a través de múltiples causas los mismos efectos, lo que hacía iluso y superficial la búsqueda de causas absolutas de los fenómenos naturales, entre los que se encontraba el movimiento de los planetas.

Contando con un ambiente totalmente favorable y con el beneplácito papal condicionado a discutir

sobre los polémicos temas de la astronomía en un tono puramente hipotético, Galileo se aventuró en la empresa de recoger en una gran obra sus descu-brimientos y apreciaciones. En 1632, y con la debida aprobación de todas las instancias eclesiásticas apa-reció el “Diálogo sobre los dos máximos sistemas del Mundo”, sólo para ser recogido casi de inmediato y para que su autor fuera perentoriamente conminado a comparecer ante el Santo Oficio en Roma acusado de desobediencia y herejía.

La caídaTan pronto apareció el “Diálogo sobre los dos

máximos sistemas del Mundo”, los contradictores de Galileo se encargaron de hacer ver al Papa que el as-trónomo había violado la admonición de 1616 en la que se le prohibía defender, enseñar o tratar de alguna manera el sistema de Copérnico. El evidente coperni-canismo que se exhibe en los Diálogos lo convertía no sólo en desobediente, lo que ya era muy grave, sino en hereje. Pero lo que hizo montar en cólera al Sobera-no fue el hecho de que Galileo había puesto en boca de Simplicio, el más deslucido de los personajes del Diálogo, representante del pensamiento escolástico, el argumento sobre la omnipotencia divina. El Papa se sintió traicionado, en un momento político bastante difícil de su pontificado en el que su autoridad se veía seriamente comprometida debido a las críticas y las presiones que estaba recibiendo por el poco apoyo

Colombia, un país que institucionalmente, en general,

y, en materia de ciencia y tecnología, en particular,

parece estar más cerca de la edad media y del feudalismo

mágico que de la modernidad, podría tomar de la historia del

caso Galileo valiosas lecciones de cómo una sociedad puede,

o no, crear las condiciones adecuadas para la apropiación

de uno de los más valiosos y elaborados bienes del

patrimonio universal.

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Notas

1 Santillana, Giorgio, “The Crime of Galileo”, The Univer-sity of California Press, Midway Reprint, 1976.

2 Biagioli, Mario, “Galileo courtier: the practice of science in the culture of absolutism”, The University of Chicago Press, 1994.

3 Galilei, Galileo, “Carta a la Duquesa Cristina de Lorena”, Alianza Universidad, Madrid, 1999

4 Galilei, Galileo, Dialogue concerning the two chief sys-tems of the World, university of California Press, 1967.

que había brindado a las naciones católicas España y Austria, comprometidas en la guerra de los 30 años contra los países protestantes. Incluso se llegó a fraguar un complot para derrocarlo liderado por el cardenal Lorgia, embajador de España.

Las circunstancias mencionadas, unidas al hecho de que los grandes protectores de Galileo como Cosimo II y el príncipe Cesi habían fallecido recientemente, y que Ciampoli, el amigo de Galileo más cercano al Papa había caído en desgracia y se había alejado de la corte, llevan a pensar que el indefenso Galileo se ha-bía convertido en el chivo expiatorio más conveniente para que el Papa pudiera dar muestras de su mano fuerte contra la herejía. En la cultura del patronazgo la caída del favorito tiene todo el carácter de un sacrificio ritual que permite exhibir el poder y la independencia del príncipe que lo realiza.

Galileo se presentó ante el tribunal de la Inquisición posiblemente con la esperanza de ser escuchado y de poder aclarar lo que él consideraba que era tan sólo un malentendido, pero muy pronto se dio cuenta de que había sido juzgado y condenado de antemano, y acogiéndose a la única opción que le brindaban firmó lo que querían que firmara. La hoguera de Bruno no se había enfriado totalmente. La tímida solicitud por parte de Ferdinando el nuevo Gran Duque de Toscana para que la defensa de Galileo fuera escuchada recibió una tajante respuesta: “El Santo Oficio no tiene la cos-tumbre de escuchar defensas”. En el libro “The Crime of Galileo”, el historiador Giorgio de Santillana sostie-ne que Galileo fue acusado y condenado con base en un documento que contiene una admonición contra la defensa y enseñanza del sistema de Copérnico, su-puestamente firmada por Belarmino en 1616, falsifica-do por los interesados en la perdición de Galileo.

No es difícil adivinar quiénes estaban tras la cons-piración contra Galileo. Basta ver quiénes se benefi-ciaron de su desgracia y ocuparon las posiciones del vaticano que dejaron vacíos quienes pagaron con sus altos cargos la negligencia de haber permitido la publicación de los diálogos. Muy pronto en la corte romana brilló una nueva estrella de la astronomía, el jesuita Athanasius Kircher, y a largo plazo fueron miembros de la misma orden los que ocuparon los lugares destacados en la escena cultural del Vaticano. Galileo, recluido bajo prisión perpetua en la villa de Arcetri, cerca de Florencia, se dedicó a trabajar en lo que sería su gran aporte a la construcción de la cien-cia moderna, los “Discursos y demostraciones mate-máticas sobre dos nuevas ciencias”, en los que, sin

mencionar una sola palabra sobre astronomía, sienta las bases de la mecánica que en manos de Newton haría realidad el ideal del sistema astronómico helio-céntrico que tantos habían perseguido.

La ciencia de las academiasLuego del juicio de Galileo la ciencia salió fortale-

cida en aquellos países a los que no llegaba el pesa-do brazo de la Inquisición, o, al menos, lo hacía dé-bilmente. No es difícil ver actualmente el reflejo de esta situación en el panorama mundial al momento de clasificar a los países de acuerdo con el grado de desarrollo científico y tecnológico. En el período pos-terior a la condena de Galileo, la actividad científica dejó de brillar en los salones cortesanos y se desplazó hacia las academias y las universidades. La fundación de instituciones como la Royal Society en Inglaterra, La Academie des Sciences en Francia, y la ya existente y precursora Academia de los Linces, jugó un papel defi-nitivo en la consolidación de la ciencia como actividad profesional, socialmente reconocida y valorada, que ha llegado a convertirse en uno de los más importantes instrumentos de construcción de la sociedad.

Colombia, un país que institucionalmente, en gene-ral, y, en materia de ciencia y tecnología, en particular, parece estar más cerca de la edad media y del feuda-lismo mágico que de la modernidad, podría tomar de la historia del caso Galileo valiosas lecciones de cómo una sociedad puede, o no, crear las condiciones ade-cuadas para la apropiación de uno de los más valiosos y elaborados bienes del patrimonio universal.

Medellín, 5 de diciembre de 2007.

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IntroducciónEl presente trabajo pretender desarrollar

la hipótesis que se expresa en el encabezamiento de este documento. Para empezar, recordemos que se promulgó la Ley 10161, de febrero 24 de 2006, por la cual se adoptan normas legales, con meros propósitos declarativos, para la protección laboral y social de la actividad periodística y de comunicación a fin de ga-rantizar su libertad e independencia profesional.

Han pasado varios meses, desde entonces, y es tiem-po suficiente para que sumemos reflexiones sobre esta norma. Por eso, en esta oportunidad, al examinarla en forma detenida y profunda, podemos afirmar, sin temor siquiera a correr riesgos de equivocarnos, porque lo ha-cemos con argumentos muy sólidos, que jurídicamente, esta Ley no existe. Se trata sólo de una apariencia de ley, de una simulación. Como se dice en el lenguaje coloquial, es un mero saludo a la bandera. Casi podría-mos decir que se trata de un engaño muy generalizado,

En Colombia no existe, jurídicamente, la Ley del Periodismo y de las Comunicaciones

Por Azael Carvajal Martínez*

*Licenciado en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Antioquia. Abogado de la Universidad Autónoma Latinoamericana y Doctor “Sobresaliente” Cum Laude en Ciencias de la Información de la Universidad Complu-tense de Madrid, España. Es autor del libro: Los periodistas y el derecho de información en Co-lombia, Medellín, 1995. En preparación su se-gunda edición. Es coautor del libro: Libertad de Expresión y Democracia desde una perspectiva Latinoamericana, publicado en Buenos Aires, Argentina, por la Fundación Konrad Adenauer en 2002. Autor de diversos escritos sobre temas relacionas con el Derecho de la Información. Es profesor de la materia Derecho de la Comuni-cación en la Universidad de Antioquia y en la Universidad Pontificia Bolivariana. Igualmente, tiene a su cargo el curso sobre Ética Periodís-tica en la Universidad de Antioquia. Ha sido profesor de los posgrados de Comunicación Organizacional y Periodismo Electrónico en la Universidad Pontificia Bolivariana.

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que hasta pudo haber originado falsas expectativas, que ahora es necesario aclarar y desvirtuar.

Por consiguiente, nos proponemos sustentar tres argumentos que juzgamos son los pertinentes en esta oportunidad, los cuales son de orden estrictamente ju-rídico, como lo anunciamos al principio. Sin embargo, para mayor ilustración, agregamos otras consideracio-nes que debemos tener en cuenta, para concluir, tam-bién, que la Ley mencionada contiene disposiciones improcedentes, ya que no tiene sentido cumplirlas, por no ser obligatorias y, además, por carecer de al-gún sentido positivo practicarlas.

PRIMER ARGUMENTOEl enunciado de la Ley carece de naturaleza jurídicaNaturaleza jurídica significa que toda norma, que es

expresión del Derecho Positivo, o sea, el creado por el hombre, se ha sostenido en la doctrina de los clásicos, desde Roma, ha de tener tres cualidades, que son: Auc-toritas2: autoridad, Ratio3: razón y Effectus4: efecto.

La autoridad, también llamada dignidad externa, significa que por su origen, la norma es expedida por los órganos jurídicos, que son los competentes de la comunidad, en este caso, del Estado Colombiano, que actualmente se ejerce por el poder legislativo, que es el Congreso, que al representar y ser vocero o delegado del pueblo, está autorizado para crear la norma y, en consecuencia, por su investidura, la unge de legalidad y de legitimidad con su poder social que simboliza.

Por lo anterior, si la norma la dicta quien no tiene autoridad legítima para hacerlo, como en el caso del tirano, la norma no obliga. En nuestra situación, la nor-ma fue dictada por la autoridad competente, como es el Congreso de Colombia. Por tanto, reúne la primera cualidad. Tiene validez, pero sólo formal, no sustancial como lo sustentaremos.

En cuanto a la razón, o valor intrínseco de la norma, se le encuentra en el contenido y en el espíritu del mandato de la norma, que puede ser moral, político o técnico. Por eso, está determinado jurídicamente por su finalidad, que siempre ha de orientarse hacia lo que es el bien común, o en otras palabras, al bienestar o la justicia para todos; y por su legitimidad, que es la conexión con el Derecho Natural.

En caso de faltar la razón, la norma es corrupción de normas. Porque al carecer de ésta, la norma no tiene con-sistencia, no tiene sustento, no tiene sentido, no puede existir, no tiene un propósito inteligible. En consecuencia, la norma no está encaminada hacia la justicia.

En nuestro caso, la norma no se encamina hacia un acto de justicia porque carece de razón de ser. Ca-rece de lógica, ya que una norma que es con meros propósitos declarativos, no puede tener razón se ser, no puede tener existencia, jamás encontrará justicia alguna, porque no tiene aplicación.

Respecto al efecto, o realidad social, puede decirse que éste sólo se alcanza por la actuación de la norma en el cuerpo social y en los demás órganos de la comu-nidad. Es la eficacia que se puede ver por todos, que se puede sentir por sus consecuencias, que se produ-ce al tener contacto la norma, con el medio externo, con sus destinatarios. En otras palabras, es el resultado alcanzado, que es visible para todos, ya que algunas veces se ha logrado en forma coercitiva.

Al comparar este mandato con la Ley 1016 de 2006, deducimos claramente que esta norma no tiene efectos. Los buscamos y jamás los encontraremos por una razón muy sencilla, pero a la vez, determinante: porque la norma no manda que se cumpla frente a una realidad que sea concreta, que sea palpable, que sea evidente, que sea reconocida y apreciada por los ojos de todos, porque es una ley con meros propósitos declarativos. No es una ley que, por su propia natura-leza sea coercitiva.

Precisamente, la carencia de efectos tiene bastante relación con el siguiente argumento.

...la Ley 1016 de 2006... no tiene efectos. Los buscamos

y jamás los encontraremos por una razón muy sencilla, pero a la vez, determinante: porque la norma no manda que se cumpla frente a una realidad que sea concreta, que sea palpable, que sea

evidente, que sea reconocida y apreciada por los ojos de

todos, porque es una ley con meros propósitos declarativos.

No es una ley que, por su propia naturaleza sea

coercitiva.

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SEGUNDO ARGUMENTOLa Ley no tiene carácter vinculante, es decir, no es

obligatoria su observancia como debe ser siempre en toda norma jurídica.

Nuestro Código Civil5 dispone que la Ley es una decla-ración de la voluntad soberana manifestada en la forma prevenida en la Constitución nacional. El carácter general de la ley es mandar, prohibir, permitir o castigar.

Lo primero que debemos aclarar es la inexistencia de leyes simbólicas en Colombia. O sea, las que tie-nen carácter meramente declarativo6. No obstante, “El derecho no siempre se promulga para ser apli-cado, a veces se crea para ser promulgado. Cuando se aplica y resulta ineficaz, su ineficacia no puede entenderse como un fracaso sino como un propósito implícito perseguido por el derecho mismo. Surge entonces una pregunta más allá de las causas del fracaso del derecho: ¿En qué medida dicho fracaso responde mejor a un juego de poder dentro del cual el derecho cumple una función determinante?”7. ¿Podemos aplicar este argumento a la Ley 1016 de 2006? Abrimos el debate.

Por ser una ley con meros propósitos declarativos, significa entonces que no tiene fuerza jurídica vin-culante alguna, es decir, no obliga a nadie, porque no manda, con la advertencia de que quien no la cumpla en forma voluntaria, la autoridad podría obli-garlo a acatarlo, aun con el uso de la fuerza. Recor-demos que una de las características de un Estado de Derecho consiste, precisamente, en el monopolio

de la fuerza física. Ella se usará racionalmente, y sólo cuando sea necesario, o sea, cuando el obligado a cumplir la ley no lo haga de manera voluntaria. Así lo han dicho varios pensadores, quienes sostienen que el Derecho sin la fuerza es la impotencia, porque no habrá manera de hacerlo cumplir. Pero la fuerza sin el Derecho es la barbarie, es el autoritarismo. Sería la situación extrema, que tampoco es admisible en un sistema político que se precie de ser democrático y respetuoso de los derechos humanos.

Por tanto:a. Es una ley que carece por completo de eficacia

ante las autoridades y los particulares. Nadie puede exigir su cumplimiento, por ser con meros propósitos declarativos.

b. Es una situación contradictoria porque no tiene sentido que una ley se limite a expresar una simple declaración. Lo normal consiste en que toda ley, por su propia naturaleza, tenga siempre carácter de cons-titutiva, es decir, cree, constituya, establezca, ordene, obligue. Por ejemplo, regular sobre derechos y deberes muy concretos, entre el empleador y los trabajadores. En consecuencia, obligar a todos sus destinatarios a ob-servar ciertas conductas y, al mismo tiempo, garantizar de una manera eficaz, el cumplimiento de sus disposi-ciones, mediante el empleo de instrumentos adecuados, y sancionar a los infractores, cuando sea indispensable.

c. En este caso, infortunadamente, se trata de una simple declaración de buenas intenciones, cuando en realidad necesitamos normas claras, concretas y con fuerza en sus mandatos para transformar las condicio-nes o la materia que pretende regular.

d. Estamos ante una ley que carece de validez y de eficacia. La siguiente cita es bastante ilustrativa para aplicar a nuestro análisis. “Según NORBERTO BOBBIO8 frente a una norma jurídica hay un tri-ple orden de problemas: 1) Si es justa o injusta. Es un problema deontológico, esto es, si la norma es apta para realizar valores supremos; 2) si es válida o inválida, que es el problema de la existencia de la norma, independientemente del juicio de valor sobre si es justa o no; 3) Si es eficaz o ineficaz, que es el problema de si la norma es o no cumplida por las personas a quienes se dirige. Esto significa que una norma puede ser justa sin ser válida, puede ser válida sin ser justa, puede ser válida sin ser eficaz, puede ser eficaz sin ser válida, puede ser justa sin ser eficaz y puede ser eficaz sin ser justa. La eficacia de las normas puede ser entendida como los efectos

En Colombia no existe, jurídicamente, la Ley del Periodismo y de las Comunicaciones

En este caso, infortunadamente, se trata

de una simple declaración de buenas intenciones, cuando

en realidad necesitamos normas claras, concretas y

con fuerza en sus mandatos para transformar las

condiciones o la materia que pretende regular.

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jurídicos previstos por el ordenamiento para la nor-ma, es decir, el cumplimiento y la aplicación”9.

TERCER ARGUMENTOEl proyecto de ley no se tramitó para que fuera

una ley con meros propósitos declarativosDespués de la declaratoria de inconstitucionalidad

de la ley 51 de 1975, que regulaba el ejercicio del periodismo, por la sentencia C-087 de 1998, vino un proceso lento y un difícil camino para tramitar el nuevo proyecto de ley, distinguido con el número 03010, que fue radicado el día 23 de julio de 2001, “por medio del cual se desarrolla el artículo 73 de la Constitución Política para garantizar el ejercicio del periodismo y se dictan otras disposiciones”. Al final de los debates respectivos “fue aprobado el proyec-to de ley No. 030 de 2001 Cámara – 084/01 2001 Cámara (Acumulados), según consta en el acta No. 022 del 3 de abril de 2002”.

Luego se conoció el texto definitivo del proyecto de ley No. 030/ 2001 Cámara – 084/2001 Cámara (acu-mulados), No. 278/02 Senado “Por medio de la cual se reconoce legalmente la profesión de comunicador social y periodista de acuerdo con el artículo 26 de la Constitución Política de Colombia y se dictas otras dis-posiciones”, aprobado en primer debate en la sesión de la comisión sexta del Senado de la República, del día miércoles 27 de noviembre de 2002.

El trámite legislativo terminó el 16 de diciembre de 2002, cuando fue aprobado por la plenaria del Senado de la República el informe de la comisión de concilia-ción presentado por las senadoras María Isabel Mejía y Amparo Vega Montoya sobre el Proyecto de Ley No. 030 de 2001 Cámara –084 de 2001 Cámara (acumu-lados) – 278 de 2002 Senado “por medio de la cual se reconoce legalmente la profesión de comunicador social y periodista y se dictan otras disposiciones”.

En los textos antes citados, no se expresó que el proyecto de ley que se tramitaba era para que fuera una ley con meros propósitos declarativos.

El presidente Álvaro Uribe Vélez devolvió el proyec-to con varias objeciones constitucionales11. Tales argu-mentos ya los analizamos en otra oportunidad12.

El 19 de junio de 2003, el Senado de la República aprobó el informe sobre objeciones presentado por los senadores María Isabel Mejía Marulanda y Germán Hernández Aguilera, que las desestimó. Por eso, le correspondió a la Corte Constitucional decidir sobre

su exequibilidad, cuyo fallo lo encontramos en la sen-tencia de constitucionalidad, C-650 de 2003. También sobre su contenido, ya fijamos nuestro punto de vista, el cual se puede consultar en la revista Estudios de De-rechos antes citada.

OTRAS CONSIDERACIONES Y CONSECUENCIASA pesar de concluir que, jurídicamente, esta ley no

existe y, por tanto, carece de efectos prácticos aunque podría tener algunos13, podemos hacer otras conside-raciones para mayor ilustración, en el sentido de ex-presar que poco podría haber aportado esta norma sí fuera jurídica. Por ejemplo:

a. Seguimos sin las garantías laborales y sociales que anuncia

Por ejemplo, en el campo laboral, porque la ley no es precisa en su contenido para expresar en qué con-siste dicha protección, ni hace una remisión a otras normas específicas de gran valor en su contenido y que regulan la material laboral.

Al menos históricamente, recordemos que antes se contaba con la Ley 37 de 1973, relativa al régimen de seguridad social del periodista profesional. En su mo-mento fue un gran avance, pero ahora no está vigente. Esta norma fue hermana de la Ley 36 de 1973, que regulaba sobre el ejercicio del periodismo. Fue decla-

...no tiene sentido que una ley se limite a expresar

una simple declaración. Lo normal consiste en que toda

ley, por su propia naturaleza, tenga siempre carácter de constitutiva, es decir, cree,

constituya, establezca, ordene, obligue. Por ejemplo,

regular sobre derechos y deberes muy concretos, entre el empleador y los

trabajadores.

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rada inexequible por vicios de fondo y de forma. Más tarde la reemplazó la Ley 51 de 1975, declarada tam-bién inexequible, a la luz de la Constitución Política de 1991, mediante la sentencia C-087 de 1998.

Después, en virtud de la Ley 100 de 1993, por la cual se creó en Colombia el sistema de seguridad social integral, se facultó al gobierno para expedir un decreto con fuerza de ley, con el fin de “armonizar y ajustar las normas que sobre pensiones rigen para los aviadores civiles y los periodistas con tarjeta profesional”. Se tra-taba de profesiones peligrosas o de alto riesgo.

Se expidió, entonces, el Decreto-Ley 1281, del 22 de junio de 1994. Esta norma estableció el régimen especial de pensiones de invalidez, de sobrevivientes y de vejez para periodistas. Pero esta norma no tiene vi-gencia ahora, fue derogada por el Decreto-Ley 2090, de julio 26 de 2003.

El otro campo de protección es el social. Tampoco tiene un mínimo de contenido en esta materia. Se po-drá hablar mucho y especular bastante, pero es difícil que nos pongamos de acuerdo sobre cuál es el alcance del concepto de lo social al que se refiere esta ley.

b. Tampoco precisa la forma de garantizar la li-bertad y la independencia profesional

Debería haber dicho cuáles son los instrumentos y los recursos legales para que sea una realidad la liber-tad y la independencia profesional14.

c. Es bastante amplia en su pretensión de regularPorque dice que la actividad que se pretende reco-

nocer en esta Ley es de la rama de la comunicación en sus diferentes modalidades.

Y la rama de la comunicación en sus diferentes mo-dalidades es bastante amplia. Porque no podríamos excluir a ninguna expresión de la comunicación en sus más diversas denominaciones.

En consecuencia, incluye todas las actividades de la comunicación, y la comunicación es un campo muy amplio. Por ejemplo, abarcaría a publicistas, relacio-nistas, locutores, conferencistas y animadores, y seguir con lista, casi interminable que puede extenderse, porque hasta podría admitir, exagerando un poco, al mensajero, no importa si es de una emisora, o de cual-quier entidad porque está transportando mensajes, está sirviendo de instrumentos para comunicar.

d. El registro de título es voluntarioLe deja en materia, que es tan importante pero que

para esta Ley parece no serlo, una tarea de poca tras-cendencia al Ministerio de Educación Nacional, que consiste en que allí PODRÁN registrarse los títulos ex-pedidos por las universidades e instituciones de edu-cación superior, legalmente reconocidas.

Es un mandato sin fuerza alguna, porque el intere-sado se puede abstener de registrar su título porque la norma dice que PODRÁN, es decir, no asigna esa función con carácter vinculante. Ni es tampoco un re-quisito para concluir un trámite ante las autoridades competentes. Estamos ante una mera posibilidad de quien quiera ejecutar tal acto, o abstenerse de hacerlo, sin que se tengan consecuencias por esa omisión.

e. Abarca revalidación, convalidación y homolo-gación

Se trata de varias figuras que, en esencia, significa-rán lo mismo. Se pretende que la persona acredite una formación académica, para que por dicho título, se le reconozca que está incluido en el campo de las comu-nicaciones. La Ley dice que para este reconocimiento se tendrán en cuenta las distintas denominaciones en la rama de la comunicación.

Los títulos podrán ser expedidos en Colombia o en el exterior.

Lo que no sabemos es con qué criterios, el Ministe-rio de Educación Nacional, podrá hacer este recono-cimiento.

f. Reconocimientos de títulos de instituciones ex-tranjeras

En Colombia no existe, jurídicamente, la Ley del Periodismo y de las Comunicaciones

...esta Ley reconoce los títulos de quien quiera registrarse ante el

Ministerio de Educación Nacional.

Ahora, la misma Ley establece todas las posibilidades para

acreditar la categoría de profesional, dizque con miras a

la protección laboral y social, de cuyos asuntos tan importantes la

norma abre varias puertas para que se puedan cometer abusos.

Porque en asunto, tan sumamente delicado, creemos que los

legisladores no fueron conscientes de las consecuencias que

generaría conceder tal atribución a diversas entidades.

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Igualmente, se tiene el criterio de que sean títulos en la rama de la comunicación. Por tanto, serán pro-fesionales de distintos campos que tengan alguna rela-ción con la actividad de la comunicación para obtener este reconocimiento.

g. ¿Para qué efectos legales? Dice que las normas que amparan el ejercicio del

periodismo son aplicables en su integridad a los profe-sionales que ejerzan dicha actividad bajo las distintas denominaciones de que trata la presente Ley.

¿Pero cuáles son las normas de esta Ley que se pue-den aplicar al ejercicio del periodismo si es una Ley con meros propósitos declarativos?

¿Dónde están las normas para la protección laboral y social de la actividad periodística de esta Ley?

No dice absolutamente nada en estos dos campos tan importantes. Ni siquiera lo hace a mero título de un buen propósito.

h. Formas de acreditar la categoría profesionalEn principio, esta Ley reconoce los títulos de quien

quiera registrarse ante el Ministerio de Educación Na-cional. Ya dijimos que no se trata de un acto obligato-rio o vinculante.

Ahora, la misma Ley establece todas las posibilidades para acreditar la categoría de profesional, dizque con miras a la protección laboral y social, de cuyos asun-tos tan importantes la norma abre varias puertas para que se puedan cometer abusos. Porque en asunto, tan sumamente delicado, creemos que los legisladores no fueron conscientes de las consecuencias que generaría conceder tal atribución a diversas entidades.

Este acto de acreditación para el ejercicio de la actividad como periodistas o comunicadores lo pueden hacer:

1. El Ministerio de la Protección Social, o la enti-dad que haga sus veces

¿Cuál será la entidad que pueda sustituir a este Mi-nisterio para esta decisión, que es de tanta trascen-dencia, y con qué capacidad y criterios podrá hacerlo? Aún no lo sabemos. Un ministerio no tiene entre sus funciones la de formar y acreditar profesionales. Le co-rresponde, junto con el gobierno, fijar políticas en su respectivo campo y vigilar su cumplimiento.

2. Las instituciones de educación superior legal-mente reconocidas

Aquí nos referimos a las universidades, legalmen-te reconocidas. Sabemos que ellas, solamente con un

fundamento en la formación académica que ofrecen, están en capacidad de acreditar a una persona como periodista o comunicador, porque esa es la misión na-tural de la universidad, como parte de su razón de ser, de su compromiso social e intelectual. Sabemos que ellas ejercen su autoridad, basadas en su cúmulo de conocimientos acumulados a lo largo de su existencia en labores de docencia, investigación y extensión.

3. Las empresas de comunicación y organizacio-nes gremiales o sindicales del sector

No sabemos si una empresa, con la sola prueba de tener una persona trabajando a su servicio, con ello sea suficiente fundamentación para acreditarla, para dar fe pública de su solvencia académica, intelectual y ética.

Pensemos en este ejemplo: ¿será posible que hos-pitales o clínicas vinculen personal a su trabajo y des-pués de algunos años los acrediten como médicos, enfermeros, odontólogos, bacteriólogos … y a todo el personal de la salud?

De todas maneras, se abre la posibilidad a las em-presas para que ellas, libremente, y con sus propios criterios, se conviertan en instituciones para formar y acreditar periodistas y comunicadores. Cuando debe-ría ser todo lo contrario: que ellas vinculen a los perso-nas, con carácter de profesionales, pero egresados de

Se abre la posibilidad a las empresas para que ellas, libremente, y con

sus propios criterios, se conviertan en instituciones

para formar y acreditar periodistas y comunicadores.

Cuando debería ser todo lo contrario: que ellas vinculen a los personas, con carácter

de profesionales, pero egresados de universidades,

para que puedan cumplir a cabalidad con su misión ante

la sociedad.

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universidades, para que puedan cumplir a cabalidad con su misión ante la sociedad.

Jamás una empresa, como un medio de comunica-ción, debe proceder a improvisar con personas que, sin la formación académica, laboren en calidad de pe-riodistas o comunicadores.

Tal comportamiento, en lugar de elevar la dignidad profesional, lo que hace, es afectar una profesión que, por las implicaciones y consecuencias que se generan de su ejercicio, debe estar siempre en manos de per-sonal cualificado.

Frente a las organizaciones gremiales o sindicales del sector, podemos decir que la función que les asig-na una Ley con meros propósitos declarativos, es la más absurda. Porque estas entidades, por su propia naturaleza, se constituyen para defender a los profe-sionales en su trabajo y en sus aspiraciones económi-cas, no para formar profesionales, ni mucho menos acreditarlos.

¿Acaso ellas tienen competencias intelectuales y académicas?

i. ¿Cuáles son los medios de prueba?Estamos ante otro aspecto que es también bastante

delicado por sus consecuencias. La Ley cita:1). Las acreditaciones académicasPero estas acreditaciones sólo las puede certificar

una institución de educación superior, debidamente legalizada. Y, además, deben ser sólo estas mismas instituciones las que deberían acreditar ante todo el mundo, quiénes son las personas competentes para un trabajo profesional de esta enorme responsabilidad, tanto social como ética y jurídica.

Si una persona no tiene esta formación académica, ¿cómo podrá trabajar en un medio de comunicación?

2). Las acreditaciones laboralesTener en cuenta la experiencia es volver a propiciar

el empirismo. Es facilitar el intrusismo. No. Que quien quiera ejercer el trabajo, se haga profesional en una institución de educación superior.

Es distinto que una persona trabaje como columnis-ta, colaborador o analista del acontecer, con el fin de fa-cilitar la comprensión de fenómenos noticiosos. En otras palabras, que en ejercicio del derecho fundamental a la libertad de expresión, difundan sus puntos de vista.

Aquí tocamos un asunto que es demasiado intere-sante. Nos referimos a que hace falta diferenciar cla-ramente en qué consiste el derecho fundamental a

la libertad de expresión de lo que es el ejercicio del periodismo. Existe la creencia de que la libertad de expresión es igual al periodismo y, por tanto, como todo el mundo es titular del derecho fundamental a la libertad de expresión, tal circunstancia lo convierte au-tomáticamente en periodista. No. El periodismo no es un derecho fundamental15. Hoy en día ha alcanzado el rango de profesión, con todas las grandes implicacio-nes que tiene y, como tal, es una forma específica de ejercer la libertad de expresión, porque ésta se consti-tuye por todos los mensajes que el hombre pueda di-fundir. Por eso, otras formas son, por ejemplo, a meno título de enumeración, la poesía, la novela, la fotogra-fía y la música. Sin embargo, no se puede invocar que, por el derecho fundamental a la libertad de expresión, todo el mundo, entonces es poeta, novelista, fotógrafo o músico16.

3). Las acreditaciones gremiales y sindicales del sector

Ya dijimos que un gremio no tiene capacidad inte-lectual y académica para acreditar a una persona como sujeto cualificado para el ejercicio del periodismo y de las comunicaciones.

Tales organizaciones podrán acreditar la calidad de afiliado, no más. Bien sea como parte de una empresa

En Colombia no existe, jurídicamente, la Ley del Periodismo y de las Comunicaciones

Existe la creencia de que la libertad de expresión es igual al

periodismo y, por tanto, como todo el mundo es titular del

derecho fundamental a la libertad de expresión, tal circunstancia

lo convierte automáticamente en periodista. No. El periodismo no

es un derecho fundamental15. Hoy en día ha alcanzado el rango de

profesión, con todas las grandes implicaciones que tiene y, como

tal, es una forma específica de ejercer la libertad de expresión,

porque ésta se constituye por todos los mensajes que el

hombre pueda difundir.

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periodística, en calidad de socio que aporta dinero, trabajo u otros bienes para constituir la sociedad co-mercial. O como asociado a un sindicato.

Aunque al luchar por la dignidad profesional, las or-ganizaciones gremiales y sindicales del sector podrían adelantar campañas de capacitación, pero sobre todo, de actualización de quienes trabajan en los medios de comunicación. Con la advertencia de que dichas ca-pacitaciones solamente las podrán ofrecer institucio-nes competentes académicamente.

Ojalá no ocurra lo mismo que con la Ley 51 de 1975, pues bastaba con la declaración extrajuicio de una persona experimentada para que otro se convir-tiera en periodista.

Deben ser pares académicos, con suficiente sol-vencia intelectual y moral, quienes tengan funciones similares.

j. Lo poco rescatable: el día del periodista y del comunicador

La celebración se establece para el 4 de agosto17 en honor al llamado Precursor de la Independencia, Antonio Nariño, traductor de la declaración de los De-rechos del Hombre y del Ciudadano, de la revolución francesa de 1789.

Antes y por disposición de la Ley 51 de 1975, dicha celebración era el 9 de febrero de cada año, en home-naje al cubano y bibliotecólogo Manuel del Socorro Rodríguez, quien fundó y dirigió El Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá, desde el 9 de febrero de 1791.

En la actualidad, es justo rendir homenaje al gran periodista que fue Antonio Nariño. Recordemos que él fundó varios periódicos, entre ellos, La Bagatela, pri-mero de carácter político del país. Salió a la luz el 14 de julio de 1811.

En este periódico expuso de una manera clara, la entonces histórica y urgente necesidad de adoptar una organización centralista, como un régimen sólido y no seguir el debate estéril sobre las ideas federalistas, para defendernos con mayor fortaleza ante la inminente invasión que venía a reconquistar los territorios perdi-dos de ultramar. Fue un gran llamado de atención, una enorme advertencia y en realidad no se equivocó con su vaticinio. No podemos olvidar la feroz y sangrien-ta reconquista de Pablo Morillo, que empezó con la toma de Cartagena, que estuvo sitiada por varios días hasta el agotamiento y la muerte de sus habitantes.

k. los estatutos de ética y de protección profe-sional

La Ley 1016 de 2006, que reemplazó la Ley 918 de 2004, agregó este mandado y el que analizaremos en seguida.

La norma dice que las organizaciones gremiales o sindicales de los profesionales del periodismo y de la rama de la comunicación deben adoptar o actualizar y divulgar sus estatutos y sus respectivos códigos de ética, al tenor de los mandatos de esta Ley, en un tér-mino no mayor de seis meses, a partir de su sanción. Su publicación fue el 24 de febrero de 2006, o sea, que han pasado más de siete meses.

No sabemos si las organizaciones pertinentes ya han cumplido un mandato que no tiene fuerza vinculante.

l. Seguros para los riesgos¿Qué certeza puede tener un profesional para exigir

al medio donde labora, que dicha empresa le brinde un seguro previo para realizar su trabajo, cuando está en situación, lugar o condición que implique riesgos para su vida o integridad personal o para su libertad? ¿Acaso este seguro no debería ser permanente?

Como dijimos al principio, se trata de una Ley con meros propósitos declarativos. Es una afirma-ción absurda porque una Ley no puede tener ese carácter. Estamos ante una norma que es con bue-

...si seguimos con este tipo de normas, no podemos esperar que, al menos, teóricamente, contemos con disposiciones

que orienten el futuro de una profesión, de la cual siempre decimos que no puede faltar en un sistema democrático,

porque es parte de él, porque es una especie de contrapoder

para vigilar y defender ante las autoridades y ante los particulares, el derecho a

la información de todas las personas.

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Notas

1 Reemplaza a la Ley 918 de 2004, declarada inexequible, mediante la sentencia de Constitucional, C-927 de 2005, porque el presidencia de la república, omitió al sancionarla, dos párrafos relativos a los estatutos y códigos de ética que debían expdir las organizaciones gremiales o sindicales en un plazo de seis meses, después de promulgada la norma, y sobre la protección a los profesionales cuando cumplían una misión que implicara riesgos para su vida o integridad personal o para su libertad.

2 “Auctoritas o dignidad externa: consideración reglamen-tadora en que, por su origen, es tenida por los órganos ju-rídicos de la comunidad. Poder jurídico (competencia) del que dicta la regla, dándole legalidad y ungiéndola con su poder social”. Castro y Bravo, Federico de. Derecho Civil de España. Madrid, 1984, pág. 48.

3 “Ratio o valor intrínseco de la regla, por su contenido moral, político o técnico. Determinado jurídicamente por su finalidad (bien común) y legitimidad (conexión con el Derecho Natural)”. Ibídem.

4 “Effectus o realidad social que alcanza, por la actuación en general del cuerpo social y de los demás órganos de la comu-nidad; validez conseguida en la realidad social”. Ibídem.

5 Artículo 4.

6 Basta consultar, a partir del artículo 150 de la Constitución Política, para conocer las funciones que ejerce el Congreso al tramitar los proyectos de ley y el contenido de éstos.

7 García Villegas, Mauricio. La eficacia simbólica del dere-cho. Examen de situaciones colombianas. Santafé de Bogotá, D. C., Ediciones Uniandes, Santafé de Bogotá, 1993, texto de la presentación de la obra, en la carátula.

8 Se refiere a su obra, Teoría General del Derecho, Bogotá, 1994, p. 20 y siguientes.

9 Monroy Cabra, Marco Gerardo. Introducción al derecho. Bogotá, 2003, p. 111.

10 Gaceta del Congreso No. 347 del 25 de julio de 2001, páginas 18 y 19.

11 Las objeciones de inconstitucionalidad abarcaron los ar-tículos 20, 25, 26, 151, 154, 347, 352, 356 y 387.

12 Recomendamos consultar a Carvajal Martínez, Azael. “El ejercicio del Periodismo no es un derecho fundamental, es una profesión esencial en la democracia para enriquecer la libertad de expresión”. Estudios de Derecho, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Antioquia, Medellín, No. 139, febrero de 2005.

13 Aunque no son de trascendencia, como lo afirmó Juan José García Posada, periodista y profesor universitario, cuando escribió el comentario que tituló: “El efecto pla-cebo de una ley anodina”. Ver periódico El Colombiano, Medellín, febrero 14 de 2005, pág. 4-A.

14 Al menos contamos con el artículo 73 de la Constitución Política, pero aún no se ha desarrollado por medio de una ley. Su texto dice así: “La actividad periodística gozará de protec-ción para garantizar su libertad e independencia profesional”.

15 Sobre este interesante tema, consultar a Carvajal Mar-tínez, Azael. El ejercicio del periodismo no es un derecho fundamental, es una profesión. Revista Folios, Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia, Medellín, No. 7, enero de 2005. Y El ejercicio del Periodismo no es un de-recho fundamental, es una profesión esencial en la demo-cracia para enriquecer la libertad de expresión. Estudios de Derecho, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Univer-sidad de Antioquia, Medellín, No. 139, febrero de 2005.

16 Esta grave confusión las encontramos en las siguientes sentencias de constitucionalidad: C-087 de 1998, por la cual se declaró inexequible la Ley 51 de 1975; C-650 de 2003, que contiene las objeciones presidenciales al pro-yecto de ley que pretendía regular de nuevo el ejercicio del periodismo y que compartió la Corte Constitucional; y C-987 de 2004, que es el segundo pronunciamiento de la Corte Constitucional al mismo proyecto de ley, reelaborado por el Congreso. En esta última sentencia, la posición de la Corte Constitucional se constituye, a nuestro juicio, en un barbarismo político y jurídico al afirmar que en una demo-cracia para ser periodista sólo se necesita ser ciudadano. En otras palabras, el ejercicio de la palabra, que es apenas una actividad natural y un derecho de todo ser humano, automáticamente lo convierte en periodista.

17 Dicha fecha es errada. La verdadera corresponde al 15 de diciembre de 1793. Al respecto, consultar a Cacua Pra-da, Antonio. La Ley del Periodista con Garrafal Error Históri-co. Boletín de Historia y Antigüedades. Separada No. 828, Años 2005. Bogotá, 2005. Aunque el doctor Cacua Prada se refiere a la Ley 918 de 2004, recordemos que ella fue declarada inexequible por la sentencia, C-927 de 2005, y se reemplazó por la Ley 1016 de 2006.

nas intenciones, porque no es una Ley que obligue a todo el mundo. Es una ley que, jurídicamente, no es una ley. ¡Qué gran contradicción! Hasta debería-mos demandarla ante la Corte Constitucional a ver cuál es su pronunciamiento.

Porque en realidad necesitamos normas claras, con-cretas y con fuerza en sus mandatos para transformar las condiciones futuras de una profesión que reclama justicia. Porque si seguimos con este tipo de normas, no podemos esperar que, al menos, teóricamente, conte-mos con disposiciones que orienten el futuro de una profesión, de la cual siempre decimos que no puede faltar en un sistema democrático, porque es parte de él, porque es una especie de contrapoder para vigilar y defender ante las autoridades y ante los particulares, el derecho a la información de todas las personas.

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El alza en las tasas de interés por parte del Banco de la República: un ajuste necesario que sentimos todos

PorRamón Javier Mesa Callejas

Director del Centro de Investigaciones y ConsultoríasInvestigador Grupo de Macroeconomía Aplicada

Facultad de Ciencias EconómicasUniversidad de Antioquia

[email protected]

La decisión reciente del Banco de la Re-publica -BR- de subir su tasa de interés de referencia1 en 25 puntos básicos a niveles de 9.75% anual, es el re-sultado de la urgente necesidad que tiene el Emisor de detener las fuertes presiones inflacionarias que se vienen observando desde finales del año anterior y que se han fortalecido en apenas los dos primeros meses de 2008. Por ejemplo, en febrero, la inflación observada ya ha-bía superado en cerca de 2 puntos el límite superior del rango establecido como meta para este año entre 3.5% - 4.5%, ubicándose en 6.35% anual. De la misma mane-ra, los indicadores de expectativas de inflación2 parecen confirmar un deterioro importante en los resultados de la inflación sobre todo en el primer semestre de este año como consecuencia, especialmente, de la inflación de alimentos y de la expansión de la demanda interna.

Comprender el alcance de esta disposición requie-re precisar por lo menos dos aspectos que pueden resultar significativos a la hora de analizar el impac-to esperado de esta medida. Estos corresponden, de un lado, a la importancia de continuar reduciendo Los aumentos en la tasa

de interés del BR tienen repercusiones desfavorables

sobre el desempeño de la economía a través, no sólo

de la influencia que ejercen sobre las decisiones de

gasto de las empresas y los hogares, sino también por la dinámica que registran

algunos mercados y sectores económicos altamente

sensibles a la variación de la tasa de interés.

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los índices de inflación como estrategia de estabilidad macroeconómica y, por otro lado, a los mecanismos de transmisión que se derivan del alza en las tasas de interés del Emisor, no sólo por su influencia en el com-portamiento de los mercados de bienes y activos, sino también por su relación con la estructura de costos de producción de las empresas, las decisiones de crédito y la posición financiera de los agentes y las expectati-vas sobre los precios de variables macroeconómicas importantes (tasa de cambio, las demás tasas de interés de la economía y la inflación esperada). Igualmente, es necesario tener en cuenta que la tasa de interés del BR es una de las tantas tasas de interés que existen en la economía que actúa como variable clave de la política monetaria para combatir la inflación.

En este sentido, antes del desarrollo de las ideas an-teriores, debemos señalar que el efecto esperado de la tasa de interés del BR sobre las demás tasas,3 no es in-mediato y actúa con cierto rezago porque va a depen-der de las condiciones de liquidez del mercado mone-tario. Así mismo, tal como lo cita Betancourt y Caicedo (2006), numerosos estudios a nivel internacional han encontrado que un cambio en la tasa de política de un banco central no es transmitido completamente a las tasas de interés más importantes en las decisiones de gasto de las empresas y los hogares.4 En el caso colom-biano, el trabajo de Amaya (2006) valida la evidencia internacional de la transmisión incompleta de la tasa del BR sobre las demás tasas de interés y muestra que la respuesta máxima de las tasas de crédito y de depó-sitos ante un cambio en la tasa de política se da a los 4,4 y 6,1 meses, respectivamente.5

1. Importancia de reducir la inflaciónUna de las ganancias recientes más importantes en la

economía del país ha sido reducir la inflación a niveles de un dígito, con ritmos de crecimiento del PIB superiores al 5% anual,6 posibilitando bajas tasas de interés para el cré-dito lo cual ha permitido no sólo el aumento del crédito productivo y con ello la inversión sino también la fuerte expansión del consumo. Ambas variables han sido clave como motor de crecimiento de la actividad económica, el cual ha mostrado en los dos últimos años crecimientos del PIB cercanos al 7% anual, cifra que no se observaba desde la segunda parte de la década de los setenta. Aun-que hay que señalar que la expansión de la demanda interna (con crecimientos del orden del 10% anual) por encima del crecimiento del PIB se ha convertido en una de las causas del rebrote inflacionario actual junto con la elevada inflación de alimentos que se registra desde

2007. En general, mantener una inflación baja y estable trae algunos beneficios asociados con: 1. menores tasas de interés nominales y reales que promueven un mayor endeudamiento de largo plazo; 2. mayores incentivos para inversiones productivas frente a las especulativas; 3. la realización, por parte de empresarios y consumidores, de planes de largo plazo; 4. garantizar el poder adquisiti-vo del dinero y con ello el consumo, y 5. el impulso a la inversión y al crecimiento económico.

Dado lo anterior, no contener el fenómeno inflacio-nario implicaría la reversión de estos beneficios con un efecto desfavorable sobre aquellos grupos sociales, pri-mordialmente los que tienen ingresos bajos, que ven como cada día se disminuye el poder adquisitivo de sus ingresos con un costo apreciable sobre su nivel de con-sumo corriente, fundamentalmente por la reducción de las cantidades consumidas en los bienes de la canasta familiar. Igualmente, el impacto negativo de una mayor inflación también se refleja en algunos sectores eco-nómicos importantes como el exportador que pierde competitividad por los mayores costos de los bienes y servicios locales, y el bancario por la reducción de las ganancias esencialmente de los activos crediticios que ofrecen las entidades financieras con tasas de interés fi-jas a largo plazo.7 Consecuentemente con esto último, los nuevos créditos que actualmente se ofrecen tienen para el usuario una mayor tasa de interés.

2. Efectos del aumento en las tasas de interés

A. Influencia sobre el comportamiento del precio del dólarLa decisión de elevar las tasas de interés del BR

tiene aparejado una notable influencia en el compor-tamiento de variables macroeconómicas importantes, esto se conoce como los mecanismos de transmisión de la política monetaria. Para empezar, el impacto ini-cial de esta medida se siente en el mercado cambiario a través de la revaluación del peso como consecuencia del mayor diferencial de rentabilidades que resulta en-tre el mercado financiero nacional y el mercado finan-ciero internacional. Esto quiere decir que el aumento de las tasas en Colombia en medio de la caída que vienen registrando las tasas de interés en los Estados Unidos va a provocar la entrada de capitales de na-turaleza especulativa (capitales golondrina), haciendo más atractivo la inversión en activos en pesos que en activos en dólares. El costo de lo anterior es la mayor oferta de dólares en la economía que termina por re-

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ducir su precio, complicando aún más el panorama de la revaluación del peso que viene siendo uno de los problemas relevantes que viene enfrentando la econo-mía colombiana en los últimos tres años.

Al margen de la discusión sobre los costos y beneficios de la revaluación, existe por parte del BR una justifica-ción importante de esta medida que pretende por la vía de la reducción de la tasa de cambio, disminuir los costos de importación en moneda nacional de muchos insumos y bienes de capital que podrían reducir la inflación de largo plazo en el país. Igualmente, el menor costo de los importados para el caso de bienes de consumo final que compiten con la producción nacional, también debería contribuir a la estabilidad de precios en el corto plazo.8

Con respecto a todo lo anterior, en el momento el debate sobre la eficacia de la revaluación para reducir la inflación en Colombia esta abierto, sobre todo porque a diferencia del pasado donde la disminución de la tasa de cambio se dio en un contexto de bajas tasas de inte-rés,9 hoy la economía colombiana enfrenta un escena-rio distinto caracterizado por un crecimiento continuo de las tasas de interés, la urgente necesidad de ponerle freno a la demanda y las presiones inflacionarias deriva-

das en gran parte por los altos precios de los alimentos.10 A todas éstas, los fenómenos anteriores representan un cuello de botella para la política monetaria que puede limitar el efecto esperado del Emisor de reducción de la inflación al subir su tasa de interés.

B. Tasa de interés y su efecto en el consumo y la inversión Otra conexión importante que se deriva del alza en

los intereses del BR es el dominio sobre los mercados de bienes con miras a contener el crecimiento de la deman-da interna y minimizar la brecha del producto11 a través del freno al consumo y a la inversión productiva. En efec-to, el aumento de los intereses influye directamente en la tasa de interés real,12 variable clave para las decisiones de inversión, con lo cual se limita el crecimiento de ésta, se frena la demanda interna y se modera el crecimiento del PIB observado, contribuyendo a reducir la inflación. Uno de los costos asociados a esto está por el lado de la menor producción y la posterior pérdida de empleos en vista de la desmotivación a invertir por parte de los empresarios que requieren del crédito para capitalizar sus negocios.13 Esto significa que los mayores intereses se reflejan en el aumento del costo del endeudamiento interno, lo cual dispara los costos de producción totales reduciendo el margen de utilidad de las empresas en la medida de que éstas no aumenten en mayor proporción sus ingresos por ventas (esto puede resultar poco probable porque la de-manda se ve debilitada por el incremento de los intereses del Emisor). Lo paradójico de todo esto, es que el fuerte crecimiento de la inversión ha permitido la moderniza-ción del aparto productivo colombiano convirtiéndose en el gran motor de nuestra economía con un peso signi-ficativo en el PIB.14

Con respecto al consumo, el peso del ajuste de las tasas de interés recae directamente sobre el crédito, bien para aquellos que piensan en endeudarse en el futuro cercano o para quienes están cumpliendo con las obli-gaciones crediticias amarradas a tasas de interés flexibles como suele suceder con los deudores hipotecarios. En el primer caso, una mayor tasa de interés limita las po-sibilidades de tomar crédito para financiar propósitos de gasto de los agentes con lo cual se debería moderar el crecimiento del consumo y, por ende, de la inflación. Esta situación podría resultar conveniente en una econo-mía donde la expansión del crédito desborde los límites normales del financiamiento del consumo y fomente de manera persistente presiones inflacionarias. Así mismo, en el caso de los deudores hipotecarios, una subida en las tasas de interés del BR que se refleje en un incremento

Una de las ganancias recientes más importantes en la economía del país ha sido reducir la inflación a niveles

de un dígito, con ritmos de crecimiento del PIB superiores

al 5% anual,6 posibilitando bajas tasas de interés para el

crédito lo cual ha permitido no sólo el aumento del crédito

productivo y con ello la inversión sino también la fuerte expansión del consumo. Ambas variables han sido clave como

motor de crecimiento de la actividad económica, el cual

ha mostrado en los dos últimos años crecimientos del PIB

cercanos al 7% anual

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de la tasa de interés de colocación, afecta las tasas de interés hipotecarias y con ello se encarece el servicio de deuda de estos hogares. Esto sería fatal en una economía (como la colombiana) caracterizada por tener un elevado porcentaje de familias deudoras, dado que se aumenta-ría el costo financiero de éstas reduciendo su ingreso dis-ponible razón, por la cual se afectaría desfavorablemente los niveles de consumo y producción agregada.

C. Tasa de interés y mercado financiero Uno de los canales de transmisión más importantes que

se derivan de la política monetaria tiene que ver con la influencia de ésta sobre el mercado financiero mediante su relación con los precios de los demás activos financie-ros clasificados como de rentabilidad fija libre de riesgo (algunos como los depósitos de ahorro a término –CDTs- y los depósitos fiduciarios) y de renta variable como las ac-ciones, los bonos del gobierno (los denominados TES) y las pensiones voluntarias, entre otros. Normalmente, el precio de estos activos se mueve inversamente con el compor-tamiento de la tasa de interés, lo que significa que si el alza en la tasa del BR provoca una subida en la tasa de interés del ahorro, los inversionistas financieros moverán sus portafolios hacia activos de renta fija (cuya rentabili-dad se dispara a consecuencia de los mayores intereses) en detrimento de las inversiones en activos de renta variable ante la caída de su rentabilidad. Lo anterior suele ser muy común en la dinámica del mercado financiero de un país en donde incluimos el mercado bursátil que es bastante sensible a los vaivenes de la tasa de política monetaria.

En efecto, siempre que los intereses están disparados los índices de rentabilidad bursátil muestran una ten-dencia decreciente, con lo cual se desmotiva la inver-sión en acciones ante la caída de su precio. En general, aquellos hogares que viven de la renta de sus inversio-nes deberán diversificar su portafolio financiero ante la menor rentabilidad que producen la tenencia de activos como los dólares, las acciones y las pensiones volun-tarias. En el caso de este último activo, en la medida que las entidades financieras estén ofreciendo tasas de interés más competitivas que antes no se registraban, lo cual hace más atractivo la inversión en CDTs, se afectan directamente los fondos de pensión voluntaria, tanto en rentabilidad, por desvalorización del portafolio en el cual invierten los ahorros del público, como en utilidad, por la disminución de los recaudos.

D. Tasa de interés, mercado inmobiliario y dinamismo del sector construcciónUn mercado alterable al comportamiento de las

tasas de interés es el inmobiliario. Este responde ne-gativamente cuando los intereses comienzan a su-bir, bien en el caso de que se considere la vivienda (propiedad raíz) como un activo financiero más15 o si ésta es para vivir y las familias financian su com-pra con crédito. Es claro que cuando suben los in-tereses, se pueden frenar las intenciones de hacer inversiones en propiedad raíz en vista de lo atractivo que puede resultar las inversiones en activos libres de riesgo como los depósitos. No obstante, esto, al parecer, no siempre es cierto, dado, que muchos hogares prefieren de todas maneras la inversión en propiedad raíz por la valorización de la misma y por la seguridad que representa este activo que difícil-mente se deprecia, a menos que se produzca una crisis severa en la economía que desplome de ma-nera fuerte el precio de la vivienda.16

De igual forma, las intenciones de compra de vivien-da como bien de consumo vía el crédito hipotecario se va a sentir ante la subida de los intereses, reduciendo la demanda por este bien e induciendo a mayores inven-tarios por parte de los constructores ante las menores ventas. También hay que destacar que el sector de la construcción siente los efectos de los mayores intereses porque a muchos constructores se les encarece el crédi-to, dificultando el flujo de liquidez que requieren para financiar los proyectos que están en curso.

Síntesis finalPor todo lo señalado, no cabe duda que los aumen-

tos en la tasa de interés del BR tienen repercusiones desfavorables sobre el desempeño de la economía a través, no sólo de la influencia que ejercen sobre las decisiones de gasto de las empresas y los hogares, sino también por la dinámica que registran algunos mer-cados y sectores económicos altamente sensibles a la variación de la tasa de interés. En suma, la transmisión de tasas de interés es un proceso complicado en el cual otras variables, diferentes a la tasa de política mo-netaria, afectan el comportamiento de los bancos, las condiciones de los mercados de crédito y depósitos y, por ende, la determinación de las principales tasas de interés de la economía.

En la actual coyuntura económica colombiana, va-rios factores están sumando para debilitar el grado de eficiencia de la política monetaria en su lucha contra la inflación. Por ejemplo, uno de ellos, el efecto esperado de esta medida, se puede perder porque una parte im-portante de la inflación es producida por los alimentos

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cuyos precios están siendo elevados a consecuencia del clima, el alto precio del petróleo y la producción de biocomustible. Ante esto, poco o nada puede hacer el BR. Así mismo, el panorama internacional puede resultar complejo durante este año y dificultar la reducción de la inflación. La razón está asociada con la recesión en los Estados Unidos y la crisis del mercado financiero en este país a consecuencia del desplomen del mercado hipotecario y la caída de las utilidades del sector bancario. Las repercusiones de esto van a tener un impacto desfavorable sobre las economías de la región en materia de exportacio-nes y fuga de capitales, con lo cual puede resultar altamente probable que se revierta la tendencia a la revaluación de las monedas nacionales y se desate un proceso de devaluación de las mismas. Colombia no es ajena a este escenario y el costo de esto estaría representado por una devaluación del peso que ali-mentaría, no sólo mayores presiones inflacionarias, sino también mayores tasas de interés.

De otro lado, las fuertes presiones de demanda que se viene registrando que se convierten en la mo-tivación principal que tiene el BR para inducir el in-cremento de las tasas, puede limitar la expansión de la actividad económica y con ello convertirse en la cuota inicial del comienzo de una etapa de desacele-ración y crisis, tal como lo vivimos a finales de la dé-cada de los noventa. Esta medida, aunque necesaria para evitar el recalentamiento de la economía, podría terminar por deteriorar la actividad económica por los altos costos que representa en algunos sectores económicos representativos que generan un impor-tante volumen de empleos, como la construcción y el sector exportador; esto sin contar los efectos negati-vos sobre la economía de los hogares.

¿Que hacer ante esta coyuntura de mayores tasas de interés? La respuesta no es fácil, sobre todo por lo difícil que resulta el contexto macroeconómico actual influenciado por las incertidumbres del frente externo y por el problema de la inflación de alimen-tos. Solo queda que entendamos que hoy se hace prioritario que empresas, gobierno y hogares tenga-mos una política racional del manejo del gasto que no desborde las posibilidades del ingreso esperado porque, de lo contrario, el exceso de consumo se cas-tiga con mayores intereses que a la postre significa el sacrificio de consumo futuro.

--------------------- FIN

Notas

1 Esta tasa de interés, también denominada tasa de inter-vención o de política monetaria, representa el costo del cré-dito en que incurren los bancos por los préstamos que les hace el BR a corto plazo.

2 Encuestas periódicas que realiza el BR sobre proyecciones relacionadas con el sector monetario, financiero y cambia-rio al igual que el análisis del mercado de los TES.

3 Como la tasa interbancaria (se relaciona con la tasa de interés que se cobran los bancos entre sí), la tasa del ahorro (que se mide a través del DTF) y la tasa de colocación que corresponde al crédito.

4 Al respecto véase el informe de inflación del Banco de la República de diciembre de 2006, página 51, recuadro 1.

5 Amaya (2006). “Interest Rate Setting and the Colombian Monetary Transmission Mechanism”. Ensayos de Política Económica, N° 50. Banco de la República.

6 Exceptuando el año anterior donde a pesar del crecimien-to del PIB, la tasa de inflación ascendió a 5.7%, nivel supe-rior en relación con 2006 que fue del orden de 4,5%.

7 Como bien se sabe, entre 2005-2007 se generó un fuerte crecimiento del crédito hipotecario como resultado de los nuevos planes de financiación de vivienda de largo plazo que ofrecieron los bancos a tasas de interés fijas en vista de la mayor expectativa de reducción de la inflación. Según Anif, solamente entre 2006-2007 el sistema financiero co-locó cerca de $10 billones de cartera hipotecaria.

8 Como se recordará entre 2004 y 2006, uno de los facto-res más importantes que contribuyó a bajar la inflación en el país fue la revaluación del peso a través de la disminución de la inflación para los bienes transables cuyo nivel prome-dio estuvo fue de 2.5% para estos años.

9 Lo cual posibilito el crecimiento de la inversión productiva, la expansión de la demanda y la reducción de la inflación

10 Que tienen como causas factores externos asociados con el clima, la producción de biocombustibles y el elevado precio del petróleo.

11 Corresponde a la brecha entre el PIB potencial (repre-senta el crecimiento del lado de la oferta) y el PIB observa-do o al crecimiento del lado de la demanda.

12 Se entiende como la diferencia entre la tasa de interés nominal y la inflación esperada.

13 Inclusive, así los empresarios no se financien con recur-sos de crédito sino con capital propio, los efectos del alza en los intereses pueden hacer más atractiva la inversión fi-nanciera especulativa, siempre que la rentabilidad esperada de esta inversión este por debajo de la tasa de interés para el ahorro. Recordemos que la inversión especulativa no ge-nera un valor agregado importante en materia de empleos y distribución de la riqueza

14 Este porcentaje supera el promedio de América Latina alcanzando casi el 28% del PIB en 2007.

15 Esto es si los hogares compran apartamentos o casas para beneficiarse de la renta que producen los arrendamientos.

16 Aunque no es muy común que esto suceda, recordemos que un episodio de estas características se vivió en la eco-nomía del país a finales de la década pasada.

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Otro enfoque a la mortalidad maternaMás allá de la calidad de la atención

PorAlejandro Hernán Quintero Galeano

Médico Gineco-Obstetra y Magíster en Salud Pública de la Universidad de Antioquia

IntroducciónPara nadie es un secreto que en los

últimos años se ha presentado un deterioro o estan-camiento en algunos de los indicadores de salud del país1, figurando entre ellos la mortalidad materna MM2. Por ello han surgido varios trabajos tanto desde la esfera gubernamental3, como desde la academia4; estableciéndose comités de vigilancia para estudiar y dar alternativas a la problemática.

Considero que a pesar de los loables esfuerzos y el positivo trabajo realizado, la tesis planteada por el Comité de Vigilancia de la Mortalidad Materna y Pe-rinatal Centro Nacer de la Universidad de Antioquia, asociado al CLAP-OPS/OMS, de que la baja calidad de la atención es la causa más importante de la mortali-dad materna, como consecuencia de la aplicación del modelo de análisis ruta de la vida camino a la super-vivencia, tiene unas consecuencias importantes que

La historia no es un cálculo matemático: no existe en ella un sistema métrico deci-mal, una numeración progresiva de canti-dades iguales que permita las cuatro ope-raciones, las ecuaciones y la extracción de raíces. La cantidad (estructura económica) se convierte en ella en cualidad porque se hace instrumento de acción en manos de los hombres, que no valen solo por el peso, la estatura y la energía mecánica de-sarrollable por los músculos y los nervios, sino que valen especialmente en cuanto son espíritu, en cuanto sufren, compren-den, gozan, quieren o niegan.

Antonio Gramsci

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implican directamente al personal de la salud con sus respectivas instituciones, haciéndolos el blanco per-fecto y penalizando su actuar; soslayando elementos fundamentales en el análisis como son los factores es-tructurales: económicos, históricos, sociales y políticos. Este enfoque de las causas de la mortalidad materna adquiere así, quiérase o no, concientemente o no, en el contexto actual del país, unas connotaciones para la solución del problema, que en consecuencia a esa premisa, descuidan su fondo y se convierten en sus-tento del sistema de salud, aún con sus documentadas fallas y ocultan la realidad de un modelo de desarrollo que perpetúa e incluso incrementa las condiciones de pobreza, inequidad y falta de derechos existentes hoy en Colombia.

Este trabajo pretende desde un escenario académico:1) Controvertir el modelo de análisis de los tres re-

trasos: ruta de la vida camino a la supervivencia, mos-trando cómo, bajo un análisis más integral y dinámico para el estudio de las causas de la mortalidad materna en cualquier país del mundo, incluido Colombia, tie-nen más peso los factores estructurales porque incluso de ellos hace parte la calidad de la atención y es ahí donde está el secreto. La metodología propuesta por el modelo ruta de la vida camino a la supervivencia, por el contrario, segmenta la información y parcializa el análisis.

2) Es objetivo de este trabajo plantear una propues-ta alternativa que permita, aplicando los elementos de análisis que nos brinda la medicina social y la epide-miología crítica, comprender mejor y enfrentar las ver-daderas causas de la problemática.

Consecuente con ello, me basaré en los funda-mentos científicos que ofrecen la medicina social y la epidemiología crítica y sus diferencias con la epide-miología clásica, herramienta en la que se sustenta el modelo con la metodología de los tres retrasos para el estudio de la mortalidad materna.

La secuencia argumentativa se desarrollará a través de los siguientes apartes:

– Breve historia de la medicina social en Latinoamérica– El problema de la mortalidad materna– Principales diferencias entre la Medicina Social y

la Epidemiología Clásica– Análisis del modelo ruta de la vida camino a la

supervivencia– Propuesta: hacia un nuevo modelo de análisis de

la mortalidad materna en Colombia.

Breve historia de la medicina social en LatinoaméricaLa medicina social en Latinoamérica surgió a princi-

pios del siglo XX5, pero se puede decir, tuvo su época dorada a partir de 1960, por grupos académicos, in-vestigadores del campo de la salud, practicantes, estu-diantes, movimientos de trabajadores y organizaciones populares, disconformes con el modelo económico im-plementado para la época denominado desarrollista, el cual representó una importante crisis para el campo de la Salud Pública que se manifestó a fines de esa década. El modelo desarrollista basaba sus esperanzas en el crecimiento económico para la mejoría general de la salud de la población, lo cual en la práctica fue contradicho por la realidad, a pesar del crecimiento de los indicadores macroeconómicos en la mayoría de los países de la región, se deterioraban los indicadores sociales, entre ellos los de la salud6 7 8. Demostraron estos investigadores, además, que a pesar de contar con más y mejores métodos de diagnóstico y trata-miento, y del aumento de los presupuestos del sector, estos no estaban relacionados con el mejoramiento de las condiciones de salud de la población, en especial cuando existían grandes diferencias en el acceso a los avances9 10. Por el contrario, pusieron en evidencia que fue a través del modelo del Estado de bienestar, ampliando los derechos de los trabajadores y de los sectores sociales de menores ingresos, lo que implicó una distribución más equitativa a través de los salarios y el acceso a la educación y la salud financiados por el Estado y el desarrollo de programas preventivos, lo que posibilitó la mejoría de los indicadores de salud.

Historia similar a la que vivimos hoy en los albores del siglo XXI, que demuestra el desarrollo en espiral de la historia y las implicaciones del modelo de desarrollo que orienta las diferentes políticas públicas de los paí-ses y que tiene implicación directa en la política social y específicamente en la salud de la población.

El problema de la mortalidad maternaInternacionalmente a la mortalidad materna se la ha

considerado como uno de los indicadores del grado de desarrollo de un país11 12 debido a su gran correlación, fuera de los determinantes biológicos, con los econó-micos, sociales, culturales y ambientales; es decir, con la calidad de vida de la población.

Las cifras lo demuestran. Se considera que cada año mueren en el mundo, a consecuencia del embarazo, el parto y el puerperio 529.000 mujeres, una cada

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Se considera que cada año mueren en el mundo, a consecuencia del embarazo, el parto y el puerperio

529.000 mujeres, una cada minuto; de ellas, 68.000 por causa de abortos provocados en situaciones de riesgo. La mayoría de estas muertes sucede

en los países en vías de desarrollo, y están francamente asociadas con

la pobreza. En África y Asia estas muertes son más numerosas, en

contraposición a los países de altos ingresos, donde se registra menos del 1% del total de las muertes maternas.

minuto; de ellas, 68.000 por causa de abortos pro-vocados en situaciones de riesgo. La mayoría de estas muertes sucede en los países en vías de desarrollo y están francamente asociadas con la pobreza. En África y Asia estas muertes son más numerosas, en contrapo-sición a los países de altos ingresos, donde se registra menos del 1% del total de las muertes maternas. Ha-ciendo la comparación, el riesgo de morir en el África subsahariana por causas asociadas con la maternidad es de 1 en 16, mientras en los países ricos es de 1 en-tre 2800. La mayoría de las causas de muerte materna se encuentran relacionadas con factores de exclusión social y ésta última, a su vez, se relaciona con factores socio-económicos, entre ellos: la pobreza, la exclusión de los servicios de salud, la exclusión del acceso a las intervenciones obstétricas, los escasos recursos para la financiación del sector y el descenso de los salarios reales de los funcionarios públicos, entre otros13 14.

La situación en América Latina es igualmente pre-ocupante. Se considera que la probabilidad de que una mujer latinoamericana muera por complicaciones del embarazo y el parto es 1 en 160 durante toda la vida, en comparación con las mujeres de América del Norte cuyo riesgo es de 1 en 3.500; un riesgo 21 veces más alto. La tasa de mortalidad materna de Haití, la mayor de la región, es casi 100 veces más alta que la de Cana-dá, país donde se registra la tasa más baja 15.

Los estudios realizados sobre el tema, evidencian la relación directa entre las altas tasas de mortalidad materna y el bajo nivel de desarrollo económico, la ex-clusión social, la pobreza, el desempleo, el analfabe-tismo, los niveles de escolaridad deficientes, el acceso difícil a los servicios de salud por razones geográficas y/o administrativas, las bajas coberturas con servicios médicos, la deficiente calidad en la atención y la limi-tada financiación del sector salud, etc. 16 17. Colom-bia no es la excepción a esta regla, en nuestro país, el riesgo de una mujer morir por complicaciones debidas al embarazo, parto y puerperio, dependen del depar-tamento en el cual se viva. Mientras la razón de mor-talidad materna en Antioquia es de 56.5 por 100 mil nacidos vivos n.v. para el año 2002, la del Chocó es de 331.6 por 100 mil n.v. para el mismo año; es decir, la probabilidad se hace seis veces mayor, sin contar con que en este último departamento, se supone un mayor subregistro18; en los nuevos departamentos, antes lla-mados territorios nacionales, sobresale el Vichada con una razón de mortalidad materna de 712.8 para el año 200019, cifra mayor que la de Haití 523 por 100 mil n.v. para el mismo año20.

Principales diferencias entre la medicina social y la epidemiología clásica.Enfoque teórico-metodológico.El enfoque teórico-metodológico de la Medicina

Social (MS) incluida la Epidemiología crítica, parte de unas características específicas que lo diferencian de las teorías de Salud Pública (SP) y la Epidemiología Clá-sica. Los elementos más representativos son:

Epistemológico. No es la intención de este artículo profundizar acerca de los conocimientos epistemoló-gicos, ni de sus principales corrientes: positivista, his-tórico-hermenéutica y crítico-social; a pesar de que en la actualidad esté de moda en las facultades del área de la salud, la medicina basada en la evidencia MBE, expresión del positivismo. Pretendo resaltar, las otras posibilidades de aproximarse a la verdad, bata-lla ganada por las ciencias sociales y humanas, con la investigación cualitativa; y la posibilidad incluso en la actualidad, de traspasar las fronteras de ambas, com-binando los métodos, en pro del conocimiento, en lo que se ha denominado la investigación total.

En las áreas de la salud, el posivitismo se carcte-riza por su enfoque morbicéntrico, el cual considera que la enfermedad está determinada principalmente por factores biológicos, los cuales se deben intervenir para procurar la salud de las personas afectadas. Ese

Otro enfoque a la mortalidad materna

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debate, fue superado, hace más de medio siglo, al demostrarse que en el proceso salud-enfermedad influyen además otros factores, los económicos, sociales, ambientales, mentales, dando origen a la teoría de los diferentes determinantes del proceso salud-enfermedad11; los cuales se conjugan en ma-yor o menor medida de acuerdo a cada entidad y al contexto histórico determinado.

Con estos elementos se puede entender el debate teórico-metodológico partiendo del contraste entre los modelos empírico-funcionalistas (positivistas) e histórico analíticos, y entre los enfoques macropo-líticos y micropolíticos, así como el equilibrio en-tre las metodologías de investigación cuantitativas y cualitativas, entre lo individual, lo grupal y lo colec-tivo como unidad de análisis.

Mientras la Epidemiología clásica considera a la po-blación como unidad de análisis, pero definiéndola como una suma de individuos que pueden ser clasifi-cados en grupos (sexo, edad, educación, ingreso, raza, etnia) dando porcentajes calculados aritméticamente según la selección a priori del investigador, la MS con-sidera a la población y a las instituciones sociales como totalidades cuyas características trascienden las de los individuos que las componen; de esta forma la MS de-fine los problemas y desarrolla sus investigaciones a través de unidades de análisis sociales e individuales, pero con un encuadre teórico-metodológico colectivo, es decir, las especificidades individuales y grupales son analizadas en el contexto social que las determina.

Neutralidad de la ciencia. La MS argumenta que la falta de explicitación de los supuestos teóricos en la medicina y la SP anglosajonas de corte empírico no significa ausencia de teoría. Por el contrario, una postura ateórica o antiteórica significa que la teoría fundamental está implícita y que muchas veces la des-conocen los propios investigadores. Por lo tanto, el conocimiento no es neutral. Los planteamientos de la escuela crítico-social de Frankfurt, donde se busca la emancipación por medio del conocimiento, develan la premisa de que cualquier conocimiento tiene un in-terés21, que la ciencia no es neutral, hecho que se ha demostrado a través de la historia y en la actualidad.

Conceptualización del proceso salud-enfermedad. La MS conceptualiza la salud-enfermedad como un proceso dialéctico y no como una categoría dico-tómica. La epidemiología crítica estudia el proceso salud-enfermedad en el contexto social, conside-rando los efectos de los cambios de las condiciones

sociales a lo largo del tiempo. En un nivel básico, los pensadores de la MS han criticado el modelo monocausal de explicación de la enfermedad. Los investigadores Latinoamericanos mantienen la pers-pectiva de que las explicaciones simplistas, por las cuales un agente específico es la causa necesaria y suficiente para producir una enfermedad, no consi-deran adecuadamente las condiciones sociales que son determinantes para el desarrollo de la enferme-dad. La MS ha sugerido un enfoque más complejo de la causalidad, en el cual las condiciones sociales e históricas son consideradas como determinantes estructurales, es decir, que existen antes del proble-ma analizado, y su comprensión permite especificar las dimensiones del mismo. Los determinantes so-ciales e históricos no son variables cuya única dife-rencia es el peso que el investigador les atribuye en la cadena causal.

Problema vs. Técnica. Para la MS el punto de partida es un replanteamiento teórico del problema, a la luz del cual los métodos y técnicas se subordinan a una ló-gica analítica de procesos dinámicos considerados en conjunto, y no a la inversa; es decir, no se subordinan a la preeminencia de una lógica empírica que asocia, a través de la metodología y de las técnicas, mayo-ritariamente cuantitativas o cualitativas cuantificadas, fragmentos de la realidad. En pocas palabras, la priori-dad es buscar la solución del problema que afecta a la comunidad, por encima del método o la técnica, sin que esto represente el perder la rigurosidad.

Análisis del modelo ruta de la vida camino a la supervivencia Principales sustentos teóricos del modelo A continuación se extraen literalmente, con su res-

pectiva página, por su importancia y consecuencias de su aplicación, los sustentos del modelo consigna-dos en el texto: Diseño y evaluación de programas para mortalidad materna elaborado por Deborah Maine, Murat Z. Akalin, Victoria M. Ward, Ángela Kamara del Centro para la población y salud familiar de la Facultad de Salud Pública, Universidad de Co-lumbia; Junio 1997 22:

“Las mujeres de cualquier país y de cualquier tipo de población pueden desarrollar complicaciones, pero es menos probable que las mujeres de los países en desa-rrollo obtengan tratamiento rápido y adecuado, por lo tanto es más probable que mueran”. Página 7.

“La estrategia propuesta en este manual se basa

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en dos conceptos centrales, Primero, las mujeres con complicaciones obstétricas deben tener acceso al trata-miento médico de emergencia si se quieren reducir las muertes maternas. Segundo, la mejor forma de evaluar el progreso en cuanto a la reducción de las muertes maternas es a través del uso de los indicadores de pro-ceso y resultado”. Página 10.

“Es posible reducir las muertes maternas antes que dar solución a todos estos problemas .(pobreza, anal-fabetismo, bajo estatus de la mujer, higiene y nutrición deficiente, transporte deficiente, servicios médicos in-adecuados). Por lo tanto, lo que quieren los planifica-dores de los programas es saber, “¿Cuáles son las 3 o 4 actividades factibles que reducirán sustancialmente las muertes maternas en nuestra población en el futu-ro cercano?........

- reducir las posibilidades de embarazarse;-reducir las posibilidades que la mujer embarazada

experimente graves complicaciones durante el embara-zo o parto; o

-reducir las posibilidades de muerte entre mujeres que experimenten complicaciones”. Página 10.

“Aunque no se puede predecir ni prevenir las com-plicaciones obstétricas, estas pueden ser tratadas. Ya que todas las mujeres embarazadas corren el riesgo de sufrir complicaciones obstétricas, necesitan tener acceso a Cuidados Obstétricos de Emergencia, COE (Emergency Obstetric Care, EmOC). Con el tratamiento adecuado, la vasta mayoría de muertes maternas puede evitarse. Por lo tanto, acceso rápido a los cuidados obs-tétricos de emergencia debe ser el esfuerzo principal para reducir muertes entre mujeres embarazadas. Por estas razones, las intervenciones diseñadas para reducir muertes maternas al mejorar el acceso a las COE son el enfoque de este manual”. Página 13.

“Mientras que los servicios de COE son necesarios si se quiere reducir la mortalidad materna, puede que no sean suficientes. Incluso cuando los servicios es-tán funcionando bien, las mujeres con complicaciones obstétricas enfrentan una variedad de barreras para poder utilizarlas. Algunas de las cuales son económi-cas –por ejemplo, falta de dinero para pagar el trans-porte o los servicios. Algunas son geográficas –por ejemplo, distancias largas y vías en mal estado. Algu-nas son culturales –por ejemplo, la vida de las mujeres tiene un bajo valor. Cualquier cosa que cause demora en que la mujer reciba un tratamiento adecuado le puede costar la vida”. Página 15.

Como podemos apreciar en las anteriores premisas

se resalta los factores asistencialistas, curativos y morbi-céntricos propios de la epidemiología clásica descritos anteriormente y se minimiza en el análisis el peso de los factores estructurales y sociales; en la práctica se reduce el análisis de salud a elementos individuales y a la ausencia de enfermedad. Desde esta perspecti-va, establece este modelo su metodología con base en el análisis de los tres retrasos en la atención como los causales de la MM22. Las características principales de cada retraso son las siguientes:

Retraso 1: Tomar la decisión de buscar ayuda.Retraso 2: Llegar a la institución de atención.Retraso 3: Recibir el tratamiento adecuado en la

institución.El retraso 1 tiene que ver con el entorno de la mu-

jer y su comunidad, sus habilidades y hábitos. Ocurre cuando la mujer no buscó la atención o lo hizo tardía-mente debido a que ella o su familia no reconocieron los signos de las complicaciones del embarazo o no tomaron la decisión o la acción de consultar por fac-tores culturales, económicos o experiencias negativas anteriores con el sistema de salud. El retraso 2 tiene que ver con falta de accesibilidad a los servicios de salud, que puede darse por circunstancias geográfi-cas, de orden público o de infraestructura vial. El re-traso 3 tiene que ver con la atención deficiente por el sistema de salud, por ejemplo, por tratamientos mé-dicos inadecuados e inoportunos, falta de oportuni-dad en la atención, subestimación o no identificación del riesgo, personal insuficiente o poco capacitado, falta de protocolos de atención o incumplimiento de los mismos, falta de recursos como medicamentos y hemoderivados, entre otros.

Resultados de la aplicación del modeloSe parte del hecho de que las investigaciones in-

ternacionales han encontrado una evitabilidad de la MM en aproximadamente 90% en los países en vía de desarrollo, que la mayoría de las muertes ocurren por complicaciones como hemorragia, hipertensión arterial inducida por el embarazo, aborto inducido inseguro, sepsis, parto obstruido y de que de ellas la mayoría son finalmente intrahospitalarias. Por lo tan-to, que las muertes finalmente ocurren en el último eslabón de la cadena, en los centros de atención y por causa biológica, pero se olvida las historias y las cargas desfavorables previas, los determinantes estructurales previos de cada gestante, responsables en la mayoría de los casos de que el manejo de esas complicaciones sea demasiado complejo y difícil de remediar.

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Según una investigación reciente realizada so-bre las causas de la Mortalidad Materna durante los años 2004 y 2005, realizada en el Departamento de Antioquia, por el Centro Nacer de la Universi-dad de Antioquia asociado al CLAP-OPS/OMS, en donde se aplicó este modelo ruta de la vida cami-no a la supervivencia, el resultado encontrado fue que la categoría de la calidad de la atención que representa el tercer retraso correspondió al mayor porcentaje.

Este hallazgo se ha replicado en diferentes foros y even-tos académicos sin mayor discusión, pero ¿cuáles han sido sus consecuencias a través de estos últimos tres años?

Consecuencias de la aplicación del modelo• Penalización del quehacer del personal de salud.• Penalización a las instituciones de salud (¿Cuál es

la responsabilidad de las instituciones formadoras?).• Coerción y control del personal a través de los

protocolos de atención. • Enseñanza basada en modelos morbicéntricos, con

métodos estadísticos, que ocultan la realidad social.• Énfasis en métodos de diagnóstico y terapéutica de

punta con beneficio directo para las multinacioneles y los monopolios que se nutren del mercado en el sector.

• Incentivo a las atenciones asistenciales, intrahos-pitalarias, de cuidados obstétricos especiales COE y de cuarto nivel, Unidades de Cuidados Intensivos UCIs.

• Se legitima el sistema de salud basado en el mer-cado, pues el problema es el personal encargado de la atención, la calidad de la atención, no el sistema, no la política social.

• Se acepta el modelo de desarrollo neoliberal impuesto.• Se incumple con la función social de la universi-

dad pública.

Gráfico 1. Mortalidad Materna en Antioquia según el tipo de retraso años 2004-2005. Nacer Centro Asociado al CLAP/SMR - OPS/OMS Facultad de Medicina Universidad de Antioquia

Gráfico 1

• Se respalda, de hecho, el desarrollo de la política hegemónica a costa de la salud de la población.

Otra interpretación:Si analizamos con más detalle el modelo, podemos

decir que el retraso uno y dos, esta compuesto por fac-tores estructurales y sociales, como son los educativos, culturales, sociales, económicos, condiciones geográficas, de violencia y de infraestructura vial, resaltados por la MS. Y para el tercer retraso, la calidad de la atención, se in-cluyen doce variables, de las cuales siete tienen que ver con el funcionamiento del sistema de salud SS, problema también estructural, y cinco con la calidad de atención por el personal de la salud propiamente dicho (tabla 1).

En consecuencia, al considerar el conjunto y la pre-ponderancia de los factores estructurales en los tres retrasos, el panorama del análisis cambia y sus impli-caciones aún más. (Gráfico 2).

VARIABLES QUE COMPONEN EL TERCER RETRASO O CALIDAD DE LA ATENCION

SEGÚN EL MODELO RUTA DE LA VIDA CAMINO A LA SUPERVIVENCIA

Funcionamiento del Sistema de Salud Calidad de la Atención propiamente dicho

Dificultades en los traslados Intervenciones y/o conducta inadecuada

Barreras administrativas para el acceso Valoración inadecuada

Promoción y prevención Subvaloración de los cuadros clínicos

Nivel inadecuado Deficiencias en interrogatorio y examen clínico

Hemoderivados Trabajo en equipo

Exámenes

Recursos no acordesTabla 1. Variables que componen el tercer retraso de atención según el modelo Ruta de la Vida Camino a la supervivencia.

Gráfica 2. Elaborada a partir de los mismos datos obtenidos en la investigación sobre la Mortalidad Materna en An-tioquia años 2004-2005. Capítulo 5. Mortalidad Materna por regiones: Tipos de retraso por municipios de ocurrencia. Nacer Centro Asociado al CLAP/SMR - OPS/OMS Facultad de Medicina Universidad de Antioquia. Se consideraron los factores estructurales en un solo grupo frente a la calidad de la atención propiamente dicha, que es parte del tercer retraso, no se excluyeron las muertes no evitables, las cuales aumentarían el porcentaje de las causas estructurales.

Gráfico 2

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Y si a ello sumamos que de las cinco variables de la calidad de la atención propiamente dichas, ellas tam-bién tienen relación con los factores estructurales, en la medida en que como consecuencia de la aplicación de las reformas educativas, laborales y del sector salud, que impone el modelo de desarrollo, se presentan ca-rencias en la formación y el ejercicio del recurso huma-no en salud: dificultad con los centros de práctica que no permite desarrollar el número suficiente de proce-dimientos al personal en entrenamiento, ambientes la-borales hostiles al personal asistencial y en formación por la finalidad de producción, flexibilización laboral con contratos a destajo que representan una gran ines-tabilidad y rotación del personal, coerción a los médi-cos por parte de las Empresas Promotoras de Salud 23, dilación de la oportunidad de los servicios, carencia de suministros y recursos para una atención adecuada a los pacientes, etc. Todos estos elementos desmotivan al personal y dificultan un verdadero trabajo interdisci-plinario y con calidad.

Ante estas características, la pregunta siguiente es: ¿Qué implicaciones académicas, sociales y políticas, tendría el expresar que el problema de la MM esta determinado fundamentalmente por las causas estruc-turales como lo hemos podido corroborar? ¿Por qué evitar esta discusión y este análisis? ¿Se puede expresar que bajo los adelantos científicos con los que conta-mos en la actualidad, para superar ese 90% de mor-talidad evitable, lo que se debe atacar son los factores estructurales pues tienen una mayor preponderancia e incluso influyen en la calidad de la atención?

5. PROPUESTA: HACIA UN NUEVO MODELO DE ANÁLISIS DE LA MORTALIDAD MATERNA EN COLOMBIA.Por lo tanto, se propone cambiar el análisis mecá-

nico, como consecuencia de la aplicación del modelo Ruta de la Vida camino a la Supervivencia, que ocul-ta la jerarquía de las verdaderas causas del problema, lo presenta fragmentado, no permite la relación ni la conjugación de las variables en la realidad del contex-to social y político colombiano. Con unas consecuen-cias que centran su atención sobre el recurso humano responsable de la atención, pero olvidan los factores estructurales, de pobreza, vivienda y alimentación inadecuada, carencia de servicios públicos básicos como acueducto y alcantarillado, bajo nivel educa-tivo, desempleo o subempleo, exclusión social, falta de derechos sociales, económicos y culturales, etc.

En otras palabras, lo que todo el mundo ha reconoci-do a través de la literatura mundial como crucial a la hora de afrontar la problemática y que es corrobable en Colombia. Además, que permite el no cuestiona-miento a fondo del sistema de salud, su finalidad de rentabilidad económica, el no reclamo al Estado del cumplimiento del derecho a la salud de la población, el no cuestionar el impacto del modelo de desarrollo sobre los determinantes sociales que atentan contra la salud de las gestantes y la población en general. Pero sí permite hacer blanco en el elemento más frágil de la cadena, el personal responsable de la atención, aún a sabiendas de que éste, la mayoría de las veces, se bate ante una cascada de condiciones desfavorables para ejercer una práctica adecuada.

¿Se prodrá disminuir contundentemente la MM con los protocolos de manejo actualizados pero sin suminis-tros ni recursos hospitalarios suficientes?¿Se podrá dis-minuir con tecnología de punta y creando las Unidades de Cuidado Obstétrico Especiales (COE) en hospitales de segundo y tercer nivel sin quitar las barreras econó-micas, administrativas, geográficas y culturales de acceso al sistema?¿Cuánto se puede disminuir la MM a punta de técnica en poblaciones con altos niveles de inequi-dad, pobreza y exclusión? ¿A quién conviene, sino es a las multinacionales de la salud, este énfasis asistencialis-ta, intrahospitalario, el utilizar la tecnología de punta y

Otro enfoque a la mortalidad materna

Se propone rescatar la clínica, la semiología, la fisiología, fisiopatología, el arte de la

medicina, su práctica dentro de nuestro contexto social real.

Para ello se requiere una Universidad Pública activa y crítica, comprometida con la

comunidad, que busque a través de la investigación estrategias

para alcanzar el bienestar general de la población y no de pequeños

grupos de privilegiados; que proponga y denuncie.

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las últimas drogas?¿Qué pasaría con la MM si asumimos un modelo de desarrollo más justo, que inspire todas las políticas públicas, con redistribución de la riqueza y cumplimiento de los derechos fundamentales del ser humano, es decir, los derechos económicos y sociales, civiles y políticos, en donde la prioridad sea la dignidad de la vida de los habitantes del territorio nacional por encima de los intereses del mercado?

Todas las respuestas ha estas preguntas ya se han dado, con fundamentación científica, como lo veía-mos al principio de este texto; esas fueron las razones del surgimiento de la MS y siguen siendo su motivo de persistencia ante la política hegemónica.

Por lo tanto, nuestra propuesta se basa en las premisas de la MS24, en el rescate de los factores estructurales y los determinantes sociales como condicionantes del proceso salud-enfermedad25. (Ver gráfico 3 y 4). De esta forma, se puede realizar un análisis más completo de lo que es la realidad de la MM, consecuentemente, se pueden en-frentar sus causas con una perspectiva amplia, dinámica e incluyente. La calidad de la atención es sólo una par-te de todos los elementos que están involucrados en la muerte de una gestante, más no lo único, es importante comprendiendo esta realidad, buscar superar todos los factores involucrados con la MM y dejar en claro que lo hacemos comprometidos con el significado de la vida digna, y por lo tanto, con el cumplimiento de los dere-chos económicos, sociales y culturales, civiles y políticos que deben caracterizar a toda sociedad moderna.

Desde la Epidemiología Crítica se proponen cuatro líneas innovadoras para la transformación de la ciencia y su método 26:

Gráfico 3. Dahlgren and Whitehead: layered influences

Gráfico 3. Towards a Conceptual Framework for Analysis and Action on the Social Determinants of Health World Health Organization Secretariat of the Commission on Social Determinants of Health. Second meeting. May 5 2005

• La lucha contra el reduccionismo empírico y for-mal cuantitativista, contra el método fragmentador y morbicéntrico.

• La lucha contra el predominio de una raciona-lidad hegemónica con la uniculturalidad de la cien-cia. La búsqueda de la ciencia como herramienta de emancipación no de dominación.

• La lucha contra el predominio de las teorías tota-lizantes o megarelatos impositivos.

• La lucha por un replanteamiento de la relación entre el conocimiento académico y la realidad social, es decir, la relación entre teoría-práctica, entre conoci-miento “científico” y popular.

“La unidad coherente de la Epidemiología crítica es la concepción de la realidad como un proceso que se desarrolla como movimiento organizado alrededor de modos de vida o reproducción social con sus contra-dicciones y relaciones, la concepción de que ellos son determinantes de las condiciones de vida y de las con-frontaciones que finalmente ocurran en los genotipos o fenotipos. De esa forma se propone realizar acciones en salud como una ruptura contra los procesos que atentan contra ella y nos impiden prevenirla, incenti-vando procesos que nos protejan y perfeccionen tanto colectiva como individualmente…

…Es necesario aclarar que no se trata de argumentar a favor de una investigación epidemiológica en la que se prescinda de variables y modelos matemáticos, de lo que se trata es de que estos instrumentos y operaciones no sustituyan ni se anticipen al análisis de las determi-naciones del movimiento y las relaciones generativas del proceso salud-enfermedad.” J. BREILH. 26

Propuestas:1. Se propone cambiar el modelo de análisis ruta

de la vida camino a la supervivencia por otro que per-mita un análisis más completo e integral que sin frag-mentaciones refleje mejor la realidad de la Mortalidad Materna a nivel local, regional y nacional.

2. Se propone un análisis que parta desde las cau-sas estructurales y los determinantes sociales que determinan las condiciones de vida, y por ende, el proceso salud-enfermedad de las poblaciones y de sus miembros, incluido el personal encargado de la aten-ción en salud.

3. Se propone superar el método positivista he-gemónico, la reducción de lo válido sólo a lo esta-dístico, el modelo morbicéntrico y asistencialista;

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Gráfico 4.

Gráfico 4. Towards a Conceptual Framework for Analysis and Action on the Social Determinants of Health World Health Organization Secretariat of the Commission on Social Determinants of Health. Second meeting. May 5 2005

priorizando el problema social a resolver y utilizar el método más conveniente, bien sea cualitativo o cuan-titativo. En el ejercicio de la profesión médica, rescatar la clínica, la semiología, la fisiología, fisiopatología, el arte de la medicina, su práctica dentro de nuestro contexto social real.

4. Para ello se requiere una Universidad Pública activa y crítica, comprometida con la comunidad, que busque a través de la investigación estrategias para alcanzar el bienestar general de la población y no de pequeños grupos de privilegiados; que proponga y denuncie. Rescatamos así el valor de lo público frente a lo privado, de lo público frente a los intereses del mercado. Consideramos que es responsabilidad del

Estado dar cumplimiento al derecho a la salud de la población y que la salud es mucho más que la ausencia de la enfermedad.

5. El personal de salud y la calidad de atención es sólo un elemento más dentro de la cadena del sistema de salud, la política social y económica del Estado; y como tal se debe analizar su papel y ayudar, en vez de penalizar de forma crítica frente a los di-ferentes factores que influyen en su actuar, para que pueda brindar una atención integral, no de mínimos sino de máximos resultados esperados para la salud de toda la comunidad.

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