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2014 número 2 volumen 14 Editorial Alfredo Cía Quién es quién en Internet (Una breve reflexión fenomenológica lingüística y ética) Marco di Segni Suicidio y psiquiatría Santiago A. Levín Mercado adictivo: catástrofe social y de Salud Pública. Parte I Martín Nizama Valladolid, Aileen Torrejón Espejo, Cesar Aragón Macarlupú, Diego Neyra Ontaneda Mercado adictivo: catástrofe social y de Salud Pública. Parte II Martín Nizama Valladolid, Aileen Torrejón Espejo, Cesar Aragón Macarlupú, Diego Neyra Ontaneda

Revista Latinoamericana de Psiquiatría

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Psicología

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Page 1: Revista Latinoamericana de Psiquiatría

2014 número 2volumen 14

EditorialAlfredo Cía

Quién es quién en Internet(Una breve reflexión fenomenológica lingüística y ética)Marco di Segni

Suicidio y psiquiatríaSantiago A. Levín

Mercado adictivo: catástrofe social y de Salud Pública. Parte I Martín Nizama Valladolid, Aileen Torrejón Espejo, Cesar Aragón Macarlupú,Diego Neyra Ontaneda

Mercado adictivo: catástrofe social y de Salud Pública. Parte IIMartín Nizama Valladolid, Aileen Torrejón Espejo, Cesar Aragón Macarlupú,Diego Neyra Ontaneda

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2Revista Latinoamericana de Psiquiatría Volumen 14, número 2, 2014

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2Volumen 142014

COMITÉ EJECUTIVO APAL

PresidenteAlfredo H. Cía

Vice - Presidente Rodrigo Nel Córdoba Rojas

Secretario GeneralJuan Carlos Stagnaro

Secretario de FinanzasDarío Lagos

Secretaria EjecutivaFátima Vasconcellos

Coordinadora de SeccionesGraciela B. Onofrio

Secretarios RegionalesMéxico, Centroamérica y Caribe

José Miguel GómezPaíses Bolivarianos

Aitor CastilloPaíses del Cono Sur

Freedy Pagnussat

COMITÉ CIENTÍFICO

ArgentinaManuel Suárez Richards

BrasilClaudio Menegello Martins

ChileHernán Silva Ibarra

CubaAngel Otero

EcuadorPacífico Gallegos

GuatemalaSybil Prado Rosales

CONSEJO DE REDACCIÓN

CoordinadorJuan Carlos Stagnaro

MiembrosJuan TenconiDaniel MatusevichSantiago Levín

Honduras Américo Reyes Ticas

MexicoMaría Elena Medina Mora

PanamaJosé Calderón

Paraguay Andrés Arce Ramírez

PeruRenato Alarcón

Puerto RicoJesús Saavedra

Republica DominicanaJosé Saviñon Tirado

UruguayAlvaro Dottone

VenezuelaCarlos Rojas Malpica

La Revista Latinoamerica de Psiquiatría, órgano oficial de la Asociación Psiquiatríca de América Latina (APAL), se publica semestralmente en español, con resúmenes en español e inglés.Los artículos publicados son trabajos originales de investigación, de revisión, casos clínicos, cartas de editor, editoriales, comentarios de libros publicados, así como temas y actividades sobresalientes relacionados con la Psiquiatría.

Diseño y Diagramación Q+D diseño / 011 2055-9793 - CABA - Argentina / [email protected] - [email protected] http://quilesdiezsolucionesgraficas.blogspot.com facebook.com/QuilesDiezsolucionesgraficas

Reglamento de Publicaciones (ver detalle en pág. 30)

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3Revista Latinoamericana de Psiquiatría Volumen 14, número 2, 2014

www.apalweb.org3

2Volumen 142014

ArgentinaAsociación de Psiquiatras ArgentinosDr. Horacio Vommaro

BoliviaSociedad Boliviana de PsiquiatríaDra. Lupe Isnelda Gómez Montalvo

BrasilAsociación Brasileña de PsiquiatríaDr. Antonio Geraldo da Silva

ChileSociedad de Neurología, Psiquiatría yNeurocirugíaDr. José Luis Castillo

ColombiaAsociación Colombiana de PsiquiatríaDr. Jaider A. Barros Bermúdez

Costa RicaAsociación Costarricense de PsiquiatríaDr. Francisco Golcher Valverde

CubaSociedad Cubana de PsiquiatríaProf. Dr. Miguel A. Valdés Mier

EcuadorAsociación Ecuatoriana de PsiquiatríaDr. Carlos Jaramillo

El SalvadorAsociación Salvadoreña de PsiquiatríaDra. Tirza Merino Gómez

GuatemalaAsociación Psiquiátrica de GuatemalaDr. Nery Ortiz Alvarez

PRESIDENTES DE SOCIEDADES INTEGRANTES DE APALHonduras

Asociación Hondureña de PsiquiatríaDra. Alejandra Munguía Matamoros

MéxicoAsociación Psiquiátrica MexicanaDr. Juan Luis Vázquez Hernández

NicaraguaAsociación Nicaragüense de PsiquiatríaDr. Luis Santiago del Palacio

PanamáSociedad Panameña de PsiquiatríaDra. Lexma Ruiz

ParaguaySociedad Paraguaya de PsiquiatríaDr. Martín Moreno

PerúAsociación Psiquiátrica PeruanaDr. Juan Manuel Yori

Puerto RicoSociedad Puertorriqueña de PsiquiatríaDr. Jesús M. Saavedra Caballero

República DominicanaSociedad Dominicana de PsiquiatríaDr. Vicente Vargas

UruguaySociedad de Psiquiatría del UruguayDra. Cecilia Idiarte Borda

VenezuelaSociedad Venezolana de PsiquiatríaDra. Yolanda Alvarado

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Revista Latinoamericana de Psiquiatría Volumen 14, número 2, 2014

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ÍNDICE

EditorialAlfredo Cía

Quién es quién en Internet(Una breve reflexión fenomenológica lingüística y ética)

Marco di Segni

Suicidio y psiquiatríaSantiago A. Levín

Mercado adictivo: catástrofe social y de Salud Pública. Parte I Martín Nizama Valladolid, Aileen Torrejón Espejo,Cesar Aragón Macarlupú, Diego Neyra Ontaneda

Mercado adictivo: catástrofe social y de Salud Pública. Parte IIMartín Nizama Valladolid, Aileen Torrejón Espejo,Cesar Aragón Macarlupú, Diego Neyra Ontaneda

Reglamento de Publicaciones

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EDITORIAL

Luego de una intensa labor efectuada durante estos dos años , y a pun-to de concluir nuestro período, los integrantes del Comité Ejecutivo de

APAL 2012-14 estamos en condiciones de comunicar algunos cambios y lo-gros, que esperamos se profundicen y sean continuados en el período que se inicia en este mes, bajo la Presidencia del Dr. Rodrigo Córdoba Rojas. En la Asamblea General de APAL de 2012, realizada en Buenos Aires fue aprobado un importante cambio en el procedimiento para la renovación de las Secciones Científicas. Se estableció que fuera por concurso de méritos y con listas de candidatos para las 29 Secciones, para elegir en cada una de ellas a un coordinador y tres secretarios regionales. Luego de una intensa labor de selección por parte de un jurado de notables, que finalizó en Junio de 2013, se cubrieron 110 cargos con vigencia por dos años. Consideramos que este cambio cualitativo ha permitido una mayor representatividad re-gional y mejor rotación de liderazgos, ha facilitado asimismo una mejor producción e intercambio científico y un mayor desarrollo en cada una de las subespecialidades o áreas temáticas de la psiquiatría.Ante una creciente demanda asistencial en el área de la salud mental en toda Latinoamérica con la aparición de problemas emergentes en lo que va del siglo XXI, como incremento de las adicciones a sustancias y con-ductuales, secuelas traumáticas consecuentes a una violencia creciente en todas sus formas y manifestaciones somáticas combinadas con ansiedad y /o depresión en los SAP, consideramos la posibilidad de entrenar a mé-dicos interesados para que puedan capacitarse para una mejor detección y abordaje de distintas psicopatologías. Efectuamos en diversos cursos y jornadas, realizados en sinergia y colaboración con la Asociación Mundial de Psiquiatría, bajo la Presidencia del Prof. Pedro Ruiz, en diversos países del continente, como Nicaragua, El Salvador, Paraguay, Bolivia y Uruguay, para que los médicos participantes no psiquiatras pudieran estar en con-diciones de brindar una atención inicial, resolver una crisis aguda, cuándo seguir tratando al paciente o derivarlo al ámbito de la salud mental (SM). Consideramos que una mejor capacitación y EMC en SM de los equipos de atención primaria de la salud, de medicina familiar y de diversos es-pecialistas de la clínica médica permite que trabajen en fluido contacto y colaboración con los servicios de psiquiatría y salud mental y actúen para dar una mejor respuesta a estas necesidades crecientes de la población. De este modo, consideramos se podrá prevenir, asistir y rehabilitar mejor a quienes sufren las psicopatologías más prevalentes, mediante una articu-lación racional de distintos servicios y efectores, respetando los roles e in-cumbencias de cada uno de sus integrantes, desde la un enfoque integrado y multidisciplinar. Apuntamos con ello además a lograr un modelo regional o descentralizado y colaborativo de asistencia en SM, que permitirá dar

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mejor respuesta a muchas demandas asistenciales y de prevención aun no cubiertas en nuestros pueblos.Esta sinergia y una mayor comunicación intersectorial en el área de salud contribuirán a combatir mejor el estigma que aún pesa sobre la psiquiatría y el enfermo mental. Consideramos que un estado de bienestar se fundamenta en una asistencia pública universal, equitativa y accesible para todos, en especial para los más necesitados, que responda a los intereses mayoritarios de la población, en el cual la salud mental sea parte intrínseca a la salud en su conjunto. Hemos dado continuidad a la Revista Latinoamericana de Psiquiatría, que expresa la creciente productividad científica de los autores participantes. Se ha dado continuidad a los planes y convenios de intercambio para resi-dentes y psiquiatras en formación, entre distintos países participantes y es-timulado la organización de reuniones de intercambio de los mismos para compartir y evaluar las problemáticas inherentes a su rol.Desde APAL estamos instalando, en conjunto con otras entidades de la es-pecialidad , una hemeroteca y biblioteca virtuales en español y portugués, con acceso gratuito y abierto para todos los interesados, que esperamos esté operativa a mediados de 2015. La bella Cartagena de Indias, ciudad llena de historia, belleza y misterio, que será sede del XXVIII Congreso APAL, del 22 al 26 de Noviembre de 2014. Está ubicada en la costa norte de Colombia, frente al mar Caribe. Tiene las fortificaciones más extensas de Sudamérica, en 1984 la UNESCO declaró a su puerto, murallas y monumentos Patrimonio Histórico y Cultu-ral de la Humanidad.Un amplio abanico de temas, con la presencia de destacados especialistas latinoamericanos e internacionales, integrará el Programa del Congreso y permitirá el encuentro fraternal de psiquiatras y profesionales de la salud mental presentes.Este año el lema elegido es “Integrando el Conocimiento en la Práctica Clí-nica”, que intenta abordar los grandes desafíos que se presentan a la Psi-quiatría Latinoamérica, entre los cuales resulta crucial identificar las prio-ridades de investigación, asistencia y prevención, que permitan mejorar la detección precoz y asistencia de las personas afectadas por enfermedades mentales y la calidad de vida de nuestros pueblos. Quedan todos invitados a compartir y disfrutar nuestra celebración bienal.Un fraternal abrazo en nombre del Comité Ejecutivo.

EDITORIAL

Dr. Alfredo CíaPresidente de APAL

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7Revista Latinoamericana de Psiquiatría Volumen 14, número 2, 2014

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Dr. Marco di SegniMédico Psiquiatra

Diplomado en Psicoterapia en losServicios de Salud.

Psicoterapeuta Cognitivo-Conductual.Especialista en Logoterapia y

Análisis Existencial.Terapia Relacional-Ética

[email protected]

En memoria de mi amigo y maestro, Prof. Jorge Medina Vidal (1925-2008)

Resumen Internet es una increíble herramienta que no sólo nos posi-bilita accesos antes impensados sino que supone un nuevo modo de re-lacionamiento entre las personas, que a veces no excede un mero estar conectados. A la ansiedad por arriesgarse a perder cosas en las redes se ha sumado una especie de compulsión a exhibirse o a opinar por parte de los usuarios. Nuevos presupuestos éticos y estéticos cobran vigencia en las redes. Es también importante subrayar el hecho de que, dado que hipotéticamente el pensamiento se organiza según los recursos léxicos del lenguaje, la aparición de un nuevo vocabulario acuñado en las redes sociales y en la telefonía móvil puede condicionar el modo de pensar los problemas en las generaciones futuras, haciendo necesario un control ético por parte de los educadores.

Palabras clave: Internet, nuevo vocabulario, ética y redes

Abstract Internet has become an incredible tool in the new ways of dis-playing a new world of relationships among people which often do not go beyond the fact of just being connected. On one hand the so-called fear of missing out the net is easily observed and on the other hand a clear compulsion to exhibit oneself is increasing continuously. New ethical and aesthetic principles start to rule in social nets. Because think processes seem to organize according to lexical resources of langua-ge, a new vocabulary shaped at social nets and mobiles could influence the way of thinking different matters in future generations, making an ethical control by educators incleasingly necessary.

Keywords: internet, new vocabulary, ethics and nets

Quién es quién en Internet(Una breve reflexión fenomenológica

lingüística y ética)(1)Who is who in internet: A brief

phenomenological, inguistic andethical reflection

El autor no declara conflicto de intereses

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8Revista Latinoamericana de Psiquiatría Volumen 14, número 2, 2014

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IntroducciónMucho se ha dicho y escrito recientemente en rela-ción al impacto de Internet, de las redes sociales y de los celulares en los hábitos y el tiempo invertido de las personas en este tipo virtual de ‘estar conectados’. Sin embargo, más allá de los aspectos descriptivos del problema, mucho resta hacer al respecto en materia de prevención, legislación y educación.El desarrollo científico y la tecnología han avanzado a pasos vertiginosos y han superado en ‘velocidad’ nuestra capacidad de regular, definir parámetros éticos y ordenar estos fabulosos nuevos recursos en función del crecimiento del hombre como persona, y no sólo en materia de posibilidades técnicas que no siempre estén al servicio de aquél.Veamos un escueto inventario de los principales pro-blemas que se nos plantean.

Perversión en redes sociales e Internet(‘Perversión’ proviene del latín, pervertere, trastor-nar). La pérdida de la privacidad y de su núcleo cen-tral, la intimidad, parecen ser las grandes afectadas en el afán de publicarlo todo: estados pasajeros de ánimo, el lugar que se ocupa en el ómnibus, comenta-rios que procuran descollar en vano para justificar su insólita publicación, o auto-exhibición so pretexto de hacer social lo que no está concebido para ello. Las selfies y los videos –que suelen subirse a internet aparentemente sin el permiso de alguno de los prota-gonistas-procuran semi-exhibir, con despreocupado narcisismo, por ejemplo la intimidad corporal, que junto a los videos de la intimidad sexual son utilizados para alimentar los programas, revistas y noticieros virtuales de la farándula, que ocupan vidas de seres y alienan las de otros millones, alentados por la compe-tencia en el ranking. Perdones y revanchas, amenazas y conciliaciones, se publicitan y se suceden con un pa-trón de conducta harto previsible. La autoexhibición puede hacer peligrar la vida propia y de otros, como quien se filmó en su auto a alta velocidad mientras conducía desde el asiento del acompañante (2).Lo cierto es que entre los imposibles cientos (o mi-les) de amigos (palabra trivializada desde un aparen-temente inofensivo ‘friends’ en inglés, cuando existe en realidad en esta lengua un término más apropiado: ‘mates’) no hacemos más que ejercer la posibilidad de eventual conexión. Al decir de Sergio Sinay, nos en-

contramos conectados, no comunicados, o “crédulos de que estamos comunicados” (3). Y de esos contac-tos, probablemente una enorme mayoría lo son silen-ciosos o potenciales, y así quedan, coleccionados (en inglés, ya que estamos, podrían traducirse como ‘idle’, en el sentido de ‘ociosos’).En las redes el opinar alcanza con frecuencia niveles de compulsividad. La murmuración, escudada en el anonimato se viste de inofensiva ‘opinología’ ignoran-do que todo ‘posteo’ emitido hará impacto diferencial en alguien, acaso irreversiblemente. A veces, la exhi-bición se basa en la compulsión escópicaque pueda presentar el espectador ubicuo. Compulsividadem mostrarse, compulsividad en ver.Preocupa a los expertos el fenómeno del bullying en Internet. Los potenciales efectos deletéreos de tal ac-titud se ven infinitamente ampliados por el alcance de las redes donde, dentro de determinados grupos de pertenencia, fácilmente se hostiga, se convoca, se eleva o se denigra. La ironía, el estilete punzante de la agresividad, puede resultar difícilmente soportable para muchos jóvenes predispuestos que se verán em-pujados al pretil del suicidio ante la exposición sar-cástica de aspectos privados de sus vidas en las redes ante sus pares. A menudo, resultan imparables una serie de deducciones, sugerencias e indirectas tejidas sobre presupuestos maliciosos cuyos efectos no se arreglan con una disculpa. Se trata de malentendidos y murmuraciones que suelen evitarse en la ‘presen-cialidad’ y que florecen en el mundo virtual en la falsa creencia del “no pasa nada” característico en la idio-sincrasia del Río de la Plata y abonado por la resigna-ción heredada de la impunidad en los procesos polí-ticos autoritarios que nos han afectado décadas atrás.Las trampas o perversiones dialogales en las que insis-tiera Welte (4), que rigen en la vida presencial, también son válidas en el ámbito cibernético: son falsos diálo-gos donde se busca ‘tirar verdes para recoger maduras’, confirmar hipótesis previas del que inquiere, etc.: en otras palabras, un abandono de la actitud dialógica (de quien habla intercambiando, conversa, lo cual supone un cambio en los dialogantes) para incursionar en otra, diabólica (de confusión sembrando discordia).La falta de expresión (bloqueos, demoras en respon-der, falsa no recepción de mensajes), y otras diferen-tes formas de exclusión, se apoyan en la ambigüedad y hablan su idioma de agresión que llega hasta el in-tento de dar muerte telefónica o cibernética: con la

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indiferencia. Porque si la ira o la rebeldía al menos reconocen al otro, la indiferencia ignora su existencia, decretando una especie de muerte, en este caso vir-tual. Tal como ocurre en la vida ‘real’.Un capítulo especial lo constituyen los video-juegos. Aparte de la ya estudiada repercusión de los mismos en tanto modelos de manejo de fusiles de letal luz so-fisticada, el poder, la fuerza bruta, donde el arma y la explosión son elementos infaltables, nos encontra-mos además con un elemento ‘nuevo’: el enemigo o el matador tienen varias vidas, en forma de chances de continuar el juego, con lo que se puede matar va-rias veces, repetitivamente, y donde se vuelve a la vida para volver a matar o a ser matado (cosechando los correspondientes puntos por la hazaña –mérito-, cla-ro). Los juegos en red convocan de hecho a innumera-bles personas y no sólo a jóvenes, por cierto.Concretamente, los mensajes del celular, constituyen todo un capítulo de estudio. Se pueden observar los siguientes fenómenos:a. Establecimiento, ruptura y reconciliación de rela-

ciones mediante mensajes de texto.b. Evitación del diálogo frente a frente para enfrentar

ciertos problemas, sustituyendo el encuentro pre-sencial por el mensaje declarativo.

c. Importancia de lo que se dice a medias o lo que se otorga por la vía de no decirse. Ya hemos citado la ambigüedad de no responder, demorar, apagar el teléfono ex profeso, etc.

d. Los términos tomados del inglés parecen aligerar la responsabilidades comunicacionales en pro de un ‘todo vale’: se desvalorizan las verdaderas con-notaciones de las palabras share (compartir, pero se comparte cualquier cosa), friend (amigo, pero todo contacto pretende serlo), chat (charla –en lugar del casi perdido ‘diálogo’, que sin embargo muchos buscan mantener), like (me gusta, y si no te gusta parece que no tenés responsabilidades). Ni rastros de opciones predeterminadas que de-noten disgusto (dislike) réplica (reply), discusión (discuss) o cualquier otra forma dialogal que no asienta a lo propuesto.

e. Se destaca la polisemia del silencio, fenómeno normal en lo presencial, pero en las redes fre-cuentemente teñido de especulación, conjetura e intriga propia de lo ambiguo y no presencial. Si no obtenemos respuesta, ¿nos han escuchado? Y si así fue, ¿nos han ignorado, despreciado o es que he-

mos ‘impactado’? Señala Ortega y Gasset (5) que cuando una información necesaria nos falta, pen-samos (es decir, especulamos, conjeturamos) para cubrir provisionalmente ese ‘agujero’ que no nos resulta soportable, dando al menos una respuesta provisoria. Por supuesto que el silencio es una po-tente arma de comunicación, que varía en signifi-cado según el contexto en que se inscribe (ironía, indiferencia, deseo, reflexión, exclusión, rechazo, adhesión, ira, etc.) (6).

Actitudes facilitadas por las redesPodrían agruparse así:■ Ser versus tener: se muestra la posesión o se

ostentan logros y riquezas sin reparar en el creci-miento personal.

■ Pretender no ser quien se es (ocultar): la identidad postiza simbolizada en los ‘nicks’ per-mite des-responsabilizarse en pro de una mayor pero falsa ‘libertad de’ expresarse. Es la evasión de la responsabilidad al amparo de la impunidad del anonimato.

■ Pretender ser quien no se es (aparentar, engañar): permite mostrar una mejor imagen o más aceptada según los códigos de pares que pare-cen regir en la virtualidad.

■ Pretender estar virtualmente en todos la-dos (ubicuidad): con el poder que supone (con la consecuente ilusión de inmortalidad), sin estar presencialmente en ninguna parte.

En la práctica, las actitudes más observadas, que en parte se solapan con lo que ya hemos indicado, serían:■ Ansiedad por no perderse nada, por estar en todos

lados, por pretender ‘abarcar y apretar’ mucho a la vez, contradiciendo el dicho. Es la ansiedad FOMO (‘Fear of missing out’: temor a quedar fuera, a ser excluido) en lugar de la deseable actitud JOMO, o ‘Joy of missing out’, que podría traducirse por: placer por no pretender abarcarlo todo. (7)

■ Otro rasgo es la manifestación patente de “viví el momento” en perjuicio de la formulación de proyectos (Tabla 1, que luego veremos en deta-lle). Este rasgo se conjuga con una postura indi-vidualista (“Just do it”, o el rioplatense “Hacé la tuya” que hemos bautizado con el “Síndrome de Fidodido”). Esta actitud elimina la proyección a la meta (“libertad para”) en perjuicio del momento

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que permanentemente se agota y es necesario re-novar (a veces recurriendo a la droga, al alcohol o a deportes o conductas temerarios). Ambos ex-tremos representan antropologías insuficientes, como lo sería decirle a un necesitado “Comerás cuando se cumpla tal o cual plan de alimentación trienal” (descuido del ahora) o decirle a quien no sabe pescar que no se preocupe por aprender pues paternalmente le suministraremos permanente-mente el pescado (descuido del proyecto), en lugar de echar a andar ambas dimensiones a la vez. El disfrute sin proyección lleva al vacío de sentido, (Tabla 1), expresándose como crítica negativista o pesimista que, por el escepticismo o un pasivo nihilismo, lleva a la parálisis de la acción en que se manifiestan los valores.

■ Algunos contenidos socialmente tolerados y a ve-ces pintorescos, se difunden con bastante exten-sión en las redes e Internet: uno es la superstición. Heredera de las famosas cadenas de la buena/mala suerte que antes solían llegar por correo y cuyo último ‘eslabón de la cadena’ era una perso-na conocida que nos demostraba no haber podido interrumpirla, este fenómeno se expresa en el ‘si querés que (…) dale “Compartir” ’, o “si no querés (…) dale `Compartir´”• lo que realizamos “para que no ocurra algo malo” o para intentar que nos ocurra, según el caso, lo cual se prevendrá aten-diendo al aviso. Tras un socialmente admitido ritual compulsivo de “por las dudas”, se oculta la superstición.

■ La recepción de documentos en powerpoint u otros -sin que pueda modificárselos antes de even-tualmente compartirlos- resta creatividad al des-tinatario, confinándolo a comportarse como un eslabón más de la cadena al reemitirlo, como lo fue el antecedente y lo será el siguiente. Otra ac-titud consiste en no personalizar los destinos de un envío tornándolos globalmente impersonales, al enviárselos a toda la red de contactos si se hace por correo electrónico.

Los anónimos ‘deditos’ para arriba o para abajo y los semi-personalizados pero a la vez masivos ‘me gus-ta’, restan responsabilidad a quienes los emiten, que encuentran refugio en escribir amparados por uno o varios nicks.

Veamos la Tabla y examinemos cuáles son estos nue-vos presupuestos.■ Compromiso versus “complicación”: ’Yo sí,

pero sin compromiso’, se anuncia. Quienes publi-can, escriben o proponen suelen declarar directa o indirectamente que no se complican, lo cual signi-fica que no se comprometen; es decir, que no se co-implican en la tarea creativa de la comunicación y la relación, por ende faltante. ¡Compliquémonos, pues! Desligar libertad de responsabilidad nos convierte en irresponsables…

■ Síndrome de la farándula: Se propone aquí modelos exitosos que exaltan la eterna juventud y el dinero. El éxito económico y las peripecias amo-rosas figuran en primera línea y alimentan un sinfín de programas de tipo satélite donde la murmura-ción prolifera y la privacidad se “desviste” o expone.

■ Impunidad: Es el “No pasa nada”, frecuente en

Tabla 1. Algunos nuevos presupuestos éticos y estéticos difundidos en las redes de internet

«Yo, sí, pero ¡sin compromiso!» (‘complicación’ [co-implicación] o compromiso vs. irresponsabilidad)

Eterna Juventud (‘sindrome de la farándula’ - mo-delado social)

«¡No pasa nada…!» (impunidad)

«Es lo que hay» (resignación)

Rubios, ricos, sanos y lindos: es lo ideal (modelado de consumo y exclusión)

«¡Todo es relativo!» (relativismo – diferente a ‘relativización’-; evitación del compromiso)

«Vale todo» (permisividad)

«Normal es aburrido»; «tradicional es anticuado», «lo viejo ‘ya fue’» (falsa oposición generalizadora)

«Lo siento así», «tengo ganas» (facilismo, ‘su-perficialidad’ del proyecto)

«Hacé la tuya», «Just do it» (‘sindrome de Fidodido’) (individualismo, egocentrismo)

«Me sirve» (vs. gratuidad; yo-ello sobre el yo-tú) (finalidad vs. utilitarismo)

Exaltación del tener (vs. Realización del ser) (exitismo)

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la idiosincrasia rioplatense y convalidado por pro-cesos políticos anti-democráticos durante los que no pocos ciudadanos crecieron o ante los que se vieron impotentes. Floreció pues esta cultura que germinó sobre la tristemente celebrada “viveza criolla” que es más “avivada” que “viveza”, pues no conduce a un crecimiento del hombre sino a cosifi-car al otro.

■ Resignación: “Es lo que hay”, suele decirse, o “No seas gil”, cuando de defender derechos se tra-ta. Quienes presenten resistencia en favor de sus derechos al cambio o al disenso suelen ser tildados de utópicos aunque su defensa sea envidiada por el cómodo defensor pasivo del “laissez-faire” o del “no te compliques”.

■ Modelos impuestos desde la publicidad: Lo ideal es ser lindos, rubios, ricos y sanos. Se sugiere que la felicidad descansa en perfumes de París, en mansiones de familias adineradas retozando en ver-des y espaciosos jardines privados y en confortables ‘4 x 4’. (Para descansar –no es broma- finalmente en suntuosos y distinguidos cementerios parquizados).

■ Relativismo moral: Diferente a la relativiza-ción, el relativismo moral desemboca en una ética de conveniencia donde cada cual se hace la norma a su medida. Encubre la evitación del compromi-so, diluyendo las decisiones en una gelatina ética versátil que a todo se adapta.

■ Permisividad: Como “todo vale” no se pone lí-mites claros a nuestras acciones ni a la de nuestros hijos. Si se ven éstos deprivados de la guía pater-na, será el mundo quien les imponga esos límites luego, pero sin la tolerancia y el diálogo que deben habitar la paternidad en intercambios educativos propios de su ejercicio.

■ Falsas oposiciones y generalizaciones: “Nor-mal es aburrido”, se escucha decir. Si se acepta que haya una ‘normalidad’ ésta puede ser amplia y adaptada a las variaciones culturales sin que haya que transgredir para “sentir la adrenalina”. Tam-bién es usual escuchar: “Tradicional es anticuado” (cuando en realidad tradición significa: transmi-sión enriquecida por quien transmite, lo cual refle-ja un cambio) y finalmente estalla el insensible “lo viejo ya fue” como si nada hubiera de rescatarse de lo que se ha pensado o vivido antes (es el mismo error al revés de muchos mayores cuando dicen “éstos no sirven para nada” o “no tienen valores”

o “en mi época nos formábamos de abajo”, etc.). Polarizar hace que no pueda vivirse en la gama –donde reside la realidad- y generalizar nos hace iguales –no en derechos, que todos tenemos por igual, sino en talentos y defectos-.

■ Facilismo o superficialidad: Es el “lo siento así” (es algo rescatable del posmodernismo que reflota en parte la importancia del sentir, a diferencia de lo que ocurría en la Ilustración, en que imperaba la razón), pero se sugiere que sentirlo ‘así’ fuerza a hacerlo necesariamente “así”, a veces recordan-do derechos pero olvidando deberes. También está el famoso “no tengo ganas”, que olvida el proyecto que nos hemos formulado. (¿Quién tiene ganas de madrugar para ir al trabajo en una helada y lluviosa mañana de invierno? Seguramente pocos. Pero so-lemos ponernos en marcha porque sabemos nece-sario nuestro trabajo o puesto que la remuneración que recibimos nos es necesaria para sostener un plan que involucra proyectos y personas queridos).

■ Individualismo y egocentrismo: o “Síndrome de Fidodido”, que predica “Hacé la tuya” (que pa-rece sugerir además: a como dé lugar). El fatídico “Just do it” (es decir: Simplemente, hazlo), parece poner el placer inmediato como sustituto del obrar según la dirección que da el sentido. O sea, es un pasaporte al vacío existencial a corto o mediano plazo, cuando ya no ha ocurrido.

■ Utilitarismo: Fulano ‘no me sirve’: aciagas pa-labras que resuenan cada vez más. La persona se vuelve así medio, no fin. Parece, según este concep-to, que ésta debe servirnos o será desechada por no alinearse en nuestra búsqueda de placer, rentabi-lidad o éxito. El amor, en cambio, es ‘in-útil’ pues ocurre en el reino de los fines, del sentido, de la gra-tuidad. La relación Yo-Tú que se interesa por quién es el otro y por si se encuentra bien, cede espacio a la relación Yo-Ello en la que yo voy por un servicio (fin) que la otra persona me brinda (medio): tal se deduce del pensamiento de Martin Buber. Lo nega-tivo no es pedir ocasionalmente un favor a un ami-go (se lo pedimos justamente a él por la confianza basada en la amistad) sino recurrir a ese amigo sólo cuando necesitamos de él un favor.

■ Exitismo y dinero: Olvidamos en estos casos quién el otro es, para reparar en lo que el otro tie-ne, mediatizándolo. Y tranquilizamos nuestra con-ciencia para adormecerla en un eterno: “Sé prácti-

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co” o “En la vida no hay que ser gil1”. En suma, es una oportunidad para rehuir la discusión ética.

En la Tabla 2 exponemos las principales formas de evi-tación de la discusión ética, resumidas didácticamente por la Profesora Rosa Ramos (8) y que hemos adaptado para configurar la tabla. Por la concisión a que debemos sujetarnos nos hemos limitado a transmitir la esencia de su contenido, seguida de un breve comentario.

Esta evitación logra no abordar nunca el tema de fon-do. Y como el Bien es la faceta ética de la Verdad de nuestra vida, cabe citar a Miguel de Unamuno cuando dice que su divisa es: “La verdad primero que la paz”, pensamiento esculpido en el frontispicio de su Recto-ría en Salamanca.

En etapas tempranas de la vida el sentido aún no está formulado y se explora en multi direccionalidad bus-cando el placer inmediato, el mero ‘vivir el hoy’ feno-ménico, que muchos pregonan como actitud central o permanente. En efecto, con el paso del tiempo y la experiencia se encuentra el sentido: la meta que atrae, fija la dirección de las fuerzas antes desplegadas ex-ploratoriamente, que se ordenan a aquél en la relacio-nalidad. De no hallarse el sentido y agotarse la acción en la inmediatez, surgirá el vacío existencial. “Vivir el momento” o disfrute de la situación debe alinearse a su tiempo en la dirección que marcan las metas de sentido (Figura 1).

Efectos positivos (y sus riesgos) en Internet y en las redes sociales■ Facilitación de contactos a pacientes con

ansiedad social: Muchas personas encuentran en Internet y en las redes en general una posibi-lidad de intento de relación a la que creen no po-der acceder de otro modo. Se trata de pacientes inasertivos, fóbicos sociales o quienes alientan la creencia irracional de que si no es por Internet no podrán vincularseen forma presencial (lo que los lleva a actuar según estas creencias, por ejemplo no intentando contactos presenciales o no accediendo a un tratamiento). Puede funcionar. Pero hay un riesgo: el ser engañado por inescrupulosos.

1. N. del E.: Gil, del español rioplatense para decir tonto, incauto.

Tabla 2. Algunas formas de evitación de la discusión ética (to-mado y adaptado del curso de Ética de la Prof. Rosa Ramos, ISCR, 2001).

a. Asimilarse al sistema sin discutirlo (“todos lo hacen”; “hoy día es la realidad”).

b. Declarar que ya no es tiempo de la Ética, que no es posible o que “ya pasó” o que “ya fue” –en lugar de admitir en estos casos que la discusión es evitada por generar angustia y señalar contra-dicciones, con la necesidad de rever la cuestión-.

c. Negar la realidad: puede llegar hasta el fanatismo.

d. Relativismo: conduce a no jugarse y por ende no actuar: “todo puede ser bueno o malo, según como se mire...”: un recurso perverso por supoli-valencia.

e. Variar el discurso según la conveniencia: esta desviación se denomina Ética de Situación. No hay un discurso único en la persona.

f. Doble moral: tan frecuente por ejemplo a la hora de educar a hijos varones y a hijas mujeres con el mismo código, exigir al otro lo que uno no se autoexige, etc.

g. Escepticismo: cuando no es sincero, resulta muy cómodo, ya que la persona no se juega por nada. Puede conducir al nihilismo: “nada vale la pena...”; “siempre va a haber todo tipo de opi-niones”; “es imposible llegar a un acuerdo”.

h. Subordinación de la Ética (diciendo que la Éti-ca se subordina a la Ciencia o que la Ciencia o la Economía son anéticas, etc.).

AFORMAS DE EVITACIÓN DE LA DISCUSIÓN ÉTICA

Figura 1. Inmediatez o relacionalidad: exploración o dirección al sentido

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■ Posibilidad de observar modelos de ‘comu-nicación’ virtual: Entre los modelos de desem-peño social virtual disponibles pueden ofrecerse pautas útiles de relacionamiento como aplicacio-nes beneficiosas del aprendizaje imitativo (aunque existan tantos modelos inadecuados). El riesgo es la fácil disponibilidad de modelos sin parámetros éticos culturales mínimos para ser imitados.

■ Acceso a una mayor cantidad de informa-ción: Abunda una gran cantidad de material, así como pop-ups que distraen. Los riesgos son la tendencia a leer ‘lo mínimo’, y la disponibilidad de material inadecuado, ‘desinformante’ o no apto para quienes no han formado básicamente su conciencia moral.

■ Conexión con sitios de ayuda terapéutica accesible: Afortunadamente, existen posibilida-des de conectarnos a sitios o links que pueden ser de ayuda. El riesgo es que la información no esté personalizada o sea técnica u oscura y la persona no pueda captarla en su significado adecuado.

Estos aspectos, como asimismo los negativos, no depen-den de las ventajas de los avances científico-tecnológi-cos (desarrollo y aplicación del conocimiento científico), sino del uso que se haga de ellos (lo ‘bueno’ desde lo éti-co-cultural, es decir, lo considerado ‘bueno’ para la ma-yor parte de una sociedad plural, para la convivencia).

Falsas hipótesis explicativasNo es infrecuente que nos conformemos con enuncia-dos ‘diagnósticos’ que, no obstante su pretensión de ex-plicativos, se agotan en una fórmula tranquilizante. Si bien el diagnóstico en la Medicina resume la situación y habilita a un tratamiento y a un pronóstico (aparte de constituirse en un ‘ansiolítico’ para el médico), hay formasde proclama discursiva de forzado escepticismo o auto-exoneración de compromiso ocultastras un in-disimulado: ‘Es así, qué se le va a hacer’ en lugar de explicarel fenómeno para comprenderlo y para luego actuar en consecuencia. Tal ocurre cuando decimos: “Es un tema cultural”; “Es un problema educativo”; “Es generacional”; “Es lo que hay”; o “El ser humano es así”. En estos casos prevalece la idea fantástica de que el rótulo agota la tensión de búsqueda y solucionesy que en suma poco o nada puede hacerse: resignación.

Pensando a la medida de los recursos del lenguajePensamos en base a autoverbalizaciones o a imágenes (formas del pensar). Se ha postulado (Hipótesis de Sapir-Whorf) (9) que nuestros recursos léxicos condi-cionan nuestro pensamiento (contenido del pensar), por más abstracto que sea, desarrollándolo según el ‘formato’ que el lenguaje permita. O sea, en contra a lo antes sostenido –pero no derogado-, las palabras de una lengua, (y por ende las nuevas palabras acuña-das, incluidas las del lenguaje virtual) condicionarían nuestro pensamiento. Ya lo señaló en su momento Mi-guel de Unamuno.Podemos pensar en una dialéctica que contemple am-bas direcciones. La Ciencia y la Tecnología, al hacer concretas ciertas posibilidades, nos obligan a pensarlas en función de la denominación que reciban, lo cual a su vez, en adelante, hará que a su vez estas denominacio-nes, pensadas, condicionen nuestro pensamiento.Pero a su vez, el pensamiento elaborado exigirá perfeccio-nar las denominaciones, estableciéndose una dialéctica: Según la Hipótesis de Sapir-Whorfel lenguaje que ha-blamos y las palabras que usamos,son la base de los pen-samientos que construimos (determinismo lingüístico).

La propia cultura es conformada por el lenguaje (de-terminismo lingüístico) (10).La estructura de nuestra lengua debe determinar en cierta medida nuestro modo de percibir el mundo (B. L. Whorf, 1897-1941).Los hablantes de una determinada lengua, según este autor, perciben realmente el mundo en forma diferente a como lo perciben los hablantes de otra.Dicho de otras manera: los pensamientos que construimos están pues basados en el lenguaje que hablamos y en las palabras de que disponemos. Y esto importa mucho a la cues-tión que aquí tratamos.De ser así, se comprende la trascendencia de los nue-vos recursos y del poder generador de pensamiento de las palabras acuñadas en Internet. ¿Estamos dispues-tos a “reconfigurar” nuestro pensamiento? ¿No entra-ña –aparte de las ventajas- riesgos de utilitarismo, em-pobrecimiento o inmediatismo?

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Pensando con palabras diferentes y usando un len-guaje diferente, ¿no cambia con ello nuestra concep-ción del mundo? ¿Qué control autocrítico y en tanto transmisión de valores ejercemos en realidad?Si pensamos a la medida de nuestro lenguaje, puede asimismo postularse que probablemente vivimos a la medida de los recursos tecnológicos de que dispone-mos. Por ejemplo, hablamos más por celular porque la telefonía avanzó de la comunicación fija a la inalámbri-ca, facilitando el poder comunicarse, sea o no necesa-rio en un momento dado.Una vez creado este hábito a partir de la posibilidad técnica, aquél hábito, consolidado, estimula una mayor investigación para el consumo (produciéndose celula-

res nuevos, irresistibles), cerrándose la relación dialéc-tica esta vez en el plano social (Figura. 2).Para resumir convenientemente la importancia del nuevo léxico cibernético según el cual se modelaría nuestro pensamiento, he considerado necesario inten-tar un inventario, a modo de ejemplo, que muestre en qué términos vamos camino a pensar desde la ciber-nética (o sea, desde qué nuevos términos podríamos configurar nuestro pensamiento) y cuáles serían las nuevas connotaciones de sentido que acompañan a es-tos cambios (Tabla 3).Resulta fundamental, ya que hablamos de una even-tual necesidad de regulación ética de las implicancias del nuevo léxico cibernético, recordar las alertas que

PODRáN RESIGNIFICARSE, O ‘EVOLUCIONAR’ ACASO PARA SIEMPRE, CIERTOS TÉRMINOS,SObRE TODO VERbOS, qUE INDICAN LA ACCIÓN. EN SUMA: EN UN FUTURO, PODREMOS

PENSAR EN MáS bIEN qUE EN PRObAbLES NUEVAS CONNOTACIONES DE SIGNIFICADO

Postear opinar alcance

Twittear responder instantaneidad

Chatear dialogar informalidad

Cliquear accionar magia

Mensajear escribir quasi simultaneidad

Compartir publicitar difuminación de lo privado

Publicar exponerse ser leído o visto; tener injerencia

Ignorar ultimar destruir; escarmentar

Eliminar prescindir matar

Ocultar suspender hacer desaparecer; magia

Subir divulgar universalización

bajar apropiarse apoderamiento

Descargar coleccionar posesión

Gustar agradar aprobar sin comprometerse

Amigarse contactarse abarcar

Seleccionar acceder ser libre

Destacar ostentar ser escuchado

Bloquear ultimar fantasía de destrucción o revancha

Desactivar ausentarse muerte cibernética reversible

Aplicar aspirar acceso

Configurar modificar fantasía de cambio

Refrescar abarcar (FOMO) revivir

Aceptar anexar tener nuevo amigo

Ser invisible NO SER suspensión; muerte temporal

Ser visible SER OTRO impunidad; penetración

Usar nick ser otro sin dejar de ser quien se es desdoblarse, no comprometerse

Tabla 3. ‘Moldeamiento semántico’ y pensamiento. Implicancias del nuevo léxico cibernético.

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nos ponen en guardia de la evitación de la discusión ética, que se aplican por supuesto también a nuestro caso y cuya publicación figura más arriba.Las nuevas generaciones quizá verán la realidad desde el lenguaje hacia el cual hayan evolucionado. Verán una realidad diferente a la que vemos nosotros (acaso como siempre ha sido). ¿Cuál es el límite de nuestra respon-sabilidad ante este fenómeno? ¿Cómo debemos educar?Del pensamiento personal, generado desde el lenguaje ¿se pasa al pensamiento ‘social’? (Figura 2).

Conclusiones ¿No nos compete tener cierto control ético mínimo sin negar que la evolución ética discurre paralela a la evo-lución lingüística y cultural? Del mismo modo que los padres vigilan –o deberían hacerlo- los programas de TV o cine que sus hijos pe-queños ven para discernir si pueden procesar su con-tenido, ¿no nos compete a nosotros vigilar los paráme-tros éticos de las generaciones que se forman con la computadora en la mano desde muy tierna edad y en quienes la destreza y la posibilidad de acceso irrestric-to, sumado al aún insuficiente grado de formación de su conciencia moral, no les permite valorar?La cosmovisión personal, si aún no fraguó (niños, edu-candos), puede llegar a construirse a la medida de las posibilidades técnicas sin la medida de un sentido ético.Por lo tanto, pueden darse por obvios presupuestos como: “Si existe, si es posible, su uso es bueno”, en lu-gar de: “Todo avance científico es bueno, pero su vali-dez ética depende de la intencionalidad y de los resul-tados buscados por quienes lo usan”).¿No resulta particularmente importante legislar y es-tar alertas en la ‘tierra de nadie’ de Internet y demás

recursos cibernéticos? ¿No será necesario también aquí una “Ética de Mínimos” al decir de Adela Cortina (11) cuando se refiere a consensos de respeto al peligro ecológico? Si la historia corre y la ética y el lenguaje adoptan formas cambiantes con aquélla ¿no debería-mos “educar la cultura” cibernética y lingüística para no estar conectados y expuestos al vacío ético de modo que cambiar no signifique empobrecimiento?Entonces sí disfrutaríamos de las posibilidades mara-villosas que nos ofrece la ciencia.

bibliografía1. Ponencia presentada en el I Encuentro Internacional del

Cono Sur, Montevideo, 13 de marzo de 2014.2. www.montevideo.com.uy/nottiempolibre_227651_1.

html 3. Sinay S. Conectados al Vacío. La Soledad Colectiva en

la Sociedad Virtual, Buenos Aires: Eds. B, 1ª. Ed., cap. 1, p. 31;, 2008.

4. Welte B. Del Escuchar Correcto (Original ausgabe:”Vomrechten Hören”). En: Gespräch ohne Partner. Hrsg. V. Klaus Hemmerle. Freiburg 1960, 9-26. Traducción: Pbro. Dr. Pablo Peralta Ansorena (30.4.2002).

5. Ortega y Gasset, J.: Ideas y Creencias.Espasa-Calpe Arg. S.A., Col. Austral, 1940.

6. di Segni, M.: Comunicándonos con el Silencio, inéd. Monografía para el Instituto Superior de Ciencias Reli-giosas, Montevideo, 2003.

7. www.eluniversal.com.mx/sociedad/2013/sufrir-de-fo-mo-la-nueva-patologia-de-las-redes-sociales-948417.html

8. RamosR.TomadoymodificadodesucursodeÉticaFilosófica, Instituto Superior de Ciencias Religiosas,(ex CSTP), 2001.

9. Whorf BL. Language, Thought and Reality, Cambridge (Mass.): MIT Press, 1956.

10. www.profedelengua.es/Sapir_whorf.pdf 11. Cortina, Adela. Adela Cortina en Humanidades. Depto.

de Publicaciones de la FHCE, 2004.

Figura 2.

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Resumen En este escrito se han abordado cuatro asuntos principales: la muerte reemplazando a la sexualidad como tabú, la falta de teoría que permita abordar como un todo el problema del suicidio, la distancia con-ceptual entre epidemiología y clínica, y finalmente, la noción de buen tratamiento como la mejor prevención en el marco individual.

Palabras clave: Suicidio, Muerte, Filosofía, Teoría

Abstract This paper addresses four main questions regarding suicide: Death, as a substitute to Sex as a Tabu, the lack of a theory capable of rendering a comprehensive concept, the dichotomy severing epidemio-logy from clinics; and lastly the notion of the good treatment as the best preventive approach to the individual patient.

Keywords: Suicide, Death, Philosophy, Theory

Suicidio y psiquiatríaSuicide, damned word

(death, forbbiden word)

Dr. Santiago A. LevínMédico.

Especialista en psiquiatría.Capítulo de Historia y Epistemología

de la Psiquiatría, APSA.Docente del Departamento de Salud Mental, Facultad de Medicina, UBA

[email protected]

El autor no declara conflicto de intereses

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Lo que no se puede nombrarRetomando un escrito de Geoffrey Gorer del año 1955, Philippe Ariès (3) postula que en algún momen-to a mediados del siglo veinte la muerte desplaza al sexo como tema tabú, y pasa así a ocupar el lugar de lo innominable en la cultura occidental. Nunca antes como ahora en la historia humana, la muerte es tema prohibido. La muerte y todo su séquito de sucedáneos: la pérdida, el envejecimiento, el duelo, la enfermedad, la tristeza, el dolor, la agonía, el sufrimiento, la despe-dida… y el suicidio. Al duelo se lo acorta y “desdrama-tiza”, a la vejez se la aparta. La tristeza ,medicalizada, se concibe como un camino hacia la depresión. También señala Ariès la mudanza de la muerte desde la casa del moribundo al hospital de los médicos, trans-formándose así en asunto de la medicina. Pero no sólo es la muerte la que se muda al hospital, sino también el nacimiento, su otro extremo. Muerte y parto son, a partir de allí, intereses de la medicina y ocupan un lu-gar en el hospital. Tan profundas son las consecuencias de estos cambios que llegan hasta el presente. De la confluencia entre biomedicina y este nuevo tabú resulta un nuevo enemigo, la muerte, contra el que hay que luchar sin cuartel. El suicidio, en este contex-to sociocultural, queda transformado en una especie de insulto para la medicina tecnocientífica, obsesio-nada en luchar contra la muerte. Cada suicidio nos recuerda que todos vamos a morir, y peor aún, que ni siquiera sabemos cuándo, cómo ni dónde. Conviene que recordemos que el suicidio no fue siem-pre lo que es hoy, y que en algunos períodos históricos fue considerado un acto más, aunque de gran trascen-dencia, dentro de los posibles para un ser humano. La patologización del suicidio (que es un caso particular dentro del proceso de medicalización de la muerte) es un invento de la modernidad, con importante colabo-ración del siglo veinte1. El título que lleva el ensayo de Henri Ey sobre el tema, “El suicidio patológico” (18), lo señala claramente. El agregado del adjetivo pato-lógico sorprende al lector de nuestra época. ¿No son patológicos todos los suicidios? ¿Existen suicidios no-patológicos?En medio de nuestras cavilaciones, hay personas que se suicidan. Y estando la muerte dentro del distrito de la medicina, ésta es llamada a hacer algo. Tal vez

nunca antes de la mutación señalada haya estado la medicina tan presionada desde la sociedad para ha-cer, para hacer contra la muerte. Testimonio de este “encargo” es la proliferación notable, en las últimas décadas, de artículos sobre suicidio (45), así como la percepción social de que detrás de cada suicidio hay un déficit en el accionar del médico. Testimonio de ese encargo es también la creciente tendencia a la ju-dicialización de la tarea médica.¿Qué es el suicidio? ¿Por qué se convoca a la medicina en primer lugar? ¿Qué formación tenemos los médi-cos para reflexionar sobre estas problemáticas (44)?

El problema de la teoríaEl estudio epidemiológico del suicidio plantea proble-mas metodológicos y conceptuales. En primer lugar, la misma definición de suicidio es tema de contro-versia. Pero además: cómo detectar y contabilizar los suicidios consumados y las tentativas suicidas, cómo conceptualizar, detectar y contabilizar los accidentes parasuicidas (o suicidios “encubiertos”), etc. En los trabajos publicados se observa bastante di-vergencia en el tratamiento de los datos “duros” de la epidemiología, y también diferencias metodológi-cas notables (1, 9, 10, 12, 17, 30, 35, 36, 37, 41). Así, un lector desprevenido puede llegar a encontrarse con un estudio que sostiene que la tasa de suicidio en una región determinada es inversamente proporcio-nal al uso de fármacos antidepresivos (17), o puede toparse con otro que afirma que a pesar del sostenido incremento en la prescripción de estos fármacos en las últimas décadas, la cifra de suicidios ha aumen-tado en el mundo en forma alarmante (12). Cierto es que la segunda aseveración se basa en estudios epide-miológicos extensos (conducidos por la Organización Mundial de la Salud), mientras que la primera surge, en este caso, de un estudio limitado al reino de Dina-marca (ver también referencia N° 23 para un estudio similar, en este caso realizado en Suecia). Hablábamos de la falta de una teoría del suicidio. Para ilustrar este vacío preguntémonos por el origen de la conducta suicida y veamos qué nos responde la bibliografía. Desde irregularidades genéticas en la

1. Queda por fuera del programa de este escrito la rica vertiente religiosa del suicidio entendido como pecado.

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neurotransmisión serotonérgica (2, 8, 19, 29, 32, 40) hasta determinantes sociológicos (15, 18, 37); desde explicaciones psicopatológicas (5, 6, 18, 41) hasta pos-tulaciones sobre la influencia de los medios masivos de comunicación estimulando la conducta autolítica (22, 38). En su extenso estudio sobre el suicidio (18), Henri Ey opone la hipótesis sociológica (básicamente la teoría de la anomia de Emile Durkheim), a la hi-pótesis psiquiátrica (existencia de condiciones psi-quiátricas predisponentes, principalmente depresión, esquizofrenia y algunas drogadependencias como el alcoholismo). Es claro que mientras esta deuda de teoría subsista caminamos sobre una superficie frágil: las hipótesis son de distinta jerarquía científica, y las presiones so-ciales y legales sobre el profesional y el paciente están a la orden del día.Hechas estas salvedades, veamos los datos de la es-tadística.Al parecer se suicida alrededor de un millón de perso-nas al año en todo el mundo (10, 12, 24, 36, 37, 39, 41, 47). En los Estados Unidos, el suicidio es la segunda causa de muerte en la franja de edad que va de los 25 a los 34 años. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (48) la tasa de suicidio en el mundo se ha in-crementado en un 60% en los últimos 45 años a expen-sas, principalmente, del mencionado intervalo etario. Los varones se suicidan cuatro veces más que las mu-jeres, especialmente los varones ancianos (13, 33, 34).La totalidad de la bibliografía consultada coincide en afirmar que cerca del 90% de quienes se suicidan pre-sentan al menos un diagnóstico psiquiátrico (10, 12, 41, y otros). Interesante punto para la discusión: ¿to-dos los suicidas son personas con padecimiento men-tal agudo, o más bien se trata de un fenómeno de pa-tologización del suicidio que nos invita a ver patología toda vez que se produce una muerte autoprovocada? Otra vez: falta teoría. Los datos estadísticos sobre suicidio suscitan interro-gantes. ¿Por qué las tasas varían tanto de un país a otro? ¿Por qué son relativamente altas en, por ejemplo, Hungría, y llamativamente más bajas en países tan di-símiles como Irlanda y Egipto? (41). Según datos del año 1996 (Salvarezza), la tasa anual de suicidio en la Argentina es la más alta de Latinoamérica, y la undéci-ma a nivel mundial. Sin embargo, si se observa el mapa

del suicidio de la OMS del año 2009 (48), el país lati-noamericano que encabeza la estadística es Uruguay.La epidemiología nos provee también de otra herra-mienta: los factores de riesgo. Algunos de ellos son (7, 14, 16, 26, 28, 31, 46): adolescencia o edad avanzada, impulsividad, género femenino para las tentativas y masculino para los suicidios consumados, morbilidad psiquiátrica, dolencias físicas graves, disponibilidad de armas de fuego, historia familiar y personal de comportamiento suicida, abuso de sustancias (alco-hol, cocaína), etc. Pero para que un instrumento epi-demiológico sea utilizable como si fuera clínico es im-prescindible tener presente que proviene del estudio de poblaciones y no del sujeto individual. Desarrolla-remos esta idea en la sección que sigue.

De lo clínico a lo poblacional, y viceversaTres fases se describen en el proceso suicida (14, 24). La primera, la fase de consideración, queda determi-nada por la aparición de la idea suicida. El suicidio aparece, primero débilmente, como una posible so-lución ante una situación conflictiva altamente an-gustiante. Si el proceso continúa, la siguiente fase se caracteriza por la ambivalencia entre las mociones autodestructivas y las autopreservativas; de predo-minar las primeras, el individuo pasa de la idea a la posibilidad de llevarla a cabo. Por último, la fase de decisión conduce a los preparativos y luego a la con-creción del acto suicida. Como puede verse, se trata de una descripción del suicidio de cuño depresivo, que parece ser el más fre-cuente. Más alejados de esta conceptualización que-dan los suicidios en el contexto de las psicosis, los suicidios abruptos (raptus), los suicidios en las reac-ciones delirantes, las reacciones suicidas en los esta-dos demenciales y confuso oníricos, en los trastornos de personalidad a predominio impulsivo, etc.Ahora bien, es necesario distinguir al menos dos ni-veles bien diferentes a la hora de pensar el suicidio desde la medicina. En el nivel sanitario (poblacio-nal), las estrategias estarán destinadas a informar, educar, perfeccionar el conocimiento de los agentes de salud, aumentar la accesibilidad y la cobertura de los servicios de salud, diseñar estrategias de preven-ción y tratamiento del alcoholismo y otras adicciones, implementar estrategias de detección comunitaria de

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individuos en estado de desesperación y desesperanza (21, 25, 27, 42), etc2. Pero en el nivel clínico (indivi-dual) el enfoque será necesariamente diverso. Diverso porque la metodología epidemiológica no es aplicable punto por punto al caso individual, y diverso porque cada caso es críticamente diferente. En el nivel poblacional lo que interesa son las similitu-des, que permiten construir hipótesis y clasificaciones, y diseñar estrategias para el conjunto; en el terreno clínico lo principal son las diferencias, de allí la im-portancia capital del análisis cuidadoso de cada caso. Siguiendo la pista de los mencionados factores de ries-go, podríamos construir una especie de caricatura del individuo en riesgo de suicidarse: varón, anciano, viu-do reciente, gran consumidor de alcohol, sin familiares cercanos. Pero puede suceder que sea nuestra paciente de mediana edad, profesional, casada, con hijos, con un buen empleo, quien realice una tentativa suicida en el contexto de una fuerte crisis vital en la que el sentido de su vida se vea fuertemente cuestionado.Es decir, y lo repetimos por considerarlo uno de los conceptos fundamentales, en la clínica lo primordial es lo singular. Y como el instrumento de análisis de lo singular sólo es posible desde nuestra propia sin-gularidad, el ejercicio de la clínica reclama la pues-ta en funcionamiento de una vigilancia constante de nuestros prejuicios. La aparición de la primera arruga como testimonio de envejecimiento puede parecer-nos una nimiedad como desencadenante de una crisis vital, pero puede perfectamente serlo para un sujeto cuyo narcisismo descanse primordialmente en la so-brevaloración de la juventud y la belleza. La muerte de un hijo, una de las peores tragedias imaginables, no necesariamente desencadenará ideas de suicidio en un sujeto que ha podido construir una vida con sentido y cierta sensación de trascendencia, religiosa o no. No todos los suicidas son sujetos impulsivos; no todos los suicidios son actos en un solo movimiento. La clínica del suicidio es, entonces, tan vasta como la diversidad de la subjetividad humana. Dicho con otras palabras: los suicidios poco se parecen a los li-bros sobre suicidio.

La búsqueda del síntoma primordial del suicidio, sin embargo, continúa. La pretensión de encontrar el elemento clave es una constante en la historia de la semiología médica desde la modernidad, y el suicidio no iba a ser la excepción. Para Aaron Beck (5, 6) este síntoma es la desesperanza. El sujeto ya no quiere más, la lucha carece a partir de ahora de todo sentido (“¿para qué seguir?”). Lo que sostenía la esperanza ya no está, o se malogró, y, desprovista de razón de ser, la vida se convierte en un calvario sin fin, una tor-tura moral de la que sólo se puede salir saliendo de la vida misma. Mencionamos esta propuesta de Beck por considerarla de utilidad clínica, especialmente en los procesos prolongados, aquellos que permiten una comprensión creciente del padecer del paciente y una intervención a tiempo.¿Es posible hacer una intervención terapéutica a tiempo? Desde luego, la intervención sólo es posible durante el proceso (aunque tal vez algo se pueda ha-cer antes, como discutiremos en la siguiente sección al hablar del buen tratamiento de los cuadros psi-quiátricos). Surge entonces una pregunta: ¿cuánto dura el proceso suicida?, ¿horas, semanas, meses? Un reciente estudio austríaco (14) apunta precisamente en esta dirección. Se estudiaron ochenta y dos pacien-tes derivados al servicio de psiquiatría de un hospital universitario luego de una tentativa suicida. En la mi-tad de los casos, y para sorpresa de los investigadores, pudo saberse que el período de tiempo entre la prime-ra idea de suicidio y la tentativa propiamente dicha fue de diez minutos, o menos aún. No encontraron (otra sorpresa para los investigadores) relación algu-na entre impulsividad y duración del proceso. ¿Pode-mos generalizar estos resultados? No se trata de un estudio extrapolable a la clínica diaria, pero vale la pena tomar nota de que, en ocasiones, el pasaje entre la idea de suicidio y la tentativa propiamente dicha puede ser sorprendentemente breve. En esas ocasio-nes, el clínico poco o nada podrá hacer. Pero el proceso suicida puede ir apareciendo insidio-samente, desplegándose con suficiente tiempo como para permitir una intervención terapéutica. Este es el

2. En una carta de lectores publicada en 2006 en Injury Prevention, Y-Y Chen y T-H Lu, profesores de las universidades de Yang-Ming y Cheng Kung, respectivamente, de Taiwan, afirman que la prevención del suicidio no consiste únicamente en el tratamiento de la depresión. “El suicidio como estrategia de escape tiene origen en una miríada de contextos sociales: fragmentación social, quiebre económico, estigmatización de la enfermedad mental, desorganización del sistema de atención en Salud Mental, promoción de las conductas suicidas desde los medios masivos, y accesibilidad a medios letales. Todas estas condiciones sociales pueden actuar en forma independiente o combinadas” (9).

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caso típico del proceso suicida en el contexto de un cuadro de depresión, que suele presentar fases distin-guibles tal como se señaló unos párrafos más arriba.

En el paciente con diagnóstico psiquiátri-co, la mejor prevención del suicidio es un buen tratamientoBuena parte de los suicidas son personas que no se encuentran en tratamiento psiquiátrico o psicotera-péutico, o al menos no se encontraban en tratamiento antes del intento o del suicidio consumado. Este con-junto queda, pues, fuera de la clínica de nuestra espe-cialidad (si concebimos a la clínica como lo micro) y, desde el punto de vista sanitario, forma parte de las incumbencias de la salud pública, es decir, de lo ma-cro (la distinción pertenece a Salvarezza).En una publicación reciente (20) se estima que entre el 50 y el 70% de los psiquiatras y entre el 40 y el 50% de los residentes de psiquiatría pasarán en algún mo-mento por la dura experiencia del suicidio consuma-do de un paciente. Si a esto agregamos que por cada suicidio consumado hay, estadísticamente, unas veinte tentativas, y que según la mayoría de los autores una enorme proporción de los suicidas tiene un diagnóstico psiquiátrico (depresión en primer lugar) (26), tendre-mos una idea más aproximada del peso que esta pre-ocupación tiene en la mente del psiquiatra.Los psiquiatras atendemos a la porción de la pobla-ción más proclive al suicidio, en particular a aquellos suicidios en los que el intenso sufrimiento psíquico es protagonista. Consideremos dos afirmaciones: una, que la tarea del psiquiatra consiste, precisamente, en colaborar, en la medida de lo posible, con el alivio del sufrimiento psíquico; dos, que un sujeto que experi-menta un insoportable sufrimiento mental estará en mayor riesgo de atentar contra su vida que uno que no lo padece, o que lo sobrelleva con menor intensidad, o que ha comenzado a sentir el alivio de la mejoría y, junto a ésta, el renacer de una tenue esperanza. Dijimos buen tratamiento. Nos contentaremos con decir que un buen tratamiento es aquel en el que se busca, y en ocasiones se logra, un alivio del sufrimien-to del que consulta. Un buen tratamiento es el me-jor tratamiento posible, y su fundamento inicial es el vínculo terapéutico. Primero, el vínculo terapéutico como herramienta básica. Segundo, el proyecto tera-péutico (en sentido amplio: médico, psicoterapéutico, psicosocial), que necesariamente debe trazarse en

conjunto y que puede llegar a requerir una hospitali-zación. Tercero, el seguimiento cercano que permita ir corrigiendo la estrategia a medida que la evolución así lo vaya exigiendo. Esto es, en líneas generales, lo que consideramos un buen tratamiento. El mejor tratamiento posible, en toda su dimensión y con todos los dispositivos disponibles según cada caso, es la mejor prevención del suicidio que los psi-quiatras podemos ofrecer. Desde ya, estamos hablando del paciente con un diag-nóstico psiquiátrico que además se encuentra en tra-tamiento con un médico psiquiatra. Queda por fuera el individuo no evaluado, y el que recibe otra clase de tratamiento y no es derivado en tiempo y forma al es-pecialista en psiquiatría.

Cerrando, pero sin cerrar el temaEn este escrito se han abordado cuatro asuntos prin-cipales en relación al suicidio: la muerte reemplazan-do a la sexualidad como tabú, la falta de teoría que permita abordar el problema en conjunto, la distancia conceptual entre epidemiología y clínica, y finalmen-te, la noción de buen tratamiento como la mejor pre-vención en el marco individual.Hay un hilo conductor: la necesidad de volver a filoso-far sobre nuestra especialidad. Debemos hacerlo, por-que sin filosofía nuestro quehacer encalla en los ban-cos de arena del pragmatismo utilitarista, y peor aún, sin siquiera darnos cuenta de ello, como denuncia Norberto Conti cuando lamenta la “desfilosofización del psiquiatra contemporáneo” (11). Esta desfilosofi-zación sólo se remedia filosofando, es decir, reflexio-nando sobre nuestra profesión y sus dificultades, en un diálogo siempre abierto con otras disciplinas, con colegas, pacientes y semejantes.No todo es complejo, es cierto. Algunos problemas médicos y psiquiátricos se benefician con un enfo-que simple y directo, y hasta se prestan al diseño de diagramas de flujo que facilitan la tarea, la enseñanza y el consenso. Pero hay otros que se escapan a los esquemas simples, a los intentos de síntesis, a los acuerdos generales. Entre ellos, el suicidio. Y sobre todo, su telón de fon-do: la muerte.Nuestra deuda mayor, como venimos diciendo, es con el tema de los temas, “la muerte, ese otro mar, esa otra flecha, que nos libera del sol y de la luna y del

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amor”, como dice Borges en un estremecedor soneto.En principio se diría que resulta problemático pensar sobre la muerte en épocas en que ésta se repudia. En-seguida se recuerda que la teoría freudiana fue conce-bida en el clímax del tabú de la sexualidad.Tal vez este marcado rechazo por la muerte que ex-hibe hoy la cultura occidental pueda servir de acicate para profundizar nuestra comprensión sobre ella, del mismo modo que un avión despega mejor con el vien-to en contra.

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23Revista Latinoamericana de Psiquiatría Volumen 14, número 2, 2014

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Resumen Ciertos poderes económicos y políticos multinacionales pre-tenden apoderarse del mercado ilícito de drogas. Para ello utilizan falaces discursos sin sustento científico con el fin de que los estados aprueben la legalización de una mayor cantidad de sustancias adictivas, sin tener en cuenta que la adicción es una enfermedad de consecuencias catastróficas a nivel individual, familiar y social. El presente artículo tiene por objetivo revisar los aspectos más importantes relacionados al mercado adictivo como un componente fundamental de esta enfermedad, para sustentar el criterio de los autores, quienes consideran peligroso para la salud pú-blica promover la legalización de más sustancias adictivas.

Palabras clave: Mercado adictivo, Salud Pública, despenalización, dro-gas, adicción.

Abstract Certain multinationals economic and political powers seek to seize the illicit drug market. Therefore, they use deceptive speeches without scientific basis in order to approve legalization of a greater amount of addictive substances, without taking the addiction as a di-sease with catastrophic consequences and impact over the family and society. This article aim to review the most important aspects related to the addictive market as a key component of this disease, to underpin the approach of the authors, who consider it dangerous to public health.

Keywords: Market addictive, Public Health, decriminalization, drugs, addiction.

Mercado adictivo: catástrofe socialy de Salud Pública. Parte I

Dr. Martín Nizama ValladolidMédico Psiquiatra.

Experto en Adicciones.Doctor en Medicina.

Profesor Principal del Departamento Académico de Psiquiatría de la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Sección de Psiquiatría y

Salud Mental del DepartamentoAcadémico de Clínicas Médicas de la

Universidad Peruana Cayetano Heredia. Director Ejecutivo de la Dirección

Ejecutiva de Investigación,Docencia y Atención Especializada (DEIDAE) en Adicciones del Instituto

Nacional de Salud Mental “HonorioDelgado-Hideyo Noguchi”. Lima, Perú.

[email protected]

Dra. Aileen Torrejón EspejoMédico Psiquiatra

Asistente de la DEIDAE en Adicciones del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado-Hideyo Noguchi”.

Lima, Perú.

Dr. Cesar Aragón MacarlupúMédico Psiquiatra. Residente de

Psiquiatría en Adicciones, Facultad de Medicina Humana “San Fer-

nando”, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.Instituto Nacional

de Salud Mental “Honorio Delgado-Hideyo Noguchi”. Lima, Perú.

Diego Neyra OntanedaMédico Residente de Psiquiatría,

Facultad de Medicina Humana “San Fernando”, Universidad Nacional

Mayor de San Marcos. Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio

Delgado-Hideyo Noguchi”. Lima, Perú.

Addictive market: social catastropheand of public health.Part I.

Los autores no declaranconflicto de intereses

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24Revista Latinoamericana de Psiquiatría Volumen 14, número 2, 2014

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IntroducciónDeterminados poderes políticos multinacionales co-dician el lucrativo mercado de las drogas y preten-den arrebatárselo a los cárteles del narcotráfico. Con este propósito, se conformó la Comisión Global de Políticas de Drogas, presidida por Fernando Hen-rique Cardoso y compuesta fundamentalmente por ex-presidentes latinoamericanos, multimillonarios y personalidades e intelectuales muy influyentes en la opinión pública internacional. Esta comisión no gubernamental publicó en setiembre de 2014 un in-forme titulado “Taking control: pathways to drug policies that work.” (1). El documento, carente de sus-tento científico, argumenta: “[…]los enfoques previos que se basaban en el paradigma punitivo han fraca-sado enfáticamente. La aplicación de este modelo ha tenido como resultado más violencia, el aumento de la población carcelaria y la erosión de los gobiernos alrededor del mundo. Los daños a la salud derivados del consumo de drogas no han disminuido, sino que incluso han empeorado.”; y es explícito en recomen-dar que“[…] se deben permitir e incentivar distintos experimentos de regulación legal del mercado con drogas actualmente ilícitas empezando, entre otras, por el cannabis, la hoja de coca y ciertas sustancias psicoactivas nuevas.” (1), sin aclarar que el fracaso de la guerra antidrogas se debe principalmente a la cadena de corrupción gubernamental paralela, y que los efectos de las sustancias psicoactivas en la Salud Pública no dependen de la legalidad o ilegalidad de las mismas, sino de su potencialidad adictiva (2). Dicho sea de paso, confunde la hoja de coca, cuyo consumo no es adictivo, con la cocaína. Así, se vienen preparando condiciones propicias para imponer esta estrategia, sustentada en la ideología neoliberal, en la Sesión Especial de la Asamblea Ge-neral de Naciones Unidas sobre Drogas que se realiza-rá el 2016 (3), y de esta manera alentar a los gobiernos a dejar de lado la prohibición, sustituyéndola por la despenalización de los mercados de drogas ilícitas. Para ello trabajan sigilosamente los lobbies, las cade-nas de la corrupción global y las organizaciones polí-ticas mafiosas, nacionales e internacionales.Preocupados por tan riesgoso panorama, abordamos desde el Enfoque Holístico Centrado en la Fami-lia (4), los complejos problemas relacionados con el mercado adictivo y la enfermedad adictiva, como dos

componentes de un mismo fenómeno. Por razones de redacción, en esta Primera Parte nos ocuparemos de manera sucinta de los aspectos fundamentales vincu-lados al mercado adictivo para finalmente presentar nuestros puntos de vista. Siguiendo la misma línea, y bajo este mismo enfoque, en la Segunda Parte com-prenderemos lo relacionado a la enfermedad adictiva.

Mercado Único de DrogasEl mercado hedonista es único, indivisible y omnipre-sente (5); por tanto la fragmentación constituye un sesgo en la concepción de este fenómeno mórbido. La oferta del producto no discrimina entre drogas lícitas e ilícitas. Los micro-comercializadores, dealers y de-liverys expenden indiscriminadamente marihuana, cocaína, crack, éxtasis, entre otras; mientras que las drogas legales, sean tabaco, alcohol o psicofármacos, se pueden adquirir en cualquier bodega o farmacia, y en el comercio informal. Los adictos buscan sustancias de mayor concentración y les es indiferente quién se las provee. Por tanto, la legalización de cualquiera de ellas no las individualiza ni las separa del mercado (2). Cabe anotar que las experiencias de la legalización del alcohol y del tabaco no disminuyeron la producción ni el consumo de estas sustancias; por el contrario se incrementaron al punto que actualmente son las dro-gas de mayor consumo en el mundo, superando a las sustancias ilícitas (5, 6).

Problema socialEl mercado de drogas ilícitas (narcotráfico, narcopolí-tica, narco-Estado, sembradíos ilícitos de marihuana, planta de coca y amapola, etc.) afecta gravemente a la sociedad de consumo. Existen factores que juegan un rol importante en el desarrollo de este mercado hedo-nista, como la comercialización de insumos químicos, la micro-comercialización masiva, la corrupción ge-neralizada, la guerra entre los cárteles, los asesinatos selectivos, el crimen organizado, las barras bravas, los antros de consumo masivo, los dealers, los deliveries y la delincuencia callejera que, ligados umbilicalmen-te al mercado adictivo, intimidan a la sociedad. Por su lado, los estados y las organizaciones interna-cionales competentes no pueden controlar eficazmente estos graves problemas, por lo que el consumo masivo de drogas se extiende aceleradamente en la sociedad posmoderna. De esta manera, los estados incumplen

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su función esencial de promover el bien común, preser-var la salud de la población, la seguridad ciudadana, los derechos humanos y la vida de las personas.

Dogmatismo ideológicoPor acción mediática del fundamentalismo neoliberal, se ha internalizado en el colectivo social el concepto falaz de que ser adicto o recibir tratamiento es una op-ción personal, una decisión voluntaria. Asimismo que consumir drogas es el ejercicio de la autonomía y del consecuente libre albedrío. Esta publicidad embustera oculta la verdad: la enfermedad adictiva, en cualquie-ra de sus formas, es un proceso mórbido que perturba fundamentalmente la voluntad, el control de impulsos y la capacidad de juicio para la toma de decisiones per-sonales; y tiene su propia historia natural (4).

Conclusiones1. El mercado adictivo se ha convertido en un apete-

cible negocio para algunos grupos empresariales y políticos, quienes seducidos por el dinero, lo per-ciben como posible fuente de enriquecimiento.

2. Se está organizando una extensa red de lobbies transnacionales dedicados a promover leyes que despenalicen y regulen la cadena de producción, distribución, comercialización y consumo de más drogas, sin considerar el devastador impacto de la enfermedad adictiva a nivel individual, familiar y social. Para ello, proponen una serie de postulados falaces y carentes de sustento científico, camufla-dos bajo las banderas de la democracia, la libertad, la salud pública y los derechos humanos.

3. Es inexacto afirmar a la comunidad internacional que la política del paradigma de la regulación legal del mercado adictivo desarrollará comunidades más saludables, seguras y de respeto irrestricto a los derechos humanos.

4. En base a las experiencias con la legalización del alcohol y el tabaco, no creemos que el narcotráfico cesará una vez aprobada cualquier legislación de despenalización. Lo que podría suceder con alta probabilidad es que se generen más poli-adictos y más familias desintegradas, reforzando así la deshumanización de la sociedad posmoderna. Asi-mismo la delincuencia, el terrorismo urbano y el crimen organizado se podrían incrementar de ma-nera exponencial.

5. Es anético, cruel e inhumano que, con fines utili-tarios, cualquier Estado promueva la propagación de la enfermedad adictiva, cuyas consecuencias son mortales como veremos en la segunda parte de este trabajo.

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26Revista Latinoamericana de Psiquiatría Volumen 14, número 2, 2014

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Mercado adictivo: catástrofe social y de Salud Pública. Parte II

Resumen Según el Modelo Holístico de las Adicciones Centrado en la Familia, la adicción constituye una enfermedad que se incuba esencial-mente en el entorno familiar, siendo inconsciente e involuntariamente sostenida y perpetuada por el entorno disfuncional, cuya manifestación extrema es la anomia patológica. Por desinformación, desconocimiento y prejuicios acerca de la naturaleza de esta enfermedad, la familia, la so-ciedad y aún ciertas autoridades públicas perciben a la adicción como un vicio o una enfermedad incurable. Se cree que la persona se hace adicta voluntariamente y que puede dejar de serlo si ella lo decidiera sin llegar a tener en cuenta la alteración neurobiológica existente. En este sentido, el siguiente artículo tiene por finalidad cuestionar la actual campaña mun-dial en favor de la despenalización y regulación de la cadena de produc-ción, distribución y consumo de drogas ilícitas.

Palabras clave: adicción, entorno disfuncional, despenalización

Abstract According to the Holistic Model of Family, addiction is a disea-se that essentially incubates in the family, being unconscious, involun-tary sustained and perpetuated by dysfunctional environment which extreme manifestation is the pathological anomie. By misinformation, ignorance and prejudices about the nature of this disease, the family, society and even some public officials perceive addiction as an addic-tion or an incurable disease. It is believed that the person is addicted voluntarily and may cease to be if she decide dit without actually takin-gin to account the existing neurobiological disorder. Regarding to this, the following article aims to challenge the current global campaign for the legalization and regulation of the production, distribution and con-sumption of illicit drugs.

Keywords: Addiction, dysfunctional environment, decriminalization

Los autores no declaranconflicto de intereses

Dr. Martín Nizama ValladolidMédico Psiquiatra.

Experto en Adicciones.Doctor en Medicina.

Profesor Principal del Departamento Académico de Psiquiatría de la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Sección de Psiquiatría y

Salud Mental del DepartamentoAcadémico de Clínicas Médicas de la

Universidad Peruana Cayetano Heredia. Director Ejecutivo de la Dirección

Ejecutiva de Investigación,Docencia y Atención Especializada (DEIDAE) en Adicciones del Instituto

Nacional de Salud Mental “HonorioDelgado-Hideyo Noguchi”. Lima, Perú.

[email protected]

Dra. Aileen Torrejón EspejoMédico Psiquiatra

Asistente de la DEIDAE en Adicciones del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado-Hideyo Noguchi”.

Lima, Perú.

Dr. Cesar Aragón MacarlupúMédico Psiquiatra. Residente de

Psiquiatría en Adicciones, Facultad de Medicina Humana “San Fer-

nando”, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.Instituto Nacional

de Salud Mental “Honorio Delgado-Hideyo Noguchi”. Lima, Perú.

Diego Neyra OntanedaMédico Residente de Psiquiatría,

Facultad de Medicina Humana “San Fernando”, Universidad Nacional

Mayor de San Marcos. Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio

Delgado-Hideyo Noguchi”. Lima, Perú.

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27Revista Latinoamericana de Psiquiatría Volumen 14, número 2, 2014

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Un problema de Salud PúblicaDesde 1957 la OMS clasificó a la adicción como una enfermedad que consiste en un estado de intoxicación crónica y periódica, originada por el consumo repeti-do de una droga natural o sintética (1).El uso de sustancias psicoactivas genera una carga de morbilidad muy significativa: 8.9% en términos de años de vida ajustados por discapacidad, asociadas en el 4% al tabaco, 4.1% al alcohol y 0.8% a las drogas ilícitas. Asimismo, su carga de mortalidad alcanza el 8.8, el 3.2 y el 0.4% respectivamente (2). Claramente se puede observar que la carga de morbilidad y morta-lidad se debe mucho más a las sustancias psicoactivas lícitas, dado su fácil acceso para el consumo.En el 2010 la UNODC estimó que 230 millones de personas habían consumido alguna droga ilícita en el año previo, lo que representaba alrededor del 5% de la población mundial entre 15 y 64 años de edad (3). Para el 2014 estimó que la prevalencia de vida del consumo de drogas ilícitas oscilaba entre el 3.5 y el 7% de la población mundial en el mismo grupo etario. También reportó 183.000 muertes vinculadas al mer-cado adictivo, con una tasa de 40 muertes por cada millón de personas (4).A su vez, el 80% de las personas con problemas de adicción son dependientes a más de una sustancia psicoactiva (5) y en la experiencia de trabajo en psico-terapias familiares (Asociación “Familia Armónica”), se encuentra que alrededor del 40% tiene uno o más parientes dentro del hogar con problema de adicción, lo que constituye la adicción familiar múltiple (6).

Modelo Holístico de las Adicciones Centrado en la FamiliaEl entorno familiar disfuncional constituye el eje prin-cipal de la génesis, curso, sostenimiento y desenlace a largo plazo (Figura 1) de las adicciones. Aunque su etiología es multicausal, la familia es el ori-gen, pero también la víctima principal de la misma. Co-múnmente, sus integrantes son objeto de la soberbia, prepotencia, conducta delictiva, agresiva y violenta del enfermo. Así, el núcleo parental termina convertido en infierno familiar: fragmentado o extinguido.Este problema se inicia cuando dos personas inmadu-ras conforman una diada progenitora, originando un entorno familiar disfuncional. Los progenitores cum-plen un rol de proveedores de bienes materiales; sus

críos son“huérfanos, hijos de padres vivos”, privados de su presencia y afecto cotidiano. Ellos compensan estas falencias asumiendo el rol de “compra todo”, “soluciona todo”, “facilita todo”, “tolera todo” y “ce-lebra todo”, fomentando de este modo el libertinaje y el hedonismo. Así, el sujeto estanca su desarrollo psi-coevolutivo y queda fijado en un grado de inmadurez extrema portadora de vacío existencial (vacuidad), falencias que asociadas a sus antecedentes genéticos lo hace vulnerable a la adquisición de la enfermedad en el miasma adictivo en el cual se desenvuelve, den-tro del contexto de una sociedad anética global.Una vez adquirida la adicción, ésta es inconsciente e involuntariamente sostenida y perpetuada por el en-torno familiar disfuncional, cuya manifestación ex-trema es la anomia patológica o incapacidad de los miembros para revertir su desorden y estilos de vida nocivos. Merced a esta anomia la familia sabotea el tratamiento del paciente (7). Como consecuencia, el adicto pierde el sentido de vida, tornándose disocial, insensible, autodestructivo y heterodestructivo. Fre-cuentemente acaba deshumanizado, con comporta-mientos irracionales y primitivos.

bases neurobiológicas y síndrome pre-frontalEl consumo de sustancias psicoactivas genera una serie de alteraciones en el sistema dopaminérgico meso-lím-bico-cortical, ocasionando neurodegeneración, neuro-adaptación y disregulación en diversas áreas cerebrales como: área tegmental ventral, estriado ventral, estria-do dorsal, amígdala cerebral, hipocampo, ínsula y giro cingulado anterior, entre otros (8). Son la corteza fron-tal inferior, la corteza pre-frontal (CPF) orbitofrontal y la CPF dorsolaterales que constituyen el sustrato neurobiológico principal del conjunto sintomático de la enfermedad adictiva en sus diferentes etapas, debido al síndrome pre-frontal, que se caracteriza por: déficit del control de impulsos, disfunción cognitiva, degrada-ción ética, acciones pobremente concebidas, riesgosas o inapropiadas para la situación, carencia de un pro-yecto de vida, incapacidad para diferir la gratificación durante la toma de decisiones, estulticia, agresividad, violencia (estado bestia), con alto riesgo homicida y suicida, entre otras (9, 10). Esto produce la psicopatización secundaria de la per-sonalidad o síndrome del caracol originando menda-cidad, manipulación, maquinación, simulación, doble

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vida, histrionismo, seducción, vehemencia, incapaci-dad de espera, intolerancia, soberbia, autoendiosa-miento e insensibilidad.

Fin del adictoEn forma lenta y progresiva el adicto inconsciente-mente destruye su imagen, sentido de existencia, pro-yecto de vida y visión de futuro. En su etapa terminal acaba convertido en un individuo decrépito, sucio, andrajoso, degradado y abandonado a sí mismo, refu-giado en antros y desvinculado de su entorno familiar. Suele morir por sobredosis, accidente, asesinato o por mano propia (suicidio dulce).

En el mejor de los casos recibe ayuda terapéutica profesional y especializada en algún momento de las etapas de la enfermedad. Sin embargo el 98% de los

pacientes carece de conciencia de enfermedad, por lo que rechazan activamente el tratamiento, lo evaden o boicotean, haciéndolo fracasar. (5, 7). La adicción causa en el individuo discapacidad transitoria o per-manente, mella la voluntad (“preso de sí mismo”) y cronifica la enfermedad, provocando a menudo el de-terioro grave, incluso la muerte. Sin embargo, en su gran mayoría, terminan siendo abandonados a su suerte o endosados a profesionales inexpertosy/o personas inescrupulosas que, hacién-dose pasar por ex adictos o guías espirituales, asumen el rol de pseudo-terapeutas.

Figura 1. Esquema de la Estructura Holística de las Adicciones.

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Conclusiones■ En la actualidad, la adicción constituye un grave

problema social y de salud pública con graves se-cuelas psicopáticas y tanáticas, de consecuencias catastróficas para el individuo y la sociedad.

■ Es en la familia donde primariamente se gestan los factores protectores y de riesgo y es ella la lla-mada a asumir la responsabilidad humana y ética de intervenir inmediatamente al enterarse de la presencia de la enfermedad, aún cuando el adicto, por su inconsciencia de enfermedad, se resista o se niegue a recibir tratamiento.

■ Por ser una enfermedad de alta complejidad, el tratamiento de la adicción es médico, especializa-do, interdisciplinario, multimodal y a largo plazo, y tiene como objetivo el desarrollo humano inte-gral para asegurar la curación.

■ Por desinformación y prejuicios acerca de la natu-raleza de esta enfermedad, la familia, la sociedad y aún ciertas autoridades públicas perciben a la adicción como un vicio o una enfermedad incura-ble. Se cree que la persona se hace adicta volunta-riamente y que puede dejar de serlo si ella así lo decidiera.

■ Cabe preguntarse si a la luz del conocimiento cabal de este complejo fenómeno mórbido, se justifica la actual campaña mundial en favor de la despena-lización y regulación de la cadena de producción, distribución y consumo de más drogas ilícitas, ha-bida cuenta que ni el alcoholismo ni el tabaquismo disminuyeron con su legalización.

Referencias bibliográficas1. World Health Organization. Expert Committee on

Addiction-producing Drugs. SeventhReport. Geneva, 1957. Disponible en http://whqlibdoc.who.int/trs/WHO_TRS_116.pdf

2. Organización Mundial de la Salud. Neurociencias del consumo y dependencia de sustancias psicoactivas. OPS, Washington D.C., 2005. Disponible en http://www.who.int/substance_abuse/publications/neurosci-ence_spanish.pdf

3. OficinadelasNacionesUnidascontralaDrogayelDeli-to. Reporte Mundial sobre Drogas 2010. Publicación de las Naciones Unidas [versión electrónica]. Nueva York, 2010 [citado 16 Oct 2014]. Disponibleen http://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/WDR2010/In-forme_Mundial_sobre_las_Drogas_2010.pdf

4. UnitedNationsOfficeonDrugsandCrime(UNODC).World Drug Report 2014. United Nations publication [serial online]. Nueva York, 2014 Jun [citado 16 Oct 2014].Disponibleen http://www.unodc.org/documents/wdr2014/World_Drug_Report_2014_web.pdf

5. Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental. Consenso de la SEP sobre patología dual. Psiquiatría editores, Barcelona, 2004.

6. Nizama M. Tratamiento Familiar Holístico de las Adic-ciones. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2009.

7. Nizama M. Modelo Holístico de las Adicciones Centra-do en la Familia. Lima, Fondo Editorial de la Asamblea Nacional de Rectores, 2013.

8. Koob G &Volkow N. Neurocircuitry of Addiction. Neu-ropsychopharmacology REVIEWS 2010; 35, 217–238.

9. Goldstein R &Volkow N. Drug addiction and its under-lying neurobiological basis: neuroimaging evidence for the involvement of the frontal cortex. Am J Psychiatry 2002; 159: 1642–1652.

10. Bjork J, Momenan R, Hommer D. Delay discounting correlates with proportional lateral frontal cortex vol-umes. BiolPsychiatry 2009; 65: 710–713.

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REGLAMENTO DE [email protected]

CUESTIONES GENERALESLa Revista Latinoamericana de Psiquiatría, órgano oficial de la Asociación Psiquiátrica de América latina, es una revista en español que publica trabajos sobre Psiquiatría, Neurociencias y disciplinas conexas. Está dirigi-da especialmente a profesionales del campo de la Salud Mental.Las condiciones de presentación y publicación de manuscritos que se detallan más abajo se ajustan a las normas del Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas, y se pueden consultar en: http://www.medicinale-gal.com.ar/vanco97.htm, en su versión en español, o en http://content.nejm.org/cgi/content/full/336/4/309, en su versión original en idioma inglés.El envío de un manuscrito a la Revista Latinoamericana de Psiquiatría constituye en sí mismo una constancia de aceptación de este Reglamento de publicaciones, y por lo tanto de las responsabilidades en cuanto a autoría, originalidad y confidencialidad que en él se enuncian.

OriginalidadLos manuscritos enviados a la Revista Latinoamericana de Psiquiatría serán aceptados en el entendimiento de que son materiales originales, no publicados previamente, ni enviados simultáneamente para ser publicados en otra revista y que han sido aprobados por cada uno de sus autores. La reproducción de figuras o tablas previamente publicadas, ya sea por los autores del manuscrito, o por otros auto-res, deberá contar con la autorización por escrito de la fuente (revista, libro, material electrónico u otro) originales.

AutoríaTodas las personas que firman el trabajo deben reunir los requisitos para ser autores de un trabajo científico. De acuerdo con el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas se considera que un autor es una persona que ha realizado una contribución intelectual sustancial a un estudio, entendiendo esta como el cum-plimiento de los tres requisitos que se enumeran a continuación: 1) haber contribuido a la concepción, diseño, adquisición de datos, análisis o interpretación de los mismos; 2) escribir el borrador del artículo o revisarlo crí-ticamente en sus aspectos sobresalientes; 3) proporcionar la aprobación final de la versión enviada para su pu-blicación. A la inversa, cualquier persona que cumpla con los requisitos mencionados debe figurar como autor.Cuando un grupo lleva a cabo un ensayo multicéntrico, los autores son aquellos que detentan la responsabili-dad directa del manuscrito. Son éstos quienes deben reunir los criterios de autoría que acabamos de mencio-nar. Los demás colaboradores deberán ser enlistados en el apartado de

AgradecimientosPara la Revista Latinoamericana de Psiquiatría, en consonancia con las normas vigentes en las publicaciones médicas, la provisión de fondos, la supervisión general del grupo de investigadores o un rol jerárquico en la institución en que se realizó el trabajo no justifican la autoría. Todas las personas designadas como autores deben calificar como tales, y todos aquellos que reúnen las condi-ciones para serlo deben ser mencionados. Cada uno de ellos debe haber participado en forma suficiente en el trabajo como para poder responsabilizarse del mismo públicamente.En el apartado de “Agradecimientos” pueden mencionarse a todos aquellos que hayan contribuido económica o técnicamente al trabajo de manera tal que no justifique su autoría. También puede agradecerse a quienes facilitaron la realización del trabajo o la preparación del manuscrito.

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Transferencia de derechos y envío del manuscritoEl envío de un artículo a la Revista Latinoamericana de Psiquiatría supone que todos los autores aprueben el manuscrito que es enviado para su consideración, como así también que todos ceden a la revista el derecho de publicación y reproducción posterior. Si en el trabajo se realizan citas extensas (de más de 500 palabras) o figuras de otros textos, los autores deben contar con autorización de los editores del material citado.

Aclaración de conflictos de interesesToda forma de apoyo (subsidios, financiación de laboratorios farmacéuticos, etc.) debe ser mencionada en el apartado “Agradecimientos”. Además, los autores deben especificar, en un apartado especial a continuación del apartado de Agradecimien-tos, y bajo el título “Declaración de conflictos de intereses”, los compromisos comerciales o financieros que pudieran representar un aparente conflicto de intereses en relación con el artículo enviado, incluyendo pagos de asesorías, de sueldos, u otras retribuciones. La lista de empresas o entidades privadas o de otro tipo que hubieran pagado al o los autores honorarios en concepto de los rubros antes mencionados debe ser explícita-mente aclarada.Si no hubiera conflicto de intereses, en este apartado se consignará “El /los autor/es no declara/n conflictos de intereses”.Esta información no deberá necesariamente limitar la aceptación del material, y podrá o no, a criterio del Co-mité Editorial, ser puesta a disposición de los evaluadores del manuscrito.

Preservación del anonimato de los pacientesEl material clínico enviado para su publicación debe cuidar especialmente la protección del anonimato de los pacientes involucrados.

Consentimiento informado Los trabajos de investigación clínica deben incluir, en el apartado “Materiales y Métodos” una cláusula que señale que todos los pacientes participantes han sido informados de las características y objetivos del estudio y han otorgado el consentimiento para su inclusión en el mismo.

Proceso de revisión de manuscritosEl proceso de evaluación por pares constituye la piedra angular de la comunicación científica. La revista cuenta con un Consejo Editorial y un numeroso grupo de asesores científicos. Todos los trabajos enviados para su pu-blicación son sometidos a la evaluación de al menos dos de los miembros de dichas instancias. Los evaluadores reciben una copia del trabajo en la que se omiten los nombres de los autores, de manera tal de evitar sesgos en el proceso de evaluación. Si fuera necesario, se podrá solicitar además una evaluación de lo procedimientos estadísticos empleados, o la opinión de algún evaluador externo a la revista. Si las opiniones de ambos revisores fueran divergentes, el Editor o el Comité Científico pueden solicitar una tercera opinión, o decidir como cuerpo colegiado acerca de la publicación o no del trabajo. Si los revisores consultados lo solicitan, el Editor podrá requerir al o los autores, modificaciones para adecuar el manuscrito a las sugerencias realizadas. El o los autores recibirán, junto con la decisión del Editor, los comentarios de los revisores a fin de conocer los fundamentos de la decisión final adoptada.

Envío de trabajosLa revista acepta los siguientes tipos de artículos: Investigación original, Revisiones, Casos clínicos y Artículos científicos de controversia o de opinión. Todos los trabajos deberán enviarse, vía correo electrónico, a la dirección: [email protected]. Los tex-tos deben presentarse en el programa Word. Es importante que no incluyan macros ni ningún tipo de plantillas. Antes de enviar el trabajo verifique haber cumplido con las normas utilizando el apartado titulado ANTES DE ENVIAR EL TRABAJO que se incluye al final de este Reglamento.

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Tipos de trabajosa) Investigación original: describe nuevos resultados en la forma de un trabajo que contiene toda la infor-mación relevante para que el lector que así lo desee pueda repetir los experimentos realizados por los autores o evaluar sus resultados y conclusiones. Las investigaciones originales no deben exceder los 19.500 caracteres incluyendo un resumen de no más de 200 palabras, texto, referencias y datos contenidos en tablas y figuras. Se recomienda especialmente la utilización del menor número de figuras posible. El Comité de Redacción valora especialmente la capacidad de síntesis, siempre que esta no comprometa la claridad y exhaustividad del trabajo.

b) Revisión: estos textos compilan el conocimiento disponible acerca de un tema específico, contrastan opi-niones de distintos autores e incluyen una bibliografía amplia. La longitud de estos trabajos no debe exceder los 19.500 caracteres incluyendo un resumen de no más de 200 palabras, el texto propiamente dicho y las referencias bibliográficas. Como se mencionó más arriba el uso de figuras o tablas publicadas previamente por el autor o por otros autores debe haber sido expresamente autorizado por el editor original, y debe ser citado apropiadamente al pie de la figura y en el apartado “Referencias”)

c) Casos clínicos: son textos breves en los que se presenta uno o varios ejemplos de casos clínicos de una determinada patología. El artículo debe incluir un resumen en español y en inglés con sus correspondientes Palabras clave y Keywords, respectivamente; luego comentar las generalidades de la patología en cuestión, su semiología habitual, epidemiología, criterios diagnósticos, eventual etiología y tratamiento y, por fin ejemplifi-car con uno o varios casos originales diagnosticados por el autor. El trabajo debe incluir una breve bibliografía.

d) Artículo científicos de controversia o de opinión: son trabajos en los que se presentan o discuten temas científicos particularmente polémicos. Pueden publicarse dos o más de estos artículos, sobre un mismo tema en el mismo número o en números sucesivos de la revista. Su longitud no debe exceder los 8000 caracte-res incluyendo las referencias bibliográficas.

ORGANIZACIÓN INTERNA DE CADA TIPO DE MANUSCRITO

Instrucciones generalesTodos los materiales enviados a la Revista Latinoamericana de Psiquiatría para su publicación serán escritos a doble espacio, en letra de cuerpo de 12 puntos. Primera página (común a todos los tipos de trabajos, salvo Cartas de lectores)El texto del trabajo será precedido por una página (página de título) con los siguientes datos: título, nombre y apellido de los autores, dirección profesional y de correo electrónico del autor principal, título profesional, lugar de trabajo y lugar en el que el trabajo fue realizado.El título debe ser informativo y lo más breve posible (ver más abajo las restricciones al uso de abreviaturas).Segunda página (sólo para Investigaciones originales, revisiones y artículos de opinión)La segunda página contendrá los resúmenes en español y en inglés y bajo el subtítulo “Palabras clave” y “Ke-ywords” se especificarán 5 (cinco) palabras o frases cortas en inglés y español respectivamente. Se proporcio-nará un título en inglés.El resumen de 200 palabras deberá proporcionar los antecedentes del trabajo, los propósitos del mismo, los me-dios de que se valió para lograrlo, los resultados obtenidos y las conclusiones que de los mismos se desprenden. Cuando se trate de revisiones debe aclararse cuáles son los puntos esenciales que se exploraron y la conclusión principal a la que se llegó.El resumen es la única parte del trabajo que resulta visible para la totalidad de los lectores, ya que está indexa-da en bases de datos internacionales. Por lo tanto, se recomienda especialmente a los autores que cuiden su redacción, haciéndola lo más informativa y completa posible. Debe también cuidarse que su contenido refleje con precisión el del artículo.

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AgradecimientosEn un texto breve los autores podrán agradecer a quienes hayan contribuido a la realización del trabajo (por ejemplo colaboradores técnicos). Las fuentes de financiación deberán ser explícitamente mencionadas.

Referencias bibliográficasLas referencias bibliográficas se incluirán en una página aparte de la del texto.Las referencias serán citadas con números correlativos, entre paréntesis, a medida que aparezcan en el texto y con ese número serán luego enlistadas en la sección “Referencias bibliográficas”- No usar supraíndices para las citas bibliográficas.

Ejemplo: “Algunos autores observaron que la administración de un placebo, acompañada de un seguimiento clínico que no incluía ni siquiera una psicoterapia formal, proporcionaba alivio sintomático duradero a alrededor de un 50% de los pacientes con depresión leve (1,2).Referencias bibliográficas1.- Shea MT, Elkin I, Imber SD, Sotsky SM, Watkins JT, Collins JF, Pilkonis PA, Beckham E, Glass DR, Do-lan RT. Course of depressive symptoms over follow-up: findings from the NIMH treatment of depression collaborative research. Arch Gen Psychiatry 1992, 49: 782-787.2.- Rabkin JG, McGrath P, Stewart JW, Harrison W, Markowitz JS, Quitkin F. Follow-up of patients who improved during placebo washout. J Clin Psychopharmacol 1986, 6: 274-278.

La forma de cita se ajusta a las normas del Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas y pueden ser consultados en http://www.hospitalarias.org/publiynoti/libros/art%C3%ADculos/163/art1.htm

Se ilustran a continuación los principales casos:Artículos de revistas1. Artículo estándarIncluir los seis primeros autores y a continuación escribir et al.Molto J, Inchauspe JA. Libertad de prescripción en España. VERTEX 2005; XVI (59): 130-132.

2. Autor corporativoThe Cardiac Society of Australia and New Zeeland. Clinical exercise stress testing. Safety and performan-ce guidelines. Med J Aust 1996; 164:282-4.

3. Suplemento de un volumenShen HM, Zhang QF. Risk assessment of nickel carcinogenicity and occupational lung cancer. Environ Health Perspect 1994; 102 Supl 1:275-82.

Libros y otras fuentes de información impresa4. Autores individuales Bagnati P, Allegri RF, Kremer J, Taragano FE. Enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Manual para los familiares y el equipo de salud. Buenos Aires, Editorial Polemos, 2003.

5. Editor(es) como autoresNorman IJ, Redfern SJ, editores. Mental health care for elderly people. New York: Churchill Livingston; 1996.

6. Capítulo de libroPhillips SJ, Whisnant JP. Hypertension and stroke. En: Laragh JH, Brenner BM, editors. Hypertension: pathophysiology, diagnosis and management. 2.ª ed. New York: Raven Press; 1995. p. 465-78.

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7. Actas de conferenciasKimura J. Shibasaki H, editors. Recent advances in clinical neurophysiology. Proceedings of the 10th In-ternational Congress of EMG and Clinical Neurophysiology; 1995 Oct 15-19; Kyoto, Japan. Amsterdam: Elsevier; 1996.

8. Ponencia presentada en un CongresoBengtsson S, Solheim BG. Enforcement of data protection, privacy and security in medical informatics. En: Lun KC, Degoulet P, Piemme TE, Rienholf O, editors. MEDINFO 92. Proceedings of the 7th World Congress on Medical Informatics; 1992 Sept 6-10; Geneve, Switzerland. Amsterdam: North-Holland; 1992. p. 1561-5. Material No publicado

9. En prensaLeshner AI. Molecular mechanisms of cocaine addiction. N Engl J Med. En prensa 1996.

Material Informático10. Artículo de revista en formato electrónicoMorse SS. Factors in the emergence of infectious diseases. Emerg Infect Dis [serial online] 1995 Jan-Mar [citado 5 Jun 1996]; 1(1): [24 pantallas]. Disponible en http://www.cdc.gov/ncidod/EID/eid.htm

Comunicación personalSe deberá limitar al máximo este tipo de citas, se deberá contar con la autorización escrita de la fuente.

FigurasLas figuras deberán ser en blanco y negro, lo que incluye el tramado de superficies para diferenciar distintos grupos experimentales. No se aceptan medios tonos, grises ni colores.Las figuras serán identificadas con números arábigos, en orden correlativo según aparecen en el texto. Debe enviarse el número mínimo de figuras que facilite la comprensión de los resultados obtenidos. No se aceptarán figuras que utilicen tres dimensiones (3D), a menos que en éstas se cuantifiquen y relacionen entre sí tres pa-rámetros distintos. En la realización de las figuras los autores deben tener en cuenta que el tamaño de las letras y de los números debe ser tal que, aún reducidos para su inclusión en la revista, éstos sean legibles. Las figuras serán enviadas en página aparte (documento aparte en el CD), formato Word. Se desaconseja explícitamente el uso de figuras para mostrar resultados que pueden ser fácilmente enunciados en forma de texto o tabla (por ejemplo la distribución por sexos o edades en una población, la proporción de pacientes que responden a una de tres o cuatro características en una muestra, etc.). Como se menciona más arriba, si se reproducen figuras previamente publicadas, los autores deberán contar con una autorización por escrito para su reproducción. En la leyenda correspondiente se citará la fuente original con la aclaración “Reproducido con autorización de … (cita de la fuente original)”.

Leyendas de las figurasEn página aparte, a continuación del cuerpo principal del manuscrito, deberán consignarse todos los pies de figura correctamente identificados con el número arábigo correspondiente. Las leyendas serán los suficiente-mente explicativas como para que los lectores puedan comprender la figura sin recurrir al texto.

TablasSe presentarán en hojas aparte y deberán ser identificadas con números arábigos en orden correlativo según sean citadas en el texto. Estarán provistas de su correspondiente encabezamiento, lo suficientemente claro como para que, al igual que las figuras, puedan ser interpretadas sin volver al texto del artículo. La información contenida en las mismas no debe ser incluida en el cuerpo del trabajo.

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AbreviaturasLas únicas abreviaturas aceptadas son aquellas consagradas por el uso, como ADN (por ácido desoxirribonu-cleico), ATP (por adenosintrifosfato), etc. Cuando un término es excesivamente largo o es una frase de más de tres palabras (ejemplo: trastorno obsesivo compulsivo) y aparece más de seis veces en el cuerpo principal del manuscrito los autores podrán optar por abreviarlo. La abreviatura deberá ser presentada entre paréntesis a continuación de la primera vez que se utiliza el término o frase, y a partir de ese punto podrá reemplazarlos. Ejemplo: El trastorno obsesivo compulsivo (TOC)...No se aceptan abreviaturas en el título ni en el resumen. Deben evitarse oraciones con más de una abreviatura, ya que su lectura se hace muy difícil.No deben utilizarse abreviaturas de frases o palabras escritas en un idioma distinto al español.

ANTES DE ENVIAR EL MANUSCRITOAntes de enviar el manuscrito controle haber cumplido con los siguientes requisitos:

Hoja de título■ Título.■ Autor o autores.■ Títulos académicos.■ Lugar de trabajo y/o institución de pertenencia.■ Dirección postal.■ Dirección de correo electrónico.

Resumen■ Controle que no tenga más de 200 palabras.■ No utilizar abreviaturas.

Resumen en inglés■ Título en inglés.■ Controle que el número de palabras sea igual o menor a 200.■ No utilizar abreviaturas.

Cita correcta de la bibliografía■ ¿Cada una de las citas indicadas en el texto tiene su correspondiente referencia en el apartado de Bibliografía?■ ¿Las referencias están citadas de acuerdo al reglamento de publicaciones?

Figuras■ ¿Están numeradas?■ ¿Cada una está correctamente citada en el texto?■ ¿Se acompañaron los pies o leyendas indicando a qué figura corresponde cada uno?■ ¿La tipografía utilizada es legible una vez reducida la figura al tamaño de una o a lo sumo dos columnas de

la revista?

Tablas■ ¿Están numeradas?■ ¿Cada una está correctamente citada en el texto?■ ¿Cada tabla está encabezada por un titulo suficientemente explicativo?

Declaración de posibles conflictos de intereses■ ¿Están debidamente aclarados?