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Revista Litoral 203-204 Carlos Arniches. El Alma Popular

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Revista Litoral 203-204 CARLOS ARNICHES. El alma popular LITORAL nació en Málaga en Noviembre de 1926. Fundada por dos poetas malagueños —Emilio Prados y Manuel Altolaguirre— fue uno de los principales exponentes del quehacer vanguardista en los inicios de la llamada generación del 27. En sus páginas publicaron sus primeros poemas Federico García Lorca, Rafael Alberti, José Bergamín, Luis Cemuda, Jorge Guillén, Juan Larrea, José Moreno Villa, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, José María Hinojosa, Dámaso Alonso, Ramón Gómez de la Serna, Pedro Garfias... Con ellos, músicos como Manuel de Falla y Rodolfo Halffter y los pintores: Picasso, Juan Gris, Joan Miró, Manuel Angeles Ortiz, Benjamín Patencia, Joaquín Peinado, Salvador Dalí, Francisco Bores etc.LITORAL, volvió a publicarse en la primavera de 1968 dedicando sus números a difundir la obra de sus creadores, reproduciendo sus ya históricos números iniciales y los de la etapa de México —con Juan Rejano, Francisco Giner de los Ríos, Moreno Villa—, cuando la revista reapareció en el exilio. Siguió su ruta incorporando a sus páginas otras voces de prestigio, así como a los nuevos poetas y pintores de la España de ahora; pero sin olvidar nunca la huella ejemplar, alentadora y libre de sus fundadores.LITORAL ha publicado además —a lo largo de quince años— números monográficos de valor perdurable: a Rafael Alberti, a García Lorca, al escultor Alberto, a Picasso, a Manuel de Falla, a José Bergamín, a la Joven Poesía Andaluza, a Vicente Aleixandre, a María Zambrano, la Poesía Erótica, la Poesía Arábigo-Andaluza y Actual, a Gerald Brenan etc. Y otras entregas extraordinarias entre ellas la publicación, por primera vez en España del libro de Alberti “ Roma peligro para caminantes” , “ En breve” de Dionisio Ridruejo, “ La claridad desierta" de J. Bergamín, así como recopilaciones temáticas dedicadas a la poesía española en el exilio.CARLOS ARNICHES para quien sabe ya apreciarlo en perspectiva, sobre fondo histórico y como resultado felicísimo, pero lógico, del medio nativo, cobra señalada importancia de vocero del íntimo pueblo, inatacable e imprescriptible de Madrid, y aun de la sociedad burguesa o provinciana, pintorescamente permeadas por él.

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  • 2 0 , 3 / 2 0 4 r e m o l i n o a - SS. I a g oAndaluoa - Espaa - Europa

    l i t o r aStevUtn de la JPoeeia y el Pensam iento

  • loraRevinta /i ' lu Pnvnia

    y el Penaamienttt

    Fundada por Em ilio Prados y M anuel Altolaguirre

    D IR IG E Jos M ara A m ado

    L orenzo Saval

    M A Q U E T A C IO N Y D IS E O L orenzo Saval

    M iguel G m ez Pea

    P O R T A D A L orenzo Saval

    E D IT A R evista L ito ra l, S .A .

    R E D A C C IO N Y A D M IN IS T R A C IO N U rb . La R oca, A pdo . 107-C

    T orrem olinos (M A L A G A ) 29620 T el. 2384200 - Fax 2380758

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    D .L . M A 128- 1968 I.S .S .N . 0 2 1 2 -4 3 7 8 C .I.F . A -2 9 183050

  • l i t o r a l naci en Mlaga en Noviembre de 1926. Fundada por dos poetas malagueos Emilio Prados y Manuel Altolaguirre fue uno de los principales exponentes del quehacer vanguardista en los inicios de la llamada generacin del 27. En sus pginas publicaron sus primeros poemas Federico Garca Lorca, Rafael Alberti, Jos Bergamn, Luis Cemuda, Jorge Guilln, Juan Larrea, Jos Moreno Villa, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Jos Mara Hinojosa, Dmaso Alonso, Ramn Gmez de la Sema, Pedro Garfias...Con ellos, msicos como Manuel de Falla y Rodolfo Halffter y los pintores: Picasso, Juan Gris, Joan Mir, Manuel Angeles Ortiz, Benjamn Patencia, Joaqun Peinado, Salvador Dal, Francisco Bores etc.LITORAL, volvi a publicarse en la primavera de 1968 dedicando sus nmeros a difundir la obra de sus creadores, reproduciendo sus ya histricos nmeros iniciales y los de la etapa de Mxico con Juan Rejano, Francisco Giner de los Ros, Moreno Villa, cuando la revista reapareci en el exilio. Sigui su ruta incorporando a sus pginas otras voces de prestigio, as como a los nuevos poetas y pintores de la Espaa de ahora; pero sin olvidar nunca la huella ejemplar, alentadora y libre de sus fundadores.LITORAL ha publicado adems a lo largo de quince aos nmeros monogrficos de valor perdurable: a Rafael Alberti, a Garca Lorca, al escultor Alberto, a Picasso, a Manuel de Falla, a Jos Bergamn, a la Joven Poesa Andaluza, a Vicente Aleixandre, a Mara Zambrano, la Poesa Ertica, la Poesa Arbigo-Andaluza y Actual, a Gerald Brenan etc. Y otras entregas extraordinarias entre ellas la publicacin, por primera vez en Espaa del libro de Alberti Roma peligro para caminantes , En breve de Dionisio Ridruejo, La claridad desierta" de J. Bergamn, as como recopilaciones temticas dedicadas a la poesa espaola en el exilio.

    ArmauirumqueArmauirumque

  • para quien sabe ya apreciarlo en perspectiva, sobre fondo h is t rico y com o resu ltad o felicsim o, pero lgico, del medio nativo, cobra sealada im portancia de vocero del ntimo pueblo, inatacable e imprescriptible de Madrid, y aun de la sociedad burguesa o provinciana, pintorescamente perm eadas por l.

    J o s e p C a r n e r

  • ArnichesEl alma popular

    J U A N E S P E A N I M . Taberna.

    1 i t o r a l

    j v ; r c i v x - e ' ;Y

  • Sumario

    F eDEiEDERico G a r c a L o r c a

    y e si] AUTORRETRATOPAISAJEfam iliar

    1 3

    m w r ? .

    P ercepcin y vigencia del tiempo Mara Victoria Sotoinayor 2 3

    Cosas viejas 3 5Sainete relmpago (Indito)

    n-fu'ISillillt IIJ.4IIH.1 ,| I III Hit W,*{L,n'llARNICHES VIGENTE 4 7

    Enrique Llovet

    J U L I OCuando Madrid llora ... 6 0

    Habla Carlos Arniches

    SvW El Alma popular d e Espaa 6 3(Conferencia de Carlos Arniches)

  • 9 7 Es mi hombre(Tragedia grotesca)I Acto

    137 La chic a del gato(Comedia)I Acto

    167 Los milagros del jornal(Sainete)Acto nico

    193 Biliografa

    201 Punto final, Jos Mara Amado

  • verso no quiere decir poesa en el teatro.

    Don Carlos Arniches es ms poeta que casi todos los

    que escriben teatro en verso actualmente. No puede haber

    teatro sin ambiente potico, sin invencin... Fantasa hay en el sainete

    ms pequeo de don Carlos Arniches... La obra de xito perdurable ha sido la de un

    poeta, y hay mil obras en verso muy bien escritos que estn amortajadas en sus fosas.

    F ed er ic o G a r ca L o rca

  • AU

    TO

    RR

    ET

    RA

    TO

    S O Y un h o m bre viejo, d e m uchos aos; p ongan ustedes los que quieran , que no m e molesto. Yo tengo la culpa , p o r ha berlo s vivido. Alto, todava esbelto, hasta cierto punto; correcto y m oderado en el vestir, y d e no m ala fa c h a , pues, segn han dich o va rios bigrafos, tengo un cierto a ire d e personaje yanqui. No s si esto ser cierto, p o rq u e yo no m e h e sentido nunca ni personaje ni y a n q u i; p ero como el trazo no m e disgusta, a q u qu ed a . G uapo no lo soy, no q u ie ro e n g a a r a nadie, y, adem s, a estas alturas, p a ra q u ? Tengo los ojos p e q u e o s ... y, c u id a d o q u e h e visto cosas! Y la nariz, g ra n d e y de m ala ca lid a d ; m e a ca ta rro m ucho. L a b o c a .. . , la b o ca no s cm o la t e n g o .. . ; d e s d e lu eg o , h a r t a d e decir lo que no quiere, y, claro, as, qu in la tiene presentable! A h ! Y soy un poco cargado d e espaldas, y de otras m uchas cosas. H ay en la vida tanta cosa ca rga n te ...!

  • Esta es mi cuadratura fsica. La moral es peor... Peor p a ra m, naturalmente. Soy un trabajador infatigable. Presumo de esto con cierta razn. Estoy en el yunque desde los catorce aos. Al principio, de dependiente de comercio; luego, de aprendiz de periodista, y, p o r ltimo, desde los dieciocho, de autor cmico. Y aqu me qued, y con no m ala suerte. C uando cu m p l veinte p rim a veras , y se cobraba p o r una obra en un acto ocho o diez pesetas, a repartir entre los dos o tres colaboradores y ahora se explicarn ustedes lo de prim avera , me llamaban el rey del trimestre; porque los hubo que llegu a cobrar tres 3) cuatro mil pesetas, que es lo que se cobra ahora en dos das de buena entrada con una comedia de regular fortuna.

    El pblico me ha querido bien; la Prensa, as, as... Con mis colaboradores tambin he tenido suerte. M ucha parte de mi labor teatral est hecha en colaboracin, y todos mis colaboradores han sido superiores a m en talento y aptitud. Se ha llegado a decir impreso est que a algunos de ellos los he explotado. Esto es una pequea exa-

  • geracin; explotar a nadie, no. No s. Si hubiera sabido explotar, me hubiera explotado a m mismo, y no hubiera colaborado con nadie.

    Ni he sabido explotar ni adular. Por eso mis xitos me han costado carsimos; y p o r eso me ha ocurrido con ellos lo que ocurra al individuo aquel que pescaba las truchas con mazo. Y que una vez, ante aquel extrao sistema, le pregunt un curioso: Oiga ust, amigo; y as, con el maci- to, pesca ust m u ch a s? H o m b re, no; pesco pocas; ahora, que las que pesco . ..

    Y volvamos a mi autorretrato. Tengo grandes defectos. E l primero, que no soy hom bre prctico , y lo sospecho; porque he ganado varios millones y no tengo ninguno. Otros: no voy a los cafs, ni hablo 7tial de los compaeros p or motivos que tenga, y no he negado nunca fa v or que haya podido hacer.

    Ahora, eso s, he tenido, en cambio, dos condiciones magnficas. La prim era , que he sido un trabajador de una perseverancia heroica. Todos los das, a las nueve, estoy trabajando. Estreno, tengo un gran xito; al da siguiente,

  • a las nueve, trabajando. Estreno, me dan una grita que m e aturden; al d a siguiente, a las nueve, trabajando. Qiie se necesita nim o... despus de un fracaso!... Probad, y os convenceris, como se recom ienda en algunos anuncios. Pero as he podido sobrellevar cincuenta y cuatro aos de profesin... y hacer trescientas comedias.

    Y otra cualidad magnfica que m e adorna... Y esta s que es de excepcin y que se la recomiendo a ustedes! Es que en toda mi vida no me he movido de mi localidad.

    Ustedes se preguntarn, un tanto asombrados: Y ques esto de no haberse movido de su localidad? A h! Pues una cosa interesantsima que les voy a explicar, y que es lo que nos trae revueltos a casi todos. Vern ustedes: yo creo que el mundo es un teatro, y que cada uno tenemos designado, p o r nuestro mrito, un sitio en l para asistir a este espectculo de la vida. Pero el mal gravsimo es que en este teatro casi nadie est en su localidad. Todos nos creemos preteridos con la que nos repartieron, y, desde luego, m al acomodados. Por qu voy a estar yo en la fila vigsima y Fulanito en la p rim era ?, se preguntan muchos. Y

  • se busca un acom odador amigo y se le dice: Oye: yo me voy a sentar en las prim eras filas. Tengo ms derecho que los que estn. Bueno; pues sintese aqu, en la segunda, en el dieciocho, que est vaca. Si viene el ocupante, ya le avisar.

    Y como casi todo el pblico se halla colocado en iguales condiciones de interinidad que nuestro amigo, en cuanto se oye el taconeo de un nuevo espectador que entra, todo el mundo se siente desasosegado e inquieto, pensando: Ese viene a echarm e; creyendo, claro, que le van a someter al bochortio de levantarlo, envindole a la ltima fila , que es donde tiene su sitio. Y de aqu viene el hablar mal de los que estn delante, el renegar de los que llegan, la hostilidad hacia el que p id e ser justamente acomodado..., etc., etc.

    Pues bien, a m ese malestar no me ha torturado nunca. A m me dieron una localidad, fila catorce, nmero veintids, y fu i y me sent en ella, y en ella estoy, y no ha habido, en los aos que tengo usufructuados, quien me eche de ella, y desde ella he visto el ti'asiego de tantos desesperados

  • que de las prim eras han tenido que irse a las ltimas filas, y no los han echado del local porque no estaba reservado el derecho de admisin.

    M i localidad es modesta, s. Pero, qu tranquila, qu apaciblemente leo el peridico en los entreactos, contemplando el ir y venir de los ambiciosos, de los envidiosos, de los audaces, que no acaban de encontrar su puesto, y no lo encuentran porque la vanidad tiene mala acomodacin!

    Tan tranquilo estoy en mi modesta butaquita, que yo me perm itira decir a todos: Seores, cada cual a su asiento! Es lo justo y lo razonable, porque piensen ustedes que, al fin , cuando el espectculo de la vida termine, hemos de ir a otro donde no hay manera de sobornar al acomodador, porque el acomodador es el Tiempo, que no tiene amigos, y que ha de colocar a cada uno, sin apelacin, en el sitio que merezca, el que lo merezca; o en el recuerdo o en el olvido.

    Y con esto he terminado mi autorretrato.

  • PAISAJEfamilial

    (Album fotogrfico)

    _____________

    N o hay ni hubo ms invencin en la dramtica

    que copiar lo que se ve, esto es, retratar los hombres,

    su palabras, su acciones y sus costumbres.

    Carlos Arniches

    JOS ROBLE DA

    O.

  • Don Carlos Arni ches Bans y Doa Mara Antonia Barrera Mingo!, padres del escritor.

    En la ciu d ad de Alicante, a doce de o ctu b re de mil och ocien tos sesenta y seis. Yo, D. Jo s Mart, Teniente Cura de la P arroq u ia Colegial Insigne de S. Nicols de la misma, bautic so lem n em en te a un n i o que naci ayer a las diez y uarto de la n o ch e , a quien puse por nom bres Carlos, Jo rg e , G erm n, hijo legtimo de D. Carlos Arniches y de Da Mara A ntonia B arrera , consorte, de sta.

    A b u elos p a te rnos, D. Carlos, de C a rta g e n a , y D1'

    J u a n a B au s, de Valencia. M aternos,

    D. J o r g e y Da M ara A ntonia M ingot, de sta.

    Padrinos, D. jo rg e M ara B arrera y D;| Rita Screix, a quienes advert el parentesco espiritual y dem s obligacion es. T estigos, Jo s V alent y F ra n cisco S am p er, S acris tan es . Y para que conste, lo firm o fech a ut supra. Jos M art.

  • . t H l f IA ' A/A flAClO h 'I I i u au i iil i - \vl0 w iW f;/ A H U in Jf- / ' 1

    H A R W JM #hl 'I/ . Il HI in nilll! lr

    Casa natal, ralle de Golfn, nl, en Alicante, En el desvn de este domicilio, al que Arniches llamaba el caragolet(caracolito), escribi sus primeros textos en los aos de adolescencia.

    i arlos Arniches, de adolescente, era delgado, de ojos soadores que parecan mirar a todo y no enterarse de nada. Y es que, quiz entonces, se estaba verificando en l la concentracin y asimilacin de vida que luego ha sabido volcar con tanta gracia en sus obras.

    Rafael Altanara

  • Carlos Arniches y Pilar Molt das despus de su boda, celebrada el 12 de julio de 1894 en la iglesia parroquial de Sania Brbara de Madrid.

    1 arte de Arniches no puede ser grosero ni ordinario, porque l tiene el espritu extraordinariamente educado. Esa es precisamente la caracterstica hasta exterior de toda su persona: la buena educacin. Limpio, atildado, corts, correcto, en toda ocasin, de aspecto, de palabra, de ademn, de ropa. Reluce de limpio como dice el pueblo , y as el cristal por el que ve la vida la hace llegar hasta l en trazos claros, exactos, oportunos, con la gracia explosiva de la realidad, aristocrticamente observada.

    Gregorio Martnez Sierra

  • EIj I alma humana slo se abre por completo a los que miran sin malicia.

    G reg rio M ara 11 En Sobre Arniches y el gnero ch ico.

  • Rosario Arniches Molt, casada con el escritor Jos Bergamn

  • Fernndez Lepina, Estremera, Lpez Pinillos, A. Ramos Martn, Frutos, Palacios, Joaqun Alvarez Quintero y Rafael Calleja. Sentados: Amadeo Vives, Varela, Larruga, Pablo Luna, Serafn Alvarez Quintero, Carlos Arniches y Abat.

    amn de la Cruz, el otro gran sainetero de Madrid, se burlaba del pueblo y lo escarneca y ridiculizaba; Arniches escoga sus modelos entre la gente de bronce, humilde o bravia, pero buscando en ella, para idealizarla, corazones que escondan nobleza y ternura dentro de una corteza tosca.

    Serafn y Joaqun Alvarez Quintero

  • Carlos Arniches cu Barcelona, con la compaa de teatro de Jos Isbert

    T IH-L_j1 lenguaje de Arni

    ches ha sido imitado por los madrileos castizos. El arte se vale de la vida, pero luego es el arte quien crea la vida.

    Valeriano Len

    Carlos Arniches junio al matrimonio de actores Valeriano Len y Aurora Redondo. En este actor asturiano se inspir Arniches para el protagonista de Es mi hombre y dara vida a muchos de los personajes ms inolvidables del escritor alicantino.

  • Carlos Arniches con Florentina, la tabernera.

    1 madrileismo llega a su pice con Arniches. Pasarn y se transformarn las costumbres. Quiz desaparezca el madrileismo (...), pero si tal ocurriera, vivira eternamente en los sainetes de Arniches.

    Antonio Daz Caabate

    ienso yo que tal vez por haber mojado en la piedad tantas veces su pluma, Carlos Arniches logr establecer con su pueblo un fenmeno de comunicacin como no se daba enteramente desde Lope de Vega.

    Alfonso Paso

  • o creo que el teatro no desaparecer jams; quedar, al fin, como un espectculo de seleccin, en cuanto tiene de arte elevado y noble. Pero el cine ser el espectculo del vulgo, siempre atractivo por su variabilidad y por su espectacular grandeza.

    Carlos Arniches

  • ) vivencia del tiempo Mara Victoria Sotomayor

    -M V

    qtlfi y*'LJUAN ESPLAND1. ftiain tklSul.

    I asta qu punto tina obra literaria condene y desvela el mundo interior de su autor? Cul es el misterioso mecanismo que rela-

    ! dona el territorio de los pensamientos y vivencias personales con aquello que sale de las manos o la pluma fie un creador? Si la respuesta se presiente fcil en unos casos, otros, por el contrario, son de una deseo razonadora opacidad: tal ocurre con la clase de teatro en que se inscribe la obra de Arniches.

    Es el de Arniches un teatro cmico, popular, muy sometido a convenciones y cdigos (sobre todo en ciertas etapas) y tambin muy vinculado a elementos extratextuales, como el pblico, los actores, los teatros o las circunstancias de cada momento. Por tanto, un teatro ajeno al mundo interior de su autor, que observa la realidad desde fuera y no se implica personalmente, obligado por la factura cmica y emotiva y por la casi inevitable, tambin, leccin moral. Pero qu conocemos del hombre Arni-

  • ches a n aves de sus textos? Esta es la pregunta que brota inmediata ante la lectura del sainete Cosas viejas'. Porque en l, y por primera vez, Amichos habla de s mismo, y son sus sentimientos los que justifican y explican el sainete.

    Si bien en alguno cie los sainetes rpidos de los aos 15 y 16 existe tambin una especie de prlogo similar al que aqu vemos, se trata de una explicacin previa en relacin con el mundo externo, las clases sociales, la situacin del pas; pero en modo alguno alcanza el significado del que ahora nos ocupa en orden a esclarecer esa biografa oculta que es la biografa del espritu.

    Cuando escribe este sainete Arniches tiene 75 aos y el peso de toda una vida a sus espaldas. Desde 1866, con una infancia marcada por la revolucin septembrina, ha sido testigo de profundos cambios en la vida y la sociedad espaola. Y en esLe momento (1942), ante la evidencia de un tiempo que ya no es el suyo, de un presente que no le pertenece, reflexiona sobre la vejez tratando de encontrar una respuesta, buscando un sentido a los efectos del tiempo ya gastado.

    Pero es momento de plantearse si, en verdad, su obra anterior es tan opaca. Y, puesto que partimos de una reflexin sobre la vejez, cabe preguntarse de qu forma Arniches percibe y vive el paso del tiempo, a travs ele lo que su obra deja entrever; en qu medida, para l, la existencia individual se ve modificada o condicionada por este hecho inevitable;

    1. S e trata de un sa n e le in d ito y d e sco n o c id o , cuyo m an u scrito se con serva en e l a rc h ivo fam iliar, al q u e he ten id o a cceso re c ie n te m e n te p or la g en ero sa am ab ilid ad d e P a lo m a A rn ich e s, a q u ien agrad ezco d esd e a q u su co la b o ra c i n y las facilid ad es ciadas p ara este estu d io .

    O / j/ fe* JL;

  • cul es ese tiempo de la juventud y la vejez, el tiempo que marca el ritmo de las vidas, el tiempo que no se detiene y que puede llevar consigo la felicidad o la desgracia. Y encontramos que, a lo largo de sus obras, Arniches ha ido vertiendo, gota a gota, indicios suficientes para dar respuesta a estas preguntas; vivencias diversas y encontradas, experiencias de vida interior a travs de sus personajes.

    Una primera va de aproximacin a ese mundo es la seleccin de temas: sobre qu escribe Arniches en cada uno de los momentos de su vida. Bien es cierto que, muchas veces, estos temas le vienen dados por los cdigos teatrales a los que se somete, por ejemplo, en los tiempos del gnero chico, y su capacidad de eleccin es mnima; pero con una mirada totalizadora sobre su obra, no podemos por menos de ver una relacin entre esta temtica y su propia trayectoria vital .

    Sus primeras piezas estn absolutamente dominadas por los jvenes: parejas de enamorados que encuentran dificultades en su camino, familia con una nica hija casadera, engaos y artimaas en aras del amor o el juego galante.

    Ms tarde, aparecen los problemas que el matrimonio trae a la relacin de estas parejas matrimonios jvenes que deben superar las difciles pruebas de la convivencia cotidiana y aparecen tambin los nios, a veces en abundancia. El amor ya no se ve como un juego intrascendente, sino como un sentimiento profundo y reposado.

    La vida tranquila y satisfecha que proporciona el xito, las amistades y el prestigio social, son el clima en que se producen sus obras de madurez. Los temas que plantea son los de un hombre preocupado por su pas, consciente de su papel y en la cima de su capacidad creadora.

    Pero los aos pasan y a nuestro autor comienza a preocuparle el tema

  • ' *

    de la vejez. Se hacen frecuentes las obras protagonizadas por viejos: viejos que estn solos, otros que pretenden detener el tiempo, la vejez como una amenaza prxima. Y cuando, adems de hacerse realidad esta amenaza, debe alejarse dolorosamente de lodos sus afectos, pierde su acomodada situacin por la guerra y, sobre todo, sufre la muerte de su hi ja Rosa- ro, sus obras contienen un humor traspasado de tristeza. Su tradicional optimismo de finales felices se torna en un pesimismo que slo encuentra salida en lo religioso.

    Si, avanzando un paso, nos aproximamos a los textos concretos, observamos que en su juventud, como es obvio, no se plantea este problema ni tiene conciencia de lo que significa el paso del tiempo. Los temas y reclusos le vienen dados por un sistema teatral que haba levantado lodo un mundo de ficcin en torno a los pequeos problemas de las clases populares, amores y enredos, mundos rurales y madrileismo. Su tratamiento de los viejos es tpico: viejos verdes, viejos avarientos (El maldito dinero), huraos (El hurn), protectores (sainetes madrileos), pero sin entrar nunca en su problema individual. El nico valor destacado es la propia juventud, asociada siempre a la alegra, la honradez, el trabajo y el amor. Juventud es sinnimo de amor y alegra, y son frecuentes los casos en que se plantea el dilema amor/dinero, identificado con juventud/vejez: el joven ofrece amor, el viejo dinero. Naturalmente, siempre se opla por lo primero. As ocurre, por ejemplo, en Serafin el pinturero o en el querer no hay razones, y se expresa en el siguiente texto de La flor del barrio, aqu en la persona de un joven que debe optar entre casarse por amor con Julia o por dinero con Filo:

    /

  • H i l a r i o Ya sali el amor! Fantasas de la juventud! Humo de unas horas! El dinero, es ms positivo y con l, todo lo tienes en el mundo: comodidades, satisfacciones, cuanto apetezcas; porque si una mujer no te gusta, con dinero...Qu te voy a decir! T ya conoces la vida! En fin, no se hable de esto. Djame a m y vers como algn da me lo agradeces.

    J o s M' S, seor, s; todo eso, en ciertas edades, bueno. Pero uno, es joven y busca otras cosas. (p.31)

    Pero llega un momento en que parece percibir el drama ntimo que puede suponer el paso del tiempo. Es algo que, en cierto modo, se apunta en La pobre via, con el crepuscular burlador burlado, y tambin en La casa de (niras, ici o que se manifiesta en su ms dolorosa dimensin en La seorita de Trevlez. A Florita de Trevlez se le est pasando, quiz se le ha pasado ya, el tiempo de amar y ser amada: el tiempo de la juventud. Atrapada en una tupida red de prejuicios y convenciones, Florita empieza a vivir su fracaso, da a da mas evidente. La apariencia ridicula de clon Gonzalo no es sino la mscara de una realidad bien distinta: el intento de detener el tiempo ante los ojos de su hermana. Peto tambin a l se le pasa el tiempo: su pelo teido y su absurdo comportamiento tratan de recuperar otro momento de la vida, pero delatan su falsedad: de ah el groLesco. Porque el tiempo marca los rinos vitales, y Arniches muestra la necesidad de adecuarse a este ritmo para ser feliz.

    Por otra parte, Florita 110 ha perdido, con los aos, la capacidad de amar. Muy al contrario, ha acumulado en su alma todo el amor y la pasin de que es capaz, y lo expresa en unos trminos que la conducen al

  • ridculo, no por la calidad del sentimiento, sino por lo inadecuado de la expresin y del momento: nuevamente el grotesco. Parece que Arniches tiene conciencia, y as lo expresa, de que las capacidades de la persona se mantienen y conservan toda la vida: la juventud est en el alma, se ha dicho tantas veces. Pero hay un cuerpo, una sociedad, una vida colectiva que se rige por otro reloj. Un reloj a veces trgico, que obliga a ahogar los sentimientos y a aceptar resignadamente el fracaso.

    F.l tiempo: la misma tragedia de amor imposible de la lorquiana doa Rosita. La misma, aos ms tarde, de la condesa de Nanclares (La condesa est triste), la tragedia de la que se salva el ltimo instante Filo (La flor del banio). Y tambin la tragedia para el hombre, como se apuntar en la terminal Don Verdades. Porque esta percepcin del tiempo y sus efecLos devastadores se puede rastrear desde La seorita de Trevlez hasta sus ltimas creaciones. Sin embargo, son un buen nmero de aos y de obras, donde se encuentran reacciones diferentes ante esa ley inexorable, propuestas de signo diverso para encarar la vida presente.

    Guando Filo, en l.a flor del barrio, despus de varios aos, se encuentra con Julia y sorprendida le dice: Pa ti no pasan los aos, la respuesta de Julia es sencilla: Naa; que vivo contenta, que somos felices, que ganamos 1111 peazo de pan, y con alegra y sal y los chicos buenos, quin va a tener mala cara? (p .7l). Es decir, cuando se mantiene la ilusin de cada da y uno est en paz consigo mismo, el alma se mantiene joven. Una idea

  • que encontramos con reiteracin y ser el motivo principal de Cosas viejas.

    En 1923 estrena La moza eleEsquivias, con Martnez Sierra, Una pieza fracasada, indita, de la que slo puede conocerse lo que se conserva en el archivo familiar. Pues bien; un personaje secundario de esta obra vuelve a hacer referencia a los demoledores efectos riel tiempo que pasa:

    L a C hana ... tena yo uno...Yo!...Uno!...M i Curro!...la comrselo!...no vala na aquello! Su madre!...Vena Cabecera del Rastro abajo, con su capita borda, su sombrerito lacle a o y un pm'azo, que meta humo en los entresuelos de largo !...Vaya march osera! Hasta las pied recitas se ponan de plano pa que las pisara a gusto aquel ladrn!...

    J u l i l i O l !L a C hana ...Que s! las mujeres se lo coman... yo ms! Qu pasa?...

    Los moos que tengo arrancaos por su culpa!... Mi madre!,,. Pos ayer le vi. Ms viejo que el Retiro. Con un ojo en las narices y ol.ro en una oreja. Un bigote que paece un cepillo viejo, con tres dientes que l'han prestao, y machacando suela en un portalejo de la calle los Abades.,.Con lo que vala aquello!... Su' ta!... Pues y yo?... Isidr la del Portillo!... Nadie!... Con mis veinticinco salatos, blanca como

  • la ncar, colorata como una rosa, que mapretaba el Manila, sala contonendome poi esas calles camino de los toros y del meneo me se deshojaban las llores del mantn...y los piropos echaban humo!...Yahora, puaf!...un asco! Cuatro huesos con una cesta e limones en la cae la Ruda!...El tiempo!...un asco too! la vida...cuatro ratos y a morirse... No pelearse, muchachas...too naa...Al remate toos calvos...Lo digo yo y est bien dicho...Eso! Qu pasa?...(Vase pregonando) Aquincito, dos! Aquincito, dos! Limones gordos! Quin qui limones?...Aquincito, dos! ...(Desaparece)

    La respuesta bien podra considerarse una rplica del carpe diem, nica respuesta posible ante la evidencia de lo indiscutible:

    Pepa Dejarla ir, que se pone muy pesa.Juu Pero canta las verdades.Pepa Ahora que es vieja, pero de joven cantara su gusto, que es lo

    que cantamos toos. Cuando te sirve la vida, qu haymejor?...Cuando no te sirve, un asco! Caa uno vive su hora y naa ms, y ya le pue dar vueltas!

    A medida que pasan los aos, se van haciendo ms frecuentes los temas y la problemtica humana de la vejez. En La condesa est inste (1930) vuelve a plantear, aunque de modo ms exagerado, el drama de Florita, el amor tardo. La deformacin y la caricatura le llevan a traspasar, en ciertos momentos, ese difcil lmite de lo creble, donde se encuentra precisamente el efecto grotesco. Milaya no es grotesca, es simplemente ridicula.

  • Pero el drama ntimo sigue ah, y solo Diez Caedo acert a verlo, en su momento, por debajo de la desmesura cmica y lo manido de algunos recursos:

    "Arniches hace ver cmo el sentimiento ms hondo y sincero se vuelve dolorosamente ridculo cuando llega fuera de sazn a un alma; los viejos no pueden inspirar la pasin, no pueden sentir la pasin como los jvenes. Pero, en dnde estn los jvenes, en dnde estn los viejos? Un aria, bravamente dicha por el actor de carcter, canta la juventud por encima de los aos, pero es un motivo generoso que apenas endulza el amargor del desenlace..."(El Sol, 25-1-1930)

    Por primera vez en su vida, Mila, condesa ele Nanclares(cincuenta y cuatro aos), se enamora cuando ya no es tiempo, y , adems, de un hombre ms joven que ella. Las palabras de la condesa encierran una intensa vivencia de la tragedia de la edad:

    Mila ...Ahora me doy cuenta de la tragedia grotesca que representamos cuando el cuerpo va poniendo en ridculo nuestros sentimientos. Amamos, y el amor mientras 110 sale de nuestro corazn, siempre parece joven,..Pero decir te amo..., con este cuerpo, con estas arrugas mal disimuladas, iron estas canas teidas...S, s...Ahora veo toda la burla que habr inspirado. (Sigue llorando) (p.VO)

    Cuando antes haba afirmado, convencida, que el corazn no tiene aos. Cuando se ama es porque se puede amar. (p.12)

    Es precisamente en esta obra donde expone Arniches las ideas luego expresadas en Cosas viejas: viejos son solamente los tristes, los envidiosos,

  • los pesimistas; nadie es viejo mientras es bueno, la ilusin renovada de cada da hace que la vida comience de nuevo cada maana. Pero qu solucin poda darle al drama de Mila? No puede sino concluir que cada cosa tiene su momento y la edad adecuada para amar ya 110 es la suya. As entiende el autor el grotesco, tal como lo seala a propsito de esta obra:

    ...el que los personajes centrales se encuentren en situaciones verdaderamente trgicas de tragedia interior, sin sangre y tengan que proceder por su edad, por su facha, por cualquier contraste ridculo de su apariencia o condicin social de manera que sus tribulaciones ntimas hagan rer a los dems... (Heraldo de Madrid, 23-1-1930)

    Pero ahora ya Arniches no slo percibe en otros lo que significa el paso de los das, sino que empieza a vivirlo como experiencia personal. Experiencia dura, la de sentir que a uno mismo se le va el tiempo, que el presente pertenece a ios jvenes. Es curiosa la reiteracin con que alude en sus autocrticas y comentarios, a la posible innovacin que se contiene en sus piezas, o si estn adaptadas a los tiempos. Ysu empeo en afirmar que la calidad est por encima de las modas y que su modo de hacer teatro es vlido, si est bien hecho, porque es original y propio. A propsito de Las dichosas faldas, asegura: Quiero ir con el tiempo, y aspiro a modernizar

  • me y perfeccionarme en mi arte a cada produccin que doy a la escena. (La Voz, 25-1-1 933). Y en Buenos Aires, antes de estrenar El to Miseria'. He visto durante una larga existencia pasar por el teatro modas extravagantes y exageradas; inspirndose unas en anhelos innovadores, otras en propsitos de originalidad; pero lodo lo que no se haya fundamentado en la naturaleza y en la vida se ha deshecho veloz y fatalmente."(La Nacin, 10- V-1938).

    En 1931 estrena La diosa re. Y de nuevo presenta a un hombre dbil, que aspira a un amor imposible, porque, como dice el autor, el amor dichoso solo puede alcanzarse, si se alcanza, entre almas que caminan por el mundo a un mismo ritmo. (La Voz, 31-XII-1931). Pero aqu, la vctima del amor imposible es Paulino, un hombre joven; por ambas cosas, porque es joven y porque es hombre, puede decirle Paco Roca:

    ...Te lo curar el tiempo... el tiempo!... El gran amigo!... Lo alivia todo!... Se te lleva unas cosas, pues otras te ae- r!..." (p.75)

    Paulino es joven, tiene tiempo, puede volver a amar.Un importante cambio se produce en las obras posteriores al exilio

    argentino. Un autor tan absolutamente inmerso en su presente, que basaba la comicidad y el sentido de sus obras en trasladar a las tablas la vida cotidiana, con sus dichos, problemas, tipos y lugares, ahora, encerrndose en un sentimiento religioso cada vez ms acentuado, se limita a plantear problemas intemporales, sin localizacin espacial concreta, fuera del tiempo. Porque este ya no es su tiempo.

    Y aqu es donde se sita el sainete Cosas viejas, escrito en los ltimos das de 1941. Un grito de rebelda, una confesin personal de su mundo interior. Y tras l, Don Verdades, conciencia de acabamiento, rendicin incondicional a la evidencia: ya no hay tiempo. El viejo que, como la condesa Mila, se siente revivir por el amor a una muchacha, debe reconocer lo imposible de este amor y claudicar con la sonrisa o el chiste que no revelan ms que amargura y tristeza. Sus vivencias ltimas son dolorosas, porque es el final de su vida y el tiempo ya no traer esperanza:

    ...A mis aos el rodar de la vicia no es alegre viendo cmo se nos lleva un da lo que nos trajo el otro... (p.57)

    El final de Don Verdades es tambin el final de la vida de su autor:

    Adis!!...Ya estoy solo!... Solo en la noche! Adis, amor! Adis, vida! [...] (Suena la msica del ciego en el violn: la Serenata de Shuberl, muy lejana) Ven maana, ciego! Vuelve todas las noches hasta que me muera, ...que t eres ciego y no me dar vergenza que me veas llorar...! (p.63)

  • Con esta concepcin ciel tiempo Arniches participa ele un sentimiento comn, que la sabidura popular expresa en refranes y dichos abundantes. Pero ello no impide el conflicto nlimo, la resistencia a envejecer hondamente sentida, que no puede por menos de salir a la luz en las palabras o en la persona misma de alguna ele sus creaciones,

    |OSI\ KOBLliDANO. /;/ nir th' !'miadnos.

  • osas ViejasSanele relmpago en poco ms de una escena.

    (M anuscrito, indito)

    Asi- t 3 J /V,

  • Ja 1 ? 4 .^ J a ^ t a ^ L y ^ * . ^toe^o +^-1. -4s e *

    ^-n^ ? U ^-a 4^ -V,

  • Diciembre. Horizonte 1942

    Sainete relmpago en poco ms de una escena.

    I sainetero tiene muchos aos, pero no es viejo; porque el sainetero ha dicho en alguna parte, y no dir dnde, para que no

    parezca reclam o, ahora que tanto se estilan, que viejo no es nadie en este mundo. Que viejos son los pesimistas, los envidiosos, los malvados, los tristes...Que viejos son los jvenes que hablan mal de los viejos, porque no pueden superarlos en fuerza creadora ni en alegra espiritual. Que viejo no es nadie, si no quiere serlo, porque com o cada da trae para nosotros una nueva ilusin, la vida se puede em pezar a vivir cada maana. Llena tus horas de trabajo, de am or y de bondad y tu juventud ser inextinguible. Dios mismo, no ha querido, en su infinita justicia, que el lmite de la vida sea distinto para jvenes o viejos. Entonces, a qu hablar de juventud ni de vejez? Hay vidas largas y vidas cortas; nada ms. Hay vejeces juveniles y juventudes de una vejez desgarradora.

    Esto se ha atrevido a pensar el sainetero que oye hablar de continuo, sin respeto y despreciativamente, de cosas viejas que nos han prestado una amorosa utilidad o nos han proporcionado una alegra inolvidable; y se ha ido a revivir sus memorias de cosas antaonas, al escenario de sus sainetes, a los pintorescos barrios populares madrileos, a ver si averigua si es tan distinta com o se dice, la N ochebuena de ayer de la de hoy.

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  • Y esto lo realiz una N ochebuena encontrndose con dos pesona- jes que le dieron hecho el sainete: el seorElpidio, setenta aos, simptico, jovial, albail por las trazas y por esos inevitables churreto- nes de yeso que se prenden a la ropa com o m arca del oficio; y Felipe, m ozu elo esp igad illo , co m o de d iecio ch o a os, n ieto del anterior; guapito, vestido m odstam ete pero con aseo, sinsombre- rista y con un pelo ondulado y reluciente. Quiz tipgrafo, quiz pintor.

    Abuelo y nieto caminan juntos.L ugar de la accin, la Plaza Mayor.Acaba de oscurecer. Es la n oche del 24 de Diciembre. H ace fro:

    M ucha niebla. Hay poca luz y poca gente. Algunas tiendas tienen, sin em bargo, encendidas las bombillas de los escaparates y a favor de aquella viva claridad se ven co rrer largos lagrim ones por los em paados cristales de los escaparates.

    F elipe Y d eca ust, ag elo , que an tigu am en te en esta plaza...

    Sr. E lpidio E ra u n a gloria venir!F e l ip e Ya sera menos.S r. E lpidio N o rebajo un melimetro.F elipe L o digo p orq u e a h o ra , la m sica y ac . Ni

    pavos!Sr. Elpidio Pues antiguam ente 110 podas an dar de multi

    tii...denlos de puestos de Lurrn y cascajo, vendedores pregonando el gnero con una gracia que de la risa te se haca barato; por aqu una zambomba, por all una pandereta; manadas de pavos con su pan, pan...y un bullicio y un vocero y una algazara...; y unas mozas que suban de Lavapis y

  • * * * y * * * p r ^ ^ > 4 . ^ L r ' s - J u ^/ n f t y ^ o - 7 " < ^ ^ < / 1 . y - r r - g ^ ^

    r '^C&O ^ jp e -ira ^ p J i < 2^ in< 4^ -

    &LpC~ , - -rv&lcu^^j' < )^ ' / '

    *zcyt_ _ ^ / iux.t 4 + t-f* 4 ! J***-*? ^ 1 c ^ K lfe a -i y-z-- y e ^ B J ~ Y ' 1 ~&

    C* y S2& i?ryCSLs4?

    e * - & -% ^a c. J t -A j . * * ^ e ^ t - e ^ & < - ~ -t* * C l* -* -y G A * -* ^c *kcM ^/ , y a * * * * >itz cv'vc* * n rs tjp isw 'J - . *

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    & u SL^, -xssv c* .o ,- / ; y < f~ a

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    ^ ^ ^^^ ; fj#rH. A cV*~< AttcA*? IM ' +, '

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    fa U p -c- . y ^ r> /& 'itnJs-*- 1 m - (J> c\rs^

  • S k. E lpidio

    Sk. E lpidio

    S k. E umdio

    Sr. E lpidio

    S k. E lpidio

    Ki i in:S k. E lpidioF elipe

    de la Cabecera del Rastro, con un trapo y un donaire, que naa ms que por m eterse en las apreturas y tropezaras levemente -y digo levemente porque las bofets no eran pa morirse daban ganas de venir.Antiguallas ridiculas, cursis y groseras...Para el carro nio!Y naa ms! Sino que ust es un viejo frvolo y carente de responsabilid hum ana.De qu?Lo dicho.Hom bre, de lo dems 110 s, pero respecto a eso que has dicho de carente, t menos que nadie pues decirlo, porque vamos...Es una parfrasis.Entonces 110 te digo naa, porque no s lo que es y yo no delibero en el vaco.Hace ust bien; pero esprima ust su intelecto y medite: Qu han hecho usts de la vida y de la socied con los casticism os y las flam enquer- as?...corrupcin y ruindad...naa ms!H om bre, yo no te dir que lo de antes fuera bueno y lo de ahora sea malo, porque eso sera tener menos lgica que una motocicleta. Ya s que los tiempos son ms serios. Estamos en ello. Pero yo lo que te digo es que si la nochebuena de ahora 11 de antes, 110 te com pras un besugo u en s delecto una lom barda y te vas a com rtela salpimentada de un cacho de turrn...H om bre, agelo, eso de salpimentada)....Es otra parafrasis com o la tuya.Pero ust sabe lo que es una parafrasis?

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  • Sk. E lpidio

    F elipe

    Su. E lpidio

    F elipe

    S h. E lpidio

    Yo no; p ero co m o m e su en a e leg an te y no cobran por usarla...Pos com o te deca: y no te vas a com er un cacho de turrn con tus padres o con tus hijos, cu an d o los tengas, u sea en el hogar de tus mayores u de tus m enores, qu nochebuena es la tuya?Cada tiempo trae lo suyo, agelo. No estn las cosas pa zambombas. Comprndalo ust y a ver si hay una miaja de form alid que los aos la piden.Hom bre, tam poco es pa que me dejes sin postre por lo que te he dicho; ni es pa darle un disgusto a naa de lo que tenem os que querer y respetar, porque tengamos una miaja de espansin y nos metamos en un grupo de gente bullanguera y vayamos p or esas calles de n uestro b arrio , cam ino e la misa el gallo, sonando panderos, zambombas y almireses y cantando villancicos; que Dios es Dios y cuando naci y se pusieron a cantar y a bailar los pastores delante del Portal de Beln, se sonri con gusto. Al menos eso he odo yo decir.No qui discusiones. Toos los viejos son interafines a un estao rutinario y caduco.G en o, rico , d ja te la b arb a ya y hazte af n a M atusaln y a Je re m a s , que son tus congneres, (q u e yo tam b in s frases) que serv ido rilo , que se m a rch a , co m o u n a b ala en c a a el Barr i les , q ue les ha to c a o un re in -

  • g -*
  • legro y se han com prao un repollo de 1res kilos, aceitunas del cuquillo y un tintillo de Rueda que alegra a una cafetera y de luego a or la misa a San Lorenzo, mi parroquia de toa mi vida y si encuentro por el camino una comparsa a cantar a grito pelao:

    La Virgen lava paales y los tiende en un rom ero; los pjaros van cantando y el agua se va riendo!Ande, ande, ande la mar y m orena ande, ande, ande que es la Nochebuena.

    El nieto queda estupefacto y el abuelo, cantando y a grandes zancadas, se va calle de Toledo abajo, hasta que la niebla espesa y fra, b orra su grotesca silueta, a m anera de un vago teln lento.

    Fin del sainete relm pago

  • J U A N E S P M N D I . ('jtsUW tm , 61, 7).

  • ARNICHES, VIGENTE Enrique Llovet

    JI A nariz grande y de m ala calidad; me acatarro mucho. L a boca... a i la boca no s cmo la tengo; desde, luego harta de decir lo que no

    quiere, 3! claro, as quin la tiene presentable? Y soy un poco cargado de espaldas y de oirs muchas cosas. Hay en la vida tanta cosa cargante... Esta es mi cuadratura fsica . L a moral, es peor... peor para m, naturalmente. Soy un trabajador infatigable. Presumo de esto con derla razn. Estoy en el yunque desde los catorce aos. Al principio de dependiente en el comercio, luego tie ajnendiz de periodista y, por ltimo, desde los 18 de autor cmico. Y ah me qued, y con no m ala suerte. Este autorretrato ele Carlos Arniches (1866-1943) determ ina, con encanto y sencillez, el perm etro hum ano de uno de los autores teatrales ms vigentes de este siglo. De un autor cuya estimacin crece con la perspectiva. De un dram aturgo entraable. De un alicantino finsi- 110 . De un mediterrneo sabio ele entraam ientos y humanidades. De un espaol ejemplar.

  • No se puede entender gran parte del teatro espaol contem porneo sin don Carlos Arniches. No se puede entender siquiera la historia de Espaa al menos la de los cincuenta aos que cabalgan sobre el siglo pasado y el nuestro sin recurrir a ese documento exactsimo sobre algunas realidades espaolas que es el teatro de Arniches, nuestro gran n correa listo. Puede que sea ms 'cil adquirir cierta gloria teatral escribiendo para los ricos que escribiendo para los pobres. Pero Arniches fue muy popular porque

    em ocion y prendi en zonas muy humildes, y algo ms tarde en otras de mayor envergadura intelectual. Esa adhesin abarca ms que el reconocim iento de los valores de un mero costumbrismo. Est referida a la jugosidad, el vitalismo y el empuje del teatro arni- chesco.

    A la tcnica, solam ente, no habra podido ser. La tcnica del escritor alicantino es vieja. Arniches se resisti incluso a probar las gallinas que trajo Benavente. Su tcnica es rutinaria, poco innovadora y nada pretensiosa. El lenguaje, entonces? El lenguaje, odo, hoy odo sobre todo, despus ele habernos habituado al tono am ichesco de los personajes cinematogrficos que durante varios aos export Italia no es un lenguaje testimonial. Arniches 110

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    pudo andar por las calles con un magnetofn, aunque, evidentem ente, oy, anot y procedi a esquematizar, a estilizar, a corregir y, sobre todo, a preferir, d en tro de la baraja popular, aquellos hechos, frases y aun situaciones que contenan ciertas posibilidades crticas ab es donde est la m odernidad de A rniches , generalm ente dolorosas, amargas y autnticas, Y llamarle sainetero a Arniches es com o afirmar que slo son tragedias las que Ies suceden a las hijas de un Rey.

    Arniches fue un com edigrafo con fortsinia tendencia social, muy bien docum entado, falto de recursos poticos, teatral, luminoso incluso en la descripcin de la tristeza, animoso constructor, buen dosilicador de la intensidad dramtica, dialoguista de bandera, estropeado en ocasiones por la tenaz rebusca del chiste oral, fcil definidor de tipos, atrevido cazador de muchas penas y quebrantos de su poca que, en verdad, 110 eran fciles de llevar a un escenario. En sus farsas, sus tragicomedias y sus comedias grotescas hay m ucho dolor y tanta ternura com o dolor. Lo que digo generosam en te , h erm osam en te , su gran d efen sor y finsim o crtico Ramn Prez de Ayala, hablando de La seorita Trevlez que es en el fondo e in tencin , una de las com edias de costum bres ms

  • serias, ms humanas y ms cautivadoras de la reciente dram aturgia hispana, y en consecuencia, una com edia hondam ente triste, bien que con frecuencia provoque la risa. Es tambin una de las com edias que encierran y exponen una tesis real, pattica y convincente, que persuade al espectador sin valerse de artilugios retricos, nada ms que por la fuerza suasoria y afectiva de un conjunto de hechos sem ejantes a otros m uchos hechos de todos conocidos. Cuando, a la vuelta de los aos, algn curioso de lo aejo quiera procurarse noticias de ese m orbo radical del alma espaola de nuestros das, la crueldad en gendrada por el tedio, la rastrera insensibilidad para el amor, para la justicia, para la belleza moral, para la elevacin del espritu, pocas obras literarias le darn idea tan sutil, penetrativa, pudibunda, fiel e ingeniosa com o La seorita de Trevlez ,

    Como L a seorita de Trevlez y com o bastantes textos ms. Entre 1888, ao de estreno de Casa editorial, su prim era obra y 1943, ao de su fallecimiento, Arniches escribi 188 obras, incluyendo en esa cifra los apuntes de sainete enviados a Blanco y Negro. En 85 de esas obras que com prenden desde la revista verdosa al m elodram a lacrim geno Arniches colabor con Celso Lucio, Enrique Garca Alvarez, Gonzalo Cant, Joaqun Abat, Jos Jackson, Antonio E strem era, Lpez Silva, Fern n d ez Shaw, D om nguez, Manuel

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  • Labra, Antonio Faso, Emilio Sez, Sincsio Delgado, Jos de Lucio, Ramn Asensi, Flix Quintana, Ju an Renovales, Julio Pardo, Alfredo Trigueros, Juan Aguilar C atena y Pedro Garca Marn. Naturalm ente, en esa nm ina hay de todo. Un Arniches que se agranda y un Arniches que se em pequeece. Un Arniches dram tico, otro irnico, otro simplemente chistoso, otro evasionista, uno pegado a la actualidad y otro fugitivo hacia el verbalismo hum orstico intemporal. P ero todo ese m undo coloreado y m ultiform e goza, sin em bargo, de ese glorioso denom inador comn que le perm ite ser nom brado con una sola palabra diferencial y definida; con la palabra arnichesco.

    Y qu es lo arnichesco para un espectador sin prejuicios? Una em ocin jocunda y burlona desprendida de unos seres que hacen rer cuando sufren para acabar deshaciendo a la audiencia en clidas oleadas de piedad y compasin. Una visin chaplinesca trabajarla con materiales que vienen de lejos: de Lope de Rueda, de Cervantes, de Quiones de Benavente, de Ramn de la Cruz. Y tambin de las plazas y callejuelas de Alicante saturadas de claridad m arina y de sabidura m editerrnea; de la organizacin verbal, la humanidad, la sensibilidad, la capacidad sugeridora y el sentido de la medida de las gentes levantinas. Del dulce, tolerante, entraable Sur.

    A rniches, naturalm ente, dibuj una tem tica, present una tipologa, articul unos m ecanism os constructivos y exhibi una form a coloquial.

    La tem tica arnichesca es espaola hasta los huesos. El panorama contem plado, la geografa fsica y humana de su obra es la de Espaa. Una Espaa salida del desastre militar del 98 e inmersa en la testarudez restauradora e inmovilista. Una Espaa mandada y 110 gobernada en la que las relaciones polticas se establecieron de arriba abajo, sin ms templanza que la paternal bondad personal le los dirigentes. Es natural que en esas condiciones surgieran esos calurosos y airados escritores, los primeros que en Espaa se atreven a mirar hacia airis con ira que impulsan el nacimiento de las mejores posiciones crticas y que form an la llamada generacin del 98.'

    Arniches es un hom bre de esa generacin. Un hombre de formacin pobre que empieza a escribir para com er y cuyas primeras obras interpretan la realidad desde los supuestos del conform ism o

  • mayoritario. Es la etapa de los encantam ientos: encantam iento patriotero, encantam iento pintoresquista, encantam iento populista, encantam iento castizo. Arniches ve solamente el lacio cm ico de la diaria antologa de situaciones de un pueblo al que adora y al que exalta. Lleva sobre sus hombros el peso de una tradicin cm ica poco permeable a los problemas polticos y sociales. Pero tiene al lado un grupo tem erario de escritores que gritan y lloran cie rabia, que tardan en ser odos, pero que triunfan al fin y acaban por instalar en la conciencia espaola dos temas angustiados que van a gravitar sobre todos los intelectuales del siglo: el tem a de la justicia y el tem a del sentido de Espaa.

    Lo adm irable de A rniches es su recon sid eracin , en pleno xito, de la posicin adoptada. El camino que le lleva del gnero chico a la tragicomedia no es solam ente un cam ino tcn ico . Es mucho ms. Al abandonar el gnero chico Arniches renuncia a su actitud reverenciadora de las estructuras hasta entonces cantadas. El escritor crece en todas direcciones. Su pluma se hace ms incisiva, su tcnica aprende una estilizacin justsima y su corazn se subleva. La tragicomedia grotesca ex presa ntidam ente, sin rodeos, de forma bien explcita, la participacin de Arniches en el dolor por la injusticia y en el dolor por Espaa. Lo que entra a borbotones en el texto de la tragicomedia es una feroz protesta contra los caciques,

  • los chulos, los seoritos prepotentes, los mandones cerriles, los soberbios, los crueles, los fanticos, los vagos, los in justos, los falsos patriotas, los envidiosos, los sucios. Que no estn ah solam ente para hacer rer sino para escarm entar desde la picota del escenario. La seorita de Trevlez, Los caciques, El seor Adrin el primo, L a heroica villa, Los milagros del jornal o Es mi hombre 110 son exploraciones en torno a un mundo feliz, contemplado entre risas; son puras* textuales denuncias de una situacin nacional contemplada, a la vez, con am or y dolor, con pasin, ternura y espritu crtico. El da en que Arnichcs deja de estar encantado su casticismo se hace progresismo y el autor se convierte en un ltigo ms a la vanguardia del bravo pelotn de los fustigadores.

    Este viraje de Arnichcs, este avance desde un realismo fotogrfico y casi naturalista a un realismo grotesco y espcijfntico se realiza con tal maestra expresiva que se salvan casi todos los ferm entos em ocionales del gnero chico que han vuelto a llevar al pueblo al teatro y se incorpora, adems, el activo ro de la clase media con su doliente problemtica. Pech o Salinas ha dicho ejem plarm ente en su anlisis de la obra de Arniches que el gnero chico es la forma que m odela y caracteriza su personalidad al iniciarse sta y durante muchos a o s de su d esarro llo .Pero el gnero chico languidece ya hacia 1910. Todo, fatiga de pblico, agotam ien to de los recu rsos, novedad de las condiciones sociales, lo condena a desaparicin. Y entonces A rn ich es d esarrolla una potencialidad de dram aturgo que hasta entonces se haba costreido a esas form as m enores y adopta form as nuevas el sainete extenso y la farsa grotesca , que logran un doble efecto: a lre r sob re su au to r

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  • una consideracin ms atenta y valorativa de las virtudes literarias, m ucho ms densas, de: estas obras largas y, subsidiariamente, h acer beneficiar a todo el periodo gnero chico de Arniches de una consideracin y aprecio que salvan su labor de esa especie de basto olvido, de esta cada en el annim o que ha sufrido casi todo el resto de zarzuelas y sainetes.

    Gracioso, muy gracioso por fuera y serio, muy serio por dentro Arniches organiza su tem tica en torno a 1111 personaje, el pueblo de Madrid y sus coordenadas mayores: el miedo, el amor, la pereza, la envidia, la honradez, el trabajo, la hipocresa y, com o clave general de la bveda, el ham bre. Esta temtica que sostiene ya los grandes sainetes, Alma ele Dios, Las estrellas, El amigo Melquades, Don Quintn el amcirgao, Serafn el pinturero es la que pasa a las tragicomedias Las lgrimas de la Trini, Es mi hombre, La chica del gato , La seorita de Trevlez, Para ti es el inundo con su alta teatralidad, su intensidad epigram tica, su calor sentimental y su vivacidad hum ana y all se ahonda 1111 poco ms, se abarroca, se afina, se expresa en trminos Licos y morales, se hace pasin, conciencia y espritu crtico.

    N atu ralm en te , esta p osicin ha de ser valorada desde los supuestos de su contexto histrico teatral. Arniches no era un poltico. Perteneci sin duda ha dicho Torrente a aquella Espaa de la rabia y de la idea, tan escasa de afiliados com o rica de am biciones; pero lleg a ella, no desde la delicada poesa o el elevado pensamiento, sino desde su modesta ocupacin de dram aturgo popular. Arniches am aba al pueblo, conviva con l, estudiaba sus deci-

  • res, se com padeca de sus dolores, y, naturalm ente, deseaba su rem edio; pero, com o para algunos otros de su gen eracin , el rem edio apetecido era tan radical com o total...Don M arcelino, catedrtico de instituto y personaje de L a seorita de Trevlez pide cultura com o rem edio: la peticin est vigente todava. La pide en un prrafo t]ue probablemente no hubiera escrito un com edigrafo m oderno, un prrafo intil ese prrafo, por otra parte, resumen de la tesis a que tan aficionados eran los hombres de teatro de entonces, Benavente a la cabeza, y sin el cual pareca com o si la fuerza 110 hubiera logrado librarse de la frivolidad. Foque L a seorita da Trevlez es elocuente p or s sola. Sin em bargo, el parlam ento, aunque intil, nos perm ite verificar la afiliacin de A rniches y aproxim arlo, en su ideario ntimo, a los hombres del 98, con los que tuvo tan escaso contacto esttico. Cuntos poemas de Macha do quiero decir de Antonio 110 resuenan en estas palabras del citado personaje?: Matas a Guiloya Y qu...? Guiloya 110 es un hom bre, es el espriLu de la raza, cruel, agresivo, burln, que 110 se re de su propia alegra sino del dolor ajeno.

    Esta temtica est presentida, objetivada, encarnada por una tipologa circunscrita casi siempre a la capa popular de la sociedad; tipologa que radicaliza con demasiada energa las inconfundibles posiciones de los buenos y los malos, tipologa caracterizada por el am or al pobre, al desvalido, al miserable, al antihroe. Depus de Arniches es imposible marginar del teatro a esos seres risueamen-

  • Le seguros, que esperan contra toda esperanza, ren en medio de la torm enta, tienen com o diana vital la libertad y la justicia y, en fin, parecen postular, con sil sola existencia, un orden hum ano ms equilibrado y superior.

    Con estos tipos construy Arniches unas historias de m ecnica ms bien deficiente y, en cualquier caso, irregular. La bsqueda del efecto cre en los textos zonas de baja presin argum entai y zonas de alta intensidad. Esas diferencias acercan ms el teatro de Arniches al siglo X IX que al siglo X X . El encadenado de situaciones, la solucin de stas, el engranaje de escamas, el ritmo de la intriga, la precipitacin de los desenlaces, la minuciosidad de los planteam ientos revelan una curiosa preocupacin formal que hace, en ocasiones, muy visible el esqueleto de la comedia. Arniches tena m iedo. Tena pavor a estrenar. Sus textos fueron corregidos una y otra vez en busca del m ejor deslizamiento hacia los espectadores. Y esa deficiencia de la inventiva constructora es la que hace hoy que parezcan inocentes y anticuados los mecanismos de las situaciones.

    Lo que sucede es que sobre esa temtica, esa tipologa y esa

  • arquitectura Arniches derram el formidable don de su asom brosa, deslum brante, fantstica gracia verbal. Con unos m ateriales m ostrencos e indiscriminados hiprboles, entonaciones, superlativos descoyuntados, retru can os, variantes de una expresin popular cualquiera Arniches invent \\ n idioma teatral, arque tpico, intencionado, rotundo, que salt del escenario a la calle, se clav en la sensibilidad popular y fue aceptado, digerido, asimilado y utilizado en un formidable adem n de identificacin que no tiene com paracin posible con ningn otro fenm eno de popularidad de una obra literaria. Las capturas verbales de Arniches eran capturas superficiales y anecdticas que el autor devolva al coto nacional convertidas en expresiones redondas y felices, La reinvencin del idioma popular es una de las razones mayores, sino la de ms entidad, del xito instantneo de muchas obras. En ese sentido ya no puede hablarse de realismo o de costumbrismo sino que hay que hablar de configuracin. La distorsin del dilogo arnichesco es una invencin tan feliz y aparentem ente fcil que com pensa la elaboracin, a veces penosa, de las tramas y las incidencias. Casi todas las concentraciones cmicas se presentan, en los sainetes, a nivel folklrico y com o enrgicas sntesis de la realidad ms que com o retratos caricaturales. En esas condiciones est claro que necesitan un idioma, una expresin que haga simptica y perdonable la dem asa; una manera especial de dialogar.

    Tema, tipos, construccin y dilogo adquieren as una fisonoma peculiar inconfundible. En el alm acn de Arniches hay de Lodo, pero el almacn es nico, El pueblo de Madrid, protagonista reiterado de la obra teatral de Arniches, est siempre ah, dispuesto una y otra vez a ser llamado a escena com o sustancia mxima de cuaquier obra teatral. Pero encerrado entre las palabras y los hilos de Carlos Arniches no se parece ni se parecer a ninguna otra de sus representaciones; el teatro de Arniches tiene nada menos que independencia cm ica c independencia trgica. Y eso es muchsimo.

  • K D I M R D O U G A K T E A R N I C H E S . Colfogr, *)7>.

  • 7 Yunque me voy, no me voy;

    aunque me voy, no me ausento;

    aunque me voy

    no me voy

    Cantar popular citado por Arniches en el discurso que pronunci el da 10 de enero de 1932 ante el pueblo de Alicante, en el Teatro Principal, con motivo de la visita del Presidente de la Repblica, don Niceto Alcal Zamora, a aquella ciudad levantina.

  • M a del guitarrillo humilde del malhadado sainetero tiene que vibrar con el eco dolorido. No

    puede olvidar que entre sus escombros, empapados de sangre in ocen te de nios y m ujeres, puede ap arecer algn tejuelo que a m se refiera. Yo tena, no s si la tendr an, una calle all por un barrio popular y castizo, rotulado con mi nom bre. Era mi alegra y mi orgullo: porque era el prem io que otorg, al am or que siempre le tuve, ese pueblo heroico e inmortal.

    Toda mi vida de artista, del modesto artista que pretendo ser, es Madrid. A enaltecer sus virtudes, a corregir sus defectos, a propagar su gracia, a Cantar su alegra y su donaire, se consagr por entero desde mi juventud mi modesto ingenio.

    Madrid era algo tan m o, tan de mi corazn, que entre sus ruinas ha term inado mi vida de autor! Trgico final, jam s soado! Porque el Madrid que venga, que ojal sea el Madrid glorioso y magnfico que yo deseo, libre, fuerte y culto, regido por la igualdad entre los hom bres, la justicia y la paz! , ya no ser el mo y le cantarn otros hom bres, no con ms am or que yo, pero s con ms entonados y vibrantes acentos.

    Yo no soy poltico, no he sido poltico nunca, todo el m undo lo sabe, pero no quiero disimular en la nebulosa del apoliticismo mi indignacin y mi h o rro r ante las crueldades de una guerra despiadada, hecha por quienes 110 quieren apartar el furor de la lucha a nios inocentes e infelices mujeres. Qu se quiere castigar con esto...? Pues el ansia de un pueblo que clam a p or su d erech o al bien, a la justicia, a la igualdad en tre los hombres, a que todos seamos mejores, ms cultos y ms libres.

    Y a mi dolor me vuelvo. No pueden tener otro designio mis setenta aos. Vejez y dolor! Madrid, Madrid, deja un rinconcito en tu suelo, para que quepa el de tu pobre sainetero!

  • ^laga--3iarte8 16 de IDiciembre de 13

    J U L I OEDITADO POR LA FEDERACION GRAFICA ESPAOLA (SECCION DE MALAOA)

    Aioo, rmeroi 49-51 Telfono: 2712 ^PRECIO: 15 CT5.| NUM. 126

    Len Blum ha hablado y la tierra no se ha conmovidoHABLA CA R LO S ARNICHES"KO QUIERO DISIMULAR N LA NEBULOSA DEL APOLITICLSMO MI INDIG

    NACION V MI HORROR ANTE EAS CRUELDADES DE ESTA GUERRA

    DESPIADADA..."

    Carlos Arnichcs. el pintor Inigualado del Madrid popular, que di dignidad y valor humano ai sanete, na tenido que sufrir el xodo de tanta familia que. lanzada do su liogtir y de au ciudad, han Ido Acogidas por la hospitalidad de las poblaciones levantinas. Con su* hijo y sue nietos sali de la capital de la Repblica para trasladarse a Alicante y de all a Valencia, donde se encuentra actualmente y donde ha sido visitado por uno de nuestros redactles.

    Las trgicas resonancias de los bombardeos areos, con su escolta de victimas inocentes. no le abandonaron hasta que lleg a nuestra ciudad- En Madrid y en Alicante ha visto los rostros llenos de pavor de sus nietos, ante el estruendo y la ruina que les seguan, En una y en otTa ciudad, las bombas de la aviacin alemana, estallaban en las calles y edificios prximos a sai vivienda, y las llamas de tos incendios formaron en torno suyo un cerco amenazador.

    I labia de sus ltimas vicisitudes con acento tembloroso, y falta poco para que sus ojos se nublen de lgrimas. La desventura de la ciudad martl rizada por la Tcsanla clerical-fascista, le Impresiona hondamente. Aquella calle de! PeAn, de la que una acera pertenece al distrito de La Latina y la otra al de la Inclusa, entraa popular de Madrid, que le ful dedicada, haba sido para l como un Jmbolo de la correspondencia de afecto con que el buen pueblo de Madridel pueblo que ha sabido superar el heroisms del ? de S; o-p-.(Jahj c-C. *

  • A Ima Popularde Espaa

    Carlos ArnichesConferencia dada en el Real Colegio de San Antn

    el da 18 de Abril de 1942

  • Presentacin

    S eoras y seores, queridos y antiguos compaeros: Resulta un poco extrao que yo trate de presentar a ustedes a, don Carlos Arniches, el ilustre autor, que por obra y gracia de sus obras, mejor dicho, por la gracia de sus obras, es uno de los dramaturgos ms conocidos de Espaa.

    Cincuenta aos de fecunda y meritsima labor teatral dan el suficiente derecho para que se pueda uno presentar solo, y sin que nadie, y menos yo, tenga necesidad, de decir desde este sitio: tengo el honor de presentar a don Carlos Arniches, eminente escritor y autor de tales y cuales obras, que form an uno de los repertorios ms aplaudidos de nuestro teatro contemporneo. E l presentador en este caso est expuesto a que el auditorio pueda exclamar: Pero, hombre, si le conozco mejor que usted! Si le he aplaudido cen tenares de veces! Si algunas de sus comedias me las s de mamona! Si es uno de mis autores favoritos!

    Don Carlos Arniches, que dentro de breves momentos va a deleitamos con su inagotable ingenio, es sobradamente popular para necesitar presentaciones, aunque sta de hoy no es ms que una bienvenida que por mi mediacin da la Asociacin de Antiguos Alumnos del Real Colegio de San Antn a l conferenciante que nos honra con su presencia.

    E l nombre de Arniches nos es fam iliar desde hace muchos aos. Los que ya peinamos canas, y aun los que desgraciadamente no pueden jmnarlas, y no por haberse muerto, sino por estar calvos, que es una desgracia como otra cualquiera, empezamos a ir a l teatro cuando este maestro de comedigrafos obtena sus primeros y resonantes xitos, anuncios ele los clamorosos y definitivos que haban de llegar ms tarde.

    Este admirable autor sigue y seguir mientras viva, y Dios haga que sea por muchos aos, ocupando un destacadsimo puesto entre los sostenedores gloriosos de nuestro teatro nacional.

    Don Carlos Arniches ha tenido la fortuna, y a su talento lo debe, de no sobrevivirse; vive, y con l alienta su copioso repertorio que se enriquece todas las temporadas teatrales con nuevos y brillantes xitos.

    Desde la Casa editorial, su primera produccin y que alcanz los honores de la centsima representacin, caso excepcional hace medio siglo, hasta El hom brecillo, su ltima y tambin centenaria comedia, Arniches ha dado a la escena espaola 176 ttulos.

    Es seguramente uno de los autores que a ms empresas ha enriquecido: su nombre ha sido siempre garanta de xito.

  • Don Carlos, sin perder nunca, y ste sea tal vez su mayor xito, su acusada personalidad, ha evolucionado, su teatro se ha ajustado al correr de los aos, y sus obras no saben a cosa rancia, y es porque su autor conserva la lozana del ingenio y su imaginacin no ha envejecido. El tiempo ha madurado su labor, no la la hecho caduca.

    En mis cortos aos, y digo que son cortos porque se han pasado muy deprisa, he asistido a casi todos los grandes xitos de Arniches, y aun pienso aplaudirle en muchos ms, si Dios nos da salud, a l para escribir y a m para admirarle. Salud y aos, porque sin esto no se va a ninguna parle.

    Quin no recuerda de don Carlos sus obras de gnero chico, chico por las dimensiones, pero no por la calidad de esta produccin tan netamente espaola? El santo de la Isidra, modelo de sainetes; Las estrellas, admirable zarzuela de costumbres; Doloretes, que por su brillantsimo xito tanto contribuy a librar a los autores espaoles de las garras de los usureros que les tuvieron prendidos durante muchos aos.

    Alma de Dios, El amigo Melquades, La fiesta de San Antn, El puao de rosas, Los chicos de la escuela, El perro chico, Serafn el pinturero, Los granujas, El terrible Prez... y tantas otras que an perduran en los carteles y que con L a cara de Dios y La cancin del nufrago stas en tres actos, son base de nuestro repertorio lineo.

    Sus comedias, farsas cmicas y tragedias grotescas, escritas ya en la madurez de su talento, han sido los sazonados frutos que confirman la promesa de los primeros balbuceos teatrales, pues como tales pueden considerarse aquellos juguetes cmicolricos estrenados en las postrimeras de la pasada centuria. Las cam panadas, Los aparecidos, La leyenda del m onje... y muchas ms que, como ya he dicho, fueron promesas de sus juveniles aos y que ms tarde cumpli con palabra de caballero. Dganlo si no La seorita de Trev- lez, magnfica comedia, que injustamen te no se representa con mayor frecuencia; la deliciosa tragedia grotesca Es mi hom bre... y a qu seguir. L a enumeracin de los grandes aciertos de Arniches hara interminable mi intervencin en esta conferencia.

    Pero estad tranquilos, que mi presencia en este sitio ser ya muy breve, pues yo, consciente de mi deber, terminar en seguida.

    L a obligacin del presentador es la de no cansar cd auditorio, y yo prometo no aburriros... si no os he aburrido ya.

    Y como ya he cumplido mi gratsima obligacin, que era la de deciros, lisa y llanamente: aqu tenis a don Carlos, hago mutis por el joro y cedo este sitio a quien tan dignamente va a ocuparlo.

    Ahora, querido don Carlos, usted tiene la palabra.A . R. M ar tn

    V i e t a s d i P I L A R B E R N A B E U

  • EI /i Ima Popular de Espaa

    ENORAS y Seores: Deben ser mis primeras palabras en esta conferencia, o mejor podram os decir modesta charla, para agradecer a mi querido com paero y amigo Antonio Ramos Martn las frases elogiosas e inmerecidas que me ha dedicado,

    al constituirse en heraldo mo, y tratar de presentarm e al pblico.Y despus de dejar consignada esta justa gratitud, me urge aclarar

    an te ustedes, y desde este sitio, mi verdadera situacin, para que nadie pueda llamarse a engao.

    Ustedes saben, claro es, que los heraldos precedan y anunciaban en el palenque la presencia de los seores que iban a tom ar parte en las justas y torneos. Pues si esto es as, a qu seor anuncia Ramos M artn, con toda la efusin de su afecto, si cuando el se va, me deja a m solo, insignificante y acobardado ante vosotros?... A m !..., uno ele los ms mediocres escritores ele la Literatura dram tica contem pornea... A m, un humilde y vulgar sainetero... Y cuidado, que 110 digo lo de sainetero en demrito de! sainete, que tiene en el teatro hispano tina estirpe gloriosa; lo digo nicam ente por la m enguada representacin que yo puedo darle.

    De modo que quedamos en que Ira surgido a la palestra un heraldo que anuncia 11 ustedes con voces elogiosas al paladn que va a justar; desaparece, y quedo yo... Yo!... Y aqu puede repetirse, y nunca con ms certidum bre, lo cjue suele decirse de los anuncios ruidosos que 110 corresponden a la realidad: Que esto ha sido el parto de los m ontes. M ucho ruido, m ucho abultamiento, mucha prom esa... y sali un ratn! Y y a com prendern ustedes que 110 digo lo de ratn por el tam ao, sino por la ruindad.

    Todo este pequeo prembulo va encam inado a presentarm e yo mismo ante ustedes, con mi verdadera dimensin literaria; y a procurar que 110 se haga nadie muchas ilusiones respecto a la brillantez que yo pueda ciarle al desempeo ele mi com etido, sino que vean en m un hom bre que por com placencia ha aceptado una tarea excesiva y

  • desproporcionada a sus fuerzas y que, al recon ocer esto, porque esto es la verdad, suplica previam ente a ustedes que le escuchen con benevolencia y le com padezcan, si le ven luchando inltimente por elevar a la altura inmarcesible que m erece el magnfico tem a de su conferencia, que ser lo nico magnfico que la conferencia tenga: El alm a popular de Espaa.

    O o o

    Este va a ser el motivo tem tico de esta charla con que voy a molestaros unos mom entos. Enunciado el tema, nadie puede esperar de m un estudio filosfico, histrico, biolgico o simplemente un estudio de la idiosincrasia racial del pueblo espaol; prim eram ente porque el estudio sera superior a mis posibilidades literarias, y luego porque yo creo que el pueblo espaol, lo que exactam ente puede llamarse pueblo, no tiene en nuestra Historia, hasta el ltimo siglo, una significacin social determ inada.

    Antes de la unidad de Espaa gobernaban los reinos los reyes y los grandes seores. El pueblo era simplemente el instrum ento blico de que se valan los nobles para dirimir sus luchas intestinas, sus ambiciones de poder y m ando. Era, en fin, la masa annim a, sometida al vasallaje, que obedeca ciega e inconsciente el mandato del seor.

    Y cuando el pueblo, por instigaciones de caudillos inteligentes, salidos de su propio seno, quera dignificar la servidumbre en que viva, surgieron las C om unidades de Castilla y las G em ianas de Valencia... Intentos de noble afn, en los que se reclam aba para el pueblo el derecho a intervenir en las resoluciones que afectaban al inters de su propia vida. Y aquellos fueron sus prim eros actos de existencia; y hay que reconocer que bien ganados se los tena, porque desde mucho antes el alma popular de Espaa, siempre se mostr aventurera, valerosa y noble; porque ella fue la que acom pa a Coln en su inmortal aventura, y ella la que, gallarda y fanfarrona, conquist para Espaa aquellos dominios en que no se pona el sol. Y ella, la que resignada y heroica sigui a los capitanes y a los conquistadores en sus gloriosas empresas, de modo que a la luz de aquel sol que no se pona, se alumbr siempre el alma valerosa del pueblo hispano.

    Pero, en fin, para que yo pueda daros alguna noticia o referencia de cm o veo, entiendo y juzgo el alma popular de Espaa, no lo

  • tom em os, ni de Lan antiguo, ni de Lan reciente que hayamos de referirnos a trgicos y espantosos sucesos que todos recordam os con horror, y que, por fortuna y suerte, el designio divino dio por term inados. Vamos, por tanlo, solam ente, no a estudiar, que, com o os he dicho, 110 es esc mi propsito, sino a conocer algo del alma popular de Espaa, ponindonos en contacto con ella, que es la m ejor m anera de irla conociendo. Para esto, prescindamos un poco, y hagamos el m enor caso posible, de lo que nos digan los filsofos, los socilogoso los polticos, y guardem os toda nuestra atencin para lo que el mismo pueblo nos diga de sus instintos, de sus delicadezas, de sus defectos, de sus virtudes, de sus pequeneces, de sus grandezas, vindole reaccionar, ingenuo y sincero, ante las realidades de la vida y del dolor.

    Si no vivimos cerca del pueblo, si no nos aproxim am os a l, no conocerem os jam s su alma. Y quiz por no haber sabido dirigir bien y enrgicam ente su alma, es por lo que tal vez se produjeron los sucesos luctuosos que hemos lam entado. Yo, por mi profesin y por mi gusto, he querido siempre vivir en con tad o con el alma popular espaola. Y por esta proximidad de su alma con la ma, he podido percibir cules y cuntas son las condiciones tan arbitrarias y contradictorias, tan pintorescas y tan complicadas, del alma del pueblo espaol.

    Voy, por tanto, en consecuencia, a dividir esta charla en tres partes, con la m odesta pretensin de realizar as ms fcilm ente mi ardua tarea y hacer luego una consecuencia, que expondr a vuestra consideracin.

    Os hablar, por tanto, prim ero, de !o que por su condicin de cualidad espiritual debe tener prim aca en lodo estudio que se relie- re a la m anera de ser de 1111 pueblo: el estudio de su sentido religioso. Para ello, seores, voy a leeros varias escenas de un sainete rpido, que yo escrib hace liempo (unos quince aos), y que se titula Los ateos y que, a juicio mo, expresa bien claram ente la m anera de sen tilde gran parte del pueblo espaol en m ateria religiosa.

    Para ello he de trasladaros, con la imaginacin, claro est, al interior de una taberna, establecida en una calle de Madrid, que se llamaba Calle del Pen y que actualm ente lleva mi nom bre, por designio del ltimo Ayuntamiento de la M onarqua; calle que pertenece a los barrios populares m ad rile os................... ....

  • Los ateosC u a d r o P r im e r o

    Es de noche. El aire de aquella taberna de. que os hablo est enrarecido por el humo de los cigarros, humo que amengua la luz de las dbiles bombillas que iluminan el local, dando aspecto siniestro a unas pobres gentes que llenan las mesas.

    Se huele a vino, a tabaco, a guisos fuertes.En el velador de un rincn acaban de comerse unos callos y de

    apurar unas copas de vino, prexamente jugados a l tute, el seor Baldomcro 'el Bizco , Nicomedes 'el Soga el seor Eulalio y el seor Floro. Cuatro descendientes de aquellos vianolos que inmortaliz Goya en sus lienzos admirables.

    Pepe el M alagua, dueo del local, les hace los honores obsequindoles con linas copas de aguardiente.

    Se habla a voces de la ltima cogida de un torero.D pronto, un poco confuso, suena a lo lejos, en el silencio de la

    calle, espaciado y solemne, el repiqueteo de la campanilla del Vitico, y como ruido complementario se escucha el lento rodar del coche que conduce a l sacerdote.

    En el interior de la taberna se hace un breve, silencio. Todos atienden.

    E l seor Eulalio, a l paso de la Majestad Divina, un poco indeciso, levanta la mano con disimulo y toca levemente la visera de su gorra.

    Una ruidosa carcajada, que se deshace en aspavientos, en muecas de Imrla y en soeces interjecciones, es el comentario que pone la reunin a la inofensiva reverenda del pobre anciano.

    S e o r F i .o r o (M uerto de risa.) A tiza!... Pos n o se iba a q u itar la g o rra este idiota!

    S e o r E u l a l i o (Un poco avergonzado.) H o m b re , y o !...B a ld o m e r o A m os, quite ust d a h , so n ecio !

    U

  • S e o r E u i a l i o P ero se o res, el que un h o m b re h ag a u n a cosa p o rq u e ten g a cierto s p rin cip io s n o cre o yo q ue...

    NrcoMUDES T e co n o cam o s co m o p e n de m an o , p e ro co m o santu rro n a ... J a , ja , ja ! . . . V am os, h o m b re !

    P elK e l M a n a g u a M edio siglo h acin d o n o s c re e r q u e se desayun aba co n aclitos en p ep itoria , y de p ro n to n os resu lta u n a b eata!

    S e o r E l u , l i o H o m b re , h a ce r el favor de no insultar!S e o r F l o r o (D ando un enrgico puetazo sobre la viesa.) E n to n ce s ,

    p o r q u saludas an te las p atra as eclesisticas?S e o r E u l a l i o Saludo p o rq u e n o c re o que h ag a falta la d esage-

    raci n en cosa n in g u n a. P o rq u e yo, n o es q u e pise u n a iglesia, que de eso, D ios m e lib re...; p ero ta m p o co soy co m o t, que p o rq u e u n da estarn u d aste en la calle y te d ijeron Jes s, tuviste un ju icio de faltas. Ni soy co m o se q ue n o pasa un c u ra p o r su lao que n o le p ro fie ra una ofen sa, bien o ral, bien m m ica. Yo no m e p ersig n o ni c re o en esas p am p lin as de santos ni de n ovenas; p e ro se or, u n a m eaja de fe , en algo , hay que ten erla .

    S i o r F l o r o (Enrgico y contundente.) Fe en el p ro g reso h u m ano! N aa m s!( lo d o el concurso, que queda pendiente de la discusin.)M u bien!

    S e o r E u l a l i o Estoy en d i o . P e ro yo lo q ue te digo, F lo ro , es que ti que h ab er un S e r su perior, llm ese Dios u llm ese co m o se llm ese, que h aiga fo rm ao este U n iverso que nos cobija.

    S e o r F l o r o Aqu no hay m s Dios ni m s Ser, q ue la N atu rale za m ad re y su p ro d u zto , q ue es el h o m b re , an im al sob era n o y libre. Y too lo d em s q u e te d igan , zan ah o rias co n d im en tas.

    S e o r E u l a l i o D e fo rm a q u e t c re e s q ue el m u n d o se h a h e ch o solo?

    S e o r F l o r o D e un m od o au tom vil; s, seor.S e o r E u l a l i o Y de d n d e lia surgido?

  • S e o r F l o r o Del caos.S e o r E u l a l i o (D udando.) Q u c a o s , n i q u c a c a o s ! .. .S e o r F l o r o Ni m s ni m en o s! Del caos!S e o r E u l a l io Y q u e s e l c a o s , v a m o s a v e r?

    S e o r F l o r o L a n ad a flo tan te .N ic o m e d e s (Adm irado.) N o le c o g e e n u n a !S e o r F i .o r o Y p a q u e te e n t e r e s d e lo q u e n o s a b e s , te d i r q u e

    e s te g l o b o t e r r q u i o q u e h a b it a m o s n o e s , n i m s n i

    m e n o s , q u e u n a c o r t e z a d e s p r e n d id a d e o t r o p la n e t a

    q u e s h a e n fr ia o .

    U n o y e n t e Ira de v eran o !S e o r F i .o r o (Muy molesto.) Al q ue se burle, co jo u n a b otella y le

    h ag o u n a alusin p erso n al en las n arices.V a r i o s C allarse, h o m b re ! (S ilen d oprofundo.)S e o r E u l a l io E n t o n c e s , F lo r o , d im e a m : Q u so y y o , v a m o s a

    v e r ?

    S e o r F l o r o U n m sero gu san o d ed icao a la a lb a ilera y n acid o d e la p u trefacci n te rrq u ea . Ni m s ni m en o s!

    S e o r E u l a l i o A rrea ! Yo g u san o?... H o m b re , F lo ro , d ices u n as cosas...

    S e o r F l o r o C h its!... A qu to d o se p ru eb a , co m o en las sastreras. E jem p lo p rztico d e tu gusanez: C oges un p eazo e q ueso , lo tiras a ese rin c n , vuelves a los q u in ce das y lo en cu e n tra s fe rm e n ta o .

    S e o r E u l a l i o L o e n c o n tra r s si n o hay ratas, p o rq u e si hay ratas, n o lo en cu en tras .

    S e o r F l o r o A qu tien en g ato . P o r eso he p u esto el ejem p lo . Pues d e la m ism a fo rm a que el q ueso fe rm e n ta y salen gu san os u seres m viles y vividores, lo m ism o de la csca ra m u n d ial salieron seres o gu sanos, q ue som os t y yo, y se, y aqul, y la In acia , la T ad ea y p erso n as q ue nos aco m p a an .

    T o d o s M u b ie n !U n o y e n t e E s o n o es p osib le, se o r F lo ro .S e o r F l o r o Q u in h a g razn ao esa negativa?

  • U n o y e n t e S ervid or; p o rq u e si yo crey era que u n a m u jer co m o m i m am p oltica e ra p ro d u zto de un p ed azo e q ueso, n o d ejaba u n p ed azo e q ueso en E sp a a p a que se re p ro - dugiese! (El auditorio re.)

    S e o r F l o r o (Am oscado.) T is u n a cab eza , m i a m ig o , q ue la incluyes en un p u esto e m elon es y n o d esm erece . Estoy filosofean d o, y p o r lo tan to h ablo en sen tid o h ip o te ca rio . E stam os?

    U n o y e n t e Ah, b u en o! U st d esim u le.S e o r F l o r o N o hay de q u . O re jita es lo q ue h a ce falta pa

    sab er or. Y voy a rem atar. P o r lo tan to , E ulalio , ni hay S er superior, ni cie lo , ni p u rg ato rio , ni a n d r m in as de esas. E n este m u n d o n o hay m s que este m u n d o , d o n d e est tod o : lo b u en o , lo m alo y lo en trev erao . Y el da que te m u eras, vuelves al sen o de la tie rra m a te rn a y te h aces polvo, f sforo , g aseosa ... n ad a. H e d ich o!

    Delirantes aplausos y risas soeces acogen las ltimas palabras del aleo. E l seor Eulalio, reducido a l silencio por la explosiva dialctica de sil rival, calla en un rincn.

    Otra vez vuelve a orse la campanilla del Vitico que regresa. Se va acercando, acercando... Al f in pasa, y cada vez ms lejana, se pierde en el silencio de la calle desierta, seguida del lento rodar del coche. Aquella pobre gente, a pesar de todo, deja de rer...

    Y a h o ra , u sa n d o t rm in o s de te a tro , p e rm itid m e q u e os d ig a q u e seh a ce u n a m u tac i n en este sa in ete y p asam o s a o tra escen a:

    Vamos a trasladarnos al interior de una alcoba humilde, en una casa pobre. Son las dos de la madrugada. En la oscuridad suena el tic-tac vigilante de un reloj. Tendidos en una modesta cama duermen el implacable aleo, seor Floro, y la se Felipa, su consocia hasta velen qu para esto...

    De pronto el pobre hombre despierta, da un grito agudo y se lleva las manos al lado izquierdo del pecho, incorporndose lvido y tembloroso.

  • S e o r F l o r o Ay, m a d re !... Ay, Felipa!F e lip a (D esertando aterrada.) Q u te pasa, F lo ro? (Enciende la luz.) S e o r F l o r o Ay, Felip a ; q u d o lo r!... Ay, que m e m u e ro !S e F e l ip a P e ro q u t h a dao?S e o r F i .o r o Ay, q ue n o lo s... Ay, q ue ten g o aq u u n p u al! S e F e lip a (Echndose de la cam a.) P ero d nd e?S e o r F l o r o Ay, en esta p a rte !... Ay, que llam en a u n m d ico ,

    q ue yo n o p u ed o re sp ira r!... Ay, Felipa, q ue es u n d o lo r d e co sta o !... Ay, q ue n o s qu ten go!

    S e F e l ip a P o r Dios, h o m b re , n o te ap ures!

    Atacado de una aguda neuralgia intercostal, el seor Floro sigue qnejndose con amargos lamentos. Mientras, la se Felipa se echa una fa lda y corre a llamar a los vecinos. A poco se llena el cuarto de gente a medio vestir, que anda de un lado a otro, perpleja y estuporizacla.

    U n a v e c in a P e ro q u h a sido?U n v e c in o P e ro qu tienes, F lo ro ?U n a w .c in a D eb e s e r algo q ue le h a h e ch o d ao.O t r o v e c in o Q u cen aste a n o c h e ?Se or F l o r o Ay, q ue n o lo s! Ay, que yo m e m u e ro !... Salvar

    m e, p o r lo q u m s q ueris!U n o E so h a s id o e l b a c a la o !

    U n a P u q ue sea flato.O t r a H acerle tila.O t r o D arle aceite .U n v e c in o P o n te b o ca abajo.U n a C alien ta u n a fran ela.S e F e l ip a M atas, p o r D ios; vete a la C asa de S o c o rro y que

    ven ga un m d ico .M a t a s V o y e n u n v u e lo . (Sale d isparado.)

    Dan al enfermo aguas, cocidas, unturas. Le aplican bayetas, ladrillos calientes... Todo intil! L a violencia del mal no cede. E l seor Floro, en el paroxismo del dolor, da gritos desesperados y espantosos, revolcndose en la cama.

    S e o r F l o r o Ay, que m e m u e ro ! Ay, que n o p u ed o m s!... Ay,

  • V IRG EN D E L C A R M EN , q u tam e este sufrir, p o r lo q ue m s q u ieras!... Ay, D IO S M O de m i co raz n !

    Y al or esto, la se Escolstica, una vieja motejada de beata por la vecindad, se acerca a l lecho.

    S e E s c o l a H o m b re , se o r F lo ro ; co m o ti ust esas id eas, yo n o m e lie atrevid o a d ecirle a ust u na co sa ... P e ro ya que le o igo a ust m e n ta r a Dios y a la V irgen S antsim a, si ust q uiere yo le d ar u n rem ed io que se le quita ese d o lo r en dos segu nd os.

    S e o r F i .o r o (Incorporndose. L a m ira con ojos vidos.) E n dos seg u n d o s? (Abrazndose a ella.) Ay, se E sco la d e mi vida, d gam elo ust, p o r su m ad re , sea lo que sea, an tes q ue m e m u era!

    S e a E s c o l a P ues que yo te n g o u n os sellitos de la V irgen de la P alo m a, sabe u st? ..., q ue se reb u an un p o c o , se h a ce n co m o u n a bolita, se tragan en 1111 sorb ito de ag u a , se reza co n fe 1111 Dios te salve, M ara, y al m en u to , cu rao .

    S e o r F l o r o (M irndola con angustia.) Ay, se E sco la !... Ay, que yo 110 p u ed o h a c e r eso!

    S ea E s c o l a P ero p o r qu?S e o r F l o r o Mis ideas, que n o m ed ejan !S e a E s c o l a P ero n o ve ust q ue si se m u e re ya n o va ust a

    te n e r n in g u n a id ea?...S e o r F l o r o Ay, s e E s c o la ; n o m e h a g a u s t a jin a r d e m i

    c r e d o , q u e es 110 c r e e r e n n a !S e E s c o l a Pues vaya un c re d o !S e F e l ip a A m os, F lo ro , p o r D io s!... T m a te el se llo , q u e

    d icen que se h an visto casos m ilagrosos!S e o r F l o r o Ay, que n o p u ed o ! T od o m en o s eso!S e E s c o l a P ero q u le h a h e ch o a u st la V irgen d e la P a lo

    m a?S eor F l o r o Si no es la V irgen ! Son los cu a tro o c in co am igos

    d e la ta b e rn a , q ue m e p o n d ra n c o m o un tra p o si lo su p ieran ...

  • U n v e c in o Y q u i n se lo v a a d e c ir ?

    S e E s c o l a H a le ..., tra e r ag u a !... Aqu ti ust el sello b en d ito !... A to m rselo !

    S e o r F l o r o P e ro yo?... T ra g a rm e yo u n a cosa eclesistica !...S e F e l ip a T m a te lo co n fe, F loro .S e o r F l o r o Ay! B u en o , lo to m ar , p o rq u e no p u e d o m s de

    d o lo r; p e ro , p o r D ios, n o se lo digis a n adie. Q u e n o se e n te re n en M oscou , que tam b in ten g o am igos!

    Se E s c o l a A d en tro !S e o r F l o r o (Despus de lom arse el sello.) Ay, ya est! Ay, V irgen

    S anta, d isp n sam e en lo que te h aig a faltao! P e ro q utam e esta p u n z a d a q u e m e a tra v ie sa , y en c u a n to m e levante te llevo un albail de ce ra ... (Da un suspiro. Los quejidos son cada vez m s dbiles. A poco se duerme. L a s mujeres rezan en voz baja.)

    m e

    Cambiemos de escena. Trasladmonos a la calle de la Ventosa, donde, se. hallan departiendo animadamente el seor Eulalio, insultado la noche antes por CLERICAL en la taberna de la calle del Pen, y el seor Dimas, el churrero.

    El seor Eulalio repere, a su amigo el incidente del Vitico, y ste, a su vez, le pone en autos de la conversin del seor Floro, su vecino, con el detalle del sellito y dems pormenores.

    Se despiden. El seor Eulalio sube calle arriba. Al torcer por la de la Paloma se detiene estupefacto, viendo venir a! seor Floro, el. implacable ateo, ojeroso y vacilante, camino de la iglesia. Trae un cirio en la mano, cubierto hasta la mitad con un trozo de papel de peridico.

    S e o r E u l a l i o (Atajndole.) A dis, F loro !S e o r F l o r o (Aterrado.) E u la l io ! ! (No sabe dnde meterse el cirio.)S e o r E u l a l i o (Sonriendo.) Q u lle v a s e n la m a n i ta?S e o r F l o r o N a: q ue de p aso que voy a la o b ra , u n as vecin as

    m e h a