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Volumen III - Junio 2010
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PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 1
2 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
PERIPLO somos un grupo de jvenes, que por diversas circunstancias de vida, nos hemos visto envueltos en un periplo. Un periplo es un viaje, una circunnavegacin y as, una exploracin. Una revista es una propuesta literaria que sostiene un dilogo, a la manera antigua, que profundiza poco a poco en un ocano virgen. Es la propuesta de un itinerario digital y bimestral en el que las letras naveguen con los vaivenes de nuestro tiempo.
PERIPLO ser, efectivamente, una tentativa de reconocer los mares que surcamos, uno a uno. Es nuestro objetivo abordar distintas temticas que sern la columna vertebral de cada nmero, desde las ms diversas disciplinas humanistas, con el desafo de ser transversales en el tiempo y en el espacio y con una ptica integradora. Somos cosmopolitas por surgir y habitar ciudades de todo el mundo: nuestros orgenes son diversos pero nuestra lengua es una y nuestra palabra plural.
PERIPLO es adems hijo de la posmodernidad por estar comprometido a dar testimonio al siglo que vive; considerando la trayectoria histrica de la humanidad, buscar reflejar el pensamiento de un tiempo y sus dudas, sus posibilidades, sus inspiraciones y bloqueos. En una poca de cierta incertidumbre cultural, PERIPLO pondr de relieve las inquietudes de unos cuantos; curiosidades de muchos que, como nosotros, buscan ver el otro lado de las cosas.
En la medida en la que no huimos, nuestra pequea embarcacin literaria ser un viaje que ir dejando rastro y huella por si, en algn punto, queremos regresar a una costa conocida. Viajar tambin es perderse; he aqu una brjula por escrito para aquellos que no teman desprenderse de sus races y busquen profundizar en nuevos mares.
Las expediciones de los antiguos dejaban evidencias instructivas documentadas en sus (periplous), porque cuando la humanidad quiere dejar asentado algo que considera importante, lo escribe. Nosotros aprendimos el gesto, y sin conocer el destino final de nuestro periplo, decidimos dejar testimonio de nuestro recorrido.
About Us
PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 3
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4 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
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En este tercer nmero de PERIPLO hemos queri-do acercarnos al concepto de poder. Como siempre, nos aproximaremos a l desde las mltiples facetas que nos ofrecen las disciplinas humansticas. La existencia y el desempeo del poder slo se entiende unido a la idea de sociedad, es decir, cuando hay una relacin directa o in-directa entre al menos dos individuos. La organizacin social conlleva el establecimiento de unas relaciones de poder que marcan la manera de actuar y entender el mundo de una civilizacin. El Estado es su mxima manifestacin, pero no es la nica ni la ms duradera, ya que tras esta institucionalizacin existe una intrincada red de relaciones que buscan el dominio sobre el resto. As, la brecha abierta por el exilio se acrecienta aqu con la revisin de las inspiraciones del poder, mecanismos de perpetuacin que a veces resultan en musas traidoras. Natalio Stecconi realiza un anlisis sobre los men-sajes que ocultan el poder detrs de la publicidad. ngel Saiz esclarece la utilizacin poltica del arte a travs de la Casa de Austria. Vctor Bermdez dirige su mirada hacia la estrecha relacin entre lengua y poder. Joaqun Bilbao se detiene ante la psicologa del fascismo en El conformista de Bernardo Bertolucci; Carlos Martnez Rivera nos narra la vida del narcotraficante colombi-ano Pablo Escobar; y Bernadette Paa estudia la edu-can femenina como forma de aislamiento del poder.
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SNDROME DE STHENDALLa semblanza del poder [16]ngel Saiz
Cine en ramaPequeos hombres:El conformista de Bernardo Bertolucci [12]Joaqun Bilbao
GORAEl poder de la formacin ciudadana para la Unin Europea [68]Antonio Moutinho
NOSTOSGlosas sobre poder y sabidura [64]Pablo Doratti
Glosas sobre
Poder
y Sabidura
PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 7
BAJO SEUDNIMOMirame [27]Ferdydurke Nirvana [32]Jade en DegradMrala a la cara [38]CurielDescensos relativos [63]Dantes puppet
ET CETERAEl detergente me invit a cenar [28]Natalio Stecconi
Dies diem docet: disce (Un da ensea a otro: aprende) Crnica de la marginacin educativa en Alemania [39]Bernadette Paa
BiografasJulio Cortzar, de la fantasa literaria al compromiso poltico [33]Fernando Pittaro
Pablo Escobar: devorado por el poder [55]Carlos Martnez Rivera
PANOPLIALas lenguas del poder [47]Vctor Bermdez
8 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
ngel Saiz. Historiador y crtico de arte vallisoletano. Nmada y desarraigado. Conversador pausado y enemigo de la perfeccin. Es un buscador de musas, ya que su amor por el arte nunca fue correspondido.
Joaqun Bilbao. Especialista en generalidades, vive fascinado por el baile de los planetas. Porteo cosmopolita, pas por Bogot, Baha Blanca y Berkeley. Siempre que puede exclama que Paul es su beatle favorito.
Curiel. Salamanca. Joven poeta que combina la sutileza y la ro-tundidad dejando la piel en las palabras. Filloga, bailarina y afi-cionada a la confitera, a mirar el techo y al t, Curiel sale a escena con una poesa de la poca en que su ingenuidad se convierte en apariencia. Vital, cristalina, sutil.
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Antonio Moutinho Delgadillo. Salamanca. Joven traductor y politlogo de la Unin Europea. Cosmopolita innevitable y orador de alta categoria, Moutinho aborda los temas con el rigor de la evidencia y la claridad de su exposicin.
PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 9
Fernando Pittaro. Periodista argentino. Naci en Crdoba, sobrevive en Buenos Aires. Buscador incansable de historias callejeras. Nmada declarado. Escribe mucho, escribe de todo, escribe siempre. Sus escritos son un aporte ms a la confusin general.
Vctor Bermdez. Humanista breve, terico del t, la conviccin humana y otras vicisitudes similares. Ha crecido en Mexicali y se ilustra en Salamanca, donde el autor aprende sobre los vicios, la avaricia y el fervor vacacional.
Julieta Desmars. Poeta y redactora creativa. Eclctica y mu-tante. De sus poesas puede brotar tanto un pochoclo como una flor. Amante de la buena msica quiere bailar con David Gilmour su cancin, quiere a Lennon con su piano blanco en su living y meditar con George.
Pablo Doratti. Cauteloso observador de la antigedad clsica y sus continuidades. Deambula a menudo por las ciudades y pueblos de la repblica Argentina, y es el tipo serio que ves en los cafs escribiendo en una montaita de hojas amarillas.
Carlos Martnez Rivera. Periodista puertorriqueo residente en Espaa. Analista minucioso del presente, editor, diseador, hispanista, politlogo y cmico a tiempo parcial, Carlos es un hombre orquesta. Cafetero empedernido que es sin duda el rigor de nuestro barco.
Bernadette Paa. Alemania. Pequea gran humanista transente en Salamanca, amante de la moda y los deportes de alto riesgo. Berni se aproxima a sus estudios con rigor, exactitud y precisin alemana, a la vez que muestra una sensibilidad objetiva y escptica.
Natalio Stecconi. Joven argentino abstracto y polifuncional. Docente, director, redactor, ex msico y especialista en salsas frut-ti di mare. Recolector de imposibles, ilusionista del desasosiego.
10 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
Para conjurar futuras conspiraciones de su
descendencia, Zeus devor oportunamente a su esposa Metis
(Prudencia). Al poco tiempo, mientras caminaba por el lago Tritn, comenz
a padecer una insoportable migraa. Sus gritos retumbaban en todo el firmamento
y atrajeron la atencin de Hermes quien, a su vez, acudi por ayuda a Hefesto o, tal vez mejor, a Prometeo. Sirvindose de martillo y cincel, el dios
abri el crneo del Crnida y de l emergi Atenea, pertrechada y exhalando un potentsimo grito.
Algunos cuentan que fue ella quien, en agradecimiento, le ense a Prometeo
arquitectura, astronoma, matemticas y todas las dems
artes que el dios filntropo transmiti a los hombres.
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12 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
centra su relato exclusivamente en las acciones
de un colaborador del gobierno, Marcello Cle-
rici interpretado por Jean-Louis Trintignant.
Producto de un director que alcanza-
ba su madurez artstica, el film estrenado en
1970 obtuvo merecido xito y se convirti
inmediatamente en una de las obras clave
sobre el fascismo. Basada en la novela hom-
nima del escritor italiano Alberto Moravia,
El conformista narra la incursin de su pro-
tagonista en la polica secreta, al tiempo que
inicia su vida de casado con una tradicional
joven burguesa, la bella Stefania Sandrelli.
La pelcula logra, en ese cruce de even-
tos, exponer sutilmente el desvanecimiento
de la vida privada en la esfera pblica, una
de las caractersticas del fascismo. Cuan-
Pequeos hombres:El conformista de Bernardo Bertolucci
Por Joaqun Bilbao
I.
"Los historiadores de nuestra poca, obsesionados tanto por la idea deter-
minista como por una concepcin sociolgica
de la Historia, a menudo tienden a descono-
cer lo que tuvo de accidental la tragedia euro-
pea en el siglo XX y el papel que en ella re-
presentaron algunos hombres. No quieren ver
que, en ocasiones, acontecimientos monstruo-
sos tienen causas pequeas, escribi Franois
Furet (Furet y Nolte, 1999: 100).
Como dice el historiador francs, sal-
vo excepciones, la narracin de los grandes
hechos del pasado suele elaborarse en el inte-
rior de un rgido marco de inevitabilidad his-
trica o de operacin tajante de ciertas leyes
econmico-sociales. Deleitados en el aparen-
te descubrimiento de teoras que explican el
flujo inexorable de la Historia, estos historia-
dores olvidan o evaden el rol del ser huma-
no comn, pequeo y, por tanto, annimo.
El conformista, pelcula del director ita-
liano Bernardo Bertolucci, no comete el mis-
mo error en su reflexin sobre el fenmeno
del rgimen fascista italiano de 1922 a 1943 y
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do Marcello decide pasar su luna de miel en
Pars, no es porque suee con la vista de la
ciudad desde la Torre Eiffel, a la que final-
mente ir su esposa sola. Su verdadero pro-
psito en tierras francesas es ejecutar las r-
denes de asesinar a un opositor al rgimen,
su viejo profesor universitario Enzo Tarascio.
El conflicto que generan en Marcello las ins-
trucciones de asesinar a un hombre que l
pareca admirar es revelado a travs de per-
turbadores flashbacks. La evocacin de mo-
mentos de la infancia del protagonista pre-
tende, con elementos claramente psicoana-
lticos, ser clave para explicar su dilatacin
para llevar a cabo la ejecucin del plan.
Sin embargo, Marcello se gana la con-
fianza del profesor y organiza una emboscada
en la que la polica secreta finalmente come-
te el asesinato. Ya que en ningn momen-
to el film explicita cules son los valores del
protagonista, el acto homicida se manifies-
ta no como un tpico problema de medios y
fines, sino como algo quiz peor: la accin
pasiva de un hombre que slo se limita a se-
guir rdenes, sin importar su naturaleza.
II.
Marcello Clerici es un perfecto y elabo-
rado ejemplo de la definicin del conformista.
Por un lado, acepta pasivamente los valores y
normas de la sociedad a la que pertenece. Por el
otro, se alinea pasivamente con las opiniones y
directivas de la autoridad oficial a que est some-
tido (Bobbio, Matteucci y Gianfranco, 1988: 71).
Su carencia valorativa le impide definir el pro-
psito de su voluntad, que slo puede seguir
los designios de la sociedad en la que vive.
As evade su latente homosexualidad,
insinuada en los flashbacks y en su relacin con
mujeres y amigos, y se casa con una mujer
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que no lo satisface emocional y sexualmente.
Esa ausencia de juicio propio lleva a
Marcello a desconocer la existencia de un l-
mite razonable en la aceptacin de la autori-
dad. La sumisin pasiva al rgimen fascista
termina con su involucramiento en el cruel
asesinato de un profesor al que apreciaba.
El mrito de El conformista es exponer
hasta qu punto el fracaso en la construccin
de un proyecto personal propio no slo limita
el desarrollo de la personalidad del individuo,
sino que esencialmente sostiene y aumenta el
poder de un aparato estatal como el que tuvo
Italia bajo el gobierno de Benito Mussolini.
En efecto, la caracterstica ideolgica del
fascismo italiano era su doctrina imprecisa, que
priorizaba la accin sobre la palabra (expuesto
excelentemente en la pelcula con la ayuda de la
fotografa de Vittorio Storaro), la disciplina so-
bre el dogma. Mussolini escriba en 1924: Los
fascistas tenemos el valor de rechazar todas las
teoras polticas tradicionales; somos aristcra-
tas y demcratas, revolucionarios y reacciona-
rios, proletarios y antiproletarios, pacifistas y
antipacifistas. Nos basta con tener un punto de
referencia: la nacin (Touchard, 1998: 608).
III.
En nuestro tiempo, el Estado ha llega-
do a ser una mquina que funciona prodigio-
samente, de una maravillosa eficiencia por la
cantidad y precisin de sus medios. Plantada en
medio de la sociedad, basta tocar a un resorte
para que acten sus enormes palancas y ope-
ren fulminantes sobre cualquier trozo del cuer-
po social, dijo Jos Ortega y Gasset en su cle-
bre La rebelin de las masas, donde adverta sobre
los peligros del Estado moderno (1996: 137).
Para el filsofo espaol las consecuencias
de la injerencia estatal eran claras: la sociedad
vivir para el Estado y la persona para la m-
quina gubernamental (Ortega y Gasset, 1996:
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139). En otras palabras, burocratizacin de la
vida que pierde su espontaneidad esencial. El
conformista manifiesta explcitamente estas con-
secuencias en el contexto del fascismo italiano,
aunque la reflexin no se agota en ese marco.
El final de la pelcula deja ver como,
una vez cado el rgimen de Mussolini aos
despus, el protagonista sale a la calle para
encontrarse con un viejo amigo fascista. Tras
una breve caminata escuchan una manifes-
tacin a favor del nuevo gobierno que vie-
ne en su direccin. Marcello no duda: acu-
sa a gritos a su amigo de colaboracionista
del fascismo y se integra a la muchedumbre.
Perdindose entre la multitud de an-
nimos, Marcello permite, una vez ms, que
el flujo inexorable de la historia siga su curso.
Bibliografa
Bobbio, Norberto; Matteucci, Nicola; y Pasqui-
no, Gianfranco (Eds.). Diccionario de poltica. Suplemento.
Mxico, Distrito Federal: Siglo XXI Editores, 1988.
Furet, Franois y Nolte, Ernst. Fascismo y co-
munismo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica,
1999.
Ortega y Gasset, Jos. La rebelin de las masas.
Barcelona: Ediciones Altaya, 1996.
Jean Touchard (Ed.). Historia de las ideas polti-
cas. Madrid: Editorial Tecnos, 1998.
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16 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
Los austrias mayores. poca
gloriosa
l comienzo del reinado de Carlos I en
1516 supuso la instauracin de una
nueva casa dinstica en la monarqua
espaola. El fin de la dinasta de los
Trastmara, de una fuerte raigambre medieval,
dio paso a su vez a una nueva forma de hacer
poltica bajo los preceptos del Humanismo. La
poltica de lazos familiares y herencias, junto
a la conquista del Nuevo Mundo hicieron que
el Imperio Espaol pronto tuviese territorios
en cuatro continentes y una extensin
prcticamente inabarcable.
El dominio sobre estas regiones fue
acompaado de la transmisin de una imagen
ulica orquestada desde la propia figura de los
monarcas espaoles. El emperador Carlos V1
mantuvo una corte itinerante y encabez los
ejrcitos facilitando la idea del dominio personal
sobre el territorio. Pero no efectu nicamente
una campaa poltica perfectamente orquestada,
sino que la poltica cultural siempre le fue de
la mano. Se rode de los mejores artistas del
1 A su ttulo de rey de Espaa desde 1516 se le sum el de empera-dor del Sacro Imperio Germnico desde 1520.
momento para crear una imagen del poder
representado en su persona, siguiendo los
usos de la Antigedad recuperados por los
grandes prncipes europeos del Renacimiento.
Sabemos que Alejandro Magno cont
con un escultor de la talla de Lisipo y de un
pintor como Apeles, de los que poco podemos
aportar a la hora de ensalzar sus grandes
cualidades artsticas transmitidas a travs de
los siglos mediante testimonios materiales
y escritos. Carlos V, conociendo tales
precedentes, quiso emular al gran Alejandro
contando con dos apoyos de talla similar. Tena
presente que sin representacin material, la
imagen pronto cae en el olvido del tiempo.
Para ello busc en el que por entonces era el
centro cultural y artstico de la poca: Italia.
En este lugar, el mejor retratista era
el pintor veneciano Tiziano, al que ofreci
trasladarse a Espaa para convertirse en el
retratista oficial del soberano. Nunca acept el
traslado, aunque s ocup dicho cargo, siendo
desde entonces el nico pintor al que estaba
permitido representar su figura. Tiziano cre
el modelo del retrato en la corona espaola,
aunando la tradicin artstica germnica, el
La semblanza del poder: Propaganda poltica a travs del arte
en la Casa de Austria
Por ngel Saiz
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PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 17
simbolismo del retrato italiano y continuas
referencias a la tradicin clsica. Tal fue el
xito de los modelos creados que fueron
tomados como referencia durante los siglos
XVI, XVII y parte del siglo XVIII hasta que
la instauracin de la monarqua borbnica
trajo consigo nuevos modelos franceses.
La pintura era la ms noble de la
artes debido a su mayor carga intelectual, sin
embargo, el uso de la escultura tiene unas
connotaciones bien distintas debidas al uso
de los materiales nobles, a la dignidad que
aporta una efigie en tres dimensiones y una
resistencia mucho mayor al paso del tiempo.
De entre todos los materiales nobles, el
mrmol y el bronce eran los ms importantes,
sobretodo este ltimo, ya que gracias a sus
condiciones de mayor perdurabilidad, impeda
que su figura se difuminase con el transcurrir
de los aos, iniciando, de esta manera, un
camino ms directo hacia la inmortalidad.
En Espaa era complicado encontrar
un artista que trabajase este tipo de materiales,
ya que, debido a la ausencia de un arte oficial,
la tradicin escultrica medieval elaboraba
obras fundamentalmente en madera para
abastecer a la Iglesia de mobiliario litrgico.
Para realizar obras en materiales duros
como la piedra o el mrmol era frecuente la
presencia de talleres itinerantes de artistas
italianos, franceses, flamencos o alemanes.
En las ciudades italianas de Roma y
Florencia trabajaban los grandes escultores
del Cinquecento, sin embargo, Carlos
V eligi a Pompeo Leoni, un broncista
milans menos conocido que se dedicaba
esencialmente a la elaboracin de medallas,
que con el tiempo demostr unas condiciones
excepcionales para la elaboracin de
esculturas en grandes dimensiones.
El resultado de este impulso
propagandstico del emperador fueron
ejemplos tan majestuosos como el retrato
ecuestre de Carlos V en la batalla de Mhlberg
de Tiziano, donde se representa al emperador
victorioso en una gran batalla, ataviado con su
armadura de gala mientras doma la furia de su
caballo con una gran templanza, presentndose
como la figura protectora de sus sbditos2.
En la vertiente escultrica, el ejemplo
ms impresionante es la representacin de
Carlos V y el Furor, de Leone Leoni. Esta figura
alegrica del emperador viene a representar
aproximadamente el mismo mensaje que
la obra de Tiziano, aunque con una lectura
ms abstracta. Su cuerpo completamente
desnudo en una composicin tremendamente
clsica, con herencia de la escultura griega,
que puede ser vestido con una coraza de
tipo romano. Bajo sus pies, una figura
demonaca que representa al Furor descrito
por Virgilio en el primer canto de la Eneida3.
Su cuerpo retorcido, pero tremendamente
bello, se coloca sobre una montaa de armas
abandonadas tras el fragor de la batalla.
En estas dos obras se resumen de
un solo vistazo todas las virtudes propias
2 Como se podr comprobar a lo largo del artculo, de entre to-das las modalidades de retrato, el ecuestre era el que aportaba una mayor dignidad al efigiado y el preferido por los monarcas de todas las cortes.3 Despus, abandonando las guerras, las generaciones feroces se humanizarn; la sagrada Fe y Vesta, y Remo con su hermano Quirino dictarn leyes; las funestas puertas del templo de la Guerra se clausurarn con slidas cerraduras de hierro; el impo Furor sentado dentro sobre las armas criminales y con las manos atadas a la espalda por cien nudos de bronce bramar con violen-cia con su boca ensangrentada (Virgilio, 1983: 50).
18 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
un buen gobernante. Justicia, fortaleza,
templanza, sabidura y, por supuesto,
belleza, siguiendo los ideales estticos
clsicos que unan indisociablemente el
concepto de bondad con el de belleza.
Felipe II hered la corona tras la
abdicacin de Carlos V en 1556 y su retiro al
monasterio extremeo de Yuste. Al contrario
que su padre, Felipe II opta por establecer
una corte fija y dota a sus palacios de galeras
dinsticas que reivindiquen el peso histrico de
sus antepasados, legitimando de esta manera
el establecimiento de la nueva dinasta real.
Dirigi una campaa de propaganda
ms orquestada, ya que, si bien Carlos V
contrat a los mejores artistas para difundir
nicamente su imagen de gran prncipe,
Felipe II lo que pretenda era crear una
imagen ulica de la monarqua espaola
como institucin, sobretodo de la nueva Casa
de Augsburgo, colocndose a la altura de la
amplitud territorial que tena bajo su dominio4.
Para ello encarg al arquitecto Juan de
Herrera el diseo del que se convertira en el
gran monumento de la monarqua espaola: el
Monasterio y Palacio Real de San Lorenzo de
El Escorial. Aparte de la importancia intrnseca
del edificio5, en su interior se desarroll un
amplio programa iconogrfico que respondiese
a los fines propagandsticos de los que estamos
hablando. En primer lugar hay que destacar
4 Las posesiones del Imperio germnico se haban quedado en manos de los Austrias alemanes.5 Se concibi como panten de los reyes espaoles, funcin que sigue desempeando actualmente. El anterior panten real esta-ba en la Capilla Real de Granada, un gran fracaso arquitectni-co que estaba muy alejado de la grandiosidad pretendida siendo construida adems en un estilo gtico ya desfasado. Para ello se inici un nuevo proyecto funerario para la Catedral de Granada, que nunca lleg a cumplir tales funciones por la construccin de El Escorial.
que se construy para conmemorar la victoria
de San Quintn sobre las tropas francesas.
La baslica se concibi como el
eje principal del edificio, lugar donde se
centraban todas la miradas y, por lo tanto, el
emplazamiento ms emblemtico. Dentro
de la baslica, el altar mayor concentraba la
mayor carga simblica al estar bajo la inmensa
cpula del edificio. Este fue el lugar donde se
decidi colocar los grupos escultricos de las
familias de Carlos V y Felipe II elaboradas por
Pompeo Leoni, el hijo del escultor personal de
Carlos V y escultor oficial del nuevo monarca.
Con la elaboracin de este programa
propagandstico surge adems una nueva
idea imprescindible, la vinculacin de la
monarqua a la religin catlica y a los nuevos
preceptos de la Contrarreforma elaborados en
el Concilio de Trento. Todos los miembros
de las dos familias reales se encuentran en
posicin orante mientras dirigen las miradas
al retablo elaborado por los mismos artistas.
Desde ese momento, El Escorial se convierte
en el centro de la monarqua espaola.
Los Austrias Menores:
decadencia poltica, cnit
cultural
La muerte de Felipe II supuso un
importante cambio en la imagen que la casa
real tendra desde entonces. El heredero Felipe
III renuncia a parte de su poder, cedindolo
al valido, nueva figura poltica encargada de la
toma de las decisiones, mientras el monarca se
dedicaba a otros menesteres menos relevantes
como la caza, el teatro y los juegos de corte. El
PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 19
Duque de Lerma encarn esta figura de valido
y tomaba las decisiones atendiendo en muchas
ocasiones a sus propios intereses personales
ms que al inters del reino. Es significativo el
hecho de que trasladase la corte a Valladolid
en 1601 donde tena la mayor parte de sus
posesiones e intereses econmicos, pero que
regresara definitivamente a Madrid en 1606.
Al igual que se produce un trasvase en
el poder, los usos de imagen propagandstica
de los reyes se trasladan a estos nuevos actores
polticos, que usan a los mismos pintores y
escultores que la casa real para crear su imagen
ulica. Un buen ejemplo lo encontramos en
los monumentos funerarios del Duque de
Lerma y su esposa en el Convento de San
Pablo de Valladolid, emulacin a escala ms
modesta de los conjuntos mortuorios de El
Escorial. Ms revelador del poder e influencia
que haban llegado a adquirir los validos
es el ejemplo del retrato ecuestre que hizo
Rubens del Duque de Lerma. La labor de
diplomtico del pintor le traer en numerosas
ocasiones a Espaa y en una de ellas se
efectu este magnfico encargo, que supera
con creces a cualquiera de las representaciones
que se realizaron de Felipe III en vida.
El rey no mostr ningn inters por
crear un programa orquestado para difundir
su imagen de soberano, conformndose con
la elaboracin retratos a cargo de los pintores
locales que en ese momento trabajaban en
palacio, muchos de los cuales ya trabajaron para
Felipe II. Sin embargo, encontramos algunos
ejemplos destacables de la idea propagandstica
que sobre el arte tena el monarca, como
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20 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
los cuadros religiosos que representan el
Nacimiento de la Virgen y el Nacimiento de Cristo,
pintados en 1603 por Pantoja de la Cruz
para el Palacio de la Ribera de Valladolid6.
En estas obras, los personajes sagrados estn
personalizados en la efigie de los miembros
de la familia real, conocidos como retratos a
lo divino. Pretenden una vez ms vincular a
la monarqua de los Austrias con la religin
catlica, reivindicando su origen divino y
estableciendo unos lazos tan fuertes que
podan permitirse el hecho de representarse
como miembros de la Sagrada Familia.
El reinado de Felipe III coincide con el
final del Renacimiento y el comienzo de la nueva
corriente esttica del Barroco. Ahora la imagen
mayesttica y austera del monarca adquirida
por sus predecesores perda importancia,
envolvindose en una serie de artificios
decorativos que exaltasen su grandiosidad y
riqueza. Los modelos creados por Tiziano
se repetan insaciablemente cubriendo a
los retratados de ricas telas y adornos que
hacen perder gran parte de la solemnidad
y sobriedad de los ejemplos anteriores.
Aunque la decadencia poltica comenzaba
a ser evidente, la vida cultural y artstica no slo
no se vio afectada, sino que por el contrario se
vivi el momento ms glorioso sobretodo por
el inmenso auge que alcanzaron las letras. No
hay que olvidar que en el reinado de Felipe III
escritores como Miguel de Cervantes, Francisco
de Quevedo, Lope de Vega o Caldern de la
Barca escribieron sus mejores obras, entre ellas
El Quijote. El inters de la corte por el teatro
permiti el gran desarrollo que alcanz el gnero 6 Este palacio era la residencia de recreo durante la estancia de la Corte en Valladolid.
y que se prolongara en el reinado posterior.
La corrupcin de la monarqua y del
desempeo del poder se hizo ms evidente
en la figura del rey Felipe IV, que al igual que
su padre renunci a sus funciones ejecutivas
delegando en su valido el Conde Duque de
Olivares. Los reales sitios se vieron poblados de
una corte de enanos y de entretenimiento para el
monarca que dedicaba gran parte de su tiempo
a la caza y a asistir a las funciones teatrales.
Si bien abandon sus obligaciones como
monarca opt por retomar la elaboracin de
una imagen majestuosa de la monarqua de la
Casa de Austria en el Saln de Reinos del nuevo
Palacio del Buen Retiro. La propia concepcin
del Palacio Real en el que estaba ubicada esta
estancia ya nos dice mucho del cambio de
mentalidad sufrida con esta nueva etapa de
la monarqua espaola. Se encontraba en el
Palacio del Buen Retiro de Madrid, una villa
de recreo ubicada en las afueras de la capital.
Lgicamente, el mayor empeo
iconogrfico del edificio se concentraba en el
saln del trono donde se recibiran las visitas
de los ms importantes mandatarios de todas
las cortes del mundo. Siendo conscientes de la
importancia estratgica de difundir la imagen
gloriosa de una monarqua y de un reino cada
vez ms dbil se desarroll un programa en
el que se ensalzaba la imagen de la familia
de Felipe III y del propio Felipe IV a travs
de una serie de retratos ecuestres realizados
por el gran pintor de corte Diego Velzquez.
El hecho de incluir la representacin del
difunto monarca y su esposa trataba de
restituir su deteriorada imagen y contribuir
a seguir la lnea propagandstica familiar
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abandonada parcialmente durante su reinado.
A estas efigies les acompaaban una
serie de pinturas que representaban las batallas
en las que los ejrcitos espaoles haban salido
vencedores durante sus reinados, realizadas por
los mejores pintores del momento. Sin embargo,
esta aparente exaltacin del poder supona
nicamente una mera mscara de la verdadera
situacin poltica que se estaba viviendo, en la
que las derrotas se sucedan una tras otra y las
victorias obtenidas eran de muy escasa relevancia.
Para una mayor reafirmacin de la imagen
del poder, se buscan los orgenes mticos de la
monarqua en la figura de Hrcules, el hroe
griego por excelencia y el primer rey legendario
de la corona espaola. Se pretenda completar
el programa iconogrfico con la representacin
de los doce trabajos de Hrcules encargados
al pintor Francisco de Zurbarn. Sin embargo,
por las propias limitaciones del espacio
arquitectnico, no pudieron desarrollarse los
doce trabajos, sino tan slo diez, suprimiendo
alguno de ellos y permitindose licencias como
la introduccin de otras hazaas realizadas
por el hroe en territorio espaol, aunque
no puedan considerarse como trabajos,
como por ejemplo la presencia de Hrcules
separando las montaas de Calpe y Abilia.
Sabemos que algunos de sus doce trabajos
se realizaron en la Pennsula Ibrica, como,
por ejemplo, el robo de los rebaos de Gerin,
pero tambin cuenta la mitologa cmo separ
la pennsula de frica con la fuerza de sus
piernas, representadas desde entonces como las
columnas de Hrcules que a da de hoy siguen
presentes flanqueando el escudo espaol.
No es este el primer caso en el que
Hrcules se vincula iconogrficamente con la
monarqua espaola, ya que en un ejemplo del
siglo anterior y tan importante como la fachada
de la Universidad de Salamanca7 ya est
representado. A travs de la figura del hroe se
persigue la presencia de una figura mitolgica
que muestre la grandiosidad de la institucin
monrquica desde sus mismos orgenes y haga a
sus sucesores poseedores de las mismas virtudes.
7 Del complejo programa iconogrfico de la fachada de la Uni-versidad de Salamanca una de las lecturas ms importantes que de ellas se puede extraer es tambin una exaltacin de la monar-qua espaola, buscando en sus orgenes mticos e histricos y con los Reyes Catlicos como principales protagonistas al haber conseguido la unificacin definitiva del reino, la culminacin de la Reconquista con la toma de Granada, la unificacin religiosa con la expulsin de los judos y el descubrimiento del Nuevo Mundo.
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Pero, aunque este sea el programa iconogrfico
ms importante desarrollado por Felipe IV,
no es la nica imagen suya que conservamos,
ya que su pintor de cmara Diego Velzquez
lo represent en innumerables ocasiones en
actitudes menos grandiosas que los retratos
ecuestres del Saln de Reinos, puesto que estas
obras se encontraban ubicadas en estancias
privadas de los distintos palacios reales. Algunas
de esas escenas aparecen en actitudes tan
distendidas como en sus partidas de caza en la
sierra de Guadarrama acompaado de su perro
o en escenas domsticas (impensables en pocas
anteriores) como Las Meninas, obra cumbre
de la pintura espaola y que originalmente
llevaba el ttulo de La familia de Felipe IV.
La decadencia de la monarqua no era
visible slo en la situacin de crisis poltica y
econmica que estaba sufriendo la corona,
sino que tambin era evidente en la propia
degeneracin de la sangre propiciada por
una poltica de enlaces matrimoniales entre
miembros de la misma familia para evitar
la posible desmembracin del reino. As,
prncipes herederos como Baltasar Carlos
o Felipe Prspero murieron a muy corta
edad, privando de un sucesor a la corona.
La situacin se agravaba con el paso de los
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aos y la avanzada edad de los monarcas.
El ocaso de la Casa de Austria
Finalmente, el joven prncipe Carlos
sobrevivi a los aos aunque con una salud muy
endeble, que le hicieron sufrir enfermedades
constantes a lo largo de su vida. A la muerte
de Felipe IV se convertira en el rey Carlos II
que tomara posesin de sus poderes tras unos
aos de regencias hasta alcanzar la mayora
de edad. Fue el ltimo de los reyes de la Casa
de Austria en Espaa, puesto que debido
a su esterilidad muri sin descendencia.
Aunque no emprendi ningn
proyecto arquitectnico grandioso, s que
tuvo un empeo especial en decorar
los sitios reales existentes.
Para ello cont con la
ayuda de Luca Giordano,
uno de los mejores
fresquistas italianos, y, sin
lugar a dudas, el pintor ms
famoso en la Europa del
momento. Mientras desarrollaba su trabajo en
Npoles (por aquel entonces bajo el dominio
espaol), Carlos II le hizo varios encargos
para completar las colecciones reales.
No conformndose con el trabajo en
la distancia, en 1692 fue llamado a la Corte
madrilea para realizar grandes frescos
en los reales sitios que an permanecan
sin decorar. Embarc ese mismo ao
en Barcelona y se dirigi directamente
a la Corte para presentarse ante el rey.
En muy poco tiempo termin la
bveda de la escalera principal del monasterio
de El Escorial con el tema de La gloria de la
monarqua espaola, una pintura alegrica en la
que aparece Carlos II mostrando a su familia
desde una balaustrada la apoteosis celestial
de Carlos V y Felipe II ofreciendo sus reinos
a la Santsima Trinidad en el centro de la
composicin. Su grandioso estilo barroco,
cargado de alegoras permita muy bien la
conexin de la pintura propagandstica con
la mitologa, las leyendas de sus antecesores
y la propia exaltacin religiosa, tan grata
a la conmocin de los sentidos de sus
sbditos con la consecuente aceptacin del
absolutismo monrquico respaldado por el ya
consolidado origen divino de la monarqua.
Para el Saln de Espejos del
Alczar Real de Madrid8 realiz un retrato
ecuestre del monarca y
de su segunda esposa que
completasen los retratos
de todos los reyes de la
Casa de Austria y aos ms
tarde una serie de cuatro
cuadros con el tema de
las Batallas de Fernando el Catlico.
De entre todas las obras realizadas por
Luca Giordano cabe destacar La apoteosis de
la monarqua espaola en el Casn del Buen
Retiro. En esta bveda se desarroll un
complejsimo programa iconogrfico de
exaltacin del poder monrquico, una vez
ms una mera mscara que camuflaba la
verdadera situacin poltica que se estaba
viviendo. En uno de los extremos de la bveda
8 Este palacio desapareci completamente tras el incendio sufrido en 1734, en el que se perdieron una gran cantidad de magnficas obras de arte. Se sospecha que fue incendiado a propsito por Felipe V para poder construir el nuevo Palacio Real de Oriente, ms acorde con la nueva imagen que quera transmitir de la monarqua.
Sin representacin
material, la
imagen pronto cae
en el olvido del
tiempo.
PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 25
se representa la entrega del Vellocino de Oro
por Hrcules a Felipe el Bueno, como origen
de la Orden del Toisn de Oro. Desde ese
momento se cuenta la historia del mundo con
la monarqua espaola como eje unificador.
La lnea de lectura del fresco es doble, por un
lado un recorrido geogrfico y por otro lado
cronolgico siguiendo una trayectoria Este-
Oeste aludiendo al movimiento del Sol.
Entre una serie de alegoras vinculadas a
la Ciencia, la Filosofa, las Edades del Hombre,
los dioses del Olimpo, el Cosmos destaca la
escena que representa la majestad de Espaa que
cierra la lectura del conjunto en el lado Oeste.
En los huecos que existen entre las ventanas se
representaron de nuevo los trabajos de Hrcules,
cuyo significado ya ha sido explicado, pero
que desgraciadamente no se han conservado.
Su escasa categora como gobernante
y su lamentable estado de salud sumieron
a Espaa en una franca decadencia que se
increment con la muerte de ste en 1700
que desembocara en la Guerra de Sucesin,
en la que sali victorioso Felipe de Anjou,
que pasara a la historia como Felipe V, el
primer monarca de la dinasta francesa de
los Borbones en Espaa. Introducir nuevas
modas artsticas de procedencia francesa,
considerndose anticuado todo lo relacionado
con la dinasta anterior e iniciando una
campaa de modernizacin esttica.
Bibliografa
Checa, Fernando. Felipe II: mecenas de
las artes. Madrid: Nerea, 1992.
Los Leoni (1509-1608). Escultores del
Renacimiento italiano al servicio de la corte de
Espaa. Madrid: Museo delirado, 1994.
Luca Giordano. Madrid: Aldeasa, 2006.
Museo Nacional del Prado. El retrato
en el Prado. Del Grego a Goya. Madrid: TF
Editores, 2006.
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MIRAME
Y pensar que detrs de cada teta hay un corazn. Hasta en esos pechos apretados que impiden el paso de una pulga.
Hasta en esos simulacros de valles mal regados. Hasta donde parece que no hay nada, hay algo.
Siempre. Y son dos. Y laten fuerte. Y justo te pide que la abraces cuando hay tormenta de sol.
Y cuando finalmente se chocan son tres, y no dos, las caras que te miran. Intercambian una mirada interminable.
Larga como una soga atada al cuello de una serpiente. Ahora tens sobrados motivos para sentirte observado.
Ferdydurke
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28 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
oy un fantico de los
avisoscomerciales de productos de
limpieza y cuidado personal. Por ello es
que al encender la tele me ejercito en el fino
arte del zapping invertido: en lugar de saltar
las tandas publicitarias para encontrar los
programas, eludo los programas para toparme
con spots de limpiavidrios, desodorantes,
trapos de piso, polvos y cremas emolientes.
A primera vista podramos coincidir
en dos grandes postulados que nuclean a la
mayora de los avisos de esta naturaleza: a) son
los ms estpidos e inverosmiles del repertorio
comunicativo mundial; b) son divertidsimos!
Pues bien, quin no se ha topado
alguna vez con comerciales fundamentados
en los siguientes pertrechos narrativos?:
1) Madre y/o esposa tan bonita como intil,
sola en casa, ensayando en cmara un muestrario
de mohines por no haber alcanzado la exitosa
limpieza de su hogar. Independientemente
de cul sea la mercanca promovida en el
aviso, el drama victoriano se resuelve cuando
irrumpe un hroe animado que le ensea a
la mujer el cmo, el porqu y el tambin de
sus pulcros beneficios a prueba de mentecatas.
2) Galn lampio que insiste en
afeitarse con la ltima y ms novedosa de
las herramientas podadoras, para luego
confirmarnos en primer plano que su piel
qued tan suave y tersa como antes de necesitar
la afeitada. En su versin femenina, refirase
a las hermossimas modelos que se empean
en depilar unas piernas que jams han
conocido un solo vello durmiente ni despierto.
3) Bebs que relajan sus despreocupados
esfnteres en el paal X, que es mejor que el
paal Y, aunque en paralelo Y diga que es mejor
que X, y aunque Z declame que sabe esconder
mejor que los anteriores lo que nadie desea que
cobre existencia a ojos ni narices del correcto
burgus. Un caso similar es el de los protectores
femeninos de distintas marcas que compiten
por hacernos saber quin logra acaparar ms
hectolitros de un sospechoso lquido azul.
4) Desodorantes personales que no slo
eliminan el sudor y sus nefastas consecuencias
sociales, sino que tambin, y gracias a sus
virtudes afrodisacas, disparan la libido del sexo
El detergente me invit a cenar
Por Natalio Stecconi
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PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 29
opuesto hacia lugares que rozan la ilegalidad.
Hay ms ejemplos, por supuesto.
Todos jocosos, ms o menos exagerados,
ms o menos fantasiosos. Estos comerciales
existen desde hace aares, y florecen
en casi todos los pases respetando un
esquema bsico o pattern que se adapta al
contexto espacial y cultural de aplicacin.
Nadie cuestionara racionalmente un
principio basado en la narrativa de ficcin. Quien
lo intente caer en una falacia esquizofrnica.
Todos sabemos que ningn superhroe
musculoso entrar por nuestra ventana vestido
con lycras de colores, calzoncillos, botas y capa
a decirnos qu limpiador debemos usar para
quitar la grasa difcil de la cocina. Discutir esto
sera igual a pararse en medio de una proyeccin
de Avatar para exclamar que los aliengenas
azules de tres metros no podran llevar una
cola con punta de flecos. De todos modos, y
aunque seamos concientes del recurso ldico y
fantstico de los avisos, el shock receptivo que
combina el desagrado de lo lamentable con la
humorada de la idiotez sigue vigente. Por qu?
Porque a los dos postulados mencionados
anteriormente hay que agregarles un tercero y
capital: c) los avisos de productos de limpieza
y cuidado personal se construyen sobre una
concepcin del poder que es inherente a la
relacin triangular del individuo consigo mismo,
con su ambiente, y con sus prjimos. Y este tipo
particular de poder, en el marco de la industria
cultural, es redundantemente exagerado.
Cada vez que una mujer se desespera en
cmara por no poder asear su casa, ms bien
est lamentndose de su incapacidad para
subyugar el medioambiente fsico y familiar. El
ama de casa de la publicidad requiere siempre
de un tercero (real o animado) que le alcance
el novedoso fetiche que le permitir recuperar
el dominio de su imperio telrico. Este
tercero (amiga sabia y solidaria, superhroe
en pantaletas, locutor en off, dibujo animado
3D) transfiere a la necesitada el poder de
su conocimiento hecho producto, que ser
usado ms tarde para provocar la felicidad
propia (autosatisfaccin) y ajena (admiracin),
construidas sobre la capacidad de despojar
30 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
a los objetos circundantes de aquello que no
les est permitido tener ni mostrar: la mugre.
De la misma manera ocurre con los
productos de cuidado personal: usamos el
desodorante, las cremas y los champes para
demostrarnos a nosotros mismos y a los dems
que contamos con el poder de ser pulcros, de
agradar, de estar a la moda, de ejercer nuestro
dominio sobre la suciedad, el mal olor, el
paso de los aos, la opacidad, el descuido,
el desborde, lo grotesco y lo asqueroso.
En avisos de productos de esas
caractersticas se lleva el poder a un grado
hiperblico: no es aseado y pulcro el que quiere,
sino el que puede; y como el que puede parece
no haberse dado cuenta de ello, requiere
entonces la ayuda de un factor educativo que
le transfiera su autoridad sin dejar lugar a
equivocaciones. Ese factor es la publicidad.
Revisemos el concepto. A muchos
de nosotros se nos ha enseado que no
necesitamos ser ricos para ser limpios, lo cual
lleva escrito, en la otra cara de la moneda,
que la pobreza es tolerable mientras nos
cepillemos los dientes cuatro veces por da.
Se nos adoctrin en el paradigma de que la
limpieza es una cuestin de querer, no de poder.
Evitemos discutir ahora el simplismo de
esta visin paradigmtica para llegar al clmax
narrativo de la peculiaridad publicitaria.
Puesto que la limpieza y el cuidado corporal
suponen la obtencin de un poder sobre uno
mismo, sobre el ambiente y sobre los dems, el
mensaje enfatiza el lado oscuro de este ideal:
la carencia de ese poder genera inseguridad,
debilidad, envidia y, en el ltimo de los
subsuelos, un destierro cultural. La publicidad
nos dice que no basta con querer, si ese deseo
no viene acompaado de una capacidad de ser
y tener. Y cul es la mejor forma de exponer
el poder sobre el querer? Muy fcil: creando
situaciones tragicmicas en las que incluso los
tontos, los lampios, los bebs, las caricaturas
y los animalitos son capaces de elevarse
por encima del receptor medio (nosotros,
ciudadanos, consumidores) para alcanzar
un nivel de comprensin, uso y dominio de
la realidad que ranse de Alejandro Magno.
Dnde radica el mayor de los poderes de
esta especie de comerciales? Pues en manejar
los hilos de nuestra autopercibida superioridad,
y de nuestro irrefrenable deseo de consolidar y
mantener esa superioridad. Cada vez que nos
mofamos del aviso en el que un detergente le
habla al ama de casa ingenua, o nos remos del
protagonista que corteja a dieciocho mujeres
luego de echarse desodorante, estamos
probando el delicioso anzuelo de la sumisin.
Nos hemos olvidado de que el yo puedo
generado por la publicidad es el hijo clown del
porque primero te hice creer que sos superior
a m y a los actores de mi espectacular show.
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NIRVANA El asceta ama hasta sus pelotas. Hasta el hartazgo. Y no duerme l sobre retazos de seda. Mantiene su ego anestesiado ah en el huequito de una muela ausente. Es encantador cmo se sacrifica el santn con muestras de fuego aguantando toda una vida en una pata y negndole a un ojo (uno solito) otras deidades ms carnales, terrenales de igual naturale-za. Es devastador verlo sonrer cuando su condicin no es sana. No come, no bebe. Medita vido sobre la cima de una montaa. Entra en trance, tiene su culo adormecido. Sonidos de tranva anuncian necesidad. Se retuerce como un saquito de t y a las cuentas de su col-lar se les une el ombligo formando un pentagrama famlico cargado de un lenguaje ftil. La carne le pesa al esqueleto y el esqueleto punza la carne. Hay amor, hay deseo. Ay, dolor. Anudado hasta la cresta se mufa y se inflan de ganitas los orificios de su nariz. Ac no hay globo que aguante, ac hay 108 razones por las que descarga y te nombra y te nombra y te nombra y despierta de su letargo. Mueve su viborita al comps del tab. Se tambalea la viborita de un lado al otro y rompe la cesta. Se extiende en zigzag por el suelo querindose enroscar su propio cuello. Metstasis musical. Se yergue salu-dando al sol y acaba con el hombre escondiendo pruebas del nirvana debajo del tapiz.
Jade en Degrad
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No te parece en verdad paradjico que un
argentino casi enteramente volcado hacia
Europa en su juventud, al punto de quemar las
naves y venirse a Francia sin una idea precisa
de su destino, haya descubierto aqu, despus
de una dcada, su verdadera condicin de
latinoamericano? (Cortzar, 1987: 269).
El argentino flaco y desgarbado que parti de Buenos Aires en 1951 poco tuvo
que ver con el que muri en Pars en 1984.
El que se fue de su pas, disconforme con el
peronismo naciente, vea al poder como una
imagen difusa que se deba esquivar para no
tener problemas. El escritor maduro que fue
enterrado en el cementerio de Montparnasse
era alguien que miraba al poder de frente, lo
criticaba, lo analizaba, lo tena entre manos.
Haca con l lo que mejor saba hacer:
cuestionarlo.
En Apocalipsis en Solentiname
(1977) Cortzar plantea abordar el arte
latinoamericano desde una visin naif de la
realidad o testimoniar el horror. En el cuento, el
narrador es un escritor argentino llamado Julio
Cortzar que vive en Pars y visita Nicaragua
en plena revolucin sandinista. Solentiname
era la isla nicaragense donde el sacerdote
y poeta de ese pas Ernesto Cardenal haba
creado una comunidad de campesinos que se
autoabastecan vendiendo tapices y pinturas.
Cuando Cortzar escribe
el cuento, la comunidad de
Solentiname haba sido destruida por
los soldados del dictador Anastacio
Somoza. Pero en lugar de escribir
una denuncia panfletaria, concentra
todo el efecto del relato en las
vivencias del protagonista, un lter
ego del escritor, que fotografa los
lienzos pintados por los campesinos
en ocho rollos de fotos.
Con horror descubre que
donde l crea que iba a volver
a ver la pintura ingenua de los
campesinos, los escenarios han sido
transformados: aparecen imgenes
del horror, de la muerte y de la
tortura que viven algunos pases
latinoamericanos en ese momento.
Entonces, comprende que ha tomado
la realidad, no la pintura, aquello
que subyaca en aquella frgil utopa
como una amenaza (Cortzar,
2006:121).
JULIO CORTZAR: DE LA FANTASA LITERARIA AL COMPROMISO POLTICO
POR FERNANDO PITTARO
34 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
Y as fue como Cortzar dej de ser el
escritor hermtico de mundos fantsticos para
transformarse en ese escritor comprometido
que senta la necesidad de contar, siempre
camuflado en su pluma, lo que ocurra a su
alrededor.
Lo que el escritor
comprometido debe hacer es, sin
renunciar a su proyecto artstico,
sin simplificar sus hermetismos,
enfrentarse a esa realidad atroz
y representarla. En el ejercicio
literal del fotgrafo/escritor en
Apocalipsis en Solentiname, se debe
revelar el Apocalipsis que est
detrs de los paisajes buclicos y la
mirada prstina de los habitantes
del continente (Paz Soldn y
Favern Patriau, 2008: 13).
Nicaragua fue su ltima esperanza
de revolucin triunfante. Viaj en reiteradas
ocasiones y se comprometi ntegramente
con el proyecto del Frente Sandinista de
Liberacin Nacional que desaloj a Anastasio
Somoza del gobierno en 1979. Un da antes
de morir, Cortzar pudo ver, casi como una
mueca del destino, el ejemplar de su novela
casi pstuma: Nicaragua, tan violentamente dulce.
Nunca dej de escribir. Pero, s cambi
la forma de hacerlo, la realidad lo oblig a
tomar decisiones estticas diferentes. Ahora
el mbito fantstico le daba lugar al debate
poltico, a la trinchera ideolgica, produciendo
una fractura entre el escritor de los mundos
cerrados y aquel que levanta las banderas de
los que no tienen voz.
El compromiso poltico fue la
locomotora que encendi su mquina literaria
hasta convertir su creacin artstica en prosa
poltica.
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PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 35
El 29 de octubre de 1967 Cortzar estaba
en una reunin de la Unesco en Pars cuando
le lleg la noticia que le arranc ms lgrimas
que letras. Haban fusilado a Ernesto Che
Guevara en plena selva boliviana. Ese mismo
da su colega cubano Roberto Fernndez
Retamar le pidi que escribiera un homenaje,
pero no pudo porque un silencio se apoder
de l:
...en una oficina donde se segua con la rutina
de siempre, me encerr una y otra vez en el
bao para llorar; haba que estar en un bao,
comprends, para estar solo, para poder
desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del
buen vivir en una organizacin internacional.
El Che ha muerto y a m no me queda ms que
silencio, hasta quin sabe cundo; como si uno
pudiera sacarse las palabras del bolsillo como
monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy
vaco y seco, y caera en la retrica (Cortzar,
2006:97).
Ya cuando junt fuerzas transform
el silencio en versos y apareci el esperado
homenaje en forma de poema:
Yo tuve un hermano
no nos vimos nunca
pero no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dorma
Lo quise a mi modo
le tom su voz
libre como el agua.
Camin de a ratos
cerca de su sombra.
no nos vimos nunca
pero no importaba.
Mi hermano despierto
mientras yo dorma.
Mi hermano mostrndome
detrs de la noche
su estrella elegida.
Rayuela, quiz su obra ms ambiciosa y
reconocida mundialmente, apareci en junio
de 1963. A fines de ese ao, Cortzar viaj a
Cuba como jurado del Premio Literario Casa de
las Amricas. ste pas caribeo ya lo conoca
porque en 1961 fue con amigos y descubri, por
primera vez, su afiliacin latinoamericana. En
ese momento empec a comprender que los
libros deben llevar a la realidad y no la realidad
a los libros, con el perdn de Mallarm a quien
quiero tanto (Cortzar, 2006 :94).
La Revolucin Cubana del 1 de enero
de 1959 haba cautivado a Cortzar como a
la mayora de los intelectuales de la poca.
Algunos se fueron distanciando de la gesta de
Fidel Castro y el Che Guevara, pero Cortzar
mantuvo hasta el final su afinidad con la
revolucin, aunque se permiti disentir en
varios aspectos del rgimen, como cuando
detienen en La Habana al poeta Heberto
Padilla en 1971.
El mundo estallaba en protestas
estudiantiles y consignas revolucionarias que
se sintetizaron en el Pars de 1968. El propio
Cortzar particip de la revuelta y con un grupo
de compatriotas realiz la toma simblica del
36 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
pabelln argentino
en la Ciudad
U n i v e r s i t a r i a
El contexto de
militancia poltica
y efervescencia
social comienza
a reflejarse
claramente en
sus publicaciones.
La metamorfosis
poltica y literaria
del hombre nacido
accidentalmente
en Blgica
empezaba a tomar forma.
En 1969 aparece publicado en Mxico
ltimo Round. Hay ficciones pero tambin
poemas y textos annimos recogidos en las
calles y en las facultades parisinas durante los
das de la revuelta estudiantil. Adems, aparecen
reflexiones sobre el erotismo que retoman la
lnea de algunos textos de Rayuela. Es un libro
donde se mezcla lo actual con lo literario, sin
que por eso pierda estilo. Y, en este caso, el
estilo se concentra en esta nueva actitud de
Cortzar: el mundo est ah, solamente hay
que nombrarlo (Cortzar, 2006:98).
La dcada del setenta encuentra a
un Cortzar ms poltico que escritor. Los
sucesivos golpes militares que sufre la mayora
de los pases del Cono Sur (en especial Chile,
Uruguay y Argentina) lo ponen en guardia y
empieza un largo recorrido por todo el mundo
denunciando las violaciones a los derechos
humanos en esa parte del continente a travs
de conferencias, aportes periodsticos y con su
participacin en el
Tribunal Russell II
con sede en Roma.
En 1973
aparece el Libro
de Manuel, tal vez
una de las novelas
ms polmicas
del universo
c o r t a z a r i a n o .
Detractores y
a d m i r a d o r e s
posaron sus ojos
sobre ella. As
era la literatura
militante de Cortzar por aquellos tiempos.
Poda gustar o no, pero nunca pasaba
desapercibida. Los crticos ms acrrimos la
tildaron de obra menor y de ser ms poltica
que literaria. Y eso era lo que verdaderamente
quera lograr Cortzar, una literatura
provocativa con fuerte sesgo ideolgico.
Yo no s si llamarlo un libro poltico.
sa es una palabra que me da un poco de
miedo, porque poltica es una cosa muy
profesional y muy precisa. Yo creo que es un
libro que una vez ms contina una especie de
apertura ideolgica en la lnea socialista que yo
veo para Amrica Latina, y adems una especie
de pre-crtica a todas las equivocaciones que
suelen cometerse cuando se intentan y realizan
revoluciones(Cortzar, 1994: 11-12).
El propio Cortzar fue muy crtico con
el proceso de construccin del Libro de Manuel,
su obra ms visceral, una historia que propona
que la revolucin fuera hecha con humor y
nadie supo entenderlo. Tal vez fue demasiado
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ara
ra
mo
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PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 37
En 1983 era consciente de que la muerte
lo andaba rondando. A esa altura resultaba
imposible escindir al escritor del militante,
eran uno solo en cuerpo y alma. Pero, Cortzar
sigui su periplo quijotesco, aunque su salud
lo jaqueaba. En el ltimo viaje que realiz a
Nicaragua no slo puso la pluma al servicio de
la causa sandinista, tambin entreg el cuerpo.
Decidi ingresar a la zona de la contraguerrilla
somocista, en la frontera hondurea.
Hasta el final sigui con la idea fija en
la cabeza. Esa que deca que para testimoniar
la barbarie del poder o la gesta de la causa que
defenda haba que estar en el lugar, sentir y
latir como ellos.
Si nos quedamos con la imagen mental
del Cortzar escritor, asptico, prolijo; autor
de clebres obras de ficcin, nos perdemos
gran parte de su integridad humana y artstica.
Dejaramos de lado su etapa ms madura, su
faceta ms visceral. Esos aos en donde decidi
unir la pluma y la palabra para indagar sobre el
mundo que lo rodeaba y cargarse al hombro la
cotidianeidad que lo azotaba.
Bibliografa Cortzar, Julio. Acerca de la situacin del intelectual latinoamericano. ltimo round. Mxico: Siglo XXI, 10 ed, 1987. Cortzar, Julio. Libro de Manuel. Mxico: Alfaguara, 1994. Cortzar, Julio. Protagonistas de la cultura argentina. Buenos Aires: Aguilar, 2006. Cortzar, Julio, Palabra de autor: cartas de Julio Cortzar. Buenos Aires: Alfaguara, 2004. Cortazar Julio, Entrevista con Joaqun Soler Serrano, A fondo, TVE, 1977. Paz Soldn, Edmundo y Favern Patriau, Gustavo. Bolao Salvaje. Barcelona: Editorial Candaya, 2008.
revolucionario.
Es el peor de mis libros, porque yo soy
muy vago para escribir, escribo cuando me da
la gana y me tomo todo el tiempo necesario. Y
cuando empec con el Libro de Manuel, lo hice
como si me lo hubiesen encargado, y me lo
encargaba yo mismo como argentino porque
era el momento de la dictadura de Lanusse y
era el momento que empezaba en Argentina
esa escalada de violencia que llev a hacer de la
tortura no slo una institucin sino una tcnica
tan absolutamente monstruosa que va ms all
de toda descripcin.
Ese libro fue una tentativa de escribir
una novela porque yo no he nacido para
escribir literatura poltica, no soy un poltico.
Ante determinada situacin yo puedo decir
lo que pienso de una manera, y mi manera
es literaria. No tena ningn sentido escribir
un panfleto poltico, hubiera sido malo y no
hubiera tenido ninguna eficacia. Ese libro
estaba destinado a ayudar en el plano prctico
a los prisioneros polticos de la Argentina. Yo
no quera derechos de autor porque entenda
que un escritor no poda ganar dinero con ese
tema. Yo quera dar ese dinero a una causa til,
y la causa til era la gente que estaba sufriendo
en las prisiones argentinas. Una de las cosas
que ms me conmovi fue que con el dinero
de ese libro las madres de muchachos que
estaban presos en la crcel de la Patagonia, lo
cual supone un viaje muy largo y muy costoso,
los abogados alquilaron una serie de autobuses
y llevarse a las familias a visitar a los presos.
Es decir, el libro continuaba, continuaba en la
vida (Entrevista con Joaqun Soler Serrano, A
fondo, TVE, 1977).
38 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
Mrala a la cara
La primera fue un relmpago seguido de una patada en el estmago que nos hizo soltar el poco aire que nos quedaba
en una frase de despedida sin adis.La segunda fue un reencuentro sin saludo que nos hizo coger aire para hablarnos y convencernos de que aquello
fue un adis y de que aquello no era un reencuentro.Las terceras siguientes nos buscbamos como leones ham-brientos, nos olamos como animales, nos devorbamos como nosotros y nos despedamos sin adis, porque saba-
mos que volveramos a la segunda de nuevo.
Curiel
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sabe
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da
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ebido a los mecanismos sis-
temticos de exclusin de la
mujer en la formacin bsica y
superior a nivel prctico y los
mecanismos tericos, ideolgicos y pseu-
do-cientficos que sustentaron esta exclu-
sin institucionalizada, la mujer no pudo,
durante siglos, adquirir las bases necesa-
rias para acceder a puestos de poder. El
largo y difcil camino hacia la igualdad
educativa de hombres y mujeres muestra
la tutela forzosa y el podero del hombre
sobre la mujer, considerada natural y ne-
cesaria. El presente artculo no puede consti-
tuirse como documento investigativo comple-
to, ya que tiene que dejar de lado la compleja
historia poltica de Alemania, para aadir slo
dos ejemplos, la divisin territorial y religiosa
del pas, pero muestra a partir de tendencias
generales de la educacin femenina, las bases
de una sociedad e historia dominada por el
sexo masculino. Los resultados dejan entrever
un entramado social complejo en el que la mu-
jer mayoritariamente fue delegada a ser huma-
no inferior. Con seguridad, aunque hablamos
aqu del caso alemn, muchos resultados se de-
jan extrapolar a otros pases europeos, aunque
habr que considerar las peculiaridades hist-
ricas, socio-polticas y culturales de cada uno.
Durante la Edad Media, la imagen de
la mujer se redujo bsicamente a tres estereoti-
pos- Bruja, Eva y Mara- todos ellos de
impronta claramente religiosa. Los dos prime-
ros llevan intrnsecos una clara connotacin
negativa, representando el primero las fuerzas
oscuras y peligrosas que emanan supuesta-
mente de la mujer y el segundo, el poder del
atractivo femenino sobre el hombre, que supu-
so la expulsin de la humanidad del paraso y
el inicio del pecado original, estigmatizando al
ser humano desde el nacimiento. El tercer es-
tereotipo hace referencia a una imagen casta y
virginizada de la mujer que lleva asociada ade-
ms el rol de la madre caritativa y sacrificada.
En lo que a posibilidades reales de es-
tudio se refiere, en la Edad Media toda la edu-
Dies diem docet: Disce (Un da ensea a otro: aprende)Crnica de la marginacin educativa femenina en Alemania
Por Bernadette Paa
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40 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
cacin qued relegada a los monasterios. La
mujer sabia slo era aceptada si perteneca a
mbitos como el monasterio o la Corte. Sobre
todo en los siglos X, XI y XII el monasterio
femenino se convirti en el lugar predilecto de
educacin femenina aunque destinada mayori-
tariamente a la mujer noble y aristcrata donde
sta aprendi a leer, escribir, coser e hilar. No
obstante, durante la mayor parte de la Edad
Media todava no exista
una educacin especfica
y diferenciada por gnero.
El punto de inflexin lleg
con la diversificacin de la
educacin a partir del si-
glo XIV en universidades
y liceos a los que desde
el principio el acceso de
la mujer fue vetado. Es a
partir de entonces cuando
la educacin femenina y
masculina tom definiti-
vamente vas separadas.
En el siglo XV se
extendieron en el territo-
rio alemn el Humanis-
mo y la Reforma, cada cual con efectos sin-
gulares sobre la imagen y la educacin de la
mujer. El humanismo alemn se interes poco
por la educacin de la mujer. La literatura pe-
daggica alemn humanista slo menciona la
educacin femenina cuando sta fuese necesa-
ria para el bienestar de la familia centrada en la
figura del hombre. Una excepcin, sin embar-
go, la encontramos en la figura de Erasmo de
Rotterdam que recomend la educacin de la
mujer en todas las reas del conocimiento. No
obstante, el fin ltimo de este conocimiento es-
taba destinado a salvaguardar la castidad y la
preservacin ntegra de la mujer. A diferencia
de los ideales del Humanismo, la Reforma pro-
pag que fuera necesario un mnimo de educa-
cin en todas las clases sociales para poder leer
y entender la Biblia, y de este planteamiento
no se exclua a la mujer. Los propulsores de la
reforma y sobre todo su padre, Martn Lutero,
perseguan la educacin
a nivel general, pero sta
debera limitarse slo a
un mnimo necesario.
Aunque Lutero
recomienda la educa-
cin de la mujer, es tam-
bin uno de los mayores
propulsores de una edu-
cacin especficamen-
te separada por sexo,
ya que la educacin de
la mujer debera estar
destinada a educar a los
hijos, organizar la casa
y conocer las Sagradas
Escrituras. Si compa-
ramos el esfuerzo por la educacin femenina
de la Reforma con los territorios catlicos de
Alemania, la balanza se inclina claramente a
favor de la Reforma, porque en las partes ca-
tlicas slo determinadas rdenes religiosas
se ocuparon de forma minoritaria de la edu-
cacin de la mujer. Sin embargo, no debemos
olvidar que tambin la Reforma aleg que la
mujer debera adquirir un nivel de estudios
bsicos, no estudios superiores y que se exi-
ga por vez primera una formacin especfica-
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PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III 41
mente separada por gnero en la que se rele-
ga a la mujer a ciertas reas de conocimiento.
A la entrada del siglo XVII se desaten-
di el tema de la educacin de la mujer, ya que
la guerra de los 30 aos haba devastado el pas.
Pero en el transcurso de este siglo surgi una
disputa hoy conocida como Querelle des Femmes
que muestra que el tema de la educacin de la
mujer al menos fue tematizado. Inicialmente
se trata de una disputa sobre el ideal femeni-
no, pero en este contexto tambin se discuti
sobre las facultades intelectuales y ticas de la
mujer. Aunque tenemos constancia de algunos
escritos de corte ms progresista, la mayora de
los escritos concluy -basndose en un pasaje
bblico del Gnesis- que la facultad mental de la
mujer era inferior a la del hombre y limitada
por naturaleza. Aunque se atribua a la mujer la
facultad de la memoria, la mujer hecha sobre
todo en falta el ingenium y el iudicium, facultades
indispensables para poder formarse en ciencia.
Dejando de lado esta disputa terica, la
mujer, a nivel prctico, segua sin poder acce-
der a instituciones de educacin superior. La
educacin de la mujer, bsica y superior, de-
penda bsicamente de la voluntad del padre
y del marido. Existe, sin embargo, un mbito
en el cual la mujer educada fue al menos to-
lerada. Se trata de ciertos crculos intelectua-
les y de mujeres que pertenecan a familias de
larga tradicin cientfica por lo que las hijas
de estas familias muchas veces podan partici-
par en las clases impartidas a sus hermanos.
Estas chicas llevaron asociadas el ideal de la
gelehrte Frauenzimmer (chica sabia), pero no de-
bemos de olvidar que su puesta en prctica
afect con seguridad a grupos sociales muy
restringidos. La influencia de este ideal en gru-
pos sociales ms amplios es ms que dudosa.
En el siglo XVIII existe una tendencia
unitaria en Alemania de separar lo pblico y
lo privado y la mujer fue claramente relegada
al segundo mbito. A los escritos pedaggi-
cos de la poca les une una idea central en lo
que al gnero femenino se refiere: la esposa
complaciente y servicial. Aunque ya no se
negaba que la mujer debera adquirir un m-
nimo de educacin, el enfoque se puso en este
momento en el contenido. La formacin de
la mujer no era considerada un fin en s mis-
mo, que podra ser la autorrealizacin, sino
un medio para lograr un fin determinado: ser
una complaciente y servicial esposa, centrada
en su deber hacia el hombre y la familia. La
mujer burguesa era la educadora de la futura
generacin y en las veladas sociales, su gran
cometido era mantener la conversacin, por lo
que le fue exigido un cierto nivel de conoci-
miento general. La educacin de la mujer fue
subordinada a estos fines y encaminada hacia
la racionalidad prctica y el saber til para rea-
lizar sus deberes y obligaciones naturales.
El siglo XIX ofrece un ideario algo ms
heterogneo acerca de la formacin de la mu-
jer. Aparecieron voces, femeninas y masculi-
nas, que exigieron la mejora de la educacin
femenina alegando que las facultades mentales
de ambos eran iguales. Adems, se puede cons-
tatar un incipiente movimiento feminista que
interceda a favor de los derechos de la mujer
y de la mejora de su educacin. Sin embargo,
tambin se mantena la argumentacin peda-
ggica del siglo XVIII que adems del aspecto
42 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
cultural y social incluy explicaciones pseudo-
cientficas basadas en el incipiente estudio de la
psicologa y el estudio anatmico del cerebro.
A principios de siglo segua dominando
la imagen femenina retrgrada basada en el
triple estereotipo, ama de casa, esposa y ma-
dre. La construccin del carcter del gnero
polarizada que impregn la pedagoga atribua
a la mujer cualidades tales como debilidad,
castidad, conveniencia, entrega y pudor a las
que la educacin femenina se subordin. La
formacin de la mujer burguesa fue conside-
rado algo necesario, pero destinada, como en
el siglo anterior, a un nico fin: la preparacin
de la mujer para su futura labor en la casa.
A mitades del siglo empezaron aflorar
propuestas emancipadoras, un ejemplo de
aquello son los escritos de Theodor G. von Hi-
ppel, pero tambin tuvieron mucho xito argu-
mentaciones antifemeninas que basndose en
el estudio anatmico del cerebro alegaron que
existen diferencias naturales entre hombres y
mujeres en lo que facultades intelectuales se re-
fiere. Un claro ejemplo es Paul Julius Mbius
quin en su escrito Inferioridad mental de la
mujer defiende la deficiencia e inferioridad
intelectual de la mujer. Base de su argumen-
tacin es que en la mujer estn menos desa-
rrolladas ciertas porciones del cerebro de suma
importancia para la vida mental y esta[s]
diferencia[s] existe[n] desde el nacimiento. Esta
tesis es de suma importancia, ya que al consi-
derar que las diferencias entre sexo existen por
naturaleza, cualquier tipo de educacin de la
mujer se convierte en intil. Mbius consider
adems que la mujer injusta por corazn, [se]
re dentro de s misma de la ley y lo viola cuan-
do el miedo y adiestramiento lo permiten.
A parte del ideario terico -bastante he-
terogneo- el siglo XIX es de suma importan-
cia para el avance de la educacin femenina.
La educacin primaria no slo fue recomen-
dada, sino que se hizo un serio esfuerzo por
parte del Estado para extenderla a toda la po-
blacin, tanto en territorio protestante como
catlico. La disputa se centr entonces en la
mejora de la educacin secundaria de la mu-
jer, imprescindible para poder acceder final-
mente a la universidad. Pero las exigencias de
que la mujer pudiese acceder tanto a la edu-
cacin secundaria como a la universidad, no
llegaron a hacerse realidad hasta finales del
siglo XIX y principios del siglo XX. No obs-
tante, a mitad del XIX, se permiti en unas
pocas universidades que la mujer participara
en las clases en calidad de oyente. A finales
de siglo, se instituyeron por vez primera cursos
privados de bachillerato y de preparacin para
la universidad. El primer estado alemn que
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finalmente permiti la admisin regular de la
mujer en la universidad fue el Gran Ducado
de Baden en 1900. En los siguientes aos si-
guieron la iniciativa tanto Sachse como Bavie-
ra y en 1908 Prusia, Hesse y Alsacia-Lorena
permitieron la matriculacin de la mujer en
las universidades. El derecho de admisin de
la mujer en las universidades prusianas lleg
de la mano de toda una iniciativa legislativa
acerca de la educacin que adems reconoci
oficialmente los institutos de educacin se-
cundaria para chicas y dict que estos podan
expedir certificados oficiales de bachillerato.
En conclusin, podemos constatar que
la educacin bsica de la mujer ya no fue dis-
cutida en el siglo XIX, relegando la disputa
a la educacin superior. Cierto es que exis-
ta una pujanza activa y la exigencia firme de
que la mujer pudiera acceder a la escuela se-
cundaria y a la universidad. Pero tambin es
cierto que durante buena parte del XIX se
mantuvo una pedagoga conservadora en lo
que a educacin femenina se refiere. Por lo
tanto podemos constatar cierta bipolaridad
y heterogeneidad a nivel terico y prctico.
El primer gran inciso lleg con la Re-
pblica de Weimar, constituida despus de la
Primera Guerra Mundial, en la que la mujer
accedi a la igualdad formal y poltica. Por
vez primera la mujer poda ocupar puestos
de funcionaria pblica. La situacin y los de-
rechos de la mujer aumentaron considerable-
mente y obtuvo libre acceso al mundo laboral,
la educacin bsica y secundaria y tambin
a las universidades. En 1920 fue concedi-
do a la mujer el derecho a habilitarse, es de-
cir convertirse en profesora de universidad.
Sin embargo, a causa de la crisis eco-
nmica mundial del 1929 lleg un importan-
te punto de inflexin. El resentimiento con-
tra la mujer acadmica y trabajadora aumen-
t considerablemente. Se inici una campaa
contra los Dos Sueldos al considerar que la
mujer, en el difcil mercado laboral, robaba
los puestos de trabajo al hombre por lo que
se la hizo responsable del creciente paro den-
tro de la poblacin masculina. En consecuen-
cia, aparecieron muchas voces que exigieron
de nuevo restricciones para limitar su acce-
so a la universidad y al mundo laboral. Esta
tendencia fue ampliamente explotada bajo
del rgimen nacionalsocialista, pero el origen
de esta argumentacin encontramos durante
los ltimos aos de la Repblica de Weimar.
Aunque a la mujer le fue concedido el
derecho a la educacin bsica bajo el espri-
tu nacionalsocialista y fue exigida su partici-
pacin activa en la Hitlerjugend (Juventudes
44 PERIPLO JUNIO 2010 Vol. III
Hitlerianas), bajo la Alemania Nazi fueron
disueltas todas las asociaciones femeninas y
el ideal femenino que impregn toda la pro-
paganda nacionalsocialista no era otro que
el de la madre. El fin de la mujer alemana
era procrear descendencia pura y heredita-
riamente sana. La mujer de nuevo fue activa-
mente relegada al mbito de lo privado y la
campaa contra los dos sueldos, el Doppel-
verdienertum (lo mismo-dos sueldos. Gente
que gana dos sueldos), fue an ms acentuado.
No obstante, las primeras restricciones
acerca de la educacin no afectaron a la mujer
alemana, sino a todos aquellos considerados
impuros por el rgimen a los que en la Gesetz
gegen die berfllung deutscher Schulen und Hochs-
chulen (Ley contra la superpoblacin de las escuelas
alemanas [escuelas primarias y superiores])de
1933 fue vetado el acceso a las universidades y
escuelas alemanas. No obstante el mismo ao
fue aadida una clusula a esta ley que limit
el nmero de estudiantes femeninas al 10% so-
bre el total. Dentro de la propaganda antifemi-
nista de la Alemania Nazi tambin estaba in-
cluida que la mujer no debera acceder a pues-
tos que implicases poder o responsabilidad.
Durante la preparacin para la guerra, el
rgimen forzosamente tena que cambiar su dis-
curso, porque desde 1936 haba una continua
necesidad de mano de obra y falta de experticia
en todos los campos. Sobre todo despus del
inicio de la Segunda Guerra Mundial el rgi-
men no se preocup por ideales y prohibiciones
anteriores: la mujer tena que ocupar los pues-
tos vacantes de sus maridos. Antes y despus
de la guerra se inici una campaa activa no
slo de integrar la mujer en el mundo laboral,
sino tambin en las universidades (tambin en
reas de conocimientos tradicionalmente veta-
das a la mujer) lo que explica el alto porcentaje
de estudiantes femeninas durante la guerra.
Despus de la guerra, como es bien cono-
cido, el territorio alemn qued dividido. En la
parte de la ocupacin sovitica se construy la
Repblica Democrtica Alemana y en la zona
ocupada por los Aliados, la Repblica Federal
Alemana. A ambos territorios les une que la
constitucin fij la libertad e igualdad poltica
entre hombres y mujeres y que la mujer a par-
tir de entonces tena de nuevo acceso libre a
la educacin bsica, secundaria y superior y al
mercado laboral. Aunque no debemos olvidar
las diferencias entre ambos sistemas estatales
debido a su distinta orientacin ideolgica de
la que tambin se deducan diferencias en el
tema educativo. En la RDA el monopolio de la
educacin radicaba en el Estado. Se construye-
ron las caractersticas Einheitsschulen (escuelas
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unificadas) para promover la democratizacin
de la educacin bajo el espritu socialista y la
igualdad de oportunidades. En la RFA el sis-
tema educativo se instituy de forma altamente
diversificada y esta forma organizativa se exten-
di despus de la Unificacin en 1989 a la anti-
gua RDA. Aunque en ambos estados las muje-
res formalmente han tenido las mismas opor-
tunidades de acceder a estudios universitarios,
solamente hay que consultar a las estadsticas
para darse cuenta que entre igualdad formal y
realidad universitaria existen grandes diferen-
cias. As por ejemplo en los aos sesenta, la
cuota de estudiantes femeninas en la RFA no
super el 30 %. En comparacin con datos de
otros pases que en aquel entonces formaron la
Comunidad Econmica Europea, la RFA ofre-
ci los peores datos de toda la asociacin. Dado
que las desigualdades persistan, Alemania in-
cluy en la Ley Orgnica de las Universidades
en 1985 un explcito programa de profeso-
ras que incluy en su seno el discernimiento
de delegados de mujer en cada universidad.
Como hemos podido constatar median-
te este breve recorrido por la historia de la edu-
cacin femenina, el camino a la igualdad entre
hombres y mujeres a nivel educativo ha sido
largo y difcil. Tambin, se ha visto que la edu-
cacin e