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Revista Sinfín Número 11

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Colaboradores:Nadia López García, Silvia López López, Víctor Argüelles, Ivonne Vira, María Magdalena Alpizar Díaz, Gerardo Ugalde, Jorge Daniel Ferrera Montalvo, Leonardo Moreno, ErikaCháidez, Samia Bulhosen, Georgina Mexía-Amador, Creaturasliterarias y Daniel Sosa.Colaboradores de imágenes:Gabriel Chazarreta, Reyna Ferradas, Alejandra Cirigliano, Moira Gelmi y Richard Keis.

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    DireccinAna Matas Rendn

    Diseo EditorialMiguel ngel Matas

    Direccin de FotografaGabriel Sebastin Chazarreta Fotografa Reina FerradasRichard Keis Diseo Web Miguel ngel Matas

    Consejo Editorial Pedro Snchez Vctor Argelles ngeles Edith Vargas Jimnez Gerardo Enciso Valverde

    Directorio

    Portada por Marie Le Glatin-Keis

    Colaboradores:

    Nadia Lpez Garca, Silvia Lpez Lpez, Vctor Argelles, Ivonne Vira, Mara Magdalena Alpizar Daz, Gerardo Ugalde, Jorge Daniel Ferrera Montalvo, Leonardo Moreno, Erika Chidez, Samia Bulhosen, Georgina Mexa-Amador, Creaturasliterarias y Daniel Sosa.

    Colaboradores de imgenes:

    Gabriel Chazarreta, Reyna Ferradas, Alejandra Cirigliano, Moira Gelmi y Richard Keis.

    Este nmero de Sinfn contiene una seleccin potica de cinco autores, cuyas temticas se mueven por diferentes lugares. Nadia Lpez Garca, en lengua mixteca, nos entrega los secretos de su bisabuela con Tuun a xika /Lengua que camina; Silvia Lpez Lpez, en el idioma tzotzil, nos refiere una confidencia familiar en Ja, la jyiktabun slokolal jtalel /La herencia de mi parecer; Vctor Argelles nos adentra en el abismo, para caer en el vaco de Pesares y nos gua por el trnsito de Telaraas; Ivonne Vira nos conecta con imgenes del mundo animal en Kinkaj y Maniactus, y Mara Magdalena Alpizar Daz nos adentra en versos que colindan con la dureza de la realidad social en Tadashi, Epitafios y Contar.

    En el espacio narrativo cinco cuentistas nos llevan por los laberintos de la imaginacin, por historias que nos despiertan a ese otro universo donde todo es posible; de este modo, Gerardo Ugalde nos hace vivir El da del cuchillo, Jorge Daniel Ferrera Montalvo nos intercambia el obsequio de infancia por La ltima moneda, Leonardo Moreno en esta ocasin nos deja conocer a Jacobo a travs de Los dilogos, Erika Chidez nos hace reflexionar en La decisin y Samia Bulhosen se une al grupo con su relato Nmero desconocido.

    En esta entrega, los lectores tambin encontrarn la prosa reseista y crtica de la literatura; Georgina Mexa-Amador escruta los modos narrativos de Guadalupe Vera en su libro La ceiba de Zyanya; Creaturasliterarias nos acerca a la obra del poeta Luis Alberto Ambroggio En el jardn de los vientos. Obra potica (1974-2014); la resea literaria de Los 43 Poetas por Ayotzinapa no poda faltar y, finalmente, Daniel Sosa nos inquieta sobre el tema de las investigaciones en Benjamin Ward.

    Sinfn, por supuesto, tiene en este nmero a los colaboradores de fotografa que sostienen sus pginas; en esta edicin participan Gabriel Chazarreta, Reyna Ferradas, Alejandra Cirigliano y Moira Gelmi, todos ellos de la bella Argentina, adems de Richard Keis de Estados Unidos. No queda ms que esperar que este nuevo nmero sea de su inters y que nos permitan continuar siendo parte de sus lecturas.

    Sinfn, ao 2, No. 11, mayo-junio 2015, es una publicacin bimestral editada y publicada por Ana Matas Ren-dn, Perales Mz15 Lt20, Bosques de Morelos, Cuautitln Izcalli, Estado de Mxico, Tel. (55) 65459818, www.revistasinfin.com. Editor responsable: Ana Matas Rendn. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2015-022013150800-102, ISSN en trmite, ambos otorgados por el Instituto Nacional de Derechos de Autor. Respon-sable de la ltima actualizacin de este Nmero, Diseo Web, Miguel ngel Matas Rendn, Perales Mz15 Lt20, Bosques de Morelos, Cuautitln Izcalli, Estado de Mxico, fecha de la ltima actualizacin 11 de mayo de 2015.Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicacin. Cual-quier mencin o reproduccin del material de esta publicacin puede ser realizada siempre y cuando se cite la fuente.

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    La ceiba de Zyanya de Guadalupe VeraGeorgina Mexa-Amador

    Tuun a xika /Lengua que camina Nadia Lpez Garca

    Los dilogosLeonardo Moreno

    Telaraas PesaresVctor Argelles

    El da del cuchilloGerardo Ugalde

    TadashiEpitafios ContarMara Magdalena Alpizar Daz

    La ltima monedaJorge Daniel Ferrera Montalvo

    Kinkaj Maniactus, Ivonne Vira

    Nmero desconocidoSamia Bulhosen

    Los 43 Poetas por Ayotzinapa Resea literaria

    Ja, la jyiktabun slokolal jtalel /La herencia de mi parecerSilvia Lpez Lpez

    La decisinErika Chidez

    Benjamin WardDaniel Sosa

    En el jardn de los vientos. Obra potica (1974-2014) Creaturasliterarias

    CONTENIDO

    846

    2854

    1448

    30 58

    1650

    3468

    72

    42

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    Sketch por Marie Le GlatinKeis

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    La ceiba de Zyanya de

    Guadalupe Vera

    Georgina Mexa-Amador

    La ceiba de Zyanya es la primera novela de la escritora mexicana Guadalupe Vera. En ella nos enfrentamos a los numerosos contrastes de la sociedad mexicana, en el escenario rural de los Altos de Chiapas. Es inevitable que la lectura de La ceiba de Zyanya evoque algunos pasajes y paisajes de Benzulul de Eraclio Zepeda as como de Baln Cann y Oficio de Tinieblas de Rosario Castellanos, en los que los resabios de la Guerra de Castas y la estratificacin colonial dan pie a la escisin social, a los prejuicios y a la intensa oposicin entre los indgenas representados, en general, ms como teln de fondo y adorno que como personajes reales y los hacendados. No obstante, Vera logra profundizar un poco ms en esta dicotoma, puesto que su personaje principal la vive en carne propia: Zyanya Cataln es la hija de un sacerdote tzotzil hijo, a su vez, de Yaya, mujer mstica y curandera, y de Sandra Cataln, la hija de un propietario de tres haciendas en la regin de los Altos.

    No obstante que la novela, en ocasiones, peca de cierto paternalismo hacia los tzotziles llamados en ocasiones, morenitos , resulta afortunada la manera en que Vera logra la sntesis de los opuestos raciales y epistemolgicos en Zyanya, puesto que su dualidad es lo que le otorga la fortaleza para enfrentar sus conflictos. Si bien puede pensarse que Zyanya por ser mestiza

    no pertenece a ninguno de los dos mbitos raciales, sociales y espirituales, la novela parte del punto de vista contrario: no es la divisin, sino la unin de ambos mundos lo que gravita en ella. Devota de una cruz de plata desde la infancia, la joven Zyanya tambin es consciente del mundo sobrenatural que le ha legado Yaya, su abuela curandera, representado en el elemento que da ttulo al libro: la ceiba.

    Vera retoma el smbolo de la ceiba, Yaxch para los mayas antiguos y actuales, como soporte del mundo. Pero este rbol no solamente habita en el centro de la hacienda La Enramada, que es donde vive Zyanya, sino que adems tiene tallados en su tronco los rostros de los miembros de la familia Cataln. La ceiba es, en sentido estricto, un rbol genealgico. Y en este punto es que entra el tema central de la novela, resumido magistralmente en dos frases: Sin fruto no hay semilla. Sin muerte no hay vida. La concepcin del tiempo cclico maya no es lo nico que se encuentra aqu, sino tambin una idea de justicia que cuestiona y contradice toda ley de orden social y religioso. El verdadero problema de Zyanya es la venganza, y para que haya vida y la ceiba no decaiga y se pudra, la maldad debe ser sacrificada.

    El asesinato que comete Zyanya est fundamentado de tal manera en este principio, que logramos sentir simpata por ella. Es imposible que la condenemos: Zyanya asesina al hacendado Bruno Campillo, vengando la muerte de su propia madre y de su ta, vengando los abusos sexuales contra nias y mujeres tzotziles, vengando la injusticia contra los campesinos. Y el personaje se escuda sin que esto sea peyorativo en que sus actos se han regido por otra ley, la ley de los indios. Lo que subyace en esta afirmacin, la cual soporta toda la trama de la novela, es la autonoma reclamada durante siglos por los pueblos indgenas para actuar conforme a su punto de vista en cuestiones penales. Sin embargo, si este planteamiento funciona para dar coherencia a la novela, no deja de resultar cuestionable a la hora de aterrizar en la realidad. Como dice Gilles Lipovetstky en La era del vaco, la venganza busca impedir la emancipacin del individuo para que permanezca en el seno social, a la vez que pretende que ninguna figura institucional pueda monopolizar la violencia y el castigo. As pues, la venganza de Zyanya busca trascender los daos individuales

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    mediante la salvacin de toda la comunidad, pero aqu es donde descansa la utopa de justicia planteada por la novela y la posibilidad de interpretarla: el lector de La ceiba de Zyanya tiene ante s el dilema de decidir qu es lo verdaderamente justo.

    Georgina Mexa-Amador (ciudad de Mxico, 1985). Ha publicado poemas y narraciones en revistas como Crtica, Cuadrivio, The Ofi Press y Revista Sinfn. Es autora del libro de cuentos Estragos y progenitores (edicin de autor) y la plaquette Vislumbres hacia el otro lado. Poesa/ritual (Mxico: Ediciones El Viaje, 2015). Estudi Letras Inglesas en la UNAM y Literatura Medieval en la Universidad de York, Inglaterra. Sitio web: georginamexia.com Gabriel Chazarreta

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    Tuun a xikaNadia Lpez Garca

    (Mixteca)

    In kii tono vichi ntaa kuaa nivi nxitunchuana yucha nto iniyu

    Xicata nkao uyu cha kue chaku ntatuna nivi ntakuniyu kachi me mayanu a saanso

    Yikako xi xaako sani xi anako mikiso kacho a nkakako ta xitako ta kaan ta kuino

    Mancha ta kisho kacha a na kuchasooko uuko nchii nikiyo ma ntauko xi yaako

    Kacha a ri na kaka viri kuuntauko xi yaako xi anako ma ntanii ichi nvii vee ku sho sho naaa tuuu savi me matzanu kacha o tuun anako saanso xiki ntia tatu na kosoko xi xaako saan kaka kosoko nu tono savi tono tuun a ntantikanui saana kuentauuin tuunko xiki xikanchivi.

    NADIA LOPEZ GARCIA. Naci en la Mixteca de Oaxaca, su vida ha sido un ir y venir entre los campos de fresa en San Quintn Baja California, hasta la gran ciudad del Distrito Federal, donde actualmente radica. Estudi la Licenciatura en Pedagoga por la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM; desde hace tiempo comenz a escri-bir aquello que le han contado sus bisabuelos, aquello que escuchaba cuando iba a los cafetales y aquello que suea. Escribe en su lengua del pueblo de la lluvia, mejor conocida como lengua mixteca.

    Lengua que camina

    En das como hoy, cuando el mar de gente inunda mis ros, cuando siento que mi corazn est tan lejos de mi tierra y no escucho las voces de mi gente, re-cuerdo a mi bisabuela.

    Ella deca que siempre caminamos, que caminamos con los pies, pero tambin con el alma.

    Nunca se deja caminar, una camina cuando canta, cuando habla, cuando ama, incluso, cuando duerme. Deca que si escuchramos a la tierra de donde so-mos, nuestros pies no perderan el rumbo, deca que haba que tener cuidado al caminar pues podra pasar que nuestros pies se perdieran, que nuestro co-razn no encontrara el camino a casa y que nuestra lengua, nuestra lengua de la lluvia, poco a poco se secara

    Mi bisabuela deca que la lengua, nuestra voz del corazn, siempre camina, pero que se secara, si dejbamos de regarla con nuestros pies, con nuestro paso, con nuestro caminar.

    As es como una debe caminar, deca ella, caminar regando la tierra como lluvia que bendice, como lengua que florece y no se pierde, por eso la lengua camina y camina mucho.

    Fotografa de Richard Keis

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    Leonardo Moreno

    LOS DILOGOS

    Hola.Greta habla apenas dejando escuchar su voz. No espera una respuesta y,

    de hecho, prefiere que no la haya. Desea acostarse. Es la una de la madrugada; el trabajo en la pizzera estuvo duro.

    Hola, cmo te fue?Jacobo comete el pecado rutinario. Persiste en recibir algo ms que un

    saludo. Bien.Antes, cuando recin se mudaron, conversaban hasta casi el amanecer.

    El trabajo de Greta y la rutina de escritura de Jacobo eran iguales, pero tenan nimos para hablar, para hacer el amor. Esta noche Jacobo desea tenerla. Ella luce el uniforme de trabajo. La falda, no muy corta, deja ver unas piernas blancas, gruesas. Jacobo la ve de espalda y el deseo incrementa. En verdad tiene un buen culo.

    Brodie tiene parsitos. Le mandaron dos tabletas. Greta se acurruca a mimar a Brodie. Tiene una manera ertica de

    moverse, caminar, sentarse; una manera casi vulgar. Jacobo la mira entre sus piernas, reconoce sus calzones: verdes, con manzanitas.

    Preguntaste por las vacunas?Jacobo lo olvid, pero miente; lo hace con facilidad.

    Hay que llevarlo en un mes. Brodie se frota en las piernas de Greta. Ella se levanta y lo deja. Tambin

    para l hay un lmite de tiempo. Te mandaron el dinero?Jacobo se lanza a la cama. Tiene repentinos gestos infantiles. Su padre le

    envi el dinero; incluso un poco ms de lo esperado. Podr invitarla a cine, a comer. Piensa en las manzanitas; sabe que se encuentran ms cerca.

    Sip. Seiscientos.Greta hace cuentas. Tiene una inteligencia promedio, pero su espritu

    vido la hizo buena en matemticas. Cien para las vacunas, trescientos para el alquiler. Jacobo no come en casa y ella lo hace en la pizzera. Un poco ms y alcanzara para el celular. Maldito, maldito (el que la rob).

    Pedimos hamburguesas? Jacobo piensa en los tiempos. Las manzanitas tendrn que esperar

    valdr la pena. Greta contenta es una locura en la cama. La ve abrir la boca y tragar la carne, las salsas, las papas. Un man me est cayendo en la pizzera.

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    La comida la vuelve elocuente.Es un bobo, un gordo que no hace sino fumar marihuana. Tambin se

    quiere ir para Argentina.Ah.Jacobo no reconoce rivales. Se siente seguro del amor de Greta. Ella se

    burla. Marcos ya me habas dicho. Lo ha mencionado por tercera o cuarta vez.Aj. Tiene una barba horrible.Tambin Jacobo tiene barba, no muy bien cuidada; imagina diferencias. Te pasa algo, beb?Jacobo es inteligente y esper el momento oportuno. Ella ha bajado la

    guardia. No, por qu?Los interrogatorios siempre le han resultado molestos. No se siente

    culpable por la desidia, por Marcos, por su repentino alborozo. Jacobo se equivoca; lo descubre enseguida. Aunque esa noche slo piensa en tenerla, de verdad la ama, ms que a nadie, ms que a nada. Si llegara a marcharse se culpara por siempre.

    Hay que jugar con Brodie.Greta se deleita en toda su potestad; se abre de piernas.

    ***Tenemos que hablar. La expresin, universal y sempiterna, le congela el alma.S?Piensa, imagina, desea, que puede tratarse del dinero. Aquello no

    resulta un problema. Con algo de suerte y persuasin su padre aumentara la mesada. Tambin puede ser una simpleza: le robaron el celular de nuevo y tiene vergenza.

    Me acost con Marcos.La maldita no tiene corazn. Lo dice sin rodeos.

    Cundo?Pronuncia cualquier cosa. No es la pregunta adecuada; la respuesta

    implica detalles, pensar dnde se encontraba, qu estaba haciendo. Fueron dos veces: hace un mes y anoche.Lleg un poco tarde, no demasiado; comieron juntos e hicieron el amor.Me gusta experimentar.Podas fumar marihuana o drogarte. Podas meterte un puto vibrador. Lo siento.Ha escuchado tantas veces esa frase. No se victimiza ni busca beneficios.

    Ella puede caer siete, setecientas veces siete y podr perdonarla.Quieres hablar?Espera una cachetada o promesa de engao. Si lo hiciera podra liberarse.

    Jacobo la mira, carente de cualquier expresin de enojo, magnnimo. N o podemos continuar.Es Greta quien pronuncia la sentencia.

    Pecadora y juez. Jacobo no se atrevera a decirlo.

    Quin se queda con Brodie? H a b l a en un tono sereno. Desea

    abrazarla y llorar; no lo intenta por el temor a una siguiente revelacin. Piensa marcharse, se ir con Marcos?.

    Yo me quedo con l.G r e t a no comprende su pretensin

    de humor; no conoce la melancola, el doble sentido.

    Podemos esperar a fin de mes.

    J a c o b o se esfuerza por encontrar las palabras; busca alguna culpa, una excusa para pedir perdn, para justificar su engao. No

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    logra encontrarla: ha sido fiel, paciente, comprensivo. El sbado pienso llevarme las cosas.Lo haba decido ya? Tena la despedida escrita en un papel? Lo

    decidi hace un instante, sin pensarlo, sin ningn motivo verdadero. Por qu lo hiciste?Es una pregunta sincera, ajena a todo reproche. Contina buscando una

    explicacin lgica. No es guapo, inteligente o rico. Trabaja en una pizzera, como ella. Siempre se burlaba, pareca despreciarlo.

    Fue por experimentar.Greta se obstina en su nfima respuesta. Es sincera al igual que Jacobo.

    Un da Marcos la invit a su casa se acostaron. Tener sexo por capricho le parece moderno. Se autodefine como mujer liberal y todas las otras, sus compaeras de instituto, de trabajo, son mojigatas. Tambin Jacobo debe reformularse.

    Qu pasar con el viaje?Ninguno posee la fuerza para marcharse solo. Una relacin facilita las

    cosas: se pueden compartir gastos e inseguridades. Nos iramos en marzo.Greta olvida las consecuencias de sus actos. Puedes ahorrar el dinero de tu pap. Haban meditado muchas veces la posibilidad. Greta regresara con sus

    tos, Jacobo con su madre. El dinero del arriendo sera para los pasajes. Todava me quieres?Jacobo se desmorona.Es una pregunta muy difcil.Brodie aparece de pronto. Greta lo mima con especial entusiasmo.Ese man es un perdedor.Jacobo ataca.S.La naturaleza del amante le resulta secundario. Es el hecho mismo, la

    sensacin de libertad sexual su estimulante.

    Te sientes sucia?Ella le haba narrado una historia: su primera vez fue en un bao pblico,

    con un tipo recin conocido que la penetr sin lubricarla. Deca que aquel da se sinti sucia.

    No.Jacobo rebusca entre lneas. El antnimo de sucio es limpio, placentero,

    agradable. Te gust hacerlo con Marcos?Espera una descarga.No tienes que hacer esto.Greta se compadece por fin. No quiere lastimarlo.Te gust?Siempre ha buscado las verdades incmodas. No.Es cierto. Te amo, beb.Ella no quiere una escena de telenovela.Podemos continuar juntos.Jacobo lo piensa.Claro.

    Se necesita mucho ms para dejarla.Tenemos que ahorrar.Hay dos conversaciones.Si nos mudamos, podramos adelantar el viaje.

    Jacobo se ilusiona. Pronto llegar la partida, pero volvern a encontrarse. En Argentina empezaremos de nuevo.

    Casi no se le para.Tuvo que recurrir a la sapiencia femenina. La frase, completa y verdadera,

    debera incluir escatolgicos detalles.Ja.Para que no se ande follando a la novia de otro.

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    El man es un guiso. Piensa en las vulgaridades pronunciadas al odo, las palmadas. Con

    Jacobo es diferente.Y si yo lo hiciera?Ninguno haba pensado en la posibilidad. No te perdonara.Lo dice con firmeza. La modernidad y el sentido liberal slo aplican

    para ella.Perdn.

    Se acerca por la espalda y lo abraza. No importa, beb.

    Siete, setecientas veces siete.***

    Esto se deja o se bota?La pregunta ha sido repetida toda la maana.Se bota.La respuesta suele ser la misma.Parece que Jhonny volvi, no se sabe por qu con tanta prisa.Es un compaero de la universidad; dos meses antes se fue para Argentina.Jhonny es muy dbil.Greta se siente poderosa. Los otros amigos de Jacobo son igualmente

    dbiles y fracasados Leonardo nunca se ir.Ja. Nosotros aguantaramos ms.Jacobo es un buen amigo, pero la situacin de Jhonny lo divierte. Salimos a comer el sbado?Intenta olvidar. No puedo. Voy a reunirme con Andrs.Andrs? Jacobo apenas sabe que se conocen. Tenemos un proyecto. No te dijo nada?Se contactaron por Facebook, con Jacobo como amigo comn.No.

    Nos vemos todos los das muchas veces he hablado de Greta nada!

    Es un libro de fotografa.El viaje debe ser en uno o dos meses. Un libro de fotografa? Cundo?Yo te propuse lo mismo.Lo hizo en varias ocasiones. Ella siempre le encontraba peros.Ah, s.No lo hace con mala intencin. De repente la idea le result interesante

    y all estaba Andrs para animarla.Es un buen tipo Andrs toma las fotografas y t escribes los textos,

    o al revs, da lo mismo.Greta advierte la irona.Andrs escribe muy bien.Lo defiende por capricho. Ha ledo slo algunos de sus cuentos, con

    muchos errores, sin ningn estilo. Lleg a contemplar la idea de pedirle ayuda a Jacobo; la desecha por completo.

    Escribe diferente.Diferente a quin?Esto se deja o se bota?Son varias fotografas de ellos pegadas en una cartulina. Fue un trabajo

    de Greta para el instituto y lo conservaron por el romance del momento.Si quieres, gurdalo.Es una respuesta inteligente; lo compromete en la decisin. Se escucha

    un sonido de bocina.Lleg el camin.Greta se mueve de prisa, toma algunas cosas al azar y las mete en bolsas

    negras. Los movimientos de Jacobo no se alteran.Vamos maana a sacar el pasaporte?Tiene un mnimo inters por la burocracia, pero le teme a una distancia

    prolongada.No s.

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    Ha quedado con su ta en acompaarla de compras. Las explicaciones le parecen superfluas.

    Podramos vernos el sbado.Insiste, persiste, porfa.Bueno.Es un triunfo voluble. Sbado! Cuntas veces Greta podr cambiar de

    opinin!Te falta algo?Jacobo termina de empacar; se pasea por ltima vez. No busca objetos

    olvidados.Suben al auto. Greta se acomoda entre el chfer y Jacobo. Tiene la mirada

    hacia el frente. El chfer habla de un pinchazo en la maana, de llantas y repuestos, de un trasteo el da siguiente para la capital. Puede cambiar de tema sin ningn esfuerzo ni recibir respuesta. La ruta incluye lugares emblemticos, bonitos recuerdos el caf, el parque, la veterinaria, pero nadie los menciona. En aquella hora las calles se encuentran vacas. Llegan pronto a la casa de Greta. La espera una jovencita, fea, muy amable (alguien podra decir que son hermanas). Mis tos no han llegado. Aj. El chfer baja las cosas, mira expectante; an falta el trasteo de Jacobo. Tambin Greta parece esperar.

    Nos volveremos a ver?Intenta bromear. Ella debe responder: Sabs que s. Luego, l de nuevo:

    Cundo?, dnde?. Greta sonre.Chao, beb. Greta se despide con un beso en la mejilla, frgido, muy propio.

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    Vctor ArgellesTELARAAS

    En un trnsito de sueo, la liblula recorre polvo anegado en el vidrio.Es como el correr de pies en agua suciadarse un clavado con mandbulas rotas al abismoy salir a flote con pedazos de cristal en la boca.Si llevara un ojo atento, despierto.No cabizbajo, ni obsesivo de pintar estos hilos en desvelojusto donde los parpados tejen redes al cerrarseextensas redes que atraparn los peces de la imagen ms frgil.Si llevara un ojo atentotodo mi rencor abordara la ruta accesible slo para saberse livianoseguro de flotar en telaraas del viento.

    PESARES

    Antes de aterrizar el peso de una letra el respiro se empea en defender su apego.Sus paredes vitales se contraen,es la vida contra la corriente del silencio que, es nada. Un vaco acaso donde pasa la muerte cabizbaja. En la delgada lnea del aire exhalo un nuevo abismodescubierto por el correr de las cortinas.

    Algo me acecha desde el polvo que hoy es tmido bagazo de molculas, nfimas porciones de negrura.

    A pesar mo, de una cubierta de pesares en las sienes rotas, la claridad en su reiterada mediacin yergue su columna a medio bosque, tirando barricadas del gran escombro que acumulo como colecciones apreciadas de basura invadiendo los espacios que respiro.

    En este tedio de arrecifes mltiples, el rencor erige su castillo: morada de pilagos oscuros.

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    El da del cuchilloGerardo Ugalde

    Se despierta un hombre en la tarde va hacia la ventana ante su mirada un auto gris pasa timbran abre la puerta sale un cuchillo a sus entraas, el hombre cae, rueda; el dolor es intenso, cierra los ojos. Al abrirlos la escena se ha desvanecido; estaba soando. Despertndose otra vez el hombre va hacia la ventana; el mismo carro gris, el mismo timbrazo, slo falta el vil cu-chillo. No abre la puerta. Deja correr el tiempo, suena de nuevo, ms tiempo al aljibe.

    Va hacia a la cocina, intentando comprender lo que pasa: Despertaba a otro sueo? Coincidencia? Bebe agua hasta empanzarse. Absorto por la si-tuacin. Era un maldito zombi; como si le acabaran de comentar que perdera el pene. Se dirige a su habitacin, cambia su playera, decide que hay que en-cender la televisin; pero no se sienta a observarla, ms bien necesita del ruido para no perder la cordura.

    Horas ms tarde, despus de no hacer absolutamente nada concreto, el hombre apaga el aparato. Realiza una ronda por su departamento. Ante la sa-lida se detiene a observar la puerta enorme, capaz de devorarlo. Estupideces. En direccin a la puerta va y antes de que la perilla sea tocada por su mano, suena el timbre, ejecutando sanguinariamente el valor del hombre. Da unos pasos atrs, hasta caer en el silln.

    Por la mirilla no logra ver nada, a pesar de la perfecta iluminacin y de la imposibilidad de ocultarse en el pasillo. Coge de manera intempestiva la perilla, la gira, mas no jala la puerta a l. Pone el seguro de nuevo. Y como un nio asustado se encierra en el bao. Una vez adentro, respira hondo, intenta-do darse valor. Afuera en su sala inicia un catico concierto de sonidos: mue-

    bles que se mueven, pasos que retumban, etctera: han entrado, rpidamente se pone contra la puerta. Pasan ms horas. Sale del bao y no hay nadie. Todo luce en norma. El desorden escuchado estando adentro, estaba dentro de su cabeza.

    Abre los ojos al nuevo da, va hacia la ventana, ya no est el carro gris, ni se escucha el timbre. Sale y lo primero que percibe es el cuchillo en su estoma-go. No hay nadie ante l. Cae de rodillas.

    Otra vez en el bao, soando, teme salir a la sala; sin embargo tampoco puede quedarse ah para siempre. Abre la puerta. Todo luce bien, entra al deja vu sin ningn problema. Decide que esperar hasta ver caer el sol, no debe dormirse. Tiene que mantenerse ocupado, realizar numerosas actividades en las cuales su cerebro y su cuerpo no descansen. Qu hacer? En que mante-nerse ocupado? Va al patio por una escoba, abre la puerta y el cuchillo aparece, clavndose en sus tripas; retorcindose de dolor el hombre va hacia la cama. Para permanecer vivo debe dormir.

    En su cama, protegido por las sbanas, el hombre teme bajarse; teme to-car el fro suelo que le recuerda el escalofriante toque de la muerte. La campa-na de la ejecucin (el timbre) anuncia otra vez la hora sealada. Nos alejamos del hombre, lo dejamos en su cama, sufriendo un castigo inverosmil, una y otra vez el timbre suena, es el asesino. En el objetivo de la cmara el cuchillo aparece. Este vuela hacia el hombre, que grita: Nooooooo!

    El da del cuchilloFin.

    Gerardo Ugalde es de Jalisco, zapopano, 1989. Escribe desde hace seis aos terror histrico, cido y fantstico, inusual, no es tan bueno, pero tampoco psimo. Le gusta la sonrisa o la carcajada. Forma adems del cine club Tortura films, que es un grupo dizque artsticos dedicado a escribir, dirigir, producir y actuar pelculas caseras bajo el nombre de Tortura Films, en Youtube o hasta Google, puede encontrarse.

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    Tadashi IEl camino a casacomienza en la punta de los dedosUn cuerpo se fragmentaen la oscuridad de los aos subterrneosA tus pies he vertido el aguamanantial csmico que la sombra habitaEl derrumbe ha alcanzado mis miembros

    Nadie hay para mi desgracia Ni el agua Ni la cadaNi el tiempo

    IINos obligan a nombrar las cosasnos dicen casa amarillo muertey uno cree entoncesque el dolor es slo un signoque alguien escribe sobre la hoja del mundopara obligarnos a beberel olvido de los vivos

    Mara Magdalena Alpizar Daz

    IIIPero dicenque nac un da cercano al silenciocuando las hojas se mecan etreas sobre el fuegoY dicen tambin que la noche vino a mcon su resplandor metlico de espejoDiles que no me despiertenQuiero dormir el sueo eterno

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    EpitafiosIVoy a callarme el fuego para que diganque ella muri con los ojos llenos de amapolas muertas para que sepanque se le fueron cayendo los rostros las cenizasy el papalote rojo que alumbraba su calle de constelaciones ciegas

    Voy a callarme el fuego para que mientanal decir que aquella tardeprefiri asfixiarsesin romper la red de los silenciossin desgarrarse los msculos de guerrafosilizados en el hueco de su vientre negro

    El fuegovoy a callrmelo para que sepanque se le resbal la lenguapor debajo de la tierray slo su tumba abiertasigue latiendo gritos

    Mara Magdalena Alpizar Daz

    IIMadrese me resbal la sangrepor debajo de la camaformando una espiralde carne y lodo

    Me qued

    con el rostro agolpadoen el cielo inabarcable de la alcobauna gota enferma de sal un hologramalamiendo el marco inhabitado del espejoSe me resbal la vozentre los huesos del puente derrumbadoy te quedaste sola, Madre,bebiendo la memoria de mi incendio

    IIIEl lenguaje es el comienzo de la hogueraEn el centro inmaculado de la hojalas palabras se abren como ptalosy vienen a morirnosmetlicasentre los dedosVoy a callarme el fuegoporque el lenguaje se derrumba entre los labioscomo un tigre herido de silencio

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    Entre las ruinas de los otroslas esquirlas de su voz resuenan:Nada de lo que digan ser ciertomi tumba sigue crepitandoEl fuego en tiest despierto

    Mara Magdalena Alpizar Daz es Licenciada en Letras Iberoamericanas. Mxico, D. F., 1988. Los libros y el teatro por encima de todo. Ha participado en algunos cursos de la Fundacin para las Letras Mexicanas (Xalapa 2010 y Monterrey 2012) y publicado en diversas revistas y suplementos literarios. Actualmente le pagan por corregir los textos de los otros. Espera que algn da le paguen por los propios.

    ContarUno dos tresno recuerdo el primer da de escuelapero haca mucho tiempo que tu vozme haba hablado ya del orden de las cosasAprend a contar hasta diezy pronto era una nia grandeporque ir del uno al cien y de regresono lo hace cualquieraTu orgullo era enorme cuandote hablaba de los miles y dosmiles y tresmilespero sabes, madre

    algo ha cambiado

    ayer le en el peridicoque van 60 000 cadveresy creo que he olvidado cmo contarNo me alcanzan los dedos para la muertemadrenunca me dijiste que los nmeros de aqu no bastanpara el dolor que palpita en la eternidad

  • 40 41Moira Gelmi

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    La ltima moneda Jorge Daniel Ferrera Montalvo

    Oye! ven, ven, ven aqu, rpido, no te har dao. No tienes por qu temer. Acrcate justo aqu, a lado de la ventana. Eso es. Nadie nos ve. Ah! Hace mucho que te estaba esperando. Alguna vez has visto rodar una moneda hasta meterse por debajo de la cama? Nadie me cree. Mi pap y mi mam no me creen. Ellos slo dicen que por qu lo hice, que por qu hice esa cosa tan espantosa. Pero las personas no saben lo que ocurre mientras duermen. A m no me gusta estar aqu, mucho menos cuando es de noche.

    Cuando tena alrededor de siete aos, mis padres me regalaron un gatito. Me gustaba mucho porque yo poda jugar con l y porque me haca compaa. Era un gatito negro, animado, de orejas largas y ojos amarillos. Yo sola treparlo a la cama y acariciar su encrespado pelo hasta que se durmiera. Pero una noche, mientras descansaba, sent que el gatito se haba despertado y que andaba por el suelo hasta meterse por debajo de la cama. Naturalmente, como suele ocurrir en estos casos, pens que haba tenido calor y que slo estaba buscando un refugio ms fresco y cmodo. Pero a los pocos minutos, comenc a escuchar unos sonidos extraos, unos ajetreos como de rasguos, como de pequeos maullidos entrecortados, de movimientos y golpes contenidos. Yo, desde luego, sent mucho miedo y al principio me cubr con las sbanas, pero despus, cuando hubo un tremendo silencio, me acerqu a la orilla de la cama y baj la mano para llamarlo. Bis, bis, bis, ven aqu, no te har dao. El gatito no sala, el gatito no sala. El tiempo me pareca interminable, no se escuchaba nada, ni el ms mnimo ruido, hasta que, para mi enorme satisfaccin, de entre

    la oscura y pesada sobrecama, yo pude sentir la spera y hmeda superficie de su lengua.

    A la maana siguiente, las aspas del ventilador giraban despacio y la luz de la ventana era cegadora. Me haba llamado la atencin el silencio inusual que haca. Las sbanas de la cama an se sentan heladas. Entonces, me acord! De golpe un sbito estremecimiento me acogi. Rpidamente gir hacia la orilla de la cama y al bajar los pies al suelo vi la oscura mancha de sangre. El gatito estaba despedazado, visiblemente desmembrado de la cabeza y las orejas, rodeado y carcomido por un centenar de hormigas. Yo no lo poda creer. Unas horas antes l me haba lamido la mano. Ahora qu le haba pasado? Quin le haba hecho eso? Mi cabeza discurra en esas y en otras impresiones cuando de pronto mis padres tocaron a la puerta. Claro, esa fue la ltima vez que vi rodar una moneda hasta meterse por debajo de la cama.

    ***

    Ahora estoy solo en este horrible hospital psiquitrico. Mis nicas compaas son los murcilagos, las ratas y las cucarachas. Qu quin pudo hacerlo? Sinceramente, prefiero no pensarlo.

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    KINKAJ

    Y detrs de cada pesadilla: un mono nocturno. Amarillo marrn que amenaza en convertirse tormenta. Ser de hbitos comunes, hbil trepador, contorsionista, devorador de flores. Vamos!, salta de esta pesadilla limpia tus culpas, ve, busca el fruto. se que no se amarga en tu boca, estrate, redes cazadoras, busca la selva madriguera donde reptars durante el da. Mono diminuto, temible monstruo, kinkaj, detrs de tu nombre el enigma: en medio del azabache de tus ojos; la luz de terror.

    (Poema de la primera parte del Bestiario)

    Ivonne ViraMANIACTUS

    El maniactus no posee arco ni garras. Observa a sus presas, les hace saber que est presente en todo momento. No se mueve con sigilo ni se oculta. Nunca muestra sus dos caras, pues le gusta confundir al enemigo. Con sus ms de trescientos y diminutos ojos amarillos registra cada movimiento, no hay ruta que no conozca, ni rumor o burbuja que no perciba. El maniactus es un ser solitario, sin forma fija. Lo mismo da que vista de gris o de rojo, si su pelaje es largo o corto, ya que nadie puede dejar de ver sus temibles ojos amarillos. Desde la soledad de su nido se teje con sus propios brazos un manto que nunca lo ha de cubrir del fro.

    Ivonne Vira (Puebla, 1988). Estudi Lingstica y Literatura Hispnica (BUAP). Becaria en la categora de Poesa en Los signos en rotacin Festival Interfaz del ISSSTE Puebla 2014. Autora del libro de cuentos Usted quera saber (BUAP, Col. Ren Avils Fabila Puebla, Mxico 2014). Promotora de lectura en Comunidad Comelibros.

    (Poema de la primera parte de Bestiario)

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    NMERO DESCONOCIDO

    Samia Bulhosen

    Era aquella una vereda solitaria y obscura, pareca tan larga de recorrer, pues no se alcanzaba a ver dnde terminaba. A los costados se aprecia-ban los arbustos y matorrales por los que a veces lograban colarse pe-queas lucecillas que daban la impresin de ser ojitos observando. En el cen-tro reposaban siempre infinidad de hojas secas que haban cado de los rboles cercanos, crujan al paso de quien por ah caminara, rompiendo el silencio que pareca tan profundo...de esos silencios que transportan la imaginacin a lugares desconocidos; de esos que, incluso generan cierta opresin en el pecho y logran acelerar los latidos.

    Por algn motivo, ella pasaba por ah, era casi la media noche y las ansias por llegar a casa se haban apoderado ya de su paciencia tras haber atravesado casi toda la ciudad en medio del catico trnsito y haberse finalmente averia-do el autobs en el que viajaba, -cmo es posible que ninguno de los pasajeros hubiese tenido que venir por aqu para hacernos algo de compaa!- pensaba, mientras aligeraba cada vez ms el paso, senta cmo casi flotaba, sus pies tocaban apenas el adoqun; y pese a ello la vereda no pareca estar prxima a terminar.

    Era casi el verano, el ambiente era clido aunque por momentos soplaba una ventisca fra que lograba erizarle la piel, -si tan slo hubiese previsto car-gar un suter- se deca a s misma, frotando sus brazos con las manos, sin in-terrumpir su paso acelerado. A lo lejos se oan los ladridos de algunos perros y la sirena de una ambulancia, que se poda percibir acercndose. El timbre del telfono celular comenz a sonar, lo cual hizo disminuir su marcha -no contestar- pens y volvi a acelerar, pero el aparato no cesaba de timbrar. Bueno- respondi detenindose abruptamente.

    Una voz masculina nada familiar al otro lado del auricular le habl con un tono particularmente grave e irnico Buenas noches, sabe usted del peli-groque corre caminando sola a esta hora de la noche por esa vereda?, s, sabe que no debera hacerlo, pero no tuvo ms remedio, no es as?, hay muchas cosas irremediables en esta vida- ella estaba perpleja, enmudeci a la vez que un fro intenso le recorri el cuerpo, se paraliz y no supo que decir. Conti-ne su camino con cuidado, hasta luego- dijo la voz y colg. La invadieron los

    nervios y con las manos temblorosas hurg en el registro de llamadas alguien me estar jugando una pesada broma- se dijo, pero apareci la leyenda n-mero desconocido.

    Emprendi entonces una carrera incesante, corra a la mxima velocidad que sus piernas podan proporcionarle, senta la tensin en los msculos de sus muslos y pantorrillas, el sudor fro se hizo presente en su frente y su aliento pareca entrecortarse. Entre los matorrales a su lado derecho una tenue luz al-ternando entre rojo y azul llam su atencin, disminuy entonces la velocidad es una patrulla, ir a su encuentro- pens, pero no se atrevi a salir de la vere-da e internarse entre los hierbajos. Alcanz a ver una sombra que atraves por ellos como una rfaga, ella se detuvo un segundo e intent ver qu direccin tomaba la sombra, pero se movi muy rpido y la perdi; estaba realmente temerosa y desconcertada.

    Retom lentamente su andar, de repente, escuch el crujir de las hojas detrs suyo, esos no eran su pasos..., se hizo presa de la angustia. Una pesada mano con un guante se pos sobre su hombro, ella se sinti desfallecer, el co-lor abandon su rostro y sus piernas flaquearon buenas noches seorita, soy el oficial en turno. No s si est enterada del nuevo sistema de geolocalizacin que estamos probando en particular en esta zona para seguridad de los tran-sentes, consiste en que automticamente al entrar el peatn al parque, nos llega una seal con su nmero celular y le llamamos paraconstatar que todo est en orden, si despus de unos minutos la seal nos sigue reportando su presencia en el rea, acudimos personalmente a verificar que est a salvo, se encuentra bien?-.

    FIN

    Nacida en la Ciudad de Mxico en 1972, Samia Bulhosen Ojeda comienza a desarrollar su gusto por la escritura desde la infancia, realizando poemas, cuentos cortos, prosa potica y guin.Ha participado en crculos literarios y actualmente prepara su antologa potica Reminiscencias, simultneamente trabaja en una compilacin de frases y reflexiones que llevar por ttulo Para vivir, amar y otros sucesos

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    Los 43 Poetas por AyotzinapaResea

    El libro Los 43 Poetas por Ayotzinapa, rene 43 voces poticas de distintas lugares y lenguas, incluyendo a poetas de las lenguas originarias de Mxico, pues debemos recordar que la mayor parte de los jvenes desaparecidos eran de origen indgena una verdad que lacera, aniquila. Por ello, en esta antologa estn presentes los idiomas mixteco, maya, nhuatl, zapoteco y mixe.

    Los 43 poetas participantes, por orden alfabtico son: Ana Mara Manceda, ngel Padilla, Antonio Orihuela, Antonio Praena, Armando Alans Pulido, Arturo Loera, Briceida Cuevas Cob, David Fernndez Rivera, David Gonzlez, David Huerta, Eduviges Villegas Pastrana, Enrique Falcn, Hctor Ivn Gonzlez, Irma Pelegrn, Inma Pineda Santiago, Isabel Romera, Javier Castellanos, Jess Lizano, Jorge Miguel Cocom Pech, Jorge Riechmann, Jos Valenzuela, Juan Antonio Correa, Juan Campoy, Katy Parra, Lauri Garca Dueas, Lorenzo Hernndez Ocampo, Marc Delcan, Mario Islasinz, Martn Jacinto, Martn Rodrguez Arellano, Miguel Santos, Miguel Tonhatiu, Natalio Hernndez, Nieves lvarez, Patricia Olascoaga, Pedro Casamayor, Roco Cern, Roxana Elvridge-Thomas, Salustiano Mas, Sixto Cabrera Gonzlez, Too Jerez, Vega Cerezo y Vctor Argelles. Asimismo, participan Gabriel Sebastin Chazarreta con la imagen de portada, Richard Keis por la fotografa y Demin Flores con un dibujo dedicado a Ayotzinapa.

    Algo que es necesario rescatar es que este libro no tiene ningn costo para el pblico, ser distribuido en las presentaciones-lectura y otros espacios en donde se permita compartirlo. Esto, gracias a la generosidad de donadores privados, ciudadanos que simpatizan con la causa, de quienes es justo mencionar

    sus nombres: Isabel Campoy, Alma Flor Ada, Dianne Roth, Armelle Denis, Joan Gross, Anna ONeill Bonitati, Robert y Mary Clarke, Jo Ann Taylor, Pat y Dick De la Chapelle, Alice Ponce Robison, Gabrielle Guttinger, Nancy Albritton,Gen Erway, Susan Swalenza, Gregg Kleiner, Robert y Susan Hoffman, William Stone, Christine y Joel Franks, Joa Sol Keis, Richard Keis , Dee Curwen, George McAdams, Josu Prez Urbano, Vctor Matas Rendn, Edith Vargas Jimnez, Liliana Lpez Becerril y la Revista Sinfn.

    Tambin es necesario aclarar que ninguno de los participantes de este proyecto cobr por su trabajo; los poetas y artistas de la imagen permitieron la reproduccin de su obra, y los organizadores: Miguel ngel Matas (diseo editorial), Gabriel Chazarreta, Richard Keis, Jazmn Gallardo Corona, ngel Padilla y Ana Matas Rendn, laboraron sin retribucin econmica.

    No debemos olvidarnos de que este esfuerzo conjunto se ha hecho para los 43 estudiantes que nos han despertado a una realidad en el que la juventud est expuesta por sus inquietudes; a una realidad donde desaparecen miles de personas por la violencia y la falta de justicia, y en donde hombres y mujeres sin importar su edad, lengua materna, creencias e ideologa, son secuestrados y asesinados.

    Este libro tiene el propsito de unirse a las voces de dolor de las familias de los estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural Ral Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero. Unirse a los millones de personas que han hecho suyo el movimiento para exigir justicia. Hemos luchado con la finalidad de que esta obra no tenga un costo para el pblico, pues de este modo lograremos que llegue a ms personas y, as, podremos invitar a la reflexin a aquellos que an tienen dudas. En fin, queremos sumarnos al movimiento ciudadano a travs de la poesa. sta es nuestra aportacin. Allende de la poltica, nos unimos por el dolor que nos hermana.Este libro est dedicado a:

    Abel Garca Hernndez, Abelardo Vzquez Peniten, Adn Abrajan de la Cruz, Alexander Mora Venancio, Antonio Santana Maestro, Benjamn Ascencio Bautista, Bernardo Flores Alcaraz, Carlos Ivn Ramrez Villareal, Carlos Lorenzo Hernndez Muoz, Csar Manuel Gonzlez Hernndez, Christian Alfonso Rodrguez Telumbre,

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    Christian Tomas Colon Garnica, Cutberto Ortiz Ramos, Dorian Gonzlez Parral, Emiliano Alen Gaspar de la Cruz, Everardo Rodrguez Bello, Felipe Arnulfo Rosa, Giovanni Galindes Guerrero, Israel Caballero Snchez, Israel Jacinto Lugardo, Jess Jovany Rodrguez Tlatempa, Jhosivani Guerrero de la Cruz, Jons Trujillo Gonzlez, Jorge lvarez Nava, Jorge Anbal Cruz Mendoza, Jorge Antonio Tizapa Legideo, Jorge Luis Gonzlez Parral, Jos ngel Campos Cantor, Jos ngel Navarrete Gonzlez, Jos Eduardo Bartolo Tlatempa, Jos Luis Luna Torres, Julio Cesar Lpez Patolzin, Leonel Castro Abarca, Luis ngel Abarca Carrillo, Luis ngel Francisco Arzola, Magdaleno Rubn Lauro Villegas, Marcial Pablo Baranda, Marco Antonio Gmez Molina, Martn Getsemany Snchez Garca, Mauricio Ortega Valerio, Miguel ngel Hernndez Martnez, Miguel ngel Mendoza Zacaras, Sal Bruno Garca y sus familias.

    A los miles de desaparecidos y vctimas, para que sus rostros y nombres no se borren de nuestros corazones.

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    JA, LA JYIKTABUN SLOKOLAL JTALELSilvia Lpez Lpez

    (tzotzil)

    Jun sob li jtote kun lok batel ta jtojolalLa jyiktabun yav stuchemal jtakopal

    Ep syayijemal stuchulil kontonLa xchak ti jik-ontonale

    Chutilanbun batel jnopben xchiuk tstananbun kutil

    Ta skobtak jun roxa, la skoltaun likelLa spixun ta xutulil skomelaltak skuxul yontonKuni me ti muyuk la sbajun ta svayubtaselune

    Ti yechomal ike jech laj kai kuchaal chkejinLi syalemal voe ta svulesbun ta jol konton

    Kalal ta xkai skanelal ti chabal batemuk ti jtote

    Kajomal jun antskakal xchiuk akobal la jyilik li chiVinajel xchiuk jmetik la jyakikun ta xojobal

    Slokobal matanal, jtalel jtakopal

    Ta namal lum ta jlilin lokel kexlalTi ja spixojun ta at ontonale

    Ta syayijesun echel muyuk spajebal chai

    Ta jsa batel jbijilal yo jech ta jta jkuxlejalTa jtsob yechomal eiletik ti muyuk spajebe

    Ta skuxul sjol yoonton kuni me li chi xa tal yuunSjalbenal jnitilultak la jyakbikun jbijilal.

    LA HERENCIA DE MI PARECERSilvia Lpez Lpez

    Una maana mi padre se disip paulatinamenteDejndome una huella que estremeca mi esencia

    Quebrantada de mendrugos Que divida un suspiro

    Exprimindome el aliento que desnudaba mi interior

    En los brazos de un rosal, dulcemente me acogiCubrindome de retazos que recolectaba con amor

    Mi madre que nunca me releg al adormecer

    El sonido del viento me pareca cantarLa cada de la lluvia me sollozaba recordarEl saber que mi padre no debi de marchar

    Solo una seora, el da y la noche me vieron crecer Elcieloylalunamehicieronreflejar

    La herencia obsequiada de mi parecer

    En buena distancia sacudo las penas Que me cubren de angustias

    Y me lapidan sin cesar

    Escruto sabiduras, para conseguir mis enclavesApio las voces que me gritan sin parar

    Con la ternura de mi madre, me he vuelto a crecerTejindome las esencias que me han hecho brillar.

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    LA DECISINErika Chidez

    Ms que escucharse, el estruendo se senta a varias leguas de distancia, corra como ro caudaloso sobre tierra polvorosa; fcil era imaginar una bandada de animales salvajes yendo hacia un desfiladero. Transcurri mucho rato, amino-raron el paso para convertirse en cuchicheos, devenir de pisadas fuertes y pau-sadas, el barullo se calm paulatinamente, voces poco familiares con acento rudo se perciban a distancia sin entenderse claramente las palabras.

    Los chorros de orines recorran la viga de madera de una esquina de la ca-sucha de lmina de asbesto, agujerada; los gargajeos acompaados de escupi-tajos le hacan compaa a la composicin de sonidos burdos de la naturaleza fisiolgica del ser humano.

    Muy cerca un caballo relinchaba lastimero, resoplando, luego un disparo que reson hasta el inconsciente vagabundo a la hora de los sueos lcidos.

    Carmen despert de un sobresalto, con el sudor recorrindole las sienes, y una chispa de luz instalada en el entrecejo marcado finamente por dos l-neas que recordaban su temperamento. Era de da, pero la luz no perdona el agotamiento y el hambre que le recordaba el gruir de las tripas, solo por eso, porque tena tanto para olvidarse de cualquier cosa, menos del pnico que la invada a cada momento.

    Busc algunas horruras de pan en la bolsa del abrigo pero no tuvo suerte, la vista desesperada recorri ese pequeo refugio, encontrado despus de ca-minar por senderos terregosos toda la noche. Haba slo estantes a punto de vencerse, no quiso mirar ni por encima de ellos por miedo a provocar algn ruido estrepitoso. Sus pies finos y un tanto arrugados por la edad no hubieran

    resistido un paso ms, las paredes de adobe de la casa destruida le hicieron ver que haba llegado a algn casero, y muy cerca se top con la puerta de ese desvencijado toldo donde se avent con sus maltratados huesos.

    Tena dos das sin asomar una pestaa fuera de esa puerta de tablas ensar-tadas, con nada en el estmago, ms que un gran hueco, que creca al mismo tiempo que su desesperacin.

    Las sombras se acercaban amenazantes, le recordaron el estruendo que la regres del descanso fugaz, voces graves deambulaban como fantasmas me-rodeando muy cerca de su escondite. Los olores a carne asada sobre la lea, frijoles en agua y sal y a chiles tatemados, viajando de manera desordenada y sin respeto comenzaron a profanar el espacio lleno de obscuridad y apretujado donde exista ahora, superaron el olor a meados rancios.

    Senta maldecir su suerte porque pronunciar palabra no se atreva, el mie-do a ser descubierta la convirti en una imagen casi mimetizada con el entor-no, respirar era un lujo que se daba cuando descansaba de las sombras retirn-dose hasta donde estaban los dems, que no alcanzaba a mirar.

    Busc desesperada debajo del abrigo la talega con las pocas monedas de oro que haba logrado rescatar despus de la sorpresiva huida. El mismo le haba servido de petate por dos noches seguidas, donde puso la preciada per-tenencia que no lograron arrebatarle los bandidos cuando irrumpieron en la finca de la familia, posesin preciada por varias generaciones, hasta haca dos noches atrs. Cuando dormida escuch entre sueos como violentaban los portones de madera de encino, se puso la bata rpidamente y corri a ver por la parte trasera de la estancia. Interrogaban a Margarita, una de las empleadas de servicio;

    nde est tu patrn?

    Se jue hace ya varios das, ya no vive aqu

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    Y t patrona, on ta?

    Antes de escuchar la respuesta de Margarita, ech a correr hacia la rec-mara, tom del bur la bolsa de monedas, se coloc el abrigo y emprendi la fugaz huida por las caballerizas, atravesando el monte lleno de baraas.

    Los recuerdos la asaltaron y lograron desprender su mente del presente. Como si lo estuviera viviendo record la existencia no tanto afortunada que llevaba quince das antes, aunque en aquel momento su dignidad habra su-frido un desare, no se comparaba en nada a la serie de sucesos que vinieron despus, lo que estaba sufriendo en tan solo unos das. No tuvo tiempo de recuperarse de la pena sufrida, ni vivir el dolor para luego superarlo, pens entonces que no podra haber mayor desgracia que la suya. Sin una pizca de imaginacin que le hiciera pensar que todo lo que conceba estable y duradero le sera arrebatado en una noche, por un violento desenlace de acontecimien-tos polticos y sociales de los ltimos meses. Haba sido abstrada de la aten-cin de las noticias sobre el movimiento armado que amenazaba la estabilidad de la regin.

    Su mente vagaba por espacios absortos de la realidad, por el pasado afor-tunado y feliz, roto ahora de abandono. Por los retratos colgados en las pa-redes de tonos beige y ocre, por los largos pasillos de arcos entrelazados, los jardines repletos de flores tradas de algn pas lejano, las fuentes brillantes al fulgor del sol a las dos de la tarde, por las caballerizas mudas, de tanto sollozar.

    Tal vez desde entonces su mundo ya haba sido consumido y faltaba el re-mate, como si todo estuviese preparndose para el triste final. Pareca que en aquel momento, no le quedaba ms que desistir del esfuerzo de sobrellevar la vida, hasta que Dios con su eterna compasin la retrajera del sufrimiento, y sentada en el silln del portal, viera la deslumbrante luz que seduce llevndola a la eterna paz.

    Pero no fue as, todo era alucinacin lograda por la depresin de ver a su

    nico hijo partir hacia otro mundo, hacia el viejo continente lleno ostentacio-nes modernas, lejos del desequilibrio del pas. Henchido de egosmo se haba marchado dejando a su madre a merced de la desdicha. Unos meses antes le platicaba sobre la Ciudad Luz y de todo lo que hara cuando estuviese vi-viendo la grande vie, ella en vano pens que la llevara consigo.

    Las monedas de oro, era todo lo que posea, si era necesario con eso sal-vara su vida, haba logrado escapar una vez, ahora las posibilidades eran casi nulas, la talega con las pocas monedas no estaban en la bolsa del abrigo, es-culc la falda roda por los cactus y los mezquites, sin dejar de ver las prendas que alguna vez fueron de buen gusto, estaba hecha un harapo. No tena nada con que intercambiar su vida, estaba perdida, si la encontraban en ese lugar seguro la fusilaran.

    Por momentos le pareci escuchar voces femeninas, el llanto de un nio? eso era buena seal, tal vez los bandidos tenan familia, eso los haca ms hu-manos, pens.

    Pero, solo unos das antes su vida no tena sentido, no lo tena an con tantas posesiones y riqueza, deseaba morir en cualquier lugar, en el prtico, en una silla, abandonada sobre el contorno rgido del respaldo incomodo del bejuco seco. Ahora senta esperanza de sobrevivir, tal vez el estar en peligro y cerca de la muerte haba logrado en ella recuperar la fe. Mir sus manos, marcadas por los pliegues de la edad, llenas de pecas que iban creciendo cada ao, cubiertas de tierra salitrosa absorbida por la piel seca. Quera luchar por salir airosa de ese trance, por demostrarle a la adversidad que las fuerzas no la haban abandonado, a pesar de todo siempre fue una mujer de recio carcter, que sali avante de cada problema, cuando muri su esposo.

    La idea de ser asesinada solo por su condicin de hacendada la aterrori-zaba, no poda concebir un triste final tan escueto y sin sentido, que su vida terminara de esa forma, enjuiciada por quienes crean era la egosta, avari-

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    ciosa; cuando nunca fue as, no conoci otra vida, solo la que sus padres le heredaron, no era su culpa al fin y al cabo. Y a pesar de tener en sus manos la posibilidad del poder concedido, no lo uso para humillar a los campesinos que resignadamente trabajaban para ella y su familia. No encontraba un mo-tivo suficientemente valido para ser castigada por los que se haban revelado a seguir siendo maltratados, porque tuvo poder infinito sobre ellos para con-denarlos y no lo hizo.

    Una bota se incrust violentamente en la madera de la puerta, despus el otro pie, hasta lograr que cayeran todas las tablas, trastornada se agazap en el suelo, envuelta como un capullo dentro del abrigo, su nica proteccin, comenz a rezar el Padre Nuestro. El sonido de un arma cortando cartucho seguido de la voz de un campesino:

    Sal de all, jijo de

    La voz cascada de la mujer se hizo escuchar inmediatamente, pidiendo clemencia,

    No dispare por favor,

    El teniente se acerc, casi de un paso estaba afuera del toldo detrs del re-volucionario,

    Qu est pasando ay!

    Esta vieja nos est espiando teniente, quen sabe dende cuando

    Salga de ay, pa verla!

    Con las manos extendidas sobre el rostro, despus de ponerse de rodillas, Carmen se levant como pudo, le brot tierra suelta de todos lados, el cabello canoso, cenizo, junto con sus prendas se vieron por fin con la luz de la tarde desplomndose, que amainaba el calor del sol, con los ojos entrecerrados, des-lumbrados; por un instante vio tres hombres frente a ella, armados con fusiles

    en las manos y otros colgados en los hombros.

    Ya tomaron todo lo que tena, no me queda nada fueron las palabras que alcanz a pronunciar casi como un suspiro.

    El teniente le hizo seas con el fusil, de que caminara hacia donde estaban los dems. Su vista se hizo clara y pudo percatarse de decenas de personas apostadas en ese sitio rodeado de casas destruidas, pero servan muy bien de guarida. Vio algunas mujeres sentadas en piedras y limpiando las carabinas, con las carrilleras llenas de parque, otras cocinando en la fogata, todas terre-gosas.

    Uno de los hombres le hizo seas de sentarse, -denle de comer, se ve que tiene hambre-. Estir las manos lo ms que pudo para alcanzar cuanto antes el plato que contena la mejor comida que haba hecho en su vida, la que deseaba desde haca dos das con sus noches largas; un pedazo de carne de vaca, frijo-les, tortillas y chiles; las manos y boca le temblaban sutilmente, del estmago dej escapar un gruido de las tripas devorando el sagrado alimento.

    La tarde oscureca para dejar escapar el ltimo rayo de sol, pero comen-zaba a aparecer en la escena un instante de penumbra antes de la llamarada de la fogata que calentaba, al mismo tiempo que un soplo de aire refrescaba la noche.

    Las mujeres y hombres se dispersaron, cada quien con su consigna y ab-sortos en encontrar un pedazo de tierra lisa, llana, para aventar los zarapes y el cuerpo apesadumbrado.

    A lo lejos se percibi el cabalgar de un caballo acercndose, se detuvo brus-camente.

    Teniente, vienen los federales!

    De la misma forma que haban depositado las prendas, los revolucionarios

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    de manera presurosa recogieron sus pertenencias, montaron sus caballos los que traan botas y pantalones, las mujeres y los que traan zapetas de manta y guaraches echaron a correr con rumbo desconocido, pero todos haca el nor-te, sin hacer mayor sonido que el acontecer de harapos en movimiento, y los fierros acomodndose en los cuerpos desordenados por el apremio.

    Ella observaba el gento despavorido, pero su mente no la dejaba discer-nir, apenas haba comenzado a digerir los alimentos. Cansada para pensar, se levant de golpe y corri detrs del teniente que montaba el caballo y ya se echaba al galope.

    El chiln de las monedas escondidas dentro del forro del abrigo comenz a tintinear, como las campanadas de la capilla de su antigua hacienda. Sonri con una mueca pueril, haba redo de nuevo, ante aquellas circunstancias in-verosmiles.

    De pronto, el teniente se dio la vuelta y a tres pasos del caballo a trote se par frente a ella tajante, el caballo relinch; su rostro grave y sin gesto alguno mostr determinacin, la miro a los ojos, tom una carabina del hombro, se la avent a los pies, ella corri detrs del tumulto, el hombre se dio la vuelta y sigui a galope hacia la obscuridad polvorienta.

    ***

    Despus de esto mi bisabuela se uni a las fuerzas de los revolucionarios, ya sin poder regresar a su hacienda y sintindose sola, sin propiedades, no tena a donde ir, ellos la acogieron sin decir nada, slo la observaron por unos momentos, luego se volvi parte de los cuerpos agregados a la lucha; los que se arrejuntaban en la fogata, cocinaban, se lavaban la cara llena de tierra en los arroyuelos que iban encontrando en el camino. As sigui durante algunos meses hacia el norte, hasta que se intern en la sierra madre, en Sinaloa.

    El hombre narraba la historia que saba a la perfeccin porque se la haba

    contado su abuelo muchas veces; de rostro serio, plido, vestido con panta-lones de cargo y cachucha color caqui, con una chaqueta de cazador, sentado en una gran roca con los brazos cruzados,pareca recrear los momentos que haba vivido su bisabuela, rodeando el fuego desprendido de la lea de mez-quite, su sombra se reflejaba en las paredes de roca de la cueva, al igual que la de sus acompaantes, unos diez hombres que haban estado escuchando la historia de sus orgenes en las montaas, cuando an eran lugares inhspitos y los habitantes de la zona vivan muy alejados unos a otros.

    Entra un hombre apresurado, hablando con urgencia en la voz, intentando no gritar.

    Jefe, jefe, vienen los guachos, estn rodeando la montaa de Santa Rita, lo andan buscando!

    Vmonos dijo el hombre, ustedes disprsense le seal a cinco de ellos, que como l, portaban armas de grueso calibre escndanse entre el bosque y me mantienen informado, yo me voy ms pa adentro, al otro cerro, no creo que encuentren las veredas, los dems sganme.

    Apagaron la fogata con un chorro de agua salido de unos pomos. El tropel de pasos se escuch en el trajinar de la oscuridad, los sonidos animalescos no tenan que disfrazarse, ni mimetizarse con el silencio, las ramas y hojas eran los que podran delatarlos en su taciturna huida, pero no lo haran, estaban demasiado lejos de ser descubiertos en una zona que conocan mejor que na-die. Las ramas de los arbustos se movieron unos instantes detrs de ellos, tra-gndolos, despus todo permaneci inmutable.

    Nac en Sinaloa, crec en la ciudad de Culiacn en la poca de las balaceras que arrullaban toda la noche. Escrib poesa y prosa desde la infancia. Estudi Ciencias de la Comunicacin y Relaciones Pblicas en Los Mochis Sinaloa. En 1999 me traslad a la Ciudad de Mxico a buscar mejores oportunidades, en 2011 a trabajar y vivir a Valle de Bravo. Escrib una Biografa Novelada que gan el concurso de Premios Demac 2012. Estudi en el 2013-2014 el Diplomado en Creacin Literaria en el Centro de Creacin Literaria Xavier Villaurrutia del INBA.

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    Benjamin Ward Daniel Sosa

    Benjamin Wards mom, Ms. Lizeth, came from Guatemala in the 70s; after having some part and full time jobs she started working at NFS as cleaner and later she got the supervisor position. When Benjamin was in High School she encouraged and helped him to get a job at NFS as a cleaner too.

    Since Ms. Lizeth was a kid it was her dream to be American; after being in touch with those stories from those from Guatemala who were living in the States, she assumed that by being American persons were able to get over their economic difficulties and even to be admired. At certain point in her life she went to the States, got marriage and changed her last name for the one who, according with her, gave her the papers. This helped to the new Ame-rican Family to keep a distance of being Guatemalan, an upgrade in the Latin American community and a gap which would keep them far from the Mexi-cans which were racist with them many times; speaking in English most of the time also contributed to a better life. Hierarchy based on your life status is very important for Latin Americans.

    Once High School finished Ms. Lizeths son took more seriously his NFS job. It was a matter of time for him fo climbing positions since he was very familiar with NFS on the fields work environment. Once he got his supervisor position he started participating into the unofficial NFS economic benefit of budget cuts through labor and supplies reduction. A proper size of undo-cumented workers mixed with the amount enough of documented was the strategy for preserving the benefit. It was natural for him as well as for others in his position to follow that path, but Mr. Ward had more advantages on his side; Mr. Ward was first generation born in the States, he had an American last name and he had a very American physical complexion, it was hard to notice

    he was actually Latin American descendent, eventhough he was; he used all of this on his favor.

    After 9/11 the use of undocumented workers was very easy; Government didnt pay a lot of attention to workers identity and illegal working conditions were not in the mainstream of the issues to be considered into the National Security topics. Using forged papers was not very important before, but from now on it was going to be important, therefore others strategies were applied by persons like Benjamin Ward. This new situation took out from the game to a lot of immigrants who moved by the inertia of the problem gathered in the streets and participated on important public street marches in Los Angeles, New York City, Chicago, and Houston. This would continue and would make the problem harder. Nevertheless persons like Mr. Ward knew that the biggest ally for him taking advantage of the immigrant situation was anonymity, rea-son of why he just waited and quietly change the strategy.

    If the problem was the identity, well, lets address the problem. Suddenly subcontractors appeared and were integrated as others participant of the net-work which needed to be paid in order to be able to lease the responsibility of hiring and by which the big companies could elude their responsibility in case those hiring were illegally based. This was a satisfactory solution for all the involved: Government could have control of those who were hiring by sour-ce subcontractors needed to be starters most of the time registered as labor outsourcing companies and paying taxes to operate- without affecting the big corporations, which meant a big reduction of resources applied to take care of the situation person by person, besides now the possibility of quick big im-migrant network dismantling if necessary by attacking this new sources was open, which could be used for National Security purposes or even political purposes in some cases, Corporation could hire without facing those res-ponsibilities coming from not doing it according with the law, and those like Mr. Ward who were taking advantage of the situation could continue doing it as long as they do it quietly.

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    NumbersWas this NFS parallel and unofficial NFS benefit structure strong

    enough for covering this new situations? Lets explore some numbers for get-ting the answer. A building with 26th floors having a regular market size of 22,000 square feet (sqft) for each floor was providing to NFS the monthly re-venue of $ 34,320.00 dollars; from it 40% which is $ 13,738.00 were identified as the Corporates profit, and 60% which is $ 20,592.00 as the accounts cost money already spent and no more considered as existent- which will cover la-bor and supplies. But from those $ 20,590.00 positions like project supervisor the one Mr. Ward had- could still get 75%, which is $ 15,444.00 dollars, they could do it by exploiting accounts labor substantially diminishing the work environment quality under activities such forcing some workers to work from 12 to 18 hours daily including Saturdays and Sundays, not giving them any kind of holyday, providing them the less possible equipment they could give in order to perform their activity, forcing them to buy their own equipment which was going to be used in the companies accounts and rewarding it by selling them ideas of making them participants into other more convenient businesses at the future or giving hem references so they can buy from their own money pickups which were going to be used for the company later, firing them in the case they miss a day for being sick (they needed to attend to work even if they were sick), forcing them to be available 24 hours per day 7 days per week winning the minimum for doing it, etcetera.

    The total amount per year persons like Mr. Ward were getting from a regular building like the one exposed in the previous example was $ 185,328 dollars, which were not reported neither to the Corporate nor to any taxation authority because it was considered for both of them already spent and al-ready included into taxation. This means a loss of more of $ 50,000.00 dollars for the IRS just for one account; a project supervisor uses to have more than 10 accounts in charge, if that person could apply the model for five buildings he/she would have an extra revenue of $ 185,328.00 x 5 = $ 926,640.00 do-

    llars meaning a loss of more than $ 270, 000 dollars for the IRS. In a regular NFS business area four project supervisors were in charge, so potentially $ 3,706,560 dollars were gotten by following the model, making loss more than $ 1,100,000.00 dollars to the IRS just in that business area, NFS had more than 7 business areas just in Houston at that time. Was this model replicable in the other major cities NFS had operations LA, Chicago, New York, Dallas, etc.-? If the answer is positive, we have an almost 0.5 billion dollars based on immi-grant exploitation black market in just one of this fields National companies. No wonder why it was very important to have a strong Latin American com-munity in every market NFS decided to cover.

    Now it is easy to understand how persons like Mr. Ward could bride his bosses and pay to subcontractors, and still to get profit from the situation. But another factor started to play a role also; this unconsidered money since it was out of any formal radar eventually was the ideal to bride, since it was out of the radar, it was perfect for being the money to use to pay those clients decision makers positions in order to obtain new accounts, and gradually it was used under those purposes too.

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    En el jardn de los vientos. Obra potica (1974 2014).

    Resea

    Con una ms que destacada produccin, integrada por 17 libros, el poeta Luis Alberto Ambroggio (Crdoba, Argentina, 1945), ha logrado una consistente obra y se ha instalado por mritos propios en el panorama del castellano en los Estados Unidos, desde la aparicin de su primer ttulo, Poemas de amor y vida (1987), hasta el ms reciente, Todos somos Whitman (2014).

    Los ms esenciales temas tocan a su potica, por lo que nada que afecte al ser humano le es ajeno. Y todo, guiado por la finalidad de conjurar la aventura de la existencia, segn definen los editores del presente volumen.

    En cuanto a los procedimientos, ya en Prefacio, primer texto, emplea dos paralelismos de los que har uso en el resto de su obra, como igualmente, comienza las cuatro estrofas del poema con el mismo verso: Libro de hojas blancas.

    As, en la segunda estrofa, entrega su primer smil: Libro de hojas blancas / puras y simples / como tabla rasa / con sangre escrita / de mi mano franca. Y en la tercera, incluye otro: Libro de hojas blancas / uno de los hijos / que yo creara / como a mi imagen / y semejanza.

    El fillogo andaluz Enrique Baltans, al abordar su potica, afirm: Luis Alberto se aferra al manantial seguro, inagotable, de donde bebe tanto la poesa como la vida. Nos resulta muy certera la definicin de Baltans, quien con razn lo denomina Hombre del aire; mas no solo por su dedicacin al mundo de la aeronutica, sino porque nuestro autor destaca por su rica imaginera.

    El tema de la aviacin, pues, le llevara a su primer libro, donde

    advertimos la huella del Neruda de Veinte poemas de amor y una cancin desesperada, como podemos advertir en La despedida: Despedirse es decir adis a un avin que se pierde de / repente entre las nubes y verlo que se aleja / de muchas maneras, definitivamente, / mientras sube. // Despedirse es un beso con lgrimas / de ojos que se nublan no se miran pero sienten. / Es un abrazo que quiere retener dos almas / que han de separarse. // Despedirse es estar y no estar / ver y no ver, sentir y no sentir, como en un minuto. // Es volverse a encontrar increblemente solo uno. // Y mientras un avin se va / o un tren desaparece como lnea en la distancia / la sonrisa de estar juntos / se convierte al instante en una lgrima. // Despedirse es morir un poco / en la crcel universal del tiempo y el espacio; / es comenzar a aorar de lejos / a seres queridos que alguien tristemente se ha llevado.

    El mismo tema reaparece en su siguiente poemario, titulado Hombre del aire (1992), donde dedica varios textos a su segunda pasin: [] escaparse a las estrellas.

    Su rica abundancia de imgenes deviene en uno de los principales mritos de su lrica. Entre los cuantiosos ejemplos que nadan en el amplio ro de su potica, sobresale Oda ensimismada (1994), su tercer libro, donde expresa con mayor amplitud su vocacin metafrica. As, en el primer verso del poema 13, evidencia tal riqueza: Horizonte antiguo del regreso; al pasar la pgina, los cuatro versos iniciales del poema 16 corroboran su abundancia versal: Anclar este sueo / a la orilla de Acuario, / o Piscis o Aries, / el que suee conmigo.

    Al continuar revisitando este ttulo, salta, en el poema 34, un formidable dueto: He acostado el da / en un sueo imposible. Y como para complacer an ms al lector, el poeta le regala en sus versos finales: El corazn que late vida, / silenciosamente duele.

    Poemas desterrados (1995), muestra desde su primer poema: Entrega de sombras, su utilizacin de eficientes imgenes, como corrobora su segunda estrofa: [] las noches, cielo de sombras, / no pueden oscurecer los recuerdos.

    Desengao (fechado en Mnich en 1992), aade varios versos que

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    ratifican su capacidad innovadora de dotar de inesperadas imgenes a sus poemas: El da abrir maana / otra botella / de vino azul templado. // En los cafs se toman/ encuentros y despedidas / mientras compartimos sin maquillaje / las calles de nuestra soledad.

    Podramos continuar por los diversos temas y aspectos de la vasta potica de Luis Alberto Ambroggio, pero les invitamos a que se sumerjan en ellos.

    En suma, nos place haber ledo En el jardn de los vientos, que ahora tienen a su disposicin, para el disfrute de la valiosa creacin lrica del poeta y ciudadano del mundo que es Luis Alberto Ambroggio.

    Creaturasliterarias

    SOL DE PALABRAS

    Todo es potico en cuanto nos confiesa un destino,en cuanto nos da un vislumbre de l.Jorge Luis BorgesVivo.Soy en alguien.Nac antes de naceren el cuerpo del deseo.Existo enamorandolos alientos ms all de la muerte.No quiero sentirme soledad.Me eligieron las palabras.Conozco la historia de los delirios.Vivo en el sermn del viento,nunca solo,siempre en alguien

    EN EL JARDN DE LOS VIENTOSde

    Luis Alberto AmbroggioObra potica (1974 2014) | Coleccin Pulso Herido

    Nueva York: Academia Norteamericana de la Lengua Espaola (2014)

    Los diecisiete poemarios de Luis Alberto Ambroggio muestran una elptica frecuente en la evolucin del pensamiento potico de los

    readores trascendentes.Ambroggio crece con su poesa en el recorrido por una realidad cotidiana cada vez ms consciente de su precariedad y abierta a la problemtica incesante del tiempo... Brillante, profunda, furtiva, la escritura de Ambroggio cruza dos siglos y se revela como una de las ms importantes poticas en espaol escritas en los Estados Unidos.

    Carlos E. Paldao y Rosa Tezanos-Pinto (Editores)

    Prlogo del libro

    que alberga el calor de mi day vive,vive,vive

    Luis Alberto Ambroggio (EN EL JARDN DE LOS VIENTOS. OBRA POTICA 1974-2014).

  • 76 7777Moira Gelmi

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    Siempre he admirado las fotografas y a las personas que son capaces de capturar momentos, paisajes, sentimientos, colores, formas, etc., de manera tal que a uno lo deja con la boca abierta. Hace un tiempo empec a incursionar en la fotografa y me di cuenta que es un hobby que me apasiona. En lo personal me gusta captar sentimientos, trato que las imgenes logradas representen momento y sensaciones.

    Hay una frase de Steve McCurry que sintetiza todo: Si sabes esperar la gente se olvidar de tu cmara y entonces su alma saldr a la luz

    Pienso que siempre voy a seguir aprendiendo, me gusta escuchar las crticas de los dems y mirar las obras de otros fotgrafos.

    Gabriel Chazarreta

    Soy Reina y amo sacar fotos desde siempre. Hace poco empec a estudiar, para aprender, y creo poder seguir si Dios quiere. Tambin creo que para plasmar un recuerdo inolvidable no se necesita mucho: simpleza, sencillez y mucho amor. Todo esto hace que la magia est presente dando como resultado una hermosa fotografa. Me inspira mucho fotografiar paisajes, mams embarazadas, bebes y nios disfrutando de la naturaleza.

    Reina Ferradas

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    Miguel ngel Matas Diseador web por accidente, diseador editorial por un peor infortunio. Gusta de perder horas frente a la computadora y siempre est dispuesto a los duelos que la vida le ponga. Ahora mismo comienza a sentir un gusto por los diseos digitales y encuentra en ello, su posible futuro. Dedica su trabajo a su familia, para y por quien vive.

    Richard KeisAcadmico estadounidense, Corvallis, Oregn, Estados Unidos. Es fo-tgrafo y Educador. Estudi Educacin Multicultural en la Universi-dad de San Francisco. Realiza una gran labor en las bibliotecas comu-nitarias de Puebla, Mxico. Realiza trabajo voluntario en el Centro de Esperanza Infantil A. C. en Oaxaca.

    Marie Le Glatin-KeisFue una artista francesa (2011) que cultiv el sketch. Viaj por gran parte del sur de la Repblica Mexicana con la intencin de conocer a los pueblos originarios y la cultura mexicana. Viaj por Mxico, Francia y Brasil.

    Moira GelmiFotgrafa argentina

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