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Revista Virtual REDESMAagosto 2009

Vol. 3(2)

Manejo Sosteniblede Bosques

responsables

José BlanesDiego De la Quintana

editora

Marthadina Mendizábal

consejo editorial

Carlos ArzeJosé Blanes

Marianela CuriEduardo Forno

Nicolo GligoJosé Leal

Pablo PachecoRafael Navarro

diseño

Marcelo PintoManuel Rebollo

foto de portada

Pantano de palmar, Madidicortesía

Proyecto Madidi-HNB-MBG

PresentaciónLa extracción selectiva de especies con importancia económica yla remoción de amplias áreas cubiertas de bosque disminuyen lasproyecciones y las oportunidades para que los recursos forestalesderivados sean sostenibles en su aprovechamiento a largo plazo.Esto sumado al desconocimiento de la biología y ecología de unnúmero importante de especies que dificulta también su evalua-ción referida a las tasas productiva y de renovabilidad de sus re-cursos derivados. Los usuarios de estos recursos forestales – comu-nidades originarias, industrias y asociaciones sociales del lugar –han ejercido diferentes tipos de presiones para la cosecha y apro-vechamiento de los bosques tropicales, desde los niveles de sub-sistencia familiar hasta la producción masiva y su industrialización,fundamentada en la aplicación de estándares internacionales ycontrol de calidad.

En materia de manejo sostenible de bosques tropicales, Bolivia seconstituye en el principal país del mundo con más de dos millonesde hectáreas bajo certificación forestal voluntaria de un total denueve millones con manejo forestal sostenible. Nuestro país es elsexto con mayor extensión de bosques tropicales, representadosen siete de los nueve departamentos. Se tiene de 240 a 303 espe-cies con potencial forestal maderero de 28.7 millones de hectáreasy la investigación forestal ha permitido incrementar el aprovecha-miento forestal de 12 a 35 especies. Pero el bosque efectivamenteno sólo implica madera, ya que el conjunto de productos no made-rables van desde resinas, cueros, proteínas, miel de abeja hastaartesanías, utensilios, alimentos, aceites, entre otros. Este compo-nente también ha diversificado la producción alternativa, ecológi-ca y orgánica en la que varias organizaciones destacan por la co-mercialización de pequeñas empresas y agrupaciones de produc-tores.

Si bien recientemente los sistemas de aprovechamiento forestal enlos bosques tropicales han sido modificados en base a principiosde conservación, disminución de impactos, eficiencia extractiva ydefiniciones sólidas para la distribución equitativa de beneficiostodavía falta mucho por hacer. Lo fundamental es demostrar queesas prácticas reúnen condiciones de manejo adecuado y basadoen la investigación científica, incorporando la participación deactores, grupos meta, la cooperación internacional y el Estado.

Los artículos, lecturas, información y demás material conforman elcontenido del presente número de la Revista que REDESMA y quemuestran la experiencia de Bolivia y de algunos países sobre ma-nejo sostenible de bosques. Es mi deseo que este material sea deutilidad para propósitos de mantener las funciones y productivi-dad de los ecosistemas forestales en todo el planeta.

Mónica Moraes R., PhDHerbario Nacional de Bolivia, Instituto de Ecología

Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia

Prólogo:Bosques sustentables ........................................................................................ 5

Los dilemas de las políticas yel manejo forestal comunitario:Algunas reflexiones desde el caso Boliviano ................................................ 9

Incentivos para laconservación de los Ecosistemas Forestales ............................................... 17

Improving the effectiveness of interventionsto balance conservation and development:A conceptual framework ................................................................................ 35

Gestión social deecosistemas forestales andinos ...................................................................... 51

Modelo de Gestión Forestal para elUso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos ........................ 61

Land-use planning in Indonesia and Malinau ............................................. 81

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Índice

Revista Virtual REDESMAagosto 2009

Vol. 3(2)

Manejo Sosteniblede Bosques

responsables

José BlanesDiego De la Quintana

editora

Marthadina Mendizábal

consejo editorial

Carlos ArzeJosé Blanes

Marianela CuriEduardo Forno

Nicolo GligoJosé Leal

Pablo PachecoRafael Navarro

diseño

Marcelo PintoManuel Rebollo

foto de portada

Pantano de palmar, Madidicortesía

Proyecto Madidi-HNB-MBG

PresentaciónLa extracción selectiva de especies con importancia económica yla remoción de amplias áreas cubiertas de bosque disminuyen lasproyecciones y las oportunidades para que los recursos forestalesderivados sean sostenibles en su aprovechamiento a largo plazo.Esto sumado al desconocimiento de la biología y ecología de unnúmero importante de especies que dificulta también su evalua-ción referida a las tasas productiva y de renovabilidad de sus re-cursos derivados. Los usuarios de estos recursos forestales – comu-nidades originarias, industrias y asociaciones sociales del lugar –han ejercido diferentes tipos de presiones para la cosecha y apro-vechamiento de los bosques tropicales, desde los niveles de sub-sistencia familiar hasta la producción masiva y su industrialización,fundamentada en la aplicación de estándares internacionales ycontrol de calidad.

En materia de manejo sostenible de bosques tropicales, Bolivia seconstituye en el principal país del mundo con más de dos millonesde hectáreas bajo certificación forestal voluntaria de un total denueve millones con manejo forestal sostenible. Nuestro país es elsexto con mayor extensión de bosques tropicales, representadosen siete de los nueve departamentos. Se tiene de 240 a 303 espe-cies con potencial forestal maderero de 28.7 millones de hectáreasy la investigación forestal ha permitido incrementar el aprovecha-miento forestal de 12 a 35 especies. Pero el bosque efectivamenteno sólo implica madera, ya que el conjunto de productos no made-rables van desde resinas, cueros, proteínas, miel de abeja hastaartesanías, utensilios, alimentos, aceites, entre otros. Este compo-nente también ha diversificado la producción alternativa, ecológi-ca y orgánica en la que varias organizaciones destacan por la co-mercialización de pequeñas empresas y agrupaciones de produc-tores.

Si bien recientemente los sistemas de aprovechamiento forestal enlos bosques tropicales han sido modificados en base a principiosde conservación, disminución de impactos, eficiencia extractiva ydefiniciones sólidas para la distribución equitativa de beneficiostodavía falta mucho por hacer. Lo fundamental es demostrar queesas prácticas reúnen condiciones de manejo adecuado y basadoen la investigación científica, incorporando la participación deactores, grupos meta, la cooperación internacional y el Estado.

Los artículos, lecturas, información y demás material conforman elcontenido del presente número de la Revista que REDESMA y quemuestran la experiencia de Bolivia y de algunos países sobre ma-nejo sostenible de bosques. Es mi deseo que este material sea deutilidad para propósitos de mantener las funciones y productivi-dad de los ecosistemas forestales en todo el planeta.

Mónica Moraes R., PhDHerbario Nacional de Bolivia, Instituto de Ecología

Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia

Prólogo:Bosques sustentables ......................................................................................... 5

Los dilemas de las políticas yel manejo forestal comunitario:Algunas reflexiones desde el caso Boliviano ................................................. 9

Incentivos para laconservación de los Ecosistemas Forestales ............................................... 17

Improving the effectiveness of interventionsto balance conservation and development:A conceptual framework ................................................................................ 35

Gestión social deecosistemas forestales andinos ..................................................................... 51

Modelo de Gestión Forestal para elUso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos ........................ 61

Land-use planning in Indonesia and Malinau ............................................ 81

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Prólogo

Bosques sustentablespor Marthadina Mendizabal1

1 Marthadina Mendizábal, Economista ambiental, tiene Maestrías de las Universidades La Sorbona y Católica de Chile. Esautora de diversos libros sobre temas ambientales.

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Revista Virtual REDESMAagosto 2009Vol. 3(2)

Prólogo

Bosques sustentablespor Marthadina Mendizabal1

1 Marthadina Mendizábal, Economista ambiental, tiene Maestrías de las Universidades La Sorbona y Católica de Chile. Esautora de diversos libros sobre temas ambientales.

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Revista Virtual REDESMA - agosto 2009 - Vol. 3(2)

Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 66 esta es una publicación de Cebem

Prólogo - Bosques sustentables [Marthadina Mendizábal]

Una vez más tenemos el agrado de presentarmaterial seleccionado sobre manejo de recursos natu-rales… biológica, artificialmente renovables o agota-bles, dependiendo de la modalidad asumida para ex-traer recursos de los bosques. En esta oportunidadnos interesa el manejo sustentable o sostenible de losecosistemas forestales que hacen parte de las capaci-dades ambientales ofertadas por nuestro planeta enlos niveles locales y regionales.

El tema responde a una necesidad reiterada, productode la influencia de procesos políticos, económicos ysociales: la deforestación continúa siendo un proble-ma en todos los continentes, más aún porque no exis-ten mecanismos efectivos que desincentiven la defo-restación y en su lugar, estimulen el manejo. Una vezmás, nuestra prioridad -sin que nos limitemos a ella-es América Latina, puesto que el mayor peso de ladeforestación mundial tiene lugar en este continentey el Caribe. Nos interesa por su mayor potencialidadpara la absorción de gases invernadero y la altísimanecesidad de este servicio para restablecer equilibriosdel ecosistema terrestre. Pero también por su poten-cialidad para reducir la pobreza de comunidades rura-les.

Paradójicamente, a pesar del mayor potencial de losbosques que proveen estos servicios, aún hay muchopor hacer para fortalecer las instituciones y la norma-tiva.

En este marco, y concordante con los criterios denuestros colaboradores, debemos aclarar que enten-demos por sostenibilidad ecológica, la preservaciónde la estructura, función y diversidad genética y espe-cífica de los ecosistemas forestales. Tarea muy dife-rente a la sostenibilidad silvicultural, que está referi-da a la sostenibilidad de la capacidad productiva delbosque, propósito más factible siempre que se recurra

a técnicas de manejo forestal. Aclaración importantepara delimitar el tema de interés de la Revista: lasreservas forestales con todos sus componentes sonmuy importantes para garantizar la permanencia delsistema terrestre; pero en esta oportunidad no es eltema de la Revista. El tema central en este número esmantener el rendimiento de bosques con categoría debosques productivos, con todas las connotaciones queello conlleva.

Paralelamente, para propósitos del presente númerose entiende por manejo forestal, la utilización contro-lada del recurso para obtener beneficios madereros yno madereros a perpetuidad con el objetivo básico demantener la cubierta vegetal en el largo plazo y áreasde reserva apropiadas para la protección de la biodi-versidad y otros propósitos ecológicos1. En esta con-cepción de manejo forestal interesa de manera com-plementaria, la sostenibilidad económica que buscaque el flujo de extracción de madera garantice uningreso económico que se mantenga o crezca en eltiempo. La dimensión social es también importante ytiene que ver con la participación de la comunidad enel manejo y en la distribución de los beneficios gene-rados, la descentralización de la gestión, la goberna-bilidad, entre otros que han quedado fuera del alcan-ce del presente número.

Las áreas señaladas arrastran tareas pendientes, enparticular en países en desarrollo que poseen estariqueza natural. Ejemplos de tales tareas son, la con-jugación de la obtención de beneficios económicoscon la sustentabilidad en el manejo de las especies deecosistemas; la definición apropiada de derechos depropiedad y el manejo de conflictos por el uso de losdiferentes componentes del ecosistema forestal; la

gestión comunitaria y las capacidades locales paraesta tarea, entre otros.

Aún así, es innegable que los países han hecho pro-gresos desde Río/92, desde cuando se ha multiplicadola generación de estudios, información, investigacióny experiencias que demuestran que el aprovecha-miento de los bosques no sólo debe, sino que puedeser ambientalmente sostenible pero también econó-micamente factible y socialmente justo; experienciasque también evidencian las ventajas de la gestión anivel local en el contexto de la descentralización, yque justifican todo esfuerzo de planificación interac-tiva entre el gobierno y los usuarios locales de la tie-rra para potenciar el desarrollo regional. Los avancesen las técnicas de aprovechamiento forestal con im-pacto reducido también han sido grandes y han idoacompañadas por diversos progresos en el campo dela normatividad y finalmente, la certificación forestal.Cabe puntualizar en esta tarea el progreso de Boliviaque se constituye en líder mundial en certificaciónvoluntaria de bosques bajo el sello del Consejo deManejo Forestal.

No puede dejar de mencionarse que técnicas como lavaloración económica, si bien útil para ciertos propó-sitos, continúa siendo de efectividad dudosa, dada lasubjetividad de toda aproximación monetaria que nosea aquella limitada al valor comercial de la madera;la valoración del conjunto de funciones y elementosque cumple y contiene un bosque difiere entre socie-dades ricas y sociedades en proceso de desarrollo, yplantea el riesgo de llevar a las comunidades localesa negociaciones desiguales para las partes. La limita-ción de información continúa también siendo un es-collo en este propósito; lo mismo que los servicios eincluso funciones ambientales aún desconocidos.

Pese a sus limitaciones, la valoración es útil comoorientación para los tomadores de decisiones. El ries-

go de no valorar la riqueza forestal es, de continuarlos ritmos de extracción funcionales al lucro indivi-dual, la ampliación de la frontera agrícola para opcio-nes rentables, por ejemplo, relacionadas con los bio-combustibles, o la necesidad de divisas provenientesde la exportación de madera con escaso valor agrega-do.

La gestión local del manejo adquiere relevancia parahacer efectiva la compensación de la explotaciónforestal por plantaciones, capital manufacturado, opor el desarrollo del recurso humano (educación ysalud). La tarea es grande en particular en países conelevados índices de pobreza rural, donde el aprove-chamiento productivo adquiere importancia para ge-nerar riqueza y contribuir a niveles de vida a los quelegítimamente aspiran las poblaciones locales.

Otro tema importante es el de la propiedad de losbosques. Al respecto no podía dejarse de lado la co-nocida Tragedia de los Comunes de G. Hardin, comomaterial de lectura para quienes aún no conocen aeste controvertido autor; no para ponderar presuntasbondades de la propiedad privada -en este caso de losbosques-, sino para destacar la existencia de otrostipos de propiedad colectiva más apropiados en labúsqueda de sostenibilidad del manejo forestal. Másallá de toda discusión, todo parece indicar que el pro-blema a resolver tiene más que ver con la gestión quecon la propiedad; parece que la propiedad comunita-ria y la gestión empresarial de los recursos naturalesde bien común, pueden ser una buena combinaciónpara beneficio mutuo.

Todos los elementos señalados hasta este punto sonmateria de políticas, tema clave para definir incenti-vos que orienten a las comunidades, o a empresasforestales, a ajustar los ritmos de extracción, de ma-nera que garanticen su sostenibilidad en el tiempo…y por supuesto, a erradicar los incentivos perversos.

—————

1 Definición de la CEPAL

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Revista Virtual REDESMA - agosto 2009 - Vol. 3(2)

Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 77 esta es una publicación de Cebem

Prólogo - Bosques sustentables [Marthadina Mendizábal]

Una vez más tenemos el agrado de presentarmaterial seleccionado sobre manejo de recursos natu-rales… biológica, artificialmente renovables o agota-bles, dependiendo de la modalidad asumida para ex-traer recursos de los bosques. En esta oportunidadnos interesa el manejo sustentable o sostenible de losecosistemas forestales que hacen parte de las capaci-dades ambientales ofertadas por nuestro planeta enlos niveles locales y regionales.

El tema responde a una necesidad reiterada, productode la influencia de procesos políticos, económicos ysociales: la deforestación continúa siendo un proble-ma en todos los continentes, más aún porque no exis-ten mecanismos efectivos que desincentiven la defo-restación y en su lugar, estimulen el manejo. Una vezmás, nuestra prioridad -sin que nos limitemos a ella-es América Latina, puesto que el mayor peso de ladeforestación mundial tiene lugar en este continentey el Caribe. Nos interesa por su mayor potencialidadpara la absorción de gases invernadero y la altísimanecesidad de este servicio para restablecer equilibriosdel ecosistema terrestre. Pero también por su poten-cialidad para reducir la pobreza de comunidades rura-les.

Paradójicamente, a pesar del mayor potencial de losbosques que proveen estos servicios, aún hay muchopor hacer para fortalecer las instituciones y la norma-tiva.

En este marco, y concordante con los criterios denuestros colaboradores, debemos aclarar que enten-demos por sostenibilidad ecológica, la preservaciónde la estructura, función y diversidad genética y espe-cífica de los ecosistemas forestales. Tarea muy dife-rente a la sostenibilidad silvicultural, que está referi-da a la sostenibilidad de la capacidad productiva delbosque, propósito más factible siempre que se recurra

a técnicas de manejo forestal. Aclaración importantepara delimitar el tema de interés de la Revista: lasreservas forestales con todos sus componentes sonmuy importantes para garantizar la permanencia delsistema terrestre; pero en esta oportunidad no es eltema de la Revista. El tema central en este número esmantener el rendimiento de bosques con categoría debosques productivos, con todas las connotaciones queello conlleva.

Paralelamente, para propósitos del presente númerose entiende por manejo forestal, la utilización contro-lada del recurso para obtener beneficios madereros yno madereros a perpetuidad con el objetivo básico demantener la cubierta vegetal en el largo plazo y áreasde reserva apropiadas para la protección de la biodi-versidad y otros propósitos ecológicos1. En esta con-cepción de manejo forestal interesa de manera com-plementaria, la sostenibilidad económica que buscaque el flujo de extracción de madera garantice uningreso económico que se mantenga o crezca en eltiempo. La dimensión social es también importante ytiene que ver con la participación de la comunidad enel manejo y en la distribución de los beneficios gene-rados, la descentralización de la gestión, la goberna-bilidad, entre otros que han quedado fuera del alcan-ce del presente número.

Las áreas señaladas arrastran tareas pendientes, enparticular en países en desarrollo que poseen estariqueza natural. Ejemplos de tales tareas son, la con-jugación de la obtención de beneficios económicoscon la sustentabilidad en el manejo de las especies deecosistemas; la definición apropiada de derechos depropiedad y el manejo de conflictos por el uso de losdiferentes componentes del ecosistema forestal; la

gestión comunitaria y las capacidades locales paraesta tarea, entre otros.

Aún así, es innegable que los países han hecho pro-gresos desde Río/92, desde cuando se ha multiplicadola generación de estudios, información, investigacióny experiencias que demuestran que el aprovecha-miento de los bosques no sólo debe, sino que puedeser ambientalmente sostenible pero también econó-micamente factible y socialmente justo; experienciasque también evidencian las ventajas de la gestión anivel local en el contexto de la descentralización, yque justifican todo esfuerzo de planificación interac-tiva entre el gobierno y los usuarios locales de la tie-rra para potenciar el desarrollo regional. Los avancesen las técnicas de aprovechamiento forestal con im-pacto reducido también han sido grandes y han idoacompañadas por diversos progresos en el campo dela normatividad y finalmente, la certificación forestal.Cabe puntualizar en esta tarea el progreso de Boliviaque se constituye en líder mundial en certificaciónvoluntaria de bosques bajo el sello del Consejo deManejo Forestal.

No puede dejar de mencionarse que técnicas como lavaloración económica, si bien útil para ciertos propó-sitos, continúa siendo de efectividad dudosa, dada lasubjetividad de toda aproximación monetaria que nosea aquella limitada al valor comercial de la madera;la valoración del conjunto de funciones y elementosque cumple y contiene un bosque difiere entre socie-dades ricas y sociedades en proceso de desarrollo, yplantea el riesgo de llevar a las comunidades localesa negociaciones desiguales para las partes. La limita-ción de información continúa también siendo un es-collo en este propósito; lo mismo que los servicios eincluso funciones ambientales aún desconocidos.

Pese a sus limitaciones, la valoración es útil comoorientación para los tomadores de decisiones. El ries-

go de no valorar la riqueza forestal es, de continuarlos ritmos de extracción funcionales al lucro indivi-dual, la ampliación de la frontera agrícola para opcio-nes rentables, por ejemplo, relacionadas con los bio-combustibles, o la necesidad de divisas provenientesde la exportación de madera con escaso valor agrega-do.

La gestión local del manejo adquiere relevancia parahacer efectiva la compensación de la explotaciónforestal por plantaciones, capital manufacturado, opor el desarrollo del recurso humano (educación ysalud). La tarea es grande en particular en países conelevados índices de pobreza rural, donde el aprove-chamiento productivo adquiere importancia para ge-nerar riqueza y contribuir a niveles de vida a los quelegítimamente aspiran las poblaciones locales.

Otro tema importante es el de la propiedad de losbosques. Al respecto no podía dejarse de lado la co-nocida Tragedia de los Comunes de G. Hardin, comomaterial de lectura para quienes aún no conocen aeste controvertido autor; no para ponderar presuntasbondades de la propiedad privada -en este caso de losbosques-, sino para destacar la existencia de otrostipos de propiedad colectiva más apropiados en labúsqueda de sostenibilidad del manejo forestal. Másallá de toda discusión, todo parece indicar que el pro-blema a resolver tiene más que ver con la gestión quecon la propiedad; parece que la propiedad comunita-ria y la gestión empresarial de los recursos naturalesde bien común, pueden ser una buena combinaciónpara beneficio mutuo.

Todos los elementos señalados hasta este punto sonmateria de políticas, tema clave para definir incenti-vos que orienten a las comunidades, o a empresasforestales, a ajustar los ritmos de extracción, de ma-nera que garanticen su sostenibilidad en el tiempo…y por supuesto, a erradicar los incentivos perversos.

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1 Definición de la CEPAL

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Revista Virtual REDESMA - agosto 2009 - Vol. 3(2)

Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 88 esta es una publicación de Cebem

Los dilemas de las políticas yel manejo forestal comunitario:Algunas reflexiones desdeel caso Boliviano

por Pablo Pacheco1

1 El autor es investigador del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), Bogor, Indonesia.E-mail: [email protected] documento constituye la síntesis de una presentación preparada para la IV Reunión sobre Investigación Forestal“Hacia un Modelo de Manejo Forestal Comunitario”, que fue realizada del 3 al 5 de septiembre, 2008. Cobija, Bolivia.

Hemos seleccionado material que también contribuyea desarrollar conciencia del significado ecológico delbosque, las especies vivas que tienen en el bosque, suhábitat; el rol en el secuestro de carbono y el calenta-miento atmosférico; su valor como producto ecoturís-tico; la disponibilidad perpetua para fines comercia-les, medicinales y de investigación científica, en fin.Los aportes de nuestros colaboradores incitarán anuestros lectores a leer el contenido de la Revista.

Destacan algunos que señalan que, con excepción deChile y Uruguay (Argentina y Brasil) la reducción dela superficie forestal en el resto de países de AméricaLatina es enorme. Por otra parte, que si bien es ciertoque las plantaciones en los países señalados puedencontrarrestar parcialmente la tala de bosques, el im-pacto ecológico del reemplazo de bosque nativo porplantaciones forestales es cuestionable. En esta mis-ma dirección se señala que allí donde la superficieboscosa aumentó, lo hizo en virtud de incentivos ypolíticas con tal propósito, y que en algunos países esdudoso que el ritmo de plantación contrarreste conefectividad la deforestación.

Desde una perspectiva más económica, los trabajosseñalan que en países donde se afirma que la extrac-ción forestal no reduce la masa forestal de forma con-tundente, es porque tal extracción es selectiva… sesaca los ejemplares de mayor valor económico y deesta manera, es el bosque el que están sometidos auna sistemática desvalorización.

También se muestra que el manejo de bosques conti-nuará siendo en el futuro un desafío en particular enpaíses donde la tenencia de la tierra no está del tododefinida. El desafío será mayor si se considera lamayor demanda de combustibles (aceite de palma,soya y caucho, la agricultura industrial en fin), ali-mentos y materiales de construcción vinculados alcrecimiento de la población humana.

En fin, se señala que algunos países tales como Boli-via, Brasil y Ecuador han concedido bosques en pro-piedad a comunidades indígenas; no obstante en estospaíses han prevalecido los conflictos por explotaciónilegal de madera.

Estos y muchos otros temas están desarrollados en elpresente número… otros han quedado para futurosnúmeros. Será de suma satisfacción para REDESMAsi nuestros lectores encuentran suficiente material einformación para enriquecer su formación profesio-nal, su trabajo, la investigación, la formulación depolíticas en fin. Queremos agradecer a todos nuestroscolaboradores por su buena disposición para compar-tir sus experiencias, descubrimientos y su producciónintelectual. En particular, deseamos agradecer demanera especial a nuestro colega Pablo Pacheco,destacado profesional boliviano que trabaja en CI-FOR en Indonesia, y quien puso a disposición de laRevista, sugerencias y su propia producción intelec-tual. A Intercooperation que además de material anuestra disposición nos brindó una colección de foto-grafías para nuestra Galería de Fotos, y que, al igualque muchos otros colaboradores a nivel personal einstitucional, permiten que una vez más, entre todoslogremos más en pro de la conservación, que si lohacemos individualmente.

Prólogo - Bosques sustentables [Marthadina Mendizábal]

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Revista Virtual REDESMAagosto 2009Vol. 3(2)

Los dilemas de las políticas yel manejo forestal comunitario:Algunas reflexiones desdeel caso Boliviano

por Pablo Pacheco1

1 El autor es investigador del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), Bogor, Indonesia.E-mail: [email protected] documento constituye la síntesis de una presentación preparada para la IV Reunión sobre Investigación Forestal“Hacia un Modelo de Manejo Forestal Comunitario”, que fue realizada del 3 al 5 de septiembre, 2008. Cobija, Bolivia.

Hemos seleccionado material que también contribuyea desarrollar conciencia del significado ecológico delbosque, las especies vivas que tienen en el bosque, suhábitat; el rol en el secuestro de carbono y el calenta-miento atmosférico; su valor como producto ecoturís-tico; la disponibilidad perpetua para fines comercia-les, medicinales y de investigación científica, en fin.Los aportes de nuestros colaboradores incitarán anuestros lectores a leer el contenido de la Revista.

Destacan algunos que señalan que, con excepción deChile y Uruguay (Argentina y Brasil) la reducción dela superficie forestal en el resto de países de AméricaLatina es enorme. Por otra parte, que si bien es ciertoque las plantaciones en los países señalados puedencontrarrestar parcialmente la tala de bosques, el im-pacto ecológico del reemplazo de bosque nativo porplantaciones forestales es cuestionable. En esta mis-ma dirección se señala que allí donde la superficieboscosa aumentó, lo hizo en virtud de incentivos ypolíticas con tal propósito, y que en algunos países esdudoso que el ritmo de plantación contrarreste conefectividad la deforestación.

Desde una perspectiva más económica, los trabajosseñalan que en países donde se afirma que la extrac-ción forestal no reduce la masa forestal de forma con-tundente, es porque tal extracción es selectiva… sesaca los ejemplares de mayor valor económico y deesta manera, es el bosque el que están sometidos auna sistemática desvalorización.

También se muestra que el manejo de bosques conti-nuará siendo en el futuro un desafío en particular enpaíses donde la tenencia de la tierra no está del tododefinida. El desafío será mayor si se considera lamayor demanda de combustibles (aceite de palma,soya y caucho, la agricultura industrial en fin), ali-mentos y materiales de construcción vinculados alcrecimiento de la población humana.

En fin, se señala que algunos países tales como Boli-via, Brasil y Ecuador han concedido bosques en pro-piedad a comunidades indígenas; no obstante en estospaíses han prevalecido los conflictos por explotaciónilegal de madera.

Estos y muchos otros temas están desarrollados en elpresente número… otros han quedado para futurosnúmeros. Será de suma satisfacción para REDESMAsi nuestros lectores encuentran suficiente material einformación para enriquecer su formación profesio-nal, su trabajo, la investigación, la formulación depolíticas en fin. Queremos agradecer a todos nuestroscolaboradores por su buena disposición para compar-tir sus experiencias, descubrimientos y su producciónintelectual. En particular, deseamos agradecer demanera especial a nuestro colega Pablo Pacheco,destacado profesional boliviano que trabaja en CI-FOR en Indonesia, y quien puso a disposición de laRevista, sugerencias y su propia producción intelec-tual. A Intercooperation que además de material anuestra disposición nos brindó una colección de foto-grafías para nuestra Galería de Fotos, y que, al igualque muchos otros colaboradores a nivel personal einstitucional, permiten que una vez más, entre todoslogremos más en pro de la conservación, que si lohacemos individualmente.

Prólogo - Bosques sustentables [Marthadina Mendizábal]

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Revista Virtual REDESMA - agosto 2009 - Vol. 3(2)

Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 1010 esta es una publicación de Cebem

Los dilemas de las políticas y el manejo forestal comunitario [Pablo Pacheco]

Introducción

Las crecientes preocupaciones vinculadas con la re-ducción de la pobreza, sobre todo en las áreas rurales,y la conservación de los bosques ha puesto en evi-dencia dilemas importantes en la discusión sobre lasperspectivas del desarrollo económico, y sobre laaplicación de políticas públicas o instrumentos demercado para resolver esos dilemas (Munasinghe1996; Panayotou 2003). Estas preocupaciones son elsustento del paradigma de desarrollo sostenible en labúsqueda de cómo conseguir objetivos múltiples quese traduzcan en beneficios tanto para el desarrollo

económico y de manera simultánea para la conserva-ción y la reducción de la pobreza (United Nations1992). Pese a la abundante pero poco concluyenteretórica que envuelve este paradigma, muy atractivapara los gobiernos, poco se ha avanzado todavía en lapráctica para conciliar los objetivos de crecimientoeconómico con equidad social y manejo sostenible delos recursos forestales porque ellos tienden a ser ob-jetivos contradictorios en la práctica, los que en altogrado están mediados por una serie de condicioneseconómicas e institucionales que son difíciles de su-perar (Sachs 2004; Dovers and Handmer 1993).

Resumen

Este documento discute los principales dilemas de la política pública, en el contexto del paradigma del desarrollosostenible, con sus ambiciones de avanzar simultáneamente en lograr un mayor desarrollo económico y reducción dela pobreza con conservación de los bosques. En la práctica, las políticas enfrentan diversos dilemas que llevan a favo-recer algún objetivo sobre los otros, lo que también aplica al manejo forestal comunitario. Hasta ahora, las solucionesde política adoptadas para favorecer el desarrollo forestal y el manejo forestal comunitario en Bolivia no han logradoconseguir sus objetivos propuestos, y nuevas soluciones de políticas están emergiendo. No obstante, para avanzarhacia respuestas más consistentes, el debate de las políticas forestales precisa considerar explícitamente los dilemasdel manejo forestal comunitario y la forma como las políticas públicas proponen resolver esos dilemas.

Abstract

This paper discusses the main dilemmas that public policies have to face in the context of the sustainable developmentparadigm given their goals of simultaneously achieving greater economic growth and poverty reduction with forestconservation. However, public policy decision-making in practice leads to emphasize some objective in detriment tothe others, which also applies to community forestry management. As of today, the policies conceived to promote thedevelopment of the forestry sector and community forestry in Bolivia have not been able to fully achieve their proposedgoals, and proposals for a new forest policy are emerging. Yet the dilemmas involving the development of communityforestry have to be explicitly acknowledged in order to move towards a more consistent policy framework.

Palabras clave.- Bosques, desarrollo sostenible, conservación, manejo forestal sostenible, política forestal, manejoforestal comunitario.

Numerosos han sido los análisis emergentes sobre lasposibilidades para conciliar el desarrollo económicocon la conservación ambiental, y sobre sus implica-ciones en la mejora del bienestar de las poblaciones.Estos análisis, por una parte, se han concentrado enobservar las implicaciones del desarrollo en la con-servación de los recursos naturales y, por otra parte,de la conservación con la reducción de la pobreza. Esimportante sostener que no existen visiones comunessobre el resultado de esas interacciones dependiendode las perspectivas teóricas que se adoptan. En tantoalgunos argumentan que conciliar desarrollo econó-mico con conservación es posible, otros han argu-mentado que eso sólo se produce en algunas situacio-nes de interacciones específicas entre sociedades ymedio ambiente (Tomich et al. 2005). De igual ma-nera, mientras algunos sostienen que la conservaciónes compatible con la reducción de la pobreza (Mock2005), otros son más cautos en afirmar que algunassinergias son posibles (Wunder 2005).

Este artículo discute los principales dilemas de políti-cas en la procura de alcanzar los objetivos de desa-rrollo sostenible en la práctica. En principio discutelos dilemas más generales de las políticas vinculadascon el desarrollo en su concepción más general y,posteriormente, se concentra en discutir los principa-les dilemas de las políticas relacionadas con el mane-jo comunitario de bosques. Esto porque usualmenteel manejo forestal comunitario es concebido como lamejor salida para armonizar los objetivos de desarro-llo económico, con aquellos de generación de ingre-sos y empleo para las comunidades locales, con losde la reducción de la pobreza y la conservación de losbosques (Bray et al. 2005; Amaral et al. 2007). Aun-que existen casos que proporcionan evidencias a fa-vor de ese argumento, esa no parece ser la situacióngeneral. En el último tiempo han surgido algunasvisiones disonantes más críticas al modelo de políti-cas aplicado en la región (Medina and Pokorny 2007;Pokorny and Johnson 2008; Kaimowitz 2002) sugi-riendo que si se quiere que el manejo forestal cumplacon dichos objetivos se tienen que adoptar políticaspúblicas bastante diferentes a las que se están apli-cando hasta ahora. Estas dos visiones plantean dife-rentes formulas para resolver los dilemas.

Este trabajo consta de cuatro partes incluyendo laintroducción. La segunda parte discute brevementelos principales dilemas de las políticas públicas de-ntro del paradigma del desarrollo sostenible, mientrasque, en ese contexto, la tercera parte discute los cincodilemas principales de las políticas que rodean elmanejo forestal comunitario. La cuarta parte presentasintéticamente las principales conclusiones.

Un repaso a los dilemas más generales de lapolítica pública

Las preocupaciones más generales de las políticaspúblicas están relacionadas principalmente con: có-mo hacer para que se alcancen los objetivos del desa-rrollo sustentable, qué tipo de objetivos se debenpriorizar para satisfacer las necesidades de los pobresrurales, cuáles son las escalas que deben incentivarsepara la producción de bienes basados en recursosnaturales, en qué tipo de mercados debe realizarse elvalor de esos bienes, cómo deben integrarse las eco-nomías para producir mejor y distribuir de mejormanera los excedentes, cuáles son las arquitecturasinstitucionales para la toma de decisiones sobre losrecursos naturales y cómo balancear lo productivoversus lo territorial.

Las preocupaciones arriba mencionadas planteanimportantes dilemas de política en torno a los si-guientes siete puntos: (1) la necesidad de contar conun Estado más fuerte o, por el contrario, mercadosmás desarrollados para favorecer procesos de creci-miento económico, (2) la importancia de privilegiarla obtención de ingresos monetarios versus la protec-ción de las “redes de seguridad” de las poblacionesmás pobres, (3) el fomento a operaciones a gran esca-la intensivas en capital versus actividades de pequeñaescala y mas intensivas en mano de obra, (4) el desa-rrollo orientado hacia afuera en mercados externosmás exigentes en calidad, o más hacia adentro, haciamercados domésticos menos exigentes, (5) la cons-trucción de cadenas integradas verticalmente concen-tradoras de ingresos pero competitivas o de relacio-nes horizontales con costos de transacción mayores

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Los dilemas de las políticas y el manejo forestal comunitario [Pablo Pacheco]

Introducción

Las crecientes preocupaciones vinculadas con la re-ducción de la pobreza, sobre todo en las áreas rurales,y la conservación de los bosques ha puesto en evi-dencia dilemas importantes en la discusión sobre lasperspectivas del desarrollo económico, y sobre laaplicación de políticas públicas o instrumentos demercado para resolver esos dilemas (Munasinghe1996; Panayotou 2003). Estas preocupaciones son elsustento del paradigma de desarrollo sostenible en labúsqueda de cómo conseguir objetivos múltiples quese traduzcan en beneficios tanto para el desarrollo

económico y de manera simultánea para la conserva-ción y la reducción de la pobreza (United Nations1992). Pese a la abundante pero poco concluyenteretórica que envuelve este paradigma, muy atractivapara los gobiernos, poco se ha avanzado todavía en lapráctica para conciliar los objetivos de crecimientoeconómico con equidad social y manejo sostenible delos recursos forestales porque ellos tienden a ser ob-jetivos contradictorios en la práctica, los que en altogrado están mediados por una serie de condicioneseconómicas e institucionales que son difíciles de su-perar (Sachs 2004; Dovers and Handmer 1993).

Resumen

Este documento discute los principales dilemas de la política pública, en el contexto del paradigma del desarrollosostenible, con sus ambiciones de avanzar simultáneamente en lograr un mayor desarrollo económico y reducción dela pobreza con conservación de los bosques. En la práctica, las políticas enfrentan diversos dilemas que llevan a favo-recer algún objetivo sobre los otros, lo que también aplica al manejo forestal comunitario. Hasta ahora, las solucionesde política adoptadas para favorecer el desarrollo forestal y el manejo forestal comunitario en Bolivia no han logradoconseguir sus objetivos propuestos, y nuevas soluciones de políticas están emergiendo. No obstante, para avanzarhacia respuestas más consistentes, el debate de las políticas forestales precisa considerar explícitamente los dilemasdel manejo forestal comunitario y la forma como las políticas públicas proponen resolver esos dilemas.

Abstract

This paper discusses the main dilemmas that public policies have to face in the context of the sustainable developmentparadigm given their goals of simultaneously achieving greater economic growth and poverty reduction with forestconservation. However, public policy decision-making in practice leads to emphasize some objective in detriment tothe others, which also applies to community forestry management. As of today, the policies conceived to promote thedevelopment of the forestry sector and community forestry in Bolivia have not been able to fully achieve their proposedgoals, and proposals for a new forest policy are emerging. Yet the dilemmas involving the development of communityforestry have to be explicitly acknowledged in order to move towards a more consistent policy framework.

Palabras clave.- Bosques, desarrollo sostenible, conservación, manejo forestal sostenible, política forestal, manejoforestal comunitario.

Numerosos han sido los análisis emergentes sobre lasposibilidades para conciliar el desarrollo económicocon la conservación ambiental, y sobre sus implica-ciones en la mejora del bienestar de las poblaciones.Estos análisis, por una parte, se han concentrado enobservar las implicaciones del desarrollo en la con-servación de los recursos naturales y, por otra parte,de la conservación con la reducción de la pobreza. Esimportante sostener que no existen visiones comunessobre el resultado de esas interacciones dependiendode las perspectivas teóricas que se adoptan. En tantoalgunos argumentan que conciliar desarrollo econó-mico con conservación es posible, otros han argu-mentado que eso sólo se produce en algunas situacio-nes de interacciones específicas entre sociedades ymedio ambiente (Tomich et al. 2005). De igual ma-nera, mientras algunos sostienen que la conservaciónes compatible con la reducción de la pobreza (Mock2005), otros son más cautos en afirmar que algunassinergias son posibles (Wunder 2005).

Este artículo discute los principales dilemas de políti-cas en la procura de alcanzar los objetivos de desa-rrollo sostenible en la práctica. En principio discutelos dilemas más generales de las políticas vinculadascon el desarrollo en su concepción más general y,posteriormente, se concentra en discutir los principa-les dilemas de las políticas relacionadas con el mane-jo comunitario de bosques. Esto porque usualmenteel manejo forestal comunitario es concebido como lamejor salida para armonizar los objetivos de desarro-llo económico, con aquellos de generación de ingre-sos y empleo para las comunidades locales, con losde la reducción de la pobreza y la conservación de losbosques (Bray et al. 2005; Amaral et al. 2007). Aun-que existen casos que proporcionan evidencias a fa-vor de ese argumento, esa no parece ser la situacióngeneral. En el último tiempo han surgido algunasvisiones disonantes más críticas al modelo de políti-cas aplicado en la región (Medina and Pokorny 2007;Pokorny and Johnson 2008; Kaimowitz 2002) sugi-riendo que si se quiere que el manejo forestal cumplacon dichos objetivos se tienen que adoptar políticaspúblicas bastante diferentes a las que se están apli-cando hasta ahora. Estas dos visiones plantean dife-rentes formulas para resolver los dilemas.

Este trabajo consta de cuatro partes incluyendo laintroducción. La segunda parte discute brevementelos principales dilemas de las políticas públicas de-ntro del paradigma del desarrollo sostenible, mientrasque, en ese contexto, la tercera parte discute los cincodilemas principales de las políticas que rodean elmanejo forestal comunitario. La cuarta parte presentasintéticamente las principales conclusiones.

Un repaso a los dilemas más generales de lapolítica pública

Las preocupaciones más generales de las políticaspúblicas están relacionadas principalmente con: có-mo hacer para que se alcancen los objetivos del desa-rrollo sustentable, qué tipo de objetivos se debenpriorizar para satisfacer las necesidades de los pobresrurales, cuáles son las escalas que deben incentivarsepara la producción de bienes basados en recursosnaturales, en qué tipo de mercados debe realizarse elvalor de esos bienes, cómo deben integrarse las eco-nomías para producir mejor y distribuir de mejormanera los excedentes, cuáles son las arquitecturasinstitucionales para la toma de decisiones sobre losrecursos naturales y cómo balancear lo productivoversus lo territorial.

Las preocupaciones arriba mencionadas planteanimportantes dilemas de política en torno a los si-guientes siete puntos: (1) la necesidad de contar conun Estado más fuerte o, por el contrario, mercadosmás desarrollados para favorecer procesos de creci-miento económico, (2) la importancia de privilegiarla obtención de ingresos monetarios versus la protec-ción de las “redes de seguridad” de las poblacionesmás pobres, (3) el fomento a operaciones a gran esca-la intensivas en capital versus actividades de pequeñaescala y mas intensivas en mano de obra, (4) el desa-rrollo orientado hacia afuera en mercados externosmás exigentes en calidad, o más hacia adentro, haciamercados domésticos menos exigentes, (5) la cons-trucción de cadenas integradas verticalmente concen-tradoras de ingresos pero competitivas o de relacio-nes horizontales con costos de transacción mayores

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pero mejor redistribuidoras del ingreso, (6) el refor-zamiento de arquitecturas institucionales más centra-lizadas para facilitar los procesos de toma de decisio-nes sobre los recursos, o más descentralizadas conmayores posibilidades de participación social perotambién mayores riesgos de captura de las elites, y(7) entre visiones que favorecen lo productivo o lasque privilegian el desarrollo territorial donde los re-cursos no se valoran por su importancia económicasino por sus funciones eco-sistémicas.

Aunque en teoría no existen salidas fáciles a esosdilemas, la práctica ha hecho que las solucionesadoptadas sean relativamente simples, aunque es du-dosa la eficacia de esas soluciones para cumplir conlos objetivos del desarrollo sostenible en sus diferen-tes dimensiones. Por ejemplo, en Bolivia la soluciónse inspiró en las formulas de ajuste estructural quesugirieron la reducción del Estado y el privilegio delos mercados, principalmente los mercados de expor-tación como el motor para el desarrollo del sectorforestal, que debería sostenerse basado en el aprove-chamiento forestal de gran escala, y mejor con unaindustria forestal integrada verticalmente (Taylor etal. 2002; CFB 2000). Aunque se promovió una es-tructura institucional más descentralizada involucran-do a los gobiernos municipales, las principales deci-siones sobre la gestión forestal se mantuvieron en elnivel central (Pacheco 2005) y, antes que favorecerun modelo de desarrollo territorial se favoreció unesquema que alentó el desarrollo productivo forestalmaderero, incluso dentro de las tierras de indígenas ycomunidades rurales que adquirieron derechos sobrelos bosques (Cronkleton and Pacheco 2008; Benne-ker et al. 2005). Esta opción resolvió el dilema deldesarrollo privilegiando una vía empresarial, de ma-nejo comercial en gran escala y orientada a los mer-cados externos. Este modelo se ha aplicado de formacasi uniforme para actores forestales que son hetero-géneos (Pacheco 2007c). Los resultados obtenidos enlas comunidades han sido bastante contradictorios.

Los dilemas de política frente al manejo fores-tal comunitario

Entre las principales críticas a ese modelo adoptadode desarrollo territorial está que se ha concentradoexcesivamente en el manejo de bosques para la pro-ducción de madera, olvidando que los bosques cum-plen múltiples funciones, que ha alentado la concen-tración de las rentas forestales en grupos de interme-diarios y madereros locales que controlan los merca-dos locales, y que ha favorecido la concentración debeneficios en unas pocas empresas forestales integra-das verticalmente con acceso a los mercados exter-nos, de donde derivan sus principales ganancias conbajos impactos redistributivos a lo largo de la cadenade valor, además que ha hecho que las comunidadesindígenas y campesinas tiendan a descapitalizarse desus recursos forestales (Pacheco 2007b). Esta visiónestá en línea con los críticos de la visión del manejoforestal sostenible aplicado a comunidades que tienea las mismas como proveedoras de materia prima encadenas de valor integradas verticalmente a los mer-cados de exportación (Molnar et al. 2007), sugiriendoque existe la posibilidad de adoptar políticas alterna-tivas para incentivar modelos diferentes de organiza-ción empresarial para el manejo de bosques y bajoformas diferenciadas de acceso a los mercados fores-tales (Scherr et al. 2002).

La adopción de un modelo diferente al aplicado enBolivia plantea nuevos dilemas de política para enca-rar el manejo comunitario de bosques, dilemas queno han sido hechos explícitos hasta ahora y, másbien, se han mimetizado en discusiones donde lasprincipales preocupaciones han sido las del manejosostenible de los bosques (Chávez et al. 2003), loslogros obtenidos con la certificación forestal volunta-ria (Quevedo 2004), o aquellas que destacan losavances en los derechos de los actores locales con lademocratización en el acceso a los derechos foresta-les (Cronkleton and Albornoz 2004). Si bien talesdiscusiones son importantes, tienden a descuidar laatención sobre otros puntos que son centrales parapensar el futuro del manejo forestal comunitario.Entre estos están los dilemas de las políticas sobre:(1) el logro del bienestar en el corto plazo versus elmanejo forestal en el largo plazo, (2) la gestión co-

lectiva de bosques versus el bienestar individual, (3)la posibilidad de acumular ganancias en situacionesde marginalidad respecto a los mercados, (4) la for-malización del manejo forestal versus el manejo localinformal, y (5) la modernización productiva forestalversus la gestión territorial. Estos dilemas son centra-les para el desarrollo del manejo comunitario de bos-ques. A continuación se analiza con detenimientocada uno de ellos.

Bienestar en el corto plazo versus manejo forestalde largo plazo

En muchos casos, las familias -usualmente las mejorconectadas a mercados- que consiguen mayor bienes-tar social lo hacen a costa de la degradación de susbosques, lo que lleva a que conviertan sus tierrasforestales a usos agrícolas, algunas de ellas mejoran-do sustancialmente sus ingresos en comparación conaquellas que dependen de recursos forestales que seencuentran en regiones más alejadas. Esto pone enduda la contribución efectiva de los bosques paraayudar a las comunidades locales a salir de la pobre-za siendo que además las poblaciones forestales máspobres que dependen de recursos forestales -usualmente productos no maderables con poco valoren el mercado- son las que se encuentran más aisla-das (Wunder 2005). Este argumento cuestiona la ideaque existan sinergias positivas entre conservación yreducción de la pobreza. Desde una perspectiva con-traria, se argumenta que muchas de las acciones deconservación tienen un efecto contrario en la reduc-ción de la pobreza, pero existen excepciones (Fisheret al. 2005). Esta posición es disputada por trabajosque perciben interacciones positivas entre conserva-ción y reducción de la pobreza en regiones dondeexistirían recursos forestales abundantes que danlugar a actividades económicas rentables (Stoian andRodas 2006).

Manejo colectivo de bosques versus acceso indivi-dual a la tierra

El manejo de los bosques para ser rentable precisa serrealizado en superficies relativamente grandes paraobtener una mayor productividad y bajar los costosoperativos de la implementación del aprovechamien-

to forestal planificado (Pattie 2008), además de ga-rantizar ciclos de rotación adecuados para permitir laregeneración de los bosques. Existen algunas comu-nidades que están en condiciones de estructurar lasinstituciones para hacer manejo forestal colectivo,pero otras fallan en ese intento porque no cuentancon las capacidades económicas y sociales para adap-tar sus instituciones (Pacheco 2007a), ni con el apoyoexterno apropiado para construir su capital social.Entre los desafíos más importantes están, primero, laposibilidad de mantener reglas claras para el acceso alas tierras comunitarias, segundo, para organizar elaprovechamiento de esos recursos, y tercero distri-buir los beneficios económicos resultantes de losmismos. En ese contexto, las familias usualmenteoptan por salidas individuales para acceder y manejarsus recursos forestales haciendo más difícil derivarbeneficios del manejo de bosques de forma sosteniblepor problemas de escala, intensidad y regeneración.Esto deja una importante disyuntiva a las políticas detitulación: si hacerla de forma colectiva o individual,y para efectivizar el control del manejo forestal y deuso de la tierra.

Posibilidades de acumulación capitalista en lasfronteras del mercado

Usualmente muchas de las comunidades que todavíacuentan con recursos forestales operan en las fronte-ras del mercado, lo que se caracteriza por dos situa-ciones: primero, porque los mercados son poco trans-parentes y usualmente dominados por uno o muypocos compradores que influyen en la fijación deprecios que llevan a intercambios desiguales; por otraparte, porque las comunidades tienen a adoptar toda-vía una economía mixta, parte orientada al mercado yparte orientada a la subsistencia. En este contextoninguna política orientada completamente a reforzarlos vínculos de esas economías con el mercado va afuncionar, ni tampoco lo harán aquellas que intentanevitar esos intercambios desiguales.

En estos contextos es difícil imaginar, por un lado,una acumulación primitiva de capital basada en elaprovechamiento de la madera y, por otro, que lascomunidades dejen de intervenir sus bosques porquetienen otros medios de subsistencia puesto que ade-

Los dilemas de las políticas y el manejo forestal comunitario [Pablo Pacheco]

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pero mejor redistribuidoras del ingreso, (6) el refor-zamiento de arquitecturas institucionales más centra-lizadas para facilitar los procesos de toma de decisio-nes sobre los recursos, o más descentralizadas conmayores posibilidades de participación social perotambién mayores riesgos de captura de las elites, y(7) entre visiones que favorecen lo productivo o lasque privilegian el desarrollo territorial donde los re-cursos no se valoran por su importancia económicasino por sus funciones eco-sistémicas.

Aunque en teoría no existen salidas fáciles a esosdilemas, la práctica ha hecho que las solucionesadoptadas sean relativamente simples, aunque es du-dosa la eficacia de esas soluciones para cumplir conlos objetivos del desarrollo sostenible en sus diferen-tes dimensiones. Por ejemplo, en Bolivia la soluciónse inspiró en las formulas de ajuste estructural quesugirieron la reducción del Estado y el privilegio delos mercados, principalmente los mercados de expor-tación como el motor para el desarrollo del sectorforestal, que debería sostenerse basado en el aprove-chamiento forestal de gran escala, y mejor con unaindustria forestal integrada verticalmente (Taylor etal. 2002; CFB 2000). Aunque se promovió una es-tructura institucional más descentralizada involucran-do a los gobiernos municipales, las principales deci-siones sobre la gestión forestal se mantuvieron en elnivel central (Pacheco 2005) y, antes que favorecerun modelo de desarrollo territorial se favoreció unesquema que alentó el desarrollo productivo forestalmaderero, incluso dentro de las tierras de indígenas ycomunidades rurales que adquirieron derechos sobrelos bosques (Cronkleton and Pacheco 2008; Benne-ker et al. 2005). Esta opción resolvió el dilema deldesarrollo privilegiando una vía empresarial, de ma-nejo comercial en gran escala y orientada a los mer-cados externos. Este modelo se ha aplicado de formacasi uniforme para actores forestales que son hetero-géneos (Pacheco 2007c). Los resultados obtenidos enlas comunidades han sido bastante contradictorios.

Los dilemas de política frente al manejo fores-tal comunitario

Entre las principales críticas a ese modelo adoptadode desarrollo territorial está que se ha concentradoexcesivamente en el manejo de bosques para la pro-ducción de madera, olvidando que los bosques cum-plen múltiples funciones, que ha alentado la concen-tración de las rentas forestales en grupos de interme-diarios y madereros locales que controlan los merca-dos locales, y que ha favorecido la concentración debeneficios en unas pocas empresas forestales integra-das verticalmente con acceso a los mercados exter-nos, de donde derivan sus principales ganancias conbajos impactos redistributivos a lo largo de la cadenade valor, además que ha hecho que las comunidadesindígenas y campesinas tiendan a descapitalizarse desus recursos forestales (Pacheco 2007b). Esta visiónestá en línea con los críticos de la visión del manejoforestal sostenible aplicado a comunidades que tienea las mismas como proveedoras de materia prima encadenas de valor integradas verticalmente a los mer-cados de exportación (Molnar et al. 2007), sugiriendoque existe la posibilidad de adoptar políticas alterna-tivas para incentivar modelos diferentes de organiza-ción empresarial para el manejo de bosques y bajoformas diferenciadas de acceso a los mercados fores-tales (Scherr et al. 2002).

La adopción de un modelo diferente al aplicado enBolivia plantea nuevos dilemas de política para enca-rar el manejo comunitario de bosques, dilemas queno han sido hechos explícitos hasta ahora y, másbien, se han mimetizado en discusiones donde lasprincipales preocupaciones han sido las del manejosostenible de los bosques (Chávez et al. 2003), loslogros obtenidos con la certificación forestal volunta-ria (Quevedo 2004), o aquellas que destacan losavances en los derechos de los actores locales con lademocratización en el acceso a los derechos foresta-les (Cronkleton and Albornoz 2004). Si bien talesdiscusiones son importantes, tienden a descuidar laatención sobre otros puntos que son centrales parapensar el futuro del manejo forestal comunitario.Entre estos están los dilemas de las políticas sobre:(1) el logro del bienestar en el corto plazo versus elmanejo forestal en el largo plazo, (2) la gestión co-

lectiva de bosques versus el bienestar individual, (3)la posibilidad de acumular ganancias en situacionesde marginalidad respecto a los mercados, (4) la for-malización del manejo forestal versus el manejo localinformal, y (5) la modernización productiva forestalversus la gestión territorial. Estos dilemas son centra-les para el desarrollo del manejo comunitario de bos-ques. A continuación se analiza con detenimientocada uno de ellos.

Bienestar en el corto plazo versus manejo forestalde largo plazo

En muchos casos, las familias -usualmente las mejorconectadas a mercados- que consiguen mayor bienes-tar social lo hacen a costa de la degradación de susbosques, lo que lleva a que conviertan sus tierrasforestales a usos agrícolas, algunas de ellas mejoran-do sustancialmente sus ingresos en comparación conaquellas que dependen de recursos forestales que seencuentran en regiones más alejadas. Esto pone enduda la contribución efectiva de los bosques paraayudar a las comunidades locales a salir de la pobre-za siendo que además las poblaciones forestales máspobres que dependen de recursos forestales -usualmente productos no maderables con poco valoren el mercado- son las que se encuentran más aisla-das (Wunder 2005). Este argumento cuestiona la ideaque existan sinergias positivas entre conservación yreducción de la pobreza. Desde una perspectiva con-traria, se argumenta que muchas de las acciones deconservación tienen un efecto contrario en la reduc-ción de la pobreza, pero existen excepciones (Fisheret al. 2005). Esta posición es disputada por trabajosque perciben interacciones positivas entre conserva-ción y reducción de la pobreza en regiones dondeexistirían recursos forestales abundantes que danlugar a actividades económicas rentables (Stoian andRodas 2006).

Manejo colectivo de bosques versus acceso indivi-dual a la tierra

El manejo de los bosques para ser rentable precisa serrealizado en superficies relativamente grandes paraobtener una mayor productividad y bajar los costosoperativos de la implementación del aprovechamien-

to forestal planificado (Pattie 2008), además de ga-rantizar ciclos de rotación adecuados para permitir laregeneración de los bosques. Existen algunas comu-nidades que están en condiciones de estructurar lasinstituciones para hacer manejo forestal colectivo,pero otras fallan en ese intento porque no cuentancon las capacidades económicas y sociales para adap-tar sus instituciones (Pacheco 2007a), ni con el apoyoexterno apropiado para construir su capital social.Entre los desafíos más importantes están, primero, laposibilidad de mantener reglas claras para el acceso alas tierras comunitarias, segundo, para organizar elaprovechamiento de esos recursos, y tercero distri-buir los beneficios económicos resultantes de losmismos. En ese contexto, las familias usualmenteoptan por salidas individuales para acceder y manejarsus recursos forestales haciendo más difícil derivarbeneficios del manejo de bosques de forma sosteniblepor problemas de escala, intensidad y regeneración.Esto deja una importante disyuntiva a las políticas detitulación: si hacerla de forma colectiva o individual,y para efectivizar el control del manejo forestal y deuso de la tierra.

Posibilidades de acumulación capitalista en lasfronteras del mercado

Usualmente muchas de las comunidades que todavíacuentan con recursos forestales operan en las fronte-ras del mercado, lo que se caracteriza por dos situa-ciones: primero, porque los mercados son poco trans-parentes y usualmente dominados por uno o muypocos compradores que influyen en la fijación deprecios que llevan a intercambios desiguales; por otraparte, porque las comunidades tienen a adoptar toda-vía una economía mixta, parte orientada al mercado yparte orientada a la subsistencia. En este contextoninguna política orientada completamente a reforzarlos vínculos de esas economías con el mercado va afuncionar, ni tampoco lo harán aquellas que intentanevitar esos intercambios desiguales.

En estos contextos es difícil imaginar, por un lado,una acumulación primitiva de capital basada en elaprovechamiento de la madera y, por otro, que lascomunidades dejen de intervenir sus bosques porquetienen otros medios de subsistencia puesto que ade-

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más en estos contextos se desarrollan vigorosos mer-cados informales (Pacheco et al. 2008). Estos dosfactores trabajan en sentido contrario para hacer posi-ble el manejo comunitario de los bosques. El dramaes que a medida que se produce una mayor articula-ción con los mercados se produce también un proce-so más rápido de conversión de tierras a usos agríco-las.

La formalización del manejo forestal versus el ma-nejo local informal

Aunque es el pensamiento dominante que todas lasprácticas forestales deben ser formalizadas como unaforma de asegurar la aplicación de buenas prácticasde manejo, también se argumenta que esto no funcio-na si es que no se crean condiciones de mercado quebeneficien a los más pobres -incluyendo productos nomaderables y servicios ambientales- mejorando sucapacidad de negociación (Scherr et al. 2002); ade-más, si es que no se remueven las barreras institucio-nales que discriminan a las poblaciones locales por-que les imponen costos para el uso de sus recursosque no están en condiciones de pagar (Kaimowitz2002), así como en la mejora del poder de decisiónde los grupos locales sobre la base de sus formas degobierno local (Ostrom 1999). En contextos dondeeso no es posible, lo más probable es que la imposi-ción de esquemas de gestión a las comunidades soloresulte en mayor informalidad (Pacheco et al. 2008),aunque algunos ya han prevenido que la flexibiliza-ción no es una solución (Ibarra 2008).

La modernización productiva en el contexto de lagestión territorial

Existe una tentación muy fuerte a considerar que,para mejorar la productividad del manejo forestal, lascomunidades deben mejorar su capacidad de desarro-llo organizacional y de organización para la produc-ción enfocando primordialmente el manejo forestalmaderero (Chávez et al. 2003). No obstante, elloolvida que las economías comunitarias implementanestrategias más complejas de uso de recursos en susterritorios. El fortalecimiento de las institucionesbasadas en el aprovechamiento maderero puede enalgunos casos, debilitar la institucionalidad existentepara la gestión del territorio incluyendo la definición

de las normas de acceso, de uso y sanción del manejoforestal, y de exclusión. En otros casos, sin embargo,el desarrollo de capacidades para el manejo forestalmaderero puede ayudar a introducir organizacionesempresariales de producción, y desarrollar capacida-des de negociación en los mercados. Esto coloca so-bre la mesa viejas discusiones sobre las contradiccio-nes entre tradición y modernidad.

A manera de conclusiones

Las salidas para resolver los dilemas presentadosaquí no son fáciles, aunque la investigación disponi-ble apunta a señalar que las soluciones esquemáticas-adoptadas usualmente por la política forestal- posi-blemente no van a conseguir buenos resultados. Losdilemas de las políticas tendientes a estimular el ma-nejo forestal comunitario planteados en este artículo,en el marco de los desafíos de las políticas para eldesarrollo más general también propuestos aquí, su-gieren que es importante pensar en la adopción adap-tativa de un paradigma de desarrollo forestal comuni-tario que favorezca una visión de desarrollo territo-rial, que promueva esquemas más plurales de manejode bosques que valoren la diversidad de las prácticasde aprovechamiento desarrolladas por las comunida-des, y que sea más descentralizado, alentando la tomade decisiones de gestión sobre los bosques en el nivellocal. Esto supone no sólo desarrollar mercados mástransparentes sino contar con un Estado más activoen la promoción del desarrollo forestal que salga delrefugio en el que ha sido colocado por los proponen-tes del libre mercado y que facilite la resolución deestos dilemas por las propias comunidades.

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[17] Pacheco, D. 2007a. An institutional analysis of decentralization and indigenous timber management in Common-Property areas ofBolivia´s lowlands, Indiana University, Bloomington, USA.

[18] Pacheco, P. 2005. Decentralization of forest management in Bolivia: who benefits and why? In The politics of decentralization: forests,people and power, eds. C. Colfer and D. Capistrano, 166-183. London: Earthscan.

[19] ———. 2007b. El nuevo régimen forestal boliviano: una mirada retrospectiva a diez años de su implementación. Recursos Naturales yAmbiente 49:58-67.

Los dilemas de las políticas y el manejo forestal comunitario [Pablo Pacheco]

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Revista Virtual REDESMA - agosto 2009 - Vol. 3(2)

Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 1515 esta es una publicación de Cebem

más en estos contextos se desarrollan vigorosos mer-cados informales (Pacheco et al. 2008). Estos dosfactores trabajan en sentido contrario para hacer posi-ble el manejo comunitario de los bosques. El dramaes que a medida que se produce una mayor articula-ción con los mercados se produce también un proce-so más rápido de conversión de tierras a usos agríco-las.

La formalización del manejo forestal versus el ma-nejo local informal

Aunque es el pensamiento dominante que todas lasprácticas forestales deben ser formalizadas como unaforma de asegurar la aplicación de buenas prácticasde manejo, también se argumenta que esto no funcio-na si es que no se crean condiciones de mercado quebeneficien a los más pobres -incluyendo productos nomaderables y servicios ambientales- mejorando sucapacidad de negociación (Scherr et al. 2002); ade-más, si es que no se remueven las barreras institucio-nales que discriminan a las poblaciones locales por-que les imponen costos para el uso de sus recursosque no están en condiciones de pagar (Kaimowitz2002), así como en la mejora del poder de decisiónde los grupos locales sobre la base de sus formas degobierno local (Ostrom 1999). En contextos dondeeso no es posible, lo más probable es que la imposi-ción de esquemas de gestión a las comunidades soloresulte en mayor informalidad (Pacheco et al. 2008),aunque algunos ya han prevenido que la flexibiliza-ción no es una solución (Ibarra 2008).

La modernización productiva en el contexto de lagestión territorial

Existe una tentación muy fuerte a considerar que,para mejorar la productividad del manejo forestal, lascomunidades deben mejorar su capacidad de desarro-llo organizacional y de organización para la produc-ción enfocando primordialmente el manejo forestalmaderero (Chávez et al. 2003). No obstante, elloolvida que las economías comunitarias implementanestrategias más complejas de uso de recursos en susterritorios. El fortalecimiento de las institucionesbasadas en el aprovechamiento maderero puede enalgunos casos, debilitar la institucionalidad existentepara la gestión del territorio incluyendo la definición

de las normas de acceso, de uso y sanción del manejoforestal, y de exclusión. En otros casos, sin embargo,el desarrollo de capacidades para el manejo forestalmaderero puede ayudar a introducir organizacionesempresariales de producción, y desarrollar capacida-des de negociación en los mercados. Esto coloca so-bre la mesa viejas discusiones sobre las contradiccio-nes entre tradición y modernidad.

A manera de conclusiones

Las salidas para resolver los dilemas presentadosaquí no son fáciles, aunque la investigación disponi-ble apunta a señalar que las soluciones esquemáticas-adoptadas usualmente por la política forestal- posi-blemente no van a conseguir buenos resultados. Losdilemas de las políticas tendientes a estimular el ma-nejo forestal comunitario planteados en este artículo,en el marco de los desafíos de las políticas para eldesarrollo más general también propuestos aquí, su-gieren que es importante pensar en la adopción adap-tativa de un paradigma de desarrollo forestal comuni-tario que favorezca una visión de desarrollo territo-rial, que promueva esquemas más plurales de manejode bosques que valoren la diversidad de las prácticasde aprovechamiento desarrolladas por las comunida-des, y que sea más descentralizado, alentando la tomade decisiones de gestión sobre los bosques en el nivellocal. Esto supone no sólo desarrollar mercados mástransparentes sino contar con un Estado más activoen la promoción del desarrollo forestal que salga delrefugio en el que ha sido colocado por los proponen-tes del libre mercado y que facilite la resolución deestos dilemas por las propias comunidades.

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 1616 esta es una publicación de Cebem

por Xavier Izko y Diego Burneo2

1 Tomado del libro “Herramientas para la valoración y manejo forestal sostenible de los bosques sudamericanos” publicadopor el Programa de Conservación de Bosques, Oficina Regional para el Sur, Unión Internacional para la Conservación de laNaturaleza, UICN Sur

2 UICN Sur

Incentivos para laconservación de losEcosistemas Forestales1

[20] ———. 2007c. Enfoques forestales homogéneos para actores diversos: la encrucijada del manejo de bosques en Bolivia. Documentode Trabajo. La Paz, Bolivia: PNUD.

[21] Pacheco, P., D. Barry, P. Cronkleton, and A. Larson. 2008. The role of informal institutions in the use of forest resources in LatinAmerica. Bogor, Indonesia: CIFOR.

[22] Panayotou, T. 2003. Economic growth and the environment. Cambridge, MA: Harvard University and Cyprus International Institute ofManagement.

[23] Pattie, P. 2008. Coloquio Forestal II. Manejo forestal versus deforestación: incentivos y desincentivos económicos y legales. SantaCruz: Proyecto BOLFOR II.

[24] Pokorny, B., and J. Johnson. 2008. Community forestry in the Amazon: The unsolved challenge of forests and the poor. In NaturalResources Perspective No. 112. London: Oveseas Development Institute, ODI.

[25] Quevedo, L. 2004. Forest certification in Bolivia. Paper read at Certification symposium, at New Haven, Connecticut, USA.

[26] Sachs, I. 2004. Desenvolvimento: includente, sustentável, sustentado. Rio de Janeiro: Garamond.

[27] Scherr, S. J., A. White, and D. Kaimowitz. 2002. A New Agenda for Forest Conservation and Poverty Reduction: Making MarketsWork for Low-Income Producers. Washington DC, USA: Forest Trends, CIFOR, IUCN.

[28] Stoian, D., and A. Rodas. 2006. Community forest enterprise development in Guatemala: A case study of Cooperativa Carmelita R.L.San Jose, Costa Rica: ITTO, Forest Trends, Rights and Resources Initiative. CATIE-CECOeco.

[29] Taylor, G., J. Nittler, and I. Kraljevic. 2002. Global initiatives, public policies and private forestry in Bolivia: lessons to date and remai-ning challenges. In Forest Policy for Private Forestry, eds. L. D. Teeter, B. Cashore and D. Zhang. Wallingford Oxon UK: CABI Publis-hing.

[30] Tomich, T. P., A. Cattaneo, S. Chater, H. J. Geist, J. Gockowski, D. Kaimowitz, E. F. Lambin, J. Lewis, O. Ndoye, C. Palm, F.Stolle, W. Sunderlin, J. F. Valentim, M. van Noordwijk, and S. A. Vosti. 2005. Balancing agricultural development and environmentalobjectives: assessing tradeoffs in the humid tropics. In Slash and burn: the search for alternatives, eds. C.A. Palm, S. A. Vosti, P.A.Sanchez, P. J. Ericksen and A. S. R. Juo. New York, USA: Columbia University Press

[31] United Nations. 1992. Report of the United Nations Conference on Environment and Development. Rio de Janeiro, 3-14 June 1992.

[32] Wunder, S. 2005. Poverty alleviation and tropical forests: what scope for synergies? In Forestry and development, ed. J. Sayer. Lon-don: Earthscan.

Los dilemas de las políticas y el manejo forestal comunitario [Pablo Pacheco]

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por Xavier Izko y Diego Burneo2

1 Tomado del libro “Herramientas para la valoración y manejo forestal sostenible de los bosques sudamericanos” publicadopor el Programa de Conservación de Bosques, Oficina Regional para el Sur, Unión Internacional para la Conservación de laNaturaleza, UICN Sur

2 UICN Sur

Incentivos para laconservación de losEcosistemas Forestales1

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[30] Tomich, T. P., A. Cattaneo, S. Chater, H. J. Geist, J. Gockowski, D. Kaimowitz, E. F. Lambin, J. Lewis, O. Ndoye, C. Palm, F.Stolle, W. Sunderlin, J. F. Valentim, M. van Noordwijk, and S. A. Vosti. 2005. Balancing agricultural development and environmentalobjectives: assessing tradeoffs in the humid tropics. In Slash and burn: the search for alternatives, eds. C.A. Palm, S. A. Vosti, P.A.Sanchez, P. J. Ericksen and A. S. R. Juo. New York, USA: Columbia University Press

[31] United Nations. 1992. Report of the United Nations Conference on Environment and Development. Rio de Janeiro, 3-14 June 1992.

[32] Wunder, S. 2005. Poverty alleviation and tropical forests: what scope for synergies? In Forestry and development, ed. J. Sayer. Lon-don: Earthscan.

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 1818 esta es una publicación de Cebem

servicio valorado, por lo que es aconsejable procedera elaborar medidas formales de incentivo. Por otraparte, no todo puede ser valorado, por lo que la valo-ración económica puede resultar insuficiente. En estecaso se deberán utilizar otras medidas o una combi-nación de varias de ellas. La valoración económicapuede ser también el puente para la activación de unincentivo de naturaleza no económica; por ejemplo,la valoración de un determinado bien o servicio, o dela biodiversidad en sí, permite constatar dicho valor yaplicar una medida pertinente para preservarlo, aun-que no sea de naturaleza estrictamente económica(regulación, subsidio).

Una medida de incentivo es un instrumento económi-co o legal, inscripto en un marco de política, diseña-do para promover comportamientos positivos o des-alentar actividades dañinas (incentivo negativo). Co-mo veremos, los incentivos incluyen medidas socia-les e institucionales (participación de los actores,creación de capacidades, fortalecimiento institucio-nal, provisión de información), además de los instru-mentos formales de política (V Conferencia de las

Partes del CDB, mayo de 2000). Los incentivos (ydesincentivos) pueden agruparse en directos (en efec-tivo o en especie) e indirectos (medidas fiscales, pro-visión de servicios, factores sociales) (McNeely,1988).

Una clasificación alternativa es la propuesta porYoung (1996), que distingue entre tasas, medidas de“comando y control” y mecanismos institucionales.Huber et al. proponen también una taxonomía deinstrumentos de política aplicables a la gestión am-biental en general (Acquatella, 2001), y distinguenentre:

1. Regulaciones y sanciones;2. Cargos, impuestos y tarifas;3. Incentivos y financiamiento;4. Creación de mercados;5. Intervención en la demanda final - regulación

informal;6. Legislación - responsabilidad por daños.

En este sentido, la valoración económica no constitu-ye un fin en sí misma, sino que es funcional a suapropiada activación para la conservación y el usosostenible de los ecosistemas. La valoración econó-mica de los ecosistemas forestales constituye, por lotanto, un insumo para la toma de decisiones en elnivel político. Adicionalmente, una valoración apro-piada puede estimular comportamientos tendientes apreservar, o usar sosteniblemente, el recurso valora-do.

Sin embargo, la sola valoración puede ser insuficien-te para promover la efectiva conservación del bien o

Se ha realizado un gran progreso en los últimos añospara desarrollar métodos de valoración apropiados,por lo que la valoración económica de los ecosiste-mas forestales constituye un instrumento fundamen-tal para asegurar que el proceso de toma de decisio-nes esté bien informado y orientado, a la vez quepuede contribuir poderosamente a la educación de losactores y del público en general. Como reconoció laIV Conferencia de las Partes del Convenio sobre Di-versidad Biológica (1998), “la valoración económicade la biodiversidad y de los recursos biológicos esuna importante herramienta para elaborar medidas deincentivo bien orientadas y calibradas”.

Incentivos que estimulan el uso sostenible y la conservación de los ecosistemas forestales

Incentivos económicos:

Estímulos productivos que sustituyen usos depredadores

Cargas impositivas, compensaciones y tasas ambientales

Creación de mercados y asignación de derechos de propiedad bien definidos

Reforma o remoción de subsidios perversos

Regulaciones y fondos:

Estándares, regulaciones y restricciones de acceso

Fondos ambientales y financiamiento público

Incentivos contextuales de carácter socioinstitucional:

Provisión de información, creación de capacidades científicas y técnicas

Valoración económica

Fortalecimiento institucional e involucramiento de los actores

Incentivos para la conservación de los Ecosistemas Forestales [Xavier Izko, Diego Burneo]

Resumen

La valoración económica de los recursos forestales es un instrumento importante para la toma de decisiones y paraorientar los incentivos en la dirección deseada. Los incentivos económicos buscan promover comportamientos positi-vos y desalentar actividades dañinas en relación al uso de los bosques. La información es clave en esta tarea, lo mis-mo que el desarrollo de capacidades y la educación ambiental. El artículo describe instrumentos válidos para la ges-tión forestal, sus ventajas y desventajas, así como procesos de implementación aplicables para la gestión de los bos-ques.

Abstract

Economic valuation of forestry resources is an important instrument for decision making and for orienting incentivestowards the desired direction. Economic incentives seek to promote positive behaviors and discourage harmful activi-ties related to the use of forests. Information is a key component of this task, as well as building capacities and envi-ronmental education. The article describes valid tools for forestry management, its advantages and disadvantages, aswell as implementation processes applicable for forestry management.

Palabras clave.- Valoración económica, ecosistema, instrumentos económicos, pluridimensionalidad, áreas deforesta-das, disonancia cognitiva, cultura de manejo, capacidad de carga social.

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 1919 esta es una publicación de Cebem

servicio valorado, por lo que es aconsejable procedera elaborar medidas formales de incentivo. Por otraparte, no todo puede ser valorado, por lo que la valo-ración económica puede resultar insuficiente. En estecaso se deberán utilizar otras medidas o una combi-nación de varias de ellas. La valoración económicapuede ser también el puente para la activación de unincentivo de naturaleza no económica; por ejemplo,la valoración de un determinado bien o servicio, o dela biodiversidad en sí, permite constatar dicho valor yaplicar una medida pertinente para preservarlo, aun-que no sea de naturaleza estrictamente económica(regulación, subsidio).

Una medida de incentivo es un instrumento económi-co o legal, inscripto en un marco de política, diseña-do para promover comportamientos positivos o des-alentar actividades dañinas (incentivo negativo). Co-mo veremos, los incentivos incluyen medidas socia-les e institucionales (participación de los actores,creación de capacidades, fortalecimiento institucio-nal, provisión de información), además de los instru-mentos formales de política (V Conferencia de las

Partes del CDB, mayo de 2000). Los incentivos (ydesincentivos) pueden agruparse en directos (en efec-tivo o en especie) e indirectos (medidas fiscales, pro-visión de servicios, factores sociales) (McNeely,1988).

Una clasificación alternativa es la propuesta porYoung (1996), que distingue entre tasas, medidas de“comando y control” y mecanismos institucionales.Huber et al. proponen también una taxonomía deinstrumentos de política aplicables a la gestión am-biental en general (Acquatella, 2001), y distinguenentre:

1. Regulaciones y sanciones;2. Cargos, impuestos y tarifas;3. Incentivos y financiamiento;4. Creación de mercados;5. Intervención en la demanda final - regulación

informal;6. Legislación - responsabilidad por daños.

En este sentido, la valoración económica no constitu-ye un fin en sí misma, sino que es funcional a suapropiada activación para la conservación y el usosostenible de los ecosistemas. La valoración econó-mica de los ecosistemas forestales constituye, por lotanto, un insumo para la toma de decisiones en elnivel político. Adicionalmente, una valoración apro-piada puede estimular comportamientos tendientes apreservar, o usar sosteniblemente, el recurso valora-do.

Sin embargo, la sola valoración puede ser insuficien-te para promover la efectiva conservación del bien o

Se ha realizado un gran progreso en los últimos añospara desarrollar métodos de valoración apropiados,por lo que la valoración económica de los ecosiste-mas forestales constituye un instrumento fundamen-tal para asegurar que el proceso de toma de decisio-nes esté bien informado y orientado, a la vez quepuede contribuir poderosamente a la educación de losactores y del público en general. Como reconoció laIV Conferencia de las Partes del Convenio sobre Di-versidad Biológica (1998), “la valoración económicade la biodiversidad y de los recursos biológicos esuna importante herramienta para elaborar medidas deincentivo bien orientadas y calibradas”.

Incentivos que estimulan el uso sostenible y la conservación de los ecosistemas forestales

Incentivos económicos:

Estímulos productivos que sustituyen usos depredadores

Cargas impositivas, compensaciones y tasas ambientales

Creación de mercados y asignación de derechos de propiedad bien definidos

Reforma o remoción de subsidios perversos

Regulaciones y fondos:

Estándares, regulaciones y restricciones de acceso

Fondos ambientales y financiamiento público

Incentivos contextuales de carácter socioinstitucional:

Provisión de información, creación de capacidades científicas y técnicas

Valoración económica

Fortalecimiento institucional e involucramiento de los actores

Incentivos para la conservación de los Ecosistemas Forestales [Xavier Izko, Diego Burneo]

Resumen

La valoración económica de los recursos forestales es un instrumento importante para la toma de decisiones y paraorientar los incentivos en la dirección deseada. Los incentivos económicos buscan promover comportamientos positi-vos y desalentar actividades dañinas en relación al uso de los bosques. La información es clave en esta tarea, lo mis-mo que el desarrollo de capacidades y la educación ambiental. El artículo describe instrumentos válidos para la ges-tión forestal, sus ventajas y desventajas, así como procesos de implementación aplicables para la gestión de los bos-ques.

Abstract

Economic valuation of forestry resources is an important instrument for decision making and for orienting incentivestowards the desired direction. Economic incentives seek to promote positive behaviors and discourage harmful activi-ties related to the use of forests. Information is a key component of this task, as well as building capacities and envi-ronmental education. The article describes valid tools for forestry management, its advantages and disadvantages, aswell as implementation processes applicable for forestry management.

Palabras clave.- Valoración económica, ecosistema, instrumentos económicos, pluridimensionalidad, áreas deforesta-das, disonancia cognitiva, cultura de manejo, capacidad de carga social.

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 2020 esta es una publicación de Cebem

En el caso de los bosques, los incentivos más aconse-jables (OCDE, 1999b) son los que incorporan incen-tivos económicos, regulaciones, fondos e “incentivoscontextuales” de carácter socioinstitucional, relacio-nados con el contexto de elaboración e implementa-ción.

Cómo implementar las medidas de incentivo -incentivos contextuales

Una premisa importante: lo público y lo privado

El mayor reto en la implementación de incentivos esprobablemente el hecho de que la biodiversidad fo-restal abarca tanto la esfera pública como la privada,por lo que ambas tienen que ser consideradas en unsistema de incentivos (OCDE, 1999b). Con relación ala esfera privada, una política apropiada deberá co-menzar por establecer y hacer cumplir derechos depropiedad bien definidos sobre recursos claramenteidentificados, lo que inducirá a maximizar el valorpresente neto de todos los futuros beneficios deriva-dos de estos recursos.

Con relación al acceso abierto, los derechos de pro-piedad representan una significativa mejora. Sin em-bargo, los propietarios privados solo suelen prestaratención a aquellos valores que son apropiables enforma privada, sobre todo los valores de uso directo yalgunos servicios. Muchos valores asociados a valo-res de uso indirecto y a la diversidad biológica, comoel valor de existencia, no pueden ser apropiados pri-vadamente ni reflejados en los mercados, al ser de-masiado complejos y difusos. Por lo tanto, no tende-rán a reflejarse en las decisiones de los propietariosprivados, salvo en aquellos casos en que los valorespúblicos - vinculados a la sociedad como un todo -estén intrínsecamente asociados a los privados.

No existe un solo mercado en el que un bosque tropi-cal reciba todo su valor. Los instrumentos basados enel mercado son a menudo los más efectivos en térmi-nos de costo y los más eficientes para estimular eluso sostenible, pero en muchos casos es necesariorecurrir también a regulaciones y restricciones a fin

de asegurar un nivel apropiado de conservación. Sinembargo, todo ajuste en los comportamientos queimplique pasar de un uso insostenible a uno sosteni-ble traería beneficios públicos, pero crearía tambiéncostos en términos de pérdidas privadas, lo que re-quiere de medidas adicionales para compensar esaspérdidas y, al mismo tiempo, hacer reconocer el valorde existencia de los ecosistemas.

Elementos necesarios para implementar in-centivos

En este marco, la pluridimensionalidad de la biodi-versidad forestal requiere enfoques que tengan encuenta todos los factores relevantes, considerandoademás la existencia de múltiples actores. Existentres elementos particularmente cruciales para la im-plementación exitosa de los incentivos (a) el suminis-tro de información; (b) la creación de capacidadesinstitucionales y técnicas y (c) el involucramiento delas poblaciones locales.

Aunque importantes, este conjunto de variables des-pliega una serie de inquietudes que no pueden serresueltos dentro de los límites del presente documen-to. Se consignan aquí solamente los principales as-pectos relacionados con la dimensión socioinstitucio-nal y las culturas de los actores.

formación

La falta de información constituye una de las princi-pales barreras para la aplicación de incentivos apro-piados:

El primer paso para diseñar políticas apropia-das es la recolección de información sobre lascaracterísticas de los recursos amenazados, laspresiones a que están expuestos y los benefi-cios que proporcionan. La información cientí-fica de alta calidad es necesaria en un análisisglobal de la biodiversidad y en el diseño dedeterminados incentivos, pero no es requeridaen cada caso ni en todas las etapas del proceso(ver más adelante);

Adicionalmente, es importante calcular eltiempo y los recursos necesarios para obteneresta información, así como anticipar la posibi-lidad de que estos costos sean devueltos a lolargo del proceso de implementación del in-centivo;

Esta información deberá contribuir al diseñode las medidas más apropiadas y de sus estra-tegias de implementación, reduciendo los cos-tos de aplicación, cumplimiento y monitoreode las mismas, así como el riesgo potencial deaplicar medidas inapropiadas;

Dentro de esta información, es esencial enfo-car la naturaleza del incentivo y sus efectos.Monitorear las respuestas a la medida durantey después de su implementación, es tambiénuna parte importante de la política;

Finalmente, se deberá procurar una adecuadadiseminación de esta información entre losactores involucrados.

b. Creación de capacidades

La creación de una capacidad adecuada para el dise-ño, implementación, monitoreo y puesta en prácticade la medida es esencial para su éxito. El proceso degeneración de capacidades implica los siguientespasos:

Creación de un marco legal e institucionalapropiado para implementar las medidas.

Creación de competencia conceptual para en-tender la naturaleza de los factores que inter-vienen, así como el alcance de los incentivos;con todo, el asesoramiento de expertos no esrequerido de manera continua, sino que bastacrear la estructura apropiada para poder recu-rrir al conocimiento científico en momentoscríticos (involucramiento en el diseño del ins-trumento; participación en un consejo científi-co asesor después).

Entrenamiento formal del equipo encargadode diseñar e implementar la medida, en losaspectos científicos y económicos básicos

relacionados con la conservación y uso soste-nible.

Creación de capacidades de los actores loca-les: en situaciones de descentralización de latoma de decisiones, el fortalecimiento e invo-lucramiento de los actores locales requiere laprovisión de información, apoyo legal y técni-co, y capacitación en planificación, toma dedecisiones, gestión administrativa y segui-miento-monitoreo.

Junto con la creación de capacidades, juega unpapel fundamental la educación ambiental.

Además de permitir acceder a nuevas actitudes yformas de valoración del ambiente, la educación am-biental puede ayudar a controlar las presiones sobrelos bosques, “sosteniendo” el proceso productivohasta empalmar con el mejoramiento económico(incentivos directamente productivos), que puedeseguir retroalimentando.

c. Involucramiento de los actores locales y fortaleci-miento institucional

Existen distintas formas de aproximación al análisisde los actores. Entre ellas, el denominado “análisis deactores involucrados” es particularmente útil paraidentificar el papel que individuos o grupos puedendesempeñar con relación al proceso de definición yaplicación de incentivos, ya sea en términos de influiren el éxito de las actividades programadas o de losefectos que las medidas de incentivo pueden tenersobre ellos.

Este tipo de análisis se concreta en una matriz dondeconsta la identificación de los actores, su mandato omisión, su posicionamiento e intereses, las capacida-des o fuerzas movilizables y el apoyo u oposición aun determinado proyecto, además de algunas caracte-rísticas específicas funcionales al análisis estratégicode fuerzas.

En este sentido, se requiere presentar de maneraapropiada los beneficios de las medidas de incentivo,identificar las actividades que pueden perjudicar o losconflictos que pueden desatar, y programar los cam-bios y ajustes requeridos, bien sea en los actores o en

Incentivos para la conservación de los Ecosistemas Forestales [Xavier Izko, Diego Burneo]

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 2121 esta es una publicación de Cebem

En el caso de los bosques, los incentivos más aconse-jables (OCDE, 1999b) son los que incorporan incen-tivos económicos, regulaciones, fondos e “incentivoscontextuales” de carácter socioinstitucional, relacio-nados con el contexto de elaboración e implementa-ción.

Cómo implementar las medidas de incentivo -incentivos contextuales

Una premisa importante: lo público y lo privado

El mayor reto en la implementación de incentivos esprobablemente el hecho de que la biodiversidad fo-restal abarca tanto la esfera pública como la privada,por lo que ambas tienen que ser consideradas en unsistema de incentivos (OCDE, 1999b). Con relación ala esfera privada, una política apropiada deberá co-menzar por establecer y hacer cumplir derechos depropiedad bien definidos sobre recursos claramenteidentificados, lo que inducirá a maximizar el valorpresente neto de todos los futuros beneficios deriva-dos de estos recursos.

Con relación al acceso abierto, los derechos de pro-piedad representan una significativa mejora. Sin em-bargo, los propietarios privados solo suelen prestaratención a aquellos valores que son apropiables enforma privada, sobre todo los valores de uso directo yalgunos servicios. Muchos valores asociados a valo-res de uso indirecto y a la diversidad biológica, comoel valor de existencia, no pueden ser apropiados pri-vadamente ni reflejados en los mercados, al ser de-masiado complejos y difusos. Por lo tanto, no tende-rán a reflejarse en las decisiones de los propietariosprivados, salvo en aquellos casos en que los valorespúblicos - vinculados a la sociedad como un todo -estén intrínsecamente asociados a los privados.

No existe un solo mercado en el que un bosque tropi-cal reciba todo su valor. Los instrumentos basados enel mercado son a menudo los más efectivos en térmi-nos de costo y los más eficientes para estimular eluso sostenible, pero en muchos casos es necesariorecurrir también a regulaciones y restricciones a fin

de asegurar un nivel apropiado de conservación. Sinembargo, todo ajuste en los comportamientos queimplique pasar de un uso insostenible a uno sosteni-ble traería beneficios públicos, pero crearía tambiéncostos en términos de pérdidas privadas, lo que re-quiere de medidas adicionales para compensar esaspérdidas y, al mismo tiempo, hacer reconocer el valorde existencia de los ecosistemas.

Elementos necesarios para implementar in-centivos

En este marco, la pluridimensionalidad de la biodi-versidad forestal requiere enfoques que tengan encuenta todos los factores relevantes, considerandoademás la existencia de múltiples actores. Existentres elementos particularmente cruciales para la im-plementación exitosa de los incentivos (a) el suminis-tro de información; (b) la creación de capacidadesinstitucionales y técnicas y (c) el involucramiento delas poblaciones locales.

Aunque importantes, este conjunto de variables des-pliega una serie de inquietudes que no pueden serresueltos dentro de los límites del presente documen-to. Se consignan aquí solamente los principales as-pectos relacionados con la dimensión socioinstitucio-nal y las culturas de los actores.

formación

La falta de información constituye una de las princi-pales barreras para la aplicación de incentivos apro-piados:

El primer paso para diseñar políticas apropia-das es la recolección de información sobre lascaracterísticas de los recursos amenazados, laspresiones a que están expuestos y los benefi-cios que proporcionan. La información cientí-fica de alta calidad es necesaria en un análisisglobal de la biodiversidad y en el diseño dedeterminados incentivos, pero no es requeridaen cada caso ni en todas las etapas del proceso(ver más adelante);

Adicionalmente, es importante calcular eltiempo y los recursos necesarios para obteneresta información, así como anticipar la posibi-lidad de que estos costos sean devueltos a lolargo del proceso de implementación del in-centivo;

Esta información deberá contribuir al diseñode las medidas más apropiadas y de sus estra-tegias de implementación, reduciendo los cos-tos de aplicación, cumplimiento y monitoreode las mismas, así como el riesgo potencial deaplicar medidas inapropiadas;

Dentro de esta información, es esencial enfo-car la naturaleza del incentivo y sus efectos.Monitorear las respuestas a la medida durantey después de su implementación, es tambiénuna parte importante de la política;

Finalmente, se deberá procurar una adecuadadiseminación de esta información entre losactores involucrados.

b. Creación de capacidades

La creación de una capacidad adecuada para el dise-ño, implementación, monitoreo y puesta en prácticade la medida es esencial para su éxito. El proceso degeneración de capacidades implica los siguientespasos:

Creación de un marco legal e institucionalapropiado para implementar las medidas.

Creación de competencia conceptual para en-tender la naturaleza de los factores que inter-vienen, así como el alcance de los incentivos;con todo, el asesoramiento de expertos no esrequerido de manera continua, sino que bastacrear la estructura apropiada para poder recu-rrir al conocimiento científico en momentoscríticos (involucramiento en el diseño del ins-trumento; participación en un consejo científi-co asesor después).

Entrenamiento formal del equipo encargadode diseñar e implementar la medida, en losaspectos científicos y económicos básicos

relacionados con la conservación y uso soste-nible.

Creación de capacidades de los actores loca-les: en situaciones de descentralización de latoma de decisiones, el fortalecimiento e invo-lucramiento de los actores locales requiere laprovisión de información, apoyo legal y técni-co, y capacitación en planificación, toma dedecisiones, gestión administrativa y segui-miento-monitoreo.

Junto con la creación de capacidades, juega unpapel fundamental la educación ambiental.

Además de permitir acceder a nuevas actitudes yformas de valoración del ambiente, la educación am-biental puede ayudar a controlar las presiones sobrelos bosques, “sosteniendo” el proceso productivohasta empalmar con el mejoramiento económico(incentivos directamente productivos), que puedeseguir retroalimentando.

c. Involucramiento de los actores locales y fortaleci-miento institucional

Existen distintas formas de aproximación al análisisde los actores. Entre ellas, el denominado “análisis deactores involucrados” es particularmente útil paraidentificar el papel que individuos o grupos puedendesempeñar con relación al proceso de definición yaplicación de incentivos, ya sea en términos de influiren el éxito de las actividades programadas o de losefectos que las medidas de incentivo pueden tenersobre ellos.

Este tipo de análisis se concreta en una matriz dondeconsta la identificación de los actores, su mandato omisión, su posicionamiento e intereses, las capacida-des o fuerzas movilizables y el apoyo u oposición aun determinado proyecto, además de algunas caracte-rísticas específicas funcionales al análisis estratégicode fuerzas.

En este sentido, se requiere presentar de maneraapropiada los beneficios de las medidas de incentivo,identificar las actividades que pueden perjudicar o losconflictos que pueden desatar, y programar los cam-bios y ajustes requeridos, bien sea en los actores o en

Incentivos para la conservación de los Ecosistemas Forestales [Xavier Izko, Diego Burneo]

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Inscribirse en el marco de un proceso apropia-do de comunicación intercultural entre losactores externos y la gente, o entre poblacio-nes indígenas y poblaciones de colonos, cuyosconocimientos no posibilitan prácticas apro-piadas de manejo;

Incluir la devolución cuidadosa de conoci-mientos y resultados, como instancia de vali-dación y como puente hacia las prácticas, demanera que permita la apropiación, por partede los actores, de los conocimientos genera-dos;

En el caso de la intervención planificada, serfuncional a la existencia de procesos de“disonancia cognitiva” (divergencia entre losideales normativos y las prácticas reales, fre-cuente en procesos de cambio), de manera queayude a recrear una apropiada consonancia(Izko,1997b).

También es importante tener en cuenta que existeninstancias formales e informales que organizan laparticipación local. Con relación a ellas, esta partici-pación debe ser selectiva y diferenciada: no toda lagente que es afectada por las medidas tiene por quéparticipar automáticamente en la formulación de lapolítica, que puede ser delegada a representantes,aunque sí es importante para el éxito de las medidasque la gente esté bien informada de todas las etapasdel proceso y de sus resultados, que se sienta afecta-da positivamente por la implementación del incentivoy que participe en el proceso de implementación(proyecto concreto de valoración de un determinadobien o servicio, constitución de comités de vigilanciay seguimiento, etc.).

Otra condición básica para que la gente participe acti-vamente en la conservación del medio ambiente esque tenga la autoridad y la responsabilidad parahacerlo. De hecho, una gran parte de la presunta“falta de cuidado” ambiental se debe al hecho de quela gente no se siente responsable o no tiene el poderpara actuar, lo que está vinculado a la revisión de lasbases legales para este involucramiento, incluyendola asignación de derechos de propiedad o de uso pre-

cisos y a la delegación efectiva de tareas a medidaque se consolidan capacidades.

La distribución de los beneficios y la equidad socialconstituyen también condiciones para la sostenibili-dad del desarrollo (ver más adelante). Al mejorar elnivel de educación y el acceso a capital y a medios deproducción de los pobres rurales, incluyendo la trans-formación local de algunos productos, se ponen lasbases para que un mayor número de personas dismi-nuya sus presiones sobre los bosques (a menudo, elúnico “capital” disponible), mejorando a la vez suscondiciones de vida y su autoestima.

En general, además de la sostenibilidad ecológica,existen una serie de criterios socio-económicos paradefinir la sostenibilidad de los usos a lo largo delproceso desarrollo, desde la investigación participati-va y la identificación conjunta de alternativas con lagente, partiendo de su peculiar “cultura de manejo”hasta la ejecución y evaluación compartidas. Esteproceso incluye aspectos como un adecuado “ahorro”organizativo en la asignación de responsabilidades ydistribución de beneficios para evitar el colapso de la“capacidad de carga social”, y la promoción de for-mas de capitalización local en función de las caracte-rísticas de cada comunidad.

También se deben propiciar procesos de elaboraciónnormativa, lo que implica la concertación del conjun-to de actores sociales para definir regulaciones com-partidas, a propósito de recursos escasos o estratégi-cos, identificando incentivos y sanciones y activandocontroles sociales apropiados para su cumplimiento.Pero los actores locales no están solos, sino que tie-nen frente a sí a una serie de interlocutores, en parti-cular el Estado, las ONGs y las empresas que se ana-lizan a continuación.

b. La cultura institucional estatal

Las funciones del Estado están evolucionado clara-mente en toda la región desde un rol de planificacióncentralizada del desarrollo, con un fuerte componentede intervención y promoción directa del crecimientoeconómico (el Estado “protector”), hacia una gestióncaracterizada por la reducción del tamaño del Estado,

las propias medidas. En forma paralela, es importantedefinir bien las estrategias para obtener apoyo y redu-cir obstáculos (tipo de información requerida, gradode importancia y modalidades de involucramiento decada tipo de actores en el proceso de planificación,posibles influencias de terceros, etc.), prestando aten-ción a factores como la habilidad de unos actores deinfluir en el comportamiento de los otros o de presen-tar sus reclamos particulares como “los” reclamos delgrupo (ver más adelante).

La participación y las culturas institucionales

Estos son algunos de los principales aspectos a consi-derar con relación al involucramiento de los actores ysus correspondientes culturas institucionales.

a. Participación local

La participación de los actores y la consideración desus intereses es crucial para el éxito o fracaso de unincentivo, ya que ellos son al mismo tiempo los bene-ficiarios inmediatos de los bienes y servicios foresta-les, y los que ejercen presiones sobre ellos. En estesentido, son también los que más pueden ganar operder en el mantenimiento de la biodiversidad fores-tal. Revisemos algunas evidencias acerca de los pro-cesos participativos, con relación al tema que nosocupa.

Las percepciones de los actores locales constituyen elpunto de partida imprescindible del proceso partici-pativo. La cultura de las poblaciones locales es elpunto de acceso a su valoración de los recursos natu-rales y permite identificar otras valoraciones distintasde lo ambiental, que pueden redefinir o, al menos,complementar las percepciones externas. Por otraparte, la atención a las representaciones y prácticasde la gente permite adecuar, de manera pedagógica,los aportes externos, particularmente en situacionesde ausencia de conocimientos tradicionales. Así, enlas cejas de selva de las estribaciones orientales deEcuador, ampliamente deforestadas con fines ganade-ros, el valor objetivo inmediato que puede ser asigna-do a un recurso como el agua con fines agropecuarios

o de consumo humano, no es necesariamente com-partido por las poblaciones locales, cuyo mayor de-seo es que deje de llover para que las vacas no sehundan en el lodo; en este sentido, el agua es suscep-tible de ser valorizada en función de propuestas comola piscicultura o la construcción de una futura repre-sa, mientras se exploran otras posibles vías para lavaloración del ecosistema.

Evidentemente, el proceso de uso sostenible exigiráun acercamiento gradual de las percepciones actualesde la gente a los usos ideales del ecosistema, perotambién la redefinición de las visiones externas y suadecuación a los ritmos locales.

Pero la participación no es un hecho lineal (del cono-cimiento de la gente a la solución de los problemas),sino que se estructura a partir de una serie de aproxi-maciones sucesivas y diferenciadas a la gente y a suentorno cultural y comunitario. Entre ellas, una ade-cuada "tecnología social" en la definición e imple-mentación de formas pertinentes de acercamiento, lareconstrucción de las condiciones de participacióncomunitaria, la relación de los conocimientos con suscorrespondientes prácticas, la identificación del ele-mento dinamizador/activador de la participación),etc.

Es importante considerar los límites del conocimien-to y de las prácticas locales. Los ecosistemas encie-rran posibilidades de valoración adicionales a lasproporcionadas por el conocimiento tradicional. Porotra parte, el saber tradicional ha pasado frecuente-mente por un proceso de deterioro, o no es ya com-pletamente funcional a una naturaleza degradada,porque no ha podido evolucionar y adecuarse a lasnuevas exigencias. Es también frecuente, aún en co-munidades tradicionales, la irrupción de cambiosexógenos que escapan a la memoria del grupo y, almismo tiempo, la interrumpen. Este conjunto de si-tuaciones exige el recurso complementario a formasalternativas de conocimiento (Izko, 1995, 2002).

Sin embargo, tanto la generación externa de conoci-mientos como la intervención exógena planificadaposeen precisas condiciones en las que se legitiman:

Incentivos para la conservación de los Ecosistemas Forestales [Xavier Izko, Diego Burneo]

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Inscribirse en el marco de un proceso apropia-do de comunicación intercultural entre losactores externos y la gente, o entre poblacio-nes indígenas y poblaciones de colonos, cuyosconocimientos no posibilitan prácticas apro-piadas de manejo;

Incluir la devolución cuidadosa de conoci-mientos y resultados, como instancia de vali-dación y como puente hacia las prácticas, demanera que permita la apropiación, por partede los actores, de los conocimientos genera-dos;

En el caso de la intervención planificada, serfuncional a la existencia de procesos de“disonancia cognitiva” (divergencia entre losideales normativos y las prácticas reales, fre-cuente en procesos de cambio), de manera queayude a recrear una apropiada consonancia(Izko,1997b).

También es importante tener en cuenta que existeninstancias formales e informales que organizan laparticipación local. Con relación a ellas, esta partici-pación debe ser selectiva y diferenciada: no toda lagente que es afectada por las medidas tiene por quéparticipar automáticamente en la formulación de lapolítica, que puede ser delegada a representantes,aunque sí es importante para el éxito de las medidasque la gente esté bien informada de todas las etapasdel proceso y de sus resultados, que se sienta afecta-da positivamente por la implementación del incentivoy que participe en el proceso de implementación(proyecto concreto de valoración de un determinadobien o servicio, constitución de comités de vigilanciay seguimiento, etc.).

Otra condición básica para que la gente participe acti-vamente en la conservación del medio ambiente esque tenga la autoridad y la responsabilidad parahacerlo. De hecho, una gran parte de la presunta“falta de cuidado” ambiental se debe al hecho de quela gente no se siente responsable o no tiene el poderpara actuar, lo que está vinculado a la revisión de lasbases legales para este involucramiento, incluyendola asignación de derechos de propiedad o de uso pre-

cisos y a la delegación efectiva de tareas a medidaque se consolidan capacidades.

La distribución de los beneficios y la equidad socialconstituyen también condiciones para la sostenibili-dad del desarrollo (ver más adelante). Al mejorar elnivel de educación y el acceso a capital y a medios deproducción de los pobres rurales, incluyendo la trans-formación local de algunos productos, se ponen lasbases para que un mayor número de personas dismi-nuya sus presiones sobre los bosques (a menudo, elúnico “capital” disponible), mejorando a la vez suscondiciones de vida y su autoestima.

En general, además de la sostenibilidad ecológica,existen una serie de criterios socio-económicos paradefinir la sostenibilidad de los usos a lo largo delproceso desarrollo, desde la investigación participati-va y la identificación conjunta de alternativas con lagente, partiendo de su peculiar “cultura de manejo”hasta la ejecución y evaluación compartidas. Esteproceso incluye aspectos como un adecuado “ahorro”organizativo en la asignación de responsabilidades ydistribución de beneficios para evitar el colapso de la“capacidad de carga social”, y la promoción de for-mas de capitalización local en función de las caracte-rísticas de cada comunidad.

También se deben propiciar procesos de elaboraciónnormativa, lo que implica la concertación del conjun-to de actores sociales para definir regulaciones com-partidas, a propósito de recursos escasos o estratégi-cos, identificando incentivos y sanciones y activandocontroles sociales apropiados para su cumplimiento.Pero los actores locales no están solos, sino que tie-nen frente a sí a una serie de interlocutores, en parti-cular el Estado, las ONGs y las empresas que se ana-lizan a continuación.

b. La cultura institucional estatal

Las funciones del Estado están evolucionado clara-mente en toda la región desde un rol de planificacióncentralizada del desarrollo, con un fuerte componentede intervención y promoción directa del crecimientoeconómico (el Estado “protector”), hacia una gestióncaracterizada por la reducción del tamaño del Estado,

las propias medidas. En forma paralela, es importantedefinir bien las estrategias para obtener apoyo y redu-cir obstáculos (tipo de información requerida, gradode importancia y modalidades de involucramiento decada tipo de actores en el proceso de planificación,posibles influencias de terceros, etc.), prestando aten-ción a factores como la habilidad de unos actores deinfluir en el comportamiento de los otros o de presen-tar sus reclamos particulares como “los” reclamos delgrupo (ver más adelante).

La participación y las culturas institucionales

Estos son algunos de los principales aspectos a consi-derar con relación al involucramiento de los actores ysus correspondientes culturas institucionales.

a. Participación local

La participación de los actores y la consideración desus intereses es crucial para el éxito o fracaso de unincentivo, ya que ellos son al mismo tiempo los bene-ficiarios inmediatos de los bienes y servicios foresta-les, y los que ejercen presiones sobre ellos. En estesentido, son también los que más pueden ganar operder en el mantenimiento de la biodiversidad fores-tal. Revisemos algunas evidencias acerca de los pro-cesos participativos, con relación al tema que nosocupa.

Las percepciones de los actores locales constituyen elpunto de partida imprescindible del proceso partici-pativo. La cultura de las poblaciones locales es elpunto de acceso a su valoración de los recursos natu-rales y permite identificar otras valoraciones distintasde lo ambiental, que pueden redefinir o, al menos,complementar las percepciones externas. Por otraparte, la atención a las representaciones y prácticasde la gente permite adecuar, de manera pedagógica,los aportes externos, particularmente en situacionesde ausencia de conocimientos tradicionales. Así, enlas cejas de selva de las estribaciones orientales deEcuador, ampliamente deforestadas con fines ganade-ros, el valor objetivo inmediato que puede ser asigna-do a un recurso como el agua con fines agropecuarios

o de consumo humano, no es necesariamente com-partido por las poblaciones locales, cuyo mayor de-seo es que deje de llover para que las vacas no sehundan en el lodo; en este sentido, el agua es suscep-tible de ser valorizada en función de propuestas comola piscicultura o la construcción de una futura repre-sa, mientras se exploran otras posibles vías para lavaloración del ecosistema.

Evidentemente, el proceso de uso sostenible exigiráun acercamiento gradual de las percepciones actualesde la gente a los usos ideales del ecosistema, perotambién la redefinición de las visiones externas y suadecuación a los ritmos locales.

Pero la participación no es un hecho lineal (del cono-cimiento de la gente a la solución de los problemas),sino que se estructura a partir de una serie de aproxi-maciones sucesivas y diferenciadas a la gente y a suentorno cultural y comunitario. Entre ellas, una ade-cuada "tecnología social" en la definición e imple-mentación de formas pertinentes de acercamiento, lareconstrucción de las condiciones de participacióncomunitaria, la relación de los conocimientos con suscorrespondientes prácticas, la identificación del ele-mento dinamizador/activador de la participación),etc.

Es importante considerar los límites del conocimien-to y de las prácticas locales. Los ecosistemas encie-rran posibilidades de valoración adicionales a lasproporcionadas por el conocimiento tradicional. Porotra parte, el saber tradicional ha pasado frecuente-mente por un proceso de deterioro, o no es ya com-pletamente funcional a una naturaleza degradada,porque no ha podido evolucionar y adecuarse a lasnuevas exigencias. Es también frecuente, aún en co-munidades tradicionales, la irrupción de cambiosexógenos que escapan a la memoria del grupo y, almismo tiempo, la interrumpen. Este conjunto de si-tuaciones exige el recurso complementario a formasalternativas de conocimiento (Izko, 1995, 2002).

Sin embargo, tanto la generación externa de conoci-mientos como la intervención exógena planificadaposeen precisas condiciones en las que se legitiman:

Incentivos para la conservación de los Ecosistemas Forestales [Xavier Izko, Diego Burneo]

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 2424 esta es una publicación de Cebem

responder en forma más rápida y flexible a las nece-sidades de nueva información y a nuevas presionessobre los bosques.

Por consiguiente, en muchas circunstancias, las insti-tuciones no gubernamentales están en mejor capaci-dad de obtener apoyo local y comprometer la partici-pación de los actores que las instituciones guberna-mentales, por falta de confianza en la eficiencia yefectividad de algunas actividades del sector público;por eso es importante la colaboración entre ambasinstancias, gubernamentales y no gubernamentales.

Adicionalmente, suelen estar mejor preparadas paralidiar con situaciones conflictivas, que caracterizanfrecuentemente el relacionamiento de los actores lo-cales con el Estado y las empresas; de hecho, en elproceso de definición y aplicación de incentivos con-viene tener en cuenta la conveniencia de involucrar alos distintos tipos de actores que se benefician de losbosques y que pueden tener opiniones contrapuestas,lo que puede exigir el recurso a formas de mediacióny resolución de potenciales conflictos. La nueva pers-pectiva de manejo del conflicto implica la creaciónde una cultura de la mediación que sepa delegar atri-buciones a las instituciones de la sociedad civil, des-centralizando la gestión del conflicto. Sin embargo,algunas ONGs incurren también en errores estratégi-cos, como crear dependencia de las organizacioneslocales o instaurar competencias desleales valiéndosede su papel mediador. Para las relaciones entre lasONGs, el Estado y al desarrollo, ver, entre otros, elanálisis de Farrington y Bebbington, 1993.

d. La cultura empresarial

La tendencia estructural de las empresas y compañíases hacia la maximización de las ganancias la minimi-zación de los costos en el menor tiempo posible, sinconsiderar los daños ambientales de los bienes colec-tivos. La existencia de empresas que se han vueltoambientalmente conscientes dista mucho de ser abru-madora, sea que lo hayan hecho de manera voluntaria(cambios en los valores corporativos) o por efecto dela presión de los ambientalistas o de las regulacionesestatales.

Las preocupaciones ambientales están siendo incor-poradas de distintas maneras dentro de la lógica pro-ductiva empresarial, y pueden existir, sin duda, bue-nas intenciones en muchas empresas más. Pero nohace falta que las empresas sean malintencionadaspara que actúen de manera nociva: basta que respon-dan de manera racional a señales económicas; bastaque exista el mercado (incluyendo sus distorsionescon relación a bienes y servicios forestales) y unasociedad de consumo como la contemporánea(Jacobs, 1995).

El cambio de comportamiento por parte de las em-presas con relación al medio ambiente está estrecha-mente ligado a la existencia de un mercado competi-tivo. En este tipo de mercado, las acciones volunta-rias, aunque deseables, son arriesgadas, porque pue-den poner a la empresa en desventaja. De ahí la nece-sidad de que sean establecidas regulaciones compar-tidas, ya que la protección ambiental es costosa y,desde el punto de vista de la mayoría de las empre-sas, la mejor situación es aquella en la que no se im-pone ningún costo en absoluto.

El incremento de costos es mal visto mientras noexistan evidencias de que pueda ser compartido porlos consumidores, o que se planifiquen compensacio-nes de otra naturaleza. No obstante en muchas oca-siones son necesarios correctivos individuales, comoen el caso de empresas cuya insostenibilidad ambien-tal afecta gravemente a otros sectores del desarrollode las poblaciones locales y del país mismo. Sin em-bargo, la existencia o inexistencia de un “capitalismoverde” no es el único problema. Sin duda, la sustitu-ción de tecnologías contaminantes y depredadoraspor tecnologías limpias y la compensación por losdaños ambientales causados (sobre todo por compa-ñías petroleras, mineras, agroindustrias y madereras)constituye todavía una prioridad ambiental en lascircunstancias actuales del continente. Pero, auncuando el horizonte del cambio tecnológico (porejemplo, con relación a las compañías petroleras omineras) permita suponer que dentro de algunos añosel problema de las tecnologías limpias haya sido so-lucionado, permanecerá todavía sin solución uno delos problemas de fondo del desarrollo sostenible conrelación a la intervención empresarial y, también, a la

la privatización y la descentralización. De hecho,como hemos señalado, conviene tener en cuenta que,para asegurar el éxito de las medidas de incentivo, esnecesaria la transferencia de autoridad y responsabili-dad de la implementación al nivel más bajo involu-crado.

En este marco, los roles del Estado están relaciona-dos con sus nuevas funciones reguladoras y facilita-doras, y con su capacidad para propiciar la actuaciónconcertada de los distintos actores sociales.

El proceso de toma de decisiones para la negociaciónentre los actores se establece, en el antiguo modelo,sobre la base de la imposición unilateral de la res-puesta del Estado, y se ha caracterizado en buenamedida por el clientelismo en el manejo de las inter-acciones (basado a menudo en los “arreglos” y las“componendas”) y por una cultura organizativa lega-lista, caracterizada por la rigidez de los procedimien-tos, la resolución de los conflictos mediante el recur-so a la norma y la resistencia al cambio. Por otra par-te, la tendencia a postergar la resolución de los con-flictos, que prevalece, debilita las posibilidades decomunicación, genera tensión y desconfianza, y tien-de a desembocar en soluciones cooptadas, en el mar-co de acuerdos frágiles y coyunturales que priorizande manera excluyente las asociaciones con el sectorprivado-empresarial, privatizando los beneficios(externalidades positivas) y socializando los costos(externalidades negativas).

Por ejemplo, sería tan inútil como contraproducenteincentivar una cultura de manejo maderable en unindígena que no deforesta con fines mercantiles,siempre que esté en disponibilidad de activar otrosconocimientos (extractivismo, ecoturismo, proyectosproductivos), como intentar convertir en extractivistao cultivador de iguanas, de la noche a la mañana, aun colono que deforesta con fines ganaderos. Comohemos subrayado repetidamente, la actual cultura demanejo de las poblaciones locales es el punto de par-tida del proceso de desarrollo; a partir de ella, es po-sible señalar nuevos accesos al uso sostenible.

El correlato del nuevo viraje es la promoción, porparte del Estado, de una nueva gobernabilidad que

incentive el control ciudadano del proceso de tomade decisiones y su participación en él, de manera queesta participación ciudadana se convierta en fuente delegitimidad de la nueva “gobernabilidad social”, es-trechamente articulada con la eficiencia de la gober-nabilidad estructural promovida por la gestión estatal(Creamer, 1999).

Es necesario, por tanto, transitar hacia una nuevacultura que valorice la comunicación y la toma co-operativa de decisiones tendiente al establecimientode consensos. Finalmente, es preciso tener en cuentaque los marcos institucionales gubernamentales estánestructurados de manera que diferentes aspectos delmismo problema son manejados a veces por diferen-tes niveles de las instancias públicas, por lo que exis-te el riesgo de que las políticas sean confusas y auncontradictorias. Las características jurídico-institucionales prevalecientes se traducen en una grandispersión de las responsabilidades de gestión am-biental, colisión y conflictos de competencia e inte-rés, autonomía limitada de las autoridades ambienta-les y canales todavía limitados de participación de losactores (Acquatella, 2001). En estos casos, la eficaciaen la implementación de medidas depende de la dis-ponibilidad de cooperación conjunta, de la identifica-ción de mecanismos efectivos de participación de lasdistintas instancias sociales y de la elaboración depolíticas intersectoriales apropiadas.

En una dirección paralela, las medidas de políticadeben ser insertadas en los distintos niveles de mane-jo de la biodiversidad (local, regional, nacional einternacional) y relacionadas con otras áreas relevan-tes en términos de política, como el uso de la tierra,para evitar conflictos.

c. Organizaciones no gubernamentales

Las instituciones gubernamentales son responsablesdel manejo de la biodiversidad y de los ecosistemasforestales; pero las ONGs o determinados individuospueden desempeñar un rol importante en identificarlas preocupaciones y prioridades de los actores afec-tados y hacer “lobby” ante las instituciones implica-das. También tienden a sentirse más responsables delas necesidades y opiniones de la gente, y pueden

Incentivos para la conservación de los Ecosistemas Forestales [Xavier Izko, Diego Burneo]

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 2525 esta es una publicación de Cebem

responder en forma más rápida y flexible a las nece-sidades de nueva información y a nuevas presionessobre los bosques.

Por consiguiente, en muchas circunstancias, las insti-tuciones no gubernamentales están en mejor capaci-dad de obtener apoyo local y comprometer la partici-pación de los actores que las instituciones guberna-mentales, por falta de confianza en la eficiencia yefectividad de algunas actividades del sector público;por eso es importante la colaboración entre ambasinstancias, gubernamentales y no gubernamentales.

Adicionalmente, suelen estar mejor preparadas paralidiar con situaciones conflictivas, que caracterizanfrecuentemente el relacionamiento de los actores lo-cales con el Estado y las empresas; de hecho, en elproceso de definición y aplicación de incentivos con-viene tener en cuenta la conveniencia de involucrar alos distintos tipos de actores que se benefician de losbosques y que pueden tener opiniones contrapuestas,lo que puede exigir el recurso a formas de mediacióny resolución de potenciales conflictos. La nueva pers-pectiva de manejo del conflicto implica la creaciónde una cultura de la mediación que sepa delegar atri-buciones a las instituciones de la sociedad civil, des-centralizando la gestión del conflicto. Sin embargo,algunas ONGs incurren también en errores estratégi-cos, como crear dependencia de las organizacioneslocales o instaurar competencias desleales valiéndosede su papel mediador. Para las relaciones entre lasONGs, el Estado y al desarrollo, ver, entre otros, elanálisis de Farrington y Bebbington, 1993.

d. La cultura empresarial

La tendencia estructural de las empresas y compañíases hacia la maximización de las ganancias la minimi-zación de los costos en el menor tiempo posible, sinconsiderar los daños ambientales de los bienes colec-tivos. La existencia de empresas que se han vueltoambientalmente conscientes dista mucho de ser abru-madora, sea que lo hayan hecho de manera voluntaria(cambios en los valores corporativos) o por efecto dela presión de los ambientalistas o de las regulacionesestatales.

Las preocupaciones ambientales están siendo incor-poradas de distintas maneras dentro de la lógica pro-ductiva empresarial, y pueden existir, sin duda, bue-nas intenciones en muchas empresas más. Pero nohace falta que las empresas sean malintencionadaspara que actúen de manera nociva: basta que respon-dan de manera racional a señales económicas; bastaque exista el mercado (incluyendo sus distorsionescon relación a bienes y servicios forestales) y unasociedad de consumo como la contemporánea(Jacobs, 1995).

El cambio de comportamiento por parte de las em-presas con relación al medio ambiente está estrecha-mente ligado a la existencia de un mercado competi-tivo. En este tipo de mercado, las acciones volunta-rias, aunque deseables, son arriesgadas, porque pue-den poner a la empresa en desventaja. De ahí la nece-sidad de que sean establecidas regulaciones compar-tidas, ya que la protección ambiental es costosa y,desde el punto de vista de la mayoría de las empre-sas, la mejor situación es aquella en la que no se im-pone ningún costo en absoluto.

El incremento de costos es mal visto mientras noexistan evidencias de que pueda ser compartido porlos consumidores, o que se planifiquen compensacio-nes de otra naturaleza. No obstante en muchas oca-siones son necesarios correctivos individuales, comoen el caso de empresas cuya insostenibilidad ambien-tal afecta gravemente a otros sectores del desarrollode las poblaciones locales y del país mismo. Sin em-bargo, la existencia o inexistencia de un “capitalismoverde” no es el único problema. Sin duda, la sustitu-ción de tecnologías contaminantes y depredadoraspor tecnologías limpias y la compensación por losdaños ambientales causados (sobre todo por compa-ñías petroleras, mineras, agroindustrias y madereras)constituye todavía una prioridad ambiental en lascircunstancias actuales del continente. Pero, auncuando el horizonte del cambio tecnológico (porejemplo, con relación a las compañías petroleras omineras) permita suponer que dentro de algunos añosel problema de las tecnologías limpias haya sido so-lucionado, permanecerá todavía sin solución uno delos problemas de fondo del desarrollo sostenible conrelación a la intervención empresarial y, también, a la

la privatización y la descentralización. De hecho,como hemos señalado, conviene tener en cuenta que,para asegurar el éxito de las medidas de incentivo, esnecesaria la transferencia de autoridad y responsabili-dad de la implementación al nivel más bajo involu-crado.

En este marco, los roles del Estado están relaciona-dos con sus nuevas funciones reguladoras y facilita-doras, y con su capacidad para propiciar la actuaciónconcertada de los distintos actores sociales.

El proceso de toma de decisiones para la negociaciónentre los actores se establece, en el antiguo modelo,sobre la base de la imposición unilateral de la res-puesta del Estado, y se ha caracterizado en buenamedida por el clientelismo en el manejo de las inter-acciones (basado a menudo en los “arreglos” y las“componendas”) y por una cultura organizativa lega-lista, caracterizada por la rigidez de los procedimien-tos, la resolución de los conflictos mediante el recur-so a la norma y la resistencia al cambio. Por otra par-te, la tendencia a postergar la resolución de los con-flictos, que prevalece, debilita las posibilidades decomunicación, genera tensión y desconfianza, y tien-de a desembocar en soluciones cooptadas, en el mar-co de acuerdos frágiles y coyunturales que priorizande manera excluyente las asociaciones con el sectorprivado-empresarial, privatizando los beneficios(externalidades positivas) y socializando los costos(externalidades negativas).

Por ejemplo, sería tan inútil como contraproducenteincentivar una cultura de manejo maderable en unindígena que no deforesta con fines mercantiles,siempre que esté en disponibilidad de activar otrosconocimientos (extractivismo, ecoturismo, proyectosproductivos), como intentar convertir en extractivistao cultivador de iguanas, de la noche a la mañana, aun colono que deforesta con fines ganaderos. Comohemos subrayado repetidamente, la actual cultura demanejo de las poblaciones locales es el punto de par-tida del proceso de desarrollo; a partir de ella, es po-sible señalar nuevos accesos al uso sostenible.

El correlato del nuevo viraje es la promoción, porparte del Estado, de una nueva gobernabilidad que

incentive el control ciudadano del proceso de tomade decisiones y su participación en él, de manera queesta participación ciudadana se convierta en fuente delegitimidad de la nueva “gobernabilidad social”, es-trechamente articulada con la eficiencia de la gober-nabilidad estructural promovida por la gestión estatal(Creamer, 1999).

Es necesario, por tanto, transitar hacia una nuevacultura que valorice la comunicación y la toma co-operativa de decisiones tendiente al establecimientode consensos. Finalmente, es preciso tener en cuentaque los marcos institucionales gubernamentales estánestructurados de manera que diferentes aspectos delmismo problema son manejados a veces por diferen-tes niveles de las instancias públicas, por lo que exis-te el riesgo de que las políticas sean confusas y auncontradictorias. Las características jurídico-institucionales prevalecientes se traducen en una grandispersión de las responsabilidades de gestión am-biental, colisión y conflictos de competencia e inte-rés, autonomía limitada de las autoridades ambienta-les y canales todavía limitados de participación de losactores (Acquatella, 2001). En estos casos, la eficaciaen la implementación de medidas depende de la dis-ponibilidad de cooperación conjunta, de la identifica-ción de mecanismos efectivos de participación de lasdistintas instancias sociales y de la elaboración depolíticas intersectoriales apropiadas.

En una dirección paralela, las medidas de políticadeben ser insertadas en los distintos niveles de mane-jo de la biodiversidad (local, regional, nacional einternacional) y relacionadas con otras áreas relevan-tes en términos de política, como el uso de la tierra,para evitar conflictos.

c. Organizaciones no gubernamentales

Las instituciones gubernamentales son responsablesdel manejo de la biodiversidad y de los ecosistemasforestales; pero las ONGs o determinados individuospueden desempeñar un rol importante en identificarlas preocupaciones y prioridades de los actores afec-tados y hacer “lobby” ante las instituciones implica-das. También tienden a sentirse más responsables delas necesidades y opiniones de la gente, y pueden

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Aunque el proceso de participación puede ser com-plejo y costoso, el apropiado involucramiento y parti-cipación de las partes interesadas puede minimizarconsiderablemente los costos de transacción, así co-mo los de monitoreo y cumplimiento de las medidas,e incrementar la eficiencia de su aplicación. En gene-ral, una aproximación socio-institucional enfoca trescomponentes principales (UNEP/CBD/COP 1996):(i) Referentes formales (instrumentos escritos queurgen al cumplimiento de determinadas normas); (ii)Referentes sociales (reglas no escritas que regulan lavida cotidiana: normas, tradiciones, tabúes, creencias,etc.), que reducen la incertidumbre volviendo el com-portamiento de la gente más predecible; (iii) Gradode adhesión con el que los individuos y organizacio-nes se relacionan con el conjunto de referentes exis-tentes.

Proceso de implementación

El conjunto de elementos señalados se combina dedistintas maneras a lo largo de una secuencia cuyasfases principales se señalan a continuación (OCDE1999b):

Fase 1: Identificación del problema

Los decisores de política deben establecer si se nece-sita recurrir o no a incentivos, recopilando informa-ción pertinente (ver más arriba), involucrando a losactores relevantes (con sus experiencias y expectati-vas) y diseminando la información, de modo tal deincrementar la conciencia del problema y sus posi-bles soluciones, construir coaliciones y asignar res-ponsabilidades.

Al término de este proceso se debería poder identifi-car ya en términos generales la medida (o las medi-das) a ser implementada. Además de si la medida esdeseable, se debe indagar si es factible (costos globa-les, previsión del proceso de elaboración e implemen-tación) y cuáles son los eventuales “costos de oportu-nidad” a considerar.

Fase 2: Diseño del incentivo

Estos son algunos de los rasgos que deberían caracte-rizar a un buen incentivo:

Posibilidad de predecir el impacto. Conformidad con el principio precautorio. Equidad. Aceptabilidad política. Adaptabilidad. Factibilidad administrativa.

Una parte importante de la aceptabilidad política esla variabilidad de contextos culturales en los que esaplicado un incentivo; en este sentido, distintas medi-das provocarán diferentes respuestas dependiendo delas circunstancias, pudiendo ser en unos casos popu-lares y en otros inaceptables (necesidad de consultasmutuas y consensos en unos casos, y de marcos lega-les en otros).

Considerando la naturaleza multidimensional de labiodiversidad forestal, así como la multiplicidad depresiones y de actores, y la improbabilidad de que unsolo instrumento contemple todos los aspectos nece-sarios, es aconsejable una combinación de variosinstrumentos que reflejen las particularidades de cadacaso (ver más adelante). Por otra parte, al contrariode la fase uno (en la que se requería sobre todo elinvolucramiento de distintos grupos de actores), lafase dos debe involucrar sobre todo a expertos, aun-que en diálogo fluido con los actores.

Fase 3: Creación de capacidades

La fase tercera tiene como objetivo aplicar las medi-das en el terreno, considerando el marco legal e insti-tucional existente. Corresponden a esta fase tareascomo la asignación de derechos de propiedad, la pu-blicación de regulaciones, la promulgación de leyes,la supresión de subsidios adversos, la promoción depagos, la recolección eventual de tasas y la construc-ción de infraestructura para hacer posibles las activi-dades de uso sostenible.

del Estado: el de la (re)distribución de los beneficiosy de la equidad social como condiciones de la soste-nibilidad del desarrollo, tanto en términos socialescomo ambientales.

En esta dirección, es necesario ampliar el rango deinterlocución actual, estableciendo alianzas estratégi-cas con distintos sectores. Además de redefinir el rolredistributivo del Estado y de consolidar la sensibili-dad social de las compañías petroleras, se requiereuna nueva cultura empresarial, que sepa valorar losactivos de los actores locales, su cultura y los recur-sos naturales a los que acceden, en particular de lospueblos indígenas, y que plantee como uno de losejes estructurales del desarrollo la creación de empre-sas asociativas con las poblaciones locales.

Es evidente que una asociación de esta naturalezatiene sus ventajas, ya que permite conjugar la valora-ción de los conocimientos y recursos nativos con lasexigencias de continuidad y calidad de los mercados,siempre que los inversionistas externos no intentenmanipular la asociación como una estrategia paraasegurar y legitimar el acceso a los recursos naturalesal más bajo costo posible; pero exige apropiadas me-diaciones que sepan conocer y manejar tanto los có-digos culturales de las comunidades cuanto los de losinversionistas privados.

Por otra parte, en las circunstancias de muchos de losbosques del continente (por ejemplo, fragilidad eco-lógica de la Cuenca Amazónica o de los bosques deladeras), sería necesario orientar las operaciones con-juntas hacia la agregación del máximo de valor sobrela mínima cantidad de recursos, definiendo estrate-gias que tengan en cuenta la conservación “ex si-tu” (semidomesticación, cultivo y procesamiento deespecies nativas no maderables), la valorización delos servicios ambientales y la capacitación/educaciónambiental de las poblaciones locales. Adicionalmen-te, este tipo de actividades requerirá un seguimientoapropiado para que los excedentes monetarizadossean invertidos en calidad de vida.

Esta nueva cultura empresarial tiene también comocontraparte la consolidación del sentido de responsa-bilidad por parte de los actores locales tradicionales

hacia su propio futuro y hacia el uso sostenible derecursos que son también patrimonio colectivo y delas futuras generaciones, aunque sin descuidar la pro-ducción de un beneficio inmediato para las genera-ciones actuales.

Costos de transacción

Como hemos visto, ninguna medida de incentivos esinstrumentada en el vacío. El contexto político, laforma y funcionamiento de las instituciones, el gradode información disponible y los actores involucradosinfluye en la efectividad de los incentivos para laconservación y el uso sostenible de la biodiversidad.Este conjunto de factores relevantes (información,creación de capacidades, aspectos institucionales) serelacionan globalmente con los denominados “costosde transacción” (negociación, acuerdos, información,monitoreo), que acompañan la definición e imple-mentación de incentivos apropiados y que impiden amenudo que la cooperación se concrete (Prakash,1997; Holden y Binswanger, 2000). La misma exis-tencia de externalidades puede ser relacionada conestas transacciones, cuyos costos pueden desestimu-lar la efectiva aplicación de una medida.

La función de los gobiernos y de las instituciones deayuda al desarrollo es precisamente reducir estoscostos, proporcionando información, fortalecimientoinstitucional y capacitación. Sin embargo, este invo-lucramiento debe disminuir o transferirse a otroscampos de apoyo a medida que se generan capacida-des en los actores locales y sus instituciones repre-sentativas. En este sentido, su función primordial esel desarrollo de “capital social” (creación de capaci-dades, confianza, normas y redes que pueden mejorarla eficiencia de la sociedad facilitando acciones coor-dinadas), estimulando el crecimiento de las institu-ciones locales. En general, es importante tener encuenta que tanto la ausencia de ayuda apropiada co-mo la existencia de costos demasiado elevados en supuesta en práctica pueden atentar contra la conserva-ción.

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Aunque el proceso de participación puede ser com-plejo y costoso, el apropiado involucramiento y parti-cipación de las partes interesadas puede minimizarconsiderablemente los costos de transacción, así co-mo los de monitoreo y cumplimiento de las medidas,e incrementar la eficiencia de su aplicación. En gene-ral, una aproximación socio-institucional enfoca trescomponentes principales (UNEP/CBD/COP 1996):(i) Referentes formales (instrumentos escritos queurgen al cumplimiento de determinadas normas); (ii)Referentes sociales (reglas no escritas que regulan lavida cotidiana: normas, tradiciones, tabúes, creencias,etc.), que reducen la incertidumbre volviendo el com-portamiento de la gente más predecible; (iii) Gradode adhesión con el que los individuos y organizacio-nes se relacionan con el conjunto de referentes exis-tentes.

Proceso de implementación

El conjunto de elementos señalados se combina dedistintas maneras a lo largo de una secuencia cuyasfases principales se señalan a continuación (OCDE1999b):

Fase 1: Identificación del problema

Los decisores de política deben establecer si se nece-sita recurrir o no a incentivos, recopilando informa-ción pertinente (ver más arriba), involucrando a losactores relevantes (con sus experiencias y expectati-vas) y diseminando la información, de modo tal deincrementar la conciencia del problema y sus posi-bles soluciones, construir coaliciones y asignar res-ponsabilidades.

Al término de este proceso se debería poder identifi-car ya en términos generales la medida (o las medi-das) a ser implementada. Además de si la medida esdeseable, se debe indagar si es factible (costos globa-les, previsión del proceso de elaboración e implemen-tación) y cuáles son los eventuales “costos de oportu-nidad” a considerar.

Fase 2: Diseño del incentivo

Estos son algunos de los rasgos que deberían caracte-rizar a un buen incentivo:

Posibilidad de predecir el impacto. Conformidad con el principio precautorio. Equidad. Aceptabilidad política. Adaptabilidad. Factibilidad administrativa.

Una parte importante de la aceptabilidad política esla variabilidad de contextos culturales en los que esaplicado un incentivo; en este sentido, distintas medi-das provocarán diferentes respuestas dependiendo delas circunstancias, pudiendo ser en unos casos popu-lares y en otros inaceptables (necesidad de consultasmutuas y consensos en unos casos, y de marcos lega-les en otros).

Considerando la naturaleza multidimensional de labiodiversidad forestal, así como la multiplicidad depresiones y de actores, y la improbabilidad de que unsolo instrumento contemple todos los aspectos nece-sarios, es aconsejable una combinación de variosinstrumentos que reflejen las particularidades de cadacaso (ver más adelante). Por otra parte, al contrariode la fase uno (en la que se requería sobre todo elinvolucramiento de distintos grupos de actores), lafase dos debe involucrar sobre todo a expertos, aun-que en diálogo fluido con los actores.

Fase 3: Creación de capacidades

La fase tercera tiene como objetivo aplicar las medi-das en el terreno, considerando el marco legal e insti-tucional existente. Corresponden a esta fase tareascomo la asignación de derechos de propiedad, la pu-blicación de regulaciones, la promulgación de leyes,la supresión de subsidios adversos, la promoción depagos, la recolección eventual de tasas y la construc-ción de infraestructura para hacer posibles las activi-dades de uso sostenible.

del Estado: el de la (re)distribución de los beneficiosy de la equidad social como condiciones de la soste-nibilidad del desarrollo, tanto en términos socialescomo ambientales.

En esta dirección, es necesario ampliar el rango deinterlocución actual, estableciendo alianzas estratégi-cas con distintos sectores. Además de redefinir el rolredistributivo del Estado y de consolidar la sensibili-dad social de las compañías petroleras, se requiereuna nueva cultura empresarial, que sepa valorar losactivos de los actores locales, su cultura y los recur-sos naturales a los que acceden, en particular de lospueblos indígenas, y que plantee como uno de losejes estructurales del desarrollo la creación de empre-sas asociativas con las poblaciones locales.

Es evidente que una asociación de esta naturalezatiene sus ventajas, ya que permite conjugar la valora-ción de los conocimientos y recursos nativos con lasexigencias de continuidad y calidad de los mercados,siempre que los inversionistas externos no intentenmanipular la asociación como una estrategia paraasegurar y legitimar el acceso a los recursos naturalesal más bajo costo posible; pero exige apropiadas me-diaciones que sepan conocer y manejar tanto los có-digos culturales de las comunidades cuanto los de losinversionistas privados.

Por otra parte, en las circunstancias de muchos de losbosques del continente (por ejemplo, fragilidad eco-lógica de la Cuenca Amazónica o de los bosques deladeras), sería necesario orientar las operaciones con-juntas hacia la agregación del máximo de valor sobrela mínima cantidad de recursos, definiendo estrate-gias que tengan en cuenta la conservación “ex si-tu” (semidomesticación, cultivo y procesamiento deespecies nativas no maderables), la valorización delos servicios ambientales y la capacitación/educaciónambiental de las poblaciones locales. Adicionalmen-te, este tipo de actividades requerirá un seguimientoapropiado para que los excedentes monetarizadossean invertidos en calidad de vida.

Esta nueva cultura empresarial tiene también comocontraparte la consolidación del sentido de responsa-bilidad por parte de los actores locales tradicionales

hacia su propio futuro y hacia el uso sostenible derecursos que son también patrimonio colectivo y delas futuras generaciones, aunque sin descuidar la pro-ducción de un beneficio inmediato para las genera-ciones actuales.

Costos de transacción

Como hemos visto, ninguna medida de incentivos esinstrumentada en el vacío. El contexto político, laforma y funcionamiento de las instituciones, el gradode información disponible y los actores involucradosinfluye en la efectividad de los incentivos para laconservación y el uso sostenible de la biodiversidad.Este conjunto de factores relevantes (información,creación de capacidades, aspectos institucionales) serelacionan globalmente con los denominados “costosde transacción” (negociación, acuerdos, información,monitoreo), que acompañan la definición e imple-mentación de incentivos apropiados y que impiden amenudo que la cooperación se concrete (Prakash,1997; Holden y Binswanger, 2000). La misma exis-tencia de externalidades puede ser relacionada conestas transacciones, cuyos costos pueden desestimu-lar la efectiva aplicación de una medida.

La función de los gobiernos y de las instituciones deayuda al desarrollo es precisamente reducir estoscostos, proporcionando información, fortalecimientoinstitucional y capacitación. Sin embargo, este invo-lucramiento debe disminuir o transferirse a otroscampos de apoyo a medida que se generan capacida-des en los actores locales y sus instituciones repre-sentativas. En este sentido, su función primordial esel desarrollo de “capital social” (creación de capaci-dades, confianza, normas y redes que pueden mejorarla eficiencia de la sociedad facilitando acciones coor-dinadas), estimulando el crecimiento de las institu-ciones locales. En general, es importante tener encuenta que tanto la ausencia de ayuda apropiada co-mo la existencia de costos demasiado elevados en supuesta en práctica pueden atentar contra la conserva-ción.

Incentivos para la conservación de los Ecosistemas Forestales [Xavier Izko, Diego Burneo]

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Para hacer esto, se requieren dos elementos importan-tes: la provisión de una capacidad adecuada (física,humana e institucional) y el involucramiento de losactores locales. Para ello, es necesaria una apropiadapolítica de comunicación, tanto de las amenazas co-mo de las soluciones (incentivos).

Fase 4: Gestión, monitoreo y cumplimiento de lasmedidas

El monitoreo y el cumplimiento de las medidas sonun complemento necesario de su diseño e implemen-tación, con revisiones periódicas del proceso queretroalimenten y ajusten las medidas mismas.

Análisis de las distintas medidas de incenti-vos

Se analizará a continuación las principales medidasde incentivo existentes.

a. Incentivos económicos: haciendo trabajar al mer-cado a favor de los bosques

La idea de un incentivo económico está relacionadacon el concepto de individuos racionales que tiendena maximizar su bienestar privado. Los Gobiernosestán llamados a implementar incentivos económicoscuando los individuos no consideran los impactos desus actividades sobre el bienestar de otros individuoso de la gente en general, lo que da lugar a“externalidades” que deben ser “internalizadas”.

Las externalidades revelan fallas en el mercado, ytienen lugar cuando una actividad emprendida por unindividuo o grupo de individuos tiene efectos(positivos o negativos) sobre otro individuo o grupo,de manera que las personas afectadas no están engrado de compensar (si es una externalidad positiva)o ser compensadas (si es negativa) por los que hanemprendido la actividad y generado el “efecto exter-no”.

Existen una serie de soluciones posibles para esteproblema: la imposición de precios sombra artificia-les (tasas ambientales que reflejan el daño causado),

una mejor definición de los derechos de propiedad oel apoyo a los comportamientos más adecuados. Unode los medios más efectivos es la abolición de lossubsidios de actividades y sectores económicos queejercen presiones sobre la biodiversidad. Sin embar-go, mientras los daños a algunos bienes y serviciospueden ser internalizados, existen limitaciones enaplicar instrumentos económicos cuando el valor dela biodiversidad reside en su pura existencia o enposibles usos futuros. Aunque los instrumentos eco-nómicos no pierden completamente su efectividad,pueden requerir ser complementados con informa-ción adicional e intervenciones de carácter institucio-nal (ver más adelante).

b. Cargas impositivas y tasas

En general, el uso de ingresos fiscales para el finan-ciamiento de la gestión ambiental ha desempeñadoun papel central en la historia de nuestros países(Acquatella, 2001). El uso de instrumentos fiscalespara la protección de la biodiversidad está basado enla idea de que los costos sociales de la pérdida debiodiversidad pueden ser reflejados en los precios dela actividad que causa esta pérdida, siempre que exis-ta información apropiada y conciencia acerca de suvalor.

A la inversa, las actividades deseables pueden benefi-ciarse de tasas más bajas. Existen dificultades paraimponer tasas cuando el pago excede los beneficiosprovistos, o beneficia a terceros. En este sentido, elpago de tasas o derechos es más aceptable cuandouna parte de los ingresos percibidos se invierte en laprovisión de un servicio proporcional. Las tasas tien-den a ser más aceptadas cuando (i) son canalizadas através de los sistemas de recaudación existentes, y(ii) los fondos se canalizan hacia las autoridades am-bientales locales (Acquatella, 2001).

Por otra parte, existe un grado de incertidumbre en laestimación de costos y beneficios, por lo que las tasasambientales son usadas raramente para internalizarde manera precisa los costos ambientales. Por estasrazones, los instrumentos económicos son diseñadosfrecuentemente para otros propósitos distintos de lainternalización de costos externos; a ello se une fre-

cuentemente la resistencia de los ministros de finan-zas, con el argumento de los márgenes de incertidum-bre existentes.

c. Tasas ambientales

En el caso de la biodiversidad, el propósito de estosinstrumentos económicos se relaciona más con lacobertura de los costos de transacción de la conserva-ción (entradas a un Parque) o con la reducción de unadiferencia de precio sesgada que no favorece alterna-tivas ambientalmente amigables (subsidios para larehabilitación del paisaje degradado). Muchos subsi-dios directos o indirectos tienen como objetivo favo-recer con precios diferenciales actividades ambiental-mente consonantes, o corregir los precios que favore-cen actividades dañinas.

Existen también iniciativas como la redistribucióninterna de los impuestos a la circulación de bienes yservicios, de manera que se generen compensacionesfiscales por aplicar restricciones en el uso de la tierra,considerando su beneficio para la colectividad.

d. Impuestos basados en los precios

Descripción.- Incentivos basados en precios, quetienden a internalizar los costos externos, a generarrentas por objetivos o acciones ambientales y a apli-car derechos por el uso de un recurso.

Ventajas.- Maximizan la eficiencia económica; sonfácilmente inteligibles.

Desventajas.- Se basan en la mensurabilidad de cadacomponente y en el acuerdo acerca del valor de loscostos externos; pueden requerir de un monitoreoextensivo.

Aplicabilidad.- Situaciones en las que los impactosson fácilmente medibles y el origen del impacto fácil-mente monitoreado.

e. Creación de mercados y asignación de derechosde propiedad

La falta de derechos de propiedad es unas de las cau-sas principales de pérdida de biodiversidad. La ines-

tabilidad en el acceso a la tierra favorece un manejoextensivo del bosque y ocasiona presiones sobreellos, debido a la ausencia de incentivos para un usointensivo de las tierras deforestadas. Pero la seguri-dad en la tenencia de la tierra debe ir acompañadapor otros factores (tecnologías apropiadas, precios,mercados, etc.) para incidir eficazmente sobre la mo-dificación del patrón de uso del suelo (Bedoya,1991). Con relación a la propiedad comunal, más alládel tipo de tenencia, lo verdaderamente importante esque existan regulaciones internas sobre el acceso yuso de los recursos compartidos, así como capacidadinstitucional para hacerlos cumplir.

La creación de mercados mediante la remoción debarreras al comercio y la asignación de derechos depropiedad bien definidos y estables, se basa sobre lapremisa de que los portadores de estos derechos ten-derán a maximizar el valor de sus recursos a lo largodel tiempo. Sin embargo, con relación a productostradicionales (por ejemplo, productos no maderables)existe un generalizado déficit de voluntad políticapara crear las condiciones apropiadas que incentivensu introducción y para suprimir barreras artificialesque subsidian determinados productos en detrimentode los nuevos.

Sin embargo, la principal limitación de la asignaciónde estos derechos reside en el hecho de que el incen-tivo afecta solamente a los elementos “apropiables”de la biodiversidad. En cambio, los valores de exis-tencia de las especies que no son comercialmentevaliosas y del ecosistema circundante, tenderán a noser considerados si no se aplican medidas adiciona-les.

Cuando los incentivos no han sido aplicados, o soninsuficientes para el uso sostenible de los bosques, sepuede considerar la transferencia de la propiedad, ode los derechos privados de uso, al dominio público(transformación de áreas ricas en biodiversidad enParques o Reservas). Con todo, la propiedad públicade los bosques no garantiza su uso sostenible, aunquepuede facilitar la integración de objetivos públicos,mientras que la propiedad privada tiende a concen-trarse coeteris paribus en la explotación eficiente devalores de uso directo. La asignación de derechos de

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Para hacer esto, se requieren dos elementos importan-tes: la provisión de una capacidad adecuada (física,humana e institucional) y el involucramiento de losactores locales. Para ello, es necesaria una apropiadapolítica de comunicación, tanto de las amenazas co-mo de las soluciones (incentivos).

Fase 4: Gestión, monitoreo y cumplimiento de lasmedidas

El monitoreo y el cumplimiento de las medidas sonun complemento necesario de su diseño e implemen-tación, con revisiones periódicas del proceso queretroalimenten y ajusten las medidas mismas.

Análisis de las distintas medidas de incenti-vos

Se analizará a continuación las principales medidasde incentivo existentes.

a. Incentivos económicos: haciendo trabajar al mer-cado a favor de los bosques

La idea de un incentivo económico está relacionadacon el concepto de individuos racionales que tiendena maximizar su bienestar privado. Los Gobiernosestán llamados a implementar incentivos económicoscuando los individuos no consideran los impactos desus actividades sobre el bienestar de otros individuoso de la gente en general, lo que da lugar a“externalidades” que deben ser “internalizadas”.

Las externalidades revelan fallas en el mercado, ytienen lugar cuando una actividad emprendida por unindividuo o grupo de individuos tiene efectos(positivos o negativos) sobre otro individuo o grupo,de manera que las personas afectadas no están engrado de compensar (si es una externalidad positiva)o ser compensadas (si es negativa) por los que hanemprendido la actividad y generado el “efecto exter-no”.

Existen una serie de soluciones posibles para esteproblema: la imposición de precios sombra artificia-les (tasas ambientales que reflejan el daño causado),

una mejor definición de los derechos de propiedad oel apoyo a los comportamientos más adecuados. Unode los medios más efectivos es la abolición de lossubsidios de actividades y sectores económicos queejercen presiones sobre la biodiversidad. Sin embar-go, mientras los daños a algunos bienes y serviciospueden ser internalizados, existen limitaciones enaplicar instrumentos económicos cuando el valor dela biodiversidad reside en su pura existencia o enposibles usos futuros. Aunque los instrumentos eco-nómicos no pierden completamente su efectividad,pueden requerir ser complementados con informa-ción adicional e intervenciones de carácter institucio-nal (ver más adelante).

b. Cargas impositivas y tasas

En general, el uso de ingresos fiscales para el finan-ciamiento de la gestión ambiental ha desempeñadoun papel central en la historia de nuestros países(Acquatella, 2001). El uso de instrumentos fiscalespara la protección de la biodiversidad está basado enla idea de que los costos sociales de la pérdida debiodiversidad pueden ser reflejados en los precios dela actividad que causa esta pérdida, siempre que exis-ta información apropiada y conciencia acerca de suvalor.

A la inversa, las actividades deseables pueden benefi-ciarse de tasas más bajas. Existen dificultades paraimponer tasas cuando el pago excede los beneficiosprovistos, o beneficia a terceros. En este sentido, elpago de tasas o derechos es más aceptable cuandouna parte de los ingresos percibidos se invierte en laprovisión de un servicio proporcional. Las tasas tien-den a ser más aceptadas cuando (i) son canalizadas através de los sistemas de recaudación existentes, y(ii) los fondos se canalizan hacia las autoridades am-bientales locales (Acquatella, 2001).

Por otra parte, existe un grado de incertidumbre en laestimación de costos y beneficios, por lo que las tasasambientales son usadas raramente para internalizarde manera precisa los costos ambientales. Por estasrazones, los instrumentos económicos son diseñadosfrecuentemente para otros propósitos distintos de lainternalización de costos externos; a ello se une fre-

cuentemente la resistencia de los ministros de finan-zas, con el argumento de los márgenes de incertidum-bre existentes.

c. Tasas ambientales

En el caso de la biodiversidad, el propósito de estosinstrumentos económicos se relaciona más con lacobertura de los costos de transacción de la conserva-ción (entradas a un Parque) o con la reducción de unadiferencia de precio sesgada que no favorece alterna-tivas ambientalmente amigables (subsidios para larehabilitación del paisaje degradado). Muchos subsi-dios directos o indirectos tienen como objetivo favo-recer con precios diferenciales actividades ambiental-mente consonantes, o corregir los precios que favore-cen actividades dañinas.

Existen también iniciativas como la redistribucióninterna de los impuestos a la circulación de bienes yservicios, de manera que se generen compensacionesfiscales por aplicar restricciones en el uso de la tierra,considerando su beneficio para la colectividad.

d. Impuestos basados en los precios

Descripción.- Incentivos basados en precios, quetienden a internalizar los costos externos, a generarrentas por objetivos o acciones ambientales y a apli-car derechos por el uso de un recurso.

Ventajas.- Maximizan la eficiencia económica; sonfácilmente inteligibles.

Desventajas.- Se basan en la mensurabilidad de cadacomponente y en el acuerdo acerca del valor de loscostos externos; pueden requerir de un monitoreoextensivo.

Aplicabilidad.- Situaciones en las que los impactosson fácilmente medibles y el origen del impacto fácil-mente monitoreado.

e. Creación de mercados y asignación de derechosde propiedad

La falta de derechos de propiedad es unas de las cau-sas principales de pérdida de biodiversidad. La ines-

tabilidad en el acceso a la tierra favorece un manejoextensivo del bosque y ocasiona presiones sobreellos, debido a la ausencia de incentivos para un usointensivo de las tierras deforestadas. Pero la seguri-dad en la tenencia de la tierra debe ir acompañadapor otros factores (tecnologías apropiadas, precios,mercados, etc.) para incidir eficazmente sobre la mo-dificación del patrón de uso del suelo (Bedoya,1991). Con relación a la propiedad comunal, más alládel tipo de tenencia, lo verdaderamente importante esque existan regulaciones internas sobre el acceso yuso de los recursos compartidos, así como capacidadinstitucional para hacerlos cumplir.

La creación de mercados mediante la remoción debarreras al comercio y la asignación de derechos depropiedad bien definidos y estables, se basa sobre lapremisa de que los portadores de estos derechos ten-derán a maximizar el valor de sus recursos a lo largodel tiempo. Sin embargo, con relación a productostradicionales (por ejemplo, productos no maderables)existe un generalizado déficit de voluntad políticapara crear las condiciones apropiadas que incentivensu introducción y para suprimir barreras artificialesque subsidian determinados productos en detrimentode los nuevos.

Sin embargo, la principal limitación de la asignaciónde estos derechos reside en el hecho de que el incen-tivo afecta solamente a los elementos “apropiables”de la biodiversidad. En cambio, los valores de exis-tencia de las especies que no son comercialmentevaliosas y del ecosistema circundante, tenderán a noser considerados si no se aplican medidas adiciona-les.

Cuando los incentivos no han sido aplicados, o soninsuficientes para el uso sostenible de los bosques, sepuede considerar la transferencia de la propiedad, ode los derechos privados de uso, al dominio público(transformación de áreas ricas en biodiversidad enParques o Reservas). Con todo, la propiedad públicade los bosques no garantiza su uso sostenible, aunquepuede facilitar la integración de objetivos públicos,mientras que la propiedad privada tiende a concen-trarse coeteris paribus en la explotación eficiente devalores de uso directo. La asignación de derechos de

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fondos ambientales, para estimular activamente acti-vidades que promueven la biodiversidad.

b. Estándares, regulaciones y restricciones de acce-so

Las regulaciones que hacen cumplir o prohíben ciertotipo de comportamientos y establecen restriccionesde acceso, son métodos conocidos para proteger labiodiversidad amenazada. Considerando que muchosde los beneficios de la biodiversidad no son apropia-bles en forma privada y que constituyen bienes públi-cos, las regulaciones son una importante herramientapara asegurar la conservación y el uso sostenible delos recursos naturales, pero presentan también algu-nos inconvenientes.

Descripción.- Los subsidios pueden estimular activi-dades que tienen un efecto negativo sobre el ambien-te y la biodiversidad forestal.

Ventajas.- La reforma o remoción de estos incenti-vos puede llevar a una disminución de las presiones,a un mejoramiento de la eficiencia y una reducciónde los gastos fiscales.

Desventajas.- Puede ser difícil identificar los subsi-dios adversos (falta de transparencia) y también polí-ticamente problemático reformarlos debido a la fuerteoposición de los receptores del subsidio.

Aplicabilidad.- Cuando pueden ser identificadosbeneficios claros en términos de presupuestos, efi-ciencia económica y/o metas ambientales, y existenpotenciales medidas compensatorias para facilitar elproceso de remoción.

Ventajas y desventajas de las regulaciones y res-tricciones de acceso.- Por eso, las regulaciones y lasrestricciones de acceso son utilizadas frecuentementeo bien con relación a áreas protegidas, o como medi-das complementarias de otros incentivos; por ejem-plo, pueden resultar eficientes si se combinan en for-ma apropiada con la asignación de derechos de pro-piedad y con la creación de mercados.

c. Fondos ambientales y financiamiento público

A causa tanto de las dificultades en el diseño de ins-trumentos económicos para internalizar los costos dela pérdida de biodiversidad, como de los costos parahacer cumplir y monitorear las regulaciones y lasrestricciones de acceso, muchos gobiernos puedenpreferir utilizar “incentivos positivos” para estimularel uso sostenible y la conservación (ejemplo de Tasaindirecta sobre circulación de bienes y servicios -ICMS: Paraná y Minas Gerais, Brasil). Estas medidastrabajan a través de la provisión de pagos monetarios,reducción de tasas u otros incentivos financieros confines de apoyar la conservación, la restauración o latransferencia de un uso insostenible a otro más soste-nible.

Conclusiones

Existen una serie de razones que aconsejan recurrir auna combinación tanto de métodos de valoracióncomo de medidas de incentivo (instrumentos y meca-nismos), para hacer frente a las presiones que condu-cen a la degradación o desaparición de los ecosiste-mas forestales (Young, 1996; OCDE, 1999b). Dehecho, casi todos los beneficios asociados a la biodi-versidad incorporan aspectos públicos y privados, porlo que una buena política de conservación y uso sos-tenible de la biodiversidad deberá recurrir a instru-mentos que tengan simultáneamente en cuenta losvalores de uso directo, más asociados a la propiedadprivada, y los valores públicos asociados a la existen-cia de la biodiversidad forestal, recurriendo a instru-mentos adicionales, como incentivos positivos o re-gulaciones.

El uso de distintas medidas de incentivo se justificasobre la base de los siguientes argumentos y puedeadoptar distintas modalidades: Por una parte, estacombinación de instrumentos puede ser requeridapara dar cuenta tanto de los beneficios públicos comoprivados resultantes de la producción y uso sosteniblede la biodiversidad. Por otra parte, esta combinaciónpuede constituir una suerte de “válvula de escape”cuando uno solo de los instrumentos es insuficiente

propiedad puede ser complementada por la asigna-ción de derechos de uso, que pueden inducir másfácilmente al manejo sostenible. Así, ciertos derechosde uso pueden ser transferidos a las comunidades o aemprendedores privados en condiciones de estimularun uso apropiado, inasequible para los fondos públi-cos.

Reforma o remoción de incentivos perversos

La reforma o remoción de los subsidios a actividadesque ejercen presión sobre la biodiversidad forestal esesencial para que su conservación y uso sosteniblesean más factibles. La remoción de estos incentivosperversos, no solo alivia las presiones sobre la biodi-versidad, sino que incrementa la eficiencia económi-ca y reduce los déficit financieros gubernamentales.

En México, ha sido implementado un enfoque biendiseñado y altamente innovador para el manejo soste-nible del carnero de cuernos grandes (Ovis canaden-sis), a través de permisos comerciales para el derechoa cazarlo. Los componentes principales son los si-guientes:

El gobierno establece un nivel sostenible decaza sobre parámetros relacionados con la tasade reproducción del carnero,

Asigna permisos comerciales a las comunida-des locales hasta el límite establecido,

Dada la alta demanda internacional de estaespecie, se espera que los permisos fácilmentedupliquen o tripliquen su valor en el mercadointernacional, proporcionando una importantefuente de ingresos a las poblaciones locales.Este esquema proporciona incentivos efecti-vos para el uso sostenible del carnero. Algu-nas de sus ventajas son: Asegura el respeto de la componente am-

biental (sólo se puede cazar un determina-do número de animales),

Estimula los más eficientes métodos eco-nómicos, con la cooperación de la gentelocal, ya que los permisos de caza pueden

ser comercializados y asignados a quienespagan el más alto precio.

Los métodos anteriores estaban basados en regulacio-nes que restringían esta actividad, pero no estimula-ban el involucramiento de la población local. Y tam-poco tenían altos costos de implementación, por loque resultaban en gran medida ineficaces para con-trolar la caza del carnero.

El éxito del caso se basa en la combinación de asig-nación de derechos e incentivos económicos positi-vos (costo-beneficio, comparación entre ofertas mer-cantiles), en el marco del fortalecimiento y la capaci-tación de los actores locales. Adicionalmente, permi-te visualizar los efectos de la transición de un incenti-vo negativo a otro positivo.

El subsidio adopta formas distintas, desde pagos di-rectos y apoyo a los precios mercantiles, hasta garan-tías crediticias, asistencia técnica y provisión de in-fraestructura para acceder más fácilmente a áreasforestales. Se puede nombrar un gran número de es-tos incentivos perversos:

Apoyo a la conversión de bosques en tierraagrícola;

Drenaje de humedales para implementar culti-vos agrícolas;

Estímulo a la deforestación porque el bosqueera considerado improductivo;

Subsidios para la exportación de madera.

Los “subsidios perversos” tienden a favorecer sobretodo a los grupos de poder (McNeely, 1988). En estesentido, no deben ser subestimadas las dificultades dela remoción de estos subsidios, sobre todo la oposi-ción de los receptores, frecuentemente bien organiza-dos en términos políticos. Algunos son:

a. Regulaciones y fondos. Los gobiernos como ga-rantes de la biodiversidad

Los gobiernos pueden usar métodos regulatorios di-rectos para hacer cumplir o restringir ciertas activida-des que impactan la biodiversidad. En forma similar,pueden recurrir a medidas de apoyo, tales como los

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fondos ambientales, para estimular activamente acti-vidades que promueven la biodiversidad.

b. Estándares, regulaciones y restricciones de acce-so

Las regulaciones que hacen cumplir o prohíben ciertotipo de comportamientos y establecen restriccionesde acceso, son métodos conocidos para proteger labiodiversidad amenazada. Considerando que muchosde los beneficios de la biodiversidad no son apropia-bles en forma privada y que constituyen bienes públi-cos, las regulaciones son una importante herramientapara asegurar la conservación y el uso sostenible delos recursos naturales, pero presentan también algu-nos inconvenientes.

Descripción.- Los subsidios pueden estimular activi-dades que tienen un efecto negativo sobre el ambien-te y la biodiversidad forestal.

Ventajas.- La reforma o remoción de estos incenti-vos puede llevar a una disminución de las presiones,a un mejoramiento de la eficiencia y una reducciónde los gastos fiscales.

Desventajas.- Puede ser difícil identificar los subsi-dios adversos (falta de transparencia) y también polí-ticamente problemático reformarlos debido a la fuerteoposición de los receptores del subsidio.

Aplicabilidad.- Cuando pueden ser identificadosbeneficios claros en términos de presupuestos, efi-ciencia económica y/o metas ambientales, y existenpotenciales medidas compensatorias para facilitar elproceso de remoción.

Ventajas y desventajas de las regulaciones y res-tricciones de acceso.- Por eso, las regulaciones y lasrestricciones de acceso son utilizadas frecuentementeo bien con relación a áreas protegidas, o como medi-das complementarias de otros incentivos; por ejem-plo, pueden resultar eficientes si se combinan en for-ma apropiada con la asignación de derechos de pro-piedad y con la creación de mercados.

c. Fondos ambientales y financiamiento público

A causa tanto de las dificultades en el diseño de ins-trumentos económicos para internalizar los costos dela pérdida de biodiversidad, como de los costos parahacer cumplir y monitorear las regulaciones y lasrestricciones de acceso, muchos gobiernos puedenpreferir utilizar “incentivos positivos” para estimularel uso sostenible y la conservación (ejemplo de Tasaindirecta sobre circulación de bienes y servicios -ICMS: Paraná y Minas Gerais, Brasil). Estas medidastrabajan a través de la provisión de pagos monetarios,reducción de tasas u otros incentivos financieros confines de apoyar la conservación, la restauración o latransferencia de un uso insostenible a otro más soste-nible.

Conclusiones

Existen una serie de razones que aconsejan recurrir auna combinación tanto de métodos de valoracióncomo de medidas de incentivo (instrumentos y meca-nismos), para hacer frente a las presiones que condu-cen a la degradación o desaparición de los ecosiste-mas forestales (Young, 1996; OCDE, 1999b). Dehecho, casi todos los beneficios asociados a la biodi-versidad incorporan aspectos públicos y privados, porlo que una buena política de conservación y uso sos-tenible de la biodiversidad deberá recurrir a instru-mentos que tengan simultáneamente en cuenta losvalores de uso directo, más asociados a la propiedadprivada, y los valores públicos asociados a la existen-cia de la biodiversidad forestal, recurriendo a instru-mentos adicionales, como incentivos positivos o re-gulaciones.

El uso de distintas medidas de incentivo se justificasobre la base de los siguientes argumentos y puedeadoptar distintas modalidades: Por una parte, estacombinación de instrumentos puede ser requeridapara dar cuenta tanto de los beneficios públicos comoprivados resultantes de la producción y uso sosteniblede la biodiversidad. Por otra parte, esta combinaciónpuede constituir una suerte de “válvula de escape”cuando uno solo de los instrumentos es insuficiente

propiedad puede ser complementada por la asigna-ción de derechos de uso, que pueden inducir másfácilmente al manejo sostenible. Así, ciertos derechosde uso pueden ser transferidos a las comunidades o aemprendedores privados en condiciones de estimularun uso apropiado, inasequible para los fondos públi-cos.

Reforma o remoción de incentivos perversos

La reforma o remoción de los subsidios a actividadesque ejercen presión sobre la biodiversidad forestal esesencial para que su conservación y uso sosteniblesean más factibles. La remoción de estos incentivosperversos, no solo alivia las presiones sobre la biodi-versidad, sino que incrementa la eficiencia económi-ca y reduce los déficit financieros gubernamentales.

En México, ha sido implementado un enfoque biendiseñado y altamente innovador para el manejo soste-nible del carnero de cuernos grandes (Ovis canaden-sis), a través de permisos comerciales para el derechoa cazarlo. Los componentes principales son los si-guientes:

El gobierno establece un nivel sostenible decaza sobre parámetros relacionados con la tasade reproducción del carnero,

Asigna permisos comerciales a las comunida-des locales hasta el límite establecido,

Dada la alta demanda internacional de estaespecie, se espera que los permisos fácilmentedupliquen o tripliquen su valor en el mercadointernacional, proporcionando una importantefuente de ingresos a las poblaciones locales.Este esquema proporciona incentivos efecti-vos para el uso sostenible del carnero. Algu-nas de sus ventajas son: Asegura el respeto de la componente am-

biental (sólo se puede cazar un determina-do número de animales),

Estimula los más eficientes métodos eco-nómicos, con la cooperación de la gentelocal, ya que los permisos de caza pueden

ser comercializados y asignados a quienespagan el más alto precio.

Los métodos anteriores estaban basados en regulacio-nes que restringían esta actividad, pero no estimula-ban el involucramiento de la población local. Y tam-poco tenían altos costos de implementación, por loque resultaban en gran medida ineficaces para con-trolar la caza del carnero.

El éxito del caso se basa en la combinación de asig-nación de derechos e incentivos económicos positi-vos (costo-beneficio, comparación entre ofertas mer-cantiles), en el marco del fortalecimiento y la capaci-tación de los actores locales. Adicionalmente, permi-te visualizar los efectos de la transición de un incenti-vo negativo a otro positivo.

El subsidio adopta formas distintas, desde pagos di-rectos y apoyo a los precios mercantiles, hasta garan-tías crediticias, asistencia técnica y provisión de in-fraestructura para acceder más fácilmente a áreasforestales. Se puede nombrar un gran número de es-tos incentivos perversos:

Apoyo a la conversión de bosques en tierraagrícola;

Drenaje de humedales para implementar culti-vos agrícolas;

Estímulo a la deforestación porque el bosqueera considerado improductivo;

Subsidios para la exportación de madera.

Los “subsidios perversos” tienden a favorecer sobretodo a los grupos de poder (McNeely, 1988). En estesentido, no deben ser subestimadas las dificultades dela remoción de estos subsidios, sobre todo la oposi-ción de los receptores, frecuentemente bien organiza-dos en términos políticos. Algunos son:

a. Regulaciones y fondos. Los gobiernos como ga-rantes de la biodiversidad

Los gobiernos pueden usar métodos regulatorios di-rectos para hacer cumplir o restringir ciertas activida-des que impactan la biodiversidad. En forma similar,pueden recurrir a medidas de apoyo, tales como los

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para lograr el efecto ambiental deseable, es demasia-do costoso o difícilmente aplicable. Por ejemplo,cuando los precios de las entradas a un parque soninsuficientes para limitar el número de visitantes a unnivel óptimo, se puede recurrir a restringir el númerototal de visitas para controlar los efectos de los visi-tantes sobre el ecosistema (restricciones de uso); teó-ricamente, para no hacer depender solamente la con-servación del Parque de los ingresos percibidos enconcepto de visitas o para compensar su déficit encaso de tener que restringir el número total de visi-tantes, se podría recurrir paralelamente a otras formasde valoración económica (pago por servicios ambien-tales, fijación de CO2, etc.), aunque no siempre sonmodalidades movilizables en el corto plazo.

Esta combinación puede ser particularmente útilcuando las causas de la pérdida de biodiversidad nopueden ser bien entendidas o no existe un solo instru-mento que pueda enfocar directamente todas las cau-sas. Esta consideración es relevante para enfocar elecosistema como un todo y sus interacciones, sobretodo las relaciones entre áreas protegidas y zonas deamortiguamiento. Donde hay particulares “hot spots”de biodiversidad o amenazas contra ellos, puede serútil diseñar instrumentos específicos para hacerlesfrente (regulaciones, tasas, restricción de acceso,etc.), mientras que pueden ser utilizados otros instru-mentos para abarcar las áreas de amortiguamiento(“manejo de presiones”) y enfocar el ecosistema co-mo un todo.

Las distintas categorías de usuarios de los bosques,de sus bienes y servicios y de su biodiversidad res-ponden en forma también diferenciada a cada tipo deinstrumento. De esta manera, la utilización de uncierto rango de instrumentos puede ayudar a asegurarque todas las categorías de usuarios hayan sido efec-tivamente tenidas en cuenta (incentivos negativos vs.positivos, etc.). Por otra parte, puede existir una suer-te de “razones distributivas” que llevan a permitir quedeterminados grupos de usuarios (pueblos indígenas,por ejemplo) tengan un acceso diferencial a los recur-sos.

En el caso de los actores privados, los incentivoseconómicos deben incluir una condición que asegure

una contribución al bien público de la conservaciónde la biodiversidad: que el uso que es provechoso entérminos privados contribuya al mismo tiempo a laconservación de la diversidad biológica. Esta asigna-ción de derechos de propiedad con ciertas condicio-nes de uso (instrumentos mixtos) puede revestir dis-tintas formas: derechos de propiedad bien definidos,derechos de uso, incentivos económicos tales comocargas impositivas ambientales donde sea posible,combinados con regulaciones, restricciones de accesoy subsidios a ciertos usos sostenibles donde sea nece-sario.

Adicionalmente, es importante complementar ambascategorías de instrumentos con el involucramiento delos actores, la creación de capacidades, el fortaleci-miento institucional, y el suministro de información.En este sentido la combinación de instrumentos pue-de requerir rediseñar parcialmente cada instrumentoen particular para hacerlo compatible con los demás.

Referencias bibliográficas[1] Acquatella, J. (2001). Aplicación de instrumentos económicos en la gestión ambiental en América Latina y El Caribe: desafíos y factores

condicionantes. CEPAL-ECLAC, Santiago de Chile.

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para lograr el efecto ambiental deseable, es demasia-do costoso o difícilmente aplicable. Por ejemplo,cuando los precios de las entradas a un parque soninsuficientes para limitar el número de visitantes a unnivel óptimo, se puede recurrir a restringir el númerototal de visitas para controlar los efectos de los visi-tantes sobre el ecosistema (restricciones de uso); teó-ricamente, para no hacer depender solamente la con-servación del Parque de los ingresos percibidos enconcepto de visitas o para compensar su déficit encaso de tener que restringir el número total de visi-tantes, se podría recurrir paralelamente a otras formasde valoración económica (pago por servicios ambien-tales, fijación de CO2, etc.), aunque no siempre sonmodalidades movilizables en el corto plazo.

Esta combinación puede ser particularmente útilcuando las causas de la pérdida de biodiversidad nopueden ser bien entendidas o no existe un solo instru-mento que pueda enfocar directamente todas las cau-sas. Esta consideración es relevante para enfocar elecosistema como un todo y sus interacciones, sobretodo las relaciones entre áreas protegidas y zonas deamortiguamiento. Donde hay particulares “hot spots”de biodiversidad o amenazas contra ellos, puede serútil diseñar instrumentos específicos para hacerlesfrente (regulaciones, tasas, restricción de acceso,etc.), mientras que pueden ser utilizados otros instru-mentos para abarcar las áreas de amortiguamiento(“manejo de presiones”) y enfocar el ecosistema co-mo un todo.

Las distintas categorías de usuarios de los bosques,de sus bienes y servicios y de su biodiversidad res-ponden en forma también diferenciada a cada tipo deinstrumento. De esta manera, la utilización de uncierto rango de instrumentos puede ayudar a asegurarque todas las categorías de usuarios hayan sido efec-tivamente tenidas en cuenta (incentivos negativos vs.positivos, etc.). Por otra parte, puede existir una suer-te de “razones distributivas” que llevan a permitir quedeterminados grupos de usuarios (pueblos indígenas,por ejemplo) tengan un acceso diferencial a los recur-sos.

En el caso de los actores privados, los incentivoseconómicos deben incluir una condición que asegure

una contribución al bien público de la conservaciónde la biodiversidad: que el uso que es provechoso entérminos privados contribuya al mismo tiempo a laconservación de la diversidad biológica. Esta asigna-ción de derechos de propiedad con ciertas condicio-nes de uso (instrumentos mixtos) puede revestir dis-tintas formas: derechos de propiedad bien definidos,derechos de uso, incentivos económicos tales comocargas impositivas ambientales donde sea posible,combinados con regulaciones, restricciones de accesoy subsidios a ciertos usos sostenibles donde sea nece-sario.

Adicionalmente, es importante complementar ambascategorías de instrumentos con el involucramiento delos actores, la creación de capacidades, el fortaleci-miento institucional, y el suministro de información.En este sentido la combinación de instrumentos pue-de requerir rediseñar parcialmente cada instrumentoen particular para hacerlo compatible con los demás.

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[18] Vogel, J. (1997). "The Successful Use of Economic Instruments to Foster Sustainable Use of Biodiversity: Six Case Studies from LatinAmerica and the Caribbean". Biopolicy

Incentivos para la conservación de los Ecosistemas Forestales [Xavier Izko, Diego Burneo]

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Improving the effectiveness ofinterventions to balanceconservation and development:A conceptual framework

by Stephen T. Garnett, J. Sayer and J. du Toit1

1 Institute of Advanced Studies, Charles Darwin UniversityCasuarina, Northern Territory 0909 Australia.

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Revista Virtual REDESMAagosto 2009Vol. 3(2)

Improving the effectiveness ofinterventions to balanceconservation and development:A conceptual framework

by Stephen T. Garnett, J. Sayer and J. du Toit1

1 Institute of Advanced Studies, Charles Darwin UniversityCasuarina, Northern Territory 0909 Australia.

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 3636 esta es una publicación de Cebem

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

Introduction

The first use of the term “integrated conservation anddevelopment project” (ICDP ) that we have been ableto locate was in the Luangwa Valley Integrated Con-servation and Development Project jointly under-taken by FAO and the Government of Zambia in themid-1960s (Child and Dalal-Clayton 2004). Thisproject set out to manage wildlife sustainably for thebenefit of the local people. Since then, the term ICDPhas been widely applied to many different types ofconservation initiatives. By the 1990s the concepthad been embraced as a standard part of the aims of

many major international organizations (Wells et al.2004); organizations whose primary mission is con-servation and those whose mission is developmenthave both adopted the ICDP approach in some form(Campbell and Vainio-Mattila 2003). As a result, thedefinition of the ICDP has expanded, so that projectsof this type are now described as “...approaches tothe management and conservation of natural re-sources in areas of significant biodiversity value thataim to reconcile the biodiversity conservation andsocio-economic development interests of multiplestakeholders at local, regional, national and interna-tional levels” (Franks and Blomley 2004). However,

regardless of definition, there has been a long historyof concern about the effectiveness of ICDPs in meet-ing either conservation or development objectives(Adams et al. 2004, McShane and Wells 2004). Inte-gration is still the exception, and synergies do notemerge naturally (Barrett et al. 2005). Given theubiquity of the rhetoric about reconciling the impera-tives of local livelihood improvement with the desireto reduce, minimize, or even reverse environmentaldegradation, it might be assumed that an establishedmethodology must be available to guide the imple-mentation of these projects.

However, there is none. Analysis of many ICDPs hasshown that success tends to be fleeting and fragile.Failure leads inevitably to loss of biodiversity, andpurported successes are rarely associated with lastingimprovements in the wealth and well-being of thecommunities in which the interventions were under-taken (McShane and Wells 2004, Robinson and Red-ford 2004, Sayer and Campbell 2004, Wells et al.2004). Such successes are typically described in an-ecdotal case studies and often appear idiosyncratic,temporary, and contingent on local history, society,and environment. That said, there have been somelonger-term success stories, and enough attempts atICDPs that Sayer and Campbell (2004) believe itshould be possible to construct hypotheses about thefactors most likely to determine project outcomesthat can be formally tested on a global scale. Ferraroand Pattanayak (2006) go a step further in suggestingthat ICDPs need to be tested against a null hypothesisof no intervention at all, following medical models ofevidence-based policy implementation (Sutherland etal. 2004).

A number of attempts have already been made to testhypotheses about the success and failure of ICDPs.Salafsky et al. (2002) tested the hypothesis that, if aviable enterprise is linked to the biodiversity of aprotected area and generates benefits for a commu-nity of stakeholders, then the stakeholders will act tocounter the threats to the resource (see also Salafskyet al. 2001). The results were inconclusive but sug-gested an alternative hypothesis: that conservationbenefits from enterprise development around pro-tected areas are products of the action learning that

occurs during enterprise development itself, regard-less of the enterprise’s eventual financial success.More recently, Brooks et al. (2006) tested a set ofhypotheses based on a numerical analysis of 28 se-lected ICDPs associated with protected areas drawnfrom a pool of 150 published papers. They postulatedthat success measured against a set of ecological,economic, attitudinal, and behavioral parameterswould be improved through the extent to which pro-tected areas are used by communities, the extent towhich projects increase the integration of communi-ties into wider markets, the degree of decentralizationof decision making about conservation management,and the homogeneity of the communities associatedwith the protected areas. Their results suggested thatdecentralization was most likely to improve all fourmeasures of success provided that strong local struc-tures were in place. However, market integration andutilization had positive effects only on behavior andeconomics. Information on community homogeneitywas rarely available, and no effects of this could bedetected. The importance of decision-making decen-tralization is corroborated by Hayes and Ostrom(2005), who discovered, in a global review of forestconditions inside and outside reserves, that forestcondition was related more closely to local involve-ment in setting rules on forest use than to any centralsystem of park designation.

Agrawal and Chhatre (2006) took another approach.Following Agrawal (2001), they combined quantita-tive analysis with a qualitative approach using casestudies to understand the biophysical, demographic,economic, institutional, and socio-political factorsaffecting the management of common property for-ests at 95 sites in the Indian Himalaya. Their resultsdemonstrated the importance of biophysical con-straints on outcomes and the likely biases in results ifonly the other factors are considered in the analysis.They also verified in a local setting theoretical as-sumptions about the link between local reliance onforest products and the condition of forests, aboutpopulation stability compared to populations with ahigh rate of turnover, and about the importance ofwomen. Their study, however, did not set out tomeasure the reverse relationship, i.e., the effect of

Resumen

El artículo presenta algunos estudios de caso alrededor del mundo que buscan describir proyectos que integran laconservación y el desarrollo (ICDPs). Algunos trabajos recurren al uso de estadísticas sofisticadas para identificarpatrones de relaciones causales, pero no llegan a establecer lecciones aplicables para todo el mundo. El presentetrabajo intenta proveer una estructura para tal análisis. Se propone un conjunto de lecciones para mejorar los proyec-tos de ICDPs, al considerarse cada una de las cinco formas de capital: natural, social, humano, construido y financie-ro. Existe alguna urgencia para identificar las características del ambiente y de la comunidad en la que los proyectospueden tienen éxito. El artículo intenta dar un paso en esta dirección.

Abstract

There are numerous case studies around the world describing integrated conservation and development projects(ICDPs). Recently some localized syntheses have been published that use sophisticated statistics to identify patternsand causal linkages, but no attempt has yet been made to draw together lessons from across the globe. This paper is anattempt to provide a framework for such an analysis. A set of lessons is proposed for improving the prospects of ICDPsby giving consideration to each of the five capitals: natural, social, human, built, and financial. The language ofICDPs has been adopted by development agencies of all persuasions. There is now some urgency to identify the char-acteristics of the environment and the community in which success is most likely. This paper is intended as a step inthat direction.

Keywords.– Integrated conservation and development, natural capital, social capital.

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Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

Introduction

The first use of the term “integrated conservation anddevelopment project” (ICDP ) that we have been ableto locate was in the Luangwa Valley Integrated Con-servation and Development Project jointly under-taken by FAO and the Government of Zambia in themid-1960s (Child and Dalal-Clayton 2004). Thisproject set out to manage wildlife sustainably for thebenefit of the local people. Since then, the term ICDPhas been widely applied to many different types ofconservation initiatives. By the 1990s the concepthad been embraced as a standard part of the aims of

many major international organizations (Wells et al.2004); organizations whose primary mission is con-servation and those whose mission is developmenthave both adopted the ICDP approach in some form(Campbell and Vainio-Mattila 2003). As a result, thedefinition of the ICDP has expanded, so that projectsof this type are now described as “...approaches tothe management and conservation of natural re-sources in areas of significant biodiversity value thataim to reconcile the biodiversity conservation andsocio-economic development interests of multiplestakeholders at local, regional, national and interna-tional levels” (Franks and Blomley 2004). However,

regardless of definition, there has been a long historyof concern about the effectiveness of ICDPs in meet-ing either conservation or development objectives(Adams et al. 2004, McShane and Wells 2004). Inte-gration is still the exception, and synergies do notemerge naturally (Barrett et al. 2005). Given theubiquity of the rhetoric about reconciling the impera-tives of local livelihood improvement with the desireto reduce, minimize, or even reverse environmentaldegradation, it might be assumed that an establishedmethodology must be available to guide the imple-mentation of these projects.

However, there is none. Analysis of many ICDPs hasshown that success tends to be fleeting and fragile.Failure leads inevitably to loss of biodiversity, andpurported successes are rarely associated with lastingimprovements in the wealth and well-being of thecommunities in which the interventions were under-taken (McShane and Wells 2004, Robinson and Red-ford 2004, Sayer and Campbell 2004, Wells et al.2004). Such successes are typically described in an-ecdotal case studies and often appear idiosyncratic,temporary, and contingent on local history, society,and environment. That said, there have been somelonger-term success stories, and enough attempts atICDPs that Sayer and Campbell (2004) believe itshould be possible to construct hypotheses about thefactors most likely to determine project outcomesthat can be formally tested on a global scale. Ferraroand Pattanayak (2006) go a step further in suggestingthat ICDPs need to be tested against a null hypothesisof no intervention at all, following medical models ofevidence-based policy implementation (Sutherland etal. 2004).

A number of attempts have already been made to testhypotheses about the success and failure of ICDPs.Salafsky et al. (2002) tested the hypothesis that, if aviable enterprise is linked to the biodiversity of aprotected area and generates benefits for a commu-nity of stakeholders, then the stakeholders will act tocounter the threats to the resource (see also Salafskyet al. 2001). The results were inconclusive but sug-gested an alternative hypothesis: that conservationbenefits from enterprise development around pro-tected areas are products of the action learning that

occurs during enterprise development itself, regard-less of the enterprise’s eventual financial success.More recently, Brooks et al. (2006) tested a set ofhypotheses based on a numerical analysis of 28 se-lected ICDPs associated with protected areas drawnfrom a pool of 150 published papers. They postulatedthat success measured against a set of ecological,economic, attitudinal, and behavioral parameterswould be improved through the extent to which pro-tected areas are used by communities, the extent towhich projects increase the integration of communi-ties into wider markets, the degree of decentralizationof decision making about conservation management,and the homogeneity of the communities associatedwith the protected areas. Their results suggested thatdecentralization was most likely to improve all fourmeasures of success provided that strong local struc-tures were in place. However, market integration andutilization had positive effects only on behavior andeconomics. Information on community homogeneitywas rarely available, and no effects of this could bedetected. The importance of decision-making decen-tralization is corroborated by Hayes and Ostrom(2005), who discovered, in a global review of forestconditions inside and outside reserves, that forestcondition was related more closely to local involve-ment in setting rules on forest use than to any centralsystem of park designation.

Agrawal and Chhatre (2006) took another approach.Following Agrawal (2001), they combined quantita-tive analysis with a qualitative approach using casestudies to understand the biophysical, demographic,economic, institutional, and socio-political factorsaffecting the management of common property for-ests at 95 sites in the Indian Himalaya. Their resultsdemonstrated the importance of biophysical con-straints on outcomes and the likely biases in results ifonly the other factors are considered in the analysis.They also verified in a local setting theoretical as-sumptions about the link between local reliance onforest products and the condition of forests, aboutpopulation stability compared to populations with ahigh rate of turnover, and about the importance ofwomen. Their study, however, did not set out tomeasure the reverse relationship, i.e., the effect of

Resumen

El artículo presenta algunos estudios de caso alrededor del mundo que buscan describir proyectos que integran laconservación y el desarrollo (ICDPs). Algunos trabajos recurren al uso de estadísticas sofisticadas para identificarpatrones de relaciones causales, pero no llegan a establecer lecciones aplicables para todo el mundo. El presentetrabajo intenta proveer una estructura para tal análisis. Se propone un conjunto de lecciones para mejorar los proyec-tos de ICDPs, al considerarse cada una de las cinco formas de capital: natural, social, humano, construido y financie-ro. Existe alguna urgencia para identificar las características del ambiente y de la comunidad en la que los proyectospueden tienen éxito. El artículo intenta dar un paso en esta dirección.

Abstract

There are numerous case studies around the world describing integrated conservation and development projects(ICDPs). Recently some localized syntheses have been published that use sophisticated statistics to identify patternsand causal linkages, but no attempt has yet been made to draw together lessons from across the globe. This paper is anattempt to provide a framework for such an analysis. A set of lessons is proposed for improving the prospects of ICDPsby giving consideration to each of the five capitals: natural, social, human, built, and financial. The language ofICDPs has been adopted by development agencies of all persuasions. There is now some urgency to identify the char-acteristics of the environment and the community in which success is most likely. This paper is intended as a step inthat direction.

Keywords.– Integrated conservation and development, natural capital, social capital.

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 3838 esta es una publicación de Cebem

Many of these analyses have overlapping recommen-dations, and in this paper we take up the challenge ofSayer and Campbell (2004) to formulate a set of“lessons” on the factors likely to lead to successfulICDPs. Although these lessons are extracted frompast and present experiments with ICDPs, we urgeconservation and development analysts to formulatethem as hypotheses for rigorous testing, drawing onthe now numerous case studies around the world inways that are statistically defensible.

A conceptual framework

Integrated conservation and development projects(ICDPs) have taken widely varying approaches toaddressing their objectives. Many of those sponsoredby environmental organizations are staffed by biolo-gists and focus on the management of the naturalcapital of the area. Humanitarian organizations oftenfocus on the health, education, and skills of the hu-man population, or the human capital. Governmentaid agencies have recently paid considerable atten-tion to issues of legality, governance, law, and pol-icy, i.e., social capital. Development banks are con-cerned with infrastructure and job creation, which areforms of built capital. Finally, many foundationshave recently made attempts to achieve conservationthrough payments for environmental services, whichenhances local financial capital.

When ICDPs aim to improve the capital assets of thearea and its population, they invest in these five capi-tal assets: natural, human, social, built, and financial(Carney 1998, Bebbington 1999). However, this typeof investment often seems arbitrary because it fails totake into account local states and trends in capitalassets that are already present. For instance, whenpeople are living in extreme poverty, it will usuallybe more important to invest in their health and educa-tion and in the productivity of their agriculture thanin the protection of their forests. When their materialneeds are adequately met, then the quality and sus-tainability of their lives may be better achieved byinvesting in their natural capital, for example, amen-ity and/or nature reserves.

Our central argument is that ICDPs have to be basedupon an understanding of the states and trends of thecapital assets of the concerned populations, and thatinterventions should be made in ways that lead tobalanced and sustainable improvements in the capitalassets framework (Campbell et al. 2001). This pro-vides the foundation of a conceptual framework fordesigning conservation and development interven-tions. In the following sections we discuss the issuesthat have to be addressed when building the capitalassets of an area in which there are both conservationand development needs.

Natural capital

Biophysical context

As noted by Agrawal and Chhatre (2006), remarka-bly few studies of integrated conservation and devel-opment projects (ICDPs) acknowledge biophysicalconstraints on the potential ways in which the twocontrasting aims, conservation and development, canbe reconciled, despite the fact that these studies areoften undertaken by biologists. Soils, climate, andother biophysical factors place an absolute limit onthe extent to which productivity can be enhanced tocompensate for loss of production from the protectedbiodiverse parts of the landscape or to supply an in-creasing population. Many studies show that the ex-traction rates of nontimber forest products and othercommodities that are potentially compatible withbiodiversity conservation can rapidly exceed environ-mental limits. Nevertheless, there are also many na-ïve examples of attempts to increase the levels ofextraction of such products without understandingthe ecological constraints (e.g., Schröder 2001).

This does not mean that community development andconservation are impossible in landscapes operatingnear their physical capacity to support humans.Rather, as the ratio of humans to landscape produc-tivity increases, the emphasis of external investmentmay need to shift from natural resource extraction toknowledge-based industries that do not remove re-sources from the immediate environment. However,

environmental conditions on well-being, and onlyambiguously considered the influence of interven-tions.

A local study of 40 community-based marine pro-tected areas in the Philippines, which aimed to deter-mine the frequency of win-win vs. lose-lose or trade-off outcomes as measured in terms of children’s nu-tritional status and coral reef health, did look directlyfor such relationships but could conclude only thatthe enforcement of protection for marine protectedareas did not have a negative effect on child healthand may improve it over a longer period (Gjertsen2005). Other studies, such as Gibson et al. (2005)and Struhsaker et al. (2005), used statistical tech-niques to examine specific issues such as the role ofenforcement in natural resource quality. In the for-mer, the quality of 191 forests scattered across mostcontinents was correlated with the consistency oflocal enforcement; in the latter, the condition of 16rain-forest reserves in Africa correlated best withfunding for enforcement and not at all with the pres-ence of ICDPs.

Although these recent statistical approaches are usu-ally based on conditions during a single short studyperiod, the more common analyses of ICDPs haveused case studies that cover the evolution of interven-tions over both longer and shorter periods of time.For instance, McShane and Newby (2004) describedthe findings from seven well-resourced Tropical For-est Portfolio projects run by the Dutch Directorate-General for International Cooperation and the WorldWildlife Fund over 5 yr to test assumptions in theareas of livelihood development, capacity develop-ment, institutional support, and policy factors. For 13assumptions, they found no fewer than 25 constraintsinhibiting success, with the only consistent patternbeing the need to work across a range of scales. Theyconcluded that it was necessary to identify links be-tween national and regional policy and local ICDPobjectives, to recognize explicitly the trade-offs andcompromises that were necessary, and to have donorswho were willing to tolerate failure as part of a proc-ess of learning.

Drawing on a broader range of examples, Wells et al.(2004) identified a suite of factors that have beenassociated with failed ICDPs in the past, includingover-optimistic goals, weak assumptions, unconvinc-ing local participation, targeting of the wrong threats,uncertain financial sustainability, low benefit genera-tion, and the need by donors for rapid success readilyidentifiable as their own. They go on to suggest thatICDPs are more likely to succeed when there is aproper understanding of the root causes of environ-mental degradation and when relevant national andregional policies are understood. It was also consid-ered important that arrangements be in place foradaptive management, that targets and trade-offs beexplicit, that the work be undertaken across a rangeof scales, that appropriate incentives for conservationbe guaranteed, and that there be effective engage-ment with stakeholders.

A common criticism in recent analyses of ICDPs hasbeen their failure to acknowledge the scarcity of win-win situations and the need to address trade-off situa-tions as part of integration (Robinson and Redford2004). Adams et al. (2004) suggest that this short-coming arises from the failure to recognize four reali-ties of integrating conservation and development: (1)poverty and conservation are separate policy realmswith little opportunity for integration, (2) conserva-tion will be undermined unless poverty is alleviated,(3) there is a moral obligation for conservation not tocompromise poverty reduction, and (4) poverty re-duction itself depends on the conservation of livingresources.

Additionally, in their review of the science of sus-tainable development, again based on case studies,Sayer and Campbell (2004) suggest that successfulICDPs require an understanding of existing environ-mental and social trajectories as well as action re-search and the use of both local and external knowl-edge. All significant stakeholders must be involved,and these stakeholders must also help determine ap-propriate measures of success. Sayer and Campbell(2004) also maintain that stable and fair tenure andgovernance arrangements and incentive payments areimportant and that natural resource scientists shouldbe associated with management.

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 3939 esta es una publicación de Cebem

Many of these analyses have overlapping recommen-dations, and in this paper we take up the challenge ofSayer and Campbell (2004) to formulate a set of“lessons” on the factors likely to lead to successfulICDPs. Although these lessons are extracted frompast and present experiments with ICDPs, we urgeconservation and development analysts to formulatethem as hypotheses for rigorous testing, drawing onthe now numerous case studies around the world inways that are statistically defensible.

A conceptual framework

Integrated conservation and development projects(ICDPs) have taken widely varying approaches toaddressing their objectives. Many of those sponsoredby environmental organizations are staffed by biolo-gists and focus on the management of the naturalcapital of the area. Humanitarian organizations oftenfocus on the health, education, and skills of the hu-man population, or the human capital. Governmentaid agencies have recently paid considerable atten-tion to issues of legality, governance, law, and pol-icy, i.e., social capital. Development banks are con-cerned with infrastructure and job creation, which areforms of built capital. Finally, many foundationshave recently made attempts to achieve conservationthrough payments for environmental services, whichenhances local financial capital.

When ICDPs aim to improve the capital assets of thearea and its population, they invest in these five capi-tal assets: natural, human, social, built, and financial(Carney 1998, Bebbington 1999). However, this typeof investment often seems arbitrary because it fails totake into account local states and trends in capitalassets that are already present. For instance, whenpeople are living in extreme poverty, it will usuallybe more important to invest in their health and educa-tion and in the productivity of their agriculture thanin the protection of their forests. When their materialneeds are adequately met, then the quality and sus-tainability of their lives may be better achieved byinvesting in their natural capital, for example, amen-ity and/or nature reserves.

Our central argument is that ICDPs have to be basedupon an understanding of the states and trends of thecapital assets of the concerned populations, and thatinterventions should be made in ways that lead tobalanced and sustainable improvements in the capitalassets framework (Campbell et al. 2001). This pro-vides the foundation of a conceptual framework fordesigning conservation and development interven-tions. In the following sections we discuss the issuesthat have to be addressed when building the capitalassets of an area in which there are both conservationand development needs.

Natural capital

Biophysical context

As noted by Agrawal and Chhatre (2006), remarka-bly few studies of integrated conservation and devel-opment projects (ICDPs) acknowledge biophysicalconstraints on the potential ways in which the twocontrasting aims, conservation and development, canbe reconciled, despite the fact that these studies areoften undertaken by biologists. Soils, climate, andother biophysical factors place an absolute limit onthe extent to which productivity can be enhanced tocompensate for loss of production from the protectedbiodiverse parts of the landscape or to supply an in-creasing population. Many studies show that the ex-traction rates of nontimber forest products and othercommodities that are potentially compatible withbiodiversity conservation can rapidly exceed environ-mental limits. Nevertheless, there are also many na-ïve examples of attempts to increase the levels ofextraction of such products without understandingthe ecological constraints (e.g., Schröder 2001).

This does not mean that community development andconservation are impossible in landscapes operatingnear their physical capacity to support humans.Rather, as the ratio of humans to landscape produc-tivity increases, the emphasis of external investmentmay need to shift from natural resource extraction toknowledge-based industries that do not remove re-sources from the immediate environment. However,

environmental conditions on well-being, and onlyambiguously considered the influence of interven-tions.

A local study of 40 community-based marine pro-tected areas in the Philippines, which aimed to deter-mine the frequency of win-win vs. lose-lose or trade-off outcomes as measured in terms of children’s nu-tritional status and coral reef health, did look directlyfor such relationships but could conclude only thatthe enforcement of protection for marine protectedareas did not have a negative effect on child healthand may improve it over a longer period (Gjertsen2005). Other studies, such as Gibson et al. (2005)and Struhsaker et al. (2005), used statistical tech-niques to examine specific issues such as the role ofenforcement in natural resource quality. In the for-mer, the quality of 191 forests scattered across mostcontinents was correlated with the consistency oflocal enforcement; in the latter, the condition of 16rain-forest reserves in Africa correlated best withfunding for enforcement and not at all with the pres-ence of ICDPs.

Although these recent statistical approaches are usu-ally based on conditions during a single short studyperiod, the more common analyses of ICDPs haveused case studies that cover the evolution of interven-tions over both longer and shorter periods of time.For instance, McShane and Newby (2004) describedthe findings from seven well-resourced Tropical For-est Portfolio projects run by the Dutch Directorate-General for International Cooperation and the WorldWildlife Fund over 5 yr to test assumptions in theareas of livelihood development, capacity develop-ment, institutional support, and policy factors. For 13assumptions, they found no fewer than 25 constraintsinhibiting success, with the only consistent patternbeing the need to work across a range of scales. Theyconcluded that it was necessary to identify links be-tween national and regional policy and local ICDPobjectives, to recognize explicitly the trade-offs andcompromises that were necessary, and to have donorswho were willing to tolerate failure as part of a proc-ess of learning.

Drawing on a broader range of examples, Wells et al.(2004) identified a suite of factors that have beenassociated with failed ICDPs in the past, includingover-optimistic goals, weak assumptions, unconvinc-ing local participation, targeting of the wrong threats,uncertain financial sustainability, low benefit genera-tion, and the need by donors for rapid success readilyidentifiable as their own. They go on to suggest thatICDPs are more likely to succeed when there is aproper understanding of the root causes of environ-mental degradation and when relevant national andregional policies are understood. It was also consid-ered important that arrangements be in place foradaptive management, that targets and trade-offs beexplicit, that the work be undertaken across a rangeof scales, that appropriate incentives for conservationbe guaranteed, and that there be effective engage-ment with stakeholders.

A common criticism in recent analyses of ICDPs hasbeen their failure to acknowledge the scarcity of win-win situations and the need to address trade-off situa-tions as part of integration (Robinson and Redford2004). Adams et al. (2004) suggest that this short-coming arises from the failure to recognize four reali-ties of integrating conservation and development: (1)poverty and conservation are separate policy realmswith little opportunity for integration, (2) conserva-tion will be undermined unless poverty is alleviated,(3) there is a moral obligation for conservation not tocompromise poverty reduction, and (4) poverty re-duction itself depends on the conservation of livingresources.

Additionally, in their review of the science of sus-tainable development, again based on case studies,Sayer and Campbell (2004) suggest that successfulICDPs require an understanding of existing environ-mental and social trajectories as well as action re-search and the use of both local and external knowl-edge. All significant stakeholders must be involved,and these stakeholders must also help determine ap-propriate measures of success. Sayer and Campbell(2004) also maintain that stable and fair tenure andgovernance arrangements and incentive payments areimportant and that natural resource scientists shouldbe associated with management.

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

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Revista Virtual REDESMA - agosto 2009 - Vol. 3(2)

Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 4040 esta es una publicación de Cebem

knowledge-based industries are also under ecologicalconstraints. Community-based ecotourism in particu-lar is widely promoted as a key instrument of ICDPs,even though the empirical evidence for its effective-ness in either increasing wealth or protecting the en-vironment is at best patchy (Wunder 2001, Salafskyet al. 2001, Kiss 2004a). For example, Burke (2004)and du Toit (2004) imply a negative correlation be-tween per capita income from tourism and rainfall inAfrica, because large animals are easier to see inopen habitats, and the opportunity costs are lower,than in highly biodiverse and productive but visuallyimpenetrable rain forest. Many of the most biodi-verse sites are inaccessible and uncomfortable with-out major capital input and marketing that, in manycases, may threaten their conservation values. Al-though tourists are certainly malleable, business plan-ning for community development must either budgetfor programs to change tourist preferences, siphoningmoney from other conservation initiatives (Kiss2004a), or take existing preferences into account.Biophysical context is certainly a factor that needs tobe considered in any analysis of outcomes fromICDPs based on tourism. It is also worth noting thatmost economic benefits from ecotourism accrue toexogenous investors and institutions rather than at thelocal level, and that pro-poor tourism has many dif-ferences from pro-conservation tourism (Ashley et al.2000).

Wood carving (Campbell and Luckert 2002), otherforms of art, transformed nontimber forest products,and bio-prospecting are also steps in the direction ofa knowledge-based economy. Each implies an ongo-ing need to maintain the quality of the resource fromwhich the products were obtained. All, however, areuncomfortably balanced between ecological con-straints and economic reality. Increased production tomeet development goals can threaten natural sustain-able capacity and conservation goals, whereas higherprices for products increases the incentive for imita-tion and competition from external sources. Again,one of the ultimate constraints on ICDP success willbe biophysical context.

The knowledge-based industry that would overcomethese biophysical constraints would be the creation of

a genuine market for biodiversity existence, either forits utilitarian values in terms of ecosystem servicessuch as the capture of greenhouse gases and mainte-nance of water quality, or as an aesthetic end in itself.However neither market is yet established to the ex-tent that it provides an alternative to industries thatreduce biodiversity. The theoretical development ofsuch a market, however, must take biophysical con-text into account in any valuation.

Lesson 1.1: ICDPs that match their ambitions to lo-cal biophysical productivity are more likely to suc-ceed than those that consider only human, social, andeconomic factors.

Landscape diversity

Historically, many ICDPs concentrated only on areasof significant biodiversity, and often just on protectedareas (Wells et al. 2004). Increasingly, these sites arebeing considered in a landscape context. This notonly allows more diverse options for trade-offs butalso makes it possible to maintain the activities andvalues within those landscapes in the face of change.The origins of the idea are Darwinian, with the impli-cation that, the greater the variation in species, thegreater their probability of adapting successfully tonew selective processes. In biology, the benefits ofherterozygosity and the disadvantages of inbreedingare well known. In ecology, there are parallels inintermediate levels of disturbance (Horn 1975, Con-nell 1978). In economics, there is financial risk hedg-ing and portfolio diversification theory (Bernoulli1954, Markowitz 1952, 1999). It follows that social-ecological systems that include a diversity of ways inwhich people can interact with their environment fortheir social and economic benefit have a greaterrange of options in the event of shocks compared tothose systems that lack variety, whether they be envi-ronmental or economic. This idea is encompassed bythe concept of resilience, which is “...a measure ofhow far the system can be perturbed without shiftingto a different regime” (Holling 1973, Walker et al.2006).

A logical extension of such a hypothesis is that, forsocial-ecological systems to be resilient, they must

contain redundancy, duplication, and a gradation inutility. Thus, maximizing short-term gain in a social-ecological system and minimizing redundancy re-duces the capacity of the system to adapt to change.Just as rare species in ecological systems retain func-tional value at very low levels of abundance(Zavaleta 2004), so small fragments in a diverselandscape can play a vital role in that landscape’sresilience and prosperity should conditions change. Italso follows that unaltered landscapes, degradedlandscapes, and those from which maximum gain iscurrently being extracted have inherently low levelsof resilience, and that the further they are along anyof those gradients, the greater the cost of restoringresilience (Holling 1973, Gunderson and Holling2002). This does not mean that homogenous systemsare not highly resistant to change. Rather, we wouldcontend that, on appropriate temporal and spatialscales, when a homogenous system is perturbed, it ismore likely than a heterogeneous system to shift to adifferent regime (e.g., Allison 2004).

Classifying natural systems with low levels of humaninfluence as unstable in an analysis of resilience iscounter-intuitive but follows from the assumptionthat a little-used system is more vulnerable to humanpressure than one that has survived human-inducedperturbation and for which humans acknowledgeresponsibility, even if that is simply a decision toenforce protection to prevent change. Finally, it alsofollows that, the further it is along a gradient, thegreater the chances that the system will have crosseda resilience threshold from which no return to theoriginal unaltered state is possible. For ICDPs ittherefore follows that the ones that invest across allforms of capital are likely to be more resilient thanthose that attempt to maximize investment in naturalcapital, even though that may be the prime motiva-tion of the bodies facilitating the ICDP.

Lesson 1.2: Diverse landscapes are more resilientthan uniform ones, and the greater the disparity be-tween capital states, the greater the probability ofrapid change in states.

Human capital

Demographic trends

In many integrated conservation and developmentprojects (ICDPs) and subsequent case study analyses,there appears to be an underlying assumption that thenumber of people in the landscape is relatively static.However, in resilience literature (Gunderson andHolling 2002), population change is one of the slowvariables that can drive the dynamics of a systemonce a threshold has been passed. In setting up alter-native enterprises to redirect demand from biodiverseparts of the landscape, there is rarely any discussionabout what happens when those enterprises can nolonger support a growing population, as thoughpopulation growth is beyond the scope of ICDPs.This is partly a function of the “tyranny of pro-jects” (Sayer and Wells 2004) that makes it difficultto take a long-term view. Nevertheless, in manycases, immediate threats to biodiversity are under-pinned by the inexorable rise in population. Thus, theloss of fauna from Ghanaian parks as a result ofbushmeat collecting is being accelerated by the re-duction in the availability of fish protein caused byEuropean fishing (Brashares et al. 2004), but this lossis probably inevitable in the face of the increase inthe Ghanaian population and the lack of the eco-nomic development that would give Ghanaians theincome levels needed to import protein.

Absolute population size can also affect the effective-ness of local regimes for governing natural resources.In pre-agricultural societies, humans usually interactclosely with 150 other individuals but can readilyrecognize the faces of 2000 (Dunbar 1998), and itmay be that, above this level, there is a thresholdlimit to the complexity of interactions that require aqualitatively different governance structure. Indone-sian villages of more than 3000 inhabitants arethought to be too large to retain effective traditionalmanagement of marine resources (Harkes andNovaczek 2002), although this depends on such fac-tors as access to wider markets (Cinner 2005), andvillages with as many as 14,000 inhabitants were ableto maintain effective traditional management in the1990s (Evans et al. 1997). Trajectories in absolute

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

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knowledge-based industries are also under ecologicalconstraints. Community-based ecotourism in particu-lar is widely promoted as a key instrument of ICDPs,even though the empirical evidence for its effective-ness in either increasing wealth or protecting the en-vironment is at best patchy (Wunder 2001, Salafskyet al. 2001, Kiss 2004a). For example, Burke (2004)and du Toit (2004) imply a negative correlation be-tween per capita income from tourism and rainfall inAfrica, because large animals are easier to see inopen habitats, and the opportunity costs are lower,than in highly biodiverse and productive but visuallyimpenetrable rain forest. Many of the most biodi-verse sites are inaccessible and uncomfortable with-out major capital input and marketing that, in manycases, may threaten their conservation values. Al-though tourists are certainly malleable, business plan-ning for community development must either budgetfor programs to change tourist preferences, siphoningmoney from other conservation initiatives (Kiss2004a), or take existing preferences into account.Biophysical context is certainly a factor that needs tobe considered in any analysis of outcomes fromICDPs based on tourism. It is also worth noting thatmost economic benefits from ecotourism accrue toexogenous investors and institutions rather than at thelocal level, and that pro-poor tourism has many dif-ferences from pro-conservation tourism (Ashley et al.2000).

Wood carving (Campbell and Luckert 2002), otherforms of art, transformed nontimber forest products,and bio-prospecting are also steps in the direction ofa knowledge-based economy. Each implies an ongo-ing need to maintain the quality of the resource fromwhich the products were obtained. All, however, areuncomfortably balanced between ecological con-straints and economic reality. Increased production tomeet development goals can threaten natural sustain-able capacity and conservation goals, whereas higherprices for products increases the incentive for imita-tion and competition from external sources. Again,one of the ultimate constraints on ICDP success willbe biophysical context.

The knowledge-based industry that would overcomethese biophysical constraints would be the creation of

a genuine market for biodiversity existence, either forits utilitarian values in terms of ecosystem servicessuch as the capture of greenhouse gases and mainte-nance of water quality, or as an aesthetic end in itself.However neither market is yet established to the ex-tent that it provides an alternative to industries thatreduce biodiversity. The theoretical development ofsuch a market, however, must take biophysical con-text into account in any valuation.

Lesson 1.1: ICDPs that match their ambitions to lo-cal biophysical productivity are more likely to suc-ceed than those that consider only human, social, andeconomic factors.

Landscape diversity

Historically, many ICDPs concentrated only on areasof significant biodiversity, and often just on protectedareas (Wells et al. 2004). Increasingly, these sites arebeing considered in a landscape context. This notonly allows more diverse options for trade-offs butalso makes it possible to maintain the activities andvalues within those landscapes in the face of change.The origins of the idea are Darwinian, with the impli-cation that, the greater the variation in species, thegreater their probability of adapting successfully tonew selective processes. In biology, the benefits ofherterozygosity and the disadvantages of inbreedingare well known. In ecology, there are parallels inintermediate levels of disturbance (Horn 1975, Con-nell 1978). In economics, there is financial risk hedg-ing and portfolio diversification theory (Bernoulli1954, Markowitz 1952, 1999). It follows that social-ecological systems that include a diversity of ways inwhich people can interact with their environment fortheir social and economic benefit have a greaterrange of options in the event of shocks compared tothose systems that lack variety, whether they be envi-ronmental or economic. This idea is encompassed bythe concept of resilience, which is “...a measure ofhow far the system can be perturbed without shiftingto a different regime” (Holling 1973, Walker et al.2006).

A logical extension of such a hypothesis is that, forsocial-ecological systems to be resilient, they must

contain redundancy, duplication, and a gradation inutility. Thus, maximizing short-term gain in a social-ecological system and minimizing redundancy re-duces the capacity of the system to adapt to change.Just as rare species in ecological systems retain func-tional value at very low levels of abundance(Zavaleta 2004), so small fragments in a diverselandscape can play a vital role in that landscape’sresilience and prosperity should conditions change. Italso follows that unaltered landscapes, degradedlandscapes, and those from which maximum gain iscurrently being extracted have inherently low levelsof resilience, and that the further they are along anyof those gradients, the greater the cost of restoringresilience (Holling 1973, Gunderson and Holling2002). This does not mean that homogenous systemsare not highly resistant to change. Rather, we wouldcontend that, on appropriate temporal and spatialscales, when a homogenous system is perturbed, it ismore likely than a heterogeneous system to shift to adifferent regime (e.g., Allison 2004).

Classifying natural systems with low levels of humaninfluence as unstable in an analysis of resilience iscounter-intuitive but follows from the assumptionthat a little-used system is more vulnerable to humanpressure than one that has survived human-inducedperturbation and for which humans acknowledgeresponsibility, even if that is simply a decision toenforce protection to prevent change. Finally, it alsofollows that, the further it is along a gradient, thegreater the chances that the system will have crosseda resilience threshold from which no return to theoriginal unaltered state is possible. For ICDPs ittherefore follows that the ones that invest across allforms of capital are likely to be more resilient thanthose that attempt to maximize investment in naturalcapital, even though that may be the prime motiva-tion of the bodies facilitating the ICDP.

Lesson 1.2: Diverse landscapes are more resilientthan uniform ones, and the greater the disparity be-tween capital states, the greater the probability ofrapid change in states.

Human capital

Demographic trends

In many integrated conservation and developmentprojects (ICDPs) and subsequent case study analyses,there appears to be an underlying assumption that thenumber of people in the landscape is relatively static.However, in resilience literature (Gunderson andHolling 2002), population change is one of the slowvariables that can drive the dynamics of a systemonce a threshold has been passed. In setting up alter-native enterprises to redirect demand from biodiverseparts of the landscape, there is rarely any discussionabout what happens when those enterprises can nolonger support a growing population, as thoughpopulation growth is beyond the scope of ICDPs.This is partly a function of the “tyranny of pro-jects” (Sayer and Wells 2004) that makes it difficultto take a long-term view. Nevertheless, in manycases, immediate threats to biodiversity are under-pinned by the inexorable rise in population. Thus, theloss of fauna from Ghanaian parks as a result ofbushmeat collecting is being accelerated by the re-duction in the availability of fish protein caused byEuropean fishing (Brashares et al. 2004), but this lossis probably inevitable in the face of the increase inthe Ghanaian population and the lack of the eco-nomic development that would give Ghanaians theincome levels needed to import protein.

Absolute population size can also affect the effective-ness of local regimes for governing natural resources.In pre-agricultural societies, humans usually interactclosely with 150 other individuals but can readilyrecognize the faces of 2000 (Dunbar 1998), and itmay be that, above this level, there is a thresholdlimit to the complexity of interactions that require aqualitatively different governance structure. Indone-sian villages of more than 3000 inhabitants arethought to be too large to retain effective traditionalmanagement of marine resources (Harkes andNovaczek 2002), although this depends on such fac-tors as access to wider markets (Cinner 2005), andvillages with as many as 14,000 inhabitants were ableto maintain effective traditional management in the1990s (Evans et al. 1997). Trajectories in absolute

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

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population also have implications for market size(Sayer and Campbell 2004), which are then reflectedin rates of resource exploitation. This can determinethe nature and speed of the development needed tomaintain existing standards of living, let alone im-prove them. Hence, absolute population size can beless important than the rate of change (Agrawal andChhatre 2006), particularly in those areas in whichthe social capital that lubricates common propertymanagement breaks down, social memory and tradi-tional knowledge are lost, and social responsibilityfor the environment is marginalized (Anderson 1991,Fentress and Wickham 1992, Riddett 1995, Rogoff2000, Pretty 2003, Pretty and Smith 2004). Rapidimmigration can disrupt the local management ofnatural resources even more than endogenous popu-lation growth (Cinner 2005), and sudden influxes ofrefugees or other migrants can sweep aside ICDPsbased around local populations (O’Herron 2004), notleast because of the time it takes to make new ar-rangements (Aswani and Hamilton 2004). However,where such changes have been considered at all it isusually in terms of community homogeneity, andeven then such information is scarce (Brooks et al.2006). Nevertheless, without information on demo-graphic trends, including trends in health and educa-tion (Lutz and Goujon 2001), business planning fordevelopment returns and sustainable harvest rates islikely to be meaningless.

Lesson 2.1: ICDPs that consider, understand, andaccommodate trends in human demography are morelikely to demonstrate positive long-term trends inmeasures of success.

Another limiting demographic factor in ICDP trajec-tories is the availability of appropriate skills. Delaysin the importation or development of skills is a fun-damental constraint on ICDPs (McShane and Newby2004), whether they deal with natural resource man-agement, governance, or business management.However, it is often not technical capacity in the di-rect management of ICDPs that is lacking. Rather, itis far more fundamental elements of societal capac-ity. Just as ICDPs are increasingly being conceptual-ized at a landscape scale, so it may be necessary tobroaden the view of ICDPs and invest conservation

funds more heavily in areas of traditional communitydevelopment such as health, education, shelter,safety, and governance.

This places ICDPs firmly in the area of conventionaldevelopment programs, with considerations of familyplanning, health, and education, especially forwomen, becoming pivotal. Literature on ICDPs sug-gests greater concern for the health of the environ-ment than that of people, but the two are inextricablylinked and need to be considered when hypothesesabout ICDPs are tested. Although there is some con-cern that community development proposals havehad to expand their focus to take the environmentinto account if they want to obtain funding(Campbell and Vainio-Mattila 2003) and that com-munity development organizations sometimes ignorethe social and financial benefits of wildlife conserva-tion (Rogers 2005), those promoting ICDPs mayneed to broaden their focus if their conservation aimsare to be sustained.

Lesson 2.2: ICDP effectiveness is correlated withbroad-based measures of human capacity develop-ment.

Social Capital

Democracy and integrated conservation and devel-opment projects

As with other forms of community development(Campbell and Vainio-Mattila 2003), many inte-grated conservation and development projects(ICDPs) try to empower stakeholders by involvingthem in research and development at all stages so thatthey achieve ownership of the project objectives(Sayer and Campbell 2004). Frequently, this involvesthe empowerment of those with less power in thecommunity, particularly women, who often have avested interest in sustaining natural resources be-cause they are usually the ones who collect and usethem to maintain subsistence inputs to the household(Ostrom 1990, Agrawal and Chhatre 2006). Commu-nity development programs of this type are particu-

larly effective at fostering “strong democracy,”which is emerging as the major alternative to “thindemocracy,” national parliamentary representationthat is often distant from community influence andgenerally promotes market-led globalization (Powelland Geoghegan 2006). There is empirical evidencethat the democratization of decision making canbenefit natural resource quality; in the Indian Hima-laya, natural resource quality was more likely to bemaintained in those areas in which there was a rea-sonable probability that community leadership couldchange (Agrawal and Chhatre 2006). Democratiza-tion can also reduce corruption, which is increasinglyseen as a threat to conservation (Smith and Walpole2005) and thus the effectiveness of ICDPs. On theother hand, strong, stable leadership can also havebenefits. In Cameroon, the relative success of theconservation program at Kilum/Ijim is the result ofthe absolute authority of the local traditional leader,the Fon (Gartlan 2004), although such systems arerarely stable for long.

With respect to governance appraisal of ICDPs, pro-gress may benefit from the application of the WorldBank measures of the six dimensions of governance:(1) voice and accountability, (2) political stabilityand the absence of violence, (3) government effec-tiveness, (4) regulatory quality, (5) the rule of law,and (6) control of corruption (Kaufmann et al. 2005).Such measures are regularly recorded at a nationallevel, with the information on scores and trendsfreely available, and some can be applied at regionaland local levels, although, to ensure that governancemeasures encompass local concerns, the six dimen-sions may be just the starting point for discussionsabout how to measure governance equity. Alterna-tively, there is a range of principles derived by An-deries et al. (2004) for robustness in social-ecologicalsystems that have as their basis democratic principlesand community involvement in decision making.Institutions that were fragile or collapsed had fol-lowed few of these principles; enduring ones hadfollowed most of them.

Lesson 3.1: ICDP effectiveness is positively corre-lated with national and regional governance scores

and/or indicators of robustness of social-ecologicalsystems.

Tenure

A lack of identified ownership of land or sea has longbeen seen as leading inevitably to the overexploita-tion of shared resources (Hardin 1968). Althoughthere is ample theoretical and empirical evidence thatcooperation is a fundamental element of human be-havior based on sound theoretical principles(Hrushka and Heinrich 2006), and there are plenty ofexamples, at scales from local to global, to show thatcommunities can develop rules for managing com-mon property (Ostrom 1990), the lack of secure ten-ure is seen as particularly critical in those areas inwhich government has replaced traditional land own-ership regimes (Adams 2001, Sayer and Campbell2004).

However, security of tenure is not always an effec-tive means of protecting natural capital. When equi-table tenure is established, it can then provide incen-tives to invest in built capital rather than conservenatural capital. Although sustainable management ofnatural resources is seen as one of the benefits ofland reform, the capacity to invest in agriculturalintensification is an even more desirable consequence(Feder and Nishio 1998, Deininger 2004). Nor doessecure communal tenure necessarily protect naturalvalues. Traditional marine tenure is secure undernational law in New Guinea, but this has not pre-vented the overexploitation of coral (Cinner 2005),whereas, in Burkina Faso, traditional communal ten-ure is considered sufficiently secure to enable invest-ment in agricultural intensification (Brasselle et al.2002). At a more fundamental level, one result of theenclosure of the commons in 17th-century Englandwas that those who used them felt no responsibilityfor them, a philosophy that suffuses modern capital-ism and its concept of natural capital as a naturalresource (Appleby 1976, 1978). Thus, secure tenureand land title may not be a universal panacea for poormanagement of the commons, and a hypothesis totest this should be developed.

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

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population also have implications for market size(Sayer and Campbell 2004), which are then reflectedin rates of resource exploitation. This can determinethe nature and speed of the development needed tomaintain existing standards of living, let alone im-prove them. Hence, absolute population size can beless important than the rate of change (Agrawal andChhatre 2006), particularly in those areas in whichthe social capital that lubricates common propertymanagement breaks down, social memory and tradi-tional knowledge are lost, and social responsibilityfor the environment is marginalized (Anderson 1991,Fentress and Wickham 1992, Riddett 1995, Rogoff2000, Pretty 2003, Pretty and Smith 2004). Rapidimmigration can disrupt the local management ofnatural resources even more than endogenous popu-lation growth (Cinner 2005), and sudden influxes ofrefugees or other migrants can sweep aside ICDPsbased around local populations (O’Herron 2004), notleast because of the time it takes to make new ar-rangements (Aswani and Hamilton 2004). However,where such changes have been considered at all it isusually in terms of community homogeneity, andeven then such information is scarce (Brooks et al.2006). Nevertheless, without information on demo-graphic trends, including trends in health and educa-tion (Lutz and Goujon 2001), business planning fordevelopment returns and sustainable harvest rates islikely to be meaningless.

Lesson 2.1: ICDPs that consider, understand, andaccommodate trends in human demography are morelikely to demonstrate positive long-term trends inmeasures of success.

Another limiting demographic factor in ICDP trajec-tories is the availability of appropriate skills. Delaysin the importation or development of skills is a fun-damental constraint on ICDPs (McShane and Newby2004), whether they deal with natural resource man-agement, governance, or business management.However, it is often not technical capacity in the di-rect management of ICDPs that is lacking. Rather, itis far more fundamental elements of societal capac-ity. Just as ICDPs are increasingly being conceptual-ized at a landscape scale, so it may be necessary tobroaden the view of ICDPs and invest conservation

funds more heavily in areas of traditional communitydevelopment such as health, education, shelter,safety, and governance.

This places ICDPs firmly in the area of conventionaldevelopment programs, with considerations of familyplanning, health, and education, especially forwomen, becoming pivotal. Literature on ICDPs sug-gests greater concern for the health of the environ-ment than that of people, but the two are inextricablylinked and need to be considered when hypothesesabout ICDPs are tested. Although there is some con-cern that community development proposals havehad to expand their focus to take the environmentinto account if they want to obtain funding(Campbell and Vainio-Mattila 2003) and that com-munity development organizations sometimes ignorethe social and financial benefits of wildlife conserva-tion (Rogers 2005), those promoting ICDPs mayneed to broaden their focus if their conservation aimsare to be sustained.

Lesson 2.2: ICDP effectiveness is correlated withbroad-based measures of human capacity develop-ment.

Social Capital

Democracy and integrated conservation and devel-opment projects

As with other forms of community development(Campbell and Vainio-Mattila 2003), many inte-grated conservation and development projects(ICDPs) try to empower stakeholders by involvingthem in research and development at all stages so thatthey achieve ownership of the project objectives(Sayer and Campbell 2004). Frequently, this involvesthe empowerment of those with less power in thecommunity, particularly women, who often have avested interest in sustaining natural resources be-cause they are usually the ones who collect and usethem to maintain subsistence inputs to the household(Ostrom 1990, Agrawal and Chhatre 2006). Commu-nity development programs of this type are particu-

larly effective at fostering “strong democracy,”which is emerging as the major alternative to “thindemocracy,” national parliamentary representationthat is often distant from community influence andgenerally promotes market-led globalization (Powelland Geoghegan 2006). There is empirical evidencethat the democratization of decision making canbenefit natural resource quality; in the Indian Hima-laya, natural resource quality was more likely to bemaintained in those areas in which there was a rea-sonable probability that community leadership couldchange (Agrawal and Chhatre 2006). Democratiza-tion can also reduce corruption, which is increasinglyseen as a threat to conservation (Smith and Walpole2005) and thus the effectiveness of ICDPs. On theother hand, strong, stable leadership can also havebenefits. In Cameroon, the relative success of theconservation program at Kilum/Ijim is the result ofthe absolute authority of the local traditional leader,the Fon (Gartlan 2004), although such systems arerarely stable for long.

With respect to governance appraisal of ICDPs, pro-gress may benefit from the application of the WorldBank measures of the six dimensions of governance:(1) voice and accountability, (2) political stabilityand the absence of violence, (3) government effec-tiveness, (4) regulatory quality, (5) the rule of law,and (6) control of corruption (Kaufmann et al. 2005).Such measures are regularly recorded at a nationallevel, with the information on scores and trendsfreely available, and some can be applied at regionaland local levels, although, to ensure that governancemeasures encompass local concerns, the six dimen-sions may be just the starting point for discussionsabout how to measure governance equity. Alterna-tively, there is a range of principles derived by An-deries et al. (2004) for robustness in social-ecologicalsystems that have as their basis democratic principlesand community involvement in decision making.Institutions that were fragile or collapsed had fol-lowed few of these principles; enduring ones hadfollowed most of them.

Lesson 3.1: ICDP effectiveness is positively corre-lated with national and regional governance scores

and/or indicators of robustness of social-ecologicalsystems.

Tenure

A lack of identified ownership of land or sea has longbeen seen as leading inevitably to the overexploita-tion of shared resources (Hardin 1968). Althoughthere is ample theoretical and empirical evidence thatcooperation is a fundamental element of human be-havior based on sound theoretical principles(Hrushka and Heinrich 2006), and there are plenty ofexamples, at scales from local to global, to show thatcommunities can develop rules for managing com-mon property (Ostrom 1990), the lack of secure ten-ure is seen as particularly critical in those areas inwhich government has replaced traditional land own-ership regimes (Adams 2001, Sayer and Campbell2004).

However, security of tenure is not always an effec-tive means of protecting natural capital. When equi-table tenure is established, it can then provide incen-tives to invest in built capital rather than conservenatural capital. Although sustainable management ofnatural resources is seen as one of the benefits ofland reform, the capacity to invest in agriculturalintensification is an even more desirable consequence(Feder and Nishio 1998, Deininger 2004). Nor doessecure communal tenure necessarily protect naturalvalues. Traditional marine tenure is secure undernational law in New Guinea, but this has not pre-vented the overexploitation of coral (Cinner 2005),whereas, in Burkina Faso, traditional communal ten-ure is considered sufficiently secure to enable invest-ment in agricultural intensification (Brasselle et al.2002). At a more fundamental level, one result of theenclosure of the commons in 17th-century Englandwas that those who used them felt no responsibilityfor them, a philosophy that suffuses modern capital-ism and its concept of natural capital as a naturalresource (Appleby 1976, 1978). Thus, secure tenureand land title may not be a universal panacea for poormanagement of the commons, and a hypothesis totest this should be developed.

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

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Lesson 3.2: ICDPs are more effective in areas inwhich there are stable, transparent, and equitablesystems of land or sea ownership.

Sequencing interventions

ICDPs would not be necessary if there were not aperceived need to change existing practices and dis-turb the established order. However, because poweris relative, changes such as democratization inevita-bly reduce the power of others in society, either ingovernment or in the community itself. Although theICDP literature is effusive in its espousal of commu-nity empowerment, it is notably less forthcomingabout techniques for decreasing the power of thosewho are already holding it, and usually there is strongresistance from vested interests (Adams 2001,McShane and Newby 2004, Child and Dalal-Clayton2004, Agrawal and Chhatre 2006). In the LuangwaValley in Zambia, transparent systems for distribut-ing the benefits of integrated conservation and devel-opment exposed the corruption of senior chiefs, whowere then deposed (Child and Dalal-Clayton 2004),but such examples are rare. The change in Zambiawas possible only because the facilitators of theICDP had worked in an appropriate sequence acrossseveral scales, strengthening local institutions whileat the same time maintaining the resolve of the aidagency. This illustrates the interaction between thedifferent scales of governance within which anyICDP will operate and the sequence in which inter-ventions are undertaken.

The order in which interventions occur can be criticalto eventual outcomes. For instance, if changes in landtenure laws are handled poorly, the results can in-clude major conflicts (Deininger 2004), the develop-ment of landed elites (Adams 2001), or even the fell-ing of forest to establish land ownership (Binswanger1991). Nevertheless, in some countries there has beenan orderly transfer of ownership from government toprivate or communal ownership with substantialbenefits for the communities concerned (Deininger2004). The key has been working at different levelsof governance at the appropriate time. This applies tomost ICDPs, which inevitably work within a multis-cale environment with different complexities of gov-

ernance at each level (Sayer and Campbell 2004).

Lesson 3.3: The effectiveness of ICDPs is improvedby appropriately sequencing interventions acrossmultiple scales and levels of governance.

Built Capital

The trade-off of built capital for natural capital

Case studies of integrated conservation and develop-ment projects (ICDPs) rarely consider the importanceof built capital to program persistence, and there is anunderlying assumption that the creation of infrastruc-ture generally increases the level of threat to naturalcapital values. The development component ofICDPs is thus commonly considered to be the devel-opment of social, financial, and human capital with-out the uncomfortable recognition that built capitalmay be a precondition for some of the other types ofdevelopment. Sometimes the lack of built capital isan explicit measure of the value of natural capital, asin the definition of wilderness as being largely de-void of human influence, e.g., the U.S. WildernessAct of 1963. This is in marked contrast to communitydevelopment, in which the creation of housing orother facilities is a measure of success that reinforcessocial capital (Knotts 2006), because there is often asignificant association between the development ofbuilt capital and subsequent increases in income(Fedderke et al. 2006). In poor societies, built capitalmay be the primary benefit derived from conserva-tion projects (Hellquist 2004). In both literal andfigurative senses, built capital is seen as a concretemeasure of the success of development programs. Infact, built capital is sometimes the sole measure ofsuccess and, such is the durability of concrete, steel,and tar, that the construction of roads and solid build-ings then shapes the society for which they were built(Scott 1998).

The development of built capital almost always hasboth positive and negative effects on other capitals;some built capital can degrade other capitals evenwith the best intentions (e.g., Lam 1996). Certainly,

goods usually need roads for transport to market;effective education is usually conducted under a roof;e-marketing needs computers, telecommunications,and sources of power; and tourists wealthy enough toimprove local incomes usually demand physicalcomforts. However, each of these can involve trade-offs. Roads for transformed, sustainably harvestednontimber forest products can carry logging trucks,education can provide no more than a passport to thecity, and digital communication simply increasesawareness of unattainable urban consumerism,whereas the byproduct of urban wealth, the richfickle tourist, can destroy the very assets that attractthem. Many of these assertions are common sense;some have been tested empirically, such as the nega-tive association between access to markets and thestrength of traditional governance regimes for marineresources (Cinner 2005). The results of this trend arealso equivocal. Although Scott (1998) would main-tain that the inexorable spread of built capital, whileusually raising local health, education, and personalwealth, is essentially an extension of state controlover its citizens, this allows greater exploitation ormore effective protection of natural capital for all ofthe nation’s citizens, not just those with immediateaccess to that capital. There are thus two inescapablequestions: Is the development of built capital a neces-sary condition for the success of ICDPs, and underwhat circumstances has built capital contributed topositive trends in all capitals?

Lesson 4.1: It is necessary to trade off natural forbuilt capital if other capitals are to increase and asso-ciated ICDPs are to persist.

Financial capital

Environmental payments vs. belief systems

One of the principal underlying assumptions of inte-grated conservation and development projects(ICDPs) is that there must be financial compensationfor any loss of opportunity arising from biodiversityconservation. There is empirical evidence that biodi-versity, as opposed to individual useful species and

processes, is more valuable globally than locally(e.g., Kremen et al. 2000). As Kiss (2004b) main-tains, those seeking biodiversity conservation in poorcountries are usually external stakeholders competingwith both local values and other external stakeholderswho place greater value on the resources they canextract. In this sense, proponents of ICDPs follow along tradition. The similarities between biodiversityadvocates and religious missionaries in previous cen-turies are sometimes uncomfortably close (Grove1989), and there are arguments that conservationbiology has many of the characteristics of a religion(Taylor 2001). Alternatively, biodiversity conserva-tion can be seen as a new form of colonialism, anincomprehensible imposed value that is only possiblebecause of an economically driven power imbalance(Hellquist 2004), and it can be argued that paymentfor services makes this relationship explicit, transpar-ent, and negotiable.

This approach, however, assumes that the motiva-tions of all the communities requiring developmentare essentially materialistic. By implication, this sug-gests that the Stoic-Christian traditions, which denyany moral relationship between humans and nature(Passmore 1974), are universal, or at least that theiruniversal domination is inevitable. In fact, materialis-tic attitudes to the environment only began to domi-nate in the west in the Middle Ages, as part of theefforts of the Catholic church to counter the“superstitions” of animism, and spread elsewhereround the globe through colonial mercantilism andMarxist analyses of capitalism (Appleby 1976, 1978,Thomas 1983). Outside the west, there are numerouslong-standing unbroken traditions in the major relig-ions (e.g., Sivaraksa 1989, Sharma et al. 1999,Khalid 2002, Negi 2005) and at the local level (e.g.,Byers et al. 2001, Jones and Young 2004, Bhagwat etal. 2005, Xu 2005) that effectively conserve biodi-versity without financial compensation. In suchcases, supporting those who advocate the mainte-nance of local traditions may be more effective thanproviding payments.

Other views are also long-standing in the Christian/materialistic tradition. The modern concern with bio-diversity and heavy investment in its protection are at

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

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Lesson 3.2: ICDPs are more effective in areas inwhich there are stable, transparent, and equitablesystems of land or sea ownership.

Sequencing interventions

ICDPs would not be necessary if there were not aperceived need to change existing practices and dis-turb the established order. However, because poweris relative, changes such as democratization inevita-bly reduce the power of others in society, either ingovernment or in the community itself. Although theICDP literature is effusive in its espousal of commu-nity empowerment, it is notably less forthcomingabout techniques for decreasing the power of thosewho are already holding it, and usually there is strongresistance from vested interests (Adams 2001,McShane and Newby 2004, Child and Dalal-Clayton2004, Agrawal and Chhatre 2006). In the LuangwaValley in Zambia, transparent systems for distribut-ing the benefits of integrated conservation and devel-opment exposed the corruption of senior chiefs, whowere then deposed (Child and Dalal-Clayton 2004),but such examples are rare. The change in Zambiawas possible only because the facilitators of theICDP had worked in an appropriate sequence acrossseveral scales, strengthening local institutions whileat the same time maintaining the resolve of the aidagency. This illustrates the interaction between thedifferent scales of governance within which anyICDP will operate and the sequence in which inter-ventions are undertaken.

The order in which interventions occur can be criticalto eventual outcomes. For instance, if changes in landtenure laws are handled poorly, the results can in-clude major conflicts (Deininger 2004), the develop-ment of landed elites (Adams 2001), or even the fell-ing of forest to establish land ownership (Binswanger1991). Nevertheless, in some countries there has beenan orderly transfer of ownership from government toprivate or communal ownership with substantialbenefits for the communities concerned (Deininger2004). The key has been working at different levelsof governance at the appropriate time. This applies tomost ICDPs, which inevitably work within a multis-cale environment with different complexities of gov-

ernance at each level (Sayer and Campbell 2004).

Lesson 3.3: The effectiveness of ICDPs is improvedby appropriately sequencing interventions acrossmultiple scales and levels of governance.

Built Capital

The trade-off of built capital for natural capital

Case studies of integrated conservation and develop-ment projects (ICDPs) rarely consider the importanceof built capital to program persistence, and there is anunderlying assumption that the creation of infrastruc-ture generally increases the level of threat to naturalcapital values. The development component ofICDPs is thus commonly considered to be the devel-opment of social, financial, and human capital with-out the uncomfortable recognition that built capitalmay be a precondition for some of the other types ofdevelopment. Sometimes the lack of built capital isan explicit measure of the value of natural capital, asin the definition of wilderness as being largely de-void of human influence, e.g., the U.S. WildernessAct of 1963. This is in marked contrast to communitydevelopment, in which the creation of housing orother facilities is a measure of success that reinforcessocial capital (Knotts 2006), because there is often asignificant association between the development ofbuilt capital and subsequent increases in income(Fedderke et al. 2006). In poor societies, built capitalmay be the primary benefit derived from conserva-tion projects (Hellquist 2004). In both literal andfigurative senses, built capital is seen as a concretemeasure of the success of development programs. Infact, built capital is sometimes the sole measure ofsuccess and, such is the durability of concrete, steel,and tar, that the construction of roads and solid build-ings then shapes the society for which they were built(Scott 1998).

The development of built capital almost always hasboth positive and negative effects on other capitals;some built capital can degrade other capitals evenwith the best intentions (e.g., Lam 1996). Certainly,

goods usually need roads for transport to market;effective education is usually conducted under a roof;e-marketing needs computers, telecommunications,and sources of power; and tourists wealthy enough toimprove local incomes usually demand physicalcomforts. However, each of these can involve trade-offs. Roads for transformed, sustainably harvestednontimber forest products can carry logging trucks,education can provide no more than a passport to thecity, and digital communication simply increasesawareness of unattainable urban consumerism,whereas the byproduct of urban wealth, the richfickle tourist, can destroy the very assets that attractthem. Many of these assertions are common sense;some have been tested empirically, such as the nega-tive association between access to markets and thestrength of traditional governance regimes for marineresources (Cinner 2005). The results of this trend arealso equivocal. Although Scott (1998) would main-tain that the inexorable spread of built capital, whileusually raising local health, education, and personalwealth, is essentially an extension of state controlover its citizens, this allows greater exploitation ormore effective protection of natural capital for all ofthe nation’s citizens, not just those with immediateaccess to that capital. There are thus two inescapablequestions: Is the development of built capital a neces-sary condition for the success of ICDPs, and underwhat circumstances has built capital contributed topositive trends in all capitals?

Lesson 4.1: It is necessary to trade off natural forbuilt capital if other capitals are to increase and asso-ciated ICDPs are to persist.

Financial capital

Environmental payments vs. belief systems

One of the principal underlying assumptions of inte-grated conservation and development projects(ICDPs) is that there must be financial compensationfor any loss of opportunity arising from biodiversityconservation. There is empirical evidence that biodi-versity, as opposed to individual useful species and

processes, is more valuable globally than locally(e.g., Kremen et al. 2000). As Kiss (2004b) main-tains, those seeking biodiversity conservation in poorcountries are usually external stakeholders competingwith both local values and other external stakeholderswho place greater value on the resources they canextract. In this sense, proponents of ICDPs follow along tradition. The similarities between biodiversityadvocates and religious missionaries in previous cen-turies are sometimes uncomfortably close (Grove1989), and there are arguments that conservationbiology has many of the characteristics of a religion(Taylor 2001). Alternatively, biodiversity conserva-tion can be seen as a new form of colonialism, anincomprehensible imposed value that is only possiblebecause of an economically driven power imbalance(Hellquist 2004), and it can be argued that paymentfor services makes this relationship explicit, transpar-ent, and negotiable.

This approach, however, assumes that the motiva-tions of all the communities requiring developmentare essentially materialistic. By implication, this sug-gests that the Stoic-Christian traditions, which denyany moral relationship between humans and nature(Passmore 1974), are universal, or at least that theiruniversal domination is inevitable. In fact, materialis-tic attitudes to the environment only began to domi-nate in the west in the Middle Ages, as part of theefforts of the Catholic church to counter the“superstitions” of animism, and spread elsewhereround the globe through colonial mercantilism andMarxist analyses of capitalism (Appleby 1976, 1978,Thomas 1983). Outside the west, there are numerouslong-standing unbroken traditions in the major relig-ions (e.g., Sivaraksa 1989, Sharma et al. 1999,Khalid 2002, Negi 2005) and at the local level (e.g.,Byers et al. 2001, Jones and Young 2004, Bhagwat etal. 2005, Xu 2005) that effectively conserve biodi-versity without financial compensation. In suchcases, supporting those who advocate the mainte-nance of local traditions may be more effective thanproviding payments.

Other views are also long-standing in the Christian/materialistic tradition. The modern concern with bio-diversity and heavy investment in its protection are at

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

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least as much a consequence of 18th-century roman-ticism as of utilitarian arguments that biodiversityconservation is essential for the survival of the hu-man species (Thomas 1983). The heterogeneity ofenvironmental values may explain the equivocal re-sults of analyses of ICDPs by Salafsky et al. (2002)and Brooks et al. (2006). Thus, there may be situa-tions in which financial support may merely replace,and could undermine, local traditions of conserva-tion.

Nevertheless, powerful economic forces and motiva-tions usually do overwhelm both local philosophiesthat are consistent with conservation and those prom-ulgated by proponents of ICDPs. Furthermore, relig-ion can favor environmental degradation as much asoppose it (Greeley 1993). In many cases, regardlessof philosophy, people living with nature cannot af-ford to bear the costs incurred by foregoing the op-portunities offered by alternative and mutually exclu-sive land uses. For instance, as shown by the behav-iour of the Punan in Kalimantan (Levang et al. 2003),few parents eschew opportunities to increase theprobability that their children will survive, even if itmeans abandoning sustainable traditions. Further,community homogeneity is a myth. Even in tradi-tional societies, at least some members of the com-munity are actively seeking to increase their statusthrough alternative exploitative land uses. The diffi-culty then is to provide sufficient ongoing funds tomatch alternatives, always being aware that anyfunding slippage may be irredeemable in terms ofland-use change and biodiversity loss. The difficultyis that, beyond subsistence, poverty is relative, andthe desire for status is never satisfied (de Botton2004). Thus, it could be argued that financial com-pensation for those with food, water, security, andshelter is less effective in the long term than the in-ternalization of the belief that biodiversity has intrin-sic value by those making critical decisions aboutland use.

Lesson 5.1: Financial incentives are especially im-portant in those areas in which belief-based con-straints on environmental exploitation are ineffective.

Contracts, targets, and milestones

Assuming that payments of some kind are requiredfor the provision of biodiversity services from com-munities that can either not afford to maintain themor do so only under duress, there remains the highlycontentious issue of how best to pay for them.Ferraro (2001), Kiss (2004b), and others suggest thatpayments for environmental services (PES) are themost cost-effective means of improving the welfareof communities and of maintaining biodiversity, be-cause they represent a simple trade based on measur-able outputs, with payment being provided only onthe basis of delivery (Wunder 2005). However, al-though this has been achieved effectively in placeslike Holland (e.g., Musters et al. 2001), Salafsky andMargoulis (2004), Wunder (2005), and others aresceptical about the practicalities in places in whichinstitutions have less control, and can point to fewexamples in poor countries in which the idea hasbeen taken up profitably and with enthusiasm.

In his recent review of PES, Wunder (2005) recog-nized four situations in which such payments arecurrently occurring: carbon sequestration, biodiver-sity protection, watershed protection, and landscapebeauty. However, in each case there appeared to be arelatively narrow range of situations in which bene-fits were likely to accrue to local communities. Amajor concern is that a system of ongoing paymentsfor ecosystem services means that those services per-sist only as long as there is a market for them. Anyintermission in funding supply, a frequent problemwhen projects run for 5 yr or less, opens those ser-vices, and the resources on which they are based, tobids from other users. Alternatively, major inputs ofconservation funding to set aside natural capital candisempower people by preventing them from under-taking what they see as legitimate land-developmentopportunities. The landless are likely to be the mostdisempowered, because they have no services to sell.In fact, PES can be counterproductive if, despitecompensation, the loss of agricultural land leads tomore hunting (Johannesen 2006).

Both cash or in-kind payments have drawbacks(Wunder 2005). An alternative strategy for delivering

payments is through the employment of participantsin action research with regular performance reviews,defining sustainability as an ongoing process ofchange and adaptation (Sayer and Campbell 2004).Payments are thus integrated into processes that pro-vide other benefits to the community, as is reflectedin the results of Salafsky et al. (2002). All thesemethods, however, are new, and their durability isstill untested. Even case studies are relatively few,especially in poorer countries, and a lot of questionsregarding the circumstances under which PES aremost likely to be successful, how long they shouldlast, how delivery should be enforced, and relatedcosts all need to be answered before a testable hy-pothesis can be formulated.

Lesson 5.2: Environmental payments are likely to bemore effective in facilitating improved livelihoods ifthey are administered through contractual arrange-ments linked to targets and milestones.

Hypothesis testing

There is some urgency to find patterns among inte-grated conservation and development projects(ICDPs) that work. Nearly all agencies wishing toundertake community development now use the lan-guage of sustainability and have aims that are osten-sibly similar to those of ICDPs (Appendix 1). Al-though the extent to which different capitals are em-phasized varies between organizations, the funda-mental philosophies are the same. As Campbell andVainio-Mattila (2003) pointed out, although inte-grated conservation and development have takenover the participatory community developmentagenda, neither the empirical nor the theoretical basisof success has been determined. It is certainly naïveto assume that any of these hypotheses can be testedindependently. It is also likely that there will be adiverse range of correlates with successful and un-successful ICDPs, to say nothing of trying to performthe difficult task of testing what would have hap-pened had no ICDP been attempted (Ferraro and Pat-tanayak 2006). Diversity in governance (Ostrom2005) and in routes to sustainability (Kemp et al.

2005) is thought to be as important as genetic varia-tion in the evolution of the robust social-ecologicalsystems that are the ultimate objectives ICDPs.

To take the lessons we have proposed and test themas hypotheses will depend on the collection ofenough relevant data at a range of appropriate tempo-ral and spatial scales. Existing studies almost alwaysacknowledge the limitations of small sample sizes, anexcessive number of variables, and, often, the selec-tive geographically or environmentally confined na-ture of their sample sizes (McShane and Newby2004, Cinner 2005, Agrawal and Chhatre 2006).Similarly, Brooks et al. (2006) were unable to findadequate data to test a smaller range of hypotheses totheir full extent.

There is, potentially, a far wider range of case studiesfrom which to draw data than might be anticipated.As it is, some existing local data sets (e.g., Gjertsen2005, Hayes and Ostrom 2005, Agrawal and Chhatre2006) are impressively large and are already makingit possible to test certain hypotheses. The adoption ofsustainability principles by so many organizationswith a wide variety of aims also expands the range ofexamples from which to draw data for analysis.

There is also an expanding range of statistical toolswith which such data can be analyzed. A modernstatistical portfolio includes influence diagrams, logictrees, Bayes nets, Monte Carlo simulations, fuzzylogic, and decision theory as well as multifactorialanalysis, principal component analysis, and othermore conventional techniques for data mining. Anessential part of any model building will be the opti-mization of gain in all five capitals. Alternatively,one might test the social success of ICDPs using thenew generation of happiness indices (e.g., Cumminset al. 2003); as recognised by Stem et al. (2005),ICDP monitoring and evaluation needs to learn a fewlessons from the social sciences if it is to understandthe processes leading to robustness and resilience.Ultimately, the aim of the analyses will be to identifythe features of ICDPs that are most likely to achievetheir diverse aims and give guidance where currentlythere are hunches and suppositions.

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

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least as much a consequence of 18th-century roman-ticism as of utilitarian arguments that biodiversityconservation is essential for the survival of the hu-man species (Thomas 1983). The heterogeneity ofenvironmental values may explain the equivocal re-sults of analyses of ICDPs by Salafsky et al. (2002)and Brooks et al. (2006). Thus, there may be situa-tions in which financial support may merely replace,and could undermine, local traditions of conserva-tion.

Nevertheless, powerful economic forces and motiva-tions usually do overwhelm both local philosophiesthat are consistent with conservation and those prom-ulgated by proponents of ICDPs. Furthermore, relig-ion can favor environmental degradation as much asoppose it (Greeley 1993). In many cases, regardlessof philosophy, people living with nature cannot af-ford to bear the costs incurred by foregoing the op-portunities offered by alternative and mutually exclu-sive land uses. For instance, as shown by the behav-iour of the Punan in Kalimantan (Levang et al. 2003),few parents eschew opportunities to increase theprobability that their children will survive, even if itmeans abandoning sustainable traditions. Further,community homogeneity is a myth. Even in tradi-tional societies, at least some members of the com-munity are actively seeking to increase their statusthrough alternative exploitative land uses. The diffi-culty then is to provide sufficient ongoing funds tomatch alternatives, always being aware that anyfunding slippage may be irredeemable in terms ofland-use change and biodiversity loss. The difficultyis that, beyond subsistence, poverty is relative, andthe desire for status is never satisfied (de Botton2004). Thus, it could be argued that financial com-pensation for those with food, water, security, andshelter is less effective in the long term than the in-ternalization of the belief that biodiversity has intrin-sic value by those making critical decisions aboutland use.

Lesson 5.1: Financial incentives are especially im-portant in those areas in which belief-based con-straints on environmental exploitation are ineffective.

Contracts, targets, and milestones

Assuming that payments of some kind are requiredfor the provision of biodiversity services from com-munities that can either not afford to maintain themor do so only under duress, there remains the highlycontentious issue of how best to pay for them.Ferraro (2001), Kiss (2004b), and others suggest thatpayments for environmental services (PES) are themost cost-effective means of improving the welfareof communities and of maintaining biodiversity, be-cause they represent a simple trade based on measur-able outputs, with payment being provided only onthe basis of delivery (Wunder 2005). However, al-though this has been achieved effectively in placeslike Holland (e.g., Musters et al. 2001), Salafsky andMargoulis (2004), Wunder (2005), and others aresceptical about the practicalities in places in whichinstitutions have less control, and can point to fewexamples in poor countries in which the idea hasbeen taken up profitably and with enthusiasm.

In his recent review of PES, Wunder (2005) recog-nized four situations in which such payments arecurrently occurring: carbon sequestration, biodiver-sity protection, watershed protection, and landscapebeauty. However, in each case there appeared to be arelatively narrow range of situations in which bene-fits were likely to accrue to local communities. Amajor concern is that a system of ongoing paymentsfor ecosystem services means that those services per-sist only as long as there is a market for them. Anyintermission in funding supply, a frequent problemwhen projects run for 5 yr or less, opens those ser-vices, and the resources on which they are based, tobids from other users. Alternatively, major inputs ofconservation funding to set aside natural capital candisempower people by preventing them from under-taking what they see as legitimate land-developmentopportunities. The landless are likely to be the mostdisempowered, because they have no services to sell.In fact, PES can be counterproductive if, despitecompensation, the loss of agricultural land leads tomore hunting (Johannesen 2006).

Both cash or in-kind payments have drawbacks(Wunder 2005). An alternative strategy for delivering

payments is through the employment of participantsin action research with regular performance reviews,defining sustainability as an ongoing process ofchange and adaptation (Sayer and Campbell 2004).Payments are thus integrated into processes that pro-vide other benefits to the community, as is reflectedin the results of Salafsky et al. (2002). All thesemethods, however, are new, and their durability isstill untested. Even case studies are relatively few,especially in poorer countries, and a lot of questionsregarding the circumstances under which PES aremost likely to be successful, how long they shouldlast, how delivery should be enforced, and relatedcosts all need to be answered before a testable hy-pothesis can be formulated.

Lesson 5.2: Environmental payments are likely to bemore effective in facilitating improved livelihoods ifthey are administered through contractual arrange-ments linked to targets and milestones.

Hypothesis testing

There is some urgency to find patterns among inte-grated conservation and development projects(ICDPs) that work. Nearly all agencies wishing toundertake community development now use the lan-guage of sustainability and have aims that are osten-sibly similar to those of ICDPs (Appendix 1). Al-though the extent to which different capitals are em-phasized varies between organizations, the funda-mental philosophies are the same. As Campbell andVainio-Mattila (2003) pointed out, although inte-grated conservation and development have takenover the participatory community developmentagenda, neither the empirical nor the theoretical basisof success has been determined. It is certainly naïveto assume that any of these hypotheses can be testedindependently. It is also likely that there will be adiverse range of correlates with successful and un-successful ICDPs, to say nothing of trying to performthe difficult task of testing what would have hap-pened had no ICDP been attempted (Ferraro and Pat-tanayak 2006). Diversity in governance (Ostrom2005) and in routes to sustainability (Kemp et al.

2005) is thought to be as important as genetic varia-tion in the evolution of the robust social-ecologicalsystems that are the ultimate objectives ICDPs.

To take the lessons we have proposed and test themas hypotheses will depend on the collection ofenough relevant data at a range of appropriate tempo-ral and spatial scales. Existing studies almost alwaysacknowledge the limitations of small sample sizes, anexcessive number of variables, and, often, the selec-tive geographically or environmentally confined na-ture of their sample sizes (McShane and Newby2004, Cinner 2005, Agrawal and Chhatre 2006).Similarly, Brooks et al. (2006) were unable to findadequate data to test a smaller range of hypotheses totheir full extent.

There is, potentially, a far wider range of case studiesfrom which to draw data than might be anticipated.As it is, some existing local data sets (e.g., Gjertsen2005, Hayes and Ostrom 2005, Agrawal and Chhatre2006) are impressively large and are already makingit possible to test certain hypotheses. The adoption ofsustainability principles by so many organizationswith a wide variety of aims also expands the range ofexamples from which to draw data for analysis.

There is also an expanding range of statistical toolswith which such data can be analyzed. A modernstatistical portfolio includes influence diagrams, logictrees, Bayes nets, Monte Carlo simulations, fuzzylogic, and decision theory as well as multifactorialanalysis, principal component analysis, and othermore conventional techniques for data mining. Anessential part of any model building will be the opti-mization of gain in all five capitals. Alternatively,one might test the social success of ICDPs using thenew generation of happiness indices (e.g., Cumminset al. 2003); as recognised by Stem et al. (2005),ICDP monitoring and evaluation needs to learn a fewlessons from the social sciences if it is to understandthe processes leading to robustness and resilience.Ultimately, the aim of the analyses will be to identifythe features of ICDPs that are most likely to achievetheir diverse aims and give guidance where currentlythere are hunches and suppositions.

Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development [Garnett, Sayer, du Toit]

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Bibliographic references[1] Adams, M. 2001. Tenure security, livelihoods and sustainable land use in Southern Africa. Pages 1-11 in Proceedings of the SARPN

conference on Land Reform and Poverty Alleviation in Southern Africa (Pretoria, 2001). Southern African Regional Poverty and Devel-opment Network, Johannesburg, South Africa.

[2] Adams, W. M., R. Aveling, D. Brockington, B. Dickson, J. Elliott, J. Mutton, D. Roe, B. Vira, and W. Wolmer. 2004. Biodiversityconservation and the eradication of poverty. Science 306:1146-1149.

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Gestión social de ecosistemas forestales andinos [ECOBONA]

Introducción

El Convenio sobre la Diversidad Biológica define elecosistema como un complejo dinámico de comuni-dades vegetales, animales y de microorganismos y sumedio no viviente que interactúan como una unidadfuncional. Por lo tanto, el término ecosistema no co-rresponde necesariamente a los términos bioma ozona ecológica, pero se puede referir a cualquier uni-dad en funcionamiento a cualquier escala.

El mismo Convenio promueve el enfoque por ecosis-temas, lo cual es una estrategia por la gestión integra-

da de tierras, extensiones de aguas y recursos vivospor la que se promueve la conservación y utilizaciónsostenible de modo equitativo. Este enfoque reconoceque los seres humanos con su diversidad culturalconstituyen un componente integral de muchos eco-sistemas.

Ecosistema Forestal Andino

En el marco del enfoque ecosistémico, el ProgramaRegional ECOBONA ha definido el Ecosistema Fo-restal Andino (EFA) de la siguiente manera:

Paisaje que integra bosques y áreas de produc-ción agrícola y pecuaria en una unidad dondese generan relaciones ecológicas y socio cul-turales.

Desempeña un papel fundamental en la diná-mica del agua en la montaña.

Dentro de este paisaje están los bosques andi-nos donde convive la riqueza de animales yplantas típicas, adaptada a las particularescaracterísticas de clima, humedad y altitud dela región montañosa Andina.

En las montañas andinas los bosques son fundamen-tales. Para poblaciones rurales, los bosques son elbanco de fibras, plantas medicinales, carne silvestrey, para pueblos originarios, son vínculos con el me-dio ambiente nativo. Además, son un lugar de en-cuentro cultural de paisajes para recrearse y fomentaractividades como el ecoturismo. La cobertura vegetalnatural tiene alta relevancia en áreas de montaña, porsu rol fundamental en la provisión de servicios am-bientales vinculados a los recursos hídricos así comoen las estrategias de adaptación al cambio climático,por ser ecosistemas frágiles, situados en las cabecerasde cuencas estratégicas y en las zonas más pobladasde los países andinos.

A pesar de tener una importancia estratégica, los bos-ques andinos están fragmentados y deteriorados. Unavisión histórica nos enseña que la degradación sufri-da por los bosques ha sido ocasionada por la minería,la tala indiscriminada para la carbonería y la provi-sión de leña. En la actualidad es atribuible sobre todola ampliación de la frontera agrícola y ganadera queamenaza a los relictos de bosques. La población ruralque vive en sus alrededores está empobrecida y tieneescasas oportunidades productivas, por lo cual esnecesario fomentar alternativas económicas sosteni-bles que reduzcan las presiones sobre los bosques,adecuar las prácticas de manejo, fomentar políticaslocales y nacionales para que estas reconozcan laimportancia y el valor de los servicios ambientalesque proveen los bosques.

Situación y delimitación

Los bosques andinos se localizan en varias eco-regiones y se extienden desde Venezuela al norte deChile y Argentina. Existe un debate sobre el límitealtitudinal en el cual se ubican estos bosques pero sepuede decir que la altitud cambia conforme a la lati-tud. En términos generales, se puede hablar de unrango entre 1.000 y 3.500 m.s.n.m, aunque hay quereconocer que es un rango indicativo que no toma encuenta condiciones particulares.

En el año 2007 arrancó un proceso liderado por laComunidad Andina y otros actores regionales paraelaborar un mapa de los ecosistemas de los Andes delNorte y Centro (desde Venezuela hasta Bolivia). Apartir de esta información, el ECOBONA está prepa-rando un estudio sobre la extensión, estado de con-servación y amenazas a los bosques andinos desdeVenezuela hasta Bolivia, la cual estará disponible afinales del 2009.

Manejo de bosques andinos

Se pueden agrupar las diferentes actividades de ma-nejo de los bosques andinos según las siguientes ca-tegorías:

a. Preservación de las partes altas

El manejo de bosques en zonas altas de las cuencashidrográficas se vuelve cada más prioritario. Se tratade reconocer la función ambiental de protección dependientes y de provisión de recursos hídricos quetienen los bosques andinos. En este sentido, los pla-nes de manejo de bosque deben tomar en cuenta estasconsideraciones así como la normatividad (por ej.,los bosques protectores en Ecuador). También esnecesario subrayar que el manejo de bosque incluyeactividades de protección de fuentes, vertientes yojos de agua mediante la reforestación o el cerca-miento del lugar con el objetivo de evitar la contami-nación (entrada de ganado) y mantener la humedaddel lugar.

Resumen

Se analiza el Ecosistema Forestal Andino (EFA), de importancia estratégica aunque deteriorado por actividadeshumanas como la agrícola y ganadera. Se revisa el manejo del bosque andino en sus diferentes categorías y se descri-be una propuesta que parte de la elaboración de un plan de manejo forestal precedido de acciones concertadas entretodos los actores locales. El Programa Regional ECOBONA implementado en Bolivia, Ecuador y Perú por la ONGSuiza INTERCOOPERATION permite recoger y compartir a través del presente artículo, las experiencias aprendidasen este campo.

Abstract

The Andean Forest Ecosystem (AFE) is analyzed; since it has a strategic importance even though is deteriorated byhuman activities such as agriculture and farming. Different Andean forestry management categories are revised and aproposal is described which is the result of the forestry management plan achieved through engagement actions amonglocal actors. The ECOBONA Regional Program implemented in Bolivia, Ecuador and Peru by the Swiss NGO INTER-COOPERATION allows gathering and sharing through this article, experiences learned in this field.

Palabras clave.- Bioma, ecoregiones, gestión de riesgos, fajas de protección, reforestación, preservación, restaura-ción de ecosistemas degradados, empoderamiento, páramos, humedales, agro-ecosistemas, territorialidad, susbsidiari-dad, Responsabilidad Social.

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Gestión social de ecosistemas forestales andinos [ECOBONA]

Introducción

El Convenio sobre la Diversidad Biológica define elecosistema como un complejo dinámico de comuni-dades vegetales, animales y de microorganismos y sumedio no viviente que interactúan como una unidadfuncional. Por lo tanto, el término ecosistema no co-rresponde necesariamente a los términos bioma ozona ecológica, pero se puede referir a cualquier uni-dad en funcionamiento a cualquier escala.

El mismo Convenio promueve el enfoque por ecosis-temas, lo cual es una estrategia por la gestión integra-

da de tierras, extensiones de aguas y recursos vivospor la que se promueve la conservación y utilizaciónsostenible de modo equitativo. Este enfoque reconoceque los seres humanos con su diversidad culturalconstituyen un componente integral de muchos eco-sistemas.

Ecosistema Forestal Andino

En el marco del enfoque ecosistémico, el ProgramaRegional ECOBONA ha definido el Ecosistema Fo-restal Andino (EFA) de la siguiente manera:

Paisaje que integra bosques y áreas de produc-ción agrícola y pecuaria en una unidad dondese generan relaciones ecológicas y socio cul-turales.

Desempeña un papel fundamental en la diná-mica del agua en la montaña.

Dentro de este paisaje están los bosques andi-nos donde convive la riqueza de animales yplantas típicas, adaptada a las particularescaracterísticas de clima, humedad y altitud dela región montañosa Andina.

En las montañas andinas los bosques son fundamen-tales. Para poblaciones rurales, los bosques son elbanco de fibras, plantas medicinales, carne silvestrey, para pueblos originarios, son vínculos con el me-dio ambiente nativo. Además, son un lugar de en-cuentro cultural de paisajes para recrearse y fomentaractividades como el ecoturismo. La cobertura vegetalnatural tiene alta relevancia en áreas de montaña, porsu rol fundamental en la provisión de servicios am-bientales vinculados a los recursos hídricos así comoen las estrategias de adaptación al cambio climático,por ser ecosistemas frágiles, situados en las cabecerasde cuencas estratégicas y en las zonas más pobladasde los países andinos.

A pesar de tener una importancia estratégica, los bos-ques andinos están fragmentados y deteriorados. Unavisión histórica nos enseña que la degradación sufri-da por los bosques ha sido ocasionada por la minería,la tala indiscriminada para la carbonería y la provi-sión de leña. En la actualidad es atribuible sobre todola ampliación de la frontera agrícola y ganadera queamenaza a los relictos de bosques. La población ruralque vive en sus alrededores está empobrecida y tieneescasas oportunidades productivas, por lo cual esnecesario fomentar alternativas económicas sosteni-bles que reduzcan las presiones sobre los bosques,adecuar las prácticas de manejo, fomentar políticaslocales y nacionales para que estas reconozcan laimportancia y el valor de los servicios ambientalesque proveen los bosques.

Situación y delimitación

Los bosques andinos se localizan en varias eco-regiones y se extienden desde Venezuela al norte deChile y Argentina. Existe un debate sobre el límitealtitudinal en el cual se ubican estos bosques pero sepuede decir que la altitud cambia conforme a la lati-tud. En términos generales, se puede hablar de unrango entre 1.000 y 3.500 m.s.n.m, aunque hay quereconocer que es un rango indicativo que no toma encuenta condiciones particulares.

En el año 2007 arrancó un proceso liderado por laComunidad Andina y otros actores regionales paraelaborar un mapa de los ecosistemas de los Andes delNorte y Centro (desde Venezuela hasta Bolivia). Apartir de esta información, el ECOBONA está prepa-rando un estudio sobre la extensión, estado de con-servación y amenazas a los bosques andinos desdeVenezuela hasta Bolivia, la cual estará disponible afinales del 2009.

Manejo de bosques andinos

Se pueden agrupar las diferentes actividades de ma-nejo de los bosques andinos según las siguientes ca-tegorías:

a. Preservación de las partes altas

El manejo de bosques en zonas altas de las cuencashidrográficas se vuelve cada más prioritario. Se tratade reconocer la función ambiental de protección dependientes y de provisión de recursos hídricos quetienen los bosques andinos. En este sentido, los pla-nes de manejo de bosque deben tomar en cuenta estasconsideraciones así como la normatividad (por ej.,los bosques protectores en Ecuador). También esnecesario subrayar que el manejo de bosque incluyeactividades de protección de fuentes, vertientes yojos de agua mediante la reforestación o el cerca-miento del lugar con el objetivo de evitar la contami-nación (entrada de ganado) y mantener la humedaddel lugar.

Resumen

Se analiza el Ecosistema Forestal Andino (EFA), de importancia estratégica aunque deteriorado por actividadeshumanas como la agrícola y ganadera. Se revisa el manejo del bosque andino en sus diferentes categorías y se descri-be una propuesta que parte de la elaboración de un plan de manejo forestal precedido de acciones concertadas entretodos los actores locales. El Programa Regional ECOBONA implementado en Bolivia, Ecuador y Perú por la ONGSuiza INTERCOOPERATION permite recoger y compartir a través del presente artículo, las experiencias aprendidasen este campo.

Abstract

The Andean Forest Ecosystem (AFE) is analyzed; since it has a strategic importance even though is deteriorated byhuman activities such as agriculture and farming. Different Andean forestry management categories are revised and aproposal is described which is the result of the forestry management plan achieved through engagement actions amonglocal actors. The ECOBONA Regional Program implemented in Bolivia, Ecuador and Peru by the Swiss NGO INTER-COOPERATION allows gathering and sharing through this article, experiences learned in this field.

Palabras clave.- Bioma, ecoregiones, gestión de riesgos, fajas de protección, reforestación, preservación, restaura-ción de ecosistemas degradados, empoderamiento, páramos, humedales, agro-ecosistemas, territorialidad, susbsidiari-dad, Responsabilidad Social.

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Plan de Manejo Forestal

Un plan de manejo forestal delimita y define el usode las diferentes zonas al interior del bosque:

Unidades de preservación integral de acuerdoal estado de la vegetación, a la pendiente pre-servación del recurso, de la biodiversidad y delas funciones estratégicas (fuentes de agua).

Áreas de recuperación con acción de enrique-cimiento (restauración de los ecosistemas de-gradados).

Zonas de uso sostenible con extracción deproductos (requiere definir volumen y periodi-cidad de extracción).

El plan es una herramienta destinada al aprovecha-miento sostenible de los recursos generados por elbosque (recursos maderables, vegetales no madera-bles e hídricos); por otro lado, responde al principiode no utilizar más de lo que el ecosistema logra pro-ducir y reponer.

Un plan de manejo forestal solo no es suficiente paraasegurar un manejo sostenible y debería ser acompa-ñado previamente, por planes de ordenamiento terri-torial y posteriormente, de normas locales que asegu-ran su implementación y control.

Los planes de manejo forestal en EFA pueden sertradicionales o domésticos (por uso propio) o de ín-dole comercial. La normativa de cada país define losprocedimientos de los planes comerciales, a pesar deno tomar en cuenta la especificidad de los ecosiste-mas andinos. En cuanto a los planes tradicionales, noexisten procedimientos claros al respecto y en la ma-yoría de los casos la población aprovecha el bosquesin mucha planificación.

En una propuesta de gestión social de EcosistemasForestales Andinos, la elaboración de un plan de ma-nejo forestal debería ser precedido de una serie deacciones concertadas entre actores como:

a. Un diagnóstico de situación (entorno socio-institucional y económico y ecosistema fores-tal);

b. El análisis de las presiones sobre los bosques(cuadro de presiones);

c. El análisis de la oportunidad de la interven-ción;

d. El diseño de la estrategia y finalmente la ela-boración del plan mismo.

La implementación del mismo plan de manejo debe-ría acompañarse de una normatividad local.

Aspectos de normatividad en la región

El concepto de normatividad local en la gestión delos recursos naturales puede definirse como el con-junto de acciones desplegadas por las comunidadescampesinas, encaminadas a normar el uso y acceso alos recursos naturales. También incluye iniciativas demunicipios dirigidas a regular temas ambientales,mediante mecanismos tradicionales como las orde-nanzas municipales.

Con base en diferentes iniciativas en los Andes, IN-TERCOOPERATION realizó un estudio ejemplifi-cando tres casos en Ecuador, Bolivia y Perú, las ex-periencias de normatividad local y su vinculación conotros niveles de decisión.

Los principales aprendizajes recogidos por el estudioson:

a. El origen de la normatividad

El punto de partida de los procesos de norma-tividad local es la existencia de un tejido derelaciones entre actores públicos y privados deun territorio.

Los procesos exitosos de normatividad localsurgen en escenarios donde la ley es insufi-ciente y no cuenta con los instrumentos ade-cuados para la gestión de los recursos natura-les. La cuestión debe centrarse en la búsquedade mecanismos que permitan integrar losaprendizajes de los procesos de normatividadlocal a una agenda de nivel nacional.

Se incluye en esta categoría la gestión de riesgos deincendios, quemas controladas y chaqueos. Se tratade mitigar la probabilidad de que ocurra un daño opérdida y en el caso de los incendios forestales queocasionan la destrucción de ecosistemas y de la bio-diversidad existente en el área afectada. A través dela gestión de riesgos de incendios forestales se buscaestablecer prioridades para el control efectivo y elegiracciones adecuadas para la reducción de la ocurren-cia de los incendios de bosques nativos y de pastiza-les. Las medidas incluyen organización de brigadas,plan de intervención, herramientas, capacitación paracontrolar las quemas (establecimiento de fajas deprotección).

b. Recuperación de zonas degradadas

La recuperación de zonas degradadas puede darse porrestauración, reforestación y manejo de presiones.

La restauración de bosques puede darse por medidassilviculturales que permiten la generación naturalcomo cerramiento de áreas y enriquecimiento con lasmismas especies existentes en el lugar. Hay que to-mar en cuenta que la generación natural es muy lentacon las especies andinas y que puede ser necesariointroducir especies exóticas para ayudar a una restau-ración más rápida.

La reforestación o manejo de plantaciones es unapráctica muy común en los Andes, con predominan-cia de plantaciones de especies exóticas; sin embar-go, en la última década también se han desarrolladoprogramas de reforestación con especies nativas. Losresultados e impactos socio-económicos de tales pro-gramas de largo plazo empiezan a ser visibles(beneficios económicos y sociales). Las plantacionesde gran escala impulsada por el Estado están acom-pañadas de planes de reforestación siguiendo crite-rios y metodologías definidos, mientras la siembra deplantones por parte de comunidades rurales es muchomás aleatoria. Últimamente, los programas de refo-restación buscan además de los beneficios tradiciona-les capturar carbono, y de esta manera, ser elegiblesdentro del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL).

El manejo de presiones hace parte integral del mane-jo de los bosques y asegura su protección. Incluyemedidas de protección física así como incentivoseconómicos y la propuesta de alternativas económi-cas. Las presiones principales en las partes andinasson la ganadería, el avance de la frontera agrícola asícomo la extracción de leña. Las soluciones dependende cada contexto y deben ser negociadas con los ac-tores locales. Pueden incluir por ejemplo, actividadesde reforestación (por ej., para la provisión de leña) ymejora de prácticas agrícolas y de manejo de ganado.

c. Aprovechamiento sostenible

En cuanto al aprovechamiento forestal es necesariosubrayar que las especies que conforman los bosquesandinos tienen bajo valor comercial y son básicamen-te para uso doméstico y/o tradicional. El aprovecha-miento comercial maderable en bosques andinos estálimitado por la baja tasa de crecimiento de las espe-cies debido a los factores abióticos (clima, suelos,pendiente, humedad), y principalmente por la frag-mentación del bosque. Sin embargo, en bosques másextensos y en buen estado existen volúmenes signifi-cativos de madera y se pueden encontrar especiesvaliosas como el cedro de altura y el roble, las cualesson aprovechables comercialmente; esto nos demues-tra que los bosques andinos son aprovechables peroen menor intensidad que los bosques amazónicos. Laherramienta central y requerida por las leyes delaprovechamiento de bosques es el plan de manejoforestal.

El aprovechamiento de productos no maderables(miel, plantas medicinales, frutos, pero también leñay carbón) sigue los mismos principios de aprovecha-miento que la materia forestal en el sentido que sepermite extraer una cantidad que no merme la capaci-dad del bosque. En la parte andina, hay pocos pro-ductos no maderables altamente rentables, en rela-ción a otras partes del mundo y están destinadas so-bre todo para el consumo personal o el mercado lo-cal. En este sentido, no existen planes de manejo paraaquellos productos.

Gestión social de ecosistemas forestales andinos [ECOBONA]

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Plan de Manejo Forestal

Un plan de manejo forestal delimita y define el usode las diferentes zonas al interior del bosque:

Unidades de preservación integral de acuerdoal estado de la vegetación, a la pendiente pre-servación del recurso, de la biodiversidad y delas funciones estratégicas (fuentes de agua).

Áreas de recuperación con acción de enrique-cimiento (restauración de los ecosistemas de-gradados).

Zonas de uso sostenible con extracción deproductos (requiere definir volumen y periodi-cidad de extracción).

El plan es una herramienta destinada al aprovecha-miento sostenible de los recursos generados por elbosque (recursos maderables, vegetales no madera-bles e hídricos); por otro lado, responde al principiode no utilizar más de lo que el ecosistema logra pro-ducir y reponer.

Un plan de manejo forestal solo no es suficiente paraasegurar un manejo sostenible y debería ser acompa-ñado previamente, por planes de ordenamiento terri-torial y posteriormente, de normas locales que asegu-ran su implementación y control.

Los planes de manejo forestal en EFA pueden sertradicionales o domésticos (por uso propio) o de ín-dole comercial. La normativa de cada país define losprocedimientos de los planes comerciales, a pesar deno tomar en cuenta la especificidad de los ecosiste-mas andinos. En cuanto a los planes tradicionales, noexisten procedimientos claros al respecto y en la ma-yoría de los casos la población aprovecha el bosquesin mucha planificación.

En una propuesta de gestión social de EcosistemasForestales Andinos, la elaboración de un plan de ma-nejo forestal debería ser precedido de una serie deacciones concertadas entre actores como:

a. Un diagnóstico de situación (entorno socio-institucional y económico y ecosistema fores-tal);

b. El análisis de las presiones sobre los bosques(cuadro de presiones);

c. El análisis de la oportunidad de la interven-ción;

d. El diseño de la estrategia y finalmente la ela-boración del plan mismo.

La implementación del mismo plan de manejo debe-ría acompañarse de una normatividad local.

Aspectos de normatividad en la región

El concepto de normatividad local en la gestión delos recursos naturales puede definirse como el con-junto de acciones desplegadas por las comunidadescampesinas, encaminadas a normar el uso y acceso alos recursos naturales. También incluye iniciativas demunicipios dirigidas a regular temas ambientales,mediante mecanismos tradicionales como las orde-nanzas municipales.

Con base en diferentes iniciativas en los Andes, IN-TERCOOPERATION realizó un estudio ejemplifi-cando tres casos en Ecuador, Bolivia y Perú, las ex-periencias de normatividad local y su vinculación conotros niveles de decisión.

Los principales aprendizajes recogidos por el estudioson:

a. El origen de la normatividad

El punto de partida de los procesos de norma-tividad local es la existencia de un tejido derelaciones entre actores públicos y privados deun territorio.

Los procesos exitosos de normatividad localsurgen en escenarios donde la ley es insufi-ciente y no cuenta con los instrumentos ade-cuados para la gestión de los recursos natura-les. La cuestión debe centrarse en la búsquedade mecanismos que permitan integrar losaprendizajes de los procesos de normatividadlocal a una agenda de nivel nacional.

Se incluye en esta categoría la gestión de riesgos deincendios, quemas controladas y chaqueos. Se tratade mitigar la probabilidad de que ocurra un daño opérdida y en el caso de los incendios forestales queocasionan la destrucción de ecosistemas y de la bio-diversidad existente en el área afectada. A través dela gestión de riesgos de incendios forestales se buscaestablecer prioridades para el control efectivo y elegiracciones adecuadas para la reducción de la ocurren-cia de los incendios de bosques nativos y de pastiza-les. Las medidas incluyen organización de brigadas,plan de intervención, herramientas, capacitación paracontrolar las quemas (establecimiento de fajas deprotección).

b. Recuperación de zonas degradadas

La recuperación de zonas degradadas puede darse porrestauración, reforestación y manejo de presiones.

La restauración de bosques puede darse por medidassilviculturales que permiten la generación naturalcomo cerramiento de áreas y enriquecimiento con lasmismas especies existentes en el lugar. Hay que to-mar en cuenta que la generación natural es muy lentacon las especies andinas y que puede ser necesariointroducir especies exóticas para ayudar a una restau-ración más rápida.

La reforestación o manejo de plantaciones es unapráctica muy común en los Andes, con predominan-cia de plantaciones de especies exóticas; sin embar-go, en la última década también se han desarrolladoprogramas de reforestación con especies nativas. Losresultados e impactos socio-económicos de tales pro-gramas de largo plazo empiezan a ser visibles(beneficios económicos y sociales). Las plantacionesde gran escala impulsada por el Estado están acom-pañadas de planes de reforestación siguiendo crite-rios y metodologías definidos, mientras la siembra deplantones por parte de comunidades rurales es muchomás aleatoria. Últimamente, los programas de refo-restación buscan además de los beneficios tradiciona-les capturar carbono, y de esta manera, ser elegiblesdentro del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL).

El manejo de presiones hace parte integral del mane-jo de los bosques y asegura su protección. Incluyemedidas de protección física así como incentivoseconómicos y la propuesta de alternativas económi-cas. Las presiones principales en las partes andinasson la ganadería, el avance de la frontera agrícola asícomo la extracción de leña. Las soluciones dependende cada contexto y deben ser negociadas con los ac-tores locales. Pueden incluir por ejemplo, actividadesde reforestación (por ej., para la provisión de leña) ymejora de prácticas agrícolas y de manejo de ganado.

c. Aprovechamiento sostenible

En cuanto al aprovechamiento forestal es necesariosubrayar que las especies que conforman los bosquesandinos tienen bajo valor comercial y son básicamen-te para uso doméstico y/o tradicional. El aprovecha-miento comercial maderable en bosques andinos estálimitado por la baja tasa de crecimiento de las espe-cies debido a los factores abióticos (clima, suelos,pendiente, humedad), y principalmente por la frag-mentación del bosque. Sin embargo, en bosques másextensos y en buen estado existen volúmenes signifi-cativos de madera y se pueden encontrar especiesvaliosas como el cedro de altura y el roble, las cualesson aprovechables comercialmente; esto nos demues-tra que los bosques andinos son aprovechables peroen menor intensidad que los bosques amazónicos. Laherramienta central y requerida por las leyes delaprovechamiento de bosques es el plan de manejoforestal.

El aprovechamiento de productos no maderables(miel, plantas medicinales, frutos, pero también leñay carbón) sigue los mismos principios de aprovecha-miento que la materia forestal en el sentido que sepermite extraer una cantidad que no merme la capaci-dad del bosque. En la parte andina, hay pocos pro-ductos no maderables altamente rentables, en rela-ción a otras partes del mundo y están destinadas so-bre todo para el consumo personal o el mercado lo-cal. En este sentido, no existen planes de manejo paraaquellos productos.

Gestión social de ecosistemas forestales andinos [ECOBONA]

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en el sector forestal; b) generar ingresos del manejoforestal; c) reducir impactos negativos del aprovecha-miento y disminuir la conversión a otros usos; y d)fomentar la conservación y uso del bosque. Estasnormas se aplican para la utilización comercial deproductos maderables y no maderables. Adicional-mente se propone instrumentos diferenciados en fun-ción de la altitud (por encima o debajo de 2500m.s.n.m.) y/o de la extensión de los bos-ques (alrededor de 200 ha). La entidad responsablede la aprobación y verificación de estos planes demanejo es la Superintendencia Forestal mediante laUnidad Forestal Municipal, en los lugares donde éstaexiste.

b. Ecuador: Política y estrategia nacional de ecosis-temas andinos del Ecuador (Oficializada por la au-toridad ambiental nacional en 2008)

Esta política recoge las pautas necesarias para el ma-nejo sustentable de los ecosistemas andinos en elEcuador (páramos, humedales, bosques andinos yagro-ecosistemas). Sobre la base de esta experiencia,se están llevando a cabo procesos similares en Boli-via y Perú que, en conjunto, se espera que aporten ala definición de lineamientos comunes para la gestiónsocial y conservación de los ecosistemas andinospara los países de la Comunidad Andina.

c. Perú: Normas técnicas para productos forestalesdiferentes de la madera (2003), plan de manejo fo-restal de la tara (2006)

La normatividad peruana de carácter nacional en ma-teria forestal está compuesta por la Ley Forestal y deFauna Silvestre y sus Reglamento, La Ley General deMedio Ambiente, La Ley Sobre la Conservación yAprovechamiento Sostenible de la Diversidad Bioló-gica, entre otras menores; no obstante tal normativi-dad no hace una referencia especifica al tema de Eco-sistemas Forestales Andinos (EFA), que permita dife-renciarlo del resto de ecosistemas existentes a nivelnacional, en función a sus características particulares.

Sin embargo, esta carencia de elementos legales anivel nacional, no ha impedido que se generen nor-mas técnicas específicas (tara y productos forestales

no maderables) y que en el ámbito regional se hayandado lineamientos propios para cada región, en fun-ción a las particularidades de sus ecosistemas foresta-les, los mismos que se ven plasmados en las corres-pondientes agendas ambientales, todos ellos aproba-dos mediante ordenanza regional, que tienen rangode ley para fines de jurisdicción.

Elaboración de normas locales

En Bolivia se han desarrollado algunos pasos meto-dológicos para elaborar normas comunales (es decir,de comunidades campesinas) los que, conjuntamentecon otros enfoques de manejo de bosques, están plas-mados en un pequeño manual de capacitación desti-nado a técnicos de gobiernos locales.

El manual describe las 3 partes de una norma: 1) elcuerpo de la norma; 2) los mecanismos de controlsocial; 3) las sanciones.

Se propone elaborar normas siguiendo los pasos quese presentan a continuación:

Identificar la necesidad de elaboración de lanorma y la metodología.

Autodiagnóstico para identificar actores ypresiones al bosque.

Realizar una asamblea comunal para consen-suar, redactar y validar la norma.

Homologar la norma ante las instancias co-rrespondientes (armonización con las leyesvigentes).

Difundir la norma (por medios de comunica-ción apropiado).

Aplicar la norma con el control social. Evaluar el impacto de la norma y prever su

revisión cada 2 años.

De igual forma se ha sistematizado la experiencia deelaboración de normas en más de 85 comunidades deBolivia. A continuación se describen las principaleslecciones aprendidas:

b. Las normas como alternativas de gestión de re-cursos naturales

Las normas locales de las comunidades o delos gobiernos locales son una alternativa via-ble para frenar el deterioro de los recursosnaturales en el ámbito local; no obstante, de-ben acompañarse de un apoyo técnico quetenga en cuenta el aprovechamiento del capi-tal natural disponible en un territorio determi-nado. De igual manera, las normas deberían irde la mano de los planes de manejo y de losplanes de ordenamiento territorial.

En el caso de los territorios que no cuentancon tierras comunales o con una organizacióncomunitaria fuerte sino con propietarios priva-dos del bosque, la ordenanza municipal apare-ce como el instrumento de gestión y de con-trol adecuado.

Las normas que buscan la protección y el ma-nejo sostenible de los recursos naturales ase-guran los servicios ambientales y los factoresde producción (agua, suelo, bosque) de la po-blación rural y son uno de los elementos quepermiten mejorar sus condiciones de vida.

Las normas nacionales y locales surgen enatención a un recurso natural en particular -agua, suelo, biodiversidad - pero en el caso delas locales su elaboración finaliza en un trata-miento integral de los recursos naturales.

c. La normatividad como fuente de empoderamiento

Las normas elaboradas de manera consensua-da y participativa fortalecen el empoderamien-to de los actores sociales y la inclusión detodos los grupos de las comunidades, así co-mo la superación de conflictos entre grupos deinterés.

La normatividad local también permite el for-talecimiento de las organizaciones de base yde los gobiernos locales en sus nuevas atribu-ciones para la gestión ambiental.

El grado de aplicación de la normatividad

local es mayor gracias a la concientización dela población, la toma de decisión compartida yel control social.

d. El proceso de normatividad

Los procesos de normatividad son largos ydeben pasar por una serie de etapas para ase-gurar el consenso, que permite una mejor apli-cación y seguimiento de la norma. Tambiéncabe subrayar que es fundamental revisar yreactivar las normas con cierta frecuencia paraactualizarlas en la agenda de los actores loca-les.

La aplicación sostenible de las normas no estádemostrada. Será necesario analizar qué po-dría suceder al finalizar el apoyo institucional.De igual forma, las ordenanzas municipalesestán sometidas a los cambios de autoridades,y si bien las normas no pueden reemplazarseper se, su aplicación y seguimiento dependemucho del interés de las autoridades en fun-ción de gobierno y de la presión de la socie-dad civil.

Normas sobre Ecosistemas Forestales Andi-nos (EFA) en cada país

Tanto en Bolivia como en Ecuador y Perú existendiferentes niveles de normas que tienen una ciertavinculación con la temática de los ecosistemas fores-tales andinos; sin embargo una revisión de las nor-mas nacionales (Constituciones, Leyes, Reglamentos,Decretos, Resoluciones ministeriales) y de otros ins-trumentos normativos del ámbito local, evidencia unvínculo muy general con estos ecosistemas.

Es posible subrayar la existencia de algunas normasvigentes más específicas:

a. Bolivia: Normas técnicas para el manejo forestalen bosques andinos y chaqueños (1997)

El establecimiento de estas normas tiene los objetivosde: a) fomentar la participación de la población rural

Gestión social de ecosistemas forestales andinos [ECOBONA]

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 5757 esta es una publicación de Cebem

en el sector forestal; b) generar ingresos del manejoforestal; c) reducir impactos negativos del aprovecha-miento y disminuir la conversión a otros usos; y d)fomentar la conservación y uso del bosque. Estasnormas se aplican para la utilización comercial deproductos maderables y no maderables. Adicional-mente se propone instrumentos diferenciados en fun-ción de la altitud (por encima o debajo de 2500m.s.n.m.) y/o de la extensión de los bos-ques (alrededor de 200 ha). La entidad responsablede la aprobación y verificación de estos planes demanejo es la Superintendencia Forestal mediante laUnidad Forestal Municipal, en los lugares donde éstaexiste.

b. Ecuador: Política y estrategia nacional de ecosis-temas andinos del Ecuador (Oficializada por la au-toridad ambiental nacional en 2008)

Esta política recoge las pautas necesarias para el ma-nejo sustentable de los ecosistemas andinos en elEcuador (páramos, humedales, bosques andinos yagro-ecosistemas). Sobre la base de esta experiencia,se están llevando a cabo procesos similares en Boli-via y Perú que, en conjunto, se espera que aporten ala definición de lineamientos comunes para la gestiónsocial y conservación de los ecosistemas andinospara los países de la Comunidad Andina.

c. Perú: Normas técnicas para productos forestalesdiferentes de la madera (2003), plan de manejo fo-restal de la tara (2006)

La normatividad peruana de carácter nacional en ma-teria forestal está compuesta por la Ley Forestal y deFauna Silvestre y sus Reglamento, La Ley General deMedio Ambiente, La Ley Sobre la Conservación yAprovechamiento Sostenible de la Diversidad Bioló-gica, entre otras menores; no obstante tal normativi-dad no hace una referencia especifica al tema de Eco-sistemas Forestales Andinos (EFA), que permita dife-renciarlo del resto de ecosistemas existentes a nivelnacional, en función a sus características particulares.

Sin embargo, esta carencia de elementos legales anivel nacional, no ha impedido que se generen nor-mas técnicas específicas (tara y productos forestales

no maderables) y que en el ámbito regional se hayandado lineamientos propios para cada región, en fun-ción a las particularidades de sus ecosistemas foresta-les, los mismos que se ven plasmados en las corres-pondientes agendas ambientales, todos ellos aproba-dos mediante ordenanza regional, que tienen rangode ley para fines de jurisdicción.

Elaboración de normas locales

En Bolivia se han desarrollado algunos pasos meto-dológicos para elaborar normas comunales (es decir,de comunidades campesinas) los que, conjuntamentecon otros enfoques de manejo de bosques, están plas-mados en un pequeño manual de capacitación desti-nado a técnicos de gobiernos locales.

El manual describe las 3 partes de una norma: 1) elcuerpo de la norma; 2) los mecanismos de controlsocial; 3) las sanciones.

Se propone elaborar normas siguiendo los pasos quese presentan a continuación:

Identificar la necesidad de elaboración de lanorma y la metodología.

Autodiagnóstico para identificar actores ypresiones al bosque.

Realizar una asamblea comunal para consen-suar, redactar y validar la norma.

Homologar la norma ante las instancias co-rrespondientes (armonización con las leyesvigentes).

Difundir la norma (por medios de comunica-ción apropiado).

Aplicar la norma con el control social. Evaluar el impacto de la norma y prever su

revisión cada 2 años.

De igual forma se ha sistematizado la experiencia deelaboración de normas en más de 85 comunidades deBolivia. A continuación se describen las principaleslecciones aprendidas:

b. Las normas como alternativas de gestión de re-cursos naturales

Las normas locales de las comunidades o delos gobiernos locales son una alternativa via-ble para frenar el deterioro de los recursosnaturales en el ámbito local; no obstante, de-ben acompañarse de un apoyo técnico quetenga en cuenta el aprovechamiento del capi-tal natural disponible en un territorio determi-nado. De igual manera, las normas deberían irde la mano de los planes de manejo y de losplanes de ordenamiento territorial.

En el caso de los territorios que no cuentancon tierras comunales o con una organizacióncomunitaria fuerte sino con propietarios priva-dos del bosque, la ordenanza municipal apare-ce como el instrumento de gestión y de con-trol adecuado.

Las normas que buscan la protección y el ma-nejo sostenible de los recursos naturales ase-guran los servicios ambientales y los factoresde producción (agua, suelo, bosque) de la po-blación rural y son uno de los elementos quepermiten mejorar sus condiciones de vida.

Las normas nacionales y locales surgen enatención a un recurso natural en particular -agua, suelo, biodiversidad - pero en el caso delas locales su elaboración finaliza en un trata-miento integral de los recursos naturales.

c. La normatividad como fuente de empoderamiento

Las normas elaboradas de manera consensua-da y participativa fortalecen el empoderamien-to de los actores sociales y la inclusión detodos los grupos de las comunidades, así co-mo la superación de conflictos entre grupos deinterés.

La normatividad local también permite el for-talecimiento de las organizaciones de base yde los gobiernos locales en sus nuevas atribu-ciones para la gestión ambiental.

El grado de aplicación de la normatividad

local es mayor gracias a la concientización dela población, la toma de decisión compartida yel control social.

d. El proceso de normatividad

Los procesos de normatividad son largos ydeben pasar por una serie de etapas para ase-gurar el consenso, que permite una mejor apli-cación y seguimiento de la norma. Tambiéncabe subrayar que es fundamental revisar yreactivar las normas con cierta frecuencia paraactualizarlas en la agenda de los actores loca-les.

La aplicación sostenible de las normas no estádemostrada. Será necesario analizar qué po-dría suceder al finalizar el apoyo institucional.De igual forma, las ordenanzas municipalesestán sometidas a los cambios de autoridades,y si bien las normas no pueden reemplazarseper se, su aplicación y seguimiento dependemucho del interés de las autoridades en fun-ción de gobierno y de la presión de la socie-dad civil.

Normas sobre Ecosistemas Forestales Andi-nos (EFA) en cada país

Tanto en Bolivia como en Ecuador y Perú existendiferentes niveles de normas que tienen una ciertavinculación con la temática de los ecosistemas fores-tales andinos; sin embargo una revisión de las nor-mas nacionales (Constituciones, Leyes, Reglamentos,Decretos, Resoluciones ministeriales) y de otros ins-trumentos normativos del ámbito local, evidencia unvínculo muy general con estos ecosistemas.

Es posible subrayar la existencia de algunas normasvigentes más específicas:

a. Bolivia: Normas técnicas para el manejo forestalen bosques andinos y chaqueños (1997)

El establecimiento de estas normas tiene los objetivosde: a) fomentar la participación de la población rural

Gestión social de ecosistemas forestales andinos [ECOBONA]

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 5858 esta es una publicación de Cebem

a. Importancia del contexto andino. Las nor-mas comunales han sido posibles en los Andesbolivianos, por la organización social fuerteexistente en estos territorios (sindicato campe-sino). También reflejan las estrategias andinasde control vertical de varios pisos ecológicos,propios a los sistemas agrarios de esta zona.

b. Contexto legal. El marco legal boliviano abreoportunidades de articulación para las normaslocales con diferentes leyes: de la Constitu-ción a la Ley de Participación Popular, LeyForestal, Ley INRA, etc.

c. Beneficios de las normas comunales. Lasnormas han permitido fortalecer la organiza-ción comunal y su capacidad de interlocución,han contribuido a una mayor autoestima de laidentidad cultural y a una mejor convivenciasocial entre familias y comunidades; final-mente han generado capacidades locales.

d. Principios orientadores. Las normas siguenuna cierta lógica, la cual está regida por lossiguientes principios: reconocimiento de ladiversidad ecológica y cultural, de derechos,usos y costumbres de las comunidades rurales,principio de integración y participación social,principio de territorialidad, subsidiaridad, soli-daridad-equidad, flexibilidad y sostenibilidad.

Alternativas productivas que reducen presio-nes sobre EFA

La economía mundial y los negocios han cambiadoen los últimos años incrementando la demanda deproductos, la apertura de mercados y la generación denuevos nichos a nivel local, nacional e internacional.Esto ha incrementado las presiones del ser humano alentorno natural de los Ecosistemas Forestales Andi-nos, pero no necesariamente mejorando las condicio-nes de vida de las poblaciones rurales.

Una de las fórmulas implementadas a nivel rural enzonas de montaña de los países andinos ha sido elconcepto de canje ecológico. Tal concepto propone el“canje” de actividades económicas que degradan por

otras sostenibles, sin que ello implique la reducciónde ingresos y oportunidades para los productores yproductoras. Cabe subrayar que el canje podría llevaral desplazamiento o eliminación de estas actividadesen los bosques, impidiendo la desaparición de lasfunciones y servicios ambientales que aquellos pro-veen.

Con esta consideración, surge la necesidad de promo-ver iniciativas productivas locales a fin de reducir laspresiones sobre los bosques andinos y sus ecosiste-mas asociados (páramos, punas y valles interandinos,entre otros). La sostenibilidad de estas alternativasproductivas se sustenta en:

El trabajo bajo los principios de Responsabili-dad Social.

El manejo ecoeficiente de los recursos natura-les que evita o minimiza impactos ambientalesy procura la conservación de la biodiversidad.

El respeto a los derechos de los grupos huma-nos involucrados.

La distribución equitativa de los beneficiosgenerados por la actividad.

La adecuada gestión empresarial. La búsqueda de un impacto positivo en el de-

sarrollo económico local.

Conclusión

En definitiva, la gestión de los ecosistemas forestalesandinos cuenta con avances interesantes en Bolivia,Ecuador y Perú, gracias a la implementación del Pro-grama Regional ECOBONA y sus instituciones alia-das. No obstante, quedan aún muchos retos por de-lante, para que estos ecosistemas se conserven yaprovechen de manera sostenible en la región andina.Por esta razón, es fundamental que instituciones pú-blicas y privadas interesadas y/o vinculadas de una uotra manera con esta temática, promuevan accionesconcretas para su manejo y conservación. Es ademásprioritario que involucren a todos los actores relevan-tes, al ser la gestión social tarea de todos los habitan-tes de un territorio.

Referencias bibliográficas[1] Ansión, J. 1986. El Árbol y el Bosque en la Sociedad Andina. Ministerio de Agricultura, Instituto Nacional Forestal y de Fauna y Organi-

zación de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Perú.

[2] Centro Internacional de Cooperación para el Desarrollo Agrícola. 1999. Gestión concertada de recursos y desarrollo local. CICDA.Bolivia.

[3] Crettaz, M. 2007. Normatividad local en la gestión de los recursos naturales. Intercooperation. Bolivia.

[4] Desarrollo Forestal Campesino en los Andes del Ecuador. 1997. Bosques Nativos Andinos: Alternativas Técnicas. Quito, Ecuador.

[5] PROBONA. 2005. Manejo Forestal Comunal Tradicional. Microcuenca del Q´orimayu. Ayopaya - Cochabamba. Intercooperation. Bolivia.

[6] Morales, R. 2004. Normas comunales para el manejo de recursos naturales. PROBONA - Intercooperation. Bolivia.

[7] Rham, P., Van Dam, C. 2005. Bosque nativo en el mundo campesino andino. Programa de Bosques Nativos Andinos (PROBONA).Ecuador.

[8] Tobón, C. 2009. Los bosques andinos y el agua. Serie investigación y sistematización Nº 4. Programa Regional ECOBONA – Intercoo-peration, CONDESAN. Quito .

[9] Wunder, S. 1996. Los caminos de la madera. Programa de Bosques Nativos Andinos (PROBONA), Unión Mundial para la Naturaleza(UICN). Ecuador.

Gestión social de ecosistemas forestales andinos [ECOBONA]

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a. Importancia del contexto andino. Las nor-mas comunales han sido posibles en los Andesbolivianos, por la organización social fuerteexistente en estos territorios (sindicato campe-sino). También reflejan las estrategias andinasde control vertical de varios pisos ecológicos,propios a los sistemas agrarios de esta zona.

b. Contexto legal. El marco legal boliviano abreoportunidades de articulación para las normaslocales con diferentes leyes: de la Constitu-ción a la Ley de Participación Popular, LeyForestal, Ley INRA, etc.

c. Beneficios de las normas comunales. Lasnormas han permitido fortalecer la organiza-ción comunal y su capacidad de interlocución,han contribuido a una mayor autoestima de laidentidad cultural y a una mejor convivenciasocial entre familias y comunidades; final-mente han generado capacidades locales.

d. Principios orientadores. Las normas siguenuna cierta lógica, la cual está regida por lossiguientes principios: reconocimiento de ladiversidad ecológica y cultural, de derechos,usos y costumbres de las comunidades rurales,principio de integración y participación social,principio de territorialidad, subsidiaridad, soli-daridad-equidad, flexibilidad y sostenibilidad.

Alternativas productivas que reducen presio-nes sobre EFA

La economía mundial y los negocios han cambiadoen los últimos años incrementando la demanda deproductos, la apertura de mercados y la generación denuevos nichos a nivel local, nacional e internacional.Esto ha incrementado las presiones del ser humano alentorno natural de los Ecosistemas Forestales Andi-nos, pero no necesariamente mejorando las condicio-nes de vida de las poblaciones rurales.

Una de las fórmulas implementadas a nivel rural enzonas de montaña de los países andinos ha sido elconcepto de canje ecológico. Tal concepto propone el“canje” de actividades económicas que degradan por

otras sostenibles, sin que ello implique la reducciónde ingresos y oportunidades para los productores yproductoras. Cabe subrayar que el canje podría llevaral desplazamiento o eliminación de estas actividadesen los bosques, impidiendo la desaparición de lasfunciones y servicios ambientales que aquellos pro-veen.

Con esta consideración, surge la necesidad de promo-ver iniciativas productivas locales a fin de reducir laspresiones sobre los bosques andinos y sus ecosiste-mas asociados (páramos, punas y valles interandinos,entre otros). La sostenibilidad de estas alternativasproductivas se sustenta en:

El trabajo bajo los principios de Responsabili-dad Social.

El manejo ecoeficiente de los recursos natura-les que evita o minimiza impactos ambientalesy procura la conservación de la biodiversidad.

El respeto a los derechos de los grupos huma-nos involucrados.

La distribución equitativa de los beneficiosgenerados por la actividad.

La adecuada gestión empresarial. La búsqueda de un impacto positivo en el de-

sarrollo económico local.

Conclusión

En definitiva, la gestión de los ecosistemas forestalesandinos cuenta con avances interesantes en Bolivia,Ecuador y Perú, gracias a la implementación del Pro-grama Regional ECOBONA y sus instituciones alia-das. No obstante, quedan aún muchos retos por de-lante, para que estos ecosistemas se conserven yaprovechen de manera sostenible en la región andina.Por esta razón, es fundamental que instituciones pú-blicas y privadas interesadas y/o vinculadas de una uotra manera con esta temática, promuevan accionesconcretas para su manejo y conservación. Es ademásprioritario que involucren a todos los actores relevan-tes, al ser la gestión social tarea de todos los habitan-tes de un territorio.

Referencias bibliográficas[1] Ansión, J. 1986. El Árbol y el Bosque en la Sociedad Andina. Ministerio de Agricultura, Instituto Nacional Forestal y de Fauna y Organi-

zación de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Perú.

[2] Centro Internacional de Cooperación para el Desarrollo Agrícola. 1999. Gestión concertada de recursos y desarrollo local. CICDA.Bolivia.

[3] Crettaz, M. 2007. Normatividad local en la gestión de los recursos naturales. Intercooperation. Bolivia.

[4] Desarrollo Forestal Campesino en los Andes del Ecuador. 1997. Bosques Nativos Andinos: Alternativas Técnicas. Quito, Ecuador.

[5] PROBONA. 2005. Manejo Forestal Comunal Tradicional. Microcuenca del Q´orimayu. Ayopaya - Cochabamba. Intercooperation. Bolivia.

[6] Morales, R. 2004. Normas comunales para el manejo de recursos naturales. PROBONA - Intercooperation. Bolivia.

[7] Rham, P., Van Dam, C. 2005. Bosque nativo en el mundo campesino andino. Programa de Bosques Nativos Andinos (PROBONA).Ecuador.

[8] Tobón, C. 2009. Los bosques andinos y el agua. Serie investigación y sistematización Nº 4. Programa Regional ECOBONA – Intercoo-peration, CONDESAN. Quito .

[9] Wunder, S. 1996. Los caminos de la madera. Programa de Bosques Nativos Andinos (PROBONA), Unión Mundial para la Naturaleza(UICN). Ecuador.

Gestión social de ecosistemas forestales andinos [ECOBONA]

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Modelo de Gestión Forestalpara el Uso Sustentable de losBosques MediterráneosChilenos

por Pablo Honeyman L.1, Pablo Cruz J.2, Carlos Schulze D.3,Carlos Hube A.4, Jorge Urrutia R.5, Carlos Ravanal E.6

1 Director Escuela Ingeniería Forestal, Universidad Mayor2 Director Centro de Estudios de Recursos Naturales OTERRA, Universidad Mayor3 Investigador Centro de Estudios de Recursos Naturales OTERRA, Universidad Mayor4 Consultor Forestal5 Consultor Forestal6 Corporación Nacional Forestal

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Revista Virtual REDESMAagosto 2009Vol. 3(2)

Modelo de Gestión Forestalpara el Uso Sustentable de losBosques MediterráneosChilenos

por Pablo Honeyman L.1, Pablo Cruz J.2, Carlos Schulze D.3,Carlos Hube A.4, Jorge Urrutia R.5, Carlos Ravanal E.6

1 Director Escuela Ingeniería Forestal, Universidad Mayor2 Director Centro de Estudios de Recursos Naturales OTERRA, Universidad Mayor3 Investigador Centro de Estudios de Recursos Naturales OTERRA, Universidad Mayor4 Consultor Forestal5 Consultor Forestal6 Corporación Nacional Forestal

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 6262 esta es una publicación de Cebem

Modelo de Gestión Forestal para el Uso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos [Honeyman, et al]

Introducción

El modelo que se presenta es una propuesta técnicade gestión, desarrollada específicamente para incor-porar el rendimiento sostenido en el manejo de losrecursos asociados a los ecosistemas mediterráneosde Chile.

Esta herramienta se sustenta sobre la base de los prin-cipios, criterios y parámetros del ordenamiento fores-tal, y considera en particular, el estado actual de de-gradación de los ecosistemas mediterráneos comoprincipal elemento de análisis. En este contexto, el

modelo persigue como principal meta, que la utiliza-ción de estos bosques considere su conservación,recuperación y mejore su estado de fuente generadorade productos y servicios ambientales, para el presentey futuro.

¿Bosque mediterráneo o bosque esclerófilo?

Cuando se trata de describir las formaciones vegeta-les arbóreas de la zona central de Chile se usa defi-nirlas, en algunos casos, como asociaciones de mato-rral y bosque esclerófilo y en otros, como asociacio-nes de matorral y bosque mediterráneo (Donoso, C.

1981; Gajardo, R. 1990; Vita, A.1993). Parece másapropiado utilizar la caracterización de mediterráneodada la referencia zonal y ecosistémica asociada alpaisaje de la zona Central, a diferencia de esclerófiloque es un atributo particular fisiológico que poseenalgunas especies para enfrentar con éxito la condi-ción climático-ambiental de la zona.

En términos generales, Vita (1993) distingue los si-guientes tipos de vegetación en las asociaciones ve-getales de las regiones mediterráneas: Los Bosquesmediterráneos, que corresponden a una formacióndominada por árboles que generalmente son especiessiempre verdes, esclerófilas aunque también puedenhaber coníferas”. Los Matorrales mediterráneos, quecorresponden a una fase inferior al clímax mediterrá-neo, el cual está formado por el bosque esclerófiloperennifolio. Su existencia, en general, se puede atri-buir a la intervención humana. No obstante en losambientes más xéricos, puede constituir estados clí-max.

La vegetación mediterránea se encuentra distribuidapreferentemente en forma de mosaicos de comunida-des, siendo muy sensible a las variaciones topográfi-cas, edáficas, de exposición y posición. Los aspectosfisiográficos tienen gran influencia sobre el climalocal y por lo tanto, su influencia es decisiva sobrelas variaciones en la vegetación. A lo anterior debeagregarse los diferentes tipos de intervención antrópi-ca, lo que contribuye a acentuar la heterogeneidad dela disposición de la vegetación en el terreno.

Legislación y política forestal

El año 2008 fue promulgada la Ley de Recuperacióndel Bosque Nativo y Fomento Forestal (en adelanteLBN) después de un proceso de modificaciones delarga data. El esfuerzo realizado por el Estado y lasociedad civil para sacar adelante esta iniciativa, esun reconocimiento de falencias serías del uso de losbosques del país hasta la fecha, tanto de la deficien-cia que poseía la batería normativa, como de los exi-guos alicientes que tenían sus dueños para dar buenuso al recurso.

Sin embargo, una sola ley no basta para modificaruna conducta derivada de un complejo grupo de va-riables que impiden alcanzar el paradigma de la con-servación de estos recursos. Por mencionar algunasrelevantes, considérese la directa relación existenteentre los bosques y la pobreza rural, la dinámica deotros sectores productivos como la fruticultura y mo-nocultivos de madera que compiten agresivamentepor los suelos que han generado los bosques del país.

En este contexto, la proposición de un modelo comoel descrito, se inicia en una perspectiva diferente a lasimple necesidad de una ley, sino que de resolverproblemas estructurales que tiene el cluster de pro-ductos y servicios originados en el bosque mediterrá-neo, los que en algunos casos podrían ser resueltos deuna manera simple si existe el ambiente adecuadopara que convivan los servicios públicos, los consu-midores, los especialistas y los dueños del recurso.Por tanto, es de esperar que la combinación de laLBN, la valiosa señal de sensibilidad del Estadohacia el bosque que ella representa, y este enfoquepragmático y simplificado de un estilo de gestión del

EstadoRegiones / (ha)

TotalValparaíso Metropolitana O’Higgins

bosque 93.692 86.857 97.271 277.820

matorral1 851.446 528.287 507.166 1.886.899

Total 945.138 615.144 604.437 2.164.719

Cuadro 1. Superficie del bosque mediterráneo en las regiones centrales de Chile1 considerando solo los estados matorral y matorral arborescente (catastro de 1999)

Resumen

El artículo trata de una propuesta técnica de gestión, desarrollada específicamente para incorporar el rendimientosostenido en el manejo de los recursos asociados a los ecosistemas mediterráneos de Chile. Esta herramienta se sus-tenta sobre la base de los principios, criterios y parámetros del ordenamiento forestal, y considera en particular, elestado actual de degradación de los ecosistemas mediterráneos como principal elemento de análisis. En este contexto,el modelo persigue como principal meta, que la utilización de estos bosques considere su conservación, recuperación ymejore su estado de fuente generadora de productos y servicios ambientales, para el presente y futuro. El trabajodescribe el modelo, cuyo objetivo es aportar al desarrollo y aplicación de futuras políticas, normativas y reglamentosrelacionados a los recursos naturales de ambientes mediterráneos.

Abstract

This article is a technical management proposal, developed to incorporate sustainable yield on the management ofresources associated to Mediterranean ecosystems in Chile. This tool is based on land use planning principals, criteriaand parameters, and particularly considers the present state of Mediterranean ecosystems’ degradation as the princi-pal element of analysis. Within this frame, the model seeks as its principal goal to consider its conservation, recoveryand improvement as a product and environmental services generator for the present and future. The work describes themodel, which objective is to contribute to development and the application of future policies, normative and regula-tions related to natural resources in Mediterranean environments.

Palabras clave.- Ecosistema, conservación, bosque mediterráneo, bosque esclerófilo, perennifolio, cálculo, dendromé-trico; especializar, tasa de aprovechamiento, preservación, preordenación, Cortas de cosecha: Corta final del ciclo.

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Modelo de Gestión Forestal para el Uso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos [Honeyman, et al]

Introducción

El modelo que se presenta es una propuesta técnicade gestión, desarrollada específicamente para incor-porar el rendimiento sostenido en el manejo de losrecursos asociados a los ecosistemas mediterráneosde Chile.

Esta herramienta se sustenta sobre la base de los prin-cipios, criterios y parámetros del ordenamiento fores-tal, y considera en particular, el estado actual de de-gradación de los ecosistemas mediterráneos comoprincipal elemento de análisis. En este contexto, el

modelo persigue como principal meta, que la utiliza-ción de estos bosques considere su conservación,recuperación y mejore su estado de fuente generadorade productos y servicios ambientales, para el presentey futuro.

¿Bosque mediterráneo o bosque esclerófilo?

Cuando se trata de describir las formaciones vegeta-les arbóreas de la zona central de Chile se usa defi-nirlas, en algunos casos, como asociaciones de mato-rral y bosque esclerófilo y en otros, como asociacio-nes de matorral y bosque mediterráneo (Donoso, C.

1981; Gajardo, R. 1990; Vita, A.1993). Parece másapropiado utilizar la caracterización de mediterráneodada la referencia zonal y ecosistémica asociada alpaisaje de la zona Central, a diferencia de esclerófiloque es un atributo particular fisiológico que poseenalgunas especies para enfrentar con éxito la condi-ción climático-ambiental de la zona.

En términos generales, Vita (1993) distingue los si-guientes tipos de vegetación en las asociaciones ve-getales de las regiones mediterráneas: Los Bosquesmediterráneos, que corresponden a una formacióndominada por árboles que generalmente son especiessiempre verdes, esclerófilas aunque también puedenhaber coníferas”. Los Matorrales mediterráneos, quecorresponden a una fase inferior al clímax mediterrá-neo, el cual está formado por el bosque esclerófiloperennifolio. Su existencia, en general, se puede atri-buir a la intervención humana. No obstante en losambientes más xéricos, puede constituir estados clí-max.

La vegetación mediterránea se encuentra distribuidapreferentemente en forma de mosaicos de comunida-des, siendo muy sensible a las variaciones topográfi-cas, edáficas, de exposición y posición. Los aspectosfisiográficos tienen gran influencia sobre el climalocal y por lo tanto, su influencia es decisiva sobrelas variaciones en la vegetación. A lo anterior debeagregarse los diferentes tipos de intervención antrópi-ca, lo que contribuye a acentuar la heterogeneidad dela disposición de la vegetación en el terreno.

Legislación y política forestal

El año 2008 fue promulgada la Ley de Recuperacióndel Bosque Nativo y Fomento Forestal (en adelanteLBN) después de un proceso de modificaciones delarga data. El esfuerzo realizado por el Estado y lasociedad civil para sacar adelante esta iniciativa, esun reconocimiento de falencias serías del uso de losbosques del país hasta la fecha, tanto de la deficien-cia que poseía la batería normativa, como de los exi-guos alicientes que tenían sus dueños para dar buenuso al recurso.

Sin embargo, una sola ley no basta para modificaruna conducta derivada de un complejo grupo de va-riables que impiden alcanzar el paradigma de la con-servación de estos recursos. Por mencionar algunasrelevantes, considérese la directa relación existenteentre los bosques y la pobreza rural, la dinámica deotros sectores productivos como la fruticultura y mo-nocultivos de madera que compiten agresivamentepor los suelos que han generado los bosques del país.

En este contexto, la proposición de un modelo comoel descrito, se inicia en una perspectiva diferente a lasimple necesidad de una ley, sino que de resolverproblemas estructurales que tiene el cluster de pro-ductos y servicios originados en el bosque mediterrá-neo, los que en algunos casos podrían ser resueltos deuna manera simple si existe el ambiente adecuadopara que convivan los servicios públicos, los consu-midores, los especialistas y los dueños del recurso.Por tanto, es de esperar que la combinación de laLBN, la valiosa señal de sensibilidad del Estadohacia el bosque que ella representa, y este enfoquepragmático y simplificado de un estilo de gestión del

EstadoRegiones / (ha)

TotalValparaíso Metropolitana O’Higgins

bosque 93.692 86.857 97.271 277.820

matorral1 851.446 528.287 507.166 1.886.899

Total 945.138 615.144 604.437 2.164.719

Cuadro 1. Superficie del bosque mediterráneo en las regiones centrales de Chile1 considerando solo los estados matorral y matorral arborescente (catastro de 1999)

Resumen

El artículo trata de una propuesta técnica de gestión, desarrollada específicamente para incorporar el rendimientosostenido en el manejo de los recursos asociados a los ecosistemas mediterráneos de Chile. Esta herramienta se sus-tenta sobre la base de los principios, criterios y parámetros del ordenamiento forestal, y considera en particular, elestado actual de degradación de los ecosistemas mediterráneos como principal elemento de análisis. En este contexto,el modelo persigue como principal meta, que la utilización de estos bosques considere su conservación, recuperación ymejore su estado de fuente generadora de productos y servicios ambientales, para el presente y futuro. El trabajodescribe el modelo, cuyo objetivo es aportar al desarrollo y aplicación de futuras políticas, normativas y reglamentosrelacionados a los recursos naturales de ambientes mediterráneos.

Abstract

This article is a technical management proposal, developed to incorporate sustainable yield on the management ofresources associated to Mediterranean ecosystems in Chile. This tool is based on land use planning principals, criteriaand parameters, and particularly considers the present state of Mediterranean ecosystems’ degradation as the princi-pal element of analysis. Within this frame, the model seeks as its principal goal to consider its conservation, recoveryand improvement as a product and environmental services generator for the present and future. The work describes themodel, which objective is to contribute to development and the application of future policies, normative and regula-tions related to natural resources in Mediterranean environments.

Palabras clave.- Ecosistema, conservación, bosque mediterráneo, bosque esclerófilo, perennifolio, cálculo, dendromé-trico; especializar, tasa de aprovechamiento, preservación, preordenación, Cortas de cosecha: Corta final del ciclo.

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 6464 esta es una publicación de Cebem

cientes al bosque. Probablemente esta iniciativa moti-vó las inversiones que la cooperación internacionalmencionada ha realizado en el tema en Chile.

Con las consideraciones expuestas, resulta interesan-te la construcción de un modelo de gestión, que in-tente superar las limitaciones descritas por la vía deaplicar una ordenación simplificada, y cuyas etapassean discutidas con los actores relevantes del Clusterrelacionado. Por ello, y a pesar de las carencias men-cionadas, se consideró necesario realizar un acerca-miento a un modelo de gestión, como una manera deidentificar el conjunto de problemáticas y comenzar atrabajar en su solución.

Objetivos del modelo

El objetivo general es proponer un modelo de utiliza-ción de las formaciones boscosas mediterráneas, ba-sado en su rendimiento sostenido y ajustado al marcode la LBN. En específico se espera lograr:

1. Identificar instrumentos metodológicos quesean simultáneamente útiles para todos losactores involucrados con el Bosque Mediterrá-

neo, de manera que se optimicen los recursosdestinados a su utilización.

2. Identificar las condiciones y requisitos necesa-rios para que el uso del bosque en una propie-dad respete sus capacidades de recuperación ygeneración de bienes y servicios.

3. Proponer etapas secuenciales necesarias paraestablecer el uso bajo rendimiento sostenido yproponer procedimientos de seguimiento yfiscalización del modelo.

4. Aportar al desarrollo y aplicación de futuraspolíticas, normativas y reglamentos relaciona-dos a los recursos naturales de ambientes me-diterráneos.

Es importante señalar que el actual modelo económi-co de Chile tiene como norma dejar el protagonismoen manos privadas. Ello significa que parte importan-te del éxito de los objetivos de la LBN, como delfuncionamiento de cualquier modelo de gestión derecursos, estará en manos de sus dueños. Así, la pri-mera condición que debe cumplirse es que el propie-tario esté dispuesto a transformarse en un productorforestal de bienes y servicios del FBM. Existiendo la

bosque esclerófilo constituyan un avance para suconservación.

Descripción del Modelo

Justificación

Proyectos relacionados con la utilización de bosquesmediterráneos de la zona central, han permitido unafluida discusión con actores responsables del manejoy utilización de bosques mediterráneos de la zonacentral. A partir de ella, fue posible perfilar proble-mas que afectan al buen desarrollo de la actividadforestal sobre estos bosques y que tienen fuerte rela-ción con la propia gestión, planificación y ejecuciónde las actividades. Así, por ejemplo, no existe unmétodo reconocido en Chile que permita conocer silas acciones sobre los bosques se ajustan a su rendi-miento productivo, como tampoco se conocen lastasas de recuperación de los bosques después de in-tervenciones silviculturales. Más aún, en algunoscasos simplemente no existen las herramientas decálculo dendrométrico que permitan determinar lainformación de algunas de las especies que compo-nen estos bosques. Es frecuente, por ejemplo, la ca-rencia de funciones de volumen de algunas especiesarbóreas, o bien no se conoce el ritmo de crecimientoni en altura ni en diámetro, o estos crecimientos sonvariables en pequeñas áreas y se requiere evaluacio-nes locales.

Este es un dilema permanente de la utilización derecursos; se espera que la ciencia entregue la totali-dad de las variables necesarias, en un plazo incierto yen muchos casos en riesgo de que nunca ocurra. O seejecutan los proyectos en conciencia que la informa-ción es ajustada indirectamente y por ello se adoptanresguardos de seguridad que permitan saber si esnecesario corregir los procesos antes de provocaralguna tragedia.

Una iniciativa relevante sería la tipificación forestaloficial del bosque mediterráneo en un número reduci-do de tipos que incluyera su caracterización silvícolay actividades silvícolas requeridas, como una forma

de redireccionar las inversiones desde el simple dia-gnóstico, que actualmente ha sido sólo un informe debajo valor técnico, hacia las actividades silvícolas.Decisiones como estas serían parte de una adecuadapolítica para facilitar el correcto uso de los recursos.

En Chile se ha comenzado a desarrollar el conceptode Ordenación Forestal desde hace dos décadas, gra-cias a iniciativas de CONAF y cooperaciones interna-cionales tales como la KfW, DED, GTZ y ONF. Estaherramienta de manejo, se basa en conceptos de sus-tentabilidad que implican:

El enfoque predial. Se invalida la "visión derodal", que significa eliminar una evaluaciónbeneficio/costo rodal a rodal, sino que evaluarel rendimiento del predio como unidad pro-ductiva. Así, los costos de formación de unrodal pueden ser pagados con las gananciasgeneradas en otro sector del predio, y final-mente realizar una gestión que permita cance-lar los costos de manejo y mantener utilidadescon la gestión.

Tasa de aprovechamiento. Cupo de corta basa-do en el incremento anual predial, es decir,sólo se extrae el crecimiento y nunca el capitalecológico.

Equilibrio de producción. En cualquier siste-ma productivo es fundamental equilibrar laproducción en el tiempo. Un predio equilibra-do maximiza los medios productivos, comoson la mano de obra, la maquinaria y la admi-nistración (Cruz et al 2005; Rivera et al,2002).

La experiencia en el país ha sido aplicada en generala predios experimentales, pertenecientes al SNASPEy ciertos predios privados piloto. Algunas iniciativasinteresantes son las desarrolladas en la Reserva Na-cional Valdivia, en la Reserva Nacional Mañihualesy en la Reserva Nacional Malleco, entre otras. Unhecho destacable es que la potencia del método moti-vó al Ejecutivo a incorporarla como requisito para laentrega de incentivos de la LBN. El sentido que daesta normativa al concepto, es una planificación deluso basada en el crecimiento de las especies pertene-

Figura 1. Fases del modelo de gestión de bosques mediterráneos

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cientes al bosque. Probablemente esta iniciativa moti-vó las inversiones que la cooperación internacionalmencionada ha realizado en el tema en Chile.

Con las consideraciones expuestas, resulta interesan-te la construcción de un modelo de gestión, que in-tente superar las limitaciones descritas por la vía deaplicar una ordenación simplificada, y cuyas etapassean discutidas con los actores relevantes del Clusterrelacionado. Por ello, y a pesar de las carencias men-cionadas, se consideró necesario realizar un acerca-miento a un modelo de gestión, como una manera deidentificar el conjunto de problemáticas y comenzar atrabajar en su solución.

Objetivos del modelo

El objetivo general es proponer un modelo de utiliza-ción de las formaciones boscosas mediterráneas, ba-sado en su rendimiento sostenido y ajustado al marcode la LBN. En específico se espera lograr:

1. Identificar instrumentos metodológicos quesean simultáneamente útiles para todos losactores involucrados con el Bosque Mediterrá-

neo, de manera que se optimicen los recursosdestinados a su utilización.

2. Identificar las condiciones y requisitos necesa-rios para que el uso del bosque en una propie-dad respete sus capacidades de recuperación ygeneración de bienes y servicios.

3. Proponer etapas secuenciales necesarias paraestablecer el uso bajo rendimiento sostenido yproponer procedimientos de seguimiento yfiscalización del modelo.

4. Aportar al desarrollo y aplicación de futuraspolíticas, normativas y reglamentos relaciona-dos a los recursos naturales de ambientes me-diterráneos.

Es importante señalar que el actual modelo económi-co de Chile tiene como norma dejar el protagonismoen manos privadas. Ello significa que parte importan-te del éxito de los objetivos de la LBN, como delfuncionamiento de cualquier modelo de gestión derecursos, estará en manos de sus dueños. Así, la pri-mera condición que debe cumplirse es que el propie-tario esté dispuesto a transformarse en un productorforestal de bienes y servicios del FBM. Existiendo la

bosque esclerófilo constituyan un avance para suconservación.

Descripción del Modelo

Justificación

Proyectos relacionados con la utilización de bosquesmediterráneos de la zona central, han permitido unafluida discusión con actores responsables del manejoy utilización de bosques mediterráneos de la zonacentral. A partir de ella, fue posible perfilar proble-mas que afectan al buen desarrollo de la actividadforestal sobre estos bosques y que tienen fuerte rela-ción con la propia gestión, planificación y ejecuciónde las actividades. Así, por ejemplo, no existe unmétodo reconocido en Chile que permita conocer silas acciones sobre los bosques se ajustan a su rendi-miento productivo, como tampoco se conocen lastasas de recuperación de los bosques después de in-tervenciones silviculturales. Más aún, en algunoscasos simplemente no existen las herramientas decálculo dendrométrico que permitan determinar lainformación de algunas de las especies que compo-nen estos bosques. Es frecuente, por ejemplo, la ca-rencia de funciones de volumen de algunas especiesarbóreas, o bien no se conoce el ritmo de crecimientoni en altura ni en diámetro, o estos crecimientos sonvariables en pequeñas áreas y se requiere evaluacio-nes locales.

Este es un dilema permanente de la utilización derecursos; se espera que la ciencia entregue la totali-dad de las variables necesarias, en un plazo incierto yen muchos casos en riesgo de que nunca ocurra. O seejecutan los proyectos en conciencia que la informa-ción es ajustada indirectamente y por ello se adoptanresguardos de seguridad que permitan saber si esnecesario corregir los procesos antes de provocaralguna tragedia.

Una iniciativa relevante sería la tipificación forestaloficial del bosque mediterráneo en un número reduci-do de tipos que incluyera su caracterización silvícolay actividades silvícolas requeridas, como una forma

de redireccionar las inversiones desde el simple dia-gnóstico, que actualmente ha sido sólo un informe debajo valor técnico, hacia las actividades silvícolas.Decisiones como estas serían parte de una adecuadapolítica para facilitar el correcto uso de los recursos.

En Chile se ha comenzado a desarrollar el conceptode Ordenación Forestal desde hace dos décadas, gra-cias a iniciativas de CONAF y cooperaciones interna-cionales tales como la KfW, DED, GTZ y ONF. Estaherramienta de manejo, se basa en conceptos de sus-tentabilidad que implican:

El enfoque predial. Se invalida la "visión derodal", que significa eliminar una evaluaciónbeneficio/costo rodal a rodal, sino que evaluarel rendimiento del predio como unidad pro-ductiva. Así, los costos de formación de unrodal pueden ser pagados con las gananciasgeneradas en otro sector del predio, y final-mente realizar una gestión que permita cance-lar los costos de manejo y mantener utilidadescon la gestión.

Tasa de aprovechamiento. Cupo de corta basa-do en el incremento anual predial, es decir,sólo se extrae el crecimiento y nunca el capitalecológico.

Equilibrio de producción. En cualquier siste-ma productivo es fundamental equilibrar laproducción en el tiempo. Un predio equilibra-do maximiza los medios productivos, comoson la mano de obra, la maquinaria y la admi-nistración (Cruz et al 2005; Rivera et al,2002).

La experiencia en el país ha sido aplicada en generala predios experimentales, pertenecientes al SNASPEy ciertos predios privados piloto. Algunas iniciativasinteresantes son las desarrolladas en la Reserva Na-cional Valdivia, en la Reserva Nacional Mañihualesy en la Reserva Nacional Malleco, entre otras. Unhecho destacable es que la potencia del método moti-vó al Ejecutivo a incorporarla como requisito para laentrega de incentivos de la LBN. El sentido que daesta normativa al concepto, es una planificación deluso basada en el crecimiento de las especies pertene-

Figura 1. Fases del modelo de gestión de bosques mediterráneos

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predial y no sólo referida al área de manejo, dado queel modelo será integral. En segundo término, deberáincluir toda la información que sea posible espaciali-zar, incluso la descrita en el apartado anterior. Logra-da una cartografía de buena calidad en estas condi-ciones permitirá mantener una base de datos para eldesarrollo en el tiempo de las actividades predialescon un bajo costo y de utilidad permanente.

Establecimiento del Área de Gestión Forestal(AGF)

Se define como AGF, a la superficie claramente deli-mitada sobre la que se aplicarán las diversas activida-des del modelo de gestión, tanto las productivas co-mo las de preservación. Así, dicha zona se considera-rá como permanente y estable en el tiempo, o mien-tras dure la planificación definida para ella, y deberá

voluntad de los propietarios de aplicar un modelo degestión de rendimiento sostenido en el tiempo, debeestar asegurado de la misma forma que al Estado leinteresa esta voluntad de los propietarios, reconocelos sacrificios implicados, y expresa un apoyo políti-co y financiero para la lograr el éxito en su transfor-mación de productor forestal, bajo las restricciones yestrategias de este modelo. La LBN es un potencialinstrumento para que se cumpla esta condición, yaque de ella se derivarían colaboraciones expresas a(a) cofinanciar la silvicultura de mejoramiento de laproducción del bosque; (b) cofinanciar la confecciónde la planificación bajo rendimiento sostenido; y (c)comprometer su participación activa y positiva en elproceso de lograr un uso sustentable de los recursosforestales del país.

Etapas Metodológicas

El modelo consta de tres fases principales, el Dia-gnóstico, la Preordenación y la Ordenación, que seintegran de acuerdo al esquema de la Figura 1.

Fase I. Diagnóstico Predial.

Esta fase consiste en una descripción cualitativa delpredio(s), y considera tres etapas principales:

Caracterización general

Esta descripción debe ser sencilla y de bajo costo;deben destacarse elementos históricos, ambientales,infraestructurales y del entorno sociocultural. Se debehacer énfasis en aquella información que afecta lasdecisiones de manejo. En el cuadro siguiente semuestran tópicos fundamentales a modo de guía,sobre los que se debe aplicar el criterio de considerarla información suficiente, vale decir que aquella in-formación que no tiene utilidad será un costo perdi-do, debido al esfuerzo de su colecta y su análisis.

En caso de que se trate de varios pequeños propieta-rios que quieran implementar el modelo en formaconjunta, la visita debe hacerse de manera grupal, yse recomienda hacer un primer trabajo tipo taller contodos los propietarios.

Elaboración cartografía predial

Es importante que la cartografía cumpla con dos pre-misas fundamentales. En primer lugar deberá ser

Elemento Tópicos

Localización Política: región, provincia, comuna / Ambiental: Cuenca, microcuenca, zona edafoclimática

Historia Usos productivos pasados y actuales; productos generados; explotaciones; incendios históricos; otros. Mapas antiguos,

Ambiente

Principales ecosistemas naturales y antropizados presentes, bosques, matorrales, praderas, humedales, vegas, otros. Cerca-nía a áreas protegidas del estado SNASPE o sitios prioritarios de conservación de biodiversidad. Presencia y distribuciónaproximada de especies o poblaciones o comunidades de flora y fauna con riesgo de conservación y alto valor ecológico.Presencia de elementos de degradación ambiental en el predio como plagas, riesgo de incendios, cortas ilegales, ganadoilegal, u otras relevantes.

Infraestructura Instalaciones, servicios básicos, mano de obra disponible, red caminera, red de riego, cercos, red eléctrica y personal

Entorno Cercanía o presencia en el predio de centros poblados rurales, descripción básica de estos considerando tamaño, pobla-ción, principal actividad productiva, rango etáreo de la mano de obra, centros turísticos, entre otros. Cercanía o presencia

Económico Información de mercados actuales de productos de especies mediterráneas, precios, puntos de venta, intermediarios, otros.

Cuadro 2. Elementos de caracterización del diagnóstico predial Figura 2. Definición de Usos de la AGF, en un predio tipo

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predial y no sólo referida al área de manejo, dado queel modelo será integral. En segundo término, deberáincluir toda la información que sea posible espaciali-zar, incluso la descrita en el apartado anterior. Logra-da una cartografía de buena calidad en estas condi-ciones permitirá mantener una base de datos para eldesarrollo en el tiempo de las actividades predialescon un bajo costo y de utilidad permanente.

Establecimiento del Área de Gestión Forestal(AGF)

Se define como AGF, a la superficie claramente deli-mitada sobre la que se aplicarán las diversas activida-des del modelo de gestión, tanto las productivas co-mo las de preservación. Así, dicha zona se considera-rá como permanente y estable en el tiempo, o mien-tras dure la planificación definida para ella, y deberá

voluntad de los propietarios de aplicar un modelo degestión de rendimiento sostenido en el tiempo, debeestar asegurado de la misma forma que al Estado leinteresa esta voluntad de los propietarios, reconocelos sacrificios implicados, y expresa un apoyo políti-co y financiero para la lograr el éxito en su transfor-mación de productor forestal, bajo las restricciones yestrategias de este modelo. La LBN es un potencialinstrumento para que se cumpla esta condición, yaque de ella se derivarían colaboraciones expresas a(a) cofinanciar la silvicultura de mejoramiento de laproducción del bosque; (b) cofinanciar la confecciónde la planificación bajo rendimiento sostenido; y (c)comprometer su participación activa y positiva en elproceso de lograr un uso sustentable de los recursosforestales del país.

Etapas Metodológicas

El modelo consta de tres fases principales, el Dia-gnóstico, la Preordenación y la Ordenación, que seintegran de acuerdo al esquema de la Figura 1.

Fase I. Diagnóstico Predial.

Esta fase consiste en una descripción cualitativa delpredio(s), y considera tres etapas principales:

Caracterización general

Esta descripción debe ser sencilla y de bajo costo;deben destacarse elementos históricos, ambientales,infraestructurales y del entorno sociocultural. Se debehacer énfasis en aquella información que afecta lasdecisiones de manejo. En el cuadro siguiente semuestran tópicos fundamentales a modo de guía,sobre los que se debe aplicar el criterio de considerarla información suficiente, vale decir que aquella in-formación que no tiene utilidad será un costo perdi-do, debido al esfuerzo de su colecta y su análisis.

En caso de que se trate de varios pequeños propieta-rios que quieran implementar el modelo en formaconjunta, la visita debe hacerse de manera grupal, yse recomienda hacer un primer trabajo tipo taller contodos los propietarios.

Elaboración cartografía predial

Es importante que la cartografía cumpla con dos pre-misas fundamentales. En primer lugar deberá ser

Elemento Tópicos

Localización Política: región, provincia, comuna / Ambiental: Cuenca, microcuenca, zona edafoclimática

Historia Usos productivos pasados y actuales; productos generados; explotaciones; incendios históricos; otros. Mapas antiguos,

Ambiente

Principales ecosistemas naturales y antropizados presentes, bosques, matorrales, praderas, humedales, vegas, otros. Cerca-nía a áreas protegidas del estado SNASPE o sitios prioritarios de conservación de biodiversidad. Presencia y distribuciónaproximada de especies o poblaciones o comunidades de flora y fauna con riesgo de conservación y alto valor ecológico.Presencia de elementos de degradación ambiental en el predio como plagas, riesgo de incendios, cortas ilegales, ganadoilegal, u otras relevantes.

Infraestructura Instalaciones, servicios básicos, mano de obra disponible, red caminera, red de riego, cercos, red eléctrica y personal

Entorno Cercanía o presencia en el predio de centros poblados rurales, descripción básica de estos considerando tamaño, pobla-ción, principal actividad productiva, rango etáreo de la mano de obra, centros turísticos, entre otros. Cercanía o presencia

Económico Información de mercados actuales de productos de especies mediterráneas, precios, puntos de venta, intermediarios, otros.

Cuadro 2. Elementos de caracterización del diagnóstico predial Figura 2. Definición de Usos de la AGF, en un predio tipo

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estar dividida en los usos generales a los que se desti-nará cada zona. La definición del AGF será decisiónprivada, en función de los intereses de cada propieta-rio. Es importante consignar que en el AGF se debenincluir superficies sin vegetación y matorrales, ade-más de las áreas boscosas, donde existe un potencialde recuperación como bosque en el futuro, ya sea deforma natural o por medio de enriquecimiento, fores-tación o reforestación.

Una manera adecuada de abordar la definición de losusos potenciales es la identificación de las limitantesy potencialidades que el predio tiene en cada zona, ydefinir éstas como variables de decisión. Este tipo deanálisis se simplifica si se enfrenta con técnicas deanálisis multicriterio.

Se deben identificar usos dentro del AGF, y que es-tán definidos en la LBN de bosque nativo, según lostipos de bosque propuestos en ella: Bosque nativo depreservación: aquél, cualquiera sea su superficie,que presente o constituya actualmente hábitat de es-pecies vegetales protegidas legalmente o aquéllasclasificadas en las categorías de “en peligro de extin-ción”, “vulnerables”, “raras”, “insuficientementeconocidas” o “fuera de peligro”; o que corresponda aambientes únicos o representativos de la diversidadbiológica natural del país, cuyo manejo sólo puedehacerse con el objetivo del resguardo de dicha diver-sidad. Bosque nativo de conservación y protección:aquél, cualquiera sea su superficie, que se encuentreubicado en pendientes iguales o superiores a 45%, ensuelos frágiles, o a menos de doscientos metros demanantiales, cuerpos o cursos de aguas naturales,destinados al resguardo de tales suelos y recursoshídricos; Bosque nativo de uso múltiple: aquél,cuyos terrenos y formaciones vegetales no correspon-den a las categorías de preservación o de conserva-ción y protección, y que está destinado preferente-mente a la obtención de bienes y servicios, madera-bles y no maderables.

Se incluyen además en el AGF, áreas de restauración,las que se entenderán como: Áreas de rehabilita-ción: Aquellas superficies que no califican comobosques de acuerdo a la normativa vigente, y que sin

embargo se incluyen dentro del AGF dado su poten-cial forestal. Esta área podría incluir, espinales, áreasdescubiertas, cultivos o plantaciones agrícolas, culti-vos o plantaciones forestales, matorrales, e inclusoformaciones xerofíticas. Las áreas de recuperación,serán reclasificadas en alguna de las otras tres cate-gorías, cuando su estado y características así lo per-mitan.

Definición del AGF y los Usos del predio

Con la cartografía confeccionada preliminarmente yla validación de terreno, el AGF quedará definida,cartografiada y descrita cualitativamente. Una mismasuperficie tendrá siempre un solo uso, pero puedetener múltiples funciones, siempre que estas no seancontradictorias.

Fase II. Preordenación

Justificación de la Fase

El actual estado de degradación y fragmentaciónexistente en los bosques mediterráneos ha originadoque estas formaciones se presenten como un mosaicoheterogéneo de situaciones en los predios. La granmayoría han sido transformados en estructuras demonte bajo y matorrales, con gran cobertura de ar-bustos espinosos, acompañados de cepas arbóreas debaja altura, mala forma y con numerosos vástagos,originados por quemas y cortas sin un manejo ade-cuado. La condición descrita genera inconvenientesimportantes en la gestión forestal. La primera dicerelación con la caracterización de los bosques, y lasegunda, es la complejidad de su gestión y de lasactividades silvícolas que deben irse ajustando a pe-queños bosquetes, resultando además un rendimientoproductivo variado y heterogéneo. En estas condicio-nes, predecir estadísticamente los efectos de la ges-tión de un rodal implica una gran incertidumbre. Así,no tiene sentido técnico ni económico realizar inven-tarios y estimaciones dasométricas, como tampococalcular incrementos, tasas de extracción u otro pará-metro asociados a la ordenación. Por lo tanto, no esrecomendable tomar decisiones para el futuro sinsaber qué se tiene y en qué estado se encuentra.

Dado lo anterior, la fase de preordenación tiene comoobjetivo modificar el estado actual de las formacio-nes vegetales del AGF, de manera que cada zonamejore sus aptitudes para comenzar un proceso degestión bajo rendimiento sostenido. Se debe entenderque con la preordenación, este proceso mejorará des-de la descripción inicial del recurso, hasta la ejecu-ción de las actividades del futuro, tanto en las áreasde preservación, conservación, protección y recupe-ración como en aquellas de usos múltiples. Depen-diendo del estado en que se encuentra el recurso, lapreordenación puede incluir actividades que van des-de excluir animales domésticos, hasta realizar fuertesintervenciones en el recurso, siempre que con ello selogre recuperar y mejorar la condición del AGF.

Planificación de la Preordenación

Definición de Unidades de Preordenación (UP).-Serán las unidades básicas de trabajo en la fase depreordenación, y su definición busca diferenciaráreas donde los trabajos de preordenación serán simi-lares, dado el tipo y el estado de la vegetación pre-sente. Un diagnóstico adecuado resulta del análisis delas variables de Condición del Sitio y el estado deDegradación. Este análisis supone que en similarescondiciones de sitio dentro de una cuenca, la estruc-tura y composición de la vegetación existente debieraser igual o similar, y si no es así en la realidad, estose debe a procesos de alteración históricos o actuales.

Finalmente, para obtener las Unidades de Preordena-ción se cruza este análisis con los usos definidos enla fase anterior. Así cada uso tendrá un conjunto pro-pio de UPs, con condiciones de sitio y degradaciónparticulares para cada una. Sobre estas se designaránlas sucesivas actividades del modelo.

Caracterización de las UPs.- Las UP serán evalua-das de una forma general, en sus aspectos más rele-vantes, con el fin de determinar su aptitud para cum-plir con los objetivos que tiene el tipo de uso en quese encuentra, por lo tanto no sólo se describirá lacondición de la vegetación, sino que además los po-tenciales usos y las acciones que requeriría para me-jorar su estado. Es vital la optimización del tiempo yrecursos invertidos en la planificación a todo nivel,por ello, del total de UP, se revisarán en terreno sóloun grupo que represente el total, buscando el menorcosto y la mayor representatividad de condiciones.

Metodológicamente, esta caracterización se realizaráen dos etapas. La primera será una descripción cuali-tativa de la UP completa (no por establecimiento deparcelas). Luego, a partir de unidades muestralespre-localizadas en el mapa se realizará una descrip-ción cuantitativa por medio de interpretación visual(no hay medición instrumental en esta prospección),enfocada a proyectar la biomasa forestal de la UP quese está recorriendo.

Actividades de Preordenación.- Las actividadesdestinadas a mejorar la calidad ambiental y de pro-

Modelo de Gestión Forestal para el Uso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos [Honeyman, et al]

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estar dividida en los usos generales a los que se desti-nará cada zona. La definición del AGF será decisiónprivada, en función de los intereses de cada propieta-rio. Es importante consignar que en el AGF se debenincluir superficies sin vegetación y matorrales, ade-más de las áreas boscosas, donde existe un potencialde recuperación como bosque en el futuro, ya sea deforma natural o por medio de enriquecimiento, fores-tación o reforestación.

Una manera adecuada de abordar la definición de losusos potenciales es la identificación de las limitantesy potencialidades que el predio tiene en cada zona, ydefinir éstas como variables de decisión. Este tipo deanálisis se simplifica si se enfrenta con técnicas deanálisis multicriterio.

Se deben identificar usos dentro del AGF, y que es-tán definidos en la LBN de bosque nativo, según lostipos de bosque propuestos en ella: Bosque nativo depreservación: aquél, cualquiera sea su superficie,que presente o constituya actualmente hábitat de es-pecies vegetales protegidas legalmente o aquéllasclasificadas en las categorías de “en peligro de extin-ción”, “vulnerables”, “raras”, “insuficientementeconocidas” o “fuera de peligro”; o que corresponda aambientes únicos o representativos de la diversidadbiológica natural del país, cuyo manejo sólo puedehacerse con el objetivo del resguardo de dicha diver-sidad. Bosque nativo de conservación y protección:aquél, cualquiera sea su superficie, que se encuentreubicado en pendientes iguales o superiores a 45%, ensuelos frágiles, o a menos de doscientos metros demanantiales, cuerpos o cursos de aguas naturales,destinados al resguardo de tales suelos y recursoshídricos; Bosque nativo de uso múltiple: aquél,cuyos terrenos y formaciones vegetales no correspon-den a las categorías de preservación o de conserva-ción y protección, y que está destinado preferente-mente a la obtención de bienes y servicios, madera-bles y no maderables.

Se incluyen además en el AGF, áreas de restauración,las que se entenderán como: Áreas de rehabilita-ción: Aquellas superficies que no califican comobosques de acuerdo a la normativa vigente, y que sin

embargo se incluyen dentro del AGF dado su poten-cial forestal. Esta área podría incluir, espinales, áreasdescubiertas, cultivos o plantaciones agrícolas, culti-vos o plantaciones forestales, matorrales, e inclusoformaciones xerofíticas. Las áreas de recuperación,serán reclasificadas en alguna de las otras tres cate-gorías, cuando su estado y características así lo per-mitan.

Definición del AGF y los Usos del predio

Con la cartografía confeccionada preliminarmente yla validación de terreno, el AGF quedará definida,cartografiada y descrita cualitativamente. Una mismasuperficie tendrá siempre un solo uso, pero puedetener múltiples funciones, siempre que estas no seancontradictorias.

Fase II. Preordenación

Justificación de la Fase

El actual estado de degradación y fragmentaciónexistente en los bosques mediterráneos ha originadoque estas formaciones se presenten como un mosaicoheterogéneo de situaciones en los predios. La granmayoría han sido transformados en estructuras demonte bajo y matorrales, con gran cobertura de ar-bustos espinosos, acompañados de cepas arbóreas debaja altura, mala forma y con numerosos vástagos,originados por quemas y cortas sin un manejo ade-cuado. La condición descrita genera inconvenientesimportantes en la gestión forestal. La primera dicerelación con la caracterización de los bosques, y lasegunda, es la complejidad de su gestión y de lasactividades silvícolas que deben irse ajustando a pe-queños bosquetes, resultando además un rendimientoproductivo variado y heterogéneo. En estas condicio-nes, predecir estadísticamente los efectos de la ges-tión de un rodal implica una gran incertidumbre. Así,no tiene sentido técnico ni económico realizar inven-tarios y estimaciones dasométricas, como tampococalcular incrementos, tasas de extracción u otro pará-metro asociados a la ordenación. Por lo tanto, no esrecomendable tomar decisiones para el futuro sinsaber qué se tiene y en qué estado se encuentra.

Dado lo anterior, la fase de preordenación tiene comoobjetivo modificar el estado actual de las formacio-nes vegetales del AGF, de manera que cada zonamejore sus aptitudes para comenzar un proceso degestión bajo rendimiento sostenido. Se debe entenderque con la preordenación, este proceso mejorará des-de la descripción inicial del recurso, hasta la ejecu-ción de las actividades del futuro, tanto en las áreasde preservación, conservación, protección y recupe-ración como en aquellas de usos múltiples. Depen-diendo del estado en que se encuentra el recurso, lapreordenación puede incluir actividades que van des-de excluir animales domésticos, hasta realizar fuertesintervenciones en el recurso, siempre que con ello selogre recuperar y mejorar la condición del AGF.

Planificación de la Preordenación

Definición de Unidades de Preordenación (UP).-Serán las unidades básicas de trabajo en la fase depreordenación, y su definición busca diferenciaráreas donde los trabajos de preordenación serán simi-lares, dado el tipo y el estado de la vegetación pre-sente. Un diagnóstico adecuado resulta del análisis delas variables de Condición del Sitio y el estado deDegradación. Este análisis supone que en similarescondiciones de sitio dentro de una cuenca, la estruc-tura y composición de la vegetación existente debieraser igual o similar, y si no es así en la realidad, estose debe a procesos de alteración históricos o actuales.

Finalmente, para obtener las Unidades de Preordena-ción se cruza este análisis con los usos definidos enla fase anterior. Así cada uso tendrá un conjunto pro-pio de UPs, con condiciones de sitio y degradaciónparticulares para cada una. Sobre estas se designaránlas sucesivas actividades del modelo.

Caracterización de las UPs.- Las UP serán evalua-das de una forma general, en sus aspectos más rele-vantes, con el fin de determinar su aptitud para cum-plir con los objetivos que tiene el tipo de uso en quese encuentra, por lo tanto no sólo se describirá lacondición de la vegetación, sino que además los po-tenciales usos y las acciones que requeriría para me-jorar su estado. Es vital la optimización del tiempo yrecursos invertidos en la planificación a todo nivel,por ello, del total de UP, se revisarán en terreno sóloun grupo que represente el total, buscando el menorcosto y la mayor representatividad de condiciones.

Metodológicamente, esta caracterización se realizaráen dos etapas. La primera será una descripción cuali-tativa de la UP completa (no por establecimiento deparcelas). Luego, a partir de unidades muestralespre-localizadas en el mapa se realizará una descrip-ción cuantitativa por medio de interpretación visual(no hay medición instrumental en esta prospección),enfocada a proyectar la biomasa forestal de la UP quese está recorriendo.

Actividades de Preordenación.- Las actividadesdestinadas a mejorar la calidad ambiental y de pro-

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ducción del predio, dependiendo del estado actual decada UP, podrían clasificarse en dos grupos:

Mejoras: Son actividades relacionadas con laeliminación o disminución de los factores dedegradación, el enriquecimiento de la masavegetal, así como la implementación de in-fraestructura para la gestión predial. Ej: Cons-trucción de caminos y huellas; Mantenimientode caminos y huellas; Construcción de can-chas de acopio; Control de plagas; Control deganado; Protección contra incendios; Acondi-cionamiento de suelos; Plantaciones suple-mentarias; Actividades que pueden cofinan-ciarse con incentivos del D.L. 701: Protecciónde suelos, Forestaciones.

Tratamientos de conversión: Intervencionesque buscan mejorar el estado actual del recur-so desde el punto de vista ecosistémico y pro-ductivo, mejorando la calidad, estado sanitarioy de forma, además de incentivar la regenera-ción natural vegetativa y de semilla. Las inter-venciones de este tipo implican extracción debiomasa, en algunos casos de considerablevolumen (> a 50% área basal), afectando prin-cipalmente a las especies invasoras que se hanfavorecido después de la degradación de estosecosistemas. Ej: Limpias; Clareos; Raleos;Corta sanitaria.

En la práctica cuando se interviene una zona, es fre-cuente que la intervención sea una combinación dealgunas o de todos los tipos de cortas, sobre todo silas UP son tan heterogéneas. Así también, las intensi-dades de extracción en estas cortas serán específicaspara cada caso, sin existir a priori porcentajes míni-mos o máximos definidos. La figura técnica propues-ta por la LBN, el “acreditador forestal”, sería el en-cargado de definir si el porcentaje de extracción pro-puesto en cada caso es o no el adecuado. Es impor-tante recordar que la preordenación busca principal-mente mejorar y recuperar todo el recurso predial,por lo que ambos tipos de actividades de mejora y deconversión serán realizadas en todas aquellas UP quela requieran dentro de la AGF, incluyendo bosquesde preservación y conservación, considerando las

restricciones en cada caso. La LBN establece en suArtículo 24 que “Los recursos del Fondo se adjudica-rán por concurso público. Para postular, los interesa-dos deberán presentar una solicitud de bonificación,acompañada de un proyecto de plan de manejo, quedeberá detallar la o las actividades a realizar e identi-ficar la superficie a intervenir. Un mismo interesadopodrá participar en nuevos concursos, con el fin deobtener una bonificación, para una misma superficie,para realizar otras actividades forestales definidas enel reglamento y que correspondan a un mismo literal,siempre que el monto de la bonificación a la que sepostula, en conjunto con el de las que se haya obteni-do en otros concursos, no supere el monto máximobonificable por hectárea señalado en los literales delartículo 22”.

Dado lo anterior, el propietario que desee postular aincentivos en la fase de preordenación, debería cuidarde postular a los fondos del concurso con las siguien-tes consideraciones:

1. Las actividades de preordenación en bosquesde preservación al literal a); las actividades depreordenación en bosques de conservación alliteral b); y las actividades de preordenaciónen bosques de uso múltiple al literal c). Conesto logrará maximizar los incentivos a futuro,sean cuales sean los objetivos que se planteepara el predio tras la preordenación.

2. Solicitar un monto inferior al 50% del máxi-mo bonificable en cada actividad en cada lite-ral, de manera que se asegure la posibilidad debonificación en la fase de ordenación.

Cita el Artículo 22 de la Ley de Recuperación delBosque Nativo y Fomento Forestal:

Artículo 22.- Habrá un Fondo concursable destina-do a la conservación, recuperación o manejo sus-tentable del bosque nativo, en adelante “el Fon-do”, a través del cual se otorgará una bonificacióndestinada a contribuir a solventar el costo de lasactividades comprendidas en cada uno de los si-guientes literales:a) Actividades que favorezcan la regeneración,recuperación o protección de formaciones xerofíti-cas de alto valor ecológico o de bosques nativos de

preservación, con el fin de lograr la mantención dela diversidad biológica, con excepción de aquéllospertenecientes al Sistema Nacional de Áreas Silves-tres Protegidas del Estado. Dicha bonificaciónalcanzará hasta 5 unidades tributarias mensualespor hectárea;b) Actividades silviculturales dirigidas a la obten-ción de productos no madereros. Dicha bonifica-ción alcanzará hasta 5 unidades tributarias men-suales por hectárea.

3. Actividades silviculturales destinadas a mane-jar y recuperar bosques nativos para fines deproducción maderera. Dicha bonificación al-canzará hasta 10 unidades tributarias mensua-les por hectárea.

Para planificar teniendo en consideración los benefi-cios de la LBN, las actividades definidas para una UPse deberán caracterizar según la siguiente informa-ción: Ubicación y dimensión (sistema cartográficopredial); características técnicas (sistemas, intensida-des, criterios); prioridad (Alta: clave para el proceso;Media: importante pero puede postergarse; Baja:puede no hacerse); Actividades con las que se integray complementa, Requerimientos operativos; Volu-men aproximado de productos a generar (si es el ca-so), Posibles bonificaciones del Estado.

El balance neto de estas actividades va a dependerdel estado de cada predio, y de las condiciones parti-culares del mercado si se da el caso de generarse pro-ductos de las actividades de conversión, sin embargo,se proyecta que en la gran mayoría de los casos, elbalance de la preordenación será negativo, lo queimplica que el propietario deberá hacer una inversióna futuro para mejorar el potencial productivo de susrecursos. En esta fase es muy sensible entonces elaporte que pueden realizar los incentivos del Estadoconsiderados en la nueva normativa forestal.

Fase III. Ordenación

Los instrumentos de gestión forestal de la LBN sontres:

Plan de manejo preservación: Tiene como objetivofundamental resguardar la diversidad biológica, ase-gurando la mantención de las condiciones que hacenposible la evolución y el desarrollo de las especies yecosistemas contenidos en el área objeto de su ac-ción.

Plan de manejo forestal: Tiene como objetivo elaprovechamiento del bosque nativo para la obtenciónde bienes madereros y no madereros, considerando lamultifuncionalidad de los bosques y la diversidadbiológica.

Plan de manejo bajo Criterios de Ordenación: LaOrdenación Forestal se entiende como el conjunto deintervenciones silviculturales que, organizadas espa-cial y temporalmente, persiguen una estructuracióntal del bosque que permite un rendimiento sostenido,sin afectar negativamente su productividad, ni demanera significativa las funciones ambientales delmismo, conforme a las prescripciones técnicas conte-nidas en un plan de manejo forestal. Además el Artí-culo 23 dice “Se bonificará, además, la elaboraciónde los planes de manejo forestal concebidos bajo elcriterio de ordenación, cuyos proyectos hayan sidoseleccionados en los concursos a que se refiere elartículo siguiente. El monto de este incentivo será dehasta 0,3 unidades tributarias mensuales por cadahectárea sujeta a actividades bonificables en el literalc) del artículo 22. Este incentivo se pagará una vezacreditada la ejecución de dichas actividades. Contodo, el interesado no podrá recibir más de 700 uni-dades tributarias mensuales por este concepto, ni serbeneficiado más de una vez”.

En las definiciones descritas se incorporará por unaparte la diferenciación entre bosques destinados a lapreservación y el resto, y por otra, el ámbito territo-rial y espacial menos restringido del plan de manejorespecto de un Plan de Ordenación. En consideraciónde ello, la fase de ordenación debe iniciarse con laasignación de funciones prediales definitivas a partir

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ducción del predio, dependiendo del estado actual decada UP, podrían clasificarse en dos grupos:

Mejoras: Son actividades relacionadas con laeliminación o disminución de los factores dedegradación, el enriquecimiento de la masavegetal, así como la implementación de in-fraestructura para la gestión predial. Ej: Cons-trucción de caminos y huellas; Mantenimientode caminos y huellas; Construcción de can-chas de acopio; Control de plagas; Control deganado; Protección contra incendios; Acondi-cionamiento de suelos; Plantaciones suple-mentarias; Actividades que pueden cofinan-ciarse con incentivos del D.L. 701: Protecciónde suelos, Forestaciones.

Tratamientos de conversión: Intervencionesque buscan mejorar el estado actual del recur-so desde el punto de vista ecosistémico y pro-ductivo, mejorando la calidad, estado sanitarioy de forma, además de incentivar la regenera-ción natural vegetativa y de semilla. Las inter-venciones de este tipo implican extracción debiomasa, en algunos casos de considerablevolumen (> a 50% área basal), afectando prin-cipalmente a las especies invasoras que se hanfavorecido después de la degradación de estosecosistemas. Ej: Limpias; Clareos; Raleos;Corta sanitaria.

En la práctica cuando se interviene una zona, es fre-cuente que la intervención sea una combinación dealgunas o de todos los tipos de cortas, sobre todo silas UP son tan heterogéneas. Así también, las intensi-dades de extracción en estas cortas serán específicaspara cada caso, sin existir a priori porcentajes míni-mos o máximos definidos. La figura técnica propues-ta por la LBN, el “acreditador forestal”, sería el en-cargado de definir si el porcentaje de extracción pro-puesto en cada caso es o no el adecuado. Es impor-tante recordar que la preordenación busca principal-mente mejorar y recuperar todo el recurso predial,por lo que ambos tipos de actividades de mejora y deconversión serán realizadas en todas aquellas UP quela requieran dentro de la AGF, incluyendo bosquesde preservación y conservación, considerando las

restricciones en cada caso. La LBN establece en suArtículo 24 que “Los recursos del Fondo se adjudica-rán por concurso público. Para postular, los interesa-dos deberán presentar una solicitud de bonificación,acompañada de un proyecto de plan de manejo, quedeberá detallar la o las actividades a realizar e identi-ficar la superficie a intervenir. Un mismo interesadopodrá participar en nuevos concursos, con el fin deobtener una bonificación, para una misma superficie,para realizar otras actividades forestales definidas enel reglamento y que correspondan a un mismo literal,siempre que el monto de la bonificación a la que sepostula, en conjunto con el de las que se haya obteni-do en otros concursos, no supere el monto máximobonificable por hectárea señalado en los literales delartículo 22”.

Dado lo anterior, el propietario que desee postular aincentivos en la fase de preordenación, debería cuidarde postular a los fondos del concurso con las siguien-tes consideraciones:

1. Las actividades de preordenación en bosquesde preservación al literal a); las actividades depreordenación en bosques de conservación alliteral b); y las actividades de preordenaciónen bosques de uso múltiple al literal c). Conesto logrará maximizar los incentivos a futuro,sean cuales sean los objetivos que se planteepara el predio tras la preordenación.

2. Solicitar un monto inferior al 50% del máxi-mo bonificable en cada actividad en cada lite-ral, de manera que se asegure la posibilidad debonificación en la fase de ordenación.

Cita el Artículo 22 de la Ley de Recuperación delBosque Nativo y Fomento Forestal:

Artículo 22.- Habrá un Fondo concursable destina-do a la conservación, recuperación o manejo sus-tentable del bosque nativo, en adelante “el Fon-do”, a través del cual se otorgará una bonificacióndestinada a contribuir a solventar el costo de lasactividades comprendidas en cada uno de los si-guientes literales:a) Actividades que favorezcan la regeneración,recuperación o protección de formaciones xerofíti-cas de alto valor ecológico o de bosques nativos de

preservación, con el fin de lograr la mantención dela diversidad biológica, con excepción de aquéllospertenecientes al Sistema Nacional de Áreas Silves-tres Protegidas del Estado. Dicha bonificaciónalcanzará hasta 5 unidades tributarias mensualespor hectárea;b) Actividades silviculturales dirigidas a la obten-ción de productos no madereros. Dicha bonifica-ción alcanzará hasta 5 unidades tributarias men-suales por hectárea.

3. Actividades silviculturales destinadas a mane-jar y recuperar bosques nativos para fines deproducción maderera. Dicha bonificación al-canzará hasta 10 unidades tributarias mensua-les por hectárea.

Para planificar teniendo en consideración los benefi-cios de la LBN, las actividades definidas para una UPse deberán caracterizar según la siguiente informa-ción: Ubicación y dimensión (sistema cartográficopredial); características técnicas (sistemas, intensida-des, criterios); prioridad (Alta: clave para el proceso;Media: importante pero puede postergarse; Baja:puede no hacerse); Actividades con las que se integray complementa, Requerimientos operativos; Volu-men aproximado de productos a generar (si es el ca-so), Posibles bonificaciones del Estado.

El balance neto de estas actividades va a dependerdel estado de cada predio, y de las condiciones parti-culares del mercado si se da el caso de generarse pro-ductos de las actividades de conversión, sin embargo,se proyecta que en la gran mayoría de los casos, elbalance de la preordenación será negativo, lo queimplica que el propietario deberá hacer una inversióna futuro para mejorar el potencial productivo de susrecursos. En esta fase es muy sensible entonces elaporte que pueden realizar los incentivos del Estadoconsiderados en la nueva normativa forestal.

Fase III. Ordenación

Los instrumentos de gestión forestal de la LBN sontres:

Plan de manejo preservación: Tiene como objetivofundamental resguardar la diversidad biológica, ase-gurando la mantención de las condiciones que hacenposible la evolución y el desarrollo de las especies yecosistemas contenidos en el área objeto de su ac-ción.

Plan de manejo forestal: Tiene como objetivo elaprovechamiento del bosque nativo para la obtenciónde bienes madereros y no madereros, considerando lamultifuncionalidad de los bosques y la diversidadbiológica.

Plan de manejo bajo Criterios de Ordenación: LaOrdenación Forestal se entiende como el conjunto deintervenciones silviculturales que, organizadas espa-cial y temporalmente, persiguen una estructuracióntal del bosque que permite un rendimiento sostenido,sin afectar negativamente su productividad, ni demanera significativa las funciones ambientales delmismo, conforme a las prescripciones técnicas conte-nidas en un plan de manejo forestal. Además el Artí-culo 23 dice “Se bonificará, además, la elaboraciónde los planes de manejo forestal concebidos bajo elcriterio de ordenación, cuyos proyectos hayan sidoseleccionados en los concursos a que se refiere elartículo siguiente. El monto de este incentivo será dehasta 0,3 unidades tributarias mensuales por cadahectárea sujeta a actividades bonificables en el literalc) del artículo 22. Este incentivo se pagará una vezacreditada la ejecución de dichas actividades. Contodo, el interesado no podrá recibir más de 700 uni-dades tributarias mensuales por este concepto, ni serbeneficiado más de una vez”.

En las definiciones descritas se incorporará por unaparte la diferenciación entre bosques destinados a lapreservación y el resto, y por otra, el ámbito territo-rial y espacial menos restringido del plan de manejorespecto de un Plan de Ordenación. En consideraciónde ello, la fase de ordenación debe iniciarse con laasignación de funciones prediales definitivas a partir

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de los Usos establecidos en la etapa anterior, y que,terminada la preordenación cumpliéndose exitosa-mente sus objetivos, debiera haber mejorado la per-cepción de las posibilidades y limitaciones del con-junto de situaciones que ofrecen los recursos de lapropiedad.

Definición de Funciones Prediales.- Los criterios deeste análisis radican en las expectativas que el pro-pietario tiene para sus recursos, vale decir: son decarácter privado y estarán reguladas por las restric-ciones originadas en la LBN. Así, considerando quelas actividades de preordenación habrán mejorado elconocimiento de las posibilidades del recurso, losUsos se utilizarán como referencia para un replanteosobre la base de esta nueva perspectiva. Por ejemplo,un propietario podría dejar una parte, o toda el áreade los bosques definidos como uso múltiple, con fun-ción de preservación de la biodiversidad, y no reali-zar en ella actividades de manejo forestal productivo.Las funciones definidas generarán un nuevo mapaque será la base de la ordenación.

Una vez definidas las funciones, el propietario defini-rá actividades a realizar en cada función, de acuerdoal potencial del predio, a los mercados, y a sus inter-eses. Posteriormente se definirá el tipo de herramien-ta o plan, según lo estipulado por la LBN.

Plan de Manejo Forestal bajo criterios de Ordena-ción.- El plan de manejo forestal se realizará para

toda la proporción del AGF en donde se definieronfunciones y actividades productivas relacionadas conla obtención de productos forestales madereros y nomadereros. Esta clasificación es relevante, dado quela LBN forestal propone diferentes incentivos paraestas actividades.

Por esta razón, deben definirse en primer lugar lasáreas de manejo exclusivo para productos no madere-ros, y las áreas de manejo de ambos tipos de produc-tos, de acuerdo a funciones y restricciones.

Es importante mencionar que los literales de la LBNno son aditivos, es decir, una misma hectárea de bos-que no puede postular a los incentivos por b) y porc). En las áreas de manejo con ambos tipo de produc-tos, el propietario debe optar por el tipo de incentivosque solicitará, sopesando el monto de estos (5 UTMv/s 10 UTM) con el potencial productivo mayor(maderero v/s no maderero).

Caracterización del Recurso Forestal.- Una de lasprincipales ventajas que ofrece este modelo de ges-tión, es el hecho de que la caracterización del recursoforestal posterior a la preordenación, debería ser ope-rativamente más eficiente, más barata y con erroresmenores. Además, tras la preordenación, esta caracte-rización podrá restringirse únicamente al bosque quetiene efectivamente un potencial productivo dentrodel AGF, optimizando los esfuerzos del propietario ydel Estado.

Un inventario debe considerar el levantamiento deinformación necesaria para cuantificar los productosmadereros y no madereros presentes en el área pro-ductiva, así como los potenciales a futuro. Es decir,debe incluir la estimación de biomasa maderera, dehojas, frutos, y otros productos que ya fueron defini-dos para el predio en la descripción cualitativa de lafase de preordenación.

Parámetros de Ordenación

Con el inventario terminado, se estimará(n) un(os)parámetro(s) simple(s) de sustentabilidad para losproductos madereros y no madereros del bosque.Este(os) parámetro(s) se utilizará(n) como una herra-mienta de guía para la planificación y dimensiona-miento de las actividades de manejo, y dependerándel estado y calidad del bosque inicial.

En términos simples, el rendimiento sostenido de unrecurso renovable como el bosque descansa en dosaspectos fundamentales. El primero dice relación conel cuidado de la unidad productiva. La silviculturapermitirá en este caso que las extracciones en un lu-gar específico mejoren la condición del bosque. Ensegundo aspecto, y menos difundido en Chile, serefiere al ritmo en que se explota un predio, siendodeseable que la producción anual de una superficieque contiene un conjunto de tipos de bosque, fuera lomás estable en el tiempo (año a año), y que dichoritmo no agote el recurso nunca. El incumplimientode cualquiera de estas condiciones, impide el mante-nimiento de la capacidad productiva y o el rendi-miento sostenido.

La planificación bajo parámetros de ordenación, sedefine como el ajuste de las actividades extractivasde un área de aprovechamiento forestal, a los ritmos

del crecimiento y recuperación de sus bosques enconjunto, por una parte, y la evaluación de los impac-tos de estas actividades del presente, en el desarrollofuturo de ellos. Un aspecto esencial de una planifica-ción con estos criterios es que los parámetros sonintegrales para el predio, y nunca por unidad carto-gráfica rodal u otra forma parcial usada para el análi-sis predial, y de la misma forma se consideran esta-bles, fijos, para un período de planificación. Los pa-rámetros de ordenación son prediales y afectan unperíodo completo de ordenación. Ello significa que lamagnitud de extracción en una zona específica delpredio y su periodicidad es una cuestión silvícola, ynunca ajustada a parámetros de ordenación.

El cálculo de parámetros requerirá una acumulaciónde datos algo compleja, sin embargo, su aplicación alperíodo de planificación y para todo el predio de unasola vez para cinco años, tiene como consecuencia unreducido costo de levantamiento de información yanálisis, si se compara con la elaboración de planesde manejo parciales por rodal, y con duración de sóloun año.

En este mismo sentido, los parámetros de ordenaciónno requieren alta precisión, dado que su utilidad esguiar y restringir los máximos de extracción para unperíodo largo de tiempo, y a una escala predial, poruna parte, y por otra, que siempre deberá existir unarevisión de la correcta aplicación de las actividadessilvícolas.

A continuación se proponen parámetros de ordena-ción.

1) Análisis del Crecimiento.- Si la extracción seajusta a la suma de los crecimientos de todos los ár-boles del APF, luego de cada intervención el predio

Función principal Actividades asociadas Tipo de plan

Áreas para recuperación de bosque nativo Manejo de productos no madereros (apicultura, silvopastoreo entre otras)

Plan de manejoforestal bajo crite-rios de ordenación.

Áreas de aprovechamiento forestal

Manejo de productos madereros

Manejo de productos no madereros

Investigación y docencia

Áreas de protección de agua y suelos Manejo de productos no madereros

Áreas de preservación de la biodiversidad

Manejo de productos no madereros (solo ecoturismo de bajo impacto)

Ecoturismo

Investigación y docencia

Plan de manejo depreservación

Cuadro 3. Ejemplo funciones, actividades, planes

Cobertura del bosque

Mayor a 90 % Entre 90 y 40 % Menor a 40 %

Distribución de parcelas dentro de las UP Aleatorio Aleatorio Aleatorio

Intensidad de muestreo 1 cada 2 ha 1 cada 5 ha 1 cada 5 ha

Tipo de parcela Circular radio 8 m Circular radio 10 m Circular radio 15 m

Características

Cuadro 4. Propuesta Muestreo y Tipo Parcela

Modelo de Gestión Forestal para el Uso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos [Honeyman, et al]

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de los Usos establecidos en la etapa anterior, y que,terminada la preordenación cumpliéndose exitosa-mente sus objetivos, debiera haber mejorado la per-cepción de las posibilidades y limitaciones del con-junto de situaciones que ofrecen los recursos de lapropiedad.

Definición de Funciones Prediales.- Los criterios deeste análisis radican en las expectativas que el pro-pietario tiene para sus recursos, vale decir: son decarácter privado y estarán reguladas por las restric-ciones originadas en la LBN. Así, considerando quelas actividades de preordenación habrán mejorado elconocimiento de las posibilidades del recurso, losUsos se utilizarán como referencia para un replanteosobre la base de esta nueva perspectiva. Por ejemplo,un propietario podría dejar una parte, o toda el áreade los bosques definidos como uso múltiple, con fun-ción de preservación de la biodiversidad, y no reali-zar en ella actividades de manejo forestal productivo.Las funciones definidas generarán un nuevo mapaque será la base de la ordenación.

Una vez definidas las funciones, el propietario defini-rá actividades a realizar en cada función, de acuerdoal potencial del predio, a los mercados, y a sus inter-eses. Posteriormente se definirá el tipo de herramien-ta o plan, según lo estipulado por la LBN.

Plan de Manejo Forestal bajo criterios de Ordena-ción.- El plan de manejo forestal se realizará para

toda la proporción del AGF en donde se definieronfunciones y actividades productivas relacionadas conla obtención de productos forestales madereros y nomadereros. Esta clasificación es relevante, dado quela LBN forestal propone diferentes incentivos paraestas actividades.

Por esta razón, deben definirse en primer lugar lasáreas de manejo exclusivo para productos no madere-ros, y las áreas de manejo de ambos tipos de produc-tos, de acuerdo a funciones y restricciones.

Es importante mencionar que los literales de la LBNno son aditivos, es decir, una misma hectárea de bos-que no puede postular a los incentivos por b) y porc). En las áreas de manejo con ambos tipo de produc-tos, el propietario debe optar por el tipo de incentivosque solicitará, sopesando el monto de estos (5 UTMv/s 10 UTM) con el potencial productivo mayor(maderero v/s no maderero).

Caracterización del Recurso Forestal.- Una de lasprincipales ventajas que ofrece este modelo de ges-tión, es el hecho de que la caracterización del recursoforestal posterior a la preordenación, debería ser ope-rativamente más eficiente, más barata y con erroresmenores. Además, tras la preordenación, esta caracte-rización podrá restringirse únicamente al bosque quetiene efectivamente un potencial productivo dentrodel AGF, optimizando los esfuerzos del propietario ydel Estado.

Un inventario debe considerar el levantamiento deinformación necesaria para cuantificar los productosmadereros y no madereros presentes en el área pro-ductiva, así como los potenciales a futuro. Es decir,debe incluir la estimación de biomasa maderera, dehojas, frutos, y otros productos que ya fueron defini-dos para el predio en la descripción cualitativa de lafase de preordenación.

Parámetros de Ordenación

Con el inventario terminado, se estimará(n) un(os)parámetro(s) simple(s) de sustentabilidad para losproductos madereros y no madereros del bosque.Este(os) parámetro(s) se utilizará(n) como una herra-mienta de guía para la planificación y dimensiona-miento de las actividades de manejo, y dependerándel estado y calidad del bosque inicial.

En términos simples, el rendimiento sostenido de unrecurso renovable como el bosque descansa en dosaspectos fundamentales. El primero dice relación conel cuidado de la unidad productiva. La silviculturapermitirá en este caso que las extracciones en un lu-gar específico mejoren la condición del bosque. Ensegundo aspecto, y menos difundido en Chile, serefiere al ritmo en que se explota un predio, siendodeseable que la producción anual de una superficieque contiene un conjunto de tipos de bosque, fuera lomás estable en el tiempo (año a año), y que dichoritmo no agote el recurso nunca. El incumplimientode cualquiera de estas condiciones, impide el mante-nimiento de la capacidad productiva y o el rendi-miento sostenido.

La planificación bajo parámetros de ordenación, sedefine como el ajuste de las actividades extractivasde un área de aprovechamiento forestal, a los ritmos

del crecimiento y recuperación de sus bosques enconjunto, por una parte, y la evaluación de los impac-tos de estas actividades del presente, en el desarrollofuturo de ellos. Un aspecto esencial de una planifica-ción con estos criterios es que los parámetros sonintegrales para el predio, y nunca por unidad carto-gráfica rodal u otra forma parcial usada para el análi-sis predial, y de la misma forma se consideran esta-bles, fijos, para un período de planificación. Los pa-rámetros de ordenación son prediales y afectan unperíodo completo de ordenación. Ello significa que lamagnitud de extracción en una zona específica delpredio y su periodicidad es una cuestión silvícola, ynunca ajustada a parámetros de ordenación.

El cálculo de parámetros requerirá una acumulaciónde datos algo compleja, sin embargo, su aplicación alperíodo de planificación y para todo el predio de unasola vez para cinco años, tiene como consecuencia unreducido costo de levantamiento de información yanálisis, si se compara con la elaboración de planesde manejo parciales por rodal, y con duración de sóloun año.

En este mismo sentido, los parámetros de ordenaciónno requieren alta precisión, dado que su utilidad esguiar y restringir los máximos de extracción para unperíodo largo de tiempo, y a una escala predial, poruna parte, y por otra, que siempre deberá existir unarevisión de la correcta aplicación de las actividadessilvícolas.

A continuación se proponen parámetros de ordena-ción.

1) Análisis del Crecimiento.- Si la extracción seajusta a la suma de los crecimientos de todos los ár-boles del APF, luego de cada intervención el predio

Función principal Actividades asociadas Tipo de plan

Áreas para recuperación de bosque nativo Manejo de productos no madereros (apicultura, silvopastoreo entre otras)

Plan de manejoforestal bajo crite-rios de ordenación.

Áreas de aprovechamiento forestal

Manejo de productos madereros

Manejo de productos no madereros

Investigación y docencia

Áreas de protección de agua y suelos Manejo de productos no madereros

Áreas de preservación de la biodiversidad

Manejo de productos no madereros (solo ecoturismo de bajo impacto)

Ecoturismo

Investigación y docencia

Plan de manejo depreservación

Cuadro 3. Ejemplo funciones, actividades, planes

Cobertura del bosque

Mayor a 90 % Entre 90 y 40 % Menor a 40 %

Distribución de parcelas dentro de las UP Aleatorio Aleatorio Aleatorio

Intensidad de muestreo 1 cada 2 ha 1 cada 5 ha 1 cada 5 ha

Tipo de parcela Circular radio 8 m Circular radio 10 m Circular radio 15 m

Características

Cuadro 4. Propuesta Muestreo y Tipo Parcela

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contendría la misma masa que tenía antes de la inter-vención. El parámetro que representa este aspecto esla Tasa de Aprovechamiento, o Posibilidad de Ex-tracción y su lógica de aplicación es idéntica, tanto sise trata de volúmenes de madera, biomasa, hojas uotros productos generados por el bosque. El factormás importante en que se basan es el crecimientototal del bosque (todos los conjuntos de situacionesdel área de aprovechamiento, ponderadas por la su-perficie que ocupan).

Se propone para este modelo el uso de la tasa deaprovechamiento usada en algunas de las Comunida-des Autónomas de España, llamada masa cortable(Cruz et al, 2008).

Donde,

TA = Tasa de aprovechamiento. La unidad enque se medirá esta tasa dependerá de lasunidades en que se hayan medido sus tér-minos.

ER = Existencias estimadas para el bosque enconjunto. En el capítulo II, se presentanalgunas de las funciones elaboradas para elcálculo de biomasa para bosques medite-rráneos.

E = Edad de madurez de las especies que com-ponen los bosques. La edad de madurez ala que se espera cortar cada especie depen-de de los productos que se espera obtener,y una forma adecuada de establecer estasedades es definir una edad por especie parael predio, y operativamente se sugiere ana-lizar los crecimientos diametrales actualescon una muestra predial y con ese creci-miento estimar el tiempo que se demoraríacada especie en alcanzar los diámetrosdeseados.

CR = Crecimiento actual, determinado por ladivisión entre la biomasa de cada especie

(ER) y su edad en el momento de levanta-miento de la información.

Las ventajas de esta forma de cálculo de la TA son:

a. Considera el stock de madera actual, el quedependerá del estado de intervención o degra-dación del recurso.

b. Considera el crecimiento actual de la masa,que dependerá tanto del stock, como de labondad del sitio. Así las mejores TA se encon-trarán en bosques poco alterados y que estánubicados en mejores condiciones de creci-miento.

c. De los métodos de cálculo conocidos es elmás fácil de estimar.

2) Parámetros Bibliográficos de Apoyo.- Se debereconocer la falta de información existente en el paísrespecto del crecimiento de otros productos que nosean madera en los bosques, así como de métodos demedición de la biomasa y el crecimiento y recupera-ción, por ejemplo de cortezas, hojas o follajes dehelechos, por mencionar algunos. Más aun, no setienen aun funciones de volúmenes confiables paraalgunas de las especies del bosque mediterráneo.

Sin embargo, y como se discute en la justificacióndel modelo, es factible buscar mecanismos que per-mitan establecer supuestos razonables para la utiliza-ción de estos recursos con los resguardos suficientespara evitar su agotamiento, mientras se perfeccionanmecanismos de evaluación de sus Tasas de Creci-miento.

En el siguiente cuadro se sintetizan experiencias demanejo en bosques mediterráneos, donde se han utili-zado parámetros para gestionar la extracción de algu-nas especies bajo las condiciones y mercados actua-les. A partir de ellas sería posible establecer supues-tos de crecimiento de los productos no tradicionalesque permitan fijar las TA para ellos (Cruz et al,2008).

El tratamiento de las áreas destinadas a productosmadereros respecto de los no madereros es sustan-cialmente diferente respecto de los métodos de ex-

tracción, rotaciones, criterios de sustentabilidad yotros elementos, y por ello se recomienda la confec-ción de programas de aprovechamiento separados,como se presenta a continuación.

Programa de Manejo Forestal para Productos Ma-dereros

1) Definición de Unidades de Ordenación (UO).-El rendimiento sostenido que se busca en la planifi-cación obliga a determinar zonas de intervención quetengan una superficie tal, que permitan extraccionesequivalentes cada año, por una parte, y que el númerode las unidades, por otra parte, sea tal que al comen-zar la segunda explotación en un área, ésta haya recu-perado el volumen extraído en la primera. Se definirácomo Unidad de Ordenación (UO) a una superficieque ofrece un volumen de extracción equivalente alestimado como crecimiento promedio anual para elÁrea de Aprovechamiento Forestal. Así, si el bosquees considerablemente heterogéneo dentro del AAF,cada UO tendrá una superficie diferente. En contra-posición, si el bosque fuera homogéneo en el AAF, lasuperficie de todas las UOs sería similar.

Se proponen dos métodos para la definición de lasUso. En el caso en que exista buena información de

cada UP, será posible utilizar la Tasa de Aprovecha-miento, y en consecuencia lograr planificar con esti-maciones de los volúmenes o toneladas que se obten-drían cada año. La información para su cálculo sehabrá originado en el inventario forestal ya levanta-do, y se determinará sólo para las UPs sobre las quese ha definido la extracción de productos madereros.La TA calculada se debe leer como “el monto máxi-mo que debiera extraerse durante el período de pla-nificación, para asegurar el mantenimiento de lacapacidad productiva del Área de AprovechamientoForestal”.

Como alternativa, el Método de Superficie Equiva-lente (Cruz et al, 2008) será adecuado en casos enque no sea posible obtener datos respecto de la bio-masa u otros requeridos para el cálculo de paráme-tros.

2) Actividades Incluidas en el Programa Madere-ro.- Las actividades de este programa corresponden aun conjunto que incluye las Actividades presentadasen el capítulo de la Preordenación, a las que se adi-cionan dos relacionadas con el aprovechamiento delos recursos, las Cortas de cosecha: Corta final delciclo, destinada a generar el o los productos definidoscomo principal y secundarios. El criterio será el diá-

ER CRTA= +

E 2

Especie OrigenTasa máxima de

extracción(% de biomasa)

Cobertura decopa residualmínima (%)

Diámetrocosecha (cm)

Rotación(años)Productoprincipal

BoldoMonte alto 60% 70% 12 cm 15 polines

Monte bajo 75% 10% 4 cm 5 hojas

QuillayMonte bajo 50% 60% 14 cm 15 biomasa saponina

Monte alto 35% 40% 25 cm 45 biomasa saponina

PeumoMonte bajo 40% 40% 15 cm 20 biomasa

Monte alto 35% 40% 20 cm 30 madera aserrada

LitreMonte alto 35% 35% 22 cm 40 madera aserrada

Monte bajo 45% 60% 15 cm 30 leña-carbón

Monte bajo 45% 60% 10 cm 20 estacas

Monte alto 40% 65% 15 cm 35 carbónEspino

Cuadro 5. Parámetros bibliográficos

Modelo de Gestión Forestal para el Uso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos [Honeyman, et al]

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 7575 esta es una publicación de Cebem

contendría la misma masa que tenía antes de la inter-vención. El parámetro que representa este aspecto esla Tasa de Aprovechamiento, o Posibilidad de Ex-tracción y su lógica de aplicación es idéntica, tanto sise trata de volúmenes de madera, biomasa, hojas uotros productos generados por el bosque. El factormás importante en que se basan es el crecimientototal del bosque (todos los conjuntos de situacionesdel área de aprovechamiento, ponderadas por la su-perficie que ocupan).

Se propone para este modelo el uso de la tasa deaprovechamiento usada en algunas de las Comunida-des Autónomas de España, llamada masa cortable(Cruz et al, 2008).

Donde,

TA = Tasa de aprovechamiento. La unidad enque se medirá esta tasa dependerá de lasunidades en que se hayan medido sus tér-minos.

ER = Existencias estimadas para el bosque enconjunto. En el capítulo II, se presentanalgunas de las funciones elaboradas para elcálculo de biomasa para bosques medite-rráneos.

E = Edad de madurez de las especies que com-ponen los bosques. La edad de madurez ala que se espera cortar cada especie depen-de de los productos que se espera obtener,y una forma adecuada de establecer estasedades es definir una edad por especie parael predio, y operativamente se sugiere ana-lizar los crecimientos diametrales actualescon una muestra predial y con ese creci-miento estimar el tiempo que se demoraríacada especie en alcanzar los diámetrosdeseados.

CR = Crecimiento actual, determinado por ladivisión entre la biomasa de cada especie

(ER) y su edad en el momento de levanta-miento de la información.

Las ventajas de esta forma de cálculo de la TA son:

a. Considera el stock de madera actual, el quedependerá del estado de intervención o degra-dación del recurso.

b. Considera el crecimiento actual de la masa,que dependerá tanto del stock, como de labondad del sitio. Así las mejores TA se encon-trarán en bosques poco alterados y que estánubicados en mejores condiciones de creci-miento.

c. De los métodos de cálculo conocidos es elmás fácil de estimar.

2) Parámetros Bibliográficos de Apoyo.- Se debereconocer la falta de información existente en el paísrespecto del crecimiento de otros productos que nosean madera en los bosques, así como de métodos demedición de la biomasa y el crecimiento y recupera-ción, por ejemplo de cortezas, hojas o follajes dehelechos, por mencionar algunos. Más aun, no setienen aun funciones de volúmenes confiables paraalgunas de las especies del bosque mediterráneo.

Sin embargo, y como se discute en la justificacióndel modelo, es factible buscar mecanismos que per-mitan establecer supuestos razonables para la utiliza-ción de estos recursos con los resguardos suficientespara evitar su agotamiento, mientras se perfeccionanmecanismos de evaluación de sus Tasas de Creci-miento.

En el siguiente cuadro se sintetizan experiencias demanejo en bosques mediterráneos, donde se han utili-zado parámetros para gestionar la extracción de algu-nas especies bajo las condiciones y mercados actua-les. A partir de ellas sería posible establecer supues-tos de crecimiento de los productos no tradicionalesque permitan fijar las TA para ellos (Cruz et al,2008).

El tratamiento de las áreas destinadas a productosmadereros respecto de los no madereros es sustan-cialmente diferente respecto de los métodos de ex-

tracción, rotaciones, criterios de sustentabilidad yotros elementos, y por ello se recomienda la confec-ción de programas de aprovechamiento separados,como se presenta a continuación.

Programa de Manejo Forestal para Productos Ma-dereros

1) Definición de Unidades de Ordenación (UO).-El rendimiento sostenido que se busca en la planifi-cación obliga a determinar zonas de intervención quetengan una superficie tal, que permitan extraccionesequivalentes cada año, por una parte, y que el númerode las unidades, por otra parte, sea tal que al comen-zar la segunda explotación en un área, ésta haya recu-perado el volumen extraído en la primera. Se definirácomo Unidad de Ordenación (UO) a una superficieque ofrece un volumen de extracción equivalente alestimado como crecimiento promedio anual para elÁrea de Aprovechamiento Forestal. Así, si el bosquees considerablemente heterogéneo dentro del AAF,cada UO tendrá una superficie diferente. En contra-posición, si el bosque fuera homogéneo en el AAF, lasuperficie de todas las UOs sería similar.

Se proponen dos métodos para la definición de lasUso. En el caso en que exista buena información de

cada UP, será posible utilizar la Tasa de Aprovecha-miento, y en consecuencia lograr planificar con esti-maciones de los volúmenes o toneladas que se obten-drían cada año. La información para su cálculo sehabrá originado en el inventario forestal ya levanta-do, y se determinará sólo para las UPs sobre las quese ha definido la extracción de productos madereros.La TA calculada se debe leer como “el monto máxi-mo que debiera extraerse durante el período de pla-nificación, para asegurar el mantenimiento de lacapacidad productiva del Área de AprovechamientoForestal”.

Como alternativa, el Método de Superficie Equiva-lente (Cruz et al, 2008) será adecuado en casos enque no sea posible obtener datos respecto de la bio-masa u otros requeridos para el cálculo de paráme-tros.

2) Actividades Incluidas en el Programa Madere-ro.- Las actividades de este programa corresponden aun conjunto que incluye las Actividades presentadasen el capítulo de la Preordenación, a las que se adi-cionan dos relacionadas con el aprovechamiento delos recursos, las Cortas de cosecha: Corta final delciclo, destinada a generar el o los productos definidoscomo principal y secundarios. El criterio será el diá-

Especie OrigenTasa máxima de

extracción(% de biomasa)

Cobertura decopa residualmínima (%)

Diámetrocosecha (cm)

Rotación(años)Productoprincipal

BoldoMonte alto 60% 70% 12 cm 15 polines

Monte bajo 75% 10% 4 cm 5 hojas

QuillayMonte bajo 50% 60% 14 cm 15 biomasa saponina

Monte alto 35% 40% 25 cm 45 biomasa saponina

PeumoMonte bajo 40% 40% 15 cm 20 biomasa

Monte alto 35% 40% 20 cm 30 madera aserrada

LitreMonte alto 35% 35% 22 cm 40 madera aserrada

Monte bajo 45% 60% 15 cm 30 leña-carbón

Monte bajo 45% 60% 10 cm 20 estacas

Monte alto 40% 65% 15 cm 35 carbónEspino

Cuadro 5. Parámetros bibliográficos

Modelo de Gestión Forestal para el Uso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos [Honeyman, et al]

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metro de cosecha definido para cada especie; y lasPodas: Extracción controlada de ramas y parte de lacopa de los árboles con el fin de generar productosmadereros de alto valor o para mejorar la competen-cia.

Si a esto se considera que los montos de los incenti-vos de la ley son fijos por actividad, independiente sialguna de estas se ejecuta en una Fase o en otra, lorazonable será que la mayor concentración de activi-dades bonificables se reunieran en esta Fase. Ade-más, las bonificaciones por cada actividad no sonaditivos sobre una misma superficie, por tanto sedebe cuidar de invertir en aquéllas que causen losmayores efectos en la mejora de la producción predi-al.

3) Planificación Operativa del Programa.- El Planoperativo será una sistematización de los análisisrealizados para proponer una gestión bajo rendimien-to sostenido. Los contenidos fundamentales del Planserán:

A. Establecimiento del Período de Planificación:Este corresponde a horizonte de validez delplan completo. Los esfuerzos de diagnóstico yanálisis de este modelo sólo se justificarán silogran tener utilidad por un largo plazo tem-poral. No obstante, plazos de planificaciónmuy largos provocan serias dificultades en elcumplimiento de los objetivos deseados. Sepropone como razonable que el Plan de Ges-tión tenga una validez de 5 años. Así, una vezaprobadas las actividades, no existirán nuevasevaluaciones del recurso, ni los parámetros deordenación, salvo las necesarias revisionesrelacionadas con el seguimiento y fiscaliza-ción. Finalizado el período, deberá elaborarseuna Revisión Intermedia que usará los antece-dentes del período anterior y analizará el pre-dio completo para establecer una nueva pro-puesta.

B. Caracterización de las UO establecidas: Paratodas las UO se definirán las actividades arealizar, y cada una de ellas debe ser caracteri-zada de acuerdo a su ubicación y dimensión(sistema cartográfico predial); características

técnicas (sistemas, intensidades, criterios);prioridad; actividades asociadas; requerimien-tos operativos; volumen aproximado de pro-ductos a generar; y posible bonificación.

Programa de Manejo Forestal para Productos NOMadereros

Este programa podría comprender todas las superfi-cies donde se definieron funciones de Recuperaciónde bosque nativo, Aprovechamiento forestal, y Pro-tección de agua y suelos, excluyendo sólo el áreadefinida con función de Preservación.

1) Definición de Unidades de Manejo No Madere-ro (UNM).- A partir de la información recopilada enel inventario, se definirán unidades operacionales demanejo productivo sostenible de acuerdo a los si-guientes elementos: Producto principal no madererode mayor interés dadas las condicionantes de merca-do y el estado del bosque; Especie(s) principal (es) demanejo de donde se obtendrá el producto principal;Rotación del bosque a partir de la especie y productoprincipal.

La división de la superficie total de manejo de pro-ductos no madereros, por la edad de rotación defini-da, nos permitirá definir la superficie teórica de lasUNM. Esto significa que para mantener el rendi-miento sostenido del bosque, se deben intervenir co-mo máximo, esta superficie teórica al año. Existepoca información respecto a la rotación de este tipode productos. Algunas experiencias en Boldo reco-miendan rotaciones de 4 años, pero para frutos, flo-res, hongos y otros es poco lo investigado. La imple-mentación de modelos de este tipo, permitirá ircreando una base de datos y experiencia en estostemas.

Finalmente, a las UO definidas en el programa made-rero, se incorporarán las áreas nuevas de otras funcio-nes de uso exclusivo no maderero. Considerandocriterios operativos y usando como referencia la su-perficie teórica estimada, se limitarán las UNM defi-nitivas.

2) Tipo de Actividades incluidas en el programaNO maderero.- Las actividades sobre esta zona co-rresponden a un conjunto que incluye las actividadesde mejora y conversión presentadas en el capítulo dela Preordenación, a las que se adicionan dos relacio-nadas con el aprovechamiento de los recursos: Podas:Extracción controlada de ramas y parte de la copa delos árboles con el fin de generar productos no made-reros de alto valor o para mejorar la competencia;Recolección: Actividad destinada a la extraccióndesde el bosque de productos no madereros comofrutos, flores, hojas, hongos, helechos, lianas, otros.

3) Planificación Operativa del programa

A. El plan operativo adoptará el mismo períodode planificación del programa maderero

B. Caracterización de las UNM: Para todas lasunidades se definirán las actividades a reali-

zar, y cada una de ellas debe ser caracterizadade acuerdo a su ubicación y dimensión(sistema cartográfico predial); característicastécnicas (sistemas, intensidades, criterios);prioridad; actividades asociadas; requerimien-tos operativos; volumen aproximado de pro-ductos a generar; y posible bonificación.

Seguimiento, fiscalización y escenario desea-do para la Aplicación del Modelo

Un modelo de gestión de largo plazo, en el que exis-ten compromisos privados en atención a percibir in-centivos de Estado, es un modelo poco frecuente enel país, y su novedad requerirá actitud de los partici-pantes del proceso en atención a lograr su buen fun-cionamiento. En este contexto, el seguimiento de los

Fase/Actividades Característica

Diagnóstico Predial

Caracterización general Enfocada a la totalidad del predio, y a su entorno territorial y ambiental.

Cartografía predial Es un sistema cartográfico dinámico y adaptable, que integra todos los usos prediales.

Definición AGF Superficie predial destinada al uso y manejo forestal permanente. Decisión estratégica privada delargo plazo, considerando el entorno y las características del predio.

Preordenación

Definición y caracterización de uni-dades operativas de preordenación

Utiliza como elementos de análisis el estado del bosque (alteración) y su ubicación en la cuenca(sitio).

Actividades de preordenación Buscan describir, mejorar y preparar el bosque para el manejo bajo rendimiento sostenido.

Definición de funciones en AGF De acuerdo a los resultados de la preordenación, el propietario define qué quiere hacer con su recur-so bosque. Decisión privada táctico/operativa, de corto y mediano plazo.

Plan de manejo preservación Oportunidad de desarrollo complementario a la producción, que integra la restauración como herra-mienta principal.

Plan de manejo forestal con crite-rios de ordenación

Enfocado a todo el AGF

Tiene una preordenación anterior que permite generar una caracterización y evaluación potente delrecurso

Se basa en el crecimiento u otros parámetros de sustentabilidad

Ordenación

Cuadro 6. Caracterización del modelo

Modelo de Gestión Forestal para el Uso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos [Honeyman, et al]

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metro de cosecha definido para cada especie; y lasPodas: Extracción controlada de ramas y parte de lacopa de los árboles con el fin de generar productosmadereros de alto valor o para mejorar la competen-cia.

Si a esto se considera que los montos de los incenti-vos de la ley son fijos por actividad, independiente sialguna de estas se ejecuta en una Fase o en otra, lorazonable será que la mayor concentración de activi-dades bonificables se reunieran en esta Fase. Ade-más, las bonificaciones por cada actividad no sonaditivos sobre una misma superficie, por tanto sedebe cuidar de invertir en aquéllas que causen losmayores efectos en la mejora de la producción predi-al.

3) Planificación Operativa del Programa.- El Planoperativo será una sistematización de los análisisrealizados para proponer una gestión bajo rendimien-to sostenido. Los contenidos fundamentales del Planserán:

A. Establecimiento del Período de Planificación:Este corresponde a horizonte de validez delplan completo. Los esfuerzos de diagnóstico yanálisis de este modelo sólo se justificarán silogran tener utilidad por un largo plazo tem-poral. No obstante, plazos de planificaciónmuy largos provocan serias dificultades en elcumplimiento de los objetivos deseados. Sepropone como razonable que el Plan de Ges-tión tenga una validez de 5 años. Así, una vezaprobadas las actividades, no existirán nuevasevaluaciones del recurso, ni los parámetros deordenación, salvo las necesarias revisionesrelacionadas con el seguimiento y fiscaliza-ción. Finalizado el período, deberá elaborarseuna Revisión Intermedia que usará los antece-dentes del período anterior y analizará el pre-dio completo para establecer una nueva pro-puesta.

B. Caracterización de las UO establecidas: Paratodas las UO se definirán las actividades arealizar, y cada una de ellas debe ser caracteri-zada de acuerdo a su ubicación y dimensión(sistema cartográfico predial); características

técnicas (sistemas, intensidades, criterios);prioridad; actividades asociadas; requerimien-tos operativos; volumen aproximado de pro-ductos a generar; y posible bonificación.

Programa de Manejo Forestal para Productos NOMadereros

Este programa podría comprender todas las superfi-cies donde se definieron funciones de Recuperaciónde bosque nativo, Aprovechamiento forestal, y Pro-tección de agua y suelos, excluyendo sólo el áreadefinida con función de Preservación.

1) Definición de Unidades de Manejo No Madere-ro (UNM).- A partir de la información recopilada enel inventario, se definirán unidades operacionales demanejo productivo sostenible de acuerdo a los si-guientes elementos: Producto principal no madererode mayor interés dadas las condicionantes de merca-do y el estado del bosque; Especie(s) principal (es) demanejo de donde se obtendrá el producto principal;Rotación del bosque a partir de la especie y productoprincipal.

La división de la superficie total de manejo de pro-ductos no madereros, por la edad de rotación defini-da, nos permitirá definir la superficie teórica de lasUNM. Esto significa que para mantener el rendi-miento sostenido del bosque, se deben intervenir co-mo máximo, esta superficie teórica al año. Existepoca información respecto a la rotación de este tipode productos. Algunas experiencias en Boldo reco-miendan rotaciones de 4 años, pero para frutos, flo-res, hongos y otros es poco lo investigado. La imple-mentación de modelos de este tipo, permitirá ircreando una base de datos y experiencia en estostemas.

Finalmente, a las UO definidas en el programa made-rero, se incorporarán las áreas nuevas de otras funcio-nes de uso exclusivo no maderero. Considerandocriterios operativos y usando como referencia la su-perficie teórica estimada, se limitarán las UNM defi-nitivas.

2) Tipo de Actividades incluidas en el programaNO maderero.- Las actividades sobre esta zona co-rresponden a un conjunto que incluye las actividadesde mejora y conversión presentadas en el capítulo dela Preordenación, a las que se adicionan dos relacio-nadas con el aprovechamiento de los recursos: Podas:Extracción controlada de ramas y parte de la copa delos árboles con el fin de generar productos no made-reros de alto valor o para mejorar la competencia;Recolección: Actividad destinada a la extraccióndesde el bosque de productos no madereros comofrutos, flores, hojas, hongos, helechos, lianas, otros.

3) Planificación Operativa del programa

A. El plan operativo adoptará el mismo períodode planificación del programa maderero

B. Caracterización de las UNM: Para todas lasunidades se definirán las actividades a reali-

zar, y cada una de ellas debe ser caracterizadade acuerdo a su ubicación y dimensión(sistema cartográfico predial); característicastécnicas (sistemas, intensidades, criterios);prioridad; actividades asociadas; requerimien-tos operativos; volumen aproximado de pro-ductos a generar; y posible bonificación.

Seguimiento, fiscalización y escenario desea-do para la Aplicación del Modelo

Un modelo de gestión de largo plazo, en el que exis-ten compromisos privados en atención a percibir in-centivos de Estado, es un modelo poco frecuente enel país, y su novedad requerirá actitud de los partici-pantes del proceso en atención a lograr su buen fun-cionamiento. En este contexto, el seguimiento de los

Fase/Actividades Característica

Diagnóstico Predial

Caracterización general Enfocada a la totalidad del predio, y a su entorno territorial y ambiental.

Cartografía predial Es un sistema cartográfico dinámico y adaptable, que integra todos los usos prediales.

Definición AGF Superficie predial destinada al uso y manejo forestal permanente. Decisión estratégica privada delargo plazo, considerando el entorno y las características del predio.

Preordenación

Definición y caracterización de uni-dades operativas de preordenación

Utiliza como elementos de análisis el estado del bosque (alteración) y su ubicación en la cuenca(sitio).

Actividades de preordenación Buscan describir, mejorar y preparar el bosque para el manejo bajo rendimiento sostenido.

Definición de funciones en AGF De acuerdo a los resultados de la preordenación, el propietario define qué quiere hacer con su recur-so bosque. Decisión privada táctico/operativa, de corto y mediano plazo.

Plan de manejo preservación Oportunidad de desarrollo complementario a la producción, que integra la restauración como herra-mienta principal.

Plan de manejo forestal con crite-rios de ordenación

Enfocado a todo el AGF

Tiene una preordenación anterior que permite generar una caracterización y evaluación potente delrecurso

Se basa en el crecimiento u otros parámetros de sustentabilidad

Ordenación

Cuadro 6. Caracterización del modelo

Modelo de Gestión Forestal para el Uso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos [Honeyman, et al]

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 7878 esta es una publicación de Cebem

efectos del modelo es esencial, tanto en su frecuenciacomo en la calidad de información que entregue,especialmente si se considera la diversidad de temáti-cas en las que se carece de información pertinente.

Principio de garantía: Los esfuerzos implicados enimplementar un modelo como este en una propiedadprivada se traducen en serios compromisos de susdueños, tanto por la inversión inicial de establecerlo,como en el compromiso implícito con la producciónfutura. Así, serán condiciones ineludibles la imposi-bilidad por parte del propietario de renunciar a ejecu-ción de los planes establecidos, salvo restringidascausas, y la imposibilidad por parte del Estado derenunciar a los incentivos y otros apoyos al plan pro-puesto. Específicamente, si los servicios estatales decompetencia han aprobado los correspondientes pla-nes del modelo, léase que la propuesta cumple conlas exigencias normativas, el propietario debiera te-ner asegurados desde la aprobación los incentivospara todo el período, de no mediar inconvenientesque lo hagan incumplir con las exigencias compro-metidas.

Principio de eficiencia de la gestión Pública: Si lagestión deseada del bosque mediterráneo no es atrac-tiva para sus dueños, será prácticamente imposible supuesta en marcha. Así, el servicio estatal de compe-tencia debiera considerar que toda la información quese le requiere a los interesados tiene un costo, y en elmismo sentido evaluar cual es la información esen-cial y suficiente para cumplir con sus funciones fisca-lizadoras y, de esa forma, no transformarse en unacarga económica sustancial que resolver para iniciarel manejo.

Principio de flexibilidad: Se debería aprovechar almáximo la ventaja de establecer una planificación delargo plazo. Una manera de hacerlo, será exigir quelas actividades comprometidas deban estar termina-das al final del período, y en particular, no relevar elhecho que durante el período el propietario haga mo-dificaciones tanto del calendario como de las zonasen que se ejecuten las actividades. Específicamente,se podría considerar aceptable que las actividadespropuestas para un año, por ejemplo, no se realicen yen cambio se ejecute una corta en otra parte del pre-

dio, siempre y cuando las funciones territoriales de-terminadas le permitan ejecutar dicha labor, y que laactividad esté permitida dentro de su plan. Quienrealice el seguimiento, tendrá la opción de fiscalizarsi las extracciones respetan los parámetros de ordena-ción, y la condición del bosque afectado es el adecua-do.

Este principio es uno de los fundamentales para lo-grar que exista un productor forestal permanente, yque tenga la mayor autonomía permitida para optimi-zar su unidad productiva, la que además frecuente-mente debe ser compatibilizada con otras actividadesdel agro.

Características Distintivas del Modelo

Esta propuesta metodológica se diferencia de losmétodos y herramientas actuales de manejo, princi-palmente en elementos técnicos, en criterios y enfo-ques productivos, que le dan las características distin-tivas a este Modelo. Los aspectos destacados se pre-sentan en el Cuadro 6.

Matriz actividad costo/ incentivo

Se presenta a continuación de forma resumida, uncompendio de todas las actividades propuestas parael funcionamiento del modelo, indicando las fases ylos tipos de planes y programas en que deben/puedenrealizar. Se propone un monto estimado del costo porhectárea de cada actividad a partir de datos aportadospor la experiencia del equipo elaborador del modelo.Se contraponen además estas cifras, con el montototal de incentivos para el “tipo de actividad” queestipula la LBN en el articulado 23, literales a,b,c.

Referencias bibliográficas[1] Cruz P, Honeyman y Caballero C. 2005. Propuesta metodológica de ordenación forestal, aplicación a bosques de lenga en la XI Re

gión. En Bosque 26(2): 57-70.

[2] Cruz P., Honeyman P., Hube C., Urrutia J., Ravanal C. y Sculze C. 2008. Modelo de gestión forestal para el uso sustentable delos bosques mediterráneos chilenos. Ediciones U.Mayor.

[3] Donoso C. 1981. Reseña ecológica de los bosques mediterráneos de Chile. Bosque. 4 (2): 117-146.

[4] Gajardo R. 1990. Descripción de los bosques esclerófilos y espinosos. En: Opciones silviculturales de los Bosques Esclerófilos Espino-sos de la Zona Central de Chile. Apuntes Docentes Nº 3. 3-18 p.

[5] Rivera H, Rudolff A.y Cruz P. 2002. Plan de Ordenación de la Reserva Nacional Valdivia. CONAF/GTZ.

[6] Vita, A. 1993. Ecosistemas de bosques y matorrales mediterráneos y sus tratamientos silviculturales en Chile. Investigación y Desarrollode Áreas Silvestres en Zonas Áridas y Semiáridas de Chile. CONAF, PNUD, FAO.

Modelo de Gestión Forestal para el Uso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos [Honeyman, et al]

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Revista Virtual REDESMA - agosto 2009 - Vol. 3(2)

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efectos del modelo es esencial, tanto en su frecuenciacomo en la calidad de información que entregue,especialmente si se considera la diversidad de temáti-cas en las que se carece de información pertinente.

Principio de garantía: Los esfuerzos implicados enimplementar un modelo como este en una propiedadprivada se traducen en serios compromisos de susdueños, tanto por la inversión inicial de establecerlo,como en el compromiso implícito con la producciónfutura. Así, serán condiciones ineludibles la imposi-bilidad por parte del propietario de renunciar a ejecu-ción de los planes establecidos, salvo restringidascausas, y la imposibilidad por parte del Estado derenunciar a los incentivos y otros apoyos al plan pro-puesto. Específicamente, si los servicios estatales decompetencia han aprobado los correspondientes pla-nes del modelo, léase que la propuesta cumple conlas exigencias normativas, el propietario debiera te-ner asegurados desde la aprobación los incentivospara todo el período, de no mediar inconvenientesque lo hagan incumplir con las exigencias compro-metidas.

Principio de eficiencia de la gestión Pública: Si lagestión deseada del bosque mediterráneo no es atrac-tiva para sus dueños, será prácticamente imposible supuesta en marcha. Así, el servicio estatal de compe-tencia debiera considerar que toda la información quese le requiere a los interesados tiene un costo, y en elmismo sentido evaluar cual es la información esen-cial y suficiente para cumplir con sus funciones fisca-lizadoras y, de esa forma, no transformarse en unacarga económica sustancial que resolver para iniciarel manejo.

Principio de flexibilidad: Se debería aprovechar almáximo la ventaja de establecer una planificación delargo plazo. Una manera de hacerlo, será exigir quelas actividades comprometidas deban estar termina-das al final del período, y en particular, no relevar elhecho que durante el período el propietario haga mo-dificaciones tanto del calendario como de las zonasen que se ejecuten las actividades. Específicamente,se podría considerar aceptable que las actividadespropuestas para un año, por ejemplo, no se realicen yen cambio se ejecute una corta en otra parte del pre-

dio, siempre y cuando las funciones territoriales de-terminadas le permitan ejecutar dicha labor, y que laactividad esté permitida dentro de su plan. Quienrealice el seguimiento, tendrá la opción de fiscalizarsi las extracciones respetan los parámetros de ordena-ción, y la condición del bosque afectado es el adecua-do.

Este principio es uno de los fundamentales para lo-grar que exista un productor forestal permanente, yque tenga la mayor autonomía permitida para optimi-zar su unidad productiva, la que además frecuente-mente debe ser compatibilizada con otras actividadesdel agro.

Características Distintivas del Modelo

Esta propuesta metodológica se diferencia de losmétodos y herramientas actuales de manejo, princi-palmente en elementos técnicos, en criterios y enfo-ques productivos, que le dan las características distin-tivas a este Modelo. Los aspectos destacados se pre-sentan en el Cuadro 6.

Matriz actividad costo/ incentivo

Se presenta a continuación de forma resumida, uncompendio de todas las actividades propuestas parael funcionamiento del modelo, indicando las fases ylos tipos de planes y programas en que deben/puedenrealizar. Se propone un monto estimado del costo porhectárea de cada actividad a partir de datos aportadospor la experiencia del equipo elaborador del modelo.Se contraponen además estas cifras, con el montototal de incentivos para el “tipo de actividad” queestipula la LBN en el articulado 23, literales a,b,c.

ProgramaMaderero

Programa NoMaderero

1. Diagnóstico2. Preordenación3. Ordenación

Inventario Forestal 3 NO SI SI 0,20 10Cosecha 3 NO SI NO 7,00 10Recolección 3 NO NO SI 1,40 5Poda 2,3 NO SI SI 1,12 5 o 10Limpias 2,3 SI SI SI 4,20 5 o 10Clareos 2,3 NO SI SI 0,84 5 o 10Raleos 2,3 NO SI SI 5,60 5 o 10Cortas sanitarias 2,3 SI SI SI 0,42 5 o 10Construcción caminos 1,2,3 SI SI SI 1,96 5 o 10Construcción huellas 1,2,4 SI SI SI 0,28 5 o 10Mantención de caminos 1,2,5 SI SI SI 0,05 5 o 10Mantención huellas 1,2,6 SI SI SI 0,04 5 o 10Cons. canchas acopio 2,3 NO SI SI 0,19 5 o 10Control de plagas 2,3 SI SI SI 0,30 5 o 10Control de ganado 2,3 SI SI SI 1,40 5 o 10Protección incendios 2,3 SI SI SI 1,12 5 o 10Acondic.de suelos 2,3 SI SI SI 0,33 5 o 10Protección de suelos 2,3 NO SI NO Tabla DL. 701Plant.suplementarias 2,3 SI SI SI 8,41 5 o 10Forestaciones 2,3 NO SI SI Tabla DL. 701Seguim. e investigación 2,3 SI NO NO ? 5 o 10

ActividadesModelo

Aplicación Modelocompleto (*) SI (**) SI

Plan Manejo Forestalbajo criterios de Ord.

CostoestimadoUTM/ha

IncentivosLey BN

(UTM/ha)FASES

TIPO DE PLANPlan ManejoPreservación

** Hacer este plan es optativo en el modelo

0,42 0,3

* Contempla aplicar el modelo completo en el tiempo, integrando el diagnóstico inicial y el seguimiento de su aplicación

SI

Referencias bibliográficas[1] Cruz P, Honeyman y Caballero C. 2005. Propuesta metodológica de ordenación forestal, aplicación a bosques de lenga en la XI Re

gión. En Bosque 26(2): 57-70.

[2] Cruz P., Honeyman P., Hube C., Urrutia J., Ravanal C. y Sculze C. 2008. Modelo de gestión forestal para el uso sustentable delos bosques mediterráneos chilenos. Ediciones U.Mayor.

[3] Donoso C. 1981. Reseña ecológica de los bosques mediterráneos de Chile. Bosque. 4 (2): 117-146.

[4] Gajardo R. 1990. Descripción de los bosques esclerófilos y espinosos. En: Opciones silviculturales de los Bosques Esclerófilos Espino-sos de la Zona Central de Chile. Apuntes Docentes Nº 3. 3-18 p.

[5] Rivera H, Rudolff A.y Cruz P. 2002. Plan de Ordenación de la Reserva Nacional Valdivia. CONAF/GTZ.

[6] Vita, A. 1993. Ecosistemas de bosques y matorrales mediterráneos y sus tratamientos silviculturales en Chile. Investigación y Desarrollode Áreas Silvestres en Zonas Áridas y Semiáridas de Chile. CONAF, PNUD, FAO.

Modelo de Gestión Forestal para el Uso Sustentable de los Bosques Mediterráneos Chilenos [Honeyman, et al]

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Land-use planning inIndonesia and Malinau1

by Eva Wollenberg2

1 The research was supported by the International Tropical Timber Organization (IITO), the Department for International Devel-opment (DfID) UK, the Ford Foundation, the District of Malinau, and the Netherlands Committee of IUCN. We thank twoanonymous reviewers for their helpful comments.

2 Center for Sustainable Agriculture106 Highpoint, Suite 300, Colchester, Vermont 05446 [email protected]

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Revista Virtual REDESMAagosto 2009Vol. 3(2)

Land-use planning inIndonesia and Malinau1

by Eva Wollenberg2

1 The research was supported by the International Tropical Timber Organization (IITO), the Department for International Devel-opment (DfID) UK, the Ford Foundation, the District of Malinau, and the Netherlands Committee of IUCN. We thank twoanonymous reviewers for their helpful comments.

2 Center for Sustainable Agriculture106 Highpoint, Suite 300, Colchester, Vermont 05446 [email protected]

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Land-use planning in Indonesia and Malinau [Eva Wollenberg]

Introduction

Although spatial plans are a central feature of forestland-use policy in Indonesia, they have had little con-nection to the values, priorities, and practices of localpeoples, especially in remote forest areas (Murdiono1998, Sève 1999, Jepson et al. 2002). Land-use plan-ning in Indonesia has had a history of producing cen-trally driven, poorly implemented plans. Meanwhile,Indonesia’s forest estate continues to be severelydegraded (Jepson et al. 2002), and local communitieslack development opportunities (Colfer and Resosu-darmo 2002, Moeliono et al. 2007).

In this paper, we analyze efforts to make spatial plan-ning in Indonesia’s forest areas more relevant to localconditions and land users. We use the example of aland-use planning project in the District of Malinauin East Kalimantan Province, Indonesian Borneo.The project took place from 1998 to 2005 when inter-est in more locally responsive government was highbecause of recent decentralization reforms.

The Malinau project used an alternative approach toland-use planning that draws from adaptive manage-ment, systems theory, and multistakeholder princi-ples. Planning in this approach shifted from being a

preparatory, document-focused effort to a set of deci-sion tools and processes that enabled the exchange ofinformation, learning, and adjustments among gov-ernment and local land users and managers in pursuitof a common vision. We provide examples of howthe approach was tested and explain the difficultiesof institutionalizing these principles during a periodof policy transition. We conclude with some viewsabout how to overcome the problems of planning inuncertain and complex environments.

Land-use Planning in Indonesia and Malinau:A history of national land-use planning inIndonesia

Rural land-use planning in Indonesia has evolvedthrough three distinct phases that reflect more decen-tralized decision making: techno-rationalism, re-gional development, and district-driven planning.

Techno-rationalism

In 1982, a first phase of national land-use planningwas initiated by the Ministry of Home Affairsthrough legal instructions to the Ministry of Forestry(MOF) to create Consensus-Based Forest Land UsePlanning via Tata Guna Hutan Kesepakatan (TGHK)- No. 26/1982, Surat Edaran Menteri Dalam NegeriNo. 522.12/4275/Agr., 1982. In 1984 MOF producedTGHK maps, usually 1:500,000, that classified forestland functions as (1) protection forest, i.e., for water-shed protection; (2) conservation forest in the form ofnational parks and other protected areas; (3) limitedproduction forest, in which timber harvesting needsprotective measures to avoid soil erosion; (4) produc-tion forest for timber harvesting; and (5) conversionforest for conversion to agriculture, plantation crops,settlements, or other uses (Sève 1999:8). The MOF’sprovincial representative prepared TGHK maps foreach province (Jepson 2002). Much of the designa-tion was done with little regard for conditions on theground.

A subsequent national mapping effort, the 1987–1990 Regional Physical Planning Project for Trans-

migration (RePPProT), which was a project of theUK’s Department for International Development(then the Overseas Development Administration),aimed for more reliable planning information. Theproject produced maps that rationalized existingTGHK maps with newly proposed land-use zones,including databases on development and reforestationareas. Despite ongoing inaccuracies, the resulting“consensus TGHK” maps (1:250,000) became thecountry’s standard and most often used base maps(Jepson et al. 2002). In the early 1990s, the SecondLand Resources Evaluation and Planning furtheredthese efforts by producing digitized maps.

Regional development

A second phase of land-use planning began with In-donesia’s basic law of spatial planning, Act No.24/1992, and the new involvement of the NationalDevelopment Planning Board. This phase initiatedthe integration of land allocation with intersectoraldevelopment planning. The 1992 law decentralizedspatial planning to the provincial, and later, districtplanning boards.

Starting in 1997, MOF was to produce new“integrated maps” or peta paduserasai that rational-ized the TGHK maps with the spatial plans of thenew provincial and district planning agencies. Theseplans were known as Rencana Tata Ruang WilayahPropinsi/Kabupaten or RTRWP/B (Sève 1999, Jep-son et al. 2002). The RTRWP/B were to include ad-ministrative boundaries, land characteristics, poten-tial resources, and development opportunities relatedto diverse sectors (Auricht and Rais 2000). Theyaimed to coordinate and stimulate economic growthas well as plan for the efficient delivery of govern-ment services. Plans could be renewed every fiveyears. Reflecting the pressures for wider politicalparticipation at the time in Indonesia, the law alsoallowed for citizen input, although in practice inputwas rarely solicited or offered.

The extent of decentralization in this phase was lim-ited. Mapping was concentrated at the provinciallevel, and the finalization of the integrated maps washighly contentious through the 1990s. The MOF

Resumen

Las reformas de descentralización en Indonesia, entre 1999 y 2004 crearon oportunidades para la planificación deluso del suelo que reflejaron las condiciones y las necesidades de las poblaciones locales. El artículo describe sieteaños de trabajo en el Distrito de Malinau, durante los cuales se buscó conectar la planificación gubernamental de usode la tierra con los valores, prioridades y prácticas del pueblo. Se propone 4 principios para apoyar la planificacióninteractiva entre el gobierno y los usuarios locales de la tierra. El artículo describe su aplicación y los desafíos resul-tantes.

Abstract

Indonesia’s 1999–2004 decentralization reforms created opportunities for land-use planning that reflected local condi-tions and local people’s needs. We report on seven years of work in the District of Malinau in Indonesian Borneo thatattempted to reconnect government land-use plans to local people’s values, priorities, and practices. Four principlesare proposed to support more interactive planning between government and local land users: The articled describesthe application of these principles and the resulting challenges.

Keywords.– Land- use planning; adaptive management; Borneo; decentralization; local knowledge; spatial planning;systems frameworks.

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Land-use planning in Indonesia and Malinau [Eva Wollenberg]

Introduction

Although spatial plans are a central feature of forestland-use policy in Indonesia, they have had little con-nection to the values, priorities, and practices of localpeoples, especially in remote forest areas (Murdiono1998, Sève 1999, Jepson et al. 2002). Land-use plan-ning in Indonesia has had a history of producing cen-trally driven, poorly implemented plans. Meanwhile,Indonesia’s forest estate continues to be severelydegraded (Jepson et al. 2002), and local communitieslack development opportunities (Colfer and Resosu-darmo 2002, Moeliono et al. 2007).

In this paper, we analyze efforts to make spatial plan-ning in Indonesia’s forest areas more relevant to localconditions and land users. We use the example of aland-use planning project in the District of Malinauin East Kalimantan Province, Indonesian Borneo.The project took place from 1998 to 2005 when inter-est in more locally responsive government was highbecause of recent decentralization reforms.

The Malinau project used an alternative approach toland-use planning that draws from adaptive manage-ment, systems theory, and multistakeholder princi-ples. Planning in this approach shifted from being a

preparatory, document-focused effort to a set of deci-sion tools and processes that enabled the exchange ofinformation, learning, and adjustments among gov-ernment and local land users and managers in pursuitof a common vision. We provide examples of howthe approach was tested and explain the difficultiesof institutionalizing these principles during a periodof policy transition. We conclude with some viewsabout how to overcome the problems of planning inuncertain and complex environments.

Land-use Planning in Indonesia and Malinau:A history of national land-use planning inIndonesia

Rural land-use planning in Indonesia has evolvedthrough three distinct phases that reflect more decen-tralized decision making: techno-rationalism, re-gional development, and district-driven planning.

Techno-rationalism

In 1982, a first phase of national land-use planningwas initiated by the Ministry of Home Affairsthrough legal instructions to the Ministry of Forestry(MOF) to create Consensus-Based Forest Land UsePlanning via Tata Guna Hutan Kesepakatan (TGHK)- No. 26/1982, Surat Edaran Menteri Dalam NegeriNo. 522.12/4275/Agr., 1982. In 1984 MOF producedTGHK maps, usually 1:500,000, that classified forestland functions as (1) protection forest, i.e., for water-shed protection; (2) conservation forest in the form ofnational parks and other protected areas; (3) limitedproduction forest, in which timber harvesting needsprotective measures to avoid soil erosion; (4) produc-tion forest for timber harvesting; and (5) conversionforest for conversion to agriculture, plantation crops,settlements, or other uses (Sève 1999:8). The MOF’sprovincial representative prepared TGHK maps foreach province (Jepson 2002). Much of the designa-tion was done with little regard for conditions on theground.

A subsequent national mapping effort, the 1987–1990 Regional Physical Planning Project for Trans-

migration (RePPProT), which was a project of theUK’s Department for International Development(then the Overseas Development Administration),aimed for more reliable planning information. Theproject produced maps that rationalized existingTGHK maps with newly proposed land-use zones,including databases on development and reforestationareas. Despite ongoing inaccuracies, the resulting“consensus TGHK” maps (1:250,000) became thecountry’s standard and most often used base maps(Jepson et al. 2002). In the early 1990s, the SecondLand Resources Evaluation and Planning furtheredthese efforts by producing digitized maps.

Regional development

A second phase of land-use planning began with In-donesia’s basic law of spatial planning, Act No.24/1992, and the new involvement of the NationalDevelopment Planning Board. This phase initiatedthe integration of land allocation with intersectoraldevelopment planning. The 1992 law decentralizedspatial planning to the provincial, and later, districtplanning boards.

Starting in 1997, MOF was to produce new“integrated maps” or peta paduserasai that rational-ized the TGHK maps with the spatial plans of thenew provincial and district planning agencies. Theseplans were known as Rencana Tata Ruang WilayahPropinsi/Kabupaten or RTRWP/B (Sève 1999, Jep-son et al. 2002). The RTRWP/B were to include ad-ministrative boundaries, land characteristics, poten-tial resources, and development opportunities relatedto diverse sectors (Auricht and Rais 2000). Theyaimed to coordinate and stimulate economic growthas well as plan for the efficient delivery of govern-ment services. Plans could be renewed every fiveyears. Reflecting the pressures for wider politicalparticipation at the time in Indonesia, the law alsoallowed for citizen input, although in practice inputwas rarely solicited or offered.

The extent of decentralization in this phase was lim-ited. Mapping was concentrated at the provinciallevel, and the finalization of the integrated maps washighly contentious through the 1990s. The MOF

Resumen

Las reformas de descentralización en Indonesia, entre 1999 y 2004 crearon oportunidades para la planificación deluso del suelo que reflejaron las condiciones y las necesidades de las poblaciones locales. El artículo describe sieteaños de trabajo en el Distrito de Malinau, durante los cuales se buscó conectar la planificación gubernamental de usode la tierra con los valores, prioridades y prácticas del pueblo. Se propone 4 principios para apoyar la planificacióninteractiva entre el gobierno y los usuarios locales de la tierra. El artículo describe su aplicación y los desafíos resul-tantes.

Abstract

Indonesia’s 1999–2004 decentralization reforms created opportunities for land-use planning that reflected local condi-tions and local people’s needs. We report on seven years of work in the District of Malinau in Indonesian Borneo thatattempted to reconnect government land-use plans to local people’s values, priorities, and practices. Four principlesare proposed to support more interactive planning between government and local land users: The articled describesthe application of these principles and the resulting challenges.

Keywords.– Land- use planning; adaptive management; Borneo; decentralization; local knowledge; spatial planning;systems frameworks.

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largely stalled and resisted the efforts of the planningboards, and few new plans resulted. Top-down deci-sion making prevailed, and it was not uncommon forexecutive decrees at the national level to overrideplans (Widiangsih and Morrell 2007).

District-driven planning

A third phase of land-use planning began after theend of the Soeharto regime. Widespread reforms oc-curred from 1999 to 2004 that decentralized authorityto elected district officials, empowered district as-semblies, and channeled considerably more financialresources to district agencies. Although the RTRWframework remained intact, districts sought to createor redo their plans as a way to assert their new-foundautonomy (cf. Mintzberg 1993). They rarely at-tempted to coordinate with provincial plans. Theprovince of East Kalimantan revised its spatial planin 1999, but it took years to be approved because ofconflicts with the many new district plans. The dis-trict plans were valid for 10 yr with evaluation afterfive.

Many of the old problems of centralized land-useplanning persisted. Jakarta-based consulting compa-nies prepared plans in their offices, rarely if evermaking field visits, using public input, or incorporat-ing good maps or data. Plans were photocopied fromother districts. In East Kalimantan, the plans rou-tinely permitted the use of areas protected in Indone-sia’s National Conservation Plan in 1981/1982(Jepson et al. 2002). The new district planning sys-tem became a tool for legitimizing private access todistrict resources with little protection or concern forthe public interest (Wollenberg et al. 2006b).

As before, district plans also bore little relation towhat people did in the forest. In the institutional gapcreated during the transition to new district control,semi-autonomous local political orders emerged inwhich local indigenous groups, business interests,and the bureaucratic elite did their best to capturelocal benefits from forests regardless of existingland-use plans, legal frameworks, or central direc-tives (McCarthy 2002, 2004, Wollenberg et al.

2006b). Districts rapidly organized small-scale tim-ber harvesting and sought out investment schemes forconversion of natural forest to more lucrative crops.

After 2004, new national laws and regulations triedto recentralize what most people perceived as therampant abuse of local control. Law No. 32 requireddistrict governments to coordinate their land-useplanning with the provinces and the national authori-ties, and Regulation 26 in 2008 gave provincial gov-ernors and national ministers the right to overrideland-use decisions made by the districts. Indonesiacontinues, however, to lack a coherent governmentapparatus that can work across multiple administra-tive levels and sectors and use transparent means toresolve conflicts (McCarthy 2004).

This last and most recent phase created a window ofopportunity for more locally relevant land-use plan-ning that could better link district government spatialplanning to the knowledge, experience, and aspira-tions of local people. It can be called the postdecen-tralization phase or “district planning for local eco-nomic development.”

Limits of planning in Indonesia

Spatial plans in forest areas are still poorly designedand implemented. Their quality has been compro-mised by a history of centralized sector-based plan-ning, a lack of information about existing forest andland characteristics, and weak stakeholder input(Sève 1999). Implementation of spatial plans hasbeen hampered by a number of factors, including (1)inaccurate and inconsistent maps produced undervarious spatial planning policies; (2) poor coordina-tion of the Ministry of Forestry with other ministries(Sève 1999, Jepson et al. 2002); (3) poor coordina-tion among district, provincial, and central bodies;(4) presidential decrees that took precedence overexisting plans (Widiangsih and Morrell 2007); (5) alack of local government capacity or will; (6) vestedpolitical and business interests (McCarthy 2002); (7)a lack of financial resources (Murdiono 1998); or (8)simply the unavailability of the plan (Murdiono1998, Auricht and Rais 2000).

Although Indonesia’s forest land-use plans are in-tended to support development goals, few address thelocal drivers of development or anticipate future cir-cumstances. Information about the plans is rarelyshared with other stakeholders, and the 5- to 10-yrplans are usually revised only to meet the needs ofspecial interests. Such reliance on prescriptive long-term plans leaves little room for discretionary deci-sion making and flexibility (Lloyd and Peel 2007).Plans under these conditions establish predeterminedspatial arrangements and outcomes that serve thepurposes of accountability and bureaucratic control,although they quickly become irrelevant when pre-scriptions are not possible or desirable, especially insituations in which political regimes are unstable,policies are in transition, natural environmentschange, or high levels of innovation are needed. Evenas tools for accountability and control, their use islimited because they quickly lose any claim to rele-vance. Local land users feel no ownership of theseplans, and their rights are often ignored.

Conventional planning in such contexts gives gov-ernment and land-use managers a false sense of con-trol that can lead to unanticipated outcomes and inat-tentiveness to critical threats or opportunities. Theemphasis on plans skews attention away from realopportunities for local action. As a result, strategicdecisions are often made outside of formal plans(Stacey 2003), because decisions have to be madeincrementally, not all at once.

District of Malinau

Malinau was created in 1999 when the previous dis-trict of Bulungan was divided into three new districts.The district is 42,000 km² in size, and about 60% ofits 50,000 residents are concentrated in the districtcapital. The 15,000–20,000 people living in the for-ested parts of Malinau are primarily Dayak swiddencultivators and Punan hunter-gatherers who rely onforests for their livelihoods and live in settlements of30–1000 individuals (Sellato 2001, Sheil et al. 2006).Swidden cultivation and small-scale timber harvest-ing occur in localized areas throughout the district,and there are two small coal mines.

The district is 90% forest and contains the largestremaining contiguous area of Dipterocarp forest inthe world. Forest land formally belongs to the state.Timber concessions allocated through Jakarta underpast governments control rights to timber, althoughdistrict governments have challenged these rights byallocating their own permits for timber harvestingand by changing land-use plans. The district includesmost of the 1.6 million-ha Kayan Mentarang Na-tional Park, one of 80 major ecosystem reserves iden-tified in the first national Biodiversity Action Planand RePPProT 2002 (Jepson 2002 et al.) and hashigh conservation value for plants and animals(Meijaard and Nijman 2003, Sheil et al. 2006). An-nual rainfall is nearly 4000 mm, and the general ero-sion risk is high (Basuki and Sheil 2005).

The Center for International Forestry Research(CIFOR) began working in Malinau in 1995 and in1998 initiated a multistakeholder land-use planningproject with the Indonesian Ministry of Forestry andthe district of Malinau. The aim of the project was tointegrate information across different land uses andusers to produce a more dynamic systems approachto land-use planning. An interdisciplinary team ofabout six researchers led the effort, which focused onthe Malinau and Tubu watersheds. The project paidspecial attention to local swidden farmers and hunter-gathers, because these were groups that had beensystematically excluded from prior land-use plan-ning.

Despite intentions and efforts to do otherwise, theproject operated independently from the district’sown land-use planning process. Malinau developedits own district land-use plan in 2002. A Jakarta-based consultant prepared maps based on informationfrom the previous district of Bulungan, with little orno public participation and no field visits. CIFORprovided extensive ecological, forest, and social data,but the final plan showed no evidence that these datahad been incorporated. The consultants presented theplan at a public hearing in the district capital thatincluded officials and CIFOR invitees, but no villagerepresentatives from Malinau’s forested areas.

Land-use planning in Indonesia and Malinau [Eva Wollenberg]

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largely stalled and resisted the efforts of the planningboards, and few new plans resulted. Top-down deci-sion making prevailed, and it was not uncommon forexecutive decrees at the national level to overrideplans (Widiangsih and Morrell 2007).

District-driven planning

A third phase of land-use planning began after theend of the Soeharto regime. Widespread reforms oc-curred from 1999 to 2004 that decentralized authorityto elected district officials, empowered district as-semblies, and channeled considerably more financialresources to district agencies. Although the RTRWframework remained intact, districts sought to createor redo their plans as a way to assert their new-foundautonomy (cf. Mintzberg 1993). They rarely at-tempted to coordinate with provincial plans. Theprovince of East Kalimantan revised its spatial planin 1999, but it took years to be approved because ofconflicts with the many new district plans. The dis-trict plans were valid for 10 yr with evaluation afterfive.

Many of the old problems of centralized land-useplanning persisted. Jakarta-based consulting compa-nies prepared plans in their offices, rarely if evermaking field visits, using public input, or incorporat-ing good maps or data. Plans were photocopied fromother districts. In East Kalimantan, the plans rou-tinely permitted the use of areas protected in Indone-sia’s National Conservation Plan in 1981/1982(Jepson et al. 2002). The new district planning sys-tem became a tool for legitimizing private access todistrict resources with little protection or concern forthe public interest (Wollenberg et al. 2006b).

As before, district plans also bore little relation towhat people did in the forest. In the institutional gapcreated during the transition to new district control,semi-autonomous local political orders emerged inwhich local indigenous groups, business interests,and the bureaucratic elite did their best to capturelocal benefits from forests regardless of existingland-use plans, legal frameworks, or central direc-tives (McCarthy 2002, 2004, Wollenberg et al.

2006b). Districts rapidly organized small-scale tim-ber harvesting and sought out investment schemes forconversion of natural forest to more lucrative crops.

After 2004, new national laws and regulations triedto recentralize what most people perceived as therampant abuse of local control. Law No. 32 requireddistrict governments to coordinate their land-useplanning with the provinces and the national authori-ties, and Regulation 26 in 2008 gave provincial gov-ernors and national ministers the right to overrideland-use decisions made by the districts. Indonesiacontinues, however, to lack a coherent governmentapparatus that can work across multiple administra-tive levels and sectors and use transparent means toresolve conflicts (McCarthy 2004).

This last and most recent phase created a window ofopportunity for more locally relevant land-use plan-ning that could better link district government spatialplanning to the knowledge, experience, and aspira-tions of local people. It can be called the postdecen-tralization phase or “district planning for local eco-nomic development.”

Limits of planning in Indonesia

Spatial plans in forest areas are still poorly designedand implemented. Their quality has been compro-mised by a history of centralized sector-based plan-ning, a lack of information about existing forest andland characteristics, and weak stakeholder input(Sève 1999). Implementation of spatial plans hasbeen hampered by a number of factors, including (1)inaccurate and inconsistent maps produced undervarious spatial planning policies; (2) poor coordina-tion of the Ministry of Forestry with other ministries(Sève 1999, Jepson et al. 2002); (3) poor coordina-tion among district, provincial, and central bodies;(4) presidential decrees that took precedence overexisting plans (Widiangsih and Morrell 2007); (5) alack of local government capacity or will; (6) vestedpolitical and business interests (McCarthy 2002); (7)a lack of financial resources (Murdiono 1998); or (8)simply the unavailability of the plan (Murdiono1998, Auricht and Rais 2000).

Although Indonesia’s forest land-use plans are in-tended to support development goals, few address thelocal drivers of development or anticipate future cir-cumstances. Information about the plans is rarelyshared with other stakeholders, and the 5- to 10-yrplans are usually revised only to meet the needs ofspecial interests. Such reliance on prescriptive long-term plans leaves little room for discretionary deci-sion making and flexibility (Lloyd and Peel 2007).Plans under these conditions establish predeterminedspatial arrangements and outcomes that serve thepurposes of accountability and bureaucratic control,although they quickly become irrelevant when pre-scriptions are not possible or desirable, especially insituations in which political regimes are unstable,policies are in transition, natural environmentschange, or high levels of innovation are needed. Evenas tools for accountability and control, their use islimited because they quickly lose any claim to rele-vance. Local land users feel no ownership of theseplans, and their rights are often ignored.

Conventional planning in such contexts gives gov-ernment and land-use managers a false sense of con-trol that can lead to unanticipated outcomes and inat-tentiveness to critical threats or opportunities. Theemphasis on plans skews attention away from realopportunities for local action. As a result, strategicdecisions are often made outside of formal plans(Stacey 2003), because decisions have to be madeincrementally, not all at once.

District of Malinau

Malinau was created in 1999 when the previous dis-trict of Bulungan was divided into three new districts.The district is 42,000 km² in size, and about 60% ofits 50,000 residents are concentrated in the districtcapital. The 15,000–20,000 people living in the for-ested parts of Malinau are primarily Dayak swiddencultivators and Punan hunter-gatherers who rely onforests for their livelihoods and live in settlements of30–1000 individuals (Sellato 2001, Sheil et al. 2006).Swidden cultivation and small-scale timber harvest-ing occur in localized areas throughout the district,and there are two small coal mines.

The district is 90% forest and contains the largestremaining contiguous area of Dipterocarp forest inthe world. Forest land formally belongs to the state.Timber concessions allocated through Jakarta underpast governments control rights to timber, althoughdistrict governments have challenged these rights byallocating their own permits for timber harvestingand by changing land-use plans. The district includesmost of the 1.6 million-ha Kayan Mentarang Na-tional Park, one of 80 major ecosystem reserves iden-tified in the first national Biodiversity Action Planand RePPProT 2002 (Jepson 2002 et al.) and hashigh conservation value for plants and animals(Meijaard and Nijman 2003, Sheil et al. 2006). An-nual rainfall is nearly 4000 mm, and the general ero-sion risk is high (Basuki and Sheil 2005).

The Center for International Forestry Research(CIFOR) began working in Malinau in 1995 and in1998 initiated a multistakeholder land-use planningproject with the Indonesian Ministry of Forestry andthe district of Malinau. The aim of the project was tointegrate information across different land uses andusers to produce a more dynamic systems approachto land-use planning. An interdisciplinary team ofabout six researchers led the effort, which focused onthe Malinau and Tubu watersheds. The project paidspecial attention to local swidden farmers and hunter-gathers, because these were groups that had beensystematically excluded from prior land-use plan-ning.

Despite intentions and efforts to do otherwise, theproject operated independently from the district’sown land-use planning process. Malinau developedits own district land-use plan in 2002. A Jakarta-based consultant prepared maps based on informationfrom the previous district of Bulungan, with little orno public participation and no field visits. CIFORprovided extensive ecological, forest, and social data,but the final plan showed no evidence that these datahad been incorporated. The consultants presented theplan at a public hearing in the district capital thatincluded officials and CIFOR invitees, but no villagerepresentatives from Malinau’s forested areas.

Land-use planning in Indonesia and Malinau [Eva Wollenberg]

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During subsequent closed negotiations in 2003, thedistrict increased the amount of conversion forest bynearly 600,000 ha and decreased reserves and limitedproduction forest to make land available for oil palmdevelopment and increase their control vis-à-vis thenational government over land and timber revenues(Andrianto 2006). This decision was made in spite oftechnical suitability measures that indicating the landshould remain under forest cover. After severalrounds of minor revisions, the plans were finallyadopted and legalized in 2003.

The district did not make the final plan public. Ourproject team’s efforts to see a copy of the plan werealways rebuffed. Secrecy helped the district to ac-commodate investors without public scrutiny. In2004 a new investor requested a block of land for anoil palm plantation. The land included part of an ex-isting timber concession and forest in which conver-sion was not permitted. The district reportedly re-duced the concession of the parastatal company Inhu-tani II from 48,000 ha to less than 28,000 ha in theland-use plan. In February 2005, Malinau submittedthe revision to the Minister of Forestry for approval,but it was refused. The local government signed thememorandum of understanding with the investoranyway. The provincial government later accommo-dated the conversion request in its 10-yr plan, but in2006 the Minister of Forestry rejected the province’splans to convert 1 million ha of forest to oil palm.

The resulting content of the plan was as disappoint-ing as the process. The plan emphasized forest con-version and plantation development that would re-quire intensive soil inputs and erosion control anddecrease local people’s control over land and liveli-hoods. It did not recognize the appropriateness ofmaintaining forest cover for the area or make provi-sions for sustainable forestry (Meijaard et al. 2005).Based on an analysis of 600 soil samples and 200 sitecharacterizations using land and soil criteria devel-oped by the Indonesian Department of Agriculture,Basuki and Sheil (2005) found that all 200 sites weremarginal for the production of cash crops like pepper,coffee, rubber, or oil palm. The best sites for planta-tions were the alluvial plains along rivers in whichlocal people already lived and cultivated their crops.

The plan did not recognize that existing cultivationsystems were sustainable only because the local peo-ple used small amounts of land, chose the best sites,maintained vegetative cover, had established longfallow periods, and rarely cultivated the same crop orfield two years consecutively (E. Dounias and G.Loutrel, unpublished manuscript).

An alternative planning approach: Interac-tive land-use planning

How can the government plan land use in Indonesia’sforest areas to more effectively take into accountlocal land capacities, the priorities of local land users,and changing conditions? On the one hand, Indone-sia’s existing planning frameworks produce clearrules that signal obligations and interests in efficient,transparent language that serve the formal needs ofthe state and citizens. On the other, the complexity ofmanaging Indonesia’s forest lands demands practicallocal knowledge, discretionary decision making, so-cial processes, and adaptation (Rose 1994).

District land-use planning should link and balancethese two approaches to provide not just a set of des-ignations and control points but also an opportunityto refine and adapt decisions at larger scales based onpractical experience and communication among dif-ferent groups. Decision makers and citizens still needthe ordered and simplified rules of a formal plan, butas part of a process that better reflects the real evolv-ing local conditions and uncertainties that land usersand managers face. A plan thus becomes only a smallpart of what a land-use planning team should be do-ing.

To achieve these aims, the project tested an alterna-tive approach to land-use planning that draws fromadaptive management, multistakeholder principles,and systems theory. This approach emerged fromindependent research subprojects carried out by CI-FOR researchers in areas such as multidisciplinarylandscape assessment, local governance and adaptiveco-management, Punan health and livelihoods, inte-grated natural resource management, and multistake-

holder land-use planning, and from the collectiveefforts of the Malinau team to create an integratedapproach to landscape-level governance and land-useplanning. We developed and refined a number ofprinciples during the course of the project. In the end,the project produced four principles to inform thealternate approach:

1. Support local groups to make their localknowledge, experience, and aspirations morevisible to formal land-use planning and deci-sion making. Local information is costly toattain, coordinate, and use, and local groupsare often not accustomed to communicatinginformation needed for planning. Neverthe-less, local-level information is essential forlocal needs and conditions to be acknowl-edged in planning, as well as for local landusers to feel ownership. Clarity about tenureand rights is fundamental to understandingwho should have input into land-use plans.

2. Create channels of communication, feedback,and transparency to support the adaptive ca-pacities and accountability of district leader-ship and institutions. Open and multiple chan-nels of communication and a commitment totransparency allow people to challenge, de-bate, and exchange information about the ap-propriateness of plans and when and how toadjust them. Leadership must be ready to takeadvantage of opportunities, quickly recognizethreats, and balance trade-offs. Public inputand review should occur with adequate ad-vance notice and funding from the district.Civil society and other government membersshould have access to documents, and pro-posed and final plans should be available ineasy-to-read formats.

3. Understand the drivers of change and the sce-narios associated with different land-use op-tions, including trade-offs among objectives,using system frameworks. Whereas land-useplans may be appropriate at the time they areproduced, in regions of uncertainty and rapidchange plans can quickly be overtaken by newcircumstances. Understanding possible trajec-

tories of change from a systems perspectivemakes decision makers more attentive to whatkinds of changes might occur and how to copewith them (Prato 2007). Systems-based toolscan incorporate local practical knowledge aswell as represent changes in simple ways tocomplement maps.

4. Link analysis and intervention across multiplelevels, from the local land user to the districtand national levels. Land-use planning inevi-tably leads to a focus on a particular scale ofanalysis. In Malinau this is the district level,but what happens at this level is partially de-termined by land-use decisions made at lowerlevels and influenced by decisions at provin-cial and national levels. Thus, multiple levelsof analysis and intervention and efforts toexplicitly link these different levels are neces-sary (Sayer and Campbell 2004). Districtplanners need to hold planning activities invillages, harness the frames of reference andperspectives of stakeholders at other levels,lobby at higher levels, and enable people fromdifferent levels to work out agreements to-gether.

The Four Principles Applied

In this section we explain how the project applied thefour principles from 1998 to 2005.

Principle 1: Support local groups to make their lo-cal knowledge, experience, and aspirations morevisible to formal land-use planning and decisionmaking

In Malinau, as in most forest areas of Indonesia, thevoice of local Dayak and Punan villagers was rarelyheard in district land-use planning (Sève 1999). CI-FOR concentrated its effort on enabling these villag-ers to express their knowledge, experience, and aspi-rations. Villagers had the most to lose from districtplans, because their livelihoods depended directly onagriculture and forest resources. Their ability to coor-dinate information and influence district policy was

Land-use planning in Indonesia and Malinau [Eva Wollenberg]

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During subsequent closed negotiations in 2003, thedistrict increased the amount of conversion forest bynearly 600,000 ha and decreased reserves and limitedproduction forest to make land available for oil palmdevelopment and increase their control vis-à-vis thenational government over land and timber revenues(Andrianto 2006). This decision was made in spite oftechnical suitability measures that indicating the landshould remain under forest cover. After severalrounds of minor revisions, the plans were finallyadopted and legalized in 2003.

The district did not make the final plan public. Ourproject team’s efforts to see a copy of the plan werealways rebuffed. Secrecy helped the district to ac-commodate investors without public scrutiny. In2004 a new investor requested a block of land for anoil palm plantation. The land included part of an ex-isting timber concession and forest in which conver-sion was not permitted. The district reportedly re-duced the concession of the parastatal company Inhu-tani II from 48,000 ha to less than 28,000 ha in theland-use plan. In February 2005, Malinau submittedthe revision to the Minister of Forestry for approval,but it was refused. The local government signed thememorandum of understanding with the investoranyway. The provincial government later accommo-dated the conversion request in its 10-yr plan, but in2006 the Minister of Forestry rejected the province’splans to convert 1 million ha of forest to oil palm.

The resulting content of the plan was as disappoint-ing as the process. The plan emphasized forest con-version and plantation development that would re-quire intensive soil inputs and erosion control anddecrease local people’s control over land and liveli-hoods. It did not recognize the appropriateness ofmaintaining forest cover for the area or make provi-sions for sustainable forestry (Meijaard et al. 2005).Based on an analysis of 600 soil samples and 200 sitecharacterizations using land and soil criteria devel-oped by the Indonesian Department of Agriculture,Basuki and Sheil (2005) found that all 200 sites weremarginal for the production of cash crops like pepper,coffee, rubber, or oil palm. The best sites for planta-tions were the alluvial plains along rivers in whichlocal people already lived and cultivated their crops.

The plan did not recognize that existing cultivationsystems were sustainable only because the local peo-ple used small amounts of land, chose the best sites,maintained vegetative cover, had established longfallow periods, and rarely cultivated the same crop orfield two years consecutively (E. Dounias and G.Loutrel, unpublished manuscript).

An alternative planning approach: Interac-tive land-use planning

How can the government plan land use in Indonesia’sforest areas to more effectively take into accountlocal land capacities, the priorities of local land users,and changing conditions? On the one hand, Indone-sia’s existing planning frameworks produce clearrules that signal obligations and interests in efficient,transparent language that serve the formal needs ofthe state and citizens. On the other, the complexity ofmanaging Indonesia’s forest lands demands practicallocal knowledge, discretionary decision making, so-cial processes, and adaptation (Rose 1994).

District land-use planning should link and balancethese two approaches to provide not just a set of des-ignations and control points but also an opportunityto refine and adapt decisions at larger scales based onpractical experience and communication among dif-ferent groups. Decision makers and citizens still needthe ordered and simplified rules of a formal plan, butas part of a process that better reflects the real evolv-ing local conditions and uncertainties that land usersand managers face. A plan thus becomes only a smallpart of what a land-use planning team should be do-ing.

To achieve these aims, the project tested an alterna-tive approach to land-use planning that draws fromadaptive management, multistakeholder principles,and systems theory. This approach emerged fromindependent research subprojects carried out by CI-FOR researchers in areas such as multidisciplinarylandscape assessment, local governance and adaptiveco-management, Punan health and livelihoods, inte-grated natural resource management, and multistake-

holder land-use planning, and from the collectiveefforts of the Malinau team to create an integratedapproach to landscape-level governance and land-useplanning. We developed and refined a number ofprinciples during the course of the project. In the end,the project produced four principles to inform thealternate approach:

1. Support local groups to make their localknowledge, experience, and aspirations morevisible to formal land-use planning and deci-sion making. Local information is costly toattain, coordinate, and use, and local groupsare often not accustomed to communicatinginformation needed for planning. Neverthe-less, local-level information is essential forlocal needs and conditions to be acknowl-edged in planning, as well as for local landusers to feel ownership. Clarity about tenureand rights is fundamental to understandingwho should have input into land-use plans.

2. Create channels of communication, feedback,and transparency to support the adaptive ca-pacities and accountability of district leader-ship and institutions. Open and multiple chan-nels of communication and a commitment totransparency allow people to challenge, de-bate, and exchange information about the ap-propriateness of plans and when and how toadjust them. Leadership must be ready to takeadvantage of opportunities, quickly recognizethreats, and balance trade-offs. Public inputand review should occur with adequate ad-vance notice and funding from the district.Civil society and other government membersshould have access to documents, and pro-posed and final plans should be available ineasy-to-read formats.

3. Understand the drivers of change and the sce-narios associated with different land-use op-tions, including trade-offs among objectives,using system frameworks. Whereas land-useplans may be appropriate at the time they areproduced, in regions of uncertainty and rapidchange plans can quickly be overtaken by newcircumstances. Understanding possible trajec-

tories of change from a systems perspectivemakes decision makers more attentive to whatkinds of changes might occur and how to copewith them (Prato 2007). Systems-based toolscan incorporate local practical knowledge aswell as represent changes in simple ways tocomplement maps.

4. Link analysis and intervention across multiplelevels, from the local land user to the districtand national levels. Land-use planning inevi-tably leads to a focus on a particular scale ofanalysis. In Malinau this is the district level,but what happens at this level is partially de-termined by land-use decisions made at lowerlevels and influenced by decisions at provin-cial and national levels. Thus, multiple levelsof analysis and intervention and efforts toexplicitly link these different levels are neces-sary (Sayer and Campbell 2004). Districtplanners need to hold planning activities invillages, harness the frames of reference andperspectives of stakeholders at other levels,lobby at higher levels, and enable people fromdifferent levels to work out agreements to-gether.

The Four Principles Applied

In this section we explain how the project applied thefour principles from 1998 to 2005.

Principle 1: Support local groups to make their lo-cal knowledge, experience, and aspirations morevisible to formal land-use planning and decisionmaking

In Malinau, as in most forest areas of Indonesia, thevoice of local Dayak and Punan villagers was rarelyheard in district land-use planning (Sève 1999). CI-FOR concentrated its effort on enabling these villag-ers to express their knowledge, experience, and aspi-rations. Villagers had the most to lose from districtplans, because their livelihoods depended directly onagriculture and forest resources. Their ability to coor-dinate information and influence district policy was

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compromised by the huge distances between settle-ments and by ethnic divisions.

Villagers were also the groups most interested inworking with CIFOR. The local small timber indus-tries and mining companies were the least interested;they viewed land-use planning as a threat to theiroperations. Although district officials from differentdepartments showed interest, they often needed per-mission to participate, were called away to districtbusiness at the last minute, or shifted roles, making itdifficult to invest in building relationships with them.

Given the intense and volatile competition for forestclaims during the decentralization transition (1999–2000), we focused most of our efforts on supportingvillagers’ claims to land and forest resources. Wehelped make those claims visible mainly throughmaps and research on village land uses and values. Ateam facilitated participatory mapping of villageboundaries in 2000 for 21 villages in the Malinauwatershed (Anau et al. 2001). Although these mapswere an imperfect solution and by themselves did notcapture the entitlements, they were probably the mostimportant practical tool the project produced thatvillages could use to communicate their needs togovernment and timber companies. The maps couldalso be readily shared with formal planners and inte-grated into their maps.

Our research further showed that the villagers’ use offorest resources extended beyond village areas andwas more fluid than village boundaries would sug-gest. For hunting and gathering, individuals usedtheir social networks to access a vast and fluid net-work of sites and forest trails that could not be easilymapped. The social networks were determined byinterethnic and intervillage relationships and subjectto change. Any allocation of formal rights had torecognize these fluid and socially embedded informalrights and allow people the flexibility they needed toexercise them.

Local people’s perceptions of the landscape and thesignificance and value they assigned to the geo-graphic locations of different sites and services wereimportant to demonstrate why villagers claimed these

lands and wanted to use them in particular ways (e.g.,Cunliffe et al. 2006, Lynam et al. 2006, Sheil et al.2006). For example, local people highly valued oldvillage sites and fruit orchards and wanted them pro-tected against logging and other damage. Old villagesites not only had heritage value but were also abun-dant in fruit species, making fruits such as durian(Durio spp.), coconuts (Cocos nucifera), Artocarpusspp., and mangos (Mangifera spp.) relatively plenti-ful. These fruits in turn attracted significant attentionfrom frugivores, which the local people enjoyedhunting. People also valued the limestone outcropsand caves that are the home of swiftlets (mostly Col-localia spp.), whose nests have considerable culturaland commercial significance, and wanted to establishprotected areas around them, as in the 1-km exclu-sion zones in Malinau.

Officials undervalued local people’s reliance onswidden agriculture and made little effort to accom-modate it in land-use plans, other than to allocate 1ha of land per family for permanent agriculturewithin village boundaries. A study of farmers in Ma-linau’s Tubu watershed showed that choices aboutthe location of the swidden and the type of forestused varied dramatically from year to year (Fig. 2).Fluctuations depended on the composition and avail-ability of household labor, the farmers’ health status,ever-changing partnerships and alliances amonghouseholds, and the balance among agriculture andhunting, fishing, and gathering at any one time (Fig.3). In 1994 and 2002, when there was mast fruitingand large numbers of wild bearded pigs in the area,farmers created swiddens from young fallows nearthe villages, rather than investing in clearing olderforests for more productive land. In contrast, in yearslike 1989 and 1998–2000, they made massive clear-ings in distant primary forest or very old fallows. Thesevere interannual fluctuations of fruiting andbearded pig populations in Dipterocarp forests ac-cordingly affect the strategies of forest dwellers andinfluence how land is used. Assessing the landneeded in 1994 would have led to a detrimental un-derestimation of the land cover they actually need topractice swidden agriculture.

Principle 2: Create channels of communication,feedback, and transparency to support the adaptivecapacities and accountability of district leadershipand institutions

The research team also worked to bridge the gapsbetween groups so that they could communicate theirvalues and practices directly to one another and par-ticipate in all decisions that affected them. We didthis by facilitating meetings among groups who didnot ordinarily meet with one another, documentingand disseminating stakeholders’ views, monitoringland use and social conditions, and supporting aware-ness of good governance measures. Such communi-cation and involvement were essential so that deci-sion makers could integrate information from differ-ent sources and at different scales as they adapted tochanging conditions.

Multistakeholder forums addressed forest policy is-sues at the community, district, and provincial levels.They included annual meetings with all the villagesin the Malinau watershed, to which government offi-cials were invited and at which a community-government dialogue was held. The CIFOR teamalso arranged for government officials to attend vil-lage activities and for villagers to visit district offi-cials. These events were generally well attended andsuccessful in creating opportunities for dialogue.Participants saw them as opportunities for gettingnew information.

Team members monitored forest and social condi-tions at the village level from 2000 to 2005, provid-ing data and analysis three to five times each year toboth villagers and government officials that helped todocument the rapid changes in forest use occurring atthe time. This information was critical to buildingawareness in the district about the rapidity and extentof changes occurring during the reform era.

Researchers also collected the views of differentstakeholders about desirable governance in Malinauin terms of representation, accountability, land-useplanning, agreements, sharing forest benefits, conflictmanagement, and sharing of information(Wollenberg et al. 2006a). Although district officials

and villagers agreed that communities should provideinput on land-use planning, the research showed thatthere was considerable variation in people’s expecta-tions about forest governance and only a limited ca-pacity to practice many of these principles. Commu-nication and accountability were often limited in Ma-linau by top-down and clientelist governance.

Principle 3: Understand the drivers of change andscenarios associated with different land-use options,including trade-offs among objectives, using systemframeworks

CIFOR researchers assisted stakeholders in Malinauto explore potential changes, trends, and trade-offsthrough social processes as well as simulation model-ing. To establish a shared foundation for the planningprocess, one of our first activities was a multistake-holder workshop to collectively identify the parame-ters of Malinau’s land-use system and develop ashared vision for land use based on scenario vision-ing tools (Wollenberg et al. 2000). The group identi-fied the drivers of change they experienced underdecentralization, i.e., increased small-scale timberharvesting, increased funds for local development,empowered local citizens, and their collective objec-tives for the future, which included (1) increasedincome; (2) clear land use according to rights andland-use functions; (3) the development of organiza-tions that are efficient, coordinated, and transparent;and (4) environmental conservation.

This information was used as input for simulationmodeling to project the Malinau landscape and econ-omy for 20 yr. The model was designed to stimulatedebate about the future rather than be a predictivetool (Sandker et al. 2007, 2008, Campbell et al.2009). The model could incorporate practical knowl-edge generated by different groups and allow peopleto discuss risks and wider concerns and motivationsfor different kinds of land use, e.g., heritage, grave-sites, conservation. Likely drivers of change wereincluded in the model, making it possible to explorediverse scenarios and conduct policy experiments.The model was built together with the planners at thedistrict level, giving them a degree of ownership ofthe model. In one of the closing workshops for the

Land-use planning in Indonesia and Malinau [Eva Wollenberg]

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compromised by the huge distances between settle-ments and by ethnic divisions.

Villagers were also the groups most interested inworking with CIFOR. The local small timber indus-tries and mining companies were the least interested;they viewed land-use planning as a threat to theiroperations. Although district officials from differentdepartments showed interest, they often needed per-mission to participate, were called away to districtbusiness at the last minute, or shifted roles, making itdifficult to invest in building relationships with them.

Given the intense and volatile competition for forestclaims during the decentralization transition (1999–2000), we focused most of our efforts on supportingvillagers’ claims to land and forest resources. Wehelped make those claims visible mainly throughmaps and research on village land uses and values. Ateam facilitated participatory mapping of villageboundaries in 2000 for 21 villages in the Malinauwatershed (Anau et al. 2001). Although these mapswere an imperfect solution and by themselves did notcapture the entitlements, they were probably the mostimportant practical tool the project produced thatvillages could use to communicate their needs togovernment and timber companies. The maps couldalso be readily shared with formal planners and inte-grated into their maps.

Our research further showed that the villagers’ use offorest resources extended beyond village areas andwas more fluid than village boundaries would sug-gest. For hunting and gathering, individuals usedtheir social networks to access a vast and fluid net-work of sites and forest trails that could not be easilymapped. The social networks were determined byinterethnic and intervillage relationships and subjectto change. Any allocation of formal rights had torecognize these fluid and socially embedded informalrights and allow people the flexibility they needed toexercise them.

Local people’s perceptions of the landscape and thesignificance and value they assigned to the geo-graphic locations of different sites and services wereimportant to demonstrate why villagers claimed these

lands and wanted to use them in particular ways (e.g.,Cunliffe et al. 2006, Lynam et al. 2006, Sheil et al.2006). For example, local people highly valued oldvillage sites and fruit orchards and wanted them pro-tected against logging and other damage. Old villagesites not only had heritage value but were also abun-dant in fruit species, making fruits such as durian(Durio spp.), coconuts (Cocos nucifera), Artocarpusspp., and mangos (Mangifera spp.) relatively plenti-ful. These fruits in turn attracted significant attentionfrom frugivores, which the local people enjoyedhunting. People also valued the limestone outcropsand caves that are the home of swiftlets (mostly Col-localia spp.), whose nests have considerable culturaland commercial significance, and wanted to establishprotected areas around them, as in the 1-km exclu-sion zones in Malinau.

Officials undervalued local people’s reliance onswidden agriculture and made little effort to accom-modate it in land-use plans, other than to allocate 1ha of land per family for permanent agriculturewithin village boundaries. A study of farmers in Ma-linau’s Tubu watershed showed that choices aboutthe location of the swidden and the type of forestused varied dramatically from year to year (Fig. 2).Fluctuations depended on the composition and avail-ability of household labor, the farmers’ health status,ever-changing partnerships and alliances amonghouseholds, and the balance among agriculture andhunting, fishing, and gathering at any one time (Fig.3). In 1994 and 2002, when there was mast fruitingand large numbers of wild bearded pigs in the area,farmers created swiddens from young fallows nearthe villages, rather than investing in clearing olderforests for more productive land. In contrast, in yearslike 1989 and 1998–2000, they made massive clear-ings in distant primary forest or very old fallows. Thesevere interannual fluctuations of fruiting andbearded pig populations in Dipterocarp forests ac-cordingly affect the strategies of forest dwellers andinfluence how land is used. Assessing the landneeded in 1994 would have led to a detrimental un-derestimation of the land cover they actually need topractice swidden agriculture.

Principle 2: Create channels of communication,feedback, and transparency to support the adaptivecapacities and accountability of district leadershipand institutions

The research team also worked to bridge the gapsbetween groups so that they could communicate theirvalues and practices directly to one another and par-ticipate in all decisions that affected them. We didthis by facilitating meetings among groups who didnot ordinarily meet with one another, documentingand disseminating stakeholders’ views, monitoringland use and social conditions, and supporting aware-ness of good governance measures. Such communi-cation and involvement were essential so that deci-sion makers could integrate information from differ-ent sources and at different scales as they adapted tochanging conditions.

Multistakeholder forums addressed forest policy is-sues at the community, district, and provincial levels.They included annual meetings with all the villagesin the Malinau watershed, to which government offi-cials were invited and at which a community-government dialogue was held. The CIFOR teamalso arranged for government officials to attend vil-lage activities and for villagers to visit district offi-cials. These events were generally well attended andsuccessful in creating opportunities for dialogue.Participants saw them as opportunities for gettingnew information.

Team members monitored forest and social condi-tions at the village level from 2000 to 2005, provid-ing data and analysis three to five times each year toboth villagers and government officials that helped todocument the rapid changes in forest use occurring atthe time. This information was critical to buildingawareness in the district about the rapidity and extentof changes occurring during the reform era.

Researchers also collected the views of differentstakeholders about desirable governance in Malinauin terms of representation, accountability, land-useplanning, agreements, sharing forest benefits, conflictmanagement, and sharing of information(Wollenberg et al. 2006a). Although district officials

and villagers agreed that communities should provideinput on land-use planning, the research showed thatthere was considerable variation in people’s expecta-tions about forest governance and only a limited ca-pacity to practice many of these principles. Commu-nication and accountability were often limited in Ma-linau by top-down and clientelist governance.

Principle 3: Understand the drivers of change andscenarios associated with different land-use options,including trade-offs among objectives, using systemframeworks

CIFOR researchers assisted stakeholders in Malinauto explore potential changes, trends, and trade-offsthrough social processes as well as simulation model-ing. To establish a shared foundation for the planningprocess, one of our first activities was a multistake-holder workshop to collectively identify the parame-ters of Malinau’s land-use system and develop ashared vision for land use based on scenario vision-ing tools (Wollenberg et al. 2000). The group identi-fied the drivers of change they experienced underdecentralization, i.e., increased small-scale timberharvesting, increased funds for local development,empowered local citizens, and their collective objec-tives for the future, which included (1) increasedincome; (2) clear land use according to rights andland-use functions; (3) the development of organiza-tions that are efficient, coordinated, and transparent;and (4) environmental conservation.

This information was used as input for simulationmodeling to project the Malinau landscape and econ-omy for 20 yr. The model was designed to stimulatedebate about the future rather than be a predictivetool (Sandker et al. 2007, 2008, Campbell et al.2009). The model could incorporate practical knowl-edge generated by different groups and allow peopleto discuss risks and wider concerns and motivationsfor different kinds of land use, e.g., heritage, grave-sites, conservation. Likely drivers of change wereincluded in the model, making it possible to explorediverse scenarios and conduct policy experiments.The model was built together with the planners at thedistrict level, giving them a degree of ownership ofthe model. In one of the closing workshops for the

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project, district officials presented the results of dif-ferent model scenarios to their colleagues. The mod-els highlighted the trade-offs of different develop-ment trajectories. For example, a high investmentscenario of plantation development brought majordevelopment outcomes for the district, but thesecame at the cost of biodiversity conservation and thelikely marginalization of the current land users.

Principle 4: Link analysis and intervention acrossmultiple levels

The project worked at the district, subdistrict, water-shed, village, household, individual, and forest sitelevels. Analysis and intervention at these multiplelevels were essential to understanding land-use pat-terns at different scales and the motivations or driversbehind them. For example, the impacts of large land-use initiatives such as oil palm or timber plantationsoften spanned across villages and needed to be un-derstood in terms of their relation to village landclaims and household use of forest resources as wellas for their impacts on specific forest sites and water-sheds.

We supported coordination of land-use planningamong villages in the Malinau watershed in whichsmall-scale timber extraction was most rampantthrough the production of village plans and annualmeetings. We facilitated the production of scenariosof preferred village land uses, as well as supportingmaps, inventories, and management plans. Villagesdiscussed alternatives and documented what existed.One village used the maps to identify their core con-servation area and different land-use zones. Anotherdesignated areas for timber exploitation, protection,and subsistence use. We worked with the surround-ing two or three villages to manage conflicts overland and create similar opportunities for land-useplanning. As a result, the area of conserved forestnearly doubled when a neighboring village also allo-cated land for conservation.

To scale up village efforts to the district level, weinvited land-use planners and government officials toparticipate in public village meetings and encouragedthe district to communicate to the villagers what was

feasible from the district’s perspective. Villagerswere encouraged to make presentations to districtofficials about their plans. The project lobbied theprovincial and national authorities to recognize thesecommunity efforts, for which one village received anational environmental prize and was a finalist forthe international World Water Prize.

Researchers shared the results of all studies with thecommunities and other local stakeholders to make theanalysis available to them and deepen their generalunderstanding. Products took the form of hundreds ofnewsletters, 3500 posters, 6000 information-richcards, and several hundred copies of videos. In addi-tion, researchers collaborated with local governmentand the World Wildlife Fund to develop an environ-mental education syllabus for Malinau’s schools(Padmanaba and Sheil 2006).

Discussion

The experience in Malinau reflected the historicalcontext of the postdecentralization and district-drivenland-use planning period. Dayak and Punan villagersgained more awareness, provided more input, andnegotiated harder for their land-use priorities thanhad been possible during previous decades(Wollenberg et al. 2007). Land-use planning reachedheightened levels of political accountability and par-ticipation. Rigorously collected local data were or-ganized in GIS models and applied in spatial model-ing.

Despite the richness of these developments, the dis-trict produced a conventional land-use plan and sub-sequent land-use decisions that departed from thatplan. Decisions lacked relevance to Malinau’s landcapabilities and the existing land-use practices of thelocal people. Instead, these decisions served the inter-ests of district officials in income-generating pro-jects, which they justified with narratives about“economic development” and “modernization.” Theyalso helped maintain political capital among the dis-trict’s entrepreneurs and selected village leaders whoalso benefited from the schemes. The politics of land

use, driven by the possibilities for economic gain,thus took precedence over technical planning consid-erations.

Politics prevailed in previous eras as well, only thistime the politics that mattered most were at the dis-trict level, and many government officials and entre-preneurs were themselves local people and even in-digenous leaders (cf. McCarthy 2004, Wollenberg etal. 2005). Indonesia’s political traditions of hierarchi-cal decision making, paternalism, secrecy, and localclientelism enabled officials to fall back on old-styledecision making. As Hudalah and Woltjer (2007)point out, these forces point to a basic tension inher-ent in Indonesian land-use planning between intro-duced western models of planning and the existingdecision-making culture. Officials pay attention toformal planning at a token superficial level, yet fallback on more comfortable and binding social normswhen conflicts among interests occur. As districtsexperimented with other participatory, democraticapproaches such as public consultations and account-ability reports during this period, there were similartensions and efforts to shift between the more ac-countable measures and old political habits. Officialsand citizens appeared to be trying the new methodsout like new outfits, not always sure what would fitand sometimes preferring their old favorites.

Ironically, in this way, land-use planning in the post-decentralization period was more localized and adap-tive, but the related decisions were not transparent,clearly in the public interest, or scientifically based.They gave primacy to the interests of a few at thedistrict level, compromising the land-use priorities ofmultiple local land users and national bodies. Relo-cating land-use planning to local levels and usingadaptive decision making are therefore not enough toensure more interactive land-use planning. Althoughempowerment of local communities has been a pow-erful force for change, as our experience shows, itmay not be enough to sufficiently democratize land-use decisions and change relative power relations ifthe forces in power do not need or have any incentiveto change (Garnett et al. 2007).

To make planning more relevant in places like Mali-nau, we need to shift our thinking about planningaway from planning as an instrument of control toone of innovation and action (Byrne 2003:171).Byrne says that we need to work with people in aparticipatory way to specify the range of possiblefutures and establish actions that will produce thefutures people want. Facilitation and interventionaccording to the principles in this article can help. InMalinau the four principles presented here gave vil-lagers and officials the tools they needed to tackle theentrenched political culture and work in parallel to it.Although the results did not change the entire system,they did increase awareness of alternatives and bal-ance tensions with old political traditions. Villagersdeveloped higher expectations of local governance(Wollenberg et al. 2006a), officials gained moreawareness of local priorities, and some villages moreactively resisted pressures for logging (Iwan 2004).

The project highlighted conflicts associated with (1)the district’s aim to generate income through large-scale extractive projects; (2) conservation prioritiesfor species and area protection that differed amonglocal people and national and international bodies;and (3) local people’s needs for land rights and flexi-bility in managing their forest, swidden, and fallowsto respond to variations in natural resource availabil-ity, fluctuating social networks, and their needs forflexibility of access and benefit sharing. In each case,the conflicts involved the constraining of discretion-ary decision making by other parties. These conflict-ing needs suggest that the requirement for govern-ance measures and interactive land-use planning ismuch higher than most people assume, even at thelocal level.

The district government and communities never fullydeveloped the leadership, will, or institutional capac-ity to carry out more dynamic forms of land-use plan-ning independently. Although the concepts of adap-tive management and participation were attractive,they involved skills, information, coordination, andresources that were often not available, especially ina newly formed district struggling with more imme-diate pressures in a chaotic policy environment.These factors may be ultimately the most important

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project, district officials presented the results of dif-ferent model scenarios to their colleagues. The mod-els highlighted the trade-offs of different develop-ment trajectories. For example, a high investmentscenario of plantation development brought majordevelopment outcomes for the district, but thesecame at the cost of biodiversity conservation and thelikely marginalization of the current land users.

Principle 4: Link analysis and intervention acrossmultiple levels

The project worked at the district, subdistrict, water-shed, village, household, individual, and forest sitelevels. Analysis and intervention at these multiplelevels were essential to understanding land-use pat-terns at different scales and the motivations or driversbehind them. For example, the impacts of large land-use initiatives such as oil palm or timber plantationsoften spanned across villages and needed to be un-derstood in terms of their relation to village landclaims and household use of forest resources as wellas for their impacts on specific forest sites and water-sheds.

We supported coordination of land-use planningamong villages in the Malinau watershed in whichsmall-scale timber extraction was most rampantthrough the production of village plans and annualmeetings. We facilitated the production of scenariosof preferred village land uses, as well as supportingmaps, inventories, and management plans. Villagesdiscussed alternatives and documented what existed.One village used the maps to identify their core con-servation area and different land-use zones. Anotherdesignated areas for timber exploitation, protection,and subsistence use. We worked with the surround-ing two or three villages to manage conflicts overland and create similar opportunities for land-useplanning. As a result, the area of conserved forestnearly doubled when a neighboring village also allo-cated land for conservation.

To scale up village efforts to the district level, weinvited land-use planners and government officials toparticipate in public village meetings and encouragedthe district to communicate to the villagers what was

feasible from the district’s perspective. Villagerswere encouraged to make presentations to districtofficials about their plans. The project lobbied theprovincial and national authorities to recognize thesecommunity efforts, for which one village received anational environmental prize and was a finalist forthe international World Water Prize.

Researchers shared the results of all studies with thecommunities and other local stakeholders to make theanalysis available to them and deepen their generalunderstanding. Products took the form of hundreds ofnewsletters, 3500 posters, 6000 information-richcards, and several hundred copies of videos. In addi-tion, researchers collaborated with local governmentand the World Wildlife Fund to develop an environ-mental education syllabus for Malinau’s schools(Padmanaba and Sheil 2006).

Discussion

The experience in Malinau reflected the historicalcontext of the postdecentralization and district-drivenland-use planning period. Dayak and Punan villagersgained more awareness, provided more input, andnegotiated harder for their land-use priorities thanhad been possible during previous decades(Wollenberg et al. 2007). Land-use planning reachedheightened levels of political accountability and par-ticipation. Rigorously collected local data were or-ganized in GIS models and applied in spatial model-ing.

Despite the richness of these developments, the dis-trict produced a conventional land-use plan and sub-sequent land-use decisions that departed from thatplan. Decisions lacked relevance to Malinau’s landcapabilities and the existing land-use practices of thelocal people. Instead, these decisions served the inter-ests of district officials in income-generating pro-jects, which they justified with narratives about“economic development” and “modernization.” Theyalso helped maintain political capital among the dis-trict’s entrepreneurs and selected village leaders whoalso benefited from the schemes. The politics of land

use, driven by the possibilities for economic gain,thus took precedence over technical planning consid-erations.

Politics prevailed in previous eras as well, only thistime the politics that mattered most were at the dis-trict level, and many government officials and entre-preneurs were themselves local people and even in-digenous leaders (cf. McCarthy 2004, Wollenberg etal. 2005). Indonesia’s political traditions of hierarchi-cal decision making, paternalism, secrecy, and localclientelism enabled officials to fall back on old-styledecision making. As Hudalah and Woltjer (2007)point out, these forces point to a basic tension inher-ent in Indonesian land-use planning between intro-duced western models of planning and the existingdecision-making culture. Officials pay attention toformal planning at a token superficial level, yet fallback on more comfortable and binding social normswhen conflicts among interests occur. As districtsexperimented with other participatory, democraticapproaches such as public consultations and account-ability reports during this period, there were similartensions and efforts to shift between the more ac-countable measures and old political habits. Officialsand citizens appeared to be trying the new methodsout like new outfits, not always sure what would fitand sometimes preferring their old favorites.

Ironically, in this way, land-use planning in the post-decentralization period was more localized and adap-tive, but the related decisions were not transparent,clearly in the public interest, or scientifically based.They gave primacy to the interests of a few at thedistrict level, compromising the land-use priorities ofmultiple local land users and national bodies. Relo-cating land-use planning to local levels and usingadaptive decision making are therefore not enough toensure more interactive land-use planning. Althoughempowerment of local communities has been a pow-erful force for change, as our experience shows, itmay not be enough to sufficiently democratize land-use decisions and change relative power relations ifthe forces in power do not need or have any incentiveto change (Garnett et al. 2007).

To make planning more relevant in places like Mali-nau, we need to shift our thinking about planningaway from planning as an instrument of control toone of innovation and action (Byrne 2003:171).Byrne says that we need to work with people in aparticipatory way to specify the range of possiblefutures and establish actions that will produce thefutures people want. Facilitation and interventionaccording to the principles in this article can help. InMalinau the four principles presented here gave vil-lagers and officials the tools they needed to tackle theentrenched political culture and work in parallel to it.Although the results did not change the entire system,they did increase awareness of alternatives and bal-ance tensions with old political traditions. Villagersdeveloped higher expectations of local governance(Wollenberg et al. 2006a), officials gained moreawareness of local priorities, and some villages moreactively resisted pressures for logging (Iwan 2004).

The project highlighted conflicts associated with (1)the district’s aim to generate income through large-scale extractive projects; (2) conservation prioritiesfor species and area protection that differed amonglocal people and national and international bodies;and (3) local people’s needs for land rights and flexi-bility in managing their forest, swidden, and fallowsto respond to variations in natural resource availabil-ity, fluctuating social networks, and their needs forflexibility of access and benefit sharing. In each case,the conflicts involved the constraining of discretion-ary decision making by other parties. These conflict-ing needs suggest that the requirement for govern-ance measures and interactive land-use planning ismuch higher than most people assume, even at thelocal level.

The district government and communities never fullydeveloped the leadership, will, or institutional capac-ity to carry out more dynamic forms of land-use plan-ning independently. Although the concepts of adap-tive management and participation were attractive,they involved skills, information, coordination, andresources that were often not available, especially ina newly formed district struggling with more imme-diate pressures in a chaotic policy environment.These factors may be ultimately the most important

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limits to implementing more dynamic forms of land-use planning (cf. Lebel et al. 2007, Prato 2007, Wol-lenberg et al. 2007).

Efforts to improve planning almost always focus ontechnical aspects, forgetting that in many places ca-pacities do not exist to carry these out. When land-use planning enables discretionary decision making,strong governance systems for transparency andmore sensitivity and capacity building among deci-sion makers are necessary (Lloyd and Peel 2007).Capacities need to be built in both government andmembers of civil society, including sources such asuniversities or NGOs who can facilitate training andcommunication.

The kind of planning we are advocating is expensive.Interactive planning should be most appropriate inplaces of high resource value and threat, in which thestakes are high. Conventional plans can still play arole in land-use decisions, provided that they aremore adaptive, participatory, and set in larger gov-ernance frameworks. Interactive planning may bene-fit from external facilitation, because dynamic con-texts often make it difficult for planners and manag-ers to invest in the necessary transaction costs of par-ticipation and information exchange.

Bibliographic references[1] Anau, N., R. Iwan, M. van Heist, G. Limberg, M. Sudana, and E. Wollenberg. 2001. Pemetaan Desa Partisipatif dan Penyelesaian

Konflik Batas: Studi Kasus Desa-Desa Daerah Aliran Sungai Malinau, Januari s/d Juli 2000. Center for International Forestry Research,Bogor, Indonesia.

[2] Anau, N., R. Iwan, M. van Heist, G. Limberg, M. Sudana, and E. Wollenberg. 2002. Negotiating more than boundaries: conflict, power,and agreement building in the demarcation of village borders in Malinau. Pages 131-156 in Center for International Forestry Research.ITTO project PD 12/97 Rev.1 (F): forest, science and sustainability: the Bulungan model forest: technical report phase 1, 1997-2001.CIFOR, Bogor, Indonesia.

[3] Andrianto, A. 2006. The role of district government in poverty alleviation: case studies in Malinau and West Kutai districts, East Kaliman-tan, Indonesia. Center for International Forestry Research, Bogor, Indonesia.

[4] Auricht, C. M., and J. Rais. 2000. Spatial development planning in Indonesia; report, Land Administration Project, part C. National De-velopment Planning Agency and National Land Agency, Government of Indonesia, Jakarta, Indonesia.

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[6] Byrne, D. 2003. Complexity theory and planning theory: a necessary encounter. Planning Theory 2(3):171-178.

[7] Campbell, B., J. Sayer, R. M. Cowling, H. Kassa, A. Knight., M. Sandker, and A. Suwarno. 2009. The role of participatory modelingin landscape approaches to reconcile conservation and development. Ecology and Society 14(1): in press.

[8] Colfer, C., and I. Resosudarmo. 2002. Which way forward: people, forests and policy making in Indonesia. Resources for the Future,Washington, D.C., USA.

[9] Cunliffe, R., T. Lynam, D. Sheil, M. Wan, A. Salim, I. Basuki, and H. Priyadi. 2006. Developing a predictive understanding of land-scape importance to the Punan-Pelancau of East Kalimantan, Borneo. Ambio 36(7):593-599.

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{11] Garnett, S. T., J. Sayer, and J. du Toit. 2007. Improving the effectiveness of interventions to balance conservation and development: aconceptual framework. Ecology and Society 12(1): 2. [online] URL: http://www.ecologyandsociety.org/vol12/iss1/art2/.

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[14] Lebel, L., J. M. Anderies, B. Campbell, C. Folke, S. Hatfield-Dodds, T. P. Hughes, and J. Wilson. 2006. Governance and the ca-pacity to manage resilience in regional social-ecological systems. Ecology and Society 11(1):19. [online] URL: http://www.ecologyandsociety.org/vol11/iss1/art19/.

[15] Lloyd, M. G., and D. Peel. 2007. Shaping and designing model policies for land use planning. Land Use Policy 24:154-164.

[16] Lusiana, B., M. van Noordwijk, and S. Rahayu, editors. 2005. Carbon stocks in Nunukan, East Kalimantan: a spatial monitoring andmodelling approach: report from the carbon monitoring team of the Forest Resources Management for Carbon Sequestration(FORMACS) project. World Agroforestry Centre, ICRAF, Bogor, Indonesia.

[17] Lynam, T., R. Cunliffe, D. Sheil, M. Wan, A. Salim, H. Priyadi, and I. Basuki. 2006. Livelihoods, land types and the importance ofecosystem goods and services: developing a predictive understanding of landscape valuation by the Punan Pelancau people in EastKalimantan. Center for International Forestry Research, Bogor, Indonesia.

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[20] Meijaard, E., and V. Nijman. 2003. Primate hotspots on Borneo: predictive value for general biodiversity and the effects of taxonomy.Conservation Biology 17:725-732.

[21] Meijaard, E., D. Sheil, R. Nasi, D. Augeri, B. Rosenbaum, D. Iskandar, T. Setyawati, A. Lammertink, I. Rachmatika, A. Wong, T.Soehartono, S. Stanley, and T. O’Brien. 2005. Life after logging: reconciling wildlife conservation and production forestry in IndonesianBorneo. Center for International Forestry Research, Bogor, Indonesia.

[22] Mintzberg, H. 1993. The rise and fall of strategic planning. Free Press, New York, New York, USA.

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Land-use planning in Indonesia and Malinau [Eva Wollenberg]

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 9393 esta es una publicación de Cebem

limits to implementing more dynamic forms of land-use planning (cf. Lebel et al. 2007, Prato 2007, Wol-lenberg et al. 2007).

Efforts to improve planning almost always focus ontechnical aspects, forgetting that in many places ca-pacities do not exist to carry these out. When land-use planning enables discretionary decision making,strong governance systems for transparency andmore sensitivity and capacity building among deci-sion makers are necessary (Lloyd and Peel 2007).Capacities need to be built in both government andmembers of civil society, including sources such asuniversities or NGOs who can facilitate training andcommunication.

The kind of planning we are advocating is expensive.Interactive planning should be most appropriate inplaces of high resource value and threat, in which thestakes are high. Conventional plans can still play arole in land-use decisions, provided that they aremore adaptive, participatory, and set in larger gov-ernance frameworks. Interactive planning may bene-fit from external facilitation, because dynamic con-texts often make it difficult for planners and manag-ers to invest in the necessary transaction costs of par-ticipation and information exchange.

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[15] Lloyd, M. G., and D. Peel. 2007. Shaping and designing model policies for land use planning. Land Use Policy 24:154-164.

[16] Lusiana, B., M. van Noordwijk, and S. Rahayu, editors. 2005. Carbon stocks in Nunukan, East Kalimantan: a spatial monitoring andmodelling approach: report from the carbon monitoring team of the Forest Resources Management for Carbon Sequestration(FORMACS) project. World Agroforestry Centre, ICRAF, Bogor, Indonesia.

[17] Lynam, T., R. Cunliffe, D. Sheil, M. Wan, A. Salim, H. Priyadi, and I. Basuki. 2006. Livelihoods, land types and the importance ofecosystem goods and services: developing a predictive understanding of landscape valuation by the Punan Pelancau people in EastKalimantan. Center for International Forestry Research, Bogor, Indonesia.

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[28] Sandker, M., B. M. Campbell, and A. Suwarno. 2008. What are participatory scoping models? Ecology and Society 13(1): r2. [online]URL: http://www.ecologyandsociety.org/vol13/iss1/resp2/.

[29] Sandker, M., A. Suwarno, and B. M. Campbell. 2007. Will forests remain in the face of oil palm expansion? Simulating change in Mali-

Land-use planning in Indonesia and Malinau [Eva Wollenberg]

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Revista Virtual REDESMA - agosto 2009 - Vol. 3(2)

Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 9494 esta es una publicación de Cebem

esta revista se edita con el auspicio de:nau, Indonesia. Ecology and Society 12(2): 37. [online] URL: http://www.ecologyandsociety.org/vol12/iss2/art37/.

[30] Sayer, J., and B. Campbell. 2004. The science of sustainable development: local livelihoods and the global environment. CambridgeUniversity Press, Cambridge, UK.

[31] Scott, J. 1998. Seeing like a state. Yale University Press, New Haven, Connecticut, USA.

[32] Sellato, B. 2001. Forest, resources and people in Bulungan: elements for a history of settlement, trade and social dynamics in Borneo,1880–2000. Center for International Forestry Research, Bogor, Indonesia.

[33] Sève, J. 1999. A review of forestry sector policy issues in Indonesia. Environmental Policy and Institutional Strengthening IQC OUT-PCE-I-806-96-00002-00. US AID, Jakarta, Indonesia.

[34] Sheil, D., and N. Liswanti. 2006. Scoring the importance of tropical forest landscapes with local people: patterns and insight. Environ-mental Management 38:126-136.

[35] Sheil, D., R. Puri, M. Wan, I. Basuki, M. van Heist, N. Liswanti, Rukmiyati, I. Rachmatika, and I. Samsoedin. 2006. Local people'spriorities for biodiversity: examples from the forests of Indonesian Borneo. Ambio 35:17-24.

[36] Stacey, R. D. 2003. Strategic management and organisational dynamics: the challenge of complexity. Fourth edition. Financial Times/Pearson Education, London, UK.

[37] Theobald, D. M., N. T. Hobbs, T. Bearly, J. Zack, T. Shenk, and W. E. Riebsame. Incorporating biological information in local landuse decision making: designing a system for conservation planning. Landscape Ecology 15(1):35-45.

[38] Widianingsih, I., and E. Morrell. 2007. Participatory planning in Indonesia: seeking a new path to democracy. Policy Studies 28:1-15.

[39] Wollenberg, E., D. Edmunds, and L. Buck. 2000. Anticipating change: scenarios as a tool for adaptive forest management; a guide.Center for International Forestry Research, Bogor, Indonesia.

[40] Wollenberg, E., R. Iwan, G. Limberg, M. Moeliono, S. Rhee, and M. Sudana. 2007. Facilitating cooperation during times of chaos:spontaneous orders and muddling through in Malinau District, Indonesia. Ecology and Society 12(1): 3. [online] URL:http://www.ecologyandsociety.org/vol12/iss1/art3/.

[41] Wollenberg, E., G. Limberg, R. Iwan, R. Rahmawati, and M. Moeliono. 2006a. Our forest, our decision.: a survey of principles forlocal decision-making in Malinau. Center for International Forestry Research, Bogor, Indonesia.

[42] Wollenberg, E., M. Moeliono, G. Limberg, R. Iwan, S. Rhee, and M. Sudana. 2006b. Between state and society: local governance offorests in Malinau, Indonesia. Forest Policy and Economics 8:421- 433.

[43] Wollenberg, E., D. Edmunds, and L. Buck. Scenarios as a tool for adaptive management: a guide. Center for International ForestryResearch, Bogor, Indonesia.

Land-use planning in Indonesia and Malinau [Eva Wollenberg]

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esta revista se edita con el auspicio de:nau, Indonesia. Ecology and Society 12(2): 37. [online] URL: http://www.ecologyandsociety.org/vol12/iss2/art37/.

[30] Sayer, J., and B. Campbell. 2004. The science of sustainable development: local livelihoods and the global environment. CambridgeUniversity Press, Cambridge, UK.

[31] Scott, J. 1998. Seeing like a state. Yale University Press, New Haven, Connecticut, USA.

[32] Sellato, B. 2001. Forest, resources and people in Bulungan: elements for a history of settlement, trade and social dynamics in Borneo,1880–2000. Center for International Forestry Research, Bogor, Indonesia.

[33] Sève, J. 1999. A review of forestry sector policy issues in Indonesia. Environmental Policy and Institutional Strengthening IQC OUT-PCE-I-806-96-00002-00. US AID, Jakarta, Indonesia.

[34] Sheil, D., and N. Liswanti. 2006. Scoring the importance of tropical forest landscapes with local people: patterns and insight. Environ-mental Management 38:126-136.

[35] Sheil, D., R. Puri, M. Wan, I. Basuki, M. van Heist, N. Liswanti, Rukmiyati, I. Rachmatika, and I. Samsoedin. 2006. Local people'spriorities for biodiversity: examples from the forests of Indonesian Borneo. Ambio 35:17-24.

[36] Stacey, R. D. 2003. Strategic management and organisational dynamics: the challenge of complexity. Fourth edition. Financial Times/Pearson Education, London, UK.

[37] Theobald, D. M., N. T. Hobbs, T. Bearly, J. Zack, T. Shenk, and W. E. Riebsame. Incorporating biological information in local landuse decision making: designing a system for conservation planning. Landscape Ecology 15(1):35-45.

[38] Widianingsih, I., and E. Morrell. 2007. Participatory planning in Indonesia: seeking a new path to democracy. Policy Studies 28:1-15.

[39] Wollenberg, E., D. Edmunds, and L. Buck. 2000. Anticipating change: scenarios as a tool for adaptive forest management; a guide.Center for International Forestry Research, Bogor, Indonesia.

[40] Wollenberg, E., R. Iwan, G. Limberg, M. Moeliono, S. Rhee, and M. Sudana. 2007. Facilitating cooperation during times of chaos:spontaneous orders and muddling through in Malinau District, Indonesia. Ecology and Society 12(1): 3. [online] URL:http://www.ecologyandsociety.org/vol12/iss1/art3/.

[41] Wollenberg, E., G. Limberg, R. Iwan, R. Rahmawati, and M. Moeliono. 2006a. Our forest, our decision.: a survey of principles forlocal decision-making in Malinau. Center for International Forestry Research, Bogor, Indonesia.

[42] Wollenberg, E., M. Moeliono, G. Limberg, R. Iwan, S. Rhee, and M. Sudana. 2006b. Between state and society: local governance offorests in Malinau, Indonesia. Forest Policy and Economics 8:421- 433.

[43] Wollenberg, E., D. Edmunds, and L. Buck. Scenarios as a tool for adaptive management: a guide. Center for International ForestryResearch, Bogor, Indonesia.

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TEMA: Salud ambiental

Se recibirá como colaboración artículos científicos, resultado de investi-gaciones específicas relacionadas con el tema, los que serán sometidosa la revisión y dictamen del Consejo Editorial. Se seleccionarán artículosde estudiantes universitarios, técnicos y profesionales, así como tam-bién de experiencias institucionales que se hayan desarrollo dentro deesta temática.

Se publicará:

Reseñas de libros, revistas y otros documentos, además deprogramas de conservación e investigación.

Tesis de maestría y doctorado relacionadas al tema. Semblanzas de instituciones académicas, instituciones de in-

vestigación, profesionales, comunitarias, etc.

Se destacará:

Artículos publicados en revistas, libros y otros (citando ade-cuadamente su origen, autorías, derechos, etc.)

Experiencias de colaboración entre diferentes actores.

Fecha límite para entrega de artículos, reseñas y colaboraciones:

30 de septiembre de 2009

Envíos a: [email protected]

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