21
Nacimiento Miguel Grau nació en el puerto de Paita el 27 de julio de 1834. a Sin embargo, una versión tradicional errónea muy difundida ha situado su nacimiento en la ciudad de Piura. 2 Fue hijo del teniente coronel grancolombiano (más tarde nacionalizado peruano) Juan Manuel Grau Berrío , natural de Cartagena de Indias , que llegó al Perú formando parte del ejército del Libertador Bolívar , y de María Luisa Seminario y del Castillo, piurana de nacimiento, descendiente de los fundadores españoles de Piura. Fue el tercero de cuatro hermanos; los mayores se llamaron Enrique Federico y María Dolores Ruperta; y la menor, Ana Joaquina Jerónima del Rosario. Su casa estaba ubicada en la parte baja de la ciudad de Paita que en ese entonces contaba con poco más de 5000 habitantes, pero ya había visto nacer a grandes héroes peruanos como los Hermanos Cárcamo que pelearon junto a Gálvez en el Combate del 2 de Mayo. Según cuenta la leyenda, su casa fue destruida totalmente por las fuerzas chilenas de Patricio Lynch cuando entraron al puerto y en el saqueo lo quemaron en su totalidad. Por entonces, el Perú vivía una época de inestabilidad e intrigas políticas que ocasionaban sublevaciones e intentos de golpe de estado. El país acababa de salir de la primera guerra civil de su historia republicana (enero-abril de 1834). En los años siguientes se desató la guerra por el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana , y tras un breve periodo de calma, surgieron las guerras entre restauradores y confederados, que culminaron con el triunfo de los primeros en la batalla de Yungay , el 20 de enero de 1839. El Perú y Bolivia volvieron a ser estados separados. Se produjo entonces la Restauración en el Perú, asumiendo el poder el mariscal Agustín Gamarra . Éste, obsesionado por anexar Bolivia al Perú, invadió dicha república, pero fue derrotado y muerto en la batalla de Ingavi , el 18 de

Rey de los Mares

Embed Size (px)

DESCRIPTION

AMO DE LOS MARES EN PERU

Citation preview

Page 1: Rey de los Mares

Nacimiento

Miguel Grau nació en el puerto de Paita el 27 de julio de 1834.a Sin embargo, una versión tradicional errónea muy difundida ha situado su nacimiento en la ciudad de Piura.2 Fue hijo del teniente coronel grancolombiano (más tarde nacionalizado peruano) Juan Manuel Grau Berrío, natural de Cartagena de Indias, que llegó al Perú formando parte del ejército del Libertador Bolívar, y de María Luisa Seminario y del Castillo, piurana de nacimiento, descendiente de los fundadores españoles de Piura. Fue el tercero de cuatro hermanos; los mayores se llamaron Enrique Federico y María Dolores Ruperta; y la menor, Ana Joaquina Jerónima del Rosario.

Su casa estaba ubicada en la parte baja de la ciudad de Paita que en ese entonces contaba con poco más de 5000 habitantes, pero ya había visto nacer a grandes héroes peruanos como los Hermanos Cárcamo que pelearon junto a Gálvez en el Combate del 2 de Mayo. Según cuenta la leyenda, su casa fue destruida totalmente por las fuerzas chilenas de Patricio Lynch cuando entraron al puerto y en el saqueo lo quemaron en su totalidad.

Por entonces, el Perú vivía una época de inestabilidad e intrigas políticas que ocasionaban sublevaciones e intentos de golpe de estado. El país acababa de salir de la primera guerra civil de su historia republicana (enero-abril de 1834). En los años siguientes se desató la guerra por el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana, y tras un breve periodo de calma, surgieron las guerras entre restauradores y confederados, que culminaron con el triunfo de los primeros en la batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839. El Perú y Bolivia volvieron a ser estados separados. Se produjo entonces la Restauración en el Perú, asumiendo el poder el mariscal Agustín Gamarra. Éste, obsesionado por anexar Bolivia al Perú, invadió dicha república, pero fue derrotado y muerto en la batalla de Ingavi, el 18 de noviembre de 1841. Sucedió entonces la contraofensiva de los bolivianos, que invadieron el sur peruano.

Fue entonces cuando el teniente coronel Juan Manuel Grau Berrío (padre de Miguel Grau), entonces retirado del servicio y dedicado al comercio, juzgó que debía retornar al ejército peruano para defender a su segunda patria. Escribió a Lima a su viejo jefe y amigo, el general Antonio Gutiérrez de la Fuente, ex Vicepresidente de la República que ejercía el mando del Ejército del Norte, pidiéndole una colocación en filas. La respuesta fue favorable. El general Gutiérrez de la Fuente, en carta del 6 de enero de 1842, expresó al teniente coronel Grau que aceptaba sus servicios "con entusiasmo" y lo llamó a la capital.3

En julio de 1842, el padre de Grau se incorporó a la Secretaría del general Gutiérrez de la Fuente, quien lo destinó a Ayacucho. En junio se celebró la paz con Bolivia (Tratado de Puno), pero una vez más, en el Perú se desató la guerra civil y la anarquía. El sucesor de Gamarra, el señor Manuel Menéndez (presidente del Consejo de Estado), fue derrocado por el general Juan Crisóstomo Torrico. Éste a su vez fue derrotado por el general Francisco de Vidal (segundo vicepresidente del Consejo de Estado), en la batalla de Agua Santa, cerca de Pisco, el 17 de octubre. En el mar, la barca Limeña y la corbeta Yungay se batieron a la vista de Paita. En noviembre, el general Vidal, ya como Presidente del Perú, nombró a Juan Manuel Grau, vista de aduana en Paita.

Page 2: Rey de los Mares

Carrera militar

Primeros contactos con el mar

Retrato de Miguel Grau.

En Paita la actividad marítima civil es grande. Todos los navíos que hacen el tráfico entre Panamá y el Callao tocan en su rada. Funciona en el puerto la escuela náutica que, para formar pilotos capaces de dirigir con acierto la marina civil del Perú, había fundado el vencedor de Yungay, el mariscal Agustín Gamarra. Al pequeño Miguel, que sólo tenía ocho años, le fascina la inmensidad del océano. Su vocación naval comienza a despertar.

Miguel Grau tiene nueve años y sigue los primeros cursos de instrucción primaria. El muchacho, listo y resuelto, ha sido educado con dureza por el padre para conseguir con ello templar su carácter y acerar su voluntad. Como siente la atracción del mar, obtiene en marzo de 1843, tras continuos ruegos, el permiso paterno para embarcarse en un bergantín de la marina civil dedicado al tráfico marítimo entre Paita y otros puertos del litoral peruano y de los países del norte hasta Panamá. El capitán del buque es el capitán de travesía don Manuel Francisco Herrera, gran amigo de Juan Manuel Grau y Berrío. La profesión está decidida y el niño de nueve años logra imponer su voluntad y se hace marino civil. En casa quedan los padres y tres hermanos más: Enrique, Dolores y Ana.

El comienzo de su carrera náutica no tiene buenos augurios. El buque zozobra y el aspirante a marino se salva de forma milagrosa, retornando al hogar para volver al colegio.

En 1844, Grau, que siente la nostalgia del mar, ruega al padre que le de autorización para regresar a bordo. Su padre vuelve a acceder. Esta vez queda definitivamente consagrada la carrera náutica de Grau, que se embarca en diferentes buques, a veces con breves retornos a la patria y al hogar paterno de Paita. En esos viajes recorre todos los mares y los puertos más importantes del mundo, así como otros que recién se abrían a los marinos occidentales.

Page 3: Rey de los Mares

Igualmente visita las lejanas y entonces desconocidas islas oceánicas. El mismo almirante ha dejado una relación circunstanciada y concisa de los azares de ese período de su existencia.4

Guardia marina

Durante estos viajes aprende la ciencia y el arte de la navegación y conoce a hombres de muchos países que hablan distintos idiomas. De regreso al Perú, el piloto Grau, graduado en Inglaterra como oficial de la marina mercante, que ya es un lobo de mar, 12 años de marino civil, se establece en Lima, donde ingresa a la Marina Militar del Perú.

En el mismo año, 1853, en que Grau deja la marina civil para convertirse en Marino Militar, su padre, consigue que, en atención a sus méritos militares y leales servicios prestados al Perú, las Cámaras Legislativas asignen a su favor una pensión de gracia, de por vida, de cuarenta pesos mensuales. Aprobada en la Cámara de Diputados el otorgamiento de dicha pensión, la Comisión Militar del Senado la aprueba, igualmente, con un honroso dictamen, en que se califica a Grau padre como "viejo soldado de la independencia americana".5

Durante los viajes del joven Grau, la Marina militar del Perú se había incrementado. Permanente preocupación del presidente Ramón Castilla y Marquezado, el militar y gran organizador del Perú, ha sido la de reforzar la escuadra. El Perú cuenta ahora con más buques: el Rímac, construido en Nueva York, de 1.300 toneladas y armado con cuatro cañones, la fragata Mercedes, los bergantines Guise y Gamarra y las goletas Peruana y Héctor.

El 14 de marzo de 1854, gobernando el Perú el sucesor de Castilla, general José Rufino Echenique, libremente elegido en comicios públicos, Miguel Grau, de 19 años, ingresa en la Marina militar como guardia marina.

Alférez de fragata

Page 4: Rey de los Mares

Casa de Grau en Lima.

El guardiamarina sirve primero en el Rímac por espacio de 6 meses y luego pasa, el 2 de octubre de 1854, al pailebot Vigilante, en el que permanece más de 10 meses para ser trasladado a continuación al vapor de ruedas Ucayali.

Estando Grau embarcado en el Vigilante ocurre el siguiente hecho. El 10 de junio de 1855, cuando el pailebot navegaba rumbo a Paita, entre Máncora y Punta Sal, con mar gruesa y el horizonte nublado, el aspirante de marina Manuel Bonilla, que se hallaba en el castillo de proa de la nave, cayó al agua. Grau, que en esos momentos se desempeñaba como oficial de guardia, dispuso que el buque se detuviera de inmediato y se echaran al agua algunos cabos y un bote, en el que se lanzó con seis tripulantes, con la decisión, que resultó infructuosa, de salvar al náufrago. En el parte que Grau pasó ese mismo día al comandante del buque, dando cuenta del suceso, expresa que "todos sus esfuerzos resultaron inútiles, pues el mencionado pilotín no sabía nadar". Y agrega: "Sin embargo de esto me mantuve en su busca tres horas, por si conseguía siquiera su cadáver". Concluye el parte con las siguientes palabras, que traducen su pesar por esa desgracia: "después regresé a bordo sin ninguna esperanza".6

Por aquella época Ramón Castilla ha vuelto al poder, luego de derrotar en la batalla de La Palma, el 5 de enero de 1855, al general Echenique.

Pese al ambiente revolucionario y a los cambios de gobierno, la escuadra ha mejorado con la adquisición de nuevas unidades. Castilla compró, al concluir su primera administración, la fragata Amazonas. Echenique siguió el empeño de su antecesor en fortalecer el poderío naval peruano con la adquisición en Inglaterra de la fragata mixta Apurímac y las goletas Loa y Tumbes.

El 4 de marzo de 1856 Grau recibe su primer ascenso. El 10 de ese mes el comandante general de Marina devuelve al ministro del ramo, con el "cúmplase y anotaciones de ordenanza", los despachos de los oficiales ascendidos. En esa relación figura el alférez de

Page 5: Rey de los Mares

fragata Miguel Grau Seminario, a quien se destina al Apurímac, el mejor buque de la escuadra, que comanda el experimentado capitán de navío José María Salcedo.

A los ocho meses de servir Grau en el Apurímac, y cuando este buque se encuentra en el sur, estalla en Arequipa, el 10 de noviembre de 1856, la revolución que proclama al ex presidente de la República, general Manuel Ignacio de Vivanco. La insurrección, que gana pronto el departamento de Moquegua, es de franca tendencia conservadora, de abierta oposición, por tanto, a la Constitución liberal promulgada el mes anterior, así como a las leyes de exagerado extremismo votadas por la Convención Nacional en las que, por ejemplo, se prohíbe el establecimiento de la Compañía de Jesús en el territorio de la república.

El movimiento de Vivanco gana adeptos y la escuadra peruana se pronuncia a su favor. En el Apurímac el teniente segundo Lizardo Montero Flores promueve la sublevación. Grau, que sin duda juzgó peligrosos los principios liberales de la Carta de 1856, siguió con otros oficiales a Montero, su amigo y paisano. Al Apurímac se unen muy poco después el Tumbes, el Loa, el Guise y el Izcuchaca.

El levantamiento a bordo del Apurímac ocurre en la rada de Arica el 16 de noviembre de 1856. En oficio de 20 de ese mes (que se encuentra en el archivo de la Comandancia General de la Marina), el comandante del buque, capitán de navío José María Salcedo, da parte a la Comandancia General de Marina "de la inesperada sublevación de la fragata acaecida la tarde del 16" y encabezada por "el teniente segundo Juan Lizardo Montero". En la nota se explican los pormenores de la sublevación, realizada cuando "bajó a tierra con el objeto de visitar al señor coronel Nicolás Freyre, Comandante General de la Dirección de Observaciones del Sur". Dice enseguida cuáles eran los oficiales que quedaron a bordo de guardia y menciona, entre otros, al "alférez de fragata don Miguel Grau". Concluye el comandante Salcedo informando que los sublevados habían "desconocido la autoridad del Gobierno"; que se reunieron con los presos políticos de los pontones Caupolicán y Highlander, y que proclamaron al general Vivanco "supremo regenerador de la República".

Pero la revolución, que adquiere los caracteres de una guerra civil, fracasa. La escuadra vivanquista pasa por el Callao en enero de 1857 y luego sigue al norte del litoral peruano. Los insurrectos toman Trujillo y luego, Chiclayo, de donde se retiran perseguidos por Castilla, para embarcarse en Paita y caer en el Callao el 22 de abril, donde libran furiosa batalla en las calles del puerto. Derrotado Vivanco, se retira al sur y se atrinchera en Arequipa, ciudad que resiste un largo asedio y que finalmente es dominada en marzo de 1858, después de sangriento combate. Los marinos complicados en el pronunciamiento entregan los buques y son separados del servicio. La fragata Apurímac, última en rendirse, fondea en el Callao el 25 de ese mes de marzo y se pone a disposición del Gobierno.

Separación del servicio

Page 6: Rey de los Mares

Retrato de Grau.

Separado del servicio, Miguel Grau no forma ya parte de la Marina Militar del Perú, pero vuelve al mar. Regresa a su origen, la marina civil, como capitán de un buque inglés y hace viajes entre América y Asia, convirtiéndose así en un experto marino con excelentes conocimientos náuticos.

Casi a los dos años, y mientras navega en buques mercantes por países lejanos, surge en el Perú un conflicto internacional. El Ecuador, para arreglar sus deudas con acreedores británicos, ha cedido extensos territorios de la región fronteriza, pero ubicados dentro de los límites del Perú. Ramón Castilla anula todos esos actos al ocupar sin combate el puerto de Guayaquil en enero de 1860, y convoca después un Congreso Constituyente que dicta, en noviembre de ese año, una nueva Constitución, que suprime algunas de las liberales reformas de la Carta de 1856. El mariscal Castilla evoluciona radicalmente y pasa del liberalismo al conservadurismo, justificando así, quizá, en esta última etapa de su segunda administración, el pronunciamiento de Vivanco de noviembre de 1856, al que Miguel Grau prestó concurso. La Constitución de 1860 va a regir en el Perú, salvo pequeñas interrupciones, hasta 1920.

Reincorporación

El 11 de abril de 1861 el Congreso Nacional expide la ley de reparación, ordenando que se inscriba en la lista militar a todos los jefes y oficiales del Ejército y de la Armada que fueron borrados de ella en virtud del decreto dictado el 15 de enero de 1855, diez días después de la batalla de La Palma. Al mes siguiente, el 25 de mayo, el mismo Congreso promulga otra ley por la cual quedan comprendidos en los efectos de la anteriormente citada los "Generales, Jefes y Oficiales, que hallándose o no en servicio, tomaron parte de la revolución que terminó el año 1858".

Page 7: Rey de los Mares

Al cabo de tres años de ausencia, Grau, comprendido en los efectos de las mencionadas leyes de reparación, vuelve al Perú. En diciembre de 1861 se presenta al Gobierno y pide que se declaren los goces que le corresponden como indefinido. El recurso que presenta lleva fecha de 6 de diciembre y corre en original en su expediente de reconocimiento de servicios.7

En observancia de las disposiciones citadas por Grau, el 24 de abril de 1862 se resuelve favorablemente su solicitud, ordenándose inscribir al "alférez de fragata Miguel Grau" en el "Escalafón General de la Armada" con "7 años y 27 días de servicios" y, a la vez, se le expide "cédula de licencia indefinida".8

Solucionada su situación en la Marina militar, como oficial en retiro, Grau continúa en la marina civil todo el tiempo que dura la segunda administración del mariscal Castilla, que concluye su gobierno el 24 de octubre de 1862 y entrega la banda presidencial al mariscal Miguel de San Román. Fallecido el nuevo presidente el 4 de abril de 1863, asume transitoriamente el poder el segundo vicepresidente, general Pedro Díez-Canseco, hasta el 5 de agosto de ese año, en que regresa de Europa el primer vicepresidente, general Juan Antonio Pezet. Al mes siguiente, en septiembre, Grau es llamado al servicio activo y ascendido.

Efectivamente, el 12 de septiembre de 1863, el comandante general de la Marina militar, capitán de navío José María Silva Rodríguez transcribe al señor Ministro de Estado en el despacho de Guerra y Marina la siguiente orden general de la Armada:

"Por decreto supremo de fecha de ayer, se ha llamado al servicio activo al alférez de fragata don Miguel Grau, que se hallaba en la condición de indefinido, expidiéndole al mismo tiempo despachos de teniente segundo de la Armada". Y al día siguiente se dicta una resolución que dice: "Su señoría el Comandante General del Departamento, se ha servido destinar a la dotación del vapor Lerzundi al teniente segundo de la Armada, don Miguel Grau."

Menos de tres meses después, el 4 de diciembre, Grau es ascendido a teniente primero graduado.9

En comisión a Europa

Page 8: Rey de los Mares

Fotografía de Miguel Grau.

En el Lerzundi, de 850 toneladas con 6 cañones, construido en Filadelfia en 1853, y reincorporado a la Marina de Guerra del Perú después de cuatro años de ausencia, Grau permanece a bordo sólo cuatro meses, durante los cuales estrecha su amistad con el comandante del buque, el prestigioso marino capitán de corbeta Aurelio García y García, intimidad que permanecerá inalterable hasta el día de la muerte de Grau.

En la revista de comisario que mensualmente se realiza en todos los buques de la escuadra, y cuya relación se remite a la Comandancia General de Marina, figuran por última vez los nombres de García y García, como comandante del Lerzundi y de Grau, como su segundo, en enero de 1864. Y es que el Gobierno envía con premura a Europa a ambos jefes, así como a otros marinos, con el encargo de construir y adquirir modernas unidades navales que permitan reforzar la escuadra y hacer frente a cualquier agresión. Días antes de partir, el 8 de enero, se concede a Grau la efectividad del grado de teniente primero.10

La decisión del presidente de la república, el general Pezet, de comprar nuevos buques se justifica no sólo porque los que existen carecen de los más modernos elementos de combate, sino porque las relaciones con España se tornan delicadas y difíciles (de acuerdo con las condiciones de la Capitulación de Ayacucho, el gobierno del Perú, cuya independencia España seguía sin reconocer, reconocía ciertas deudas con España, que aún no se habían pagado; la presión de los tenedores de bonos españoles, unido a la política de O'Donnell, tendente a incrementar el prestigio exterior de España, habían exacerbado las tensiones hispano-peruanas). Fragatas españolas de primera línea surcan costas peruanas desde julio del año anterior, causando alarma y recelo a los gobiernos de Perú y Chile, no obstante que la expedición, según se asegura, tiene un carácter exclusivamente científico.

Empero, los temores de un conflicto se confirman a raíz de las reclamaciones diplomáticas efectuadas por la flota española, fondeada en el Callao al saberse que, en la hacienda Talambo, en Chiclayo, había surgido un incidente entre campesinos, en el que resultó muerto un ciudadano español. El gobierno español envió a un representante dotado de un

Page 9: Rey de los Mares

título de la época de la colonia (comisario regio), cuya llegada fue considerada como una intromisión en la soberanía interna peruana y, por tanto, la autoridad peruana no quiso recibirlo oficialmente. Tomando como excusa este incidente diplomático, el 14 de abril de 1864 la escuadra española, integrada por las fragatas Resolución y Triunfo y la goleta Covadonga, ocupa las islas Chincha y arría el pabellón peruano.

Para explicar la agresión, el comandante de la escuadra española, brigadier Luis Pinzón, habla de perentorios reclamos de súbditos españoles y en circular al cuerpo diplomático afirma haber ejecutado un acto de reivindicación de derechos usurpados a la Corona de España desde la batalla de Ayacucho del 9 de diciembre de 1824.

De inmediato, los representantes extranjeros acreditados en Perú secundan las protestas del gobierno peruano por la ocupación de parte del territorio nacional y expresan que "se seguirá considerando a las Islas Chincha como pertenecientes a la república peruana".

El Congreso Americano que reúne en Lima a plenipotenciarios de gobiernos amigos del Perú apoya también con toda decisión la enérgica actitud del gobierno peruano, de rechazo a la ocupación de las islas, y dirige una nota al jefe de la escuadra española, con fecha de 31 de octubre, defendiendo la soberanía del Perú sobre las islas. En uno de sus párrafos la nota dice:

"Esta ocupación a que no precedió la negativa por parte de Perú a satisfacer reclamos clara y expresamente individualizados; que no fue consecuencia de una declaración de guerra hecha con arreglo a las prescripciones de la ley internacional; que se ejecutó bajo el amparo de un derecho de reivindicación y de un estado de tregua inconciliable con la independencia indisputada de la República del Perú, hiere los derechos de todos los estados del continente e introduce justas y fundadas alarmas en orden a los designios de la España sobre su condición de naciones independientes."

Mientras estos hechos ocurren y las gestiones diplomáticas se tramitan, los marinos peruanos en Europa han intensificado sus actividades para la compra de buques, con resultados positivos. La misión confiada a ellos ha sido cumplida, tras examinar y reconocer las naves más apropiadas que pueden adquirirse de inmediato, y se activan a la vez los trabajos de construcción de dos blindados.

En efecto, dos semanas antes de la ocupación de las islas Chincha, el 30 de marzo de 1864, se firma en Londres, con la casa J.A. Samuda & Brothers, la construcción de la fragata Independencia, cuyo costo se estipuló en 108.000 libras esterlinas. Los firmantes por Perú fueron el cónsul, Enrique Kendall, y el capitán de fragata Aurelio García y García.

En agosto, se decide en Europa la adquisición de dos corbetas francesas y los delegados fiscales en Londres, Manuel Pardo y José Sevilla, escriben al capitán de navío José María Salcedo para que proceda sin demora a la compra de los buques franceses, que se hallan en Saint-Nazaire y en Nantes, y que han sido examinados por el comandante García y el teniente Grau. Se trata de las corbetas Shangay y San Francisco, mandadas construir durante la Guerra de Secesión de Estados Unidos por el gobierno de la Unión. Se trataba de buques de mucho andar, movidos a hélice, con fuerza de 500 caballos, 1.600 t y armados

Page 10: Rey de los Mares

con 14 cañones de a 70 libras. En la mencionada carta se expresa que la resolución se adopta "después de tomar en consideración las opiniones de los señores García y García y Grau".11

No obstante estar resuelta la compra de las corbetas, la adquisición de la Shangay, a la que se re rebautizó como Unión, no se produce hasta fines de noviembre de 1864 y la de la San Francisco, rebautizada América, hasta mediados del mes siguiente. Federico L. Barreda, nombrado ministro en París y Londres, había llevado a cabo gestiones para dotar a la Marina de Guerra con las unidades y fue el encargado de la compra.

Al particular, en carta que el 1 de septiembre de 1864 escribió el señor Barreda a Mariano José Sanz, su antecesor como ministro en Londres, le dice que había reunido al comandante Salcedo "con los señores García y García y Grau" para decidir sobre la compra de las naves examinadas (Unión y América) y que después de una larga discusión resultó el acuerdo unánime para la compra de los buques.12

Adquiridas las corbetas, el teniente primero Miguel Grau es nombrado comandante de la Unión. Inmediatamente Grau se dirige a Saint-Nazaire y se hace cargo del buque el 15 de diciembre de 1864.

Al día siguiente, García y García escribe al ministro de Guerra y Marina en Lima dando cuenta de los nuevos armamentos y buques comprados por el ministro Barreda y se refiere, en seguida, a la necesidad de "oficiales idóneos para llenar esas dotaciones", lo que obliga al ministro, dice, a solicitarle que "pusiese a su disposición al teniente primero Miguel Grau Seminario que se hallaba a sus órdenes, cosa que en el acto he verificado, pasando ese Oficial al continente". Agrega que se ha quedado privado de los muy importantes servicios de Grau y que necesita "oficiales inteligentes", para conservar "la mayor vigilancia en los diversos trabajos del buque, armamento y máquinas", en atención a que se "construyen en puertos separados por largas distancias".13

Meses antes, el 12 de agosto, admitió el Perú la propuesta de la casa Laird de Birkenhead, frente a Liverpool, para construir un buque sólido con aparejo de bergantín. Ese otro blindado, cuya construcción va a vigilar el capitán de navío José María Salcedo, será el Huáscar, el buque donde encontraría honrosa muerte Miguel Grau.

El 31 de diciembre de 1864, el capitán de fragata Ignacio Dueñas, de la Comisión de Construcción Naval en Londres, escribe al ministro de Guerra y Marina en Lima y le confirma que Barreda ha dado la comandancia de los nuevos buques América y Unión al capitán de corbeta Juan Pardo de Zela Urizar y al teniente primero Miguel Grau, respectivamente.

Page 11: Rey de los Mares

Detenido en el Reino Unido

La corbeta Unión sale de Saint-Nazaire enarbolando pabellón peruano el 18 de diciembre de 1864, tres días después que Grau tomara su mando, y fondea en el Támesis el 22 de ese mes. El 5 de enero de 1865 el conde Russel, canciller de Su Majestad Británica, escribe al ministro peruano en Londres, Federico L. Barreda, para exponerle que se ha informado de la existencia en el Támesis de un buque de guerra bajo bandera peruana y le pregunta si la legalización lo reconocía como perteneciente a la Marina de Perú.

De inmediato el ministro Barreda contesta al conde y le indica que el buque a que se refiere es "la corbeta de guerra peruana Unión, construida en Francia, y mandada por el teniente de navío don Miguel Grau". Y como Barreda comprende que la nota obedece al propósito del gobierno británico de mantener neutralidad en el diferendo entre Perú y España, agrega en su comunicación el siguiente párrafo: "El Gobierno de S.M. debe descansar en la seguridad de que si desgraciadamente entrase mi país en guerra con alguna potencia amiga de la Gran Bretaña, el que suscribe no olvidaría ese deber ni permitiría que lo olvidasen sus nacionales".

El 13 de enero de 1865 zarpa Grau con la Unión de Greenhithe, donde se encontraba fondeada y el 17 está en Plymouth. Es en este puerto británico donde Grau sufre arresto de 48 horas, por orden de las autoridades británicas, bajo sospecha de haber violado la ley que regula el enrolamiento de gente de mar. Su segundo, el teniente Felipe Pardo, dirige una nota al ministro del Perú en Inglaterra y Francia dando cuenta del suceso, acaecido cuando Grau salía de casa del almirante jefe del apostadero de Plymouth.14

Informado de lo ocurrido el ministro Barreda, que se encontraba en París, se traslada a Londres encargando la defensa de Grau, con la celeridad que el caso requería, al abogado de Plymouth Tilfourd Slater, a quien advierte que debe presentarse al juzgado de Dartford a exigir que el comandante de la Unión sea puesto en libertad sin condiciones. Por su parte, Barreda dirige al canciller británico una nota de protesta por la arbitraria prisión de Grau, denunciando la grave falta cometida por las autoridades de Plymouth, y solicita la libertad del marino peruano.15 El canciller británico contestó en seguida al Ministro del Perú expresando su profundo sentimiento por lo ocurrido con el comandante de la Unión, que ya se encontraba en libertad, y otorgó las más amplias satisfacciones.

Efectivamente, el 20 de enero el abogado Slater encuentra en Dartford al comandante Grau preso y acusado de que dos operarios, contratados para trabajar en clase de carboneros a bordo de la corbeta Unión, se habían quejado de malos tratos. De las investigaciones hechas, resultó, en la audiencia, que el comandante Grau había despedido a los quejosos por insubordinados.

El cónsul del Perú en Londres, Enrique Kendall, en comunicación dirigida a Barreda, dando cuenta de los hechos realizados le informa de que, ventilado el juicio y sentada la protesta del Gobierno del Perú por al atropello cometido contra el comandante Grau, el Juez expresó que "encontraba el testimonio insuficiente para la formación de causa" y declara "que no había lugar para la detención", por lo que ordena la inmediata libertad del comandante de

Page 12: Rey de los Mares

la Unión. Grau, en carta de 23 de enero dirigida a Barreda explica la forma cómo fue arrestado y las incidencias que pasó durante su detención.16 Solucionado el incidente, Grau apresura sus preparativos para regresar al Perú.17

La revolución restauradora

Mientras el Gobierno del Perú compra corbetas en Francia y apresura en el Reino Unido las gestiones para la construcción de dos blindados, continúan con España las representaciones diplomáticas, conversaciones a fin de obtener la devolución de las islas Chincha y el otorgamiento de una amplia satisfacción por lo que el gobierno peruano considera un acto de piratería internacional. Al tiempo, el Congreso expide la ley de 9 de septiembre de 1864 que autoriza al Ejecutivo para que «haga la guerra el gobierno de España» y expulse a los españoles de las islas Chincha.

Pero el tiempo transcurre sin que se restituyan las islas y el conflicto se agudiza. Y cuando más arrecia la excitación pública, el Gobierno del Perú, por intermedio de su comisionado, el general Manuel Ignacio de Vivanco, celebra con el almirante español José Manuel Pareja, que ha reemplazado a Pinzón en el mando de la flota española, el tratado conocido con el nombre de Vivanco-Pareja; mas el pacto, suscrito a bordo de la fragata Villa de Madrid bajo la presión de un ultimátum, resulta inaceptable. No obstante que expresamente se desaprueba la ocupación de las islas y el alegado título de reivindicación de derechos, el arreglo hiere el orgullo nacional de los peruanos y hace que se intensifique la indignación popular. Y es que por el tratado, además de aceptar el Perú el reconocimiento de los créditos que pudieran existir a favor de súbditos españoles desde la época de la independencia, con la intervención de un comisario regio en las discusiones, se conviene en el pago de tres millones de pesos fuertes a favor de la Corona de España; suma que se abona de inmediato para cubrir, en concepto de indemnización, los gastos que la escuadra agresora ha soportado desde que ella misma promovió el conflicto ocupando las islas el 14 de abril de 1863. Se consigna también en el tratado el hecho inexacto de que el Perú se había negado a aceptar la devolución de las islas.

La situación se agrava con el repudio del tratado por la opinión pública. No se concibe cómo el país que ha sido víctima del atropello pueda acabar indemnizando al agresor. Las explicaciones del gobierno de que al devolver las islas se ha saludado a la bandera y que el arreglo pactado constituye un sacrificio que salva al país de los horrores de la guerra son insostenibles, en el caldeado ambiente político, propicio a la revuelta, que no se hace esperar.

El 28 de febrero de 1865 estalla en Arequipa la revolución que encabeza el prefecto coronel Mariano Ignacio Prado. En Chiclayo el coronel José Balta secunda el movimiento y se levanta en armas el 12 de abril. La revolución se organiza y el coronel Prado asume el cargo de comandante en jefe de la Revolución Restauradora, y el coronel José Balta, el de segundo comandante. El jefe político al que corresponde gobernar el país, en su carácter de segundo vicepresidente de la República, es el general Pedro Díez-Canseco.

Page 13: Rey de los Mares

La insurrección progresa en todos los frentes y las tropas restauradoras del norte y del sur avanzan sobre la capital y ganan nuevas poblaciones. Parte de la escuadra peruana, al mando del capitán de fragata Lizardo Montero, se adhiere al movimiento. La Amazonas, el Tumbes y el Lerzundi obedecen sus órdenes.

Entre tanto, Grau, que ha dejado el Reino Unido el 5 de febrero, se dirige con la Unión hacia las islas Madeira, junto con la América, comandada por el capitán de corbeta Juan Pardo de Zela Urizar. El 12 siguen los dos buques a Cabo Verde donde tocan el 20 y el 22 continúan viaje a Río de Janeiro, puerto al que arriban el 6 de marzo. Aquí Grau se dedica a componer la máquina de la corbeta que ha sufrido desperfectos en la travesía. El 26 parte en convoy con la América pero, al siguiente día, después de navegar más de 100 millas, Grau se ve obligado a regresar a puerto. Un furioso temporal causa graves daños a la Unión en su arboladura, al extremo de tener que ser remolcada por la América. De vuelta en Río de Janeiro las reparaciones de la Unión, entorpecidas por incesantes lluvias, demoran dos largos meses. Recién el 6 de junio, Grau puede hacerse a la mar. Un mes después, el 6 de julio, fondea la Unión en Valparaíso.

Ya desde el 1 de mayo, el presidente Pezet había ascendido a los comandantes de las dos corbetas. El artículo único de la orden general de la Armada, transcrita en oficio de 6 de mayo dice:

"Su Excelencia el Presidente con fecha 1º del actual, y con abono a la antigüedad del 31 de marzo último, ha expedido a favor del capitán de corbeta don Juan Pardo de Zela, despacho de capitán de fragata efectivo; para el teniente primero don Miguel Grau el de capitán de corbeta" (corre en el libro respectivo del escalafón de Marina, en la página 70) "y al alférez de fragata don José E. Castañón el de teniente segundo."

En Valparaíso Grau se informa de la grave situación que atraviesa el Perú y expresa a la oficialidad del buque su firme resolución de combatir al lado de las fuerzas de Prado y de Balta. Nada vale ante él la solicitud que en nombre del Gobierno de Lima le formula su anciano padre, que ha hecho viaje a Chile con el sólo propósito de entregarle un mensaje personal del presidente de la República en el que le pedía sumisión al régimen constitucional. La Unión se une así a la escuadra rebelde y presta todo su apoyo a los ejércitos que combaten al gobierno.

Grau, como comandante de la Unión, realiza las operaciones que más convienen al éxito de la revolución. Patrulla las costas, traslada tropas, vigila puertos, transmite informes y ejecuta distintas comisiones para la causa que defiende. En premio a los méritos efectuados y en pleno período revolucionario, es ascendido, el 22 de julio, a la clase de capitán de fragata por el segundo vicepresidente de la República, el general Pedro Díez-Canseco, que se encuentra esos días en la sierra del centro en unión del coronel Mariano Ignacio Prado, después de dominar todo el sur. Es interesante el parte, escrito por Miguel Grau, que eleva a la Comandancia General de Marina el 5 de octubre de 1865, estando al ancla en el puerto chinchano de Tambo de Mora.18

El Gobierno de Lima, por su parte, da de baja a Grau, junto con otros marinos que se habían adherido a la revolución, el 16 de agosto. La revolución prosigue y los combates se

Page 14: Rey de los Mares

suceden en todas partes, con resultados favorables a los insurrectos. El coronel Balta en el norte obliga a rendirse a las tropas adictas al régimen: Piura, Chiclayo, Trujillo, Cajamarca y Huaraz reconocen la autoridad de Balta. Ganado el norte, gran cantidad de tropas viaja del norte a Pisco, para unirse con las del sur en Chincha y emprender en conjunto un más vigoroso empuje sobre la capital. Los ejércitos revolucionarios entran en Lima el 6 de noviembre y obligan a capitular a las fuerzas del general Pezet.

Organizado el nuevo gobierno por el general Pedro Díez-Canseco, se realiza en la capital el 26 de noviembre un gran mitin popular en el que con aceptación de jefes del ejército se propone la dictadura, que el presidente rechaza. La dictadura es aceptada por el coronel Mariano Ignacio Prado, jefe de la revolución triunfante.

Se prepara sin demora al país para la guerra con España. El 15 de diciembre el Perú firma con Chile, que ya se encuentra en guerra con España desde el 6 de octubre, un tratado de alianza ofensiva y defensiva, al que después se adhieren Bolivia y Ecuador, y el 14 de enero de 1866 se formula de declaración del estado de guerra con España como culminación de los ideales de la revolución restauradora.

Guerra hispano-sudamericana

Artículo principal: Guerra Hispano-Sudamericana

Ajustada la alianza con Chile por el tratado de 5 de diciembre de 1865 y en víspera de la declaratoria de guerra a España, el Gobierno del Perú apresura la formación de una División Naval, bajo las órdenes del capitán de navío Manuel Villar, la que queda integrada por las fragatas Amazonas y Apurímac y las corbetas Unión y América, recién llegadas de Europa. A fines de diciembre salen hacia el sur para unirse a la escuadra chilena, compuesta por la Esmeralda y la Covadonga, ésta última capturada poco antes a los españoles entre Coquimbo y Valparaíso. La escuadra navega rumbo al Estrecho de Magallanes para dar encuentro a los blindados peruanos Independencia y Huáscar, recientemente construidos, que se esperaba ya hubiesen salido de los astilleros británicos rumbo al Callao.

El combate naval de Abtao.

El 15 de enero de 1866, al día siguiente de la declaratoria de guerra a España, la división del Comandante Manuel Villar llega a Chayahué, apostadero de la escuadra chilena en Chiloé, al abrigo de la isla de Abtao. Ese mismo día la Amazonas, al introducirse por uno de los estrechos canales de Abtao, naufraga, quedando su casco varado en la playa.

Page 15: Rey de los Mares

Días después, el 21 de enero, las fragatas españolas Villa de Madrid y Blanca salen de Valparaíso en busca de la Escuadra aliada para empeñar combate. En la tarde del 7 de febrero, las fragatas españolas se aproximan resueltamente a los canales de Abtao. Se baten por parte de Perú, la fragata Apurímac, a órdenes del Jefe de la Flota peruana capitán de navío Manuel Villar y las corbetas Unión y América, a órdenes de los capitanes de fragata Miguel Grau Seminario y Manuel Ferreyros. Interviene también la goleta chilena Covadonga al mando del capitán de corbeta Manuel Thomson.