Rodriguez Araujo Octavio - Derechas Y Ultraderechas en El Mundo

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    sociologay

    poltica

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    DERECHAS Y ULTRADERECHASEN EL MUNDO

    por

    octavio rodrguez araujo

    sigloveintiunoeditores

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    edicin al cuidado de ricardo valds r.

    portada de ivonne murillo

    primera edicin 2004

    siglo xxi editores, s.a de c.v.cerro del agua 248, col. romero de terreros, mxico, d.f.

    www.sigloxxieditores.com.mx

    isbn 968-23-2519-6

    se prohbe su reproduccin total o parcial por cualquiermedio sin permiso por escrito del editor.

    impreso y hecho en mxico

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    A la Facultad de Ciencias Polticas

    y Sociales de la UNAM,

    con mi gratitud

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    INTRODUCCIN

    Desgraciados los tiempos

    en los que hay que explicar lo obvio

    frase atribuida al CHEguevara*

    Cuando termin de escribir mi libro sobre las izquierdas y el izquier-dismo** (que tambin podramos llamar ultraizquierdismo) mequed la inquietud de que valdra la pena intentar una exploracinsobre la otra cara de la moneda: las derechas y las ultraderechas.Pensaba en esto cuando se dio un hecho fortuito: fui invitado a daruna conferencia sobre el ascenso electoral de las derechas (verano

    de 2002), y por ah empec.Unos meses antes, Francia haba conocido el sorprendente fe-

    nmeno de que el Frente Nacional, de ultraderecha, haba obteni-do en la primera vuelta electoral casi el mismo porcentaje de votosque el candidato fuerte de la derecha, Jacques Chirac y ms que Jos-pin, socialdemcrata. En el mundo, y no slo en Francia, se encen-di un foco rojo. No slo la derecha haba desplazado a la izquierdareformista y no precisamente anticapitalista (la socialdemocracia),

    sino que la ultraderecha en algunos pases ganaba crecientes simpa-tas, incluso entre sectores de trabajadores que antes votaron por loscomunistas o por los mismos socialdemcratas.

    Al mismo tiempo se perciba ya que el gobierno de Estados Uni-dos, sobre todo despus del 11 de septiembre de 2001, revelaba unrostro ms ultraderechista que sus antecesores. Todava no ocurrala segunda invasin a Irak, pero ya se vea esa posibilidad despusde Afganistn. En casa, es decir en Mxico, nunca habamos tenidoun gobierno que abiertamente dijera que era de empresarios paraempresarios, y cuyo presidente hiciera pblico su fervor religioso.Haba motivos para preocuparse, sobre todo porque ha estado demoda hablar de la sociedad posideolgica, en la que referirse a lasizquierdas y a las derechas era, en el mejor de los casos, un asuntodel pasado. El tema de moda era (y es todava para muchos) la de-mocracia, concebida en su aspecto formal: elecciones, multiparti-dismo, alternancia partidaria en el poder, libertades (incluida la demercados), derechos humanos, etctera.

    *Citada por Pascual Serrano, Cuando al engao le llaman transicin, .**Izquierdas e izquierdismo, Mxico, Siglo XXI Editores, 2002.

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    10 INTRODUCCIN

    Se ha querido ver a la democracia como una panacea: si haydemocracia se resuelve todo. Y, obviamente, no es as. En la actua-lidad hay mayor democracia en el mundo que hace 30 aos, y sinembargo hay ms pobreza y mayores desigualdades entre personas

    y entre pases que entonces. No. La democracia, que ciertamenteest ms generalizada que antes, ha sido tambin una pantalla paraocultar la hiriente realidad del mundo en que vivimos. No estoysiquiera sugiriendo que la democracia no sirva, incluso la formal,sino simplemente que no ha sido ni ser, por s misma, un remediogeneral para todos los males.

    De aqu que me haya interesado demostrar, en el debate sobreel significado de las izquierdas y las derechas, que la democracia o la

    no democracia no tienen nada que ver con el tema. Las izquierdas,siguiendo a Bobbio, tienden al igualitarismo (no a la igualdad), y lasderechas a conservar o aumentar las desigualdades. Y si bien es loque estamos viendo, haba que demostrarlo. Sera el inicio, pero nosuficiente para aclarar los conceptos.

    Haca falta otro concepto, la dominacin. La dominacin gene-ra desigualdad: unos dominan y otros son dominados. Una obvie-dad, s, pero es otro elemento que nos habla de desigualdades; por

    lo que quienes defienden formas de dominacin que perpetan oaumentan las desigualdades estn admitiendo posiciones derechis-tas, aunque no se reconozcan o se asuman en esas posiciones. Y ladominacin puede ser o no democrtica, de donde se deduce quehay formas de dominacin menos brutales que otras: ser dominado

    y adems sin libertad para expresar el descontento, es peor que serdominado con democracia. Por lo menos as lo entendera si fuerami caso. Y qu formas de dominacin han sido ms brutales que elfascismo, sobre todo el alemn, y el llamado comunismo, particular-mente el de los tiempos de Stalin? Si al fascismo lo calificamos no dederecha sino de ultraderecha, al stalinismo cmo lo calificaramos?Otra discusin, muchas interrogantes. Pero aqu no acaban.

    Los fascistas, sealadamente el italiano y el alemn, fueron nacio-nalistas, pero tambin de pretensiones imperialistas y hasta colonia-listas. En esto no se diferenciaron mucho de los britnicos o de losestadunidenses, muy democrticos segn han dicho siempre. Sinembargo s eran diferentes, pero en otros aspectos. Y cuando la URSS,despus de la Segunda Guerra, tuvo la oportunidad de apropiarse delresto de Europa oriental, el gobierno no dijo que no; acept el obse-quio, y todava fue por ms, por lo menos hasta Afganistn, su ltimaconquista. Otro problema de interpretacin, ms interrogantes.

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    11INTRODUCCIN

    Los fascistas histricos eran nacionalistas expansionistas, losneofascistas del presente son tambin nacionalistas pero defensivos.Unos, los europeos, defienden su nacin, en contra de la UninEuropea, de Estados Unidos y de la globalizacin neoliberal; otros,

    los estadunidenses, tambin defienden su nacin, con ciertas pecu-liaridades incluso imperiales, pero al mismo tiempo no aceptan laglobalizacin econmica, les parece un peligro para sus formas de

    vida o para el modelo al que aspiran. La ultraderecha latinoameri-cana, por otro lado, es en general proestadunidense, admira a losimperios y el nacionalismo no parece preocuparle mucho. Hace 50aos la ultraderecha latinoamericana defenda la pequea propie-dad, ahora ya no se sabe qu defiende, pues unos ultraderechistas

    estn en contra de las trasnacionales y otros en su favor y buscanasociarse con stas.

    La religin, por otra parte, tiene especial importancia para lasultraderechas de Estados Unidos (no todas), de Europa y de Am-rica Latina, pero no lo fue, en sentido distintivo, en las dictadurasde Italia o de Alemania, aunque s en las de Portugal o Espaa, porejemplo. Tambin parece ser muy importante en los pases del Is-lam, pero no en todos los gobiernos de estos pases. Ms problemas

    de interpretacin y de generalizacin.Podra seguir en esta lgica, pero me detengo, pues este libro

    aspira a dilucidar (no resolver) estos problemas. Si lo logro o no, lojuzgar el lector.

    El libro est compuesto de tres partes. En la primera he queridodemostrar que los conceptos no son inmutables, obvio, pero quean as tienen ciertos contenidos que nos dicen algo sobre temasespecficos y que tienen validez histrica (y terica). Asimismo, hequerido demostrar que algunos esquemas de interpretacin persis-tentes por decenios, son por lo menos discutibles, y que la discusinlibre de ataduras (dogmas y prejuicios, por ejemplo), puede serincmoda para algunos pero necesaria para avanzar en el conoci-miento del mundo en que vivimos.

    En la segunda parte, y a partir de la anterior, me refiero a lasderechas, sobre todo en los gobiernos, en diferentes regiones delmundo con relativo nfasis en el presente. Los cuatro captuloscomprendidos en esta parte tienen grandes diferencias metodolgi-cas, al igual que los siguientes de la ltima parte. Esto se debe a queobedec a mis propios impulsos subjetivos en funcin de lo que meinteresaba demostrar y porque algunas situaciones son menos deba-tibles que otras. Es claro que lo ms polmico me exiga un mayor

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    12 INTRODUCCIN

    desarrollo o fundamentacin, como por ejemplo la inclusin delllamado socialismo en un libro sobre las derechas. En otros trmi-nos, no me interes ajustarme a un guin rgido ni simtrico, sinoms bien a las necesidades de cada tema segn mis posibilidades

    y lo que quera demostrar. Dira, como justificacin, que es el pri-vilegio del autor.

    La tercera parte trata de las ultraderechas en dos tiempos y slodonde han sido o son ms evidentes y ms claramente diferentes delas derechas. Los dos tiempos son el periodo entreguerras principal-mente referido a Europa, donde las ultraderechas tuvieron mayordesarrollo, y el presente tanto en Estados Unidos como en la mismaEuropa. En este apartado he querido demostrar que si bien hay de-

    nominadores comunes tambin hay diferencias muy importantes,tanto entre el pasado y el presente, como entre gobiernos y organi-zaciones en ambos tiempos.

    Las diferencias entre las derechas, entre stas y las ultradere-chas y entre estas ltimas son las que me llevaron a llamarlas enplural. No hay una derecha ni una ultraderecha para todos los casosanalizados. Son mltiples y tienen caractersticas diversas, segn elmomento histrico y el lugar en que se han desarrollado.

    Es un libro polmico, como casi todo lo que he escrito, y tam-bin general donde cada uno de los captulos da para otras inves-tigaciones especficas y de mayor profundidad. Hay debates implci-tos y otros explcitos, pero no hay trampas intencionales, pues estoyconvencido de que stas, lejos de favorecer la discusin, la inhiben.

    Y vivimos tiempos en los que el debate no es slo una necesidad sinouna urgencia.

    Quienes leyeron la versin original y me hicieron comentarios,me ayudaron mucho, pero no son responsables de lo que aqu sedice. Quiero agradecer, por lo tanto, y en primer lugar, a quienesleyeron partes o el total del manuscrito: Teresa Guitin, MiguelUrbano, Samuel Ramos, Enzo Traverso, Michael Lwy, Guillermo

    Almeyra, Rhina Roux y Alfredo Surez. Tambin a quienes me faci-litaron materiales: adems de Lwy, a Carlos Melesio, Lilia Venegas,Claudio Albertani y Carmen Guitin. Y, por supuesto, a mis ayudan-tes de investigacin, al principio Norma Gmez y luego, por mstiempo, Tamara Barra.

    Octubre de 2003

    octavio rodrguez araujo

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    1Dada es un concepto filosfico que se refiere a la unin de dos elementos o princi-pios complementarios recprocamente.2Norberto Bobbio,Derecha e izquierda, Madrid, Punto de lectura, 2001, p. 63.3Sobre el significado de la persistencia, David Easton,Esquema para el anlisis poltico,Buenos Aires, Amorrortu editores, [s.f.e.], pp. 119 y ss.

    1. PROPUESTAS CONCEPTUALES

    conservadores y reaccionarios?

    No conozco a un autor que no coincida con la relatividad de losconceptos izquierday derecha. Son conceptos relativos uno del otro.En palabras de Bobbio: Los dos trminos de una dada1se rigen in-disociablemente el uno con el otro: donde no hay derecha ya no hay

    izquierda, y viceversa. Dicho de otro modo, existe una derecha encuanto existe una izquierda, y existe una izquierda en tanto y cuan-to existe una derecha. [] si todo es izquierda ya no hay derecha, y,recprocamente, si todo es derecha ya no hay izquierda.2

    El trmino derechaha sido asociado a la conservacin del statuquo. Es un calificativo reservado comnmente a los conservadores,a los defensores del orden establecido en el sentido de Easton, esdecir comopersistenciadel sistema, que incluye cambios.3Por lo mis-

    mo, es tambin un concepto que ha variado segn las tradiciones yel tipo de sociedad y de poder que se han defendido a lo largo de lahistoria. Muchas de las posiciones polticas que ahora consideramosde derecha fueron de izquierda en otro momento. El ejemplo clsi-co para Europa, al que han recurrido muchos autores, incluido Marx,fue el liberalismo y la lucha de la burguesa contra el absolutismo y losobstculos del antiguo rgimen que impedan su desenvolvimiento.La burguesa fue, en un momento dado, una clase revolucionaria.Luego fue conservadora. El liberalismo, como ideologa de unsector de la naciente burguesa europea, fue tambin consideradoprogresista, de izquierda, por comparacin con quienes vean en lun peligro para las tradiciones, los prejuicios y las formas de vidaque defendan la Iglesia catlica y la mayor parte de la nobleza y losterratenientes, es decir quienes gozaban de privilegios a costa de lasumisin, la pobreza y la ignorancia de los dems. Los defensores

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    4Piotr Stolipin, quien fuera presidente del Consejo ruso en 1906, llev a cabo unareforma agraria que disolvi las comunas rurales (propiedad colectiva) denominadasmir. (Nota del autor.)

    de ese mundo, que cuestionaban la burguesa y los intelectualesliberales, eran los conservadores, como lo son ahora y desde hacepoco ms de 200 aos los defensores del mundo que construyeronesa burguesa y esos intelectuales en algunos pases de Europa y en

    su amplia y creciente rea de influencia, el continente americanoincluido.

    Empero, la identificacin de la derecha con el conservaduris-mo y de la izquierda con el progresismo, que es una identificacincomn y en uso todava, no nos explica nada, salvo en algunascircunstancias concretas y especficas. Aunque en general todosentendemos que un conservador es de derecha y un progresista esde izquierda, cualquier intento de definicin del conservadurismo y

    del progresismo tendra que referirse, ms que a una persona, par-tido o clase social, a momentos histricos y a realidades concretasde un pas, de una regin, de una entidad especfica en un contextoms amplio, en la historia misma o por comparacin con otros simi-lares. El profesor chino Qin Hui, en un elocuente prrafo, resumeesta cuestin al comparar dos sucesos ocurridos en dos pases muydiferentes en dos momentos tambin distintos:

    En Irn, la revolucin blanca del Sha fue un programa oligrquico capitalista,de modernizacin autoritaria, que provoc una fuerte reaccin fundamentalista,

    eventualmente desligada de la revolucin negra de Jomeini. Eso fue muy similar

    a la manera en que las reformas de Stolipin se toparon con una poderosa reaccin

    de la tradicin del mir,4pavimentando el camino de la Revolucin de Octubre. En

    tanto que los campesinos rusos odiaron las reformas de Stolipin, ya que les quitaron

    la tierra, la actitud de los campesinos iranes fue justamente la opuesta. Cuando la

    Revolucin Islmica arras las principales ciudades en 1977-1979, los campesinos

    iranes cerca de la mitad de la poblacin permanecieron indiferentes u hostiles allevantamiento contra el Sha. Ellos se haban beneficiado de su reforma agraria, la

    cual haba tambin distribuido la tierra de las mezquitas para ellos, y sintieron que

    deban ser leales a l a veces atacando las reuniones revolucionarias o tomando por

    la fuerza las casas de los terratenientes y de los activistas islmicos. Por las mismas

    razones, los terratenientes iranes con frecuencia apoyaron la revolucin contra el

    Sha, mientras que los terratenientes rusos fueron el primer objetivo de la revolucin

    de 1917. Menciono todo esto para mostrar que ninguna clase es inherentemente

    progresista en la historia. Nosotros no deberamos preguntarnos cul clase puede

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    Qin Hui, Dividing the big family assets, New Left Review, London, nmero 20,marzo-abril 2003 (en Internet).6Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino (directores de la obra),Diccionario de Poltica, Mxico, Siglo XXI Editores, 12a. ed., 2000.7 Simone de Beauvoir, El pensamiento poltico de la derecha, Buenos Aires, EdicionesSiglo Veinte [1969], p. 12. Esta obra fue originalmente publicada en la revista fran-cesa Les Temps Modernesen los nmeros 112-113 y 114-115 de 1954 y posteriormenterecogidos y editados por Gallimard con el ttulo La pense de droite, aujourdhui, Paris,1955.8El nacionalismo, por ejemplo, era visto como un peligro para los imperios multina-

    cionales de Austria y Rusia, y los monarcas de ambos imperios asociaban ese naciona-lismo a las corrientes liberales de la poca. Los progresistas eran, en esos momentos(en Austria o Rusia), los liberales nacionalistas, mientras que stos, en Francia y enGran Bretaa, seran ya los conservadores. En Francia, despus de la guerra con Pru-sia (1870-1871), el nacionalismo se convirti en la causa ms importante de los con-servadores, para entonces crticos del liberalismo y, obviamente, de la revolucin.

    movilizar a las dems para las reformas, sino qu clase de reformas podran ser justas,

    y beneficiar a la mayora de la poblacin5

    Lo contrario al conservadurismo, se lee en el Diccionario de po-

    lticade Bobbio, Matteucci y Pasquino,6sera el progresismo. Peroninguno de los dos elementos tiene que ser identificado, sin excep-ciones varias, con derecha e izquierda, respectivamente. La idea deprogreso puede identificarse con la derecha y con la izquierda, se-gn la apreciacin y los valores del analista; la idea de conservacinigual. La conservacin de los bosques y las selvas choca con el pro-gresismo industrial, y hoy la primera es una posicin cercana o afna la izquierda y el segundo asociado con la derecha que desdea la

    importancia de la ecologa para la vida del planeta y sus habitantes.Pero no siempre fue as, aunque hubo reflexiones similares en elpasado. Hace muchos aos, en 1954, Simone de Beauvoir escriba:la burguesa empez a dudar tambin de las ilusiones que se habaforjado: el progreso de las tcnicas y de la industria ha demostradoser ms amenazante que auspicioso; y hemos aprendido no a ferti-lizar la tierra, sino a devastarla.7De aqu se puede desprender quesi conservadurismo es un concepto relativo en s mismo, la derecha

    tambin, y que ambos conceptos dependen tanto del momento enque quiere ubicrseles como de la perspectiva poltica, moral oideolgica del observador, del analista o de quienes ven amenaza-dos sus intereses.8

    Bobbio, citando a Revelli, destaca que no se es de derecha o deizquierda, en el mismo sentido en que se dice que se es comunis-

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    09Norberto Bobbio,Derecha e izquierda, op. cit., p. 125.10

    Es conveniente recordar que el pluralismo fue una reaccin del liberalismo indivi-dualista al Estado absolutista, y que el liberalismo individualista fue la base ideolgicade la burguesa en tanto que no haba conflicto de intereses intra e interclasistas.Como estos conflictos fueron (y son) inevitables (en el capitalismo), el pluralismohabra de ceder su lugar a la imposicin coactiva de los grupos dominantes en elEstado.11Un matiz: en los pases llamados socialistas de Europa y en la URSS en tiempos deGorbachov, hubo quienes demandaban pluralismo, pero no slo entendiendo porste la terminacin del monolitismo poltico sino ampliando el concepto al campode la economa, es decir abrirse al mercado capitalista.12Escriba Fukuyama: si mirbamos ms all de la democracia y los mercados libe-rales, no haba nada hacia lo que podamos aspirar a avanzar; de ah el final de lahistoria. .13 Sobre el concepto comunidad terica y la importancia de ste en el desarrollo yanlisis de la izquierda, vase Octavio Rodrguez Araujo, Izquierdas e izquierdismo. De laPrimera Internacional a Porto Alegre, Mxico, Siglo XXI Editores, 2002.

    ta, o liberal o catlico. En otros trminos, derecha e izquierdano son palabras que designen contenidos fijados de una vez parasiempre. Pueden designar diferentes contenidos segn los tiempos

    y las situaciones.9Pensemos en un ejemplo, a mi juicio elocuente:

    Antes de los aos 60 del siglo pasado, y por mucho tiempo10, laderecha estuvo identificada, ms en el discurso que en la realidad,con la defensa de la pluralidad y con un cierto eclecticismo; ahoraes al revs, es la izquierda la que defiende la pluralidad y se oponeal pensamiento nico, y ms todava a la imposicin de un pensa-miento nico y a una visin unilateral del mundo.11Cuando la de-recha defenda la pluralidad, la ultraderecha y la izquierda cadauna por su lado defendan el monolitismo, lo que ahora tambin

    llamamos pensamiento nico. La derecha neoliberal de nuestrotiempo, en cambio, defiende y propone un pensamiento nico; msan: el fin de la historia de Fukuyama12y el There is no alternativedeThatcher. Eran el fascismo (Mussolini y Hitler) y el comunismo delos tiempos de la Tercera Internacional (sobre todo con Stalin apartir de 1927-1931) los que se oponan a la pluralidad, a la diversi-dad, a la desunin bajo un Estado que, en esa lgica, representabala unin de todos, subordinndolos; es decir, la ultraderecha y la

    izquierda, esa izquierda que confundi la idea de Marx de comuni-dad tericacon monolitismo en el pensamiento, en la organizacin,en la vida cotidiana.13Quienes se oponan a la pluralidad parecanno darse cuenta del retroceso histrico en que estaban incurriendo.La defensa de la unicidadfue argumento de tendencias totalitarias y

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    14Vctor Flores Olea y Abelardo Maria Flores, Crtica de la globalidad. Dominacin yliberacin en nuestro tiempo, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1999, p. 108.15 Gilles Deleuze y Felix Guattari, Anti-Oedipus: Schizophrenia and Capitalism,

    Minneapolis, University of Minnesota Press, 1983, p. 42.16Estados Unidos emite el 25 por ciento de dixido de carbono con slo el 4 porciento de la poblacin mundial. Vase, con amplia informacin, Pablo Clavijo Lpez(director), Gua Mundial. Almanaque anual 2003, Colombia, Editorial Cinco, 2003,p. 114.17 Michael Lwy, La dialectique de la civilisation: figures de la barbarie moderne

    del absolutismo. Flores Olea, en referencia al carcter absoluto delmonarca, nos recuerda que el monarca, en la necesidad de unidadque impone la razn, combate a los elementos disgregadores desu reino y lucha contra el pluralismo y la diversificacin de la

    autoridad y de los poderes en su territorio.14Por contraparte, en elposmodernismose critica la unicidad y la idea de totalidad: Nosotrosvivimos ahora en la era de los objetos parciales [] No creemosms en una totalidad primordial que alguna vez existi, o en unatotalidad final que nos espera en una fecha futura,15por lo que, porun lado, se soslaya la lgica totalizante del capitalismo, afirmandoimplcitamente la inmutabilidad de ste como sistema econmico,

    y se rechaza, por otro lado, la sustitucin del capitalismo por el

    socialismo (una totalidad final). Como ha podido verse, derecha,ultraderecha o izquierda no designan contenidos inmutables. Estoscambian segn los tiempos y las situaciones.

    Nunca, como en los ltimos aos, se han cuestionado con tanslidos fundamentos conceptos tales como progresismo y su contra-parte: el conservadurismo. Muchos de los nios y los jvenes de hoy,con toda razn, estn preocupados por lo que les heredar el pro-greso, por lo que ya les ha dejado y en el que viven. La contamina-

    cin y la insuficiencia de agua, para slo citar dos ejemplos de altosignificado biolgico, son temas de profunda reflexin en el sigloxxi, y de diferencias. Hace dos siglos la industria se vea como pro-greso y muy pocos, en una lgica humanista y no religiosa, la cues-tionaban. Hoy se sabe que la industrializacin ha resuelto muchosproblemas pero que ha creado otros que se han convertido en unasuerte de monstruo de Frankenstein, como la emisin de dixido decarbono, metano y xido nitroso por el desarrollo industrial, cuyosefectos en el calentamiento de la Tierra y en los cambios climticossern catastrficos para toda la humanidad.16Walter Benjamin, citaMichael Lwy, deca que el progreso tcnico e industrial puede serportador de catstrofes sin precedente.17La idea de progreso, como

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    au XXme sicle, en Marcello Flores, Storia, verita, giustizia. I crimini del XX secolo,Milano, Mondadori, 2001. (Copia proporcionada por el autor.)18Karl R. Popper, La miseria del historicismo, Madrid, Alianza Editorial, 1973, 32: Lateora institucional del progreso, pp. 167 y ss.19Aun en la Unin Sovitica, donde slo en sus primeros aos, sobre todo en el cam-po, hubo propiedad privada de los medios de produccin, la colectivizacin y el de-sarrollo acelerado de la industria fortalecieron el desarrollo de una elite burocrtica,

    jerarquizada y diferenciada del resto de la poblacin. Vase E. H. Carr, Revolutionfrom Above, en New Left Review, London, nmero 46, noviembre-diciembre 1967,pp. 17-27.20Karl R. Popper, op. cit., p. 174 (las cursivas son mas). Sobre el holismo en Popper,

    vase en esta obra el 7.21Despus de invadir a Irak, de matar civiles y de imponer un gobernante espurioen ese pas, George W. Bush declar: Pienso que un Irak libre ser un ejemplo delibertad y de progresopara todo medio oriente. La Jornada, Mxico, 16 de abril de2003. (Las cursivas son mas.)

    el progreso mismo, tambin es discutible como lo demuestra, entreotros, Popper.18Por lo mismo, la oposicin al progreso no es ni pue-de ser unilateral ni se plantea en una sola ideologa o corriente depensamiento. Ciertas izquierdas y algunas ultraderechas ven en los

    defensores del progreso y en el progreso mismo un adversario o unenemigo. La idea de progreso, en las sociedades capitalistas (y encierto sentido tambin en las llamadas socialistas de los tiempos dela industrializacin a toda costa), supuso y supone, por otro lado,una mayor jerarquizacin de la sociedad, es decir mayores des-igualdades, particularmente visibles en el mundo capitalista.19Losdueos y usufructuarios del progreso son, tanto en la sociedadcapitalista como en la llamada socialista, las elites, los que gozan,

    en un caso, de las mayores riquezas y del poder poltico y/o de losmedios de comunicacin masiva, o, en el otro caso, de mayores pri-

    vilegios adems del monopolio de los medios de comunicacin y dela coaccin. El extremo lmite del poder sobre el progreso, que yollamara totalitarismo absoluto u orwelliano, y que por fortuna sloha sido una aproximacin en los totalitarismos existentes hasta aho-ra, significara, en trminos de Popper en referencia a su controlholstico, el fin del progreso,20tampoco deseable.

    El progreso tiene vctimas.21El no progreso tambin. Pero enlos ltimos aos pareciera que slo importan las vctimas del pro-greso. A stas es a quienes se dirigen algunas de las nuevas izquier-das (diferentes a las de los aos 60 del siglo pasado), pero tambinlas ultraderechas no gobernantes tanto en Estados Unidos comoen Europa occidental y en aquellos mbitos donde el progreso (y

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    19PROPUESTASCONCEPTUALES

    22Despus del triunfo de la Revolucin cubana Estados Unidos dise una especiede nuevo Plan Marshall para Amrica Latina, y ste se llam, precisamente, Alianzapara el Progreso.23Miriam Limoeiro Cardoso, La ideologa dominante. Brasil-Amrica Latina, Mxico,Siglo XXI Editores, 1975, p. 219.

    la modernizacin) se percibe como atentatorio de fundamentosreligiosos, usos y costumbres tradicionales o formas culturales quehan querido mantenerse al margen de las llamadas occidentales.Curiosamente, algunas izquierdas se han preocupado ms por las

    vctimas del no progresorelativo(los pueblos marginados, por ejem-plo) que por las delprogreso(en concreto, por los trabajadores). Lostiempos cambian.

    Los defensores del progreso son, tambin y en cierta forma,conservadores. Defienden la conservacin de una dinmica econ-mica, poltica y cultural que, en trminos sociolgicos, beneficia aunos cuantos. El desarrollismo de los aos 50 del siglo xxen Am-rica Latina fue, sin duda, progresista, y cont con el apoyo de las

    masas empobrecidas al pensar que mejoraran su situacin, perofue al mismo tiempo conservador ya que el implcito era evitarque el orden fuera subvertido y que el comunismo pudiera ganarinfluencia.22Un ejemplo altamente revelador fue el que estudi Mi-riam Limoeiro Cardoso sobre el gobierno de Juscelino Kubitscheken Brasil. La perspectiva poltica general escriba [era] cam-biar, pero dentro del orden, para garantizar el orden. Al plantearen estos trminos la necesidad del desarrollo, Juscelino [moviliz]

    a extensos sectores para el esfuerzo desarrollista. Y ms adelante laautora deca: La actitud desarrollista es francamente transforma-dora, muestra una profunda disconformidad con el presente. Porotra parte, es abiertamente conservadora, preocupada como estpor garantizar el orden por encima de todo. En cuanto al campoeconmico es marcadamente innovadora, al impulsar los sectoresemergentes, al concentrar las inversiones en reas nuevas, predomi-nantemente industriales aunque con eso contrare la hegemonaque rega anteriormente.23El ejemplo citado de Brasil no fue ni-co, y menos en esos aos.

    Por otro lado, el trmino derechano slo podra asociarse a losconservadores, sino tambin a los reaccionarios, es decir a quieneshan intentado regresar el reloj de la historia a tiempos y situacionesprevias, como por ejemplo a quienes despus de la restauracin dela monarqua borbnica (constitucional) quisieron regresar a la

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    24Vase al respecto Leo Panitch y Colin Leys, Socialist Register 2003: Fighting identities:race, religion and ethno-nationalism, London, Merlin Press, 2002.

    monarqua absoluta anterior a la revolucin francesa, o se puederelacionar con esos tres o cinco millones de italianos que en la ac-tualidad veran con simpata que el reinado de los descendientesde Vctor Manuel II fuera reinstalado con el actual prncipe de

    Saboya que regres a su pas despus de 56 aos de exilio. Muchosejemplos podran citarse de movimientos reaccionarios, que en lostrminos actuales calificaramos como ultraderecha. Pero todos losque reivindican un cierto pasado son reaccionarios y por lo mismode ultraderecha? La defensa de valores, ritos y formas de poder o derepresentacin, en una palabra de una cultura anterior(secular), esnecesariamente reaccionaria?

    Y qu tan anterior es elanteriorque reivindican, por ejemplo,

    los defensores de las identidades comunitarias y precapitalistas quese oponen a la llamada gran narrativa de la historia basada en lalucha de clases y qu tanto se soslaya el modo de dominacin y susfundamentos de ese anterior que ahora se reivindica como si aquelanterior hubiera sido un mundo feliz, igualitario, armnico y respe-tuoso de los derechos humanos? Hace no muchos aos un obispocatlico defensor de los indios mexicanos argumentaba que debanrespetarse sus usos y costumbres ancestrales; y alguien le pregunt

    si estaba de acuerdo en que tambin se les respetaran sus creenciasreligiosas anteriores a la evangelizacin impuesta durante la coloni-zacin. En ese punto, el obispo no estuvo de acuerdo. Pienso quees un buen ejemplo de los anteriores arbitrarios y convenientesque defienden muchas personas tanto con posiciones de izquierdacomo de derecha y hasta de ultraderecha.

    Hay un debate sobre estos aspectos relacionados tanto con loanteriorcomo con las identidades. Sectores de las nuevas izquierdas,incluso algunas derivadas del marxismo, reivindican las identidadesno clasistas de grupos sociales, tnicos y culturales que viven bajo laopresin de quienes tienen el poder para imponer su hegemona;en otros mbitos, sin embargo, se analizan estas identidades y ladominacin, antiguas y nuevas, en el marco de la lucha de clases yde la lgica totalizante del capitalismo.24Pero la ultraderecha y enciertos casos tambin la derecha reclama igualmente la reivindi-cacin de identidades/diferencias no clasistas para afirmarse en susidentidades y en relacin con otras identidades que son diferencias:blancos contra negros y viceversa, protestantes contra judos o mu-

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    sulmanes y viceversa, nacionalismo contra globalizacin y viceversa,etctera.

    Hay muchas confusiones sobre este punto. En sus afanes pordeslindarse de los viejos esquemas socialistas de la lucha de clases,

    de la dominacin fundada en intereses econmicos y del imperialis-mo como una expresin de esta dominacin, por ejemplo, ciertossectores de las nuevas izquierdas, defensoras de las identidades y dela pluralidad al margen de las clases sociales, aceptan situacionesdespojadas de su historia, aparentemente neutras, como si su luchaestuviera basada en una especie de borrn y cuenta nueva. Unejemplo: en el Foro Social Mundial que se ha llevado a cabo durantetres aos consecutivos en Porto Alegre, Brasil, se acepta, sin cuestio-

    namientos, la participacin de la Confederacin Internacional deOrganizaciones Sindicales Libres (ciosl) en su Consejo Internacio-nal. Se pasa por alto que, despus de la Segunda Guerra Mundial,Estados Unidos lanz una grande e intensa campaa, acompaadade acciones (documentadas) de la Agencia Central de Inteligencia(cia, en ingls) en contra de los llamados entonces sindicatos ro-

    jos. Su consigna era convertir stos en sindicatos libres o formar,como alternativa, sindicatos pro estadunidenses, es decir libres

    y democrticos. Se cre, contra la Federacin Sindical Mundial(roja), la Confederacin Internacional de Organizaciones Sindi-cales Libres (ciosl), cuya rama latinoamericana sera la orit(Or-ganizacin Regional Interamericana de Trabajadores). Se crearonigualmente tres sedes del Instituto Americano para el Desarrollodel Sindicalismo Libre (en Mxico, Honduras y Uruguay) cuyos di-rectores fueron siempre de la cia. Estos institutos se fundaron (conla aceptacin de los gobiernos de cada pas) para formar lderessindicales pro Estados Unidos. Ser que nadie recuerda el papel deesas organizaciones, de consuno, contra los sindicatos prosocialistas

    y contra gobiernos que, aun siendo liberales, no quisieron alinearsecon Estados Unidos? Nadie recuerda el papel de la ciosly de la ciaen los golpes de Estado en Brasil y Chile, en 1964 y en 1973 respec-tivamente, y en otros pases?

    Aunque parece que el pragmatismo se ha apoderado de lasprincipales corrientes polticas de nuestro tiempo, incluidas enstas a ciertas izquierdas, es la derecha la ms pragmtica, pues suideologa es de base emprica-positivista, y ms cuando tiene el po-der (el poder, por definicin, es pragmtico). La ultraderecha y laizquierda en general son corrientes que defienden ms la ideologaque la derecha. La ultraderecha, incluso cuando ha tenido el poder

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    (como por ejemplo en Italia y Alemania durante el fascismo), hadefendido su ideologa, pese a que en cuestin de programas, ascomo en su estrategia y tcticas, ha sido pragmtica. La derecha nosuele interesarse mucho en la ideologa. La derecha se adecua a los

    cambios y en ocasiones se adelanta a hacerlos para conservar el statuquo(nunca esttico). Para la derecha la ideologa y los principios sonmucho menos importantes que para la ultraderecha, por una senci-lla razn: la ideologa de la derecha es la defensa de sus intereses ylos que representa, tenga o no el poder gubernamental.

    Respecto del pragmatismo de la derecha, pinsese en la posi-cin de los gobiernos que en 1999 estuvieron de acuerdo en lanzara los ejrcitos de la otancontra Yugoslavia y que luego, en 2003, se

    opusieron a la invasin de Estados Unidos y sus aliados a Irak. En1999 la Organizacin de Naciones Unidas no fue consultada, cuatroaos despus s, y el Consejo de Seguridad se dividi entre quienesestuvieron a favor de invadir militarmente a Irak y quienes estuvie-ron en contra, pero que no se opusieron ni reprobaron la invasinunilateral de Estados Unidos a Granada o Panam, o la de algunosde ellos mismos a Afganistn contra el terrorismo en 2002. Prag-matismo y juego de intereses. No otra cosa. Y en este juego de inte-

    reses, a nadie parece importarle la situacin de los pueblos (en estecaso del iraqu, con Hussein o sin l), ni la tica ni los tratados inter-nacionales, ni el hecho ms obvio de este conflicto: que ni EstadosUnidos ni ningn otro pas tienen derecho alguno a invadir a otranacin so pretexto de que no hay libertades ni democracia. Es elpragmatismo de quienes tienen poder, de los gobiernos de derechaen el mundo cuyas diferencias o afinidades dependen de los intere-ses que defienden en cada situacin y segn las circunstancias.

    dominacin, desigualdad y democracia

    En el plano que aqu nos interesa, quiz debiramos abandonar lageneralizacin de las asociaciones derecha-conservadurismoe izquierda-

    progresismoque, como hemos visto, implican serias dificultades parasu caracterizacin, aunque aceptemos, sobre todo en el lenguajecoloquial, que la derecha es conservadora como suelen definirla losdiccionarios no especializados. Propondra un enfoque diferente,relacionado con la lucha de clases inherente al capitalismo, pesea que, como hemos visto, hay quienes piensan que es una ptica

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    25Para dar una idea de las dificultades inherentes al concepto de clase social y de lu-cha de clases, me permito remitir a la estupenda sntesis del debate sobre el tema enlos apartados correspondientes en Georges Labica y Grard Bensussan, Dictionnairecritique du marxisme, Paris, Presses Universitaires de France, (2a. ed.), 1985.26 Una discusin sobre el inters de clase, anterior al libro de Wright citado en lasiguiente nota, puede leerse en Gran Therborn, Cmo domina la clase dominante?(Aparatos de Estado y poder estatal en el feudalismo, el capitalismo y el socialismo), Mxico,Siglo XXI Editores, 1978, pp. 173 y ss.27Erik Olin Wright, Classes, London/New York, Verso, 1985, p. 28. Hay traduccin alespaol, pero tiene muchas imprecisiones.

    obsoleta. Soy consciente de que el debate sobre las clases socialesdista mucho de haber sido resuelto, de que en Marx y los marxistasno hay una teora acabada sobre el tema, de que incluso en Marxhay diversos enfoques sobre la caracterizacin de las clases sociales

    y sobre la lucha de clases, pero no es el punto a discutir, directa-mente, en este escrito.25Me interesa ms el problema de las clasessociales en trminos de inters de clase y de dominacin.26 Erik Olin

    Wright27sealaba que cualquiera que sea el significado del conceptointereses, seguramente incluye el acceso a recursos necesarios paracumplir varios tipos de metas u objetivos. La gente ciertamente tieneun inters objetivo en incrementar su capacidad para actuar. Y eneste sentido, la estructura de clase impone lmites para el acceso dife-

    renciado a recursos en una sociedad y, por lo mismo, a capacidadestambin diferenciadas para actuar. Las clases dominantes han tenido

    y tienen claro que para mantener y reproducir su poder y lograr susmetas y objetivos (en funcin de sus intereses) tienen que mantener yreproducir la estructura de clases que les permite ser dominantes.

    Si aceptamos que en toda sociedad capitalista, de manera msevidente que en las llamadas socialistas, hay unas clases que domi-nan y otras que son dominadas, la derecha siempre estara ligada

    de una forma u otra a los intereses fundamentales de las clasesdominantes. En este caso conceptos como conservadurismo sepueden asociar con esos intereses de las clases dominantes. Podrahablarse de conservadurismo asociado a los intereses de las clasesdominantes y de este modo el concepto pierde una buena dosis deambigedad. Pero igual podra hablarse de progresismo (y hasta demodernizacin) asociado a los intereses de las clases dominantes,como ya hemos visto. Y entonces? Salta a la vista que aqu lo queimporta es la asociacin con los intereses de las clases dominantes,una vez que dominan permtaseme la aclaracin aparentementeredundante.

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    28Bobbio,Derecha, dem, p. 147 (las cursivas son mas).29dem, p. 149. (No he citado el prrafo de Bobbio tal como est en su libro, pues hayalgunos errores de traduccin que lo hacen ininteligible-ORA.)30Es pertinente enfatizar, aunque sea muy sabido, que la idea del socialismo surgi apartir de la crtica de las condiciones de vida de los trabajadores en el capitalismo, yque su teora se basa en la creacin de una sociedad en la que lasprofundasdesigual-dades sociales sean disminuidas al mximo posible.31Sobre este tema, entre otros libros, puede consultarse el muy reciente de MichaelD. Yates, Naming the System: Inequality and Work in the Global Economy, New York, Mon-thly Review Press, 2003.

    Dominantes-dominados tiene que ver con desigualdad. Des-igualdad es lo contrario a igualdad. En la lucha de clases, es deciren la teora de las clases sociales, uno de los implcitos es que unasclases dominan a otras, con lo que se establece una relacin de

    desigualdad. En el socialismo del que hablaba Marx no existiranestas desigualdades sociales, menos en el comunismo. Cuando la iz-quierda ha estado asociada al socialismo, como meta y como lucha,el implcito ha sido la tendencia a la igualdad (subrayo tendencia).

    Aqu igualdad no quiere decir eliminacin de los desiguales, que esun principio totalitario, sino la igualdad que respeta las diversida-des, la que en las diferencias acepta y respeta a todos como perso-nas o grupos en un marco de no dominacin. En trminos de Bobbio:

    Igualitarioes quien tiende a atenuar las diferencias; no igualitario,quien tiende a reforzarlas.28Hay propuestas o planteamientos que,incluso en el capitalismo, tienden a hacer menos grandes las des-igualdades, como los impuestos directos progresivos, la educacin,el derecho al trabajo, el derecho a la salud, etctera y, en el mbitopoltico, tambin la oportunidad de participacin de la sociedad enlos asuntos de su competencia. El elemento que mejor caracterizaa las doctrinas y movimientos que se han llamado de izquierda es

    el igualitarismo, siempre y cuando ste sea entendido no como lautopa de una sociedad donde todos sean iguales en todo sino comotendencia. Es decir, exaltar ms lo que convierte a los hombres eniguales y no lo que los convierte en desiguales, por un lado, y porotro, mediante la prctica favoreciendo las polticas que tiendan aconvertir en ms iguales a los desiguales.29

    El igualitarismo, as caracterizado, est asociado al socialis-mo, como meta y como lucha.30El no igualitarismo, al capitalismo.El capitalismo, por definicin, crea desigualdades31y las formas dedominacin indispensables para mantenerlo son su expresin po-ltica, ya que sugieren un poder necesario para preservar el capita-

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    32Karl Kautsky, La doctrina socialista. Bernstein y la socialdemocracia alemana, Barcelona,

    Editorial Fontamara, 1975, p. 244.33Desde mediados de los aos 80 del siglo pasado se puso de moda la transicina la democracia. Guillermo ODonnell y Phillipe C. Schmitter publicaron en 1986(traducido al espaol en 1991) su Transiciones desde un gobierno autoritario. 4. Conclu-siones tentativas sobre las democracias inciertas;y en 1991 (traducido al espaol en 1994).Samuel P. Huntington public su tambin famoso libro La tercera ola. La democratiza-

    lismo, es decir las desigualdades que le son propias y convenientes.Ese poder necesario para preservar el capitalismo, para garantizar lareproduccin del capital es, para los tericos marxistas, precisamen-te el Estado, el Estado capitalista.

    De lo anterior es pertinente resaltar que lasformasde ese poder(formas de Estado) tienen que ver con la correlacin de fuerzassociales (nacionales e internacionales) y con las tradiciones en unespacio y momento dados. A veces esas formas de Estado son demo-crticas, a veces autoritarias, en otras se trata de dictaduras y de to-talitarismos. Pero estas formas, materializadas en gobiernos, no sonlas que ms felizmente diferencian a las derechas de las izquierdas;si acaso, las polticas que llevan a cabo: menos igualitarias, ms igua-

    litarias, siempre en una lgica de dominacin/no dominacin.En este razonamiento debe quedar claro que la forma de Esta-

    do, un rgimen poltico, es de izquierda o de derecha en tanto seatendente a promover un mayor igualitarismo (no eliminacin delos desiguales, como ya dije antes) o un no igualitarismo, respectiva-mente. Una vez ms la palabra tendencia(tendente en este prrafo)es imprescindible para no caer en confusiones ni en generalizacio-nes que puedan resultar absurdas. Y esa tendencia de un rgimen se

    podr observar por la orientacin de las polticas pblicas: hacia lapromocin de menores desigualdades o hacia su contrario, la acen-tuacin y reforzamiento de las desigualdades.

    Y aqu quisiera llamar la atencin sobre una confusin frecuen-te: el uso de la mayor o menor democracia (sobre todo formal, esdecir sin adjetivos) como indicador de izquierdismo o de dere-chismo. No tiene nada que ver. La democracia, sobre todo la formal,es decir la electoral, no hace, por s misma, ms de derecha o deizquierda a un rgimen, aunque s ms soportable. La democracia,como bien deca Kautsky, no significa la supresin de las clases so-ciales ni del dominio de una clase sobre otra.32La promocin de lasllamadas transiciones a la democracia, de moda sobre todo desdemediados de los aos 80 del siglo pasado,33ha servido para genera-

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    cin a finales del siglo XX. Muchos textos sobre el tema se han escrito desde entoncesen varios idiomas.34La democracia, que se quiere circunscribir a la existencia de partidos polticos, al

    respeto del sufragio, a la alternancia partidaria en el poder, que es la concepcinliberal de democracia, oculta la relacin de los diversos mbitos de poder, inclusoeconmico, con quienes no lo tienen, relacin que slo por excepcin es democr-tica. Cuando los mbitos de poder permanecen a pesar de la alternancia de partidos

    y de copiosas votaciones, como es comn, no se puede hablar de democracia en sen-tido real, sino slo de democracia formal. De aqu que me parezca muy pertinentecitar, por acertado aunque sea letra muerta, el concepto de democracia que sugiereel artculo 3 de la Constitucin Poltica de Mxico: se considera a la democracia nosolamente como una estructura jurdica y un rgimen poltico, sino como un sistema de vidafundado en el constante mejoramiento econmico, social y cultural del pueblo.35 Argentina tena, en los aos 60 del siglo pasado, 10 por ciento de pobres. Enoctubre de 1998, 32.6 por ciento y en mayo de 2002 aument a 51.4 por ciento.Apud, Bernardo Kliksberg, Hacia una nueva visin de la poltica social en AmricaLatina, http://216.239.57.100/search?q=cache:vQO5G7Y0NucC:www.bndes.gov. br/conhecimento/publicacoes/catalogo/KLIKSBERG.pdf+bernardo+kliksberg&hl=es&lr=lang_es&ie=UTF-8.

    lizar sistemas multipartidistas como sinnimo de democracias, perode ninguna manera puede afirmarse que estas transiciones hayanreforzado una tendencia al igualitarismo.34 Todo lo contrario: lasdesigualdades sociales y econmicas propias de los pases capitalis-

    tas, ahora en mayor nmero que antes de la destruccin del Murode Berln, han aumentado en todo el mundo, incluso en los pasesms desarrollados, vivan o no en regmenes llamados democrticosque se han querido caracterizar, a conveniencia, como multipar-tidistas como va a la posibilidad de alternancia en el poder. Haymayor tendencia al igualitarismo en Cuba, por ejemplo, que enestrictos trminos de ciencia poltica sera una dictadura, que en

    Argentina donde por primera vez en los ltimos 60 aos se mueren

    nios por hambre y desnutricin, pero esto s, con democracia, conla democracia que sustituy a las dictaduras militares del pasado apartir de 1983 con Alfonsn.35

    Lo ideal sera que la tendencia al igualitarismo se produjera enun ambiente de democracia en el que se garantizaran los derechosindividuales, la diversidad de las personas y sus organizaciones, yen el que la dominacin de cualquier especie fuera imposible sinel consentimiento de alguien, como demandan en la actualidad

    algunas izquierdas no todas y, mucho menos, las derechas encualquiera de sus variaciones o grados. Ser este ideal el del socia-lismo democrtico que hasta ahora slo ha sido un planteamiento,o quiz una utopa? Puede ser, pero definitivamente la democracia

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    36Sobre estas interpretaciones puede consultarse el inciso Totalitarismo de Bobbio,Matteucci y Pasquino, op. cit..37Para Marx y Engels, sobre todo despus de la experiencia de la Comuna de Pars de1871, la dictadura del proletariado no se entenda como lo opuesto a la democraciani como una forma de gobierno, sino ms bien el poder social de una clase mayori-taria sobre una minoritaria que antes ejerca el poder. Vase por ejemplo el prlogode 1872 de Marx y Engels al Manifiesto del partido comunista. Este poder social, por lasreivindicaciones implcitas, era, obviamente, ms humanista que la dictadura de unaminora (la burguesa) sobre la mayora (los trabajadores).38Marx y Engels, Obras escogidas, 2 tomos, Mosc, Editorial Progreso, 1966, tomo i, p.671. El texto citado lo escribi Engels en 1872-1873, cuando el concepto de partidotodava no tena la connotacin de una organizacin poltica acabada ni muchomenos vanguardista en el sentido leninista del trmino. No fue sino hasta 1877-1879que Marx y Engels hablaran ya de partido con masas, dirigentes y disciplina. VaseO. Rodrguez Araujo, Izquierdas e izquierdismo, op. cit., pp. 65-66.

    formal que he mencionado no es un marco suficiente para garan-tizar las tendencias al igualitarismo que sirven para caracterizar alas izquierdas, como tampoco han sido suficientes estas mismastendencias sin democracia, ya que dieron pie, como bien se sabe,

    a la justificacin del totalitarismo en el mal llamado socialismorealmente existente. (Hay algunos autores que han dicho que eltotalitarismo en la Unin Sovitica se justific porque la ideologaque le sirvi de fundamento era humanista y persegua objetivosigualitarios, de una sociedad sin clases, en tanto que el nazismo sebas en la irracionalidad de suprimir a las razas consideradas infe-riores.36Ciertamente el marxismo era humanista, incluso cuandohaca referencia a la dictadura del proletariado,37y el nazismo era

    la negacin del humanismo; pero la realidad del stalinismo no fuehumanista ni una dictadura del proletariado, ni recuper el huma-nismo marxista. Se entiende que una cosa era la revolucin y otratendra que ser la construccin de una nueva sociedad, de un nuevoEstado, de un nuevo rgimen. Engels escriba: Una revolucin es,indudablemente, la cosa ms autoritaria que existe; es el acto pormedio del cual una parte de la poblacin impone su voluntad a laotra parte por medio de fusiles, bayonetas y caones, medios auto-

    ritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere haber luchadoen vano, tiene que mantener este dominio por el terror que sus ar-mas inspiran a los reaccionarios.38Por cunto tiempo? Engels nodio respuesta a esta pregunta; de esto se encarg la realidad. Al mar-gen de discusiones, por ahora, sobre si fue o no una dictadura delproletariado, lo que se construa en la URSS obviamente no se refe-ra a un rgimen humanitario, ni siquiera a una nueva democracia.

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    39Vase J. Arch Getty y Oleg V. Naumov, La lgica del terror. Stalin y la autodestruccinde los bolcheviques, 1932-1939, Barcelona, Editorial Crtica, 2001, particularmente el

    Apndice 1: El nmero de la vctimas del terror, pp. 473-478.40Vase, ms adelante, el apartado ii. 4, en el que recupero la discusin sobre estepunto.41 Michel Chossudovsky, Globalizacin de la pobreza y nuevo orden mundial, Mxico, cii-ch(unam)/Siglo XXI Editores, 2002, p. 224.42El Departamento del Trabajo de Estados Unidos ha considerado, con datos de

    junio de 2003, que el desempleo en este pas es de los ms altos desde la SegundaGuerra Mundial. Vase La Jornada, Mxico, 1 de septiembre de 2003.43Brasil, por cierto, ocupa el segundo lugar de desigualdad en el mundo, segn lasmediciones del Banco Interamericano de Desarrollo en declaraciones de BernardoKliksberg, La Jornada, Mxico, 3 de febrero de 2003. Y Estados Unidos, con base en elndice de Gini (distribucin de los ingresos familiares), presenta mayores desigualda-

    Una reciente investigacin, con base en archivos soviticos originales,revela lo lejos que estuvo el stalinismo de lo que entenderamos comohumanismo.39El stalinismo ciertamente no lleg a la supresin derazas, ni mucho menos por considerarlas inferiores, pero no por ello

    dej de ser irracional la muerte de cientos de miles de personas porreales o supuestas razones polticas. Las relaciones de dominacin,aunque de base diferente a las del capitalismo, no dejaron de existiren la URSS y en otros pases de orientacin socialista.40)

    Hay alrededor de 125 pases considerados democrticos enel mundo de hoy. Todos capitalistas, y en ninguno de ellos, salvoen los pases escandinavos (y cada vez menos), se perciben clarastendencias al igualitarismo. Qu diferencia existe entre los pases

    llamados democrticos y los que no caben en este esquema, porcuanto a la tendencia hacia el igualitarismo? En general, ninguna.Tan de derecha, por cuanto a tendencias igualitarias, es el presiden-te de Estados Unidos (donde hay partidos competitivos) como elrey de Arabia Saudita o el sultn de Omn (donde no hay partidospolticos), o la dictadura militar en Brasil y el gobierno democrti-co de Collor de Mello que, de acuerdo con Chossudovsky, asegura las elites econmicas [] lo que los regmenes militares nacio-

    nalistas no fueron capaces de lograr plenamente.41La diferencia,que s existe, como existe entre todos los gobiernos del mundo, esde grado. En Estados Unidos y en Brasil, para seguir con nuestrosejemplos, hay ms oportunidades para la poblacin, a pesar delcrecimiento del desempleo42 y de la pobreza, que en los pasescon gobiernos despticos en el sentido aristotlico del trmino.Pero ms oportunidades para la poblacin no quieren decir menordesigualdad;43 en realidad se trata de una pantalla para tratar de

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    des internas (0.41) que cualquiera de los pases de Europa occidental, salvo Turqua(0.42). Vase .De hecho, segn Platt, Estados Unidos tiene el ms regresivo sistema de bienestarpara la poblacin pobre entre todas las naciones desarrolladas del siglo xxi. VaseTony Platt, The State of Welfare: United States 2003, Monthly Review, New York, vol.55, nm. 5, octubre de 2003.44No es casual que en Estados Unidos se rechace, en general, el concepto de clasesocial en el sentido marxista del trmino, y no as en el sentido de Pareto, por ejemplo.

    El estadounidense promedio piensa que en su pas el origen social (e incluso racial)no tiene importancia alguna, ya que es el pas de las oportunidades donde cada quienpuede hacer consigo mismo lo que desee; es decir uno es pobre porque no se haesforzado por dejar de serlo (la filosofa del propio esfuerzo). La idea es que se tratade un pas de perdedores (losers) y ganadores (winners), no de clases sociales. Sobrelas oportunidades para los ricos y los pobres en la sociedad capitalista, incluso enEstados Unidos, vase Michael D. Yates, op. cit., captulo 2: Capitalism and Inequality.En Estados Unidos, como en otros pases industrializados, las encuestas de opinin lehan dado ms importancia a la igualdad de oportunidades que al reparto de la rique-za. Vase Alberto Alesina, Eward Glaeser y Bruce Sacerdote: Why doesnt the United

    States have a European-style welfare state?, Washington, Brookins Papers on EconomicActivity, nm. 2, 2001, pp. 187-277, citado en oit, Revista Internacional del Trabajo, vol.121, nm. 4, 2002 (versin en Internet).45Este punto lo contempla Pablo Gonzlez Casanova, Globalidad, neoliberalismo ydemocracia, en Pablo Gonzlez Casanova y John Saxe-Fernndez (coordinadores),El mundo actual: situacin y alternativas, Mxico, unam-Siglo XXI, 1996, p. 53.

    ocultar la desigualdad como un problema inherente al capitalismo(bajo un rgimen democrtico o desptico) y para difundir la ideade que los individuos, si quieren y se esfuerzan, pueden aprovecharesas oportunidades para mejorar sus condiciones,44 idea que se

    contradice, sin duda alguna, con el crecimiento de los ndices dedesempleo y desigualdad en todo el mundo, todava ms graves enlos pases subdesarrollados. Qu oportunidades puede aprovecharquien, adems de haber sido expulsado del trabajo, es excluido yreducido a paria?45

    La clave est en la lucha por el socialismo contrala defensa delcapitalismo, no en la democracia como se ha querido entender en-tre las clases dominantes y quienes les hacen el juego, consciente o

    inconscientemente. Esta democracia, que hemos llamado formal,para distinguirla de una democracia real con alcances sociales, eco-nmicos y culturales (democracia social), corresponde en su origenal liberalismo (la ideologa dominante en el capitalismo) y ha sidopensada en una dimensin poltica, en realidad electoral, incluyen-do en sta una de sus principales consecuencias: la representacinpoltica que, con buena dosis de razn, desde hace algunos aos secritica por ser elitista. La democracia formal es, en lo fundamental,

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    46Al respecto puede verse a David Held, Modelos de democracia, Madrid, Alianza Edi-torial, 2001, pp. 204 y ss.47Los pases que controlan el fmison, en primer lugar, Estados Unidos, y le siguen

    Japn, Alemania, Francia y Reino Unido. Vase al respecto el libro de Patrick Lenain,Le FMI, Paris, La Dcouverte, 1993, donde se explica didcticamente desde la funda-

    cin del fmiy el bird(bm) y lo que ahora es la Organizacin Mundial del Comercio(antes gatt), hasta los ajustes estructurales impuestosa los pases subdesarrollados

    y la transicin de los pases del Este de Europa hacia la denominada economa demercado. Sobre el aprovechamiento de las deudas externas y la ofensiva neoliberal,Eric Toussaint, La bolsa o la vida. Las finanzas contra los pueblos, 2 tomos, Mxico, ca-dtm-snte-Convergencia Socialista, 2002.

    de elites, igual se trate de elites econmicas, burocrticas (o tecno-crticas), de partidos y de otras organizaciones sociales (dirigentes

    y lderes), o del saber. Es una democracia excluyente, en trminosreales, de las mayoras de la poblacin (Schumpeter46); es una de-

    mocracia que tiende a limitar la participacin de las bases sociales,que restringe o acota las libertades, que est construida al margende la justicia social, que no tiende al igualitarismo social y econ-mico. En una palabra, se trata de una democracia ms cercana alas derechas que a las izquierdas, sin que esto quiera decir que seadefinitoria, por s misma, de posiciones derechistas o izquierdistas,como ya se ha sealado.

    Esta democracia se ha generalizado en los ltimos aos, en

    algunos casos ms por factores externos a los pases que por mo-vimientos o luchas sociales en su interior. Estos factores externosse resumen en las polticas deliberadas de las grandes potenciaseconmicas y de las instituciones multinacionales que dominan.La democracia, adems de obedecer a impulsos y demandas de lospueblos de muchos pases donde no exista o donde era administra-da con serias limitaciones, ha sido tambin una imposicin(llamadacondicin) del Fondo Monetario Internacional (fmi), del Banco

    Mundial (bm) y de la Organizacin Mundial del Comercio (omc),dominados por el Grupo de los Siete (G7), para facilitar reduccio-nes o ampliaciones de deuda externa o prstamos necesarios para elsupuesto desarrollo de los pases del llamado Tercer Mundo y de losllamados pases ex comunistas de Europa.47Pero la democracia no

    va sola, sino en paquete: se vende con ciertos requisitos, normal-mente impuestos por el fmi, tales como privatizacin de empresaspblicas, disminucin del dficit pblico, disminucin drstica delos gastos sociales, topes salariales y homogeneizacin hacia abajode los salarios, desmantelamiento de los sindicatos como asociacio-

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    48El vocablo corporativo, en este caso, se usa en el sentido estadounidense, es decircomo grandes sociedades annimas o de acciones. No confundir, por tanto, con elcorporativismo opuesto a la representacin democrtica que sugiere la aceptacinde conflicto, de lucha de clases y de diversidad ideolgica.49Esta idea (de los presidentes municipales) la he tomado en extenso de Paul Hirst

    y Grahame Thompson, Globalization in Question (The International Economy and thePossibilities of Governance), London, Polity Press, 1996, en Octavio Rodrguez Araujo,Poltica y neoliberalismo, Revista Mexicana de Ciencias Polticas y Sociales, Mxico,unam-fcpys, ao xli, octubre-diciembre de 1996, nmero 166.50Al respecto vase Vctor Flores Olea, op. cit.,particularmente los captulos iiiy iv.51Bernardo Kliksberg (compilador), Cmo enfrentar la pobreza? (Aportes para la accin),Buenos Aires, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo/Centro Latino-americano de Administracin para el Desarrollo/Grupo Editor Latinoamericano,1992, p. 14.

    nes de defensa de los trabajadores, desregulacin econmica delEstado y apertura comercial y a las inversiones extranjeras. En snte-sis, eliminar todos los obstculos que puedan encontrar los flujos demercancas y de dinero en la lgica de la globalizacin, sin importar

    sus efectos sociales. La ecuacin implcita es muy sencilla: democraciaigual a libertad de mercados.

    La globalizacin que vivimos ha sido una estrategia planeada paralograr un sistema corporativo supranacional48que, por un lado, haconvertido a los gobernantes de casi todo el mundo en gerenteso enuna suerte de presidentes municipales49y, por otro lado, ha destruido

    y revertido, en todo el planeta y no slo en los pases perifricos, losavances de bienestar, participacin y equidad ganados en dcadas.50

    De aqu la creciente desigualdad mencionada antes.En un elocuente grfico aportado por Bernardo Kliksberg,

    actualmente asesor del Banco Interamericano de Desarrollo (bid)y de otras instituciones, se establece la disparidad de ingresos entreel 20% ms rico y el 20% ms pobre de la poblacin mundial. Laestadstica demuestra que la relacin de participacin en el ingresoentre los ms ricos y los ms pobres en 1960 era de 30:1, en 1970 de32:1, en 1980 de 45:1 y en 1989 de 59:1. Igualmente nos presenta el

    famoso grfico de la copa de champn de las disparidades econ-micas mundiales, que incluye el producto nacional bruto, la distri-bucin del comercio mundial, los prstamos comerciales, el ahorrointerno y la inversin interna entre el quinto ms rico y el quintoms pobre de la poblacin mundial, y los quintiles intermedios.51La brecha se abre en todos los casos, y ms en los ltimos 40 aos.En los 80 escriba Kliksberg se estimaba que cuatro de cadadiez familias latinoamericanas se hallaban por debajo de la lnea

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    52 dem, pp. 12-13. Kliksberg se refiere, obviamente, al compromiso poltico de losgobiernos con la solucin a los problemas de la pobreza y la desigualdad.53Esta posibilidad ha sido planteada ya, desde 1999, por Vctor Flores Olea, op. cit.,p. 130.

    de la pobreza, no pudiendo satisfacer sus necesidades bsicas. Hoy[1992] el nmero ha ascendido a no menos de cinco de cada diezfamilias. Y ms adelante aade que la estratificacin de la pobrezase ha hecho cada vez ms regresiva. El sector que ms ha crecido

    es el de los muy pobres, los pobres extremos, que si gastaran todolo que ganan slo en alimentos (hiptesis irreal) igual no podrancomprar el mnimo de alimentos imprescindibles.

    Finalmente, como apoyo de lo dicho anteriormente sobre laorientacin de los gobiernos de izquierda (tendentes a disminuirlas desigualdades) y de derecha (tendentes a aumentar las desigual-dades mediante sus polticas pblicas), recurrira de nuevo a Kliks-berg cuando seala que el Programa de Naciones Unidas para el

    Desarrollo (pnud) cuestiona varios mitos sobre la materia. Y uno deestos mitos es que la causa del abandono en que se encuentra granparte de la poblacin mundial es por falta de recursos financieros,cuando en realidad se trata de la ausencia de compromiso polticode los gobiernos.52

    Por lo tanto, si las desigualdades y la pobreza han aumentado a lavez que se ha ampliado la democracia formal, no slo se demuestraque esta democracia no tiene nada que ver con las categoras izquier-

    da o derecha, como ya se ha dicho, sino que la mayor parte de los go-biernos, sin compromiso poltico con las mayoras, son de derecha,como suelen ser los gerentes en cualquier empresa.

    En conclusin, gobierno que no promueve, mediante sus po-lticas pblicas, un mayor igualitarismo (como tendencia) o querefuerza las desigualdades sociales, es un gobierno de derecha. Siadems de lo anterior ese mismo gobierno lleva a cabo prcticasracistas, xenfobas, contrarias a diversas expresiones culturales

    y religiosas, entonces estaramos hablando de un gobierno deultraderecha (poco frecuente en el mundo de hoy, aunque haytendencias a su implantacin53). La mayor o menor democracia, enesta lgica, es un medio y no un fin (como en ocasiones se ha que-rido ver). Y es un medio para que la derecha o la izquierda puedanllegar al poder y desde ah orientar al gobierno hacia un mayor omenor igualitarismo, segn sea el caso, como tambin es un mediopara quienes piensan que se puede cambiar el mundo sin tomar

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    54Danielle Mitterrand, en entrevista con el autor en Pars, junio de 1996.55Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, op. cit., captulo sobreCorporativismo.

    el poder o, simplemente, y no es asunto secundario, para que lasociedad se pueda expresar sin temor a ser silenciada por la ley yel orden. La democracia, en sntesis, adems de ser indispensablepara garantizar un ambiente de libertades, puede ser til para los

    partidos polticos y para que stos en el gobierno, si los centros depoder real lo permiten, puedan determinar polticas de izquierdao de derecha (segn las hemos caracterizado), en funcin de suorientacin real (ms que formal) y de su compromiso poltico.Sobrara decir que los centros de poder real no suelen permitirpolticas de izquierda aunque un gobierno, resultado de eleccionesdemocrticas, se las proponga. El ejemplo ms contundente, queno nico, fue el golpe de Estado al gobierno de Allende en Chile

    (1973), y aunque Mitterrand llegara a decir que Francia no era Chi-le (puesto que se trataba de la cuarta potencia mundial), lo ciertoes que el sistema, en palabras de su viuda, no le permiti muchasde las reformas que se haba propuesto.54

    En pocas palabras, la democracia, como concepto aislado, esdecir la democracia formal y sin adjetivos, no nos dice nada paracaracterizar de derecha o de izquierda a un rgimen, a un gobiernoo a una organizacin de la sociedad. Slo es o sera de izquierda si el

    concepto democracia se extiende a los mbitos social, de las libertades y dela justicia, es decir como elemento favorecedor de tendencias igualitarias yque disminuyan o eliminen la dominacin de unos sobre otros. Si no es elcaso, estaramos hablando de un concepto asociado a la derecha o,mejor dicho, til para la derecha de raz liberal en cualquiera desus variantes. En este sentido debemos diferenciar a la derecha deraz liberal de la ultraderecha o derecha extrema, en particular aaquella de raz corporativa (sea tradicional en la vertiente catli-ca, sea dirigista en la vertiente fascista) que es antiliberal pordefinicin y, por lo mismo, contraria a la democracia representati-

    va, a pesar de las diferencias entre el corporativismo catlico y elfascista.55La tradicin del corporativismo catlico estuvo basada enla inmovilidad, en el conservadurismo tanto poltico como econ-mico, razn por la cual perdi fuerza con la industrializacin y conel resurgimiento ampliado del liberalismo posterior a la SegundaGuerra Mundial. Fue conservador y en ciertos sentidos tambinreaccionario. En cambio, el fascismo que bien pudiramos llamar

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    56Barrington Moore, Jr., Los orgenes sociales de la dictadura y de la democracia, Barcelo-na, Ediciones Pennsula, (2a. ed.) 1976, p. 362. (Las cursivas son mas para enfatizarla expresin.)

    clsico (el italiano y el alemn) estuvo asociado ms a la industria-lizacin que a la conservacin de la sociedad estamental del mediorural europeo. No es casual que para algunos autores el fascismohaya sido identificado con progreso en lo econmico, pese a haber

    sido antidemocrtico en lo poltico y en lo social. Una vez ms elconservadurismo y el progresismo resultan conceptos resbaladizos.Empero, como corriente poltica, no hay duda en que la ultraderechade inspiracin fascista, tanto antes como ahora, se ha caracterizadopor su desdn por la democracia y por su intolerancia hacia lo diver-so o diferente o hacia quienes no coinciden con una determinadaconcepcin de las cosas o de los valores defendidos, segn sea elcaso. Es por esto que la ultraderecha de inspiracin fascista es y ha

    sido, por esencia, autoritaria y de tendencias totalitarias. El fascismoitaliano, por ejemplo, no fue propiamente reaccionario (se plantela modernizacin de Italia), pero s fue intolerante y, por lo mismoantidemocrtico. El rgimen posrevolucionario en Mxico tampo-co fue reaccionario, pero s fue autoritario aunque mucho menosque el fascismo. Ninguno de estos dos ejemplos de rgimen fuerontendentes al igualitarismo, por lo que podran ser clasificados enla derecha, pero el fascismo italiano fue mucho ms de derecha

    que el rgimen mexicano; esto es, el primero fue de ultraderecha,el segundo slo de derecha. Y, en esta misma lgica, el fascismoalemn (nazismo) fue ms de derecha que el italiano. Una vez ms,un problema de grados en el relativismo de los conceptos. Uno delos rasgos ms importantes del fascismo, sealaba Moore, fue el

    violento rechazo de los ideales humanitarios, en particular de todanocin de igualdad humana potencial,56 y tena razn. Slo paraquienes se han quedado con el discurso, fuera de contexto y en p-rrafos aislados y sin apego a la realidad, el fascismo fue tendente aligualitarismo. No fue el caso, ni mucho menos se caracteriz por elrespeto al ser humano, como veremos ms adelante.

    Pero an as nos queda pendiente el problema de la domina-cin. La democracia, como dije antes citando a Kautsky, no significala supresin de las clases sociales ni del dominio de una clase sobreotra. Estos es, la democracia no quiere decir no dominacin.

    De lo dicho anteriormente se pueden extraer algunas conclu-siones quiz preliminares: las derechas y las ultraderechas, liberales

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    57La genealoga del nazismo la ha estudiado Enzo Traverso en La violencia nazi. Unagenealoga europea, Argentina, Fondo de Cultura Econmica, 2003, donde el autorseala que la singularidad del nazismo no reside en su oposicinal Occidente sino en

    su capacidad para lograr una sntesisentre sus diferentes formas de violencia (p. 168),formas de violencia que, en mi interpretacin, se encuentran en la civilizacin occi-dental de manera contradictoria y complementaria con la democracia occidental,tambin existente en Occidente y que ciertamente neg el nazismo.58Es pertinente sealar, sin embargo, que muchos intelectuales de izquierda, espe-cialmente los que tuvieron fuerte influencia del stalinismo, siguen justificando las

    y antiliberales, respectivamente, democrticas y antidemocrticas,tambin respectivamente, y sean conservadoras o progresistas, nocuestionan la dominacin de unos sobre otros. Ciertamente lademocracia formal (liberal) puede permitir la formacin de un go-

    bierno con compromiso poltico con las mayoras, pero tambin sucontrario. Hitler sugera que la democracia occidental haba permiti-do el surgimiento del marxismo, el cual sera impensable sin aqulla,

    y tena razn (fue Inglaterra, el pas liberal por excelencia en aquelentonces, el que no expuls a Marx en su largo exilio), pero tambinpermiti el surgimiento del nazismo y que ste suprimiera negn-dola a la democracia occidental.57Esta es una cualidad nada despre-ciable de la democracia liberal; pero de aqu no debe desprenderse

    que sta corrija o elimine, por s misma, las desigualdades y la do-minacin. Quiz por esta razn ha habido tericos que han pensadoque para terminar con stas (las desigualdades y la dominacin)sera necesaria una revolucin social, ya que las clases dominantes,que se benefician de la dominacin, no abandonan fcilmente susprivilegios y los medios que les permiten tenerlos. De aqu la idea delsocialismo, es decir la tendencia al igualitarismo.

    El problema fue que la construccin del socialismo, hasta ahora

    inacabada incluso en los pases que persisten en ella, cambi los privi-legios derivados de la propiedad de los medios de produccin por losprivilegios derivados del control de los medios estatales de produc-cin, con lo cual se logr un mayor igualitarismo econmico y social,pero sin democracia poltica y sin la eliminacin de la dominacin,una nueva forma de dominacin, en ocasiones mayor que la existenteen los pases gobernados por las derechas liberales, ya que se ha dadoen el marco de formas totalitarias de ejercicio del poder.

    Si bien en el pasado las izquierdas desdeaban las libertadesindividuales y sociales y los derechos humanos y ciudadanos en reg-menes tendentes al igualitarismo (en los pases llamados socialistas,significativamente), hoy en da las cosas han cambiado.58Una de las

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    restricciones a las libertades de prensa y de asociacin en los pases de orientacinsocialista por el mero expediente de que las necesidades bsicas de la poblacinestn cubiertas.59En referencia a la Unin Sovitica como capitalismo de Estado, vase CharlesBettelheim, La lucha de clases en la URSS (primer periodo 1917-1923), (3. edicin) Mxi-

    co, Siglo XXI Editores, 1980, y como socialismo de Estado en relacin con Cuba,vase Armando Chaguaceda Noriega, Cuba: Transicin democrtica o renovacinsocialista. Proyectos y alternativas para un siglo que comienza, ponencia presenta-da en elCongreso Internacional La obra de Carlos Marx y los desafos del siglo XXI, LaHabana, Cuba, 5-8 de mayo de 2003, en http://www.nodo50.org/cubasigloXXI/congreso/ponencias.htm.

    virtudes de los movimientos estudiantiles-populares, comnmenteubicados en 1968, fue su demanda antiburocrtica, antiautoritaria

    y antimonista; es decir, contraria a cualquier forma de dominacinde una clase sobre otra o de un gobierno sobre los gobernados (en

    un pas o regin, en una organizacin, en la escuela e incluso en lafamilia). Democracia, libertades, autogestin seran las propuestasde esa nueva izquierda surgida desde finales de los aos 50 del siglopasado y que irrumpieron de manera ms o menos generalizadauna dcada despus.

    De esos aos a la fecha, las izquierdas, con algunas excepciones,coinciden en las demandas por un mayor igualitarismo, pero conlibertades y democracia. Las derechas se plantean las libertades

    (incluidas la de empresa y la de mercados), pero no la tendencia aligualitarismo que, obviamente, contradice la lgica del capital. Deaqu que las dictaduras y los totalitarismos, incluso en pases dondesu rgimen garantiz o ha garantizado (hasta ahora) una compro-bable disminucin de las desigualdades, sean cuestionadas. Losllamados sistemas de capitalismo de Estadoo de socialismo de Estado,segn diferentes autores,59y que en general y con poca precisinse han denominado socialistas, son vistos en la actualidad como

    regmenes que tendieron o tienden al igualitarismo, pero que hancarecido o carecen de un ingrediente que, desde algunas izquierdasen las que me incluyo, se juzga indispensable: la democracia (consus respectivas libertades).

    Estos conceptos, y quiz gracias a su relativismo, se puedenextender tambin a los pases llamados socialistas, donde tambinse han dado formas de dominacin y por lo mismo desigualdadesentre quienes han contado con privilegios y quienes no los hantenido. Pero este es otro tema que he preferido desarrollar msadelante en el apartado titulado En los pases socialistas.

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    En los pases capitalistas y en relacin con los partidos polticos ogrupos sociales equivalentes, legales o clandestinos, el razonamien-to es el mismo que para regmenes y gobiernos: partido que, por lomenosformalmente(declaracin de principios, programa de accin,

    objetivos), tiende hacia el igualitarismo es, por lo menosformalmen-te, de izquierda; si promueve o aspira a acentuar las desigualdades,es de derecha (derecha moderada o ultraderecha, para el caso,puesto que las diferencias son visibles en la comparacin de cadapartido con los dems y segn el momento que se analice). Vale de-cir, aunque sea tema de otra reflexin, que sobre todo los partidosde izquierda tradicional se han desdibujado ideolgicamente comoun intento de ser ms competitivos frente a los partidos de derecha,

    tomando en cuenta que la poblacin, en general, suele ser conser-vadora (en el sentido de recelosa o temerosa de los cambios). Y estedesdibujamiento se ha traducido, cuando esos partidos han ganadoel poder, en gobiernos sin compromisos con las causas mayoritariasde la poblacin, razn por la cual difcilmente podra ubicrselescomo partidos de izquierda aunque afirmen ser tales. Slo un anli-sis detallado, para cada pas y cada momento, nos permitira ver lasdiferencias entre las polticas de los diversos partidos o coaliciones

    de partidos en el poder.Dado que casi todos los gobiernos de los pases capitalistas (de-

    mocrticos o no) son de derecha, es dable pensar que los partidosen el poder (para los pases capitalistas en donde existen partidos)tambin son de derecha, aliados con otros partidos de derecha ode ultraderecha, o aliados con partidos de centro izquierda o deizquierda (estos ltimos ahora en minora). Pero aqu tambin setienen que usar criterios de grados: unos son ms de derecha queotros, o lo han sido, segn la circunstancia histrica (recurdeseque estamos trabajando con conceptos y categoras relativos). No esigual un partido socialdemcrata en el poder aliado con un partidode derecha que con uno de izquierda (no se confunde alianza concohabitacin, como se le llam en Francia al hecho de que el jefede Estado fuera de izquierda o de derecha y el jefe de gobiernode la tendencia contraria). La alianza que pueda hacer un partidosocialdemcrata con un partido de derecha o de izquierda, y vice-

    versa, depende de circunstancias especficas, entre las que quisieradestacar las siguientes: a] la conveniencia en trminos ideolgicos(poco comn en los aos recientes), b] la conveniencia relacionadacon sus posibilidades de triunfo electoral o para tener mayora en elparlamento, c] las presiones de los grupos ms fuertes de las clases

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    60Una interesante reflexin sobre este tema, quiz olvidada por muchos, es la deese gran pensador de derecha, Raymond Aron (1905-1983), en su libro Dmocratieet totalitarisme, Paris, ditions Gallimard, 1965. En este libro, el autor parta de unaconfrontacin entre Tocqueville y Marx, en la que el primero propona que la de-mocracia en las sociedades modernas terminara por borrar las distinciones de status

    y de condicin entre los individuos, es decir un cierto igualitarismo. ObviamenteTocqueville se equivoc.61Esta segunda frmula ha sido muy bien sintetizada por la democristiana AngelaMerkel, The political order of freedom, i.e. democracy, and the economic order offreedom, i.e. the market economy, are inseparable (El orden poltico de libertad, esdecir democracia, y el orden econmico de libertad, es decir la economa de merca-do, son inseparables). Vase A. Merkel, The we-society the need for a New Social MarketEconomy, en http://www.cdu.de/.

    dominantes, y d] la correlacin de fuerzas en el mbito internacio-nal en una cierta coyuntura.

    falsas igualdades

    La dada izquierda-derecha ha querido ser sustituida por la oposicindemocracia-totalitarismo.60Los idelogos del liberalismo y del capi-talismo triunfantes, con ms recursos propagandsticos que los delsocialismo, han querido ocultar, con las ventajas indiscutibles de lademocracia sobre el totalitarismo, que esta oposicin se ubica en una

    dimensin diferente a la oposicin igualitarismo-no igualitarismo.La creencia generalizada de que la Unin Sovitica y otros

    pases eran socialistas, llev a pensar, con pocas excepciones, queal fracasar aqulla el socialismo perda vigencia, que el socialismohaba sido derrotado. Al revelarse, para todos los que quisieran

    verlo, que en los pases llamados socialistas la democracia ha sidoun bien limitado (cuando no ausente), se estableci una igualdadaparentemente lgica, pero inexacta: socialismo igual a totalitarismo, y

    de aqu se dedujo otra igualdad tambin aparentemente lgica peroigualmente inexacta: capitalismo igual a democracia.61

    En este razonamiento se han ocultado cinco realidades quequisiera resaltar: 1] El socialismo no ha existido, por lo que no hapodido fracasar ni, para el caso, ha sido totalitario. No debe con-fundirse el socialismo, como aspiracin no realizada, con lo quese ha querido presentar como tal y que, ciertamente, ha tenidoinnegables caractersticas de totalitarismo. 2] El liberalismo, comoideologa fundacional del capitalismo, slo acepta la igualdad de los

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    62La expresin pases de orientacin socialista, a mi juicio menos polmica quela de pases llamados socialistas, la he usado en otros textos en el pasado y se ladebo a Wladimir Andreff, Les politiques dajustement des pays en dveloppementa orientation socialiste: un retour a lorthodoxie, Paris, 1988, mimeo. Usar indis-

    tintamente ambas expresiones o socialista, as entre comillas. Juan Brom, siemprecuidadoso en los conceptos, les llama de declaracin socialista, pero tambin usala expresin orientacin socialista e intencin socialista. Vase Juan Brom, Paracomprender la historia, Mxico, Editorial Grijalbo, 2003, p. 122.63Enzo Traverso, Hannah Arendt: les origines du malentendu, Rouge, Paris, 21 denoviembre de 2002. Vase tambin su libro La violencia naziya citado.

    seres humanos en el mbito formal de la ley y la poltica: todos losciudadanos son iguales, cuando ha sido ampliamente demostradasu falsedad en la prctica, es decir en la aplicacin real y concretade la ley y en la exclusin histrica incluso de la poltica por

    razones de pobreza, analfabetismo, raza, gnero o religin (bastararecordar que, por ejemplo, el voto femenino que es equivalenteen nmero al masculino fue acordado en Gran Bretaa y en Esta-dos Unidos en 1918 y 1920, respectivamente, en Francia y en Italiaen 1945, en Argentina en 1951, en Mxico en 1953, y en Suiza apartir de 1971. Asimismo, que en 1965 se les concedi, por primera

    vez, el derecho de voto a los afrodescendientes del sur de EstadosUnidos). 3] El capitalismo ha generado desigualdades sociales y

    econmicas, no slo entre los seres humanos sino entre naciones, yestas desigualdades han aumentado a pesar de la democratizacinextendida en los ltimos aos. 4] Si bien es cierto que en los pasesde orientacin socialista,62 llamados socialistas, el totalitarismo haexistido y es frecuente, y que en los pases capitalistas la democraciaformal es en la actualidad una categora ms o menos generalizada,no siempre ha sido as: el fascismo en sus diferentes versiones y lasdictaduras militares han sido recursos del capitalismo para sostener-

    se, y el fascismo en cualquiera de sus versiones ha sido totalitario ycapitalista a la vez; 5] Democracia, autoritarismo, dictadura y totali-tarismo, en su expresin formal, son categoras que corresponden,tpicamente, a la dimensin poltica; igualitarismo y desigualdad so-ciales son categoras que, en este contexto, estn ms determinadaspor la economa que por otras circunstancias, aunque tericamentedependan de decisiones polticas de gobiernos comprometidos.Nota bene a propsito de la realidadnmero 4: El totalitarismo en laURSS, sobre todo en el stalinismo, tuvo orgenes distintos al dela Alemania nazi, seala Enzo Traverso.63En trminos de su genea-

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    64Michael Lwy, Retour sur Hannah Arendt, .65 .

    loga, dice, si el antisemitismo y el imperialismo constituyen etapasesenciales en el proceso de formacin del nazismo, no jugaronprcticamente ningn papel en el nacimiento del stalinismo. Enotro texto, Michael Lwy, citando a Martine Leibovici, hace notar

    que se pueden comparar Kolim y Buchenwald, pero no el Gulag yTreblinka.64Y tiene razn: los primeros fueron campos de concen-tracin en Siberia y en Alemania, respectivamente; el Gulag era unsistema de campos soviticos de trabajos forzados en tanto que Tre-blinka fue un campo de exterminio masivo de judos polacos pormedio de gases (monxido de carbono) instalado por los naziscomo parte de la Operacin Reinhard. Por brutales que hayan sidoambos sistemas, que lo fueron, no podemos igualar el ejercicio de la

    violencia mediante trabajos forzados en una prisin (Gulag o cam-po de concentracin, para el caso), con el ejercicio de la violenciamediante el exterminio masivo de quienes fueron calificados comorazas inferiores por quienes se creyeron superiores.

    Nota bene a propsitode las realidades nmeros3y5: El coeficientede concentracin o ndice Gini (ig) mide el grado de desigualdaden una sociedad. Es un ndice que permite hacer comparaciones

    entre pases y en diferentes momentos, sujeto a la veracidad delos datos y al mtodo utilizado para constituir los indicadores. Loscriterios varan. Por ejemplo en Europa occidental suele usarseuna medida estndar de ingreso deflactada mediante una escalacomn para todos los pases, mientras que en Amrica Latinasuele trabajarse con base en encuestas metodolgicamente noestandarizadas. Sin embargo, el igpermite hacer comparacionessuficientemente confiables de desigualdad. Un ndice de 0 (cero)significara igualdad total y un nd