13
Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la democracia contemporánea Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Argentina. Atribución - No Comercial - Sin Obra Derivada 2.5 https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/ Documento descargado de RIDAA-UNQ Repositorio Institucional Digital de Acceso Abierto de la Universidad Nacional de Quilmes de la Universidad Nacional de Quilmes Cita recomendada: Roldán, D. (2002). Sufragio, representación y soberanía en la democracia contemporánea. Prismas 6(6), 137-147. Disponible en RIDAA-UNQ Repositorio Institucional Digital de Acceso Abierto de la Universidad Nacional de Quilmes http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/2833 Puede encontrar éste y otros documentos en: https://ridaa.unq.edu.ar

Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

  • Upload
    others

  • View
    3

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

Roldán, Darío

Sufragio, representación y soberanía en lademocracia contemporánea

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Argentina.Atribución - No Comercial - Sin Obra Derivada 2.5https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/

Documento descargado de RIDAA-UNQ Repositorio Institucional Digital de Acceso Abierto de la UniversidadNacional de Quilmes de la Universidad Nacional de Quilmes

Cita recomendada:Roldán, D. (2002). Sufragio, representación y soberanía en la democracia contemporánea. Prismas 6(6),137-147. Disponible en RIDAA-UNQ Repositorio Institucional Digital de Acceso Abierto de la UniversidadNacional de Quilmes http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/2833

Puede encontrar éste y otros documentos en: https://ridaa.unq.edu.ar

Page 2: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

Roldán, Darío

Sufragio, representación y soberanía en lademocracia contemporánea

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Argentina.Atribución - No Comercial - Sin Obra Derivada 2.5https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/

Documento descargado de RIDAA-UNQ Repositorio Institucional Digital de Acceso Abierto de la UniversidadNacional de Quilmes de la Universidad Nacional de Quilmes

Cita recomendada:Roldán, D. (2002). Sufragio, representación y soberanía en la democracia contemporánea. Prismas 6(6),137-147. Disponible en RIDAA-UNQ Repositorio Institucional Digital de Acceso Abierto de la UniversidadNacional de Quilmes http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/2833

Puede encontrar éste y otros documentos en: https://ridaa.unq.edu.ar

Page 3: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

Luego de haber desaparecido durante siglos de lapaleta de regímenes posibles o deseables, el idealdemocrático irrumpe como utopía y comodesafío en el contexto del ciclo de revolucionesde fines del siglo XVIII. Dos siglos después lademocracia se ha instalado como un sinónimodel bien político. Paradójicamente, esta tanreciente como extendida aceptación de lademocracia –por cierto, en su versión“representativa”– coincide con la crisis de susfundamentos.

Los síntomas de ese malestar son múltiples ya pesar de que divergen según las regiones y lahistoria, algunos son comunes e inclusotrascienden las diferentes performances

económicas. El incremento de la abstenciónelectoral, la dificultad que enfrentan los partidostradicionales en expresar las expectativasciudadanas, la ruptura entre los ciudadanos y lasélites, visible tanto en las elecciones como en lasencuestas de opinión, son sólo algunos ejemplos.A ellos se han sumado condicionantes inéditosque limitan las decisiones emanadas de lavoluntad popular: en particular, los efectospolíticos de la globalización y, en algunos países,el rol creciente de instituciones –como laJusticia– cuyo poder en el proceso de toma dedecisiones se ha incrementadosignificativamente.

La democracia parece haberse impuestoindiscutiblemente como ideal político al mismotiempo en que se fragiliza su funcionamiento.Precisamente, la comprensión de esta fragilidadde la democracia contemporánea es lo quevertebra el conjunto de los textos aquípresentados y cuya originalidad no sólo reside enla profundidad del análisis sino en la propuestaque Rosanvallon vehiculiza en ellos y que él

mismo ha denominado “historia conceptual de lopolítico”.1 De este modo, en estos libros seofrece a la vez una clave de comprensión de lacrisis política mayor que atraviesa la democraciacontemporánea y una perspectiva original inéditaacerca de cómo vertebrar la historia política, lahistoria de las ideas, la sociología política y lafilosofía política.

Por ello, sería erróneo suponer queRosanvallon analiza sólo los disfuncionamientosde la democracia contemporánea o que loscompara con una época dorada o con un tipoideal o que rastrea la historia de la aparición delos síntomas animado por una voluntadcorrectiva o prescriptiva. Su enfoque no seentrega ni a la nostalgia ni a la prescripción:tampoco cede a imputar defectos a corregir paraun buen funcionamiento de un modelo. Su trabajose aparta así de una nutrida bibliografía sobre lademocracia centrada en el análisis de modelos(Held, Macpherson y otros) o en intentos dedefinición y problematización de sus componentesprincipales (Arblaster, Dahl, etcétera).

Alejado de estas perspectivas, el análisis deRosanvallon se concentra en comprender aquellacrisis partiendo de una idea central: las

137

1 Es imposible, en el espacio disponible, ofrecer aunque seauna somera indicación de esta idea. Sobre el particular, cf.Rosanvallon, P., “Pour une histoire conceptuelle dupolitique”, en Revue de Synthèse, 1986, Nº 107, p. 93-105–reproducido en este mismo número de Prismas– y la Leçon

Inaugurale de la Chaire d’histoire moderne et contemporainedu politique al Collège de France, pronunciada el 23 demarzo de 2002 (Agradezco a P. Rosanvallon el habermecomunicado este texto). A lo largo de los textos aquípresentados, Rosanvallon también aborda esta cuestión. Porejemplo, cf. La démocratie inachevée, pp. 32 y ss. y Le

Peuple Introuvable, pp. 361 y ss.

Sufragio, representación y soberanía

en la democracia contemporánea

Darío RoldánUTDT / CONICET

En torno de Le Sacre du Citoyen. Histoire du suffrage universel en France (1992), Le Peuple

Introuvable. Histoire de la représentation démocratique en France (1998) y La Démocratie

Inachevée. Histoire de la souveraineté du peuple en France (2000), de Pierre Rosanvallon.

Page 4: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

dificultades de la democracia se enraizan en unconjunto de indeterminaciones conceptuales yfilosóficas que pueden verse ya en acción en elmomento de su irrupción como ideal político yque se despliegan y construyen en la historia. Superspectiva es por ello, antes que nada,conceptual.

Pero, en la medida en que se explaya en el“largo plazo” –grosso modo, desde la RevoluciónFrancesa hasta fines del siglo XX– su perspectivaes también histórica. Pero tampoco ella podríacomprenderse a partir de una historia “lisa” delos problemas que la democracia ha enfrentado ydel repertorio de respuestas ofrecido a ellos.Rosanvallon no se limita a construir una historiade la idea democrática ni a relatar las diferentesmaneras en que ella fue concebida. Para él, lahistoria es el “laboratorio en actividad delpresente y no la iluminación de su telón defondo” y sólo el diálogo renovado entre pasado ypresente permite “hacer legible el procesoinstituyente de las sociedades”.

Fundados en la perspectiva de contribuir aelaborar los fundamentos de una “historiaconceptual de lo político”, los textos que aquí sepresentan parten del imperativo de comprenderlas indeterminaciones originarias inscriptas a lavez en la idea de la democracia y en los desafíosde su realización. Rosanvallon ha identificadohasta ahora tres2 y ha consagrado un libro aexplorar cada una de ellas: la que anida en laconceptualización del sufragio que lleva aexplorar las dificultades que revela la historia dela ciudadanía; la que se revela en losmecanismos representativos que exige interrogarel déficit de figuración del Pueblo; por último, laque aflora en la realización de la soberaníapopular que requiere exponer la indeterminaciónconceptual en torno de las formas de comprenderla soberanía popular.

* * *

Le Sacre du Citoyen. Histoire du suffrage

universel en France parte de la convicción segúnla cual la noción de igualdad política, es decir, deuna equivalencia radical entre los hombres,introduce una ruptura intelectual esencial en lareflexión sobre la política y la sociedadmodernas aún más importante que la idea de laigualdad social. En efecto, esta última puedehundir sus raíces en el cristianismo o provenir dela extensión de la noción de solidaridad entre

partes de un mismo cuerpo pero la equivalenciade calidad implicada en la reivindicación de laigualdad política sólo puede elaborarse a partirde una visión, a la vez y paradójicamente,individualista y abstracta del lazo social. Laigualdad política sólo es pensable abstrayendolas diferencias “reales” que separan a loshombres, ya sea que ellas provengan de laNaturaleza o de la Historia y luego de haberdecidido voluntariamente hacer caso omiso delas diferencias de saber y de poder. La igualdadpolítica requiere entonces hacer abstracción de larealidad social. Aquí reside, al mismo tiempo, suextraordinario vigor y su radical debilidad, laexplicación de su fuerza y las razones de lapersistente desconfianza que –aún veladamente–sigue despertando.

Pero, según Rosanvallon, la originalidad de laigualdad política no se agota en la visiónindividualista y artificial de lo social que ellaimpone. También vehiculiza una imagen del lazosocial en contraposición con las representacionesque desde el siglo XII pensaban el vínculo entrelos hombres a partir de la idea de un mundojerarquizado y dividido en órdenes o de las quedesde el siglo XVIII lo escrutaban a partir de ladivisión del trabajo bajo la forma del mercado.Transmutada bajo la forma del sufragiouniversal, la igualdad política introduce unaconcepción del lazo social alternativa al Cuerpoy al Mercado, fundada en la noción deCiudadanía. Al hacerlo, introduce una forma dederecho también original en la medida en que, adiferencia de los derechos “individuales” de latradición liberal, que son típicamente deprotección, o de los derechos sociales que son dedistribución, los derechos políticos inherentes ala noción de ciudadanía son derechos“constructivos”; ni atribuyen ni protegen:producen la sociedad en una suerte de identidadcon la ciudadanía. De este modo, la historia de laconstitución de la noción de ciudadanía tambiénse inscribe en una historia de los modos depensar lo social.

Ahora bien, si un aspecto de laindeterminación concerniente al sufragio

138

2 Hasta ahora, se ha señalado que los tres libros constituyenuna suerte de “trilogía” sobre la democracia contemporánea.Así lo dio a entender Rosanvallon en Le Peuple Introuvable

(p. 22, nota 1). Sin embargo, en las conclusiones de La

démocratie inachevée sugiere que la exploración de estasindeterminaciones será enriquecida con otros volúmenes.

Page 5: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

universal remite a las dificultades, implicacionesy supuestos políticos y filosóficos que supone lairrupción de la noción de igualdad política queRosanvallon explora con gran detalle, otroaspecto es el que exige la comprensión modernadel voto. Ello supone advertir las dificultades y,a veces, los fracasos en pasar de la soberaníapasiva del pueblo –en la que sin duda se dejanescuchar ecos pre-modernos– al individuoelector moderno. El voto “antiguo” y el voto“moderno” están así separados tajantemente poresta oposición que distingue entre la elecciónproducida por el pueblo considerado como uncuerpo y el pueblo considerado como una sumade individuos; entre “la soberanía autorización yel autogobierno, entre el consentimientocolectivo que se da a un hombre designado y laelección individual y razonada de un candidato”.

La historia del sufragio universal se despliegaasí como respuesta a la transformación de lasoberanía pasiva del pueblo en individuo electormoderno. Es, por ello, la historia del pasaje delconsentimiento al autogobierno, y del pueblo–considerado como un cuerpo– al individuoautónomo. Pero es, también, una historia que,según Rosanvallon, se sitúa en el doblemovimiento que implica la secularización(autoinstitución de lo político y lo social) y lasubjetivización (advenimiento del individuocomo categoría organizadora de lo social).

Rosanvallon examina la cuestión a través deuna presentación cronológica. Esta elección esmás “rígida” en el siglo XIX que en el XX puestoque el texto analiza sucesivamente la experienciabonapartista (La ciudadanía sin democracia), El

orden capacitario (fundado en la noción desoberanía de la razón y del ciudadano capacitarioelaborada por Guizot, en boga durante laMonarquía de Julio), la experiencia de La

República utópica (que alude a la fracasadaexperiencia de articular el sufragio universal conun régimen republicano entre 1848 y el coup

d’Etat de Luis Napoleón), las vicisitudes delvoto durante el Segundo Imperio que reemplazóa la República, legitimado por un plebiscitofundado en el sufragio universal (El poder de la

última palabra) y, en fin, la experienciainaugurada a partir de 1875 con la III Repúblicacuyos principales impulsores siempre pensaron ala República por encima del sufragio universal.De allí que la conjunción de ambos requiriera unconsiderable esfuerzo “pedagógico”. Ése fue elsentido, obviamente, de la propuesta de Ferry de

asociar el derecho al sufragio universal con laescolarización, instalándose así en la continuidadde una de las ideas fuertes de los doctrinariossegún la cual el voto no podía pensarse disociadode la capacidad (La educación de la

democracia). Finalmente, un último capítulocierra con las consideraciones relativas a lahistoria de la aprobación del voto femenino (El

trabajo de la universalización).Como se ve, el siglo XX no recibe la misma

atención que el XIX, anunciándose aquí un patrónde análisis repetido en las otras obras, como si loesencial de la historia conceptual de lo políticodebiera recluirse en la experiencia del siglo XIX.Sin embargo, por detrás de esta presentacióncronológica discurren al menos cuatroperspectivas que vertebran una lectura diferentedel texto, confiriéndole no sólo su indudableoriginalidad sino una extraordinaria capacidadpara constituirse en modelo de análisis para otrasexperiencias.

La consagración del ciudadano supone laaceptación de la igualdad política y laemergencia del elector moderno. Ambosprocesos sólo se hacen verdaderamenteinteligibles, según Rosanvallon, en elentrecruzamiento de varias historias. En primerlugar, la más evidente, la dimensión jurídico-institucional jalonada en Francia por laconsagración del sufragio universal en 1848,finalmente consolidado a partir de la IIIRepública y completado en 1944 con el votofemenino. Esta dimensión incluye otra, denaturaleza social. Ella se hace presente antes de1848 puesto que, en su origen, la definición de laciudadanía expresa claramente una forma dedelimitar la inclusión social y es, por lo tanto,una historia relacionada con la incorporación deexcluidos y marginales (extranjeros,dependientes, mendigos, etc.). Pero tambiénrecubre otra –antropológica– que se haceevidente cuando se la considera desde laperspectiva del voto femenino. Ésta no puede yacomprenderse sólo bajo la forma de la historiasocial, como el producto de un conflicto desectores marginados que luchan por su inclusión.Rosanvallon sugiere que lo que la subtiende enprofundidad exige movilizar una perspectivaantropológica en la medida en que la historia dela universalización del sufragio es también la delpaso de individuos considerados dependientes alreconocimiento de su condición de autonomía.Dicho de otro modo, la historia de la lucha

139

Page 6: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

contra el voto censitario es de naturalezadiferente que la lucha por el voto femenino. Estadimensión antropológica –que implica unextraordinario cambio en la percepción del otro–se inscribe en la realización de una sociedad deindividuos. Pero ésta es una historia sóloparcialmente cerrada con la plena“incorporación” de la mujer como individuoautónomo3 puesto que aún plantea cuestionespendientes como las restricciones “clínicas”(enajenados mentales) o de edad (menores) a lacategoría de ciudadanos. Si, como sugiereRosanvallon, esta historia no ha terminado esporque ella remite al proceso deindividualización de lo social que anuncia eladvenimiento del individuo radicalmenteabstraído de toda “determinación”, consideradocomo un ser viviente sin ninguna distinción decondición, de sexo o de edad.

Las dimensiones jurídica, social yantropológica encubren finalmente otra,4

epistemológica: la del reconocimiento de lavalidez del sufragio universal comoprocedimiento óptimo de decisiones. Según unafórmula clásica, ella involucra el conflicto entreel número y la razón y el de la legitimización delas decisiones. Igual que la historia antropológicadel sufragio, la historia epistemológica estambién una historia abierta. Es cierto que ellano persiste en la oposición al sufragio universal–cuya aceptación es indiscutida–; sin embargo,las ambigüedades que aún despierta se hacenvisibles en algunos aspectos como laclarividencia que se atribuye a algunos frente ala ceguera de la mayoría, al retraso atribuido alas capas populares en relación con los límites delo que puede ser sujeto de referéndum, etc. Ensuma, la consagración del ciudadano remite a unentrecruzamiento de una historia de la inclusiónsocial, de una historia del sujeto moderno y deuna historia de la tensión entre la racionalizaciónpolítica y la afirmación de la soberanía de lavoluntad de los individuos.

La historia de la consagración del ciudadanoes uno de los grandes affaires del siglo XIX. EnFrancia, ella adopta un aspecto especial puestoque se inserta en el legado del racionalismopolítico del siglo XVIII que se había construido,precisamente, en la oposición entre la noción deEvidencia y la de Opinión. Esta improntapermite comprender la especificidad políticafrancesa de asociar el Interés General con laVerdad antes que con la adición de intereses

particulares que el sufragio universal tiende aexpresar. De aquí, concluye Rosanvallon, elsufragio universal es, en Francia, antes que nada,un símbolo de la pertenencia social, una formade “reapropiación colectiva del antiguo poderreal”. De allí, las dificultades de la culturapolítica francesa en aceptar las implicacionesúltimas de la igualdad política que, obviamente,exigen comprender el espacio político como“irreductible al de la gestión o al de la técnica”.Esta dificultad se hace visible en la concepcióndel campo de lo político puesto que éste tiendemás bien a asociarse a la gestión que a unespacio de invención social de normas,definiendo así una “democracia de integración”antes que una “democracia de gobierno”. “Lademocracia ha tiunfado como religión pero sólose impuso como régimen tardíamente”, concluyeRosanvallon.

La crisis de la democracia de integración noremite sólo a los mecanismos asociados con elsufragio. La comprensión profunda de suspatologías, ambigüedades y dificultades requiereexplorar los vericuetos a través de los cuales elsufragio universal crea las condiciones para la“expresión” de la soberanía popular. Por ello, sucomprensión exige examinar los mecanismosrepresentativos que subtienden la democracia.

* * *

Le Peuple Introuvable. Histoire de la

représentation démocratique en France exploralas indeterminaciones concernientes a larepresentación. Rosanvallon parte aquí deconstatar que desde el mismo momento en quese reabre el debate en torno de la democracia seinstala la cuestión de la representación. Es en suorigen que la idea democrática conlleva un

140

3 De paso, esta distinción permite introducir una comparaciónentre el modelo francés y el modelo inglés a propósito de lasmaneras de explicar la inclusión de las mujeres y el relativoretraso con el que esa incorporación se produjo en Francia. Sien Inglaterra, las mujeres acceden al voto como expresión deuna “particularidad social”, en Francia sólo lo hacen cuandose piensa a las mujeres como parte de la “universalidad”. Elmismo argumento fue luego retomado por M. Ozouf en Les

mots des femmes, Paris, Fayard, 1995.4 Rosanvallon deja de lado otra posible perspectiva, quecalifica de “cultural” y que remite a la historia del significadode las vicisitudes relacionadas con las prácticas electorales, elfraude, la organización de los padrones, el voto secreto, ensuma, todo lo que se vincula con la garantía de la libreexpresión del elector.

Page 7: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

problema: el poder del pueblo es un imperativo ala vez político, puesto que implica definir unrégimen de autoridad, y también sociológico,puesto que implica también definir el sujeto queejerce esa autoridad.

La cuestión fue planteada desde el inicio delciclo revolucionario. Baste recordar lasconsideraciones célebres de Burke en su discursoa los electores de Bristol, las reflexiones de El

Federalista x, los desarrollos de Sieyès apropósito del debate acerca del poder real. Eldebate en torno de ella se desarrollaininterrumpidamente a lo largo del siglo XIX y nisiquiera vale la pena recordar que él recrudeceen la segunda mitad del XX.

Ya sea porque, a través de la representación,la soberanía popular es víctima de unaapropiación, ya sea porque ella misma se entregaa un proceso de autodesposesión o dedelegación, ya sea porque el “lazorepresentativo” se desdibuja por el desinterés delos representados –debilitando así el compromisociudadano–, por la ambición de losrepresentantes, o por la confiscación de lavoluntad en manos de algunas institucionesrepresentativas –aspecto especialmente referido ala “crisis” tanto de los parlamentos como luegode los partidos políticos como institucionesrepresentativas–, el debate sobre larepresentación en los últimos dos siglos conocióuna nutrida enumeración de problemas que nohace sino reproducir la dificultad de elaborar,construir y combinar el principio de la soberaníapopular con el inevitable carácter representativoque asume la democracia.

Pero este conocido debate se centra en elproblema de la “distancia”, en los “desajustes”de diverso orden que se instalan junto con el lazorepresentativo. Sin embargo, y no es la menororiginalidad del texto, Rosanvallon no buscacomprender el problema de la representaciónbajo la perspectiva de la historia de unadistancia5 o del elenco de desajustes de lademocracia representativa; tampoco instruye elproceso de una “traición” que habría llevado alos representantes a alejarse irremisiblemente desus representados ni, menos aún, denuncia lasaporías de una renuncia colectiva que finalizaríaen anteponer la felicidad privada a la invenciónde una empresa colectiva. Por ello, no se centraen observar los mecanismos de miniaturizaciónde la sociedad (leyes proporcionales), ni los dereducción de la distancia a través de la reducción

de mandatos o la reintroducción subrepticia deformas de mandato imperativo –como el controlpartidario de la acción de los representantes–;tampoco en analizar la reflexión que asocia laidentidad sociológica con la “buena”representación o con debatir acerca de la mejorforma de resolver los disfuncionamientos de lasinstituciones representativas –sean éstas partidos,sindicatos, u otras–. Aun estando presentes ydesgranadas a lo largo del texto, estas cuestionesno constituyen el núcleo del libro.

Para Rosanvallon, la indeterminaciónfundamental de la representación modernaadopta la forma de una “dificultad de figuraciónde la democracia”. En efecto, segúnRosanvallon, la irrupción de la idea democráticano puede prescindir de coexistir con formas de“representación”. Esta asociación entrerepresentación y democracia o entre representacióny soberanía popular es independiente de que ellasea el producto de una filosofía positiva onegativa de la representación –más allá de que elimpacto de una u otra es de significativaimportancia– y proviene de un impedimentotécnico: la democracia directa es, en la práctica,imposible.6 Ahora bien, porque esinevitablemente representativa, la democraciadebe aportar una respuesta a dos problemas alunísono: en primer lugar, debe “encarnar” elpoder del pueblo, definirlo, reconocerlo, darleexistencia; en segundo lugar, debe realizar elpoder del pueblo a través de instituciones yformas políticas. Dicho de otro modo, lademocracia requiere resolver un problema de“figuración” y un problema de “mandato”.Explícitamente, el texto se concentra en elproblema de la “figuración” dedicándole menorimportancia a los problemas “institucionales”, derealización del mandato.

En la medida en que la democracia presuponeque existe un sujeto que puede llamarse “pueblo”y que ese pueblo puede expresar su voluntad,

141

5 Plantear el problema de la representación basado en undisfuncionamiento de la distancia entre el pueblo y losrepresentantes equivaldría –como se comprenderá enseguida–a negar el planteo que sugiere Rosanvallon pues ellosupondría la existencia no problemática del pueblo, el cual,en la perspectiva de Rosanvallon, sólo puede “figurar” através de la representación.6 Rosanvallon retoma esta cuestión en La démocratie

inachevée. Al respecto, cf. más adelante en este comentario.Este punto forma parte de algunas de las inevitablesrepeticiones que incluyen estos textos.

Page 8: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

aquella dificultad alude entonces a lascondiciones de posibilidad de su definición y desu reconocimiento. Ahora bien, la dificultadreside en que la política moderna confía alpueblo el poder en el momento en que lo socialse abstrae al desaparecer los “cuerpos” que ledaban visibilidad. Esta opacidad no debe serpercibida simplemente como el producto deladvenimiento del individuo sino del hecho deque el imperativo igualitario que la “sociedaddemocrática” impulsa requiere, para hacer decada individuo un sujeto de derecho y unciudadano, considerar a los hombres de maneraabstracta, des-inmersos de la sociedad. Lavoluntad popular se instala como principioexclusivo de legitimidad cuando la percepciónsociológica del pueblo se transforma en unadificultad. Es la producción de la visibilidad delo social lo que constituye la base del problemade figuración de la democracia y el corazón de lacuestión representativa.

La misma dificultad, según Rosanvallon,puede comprenderse desde otra perspectiva: laconsagración jurídica del individuo requiereexpulsar las determinaciones de la naturaleza olas herencias de la historia; sólo de ese modo esposible crear condiciones de equivalencia entrelos individuos. Como advierte Rosanvallon, “Losocial pierde toda consistencia propia para cederel lugar a un principio formal de construcciónjurídica”. De allí, por supuesto, el carácterconvencional, abstracto, ficcional del lazo socialal que Rosanvallon ya había aludido en La

consagración del ciudadano. Al contrario de lassociedades tradicionales que hacían de lasdiferencias un factor de integración de lomúltiple a la unidad, la integración a la sociedaddemocrática sólo es posible en la ficción y en laabstracción. En síntesis, el punto esencial es elcarácter indeterminado del pueblo concreto; esque el sujeto que debe expresar su voluntad sólopuede ser percibido bajo la forma de una ficcióny como una identidad en construcción. “Toda ladificultad –advierte Rosanvallon– reside en ladistancia entre un principio político –laafirmación de la supremacía de la voluntadgeneral– y una realidad sociológica”.7

Es precisamente esta oposición entre elprincipio sociológico y el principio político de lademocracia lo que se explora a lo largo del texto.A diferencia del libro sobre la ciudadanía, en estecaso Rosanvallon adopta una periodización másindependiente de los regímenes políticos aunque

el libro –aun conteniendo observaciones decarácter general e intuiciones punzantes parareflexionar la cuestión en abstracto– se concentraen la experiencia francesa. La exploración sedivide en tres tiempos. En primer lugar, la “erade la abstracción” en la que la idea del pueblosoberano permanece como un principio, como elprograma político de un espectro de losherederos de la revolución. Aquí Rosanvallonexplora los meandros de la dificultad hastagrosso modo mediados del siglo XIX, en que lacuestión de la figuración se expresa de maneraindefinida en la medida en que ni la soberaníapopular es el fundamento de legitimidad delrégimen político en Francia ni, por supuesto, elsufragio universal está en vigor. La cuestiónirrumpe verdaderamente como problema a partirde 1848 pero, una vez más, coincide con unaconcepción universalista del sufragio.Precisamente, la brevedad de la experienciarepublicana coincide con la desaparición de laera de la abstracción que es superada a partir delas reivindicaciones de representación identitariadel mundo obrero –condensadas en un célebredocumento: El “Manifiesto de los 60”–8 queproponen repensar el universo representativo apartir de la crítica a la concepción universalistadel pueblo y reclaman vincular la representacióncon las variables sociológicas.

La segunda etapa concentra lo esencial deltexto. Rosanvallon la llama la “democracia deequilibrio”. Ella surge como una respuesta aldesafío que había implicado la irrupción de unademanda de involucramiento de la diferenciasocial en los mecanismos representativos. Elperíodo –cronológicamente incluye en loesencial el momento de la III República aunquesus características se extienden hasta la VRepública–9 se caracteriza porque en él surgenlas reivindicaciones de enraizar los mecanismosrepresentativos en las diferencias “visibles” de lasociedad y, sobre todo, las soluciones que se vanprecisando y dándole cauce a esas

142

7 P. Rosanvallon, Le Peuple Introuvable, p. 12.8 “El Manifiesto de los 60” es un manifiesto publicado el 17de febrero de 1864 en el marco de las elecciones legislativasparciales en París y firmado por 60 obreros reclamando larepresentación obrera. 9 En rigor, es la crisis de esa democracia de equilibrio (cuyasinstituciones centrales –partidos, sindicatos e instituciones de“conocimiento social”– se forjan durante la III República) a laque asistimos, según Rosanvallon, desde la década de 1980.

Page 9: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

reivindicaciones. Así, demandas obreras, ideasde proporcionalidad en las elecciones,representaciones parlamentarias de intereses,etc., dan lugar a la progresiva emergencia deinstituciones de figuración de la democracia.

De este modo, la “democracia de equilibrio”se asienta sobre tres “muletas” –bequilles– queresultarían del proceso de involucramiento socialen las instituciones representativas: los partidospolíticos, que profesionalizan la función delrepresentante y permiten formular identidadespolíticas; los sindicatos, que reconstruyen yvehiculizan una concepción menos volátil de losocial, y los cuerpos intermedios –consejo deltrabajo, consejo económico y social–, queimplican un vínculo con la sociedad a través dela representación. A ello debe agregarse unaformidable expansión de las ciencias sociales–cuyo desarrollo está formidablementeanalizado– que participan tanto de la tarea de darcuerpo a lo social como a la de facilitar yproceder a su desciframiento. Son, entonces, lasdificultades de los fundamentos de la democraciade equilibrio –articulada en lo esencial entrefines del XIX y principios del XX– las queexplican la crisis actual de la representación y,por lo tanto, de la democracia. En suma, crisis delos partidos, de los sindicatos, de las instanciasburocrático-administrativas encargadas derepresentar intereses en el seno del Estado y delas ciencias sociales se anudan para dar tono a lacrisis representativa contemporánea.

Tal como lo presenta Rosanvallon, elproblema esencial es que esa “democracia deequilibrio” ha sido incapaz de “darle formapolítica a lo social”. En rigor, la democracia deequilibrio sólo logró –y parcialmente–domesticar los inconvenientes de la disociación“entre el momento político y el momentosociológico” de la democracia moderna. De estamanera, aun en el contexto general de unahistoria compleja y por su propia naturalezacondenada a la irresolución –puesto que, como severá, es posible prever la imposibilidad deestabilizar la figuración del pueblo en la medidaen que él también es parte de las continuas einevitables transformaciones de la sociedad–, estemarco permite comprender la fase contemporáneadel problema de la representación como unacrisis de las instituciones privilegiadas de la“democracia de equilibrio” acelerada desde ladécada de 1980 por la disolución de lasidentidades partidarias, la descomposición

sindical y la desociologización de la vidapolítica. Se anuncia, así, la entrada en una nuevaedad de la democracia.

Si el pueblo es “inhallable” (introuvable),entonces es porque la tarea de la figuración y, porlo tanto, de su representación –la de hacerlovisible y la de darle existencia– es, después detodo, una tarea sin fin. En este punto, destaca ladimensión cognitiva involucrada en la cuestiónrepresentativa. En efecto, esta dimensión es unimperativo resultante del carácter opaco queemerge de la necesidad de hacer que la sociedadpueda ser más legible y de dar forma a un mundoen el que los individuos se orientan cada vez conmás dificultad. Punto central, para Rosanvallonse articulan aquí la política y la investigaciónsocial. Si bien es cierto que los medios deinvestigación social se muestran cada vez másineficientes para comprender los movimientosrecientes de la sociedad (en parte porque lascategorías socioprofesionales que los articulan sediferencian crecientemente), no lo es menos elque la investigación social es parte ella misma dela complejidad de la dilucidación representativa.Los excluidos no constituyen un grupo social; laexclusión no es un estado sino un proceso, no esuna situación sino una historia. Por ello,Rosanvallon insiste en una idea central: antes dealgo que ya existe, es más vale la presuposición

del pueblo lo que constituye el sujeto político dela democracia. Por ello, “el objeto de la políticaes hacer vivir y activar esta presuposición”.

De este modo, el problema de larepresentación debe comprenderse en el contextode una historia que comienza con el origen de lasambigüedades en que podría articularse lafiguración del pueblo, que permite observar yentender históricamente las formas con las que lademocracia de equilibrio intentó resolverlas yque, en el mismo movimiento, hace posibleexplicitar las dimensiones que caracterizan lacrisis de la representación contemporánea.

El texto ofrece entonces la historia inacabadae inacabable de darle figuración al pueblo en elcontexto de un proceso de abstracción de losocial que tiende, además, por la complejidad desu evolución, a diseminarse e individualizarsecada vez más. Dicho de otro modo, el problemade la representación posee una dimensióncognitiva. Por ello, la crisis de la representacióntambién se expresa en la crisis de las cienciassociales, es decir, de aquellas actividades cuyafinalidad es producir conocimiento de lo social

143

Page 10: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

en un contexto en el que las transformacionessociales han convertido en experienciasindividuales lo que antes se percibía como unasociedad claramente articulada en grupos oclases. En la sociedad, los individuos ya noexisten en “estados” sino más bien ensituaciones, en trayectorias: los moldes de lasciencias sociales no pueden percibir a losexcluidos con la misma eficiencia con quepodían observar la clase obrera. De este modo, lacuestión de la representación no es la historia delos mecanismos representativos, ni tampoco es lahistoria del agotamiento de formasrepresentativas que habrían intervenido paraestabilizar espasmos o crisis democráticas, sinomás bien la expresión de una búsqueda perpetua,de una dinámica de la producción de la figuradel Pueblo.

* * *

La Démocratie Inachevée. Histoire de la

souveraineté du peuple en France parte tambiénde la constatación de la fragilidad de lademocracia. Pero esta vez, a diferencia de lasdificultades que revela la historia de laconstitución de la ciudadanía o de las queexpresa el déficit de figuración del pueblo, lafragilidad está asociada con una indeterminaciónconceptual mayor inherente al principio mismoque caracteriza la democracia: la soberanía delpueblo. Esta indeterminación mayor remite,según Rosanvallon, a dos equívocos visiblestambién desde el inicio de la revolución. Enprimer lugar, a una ambigüedad referida a losprocedimientos representativos. Aun cuandotodos los constituyentes de 1789 –arguyeRosanvallon– acordaban en la necesidad de esosmecanismos, las visiones de la política en la quese volcaba ese consenso abarcaban tanto aquienes percibían al gobierno representativo enconformidad con el espíritu democrático como aquienes lo percibían en ruptura con él, como sise tratara de una “compensación” a laimposibilidad de realizar la “verdaderademocracia” en el mundo moderno. En segundolugar, esta indeterminación remite también a la“dualidad de la idea moderna de emancipación”.En efecto, sostiene Rosanvallon, el mundomoderno nace en la coincidencia de dosaspiraciones de autonomía: la que sostiene lanoción de la autonomía individual y la que senutre de la participación del individuo autónomo

en un proyecto colectivo de ejercicio del podersocial. Desde el origen, la democraciarepresentativa enfrenta la dificultad de expresarla soberanía popular y la de conciliar laaspiración a la autonomía individual con la de laparticipación en un proyecto colectivo. Es en esesentido que, para Rosanvallon, la democracia haconstituido siempre, y al mismo tiempo, unasolución y un problema para instituir una ciudadde hombres libres. Es por eso, además, que elproblema esencial es el de la relación entre elliberalismo y la democracia.

Pero la soberanía popular es en sí misma,también, un concepto ambivalente. Por un lado,alude a una concepción pasiva, que asocia lasoberanía con un principio de legitimidad que seexpresa bajo la forma de una soberaníaautorización; por el otro, remite a unaconcepción activa, que la vincula con el efectivogobierno popular que se realiza en la idea de unasoberanía instituyente en torno de la que seorganiza el contrato social. A fines del sigloXVIII, coinciden confusamente, por así decir,Jurieu y Rousseau, la antigua doctrina delconsentimiento popular y la de una imagen delpueblo como creador de sus normas políticas.

Estas ambigüedades se despliegandescarnadamente en la Primera Parte del texto,confiriéndole su arquitectura. En “Los bordes dela democracia” Rosanvallon explora las formas dela democracia y sus variaciones desde la crisisde la monarquía hasta la III República. Desde superspectiva, el punto de partida es el derrumbede la monarquía y el concomitante eclipse de losrepresentantes frente al pueblo. Ese contexto sedefine, además por dos características: por unlado, una desinstitucionalización de lo político–debido a la desaparición de las institucionesmonárquicas–; por el otro, la multiplicación de lasoberanía en asambleas y pequeños polosautónomos. El Terror –la exaltación del poder dela calle– y Thermidor –la confiscación de lasoberanía popular por un puñado de jefes–ejemplifican los dos grandes modelos en los quela revolución fracasa en articular la soberaníapopular. Así, “El fracaso de la democraciarepresentativa –concluye Rosanvallon– seresuelve por la espada”.

Este primer fracaso en pleno procesorevolucionario se reproduce en las cuatrotentativas de disipar la indeterminacióndemocrática que se escalonan entre el Imperio y la III República. En cada una de ellas la

144

Page 11: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

democracia termina por disolverse tratando derealizarse. En un extremo cronológico, elliberalismo no democrático de la experienciadoctrinaria retoma la perspectiva de Thermidorde organizar el orden y de consolidar lademocracia como forma de la sociedad pero alprecio de una negación absoluta de la soberaníapopular. En el otro, la democracia iliberal del IIImperio intenta resolver el problema de larealización de la soberanía popular a través de laencarnación-representación de la figura delEmperador. Entre ambas –nótese al pasar quesólo ellas dos constituyen efectivos regímenespolíticos– la soberanía popular se piensa en tornode otras dos tentativas que se expresan en lasinmediaciones de la experiencia republicana. Porun lado, la cultura política de la insurrección,que también encuentra sus raíces en Thermidor ysu gran teórico en Blanqui, ve ladesinstitucionalización de la política –labarricada y la acción inmediata– como lacondición de la emancipación de los hombres.Por el otro, la absolutización y la generalizacióndel procedimiento electoral, que se funda en unapolítica de ratificación popular permanente, yque constituye la clave de la prédica de laizquierda en la década de 1850.

La consolidación de las instituciones de la IIIRepública estabiliza una forma de democraciaque Rosanvallon llama democracia media

(moyenne) y cuyo análisis constituye lo esencialde la Segunda Parte del libro. Esta démocratie

moyenne que abarca de la III a la V Repúblicacoincide con la democracia de integración –talcomo ella había sido presentada en La

consagración del ciudadano– y con lademocracia de equilibrio –tal como ella habíasido presentada en Le Peuple Introuvable–. EstaSegunda Parte finaliza con el análisis de la crisiscontemporánea de la democracia y es, por dosrazones, una de las partes más atractivas deltexto. Primero, porque ofrece una interpretaciónde la naturaleza de la crisis de la democraciacontemporánea; segundo, porque muestra un girosignificativo en la perspectiva de Rosanvallon,quien progresivamente abandona su rol de“historiador de la idea democrática” para ofrecerelementos de una “teoría de la democraciacontemporánea”.

Acechadas por los fantasmas del cesarismo–la impronta bonapartista– y de la revoluciónsocial –la Comuna– y vivificadas por una visiónelitista de la política, las instituciones

republicanas sustituyen la soberanía del pueblopor la soberanía de la nación y privilegian lanaturaleza republicana del régimen por encimadel carácter universal del sufragio. Eladvenimiento de una democracia de partidos quemodifica el lazo representativo, la ampliación delespacio público y de las formas de expresiónpolíticas que contribuirán a relativizar las críticasal sistema parlamentario crean un clima inestablee imperfecto pero suficiente como para crear unespacio que diluye la antigua alternativa entre elconsentimiento resignado, encarnado en lasexperiencias del liberalismo no democrático y dela democracia iliberal, y las ilusiones de unrecomienzo absoluto, expresadas por lainsurrección permanente y por la absolutizaciónde los procedimientos electivos. Su mayormérito es haber aliado evolutivamente elparlamentarismo y la democracia.

Como se sabe, la evolución de este vínculo esinterrumpido por las guerras mundiales y, dehecho, la III República fenece por la invasiónalemana. Del mismo modo en que Rosanvallonpresenta los cuatro bordes inquietantes de lademocracia del siglo XIX, analiza los “precipiciosterroríficos” que en el siglo XX angostan “la rutahesitante de la soberanía del pueblo: elcomunismo leninista-staliniano y el nacional-socialismo”. Aun cuando Rosanvallon presenta alos totalitarismos como una versión brutalmenteagravada de los bordes de la democracia delsiglo XIX, muestra cómo ellos permitencomprender el origen de una reformulación“modesta” de la idea democrática. Es elmomento de Kelsen, Popper, Schumpeter,quienes “formulan filosóficamente la ambicióndemocrática en la era del totalitarismo y delrealismo sociológico”. El cambio en laconceptualización de la soberanía popular es,entonces, significativo. La democracia deja deremitir a la visión de un pueblo “legislador ymagistrado” para designar un régimen protectorde libertades: la democracia se transforma en elanverso de la dictadura. La emergencia de laAutogestión en la década de 1970 no sólodemuestra la insatisfacción con esa idea de unademocracia negativa sino que expresa también elcombate por la emancipación, desfigurada por elsocialismo burocrático y reducida por lademocracia negativa. Es el síntoma de la crisisde la démocratie moyenne. Es el momento enque se inaugura la crisis de la democraciacontemporánea.

145

Page 12: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

Desde la formulación republicana a la idea deautogestión se despliega un segundo momento enla construcción de la democracia que cambiaradicalmente en la década de 1980: laglobalización de los mercados y la caída delcomunismo muestran un malestar en lademocracia y una suerte de declinación de lavoluntad. La comprensión de la naturaleza deesta crisis cierra la Segunda Parte.

Para Rosanvallon, en ella termina un ciclolargo de representaciones heredadas de lopolítico, organizadas en torno de la idea de laVoluntad. Se cierra así el ciclo que Maquiavelohabía inaugurado pensando la construcción de laciudad como potencia autónoma y que Rousseauhabía enriquecido superponiendo el Pueblo a lafigura del Príncipe y haciendo de la democraciaun régimen fundado sobre la voluntad humana.Rosanvallon parece sugerir entonces que si elprimer ciclo del problema teológico-político secierra con la secularización de la política, elsegundo finaliza con el agotamiento de la nociónde Voluntad General, núcleo básico de la crisiscontemporánea de la noción de soberanía popular.

Esta crisis de la voluntad se explica, entreotras razones, por transformaciones que afectanlas formas de regulación económica y social –ladesregulación, entre otras–; por lacomplejización de la sociedad –que eclipsa alsujeto de voluntad–, etc. La conclusión es que lademocracia no puede pensarse ya bajo el modoteológico-político. Aún más: Rosanvallon sugiereque se asiste a la entrada en una “era ordinariade lo político”.

El análisis de una tentación y dos ilusionesque obstruyen ese camino y que son parte de lacrisis antes que su solución completa eldiagnóstico. Primera tentación: olvidar la idea dela soberanía del pueblo reduciendo la democraciaa su definición negativa y recluyendo en elpasado la perspectiva de una sociedad que seautogobierna. El reino de mercado, de losderechos del hombre y de los derechos deopinión bastan, desde esta perspectiva, paraprevenir la tiranía, único fin atribuido a lademocracia. Se combinan en esta opción unajusta denuncia del “constructivismo social” conla descalificación de todo proyecto colectivo. Apesar de la percepción correcta del agotamientode la metafísica de la voluntad general, estaperspectiva renuncia a percibir la democracia“como el intento de instituir un conjunto deindividuos en una comunidad”.

Dos ilusiones, la soberanista y la mundialista.La primera reivindica la “verdadera” soberanía,traicionada por instancias que limitan el libreejercicio de su poder, como las decisiones deorganismos internacionales o las de institucionesjurídicas. La segunda sólo ve en el problema dela democracia una cuestión de escala. Se contentacon suponer que basta trasponer a nivel europeoo mundial los procedimientos del gobiernorepresentativo. A igual distancia de la tentaciónde olvidar la soberanía popular como de las dosilusiones evocadas, Rosanvallon concluye que lagran cuestión pendiente es la “redefinición delimperativo democrático en la edad de unasociedad civil plenamente emancipada”.

Ahora bien, ¿cómo pensar el impasse de lademocracia contemporánea, atrapada entre unanoción “minimalista”, aspiraciones frustradas eilusiones vanas? Punto clave del libro –aunqueubicado en las conclusiones–, Rosanvallonavanza esencialmente el esqueleto de unarespuesta y anuncia elementos de una teoría de lademocracia escandidos –al menos por ahora– entres puntos principales: la elaboración de lanoción de soberanía compleja, la reflexión sobrela pluralización de las temporalidades de lopolítico y la perspectiva de una emancipacióngeneralizada.

La soberanía compleja difiere de laconcepción tradicional en que rompe con lavisión monista de la política y con lapolarización que ella implica. Ella busca superarla convicción de que el voto es la única opciónde formación de la soberanía, rechaza la idea deque el crecimiento de instancias no electas seaun atentado al poder de las urnas y vehiculizauna concepción positiva de las divisionessociales. La idea de una soberanía plural seinserta entonces en la superación de la soberaníamonista y en la vocación de pensar la soberaníaincorporando diversas formas de participaciónciudadana, multiplicando los niveles de larepresentación y haciendo del reconocimientodel pluralismo representativo la clave de ungobierno más fiel a la voluntad general. Almultiplicar las instancias de participación y derepresentación, esta perspectiva permitereformular la relación entre democracia directa ygobierno representativo incrementando lainfluencia de la sociedad en el proceso político.Pero, sobe todo, se corresponde con la idea delPueblo Inhallable puesto que el pueblopermanece como un poder que nadie puede

146

Page 13: Roldán, Darío Sufragio, representación y soberanía en la

encarnar, transformándose así en el sujeto, a lavez central y ausente, del proceso político. Lasoberanía compleja pretende resolver elproblema de darle forma política a lo social,reconociendo, al mismo tiempo, la inexistenciade un pueblo uno y de existencia real y la vastacomplejidad de la sociedad moderna.

La reflexión sobre las temporalidades de lapolítica ha estado ausente de la teoría políticaexcepto por las consideraciones que asocian laduración de los mandatos con formas de reducirla distancia entre representantes y representados.Sin embargo, para Rosanvallon se trata de unpunto clave en la medida en que la democracia“no adquiere sentido sino como la construcciónde una historia”. Desde su perspectiva, lasdefiniciones procedurales (mecanismos delegitimación y de decisión) o los enfoquesesencialistas (tomando en cuenta la calidadsocial del poder y sus representantes) soninsuficientes puesto que no pueden dar cuentadel hecho de que la voluntad general essustancialmente una elaboración del tiempo. Elpueblo, como sujeto colectivo, es en sí mismouna figura del tiempo. Desde la perspectiva deRosanvallon, la democracia no es sólo el sistemaque permite a una colectividad gobernarse a símisma sino el régimen en el que se construyeuna identidad común.

La emancipación generalizada retoma latensión clásica entre el objetivo de lademocracia de sustituir los poderes externos porla autoinstitución con el principio de laautonomía individual. La historia de esta tensiónes conocida: el riesgo de la tiranía de la mayoríaque involucra el principio democrático esparalelo con el peligro de que la protección delos individuos frustre un proyecto colectivo.Esta oposición está ilustrada en el siglo XIX

francés por la oscilación entre el liberalismo nodemocrático (Restauración y Monarquía deJulio) y la democracia iliberal (bonapartismo).

El equilibrio finalmente hallado –la democraciade equilibrio– es inestable, tal como lo muestrala crisis actual. Rosanvallon concluye entoncesque ya no se trata de “mettre en puissance lepeuple” sino de instituir una colectividadcoherente; de pasar de “una democracia de lavoluntad a una democracia de la institución cuyoobjetivo es organizar la vida común por laregulación de la distribución de derechos y debienes entre los hombres y las mujeres”. Porello, el concepto clave no es ya el de la voluntadsino el de Justicia.

* * *

En la democracia habita la incertidumbre. Desdeprincipios del siglo XIX, quienes se habíandedicado a escudriñar los contornos inéditos dela sociedad posaristocrática lo habían evocado.Tal como lo muestran estos textos, la democraciase funda también en indeterminaciones que sólopueden ser observadas con lucidez; que seresisten a resolverse. Por ello, la democracia esuna forma política en esencia incompleta. Lademocracia no sólo tiene una historia;Rosanvallon señala bien que ella es una historia.De allí la paradoja que estos textos sugieren: lalucidez de la crítica de las indeterminacionesdemocráticas no puede resolverse en laelaboración de una teoría de la democracia.

De este modo, estos tres textos ofrecen unaexploración profunda de las indeterminacionesconstitutivas e insalvables de la democracia.Pero ofrecen también, y no es un interés menor,una forma inédita de pensar lo político. Así, nosólo constituyen una crítica lúcida de lademocracia sino un manifiesto renovador paraquienes se interesan por articular la reflexiónpolítica, la historia política y el compromisociudadano partiendo de una comprensiónpenetrante de los desafíos que plantea la políticacontemporánea. o

147