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Roy Hora
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ROY HORA
Capítulo 4. La era de la lana
La lana desplaza al cuero
A partir de la segunda mitad de la década de 1820, las cotizaciones de los principales rubros de exportación de la
Confederación Argentina sufrieron una prolongada y sostenida caída. Los cueros habían perdido cerca del 40 % de su
valor en los mercados de destino. La baja de exportaciones también se vio en las importaciones. Este nuevo
equilibrio tuvo un impacto desigual: tendió a beneficiar a los consumidores de bienes importados y a los sectores
cuya actividad de orientaba a satisfacer la demanda del mercado interno. La ganadería vacuna siguió creciendo a
paso veloz en las décadas de mediado de siglo , lo que sugiere que los ganaderos aun contaban con márgenes de
ganancia suficientes como para acomodarse a la caída de precios de sus productos.
El incremento de las ventas al exterior fue posible gracias a la drástica contracción de la faena ocurrida durante
los prolongados bloqueos el francés (1838-1840) y el anglo francés (1845-1848). El cierre del mercado externo
favoreció el crecimiento del rodeo vacuno.
La caída de cotización de ganado mayor invitó a muchos ganaderos a buscar alternativas más rentables. Cuando
en el Río de la Plata se abrió el comercio libre, el pequeño rodeo ovino que pastaba en lo que más tarde sería el
territorio argentino era de 3 millones de cabezas y se componía de animales criollos de baja calidad que producían
poca carne y menos aún lana.
La oveja había sido introducida por los conquistadores españoles en el siglo XVI y constituía junto con la vaca y el
caballo, la gran triada sobre la cual se asentaba la cultura ganadera de la Europa moderna. El impacto del ovino en el
nuevo continente resultó limitado tanto por intereses ovejeros de la Península como por la extendida presencia de
camélidos autóctonos. Por otra parte las praderas pampeanas resultaban un lugar poco hospitalario para la cría de
ovinos. Por esto el lanar desempeño un papel marginal en la economía rioplatense del periodo colonial, menos
relevante con respecto al que ocupaba en el interior o en otras regiones americanas de clima más riguroso, mayor
densidad demográfica o superior cultura textil. Además la abertura del comercio hizo que se recortara la demanda
de tejidos de lana. Por estas cuestiones la cría de ovejas durante se tiempo estuvo en manos de la economía
doméstica de familias de pequeños productores.
En la apertura al comercio atlántico un conjunto de capitalistas y especuladores extranjeros se lanzaron a
explorar distintas actividades, entre las cuales se destacaron la minería, la creación de colonias agrícolas y la cría de
ovejas. Sus principales impulsores fueron mercaderes británicos o alemanes que, habiendo acumulado capital
buscaban oportunidades para diversificar sus activos. Estos contaban con vínculos a través de los cuales adquirir los
insumos necesarios para la organización de la explotación ovina y para establecer circuitos a través de los cuales
colocar la lana rioplatense en los mercados Nord atlánticos.
A lo largo de las décadas de 1850 y 1860, el ovino desplazó el vacuno de las mejores tierras ganaderas de la
región pampeana, comenzando por las encerradas entre los ríos Salado y Paraná, para difundirse gradualmente hacia
el sur, hacia al norte y al oeste.
Durante la presidencia de Mitre, cuando más de 40 millones de lanares, en su mayoría refinados, pastaban en las
fértiles praderas bonaerenses, el ovino se convirtió en el principal motor de la economía de exportación.
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La ganadería lanar se concentró casi exclusivamente en la provincia de Buenos Aires. Las ovejas bonaerenses,
más refinadas y por tanto más caras que las que predominaban en el resto del territorio, representaban más del 90 %
del valor del rodeo nacional. El ovino comenzó un lento retroceso que, ya entrado el siglo XX, terminaría
arrinconándolo en el sur bonaerense, en Entre Ríos, La Pampa, Corrientes y los territorios patagónicos.
Los mercados de destino
El sostenido crecimiento de la demanda internacional de lana constituyó el principal estímulo para impulsar el
proceso de reorientación de los recursos productivos pampeanos hacia la cría de ovinos. Siguiendo los pasos de Gran
Bretaña, hacia mediados de siglo la expansión de la demanda industrial y la rebaja de aranceles, los grandes centros
manufactureros del continente dirigían su atención hacia las nuevas regiones productoras de materias prima que,
impulsadas por el alza de los precios de la lana, crecían en el hemisferio sur.
En esos años, Argentina y Australia se afirmaron como los principales exportadores mundiales de lana. La oferta
argentina pronto comenzó a dirigirse hacia el continente europeo y durante un tiempo, también hacia los Estados
Unidos.
Cambios en las empresas agrarias
La producción de lana estimuló una transformación de considerable importancia en las empresas ganaderas
pampeanas. La cría de ovejas suponía mayores requerimientos de fuerza de trabajo tanto en lo que se refiere a la
calificación como a la demanda de brazos. La estancia ovina se organizó en torno a puestos cada uno de los cuales se
hallaba a cargo de un pastor, muchas veces a cargo de su familia. El cuidado de los reproductores de raza y el proceso
de mejoramiento del rodeo reclamaron importantes inversiones de capital y también trabajadores competentes en
estas tareas. La expansión de la ganadería ovina trajo consigo un sostenido crecimiento de la demanda de trabajo,
simple y calificado, particularmente intensa en las etapas iniciales del ciclo lanar. La demanda laboral en los distritos
ovejeros de Bs As creció 7 veces en apenas 15 años entre 1850 y 1865. Tradicionalmente la falta de brazos en la
economía rural pampeana, la consecuencia fue un incremento considerable de los salarios así como la apertura de
nuevas y mejores oportunidades de progreso. También impulsó el ingreso de las mujeres al trabajo asalariado. En
este la expansión de la ganadería ovina estimuló la inmigración internacional de trabajadores. Este influjo de
provincianos no se interrumpió tras la emancipación. Desde los años 40 la presencia de los trabajadores provenientes
de Europa comenzó a apocarlo en 1854 los nacidos en Europa representaban el 8 % de la población, el 20 % 15 años
más tarde la inmigración era predominantemente masculina para esta última fecha los extranjeros representaban
cerca de la mitad de los varones en edad productiva que habitaban en el distrito bonaerense. El mayor contingente
migratorio provenía de Europa Mediterránea con un peso creciente de los inmigrantes de la Italia Septentrional.
Tanto los europeos como los hombres del interior venían atraídos por el elevado nivel de las remuneraciones
ofrecidas por el mercado del trabajo rioplatense así como también por las oportunidades de progreso económico y
social generadas por la expansión lanar. Estos migrantes contribuyeron a expandir y profundizar las relaciones de
mercado.
El Estado que en este período creció en capacidad y voluntad represiva lanzó una batería de medidas destinadas a
disciplinar a las clases populares dirigidas en primer lugar a promover el empleo asalariado. El Código rural
sancionado por la provincia de Bs As en 1865 fue un hito de esta estrategia represiva, los poderes que esta legislación
confería a la justicia laboral para perseguir y castigar a los más débiles acentuaron la inseguridad jurídica de los
pobres del campo. No tuvieron mayor impacto sobre el nivel de las remuneraciones ni tampoco sirvieron para paliar
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los escases de brazos. Los elevados requerimientos temporarios de energía humana que caracterizaban a la
ganadería ovina dificultaban soluciones que limitaban la movilidad física y la libertad jurídica de los trabajadores
sobre todo si estos no abundaban. No sorprende que los propios empleadores terminaran dando la espalda a la
legislación represiva y que en momentos de intensa demanda laboral pujaran entre sí por la fuerza laboral disponible.
La aparcería fue el principal instrumento que permitió a los hombres del común recorrer el camino que llevaría a los
más afortunados entre ellos convertirse en productores independientes y a veces en propietarios. Estimula el celo de
los trabajadores puesto que les permite compartir los beneficios de un emprendimiento poseía una larga historia en
la región y alguna décadas atrás habían servido para impulsar el ciclo vacuno.
Diversos indicios surgieron que el veloz crecimiento de la producción de lana fue consecuencia de la creación de
nuevas empresas.
El ciclo ovino contribuyó a acentuar rasgos ya presentes en la estructura productiva de la región pampeana. Uno de
los principales puntos de apoyos fue la pequeña empresa familiar y a la vez permitió que los trabajadores se
quedaran con una porción apreciable del excedente agrario. Este escenario tan favorable para los sectores
subalternos fue revirtiéndose conforme la ganadería ovina ingresaba en su etapa de maduración. 1860 el sostenido
ingreso de migrantes tornó menos apremiable la escasés de trabajadores y reforzó la posición negociadora de los
estancieros y los propietarios de la tierra. Por otra parte las oportunidades de los sectores subalternos se fueron
angostando en la medida en que otros dos factores cobraban mayor peso en la organización de las empresas ovinas:
el desarrollo de la tecnología más cortas y el incremento del peso del sueldo. Durante el ciclo del ovino el desarrollo
de una ganadería más compleja obró en favor de los establecimientos de mayor tamaño porque sus dueños contaban
con más información y más recursos para destinar inversiones en nuevas tecnologías porque podían financiar la
modernización de sus empresas a tasas de interés más bajas.
El acceso al crédito caro y escaso en una economía que prácticamente careció de instituciones financieras hasta la
década de 1860 obró a favor de los más poderosos gracias a su superior capacidad para invertir en infraestructuras y
en animales de raza. Las empresas de mayor tamaño pudieron progresar de forma más rápida. Las grandes empresas
fueron las primeras en invertir en alambrados, ello le permitió utilizar más intensivamente toda la superficie del
terreno e incrementar la capacidad de carga del sueldo.
El interés en la innovación técnica respondía al deseo de contar con animales capaces de producir más y mejor lana.
También a la presión del alza de los precios del sueldo, solos los beneficiaros de las explotaciones ganaderas. Este
fenómeno tuvo un impacto desigual pues favoreció a los propietarios de la tierra y perjudicó a quienes solos tenían
destreza laboral y ganado.
El camino hacia la autonomía productiva se volvió cada vez más difícil para los hombres del común, principalmente
por los alzas sostenida del precio del sueldo.
Comercio y transporte
Hacia mediados del siglo el comercio exterior de la Confederación Argentina giraba en torno al intercambio de
textiles y otros bienes de consumo por cueros. Cerca de un centenar de casas comerciales que introducían
mercancías provenientes de Europa y EEUU. También de Brasil y el Caribe y exportaban frutos del país. Constituían
los principales actores del rudimentario sistema de intercambio que unía a los puertos de La Plata con otros destinos
atlánticos. Los comerciantes británicos ocupaban un lugar relevantes en este sistema. En primer lugar gracias a sus
privilegiados contactos con el principal mercado externo de la Argentina. Se trataba cuando la economía lanar
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comenzó a cobrar envergadura reemplazo de las casas mercantiles surgía tras la independencia por un sistema
comercial de mayor complejidad cuyo sector más poderoso y especializado se dirigió a atender los requerimientos de
la economía de la lana. Nacieron así algunas firmas orientadas a la introducción de los insumos que requerían las
empresas rurales reproductores de raza, sarnífugos, alambrados y herramientas.
La complejización de los circuitos mercantiles y la creciente competencia entre sus distintos agentes impulsó una baja
de los costos de comercialización beneficiosa tanto para los productores como para los industrializadores de lana. Al
mismo tiempo, se inició un proceso de extranjerización y concentración de la comercialización de la producción
exportable que alcanzaría mayor envergadura en décadas posteriores.
La expansión del lanar también propició una transformación del sistema de transporte. La exportación de lana
requería trasladar el producto de la esquila desde las empresas rurales hasta los puntos de embarque en un principio,
esta demanda fue satisfecha a través de medios de locomoción tradicionales, particularmente carretas. Desde la
década de 1860, sin embargo, el aumento de volumen de lana transportada comenzó a justificar las enormes
inversiones que para una economía pequeña y pobre en capital como la Argentina, significaba el ferrocarril. Aunque
todavía modesto, el avance del tren desplazó a la carreta del tráfico de larga distancia pero la convirtió en su
complemento necesario en los proyectos que separaban a los campos ovejeros de las estaciones ferroviarias. La
expansión lanar también se benefició de las importantes mejoras introducidas en los buques de ultramar desde
mediados del siglo cuando la navegación a vapor comenzó a desplazar a la vela. Sin embargo los puertos argentinos,
experimentaron escasas mejoras en este período. Solo en la segunda parte de las década de 1870 comenzaron las
obras de canalización del riachuelo que permitieron que la principal terminal portuaria del país dejara atrás la etapa
en la que la carga y descarga se realizaba a río abierto por medio de lanchas y carros.
El Estado y las instituciones
El fin de la dictadura de Rosas no señaló el punto de inicio de un período de construcción de las instituciones que
servirían de marco y estímulo para la actividad económica. Tras alcanzar el poder en 1852, las elites liberales
pusieron su energía en servicios de la construcción del marco legal destinado a favorecer el pleno despliegue de la
economía capitalista.
El contexto internacional favoreció sus iniciativas. El avance de la economía industrial aceleró el crecimiento de las
economías del atlántico norte. Con ello crecieron los incentivos y las oportunidades para la integración de los países
de la periferia en un mercado mundial en expansión. Las tensiones sociales comenzaron a perder intensidad en gran
medida como resultado de los esfuerzo de disciplinamiento político y social de Rosas. Justo José de Urquiza el líder,
promovió la sanción de una constitución que sentó las bases para la profunda transformación institucional de signo
liberal que el país experimento en las décadas siguientes. La Carta Constitucional en Paraná en mayo de 1853
consagraba el pleno disfrute de los derechos de propiedad y aseguraba a los inmigrantes europeos amplios derechos
civiles y religiosos. Suprimió las aduanas interiores y aseguró el libre tránsito de bienes y personas en todo el
territorio de la nueva Federación. Esta última medida logró resistencias en la provincia de Bs As. Durante la secesión,
1852-1859, el predominio económico y fiscal que la apertura comercial había otorgado a Bs As continuó
profundizándose, dotando a la provincia rebelde de recursos que excedían los de su rival. A pesar de la ruptura el
estado porteño adoptó el mismo camino de transformación institucional que la Confederación urquicista había
hechos suya. Luego de una serie de enfrentamientos militares que culminaron con la victoria de las fuerzas porteñas,
en 1862 Mitre fue ungido primer presidente de la Argentina. Asegurado el predominio político de la gran provincia de
las rentas de la aduana porteña pasaron a sostener el tesoro nacional, la Carta Porteña de 1854 comenzó a regir los
destinos de Bs As. El espíritu liberal animaba la creación de instituciones a uno y otro lado del Arroyo del Medio, el
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Código de Comercio, redactado 3 años antes por Vélez Sarsfield a pedido del extinto estado independiente de Bs As
adquirió plena validez en todo el territorio de la República Federal. En 1869 se sancionó un Código Civil, también
surgió de la pluma de Vélez Sarsfield. La implementación del orden liberal resultó más sencilla y exitosa en Bs as que
en las provincias del Interior. Hacia mediados del siglo Bs As ya contaba con una comunidad mercantil poderosa , que
en esta etapa desempeñó un papel destacado como agente de transformación de las prácticas comerciales, al tiempo
que propició la creación de instituciones y el desarrollo de nuevos emprendimiento financieros y productivos. En
1857 el gobierno porteño alcanzó un acuerdo para retomar los servicios del empréstito que Rivadavia había contraído
con la casa Baring durante el breve auge financiero de 1820, la reasunción de las obligaciones externas sirvió para
mejorar la reputación de las finanzas argentinas de la banca extranjera y para traer nuevas inversiones hacia un
territorio todavía visto como más peligroso que prometedor.