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RUBÉN BONfFAZ N,UÑO LOS DEMONIOS ) los días nolcróN FACsIMILAR I

Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

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Preclaro y amargo poemario de la lírica mexicana.

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Page 1: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

RUBÉN BONfFAZ N,UÑO

LOS DEMONIOS

) los días

nolcróN FACsIMILAR

I

Page 2: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

RUBÉN BONItrAZ NUÑO

LOS DEMOI\TIOS

y los días

TEZONTLE

Page 3: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

Primera edición, 1956Primera reimpresión, 200é

Bonifaz Nuño, RubénLos demonios y los días / Rubén Bonifaz Nuño. -México: FCE, 195ó.I 04 p. ; 22 x 14 .¡1 - (Colec. Tezontle)ISBN 9ó8-tó_8170 3

l Poesía Mexicana 2. Literatura Mexicana - SigloXX I. Ser. II. t

LC PQ7297 Dewey M8ól 87155d

Distribución mundial

Sugerencias: [email protected] turaeconomica.comTel. (s5)5227 -467 2 Fax (55)5227 -4694

ffi E-p.".u cerrificada ISO 9001: 2000

D. R. O 1956, FoNoo ¡e Currune EcoNó¡r¡rc¡Carretera Picacho Ajusco 227;14200 México, D. F.

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra

-incluido el disefio tipográfico y dé portada-,sea ".tral fuere el medio, electrónico o mecánico,sin el consentimiento por escrito del editor.

ISBN 968-1ó-8170-3

Impreso en México c Printed in Mexico

AM¿ooa MoNTov¡

Page 4: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

I

Así nr recordado de sueño -brazos-:

dulcemente -piernas,

desolada

vida vegetal; y los pulmones

Y el aliento cálido-' Desconozco.

No sé de quién son estas sábanas

ni a qué calle miran estas paredes.

Mitad de la noche. Terror. Distancia.

La cama, y el perro que ahora late

no sé dónde. Adentro de mí. Seguro.

Y pude sentirlo; estuve, he querido;

columbré los pasos de la gente,

hirientes, menudos, humildes;

escuché pesados vuelos y moscas;

y olí deshacerse, y toqué, las ruinas

huecas de los ángeles, desflecadas

igual que lechugas sin cogollo.

Page 5: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

Carrruos, esquinas, encrucijadas.

Silencio de gente que se ha dormido;que se ha protegido con paredes

y puertas y carne; que se ocultade su corazón que sabe.

A estas horas,

ay, amigos míos, artesanos,

pintores, astrónomos, marineros,estamos despiertos. Es trabajonuestro el de ar:reglar algunas cosas.

Hace falta estar atentos, tendidospara no perdernos nada;pr., ,".o&ar lo que olvidamos.

Pensar, conocer, por ejemplo,qué es lo que sucede cuando se encuentrandos que van a amarse; qué, cuando muerea solas alguno que quisimos.

Y cuando sentimos que un invisiblese instala de pronto al lado nuestro,

o se va en secreto, nos abandona,

IO

¿qué hay, que no era nuestro, en la pr:imera

mirada, el saludo que cambiarnos con alguienl

Vivimos confusos; Pero en torno

un mar apacible y en orden

cerca nuestras islas desordenadas.

Ay, amigos míos;

señoras, señores que no me escuchan:

hay oficios buenos, necesarios a todos;

el quie hace las camas y las mesas,

el que siembra, el que reparte cartas,

tienen un lugar entre todos: sirven.

Yo también conoz,co un oficio:

aprendo a cantar. Yo junto palabras justas

en ritmos distintos. Con ellas lucho,

hailo la verdad a veces,

y busco la gracia para imPonerla.

Page 6: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

3

Cu¡N»o todo está perdido, cuando

nuestro corazín -pobre

animal desnudo-deja su prisión de piel y huesos

y se queda fuera, saltando solo

junto a alguna puerta, en el asfalto

de una carcomida calle cualquiera;

cuando alguien que amamos nos ha dado,

como una limosna manchada,

por única yez, poÍ última

vezr lo que quisimos, ella sola,

y en cambio nos ha quitado todo,

entonces un viento enorme y duro nos hiere,

y el recinto hueco del peqho

se nos va llenando, desde el fondo,

de un dolor espeso, de un atole

amargo y salobre, y la garganta

se anuda en el ansia de contenerlo.

No es lo mismo estar enamorado

que amar.

El que ama, seguramente,

no está solo, sufre de otra manerai

encuentra Ia paz, se cumPle gozoso

pudiendo sufrir por los que ama.

Pero esta pasión inútil, dañina,

que sólo pretende lo que no Puede

tener, que destruye lo que consigue;

esta corrosiva nostalgia

que no llena más objeto que hacernos

morir de rencor y de ternura,

que nos cambia en odio la tristeza,

no tiene razón que la exPlique.

Qué lejos, qué absurdamente distantes

Ias humildes alas desplegadas

sobre el desamparo del mundo,

la sangre dispuesta a brillar por otros,

el perfecto amor, la tuerza Pura

de la santidad y del heroísmo.

Algo, sin embargo, he comPrendido:

que hay muchos caminos que desconozco

y que no es tan corta nuestra vida.

t3

Page 7: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

4

QuÉ TnaNeuILANIENTT callan, se pudrenlos hermosos versos de amor, la sangre;no es que yo lo quiera.

Cada segundo

sé que estoy más cerca, me llaman;estoy en la tripa de una serpiente

cada vez más cerca de mi esqueleto.

Y es completamente inútil que llore,que cante pidiendo socorro;

pues todos estamos pobres: vivirnosviendo que tendemos la mano

y la retiramos siempre vacía.

t+

\

5

IJN rínrlrr vasto y sospechoso

cruzamos, inermes, todos los días.

Sentimos primero que los párpados

resbalan sobre un aceite sombrío;

sentimos correr la sangre sonora

callando los ruidos de afuera;

algo llega y dice palabras, cabos

de frases imbéciles, risas cojas.

Y un silencio. Estamos preparados: dormimos.

Tiempos y volúmenes dislocados

nos cercan: existen sin remedio.

Es como la cc¡la de otro mundo

en el que también es posible todo.

Puede una mujer usar una máscara

de mujer, y abrir dulces ojos turbios;

agitar cadenas de yegua

solubles en aire, y desde su nuca

mover una boca tierna y mojada.

r5

Page 8: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

Llegamos a túneles que se estrechan

dolorosamente a la piel; entramos

en alcobas cálidas, que ocultan

la presencia oscura de un enemigo,o subimos largas, interminablesescaleras ávidas, que de prontono son escaleras, y nos dejanrodar al espanto, desde muy alto.

Y viven ]os muertos con una vidaridículamente imitada, y pasan

parodiando gestos que abandorlaron.

Pero aquí también son indudables

la desolación y los deseos,

y la oscuridad que nos atosiga

y el miedo a la muerte y los dolores.

Y sólo un momentr son útilesla oración pueril, el movimiento,

el grito aterrado que nos despierta.

\

6

I)rsnn lo profundo me nacen

ahora palabras diferentes.

Algo que no entiendo, que desconozco,

hunde sus tenaces raíces

en mi coraz6n, y las tuerce en busca

de una paz creíble, de un canto nuevo.

Si yo me negara a todas las cosas

que pasan, lo sé de cierto, podría

sentirme seguro. Pero yo mismo

de mí no dispongo: no soy libre

ni siquiera para morirme solo.

Al pensar en eso grita mi sangre

que no puede ser, que pasó la hora.

Motivos de sobra tengo

para descubrir que estoy desgraciado.

Tengo que pagar por otros, me obligo

a no decir nada que me complazca,

a callar lo que tengo mío

y a sangrar mostrando lo que comparto.

t7

Page 9: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

A veces un verso hermoso temblandoalumbra la hoja en la que escribo;me gusta leerlo.Pero el corazón se me revuelve,me late al instante, dislocado,queriendo olvidar que en ese mo¡nentoha quedado ausente, no ha sufrido.

Y entonces admito que no es justo;que tengo el poder pero no el derechode hacerme teliz yo solo entre tantos.

I

r8

7

I)rsesex tus ojos, abiertos

como si volvieras de un viaje largo;

tal como si hubieras üsto la noche

sobre un mar pudriéndose; despojos

de naufragios; mástilesi arena

lamida de amargas olas tranquilas.

Pero no era el mar ni Ia muerte:

sólo, entre tus manos, el pañuelo

que tú me enseñaste, que más tarde

cubrió tus cabellos lacios;

y mordido, con saliva tuya,

un durazno muerto sobre la mesa.

En torno de ti, cayendo, brillando,

tu aroma de cosa viviente.

Y fue la tristeza. Y era el deseo

por sí mismo más que el amor, y mucho

más que el sueño, y más que las palabras.

t9

Page 10: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

I

Cue crre cha. Bailemos. Fliervan los ruidos.Siga el vacilón. Bailemos diente con diente.

Y el Desharrapado enrosca Ia colay su cacerola mueve, y atizasu lumbre. Bailemos.

Pobres marranos.

Nos dan el compás. Demos el brinco.Ya se está cociendo el arroz. l,a rondade sordos borrachos, de paralíticosy de homosexuales frenéticos.

Una lagartija incubada nace:

rompe el cascarón de un ojo de gatoy empieza a nutrirse con viejas máquinas. {

A oscuras, fomenta el invernadero

sus hongos, sus reyes, sus dictadores,

y sus rotativas y micrófonos

y sus presidentes de república.

20

Ilrillantes ejércitos se apresuran

sordos por el ruido de los tambores,

y muchachos tímidos, sin barbas,

llevan por la calle grandes carteles

escritos en lenguas extranjeras.

La cazuela hierve por todas Partes,

hay que repartir el caldo entre todos:

que no quede un solo perro en su juicio.

Sigamos las voces del Embustero.

Y que todos alcen los necesarios

palillos de dientes. Buena es la vida

con baile, terror y sinfonolas.

Page 11: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

I

LJNa r,r-euARADA de moscas verdes

ha nacido encima de la tierra,encima del agua que bebemos,

ha poblado el aire que respiramos.

Se quiere que el hombre ya no vivade pan, se le cerca siemprede ruidos iguales, de cosas hechas,

se quitan los nombres propios,

se dan emociones preconstruídas

a quienes pretenden emocionarse,

y cuando el dolor se defiende,

cuando la fatiga estalla, se pone

aceite de máquina en las junturas

de los pensamientos y las entrañas.

¿En dónde ha quedado la tristezal

¿En dónde, el amorl ¿Cómo es posibleque se niegue tanto, que se soporteque se niegue tantol ¿Dónde han quedado

Ja violencia, eI alma, la sangrel

22

Si está la verdad en lo que digo

las cosas que digo serán buenas.

Que los que se sienten desesperados

conozcan que estoy pensando con ellos.

FIay moscas por todas partes, hay hombres

en los que morimos sin sentirlo;

entre las costillas de todos

hay un corazín que nos Pertenece,

que sangra en nosotros. Está doliendo.

23

Page 12: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

9

Sr yo digo ((amorrr, quiero, al decirlo,decir algo firme y valedero.Pero sé que miento al decir ((nosotrosr,.

Gramaticalmente, me lo enseñaron

hace mucho tiempo, ,rtlu» y ,ryorr, y no sólo,sino ('é1" y "t:ú" y ,'yo,,, rectamentepodemos llamarnos así: primerapersona, plural: ((nosotrosrr. Es fácil.

Pero yo estoy solo, y estás sola,

y él está, calladamente, solo.

Y esta soledad me dice que escriba.

Me he vuelto ambicioso con Ia pobreza.

Tengo que escribir a voces que estamos, fque ya no es posible dormir, que cada

uno ha de morirse a gritos, cayendo,

para despertar a su vecino.

24

Si yo digo "amor", espero, descanso.

Pero si de pronto alguno, solemne,

me dijera: (t¿Sabes o te consta

que existel", yo sólo contestaría:

'(Lo he leído, pienso, lo imagino;

existió el amor en otro tiempo."

Será sin valor mi testimonio.

25

Page 13: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

IO

Avrenco es perder un amigo,

o desde una esquina en la noche

mirar alejarse a la mujer que nos deja.

Pero se tolera bien, se soporta.

Es horrible, es ávido sin remedio

el terror que asalta de repente

los huesos, congela nuestras entrañas,

cuando nos ocupa el pensamiento

de que han de morir, antes que nosotros,

aquellos que más hemos querido.

Sus gestos, sus dulces ademanes,

Ia ternura suya, se van guardando

en alguna parte en que no hay olvido;tJna yez saldrán, fatalmente,

vueltos ya gemidos mansos, heridas,

angustioso nudo que se desata

y que al desatarse nos anuda:

nos despierta inválidos para siempre

llenos del amor que no dimos.

z6

Cuidadosamente, sin darnos cuenta,

preparamos lágrimas a diario;

las acumulamos, Ias escondemos

en algún aljibe secretísimo,

para cuando llegue la hora del lloroy el crujir de dientes, ante una sorda

presencia, en los bordes de un agujero.

Cómo nos invade la sangre el ansia,

el anticipado remordimiento,

la estéril dtreza de no haber dado

1o que era preciso que diéramos,

y que era tan poco: acaso

un silencio tímido que comprende,

un trozo de pan compartido.

Algo lo bastante grande

para edificar una dicha,

y a la vez tan mínimo, tan desnudo,

que nada permita esperar en cambio.

27

Page 14: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

II

BuBNo fuera, acaso, no haber cambiado;

seguir padeciendo por lo mismo;

hallar un dolor tan belloque me permitiera olvidarme

de que está deshecha mi camisa

y de que me aprietan los zapatos.

Pero cuando quiero cantar por nota,

medir las palabras, endulzarlas,

la voz se me encoge, se me regresa,

y no tengo más que estar cansado.

Es tarde, mi amada se ha puesto fea;

se desvencijaron las hermosas

palabras; lo saben todos:

las necesidades nos ocupan.

Flace mucho tiempo que no quiero

pensar en las cosas que ya no pueden

volver; Ias recuerdo, con todo;me duele sentir que no me importan.

z8

Adiós, Garcilaso de la Vega,

tus claros cristales de sufrimiento.

Yo vine a decir palabras en otro

tiempo, junto a gentes que padecen

desasosegadas por el impulso

de comer, comidas por ia amargura;

débiles guerreros involuntarios

que siguen banderas sin gloria,

que lloran de miedo en las noches,

que se desajustan sin esperanza.

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Page 15: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

I2

Escn¡ror¡os he conocido

con gentes detrás; he visto mesas

con gentes sentadas en torno; circos

repletos de gentes; calles vacías

por las que pasaban gentes iguales.

Y nadie pensaba en dar nada,

no estaba el amor en nadie, ninguno

era muy distinto de su sombra.

¿Qué es lo que se hace, qué está pasando

con el coraz1n de los hombresl

¿Dónde están aquellos, los orgullosos

que llevaban libres como antorchas,

igual que banderas en un incendio,

su pasión, su sangre, su desventural

Cada pesadumbre, cada latido

de su corazón desencadenado,

era un nuevo pijaro en pleno vuelo

que agitaba el aire oscuro de todos.

Algo estaba en ellos que relumbraba:

3o

con terror, ansioso, despertando,

callaba el destino al reconocerlos.

¿Qué espadas disponen, qué dioses claros

descubren, qué campos cultivan, qué palabras

sacan del insomnio de cada nochel

Nosotros estamos hundidos;

piezas de relojes descompuestos

somosi sólo ruedas ineficaces;

marchamos fuera de tiempo, vendemos

lo poco de sangre que nos queda

por una ruciln de papas. El día

se nos va gastando en actos absurdos

que sólo por fuera nos pertenecen.

Y es una fortuna envidiable

la de los que alcanzan ya" la" costumbre

de pasar sufriendo sin sufrimiento.

3l

Page 16: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

r3

EN muv pocos años ha crecido

mi ciudad. Se estira con violencia

rumbo a todos lados; derriba, ocupa,

se acomoda en todos los vacíos,

levanta nT etálicos esqueletos

que, cada vez más, ocultan el aire,

y despierta calles y aparadores,

se llena de largos automóviles sonoros

y de limosneros de todas clases.

Es claro que tiene también escuelas

que enseñan inglés obligatorio,

y universidades en que los jóvenes

se visten de títeres, y platican,

mansamente agónicos y cansados,

de enzones y tacles y fombleos.

Y lentos camiones donde los indiosjuntan el sudor y Ia miseria

de todos los días, se apretujan,

y llegan a barrios que se deshacen

de viejos, y tiemblan y trabajan.

Y también hay bellos nadadores

y ciclistas plácidos,

iglesias, rincones para turistas,

y torres de vidrio y sótanos líquidos

y estufas y mugre y gasolina y asfalto,

y un sol que calienta y acongoja

más de tres millones de almas enfermas.

3)

Page 17: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

r4

Er.¡ n¡Bpro de todo, es admirable7a Íuerza mecánica, obligatoria,que tiene la vida, No hay manerade escaparse. Viene, y a su antojodistribuye brazos y deseos

y se forma ardiendo y sin descanso.

Enciende sus lumbres comenzadas

en la pesadumbre de la sangre,y eI pepenador de basura,

bajo su costal d.e papeles sucios,

piensa en su mujer; y los enfermosde muerte se yerguen, deshilachados,

y rran. a sus noches de amor espesas.

Qué opaca ceguera, qué nubes,qué velos de instinto y de alegríaextiende Ia vida en torno a Ios hombres,para conseguir lo inexplicable.

L.os cuerpos siniestros de los mendigos,

34

los disfraces húmedos de las gentes,

los dulces, pequeños oficinistas

que aman con estómagos vacíos,

o confunden blandarnente en sus besos

su vieja actdez de comida Pobre,

y se reproducen sin esPerarlo.

El pan que se gana con el trabajo

y parl eI trabajo se come;

y los sufrimientos, y las penas

para no morir del todo, y la costumbre.

En todo la hirviente batalla,

el combate haciéndose a borbotones

de placer y miedo y sudor y f:uerza y miseria,

buscando un objeto que no se alaru-a,

35

Page 18: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

r5

Es rnrcurNTE ver en los jardines

grandes mariposas caídas; gruesos

insectos que mueven cada minutolas alas inútiles, derrumbadas.

Y hay meses del año en que las abejas

despiertan, y mueren ferozmente.

El mar abandona muchas cosas:

a diario en las playas los peces

varados, el círculo de los ojosque reflejan aire desde la arena.

Y los animales puros, lejanos,y Io que comemos, y la vida.

Los cuerpos azules de las mujeresque vemos morir en las ventanas.

Y flores monstruosas, intestinos

que pasan torcidos como serpientes;

36

corazones, sapos en agonía

moviéndose en medio de las calles.

Y los consumidos con amargura,

los enfermos.

Claro: no comprendemos;

es mejor no ver, ocultarnos,

meter la cabeza en donde sea,

y pensar que así somos felices.

37

Page 19: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

t6

Ffey oÍes tan áridos, que yo rnismoquisiera callarme, ponerme,sin pensar en nadie, a dormir. euisieraquedarme dormido mucho tiempo.O buscar alguna compañíanecia, emborracharme hasta que nadame importe, alquilar por media horauna desdichada que me abrace,que no me conozca, que me abortezcaporque yo no soy lo que ella quiere.

Me canso de estar hablando solo;me fatiga ya, por conocido,el trabajo absurdo de estar queriendo,tomando y perdiendo las esperanzas;como el buscador de conchas marinas

-juntador de pobres tesoros cóncavos_que al mover 7a arena ya lo sabe:siempre estará rota Ia más hermosa.

I)icen que las cosas en otro tiempo

38

cran diferentes: su belleza

nacía con etrlas, maduraba tranquila;

rrl llegar Ia muerte, les dejaba

su existencia pura de hermosas ruinas.

Iin nosotros nace y caduca todo

sin cumplirse; todo está quebrado;

desde el nacimiento se nos pudre.

Y somos cercados por embriones

de cosas formadas de prisa

que se abandonaron en sus comienzos

pero que allí quedan, abortadas,

cerrando la Luz, enloqueciendo

con su pesadumbre pegajosa.

Como los enfermos en la fiebre

estamos metidos en este nrundo;

deliramos, secos hasta la muerte,

en medio de bocas hostiles,

de hormigas con malos sentimientos.

Y del hormiguero somos también nosotros.

39

Page 20: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

II

Tnncr. Y el furor en los huesos

y el desorden turbio de los harapos.

Habrán de llorar los cocodrilos,se derramará la sal en las puertasy Ia piedra imán por los rincones.

Y la muchedumbre de los lisiadosresbala en las calles, rumbo a las plazas,y brota el sudor de las cañerías.

El Enredador, con su trinche,rasca las costillas, provoca

wa comezín de gruñidos,de risas rabiosas, de carcajadas

que aflojan las vísceras, los dientes.

fSe mezclan chillidos de estudiantescon sueños de niñas estupradas por radio.

trl Bellaco guarda las mejores

4o

barajas, y tira a ganarry gana

y obliga a pagar las apuestas.

Viva la pachanga, rompamos filas,saquemos las uñas, corramos.

También el placer es obligatorioy hay que divertirse como se pueda,

que para eso están velorios y entierros.

Porque sólo existe 1o que tocamos

y hay que disponer de lo que es nuestro.

Compremos billetes de loteríapara presentirnos importantes :

es bueno querer la mugre,pues mientras hay mugre hay esperanza.

41

Page 21: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

t7

QuÉ r'Ácrl sería para esta mosca,

con cinco centímetros de vuelorazonable, hallar la salida.

Pude percibirla hace tiempo,

cuando me distrajo el zumbido

de su vuelo torpe.

Desde aquel momento la miro,y no hace otra cosa que achatarse

los ojos, con todo su peso,

contra el vidrio duro que no comprende.

En vano Ie abrí la ventana

y traté de guiarla con la mano:

no lo sabe, sigue combatiendo

contra el aire inmóvil, intraspasable.

Casi con placer, he sentido

que me voy muriendo; que mis asuntos

no marchan muy bien, pero marchan;

y que al fin y al cabo han de olvidarse.

42

Pero luego quise salir de todo,

salirme de todo, ver, conocerme,

y nada he podido; y he puesto

la frente en el vidrio de mi ventana.

+3

Page 22: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

I8

Ds Nocun, con pasos lentos,

caminando, viendo las ventanas opacas,

por las despobladas calles de alguna

ciudad, en la hora más honda y ciega;

cuando ya ninguno vela, y el aire

pesa con el sueño de las gentes.

Me sorprendo dulcemente, imaginoquiénes, cómo son los que duermen:hombres fatigados, niños pálidos,

mujeres bellísimas cuyos cuerpos,

misteriosamente enternecidos,

flotan como larvas en sus capullos

de sábanas puestas hace tres días.

Siento, raras veces pude sentirlo,que las soledades y los deseos

llegan: buscan dentro de mí, me buscan.

Tras una ventana de éstas podrías

estar, indefensa, durmiendo,

44

tú, para quien fue demasiado simple

la caja de vidrio que te encerraba

cn mi coraz1n de veinte años,

y a quien un tendero anónimo

tomó como criada, tranquilamente,

después de pasar por un }uzgadoy un vestido blanco y una iglesia.

¿Qué claros pilares sueñas de oro,

qué mareas cálidas, en costas

que nunca verás estando despiertal

Duermes, y estás libre, y te sonríes;

olvidas tus pisos lavados, tu cocina,

y los calcetines que aborreces.

Acaso esta misma noche en que pienso,

en este momento, mientras camino

por estos lugares próximos,

estás escuchando en alguna parte

las cosas que no te dije, el silencio

que no comprendiste: me has encontrado.

Y algo que yo tuve olvidado

+5

Page 23: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

mucho tiempo sube por mi tristeza

y va descubriéndose en secreto,

y me Ya ligando a ternuras

ajenas, a oscuros tormentos, a nostalgias.

.t

46

r9

Yo sÉ que se puede morir de hambre;

que no es juego el hambre de las gentes,

y que no es el hambre sólo: que hay muchas

maneras, que todas ellas conducen

a vivir inútilmente, sin nadie.

Hay algo podrido en esto; algo roto.

algo involuntario y suicida

que hasta lo profundo de la sangre

va cayendo oscuro y apresurado.

Se puede pensar en el mar, se puede,

desde tierra adentro, hallar una playa

sin huellas, un día perfecto y puro.

Pero no será verdadero nunca.

Vuelve a ser inútil el pensamiento.

iEntonces con qué, de qué modo

47

Page 24: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

habrá que cambiar las cosasi ¿En

quedaremos libres o tranquilos?

Nos tocó vivir en el mundo,

en el tiempo sucio de la desgracia.

dónde

,l

+8

20

Las cpxrrs que viajan adquieren una

forma fragilísima de belleza.

Por algunas horas se transforman en algo

singular, y viven agudamente;

descubren extraños sentimientos

que no sospechaban que pudieran

tenerse, y caminan como dichosos.

En las estaciones de los trenes,

mientras esperaba, he vividohoras melancólicamente ricas.

He visto partir a las gentes,

y no estaban solas: se sumergían

en su larga noche de viaje,llevando en su sangre 7a purezaque dan las distancias y los adioses;

pobladas de bocas y de miradas,

se purificaban como si fueran

a entrar en un templo o en un combate.

Y he visto regresos y llegadas, abrazos

49

Page 25: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

de amor entre gentes que no se amaban;

pero, sin embargo, el amor lucía

en ellos, brillaba evidente.

Y los que regresan sin que nadie

los espere viven también; trajeronuna soledad más limpia, un tescro

de pueblos hallados, de noches descubiertas

Y cargan sus viejas valijas,y sus bolsas llenas de frutaque es igual a la que comen a diario;pero que ha de darles un sabor de cosas

buenas, de placer incomprable,

al llevarlos, plácidos, al recuerdo

de los vendedores en el camino,

de las casas lúcidas en la sombra lejana.

Y los que regresan y los que parten

se confunden: todos llevan con ellos

una sensación de heroísmo,

una lumbre tenue que se funda

en su corazón, y se derrama

y enciende sus rostros atónitos,

poblados de pérdidas y esperanzas.

5o

I

2f

Y rú, profesora. Llegan contigo

confundidas muchas cosas lejanas.

l)esde tus cuadernos escolares

empiezan caminos increíbles :

principios de aromas, pensamientos truncos;

lugares y gentes se reconcilian,

y hay por ti saludos fuera del tiempo.

Separas las hojas de tus libros

y es como si abrieras un viejo mueble,

y flores difuntas y lazos,

retratos que ya no son de nadie,

dan su olor, reviven familiares olvidos.

Aquellos tesoros inapreciables

que pueden ligar entre sí a las gentes,

que todos ocultan sin saberlo,

tú los llevas claros, los muestras,

los regalas tierna, gozosa

de saber que vives.

5r

Page 26: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

f no te basta

la vida que tienes: si llega el caso

descubres poemas antiguos

para libertarte del tiempo tuyo,y para poder mirar a lo lejosinventas que estás enamorada

de alguno que vive en otra parte,y le escribes cartas, y lo recuerdas,

y viajas a todas horas.

También yo he viajado estando contigo,

señora que das el aire sonriendo,

camarada triste de Ia alegría.

(

52

22

J)rcrn: nunca más. Y ver entonces

(lue nunca ha podido existir nada;

y sentir que un vértigo nos derrumba,

y rodar, caer hasta el fondo

sin hallar un clavo en que agarrarnos.

l,ls dulce decir ((te amo"; decirlo

muchas veces, irlo repitiendo

junto a cada oreja que pensamos

que nos oye; siempre, sin que nos canse.

Cuando llegas tú, se descubre,

sin dejar lugar a dudas, que hay algo,

una solitaria llave de oro

cn un ramo oscuro de viejas llaves,

que abrirá una puerta escondida,

una puerta plácida y secreta

que hace mucho tiempo que busco.

Pero tú no llegas; no entiendes

los nombres que yo te doy al llamarte.

53

Page 27: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

¿Para qué nos sirven las palabras

si no son capaces de nombrar, si no pueden

ser jamás oídasl ¿De qué nos valen

la memoria, el sueño, \a alegría,

cuando no conducen a estar con alguien,

y arden, y se queman, y nos consumen

hasta los rescoldos, las cenizas, el viento?

La mejor belleza que encuentro

en todas las cosas que hacen los hombres

es la que se guarda en los ptreñtes.

No quiero explicarlor. pero es muy simple:

encima de todo lo que transcurre,

sobre incontenibles aguas que arrastran

cadáveres, techos, ramas, espuma,

es posible, es fácil que se encuentren

manos que por siempre se creyeron

separadas, ojos que no miraban

y que ya se miran con otros,

pasos que se cruzan con otros pasos,

y voces y lágrimas y canciones

que se reconocen, que se juntan

y que se saludan como parientes.

5+

23

Sór.o es verdadero lo que hacemos

para compartirnos con los otros,

para construir un sitio habitable

por hornbres.

Entonces, ilustre

es el albañil que pone una piedra

si en lo más profundo siente, al hacerlo,

que es bueno empezar otra casa;

y es tan benemérito San Felipe

de Jesús como ese soldado

que muere por cosas que siente justas,

que le han enseñado que son de todos.

Pero el albañil y el santo han dejado

un techo, una higuera reverdecida,

y el soldado un hombre que se pudre.

Tiene que admitirse: no hay nada

que pueda explicar el asesinato.

55

Page 28: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

Quizi alguna vez, al dejar el sueño,

veremos tranquilos hombres mirándose

unos en los otros. Seres humanos

distintos de máquinas y de bestias.

Serios buscadores de caminos.

Cuando alguien lo quiera sin dudas,

con toda su fuerza, será posible

que, despierto, sienta la moneda

que encontró soñando¡ y eue la conserve

dura y evidente sobre su mano.

56

24

Pene los que llegan a las fiestas

ávidos de tiernas compairías,

y encuentran parejas impenetrables

y hermosas muchachas solas que dan miedo

-pues uno no sabe bailar, y es triste-;

los que se arrinconan con un vaso

de aguardiente oscuro y melancólico,

y odian hasta el fondo su miseria,

la envidia que sientenr los deseos;

para los que saben con amarg-ura

que de la mujer que quieren les queda

nada más que un clavo fijo en la espalda

y algo tenue y acre, como el aroma

que guarda el revés de un guante olvidado;

para los que fueron invitados

üna vez; aquellos que se pusieron

el menos gastado de sus dos trajes

y fueron puntuales; y en ulla puerta)

ya mucho después de entrados todos,

Page 29: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

supieron que no se cumpliríala cita, y volvieron despreciándose;

para los que miran desde afuera,

de noche, las casas iluminadas,y a veces quisieran estar adentro:compartir con alguien mesa y cobijas

o vivir con hijos dichosos;

y luego comprenden que es necesario

hacer otras cosas, y que valemucho más sufrir que ser vencido;

para los que quieren mover el mundocon su corazín solitario,Ios que por las calles se fatigancaminando, claros de pensamientos;

para los que pisan sus fracasos y siguen;para los que sufren a conciencia

porque no serán consolados,

los que no tendrán, los que pueden escucharme;

para los que están armados, escribo.

58

III

AreurlBvtos trajes de etiqueta

paru ditfr^rarnos; es vergonzoso

no tener dinero. FIoy se casan

un chivo contento y una gallina

negra, totalmente virgen.

En la encrucijada de los caminos

se nos dio la cita; eI Expulsado

estará presente, orgulloso

de su buena gente, de su sombrero

y de sus pezuñas de vaca.

I{abri buen lugar para todos,

de modo que nadie pueda quejarse;

no habrá quien se alarme de que un niño,

gientíficamente desencaj ado,

escurra en los muslos de una doncella,

o de que un cantante se suicide,

o de que una loca llore y destruya

su máscara dura de actriz de carPa.

Se trata de estar a gusto,

59

Page 30: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

de lucir los buenos modales

para que el Macaco nos admita,

sabiendo que somos gente decente.

Hay que aprovechar la elegancia,

pues nuestro sudor nos ha costado.

Habri que aplaudir a los novios,

y será correcto que, al descubrirnos

para saludar, de nuestra chistera

salten una mano vendada

y las verdes tripas de un cordero.

6o

25

Pon sI no io he dicho lo digo ahora.

Tengo vna certeza: la de la muerte

que llega vaciándonos con furia;y tengo un recuerdo: el de la escondida

muerte; y una indócil esperaflza:

la de revivir en la carne.

Porque amo mis huesos y mis nervios;

mis brazos que cierran, mi boca

que deja salir; la mansedumbre

sepultada y tibia de mis entrañas,

y el sabor ilustre de las cosas

que viven, y el aire que lo lleva.

Y sudo al pensar que he de morirmepara siempre, y sueño ser yo mismo

otra vez: juntarme, escogerme

yo mismo entre todo,

y recuperarme y entregarme.

6t

Page 31: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

26

FI¿ce muchas noches se preparaba

esta maldición, este aguacero,

esta prolongada noche que truena

contra los tejados enloquecidos

y por todas partes, en todas partes.

Y va siendo cada vez más difícilocultar el miedo; se habla, se piensan

palabras, se quiere reír, reímos

como si la cosa no importara.

Pero nadie escucha, no entiende nadie,

y cada quien sigue como puede

su triste monólogo de idiota.

Afuera, el granizo desfigura

árboles, desviste ramas) t;:oncos

azota escondidos por los cuerpos

de la pobre gente que se amontona

para proteger su desamparo.

Y también están los desesperados

6z

que corren desnudos en la noche

sintiendo el asfalto mojado, presos

en los grandes charcos removidos

por el cielo a chorros que se derrumba,

y que al fin se tienden, se disfrazan

con una risible ropa de muerte.

Y aquellos que tiemblan y disimulan

dentro de sus casas endeb'les, y hacen

como que se sienten bien, de pronto

comprenden que el techo se viene abajo,

y son sepultados mientras quieren

meter la cabeza bajo la cama.

Imposible

hallar un lugar seguro que pueda

guarecer el aire cuando menos.

Y por otra parte, qué absurdo

es querer que todo por sí mismo

se resuelva y pase, sin que nadie

tenga que meter las manos en contra.

63

Page 32: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

27

SrnrtpnB ha sido mérito del poeta

comprender las cosas; sacar las cosas,

como por milagro, de la impuracorriente en que pasan confundidas,y hacerlas insignes, irrebatiblesfrente a la ceguera de los que miran.

Por ejemplo: todos nos sentimosmordidos por algo, desgastados

por innumerables bocas sin fondo;algo sin sentido que nos deshace.

Preguntamos. Nadie responde.

Pero hay alguien: saca Ia cara negrasobre la corriente de su ríode renglones cortos,

respira y nos dice: ((¿Qué es nuestra vidamás que un breve díalrt, y entonces,

tocados de golpe, comprendemos:

sabemos que somos heno, verdurasde las eras, agua para la muerte.

64

Y no sólo el tiempo: Ios poetas

nos han enseñado la amargura,

el placer, el gozo de estar libres,

y el viento y las noches y la esperanza.

¿Qué hago, qué digo, qué estoy haciendol

Es preciso hablar, es necesario

decir 1o que sé, desvergonzarme

y abrir mis papeles chamuscados

en medio de tantas fiestas y gritos.

Y prestar mis ojos, imponerlos

detrás de las máscaras alegres

para que permitan y compadezcan,

y miren y quieran, y descubran

que estamos desnudos, que no tenemos.

65

Page 33: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

2g

CoN uN gerrnen casi de alegría

he podido ver las cosas. La sangre

se levanta, sale como un perro

del rincón oscuro en que dormitaba.

Y me intranquiliza ver que estoy solo.

No me queda nada; sólo nombres

viejos, nuevos nombres amados

que se mezclan suavemente; confundo

el sabor de todos sobre mi lengua.

Es como al principio de mayo

cuando nos trabaja el tiempo, y el aire

y los besos saben a sal y a leche;

o como en las playas, cuando arriban

el viento y la espuma, traspasados

de un gusto de ropas de mr.rjer satisfecha.

FIay cosas que sé sin conocer-las;

presencias que siento mías

aunque hayan quedado lejos por siempre.

66

Puedo hablar y puedo decirlo: algunas

veces las ventanas tienden las hojas

y vuelan: son pájaros. Y acontece

que baja de todas Partes el cielo

rumbo al coraz6n, con la dulzutu

de una enfermedad sin importancia.

67

Page 34: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

29

Mr esornrÉ otra vez a la ventana

a ver si tocabas en mi puerta.

No era nadie. Todos los vecinos

saben que te estoy esperando.

Me divierten cosas que me cansan:

oír el silbato del cartero

que se acerca, espiarlo, contar las cartas

que reciben todos los que conozco,

y saber que nadie en este día

se acordó de mí para escribirme.

O llegar después del trabajo,

cuando tengo ganas de no estar solo,

y hacer la pregunta diaria:tt

¿ M" llegaron cartasi "

Y sé que nunca

habrá de escribirme nadie,

porque tú no sabes en donde vivo.

También pienso a veces que estás de viaje,

68

que regresarás cualquier día.

Pero no estaré cuando vuelvas.

A mí me ha tocado no estar contigo;

no tengo miradas para encontrarte

ni hay cosa en que pueda reconocerte.

69

Page 35: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

3o

A u¡r¿,o del frío de febrero,

con una esperanza de viento cálido,

me alcanzí un primer anuncio, un fantasma

de la primavera concupiscente.

Ya de nuevo todas las cosas

habrán de empezar a buscarse

unas a las otras. Vendrán las noches

breves, ios latidos bajo la tierra,y los vegetales brazos, y el agua.

Y también nosotros abriremos

esta soledad, porque nos duele,

y perseguiremos nuestra ventura

a golpes de ciegos enfurecidos.

Qué triste resulta que no sepamos,

solos entre todo, la paLabra

capaz de acercar lo que no tenemos.

Es cierto: sin duda se proےresa:

7o

apenas se está empezando¡ Y se pueden

armar infiernitos que en una sola

llama precipiten al otro mundo

cuatrocientos rnil infelices;

encender lucientes, perfectas máquinas,

o quitar mejor las enfermedades.

¿Pero en dónde está lo que se ha ganado

para estar tranquilos, para vernos,

para conseguir nuestra compañíal

Incompletos somos, mutilados horribles

que nos deshacemos buscando a tientas,

en otros, los miembros que hemos perdido.

En espejos rotos nos reflejamos,

en mustias imágenes fragmentadas,

y por las rendijas del reflejoescurre, se pierde *ágicamente

nuestra vida más preciosa y despierta.

Y es para sentarse a llorar de envidia

ver que en torno nuestro las piedras,

la tierrar las plantas, los animales,

armoniosamente se consuman,

7t

Page 36: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

se juntan tranquilamente, relucen

de tan firmes, cantatl de tan seguros,

mientras nos quebramos nosotros.

a,73

3r

ENrnr sordas piedras herrumbrosas,

gargantas y dientes y nudos, y altos

círculos de pájaros y de viento.

Donde el mar, gimiendo, llega turbioa colgar de hilachos viejos, de espuma,

de cosas abiertas, despedazadas:

de caparazones de cangrejos

que a pausas se rompen y se vacían,

de peces que lentamente se pudren.

En donde un olor confuso y tibiose mece en el aire espeso, descansa,

y sube de nuevo y flota y revive,

vine a recordarte. Y de tus ojos

algo que no tuve llegó a mis ojos.

Page 37: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

32

Sr ¿r-currN se olvidara de todo

lo que Ie enseñaron, y decidiera

despreciar las cosas por las que vivey sentarse, mucho tiempo, en el quicio

de una puerta ajena, desconocida,

sólo para ver pasar a las gentes,

es casi seguro que encontraría

un terror anónimo en su sangre,

una soledad que no imaginaba.

En la madurez de Ia primavera

las dulces muchachas, despreocupadas,

sacan a la calle sus deseos

vestidos con ropzls ligeras. Se ven los

húmedos, el pliegue bajo los brazos;

al sol y la sombra se transparentan

piernas asombrosamente desnudas.

Eso pueden verlo todos los ojos.

Pero pocos son los que han visto

lo que se trasluce en el paso

7+

hombros

normal de las gentes; lo que habita

más allá de faldas y pantalones,

y que esculpe en todos la ineficacia completa

de un mono demente, de un suicida,

de un ratón con piojos que se rasca.

Nadie está conforme con nadie; todos

se apagan en medio de su fracaso;

encuentran que nada tiene sentido;

soportan, mecánica, una vida

que en ninguna forma les corresponde.

Un adolescente ha caminado

con su novia pálida, en el silencio

de un jardín a solas bajo la tarde;la lnbrá acariciado en secreto, con ganas

de llorar; Ie habrá dicho versos aprendidos

del Declamador sin Maestro; Ia habrá llevado,

después, a la puerta de su casa.

Y ahora se mete en el cuarto

de un hotel, y mira sus zapatos puestos,

la cama usadísima, la barriga

de la ramerilla que lo acompaña,

y siente que es pobre en su verguenza,

en su miedo, a solas en todas partes.

I5

Page 38: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

33

Es colvro esperar en algún sitio:

un café, digamos, por ejemplo:

hay gentes y sillas, y una ventana

por la que se puede mirar un árboI.

Y se piensa poco, y se acostumbran

los ojos a estar en la puerta

por la que ha de entrar aquella que a todo

prestará sentido. Cuando llegue,

todo lo que está yaciendo ahgra

será necesario; en torno suyo

relumbrará simple, tranquilo:

vivirán las tazas vacías, las tristes

cucharas, el aire que se respira;

naceri una tierna amistad -un juego

de miradas cómplices, de sonrisas a medias-entre las parejas desconocidas

y nosotros. Todo estará de acuerdo.

Y entonces nos llega la,certidumbre

de que no vendrá. Y pensamos,

76

mirando el reloj cada tres segundos,

en otros lugares, en las palabras

que en ese momento se están diciendo

y que no sabremos nunca, y un golpe

de tristeza súbita, de impaciencia,

desordena el mundo, lo desencaja.

No hay nada en su sitio ya; cada cosa

ocupa un lugar que no es el suyo;

nadie se conoce, se aborrecen

entre sí los torpes objetos; Yagan

al acaso, huyéndose, destrozándose:

lo vemos; seguimos en la miseria,

y necesitamos que nos ayuden.

Inútil parece, a veces,

fundar la esperanza, querer que muera

el dolor, qlre nazca el pan, que podamos

salir de esta ausencia que nos desarma,

sólo por la tuerza y el arte

de una cancioncilla que escribimos,

mientras esperamos lo que no llega.

77

Page 39: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

IV

Qur vrNcau la aguja y la seda

para remendar la boca de un sapo:

sonó la camplna del banquete,

es hora de trampas: del juego sucio.

Se destapa un ojo la justicia

para ver los platos de labalanza,y poder tomar lo que le convenga.

Quémese el petate, y se revuelva

con saliva, gozo y piloncillo:camino del rastro, con magnavoces,

lleva el Chapucero sus animales

plagados de gritos epilépticos.

Cada quien agarre lo suyo

antes de que alguno se lo gane;

éste es el momento de ver las llagas,

de enseñar los labios hendidos

hasta el paladar, de abrir los candados

y soltar los puercos de pelea.

78

Es el remolino de armadas bocas

que gritan con piedras y con garrotes.

Caballos podridos galopan

Ilevando los huesos al aire, hiriendo

insepultos cuerpos, casi líquidos,

de oscuras mujeres enrebozadas.

Despierten las glándulas.

Es la hora

de los enernigos con máscara,

del pan renrojado en la Ponzoíra,

de sentir que todo está Permitido,de hartarse de todo. Están esperando,

ya, las prostitutas de sobremesa.

79

Page 40: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

3+

Lr-rce fácilmente el dolor; atiende

el primer llamado que le hacemos.

Para que el dolor nos toque, es bastante

con dejar caer las marlos,

y pensar en algo y querer tenerlo.

Y con qué dureza nos aprieta

después el dolor, con su mano sorda;

nos dobla los hombros, nos empuja

siempre más adentro de donde estamos,

y ya Lo es posible escapar, y nada

nos queda sino aguantar en silencio.

-Tal vez éste fuera el momento

de nombrar a Dios en este poema.

Pero les confieso sinceramente

que hasta el nombre solo me atemoriza-

Y también sabemos hacer -a veces

8o

sin querer hacerlo- el sufrimiento

de los otros.

Siempre los que nos aman

se dejan inermes en nuestras manos;

nos dan el poder monstruoso

de usar de sus cosas como nos plazcal

de hacer su dolor, de formarlocon una palabra callada, con un gesto.

Y lo hacemos, no porque nos faltencaridad o ganas de ser buenos,

sino por pereza o por miedo, acaso

por remordimientos o vergüenza y olvido.

Como cuando duerme un niño, y no quiere

despertar, y grita lastimando

la voz que lo viene a llevar al día;o como la mansa bestezuela

que, por puro espanto, se revuelve

y muerde y desgarra la mano que procura

sacarla del agua en que se ahoga;

o como el soberbio, que no recibe

lo que se le da, porque piensa

Page 41: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

amada- y rcchaza su propia vida,y al herirse hiere a quien lo busca.

Porque no podemos todavía

dar o recibir sin hacer daño;

nos falta humildad y trabajo; fuerzapara no negar que somos débiles.

8z

35

Es ru yano amar con la voz, dejarlacorrer, que se extienda: no le importaa nadie.

Si yo pudiera decirlo.

Si pudiera abrir un espejo enfrentede todos los ojos, si yo mismo

consiguiera ser el espéjo, entonces

tal vez se me fuera esta miseria

de salir sobrando, de no servirme.

Yo pienso que todos buscamos;

que al pasar las calles, en los cines,

detrás del secreto de cada esquina,

pretendemos rostros conocidos.

Tal vez uno solo que nos vieracon obstinación, y en silencio

nos dijera: (tTú eres." Qué descansada

vida, qué esperanza de entregarnos,

de irnos compartiendo

nuestro purgatorio de bolsillo.

83

Page 42: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

Pero no encontramos nunca; no vemosmás que la existencia inexplicablecomo una mendiga embaruzada.

84

'36

SrrNro. No es problema de inteligencia.Tengo el simple orgullo de haber sidosiempre un amador de las mujeres.Vivas, existentes, imaginadas,muertas: incansablemente bellas.

Y recibí siempre Io que he dado;es decir, un resto de amargura,un sabor de pérdida, de costumbredesesperanzada.

Y siempre acabé por sentirmeenfermo, sonámbulo, encarceladodentro de mi casa boquimuerta.

En mis tiempos, era de los niñosun juego inocente y sabio; cantaban:t(A la rueda, rueda de San Miguel,todos traen su caja de miel.r, Traemos.

85

Page 43: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

37

Topas las mañanas, cada día

antes de salir, al rasurarnos,

al enderezarnos la corbata,

al poner el saco sobre los hombros,

al atar las cintas de los zapatos,

nuestras manos hacen 7a tarea,

de igual modo inútil, que otras manos

han de hacer alguna vez por nosotros.

Es una costumbre admitida

la de acicalar a los muertos;

ponerles a Íuerza su mejor ffaje,sus zapatos nuevos, su camisa planchada,

como procurando que en la tierra

los halien decentes los gusanos.

Tal vez el más cruel de los trabajos,

entre tantas cosas desesperadas,

es el de vestir un muerto querido

como disponiéndolo a la fiesta

más solemne, al acto más complicado,

86

o para guardar la memoriade una gente buena y en orden,que hasta cuando ya no lo sabía

estaba correctamen te arteglada,bajo la penumbra de las velas

y Ia aprobación de las visitas.

87

Page 44: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

38

¿CuÁl es la mujer que recordamos

al mirar los pechos de la vecina

de camión; a quién espera el hueco

lugar que está al lado nuestro, en el cinel

¿A quién pertenece el oído

que oirá la palabra más escondida

que somos, de quién es 7a cabeza

que a nuestro costado nace entre sueñosl

Hay veces que ya no puedo con tanta

tdsteza, y entonces te recuerdo.

Pero no eres tú. Nacieron cansados

nuestro largo amor y nuestros breves

amoresi los cuatro besos y las cuatro

citas que tuvimos. Estamos tristes.

Juntos inventamos un concierto

para desventura y orquesta, y fuimos

a escucharlo serios, solemnes,

y nada entendimos. Estamos solos.

nunca sabrás, estoy cierto,Tú

88

que escribí estos versos para ti sola;pero en ti pensé al hacerlos. Son tuyos.

Ustedes perdonen. Por un momentoolvidé con quién estaba hablando.Y no sentí el golpe de mi yentana

al cerrarse. Estaba en otra parte.

89

Page 45: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

39

Tet ynz permaneces en el espejo

que te ha reflejado, y en el vestido

que te quitas, húmedo como flores

que se consumen.

Y algo tuyo dejas en lo que tocas,

temblando en el aire en que te has movido;

en todas las cosas que miras, algo

pierden tus ojos.

Y en este dolor, y en este deseo,

y en esta amargura, y en la nostalgia

que se obstina. Y siento, de pronto, a solas,

que no te has ido.

+o

Los oírs de fiesta se descansa;

no hay nada que hacer; se cierran

las tiendas; se encuentran los amigos, los novios.

Salen de paseo los que pueden,

y todos procuran alguna cosa

que llene las horas desocupadas.

Y aparece entonces evidente

como nunca, rígida como nunca,

la desolación del que está solo.

En silencio, manso, entre las casas,

cruzando las calles vacías,

busca, como perro sin dueño,

algo conocido, una palabra

de saludo, un gesto que lo proteja.

Y'llora de sed y de fatiga.

Y acaba encerrándose de nuevo,

escuchando música, dibujando,

leyendo novelas de aventuras,

9o 9t

Page 46: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

poemas de tonos melancólicos,

o quizá escribiendo las cosas

que mejor le duelen, para dejarlasde recuerdo a alguno que no conoce.

92

v

L¿ rrrrprnATURA, a la sombra,

es de cuatrocientos sobre cero.

Bajo un cielo blanco tienden los árboles

deslucidas hojas de ceniza.

Aquí está la luz: nos Ia presta

Ia mano de cera de un ahorcado.

Avientan la ropa los esqueletos

secos de calor, impúdicos;

y las calaveras abren Ia boca,

para no morir de asfixia

en las oficinas de los bancos.

El Perjuro brinca de gusto;

infla los cachetes y sopla

sobre su montón de basura ardiendo

y animales gordos evaporados.

Ya eI mar es de sal, el viento

muerto, y queda un puño de tierraflotando en eI fondo de los tinacos.

Page 47: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

Quiere hablar la lengua reseca

y asoma la punta entre los colmillos.

Que nadie se acuerde de que existen

la sed, los cochinos consumiéndose;

vamos a tirarnos en la barranca

antes que suceda cualquier cosa

que nos dé la fuerua de arrepentirnos.

Lo mandó el Caudillo desde el horno

usando la voz de las histéricas.

Cha cha cha. Que hierva el ruido, bailemos.

Siga el vacilón. Somos libres.

Negra al que no quiera salir aullando.

9+

4r

No rs una desgracia abrir los ojos

ni tener despiertos los deseos

y estar triste y solo y pensando.

Y no ser de aquellos que consiguieron

su placer a ciegas para cegarse;

su televisión después del cine,

sus bailes, su ruido, sus limonadas:

pero que a Ia medianoche se sientan,

pesados de sueño, densos, bestiales,

y gritan y luchan sobresaltados

para desterrar su pesadilla.

Bienaventurados los que padecen

la nostalgia, el miedo de estar a solas,

la necesidad del amor; los hornbres,

las mujeres tiernas de ojos amargos;

los que en su comidahan recibido

Io gordo del caldo del sufrimiento.

Porque de ellos es Ia desesperanza,

95

Page 48: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

el insomnio, el llanto seco, las rejas

de todas las cárceles, eI hambre,

y \a fuerza líÁca y el impulso

para desquiciar la desventura.

96

42

Drspr 7a tristezaque se desploma,

desde mi dolor que me cansa,

desde mi oficina, desde mi cuarto revuelto,

desde mis cobijas de hombre solo,

desde este papel, tiendo la mano.

Ya no puedo ser solamente

el que dice adiós, el que vivede separaciones tan desnudas

que ya ni siquiera 7a esperanza

dejan de un regresoi el que en un librodesviste y aprende y enseña

la misma pobreza, hoja por hoja.

Estoy escribiendo para que todos

puedan conocer mi domicilio,

por si alguno quiere contestarme.

Escribo mi carta para decirles

que esto es lo que pasa: estamos enfermos

del tiempo, del aire mismo,

97

Page 49: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

de la pesadumbre que respiramos,

de la soledad que se nos impone.

Yo sólo pretendo hablar con alguien,

decir y escuchar. No es gran cosa.

Con gentes distintas en apariencia

camino, trabajo todos los días;

y no me saludo con nadie: temo.

Entiendo que no debe ser, que acaso

hay quien, sin saberlo, me necesita.

Yo Io necesito también. Ahora

lo digo en voz alta, simplemente.

Escribí al principio: tiendo la mano.

Espero que alguno 1o comprenda.

98

fNpICE

t. A¡í he recordad.o de ¡ueño _brlzor_

z. Catninot, esguinat, encrucijadas

3. Cuanlo todo e¡tá perlido, caamdo

+. 9aé tranguilarnert¿ callon

5, (Jn límite ?a¡to ! sotpcchoto

6. De¡de lo profund.o nte nace?,

7. Pesaban tus oios, abierto¡

I. Ch¿ cha cha. Bai.lentos. Hieroan lo¡ ruido¡

8. (Jna llantorada de mo¡cat verde¡ .

g. 8i yo digo "ornor", guiero, al deciilo

to. Anua'go et pcrder un amigo

tl. Bacno fuera, acato, no habcr corubiado

tz. E¡critorios he conocido

t3. En n u! ?ocos años ha erecido

t4. En mcdio d¿ tado, et admirablc

t6. Hay día¡ taa áridos, que 1o minto

n. Y cllurer de los hue¡o¡.. i...rZ. Qué fácil tería ?drd erta morcd

9

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38

4o

42

99

Page 50: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

t8. De noche, con 4ans lentot

tg. Yo sé que se quede morir de hatnbre

zo. La¡ genter gae oiaion adguieren urua

2r. Y tri, profetora. Llegan contigo

zz. Decir: nunca más. Y ver enlo"ncét . . . .

23. Sólo es oerdadero lo gue hacentor . . . .

z+. Para los gue llagan a las fiestat

Íll. Alguilemos trajes dc et'igueta

25. Por sá no lo lte dicho lo d.igo ahora

26. Hace muchas noche¡ ¡e ?ré?a{aba

27. Sientprc ha sido mérito del ?oeta .

28. Con ar, gern en ca¡i de alegrío

44

+7

+9

5r

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38. ¿Cuál et la rnujer que recordtmo¡...? ........ . 88

39. Tal sez, ?eroramece¡ an el espeio . . ... . .. 90

+o. Los días de lietta se d.escan¡a . . . . . . 9r

Y. La len?eralurd, a la ¡ombra ...... 93

4r. No es una detgracia abrir lot ojos ........ gs

42. Desde l¿ lrirtcz,a gue rc let2lorna ... ..... 97

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Me a¡omé otra ttez, d la genlona

A mirad del lrío dc febrero

Dntrc sorda¡ piedrat kerntmbro¡a¡

Si alguien ¡e oloidara d¿ todo

Es como er?el'ar en algún. ñtio

Que vengan la aguia y la eda

Llega fáciltnente cl dolor; atiende

Es en gdno atnar con la voz, daiarla t. . . . .

Sienn. No et problema de inteligencia ..........

Toda¡ la¡ mañanat, cada día

Page 51: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

Este libro se terminó de imprimir y encuader-nar en el mes de agosto de 2006 en Impreso-ra y Encuadernadora Progreso, S. A. dé C. V.(nrse), Calz. de San Lorenzo, 244; 0gg3}

México, D. F. Se tiraron 1 000 ejemplares.

Page 52: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

(Jn descenso al alma: Los demonios y los días

LO SOCIAL Y EL NOSOTROS: Hay en Los demonios

y los días (rSS6) un cambio definitivo. Intervino mucho

en é1 mi amistad con Manuel Scorza. Él pensaba que

se debía hacer poesía social y escribía poemas denun-

ciando las miseras y las injusticias de América Latina.

Era, por entonces, un ser fundamentalmente po-

lítico. Me convenció la idea, pero como sólo he visto a

la política como testigo traté de encontrar el sentido

social de la poesía por otra vertiente. Hablé de la mi-

seria y la iniusticia pero de una manera más próxima

y más simple: un aguacero cayendo sobre gente sin

ropa o sin paraguas, por ejemplo, podía ilustrar rncjor

esa situación que el denuesto contra un tiranuelo cen-

troamericano.

Ya se habla aquí de un nosotros y la desver¡¡üenza

se disimula. Mi desolación no es sólo mía sino de los

otros. En muchos sentidos, el colmo de la desvergüen-

za, 1o que acaso no está bien, es El manto y la corona

(rSS8). A1lí, la forma misma es desvergonzada: com-

binaciones normales de siete. nueve y once sílabas: lo

que se dice en ellas manifresta una falta absoluta de

205

Page 53: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

pudor, porque en último término, ¿cómo conrar queuno está enamorado, triste, alegre, que se reconcilia,que nada tiene remedio, que no hay mayor humi-llación que ser abandonadol Equivaldría esro a es_

cribir un poema conrando los síntomas de la propiagripe y el propio cáncer, sin pensar si los orros no se

van a sentir asqueados por semejantes deficiencias.

LO COTIDIANO y r_A CIUDAD, En Lcts demonios ylos días quise expresar el sentido de la vida coridianay de encontrar, en cierta forma, el sentido heroico de

la vida cornún. La expresión es en apariencia más

directa pero en realidad se procuró dibujar en dos pla_

nos: uno, el de lo que es directamente un individuo, yel otro, donde lo directo se convierte en general; en

suma, se trata de una realidad particular que designasimultáneamente una situación general compartida.Esto es precisamente lo que tal vez puede hacer la

poesía social.

Soy un hombre de crudad desde que rengo me_

moria. Me gusta y la amo totalmente con su mugrey su riqueza: las fondas y las cantinas, las encruci_

jadas y el olor de las pescaderías, las oficinas, el rui-

do de los coches y la asfixia constante' Creo que casi

en todo 1o que he escrito se siente, a Partir de este

libro, la presencia de la ciudad' Y no entiendo de otras

cosas. Así y todo, he tenido deslices' Por ejemplo'

alguna vez nombré un roble en un poema, y conocí

los robles hasta que fui con usterl a la Universidad

de Yale en r98r. Pero si hablo de una esquina, de un

cine o de un borracho a media calle, estoy hablando

de lo que soy.

LA MAGIA: Aparece aquí, por vez primera' la magia'

cuya presencia se continuará en Fwego de pobres' Pero

aquí está entendida más bien como algo dañino, como

"brujería". Los poemas que están marcados con nú-

meros romanos son aquellos que hacen alusiones

concretas a esto: la gallina negra, la boca de sapo cosi-

da, las virtudes de la piedra imhn y de la sal' E'sto de

la magia, el esoterismo, el ocultismo o como usted 1o

quiera llamar, cobraría despues presencia fundamen-

tal en otro libro, y es, creo poder decirlo, el espinazo

de La fama en el esPejo.

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Page 54: Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días

En Fuego de pobres ya no se toma la magia comobrujería, sino como principio cle razón. Es la magiaconsiderada como aquello que se hace con la razón,vista como un modo de intentar el gobierno del mun-do. La poesía es un vehículo de conocimiento haciaafuera y hacia adentro del hombre. La norma cleApolo: "conócete a ti mismo", tiene como consecuen_cia o condición la otra: .,Conoce

el mundo,,.

EL CANTO y LA GRACTA: Creo que el canto y lagracia llegan a significar lo mismo, porque ia gracia esIa faculrad de comu

de la palabra profundamente por meclio

pABLo NERUDA y cÉsAR VALLEjo: Hay dos huellasimportantes en Los demc¡nios y los días: Neruda yVallejo. De Neruda, el sentido apasionado de las co_sas diarias, y de vailejo el aparente desorcren verbal,donde las palabras funcionan más allá cJe ia lógica ypor las cuales se atribrlo que es comprera",:'i,: ::iT:::":::T':*":;doble y riple sentido.