Rubén Darío Rúa lleva su casa sobre dos ruedas

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  • 8/16/2019 Rubén Darío Rúa lleva su casa sobre dos ruedas

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    2ArequipaDomingo 22 demayo de2016 LA NOTA DESTACADA

     ¤ JorgeMalpartida Tabuchi

     [email protected]

    Cercado. En la bicicleta con

    la que recorre Lanoaméri-ca, Rubén Darío Rúa guarda

    un recuerdo de la tragediaque lo conviró en un nóma-de hace más de treinta años.Se trata de una grabaciónen DVD sobre la erupcióndel volcán Nevado del Ruizque sepultó a la poblacióncolombiana de Armero lanoche del 13 de noviembrede 1985. En esa tragediamurieron más de 20 mil per-sonas, entre ellas los padres,hermanos y abuelos de Ru-bén Darío. El lodo, mezcladocon cenizas y rocas, sepultóbarrios enteros e hizo co-lapsar carreteras, puentes yedicios que aplastaron a ni-ños, adultos y ancianos. Lasescenas del desastre brotan

    de la pantalla del reproduc-

    tor portál que el sobrevi-viente guarda en un envase

    de plásco, al interior de suvehículo.

    Mientras adelanta el videodocumental, Rubén Darío

     – 52 años, gorra café, bi-gote y barba en forma decandado y zapallas gas-tadas– recuerda que él sesalvó esa noche porque fue

    evacuado al cementerio delpueblo, el cual, milagrosa-mente, resisó la avalancha.

    Rubén Darío Rúa lleva su casasobre dos ruedas

    EN 1985 ESTE

    COLOMBIANOPERDIÓ A SUFAMILIA EN UNAERUPCIÓN Y CO-MENZÓ A RECORRERDECENAS DE PAÍSESEN BICICLETA.¿VIAJAR POR ELMUNDO ES LA FOR-MA DE REENCON-TRAR TU HOGAR?

     ¤ An es de abril, el viajero Rubén Darío Rúa, damnicado de la tragedia de Armero en Colombia, llegó a la ciudad de Arequipa. Mientras prepa ra su viaje hacia Lima, labora en las calles del Cercado de Arequip

     ¤ Rubén Darío escribe sus memorias a mano, con un plumón negro.

     ¤ Dentro de su vehículo de dos ruedas este sobreviviente de 52 años lleva todos los implementos de su casa: ropa, televiso r, cables,

    “Al otro día, cuando regresé

    a mi casa, no encontré anadie vivo”, dice. De losescombros de su casa sólopudo recuperar la bicicletade erro de su abuelo ma-

    terno. Sobre este armatostecon dos ruedas, marca Rally,montó su casa y se echó aandar en busca de un hogar.Primero, llegó a Bogotá, la

    capital de su país, en don-de vivió un empo debajode un puente. Pero el joven

    huérfano no se acostumbró

    a la soledad de la urbe y em -prendió de nuevo un viajeque hasta ahora no termina.En más de tres décadascomo vagabundo, RubénDarío Rúa, el andariego delmundo– como se ha autode -nominado– ha recorrido mi-

    les de kilómetros a lo largodel connente. En la parteposterior de su bicicleta e-ne incrustadas banderas de

    los países que ha visitado:Venezuela, Ecuador, Bolivia,Chile, Argenna, Paraguay,Uruguay y Brasil. Tambiéndice que ha pasado por Mé-xico, Honduras, Costa Rica,Guatemala y El Salvador. A

    Perú entró de nuevo haceun par de meses y a la ciu-dad de Arequipa, luego depasar por Cusco y Puno, lle -

    gó a fnes de abril.

    Durante estos días de pa-

    seo, se ha puesto a lustrarzapatos en las calles delcentro para ganarse unossoles y pagar su comida. Aveces se instala en la ave -nida Goyeneche, otros días

    Dentro de las ciudades,

    Rubén Darío Rúa no ma-

    neja su bicicleta porque

    dice que puede ser peli-

    groso debido al gran peso

    de su vehículo.

    Dato

    está en la calle Mercaderes.

    Esta mañana está trabajan-do en el paradero de buses,

    al nal de la calle La Mer -

    ced, al lado del I nstuto delSur. Cuando aende a uncliente, Rubén Darío dejasu bicicleta en una esquinasin temor a que se la roben.

    Con tantas cosas adentro,su casa rodante pesa porlo menos 250 kilos. Tieneradio, televisor, parlantesestufas, lámpara y una ba-tería de carro para hacerfuncionar sus aparatos eléc-tricos. También carga cables,llantas de repuesto, tanquescon agua, tetera, espátulasde metal, una cocina y hastaun hacha para cortar made-ra.

    A lo largo de su travesía, elandariego se ha puesto aescribir sus memorias conlas que espera hacerse ricoalgún día. En esas páginasescritas con plumón negrodescribe sus penurias como

    viajero: “Andar no es paracualquiera porque he pasa-do hambre, he pasado tras-

    nocho, he pasado lluvias. Aveces no encuentro agua,no encuentro casa. Paso pordesiertos de más de 200 kmdía y noche”.Pero para un hombre que hasobrevivido una catástrofenatural, la falta de comiday abrigo no son una preo -

    cupación. Al nal, siemprehay alguien que se solidari-za con él y le regala lo quenecesite. Por ejemplo, du-

    rante su estancia en Arequi-

    pa acampa en una playa deestacionamiento de la calleÁlvarez Thomas. En cambio,para este viajero que buscasu hogar en todas partes, laprincipal angusa es no po -

    der cruzar las fronteras porfalta de documentación. “Esdicil entrar a los países por -que no cargo pasaporte, aveces pago cárcel por entrarsin permiso”, cuenta en un

    fragmento de sus memorias.

    Hace 14 años encarcelarona Rubén Darío en los Es-tados Unidos por ingresarilegalmente. Solo pudo re-correr cuatro pueblos del

    sur (no recuerda cuáles) en

    su bicicleta antes de que lodeportaran a México. Aho-ra quiere volver a metersea la potencia del Norte. Poreso solo se quedará unas

    semanas más en Arequipa

    y de ahí parrá hacia Lima.Después pedaleará hasta elEcuador y luego planea cru-

    zar el canal de Panamá enun bote. Cuando pise erra

    retomará su cam

    do a lo que pueEl andariego dice

    rá viajando hastra porque en cas

    nadie esperándo