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Ruse - Sociobiología

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Colección TeoremaMichael 'Ruse

Sociobiología

SEGUNDA EDIC]ON

CATEDRATI:( )R I:MA

\ / ¡'l'.|

: ,t / / -/I,,r1., originrl de 1a obra: .So4obiobg,-; Sense orNonsense?

L "' I f'raducción de A Martín Santos

Revisada por l\'lanuel (iarrido

O 1980 D. Reidel Publishing Compan-v Dordrechr' t{oliancl

Ediciones Cátedra, S A, 1989

Josefa Valcárcel' 27. 28027 l\{¿dricl

DePósito legal: N{' 2c)769 198')

lsBN 84 J16'0421')Pnnt<J in 5¡tin

Impre*o cn Anzo.. S. A - Fuenlahrrd¡ r]\1¿dridr

fndice

llr<;or.¡ocrumNTos ... ... lJ

I¡¡rnonuccróN

lru¡lDni.tsNros DE BroI-ocÍA

17

2.1 .

2.2.2.).2.4.2.5.26.2.7.

La sociobiología como biologíaPrincipios de genéticaGenética de poblaciones ..La selección'.oro pr.r.ruudor^El nivel de selección

del status quo ...

[a teoría evo

242629)234l8La tmría de la evolución

La sociobiolcgío .orno .inu porr. ¿.Iucionista

1.5. Sexo y selección sexualt 6. Inversión paterna1.7. Estrategias reproductoras de las hembras ... ...3.8. Paternidad1.9. Alt¡uismo1.10. Selección Íamiliar1.11. Manipulación paterna1.12. Alruismo recíproco

4t

l,r socrosror.ocÍr or r.os ANrMÁr.Es

7.1 . Agresión: el punto de vista etológico1.2. ¿Qué representa realmente la agresión animal? ...1.J. Esffategias evolutivas estables1.4. Validez y limitaciones del enfoque de teoría de

juegos ... ...

45475l

545759646871727779

LÁ socIOBIC)l.o(lIA H UMANA

"+.1. Agresión1.2. Sexo ..

43. Paternidad'1.1. Selección familiar1.5. ManiPulación Paterna1.6, Altrrrismo recíProcoi; iin nt"d.l,' gcircral prrr el altruisnr"

(,nír'rr:,qs N() RMA'l'IvAs

5 l. La sociobicrlogía tonlo tlisci¡rlina.reactionaria, '

:) :Á;ü;i;Aüuioi"g'u un capitalisnro, virulcnto?

5:3 p.i .i,'¡'iallan las .iíiitas dt Sihlins sobrc la iJco-

l.rsía .

5.1. i"fiii.u.i.'n"t strciobiológicas sobre la homoscxua-

lidad ..

5.1. jE. t"*itt^ la sociobiología? Las ¿cusacrol.les me

nores ..

5.(t. in.t r""i-t,u la sociobiología? La acusación m¿vor" '

(,ní r'r t:¡s t'ptst t:r'lc¡t-ót;tcAs

6.1 . El problema de la reificación '

¿:.). la iociobiología como sínsentido místico .

;.; Lr...l¡" "urrral conto explotación social

(r.-1. zEs infalsable la sociobrología? ('onstderacLones ge

nerales .

(..5. ;E;"1, scrciobiología infalsable? Consideracioncs

narticulares(r (r. 'rg."i"'t..i"Ul.[ogia humana falsa? El origcr-r y caí-

da ciel Islam(t. t- . ¿É.

' f^f .r--iti sociobiología htrmana? El problcnra

dc los hijos(r.8. Conclusiólr

L,r Lv t nttNct,t PC)sl1'lvA

LI . I-¿ cviclcncia dirccta' Problemas dc contrastacicitl

1 .2. Éxitos v rescrvas1 3 La cuestión cle la inteligentil. :

b-]l|l\(.¿lI5¿lS.lctri'clclainteligerlcia" l.l. l,f r,t"t"-.f" la cvidencia directá para 1a sociol¡iolo

gí¿ hlttnana

B'909699r0lr07r09

tl)t20

t27

t)4

r)9t41

t19152t5t

161

168

112

176180

i81189t9)1e4

202

7.6. Argumentos de la analogía 20)

" 1.7. La agresión humana 2087.8. La evidencia indirecta para la sociobiología normal. 2ll1.9. La evidencia indirecta para la sociobiología humana 2ll7.10. La plausibilídad de las causas culturales sobre las

causas biológicás .* ... 2ll7.1 1 . ¿Deja la cultura rin lugar para la sociobiología

humana? 221

" 1.12. Un compromiso biológico cultural 2217.1-1. Conclusión...... 2)0

li. Ln socro¡rolocÍA y LAs cTENcIAS soctALES

8.1. El cambio en las teorías: sustitución y rcducción. 2)68.2. La sustitución de la antropología ... 240ll.l. La guerra primitiva analizada a través de un com'

promiso biológiceantropológico 244¡t..1. La anropología que simpataa con la biología ... 250¡i.5. La relación formal entre una antropología corre

gida y la biología 25)f'i.(r. La psicología: el problema del aprendizaje ... ... 2tl11.7. La teoría psicoanalítica y la explicación de la ho-

mosexualidad ...8.8. La economía ...8.9. La sociología ...t3.10. Conclusión ...

26226626927r

(). SocronrorocÍe v Érrc¡

9.1. ¿Por qué somos éticos? 2159.2. Etic¿ evolutiva --. ... 279L).3. El ataque de Iiüilson al intuicionismo ... ... ... ... 2869.4. El relativismo moral de \X/ilson ... 2909.5. ¿Puede dirigirse la evolución? .. 2939.6. La sociobiología y la dirección de la evolución ... 2969.7. Conclusión 299

llr¡rrocnrrÍ¿

9

301

)

T

I

Introducción

Iln junio de 1975, el distinguido entomólogo de Harvardl'ilward O. \X/ilson publicó un voluminoso lib¡o titulado.\ot'iobiologia: La nueua síntesis. En este lib¡o \X/ilson tratótlc presentar, basándose tanto en los hechos como en latcoría, una visión panorámica del dominio, en rápido cre-cimiento, de la sociobiología, que es el estudio de la natu-riúeza y fundamentos biológicos del comportamiento animal,rnzís precisamente del comportamiento animal social. Aun-(lue, como el título parece indicar, lo que \X/ilson hace enesta obra es más bien dar una idea de conjunto y una sín-tcsis que aportar material nuevo, ello quedó compensado port'l hecho de que se ttataba esa materia del modo más com-plcto y pormenorizado, comenzando por el mundo animalcn sus formas más simples y progresando a través de losinsectos, los niveles más bajos de invertebrados, mamíferosy primates, hasta remontarse a la inclusión de nuestra pro-lria especie, el Homo sapiens.

La reacción inicial al libro fue muy favorable, pero antesde transcurrido un año se produjo un furibundo ataque porlrarte de un grupo de científicos radicales del área de Bostonque se autodenominaron <<The Science for the People So-cíobiology Study Group> [<<Grupo de Ciencia pára el Pueblodcdicado a1 Estudio de la Sociobiología>1. La crítica es,desde luego, lo que todo académico obtiene (¡y necesita!),pero por dos razones este ataque fue particularmente in-grato. En primer lugar, no solamente fueron atacadas las

)

17

ideas de Vilson, sino que se acusó al pro¡rio ¿urlor de estaraliado con los pensadores po.líticos más r'cac<'io¡r:rrios. inclui-dos los nazis. En segundo lugar, aunqrrc rrlgunos de losmiemb¡os del grupo científico eran colegas tlt: \X/ilson

-y,en realidad, hasta ese momento habían sido consideradosamigos-, el ataque se llevó a efecto públic:rrut'ntr: (cn formade carta al Neu Yc¡rk Reuiew ol Books, c()nro respuestaa una recensión simpatizante del genetisra (i. IL \üTadding-

ton) y sin tener la cortesía de advertir previarnentc al propioWilson.

Como puede imaginarse, el ataque fuc scguido dc uncontraataque, y la acritud del debate aumentó. Pero tambiénaumentó con ello el círculo de interés profesional y públicosuscitado, hasta conseguir que la disputa rccibíese el mayorespaldarazo publicitario americano: que el tenra se asomasea la cubierta de la revista Tine. Ciertamente, a pesar detodos sus problemas, Vilson puedc sentirse satisfecho dehaber ayudado a despertar el interés público por la socio-biología, y además debe sentirse confortado por el hechode que el sentimíento seneral hacia él ha sido de simpatía,dada la forma en que fue agredido. De hecho, algunos delos atacantes iniciales de rüTilson han lamentado el modoen que se efectuaron las críticas, aunque, no obstante, pue-dan todavía apoyar el contenido esencial del ataque t.

Ahora que los ánimos se han apaciguado un poco y esta-mos empezando a alejarnos del momento álgido de la dispu-ta, podría ser provechoso someter a consideración la contro-versia de la sociobiología: cenuando nucsffa atención noen las personalidades particulares, sino en las diversas ideasen ella expresadas. Ciertamente, la cucstión de la verdaderanafutaleza y fundamentos del comportamiento social animalparece digna de estudio. Y si incluimos la naturaleza y basesdel comportamiento social hurnano, entonces el interés eimportancia de la investigación pa¡ecen aumentar en sumogrado. Por lo demás, al margen de cuanto podamos opinaracerca de las acciones y motivos particulares de los diversosparticipantes en la controversia sociobiológica, éstos, ciena-

mente, parecen tener ganado, por el hecho de ser científicos, el der-echo a que sus ideas sean tomadas ,.rium.nt..Lomo es sabrdo, ya antes de- publicar la Sociobiología, Vlilsonera considerado uno de los principales ..rto-?logo, d.imundo. Por la parte contaria ia coÁpañía es, si caÉe, aúnmas prestlglosa, porque entre los críticos de Boston encon-t¡amos_(por nombrar sólo a dos) a los brillantes genetisrasde poblaciones, Richa¡d Lewontin y Richr.á-I,evlnsl nwon_rin, en particular, ha dado a la máderna Ui"ñll" á.1"1],ciones u¡ gran impulso en su desarrollo, por el modo enque na logrado que la teoría molecular y sus descubrimien_tos arroien luz sobre problemas tradicioÁales

Por consiguiente, dádo-,que e.l .asunro parece se¡ impor_tante .y que -quienes en él participrn parec.r, ser homüresqu.e tienen algo, importante que decir,'me propongo consi_oerar,

,en este ltbro, la conffoversia sociobiológica. Como vane ctrcho, mr_ rrabaJo no versa sobrc personalidades ni sobiemotivos particulares. Quiero examina? qué argumenros pue_den

-esgrimirse a favor de .la. sociobi ologia y .,_iá1", .n "orrr."de ella. Como mi investigación p..t".,á" ser imparcialmente.b.jtÍ9t?.y. sin trabas. nJrestringiré rni

"*e!"ri, de las tesissocloDrologlcas a los escritos de Wilson, sino que considerarélícito referirme a los tabajos de orros ,o.iol'iótogá, ?;;;;,f3fe luego, el propio \X/iléon hace). y ..iip.á.u-"nre, aun_

lll" :? gt..,os,aspectos_haré referencia, cómo es obvio, aras oblecrones de los críticos de <Science for the peopleo,me tomáré la liberad de exrende¡ aquí mis ."a".

""n-rn'uyáiamplitud.Para,empezar,.podría quizá inroducir una nota personal,no a. rírulo. de disculpa iino de explicación. Mi fórmacily mr trabaro son los de un filósofo de la ciencia, no losde un biólogo. Podría, por.ello, pr..ü L-irrrro'lmperti

nente.por mi parte incluso el inteniar escribir "n lib¡o lomoéste; la controversia de Ia sociobiología es uná .ontrou"rri,

t,

il

I Breves historias de la cont¡oversia sociobiológica pueden en-contra¡se en llade (1976) V Cu¡¡ie¡ (1976). El primer ataque aVilson de los críticos de Boston fue en Allen et al. ltllS¡. k si-guió una ve¡sión ampliada en BioScience, Allen e¡ al. (L976), y ottaversión aún más ampliada en Allen et al. (1977). llilson replicr5publicamente a estos c¡íticos en l7ilson (1975c) y \lilson (1976).

18

r Wilson colabo¡ó con _el .difunro Robc¡r l1cArthur en un t¡a-

]::: 1::^.: ,"f:t?eiu: McArrhur ¡ wir,on ii;;¿,:, s,i p,in.;pir,,r)ra propla sobre lnsecros esrwilson.{197J1. y acaba dc b"Uli."i,, n. colaboración con George Osrcr, lo qr."pü¿i"." ser una con-tribución fundamenral a lI teoría ;.i .,¿;ó;;iJnto de dichos.rnimales, C)ster y Vilson (197g) L. ob."-;;.'l_^frt^nt" a. L._rvontin sobre la variación g_enéuca ¿.nrÁ-á. u.rL, ., Lewon_ttt¡ (7974). yo discuto ,r. iá.", .n Rur. its76í-i'tlll^¡. Lruín,s conocido. sobre rodo. por su trabaj"-a."Uittogi" i.".¿i;lrlLcvins (1968).

t9

biológica y debe, por tanto, ser estudiada ¡xrt' los biólogos.Sin embargo, creo que puedo legítima y apropiadamente in-tervenir en la disputa. Thomas Kuhn, en sr¡ estimulantelibro La esttuctala de las reuoluciones ciantificas, ha ad-vertido que cuando uno se topa con los más graves con-flictos y desacuerdos científicos, encuentr¿ Jrccuentementeque las diferencias cruciales no se apoyan tanto en cuestio-nes de ciencia pura (cualquiera que sea lo quc esto quierasignificar), sino en cuestiones que, a falta de otra palabramejor, podemos llamar <filosóficas>. Esas difcrencias afectana la lógica, la metodología, la metafísica, y otras disciplinas.Yo no sé hasta qué punto el análisis general de la cienciade Kuhn es válido; de hecho daré razones que muestranque la conroversia de la sociobiología le crca di{icultades;sin embargo, en esta particular cuestión filosófica creo queKuhn tiene razónx. Como veremos, gran parte de la con-troversia de la sociobiología va más allá de la ciencia pata

tornarse en tema filosófico: al menos en un tema sobre elcual los filósofos disertan pot extenso. Es pot esta razón,supongo, Por Ia que escribo sobre la conüoversia de lasoiiobiología. Por iupuesto, si mi biología está equivocada,

'espero ser criticado por los biólogos; pero nada semeianteespero de los filósofos si es que está equivocada mi filosofía.Afiadítia que mi arrogancia iguala mi presunción, ya quepretende que lo que tengo que decir sea de interés tantopara biólogos como para filósofos. Por esta razón procuratéen todo momento suminisüar las más elementales bases

tanto biológicas como filosóficas de los problemas a discutir.Sé que los filósofos necesitan de la biología, y sospecho queigualmente la filosofía será de valor para los biólogos.

La esffuctura de este libro es la siguiente: en primer lugar,tras una breve introducción de los elementos esenciales dela biología, me ocuparé de exponer las principales aporta-ciones teoréticas y fácticas de la sociobiología no humana.Como mi propósito no ha sido escribir una inttoducciónpopular a la sociobiología, no me sentiré obligado a men-

3 Como sugeriré más tarde, la cont¡oversia de la sociobiologíaes en sumo grado reminiscente de la controversia que siguió ala publicación del Origen de las especies, de Charles Darwin.También en esa polémica se plantearon importantes cuestionesfilosóficas, aunque hay muchas dificultades para someterla a unanálisis kuhniano. Véase Ruse (1970), (I975a), (1978); Hull (1973),(1978a\.

20

cionar absolufamente todo. Cicrtarnentc espero desarrollarla materia lo suficiente comcr para que un lector ajeno a lasociobiología pueda rerrer una ídea óla¡a de la misma; perocscribiré siempre pensando cn las objeciones levantadai con-tra la sociobiología. En segundo lugar, volveré a hacer lorrris.mo, ,pero refiriéndomc ahora a

-ias aportaciones de la

sociobiología humana. Añadiré que no voy a ocuparme deciertos esc¡.itores populares antcliores qrré hrn rütado delas supuestas bases biológicas del compórtamienro humano,L'omo son, por ejemplo, Robert Ardrey y Desmond Morris.I)or razones que explicaré, investigadores'como Wilson creenhrber dado a la sociobiología humana un uaramiento total-llrcnte nuevo, y dado quc yo tiendo a estar de acuerdo concllos y que esos escritores más antiguos no se han visto en-vucltos en la reciente controversia,- los ignoraré en el pre-scnte libro.

. Iln tc¡cer- lugar, me ocuparé de las distintas críticas que selurn lrccho de la sociobiología (de la no humana y de la huma-n:r). Pu-esto que una y otra habrtín sido ya

"rpr_r..tr., evaluaré

st'brc la marcha los méritos de las distinias críricas. Encu¿rto lugar, analizaré cuáles serían, si las hubiera, las im_plicaciones científicas a largo plazo de la sociobiología. En¡rarticular, me fijaré en algunai recientes especulacio"nes de\ü/ilson acerca de los posibles efecros futuros'de la sociobio_Iogía en las ciencias sociales.. En quinto y último lugar, ana_lizaré cu_.íles serían, si las hubierá, las implicacione-s filosóficas a- laryo.plazo de la sociobiología. Én particular mecentraré en algunas especulaciones de- Wilson acerca de loslrosibles efectos de la sociobiología en la filosofía.

21

2

Fundamentos de la biología

En este .capítl'ls me propongo introducir algunas ideas yteorías básicas de la biología, que se darán por supuesras enel resto del libro. Obviamenre, no voy á vz;,ir toda labiología, sino sólo aquellos aspecros que tienen algo que vercon la sociobiología. Por ranro, el hilo conductor en estacuestión será la natvraleza de la sociobiología y la formaen la que se supone que está relacionada coñ el'resto de labiología. Posiblemente, a algunos lecrores interesados prima-ria o exclusivamente en el comportamiento humano puedadecepcionarles la densidad de este capítulo, y r. ri"rrtuntentados de saltárselo. Creo que seríá una équivocación.Quizá 1o que distingue, más qué ninguna ot.a cóa, las afir-maciones y el estilo de los sociobiólogos respecto de escri-tores anteriores, que han tratado el tema de las bases bioló-gicas del_comportamiento social humano, es el modo en quelos sociobiólogos creen ser los primeros en aproximarse- alcomportamiento humano respaldados por una sólida basede teorías biológicamente connastadas.

-Desde luego, podría-

mos concluir más adelante que los vínculos que loi soiiobió-logos advierten no sólo enre sus investigaiiones sobre elcgqport¿miento social en el mundo no-humano y el restode la biología, sino también entre sus investigaciónes en elmundo no humano y el comportamiento social humano, noson tan estrechos como ellos suponen; pero éstas son cosasque tendtemos que investigar, y no asumir desde un princi-pio. Pot esta razón, consecuentemente, y aunque sólo seapor hacer justicia a los sociobiólogos, es importante esta-

23

blecerunabasebiológicatodolosóli<lrr(|ll(.tsL.¿tposible.iot,,urnor, .po, tu't?:.1-t:':fu t*'ol,[,

nl,',- Y.'i::tS: i:sociobiología Y remontela biología.

2.L L¡ socrosrolocí¡ cclvo srol-ocí¡

Al orincipio de Sociobiologia: La nuetta s.i¡t/csis \ü/ilson

.#;.:".,i;'lo.iátiotogi' se definc conto tl cstudio siste-

-¿ii.o ¿. las bases biológicas dc todo c()rnPortamrento so-

lil,'--tWlfton, 1975a, pág 4l'. Estamos'. Por tanto' lntere-

il;t :,; "i-.o-po.,u'nien"to

animal, o' mzis precisamente' en

"i:;;.;;;;tito u"iÁur en la medida en que envuelve

interacciones con otros animales' No estamos directamente

i;;;;;;;il.- por la mavor parte de la morfología v otras

.áiá.l"tlrii.^'t a" to, ot'gáni"no', tolet como'.p:I ejemplo' el

;ilt;^;ilñ J"t oto pólut putn Protegerse dcl frío' aunquer

desde luego, nuestro rnttrés se extiende a las características no

.ornoo.rnrn.ntales que en algún sentido estcn.ilnplicadas po.r

.i':5I.,;;,ii',-'ilnio-to.i"t (lís armas para luchrr' erc ) (Nó

;.J;;""';;;i, ;;;;;i;'prc' la prlabra 'social> es usada

.;"r;-;";,1¡; amplio que cub'e nruclrrs clnses de interac

.i¿o .o" otros anjmaleJ, incluvendo algún compoftamlento

il; ;""; sentido poáríumot etiquetar-.positivamente de

l^"rú.iri". v"ü."-ót -at tarde al-significado de <social>> )--il;;-¿; qué <bases bioló-gicas> se eitá, refiriendo \X/ilson

"n-ü"ur\i".ior definición? ia respuesta la enconffará rápi

á"-.n* cualquiera que haya leído'el clásico libro de Chatles

o^lllÁ i"uri el orlgen dá las e specie-t' porque en esta obra

ñ;;;i. no sólo t.uá d" explicár los rasgos .físicos de los

;;;;it.;; por medio de su teoría de la cvolución por se'

l-".?i¿" natural, sino que también aplica su teoría a los rasgos

de comportamiento de dich-os organismos' como' por elem-

.1"11'.omoortr-i"ntodelasobrerasenvatiaspoblacionesá;'h.;l;;. Para Darwin. v para. biólogos posteriores a

;i il iÑ" para el entendimiento biológico de los rasgos

,"i-rf.t, e incluimos aquí los -rasgos .de comportamiento

;il;i,-;t la evolución ior medio áe-la..selccción natural'

Y, en este respecto, ".aónt,u.-o' que. \ü/ilson y sus colegas

sociobiolósicos se mantienen fitme y abiertamente en el cam-

;; "J"l

¡;.;inismo. Quier-en enténder el comportamiento

Ioliai anim^l como un-produ.to de la evolución darwiniana.

.¿"-;.;;i;áe-la evoluóión de Darwin por medio de la se-

24

lección natural es el centro del estudio del comportamientosocial...>> (Trivers, 1976, pág' v. Véase también Dawkins,

1976, pág.1; \lilson, 1975a, Pág. 4\.Aúora"bien, aquí tenemos que andarnos con cuidado o

corremos el peligio de malenténder las intenciones de los

sociobiólogos. En primer lugar, y como pu.diera esperarse,

desde el 'ínicial y

^formidab[e ímpetu darwiniano del -pen-

samiento evoluciónista se han dado grandes pasos' Obvia-mente) aunque los sociobiólogos se consideren a sí mismos

<darwinistas>> y aunque, como veremos más tarde, exista una

sólida continuidad entre el pasado y el presente, los socio-

biólogos toman su inspiracién y gtía, esencialmente, de lamodeina teoría de la evolución: la comúnmente llamada

teoría <sintética>> de la evolución. En segundo lugar, y en

conexión con el punto anterior, debemos entender 1o que

precisamente quieie decirse o implicarse por-adoptar un en-

ioque evolucionista moderno del problema. Para Ia mayoría

de- los no-biólogos la evolución se identifica ge-neralmente

con el regístro áe los fósiles, y no pasa de ahí. Siendo esto

así, una áproximación evolucionista al comportamiento ani-mal podría parecer frusüante, por no decir algo más. Elcomportamiento es, casi por definición, una cosa que no

se fósiliza, y de ahí que pueda patecer que, en e1 mejor de

los casos, uno va a p^sat la mayor patte de su tiempobuscando una aguja en un pajar y tratando de inferir unhipotético comportamiento de aquellas características de losanimales que han llegado a fosilizarse. Sin embatgo, aunqueesta clase de infe¡encia tenga lugar en el especuo de losestudios evolucionistas, para un biólogo hay mucho más

involuctado, de hecho, al adoptar un enfoque evolucionistadel problema. Este enfoque incluye no sólo el hecho y latrayectoria, sino también el mecanismo de la evolucitín.Y, a su vez, dicho enfoque puede hacer referencia a todas lasdispares áreas de la investigación biológica que están unidaspor ese mecanismo: morfología, sistemática, embriología,biogeografía, etc. Consecuentemente, en la medida en quepretenden adoptar un enfoque evolucionista, parecería quelos sociobiólogos se p¡oponen integrar los estudíos del com-portamiento social de los animales en esta famiüa de teorías(o sub-teorías). Siendo esto así, se impone, por tanto, unamejor aproximación a la moderna teoría evolucionista. Des-pués, hacia el final del capítulo, volveremos de nuevo a lasociobiología. (Para un ratamiento completo de los puntossiguientes, véase Ruse, 1969a, 1972, 1973a, 1973a.)

25

2.2. PRrrvcrpios DE (;ENETIcA

Paradójicamente, aunque puede decirse con propiedad que

la mode¡na teoría de la evolución está fundada en las ideas

de Darwin, es probable que el meior punto de partida parasu exposición séa el más importante componente no darwi-nista:- el concepto de gen. Es casi una perogrullada señalarque diferentes organismos tienen diferentes caracte¡ísticas(unos son altos, otros son bajos; algunos son pesados, otrosson ligeros; unos comen carne, offos comen plantas; algunosse reproducen prolíficamente y otros virtual o absolutamen-t. .rrdr, etc.). Los factores biológicos causales que se hallandet¡ás de todas estas caracte¡ísticas, las unidades de función,son los genes. Estos se encuentran denro del núcleo de las

células del cuerpo, en bandas llamadas cromosomas. Cadacélula tiene genes, y aunque diferentes organismos tienendiferentes conjuntos de genes, dentro del cuerpo principalcada célula tiene el mismo coniunto. Y son estos genes, ho¡tidentificados en el nivel molecular como ácido deoxirribonu-cleico (DNA), los que en último término interactúan paracausar las características corporales t. (Véase George, 1964;Strickberger, 1968; \ülatson, 1970.\

Como uno puede averiguar rápidamente, si es que nolo sabía ya, nada en biología es demasiado simple. Es pre-ciso tener en cuenta ciertas complicaciones y restriccionespara poder describir al gen. El punto más importante a se-

ñalar, hablando en general, es que los genes en los animalesno aparecen solos sino a pares. Más prccisamentc, los cro-mosomas de las células pueden estar, v en ciertas ocasioneslo están, emparejados. Todo gen tiene un compañero en elcromosoma emparejado. I-a posición en el cromosoma se

conoce como locus (plural loci). Los genes tienden a

configurarse en distintas formas causando diferentes carac-terísticas, pero normalmente sólo los gencs cle r¡n mismogrupo pueden ocupar un locus particulari los miembros detal grupo son llamados alelos. De lo que va. dicho se sigueque en un organismo particular y en r¡n locus particular(esto es, en los dos correspondientes loci dc los cromosomas

I En esta bteve discusión estoy ignoranrlo des¡riadadamentecie¡tas irrelcvancia-s, como los microorganismos en los que el RNAes cl último portador de la herencia.

26

emparejados) habrá dos alelos que podrían scr iguales odifetentes. Si los alelos son iguales, entonces, y con respectoa ese locus, diremos que el organismo es bomocigótico (q:uees un homocigoto); si los alelos son diferentes, el organismoes beterocigótico (es un heterocigoto). Un organismo podríaser hemocigótico con rcrspecto a r¡n locus, pero heterocigóticocon respecto a otfo.

Dado el emparejamiento dc alelos, l-ray varias formas en lasque éstos podrían expresarse y, de hecho, se expresan ,r sí mis-mos en el nivel físico (conocido como el nivel t'enotípico, poroposición al nivel de los genes, que es el nivel geiotípiio).F.n particularr en un heterocigo¡o podría ser que el efectode uno de los alelos ocultase enteramente el efécto del oroalelo (lo que es, fenotípicamente, como si el organismo fuesehomocigótico por el primer alelo). En tal caso r. dice delprimer gen que es dotnittante y del segundo que es recesiuo.Un alelo puede ser dominante sobre un segundo alelo, perorecesivo respecto cle un terceio. A veces, existe un isomor-fismo bastante esüecho entre un gen y un efecto fenotípicoparticular. A veces, sin embargo, un gen afecta a máJ deuna característica. l)c tales genes se dice que son pleiotró-plcos. Recíprocamente, cuando más de un gen (esto es, alelosde diferentes loci) está implicado en la iormacicin de unacaracterística, a estos genes se les denomina poligenes.

Finalmente, considerando el gen desde el punto de vistafuncional, debemos hacer referencia a un extremo sobrcel que habremos dc volver: es de la mayor importanciarecalcar que, esfficramente hablando, no es muv apropiadodecir sin ulterior precisión que los genes causan cá¡aCterís-ticas fenotípicas. Entre otras cosas, cn cierras circunstanciasa uno le gustaría decir qr-re no son los genes los que causanIas características sino el ambiente. La razón cle que mijefe tenga un saludable bronceado miennas que vo esroyblanco no es mera función de nuestras diferencl,rs genéticas,síno que él ha pasado sus vacaciones en España, mienfrasgu9 yo permanecí cncerrado en mi despacho. Sin embargo,hablando en rigor, no es ¡ealmente satisfactorio ramp¿codecir que tenemos una simple dicotomía enüe caracterísiicasgenéticamente causadas v características causadas ambien-talmente. En realidad. son siempre los genes en conjuncióne interacción con el ambiente los que causan tales carac-terísticas. Considérese, por ejemplo, la altura de los anima,les. Bien pudiera ser, v cle hecho ciertamente lo es, que símantenemos el amhiente absolutamente constante. exist,rn

27

coniuntos de alclos quc puetlan causar f luctuaciones e t-r laaltura. Algunos genes hacen a un animal más altoi otrosgenes hacen a un animirl más baio. En este sentido, la

altura es senética. Por otra parte, es casi iqualmente ciertoque podemos conseguir fluctuaciones en la alturr mantrnien-do los alelos constantes y variando el ambiente. En estcsentido, la altura es no-genética o ambiental. En un sentido.por tanto, hablar de que las cosas sean genéticas o no-genéticas, o sea, habla¡ de que las cosas estén genéticamentecausadas o ambientalmente causadas, es probablemente unclaro error, porque cabe pensar con bastante certeza que lanaturaleza es lo suficientemente ingeniosa como para perpe-tuar las componentes causales de un gran número de caracte-rísticas de este modo. Y esto por no menciona¡ lo que podríastrceder si inte¡r,iniesen los humanos (Hull, 1978b).

Sin embargo, aunque no sea estrictamente verdadero, de-cir simplemente que los genes causen características, o queel ambiente cause caracte¡ísticas, sería demasiado extremistaabandonar por completo la dicotonría causal nambiente-ge-nética>. De hecho, tendremos ocasión de percatarnos de que,en cietto modo, es porque esta dicotomía tiene algún sen-tido, y porque este sentido es muy importante, por lo quela controversia sociobiológica ha podido tener lugar. Havcaracterísticas que van a desarrollarse v llegar a ser loque son sin que importe demasiado el ambiente en quenaturalmente se desarrollen; por otra parte, hay caracterís-ticas que \/an ¿l se¡ sensibles a casi todo cambio ambiental.Citemos un caso que valga de paradigma para ambas clasesde ca¡acterísticas: los pájaros cantores (Hinde, 1970). Claramente existen componentes tanto genéticos como ambien-tales en los pájaros cantores; si no hay genes, no hay can-ciones; sin alimentos, tampoco. Sin embargo, algunas clasesde pálaros son casi totalmente insensibles al ambiente cualt-clo se ponen a cantár. Cantarán el mismo canto que sussemeiantes, aunquc havan sido criados en completo aislamien-to. Para oros páiaros, sin embargo. el ambienre riene ur'1

efecto crucial en sus cantos. Criados en aislamiento no can-tan y criados junto a otras clases de pájaros cantores losimitan. Clar¿nrcnte cxiste aquí una importante diferencia r',teniendo en cuenta los varios puntos que se han mcnciona-do, podemos hablrlr dc Ia primera clase de canto como<<genético> v tle la segunda como <ambiental". En el casodc un comport¿rmicnto como cantar podemos hablar de com-portamient() .<instintivo>> por oposición a comportanrienro

28

..rprcndid().; v. como es bicn sabido, esta cjistinción se es-t;¡blece a u"..i .n los términos ¿. l"irir..l" f ¡enre a .,eclu_cacional>>.Volviendo ahora ar.gen c..n sí, echemos un vistazo ar orroirspe*o del gen, a saber,

"l g.,-, .nnru l" ,*ri¿r¿ cJe herent'ir¡. .S.n. Io.s genes. o copias ¿. .tior. io.".ia . vía clc lr.-;éi"io; s.xr¡a1.,.. d. ,nu uá.'lli,o?"j"i,

oliguicntc. A diferencia de las célula.;;H;i;, (<somáricas>),Jas cerlulas sexuales conriener;d;r;;;; .l,,¡u,rro de genesno ernpar.eiado.s: cada uno ,le. ..,o, g.n"r-"prouiene d. ,-,nIocus. En los orsanisrr,, i ;. ; ; ; ; ;i' ;f, ; i.' :1, il li,,li ¡,ii, il*:: ;jT;, J' ;t:; "i ; :,dc cada uno de

'to, "ndr.r. i ,:i; ',iiuil"'L,.,ur

conríenede nuevo pares de sÉnes.(es',l.iploiiei.-ó.'a..,..do con lasrcglas descubíertas ó.,r "t ¡,,,d.! J."í, ;;oj;.n, re<¡ría dcla herencia, el moni. europeo Gregor Mendel, si se consi_dera un locus cualoui"lu, "i un l_,".f,o'ñ;;;:;,. casuat que

ii ;i:1""5;" J"':f i:'* se *ansmitá a la desce,rde.,.iui

'l" . :,; " ;;; ;;,''",,"' :,',",'uXl ":., "i

f :'' l.:, J 1' d"'.:l :',',i:::: i;hablar de <<azar,> no i;ti;, q". ", ji,ill-' in.,un.i. lr.cosas. no rengan causa, y. de hécho. .. h. d...ubi".;"-q;;

;i..,c|;.t.il'#,]ilii1r.t,' lo c¡ue o.u.- .n Jn ro*. p,ÉJ..

2.3. (l¿¡vÉrtc,r DE poBLAcroNEs

llasta ahora, hemos- estaclo considerando el asunto sóioen ct nivel individual. fu g.réti.r"á.i'iriirj¿"" puede fácil_mcnre ser generalizada con. la consid".r.l¿,iJ"tL*r".r.;:1.su disribución v su herencia ; ü;;üi;ion.r. L, ."r"n_sión básica, el fundame¡ro. d:..11 "g.n?;;';"; poblaciones>,cs l¡ llamada lev de Hard_r fV"inb!.g', '.ri f,o'no. a sus dosc.rlt'scubridores. Los .í-b"l.r. ;;'r"f'rJin'i'".lemental. ayu_

:111,,il*.j:" o,X?fi;,,t:ou"sase que tenemos unu pobl,cián,sc reproducen ul.uto.;.1

tamaño' de organismos, que éstosh,, ],,r;;

"

;;; ibj J' ; t';'J' [: i' i,,u ;' u.':, ;." r,ü::.. i"Tj :. :fjp:t¡. La ley esrablece qu. prr, ',;;; ';. ,gi"r..ion., .i_U{rrcntes, Ia proporción -

p.r-un...rzí.. p,,j, ¡i.,qu", aclemás.

' Lo, g.n.. de un mi,:,,(n L,nos respe.o a. .,ifl',riilff,'"l'l*|,:.t:1"'l:::'l:Í:' t .'

2L)

cualesquiera que sean las dist¡ibuciones iniciales, a menos queexistan factores distorsíonantes, las proporciones de los di-versos genotipos serin como sigue:

p'?A,A, * 2pqArA: * qrArAi

(ArAr es un homocigoto para Ar, y así sucesivamente).La ley de Hardy-\Weinberg funciona en la genética de

poblaciones de fortna muy parecida a como la primera leydel movimiento de Newton funcir-¡na en la mecánica newto-niana: proporciona una base de estabilidad, que en efectonos dice que si nada sucede, entonces nada sucede. Al igualque en la mecánica, donde la genética de poblaciones alzael r,'uelo es al considerar precisamente qué factores disrup-tivos pueden existir, 1' cómo pueden opetar; por <operación>>

en este contexto queremos decir cómo los factores disrup-tivos pueden afectar a la variación de las proporciones degenes de una generación a la siguiente. Los dos principalesfactores potenciales son la <<mutación>> y la <<selección>>(véase Li, 1955; Mettler y Gregg, 1969).

En primer lugar, algo puede ir mal en el proceso decopia a medida qlle se van creando los nuevos genes, yaparece así una nueva forma de gen, un <imutante>>, 9uea su vez, afecta al fenotipo. La mutación es aleatoria enel sentido de quc no aparece como respuesta a las necesíclades de un organismo; de hecho, la mayoría suele serperjudicial para slr posesor; pero por regla general puedeser cuantificada. Obviamente, en un lapso largo de tiempo,la mutación es la materia bruta de la evolución, porque sinella las formas nunca cambiarían. Sin embargo, la mutaciónpor sí misma no nos va a llevar demasiado lejos rápida-mentc. Ni nos va a explicar lo que probablemente es el rasgomás significativo del mundo orgánico, pues, cicrtamente, elrasgo que más lo diferencia del mundo inorgánico es laadaptatiuidad: el hecho de que los organismos no sean sim-plemente cosas aleatorias sino qLle parece como si estuviesendiseñados, consisticndo sus características en <<adaptacionesr>que ayudan a sus poseedores a sob¡evivir y reproducirse(Ayala, 1970; Mayr, 197,1; I{ull, 197),1974).

Y así, esto nos lleva al segundo factor potencial disrup-tivo o alterador de la proporción genética, la contribuciónda¡winiana a la genética de poblaciones: la selección natural.Los organismos nacen, viven v mueren. Sus genes no esta-rán representados en generaciones sucesivas a menos que se

t0

rcproduzcan, v, además, sus genes no est¿rrán tan b,ien repre-\('ntados en generaciones futuras si no se reproducen alnr('nos tan bien como lo han hecho sus padres. Pero no( xrstc una g rantía automática de rcproducción. Un orga-rrrsnro puede ser destruido, digamos, por ejemplo, porqueIt t'ire una roca antes de conseguir su prima reproductiva.l\:sclc luego, esto sería probablemente un accídente aleatorio,¡x'r'o también existen otros ¡rroblemas de naturaleza nrás(()nstante y ¡epetitiva pa¡ticula¡mente el hechr¡ del;r cxistencia de otros organismos todos los cuales luch¿n¡xrr sobrevivir y reproducirse. El conflicto con otros podríalx)ncr coto a la supervivencia l la reprodtrcción de trn or-ll;rnrSmO.

Ahora bien, lo que se arf{urncnta es qur cicrtos genes, (}

rrlcl<ls, dan a sus poseedores cáracteristicas clrre los hacenrrr:is eficaces en Ia lucha pol la supervivencia v la repro-.lr¡cción: dan a sus poseedores el rasgo a<,1aptativo. Así, estos

¡1t:nes ..más aptos> tienen uná mayor probabilidad que los

¡qt'nes de los competidores pa¡a perpetuarse en un númerorr):lyor en la generación siguiente. lConsidelando sólo las

¡rroporciones en una gran población, cada poseedor de ciertotilxr de gen no tiene siempre que t¡iunfar necesariamente sobrecl poseedor de otro tipo de gen, áunque, por regla general,('sto sea lo que sucede.) Por analogía con el humano que( scoge un tipo de organismo para reproducirse mejor c¡ucolro, los biólogos hablan de un tipo de gen más favorable.cs deci¡, un gen más apto, <¡uc es <<seleccionador> en vez cielotro (o que tiene un mayor coeficiente de selecci<in quecl otro). Claramente, la selección entendida en este sentidopuede tener un efecto dirccto sobre las proporciones clcgenes, y, como veremos, se cree que, en definitiva, la evo-lución es el efecto de la selección llevada a cabo :r través deIas apariciones constantes dc' nue vas mutaciones. Por aña-didu¡a, a través de este proceso es explicada la adaptación:es el efecto acumulativo del éxito de los antepasados. Comcrr:s obvio, esta noción de adaptación es una noción reiativi,z.ada. En un importante sentido, no existe una adaptaciónríltima objetiva, tal como se suponía cuando se explicaba laadaptación mediante el designio c¡eador de Dios. Para losbiólogos darwinistas, la adaptación no es más que lo queopera en una situación particula¡ que podría n'ruv bien seralgo distinto €n otra situación (Ruse, 1977a).

La se'lección, como la mutación. puede ser cuanrificada,y merccd a ello la genética de poblaciones se ha desarro-

)l

llado en una sofisticada teoría matemática. No tenemos ne-cesi.lad de enüar aquí en detalles; pero, con vistas a lafutura discusión, existen un par de aspectos en e[ conceptode selección que merecen comentarse. Estos aspectos se re-fieren a ias formas en que la selección puedc actuar a vecespara mantener las proporciones genéticas tal como están,v al nivel o niveles en los que puede actuar la selección.

2.4. L¡ spr.sccróN coMO eRESERVADORA DEr, sIATUS euo

Aunque los evolucionistas cteen que los cambios signifi-cativos de la proporción genética son ocasionados y dirigidospor la selección, no es difícil mostrar que, bajo ciertas cir-cunstancias, la selección puede mantener las cosas (valedecir, la proporción genética) en una forma muy estableen una sociedad. Una ci¡cunstancia tal se da si hay unaventaja selectiva, dentro del conjunto de la pobiación, parala rareza- Esto no es una posibilidad extravagante, porqucbien pudiera suceder que se diese una población sometida apredación y que los predadores tuvieran que aprender a re,conocer a sus presas. Claramente, cualquier singularidadde forma en la población ayudaría a su poseedor, ya queIos predadores tendrían más dificultades en reconocerlos.La selección favorecería, por tanto, a la forma extraña. Pero,obviamente, antes de que pasase mucho tiempo, ;la formaextraña ya no sería tan raral Por consiguiente, 1os predado-res empezarían a reconocer la nueva forma y la selecciónestaría actuando contra ella. Eventualmente, lo que unoe speraría es que todas las diversas formas se mantuviesenen una especie de equilibrio denro de la población, consus diversas proporciones que serían función (entre otrascosas) de la facilidad con que el predador reconociese lasclistintas formas como presas potenciales. En ot¡as palabras,las proporciones de genes muy estables serían función delas distintas fuerzas selectivas que actuasen sobre ellas(Sheppard, 1975).

Otra circunstancia. sobre la cual se ha escrito mucho, quelleva a csta clase de equilibrio en la proporción de genes,se refierc a la llamada <aprirud superior del heterocifoto>.Si, dados dos alelos en un locus, se puede .ostrai qreel heterocigoto tienc una ventaja selectiva (o que es másrrpto que) cualquiera de los homocigotos, entonces es fácilnrostrar clue mientras lr situación se mantenga, los alekrs

12

l'(r'nranecerán indefinidamente en equilibrio denffo de lalxrblación. Esto se puede ver intuitivamente porque el hete-rix'igoto, por regla general, siempre contribuirá a la siguien-tt generación. Consecuentemente, siempre se obtendrán am-lxrs alelos en la generación siguiente, y el equilibrio sur-¡1ilrí porque las diversas fuerzas selectivas se anúará¡nr¡ruamente. El ejemplo clásico de tal aptitud equilibrada,1,'l heterocigoto se refieie a los genes que causan la llamada..túlula falciforme de la anemia>>. Aunque los homocigotos,lt'l gen de la célula falciforme generalmente desaparecén al¡'r'incipio de la anemia, estos genes permanecen en unaIolnra estable en ciertas poblaciones humanas africanas, por-(luc el heterocigoto para ese gen tiene una inmunidad n¿tu-r.¡l a la malaria y por ello es más apto que el heterocigotosin cse gen (Raper, 1960; Livingston, 1967, L97l; Dobzhans-l.v ct al., 1977).

Mcrecen destacarse un par de consecuencias de esta clase,1.. situaciones de equilibrio que acabamos de discutir. Prí-rrrcro, implican que dentro de las poblaciones no hay uni-Iolrnidad genética (o fenotípica). Siempre están presentes,liferentes clases de alelos. Por consiguiente, si cambiara elrirnbiente o alguna otfa cosa obteniéndose así presiones se-Itttivas radicalmente nuevas, como ya existe una gran varia-, i<ín genética, podría darse en un momento dado un cambioilcnético (es decir, un cambio de la proporción genética) muylrípido. No hay necesidad de esperar exclusivamente nuevasr)rutaciones. Segundo, estas situaciones apuntan dramática-r))ente al hecho antes esbozado, a saber, que no se trata,lc una capacidad o ventaia adaptativa absoluta. En caso,lc escasez, nada es mejor ni peor. En el caso de lasuperior aptitud del heterocigoto bien pudiera ser que, aun-(lue un alelo trabajase maravillosamente con algún bro ale-lo, cuando estuviese emparejado con un gemelo resultasesurramente nocivo, llegando incluso a matar al poseedor an-tes de la reproducción. Claramente, una coniecuencia es(lue en una población con tal fenómeno, se dará un sumi-nistro constante de fenotipos mucho menos aptos (ésto es,con_una desventaia reprodr.,.tiva) que otros fenotipos denffotle la población.

Debería añadirse .que se debate la cuestión de hasta quépllnto se dan comúnmente en realidad estos diversos rie-can-ismos de equilibrio en la naturalez ; pero gracias a losbrillantes y pioneros trabajos de Lewontln ahára sabemosque las poblaciones contienen un gran número de varja-

))

ciones genéticas, e indudablemente algo de csto se expresaen el nivel fenotípico, aunque aún es materia de ardua discu-sión en qué medida se da y qué tipos de efectos selectivosticne (Lewontin, 1974; Ayala et al., 1974\.

2.5. El urvrr- or sBrrccróN

Volviendo ahora a nucsüo segundo punto, una inrportan-te pregunta que debe hace¡se ace¡ca dc la selección naturales ¿a <¡uién beneficia? Pudiera parecer que la respuesta es

tan obvia gue no Inerece la pena formular la pregunta. Sinduda el organismo individual se va á beneficiar, y á ravésde é1, en última instancia, ia especie .le ese organismo. Pero,

¿esto cs así? ¿Es que los inte¡eses cle un organismo indi-vidual y los de su grupo, particularnrente la especie. sonsiempre idénticos? O, por decirlo de ot¡o modo, ¿pudieraalgún organismo tener ciertas características que fuesen devalor para cl individuo, pero no para cl grupo2 \' si

así fuera, ¿podría la selección favorecer tai característica?Y recíprocamente, ¿podría algún individuo tener ciertas crr-

racterísticas de valor para el grupo, pero no para el indi-viduo? Y, ¿podría la selección favorecerlo/ (Lervontin, 1970).

Clararrente, a menudo los intereses de un individuo ylos de un grupo coinciden. Un individuo tiene una carac-terística; ésta ayuda al individuo a sobrevivi¡ y reprodu-cirse, y en la medida en qLre el individuo es miembro .leuna cspccie particular, la especie es ayudada a sobreviviry reprcrdtrcirse. Pero, prima lacie, parece igualmente claroque una característica pudiera avudar al individuo, fflas noal grupo. y viceversa. Supongamos, por ejempio, que unárea particular puede soportar sólo un cierto número deindividuos dc un cierto tipo de organismos. El ceñirse Iomás posible a este núme ro es de interés para la propiaespecie. El individuo, sin e mbargo, querrá ma-ximizar su

propio número total de descendientes. (Estoy usando aquíun lenguaje antropomcírfico, pero no pretendo que ello im-pliqr-re intenciones conscicntcs.) Por consiguiente, e1 interésde un individuo y un erupo pueden el)uar en conflicto. Unacierta ca¡acterística puede hzrcer que el individuo doble e1

número de su descendencia. Esto podría llevar al númerode la población por encinra de su punto crítico, lo quecausaría un¿r declinacicin bastante drástica, clue se sirurrse

)4

tl, ,, rlebajo del máximo posible i. pe¡o aun así, después,l, r.do, el individuo sigue adelante, incluso .uponi.ndo'qu..rr( lrrc su parte en csa declinación, porque tiéne más des_,, rrlt.ncia de la que tcndría sin la caiacterístic¡r en cuestión.,\ lrr inversa, una característica puede ayudar al gr,_rpo, p"ron. írl individuo. Aparentementé, un aÍtruismo que s€a un,rrt,sacrificio, como cuando un organismo da su rrida he-rr.¡rt:r¡nente por sus compañeros, ayudarí a la cspecic, pero,.rl I'rrrccer, no al organiJmo indivjáual.

l,:r cuestión de si es en r.igor posible inrerpretar las ca_r.r,tt.rístic¿1s como si fueran.de valór para el iüividuo, perorr,r (o sólo incidentalmente) parq el grupo, o de valor para, f grupo, pero_ no (o sólo incidentalmente) para el ináivi_,lrro, ha causado divisio¡es y problemas enre los biólogos,lr¡r¿ntc muchos años_ IguaLlénte sucede con la cuestién,.rrr¡rarcntada con ella, de si es en rigor posible distinguii,rn <<selección individual,,, que favoñce características" der',rlor para ei individuo, respecto de una <<selección de gru_lx))), que favo¡ece características de valor para el grupo"(y,\upur-sto que esa distinción pueda haccrse, si amñor'selec_, iones existen). De hecho, los co-descubridores de la se-['cción narural, Charles Darwin v Alfred Russel \X/allace,,liferían en estos asuntos. Ambos reconocían q,re algunosorganismos híbrjdos tienen ciertas características q,r. loi'.on-','ierten en. estériles, y ambos reconocían, asimismó, que talesc¿r¿rcterísticas podían ser dr valor par._ la especie paternal)orque evitan una futura descendeniia híbrida mal adapta_rla.. Sin embargo, mient¡as que Darrvin pensó que lr, .uirl_terísticas esterilizantes tienen que, ,". o..id"rrtul", po.q". tu'elección nunca,podría permitii algo,dañino al indivlaui poirnucho que ayude a sus compañeros de especie, \üfallace pcnsóque precisamente _por su valor para la éspecie patern"'tal.scaracterísricas_podrían constirui¡se por Áedio'de la selec_ción. (Tanto Darwin como \X/allac" udrniti".on que la aver_sión a procrear con ntiembros dc otras especies estaría cau-:rq3 .qo. la selección, ya que esro se¡ía

^de valor prr. .lindividuo (Darwin y Seward, 1901, 1, págs. 2g7_99).

El debate conrinuó hasta Ia publüafiOn, en 1962, deAnirnal _Dispersion in Relation to Social' Bebauiour rJ,iV. C. \7_vnne-Edwards, quc puso orden en esras ideas.

^,j-E:l:..t el género de cosas que ocurren cuanclo una pobla,clon .destruye su área de vegetación, causandc¡ una compleia de_solación y todo tipo de enfelmedades_

3t

\íynne-Ed',r'ards argunrentó extensa y convlncentemente en

favor de la eficacta de la selección de grupo, v sus esfuerzosse vieron recompensados con el dudoso honor de haber es-

timulado a actrar a una multitud de biólogos, el más notablede todos G. C. !íilliams, determinados a probar que élestaba equivocado (\üilliams, 1966). Y, dc hecho, en elestado actual de las cosas, el consenso general es que, conla posible excepción de unos pocos casos especiales, cierta-mente \lynne-Edwards estaba equivocado. La selección se

da casi siempre a favor del individuo y no del grupo, o másprecisamente, se da en favor del grupo sólo si favorece alindividuo. En otras palabras, en la medida en que unacaracterística ha de ser explicada en términos de selección,ha de serlo en términos de su promoción de los genes deun individuo rnás que de los genes colectivos (el <pozogrnético>) del grupo (Wilson, 1975a).

Naturalmente, la negación de la selección de grupo colocaa los biólogos en un dilema. Muchas características parece

como si fuesen causadas por selección de grupo, porqueparecen ser de valor primaria o exclusivamente para el gru-po y no para el individuo. Sin embargo, los biólogos no se

desesperan por ello ni niegan que tales características tenganalguna causa o valor selectivo. Por el contrario, se esfuerzanen dar explicaciones alternativas basadas en la selecciónindividual. A medida que este libro progrese nos encontra-remos con un gran número de explicaciones de esa índole,porque donde más plausibles parecen las explicaciones dela selección de grr-rpo es con respecto al comportamientoanimal. Quizá un elemplo ayudatá a ilustrar el problema yla resolución propuesta.

Un hecho bien documentado por los ornitólogos es quemuchas especies de pájaros tienen un tamaño de nidadaconstante:

-por ejemplo, los petreles ponen un huevo, las

palomas dos, las gaviotas tres y los chorlitos cuatro. Esmás, la no-accidentalidad de estos números está subrayadapor el hecho de que si los huevos son robados, entonceslos pájaros ponen más huevoS hasta llegar a completar elnúmcro inicial. Para los partidarios de la selección de grupo,el argumento explicativo cor¡ecto es que al no exceder eltamaño específico de la nidada, los pájaros están practicandocierta clase de control de natalidad pata el bien del grupo;si la reproducción fuera completamente libre, no pasaríamucho tiempo sin que el grupo entero se encontrase enpeligro de extinción. Por tanto, los partidarios de la selec-

36

r r(in de grupo afinnan que la selección actúa en este nivelr r¡ t'l sentido. de que se ljbra _cle cualquier individuo quer( nga tendencia a tener una nidada clue no se halle deni¡o,lt l .interés -

reproductivo del grupo. Sin embargo, p".o "il,¡rrtidario de la selección individiral, el control-¿é i" ,rr.tu_

lrtl:rd es_para el bien.de los padres. Como argunrentó eltlilunto David Lack, si un pájaro pone menosirr.r,o, "n_t()nccs se halla en una dcsvéntaja ñproducriva obvia, perosi ¡rs¡6 más huevos rambién esrlrá en desventaja, porqu.,

,l:rtla la carga extra de hijos a mantener, d..ci.rrden i"r-;;;ll'¿rl¡ilidades de criar con éxito incluso un numero menor(l.ack,. 1954,, 1966). Por esro, para un partidario de last lccción individual como Lack, la selección actúa en el nivei,lc_individuo, en el sentido de c¡ue sc deshace d. .";lq;i;individuo. que tienda a producii una nidada que no esré,lc acuerdo con la nornti

"s1,.cífica, porque tal inclividuo

( s lltenos apto qr¡c sus compañcros.En- este punto, uno no puede menos de prcguntarse por

t1ué los biólogos modernos ticnen esa obresión -con

el incli_viduo. ¿Por <¡ué están tan. predispuestos en contra del grupo1 propenden a cxpl'car las cosás en rérminos d. uá.,tá¡urntlividual? La respuesla es_ sinrplerncnte porLlue parccc qucla selección de grupo no funciona. Co,n^o Darwir,

"p.r.rió,¡rrr. valiosa ,.¡uc_ pueda scr un:l cosa para t.l grupo. si 'no

estambién de __valor, dirccra o indirei¡,rrn.nt., prm el indi_viduo, sencíllamente no prosperará. La selecciár, op".o pii-rnero sobre el individuo, v si una característica pr.t"nd.perpetuarse debe adoptar este camino. <La selección naturalno, puede dar lugar a_ algo que no sea bueno para el indi-viduo...> (Darwin y Scu'3rd_,. 1901, 1, 294). Supóngrr., po,.tomar el ejernplo dei cho¡lito, que aunque lá niia.ta 'dev.alor para el grupo sea^de_ crrrtró, un ináividuo p";¡; Acilmente criar cinco. Cualguier gen que favoreciera unnúmero rrla)¡or en la nidadá ser¿í- de inmecliato pror-nocio_nado, porque la selección !$pieza con el indi,,,i¿"". S"pár_gase que renemos una población en donde se dé el casode clue todos los individúos. excepto uno o dos, críen cuatro(o cualc¡rier orra proporción qué de hecho alcance la ma-durez.) v r¡ue_las. excepciones críen cinco (o Ia proporciónc'orrcla.tiva). En _la siguíenrc gencr:rción los g.ncs'de Icse-.:ceDciones cstarían mejor reprisentados, v así sucesivamen-te, incluso a_unque el resultado evenrual pudiera suponer elS911F,so rotrl de toda la pohlacitín. En 'suma, razónan losbiól<'.:'r¡. ,¡r,o debe sitnplcrirente buscar en ,Já lr, ;;;rrl;;

j7

Dara cl individuo, cuaiesquicra que sÜan Ias aprricnct:ts' por-

!l::.: ;';;;;;.";;i inJiui¿uo cotno sc inicia Ia sclección'

2.6. L¡ ruonÍ¡ DE LA EvoLUcróN

Tras haber puesto cierta rtención cn csta importantc scrie

d"';;;";;llt".ul"t, volvamos ahora a nuestro tena prrn-

^i^.1 IJ4ct4 rhora, r,"rr'lu. "ttu¿u hablando de biología -o

ii#;t.'"-tX di;.i.;...' ¿Qué tiene esto que ver con la

i";;l."i,'*J.t.i¿,,i' L"a-evo1'''cií'r.' parece ser algo que

i.:;;':,;'";:,"''';;i;;;. T" -'i'Áp"'

v r':To-' consideraclo

c¡mbios genéticos en el ;i;i tle lai gcn''taciones individtral''

-v ciertamentc, no en un gran número de. generactoncs'

Sti .-b;;;;;';; h"v nnán pn'ndolico en .ello Un impor-

;;,.;;*:üio d.t p"ntumiénto evolucioniste t"noderno es

clue lo que ocurre a gt;;-;;;;i; y necesita gra'des periodos

clc tiempo, no cs rr)as ;;t'-ü iutu dt evenlos quc sc' d'tn

:'.".i,;"'ñ; ..luir' r,n o-ii" ftitt""s' la moderna teoría Je

': i:1?:ii1 it"p.uü'i'*s -quc incluvc la trnnsmisió¡r tlc

;:tr:t:; ;;iu.'i¿.t,-iu selección' etc - propotciona e-l' ne

:;;it-. d. la evolución' Y así, arnados con este mecanlsmcl'

los evolucionirt". ptt"dtn'"tl;t; ^ las área.s particulares cle

i; ;;;.,i;;.i;n uiologiin qu" l"'. scan, dc. inter'és (Para

"l,i]'i,li.'ñ^.;;; ;;;;i;

''o''íu 'l' la evolución véanse Sinrp-

son, 1953; Mayr, rgZl;*"óclk''huntL"' 1970' v Maynard

Smith. 197i.),\sí. por elemplo' considcremos por un' mgnrenrt'

-11 ,'il':1.,"n."rn.i"1,"-, lá ¿i.tr¡Uución geográfica dc l,rs ()rganrsmos:

l,r hiogeo*rafin, u ,ornJttt uñ pí"t't"-u :]Y" le incunrltt':

i^ ir",l- t: irtrru di't¡niiut en las islas oceánicas Por ejern-

,i.1'";; il' C'.T.¡píii's; ;" us,Galápago-s...oo" su['t'^'tr

elco de crrrcial itnporiuntiu tn la convcrsión dc Dtlrwin al

:il:l"ii.o;;;,' "-¡;J. ;;;nces brillantemente analizado por

Lack (1974)-, "nton"un"tot

la más peculiar disttibución

#;t;;"b-ir-ili, ¿" piiaros (Geospizinae' conocidos como

i"'. l.oi"tá""t de Darwin')' Aunque roJos. esos páiaros son

.; 'i5"ñ;;ttt*t"r

muv similarés'. sc .diviclen en cuatro

;¿;.;;.';'-iJ "'t"'i;;' v se hallan .irr.eg'larmentc dis-

*;;id..'u *uuér'cle las íslas del Archipiélago; algunas -es-

pecies se encuentron en Llna sola isla v otras en varlas'

(Véase figura 2.1.)P^* .tpli.ur este {enómeno' los evotucionistas sllponen

o,.,; il: ,ti"pr*¿.t ¿t k*-;1;;¿'""s volaron a l¿s islas clesde

]B

"lr!r{,,¡, I [.;-lf L-l

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i l)r riqd.nI_l t] I ,,,^-,,.,,.{ _ }:. jli r)l ?'ul

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1

?\-I ¡' É\ J > I.,5"..v,

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lircun¡ 2.1. (De Lack, 197.1.) Porcentaje de formas endémicas dc¡rinzones dc Darwin en cada isla quc demuestra el ciecto del

¿rislamiento

Ia parte continenral de Sudamérica (donde todavía puedenencontrarse pinzones), y a¡gurnentan que a causa de lasbarreras de aisla¡niento originadas por 1á separación de aguae xistentc enrre las l'slas, los dife¡entes pinzones l'ran evólu-cionado cada uno por su iado, separándor. rt,r descendien-tcs de los descendientes de mien-rbros de la especie común.Y, para justificar sus argumentos, los evolucionistas apclana su conocimiento de la genética de poblaciones, en lacrcencia cle que es ésta la quc les proporciona el mecanismopreciso para explicar cómo ocurre tal evolución. La evolu-ción de los pinzones re<¡uirió generación tras generación dccambios <le la proporción genética guiados por fuerzas in-cluidas en los principios de la genética de poblaciones: mu-

¿-9 ls; ,l-.-ll

l9

tación, selección, más mutación' más selección' y así suce-

r;;r-".;;. - Es -ás. tt"'tugüt" que' como

' las poblacioncs

;ffi;;; áÁ*'á'¡u..¡0.''l"ned'u' cu,alquler subconiunto

aislado en una isla no-p,r.dZ ser un subcóniunto típico 3elgrupo originul, po'q'lt'io 1*itttn miembros típicos' Por

consiquiente, esta dlterencia en sí misma causará una evo-

i;¿ilfiT;;ü"t¿pi¿" a parti'.del grupo original' porque

;;";" ü;;;;" .,,u'iutlJt'"i s"btoni""ttó resnonderá a les

fuetzas selectivas .t iot-o dife¡enté " "q"til' en que' lo

' hace el srupo originatiá-^*¿t grande' (Este- es el <principio

fundadoó de Ernst MaYr')En resumen, l" g";;íi;; de poblaciones. proporciona el

f,,;i;;;;; -b¿.i.o át los argumentos relativos a la distri-

!r ;ffi -s;ü

;1!i: : l : ,' fj:.?f i[',:,;, ; . j;,',:Jn l^,' f : ¡;lfunción con otras area

iX*iT.

"lt"*iri..l ptitt*"roiit' "ti Desde lueeo' cada dis-

ciolina tiene ,u, p'opi^''"''J'ls 'ptculia"t

-poi elemplo' la

;ttü::Jffi..iiiáliii'-acionés que conciernen a la fo¡ma

o formas reales en q"" il;;;;'-tismos pueden' o no pueden'

:J";;'ñ;;o, u'iá -iqF.

q+ glob;- v hav una serie

de conclusion", ¿" o"o'-ái"iptlt"í q'-'" se.'tom;t.' prestadas

;;-;^'ñ"*I; Et p"teontológo' en particular' tiene que

{;¡:NF:',t ICAI)I,]

l,og¡,t<;l<ix

sistcnárica palcontología morf ología crnbriokrgía()tlaS

rliscipiinas

Frcun¡. 2.2. (De Ruse, 1971') (En esta figura los rcctángulos re-

li!,"..li,,í'¿il,.r;-i¡;._ilill,,;:.1:l:lÍ".n];;,ly:,i'.lli;i[:se suDonen ¡ealmente cxr

il;r"u"Xi# ¿..*;-ll t"."-ttntil^, los nexos entrc las disciplinas

auxiliares. Aunque t"o"ntl?'t'Jiiti'"' lnt mostrrdos en la fi-

;:il'i;; ;;;il;"; li"::ng.l;:, denot:rn necesariamente

40

,r:,rnrrir c<)rr-¡o dadas muchas afirnaciones que otros evolu-r r()nislas pueden inferir de su estudio de los organismosvrv¡('ntes.

'Pero, esencialmente, la genética de poblaciones da

lrr¡,,:rl a un núcieo unificado enre las distintas sub-áreas de

l,r lriología evolucionista. Por tanto, en cierto n-rodo, cabrí¿r

,,,rxcbir coi-rvenientemente a la teorí¿r evolucionista en form¡rt rrrt'jante a la de un abanico cuyo ápice sería la genética de

¡rrlrl:rciones, tal como se ilustra en la figura 2 2. (Rtrse, 1972'l')'/ J. Véasc también I{ull, 1974.)

.' l . L¡ soclosrorocí¡ colvto t.r¡*A PAR'|E lrt l,q tloRí¡EVOI-UCIONISTA

l'.sto nos lleva ahora directamente al corazón de las prert'nsiones de los sociobiólogos. Básica y simpletnente quier'( n que qe considere la sociobiología como un miembro má,tk' la familia de cienci¿s de la evoluci6¡.t Quieren que la:;ociobiología se encuadre en el estudio def comportamieltt,'social animal r como otra sub-disciplina más, vincul,rda por,l núcleo .d-út.t de la biología genética de poblaciones.( ), para ser rnás preciso, quieren desarrollar la teoría del com

lxrrtamiento social de los animales, mostrando su base ge-

rrútica, volviendo a poner de relieve el lugar propio de l,'It:oría dentro del espectro evolucionista.'De hecho, S7ilson e;rrruy explícito en este asunto, pues al prihcipio de la Sociobir',bgia maniÍiesta abie¡tamente estas intenciones: oEste librtrintenta codificar la sociobiología en una ¡ama de la biologí,rcvolutiva y particularmente de la mode¡na biología de polrlaciones>> (Wilson, 1975a, pá9. 4).

Como las intenciones de los sociobiólogos son tan direc'tas, no es necesario añadír nada más a modo de preliminarcientífico. Ahora ya estamos en disposición de volver sobresus especulaciones y hallazgos reales, y eso es 1o que harernos de inmediato. Pero, precisamente porque las inte¡r-ciones de los sociobiólo[los son tan directas, podemos haccrun par de comentarios filosóficos que pueden ayudat a cl,r'rifícar discusiones postcriores. A estos comentaríos se de-dicará, brevemente, 1o que resta del presente capítulo.

Primero, adviértase que cualesquiera que sean las innova-ciones que puedan intoducir, en un sentido muy importanrclos sociobiólogos quieren recorrer un sendeto ya batido porotros. Quieren ser evolucionistas ortodoxos. De hecho, comohemos visto, están en la mísma línea de Darwin quien, al

4l

igual que ellos, también quería explicar c[ colnportamtentoócial animal en términos de evolución potenciada por me-

dio de la selección natural . Pero, por el momento, atenién-

donos al presente y a la moderna genética de poblacionesque incorpora la sélección darwiniana, vemos que -la..acep-tación de^ello es el punto de partida de los sociobiólogo-s'No buscan el derroóamiento dé la teoría y loglos de lagenética de poblaciones. Desde luego, los. sociobiólogos quie-

ien extendei y agrandar la teoría al abordar sus propiosproblemas pariic,.tlar.t; pero esto no es más de lo clue

ñace cttalqrri.r evolucioniJt¿. Por tanto, en este sentido, porusar el bien conocido lenguaje de Thomas Kuhn' los socio-

biólogos son científicos onormaleso que rabajan dentro de

su ofaradigma>>; están haciendo <una investigación basada

{irmehentJ en uno o más logros científicos del pasado, lo-

gros que alguna comunidad científica -partícular reconocepor algún tiempo como suminisradores del fundameryo para

una práctica posterioro (Kuhn, 1970, pág. 10)4. En par-

ticula], los sociobiólogos se proponen rcalizat sus investi-gaciones tomando firmemente como base los pasados logroséientíficos de la biología genética de poblaciones.

Uno debe¡ía ai'adit, sin embargo, que la claridad con laque cabe encaiar el análisis de Kuhn en este punto e,s un

óoco engañosa. En el último capítulo apunté que, a1 pa-

i"."r, .n" la controversia sociobiológica tcnemos el tipo de

apelaiión a la filosofía que Kuhn encuenta- en tiempos de

cámbios y tensiones cruclales en la ciencia: las revolucionescientíficai. Desafottunadamente, Kuhn argumenta tambiénque esos son momentos en los que los científicos cambianJu adhesión de un marco teórico paradigmático a otroPor consiguiente, podríamos haber esperado aquí un- cam-

bio de pltadigma, algo que no parece que se esté dando.Lo que

-enconlramos es, más bien, la extensión de un pa-

radigma ya establecido a un área donde otros , paradigmas

han"sido- propuestos (Barash, 1977). Afortunadamente losproblemas de Kuhn no son los nuesttos, y, .por tanto' no?enemos por qué intentar resolver esta paradoia. Como otros

a Un paradigma pa¡a-Kuhn es una especie de concepción delmundo ó .Wáltanscha,rhg> científica en la que se sitúa la ma-yor parte del tiempo 7a mayoúa de los científicos. I-os cíentífi-ios que trabajan dent¡o de un paradigma, haciendo ciencia 'nor-mal> (por oposición a la ciencia <<revolucionaria)> que surge cuan-

do un -paradigma

es desafiado), aceptan como inviolables las pre-misas básicas del paradigma (Suppe, 1974).

42

l)areccn babet hecho, podemos usa¡ las perspectivas de Kuhn:;in tener que preocuparnos por la verdad de su tesis com-

¡rlcta. Sociológica y psicológicamente, parece que tenemostockrs los indicios de una rcvolución científica cle tipo kuhrriano, pero epistemológicamente no es así.

Dcsde luego, un comentario obvio es que aunque lossociobiólogos puedan afirmar que están usando una teorí¿tt'xistente, de hecho no lo están haciendo. Como Kuhn apun-la, a menudo un cambio de paradigma no supone un ca¡nbiorle lenguaje, ocultándose así la radícalidad de la revolución.Quizá los sociobiólogos afírmen que están usando de ur)modo normal la genética de poblaciones, pero de un mod<,sublepticio

-intencionadamente o no- la han sustituid()

por su propia teoría. Esto quiere decir que, ciertamente ,

tenemos una revolución epistemológica kuhniana. Cla¡amen-tc, sin embal'go, no podemos enfrentarnos con esta objeció,rhasta que no hayamos analizado más la obra de los socit,-hitilogos: así pues, reservómonos el juicio para más tardt.La intención cleclarada de los sociobiólogos es trabajar partiendo de un cuerpo de teoría ya aceptado.

El segundo punto dc interés filosófico que nace de lasintencioncs de los sociobíólogos concierne a la estructur¿global de ia teoría cle la evoluciírn, y, por tanto, indirecta-mente a la sociobiología. Existe actualmente un debate entrclos filósofos de la ciencia acerca de la interpretación y anrílisis propio de las teorías científicas. Unos argumentan qLre

las teorías científ icas son propirrnente consideradas comosistemas <hipotótico-dednctivos>>, donde las conclusiones sc

pueden seguir deductivamente de los axiomas iniciales, qucson las hipótesis últimas de las teorías. Otros filósofos nit-gan este argumento. Afortunadalnente, esta es otra disputrrfilosófica cuya tesolución última no es vital para nuestr()spropósitos; pero sí tiene un cierto interés en nuestro estu-dio. Tanto Ios que están a favor como los que están encontra cle la tesis hipotético-deductiva están de acuerdo cnque el caso en que mejor defensa encuentra es el de lrlscicncias físicas: pues de ellas vino en primer lugar. Tal ycomo hoy se nos muestra, Ia teoría de la evolución no csmuy hipotético-deductiva. Lo menos que puede decirse csque frecuentemente existen grandes lagunas enffe premisasy conclusiones, mient¡as que los posibles eslabones son sóloesbozados, sugeridos o asumidos por hipótesis. Aunque exis-ten algunos cuerpos compactos de teoría deductiva en losestudios evolucionistas, por ejemplo, el núcleo de la genética

43

de poblaciones, frecuentemente cuando uno habla en dichosestudios de cosas que <<se siguen de>> o que <arrojan luzsobre>>, tiene en mente conexiones más débiles que la de-ducción.

Y como era de esperar, una leve ausencia de evidenciafirme no ha desalentado jamás a los filósofos, y aquellosque están a favor de la tesis hipotético-deductiva argumen-tan que todo esto es simplemente la prueba de que la teo¡íaevolucionista tal como hoy se pfesenta es un esbozo de unateoría completa. Los oponenres, obviamente, llegan a dife-rentes conclusiones. Pero, cualquiera que sea la respuestacofrecta en este punto, la disputa subraya la <fluidez>> delos estudios evolucionistas. En la medidá en que la socio-biología es parue de la familia evolucionisra, nó deberemosjtngatla con crit'erios más esrictos de los que aplicamos alresto de las teorías de esa Íamilia. (Para más informaciónsobre la estructura de la teoría evolucionista, véanse Ruse,1.973a, 1977 \lilliams, 1970; Goudge, 196I; I{uIl, 1977.)

Y ya es suficiente por lo que respecta a la fundamenta-ción biológica de la sociobiología Pasemos ahora a conside-tar a la sociobiología en acción.

44 45

3

La sociobiología de los animales

lil terna de este capítulo son los hechos y la tcoría socio-I'iológicos del comportamiento animal, más específicamente,tlcl comportamiento social animal . Trutaré sucesivamente del:rs siguientes cuestiones: agresién, sexualidad, parentesco y

'rltruismo. Aunque esto no agota el corpus sociobiológico,scrá suficientemente representarivo. Inevitablemente hábráciertos solapamientos, pues los tópicos escogidos no se pue-rlcn tratar del todo por separado.

J.l . ACnTSIóN: EL PUNTo DE vISTA ntolócrc<-I

La cuestión de la agresión animal ha fascinado a los evo-lucionistas desde Darwin: y ciertamente fascinó no menosa los biólogos pre-evolucionistas, ya que éstos lucharon porarmonizar 7a natutaleza de <rojas ganas y colmillos> conla supuestamente benevolente omnipotencia del Dios cris-tiano (Ruse, L975b, l977lr). Para Darwin, que usó la luchapor la existencia como carburante de la selección natural,la agresión era una faceta fundamental, vital y universal dela existencia animal, si bien es un hecho que su <lucha>>cubrió una gama mucho más amplia que la escena de dosanimales combatiendo a muerte para sobrevivir; extendién-dose metafóricamente, por ejemplo, a un cactus <combatien-do>> conüa la sequía y a una bonita flor <<iuchando>> con suscompañeras parc llamar la atención de los insectos (Ruse,t97tb\.

En añcs rccientes la cuestíón de 1a agrcsión anímal h¿

sido considerablenrente iluminada, por no decir popularizada, por los escritos de rnuchos de los llamados etólogos'muy particularfirente Konrad Lorenz. En su fascinante -v

merecidamente famoso llbro, Sobre la Agrcsión, Lorenz ar-

guye pormenorizadamente que la concepción tladicional sobrela agresión animal como una batalla cuyo final es inevita-blemente sangriento, es totalmente errónea en particular slse la aplica a animales de la misma especie. Ciertamente.habrá de darse la lucha a muerte cuando un león ataca a

un antílope: si no fuera así, el león no podría comet. Perolas luchas entre animales de la misma especie, un génerornuy común de agresión animal, son totalmente distintas.Envuelven un tipo de interacción social tal que nos resisti-¡íamos a encuadrarlo en la situación de presa-depredador. Elcombate es siempre limitado, v comporta un ritual bruscoy violento, pero no fatal. E incluso existen gestos de paci-{icación que puede hacer el animal perdedor en un conflictoa fin de que el vencedor no llcgue a matarlo. Los perros,por ejemplo, nuesü¿ln sus vientres il un cont¡incante máspoderoso, aplacando con ello la furia del agresor. Ademásparece que, por lo general, a los animales no les gusta elsabo¡ de sus propios congéneres; consecuentemente, los ani-males que necesiten hacer presa de otros no tienen por quéhaccrlo con los de su especie. En vctdad, sostiene Lorenz,tan cfectivos son los mecanisnros de rest¡icción que <(ar¡nque

ocasionaimcnte, en luchas territoriales o rivales, por algúnaccidente un cuerno pueda penetrar en un ojo o un dientedañar a una arteria, ian.rás hemos hallado que el objetivode la rgresión fuera el exterminio cle los miembros se-

mejantes de la misna especie> (Lorenz, 1966, pág. )8).Esto es por 1o que respecta a los hechos; pero, ¿y la teoría?

La agresión de un animal a otro para defender su nido opara obtener su comida es fácilmente explicable en términosde la selección darwiniana. Pero, ¿por qué habría de existir,en absoluto, agresión alguna ente animales de la mismaespecie, aunque indudablemente exista, y por qué, dadaesta agresión, habría de ser tan restringida? En este puntoLorenz invoca hipótesis de selección de grupo: la agresiónentre individuos de una misma especie existe para escogerlos mejores miembros de ésta, de manera que ellos seanlos que provean el stock racial para el futuro, quedandosatisfechos los mejores inte¡eses de la especie al hacer depadres los miembros mejores. Asimismo, sin embargo, está

46

, r¡ cl meio¡ interés de la cs¡recie nrr suprin'rir ningúrn nricn-l)r(), p¿rticularmente dado quc cl más débil suele coincirlirrr¡¡r cl más joven. v así la selección de grupo pcrfecciona todos1.5 rnecanismos restrictivos. <EI medio ambiente está dividicio,k tal modo entre los micnrbros de la especie quc, dcntrotlt las potencialídades oirccidas, cuaicluiera lruede sobrevi-vir. El mejor padre v la nrejor nrrclre sot-l clcgidos para, l beneficio de la proeenie; Ias crías están protegidas" (Lo-r,'nz, 7966, pá9. )8).

(iornplementando e st,r cor-rccpción del munclo anirral se.rl'r'cgrn unas pocas pelabras, sabias pero tristes, acerc¿ de la,r'nclición humana. De algún modo, en nuestro caso, la selec-, itin ha ido mal. No parece que teng:rmos 1,a el casi infalibler¡rccanisrro represor cle l¿s bestias. ¡Cuau<1o nos enfrentamos;r nucstros semeiantes, somc¡s asesinos! Una <<pcrversa selec-r'itin intraespecífica> se instaura clur¿nte la Edad de Piedra\,, como consecuencia, los htrnanos no podemos ya controlatr¡uestros rencores. De ahí que emprendamos [Jucnas masir,rs(r)ntra los otros humanos. La ciencia confirn¿t la religión,l,L¡es, verdaderarnente, los hombres están marcados por el pc-t,rclo original.

Este cuadro de la agresión animal, tomado casi comotvangelio por muchos en nueslros días, ha sido desafiadolror los sociobiólogos tan¡o en lo que respecta :r los hechoscorro a las teorías. Empezando por los hechos, nos remiti-lcmos a la síntesis de \ü/ilson.

i.2. ¿QuÉ nEnnesENT-{ RE,AL}IF:NTE LA ncn¡sróN ANrruAL?

Las cuestiones importantes e interesanres atlñen a la agre-sión enffe animales de la mism¿ especie. Nadie nicga, gene-ralmente hablando, que la agresión entre animales de dife-rente especie implica funciones darwínianas bastante senci-llas de comida, defensa, etc. Ahora bien, considerando laagresión dent¡o de una especie, se está de acuerdo con Lo.renz y con sus seguidores en que esa agresión se da abun-dantemente, en que mucho de ella es genético o innato ytambién en que mucho de ella está restringido. Lo másfrecuente es que los animales no efectúen una escalada deviolencia que desemboque en una baralla campal, o al me-nos, no por principio. Sin embargo, existe un fuerfe desacuer-do con Lorcnz en lo que respecta a Ia supuestamcnte casiuniversal e inva¡iablcmente limitada naturaleza de la agre-sión enne miembros de la misma especie.

47

Comenzando con el mundo de los insectos, \lilson aduce

.r.ru lu.gu lista de especies donde la lucha mortal por iaexistencla ocurre entie rniembros de la misma especie eincluso va acompañada de canibalismo. Cie¡tamente, en al-

gunas especies parasitarias de himenópteros (es decir' el

orden de'los inicctos que incluye las abeias, las hormigas

y las avispas) las larvas, durante un tiempo, se ffanstormanár ,rt, e*ttañ.a figura que -par-ece

específicamente adaptada

pata matat y consumlr a'todás las otrás larvas congéneres ¿t-

tergadrs eí el mismo insecto. El conflicto mortal ocurre

hasía qrre sólo queda una y entonceg. 11-larva vuelve a

transfor-marse (\X/ílson, 1975a, pág- 246)' Yéase figura 3'l

ffi)nlt\1

\

Frcun.q 3.1. Estas dos seríes muestran el sucesivo desarrollo de

i;-l;;;^'¿.- dos especies de avispas parasitarias (arriba, Poec"ilo'-l"iiot lbuaitesii,- abaio, Collviia cal,it'nto'¡' Ilusran gráfica-

ii."i. .¿-" utt á.te.-iiudo éstadio (ar|ba, D; abajo, c-e) se

li id"pt^du específicamente para matar a las Jarvas congéneres'

?Í;-r$ -de

Énromophagus'lnsects, por C. P. Clausen,.Copv-;;l; ,c, ls4o n.,r McG"raw-Hill Book Companv. Utilizado con

-- --l:_- _,\

E.i I1t1¡>,t¿1 ñl

V

lE

c

(Tomado de Entot,right @ 1940, por

48

el correspondiente Permiso.)

49

_.)

insects, por C. P. Clausen, CoPY-

.&scendiendo en la escala, para que no se piense que sólo:;, dan el asesinato y cl canibalisrno en el mundo cle losir¡vertebrados, encontramos que ambos están bastante ex-tt ndiclos en el mundo animal, incluyendo los ver-rebrados:rr¡reriores. Pese a su represión, muchos animales n)atan a:rrs compañeros y luego no se los comen. Ciertarnente, y(r) conua de la popular opinión, Ia especie humana viene:r salir bien parada. Así, los leones a vece¡- se matan entresí, y, dado ei caso, los machos no tienen reparo en comerse,r las crías de ot¡o. Las hienas tienen una proporción de;¡scsinatos mayo¡ que la de Detroit, y también en ocasioness,t' alimentan de otras hienas. En el mundo de los primateslilnrpoco es desconocido el asesinato. Por ejemplo, en laJnclia los langures viven en manadas en las que las hembrast"stán dominadas por un macho. Si otro macho pelea hastal¡:rccrse con el mando, trata de matar a todos los jóvenes.lncluso ent¡e ios chimpancés aparecen a veces el asesinatoi' cl canibalismo. Si echamos una mirada al mundo de las,r\,('s, veremos que también allí se da la lucha a muerte(\f ilson, 1975a, cap. 11, especialmente págs. 246-7).

A estas alturas uno podría preguntarse por qué estabai.r¡renz tan absollrtamcnte equivocado. Los sociobiólogos argu-',c1r que los errores son no sólo posibles sino también reales,lx)rque para establecc¡ la ve¡dad completa sobre la agresión:rnirrial (v por supuesro sobre el comportamiento animalt'n general) se precisan estudios de muy larga duración delcoraportanriento anirnal en estado salvaje, y sólo ahora setstán empezando a obtener éstos. Acerca del comportamientot¡iminal en los animales \ü/ilson escribe: <Me ha impresíonado¿¡dvcrtir con cuánta frecuencia tal comportamiento resultanranifiesto sóio cuando el tiempo de observación dedicado:r le especie pasa de las mil horas> (\X/ilson, 1975a, págr-ni 247). Y para subrayar algo más este punro, ril/ilson con-tinúa añadiendo que un asesinato por cada mil horas esL¡na gfan cantidad de vio]encia en comparación con el están-tlar humano, y, de hecho, sugiere que con la presente infor-rnación, aun tcniendo en cuenta las guerras humanas, cier-tamente, los seres humanos están empezando a parecer, com-paraCos con el resto de los animales de la criación, seresmuy' pacíficos. Somos considerablemente menos agresivos quernuchos animales, sin excluir los monos.

Las tesis de los etólogos relativas a los hechos de laagresión animal se han vísto, por tanto, desafiadas. Comocabría esperar, las hipótesis de selección de grupo de Lorenz

tfE

t:también son cuestionadas. fin particular', los sociobiólogosquieren ttal>ajar desde y scito cL'sde ln selecciór-r individual.En cierto sentido pueden hacer esto fácilmente; más fácil-mente, quizá, que el plopio Lorenz. Los soc.iobiólogos nohacen suposicíones ¿ priori sobre el bien de la especie y,por tanto, no tienen necesidacl de dar explicacioncs espe-ciaies de por qué un organismo puede atacar ¿l un serne-

iante. Así, a los ojos de un sociobiólogo, y rnientras lasrestantes condiciones sean iguales, es indifercnte que la larvade la avispa ataque a su compañera o a un miembro de unaespecie distinta. Otro organismo significa comida, o conrpe-tencia o algo así. Y más generalmente, los sociobiólogos, v enparticular Wilson, considelan que la agresión anim¿l es sus-ceptible de ser explicada en términos de una competencia<<por un recurso o requerimiento común que está real o po-tencialmente limitado> (\lilson. 1975a, pág. 24)). A, la ltzde esta perspectiva general, la agresión asegura <¡ue un rni-mal obtenga su pa¡te o más. Dado que los congéneres quie-ren las mismas cosas, no debe sorprender que la agresión yla competencia existan dentro de una misma especie. (Véasefigura 3.1.)

Además, señala Vilson, la agresión puede variar de acuer-do con las necesidades. En patticular, cuando los recursosson muy limitados, la agresión suele aumentar, o los ani-males muestran ot¡os tipos de comportamientos extraños. Losgatos que viven apiñados se tornan despóticos y descarganfrenéticos ataques sobre otros que se convierten en parias.Las ratas muestran hipersexualidad, canibalismo y otros com-portamientos que son, en esas circunstancias, <ranormales>>(el término es de Süilson). Todo esto puede ser directamentecomprendido en términos de ventaja adaptativa darwiniana.

Con la explicación de la agresión en términos de compe-tencia por los recursos, estamos va dentro del dominio dela teoría. Sin embargo, comó sociobiólogos, todavia no he-mos explicado el más sorprendente de los hechos acerca dela agresión animal, a saber, que a despecho de las limita-ciones que queramos poner a la concepción de Lorenz, losanimales, no obstante, muestran una buena dosis de res-fficción en los conflictos con sus semeiantes. ¿Cómo puedeexplicarse esto juntamente con el hecho de que, a veces,se intensifiquen los conflictos2 Más particularmente, ¿cómopuede explicarse esto en términos de selección individualmejor que en términos de selección de grupo, que es unanatema 'para' los sociobiólogos? Como señala 'Süilson, la

50

r',,1)r¡(.sta debe ser que las agresiones irrestrictas son más' ".,r()\as para el individuo que las restringidas. Sin embargo,.rrrr(lut: \Tilson^no {ia de ofrecer algu"na, propuestas su_,r,rtivas, es en Gran Bretaña donde se ésrá realiándo en el1,,¡ \(.nte un análisis más completo. Como esto muestra no'.,'l.r el ,rigor sino también algunas de las limitaciones ac_rrr.rlcs de la sociobiología, merece que le dediquemos unalrr lr'1' 6isr¿r.

t t. -Esrnar¿cus EvoLUTTvAS ESTABLES

lrl enfoque a discutir deriva de una rama de la matemá_trr ;r aplicada conocida. como teoría de juegos y debe su,'ri,r'n. a John Maynard Smith y

^ üna série"de áolrborrdt_rr.s. (.entral en el trabajo de Smith es Ia noción de <<estrate_¡'i:r cvolutiva estable,r, E,EE para abreviar, que él carac_rt liza diciendo que es .tal que '""o huy

"r""r.ji" .;",*;;,

,¡,r,' pueda dar una adaptaiión reproáuctiva Áás elevada,(Snrith, 1972, pág. 15). Lo que se entiende por ello es una.,rrrración donde se tiene uná población con un número del,rrmas posibles y donde dadá la particular proporción delormas obrenidas en esa situación, la selección'individualno favo¡ece más a una forma_ que a otra. Bn ,"*a, -i"¡xrblación es equilibrada. o establé, po.qrr"

"o .ubriu .rp._r;r que una fo¡ma se desarrolle má! a-expensas de otras.(Juizá eSta noción de E E E guede meio; ilusuadu of.e_

, icndo nno o dos modelo, .eniillor, espécialmente fo, tu.lran sido- propuestos para mostrar cómó puede -u.rt"rr"'aral;r agresión limitada en.- Ias pobla,ciones c^on l, poribiiiáuJrlc una violencia total (Maynard Smith, tglZ, plq, lgjO,Mavna¡d Smith y Price, 1973).

. Considérese primero una población de organismos con dostipos-posibles: Halcón y Paloma, o Rat6n 1.e tata tansrílo de dar un nombre a-dichos tipos). Cuando los Halconelrncuentran a un miembro de su especie luchan duramenteh:rsra vencer o quedar seriamente dá¡ados. L¿s palomas lu-chan de un modo ritualizado hasta que ellas o sus oponen_tes ter.minan por aburrirse y se ván; siempre se retiranantes de una verdadera agresión. IJna íez re ásignan .rrulor.,númericos adecuados-, cabé mosrar que ni

"na iotalidad detlalcones nr una totalidad de palomas constituyen una E E E

:." uy población, pero sí una cierra propoición de cadaupo. .cs decrr, puede mostrarse que una población de pa-

5L

F

lomas no es estabie, )'a clLre la selección individual favore-ceria a un mutante Ilaicón. Pero, entonces' tampoco es

estabie una población de Halcones. pues la selección indi-vidual favorecería a un mtttante Paloma- Sin embargo, en

nna cietta propotción de Ilalcones o Palomas ¡-rn individuono tendría por qué acomodarsc meior siendo Halcón quePaloma o viceversa. La selección individual mantendría. es-

table, por tanto, la población polimórfica.Cuantificando las iosas con la alegre displicencia de Jere-

lny Benthaml, supóngase clue el ganaclot merece *50 pun-tos, el perdedol0 puntos, el daño grave o la muerte

-.100puntos y -10

puntos la pérdida cle tiempo. Cuando dos

Palomas se encuentran srbemos que algunn ganará {*50)y que habrá una pérdida de tiempo (-10 cada una). Enpromedio, una Paloma puede esperar (50

- 10 x 2\ x I/2:

: +15 de una lucha de Paloma con Paloma. Similarmen-te un Halcón que encuentre a un Halcon puede esperar,suponiendo que la batalla sea rápida y sangrienta para elperdedor (50-100) x l/2 - -2r'

Y cuando el Halcónse encuentra a la Phloma, como el Halcón gana sienlpre en

seguida, para él tendremos *50 v 0 para la Paloma. Po-

demos ver que una población dc Palomas no sigue une

E E E porque un mutante Halcón podría comenzar a difun-dirse (ventaia de *50 sobre f 15 pata cualquier encuentrocon otro miembro <1e la población, que Por estipulación es

una Paloma). Pot otra Parte, aunque un individuo Halcónsiempre bariri a un individuo Paloma, una población de

Halcónes no seguirá una E E E, porque un mutante Palomapodría empezar-a difundirse (ventaja de 0,sobre -25).Dehecho, auñqr-te podría temerse que una población como ésa

oscilara vioÍentimente enme los extremos de todo Palomasy todo I{alcones, existe ciertamente una E E E, a saber:

éuando la proporción de Palomas a Halcones es 5:7. Eneste punto, un mutante de Halcón a Paloma o viceversa nose acomodaría porqLre el saldo promedio tanto para Halco-nes como para Palomas es de 6 l/4 (se puede obtener potcálculo la probabilidad de que un Halcón enconnase a unaPaloma, et¿.). En oras palabras, lo que este modelo muestraes que podríamos tener una población que continuara 'inde-finidaménte en una forma estable, donde se daría (como en

1 Para facilitar la exposición de este punto he usado un mo-delo simplificado que presentó Dawkins en su popularización dela sociobiología (Dawkins, 1976).

52

lr rrrrturaleza) una cierta agresión útttalizada no sangrienta' (r;rnrbién como en la natutaleza) cierta agresión mñy realr l','ligrosa. Y todo esto está causado y mantenido por la, h tci<ín individual.

r\ntes de pasar a un nivel más sofisticado, conviene hacer'rrr ¡r:rl de aclaraciones.,En primer lugar, si se piensa que ser( ( r'curía más a la vida real que el mismo brganismo se

, rnrlx)rtase algunas veces como Halcón y otras como pa_hrrrur, el modelo puede ser interpretado como si mostraserlu( una proporción 5:7 de comportamiento paloma_Halcón, n todo individuo es una E E E. En segundo lugar, y ello, r, rniís _interesante (aunque no inesperad"), el moáelo irrojar,sr¡ltados diferentes a los que ariojaúa un modelo de se_l,tción de grupo. Bajo el anterior modelo de selección indi_vitlual se espera que la población evolucione hacia una E E E,,,1' yl saldo promedio de 6l/4; bajo el modelo de la',, lt'cción de grupo se espera que la población evolucionel¡;rcia lo que es mejor para elia. Obviamenre, una pobla-, i<in que sea totalmente de palomas es me1'or q,.rÉ ,rm¡rrblación dividida en Palomas y Halcones que esrén en una¡'rrrporción de 5:7, pues entonces el saldo promedio es 15.Ninguno.en esra población saldría dañado gravemenre; ent l peor de los casos sólo se- perdería el tiem[o. por supues_r(), como hemos visto -en la anterior sección, el probiema('stá en gue e¡ la vida real ios animales s. dañan y sernatan en conrbates inta-específicos; luego por esta rázón,si no por ora, el modelo de la seleccióri ináividual es más¡rrometedor.

. Lo que hemos. presentado hasta aquí es un modelo muysimple con dos tipos de comportamieñto bien definidos. Siícmbargo, se puede extender fácilmente la noción de E E Err situaciones más_complejas, que probablemente reflejan me_ior la .realidad. fg. ejemplo, Maynard Smith y price han.liseñado un modelo más sutil en- el que uno se encuentracon cinco tipos diferentes: Halcón; Palóma (que ellos llaman<Ratón>);.Valentó-n, que se comporta como un Halcón peroc¡ue cambia a Paloma o huye ii el oponente es tamtiénun Halcón; Vengador, que se comporta como una palomapero que se convierte en Halcón si también lo es el opo_nente, y Vengador,-Sonda que se compofta como el Vengaáorla mayor parte del tiempo, .pero qrre de vez en cu"andoprueba el ánimo.del oponente-cambi?ndose a Halcón. Asi!-nando ciertos-valores plausihles, los autores muestfan quecon probabilidad la población podría evolucionar princípal_

,3

mente a Vengadores y Vengadorcs-Sonda'. co-n sólo u! p9-

queño núme.ü d. Ruto.,es. De hecho, el Vengador-Sonda

,ólo gr.,u realmente como Vengador.cuando hay Ratones

(los cíales nunca resistirán). Pero como los autores señalan' en

una población real se está casi seguro de obtener algunos Ra-

tonei: el viejo, el joven. el enfermizo, etc.Este análisis de teoría de iuegos se puede extender tam-

bién de otros modos. Por eiemplo, supóngase que en lugar

de combatir realmente, los organismos se dedican a una

<<guerra de desgaste>, tratando de desanimar al oponenteo3r medio de m'iradas fiias o amenazas o algo similar' Aquíia oérdida no es cl daño físico sino que es el tiempo quienj,rega tu baza. Es fácil mostrar que 1o que-la selección favo-

i..áá .to es al animal que esté tanquilo o amenazante

árrru.t. un tíempo fijo, sino al que varíe por un, periodo

cuyo alcance .*aito d.pettde de varios factores, tales como

el"precio, el costo o io.n. parecidas. La selección favo;e-

ceri también el desarrollo dei que muestte <<cara de póker>'

Si la imprcdictibilidad es clavé, sería estúpido dejar saber

al oponente 1o que uno piensa. - Permítasenos mencionar

trmbién que, con -apropiadas

modificaciones, el análisis pue-

de cubrii cotnbates <<asinlétricos>>, donde se suponga que

uno cle los combatientes tiene incorporada cierta ventaia o

áesventaja, aparte <le las aptitu<les reales exigidas por el

combate'mismo. Aquí los faétores externos pueden realmen-

te crear una diferencia según qué E E E alternativa sea loque esté evolucionando rialmente (Maynarcl Smith y Par-

ker,1976).óon .rto cluecla dicho lo bastante como para dar al lectot

una idea de ia aplicación de 1a teoría de -iuegos al comPorta-

miento agresivo animal. ¿Qué se puccle decir, en conclusión'

,át., ¿"-.tt" enfoque? Sin la preier'tsión de apelar a pruc'b.:s

á" g;;" p"ro, pr..." haber clos comentarios obvios acerc¿r del

graáo dé éxito obtenido por el momento.

3.4. Y¡rrosz Y LTMITACToNES DEL ENFoQUE DE TEoRÍA DE

JUEGOS

Primeto, y en favor del enfoque de teoría de-iuego-s'.losmodelos en-él basudos, como yá se ha subrayado suficien-

temente, parecen acefcarse más a lo que una creciente evi-

¡;;; ;"; respecto a los encuentros eipecífic-os- agrdvos de

los animales .rr.rt.o ser la verdadera realidad' Dejando

54

rl).urc las dificultades dc la selección de grupo señaiadas en,l rilrimo capítulo, tal seiección no explica adecuadamente¡rrl qué algunas veces la agresión intraespecífica llega allrnrite . Por otro lado, Ios ¡nodelos de Mavnard Smith mues-r iur cótno se puede milnrener l¿ restiicción v tambiénrr¡rrcstran lo que parece ser un hecho: que a véces estallar¡rr,¡ violencia real. Si un organismo no eitá preparado paralrrchar, el quc se le suponga dispuesto a comportarse comor¡n llalcón parece una superchería. Por lo démás, en esteI'rrnto parece haber una evidencia psicológica en favor del, rrfoque de teoría de juegos (en particulai del modelo quenrrlestra una preponderancia del tipo Vengador), pues la, videncia experimental muestra que, cuandó sienten dolor(¡ror ejemplo, al ser atacados), muchos animales no huyen',irro.que responden con nrucha más agresión (Maynard Smithr Price, 197). pág. 18\.

I-a e\tensión del análisis a guerras no violentas o desgastest:rmbién encuentta soporte evidencial. Así, tomando

"como

, jcmplo al .pez luchador de Siam, Betta Splenders, MaynaráS¡nith escribe:

Los conflictos ritr-rales entre machos van usual¡nenteseguidos de luchas escalonadas, en las que uno o ambosrivaies pueden ser seriamente heridos. Sin embargo, losconflictos entre hembras acaban (por lo general, despuésde cinco-quince minutos) con la rendición de uno de losdos peces, sin que haya habido lucha escalonada. Simpsonestudió tales conflicros detalladamente, mídiendo Ia fre-cuencia y tiempo de los componentes particulares del ri-tual; no encontró diferencias significativas entre las fre-cuencias con las que tanto 1os ganadores como los per-dedores eventuales tealizaban sus acciones, excepto enlos dos últimos minutos de un combate, en que el even-tuel ganador podía ser reconocido porque su aleta dor-s¿l se mantenía erecta por un mayor lapso de tiempo.El hecho de que el ganador no pudiera ser distinguidodel perdedor hasta casi el final del combate, encaja biencon 1as prediccioncs de la teoría de juegos (MaynardSmith, 1972, pág. 21).

. Por último, y rambién en apoyo del enfoque de teoríade juegos, nos encontram.rs con é1 hecho de

'los combates

asimét¡icos. Una aplicación obvi¿r aquí es la del tan discutidofenómeno del tenitorio. Es de sobra conocido que en mu-

J5

#

chas especies de aninialcs los indjviduos lnarcan sus :rrol): ¡

territorios particulares y, lo que es más interesante' ottosmiembros ile la especie tienclen a respetar esos te¡ritorios

-incluso aunque éitos puedan ser dc valor para ellos' Tin-

bergen, por ejemplo, há mostrado que los machos del pez

espinoso^ defienden su propio teritorio, pero. que si son

iniroducidos artificialmente en los territo¡ios de otros ten-

derán a huir (Tinbergen, 1971). EI enfoque de la teoría iejuegos puede explicar tales fenómenos tan pronto como unoár.r*-u q". los conflictos son peligrosos o son pérdidas de

tiempo o algo parecido. Una E E E puede ser: <Si eres

residinte, qrrédrt.; y si eres intruso, no pierdas el tien.rpo,

huye.> Adviértase, incidentalmente, cómo a este nivel unaE É E igualmente efectiva puede ser: <<Si eres residente,huye; y-ti .r.s intruso, quédate.o Sin embargo, hav-proba-blémente otras razones de por qué la estrategia del usur-pador genelalmente no evoluciona, aunque haya cierta evi-áencia

-de que a veces pueda darse el caso. Por ejemplo,

lo usual es que cl residente conozca el territorio y' poltanto, esté en este asPecto en ventaja física real sobre elintruso.

Pero tras haber conside¡ado las lazones ¿r favor clel en-

foque de la agresión animal clesde el punto de vista de lat.oiíu .i. juegós, pasarentos a un seguudo comentario que

indudablemenie procede hacer ¿rl resPecto. Por el momentotenemos lo que parece ser un en{oque muy prometedor, p-ero

no lo que -llamaríamos una teoría bien establecida. Los

modelos diseñados hasta el presente dan resultados que se

corresponden aproximaclamente con Io que- sucede en la na-

turale)a, p..o ñottn el momer-rto apenas cabe hablar de una

contrasta¿ión rigurosa. Es más clue indu<'lable que el qrre

aplica la tcoría ¿e jucgos elige valoies que pelmiten que lt>s

risultados obtenidos ie parezcan lo más posibie a io que

sucede en la realidad; pero en sí lnismos esos valo¡es sonmuy arbitrarios. No hay un control efectivo sobre qué pue-

dan significar esos valoies rn Ia vida real, ni de la exactitudde lal predicciones frente al comportamiento observado.

¿Existe en realidad al.gr-rna espccie donde el ganar valga*50 puntos, mientras que el ser matado comporte un

castigo de 100? ¿Y tiene realmente csta especie una propor-ción estable cle Halcones a Palolnas que sea exactalnenteáe 7:5?

En suma, debemos concluir, modestamente, que la mayo-rla de los trabajos tealizados hasta ahora muestran que los

56

,,', ',lclos, lejos de tener que ser absolutamente aceptados,,,n srilo plausibles.

i') Ssxo y sErnccróN SEXUAL

I lrsta ahora hemos considerado a los animales envueltos en',,:i:rs formas de conflicto. Sin embargo, si sus genes han,l( scr transmitidos a las futuras generaciones, esos mismos,'rltanismos deben, en algún momento, dejar de combatir y.'itpeezdt a reproducirse. Puesto que muchos animales son,.( \uales, es decir, presentan dos tipos de individuos y ambos'( Dccesitan para procrear, esto suscita toda la problemática,l. l comportamiento que rodea la reproducción, algo por lo, r¡l los sociobiólogos han mosuado gran interés.

Iln cierto sentido, sin duda, uno se podría plantear previa-, rr'nte lá pregunta de por qué en definitiva tiene que ha-l'(r sexo. La mayoría de nosotros sabemos por experiencia(lue no es fácil el sendero del amor, y pudiera parecer, porrirnto, que un organismo asexual

-que puede reproducirse

,rir.r la ayuda de oro- tendría una ventaja selectiva. Lalcntaia del sexo parece descansar en el hecho de que nuevasr¡rutaciones causantes de características favorables pueden,qiacias al sexo, reunirse mucho rnás rápidamente. Supóngase(lue un organismo x tiene una mutación d y un organismo yiiene una mutación á. Incluso aunque ab pudiese dar lugarr una formidable combinación, si no fuera por el sexo no¡rodtíamos conjugar ambas mutaciones, sino que tendríamosque esperar a que x cambiase a b o que y cambiase a a.Sin embargo, aunque hav mucho de verdad en esta respuesta,no puede negarse gue se aproxirna peligrosamente a lo quesería una respuesta de selección de grupo. A la especieirudiera inte¡esarle una combinación ab, pero, ¿acaso la espe-ranza de que un descendiente de x escogiese un b compen-saría el esfuerzo de buscar compañero? Se han propuestovarios modelos para contestar esta pregunta y oüas pare-cidas, aunque probablemente es cierto que el asunto se en-cuentra todavía en un estado de fluidez, sin respuestas fir-rres (Maynard Smith, 1975, págs. 183-91; \ü(/illiams, 197I).

_ Pero supóngase que ya contamos con el sexo. Desde muyal principio se ha reconocido que el sexo tiene importanteie interesantes implicaciones evolutivas. En particular, enEl origen de las especies Charles Darrvin introdujo todoun mecanísmo cvolutivo que se cenffaba en el sexo. El

57

S:l

mecanismo principal dc l)aru'in fue Ia sclección natural,que era función de cosas ta.les como la necesidad de en-contrar alimento, refugio, etc.; pero uno de sus mecanistnossecundarios fue la selección sexuaL que era función de lalucha por hallar compañeros de apareamiento. Darwin llegóprobablemente a su noción de selección natural por analogíacon la selección artificial y es probable que fuese estaanalogía la que le llevó a la selección sexual: al menos laque le llevó a creer que la selección sexual era lo suficiente-mente importante para ser presentada como un mecanismode evolución por derecho propio (Ghiselin, 1969).

Cuando los criadores seleccionan, lo hacen por una dedos razones: o por provecho, como el granjero que desea

ovejas más lanosas o vacas nrás grnndes, o por placer, comoel criador de palomas que las quicrc n.rás bonitas. Elprimero de estos objetivos (y éxitos) le llev(r a Darwin a

la selección natural,.v el segundo a la selección sexttai o.más precisamente, a las dos clases de selección sexual queél reconoció: el combate de los r-nachos v Ia elección de lashembras. Por analogía con la selección llevada r cat¡o l.orlos criadores de perros y gallos de pelea, Da¡s'in arguyóque a veces los machos luchan entre ellos por las hembras,y asi se puede \/et cn cllos la evolución de ¿ulrasofensivas dirigidas a otros machos de sus respectivas es-

pecies. Por analogia con la selecciírn llevada a cabo por loscríadores para obtener animalcs hermosos, Darl'in arguyóque, a veces, las hembras eligen entre los machos, y asíse puede apreciar en éstos la evolución de bellas caracte-tísticas dirigidas a las hembras dc sus respectivas cspccies(Darwin, 1859, págs. 87 90).

Tan pronto como se la expuso públican-rentc, 1a sclecciónsexual hubo cle afrontar controvel'sias v así ha continu¿ldoa lo largo de los años (Vorzimrner, 1970; Carrpbell, 1972).La difundida existencia del dinrorfismo sexual (es decir, dediferencias entre los seros), es indiscutible, y dadas las cu-riosas fornras que puede tonrar rt vcces

-collo en el pavo

real- es igualmente indiscutible para el evoluciot-lista da¡-winiano que algunas fornras de la selección juegan un papelimportante e.n la adaptacirin. Por otra parte, parece quenadie se ha átrevido ¿ decir c¡ue Daru'in estaba equivocado.La lucha entre machos cicrranrente existe v éstos parecenayudarse del empleo de arm¿rs L-n es¿ lucha: piénsese, porejemplo, en los grandes elcfantes nrarinos, que batallanbrutalmente por la posesiírn clc st¡s harenes. Ni tarrpoct se

58

¡,rr, rlr' n€g2rf la magnífica exhibición de sus plumas que hace,l 1r:rvo real. Sin embargo, a muchas personas les parece,¡,r, lrr elección de la hembra huele excesivamente a antropG.rrrr,1 f i5¡¡6 injustificado, pues imputa a la pava cualidades is-r¡ rr(irs propias del ser humano, y han tratado de prescin-,lrr rle ellas. Así, Alfred Russell \Wallace explicó táles di-r'rrf ismos no en términos de la belleza del pavo sino de,i.r lcaldad de la hembra! Arguyó que existe una preferencia, lt'ctiva para las hembras discretas, ya que, como principales

, .rirl¿rdoras de sus crías, necesitan prote¡aerse por- camufla;e,l, los depredadores (Wallace, 1870, págs. Dl-61). Y orrosl..rn llamado la atención sobre el hecho de que, a pesar de. r¡e la selección sexual descansa en la luchá por la repro-,lrrcción más que por la supervivencia, la selección natural(';\('ra a veces también así, y de ahí que hayan tendido ar'r'escindir de la selección sexual incluyendo su perspectiva,ir'¡rtro de la selección narural (Lack, 1966).

I-os sociobiólogos han dado nueva vida a la selecciónsi'rual ----como cabía esperar, puesto que dicha selección'rr apoya en implicaciones evolutivas del comportamiento;'nimal y ése es, al fin y al cabo, el campo de trabajo del.r sociobiología. Sin embargo, como también cabía esperar,.lunque en muchos aspectos parecen más próximos a Darwin.¡tre la mayoría de los sucesores de éste, particularmente encuestiones como la elección de las hembras, los sociobiólogosno presentan los hechos en términos totalmente darwinia-r';os. Qrrizá su más grande avance sc centra en la noción,clesarrollada por Robert L. Trivers, de <inversión paterna>v será, por tanto, adecuado y conveniente que desarrollemosnuestra discusión alrededor dc esta noción (Trivers, 1972).

).6. Iwvensróu pATERNA

Para introducir esta noción deberíamos ernpezar por elprincipio. Supóngase ya dados los inicios rudimentarios del:r sexualidad, con los dos nuevos sexos recién formados.Cada uno aporta una célula-sexual igual (un <gameto>); ob.viamente (o sea, parece ¡azonable suponerlo), si un progenitorprodujera una célula algo mayor que acumulase una reservade alimentos, eso sería una ventaja selectiva sobre sus se-meiantes; sin embargo, inmediatamente, podría ser tambiénuna vental'a selectiva para otro organismo el producir connenos costo (v probablemente en mavor número) gametos

59

q

más pequeños que, al fundirse con los r.nayores. participa-sen de Ia reserva extra de comida. Consecuentemente, ten-dríamos la evolución de dos tipos de células sexuales: céiulasgrandes, producidas en número rela¡ivamente pequeño, ycélulas pequeñas, producidas en núnero relativamente grande.Trátese de una definición o de un hecho, la condiciór.r de<<hembra>> implica producir células grandes v la condición de<<macho'> impiica producir células pequeñas.

Y ahora entla en juego la noción de inversión paterna;los dos padres, el macho y la hembra, Quieren producirdescendencia ?. Sin embargo, uno de ellos tiene que criarla.Si uno cualquiera de los padres pudiera dejar el trabajo aloro, entonces tanto rrejor (desde el punto de vista evo-lutivo), porque ese progenitor podría así ir a buscar otrocónyuge capaz de prodr-rcir más descendencia. Pero no cabeduda de que el otro progenitor querrá hacer lo mismo, yde este modo surge la cuestión: ¿quién tiene más que pcrder?Obviamente es la hembra la que no¡malmente queda atra-pada en este dilema: ella es la que tendría que hacer másesfuerzo si decidiera abandonar y comenzar de nuevo. De rhíque en seguida se fon.lre un conflicto clc intereses. El machoquiere fertilizar e irse con la siguiente; 1a hembra quiereser fertilizada, pero quiere recibir ayuda del n.racho, o cncaso contrario obtener ulta compensación. De este mod.)tenemos diferentes ftterzas selecfivas, y, en general, lo quedeberíamos encontrar (lo que de hecho encontramos) es qllelos machos están más interesados en fertillzar muchas hem-bras y que las hembras están más interesadas que ellos encriar a la descendencia. Conviene añadir que existen excep-ciones a esta regla, que considerarenros brevemente.

En términos más formales, ia cuestión se puedc est¡ble-cer así: la inversión paterna está definida como <la in-versión de un progenitor en un r'ástago individual queincrementa la posibilidad de supervivencia del vástago (y,por tanto, el éxito reproductivo) a costa de la capacidaddel progenitor para inrrertir en offa prolerr. Una prolongadainversión paterna disnrinuye considerablemente la capacid.rddel progenitor para invertir en otra prole. Todo individuodispone un total posible de i¡rversión parerna, v así, tornan-

2 Por el momento. nc tom¡ré la libertacl de hablar infolural-mente. No es mi prt:pcísíto irntrlicar intcnciones conscicntes porrni uso del término <<querer>>: solamcnte que algo estí en elpropio interés reprocluctir'o clel individuo.

ó0

,f' (¡ c-o¡sideración cl. total posiblc de vástagos que rrnrr¡rlivjtluo pueda prodtrcir, se ptrede calcular ei "tipo

;r;;",Jr,r rlc inve.rsión paterna por vástago para un indi;idu;. Losrirs sc.xcS de las especies no tiene;'nÉcesariamente la mismartrvcrsló¡ paterná promedio por vástago; sin e¡1f¿¡g6, 6¿d¿.,, xo s<ílo puede producir cl mismo número total de ?¿!rág.,,¡rc cl sexo opuesto. Por consiguiente, el sexo que tiene¡rnir inversión paterna pron-redio rnayor qr. .l oüó ," .on-vr('r'rc en rccrrrso limitado para cl qué irrui.rr" nenos. y estcrr r, ts lleva al modo en q,re actúa; las pr"riorr", selectivas.,,rlrrc los individuos en una especie. (yéáse figura 3.2.). Ahora bien. ¿cómo pueden tener h.rgar esas" presiones se_Itctivas.y qué fornras pueden adoprari En primer t"gur,-y

( sl() cs lo más obvio, tendrer,los; un, conlpe¡encia enrre losr¡ric¡nbros del sexo que invierte ,r.no,

"r, la reproducciónr on tos clel sexo que invierte más. Cualquier: organismtr del'.( x() clue menos inviertc y clrvos genes promoaioa"n aurra_tt'rísticas que avuden a eje organii*o u

'p.o.r"ur más satis_

f :tctoriamente . que sus comprñero., transmítc esos mismos

¡it'ncs favorables a la generición siguiente en proporcionesirrcrenrentadas. Normalmente, por lé que ." o.rbu'd. decir¡rccrca de los tamaños relativoi t¡,, poi ¡anto, de ln, ¡nu"r_siones) en las células , sexuales, 'soi las t.rnSrrli !ui.rr",constituyen el recurso limitad<i para los -r.hor, y d; ;q;itluc haya c-onpetenciá y se den en éstos lr, pr"rion". .._st¡ltantes. Ésta es, por supuesto, la selección sexual c1et)arwrn por medio del combate masculino, y está muf anr_¡rliamenre documenrada

. en el nrundo ."i.i.1. Mr.hó. á.:,1:hí:i.r: especies combaren por las h.;b.;. y poseen toda:1.T.: d" adapracrones que les ayudan para luchai con éxitor \vlson, t.)/>a. págs. jf8-35).

Se debe señalar, sin embargo, que la teoría de la inversiónpaterna de ningún nodo implicá que las hei¡,bras d. ;;;cspecle sean necesariamente el sexo de recursos limitados.

-{,1 11v,erslón parerna se refiere a rodo

"r},r.rro que unorganlsmo pone elr su prole. Iisto corrprende cosai talescomo la consrucción dc nido-s, cuidaclos después del na_cimiento. etc. Debido a las diferencias entre los gametos ylas diferencias asociadas de tipo fisiológico ipn, .;Érnpio, fr',hembras de los mamíferos que portan el embrión) resultaque, -generalmente, son las liemtas el sexo de recursos li-l]_t:-*l pflro laio cierras circunsrancias los-ioles p".¿á,rnverrrrse. por e¡enrplo, en algunas especies de peces ion losmacnos qulencs constntyen nidos. s¡ida¡ de

' Ios jóvenes,

61

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CANTIDAD DE DIjSCENDENCIA PRODUCÍDA

FIcun¡. 1.2. (Trivers, 1972. reproducido en Barash, 1977.) Esterráfico compara la inversión paterna del éxito reproductivo- Se

ve- que la inversión paterna de la hembra crece más rápidamentecon el éxito de la prole que la del macho. Ambos sexos estánsiendo seleccionadas para maximizar el númeto de descendenciaen ¡elación a la inversión paterna y, como puede vcrse, esto sig-

nifica que las hembras tienen un mayor grado de adaptación c'ran-r1o producen Or descendencia; los machos cuando producen O-.Puesto que O- ) O¡ y puesto que ambos sexos producen elmismo número de descendencia, en este caso ios machos com-piten por las hembras. Si se diera que Or ) O-. entonces las

hembras competirían por los machos

etcétera. En esos casos los machos son el sexo de recursoslimitados y. como la teoría predice, Io que encontamos es

una competencia de las hembras por los machos v mecanis-nros adaptativos asociados que ayudan a la hembra en dichacompetencia.

Como cabría esperar, patece que no hay una sola razónpor la que a veces cambie c'l rol del sexo. En el caso del

62

1',2 se ha sugerido, qurzá con más plausibilidad, que el

' ,rnl)io se debe al mecanismo de fertilización. A diferencia,l, la fertilizaci<in interna de los animales terrest¡es, en la( r:rl es preñada la hembra, muchos peces tienen fettiliza-, irín .externa y, en particular, el macho fettlliza después de(¡rc la_ hemb¡a haya soltado los huevos. Esto signiflca quel,r lrcmbra puede realizar la escapada dejando al macho con la¡'r'olc. Si está en el interés reproducfivo del macho quel:r prole sobreviva, v obviamente lo está, el macho no tiéne()r r¿ opción que la de sacar él mismo adelante la prole_ Pero,.r sr¡ vez, esto lleva consigo que las hembras luchen por losr¡r;¡chos (Dawkins, 1,976, págs. L67-9).

l{asta ahora hemos venido considerando la selección conro.,i pudiera actuar sobre el sexo que hace una inversiónrrrcnor. Pero también actu¿rrá sobre el sexo gue hace mavorirrversión, porque convienc recorda¡ que la selección actúa, rr el nivel del individuo, no del grupo. ¿Cómo podría la selec-, ión actuar de n-rodo <1ue ayudase al individuo que másinvierte2 ¿Cómo podría ayudar al individuo que hasta un

r icrto monlento en el tiernpo ha realizado más inversión? Sen,cillamente, podría ayuda¡ a ese individuo a producir trrntixito el mavor número de la mejor prole posible. Cor-r-siclerando, en particular, las interacciones individuales connriembros del sexo opuesto, nos encontramos en definitivarrrn dos posibles .<<esuaregiasr> que podrían tener lugar. Deuna parte, e] individuo podría ser seleccionado po. Iascnracterísticas que le permitan forz.ar a miembros del otroscxo a una mayo¡ inversión en la prole. De otto lado,cabría seleccionar las características qué pernritieran al incli-viduo, complementar sus propigs ¡lenes con los genes dclmiembro del otro sexo que pudieran asegurar hejor elfuturo de sus propios genes. En una amena obra de'divul-gación de la sociobiología, Richard Dal'kins (1976) deno-mina esas dos posibilidades como la esrraregia de <<la felicidaddoméstica>> y la estrategia <,del super-macñoo 3. Las veremospor orden v asumiendo, por comodidad de exposición, quela hembra es el recurso limitado.

I p*.-*ante, esos nonrbres n-te parecen tan necios como colcristas. Pero uno de los reproches que se han hecho a la so-ciobiología ha sido su lenguaje y el uso r{" meráforas, v no qui-siera r¡erecerio yo también.

INVERSf O)¡AI AS(,-ULIN.I

PARENTAL

INVERSIONTENIENTNA

?ARENTAT- Máximoéxito netoproductivo

6J

r1

).7. Estnetncres REpRODUCTORAS DE r.AS HEMBRAS,,,,rr,k¡ huelen a machos extraños y por la que los machos,1, ltrín adoptan el papel de asesinos y se comen los ca-.l,,rr'()s (\Wilson, L975a, pág. 85).En la estrategia de la felicidad doméstica, la l.rembra obligrr

al macho para que haga una inversión sustancial anterior ala cópula. En el momenro en que la copulación tiene lugarel macho está fuertemente comprometido con la hembra,pues ha tenido que construir un nido, alimentar copios;r-mente a la hembra, rcalizar un laborioso ríto nupcial o cosasparecidas. Básicamente, aho¡a al macho no podría intere-sarle desertar, pues la siguiente hembra con la que se en-conuase le pediría de nuerro ese esfuerzo. Puede quc esténrás en su interés que, en vez de aumentar el nírmero ab,soluto de hijos engendrados por é1, desvíe su esfuerzo conel intento de que aquellos que ha engendrado llegr_ren a lanradurez.

, Todo esto supone, indudablemente, que la hembra conIa que se encuentre le exigirá el esfuerio anterior. Si ellacop_ula inmediatamente, entonces el macho podrá marcharse.Debemos poder mostrar, por tanto, que semejante demandade esfuerzo previo por parte de lal hembras puede tenerarraigo en una población. Una hipótesis de selección degrupo podría ser ésta

-sería, obviamente, interesante para

el grupo, considerado en su toralidad. que todas las hemtrasconspirasen contra los machos-, pero semejante clase dehipótesis _está prohibida. Sin embaigo, se puede establecerun modelo sencillo apelando al método áe la teoría dejuego-s para mostrar que la estraregia de la felicidad domés_tica funcionaría, aunque sólo se diára la selección individual.Afortunadamente, como los detalles son Í)Lrv similares alos requeridos en el modelo de la agresión rástringida, nonecesitamos aquí proceder a una e"poiición detalhcü (Davr_kins, 1.976, págs. 163-5).

Debiera notarse, incidentalmente, que a manera de efectocolateral para las principales fuerzas sélectivas aquí operantes,pueden darse también algunas fue¡zas subsidiarias ientradascn la posibilidad del <<adukerio>>. Si ha evolucionado unpatrón de cuidado paterno masculino, entonces, si la hem-bra hubiese sido abandonada, la selección podría obligarla aque buscase un padre sustituto que sacase ád.lant. su-prole.Pero recíprocamente, como ese padrastrcl ttabaiatía prr, ¡r.ro"-tuar los genes de un exrraño, cabe esperar presiones'fuer-temente selectivas contra tal ¿rdulterio. Esta- puede ser larazón por la que las hembras de rattín embarazadas abortan

64

t i'nvendría mencionar también que esta estrategia re-¡,rrrlrrctorÍl de las hembras podría pioporcionar la cüve de1,,,r ,¡ué la poliginia (un único macho solitario con múlti-¡,1,r; hembras) no es infrecuente en el reino animal. Al ír, orr un macho que ya ha estado con otra, la hembra cuentarl r¡¡cnos con una cualidad <probada>, en particular con

r,,,¡)(.cto_ a la provisión de cuidado paterno) como, por ejem-;,1,,, la defensa del temitorio y el suminisro de comid-a. podría¡ ,,r;rr en el interés reproductivo de la hembra de1'ar de.rl)rrcafse en exclusiva con machos inexpertos y compartir, I :¡cceso con machos va probados (\X/ilson, i975a,- pági_

',,t 2)8).

.l,a otra estrategia abierta para las hembras es la estrategia,l, l super-macho. En ésta, en su forma más pura, la hembra.rlrrndona_ toda e_speranza de obtener del mácho avuda pala'.,rt¿r adelante a la prole. Lo que ella, en cambío, quiete delrrircho son los mejores genes posibles para su prole o, menosnrctafóricamente, la selección favorece a aquellas hembras'luc son. atraídas por los machos portadores de genes que\(' complementan con los suyos de una manera mZs favora-Irlc'. Recíprocamente, la selección favo¡ece a los machos por-trrdores de esos <<buenos>> genes. Por tanto, hay una fuérte¡rrima selectiva para los machos que son fuertes, ágiles, etcé-tt,ra, así

. como p¿ra las hembras que son atráídas por

r'sas cualidades. Por supuesto, a,.nque cualidades como lai,qjlid{ sean genetalmenre _valiosas,

-exisre también la posi

lrilidad _de que se. desarrollen características que no seannruy útiles al macho. Supóngase una caracterísiica que fuetitil para el macho, pero que tal vcz se ha desamoilaáo másrrllá de la utilidad. Esa cualidad, no obsranre, podrá sert<>áavia seleccionada porque se la toma como

'marca de

atracción .y ello es en_ sí mismo dc valor para la madre,l)ues así sus- hijos tendrán dicha marca y. en consccuencia,rrejores posibilidades de reproducción.

La esrategia,llamada del <<super-macho>> está, obviamente,rnuy ligada a la selección sexual de Darwin basada en láelección femenina, que luego Julian Huxlev (l9lg) llamó<selección epigámica>, -aynque rnientras Daiwin interpretóque las características del pavo real eran amactivas pira lapava por modo a.ná'logo a como lo son las,cosas bellas perael hombre, el socíobiólogo ¡roderno quizá interprete que efcr-

65

Icen es¿l atracción p()r scr jnclicativas clel hccho de quc iosmachos son aptos y la prole masculina de la hembra será,a su vez, attactiva. Así, aunque los sociobiólogos uselr in'variablemente lenguaje antropomórfico al describir y roru-lar esos hechos, quizá estén ntenos abiertos a la crítica qlrcse le hizo a Darrvin de antropomorfismo. La llarnada cs,trategia de <felicidad doméstica> quizá no estuviera realnlen-te comprendicla por Ia selección sexual de Darwin. áulrque n()cabe duda de Que también se podría explicar la selección se-xual nrcdiante el combatc nrasculino en el sentido de que losmachos mllestran a las hernbras que podrían ser nrejores f'r'o-veedores v progcnitores cJL¡e otros machos. Y, obviamcn¡e.también la estrategia del super-macho podría contbinarse conaigún cornbate masculino: l¿s henrhras serían atraídas por losganadorcs porque ¿sí rendrían la posibilidad dc tener l-rijosmachos cluc pudieran ser ganadores.

Debc advcrtirse que en la realización de estas varias es-trategias reproductoras femeninas habrá una ¡ensión cons-tante, en la medida en que los machos tafarán de aparentarser más aptos .1e lo que en realidad son y las hembrastratarán cle disccrnir entre a<¡uellos que realmente son aptosy los qtre aparentan serlo. A este propósito, en un pasajeque, según veremos más tarde, se ha hecho fanroso en lacontroversia sociobiológica, Wilson ha escrito 1o siguiente:

El ¡ruro despliegue epigámico puede ser consideradocom() Lrna contiencla entre el r'endedor y la tesistencia a laventa. El sexo que corteja, generalmente el macho, planeainvertir menos esfuerzo reproductivo en Ia prole. Lo queofrece ¿ la hembra es principalmente la evidencia de quees plenamente normal y f ísiológicamentc apto. Pero esagatantíA se ¡educe a una breve representación, de modoque existen fuertes presíones selectivas a fat,or de ios in-divitluos menos aptos para representar una falsa imagen.Al scxo corteiaclo, no¡malmente la hemb¡a, le será degran vcntaia distinguir al realmente apto del que preren-de scrlo. Colrsecuentemente, habrá nna fucrte tendencia enel sexo cortejado a mosffar recato; esto es: sus respues-tas serán vacilantes 1t precavidas, de modo que piovoquemás exhibiciones v pueda hacer más fácil la correcta clis-criminaci<'rn (Wilson, 1975a, pág. 320).

Para conch¡ir esta cliscusirin de ios trabajos sociobiológicosscbrc l¿ selección sexual. no estará quizá Íuera de lrrgar

66

,, rnrinar con la misnra nota de precaución con que serr rrrrinó nuestra discusión sobre la agresión. Los hech'os dei,,',rr.lo anirnal parece'n apyntll ineqüvocamert.

" l" op.iu_,r,,'¡¡ ds algún tipo ,lc séleccíón sexual, en un sentido am_I'rr{r. Las dlterencras entfe machos y hembras son demasiado¡r,,r)unes y llamativas para que ,", d" otro modo. po¡ lo,l( t)l¿ís, como he tratado de

-dar a entende¡ , to lrrg" á"

I r discr,rsión, muchas de las sr-rgeren.ir" pnrticrlares de los,,ciobiólogos p__arecen enconrrar una contlrma.iOn .,"pirü.li 'r gjsmpl6, \ü/ilson nluestra _ q.,e, llabtanáo g.n..alm.nt"l como cabría esperar, en el 'mundo

animal los mo.¡o,t,,uecen visiblemente dist¡aídos cuando se requiere algúntrrrbajo duro para las cúas, y, por añadidura, tienden a ser',(,\ualmente promiscuos. por otra parte, cuando .. ,"o"i.ia"'r cuidado realmenre inrenso, Ios

'machos ;;;J";-;;";;;:.,r.rdidos>.a jugar un papel acivo. por

"i.Ápfo, en muchas, .¡.rcsig5 de pájaros los- machos a.vudan' a 'la 'ctía

ae loi¡,, 'llu6l.r.

Sin embargo, a pesar de todos estos hechos posirivos, cs_¡,unos en los comienzo.r.,.y en mnchos respectos apenas sil(.nemos una teoría sólidanrenrc contrast¿d;. p", Li"Áptá,t s posible construir modelos p^.u n,*i."i..qu. la selecciónirrdividual puede. fomentar v nlanrener el comportamientol¡menino <¡ue induce a los machos a suminisrrar un mayortrríclado pate¡no; pero _como en el c¿rso cle la agresiórr, .io,nrodelos son todavía demasiado basros y las ciíras en elloit iegidas lo han. sido para, <¡ue rrrrojcn i"r.,irn¿o, .";;.;;;r;rr(! potque verifiqucn los.hechos. pero quizá sea nrejor, porcl momento. no hacer más pregunta. ,l'r..p"ato.

1.8. P¡r¿nruronn

Pasamos ahora a los resultedos del sexo, a sabcr: la des_

:::-.5i1, ¡ 11 res¡onsabitidad con t.ila r".t*ionrau, L jr_lcrnrdad.. Aqui pudtcra pensarse, s(_guranrentc, que los inie_reses selectivos coinciden. Dos padies poclrían no tener losnrismos intereses, \,, por fanto,'.rU" a.p.rr. que tratcn depotenciar sus propios intereses reproduciivos a-expensas delotro; pero seguramente, ios intcreses de los padres 1, loshijos coinciden. Sin embargo, aunque o-priÁ"., visra estopárece obvio, las cosas, co-rr,<, yn io,.¡.lr¿., T.iuer.. noson tan sencillas. Veamos por qué ., ,.i (ir;u"rr,'iCZii

La selección individual .upon" qu. i,no .leberá csfor_

67

zarse por m^ximizar las oportunidades de reproducir sus

propioi genes -si

no lo hace, sus genes serán expulsadospor' los "genes de aquellos organismos que lo hag.an. Aho-ra bien,

-'considerando los organismos sexuales, si uno es

el único hijo de sus padres (y puede que así sea), entonceslos interesei de los padres y de los hijos coinciden' El único modo en que los padres pueden transmitir sus genes

es a ravés ¿ei triio. Sin embargo, el ser hiio único es, sinduda, un fenómeno raro (en el mundo animal). Normal-mente, un progenitor (por conveniencia tomaremos a la ma-

dre) tendrá -át d. un descendiente. Esto significa que'hablando generalmente, ei progenitor y uno cualquiera. de

sus hijos 'iienen

intereses diferentes. El progenitor quieremaximizar el número de sus genes, y los hijos quieren ma-

ximizar el número de los suyos. Mas precisamente' y pataeludir en lo posible falsas implicaciones de intención cons-

ciente, los genes de la madre están promoviendo caracte-rísticas que conducirán a su propia replicación; los genes

del hiio están promoviendo características que conducirána su propia replicación. Pero mientras que los genes de

la maáre están distribuidos en un 50 por 100 para cada

hijo, los genes de los hijos están concentrados en un100 por 100 en sí mismos (este último punto debe ser pre-cisadó en su momento). En consecuencia, los dos tipos degenes pueden promover y promoverán características queincitarán a un comportamiento conflictivo.

Apelando de nuevo I a la noción de inversión paterna' po-

demós decir que la madre tiene un total fijo de inversiónpaterna que tiatará de repartir enre su descendencia para

m'¿ximiz.ai el número de los que sobrevivan hasta la ma-

durez reproductiva. Esto significa que, casi inevitablemen-te, ella limitará la cantidad que otorgue a cada hilo' Porotra parte, el hijo querrá maximizar sus propias oportuni-dades, esto cs, sus genes promoverán características paramaximizar sus posibilidades de reproducción, y asi trataráde exceder la cántidad limitada de inversión que la madrele ofrece. Y todo esto da lugar al conflicto

-al menos des-

pués dc que la madre haya dado a la prole la parte decuidado que su interés reproductivo le induce a dar.

De hecho, las cosas son un poco más complejas de 1o

que se ha sugerido hasta aquí. Por el momento pudiera pa-

recet clue los hijos requiriesen de sus padres ayuda portoda la vida. Sin embargo, existe una poderosa ruzón por laqrrc cilo no podría ser así, a saber: cluc el r'ástngo manticne

68

una relación con los rivales de la inversión paterna; estocs, los hiios no sólo guardan relación consigo mismos sinotambién con sus hermanos. Inspirándose en ia teoría des-arrollada en un par de artículol seminales de W. D. Ha-milton (1964a, b), Trivers señala que un individuo está re-lacionado al 50 por 100 con sus hermanos. Esto quiere<lecir.que puede constituir un interés reproductivo <ie unorganismo el ver vivo a su hermano, simplemente porquecomparte genes con él y, por tanto, en la medida én qu.cl hermano sobrevive v se reproduce ransmite los genesdel propio .organismo (más exactamente, nansmite copiís delos genes del propio organismo, que es al fin y al óabo 1oque éste transmitiría).

Por supuesto, un organismo está más relacionado consi_go mismo que con sus hermanos (100 por 100 frente al 50por 100). Esto significa que hablando generalmente , cabúalfperar tres estadios en el proceso del cuidado de los hijos.Un- periodo inicial en el que está en el interés del paárey- del hijo que aquél invierta en ésre. Un periodo final encl que está en el interés del padre y del hijo que el padreinvierta en otros hermanos; la pérdida para el hijo está más

*4aqz¿

-<,Jq.? :]

Ca¿^a:

Especie B

P¡:RIODO DE DESCEND}:NCI¡

Ftcu¡n J.J. (De Triver-s, i974; reproducido en Barash, 1977.)Aquí podcmos .ver -gráficamenrc cómo el conflicto padres-hijoiocu¡re cuando el padre corta la ayuda. En ambas espe-cies el cán-flicto ocurre cuando el interés ieproductivo del prdr. .riá-..,ayudar a otros hijos, pero eso no está todavía en'el interés dálvástago. Le especie A termi¡a el cuidado antes que la especie B

69

.lue compensada por las ganancias de los herrnanos que_seielacionan con él al 50 por 100 (es fácil ver qr.re para loshermanos obtener una unidrrd de cuidado ha de resultardos veces mejor que para el hijo individual). Y luego tcne-mos un periodo. inte¡medio. Est¿í en el interés reproduc-tivo del padre invertir en otros hiios, pero el hiio continúaobteniendo del ínte¡és dei padre o padres demasiado contop¿ra qlre pueda interesarle que los padres inviertan en otroshijos. En otras palabras. éste cs cl pcriodo qtte ttdnscurreentre aquel en el cual una unidad de ayuda es meior paraotros hermanos que para un individuo, pero no dos veccsrrejor, v aquel en el cual la unidacl es, a1 nrenos, dos vecesnrejor para oüos hermanos. En estc periodo esperanos Lln

conflicto entre padres e hijos. (Clatamcnte, el tipo de mode-lo que aquí se presupone es del hijo crecido, que va ob-teniendo cada vez menos v menos unidades dc cuidadov de hermanos más jóvenes que podrían bcncficialse mísde tales unidades.) (Véase fig. l.l.)

Ahora bien, con esta teoría nos acercrmo\ a l¿ts nocioncscle selección familiar 1' de adaptación inclusiva

-ntrcit¡-nes que constituyen el núcleo clc las más .impresionantcsinvestigaciones llevadas a cabo hasta hoy por los sociobió-logos. Estas investigaciones serán discutídas en la siguientesección. tanto por lo clue respecta a la teoría como a k¡shechos. A este propósito tecordaremos que no es nuesttaintención discutir aquí las eviclencias indirectas en favor delas tesis sobre las que descansa el análisis del conflicto pa-dles-hijos realizado por Trivers, pero volvemos a advertirqLre si bien puede no haber una evidencia cuantificada delas tesis de Trivers, la evidencia con que contamos las haceparecer muy plausibles. Al mcnos no las invalid¿rr como su-cec'le con análisis rivales, particLrlarmente los que sc basancn la selección de grupo.

Ciertar4ente, si consideramos las cosas clesde el punto devista de la selección de grupo, se debe¡ía esperar que enningún momento hubiera conflicto alguno cnre paclres ehijos. Tanto los padres como los hi jos son dc la misnraespecie, y siendo así la selección debería actnar rrmoni-zando los deseos de unos y otros. Y, sin cnrhargo. unode los hechos nrás ampliamente documentados en el mundoanimal es clue los cleseos de los padres y de los hijos difieren r veces -v que esas diferencias se tornan particular-mente agudas en el momento en que los padres dejan decrridar a los hijos. Como Trivers escribe <el conflicto clel des-

7o

r('tc ent¡e ios mandriles, por ejemplo, puede du¡ar semanaso ffi€ses: comporta interacciones compeiitivas diarias y fuer_rts gritos de los cachorros., en una'especie que, por otral):rrre, ha sido altamenre seleccionad" pir,

"l Jil.r.i- ff*5lt^,,^l?]l pág. 25t). La única explicáción ul,..nr,lu^, ¿rá,r;r seteccton,de grupo, parece ser qrre aquí tenemos una ine_r(acra. amptta y general_ dc Ia n,rturaleza: obviamenre, Ianrayoría de las veces.padres e hijos coinciden y es sólo ent:l momento del cambió cuando h; .o;;.--r;-;.ré"r*rrr'rr"_(lue no vayan tan mal para los individuos implicados'comol)ar¿ que Ia selección !3fa de intervenir al rerpecto. Sin em_bargo.,,ésta es una-explióación de úlrir". h;; y Ia verdaderacuestión es qüe,eI destere_ causa una aeiorlanización de unlrpo y m.agnitud,. que_ debcría, en circunsiancias normales-sr.r are.ndid¿ por fa seletción. Aquí .r,,í i; ;i;;ib;l,d#';Jla explicacíón sociobíológica. '

3.9. Arrnu¡slrto

Llegamos al último .tópico. o grupo de tópicos a discutiren. esre. capítulo. Altruismo signilica', dicho el términos sen,cillos, hacer atgo por alguienl Má'p;;;i;r;;nte, desde unpunto de vista sociobiológico,. sigrrifiéa h"ü, -"fgi

;;;;-"yr:<iar a las posibilidades ,"p.oáu.iirr*;"';i;;" orro, ínclusoaunque esto comDorte aparentemente la diiminución de lasposibilidades de üno misr¡o.. f.r"-"r".t ii-.ite el sine quanon del .comportamiento, social; h";;, d;r;-p"..... que enun senrido está implicado en la definición aá fo q".'.án"-cemos por comportamiento. <social>. pe¡o sin tratar'de aden-trarnos en cuestiones semánticas, ¡rodemcrs d..i. .o; ,;;;;dad q.ue el al'uismo, tal como 'ré l;-;;;lr-;'. caracterizar,ha sido de profundo ínterés para f., ,..i"Uijf.gos. \l/ilsonllega incluso al extremo de señala¡ ;;;;;;;r"ye <<el pro_blema teórico central de la sociobi"i"c,"r''iVil íon, Igíiá,pásina 3). Y no cabe duda.<te que L r;;3;';";iu q,r" quiri"rudecir_algo así no es difícil de'".;- jf;;5;s parridario dela selección individual. y todos 1..

- ,á.i"S;il.gos lo son,cntonces cl altruismo se. Fresenta como una gran paradoja.A diferencia de Ia selección d. grrpo.

-lu *ii.á¿" individualseñala que es absoiuramente imposibf. qr.'ir"r"f";i¿;;;:

mueva cíiracterísticas orre no sean beneficio.r.'prru el indi-viduo. Pcr.o I"' ca.a.rÉ.írri.r, ;i;;rir;;;';;;;".." ser precisa_mentc ac¡uellas que no son beneficiosas'p... '"f

individuo.

71

En resumen, la selecciiin individuat parecc impedir el al-

truismo.Pero no podemos negar el hecho del .alruismc¡' tr'os evo-

lucionistas, desde Darlvin, han reconocido qüe es ttn exten-

dido fenóÁetto en el mundo animal, cuyo clímax se alcanza

qJ:rá .n las castas estériles descubie¡tas en los insectos, don-

d'e las obreras se consagran totalmente a otros rnicmbros'

¿Cómo escapa entonces él sociobiólogo a- este dilema? Ob-

viamente, mostrando que pese ,r todas ias contrarias apa-

liencias, el altruismo teneficia los intereSes reproductívosdel individuo que causa el acio altruista. Como ha escrito

un sociobiólogd .tt ,.-rno discusión sobre el altruislno: <<Se-

sún han señaiado varios autotes... no hay cosa tal como el

¿luuismo biológico. Obviamente, el 'alruismo' tal y como

se le ha de{iniáo aquí es en última instancia egoísta, .puesconduce a que se difundan en la poblac-ión alelos similares

¿ los del individuo que eiecuta el acto> (\ü/est Eberhard, I975'págtna 7). Dejando-para el final la discusión acerca cle quéplovecho tiene habla¡ de <cgoísn-ro)) en este punto v no-

iando también que el alttuiir¡o podría no ser dc benefi-

cio directo para su rcalizador, la idea principal está clara:

el altruismo^ debe ser interprctado en términos de los inte-reses reproductivos del individuo que -cairla el altruismo(asumiendo aquí que los genes de un individuo pueden cau-

sar su propio aluuisn-ro).Considerando las cosas a esta luz, vemos que los socio-

biólogos han sugerido t¡es causas principales posibles del

alrui-smo animal-: selección familiar, manipulación paterna

1, almuismo recíproco. Veámoslas por orden.

1.10. SpleccróN FAIvIILIAR

La selección familiar partc d.-l hcchc' de que cstlmos em-

parentados con otros (Harnilton' 19(;'la. b). Esto significaque compartimos genes con otros y_ que' Por tanto. ya que

nrrestrot -genes

han sido seleccionaclos precisamente por su

capacidad*para causar características que aseguren la, repli-.riió.t d. -rí -i.-ot, está en nuestro interés reproductivoasegurar que se reproduzcan aquellos,que compartcn nues-

tros genes, porque así harín copias de esos genes que !:-n"rno.t. Otto modo de enfocat los hechos es decir que sólo

aquellos genes que se reproducen, persisten; v .no.importaqrre es" reprodtrccitín se haga directamente o r"ic:trirmentc.

72

I)ero sean las cosas como sean, la consecuencia es que po-<lría estar en nuesüo interés reproductivo el que nuestrosparientes se reproduzcan. En suma, pudiera valerme la penascr altruista con mis parientes porque así ellos ffansmitiríancopias de mis genes. (Podemos, por tanto, acuñar la nociónde <adaptación inclusiva> que es la adaptación de un in-dividuo en sentido propio junto con su influencia en laadaptación de parientes que no sean descendientes suyos.)

Hemos encontrado ya una versión de este argumento encl contexto del conflióto padres-hijos, en donde"parecía lle-garse a un punto en el que le compensaba a un individuo noquitar la comida de la boca a sus hermanos. Sin embargo,es fácil ver que se trata de un caso particular dentro deuna teoría más general. Cualquier aJrrda (es decir, ayudareproductiva) hacia cualquier pariente es de valor repro-ductivo pata m|. Por supuesto, este último enunciado dlbeser precisado; está más en mi interés ayudar a mi hermanoque a un primo hermano, ya que según la primera ley deMendel el primero comparte el )0 por 100 de mis génes,mientras que el segundo comparte sólo el 12,5 por i00 deellos. De hecho, como es fácil ver, puede establecerse unasencilla fórmula. Si cierto esfuerzo beneficia a mi hermanomás del doble de lo que yo ganaría (o lo que perdería siel esfuerzo se hiciera sin éxito) enronces me- benlficia ayu-darle. De nuevo, si beneficia a mi primo más de ocho ve-ces de lo que ese esfuerzo me rendiría a mí, entonces mebeneficia ayudarle. Y más generalmente, el altruismo paracon los parientes merece Ia pena si la proporción de ga-nancia o pérdida en la adaptación (k) excede a la propor-ción recíproca del coeficiente promedio de parentesco de losparientes beneficiados (r).

Aparte del caso bastante especial de los hermanos mayoresque se aparfan en beneficio de los menores, ¿puede la selec-ción familiar, promotora de alruismo, suministrar posibilida-des efectivas enre animales salvajes? Se sospecha que así pue-de ser, particularmente cuando los parientes próximos tien-den a vivir juntos. Un bonito ejemplo lo brindan los pavossalvajes. (\íilson, 1975a, págs. 125-6). Los machos del pavosalvaje forman grupos de inclusión reiterativa (o sea, clasesanidadas): uno tiene bandas de hermanos que se juntan engn¡pos, los cuales a su vez formarán un gran rebaño. Elestatus en todos estos grupos está muy definido y se esta-blece mediante la lucha. Los hermanos pelean para esta-tuir al jefe, y luego las bandas de hermanos pelean enre

73

ellas, 1' así sucesivamente. El éxitt-, cn la luch¿ arroia alt<,rs

dividendos reproductivos, pues sólo los ganadores podránescoger de entre las pavas, mientras que los demás nop.leden hacerlo. La seleccitín famiiiar sirve de gran ayudapara explicar este fenónreno: por qué, por ejemplo, un pavopuede éstar dispuesto a luchar por sLl banda. aun cuandoel éxito tan sólo traiga oportunidades de procrear a sus

hermanos de rango superior. Habiendo sido batido por su

hermano, sus propias posibilidades de reproducción están muydisminuidas. Sin embargo, si su hermano se reproduce, al me-nos algunos de sus genes se transmitirán. Por tanto, la luchaaluuista por los hermanos compensa. (Más precisarnente, pues-to que es casi seguro que se perderá cualquier esfuerzo enfavor de sí mismo, cualquier esfuerzo en ayudar las posibi-lidades de reproducción de l<¡s hermanos es seguro que valemás que ese 50 por 100 de relación

-presumiblemente, a

medida que ios grupos sean mayores estas relaciones irándisminuyendo. Por supuesto no se implica aquí ninguna in-tención consciente.)'

Se ha mencionado antc¡iormente que el área del reino'animal donde ei altruismo se muestra en su forma más puray absoluta es la de los insectos sociales, en particular loshimenópteros (hormigas, avispas y abejas), donde castas en-

teras de hembras estériles emplean su tiempo exclusivamen-te para el bienestar de su madre (la reina) v sus hc¡manas.Cabría esperar, por tanto, que los sociobiólogos dirigiesensu atención a este átea, y ciertamente hallamos que es aquídonde surge la más excitante, por no decir atrevida, aplica-ción de la noción de selección familiar.

Se ha sugerido por Hamilton (1964a, b) que la clave parael fenómeno del altruismo de las obreras estériles, que re-sulta aún más sorptendente por el hecho de que se creeque ha evolucionado muchas veces independíentemente enlos himenópteros y sólo una vez fuera de eilos (las termitas), descansa en el peculiar modo en que está determina-do el sexo entre los himenópteros. En particular, las hembrasson diploides, pues tienen tanto padre como madre, mien-üas que los machos son aploides, pues tienen sólo rnadre.Si la reina fertilizada fertiliza a su vez un huevo tendráuna hija; en caso conrario tendrá un hijo. Esto significaque las hermanas de una reína, fettllizada por un sólo ma-cho, ¡están más est¡echamente emparentadas entre sí de loque 1o estarían con sus propias hijas! Baste considerar lo si-guiente: si las hembras tienen el mismo padre, esto les da

t4

un r)arrntesco del )0 por 100, pucs cl padre, ai ser aploirlc, dará a cada htla cliploide exactarnente los mismos genes.

v sc puede añadir otro 25 por 100 de parentesco, porquelrrs hembras comparten una madre diploide que les da la1'lrrl mitad de sus genes y, por la primcra ley de Nlendel .

,los hijas cualesquiera tendrán en común la mitad de eso:

llcnes rnaternaimente donados. En otras palabras. las herman¿rs estarán emparentadas en un 7) por 100 (es deci¡, conr

¡nrten el 7) por 100 de sus genes).Por otro lado, madre e hi jas compartirán sólo ei )t)

¡ror 100 de sus genes (el otro 50 por 100 de los genes dclas hilas viene del padre). Por tanto, dice Hamilton ,,'

,rquell'os sociobiólogoi que están cle acue¡do con el, dad,'t¡ue el ser una obrera estéril v no reproductora es frtncióltlel medio ¡r no de los genes (es decir, la causa está en noingcrir cleterminados alimentos especiales), podemos ver có-lno <<compensaría>> ¿r una hembra abandonar enteramente supropia reproducción 1' dedicar su tiempo enteraniente 1rl

rlesarrollo de hermanas fértiles (por supuesto ello podría rc-c¡uerír la producción de otras hermanas obreras): Las her'manas fértiles difundirán más genes de las obreras clue delas hijas fértiles. Más precisamentc. los genes de la obreriiclue determinan el comportamientcl altruista serán una ven-taja selectiva frente ¿r los genes que no lo determinan.

Aparte de la extremada elegancia de esta explicación yaparte del casi exclusivo confinamiento anteriormente men-cionado de la esterilidad de las ob¡eras a los himenópterosr.existen otros hcchos obvios en su favor. Por eiemplo, no sc

encuentran machos obreros, y las explicaciones de Hamiltonmllesffan por qué. Un macho no está más emparentado co¡-l

sus hermanos que con sus propias hijas (él no tiene hijo-s).Pclr supuesto, todo esto es un tanto informal, y difícilmenicexcluiría explicaciones rivales; así. recientemente, valiéndo-se de un íngenioso argumento. Robert Trivers y HopeHare (1,975) han tratado de someter la hipótesis de Ha-milton a una contrastación muy rigurosa. Señalan, siguien-do a Sir Ronald Fisher, que normalmente la sexualidad im-

'r plica una disribución del 50:50 enme machos y hembras.El argumento subyacente es análogo al del equilibrio de

a Oster y lliJson (1978) sugieren que la razón de la s<riabi'lidad de las termitas podría estribar en que precisan vivir junt:rsporque necesitan transmitirse ciertos flagelados simbióticos intes-tinales a t¡avés de la alimentación anal.

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genes basado en la rareza, que se adujo en el capítulo an-terior. Una desviación de una proporción del 50:50 podríadar una ventaja selectiva a un organismo que produjesemás del sexo raro; y así la proporción volvería a equilibrar-se. (Hablando en rigor, 1o que se tiene no es una propor-ción numérica 50:50, sino una proporción 50:50 del es-fuemo para producir machos y hembras. Si un macho re-quiere producir menos' esfuerzo qlre una hembra, entoncesla selección favorece la producción de más machos.)

Sin embargo, arguyen Trivers y F{are, en ei caso de loshimenópteros la proporción sexual normal no debería ob-tenerse, o al menos no necesáriamente. Si la reina controlael nido, entonces se mantendría una proporción sexual nor-mal 50:50. Sin embargo, si, como generalmente pasa, lasobreras controlan el nido, entonces debería haber una pre-disposición a Íavor de las hembras. Como una hembra estámás emparentada con sus herman¿s que con sus hermanos,puede maximizar \a difusión de sus genes originando máshermanas fértiles que hermanos. En particular, se puedemosrar que la proporción ideal de machos a hembras fér-tiles (desde el punto de vista de la obrera) es 25:75 (másexactamente, esa proporción es el esfuerzo para producirorganismos, que Trivérs y Hare correlacionan- con

-el peso

del cuerpo). Y terminando su argumento con una conclu-sión al parecer riunfante, por apelación a un amplio do-minio de evidencia empírica, Trivers y Hare arguyen queéste es el tipo de proporción que de hecho se obtieñe.Además, en ciertos casos especialés en que la reina puedecontrolar su nido, específicamente cuando delega en obre-ras <<esclavas)> no emparentadas, sugieren que se encuenrauna proporción de los sexos más normal: que es lo que l-ra-bría que esperar.

Desafortunadamente, aunque por un tiempo este argu-mento de Trivers y l{are ha sido considerado como unavindicación triunfante de la selección familiar en particulary de la soCiobiología en general, no hace mucho que suvalor ha sido seriamente cuestionado. Por ejemplo, és crr.t-cial para el argumento que las reinas tengan sólo un com-pañero. Si tuvieran más de uno. entonces el estrecho pa-rentesco de las hermanas obreras se desvanecería al punto.Pero se ha sugerido que, en realidad, las reinas de los himenópteros suelen aparearse repetidamente (Alexander yShetman, 1.977). Asi el argumento de Trivers y Hare falla,aunque los críticos no niegan que los himenópteros produ-

76 7i

,, n Lln número sospechosatncutc grande de henrbras fértiles.( { r[secuentemente, en vez dc un argllmento de selecciónl.rr¡riliar sugieren oüo de los mecanismos de l{amilton, que

I'roducirá menos machos. Este mecanismo, (competición lo-, ,rl de apareamiento>> (F{amilton, 1967 ), patte del hecho,k que si los parientes de un sexo compiten para empare-l.rrsc con sus compañeros sexuales, entonces está en cl interésr,¡rroductivo de los padres producir pocos de eilos. Por, ¡t'rnplo, si dos hermanos compiten pol cada compañera, y',rilo uno puede fertilizarla, entonces los padres han desper-,l¡ciado su esfuerzo en producir dos hermanos. En el caso,lt' los himenópteros, arguyen los críticos, tenemos esa con]-

¡,ctición entre machos y así tenemos la proporción de sexos-l)t'ro flo por las razones que Trivers y I{are suponen.

Nuestra discusión se sitúa en un terreno particularmenterrrovedizo e indudablernente la última palabla a este respec-ro y en materias similares no se ha dicho todavía. Muylrrcn pudiera ser que ninguna de las explicaciones de la

¡rroporción de sexos sea completamcnte acertada ni comple-r:rmente errónea. Sin embargo, una vez llegados rrl térrnino,le la presente sección, el lector se habrá percatado de quecsta noción de selección farniliar es muy poderosa )' tienecxcitantes posibilidades, pero de momento la plenítud desrr valor está por ver. (\ü7ilson, 7975a, fue uno de los queinicialmente se sintieron más entusiasmados con los resul-rados de Trivers y Hare. Desde la crítica de Alexandcr ySherman, ha atemperado un poco su entusiasmo; pefo, cncontra de estos últín'ros, sugiere que en muchas especies dehormigas del tipo estudiaclo por Trivers y Hare la compe-tencia para emparejarse no es probable. Véase Oster yWilson, 1978.)

).11. MaxlpurecióN PATFIRNA

Se ha sospechado por algunos sociobiólogos (especialmen-te Alexander, 1974) que una forma de altruismo puede evo-lucionar mediante selección, no tanto porque esté en elinterés teproductivo del individuo ayudar a sus parientespróximos, sino porque cstá en el interés de los padrcs dclindividuo que éste ofrczca esa ayuda y los paclrcs han siclocapaces de manipular al individuo en cuestión 1;ara que laoftezca. Si ponernos atención en el anterior anúlisis padrcs-hijos, es fácil ver cótno tales situaciones se pueden dar. Su-

póngase que un padre tiene un númt:ro de hijos, digam.rscinco. Supóngase que es imposible para el padre cuidar delos cinco: y que incluso si uno de los hijos fuese abandonadono sobrevivirían más de tres de los otros cuatro. Supóngase.sin embargo, que el padrc está en posición de manípuiar a

uno de los hijos, de manera que ese hijo sea altruista paracon slrs hermanos ;- así sobrevivan los cuatro restantcs. Cla-tamente, en tal caso, cualesquiera genes que causen tal mani-pulación por parte del padre serán favorecidos por selección.(Véase, sin embargo, Dawkins, 1976, págs. 1467.)

A primera vista parece que no existe mucha diferenciaentre la manipulación paterna 1' la selección familiar; peroexiste, de hecho, una importante diferencia. En la selecciónfamiliar. un individuo ayuda a otro porque ambos estánemparentados: cl segtrndo individuo está uansmitiendo losgenes del primcro. En la manipulación paterna, un individuoestá obligado a ayudar a un segundo individuo por causa deun tcrcero. Que el primero v el segundo individuo com-partan sus genes es bastante incidental. De hecho, sin duda,ambos los comparten, y así, posiblemente, cuando ha1' ma-nipulación paterna 1a selección familiar tiene también ca-bida. ¡, ciertamente no es fácil distinguir entre casos demanipulación paterna y cle selección familiar. Si uno tienehermanos que ayudan, tal como ocurre en ciertas especies depáiaros. ello puede ser función dc la manipulación patcrna,pcro, dc nuevo, puede ser también función de la selecciónfamiliar.

Se ha sugerido, párticularmente por los críticos de Triversy Hare (! ), clue la manipulación paterna es el principal factorcausal clue opera en los hirnenripteros: después de todo. unavez establecido el nido, la reina fabrica obreras en lugar dereprclcluctoras, mcrced a lo cual alinrenta a su primera des-cendencia (Alexander, 197-l). Sin cnlbargo, como hemosvisto, todo esto constituye por el momento materia irresuel-ta de controversia. Más pronretedores pata la hipótesis dela manipuiación paterna son, quizá, los frecuentísimos ca-sos del reino animal en que una cría sirve de alimentoa otrás, El fenómeno de los llamados huevos <<ffclficos>>,

que son usados como comicla por los hermanos, es comúnen el mundo de los insectos. E incluso en los vertebradossuperiores se encuentia uno con casos de canibalismo entrelos cachorros. Por supuesto, puede llegar un momento enla vida del organismo en que vale la pena dejar la vida porlos hermanos; pero en las primitivas etapas del desarrollo

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n (lue un organismo puede setvir de alimento a otros her-rr,r)()s, parece difícil que las pr-obabilidades estén tan níti-,l.rrrcnte delimitadas que valga la pena tealizar tal ¿lcto

, L sacrificio.l¡rcidentalmente, si la tesis de la rnanipulación paterna

rr(r)e algo de verdad, entonces se podría fencr una intere-',rr¡rtc ','ariedad en el escenario del conflicto entre padres e

lrijos. Normalmente el conflicto ocume porque la prole quie-rt una ayuda que los padres están reacios a dar. Pero sil,,s padres dan demasiada ayuda para tener así a los hijos.,rrjetos a ellos, entonces podría estar en el interés de loslrijos rebelarse. En otras palabras, el conflicto podría darse, n dirección contraria, los padres ofreciendo ayuda y loslrijos rechazándola. Obviamente, no se está suponiendo que,rlgo de este comportamiento maquiavélico esté consciente-nlcnte planeado. Se supone que el comportamiento es unaIrrnción de los genes y ciertamente podría haber un valorselectivo en la ignorancia con que funciona el cuerpo (Tri-vers,1974).

).12. Arrnursno REcíPRoco

En tercer y último lugar, de entre las posibles calrsas su-geridas de alüuistno animal, tenemos el altruismo recípro-co (Trivers,1971). Éste, si hay algo de cierto en ello, es

un mecanismo más amplio que los anteriores, puesto quepuede darse entre extraños e incluso entre miembros deespecies diferentes. De nuevo debemos volver a la teoríade Trivers para buscat los detalles. Supóngase que tenemostlos individuos, A y B y que cada uno de ellos se encuentraen peligro de ahogarse (Trivers usa en su eiemplo sereshumanos, pero ello no es necesario). Supóngase t¡ue, sinayuda, un individuo tiene el 50 por 100 de probabilida-des de ahogarse, y que, si es ayudado, esa probabilidad bajaa un 5 por 100. Supóngase, además, que tanto el salvadorcomo el salvado se ahogasen o sobrevivieran siempre jun-tos y que ambos en ciettcl momento se encaren con el riesgode perecer ahogados (es decir, que necesitan al'uda). Cla-ramente, si todo miembro del grupo está preparado tambiénhasta cierto punto para fender una mano, el riesgo deahogatse de un miembro clel grupo bajará de un 50 por 100a un 10 por 100. A la larga todo el mundo gana.

79

Para un seleccionista de grupo esto podría ser cuantoimporta, mas para un seleccionista individual queda unaimportante cuestión. ¿Por qué habría de aniesgar uno suvida en beneficio de otro? Obviamente, porque uno esperaa su vez ayuda para cuando esté en apuros (esto es, aquellos

.' genes que aceptan ponerse en peligro, cosechan recompensas' selectivas --{omo s.iempre, no se suponen intenciones cons-

cientes). Pero la cuestión que surge ahora es: ¿Por qué noengañar? ¿Por qué no aceptar el ser rescatado e ignorar losruegos de otros? Aquí se ha de suponer una cierta facultadde memoria, pero entonces la respuesta es simplemente quelos individuos recuerdan al menti¡oso y rehúsan ayudarle.En otras palabias, se ayuda a aquellos que han mosradobuena voluntad para ayudat a otros o que al menos no sehan mostrado contrarios a ayudar a otros. Así se acepta,sob¡e la base de una especie de principio de inteligenteinterés egoísta, la difusión y mantenímiento del altuismoa través del grupo, incluso en un grupo de individuos noemparentados; aunque siempre habrá probablemente unacierta cantidad de engaño, particularmente en una poblacióngrande y fluida, porque entonces se requiere un tiempo antesde que la naturaleza del mentiroso sea fleneralmente co-nocida.

La diferencia entre el altruismo recíproco y la selecciónes también que en el primero se espera algún retorno directo, mienüas que en la segunda no se espera tal fetornodirecto a cambio del propio altruismo: el retorno está enver el éxito reproductivo de los genes que uno comparte.Como el lector habrá inferido, existen muchos vínculos di-rectos entre el cnfoquc llcvado a cabo por Trivers en su

análisis del altruismo recíproco y el enfoque llevado a cabopor Maynard Smith en su análisis de la agresión animal.Y, ciertamente, alrnque Trivers no invoca todo el apatatoformal de la teo¡ía de juegos, equipara explícitamente lasituación del altruismo recíproco a la que ha de afrontarun jugador en el dilema del prisionero, tópico favorito delos cultivadcres de la teoría de juegos.

¿Pero encuentra uno en la naturaleza ejemplos reales decomportaniento aninral altruísta que parezcan ser tema ade-cuado pata un análisis dcl alruismo recíproco? Trivers dis-cute elr cletalle u. caso que prima lacie pa¡ece muy convin,cente: la simbiosis de limpieza en el pez. I.os miembrosde cierta espccie Cc peces, el camarón y otios parccidos,

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lrrrrpian de parásitos a miembros de otras especies de peces.l\rr una parte, el limpiador obtiene como ganancia unaI'rrcna comida, y por otra el limpiado obtiene asimismo ga-r¡;rrrcia al verse libre de los parásitos que, en caso de no.,t l atendido, pueden acarrearle incontables dolores y enfer-rrrcdades. Pero lo que es verdaderamente digno de destacar, rr tal situación es que, aunque el limpiador podría cons-tituir una deliciosa v nuritiva comida para el limpiado,rirramente sucede que el limpiador acabe su tarea siendo, ngullido por el otro. Por el contrario, el pez limpiado harálicneralmente un gran esfuerzo pat^ garantízar la seguridad,lcl limpiador, incluso cuando éste se halle amenazado (Fe-tlc:r, 7966; Maynard, 1968).

La evidencia muestra, sin duda aTguna, que el compor-t¿miento del limpiador y del limpiado está bajo el controltle Ios genes. Existen, por cierto, algunos ejemplos clara-r¡rente documentados de algún pez efectivamente vicioso porhaber sido criado en soledad, pero que muestra cuidadosl)rotectores adecuados cuando se encuentra con limpiadores.l)or ora parte, la ventaja selectiva de los varios comporta-rnientos exhibidos ha sido también demostrada. El pez grandetiende a dirigirse a estaciones diversas para ser limpiado ysi los limpiadores han sido artificialmente removidos (esdecir, si se hace como si los limpiadores hubiesen sidodevorados) el pez que tendría que haber sido limpiado des-arrolla rápidamente llagas y otras enfermedades. Y, finalmen-te

-la marca, casi inevitable, de que algo está controlado ge-

néticamente y es selectivamente ventajoso (porque de otromodo no dura¡ía mucho)-, se ha descubierto que otra espe-cic de peces saca ventaja de la situación. Algunos peces pre-tenden ser limpiadores, pero de hecho lo que hacen no esmás que aprovecharse de la situación ¡comenzando a devorartrozr:s del confiado pez grande que esperaba ser acicalado!

En este ejemplo particular, está claro que la selección fa-rniiiar no puede influir. No existe ¡elación senética entreel limpiador v el limpiado. Por tanto, argumeitaría Trivers,es preciso invocar algún tipo de explicación de altruismorecíproco. Ciertamente, no se cuenta aquí con suficienteinfornlación cuantificada: pero parece que sólo puede sa-tisfacer un tipo de explícación que apele a su propio e inte-ligente inierés. Rccíprocarnente, esro implicn qué el altruismoanimal prrede ser: promovido por la selección individual, in-cluso a través de las barrcras de la especie.

Con esta discusión del alruismo récíproco, poclemos po-

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rner punto final a nuestra excursión a través de las ideasy resultados de los sociobiólogos en la medida en que se

aplican al mundo animal. Mi intención, sinceramente, noha sido tratar por completo esta materia, pero creo queel lector tendrá ahora una idea general suficiente sobre eltema. Pasemos, pues, a continuación al mundo httmano.

82 83

4

La sociobiología humana

\i'ayamos ahora con el área tle mavor conüo\/ersia: la apli-r ,cit'rn de las ide as esbozadas en

' el capítulo anterioi a!rrJcstra propia especte. Homo sapiens. Para hacer justiciaír muchos sociobiólogos (y a la sociobiología en general) es¡rnportantc comenzar con una prccisión: se puede hacer so-tiobiología-animal sin tener el más mínimo lnterés real porl:r sociobiologí¡ htrn¡ana. o incluso negando que la sociobio-logía pueda exrenclerse de un modo legítimo i los humanos.Por tanto. ctralesquiera qne scan las convicciones que unosustente. no se debe alabar ni condenar a Ia sociobiología

:;.;;:1.].t tomando por base su rclevancia para con los ñu-

De' hecho, lo que parece darse entre los sociobiólogos.cu:rn<lo la sociobiología investiga sobre el homb¡e, es álgo¿irí corlo un cspectro de reacci<¡nes en el cual los pensadb-rt s ¿merican()s cstán rnás disprrestos que los británicos aco;;sirl'crar a los humanos conro organismos sociobiológicos.l\sí por ejemplo, cn L¡n extrcmo del espectro, Trivers es-crib.:: <Los chimpancés v los hombres comparten cerca<lel 99,5 por lOC dc su histo¡i¿ evoluriva. v, iin embargo,la mayor parte de los pensadores humanos consideran almono como un ser deforme e irrelevante, n_.ienüas queellos se r.cn a sí mismos como rreldaños que llevan a laOmn_ipotcncia. Un evolucionista no puede aceptar esto. Nohav base objetiva sobre la cual elevár a una'especie sobreot¡a.> Y continúa: <La selección natural (la reproduccióndifercncial no aleatoria de los eenes) nos ha cónfigurado,

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.rso dr lo\ hu,¡. no\',.'..,'¿'.l \,ánr"''o n _r ',o o' ¡r D'tl.in' tr,' . ¡choI n'J'l{1 ¡o rl!Lru'rlei, ".;.'""s.' lo r.,*no I crr'n- ' r ' P rre loc

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luien se disra¡cir tisa ! .n.ndr¡e d; J¿ yriobiot.sia h,-r'.nr.) ¡¡u- q,- .1. iJL,. I.r,,n \"'ur ¡Jern, tr¿ et.¿so del honbk

Io r¡re'i.rnp, r, dr.t,. ... . .i. , r nrr, -.,, .., ¡¡ Ernr" vol'¿no, ,l-.{d. .ob. ,Jy.n. Jr - te. L, - r- c¿piut¡'rgurrcé¡ nrsnoñrdend, p.,.r,, .r.¡.¡,t,.rc,,o, 1,cri, p.¡.rprcsro reli. i-idon ( L,cJ,.irJ,,enre J t,,s I.um¿no. Mi'r(rncrón lqur L\po.i r\ L'

p.re ¡rás rdet¡nre.

D\J( Ln pr:n,,pio J r1,,,, dr t, ra.-.ion hL rn¿ h¡(¿p¿-Jdo r' .o erér de o, b,.loAo (votu..ion.r,) v¿ s€,lon! c¿uv y¿ .uno etl.ro aono ". bi-r ".bido. ¿unSuee. 'ñ\ pa .c¡o.Jño. FU.h". fcr\ó1_. r,c ¿¿,.,¡ cJ ddii-pol¡:.J - ¡'"c,enr'ti,.., o.,,. .e,:nrie-¡on r(¡¡:d.- .';l lor snrla,(. roiro.. F\.o. úhmó. Dcn../oa qu, l' .d.r nro ol,r.. ,'e D,r,.,. pod,"n .e, Jrt;-/¡d1" p¡, ,

'oo. - roJu eén-ro d. prJ. r'.,, ¿A ..:v¡. humánas

-Lr DU110 ,lgrdo to rh rnl.j ta ju r:fica.iún -dá,u:nr¿na"ou. Iropu,o rotr D. Ro, t.-tc . J. r. o opi,.. rmpr.clbje.rvr¡ru¡ , tin.,¡. i,a ,H ñr, t¡¿,b toL8).hov d;r quizi po¡qu< nrrh¡r dc ed, e,r-,pojá(ione" h¡n

c¿rao¡ en de\¡ed,¡o..y.\re un $d(nc:¿ , .Ff,, que Dd-$ 1 5". ! ren,do r.t (nc' c¿t er ,". , Frnc,¿. de que Io,hdñ¿ro ,r, rsrc'.vos por ra.',mtc.á , gue ..r, ái-c.ijrpuedP dber d(¡cñpeiódo Ln inpo.lr r- p¿oe' cn .u hi".to ,r t¡. o,rgcntr det J,rwiDi..o ,Gi,t .; ,uctcn ,inrdo Herb.r spe.re. En.e,td¿d.s:r. ¡\r"to,Ltr o-ün..t,c

dc.prcbá cn {r.ior.. t^ Jr r,,, r.'on\ buó!¡¿. p¿rá _J FL-rlr F. r¿ t.J_.r.¡r cor\en.rd: oe or r¡,áu(.ror r.u, .,n" .\ bi^td-..rnc|e rt-o..cn, -¡ t o... 11\ r.'\J oF ,nr áe,c.ión Lbir ido dL :¡a ir.,lá\L b,,i lo hrr¿1o, s b:cn,. \eFh./o \...p,¡ cof o. te,one,o. br,.icjSrrs,

cnáb" dr pLeno ' e.ht¡ ,r,¿ rrnbrcl .n r"n,no, d; hc@r de .,r,'.F,s rJq' irido, v .. ü,r,,ncn,e for .crcc,.ó¡ lJr r¡ del nr' ¡¿,ej\o ,¿ . "p,(.io . o r-jor,i r¿ r8relir que obr;1r iti o t¿ ,,.k i.,(:oLd" co; el

tahaño del cereb¡o). Po. to demás, Da¡\,i¡ no elu.tió sa;;

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r o¡secue¡ci s p¿r¡ cl preseorc: .L¿s llamadas ¡z¡s Cauca'siaras, más cilili,.¡lds, haD ve¡cido co¡rpletamente a losTü.os en I¡ luchi por la distcn.i.) (DaNin, ¡887, i,pági¡¿ lló ).

Hoy di¡, soleños rendcr ¡ zaf¿¡nos de i¡feie¡c;as tancudamenrc cháüli¡;stas, pdo lás báses biolóeicas de 1á

¡grcsiód humana continú¿n acapá¡ándo la atcnciód. De he-cho, rcmó se ha señalado e'¡ el capí¡ulo an¡erio., ha lesadoa impone$e u¡a impresión general curiossmeD¡e auto-derp€ctiva. Po¡ u¡a par¡e, sisuiendo a au¡ores como l¡¡enz,¡as esp(ies Jrrcrenres i llono vpun: son visr¿s po¡ onr'pleto si no como dulzrr. y lumioosid¡d sí .oúo relar'vámcnte ¿¡moniosas y ciertamcnte no lctáles. (Cua¡do, cn elorso de $ evolución, u¡a csp€cie de á.imales desarro aó.e¿nos con los q¡e püede derrui. de un golpe r un se-

mcjanre. en'on,*. rn ¡r¿" dc l¡ .L,pe,ri\elcir. .( dcb,.ría de¡r¡oll¿r. : h v.z qrc rl .naano. unr inhrbki, nsocial p¿H prcvenir un uso ¡.ruc pudien pe¡judic¿r.1.exisrenc;a de lá espccie...D ()areoz, t966, pás. 111). Po.ot¡. parrc¡ se8ún aurores conlo R¡ymond D¿rL, los hoDbres scrcvclá¡ como esinos sin resiric¡ón ri ¡nhibiciones, nosólo de o¡m. cspccjrs. rno r:mhien de la suya propia.Biolósicai¡ente, todos descendcDos de Cain. Así prosiguel¡reü: "Existe

gilo un se¡ en posesió¡ dc .¡m¡r que nos hú dsa.¡ollado en su cue.po )' de cuyo plán de e..ión,po¡ t¿nto, náda sab€ el iDstinto dc su espccie y pa¡a cúyouso él no cuenD con Ln¿ inhibnniñ .orespondien¡emcnread(uáda. Es¡e cr e\ el h"mbr,' tLorenz. lt¡r6i r¿mb¡enD.rt, 195J).

Hemos visro en cl capítulo ¡n¡c.ior que, co!.especto alos anináles. los socioblólogos .lnsidera¡ los he(hos yteorí¡s de sus predcesorcs alramcnte speh()s. Niesá¡qu€ los animales sei¡ ran comedidos pari con sus seh€-jabtes, y trmbién lds hip¿resis dc ,ele..ió¡ de srupo delripo de lá de l¡rcnz. Similármenre, cn el caso de los hu-manos ¡icsdn ¡a¡¡o los hc.hos .omo las tcorías. Para em-pezdr, .uAieren que lo. h',raroc nó sor ár 0sre,ivos comoá menudo sc l.j dc\.ribe. il rrenos compamdos .on oaasesp€cies- \vjlson escribe que <el asesinato es mucho Díscomún y, por tanto, "normal> en muchas especies de ve!-tebrados de lo que 1o es en el homb¡c, (Vilson, r97Já, páei'¡a 247)- Cicrtane¡tc, \Vjlson susiere que comparados co¡ losleones u ot.as especies pa¡ecidas, somos u¡ grupo b.sranteáj])isroso. farnbren. coño Lábri¡ e-perar, Wrl"on y onor .trio-

86

t^

a7

. 'L,rt. $h .'..¡.,, rc r.,,,o. ., c\I,,i!¡r cJ comp.ram,ento

,tuc tu\ jd iuhicitoaos v.an rSresióñ cnL hunr{no.. quc ta e.rjn,(n ,1. *,i,,j ,.".,,,"i,". ".c";h¿th/*,\ J, tr .;,,"t.iot¿,r,, ,n,,n,, p,*., ,r'(rr¿. !u" \GrobidtoEo, ,.._.,,"

" ; (u¡an d; ja-l*i.:l l-,a,",t ,ons¡J(r¡n eu( * ,;, "¡snfi.,,iu" frhJnJ.u .,tDr¿ y c1-et o¿\rd. ucx,(ptione. drsn". ,lc men.i;. piú;a;

;li,r;:;:,1 .,'.,,'"^ su rrrba¡o cri riohioroeia ¿ninar es

. l,: , ."'t",-. herr. v:,, .tue wit.un cornderJ qucj,rn p¿trc de tr Jgresiún ¡ni¡¡dl ci rJ¿pra,ivú, ! que est¡ di¡;'1,rJ ¿ r¡, obren(ion de tos rccursos ri_,,,a*: J,, ,s*ñ"'',, 1,rt pkL!icad¡ den(u dc unJ e,p.c,e nrncioni ante'.

d,r rcmo ulJ,IdnE de coaFrir ptr i"s re.u¡:os ambie¡-,,rri rn(lulentlo elpe.ia¡nrc¡rd et JL-*- v et ¡etug;;ll_'.',)3j: "yr":,

ple 24,). op,nJ er,(. cro ^rá pro"oádo.,",,:^: ,:ll-. ":. t¡.ff,. e oe.,¿rm(rr( por ra uegada de

fflnc,pro \cnuróbico h, sil" docu;enr.do,.:-^li'll:iT:". rodc. ros arupG .rue cihiben fo.mas ,J;.,¡,uBU¿\ oe úgánp¿cron..oriat" {\vit.on. lq/,¿, p:ig. 24ór.:1''',- ",,"",,,,rinriL,. \y/ihon conrrlpta tr rgrcsiói en los,l::TinG, no c9no un ,e¡cbrcso rJ"Bo quc m"e.!¡a n,6rrc'-1,r,9, sansuhárjo. sino como rtgo

"i*"¿,¿" y J"-,ii¡nn srAnrrr.rcróñ .d-pt¿¡ivi p¡_a li -Deni*,rrr¡i.jn der in¡r,vidrcl v ,,i ;"-d"J,i;;.J;1,¿:Tf::::'-1': ':,:1""" en una rompirencia p,tr recu¡'os r¡.,i'l'.:oq. ,,". (omo. ra cohidJ u er e<oircio para vivü.lcem¡. áunqrc wilsor (xprcs iDdi¡er;ciJ rrie Ja cues-r.un de sr ¡á ¡grcsión cj Seniri.J o aprendida. esrj ctaro

:11".,:..::":.le h¿s €snci¡r pre¡ra eue es 8enétic¡ o. i,j.,;i .

.i:',,.T::". conpa¡i nu(:irr\ ,*p**,. r,¡",i-,,ill' l' 'l' "'* ,"'p,"v,, ,s,".iu,' *D,¡s n,h dc rA veces defi¡id¿menrc !eÉri.ás. De errc ¡nodo,l1l:,fi,- y h. ,.¡k5 de Nqksr .i ,o-"n *¡.enrc _,-i:l:l^: Fl:i::il' D'ro .ó1d'c,o ]es csrrera" de asroncmcidn.

Ii{::rii¡!:i:: i::?i?Í' ¿l,r* i:,"*rl,";, T,r .l:lilt e,er{nas e1 ¡os .rmpos dL .oncehrrá,ión

" ¿. pi¡,i.ü

i:iÉiirT'f.f iíÍii:íjtilí,v :,íj"fí:",h\yj"i-: Gr ;;q^ul ,us quirdr estrelho p ruleto con tas dc orfos á.rimáles

intui¡ilamente. ponemosintrusos y demás Ellos

b¡ueras a erfanos, ex¡rdtJeros,son los Yids. los VoPs Y los

'i.'. ".r "

li ra( ión cr el Pre'en'cp.-. :,j¡r h¿v''.-r'á d- p¿"edoi AuLr c'r¿ tl¿r't que

\rlt.;1"..,'".¡, .. rene. co. DtrNir .on'ioer'ndo que

r" ,","'l¡" l, iu¡ad" irn papel (1,\" en c P¡'¿dó evollrivo;,;',;; l,-b;" es Je'Lr¿ or'n:on c 'o.io"io

oeo R,

"-i,iJ ¡. Át"*.¿*. quie¡ sosti;ne que, u' ranto Patádó

ricanenre ezn P: r" Je lo .¿Pr.idtd húmrn¡ p€ru \i\ r er 'o. e¡lad r. o(e Ale\'¡¿er cols'Jer¿ c.ao bá'.¡mel'e feti¡",.. -'¡"-, ir.r¡n'iJ ul prod- o d la .¡ e'ron s'h¡

'uper ¡lo ' men,d. qu. . hJ-¿no' \ 'euaiéron en

a;rá;; " "'"'.',"",.. r¡pid¿menr' "n rur' "n

j- ¿ cr7'i;' ,"'"f"',". hum¿noi ne.e rrrb¿n ú"hárr¡ i"reliseare'

rIr ''\ar'¿r'e rnr Y*a rucl-o rjs;;;;;;, .. "; 1 t' i . ¡ur -ro \:a e,ib¿ 'o q crsa¿er;"-*",', o c . r¿ c\r'l:. r' r'ir Pdo lonvrnclr_," ", . ¡ . , t .l ,

' - " . . ., i - . l. a.o',¿ r lo' de 1i-o' rc.

iá"J: l, ',¿, en ! ,po ,11-s 'om' ¿ s r. Prol'¿bilidr¿,1" .".úre- oG,m;1,"* I l"r 'nrñ ll 'rc" aue l' '"'L'hildad \ ..r ir"lgerc'.: por ¡ mFr.i'rtr L áPre'ion 'on

J ó' dcrhd'd' c' qu cÓ-or(a Pot

'". .''' ' ,"'''""'. J q( ¡o or' b'rd¿' de Lumaro

<Yo susiero, que, en u¡ er.dio pri¡litivo tuero¡ P¡1¡ct."r--i i. ¿l*.1.¿.. l q,. ror7.n l J l^ honbr*i ui'i- -n a"p^ ) qr c' . dcrr'J'aor';.0;. i.', ,'; g"11.: ',.' m ",r'de' v Poderc\ '-rÁi.-,'"¡-,,^,I 't Ilo 'or'c' 'nrdI auc \l'.¡¡1-de, no ',po. .ra ' cu¿ dire.r' dr .n r'r'o 're'¡;'.'".,.;, ¡.. .o ásl_\"r'"dc' rs JPro 'iro

".','i..,,'li ' Il. \r \.'f".rl t P¿,ric'l'r qc

i¡.d.. 'u'.. . r' - J. l' : dF rlc n¡ j. oaprm11 rl'

li¿"¿ ¿"'¿;*.ii. ent¡e f.n,ili. l¡misos) v no faúili¿ (ene'

miao.), 'c¡d. esrr .r¡rcrd:d l¿ inrelircnciá.-11".'' "1, , n"'. 1 ,o ¡ r'rc" l' 'gt'iótt

;rre\rL.i.n.s I '^ '.

..:r,^. de lr '8r''i¿a lLm¡'a,,.,.i.. 1,. L. .r ;,. o J \l'\' d r 'r qu:er r.i p-o!c'

"1"*Á.,r , ¡' m' "cr,-i, r -nr-¡ de l4r"1z vorros..cr L'. - i:"L".::'.1 --¡rrte "l .uc ooeeii ^;

-.t . t ' cor'-i'"¡. ah, ,o,"'ro,'rh dc

.rF\.¡rri.,D.s d,Ú.dn¿s uriliz¡d$ DrI. i.fc'úsc a jrdi6,ih¡;n)l v hrnu .; Fner¡l fN l.1 'I J

38

l, igrcsión e¡ el reino dnib¡l, puedc poseer rdñbién lz, ,r)¡cidad de prese¡var a su especie de 1á desfuftividad de.1, ¡srcsión> (Alexdnde¡, 1971, pás. 11'1). Y Alexander,lLj¿ ouy claro que, en su opinión, esd cápacid¿d para\udrt a las especies es sólo función de la cápá.idad indi

vldu¡l humana pa¡a áyuda¡se ¿ sí nrisña. En partiolar,\lcxander sigue el hisbo tipo dc ¡azonabiento que los

,rL,c ¡plic r la reori¿ de juesos ¡ l¡ asresión a¡imal: ¡eál¿ar,i rt¡que to¡¿l está bie¡ si uno csrd seguro de quc va a

,.rnrr; pcro si l¡s p¡obabilidades de éxito so¡ muy peque-

' o i lJ. p.obáb,r,d"de' del coyo. , LJ,.lu:c'¿ que .."i nr l¡¡do \on ru.hu,,.^u( en.ore. .,op,rr por Lnr

,1¡rarcgja de dgiesión linritad, pue¿e ser la nrejor política. er' -El pe¡, ipu Je 11, n¡' -l J ,. diflB,r un ¿r¿que

'r bri,' Drobrb I J.'d-' d- p¿,Lr . . J",pJ(. de ódó, rrlr .n1c arñ¿. ler¿l-.. n l. nrár. p.u rc.ib"' JL'Jnrc. 'uch|n¿ he,,J" e,,v. o ..o r"l ,rL c¿uro "- pcrderilis que de gar¡r. Los leoDes y los tigrcs... ¡o pareen ser

",,J. nu.há e. . . Ale\rndc. to-t. pj8 tt¿i\Je n¿.. o. ¡-

'üov.', s uo 1i ,n(\ .ob,. tr Je¡...on ,F-

¡insid¿ buha¡a, Alexánde¡ ¡e'¡i¡c ¡ los d¿ros a'r¡opo-iúgicos de rari¡s rribus <pri¡ritiv.$,i a mcnudo ¿sras dee'I e¡ar r"d, .uc're J" p'ó, ed ,' ,er I, b' E.o\ v ,, -n,dnres,rr con lo. 1d\L^¿r,o.. t, ¡up¡. "- .' ,q, Ln iue8o:,üár¿Jo. .lre Jc rl¡un, n 'i'"'" ..¡¡" ¡: p"' " L,oler,.¿ AlerJ Jc r¡i,1e qrc b.er pud,i¡rmo, ..rrr asi\,"rJo al e'FcrácLlo J, t.r^.¡. .J,r\..io q'c..,dean ¿u, opor¡r e. ,¡nre, J. dcc,J,, q,. .,o .\.'i c, ,L in¡eF.

' :oirJ -l e¡rJb:. .,, ,.nflj.ro le,¡i. 'f' e,ro q'. \'cy¿ndelo¡r{de.,l¿s bJnd. rr.tLrns\ ,onJ .r'rr'r',. nu hay faúe¡o¡ sugercncja de que dquí oFere u¡ ¡recanismo desele.ción de e¡upo.)

Obvi¿me¡te, áunquc no pl¿¡tec la cuesrión cn té¡ni¡osformales, el análisis dc Alexander corre p.¡.lelo at que haceMay¡ard Smith de la asresióD ¡nin¡l Mavnard Sinitb ha'1, v¡do l¿, coü. ra p¿.o ñd id,',lrc r L. r-o'rrado "xrcoud':" rdnc on:' r1l nc,¿ni.ao :rn.mb,rgo.rc¡emos n¡¡ curiosa lasund c¡ cs¡e punto. Alerander, pir' !,Jre nñ \c refreF ¡l ,,tjrjo dc V.\n¿.d rmirh drri.,lmm,c m ,re dud.'. o¿J,; I,r'.(, Le.no c{o ¿l p¡inc,pio, y¿ qoe.sus p¡ineros r¡abrjos ¿nte.ede¡ ¡ tos de M;vnardsm,h Pdo e. qu. .J\ r1,Jr rn.tu." r.rnpo,., ,c ipolafJr.' r.,¿, -. 1.. 'cñ,,' d. t'(-ú. C,,n...; t .ri.l.; ¿t

89

r..rnienzo Jr c.r' '¿Pr¡rlo \l'rn J\n rl' r't Jt'er 'rf'r 'rrñ /h\óluro )r énloque I lor \Úr'¡t's l'e'r J r(r"' J''i..ii;;;- i, ,'.ii., ¡" r ' ,.. ru. o, v,n¡ me,re rod i'J

-1.. ¿--."":"'.i"'," humrl¡ .lúc rlfun" Dueblo' p I

;,;"; ".;;ú"" po\,'¡r/ 'p'e 'v3 ''r 'v'ñ' ''mira r '

¿n.nrrlc ,rure( 'fla ' '' r'orrJ ' lñ' r Fá(' l ¡i",i,,,"'¡,.1.,"i","""" r,nv,{,ar.i nc' r l.'qn ¡ p-l-"..r "*** cono rl sulo cs !álido Pam óeuúti'osi."-,*. ¡t''-,¿ s lh n¡"; ¿rcp rurnrL I rbPr J

";;il;.,..;',.; r.e,".o nroq* .o. obiorur: o de -'l;; r,;";.

"," et onr¡"rrrmi.n^ LLal'qo Purl' r

;;"i; ;; i;', ar. i'ni:. 'rroro¡ o .n, e r' ¿pre''¡ot rr

-j", - r" ".'-,1. pt'" n:Jr Je I' o'k l' ¿'\' t ' '

;;;;.,-; "r .r'= I "¡r^, r, '^,' J uluo

"J s

,i.""1"'.,r' "]""'¡" i',¡.*", " .n rd¡! \lr\'" r

ili'¡. -i-i '1" ',,. Irs.enn',,/r'." r¿. ,." "on¡r' or"':i,;: ..¿,.;q,.l'"-.",,. nrc.rrcunr''mrri -d op; r'l..ll

",i,ir "'* i,;* L ,¡/ú. hu¡ ¡n ' 'r mciñ'á cr ' '" r''Lr^

i.,-'ii"n,ii; "ni* honh,e. ¡r p'o'r.üP:uec¡ r''l:".;;;';: l;"i ,i ",'.'¡-' ¡ '";r',.r" d- '' " 'L '"..,,i ¿". 'i."i-. 'tt.Lná d 5n r\ rq'2 "F r" si

'.i.." l.a.-^ ' ' J. '(n,rll¡\ * di"uri'i -.¡ 'J'l'"Cierlám.nrr. nn enrl 'rr" ¡r lñ' 'otrñhrolñsñ' 'nn"rc¿ar\l;,;;,;; ;,;;;., .r ¡".^.,,..'. 'r., .i"q.¡¡ . "

4.2. SEro

v'vrmo' ¿ho ¿.'r.l fr"l h n'r d'l - r'' ¡el ¿T'r d- h "'" ú

""".. om^ r l¡ ¡¡re ion Jcheao ! ro' i"rr '

," oi^ ii' c'",,."."'' .'ne;' D'" n o"'rnlli ¡'in r"i"""-".'¡; r. .rc. . *i"'l er e rrndo "rrrnar' r";" ;,,;;.,.i¡ J..'¡c.d.,r. \',,.,,rr rú,¡."-'orerd""ii, i.;;,; '.. ó. h..lo. Fl rib'o ¡'nñ d- Dr'"ir "b'e.r""i." "."- i" t t " o' ¡t4 ¡" /'' drJL ! "orot:nr J'-.n.-r" l"'¿.lc 'r r¡ilnr' ' ur rnil'¡ Ñni'o d l'

".i"ii'r.i ";"..r q* l"i*i ' .,' '¿ e' rplhad' I H""o;;;;;,, ó"i.:r; .".',"n. q,, ',n'o Ib dirern.i¿" 'cr''."-. e¡',h' * ¡u_d"n c\fli.Jr "n rirñrnn dP nñ ¡rrsr¡'

'!

¡;;-"'ii;'.:," J,''¿." r', .ch.oo' exdir 'n cl "rr'd; i;. ;,.;;' ' l.' 4"."'n ¿. r¿' h'rbr"' 'e ""¡rF i!i'';";i.;'";;;;' .¡. rr ,.mrr'ror.' oó, cr e\p'e'rh h"'n

'mnnrz.rdo r-'a r',mcnr 'de¡ vr'r' 1 '

90

conrencionales ¡cerce de los rtes scxuáles. "El homb¡e es

n.. Js-e.iro. .omb¡rrvñ t ene-Sh" ,tue l" ru;cr apate.l .c nrs iTágrn¡rvo ^ l3.r.orr'\i'L 1,. mrlcr c. "r^s:nsible y benos egoísla> (DarNin. 1871.2, págs. Jl6126).

Desde el nobeóto.n quc ¡rnbién etlo".rcen que lasIr.rías desar¡oll.das p.r. la sexu.lidd de los ¿nimáles Puel¡r ser direa¡nente iplic¡dds d los hum¡nos, Ios sociobiój,loj son unos d¡^vióidnos nr,) orrodoxo\. Comó |ehosi .ro. c! sexo r el apáre¡miertu h.¡ s () consi¿e¡á.los, ¡o(¡ o coope¡¿cioóes eó bie¡ dc l¡ especic. si¡o como <con-I .ros" dond. c¿d¡ conr¡rc¿nrc n¡r¡ dc .oopc.a. .oó el.:a) dc r¡l fo.na que pued¡ ¡umcn¡¡r su ¿xiio reproduc',;\o individual. Aden¡s. ¡lád¿ l¡ ¿if.r.¡ci¡ inicial en elr.:,¡¡¡o de 1a célul. s.ru¿l r d¡do ¡sinri$n' el hccho ¿e:,i. no¡nralmente se¡o l¿s he¡,br¡s l.F qúe llcvcn po¡ dlsúnr'.¡rpo cl huevo fecund¡do i¡ .bitlll¿- .nrc Ios scxos hasri,, lsu¡l¡rcnte consider¡<l¡ como un inrenro por pa¡te del'.. ,r.chos dc pudie,¡n (es decir. dcin\e¡tir en la prok' t¡n poco co¡,o lcs fucr¡ Posible). mien¡:.s q e las henbr¿s ú¡¡¡n de inp€dírselo o de obrenü.:l!Lln tipo de conrpens¡ción:. Y¡ quc I¡ especje húúana k

. .sas on(licioncs inicidles. Ios so.io:.itbsos hr¡ esperado. ! .¡een no cauivoc¡Isc. lluc cl .om'' ,'n'i-..ú e\u"l hrn ,¡ { ,t',J. r.'l'b¡in , ''o. rJ te- ;.re ale . Ciei,rr-¡.r. el trof,ñ Dr\'\ia' rr¡.lue 'Fc.,r¡ en s¡l¡cl c\piícirrmc¡¡e ¡l conn¡tar que "el nrdo de\i¿¡ del hoñbre esrtí ¡nrpli.me¡t. derernin¡do po. Ia cul-r,:a más que por los Scner,. se vc obliga.lo d c¡nclui¡ su,l¡..!sión sob¡e el seso obscrv¡ndo h.r¡ q!¿ Punro cl com

' ¡¡', .",. r^'¡l lL 'rno 'e 'i',,, , lr' p¡, 'nr' \d,ohidóaicos "... es posiblc .lue t(d,tír. en ge¡eral, los ma.hos hununos tie¡d¿n ¡ la p(nniruid¿d r I¿s hembras a

l¡ ¡ro¡oeami¡,.omo podrí¡mos prcdecit desde una basecloluriv." (D,wkins. 1976, ptíg. l7;)

\.r, ¡srJ ,omén7.rr to- l" n'.r"r Jt irtc'i;r o¿r'rn¿J. llfcr 1" q"c lr. I'c, 'h, N hum,nr'.'i . q red.a e-h,,á¿¡d¿'. i"¡-n ,tu. h¡..Fc ' l, dea de

.r- .e..' d..nh..r'nt quin ,,"' J.,,iJr¡".'i h¿n

r ,\drié¡r,se que .co.flico" ) "b.úilh" sc r.fi.ren ¿qui á ordile'(a.<

' ú1_,. r.pr'Ju.rr\'- D. hJ.ho

, rec-o. l,n.ro¡nr,(d' ,.\^- "¡d,:r'("" nrnrel cohpórtmenial u¡a oopertr.ió¡ ¡rmonios¿. cspcci,lnent¿ ¿n

f¿ni\ c.ño cl hum¡no. que ¡couic¡c nucho d,ida¡lo Páterno

t.

91

*. "jy*J:'.1::iL.:ff :",,]:r,.r:*,u*';;,';::sl; g;

ai,T'ffi ffi ff ,t+q,flli'i::xi

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i;t'fi,"tr-'j'.'.f iil"#*tlÉ:..;lhilirrr*i:'"J;;il,:"ij:ffi;"-ii-,J ri'-':" rre.'ñ' rcr* er

:,,X:J;';;;¿". r,i\cr: * (omPracc ¿r comprob* qre

il} á,i'.-""i-".1¿cr-' conrirñ¿n 6rá predrcción 'l¿ ásrc

::?1.'*, :::#: l+n*:i"# ;u"itI'": ;:itrli.,;:

;'r¡***s*¡r*;mt**ili.'.r'."1"¡"*-.i ¡e. retáriunrnre.-rar?. (ena*o;ec;io;

:xxr3:i': ;"9::l;1,;;Íi,l'Íiil Ei "i"*. **'*Fl ,sesino v su vícrimr sÓn rr"u'rñcnr( ''r h¡rido " el

il','"'li'iár'. i"Ñú" de 5u r'Poú" r¡'¡1)-ÉlJ.'ili"'¿;'i,""1". má.hoe. rqué hr! accr(3 d€r txo ocs"' la penpecrttc

,"j ü''ii.ii¿','i *;¡* de h {ecundación ela esrá m" o

li.'il'"ll'iii,a;¡; -r cs que quicre quc jrcance 'ra

--tr*-, l. '"óriá socrobroloarcá Scnero' 'uEic'c lüc l¡,iiiü* '¡.'i""

ao= *,o'"gi^ qúc no.s4 rK€ nañ€nre

ill*ii,,iiiii o,.*¡. t¿i denomi"a ra' csrr¿recia' de r¡

:;#ffi";;;*;:r" v h der 'a'r'n'cidor" Pnme¡¡mcrr'

i#.';,'"* *tj.-i:::':t.:::":: "l¡ ;h* l:l

'¡*'ilü::fl*[;ffiffi+,ff-iffi92

'.,iust¿n bien. s¡s err¡r<sias: lás heñbr¿s ¿rracr¡!¡s ¡ic-ned qüe ofreccr menos guc las ¡o áüácd!¿s p¡ra ,¡raer ¡bs náchos; dc ahí que. como coñpensa.ióD. est¿s últimrsin..emc¡ten lá muestrr *xurl de lo qüe esrán dispüestas !¡erhirir (Trilcrs, 19i2. páa. u6). Qui,á táñbién sc pudie.h arsun)eúta. aguí que desde el moñe¡to cn que el machocmp'e2a a rnvertt mrs r'emPl'. cnrpe2rrabién su interés por lnr ;ñseminació¡ no dcñasiedo rápidá.si * v. á comprcmetcr con (¡ cuidadó de lá piolt, cnbn.es,t,,eri r,esuhFc ,ie .tuc 'er¡i 'u propio hit. a qu,f v¡

Vilson dñbién s,,Eierc. sin dud¿ relacioñándolo @n e¡hccho dc quc Ia hembr. hun¡ana neesit. por uD larso¡criodo la ayuda del mlcho. que hi exisr;do presión selec.ri!, p.r¿ l¡ prctedó¡ ¡tue cl Dacho of¡ee a l¡ hcDb¡.

-a"i. |or eieDplo. l¡" hemh'ás 'on sexuálnlcnre r(cprivás,lurantc rodo el riempo v no sólo en cl periodo a¡terior .l, ovulrción o duradrc ¡si¿ (\(r¡len, l97iá, ¡ág. t54). P¡ó-h.bl€mc¡'e ¿simi(mo. r, guc e\i\rc ur¿ tucrre prcsiún

'c-lcctiva cn coór¡ del ádultern'. no csrará cn el interés ¡e-D.oduc¡ivo de la h€ñbra e¡ podeBe quedar cmbaráz¿d, dccualquicr macho. D€ ,hí quc cl nacho prope.da a reioÚárco¡ sr coDpáñera, gue espcra ál8un, 2yud¿ er el cuidadotle la prole como comp€nsación por sus favores sexuales.Po. supu.ro, Io anre¡iorme¡ie di.ho no suponc. d modo algu-ño! ¡cgr¡ gue el macho tenga in¡e¡és d;¡cro e¡ el cuidadoinfa¡til. dada la oaturalea indcfens. de Ir c.ía hum.o.

-auoguc prcbablemente el cuidado del m,cho y Iá inde.

fensió¡ huma¡¡ esré¡ relacion.dos, cn partc cono causa t,co parte como eÉecto.

Pero c*o es s¡tlo un asp.cro de lá ac¡ividád sxual feme-ni¡a; ld hembra no sóló qui€.e ie¡et ayúda pa.a podercria¡ ¡ los hiios. sino bDbién quicre co¡¡bim¡ sus senesco¡ sc¡c. "burnos" Je !, pareja }fr\ p¡e(isaDcnre. nosólo csr; er el interés reproduc¡ilo de la hembra el teneriyudá en cl cuidado de los hiios. sino tambiéo el combinar\us g<ncs con los se¡es de su pa¡ei¿, Ios cual6 a su ve..ümentárá¡ las prob.bilidades r.p¡oducrivas dc Ia p¡ole. Porrl momenro dernos fucrá dc l¡ di<us'on Iár cue"rionc'c.larivas.l .on(rióienro onrieote. áunqoe obviáóenre láshay en cl caso hom.no I m,¡s adelánre iendrá¡ que se¡ibordádis. Respccro á la cüesrión dc los senes (bue¡osD,.siá.Í¿rc qúe los $(iobiólosos oeen re aqui algo seme-

i.¡t€. lá esrráresi. (lel g¡l¡nre¡¿o¡ piopncr¡ por Da\-

93

_ lr' Lue.\. \ia oud",:cl.oa'hle J.l ¡liño-¡r 'mo ct'11hu¡a'-o. T¡lvere, por ejendo. susie¡e quc jncluso en lasocicd¡d contcmPorínca l¿s hc¡rbr¡s, si es quc pueden, eli

re¡ a los sdlanteadóres -s

decir, i¡rdividuos de u¡¿clevada posició¡ en l, esc¿l¿ socioeconódic¿ (Trivers, 1971,pásina 172). Tdmbién 1, poligá¡ria hum¡¡¡, rnás común c¡_ .,.o de .lr" un horl re rPnc¿ \ 'ri1' FLi'rF' auc vicFve¡sa, pudieia qledir imPli.¡da .quí Al igu.l q c nrccde.on los.nib¿les, las bcmbtrs quc sc aPrrc¡n.on un nr¡chor .. ,, l ¿ enr.o r .l'ci r-' o,' or r' .a\'F 'b.r Jl

,'" 'o. q,. ' '. 'o ' ' , g"r 'd' -

¡t¿ñe al sumiDisÍo dc cuid¡do sino t¡mbi¡n cn ¡ratt¡id dcgc¡es.

Co¡ro se señ¡Ló cn cl c¿so dc los .oi¡r.lcs, Pensr¡ puranre¡re en tér¡iDos de hembtas lue elieetr. cs un tanto con.lucetic a e¡ror. Lo que casi inv¡rirble¡renrc observ¡moses quc los machos compiten, quizá Pór l¿ mejor hcmbM

elc,c'o, d lo' n *\o' '1r. lr Le-ora d"i" h$ r rc" , 'e r" \i n

elitcn }]st¡ cla¡o que éste es cl Plno.¡r¡d genenl que

' L(,cn ve, lo. o..obiul ¡J , l¿' rc : ¡ I ".rrrrd.dcL ,ále! dc lo5 FL

'¿, ^' {r, .t ,F r drtl( rir ¿- ¿lt' no

tores qle les precedicron, l<t sociobiólosos no h¿¡ nda¡ado 1os dcralles de cóno han evólucionado las car¿cte¡ísticas seJuales ¡r^sculin.s. co¡sider¿n que los nnchos son

nr¡s ásrcsivos I' fue¡res quc las hemtfas, h.ci¿¡dose v¡le¡p¡¡d lmpoDcr su volu¡t¡d sob.c és¡¡s. Trive6 ¡fiua lue$n Los n¡chos co¡ m¡s érito los gue pueden clcgir a

l¡s h€mb¡¿s, aunguc, ¡ l¡ i¡versa, raDbién cnconttuños quc$n l2s hembMs i¡,is rt.¡ctn'as l¡s luc elisen ¡ los n¡chosco¡ nás éxito (T.ivcLs 1972, Píg 1721. \Xlilson ci¡a también f.vorable¡rc¡ic. ¡l i¡ehos snr cor¡c¡rarlos neg¡tivoside¡s que sugie¡e¡ cuá. i¡rPórt¡ntes ha¡ sido Para la cvo'fució¡ hrnan¡ el co¡rb¿tc dc ft,s mrchos 1 ld exbibició¡¡n,e l¡s hembras.

^deñás. considera que l¡s sociedadcs dc

l,or erín bastante influidds fo1 est. tipo de cosas for.icmplo, da a eniender qlc tos ¡rachos domi¡¡¡ ¡ l¡s hcn,bi¡s (Wjlson, 197J1, páe. tt2).

Il¡blar dc een€s .bucnot, es tor Pueskri co¡u s¡bcnos. ¡lgo rel¡tívo: lo lue cs bueno $ra un anim¡l no es

ncc€s¿tj¡n,ente bueno p¡¡r ofo. E¡ f¿rricul¡., bien |u.lieia$ ¡n¡ rc¡raja Id phmocnjn de los heLerocigoros, Pucs concllo se proüc.n ro¡n,¡s no clcn¡si¡do l,¿rccidas ¡ unomjsmoi incluso cn cl ¡rundo ¡¡innl h.r' cie¡ra clid.ñci¡ quc

¡esp¡l¿r csll ruposicn')n. l]n razrr[nriero sinilaL ts aplicrdopor los $ciobiólogos ¡1 ca$ hunrano. [spccílicrnente. se

rcfiercn ¡ l¡ c¡si unnersrlid¡d dc los ¡,búes del incesto !\.!h '1 ,.'. ¡ 1", ¡,.r." {r'1.sc iDpuesto . r.v¿s dc l¿ sclccci{tr P¿m coüobom¡o. L's$ciobióloso\ f,ucrr¡n !!c cso\ r¡bri.t ricnc¡ Frfecto senrido Lrlolósico. t.os ctecN Jc (ru¿r.id¡)ie¡tos .er¡dos en.ric h!¡rúos por .icnrplo, 1¡ cópula ¿e her¡unos y he¡¡r¿¡¡s so. ¿bsoluld¡r.,r(c rctrros. Sin lusnr r dud¿, losgcnes gtc fro¡rueve¡ los t¡búes .lel inccs¡) cst¡rá. fucrcmc¡rc fávor..'¿os pór l. sel(ci{í¡ lrmbi¿n. d¡do cl rabú.l!l iD.csro, l.s p¡obdbili¿ades ¡c (,npercncir loc.l !)or cl.ó¡!u¡rc serin reducid,s, ks hcD¡¡os no co¡per;án sc.xu¿l.renrc .on {b l,c n¡n¡s (r\lcgn(1.r. l97l: 1977b). Pn

'. |,J,,. s'. \',r,,. - .r,:, J .n..,,.r 'm,.n.to p¿r€ce sd lu que sc podrí¡ csfc'.r, supues¡a l¡ ve.dad

Jc .,.i,r.,t,, D tc,,.. '.,I.1. '.'-cncuentr¡n. I njblL¿¡rc¡rc, <sj¡ ¡¡zór', s:enrcn uDa fu$r.,rracci(nr sc.-'uaT .i(¡e sí. No sc podrí¡ h.bcr in.gi¡ad.nins,i¡,¡cci.isn,o ¡rti\ ]Úfccro px.¡ prn¡olrr l¡ froc¡cd.i,in Ii\lcxandcr. 1977¡).

A¡rcs dc fasa¡ ¡ !.! nlcv¿ sccción, süli úril h¡ce¡ ktuiú¡ co¡rc¡ra¡io ij¡¿1. EI t)roblcm. Ir¡d¡¡re¡trl, o al mc¡os,úro de los probl.r)as fu¡¿¡hrenralcs cn cucsrión, es.b!i¡nc¡¡c.n qu¡ r¡.¡ld¡ pucdc ¡.cirsc qlc cl p¡tró¡ \c\!¿lhu,¡¡¡o cs r¡r tuurc1ó¡ dirc.tr dc l{,s se¡es, ¡rús qüe.leul ..r' , , -r.'l 1 4q' pe. l

,r, pd.,, { l.. l , di ",: , 1rJ.,.r ,r J, rF i ..bbl{ígicasj ev) ddr dei¡rsc rar¡ nr;s ¿del¡nre. Pero alcxp.ner el crso dc los sociohiólogos .lebe rñadnE cn jrsticia quc {s ¡.gu¡rc¡rcs. no sólo prete¡de¡ apoy,se c¡.1s¡pucsn) ¡justc d. s! rco,í¡ con los hechos, sino r¿¡rbi¿nr. , r ,o l. .- t., 9..,r ,o 1

hum¡¡os, ¡o.dc sc p!.dc. exchlr c¿si ror defini.ió¡ bsfactorcs cuTruráles no gcn¡ricos. l,,s r)¡¡KDes \exualc. sorlcn nn,chos rspccos sifril¿rcs ¡ kx obrcnidos en k,s h,,¡,.r¡os. Ad.¡,ás, los sociobiólosos alirm¿r lnc er.lsunos c¡soscs lcgírj¡ro.r¡u¡rcnr.r t.s¡ido de los ro hun,¡nos ¡ bsh!o.Dos H¡1. f(tr (¡¡to. sopor. ¡n¿lógi.o para Jd bdse¡jen¿li.¿ .l.l .oDt,on.diienr. l,un¡¡o

^sí for eje¡rpl{r.

\vilson ¿rgun)enr¡ ¡,áló¡lic,mcntc c. fNor dc l¿ bxsc s.rr..¡ .. l' ).',,'..',. L n. ,, r, b, , t, rd tthrcho dc,luc r¿l Llonrinan.i¡ s€ d¡ r¡ul Acncmlhen¡e enl()s p¡jm.tes fo huh.nos r roqL,c ¡ic¡s¡ luc l¿ vincuiació¡

I

,1 95

.nr,e ctLó! \ no or¡o\ crrt{h¿ lJa.,",,r,rl .;n.ll idn No d'tr n¿dr md 'qúr: Plo cs

i.¡i".¿,"¿" ¿e confirmación, dir¿cto e indi¡eclo, deberia

De nuevo, cn esta seccióD, sdáo las ideas v cl trabajol- li!cr'nu€i,'oir.p'l c¡c-c¡.r ', I 'no cIr"l'T

',, ," n.ordrr.i .l r.n¿ P, moJd;l _ .l de ¡u orr r'r".. i.d'trLivo Ilnler.. .o74) .Qu "s rrr'erro q, scne. en ,url á 81 r¿.ior * L. ^r"i ntc

rc,l .o. oboÜAi' r\ 'l ' rodá rr''rré.pL. e,un .p. "..rr. b,i j el .or rol d. lo' scn--"¡1,.¡ en el ,nomc¡ru dc' f .ir naro, ' ¡" Je l' or. .i ., la c,e rior d.l rrqi' ep 'dh i,por,.,r':. loqÉ.' u h^ro' v'ñ Li' Fopo- r"" 'l .eró. on rnr f,n. '¡ d' Tir r ''lr' ¡nr' !{r r r

;, rr Je lo. sencs \orn.rr.r 'c " Drop a oa r'' rl 1' ';,.¡,;;-i Jc <ns0.r,.,.^ nc - rc'ro ¡ J'l'.. i".*'¡¿. ' .nJ,lrro,r'e, La rr! i¡Pe o lo' \r' Jr^'.nn com¡let¡Áen¡e norm¡les Sin embatso, s¡bcnos quc

i".-¡r,ir r"o".' que Duede¡ afect¡r ¿ l¡ FroPorció¡ dc

.""",. U"" ¿" esos posibie' fác¡ores es la cóúpercnci¡ 1oc'l

por el rpare,-iento. Otro se reticrc r lu aptil'"1 fhicr nra

,on.¡ (o sea, l¿ sllud). ll¡ pnfticular, y! guc c¡ Duchrsrspecies son las ¡cmbr¡s cl recurso li¡rítado, csrarin ¿s¡asi rales espccies Dás dispucs¡as ¡ rcoe¡ descende¡ciá quelos machos. Por tanh, plresto quc los nachos cnfcn¡izos.starán probablemcntc más perjudic¡dos que las hembras eDle¡mizas, a una madre cnfe¡mi,a que renderá a te¡e.lrijos cnfermizos, le serd ñás provechoso (en !n sentido.!oLútn'o) te¡er hijas, púes d éstis les se¡á m,js ficil rep.o.lüci¡se que a los hijos. Trivers y V/i ard (1971) hdn ba-il¡do qtre est. con.lusión ¡o sólo vale pa¡¡ el mundo animal

'jno también pá¡a el hu¡r¿¡o. En particular, las hembrasbajo condi.iones ádve¡s¡s tienden a tcne¡ ¡re¡os hijos y.¡ .áñbio propo¡cion.lde¡te mís hijas. No p¡s*r¡ des¿per.ibid.s, sin dudá, ál le.tor las implicaciones fávo¡dbles que-ste h¡ll¿zso tide pá¡¡ las opi¡iones sobre ñachos y heb-irr¡s ex.úinadás e¡ h sección antcrio¡.

PeN, ¿!u¿ oc!¡re.udndo se ha te¡ido dl hijo y se h,rdquirido el coñproñiso de ffid¡lo? La teoría sociobiolólica sugiere que se orisinará uó conflicto debido r quc losin¡ereses de los pad¡es y de los hiios son sólo pa.ci¿lmenfelos mismos: en huchos aspectos cllos son rivalcs eenédcos,r¡niculamente cua¡do los benefícios del padre respe.ro alhijo cacD denfo de una zona difus¡ do¡de el pádre pod¡ia-¡ejo¡ invcrtit en otrc hijo, perc el hijo qur yd tiene est:íiccibiendo más con la actual nrve¡sió¡ de lo que ¡eibi¡íasi ista tuvjcm quc ser conp¿ftid. co! el oúo hijo G¡ pocasDalabms, dos bc¡manos co¡umen el doble.lue un solo'iio \o tirecc \¡bcr Jud¿ o¿r¿ lo, 'o.i,'h ri u8o' ¡l r cno,.. r TrircA y lfil.on. que r p'-¿, c\.aJ.r J, In¿ r,r

Dera lesírima esta co¡.epción de las ¡el¡cioncs padre hijo a'. hurdno.. lo. confli',o efl c p,d¡c' L h:;o\ cn Élácru

'.or, I. ayrda p.trcrnr \or lun,..'¡c! dirc.r¡. Je \1. bi.l,,sí¿s llcga u¡ mome¡to dura¡te cl crccn¡ienro en qne loshijos quieren m¿1s de ló que está cn el i¡rerés ¡le los p¡drcsd.¡lcs. Y sin duda, e¡ seneral. cl f¡dre t¡ltr de ninimiz¿r' nrc\ión CLc l-.' .l- Lcc, J.¡r"u h .;,.\ ', ,irj,.

J10\ hiios d€ ma{ miz¿rl,

A cste respecto cebe Ltc¡tda¡ el conocidGimo Dromcnrode la vidá f.úiliá¡ eh quc se lles¡ ¿l fi¡¡l del díd. <1,.,ric.rolo. . r¡nJ" lo' o,dn " lo, r,i,.. 10 .e porn ,'r

..trerdo sobre ¡ qué hor..lebe¡ estos úln¡os bdcb¡Nc ado¡mir. es de esperar quc los pa¿res dbosuen Dor un¡ homremprana, en l. c¡eencia dc que eso disminui¡,i xl dia sis ric¡te las deb¡ndas ¿e los hijos por kx rccrrsos patcrnos>

'lo,nDero IirplJ -"n ir I'eI F /' lo

.;.i':.. ;i . ". d. r, noo de o r¡ e é ' 'n r '; ;";; i;'.. -". "., i "r pod- J. . "'." i" .¡"*" sentido. 5i¡ cnb;r¡o, l¡ cons.ie¡ci¿ no $ 'lc ca

i".¡ "*"-. " p¡ . 'l|Lador' I 'o rob ol - hufl'..- t.

',,,.. Tplildr l, ^n e..i, o l'r

;,;;, ,--" h. ,- mrr' , . 'n { p¿,r r,\'r'r, 'u 'D',,',dn; A.;h" ."-" el l¿dor habrú Dodido infcrir, c.een que la

'o'.re¡ ",. ¡1"" red "r' rm¡li rJo r''h m.no. ! J.r"'.;;;, ,, , ., ,c L, ii.ne por " 'i ''ión J",,-- .,i.' "cl I n,no L ¡lr^ i.. o¡.. .,.'.'ie".r. -e¡ -l ".J.o"¡,men¿ utu ou'i.idl d^,, po i, pl'r qu' brer¿ ¡.''Ih"i.,r J' lr.óiobioloc" i. 'l l-'n¡ ¡' i_\f'.le .¡ rirnnu' q q rre en rrl n I.,.o_ ud _ - "l r i ¿P los.'. n,rJrdrjco rrql";'o."" ;, '-,"". Ii'é'rlmen e aDl:..'ble .ülñ , c¡. q'? d üt .on'cicnteme¡te Más ¡del¿¡re dhcuriú esrc problema de h mdífom

91

lTrive rs, 1974' pág. 2rtO)' Aclcmás' sugicre Trivcrs' por rirc-

dio de esta reoría del ttlrlitt" o'itt;tiit; se-puedeh cxpli-

:;; ;'ñ¡ i"'qryl:: íi1:':m;f:Ti$;:Jff 3..' lt:modo serían enlgmatlcoil"Jir*tJ'¿J.''ltinittt" cuidado a -los.hiios,estuvrera

pro-

voca<Ja por .i"'rt' .tt*Plt';;i;;t; clc esl¡s^1como el pi:rr

tle los páiaros) )t asl'fttcse cntonces 'el comoorlatlllento

;:;,.,t'ü;J,iu ,"," .r. ^rgi; nl* :: ili"?'io,1! '::liT;:i:':-",]:ir .il ::'":,x,""*:1i,.'.""r,-q". ll^ti'" esté en

conflicto con sus p'4"'l pod'ía scr unir tácrica apropiade

rcpetir gcsto, t' "t'o#' i""" 'n "tt^¿io

anterior del des-

;;ñi;Jn orden a motivar una.inversión.q-u-e entonces po-

dría haber continuado Un unáli'is funcional dcrallado dc

la resresión podtí^ ¡"^'l^ ; -i;

teoría aquí presentada"

(Trivers, 1914. PáP' 251 I

";.;';i ;;;"'i;i.t ht"'''''no'' T'ivers parecc dispuesto n

llevar ¿rclelan," tu on¡ii'i'" ¿tl' co"rtttto' padres-hiios hasta

el extrcmo en que ""t-""'uit''almer-tté c¡ un cltso de

maniptrlación P¿tertra di 'totpnttut-t-tiento

'altruista de trn

";:;;il ;;;i. t"n"ilcl"ll p'ái"a' que.al propio vástaq3'

i1j:"il^i;;;;n incli'iduo ávu'la a un primo hermano esta

lr""¡."i. ^ * i"¿l"i¿,. q;. gu.''d, relación de pare'tcsco

con él sólrr en un l2'5 por 'l00 Sin embare'o' está avtt-

rlando a utr inJividuo qr-lc' .rtá- .rprr.ntado cn rrr'r 2,

oor 100 con cl padre É;;;;;;'li"n podti' estar en el

interés del pudtt fot"'it^' Li oltt"it-o :l los hijos' sin

.re esté e' el interés'i"' itt"t ántl"- ttt-plit.t.tiento' Incluso

:':''Ji;'','';,;' ;;;; ;"iri';;-';;b'; er artmisn'o con indivi-

duos totalmen," t*"t¡o't' -Si

"l "*tt^ño va a correspondet'

no sólo al individuo 'iti'"'t^"fti¿"-n lo' her".t^ntts de éste' el

i:" :ffi J, * :^ : :* *

i

il i "t**,iJ, j'J,' i"l :; f ,:"n i:Í ",1:

conlo para provoc¿f c1

i".''l.r'.-¡"ti.anos poclría ser lo bastante grande como para

que el padre empr'rje ^i';"iitiá"á-'"" t.ttiiót.t a realizar el

acto altruistr.;"^ ;:JJ;:':'' < se espc r a u n .conf

I icto f .,."-dLn-'^':11t* i",:Tl:l, -"*.i^l;-.i.jn "n*.

lft'it"p"rtát .altruistas'Y egtltl:: o^:^l:

la soclallzarrt'rr LrrL¡L ''' "t"ll* "'¿res

socillícen a s' pt'oleprole . Es de esperat' cl . ---:^ ..r+.,,i"to r¡ nor 1ár-rto.

;;;; ui; ,ii¡" -¿". un^ 'nn"o ilá:-j:]':':':::"'l;,0'l li"'¿';para (ltle rrLtuc uL "' "

't"io'rtttí" 1"'t .'uttttaleza' y- es demenos egoísta de lo qr t -^^t^ti-^^iAn /Tri'ers$::;'ü:i'il p'.r" 1.""'i'i{ ¡- "t ¡f:3:''Í: l}H:;:i&T:'n;*:' z'io i'

"É"..''*' p^r'¡'^: r h l!llllL.-"I':éT;.':::il';-;,"'f.1ft.á,'.i ,;';";;; 'i los hiios cos¿ls colrlo la h.nes.

tjCad, decencia, generosidad, etc., no es ranto (o al menosno exclusivamente) para inroducirlos en la culturaj, en unsentido general, como para acostlrmbrarlos a soportar losinlereses biológicos de los padres. <El conflicto durante lacclucación no necesita ser conside¡ado solamente como unfruto entre la cultura del padre y la biología del hijo; tam-lrién puede considerársele como un conflicto ente. la bio-Iogía del padre y Ia biología del hijo> (Trivers, 1974, páuina 160).

Dado que, obviamente, estamos empezando a examinarlas explicaciones sociobiológicas _del alruismo humano, con-viene que conozcamos este hecho de forma rnás explícita.Sjsuiendo el mismo esquema que el capítulo anterior, vea-ülos, pof orden, los tres mecanismos que se han sugeridoi-,r'a dicho altruismo: selección f amtliar, rnanipulación pa-terna v alt¡uismo recíproco.

1.-+. SernccróN FANTTLTAR

Es fácil ver por qué los sagaccs sociobiólogos hubierontle fijarse gustosamente en la selección familiár para apli-car sus teorías a la dirnensión humana. Cualquier ayuda(lue se dé a un pariente redunda en algún provecho. Porsupuesto cabría advertir que, en las sociedades occidenta-ics, se suele vivi¡ justo solamente con aquellos par.ientesciue son no ya cercanos, sino muy cercanos (o sea, Ios quecomponen la familia nuclear), y que, por definición,

-en

cste pu_nto, no se puede usar la selección familiar para ex-plicar los múltiples casos de inte¡acción humana,

^ sea al,

truista o no altruista. S.in embargo, los sociobiólogos argu-mentan que no se puede tomar sin más a la sociedad óc-cidental como paradigTu N,o niegan que

- puedan gcurrir

V ocufran .¡astos cambios culturales que afecten a nuestranaturaleza biológica, alterándola y ocultándola

-aunque ne-

garían que esté tan alterada y oculta como muchos á. nos-otros nos inclinamos a pensaf. Pero la cuestión es, comoclice \X/ilson (7977a), qlre nuestras culturas son <<una malareconstrucción del Pleistoceno>. Donde algo como la selec-ci('n familia¡ hubiera podido ser o haber sido realmenteimportante, sería en las sociedades tecnológicamente menosrrvanzadas, tanto las actuales como las pasádas.

-.Y aquí los sociobiólogos creen tener iólidas razones pararfirnrar que Ia selección familiar ha sido Lrn ímpo¡ranre fac-

98 99

tor moldeador de la naturaleza humana' F'n gran cantid¿d

de sociedader rin t"'li'.'i'-'i"gititta" -existe

.una obsesicin

Iitt"ii"7l", pot-1^ r"'"iiii v "en ellas la- relación de paren-

tesco se calcula ¡u," ti-''íinipo detalle tEl hombre es

lllü*r"l "" "n g"ao extraordinario' de sus di{erencias de

Darentesco con los ot"' lo-iitt ton io' que.convive> (Aie-

I;;ü;."le;i^, pás' :n7\'.'''tá''o¿'' los individros de las so'

Itiá"ril. .í;';J;i;t; i"i'n q"'-"' .comportarliento social sea

li'T*:x*''.'i.t::J,r:i*i,'ffi liff ';^Íin;:":l'?1"fill;n'"11'J."r'ir...'^igo"o"t él Esto es' Por supuesto' lo quc

se podría esperar t' li '"l"ltión familjar hubiera sido r-rn

importante tr.to. .a.tt"l "" "t d"ttttollo.del genotipo huma-

no. Por añadidura, "gt';tttnt"n ios sociobiólogós' existen buc-

nas razones para creer';;;"-i; t"i"ttió" faniliar ha sido dc

#;t'?í;;;;;rilu "n 'l 1'''s"lo' Como sc ha visto en nues-

?r"'iir.,lrl¿" cle la aeresión, Al"*andtr ha ,sostenido en par-

ticular que l, ,"le.ci¿n il'"iíi" f"" crucial en el desarrollo

i""ir^¡"-1"ú*ln.io l.'un't'''ta' irr hipótesis osugiere que 'la guc-

;;;r;;; ?;t'Jt' ^rg""'

'"'lol;iln con los grados de dife'

t.t.i^ n."¿l.r- u prtíü-r' t"ettión del vaior y el funda-

...i. l"ll.tiuo, d" la acción de asistir'.a trn pariente ccr-

;;", ""p.nttt del pariente leiano o de personas no em-

oarentadas. En algunas--ctf"ti"t'q* están sometidas ¿l los

[ijr' ^'r]iJ1." t"1", iil,'¡; co-petición i nt raespecíf ica' I a capa-

r:idad dc reconocer y 'y;á;t'; los parie-ntes cercanos puede

,ci?,;il; iá"..".i¿l' fÁlexancler' r97.1' ptiu' 117) Ade-

más, añadc Al"*,nd"''l"o;;';G;;;;' f""bÍ"i irodernos de

;;;;h;;;;-t.."lectores que todavía viven en pequeños gru-

rx)s. \' cn los que prJt'alcce la agresión intcrtribal' la ex-

1"..;¡*,r' nr-.r't"ru' de senteiantc "conocinriento

Idel .paren-

;;*.f han asombrado a los antropólogos rrtás que nrngrrrla

.ir. L sus carecterísticas,> (ibid.).""'ü".I""ü.g;, la crítica obletaría que a ve¡ces los sistemas

¿"?i.",.t.1"'no funtio''t'n' al 'nenot no ft'ncionan en la

forma cn que lo p*ái;;-i; sociobiología'. Sin embargo' la

p"".i.i¿"' i"' i"r r-o.iobótngo.t. ts. qtle cualq uier conf I icto en tre

.,'. nredicciones v la realidad iiende a ser más aparente

;i'" ;;;l''';;''".rí¿^J, ellos nrás bien s lsieren que el.con-

il:;.,'';'".,:;"j"' ,1.''t" ¿ rriunfos socio6iológicos' Así' ,¡o-

;;;.t, 1rá, .j",tplt' tl'.ftnó'ntno del he-rrnano de la nradre'

É; ;i;;; *oci"áadet, la responsabilidad dc los niños recae

-i."J, '"i

r.'"it "." i" u -u¿t" que en el -padre

(tal como

p".".*1,l Ñ".i.-f" seiección familiar) ¿Será posible en-

i00

lonces que tengamos un conflicto con machos que mantie-nen a parientes con los que tienen una relación del 25por 100 en lugar de mantener a parientes con los quelienen una relación del 50 por 100? Sin embargo, Alexán-<le .r,(1977a) sugiere que si se considera

-tal cómo parece

c'vidente- que sucede- que en tales sociedades la páterni-rlad es frecuentemente dudosa (independientemente del pa-dre social) entonces el cuidado del hermano de la madre^esprecisamente lo que la seleccíón familiar predeciría. Se re-nuncia a un muy dudoso parenresco familiar del 50 por 100,por uno-muy cierto del 25 por 100 (presumiblemente algomenor, dado que los hermanos sólo tienen que tener unamadre común).

nesumiendo, siempre que las condiciones de vida gene-rales u otras circunstancias sociales considerables .oñd*-can a una disminución general de la seguridad en la pa-ternidad, un descendiente de la he¡mana-del hombre, sólouno ent¡e todos los posibles sobrinos y sobrinas, puede lle-gar a ser su pariente más cercano de la siguiente gene_ración. En consecuencia, con tal que los hermanos y-her-manas adultos tiendan a permaneier en una proximidadsocial suficiente como para que los hombres sean capa-ces de ayudar a la descendencia de sus hermanas, la ie-lección famiüar predice que una sociedad con una con-Íianza general brja en la paternidad conduce a una so-ciedld e1 Ia _que _

existe una prominencia general, o ins_titucionalización, de la figura del hermano de lá madrecomo macho que puede procurar los beneficios paternales.

Esto parece set exactamente lo que ocure. La eviden-cia i_ndica que la reducida confianza en la paternidad, lafragilidad de la matrilinealidad del vlnculo matrimoniaÍ, ylos cambios hacia una prominencia de la figura del hei-mano de la madre, van unidos, en un modáo casi dra-máticamente consistente con el modelo darwinista de lasocialidad humana (Alexander, 1977a, pág. 17).

Otro ejemplo citado por Alexander como un fenómenoantropológico_ que aparentemente falsea la sociobiología yque, sin embargo, de hecho la respalda, se refiere á loiprimos. Muchas sociedades establecen una distinción entre<<primos paralelos>>, descendientes de hermanos del mismosexo, y <<primos cruzados>>, descendientes de hermanos desexo diferente. Es más, tales sociedades a menudo tratana los primos-paralelos como si fuesen parientes mucho máscercanos qrre los primos-cruzados, incluso refiriéndose a ellos

101

cn algunas ocasiones como <(herm anos>>' P'rima lacie esto

contradice la teoria 'ottüiotOgitu' P'orque la relación entre

orimos-paraleto, y p",ntl"-ci"'i¿té ii"tté q"" ser la misma'

', ,abei 1/8. Sin ttb;;st'";tsu*tntu tt^::iito"' lo que

:,.*;;-;a;¡"er'.,,ii:#[?_"1?.nT'::l?ii:h":il1:cante entre sociedades r

;1t;;^';;;,;;á;;-ü' fi'"o''f"'t"l:: ::n: si ruesen pa-

ricntes más cercanos qu'" lo. primos-cruzados,.y sociedades

:;"i;: il;' i. rct¡",- ro'- piitot-purálelos ,tiend-eii ^:::p.,i.',*= Ji.r¿g'-.::":l;.itr:f;";' T:,ll' iJ'nlJnT'"','lili::fi' f"'J' ;T"*".,1 il,'lli i,'¿.

" d -'"'1'91"'

po I ígam as'

:;";, i;: r., t"r'"t tiJ"tl-'"¿t de una esp-osa' a menudo

hermanas y, por conslg"i"""' los primos paralelos son tam-

bién frecuentemente -Ji;tñ;ot At! ,l^1

teoría socio-

biológica se mantlene,' t1 - O"t oun tratamiento asimétrico

de los primos "'tu p'"ti'"-ente muy concentrado en los

tioos de sociedades Ptlr;;;;^;; i"'qu" se-prediio desde

I'i";;"L.:;?ito' ináusivo' v menos frecuente es que

se espere "n lut 'oti"i-"J"''

Jt 'tipo monógamo'> (Alexan-

der, i977a, Pág' 18)'Antes de abandonar el tema de la selección familiar' po-

clría ser oportuno q"";.,i;l¿t;;s a. considerar las socie-

clades humanas en general' incluyendo' -li' r,ltttttu

propla'

;;;.";;;-;"n el módo tn qut los sociobiólosos creen que

í;.^.:';; ü''"l"ttiot"lu*iiut puede tencr implicaciones

iniluso para sociedad; ;;;'P++n trascender su biología'

i'J''ti"ríg.¡¿.-q* lt 'lltttiótt familiar puede arrolar lr'rz

sobre el fenómeno q;""';;;;t;tmentt tftct' a considera-

bles minorías a" t"utqii"'-il;iee;i' la homosexualidad' Des-

ff#;;;; ¿. 'i"á"t¡r¿eit"' la homosexualidad se pre-

senta como ,.,n' "'ptti""i-t'iáit'ptfubtt's ¿Por qué habrían

de tener las personas'inlún^tiátt homosexuales si eso las

aleia de la reprodr-rcci¿ti"ii'-"*it" alguna evidencia de que

í;''#;;;;l:áud pt'di"t" ser' en parte' genética' v los so-

ciobiólogos dicen que la hay' entonces' ¿no la hábría eli-

rninado la selección 'a¡d^n{"nttl . Ahola bien' al parecer'

hasta un 10 por 100;5'ü;";;'"'' htt'''unot.en cualguier lu-

siiir"""""ií.i1"*i"*:"nfl TT::ff t";:i";lltiili'$1,"qt

o.YT,ill,?1"'?i'i, "o i",;:;; á"','' "

-

^ piii'¿ lq u i I i t"nd' d'

un Éeterocig.r. twil"li]'isñ" o'rt- '' 55' ios heteroci-

i"ror''q". li.va,, t'n e";' ohotott*ttolo ton' biológicamente

hablando, superaPtos 1''"tin-tn*pensn le existencirr de ho-

r02

mosexuales, que son los fenotipos biológicamente menos ap-tos de los genotipos homocigóticos para genes <<homosexua-les>. (Los genes en sí mismos no son homosexuales, lo quese quiere decir es que estos genes pueden causar homose-xualidad en el fenotipo.) Oua sugerencia que se ha hecho,sin embargo, es que la homosexualidad bien pudiera ser unproducto de la selección familia¡ (ibid.). Los genes homose-xuales pueden tener una aptitud personal baja, pero al es-tar liberados de la necesidad de ayudar al cónyuge y a loshijos, estarán más capacitados para ayudar a que los parien-tes próximos se reproduzcan y sobrevivan. En otras pala-bras, los homosexuales incrementan su aptitud inclusivamerced a su homosexualidad: se parecen, más bien, a lashormigas estériles. Por tanto, aun cuando hoy día los ho-mosexuales no se preocupen demasiado por éacar adelantea la familia, tienen sus genes y sus consiguientes deseos per-sonales de índole sexual debido a la selección familiai enel pasado.

Otro posible fenírmeno determinado por la selección fa-miliar puede ser la menopausia. A mcnudo se ha señaladocuán injusto resulta que las hembras pierdan rápidamentesu capacidad reproductora, mientras que los machos lo ha-cen gradualmente. Dado que las mujeres son las que máscomprometidas están con el cuidado de los hiios (por ra-zones discutidas anteriormente) puede que sea una ventajaIa pérdida de la fertilidad personal. Obviamente, está en elpropio interés reproductivo el cuidar de los hijos más quede los nietos (50 por 100 frente aI 25 por 100); pero co-mo la vejez disminuye las posibilidades de que una personacuide de un niño hasta que éste alcance la madurez, sepodría aumentar la aptitud inclusiva personal si se realizaun esfuerzo en cuidar de los nietos, en el momento en queesta ayuda es más necesitada, )' teniendo en cuenta que enlos últimos años ese esfuerzo educador lo pueden hacer lospadres, que para entonces aún siguen vivos. De ahí que laselección familiar, al producirse Ia nrenopausia, promuevael altnrismo hacia los nietos.

4.5. M¡nrpur¡cróN pATERNA

Pasanros ahora a Ia nranipulación paterna, V ciertamenteya hemos visto en el análisis que haie Trive¡i del conflic-to padres-hijos la sugerencia de que los padres manipulan

103

¿r sus hiios induciendo en ellos un comportamiento alt¡uista.Itecordemos las diferencias entre la manipulación paterna yla selección familiar. Aunque el aluuismo que los padrestratan de inculcar a sus hijos beneficiará de hecho a la fa-milia del hijo, los principales receptores genéticos del al-truismo serán los propios padres. Ellos son quienes obtie-nen más ganancia: no sus de mala gana altruistas hijos.Por supuesto, en los casos que hemos discutido en la sec-ción anterior, todo salía bien al final; a menos de que lospadres forzaran, presumiblemente después, a sus hijos jó-\¡enes a ser altruistas con los recién nacidos, aun cuandoa esos hijos pueda no gustarles. Sin ernbargo, se ha sugeri-do que a veces la manipulación paterna va más leios

-has-ta ¡educir o suprimir permanentemente los intereses del lrijcrcn favor de sus hermanos.

Sabcmos ya que esta fotma ext¡ema de nranipulacíón pa-terna es genéticamente posible: supongamos que un padrctiene cinco hijos, que si no se les dan cuidados sólo dossaldrán adelante, pero que si se les dan, tres de cada cua-tro se reproducirán. Por tanto, si los padrcs son portadoresde genes que tengan por efccto, quizá de una manera in-consciente, configurar a un hijo como altruista no repro-dtrctivo en aras de los oüos, esos genes serán favorecidospor la selección, incluso aunquc puedan no actuar entera-mente en el propio interés del altruista. Alexander señalaun ejemplo donde se podría vcr una forma extrema de ma-nipulación paterna (1974). En ciertas especies de insectoslos padres ponen los llamados huevos <<tróficos>>, esto es,huevos a los que no se da ocasión dc desarrollarse, puesson usados como comida por la restante prole. Alexandersupone que por similares razones pudiera darse un compor-tamiento similar en los humanos. Por ejemplo, en épocasde escasez los aborígenes no vacilan en alimentar a sus h!jos mayores con el hijo más pequeño: el hijo menor es sa-crificado en aras del mayor v, claramente, desde Lrn puntocle vista biológico, este sacrificio est¿i cn el interés reproduc-tivo de los padres.

En este punto, el lector podría sentirsc un trrnto incó-nrodo. Técnicamente hablando, si se entiende por <altruis-nlo' renunciat o p¿lrccer que se renuncie, ¿,los interesescle uno mismo cn favor de otro. esos hijos <tróficos>> pue-clen scr ciertamcnte calificados de (involuntarios) altruistas.Pero cs obvio gue en el caso humano el sociobiólogo quierellevar las cosas algo más allá. Claramentc, prctenden crrptar

104

el contenido causal de las emociones y .los comportanrientosque los humanos rene.mos^y d.;;;Li;ár;;n sin ningún co_nocimienro de biología..Qíi"r." "*fitlr-biológicamente Ioque normalmente eniende-or, u..bliru.i., po. .,rgr"rión> v<<alruismo>>, donde

,esta ,ítii". - prirüiu-'.r, utg,:., sentidósignifica hacer un esfu.erzo p* oti;;;";Miru, po. los orroscomo principio de acción.o.Aho* ti"",^." d.ri;ri;;r."';;_pítulo tendremos oue. examinar .o"-uig,ln'¿.talle hasta ouépunto to que los i..i"uiorrg", *'i,rlÉJi'",i;;;;r; ffi :;:nociones técnicas se.correspónd. .J;;;;;;as oeencias, ha-llazgos y orras acrividad", ;;';;;.rr.'t]j'.,,,uurso, se po_dría pensar con cierra *ró;-q;;';rL'",;pl. de los hilostróficos muestra va

i?i-;j;;,,;:l;T' jár[::]"'J::f

,,"'..?"X'A,0";:..|:."",T::srmplemente porque no és del ,oáo

-.piápir¿o .n

-.1.--l'ü_guaje ordinario decir de.un niño ;;"-¿'i";r. se arimenransus hermanos que es orlt.uirturl ÉT'.i*"lrrno en el casoly.T::" quizá éxija.,, ,ip.

-á" l;,;.ió, ;r, parte der ar_trursta y esto en el caso anterio¡ no oa,-,.i..

Quizá, en esre rnomenro, to "r.¡á.";;;'r" puede haceres romar nota de este desasosiegg (íU á.rrrorlég"fj-y-;o.r-siderar orros casos de, rnanipulaci¿"'ó"i..rrl que afecran a laprole humana más allá.¿.1'"rtráio ;?;;;i;ionde at menosexiste la posibilidad de que i;;- ñ;;'ñ"dur, .u,rru, .rncomportamienro que se..correspondJ.on rI iu" nosotros eneI, discurso g"r,".ál prdiéramái-iirrn*'.¿lr,lismo> (sin porello,esrar categóricamente afirmando qu. .i.iru..nte lo lla_maríamos comDonamie¡to .oaltrui.tari-ür'l"ri¡le ejemplode elto.lo seríá et hecho-de-quá,"i1'jlg"ril.j países, el sus_tento de una familia gira. en torno a

-una granja: si éstade.ia de perrenecer u iu tuÁrl¡Á".'".i-r"-'áúde, la familiasald-rá perjudicada. Alexaná.r- üsiql ,rrürl que en talessrtuacrones se da a menudo unn irnporiuni! manipulaciónpaterna, forzándose a los hijos _#;-;';o romar unaparte dc la propiedad , y

^yid,^, ." ."_¡il d. "lg.r.ru

,rru_nera al hermano mavo-r.que será el gu.-r" quede con lag:?"iu. Esta ayuda. pba.ig' ..u"rii. lu.lu'r- f'o'.r.,ur, y no ser.sota¡nenre ayuda física .directa. L., t;;;r;s más jóvenes¡1dríp oprar por estilos de "td; ;';;;d;;i";;';;;e¡emplo, un sacerdocio altruista. arir¿ ,ri'iorma especialde esta manipulación r",poá.io-.n-üili., L.i.¿ades po-liándricas, esro es. ro.i",láJ",

"n-ñ';'ul. llr' ri,,r¡"r.r rr.n"r,n:r_-l" un mariáo. (que generalm"n,'.

-ron hermanos). Elr¡ermano mayor es el titulaide la granja t-¡; i;, ti;"r;,p"-

Í

105

como pago por la ayuda ofrecida' a los hermanos lllenores

iJ"i"r'or"..i,n favores sexuales por parte de la muier co-

mún: los hermanos t. u"n-iát'^ios a tal situación por.los

oadres. Es interesant" obt"tuot que los hombres 1ás ri,c11

!"-á"t sociedades se inclinan .por la. monoganla o por

ir'p.ligt"á (un marido con muchas muieres)'

Al lec¡or avisado no se le habrá escapado que en la ma-

nioulación paterna tenemos ora posible -causa de la homo-

::il;ii#.'éü;;;;;;;-'i"n'po'o'sc re ha escapado eso, al

""i#. t".l.uioi.!" tfi'i"t^', 1974)' Los padres manip:lan

;';;; d" .,rr"hi;o, para que sientan- deseos altruistas'

""t." "" t.oroductivós, y' t'"to de los modos más seguros y

5il;;; á;';;;il -..

?ot"nt"tles las inclinaciones homo-

;;";;l*. Nótese que en este tipo d-e casos no existen genes

;;;;-'i; iornát.*'1¡iaad como'pudiera ocurrir en el caso

5.'il *r.Lii;;;il*; (son, pof supuesto' genes que le.ha-

.át- u .rto homosexual'baio 'ciertai

,circunstancias ambien-

;;i;t. ";

a diferencia del caso de [a selección familiar es

""riUl"'á""-todo .l mundo los tenga)' Nótese también' que

il ; .r'tá "fitmattdo

que los padres -conscientemente ma-

,rioJ.rr- " tot hiios para encaminarlos hacia la homosexuali

á;i.^ói";t-.niÉ, ¿"i¿. el punto de vista genético' las cosas

iáák*-t* -rr.úo -át efitientes si tanto los padres como

io, tiiot isnorasen lo que está ocurriendo''" Y.'ii;"ñ;;";, inclusó aunque los padres no. puilie'nn cou-

vertír en homosexuales a sus hiios' bien pudleran tratar oe

;;;i;"h.I* induciéndolos a uniones que no están necesa-

;;il;;; el meior interés de los hiios' <<Puesto que-en

i;;'t-;;;; *, .í...1¿" individual de'cónvuge puede afec-

;;-;-l^-¿;p^cidad de él o de ella.para desplegar. un com-

oortanrl.ttto altruista haci¿ los pariéntes'.no es de esperar

fu. lt- "G..i¿n de cónyuge ""

tna cuestión indiferente para

il;;d;;..-^S1-o*.t'de"e'perar.que animen a sus hiios a

elesir un cónwge qu" ,u-ántt el- alruismo de éstos hacia

i;%#ii";"?tii*'É, rsz+. pás. 26r)' Por tanto' puedcn

."itti. p..tlones para catut ^pii-os, o forjar alianzas con

ái.ot n*pot, v ciértamente para evitar las uniones con los

;;;;;t"['i;'á.1"¿.¿' tales uniones no traen nada bueno'

y *.not para los padrcs y la familia'

4.6. Arrnursno RscÍpRoco

Finalmente, tenemos el altruismo recíproco. Trivers (197I¡.concretamente, se ha ocupado de analizailo en el contextohumano. Sugiere que todas las sociedades humanas mues-tran signos de comportamiento altruista (completamentcaparte del altruismo para con los parientes): la ayuda alviejo y enfermo, 7a ay'tda a los que están en peligro, etcé-tera. Además, piensa que los humanos con sus varias ca-racterísticas, tales como un largo periodo de vida y oras simi-lares, pueden haber sido precisamente la clase de seres enlos que tal comportamiento fuera favorecido por los genes.Por tanto, afhma: <<no existen pruebas directas respecto delgrado de alruisrno recíproco practicado durante la evoh,r-ción irumana ni conocemos sus bases genéticas, pero dada'1a práctica universal y casi diaria del altruísmo recíprocc,entre los humanos, es razonable suponer que esto ha cons-tituido un importante factor en la reciente evolución htr-mana y que las disposiciones emocionales subyacentes qucafecfan al comportamiento altruista tienen ímportantes com-ponentes genéticos> (Trivers, 197I, pág. 48).

Tras haber sentado esta suposición, Trívers cree hallarseen buena posición para sacar conclusiones acerca de la psi-cología humana, y todas ellas parecen tener un respaldoempírico independiente. Algunas de estas conclusiones sonIas siguientes: Primero, no deberíamos esperar que las per.sonas sean completamente altruistas. Si pueden engañar yluego marcharse, lo harán; y seguramente que casi todo elmundo se podría encontrar. en ciertos aspectos, a muypoca distancia del engaño y, a la recíproca, muy próximosa Ia posibilidad de ser engañados. Segundo, las personaspropcnderían, bajo .circunstancias normales. a ser rnás ge-nerosas con sus amigos y menos con los enemigos. En otraspalabras, deberíamos estar más dispuestos a ayuáat a aque-llos que nos ayudan y menos a los que no lo hacen. Ter-cero, deberlamos estar dispuestos a descubrir a los tram-posos. <<Una vez que han evolucionado emociones popitivasintensas para motivar comportamientos altruistas, el altruis-ta está en una posición vulnerable, ya que el tramposo es-tará seleccionado pata sacar ventajas de las emociones po-sitivas del altruista. Esto, a su vez, genera una presión se-lectiva en favor de un mecanismo protector>> (Trivers, 1971,

i,

106107

1

l

página -+9). Y e sto lo e ncltcntra Tt'ivels en la etrérgLca at-

iiti.l nlotot qr.re adopta la gente para.-cr-ln los trampostts

¿;r.; l;;^ pli-tu. 'deberíaí ser sensiblcs a Ia necesidad

',., lor,á del altruismo. Cuanto más des. en relaciór.r con 1'-r

1,,.-i""nut. fanto más cré<iito debcs tener (es decir, el óbo'

il d;-É-;i"da). Inversamente' cuanta más ayuda necesitas'

i,l"i" .at pt:rpur^du debería estar la gente a lesponder:

.,.. . al.no iruá"rn.n,., conforme sea mayor el beneficio

oor"".lut para cl receptor' tanto mavor es la simpatía.yitX r."ui¡i. es el gÉsto altruista, incluso para con in'li-.,iáuo', .*tt"¡os o an*tipáticos'> (ibíd')' Quinto' habría una

i"l...i¿" hacia el sentimiento de culpabilidad y la b--uena

volunt¿d patr teparaf el daño. Si un tramposo es pillado'

"nto".". ástá e.t su interés el volver a ser aceptado de nue-

;;;;;" persona de confianza, y está en el interés dei en-

sañado voluar. , poner sll confianza en el tran-rposo F'l sen-

ii-i"n,o de culpábilidad v los propósitos de enmientla ayr-r-

dan tanto al tramposo como rl engañado a volver a resta-

¡iá... io confianz.i. Por supuesto, si el tramposo no es des-

cubierto entonces ,-to "t p.óbuble clue se den en él ni senti-

mientos de culpa ni acción reparadora. Sexto' en relación con.rinuno, p.,ntoi anteriores: <una vez qtre la amistad, agre-

siSn moialista, culpabilidad, simpatía y gratitud han evo-

I-,-rcionado pn.á ."gnlnt el sistemá alruista, la selección fa-

vorecerá a'los quJ imiten esos rasgos en orden a influir en

el comportamiento de otros Para el provecho- de uno mis-

moo (trivers, 197I, pág. 50). En otras palabras,, la selec-

.lJ" ü^t¿ de todos nótóttot, o al menos de muchos, unos

l-r;o¿.rirrt. Séptimo, ligado con el punto ante¡ior' la sc-

i;i.i¿; ;.t ^yrdurÁ

a'.lcsctrb'i*r ios hipócritas CuanJo

una persona muestre clemasiado o demasiado poco interés'

oraur'ao-a.rratán a sospechar de sus motivos y sinceridad'

Octavo, las personas eitarán dispuestas. a iniciar o conso-

li.lar relacionit, po.q,.," el altruismo recíproco es, por lo ge-

neral, una buená cosa. Por tanto, en ciertas ci¡cunstanci:¡s

,r.r., 'oodaíu

ser tnás geneloso con los exffaños o enemigos

qu. ün los an.rigos. Ñou.no, en e1 caso humano deberíamos

árp..or. interacciónes multipartitas: puede compensar, por

eiémplo. que la gente conspire conüa los tramposos y re-

.,'nt"^l"r deudas í la famlliá del alruist¿. Décimo, debe¡ía-

lior tutl"t plasticidad: <por ejemplo, la plasticidad evolu-

ti* p""a. iermitir tanto que se.éd'-lqu. el,sentimiento de

culpa de un organismo en crecimiento, qulz¿l' en parte, por

la ?amilia misrña, para permitir aquellas formas de engaño

108

c¡ue pueden ser adaptativas en condiciones iocales, y desapro-bar aquellas otras que tengan consecuencias más peligrosas.No cabría esperar que un sistema simple regule el desamollodel comportamiento altruisrar> (Trivels, 197L, pág. ))).

Trivers cree que todas estas predicciones pueden ser ve-rificadas. Algunos de estos hechos quizá puedan ser másfácilmente observados en las sociedades sin escritura; otros,en nuestra propia sociedad. Pero son, con todo, constanteshumanas, muchas de ellas no muy obvias, y ninguna otrateoría distinta al altruisnro recíproco biológico

-con se-

guridad ninguna teoría puramente psicológica- puede ex-plicarlas todas. Por tanto, las razones en favor de la im-portancia del altruismo recíproco humano, que promuevegenes que controlan el sistema alt¡uista humano, son depeso-

4.7. Uw tuooero cFINERAL pARA EL ALTRUTsMo FTuMANO

Acabamos de considerar las explicaciones que ofrecen lossociobiólogos de los varios mecanismos que promocionan elaltruismo humano

-al menos nos hemoi ocupado deI aná-

Iisis de esos mecanismos romados individualménte. Para fi-nalizar esta discusión expositiva del almuismo humano y conello concluir nuestra discusión de la sociobiología humanaen general, podríamos señalar que Alexandet (1977) ha tra-tado de combinar algunos de los mecanismos del altruismoen un solo modelo. En particular, refiriéndose a un análisispuramente no biológico de las sociedades sin escritura, efec-tuado por el antropólogo Marshall Sahlins (I9G5), Alexan-der sugiere que los hallazgos de Sahlins pueden ser mejorinterpretados por la teoría sociobiológica. Sahlins se ocupade establecer un modelo general de reciprocidad en grupóssin escritura: ¿Cómo se responden ente sí las personas? Tra-zando una especie de círculo radiado, Sahlins-divide las re-laciones interpersonales en ües categofías: éstas muesffanreciprocidad genetalizada, equilibrada y negativa. (Véase fi-guta 4.t.)

Así, teremos primero la reciprocidad generulizada, practi-cada básicamente enüe la familia, esto és, entre parientes..,Una buena indicación pragmática de reciprocidad-generalizada es el maritener un flujo en un¿ sola dirección. El fallode la reciprocidad no da lugar a que el que está dando cesede dar: los bienes circulan en un-solo séntido, en favor de

I

1

109

lViiembros de la tribd

FIcun,q 4.1. (De Alexandet, 1975, v Barash' 1977') Aquí tene-

mos una correlación .nt,.'' tRl Relación Social: .(B) Pautas de

;;;i";idü v (C) Factoü q" lnfluv"n en el altruismo en las

;iiiü,T;' Á.iñi".- Srr'iins' (Ie6t) ídentificó.los dos primeros

;;;;;;;-fu."áná.' tiélll'"¡'í¿ que podían ser explicados

Por medio de (C)

los desposeídos Por rrn largo periodo> (Alexander' 1974'

iir¡"i 9l ). Es oi,vio que Alexándcr identifica la recip.roci-

á"á"*í*llit¿o .on ,inn función de la selección familiar'

X';;;;;;;;" '¡"'" la reciprocidad equilibrada' Esta suele

d;; il;;; de la familia peio dentro de la tribu: en otas

Dalabras, ocurre entre u*igot v conocidos con los que no

ilil;;' ."iuli¡. d" p^renie.co' La principal diferencia en-

ii" -iu

t".ip.ocidad generalizada y la equilibrada es que' -en

;i ;;-¡J esta úliima se espera una compensación: - algo

""" .""ifiú."-"i t"eulo qtt" t. ha hecho' <<En un -equilibrioi.*irJ. 1r-t..ipro.idud es el equivalente consuetudinario de

i;;'.;;^;- t".iÉi¿ut y se efecüa sin demora "> (Alexan-

¿"., ü;;,';f; ;t, d. ..na cita de Sahlins, 1e65)' Dicho lisa

;-ii";;;;i","si no se obtiene compensación por lo que se

110

ha invertido, se cesa cn la inversión. Como cabría esperar,Alexander identifica la reciprocidad equilibrada como unafunción del altruisno recíproco.

Por último, tenemos la reciprocidad negativa. Ésta ocu-rre fuera de la tribu o nación, porque implica el trato conotras tribus o naciones. Y pone en juego toda suerte deacciones encaminadas a dar [o menos que sea posible, aun-que haya que holgazanear, mentir, robar, luchar o lo quesea. Todo vale: nada está prohibido. Por supuesto, Alexan-der se deleita en esta clase de reciprocidad no menos queen las oüas, mas para nosotros en este momento los me-canisnros del altruismo comienzan a fallar, y si algo hacenes empezar a aproximarse al dominio de la agresión que esobviamente donde descansa la reciprocidad negativa: a me-dio camino entre el altruismo y la agresión, y quizá unpoco más cerca de esta última. En resumen, dada la exac-titud de la coincidencia enne sus expecraciones sociobioló-gicas y la taxonomía anropológica independiente de Sahlins,Alexander cree que el enfoque genético arroja, aI ser apli-cado a los humanos, una significativa victoria.

De este modo, con la inrerpretación sociobiológica que ha-ce Alexander del modelo antropológico de SahlinJ, con-cluimos nuestra revisión de la sociobiología humana y con ellola primera parte de este libro. IIa llegado el momento dedejar paso a las críticas.

111

5

Críticas normativas

Hemos visto, en el primer capítulo, que los principalescríticos de la sociobiología humana, ciertamente los más mor-daces y vociferantes, han sido los miembros del Grupo deEstudio, fundado en Cambridge, dedicado a la Sociobiolo-gia de <<La Ciencia para el Pueblo> (Allen et al., 1976, 1977).Sin embargo, sabemos también que desde la explosión ini-cial, han surgido críticas más moderadas, particularmente ladel anropólogo Marshall Sahlins (1976). Sin duda, nada lemueve a uno tanto a la acción como el ver que con lasideas que uno mantiene se llega a conclusiones que unoabortece. En este y en el siguiente capítulo examinaré lasdiversas críticas que se han elevado contra la sociobiologlahumana; mi análisis en este capítulo versará sobre las crí-ticas que plantean cuestiones de valores, y en el capítulosiguiente sobre las críticas encaminadas a mosttar que dealguna manera la sociobiología humana fracasa como cien-cia genuina. Como con las críticas habré expuesto los dosenfoques del problema, me sentiré libre para irlos comen-tando según vayamos avanzando. Dejo, sin embargo, hastael capítulo siguiente el enjuiciamiento general del valor dela sociobiología humana.

5.L. L¡ socronrolocíA coMo DrscrplrNA REAccroNARra

El Grupo de Estudio pata 7a Sociobiología de <<La Cien-cia pata el Pueblo>, <Los críticos de Boston>>, para abreviatcomenzeron su crítica de la sociobiología instalando firme-

\.

IL3

nrcnte ésta en la tradicirín clel dcterminisrno biológico' ttlla

ciencia-cuntlilosofía que <'intenta lnostrar quc el prescnte

estado de las sociedadeJ h;;;;;;; tt el r''sultado dc las fuer-

zas biológicas u r, n"u'ujt'l 'üioiogi*

de las especies hu-

ffiJ;;' (1i1"; ct a! , lvlt ' pes' 1)' Esto dcsde luego' pa-

;:#"ü;';;;"in¿;..utiui". "lniu' se le podrá perdonar a

uno el que se pregunte iántu tuotquier teoría científica dc lo

humano podría evltar * tn ntgün sentido biológicamentc

iiil,i.i"'!i"'l;.i;; l';''';; "'''ii"ntuti't^s" .dada Ia forma

""' qü"'^iá.

'Uiólogos continuamente hacen hincapié en que

io, árg"nir-os son Lrn. protlucto t"Ltt, 1t..:":'.ffiff;[:de s,,

"ambi.nte. Pero obviamente csto' en Lln (

es un equívo.o; lo qut"lo; ;;i;i;"t <luicren.hacer es señalar

:i ;::#H;;"'i' ""'i"ii"i.,gi'

"Ái'" '.los humanos fir-

memente a sus genes tn'1"^ rJtrn' en que los'ambientalistas

;;'iil;".-yi ut ttn'tát este hecho' se. hallan claramente

.; i; ;;;;; la'sociobiología no hace nada que no sea eso'

""ñ; ;;;';iir *.:.,j:: tmm:: il,'.,."* H':: i:-.:más que una taxonomlrías determinirtas, no'- Jit"n' üftt¡un preiuicios socioeco-

nómicos, son apologéticas del statusquo; 1, adernás condu.'.ií'1"i"'ril.'"iá;;;; ñlus" defienden' de la cámara de gas'

Durante más de un siglo' la idea de que tl t-?-!"^:::

-i"..1" ,á.i^l humáno está"determinado por imperatlvos evG

lucionistas v limiádá'ó"' p*áitp"ti:i-t'9f^ innatas o here-

dadas, ha 'i¿u p'Ji']tJtt-tó*o un' justificación ostensible

dc determinad* pJli;;; *tluttt' Las teorías deterministas

;;"';i¡;';.*áat-v u-pliumente m-antenidas no tanto por

su pretendida to"Étionitntia con la realirlad sino por su

:;#;';;i;;"ii1i'á'"' valor como Yl-tip" de excusa so

cial de lo qu"*iil"lx\ii * a'' P77' páe''J' Ver tam-

Li?. Án." trt ¿.,-liie ' Páe,' r82)'

Y los críticos dan énfasis a su.argumento citando el-ejem'plo

de Konrad Lorenz, q"t ttpt'O tót g"t'ot y terminó hacién-

dose eco de la deprJvJo-lJiiitu "racial áe exteiminación

de Hitler.""T;;;;" en su nivel más inmediato' esta ,tli:i:?^,T"^t?i-LU'aua t' ru rr.vr 'áál-outt

raya en la iniusticia' o inprende por lo d:sorbita ; r--^-^-.- r^" o-aoeraciones so¡ir""tJ

""" l^ .i".1¿"¿' Verdaáeramente' las :-1?^*ittr::":^:::

;;i:: ñ'"'l-i,* "i"paü'. J' q.':: p::.-'::01Í",

:" t:',,:"'i::

;?::,t:.- "^;" f ,, Jin' pi" t po r

^ alto pun to :, :' l"-'.-T"t "oJ;;i#i":J;'5ó¡ür." á' .una críticá e"",1'11: P"::T::::::

urcrau ¡Lr rsr!vr!¡v--- . No hay ttna

,.i-.ut"gó.i.o: los sociobiólogos no son raclstas

sola indicación en ninguno de sus escritos de que (porelemplo) los negros sean inferiores a causa de sus genes. Nimenós aún exisie la indicación de c¡ue pudiéramos embarcar-nos justificáEamente en amplios Programas eugenésicos paraeliminar genes de.'ciertos tipos raciales, como negros o iu-díos. No conozco la qgncepción política de los sociobiólogos,pero desde luego no son neonazis.

Con la atmósfera aclarada, vay¿rmos ahora a las versionesmás moderadas de la acusación de que existe algo de politicamente reaccionario, incluso de peligroso, en los escri-tos sociobiológicos. Para empeza¡, se puede estar de acuer-do con que no hay racismo intencionado en los sociobiólo-gos y sus escritos, pero, no obstante, se puede temer queexistan elementos en lo que producen que puedan ser apro-vechados por sujetos omenos-que-honorables> y usados parajustificar viles doctrinas sociales. Las especulaciones genéti-cas acerca de los humanos han conducido a tales <iustifica-ciones>> en el pasado; quizá pudieran hacerlo nuevamente.Por consiguiente, simplemente porque la sociobiología es unaespecie de genética humana

-particularmente una genética

del comportamiento humano-, es peligrosa.En réplica, primero haremos resaltar un Punto obvio que

nadie podrá negar -y

menos que nadie los eminentes bió-logos que se incluyen entre los críticos-, que los huma-nos son, en un aspecto esencial, función de sus genes) yademás que existen diferencias genéticas enre la gente, ymás específicamente €ntre mujeres y honrbres de diferentes¡azas. Los negros no son negros ni los blancos son blancossimplemente porque hay más sol en el Congo que en Ca-nadá (aunque esto no suponga negar que el sol pueda ha-ber sido un factor determinante en la pigmentación de lapiel). Además, simplemente el prestar atención al hecho deque existen dife¡encias genéticas entre la gente no pareceen sí mismo ni particularmente racista ni conducente al ra-cismo, como tampoco lo es un examen de la forma en quelos distintos genes afectan a la gente, o el posible signifi-cado adaptativo que tienen o han tenido los genes.

Desde luego, los críticos pueden replicar inmediatamenteque esto es precisamente no comprender el punto esencial.Tan pronto como uno comienza a estudiar y a hablar so-bre diferencias genéticas, de cualquier diferencia genética, abrela vía al racismo. Aun suponiendo que las diferencias ge-néticas existan realmente, y obviamente existen, prestarlesaterción es el primer paso hacia su discriminación. Qui-

114

115

rr-zrí los judíos tengan rcalrnente la nariz grancle, o q'-ri

zti no; pero esto no va a evitar el recelo ante ct¡alqui.rpropuesta de que se subvencione una investigación quet¡ate de estudiar comparativamgnte el trmáño de nariz dejudíos y gentiles. Sin embargo, aunque uno tendría que scringenuo, por no decir insensible a la historia dc este siglo,para no conceder finalmcnte algo de peso a esta acusacíón,existen ciertas y poderosas objeciones a ella como base paraun programa de acción o no acción.

Primero, existe lo quc parcce ser el peligro general deproscribir un áre¿r de investigación (Ruse, 1988c). Puede es-

tar pasado de rnoda decirlo. pero una de las glorias del scrhunrano es la forma en quc investiga en sr-r propio mundo,ya sea

^ través de la ciencia, la literatura, la filosofía o cuai-

quier otro medio. Creo clue la investigación libre es algo,en sí mismo, btreno y quc proscribir prima lacic tal inves-tigación es Lln error. Obviamente, en el cenffo de las ob-

ieciones a la sociobiología se inscribc la creencia de c¡ue loshumanos son más que simples animales (de oro modo, ¿aqué todo este alboroto? ) v crco que los críticos simpatiza-¡ían con este aspecto qur estov señaiando.

Desde iuego, uno puedc replicar qLrc aunque en sí mis-ma se¿¡ un bien general, lrav t'eces en que la libre investi-gación debe scr eliminada

-por eiemplo, cuando supone

un coste demasiado elevaclo o Llna amenaza a la larga parala comunidad- ]' que los estudios de genética se h:rllan enesle caso (Jonas, 1976). Pero esto me lleva a mi segundaobjeción, ¿ saber, que yo no veo que el estudio Ce la gené-tica human¿r (incluyendo lrr genética del comportamiento)caiga en esta catcgoría. E.s ¡ertlmente cierto que en el pasa-

do algunos honrbt'es y tnujcres petversos han usado mal lagenética humana, pero csto no constituye, de por sí, unargumento a favor de cluc hov la ignorernos. Si ese argu-mcnto fuese válido, deber'í¿rmos proscribil asimismo la físic¡,la química, la psicología v muchas otras disciplinas, potquetambién han sido mal usadas cn el pasado. Quizá debiétamosproscribir también la filosofí¿r, porque ésta parecc haber sidola más pcligrosa del grupo.

Ademís. aunque quizrí scn cierto <1ue algunas rnalas per-sonas, incluso hoy. usan mal los hallazgos de la genética (yde la física, etc.), óste no es un argumento serio conffa elestudio de la gcr-rética humana. La ciencia puede ser usadatanto para el bicn como parr.'l n-ral, y esto vale particlrlar-

ii':::,Li" Ia, 8enética hunrana (i¡rclu.vc'do específicarnentejL i:T,,::^*l comportamicnro). por ,rnu p"rr", ,e ta pu._(¡c usar. rrnto para drsrpar.como para crerrr prejuicioa. ói.r_t:lmente,,

.por. ejemplo, nadie quc ionor.a ,tgo .l. t ;.d;;na genética humana puede si,poner por un tnorn.nro o,r"Icrs judíos son, de.alguna manera, uni raza ¡ü##;. H:rre otras cosas, sabemos quc exisre demaslrau'ririfll"a g"-nética enne los judíos y'el restc, d;--;;;., espccie paracolttrarrestar tai afirmación. O, por tomar un caso mencio_nado por \X/ilson: sabemos qre no existe base genética parala diferencia de casras .n i, fn¿¡u'iWlfl"r, 1975a, pági-na 555).Por otra parte, ia genética humana puede muy bien serusada de una forma .fosjtiva po., oyuja I la humanidad.Tomenros. por ejernpló,.t, ,rg!r.n.ü ¿l'üllron il6;-i;xenofobia (el tcinor' a

'ros exlraño;i- ñ¿. rcner una fun-damentación genética: <pa¡re del p.r[i;; ¿.r hom[re

",que. sus ¡espuestas intergrupales son todavía roscas v r)r;-mitivas, e inadecuadar_ pu.á lu, "rt..r'^l;il;;;",

t"i;_ter¡itoriales que Ie ha impuesto lo .iuiiiro.ió"... La xenofo_Dra se couvrerte en una. virtud políticao (Wilson, 1975a, pá_gina .575). Está más allá cic toiu .u.rti¿n f.,e ur.ro de losproblemas más grandes con que nos enfrentamos hoy loshumanos cs la licha entrc personas, \,a sea entre c¿tólicosy protestantes en frlanda del Nor¡e,- o, a gran escala, laque se produjo durante las dos gu.r.á, _""d-i"i¿.-il;;ár,es un problema que aumenta eÁ intensidad por causa de

l1:, lo!bt., o.."i qr.. rh..; e;;";;;,.'üü.,ur".,,e, cuat_qurer comprensión de lo que le hace a la gente po.rtarsecomo lo hace cuando. ," "nf..nro ;;; ;; tensión o conext¡años o cosas por el estilo, ¿qre puede-.er sino ,o gr"npaso para terminar con Ic amenár, áe hulocuusro que pen_de sobrc nosot¡os? Es c.ierto qr; ;;.;;' *rultar que lassugerencias de Wilson sobre la *.nofo¡i" ,r<l-"ti"rr.r, 'r¡"*t ,

1:l?::".' pero proscr.ibi. ;,*il;;"H .J,u .ro.. pur...:::neJ¿nrc a negar qu_e la investigación de las causas delcincer renga ¡elevancia para su curación. (Notr, .n .rt-.punto no esrov cuestiona.ndo la verdad o ial.edad;.-i;;afirmaciones dó la sociobi:tO*,;,

"i .¡q"i*,'ii "-, qu. p,r"_den tener buen sentido,- sino"si ,o" d;';br;, ,or_u

"r.n_cial, políticamente reaccronanas.)Sostengo, por tanto, que., en sí mismo, el esrudio de Iagenética humana, incluyÉndo ,q; i;;';.íis gcnéricas delcomportamiento humanó rol., ó_o-1,

"r..iáüi"r.giu, no es

l116 Il t-

exDhcita o inllrlicit'tnlcntt' racistlt ) quc ll() t xlstcll rilzonL's

;;ft-;;rt p^t'o pto''.tlr'irlol cn réalidatl' vale lo c()¡)trrrr¡(r'--Á .rr. i.opOiito podría lcvantarse unA objecicin.contra

to ^t""-

f-t. 'u"nido argt,-er.ttattdo hasta aquí .Un crítico po-

J.ír' tu.;urr. .le q.,.. de mala fe' he rienido combinando

ü ,o.iobiología con estudios noralmente neutros dc las 'ca-

;;r;;J,l;JJ" lo, fenotipos. humanos' LJn crítico tal p.-

á.i"-.rr^, clispuesto a .onceder que. no hay nada racista'

;i;. ;. -ádo of.ntivo' en uná investigación sobre [¡s

;;r;t";;; i;t q"" los seres humanos tiencn diferentes altu-

;;-ñl"r;do 'aquí razones de tipo genético' Un crítico

ial'podría incluso permitir algunos estudíos de ias posi-

bl;t';;;. ;;.¿ii."'. del compórtamiento hrtnrano: ''''ran I 'sn".fr--¡t.é'. brillantes únicánente a causa de su ambiente

;-;;-bl¿; debido á sus genes compartidos? !" qu9 ofencie

.r -""

ci..,. tipo de genética del iomportamiento humantl'

;"t;;;i ;i-,r"J "tilitá' sttcias generalizaciones, raciales' taies

.o-o q". los negros ,on u,goi o estúpidos' los judíos ava-

;i;;"J, los ingléses emocio'Áalmente iríos' y otras oor el

estilo. El ploblema de Ia sociobiolog.ía es .qlre pertenece a

este tipo áe genética clel .comportamiento humano'

En respuesta a esta objeción' prinrero. h'y q"t l,:l-Y::

a insistir en que los sociobitilogos, n-o. afirman que .clertrsL*t

-lJ.ttti;.ub1", ,"ng^n cierto-s hábitos nralos o desafor'

;;l"do; .i.;tificables y' geneticn".tente causados' tales como

il qt; ,crbo d" "n.t-",a' Es bien cierto .que Wilson es-

..iUJL ttn cleterminado pasaie : "Hay evide.ncia documen-

i"¿^ ¿. una heredabiliclad moderadamente alta en las me-

¿láu.-á.-l"troversión-extroversión' tiempo personal' activi-

áuá", a"portivas v psicomotrices, neurotismo' dominancia'

J""i"ti¿"'" la tendencia hacia ciertas formas de enfermedad

;J;;, ;.;t" la esqrrizolrenin ' Incluso .na pequeña par-

;;'a;;; variación' invertida en diferenci¿rs de población'

""¿.L "t.¿i.poner a las sociedades a diferencias culturales>t

[\ítl;;'i,- ñ;i', p¿g 550). Pero aparte del hecho de ,q-ue

".,o ,ro'es más qtá otn

"spec'lación no contrastada' \X/il-

JJri ;; f;g" ; décir que todas o nl menos ,la mavoría de

i;;' ;;t;"; "n olgun^, noblaciones tienen de algún modo

predisposición a la locurr'^ Aoarte de otras cosas, sabemos que rü ilson postula un

o.i"iü -rlriplicrdor'. y así si a algg- se puede parecer. su

oá.i.ió. es n la resis de que si hay diferencirs significativa.s

i- i,;;tiir;lon.r. .o*o''por eieóplo' con respecto al nú-

;;;; á;";;uirtit¿ni.ot. esto no significa que una cultu-

118

ra globalmente considerada sca nrás csquizofrénica que otra.l-os cfectos últimos pueden ser nruv distintos. Juana de Ar-co es ¿ menudo etiquetada de esquizofrénica, y ciertarnentecjerció una gran influencia sobre sus compatriotas; pero elcfccto global no fue trastornar mentalnente a la colectivi-clad de los franceses. Sólo los reduccionistas más extremosrrrgumentarían que del comportamiento de un número deindividuos en una población puede deducirse la cultura dela misma. Juana no volvió más esquizofrénicos a Ios fran-ccses; de acuerdo con De Gaulle, que la admiraba mucho,los hizo más patriotas, más valientes, etc.

El único sociobiólogo que ha tratado realmenre de ba-sar la cultura de sociedades específicas en fundamentos ge-néticos es Alexander (1974). Pero tampoco en este caso, arnenos que uno tenga la ética y las concepciones de un mi-sionero cristiano del siglo xtx, existe la implicación de queciertas personas sean malas a causa de sus genes. Inclusolos aborígenes, que se supone que alimentan a sus hijos ma-yores con sus propios bebés, son raramente condenados.Re alizan acciones muy drásticas ante circunstancias muydrásticas, precisanrente para salvar a tantos de sus hijos como¡ruedan.

El segundo punto a establecer contra esta crítica es que1a clase de datos concernientes a las diferencias racialesque Lrsan los sociobiólogos, está de hecho admitida por loscríticos. En realidad, una de las pocas afirmaciones firmesde \üTilson relativa a las diferencias está tornada de Le-wolrtin (1972), y es que los sistemas humanos de tipossanguíneos muestran que e[ 85 por 100 de la variaciónes innapoblacional y sólo el 15 por 100 es interpoblacional.Aho¡a bien, uno puede preguntarse por Ia validez de laconclusión a la que llega \íilson, a saber, que: <No hayuna razón a priori para suponer qlre esre conjunto de ge-nes posea una distribución muy disrinta a la de otros sis-temas lnenos accesibles que afectan al comportamiento>>(\7ilson, 1975a, pág.550). Y ciertamenre, más adelante, ha-bremos de examinar conclusiones como ésta. Pero inclusoen este punto está claro que no se están afirmando gran-des diferencias genéticas ---€sto es, diferencias fuera de lalínea de lo que parece generalmente admitido.

El tercer y último punto es que 1o que frecuentementeno se menciona es el grado en que los sociobiólogos, a pe-sar de que hablen tanto de diferencias, están afirmando- launidad de la humanidad. Tomemos, por ejemplo, la discu-

l ,il

719

-

sión del alruisnro recíproco de T¡ivers (1971)' Exrae- sus

l"üt-r.Ui" la conducta humana de toda clase de socieda-

á"r1"¿."ft'-.no. ."ot".;onada a la más avanzada tecnoló-

nü-..rr". Su tesis es, sencillamente, que todos los hom-

il;';;;;; ""i¿.. porqu€ poseen genes quc les conducen r

;;;;;;t,;-iento de altruismo iecíproco' Lt-'s bosquim'r-

;. ili"d;;;ii" ¿. rtl.¡ari v los hombrcs dc negoc.ios dc

Ñ".ü'v-.I-.Ltpána." " ot'át personas fundamentalmentc

en la misma foima por fundamentalmente .las mlsmas ra-

zones senéticas. Aquí, como en otras ocasiones' un t€ma

.rt*f "i.-i. *.ioUiálogiu es que' con toda nuestla sofisti-

calión occidental, en muchos aspectos vitales segutmos sretr-

á;^k;;i;; brio' la piel, hermános (o hermanas) del rest'->

de la humanidad.Pár erta razón, ante la acusación directa. de que la

.so-

.i"¡i"lü^ es, intencionada o inintencionadamente' racista

., "ar

uilun^ otra forma políticamente reacclonarla' yo su-

;t;;?r-;:r; ;" l; ".. Sin embargo' hav todavía algunas cri'

ii.^,;.];;.;"o po,.,'.:iul"'. que"debtn-. ser consideradas' Po-

i;rr';;;;;";" í.*i¿á en que la sociob,iología no es real-

mente racista, pero podría pensarse' no obstante' que, exrste

;ü;';;il ioii,i.uÁ"n," Áuv sospecho* A:,1,:1.1ld:i::-de" no apoyai opiniones extremas, puede sumtnlstrar un es-

"¿."o rJouo u .lgunm idcas políticas v socialcs de la époce

á;'Ñ"";d"';ri É'i r.ária^¿. ná "t más que darwinismo social

;;r;;;;; ropaie moderno' Los socibbiólogos pueden ncr

citar abiertamente-a John D Rockefeller para sostener que

i;'i;á;-;;;--lu- .'irtén.i, sanciona el capitalismo moderno'

pero su mensale es esencialmente el milmo' Los sociobió-

íono, prr"d".t áo opou,, el racisrnc', pero apoyan un siste-

mí deiechista de libre empresa'

5.2. ¿Arove LA socIoBroLoGÍA uN cAPI'r-4LrsMo

VrnUlst'¡.rO?

Una acusación como ésta se encllentra en la crítica de

Srhlil a-lá so.iobiologia (L976 (al igual^que en el ataque

il^il oiii.o, d" Boíá"j' Básicamen"te Sahlins concibe la

frir,".i^-¿" t, t"oríu áe ia evolución,.que culmina en lasociobiología, como un continuo crecimiento qe.nt'u$' ;¡1-á" " tiniJ"i" entre la economía política y la biología' uo-n-

;;,i";;;;";. -i^- -iJ."r.gia

del' capitalismo. occidental ha

sido i¡fundida en las especulaciones evoluclontstas' que a

na

:iu vez l-ran sido después usadas para suministrar iustifica-r:iones espúreas de las creencias y prácticas socioeconómicas.

Así, pór una parte, nos enconramos con las esoeculacio-

'rcs de Malthus ácerca de la futilidad del intento de aliviat:r la nrasa de los pobresr: dadas las inevitables apreturas oca-

sionadas por el crecimiento potencial del número de hu-,-rotro. "n progresión geométrica, mientras que los alimen-tos que los abástecen pueden se¡ incrementados sólo en pro-gresión aritmética, Malthus pensó que la avuda a. los -po-bles sólo incrementaría su número, haciendo así el proble-na aún mayor para la siguiente generación. Estas ideas fue-:'rn recogidas por Daru'in que deió de lado las piadosas

,rlectaciones de Parson Nlalthus sobrc cómo cludir los pro-i¡lemas de población mediante la <restricción prudencial>ies decir, abstiner-rcia de copular) y que argumentó que en

rl mundo aninal tenemos inevitablemente una total <luchapor la cxistencia>>: esto a su vez suministra la fuerza mo-tjvadora que se enclrentra detrás de la selección natural.

Pero consideremos ahora la economía política que algúniiarrvinista social americano como William Graham Sumner,r,aliéndose de las ideas dc Darwin, aplicó a la esfera huma-¡a. afirmando que justificaban un sistema capitalista extremot:e1 laissez-faire. Estas ideas, impregnadas con la noción deque la única cosa que cuenta es el beneficio a cualquierprecio (obviamente obtenido a expensas de la propia espe-

iie), revierten luego en la sociobiología animal, con su insis-iencia en que hav quc propagar los propios genes a expensas,ie los componentes dc nuestra cspecic, sin que inrportecónro (no hay lugar aquí para inte¡esarse por los demás).Así, finalmente, llegarnos al movimiento posrero de la lan-zadera, en la medida en que esas ideas son nuevamenteintepretadas en el ¡eino de lo humano v asumidas para ius-tificar un sistena de mercado enteramente reaccionatio. El in-terés egoísta y sólo el interés egoísta es lo que cuenta.

Pero todo el proceso y, particularmente, el resultado final,afirn-ra Saf;lins, es extremadamente circular. <Desde el si-glo xvtt nos parece haber estado atrapados en este círculo',,icioso, aplicando alternativamente el modelo de la sociedadcapitalista ai reino animal, y reaplicando este aburguesadoi'eino animal a la interpretación cle la sociedad humana>>

I

l

r Sahlins, de hecho, se refiere a Hobbes; pero como él mismo¡:rece advertir, Malthus constituye el punto de Ianzamiento parala sociobiología.

t2t

,M

(Sahlins, l()76, pág. 101). Hemos -encontrado en I¿r socio-

irt;i;;r;' n.,-uÁu' precisan.tente aquellos elementos indeológi-

.o, qi. quería-os evitar. <<Por ahí se conl-prt:nde la respuesta

á"- fi" nlÁores de izquierda, como también. el interés del

rri¡li.o en qeneral. Ló qre se inscribe en Ia teoría de la

I*ioUtiogir'es la atrincherada ideología de.la sociedad occi-

á;;rrl' É seguridad en slr naturalidad, y la afirmación de

su inevitabiliáad" (Sahlins, 1976, pág 101)'Se puede establecer cierto número de puntos contta esta

crítica; pero primero hagamos notar que histó¡icamente (ex-

i."Áo'ri ,¡,-,.^el mismo Sahlins parece conccder mucha itn-

po.iun.;^ I la obleción deja mtriho que desear' Por cienr-

iü. l"rno se señaló cn el capítulo anterior' la concxiórr

Iti.. "f Darwinismo biológico y el Darrvinismo social está

i.i"r ¿. ser una simple relación histórica de causa y efecto'

Cá.o t. admite genéralmente, hay 'reces en qlre Darutin pa-

rece un darrviniiia social; así, por ejernplo, escribe sobrc

lo, cr,lca.ianos que derrotaron a los turcos en la lucl-ra por'

i, "rirt.rr.i^. Oira, veces, sin embargo, tlrvo clridado de

"t"¿i. ¿" su trabajo biológico cualquier tipo de extrapola-

ción 'social, política o e.oñómicn Por otra parte, hay una

buena nzón p"ra .reet c¡ue la influencia más importante e.n

"i¡u.urini.-á social fue

'Herbert Spencer, cuya nayor deucla

evolutiva reside no en Malthus, sino el.r el biólogo francés

Lamarck (Hímmelfarb, 1968).P..o d.¡.rnot to<Io esto de lado y concedan-ros a Sahlins

su hirtoria, que ciertamente no es peor que la de Ia m¿r-

uá.iu á" los éientíficos. La cuestión que importa es: ¿Incor-i,át" l, sociobiología la ideología política v cconónrica occi-

á;;,ri y da iustifiiaciones espú-rea" de. ésta? O lo qu.e quizá

,ea aúÁ más irnportante: la aceptación- de la sociobiología

-o"rti.rlut-enté tle la sociobiólogía hutrana- ¿signif ica

el upoyo y defensa de la ideología occidental? En respuesta

" .r'rur .l.-,ertion., desarrollaré los tres extrenlos que siguen- Pri-"ro, tomemos la cuestión del fluio de ideas de la es-

fera de lo humano al mundo biológico, y viceversa Hov .-va

to prr.d. negarse que la teoría evolucionista darwiniana fue

.o"ft1".^ar, ?.t "tp..to.

importantes.,.sobre el modelo de las

ideas"de 1á política económica occidental (de Beer, tc)61;

n"t., fSZ¡¡1. A,tnq.,. Darwin conocía perfectamente ln ltr-

.h. po. la existenciá (incluso con esta misma denominaciítn)

oo. i^¡.t leído l¿ obra Principlcs ol Geolog'y, de Charles

L""n. r" lectura clcl Essal ort'a Principle ol Populatio¡t de

úJ*ut a finales de sepiicmbre de 1818, lc suministrir el

722

cat,rliz¡dor que le hizo ver qué inecrnisr.r.ro análogo ¿ la se-lcccit'rn artificial practicada por los hombres dedicados a lacrí¿ de animales existe unive¡salnrente cn cl estado salvajerle la naturaleza, v le ller,ó a la concepción total del cambiocvolucionario (Ruse, 1975c). Por añadiclurr, Darwin romó ex-1r1ícitarnente prestadas ide¿s de Mrrlrhr-rs en sv Origin of Spe-cirs, nrodelando sus ¿trgunrentos rclativos al mundo animal..rbre los arglrmentos afines utilizados por Malthus para el,:,'.'ndo humano. Y esto nrismo es vzílido para el codescu-i''.rrlo¡ de la selecci(rn natural, Alfrcd Russell Wallace. Por1,.; dem¿ís, no pucde negarse que, clcsclc Darwin, los evolu-c. ,nistas han querido aplical Ia teoría de Ia biología de la. i'lución a la evolución cle lc.rs hurnanos (aunque curiosa-

:jrtc, y en principio debido a sli clttltsiasmo por el espi-r.r.,alismo, \ffallace llegó a duclar dc la adecuación de la,tlccción natural conlo nrecirnisnro carrsal cle la evolución hu-i r- ¿l1l ¿l ).

Pero admiticnclo estos hechos, ¿qLré l-rav en ellos de obje-r;:i;le? ¿Suponen Lrna justificacícín espúrea o en alguna for-:;.1 rrrtificiosa de la ideología occidentali Por otra parte, y.:r Io que toca al aflujo de ideas sobrevenidas a la biología,,:r simple hecho dc clue Darwin forjase las suyas tomandocoiro nrodelo ideas dc omo campo, es difícilmente objetable.lc,.;clc cl punto <le vista de los principios. Generalmente se:rilnrite, como numerosos filósofos han scñaiado, que el usorl,: ¡lodelos está lleno de peligros

-podríamos inrerpolar íle-

r:íiimamente en un árca nueva nociones solanente aplicables,-.¡r el ¿írea antigua- y, por tanro, conro prer'.iene R. B. Braith-ivaite: <El uso de nrodelos debe ser ernpleado con eterna vi-gilancia> (Braithrvaitc, l9r, pág. 9-1. Véase también Bun-!c, i968). Pero el uso de moclelos. al mcnos como guíasircurísticas, parecc indispensable cn ciencia; difícilmenteirincún gran descubrimiento se 1>odría haber hecho sincllos. Además, el simple hecho de que Lrno esrablezca unanueva tcoría tomando como nrodelo otra, no implica nece-sariamente que \¡aya a apoyar 1a vieja teoría. Lo constitu-rivo de un modelo es que cn ¿rspccros esenciales no es lorrísmo que la cosa sobre la cual ha sido modelado. por to-mar un sencillo cjemplo: Kekulé rnodeló el anillo de bencenoinspirándose en la visión que tuvo de una serpiente que se:rrrierde .la cola. El que un herpetólogo pudiesé objetai quei,rs serpientes nunca se muerden I¿ cola es irrelevante. Éor!o demás, y manteniéndonos todavía en un nirrel general, sise objetase que el error de Darrvin no fue el r,so dé modelos

l

r2)

l'/'

como tales sino el uso de modelos tomados del mundo hLr-

-a.ro, la existencia de numerosos modelos de esta índole que

fr"n i"ni¿o éxito en la ciencia muesua lo absurdo de tal

freocupación. ¿De dónde proviene sino la noción de "fuerza"b de .,traba;ot] o de oenergía> o de tttracción" o de ' rc-

pulsión>?' Presumiblenente, cn este punto pudiera replicarse que

Darwin se equivocó, no al inspirarse en el -mundo huma-

no, sino al inspirarse en una leoría como la de Malthusqrre conduc. a úna teoría del bienestar todavía más a la de-

.'..h" q.t" Luis XIV' Si bien es realmente cierto qle Mal-

thus tüzó un cuadro tenebroso de la existencia humatra'

afirmando la futilidad de la ayuda estatal al pobre, tambiénlo es que existe una diferencia fundamental entre su con-

cepción y la de Darv'in. Entre otras cosas, Malthus pensaba

q.r. ,r-t, Puntos de vista indicaban la imposibilidad de cual-q.ti". ."-bio real, incluyendo el evolutivo, mientras que Da-r-

win, obviamente, no hizo tal (Bouder, 1976). Más,específi."-a.rr", Darwin despoió de contenido normatit'o las ideas

de Maltlus: a Darwin no le preocupaba en ningún sentidoel bien o el mal moral dc la lucha por la existencia en el

mundo biológico, ni Io que deberíarnos hacer al respecto'

Para Darv¡ín lo que irnportaba era la innegable universa-

lidaJ-áe la lucha pot lu.*itt..,cia. Y en este punto' al igual

q". .n el uso que hace de Malthus, es difícil acusarle' Loque cuenta en una nLleva teoría es si funciona o si es co-

rrect" (o cualquier otra cosa que uno u-se para caractetíztr

teorías afortunádas) y no slrs orígenes' Yo creo que en-estepunto Sahlin, ,to ".iá

crtestionanáo la verdad esencial de latiologí, evolucionista darwiniana;- por mucho-que Ios neo-

vitaliítas como Arthur Koestler deseen que fuese de ot¡omodo, las batallas con los lamarckianos y demás han ter-

minráo. Además, como punto de partida, apuntaría que Mal-

thus, en su caso, modeló s¡.¡s icleas sobre las de otros, a

sabei, las especulaciones sobre el conflicto geometría-arit-mética en el mundo animal de Beniamin F¡anklin' En otras

palabras, que si ahondamos en el tema las raíces de Dart'innos sacan fuera del reino humano.

Mirando e1 problema del lado contrario y considerando

el fluio de idéas de lo biológico a 1o hutnano, probablc-

mente no es causa cle queja -¿l

111s1-165 hov no lo es-el que los evolucionistas darg'inianos havan pretendido apli-cár sus ideas a los humanos. Deiando a trn lado el progra-

ma específico cle los sociobiólogos. presumo clue nadie pre-

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tcnde negar clue los seres humanos son cn alcún sentidoanimales, que somos descendientes de los monos (de espe-cícs hoy extinguidas), quc la selección natural ha sido-elprincipal factor causal, que nruchas cosas que nos distinguende las bestias, tales como nuesrra inteligencia, son adápta-tivas ¡, fueron causadas por selección, e incluso que muchasde las cliferencias entre razas humanas no son caiuales, aun-que el saber que puedan haber sido estas mismas causas osi _son operativas todavía hoy sea otro problema. Incluso po-dría ser que la selección está actuando aún en nuestros díassobre los humanos. Ciertamente, la evolución está todar¡íafunciorrando, aunque sólo sea por las nuevas mutaciones queestán apareciendo contir-ruAnlente dentro del pozo de geireshumano t.

;\hora bien, considerando csre ripo de afirmacioncs a laliiz de las críticas de Sahlins me vienen a la mente dos co-mentarios. Primero, r'iciadas o no, parecen ser esencialmen-te verdaderas, y aceptadas por todos, ya estén a favor o encontra dc la sociobiología. Conro a la esposa dei obispo deWorcester, a uno pueden no gustarle demasiado, pero nadamás. I{asta que alguien \/enga con una teoría ¡ival dc laevolución humana que pueda explicar los hechos tan biencomo las tesis mencionadas lo hacen, éstas tendrán que bas-tar. Pero, en segundo lugar, negaría que afirmacionés comoéstas estén viciadas por la ideología del capitalismo occiden-tal. Afi¡maciones como éstas son extensiones de la biologíacvolucionista darwiniana no humana, pero como acabo descñalar, este tipo de darwinismo está desprovisto de todoslos asertos normativos quc alguien corno Malthus defendió.Y tales afirmaciones normarivas no nos han sido retransfe-ridas de nuevo. Prest¡miblernente, los antepasados humanoscon cerebros más grandes o cllerpos más erguidos fueronscleccionados sobre los de cc¡ebros rnás peqúeños o cuer-pos más enco¡r'ados. Pero csto no significa dccir que csmeior c¡ue así sea, o qlre aun hoy debamos seleccionarpor cerebros más grandes o columnas vertebrales más dere-chas. Ni ta_mpoco significa decir. por ejernplo, que si alguiense hunde hov a causa de una indisposición genética áeba-nros dejarle sucumbir si¡r u'at:rr dc irvudarle. Y, ciertamente,tampoco ,supone justificrrr l¿s creerrcia* v prácticas económi-cas del laissc:-t'airc. Enconrrar tal justifiiación es leer en

_2 F',n el capítu1o final volveré sobre cste punto. \, lo clesarrollaté más ampliamente.

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l¿rs afirmaciones evolucionistas algo que no se encuentra enellas. Lo que uno está haciendo con tal lectura es crear unmodelo que, como fue la teoría de Darrvin respecto de lade Malthus, es distinto del original. En otras palabras, almenos en este nivel, esta concepción de la historia como<rlanzadera>> que tiene Sahlins carece de fuerza crítíca ".

Habiendo ya tratado el ránsito de ideas que va dcl mun-do humano a la biología v viceversa, y habiendo visto que,en un nivel bastante básico, los temores de Sahlins son in-fundados, pasen)os al segi-rndo punto que quiero tratar. Todolo que he dicho hasta ahora bien podría ser admitido, peroaún se podría pensar que con la llegada de la sociobiologíasc añade una dimensión totalmente nueva. Podría decirseqtre la sociobiología ha sido una infusión fresca de ideo-logía occidental, y que por eso, )' en particular cuando s.:

la aplica a los humanos, es sospechosa. Quizá, ciertamente,sc puedan hacer afirmaciones normativas acerca de la evo-It¡ción humana. El hecho es que los sociobiólogos no lashacen.

Desde luego, esta crítica depende de la prenrisa de quetal infusión de ideología se ha dado, y ésta es una suposi-ción que yo cuestionaría y negarí'a. Pero esto se tratará másadelante con mayor detención. Concedamos por el momentcr<¡ue Ia sociobiología ha dado una dirección nueva, sea éstaideológica o no, al pensamiento evolucionista. Pero aun asíIrrs críticas de Sahlins fallan, dado que lo que pretendenmosrar es que la aceptación de la sociobiología implica laaceptación de la ideología occidental de derechas; aunquedebe admitirse que .ha1' veces en las que es nccesario sal-var a la sociobiología cle los sociobiírloeos.

3 Desde luego cs cierto que, cc¡mo hcnros visto, cl propio Dar-s'in acusaba una tcndencia ¿ adl-rerirse a las teorías normativascomúnmente sostenidas en la Inglaterra victoriana; por eiemplo,las que hacían referencia a las diferencias sexuales -v a la supe-rioridad de los anglosajones blancos. No estoy negando que sepueda cargar a la teo¡ía evolucionista con el lastre de afirma-ciones normativas o que, en efecto. la gente así lo haya hecho.lli punto de vista. que creo quc es ncgado por Sahlins. es <¡ur:

se puede se¡ evohrcionista darrviniano sin ser un reaccionario dederechas, porque de suyo la teoría de la evolución no hacc afir-maciones normativas

-no ímplica la sLrperioriclad del macho bri-

tánico.

5.3. P<¡n euÉ FALLAN LAs cRít.lc^s n¡t S¡trr_tNs s()BnE LAIDEOLOGíA

Primero, atrn cuan<Jo_de acuer<Jo cn quc la sociobiologíacstá infectada.por ra idcología ,,..¡¿.i,rr-i*"n una f.rr'a encluc no lo está el resro. del fensamiento evolucionir;;' :,¡;;().tolga. un premio al jnterés .egoísta, aur.lqlre sea contrario

1,,^j:..1.: compañcros de la rrrisina .rp..i.]. rodavía es per_lrnenrc y legítimo establecer la dísríntión entrc el ."r" i lt*debeoa. euízá havanros .uolu.ionoáo-;;r-i; ;r;;r;';; q,;los sociobiólogos afirman, l. d;;;;ü,riC.u .ru. seanros ro_talmente esclavos de

nos dc.brazo, porirro',lJntl"it.tliirt; o¡ue debamos cruzar-

tan to, ro iu,to.' D. 1,.;h;, ;;;;¿;" ,o,1;

J ".Jll.',''oi',; ofi

aceptar ninguno de los extrenros cle esta disvunc¡.ón.Conro hemos visro con respecto .r p.irn..,"."'r'r#o de Iarlisyuntiva, nadíe oarcce quercr negar que en aspectos signi_ficari'os los humanos ,. librrn d;-!;; ;;;.r'nredianrc lir crrl_

ly11 ;s,t'ecir,,parece ser una ,lin.,.nrifi JJ l" ,i¡; Jr,,,,r;;;:,^Jl: ?.rf,.... ba¡o el conrrol directo de krs gencs ).cs razo_nabrc suponer que se.pueden consideraa

"n ..11. ^..ion..'.lnlas cuales los genes aisládos n., .nrr.n

"n^.orri¿.r".;J".'ilp;_nienclo las cuesriones q.izá.u' p;;;";; pr"..ir.,n"nr.. ]ia qrerne he visto forzado , s,.,hrayar qr.-.,lt,ii "specto

imp.r_tante los genes son un facroi cat,sal en to.lo I., que atañea la experiencia humana: como la culn .a - e. también unaspecro .g.y iypglunte de la experiencia 1,,_"n", renemosuna gran flexibilidad en .nuesrras acciones; una flexibilidadque no rendríamos sin ella.. Ci..rr_".rt.,-lr-ff."i¡iila"J-iI

nuesua cultura es tan grande q.l. podemo, l,nprender accio_nes que pudieran ir en contra '¿" i_ru..t.o. Ji...,o, interesesreproductivos. por mencionar un ;,_pi."+;plo, nuesrrosgcnes podrían imoulsarnos a nraximizai nr.rli" propia repro_

!]lcción índividuaj,. pero no por esro se niega que mediantenuestra cuhura nodríamos decídir lirni; i;-r";prla"..iOn po,el bien del grupo.-. R..i.",..enrc, cierto

,número. <Je- filósofos han argumentadoclue las afirmaciones murales.puede"-f,rÉ..r."i..iirado de afirma-riones n. morales. En .l rÍtiimo -;;;?;1..-..""lij.rrr¿

con másprofrndidad en qué me¡tid, p,,.a.n'i,'.uil" i".'riili,r.i.nes cientí_licas como base'para afirmáciones ¿;i¿;;.'i;'iijlrr¡¿, en esrenunto, por tanro, rc¡rdrá ,^" :¡,r-rq"I. ,"rr.*i. pi.fi"rl"rr..¿.i."1do para más tarde posihles oblecrones.

r26127

uPor lo que concierne al segundo extlcno de la disyuntiva,

no se sigue en absoluto que lo que cxiste merced a la evolu-ción deba ser aceptado pasivamcnte como lo meior o lo justo.\/olveré sobre este punto con más detalle al final del capítulo,aunque su verdad esenciai puede ser comprendida fácilmente.Es muy cierto que lo que es, o es .<natural>>, tiene prima facieun aspecto de ser bueno. Por ejemplo, hablando en gene-ral, la mayoría de nosotros intentaríamos prevenir el suici-dio porque pensamos que la vida es una buena cosa. Deforma similar, por tomar un ejemplo ligeramente más com-prometido, cada vez mayor númeto de nosotros estamos lle-gando a pensar que no se debe forzar a los homosexualespara que cambien sus prefetencias sexuales, basándonos sim-plemente en que son de esa determinada forma. Sin em-bargo, está lejos de ser el caso de que lo que es o es na-tural, sea en sí mismo un bien absoluto. Muchos de nos-otros, por ejemplo, pensaríamos que si alguien tuviese unaenfermedad incu¡able o terriblemente dolorosa debería per-¡¡itírsele terminar con su vida (o al menos drogarle paraque se halle en un estado donde de lacto esté muerto). O to-mando un ejemplo menos polémico, es <<natural>> para elvirus de la viruela infectar a los humanos, pero nadie nega-ría que la innatural extinción que ahora se encara con elvirus es algo realmente bueno.

En resumen, tenemos algunas fuerzas no genéticas sobrcnuestro destino, y lo que se ha desarrollado no es necesa-riamente un bien en sí mismo. Por consiguiente, incluso siIa sociobiología humana es válida, e incluso si incorpora as-

pectos de la ideología occidental, no se sigue que uno estépor ello obligado

^ apoyar esa ideología occidental como una

guía de valoración moral para la acción futura. Esta conclu-sión requiere suposiciones adicionales: o que no tenemosconuol sobre nuestro destino genético o que lo que es, espor tanto bueno.

Sin embargo, debo confesar que, como admití antes, enocasiones los sociobiólogos (ar.rnque no la sociobiología) l.ranhecho esas suposiciones. Así, por ejemplo, en un determina-do momento, rüTilson aboga por <<un acercamiento evolucio-nista a la ética>, afirmando que la sociobiología muesua que<(no se puede aplicar un único conjunto de normas mora-les a todas las poblaciones humanas, sin tener-tp-cllenta to-das las clases de sexo-edad que ha,v denro de cada pobla-ción> (\üilson, 1975a, pág. 564). Pero, hablando sencilla-mente, Slilson está equivocaclo: la sociobiología no muestra

128

nada,de esre tipo. El hecho.de que diferentes personas ren_gan diferentes sexos,o irnplica d;. ;;-l;;"rpliq.en diieren-res códigos moraies. Si encontráseirro. q"".l..ros genes trans-forman a los hombre, "n.uiálu¿or;:",".;;;"rre no nos *u-zatiamos de brazos (ni deberíaÁá; il;i;j^;rra dejarlos pro_seguir. En,otro lugar el mismo \)flil.;;'pr;".e darse cu(nraie esro, al menos por implicació",;oñ;. reconoce que,no dc Ios más orrnde. pioUf.,"rr'.!"iJ""*ptorión demo_gráfica de ta pobüción h"Ag.d, ;";.."irii, a hacer atso atrespeco (aquí obviamente \Wilsoí no ".á turrndo su moralcn la sociobi otogía; \üZilson, riillj."V"i"ei! detalladamentesobre.esro y_ algunos otros punros en el capítulo final decste-libro. (Dicño sea.de piS., .l fr"tlir"rn* buscado sis_;emáticamenre los nrejuició, d.

-l"r -r".i.'Ui¿logos, podría_

.T,lt" Tllr:, :otivos iara acusarlos ¿. .nti-..Ior¡.isrno, porque.uos no trenen en cuenta a los que se oponen a la limita-ción del crecimiento a. h poLiu.'l¿"."ir"i5]'q"izá, los cíti_cos..de la izquierda n" .oni¡¿"r"í-r'," pr"]ir¡.ío el ser anti_católico. )

. , Vayamos ahora al tercer y ,último punto que quiero csta_blecer conra el argumento"de Sahliil'^,{ui ,i Io quc yohe argumenrado fuese_.admitido,, todavía pul.l. p"nrorse quepolíticamente habland,ii orioiffi ' b;ffi;ü* j f. ;1,":o ; " J, n';'"l*rffi ff:;que 5e descubre cue ds.hssh", f"í á"¡...Jt on fíri.r,n.nt"más débite.s que lás t.-s..r'l;'o; ff,;d".;os hacer nadapara cambiar esta diferenc¡o. ío 'J¡r.r.níil-io

lrnpri.r en símismd una afirmación no-rmariva d.l-;;9 ono deberí, per_¡ilirse a las, mujeres ocupar ,puestos de combate cn lastuerzas armadas>,. por otro ladt. ri-selrtu'üI..i.r.., .1".u-mente limitaciones sobre. lo que'l;;;r,";.. pueden o nohacer, no podrían. oo.

"i*pio.'.;;".;;i.r'te hacer. todasll^::t f ísicas que'

"ororrori' lor' ilr,nr5.r'i"i¿ados machos,nacemos, y entonces acaso, llegasen a influi¡lu"rr.r. posicio_nes normarivas. ;por qué íniistir .n iu-.1..r.i,;n rre tr.oasde combate femeiinn* .i po. ir"rirr" *"iilr¿ de tiemoo1, dinero podemos obrener. tropas más eficace.. cle varonÁ?De forrna anáIosa. v uoluienái';'il".;:;;;;rogía, atrnr¡ueuna biología social áe lo, huÁr*r";,;ñ;;;:,, t.tc la icft.n_logía occidentat de derecha,. ;9 ;;;;;:'J; "ñ,'li"i¿*i.,] ¡,foil-

::-'_g:: debamos aceprar tur ta.ir.lir, ;; ¿*j;; cierramenre,termrnará por conve¡tjr a mucha [.ír" nrUr",rl ii;;i;;;;:Sería ingenuo pensar de otra manera.uad,a Ia que ),o creo es la fuerza obvia a csta contra_

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obieción, cs para mi posición claramente inrportante ser c¿paz

de mostrat que la sociobiología, de hecho, no describe unaimagen de los humanos como individuos egoístas. agresivos,que funcionan me¡'or como grupo solamente cuando sus int€-reses personales están admitidos con total libertad en Lrna

sociedad de libre mercado, sin estar restringidos por ningúncontrol delimitador, conro puede ser el Estado. Yo creo,gue, dc hecho, prrede mostrarse que la sociobíología nodescribe semejante imagen; aunque, como ya dije, a vecessea necesario salvar a la sociobiología de los sociobiólogos.Pero sobre esto trataremos más tarde. Primero apliquemosel caso a la sociobiología.

La sociobiología, incluso la aplicada a los humanos, es

esencialmente trna teoría acerca de los efectos causales delos genes. Lo que se ha afirmado es que los genes danlugar a características comportamentales, características qrremaximizarán las posibilidades de los genes de estar repre-sentados cn proporciones mayores en generaciones sucesir,¿ts.Esenciai en la teoría es la noción de selección individr¡al.que implica que sólo se preservarán en las poblacionesaquellos genes que causen copias de sí misnros para perpe-tuarse; es decir, no necesariamente copias de cualquiera delos genes de las poblaciones de indivíduos del pozo de genes.En este sentido, los genes son, como Dawkins (1976) gráfi-camente los califica, <<egoístas>>. Aunque esto. desde luego. es

una metáfora. Los genes no son realmente egoístas, aunquepueda ser conveniente o llamativo hablar de esta manera.Son los seres humanos los que son egoístas o no (y quizáalgunos de los animales más evolucionados). Ciertamente,está adrritido por la sociobiología que los genes pueden clarlugar al egoísnro, a la hipoc|esía, o a otfos rasgos desagra-dables de comportamiento; pero entonces, de nuevo, cornoya henros visto, los eenes pueden muy bien dar lugar a

comportamientos altruistas. Además, es seguramente unaequivocación conceptual decir que porque el alruismo hu-mano es función de los genes (digamos llevado a cabo a

tavés de la selección familiar) es cualquier cosa menos ge-nuino altruismo: e I ala cle recha de la ideología occiden-tal mantiene qlte no lrav altruismo <realo y que la socio-biología describe un panorama de los humanos enteramenteegoísta. Si estoy tratando de ayudar a alguier-r sinceramentesin ningún ¡rensamiento consciente de recompensa

-v los

sociobiólogos admiten de forma bastante explícita la posibi-Iidad cle esto-, entonces estov siendo gentrinanrerrte altrtrista.

(,j(rtamente, estoy sienckr alÚuisrrr cn una fornra no acirniticlai]or una concepción ext¡crnadarnente cínica de los hr.;;;:.corno puede ser una ideología ;;;;".;^;..1 í,,¡ririi)i,I,,"'iii\'. ¿r rodos los se¡es hrr-'üno.'-;;;;iurji, por^ un interéses.ísra consciente, que cstaría ,p.yr"j."fu concepción. Nolic)rclLrc uno encuenrrc.causas inéon..i".ri". dctrás de las:rtr.iores humanas. ..r¿n lr.. ,i..i.;;;;;;;r'genuinas o nrenos.'ien:rs de encomio f " ¿" .on.'l.i;;" "'"""Vurza et punto qu-e cstoy trarando de estableccr puedac()mprenderse más claranrent,-, ,l ,.¡r1.. ul,

^.j lcrgn nesa r que e x i s r cn " rs;;;' ;;;.1 ":.:::í.iT,":

1."1c(!nscrentes, detrás dc r.d¿., jr, ,r..lnn"l'¡,.,nlanas. Esro esr'¿ílidr¡ tanto si uno cree q.," t* g.'n*';üi.; un conrrol toral,c()mo un control mínimo sob¡e lai ...i"n.r-t,tr_anas. Considé_rcse lo siguiente: to.lo. nosorroJ .;;üil lrlunr"nro de nucs_i:l :¿lj"ilT ;{",,:i:"tt' ,, 1.""'"e1"!il u.,.gr* ...,.. ( s p,,cs ra,

. ",,u 0..r.11,.1'o j :l :::::.:".T:: nl iíl*:lfil''';;;,.':f 'lJ,:l['i::. ::, -

q u'' n r-'u'i ig' """'i ¿",,i ".J.,-,t:i .¡ ¡65 ;";i;;"r""r::'ii]:'::il" i,,ntos para'q(r(' rl. vlrlv¿ ¡o'-

rr:r.. \6 ñ;;;: *.;;"'rza' transgresioncs símilaret .n .l fr-

trt'r las .onr..u"n.il" u:'..^1-."ti hermana pequeñ.a po..¡.,"

i.ilnienro ,j; ;,;ñ;.,Ers. )' rsr() s.. gcneraliza

"n ,n; .árpor_rcn caLrsas detrás de J ":i:t

pala.bras' genes o no genes, c:xis-..,, " .,cr u v ñ ;; ;;; ;',l ;: ";:'" ü : l" :1, il:l:":: :,,.mnk:;l:JH]:t':fi.;;;"f:u,'" nuestras

^"ion.i i."ngan causas no\.,:( es desinrereiado. Jj'1,^1]9:ll:l

quc, c: 'gni't, i-;l;ü;r ; ll i: :i:{: tf;i: i ryi: t "i: F:

*:.i".': n: i::én::" *I l',dson.

-ié7ñ"i'" " Yue lraccm()s lSobre cslc tema, r,é,rse

Pa¡a.:rbreviar. io .¡rrt. esroi, afirman.l,, ¡5 ,I :: i :H,'j:-:;",,j "Íll",i ll,.i i,",i. i' e"; !i'1l,' oll:' ili,.',",i,rpti.r-lr.-l:;;";.T"il::"D v porquc crean que csta tcoría

',,1 ..r..-l.,,'';;;;:'r.jl'nut no sc sigue '",t toirt"*qr,.r ;.. r ",. n,..' ;;' ".: :;:" ;J:', I ll. T: J,l"j:' i,;,# r:i1, ;

I:l il[i'" ii:']ff#'r"f:Lrcn ia I

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,,,' [u"d"n ;;r,r;;';;t' aceplnn paladinarnente que l<,s gc-

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;";j oT:. i:::,;"jili?j:.' ",0'.

J ¿], ;; ñcausa de los genes ti"n"n tugo.";r#;;:il ..j:::",..1,:. rÍrr.rsras enre los humanos:

"nr," frr,.liol.ll u- "n,r" n., fn_

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miliares. IVIás aún, pcrtcnccc a la csencia dc la sociobiolc,gí:rque el comportamiento altruista se efectúe frecuentenrente,por no decir generalnrentc. sin ninguna iclerr de recompcns¿.Esto se halla en flagrantc cont¡adicción con la icleología c¡ueSahlins ve cnrparcntacla corr los sociobiólogos.

Sin cmbargo, resta una observaciírn final: debo confesarqire s<lbre la cuestión dcl eénclo de cuadro de la ht¡nranídadquc pinta la sociobiología. los sociobrólogos mismos hansido. cn cicrtos aspcctos, sus peoles enerrrigos. Considérese,por ejernplo, cl recicntc texto que sigue de Michael Ghiselin,(ilrc Sahlins jrrstificadanrcntc utlliza para cncabezar suscríticas.

La evolución cle Ia sociedad f ija e I paradigma darwi-niano en su forma m¿ís individualista. Nada en ella exigest'r' cxplicado dc otra forma. La economía de la natura-ieza cs competitiva del principio al fin. Se comprender¡uc la cconomia, su funcionamiento y las razones sub-vaccntcs dc los fenónrenos sociales son er,'idcntes. Son losnrctlios por los quc un organisrno gana algur-ra venraja en

dctrime nto tie otro. Una vez que el sentimentalismo hasido deiado a un lado, ninguna indicación de caridad ge-

nrrina mejora nuestra visión de la sociedad. Lo que pasapor cooperacirin rcsr¡lta scr Llna mezcla de oportunismo.v cxplotación. Los inrpulsos quc llevan a un animal a

s¿crificarse pol otro viencn a tener su l'azón última enganat vcntaja sobre un terccro; -v actos realizados <porcl l¡icno de una s<riedad resultan ser eiecutados, en de-

rlrucsre de una forma está planean<Jo hacer otra. .Nfr. peck,,niff fue un hiDócrira p";q;;.";;;;;rrJ"rpu..ntrua rnorali_rt,rd, esraba.exptótando "';;;; ;;;;'.iTi i,ir.¡. uriah HeenI r rc un hipócrita oorque, "profesand-o

r",' ¿".p*.ir,ÉÉHffi,t:rd estaba exptoiando ,;a;;;;;;." ,'üJ vi.mield y pro_

;:lXliffi'i"3i1,1.19."' EI il;;; .'.'"i,r :s cu: ra.hipo-no pucden ,., h;oll3.o'

se aplican a individuos' t-ot g"ñ.,,iJ;;;;;;i"iJ"iTli?.n0.'?*"r"?.,'.::l:?j::'i.;i:t:t:rs clases postutadas p;; l.;- ,il;Biáil*J_ ésta no hace. rle,osorros unos hipocrit"r- rul.,i¿"nJáI""'rooo to que puedo alegar aquí es que la sociobiología nocs

^condenabte porque uts:;;o;-;;.;bH;ó nayan pensado(tuc sus reorías orueban más d. lo q;;i; realidad hacen.Si hubiéranros de form.ular.un juicio ,ár-¿rr., entonces dado,¡rre a roda sran realizac¡¿" l;."iiiir-'rl"i" l.,un auibuidoirnplicaciones"fantásticas y .-n<l .l.rtifi; l. toclo género(tanto.por los cicntíflcos mtsmos como Doracabaría mos p-,"n.,. q,.' ;;'.e;;;.5";:j:i. .i,.".'ii?ralidad de lá ciencia:

, cierrarnenre. la casi roralidad de lacicncia que excede lm b.r* á.r..üriür'i¡.rponicndo, desdeluego, que hava alsuna cjencia Ulii.r'qr."r¿a descriptival).Habiendo vá corñolerado ,ri ,1r.., y",llriJ,, punro conrra

,llT::: concruyo d.-, p;; í;, ;;;;;¿ !,11,or...", sahrinssc equlvoca al encont¿.r.Éür"i ü ;;;'ii:i^u¡a conexión entre la ideología áe.rg,,no.-*'.io;,.iü:"fjl:i1.:,,á.lrT!.,"":.X,ff *.,d;ril":; jmás, ideolóei.r."ñt" r,rU*áo,"¿É-L';tiJ? realidad hace.3.,:"r], sin embargo, ,n¿, ..nái¡,,*'iul"iri"eu. considerarantes de que havamos rerminado

"án.L-, ,lürr.ion", de quccn algunos asp.ótos l, ,o"iobiolojá'J r*l;i o moralmenteofensrva, v antes de oue poar_o.- ániirü.'."" acusacionesde diferente rioo. Au,i,dail;ü; ü;::ff,0:. se admitiesetodo lo argumenrado hasra ahora, üdavía ,oodrí,

p.nrurr"^11¡ :l

rr1 aspecto.impotanre l, .o.i;-ü;l;íÍ imptica creen_clas reaccronarias. Es .n lo.qg. se refie¡e Z- .i..,o, sectoresoprimidos de nuesrra ,o.i"dáJ. l;;"d;';f;Á;se que la so_ciobiología ensalza casi como .un .ideal ,nr"llur. parriculardc seres humanos. a saber, lo de ü, lü":;r, machos yhererosexuales. v. Dor tanto. al ,";;";;.plí.1;;mente, juzgades.favorablemenre 'al .e.ro d. i.;';#tir;;hatlan firera de este modeto. b""".r"'n.¿;: :X":i*;lrr.r";:l9:, lr, sociobiotogía infravalora

^'i;; ;;;;;; iu u o,ro, nonrancos). :r las hembras v a los h.,;;r;;,i;J:r.'En o,rn. ou_

lilmcnto1r'rós, sc

mo avrrdcnativ¿. st:

I)ada,i n tcrés,

n(rrlArsc

del resto. Mientras coincida con su propio in-puedc espcrar razonablemente quc cada organis-

a sus semejantcs. (luando no ticne otra alter-solrete al vug,r de Ia se rvidumbre comunal.

cnrpero, Ia oportunidatl de actuar en su propionada cxcc'¡rt<r Ia cclnveniencia le frenará de com-l)nrtillnrcnte. lisiar o asesinar a su herma¡o. su

,írnlu:lt. srr prrilre t, srr hiio. Rasca en el altruista v en-

'.()nlrar¿ís la sanqrc ilc un hipócrita (Clhiselin. 197.1, pígi-n¿ 21 t- ).

Ils irrnt.rlrrblc tluc Glrisclin t'stií ¡rrccisanrcnte cor.l.lcticn.ii.rla t'<¡r:ir ocacitir.r colrcc¡'rtual cn l,r c¡trc vo rrfil'mo que tlopicrirl¿r.l-ítjt,r rlt'Sahlins. Srilo cr-r c'l sc'nticlo nretafórico rnás cngrr-iicso .¡rcor.tranros lripírclit,is bajo la picl rlc los eltrtrisrrsf)ccir ,:,rt irlq'¡is¡ cs rt¡ hip<itr-it:l cs rlccil (i¡e át¡!r(l¡c se

132

| )t

t" !I

iab¡as, la sociobiología rcbaja a muchos seres humanos de I

una forma moralmente ofensiva.Tengo poco más que añadir a lo que ya se ha dicho

sobre la cuestión de los grupos sociales. No creo que lasociobiología o los sociobiólogos impliquen o pretendan im-plicar que un grupo de gente sea inferior, moral o biológi-camente, a cualquier otro grupo. Ven diferencias entre losgrupos; pero ¿quién no las ve? Esto nos lleva a la cuestiónde las mujeres y los homosexuales (grupos no mutuamenteexcluyentes). Cambiando este orden trataré primero el temamenos complicado de las explicaciones sociobiológicas de lahomosexualidad humana. Y después volveré sobre el asunto,algo más complicado, de la sociobiología (y los sociobiólogos)v las mujeres.

t.1 . ExplrcRcroivEs socroBror-ócrc¡s sosneLA H OMOSEXUALIDAD

¿Prima la sociobíología al ser hetcrosexual y desprccia alos homosexuales? Debe admiti¡se que una lectura rápidade \a Sociobiología de Slilson puede inclinarnos a pensar queasí lo hace. No solamente se presta una mayor atención alos acoplamientos heterosexuales, sino que más de una vez,la homosexualidad es agrupada con otras <<anormalidades>>del comportamiento, tales como el canibalismo (por ejemplo,\X/ilson, 1975a, pág.255). No estoy seguro de que ni siquieraAnita Bryant quisiera hacer semejante evaluación. Pero ¿esque, con estas consideracíones, vemos a la sociobiología ensus auténticos colores? Realmente, así tiene tintes de ideo-logía de derechas.

Una vez más debo comenzar deseando que se hubiesemostrado por parte de los sociobiólogos una mayor sensibilidad en asuntos como éstos

-y que al menos las verda-

deras intenciones de los escritores hubiesen sido expuestasmás obviamente-, porque creo que está claro que, de hecho,janás se ha pretendido efectuar tales condenas implícitas.Verdaderamente, en ciertos aspectos, la sociobiología y lossociobiólogos trazan un cuadro de la homosexualidad queestá leios de ser crítico.

Pata empezar, notemos que el contexto en que \Wilson

incluye la homosexualidad enre las anormalidades implica,en realidad, situaciones extrañas, por no decir <<anornralesr>.Así, por ejemplo, habla de la homosexualidad (v el caniba-

1J1

lismo) gue se da en¡re ratn- L^:-,.nu.iri.ulü'n;"; ilJ^"tit .ratas .bajo condrcrones cle ex¡renrar.no, t un'lnir"rtl1;

rncrdentalmente la atención ;-aciai;#"l Sr.p. i.'ur s)r¡nllares'

tales como los

¡,[iírrft'r?:y,'rq#;itr#t*,:-'.*jt::¡^.:on . <anorffrái>>..., n....rr]r,i.niJivator gcneral sobre la ,norn.,riiáli'-i. ,,]r1.1_.rr

juicio. deLo que tenemos, Dresumihle-.-,- t tromosexualidad.

:fi :?H".'; ;:trJ* :"' *' i" "'

I I'':.ff' Jff "';ff ::' .,1:l' :;,n*,ui, ig,;i' r* .,:,,,.J,X'

;::::;rT¿,y",..," .,,.ui..ni"nomosexuales a aclcondiciones .*,."-r'^'11

r't'"'o"i"ilit;:'!' manera a los

t e ). La " a norm a r ida] : :" i:{,iftl -

ff il: l,:,.:llffi :Til'.,:fl ::":f; f ";ün;1"':"41;'."Ti::T:?,li,iiTT"' j":',T;desearía qr;'Vil;;'t'c¡. afirqra.ciín mo¡al. uno rearmenreeso es algo gu. tod..lubtese

dejado claro '

I)e cualquier ,nod,'uít ttta poi-iátt''tu €st€ punto' pero

i1.:, i, ;;¿;;, ;;:;.,",1,,J.."11fi :x1:. ..;1

"f ,

I : a i dea, n e_

es deqtr. aquéllOS o,r. ;-^-ll.,l'fiu-¡¡[¡rrus,maS lntport¿rntes,

::::l;;¿;;;"s;'lTii{'i:"5X;1,:,.:H*i::,{i:ü,:ii:{:i",:'J,;x,i, ::'Ti;;;'::#ii.,o" o n. o.;,":l|f; :,:i.::Ti.li. ji$n:,,r;á;;;i.'.::,'J#':?.J:imuestran ,n, p..dirpo=.la .nomosexualidad- lot *..sr'ü,T?i:)' i

I E' .; ü ""'"':'

i:;, I :t f ¡:' $'1r:*ru::ti:j[lTiiliii?*;:.'j.'?;1":: de ra, nariz ¿"'ilí'l,¿¡"s y dandoSlÉn.r, ,rnio j; #;:rroo. La cuesrión es I

d.e Ios iudíos no son':i:''jJ;';;;;'i'"t'H?""#" ":::;sitan explicacl;: i:';:tt.que pseudo-problenra_s; no nece-l. qu. uno-..,á'o.á""!3-t-otra parte, prétcnder dá;..i; ;;;;-ya estén bur;;;r";;';tando sus propios o*i,i.i;; "h;;;;;:-:

Ahora ,¿;,";"*;: raza o en la orieniacíón sexual.esrarán d" ;;;";ü.T";

reconozco que algunas personas nola analogía;;;;".i";]:Igo en este .punio' no acepto que

".,ou ¿.iiu*;;""n''oj111no de .natiz de los ;rái5."rü.1!

É*'...#if ...J"k"J:ilT:ü,^qtril:d;,.r.."T¡1#?f.11

.l compo.trmi.;; il;::ito nada moralmente "r.".i"i,

".1m' n d o' i.re,¡ i te;;;;, #:, :;.i I I l,,i,T,?

",il,,ri, il.l rH: :1, liL))

hacia esta clase de comportamiento que caería ,bajo l" i*,':

l.ü.i;';.;i;i el q"e- ^iili"" fuese ho-mosexual o no; serta

un asunto que le akcíatía a uno única-mente en la me-

dil^":;";"J-.st'''uiera -relacionado ton,u-lgyrt:n como com-

nañeto sexual. Sin embargo' esto no. significa qYt li.l:""il'.;tilá;''.,o'- "u ttn "fettót"no biológicamente rntere-

#i::fi;; lo, ,o.io¡l¿'to;;; ; tengan él derecho' si no

la oblieación, a. inr".,,u.".ifii."rlá. -ó"ir'''o.

para un capítulo

iL:',:".r'#ü'¡ü;i¿; #,;íifil á' i"álidez áe la sociobiolo-

eía humana, pero lncluso ahora podemos ver un caso prlma

i*i'"ri'n l'ér* .r ""'iaio tt ia ho-ose*t'alidad human¿;

:ii; ;;il.;álo.ionittu está realmente en lo cierto v exrste'

por tanto, un gran P;;i; a la eficacia rep'roductiva' en-

ionces hav aquí algo t"J;;; que debe ser explicado' Así con-

:*r" ¿;¿ ,i áit."tiii it l'áÁ--*'."ttldad humana los socio-

0t",1:i:t:J¡'.Ti""fi ?lt":?I;ifi iógi.od'rahomosexuaridadhumana, encontramos oue' de heiho' se proponen ües me-

canismos para esa o""Jü'¡oi"t"*u'i v ningúno de ellos da

rrna visión desfavorable ?l-iot homosexuales', De hecho' en

la medida en que r^ tiJ"ti' -pt"á"

t"t -::{1 p"'" i"4yl

en afirmacion", ,ror-"iiuu., "f .oto es todo.lo conüarto''

Primero, ,. h, "'gttido-!"t U homosexualidad puede ser

frnción de la superior ;;;"á;"i heterocigoto; al reproducirse

il;;; q".-il 'h.tt'o'Jtuules' los homosexuales son por esta

razónbiológicamente*"no,,op,o,.peroesto.unresultado:Í::. ;'#:';;;;;ü I J;'i; il;;"J"'d ad pose ídos ho moc i'

eóticamente, -ut,'"nt'"i ;6túi;;; "n l"-póbt"iones por el

Éecho de que los heterocigiotos que poseen-un gen de tipo

i;;;;"1' ,. ,"ptoaut"l-más (ósto es' son biológicamente

H:?;;i;;i'; ñ;''c-'; sin ningún gen de tipo ho-

mosexual (\íilson, P;;:;"'';;;'"-5ijl' eñ o,tr"as palabras' la

:i;;il;;;t"l;¡; "''íi'oiü'"" la que se da con los genes

-t'""d"digoquelacie¡cia.<influYe,."l,-1,'afi¡macionesnto.itJrl"iJ ."t,"ó t[tt¿o"ando mi posición inicial para argume'-

H'l,]i irl ,t"irrí,.ion"t"titniirit"t conducen directamente a attr-

maciónes morales. Már tü'il ;ue -quiero decir es que las creen-

:i;.'^"Ji;tiñ;';;;; influit én la forma en oue uno prensa

c¡ue las creencias ,nt"ü'J'ittitn^ltt-lilu"¿us. a cabo' Podría

iusri{icar mi creencra fn"ür'á. qle uno. debería realizar la ac-

ción A meior qut r" ol iát;;t 1; ciencia. muestra ouc A lleva

a una mavor felicidad ;;t""Ii: P^tt;' á*dt t"teo' la füerza moral

clc mi creenci" no p'ol'iJní d"-lá' t¡t"t¡"' si-no de la predomi-

nante creencia ,no'"r ¿t''ili! ;;.,''1";;;i;;""itl"t srr ielicidad'

136

de las células falciformes de la anenia en las poblacionesnegras de África. Pero esta explicación es despreciativa paralos homosexuales sólo si uno directamente iguala lo que esbiológicamente apto con lo que es moralmente superior.Y esto en sí mismo requiere un paso no dado por la so-ciobiología; la sociobiología simplemente hace propuestasacerca de cómo son las cosas. Además, da la impresión deque las inferencias morales que se seguirían del hecho deque los sociobiólogos contemplen el fenómeno del heteroci-goto equilibrado de la homosexualidad, le servirían más biende aliento (al menos no de desaliento). Esto es, dadassus posiciones morales, los sociobiólogos estarían más inclinados a dejar a un lado tal fenómeno que a intentar cam-biarlo; esta actitud proviene simplemente del miedo de lossociobiólogos a que la explosión demográfica vaya a arrui-narnos a todos (Alexander,1971; S7ilson,1975b). Porconsiguiente, a los ojos de la sociobiología y los sociobió-logos, Ia conveniencia s66l¿l

-s¡¿sndida en este caso como

resistencia a aumentar el crecimiento de la población- pue-de oponerse a 7a capacidad biológica. No existe, por tanto,en este punto, condena de la homosexualidad.

Los mecanismos sociobiológicos segundo y tercero suge-ridos pard'la homosexualidad son parecidos. Por una parte,se sugiere que la homosexualidad puede ser función de laselección familiar (rüilson, 1975 a, pág. 555). Los genesque causan la homosexualidad son seleccionados porque li-beran al portador de responsabilidades de cuidado de niños,abriendo de este modo oportunidades para el comporta-miento alffuista hacia la familia (esto es, hacia aquéllos quecomparten unos mismos genes). Por otra parte, se sugiereque la homosexualidad puede ser función de la manipula-ción paterna; el caso de los padres que (quizá sin saberlo)manipulan a alguno de sus hijos orientándolo hacia uncomportamiento homosexual, paru que este hijo pueda ser-vir altruistamente de ayuda a la reproducción de otrosdescendientes de los padres (Trivers, 1974). En ambos ca-sos, parecería que las actuales pautas de comportamientopúblico de los homosexuales comprenden compbrtamientosaltruistas hacia otros, y cualquiera que sea la causa y puestoque generalmente - alabamos el alffuismo, los homosexualesmerecerán alabanza."Así pues, una luz completamente nuevay favorable es arrojada sobre la homosexualidad. Cierta-mente, igual que antes, no existe condena de \a homose-xualidad.

t37

Finalmente' pern'rítasemc decir lo siguiente .sobrc la socio-

biología y la h.mosex";ii;J I-' g"nít qut hov condena o

aborrece la homosexuat;;"ilitilt"^"r'ttJtro poi alguna de-

terminada razón. Algun* l^ u"q como--una.transgresión del

código moral v u".ttatia''o*¿ti iiUtt albedrío; otros la ven

como una enfermedad' ;;';J'gttunadamcnte' pucdc ex-

;ilá"...l"',";;;';;;; hiiil"ip;; eiempl,' -" ,"^ué' dc pro-

i:t.*.;;;;xuales)' Én tt'' qut sc reficre al primer grupt't'

la sociobiología está 'lit";;t" t;Úi"nJu qu"'la inclinación

homosexua'l no es un f ii; ¡" la"voluntad tnoral' Por con-

siguiente. no debería ;;';"tt";^ t'n u la ,lisera' Después

rle todo, las mtsmas d;J;;;;'-:;;J";^" la homosexuali-

dad no tienden " n''""o''ütli'i u lot li99.t to" el síndrome

de Down por no ser mr-ry'brillarrtes; quizá llegasen a estar me-

nos dispuesto, u dt'p"Jiut ti tot t.t"Áosexuales En lo que se

refiere al segunclo gttp"''l;";"ciobiología sugicre' que la

homosexualidad no es'itJttii"t'' Por tañto'' no deberíamos

lll;1,:;;i;,ie"'i¿'¿ ;;;íT nuestrt.rs^hi ios por el hecho

de que se hallen tnt'"''ño*"ttxualcs' Si hay algo cierto

H ,il ;'i;:;-'h'*';,.;;i; los que vttelven a la gente

homosexual.En cualquiera de ambos casos' Por tanto' sugiero quc la

sociobiología pt-"a" 'li"t"''""i']" ".,ütt"t a la c-lase i:^-t:"'

homosexuales. aunquc convendría hacer dos Dreclslones'

Primero, debo volver a insistir cn 9y: no tttu'' dicicntlo

en este punto que l" ;;'"i;;''otiouietogot af irhan sobre

il' rt'"."ti-"tiidáá 'ea' át-n"trto' cierto'.Lb que

'ahora estoy

haciendo es dar poruupu"ttu su verdad y'considerar cÓmo

encaiaria.on n""t"ui"itt"*i^ -omles" Más tarde consi-

:Hi:'; .;;,;; á'"'"^"'¿""i^' segundo' no estov afir-

mando que l' ho'nose*it]ttüuJ t"" ..'t' tial como el síndrome

de Down. Para mí' totu tugttí antes' sean genéticos o no'

considero que los ¿"ior' ho;1ur"*,]u1"r son algo parecido a

tenerloso¡o.tut'ont'ynoazules(o-másprecisamente'como lo es el ser tn"tfto'y no hembra' Particularmente me

trae sin cuidado tener los o¡ot -u"onts en lugar de azules'

Estov conforme con ser -uáho y heterosexual; pero no veo

:"# ;;'i; qt" 'lg"i"" que no sea ni una cosa ni otra no

oueda estar perfectamente conforme con lo. que es)"Lo que

:;# 'f';;J;; "' ;;; ;quéllos que condenan la homose-

:l;id;";; "t r"ir' -J'"r poaii"n estar menos dispues-

tos a hacerlo "i 'llu'-^ tuu'át fueran

- conociclas' Por lo

demás, si se los p"d;t;;";;;áit n q.'" la vicran como algo

118

menos peligroso, no se afanarían tanto cn buscrrrle tod,:clase de <<curas)>.

I i¿ibie ndo tratado la cuesticin de la sociobiología y l:rhomosexualidad, pasemos de inmediato a la cuestión de ltrsociobiología y las mrrjeres.

5.5. ¿Es srxrsre r-Á socroBroLocíA? LAS AcusACr()NF:sMENORES

Los críticos de Boston arguyen vigorosamente que la sociobiología, en lenguaje y en teoría, menosprecia injustamente a las mujeres: <El libro Sociobiología transpira un fuerteprejuicio a favor de la supremacía de los machos en los hrr'manos y en otros animales. El mensaje sexista es llevado rr

cabo en el libro de formas implícitas y sutiles> (Allen et al.,1977, pág.11). Los críticos alegan que rü/ilson y otros s()-

ciobiólogos muest¡an su sexismo porque se refieren a 1os

humanos como <<hombres> o <<qénero humanor, Imankind] ":alegan que Ias metáfo¡as usadas por los sociobiólogos dejan ,r

las hembras en un lugar desfavorable; alegan que se da unmayor valor a los machos, como por ejemplo, en Sociobiologiadonde se describe a las hembras en segundo lugar r, se lascoloca en un lugar secundario o periférico en las figuras qucilusran el Iibro; y, más generalmente, los críticos se quejande que el panorama global de las relaciones macho-hemblaque trazan los sociobiólogos muestra un sesgo a favor de lc,smachos.

En un primer nivel, diré que enclrentro muy difícil tomrrren serio alguna de estab críticas; en realidad, no se están re-firiendo a nada que una rutina editorial no pudiera rectificrrrrápidamente. Tomemos, por ejenrplo, el uso de .,hombre> o<género humano>> [ nankind ] . Hasta hace poco éste era el tér'mino usual para referirse a Ios seres humanos, y era usado fc-lizmente tanto por los machos como por las hembras. La vcr-dad es que nadie pretendía menospreciar a las mujeres alusarlo, ni las mujeres se sentían menospreciadas cuando er¿r

* Como sucede con las palabras castellanas <<hombre> y <hom-bres>>, los términos ingleses correspondientes man (singular), mt'n(plu¡al) aluden tanto a los varones como a los seres humanos.Pero para designar a la <humanidad> o género humano los ingle-ses utilizan mankind, palabra compuesta que contiene el vocablonan, y no aomankind (de uoman, <mu1'er>>). [N. del T.]

tr

119

7I usado. Hoy, el asunto está en debate. A algunas Personas noles gusta este uso; otras no lo consideran tan ofensivo y a

menudo aborrecen las nuevas palabras compuestas, horri-bles, como chair-person ". Pero aunque la cuestión podríaresolverse por sí misma, todavia no ha sido resuelta. No hayduda de que <hombre>> se halla todavía a la par con <(negro>>

o <<judío>>. En otras palabras, de momento es difícil ofendersedemasiado por el uso que los sociobiólogos hacen de tétminostales como <<hombre>> o, análogamente, con el uso de <<él> y<<lo>> como pronombres universales. De hecho, encuentro queel mismo Lewontin no era tan sensible al tema, porque notuvo repafos en referirse a los evolucionistas como <(él>>

(Lewontin, L96t, pág.288), y en 1974, justo un año antesde que se publicase Sociobiología se refería felizmente albono sapienr como <<hombre>> (Lewontin, 1974, pág. 261).Y en todo caso, esta cltica diflcilmente llega al corazón dela sociobiología, porque uno puede fácilmente alterar el len-guaJe.

La crítica de las ilustraciones de la obra Sociobiología mesorprende lo mismo que la antetior, y al igual que ésta es fá-cilmente contestable. De hecho, no todas las figuras ---que,incidentalmente, han sido realizadas por una mujer- po-nen al macho en el centro en una forma prominente; y si lohicieran diflcilmente afectaría¡ al conzón del progtama so-ciobiológico ni lo tacharían de irredimiblemente sexista. Unacrítica algo más seria, pero, sin embargo, en mi opinión erró-nea y maliciosa, si la consideramos en su auténtica dimen-sión, es la acusación de los críticos de que las metáforas delos sociobiólogos tienen <<fuertes connotaciones sexistas>>(Allen e¡ al., L977, pág. 11). Así, por ejemplo, \lilson yotros sociobiólogos son explícitamente criticados por hablardel despliegue de galanteo como posición entre <<el arte devender>> y <la resistencia del compradot>>. Tal forma de ex-poner los hechos es considerada degradante para las mujeres,como también lo es la afirmación de que el sexo corteiadodesarrollará la <<timidez>.

En orden a enjuiciar el valor de esta crítica, pern.ritámo-nos citar el pasaje pertinente de '$7ilson, que escribe lo si-guiente:

Las ostentaciones puramente epigámicas pueden consi-deta¡se como un enfrentamiento entre el arte de vender

* Para eludir las connotaciones masculinas de <<chaírtnan>>(<presidente>). IN. del T.]

t40

y la resistencia del conrprador. El scxo quc correja, or_dínariamente el masculino, planea invertir un esfuerzo re_productivo menor en la descenclencia. Lo que ofrece a lahembra es la evidencia de que .. u*trnlnr. "";;; ;fisiológicamente eficaz. pero esta garantía consiste sóro. en una breve ejecución, por lo qué existen fu..t., pi.-siones selectivas en los lndividuós .*o, .fi...., i*presenta¡ una fals¿ imagen. El sexo cortejado, no.rnulÁ.*tr, el femenino, hallar¿í mu1, ventajoso dirtl.rgui. .i

"u_ténticamente eficaz de| que sólo tá-pi"t.na.. En conse-cuencia, hab¡á una fuene tendencia áel sexo cortejado adesar¡ollat timidez. O sea, las ..rp*u, serán dudosasy cautas de forma que provoquen más ostentaciones y ha_gen más fácil una correcra discriminación.

Ahora bien, tan .pronto se deja uno de obsesiones adver_rrra que las acnsaciones _de los críticos no tienen base; esntás, son una auténtica distorsión. primero, está muv clarorlue no siempre es el macho el que u.n.l.' y-iu ñ"";U_-lát¡ue es tímida. La diferencia atañc al ,nayor ,j nl.,lo, estucr_zo reproducrivo. De hecho, en lo, pe..'r, dánd" fre..,.ni"_Incnre, cs, el macho quien cuida . loi ;óu.n.r, él es el tími_.l:-y,#, hembra la que rcaliza la venta. Segundo, cs obvio(lr¡e \{/llson está usando rnet¿íforas. N,¡die ei'tá,

"n ."aúáua,comprando o vendiend_o algo (no h"y monedas que cambientle mano)- Lo.que \Wilson'está,.rá¿."j"-tacer es descri_

11:-:,1, srtuacrón parecida a la de la venta que se da en .lcorre,o. rero' al menos _en este sentido, sus metáforas son

:ll,:ti*t Fl que corteja tiene que "o"r"gui. que su men_

:.1,t_..^"yll-t?da y convincentemcnre; esto- es inálogo a lavcnra (esta es lustamenre la- función de las salas ¿i .rfri_bición de los distribuidores de .".f,"r1. ii éue es cortejado:1:l-: ,q"" mirar por sus propios intereses y'ro d.¡u.."-lonl(lurstar por un zalamero- inadecuado; ¿qué'es esto sino alsomuy parecido a la timide:',? T.rcero, ;r';;;;rird. H;rl?cir que las metáforas utilizadas ; ü á;r;;,p¿n general es_

laplec¡n el papel superior ¿.1 rnr.to, *ulJo'"r,uro, ,r,r-rnrendo que es el sexo masculino .t q". !.n..rñ;;;;p;rnenos esfuerzo en la crianza_de lu d";;"¡;;;ia. La hembral¡,rce todo el trabaio du¡o. Fl -;.h;";i;;;'ho.., po.o onada, y oculta sus deficiencias en el cóntrato. seguramentet's significativo, dado el desprecio qr"-i.r-"."aémícos ren-tlemos a sentir hacia los.que traba¡ril a ;;_;;;r, que rVil_s.n haya usado la expresión.,"t u.í.-¿J;#;r, y es segu-

rl

141

r r¿mentc paradójico que, cu su deseo por satirizarle, Ios c¡iticos de Vilson lc hayan malentendido al conchrir quc in-tentabzr hacer t¡n clogio usando tai término.

En un primer nivel, por tanto, que admito es super-ficial, no encl¡entro nada en Ia sociobiología que justifiquela acusación dc <sexista>; aunque, antes de continuar, deboconfesar qlre en este nivel (como parece ser a menudo elcaso) los sociobiólogos mismos no han sido siempre tan cui-dadosos como debieran haber sido. Así, por ejemplo, aunqlreni siquiera haya sido registrado por los críticos, hay al rne-nos una ocasión en la quc el propio Vilson se aproxima pe-iigrosamente al desprecio a las mujeres. En un popular ar-tículo. Vilson (1975b) ha sugerido que mienras que los hom-bres tienen mavor capacidad matemática, las mujeres puedentener nlayor capacidad verbal. Ahora bien, obviamentc nohay nada particularmente sexista en una afirmación comoésta, aunque desde luego el que sea verdad es otra cuestión.Pe¡o cntonces Wilson continúa a¡gumentando c¡ue esta di{e-rencia entre los sexos puede llevar a los hombres a tomarun rol social más, importante que el de las mujeres. Desdeluego, a nlenos que uno asuma que el ser dominante es me-jor, e-.to, de nuevo, no es sexista; pero dado el hecho deque el mismo Vilson no ofrece en absoluto evidencia depor cltré sus p¡emisas deberían llevar a esta conclusión. ydado tanrbién el hecho de c¡ue sus premisas no implican ob-vi¿mente esta conclusión. uno empieza a tener la sensaciónde quc \X/ilson personalmente <¡uiere llegar a ella. ¿Pudieraser que \lfilson quisiera inrplicar que la dominación delmacl¡o cs naturnl. y no el resultado de algunas intrigas ma-quiavélicas conscientes fraguadas por los hombres, y que,por tanto, hay aquí, prirna lacie, base suficiente para sos-tener que es bueno? Quizá estoy viendo demasiadas cosas en\üTilson sobre este punto; sensibilizado por las acusacionesde los críticos, veo scxismo donde no existe. Ciertamente,daré evidencias que muesnan que Vilson no siempre carac-teriza urrjor a los machos y que, obviamente, el error deVilson,.si es que lo hay, no.desauto¡iza irrevocablementea la sociobiología como tal. La sociobiología en este caso noimplica, en rcalidacl, que las mu jeres sean inferiores. Sinembargo, confieso que, en este punto particular, no encuen-tro que \lilson sea todo lo consciente que debiera del statusde la mujer.

r42

5.6. ¿Es srxtsre LA socr()llrot-or;í..r? L.,r ,rcus¡crór.¡ MAyoR

A los críticos más severos se lcs habrá agotado la pacien_cia.. Deliberadamente, hasta ahora, h. u..niá., confinando lapresente discusión del sexismo a un nivel muy superficial, vse me podría objerar que lo t¡ue hago con.Uó..,'i"rir_."'_::,..,:Í,,r,o pasar por alto Ia cuestión. Olvidenros él l"ngur_,e,)' olvldemos 1os posibles lapsos de lfilson, que no hicennras que.rozar la superficie del asunto. El punro central es(luL' continuamente, en el más profundo niu.f .on..piunL, i,sociobiología desprecia a las heÁbras .n g"n"."l y , f'u. n .,¡._res en parricular. Así, por,ejcmplo, p"ní._o, .í to qu. ái_cen Trivers o Dawkini ,ob.. .i ,á-;. i;; análisis de lasrelaciones sexuales comienza con.la t*;;; ini;iaJ-d;-q;las hembras poseen una desvenra,r, ;;;ü;;, que esrán lire_ralmenre suietas a la cría. y .l un¿firir .".rir¡" con el remaoe ras mule¡es como se¡es desvalidos, que pugnan por com_pensar su inicial desventaja,. ya sea atrapandio ál ."if-,. i..r_mategia de felicidad domésricá>) o u"n¿i¿naor" rl _.io.'por_tor-(<(esrraregia del super_macho>). U"; t;;; vez, Ias hem_oras. (tas. muleres en particulaf) son ptesentadas en un se_g::*^gTg, siempre trarando ¡. u;":;;;-,i,p"rr. sus des_venta,as con respecto a los machos. Es más,

"n al arro hrr-mano esto conduce a toda, clas_e de estereotipos sexistas; lasmujeres son los animales domésticos, las ;;i;?;.". de niños;$ !:,1b.:r son los ejemplares h;;"* ffiiuor, dominan_res soDre las hembras, por naturaleza polígamos (poliginá),etcétera. Fn suma, la sociobiologf, a" ü,'.Eir.íon., .."u"1.,es en todo momento un chaurinisro ;r.ú;;.

Aun a pesar de esta acusación, q"; ;r;;;"reria, sigo sincreer que la sociobiología pueda .i...". el veredicio "de se-xrsmo. pero se debe admitir y clarificar una cosa. En lasociobiología de las reracion.r r""r.rul", .r .*i.d ra creenciaj::t^b: lalhos,¡ las h.mbr^s sán-;"os"#;rr, en el sen-

:11: ^"-:^ 9_l!-,o¡sljiegan estrategia, .e"uaie, difeientes. (Essoro esre senttdo de antagonismo el,que está implicado; I".-go veremos más claramente que en el nivel del comportamien_

3jr:hS: ¡. hembras puedén ¡oop"* ;;il; y armoniosa_Illji l nrotógrcamenre hablando, machos y hembras son di_rerentes y sus fines no son necesa¡iamente los mismos. Notiene. sentido t¡atar de evitar la ;;;;;i¿; áJ sexismo afir-mando que los sociobiólogos,

"n ..rt¡áuJ, nolui"r.n separar

l

l1

i

l

I

ii

r4)

-

I u los nrachos y las hernbras, porclu<: cl punto central de lasociobiología del st*o es qt'te és esto precisamente lo que se

proponen. Á¿.-at, u'l"qt" en el. casó.de los Ptt:'- ::: l"'-u.hot los que están (si lo están) en desventa¡a' en.tos nu-

manos son üi l.-Utut las que se ocupan del. cuidado de

Ios niños, las qu" constituyen el sfalus dominado (si lo es)'

etcétera. Étto Éuv que concedérselo a los críticos'

Pero, ¿son toá'i t't" aseveraciones de la sociobiologir

necesariamentesexistas?Yonocreoqueasísea.Elprestaratención a las diferencias entre machos y hembras no es en

sí mismo algo sexista, ni lo es incluso el tomar ciertas te-

soluciones [|.¿J"t. .t' t"u' diferencias' Por ejemplo: en la

natacióu y -en

.l atletismo olímpico no se consideta sexista

que las -lt¡...t v los hombres iompitan. separadamente' De

Éecho, ,e fánt¡á".,tit probablementé se*ista que se Ies obli-

grr. u .o,-ni"iii itn,oJ' Los hombres y las mujeret to"--d.t:

i.t"nr.t. Pór lo g,eneral . los hombrcs son rnás altos y más

fuertes q". t"t -'uj.res,'y éste es un hecho de la vida' Se-

xismo es usar las áif..".,ci". entre hombres y mujeres .paraextraer inferencias normativas no garantizadas' como- declr'

por. ejemplo, que. porque los üombres t9" q?: grandes,.son

mclorcsi ..to in.l,ve,'desde luego' señalar diferencias ficti-ciaá para extrael de- ellas tales inferencias normativas'

En este punto, los críticos no dudarían en acusarme de su-

til o de .;;lt;' Ñadie negaría que existcn .diferenci¿s bio-

lógicas entre los machos y. las. henrbras' Nadie ne€arÍa tam-

po.o, qrr", socialmente ha6lando, los machos son dominantes

sobre las h;ü;;' t"' Se clebe reconocer que el sexismo'.el

poa., .o.i"iÁ."t" prttttlto que tienen los 6ombres sobre las

mujeres, existe en'la mayor -parte

de las sociedades> (Allen

et 'a1., Oii-. p"g' tzt' io que es obierable es la autentici

dad cspúr:ee que los sociobiólogos dan a este poder' nl suge-

rir que todut'i,t tliferencias dé comportamiento entre hom-

bres v muiercs están genéticrmente causadas; diferencias que'

, ;;"'h;;;;-uitü' p'íntn al hombre en una posición mucho

-ás favorable que la de la rnujer'

I "

¿;;.1.'"p.1' .l";antlo para más tarde cuesriones que in-

i .umben a la verdad-o frlsidad de la sociobiología, me per-

mitiré ofrecea ,,., '"'ott"s por las que aun a pesar. de esta

dura crítica, -no

""o que 1á sociobiólogía esté.condenada.a

ser irrevocablemente sexista; aquí la comprensron del sexls-

mo, implica igual que "''tt"'

e"-tt"r inferencias normativas no

gnránra¿;, i prrii, de las diferencias sexuales entre. hom-

É.", y -i¡.r.r'' y tt*bién implica el reconocimiento de que

hasta que no esté plenamente explorada la cuestión de laevidencia, no podemos dar una réspuesta final a la acusa-ción de sexismo. Hago esta última salvedad porque lo quevoy. a sostener aquí daú por supuesto que lo que los socio-biólogos tienen que decir sobre el sexó es unla afirmacióndigna de se¡ ,oída y no simplemenre un prejuicio disftazadode objetivo de la ciencia

. Primero, como ya apuntamos en este capítulo, la sociobio-logía es esencialmenre una teo¡ía causal iobre los genes, ymuchos de los términos que usa son metáforas. Fra"ncamen-tg, hqy veces en las que desearía que los sociobiólogos es-clarecieran su uso de las ¡1.¡¿¡oras ó, al menos, que l"as queusasen fueran menos floridas, pero es forzoso reconocef quelas metáforas son lo que son. No son literalmente reafidád.De este- modo, fijándonos en \a teoria, lo que encontramoses que Jos sociobiólogos argumentan que porque algunos gér-

T"n:..se_ tr-ansmiren por la vía del esperma y otro, poi lavía del óvulo, adaptativamente hablanáo debén dar ligat adiferentes características de comportámiento (el mismo"com-poJtamiento y las caracte¡ísticas morfológicas asociadas novaldrán para ambos sexos). Pero estas i'firmaciones en símismas no son normativas en absoluto, y si uno se propu-siera usa¡las para apoyat tesis no¡mativas, ciertamente, noapuntarían hacia la inferioridad de la mujer. El punto cen-tral en Ia sexualidad es que ambos sexos son absólutamenteesenciales (un sexo no puede reproducirse por sl solo). Porconsiguiente,. en este sentido, si tiene alguno, la sociobiologíaapunta a 7a igual valía de machos y hembras. Es más, comoya dijirnos, las diferentes estrategias que los genes adoptanson descritas metafó¡icamente; no es, en modó alguno,^porejemplo, que los genes femeninos, conscientementé, se áes-precien o degraden a sí mismos ante genes masculinos. Losgenes femeninos no escogen individuos <<muy machos>> ogenes <muy machos>. Literalmente hablando, lo que ocurrees que los genes femeninos dan lugar a características queasegu¡an meior su ligazón a los buenos genes masculinos enIa generación siguiente (por <bueno>> eniendemos el dar lu-g.ar.a catacterísticas que más tarde datán lugar a oportuni-dades reproducrivas pára los genes femenino.i Al haier afir-maciones como ésta, no se está concluyendo implícitamenteque los machos sean mejores que las hemb¡as.

El segundo punto se ¡efiere a las diversas característicasa las cuales dan lugar los genes, puesto que, obviamente, elcr:ítico replicará de inmediato qué aunqué el supuesto corn-

l'^

r41 145

r-- Vportamíento de los genes puede no ser sexista, el compor-tamiento físico, al cual los genes se supone que dan lugar,lo será. Primero, notemos que de ninguna forma esas carac-terísticas son las consideradas tradicionalmente como chauvi-nismo machista. De hecho, los machos humanos (en mzónde la estrategia de felicidad doméstica) mlresuan una fideli-dad considerable hacia sus cónyuges e invierten una grancantidad de tiempo y energía en la crianza de su prole. Dadoque la prole requiere tanta ayuda, los machos humanos mues-tran virtudes domésticas sustanciales. Esto, en sí mismo, noes normativo, pero ciertamente no apunta a un panoramaegoísta del comportamiento biológicamente determinado dela actividad del macho humano. Ni tampoco implica que lashembras humanas sean pícaras intrigantes que planean cons-cientemente cómo atrapar pobres machos para la ayr-rda en7a crianza de sus mocosos. La esrrategia de felicidad domés-tica no excluye definitivamente la posibilidad de que una chica o mujer joven pueda deliberadamente, en principio, ne-garse, por las razones religiosas o morales más sinceras, apermitir a un hombre joven que duerma con ella, aceptandola intimidad sólo después de que el hombre haya mosmadosus intenciones honorables a través del acto formal del ma-trimonio. De hecho, ésta es la clase de comportamiento queencaja en la estrategia.

Segundo, agarremos al toro firmemente por los cuernos yadmitamos sin rodeos que, a pesar de todas sus virtudes do-mésticas, la sociobiología actual implica ciertamente que acausa de su biología el hombre tenderá a ser más dominan-te, más polígamo, y que (caso de poder hacerlo) se librarádel trabajo de la crianza de los niños (contrariamente, lasmujeres serán más tímidas, etc.). Sin embargo, como llevodiciendo a lo largo de todo el capítulo, afírmaciones talescomo éstas no son de por sí normativas; es más, no estoy nisiquiera seguro de que apunten en una dirección particular-mente estimable para los machos. Al menos sé que el idealdel vigoroso super-macho no es algo que yo particularmentevenere. Todo eso parece un poco cosa de adolescentes. Laclase de aributos humanos que yo valoro son la inteligencia,la sensibilidad, la lealtad, la habilidad artística, etc. No veonada en la sociobiología que implique que las mujeres seanmenos valiosas en estos aspectos que los machos; de hecho,si existiese alguna ventaja, creería que la tienen las mujeres.Es más, incluso cuando llegamos a algo como la dominancia,no estoy seguro de que las implicaciones sociobiológicas esta-

146

blczcan que los mechos son (l()minantcs e lr t()dos los ;rspectos.Los machos pueden ser donrinantcs socialmente, pero en susrc,i¿ciones intersex.ales. las cosas ptreclen ,.. d" tr." f;;";;;socialmente, fue el obispo prouciie quien llevó ;i ;.lr;;;i,Fcro personalnrente fue la señora proudie l. qr. li;; l;;¡anta.lones (o polainas ).

De hecho, qLtizá valga la pena scñalar, <larJa la acusación ciesexlsmo, que con todo lo que los sociobiólogos como lüilsont.stán dispuesros. a sugcrir aterca .lc ,lue lo.-ñacnos t¡n.l.iidosros numanos) trenden _a ser dominantes en algún sentido,consjderando a los machos en general. ninguno á" Io, ,o.iolbiólogos. parece estar enamoracl'o d. .ll.,s. -óon*di.;á;;;;

los machos son. de hecho, los o".. "o..uláente inician elcorteio, hcmos visto cómo rü7ilsón .. ..ii.-.. a sus tácticasconro .,el arte de r,ender>; además, \X/ilr"n c.talog;,-";;-;;;;otra las cspecit's. en la.s que. cuando hru qu.'hr..-, .l-;;rb;i.duro. los machos brillan poruu .rrr.n.irl-De modo sioni_

Il:i1''" , cn .n. eiempro "*tr.-o. ;i-J;'-i.r"l.#;,"r.'r;.-

rrere a tos machos como <parásitos> (rüZilson, 1975a, pági-na 504). No cxiste ninguna- estima aquí'rnü.. lo, urri¡lrt?,|;] y,.L": gesde ttrego. ga!{a ^.r!,,rn';;,;;;r. yo sólo ha_. nro asl porquc estoy ímbuido de ra ética protesrante delrrahajo. Sugiero, sin embargo, qrl 1., ;;r;., Dueden aror,_mentar como I. hacen porque tl.n.n .,,_, ;A..i á. l"."lrrril_nos que combina los hábiros sexuales a. f.illam t*;;;^';imagen de macho de Ernesr H.r;ú;;y, i"los hábitos detabaj<t de Oblomov.

. Mi tercer y último punto sobre Ia severa acusación de se-xrsmo es srmplemente que porque uno argumente que losmachos v las hembras tilnen diferentes niii¡"r", ¡iolOgi"o.,:::ll":_^11-:ie decir que d.ebamos cruzarnos d. ú;r"ry?;;;ltarto rrnnqurlamenre. al igual que sus consecnencias' iFrJr,:l:'lf:l:, se, lran 9per1dó _.,'nüio, ¡"ld;i;' v tecnotógicos(lue afecan a le mtrier. En Occidente, gracias u'lo. opo.?,_rni_dades v facilídades de la Revoh"i¡" j"J,"i.ial, es posibleeduca¡ a las. muie.res y.que éstas li;gr.;;i;;;el de la ense_

llly:_::p.j':r. .y gracias a los avances biomédicos, particu_rarmente en el área de la anticoncepción, lu, rn"¡.rér^r" hu.,librado d.e su ¡ol prerio. d. .onrtorlü-."i¿rjo.o, de niños.i:1,^:.1:'ll:"nte, cuntquiera que sea la. biología de la mujerry ocr nombre). no se sigue que In sociobiologia implique quela qenrc debn pe'man..".,

"i-, I". p";l;i;;;;iara las cualesfueron seleccion¡rdos. Incluso si trUo';;';i;;;. en que lasmujeres estaban destinadas o p..-rrr..".

"""i úgar,1 ,..

147

esDosas v madrcs, darlos los cambios en ei entorno (consi-

;;;á;t i"'.1 t*it arnplio sentido) no hav necesidad de que

;i^f.;.; lo-o .l'pasaclo. Deberíamos p-ermitir que los

;;;-h;;;;;s, machos v hembras, se desarrollasen en la me-

io.-iotL^ posiblc, po.qú. gracias'a la tecnología ¡noderna no

i;;.;;;;t';Ú*tutb' Ácl,io' de nuestra propia biología.'*'D;td"'it;ñ, i"

- tociob¡"logía sugiere una

. nota final de

"."."".i¿". 5i los hombt"t ! lut mujeres tienen distintos

fi;-á;;;;potiá^i.n,". convendría andarse con cautela al

á;;-;";-t;;;tio q.'e ho-btes v muieres.pueden con faciu-

dad asumii exactamente las mismas posiciones en ésta o en

cualquier otra nueva sociedad (incluso aunque no se crea

oue deban permanecer atrapados en sus roles del pas.ado y

rt";t;il;;"'.; u ,¿-itlt q''e' al igual que sucede en el nivel

;i;;; h;-fi una conside'able coiñcidencia entre ambos se-

""r1. 'p"ti¡f.-.t r., las feministas radicales, que niegan.cual-

;;;á; dif;;"¿ia v están determinadas a creár una sociedad

á"'i.rJ'-t-i-irli.,i uttdtóg",]a, creerán que al admitir tal cosa

r" .tJ-*"t"ando que. ?n realidad, lo malo,,del sexismo de

í; ;;bi;bgí" ,tie". al final. No cr-eo que ello sea así' como

;;;;;; ;t.; quc cl admitir que diferentes pueblos tengan

;if;;;;.t .;;uJid^d". implique racismo' Me ,parece al menos

;i;;rit[ *É.ti, que las'n'ü¡.t"t en general serían mejores

ffiic;;o*- r"t Éo-b¡et. Pero quizá hemos llegado a un

;;;";"';i qu" t.grrit argumentAndrJ sería ya infructuoso'

bo. lo que " ,ní ,.tp".tu' tlett'prt he encontrado curioso que

i;;;"J¿;"i .udi.'ur.. ,"rn tott conser'adotes respecto a.la

;";i;;i;-t;. ulá'nin"n' por eiemplo, del uso de fertili-

rmi.r-7.rifiéiaics o de la encrgía nuclear y estén' sin em-

barso. dispuestos a afirmar qtrc podemos recrear nuestra es-

ililt;;;i^l en la fol'm,t t¡t'(j'not plazca s.in efectos resi-

duales nocivos. Desde luego. itr misma paradola ocurre con

o"rrrudo... del extreno cl¡htrario' Al tiempo de votar en

5""it" 1""i, E;i;n¡, ,r la IgLraldad de Derechos (E-R'A

en sus siglas inglesas), se sacian de alitnentos que contlenen

toda clase de aditivos contrmrn¿lntes'

6

Críticas epistemológicas

Hasta este momento hemos venido considerando las crí-ticas de la sociobiología que pretenden mosttar que hay algoen ella moralmente ofensivo. Ahora debemos volvernos a

críticas de índole muy distinta: críticas que pretendenrnostrar que la sociobiología es una pseudociencia porquetiene varios defectos conceptuales o metodológicos que o bienafectan internamente a la propia sociobiología o bien a surelación con una realidad externa. Al igual que en el capí-tulo anteriot, vna yez que las críticas hayan sido inmoduci-das, me consideraré en libertad de hacer comentarios pormi cuenta.

6.1 . E¡, pnosreN{A DE LA nnrrrcecróN

El primer pecado de que se acusa a los sociobiólogos es loque Lewontin llama una <<reificación> injustificada. En par-ticular, los sociobiólogos confunden la relación entre las uni-dades de herencia, los genes, y la forma o formas en queestas unidades llegan a manifestarse flsicamente a través delas características externas, los fenotipos de los organismos.Se argumenta que la sociobiología se basa en un supuestoisomorfismo entre genes y características físicas que es tanburdo como impreciso: de hecho, es absutdo.

Hace ya tiempo que los genetistas abandonaron la ingenua noción de que hay genes para los dedos de los pies,

V

il

l\,-

148 r49

senes para las rodillas'^genes para lu:,?,11:"ttt"us' genis

oara las rótulas' tit' pltu los sociobiólogos fragmentan

ir^;",;i,dJ';J" t-'pt"""'t""iá i*i¡ humano en unida-

des arbitrarias, Iruni^i a estos elementos 'órganos' de com-

portamiento , po"'iiun' gt"tt p"ti;tttares o" compleios de

genes para .'¿u "n]'lt lilut t¡'llt" et al ' 1977' pág 3t)'

De este modo, argumentan los críticos' cuando los socio-

íún* i;r"*il;-üi*t tottt tales como el aluuismo en

términos de los genes, J"tdt-';" verdadero punto de vista

l.#tñ: L-"iá"it ttr.'"'^ tto tiene realmente mucho sen-

iti;.'P;; ;';;¡", ."unJá"Ít-l*rs intenta explicar el aluuis-

mo enre no empa¡entii"t ^"t -i¿t-inos

de- su modelo de

altruismo recíproco ql" -p'o-outría

genes. para' ese altruismo'

la empresa ".rr"r, .utttá^ttt"ti^fÁt"'e-de valor' ya que el

altruismonoesunlasgotalquepuedaSerpuestoenco-rrespondencia con genes Dara ese rasgo'

Yo quisiera Precrsar ;Jt-';";t;t pa"ra replic'r a esta ob-

jeción, uno ,r-tu, .g"tt"tJ-"u'otto más parlicular

-rl::":t:mientras que es stn duda íerdadero que. l.o.s organlsmos no

ffiT:;;n'i;',.-áiriri¡r* "n un conjunio

'obietivo' de rasgos,

#;ñ;;; tu*ono*i"ut recientes han llegado a supor\er'

;ñ.-¡;ñ;to alguno de características se vava a corres-

ponder netamente ton't-'n-cot'j'-tnto de gene,s--que lo contro-

len, hay que tener o""":-t"iJá¿o de no- pasatse de 7a ra)'a'

porqu.'.n ca,so contratio puede uno.er:::-t:it* en camrno

de rechazar la genettca tnttt^' permítasenos establecer [o

oue es obvio, la pt";t;l;i¿; ábsolt't"-"nte esencial de

iJ'.i*.i^"g."é,i.u''Úno puede ciertamente- abstraer carac-

,;.rt,i;;;- d? 1o, organismos, tanto si cree que *n ':':l-

;;¿;;;.";; obletivás (cualquiera que sea lo cue esto stgnt-

fique) como ,i no lo'tll;]";ñ-'o^ltt' pelá rízado' piel

;"Hi ; "Mi,

u¡n' por lo mános elgunas' de estas círracte-

rísticas pueden .rtut dit"ttn-ente viñculadas con los genes

TH'.i.]i;iá, .i-..r.. ¿. 1os oios-.v no solamente obe-

d"i; ;'i;t!'.básicas á" r' e""¿ii"''::".:::,,:; :ail t:,:uin*lot fisíológicos entre genes y caracterls

;;;;i;;;;;i.'^J"-r,in "l"n'ií- ""ti¿o que toda característica

abstraíble puede ser tli'Éonu¿u directámente con los gencs

(Lewontin, rlzz, pone lo-o tJt-pt".el tamaño de la bar-

billa, que ", upu,"nttil;; ;t; función de otras caracterís-

ticas), queda sentado "l-"t tittiut características abstraíbles

;;;;.";; teiacionadas directamente con los senes y que

pueden estar suletas ;";;;;iá* leyes de herencia' Aislar'

150

por tanto, unidades orgánicas no es necesariamente de porsí una empresa <<ingenua>.

fuIi segundo punto de vista nos lleva al comportamiento: ex-tcnder el proceso necesariatnente abstractivo en genética alámbito del comportamiento, esperando con ello, por tanto, re-Iacionar esta dimensión orgánica con los genes, ni es ingenuoni está necesariamente condenado al fracaso. Al menos unatal extensión ha sido avalada por Lewontin, quien reciente-mente ha dado una larga lista de <<caracteres> o <<rasgos>> (sonsus palabras) bajo control de genes que pueden ser selecciona-dos en la Drosophila (mosca de la fruta); incluso ha incluidorasgos de comportamiento. Por ejemplo: <La selección parala preferencia en el apareamiento, que puede llevarse a cabopermitiendo el libre apareamiento de dos grupos mutantesy destruyendo luego toda progenie híbrida de cada genera-ción> (Lewontin, 1974, pág. 90). Pudiera añadirse, además,que no sólo Lewontin, en particular, niega su propia tesis,sino que más generalmente, los críticos niegan su tesis enla medida en que se aplica a los humanos, porque admi-ten abiertamente una base genética del comportamiento es-

quizofrénico, y esto parece justamente implicar rasgos o ca-racteres tales como, por ejempio, el altruismo.

En suma, contrariamente a lo que los críticos señalan, noparece haber a priori incoherencia en uatar de sectorializarel comportamiento en unidades: .unidades que pueden serpuestas en relación con genes. Ciertamente, bien pudiera re-sultar que, por ejemplo, las instancias de altruismo promo-vidas por la selección familiar contienen muchos tipos dife-rentes de esa actividad controlados en formas complicadaspor muchos diferentes genes (asumiendo sin ptejuicio que elaltruismo esté genéticamente controlado); pero esto es unproblema general de la genética, no de la sociobiología.La clave del asunto está en que, como programa de inves-tigación, si tiene sentido hablar de que la preferencia deapareamiento en la mosca de la fruta está genéticamentecontrolada, y al parecer lo está, tiene sentido hablar deque una actividad como el prestar ayuda a parientes o exffa-ños está genéticamente conrolada.

.

l5l

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l

I

t.l

ü

6.2. Le socrosro¡-ocÍ'q col'{o sINsENTIDo I'lisrrco

La segunda crítica brota de la . pluma 'de

Sahlins y se

centra específicamente "ti'L tá"ttién familiar' En síntesis'

Sahlins la considera *i""¡?i*^v -;-í'titu" Otvial¡11;'

.l,

iár"?iü" jt-lli", d.ptttdt de organismos con una clerta ca-

illi:jJ¿iJ.il;i',1ii,1f""f;::ll.t',iT::1:,'?:,.'1iiff il,laciones de Parentescoiiri"i"g"i. .'li. ,-,n^ '"I"ián i*e'itt dá¡l?^l otta de rf 4

ió.--.?¿irringtiro en .ette tontá*to no se implica' ciertamente'

una distinción .o,"t""á)'-sahlins encuentia. que e'te hecho

tñHñ;i;..i¿" t",,'iíiut algo que no es tanto falso como

incoherente' Y escribe:

. .. es preciso advertir - que el ql"bl9.TÍ- eoistemolósico

presentado pot lu'iult" de'soporte-lingüístico para el cálcu-

lo de los coettctentes de paientesco ''.'

comporta un serlo

defecto en tu ttoiiu"¿t-la selección famiüar' Las fraccto-

nes son de muy t"i" itttitttit en los lenguaies del mun-

do; aparecen tt iát iitiii''"tit"* indotttópttt v en las

a¡caicas d.l ttttn'io ;-i;';;" .Oriente'. pero están gene-

ralmente,,,,tt"t"'t"n i*' liÁ^¿tt pueblos'primitivos' Los

.;ffi;;t-;-;;tilttiottt no tienen generalmente sistemas

de contar -a' uii"it"";;' ;;; t íres' Me abstengo de

;;o,;;;;;'.i--pioutt-" aún mavor de. cómo se supone que

calculan lo, unituitf *t'f t?* primos hermanos):1/8'

ü-i"."p".i¿"J ¿t'itt1tti"¡ióiogd pata abordar este pro:

blema inuodutt ""á" ttÁiJtt"ti9 -gbsis

de misticismo en

;;;'i; (Sahlins, re76, Págs' 44-5)'

Acto seguido , pasa ^ <<suavizat>> un tanto t" tiili:1j:gt:

.i"J; qo.e al '*tno' la selección familiar' se aproxlma a

ii''riü.ir" "i. lr i i. * i¡t'?ti'to"ttt'*e.' del si eu ien te modo

(aquí Sahlins,.p'oau'" ;;il;;il;Vli:::]:'óonst"'vendoun modelo partlcular buiodo en un conjunto de' postulados'

;i,;i"J; i,n tt"-,ttu¿o' o¿uitti"n¿o que' aproximadamentq'

el resultado predicho ;' ;;'; i" nu''i'?i"'á' v concluvendo

oue. Dor tanto, los p"ti"r'lot t"Ju*dud"toto (Sahlins' 1976'

lai¡i- Ci, citándo-a \'X/ilson, 1975a)'

"'?:; iíiiiir?. Sahlins, una *ítica que va presumo que no

*óá1""'j* ltiii.ot dá Boston' puesto que éstos aceptan

en principio y, hasta- ti"t'o-punto" de.hecho' el mecanismo

de la seleccion tuo'riitl -titttu o bien una intención de

lpfi.".'"' f^'U;"i"giu puitántt más estrictos que los que se

152

podrían. aplicar.a las ciencias físicas, o bien, más probable-mente, ignorancia acerca de la natutaleza de las teorías cientí-ficas y iu confirmación. Tome¡nos la patte más dura de lac¡ítica. Es ciertamente verdadero que los sociobiólogos notienen mucha idea acerca de cómo las madres himenópteraspueden sentir que están más estrechamente emparentadasion .rn hermanas que con sus hijas, aunque obviamente noserá a mavés de un cálculo consciente de proporciones si-

milar al que nos permite a nosotros discernir las diferentesrelaciones- de paréntesco. Pero la creencia de que hay tatmecanismo sensitivo (que quizá va más allá de nuesmos

cinco sentidos), aun cuando se admita ignorancia acerca dela naturaleza de semejantes mecanísmos, no equivale sin más

al misticismo. Y ello, al menos, por dos razones.

Primero, con frecuencia, los científicos no conocen tdoslos mecanismos que sus teorías presuponen. Tomemos, porejemplo, la genét1ca mendeliana. Cuando se desarrolló ini-.í"lm.nie, na-die tenía en realidad mucha idea acerca de cómo

un gen podría afectaf una característica o cómo una muta-ción- poáría alterar las cosas' Pero no había nada místicoen que los genetistas fueran mendelianos: incluso era racio-

nal serlo, porq.te gracias a su teoría los mendelianos se

vieron estimulados al descubrimiento de mecanismos, unprograma de investigación que ha reportado, prodigiosos fru-tos en nuesro tiempo. Así pues, el hecho de que los socio-

biólogos no conozcan esos mecanismos debe darnos ánimopara

--abordar los problemas que quedan por resolver' en

iugar de achacarles ociosas especulaciones cuasi-religiosas.."Segundo,

difícilmente cabtía afitmar qu-e se haya dado el.aso 1. que los sociobiólogos hayan vuelto sus espaldas

- a

la natvaléza de ese mecanismo: ya han estudiado con algúndetalle los varios modos y niveles en que puedan los orga-nismos recolectar información acerca del mundo externo' yparticularmente acerca de los miembros de su propia especie.lWilson (1975a\, por ejemplo, dedica considerable atención a

los problemas de comunicación, y, ciertamente, para los or-ganiimos más bajos detalla el modo en que pueda recogerse

inucha información acerca de los miembros de la especie a

üavés de feromonas, que son tipos varios de sustancias qul-micas que se emplean paru I'a comunicación. Es clato queaguí nos hallamos precisamente en los umbrales de una nuevadisciplina y que el pesimismo de Sahlins es bastante pre-matufo.

En suma, la acusación de Sahlins de que el uso de la se-

Irl

t5)

lt" lección familiar es en algún modo un sinsentido se nrc aut().ja parecida a la de un crítico que acusase a un o¡nitólogo rlemisticismo porque el ornitólogo insistie¡a en que los pájar'onson guiados en sus migraciones, aunque no conociese la nrt

turaleza del mecanismo que los guía (excepto que, como ('lel caso de la selección f amiliar, no se recurriera a medioshumanos tales como consulta¡ los mapas de carreteras).

Queda todavía \a crítica <.más suaver> de Sahlins, a saber',la que se centra en el modo en que la selección familiar dehcser conttastada. La llaga donde Sahlins pone su dedo cs,por supuesto, un problema, o aI menos un rasgo de toclirslas teorías científicas, no sólo de la sociobiología. No se puc.de ofrecer una justificación lógica, o sea, deductiva, de lasteorías científicas. Aunc¡r-re la anterior cita de \)Tilson parcccimplicar que sólo en la mala ciencia puede tener lugar urrrrsuerte de progresión retroactiva del hecho a la teoría (que inr.plica los hechos), en realidad ésta es la esencia de toda justili"cación científica. Mientras sea posible, uno coteja o ajusra suspredicciones o implicaciones con los hechos, esperando añadircon ello peso a su teoría. Pero aun habiendo tenido lucarese cotejo o ese ajuste, no está uno absolutamente seguro tlcllue su teoría sea verdadera

-podría haber siempre nuevos

hechos falsadores o teorías rivales. Es por esta razón por l<r

gue los filósofos popperiar-ros prefieren ver la marca de la cien-cia en su falsabilidad más que en su confirmabilidad, porqucuno nunca puede estar seguro de la verdad (Popper, 19)9).En un sentido, por tanto, al t¡atar de confi¡n-rai una teorírseñalando que 1o que ésta predice es verdad, el que así haccestá conetiendo la falacia de afirmación del consecuente: esuna perenne broma filosófica el hecho de que la primelamitad de los libros de lógica, la parte deductiva, dénuncietodas las falacias, y c¡ue la segunda nritad de esos libros,la inductiva, le enseñe a ,no córno comerer las falacias clc-nunciadas en I:r parte antcrior.

Por supuesto. las cosas no son re¿rlmente tan extremadirs.Dejando de lado por un momento la cuesrión de la falsabi-lidad, hablar crudamentc dc <falacias> sin matizar sería bas-tante erróneo en este contexto. La ciencia no está precisa-mente abierta a ln jtrstif icación deductiva, a pesar de cprchaya llevado tanto rieirpo a filósofos y a científicos cobrarconciencia de ello. T{cmos de trabajar tenrativamente, con-tentándonos con lo que parece encajar. al menos hasta quesurja algo mejor. Por lo demás, hay multitud de razones queelevan a la contrasración de l¿s teorías científicas por eÁci-

154

r,,,r rlel nivel dc la mera falacia. La contrastación de las teo-rr,r' ¿¡rs[¿ a cosas tales como la simplicidad, hasta el punto,1, .¡uc resulta posible hacer prediccioncs sorprendentementet,r1(vas en áreas que uno consideraría hostiles a la teofía queIrr( rende defender, hasta el punto de qr-re resulta posible, ¡:rblecer un nexo enre áreas diferentes dc investigación,, rt t:tcra (Hempel, 1966; Bunge , 196 t-).

\hora bien, esto es Io que se hace en física y química, y,r" r)eralmente hablando, es normal qLle se piense que eso esr.rirlrnente adecuado. Por ejemplo, aunque existen muchas,;rtstíones sin resolver en lo que atañe a los límites del uni-t, rso, nadie duda serian-rente de que la tierra no sea el cen-¡r,, del mismo o de que la composición química del agua seall,O. Ciertamente vo no quisiera sugerir que haya algo en',,'eiobiología que esté tan bien establecido como esos dosluntos extremos; ni menos aún estov sugiriendo que la so-, iobiología humana sea toda ella plausible. Pero creo quer ¡r'ne al caso decir que en la medida en que la clave de la,,'nfirmación en el ¡esto de las ciencias reside en coteiar las

¡ ;cdicciones con los hechos (con el suplemento de las consi-(l(iaciones del tipo mencionado más arriba), debería tratarse,r l¿ sociobiología con la misma gentileza. Cuanclo Trivers pesa,, )ris hormigas para ver si se cumplen sus, sorprendentes, pre-,licciones acerca de la selección familiar. o cuando Alexanderrn"'estiga datos antropológicos para ver si se mantiene sulripótesis del hermano de Ia madre, los sociobiólogos están,nrpleando la metodología de todos los científicos. No hayr:r:.:ón para hablar de <problenras cpistemológicos".

(,.-j. Sarr,ccróN NA'IuRAL coMo EXpL()TACIóN socrAr

La tercera crítica dirigida a mostrar que hay algo concep-tualmente sospechoso en la sociobiología, r'iene también deS¿hlins. Es una especie de versión epistemológica de un ar-F.Lrmento que va hemos r¡isto en él al considerar las implica-ciones socieconómicas de la sociobiología. En particular,Sahlins argumenta que la sociobiología no cs, como he su-gerido antes, sólo una extensión de la teoría evolutiva ortotloxa, algo que no rompe con el <paradignra, aceptado. Delrecho, Sahlins piensa que sí rourpe con el pasado y que estáinrirregnada de toda suerte de nociones socioeconómicas de lai<Jeología occidental, que la afectan no sólo normativamente{como antes se discutió). sino tarnbién en sus raíces metafí-

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155

"l

sicas o epistemológicas' Y esto conduce a toda clase de inadc-

cuacione; Y contradícciones'Así Sahlins escribe:

El concepto darrviniano de selección natu¡al ha suf¡ido

en años recientes -i'tt-'tíi"-¿t*iación

ideológica' La es-

trategia ..oport"ni'ü'"- tlt'iu tuol"tión considerada en las

décadas de 1940 v'ísió pi' -SGp'"n'

Mavr' J" H'xlev'

Dobzansky u o"o'' ha sidó progresivamente sustituida por

elementos ¿. l" t"t'il;;á;ü; ¡t la.acción 'apropiadosil;i;ñ*,i"iátJ iti-t'ádo' Podtí" decirse que el

darwinismo, qu" pt"itittlát"tt -ltt

^ptitado a la sociedad

como <<darwinit-t t;;i;i;, ha retornaáo a la biología como

un capitalismo gtt¿iitál'I-" -"otio¡iotogi^ ha contribuido

esoecialmente ^ l"i "tilii*

fin-'let ¿e éste desarrollo teó-

i¡io tStttlin., 1976, Pág' 72)'

C,omo resultado de esto, arguye Sahlins' tenemos una nueva

lectura de la selecci¿n'.r"t-""át, que compofta <<un cálculo

de la ventaia evolutiva iil;;;;t; áel qt'e ira. inherente a la

i.""ii.r.'"i-'l¿; ";;-' ;;;;"i¿" .

dif.'"n ciat' > ( i b íd' )' En

ffiil;;; to.-ó.g"nit'át-en vez de tener-que vérselas con

:i^;;i;';úi."i.' u*"jot--"no'.en pos dt los otros v"de

los bienes de esos ."", t.",."áidos en un sentido amplio).

.in"".T'rljrirno-.ri.dio"á" -ia -desvi

ación ideológica, la socio-

üt"iü -;;;;ib" lu "rmlgi" selectiva -en tanto que ésta

se desoliesa .n irrt.,.ttionÉs sociales- como. la apropiación

:'" il:"#il.";';il;i;; ;;'o*o o'g'ni'mo en beneficio de la

;;ó; üil;.¿iót' U;.iección"natural en última instancia

deja de conslstlr e.t t, apropiación de recLrrsos naturales para

i.árfor-r.r. .n l, t*p'oiiación de los recursos de otros>>

i's;ñi;;; it;6' pág. iti' É- resume'' la selección natural se

;;;;; "Á oe*plótaiión social'> (ibid')'

.'"il.;p;;;io, to¿" esto puede ser cie¡to y bien triste para

f"t i."tT¿...t'izquierdista-s, pero. ¿qué diferencia lii:^^-:;tie.i--Si-Pá¿"mos' prescindir de los aspectos normatlvos' s1

es o'e los hav' v he ;;;;Jt l'" podttot'- ¿por que habría

ñ.";".;ü;ili si*pi"1'nt'' u'g"v' slfl':'' porque esta

nueva teoría no tuncrór.rarál y en ápoyo de su postura, Sah-

h.r';;;;; con detalle algunos de los mecanismos propues-

i'"t ¿.'1á't".1áÉltf'"gl', p"r-ejemplo' el modelo del alt¡uismo

i*ip-.. de Trivers, y sugiere rlue dichos mecanlsmos con-

tienen contradlcclones'inteinar. Si los argumcntos dc Trivers

;;il'^l*"";;ilene Sahlint, es rporclLre éste vuelve a apoYarse

156

en ideas de sclección c1e gru¡'ro, delando de lado la selecciónindividual.

Una vez más, yo sugeriría que estas críticas tienen pocao ninguna fuerza. Consideremo.s primero, con nuestra pro-testa, la enteramente fraudulenia historia de la biología deSahlins. No es cierto que la sociobiología represente una ra-dical clesviación del darwinismo ortodoxo. Justo desde elprincipio, reconoció Darrvin que Ia lucha por la existencia yla consecuente selección natural no sólo afectatía a la natu-raleza, sino también a oros organismos, incluso quizá mástJesesperadamente a los orgauismos más semejantes a unomismo (es decir, a nriembros de una misma especie). <Portanto, corno se han producido más individuos de los quepoclrían sobrevivir, ha de haber en todo caso una lucha porla existencia, o bicn de un indiuiduo con otro de la nzismaespecie, o bien con individuos de especie diferente, o conlas condicioncs físicas de la vida. Ésta es la docuina de Mal-thus aplicada con múltiple fuerza a todo el reino animaly vegetal...> (Darrvin, 1859, pá.q. 6l). Si m^tat a otro or-ganismo por comida, por espacio, o por lo que quiera quesea, no conlleva <la apropiación de los poderes vitales deotro organismo para el beneficio reproductivo de uno mis-mo>, vo no sé qué otra cosa pueda ser. Incidentalmente,se ha sugerido con cierta plausibilidad por un reciente estu-dioso que el énfasis de Darrvin en la competición intraes-pecífica le es básicarnente pcculiar, pues Malthus sólo viola competición en las tribus primitivas

-para las razas más

civilizadas, las presiones selectivas venían más desde fuera,como. por ejemplo, la inanición qlre rae la faka de comida(Bou'ler, 197(r).

Por añadidura, y pa¡a sr-rbrayar la continuidad entreDarrvin )' los socíobiólogos, tenemos el mecanismo darwinia-no de selección sexual, algo c¡ue tiene lugar por entero enrenrienrbros de la nrisma especie, y, que, como ya hemosvisto, e jcrce importante inf Iuencia en el moderno pensa-miento sociobiológico. Está la negación de Da¡win a seguira Vallacc en Ia acelrtación de mecanisrxos de selección degrupo en orden a explicar Ia evolución de la esterilidadfisiolócica, insistienclo en que la selección debe actuar en va irar'és del individuo. Y, sobre todo, era deseo de Daru'inaplicar sus principios al hombre (Darrvin, 1871). En otras¡;alablas, considerando los esl¿bones iniciales y los finales,hav i¡na scilida continuidrcl cntre Daru'in v la-sociobiología.

Yo no preteudo sostencr. iror srrpt¡esto, c¡ue todo arl^áto

i

il

t57

Fafi¡ma la sociobiología se puede cncontrar en Da¡win t. Sibien es cierto que tanto Darwin como los sociobiólogoscomparten la fascinación por las castas estériles de los hi-menópteros, también lo es que mientras Darrvin explicatales fenómenos suponiendo que la familia podría ser con-siderada como un individuo, los sociobiólogos arguyen quer.nadres e hijas son biológicamente antagonistas. Y es asimis-mo cierto que importantes evolucionistas de los años 1910v 1940, Mayr (1942), Sirnpson (1941, l9r)) y Dobzhansky(19)7), no estuvieron directamente interesados por tenascon-ro la selección familiar, aunque es fo¡zoso reconocer quesu ta¡ea fue principalmente dar contenido biológico concrctoal trabajo matemático de Fisher, Haldane y Sewell Vright,los hombres que sintetizaron la selección darwiniana con lagenética mendeliana (Provine, 1971; Hull, 1974). De ahíclLle esos grandes evolucionistas que articularon c hicieronplausible la teoría sintética de la evolución, se interesasenprimordialmente por aspectos de la evolución más obviosy tangibles que el comportamiento mismo, como, por ejeur-plo, las características morfológicas. Sin embargo, la c<-rnti-

nuidad desde Darwin a los sociobiólogos nunca se perdió.Tanto Fisher (19-10) como Haldane (L955), por eien'rplo,c¿ptaron la teoría de la selección familiar. \' cuando lostrabajos de los representantes cle la teoría sintética rozaronel comportamiento, se encuentran en ellos ideas presocio-biológicas. Un clásico ejemplo es la explicación por selec-ción individual que dio David Lack, o el tamaño de lasnidadas de los pájaros, como se vio en el capítulo anterior(Lack, 1954, 1966). Quizá, la melor evidencia del rnoclo ent¡ue la sociobiología tienc raíces teóricas en el pasado, des-c¿lnsa en el hecho de que por mucho que lcs pese, loscríticos de la sociobiología biológicamente nrás sensitivos,usualmente le conceden de . mala gana cierta legitimidadtanto teórica como factual. Lervontin, por eierr-rplo, accptala existencia de al menos ciertos tipos de selección familiar

I No niego que los modernos sociobiólogos usan algunos mo'delos económicos humanos que Darwin no usó: por eiemplo, Os-ter y Vilson (1978) son bastante explícitos en su uso de talesnlrdelos para explicar la ergonomia de las castas de insectos.Pero. en primer lugar. esos modelos son aplicados a los insectt¡ssociales, no a seres humanos; en segundo lugar, no hay declara-ciones normativas; y en tercer lugar, el compromiso subyacentecon la selección da¡winiana tradicional queda intacto, por no de-

cir aumentado.

r58

trr cl munrlo animal (Allcn, et al., lg:,j). v Lcvíns, quienlJ:,,lil'iil","* *::i'l^::. r, ;;;.;;;n'a" g,,po pt.J.

lli":i[ii¡,1'Tli..lTli,i,*",1'J,X,Lll:,TÍf ,"1.X:*,.::

En cstc punto. algunos lcctorcs . pudicran, objerar t¡ucnuesrra discr¡sjón se ha tornad" i...1Ár-nü: lo que cuenrano es la historia de la s,ciobiolod, ,i;;ff presenre. \,o no(.sto)' enreramenre \cguro d. l;

-i;;;; "?" .ru obicción.si uno puede. de t"".ho, ,nor,.lrr';;,n. ll.o qu" pu.a.,.Y.' ", i',:::f li,| oe#,,,

1'^'l., y r:" J9' ü'L.ilü. r og ía h Lr m a n a )

'.orin *,áláir"¿"''#til^)' l! rorzad6 qu" pó."a. á"-'i,'o.;ob;oüiá';&'i^:^".lucron'

entonces es' obvio .t;; i;la teoría ?uol-rlüirr""c1?al Para sí algo de L gloria .J.

Fli;i"ü.,iiflrff ::r;,.*:,ti¿]hlx"ir:i:f :il;? j

introdujo Ia hisioria ".'i,'J,"l,l],j:'_'1t"n,.' no vo, .luierr

menros una prausibirio;: J]rÍ;::sión' para dar a sus irgu-Tomenros el mecanismo ¿Ll ajlruisnro r.ecíproco que Sahlinsescoge como blanco parricular de ,r, .rfi¡.^I.Sahlins escribe:

[r punto decisivo cs que Trivers lrega a inrercsarse tan_to. por el hecho de qr" uvu¿rn¿J;;;;."se a¡ruda a unomrsmo, que o'u'Oo-:¡;,li -f,u..iio

"".,ii.U¡¿" benefícia aros competidores genéticos, ranto como ; i,no mísmo, dcsuerte que ntn*un1-^,]:-_1.'r ,nouir;Jnrlr' qr. generari_c.c? un equilibrio ^ _recíproco .

reportan -.ii"

,,-',.nn. u.ntri":!:;í:í:::'É. 1':":''in, aprimái',''i,'fi,'od, actívicra?¡,r;á"-rl'l.ri'.;.ii;tP-l' de .la adaptación. Ia li.i"i"riripor completo lr, ..-ol1^ill*iflno recíproco. es que eliminalins, t97b:-;;s.-i7ltn'^"t diferenciales ind;u¡¿uuier

"iSai-

Y luego, quizá con cierra condescen<Jencia, Sahlins añade:En rcalidad. Io ,

<lelo clc .selección que Trivers pr<_rduce, cs un hucn nro_

'n¿.r.il, j!,.,i.iJlll. -sru.pf),)

o,.como mejor prdi..u,iil

ii:ti**nl:',,,{,;nFhÉ:!rr#*:.-,m,xli:_?t,,r;ot.i'l'u,r''i''n

tmtrl?Ddo el grupo sino ciertas ,"loiliiiilo, p.obiürr'';.-1. -tntuq''r los indíviduos para reso¡,er."nrár;r-nlngun.';.;Y:,-u'9:'' Estas relaciont' .pu.d.n n-odos por ;;;:;;e.'ij:ija drterencial a esos indiviiu;;';;;:s rupo q ue' r;;

- ;;.,;,,q::

" :"lt' ii? ",,Liili?,1,;l*:,f ¿: :l-

.a- i

t59

fv-

clividuos que participan en cllas, con respecto a otros mrem-bros de la especie que pudieran ser incapaces de entablarlas ¡elaciones en cuestión. Incluso para el estudio bioló-gico de la organización social de los animales, será nece-sario aceptar una perspectiva <supetorgánica>r. Mientras tan-to, y en lo que hace a la biología del altruismo recíproco,la perspectiva de la sociobiologla colapsa bajo la conra-dicción de que semeiante altruisrno generalizado no repor-ta beneficios dilerenciales en la adaptación individual (Sah-lins, 1976, págs. 87-88).

Es claro qLre, en este pasaje, Sahlins exhibe una concep-ción fundamentalmente errónea de la teoría de la evolu-ción: vale decir, de la teoría de la evolución del tipo másortodoxo. Y esto con entera independencia del hecho deque en su furor crítico Sahlins omite completamente mencio-nar que, incluso en el altruismo recíproco, Trivers deia bienexplícito que la selección favorecerá cualquier comportalnientoque dé verdaderamente a su posesor una ventaja sobte sussemejantes, por ejemplo, sutiles formas de engaño. No es cier-to que el altruismo recíproco <elimine por completo la ventajadiferencial del individuo>. Mucho más importante, sin embar-

r , go, es el hecho de que, dejando aparte la sociobiología. la. selección puede actuar y act(ta no meramente para elevar a

un individuo por encima de sus semejantes, sino también para, mantenef a un organismo en el nivel de sus semejantes. La

leproducción diferencial significa no sólo que el superaventa-jado será favorecido, sino que el subaventajado será desfavo-recido. Si un grupo de organismos practican el altruismo re-cíproco, entonces le reportará beneficios a un individuo seraltruista recíproco, incluso aunque al obrar así ayude a sussemeiantes, simplemente porque si no lo hiciera así. ello seríamás perjudicial para el individuo.

Los modelos basados en la noción de EEE de MaynardSmith, demuestran este hecl-ro muy claramente, pues Ia si-tuación en el alt¡uismo recíproco es análoga a la agresitínIimitada: a un organismo le reporta beneficio el no sertotalmente halcón, a pesar del hecho de que sus compañe-¡os sufran menos, porque una estrategia de halcón significac¡ue el propio organismo sufre más. Sahlins muesra con sus

críticas que ignora por entero hechos como éste. La verdades que si se aceptase su crítica, una generalización mu\/obvia podría mostrar la imposibilidad de la evolución decualquier característica que no lleve a un organismo a ele-

160

\':trsc sobre sus comDa -o ru

'.n-,n"ol n;#':'i;ffi:?";"ff¿,0,,:r ejempro, er

rl

o,o

En suma, no hav nad¿ intrínsecamente paradójico en el;::.d.t^:,^9:.

atmuismt r..iprolo'.iJ;.;;;J, rrivers, y nor)ay, creftalnente. el menor indici. J. -uI;'

reintroduccióncncubierta de la setecciól ¡. -;ü;

üno"ii.a. quizá deci_

ff ::"::r:"'.H1;'T:u:l'i;f;:1";;:".i;í.i.","-;;;;;ü*

- r

", i,," á.";' ; # .iil';j "l¿ :.""j?íáÍ';,il;H* :uomo modeto para ta evotución J;i.;;;;;.miento, el at_iTltfq recíproco. no ha mostrá¿. .rrrr'li'.ánflicto con losprlncrplos evoIucionistas aceptados.

6.,1 . ¿Es rxrersanr-E LA socroBrolocÍ^?Co¡vsr¡¡necroNEs cENERALEs

n"InT'3?1.1 i,'l'j:.;Ti Ínota el principat cargo que se ha

'r.ió; -h;";id;"r#;ii:l's-t1-.como ciencia g'ni''iná' la a.*

como por sahlins. ¡no'o1-lt-l'o por.los c¡íticos de Boston

"n "i gín

^,.;;;" ; # li

"'""?,'' l. fi ill',ll ;,1' :tJ'i; *in:?;empítica; es decir. t" d. ,"r,".;"iiiili¡,l]fatsable. peroestá claro que Ia sociobiología no *i ¿.-n"..i", falsable; porl11l-.,,_." esre importante aspecto ,;";ir';;..;¿. una cienciagenurna.

- A¡i lo. ejemplo, el grupo de <Ciencia para el pueblo>argumenta como sigue:

. Cuando examínamos_cuidadosamente la nrIa sociobiología pretende .ipii.r." t.?i'. llr"i:tl'|:fil,H:ros corno adaorativos, ,.rultá o¡uio-qü u"i.i.i" esrá cons_truida de modo out.ir,lrt.,i"I;"',iT",.:..Ñi:.:3::o'l j*.,,?f.:f "rffill:ble que no pueda ,", .*pl¡.uJr;--.r;';;;:;,rrente

con-firmada- por toda observación.-'E'i"';;;.T. explicaciónconlleva' tres posibles,rr¡*r.r'-¿.''"p,áIiión' de la sele._crón natu¡al: !. La--clásica ..1*.i¿í-i"¿iiiirrl pr.. drrazón de los comoor.tamientos obrriamenti. .Jto¡n r.."rrdor.2. La seleccjón famitiar.pa;; á;;'";;;¿;.dl.,lo. ,.,o, ,t-truistas o sumisivos. haciá .los purl.n-rlr. jl H "lr.uirrorecíproco pam dar .uzin a.-ioílornporríÁi.nros altruis_tas dirigidos a personas que no son pr-.i*i.r..fo¿o Io quc

l

thl'.

161

,|,

rcsta es pergeñal LIn cucnto o histo'ria' qucrvcnga al ceso'

rJe la adaptació' ;;;;;';o'. r^^ 19''" adecuada de se-

leccióno (Allen r/ al" 19 I / ' paq' z't t'

De unos sentimientos nruy similares se hace eco Sahlins'

ñ, ,1";".ho, á¡'"tu' to'i ^ptou"ión la postura del grupo

de BostonDe nuevo creo que nos hallamos ante una crítica q^ue

en modo alguno es tan <-levastadora como a primera vtsta

l',1¿i.t^'o^ti..,' sit etnbargo' 'u9

no creo nrte el modo

aorooiado de contestar-tt ttí ttíiit' sea áccptándo sus tér-

;'hT'' # ;;';";;-;;" ;la;;;'-'; les daría 'va

a los críticos

la mita<i de la razón' P;;;;' tonutndti" É"ttt "tt par de

aclaraciones: .,no n."ttn"á'""ü' r"üuitiaud en general 1' la

álll *"i.1 ¡.'i^ t"tti^ J" l" tvolt"ión en general'

Por una se¡ie de razones' no enteramente claras para mí'

la .,falsabilidrdo put"tJ"tü ti tiltlto. grito entre los cien-

tíficos dc nuestros díJ i; ¡ni* u"t¿"áera ciencia' repiten

ii'á:t"t. ;; ir"q""-pt"¿" Jo-pott" implicaciones de las que

se pudicrn prob" t-pí'"""t!"t"-qtt son.fals'as' lo cual im-

plicaría lógicamente 't 'i;i;;;;

¡e 'la teoría-.científica misma

lvéase. por elcmplo' nuol' u Dobzhanskv' 1971)'

ciertámcnt", .i' x'ii"Éo;ñ"üui n" nq:l' tanto por el

concepto de falsabilida; ;;-;"t vários escritos' ha lle-gado.a

convertirse .., "n tonto patrón de l' :t^t^Yu'

a qulen se

invoca v ensalza tal y-tomo fueran -invocados y ensalzados

ilT,a,nd.t"ilo*-¡''"i it Ci"ntin del Pasado Supongo cltte

oartc <lc la razón a" qi"t itt' n"t;¿n hava alcanzado tanto

L*ito -pr"r.indientlo i"i ;il; dt- qut

'Popper' "t

u1: '1:il';;I'iil;"J"t ¿t la ciencia.que han.iecho trn genutno

esfuerzo para comtlnlcarse con los cicntíficos- es quc es

;.i;;;;;'¿;;. ,impli't'"': e'ro h"., que los científicos vern

;::,;';;;ii;';;.i0"in ¿ir¿'"*i' J't '"*¡n de los mortales' no

deoenden d"..rp.to.luttit;; ;; ;; feliz parto del ingenio (en

üffi"r:'H'ffii.i.il"ltu H"*l"v)' sino que se sienten ante

los hcchos como sr "t';;;"t-Fqueños

se.iratase v 'echaz¿n

::"t'fi,""-..n".i^ r" iipJittis cuándo los hechos dicen "no>''

Gente de sunla rÍrcl()n:llloao'"il üü como cl mismo Poppet (1959) admite por en-

tero, las cos¿ls no son tan simples como se las presenta'

Supóngasc que- uno ii"nt ""n hipótesis' v ésta conduce'a

consecuencias talsas v que' Por encie' prra una concepclon

insenua del falsacionltito'fl hipótesis' es falsa' Los cien-

iiii#" n:,.i"" "-rt,t"'.''u- t'ut*' cualquier tipo de cosas

162

l)¿r':r no tener que rcchazar su hipótesis (como advirtióDulrern, lL)14). Para elnpczar, las hipótcsis rararnentu son con-tr¿rstadas aisladamentc

-dentro de cualquier tcoría científica

lnreresante hay generalmcnte un grupo de hipótesis asocia-das- y, por tanto, si uno es realmente perspicaz al afe-r r¿irse A una hipótesis científica particular, puede siernpreic casi siempre) echar la culpa del fracaso de la predicción: urra hipótesis asociada, o puede invocar alguna hipótesis.:ri hoc, acaso díseñada para mostrar por qué no se haicgrado la falsación en cse caso particular. O, si todo falla,,,:ro puede siempre negar los hechos contrarios o bien oivi-rlelse de ellos (véase Hernpel, 1966).

Yo no estov diciendo que los científicos debieran sienrpreir¡ccr una o más de una de estas cosas. Sospecho que la:::rr,,'oría de nosotros nos inclinaríamos a decir que alguien-r,nro Vclikovsky, que hace las rres, se propasa. Pero llega:, jr punto en que realmente hav que conceder que losl:echos deciden en contra de Ia teoría. Sin embargo, estáciaro que por hacer alguna de esas cosas no necesariamente('s uno irracional ni un mal científico. Por ejemplo, es no-:orio que la má3 grande teoría del universo, la mecánica:-el'toniana, jamás oper'ó con toda exactitud. En todo mo-r:rento ha habido siempre heclros, por ejemplo, el periheliotic Mercurio, que nunca se aiustaron del todo a las pledic-ciones. Pero esto no quiere decir que los nervtonianos estu-., icran equivocados o se situatan al margen de la cienciacr¡ando se aferraban a su teoría a pesar de los hechos.\i estuvie¡on equivocados los darrvinianos al aferrarse a surcoría a pesar del hecho de que en los cincuenta primeros;:ños de la vida de ésta sc tuvo la más clara evidencia posi-i.lc de que el lapso de tiempo comprendido por la duraciónrle la tie¡ra era mucho más corto para un mccanismo taniento como el de la seleccirin (los físicos subestinraron Iarluración de la tierra porque no conocí¿rn la dcscomposiciónr adioactiva) (Burchfield, 1975).

Ríos de tinta se lran volcaclo sobre la cuestión de cuándoticbe propiamente Lrn científico nefiárse a dar por falsada suicoría, r' cuándo ha llegado el momento de abandonarla..,\lcunas consideraciones tan pertinentes como obvias inclu-ven el que se cuente o no se cuente con una teoría sus-ririrto que sea más satisfactoria c¡ue la teoría que se cstá a

irirnto de rechazar', cuánto éxito ha tenido la teoría en lacr:plicación de los hechos difíciles, v la precisión hasta lafr:cha que ha mostrado al unir áreas diferentes de investi-

t6)

tlgación; cómo sc ha engranado esa teoría con otras que sctuvieran; y tal vez ciertas consideraciones metafísicas, como,por ejemplo, ¿encaia la teoría con nuestras concepcionesacerca de cómo debieran ser las teorías (por' ejemplo, connuestras nociones de causalidad)? No tenemos aquí tiemponi lugar para evaluar estas varias consideraciones, pero conseguridad una cosa está clara: uno no puede, o al menosno dehería. aislar uno o dos elementos de una teoría cien-tífica v hablar de si mucsran o no muestran que una teoríacs fals¿ble, o nrás hien falsable en un sentido adecua-do. Ce ñirse. por e jemplo, al perihelio de Mercurio v s¡-r

falta de ¿liuste con las predicciones, y luego hacer genera-lizaciones acerca de la falsabilidad del nel'tonianismo, essacar las cosas cle contexto al extremo de la distorsión.I{av c¡rrc considerar todo cl ctradro. Y es obvio que esto seaplica igualmente al caso cie la sociobiología.

Esto nos lleva ahora a nri segundo punto general. a

saber, el que conciernc a la tcoría de la evolución como tal:juzgada a la luz de algunas de las cosas que ya hemosdicho, ¿hay algo sospechoso en la teoría de la evolución,por ejenrplo, qLre a pesar de todas las demás consideracio-nes que intcrvengan, haya algún fallo esencial para la teoríade la cvolución de Daru'in que le impida exponerse altest de la experiencia!' Claramente es ésta una cuestión queha de scr contestada antes de que podamos volver nuestraatención a la sociobiología cn particular. Porque es obvio quela mecánica ne\\¡toniana considerada como un todo era falsableen un scntido pro¡rio. v está claro que la cuestión delperihelio dc Merculio no puso a toda la teoría fuera del ám-biro de la ciencia razonable: similarnrente hemos de saber sila teoría clart'ilriann dc la evolución, considerada o juzgadac(rmo lrn todo. es falsable elr un sentido propio.

Ahor:r bien. no se puede negar que muchos escritores hancJicl-ro cluc, dc heclro. la teoría cvolucionista de Darl'in nocs unrr genr¡ilra teoría porque no es propianrente falsable. Elpropio Po¡r¡rer, por cierto, sc inclina hacia esta línea de pen-samicnto: "Hc lleeado a la conclusión dc que el darrvinismono es r¡na tcoría científica testnble o contrastable, sino un pro-gl¿nld ,ttetafísico dc inucstigaci(tn

-rrn posible marco para

teorías c()nrrastablcso (Poppcl. 1971, pzig. 1)4', el subravaclocs su,.'o). Gcneralmcrrtc. las críticas de este tipo, incluvendo lascle Popper. se fundnn c'n la creencia de q,1s el mecanismo dar-t'¡iniano clnve. la seleccicin natrrral. se traduce como .,la super-vi'u'cncia de los más aptos)>. \¡ cluc. conro por definición los más

164

;.r)tos son los .,ue sobreviven, la selección natural ¡esulta scrr¡na banal tautólooía,--1, e_p.r;"".ir'l'"titl"a. prourr quc scaf,rlsa. De hecho. sín embargo, no es difícilmen ro es especioso : t, ;"r.l;iór" ;;; i:,i""i.".lT ili. Tf,l-ff H:Tillíricas

sign iric";u" p'i'n.'o:ir.. l;'"i;;;ili;falso, porque ,odo.

t:l'o^l:ccíón diferencial: esto po.J,í. ..",, n d",i;; ; ;; ;J;;.'

! I ",.¡' : i' il :.:":",r## J:i:j#: l¿:'":ra). Sesundo. afirma que l; ;;p;ffi;iáÍ"itr"r.n.¡rt será sis_tematizada: no es un , urr, .riJ., ,ar"' lJ, organismos cuc;*l::l::l y se^reprodu;;;,, ;";;y"lo;,,i"i,¿uo a trar,és

.dctas srtuacrones. De r, .Má. s. ; ;;i _;;., 1..' l;, ii, l,l', l, t l" H". r,1:,: ; li,r:tjabíerta a Ia comproba.;¿" J. ll

"*p.ri"llii '¡lrda

menos quc.na autoridad como ls¡,e¡.,i" il;";;;;;;;:' .La evotución esÍ';:::::T#l 'ffi;:::::r

¡; ';; 'üJ:"'¡on"'. *"*'"¿"i[#:ll;ir,m'; tr¡1 i$".'l *';,:'l:""i;::iii;*l;,ii?:¡;nf :"f i,.""inii.:il;,TiiJJiJT#SJ."::¿". ün,ine"nt;;,::"::::'::,."' ;.i",j:?ra

de rres .n,n.ill

il:Xi; ihüL"n ?i':, d

" r'; ;; d.,' #r ü¡;:'"i1"" i', ru',;; I

.. .u y; - v;;:; í, liiá. "ú'3i,, ?Íi¿, oil,.;

I l;;, : I ;?# i

.,.,1j:,?On,cabría preocuparse por l, .u.stión enrera de I¿;rdaptacrón. La reoría *-ll "*i;íó; ";.";; que los orga_nrsmos sc adaptan al mcdio. ,,rt i.nr",-.rio es, quc tienen((aoaptacrones' que Ies

,a1,udan ; ;;;"1;; y reprodrrcirse--características como el ojo,-la ;;;,';;;,J.en como si e-s-i;Ji:'"ü,Í':Jf,tfi uP"'

n)'ud"- "' l;;" ;íJ' ;,'s posea n cn ra

mentar en favor ¿" lo.y^-i^"fi19ucírse' S'eguramente, .l ;;g;:

lran que su teoría ". ' ldoP"ttones' los evolrrci6¡i5¡¿5 ¡¡¡.r-

¿ ", " I -'"

".-,.;;', "J

:. ;X,¿u:il:, ;: i: "":: ::r l: t, *; I i:iscr nrosrrada. suponen que de utgunu' ;;;";, exisre. Lr si_ruacrón es simitar a la

.det qr,. ";;;;1,'#,;"r,1 merafísica de

Hil"J..l !;,':;;l'":l l's 'o,0, ;,;;;, ";',onces Dios es

Iros ver cómo en u..¿lrt1f entonces es qtre

'y"-no foa"-tran<Jo su ;;;r'iRu)r't.?' :3a,

n)omento, está Dio.'már-Aqrrí r,ienen a cuento una. serie de comentarios. primero,no es \/er(lad qr-re los evolrrcíonistas ;;;; todas las ca-

165

j

l,f¡

I

racterísticas sean adaptativas' De .hccho' lil-.."t^ serie de

i;;;;,:' ü. iut qu " ri*,*,.''liT';#, :iT:xl, i"JJ,}',11,

:'^.';r:::ff i,l'10?f,i,tTJ';i;"nq;. ;"]JJ".,..:* apareamien-

to puedan establecerse "; ,l;; iottacion características ligera-

mente deleté,tt'' E*"tJ' j"it5i*'opittl:-11,1, es la posibi-

lidad de que sean '"t"ttiánidu' doi características causatlas

por los mismos s"""' ;;ü;;;",';' tan-^111¡3ios" que vale

la pena poseerla 'nt'u"-í""r.lnqtlc la otra ca-racterística sea en

;isfi :J;;; T:]llir'i *á,?;,Íd*;:*:'ü?.'1"i:",idonde una caracterlstlc¿

seedor una temPrana utniá;" tn la reproduccióh,tlf"?1X?

;;;;' ; ';."ifieste

como positivamerte - p^et¡t

hrvtambiéno"u'po"Lit'''u'unt'(Simpson'1953)'" " !.*1,.áo',''"I;;i'"''"d;' ;;#; *m:n ;i:"ffi 3:.h: ;-::ilJ:::fi 'T:ii:eilrít,::ii:k;ru;::i:ll¡.:.,ui:':*:li::":'#"#:1.[lTi::t.1'"..iái"

p* "n"

purt"' r" t"o

ría evolucionl"u "' o"tu'i-"do buená para rechazarla tan pron-

to como uno se ""t*ti" tcl" casoi problemáticos: unifica

áreas de estudio "tpriuÁtnit dispares' de la biogeognfía'a

la embriologíu: ton¿utJ'u-pt"aittio""t muy^^valiosas; no tle-

ne rivales qu" lt '"ttititJ"; y :t t"jllí1t:Iente aceptable

Dor cuanto trata de "-riittt r''lauptug1ó1 t{iante leyes nor-

males, en lugar de lnttt''f-"*"tiut éreativas de Dios' Por otra

Darte. asumir ru ut"'i'u"'i"pitii"'-tt una,luena guía heu-

rística -lleva " lo' tuáiuiilíi'tu' ' butt" la naturaleza pre-

cisa de ta venraia '¿'pi'ii"'' v' " Tl""*'.,Í: H:H;.1áf'1;;;.;; áividendos' pues tales ventalas han st'

incluso aunque'n't'ui'*ni" patecieran totalmente ausentes'

Y ciertament", v'';i;i;- {u' lt. trinate'¡i¡ de la ventala

xdaDtativa ha resultado';;; ;-;; guía tan útil oue los evolu-

cionistas de hoy t"¿n"*á ii'puE"o' u ort"pt'il^ qtre los de

hace veinte anos' ¡"ionl' "'án -ttginudas muchas caracte-

rísticas que, al pu"t"i"t^t"titt' ¿" ttntia"; pero ahora'hay

buenas razones pu'u pt"*t que estas caract-erísticas son elem-

; il,;, ;; fi s';' á ü:" :'i;it'^'::: ij" i:,':H::;; Y :: .:' :l ::aouí. Por eiemPto' en

;::'U;¿; á'" 'u'lo''l 'hotu " sabe que tienen un stqnt-

ficado vital para el ;'it;i;f ist'tppttá' .te7't' En suma'

d';ffq;; t; ""o'i"

" ¡^' *áétrado fiécuentemente correcta y

fructífera .n el p^"io"'ut tl"tt frente contta-evidencias des-

'conociclas o opu'"nt"'li"'' tuolt'ti""¡strs de hov en día tienen

razón al no sucumbir tan rápidanrente a las tentaci<¡nes delfalsacionismo.

Tercero, y contestando todavía a la acusación de que su

concepto de adaptación muestra que su teoría no puede serfalsada, en cualquier caso sospecho que podría haber algunosejemplos que darían qué pensar a los evolucionistas: dondeéstos realmente podrían ver que sus teorías demandan al me-nos algún tipo de tevisión. Supóngase que nos encontramoscon un grupo de animales que muestran una pierna enorme-mente hinchada (como sucede con la elefantiasis). Supónga-se que no hay buenas razones para que eso se dé en la pier-na, y sí buenas razones en contra de que se pueda dat: lapierna no es sexualmente atractiva, y eso hace al portadormás propenso a ser cogido por los predadores, etc. Supón-gase, que no hubiera evidencia de que la pierna estuviesedisminuyendo de tamaño, y que pareciese estar creciendo (yque hubiese clara evidencia de que el origen fuera genético).Imagino que esto preocuparía a los evolucionistas, especial-mente si pareciera no ser un caso aislado, sino conformarsea un patrón bien común. Ciertamente los evolucionistas ne-cesitarían volver a revisar sus premisas con mucho cuidado.Pot supuesto, que tales cosas no ocurren a menudo, peroesto no significa que la teoría de la evolución sea infalsable.Convendría no confundir el no ser falsada con el ser infal-sable. ¡La teoría de la evolución pudiera ser cierta!

Pero dejemos esta discusión y volvamos a la sociobiología.En primer lugar, hemos visto que la cuestión de la falsacióncs toda ella muy compleja y que pudiera haber buenas ra-zones por las que los científicos no quisieran o no debierandesechar sus teorías tan pronto como se detectase alguna evi<lencia problemática. Aunque nadie estaría dispuesto a negarque el último test de una teoría científica es la experienciaempírica, y que si una teoría deja persistentemente de ajus-tarse a la experiencia ha de ser en última instancía rechaza-da, la ciencia no iría a ninguna parte si, siempre que se tu-viese una evidencia contraria, los científicos arrojasen sin máspor la borda sus teorías. En segundo lugar, hemos vistotambién que si se la juzga de acuerdo con esos cánonesrazonables, la teoría de la evolución parece una teoría ge-nuina. Por lo demás, es razonable para los evolucionistassuponer que la mayoría de las características orgánicas tienenr¡na función adaptativa, o que, como con el caso del pleiotro-¡rismo, están en algún sentido vinculadas a una función adap-tativa, y no es menos razonable que hagan a este propósito

t

l

166167

¡I

I'

uso de semeiante suPosición cuando se encuentren con fen(i-menos orgánicos nuévos o todavía no discutidos e.

6.5. ¿Es ra socroBlol-ocí¡ r¡¡r¡,rsesln?CoxsrorucroNEs PARTIcULARES

Obviamente, ya podemos extraer algunas implicaciones im'portantes para la sociobiología con resPecto a la cuestión dcIa falsabilidad, globalmente considerada. En la medida en<.¡ue la sociobiología es una extensión de la teoría evolucionis'ta ortodoxa, y hemos visto que hay razones Para creer quelo es, lo sociobiólogos podrían

-e incluso deberían- r^zona.

blemente asumir que las características orgánicas de las qucse ocupan, a saber, las características del comportamiento,tienen una significación adaptativa. O que tales característi.cas están de algún modo vinculadas con funciones adaptati-vas. Cuando los sociobiólogos hacen esta suposición no porello se tornan ilegítimamente sus investigaciones en pseudo-ciencia infalsable; por el contrario, suponen lo que, como buc"nos evolucionistas, deberían suponer. En oras palabras, leactitud, un tanto arrogante, adoptada por los críticos estíequivocada. El intento de relacionar el comportamiento conlas ventajas adaptativas es bien oportuno.

Esto me lleva a los aspectos particulares del programa so'ciobiológico y a las acusaciones específicas de los críticos,Ninguna de ellas parece tener mucha fuerza. La principal ob'jeción que los críiicos parecen esgrimir, es que los sociobi&logos se apoyan en tres mecanismos diferentes, la selecciónindividual, la selección familiar y el alruismo recíproco. Ahora bien, si esto es realmente una objeción, es un tanto ri.dícula. El comportamiento que nos interesa analizar es su.mamente compleio, y tiene poco de sorprendente que estatmaterias no sean sencillas o que se necesite más de un mc.canismo para explicarlas. Difícilmente beneficiaría al socio.biótogo aferrarse (por ejemplo) a la vieja concepción de leselección individual, porque entonces no podrían ni empeza!a explicarse las interacciones familiares

-animales o huma.

¿ Existe un considerable debate hoy día sobre si las caractcrís.ticas orgánicas conside¡adas cn el nivel molecular muestran funcio.nes adaptativas. Sin embargo, afortunadamente, podemos ignorafaquí esta conffovetsia, pues sólo nos concierne el niv.'l superm(>lecular. (Véase Lewontin, 1974.)

168

\-

169

rr,rs. Que la sociobiologia trate de dar respuesta a diferen_t(.s aspectos del comportamiento ,,o "r, po, supuesto, unIr;rr'¿rso: es una virtud. (Aquí procede ,rnr'br.v.'Jr.áiiOi.llt. insistido en.que los evolucionistas de hov pi"rrrn'o]r"

vrrurtmente toda la selección lo es en favor dei individiro,¡t,,r' .posición al grup.o..En

-este párrafo, "¡ui"...rt.,-r.-tilI'l;r <le <<selección individualo en ,rn ,.nriáo mA, Iim¡taáo,:,i¡snificando la selección .que conciern. ai- beneficio direci,k.l individuo, por opo.icién ¿ b.""i¡.i" lnjirecto a obrener¡'ol medio de otros individuos.)

, lndudablemenre, Ia.objeción ie los críticos a la sociobio_1,,¡ií. basándose en la infaisabilidad tu ¿"-r"i..formulada. Serli'rí que la objeción-r¡al.no ., ,*o qr. h ;;ü;i;g;;\(. :rpoye en varios mecanismos, a-ogrro q.ra se apoye cn losl;.¡.,,.I1T-._r

en que se apoya y del moho ., q,r. lo hace.)nr .embargo, y una vez más, difícilmente puede'.n.orr,rrrr.¡r(luí un motivo serio-para t" u.u.uiie.r,-"i-rn..ro, sobre lal';rsc.del cargo de fa.liabilidad. ñ"-.r-'.ürrmenre el caso,¡rrc_ la selección familiar, po,

";.mpiá,-rir',r.ru invención,ul boc, sin fundamento, irruo."dá--;;;;;. para salvar lal,uhada de la sociobiología. Sabem"; G-¿iÁ;", d.;;;.i.l,i.s fundamentales de .11 rcoria ""áir.l."iü, y .iert"m"rrtesrr r¿rcionalidad v su existencia son aceptadas por Ios mismos, ¡ íricos (Atlen ei

"t., tsii).-'Ád;;¿', ;;;;; :"";i ;;;il;?nr:rl como en el humano parece estar abierta a una posiblel:rls:rción. Si las proporciones y p.7.ii..r"'gr; predice no serl;u). entonces es falsa. Ciertamenie, es falsa' tan pronto comorr. quiera soste-ner q...g: aplicable u-"* u.pii" g;*;;;,rrcresanres fenómenos. (Uno^ puede ,l.rnfi" iátu".-"". ñ-¡uitt.sis,neg.aldo- qu. t..rir- intencíón á.-á"pii.u.l" a un casol,¡rrricular falsado. Sin embargo, ,unq,r" ;:;;;rro esrá per_r¡rirido -la ley de.Boyle no"p;";;;;;Jei'-apticada a attasrcrlr)eraturas y presiones- si uno abusa de él'se ve expues_rrr rr ¡s¡sr que renunciat a toda aplicación que tenga inte_rt:s para la vida real.)

Así. pot ejemplo, como sabemos, Alexander ha concebido

'r;rrdes dudas sobre Ia eficacia d. í. ;.il;;ió" fr;ilñ;;;;

l, l:,ll1:1?^o ::1',-! l-rexander t .ih"'.;;; I ez ). sugiere qu cr,r ('v¡oencta empirlca no ¿poya la_ afirmación emitida"por t'ri_.,r'rs v Hare de que Ia .elección f.rniliu, tr¡i"'riá" "i"-p.ir-ti¡r:rl fuerza evolutiva

"n U á.tárÁ¡nüó;ll i", proporcio-r*s de sexos en muchas especies d. ;J;; i.rrá.ro, sociales.f;1¡, me parece a mí, es exponer una teoúa a una cont¡as-r:rcrón, no menos que si conóluimos qu. t, Éy a. S*ll-;;

rJ

falsada después <lc aplicarla al es¡rato de Islandia. Además,vale la pena tomar nota de quc los propios sociobiólogosparecen estar ¿rbiertos a la pcrsuasión por evidenci¿r conra-ria. rX/ilson, por ejemplo, quedó inicialmente muv impresio-nado por los resultados de Trivers y Hare; pero ahora, a laluz de 1as críticas de Alexander,. ha atemperado considerable-mente su entusiasmo (Oster y \X/ilson, 1978).

Situaciones lógicas en buena medida idénticas con respec-to a la selección familiar parecen obtenerse en el mundo hu-mano. Alexander, por ejemplo, sugiere que, cuando la pater-nidad está en duda, podríarnos esperar razonablemente palrtasde cuidado del hijo en los hermanos de la madre.

... mientras los hcrmanos y hcrmanas adultos tiendcn apermanecer en una proximidad social suficiente pa¡a quelos hombres estén dispucstos a cuidar de la prole de sushermanas, puede predecirse a 1o largo de la sociedad unabaja general de la fiabilidad de la paternidad, por ¡azonesde selección familiar, para dejar paso a lo largo de la sociedad a una prominencia, o institucionalización, del herma-no de la madre como macho apropiado para dispensar elbeneficio paterno (Alexander, 1917, páe. 11).

Alexander'sostiene que, clc hecho, sus predicciones resultanser ciertas; pero si esto no quiere decir que se asume uncompronriso epistemológico, yo no sé qué ,¡s. Si los hcchosrelativos aI cuidado del hermano de la madre fuerande otro modo, o se probara que son de otro modo tras uncuidadoso examen, entonces la posición de Alexander esta-ría falsada. Yo añadiría, incidentaimente, que con respecto aesta cuestión dc la selección farniliar humana, no estoy se-

guro de hasta qué punto habría que tolrar en serio el cz'.rgo

de la infalsabilidad, pues, corno en seguida \¡eremos, Sahlinspiensa que hav una buen¿t evidencia para probar que esfal sa.

Exactamente las mismas cousideraciones que se acaban dehacer acerca de la selección familiar parecen valer para elaltruismo recíproco. Si un organismo da algo y se lo da a oroque no seá pariente suyo, no habiendo además ganancia'alguna,sólo pérdida, entonces las tesis que afirman que el alruismorecíproco es un mecanismo efectivo son faisadas

-y esto vale

para el ámbito animal y pala el ¿ímbito humano. Y 1o mismocabe decir de la relación entte los varios mecanismos selec-tivos. Alexander (1975) sostiene que la selección {amiliar yel alüuismo recíproco deberían cuaclrar, y de hecho cuadran,

1,70

con l¡s'rlivisioncs antropológicas dc la reciprociclad ctccruadas por S¿rhlílrs. Si no cuadrr¡ran, tendríamos una falsaciól:sustantiva.

I-os cargos particulares de lc¡s c¡íticos parecen, por tanto,no tcncr mucha fuerzr. Pe¡o todavía no podemos sentirnoscómodos. De alguna nane¡a, se.podría argumentar que iossociobiólogos se han apresu¡ado excesivamente a ver ventajasadaptativas en todo comportamiento, particlrlarmente en todo el con-rportamiento humano. ()uizá havan dado aquí unpaso que les aproxima a la infalsabilidad. En realidad, y<rhe contestado Va a esta acus¿ción

-collo los evolucionistas

ortocloxos, los sociobiólogos están obligados a buscar venta-jas adaptativas. Y lo que uno cspera es. precisanrente, qu,,así lo hagan. Podría señalarse, sin embargo, que, de hecho,al igual que otros evolucionistas v contra¡iamente a 1o qu:los críticos afirman, ios sociobiólogos no insisten absolut¿r-nrente en que todo conrportamiento, ni siquiera todo el con.r-portamiento humano que está bajo el conrol de los genes,hava de tener beneficios adaptativos inmediatos. Recordc-mos, por ejemplo, que un mecanisrno sugerido para el conr-portamiento humano homosexual fue la aptitud heterocigri.tica ecluilibrada. Aquí se sostuvo abiertamente que, hablan-do biológicamente, la homosexualidad no es una adaptación.Y, nrás generalmente, no parece habet razón para suponefqrre los sociobiólogos se negarían, más que los demás evt,-lucionistas, a aceptar la posibilidad de causa alguna que pu-diera producir características no adaptativas.

Al acercarnos al térn.rino de esta discusión de la falsabi-lidad, lo que yo quisiera concluir es que no se ha logradoestablece r ni un solo argumcnto de peso para demosffrrrque la socióbiología es ráalmente infalsable.'En la mediclaen que es adecuado considerar la falsabilidad como un in-grediente esencial del quehacer científico, 1a sociobiologíapasa la prueba. Y yo podría añadir, además, que las acusa-ciones se han formulado considerando sólo una parte delcorpus sociobiológico, a saber, la que se centra en el altruis-mo. Si se tiene en cuenta el conjunto entero de las afirma-ciones de los sociobiólogos, el margen de falsación se en-sancha. Considérese, por ejemplo, la explicación sociobioló-gica de los tabúes humanos del incesto, a saber, que talestabúes han sido forjados por la selección porque la procrea-ción enre parientes cercanos tiene efectos perjudiciales. Su-póngase que los anffopó1ogos encuent¡an que ciertas tribus,a pesa¡ de las temibles consecuencias genéticas que pueda

i

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771

r

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tener, p¡actican abierta ¡,' dcliberadamente e I incesto dcgeneración en generación

-y que hasta consideran como

parias a los que no se han cruzado con parientes cercanos.Supóngase, también, que los a¡tropólogos encuentran queesas tribus han alterado las formas usuales de los pattonesde apareamiento sin ninguna razón poderosa (y que, portanto, no hay cuestión de cambio de genes). La tesis socio-biológica de que los tabúes del incestn tienen un origen ge-nético y no sólo cultural hubiera sido, obviamente, falsada.Tampoco aquí, como en los casos antes discutidos, deja deser la sociobiología una ciencir gerrtrinr.

6.6. ¿Es ra socroBlot-ocÍ¡ uuir¡aNa r,ars.r?Er onrcr,N y CAÍDA or:l Isr¡u

Y llego a la última serie de críticas que se han dirigidocontra la sociobiología, especialmente contra la sociobiologíahumana. Los críticos, tanto los del grupo de Boston comoSahlins, dicen que la sociobiología humana es falsa. Deboconfesar que, si se da por válida la crítica anterior, me pa-rece que ésta, hasta cierto punto, sobra. Si la sociobiologíafuese infalsable, yo no me sentiría obiigado a decir que pu-diera mostrarse que es falsa. Lewontin (1977) ha sugeridoque no hay nada de extraño aquí. Uno puede pensar dealgo que es ontológicamente ve¡dadero o falso, y no obs-tante, epistemológicamente, infalsable. Sin embargo, aun cuan-do esto puede ser cierto de los enunciados metafísicos oreligiosos

-puede ser falso, y no obstante ínfalsable, que

Dios es amor- yo no estov seguro, sin embalgo, de que esosirva para la ciencia. Si, corno señalan los críticos,la sociobio-logía es infalsable en el sentido de ser inmune a los ataquesde la contra-evidencia empírica, entonces esos c¡íticos notienen derecho a da¡ un giro en redondo y ofrecer evidenciaempírica de por qué la sociobiología es falsa. Pe¡o no im-porta: como hen.ros visto, la sociobiología no es infalsable enun sentido que sea perturbador. Por tanto, podemos pasara Ia siguiente cuestión: ¿es falsa? Considerembs primero losa¡gumentos de los críticos de Boston, )' volvamos luego alos de Sahlins.

Continuando su acusación de infalsabilidad, los críticos delgrupo <Ciencia para e1 Pueblo> argumentan como sigue:<<Existe, sin embargo, una posibilidad de conrastar rales hi-pótesis Isociobiológicas], cuando hacen predicciones específi

1t-2

cas cuantitatiltas acetca de cálculos de canrbio de caracttres enun tiempo y acerca del grado de diferenciación entre pobla-ciones de especies>> (Allen er al., 1977, pág. 27). En particu-lar, sostienen los críticos, si la sociobiología es en algún sen-tido verdader¿, entonces (restringiendo nuestra ateñción almundo humano) deberíamos encontrar que los principalescambios cultu¡ales van acompañados de (puesto que son fun-ción de) cambios genéticos significativos. AdemTs, debería-lnos encontrar diferencias genéticas significativas enrre po-blaciones, reflelando a su vez (v causando) importantcs rlife-lencias culturales.

Sin embargo, continúan argumentando los críticos, esas dosimplicaciones resultan ser falsas. En lo c¡ue concierne a ladirnensión temporal, es significativo que grandes cambioscr¡lturales puedan ocurrir y ocurran en peri,odos de tiempodemasiado cortos para que dichos cambios hayan sido cau-sados por cambíos genéticos, al menos por iambios talescomo los que permite la teoría ortodoxa de la genética depoblaciones. Así, por ejemplo, el surgimienro y la caída delIslam duraron menos de treinta generaciones,

-de modo que

tan masivo cataciism<¡ no pudo haber sido directamente pro-vocado por-los genes. Similarme¡rre, habiando en el presenre,pero considerando los hechos a través del espacio, encon-tramos que no existe entre poblaciones la variación genéticarequerida para explicar las vasras diferencias culrurales. y secitan los hallazgos de Lervontin, según los cuales el 85 por 100de la variación genética humana ie da dentro de las pobla-ciones, y sólo el 8 por 100 enue naciones y el 7 poi tOOentre las principales razas (Allen et al., 19i7, pág.'2g).

¿Qué pueden responder los sociobiólogos a- aiusacionescomo. ésras, y_ c.on qué efectividad? parecé habe¡ dos tiposposibles de réplica. Primero, puede ser, y ciertamente éstáadmitido, que la mayoría de los cambios' y diferencias cul-turales no son esencialmenre función de ios genes. Clata-mente la índole cultural (esto es, no genética) ?el caso delIslam no puede ser, ni lo es, de hecho, negada (llilson, 1976).Pero, ¿no es esto salvar a la sociobiologá a costa de.vaciar_la de contenido? Ciertamente, la sola éoncesión de que unproceso como el surgimiento y la caida del Islam no fueen ningún.senrido gené¡1c9. muesrra que, en ciertos aspec_tos, las tesis de la sociobiología humana tienen severos limites._ No obstante, los sociobiólogos, y \X/ilson en parricular,plobablemente argumenrarían que, al menos coniiderándo.los en su dist¡ibución en el espacio, los genes bien podrían

t,I

I

L7J

influir en diferencias culturales, por ligeros que sean los por-centajes reales <le dife¡encias. Y sin duda, en un punto comoéste, \X/ilson invocaría su .,efecto multiplicador> sugirien-do que pequeñas diferencias en el nivel del genotipo puedendesencadenar grandes diferencias en el nivel del fenotipo, plrr-ticularmente en lo que concierne al comportamiento.

Como puede imaginarse, una respuesta semeiante no en-cuentra demasiado favo¡ entre los críticos. E,stos opinan qu--el remedio propuesto por \Wilson es peor que la enferme-dad que pretendía curar, pues para eludir el riesgo de lafalsedad se precipita de bruces en el pozo de lo infalsable.El efecto multiplicador, y otro efecto destinado a salvar lafachada que los c¡íticos ven en el trabajo de rWilson, el<<efecto umbral)>, de acrrerdo con el cual los organismos hande alcanzar cierto nivel cle complelidad para que el efectomultiplicador pueda ser operativo, <<son puras invenciones deconveniencia sin ninquna evidencia que las respalde. Ellashan sido creadas con una imaginación de fábula para taperel último resquicio por el que prrdiera la teoría haber sido con-trastada con el mundo real> (Allen ct al., 1977. págs.29-30\.

¿Es justa la censura de los críticos? ¿Tiene razón Wilsonal recurri¡ al efecto multiplicador en su defensa? Por miparte, debo confesar que si toda la sociobiología descansaraen eso, me sentiría algo incómodo. No cabe duda que algoparecido al efecto multiplicaclor puede darse. Nos consta per'fectamente que cosas pequeñns pueden provocar cosas gr¿rn-

des. Recuórdese la historia del pobre rey Ricatdo III.

Por falta clc r¡n clavo la hcrradura se perdió.Por falta de una herraclura el caballo se perdió.Por falta de un caballo el jinetc se perdió.Pc.r falta dc un jinete \a batalla se perdió.Pc;r falta de una batalla el reino se perdió.Y todo por falta de un clavo de herradura.

Por lo demás parece plausible sugerir que el comportamien'to se caracterizaría fuente al fenotipo como el elemento quemás drásticamente poclría ser alte¡ado por mínimos can:bios genéticos. Y tampoco parece realmente que el efec-to multiplicador sea del todo infalsable. Seguramente se

podría comprobar, al menos en otros organismos, y si elresultado fuese totalmente adverso, se tendría un argumentoen conra de la tesis de su gran relevancia para los huma-nos. Supóngase, por ejemplo, que en los ratones, pequeños

174

canrbios genéticos tu.",ieran l)oco o ningún efecto comporta-mcntal; esto podría contarse como una prueba rn contra dela vcrdad generirl del efecro -1,ir;pli;5;.l,ero, tras esras breves consideraciones a f,rvor del efectomultiplicador . fuerza conceder, ;; -;rnb;.g.,

que los aleea-ros de Wilson al rt a n t o d d ¿o,. r_,i r,, 5f i."j;,fi J;:.ilj"¿. ?"

jíTi::J:, J:aporta .\ü7ilso_n para. estableccr. f u ;,.np"rirn.*

.d.'.r.'lfelücs mínima: lo ha introdu.id".,ólo'iá.0'LIral.- p-U1.."r.Desde luego, es cierro que \üZils.n s,Jgi.."'qu. dicho efectopoclría ser import,rnre .n lo., UrUr¡"."r,

'." los que se danclos variedad.. .o., patrones de comportamiento drástica_mente diferentes (cuyas.car-ll-s: presumitlemenre, sou genéti

;n'ilÍ: il!,,i:li:'l'::)' i!üiis;;' t';\^"" pes ii i biiar.,.n.i^;;;;;;,ffi:::T"n:xin,,xl',,,T'il.j,:,,T. jj,\\/jlson no piueba ..ut-"nr"''r,i. ;i;;rJ;"r, pues no se.-'frece evidencia real.algun, d;"q;;'i.r"ürrrri"o, guardencsrrecha relación genéticá. E"-árJr'""]rSIflos argumento,,r.'io, .riii..r' o"#r"il"J# r#t"¿,J;:r#::res como ellos Darecen.r... qú" lo son, rü-'ar..."n, ni mu-il"_^.:^T:, de peso. to .o.ioüio'iogjr"i.,i¿ií q.e recorrer unrargo camrno para salir equí de ,óu..r..

t ero esto me trae ahora Ia segunda réplica que los socio_l.iólogos pueden hacer cuando ;füilr;';e falsedad. pue_den alegar que. en irr e; :;l;iü ü;:.# ;f.':: #:"l""'ffi.;L' i: ;l':1:ffi .,1:gía. Mucho di lo o".;;;;.;';;i".;;ñ,1#i{;i"'Tfiojif ';:',.u,1'l!"i,"1.*'TJ:::r:l: dentro de tas pobtacionJri";';;';_Lii"'*. rüt::^:": se repite. de población

"n pobtá.i0"-trnto .., "l .r-pacro como en el tiempo.,En oras^paüUrur, ,.¡ulrr Ia faka"*^jl"i:.tls

entre poblaciones nó ., Áur relevante. Sesupone que tanto las sociedades sin- escritum io¡no las indus_Ii:I:'::-""anzadas practican

"i ;t,;;i;.il;.'.ipr*o por lasmrsmas razones. tr. ":b,1:i""", d.l uniijuo,'ir"¿¡o ;-il:vo Islarn comparren lás mismos_ genes y cLrtás patrones bá_srcos de comporramiento, u nudu'á" lJ q* I;, críticos hanrlicho prueba otra cosa.En lo que concierne a los críticos de Boston, esta réplicaparece ran justificada co.mo adecua¿r. Vá"ói""iera subra;,arque por el momento nada. se h, di;ñ; ;r#;" si la socio-biología humana

", u"rd".J.rr. e1"nr;r.t"'i,-Lrt¡oo es quese ha dicho algo acerca de si L üi.uiálü humana cs

t75

falsa. Y la respuesta es que apelando a fenómenos tales como

.t' ,,r.ni*i.nto v la caíd'a dei Itlat nada se dice acerca de

irr -.o--"n.t

caiacterísticas enffe los seres humanos'

6.7. ¿Es rerse LA socIoBIoLoGÍA HUMANA?

Er- pnonl-BlrlA DE LAS HIJAS

Y es en este punto cuando vuelve a aparecer Sahlins' A su

iuicio. hav datoi antropológicos básicos que muestran qYt !9i.r'ijt"ríi.*;;i";;, signif%ativas emitiáas por los sociobió-

to*.-r."r., de las co"nstantes, genéticamente, causadas' del

.á'-port-u--l.nto humano ton .ompletumente falsas' Al menos'

á;¡ó d" resringe su análisis a'los pretendidos efectos de

tu i.l"i.¡¿n famifiar, se siente ,apaz Áe sostener la tesis de

;;;--;;; hav un solo sistema he matrimonio, residencia

J"rrtátir"i,-á rganización familiar, relaciones interp-ersonales

á;';;;;;;.",'o d.scendencia comítn en las sociedades hu-

-un"s q.t. no hayan rcalizado un cálculo de relaciones y ac-

;i;;-;.;l;i difereáte del indicado por los principios de- la se-

i"..i¿" ]^-itiar> (Sahlins, 1976, fág' 26). En oras palabras,

Sahlins niega que los sociobiólogos puedan afirmar que so-

.i.¿u¿.t diierent.s muestran similares patrones de compor-

tamiento genéticamente causados'

;Cómo"trata Sahlins de establecer su tesis? Pri¡cipalmen-

,"'.ittii.tr"á. el destino de las hilas' A pesar de que los

iii"r i." seneralmente estimados y tienen asegurado el porve-

;i;";;X;h;; sociedades las hiias se, casan fuera de \a fa'

.iíi, i.,-.¿iuta. Esto, cree Sahlin's, viola ia selección familiar'

;;rque el indivicluo áebería estar tan interesado por los hiios

.o-L po, las hiias y, ciertamente, no debería traer mujeres

extrañas (es decír, e.sposas) y cuidar de ellas más que de las

hembras de su propia sangre. He aquí sus palabras:

Tomemos una regla común tal como la, -residencia pa-

,.ii;;i.'.;; ,,tr' .uü-i..tio fuera de la aldea'. Por regla

H;;i: L*';H;;;¿oi vivirán en la casa del padre del

;'#.''";;;t;;d"' uti-unu familia más extensa integrada

.,.r Jt io-br., srt muier, sus hijos casados con sus espo-

i". "'"ii¡Á"Jl" f".niu áe lamilia'hallada aproximadamente""; i"'^'i;".iá. roó ¿. las sociedades del mundo, Mur-

¿..t. fór'zi Por la nrisma regla. la aldca local -o pG

dria ser una banda de cazadores en un terrltorlo- com-

it.i¿.^rt.irt-á. "r., {amilias cuyas cabezas visibles son

L¡sualmente lrcrriranos o hijos de hermanos. Un joven va-rón se encontnrá de este modo en colaboración con pri-mos de primer grado G:1/8) o de grado mayor (r:l/32,l/64, etc.), tíos (FB, r:lla), muy posiblemente tíos abuelos{FFB, r:1/8). Si se practica Ja poligamia habrá incluso pa-rientes distantes dentro de la familia (por eiemplo, FI/2B.5,r:1/16).I{ientras tanto, la hermana G:l/2) del mismo jo-

'¡en se irá a vivir con su marido, tras e1 matrimonio y criaráa sus hijos G:111) en la casa del último; mientras que lahermana de la madre (r:l/a) habrá ¡esidido probablementesiempre en otro lugar, al igual que la tia paterna (r:l/4)desde que se casó. Cuando alcance la madurez, nuestro joven perderá similarmente a su hija (r:1/2) y a los hijosde ésta (r:1/4), así como todas las demás muieres quenazcan dent¡o de su propio grupo familiat extendido, aun-que él retendrá a su hijo, al hijo de su hijo y a todos 1osmachos nacidos en el grupo. Por tanto, desde el momentoen que un hombre favorece a los hombres de su grupoque son parientes de sangre, Ios discrimina frente a quie-nes siendo parientes de igual o más ce¡cano grado eitánfuera de él (Sahlins, 1976).

Aquí, cree Sal-rlins, entramos en una palmaria contradiccióncon las implicaciones de la selección familiar. Po¡ ranro, esteejemplo muestra que la selección familiar que actúa sobrelos. humanos -no puede ser un factor significativo (o no sig-nificativo); al menos, si se tiene.n crrenta el fenómeno tÁcomún.de las hijas que abandonan el hogar después del ma-tIlmOnto.

Por añadidura, Sahlins cree que nuchos ouos hechos an-tropológicos muest¡an la falsedad de la sociobiología, en \amedida en que ésta se centra en la selección familiar. Porejemplo, en Tahití se esrableció la práctica de adoprar el hijode,una,persona que uno hubiera matado en guerra, a pesardel hecho de que, dada la difundida práctica del infantiéidio,podría haber destuido uno o más de sus propios hiios(ibíd., pág. 49). Y más generalmente para los humanos, Sah-lins cree que toda la hipótesis de la selección familiar seviene abal'o, ya que hay muchísimas personas que no tienenidea de las complicadas fracciones que se necesitan paracalcular las varias relaciones familia¡es y porque además haymucha gente qrie tiene una noción completamente erróneaacerca del verdádero parenresco biológico. <<Para los biólogos,el coeficiente de relación enre los hermanos, primos primeros y primos segundos pasa de l12 a 1/8, y a lf 32, res-

I

[^

176 177

rf. 7pcctivamente, en conparación con el de los rangiroanos 1,2,3.Este último experimentaría, así, cierta dificultad para calcularlas cifras del álgebra egotística de la selección familiar postula-da como una lógica social general por los prtnerosr, (ibíd.,página 44). Ciertamente, la ignorancia humana en materia def¡acciones representa <<un serio defecto en la teoría de laselección familiar> (ibíd., pág. 45).

Desgraciadamente, aunque las objeciones de Sahlins tienenuna inicial plausibilidad, un ligero esfue¡zo de reflexiónmuestra que no son tan devastadoras como él cree que son.Primero: es ciertamente lamentable que, Sahlins, delibera-damente, se haya resringido a la selección farniliar, igno-rando el altruismo recíproco v la manipulación paterna. Sino hubiera circunscrito el ámbito de sus consideraciones, po-dría haberse percatado de cuán fácilmente se ajusta su ejem-plo de Tahití al paradigma sociobiológico. Por una parte, elaltruismo recíproco explica la adopción de los hijos del ene-migo: si estoy dispuesto a hacer esto por ti. entorices túestarás dispuesto a hacerlo por mí. Po¡ otra parte, la rnani-pulación paterna explica el infanticidio. Como el propioSahlins admite: <De hecho, una de las razones del infantici-dio tahitiano y hawaiano, especialmente ente jefes y otraspersonas importantes, parece ser un resultado indirecto delas ventajas sociales y reproductivas adjudicadas a un niño a

expensas de sus hermanos> (ibíd., pág. 48). Los sociobiólogosno podrían decir nada más favorable en apoyo de sus tesis.

Segundo: incluso de uno de los mecanismos que discute,Sahlins muestra un desconocimiento casi descarado. Comoantes subrayó, al considerar por vez primera este tipo de ob-jeción, no es necesario que se efectúen estimaciones plená-mente conscientes y exactas de los iazós de sangre para queopere la selección familiar. Tales estimaciones no son efectua-das por los hímenópteros. Por txnto, tampoco son necesariasen el caso del homo sap¡ens. La selección familiar humanapuede ser falsa; pero el que los pueblos sin esc¡itura no se-

pan ftacciones no es una prueba de ello. Como Alexanderescribe: <(... no es necesario, para la maximización de la ap-titud inclusiva, saber quiénes son los familiares de uno, sinosólo comportarse como si uno lo supiera> (Alexander, 1977,página 12; los subrayados son suvos).

Tercero, y quizá esto sea 1o más importante, todo el ar-gumento de Sahlins basado en la residencia patilocal se

viene abajo por haberse éste olvidado de la sexualidad. Si

178

los seres humanos se reprociu jcse n asexualmcnte, entoncespudiera esperarse que los padrés se o..,p^rur-, tan stjlo de sínrsmos; pero, por supuesto, Ios humanos no se reproducenpor gemación. Los humrnos rer¡rieren pareja 1, ,d.mas una¡,'areja con la que no .rt.n

".t..ihn.n.n,é ..pur.ntados. cier-lirmcnte. argumentan los sociohiólogos, es ,on i_por,rnt" qr.ll: ,O,1"irr

no esrén genéticamentJ..prr."ira;, q;. 1"1;_rcccron ha modulado nuesÍas emociones <Je tal modo queinstintivamente nos aparramos,de lo "ndogrmiu. no, irrito,csrá en el propio inteiés reproductivo ¿. ,ri in¿iuid,ro .i Ln]contrar compañero o compañera para el apareamiento y Ia

).'11.,.n _-Tún co¡ 9uien. no ," ,éngrn lrr¿r;;";r-;.;.'r.;;v esra en.er p¡opro interés reproductivo de un individuo ei(tue sus .hijos encuentren un compañcro o compañera para elapareamiento v la vida .n .ornún .on qrri.n no se tenganlazos de parenierco.Si es así, muv

^bien. pero ahora tomemos el argumentoun poco más ailá..Supongamos que ¡ro (macho o t..1."i."

:,i.?^: j:.1g:.a mi cónvuge . ca.a. Supóngase que mis hijos,1..19t

qu..m¡ conyuge. v vo hemos cuídado. haóen lo mismo,v asl suceslvamente. Yo esto1, mi¡ando ciertamente por miipropios inre¡eses uenéticos; p..ro "o, ,i .Oiyug", mis des_cendienrcs inmedia"tos y ,,,, .'.ónyug., .ár"."r' lo, que carga-mos con todo el trabajo. Mientras"tan,o, un, seri; de- ;:;sonas, que también rienen un inrerés biolJgi.o dir..to.

"nmis deseendienres. a saber, los p"dr;; J;";?' .Ony.rg. y á;los cónyr.rges de mis hijos, no il;;lii.ni; nada. La se-ic.cción.familiar, juntamént'e quizá.árr r".'áár¡s de alruis-mo recíproco, _zugiere que esr; situación ¿eberia .q"ilib;;;;cuanto: anres. Yo me cuida¡é.de la mitad de mis Éi;", y á"sus, cónyuges v otros se cuida¡án de l, oim mitad de misruJos v cle su.s. conyuges _y Io harán porque está en suslnrercses genéticos directos

'el haccrlo ásí y porque si nocuidan de los hiios de otros, orros no cuidarán'de j;;;y;.

(El mismo Sahlins habla. del rno¿á .n ir. .ii"r.r.ambio dehijos .ayuda a formar alianzas, .. a..ii ¿;" .ómo el cuidadode hijos de_o*os, es una pi"lu .lu* d.llr-"oir:.r¿o, ¿" ul_truismo recíproco).

.^J,":":: ry: :,1i!., que la esrrucrura básica descrita porJanlrns no constltuve un problema. real para la sociobiología.Permírasenos, .o-[l.tu, ia historia. if"i-q"¿ habría quere_servarse a los hijos y ofrecer,úni.r-'.rrt" a'las hijasl Bi:e-no, para comenzar eso no es del todo cierto. Las H;u, *ncuidadas y apreciadas hasta que se casan, y cuando lo hacen

t79

se van con una dote. Pero hay una posible razón de porqué se deja ir a las hijas y no a los hijos. Esto deriva de lasdiferencias reproductivas entre machos y hembras. Las hem-bras tienen una probabilidad mucho mayor de quedarse em-baruzadas y tener descendencia que los machos (Trivers yWillard, 1974). Los machos tienen que competir por lashembras. Esto quiere decir que los padres pueden deiarque se vayan las hembras porque es casi cierto que queda-rán embanzadas y así les asegurarán una cantidad de des-cendientes. En carnbio, a. los machos tienen que ayudarlestodo lo posible

-por eiemplo, ofreciéndoles posesiones fa-

milia¡es-, pues en caso contrario no se casarían y no ten-drían descendencia. (Como se ha mencionado, quizá la dotecompense este desequilibrio.) Consecuentemente tenemos quelos machos se quedan en casa y traen esposas. Así las pre-dicciones sociobiológicas y los hallazgos antropológicos coin-ciden. El intento de Sahlins de falsar la sociobiología vuelvea fallar. No se ha demost¡ado, por ranro, que esta disciplinasea falsa (véase Hartung, 1976\.

6.8. Coucr"usrór¡

Pero ¿es esto cierto? Aquí y en el capítulo anterior, mehe esfotzado por defender a la sociobiología, incluyendo lasociobiología humana, de los varios ataques que le vienen defuera y de los varios excesos que le nacen de dentro. Segu-ramente que algunos lectores deberán estar ahora convenci-dos que mi compromiso con la sociobiología es absoluto, yque estoy tan entusiasmado por ella como el más ardientede sus cultivadores. Esta irnpresión, sin ernba¡go, no es deltodo acertada. Mi parecer es qLre la sociobiología, que con-fieso que me parece fascinante, no ha sido bien expuesta.Creo que muchas de las acusaciones dirigidas contra ellahan sido bastante parciales, aunque no puede negarse quealgunos sociobiólogos se han exptesado con suma torpeza.Emiten confiadamente juicios y dictámenes sobre cosas quecono€en muy poco, y. al igual- que míster Micawber, parecencreer que su conocimiento de los problemas es suficiente paraque éstos se desvanezcan. Mi propósito, por tanto, ha sidosimplemente dar a la sociobiología, incluyendo la sociobiolo-gla humana, una oportunidad: ni asesinarla con mis críticasni ensalzalJa antes de que ella h^y^ tt^t^do realmente de

180

lx|ncrse en caminos. Pefo como. es de suponer, se impone,rrnfeccionar un informe u..r.u .1.-rur-;..ó;;;r. ¿Hay algu_nrr ve¡dad en la sociobiolggi¡t y, más'coicretamente, ¿hay,rlgo de verdad en la sociobiát"gií'h;rr;J'i?..itur... '.rol_vcr a considerar estas cucstion;s .n .l .upiirlo siguiente.

" D. "uid .Hull (197g) ha comparado acerrad¿

es t ado d e r, -.iiiiíái"el"

.h ;;; ;; ;;r ñff ft",:."rÍ.,tlT:TIe han dirieido. a lr,ieoría-ü'ñ'Áffü;después de que se, publicara El origen ae Ms especier.

l

181

l,f¿

7

La evidencia positiva

Para abordar el problema de la evidencia positiva enre.lación con la sociobiología humana podría ser convenienteconsiderar una o dos páginas del libro de Charles Darwin.Cuando se le preguntaba por qué alguien debería aceptarsu teoría de la evolución por medio de la selección natural,Darwin acostumbraba a responder que había tres razones.En primer lugar, estaba lo que se podría denominar la evi-dencia directa extraida de la lucha por la vida y la indu-dable variación en el estado salvaje. En segundo lugar, es-taba la evidencia analógica, suministrada por 1a seleccién attificial. Y en tercer lugar, estaba la evidencia indirecta, sa-cada del modo en que podría ser aplicada la teoría a muchas¿íreas de interés biológico. <<En efecto, la creencia en la se-lección natural en el momento presente ha de funda¡se to-talmente en consideraciones generales. (i) En que es vna ueracausa extr^ída de la lucha por la existencia; y el hecho geo-lógico cierto de que las especies de alguná manera cam-bian. (2) A partir de la analogía del cambio bajo la domesti-cación por.virtud de la selección humana. (l) y principal-rnente porque esta concepción pone en conexión bajo unpunto de vista inteligente a una multitud de hechos>'(Dar-win, 1887, 3, pá5. 325. Yéase también Ruse, 1975).

- Ahora, bien, sin ser artificialmente rígidos, veamos a dón-de nos lleva esta triple división en el iaso de la sociobiolo-gía. Entiendo que¡-el problema que se discute es el de sabercn qué medida el comportamiento humano, en especial elcomportamiento social, es esencialmente una función de los

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, rl¡

181

-

I ' - --r ^..:--- r-¡i¡¡genes, con lo cual quiere decirse' que el comportaml€nto sc

manifestará en medios ambientes ntrmales siñ necesidad de

,rn "p,.'iái'i;

;tt;i' tg'-tul-""tt cleo. que. el rival -á: ,tTportanti ;;; n u "*pli'n'"io"'*' "^l::luti:' i'l' ;::l ::".lff l-porLa'Lc uc uua '^""'--';i;;u ttut" ?e explicación "cultu-to social humano sería

r¡" á1t"¿.-.. ,equ.,iriu "Ígún ripo muy .definido

de apren-

dizaie inicial. Como' t"gJ; yu h"-ot uitto' las caracterís-

i¿?J".;;ffi;';;';"á;:-a í^ r^'s^ producto ranto de los

;;;.".il;;I-Áedio ambiente, átaÁ dos explicaciones no

son necesariamente tan opuestas como Parece,seguirse y: ti!l-;;;;, examinaremos Caros en los que pudieran concurrlr.

t||

t,at

ilsectos es algo que responde a presiones selectivas (es de-

cir, que se puedé inteniificar o cambiar mediante la selec-

ción). Esto és algo que se podría esperar y comptender porrntero si el comportamiento fuese una función de los genes

¡rero sería inexplicable si el con-rportamiento fuera un fenó-rneno aprendido. En otras palabras, tenemos aquí la opor-runidad de realizar pruebas o conmastaciones directas de lashases genéticas del comportamiento (social) de los insectos.

Quizá, para reforzar este punto, sea meior referirse aquír la autoridad de Lewontin. (Cito aquí a Lewontin porquecs una autoridad; no porque esto sea objeto de controversia.)É.1 escribe: <<Supongamos que se practica la selección artifi-cial en una población y sucede que se logra cambiar, de unrnodo hereditario. la distribución fenotípica de la población.Entonces se sigue qr-re, de enuada, debe haber cantidades notrir,'iales de variación genética para ese carácter en la pobla-ción... Incluso alrnque el éxito cn la selección no nosriiga todo lo que necesitamos saber sobre la variación ge-

r-rética, demuestra que la vatiación genética estaba presentepara ser seleccionada,, (Lervontin, 1974, pág. 87).

Es suficiente sobre este punto general. Pasemos ahon a laDrosophila. Aunque no son insectos sociales, en el sentidoCe pertenecer a castas o cosas similares, al igual que todoslos animales muestran un comportanriento social, y encon-tralnos que este comportamiento responde a la selección.

7.I. L¡ ¡vrpr'xcrl DIREcTA' Pnonr-ruasor coNtn,lst¡cróN

Por 'evidencia directa' de la verdad de la sociobiología

humanaenesteContexto,quierodecir.laevidenciaquepo.Iiá "¡r..*tte

del contról genético del comportamiento so-

Ii"i oo.-."r"rencia inmediat"a a humanos y 1 experimentos

'"il"ñ;;""t. Ñ;;t Jiir.ii observar, desgraói adamente', que la

ili;ilt¿;-;; tal evidencia directa -áun suponiendo que

exista- se ve dificulttá;'p.t ;; serie de próblemas' Para

esclarecer este punto, consideremos por-un momento un caso

;;lÑ; áe récolec.ión de evidencia directa de un compor-

ii#i.#; t*i"i"g""Jii**.ntt tottttolado en un grupo de

;;;;i;;"t inferóres, como' por eiemplo' los insectos'

Obviamente, una gran páit" d"i to-port'*i"ttto del in-

.".;;;-;;"i.,iá" í-t"tit'tl de sus génes: ciertamente si

il;#;"i.'.i-."ttt"r-át 1o' gtt"'' e's-difícil imaginar de

""¿-"i, clsa podría ser una f"unción' Paraáigmáticamente'

i* i"*.,* t..iul"t-l".t"an un comportamiento social muy

.á.pi.iá ti" necesidad de ningún ap.rendizaie: esto es ln-

dudáblémenr. <,genéticot en el sentido arriba exPuesto'.es

;ñ, ^;;;; p?. los g"n"t v desarrollado sin ningún tipo

i"'itifr".*ir" d'"i--.di8 umbíentt (Wílson' .197I\' Sin em-

;;.;;:';;;e .ludo que alguien pudiera seriamente. discutir

li íuí"rutéu genética-de gran parte del comportamrento so-

cial de los insectos, fáa?iu tiU"tgarse una- pequeña duda

acerca de un argumento q"t p^teit depender tanto de laá"r.n.i" de hipétesis rivales' Pero, para .atenuar estos te-

"i.i.tl1"itr. Ét." ."iá""ti" claraÁente directa de que . ol

";;;;.t;;ro'to.iái-¿. los insectos es una función de los

iI.'JJ';';;il;; ;i h*ü de que el comportamiento en los

184

La selección dc la preferencia en el apareamiento se

puede llevar a cabo petmitiendo el libre apareamientocn una mezcla de dos grupos mutantes ¡t destruyendoluego en cada generación toda progenie híbrida. De estenrodo, por elemplo, Knight, Robertson y 'üTaddington (1956):ambiaron el paüón de apareamiento de los mutantesebony y xestigial de una situación aleatoria a ot¡a en lacual la proporción del apareamiento homogamético al hete-rirgamético era 1,6:1 (Les'ontin, 1971, pág. 90).

Y otros aspectos de la Drosophila cetcanos a las especu-laciones de los sociobiólogos parecen estar sttjetos a selección,por ejemplo, el que la Drosophila se reproduzca sexual o¿sexualmente. Por ello, en conclusión, esctibe Lewontin: <<Pa-

rece no existir un carácter -morfogenético,

comportamental,iisiológico o citológico- que no se pueda seleccionar en laDrosophila... La exraordinaria variedad de posibles res-puestas de la selección sugiere muy seriamente que en las

¡

185

t

t,l¡

Doblaciones naturales existe variación genética relevante para

iJ;;h-;';;;;;;.i Je,arrollo v la fisiolog.ía del organis-

Áá1"r¡li¿.,""iii. r2).'En r",,-'á, los experimentos de se-

leición sugieieñ que' como otras características' el compor-

,árni.",o íocial dl los insectos está genéticamente contro-

lado.^- p;o. ;qué relación tiene todo esto con el- comportamren-

to-*.irl' ir,lmrno? Obviamente, al ttatat de nuestra pro-

"i, "*".i". " deiando de lado el hecho de que la hipótesis

# qt:-;i'.átnpát,r,ni"n,o humano es esencialmente cultu-

i"f á-.p*t¿ido no puede ser descartada o ignorada tan fá'

;;i.;";: ;;;o en el'caso de los insectos, tenemos al menos

á;;';;;bi;; -".i".iul"t'

Primero, se plantea el sencillo

"iá¡É-" de que ^los humanos son seres de relativamente

i;#;;;¿n.'gllo significa que uno (incluso aunque lo qui-

;'i..r)";;;;.á" il"uri fácilmente a cabo experimentos de

r.l.iiiit ,á1.. .o-o los que Lewontin y otros han llevado

a cabo sobre la Drosophila' Incluso aunque uno estuvlera

átÑ.t," a seleccionar 'algo {por elegir .un rasgo. que. no dé

J"Árrirdo lugar a controiersüs) como la capacidad deporti-

;;;;;;¿; íu.io, ..nt.nares de años antes 4t q"9 pudiera

oii*.... alsún resultado significativo' Segundo' existen pro-

blemas .otáI.t. La idea de {orzar deliberadamente progra-

rnm ¿. procreación en la gente se nos antoia espelu.znante'

v"" *¡"" ürti"t,. -"f" siieccionarlos por sus habilidades

á;;;;;t; t;ieccionarlos por algo así como las tendencias

criminales sería francamente horroroso (aunque esto clerta-

á."i.-.*irrúa la imaginación de los devotos a las pe-lícu-

il-Ji i;i.or'-.,iu.r. el"Destripador se encuenra con Made-

leine Smith>).;Cómo entonces tratar de soslayar tanto los pro-blemas

o.¿'.ii".ár"..-o iá, probl"-rs moralés y resolver la dificultad

;;;nos olunt"" el^ hecho de que una gran parte del com-

;;;,;i.ñ; social hu*rno puédt prini t'acie ser explicada

ár.",nlti.-rt.,.o po, la cuit,,ra tó-o pot los genes? Ne-

;.ri;.r algún mtdo de separar el medio ambiente de la

herencia y p^t^ hacerlo es obvio que, lo que necesitamos es

lrnrrrnor'"^la búsqueda de experimentos naturales: es decir'

necesitamos dar con .oru, qr-,i hayan ocurrido en realidad

y que simulen los experimentos que a u,no le hubiera gus-

íu¿o tt¡.t realizado. i)" .rt. modo se reducen tanto las dificultades temporales como las morales' Idealn-rente' supongo'

il G u ,,,.ró l. gustaría sería tener los ptotocolos doncle se

186

lruLriesen tcgistrado programas delibc¡ados de procreación hu-rrer-ia (y, :rsí podría descargar la res¡ronsabilidad en otros).Sin etnbat'go, aun suponiendo que existan, son pocos y dis-pcrsos. Peto hay otros muchos ejernplos pertinentes de ex-pcrinentos naturales. Así, por tomar un ejemplo no-conduc-ti)t¿r, estamos bastante seguros de que el color de la piel.s esencialmente un fenómeno genético más que cultural,i),:r'que sabenros que cualquiera qlle sea el clima en que naz-c.,n. dentLo de cíertos límites, las personas tienen el color dep,cl de sus familiares. De modo sirnilar, pa¡a tomar un ejem-¡rlo conductista, estamos bien ciertos de que el que se ha-bic el inglés en vez del francés es esencialmente no gené-tico, porque el idiorna que uno habla de forma más natural[rirrece S€r virtualmente una función absoluta del medio am-i¡.cnte cn el que uno se desarrolla, y es, específicamente,ir:nción del hecho de que uno esré rodeado de personas queir:iblen inglés o de personas que hablen francés.

Pero aun teniendo en cuenta el necesario tipo de enfoque

'rciecuado, .v denro de amplios límites, las materias comién-zr:n a hacerse más complicadas, particularmente cuando en-11 ¿ln en juego sutilezas del comportamiento. ¿Es un niño unlr,icn.dcportista porque sus padres son buenos deportistas,v todos comparten los mismos genes causantes?, o, ¿es unniño un buen deportista porque los padres son buenós de-yrortistas v los ües comparten el mismo ¡rredio ambiente cau-silnte? En unos pocos casos podemos decir casi definitiva-rlrente que el comportamiento está genéticamente causadol)orque está asociado con irregularidades de los cromosomas1' a menudo

, con rasgos fenotípicos característicos (que no¡rodr'ían ser función de la cultura). El caso mejor conocidocs el síndrome de Down, causado por un cromosoma extta,rlue determina un reffaso mental, así como varios signoáfísicos diferenciados (Bodmer y Cavelli-Sfona, L976). ÉeroI:r mayoría de los casos de comportamiento no suministranun rastro qu,e nos lleve tan fácilmente a sus orígenes. Dudorrrucl.ro que las causas de las habilidades del fut-bolista pelése puedan ver en un microscopio. Aquí, como en otros mu-.hos casos de comportamienro, el dilenra de la distincióncntre el rnedio ambiente y los genes permanece; y Ia únicasalida parece tener lugar mediante el estudio de éxperimen_tos naturales,. que impliquen a personas emparentadás en las(ju-e. por varias razones, genéticas y de medio ambiente, Iainfluencia del aprendizaje se pueda dejar aparte parciai ototalmente.'

I

l'^

r87

Probablemente , los rnás famosos de tales crperimenl<ts tttt

turales se estudian en los llamados <<test de gemclor"(Shields, 1962; Bodr¡er y Cavelli-Sforza, 1976; Varxlt'tr

bery, tól6). Existen dos clases de gem-elos.: gemelos morttt

cigó"úcos que comParten exactamente el mismo genotipo' v

geielos dicigóticoi, que no comparten el mismo genotil)u,y q.r", por consiguiente, tienen lá misma 19!9ión que-ctrulq"i"r p". de her-manos (es decir, 50 por 10O)' Normalncrrt",

".nto. tipos de gemelos crecerán juntos-de niños, lo c'rrrrl

quiere decir'que coÁpartirán el misrno medio ambiente l)ot

ello, si los gemelos rnonocigóticos revelaran un comport¡l

miento más farecido entre si que el de los gemelos dici¡1ti

ticos, se podiía aribuir esta relación de parecido a los gentn

más que al medio ambiente. En otras palabras, aquí, ticrrt'

.rno Éi"rt"-"nte la oportunidad de separar los genes tlclmedio ambiente t. Además, se pueden obviamente (al menon

en teoría) introducir algunos cambios en este modelo básico'

Por eiemplo, si se pudieran enconttar algunos ejemplos <lc

gemelós ..irdo. ,prit", ello nos proporcionaría maneras adi

Iionales de separar los efectos del medio ambiente y los

de los genes-Convéndría añadir c¡uc, aunque las pruebas de los gemc'

los son el mejor modo de distinguir en los humanos lrts

causas ambientales de las genéticas, de hecho uno no puedt'

limitarse exclusivamente al estudio de los gemelos, o in-

cluso al de los hermanos, porqlre padres e hijos están muvrelacionados entre sí. Se puede, por ejemplo, tener la espc-

ranza de separar los efectos de los genes de los del meditrambiente si se tiene información detallada sobre niños quchan sido adoptados. ¿Se parecen tales niños más a sus pa-

dres naturales (es decir, ejercen el control los genes) o se

parecen más a sus padres adoptivos (es decir, eierce el con-

trol el medio ambiente)?Vemos, por consiguiente, qLre los estudios de experirren-

tos naturales humanos nos dan 7a esperanza de averigtrar lasposibles causas genéticas del comportamiento social humano.Ahora debemos volve¡ sobre los resultados.

I Se han hecho objccioltes ¿cerca de todo tipo de estudiocomo éste. Por ejemplo, sc poclría afirmar quc los gemelos monocigóticos tienden a ser tratados rle forma difcrente de 1os ge-

melos dicigóticos. Considctaré al.cunas objcciotle s pertincntes.

188

f:xl,rOS Y RESERVAS

\ ¡r:rrtir del trabajo de Francis Calton (1869), primo dei l¡.rrks Darwin, quier-r investigó si los hombres famosos ten-,lr.u) ¡r tcner relación con otros hombres famosos, se han rea-lr¡rulo muchos estudios de este tipo, y toda clase de aspec-t,r:, rlcl comportamiento humano han sido examinados. Port,r:, rlcl comportamiento humano han sido examinados. Por

' t( nrl')lo, se han llevado a cabo varios estudios sobre la es-,,"trtt[tnniq lo nrác rnm¡". lo lo. .nfe¡m-Ao{." mantalpc¡,rrzofrcnia, la más común de las enfermedades mentales.I t'stos estudios muestran que la esquizofrenia tiene, conlrru) ccrteza, un factor genético significativo. <.Las corela-, rorrcs familiafes son relativamente altas, con una incidencia, rr krs hermanos de los afectados del orden del 12 por 100,rlu(' cs de la misma magnitud en los cogemelos dicigóticos,r))icntras que los cogemelos monocigóticos afectados tienenrrrr:r incidencia de al men<¡s el 40 ó el 50 por 100 (Bodmer yt,:¡velli-Sforza, 1976, pág. 516\. La única explicación t^zona-l,lt' dc estos descubrimientos es que la correlación, bastanterrris alta, en los monocígóticos está causada por su identi-,J:rd senétic¿ (aunque dado que la correlación no es perfecta,r s claro que Ia esquizofrenia tiene también algunos compo-rrcntes causales del medio ambiente).

Con similitud a la esquizofrer-ria, la segunda perturbaciónnrcntal más común, la manía depresiva, probablemente tienerrn corlponente genético. Aunque todavía se especule so-Irrc las cáusas, el modelo de la herencia sugiere que puedes;cr un dominante vinculado al sexo, y ciertamenie li ma-rría depresiva parece vinculada a otros genes que se vincu-lan al sexo, como los que dererminan el daltonismo (ibíd.).\t, al igual que con estas perturbaciones mentales, se hanhecho much,as otras sugerencias sobre las posibles bases ge-néticas de la conducta hunrana, sugerencias que han dadoalgún fruto. Por ejemplo, existe una cierta eviáencia de quecl

-alcoholismo_ puede ser en parte una función de los genes

(McClearn y Defries, 1973).A partir de los estudios de los experimentos naturales hu-

manos, que incluyo bajo el rótulo de la <<evidencia directa>>de la sociobiología humana, podemos, como consecuencia,afirmat definitivamente que existe una base pan 7a creenciade que algunos comportamientos humanos, o determinadasformas de tales comportamientos, están conffolados por losgenes. Añadiría que parte de esta evidencia es lo bastante

189

I cs la forma en la que éstc cstá extendido. Rccuérdese cómoT¡ivers veía altruistno recíproco en toda clase de sociedades.

Por tanto, por un lado, tenemos que, en efecto, muchasde las ca¡acterísticas del comportamiento social humano quelos sociobiólogos creen que podrían estar bajo el contolde los genes no han sido todavía estudiadas directamente, y,uno sospecha que en algunos casos pasará algún tiempo an-tes de que esto se estudie, si es que alguna vez se hace.Supongo que es lógicamente posible hacer un estudio sobrclos deseos incestuosos, pero las dificultades prácticas pararealizarlo parecen enornles: si yo durmiera con mi hermana(cosa c¡ue no hago), la últina cosa que haría sería admi-tirlo en un cuestionario de un genetista entrometido e. Y, porotro lado, pensemos que, como una sirnple cuestión de ló-gica, muchas de las características del comportamiento so-cial humano que se cree que están bajo el control de losgenes, específicamente aquellas que se cree que se d¿n uni-versalmente, están excluidas del tipo de estudios directosque se discute. (Nota: Yo no estoy diciendo que todo estohaga que sea irracional creer en los sociobiólogos. Lo queestoy diciendo es que, existe una evidencía directa limitada.)

El segundo punto de reserva que debería hacerse se refiel -

re a las dudas, bien explicitadas, sobre la autenticidad y laexactitud de muchos de los estudios que han sido realizadosen lo que, yo llamo, experimentos humanos naturales. Creoque, a pesar de todas las crítícas, estos estudios han mostra-do que algunos comportamientos humanos están controladosgenéticamente. Pero sería deshonesto no admitir que tam-bién se han producido algunas declaraciones grandilocuentessobre el poder de tales estudios y que muchas de estas de-claraciones se han venido abajo, o al menos se han debili-tado, bafo la fuerza de crítícas bien justificadas.

Considérese, por ejemplo, uno de los estudios sobre loscuales rüTilson apoya su argumentación: el estudio de Kall-man (1952) que pretende mostrar que existe un factor cau-sal genético que influye en el comportamiento homosexual.Prima lacie este estudio subraya con vigor el componentegenético en la homosextralidad, porque de 85 series de ge-

2 Dc hecho, aunque dudo de la viabilidad de estudios di-rcctos sobre los tabúes del incesto mediante la observación de silos niños de uniones incestuosas tienden, asimismo, al incesto,más tarde en este mismo capítulo sugeriré que realmente existellguna evidencia directa que sc lefiere a los tabúes del incesto.

inarnbigua y fuertc como para que inclust-l los--críticos de la

s.ciobiología esten orsptieli'-'IJn'titit.su relevancia v fuer-

,,r Los ciítico, ¿t eoJ;";]'pot'il"tprá' -t-t^tá: dt acuerdo

crl que la esquizofreniu'tl.n.'un cbmpon"nte genético' Ade-

*J";'áifi.lf-.r"., quc nada crL estós comportamientos ge'

néticamente causados ;r;;;'t""Lr- ufgrin. iipo de implica-

ciones socialessignititiiiit' Ñá- t"¿ít los'esquizofrénicos

han tenido lo' -i'toi" "?"ttát- qu" tuvo Juana de Arco

(admitiendo que Juana ¿t--Á"o i""tt'''t"u esquizofrénica);

;;;:;;;á""llf :':i:,"ff*Xlrt;J.ll1.:';'Já1^olJ::' i.i."#';i'",'it""',it#"" ü'1" i!' r l- á;;

-

lo s soc i obióloso s v

strs críticos v^y^n ^

o'á'iJáiotrdo.sóbre l¿ naturaleza exac-

,;'" i; ;;g;iiud d' estas ramificaciones'

Desafortunad",n"nt","li"t' #;;;;;' ;t podemos deiar la

cr-¡estión en este p.,nto'"'ó"i"n l'titéttt' ul -tnot' dos im-

;:;i;;:'";';;;;";l;' estudios de los experimentos natura-

les humanos. .o-t p"tiá*ti"nt"t ' ' ^I::9'O de la so-

cit-rbiología' En primer-lulut' ^unqut es obvio' P"t :"1:^l:'

:,'u".:';rt:; .rtuiio, p'e'lán probar' que :]. comportamtcn-

;l;

"":itñ;r".

ptJat tttar'afectado significativamente por

c,rusas genéticas, esto it*i t'v i"i"s de. áfirmar que cl co-m-

;;;;;1";;; social está balo 'el control de los genes tanto

:;;;'i;; ;.iouiotogo'-p"-i'tnaen Y tampoco es afirmar que

la totalidad de las cosa's-de las -que se ocuPán los sociobió-

i;,s;;";;;¿; baio el control de los genes

Por eiemplo, y continuando c.on 9ste, último cotnentarto'

., " I"i,o''Ioi,;. I'i" l¡;ili*:;x1; m'ÍJ':fi : ff "::1"*::lrara mostrar que el ¿

#i #;; el"t' ri'i"ttt' rzzr' está de 'hecho bastante

abierto al reconocimi-;;';" l^ itr'á át e'idencia directa)'

Ni tampoco' in.ia".nt'i-""nit' '"t

iatir ver ,cómo se podrían

rcalizar tales estudroJ';ü;; ^i -urg"n de las dificultades

¡rara definir p,tti'^'n"'i" io qu". uno podría querer decir

ror <<alruismo" "n "il-tuto p'rticular' bs crucial que para

!i'é.i;"d.";;i", ."'-'áiot tratérnos con comportamientos que

:i-il; ñ;;;t tie'cn v otras no ,Dicho de otra manera'

,'s imposible separar'i.,t '"r"ii"i J" lo' gtnet de los efectos

l'-lr"#.ii"'r-¡i;i; (i";;;;1"'"' 'i ,todo "l mundo mani-

ficsta el .o-pott".ni"t\;""';;;;;;t"s los lqemelos monocigó-

ticos lo tendrán. l"t';;;á;t Jitigótitot.lo tendrán' los pa-

dres naturale' r" '"ná'i'"iá¡ 9'3'"t i9:::i"tt lo tendrán'

ctcéteta') Sin e-bargo' t'n^ dt jas características más distin-

tivas de las tesis toti"¡ioügitts sohre el altruismo humano

190191

: ::3"::.":Ti:T':;:"""H';;"r* ;tts;ii::"- l" mavoría dc

i;:".:;:;i..-q:_::;"ln:n:f ':1"fr :l'ffi ,?'.ü1,_l':::ii-

ban comPortamlento ho

tra este estudio y t'' tot'lütiá" 'ótrnot el hecho de que

otros estudio, n'n "niátiiiuáá totttt'ciones s'ign'ificativas

H. h "ilá..*urfi¿ui-*uriulin^ y la, edad de la madrc

;; ;;;;;á áel n"cimiento (lqs madres mavores trenen

;l;'"lti*"il;;';;;'i"';' f -

"nt'-" la. homosexualidad mascu-

lina v el orden de nut'iiénü Ltos hiios más ióvenes tienen

-;:';il;;",-;.;- h";;;''.""i"'r' r^t u" :^b'11 -:ftl:::cstos hallazgos como producidos en función de mutactones:

al isual que en "r tuto"JJitinátá-t 99-.?o:""' las madres

.i'"niis- Jd^d ,i.n.n una mayor probabilidad-de portar un

ór,ulo mutado qrr. .u"'" t'í to-pot"miento homosexual'

ir.; r;^;;-.uiá"n.it independiente que fPfve esta supo-

sición, y, obviamente, "*i'*t'explicacione-s rivales que apelan

al medio ambiente p"''ffiit^i-estos hallazgos (Pare' 1965;

ü"rÁot. 1965; Rainer' L976)''"'ii;f ;',.;';;;,i' ."ii.i¿J''ió' "p"'iri'"mente

al ff abaio de

Kallman, algunos otto'-"""¿ios han encontrado' sin embar-

".. ^""-"fat"-onocigóticos que son discordantes en cuanto a

ii'r-,""i.ár.,."tl rátá. -?¿t*ltl

Kal lm a n es taba i ndudablemente

;*üffi;-ui¿.t*uti-iento dt {actores genéticos que rn-

ii,;;;;;; "" el comportamiento' Un estudio.suvo' que prc-

l:;';. ili'; ;; i.a;;;;ii'u á la esquizofienia' estaba

.i;ñ";;;-i;fluido por lus expect"tivas Y 1o mismo po-

dría ser cierto de ," tti"áiá de'la homosexualidad' Por aña-

didura. son también iotiUf"t-"*pficaciones^no senéticas de

ill"i'hd*"'"áJ ii,ri'i^'" -i';'.:';Tii"' c' w \wahr ha

.,''.rirlo orre dada f, ".it".li" i¿eítificación de los gemelos

;:ffiiil,"i"o¿"ri,'''áLo",,e entre uno v otro el tabú del

lil;;;;"i;;i¿n¿o1.,'i" -"'ü-'nu""t' í libtt" la actividad

sexual entre sí (mie-biJ'-áti rnittno sexo)' 1o cual podría

lueso transformatse en un comportamiento homosexual

::::: rp^;." iláii B. consecuencia' estas observaciones'

l;;;"".';;"¿..j;t';; lÁ conclusiones de Kallman -la suse-

rencia de V/ahl se *. ,","i" que es particularmente od b.1'::

le llevan a uno a reconocer que sería insensato asumlr sln

duda ni reserva 'rg"n"'qit in i.tomosettralidad tiene una base

ll.rbiando en general, no esio! sosteniendo, ctcrtdflten¿e,

¡ue todos los estudic¡s sobre ci comportamiento humantr.r.lolecen de probiemas colno los que hemos señalado en elrr:rbajo de Kallman; pero, sin duda, hay muchos ert que así.,rrcede. Por tanto, por razones como l¿s aducidas, al igual,luc por las resetvas anteriormcnte expuestas, debemos re-,,,noóer que el apoyo c¡ue los estudios s<;bre l<.¡s cxpeiintet:-rirs n¿rturales le prestan a la sociobiología hr,rmane es !ras-

r.rnte limitado.

t- .) Ln cursrtón DFr LA rN'r'rlr(;ENcrA

Aunque haya admitido que existen teservas sobre los es-

lrrdios genéticos del comportamiento humano, llegados a este

i)unto, el lector podría quejarse de que, probablemente nol,or coba¡día, estoy eludiendo algunas de las rnás importan-rls conclusiones de los cstudios de las bases del comporta-'riento humano. Es más, que bajo una fachada de r¿cio-nalidad, estoy evitando mencionar algunas dc las reservas:rás serias que pueden establecerse conra tales estudios:rrservas que pueden tener Lrn impacto significativo en el',¡lor de ve¡dad del prograrna sociobiológico humano. A losr,jos de tal lecto¡, aunque sin duda sería interesante encon-rrar que la esquizofrenia es una función de los genes, y-iado 1o que los sociobiólogos han tenido quc decir de lairomosexualidad, ciertamente perrinente para suscitar la cues-iión de su base genética, estos hechos y cuestiones, en unsentido importante, son un tanro periféricos. Si lo que lossociobiólogos afirman es cierto, tal lector podría argüir quecntonces lo que debemos describir es que algunas capacida-Jes o características realmente importantes del comportamien-io están cont¡oladas por los genes. De no ser así, la tesissociobiológica humana sería bastante trivial.

Entonces, y llevando el tema por este camino. el lectorpodría continuar diciendo que existe una habilidad o capa-cidad del comportamiento que destaca en imporrancia porencima de todas las der¡ás: la inteligencia. Y, por tanto. siia sociobiología hunrana cyuisiera decir algo interes¿rnte. iie-l¡ería incluir una afimación qrre dijerrr qr-re la inreligencia encierta rncdicla es una función dc los genes. Pero. entonces, con-cluye triunfalmente este lcctor', si es que-de repente tal lector1o lectora) se mostrase poco receptivo hacia nuestras teoríls,resuita patente la debilidad dc la evidencia directa cle la so-

genética significativa

L

193

ciobiolt'Aía. ix)l'que los c-stutlitrs que lratilrl tft; -Probar

signif i-

carivamentc qu. l. 'nt.:iig;;ti"'s una funcitin Jc los gencs

son notorianlcnte poco ;i^bl;' -o' itrclu.so' fraudulent<-rs-'

Y. not c,rnsiguientc' tfttf"l'" l'r'st"'iobit'logí't lrtrman¿t dc-

,i,'.5I'.f.i"i."itiJ.lnti" clirccra' n() p¡rs1r dc sct'ttna c^sr cons-

iruida rc,brc la arcna'Dcbo confcsar que )¡o personalnrcntc lrc inclinaría a negar

.'.:: il"'';;; ;ü Í.' i, :n Jll,,,*:.1 l "o'fJ;:::'; ": il' .:;

l1-:'t:';¡i::.li.,l'ofÍil¿ peio deierno' "'t"' punto v''or-

var¡os a la cuestton tit--t" lnt"tigéncia ' La objeción que

i._á, "r..if"riráo a"p"nde obviamente de c.¡ue uno sea ca-

otz de establecer t'" l;;;'1";;;" tnt" la .sóciobiología hLr-

u-it^" u i^.',,ii r-,.;"'t"*"J' ;;; in inttligcnci't cstd causal t'en-

l!"ixli"".i^.ir"J" 'rr"Jn 'r"-'t' ft'erre ¡t.t' los genes: c(rrrcxi()n

cuva factibilidad podría ser Puesta cn cuestión. Con todo'

;';.;;;bl" q*'tu soci.bi'riogía hulana'. tal como se en-

ci.rentra cn cl momcnttl"r""'"[tt' y las afirrracioncs sobre

i;;';;.J'*;.'ti.^, ..l..' r'i i'.,i..iiotnt¡a (o Lrlgo rclaci.naclo)

"rr¿"'i"""i"das. \\/ilst'rr' por ejcrrrplo' d;clrrra rbiertamenrc

.#""... i;';;;ilencia de lot f^ci''""t genéticos hacia la asr-rn-

I'i'" i; :;.;;;;;i;; i',i,'2¡ii' no fucd" ser desestiruadao

i'üilt-t,'ióija. pág 55J)' Es apropiado' por tanto' con'

cluir ntrcstro examen it -f"

*i¿"Ácia dit"ctá p¿r¿ la socio-

biología humana .ton "i'

consicieración muy 'brevc de la

ploblcnrática clrestton ae..ta-inteligencia -v sus causas Comen-

"oté ntr retcrtrnle a tos trabaioi recientes sobre estc rema'

í;;';;J;';"-;; i,;;;-"t"á sc rclaciona corr la socio-

biología.

l,rs más impresionantes de todos estos estudios fueron los delnotable psicólogo británico Sir Cyril Burt, quien slrpLrestarncn-rc rastreó un gran número de gemelos separados después de¡)rlcer, y, quien, sobre la base de estos estudios, concluyó queIos genes juegan un papel significativo en la cletcrminación,lc la inteligencia (los gemelos monocigóticos tenían coeficien-rcs intelectuales mucho más próximos que los gemelos dici-,:,iticos). (Véasc, por cjemplo, Burt. 1966)..

Sin embargo,,desafortunadamente, desde 1a muerte dc Burtlcn 1971) han surgido graves dudas sobre la autenticidad,lc su trabajo Jrü7ade, 1976b). Y, ciertamente, aunque to-.l,rvía dura el debate acerca de si Burt mezcló o falsificótlcliberamente los datos, se acepta en general que sus es-ludios carecen esencialmente de valor. Ni que decir tiene,Ir()r tanto, que esto hace mucho más hipotéticas las innu-rrrcrables aserciones sobre Ia inteligencia humana que se hanIrrrsado en sus estudios o se han extraído de ellos. A unole .viene aquí a la mente, en particular, dos tesis recientes,rltamente conrovertidas. Primero. la de /Arthur Jenscn, quescñaló el hecho de que personas de diferentes tazas enI;stados Unidos arrojan resultados diferentes en los tests de, t'cficiente intelectual (C. I.) (en especial los blancos dan,csultados más altos que los negros); Jensen sugería queI'r mejor mane¡a de explicar esta diferencia es admitir quelrr inteligenca está controlada por los genes y que las dife-lcntes razas tienen genes diferentes-,(Jensen, IL)69, 1972).La segunda teoría es la de Richard Herrnstein, quien sostuvo.¡Lrc el estado socio-económico es una función de los genes,l clue, en consecuencia, a medida qlle nos movemos hacial,r rleritocracia nos movemos hacia esffatos o castas genéti-(ir¡nente distintas dentro de las sociedades (Hemnstein, l97l).

Desde luego, incluso si Burt fue un fraude, esto, comotirl, no hace falsas las afirmaciones de gente como Jensenr I{emnstein, ni tampoco, obviamente, hace seneralmenteinválidos los estudios de experimentos naturales humanos,incluidos los estudios que se ocupan cle buscar las causas,l,r la inteligencia. Sin ernbargo, manteniendo la discusión en,rn nivel general y evirando la fascinante desviación de lat:tica petsonal en la investigación dc Burt, no es necesariaune gran imaginación para ver que existen qraves proble-lnirs por delante para aquellos que estudian las causas del,r inteligencia, incluyendo a los m¿ís honestos v abiertos,1,. los investigadores. Para empezar, existe el próblema de,¡'rti quiere decir uno exactamente por <inteligencia>> v cómo

7.4. L¡s c¡us¡s ot--'l'nÁs l)li L^ lN'r'Lt'lGENclA

Aunquc cl cle batc sobre las caus¿s de la inteligencia se

remonta ltor lo menos ^'pluün' qtrien asu.rnió en su Repl-

'i,',')",",',',',"' i" in1"ii,:enci¿ tiene causas hereditarias y. que' Por

1,,liJ;:"i:. "; il;;?J cstablecer Prosramas de crianza

;;;; l;ij,;lr".rp",.-tir'iilr* i'unqu''todo el énfasis sobrc

i]l'l¡l'.)ii-r'' ,l\) x''i'it'Ii'o n]u"t" que Platón pensaba

cruc tanlbicjn e.ristían otras catlsas)' como era de esperal

:li; :; ;;.,'"".üi"' ''".a'- ¡' tenido lugar e1 desarrolkr

de la psicología como """'ti""li' independienteiq: tt]?ndo

han comenzado , .u'g" -t:'tudios

causalls sobre la inteligen-

.;;'.;; ;; ;pariencia'real tle solidez científica Posiblemente '

194

195

'rpuede uno medirla. Con cierta razón, ha habido u,na plétoraáe críticos que han hecho obieciones a los métodos norma-les de medida, a saber, los tests de C L Obietan que tales

tests, miden, como mucho, la habilidad para hacer bienlos tests dc C. I. (Block v Dworkin, 197't; Kamin,1974).E incluso, si dejamos a un lado obieciones como éstas, exis-ten todavía formidables barreras lógicas y metodológicas en

el camino de los posibles investigadores. Las esperanzas deéxito 1' los tipos de problemas pueden quizá ser ilustradosmejor por reférencia á un reciente estudio realizado por elpsicólogo Harry Munsinger (l975al; uu estudio que ha sidosaludado por algunos como una strstitución plausible del tra-bafo de Burt (Herrnsrein, 1975).' Para probar el grado hasta el cual puede ser hereditario

cl C. 1., lVlunsinger estudic'r a 41 niños (20 mexicano-america-nos y 21 anglo-americanos) que fueron adoptados mu1' pocodespués de nacer. De la informaciírn contenida en los docu-mentos de adopción, Munsinger enconüó que la correlaciónentre el sfatus socioedt¡cativo de los padres adoptivos yel C. I. de los niños (según los valores de Lorgc-Thorndike)cra muy baia (-0,140), mientras que la correlación entreel status socioeconómico de los padres biológicos y el C. Lde los niños era muy alta (*0,700). Naturalmente, y porconsiguiente, Munsinger creyti que hábía ayudado a nran-tener la idea del control genético de Ia inteligencia..... laconclusión m¿ís razonable a todos estos datos parece ser lade gue los padres biológicos ejercen un efecto significativotanto en el nivel general como en el grado de la inteligenciade sus hijos, incluso cuando están separados de ellos desdeel nacimiento, y que, por el conrario, los padres adoptivostienen poca influencia tanto sobre el nivel general como enlos resultados del grado de inteligencia de sus hilos adop-tivos> (Munsinger, 1975a, pág. 251. Véase también Munsin-ger, 1975b).

Sin cmbalgo, esta confiada conclusión ha sido atacada poruno dc los críticos lnás serios que tiencn las afir¡racionesde que la inteligencia está genéticamente controlada, el psi-cólogo de Princenton l-eo Kamin (1977a, 1977b. Véase tam-bién 197.1)

Por una parte , Karrrin prcscntrr obfeciones al hecho de queMun-.inger tuviera c¡uc trabajar inclirectamente por media-ción de otras personas. Dado que el estaclo de California(dondc Munsinger realiztí este estudio) no permitía a losextraños estudiar los archivos de adopci(rn, Munsinger tuvo

(lue recuruir a los funciona¡ios del estado para reunir sus da-ros, que jmplicaban- entre- otras aorur, .hu.aa

estimacionesttet status totioeconómi..-;.1;;;.;*r.' ÉJi or* parte, Ka_min se opone a alsunos ¿. lo, u"jJi", .j;"il"nrirger inrer_preró desde sus d'atos pr., "áur.r?"runr"'.f,n.luríones.

porciemplo, Munsinser tuvo que ertable.er uni-.scala para me-dir lo que .ont"rL .o,,,o giudo r*i";;;;ó#. o cum grado in-telectual. (por eiemplo, "ñg.rauuáo ¿lri'i'üri¿rd tiene unapuntuación de l. mienras-iue alguien ;;; ;; ter.mí¡ró en Iacscuela puntuaría con 6.) lir,nin'"JÉi"rJ"' "'

IEI p¡s..¿¡rrt",1,-o, g. Munsinger] conriene un arrificioobvio. La determinación.de si el"nivel-irrt.t..tu"t del niñoes <,más similar> al, "ivel áe- jo-s' ijáilr.lilri¿ei.ü ;,

"1il;:rivos depende de los valo¡e;";;;"é;;"r".,rrorrrarros asig_nados a los distintos ni".i., ¿. .ir.i.?n, .n ¡elación arrn, igualmente arbitrario, valor de

-eüü' asignado a unC. I. de 100. por

¡iemp]or_c9ñ¿¿....'r"Ti¡" con un C. I.:*,ltj ::r": p"dú, ti;r,ógi;;":#il;il1 en.r" escu.rauntcamente t¡es i,t l¡..".ir¿"' ur;111i;- l-tt" cuyos padres "aoptiuot-

toir, ..,;;;;;. ¿;n u:'::.,#i.r,üfl_:,¿H, :i _i,.r;:lrr,;del niño es 4, el .nivel íntelecturl ¿?--io..padres. biológi_cos ó, v el nivel

,;nt.l.ctu-ri á.-l.r;#;, aooptrvos l,).El niño, de acuerclo .on Mur,.ing.il ;#;?..., más a tos

i:fl: li;j*''o' "n .niu"f'l;;;i::i";; u?k",";n, ts77b.

Por tanto, concluye K¿min, con el tipo de encarnizamientoquc ya el lecror de6e pensar que es norma en ra ciencia:Sólo puedo reítepl"lr¿L'J.';.;;::t*t que el estudio de Munsinger está

ft 3l:X:üil,Jel'x"J*:::;:üX11....,:n1?,J,t::.T:,fi :i"r;;ñ";';;"i"loX,?i,;T,¡T.,,"..,::?il::i*Iiien <<extrañas disffiesro debería ¡16., ?lrtlon:t>- Y no deio de. pensar quep"';¿4.ó''ii.ntiñ; ;::;J]jfl i:'i, fñ:i.

Ios editores de un

Doy ambos eiemolos, el estudio de Munsinger y los ata_ques de Kamin,'or., ,or¡ro. l" ;¿;i';lr';i¿n ¿. los es_tudios sobre ta gánética det.C. i. .;';;;r"';.;rar ros gravesprob.temas que todavía--rod.an - tódl'"r,",?llr.. (Munsin_ger, 1975b. contiene una buena selecciJn- de'-lu lir.rr,u., ylas discusioncs de estos,p.oUr.rnur.l'-ó.' rc..n" ro mismo,me inclino a pensar gue Iás "u;..ion.rl" K;.#1" ," son ran

t-

797

I

I

Jevastado¡as como él mismo cree. Parece plausiblc sugerirque incluso un oficial de la agencia de adopción del estadtrde California podría determinar el status socio-econórnico dcla gente, dadas unas líneas claias a seguir. Y sospecho quclos casos exüemos c¡ue Kamin hipotetiza se encuentran in-cluso fuera de todo el estudio.

Soy tristemente consciente de que una golondrina no haccel verano, y que un estudio, incluso si es defendible contracr'íticas, no prueba inequívocamente quc los genes dcsempc-ñen un papel causal significativo en las capacidades intelec-tuales humanas. Estoy, además. escribiendo un libro sobrelrr controversia sociobiológica v no sobre la controversia so-bre el C. I., a pesar del hecho de que los dos se solapen.IJabiendo, po¡ tanto, dado al lector una muestra de la evi-dencia positiva que ha sido presentada en favor de la tesisgenetista, y dado lo que soy capaz de ofrecer en este libro,tcndré ahora que dar un salto y remitir a aquellos de mislcctores que todavía cstén interesadr-rs en el tcma a la litera-tura pertinente, y sacar sobre es¡e asunto la que rne pareceque es la conclusión nrás ¡azonable. Ésta, bastante dudosa,es que, si uno considera todos los estudios pertincntes quese han realizado, se pueden establecer algunas razones paraafirrlar que al menos algunos elementos cle la inteligenciaestán bajo el control de los genes. Me doy cuenta de quelos justificados ataques a la integridad de Burt han dejadolos estudios sobrc el C. I. un tanto desacreditados; pero,al fin y al cabo, no rechazamos la genética mendeliana por-c¡ue los resultados que Mendel citaba para apoyar su teoríacstu'u'iesen, también. nrr-rv lejos de ser verdad (Fisher, 1936;\\'right. 1966t.

Análogamente, creo que existen resultados fiables v nocorrompidos como para apoyar al menos unil afirmación li-mitada sob¡e la irnportancia de los genes en la inteligencia,o rnás precisamente, que personás diferentes tienen diferen-tes inteligencias, en parte debido a que poscen dife¡entes.genes. Encuentro difícil creer que no existe ninguna diferen-cia genética pertinente entre los rnienbros del Grupo deEsrudio para la Sociobiología dc la Ciencia para el Pueblo y(pongamos por caso) un grupo cualquiera de fornaleros delcampo. Una cualificación obvia v necesaria para una afirma-citín como ésta de la heredabilidad de la inteligencia es querodo esto es más bien una cuestión de capacidades pararesponder n ciertas situaciones de aprendizaie, que de h¿-

bilidacles que se desarrollan se c¡r.tier:r o no, Fn otras pa'

1e8

I l;rlrras, eJ nledio ,

'""'tio i' i;';ftli:!i:nte es un ractor,, ( r ¡ cos ( véa s e J.

" :f : "r:;i ;'.',1 ",

il ; i:'".lr'""''J Í' riL.il, o*T-

, .,", l.avanzat en la díscusiún, or,_,rn,no.i,:',5,1"';:,,ff'::' .?':,-'' ;nr.ligen.i,."'üu!' uunou' sólo serr

rrt. L' l.' es¡á. hasta :11:-'1"'";;'';;; ;:'::,';Xo;oí"ro:.ll:

¡,,','L':T.'i'.T::tt,.ffi::::.:i:'::i",1':::ll:t¿'r"Ie.illllll:::1. un,,.,i, ;:ilil:,J;iX, :jf;¡, ilj::li!:A,r:l;-;ilft ,l'ii.1Ít';"'1::-l..¡'ó.iouiolágü, u.,T'f "' e\ trema,

.r ;a!er, srre ros n.lÍ':' 'no nr¡-''t?Ii¿;.l,i"::l: ::T:"::;:,,r¿s briltantlr';;.";:::,lacen a- las gentes .1" ,ld;r;';;;;;i"',':,'#ii.1;ti'ff :litfi "l",qii":",*'-ils:i;xií:ü'i,'.Hl,ffi {.".i'i?i:.F,q,i:Í'"it':'l:":i:'::dl:¡,ueda ser. ., ;É; ;,.:1:.,, X"",0?:":,"u;oue_

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ru,lx iu xi+::iliii ;,' .i;,'J;i,á' ln' :n " a rg' q'l e

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'. ,.'1". piJii"uii"l,.t^',T:it suapas v mujert

ill,l.l, q, " u, n o' ii ; ;'i' ".:il, l,lt, :n.r,X:: t''-'ñl j' X:

i".'Xl i:.'ff ffi # ".5: ::: l, " * i' r i.

*o üJ ru;,"; J';: t:lil:

F,:l1:i"'fui,,;*:Lxtii:t"i'i'f, 'sl*:.*::[T;iii?,tlamen¡e . t.;;;;:';'rl^ni :'tgi que si se fuerza detibera-j{:1.,.n ." iri",liá,:Tr,::';l}:ada sit'ación o se ta man-

iii *. iti,:.ffi *f"f'iÍiff l:'in rlr*t*91..-t, t q r..

- .á"rili'li^ tl, :'

ttt'ns ta ncía s ., l rr'r-r'-".,i*'fllde ellas. -"' 'ro tlenen ningún nledi. para snlír

Además. y por añadidq u e r ¡ n o

" " iü¿"''l_"Ii,,, i, "l ;,S,

"o.r.j|,,"T,.., .uj ; J,ff , #199

tor causal esencial para las diferencias de C'. I' t"ttq ,1?l

.listintos grupos, debería mencionarse que. exlstcn estuotos

H;iil;' il;;.;;; la 'ospech"

de qué el medio ambiente

;;;:;;;"';; É¡'.i crucial-en las diférencia.s de C' I' entre

[.'álfi,'?t";ü;;. Ú,, f"o'o estudio de los Estados Uni-

¿o1 J"rnor*¿"qr.r", "., conjunto, los- -reclutas

negros obtenían

;;t;;';;J;^¿-oi q"" los 'reclutas blancos' Pero quc .los ne-

H.'á.i-;;;i" ou,'."ir. mejores resultados que los hlancos

á.;"J;' ;;'i;"¿;;;; lácilmente cxplicable por el rncjor ni-

;;i ;; ,riJu !t. existe en el notü' Otro famoso estudio

r.¡." lot nl¡ot ¿. las escuelas escocesas con{irma esta con-

;ñil. "A'l;1";"

de una serie sucesiva de años' distin-

;;r"^;";; J. -"iño.

fueron obteniendo meiores resultados

.l r5r tit" á" C. t Esto no podía deberse a un cambio ge-

;;ti.., -;i";

qte c"ri ..gu'o i" debía. a. una meioría en la

"d,rcaóión. Qüizá un buen caso paralelo en este contexto

sea la altura, algo que sí se sabe definitivamente que tlene

;;;,;;"t ;;;;o gÉteti.ot como ambientales' v que' como el

ó.'i.,;;;;1¿""n tot niños de las escuelas escocesas a loIrig.'¿"

"t"s--mi.mo. años. Sabemos que' e¡ este caso' la

oliüru "rr..ntó a causa de los cambios ambientales' a sa-

it.t*""n- ."io. nutrición; análogamente, es difícil creer

;;; ;; haván sido estos mismoi- cambios ambientales los

;';;"b[l¿1-aumento en el C' L (Bodmer v Cavelli- Sfor-

za,' 1976: DobzhanskY. 1962)'-- Volviéndonos ahorá de la raza a los roles' p.robablemente

,1.".^Á7t-tignlfic"do una conexión enre la inteligencia y

i;;';.;;; pr?" 1* ii"rencias en el desempeño de un rolq.,.'i, qué tiene para las diferencias raciales en cuanto a

r'""fir*iOl" ¿" comÉtidos. Y ciertamente' como va hemos vis-

;;;-l;t ;..i"biólogos qlitltun ,establecer a.lguÁos iuicios al

;;";.i", o... It iíflu.ncia de factores genéticos en la asun-

.iáI- J. .i"tros rol", amplios .to se p"éde descartar> (\ü/il-

sin, 1,975a, pág. 555)' Sin embargo, nótese que 1o que no. se

ot.i"n¿.. v á."h..ho no se puedJpretender' de una conexión

itri.--rt'ií,"ligencia y lot g.n"t, es que los roles que des-

"-o"ñr-o, .n'l, .ociedad éstén esffiótamente determinados

;;¡;;.;;t e"r,.r' Et verdad que el éxito en los tests de'C. f . u el éxitó profesional están iorrelacionados, perolas per-

*lrur'q,r. tienen,rn C. I. de 70 no pro-penden n ser doctores

ni tampoco a ser profesores de filósofía' Por tanto' en las

,á.i.doi., donde la gente tiene realmente libertad de elec-

;ór ;; pod.í" ..p"i"r ciertamente que los genes tuvieran

^ig"., ittti""".iu táb." el rol dc cadá uno' o más l'recisa-

200

mentc, que los dife¡entes,genes influencia¡an a la gente pa¡adesempeñar diferentes rolés. Pero el medio ambiénte tienetambién, obviamente, influencia sobre los roles que uno des_e-mpeña, y adenás existen claramente otros faciores ¿partede la inte_ligencia que influyen en la adquisición de l,x ro_les de cada uno, como la perseverancia, la ambición, el vigor, etc. Por tanto, no existe un isomorfismo exacto entrelos genes que dan lugar a Ia inteligencia v a los roles so_ciales. Es inreresanre señalar que, ónfirmándo esre punto,pero al mismo tiempo quizá confírmando la importan.ia déIos genes en nuestros roles sociales, existe una-relación in_versa enr¡e la esquizofrenia y el status social. El hecho deque_la esquizofrenia tenga a menudo un componente causalgenético apunta_ hacia la influencia de los génes sobre losroles sociales (Cancro, 197G).

. Además, el hecho de admiti¡ alguna conexión entre unainteligencia .heredita¡ia. y los roleJ sociales no significa laaceptación de una posición radical como la de H"errnstein..bxiste una relación social (¡y sexuall) suficiente enr¡e losmiembros de los diferentes giupos en las sociedades huma_nas c-omo para asegurar_un flujo beneficioso de genes en to_das direcciones. Quízá, lo más-que podemos declr es la mo_desta conclusión de lülilson:

Los factores hereditarios del éxito humano son fue¡te-mente poligénicos y .forman una Targa 1ista de la que so-Jamente unos pocos han sido medidos. El C. I. conitituyesolamente un subconjunto de los componentes de la iníe_ligencia. Cualidades menos tangibl.r, i.ro ig"ulmerrte- im_portantes son Ia c¡eatividad, la capacidad ámprendedo¡a.ta energía y e1 vigor mental.,Asumamos que los g.n., qu"contribuyen a estas cualidades están deiperdlg"á"r-

""=tr"muchos cromosomas. Asumamos también -qu. ".lgrr.o, á"

los. rasgos no tienen corelación, o incluso'que éstán ne_gativamente co¡relacionados. Bajo estas circunitancias sola_mente las formas más intensai de selección dir."pti*pod.rían dar como ¡esultado la formación de agrupacionesde genes estables. Una circunstan.iu Áu.fro mí, pr"b;bi;es la que aparentemente predomina: el Áantenimie¡to áeuna gran cantidad de diversidad genética denuo de lassociedades y la poco firme cor¡elaiión de los ,"rná, n._néticamente determinados con el éxito (Wit;"r\-'it7;;,página 555).

Ya he dícho bastante sobre el tema de los genes y la in-teligencia: mis críricos no dudarán en decir "que tÉ diciio

I

IT

201

más que suficiente' Pero dado-.-que llt:t-.::ti tXt';..* tÍ

fi:"i::l",il"?",i:ff ';#,"0 j;,,'ig:.x1?*:'::,'iT"flf,':t.;; il."Jlr.l'"tJ." 'l'J.:*';P,:f :|ica que deba

serlo. Incluso sl Io qü-üiüá''es;¡ib9 T11 :::::1 t11"';serlo.

los genes influyen parcialmente en nuestros roles es un buenejemplo de ello. Pero, tal como se ha señalado, la evidenciadirecta es escasa, cuando no totalmente inexistente, para algunas de las más interesantes afirmaciones sociobiológicas,como, por ejemplo, las referentes al incesto o al altruismo.Por supuesto, la evidencia directa no es la única evidenci¿rpotencial para 7a sociobiología humana, por eso, siguiendoel orden de Darwin, pasemos a continuación a la cuestiónde la evidencia analógica que podría ser aducida en favor dcla sociobiología humana.

7.6. Ancuurrlto ne u ¡¡¡llocÍe

El problema a discutir aquí es, con respecto a las basesgenéticas del comportamiento, ¿hasta qué punto puede unopasar legítimamente del mundo animal al mundo humano/Entramos aquí en una materia en la que existe cierta con-ftovetsia y diferencia entre los sociobiólogos y sus críticos;por tanto, no estarán fuera de lugar un par de comentariosgenerales sobre la analogía. El primero es quizá obvio, percrmerece la pena, sin embargo, mencionarlo puesto que loscríticos de la sociobiologia humana parecen olvidarlo fre-cuentemente: la analogía no es pet se un mal argumento.De hecho, puede ser un argumento muy bueno, y es, cier-tamente, indispensable. Imagínese que necesito comprar unpar de zapatos, y que decido comprar un par de una marcaque compré antes porque me quedaban bien. Este es unargumento analógico, y es, cabalmente, de sentido común.El segundo punto, de nuevo obvio pero digno de mención,puesto que los sociobíólogos parecen olvidarlo frecuentemen-te, es: Ia analogia se debe usar con cuidado, pues de loconrario puede conducir a resultados erróneos. Si decidocomp¡ar un par de zapatos porque tienen el mismo colorque un par anterior que me quedaba muy bien, entoncesestoy usando ,sna analogía, pero no muy buena.

¿Cuáles son los criterios de <bondad> para una analogía)No es ésta una cuestión fáci| de responder, pero la relevan-cia de las propiedades que se invocan parece crucial (Sal-rnon, 1973, págs. 97-100). Repárese en que en una analogíauno procede de una cosa a otra argumentando que dadoque las dos cosas comparten un cierto número de propieda-des (digamos a, b, c)... y dado que la primera cosa tieneotra cierta propiedad (digamos d), es tazonable suponer que

serlo' rncluso sr ru ":"t;;';;'lt;i['rí' q"t nunca fuéra-

aproximadamente,clerto, r_ -^-i^,,Io¡iÁn,el -.áio "-bi.nt"Hi:.iTxl3ft:iliffi ;'#;""iP;i""ó"i'lf :*:."TL:l'::ü?^i$i::'i:J":e1.ü{{1.-á",n3;"*:,",l1PHff ,lT::l3.para melofar ras caPa-rNau."'uá

in."pr.idad. para la lectu-

i;x,f '.:'"ñ;i#üi'iiliiil:{{.i.:::í*;tffi:i":'CoÁ" páat. de un niño t9" 11",]Y

[:0"'""1,"i'tl"l*' j"6Ti#ary'-ár;'*'Y'11'.]i"t';'T?"r1:

medio ambrente. vurzar¿'"i.'l]'á"'7O "r,

doctor"t o p.rgf:-convertir a niños con r - -' --.^ --;;-:^"ihijidad.::iJ" tX rl":i¿i ;:"d" ;i"

j; ir;i! 1;g:,::' :,,n"::¡:i'lo "o'sofes de tuosolra; rrau¿ u! '- -^;--- - ' : ^.-^"rir"o"I"r^"ñ"ttri¡J át hacer tal cosa sea otra cuestlon'

I

7.5. EL peso DE LA EVIDENcTA DIREcTA PARA

LA socroBlorocÍ't rru¡¡rNl

No hemos cubierto todas las áreas"en las -cuales

se han

rcalizado, o se están #il;;"^J;' l*"¿i"t sobre las posibles

'-1i#it'r:":'::fr ;trffiqi:im$:'r*^:::*i¡inteligencia, Puesto qrre il* 't-"git

una controversia bastan-

l" "

?"...,",,,? .o -o' " i*::i'l';'Tit#;?ti. ff "iüHt..*';Ios senes Pueden dar

'

fieFiies' 1973)'De toj;t";;ú-";.'ho" t"nt'nos una buena

idea de la fuerza " a¡Éiiiatá'á! las pruebas^para la eviden-

.T"'¿""*-¿..r",*i"[T;ül;3;i1;l;;y;:1".Ht',4T,.:'4Hl"',0."1r*,i:' ¿Tihü,;;;;;;' humano

*"t¿" ¡"i" "t

$::k "*iir'

+ü'-¿fu;¿$ ¡#¡¿}:t T'J"i{iide ser algo evidente tT'ot? *Jtqf::"r'tamiento hu-

mano está controlado ;;itt g"""tl-I^1át-precisamente cua-

les son los efectos ,o'.i"l", qü. prouo., el comportamiento

*Lftif"l:*:.r,,. ^

algunas de tas a{irmaciones que hacen

los sociobiólogo"oUtJ?i compottamiento humano' podemos

Jecir que. su confianzi ;'b;üi'ñ" ':?f:i:1"l:,'::1".:"ú¿;"¿ disponen: quizá algunas de sus artrm¡

r,á-tr"*o "i

i¿'d " t"tit tl-' it* t .' ".t': - :t :; -Pffi:r:r?l'lli

t?;

;"il;; se refiere a las- afirmacio"tt -T1t,.

ffi3i"[:¿i["'tf;*l;i:ru'ir"?":#i';':1"n:':202

20)

Tla segunda cosa tiene también csa propiedad. -Pero dos ob-jetos'siempre tienen unas propiedades en común,-y también.ie.p.. tienen unas propiedades no comlrnes.- Lo que es

cruciál es hasta qué punto son televantes esas distintas propiedades para la- infirencia en cuestión. En la medida en

qn. r. tienen propiedades importantes, similares, se tiene

una analogía más fuerte, y en la medida en que se tienen

propiedadés importantes disimilares se tiene una analogía

inei ¿¿¡ll. Por ianto, en el caso de los zapatos' la marca pa-

rece ser una propiedad importante en relación a la calidad,mient¡as que

-el color no lo es. Naturalmente, en relación

a otros fines, por eiemplo, la coordinación con la ropa, elcaso podría sei el contrario y, de hecho, obviamente' granparte' de los desacuerdos sobre los argumentos analógicosgira alrededor de si ciertas propiedades en ciertas situacio-áe. ron relevantes o si no lo son. Cabría señalar que el uso

de argumentos analógicos puede valer la pena incluso en

el casó de que, por várias rázones, no se esté convencido deltodo de la verdad de la conclusión. Tales argumentos puedenser fuentes muy fructíferas de nuevas hipótesis y exámenesque luego se podtían confirmar independientemente (Ru-

se 1971b, 1973c).Ahora bien, volviendo a la sociobiología, el esquema ge-

neral del argumento analógico Parece ser el siguiente-: los

animales y lás seres humanos comparten muchos atributosbiológicos, particularmente en el modo en el que los genes

dan l-ugar á lrt caract.rísticas morfológicas. Además, estos

attibutós son relevantes para las causas del comportamiento'Los animales tienen un cotnpottamiento causado genéticamen-te. Las disimilaridades aquí relevantes no son lo suficiente-mente grandes para excluir una infe¡enciá sobre las bases

genéticai del comportatniento humano. Por consiguiente, es

iazonable concluir, por analogía, que existen bases genéticaspara, por lo menoJ, una parte del comportamiento huma-ilo. Poi añadidura, dado que el comportamiento animal y elcomportamiento humano son muy similares y dado que .exis-te una buena razón para suPoner que el comportamientoanimal está controlado por los genes, hay ruzón para con-cluir que el comportamiento humáno está también controla-do por los genes.

N.ii..tt.rt ie lleven las cuestiones a un nivel muy general,

sospecho que muy pocos querrían negar completamente este

"tgn-"nto. Los éeres humanos sienten affacción sexual, se

erñparejan, y cuidan de sus hijos. Dada nuestra animalidad y

204

r.u -papgl crucial en nuestra continua existcncia, existe pocaduda de que nuestros genes desenrpeñan un papel signifi-cativo en las excitaciones que los miembros de- un sexó ex_¡rerimentan ante los cuerpos del otro se_xo, o en el cuidadot¡ue le5 .padres dedican a sus hijos. (Como deiaremos claromás,tarde en esre capítulo, no esroy diciendo aquí que todocn_el sexo y en la paternidad sea una función di los genes.)

La cuestión principal que aquí se venrila es hasta -d¿nd.

poqe1qg llegar, más allá de ian vagas generalidacles. Lossociobiólogos creen que---se puede ir

.-un !o.o más lejos, y

mefece la pena citar a \X/ilson en este pu;to:

Los caracte¡es que cambian de unas especies a otras,o de un género a otro, son los más lábiles-. No pod.-o,e-xtrapolarlos sin más de los simio, ....opit..óid.,

"lhombre. En los primates, estas cualidad., jábil.. in.l*yen el -tamaño, la. cohesiín y la apertura del grupo haciuotros, Ia implicación del macho én el cuidaáo ^prt.rrro,la estructura de la atención, y la intensidad y

-¡;;;de la defensa ter¡ito¡ial. Se consideran .onr.*udo... loucaracte¡es que permanecen constantes en el nivel de lafamilia taxonómica, o a través del orden de lo. pri-u-tes, y son Ios que más, probablemente han persistiio entorma relativamente inalterada en el proc.ro de la evolución del Ho,za.- Estos rasgos conservadores incluyenlos sistemas de dominio agrésivo, con predominio, engeneral, de los machos sobre las hembrai, la escala enla íntensidad de las respuestas, especialmeni. drrunte la,interaccio¡es agresivas, el cuidado maternal intensivo yprolongado con un pronunciado grado de socialización eilos jóvenes; y una organización social matdlineal. Est,¿clasificación de los rasgós del comportamiento ofrece unabase apropiada para la formación d'e la hipótesis. pennGuna estimación cualirativa de las -probabilid"de. de quevarios rasgos del comportamiento ñayan persistido en'elmoderno bomo sapiens (Vilson, l97j^, iág. i5i>t.

Sospecho que ya esto hubiera sido de por sí materia con-movertida, pero a continuación lWilson e^nsombrece m¿ís lascosas añadiendo lo siguiente:

...P.ersiste, sin duda. la posibilidad de que algunos rasgoslábiles sean h-o-mólogos enr¡e el hombri y, for ejemf,lo,el chimpancé. Y, a la inversa, algunos tasgor'qu. se conser-van.en el ¡esto de los primates podrían, sin embargo, habercambiado durante el origen del homb¡e. AdeñÁ, esta

20t

cstimación no implica c¡ue los rasgos conservadores seau

nrás genéticos -cs decir' que tengan una heredabilidad

más alta- quc los l;ú;i;t - L" tabil;dad se puede' basar

comoletamenlc "n "1,,..lii.-'.ncias genéticas. entre las es.

;:.:i5i';'i;.';'"¡,1..i"""' ¡""t'o '1" lás especies (ibíd )'

Como se podría esperar, los críticos han fustigado a Vil-son en este punto, ,.tt'ln'dolt de inconsistencia v de tratar

de encontrar razones srmultáneamente contrapueítas' Si los

;ü-;;;;.t**"¿o."', entonces tenemos evidencia de ras-

gos genéticam"nr. .uu'uios en los humanos; si los rasgos

son lábiles, entonces ,*áo, evidencia de rasgos genética-

.i".* .r"J.¿os en los -t"Áuno..

Ergo,.consewadores o 1á-

;ii;,JiJiiJt "uiJ"n.i^-dt 'utgot gt"eticamente causados en

ior-í"Áono. (Allen y otros, 1977)' Sin em.bargo' aun cuan-

;; ;; l.t prrai.s anteriormente citados tWilson no es' cler-

Ir-"nt., ,u., .í^.o .ornu "no desearía' creo que se le pue-

ff.;;i;;, i"r .r.e" {. incot"ittencia v que se le puede dar

^tei; t"",ido o lb qú. está diciendo' Lo que no parece sos-

t.,i". t.i .""o., lo'qtt" no debttía sostenér) es que' basán-

;;;; ; li anaiogia con los animales' puede ,argüirse que

il; J .á-por,"rni"ttto humano es genético' Wilson acepta

q"" f r' ¿'i-"l.lit ."lt"ral en los h'lianos es una disimila-

ridad relevante: aunque, obviamente'. mantendría también

trL-rr' áiri-ilrti¿"¿ rro't' t'n grande como,para excluir

iod"a .ff".t.i, genética en el comportamiento humano'--io qu. Vilson parece' de hecho' afirmar son tres cosas'

prt ü-.,runán ló' ÑLultt (especialmente los primates)

muestran un comportatit"'o r¡uy similar' es razonable su-

;;;';..'"' ;.o-prii.'^ tcner un componente eenético signi-

iicati'o. La razón d. tli;' ;; q'" r" tY-l.ium cñnd.tce a todo

iipl-¿" uuriucione..,Esto, como dice \lilson' no es mante-

ner olle los rasgos conservadorts sean necesariamente más

"""¿1"". .r'.,. .rrit"touiera rasgos lábiles' pero sí es rnantener

:;';';d;;; ".i^' ,n¿' 'égui"'

de las causas genéticas que

J.r-.i.".o de los rasgos lábiles' porque para cstos es mas

"."¡rUi""ur.t"-1, .ultui, haya sido'un factor importante'. Se-

ffi:ó,'V'ii;;;-';-b'é; uií1"L.9"9 dados los tasgos anima-

les conservador", y ,r.' ptbabilidad de ser genéticos' y dado

;""i;;;;o. ii.n"n los mismos rasgos' podemos mante-

i"t unalógicamente que los rasgos hymalgs son genéticos'

?....." üifron ,.ñ"lu que exiiten disimilaridades relevan-

;;;;;'nos acechan, y que, Por. tanto' no deberíamos pen-

;;; ñ t"rno, pto¡ádo más áe lo realmente Probado'

206

Nadie, supongo, v¿ á ncgar el tercel punto, y sugeriríacjuc es razonable aceptar el prirnero. Es, naturalmente , cier-to, que a medida que nos vamos acerc¿rndo ¿r los aninralessuperiores los factorcs culturales se hacen más significativos.Wilson detalla el caso de Imo, el genial macaco japonés,clue descubrió dos métodos de alimentación radícalmente nue-vosj y cuyos descubrimientos fueron luego transmitidos poraprendizaje a través de su grupo (Wilson, 1975a, pág. 170).Pero esto no es, en modo alguno, negar que el colnporta-miento animal esté influido por los genes, y que un signocvidente de que los factores culturales están, de hecho, ope-rando es que tenemos rápidos cambios y variabilidad: unacle las principales razones que nos hace pensar que el lenguajeinglés no es genético se basa en que los franceses no lo hablan,v tampoco 1o hablaban los antiguos anglosajones. En otras pa-labras, si no observ¿rmos cambios a través de las espccies clelos primates, a pesar de que las causas culturales nos predis-ponen a cfeer que t¿rl cambio existe, parece razonablc crcerque puedan existir factores genéticos significativos.

Esto nos conduce al segundo punto, que es el punto cla-ve. ¿Podemos argüit desde los primates a los humanos? Ladisimilaridad relevante es el ámbito cultural humano, consi-de¡ablemente mayor. Las supuestas similaridades relevantesy cruciales son, aparte de las disimilaridades morfológicas,modelos (que ahora se presume que son) genéticos del com-portamiento de los primates, y modelos del comportamientohumano. La cuestión de la cultura es indiscutible. Pero loque importa es si las ptopiedades positivas pueden ser su-ficientemente relevantes y suficientemente similares para su-perar el aspecto negativo. Mi impresión es que, en principio,pueden serlo; aunque, como \filson admite, hay que ponercierta cautela antes de aceptar las propias conclusiones. Peroapoyándonos en la conclusión antes extaída de que si lacultuta es un factor de impulso principal deberíamos esperarque hubiese al menos algunas diferencias en el supuesto deque hallásemos un comportamiento bastante complejo gene-ralmente compartido por los humanos y los primates, enton-ces creo que se dispondría de un argumento en favor de latesis de que el comportamiento humano tiene un componen-te genético significativo. La disimilaridad entre el comporta-miento animal y humano se quebraría en este punto.

Debo, sin embargo, apresurarme a añadit que estoy cons-truyendo un caso teórico. No estoy respaldando en absolutotodas las declaraciones de Wilson sobre los rasgos particu-

207

lares. Consideremos, por ejemplo, su aserto de que -los ma-

.l"r ¿á-i"rt sobre ias hámbras. De hecho, estoy lejos.de

.r¡¿¡ 66¡r,encido, en este caso, de <¡ue \üilson haya ofrecido

¡u.Iu"," evidencia de la similaridad entre los humanos y

ái-t pti-rtes: ciertamente, él mismo admite ,que el pr:-

dominio masculino no se produce siempre en los primates'

;;;; va he señalado antes' no estoy seguro de que abso-

ír*."tá siempre se dé tampoco en ios hu-manos' (Recuér-

;;;--;i-i;.",t ¿"t desdichádo Mr. Burnble cuando se lediio que sesún la ley tenía un podet sobre su mujer y que'

ñ; ¿;;.; ;; respoísable de lai acciones de ésta' <Si la lev

i"oon. eso... la i"y .t estúpida' idiota' ¡Si ése es el ojo

á.'t. t.y. la ley está solteral>). Más tarde, e.n este mismo ca-

pit"io, íolu.ré sobr. la cuestión de las diferencias macho-

hembra.Mantengo, por consiguiente, que en teoría .uno puede ar-

gumentar por analogía de los- primates a los humanos; pefo

E., t" pta.ti.u no .itoy en abioluto convencido, de que los

;;;i"biA;g.. hryan s.tiinisuado evidencia suficiente para el

caso, por"lo ménos de un modo definitivo' Y las mismas

.á".1"i¡n"t vaien incluso con más fuerza cuando nos des-

olazamos hacia animales más distantes deI homo sapiens'

brlr.,to mayor es la difetencia entre los brutos-y los huma-

nor, .".ro. fiables son los argumentos por analogía' Ciert¿-

.".r,., no quisiera excluitlos-¿ priori, ,peto,'con excepción

de múy u-pliot bosquejos, se me,-antoia- que tales inferen-

cias er el actual estaáo de desanollo de la sociobiología hu-

mana, son más bien {ecundas indicaciones heurísticas que

conclusiones bien establecidas.

7 .l . L¡ ecnssrór¡ H UMANA

El lector podría barruntar que es bastante débil la con-

clusión que estov sacando sobré las analogías que van de laesfera animal a la esfera humana. No quisiera sostener que

se trata de una conclusión firme; pero si se la toma en sus

verdaderas dimensiones, creo que puede ser una herramienta

útil. Para ilustrar este punto' volvamos por un momento a

la discusión de Maynaid Smith (1972) sobre la agresión'

Én .onitu de los soóiobiólogos americanos,.este investigador

"i.g" "tpfi.itu-"nr. haber áicho nada aplicable a los seres

hrr-u.,o.. Pese a que en una ocasión aplica explícitamente

."t lá"n. a los primates y pese a que en oro lugar hace re-

208

ferencia a los seres humanos neuróticos, lo que MaynardSmith pretende sostener es que la única analogia entre losseres humanos, en una situación de teoría de juegos, y los ani-males agresivos es formal: una anaTogía de esüuctura lógica.Y Ia implicación de este argumento parece ser que la similarí-dad de la estructura lógica no es una similaridad lo suficiente-mente marcada, o qtizá ni siquiera una similaridad relevan-te, pata apoyar cualquier inferencia acerca de la posibilidadde que las agresiones humana y animal tengan fundamentosbiológicos más o menos similares. Sin embargo, sospecho queun entendimiento adecuado de la naturaleza y poder de laanalogia mostraría que se podría sacar una contlusión me-nos resmingida que ésta.

Para comenzar, como han señalado numerosos filósofos,muchas de las analogías supuestamente formales en cienciaresultan depender también crucialmente de la analogia ma-terial, es decir, de la analogla entre los términos de los con-ceptos de las dos situaciones. (Por ejemplo, Achinstein, 1968.)Así, verbigracia, aunque el agua que

-corre a través de un

tubo y la electricidad que fluye a través de un alambrecompartan una estructura formal, la analogia material dealgo que corre a través de un objeto largo es crucial. Sinella no encontraríamos inspiradora en absoluto esa analogia,como no encontramos inspiradora la analogia enffe el aguaque corre y los oros mnchos fenómenos qüe comparten 1asmismas ecuaciones formales (por ejemplo, él cambio de car-ga electrostática en una gota de aceite).

El que Ia analogía material sea necesaria o no en todasl_as analogías científicas significativas es algo que aquí po-demos ignorar (véase Hempel, 1965). Lo importante paranosotros es, primero, el hecho de que en muchas de las másfructíferas analogías científicas las más relevantes simila-ridades han sido las analoglas mareriales (de hecho, es por-que

. disponemos de una anaTogla material por lo que ;os

sentimos tentados a buscar o establecer una igualdad iormal),y, segundo, existe el hecho obvio de que,

-sea lo que sea1o que Maynard Smith pueda decir, exiite una indiicutibleanalogía material entre los humanos comprometidos en unconflicto ritualizado (digamos, boxear de

-acuerdo a las re-glas de Queensbury) y dos animales comprometidos en unaagresión restringida. Dejando aparte otras cosas, tenemos dosparejas de organismos que disputan. Por consiguiente, meencuentfo lejos de estar convencido de que, mienffas quepueden acreditarse como satisfactorias en el mundo animal,

209

il

ir

sea inadecuado tomar las te<¡rías de Maynard Smith y aplicarlas reüospectivamente al mundo humano.

La lógica del argumento de Maynard Srnith parece estaren que existen suficientes similaridades relevantes o perti-nentes entre los humanos irnplicados en ciertas clases de con-{lictos y los animales implicados en ciertas clases de con-flictos, por lo que, plausiblemente, podemos tomar los aná-lisis formales ¡ealizados en los primeros y aplicarlos a I<¡s

segundos. Y sea lo que sca lo que Maynard Smith puedadecir que está haciendo, no cabc duda que algunas (si notodas) de las similaridades que él toma como relevantes sonfactores materiales, como lo es el hecho de que en amboscasos tenemos organismos estimulados a pelear entre sí. Comoél mismo admite, inició el estudio de la teoría de iuegosporque sabía que tataba de <conflictos>>, y ésta era elárea que le interesaba en el mundo biológico (MaynardSmith, 1972, pág. l3). Pero las analogías funcionan de dosmodos. Si A es similar a B, entonces B es similar a A.Por consiguiente, en la medida en que el comportamientoagresivo humano estimula el comportamiento agresivo ani-mal, y en la medida en que las ideas de Maynard Smithfuncionan con relación a los animales, uno puede intentaraplicarlas otra vez a los humanos. O, por exponer la cues-tión de otra manera, si los conflictos humanos contienen su-ficientes similaridades relevanres con los conflictos a¡imalescomo para intentar transferir el análisis formal de un áreaa ofta, entonces contienen igualdades relevantes como paratratar de volver a ransferir el análisis en sentido inverso.

Naturalmente, no pretendo que los animales elaborenconscientemente estrategias, como hacen a menudo los hu-manos y que, por consiguientc, existan similaridades totales,formales y materiales, entre el mundo animal y el mundohumano. Pero hay muchas maneras de despellejar a un gate,o dicho menos metafóricamente, la evolución encuentia amenudo diferentes vías causales para lograr los mismos fi-nes. Por consíguiente, incluso arrnque poáamos reóonocer di-ferencias significativas enue la agresión animal y la humana,eso no es negar que el mismo análísis laxo pueda ser aplicable a ambas. En cualquier caso, uno sospecha que granparte de la agresión LufitánÍl no es siempre algo racional-mente elaborado, de marrera que la analogía entre animalesy humanos no debe vacilar a causa de la conciencia. En po-cas palabras, no veo ruzón para excluit la agresión del mar-co de la sociobiología humana, o para negar que tenga re-

210

lcvancia para los se¡es humanos el trabajo efectuado sobrecl tema hasta iihora exclusivamentc con referencia a los::nimalcs.

No se rnc contprenda mal. Cicrtamrnte, lto estoy sugir.iendoque en cste punto se pneda concluir sin más que los aspec-tos vitales de la agresicln humana sean adecuadamente ex-plicables por medio de modelos rales como los de MaynardSmith. En ¡ealidad, no creo ni siquiera que esro sea iienorcspecto_ a la agresión animal. Pero lo que sí creo es queesa analogía justifica que uno mi¡e a dónde nos conducela aplicación al mundo humano de los modelos de MaynardSmith, v que, en consecuencia, si alguien como Alexándet(1971),sugiere un análisis de la agresión humana que guardamarcadas similaridades con la aproximación de MáynardSmith en el mundo animal, es correcto sospechar qüe eltrabajo de Maynard Smith ofrece un apoyo analógico i estetipo de aproximación.

7.8. I-¡ EvTDENCTA TNDTRECT.A pARA LA socroBrolocíAANIMAL

Llegamos ahora a la tercera, y última, fuente posible deapoyo de la sociobiología humana: la clase de evidencia queLrno tiene de una teoría cuando ésta conduce a prediccioneso implicaciones ve¡daderas. Un buen ejemplo de esta clasede evidencia, que denomino <<evidencia indirecta>, será lapcrtinencia del registro fósil con respecto a la teoría deCharles Darrvin sobre la evolución por selección natural:dicho regisro, una clase de progresión ramifícada que va delo general a Io específico, de las formas embrionaiias a lasfornras adultas, era jusramente el tipo de regisno que cabríaesperar dada la teoría de Darrvin 3. Considéro qué aqul esaltamente relevante el alcance hasta el cual uná teo¡í]a ex-plica o predice mejor que sus competidoras: en el caso deDars'in, el registro fósil ofrecía serias dificultades a las dis-tintas hipótesis rivales revelatorias, trascendentalistas y cris-tianas progresivas (Bowler, 1.976b). Como ya se indicó en

:] Darwin no aceptaba la tesis c¡uda de la <<recapitulación>:es decir, que en la ontogenia los animales recapitulásen exacta-mente su filogenia. Pero sí que creía, acertadamente, que existenalgunas ,similaridades entre los emb¡iones de hoy y

-los ances-

tros fosilizados (Ospovat, 1976).

211

Lur capítulo anterior, la evidencia de este tipo nunca puedc

hrcer que una teoría sea absolutamente verdadera, pero -es

crucial'1, a veces verdaderamente pcrsuasiva, en particular

si la teóría en cuestión implica fenómenos sorprendentes o

fenómenos verdaderos, hastá ese momento tenidos por falsos'

Como en el caso de la evidencia di¡ecta es útil comenzar

con el mundo animal, y iuego, por contraste, ocuparnos. de

Irl situación humana. Cón ,eipecto a los animales. resumien-

do buena parte de las ante¡iores discusiones, los-siguienteshechos pañcen ser tan ciertos como relevantes. En .primerlugar, y debido principalmcnte a los intensos estudios en

lolitti-or años,-hemós obtenido, y aún estamos obtenien-do, un conocimiento considerable sobre el comportamienttra.ri-al, y nos estamos percatando de que una gran parte de

este comportamiento es, en algún sentido del .término, <so-

cialr. Asi, en el caso de la agresión, tenemos distintos tiposde encuentros hostiles, pero restringidos, entre individuos cu'

específicos. En el caso de la sexualidad, a menudo tenemos

eláboradas interacciones entre machos y hembras, como' por

ejernplo, las manifestaciones prolongadas,de gaianteo y las

lúchás enre los machos por lá posesión de harenes de hem-

bras. En el caso de las diferencias de genetación, a menudo

existe un cuidado Paterno largo y exhaustivo de los hijos porparte de los miembros de uno de los sexos, o por parte de

ambos. Y, como remate de todo esto, tenemos distintos ti-pos de <<altfuismo>> entfe parientes, como en el caso de los

himenópteros, y entre extraños, como en el caso de los pe-

ces limpiadores y los limpiados. Sin embargo, estamos apren-diendo

-también que las interacciones animales no son siem-

pre todo dulzura y suavidad. Algunas veces Ia agresión-es-cala hasta desembocar en un conflicto totalmente fatal. Lasluchas sexuales son también a veces llevadas hasta la muer-te de uno de ios contendientes, corno también la de cualquiervástago que tenga la mala fo¡tuna de verse envuelto en !a

refriega. Existe un conflicto en el tiempo de la adolescenciaentre los padres y los hijos. Y, finalrncnte' el altruismo a

veces desapafece, o se subvierte.El segundo punto es que hay una setie de expli"aciones

posibles" altetnátivas de -este

comportamiento social' Unopoa.tr, supongo, sugerir algún tipo de explicación cultural,iorjando lá hipótesii de que una gran parte de este com-poíturni.nto social animal ie aprende o se tránsmite de igualirlut"tu. También se podría, clertamente, invocar una hipótesis de selección de grupo, arguyendo que el comportamien-

212

t,, se debe entende¡ cn ténninos de genes adaptativamentevcntajosos para el grupo, más probablemente para las es-

Irecies. Y sería igualmente posible explicar Lrna gran partetlcl comportamiento en términos de factores de azar, ale-11:rndo que, en general, no existe una razón sistemática para,'l comportamiento social animal. Y, por último, uno pueder'xplicar, obviamente, el comportamiento en la forma enlrr que lo hacen ios sociobiólogos, principalmente en térmi-nos de los distintos tipos de mecanismos individuales desclección.

En tercer iugar, está bastante claro que casi ninguna deestas explicaciones resulta satisfactoria. Sin duda, una partetlel comportamiento animal, en particular en los vertebiadossuperiores, es aprendida o cultural. En este capítulo, ya hernencionado el caso de Imo, que primero descubrió

-cómo

lirvar patatas y luego cómo separar el trigo de la arena amo-jrrndo ambas cosas al mar (el trigo floia). Este comporta-¡niento se,extiende por aprendizaje a través del grupo-(tüÍil-son, l9i5a,, pág. I70). Sin embargo, es obvio que la ma-yor parre del comportamiento social animal no és aprendi-clo, es decir, no es cultural. No hay manera, por ejemplo,rle que los himenópteros puedan aprender todos-los intrinca-clos actos.sociales que realizan. De igual modo falla, excep-to quizá en algunos casos muy raros, la hipótesis de selec-ción de grupo. Hemos visto antes algunas de las dificulta-des internas de dicha selección. Además, esta hipótesis quedar'efutada por las rupturas del comportamiento social inieres-pecífico. Contra lo que autores como Lorenz sostienen, losanimales a veces matan a sus compañeros de especie, etcé-tera. Finalmente, aunque posiblemente una parte del com-portamiento social animal se debe aI azar, en el sentido declue no está relacionada con ninguna causa sistemática, esdifícil ver que, esencialmente, siempre sea así. Ello va con-tra nuesffa compre,nsión de la evolución en un sentido ge-neral, y casi por definición deja inexplicados algunos feñómenos que parecen clamar por una explicación: ¿Por qué,por ejemplo, habrían evolucionado las castas independiente-mente tan a menudo en los himenópteros y, sin embargo,solamente lna vez fuera de ellos?

El cuarto, y concluyente, punto es que la sociobiologíaanimal puede explícar muchos de los fenómenos del com-portamiento social animal, incluyendo aquí muchos datosclaves. El análisis de la sexualídad de Trivers (1972), porejemplo, nos permite el entendimiento de varias formas de

2t3

A

interacción macho-hembra. v lo mismo es cierto de su aná'

iiri.'tls?al J. ir, ..1r.;ones prdres-descendencia: el con'

iri.i"'.ti.. Ñr" . hijo en el momento de-la adolescencia

;;-t;;;;;firdo .o-o un azar' con)o un desdichado efec-

;; ü"r;;;i á: la evolución, sino como el resultado de pre-

r¡.t.t- tál".,ivas definidas que en última--instancia causan

;;;;;t,;;;ot ¿u.t.",.' 1' conflictivos' Y' de-igual modo'

muchos otros asP;ectos del ctmpottamiento social animal son

;i;il;il;;tl.u-it.io¡iología, de la manera que se ha dis-

cutido antes.'"il:il;";;to, pues, los distintos. pgnlo.s relativos a la so'

.i;;i;;;'';;#t; i la lógica global del .argumento es ob'

riá. i" iá.¡¡ioIogía, y sola-ettté la sociobiología' ofrece una

._ori.r.i¿" .áro.ríbt"'de los hechos del comportamiento so-

.i"í;ffi,'; lo lá." de una manera unitaria' Por consi-

il;;, ;ti;.'y sólo ella' pueclc aducir una afirnración razo'

nable en nuestro upoyo. Aunque' como- muy bien sabemos'

en el momento presente este apoyo -debe hacerse con cua'

lificaciones y reservas. En el casó de fenómenos como la

asresión, tenemos modelos posibles y plausibles' Pero no

;%ái;;i;";' cuantitatiuas claras' E 'inClt'so

sobre lo quc

;;;;;, pareció que eran predicciones firmes' predicciones

,o-"-.ti. apreciábles Porque lo eran de fenómenos no muy

;;;;;';-6i.rdot, han surgido ahora serias dudas' Me re-

ii"ro, ,t",,.,."lmente, a las dárivaciones establecidas por Tri-

;";."'"-H;;; (1976) de las proporciones sexuales en los hi'."t¿irt.-i, y , l"s objeciones' de Alexander (Alexander y

Sherman, 1977) a su trabaio'Roma no se construyó én un dia y- la sociobiología aní-

-J;t"-p".¿. demóstrar de la noche a la mañana' Con

;;;ñ a l'a evide.tcia indirecta, se ha,establecido un buen

;il;i;i.. ó.;¿-".1" ahí v volvamos ahora a la sociobiolo-

gía humana.

7.9. La rvror¡lcrA INDIRECTA PARA LA socroBIoLoGÍA

H UMANA

No tenso razón para creer que la lógica del contraste de

,"o.ár''*f,"r.'-*t.t-'tu-unot t! diferenlcia de la lógica del

.á"iirt,. de teorías soüre animales' Por eso' igual que hi-

.il;;. l.s animales, recorramos los hechos pertinentes y

veamos a dónde nos conducen''-p.i-.ro, existe la ;;iJt de los fenómenos' Casi todo

2t4

,(r¡nportamiento hr¡mano es social, en el sentido en que he-rrros utilizado este término. Quizá la masturbación sea un, jt'rnplo de comportamiento humano no social, aunque tam-I'itln desempeña un papel en la promoción de ciertos tipos,k r,ínculos. Aden'rás, en muchos aspectos, el comportamien-ro social humano es fenomenológicamente análogo al com-l,()rtamiento social en el mundo animal. Considérese, por, jcmplo, la agresión entre humanos, particularmente cuandokrs recursos como la cornida y el espacio se tornan muy( scasos. También tenemos, sin duda, una agresión modera-rlrr, eu€ implica el engaño y la amenaza, pero que a vecessr: convierte en una violencia total. Como todos sabemos, y.¡trizá demasiado bien, tenemos ma¡cados dimorfismos sexua-l,rs, siendo los machos más altos y más fuertes que las hem-I'ras (aunque con frecuencia menos longevos) y a menudo (aun-(lue no siempre y de modo absoluto) desen-rpeñan rolessocialmente dominantes. Y ciertamente e1'ecutamos una gran(':rntidad de ritos en las relaciones intersexuales, exhibiendoIos machos, tradicionalmente, actitudes más agresivas, etc.

Con respecto a la paternidad, ambos sexos invierten t¡adi-tionalmente una gran cantidad de tiempo y esfuerzo, y exis-ten, frecuentemente, momentos de tensíón cuando los hijosiicanzan las etapas finales del crecimiento. Finalmente, peseir ser muy a menudo egoístas, los humanos muestran muchasformas de comportamiento altruista, tanto en relación a losparientes como a los que no lo son. Además, parecerrproxímadamente cierto que cuanto más cercano es un pa-riente más le dejamos aprovecharse de nosotros sin esperan-za de remuneración. Algunas personas son verdaderos san-tos: pero, en el trato con exffaños, la mayotia de nosotroscstamos dispuestos a hacer cosas importantes por ellos, so-lamente porque esperamos un reembolso de uno u otrotipo. (Esto último no significa necesatiamente reclamar sinrebozo una propina por los favores prestados, pero podríasignificar, por ejemplo, recibir un salarío por educar a loshiios de oto.)

El segundo punto a señalar es, de nuevo, para el casohumano, no muy diferente de lo que lo es para el caso ani-mal. Como para los animales, tenemos un determinado nú-mero de explicaciones posibles del comportamiento socialhumano. Tal comportamiento podría ser cultural, en el sen-tido en que lo estamos entendiendo aqui, a saber, apren-dido o transmitído de alguna forma similar: algo que va defenotipo a fenotipo. sin haber sido codificado de alguna ma-

215

nera en los genes. Podría ser el resultado de un grupo dcfuerzas selectivas biológicas, en cuyo caso tal compottamien-to estaría codificado en los genes y sería desventajoso bio-lógicamente para el grupo más que para el individuo. Elcomportamiento podría ser una función de factores fortuitos,quizá explicables en cada caso particular, peto ciertamente ntrcon razones sistemáticas. Y también, naturalmente, la socio-biología humana, concentrándose como lo hace en las fuet-zas selectivas individuales, podría ser una explicación total-mente adecuada del comportamiento social humano, tal ycomo se ha desarrollado v como es.

Vayamos ahora a los puntos tercero y cuarto, donde, ob-viamente, comenzamos a separarnos de la situación animal.Cteo que podemos desechar, sin demasiados problemas, lahipótesis de la selección de grupo y la explicación mediantefactores aleatorios. No quiero decir con esto que en el casohumano no hubiera abscrlutamente nada cierto en ninguna dcellas, pero como intentos para explicar algo semejante a laentera gama de la expericncia social humana parecen in¡c,lccu:r-das. Existe demasiada lucha intrahumana pare la seleccicin dcBruPo, y si uno exclul'e el aprendizaje y los genes, simple-mente no parece plausible que existan tantas regularidadesente los humanos con respecto (digamos) al emparejamien-to a largo plazo y la cúa¡za de Ios hijos. Se está negando quelos humanos son animales y que son humanos. Esto nos dejaentonces con la explicación cultural y la explicación socio-biológica.

Invirtiendo un poco el orden v nrencionando lo que co-rresponde al cuarto punto de la sección previa, voy a asu-mir aquí que hay argumentos para afirmar que con algunas re-servas, la sociobiología humana puede explicar el comporta-miento social humano. En un capítulo anterior, intenté de-mosrarlo desde un punto de vista positivo, y después, en elúltimo capítulo particularmente he intentado demosffarlo des-de un punto de vista negativo, rechazando los supuestos con-traejemplos fácticos, particularmente los anmopológicos plan-teados por Sahlins. Puede que Ia sociobiología no sea verda-dera; pero no creo que los críticos hayan mostrado que nolo es.

Pero el problema está, naturalmente, en el punto tercero,a saber, que en 1o que se refiere a la verdad o falsedad de losrivales de Ia sociobiología, mucho de Io que los sociobiólogosquieren explicar en términos de selección individual queactúa sobre los genes, puede ser también explicado en tér-

216

rninos de un modelo. cuitural basran¡e obvio que comprenda. I descubrimienro, el, aprendizaj.,,

",.. ,qJén'l,ir. a diferencia(r( la ¡nayof partc del corr'portalnic,lit¡ social animal, uno no¡ruede simplemenre desechar la er¡riicrcij¡i .ultr¡al. o,r.rt,,,¡rrc es claramcnte cierto .¡u. la cultura p.J.i, l_rrt., ;.;ri;:,lu ,rl lenos,.una gran parre d..l ."",;;.;;l;"ro social huma_r(¡. .1sr, anallcemos ahora las dimensiones del comportamientost¡cial irumano qu.e han sido.,Iirc.L,iiárr-r.*;;ur.n.,os cle argu_l)rcntar en farror de causas culturales ,"nío aorno sea posible:¡rlanteando, de hecho, jur. .r.rriun.. ;;'i; i;.,r* en que po-,l¡írrr¡os esperar que io hicier. i," ..f,¡.,,'ie ia sociobiología.

7.i0. La plrrusr¡rr_rDAD DE r-As cAUSAs cuL.t.uRAr_I.rssoBRE LAs cAUSAS sroI-ócrcRs

En casi todas las sociedades, descle la de sin escritura más,r';mitiva a la nuestra.(y éste_ no ", n".=*riu_ente un otdentic .rériro),.la.agresióí, la l.,.ha,"i;;;;;;, erc., son una;rarte significativa dc la cultura, ¿.fin-lár'-¿rt" en un sen_rido anrplio. Además, exisrenrnr;Á;;'-;;r;as en las que('ste aspecro podría esrar auto_pcrpetuándo*. Así, por eiJiir.lo, aprendemos cosas acerca d'e ü, p;I.;;";n los libros, las¡;elículas y la televisión: John $i;til;;o'_br. q,r" ,. ,u_naba.la vida queriendo. mrta. ,f p.ú¡i_o,-". ,].ro ¿. los héroes

¡ropulares de nuesro ti.-po,_y,'práü;;i;;;., no carece designificado et que cuando xíil;; b";;;ü-"f..pto, de hu_¡nanos que. bai<_, a[suna presión, sc manifesiasen agresivos,los buscase en Ía ficiió¡ rwilrun. inzirl'p,ü.'255). En otraspalabras, no exisre dificulra¡ ;iil;; -i^ñ"?n.onrrar

causasculturales para la agresron.C)cupándonos ahora de la sexiralidad, nuestro crítico diríac¡ue,.de. nuevo, encont¡amos_que prima facie la cultura esuna inf'-rencía significativ". l.rctrrá ."--"í"ri"a más básicoesto parece ser cierro. .Considé¡ese, por ejemplo, I"

-;b;;_.sión de_los machos occidentales cJ; ""i'pifi; de las hem_l¡ras, anhelando ver "n p.r¿n, ul;;; ;; :;;;.s., exhibido¿bierramenre en rantas ü"i"¿áa.r'ío"...ii?lr¿.r. Es difí_cil de creer que. lo que nos, separa de lo, uiil.r.ro, en esrono sea nada más que una funiión,a.t

"pr"nái"ri., .*t"Á_bres, erc. De igua[ manera, uno duda jt ñ l; qr;-;;;separa de los victorianos al no enconüar ..óri.o el ver untobillo no sea más que la culturr. d"r'1.".ü y en un nivelmás gcneral, es difícit ";s;; ;;; .T ri,.""áür¡¿ pudiera ser

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II

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I

el responsable de que los machos piensen que deben scrdominantes y <¡ue las hembras piensen que deben ser do-minadas. Y lo misnro sucede con cosas como los tabúessobre el incesto. Los más viejos de la tribu, habiendo vistoque la endogamia muy próxima tiene consecuencias horri-bles, la prohíben por el bien de todo el que csté implicado(véase Harris, 1971).

Indudablemente, nuestro crítico creerá que exactamentelo mismo sucede con la paterniclad y el altruismo. Gran pnr-te de Ia habilidad (o de la falta de habilidad¡ que mostra-mos en la crianza de los hijos es aprendida, ya sea denuestros propios padres o del doctor Spock. Y, cie¡tamen-te, no ha'y escasez de literatura sobre cómo tratar los con-flictos padres-hilos. Ni tampoco faltan buenos consejos cuan-do se üata del altruismo, por no mencionar todas las clasesde distintas influencias culturales, explícítas o implícitas,gue sobre nuestfo comportamiento se dan en este punto.Nos han sido enseñadas toda clase de cosas acerca de cómodebemos comportarnos hacia los demás, por la Iglesia. laeducación y otro tipo de presiones informales de la familiay de los arnigos. Incluso cuando se considera algo como elfenómeno del hermano de la madre, que de tanto le sirvea Alexander, se nos vienen inmediatamente a la mente ex-plicaciones cultu¡ales. Todo lo que se necesitaría es qLre

la gente se diera cuenta de que los hijos de sus mujeresno tienen por qué ser necesariamente los propios, algo pre-sumiblemente no implausible en sociedades en las que esnorma tener sistemáticamente frecuentes relaciones sexualesextra-maritales, y así el fenómeno podría darse: luego setransmitiría mediante la costumbre I' el aprendizaie.

Además. no es difícil concebir hipótesis culturales qlre <:\-pliquen el comportamiento, cluizá hoy' no tan obviamentealtruista, para el que los sociobiólogos están dispuestos a

invocar diferentes tipos de mecanismos productores de al-truismo. Considérese, por ejemplo. el comportamiento homo-sexual, en el que, para dar cuenta de é1, los sociobiólogossugieren que la selección familiar puede haber sido impor-tante (los homosexuales, liberados de la crianza de hiiospropios, se dedican l la crianza de los hijos de parientescercanos)- Uno podría sencillamente sugerir que la homose-xualidad es una función de los distintos tipos de experien-cias de aprendizaje. En la antigua Grecia, por ejemplo, elamor homosexual se mantenía conscientemente como unideal; 1' tal vez inclusc'r hoy día los honrosexuales deban su

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trrientación sexual a las distintas presiones suriles y no-tan-sutiles que han sufrido a lo largo de su desarrollo. Los coie-gios privados ingleses tienen una notoria reputación por lacantidad de homosexuales que producen, y esto es fácilmen-tc explicable en términos dgl hecho de que duranre un pe-liodo clave de su desarrollo sexual los chicos se encuentrantrpartados de toda influencia fcmenina. O, lo que es lornismo, A. S. Neill, fundador de la mundialmenre famosa es-errela libre de Summerhill, en la que chicos y chicas se mez-claban libremente, se jactaba de no haber producido nuncaLrrr homosexual activo (Neill, 1960).

En pocas palabras, el crítico, considerando las cuestionescon respecto a la evidencia directa, argumentará que, en elcaso humano, como un caso opuesto al caso animal, lascxplicaciones culturaies del comportamiento social no pue-.len ser desechadas tan fácilmente. Compitiendo con lasesplicaciones sociobiológicas del comportarnienro social huma-no, existen explicaciones culturales muy plausibles. Además,,rduciría también este crítico, aunque sólo fuese por un prin-cipio de simplicidad, en la gran mayoría de los casos, lasexplicaciones culturales deberían supera¡ a las explicacionessociobíológicas. Sabemos que, en casi todas las ésferas delcomportamiento social humano existen influencias cultura-les. ¿Por qué entonces argüimos que esencialmente éstas notienen influencia causal alguna, que son como si aún fueranln escoria sin importancia de la existencia humana, y quecl comportamiento humano realmente está controlado porgenes que_ ni se conocen ni se han visto? Sabemos muybien que la gente, particularmente ia gente loven, está só-rnetida a un bombardeo de propaganda sobre cosas talescomo. la agresión .y la sexuali{r{, y que, por Io general,reaccionan como si esruvieran influidos por ello. ¿Por quéentonces le negamos una influencia causal real cuando, porel contrario, argüimos que son esos genes hipotéticos

^los

que son las verdaderas fue¡zas motivadoras?Además, también se podría aducir que cuando uno des-

ciende a algunos detalles del comportamiento social huma-no, si bien es cierto que la sociobiología puede realmentesuministrar explicaciones, también es cierto que éstas pa-recen cada vez más ad hoc. Considérese, úniCamente a

-tí-

tulo de ejemplo, el siguiente cambio que está teniendo lugarcn nuesuo sociedad: en los últimos años, específicamenteen los últimos cincuenta años, hemos visto un incrementodramático del divorcio. Esto ha significado, entre otras cosas,

219

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I

que un gran número de niños no han vivido con sus

padtes blológicos (en particular ,con el padre), sino con suspadrastros. E, .ott".u.tcia, incluso aunque los padres bio-iógi.ot no hayan perdido el contacto con sus- hijos, e in-cliso aunque ios padrastros no hayan mostrado a menudola misma pt"o.rrp"tió.t por sus hijastros. que la quc hubie-t"n mottrádo poi srrs piopios hijos, de hecho, mucha gente

hoy muestra una gran preocupación Paterna por niños queeilás saben positivámenie que no son su descendencia bio-lógica. Ahora bien, tal como un sociobiólogo podtía razo-na*r, dado que obviamente este cambio en el modelo- para

el cuidado ie los hifos no puede ser una función de uncambio en los genes, lo que ocurre es que han entradoen acción los génes del aftruismo recíproco: yo cuido- delos hijos de aigún otro, sabiendo que algún otro cuidaráde loi míos, etó. Pero (objetaría nuesro crítico), ¿por qué

tomarme la molestia de entar en este tipo de explicacionescuando uno puede iuvocar influencias culturales tan obviascomo, por ejemplo, la decadencia de la religión (causada

por el áscenso de la ciencia), que Provoca una desvaloriza-iión de la santidad del marimonio, etc.? ¿Por qué rechazarla cultura en favor dc una biología hipotética?

O consideremos de nuevo la homosexualidad. ¿Por quéinvocar a la totalidad de la selección familiar cuando tene-mos muy a mano posibles causas ambientales? Particular-mente cuando por confiar en la hipótesis de la selecciónfamiliar uno nécesariamente se somite a la idea de quélos homosexuales se reproducen menos que los heterose-xuales. Es vetdad que esto podría ser así en los machos,aunque, como nuestro crítico probablemente señalaría, lossociobiólogos no parecen tener cif¡as seguras al respecto, y,además, cómo el lnforme Kinsey claramente señala, muchoshomosexuales tienen experiencias heterosexuales. Pero, comonuestro crítico nos recordaría, también existe el problemade los homosexuales femeninos. ¿Vamos a asumir que sonlos mismos genes los que causan la homosexualidad femeni-na y la homosexualdiad masculina? Si no lo hacemos así'entonces tendremos que comenzar por suponer más genes

hrpotéticos. Pero si los mismos genes, supuestamente cau-santes de la homosexualidad masculina causan también ellesbianismo, entonces este hecho debe encuadrarse con las

otras especulaciones sociobiológicas que dicen que,,en -ge-

neral, lai hembras no tienen démasiada posibilidad de elec-

ción sobre la reproducción (Trivers y Villard, 1971). Esto

220

es, que, incluso aunque r-rna lnujer tenga deseos Iesbi¿nos,tiene Ia rnisma capacídad para reproducirse que cuaiquierora mujer. En oras palabras, cualquiera que sea la inclina-ción sexual de una mujer, su capacidad biológica no se veatectacla. Sin duda, nuestro crítico concluiría, un tanto des-preciativarnente, que también este hecho podría ser encua-drado dentro de la selección familiar, pero que si se llegaa esta situación uno podría comer"lzar a preguntarse si todocste esfuerzo merece la pena.

Llegados a este punto, probablemente los críticos realesde la sociobiología estarán frotándose las manos de alegría.Porque habiendo defendido a la sociobiología hurnana detantas críticas, a través de Ja opinión de un crítico ima-ginario, parece que estoy concediendo todo al otro bando.Tenemos explicaciones culturales del comportamiento socialhumano, y tenemos explicaciones sociobiológicas del rnismocomportamiento. Y 1o que parece que estoy sugiriendo esque, solamente por una aplicación de la navaja de Ockam,tienen en general más sentido las explicaciones culturales.Incluso si se prueba que la sociobiología humana no estáequivocada, todavía no estaría probado que fuese cierta; vcn el momento presente no existe una buena razón pataadoptarla como la hipótesis más plausible. Sin embargo, porun determinado número de razones, creo que ésta es unaconclusión demasiado radical. Realmente, no creo que ha¡'allegado el momento de escribir la palabra f inis pall.^ la socio-bíología humana.

7.II. ¿I)E¡e ra cuLtuRA uN LUGAR pAR^

LA SOCIOBIOLOGíA HUMANA?

En prirner lugar, se debe señalar que en el estado pre-sente de mi argumentación me estoy limitando a la socio-biología humana tal como ésta se relaciona con la evidenciaindirecta. Incluso aunque uno creyese que el compo¡tamien-to social humano, entendido en un sentido amplio, puedeser explicado por mecanismos culturales, tan bien al menoscomo por mecanismos sociobiológicos, uno no debería toda-vía rechazar la sociobiología de golpe, porque existen otrasmuchas razones a considerar, por ejemplo, la evidencia di-recta de la que hablamos antes en este capítulo. Si, porejemplo, uno toma seriamente la noción de que la inteli-gencia tiene un fuelte componente genético, entonces uno

221

It

está, como mínimo, estableciendo limitaciones sobre el'efec'to que la cuitura puede tener en los distintos roles que

desempeñamos en la sociedad. (Es decir, el efecto que nor-nialmente tendría la cultura. Teniendo clara conciencia de

nuestra biología en este aspecto, podríamos intentar supe-

rarla.) O supóngamos que uno acepta los datos sobre los ge-

nrelos en reiacién con la homosexualidad de Kallmann. En-

tonces, aunque ei entrat en explicaciones comprometidas so-

ble la selección familiar pareciese un poco fotzado v ad boc;no significaría necesariamente que el hacerlo fuera un error.Como he señalado ante¡iormente, una explicación cultural de

l¿i homosexualidad en los gemelos monocigóticos en términosde la relajación de 1os tabúes del incesto, parece de Io más

,td hoc imaginable. En ouas palabras, la evidencia directa,por no men-cionu. la evidencia analógica, podría inducirle a

i r',n , pers.uerar en las explicaciones sociobiológicas humanas.El iegundo punto, ya establecído en nuestra discusión

sobre la- analofía, es que, Por muy omnipresente que lainfluencia cultural pueda ser, es difícil negar que (como

rrínimo) existe una estructura biológica básica sobre la quesc funda. Como también se ha señalado en la discusiónsobre la analogia, quizá la cosa que más dístingue la cul'tura de la biología is qn. la primera puede cambiar-, y-dehecho cambia, mucho m7s rápidamente que Ia segunda. Las

cnlturas pueden cambiar casi de la noche a la maiana,ciertamenie que pueden hacerlo en menos de un siglo. mien-

tras que la - biología cambia mucho más despacio, req ri-

riendo miles de años- Por tanto. si la cultura tuviera todaesa flexibilidad se podría esperar que, dado que todo es

cnltura. algunas sociedades se hubieran separado drástica-mente de oras. Y, sin embargo, aunque algunas personaspuedan ser bastante pacíficas, es cuestionable que -existangrupos que no muestren absollltamente ningún tipo de agre-

.sión cuando se enfrentan a serias limitaciones de recursos.También existen, ciertamente, variaciones con respecto alsexo y la paternidad, pero aparte de sociedades temporal-mente aisladas, como la de los Shakers, los seres humanosgeneralmente se empare jan l' se comproineten por uniargo plazo en el cuidado de los hiios. Francamente. si

tener hijos es solamente una cuestión de cultura (o, porlo menos, si lo es el cuidarlos), y dado el esfuerzo que

supone el criarlos, me sorprende que las familias sin hiiosno se havan inventado mucho antes que la rueda. E, in-cluso en "l .rto del altruismo' parece que existen algunas

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const¿lntes. Por consiguiente, incluso aunque uno quisielarlar a la cultura el nayor radio de acción posible, sería(rrestionable la idea de que los humanos son como hojascn blanco. ¿Se podrían obtener seres humanos que no tu-,¡ieran tendencias agresivas, interés alguno por el sexo, sen-timientos por los niños y ninguna vo]untad en absoluto pararclacionarse altruistamente con los demás? Esto cs lo que¡rarecería implicar una posición crrlturalista exrema.

I'ercero, podría <¿uizá objetarse que establecer la casicompleta primacía de la cultura sobre la biología basándosesimplemente en Ia civilización occidental es un poco injus-to. Ningún sociobiírlogo va a negar que la cultura puedealejarnos de nuestra biología, o que en los últimos mile-rrios, una simple gota en el océano de la evolución, los sereshumanos han comenzado a erroluciona¡ de un modo cultural.I)odría argumentarse que Io cierto e interesante de la socio-biología es que en nuesrro pasado más reciente, r-rosoffos, losseres humanos, estábamos sonretidos a fuerzas biológicas y(lrre, consecuentemente, tenenros genes formados por estasIuerzas que, aunque ahora estén esencialmente enmascaradas,podrían manifestarse de distintas maneras, r' clue los pucblosmenos industrializados todavía dejan que su biología se ma-nifieste en formas significativas.

Debo confesar que yo mismo tengo algunas dudas sobrecsta defensa de la sociobiología humana, aunquc no existecJuda de que hay algo de cierto en ella. Es realmente ciertoque los sociobiólogos creen que la cultura puede enmas-carar muchos aspectos de nuestra biología, y que proba-blemente en un futuro 1o hará aún más. Sin embargo, lossociobiólogos ciertamenre dan la impresión de que tal comocstán las cosas en este momento, muchos aspectos del com-portamiento social en el nrundo occidental se relacionandirectamente con la biología humana. Trivers, por ejemplo,utiliza abie¡tamente ejemplos del mundo occidental en susdiscusiones sobre el sexo, la paternidad y el altruismo.Por consiguiente, aunque vo sospeche que en muchos as-pectos los sociobiólogos conside¡an a la sociedad occidentalcomo atípica, esto no es considerado atípico. Por tanto,utlTizar ejemplos que se basen en el mundo occidental nocs en realidad improcedente, incluso aunque se pueda creerque es en las sociedades menos desa¡rolladas donde la so-ciobiología tiene su aplicación más directa.

Cuarto, podría señalarse que uno de los externos de lacscala de los comportamientos htrmanos comienza a conver-

rirse en morfología y fisioiogía, o por lo lnenos a estar muyíntimarnente relacionado con ellas. Así, por ejemplo, aun-qlre a uno no le gustase mucho la explicación sociobiológicaiei por qué a las muieres se les retira la tuenstruaciónah'edédor de los cuarenta años, mientras que los hotnbrespermanecen fértiles durante nucho más tiempo (Alexan-cler, 1974), no es posiblc ver cómo podría tener algunale levancia una explicación cultu¡al. 1' esto mismo sigucsiendo cierto para el hecho de <¡ue las urujercs inadapta'das tiendan a tene¡ un porcenta.ie mucho más alto que elnormal de descendientes hembras (Trivers y Willard, 1971).Pe¡o si la cultura nos falla en cste punto, mientras quc lasociobiología nos suminisua hipótesis plausibles, entoncesdebe tarnbién recordarse que hipótesis como éstas no sonsin-rplemente sngerencias aisladas, sino consecuencias perfec-t¿rmente di¡ectas de los principios sociobiológicos fundamen-tales (en estos casos que acabamos de mencionar del cuida-do de los hijos y las diferencias sexuales). Pol tanto, quizácn casos como éstos tengamos otra razón para tomarnosseriamente la sociobiología.

Naturalmente, en este contexto, es difícil no preguntarses<-rbre cuál es la aproximación sociobiológica general a Ia

cuestión de las diferencias macho-l-relnb¡a. Físicanlente. lashembras y los machos humanos son rnuy diferentes y, ade-nrás, para un evolucionista es difícil no suponer que algu-nas de estas di{erencias no sean una función de la selección.Las caderas más anchas de las muieres, por ejemplo, parecencla¡amente ser una aclaptación para llevar a los niños: másconcretamente, para lleval a niños con cabezas grandes, quecs como son normalmente las crías hu¡nanas. Uno podríaincluso llegar a decir que dadas las diferencias físicas entrelas hembras y los machos hrtmanos, es difícil no creer quealguna de estas diferencias no sea una función del tipo defr-lerzas selectivas que suponen los sociobiólogos. El mayortarnaño físico de los machos er-r relación con las hembras,por ejemplo, no es, claramente, una función de la cultura;), dado que es un fenómeno tar¡bién bastante conrún en elr.nundo animal, y dado que los sociobiólogos parecen estaren el camino correcto, o al menos en un camino promete-clor', para dar una explicación de este fenómeno en el mun-do animal (explicando las excepcíones como en el caso cie

los peces), parece una pretensión natural qllc a este res-

Irecto las explicaciones sociobittlógicas ¡ruclieran ser a¡rlicaclasrambién ¿l mundo humauo.

221

f)crr .esta razón, y para.tfatü un punto <Jejado en sus_1.'r.rrso desde capítuloi anrerio¡es, yo-sugériría que existe, primaLtcic. evidencia física y éxito írf-Eri.'"n or.o, campos(()mo para justificar una aproximación sociobiológiru ;l';{;;,le las diferencias humanas macho_hemb.u, ,¡n por ello irir incurri¡ en <<sexismo>>: 4tgo ."rn".'.f^?"alisis de Freud,lcl desamollo psicosexual f"ñ.nin"'ri or.",s scxisra, por'ro *;;; ü;;"-¿*a.nlj il;,tJT:",1r:;,lc nuestros días. oor

, i.";;;;;#"i¿, t::il:, o:ff;i,,lj,',lloli3.i",lj"ili., ".",,;rr¡rálisis hayan tenido alguna.

"lirr.*ir-.""i"M. p"."." ult"-rrrente improbabre que las chícas tó;;il d" r,*fi", ,"r..i.,.lcsesperadamente Iós penes de ,#h;;;;;, (Freud, 1905).l)or orro lado, existeÁ ¿r"..n.i", ñ;;il;". los machos' las hembras. v llamar tu

"t*.lZl-lo¡ii .ur. y tatar,lc cxplicarlas ral'corno Iru."n tou^rJ.i.#;i;;.. no significarecesariamente mantener valores ,;;i¿;;;;"s que sirvantle base al sexismo.No se puede deíar el tema en este punto. Lo que acabo,le .decir se aplica- directamen_te a las explicaciones socio_I'iológicas de ias cliferencia, fisioiOg'i;r-15*"rr", humanas.,'\hora bien, cuando se llega ;i ;;ri};;;;;i.,to .."1, .o_ova he dejado claro anres, óreo que lo, .*ioiiOlogos se en_cuentran sobre un terreno a".Éo .á, _.r"¿ir.. Con res_l)ccto a la dominación por el -u.h; ";"i;r" hrrrnu.ror, ,r,.inclina¡ía

^ aceptü que' es ¡i.i¿;i;; ;' ;;" senrido secun_ctano el que sea la mu¡'er k d" tiene l,os ,ú;;, ú-;;;tiene que cargar más co¡ ellos, "r..,-y-q;; po. ello haya

ll:d:f a desempeñar roles gonside;;J, ;;;", activos des_Lte una perspectiva actual . Si

_ se prefiere, .. p,.r"d. d..irque tienen una capacidad biológica p^r^'nript^, una cul_tula, dominada por el 1ach9.

peio rró esroy seguro de quelos hechos o la teoría impliquen algún tipo dá afirmacióntan fue¡te como, por ejemplo, qrr., ", .rrr* d. l" biología,las mujeres necesa¡iamente anhelan la dominación de loshombres, o'que, incluso liberadas ¿. tu tui", del cuidado

cle los hijos, como de hecho sucede .udu u"r-.¿. hoy día,las, mujeres no puedan desempeñar lo, ,oi", hasta aho¡acxclusivamente masculínos. _Arglir esto es utgá ,lu" me pa_rece que va más allá de..la

.evjdencia d. qi,. se dispone.No creo que tales implicaciones ."un n....a.ias para la

::^:l:^b-b!rtl hulnana. y, cuando ,tg,in ,o.iobiátogo .n pr._ttcular se aproxima a formular tal tipo de implicaciones,

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225

como lo hace, por ejernplo, 'llilson una o dos veces, meparece notar un cietto tufo a sexismo.

Continuando ahora con nuestra lista de puntos que su-

gieren c¡ue todavía es prematuro, basándose en la evidenciaindirecta, descartar las causas sociobiológicas en favor delas causas culturales, nos encontramos con el quinto puntoque apunta hacia la idea de que, incluso aunque uno noesté entusiasmado con la sociobiología humana, es en rea-lidad todavía un poco prematuro desecharla completamen-te, sin haber realizado antes un mayor esfuerzo para con-trastarla. Tomemos, por ejemplo, el fenómeno del hermanode la madre, sobre el que Alexander basa tanto su argu-mentación. ¿Es realmente cierto que es virtualmente entodas las sociedades en las que la paternidad se pone re-gularmente en duda en las que aparece este fenómeno?Y, ¿hay alguna de enre estas sociedades en la que unaexplicación cultural realmente no parezca plausible? Porejemplo, en algunas de estas sociedades, ¿es la gente tanignorante sobre la nrecánica del proceso reproductivo quelos machos puedan verdade¡amente ignorar clue ellos no sonlos padres biológicos de sus hijos sociales; o es la genteen ocasiones incapaz de desarrollar conscientemente verda-deras relaciones de sangre, aunque instintivamente puedasaber que sería bueno para su propio interés reproductivoel hacerlo? O, por el contrario, ¿podemos enconttar socie-dades en donde prevalezca el fenómeno del hermano de lamadre y, sin embargo, los padres sociales sean normalmentelos mismos que los padres biológicos? Parece que en estepunto procede un estudio más detenido.

En este contexto, sin embargo, se podría añadir queAlexander cree que existe una fuerte evidencia para suhipótesis del primo (los primos-paralelos y los primos-cru-zados son distingtridos cuando los primos-paralelos tienentendencia a ser medio hermanos).

Poclcmos dccir que, en general, la asimetría en el trata-miento de los primos estaría concentrada en las socieda-des quc favorecen o mantienen una poligenia fraternal,mientras que Ia simeüia estatía concentrada en las socie-dades qtre practican la monogamia. Casi la mitad (211) delas 123 sociedades dc la muestra etnográfica (de 565 ca-sos) de Nfurdcrck (1967) que son utilizables en nuestrocstudio, porquc contienen datos relevantes, consideran si-mét¡icamente, o no los distinguen, a los primos-paralelos

¡' Jos. primos-cruzrdos, y..Ia. otra miud l2l4 los conside¡aa.simérricament", .l .pl distingue. I;..; ;; dc I¿s 79 stxie_clades (cl 9t qor^ t_Ogl qu. flu"r"..n"o prescriben la poli_genra fraternal consideran asimétricameirt" a loi -;ri;;;

paralrlos y los primos .rrrr¿"r, - _üri.',.u, qu" solamen_re J5 de tOl socicdade, .orógr.u.--i.J ¡>

.po. ióól

-iohacen (p < 0,000.tJ. Alr"rn.i;uáir.ni.,

.ri;lirrn¿o la mues-tra modelo de 168 sociedades ¿. UurJo.L-'il%ii'sr_Is;;-

tu¡,endo los datos que .no son apro'echabl., ';; ?Ul"ride las sociedades conside¡ad"; ;;";;;;uesrra, uno en-cuenrra que solanre_nre. cinco cle las l) .socicda¿., ;o;;gamas (el 33 por 100) _consideran'u lÁr'p.irno, asimét¡i_cAmenre. mienr¡as que,7 de g socieclaáes-p.ligéri;;;-];;tcnrales (er 87.) pór r00) I." .i;r;iJ;; asinrétricamenrc(p:0,0177: Tesr Je la prot>abili.Ja.i ;;.;. cle Fisher; Sie_vel, lc)65) (Alcxander. f C;r-bl.

- .."" " "'"'

Incluso si uno continuara reclamando una evidencia mavor,r pruebas independientes, esrá claro qr;';"';;;!ñ;'r#;nos enconuamos en los comienzos de la evidenci^ IrJi."itá' que es pronto, por tant9, para concluir qu. t" ,o.iof;i;;i;no merece ser tomada seriamente como ,rn, ..pli.*ió"";j;;:sible de.l comportanriento social hr;;;.;';.-hecho, hasta sel'¡l .d.ulg pruebas frecuenres d"l é;i;;l"-l'a explicación so-

::liJ:lÍgj:. en comparación cán ;;,,p.:" Éxpricacione,

,,,,1^r:rj:,-,r. últinro pr¡nto es guizrí t.l mrís inrPorranre. enr)ltena medlda porque podría mostr:lrnos ltn¿¡ ."lu.i¡n o-ioj,l.l controversia socíobiológi.a. M"r".",-por"rrrnto, trnn intro_ducción detallada.

7.12. UN coupRor.rrso Bror_ócrco cuLTURAL

P¡obablenente. la discLrsión hasta ahora se l_raya 6urr¿o "nuna dicotomía fa7sa, o ,l meno, ..iiii.furn.,r,e rígida. HesLrgerido que para dar una..*pli.u.iJn'ái'.o.-porr"rnienro

so_cirl humano habría que. "t"gi, .ni..'r"r"ál.[ji.r.¡ón cultu_rrl o una explicación'

!lol¿g:.,1;;-p;;;i.,;;i un, e*prica_ción genética): si el comportamienro 'r. ur-r -"*plicar

cultu_ralmente entonces no ," p..,.á.-";lj.;; üilt?g).u..nre, y sise va a explícar biolópicamente. enronccs "" í.-pr.á.".;prjlcar culruralmenre. pe"ro ¿.

"lgúr

-.";; ";# esro parecebastante in justificado. por r.,, -part;,'";;;"" n, ."¡.rir¿.,parece increíble sugerir que la biología hrrnno no renga

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226 227

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Ia

efecto causal alguno sobre el comportamiento social humano.Piénsese únicamente cómo sería nuestro comportamiento silas mujeres, como muchos otros mamíferos, se pusieran encelo. Por otra pa¡te, probablemente debemos estar en des-acuerdo con la crítica hipotética de que parece igualmenteincreíble sugerir que la cultura humana no tiene efectos cau-sales algunos en el comportamiento social humano: que Iacultura no es más que una espuma epifenoménica en Ia su-perficie de la biología. ¿No sería, por tanto, r^zonable suge-rir que las causas verdaderas del comportamiento social hu-mano se hallan no únicamente en los genes, ni tampoco enla invención y el aprendizaje por sí mismos, sino en unaamalgama de ambos?

La cuestión lógica que surge es justamente, ¿cómo podríanmezclarse causalmente la biología y la cultura? Una posibi-lidad sería que la biología fuese responsable de algunos com-portamientos y la cultura rie otros, pero que esencialmenteambas operasen por separado. Sin embargo, a pesar de quepueda haber algo de verdad en esto, uno duda de quesea completamente, o casi completamente, cierto. Considere-mos un ejemplo ya introducido, los sentimientos eróticos quealguien, como yo mismo, macho occidental, experimenta alver el cuerpo desnudo de una hemb¡a. Es seguro que mibiología tiene algo que \¡er con estos sentimientos: no tengoestas mismas sensaciones cuando veo un árbol desnudo. Porotra parte, mi cultura también tiene que tener algo que \¡ercon estos sentimientos: el pecho de las mujeres me excitaen una forma en la que no lo hace a gentes de otras cultu-ras, y, sin embargo, Ios tobillos no me excitan en la formaen que excitaban a las gentes de otras épocas. En oras pa-labras, la biología y la cultura parecen ir iuntas causalmenreen algunos comportamientos sociales sexuales; y al igual queen el scxo, uno supone quc algo parecido podría darse paraIa agresión, la patcrnidad y el alruismo.

Pero aún c¡ueda el problema de descubrir cómo la bio-logía y Ia cultura actúan iuntas para producir un elemcntoparticular del comportanriento social. Una sugelencia obvia esque los genes establecen los línrites a una arnplia gama de po-sibles conr¡rortamientos; los genes nos dan ciertas capacida-dcs v rlcspués el aprendizaje y otras influencias establecen lasdistintas variablcs 1' determinan los comportamientos par-liculares. El comportarriento humano se puede entonces con-siclerar como biológicamente adaptativo, que es lo que lossociobiírlogos quieren, pero influenciado causalrnente de for-

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nra crucíal por el aorendizaje, que es lo que quieren los cul_rr¡ralistas. El proce*o t"t¿ iJ lpiráirl;"".s enronces consi_.k'rado mmo álgo qu. ¡nt.o¿t,..'un-'il".iri._" increíblemen_r( poderoso para causar. cambios ,d;;;;;;;;. en el fenotioo:,". ll, proporción infinitamenre .ár'ult;-;;.-i; ;";;;.#rra sr uno contase únicamente con los ;dbi; p=.".i1iili*r.n los genes.

.. Paru mí, como para un determinado número de pensado_fcs, un compromiso

.como éste tiene muchor-;ñ;;;.rl)obzhansky, 1962; Ruse. ié)c, " ¿r'.p'¿"U. 1975; Dur_Itam, 1978.) parece narural aceprar qu., J."rpue. de todo, miircruación con resDecro u .lm hÉ.ü.ul-l"r-"uüup,rriva, inclusotrrando tos detailés d" ;i;";il;;;"""".ri!, cxplícitamentecodificados en mis n.n... ñáii,rr-t'rri.ñ, il es necesario de_cir que algunos coriportamienr., .rrrl7""iás esricamentetlcterminados por los genes que otros o, por er contrario,t¡ue los humanos hrn.".uolu.íánad;"'ñ;r;'"T p.rnro en que,deliberada o subconscie"r;i;ü;"á..i ,'"prru.se en granrnedida de su biolopía, en el *nrlio-a"'qr¿ a través de lat'uhura podrían ,do#"rrnrcho, ..ñJ.i^.tili,o, or" no son..tc hecho, adaptativts, S;;Fbr-.s"::#ffi:. una posicióntomo ésta uno verá, de hecho, ,"i."rlonÁ-üiot,;gi.n, en gran¡,arte del comportamien," tu.r,iá]";;;;;Ji;r."rre cr.randosc examinan sociedades sin escritura y: A-l;;l nranera, uno,(n general, buscará sígnificados ¡,.1tígi...'.il adaptativos a

1.1."r0,::,:lr-: prácticas'.o.i,t.. t.,"ráñiri'o' ui',n.no. Ios bus_cara por razones esneciales como, ,por .l.rpl",

.p"., ,;j:;,rlgún caso determinado no ," prodrc""-¿r;;i'prácrícas. (Dé_f::-., sin,embargo, pon., .e'nfrrir";r-";., más en quecsto no es lo mismo r.r u q,. ; ;.

-; ; ;; ;, :''il ll'oi.i?'Jr.ll,". ;,:', ::, [,f*.,

d er í be r a -

craramenle, este rino-de'ñ;i.;;; d."J[HJ"r,r" que ac¿r_bamos de exponer tiéne que ser razonada,,v no únicamentepostulada. prima lacie rÁo ar-¿, ?t'irá,rál posición sería;rceptable para alguien ."ro duñünJ,'ol::J;" sabemos, setra romado el trabaío de negar q.u" fr;iri;i.n, ¿" aparea_f: :"1:_ .h

u m a no. t..ns1n_ -1,

r J.g,ü"r jef i"i".j l. n aup r*i uor.ro' lanro. en el siguient. .upítulo. -in'r'iJju-.ir!

,tgrno. ,.r-ba,os gue sugieren que ésra !. "t ,n.nor-Jir'propu"r,u .nra gue merece .la oenanrgJno,'d;"i;,',":i"'úJü:',""i:'.J1..,,:,;J,",.ru; ji;,i:ll.l.1" .o esra propuesra. Así, por.e,"rtl,",-il;"rnder escribero srgurenre sobre Ia forma pósible'."'l;;;;';dría estable-cctse et fenómeno del hermlno;; i; ;i... "

t^

?29

Bn 1o que concierne al hermano dc la madre, existcpma duda de que en las socíedades en las que se da estcfenómcno, los padres ticnen interacciones sociales menossatisfactorias, y en menor núme¡o, tanto col) sr.rs mujerescomo con la descendencia de sus mr,rjeres, quc en otrassociedades en las que el hermano de la mad¡e no es im-portante. Los hombres, por consiguiente, tienen qle apfet-¿/rr no solamente a comporta¡se hacia la descendencia dcsu esposa como si probablemente no fuese su propia dcs-ccndcncia, sino también a comportarse como si compren-dieran, aunque realmcnte no lo comprendan, que la des-ccndencia de su hermana no solamente representa una in-versión alternativa razonable, sino también que se necesitade ellos para el cuidado de esos hiios a causa de la au-sencia del marido de la madre... En otras palabras, elcambio cultural representado por la figura prcdominantedel hermano de la madre en aigunas sociedades, podríaprovenir de los cambios en las situaciones de aprendizaicdadas en las dos sociedades, que conducen a circunstan-cias diferentcs, !' que en cada caso dan como rcsultado lanaxin.rización dc la capacidad individual de cada nno dcIós implicados en los cambios (Alexander, 1977a, ptig. 79.El subrayado es suyo).

Lo que parece que tenemos aquí es algo mucho más enconsonancia con lo que se ha dicho en esta sección. Ya scha dicho bastante como inroducción a cómo los factores bio-lógicos v culturales pueden actuar juntos. Dejernos ahora eltema, al menos hasta el próximo capítulo. Y después decsta int¡oducción a una posible solución cle unc¡ de los as-pectos más difíciles de la cont¡oversia sociobiológica, lleve-nlos a L¡n fin la discusión de la evidencirr indirecr:r par^ Iasociobiología hunana.

7 .13. Conclusr<iN

He mos buscado evid'encia cluc apo\¡e a la sociobiologíahumana de res formas difercntcs: directamente, analógica-rrcnte e indirectamcntc. Henros tendido nuesffNs redes ycicrtamente no han vuelto \¡acías. Si los argumentos v datosde este capítulo son correctos, entonces en las ües direccio-lres encontramos al menos una razón pata tomar en scriola sociobiología humana, Por experimentos direcros, que in-cluirían los experimentos naturales, disponemos de cierta evi-

2 3()

,lt.ncia de que algunos atributos sociales humanos importan_t* pueden realmente,rener un apoyo genéti.o ,ig;ii.;;i;;.ll;rsándonos en la analogia, obtene¡ío. li- il..ro, sugestionesy guías heurísricas valiósas. y, .;;; u.uüu_o, de ver, la, videncia indirecta nos da t"ÁSll"'"."rori para creer que¡'rrede existir un futu_ro para Ia,á.i.tláíáií;;;;; ;rTticularmente si se hace un esfucrzo serio ñor combinar lasrrrcjores parres de las dos .*pfi.r.ion.rltlnto Ia biolósica(1,rno. la cultural, del comportamiento ,o.i¿ irrr.r'nov¡v¡vF¡La/tsl, por tomaf un ejemplo que conjuga las ffes vertientesl)irsranre bien, considér::e por un moÁe-nto, d;";,i;;;i;:lr:rl de los tabúes del .incesto, un problema que siempre ha

I 1-:r:do,, Ios a,tropótog"r- t *br;^;i.""T 1", sociobiólogostlcen poder anojar dgyñ.". Iú2, explicando-ái.ho, ,"É¿.."."rfrminos de imoulsos biológicos b^J.; J';;";"1 d; l;r-;;*,{Alexande¡ tgiil¡; srr^ti - tó7f "p;,;;;,"

re76; Van del[.rghe v Barash. 1977; 'ü'iison, rbziü.'ülrse también Ha_tis, 1971). Aunoue. como ya ¡. ."¡"ir¿o,-l,o ", ..ulrn.nr.viable buscar el i'Á,o ¿. í, pt.ifü''Ui.".' fi"rorica de losr;rbúes en Ia evidencla ¿-ii."l, "JJ"ñJ ;:" implicarían tost.studios de las inclinaciones reales d.e lol iescendientes de

'niones incesruosas. .n .to q* ;.;d;.'; ü, ,r., áreas deI'osjble confirmación existe 'alguna^

.uid.n.ir' positiva a fa-vor de la hipótesis de los ,o-ciáüa-ür.'"iilrnero, directa_nrente exisre la evidencia de que lo. ;l;;; ie los kibbutzinr]:]:1m:nre, si es.que alguna vez ,.. ¿, .i üo, qui...n .r_srrse (o tener ¡elaciones) con aquellos .on qu*i.n., han sidocriados. No sienten verdaderos $,eo"."rli,ri; hacia los quecran socialmente sus paríentes, i".l;r; ;;;;,l,ien que no .*i.t* lui". ¡"i"iá!r..:';",.J:',i:::,rl'!il üH¡roco exisren ba¡re¡as sociales, i"grl"; ;;.ligio.ur, para sus¡¡niones. En ot¡as oalabras, r" ."?J"".i, ;il?;, sugiere quela bio.lo,sí1 humaná (como.

_opues ta a Ia cultura excrusiva_nrenre) Ie hace a uno osicológi.u_1n,. ñr;;; de relacionar_::*':l:ol-."t" .on,qu.rio;-;;ü;;;;J'il"3fu . crjado. cra_ramenre, esro tiene implicaciones'para los tábúes del inces_lo, porque por lo general. Ios hermanor-*.ir"1., son he¡ma_nos biológicos. Ses-undo, .*ir.,"

"n, '."u"id""*iá

unrlOgi.u d.las bases biológicai de los.tabúes ¿"1-ir..rr", simplemente,:li:"::-d. los. primates ma. d.r"..oiüá;;;;r. la procrea.cron enrre parientes muy cercanos, incluso .urn¿o ;";.'.;_tl la oportunidad. Tercéro, y más

"b;l;.;;;,'.xiste Ia evi_dencia indirecta de oue .rcépto "n

lo, "urá,

Lá, ruror, Io,rabués <lel incesro humano se mantíenen úgida y universal_

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mente, y que hablando biológicarnente tales tabués son alta.mente adaptativos. Los efectos de la procreación entre pa"rientes muy cercanos son terribles (Adams y Neill, 1967),En pocas palabras, parece existir una rotunda evidencia cn I

favor de la base biológica de tales tabúes.Sin embatgo, aunque se concediese algrna frerza a un

caso como éste, hablando en general, sería obviamente dcs-acertado y err'óneo pretender que en el momento presentcla sociobiología humana pueda reivindicar para sí la condi.ción de una teoría científica ya bien establecida. Incluso cnel mundo animal la sociobiología está letos de funcionar, y elcamino a recorrer es mucho más latgo en el mundo huma-no. Contamos con un montón de especulaciones: especulacio-nes, sin duda, fascinantes, pero al fin y al cabo especula-ciones (Ruse, 1977c). Por consiguiente, setía punto meno$que ingenuo negarse a conceder que hay ocasiones en quclos sociobiólogos dejan a su entusiasmo superar a su eviden-cia. Ciertamente, hay veces en que Ia evidencia es tan exi-{¡ua que el lector se preguntará por qué me he tomado cneste libro el trabajo de defender la sociobiología humana,Sir.r embargo, esto significaría malentender mi intención. Nohe pretendido esoibir una apología de la sociobiología hu-rrana, sosteniendo que el lector debería aceptarla en su tota-lidad. Antes bien, el impulso que me indujo a esoibir haprovenido del hecho de que creo que no existe estudio másin.rportante que el de la humanidad, que creo también qucios seres humanos son animales, y que, consecuentemente, hcconcluido que sería decididamente estúpido no explorar has-ta el máximo las posibles implicaciones de la animalidad hu-mana en nuestro comportamiento social: particularmente da-do que es ahora cuando, al fin y al cabo, los biólogos scestán ocupando realmente en serio, tanto fenomenológicacomo teóticamente, del comportamiento social animal._

A mi juicio, la historia de la ciencia enseña que cuando seintroducen teorías científicas nuevas importantés, su audacíafrecuentemente sobrepasa de lejos su evidencia firme. Sirealmente metecen la pena entonces darán fruto: nos condu-cirán a nLlevos descubrimientos, métodos de verificación, uni-ficaciones, etc. En otro caso, y pese al entusiasmo inicial, aligual que los best sellers de segunda fila, decaerán y seránpronto olvidadas a. Mi opinión personal es clue la sociobíología

a Sobre esta cuestión, véase Hull (1978a), pale una discusiónentretenid:r e informativa.

232

lrrr.rrrana, especialmente si se puede combina¡ con las fue¡zas:,:ll, ii::1.':.ji.n"_, d:, hecho,,. i-pt,i.li.'r,,,.o.- o.;,"J.u(. r¿loo otras conslderaciones, no la veo como una teotíarrrrnpleramenre nueva, sino Áás bi;n ;;,n; una exciranter.\rcnsión de una teoría bien .rtu¡I".iáál'l. d. ü

-;;;;i;¡¡t.clarwinisra de la evoluciOn ul .u-po'¿?l .".p1ürj";;;",cial humano. 'A partir. de. aquí, nJ .r.o'qu" esté entera_nrcnre sola (como quizá la discusión d.-;r;. iupítul,o ñ;i",.tt parte), sino oue es parte de una i"o.iu qu" ya tiener:xiro. Pero, hablándo en rigor, rni,

-r.nii*¡.ntos persona_It.s son i¡relevantes ,.spe.to"de rní. iai"r.i"res, que prin-ri¡ralmente pretenden dár a Ia *.i.Ui.I"g?r'una posibilidad

¡,:rra probar su validez científica " h ;i-rr?;. l; a;;,";.g,1;(l'co, son tantas críticas esencialmente espúreas.Lo que.estoy sosteniendo, por ."rri'gri""r., es que los:rsL¡ntos nrás importantes en*esle punto "se d.ú, d"j; p;ruariamenre al científico_. Eu.rrtüh"rrte, Ia sociobiologíalrumana tendrá éxito o fracasará .r-á- .1.".i.. yo no sovtientífico, soy filósofo,. y p_ara-mí por d*i.1.*.";i1r"rnü

rrífícas palabras de lohn..'Locke .,;i- rrnbi;;;n queda mást¡ue colmada con el -humila.

iruUr¡"'a""'iffi;;.. el suelo unf)oco, y remover los _estorbos .,i el camino d.l .ono.i_¡nienro...>> (Locke. 1e59, 7, pas. ,ii. É;;;"., lo que hc,inrenrado hacer- y, po, .onrigrri.;'r;, ;i' p;;;pal tarea ahor.se ha rerminado. Sin emablgo. qu"du 'toonu?, ,lg¡" Irg^,.para el filósofo. Si la sociob"i"f.gi, hr*"r; suosisre comoj],."""t-.i:i^ o:_

11":_*ql.ión viabti .n,on.., h, ;; -";;;;:drrse v de tener rmolicaciones, tanto dentro como fuerá dctr ciencia. Como fitósofo. ,no'-prla;-'j:;r;, y adecua_.lame¡te explorar las vías por las .uul"r" un átea de kt:i:.:h puede afectaru ot.ri ár.";; t;;;de también, máscrertamente' explorar las inrplicacionés'no-científicu, á.-iuciencia. Por consisuiente, y para concluir .rr. ll¡rá, .orrritleraré en los rest]antes .op-í,ulo. ulgu;;,

-J. lu, posiblesimplicaciones del éxito dc'la socioúñl;;i, ;;"rrna: primc_ro, en el-campo de la ciencia, prrti.ulu?_.ntl d" lr. .i"r,.cias sociales: y, en. segundu l,,gr;,

";-;i';;;;. de la nr,crencra' mas específicamenre, a la vista de cierias .unri.ri,,ciones d_e algunos sociobióJogos en .l .ampo-áL l, ,rrn, J.la.filosofía que tíene que ver"con lo, f;;á;;.;tos de Ia mo_ralidad, o sea, la ética.

¿))

8

La sociobiología y las ciencias sociales

Para emplear una metáfota útil, hasta este momentolremos estado considerando la sociobiología desde un puntorle vista <<estático>>; es decir, hemos estado congelando a

la sociobiología en un punto en el tiempo (el presente) yt¡atando de valotarla. En este capítulo, quiero considerarlas cosas desde un punto de vista dinámico; es decir, quierover cómo las cosas podrían desarrollarse a t¡avés del tiempo,clesde el presente hacia el futuro. En particular, dando porsupuesto que la sociobiología humana sigue siendo un pro-grama viable y que crece de forma satisfactoria

-ni16ss q¡g

en este capítulo esto es una suposición que yo estoy ha-ciendo 1' el que 7a haya hecho no implica necesariamenteque sea verdad-, quiero ver qué implicaciones puede teneresto para el resto de la ciencia. Puesto que, obviamente,eI área de la ciencia que estudia a los humanos es (casipor definición) la compuesta por las ciencias sociales, miexamen es, de hecho, un intento de vet cómo el crecimientode la sociobiología humana puede afectat a las ciencias so-ciales.

Pero antes de comenzar un análisis detallado, merece lapena poner de manifiesto unos cuantos puntos generales quenos servirán de gula para nuestro análisis. En 1o referentea la histo¡ia de la ciencia, preguntémonos qué ocurre clran-do una ciencia, ya sea vna teoría específica o un área com-pleta, se introduce en el dominio de otra ciencia.

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8 .1 . E¡- ca¡rrro EN LAs rronÍes:susTrtucróru v ReouccróN

Quizá sea obvio que cuando una parte de la ciencia in-vade a otra, Ia parte Dueva puede empul'ar a la vieja haciaun lado, en el sentido de que la parte nuev¿ parece, enaspectos importantes, estar más cerca de la verdad o sermás adecuada que la parte antigua. Eiemplos paradigmá-ticos de este proceso de <<sustitución>> son la revolucióncopernicana, donde la teoría heliocéntrica del universo sus-

títuyó a 7a teoría geocéntrica, y la revolución química, dondela nueva química de Lavoisier sustituyó a la vieja teoría delflogisto.

En años recientes, este proceso de sustitución ha sidoobjeto de un intenso escrutinio filosófico; para algunos filó-sofos esta sustitución es total, y cualquier cosa que fue sos-tenida antes, ideas, conceptos, teorías, es dejada a un ladoy sustituida por la nueva. Dado que los filósofos que hanargumentado de esta forma normalmente se aferran a álgunaversión de Ia tesis de que los hechos en ciencia están car-gados de teoría (esto es, que no existe la obsetvación pura,sino que toda percepción está hecha en términos de creen-cias a priori), normalmente se ha afirmado también que,durante la sustitución, incluso los hechos de la ciencia cam-bian: el mundo se convierte en un nuevo lugar (Kuhn, 1962;Feyerabend, 1970). Sin embargo, aunque hay mucho quedecir a favor de esta posición, muchos filósofos la encuen-ttan demasiado extrema. No pueden aceptar que en tiemposde sustitución científica el mundo mismo (o el mundo talcomo lo conocemos) cambie; lo que atgumentarían, por elcontrario, es que los hechos y algunas de las interpretacio-nes permanecen. El cambio se produce en las teorías glo-bales. Asl, para ilustrar esta concepción moderada de lasustitución, tomemos la revolución darwiniana. En esta re-volución, la clave, e1 hecho común fue la homología de losvertebrados; específicamente, Ios isomorfismos de esqueletoentre organismos de diferentes especies. EI anatomistaRichard Owen (1848) los explicaba en términos de unadeuda compartida con respecto al arquetipo vertebrado, unboceto neo-platónico trascendental sobre el cual todos los ver-tebrados fueron modelados. Charles Darwin (1859) lo explicóen términos de un antepasado común, afirmando que el ar-

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quetipo vertebrado no fue una reconstrucción etérea, sinoun o-rganismo que existió vn vez. En este enfoque, elmundo de los huesos no ha cambiado; lo que ha cambiado esIa explicación última (véase Ruse, 1970, iqZt; Hull, tgZl).

Para los extremistas, todo cambio en la ciencia implicauna sustitución. (Por consiguiente, la ciencia, para elloi, esun acontecimiento ¡ealmente discontinuo.) Pero aquellos quese oponen a los extremistas, que piensan que incluso entiempos de sustitución existe, de 6echo, uia continuidad,normalmente creen que hay muchos cambios en la cienciaque no son drásticos, sino simplemente ligeras formas desustitución. La nueva ciencia penetra en la vieia ciencia,pero no siempre la echa a un lado; más bien en algunoscasos, y en alguna forma, la nueva ciencia en sí rñismaabsorbe a 7a vieja. Ejemplos paradigmáticos son la absorciónde la mecánica galileana por Ia mécánica ne\Á/toniana y las

lSles de gases macroscópicos por la teoría cinética de gases.Existe un cierto debate acerCa de este proceso de .,r!duc_ción>>; pero el punto de vista común es-que la teoría másvieja, la teoría reducida, muestra en alguna forma, ser unaconsecuencia de la teoría más nueva, donde por <(conse_cuencia> en este contexto se entiende una cierta clase devínculo deductivo. Esto significa, de hecho, que la teoríaantigua tiende a ser un ciso o aplicación'especial de lanueva teoría- más general que la ha asumido (ñagel, 1961;Schaffn_er, L967,1.96g; Rusé, 197j, 1976; Hull, ólí, lgZl',1974; Darden y Maull, 1977; Kleiner, 1975).

Vemos, por,ranro, que los filósofos (¡no los mismos filó_sofosl) nos ofrecen un espectro de posíbilidades sobre elcambio científico: desde una sustitución exrema, dondecambian incluso los hechos, pasando por una sustitu;ión másdébil .que. -supone ¡n cambió de teorías e inrerpretación, ala reducción, donde la vieja teotía es asumida por L ma,nueva. Por. lo- que a mí respecta, ejemplos cotio las dosve,rsiones citadas a propósito de la ievolución darwiniana,referentes a la aceptación de las homologías de los vcrte_brados, hacen implausible Ia concepción .it..mu de la iustitución. Consecuentémente, sugieró que, considerando lasformas en que la sociobiología puedi entrar en contactocon Ias ciencias sociales, sólo neiesitamos tener en cuentalas_posibilidades de la forma más débil de sustitución y-áereducción. Pata ayudarnos en nuestro análisis, ¡eseñemosuno o dos puntos clarificadores en este tema.

Primero, aunque la sustitución (considerada desde ahora

2J7

en su forma más débil) y la reducción suelen presentarsccomo alternativas, sospecho que lo que a menudo sucedcen la ciencia es que la teoría nrás antigua es corregida, locual es una forma de sustitución, y entonces la versióncorregida puede ser reducida a la teoría más nueva. Tome-mos, por ejemplo. un caso reciente muy célebre de re-ducción, a saber, el de la genética biológica mendelianaa la genética molecular físico-química; entendiendo que la rc-ducción se apoya en la deducción, de hecho la teoría clásicamendeliana no puede ser deducida de la genética molecu-lar, simplemente porque el gen mendeliano, la unidad deherencia y función, no puede ser echado a un lado: es<<indivisible>. Sin embargo, el gen molecular, el DNA, pue-de ser separado en pequeñas unidades, en pa¡es nucleóti-dos. Una deducción es, por tanto, imposible, porque lasdos teorías son inconsistentes. Sin embargo, si se revisa elconcepto de gen mendeliano de manera que permita ladivisión dent¡o del gen, se puede lograr cierta consistenciay se abre de nuevo la posibilidad de la reducción. Y estoes lo que realmente ha ocurrido, porque el viejo conceptobiológico de gen ha sido sustituido por el cistrón, la unidad de función, el mutón, la unidad de mutación, y elrecón, la unidad de transmisión. Un cistrón, que contienemuchos mutones v recones puede ser identificado con elgen molecular, y un recón con un par nucleótido. Deberlaañadirse que esta corrección no era simplemente funcióndel deseo de reducit la genética biológica, sino que pro-venía también de los problemas internos de la genética men-deliana (por ejemplo. del llamado efecto de <posición>>) yde la nueva metodología biológica (por ejemplo, el uso dela bacteria para análisis de estructura fina).

El segundo punto a señalar es que la reducción (o te-ducción-con-sustitución) se da a menudo más en principioque de hecho, y los científicos no se apresuran a explicarlos detalles de sus reducciones; la verdad es que mu€stranuna suprema indiferencia hacia tal tarea. Este es, cierta-mente, el caso en genética, donde se han dado ciertos pasosaudaces, pero no inferencias rigurosas y detalladas. En ottaspalabras, la reducción es más una guia: una filosofía, si seprefiere. Da una dirección a los científicos, nuevos caminosa explorar, y a1'uda a relacionar sus distintos logros y a darsentido a sus diversas afi¡maciones. Por tanto, debido asu punto de vista reduccionista, Lewontin pensó que sulogto de la variación genética molecular estaba relacionado

238

con - el problema biológico de si hay o no una variacióngenética dentro de las"especies. TalÁ científi.".

"o *.rii_'ian ninguna prisa por r"il"nr. ;;,; ;r c{etallcs aburri-dos de una ieducc.íón; ."iurn"nr.'ü .liptoru.ión de susimplicaciones es lo que podemos .rp".ni'i"

"llos. tS"n"ff_ner, 19761 Ruse. I97óa: ^Hull,

1976').Findmente, sobre la ¡educción o la reducción-cunr_susti_

.f?^.1."; ^..:i.j: 19. que_ podríamos llamai un urp..ro psicotó_

Hrco. La ¡educción..al menos en principío, no tiendé a serLrn proceso -muy feliz. I_os cientíiico, qu. protagonizan laexpansión, los que se ocupan de la cielncia'..a"-.."i.,'"r_

rentan generalmente.un¿ aciirud de desprecio hacia los cien_tíficos .cuyo rer¡iro¡io están invadien¿ó. -5,_,

propia cienciales está yendo bier (¡por definiciJnii-y , il.""¿o no mues_rran sensibilidad por'lo que la ciencia reducida .;";i;;;;problemas difíciles-. po. ot.o Uá",'i"r^.1*tífi.o. q,r" "rtánsiendo invadidos se sienren u-""árr¿or-l'ulim.ntrr, .l .._sentimiento. Así, en el caso a" l, g"néi¡.á, los físicos v losquímicos consideraban u t^ -^yir?i J.'-ü.'uiiü;; áillvitalistas de pensamiento confus'o: .,.ot...iá.rirrrs de sellos>>(Watson, tg6S). por eI contario, il;^"bi;l";", veían a losfísicos y químicos .o-o -u,.ririi;;;, i*.;;bl s (Mayr, 1969).Por consiguiente, existí¿ r*;i;;;r-;;i_.j¿"i pá.:r;;;' ;una carencia de comunicación científica.- p.ro

"rru clase deruptura, como ilustra bien el caso de tu g.netl.u, ;-;;;

p:^r_ggé ser permanenr-e o_estárica. EI t.uBaio de Lewontin(1974) muesrra con claridad .O-. ^1.'-Uiál"gf; ; br;;hoy fructíferamenre

"n lo.-.ri"Jiá, ?olá,rures, ya quemarerias de interés e importanci, Li.üg*"' exmema estánsiendo tratadas con ta. a¡,"ua" J"-i"r"i;;;trl técnicas físico-qulmicas (Ruse. 1e77al .v, -nl4. ;;.;;i;jr., lejos de darIugar a la desaparició" ¿"'.ru ¡ioiü;ruil sobradamentemuestra la controversía de.la ,*i;b?;i;t;; i"a ciencia biotó_gica florece como nunca l. hir";;. tff;";" sugeriría es.por consiguienre. sue una red.ucción (;: il É;ü";;;-r;;ltirución de tal máter;ul

. p".d" ,.i,. br.r"t .á", aquellos a

9:--o:" _Trq., .una expenÉ "r¡^ riiii¡utr'f rit?uaor". cierta-menre, no slsnifica oor. fuerza el fin de todo, uqu.llo, qulhan estado tiabaianáo trrg.-1.,,,j"'"i"U"lü".ia reducida;de hecho, puede tarles un. nuevo y remendo ímperu y unasnuevas y porentes herramientas.

Como preliminar. esto es suficiente. Volvamos ahorc a labiología.y la.s ciencia, :gl"f . tic.i';";';ig"".s recienressugerencias de Witson (1977a), mE p;;;;d; echar un vis-

i

1

j

iili

239

tazo sobre los posibles efectos de Ia sociobiología en llantropología, la psicología, la economía y la sociobiología.Y io haré en este mismo orden.

8.2. Le susrrrucróN oE u ANTRopoLocíA

El interés de los antropólogos está generalmente relacio-nado con sociedades primitivas o ágrafas, o al menos congrupos que no han sufrido plena influencia de la revoluciónindustrial de Occidente (al punto de que los que estudiantales grupos se convierten en sociólogos). Es decir, el inte-rés de los antropólogos está relacionado con gentes queestán, en un sentido bastante vago, muy próximas a la na-ttraleza. Esto parecería implicar, por tanto, que si la biolo-gía va a tener alguna relevancia real en Ia dimensión huma-na, sería en el campo de la anüopología donde antes sepondría de manifiesto. Y, de hecho, parece que la antropo-logía es ya la ciencia social más cercana a la sociobiología,aunque como hemos visto en las reacciones del eminenteantropólogo Marshall Sahlins, esta proximidad no es algoapreciado o inciuso reconocido por todos los antropólogos.(Nuestra discusión en la inroducción anterior nos lleva aesperar tal hostilidad, y a confirmar l^ cerc^nía de la so-ciobiología y la antropología; si la primera no estuvieradesa¡¡ollándose en el dominio de la segunda, los practican-tes de esta última no se sentirían amenazados.)

Así, pues, ¿cómo podría montarse el escenario? Menoscoloquialmente, ¿cómo podria afectar el desa¡rollo y éxitode la sociobiología a la antropología? Parccetia que existenvarias posibilidades dependientes de las diferentes posicio-nes que los científicos involtrcrados pudieran adoptar, y dehecho adoptan. Comencemos considerando posiciones clara-mente extremas, tanto de los antropólogos como de losbiólogos. Son posiciones que parecen apuntar en el mejorde los casos, asumiendo que la sociobiologia tenga a1g6néxito, a cierto tipo de sustitución de la teorización antto-pológica por la teorización biológica. En un extremo, encon-tramos posiciones anuopológicas que, esencialmente, nieganla relevancia directa de la biología paft la comprensión delos datos antropológicos. Existen, creo, dos manifestacionesdistintas de este tipo de posición extrema.

Por un lado, se podría negar por completo la relevanciade la biología en la antropología. Esta, creo yo, podrla ser

240

lir postura de un empirista exrremo c¡ue quisiera evitarto(la teoriz^ción antoptlógi., t ;;;"p.liir. qrr" su tarea¡rrincipal es la descripción de las- creéncias y prácticas de].,:-:-Ti:d'.d.s primitivas. 4u"q* üo"á; que exista un( mprrlsta tan puro como_ éste, sea hombre o mujer, meviene a Ia mente un^nombre ¿" pri".ili."r'd" ,i;i;1-Ér;;;lloas {y su escuela). Otviamenie, ñr..'íJ"r"rropología pu_ramente descriotiva el .éxito .1" i; ;;;iología va a sio_.íficar el uro j..u, tuttrrto', y'1,,*,iiJJ.?n de una teoria(lue no puede ser tal, poi 7a'teoría [iotáni.u.

Por or¡a pa¡te, se podiía admit, q".-iá'Eirlogía tiene al_guna relevancia sobre- la teoría u",roiotO!i.r, pero no como;:i,::"1^.ii-::1 ¡ldiera o

- no, por d'"...ño

-p.opio, explicar

]:,:i.^J,^rit:opología explica. Lo que quierb jeciruq.f ;;:1"9:..:",o-.ti_::Cut,

qy. la biología en sí misma pudi.ü ex_l)rrcar ra antropología

.(ya sea Ia teoría o los héhos), p.;;permitir que Ia bioJogíá propor.ionrr"-u" .i".ro número derneráforas y modelos "f.r.tfJ.á, -pri"'ir.pi.ri la teorizaciónltnrropológica. Obviamente, se tiatarío á. n,rtor"s que sel{.yrl a cierro tipo de t.".¡, .uii".u'l iiolu.ionirt" .*trr_hiológical en esru siglo, t"n.mor, por ejemplo, a Leslie \X/hitev strs seguidores, tle los c¡ue ,no d. fo'i rn¿, ;rnpor,uni.,cs Ma¡shall Sahlins.

Así encontramos que \White escribe:

. En la situación. homb¡e,cultura, podemos conside¡ar alhomb¡e, el factor biológico,-iánn-;"il;;;; y a la ctituracomo va¡iable. Hay uná relación ge"eri.a-inilm;;G:ihombre como un

-t"ao y a lui;J;';;; un todo. perono puede esrablece¡se una correlació",'á a i."¡¿" á.una ¡elación de causa_y_efecro, .",r"-l.nr.. particulares vculturas, parrículares.. Érto ,;iniii.u ;;;; A;;;.rdgico del hcmbre es ir¡elevanié ." dirl.rro, problemas deinrerpretación cultu¡al trl.. .omá-U^¿i".l,i¿r¿ entre lasculturas, y los p¡ocesos d. .o-bio ;.;;;l;;" ;^;";;:ml y la evoluciói ¿" lo .rit"ru--"""p""i""f^. (Vhite, 1959,pásina 418).

Y, sin embargo, él y .sgl seguidores han tomado muchascosas prestadas de ü biotogíí, ;;;.;;;;j; que las cut_turas se desar¡ollan dentro-d_g urí"" t"y-"r-iirnlL, al-igu;que los orga-nismos r. d..r.rollu., -ütl¿ú.r_É.te

dentro deunas leyes límite. Debería. añadirse--ái,.-'.i^'p.¿rramo nosiempre ha sído de teorías bi;idil;; iiiulil.r,t" acepradas(ni tenían por qué serlo ya que" han ri¿o^-,riirir"¿.s como

241

_T

modelo). Sahlins y Service (1960) niegan explícitámente (y

verdaderamente) que su principal deuda la tengan con Dar-win y los neodarwinistas. Están mucho más próximos a al-guien como Herbert Spencer, porque ven el progreso en el

cambio y evolución cultural de la homogeneidad a la hetc.rogeneidad. Es más, para ellos, la clave del cambio no es l¡supervivencia y la reproducción diferencial sino el aprove'chamiento de la energía. <<Nos parece que el progreso es l,r

transformación total de la energía puesta en iuego en lacreación y la perpetuación de :una otganiz^ción cultural...La energia total así transformada desde l¿ libertad a unestado de cultura... podría representar un estado generalde la cultura, una medida de sus logros, (Sahlins yService, 1960).

De nuevo, si la sociobiología va a tener un impacto significativo, habú de tener lugar una cierta sustitución de estc

tipo de antropologización. Han de enuar en escena los hu-m-anos como JereJ biológicos, deiando así de ser simplemen-te aceptados como consiantes de fondo que se ignotan. Sinembargo, dicho esto, quizá pueda no darse necesariamenteuna sustitución total. Se puede pensar que los seres huma-nos inttoducen una nueva dimensión cultural, quizá de la

clase sugerida por los evolucionistas culturales aniba men-cionados y, por tanto, algunas de sus ideas pueden ser in-corporadas dent¡o de una nueva teoría general. Lo que ten-go en mente es, obviamente, cierto tipo de teoría en la quela capacidad de la cultura para aprovechar la energía puedeestar ¡elacionada con los efectos que ello tendtía sobre lasoportunidades de supervivencia y reproducción de los indi-viduos que tienen tal cultura. Aunque no esté aquí intentan-do directamente incorporar una teoría evolucionista culturaldel tipo de la de Sahlins v Service en la biología, de acuer-do con las sugerencias hechas en el último capítulo, prontoconsideraté ciertos trabajos que pudieran ser concebidos co-mo el primer paso en la ditección de tal incorporacióo.

Hasta ahora hemos estado considerando la posición an-tropológica ext¡ema; es decir, hemos estado considerandola(s) posición(es) de los anropólogos que realmente no quie-ren nada con la biología como tal. Parece que debe habercorrespondientemente una posición biológica extrema: unaposición que, más o menos, níega Ia necesidad de cualquierteorización antropológica distintiva sobre los humanos, argu-mentando que todo 1o que sea de interés puede ser ptecicisamente explicado de la misma fotma en que se hatía con

242

cualc¡uier enridád biol<igica. Al igrral .1nc las hormigas se ajus_ran instir.rrivamenre a la varieclaá ¿" jrr, ,!tn.rones, y se com_i)ortan en la forma cn que ,r.,";o, p.rp.itlur, ,,.,, propios ge_ncs. ¿sí también. lror mucho qr" i,r;á; ;;nsarse en conrra,i. hacen los humanos. t-o .ulíurrl ."¡¡."L1, no tiene bási_.1T::1. nada que hacer.en "l ,runro,-", simplemente uncprlenomeno en la cima de la biología, que quizá.¿1".;.""para conciliarnos con la ¡ealidad. OB;i;;;r., si se probaseJa verdad de esra nosición... Jrr¡u;;;l;iá teórico una casirotnl sr¡sritución je roda -rr*i, ""'r"r-o"l.gí.. Ciertamen-te, cualquier intento de.proporciona;;;# en té¡minos dea¡rrendizaje y demás ,"rí. ,..hrrrá; ;"ü;; es de presumir

il.i:."" se negarían los hechos recolectadds po' los ;;;"t;ü:

",,1:::*::íd:..n "l último capírulo que, ¿ pesar de que Ia

::'l:,0,.n ra que escribcn, a.lgunos socióbiólogos dé la imo¡"_sron de que creen gue el fururo de Ia sociJbiolágía i;;í;*un¿ susrirucíón de la antropología ¿" ü.iur" mencionada,probablemente en monren¿.,, ,j.' ;ñ.;.fl..ión esos mis-m.s s.ciobiólogos np argument ariaÁ en fo.ma trn .xt."-rnr.,Cierranrenr.. si Ia .*Í.ui.i.gir-ii.gu' r'i"n". cierto éxi_t<r, la posición antropológica extiema "_1, q,r. niega cual_qurer espacio a la biología-- tenclrá que ser sustituida; aun_que probablementc los sóciobiólogo.s,á;; que el resultadode la sustitución sea yi: :?ri9bi"ld;; A;-'"*gue cualquierespacio a la teoria antropológica Ló q"'. hatria que sospe_

ll'::."r^' más bien, qr..Áu.n?r-i.ñojjüe*'no verían connratos olos una exrensión de.la.bio.logía.? "f *rnf"'a"i,anrropología en la línea que inrinuJ-e-n-"i'.upirufo anterior.

, . [,sro qrriere decir que, en -tanro que biólogos, los socio-ll:^,.** pensarían qri.r". d"b; .;-'";;r;';;"" el individuonunlar)o como lrna enridarl biológica: lo que a su vez sjsni-fica cJue se debería intentar. .nt"ñd", ""

jii; ;.;*.ü.i;:;cosas en términos del jnte¡és ,eproductivo-á"i in¿iul¿rro fr,.,-mano. Sin embargo, los sociobió1.g..^ p.;.ian asimismoque no se puede desechar sin más la"culti,ra y .i ;p;ili;;;;como algo sin importancla, va.que éstos son, en ciertos as-pectos. los más reDresenrari;oi a"'to¿o, lá. ,irif"r", humanos.Por consiguient., l, *lt".u-¿Á.";;;;r#;"da en algúnsentido como adaptariva-para er indiviauo"ir,rÁ".,o. Los hu-manos ya no tienen todo su "ornpoatu1ni.arto-artriatum"nt"codificado en,sus senes, rnr"r-Ll"ll';;;';;;;, dan lugar acrcrtas capacidades o rasgos,de .o_porruri.nio, qr. se vanespecificando mediante .l ¿.."u¡nirit.;;"';";i' ó;;dir;r..

$r

243

rLa gran ventaia de ello es, desde luego,. que nueva informa-

ción" adaptatiuá p,rede ser transmitidt directamente de feno'tipo a fénotipo, sin tener que ,pasar ,^. través del genotipo'Eita forma ie. transmisión <láqrarckianao (<lamarckiana>

en el sentido de que ahora importan en la evolución inter-acciones directas en el fenotipo), tiene un poder adaptativoglobal en el sentido de que

-es mucho más rápida que los

métodos tadicionales del cambio revolucionario'

Que este enfoque resulte ser, en última instancia, realmen-

te fluctífero es, -desde

luego, algo que sólo el tiempo nos

puede decir. Pero algunos éientíficos ya están rabajando en

ésta línea, y quizá {uese insuuctivo considerar brevementcun ejemplo, a-saber, el análisis de la guerra.primitiva de

'ülilliam Durham t.IJna vez considerado dicho ejemplo' como-

quiera que hasta ahora sólo he venido atendiendo 1 Posi-.iot., u'tt.opológicas que negarían esencialmente la impor-

tancia en rn .rápo dé la biología como ciencia, pasaté a

ocuparme de trabájos de antropólogos que pudieran en cier-

tos aspectos mostrar más simpatía por el tipo de enfoque

que vamos a ilustrar.

8.1. Le cueRn,r PRIMITTvA ANALIzADA A TRAvÉs

DE UN COMPROMISO BIOLóGICO.ANTROPOIóCTCO

Hablando en general, tal como se ilustra en las figuras 8'1

y 8.2, Durham (I976a) favotece el intento de integrar laLiología y la cultura en las líneas sugeridas, y cree que Janos encontfamos en un punto en el cual se pueden emprenderalgunos movimientos positivos en esta dirección' En par-

ticular, Durham (I976b) cree que existen dos razones potlas que la guerra primitiva (esto es, la guerra entre pueblos

primitivos)'és una-prueba y confirmación especialmente bue-

na del tipo de posición de compromiso que se recomienda.

Primerl, se ha probado q.," 1a guerra primitiva es al,go

que ofre.é dificultades teóriias a la antropología no-bioló-gi.u, oqn. ha tendido a creer que las sociedades humanas

ío.,'rirÉrnut íntegtados funcionalmente, y bien-adaptados a

sus ambientes,t (Dr-rrham, 1976b, pá5. 401)' Pensemos en

alguna de estas difíciles cuestiones que surgen' ¿Por qué

(:RITERIO

rrr: ssr-sccróN

PROCES{) DE

t:oNs¡,nvtctó¡lSE I-ECTTVA

Replicacióndiferencial

1.o N{utación 1." ltrtlor'¡cttin2." Recombinación 2." Difusión

l.n X{utacion 1." lnnovr¡ción2.' Recombineción 2.u Dil'usión

--1.-}(IENTES DE

V,\RIABI LIDAD

Frcun¡ 8.1. (De Durham, 1976a.) Esta figura muesra el modelo decomportamientos adaptativos que se desarrollan a través de pro

cesos culturales esencialmente separables biológicamente

l{

tI

CRITERIOrs srltccróN

PROCESO DE

couspnv¡cró¡.1SEI,ECTIVA

I;UENTES DE

VARIABILIDAD

I Descubrí el trabaio de Durham, que usaré como-paradig-m^ para tal aproximaiión, a ravés de una re{erencia favorableen rffilson (I977a).

244

Frcun¡ 8.2. (D- e Durham, 1976a.) Esta figura muestra el modelo,apoyado por el mismo Durham, donde el desamollo del comporta-miento adaptativo es una función de procesos culturales y bio

lógicos bastante integrados

/í""":.'#::-N,\ptiturl Númcnr df-energía

i;,.-r,.];;\ ÉspEcrRo_DF / u.{:_li"?13?:'

COiúPORTA- -¿ Satisfaccron

ESPECTRO DE COJ\{POR'I'A]\f IENTOS

245

rl

algunos pueblos prinritivtis lucharían con otros, tan fict,rmente, tan continu¿lmente y, al parecer, tan destructivamcnte? Tomemos, por ejemplo, el crrso de los mundurucu, lotcazadores de cabezas del Amazonas. Un anropólogo qrrt'estudió su historia extensamente escribe:

... la guerra era considerirda uná parte esencial e incucstionable de su modo de vida, y las ribus ext¡añas errratacadas porque eran enemigos por definición. Esta orientación básica emerge claramente de las entrevistas con losinformadores. A nrenos que se hiciesen preguntas específicas y directas, los mundu¡ucu nunca asignaron causas espc-cíficas a una guerra particular. La necesidad de haber tcnido que defender alguna vez el te¡rito¡io propio fue nc-gada y no se recuerda en la ttadición de ios mundurucuque la causa de alguna guerra haya sido la provocaciónde otros grupos. Se podría decir qrre las tribus enemigaspor su sola existencia llevaban a los mundurucu a la gue.rrá, y que la palabra que designa enemigo es usada palrrcualquier grupo que no sea el propio mundurucu. (Ibíd.,página ,i04. citando a NIurph_v, 1917, págs. 1.025-6.)

Pero, ¿por qué tenían que ser los mundurucu tan agrc-sivos? No parece una explicación en absoluto concluir, conr()hizo este antropólogo, que los cazadores de cabezas tienenuna agresividad generalizada y que la gueffa es una insti-tución necesaria como <váh'ula de seguridad>; y aferrarse alviejo tópico de clue tales guemas preservan <la integracióny la solidaridad de la sociedad munclurucu>> (ibid., pág. 404,citando a Murphy, 1957, pág. 1.028) es. en el mejor de loscasos, una explicación ad hoc. ¿Por qué muchas oras ui-bus, por ejemplo, muchos grupos escluimales, no tienen talagresividad generalizacla/, y ¿por qué los mundurucu no en-cuentran una formn menos costosa de mantener a su socie-dad unida? Todas estas cuestiones deberían ser contestadaspor una teoría antropológícamente adecuada, pero parecenincontestables con la concepción tradicional.

La segunda razón por la que Ia guerra primitiva es unaprueba y una confirmación excelente de un compromiso bio-logía-antropología, es que, concediendo que 7a antropoTogíauadicional pueda tcner dificultades con la guerra primitiva,prima lacie la aproximación integrada (esto es, la aproxima-ción que integ¡a la biología y la cultura) no parece más pro-metedora. En otras palabras, si tiene éxito, entonces, talcomo apuntamos en un capítulo anterior, tenemos una ins-tancia confirmadora de Ia mejot clase, una instancia confir-

246

nradora de fenómenos inespe¡ados o sorprendentes, no sim-¡rlemente alg.o sobre lo gu_e se construye la teoúa. Conside_tcmos: ¿Cuál es el oo.ibl. urio. Uiot'.;gi.l qu. hay en ir,rrrancando cabczas dé orros? E, _;;,

^.i";rro, , romar se_riamente las afirmaciones de f"- rár"Oi"l.jiu ."g,:n la cuallos genes pronrueven

"t p-pio t;;;;;;';;,í"a reproducrivo.lel_individuo,, ¿gué poribl"' "rl.i"'ii*"

tor., ", individuotormar parte de un orupo de guerra? Át.no r., rodos los

11r:i!:r de-[ grupo fru.r.rrt., cercanos a uno ___cosa de he_cbo poco probable- oarccer.ía que u¡o ,. ".r¿

p"ni;"do ;;p:]ie- sóto por .' oi::,.1:1,-,fñ;;ü;,. ras causas y¿ccrones propias sean culrural.r, no ,trr, .i.iror.nre, bioló_grcamente adaprativas en el senticl. ;;;p;;; hoy día. Enotras palabras, la srrerra parece scr jusiamente el tipo de

ffi l'Lt;i #i" ;:' án"op"l.,gá i "ii' ii, "n"'''i"

uiorolii "t"i-

Sin embargo, afirma .Durham, exisren condiciones bajo lascuales tas suerras primitivas (ú;;;;";l;;;;i;.," entre sru_9::)^fq*t_:::iugion?r y manrencrse: condiciones imptica_oas por los prrncipios de la biología v consistenres con ellos.Lo que necesiramos es, una sitüción ;;'"i;'";r. haya unarelación bastante estrecha.enüe los ..*r* len particulatel alimento.) y ta habilida.j d" ; ;ji;j;;;"pr., sobreviviry reproducirse; es decir, .rn" ,it,ru.-i'Jn'Li"iunqu. un incre_mento en los recursos vaya a tener un efecto bastante directo

S¡J

Smax

"i

'YcFIcur¡ 8.3. (De Du¡ham, 1976bj.S,' mide el éxito reproductivode un individuo con resDecto al nú#ero á. ¿'.üai."tes f gene_

g"r':i'rl!;:-1:t,'",;f rT¡:;ií[l*.J:t.:.,T;*,quier valor inferior .l ¡n¿iu,.¿uo-r;#;;il.Livamenre pordebaio de Ia par. poilunto. ,no-déb.-";i ;;;;;"sumir e paratener una representación de genes dual;;'i;;;ü'ilnte generación

247

nent€s del grupo se hallen aproximadamente en la mismasituación con tespecto a los recursos: es decir, cualquieraganará y ganará la misma cantidad al incrementarse los rc.cursos; nadie va a aytdat a otra persona si la persona ayu-dada consigue virtualmente todos los beneficios. (Ver fig. 8.4.)

otaFrcuna 8.4. (De Durham, 1976b.) I-os individuos en el grupocon respecto a los recursos Y". Cualquiera de ellos cae entrea y b, y, por tanto, consigue la misma cantidad del recurso (aun-que pasado un cierto número de generaciones las diferencias enel logro de ¡ecursos pueden tener efectos significativos sobre el

éxito reproductivo)

Y, finalmente, se necesita una situación en la que los re-cursos puedan inctementa¡se fácilmente, bien tomándolos deoüos o bien evitando que otros los tomen. En particular,con respecto a este último punto, se necesita una situaciónen la que la demanda de recursos del propio grupo y la de-manda de recursos de ot¡os grupos coincidan; en la que losrecursos no sean suficientes pata ir tirando; en la que fuen-tes alternativas de incremento de recursos (como la agricul-tura) no sean de interés, etc.

Si no se dan estas condiciones, la guerra primitiva no es

probable. Así, los esquimales

<<... no pueden malgastar su tiempo peleando entre sl; lalucha con la naturaleza pa¡a tener cubiertas sus necesi-dades vitales, el gran problema de la humanidad, es aquímucho más dura que en ninguna otra parte, y pof estarazón este pequeño pueblo se ha puesto de ¿cuerdo ensobrellevar esta carga sin disensiones inútiles>. La coopcra-

248

ción.en la lucha por_la existencia cs, en su caso, un ím_peratrvo. absoluro... al que les obligan las condiciones desu ambrenre (lJurham, 1976b, pág. 392, citando a Da-vie. 1929, Fáe. 16).

i)or ,otra parte, si se dan las condiciones antes mencionadas,

:,*: :::-tntabte para un in¿i"i¿uo -i"rü

es reproductiva-rncnre renlabJe) unjrsc con su grupo parf guerrear con otros.Iln el caso de los mundu.r:..r,'po. "i.ñü se dan las con_..liciones requeridas. En parti.,ilrr, -i.r't

r^¿urucu son lvfueron) dependientes en -una

ro.,nu ..u.lol ;;;"r;l;r;;rrnimal, .y, debido a Ia rclativa .r.;.J-J;';. ta. Ia caza ¡e¡a(onseguir.tales proreínas es una ,.1;riJ.¿-lür;# "ü;tanto, el barrer a Ios comp_etido.., ..ui"il en el individuoporque entonces hav más álimenro para é1 y para su grupo.( :onsecuentem"nt.. i, guerra tuvo un valoi adaptativo paracl individuo.Por añadidura, en a-poyo de esta hipótesis, Durham men-(rona con interés un fcnónleno .lescritt. pero no apreciado.

i]:'l::-i:i,i"pólogos,.a saber, que .n un !"n,¡¿o #;;;;;;ros mundurucu ldenrifican al enemígo (humano) con' la cazarnayor. Después de una guerrar en una aldea

... el status más importanre fue el del que lograba unacaberro trofeo, . qu. .in llamado "fju;.l"oi.l;,. Lir:;;l;.;;;;tat rirulo. significa *madre d.l p;;",-;'¡r¿.

"-iu'.oilcepción de los mundurucu que conside¡á las ot.rr- rrt*como equivalentes a la caz '-mayot j"

^"iÁ"f.r.-L prri.<<madre>> de Ia expresón ,. ¿.iií.^a.iiáá.. ¿. la cabe,adel trofeo p1ra at.raer, a 1a caza _"yo.-f -."rr."r el incremento numérico de ésta; y .l .ar"joi j. .uU.rur-.ü-"J¡denominado por la obvia íg*iOrlil*"iira de fertilidad;peradóiicamenrc. bara un tal status'mani"f"ürr..n," _rr.rr-lino, juega simbólicamente un rol f..;;il(D".ham, 1976b,página 405).

Si la aproximación integradora es correcta, este fenómeno esfácilmente explicable: ei asesino d.i .i;;i ü, "n un sen_tido importante la asequibilidad á"1 p".^rilásto es, de lacaza mayot.

. Finalmente, ¿qué hay.de ras trampas) Durham invoca arsosimilar al attruismo áípro"o d. T;i;;;;i'hdill:; irli:hace trampas v tÍata de^evitar ,, ;;;;;iesgo será ráoi_damenre tachaio u "*"tuido-?.-¿$;;J;t;, .i.; üil;ü.Y, en el caso de -los

munduruc;. "Dü;^;.ñala

que exis_

zga

z

\I¡J\

249

tían unas fuettes presiones sociales que mantenían dentrode un mínimo este <(lib¡arse de las ta¡eas>. Todo miembro delgrupo tenía que desempeñar su rol, ya fuese yendo a c zato permaneciendo en casa y ocupándose del campo.

Vemos, por tanto, que, a pesar de las apariencias ínicialesconrarias, una teoría de compromiso biológico-antopológicopuede dar una explicación plausible de la evolución y man-tenimiento de la guerra primitiva. Debe concederse que esteanálisis de Durham es sólo un ejemplo, pero realmente mues-na las genuinas posibilidades de construir una teoría quecomience con los humanos como entidades biológicas, suje-tos a leyes biológicas incluso en sus relaciones sociales, yque dentro de unos límites satisfaga completa y abiertamentea la dimensión cultu¡al de la humanidad. Dejemos esto asíy volvamos ahora al rabajo de los antropcilogos.

8.4. L¡ ll¡rRopoLocía t¿ue srMpATrzA coN LA r3roLocíA

Al hacer referencia a la antropología al principio de estecapítulo observé que va, en algunos áspectos. parece la dis-ciplina más cercana a la sociobiología. Sin embargo, podríapensarse, v con razón, que hasta ahora no he ofrecido dema-siada evidencia de ello, porque las únicas posiciones antropo-lógicas (es decir, posicíones de antropólogos) mencionadas has-ta aquí han sido las que pudieran abonar, en buena medida,Ia tesis de la sustitución mediante una extensión tomada de lasociobiología en la antropología. Yo defendería nri punto devista, en parte sobre la base de algún deseo de mostrar Ioque una extensión antropológica de la sociobiología no perrni-tiría, y en parte porque creo que es cierfo decir que aúnhoy no hay una forma universalmente aceptada de hacerantopología v porqlre sin drrda hay todavía quienes (comoSahlins) negarían que la antropoloeía relacione propiamentea la cultura en una forn-r¿r directa y seria con los interesesbiológicos de la supervivencia v la reprodrrcción.

Sin embargo, volviendo al tema inicial, se debe ob-servar, en iusticia, que ahora hav muchos antropólogos queestarían bien dispuestos a pone¡ en relación la culturacon fines biológicosl y así en muchos aspectos no es-

tarlan en desacuetdo con el tipo de aproximación ilusradapor el análisis de Durham de la guerra primitiva tal comose han expuesto en'la sección anterior. En este tipo de casos,creo que podríamos esperar algo más bien ¡elacionado con

250

la reducción de Ia antropología a la biología que con susustitución; au¡que por razones que en ..guÍdu áu..aor roestoy segl,ro de que consigamos él tipo dé reducción obte_nrdo en .brología y sospecho quc se dará lugar a una cieftasustitución. En particular, sospecho qr_,e haürá q.r" .fecruurcie¡tas ¡eflexiones sobre. la cuesrión ie quién grnu .o., i;.uJaptaciones. si el individuo o el nruoo.'

Un buen ejempio del tipo d. e"nfóque antropológico alque. estoy aludiendo se encuentra en un ..ii.nÉ ma_nual de Marvin Harris (1971). En teoría, Harris es bastantee.xplícito e¡ su afirnración de la- cuhu¡a'li"li"i¿o-.i-;;;;;:rlizaie, el_lenguaje, etc.) como adaptativa en un sentido bio-lógico. <La culrura ha hecho <,lel hombre la forma d. ;¡;dominante sobre la tierra> (Harris, 197I, pág.3g). y, <<... la!:l::t, "t el modo^primario .del hombrc' p?ru .onseg,rir elcxlro reproducüvo. por tanto, los sistemas socioculturaiés par_ticulares son ordenaciones conforme a un par¿n a. .orn!o'.ir-nriento, pensamiento y c¡eencias que coniribr,y"n , l" ,.rp.._vivencia y reproducción de grupos l*¡rf.r'p"rrí ,ulrrr"r, ¡liíl ,pígina 141). Además, y en particular, FIar¡is concibe lu .rltr,jra como biológicamente adaptativa. por e¡emflo, ., ,; ];;;nante análisis sobre la sacralidad de las vacas'en'la India. Ha_

1-ri¡, lnuestra que,aunque prima lacie los tabúes f.,indúes q"e

prohrben matar el ganado y comcr su carne son contrabiolóei_cos, porque las vacas comen ¿rlimentos necesitado, po. lo. h-rr-manos y no los suminisffan a su vez, de hecho existen bue_nas .razones biológicas para hacer sagradas , lu. ur.rr. Enparricular, tales.racas pioporcíonan .i.."."ntor, que son vi_rales como tertlhzantes y como combustible. y, ádemás, yaLIue. son sagradas,y no pueclen ser conridas, ayudan a'lásrndros a resistir lr tentación de rr.rnsformars'e de socie_dad vegetariana en sociedad carnívora, nigo'qr. requiereuna agricultura basrante más eficaz qu" la" .tr. lo. üdio,::T,l Comer.vacas, parricularmenre

"" ,i"-jo, d;-d;;;podfra convertirse en un desastre. Finalrnente, Ias vacas su_minisuan gran cantidad de alimento " u" ,..to. de la sociedad: los_parias, facultados para comer .u..á¡u, comen las

vacas cuando éstas mueren de-r,eiez, hambre . ,fg" pr;iJ"._,$aramentg, esre,.ripo.de.enlqque de la anroioñgia m"_nrtresto en la_explicación de Harris sobre el übú"de lasvacas no está leios del típo de concepción que los .o.¡obi¿_logos parccen tener. Aunque, como hemos apuntado, se re-queriría alguna corrección, porque Harris nó ve la culruracc¡mo realmente orientada al irldiuiduo. ol-a relación enire

251

la adopción de una innovación sociocultural y su ventaja r('-productiva es generalmente indirecta y está relacionada conlas ventajas reproductivas del grupo social como uri todomás que con cualquier conjunto particular de individuos"(ibíd., pág. 151). Es interesante advettir que, en su discusitinde la guerra primitiva, Har¡is considera a ésta como general-mente adaptativa para el grupo porque mantiene al númetode la población bajo control, pero como no tiene en cuen'ta las perspectivas biológicas del individuo, la ve como unproceso algo ineficiente que es a \reces nraladaptativo.

Desde luego, al decir que un enfoque como éste podríamuy bien ser sintetizado con un enfoque sociobiológico, n<r

estoy asegurando que semejante posibilidad de síntesis ha-ría felices a los antropólogos, o que éstos aceptarían todaslas particularidades de la teorización sociobiológica. Hartis,por ejemplo, rechaza deliberadamente cualquier explicaciónde los tabúes de incesto en términos de beneficios biológi-cos directos, argumentando en lugar de ello un tanto en lalínea de Levi-Strauss: a saber, que tales tabúes determinan(o están causados por) el cambio de mujeres entre gruposconrolados por hombres, algo culturalmente valioso, ya quetal proceso aytda a cimentar las alianzas y la ransmisiónde informaciónz. Dicho sea entre paréntesis: yo no puedoentender por qué el hecho de que los faraones se casasencon sus hermanas es tomado como un devastador conffa-ejemplo frente a la tesis de que los tabúes del incesto estánbiológicamente forzados. Es algo así como afirmar que laexistencia de negros albinos implica que Ia piel negta de losnegros no puede ser una determinación genética. Y, comoAlexander (1977b\ señaló, cuando sc trata de gente que tienemucho que perder al casarse fuera del núcleo familiat, elcálculo de interés reproductivo puede implicar inusuales prác-ticas de procreación.

Creo que se ha presentado evidencia suficiente para su-

gerir que a pesar de clue a los propios anropólogos no les

entusiasma el avance de la sociobiología, en un cierto sen-

tido el ttabajo que realizan muchos de ellos está preparandoel camino. Antes de poner término a esta discusión sobre bio-logía y antropología veamos uu poco más detcnidamente la re-lación formal que cxiste entre ambas, si no tal como es exacta-

2 Incluso aquí, desde luego, tenemos una explicación en té¡-minos de un valor biológico in<lirecto.

252

rnente ahora, sí como puede espera¡se que sea a meclida quevayan acercándose más la una 'a

Ia otra.

1J.5. Le n¿racró¡¡ FoRMAL ENTRE uNA ANTRopoLoGÍACORREGIDA Y LA BIOLOGÍÁ

,".,1^1P¡:,q.y.1, ?rirá algo-condescendientemente, que Ia an-rroporogra ha s¡do corre.gida_ para poneila en la misma línea.¡ue Ia biología (por. ejémpló, ."ll.iol""¿"'lo, fi;";-i"'l;cukura con el indlviduo.y no -1 .t;;ü;). y que Ia socio_biología conrinúa flor.eciendo. ¿Cóm8 é;;;." unirse am_bas? Dada Ia taxonomía qu. t..i* .rl"iio "t

p.iil;i,;;lcapítulo, el lugar más natu¡al "., el';;;"

"n. se inclina_ría a colocar su relación es la^.reducciOi_r:"', ¿.ao ;;.-;;';::lá :ustiruy.endo casi nada. .Sin -";tt;;, en un aspecormportanre, la situación mencionada difiie d" lu ..i"i.iJ,que parece haber tenido lugar en la genética. E" ér;; ,;-á;;una genética mendeliana

-comegicla " (a Áerudo ..r*iJ"como genética de <rransmisión>J deducida-de-1, ;;#;molecular, o,.má¡ precisa.mente, a9 f.-g."ei*, rnolecular jun_j:^^?.,^1?:_r:.ic de suposiciones rales ó,r,o lol; principios,áerraduccron (que permite hablar de bandas ¿. bNa, .irro_nes, mutones, recones, etc.).

,- Ahora bicn,. aquí no se plantea el problema de deduci::ta guerra prrmrtrva o er. tabú.de las vacas sagradas de la lev9,"^,Irft Weinberg. Ni. siquiera .on l, ,y.,?u';; tr;ri;Jcrpros de traducción. Más bien, lo t¡ue parecc darse és lateoría biológica extendida ul .ont.*t'o--.,ilr".rl, p.ro l.rri-dando dicha teoría biológi.u ril.n.io-

""*.ü,u, cuesrionesclaves y debiendo, por tanro. ser completada por principiosculturales anrropológicos.. L, sit,racü;';;-;; muy diferentea la que obtenemos al deducir b Aiogelgiiti^ á"1;-;;;;_tica de poblaciones, junto corr un gran "",iri"rá d; pñ.1;;;',pe_culiares a las.disciplinas. ;No ,..4 ;";ibi; .t.ducir los efec_,or-^o-1,:orn.rcro del principio de _Hardy_Weinberglr.ermitasente mosf rar en forma de diagrama mi "visién

delasunto. I\ormalmente, pensamos en el efÉcto áe selección talcomo se muestra en la figura 9.5. (Estoy simplificando drás_ticamcnrc e. ignorando Ia selección torirtii'y'cosas por el::r'l:] ..D_:r-9_" ,h"to,, esre diagrama

", J.rnuriá¿o ..qr'.rnej_co. !l parrrcutar, olvjda todo lo referente al medio ,rnU¡.nte. Al menos habría gue complica¡lo "" "i ,"nrl¿o del dia_

T

)51

q

CENERACIÓN 1

I

-

-E\r ^ +

GENB #

C]ENE,RAI]IÓN J

Gen A._Gen B*

SELECCIÓN

Frcun'r 8.5

GENt,RACIÓN 2-+GEN,{ 4

INFORMACIÓN SF,I,ECC]ÓNCL'LTURAL O

¡I tillic€n A+ creencra * | "Jlenotípica o t

práctica X

GF,NF,RACIÓN ]

Crccnciafenotípica opráctica Y

GENER.{(-1Ó\ :

Creenciafenotípica oprácIica X

GenB+

INFORNTACIÓN

GENERACIÓN 2 CULTURAL O

EN'TORNO E SELECCIÓN

I F"noti¡oX- | c..A+

I l'.no,ipoY+ Il+

Frcunr 8.6

grama de la figura 8.6. Incluso esto es demasiado simple'Éor ejemplo, lós dos organismos podrían tener diferentesentorn;s y esto podría dai lugar a una diferencia crucial a laaptitud dé los feÁotipos. Lo normal, sin embargo, es considerar

el ambiente lo suficientemente estable como para que no

sea un factor causal más importante que los genes (al menos'

esto es 1o que se da por éupuesto). Pero en el caso de lacultura lo que decimos es qui, 'l"do que ios tipos de genes

involucradoi, a saber, los génes del conocimiento (o sea, los

genes que hábilltatt para cbncebir nuevas ideas manteniendoq.r. tot útiles y rccházando las que no 1o son, y los genes que

facultan para t;ansmitir o aprender ideas), el ambiente, o más

bien sus dife¡encias, ¡esrrlia ser ahora mucho más crucial'Si entendemos que el entorno inciuye también el medío cul-

tural, lo que tenemos ahora es lo que se mtlestra en la fi-guta 8.7.

254

Frcun¡ 8.7

He mostrado dos genes diferentes involucrados aquí. En elcaso puramente biológico, cabe sospechar que los hechosno serían muy interesantes si no interviniesen dos genesdiferentes. Sin embargo, en el caso que integra biología ycultura, los genes podrían ser los mismos, aunque cabetambién sospechar que a veces podrían intervenir genesdiferentes que condujesen al favorecimiento de diferentes cla-ses de creencias o prácticas.

Esta descripción sigue siendo demasiado simplista. Porejemplo, no dice nada sobre la nueva información, genéticao cultural. Pero ahora podemos esbozar el punto principal.La teoría biológica proporciona el marco general, dejandolagunas que son rellenadas por Ia teoría cultural: la natura-leza de la información cultural, cómo afecta al fenotipo, cómo se üansmite de una generación a la siguiente, cómo seve envuelta en la selección, etc. La teoría antropológica nose deduce de la biología, pero está integrada en ella. Portanto, no deducimos de los genes el tabú de las vacas.Ni siquiera decimos que algunos indios tienen (o tuvie-ron) genes que les hacen apetecer la carne de vaca y otros

255

fl I

que les hacen aborrecer la carne de vaca, y que los últimosfueron seleccionados sobre los prímeros. Lo que decimos esque los que tienen la creencia cultural que les hact'aborrecer la carne son seleccionados en deüimento de aqucllos que no tienen tal creencia. Esto no significa negarque pudieran existir genes (o combinaciones de genes)que pudieran hacet que la gente estuviese más dispuesta u

aceptar cierto tipo de tabúes, ni que estos tipos de geneshayan sido aceptados. A menos que la gente pudiera tencrl¡iedos y fobias, los tabúes de la carne de vaca no nos llcvarían a ninguna parte. Obviamente, este punto, nos acercaa una discusión sobre los genes que influyen en ciertas cla-ses de aprendizaje, un tópico del que nos ocuparemos ensecciones posteriores.

La antopología, por tanto, puede ayudat a llenar huecosbiológicos; y a cambio la biología puede proporcionar unmarco de ttabajo teórico global para la anropología. Comoapuntamos en el caso de la genética, el que la relaciónexacta no pueda ser nunca expresada en una forma rigurosa-mente formal no es algo demasiado inquietante (y a menosclue algo vaya mal, es difícil esperar tal cosa). El marcogeneral y las posibilidades es lo que cuenta. Pero, suponien-do que las cosas se desarrollen o muesffen el potencial de des-alrollo en esta forma, deberíamos hablar de la relación biológi-co-anffopológica como una <<reducción>>, ¿o no? Es probableque sea principalmente una cuestión semántica y en realidadno importe demasiado. La situación que hipotetizamos no esla misma que la acontecida, por ejemplo, genética; pero invo-lucra un desanollo de la teoría sin sustitución (o al menos,no más sustitución que la que se da en el caso de la gené-tica) y no requiere ¡evisiones radicales de nuestras concep-ciones de las teorías. Si, por ejemplo, uno cree que el idealhipotético-deductivo es en alguna forma el apropiado, loque está sucediendo aquí parece que encaja con éste de buengrado 3. El punto esencial es que, quizá incluso más palma-riamente que en el caso de la genética, vemos que la lle-gada de la biología a la escena antropológica, no suponeLtna amenaz paru la antropología. Ni siquiera nos encontra-mos con que la antropología se deduzca de la biología. Está

3 Sin duda, al que no le guste demasiado el ideal hipotéticodeductivo, puede conseguir que lo que está ocurriendo encaje conel análisis de sus propias teorías y mosrar que hay más una con-tinuidad qlre una ruptu¡a.

256

tratando áreas indicadas por la biología, pero no tocadas por:lli: El.este senrido, t.r,.*o, ,lg. q';;'í;.", amenazador niuesrructrvo, srno excitante, liberador y con posibilidades paraia anropología.

8.6. La psrcorocít: nr IRoBLEMA DEL AeRENDTZAJE

. la psicología es de particular interés para nuestra discu-sión, porque cualquiera que sea, o resulie ser, la situaciónexacra, ilustra bien un ienómeÁo ¡n.*ioná¿o ;" ;f;;de. Ia genética, a saber, que cuando una -ciencia

(o teo-ría) se desplaza hacia otta, h ,ú;;;";;ncia pudiera es_tar trasladándose hacia la. prirneü ¡;; ;;;;;", inrernas aclla misma. Así, aunoue..tu' Liátogiu"..l"."'im se desplazóhacía la genética *.n¿.ti*u, i;ñÉJ;;';e Mendet tam_bién se desplazó hacia la biotogíu';o-ü."f"]-, medida queera corregida en la , genética" de ,.r"rrn¡.i¿rr. Áú; ;muy diferente Darece hib., o.ur.iá"

';;;"i; üi.r.gá"v'iIpsicología, partñularmenre en_un f.n¿Á.no á. g.u, interéspara ambas: el aotenclizaje..No hace mr.lr. il¿i.ó;;;cólogos esraban bien Iejos d" lu-;;;r;'ó;"É.io uho.u ..tá.,

,1u9ho. más próximos, y aunque cabe .rp.rar que Ia socio_biología lleve las cosas'rodavá .¿, l"l"ri.r,a aproximaciónl¡ fue simplemente ¡esulrado d;i",;;b;i";; É;-i;ili;ñ;srno que provino también.de ra psicologíá. vá.o, ras cosascon un poco más de atenclon.

., Por. una parte, se tenia a los biólogos, particularmente losllamados..<etólogos>, entre los q". á.riuiuiu., t<on.ud Lo_renz y Niko Tinbersen lvéase espéciad;;r;Tirb.rgen, 1951)..}j:-:l!rl-"1 ^prrídou¡. es uná premisa básica que se debeen¡ender en un contexto..evolucionista. Esto .ignifl.r, oüuir-mente, que situaciones diferentes requieren r..sprresta. dife_rentes.

El estudioso del comportamiento innato, acostumbrado aestudiar cierto número de diferentes ;;h;;. y el pamónde comportamiento completo, r. .rrfr..ri".r*.pltidamente conel hecho de.que "n .nin'"i;;ü;;;.;;:' cierras cosasmucho más fácilmente q,r. otr"s. F',.'a..ir,'ufg.rnas partesdel patrón. alsunas.r"r..i"n". iu.d.r;;' cambiadas me_diante el aoréndizale, mlen*as._ que offas parecen estaffiias de modb tal quer:lo T p"riUürpüáLaie alguno. Enotras palabras, las <<di5p65¡6.iones- a ,p.a"J.a, parecen es_tar más o menos est¡ióramenre l*riil.áár. ^Oiferenres

es-

251

rpecics están predispuesl¿s a aprender diferentes partes delpaÚ(rn. Por lo que sabemos, estas diferencias entre espe-cies tienen un significado adaptativo (Tinbergen, 1951, enScligman y Hager, 1972, pá5. 245).

Así, por ciemplo, la gaviota del arenque aprende rápida-mente a distinguir sus propios polluelos de los de otra; sinembargo, a pesar de significativas diferencias no puede dis-tinguir sus propios huevos de los de otra. Pero los pollue-los tíenen tendencia a escaparse, mientras que los huevos no.Por ora parte, aunque una gaviota no pueda decir cuálesson sus propios huevos, aprende con total seguridad la ubi-cación cle su nido. Sin embargo, no descubrirá sus propios hue-vos si son robados del nido. a pesar del hecho de que loshuevos sean colocados a la vista del lugar en el que el pá-jaro empolla. De nuevo, el significado adaptativo de talaprendizaje cs obvio. Y esta misma historia se repite a lolargo de todo el reino animal; qúzá el fenómeno meiorconocído cle los <publicados>, es que en un periodo crucialde su vida algunos. anin-rales aprenden de forma irrevocablea ídentificarse con v sólo con aquellos animales en culracompañía se encuentian.

La mayor parte de los psicólogos, los llamados <,teó¡icosdel proceso general del aprendizaje>, o ignoran o nieganesta clase de concepciones. Siguen a Thorndike, que ha es-

crito: .,Si nri análisis es verdadero, la evoiución del com-portan'riento es un asunto más bien simple. Formalmente,el cangrcjo, el pez, la tortuga, el perro, el gato, el mono y elbebé tienen intelectos y características bastante similares. To-dos son sister.nas de conexiones sujetos al cambio por las le-yes de ejercitación y efecto> (Bitterman, 1965, en Seligman yHager, 1972, pág. 110). Y, no inesperadamente, esta clasede opinión tiende a ser auto-teforz nte. Como se pensabaquc no había mayores cliferencias entre los organisrnos, la in-vestigacióD tendía a concentta¡se sobre un único organismo,a saber, la rata; v como toda investigación se limitaba a unsolo organismo, no se producía ninguna evidencia en conÍa dela creencia de que todos los organismos aprenden en lamisma forma.

Adernrís, no sólo se negó o ignoró a la biología en laafirnración de que el aprendizaie no varía en absoluto deuna especie a offa, sino que además se supuso c¡:e era irrele-vante 1o clue actualmente se sabe. Se empieza con Lln estímulocondicionado, pot ejemplo, comer cierto alimento, se aplica

258

un estímulo incondicionado, digarnos un shocle, y se consigueuna respuesta, digamos una aversión futura a tal alimenio.Y esta fue una forma de pensar bastante generalizada.o...cualquier fenómeno natural elegido a voluntad puedeser convertido en un estímulo condicion¿do... cualquiér es-tímu.lo visual, cualquier sonido deseado, cualquier olor yla simulación de cualquier parte de la piel>> ls.tigmun yI:Iager, 1972, pág. l). En un senrido mu1' real, la "biologíá

del organismo no cuenta en absoluto.Obviamente, si la biología, la etología tradicional o la

sociobiología hubiesen de inrroducir algúÁ progreso en conrracle una psicología como ésta, se requeriiía una iustitución bas,tante sustancial. Es más, los hechos citados por los psicó_logos resultarían ser una muest¡a sesgada del^ conjuntb. Esinconcebible p,ara_ un biólogo, incluso ii no a."pt"'todas lasafirmaciones de Lorenz y Tinbergen, que todos los anima_lcs deban aprender todas las c,rtri ."rctn-ente de la mismanranera. Sería como si todos los animales fuesen exactamenteiguales, no sólo unos entre otros, sino también las diversaspartes de sus_ propios cuerpos. Sin embargo, de hecho nohay pruebas de que sea_ necesario que los 6iólogo, invadanla psicología, sustituyendo drásticanrente seccionÉ, incomple_t¿s. Desde denrro de la psicología ha surgido ,r.r, ,.r..ión,o quizá fuera mejor decir una ..ievueltar:lara ,nostrar cuánintenso fue el sentimiento de que la biología es irrelevante,podría señalarse que hace ran sóio diez años'la revista Sciencérec.hazó.aceptar un trabaio que iba en contra del paradigmapsicológico dominante (la <h1pótesis de indiferenciáo) (SEtigman y Hager, 7972, pág. S).

Las barreras han sido derribadas por el rabaio de JohnGarcía .y .sus compañeros, y siguiendo ,r,,, pu.o. hay unreconocimiento cada vez mayor por parte de ios psicóiogosde que el éxito en el aprendizajé es una funcíón irucial-dela clase de aprendizaje y de la especie de organismoinvolucrados (García y Koelling, l9G6; Gatcía, Ervin yKoelling. L966; García, McGowan v Green, I9j2). E;particular, García expuso a las ratas a estímulos gustativosy estímulos audiovisuales, seguidos por una enfermedad cieradiación una hora más rarde. Contrariamente a la hipótesis cleindiferencia, sólo se volvieron aversivos al gusto. pcri otru par_te. cuando se les sacudía un,sbock en las patas en lugar de laenfermedad de radiación, fue al estímuio audiovisual másque al gustativo al que se volvieron aversirros. Hallazgos como

259

T-éstos, que desde entonces han sido en muchas ocasionesconfirmados en distintas formas, van obviamente en conu¿de la teoría del proceso de aprendizaje general. Las ratasdeberían haber reaccionado igual al sabor y al estímuloaudiovisual, y además la ave¡sión no debería haberse dadotras un espacio de tiempo tan largo (una hora) entre el es-

tímulo condicionado (el gusto) y el estímulo incondicionado(la enfermedad de radiación).

Pero, como ya ha sido reconocido por rnuchos psicólogos,estos hallazgos de Ga¡cía tienen perfecto sentido dentro deun marco biológico evolucionista. El alimento puede enve-nenar, mientras que los estímulos audiovisuales no. Es n-rás,

un síntoma de envenenamiento es una enfermedad generalcomo la enfermedad de radiación. Por tanto, hay un premioselectivo en el aprendizaje para evitar los alimentos que lehacen a un organismo sentirse enfermo, y, claramente, eseanimal es más capaz si puede ilegar a tener aversión a ullalimento aun antes de que la enfermedad pueda hacerse in-mediatamente patente, porque ésta es la manera de operarde muchos venenos. En suma, gracias a sus genes

-que han

sido seleccionados por su valor adaptativo- las raras sicntenaversión a sabores que van seguidos por una enfermedad.

Con progresiva claridad se ha venido comprobando que esteejemplo de las ratas no es único en absoluto y que tal apren-dizaje animal es selectivo y adquiere un sentido mayor al con-siderarlo desde una perspectiva evolucionista. Así, por citaroffo ejemplo más atractivo, el escribano añil orienta su mi-gración otoñal de acuerdo con la posición de los cielos. Peroen una selie de elegantes experimentos con el planetarioCornell, Stepen Emlen (1970) logró mostra¡ que lo que losescribanos aprenden no es un mapa celeste fijo, sino los ejesdc rotación de los cielos. Expuestos a cielos que rotan sobreejes ficticios, los pájaros <emigraban>> de acue¡do con ellos.Esta plasticidad en el aprendizaje de los pájaros tiene un valorevolucionista obvio, porque, por poner un ejemplo, dentrode trece mil años la estrella que señale el Norte no será laestrella Polar en la constelación de la Osa Menor, sinoVega en la constelación de Lyra, 47 grados más allá. En \aescala de tiempo evolucionista trece mil años es poco tiem-po, y si los escribanos tuviesen una orientación fiia conrcspecto a los cielos, al cabo cle un cierto lapso de tiempo se

encontrarán emigrando a los lugares más inadecuados. Comocon las ratas, también está funcionando aquí 7a selecciónnatural.

260

,Es.más,. es claro que el aprendizaje humano es tambiénsetecttvo de una lorma que apunta causas biológicas. porejemplo, muchos de nosouos hlemos tenido experiencias se-mejantes a la ya mencionada de las ratas. Martin S.lig-;;descnbe vrvamenre una aversión a Ia salsa Bernaise, po1qr.tras una comida que contuviese esta salsa se le proáucía unluerte ardor de estómago (scligman y Hager. 1972, pág. g).¿Por qué

-pregunra Séligmanl no áesariolló ,veriián", los

platos chinos en los .que iabía comido o a la ópeta qu. uio

aquella noche, o rncluso a su mujer, con la que compartióla comida? Claramente la seleccióí há primado'a aquellos delus genes que le inducen a evitar aliméntos seguidós por undolor de esró_mago, o más precisamente, la selEcción fr; p;_mado a aquellos de sus géne. que le 'inducen

a evitar unalimento extraño seguido lor un'dolor a" ..iOmugo, y; q;;él no desarrolló aversión alguna. al filete que haÉia 6aio' lasalsa. Similarmente, en .el ca'so de las fobiai, p.op.nd"-o, .mostrar nuestra historia evolucionisra. por -ejemplo,

a lamayoría de nosoffos nos repelen las serpientei, to c,ral esalgo de un obvio valor adapiativo. por ot, pu.,", y a pesarde los continuos accidentes que nos paouoaun, no reacciona_mos en la misma forma con los cuchllos, tomas eléctricas votras cosas peligrosas que hay en las casas. Aq"i, .oÁo'-"notros aspectos, mosüamos los efectos de nuesira biología,porque,aprendemos rápidamente a evita¡ cosas que en unlugar salvaje serían muy peligrosas (por las ."rl"r,'p.. ,"rü,existiría una. fuerre prósión

*selectiva

"" fuuo, d; i", g;;que nos hicieran estar, dispuestos a evitarlas). En .;bi;,algo como una toma eléctrica, desconocida en' "" t"gu. .uiivaje, nos deja indiferentes (Seligman, I97l).,. Parece, pues, que, a diferencia de lo que se pensaba hace

diez años, con respecto al aprendizaje exisá un reconocimientocreciente pof parte de los psicólogos de que ignorar la biología1yD9n".

un peligro. El aprendizaje animal, inciuyendo el aprán-dizaie humano, ha sido configurado por la seücción natural.Aunque todavia, como es obvio, queáa mucho por hacer (porejemplo, nadie parece tener aún idea de q,.,É g"r., ,"rírnlos involucrados), parece que estamos apuntandá a una fe_ducción de la psicología a la biología. presumo que aquí,como en el caso de la antropología, más que una áed,_,c.iónde la psicología humana a partii de la aniropología, lo queva a-snceder es que la psicología trabaje

"n á."u, indicadaspor la biología, de tal forma que nuestra comprensión de

261

loseenesydelentornodeaprendizajelleguenaintegrarsc.tr ,ín todó unificado'

8.7 . Ll tEonÍ¡, PsIcoANALÍTrcA Y LA ExPLrcAcIóN

DE LA HOMOSEXUALIDAD

;Ouré decir de las otras partes de la psicología'. dc las

q":; ;-;;tñ .*-.lutiu"-tnre del aprcndizaie? Una qr-re

ll,rde repidamé.rt. u lu Á"t'te, dado el interés de los qlopios

.".iJillin"t' ., l, t.o.iu psicoanalítica' Y de hecho' Vilson

ü; tb;;';il iáiu p.i.or",l í tica pa rece ser .excepcional mente

.á-t*iUf" con la üoríá 'ociob;oiOg;ta"' Si la esencia de la

;.""'il;il il;iir;;-}"" suministár una estructura al in-

.;;il;, ei rol lóeico le la sociobioloe!9-..9t teconsruit la

;;;;;;;';;"i;.lonirti de tal estruct"'"o (Wil'on' te77a' pá

"1"" ZU. M"io, qu. intentar dar un p¿norama de la teoría

i*-"*jirrr.?'i' t"- potiut" relación con^ la sociobiología' echa-

i"-o, ,r., vistázo a un fenómeno de gran interés tanto ¡rara

ios -sociobiólogos

como para los psicoanalistas: la homo-

sexualidad.Una cosa en la que todos parecen estar. de acuerdo es

oue orobablemente no -nuy

"nu tuu'" p"tu la homosexualidad'

; ;"T'iJi;"' ,net .t,tltios, para la'homosexualidad mascu-

ir#'p?-, i",n."n.Átt uitio' u tesumiendo sus explica-

:;;;t: l-os sociobiólogl' quieren exponer.las causas de lair""t...,.ttlá"á-"n ¿íu"t"t formas

-a la. luz de los genes:

que existen genes pata la homosexualidad a causa de la capa-

;'d"i';;i i:i".t.üo," -iup"io'

equililrado; que.hav tales

;il ;;; .á"t" ¿-. la seiección fámiliar v que hav genes

cle manipulación paterna que dan lugar-a tal comportamiento

;;1#;üi: Ah;tt;;',*qut no t"endría demasiado scntido

iráCi.i-á.-i"¿os los teáricos' psicoanalistas' da la impresión

;;-;;., esrictamente, no desecharían la posibilidad de un

factor genético como causa de alguna homosexualidad' Al me-

,ror. "ñ sus discusiones se rrae a colación y se presentan

;ii.;;it;-;.-i" p"ti¡itl¿"d de que l¿ homosexualidad sea

;;t;#ü (for ele-plo, Mamor, 1965)' De cualquier forma'

la evidencia no es arrolladora y ciertamente existen casos

concretos que no encajan' Pero la mayoría de las teorías

pri.ln"rtiti.us (las publicadas) no parecen totalmente opues-

iu, u lu idea de qrre lo' g"ntt pt'di"tan desempeñar algún

pequeño papel en la homosexttalidad' En este caso' presuml-

262

blemente, se tendrá sin reservas una explicación bastante di-rccta de los hechos psicológicos por la biología.

Sin embargo, hay que admitir al respecto que para losteóricos psicoanalistas el ambiente, particularmente el am-biente del hogar durante el desarrollo, es ei factor causaldeterminante de que un individuo resulte ser homosexual enlugar de heterosexual. Y, además, aunque no todos seanfteudianos, parece existir el acuerdo general de que Freudtenia razón al sugerir que detás de muchas homosexualida-des late un desequilibrio paterno. En particular, como esbien sabido, Freud sugirió que la homosexualidad masculinasurge cuando la madre es mucho más dominante de lo normaly controla tanto al padre como a los hijos (Freud, 1906). Losteóricos psicoanalíticos parecen dispuestos a secundar en estepunto a Freud (aunque quizá sea otra cuestión saber cuántosde ellos le seguirían hasta el fin), cuando él sugiere que elniño varón está enamorado de su madre, que en un desarrollonormal el tabú del incesto ie hace transferir su interés sexuala otras hembras, y que cuando la madre es muv dominantelos lazos son demásiado fuertes para romperse y, entonces, elcomplejo de Edipo provoca en el niño el retraimiento frenrea las mujeres en general y le hace transferir, por tanto, susemociones a los hombres.

Prima facie parece que tenemos, pues, un conflicto entrelos socíobíólogos y los teóricos psicoanalíticos sobre la ma-yoría de las causas de la homosexualidad. Pero, es claro queel conflicto no tiene por gué ser demasiado grave, porqueal menos uno de los mecanismos sociobiológicos, el que secentra en la manípulación paterna (Trivers, 1,974), parececasi hecho a medida para teóricos del psicoanálisis. Recorde-mos que en este mecanismo los genes son poseldos por unode los padres, en particular por la madre, no por el niño quese vuelve homosexual. La hipótesis es que la madre manipu-la a uno de sus hijos para que sea un homosexual que no sereproduzca (ciertamente esta manipulación no tiene por quéser un proceso consciente). No supone un gran esfuerzo patalaimaginación sugerir que la manipulación toma la forma deuna sobreprotección de la madre para con su hiio menor,porque sabemos que existe una evidencia estadística de quela homosexualidad se da más frecuentemente en los hijos pe-queños que en los hijos mayores (Pare, 1965). Y no es muydifícil imaginar que la forma en que producen los genes elcomportamiento requerido es estableciendo precisamente aque-llas condiciones que las hipótesis psicoanallticas exigen para

263

oue se dé tal homosexualidad' En oras- palabras' las ideas

I'L.."^r'iiü ll;;;; i; laguna que deia la biología' Las dos

i;;;;;;-;;i¿ei.u v p'i.ot¿Éica, nL están en conflicto' Se com-

olementan 7a una a la otra'' Corno en el caso de la antropología' no .esloy muy.se-

or,-- á. oue sea cierta la afirmaclón át q"e la teoría psico-

l""ir,i, i;'riJ; t"á".idu a la sociobiologta, .t4 como la se-

íÉilI'"ir.r¿gü il;id. reducida a la lenética molecular'

ó;;¿ ;-ái;;;r-; similar al <lado previamente' la situació-n

"-".. t"t alsó así como lo que se muestra en-la figura.8'8'

Áf;".t Ztiá "t u tlruación desde el-punto de vista bioló-

;i;": ;;.'d.iu "n blanco el trayecto desde la maniprrlación

:;;¿i-ri;;.párLr-i.nto hoÁosexual cn la descendencia'

il;; ; "i pun,ó del que la teoría psicoanalítica parece ocu-

;;;;.. A;i.'riira lu.n"¡o' tot" que podemos decir es que tc-

ffi;;';'#;-o,.oti^'.i.ntífica iniorporada dentro de otra'

Si queremos creer que t"o tt una claie de teducción pode-

mos hacerlo; pero no es una deducción fo¡mal. El puntoprincipal es, desde luego, que la biología requiere una reoríapsicoanalítica que más tarde podrá {lorecer como no lo hahecho nunca.

Pero, por favor, noten que al concluir esto, basándome enel ejemplo de la homosexualidad, no estoy sugiriendo que lossociobiólogos demanden o confirmen todas las afirmacionespsicoanalíticas que se han hecho. Uno ciertamente no tieneque ser un freudiano ortodoxo para ser un sociobiólogo. Unopudiera, por ejemplo, querer dar otra explicación causal quela freudiana con referencia a la madre dominante y el hljohomosexual. La sociobiología en si misma no nos d-etendría.El punto esencial es que, con fespecto a la homosexualidad,la sociobiología apela positivamente a una explicación psico-analitica.

Generalizando esta nota de precaución sobre las causas, talvez debería añadirse que la sociobiología no será necesaria-mente del todo tolerante con cualquier sugerencia psicoanalí-tica, como lo es en el caso del análisis de Ia homosexuali-dad.,Aunque unos y orros, tanro los socibiólogos como losfreudia¡ros,, piensen que el tabú del incesto es di una impor-tancia fundamental para los humanos, no estoy seguro de quelos sociobiólogos puedan admitir Ia historia de Fieud (19i3)sobre su origen: la triunfante conspiración de una banda dehermanos pata matar y comerse a su padre (aunque n<rc_abe duda de que esta historia de lucha familiar podríá ilenarde interés el corazón de Trivers). Pero tampoco estoy segu-ro de cuántos teóricos psicoanalistas tolerarían hoy eita ñis-toria, tomada literalmente.

Es obvio, por tanto, que se requeriría una cierta sustitu-ción de parte de las teorías psicoanalíticas, bien sea porlos sociobiólogos o por los propios psicoanalistas, para quehaya armonía ente la sociobiología y la teoria psicoanalítica.Pero da la impresión de que esto probablemente podría su-ceder; que dado el interés común por muchos tópicos, val-dria la pena que sucediese; y que, ciertamente, tal proyectono significa el tiunfo de la sociobiología y el final de lateoría psicoanalítica. La homosexualidad requiere de esta úl-tima, Los tabúes del incesro, incluso respaldados por losgenes, requieren una explicación de por qué el hermano yIa hermana desarrollan una aversión a procrear juntos. Y porqué esto mismo se repite en díferentes tiempos y lugares.Así, como en el caso de la antropologia, la irrupción de la

GEN A+ FcnotipoA at*^*'""1":":,f t'^

^

L--S'eno'lipoA*lmrniPulaclón de los Padrcs

I

GEN B ._ Fenotipo, l"t"

B *Feno¡ipo B v

\ Gen B + Fenotipo B

GENERACIÓN 1 GENERACIÓN 2 GENI.,RACIÓN }

SELECCIÓN

264

Frcuna 8.8

265

rsociobiología en la psicología infunde esperanza y renovadovígor en las ciencias sociales; y no acelera su fallecimiento.

8.8. Le ncoNo¡rrÍe

Un juicio de valor personal es que ahora hemos cubiertoaquellas áreas de la ciencia social que prometen una inte-gración fructífera y con éxito, con la sociobiología {. Entreoüas cosas hemos considerado aquellas áreas de las ciencias so-ciales que se ocupan de fenómenos débilmente recubiertos dela espesa capa de la cultura, es decir, donde estamos más pró-ximos al fenómeno biológico subyacente. No estoy sugiriendo,por ejemplo, que los antropólogos que estudian las tribusprimitivas no se encuentren con la cultura --desde luego lohacen, y además mi discusión comienza partiendo de estehecho. Pero como antes expliqué, es en áreas como la an-tropología donde podemos esperar que la biología se mues-tre más claramente. Y, de hecho, si algo hemos dicho eneste capítulo es que, aun cuando se excluyesen otras áreas,el encuentro entre la biología y las ciencias sociales seráfructífero para todos.

Otras áreas de las ciencias sociales, tales como la eco-nomía y la sociología, nns vienen rápidamente a la mente cuan-do comenzamos a hacernos preguntas acerca del futuro dela sociobiología. Tomemos primero la economía, pues aunqueacabo de admitir que hemos tratado aquellas partes de lasciencias sociales mejor predispuestas a la sociobiología, noquisiera dar a entender que no hay lugar o posibilidad parauna interacción fructífera enre la biología y la economía.De hecho, parece que al menos existen dos caminos que me-recen ser explorados. Primero, existe la posibilidad de revi-sión de la teoria económica clásica. Segundo, existe la posi-bilidad de una economía comparada. Exploremos ahora estosdos caminos brevemente. (Véase también tX/ilson, L977a.)

En la teorla económica clásica, los humanos son conside-¡ados como máquinas económicas racionales. Por ejemplo, to-

a Si consideramos el aprendizaje del lenguaje sepamdo delaprenüzaje en general, entonces la lingüística es también obvia-mente un área donde cabría espetar algunas interacciones fructí-feras entre la sociobiología y las ciencias sociales. De hecho, laaproximación de Noam Chomsky parece casi como si fuese dise-ñada teniendo en cuenta a la sociobiologla (véase Wilson, 1975ay 1977a para una b¡eve discusión y referencia).

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mando un libro de texto reciente aleatoriamente elegido, elautor comienza con tres asunciones acerca de las preferenciasdel consumidor que son, en sus palabras <bastante plausi-bles> (Mansfleld, 1970, pág. 22). Primero, un consumidor.puede siempre decidir cuál de dos opciones prefiere, o si lasdos tienen el mismo valor; si él o ella prefieren una entra-da de baloncesto y tres ba¡ras de chocolate, o cuatro botellasde soda y un billete de autobús. Segundo, las preferencias delconsumidor son transitivas. Si uno prefiere las rubias a lasmorenas y las morenas a las pelimojas, entonces uno prefierelas rubias a las pelirrojas. (El ejemplo es suyo, no mío)Tercero, uno siempre prefiere mucha a poca mercancía.

"Por ejemplo, si una bolsa del meréado (que sea mu.,'grande) contiene 15 armónicas y dos galones de gasolina.mientras que otra (también grande) contiene 15 armónicasy un galón de gasolina, suponemos que la primera bolsa errIa que vemos sin ambigüedad que contiene más mercancía,es la que será preferida>> (ibíd., pág.22). Además, no sólo sc

considera a los humanos como racionales (si es que estas slr-posiciones son racionales), sino que se supon-e que se puedcteorizar en el nivel del grupo más que en el del individuo.porque este grupo es tomado como una entidad ¡acional. Po¡ejemplo, el mismo libro de texto introduce la noción de em-presa en la forma siguiente: -<una unid-ad que produce un bieno servicio para que sea vendido>> (ibíd., pá9. 114). Y además.se asume.que esta empresa trabaja,como un todo integradopara maximizar sus propios beneficios.

Claramente, todas estas suposiciones u otras similares, sonaltamente sospechosas. Los seres humanos no siempre actúanen la forma que la teotía clásica supone. A menudo los hu-manos son <<irracionales>> en sus elecciones y, ciertamente, nosiempre actúan como un grupo integrado (en justicia al au-tor del libro de texto arriba mencionado debo hacer constarque él reconoce este hecho en un apéndice). En años re-cientes, cierto número de economistas se ha venido enfren-tando en forma progresiva con las realidades de la situaci<ínhumana, e intentando reflejar tales realidades en sus modelosidealizados. Por ejemplo, recientemente, Harvey Leibenstein(1976) ha formulado una teorla basada en las nociones deque lo central paru la teoría económica debe ser el indi-viduo y no el grupo, y que debemos prestar atención plenaa Io que él llama <<x-eficiencia>>, siendo ésta una función de va-rioslactores psicológicos como la motivación, el placer en eltrabajo, y cosas por el estilo.

267

f- tLeibenstein argumentó que más que considera¡ a los in-

dividuos como seres que intentan maximizar su gananciaeconómica, debemos considerarlos como seres que siempreestán intentando llegar a un compromiso entre las cosas quequerrían hacer y las cosas que debetían hacer:

Pa¡a describir las características que gobiernan el compor-tamiento económico sirve de ayuda el distinguir entre lascapacidades: el deseo de usar capacidades bajo circunstan-cias cons*ingentes y los objetivos deseados que los indivi-duos quieren alcanzar. En general, los individuos tienenque hallar un compromiso entre dos conjuntos de fuerzaspsicológicas opuestas: el deseo de usar las propias capacidades fuera de 1os límites constructivos inhe¡entes al con-texto, y el deseo de satisfacer las demandas del superego-propio, es decir, el deseo de conseguir en la medida de loposible los parones internalizados de cada uno, que en par-te dependen de las realizaciones observadas en los demás(ibid., páe. %).

No estoy defendiendo la teoría de Leibenstein, e incluso si1o hiciera estaríamos todavia muy aleiados de la biología.Pero está claro que existe una necesidad de psicología socialen la economia, y que, de hecho, los economistas no soninsensibles a esta necesidad y algunos realmente están tra-tando de hacer algo sobre el asunto. Por tanto, si la psi-cología se aproxima a la biología, qtizá cuando lo haga,esto tfaiga consigo una mayor aproximación enffe la econo-mía y la biología. Si tatamos de entender 1o que hace quetrabajen los seres humanos, ya que éstos no se comportancomo a los economistas clásicos les gustaría, muy bien pu-diéramos encontrarnos haciendo refe¡encia a la evoluciónhumana.

La segunda línea de investigación posible para la interac-ción de la biología y la economía es la de una economíacomparada interespecífica. Como bien sabemos, los socio-biólogos se basan a menudo en la teoría económica paraestablecer sus modelos. Como el propio Wilson admite, sureciente obra sobre la división del trabajo en las sociedadesde insectos (escrita en colaboración con George Ostet) de-pende tanto de las ciencias sociales que más bien pareceun texto de microeconomía (Oster y \flilson, 1978). Existen,indiscutiblemente, aspectos de la sítuación de los insectosque difieren del mundo humano; por ejemplo, en las socie-dacíes de insectos la mayor parte son hembras y estériles, y,

268

sin embargo, el altruismo mostrado es mucho más grande queen el caso humano (a causa de las peculiaridades genéticashaploides de los heminópteros). Pero, a pesar de todas esrasdiferencias, \Wilson se arriesga a exffaer algunas conclusionesbastante fuertes. <El punto esencial es que la economía hurna-na no es una economía general, síno más bien la descripcióndel comportamiento económico en una especie de mamíferocon un rango limitado de variables de estado biológicas>(\X/ilson, 1977a, pág. 23\.

Debo confesar que no estoy seguro de que esta conclusiónesté justificada, al menos todavia. Una cosa es dbar un áreade la ciencia como modelo para otro área; y otra sugerirque este modelo muestre que las dos áreas sean fundamen-talmente parte y parcela de la misma cosa. Dejando aparteotras cuestiones, hemos conseguido obviamente un elementocultural significativo en el mundo humano. Claramente, hemosde trabajar con detalle en la relación ente la cultura y losgenes, antes de que podamos decir hasta qué punto, si esque es así, está el comportamiento económico humano re-lacionado con los genes o puede ser tratado como si loestuviera. Y entonces, y sólo entonces, podremos empezara investigar con cierto sentido la cuestión de hasta quépunto el comportamiento económico humano es realmenteigual que el comportamiento económico de omos organis-mos, en los cuales es sin duda función de sus genes. Se pue-de probar que hay una coincidencia sustancial. Como acaba-mos de ver, Leibenstein argumenta que debemos considerarcomo primordial en la economía al individuo, y no algrupo, y no tengo que decir ahom al lector que esto su-pone un gran acercamiento al pensamiento sociobiológicogeneral. Pero todavía estamos lejos de mosrar una identi-dad real y no simplemente una analogla heurística útil.En ouas palabras, no estoy excluyendo la posibilidad deuna economía comparada, pero no la veo en un horizontepróximo.

8.9. L¡ socrorocíe

Finalmente, llegamos a la sociología: el estudio delcomportamiento social humano, particularmente en socie-dades avanzadas (es decir, industúalizadas). Como STilson(1977a) admite, la esperanza de que la biología tenga aquíalguna influencia es, por el momento, difusa. De hecho, es

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bastante malo intentar inüoducir cualquier psicología por-que muchos sociólogos comparten la profunda inclinaciónanti-¡educcionista de Du¡kheim. <,En una palabra, ente lapsicología y la sociología existe Ia misma ruptura de con-tinuidad que la que existe entre la biología y las cienciasfísico-químicas. Consecuentemente, cada vez que un fenó-meno social es directamente explicado por un fenómenopsicológico, podemos estar seguros de que la explicación es

falsa> (\ü7ilson, 1977a, citando a Durkheim, 1918). Pocosseúan quizá tan contundentes, pero de lacto en la propor-ción en que la sociología se apoya en la psicología es real-n'lente mínima. Y, de hecho, aunque existen ciertamenteáreas de excepción, la sociología apenas alcanz,a el nivel teó-rico. Ciertaménte, incluso comparáda con la biología, y de-jando de lado la. física -y la química, la socio-logía se pre-

senta como una crencra descriptiva de bajo nivel.Durkheim ha demostado estar gloriosamente equivocado

en cuanto a la relación entre la biología y la ciencia físico-química. Para mí, es inconcebible que no pruebe que

-tam-bié.r r" equivocó sobre la futura relación entre la psicologíay la sociología. La historia completa de la ciencia apuntá a

ia rentabilidad del intento de relacionar un área de la cien-cia con el área inmediatamente inferior, entendiendo porésta aquel área que tata con entidades de un nivel con-ceptual algo menor. Y, obviamente, si la sociologla se haaproximado a la psicología, entonces en la medida en quelá psicología se está aproximando a la biología, tal vez éstapueda hacer sentir su influencia en el nivel sociológico.

Pero todo esto, si se er¡cuentra en algún sitio, es en el fu-turo. En cualquier caso, no estoy argumentando que la socio-logía, tal contó la conocemos en este momento, vaya limple--étrt" u ser declucida de la actividad de los genes. No he

argumentado así para la antropología, ,v según nos acercamos

a la sociología lós reparos y cualificaciones que alll fueronhechos aquí deben de multiplicarse por diez. En antropo-logía, traiamos con sociedades que son duraderas y p-róxi-más a la naturaleza; en sociología tratamos con sociedadesque cambian rápidamente y que aislan mucho

-más p-rofun-

áamente a los individuos de las fuerzas brutas. Como \üilsondice sobre las culturas occidentales: <<Puesto que fueron malconsruidas sobre el biograma humano del Pleistoceno, sonlas menos estables, probablemente acusan las mayores dis-crepancias enffe adaptación genética y cultural y, por tanto,presentan una é¡rave disposición a desplegar propiedades emer-

270

gcntes no predecibles desde el comienzo de la psicología in-dividual aislada> (Vikon, 1977a, pág. 25). Aquí, probable-mente, las conttibuciones de la sociobiología seguirán siendoexiguas, al menos por algún tiempo.

8.10. Cor.rcrusróN

El gran filósofo alemán Hegel dedujo una vez de prin-cipios lógicos que sólo podían existir ocho planetas. Pocodespués fue descubierto un noveno planeta. Como filósofoestoy, por tanto, poco dispuesto a comprometerme dema-siado en predicciones sobre el futuro curso de la ciencia.Este capítulo, debo admitirlo, ha sido especularivo a pesardel tono confiado (¿demasiado confiado?) de mis asercio-nes. Pero hay una idea que subrayé en la discusión, que hasido ampliamente reforzada y que parece que merece la penavolvet a destacar en Ia conclusión; esta idea concierne alefecto global de la posible invasión de la sociobiología enel resto de las ciencias sociales. Bien sea que tengamos sus-titución o reducción y cualquiera que sea el tipo de reduc-ción involucrado, la llegada de la biología no significa elfin de las ciencias sociales. Como ha ocur¡ido en bio-logía, desde la llegada de la física y la química, significatodo lo conttario: hay esperanza de hallar nuevas técnicas eideas para atacar problemas imesolubles hoy, y pata la apertura de perspectivas completamente nuevas, de excitantesáreas dé investigación, aún vagamente discernidas. Los cien-tíficos sociales deberían dar la bienvenida a la sociobiología,esperando que tenga éxito, y no reüoceder ante ella conmiedo y disgusto.

271

9

Sociobiología y ética

Tan pronto como apareció eI Origen de las especies, yciertamente antes de esa fecha, hubo científicos que quisieron afirmar que la única filosofía moral verdadera es laque está firmemente basada en teorías evolutivas. En seguidanos viene a la mente el contemporáneo de Charles Darwin,Herbert Spencer, quien más que ningún oro estableció es-trechos lazos entre la ética y la evolución; aunque, sin em-bargo, dada la actual reputación de Spencer, mientras que losfilósofos lo consideran principalmente como un biólogo, losbiólogos, sin duda, lo consideran como un filósofo. (Quizá laforma más rápida paru lograr un compromiso tanto para losfilósofos como para los biólogos sea el estar de acuerdo enque Spencer fue esencialmente un padre de las ciencias socia-les.) Pero, a pesar de que las valiosas ideas de Spencer se en-contraron con la devastadora lógica y retórica de T. H. Hux-ley (1893), el bulldog de Datwin y un evolucionista porméritos propios al menos tan eminente como Spencer, va-rias ramas de <ética evolutiva>> han aparecido durante elpasado siglo. Ente los esfuerzos recientes seguidos en estatínea, qwrzás el más conocido haya sido el del nieto deT. H. Huxley, el fallecido sir Julian Huxley (L947), y elde ese fascinante biólogo disidente, el también fallecidoC. H. Vaddington (1960) (al llamarle <<disidente> no quierocon ello faltarle al respeto, sino más bien lo conrario).

Estos últimos intentos por revivir la ética evolutiva hansido zanjados, en opinión de Ia mayoría de las personas

273

r')l(vale decir, la mayotía de los filósofos) de la misma maneraen que T. H. Huxley kr hizo con Spencer (Flew, 1967;

Quinton, 1966; Raphael, 1958). No obstante, y sin arredrar-se por ello, los sociobiólogos han decidido añadir por su

cuenta un par de intentos más a esa lista. Opinan queahora, y sólo ahora, tenemos clara idea de lo que sea labiología humana y, por tanto, es procedente (lue trsenl()snuestros hallazgos para explorar de una vez todos los as-

pectos de la condición humana, incluyendo la ética. Cierta-mente, tan fuerte es este sentimiento en algunos sociobió-logos que \flilson, por ejen.rplo, empieza de este modo suSociobiología:

las sugerencias de llilson estimul¿rntcs e interesantes no se

me antojan abrr-unadoramcnte perstrasivas sus sugerencias acer-

ca de la filosofía y de los filósofos. A 1o mejor, ciertamente,<los filósofos y humanistas debetían considerar la posibilidadde que ha llegado el momento de que la biología se sustraigade ias manos de los biólogos y se filosofice>>. Un sueñobastante tentador. Con este caPítulo concluiremos el libro,considerando la posible relación entre la evolución y laética, y poniendo especial atención en el trabajo y sugeren-cias de los sociobiólogos.

Parece que hay al menos. tres importantes aspectos enIos que pudieran interactuar la ética y la evolució!. (Mun-son, 1971). Primero, la biología evolutiva podría arrojar luzsobre el hecho de que los humanos somos, a fin de cuentas,animales éticos. Segundo, la biología evolutiva podría sumi-nistrar la fundameniación teórica o justificación pam la ética.Tercero, la ética podría servirnos para dirigir la evoluciónen el futuro. Estal tres consideraciones de ningún modo soncompletamente diferentes, pero para facilitar la exposiciónlas trataremos como tales y las veremos por orden. Deberíaañadir que no me interesa si estas consideraciones son <<real-

mente>> filosóficas o <,tealmente> biológicas. Aunque no meidentiiique con sus pretensiones, comparto con los sociobió-logos la convicción de que estas cuestiones deben preocuPartanto a los filósofos como a los biólogos.

9.1. ¿Pon quÉ soMos Érlcos?

Confío en que el lector no habrá pensado que con esteepígrafe estoy planteando la importantísima cuestión de sisomos o no realmente éticos o morales. Opino que, en ge-

neral, se estará de acuerdo, con excepción posiblemente de losmaestros de escuela y de los padres al final de un largo día,en que todos los seres humanos cuidan de otros y se preocupande ellos, incluso a costa de un cierto sacrificio. (Si se puedellegar a ser o no moral con uno mismo es un interesante pfo-blema filosófico que no vamos a considerar ahora.) Además, se

estará de acuerdo -aunque

quizás no de una maneta tangeneral- en que, al menos en el nivel fenomenológico, estapreocupación po¡ otras personas es voluntaria. Nos olvidamosde nosotros y ayudamos a otros. Entendiendó tales actitudesy comportamientos como <<morales>> o <<éticos>>; no se puedenegar que no existe ninguna persona que sea completamente

Dijo Camus que la única cuestión filosófica seria es elsuicidio. Esto es un error incluso en el sentido estricto conque fue dicho. El biólogo que se ocupa de los problemas dela fisiologla e histori¿ de la evolución,_ se da cuenta deque su propio conocimiento está Íotzado y condicionadopor los centros de control emocionales situados en elhipotálamo y en el sistema límbico del cerebro. Estoscentros inundan nuestra consciencia con tdas las emo-ciones --odio, amor, culpabilidad, miedo y ot¡as- estu-diadas por los filósofos de la ética que desean intuir lospatrones del bien y del mal. De este modo, nos vemosobligados a preguntar lqué es lo que originó los siste-mas límbico e hipotalámico? Esos sistemas evolucionaron através de la selección natural. Debe hacerse hincapié enesta simple afirmación biológica para entender no sólo laética y a los que la estudian, sino también a la epistemologíay a los epistemólogos (!üilson, 1975, pág. )).

Si se toma esto al pie de la letra, las personas como yodeberíamos perder el empleo. (Una opinión, sin duda, so-bre la cual los sociobiólogos y sus críiicos estarán por unavez de acuerdo.) Incluso cuando se muesüa más concilia-dor, \üTilson piensa que los filósofos deberíamos resignarnos yaceptar larguísimos y forzosos <<sabáricos>>. <Los Científicosy_ humanistas deberlan considerar la posibilidad de que hallegado el momento de que la ética se sustraiga temporal-mente de las manos de los filósofos y se biológice> l$lil-son, L975a, pá9. 563).

Como es de suponer, al igual que todo el mundo, nosotroslos filósofos tenemos genes para la autopreservación (aunqueSócrates sea una excepción) y sin duda no nos parece que lascosas sean tan simples. A pesar de que, en general, encuentro

274

-\,

275

Imoral todo el tiernpo y que algunos de nosoüos no sean)():imuy morale,. la mayor parte del tiempo. Pero a pesar dcnuestros defectos, la preocupación moral parece ser una característica humana. Incluso los grandes desalmados de lahistoria, como Hitler, han tratado de cubrir sus delitos bajoun manto de (espúrea) moralidad.

Ahora bien, dando por descontado que tenemos este sen-tido o facultad moral y concediendo también que no es algoque se nos haya impúesto sobrenatu¡almente, urge explicársu origen. Además, si se es un evolucionista darrviÁiano,es decir,. si se

_ cree que la selección natural fue causa pri-

mera de la evolución, la explicación se torna más apremianteincluso, ya que al menos en algún sentido parece

-haber un

premio sobre el auto-interés: aquellos organismos cuyos genesno hayan promovido fenotipos que puedan ser mejor qu.át.o,e¡_la lucha por la existencia y en la reproducción, no po-drán ser_los que transmitan el máximo- de genes para'elfuturo. En ouas palabras, podría parect prina laiie quela moralidad no es beneficiosa desde utra p.r.pe.tiva evo-lutiva que, por ranto, no debería haber evoluiionado.

Como ahora sabemos, existen varias salidas a este dile-ma. Primero podríamos echar mano de alguna especie dehipótesis de selección de grupo, argumentando que dadogue la moralidad (casi por definición) opera pof el biendel grupo, sus causas deben ser una funcién de-la selecciónque opere en el nivel del grupo. Pero como también sabemos,exist_en serias objeciones científicas a este tipo de hipótesis,y habiéndolas discutido anreriormenre de fo¡ma porménoriza-da.podemos eliminarlas sin mayor explicación. Segundo, se po-dría sugerir que el sentido moral humano ha evol-ucionado iinninguna función adaptativa: que es scílo un efecto colateral delresto de las funciones human¿rs. Esta expiicación también dis-ta mucho de ser satisfactoria. Hablando en general, es siem-pre un último recurso apelar a la sugerencia de que existencosas que no tienen función; y muy pafticularmente eneste caso, parece improbable que tan omnipresente e im-portante elemento de la natura]eza humana- pueda ser unefecto colateral, especialmenie sí no se pued; mostrar dequé es e{ecto colateral. Ciertamente, y puesto que, a primeravista, la moralidad no parece estar en ei intérés evolutivodel individuo, se podría esperar que ésta hubiera sido selec-cionada en su contra. Por tanto, is necesario un argumenropoderoso para mostrar por qué ésta no debería ser así. Su-pongo que actualmente nadié quiere sugerir que los genes

276

del sentido moral están pleiotrópicamenre unidos a los genesde la vista.

Tercero, se podría sugerir que el senrido moral y todassus consecuencias son enteramente culturales: que la teofíabiológica evolutiva no tiene en absoluto relevancia para elorigen de la moralidad y de la ética. Sin embargo, ii bienes indudable que muchos aspectos concretos de las prácti-cas y creencias éticas son una función directa de la cultura,el afirmar que todas las cosas de este tipo están causadaspor un desanollo cultural no parece acertado. Aunque hayaspectos,contingentes de la cultura que no tienen nada quever con ia moralidad, en un sentido irnportante la moralidadparece una condición necesaria de la cultura humana (e in-versamente, la moralidad bien pudiera ser una condición su-ficiente paru 7a cultura, aunque ciertamenre esto sería unamanera de quedarse con una versión en la que no existe lacultura y sí sólo la moralidad). En otras palabras, lo que estoysugiriendo es que la cultura por sí misma no puede ier car,tráde la moraljdad como tal (aunque sí podría moldear aspecrosde ésta), ya'que la culrura, en algún senrido, presupone la mo-ralidad (si la gente no puede trabajar en común de una naneragenerosa y compaftida, no hay cultura). Por tanto, pafeceríaque, en algún sentido importante, deberíamos buscar las basesbiológicas de la moralidad, o mejor del sentido moral huma-no. Fn cualquier caso, ya hemos visto razones para creefque la cultura humana, en un sentido general, ha de ser bio-lógicamente adaptativa, y dado que el comportamiento mo-ral es una parte tan considerable de la cultura, éste tam-bién, aunque parezca lo cont¡ario, debe ser seguramenteadaptativo. En caso contrario, tenemos que admitir que in-cluso en los pueblos más primitivos, uná gran parte de sucomportamiento es con toda probabilidad seriámente dis-funcional.

Cuarto, por tanto, casi por un proceso de eliminación,hemos de volver a los socíobiólogos, buscando explicacionesde ia mor'alidad en términos de ventajas selectivás para elindividuo. Y como sabemos, los sociobiólogos se complacenen explicar la evolución del sentido moral humano en tér-minos de mecanismos tales como la selección familiar y elaltruismo recíproco. Creo que ni siquíera el más entusiastade los sociobiólogos se atrevería a afftmar que toda latanea pata explicaf la evolución de la moralidad está aca-bada; lo que podrla sostener es que se ha esbozado la líneaesencial. La moralidad, o más concretamente el sentimiento

*[

277

tr"

moral, se produce porque la persona morai tiene más pro-babilidades de sobrevivir y reproducirse que la que es in-moral. La persona inmoral no ayuda a sus parientes y no re-

cibe ayuda de las personas no emParentadas con ella, porque "éstas, a su vez, no pueden esPerar avuda alguna de esa per-sona (ya sea hombre o mujer)-"

No quisiera volver a suscitar la ya discutida cuestión de

la vetdad de la sociobiología humana. Por mor de fa ar- " :

gumentación, al dar en este capítulo Por supuesto lo mismo' ' .-.

que en el anterior, a saber, que la sociobiología es básicamentecorrecta, c¡eo que se podría estar de acuerdo en que, conrespecto a la cuestión de las causas de la moralidad, la so-

,

ciobiología rep¡esenta un significativo paso hacia adelante.Las alternativas no son ni mucho menos adecuadas; pero lomás importante es que la evolución de la moralidad se sigue '

de una manera natural a parti¡ de las premisas básicas dela teoria sociobiológica. Por tanto, en este sentido, en res- 'puesta a nuestra cuestión, ¿por qué somos éticos?, la so-

ciobiología parece constituir un avance crucial. Nótese, sin I

embargo, que estoy hablando de las causas de la moralidad,o mejor, del sentido n-roral del individuo. Como ve¡emos más.despacio en el siguiente apartado, no estoy concediendoque esto sea todo lo que se ptrecle decir referente alaéticay..'la moralidad: ni en particular estov concediendo que la ética yla motalidad estén ahora justificadas. Ahora bien, para in- ',

"sistir en un punto anteriormente establecido, lo que estoyconcediendo es que los humanos son esencialmente <<egoís-

tas>. Hablar de gencs egoístas es hablar de una forma me-...tafórica, y e) punto fundamental_ cs que los_fenotipos, quepromueven no son sino egoístas. Un santo puede ser productode la evolución, pero con eso no se niega que sea (él o ella)genuinamente una buena persona.

Debería hacerse ,-rn .oio.ntorio iinal a esta sección quemodifique, pe¡o que de ningún modo elimine, las reservas ' '

antes expuestas. Aun cuando el hallazgo de las causas delcomportamiento moral pucda no ser la justificación de ese

comportamiento, una comprensión más plena de las causas dela moralidad seguramente tendrá implicaciones directas paralos límites que ha1'amos de frazar al comportamiento moral.Ser moral implica una elección: el que una piedra caigapuede que no sea ni moral ni inmoral, a pesar del bien o(más ptobablemente) del mal que haga. Las personas sonmorales porque eligen hacer lo bueno e inmorales pofqueeligen hacer lo malo. Ahora bien, las cosas no tardan en

278

conrplicarse, porque está claro que no todas las accioneshumanas son voluntarias, es decir, envuelven una elección.A veces, nos enconrra*o, , ar,araacl cle fuerzas que esca-pan a nuestro contol; quiz,á el enamorarse sea algó de estanaturaleza. Y a veces, álgr,nas personas

"o prEa"n ny,_r-dar haciendo cosas sobre- las que otros tienen el control.t!:y:, ,incluso aunque podamts elegir, hay veces en queargunos de nosotros no somos capaces de distinguir lo buenode Io malo.

Todos estos hechos, nos perrniren f,ecir que, bajo ciettascircunstancias y en algunas ocasiones, cierias personas noson moralmente responsables de sus actos (no ias condena-ríamos como si se tratase de una,persona normal). He ñpor qué existen en derecho verediótos del tipo ono crrlpa6lepor razones de locura>>. Por supuesto, las iazones poi 1",que deberíamos hacer tales excépciones no de..ansrn, ne_cesariamente, en causas genéticas. A menudo, se ha pensadoque ciertas cosas en el ambiente lo descargan a uno'de res-ponsabilidad. Pero es claro que las r¿zoná pueden descan_sar, y de hecho a veces descansan, en factorei genéticos. Enotras palabras, hay veces que a causa de los g"enes de unape¡sona, nos vemos menos inclinados a decir que ésta sea res-ponsable de susactos y, por lanto. menos dispuestos a iuzgar_la moralmente. Y no es difícil ver que y" qu. nuestro cono-cimiento de las causas de la acción humana se amplía pormedio del desarrollo de la sociobiología, los límites que^es-tablecemos- pata, la acción humana résponsable podrían seralterados... Muy bien podríamos decidir que ciertas cosas quehoy en día censuramos (o ciertamente alábamos) no deberianimplt¿¡5s a los que las iealizan. Esto es, el desarrollo de lasociobiología.-!gm_aqa puede alterar el dominio aceptado parala respons,abilidad humana en la acción moral lilas infor_mación sobre este extremo puede verse en Hudson, 1970).

9.2. Errc¡ rvorurrv¡,

Pasemos ahom al contro,vertido punto de la posible in_teracción entre la teoría evolutiva y la ética. Incluio 5i ¿dmi_timos, como lo hemos hecho-, que- la teorlfevolutiva pueáeamojar luz sobre cómo se -origiñaron, cómo fueron cauiados,1a ética y el sentido moral, ¿é9 que la teoría

"uol"tiu" p".i

de,. en algún modo, justificai la^ ética o decirnos cómo de-beriamos compoftafnos moralmente?. Ciertamente, en el pa.

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279

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sado se pensó qr-r¡ se p()día, y en aspcctos significativos lossociobiólogos son del mismo parecer. Permítasenos empezarcon unas cuantas observaciones generales referentes al pasadoy luego volver a lo gue \Wilsop ha dicho acerca de estas cosas.

La tesis del ético evolucionista tradicional es que el cursode la evolución nos muest¡a lo que es bueno. En otras pa-

labras, <¡ue lo que ha evolucionado es bueno, )¡ nuestraobligación moral es la de ayudar y fomentar la obra de lanaturaleza tal y conro se ha revelado a través de la teoríaevolutiva. Por supuesto, como bien cabe imaginarse, las co-sas no soÁ tan simples. Diferentes evolucionistas han teni-do diferentes ideas de 1o que es en sí la evolución y decómo se podría consecuentemente fomentar al máximo sucurso. Así, sc han dictado normas morales totalmente con-trapuestas. Spencer, por ejemplo, consideró la evolución comoun tipo de progresión, de la 'homogeneidad' a la 'heteto-geneidad'. Esto, de hecho, significa que hubo un tipo deprogresión a lravés <le los monos, y luego por el interme-dio de las fornras rnás bajas de vida humana. como las dela Tierra de Fucgo v los i¡landeses, a las formas más eler.a-das, que serían (la honestidad le impelió a Spencer a con-fesar) algo muv parecido a los ingleses de clase media. Y a finde c¡ue todos nosotros nos tornásemos en finos especímenes<le| Honto britannicus, Spencer pensó que deberíamos dar víalibre a la lucha por la existencia. adoptando un sistema delaisseT laire económico y social, que dejase perecer despiada-damente al más débil de nuestra sociedad (Spencer, 1850,1852a, 1852b, 18r7). Sin e nrbargo, otros, como pot eiemplo elpríncipe Kropotkin. creycron en alguna forma de selecciónde grupo, y de esta suerte consideraron que la evolución im-plicaba un alt¡uisnro hacia los mien¡bros de la misma especie,abogando así por acciones enteramente opuestas a las ieSpencer con relación a sus comprñeros humanos (Himrnel-f¿rh, 19681 Pcel. l')7 I ).

Ahora bicn, ¿cómo podemos juzgar argumentos de esegénero, va estcmos a favor de Spencer o de sus contrarios?Hasta hace poco se ha estado generalmente de acuerdo en quetodos ellos sucumbían ante un argumento formulado porI{ume, pero que se hizo popular en este siglo debido a

G. E. Moore (1901). Concretamente. cometían el error depasat del <<es>> al odebe>; asumían de una manera íncorrectaque se puede inferir legítinramente <<Así es como las cosasdeben ser> de "Así es como las cosas son>>. Hume decía:

280

En todos los sistemas morales que hc c<¡rrociclo hastaahora he notado que los ¿utores proce<1en a vcccs scgúnel modo común de razonamiento, v estableccn cl st:r dcDios o hacen observaciones referentes a los asunt()s Iru.manos; cuando, repentinamentc, me. encuentro coo sorprcsaque en lugar de las cópulas comunes entre las proposicioncscs y no cJ no encuentro proporción alguna que esté conecta-da por un deberia o no debería. Este cambio es impercepti,ble; pero tiene, sin embargo, consecuencias de la mayor im-portancia. Pues, dado que es¡os deberia ,1, no deberia expre-san una nueva relación o afirmación, es necesario que se laobserve y se la expliquei y, al mismo ticmpcr, debe darse ra-zón de lo que parece tot¿rlmcntc inconcecible: que esta nue-va telación sea una deducción dc otras que son totalmentediferentcs de ella (Iltrrne. 17.10, citado cn Fle'*', 1967, pá-sina l8).

En este siglo el fallo lógico denunciado por Hume ha lle-gado a ser conocido por la 'falacia naturalista', etiquctaaplicada por Moore, que pensó que quienes pasan del <(esr>

al .<debe>> come¡en el error de identificar una propiedad deuna clase con una propiedad de otra. En particular, cuandose argumenta (como hicieron, por ejemplo, los utilitaristas)c¡ue algo como la felicidad es el bien supremo, aquello porcuya maximización se debería luchar, se está identificanclouna propiedad no natural con una propiedad naturaT: paraN{oore, la felicidad era una propiedad natural que nosorrossentimos, como azul o cálido, mientras que el bien es unapropiedad no natural que no sentimos sino intuimos.

Ahora bien, parece bastante claro quc los éticos evolucio-nistas cometen la falacia naturalista. Se está pasando de <Es-'Le es el modo de ser del mundo (a causa de la evolución)>>,a <.Ésre debería ser el modo de ser del mundo (ayudando, portanto, a la evoh,rción a llevar a cabo el buen trabaio)>. Pa-samos (por ejemplo, en el caso de Spencer) de <<Los sereshumanos han evolucionado a ravés de la selección natural>>,a *Debemos dejar que la selección narural continúe sin im-pedimentos>>.

Desgraciadamente, no podemos dejar las cosas aquí, dicien-do que los moralistas evolucionistas cometen la falacia nz-turalista y nada más (Quinton, 1966\. De igual forma quelos biólogos han cambiado recientemente de opinión sobrelos fenómenos de la selección, así también muchos filósofoshan cambiado de opinión sobre la falacia naruralista. Aho-ra han decidido que no hay falacia en absoluto, y así como

4.-

28t

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los científicos prefieren que sus Grandes Hombrer lo seansin mancha, así también no faltan voces dispuestas a sos-tener que Hume_pensaba precisamente Io contiario de lo quedurante años todo el mundo ha creído que quiso significar.Tanto si se aceptan estos argumentos como si se loi recha-za (lo que estoy inclinado a hacer) hav que admitir que prinalacie tienen una plausibilidad. Valga este populai ejémpiodel puente que se supone legítimamenre t.niido entre'ladicotomía del es-debe, en respuésta a la cuestión <¿En qué ho-tel debería quedarme?>, el enunciado (del tipo 'debe') oUsteddebe quedarse en el Hotel León Rojo> parÉce claramente in-f-erirse del enunciado (del tipo 'es'¡ .,Ustéd disfruta¡á quedán-dose en el Hotel León Rojo>,. Por tanro, en lugar.le peiderno.en una digresión filosófíca, quizá sería mejor"saber ii lu éti.uevolutiva puede. ser eliminadá por oras .uáore. que la simpleinvocación de 7a falacia natuialista (\X/arnock,'1962; Hud-son, 1970).

Peto incluso sin la falacia, la tradicional ética evolutivaparece insatisfactoria. Creo que si alguien propone una te(Fría ética, debe antes dejar c[aras las

-razonei dé por qué de-

beríamos aceptarla: Por ejemplo, que está de acu-erdo-con lacomún decencia y que quizá sistematice y haga más explíci_tas nuestras creencias. Puede que ello nos hága revisar al-gunas de nuestras acruales c¡eencias y hábitos -Ipor ejemplo,podrla llegar a hacernos vegetariano; pero esto sólo'poáríáhacerse sobre la base dc qui tales cosas, estuvieran en conso_nancia con otras creencias que fueran muy queridas. UnoPgdrí1, por supuesto, estipular una nueva i.oría étic" (porejemplo, que uno debería ser simpático con la gente de^al_tura inferior a cinco p.ies con seis pulgaclas, y anlipático conlos que excedan de esa altu¡a); peio sin razones qle la apo-yaran todo el mundo tendría perfecto derecho a ignorarla._ Ahora bien, yo presumo que un ético evolucioniita pudiera

decir que el curso de la evolución es, de hecho, aquello quenosotros llamaríamos obueno>-Así ha sido, ciertamente, enel pasado. Que así sea necesariamente en el futuro, quizá de-penda <Je ii se cree que la evolución, como cuesrió; conrin-gente v de hecho, es buena o si se cree que la evoluciónes sin impedimentos nccesariamente lo bueno; pero en cr-ral-quiera de ambos casos seguramente la prudenciá común dic-taría que se debería ratar de dar vía libre a las fuerzasde la evolución. (Por supuesto, si se define como <<evolutivo>>a todo Io que sucede, cntonces se puede hacer lo que sequiera, pero no se tendrá guía alguna pata la acción moral.)

282

. Sin embargo, a,la luz de lo que se ha dicho a propósitodc la evaluación de las proposiciones éticas, no paréce liabl.la zugerencia de basar la ética en la evolución, ni parecenverdaderas las sugerencias de que así es en realidad. Nb quie-ro representar necesariamente los puntos de vista dél senddocomún universal sobre la moralidad, pero espero que la ma-voría crea, como yo, que hay una considerable dosis de ver-dad tanto en las propuestas del Kani como en las de los uti-litaristas (Ewins, 1.953): por una báre, se debería tt^tar

^los séféS humanos como fines no óomo medios y, por orra,se debería tratar de maximizar la felicidad (si, una-vez quesc los ha investigado a fondo, esros puntos de vista resulianscr coincidentes, distintos o contradictorios no nos concier-ne aquí. Lo típico del sentido común es que no tiende aprofundizar demasiado. Pero, con todo, es úna buena guía).

El problema es que, ya se sea kantiano o utilitarista á am_b¿s cosas,.una ética que se inspire en la evolución choca conla_s concepctones morales que _uno tenga. Tómese, como ejem-plo, el virus de la viruelá. Éste es ün producto de la evo_lución; un virus que la Organización Mundial de la Salud estát¡atando de erradicar. Pero en la medida en que la OMSe-.¡¿í tratando de erradicar la viruela, está tratandó de impedircl curso de la evolución. Está tratando de hacer artificiañnen_re que desaparezca una especie.^Ahora bien, nadie diría que laacción de Ios miembros de la OMS esré moralment. .qlrrilro-cada_y-que deberíamos dejar morir de viruela a la genÉ 1in_cluyéndonos a nosotros mismos), esperando que, como su-cede en el caso de la mixomatosis de los conejos, ia selecciónhaga ver que el virus se hace menos virulento y nosotros másresistentes. La eliminación de la viruela -rrárt.u una pre_g.""p?:iil por las personas como fines y un incremenro dela felicidad

-por tanto, por ambas .rr'or., podemos decir

que. es <<buena). Por consiguiente, no puede ,", qrr. el cursode, Ia evolución sin. impedimentot ,"u ,.rnu .or" t,i.nr-"i1""debamos promoverlo.

El argumento. obvio del ético evolucionista en esre puntoes decir que el interés principal no atañe a la evoiuciónper se, sino a la evolución de los humanos. Se dirá que de_bemos. promover las fuerzas que estimulen y preser'ven lacvolución de los humanos. Siendo así, se puede ver fácilmen_te .que la erradicación de la viruela, dado que esta últi-ma es una amenaza para. los humanos, es unt buena y nouna mala cosa.'Desgraciadamente, este arfJumento tampoco esconvincente. Primero, presupone parte de .lo mismo que se

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está tratando de establecer, a saber, que la evolución es unabase de Ia ética. Se están utilizando tesis muy parecidas alas de la ética kantiana o utilitarista, los seres humanos comofines o la felicidad humana, en orden a establecer la tesisfundamental de que el bien último es Ia evolución de loshumanos. ¿De qué oro modo se podría justificar semejanteresricción? En segundo lugar, no se está, de hecho, exclu-yendo el ejemplo de la viruela. Dado que indudablemente laexistencia de la viruela afecta a la evolución humana (porejemplo, ser atacado por la viruela es en pa¡te un fenóménogenético y, por tanto, existe una selección para la resistenciaa ella), se debería ver la viruela como una cosá buena.

F.n tercer lugar, y más generalmente, el considerar la pa-sada evolución humana y sus actuales efectos como bueÁosen sl mismos va en contra de nuestras intuiciones. Como se-ñala rüüilson, la felicidad (que podríamos considerar un bien)y la condición de ser adaptativo de ningún modo van nece-sariamente juntas. Hablando de la agresión humana y decuán desgraciados nos hace a veces a todos, concluye lVilson:

La lección personal para el homb¡e es que la felicidadpersonal tiene muy poco que hace¡ en todo esto. Esposible que se sea muy desdichado y al mismo tiempoque eso sea muy adaptativo. Si deseamos reduci¡ nuest¡opropio comportamiento agresivo, y rebajar nuesttas con-centraciones de catecolaminas v corticosteroides hasta ni-veles que nos hagan más felicei, debe¡íamos planear nues-tras densidades demográficas y sistemas sociales de for-ma que la agresión se hiciera impropia en la mayor partede las circunstancias cotidianas posibles y, por tanto, me-nos adaptativa (Wilson, 1975a, pág. 255).

En cuarto lugar, de ningún modo es válido el argumento deque es bueno dejar que el futuro curso o evolucfun humanaPfoce{a sin trabas. Hoy día estamos inmersos en una explo-sión de población, que ya causa mucha infelicidad. Si ésteproceso continúa sin conÍol, dará lugar a una mayor can-tidad de infelicidades, ya que una gran multitud de perso-nas _morirá por enfermedades, guerras, hambre y cosas pa-recidas. Y el hecho de que aquellos que sobreyivan, si esque sobrevive alguien, tengan genes algo diferentes de losque han muerto, no minimizará la infelicidad ni constituiráun bien de otro tipo. Incidenralmente, este hecho no seles ha escapado a los sociobiólogos, quienes han afirmadoque tenemos el deber moral de hacer algo al respecto. \ü7il-

284

son sostiene que deberíamos actuar rápidamente v t.sfrrrzar_nos por consrruir <<sociedades sanas y libresr, (tüflilsón, 1975b,página 50).

. Por_ supuesto, $7ilson,_y todo el mundo, parece pcnsar (lucdeberíamos preservar a lá especie humana^de su'extincirin;pero aunque en general yo estaría de acuerdo con esos scn-timiento-s,.la promoción, de la especie humana.me parecc cstar tan leios de ser el bien último, que puedo imáginar cir-cunstancias en las que ,cualquiera podríá sostener que mrísvallera .que Ia especie humana se extinguiera. Supóngamosque hubiera.pruebas conrundentes para aTirmai- qrrá lu"ti.rrodentro de cien años va a entfaf en una zona rádioactiu^ yque nada de lo que hiciéramos podría preservarnos de unámuerte lenta y dolorosa. Sugieró que áeberíamos tener laobligación moral de acabar con toda reproducción: tanto des_de. una postura kantiana como urilitariita. En oras palabras,

. existen orincipios éticos más básicos que. Ia promóción déla especie humana y su evolución.

La consecuencia de estos argumentos es que la tradicionalética evolutiva no funciona (ciertamente ni^siquiera Spencerapeló tanto <,a un excedente de sentimiento, ug.ádubl.r,i.o-oal progreso evolutivo). Sin embargo, los socLbiólogos pare_cen creer que el problema todavía no se ha zanjadó. A pú-m€ra vista, esto resulta un poco sorpfendente. Éemos vistocómo algunos de los hechos y argum;nros de los sociobiólo-gos se pueden usar efectivamente para rebatir a la ética evo_lutiva tradicional. Además, \üilson tiene conocimiento de losargumentos típicos. empleados en contra de la ética evolutiva,y apafentemente los confirma.

. Ha llegado cl momenro_ de señala¡ que existe una pG.derosa trampa cn la sociobiología, que sá puede euit^r ,3lomediante constante vigilancia. Lr'trr-pu

", t" tutu.iu nui"-ralista. de la ética, que acríticamente concluye qu. lo qrr"es. debe ser. 'Lo que es' se corresponde .Á gran medidaen la -naturaleza humana con la heÉncia de lai ;i";;¡;;de caiado¡es-recolectores del plei;l;;;.--C,rrndo .. üdemostrado. una_ predisposición genética, no se t, pu.á.usar _para justificar una cost.rmb¡e que conrin,ie á lu,sociedades actuales y futuras (\X/ilson, tS:-rb, p¿;. tú.^-'

Aho¡a bien, como hemos. vis_to, lülilson cree que ha llegadoel momento d.e gue la filosofía se 'biologice'.'¿Có;. ;;;¡;ser esto y gué supone?

¡!i.

28'

t'L).). El eraqur, or 'Wrr,soN AL rNTUrcroNISMo

Hay dos partes en el ataque de \üTilson al problema deia ética. El efecto de su combinación es un argumento queconcluye que debemos aceptar la evolución, sus resultados ysus procesos, como buenos, ya que, en algún sentido casi pordcfinición, esto es lo que tiene que ser lo bueno. Al menos,creo que ésta es la conclusión de Wilson, aLrnque como mos-traré, es contradictoria. Las dos partes del análisis de lüTilsonson primero un ataque a lo que considera ser la justifica-ción aceptada de posiciones éticas y segundo una afirmacióndel relativismo moral basada en los hallazgos de la teoría so-ciobiológica. Examinémoslas una tras ona y veamos a dóndenos llevan.

En primer lugar, Vilson ataca lo que juzga ser la pr.inci-pal justificación hoy ofrecida de los puntos de vista éticos,a saber, el intuicionismo, qtre es <<la creencia de que la men-te tiene un conocimiento directo del auténtico bien y malque puede formalizarse lógicamente y convertirse en regla deacción social> (Süilson, 1975a, pág. 562). No está entera-mente claro qué es lo que Wilson encuenra equivocado enesta posición, pero parece ser que la falta principal se re-fiere a que no tiene en cuenta el hecho de que el órgano dela intuición es un producto de la evolución.

El talón de Aquiles de la posición intuicionista es queconfla en el juicio emotivo del cerebro como si este ór-gano debiera ser üatado como una caja negra. Mientraspocos dejarían de estar de acuerdo en que la justicia comoimparcialidad sea un estado ideal para espíritus desencar-nados, el concepto no es, en modo alguno, explicativo opredictivo con respecto a los seré,s humanos. En conse-cuencia, no considera las consecuencias últimas ecológicaso genéticas de la rigurosa prosecución de sus conclusiones.Quizá la explicación y la predicción no sean necesaríasen miles de años. Pero cs improbable que el genotipohumano y el ecosistema en que evolucionó se hubietanforjado soble la base dc una inlusticia exttema. En cual-quier caso, la completa exploración de la máquina ner-viosa del iuicio ético cs dcseable y está ya en progreso(ibíd., pás. 562).

Uno desearía haber podido ver con más claridad las razonespor las que esto se debería tomar en contra clel intuicionis-

286

mo, pero, leyendo un poco entre líncas, presumiblemente elprincipal aleg to en contra sea que, dado que el cerebro esproducto de la evolución, no podemos fiarnos de sus per-cepciones ni de sus juicios ni de lo que en cierto modo estápresupuesto por el intuicionismo. Sabemos que personas di-ferentes tienen diferentes intereses evolutivos. Sabemos, porla sociobiología, que la gente 've' lo que está en su in-terés (evolutivo) ver. Lo que se ve o se percibe no esnecesariamente la verdad. Por tanto, el intuicionismo ético,esto cs, la creencia ética de que tenemos una visión directade la verdad moral, ya sea que ésta consista en que debamosmaximizar la felicidad o en que debamos trat^t ^ los hom-bres como fines, no puede ser aceptado. Es muy posible (eincluso probable) que nlresros genes nos estén engañandohaciéndonos creer que hemos alcanzado la verdad absoluta.Los moralistas totalmente engañados son mucho más eficien-tes desde el punto de vista evolutivo, que los hipócritas cons-cientes.

Creo que ésta es la posición de rü7ilson. Ciertamente secompagina bien con el ¡elativismo moral que veremos adoptapoco después. Y, ciértamente, ésta parec. i.r la clase de opi-

.nión que apoy^ría Trivers, que es bien explícito en su creen-cia de que, a causa de la evolución, no podemos confiar en

-debemos desconfiar de- las 'verdades' percibidas o in-

tuidas que mantenemos como buenas: <<... La concepción con-vencional que afirma que la selección natural {avorece lossistemas nerviosos que producen imágenes cada vez más pre-cisas del mundo, ha de ser una concepción muy ingenua dela evolución mental>> (Trivers, 1976, pág. vi).

Antes de pasar a examinar este arguménto de una maneracítica, en honor a la tribu de los filósofos se debería quizáseñalar que es un poco extraño que se les impute la iesisde que la intuición es el principal apoyo de loi juicios éti-cos. Es verdad que en la primera mitad de este siglo el in-tnicionismo frie popular, pero desde hace unos cincuénta años

-desde el origen del positivismo lógico- muchas teorías

metaéticas han sido acepradas por muchos filósofos (Hud-son, 1970). Piénsese en el emotivismo, en su descendienteel prescriptivismo y, más recientemente, en el naturalismo.Ciertamente, sin necesidad de adscribirse a ninguna de estasposiciones, ni de rechazar de hecho el intuicionismo, puedeparccer a primera vista que este último fue una elección bas-tante iniustá para mostfar que la evolución desffuye las jus-tificaciones filosóficas de Ia ética. En efecto, otra elección po-

287

[' dría haber llevado a conclusiones enteramente opuestas; elemotivismo, por ejemplo, parece hecho casi a medida para elevolucionista. De hecho, el emotivista, elude por entero las dificultades que los sociobiólogos creen que la teoría evolutivasuscita a los éticos. Cuando el emotivista dice que se debehacer x, lo que piensa es tanto como decir que aprueba quese haga x y <<Haz tú lo rnismo>>. La pretensión de verdad serefiere a los sentimientos personales que uno tiene y (sin quequeramos ejercer de psicoanalistas), esta autenticidad pareceser una introspección cuya verdad ni siquiera la sociobiologíapuede eliminar. Y para el emotivista, 1o que resta de unaafirmación moral es la exhortación, que no es ni verdade¡ani falsa. En otras palabras, los enunciados éticos para el emo-tivísta no pueden implicar el posible divorcio de la realidad,que los sociobiólogos parecen pensar que puede hacer tansospechosas las tesis filosóficas ace¡ca de la ética (Ayer,1946;Stevenson, 1944).

Todo esto es un apartado a modo de intoducción. Al usarsus argumentos en contra de la ética en términos de intui-cionismo, me parece que \üTilson se comporta como lo ha-tía un filósofo que rechazase la genética por encontrarle fa-llos al concepto clásico de gen de T. H. Morgan. Sin embargo,incluso en contra del intuicionismo, el argumento no es tandevastador como pudiera parecer. Al menos, pienso que sepuede invocar un argumento tu qaoque poderoso y efectivo.Todo argumento que pueda esgrimi¡se en contra de la ética,puede ser también esgrimido contra otros enunciados conpretensiones de ve¡dad, particularmente los de la ciencia

-¡y más pa¡ticularmente aún los de la sociobiología! En otras

palabras, usar la sociobiología para combatir la ética es algodesesperadamente circular. Veamos: el supuesto problema dela ética es que hemos llegado a ella por medio de la evolu-ción de los órganos, e infortunadamente eso podría incapa-citarnos, porque bien pudiera estar en nuestro interés evo-lutivo el ser engañados. Pero, con todos los respetos, ¿cómohemos llegado a conocer los hechos de la ciencia, o de lamatemática o de la lógica si no es a mavés de órganos quehan evolucionado por rnedio de la selección natural? Porsupuesto, se podría decir que esos órganos no pueden enga-ñarnos, pero es que eso es, segufamente, dar por supuestatoda la cuestión. Si nos engañan, entonces al usar esos mis-mos órganos para comprenderlos, nos infunclirán confianza ensu veracidad.

Ni tampoco puede argüirse que la biología muestra c¡uc el

288

engaño pudiera afectar sólo a las cuestiones de morai y no a

las de la ciencia y la lógica. Es claro que nuestra ciencia ynuestra lógica son de tanto valor adaptativo como io es nues-tra ética, y de este modo el engaño es posible. Además, si searguye que una posible señal de divorcio de la realidad es elestar cambiando y variando de opinión (cosa que no es posiblesi se está contemplando la verdad), y dado que la moralidadparece tan cambiante queda demostrado que la ética no es ab-solutamente verdadera, yo sugefiría que la ciencia no parecemenos cambiable

-por mucho que la ciencia de hoy parez-

ca ser abrumadoramente cierta.:Comparada con el bimilena-rio código cristiano, la astronomía parece positivamente mu-dable. Todavía se puede seguir la ética socrática; p^t{et7^un tanto necio seguir una asffonomía ptolemaica-Finalmente,si se alega que la ética no puede ser intuida porque personasdiferentes llegan a conclusiones diferentes

-los niños y los

idiotas, por ejemplo, tienen problemas para comprender lamoralidad-, el mismo argumento puede esgrimirse contra laciencia. Mis hijos pequeños, por ejemplo, no rienen, al me-nos, mucha más idea de las diferencias entre el bien y el malde la que tienen acerca de los principios de la física moderna.

En resumen, los argumentos en contra del intuicionismono son convincentes. Se podría concluir, por supuesto, quelo que muestran los argu.mentos anteriores no es que la in-tuición sea infalible sino que todo nuestro conocimiento esfalible, en cuyo caso, presumiblemente, se tendría que adop-tar algún tipo de actitud pragmática, arguyendo que se asu-me lo que por el momento funciona. Pero, incluso aquí, laética no está en peor situación que cualquier dimensión delcomportamiento, y no se puede ciertamente usar la cienciaen contra de ella. Por decirlo concisamente, 1o que está maldel argumento sociobiológico sobre este punro es que se haintroducido una confusión entte causas y razofles (R"-phael, 1959). Es bastante probable que tengamos ética y sen-tido moral a causa de la evolución, es decir, merced a causasevolutivas. Esto no quiere decir que las razones, las justifi-caciones de la ética sean evolutivas, del mismo modo que elhecho de que tengamos la ciencia y las matemáticas por cau-sa de órganos que han evolucionado, no quiere decir que lasrazones de los pdncipios de la ciencia y la matemática seanevolutivas.

di\-

289

r9 4. Er Ru-.rrrvrsMo MoRAL oe \ftrsoN

Pasamos ahora a Ia segunda parte del argumento de Wil-son. llabiendo dado .upl,itta-.hte cuenta de las justificacio-

nes de la ética que alegan los filósofos, afirma que diferentesDersonas tiencn diferentes intereses evolutivos y que, por tan-

io, "rrr.o, atrapados en un relativismo moral' La sociobio-

lo!íu -uertm que diferentes personás, vieios v, ióvenes, hem-

büs y machos, tienen diferentes intereses evolutivos:

De haber algo de verdad en esta teoría del pluralismomoral innato, iás requisitos para una aproximación evolu-

tiva a la étióa saltarian a l¿ vistr. También debería estar

claro que no puede aplicarse un solo coniunto de normas

Áotrl.t a todas las poblaciones humanas, olvidándose de

las diferencias de sexir y edad de cada población' La im-posición de un código éstándard significa el origen de di-i"ma. morales comple jos e i¡resolubles. qLle' por supqef-to, son la condicién

-usual del género humano (Wil-

son, 1975a, pá9. 564).

Afortunadamente, esta espantosa conclusión no está mejorextraída que la precedente relativa al intuicionismo. Para em-

Dczar. daáo el aigutltento anterior, Wilson no tiene ningún de-

r.cho u hablar áe 'pluralismo mo¡al' ni de nada moral al

respecto. Si, según cico entender, ha negado las justificacio-

nes filosóficas (o racionales) de la ética, entonces todo loque clueda son organismos con diferentes esüategias evolu-

tivas que chocan éntre sí. La única dife¡encia entre el caso

humano y el caso animal, est¿í en que los humanos cubrensus esfiategias con el manto de creencias de que hay genuinosmodclos morales. Pero, en esencia, o sea, desde el punto de

vista de la lógica de la moral, los humanos no son diferentesde los animales: no existe ninguna moralidad <<real>>.

Sin embargo, si esto fue-se así, \X/ilson no debería h¿blar

de pluralismó moral. Podría, tal vez; hablar de un plura-

lismo del clcseo; pero ¿cuándo un deseo tiene automática-

mente fuerza -otál? Yo quiero un pastel de chocolate' Mihermana quiere un pastel de chocolate. Aquí no existe problema de

-moralidad. Realmente no necesitamos echar ma-

no de una teoría del pluralismo moral. El único modo en

que podríamos sacar esa conclusión en el caso de \Wilson es

si afirma-os que. habiendo sucumbido los argumentos tra-

290

dicionales en pro de la moralidad, tenemos derecho, por tanto,a definir la moralidad como lo que está en el interés de unaestrategia evolutiva. Pero ésta es, en el mejor de los casos,una definición estipulativa y no se deberla presentat comoel resultado de un análisis de cómo usamos y cómo debería-mos usar propiamente la palabta'motal'.

El segundo punto relativo al argumento de \üTilson es quehay una confusión enüe diferentes niveles, como ya se havisto más de una vez en este libto. Nosotros, o más precisa,aunque metafóricamente, nuestros genes, tienen diferentesestrategias evolutivas. Pero, como bien sabemos, en el nivel del fenotipo, que nos lleva al nivel de los deseos co-mientes, de la cultura y de las creencias morales, no tenemosnecesariamente una pluralidad de apetencias (que es lo que elargumento de \Tilson parece presuponer). Ciertamente, 1o queobsetvamos es que aunque las personas tengan difcrentes es-

trategias evolutivas, e incluso manifiesten diferentes deseos,comparten normalmente el mismo código moral. En otras pa-labras, hasta un cierto punto quieren lo mismo.

He aquí un ejemplo: Espero que la mayor parte de los hom-bres heterosexuales hayan advertido, como yo en alguna oca-sión, que hay determinadas mujetes a las que encuentran se-

xualmente atractivas y con las que realmente les gustaríaacostarse. Ahora bien, desde un punto de vista biológico,ése setía todo mi interés. Si realizo mis deseos puedo muybien dejar embaruzada a una mujer y de esta forma trans-mitir mis genes (suponiendo que no aborte ni nada pare-cido). Y, sin embargo, sin querer presumir de moralista,creo que se puede afirmat que, debido a mis creencias mo-rales, hay veces en las que me resisto a tener trato conuna mujer por la que siento un fuette impulso sexual: ima-gínese que es una mujer casada y que si se descubriese suinfidelidad podría causa¡ graves perjuicios a toda su fa-milia, incluyéndola a ella misma. La conclusión de tal casoparece ser que aunque podemos tener diferentes estrategiasevolutivas, podemos también asumir el mismo código moral

-incluso aquellos que lo infringen. Por tanto, ni tan

siquieta nuesffos deseos nos llevan a un pluralismo moral.Finalmente, objeta que no todas las personas comparti-

mos el mismo código moral y que las diferencias al respectcrpueden representar diferentes bases genéticas como resultadode diferentes fuerzas evolutivas. Yo sugeriría que este problcma puede salvarse estableciendo una distinción entre los di-ferentes niveles de un código moral. Supóngase que se diga

¡"

2el

r

I

que, en Occidcnte, praclicamos la monogamia y que cstoes así por cuestiones morales (al menos se ha p¡acticado porcso); pero c¡ue algunas sociedades practican la poliandria(una nrujer con varios nraridos), donde ésta es no sólo ética-mcnte aceptable, sino obligatoria. Supóngase además que estosc ofrecie¡a como prueba de relativismo moral y que se apoya-sc en Ia explicación quc dio Alexander (1974) sobre la po-liandria en términos de manipulación paterna. Aun así, sepuede todavía decir

-cie¡tamente yo lo diría- que todas

esas diferentes prácticas maritales pueden encajar bajo unarúbrica común, a saber, c¡ue tirdas las personas deberían te-ner oportunidad de casarse. Esta rúbrica, por ende, se coln-pagina con una ética kantiana o utilitarista: que las perso-nas no sean sólo medios (objetos sexuales para el placer deotros) y tengan la oportunidad de disfrutar una felicidad má-xima, manteniendo largas relaciones con una pareja, lo queno significa que esto tenf¡a que ser obligatorio ni que sea loclue todo el mundo quiere. Así pues, no se hunde todo enun pantano de relativismo porque diferentes situaciones re-quieran diferentes necesidades.

Los argumentos de \X1ilson, por tanto, no valen. Ta7 vezsea por eso por lo que, alegrementc, ignora sus conclusionesuna vez establecidas, afirmando cle una manera bastante in-consistente que nuestro actual predicamento existencial requie-re que comencemos por planear el bien de todos, dejando aun lado el egoísmo. Por supuesro, lo que se podría decir, yyo mismo he dicho, es que si bien la cultura humana sepresenta no sólo como producto de la evolución, sino comoa_lgo,, en un sentido general, biológicamente adaptarivo, nosda el poder trascender en ciertos aspectos nrr.ri¡" biología.Fsto quiere decir gue no somos impoientes nnt" nrl.rt., 6io-logía, sino que podemos actuar móralmente incluso aunquenuestros deseos básicos vayan en otro sentido. Así, aunqueaceptásemos (cosa clue yo no hago) que biológicamente, en unsentido absolirto, los hombres dominan a las mujeres. esto nosignificaría. negar que nos hallamos en el punio en el quenuestra cultura permitiera alterar este estado: estando las Áu-jeres libres del cuidado de los hijos, erc., se podría conseguirgue las_ mujcres tuvieran el mismo poder que los hombíes.Sin embargo, incluso aunque se argumente

-así, o mejor di-

cho, por el hecho de que se pueda argumentar así, e1 relativismo moral, egoísta v pluralista de $Tilson se viene abajo.Y 1o mismo sucede si se pretenden mantener tácticas pareci-das, afirmando como Alexander (1974) hace a veces. que los

292

seres humanos han llegado a un punto en el que los interesesegoístas y los intereses de grupo coinciden. No hay nada quenos prohíba de una manera consistente aceptar la sociobiologíahumana y rcchazar el relativismo moral.

9.5. ¿PUEDE DrRrcrRSE LA EVoLUcróN?

Reduciendo nuestra discusión estrictamente al nivel de laevolución humana que está en función directa de cambios en laproporción genética, aunque esta resfticción se suprimirá mástatde, el tercer modo en que ética y evolución podrlan in-teractuar se daría si pudiéramos establecer una medida decontrol sobre la evolución. Entonces, obviamente, podríamosapelar a principios éticos para discutir cómo debería ser di-rigida la evolución. Desde nuestro punto de vista, por ranro,las principales cuestiones específicas son si la evolución, par-ticularmente la humana, puede ser dirigida, y supuesro queesto, en efecto, sea así, si la sociobiología podría arrojar al-guna luz sobre el modo en que ésta debería ser dirigida.

En cuanto concierne a la evolución humana, no se puedenegar que los humanos han sido responsables de alteür sucurso. Si se piensa en las fuerzas de la evolución como algoconsistente en la selección natural que actúa sobre mutacio-nes aleatorias, los dos miembros de esta ecuación han sidoalterados por la humanidad. La selección natural ha sido ob-viamente interrumpida desde el momento en que salvamos apersonas que, por causa de enfermedades genéticas, no po-drían haber sobrevivido y reproducirse (pero que ahora po-drán hacerlo). Uno piensa, por ejemplo, en varios tipos dediabetes, enfetmedad que se sabe tíene una causa genética.Hoy los diabéticos pueden vivir plenamente, de una maneraactiva, y reproducirse, gracias a Ia insulina. Sin embargo, estoquiete decir que ahora están transmitiendo sus genes defec-tuosos, mientras que en caso contrario éstos habrían muertotambién con ellos. Por tanto, en este sentido estamos alte-rando el curso de la evolución humana, ya que estamos pre-servándo a la gente de los efectos de la selección natural.Probablemente, en otros sentidos, más indirectosJ estamos al-terando también el modo en que la selección

^Íect^ ^ la evo-

lución. Indudablemente, la vida moderna aumenta el stressy la tensión, pudiendo ser esto una forma de selección con-tra ciertos genes. Por ejemplo, los grupos sangulneos deltipo 0 (causados por cierto gen) parecen más propensos a

293

li

j

i

úlceras, causadas por el sffess, que otros grupos sangurneos(por ejemplo, otros portadores de genes). Por supuesto' Po-ciría, con ierteza, señalarse que hoy, incluso las personas con

úlceras viven 1o suficiente .ó-o para reproducirse, de modo

que puecle cuestionarse la eficacia de este particular tipo de se-

lección. El desplazamiento hacia Ia vida urbana causó las con-

cliciones putu \u difusión de T. B., y Parece verosímil que

cxiste un factor genético de susceptibilidad a esta enferme-dzrd; por tanto, hubo selección contra ciertos tipos de

-genes.Y, rimilarmente, los misioneros no sóio llevaron la cristiandada los pobres e ignorantes paganos, sino también las enfer-medadós de los -blancos como la gripe: los blancos teníanuna inmunidad genética contra todos los efectos de esa en-

fermedad, pero los desptotegidos salvajes murie¡on como mos-

cas (Dobzhansky, 1962; Ruse, 1974).Volviendo al'oro factor de la evolución, la mutación, los

humanos también io han alterado. Ante la publicidad que

sc ha dado a las armas nuclea¡es y sus efectos, poco más ha-

bría que decir aquí a este respecto. Sin embargo,- uno-so-s-pecha"que la bomba atómica no es la única culpable. Dadoil .rúméro de aditivos que producen cáncer, no sería de ex-

trañar que alguno de ellos fuera mutágeno.La conclusión, por tanto, es que los humanos han aitera-

do y todavía alteran el curso de su evolución. Y esto a pe-

sar de que muchas personas tienen la impar ilusión de que,gracias a la moderna tecnología, la evolución biológica hu-n'rana ha llegado al tope. Si algo hemos hecho nosotros, es

l¡abe¡ acelerado la evolución. Pero se podría objetar, conrazón, que alteración no es lo mismo que dirección. Al dis-parar bombas atómicas difícilmente estamos <ditigiendo>> elcurso de la evolución. No obstante, en años recientes, elpoder de dirección ha empezado, lentamente, a estar en nues-tras manos. La ciencia ficción se adelanta con historias deprocreación selectivas o de <<cloning> o de manipulación ge-

nética, pero el primero de estos métodos para dirigir la er¡o-lución parece moralmente algo repulsivo (aparte de ser te-riblemente lento) y aunque se están haciendo grandes pro-gresos con los ottos, en lo que respecta a los humanos aunqueda bastante camino por recorrer (suponiendo que recientese insustanciales reportajes sobre hombres clonados sean fic-ticios). No obstante, estamos haciendo progresos en detectary localizar las causas genéticas de algunas enfetmedades y en

descubrirlas en una época temprana del desarrollo humano: sepiensa aquí en la técnica de la amniocentesis, por la que el

294

líquido amniótico puede ser extraído de una mujer embara-zada y pueden ser, por tanto, obtenidas y examinadas lascélulas del feto. Con la creciente preparación de las personaspara admitir abortos, esto significa que muchos portadoresde enfermedades genéticas pueden sel eliminadoJ antes deque nazcan y no puedan así difundir sus genes defectuosos(Hilton, 1971).

Debería añadirse, no obstante, que aun dejando apartetodos los problemas morales, como ei aborto, qr.re

^comprñ".ta este <(consejo -genético>, y aun teniendo en cuenta quesemeiante

-procedimiento comporta, indudablemente, algúnadirección del curso de la evolución, sería un método lenlo yno muy eficiente. Por poner un ejemplo sencillo: supongá-mos q_ue se tiene una tara causada por un gen recesivo (pbrejemplo, sólo el homocigótico manifiesta esá tara). Suponga-mos, para guardar la simplicidad aritmética, que la frecuen-ia*:J.g:" es del 1/100 (por ejemplo, en el equiiibrio de Hardy-\üeinberg, una persona de cadá 10.000 tiene la t^ra\. Incluiosi se ha eliminado a todz- persona que tuviera la tara (porejemplo, todos los homocigóticos) e incluso si se asume quen9 ha¡r mutación para el gen, en 100 generaciones la frecuén-cia sólo podría descendet a I/200 (por ejemplo, se reduci¡íaa la mitad).

Además, se debería advertir que este proceso podrla resul-tar muy costoso y cabe pensar que existan offoJ modos máseficientes y

-provechosos de invértir nuestros recursos y es-fuerzos en el incremento de la felicidad humana. por éiem-plo, la enfermedad de Tay-Sachs que es morral para los ni-ños. pequeños y qüe se debe a un determinado gen homocigótico re:esivo, afecta a entre 45 y 5O personas por año enlos Estados Unidos. Si se considera el üsto de Éailar y eli-minar a los portadores, se puede pensar que ese dinéro ytiempg se podría invertir meJor en iormrs ünvencionales dácuidado sanitario

-piénsese, por ejemplo, en el número de

niños que hoy dla sufren retraio méntai en Norteamérica de-bido a la malnutrición (Hilton, 1973; Ruse, I97ga).

.Aunque todavia existen oros problemas'relativos al con_sejo genético (por eiemplo, ¿qué hacer con las personas quede _manera rntralsigente rehúsan abortar fetos enfermos yqué hacer con el hil'o?),.No estoy argumenrando categóricJ-menre en contra suya, ni estoy diciendo que no se de-beríane.xplorar otras vías para dirigir la biología humana. Lo que4ig9 "l

que esto no será ,rna-pana.e, paia todas las enf"rÁe-dades humanas y que las opciones para otras vías para incre_

295

mentar el bienestar general deben quedar abiertas' Por ejem-

plo, si se puede enco-ntrar una sencilla soluci<in ambiental para

,mj". .rtt'p.oblema genético, ¿po,r. qué no aceptarla? (Pienso

nquí .n algo como la estenosis pilórica, una tara genética que

.onll"un .tñ bloqrl"o del estómago, y que se-puede curar por

medio de una operación relativamente sencilla )

9.6. L¡ socronrolocÍA Y LA DIREccróN Dtl LA EVoI-ucIóN

Vemos, por tanto, que ya hoy los seres humanos comien-

,r., , .o.rtiolar y dirigir si evoiución biológica, aun cuando

es escasamente áudoso que la evolución inconttolada sea unfactor mucho más considerable. ¿Qué tienc que ver todo

esto con la sociobiologia, o, más concretamente, qué tieneque ver la sociobiologiá con ello? Obviamente, en la medi-

.io .. q.t" pueda mosirarse que cualquier comportamiento so'

cial humano es función diiecta de los genes' entonces, al

igual que cualquier otra característica fenotípica, ese com-

pártamiento t" -torna en candidato para una posible mlnipu-

iación o alteración o eiiminación, si es que uno intenta dirigirel curso de la evolución. Por ejernplo, si se enconttase que al-

guna forma g¡oseramente antisocial del comportamiento es-

i,-ruiera .n,lruáu por los genes, entonces se podría üatar de

elimir.rarla eliminlndo a sus portadores' igual que estamos

ahora tratando de eliminar la enfermedad de Tay-Sachs. Sin

embargo, aquí más que en ninguna otra parte' mi impresión.., qtrJ la cüve de tóda nuestra futura felicidad no descansa

,.,.,.rá-"tt. en la manipulación de la futura evolución bio-lcígica.'P¡imero,

tendrenos graves problemas en decidir qué cons-

títuye un comportamiento antisocial tan grosero como paraque- deba ser eiiminado, especialmente si esto conlleva la eli-minación de los portadores. La homosexualidad, si, cierta-mente, se demuesna que tiene una base genética, podría ser,

verosímilmente, el primer caso que se sometería a prueba' Esposible imaginar las espantosas tensiones sociales _que se ori-ginaúan si un significativo número de personas abogaran se-

iiamente por la éliminación del comportamiento homosexuala ttavés de los programas de análisis de amniocentesis y de

aborto feta1.Segundo, aun cuando se comprobase que- ciertas caracte-

rísticás, quizá menos que deseables, son genética-s, podría--re-

sulta¡ inl'iable e inclusó contraproducente hacer algo con ellas.

296

Supongamos, por ejemplo, que se comprobase que la xeno-fobia (el odio y la hostiiidad hacia los extranjeros) es gené-tica, como \X/ilson (1975a) pa¡ece a veces sugerir. Prirua laciepodtía parecer una buena idea el eliminarla: pienso en loshorrores de la guerra, prejuicios raciales y religiosos y cosassemejantes. Pero al eliminarla se podría poner en marcha unamata.nza o esterilización en masa de inocentes. En cierto sen-tido, el holocausto de Hitler sería poca cosa al lado de ello.Hablando sinceramente, pienso que Inglatena podría ser vir-tualmente despoblada. Además, podría resultar que al des-hacernos de la xenofobia, con ella también se fueian algunosrasgos humanos muy buenos: quizá, haciendo abstraccién delo inglés, la habilidad para salir del paso cuando las cosas vanmal esté_pleiotrópicamente ligada a la xenofobia. En otras pa-labras, el intento de diseñar una sociedad humana ideal, ge-néticamente hablando, podría ser prohibitivamente costoso ven todo- caso inasequible. (Me apreiuro a añadk que se pued"ser un ferviente sociobiólogo sin creer que se pueda y se deb,conseguir semejante pozo de genes perfecto. El propio lwil-son señala las dificultades, por no decir imposibilidades.)

- Tercero, y lo más importante, si queremós hacer algo porel comportamienro humano, el lugai más obvio po. é1 Qn"empezar es la manipulación del ambiente, no de- los genes.Supongamos, por ejemplo, que algo como la xenofobia es-tuviera controlado en algunos aspectos por los genes. Es di-fícil imaginar que un programa sistemático de eáucación pu-diera no tener efectos sobre la gente joven, incluso u,rrrq.r"a los. _más viejos les tesultase duro cambiar sus opinion-es.Consideremos, por ejemplo, el caso del antisemitismo alemán.Sin pretender que éste haya desaparecido totalmente, no sepueq:-negjrr que es menos grave en 1978 de lo que eraen 1938. Obviamente, esto es función de la educación y loscambios sociales, más que del cambio en las proporcionés degenes.

No niego con esto que en determinados casos pudiera en-contrarse algo que ruviera una base genética con caiacterísticassociales compoftámentales tan destructivas y rígidas (por ejem-plo, insensibles a la manipulación ambientai) q",re ll.gásemts

"pensar que _el único cu¡so de acción fuese t.utui de pievenir ia

existencia. de personas con tales genes productorés de esascaracterísticas. Pero hasta tanto no desairollemos grandiosasideas-par-a reestructurar la sociedad humana, .r óbrrio q,.r"por donde hay que empezar es por el medio, ro por io,genes.

l

l¡"r

297

rSiendo esto así, el cambio de la sociedad por alteración

de los genes y de la proporción entre los genes parec€ ser

algo qué pertenece al futuro y con un valor acaso limitado.Al llegar ál té¡mino de esta.parte de la discusión, debe seña-

larse que su campo ha sido deliberadamente reducido, y a

menos que se teconozca este hecho, hay riesgo de que se sub-

cstime la importancia de la sociobiología para la felicidad hu-mana futura (o cualquier cosa que sea lo que haya que maxi-mrzat para conseguir el mayor bien). La evolución humanahoy día es tanto biológica como culturai, deiando de lado porel momento hasta qué punto lo último es {unción de lo pri-mero. Además, es el factor cultural humano el que se puedecambiar de una manera más rápida y el que da a los hom-bres la mayor libertad de elección, permitiéndoles en algunosaspectos escapar de su biología. Consecuentemente, como ya

se ha señalado, mienüas intentemos meiorar la sociedad, incre-mentando, por tanto, los bienes humanos, es indudable quela cultura será una esfera de acción más importante que labiología.

No obstante, nuest¡o conocimiento de la biología humanaserá absolutamente crucial para nuestras medidas culturales,porque ma¡carán los límites de esas medidas y les señalaránla dirección. Consideremos un ejemplo deliberadamente hipo-tético: supongamos que se descubre que un detetminado genrecesivo está muy ligado con un determinado compomamien-to antisocial repulsivo; que, de hecho, casi todos los que sonhomocigotos para ese gen manifiestan ese comportamientoindeseable. Un modo por el que tratar de eliminar tal com-portamiento podría ser puramente biológico detectando yabortando a todos los fetos homocigóticos. Sin embargo, porvarias razones, teóricas y prácticas, semejante curso de acciónpuede no se¡ una opción abierta. Consecue¡temente, de unamanera alte¡nativa se t¡atará de eliminar tal comportamien-to por la vía cultural, esto es manipulando los ambientesde los homocigotos afectados. Aunque, claramente, el conoci-miento del origen genético de tal comportamiento podríaafectat de una manera decisiva a los numerosos planes deacción que se trazatan, Por ejemplo, se podría intentar primero varios tipos de terapia con drogas o dietas, antes detratar de modificar el ambiente familiar procurando que lospadres hagan, o dejen de hacer, ciertas cosas. En otras pala-bras, y generalizando a patti¡ de este ejemplo, un conocimien-to de la sociobíología podría ser absolutamente vital en cual-

298

*Y;;r.tnt."to futuro de mejorar las relaciones sociales hu

9.7 . Co¡qcrusróN

Al llegar al final de este libro, permítaseme volver a insistir (en caso de que lo hayan olvidado los críticos de lasociobiología) que en este último capítulo he asumido deliberadamente, en beneficio de la discusión, que la sociobiología humana es una empresa viable y fructífera. Que hayahecho esta afirmación no implica un encasillamiento incondicional. Como señalé antes, me hallo lejos de creer que lossociobiólogos hayan cumplido su tarea. Lo único que quier<,afirmar es que sus faltas no son tan graves como las pintansus críticos. A la sociobiología humana debería dátsele l,r

oportunidad de probar su valía. Si no puede cumplir suspromesas, no tatdará en colapsar (Hull, 1978). Pero si de-muestra ser viable, su éxito deparará dividendos científicosmuy elevados.

299

tl''

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Colección Teorema

I