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Gentestilo Modelo de Dior Una insólita ministra en la corte de Obiang [57] 15 FEBRERO 2014

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ILUSTRACIÓ

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GentestiloHoy, con ABCFular diseñado porVictorio & Lucchino,por solo 2,99€

Mañana, con ABCModelo de Dior

Una insólitaministraen la corte de Obiang [57]

.es15 FEBRERO 2014 Sábado

Se acabó el gratis total en internet

Cerco a lapiratería

EL PRESIDENTEDEL SABADELL SE DESMARCA

[Página 18]

Los empresarioscatalanes ya no callansu crítica al plandeMas

La recuperaciónse instala en lazona euro, queya crece un 0,3%

AL RITMODE ESPAÑA

[Página 35]

La película«Shakespeare inlove», por solo 1€

La nueva ley de PropiedadIntelectual busca ahogara los negocios «piratas»

La norma sancionará a losanunciantes y plataformasde pago de las webs ilícitas

El proyecto que aprobó ayerel Gobierno no persigue alusuario de descargas ilícitassino al promotor del negocio

Obligará por primera vez aagregadores y buscadores apagar por el contenido [Edit. y 44]

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El crimen que atormenta a

Alessandra de Osma, la nuera de Ernesto de Hannover que vive en España

La insólita ministra

de Teodoro Obiang

Guillermina Mekuy,

ministra de Cultura

y Turismo de Guinea

Ecuatorial, posa

para su propia

revista vestida

de Christian Dior

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ABCGentestilo

Se llama Guillermina Mekuy y es la ministra

de Cultura de la excolonia española. Estudió en Madrid,

escribe libros y dirige una revista

de moda que publica sus

propios anuncios de Dior.

Eso sí, presume de ser como la Thatcher, una

«Dama de Hierro»

Ana Botella, Esperanza Agui-rre, Isabel Preys-

ler... todas se cortan, tiñen y peinan en «Pe-que». Rosa Bel-monte se pone en sus manos

El viaje «de último momen-

to» de Doña Sofía a Portu-gal para que el Rey no posara solo junto a la pareja presi-dencial lusa

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MARTÍN BIANCHI

MADRID

«Nunca tuve la belleza para ser modelo ni el histrionis-mo para ser actriz. La po-

lítica era mi destino», sentencia Guiller-mina Mekuy, la joven y estilosa minis-tra de Cultura y Turismo de Guinea Ecua-torial. Mekuy, hija de diplomáticos guineanos, nació y se crió en el madri-leño Paseo de la Castellana y estudió en el colegio católico San Ramón y San An-tonio de las Agustinas Hermanas del Amparo, muy cerca del estadio Santia-go Bernabéu. «Guardo un recuerdo ma-ravilloso de España. Mis mejores ami-gos viven allí», dice la ministra a ABC.

La política guineana disfrutó de una infancia privilegiada, eminentemente europea y sin sobresaltos. «Jamás me sentí discriminada por ser negra. Mi co-lor de piel nunca me ha molestado. Al contrario, me gusta. Es un orgullo. Hay gente que paga por verse morena y gua-pa, yo no tengo que gastar un céntimo en cabinas de rayos UVA», señala entre risas. Pero sí reconoce que era una niña «muy consciente de los problemas de los adultos, de las guerras y las hambru-nas» que azotan su continente.

Quizá esa conciencia prematura era un presagio de la misión que la espera-ba en Guinea. Con solo 18 años escribió su primera novela, «El llanto de la pe-rra» (Plaza & Janés), la historia de una joven de la alta sociedad en busca de su identidad en un país africano. Pocos

años después de su exitoso debut lite-rario se licenció en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Complu-tense de Madrid y a los 25 se fue a vi-vir a Guinea Ecuatorial para asumir el cargo de directora general de Mu-seos y Bibliotecas. Un año después fue ascendida a Secretaria de Es-tado, y unos meses más tarde Teorodo Obiang la nombró mi-nistra de Cultura y Turismo.

En estos cuatro años de mandato ha revolucionado la cultura guineana. Ha puesto en marcha la Biblio-teca Nacional de Malabo, ha desarrollado una red de biblio-tecas provinciales y clubes de lec-tura, ha importado bibliobuses de España, ha promovido la inversión en quioscos de prensa y ahora prepara la formación de una comisión de cine. «Es hora de abrir las puertas de mi país al mundo. La cultura es la llave», dice.

Pero su cargo no le ha impedido ex-plotar su otra pasión: la moda. No hay consejo de ministros, audiencia o viaje oficial en los que no se vea a Mekuy lu-ciendo diseños de Christian Dior, Caro-lina Herrera o Chanel. También siente debilidad por modistas españoles como Felipe Varela o Juanjo Mánez y Palo-ma Álvarez. En 2013 dio un paso más y fundó su propia revista femenina, «Meik», donde da voz a mujeres mesti-zas triunfadoras, como Bisila Bokoko, directora de la Cámara de Comercio Es-paña-Estados Unidos; Montse Pla, hija de la actriz Beatriz Carvajal; o Judith Diakhate, la ascendente actriz hispa-nonigeriana. «Meik» posee redacciones

«Trabajo duro para comprarme un vestido de

Dior. No he robado a nadie»Es la ministra más joven y glamourosa del régimen de

Teodoro Obiang. En su país la comparan con Margaret Thatcher. «Me llaman ‘‘la Dama de Hierro’’, pero yo no me oxido», dice en exclusiva para ABC

Guillermina Mekuy

Ministra de Cultura de Guinea Ecuatorial

CARLOS DAFONTE

SÁBADO, 15 DE FEBRERO DE 2014 ABC58 GENTESTILO abc.es/estilo

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olga
Resaltado
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en Madrid y Malabo, vende más de 30.000 ejemplares mensuales y se dis-tribuye en hoteles como el Sofitel de Si-popo, el más lujoso de Guinea. —¿Cómo ha recibido el Gobierno de Obiang su faceta de editora de moda? —No he tenido quejas de mis jefes. Na-die me ha dicho nada malo, por lo tan-to yo sigo con mi trabajo. No oculto mi pasión por la alta costura y me han cri-ticado por ello. Pero no me preocupa. —En su currículum todo son éxitos. ¿Cuál es su secreto? —Soy muy creyente, creo mucho en Dios. Y trabajo con pasión. Hay cosas que sé que no podría hacer, conozco mis limi-taciones. Pero tengo mucha fe y soy muy exigente conmigo misma. —¿Alguna vez ha saboreado la hiel del fracaso? —Sí, en el amor... pero no hablo de ello. —Entonces se confirma aquello de que el éxito femenino espanta a los hom-bres. —Sí, cuando les digo que soy política se sienten intimidados. No quieren ver a la mujer detrás de la ministra. —¿Cómo fue el salto a la política gui-neana? —Las personas responsables de Guinea siempre han estado pendientes de mis estudios. Estaban esperando a que me licenciara para que volviera al país y en-trara en política. Conocían mi pasión por esto y estaban pensando en mí para este trabajo incluso antes de que yo lo supiera. —¿Fue un «shock» pasar del Paseo de la Castellana a las calles de Malabo? —Fue difícil. Nunca había vivido en Áfri-ca y mis costumbres eran muy occiden-

Moda

Guillermina Mekuy alterna su trabajo de ministra con su pasión por la moda. Izquier-da, vestida íntegramente de Christian Dior en el Festival de Cine de Cannes. Arriba, los posados que ha hecho vestida de la firma francesa para su revista femenina, «Meik», que se vende en Guinea y España

Alta cultura

Mekuy y el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, en la inauguración de la Biblioteca Nacional del país africano, en junio de 2009. El régimen de Obiang la fichó cuando solo tenía 24 años. Debajo, con la exministra de Cultura de España Ángeles González-Sinde, en noviembre de 2010. En aquella visita a nuestro país todavía era secretaria de Estado de Bibliotecas, Archivos, Museos y Cines

√Cuestión de piel

«Estoy orgullosa de ser negra. Hay gente que paga por verse morena, yo no tengo que gastar un céntimo en rayos UVA»

Más de dos

«Respeto la poligamia, pero no estoy preparada para convivir y compartir a mi hombre con otras mujeres»

A los pies de la moda

«No bebo, no fumo ni salgo de noche. Mi único capricho es comprar zapatos. Y no los pago con la tarjeta de otro»

Marca España

«Me gusta mucho Zara, aunque con mi puesto no puedo abusar porque puedo coincidir con otras mujeres»

tales. Pero soy escritora y lo tomé como un ejercicio de aprendizaje y tolerancia. Quiero entender la idiosincrasia de la gente de Guinea, un pueblo donde toda-vía existen la poligamia y el animismo. —Su última novela, «Tres almas para un corazón», es un alegato a favor de la poligamia y causó un gran revuelo en España. ¿Somos muy prejuiciosos? —Entiendo la reacción europea, porque allí la monogamia es la tradición histó-rica. La poligamia es un tabú, pero na-die se escandaliza al leer las noticias so-bre las infidelidades y las dobles vidas de algunos políticos y famosos. —Entonces, usted estaría dispuesta a compartir esposo con otras mujeres. —No, no podría. No estoy preparada para tener que convivir y compartir a mi hom-bre. Respeto todo, pero prefiero esa hi-pocresía occidental de «ojos que no ven, corazón que no siente». —Pocas mujeres tienen un cargo como el suyo en África. ¿Cómo es la situa-ción de la mujer en su país? —Soy la primera ministra de Cultura y Turismo de Guinea, un puesto que an-tes ocupaban grandes intelectuales, como el pintor Leandro Mbomio Nsue, «el Picasso negro». Pero en mi país hay muchas mujeres ocupando altos cargos públicos, como la presidenta del Sena-do, la secretaria de Estado para el Teso-ro, la ministra de Justicia o la ministra de Función Pública. Eso sí, nos exigen más. —¿La belleza es un plus? —A mí siempre me ha resultado positi-va. Cuando la naturaleza te da un don lo primero que hay que hacer es agra-decerlo. A la gente inteligente no se le exige ser bella, en cambio a las perso-

nas bellas se les pide mucho más. Pero una cosa no quita la otra. —¿No teme que la tilden de frívola? —Detrás de la mujer política hay una mujer que ama la moda. Sé perfecta-mente que hay cosas que no puedo ha-cer; pero la moda no es una de ellas. La moda es cultura. No me preocupa que me tilden de frívola. No hago daño a na-die y trabajo duro para comprarme un vestido de Dior. No he robado a nadie. —¿Y le gusta Zara? —Mucho, aunque con mi puesto no puedo abusar de Zara porque puedo coincidir con otras mujeres. Eso sí, mis zapatos son todos de buenas firmas, porque un buen zapato se nota. —O sea, los «Manolos» no se negocian... —Unos Christian Louboutin o unos Ma-nolo Blahnik no se pueden reemplazar. —¿Cuántos pares tiene? —Demasiados. Mi madre dice que algún día tendré que poner una tienda para venderlos. Pero no bebo, no fumo ni sal-go de noche, mi único capricho es com-prar zapatos. Y no los pago con la tarje-ta de crédito de otro, los pago con la mía. No le debo explicaciones a nadie. —Dicen que el diablo viste de Prada. —El diablo no tiene por qué vestir de Prada. A las mujeres con éxito como Anna Wintour (editora de «Vogue») se las retrata como frías y calculado-ras. No es justo. A mí me llaman «la Margaret Thatcher de Guinea» o «la Thatcher versión 30». —Supongo que es un halago... —Es un gran halago. Me pueden lla-mar «la Dama de Hierro», pero yo no me oxido. Quien me haya puesto esa etiqueta me debe de querer mucho.

EFE

REUTERS

REVISTA MEIK

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