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SABINO, Carlos. Desarrollo y Calidad de Vida. Madrid: Unión Editorial, 2004.
Rubens Vanderlan Oliveira Santos
Con el final de la Segunda Guerra Mundial y el agotamiento del discurso imperialista
civilizatorio emprendido por las potencias económicas europeas y la consolidación de los
Estados Unidos como el nuevo eje de la economía, la modernidad, la democracia, el
crecimiento económico y el liberalismo se convirtieron en temas catalizadores de la
atención de una miríada de historiadores, sociólogos y economistas. La creencia de que las
sociedades deberían caminar hacia una sociedad industrializada fomentó el aparecimiento
de teorías que tuvieron reflejo directamente en la forma en que la comunidad científica
miraba el mundo. El neo evolucionismo de la antropología y de la arqueología (TRIGGER,
2004), la teoría de despegue industrial en la historia (ROSTOW, 1961), la teoría del
desarrollo económico en la economía y el modelo de porosidad estructural de la sociología
(MEDINA, 1963), pueden ser tomados como ejemplos del nuevo aparato interpretativo que
detenían los cuentistas sociales de la postguerra. Aunque la divergencia en las
interpretaciones se hacía presentes, no había mucha duda de que las sociedades debieran
industrializarse.
Contrariamente, con el acercamiento del nuevo milenio y con la paulatina concientización
de que el desarrollo económico era un cuchillo de dos filos, el agudizar aún más los
problemas sociales, ambientales y culturales, llevó a muchos intelectuales, movimientos
sociales y a una parcela de la población a desacreditar los postulados desarrollistas. Este
momento fue celebrado por Sachs (1996) como la crisis de la era del desarrollo. El nuevo
milenio llegó y los problemas históricamente construidos, ya no permitían una mirada tan
inocente acerca de la búsqueda ciega por el crecimiento. Sin embargo, a pesar del
agotamiento de las premisas básicas del discurso de desarrollo, como señala Sachs (1996),
el desarrollismo aún sigue en boga en muchos ámbitos de las sociedades occidentalizadas,
ya sea por medio de políticas públicas, como es el caso el caso del Programa de
Aceleración al Crecimiento (PAC), del gobierno federal de Brasil o de trabajos académicos.
A partir de lo que fue delineado anteriormente analizaré algunos aspectos presentes en el
texto del historiador y sociólogo argentino. Catedrático que intenta sostener la
funcionalidad del desarrollo.
En su trabajo Desarrollo y Calidad de Vida, Carlos Sabido sostiene que el crecimiento
económico es la única forma de enfrentar la pobreza. En la base de su análisis está el
concepto de pobreza, entendido como la falta de riqueza, una condición que sólo puede ser
establecida por medio de parámetros comparativos, y el concepto de desarrollo, percibido
como el aumento de la calidad de vida material y del potencial de consumo de una
sociedad. Igualmente el autor asevera que el desarrollo es la expresión del mejoramiento
material y espiritual de los individuos y se produce en una expansión rápida y continua de
la producción y del consumo.
Concibiendo la historia presente como resultado de la acumulación de la experiencia
humana a lo largo del tiempo, donde el punto inicial es el estado natural marcado por la
carencia y la privación y cuyo estadio superior es el hombre moderno, el autor postula que
ante esta condición el deseo de desarrollo y la adopción de las tecnologías es un
característica inherente a las sociedades. En este sentido, tanto el hombre de Nueva York
como el indígena de la Amazonia se anclan a esta estructura fundamental. Esta relación
entre hombre y tecnología hace que el desarrollo tecnológico sea resultado no sólo de una
política de inversión en los “bienes de capital” sino también de consumidores, que ávidos
por más avances, presionan a las empresas.
Todo el examen que hace Sabino es justificado por una comparación histórica en donde el
pasado pre-moderno, antihigiénico, desordenado y tradicional señala el éxito del desarrollo
económico en la actualidad. Según el autor la gran parte de los problemas generados por el
desarrollo se da en función de un flujo asimétrico, donde se avanza económica y
materialmente, pero se moderniza política, social y culturalmente a un ritmo mucho más
lento. Para que todo salga bien y la pobreza se aleje es necesaria una base material fuerte e
instituciones más eficaces, como se puede observar en los países escandinavos.
Acerca de los estudios críticos sobre la teoría del desarrollo el autor hace una clasificación
de las formas de oposición, rechazando estos estudios. Para el caso del impacto ambiental
el autor soluciona el problema afirmando que hay una relación de estabilidad entre la
producción y el medio ambiente y sus reservas de recursos no renovables. Así, ante
cualquier señal de agotamiento de recursos en la producción, se activan estrategias para que
la escasez no se refleje en los precios, lo que genera la búsqueda de nuevas alternativas de
producción. Igualmente, en el caso del medio ambiente el desarrollo lleva a nuevas técnicas
alternativas de amortiguamiento del impacto, aunque eso se refleja en un mayor costo del
producto. Cuando el asunto es el impacto cultural y social de la producción y del modo de
vida moderno, el autor asevera que la difusión de los productos, de la costumbres y de los
valores es autónomo, libre y espontaneo.
A partir de lo que fue dicho no queda duda que Sabino cree que estamos en el camino
correcto. Sin embargo, su trabajo está construido por postulados que, en el inicio del
milenio, ya no tenían gran resonancia en el ámbito académico, como es el caso de la teoría
de despegue económico, el difusionismo, la noción de universalidad del hombre en la
historia. Cuando el autor usa sus calidades de historiador para justificar su posición resulta
ser muy superficial. Por ejemplo, su noción de la Revolución Industrial británica es
limitada y su explicación ya viene siendo desacreditada desde la década de 19701.
Igualmente, al realizar su método comparativo para establecer una relación de mejor o peor
estadio de desarrollo entre las sociedades actuales y pasadas, el autor lo hace manejando un
impresionante anacronismo, pues como decía Sahlins, “si el pasado es un país extranjero,
también es otra cultura”, no podemos creer que personas de sociedad y culturas que no se
encuadran en los estándares de la modernidad crean vivir en el peor de los mundos, hasta
que yo encuentre documentos que justifiquen el suicidio de alguien por no vivir en una
sociedad moderna, el método comparativo de Sabino no me convencerá. La situación no
mejora cuando el autor se atreve a usar la antropología y la arqueología. Según él, en estas
ciencias abunda información que corrobora sus postulados universalistas. No estoy
convencido de que el desodorante o los restaurantes de comida rápida tengan tanta
aceptación entre los amazónicos y como el autor no referencia con estudios concretos, es
difícil creer. Aunque consideremos la entrada de elementos occidentales en sociedades no-
1 Ver BERRICK Soul S. “Industrialización: el caso británico” en: La Industrialización Europea:
estudios y tipos. Barcelona: Editorial Crítica, 1981.
occidentales es necesario ir más allá de un análisis sencillo y difusionista, quizá la
aceptación de restaurantes de comida rápida entre los indígenas de la Amazonia ocurra,
pero no se puede dejar de pensar que este fenómeno puede ser resultado de los avances de
empresas o de la interferencia del Estado.
Para finalizar, creo que es válido mencionar que las conceptualizaciones del autor, cuando
este se da la molestia de hacerlas, son completamente economicistas y sin ninguna
referencia a los distintos significados que las categorías pueden tener. Así pobreza y
desarrollo son vistos como conceptos monolíticos y ahistóricos, así como lo moderno y la
modernidad carecen de definición.
Referencias:
BERRICK Soul S. “Industrialización: el caso británico” en: La Industrialización Europea: estudios y tipos. Barcelona: Editorial Crítica, 1981.
MEDINA, E. J. El desarrollo social de América Latina en la postguerra. Buenos Aires: Solar/Hachette, 1963.
ROSTOW, W. Las etapas del crecimiento económico. México: Fondo de Cultura Económica, 1961.
SACHS Wolfgang (comp). Diccionario del desarrollo. Una guía del conocimiento como poder. Perú: PRATEC, 1996.
TRIGGER, B. G. História do pensamento arqueológico. São Paulo: Odysseus Editora,2004.