Upload
brii
View
216
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Â
Citation preview
Diseñado por Brianda
Introducción
Salud mental. Es la forma en que sus pensamientos, sentimientos y
conductas afectan su vida. La buena salud mental conduce a una imagen
positiva de uno mismo y, a su vez, a relaciones satisfactorias con amigos y
otras personas. Tener una buena salud mental le ayuda a tomar buenas
decisiones y afrontar los desafíos de la vida en el hogar, el trabajo o la
escuela.
No es extraño que los adolescentes desarrollen problemas de salud mental.
Las estadísticas nacionales indican que uno de cada cinco adolescentes
tiene algún tipo de problema de salud mental en cualquier año. Los
problemas varían de leves a graves. Lamentablemente, el suicidio es la
tercera causa principal de muerte entre los adolescentes.
Por desgracia, la mayoría de los jóvenes con problemas de salud mental no
reciben ningún tipo de tratamiento. Las investigaciones indican que hay
tratamientos eficaces disponibles que pueden ayudar a miembros de todos
los grupos raciales, étnicos y culturales.
Si se rompiera una pierna o tuviera neumonía, no dejaría de buscar
tratamiento. Sin embargo, las personas jóvenes con frecuencia pasan por
alto los problemas de salud mental pensando como reaccionarán o que es
algo de lo que deben avergonzarse. Esa manera de pensar impide que las
personas obtengan la ayuda que necesitan. A veces obtener ayuda es una
cuestión de cambiar de opinión.
Diseñado por Brianda
SALUD MENTAL EN NIÑOS Y ADOLESCENTES
Muchos niños y adolescentes tienen problemas de salud mental que interfieren
con su desarrollo normal y sus actividades cotidianas. Algunos problemas de salud
mental son leves, mientras que otros son más graves. Algunos duran solamente
períodos breves, mientras que otros pueden durar toda la vida.
El Instituto Nacional de Salud Mental (National Institute of Mental Health, NIMH)
afirma que, según datos de estudios de investigación, hasta un 3 por ciento de los
niños y hasta un 8 por ciento de los adolescentes en los EE.UU. sufren de
depresión. Se calcula que uno de cada cinco niños y adolescentes podría tener un
trastorno de salud mental.
Los trastornos de ansiedad son algunos de los problemas de salud mental más
comunes que se presentan en niños y adolescentes. Se diagnostica trastorno de
déficit de atención con hiperactividad (ADHD) a entre un 3 y un 5 por ciento de los
niños en edad escolar. Se calcula que un 4,1 por ciento de los niños de entre 9 y
17 años tienen trastornos de déficit de atención con hiperactividad (ADHD).
Los trastornos de la alimentación, que incluyen la anorexia nerviosa y la bulimia
nerviosa, son muy frecuentes entre las adolescentes y mujeres jóvenes de
Estados Unidos.
Es muy importante saber que se puede pedir ayuda. La mayoría de los niños y
adolescentes que tienen problemas de salud mental pueden retomar sus
actividades diarias normales si reciben el tratamiento adecuado.
Todos los trastornos de la etapa infanto-adolescente, pconstituyen un conjunto
muy amplio, pero sí procede sensibilizar a la comunidad educativa y, en particular,
a padres y profesores de la necesidad de salvaguardar la salud mental de hijos y
alumnos. Es bien sabido que la familia y la escuela tienen gran impacto en el
equilibrio psicológico de niños y adolescentes. La familia es la estructura relacional
primera y principal en la formación de la personalidad. Con la incorporación del
hijo a la escuela la función educativa pasa a compartirse con esta institución, en la
que por cierto el niño tendrá que poner a prueba todos sus recursos personales
(intelectuales, afectivos, sociales, psicomotores, etc.) para adaptarse. La cálida
realidad hogareña, vivida hasta entonces de manera exclusiva, debe
complementarse con las nuevas y no siempre fáciles situaciones escolares. La
experiencia infantil adquiere así un sello más profundo y complejo en el que a
veces surgen problemas (fobia escolar, fracaso, inadaptación...). Aunque la salud
mental no depende únicamente de factores ambientales, es innegable que cuando
ambas instituciones son sanas y las relaciones que se establecen en su seno
Diseñado por Brianda
positivas los menores tienen muchas probabilidades de desarrollarse
adecuadamente.
El concepto de trastorno psicológico no admite una definición única. A esto ha de
agregarse que en el continuum “normalidad-patología” no siempre es fácil precisar
en qué momento se quiebra la salud. A menudo la presencia de un conjunto de
síntomas que generan malestar o interfieren en la actividad de la persona permite
hablar de trastorno mental. La anomalía acontece en el plano cognitivo,
emocional, conductual, relacional o social y altera la vida de forma significativa. El
trastorno mental propiamente dicho supone una pérdida del equilibrio psíquico que
limita las posibilidades de realización personal. No debe confundirse con
problemas psicopatológicos menores, muy frecuentes durante la etapa de
crecimiento, como la onicofagia (comerse las uñas), oposicionismo, mentiras
menudas, falta de higiene, terrores nocturnos, etc., que pueden expresar leve
inmadurez, ansiedad ante determinadas situaciones o adquisición de un hábito
inadecuado. La psicopatología mayor infanto-adolescente puede variar según la
edad y el género, pero en general afecta a aspectos como: aprendizaje, desarrollo,
conducta, eliminación, alimentación, sueño, comunicación, etc. La gama es tan
amplia que cuando padres o maestros tengan dudas lo más indicado es que
consulten a un especialista, para que valore la magnitud del “problema”. Más allá
del tratamiento psicológico o médico es imprescindible contar con la participación
del centro educativo y la familia.
Causas de los trastornos psíquicos
El estudio de las causas de los trastornos mentales (etiopatogénesis)
generalmente desvela una combinación de factores orgánicos, psicológicos y
sociales. Hay ocasiones en que predominan las causas biológicas (anomalías
genéticas, disfunciones cerebrales, etc.). A veces, en cambio, la clave hay que
buscarla en experiencias infantiles traumáticas relacionadas con agresión,
desatención, rechazo, etc., cuyo impacto negativo depende en parte de la
fortaleza de la personalidad del menor. La debilidad psíquica en los primeros
tramos evolutivos puede impedir una asimilación del conflicto, que a su vez
acrecienta la vulnerabilidad y dificulta el desarrollo personal. Un tercer grupo de
causas principales de problemas psicopatológicos hay que buscarlo en las
experiencias sociales. En este sentido, gran poder patógeno corresponde a
situaciones familiares y escolares presididas por la excesiva rigidez, la mala
comunicación, la falta de afecto, la sobreprotección, etc., lo que llevaría a poner en
entredicho la pedagogía imperante en ciertos hogares y centros educativos.
Tampoco cabe prescindir del ambiente sociocultural en la valoración de riesgos
Diseñado por Brianda
psicopatológicos que se ciernen sobre niños y adolescentes. Un macrocontexto
caracterizado por la corrupción, la confrontación, la represión, la manipulación de
los mass media, la pobreza económica, la contaminación y el alejamiento de la
naturaleza, el abuso de la técnica, la extensión de las estructuras burocráticas,
etc., es terreno abonado para la enfermedad mental. Evidentemente, la
intervención de los factores sociales (sociogénesis) no es fácilmente separable de
las causas psicológicas (psicogénesis) ni de los aspectos biológicos. La
ponderación de las distintas dimensiones, en la medida en que sea posible,
requeriría probablemente un estudio pormenorizado de cada caso. Nuestra
pretensión, previa constatación del trasfondo pedagógico y sociocultural de buen
número de problemas psicopatológicos presentes en la infancia y en la
adolescencia, se condensa en salvaguardar la salud mental de hijos y alumnos por
medio de la mejora de la convivencia familiar y escolar. En los próximos apartados
veremos, por lo mismo, sendos análisis sintéticos de dichos ambientes.
Fuentes familiares de psicopatología
La familia en los países occidentales está experimentando grandes
transformaciones de todos conocidas. Con carácter general, esta institución en la
actualidad es más flexible y compleja, lo que equivale a decir que la familia no
sigue exclusivamente un esquema tradicional constituido por el padre, la madre y
los hijos nacidos en el seno del matrimonio. Las consecuencias de las condiciones
en que se encuentra la familia varían, pero resulta indudable que a medida que se
incremente la desintegración en el hogar, sus miembros quedarán expuestos a
mayor número de problemas psicológicos. El modelo de relaciones familiares
presidido por la escasa comunicación, la debilidad estructural o la rigidez
constituye una de las causas reales de psicopatología en niños y adolescentes.
Los progenitores están hoy absorbidos por la prisa y el trabajo, lo que resta tiempo
para dedicarlo a los hijos. El bienestar material en el hogar tampoco se acompaña
siempre de calidad interhumana. Un paisaje familiar repleto de aparatos
electrónicos no deja sitio al encuentro afectivo. En este marco de creciente
despersonalización hallamos al menos las siguientes fuentes familiares de
perturbación psíquica:
- La permisividad parental establecida como reacción al autoritarismo de antaño
ha resultado ser igualmente nefasta para el desarrollo emocional y social de los
niños. La estructura permisiva corresponde a comunidades familiares anómicas,
aquellas en las que los padres no asumen sus responsabilidades ni establecen
ningún tipo de normas, lo que conduce a los hijos hacia una desorientación
Diseñado por Brianda
peligrosa. Pensemos, por ejemplo, en el alcoholismo y en otras
drogodependencias.
- La debilidad de la comunicación familiar y la soledad consiguiente. Hay que tener
en cuenta también el aislamiento y el individualismo acentuados por unas
tecnologías (televisión, Internet...) que con frecuencia se usan inadecuada o
abusivamente. En estas circunstancias, no es extraño que en los sectores más
jóvenes de la población hayan aumentado las adicciones electrónicas.
- La desintegración familiar producida por separación o divorcio. Las
consecuencias del resquebrajamiento varían considerablemente según los casos,
pero los conflictos y las tensiones en el hogar calan negativamente en los niños y
pueden empujarles hacia la violencia, la marginación, etc.
- El estrés familiar generado por situaciones de apuro económico, exigencias de
sobreadaptación, etc., perjudica la salud mental infanto-adolescente. De hecho,
los niños que proceden de capas sociales desfavorecidas y los inmigrantes están
más expuestos a las llamadas enfermedades psicosomáticas: asma, cefaleas,
trastornos intestinales, etc.
- Los acontecimientos vitales (muerte de un ser querido, abuso sexual, abandono
del hogar de un progenitor, enfermedad grave, toxicomanía de un familiar, etc.)
tienen también incidencia negativa en la salud mental de niños y adolescentes.
Fuentes escolares de psicopatología
En la institución escolar transcurre buen parte de la vida infantil, por lo que nada
tiene de raro que el ambiente predominante en los centros, la naturaleza de las
relaciones interindividuales que se establecen, la adecuación de la metodología
docente y el tipo de estructura de enseñanza-aprendizaje, entre otros factores,
influyan en el desarrollo psicológico de los escolares.
Por otro lado, el gran avance experimentado en los países occidentales con la
universalización de la enseñanza no se ha acompañado de una mejor educación.
Hoy, es bien cierto, se ha extendido el período de escolaridad obligatorio y gratuito
y se cuenta con más medios (materiales, económicos, etc.) de enseñanza, pero
hay que albergar serias dudas sobre el genuino progreso formativo. En mi opinión,
cabe hablar incluso de retroceso educativo, evidenciado no sólo por los pésimos
resultados que nuestros alumnos obtienen en evaluaciones nacionales e
internacionales, sino por el aumento de graves problemas: violencia,
desorientación, desmotivación y pasotismo, etc. La escuela tampoco ha sido ajena
Diseñado por Brianda
a la profunda mutación social y en su seno se descubren algunas claves de
perturbación psíquica que podemos compendiar en las siguientes:
- La tecnificación en los centros educativos está introduciendo un considerable
cambio en la manera de organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, ahora
mucho más dependiente de la máquina y menos de la relación personal con el
profesor y los compañeros. Aunque las denominadas “nuevas tecnologías” abren
muchas posibilidades a la educación si se utilizan adecuadamente, en la práctica
se detecta un significativo uso inapropiado, en parte atribuible a la vertiginosa
introducción de unos instrumentos cuyo manejo a veces no viene precedido de la
necesaria reflexión. Los avances y cambios incesantes en el terreno tecnológico
pueden generar enajenación e inadaptación tanto en los alumnos como en los
propios profesores.
- Las malas relaciones personales y la fragilidad de la comunidad educativa. Un
buen número de centros escolares están hoy transidos de rivalidad feroz y de
individualismo. El mundo de la escuela se halla asimismo sacudido por la
violencia, hasta el punto de que en algunos centros se pone en grave peligro la
integridad personal y la educación se torna misión imposible.
- La adopción de un discurso docente descompensado, generalmente atento a la
vertiente cognitiva pero insensible a los aspectos afectivos, estéticos, sociales y
morales de la educación deja al alumno a merced de las circunstancias, esto es,
desgobernado, cuando no claramente instalado en posiciones anéticas y
antisociales. En las primeros niveles escolares el discurso meramente instructivo y
dogmático es totalmente desaconsejable por revelarse despersonalizador y, por
ende, insano en el plano psicológico.
- La estructura y la gestión escolares predominantemente rígidas y verticales son
incompatibles con la implicación real de los miembros. El desenvolvimiento
personal en un centro está condicionado por el tipo de planificación y gestión. En
aras del desarrollo psicológico saludable del alumnado es preciso que la política
de la institución favorezca tanto la conquista gradual de la autonomía como la
participación responsable.
- Los alumnos con rasgos étnicos, corporales o psicológicos diferenciadores, v.
gr., los inmigrantes de determinados países y los discapacitados están más
expuestos a problemas psicopatológicos; de hecho, suelen ser víctimas habituales
de prejuicios, tienen muy poca influencia en las respectivas escuelas y con
facilidad son marginados a los que se atribuye todo tipo de caracteres negativos.
Así pues, el compromiso con la salud mental del alumnado y con su formación
exige frenar la tendencia segregacionista que se extiende por algunas escuelas.
Diseñado por Brianda
Alianza entre la familia y la escuela
En la actualidad la separación entre la familia y la escuela ha aumentado de modo
alarmante. Esta escisión opera como factor perturbador de la salud mental del
alumnado, claramente confundido por la falta de armonía entre las dos magnas
instituciones. En el marco de la común misión educativa, es bien cierto que familia
y escuela desempeñan papel distinto. Si la familia se ocupa preponderantemente y
por vía “natural” y espontánea del despliegue afectivo y orientación vital de sus
miembros, la escuela se ocupa sobre todo de manera técnica y estructurada de
las adquisiciones formativas. Más allá de las desemejanzas, debe haber
colaboración estrecha entre ambas, so pena de que la educación sea socavada y
el desarrollo psicológico de los hijos y alumnos amenazado. El vínculo entre
familia y escuela permite mejorar la educación, prevenir ciertos problemas y
solucionarlos una vez que se presentan.
Se precisa igualmente un gran esfuerzo encaminado a mejorar cada una de estas
instituciones, como se ha apuntado en los apartados correspondientes de este
artículo. Ahora bien, por grandes que sean los logros, siempre tendrán un alcance
limitado si no hay relación robusta entre los dos ámbitos. La extensión de las
“escuelas de padres”, el fortalecimiento de las AMPAs (asociaciones de madres y
padres de alumnos), la consolidación de profesionales de la orientación, la
acogida en horario extraescolar a niños que, por las numerosas obligaciones de
sus padres, están condenados a la desatención y a la soledad, etc., constituyen
algunas de las vías apropiadas para reforzar la simbiosis familia-escuela.
La adopción de una pedagogía familiar y escolar genuinamente humanista puede
hacer mucho por la protección de la salud mental, hoy amenazada en niños y
adolescentes por factores de diversa índole. Las concreciones de tal perspectiva
pedagógica se resumen, en mi opinión, en tres: 1) atender al educando, en función
de sus necesidades, características y circunstancia, 2) promover estructuras
democráticas, cálidas y éticas, y 3) fomentar la comunicación, las relaciones
personales y la participación tanto en la escuela como en la familia.